Dinámica de clase y tranformación agraria

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Título original: The Class Dynamics of Agrarian Change

© 2010, Ft:rnwood Publishing, Halifax-Canadá

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Priinera edición en español, febrero del año 2012

© 2012 UNIVERSIDAD Am·óNOMA DE ZAC'XITCAS

Rlill lm"ERNACIONAL DE MIGRACIÓN Y DESARROU.O

© 2012 Por r;aracterísticas tipográficas y de diseño editorial MIGUEL ÁNGEL PORRÚA, librero-editor

Traducción: Luis Rodolfo Morán Quiroz

Derechos reservados conforme a la ley ISBN 978-607-401-557-7

Queda prohibida la reproducción parcial o total, directa o indirec­ta del contenido de la presente obra, sin contar previamente con la autorización expresa y por escrito de los editores, en ténninos de lo así previsto por la Ley Federal del Derecho de Autor y, en su caso, por los tratados internacionales aplicables.

IMPRESO EN MÉXICO PRINTED IN MEXICO www . m ap <=>J.- '1-"Ll. a. e e>-��...,_ • _rr_--._ :«.: Amargura 4, San Ángel, Áivam Obregón, 01000 México, D.F.

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En memoria de mis padres, Esther)' Hany

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Reconocimientos

Para con1enzm� gracias a Satmnino M. Borras Qun Borras) por su imaginación y energía en el establecin1iento de esta nueva serie de "pequeños libros sobre graneles ideas" referente al can1bio agrario, y gracias a él por invitarme a escribir este primer título para ella. Contribuirá, espero, al debate productivo entre los libros planeados para la serie.

Tengo una importante deuda con nlÍ con1pañero de trabc�o de hace mucho tiempo, Terence J. Byres (Ten-y Byres). Él y yo editamos juntos eljo urnal of Peasant Studies entre 1985-2000, y luego comenzamos eljournal oJAgrmian Change en 2001, ambas publicaciones con1p�·mnetidas con la exploración de las diná­micas de clase en e1 cambio agrario históricamente y en la ac­tualidad.

Este libro se basa en largos periodos de reflexión acerca de los temas que trata, durante los cuales me vi beneficiado del trabajo de muchos otros. No intento enumerarlos aquí; algunos, si no es que todos, aparecen en el texto y en la lista de referencias. Al esoibir el libro, me enfrenté con pruebas de selección, de síntesis y de p1�esentación. El resultado final es, en realidad, n1ejor de lo que habría sido ele haber carecido de los cmnentarios de catnara­das que leyeron versiones anteriores: Elena Baglioni, J airus Banaji, Ten-y Byres, J ens Lerche y Tony Weis. Ninguno de ellos estará de acuerdo con todo en el libro, por lo que asumo la responsabilidad plena.

[Londres, septiembre de 2009]

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Capítulo 1 Introducción

La economía política

del cambio aQrario

La economía política agraria, según se define en la "declaratoria de misión" de The journal of Agrarian Change, investiga "las rela­ciones sociales y las dinámicas de la producción y la reproducción de la propiedad y el poder en las formaciones agrarias y sus procesos de cambio, tanto históricos con1o conten1poráneos". La comprensión del cambio agrario en el mundo n1oderno se cen­tra en el análisis del capitalismo y su desarrollo. Por capitalismo me refiero a un sistema de producción y reproducción basado en una relación social fundamental entre el capital y la fuerza de trabajo: el capital explota a la fuerza de trab'\io en su búsqueda de ganancias y acunnllación, 1nienrras que la fuerza de trabajo tiene que trabajar para el capital para conseguir sus medios de subsistencia, Más allá de esta definición inicial y general y sin duda dentro de ella, hay muchas complejidades y desafios que este libro se propone explorar y explicar,

Primero, quiero montar el escef_lario, para presentar mi aproximación e identificar los te1nas n1edulares que aborda.

El cuadro completo: producción agrícola

y población m u ndial

Tony Weis (2007: 5) sugiere que "los orígenes de la economía global contemporánea podrían rastrearse a través de una serie de cambios revolucionarios, que en algún momento se configu-

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t-!ENRY HERNST[IN

raron en el curso de milenios, luego de siglos y que en la actua­lidad se cotnprin1en en simples décadas".

Milenios: desde hace aproximadan1ente 12 nül años, una forma u otra de producción agraria establecida se convirtieron en el fundamento material de la sociedad para la n1ayor parte de su historia registrada. La referencia a los tnilenios indica cambios que fueron profundos en sus consecuencias, pero que fueron típicmnente graduales en la manera que sucedieron -es usual que se les denomine ca1nbios "evolutivos". Las civi­lizaciones agrarias llegaron a abarcar a la mayor parte de la gente en Asia, las áreas "sembradas" del Norte de África y Eu­ropa, y partes de las extensiones generalmente menos pobla­das de Africa sub-sahariana y las Alnéricas. En estas sociedades agraria�, la gran inayoría trabajaba la tierra cmno granjeros campesinos. Para 1750 sostenían a uria población n1undial de unos 770 millones.

Siglos: a partir ele la segunda mitad del siglo XVIII, el surgi­miento y difusión de la industrialización comen'zó a generar un nuevo tipo de economía 1nundial, a "acelerar la historia" y a transformar la producción agrícola. La población mundial cre­ció de 770 millones en 1750 a 2.5 miles de millones para 1950. . .

Décadas: la población Inundial creció hasta alcanzar seis tnil millones en 2000 (y se espera que crezca aún más, hasta cerca de nueve mil millones para 2050). Ello sugiere la parte que han desempeíi.aclo los incrementos en la productividad agraria, que se han mantenido al ritmo del crecimiento de la población. En 2008 la población urbana global equiparó a la población rural por prÍlnera vez, y comenzó a superarla.

Una parte del cuadro con1pleto, entonces, corresponde a los logros del crecimiento en la producción de alitnentos y en la población mundial, en especial desde la década de 1950. Ambos son aspectos del desarrollo del capitalismo y ele la economía 1nundial que éste creó. Otra parte de ese cuadro es la enonne in equidad global en ingreso y seguridad en los medios de subsis-

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INTROilUCCIÓN

tencia, en calidad y expectativa de vida, así cmno en productivi­dad. Aunque se produce 1nás de lo suficientes para aJin1entar a la población n1undial de manera adecuada, 1nucha gente pade­ce hambre una buena cantidad del tie1npo o todo el tie1npo.

¿Quiénes son los granjeros en la actualidad?

Algunas cifras

A n1edicla que se industrializan los países, clisn1inuye la propor­ción ele su fuerza de trabajo que se ocupa en la agricultura. En 2000 la proporción de la 1nano ele obra total en1pleada en la agricultura en Estados Unidos era de 2.1 por ciento, en la Unión Europea (UE, en ese entonces con 15 países nlietnbros) 4.3, en Japón 4.1 por ciento, en Brasil y México 16.5 y 21.5 por ciento respectivatnente. En China, la proporción del total ele n1ano de obra empleada en la agricultura se ha reducido de cerca del 71 por ciento en 1978 a n1enos del 50 por ciento lo que, sin em­bargo, todavía equivale a 111ás de 400 nüllones ele personas. Junto con unos 260 tnillones de personas que trab,'Uan en la producción agrícola en la India y unos 200 nli11ones en África -en atnbos casos aproximaclan1ente el 60 por ciento ele su "población econótnicamente activa" -esto tnuestra que la gTan mayoría ele la población agTaria del 111undo en la actualidad se ubica en el Tercer Mundo o en el Sur.

Esto .se ve confirmado por la estin1ación estándm; derivada de la FAO (Foocl and Agriculture Organization, de las Naciones Uni­das), en el sentido de que en la actualidad "la agricultura propor­ciona etnpleo a 1.3 1niles ele millones ele personas en todo el nllmdo, 97 por ciento de ellas en los países en desarrol1o" (Banco Mundial, 2007: 77).1 Algunos de esos 1.3 miles ele millones de personas califican con1o "granjeros" ifarnwrs) o productores agTíco-

1Las cifras de "pequeños grattieros" en el Sur con frecttencia se exageran en gran medida por quienes ''asumen la parte de los campesinos" (véase más abajo), por ejemplo,Joan Martinez�Alier (2002) y Samir Amin (2003), que dan cifras ele 2 y 3 mil millones, respectivamente.

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las, sttietos a Inuchas variaciones en cuanto al tipo de granjeros que son, en dónde y cuándo: /durante los momentos cumbre del calendario agrícola anual? ¿En buenos o en n1alos aüos de preci­pitación pluvial? ¿Años buenos o malos para el tnercaclo? En otras palabras, no todos los granjeros son granjeros todo el tiempo. Mucha gente del ámbito mral puede no calificar como "granjero" en un sentido estricto -quizá una Jnayoría en algunos catnpos en algunos momentos, y con el tiempo- porque carecen de tierra u otros medios para la producción agrícola (to Jarm) por su propia cuenta, o están ocupados en la producción agrícola apenas "mar­ginal". Peter Hazell et al. (2007: 1) definen la producción agrícola marginal como "incapaz de proporcionar trabajo o ingreso sufi­cientes para ser la principal forma de sostenimiento del hogar". Se­ñalan que en la India, por ejemplo, el término "granja marginal" se utiliza para las grai!ias de menos de una HA (hectárea), que conforman el 62 por ciento de todas las propiedades de tierra pero que ocupan sólo el 17 por ciento de toda la tierra cultivada.

Términos y conceptos: una nota precautoria

Términos como "campesino", granjero "pequeíio" o "de pe­queüa escala" y granjero "f�nniliar" con frecuencia se intercam­bian de maneras que fácihnente derivan en confusión. No se trata de un 1natiz semántico sino que tiene importantes n1atices analíti.cos y diferencias, como habren:ws de ver.

Primero, el término "campesino" lpeasant) por lo general significa producción agrícola doméstica (household farming), organizada para la reproducción simple y de manera notoria para aportar su propio alimento ("subsistencia"). Con frecuen­cia se añaden a esta definición básica cualidades supuestas (y de­seables) como las solidaridades, reciprocidades e igualitarismo de la (aldea) comunidad, y compromiso con los valores de una forma de vida basada en el hogar y la comunidad, el pm·entes­co y lo local. En efecto, muchas definiciones y usos del término "campesino" (y granjero "en pequeña escala" y "gra1!ieros fa-

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miliares") tienen un fuerte eletnento y propósito norn1ativo: "asumir. la parte de los campesinos" (Williams, 1976) en contra de las fuerzas que han destruido o debilitado a los can1pesinos en la formación del Inundo n1oclerno (capitalista). En n1i vi­sión, el térn1ino "cmnpesino" (y "can1pesinaclo") es mejor si se restringe a usos analíticos más que nonnativos, y a dos tipos ele circunstancias históricas: aquellas ele las (i) sociedades precapj­ta1istas, pobladas sobre todo por granjeros en pequeña escala (véase capítulo 2), y (ii) procesos ele transición al capitalisn1o (véanse capí­tulos 3 y 4).

Argun1entaré que con el desarrollo del capitalisn1o, el carácter social de la producción agrícola en pequeii.a escala se transforn1a. Prilnero, los "can1pesinos" se convierten en pequeüos productores de 1nercancías (commodities) que tienen que produ­cir su subsistencia a través de la integración en divisiones sociales más a1nplias de la fuerza de trab�o y de los n1ercados. Esta "tnercantilización de la subsistencia" (commodification) cons­tituye una dinámica central del desarrollo del capitalisn1o, cmno se explica en el capítulo 3. Segundo, los pequeüos productores ele mercancías están st"Uetos a la diferenciación de clase. El n1arco histórico de estos procesos se presenta en los capítulos 3-6, y su base teórica se explora con mayor detalle en los capítulos 7-9. Sugiero que, con1o consecuencia de la forn1ación de clases, no existe una única "clase" de "can1pesinos" o "granjeros fmniliares",

·sino más bien clases diferenciadas de granjeros capitalistas de pequeüa (o más pequeña) escala, pequeños productores de n1ercancías relativamente exitosos, y fuerza de trabcUo asa lariada.

Respecto al tan1año, en la actualidad, algunas fuentes defi­nen a las "granjas pequeñas" cmno aquellas con tnenos de 2 HA (hectáreas) de tierra de cultivo, n1ientras que otras las ca­racterizan en el Sur por los b�os niveles de teo1ología, la dependen­cia de la fuerza de trabcUo fan1iliar y una orientación de "sub­sistencia" (es deci1� atributos parecidos a lo "can1pesino"). Por ¡ende, un criterio es espacial (tan1año de la granja) y el otro

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sociológico (tipo de producción agrícola). Los dos criterios pueden variar de acuerdo con las condiciones de la producción agrícola, por ejemplo:

Una granja de 1 O hectáreas en n1uchas partes de América La­tina sería menor que el promedio nacional, operada en gran medida por fuerza de trabajo familia1� y produciría primor­dialmente para la subsistencia ... Una propiedad de la 1nisma extensión en las tierras irrigadas del occidente de Bengal, por otro lado, estaría muy por encima del tamaño promedio para la región, probablemente contrataría buena parte de la fuerza de trabajo utilizada, y produciría un excedente significativo para la venta (1-Iazell el al., 2007: 1).

Finahnente, el término "granja familiar", con frecuencia incluye a las granjas que son j;ropiedad de la familia, adminis­tradas por la familia y aquellas en las que se trabaja con fuerza de trabajo familiar. Algunas "granjas familiares" combinan es­tas tres características, pero ot1�as no, como explico en detalle en el capítulo 7.

Algunas instantáneas del Sur

Más allá de los temas estadísticos, de definición y conceptuales que se han mencionado hasta el inOinento, a continuación apa­recen cinco viüetas de la producción agrícola en el Norte de la India, Bangladesh, T.:'lnzania, Brasil y Ecuador.

(1) En la nueva estrategia agrícola intensiva en capital, introduci­da en las provincias a fines de los años sesenta, el congreso del gobierno contaba con los medios para lograr el sueño impe­rial: la producción agrícola progresista entre los gentiles. En un periodo de uno o dos años ... prácticamente cada uno de los distritos tenía un campo de finos cultivos de demostración ex-zamindars . . . con sus propiedades de 30-,40-, 50-, lOO-acres,

INTH.ODlJCCIÓN

sus granjas de multiplicación del trigo mexicano de última generación y con suS taladros de perforación filipinos, sus pozos entubados arrojando 16,000 galones por hora, bnena parte de ellas con contratos de alto perfil, sus tractores, sus godowns (almacenes) repletos de fertilizante, sus cuartos fríos ... (Whitcombe, 1980: 1 79).

(2) El cultivo por sociedad (Sha:recrojJjJJ:ng) no es mucho mejor. Yo hago todo el trabajo y luego en la época de la cosecha i'vlah­mud H�"U toma la mitad del cultivo. Cuando trab�"Uo a cambio de salario, al menos traigo arroz cada noche, aunque no sea suficiente. Pero cuando trab<-Uo en mi tierra en sociedad, ten­go que esperar hasta la cosecha. l\1ientras tanto, no tengo vaca ni arado. 'l'engo que rentárselos a un vecino. El precio es alto -yo aro la tierra por dos días a cambio de l uso por un día de su ganado. iEn este país, el trabajo de un hombre vale la mitad del trabajo de un par de vacas! (aldeano sin tierras, citado en Hartmann y Boyce, 1983: 163).

(3) Las mujeres quitan las hierbas a los cafetales, recogen el café, lo machacan y lo esparcen para que se seque. Lo empacan y pes·an. Pero cuando el <..:ultivo obtiene un buen precio, el marido se queda con todo el dinero. Le da a cada una de sus esposas 200 chelines y se va en el autobús a la mañana siguiente ... la mayoría de ellos se va al pueblo y se queda en una casa de huéspedes hasta que quiebra. Luego regresa y pega a sus esposas, diciendo "¿por qué no has desyerbado el café?" ttsta es la gran esclavitud. El trabajo no tiene límites. Es intennina­ble (Mujer activista rural citada en Mbilinyi, 1990: 120-121 ).

(4)" La- razón de todo esto fue la especulación de tierras: dos mil hectáreas de bosque virgen se talaron., 1nil se convirtieron en zo�as ele pastura Y.luego los extractores de hule se vieron pri-

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vados de su forma de vida. De esto surgió la lucha por los re­cursos extraíbles en la Amazonia, que es también un área tri­bal. Los indios ... no queremos propiedad privada de las tierras, queremos que pertenezca al sindicato y a los extracto­res ele hule para gozar ele derechos ele usufructo . . . [En 1 980]

un líder muy importante, que encabezó todos los movimien­tos en la Amazonia, fue asesinado. Los propietarios de tierras ... hicieron que lo mataran. Siete días después los trabajadores se vengaron y asesinaron a un propietario de tierras. Esa es la manera en que a opera !a justicia (Mencles, 1992: 162, 168;

entrevista publicada después del asesinato ele Mencles, el 22

ele diciembre ele 1 988).

(5) El hacendada se fue a Guayaquil durante la crisis. Mi padre Jo conocía bien y él nos rentaba tanta tierra como quisiéramos. El hacendado únicamente quería a algu�en que cuidara su pro­piedad hasta que regresara el cacao.' Javier y yo teníamos nuestra pequeña grarlja. Cultivamos maíz, frijol, frutas. Inclu­so tuvimos una o dos vacas. Pero esto era extremadamente duro. A veces no había nadie a quién venderle lo que cultivá­bamos. Éramos sólo mi esposo y yo. Trabajábamos codo con codo en los campos. N o teníamos hijos que pudieran ayudm: Y mi familia no podía ayudar mucho. Los dos teníamos que hacer todo. Teníamos pocas herramientas y no teníamos re­Cursos. En realidad nosotros no éramos dueños de la tierra. Así que en un determinado momento dije: Sigamos a Paco, el hermano dejaviet� a Guayaquil (Mujer ecuatoriana trabajado­ra migrante citada en Striffle¡; 2004: 14-15).

La primera viñeta describe la riqueza de los granjeros ri­cos que se beneficiaron principalmente ele la Revolución Ver­ele en la producción ele grano en India, introducida por el gobierno nacional del Partido del Congreso a partir de fines de los años sesenta. Elizabeth Whitcon1be identificaba a esos granjeros como antiguos zamindars o propietarios ele tierras,

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pero tan1bién incluía a n1uchos can1pesinos ricos que habían acun1ulaclo suficiente para convertirse en granjeros capitalis­tas (Byres, 1 981). Poseen granjas altamente capitalizadas y n1anejan cantidacl�s considerables de los "insun1os" requeri­dos para obtener los n1ejores rendimientos de las nuevas Va­riedades ele Alto Rendimiento (Vi\R) ele trigo y ele semilla de arroz,. introducidos por la Revolución Verde: tractores, bont­bas para irrigación y fertilizante ah11acenado en susgodown.� o almacenes. Las VAR que ellos usan -y que nulltiplican ellos n1isn1os para plantar en un futuro- se originaron en estacio­nes de investigación agrícola en lugares distantes del nnmdo. El tmnaño de sus granjas parecería Inuy grande a la n1ayoría ele sus vecinos y a casi todos los granjeros ele Banglaclesh o 'T.:1.nzania, por ejemplo, aunque 1nuy pequeíi.o para sus con­trapartes en Brasil.

La segunda viíieta -de un aldeano pobre sin tierras en Bangladesh- ofrece Inúltiples contrastes con la primera. Su­giere una incesante lucha diaria en busca ele tnedios de sustento, con referencia especial a la necesidad n1ás básica: asegurar lo suficiente para comer. El aldeano con1bina la renta de la tierra, y anin1ales ele tiro y un arado, para cultivar su propio arroz, a la vez que trabaja para otros a cambio de salarios. En compara­ción con la pritnera vifleta, no proporciona seüales acerca de

. lugares.fuera de la localidad rural intnediata que habita el pro-ductor en sociedad ("n1ediero"). Al n1isn1o tien1po, la referencia a trabajar a cambio ele salarios puede hacernos que pregunte­In os quién proporciona la fuerza de trabajo en las vibrantes granjas comerciales productoras ele granos en el Norte ele la India que se describen en la prin1era viüeta.

La tercera viíieta, desde Tanzania, ofrece una ünpactante ·ilustración de relaciones de género altan1ente desiguales (véa­se capítulo 2). A diferencia de las dos anteriores, también est.ú

. relacionada con un cultivo para la exportación producido para los mercados internacionales; pero en este caso por pequeii.os granjeros. Desearían1os preguntm� entonces ¿de qué n1anera la

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tierra y la n1ano de obra -y otros recursos- dedicados al cultivo del café en este ejetnplo, afectan el cultivo de plantas alin1enticias para el consmno en el hogar? En este caso, el pago es posterior a una buena cosecha, 1nás probablemente la 1nayor parte del ingre­so en efectivo de un año entero, que no es usado para cubrir las necesidades del hogar, sino que es utilizado en una "francachela" por los jefes varones del hogm'

En la viñeta brasileña encontramos algunos temas que re­sultan conocidos en las historias agrat:ias del Inundo moderno, incluyendo la competencia por la tierra entre distintos usos, y no menos la competencia por los bosques -en este caso entre quienes obtienen sus n1edios de subsistencia de extraer hule de los árboles de hule silvestres y quienes quieren generar claros en ellos para establecer pastizales para la actividad ganadera a gran escala o para plantar soya que será procesada para ali­Inentación animal. T.·unbién vemos un conflicto en las concepciones ele la propiedad de la tierra: entre la tierra como propiedad privada para el uso exclusivo de sus propietarios y la tierra con1o un recurso en común, del cual las comunidades o los grupos particulares con1parten derechos ele usufructo, es decir, derechos compartidos a su uso. Además, con1o en tantos otros países fonnados a partir de una historia colonial, este conflicto ocurre entre grupos de personas que s.e diferencian étnica y culturalrnente, así cmno en térn1inos de su poder.

La última viñeta describe el intento ·ele una joven pareja sin tierras en Ecuador por sobrevivir a partir del cultivo de una tierra rentada- a un hacendado, el propietario de una hacienda, una extensión de tierra relativan1ente grande en Ainérica Latina. El terrateniente había plantado cacao (cocoa) en sus tierras, pero lo abandonó cuando el precio descendió drásticamente, la crisis a la que se refiere María. En este caso, entonces, tenen1os otro cul­tivo de exportación -como en el caso del café de Tanzania y la soya y carne de res de Brasil- y también una n1irada a las dificul­tades del rultivo en pequeña escala. María nos dice que ella y su Inarido Javier carecían de fherza de trabajo suficiente entre los

INTH:ODLICCIÓN

dos para tener éxito, lo que plantea las preguntas en torno al tipo (o tipos) ele tierra que estaban cultivando y las herramien­tas con que contaban para hacerlo. Tmnbién plantea que aunque cultivaban alimentos para su propio consumo, aclen1ás tenían que vender parte de sus cultivos porque necesitaban dinero para con1prar bienes básicos que no producían por sí n1isn1os. Aunque todavía eran jóvenes, decidieron seguir al hermano ele J avie1� Paco, para ver si podían ganarse una forn1a ele vida más segura en la gran ciudad porteii.a de Guayaquil, en la costa pacífica de Ecuador.

Estas cinco viñetas apuntan a la inmensa diversidad de (i) tipos de producción agrícola y sus relaciones sociales, (ii) las condiciones ele n1ercado para los cultivos, los "instunos", y la fuer-.m de ti·ab�o, y (iii) las condiciones mnbientales de la pro­ducción agrícola en diferentes regiones, y para diferentes tipos de personas, en el Sur. Esa diversidad torna ilnposible cual­quier sin1ple generalización empírica (factual).

No obstante, con todo su detalle local y específico, estas pocas viii.etas nos permiten ason1arnos a los temas 1nás mnplios de a las din{lmicas del can1bio agrario:

Diferenciación de clase y género en el can1po. • Divísiones en el acceso a la tierra, divisiones en el trabajo,

y divisiones ele los frutos del trabajo. • Propiedad y forn1as de sostenimiento, riqueza y pobreza. • 1-lerencias coloniales y actividades de los estados.

11·aye·ctorias de desarrollo agrario y 1nercados internacio­nales (para la tecnología y el financianüento, así como de las 1nercancías agr'ícolas).

• Relaciones ele poder e inequidad, su cuestionanliento y la violencia que se usa con frecuencia para conservarlas; des­ele la violencia "doméstica" (de género) en Tanzania, hasta la vi"olencia organizada de clase en Bn1sil.

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La economía política agraria y, n1ás an1plian1ente, la eco­nomía política del capitalisn10 utilizadas en este libro para ex­plorar estos temas y estas dinátnicas de Inayor alcance se deri­van de la aproximación teórica de Carlos Marx.

La economía política de Marx

Al vivir en Inglaterra desde las décadas de 1 850 a !870, Marx (1 8 1 8- 1883) fue testigo de las transformaciones que conllevó la primera revolución industrial. En su enorme (e inacabado) trabajo teórico sobre El caj;ital, Marx buscaba identificar las relaciones y las dinámicas medulares del "modo capitalista de producción" en su (en ese entonces) más avanzada forma in­dustrial. Para Marx, el capitalismo -y sobre todo el capitalis­mo industrial- es "tnuncliahnente histórico" en su naturaleza y consecuencias. Nada había de natural o inevitable en cuanto a su surgiiniento cmno un Inodo novedoso y sin duda revolu­cionario, de producción, pero una vez que se había establecido su lógica exclusiva ele explotación y acumulación, la competen­cia y el desarrollo continuo ele la capacidad productiva (véase capítulo 3), se impusieron en todas partes del mundo.

El hecho de que Marx analizara el modo capitalista de pro­ducción refiriéndose al capitalismo industrial del noroeste de Europa deja un amplio margen para diferentes interpretacio­nes y debates en cuanto a las historias del capitalismo antes de la industrialización moderna y desde su época, incluyendo

De qué manera el capitalismo se desarrolló en sociedades pritnorclialn1ente agrarias antes ele la industrialización (véanse capítulos 3-4). De qué n1anera el cambio agrario ha estado configurado por el capitalismo industrial una vez que este se estableció y difundió (véanse capítulos 4-6).

INTRODUCCIÓN

rvri intención es utilizar algunos de los conceptos de la teo­ría de n1odo capitalista de producción elaborada por J\tlarx para entender las diversas y complejas historias agn1rias en el 1nundo n1oderno. Propongo algunos "ten1as n1uy generales" de la carrera histórica n1undial del capitalisn1o e intento rela­cionarlos con las "variaciones cotnplejas" que las historias es­pecíficas derivan de ellos (para totnar prestada, de un contexto diferente, la formulación del antropólogo :Michael Gilsenan, ! 982: 5 1 ). No se sugiere que Marx haya provisto todo lo que necesitamos saber acerca del capitalisn1o en cuanto a teoría o en térnlinos ele sus historias, con1o ya él fue el prilnero en se­ñalar. En efecto, la relación entre su sisten1a teórico (que por necesidad es altan1ente abstracto, así con1o también incmnpleto) y su aplicación en la investigación histórica o concreta sigue siendo fuente ele gran tensión y debate. En sus notas sobre "el método de la economía política", Marx ( 1 973: lO 1 ) sugirió que "lo concreto . . . es la concentración de muchas detenninacio­nes" o lo que podrímnos clenon1inm� ele manera tnás laxa, "factores causales".

Cada capítulo introduce ideas y cuestiones teóricas, )' las ilustra histórican1ente de tnanera breve, a veces por 1nedio de generalizaciones sintéticas. Esas generalizaciones, co_1�0 las que utilizo en los capítulos 3-6 para tratar la fonnaCion del 111undo Capitalista n1oclerno, no pueden hacer justicia a las es­pecif1ciclades y variaciones históricas. La n1Ís1na advertencia se aplica a las cqnvenciones.-cle la periodización hi_stórica; l�s pe­riodos, n1arcados por lo general en siglos o porClones ele s1glos, son ne�esarios para identificar el cari1bio y smnos incapaces de l)ensm· acerca ele la historia sin ellos, sin preguntar: �qu_é G�I�1-bió, cón1o, por qué)' cuÚ'JUlo? Al n1isn1o tiempo, la penochzae�on corre el riesgo ele. obnubilar las cmnplejidades de la disconti­nuidad ), la continuich�d. Los periodos históricos :n _e�

ste libro · sirven cotno "tnarkas" ele can1bios in1ponantes: no stgmhcan que . · de

·un periodo al siguiente se suscitara una ruptura ele gran

alcance, n1uy n1arcada, en lo que existía antes, aunque algunos

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procesos históricos implican can1bios 1nás radicales que otros. Con estas aclaraciones necesarias, el esbozo y los esquen1as históricos de este libro se ofrecen para presentar e ilustrar una aproxi1nación analítica que los lectores puedan poner a prueba -es decir i nterrogm� aplicm� adaptar o rechazar- por sí nlis­mos.

Captar esa aproximación y evaluar su utilidad supone un reto. Este libro es complejo. Pero, ¿cómo podría ser fácil o simple comprender el mundo que habitamos, con toda su compleji­dad y sus contradicciones? Mi propósito es ofrecer algunas herrmnientas con las cuales pensar, no sünplemente dar narra­ciones con una moralej a que pudiéramos encontrar ideológi­camente atractivas (por ejemplo, "lo pequeño es bello" frente a "lo grande es feo", la producción agrícola campesina o familiar honesta frente a agricultura corporativa perversa).

Finahnente, el átnbito de desacuerdo tnás fuerte en cuanto a las ideas de Marx y cómo interpretarlas y aplicarlas, se sitúa en­tre los 1narxistas, o aquellos autores 1narcadamente influidos por Marx. Quienes están familiarizados con su historia y debates reconocerán, sin duela, las interpretaciones particulares de la economía política materialista que presento en este breve libro. Pero el libro no supone conocimiento previo alguno de la econo­mía política, y proporciono un glosario de los térn1inos utiliza­doS en el texto. La única esperanza de un autor es que los lectores lo encuentren suficiente, relevante, interesante y provocativo para reflexionar y seguir investigando por su cuenta.

Capítulo 2 Producción y productividad:

conceptos clave

Trabajo y natu raleza: producción y productividad

Presuponen1os el trab�o en una fon11a b'Uo la cual es una ca­racterística exclusivm11ente humana. U na araüa 1leva. a cabo operaciones que se asen�ejan a las del t<::jeclor, y una '�be!�� :tve

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gonzaría a muchos arquitectos hunut�1o: con la consti ucci0�1 el� las celdas de su panal. Pero lo que clrstmg·ue al peor ele los a1 -quitectos de la 111ejor de las abejas, es qu� el arqmtecto constru­ye la celda en su n1ente antes de constnurla en cen�. Al fi

��la�. ele

todo proceso de trab::�o, surge un resultad_o �u: ya hable� sido

concebido por el trabajador desde el pnnop1�, ele ah1 qt_Ie

idealmente ya existiera. El hombre no sólo efectua un cmn�10 en los 111ateriales de la naturaleza, tmnbién realiza sus propws propósitos en estos materiales (Marx, 1 976: 2.�3-284). u na definición inicial y general ele produccton, usada et� este libro, es el proceso por el cual el trab�jo se aplica

_ para can1bwr la

1 ·a satisfacer las condiciones de la vida htunana. Se-natura eza pm ' ' ' .

gún lo propone Marx (en la cita ele arriba), el trab�o prest:po."�

agencia: _ los propósitos, los conocnntentos y las hab ih�acles.' ,�st cmno las energías de los productores. Al actuar en an1b1entes

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turales, los productores por ende n1oclifican tatnbién los eco:Iste­mas en los que habitan, y ele los que sin eluda son una parte. -

2Este último punto se evidencia en los conce�tos de !�1 ecología compues­ta por la naturaleza humana extra-humana y sus mteracoones.

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Asociada con la producción, y una idea central para las cuestiones del bienestar hutnano -satisfacer las condiciones de la vida humana- está la idea de la j;mductivirlad. Los dife­rentes conceptos de productividad expresan los resultados de ciertas fOrmas de hacer las cosas en relación con otras maneras. Las medidas de la procluctiviclacl calculan la cantidad ele bienes producidos a través del uso de una detern1inada cantidad de un recurso particular.

En la producción agrícola, una medida de la productividad es la cantidad ele producción por extensión· de tierra o rendi­nliento: la cantidad de un cultivo que se cosecha en una cantidad dada de tierra. 3

Otra medida de la productividad refiere al trabajo: la can­tidad de la planta que alguien puede producir con un cletenni­nado gasto de esfuerzo, típicamente medido o promediado en términos de .tietnpo gastado en trabcBar o tien1po de trab�o. La productividad del trabajo depende en gran medida de las herramientas o tecnología de las que hace uso el productor. Por ejemplo, un granjero en Estados Unidos, utilizando un tractor y una cosechadora de arrastre, puede producir una to­nelada métrica (! ,000 kg) de grano o el equivalente en grano, con un gasto 1nucho menor de tiernpo y esfuerzo que un gran­jero en la India utilizando un arado jalado por un buey. A su vez, este último puede producir una tonelada de grano utili­zando menos tie1npo y esfuerzo fisico que un granjero en el África Sub-sahariana que cultiva con coa Y ,otras herramientas manuales.

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De fonna alternativa, podemos imaginar qué tanto generan los productores a utilizar diferentes tipos de herramientas (en promedio) a lo largo ele un cierto periodo ele tiempo. En la

:JEn aras de la simpleza, no entro en los temas del rendimiento de las plantas o animales, aunque ambos han sido cruciales para los procesos de au­mentar la productividad agrícola, como se seiiala más adelame. Una medida de rendimienlo de las plantas, de gran interés para los historiadores agrarios, es la razón de planta cosechada frente a la semilla sembrada.

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PRQDUCOÓN Y I"RODUCfiVfOAO� C()NCEVJUS Ci\'\V[

producción agrícola, un año es un periodo relevante debido a las estaciones del cuí.o; según las condiciones clin1C'iticas, consti­tuyen un factor Inedular casi en cualquier lugar. Luego podría­mos encontrar que el grar�jero afl'icano produce una tonelada de grano en un año, el gra1�ero de la India cinco toneladas y el estadounidense dos mil toneladas: la proeluctivielael del tra­bajo del grm"Uero hindú es cinco veces n1cí.s que la del granjero africano y la productividad del trabctio del grm"Uero estadouni­dense es 400 veces n1ás que la del granjero hindú y dos mil veces tnás que la del grat"Uero africano. Estas cifras notables las sugieren los agrónon1os franceses Marcel Mazoyer y Laurence Roudart (2006: JI), quienes también observan que la diferencia entre las productividades pron1eclio 1nás bqjas y n1ás altas en los sistetnas de producción agrícola en el n1unclo se ha increnlenta­do de manera considerable desde 1950 (véanse capítulos 5-6):1

Volviendo a n1i sencillo ejemplo, pueden hacerse algunas otras observaciones.

• Primero, los ino·en1entos en la productividad del trabe:1jo están asociados con la aplicación ele otras fon11as de energía dis­tintas al poder delinúsculo lllnnano: la energía animal ele las bestias de tiro, la energía generada por los n1otores de combus­tión interna de los tractores y las cosechadoras. El controlar y aplicar otras fonnas ele energía, por lo tanto, libera a la pro­ducción y a la productividad de las limitaciones impuestas por la energía del cuerpo hutnano por sí solo, coino en el caso del .cultivo con coa.

·lEsa diferencia se reflej:1 en las proporciones del comercio mundial en mer­cancías agrícolas en la acru�tlidad. El 1 O por ciento de la producción total nmn­clial en el renglón agrícola se comercia internacionalmente, ele lo nwl Estados Unidos y la UE engloban cada lmo d 17 pm· ciento, Ca�1adá, �usu·alia )'Nueva Zehmclajuntos abarc.:<�n el 15 por cienlo y Bn-lsil, :\rgent.l.na, Chtle y Umgnay �11 conjunto el 13 por ciento. En pocas palabras, el62 por Ciento de bs export.acw­nes agrícolas del mundo (por su valor) I?rovienc de países con el 15 �)or c1ento de la población mundial y sólo el4 por oento de la fuecm laboral agncola mun­dial (\'Veis, 2007: 2 1 ).

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Hr.';NRY nFRNSTEJN

Segundo, ta1nbién permite que se cultive un área de tierra de mayor tmnaño en relación con la cantidad de personas que trabajan en ella. De tal forma, el área de tierra cultiva­da por trabajador agrícola en Estados Unidos se calcula en 50 veces el promedio mundial (Weis, 2007: 83). Tercero, la productividad del trabajo agrícola no es sólo cues.tión de las fonnas de energía utilizadas en el cultivo, sino, al igual que la productividad de la tierra (rendimien­tos), también refleja la calidad de los otros "insumos": las semillas utilizadas, las aplicaciones de fertilizante, tal vez el riego y así sucesivamente. Cuarto, a medida que aumenta la productividad del tra­bajo agrícola, una cantidad menor de productores puede aportar aliinentos para mayores cantidades ele personas que no son trabajadores agrícolas.

Los diferentes conceptos y medidas de la productividad pueden entrar en conflicto entre sí, por ejemplo, en cuanto a sí, en ciertas circunstancias, el rendilniento en el sentido de pro­ducción de la tien·a es una 1nedida más relevante que la producción de trabqjo. En la sencilla ilustración anterim� los rencliinientos promedio en grano son significativmnente más altos en Esta­dos Unidos que en el África sub-sahariana, aunque la diferen­cia en rendiinientos es 1nucho n1enor que la diferencia extraor­dinaria en productividad del trabajo.

Otro ejemplo se da cuando introducimos medidas de pro­ductividad inspiradas en las preocupaciones ambientales, como la contabilidad de la energía, que se inició hace n1ucho tiempo, en el siglo XIX y, más recientemente, la contabilidad atmosférica. Comenzando desde el otro extremo del proceso del trabajo -conservando constante el producto en vez del insun1o- la eficiencia relativa puede calcularse por las unidades de energía (calorías) utilizadas para producir una cantidad de cultivos de un valor deten'ninado en energía o en calorías. En este caso, la producción agrícola ele "bajos insumes", como el cultivo con

PRODUCCIÓN Y PIHJDlJC.TIVIOA.O: CONCEPTOS ClAVE

coa, podría considerarse 1nás eficiente que la producción agrícola de granos de "altos insun1os", incluso si tiene n1enores renditnientos y Inucho n1enores productividad del trab�jo (de ahí que pueda aliinentar a una cantidad ele personas n1ucho menor).

Ade1nás, si lo deseamos, podemos calcular los costos implí­citos del uso de recursos no renovables en la producción -por ejemplo, el petróleo que sirve de combustible a los tractores )' maquinal'ia similar-, los costos de la contan1inación y otros daños mnbientales (digan1os, erosión del suelo u otras fon11as de productividad en descenso). Estos son elementos que ahora se lhnnan "huella ecológica" ele tipos particulares de produc­ción y consutno en la producción agrícola, así con1o en otras actividades econón1icas.

Hasta aquí he ilustrado un aspecto de la productividad -algunas de las herran1ientas y tecnología utilizadas en la producción agrícola- e implicado otro aspecto: Ja calidad (así como la cantidad) de trabajo humano, es decil; el control ele las capacidades que exigen ciertos tipos de tareas. Si di­chas capacidades no están plenan1ente disponibles, esto afecta adversamente la productividad del trab<�O, por ejemplo, un productor que carece de la habilidad ele usar efectivan1ente las herrmnientas �ya sea una coa, un arado con bueyes o un trae-

. tqr- o ·aquellos cuya habilidad para desarrollar un duro trab�o agrícola-en África o la India se ve minada por los escasos niveles de nutrición y salud, en _términos más generales, por efecto de la pobreza.

Un tercer elen1ento tan1bién se ha implicado: las "n1aterias prilnas" de ]a proclucdón agrícola que presentan distintos am­bientes naturales, varían en gran Ineclicla y pueden achninistrar­se ele n1anera tnás o menqs efectiva: conservarse, degradarse o 1nejorarse. La pro-ductividad tan1bién depende entonces de

• . La fecundidad de los suelos, que pueden deteriorarse, mantenerse o mejorarse por medio de la aplicación de fer-

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tilizantes orgánicos o quín1icos y por diferentes métodos de cultivo. Los tipos y calidades de las semillas y cómo pueden ser mejoradas. La cantidad de agua disponible y su mam:jo efectivo, inclu­yendo la previsión de las incertidumbres de la precipitación pluvial en la producción agrícola de temporal (a diferencia de la producción ele riego).

Los aspectos ele la producción y la procluctiviclacl que se han señalado hasta el 1nomento están vinculados con algunas de las condiciones técnicas de la producción agrícola. Pero, cmno expu­siera Marx ( 1973: 86): "La economía política no es tecnología", y hasta el inomento nada he mencionado en este capítulo acerca ele la manera en que las actividades ele los granjems los involu­cran en relaciones con otras personas: si en los procesos labora­les de la producción agrícola; si las herratnientas y n1ateriales con los que trabajan, incluyendo la tierra que cultivan o en la que pastan sus ganados, les pertenece a ellos o a alguien más; qué clase de derechos tienen en cuanto a las cosechas que su trab�jo produce, y así sucesivamente. Estas preguntas apuntan hacia las condiciones sociales ele la producción: todas las relaciones entre personas que configuran la manera en que se organiza la pro­ducción, incluyendo sus condiciones técnicas.

Divisiones del trabajo y cooperación

Podemos suponer que los tres granjeros ele nuestros ejemplos presentados hasta el mOinento no hicieron sus propias herra­mientas. Quizá esto es obvio para el grar1jero estadounidense y también es una suposición realista para muchos grat"Üeros en la India y en Áfi·ica actuales, que utilizan coas y azadones de fábrica. En ese caso, tienen que conseguirlos de otros cuyo trab<'Uo es producir esos diferentes tipos de herramientas: un shnple ejemplo de la división social del tmbajo entre productores ele di-

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PRODUCCIÓN Y !·�HODUCfiVlD/�D: CONCt.'Vn:>S C.l.AVl'

f-'erentes tipos de bienes y servicios cuyas actividades son conl­pleinentarias y que están relacionados entre sí por medio del intercambio de sus productos. A medida que la división social del trab�o au1nenta en coinplejiclad, cl<ja disponible un ¡·ango 1nás an1plio de bienes y servicios en espacios geográficos mayo­res, lo que a su vez presupone Inedias efectivos ele transporte y cotnunicación.

Aunque todavía poden1os suponer que los tres granjeros trab;:�an solos, esto rio tendría sentido en el caso de las fábricas que producen las coas, azadones y tractores que ellos usan. La producción en la fábrica requiere una diuisión técnica del trab(y'o: la co1nbinación de diferentes tareas desarrolladas por varios trabajadores para la n1anufactura de un solo producto. Sugiere, entonces, la esjJecialización de los trab:::ljadores en dif'erentes ta­reas, de ahí la cooperación entre ellos y la coordinación de sus esfuerzos. Esto sugiere, aden1ás:

• Un atunento en la escala de la producción entre lo que se­ría posible para productores solos que trab<(jan separados unos de otros.

• Lo que también hace posible una productividad (mucho) más alta del trab<(jo ele la que podría lograrse, digamos, por un xnecánico individual desarrollando todas las tareas necesarias para producir un tractOr. 5

1viientras Inayor es la división técnica del trab<Uo, n1ás corn­pleja es la cooperación que requiere. La cooperación tan1bién puede mejorar la productividad del trab;Uo ele los grm1jeros que utilizan herranüentas xnás sitnples, con1o las coas, al:

Habilitar econon1ías de escala en la construcción de insta­laciones cmnunes (es �lecii� ahnacenes ele grano, tanques ele agua).

"La situación en los primeros días de Jos \•ehículos de motor antes de su "producción e:n masa" en las grandes f<í.bricas.

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"Efectos de cotnplen1entación", es decit� "afíadir el trabajo individual a un proceso que sólo tiene sentido con1o un todo con1pleto" (es deci1� cavar secciones de un canal de riego o construir secciones de una valla para proteger los cultivos). Efectos oportunos, es deci1� concentrar el esfuerzo para efectuar tareas que tienen que tern1inarse dentro de un pe­riodo crítico (por ejemplo, relacionados con los tempora­les en la producción agrícola, como los periodos de lluvia) (Von Freyhold, 1 979: 22-25).

Los principales puntos acerca de las divisiones técnicas del trabajo y la cooperación en estos ejemplos consisten en que:

"El todo es mayor que la suma de las partes" (lo que Marx denominó "el trab'\iador colectivo"). Las divisiones técnicas del trabajo y sus efectos para la pro­ductividad, requieren organización social. Lo que hace un productor o trab'\iador por sí solo no pue­de entenderse aislado de las actividades de otros.

En efecto, hemos mnpliado nuestra cmnprensión de las con­diciones técnicas de la producción a n1edida que hemos avanzado, en especial en referencia a la agencia con la que con1enzó este capítulo. Lo que Marx llamó las "fuerZas productivas" incluye no sólo la tecnología y la cultura técnica, sino las capacidades de las personas para organizarse y ton1ar decisiones en torno a la pro­ducción, realizarlas e innovar -todo lo cual está configurado por las condiciones sociales de la producción.

Reproducción

Como se señaló, los diversos elementos del proceso de produc­ción tienen que ser producidos también. Incluso la tierra que se utiliza en la producción agrícola, aunque en un origen es un

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"don" de la naturaleza, es cmnbiada a través ele las interaccio­nes que la gente tiene con ella, por ejemplo, su fecundidad puede deteriorarse, tnantenerse o enriquecerse. Todas las ne­cesidades de producir sin cesar las condiciones para la produc­ción agrícola, cotno las otras actividades hun1anas, son cleno­tninaclas reproducción: la reproducción de los n1eclios de producción (tierra, herran1ientas, senlillas, ganado), de los productores actuales y futuros, de las relaciones sociales entre los producto­res y entre éstos y otros. Por el n1on1ento, supongan1os que todas las necesidades de la reproducción, asegurando las condicio­nes para la producción futura, se tienen que cubrir a partir ele lo que es producido ahom. Podemos pensar que lo producido en un detenninado n1on1ento, cligmnos una cosecha, en ténni­nos ele las demandas sobre ésta con1o diversos tipos de "fondos" ele reproducción .

Cotnienzo con el n1ás obvio, el fondo de consumo: toda la gente tiene que cmner para vivil; y el fondo ele consun1o se re­E ere a las necesidades inmediatas y diarias ele alin1ento (así como refugio, descanso y otras necesidades básicas). Parte ele la cosecha, entonces, debe dedicarse al consumo ele los produc­tores)' al consun1o ele otros cercanos a ellos que dependen ele ellos para conseguir sus alin1entos: hijos o quienes son detna­siaclo viejos o de alguna n1anera incapaces de cultivar.

A continuación esbozo el fondo de n:emjJlazo: las hernunien­ias utilizadas etl el cultivo se desgastan después de un tiempo; los otros "insu1nos" (o "instrun1entos ele trabajo", en el ténnino ele lVIarx) tienden a agotarse n1ucho tnás rápido, por eje1nplo, las serhillas y fertilizantes que se agotan en cada ciclo de pro­ducción agrícola. Por lo tanto, parte de la actual producción (y tan1bién ele la . futura) tiene que asignarse a su reen1plazo. Esto puede suceder en una diversidad ele forn1as, según las dife­rentes condiciones sociales. A lo largo ele buena parte ele la historia, el reemplazo se realizó dentro de los hogares de la pro­ducción agrícola: una cierta proporción de la cosecha se .seleccionaba y guardaba con1o setnilla para el siguiente ciclo

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de cultivo; los nlis1nos granjeros, o sus vecinos que eran artesa­nos especia1izados, hacían herraJnientas sencillas (y estos arte­sanos eran con1pensaclos de algún n1oclo por su trabajo) . En efecto, satisfacer los diversos elementos del fondo de reempla­zo representa un reclan1o al trab<:�o y su producto, ya sea con­servando parte de la actual cosecha como senlil1a, utilizando la comida almacenada de una cosecha anterior para alimentar a ]a gente mientras realiza las tareas cruciales para la reproduc­ción entre una temporada de producción agrícola y la siguiente, adquiriendo los medios básicos de producción y consumo que los granjeros pueden no producir por sí mismos.

Entre los diversos reclamos del fondo de reemplazo, uno es de significado distintivo: producir' la siguiente generación de productores o lo que se denomina rejJroducción generacio­nal. Lo que he expuesto hasta el momento en este capítulo no ha hecho referencia ni ha usado las preposiciones de género -a diferencia de Marx, en la cita de arriba, que sigue la viej a . convención de "h01nbre" coJno un término genérico para la humanidad, y quien supone que el arquitecto de su analogía es varón (prácticamente todos los arquitectos de su época eran hombres).

Hago referencia ahora al género porque la crianza de los niños -el prüner y necesario paso en la 1·eproducción genera­cional- es una con1petencia exclusivamente fe1nenina, determi­nada por la biología. Sin embargo, el ejercicio de esa competencia es una práctica social, moldeada por las relaciones sociales: 1nientras que es "ordenado por la naturaleza" que sólo las muje­res pueden desarrollar biológicamente a los nii'ios, nada hay de "natural" ace1·ca de si todas las mttieres crían niños, cuándo los crían, cuántos nifíos crían, ni tmnpoco en cuanto a que en algu­nas culturas hay una presión particular en las Inujeres para que críen a los hijos. Nada hay de "natural", además ele un periodo inicial de lactancia, en cuanto al hecho ele que las responsabili­dades de criar a los nii'ios se cargue en sus madres o abuelas o tías o herrnanas mayores o sirvientas en las diferentes sociedades

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PRÜDUCCIÓN Y PRODUCI"'VH>AD� CONCf.V"í'OS CL\Vt::

y grupos sociales. De igual 1nanera, no hay ninguna necesidad "natural" o biológica "en que sean en su n1ayoría las n11Ueres quienes llevan a cabo las tareas de 1nantenin 1iento ele la actual generación de productores; tareas con1o cocinm� lin1piar los ho­gares, lavar la ropa o recolectar la leüa: las actividades del trabajo doméstico que son tan vitales para la reproducción con1o cual­quier otra de las consideradas aquí.

El trabajo clo1néstico ilustra otro tipo ele división más, )' diferente, del trabajo. Vimos antes un significado de la divi­sión del trabajo con10 la especialización de diversos tipos de actividades productivas entre y dentro ele unidades de produc­ción. En el caso del género, la especialización se establece por la posición que la gente ocupa en estructuras particulares de relaciones sociales. Las relaciones ele género -relaciones so­ciales entre mujeres y hombres y las ideologías que las con­figuran o justifican- ofrecen el caso n1ás dif-undido ele una división social del trabajo, aunque las forn1as particulares de relaciones de género varían en gran n1edida en las diversas sociedades y entre diferentes grupos dentro de las sociedades. También can1bian históricamente (lo que n1uestra que no están "f0adas" por naturaleza), y se extienden más allá de la esfera del trabajo doméstico a una gama ele actividades productivas y reproductivas adicionales, ya no se diga en los diferentes siste­mas de producción agrícola, que muesti"an un abanico de divi­siones del trabajo por género.

A continuación se encuentra el fondo ceremonial, que hace referencia a la distribución de los productos del trab'\io a acti­vidades que o-ean y recrean las culturas y las relaciones socia­les, ele las comunidades agrarias (vl'olf, 1966). Un tipo de ejemplo Jo constituyen los rituales y ceren1onias desarrolladas con1o preparación para el cultivo, y las festividades una vez que se cosecha. Otro tipo de eje1nplo es la celebración colectiva de "ri­tos de paso" -nacilnientos, . 1natrünonios, la construcción de una casa para una nueva fanülia- y de duelo colectivo en el caso de los funerales.

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Los fondos de consun1o, reetnplazo y ceren1onlal existen todos en sociedades centradas en las necesidades ele "subsis­tencia" y en las actividades de sus miembros, que podrían tener escasa diferenciación social además del género (como arriba) y la generación, es decit� la autoridad especial de hontbres de más edad o "mayores" respecto a los varones de menor edad, así como a las 1nujeres. Cuando prestamos atención al cuarto y último reclamo sobre los productos del trabajo -el fondo de la renta- nos aproximamos a un átnbito bastante d�ferente de rela­ciones sociales.

Excedente, explotación, acumulación

Los fondos de reemplazo y ceremonial requieren un producto "excedente" por encima de lo que se necesita para el consu­mo inmediato. Esto es cierto para todas las sociedades, de las cuales podemos distinguir tres categorías amplias en un tipo de secuencia evolutiva. La primera es del tipo que poden1os llamar propiamente sociedades de "subsistencia" que se re­produjeron a sí n1ismas a los 1nismos niveles de consun1o (y tí­picamente del mismo tamaí'io de población). Esto no significa que esas sociedades fueran "pobres" en sus propios térn1inos. Ciertainente, con frecuencia los pequeños grupos de caza­dores y recolectores, o quienes practicaban el cultivo de traslado nómada (producción agrícola de tumba y quema) podían responder a sus limitadas necesidades con un gasto relativa­mente escaso de trab<Uo y de tiempo -y típicamente menos tiempo y esfuerzo de lo que requería la agricultura estable­cicla (Sahlins, 1 972).

Según el historiador Colin Duncan ( !996: 13), la agricultura es "definida con mayor utilidad como el cultivo (o arado) de la tierra n1arcado en los campos", en contraste con el "cultivo cambiante" y el pastoreo nóinada. Al igual que n1uchos otros, también observa que esto "constituyó una ruptura decisiva frente a los modos previos de interacción entre la humanidad

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y la naturaleza" (ibid). La agricultura establecida surgió por Ine­clio de la don1esticación de las plantas y anin1ales de parte de los humanos, e hizo posible un fondo ele renta y el surgimienro histórico de una segunda categoría de sociedades: las sociedades agrarias de clase cuyo desarrollo se n1edía en un tmnailo y una densidad crecientes ele la población, la fonnación de clases go­bernantes, el estado, las ciudades y la cultura urbana.

El fondo de renta se refiere a los pagos que los gra1"Ueros tienen que hacer a otros (no granjeros). Esos otros pueden ser terratenientes, quienes se apropian ele la renta en especie (parte del cultivo de los granjeros) o renta en trab,�o (trabajo para el terrateniente) o renta en dinero. O pueden ser los estados, que aplican pagos con1o impuestos en especie o dinero, o con1o fuerza de trabajo conscripta para obras públicas o servicio Ini­litar; o autoridades religiosas que son terratenientes o tienen el poder de fijar impuestos o diezmos. O aquellos otros que pres­tan dinero o son mercaderes, de los cuales los grm"Ueros toman prestado con e1 valor ele su siguiente cosecha como garantía, a n1edicla que la econon1ía n1onetaria se consolida.('

En las sociedades agTarias de clase, entonces, se tiene que pro­ducir un "excedente" por encima ele las necesidades de los produc­tores para sus fondos de consun1o, reen1plazo y ceren1onial, con el objeto de apoyar a las c lases don1inantes de no productores. La capacidad para ctpmpiarse del trabajo excedente -trab<Uo más allá de lo que los productores gastan en su propia reproducción- es un signo de relaciones sociales de explotación.

Las clases don1inantes o gobernantes ele esas sociedades agrarias ele clases consistían en dinastías reales o aristocracias nülitares o civiles, o ele burocracias religiosas o civiles, grupos de con1erciantes o de diversas co1nbinaciones ele ellas. Su consumo

nEsto representa un cambio respecto a la suposición previa de que todas las necesidades ele la reproducción tienen que cubrirse a partir de lo que se produce ahora. El crédito representa un reclamo respecto a la producción o el ingreso futuros con el objeto de satisfacer las actuales necesichlCies de consumo y reprodUcción.

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y reproducción -y la de las grandes poblaciones que los soste­nían (sirvientes, soldados, funcionarios religiosos, burócratas, pintores y poetas de la corte, y iarquitectos!)- se apoyaban en la explotación de los productores, fueran estos esclavos, siervos feudales, otros granjeros campesinos o artesanos. Algunas de estas sociedades -las fa1nosas civilizaciones agrarias de Asia y del Norte de África, Europa y América Central- experimenta­ron periodos de expansión de su territorio y población. Estos estuvieron asociados en ocasiones con las innovaciones en las técnicas y la organización de la producción agrícola y alguna otra actividad productiva, así como de las comunicaciones (por ejemplo, la invención de la escritura), el transporte (en especial por agua), el comercio y el poder militar.

Aun cuando estas clases gobernantes se preocupan por re­gular la actividad económica -de la mejor manera que les permitiera apropiarse del excedente de trabajo- y a veces por estimularla (por ejemplo al organizar la construcción y mante­nimiento de obras de irrigación), no intentaron "guardar" y 1'einvertir el producto excedente del que se apropiaban para desarrollar las capacidades productivas de sus sociedades de alguna manera general y sistemática, para ampliar continua­mente la escala de la producción y su productividad. En cam­bio, estaban preocupadas por la tierra y el trabajo como las fuentes de su 1·iqueza (por medio de rentas, impuestos, tributo), su poder (al sostener o apoyar a ejércitos) y su gloria (al permi­tirles consumir lujos, construir palacios, templos e iglesias, y actuar como mecenas de la religión y las artes).

La explotación del trab�o impulsada por la necesidad de au1nentar la escala de la producción e incren1entar la producti­vidad con el objeto de lograr ganancias -en pocas palabras, acumulación-, constituye una característica que define a esta tercera categoría de sociedad, es decir, al capita1is1no. Es ese el tema de mi siguiente capítulo y, sin duda, del resto de este libro. Antes ele continum; quiero condensar algunas de las

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PRODUCCIÓN \' l'i?OOUCTIV!I)AO: CONCf.Pf05 CU\Vf 3 ?

ideas y conceptos de este apartado en término ele cuatro pre­guntas clave ele la econon1ía política.

Economía política: cuatro preguntas clave

I--Iay cuatro preguntas clave de la economía política en lo que con­cierne a ]as relaciones sociales de producción y rep1·oclucción:

• ¿Quién es propietario de qué? • ¿Quién hace qué? • ¿Quién obtiene qué? • ¿Qué hacen con ello?

La prin1era pregunta abarca las relaciones sociales ele di­ferentes regín1enes de "propiedad": de qué n1anera los tnedios de producción y reproducción se distribuyen. Es importante recordar al respecto que

• Han existido diferentes significados de "pertenencia" y "propiedad" en diferentes tipos de sociedad, en diversos n1mnentos de la historia. Se han inventado ideas y prácticas particulares de la perte­nencia jnivada y la propiedad jnivada b�o el capitalismo y para definirlas se ha recurrido a la ayuda, en una tneclida no 1nenor, a la relació:n con la tieTTa -el fundan1ento de la producción agrícola.

· La difusión de la conversión ele la tierra en propiedad pri­vada -en una 1lteTcancía- es una ele las características que define al capitalismo.

La segunda pregunta gira en torno a las divisiones sociales del trab�o. ¿Quién hace qué? En las actividades de la produc­ción y reproducción sociales está estructurado por las relacio­nes sociales, por ejemplo,

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Quienes asun1en tareas relativamente especializadas den­tro de unidades de producción haciendo tipos particulares de cosas. Entre las unidades de producción o productores que hacen diferentes tipos de cosas. A través de las relaciones de género (de diferentes tipos) en todas las sociedades hasta el mo1nento. Las relaciones de clase en la segunda categoría de socieda­des agrarias recién esbozadas (por ejemplo señores feudales y siervos), y en el capitalismo.

La tercera pregunta se refiere a la división social de los "fmtos del trab�o", que con frecuencia también se denomina "distribución del ingreso". Ese término (o "distribución del ingreso") puede ser una manera cómod·a de decirlo en pocas palabras, pero de nuevo debemos ser cuidadosos -como con pertenencia y propiedad (arriba)- y no pensar en el ingreso sólo en el sentido que ha asumido en el capitalismo, es decir el ingreso monetario individual (o corporativo). En varias formas de sociedad anteriores al capitalismo, y en algunas áreas im­portantes de la vida bajo el capitalismo hoy en día, existen "frutos del trabajo" que no asumen la forma de ingresos mone­tarios. Un tipo de ejemplo es el alimento producido por los granjeros en pequeño para su propio consumo; otro tipo de ejemplo -de la mayor relevancia general- es el de los fmtos del trabajo doméstico y otros trab�os no pagados.

La cuarta pregunta refiere a las relaciones sociales de con­sutno, reproducción, y anunulación. I-Ie esbozado esto en ténni­nos de fondos para el consuino, ree1nplazo y actividades cere­Inoniales, que se encuentran en todas las sociedades agrarias desde el comienzo y para la renta, que surge con la forn1ación de las sociedades agrarias ele clase. También he hecho notar, como específico del capitalismo, la apropiación del trabajo excedente para los propósitos de la acumulación productiva. La pregunta de "¿quién obtiene qué?" gira en torno a:

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• La n1anera en que el producto del t rab;:Uo se distribuye en la sociedad.

• Cón1o se usa. • Cómo las (diferentes) relaciones sociales ele producción y

reproducción cletenninan la distribución y usos del pro­ducto social.

Estas cuatro preguntas clave pueden aplicarse con provecho en diferentes espacios y escalas de la actividad económica, desde los hogares a 1?-s "coinuniclacles", a las fonnaciones econótnicas regionales, así con1o las nacionales y globales. De igual forma pueden aplicarse a diferentes tipos ele sociedades en diversos mo1nentos históricos . ... Thn1bién hay una secuencia iJnplícita en las cuatro preguntas: las relaciones soci::·des de propiedad confl­guran las divisiones sociales del trabc�jo, las que configuran las distribuciones sociales del ingTeso, lo que a su vez configura los usos del producto social para el consumo y la reproducción -lo que, en el caso del capitalistno, incluye la anunulación.

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Capítulo 3 Capitalismo: orígenes

y desarrollo inicial

zDe qué manera es diferente el capitalismo?

He aquí tres rasgos relacionados que contribuyen al caní.cter que define al capitalisn1o con1o un "n1odo de producción".

Producción generalizada de mercancías

En el capitalisn1o, la producción de n1ercancías tiene un carác­ter siste1nático y genendizado de una manera que le es exclusiva. Una gmna cada vez n1ayor de bienes y servicios es producida con1o tnercancía para el intercan1bio en el. tnercado, con el ob­jeto ele lograr una ganancia. La co1.npetencia entre los cap ita­

. listas ünpulsa la innovación y la productividad -un desarrollo sistémico de las "fuerzas productivas" que es único al capitalisn1o

· (y que también genera una tendencia a la sobre-producción; véase capítulo 5). ·.

El imperativo de la acumulación

El capitalisn1o se distingue por la in1portancia central del cajJital productivo. El capital productivo invierte en tneclios de producción (tierra, herrmnientas, n1áquinas, Inaterias prin1as y así sucesiva­mente) y en fuerza ele trabajo para· que trabaje con esos medios de prOducción, que Juego organiza para hacer nuevas n1ercandas,

41

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42 l ff-NRY BI'·RNSIHN

generando üuevo valor como el paso necesario hacia la realiza­ción de una ganancia de su inversión. :rviarx expresó esto así: el dinero (capital) o M se invierte en mercancías (medios ele produc­ción y fuerza de trabajo) o C, con el objeto ele producir mercancías con un mayor valor monetario, o M*; de ahí que M - C - M*. La ganancia es reinvertida posteriormente para hacer tnás ganan­cia en un ciclo sin fin de acumulación de aun tnás producción y ganancia, lo que Marx llamó la Teproducción amplinda del capital.

El capitalismo es el único modo de producción que presupo­ne que la fiJerza de trabajo y los medios de producción (entre ellos la tierra) están disponibles en gran medida como n1ercancías.

La mercancía fuerza de trabajo

Esto nos lleva al rasgo más distintivo del modo capitalista de pro­ducción, señalado brevemente en el capítulo 1 : que está fundado en una Telación social entre capitalistas, propietarios de los tnedios de producción y trabajadores que intercambian su fuerza de tra­bajo, o capacidad para trabajm; con el fin de conse¡,>1.lir su susten­to (medios de reproducción). La fiJerza de trabajo es fundamental pm�que es la única 111ercancía cuyo uso genera un valor n1ayor que sU propio valor. En ténninos teóricos, esto es porque:

El valor de la fuerza de trabajo (como el de cualquier otra mer­cancía) representa el trabajo que se ha invertido en producirlo, expresado en el salario por el cual se intercambia. La fuerza de trabajo se convierte en la propi'edad del capi­talista que la compra y ordena su uso en la producción de nuevas 111ercancías de Inayor valor.

Marx denominó a la inversión en fuerza ele trabcYo capital va­riable y a la inversión en los medios de producción (1naquinaria, materias primas y clen1ás) capital constante. El prin1ero es "variable" porque sólo la aplicación de fuerza de trabajo "viva" puede generar nuevo valor. El segundo es "constante" porque los medios de pro-

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ducción sólo pueden aportar su valor existente (con1o füerza ele trabt:Uo "¡nuerta", el resultado de producción anterior) a las nuevas 1nercancías creadas. Esa diferencia entre el valor del capital variable (parte de M en la fórmula simple de arriba) y el valor de las mer­cancías generadas por esa inversión (NI*) es valor excedente, la forma específica en la cual el u·abajo excedente es apropiado en la produc­ción capitalista y la fuente de ]a ganancia capitalista. 7

La fuerza de trab�o tiene otra cualidad única: es insepara­ble de las mentes y cuerpos de sus propietarios, quienes pue­den c01nbinarse en la acción colectiva para resisti1� n1oclerar o alterar su condición de explotación co1no vendedores ele su capacidad para trab<Uar.

Marx observó que Jos trabcUadores en el capitalisn1o son "li­bres" para intercan1biar su fuerza de trab�jo por salarios con quie­nes poseen los n1edios de producción (capit.:1.listas). Estaba siendo irónico: los trabajadores en el capitalismo son legaln1ent.e libres (a diferencia de los esclavos, por ejemplo), pero ¿qué tal si "eligen" no intercambiar su fuerza de trab�o por salarios? Su argun1ento era que las obligaciones legales y políticas que vinculaban al trabajo en los tipos anteriores ele sociedad ele clase, como el esclavismo o la serviclmnbre en e1 feudalismo, son reen1plazaclas en el capitalismo por "la repetitiva compulsión de las fuerzas econónlica": vende tu

· fuerza de trabcYo o muere de ha1nbre -ies tu "decisión"! ·

. Y la acumulación primitiva

La producción generalizada de tnercancías, la acumulación y la n1ercancía fi.terza de trabajo no surgieron plenan1ente forn1adas, ele repente, todas al n1istno tien1po y en todas partes. En dónde Y cuándo surgieron, có1no y por qué, son preguntas bastante contro-. vertidas en los debates acerca de los orígenes y el desarrollo del capitalis1no. Un concepto clave en esos debates es la aetnnulación

7l.a tasa de valor excedente es la razón del valor del capital variable imenido en producirlo, mientras que la tosa de ganancia es la

_ ra�ón del nuevo va�or fren­

te al valor cid capital variable y el constante que se mvterten en producJrlo.

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primitiva: los procesos a través de los cuales las sociedades preca­pitalistas atraviesan las transiciones al capitalismo. Las condiciones sociales de la producción, explotación y acumulación capitalistas tuvieron que establecerse en un principio por los Inedias disponi­bles a las sociedades precapitalistas . En consecuencia, la acumula­ción prilnitiva se identifica típica1nente cmno relaciones y dinátni­cas de "no mercado" o de "coerción extra-económica", a diferencia ele la compulsión impulsada por el mercado de fi¡erzas económi­cas características del capitalismo (desarrollado).

Orígenes del capitalismo núm. 1 : caminos de l a transición a�raria

La vía inglesa

Para algunos acaclétnicos, el capitalis1no Inoderno surgió única­mente con las revoluciones industriales, del siglo XVIII en delante. Ciertmnente, la llegada de la industrialización Inoderna (basada en la fábrica) y todo lo que conlleva, representa una ruptura deci­siva con la historia anterior, que era sobre todo aquelJa de las so­ciedades agrarias. Sin embargo, para otros acadén1icos, precedió una tmnsición a la jJToducción agrícola cajJitali5ta, e hizo posible la subsecuente primera revolución industrial en Inglaterra.

El origen del capitalismo, seglm esta narración, ocurrió como una transición del feudalisn1o en Europa, originaln1ente en Ingla­terra durante los siglos XV y XVI (de la era cristiana, CE). El feu­dalismo se basa en la relación de dase entre la propiedad territo­rial y el trabajo campesino, en donde el "excedente" producido por los cmnpesinos es apropiado por los terratenientes a través ele varias forn1as de renta, como se mencionó en el capítulo 2. Los campesinos producían su subsistencia en pequeúas granjas, por las cuales pagaban renta o tributo a los terratenientes feudales y podían tene1; además, que trabajar en las propiedades (ele mayor extensión) de los terratenientes, como una forma ele servicio de trabajo o renta de su trabajo (véase tabla 3 en el capítulo 4).

En la Eurqpa ele la Edad Media tardía (siglos XIV y XV) se dio algo que podría llan1arse una crisis socioeconómica gene­raL con diferentes resultados en sus diversas sociedades feuda­les. Inglaterra fiJe el primer lugar donde el feudalismo cedió de 1nanera gradual a una nueva estructura de clase agraria con base en la propiedad capitalista de la tierra, el capital agTario y la fuerza de trabajo sin tierras.

La jJ1Vpiedad capitalilta de la tierra es diferente de la propiedad de la tierra en las sociedades de clase agTaria pre-capitali.stas (cmno el feuclalisn1o) porque la tierra ahora se con\'ierte en una 1nercancía en la cual sus propietarios tienen derechos a la propiedad pri­vada, de ahí que la tierra sea alienable: puede ser con1pracla y vendida, rentada o cmnparticla. Esto significa, aden1ás, que los propietarios ele la propiedad capitalista ele la tierra en el campo no necesariamente la cultivan ellos n1isn1os (con1o grm�eros capi­talistas), sino que pueden rentarla a otros inquilinos. Existieron varias fon11as de tenencia en la producción agTícola en las socie­dades agrarias antes del capitalisn10 que sí lo hacen.

Existieron otras varias forn1as de tenencia en la producción agrícola en las sociedades agrarias antes del

_c_apit�lisn1o, y en

la actualidad la tenencia sigue siendo 111U)' chfuncllcla en algu­nas regiones del Tercer :rvruudo, en especial en Asia, con1o en el ejemplo del mediero en Bangladesh, en el capítulo l . Esos poseedores (tenants) por lo general son pequeños productores agrícolas, .rero en la transición de Inglaterra al cap1tahsmo agrano

· el rasgo notable fue que los granjeros en posesión de la tierra representaron un capital agrm-io en1ergente. Es

. decn� rentab

"a�1

la tierra ele cultivo con un fundmnento con1eroal y con j;rojJosz­tos cmnerciales : invertir en la producción de n1ercancías para obtener

.ganancias y acun1ular. En pocas palabra

_s, eran capital

productivo, cmno se explicó antes, ele ahí que SU1Ja,la pregunta:

¿Quién proporcionaba el trabajo que ellos requenan para tra-b<!jar sus granjas (rentadas)?

. . Esto se relaciona con la tercera y oucial clase de cap1tahstno agrario: la fuerza de trabajo sin tierras. "Sin tierras" es una

.1narca �a­

cial poderosa en las sociedades agrarias, por supuesto. S1 no se tte-

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46 i'!t:NHY fiHlNSTEIN

nen tierras para trab�ar -ya sea tierra a la que se acceda a través de derechos de uso asignados por la tnembresía en una con1u­nidad de producción agrícola, por medio de alguna u otra forma de tenencia, o a través de la apertura de nuevas fi�onteras territoria­les para el cultivo-- entonces, ¿cómo podrían asegu rarse los me­dios para la subsistencia? Se formó una clase de fuerza de trabajo sin tierras por medio de la acumulación primitiva bajo la forma del despojo de granjeros que previamente eran campesinos, una con­dición necesaria para su proletarización. En el caso inglés, el meca­nismo ele despojo fire la conversión de la tierra en una tnercancía: su mercantilización (y renta a graf!ieros poseedores capitalistas), La mercantilización de la tierra incluía el cien,e de terrenos cmnunes: tiena que era utilizada por comunidades campesinas para la pastura de su ganado, la recolección ele leña, la pesca y la caza y otras acti­vidades que proporcionaban un complemento necesario a los medios de subsistencia que ellos obtenían a partir del cultivo,

Aunque Marx logró identificar ciertos rasgos del surgimiento del capitalismo que son de importancia general, lo hizo con base en una experiencia histórica partic.ulat� la de Inglaterra. No es de sor­prender que su trab�o de n1adurez lo efectuara ahí cuando Gran Bretaña era la economía capit.:1.lista n1ás avanzada, y en medio de los albores de la primera revolución industriaL Sin embargo, he­mos de seüalar que el caso "clásico" de transición agraria en Ingla­terra debe ser considerado como "excepcional" precis¡¡mente por­que fue el prilnero en esa "transición". En pocas palabras, la "vía inglesa" no necesarian1ente constituye un "modelo" general plausible de transición agraria en cualquiera ele sus Inecanis­mos (la manera eri que se generó) o su forma particular (la "trinidad" de clase de la propiedad capitalista de la tierra, el capital agrario y el trabajo proletario), Varios ejemplos históri­cos bien conocidos ilustran este punto.

las vías prusiana y americana

Sumando a la "vía inglesa" de transición, Lenin ( 1 870- 1 924) distinguió lo que llamó las vías "prusiana" y "americana" (Lenin,

1

1964a). En la primera, la propiedad de la tierra precapitalista (feudal) se transforn1a en producción capitalista ele 1nercandas, convirtiendo a su fuerza de trabajo previa de can1pesinos en trabajadores asalariados dependientes -y con frecuencia reclu­tando tan1bién fuerza de trabajo agrícola de te1nporacla de otras regiones 1urales pobres.8 Lenin la 11amó la "vía prusiana" dado que estaba ejen1plificada por la Alen1ania oriental del siglo XIX (cuyos trab�aclores agrícolas n1igrantes provenían de Polonia).

La "vía an1ericana" era distinta en otro sentido, porque el capitalismo agrario en el Norte y el oeste ele Estados unidos 110 surgió de una transición desde el feudalistno, como en el "Viejo Mundo" de Europa (y partes de la América Latina colo­nial, véase capítulo 4). En la "vía an1ericana", la producción agrícola capitalista surgió de pequeños ternltenientes que al­guna vez fUeron independientes, que estuvieron cada ve/. n1ás sttietos a las obligaciones econónücas de las relaciones nlercan­tiles en el norte ele Estados Unidos a partir ele fines del siglo XVIII (Post, 1 995 ) . En estas condiciones históricas, la diferencia­ción de clase de los granjeros que un principio lo fuemn en pequeña escala es clave, tetna introducido en el capítulo 1 )'

que exploro con mayor detalle en los siguientes capítulos, Para Lenin, la vía "atnericana" ofrecía un prospecto tnás progresista para Rusia que una vía "ptusiana" centrada en una clase Inili­tar autocrática propietaria de la tierra de origen feudal: los Jnnkers prusianos y sus equivalen tes en la Rusia �m·is�a.

Las tres vías esbozadas hasta el n1on1ento se stntettzan en la tabla 1 , basada en el trabajo pionero ele Terence J, By res ( 1 996).

gEs este un patrón conocido en la actualidad en muchos c<unpos del Sur Y sin duda del Norte: los afi·icanos occidentales y los africanos del Norte en el sur de Europa; europeos del este y del centro en el norte de Europa; latinoamericanos en Estados Unidos.

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CAPITAUS!�'tO: OIÚGEr-JfS Y Df;S/H?ROU.O H-.JICIAL

Las vías del este de Asia

Byres ( 1991) llamó también la atención hacia las contribuciones, específicamente agrarias, a la industrialización capitalista en Japón y Corea (del Sur), que se sintetizan en la tabla 2. En estos casos no hubo transición al capitalis1n0 agrario con10 la "vía in­glesa" con su despojo del campesinado por medio del enclaus­tratniento de la tierra. Lo que tenen1os en este caso es acunuda­ción primitiva para la industrialización por 1nedio de lo que Preobrazhensky ( 1965: 85) describió de manera más general COITIO "aplastante iinposición tributaria del cmnpesinado de par­te del estado y la transformación de paTie de los medios rc<í obtenidos en capital" (énfasis mí o). 9

TABLA 2

VÍAS DE TRANSICIÓN: ESTE DE ASIA

Forma de Ca·rácter rh la CamjJesinos Terratenientes pmducción transición

Vía japonesa Posesión En su mayo- I<amilia poseedora Acumulación siglos XIX central e ría residentes y cultivadora (con originaria a tra-a XX incrementada, en el campo industria local y vés de impues-

décadas de y con interés artesanía exten- tos (frente a 1860 a 1940. en mejorar la sa), hasta después despojo) del

producción de reforma de can1pesin:cldo; agrícola. la tenencia de la papel central

tierra de 1945 del estado. propietarios culti-va dores.

uPar supuesto que la historia fue m{ls complicada, como son todos los procesos históricos; aunque sttietos a impuestos cada vez mayores durante los siglos xrx y xx, los granjeros japoneses -animados por los terratenientes y el estado-.:..... también aumentaron sustancialmente los rendimientos de arroz y generaron una gama de dinámicas industrias locales usando materiales agrícolas (F•·ancks, 2006). ·

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T.tbla 2 (Continuación)

Forma de Carácter de la CamjJesinos Tenatertientes jnoducción tran1ición

Vía sud- Posesión cen- Japoneses Extrema intensi- No hubo mm-coreana tral (como (colonial) así dad de trab<tio en sición en este (a) perio- Japón). como aborigen. las granjas cam- periodo, sino do colo- pesinas sujetas a algo de inver-nial japo- pesadas cargas de sión de parte nés renta y fiscales. del estado (primera colonial (p. ej. mitad del en irrigación) siglo XX). para aumentar

producción de arroz y azúcar para exportar a Japón.

(b) Décadas Productores- Productores- Extrema intensi- El estado de 1950, cultivadores. cultivadores. dad de trab<.tio en impulsa la 1 960. las granjas fami- acumulación Reformas l iares. originaria para de la la industrializa-tenencia ción, facilitada de la tierra. por fuerte

carga fiscal del campesinado.

Estos esbozos ele diferentes "vías" ele transición etnpiezan a darnos una idea de la variación y co1nplejiclad históricas, así cmno de los desafios que plantean para el análisis. Por ejetn­plo, en los casos del este ele Asia, la agricultura campesina contribuyó parte de su "excedente" a la industrialización capi­talista sin una transición al capitalisn1o agrario, con1o sucedió, de distintas maneras, en las "vías" inglesa, prusiana y mnericana. Esto plantea preguntas más amplias:

• ¿Requiere (siempre) el desarrollo del capitalismo que pri­tnero se dé una transición al capitalismo agrario (cmno en el caso inglés)?

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• ¿Hay una gan1a n1ás amplia de posibles asociaciones cutre el desarrollo del capitalisn1o y los procesos de cambio agra­rio, en términos ele (i) los impulsores del cambio )' (ii) las fonnas de producción en la tierra que ellos generan?

• ¿se entiende nH:�jor el desarroilo del capitalisn1o, tanto teó­rica con1o histórican1ente en tén11inos ele (i) diterentes vías "nacionales", según se esbozó atrás (Inglaterra, Prusia, Es­tados Unidos, Japón, Corea), o (ii) los efectos en diferentes lugares y en diferentes 1110Inentos ele los orígenes, así con1o el desarrollo subsecuente del capitalismo como un "sisle­Jna tnundial"?

A continuación esbozo una aproximación que ofl·ece distin­tas respuestas a estas (y sin1ilares) preguntas desde la perspectiva de investigar vías "nacionales" particulares ele transición al capi­talisnlo agrario.

Orígenes del capitalismo n ú m . 2: la larga marcha del capitalismo comercial

Esta aproxin1ación distinta a los orígenes y desarrollo del capi­talismo antes ele la industrialización 1noclerna se centra en las largas historias del "capitalistno cmnercial" -a partir del �iglo XII, según algunos académicos o, más cmnúnn1ente, a partir de mediados del siglo xv. Esta aproxitnación se desarrolla en téi:� n1inos explícitamente marxistas en la obra de Jairus BanaJI (20 10), y ele manera distinta por Giovanni Arrighi (1 994), con un énfasis mayor en los ciclos de acumulación financiera y ::n la formación del estado, y con un énfasis n1enor en ]as relaciO­nes ele clase del capital y el trabajo. El ambicioso proyecto ele Jason Moore (Moore, 2003, 2 0 1 0a; 20 1 0b) se dirige a dar cuenta ele esta historia (más) larga del desarrollo del cal)[tahsmo en ténninos de las conexiones entre los patrones de acumula­ción, su geografia cada vez 1nás extensa de "fronteras de las

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5 2 HlONfl\' HI::RNSTEIN

mercancías" (en la producción agrícola, forestal, n1inera, ener-gética), y el cambio ecológico. .

El capital en el capitalismo comercial

Los act?re: centrales en estas largas historias del capitalistno con1erCiaJ Incluyen a las clases de terratenientes aristocráticos (y después, coloniales) que organizaban la producción especiali­zada de mercancías en sus terrenos (Banf!ii, 1997), de mercade­res que proporcionaban créditos y Inateriales a los productores ar��sanales y otros productores de bienes manufacturados (Ba­naJI, 2007), de capital en actividades extractivas en rápido creci­miento como la minería y la producción forestal (Moore, 2003, 20 lOa), así como las clases de financieros que daban fondos para buena parte de este desarrollo, directa o indirectamente, el cual enfatiza Arrighi (1 994; también Banaji, 2007). Todos, se afirma, eran capitalistas en un sentido genuino: al explotar el trabajo para generar ganancia; al invertir para ampliar la escala de la producción, con frecuencia aun1entando la productividad; al desarrollar y financiar nuevos lugares y filen tes de producción ele tnerc�ncías y n1ercados para las tnercancías.10 Y todo esto pudo ocurnr antes del surgimiento del capital industrial moderno y, en muchos casos, antes o indepenclientetnente de los nuevos ti­pos de capital y trabf!io agrarios generados por la "vía" inglesa de transición.

El trabajo en el capitalismo comercial

La explotación del trabf!io, promovida por la necesidad de ampliar la escala de la producción en busca de ganancia, sirve como un resumen útil que define lo que hace el capital en sus

• 10MOor_e (20 1 Oa) sugiere desarmllos clave de las fuerLas productivas en el s�slo postenor a 1450

_en la mi� ería de plata, la producción de azúca1; produc­

c_ton forestal, elaboraCión de hterro y construcción de embarcaciones. Nótese,

sm embargo, que esta lista no incluye la producción de granos.

diversas forn1as. ¿J-Iay una definición así de concisa que se apli­que a las diversas fonnas históricas del trabajo que explota el capital? ¿Qué es lo que hace que el trabf!io se sujete a la "sub­sunción" por el capital, en otro ténnino utilizado por Niarx, y por ende a la explotación?

Sefialé antes la respuesta habitual a esta pregunta: quienes nada tienen aden1ás ele su fuerza ele trab'-�0 o su capacidad para trab�ar (los proletarios) tienen que venderla a cmnbio ele sala­rios para conseguir su subsistencia (medios ele reproducción). Sin en1bargo, en las transiciones al capitalisn1o los grar�jeros en pequefia escala pueden perder su capacidad ele reproducirse fl.tera de relaciofles mercantiles y de n1ercados sin que necesaria­mente se les despoje ele sus tierras (y otros medios ele produc­ción). En efecto, esta dinán1ica de la mercantilización rlt� la subsis­tencia, como la llama Robert Brenner (200 1), puede ofrecer una base tnás genérica de subsunción del trabajo ele parte del ca­pital, que el abierto despojo que sugieren generalmente las nociones de "proletarización". En efecto, la condición ele trabajo asalariado "l ibre" representaría entonces únicmnente una forn1a, aunque la 1nás "avanzada", de la mercantilización ele la subsistencia.

Así con1o el "capitalisn1o con1ercial" puede utilizar nociones más an1plias, tnás flexibles, ele "capital" y "capitalista" que las aso­ciadas por lo general con el "tnodo capitalista ele producción" de

· Marx, que él teorizó en relación con el capitalis1no industrial, lo mismo se aplica a su concepción de las clases de trabajo. El

· illeollo ch:!l argmnento de Banaji es que el capital es capaz ele ex­plotar el tt·ab�tio por n1eclio ele una amplia gmna ele arreglos socia­les en diferentes circunstancias históricas, incluyendo la esclavitud

. · en la proclUCCÍÓ11 especializada de 111ercanCÍaS en Jas plantacioneS. Es capaz ele establecer con1·paraciones infon11ativas entre regí­tnenes de trabajo y procesos de trabf!jo en las propiedades cotner­ciales dotadas de tierras, que van desde el tardío Egipto rmnano pasando por el México y el Pe1ú coloniales a las haciendas de los granjeros colonizadores de la A111érica Latina independiente (y ele

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54 HENRY !H.'RNS'friN

Europa), de Sudáfrica y Kenya colonial (Ban'!ji 1997). Además, estas comparaciones den1uestran cuán fluidas y atnbiguas son a menudo las categorías como "trab'\io sin tierra", "granjeros po­seedores" y "pequeños cmnpesinos" en la realidad social. Porque la misma gente puede tnoverse enti·e estas posiciones en diferentes momentos o incluso ocuparlas al mismo tiempo. Las supuestas fronteras entre trab'\io "libre" y "no libre" pueden también ser fluidas y ambiguas. Incluso si el trabajo proletario asalariado "li­bre" (como se explicó antes) sigue siendo la forma ele trabajo más "avanzada" en el capitalisn1o, y crece en peso relativo a tnedi­da que se desarrolla el capitalismo, no es el único tipo ele traba­jo que explota el capital, ni tampoco, entonces, puede ser único y definitivo en los orígenes y desarrollo del capitalismo.

Las "vías" de transición y lo "histórico mundia(" del capitalismo

l)or últitno, l1a1na la atención que quienes se centran en estas historias más largas del "capitalismo comerCial" argutnentan que el capitalismo era "histórico mundial" en sus orígenes mis­mos, es decii� éste por fuerza implicaba patrones internacionales de con1ercio y finanzas. Una buena ilustración de ello la consti­tuyen Jos cuatro "regín1enes 0e anunulación" de Arrighi en la historia del sistema capitalista mundial (Arrighi y Moore, 200 1): el genovés-ibérico (siglo XV a principios del XVII), el holandés (fines del siglo XVI a fines del XVIII), el inglés (mediados del siglo Jo.'VJII a principios del XX), y el est.aclouni&nse (fines del siglo XIX,

¿con su hegetnonía o d01ninio, erosionándose a partir de fines del siglo XX?). Desde esta perspectiva, entonces, la transición original al capitalismo agrario en Inglaterra ocurrió durante el periodo ele la hegemonía holandesa en el capitalismo mundial, mientras que Gran Bretaña se hizo hegemónica sólo con su pio­nera revolución industrial. 1 1

1 1Nótese que Holanda estaba muy cerca de Inglaterra en cuanto a la distin­ción por la primera transición al capitalismo agrario -aunque, una vez más, recorriendo una "vía" un tanto diferente- a.sí como en su industrialización ca-

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CAi'IT/\US.'<.lO; OI?ÍGI:NfS \' DI::SAH'ROUO INICIAl. 5 5

Teoría e historia: complejidades

La discusión desarrollada aquí revela dos concepciones con­

trastantes del capitalistno agrario. Una se basa en una genera­

lización de la "vía" inglesa original y su estructura de clase ele

la propiedad capitalista ele la tierra y el capital agrario que

emplea 1nano de obra asalariada sin tierras (prolctana) como

el capitaJisn1o agrario único definitivo. El otro _se :x

.presa ��� d

rechazo de Banaji ele un solo capitalisn1o a grano on1co, umlm�­

Ine 0 "puro", y sus sugerencia de que es tnejor "pen�ar en el capl­

talisn1o arrrario con1o . . . fi_1ndmnentado en el despoJO y el control

del trabajo de parte de las clases agrarias dedica�as .a .l

a pro­

ducción agrícola con1o un negocio" (2002: 1 15). Eniauza qt�e

hay muchas fonnas concretas de clesp�jo y conn�ol el� l. t�·;;��)�.U��

a Tario por el capital en diferentes Cin.:unstan�tas lustoliC.ls. clfferetntes trayectorias de subsunción del trab'>JO que se rela­

cionan con diversas trayectorias de acumulación. .

Otro tetna debatido -en el que clivergen las dos apl·oxt­

maciones- es el de si las abstracciones fonnulaclas por M�1rx

para teorizar el "1nodo capitalista de producción" (inclustnal)

1eclen y deberían aplicarse relmsj;ec#uamente al traLar de contprcn­pt 1 1 · · r 1· · cler los orígenes y los priineros desarrollos e e captta Ismo en .t.s

sociedades prin1orcliahnente agrarias. Por ejetnplo:

¿Qué tan estóctan1ente debe aplicarse la clis�inciót� .... entre

capital invertido en la producción y en la orculacwn de

mercancías, tipificada en El wjntal ele Marx como capttal

indl.tstrial y 1nercantil, respectiv'amente, a .la� ht�:ortas de

" ·talismo comercial" an.tes de la industrmhzaoon? capt • . .

b · ¿Qué tan estrictanlente debe lin1itarse la fuerza de tra _<-�o, la base ele la apropiación del valor excedente (explotacwn)

Jitalista temprana. El.csquema de Arrighi sugier�' u�1 traslado el� los c�1�tros �Id

1 1 , · 011 el cles·11-1·ollo global del ca¡Jilahsmo del su1 al no1 te de Lu-pot er econmmco · ' · ¡ 11 ·

ropa, y ?el Mediternln.eo al Atlúntico orientadas al comeroo y as manzas.

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HC:NRY RFRNST[iN

y, por ende, de la ganancia capitalista, a los proletarios em­pleados cmno trabajadores asalariados "libres"? ¿cómo decidimos cuál de entre las históricamente muy variadas forn1as específicas de capital y trabajo son "capita­listas" -elementos integrales de los orígenes y desarrollo del capitalismo- o no lo son? Si no lo son, ¿son "precapi­talistas" en algún sentido útil? ¿son parte de la acumulación primitiva? De forma alten1ativa, ¿podrían representar for­mas 1nenos y más "avanzadas" de capitalismo en los diferen­tes lugares y momentos de su desarrollo? ¿Están las formas menos "avanzadas" de capital y trabajo en los sectores y las ramas partiCulares de un sistema ca­pitalista más amplio, en lugares y momentos específicos, conectadas con formas 1nás "avanzadas" como un aspecto integral de un desarrollo extremadamente desigual del ca­pitalismo a escala global?

Toqué los dos primeros cuestipnamientos en las líneas anteriores. La tercera y cuarta pregUntas, en particular, indican un movimiento ele las ideas y los debates acerca ele los orígenes del capitalismo hacia las ideas y debates en torno a la forma­ción· y funcionainiento ele la econon1ía capitalista ·mundial. Son centrales para estas últimas las diversas etapas del colonialismo europeo desde el siglo XVJ hasta el XX, lo que las impulsó, qué formas asumieron, qué tipos de cambio agrario indujeron y con qué consecuencias -el tema del capítulo 4, Veremos que las interpretaciones de estas dinámicas históricas mundiales están configuradas, en algunos aspectos importantes, por los tipos de asuntos señalados aquí concernientes a aproximacio­nes alternativas a los orígenes del capitaJisino.

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Capítulo 4 Colonialismo y capitalismo

Las historias de cuándo y ele qué tnanera se clesm-ro1ló el capi­talismo co1no un sisten1a 1nundial en las diferentes regione� del nu1nclo 1noclerno, son diversas y cmnplejas. En este capitulo apenas puedo esbozar un ele1nento central en l

.a �orn1a�ión del

mundo moderno: los diferentes tipos de colomahsmo un pues­tos en América Latina, Asia y África en diferentes épocas, así como algunos ele sus efectos,

Etapas del colonialismo

Feudalismo y capitalismo comercial (Siglo XVI)

Las 1notivaciones, formas e intensidad acun1tÜativa de la c.ex-- · pansión de Europa" a través del colonialisn1o ft�eron impulsadas

en un principio por sus asociadas o-isis del feudalismo y el desarro­llo del capitalismo comercial (véase capítulo 3), En el siglo XVI se impuso un gobierno colonial 1nás sistetnático únican1ente en el Caribe y en algunas partes de An1érica Latina, en donde las se­. cuelas ele la conquista española tuvieron efectos clemogTáfic�s y ecológicos devastadores, La búsqueda ele fortunas que clesa�o en un principio la exploración ele una ruta occtdental desde E�ro­.pa hacia a las Indias deriVó en la apertura ele las

_grandes minas

de plata de Pe1ú y n1ás tm·de de México, absorbiendo enorn1es

57

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58 IUNRY BH�N.Sl"CIN

cantidades de fuerza ele trabajo (por lo general) forzada ele las poblaciones indígenas. Las economías nacionales y el con1ercio ultramarino con España y Portugal, que colonizó Brasil, habrían de enfrentar una creciente con1petencia ?e parte de Inglaterra y Holanda en particular, pequeños países en el noroeste de Euro­pa que se tnovían con rapidez-hacia el capitalisino agrario y posteriormente industrial (véase capítulo 3).

Mercaderes, esclavos y plantaciones (Sig/os XVII y XVIII)

A lo largo del siglo XVII, las nuevas formas de establecimiento, producción y comercio coloniales tuvieron su ejemplo en los intereses británicos en América del Norte y la actividad británi­ca y holandesa en el Caribe. Por ejemplo, la colonia de Virginia en la Norteamérica británica estableció una econon1ía de plan­tación cimentada primero en el trabajo por contrato (indentu­•·ed) proveniente de Europa, y luego en el trabajo esclavo pro­veniente de África. Las exportaciones de tabaco y algodón ele sus colonias mnericanas, y de azúcar de sus colonias caribeñas, habrían de tornarse 1nás in1portantes para la economía británi­ca y en especial para su clase emergente ele manufactureros que las especias de lujo y las sedas del comercio asiático.

En pocas palabras, l a colonización británica de Atnérica del Norte y el Caribe inició un nuevo tipo de comercio interna­cional vinculando a) la producción sistemática a gran escala de materias primas en las colonias para la 1nanufactura en Europa, b) la obtención ele trabajo esclavo proveniente ele África para la producción en la plantación, y é) el desarrollo ele mercados para los bienes europeos en las colonias. El primer destino ele importancia para el co1nercio de esclavos africanos fueron las plantaciones ele azúcar en la costa de Brasil. Los holandeses desempeñaron luego un papel pionero en la difusión de la producción esclava hacia las costas del continente y en las islas

COL.ONIAUSMO Y CAPIT/\USMO

del Caribe, para responder a la clenuu1ela ele parte de los t11er­caderes y los refinadores ele azúcar holandeses, rnientras que los británicos desarrollaron el sisten1a esclavista ele lo que es ahora el sur ele Estados Unidos.

Por todos estos Inon1entos itnportantes en la colonización y sus con'exiones con las trayectorias de acumulación en Europa, la segunda mitad del siglo XVII fue un periodo ele decadencia relativa en el cmnercio internacional de Europa y las fortunas de sus compañías 1nercantes en ultran1ar. Esto estuvo relacio­nado con acontecimientos turbulentos en Europa, incluyendo un nuevo e ilnportante tipo de gue .. rra con1ercial nlerG:Intilista realizada sobre todo en el 1nar por parte de flotas annadas.

El siglo XVITI fue testigo de un reavivan1iento y una n1ayor intensificación de la expansión europea. Se suscitó un ilnportantc crecitniento en el comercio ele esclavos en el Atlántico prove­niente de África occidental. Los aventureros y los 1nercaderes europeos ampliaron su exploración, el pill;Ue y :a búsqueda de ventajas comerciales a lo largo de las costas de Afnca y den­tro de Asia. Estas actividades continuaron y desarrollaron las forrnas de expansión que habían cotnenzado en el siglo XVI, marcadas por los conflictos annaclos entre los europeos, así como entre ellos y los pueblos ele las áreas en las cuales bus­caban imponer su dominio. Los británicos derrotaron a los franceses por el control de la India y Canadá -instancias que den1ltestran cuán vastas eran las regiones de la expansión colonial europea y la oposición a ella, a 1nediados del siglo XVIII.

En síntesis, a lo largo de los siglos XVII y XVIII, la "expan-sión ele Europa" se intensificó y se con1enzó a establecer una notoria división internacional del trabajo .. La n1ayor parte de la colonización fue astnnida por cotnpañías n1ercantes en vez ele por los propios estados europeos, con las notables excepciones ele las coronas española y portuguesa en América Latina. Al mismo tiempo, por supuesto, los estados europeos apoyaron a sus mercaderes -como las cmnpañías británicas y holandesas

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60 HENIW BHtNSTfiN

del este de la India- a través de medios políticos, diplomáti­cos y militares, sobre todo navales.

Capitalismo industrial e imperialismo moderno (Siglos XIX V xx)

Durante el siglo XIX, la economía capitalista mundial se vio con:figLtrada cada vez más por la industrialización, con un pun­to de inflexión a partir de la década de 1 870 y el comienzo de la "segunda revolución industrial" (véase capítulo 5). Esto ge­neró de1nanda de cantidades cada vez n1ayores de mercancías agrícolas tropicales p3.ra procesamiento y manufactura, así como ele los minerales extraídos de las minas de las colonias. A partir de la década de 1 870 hubo:

·

Una creciente inversión en ultramar en los sectores de ex­tracción coloniales (agricultura ele plantación y campesina, minería), y sus vínculos de transporte con los mercados n1un­diales (ferrocarriles, embarcaciones). La última gran oleada de expansión colonial (en Áfi·ica snb­

· sahariana, en sureste y occidente de Asia), etnprenclida ahora por los estados europeos en vez de por las co1npañías n1er­cantes. Una creciente exposición de la industria británica, en pat·­te protegida por el imperio, a la competencia de las eco­nomías en rápida industrialización de Alemania y Estados Unidos, así como el surgitniento de japón como la priinera potencia industrial no occidental.

África constituye un ejemplo de la velocidad de la última oleada ele expansión colonial. En 1 876, las potencias europeas gobernaban aproximadamente el 1 O por ciento ele África, pri­mordialmente sus regiones septentrionafes que bordeaban el Mediterráneo y las colonias de lo qne después se convertiría en

COlONIALISMO V CAPilAUS/\10 b !

Sudáfrica. Para 1 900, habían an1pliado su don1inación al 90 por ciento del continente. La "pugna por Africa", fonnalizada por la conferencia de Berlín en 1 884-5, ocurrió durante la prin1era n1anifestación de in1portancia de los ciclos de subida seguidos por los de b'!jacla en la nueva economía nuu1dial del capitalis­mo indust1·ial, es deci1; la gran depresión de fines del siglo XIX

en Europa ( 1 873- 1 896), que luego fue seguida por la "edad dorada" de 1 896-1 914 .

Para Lenin ( 1 964b), la gran depresión de fines del siglo xrx 1narcó un punto crítico de inflexión desde una etapa "conl­petitiva" anterior del capitalisn1o a lo que él lhunó capitalisn1o monopólico ·o in1perialismo, caracterizado por la concentra­ción del capital en la forn1a de graneles corporaciones indus­triales vinculadas estrechan1ente con los bancos. El "n1onopolio" no significa que la co1npetencia dejara de existi1� sino que asumió forn1as tnás extremas y peligTosas, derivando en la pri­mera guerra mundial de 1 914, que fuera el estímulo inmediato para la teoría del imperialismo ele Lenin.

Lenin sugirió que la expansión colonial europea a fines del siglo xrx, a diferencia de las oleadas anteriores de coloniza­ción, estuvo iinpulsada por la necesidad de encontrar nuevas salidas para la exjJOrlación ele capital, por dos razones. Una fue 1� dinán1ica de la aetnnulaclón en constante aceleración, para lo cual el capitalisn1o industrial necesitaba fuentes crecientes de n1a­terias primas y mercados cada vez mayores para sus bie.nes manufacturados. La segunda fue la búsqueda de oportumda­des de inversión en ultramar a medida que la intensa competen­cia en Europa dec_recía la tasa de ganancia del capital (su rentabi­lidad).

La teoría de Lenin del imperialismo ha sido criticada por diversas razones -analíticas, etnpíricas y, por supuesto, ideo­lógicas. Una crítica consiste en que dos de los principales ele­mentoS del in1perialisino que él identificó, estaban tipificados por países europeos con vías muy diferentes de desarrollo capitalista, y con _posesiones colonial�s en escalas extremada-

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mente diferentes. Uno era Gran Bretaña, que ejemplificaba la exportación de capital y contaba, por mucho, con el mayor iinperio colonial, auncJue una cantidad Inucho n1ayor de su in­versión en ultramar iba a los países de establecin1iento de los europeos en las Américas, en cmnparación con sus colonias en Asia y África. El otro era AJemania, que en esa época constituía el mejor ejemplo de la combinación y concentración de corpo­raciones industriales gigantescas y de bancos, lo que Lenin (según Hilferding, 1 98 1 ) llamó "capital financiero", y que tenía escasos territorios coloniales. Otra crítica que se hace a Lenin es que exageró los procesos que identificó, que pueden observar­se con mayor claridad en la "globalización" acnwl que a princi­pios del siglo xx.I'

Aunque Lenin buscaba relacionar el derrumbe económico de la Europa de fines del siglo XIX con el surgimiento del im­perialismo moderno y la últin1a gran oleada de ]a colonización capitalista, parte del continuado interés en su teoría es que el imperialismo, en el sentido que él da al término, no depende de las colonias. En el mundo ele 1 9 1 6 él ilustró esto en relación con Argentina, un país políticamente independiente (poblado sobre todo por la inmigración europea) al que describió como una "semi-colonia" del capital británico, y en relación con Por­tugal con1o una especie de estado cliente de Gran Bretaña al �ismo tiempo que era un poder colonial (de ligas menores) en Africa y en Asia (habiendo perdido a Brasil, la antigua joya de su corona imperial).

El imperialismo como la forma inten1acional distintiva del ca­pitalismo moderno tiene así un significado diferente que el sentido usual de "imperio" como una entidad política, por lo cual el imperio británico (colonial) era simplemente uno de Jos muchos ejemplos como el imperio romano o los grandes imperios his­tóricos del occidente, el Sur y el este de Asia. Lenin tenía

12Nótese que los historiadores actuales con frecuencia hacen referencia a las décadas anteriores a 1 9 14 como la primera "edad dorada" de la globaliza� ción.

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COI.:ONI/U.ISMO Y CAPHA.i ISMO

claro que el i1nperia1isnlo n1oderno sobreviviría al final del colonialismo. Acle1nás, es posible argun1entar que el itnperia­lisino con1o una econon1ía capitalista p lenan1ente mundial sólo podría lograrse con la independencia del colonialisn1o en Asia y en África, dejando el can1ino libre de la "n1onótona con1pu1-sión de las fuerzas económica", tanto internacional con1o inter­namente, para ree1nplazar las coerciones políticas y legales del gobierno colonial (Wood, 2003).

Tengo más qué decir acerca del periodo desde el fin del in1perio colonial en los capítulos 5 y 6. A continuaci6n, quien) elaborar breven1ente esta visión de cm�junto del capitalismo )' el colonialisn1o, para esbozar de qué tnanera el colonialisn1o i1npactó en las vidas de las personas en las sociedades agi·a­rias st�etas a él, prestando especial atención a su tralx:�o y su tierra.

El colonialismo y el cambio .agrario

El proyecto colonial -en sus varios lugares y tnon1entos, im­

pulsos y fonnas, que se seíi.alaron antes- dependía de hacer

que las colonias "pagaran sus obligaciones" y generaran ga­

nancias para Jos poderes coloniales (o sus clases gobernantes).

Esto i1nplicaba controlar y (re)organizar el trab�o de los súbdi­

tos coloniales de las sociedades agrarias, lo que requería intervenit· 'en sus instiluciones y prácticas ele distribución y uso ele las tierras,

· a veces destruyéndolas. a veces tnodificándolas. En efecto, la

. construcción de las econon1ías coloniales implicó la ruptura de

· los tnodos pre-coloniales ele subsistencia can1pesina y de renta

(en las sociedades agrarias de clase). Aquí nada más puedo ilustrar

algunas de las tnat�eras en que las potencias colonü1les intentaron

reestructurar los diferentes tipos ele relaciones agrarias que en­

Contraron en clifet�entE:s lugares en diferentes lllOnleiHos, y algu­

nos ele los efectos (no buscados, así como los que sí se buscaron)

de la 1nanera en que lo hicie1·on.

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64

América Latina y el Caribe

La historia n1ás ten1prana de cmnbio agrario colonial se suscitó en el Caribe, An1érica Latina y Nortean1érica: las principales regiones de producción de esclavos en 18. econon1ía n1undial capitalista emergente, desde las plantaciones de azúcar del Brasil portugués y subsecuentemente del Caribe británico y francés, hasta las plantaciones de algodón y tabaco de las colo­nias del Sur de la Norteamérica británica. En el mon1ento de la conquista colonial, estas zonas de plantación del Nuevo Mun­do contaban con poblaciones relativamente escasas, funda­mentalmente por sociedades de "subsistencia". El despojo por la fuerza de los pueblos aborígenes para hacerse de la tierra se logró de manera relativamente fácil, y los dueños de las plan­taciones coloniales resolvieron el "problema" de la oferta de fuerza de trabajo a través de la importación de esclavos. La esclavitud fue abolida finalmente en el iinperio británico en 1 833, y continuó hasta 1 865, 1 888 y 1 889 en Estados Unidos, Brasil y Cuba, respectivamente.

En la mayor parte de la América española dominó otra for­ma de pmpiedad de la tierra la vida económica del campo -y gran parte de su vida social, política y cultural- desde fines del siglo XVJI, a saber, la hacienda o propiedad de tierras. La formación de la hacienda se basó inicialmente y adaptó en las instituciones y las prácticas feudales con las que estaban f.'lmiliarizados los colo­nizadores españoles. Combinaba la concesión de derechos a los colonos para recabar tributos ele las comunidades indígenas en la' fonna de bienes o servicios laborales (encomienda) y derechos a la tierra (mercedes de tierras), que en un origen se concedieron por el servicio militar a la corona española. La con1binación de tierra y fuerza de trabajo en la hacienda generó un tipo de pro­piedad con tierras que en cuanto a su estructura era muy similar a la finca del feudalismo europeo, que incluía dos formas básicas de organizar la producción agrícola, como se muestra en la si­guiente tabla (basada en Kay, 1 974).

COI.ONIAUSMO V CAPHAUSMO 65

TABLA 3

DOS TIPOS DE HACIENDA

Forma. de apm¡Jiacióu dd

. . . ,�:.;;,; ··---�U:::'s:':o..':d":e..':la�ti�e.:..:•"_::" ____

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Cuitivo de parte de los Renta en especie, renta . :-1' A Una propiedad de tierra de varias granjas (princi­palmente granjas

_ , .. -campesinos de tierra que en dinero, comparten el se les asignan y control del cultivo.

de campesinos). proceso de trab<�o.

B. Una propiedad del Los campesinos trab<Uan terrateniente (granjas cada vez más en la granja del terrateniente además de (de mayo¡· tamaii.o) del trozos de tierra del campe- terrateniente mientras sino pa,ra "subsistencia" o mantienen sus trozos de

Renta en fuerza de trab;tio ( = t1·abe�jo no pagado en la grarUa del terrateniente).

--��n�i�n,::in_::J�n�d�:·o:s·�-------------'�_'b_s_is_<e_n_c_i_a __ . ______________________________ __

El asegurar el control de la fuerza de trab'\io rural depen­día de expropiar y delin1itar la tierra para n1ern:ar el �cceso de los agricultores indígenas a sus Inedias de su

_bsisteneta. La ex­

tensión del sisten1a de la hacienda, en sus cltversas fon11as en diferentes épocas, reflejaba varios factores. Su fon11ación

_ y ex­

tensión iniciales implicaban luchas encubiertas, en especial en las áreas con n1ayores densidades poblacionales y fuertes co­munidades cmnpesinas, con1o en partes de Centroan1érica Y. :n las áreas altas de los Ancles._ En sitios con menor concentrac�on poblacional como las planicies de Argentina, Uruguay Y Clul�, la forn1ación de la hacienda se eh o postenormente y de Inane� a 1nás fluida, respondiendo a la den1anda de fuerza de trabaJO por tnedio de la inn1igración.

Otro factor clave expresaba el tietnpo así con1o al lugar. Las luchas entre los terratenientes (coloniales) y los campesinos (indígenas) también se vieron afectadas por los patrones histó­ricos de con1ercialización de la agricultura (a 111echda que se desarrollaba ·el tnercado n1unclial) y sus fluctuaciones. Mientras se elevaba la rentabilidad potencial ele la producción agrícola con el aun1ento en la demanda del 1nercado, los propietarios

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06 l-HONRY BIFio1.NSI'EIN

de las tierras buscaron incren1entar el tan1aiío de sus propias granjas y trabajarlas con la fuerLa de trab'\io de los que ocupa­ban las tierras de la hacienda (tenants) al convertir la renta en especie o dinero a renta de fuerza de trabajo. Cuando los terra­tenientes enfrentaron una escasez de f-uerza de trab'!jo para su propia producción agrícola comercial, y careciendo de la habi­lidad para resolverla a través de 1nedidas coercitivas, pudieron haber tenido que pagar a los ocupantes por su trab'\io, al me­nos en parte, lo que sugiere una transición de renta de fuerza de trab�o a trabajo asalariado (cmno sucedió en varias de las "vías" en diferentes partes de Europa en distintos 1nomentos históricos).

Existe un amplio debate entre los historiadores en cuanto a dónde, cuánto y cuándo las prácticas del trab'\io como pago de deudas resultaron instrumentales para reclutar fuerza de trab'tio para las grandes extensiones de tierra que producían comercialmente. El trab<Uo para el pago de deuda (debt bondage) es ·un arreglo en el cual quienes están endeudados, típica­tnente pequeños granj eros y jornaleros rurales sin tierras, tienen que trabajar para saldar su deuda con quienes las tienen -iJropietarios de tierras, granjeros tnás ricos o n1ercaderes, o (bastante coml1n en Asia) a veces un tercero a quien el acree­dor puede vender o "rentar" la deuda y el servicio del trabajo que se le asocia. Algunos acadétnicos argutnentan que las transiciones al trabqjo asalariado en América Latina comenza­ron relativamente temprano (a partir del siglo XVJI en algunas regiones de producción cmnercial en las haciendas), incluso si con fre<...11encia y durante pedodos prolongadas estaba marcada tan1bién por ele1nentos de trab�o en pago de clet1cla y otras Iin1itaciones en la "libertad" del trab�o asalariado. Esto deriva en algunos de los temas que caracterizan el trab,uo agTÍcola, que se señalaron en el capítulo 3 y a los cuales volveré al final de este capítulo.

La mayor parte de América Latina se independizó del go­bierno colonial en la primera mitad del siglo XIX (antes de que

COI.ONIAUSMO Y CAPITALISMO 67

la tnayor parte de África fuera colonizada), con una amplia herencia de despojos de tierra y su concentración en las ha­ciendas; la restricción de ]a tnayor parte ele la producción agrícola indígena a los espacios por debajo de los niveles de subsisten­cia denotninados minifundios en contraste con las extensas pro­piedades de tierra lhunadas laüjúndios, en efecto, otro non1bre para la hacienda; y la tnano de obra rural a1tan1ente disetninada, aunque con frecuencia con1binacla con la producción agrícola marginal (por debajo de la subsistencia) y elementos de trabajo en pago de deuda y coerción del estado.

Arnérica Latina entró en un nuevo despegue ele exporta­ción agrícola entre las décadas de 1 870 y 1 920, al involucrar la extensión e intensificación de la producción en la hacienda, desde las áreas tropicales y sub-tropicales de Centroan1érica a la producción extensiva de granos y ganado en las lbnuras de Umguay, Argentina y Chile. En las tierras b,�as del Sur de México

la con1binación de mercados fuertes para las exportaciones tropicales (henequén, caucho, azúcar), la escasez de fuerza de trab�o, el aislmniento geográfico y un . . . estado dispuesto a apoyar a los dueííos de las plantaciones con la fuerza explica la práctica esclavización de masas de mayas y yaquis . . . en México al comienzo de la década de 1870, en Guatemala en donde la 're

.dúcción de las Üerras ele los indios estuvo acon1pañada

poi_' leyes en contra de los vagabundos, en Bolivia en donde dos .terceras partes de la población rural se hicieron depen­dientes de las haciendas; y de hecho en la sierra andina, los rectu·sos y medios para el_ sostenimiento independiente de la mayor parte de la gente en el á1nbito rural se redujeron (Baue1; 1979: 37, 52).

Algunos de lo� 1non1entos de escasez de n1ano de obra fue­

ron resueltos por tnedio de la inn1icrración. Entre 1 847 y 1 874·, . "

1nás de .250 tnil trab�aclores chinos b::�jo contrato trabajaban

en las plantaciones de Cuba y en la costa de Jlení. En Brasil,

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68 1 HCNIH' RfRNSTEIN

con el fin de la esclavitud, los propietarios de las plantaciones de café lograron que el gobierno subsidiara los costos de la inmigración masiva proveniente ele Europa. De 1 884 a 1 9 1 4 unos 900 mil inmigrantes (europeos) llegaron a Sao Paulo, a trabajar sobre tocio en las extensiones de café (Stolcke y Hall, 1 983).

En la actualiclacl, América Latin'a cuenta con la más am­plia gama de formas ele relaciones agrarias y de producción agrícola de cualquier otra parte del mundo. Por un lado, hay una cantidad relativamente menor de personas en el en1-pleo agrícola que en otras regiones de importancia en el Sur (como se señaló en el capítnlo ! ) . Brasil tiene una extraordi­naria concentración de capital inoderno en las en1presas agríco­las (agribusiness) y conocimientos técnicos y financieros, con el potencial de convertirse en la mayor econotnía de exporta­ción de productos agrícolas en el mundo, mientras que en el "cono Sur", países como Argentina, Uruguay y Chile son tmnbién exportadores agrícolas de Ílnporta:ncia con rmnas de la producción agrícola altamente capitalizadas y especializa­das. Por el otro lado, hay instancias de identidad "campesina" resiliente o resurgente en áreas de mayor concentración de poblaciones indígenas en Centroamérica y los Andes, y más al Sur en zonas de producción agrícola de pequeña escala por colonos. Las luchas por la tierra y las condiciones contemporá­neas ele la producción agrícola han generado algunos de los movimientos sociales rurales 1nás conocidos de la actualidad, como La Vía Campesina en Centroamé¡:ica, y el Movimento dos Trabalhadores Rurais Sem Terra (i'yfST) en Brasil.

Sur de Asia

La expansión británica hacia el interior del sur de Asia en el si­glo XVIII, con sus muchas áreas populosas ele producción agríco­la campesina, eventualmente creó la mayor posesión colonial ele todas, la 'joya en la corona" del imperio colonial británico. El

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COt_ONIAUSMO Y CAPHAUSfV'.O

pill<lje poco a poco dio lugar a consideraciones ele fuentes mús sisten1áticas de ingreso y ganancia en el siglo XIX: una transi­ción de la piratería a la burocracia, cmno la caracterizó Barrington Moore ( 1 966: 342) en relación con los dos principales sistemas de inrrreso asociados a la tierra en la India colonial. b

El pritnero se derivó del "asentan1iento pennanente" en Bengala y áreas adyacentes en el Norte de la India a partir de 1 793, en el cual los zatnindars (cuyos descendientes encontran1os en la pri1nera viñeta del capítulo l ) se transfonnaron de gnu�je­ros de ilnpuestos y recolectores de ingresos del estado I'viugh�1l anterior en terratenientes con ciertos derechos de propiedad en la tierra. Los autores coloniales del asentan1iento esperaban que los zatnindaTS se lograran con eso una clase sólida de propiedad (burguesa) y replicaran el capitalismo agrario británico. Por di­versas razones, esta aspiración no se llevó a cabo (al igual que mud1as fantasías in1pe1iales). El poder zamindar varió aJ11pliamente en los diversos campos del Raj (con su escala sub-continental), cmno consecuencia de las luchas de los zamindar.s con las castas ele cultivadores por una parte, y con las clases de capital ele los prestan1istas y tnercaderes por la otra.

Al asentatniento en la tierra ele Bengala, así con1o la even­tual incorporación de alrededor de 600 extensiones de tierra de los príncipes al raj británico (extensión de tierra colonial, literahnente "reino" en hindi) tan1bién fue un tneclio de tratar de asegurar aliados políticos aborígenes para la adn1inistra­ción de estos vastos don1inios coloniales. Esto constituyó un ejemplo ele una práctica más general de la colonial "complici­. dad con est1·ucturas de pode1· n1ás antig·uas [precoloniales]" (Bagchi, 2009: 87), aplicada también en épocas anteriores por los españoles en Atnérica Latina en el cargo del c:ac1que (rey nativo, jefe o cabecilla) y después en África por medio del "go­bierno indirecto" que incorporó a los jefes y cabecillas en los niveles n1ás b<Uos de la jerarquía ad1ninistrativa colonial para n1antener el ord

.en en el cmnpo, organizar la recolección ele los

impuestos y movilizar la fuerza de trabajo.

Page 35: Dinámica de clase y tranformación agraria

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70 1-I!:NnY BFRNSH:JN

El otro "asentan1iento" de tierras ele importancia fue el sistema >yotrvari (basado en ryot o campesino) que se introclt�o 1nás al sur en grandes extensiones de Botnbai y Madras. Este sistema confirmó los derechos ele propiedad en la tierra, al tnenos en principio, para quienes la cul tivaban, sujetos a pagos anuales ele impuestos monetarios. Barrington Moore ( 1 966: 344) concluyó que:

Los asentamientos [de tierra] constituyeron el punto de partida -de todo un proceso de can1bio 1ural por el cual la iffiposición de la ley y el orden y los derechos asociados ele propiedad intensi­ficaron en gran n1edida el problema de la tenencia parásita de la tierra. De manera aún más significativa, formaron la base de un sistema político y económico en el cual el extrm"Uero, el terrate­niente y el prestan1ista tomaron el excedente económico del campesinado, no lo invirtieron en el crecimiento industrial y, por ende, elin1inaron la posibilidad de repetir la trayectoria de Japón para el ingreso en la era 1noderna.

Su argutnento era que los sistetnas de tierras por Jo general hacían más lucrativo extraer la renta de los can1pesinados ocu­pantes (tenant peasantTies) que trabajaban en ella en vez ele in­vertirla para aumentar la producción y la procluctiviclacl agrícolas, de ahí que fuera una propiedad "parásita" ele la tierra en vez ele productiva. 13

El Raj británico, sin embargo, no era un colonialismo ele asentamientos como la nortemnérica l:>ritánica y América Latina. No hubo expropiación de la tierra a una escala significativa para que se establecieran los colonos europeos, aunque hubo algunas plantaciones para cultivos de exportación. El área de 1nayor extensión por sí sola de tierras clelilnitadas estaba b�o

13Al respecto existen algunos paralelos con la hacienda de principios de la colonia en América Latina (en el periodo de la encomienda) y con la propie­dad "feudal" de la tierra más en general, y un contraste con el papel de los "terratenientes de mejora" en las transiciones inglesa y japonesa esbozada en el capítulo 3.

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COi . .ONIAUSMO Y CAI�ITl\USMO 7 1

el control del departamento de bosques del gobierno colonial. en buena parte esta área estaba dedicada a la explotación nw­derera con1ercial; el t·etiro del bosque ele los "recursos conlpar­tidos" disponibles para los granjeros G1n1pesinos, pastores )' pueblo "tribal", redttio los recursos a los que podían acceder pm�a sus actividades de subsistencia. Al mismo tiempo, los canlpest­nos se integraron cada vez más en la econon1ía capitalista in­ternacional por diversos. n1eclios de "cotnercialización J'or;;acla" según el término ele Krishna Bharaclw<� ( 1 985 ). Tenían '!u e cun1plir con crecientes obligaciones n1onetanas; procluo��n 1nercancías para Ja exportación con1o algodón, yut� )' op10 (intercmnbiado con China para pagar por el té destinado al constuno británico), así con10 alilnentos tanto para los merca­dos interno cotno de exportación; sus rentas e itnpuestos apo­yaban no sólo a los terratenientes, tnercacleres )' prestanl�stas aborígenes, sino también las ganancias de las casas �on1e�·cmles británicas, los ingresos de la administración colonml y sm du­ela alguna los del estado imperial británico.

Para la maym� parte de los gTanjeros can1pesinos, la "cmner­cialización forzada", y la n1ercantilización de la subsistencia en un sentido más an1plio, no generó importantes incretnentos en la producción agrícola, ya no se diga en la productividad. Las exacciones del "fondo de renta" que tenían que soportar los

can1pesinos 1nás pobres, sus deudas y la resultante desviaci�n

ele recursos ele la producción de alimentos para su propio

consun1o, hicieron sus propias contribuciones a la in1agen de la

India, junto con China, como países especiahnente v�l1�1erabl�s

a la hmnbruna. Aunque ésta se hallaba asociada con conchcwnes ch­

n1úticas extren1as, es notable que la India continuara exportan­

do alin1entos durante las épocas de gran han1bruna a fines del siglo XIX y nuevamente en 1 943-1 944 en Bengala (Sen,

_l 981 ) .

En efecto, la capacidad de tnuchos can1pesinos de la J nclta para

lidiar con las consecuencias del clin1a adverso y las cosechas es­

casas se debilitó por la tnercantilización de la subsistencia,

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'

1-H'NRY Bt:"RNS fHN

las exigencias de la tributación colonial y la ideología económi­ca de la administración colonial (Davis, 2001 ).

También debemos seüalar que la importación de bienes pro­ducidos en fábricas, como los textiles de algodón, provenientes de Gran Bretaña, debilitó la n1anufactura y las artesanías indíge­nas que eran importantes para las econon1ías rurales diversifi­cadas. Amiya Bagchi (2009) sugiere que el impacto del colonia­lismo en el siglo XIX <;:onsistió en ino·en1entar la "n1ralización" y la "campesinización" de l a India, así corno aumentar la pobreza y que la penetración imperialista de China tuvo un efecto simi­lar incluso sin el gobierno colonial directo.

Sin embargo, el desarrollo de la producción de mercancías también estimuló la diferenciación de clase entre los granjeros en la India al igual que en otros lugares (en la India con fre­cuencia siguiendo las líneas existentes de inequidad de castas). Ban�ji (2002: 1 14) concluye que

La rápida expansión comercial del siglo XIX ·estuvo ligada con un tipo de capitalisino arraigado en el creciente don1inio de las castas superior e intermedia de agrio1ltores sustantivos. Eran los encar­gados de que se difimdiera el empleo de siervos pennanentes de las granjas Qornaleros, HB], dominaran los mercados locales de crédito . . . y llegaran a controlar cada vez más el n1ercado de tierras en donde éste había evolucionado.

También seüala que el desarrollo de este "tipo de capitalismo" varió en los diferentes campos del Raj, junto con la fuerza de los "agricultores sustantivos" en relación con los terratenientes y pres­tamistas y sus reclamos en cuanto al excedente agrícola.

África subsahariana

La colonización sistemática del África subsahariana a partir del fines del siglo XIX produjo tres tipos de "macro-regiones" iden­tificadas por Samir Amin (1976) como la économie de tmite (en ge-

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.COlONIALISMO V CAPtT/\USMO 7 >

neral "econotnía con1ercial"), reservas de fuerza de trabajo y el de las con1pañías concesionarias. El prin1ero se caracterizaba por la producción para la exportación por granjeros can1pesi­

. nos y en algunos casos por productores aborígenes ele mayor escala y típicamente organizados por casas con1erciales n1etropo­litanas. Al igual que en la India, la éconornie de traile no incluía una extensa expropiación de tierras y despojo ele los can1pesi­nos. Su tnercantilización ele la economía rural procedió sin la institución de los derechos de propiedad privada y mercados ele la tierra, y en muchos casos se reaJizó por tnedio del n1ovimiento hacia las áreas de cocoa y la deforestación para darles paso a

nuevas áreas para cultivar cocoa y pahua de aceite (en las orillas de los bosques) y algodón y m<mí (en la sabana): los cuatro cul­tivos clásicos de exportación ele .r\.rrica occidental.

La segunda "macro-región" ele reservas de fuerza de trab::�o se extendía desde el este atravesando parte del centro y el Sur de África, en la que había una atnplia enajenación de tierras para los colonizadores. La justificación para clespqjar a los afri­canos y concentrarlos en las "reservas nativas" era doble: pro­porcionar tierra para los asentan1ientos blancos y sus grmüas y asegurar la oferta regular de fuerza ele trabajo a estas enorn1es granjas y plantaciones, así como la minería de los complejos de las Rhodesias, Norte y Sur (actualmente Zambia y Zimbabwe) y de Sudáfrica, que atrajo cantidades masivas de 1nineros n1igran­tes provenientes del Sur de Mozambique, Nyasalancl (actual­mente Malawi), y Basutoland (hoy Lesotho). La enajenación de tierras restringía a los granjeros africanos a "reservas nativas" cada vez tnás sobrepoblaclas y agrícolamente n1arginales, y los stúetó a presiones tanto econó1nicas corno políticas para asegu­rar su subsistencia a través de la nligración laboral periódica.

La región ele "Áfi·ica ele las cotnpañías concesionarias" está tipificada por la región del delta del Río Congo, emblemático ele una historia en extren1o b1utal de extracción ele recursos y de .pilltUe hasta nuestros días. Las cmnpañias concesionarias reci­

. bieron en concesión vastos territorios para su explotación, con

Page 37: Dinámica de clase y tranformación agraria

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74 HENRY BEFlNSTEiN

serias consecuencias tanto para sus habitantes cotno para sus recursos naturales. Por lo general, etnpero, fueron incapaces de establecer las condiciones para una agricultura capitalista tnás sistemática y sostenida, tanto de colonos como de plantación, que prevalecieran en el este (Kenya) y en el Sur (Rhodesia del Sur/Zimbabwe y Sudáfi·ica).

En la mayor parte de África subsahariana, con excepción de los territorios de mayor colonización extensiva (europea), los granjeros (incluyendo los pastores) no fueron despojados, sino que se les "incentivó" por varios medios a entrar en la economía comercial (monetaria) como productores de Inercancías agríco­las o ele fuerza de trabajo. En efecto, las condiciones para la proletarización plena de la gran mayoría de los productores no se establecieron, como han enfatizado Samir Amin y muchos otros. Los diversos medios de "incentivación" -ünpuestos, obli­gaciones para cultivar ciertos tipos de plantas, proporcionar servicio de trab;úo o aceptar contratos de trabajo (migrante)­en sus inicios in1plicaban típicmnente la "comercialización for­zada", como en la India, aunque la tributación colonial en África no se basaba en la tierra sino en la gente b;úo la forma de impuestos por cobertizos y votos y en ocasiones tmnbién por el ganado. Es iinportante seüalm� no obstante, la iniciativa de algunos granjeros afi·icanos como pioneros ele la producción ele mer­cancías para exportación al n1ovilizar la tierra y la fuerza de trabajo a través de medios de costumbres y sin, o a pesm; de las acciones de los estados coloniales. Un ejemplo famoso es la pro­ducción de cocoa en Ghana a partir de principios del siglo xx, presentado en el estudio pionero ele Polly Hill (19(;3). El estable­cÍiniento y expansión del cultivo de cOcoa implicó la n1igración hacia áreas boscosas que en un inicio estaban poco pobladas y el reclutamiento de fuerza de trab;Uo a través de formas particulares de tenencia de la tierra.

S�cciones considerables de los can1pesinados africanos, en­tonces, lograron prosperar en épocas particulares. Esto fue, en es­pecial, cuando lograban movilizar la tierra y la fiJerLa de trab.,jo

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COlONIAl.ISMO Y ü\PIT/\� ISMO 7 5

para integrar la producción de n1ercancías con su producción agrícola ele subsistencia y aprovechar las boyantes condiciones ele los mercados internacionales para sus cultivos de exportación, en especial durante la década de los veinte y en las dos décadas de los cincuenta y sesenta que se extendieron hasta el final del periodo colonial y los primeros días de la independencia. Estas "historias ele éxito" involucraron típican1ente la diferenciación social en el cmnpo; algunos grarúeros se beneficiaron n1ás que otros. Al n1ismo tie1npo, la solidez de la producción campesina de 1nercancías en diferentes partes de África en el pasado con­trasta clolorosan1ente en la actualidad con las condiciones Inu­cho n1ás negativas de la producción agrícola para la 111ayot· parte de los africanos en espacios rurales.

Síntesis

La cima del colonialisn1o en Asia y Áfi·ica se alcanzó durante la consolidación de una econo1nía capitalista n1unclial a partir de fines del siglo XIX hasta mediados del XX. En esta etapa, las plantaciones de periodos anteriores del colonialisn1o en el Ca­ribe, América Latina, y Asia, fueron reen1plazaclas por un nue­

vo tipo de "plantación industrial". Tiunbién se expandieron las

·!i·onteras ele la pmducción en la plantación, en especial en el sureste de Asia (también en Centromnérica y las zonas tropica­les de Sudamérica), al desmontar enormes áreas de bosque tropical o concentrarse en la tierra cultivada por los granjeros

catnpesifios, cotno_ en Indonesia, la principal colonia retnanen­

te de 1-Iolanda. Las ·plantaciones requerían de cantidades enon11es ele trabajadores, reclutados entre los carnpesinos tnás pobres y

trabajadores sin tierras in1pulsados por k necesidad econónlica,

la que a veces se reforzaba o era dirigida por coerción. En po­

·cas palabras, la plantación industrial atunentó en gran n1edida

la escala de su monocultivo tnuy especializado, entregando al

mercado mundial cultivos industriales como caucho, palma ele

aceite, algodón y henequén, y bebidas y alimentos que se con-

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76

virtieron en elementos de consun1o n1asivo para las crecientes poblaciones urbanas de los países industrializados -té, café, azúcar, cocoa y p1átano.

Otro patrón de cmnbio extenso fue la creciente incorpora­ción de los campesinados coloniales de Asia y África como pro­ductores de cultivos para la exportación (algodón, palma de aceite, caucho, 1naní, tabaco, café y cocoa), de alin1entos básicos para los mercados internos y para la exportación, y de füerza de trabajo a través de la tnigración laboral para construir ferrocarriles y carreteras y para trabajar en las plantaciones, minas y puertos. Los procesos de incorporación generaron diferentes tipos ele formación de clase entre las poblaciones de productores agríco­las ele las colonias (a veces a partir ele las diferencias sociales que ya existían, como las de las castas en la India), sujetas ahora a la mercantilización de la subsistencia y con posibilidades ele acumu-lación para algunos. '

Por supues\o que los patrones de cambio agrario a finales del periodo colonial y la independencia política que le siguió, tienen que relacionarse con otras diná1nicas y desarrollo en la economía global, a los que regresaré en los capítulos 5 y 6. Para concluir aquí, reseflo tres tipos �le temas en los debates en torno al capitalis1no. y el éolo:hialismo. Están vinculados con las preguntas planteadas al final del capítulo 3, y también conducen hacia el papel del cambio agrario en el desarrollo en el Sur, tras la independencia ele los gobiernos coloniales en Asia y África.11

Regímenes laborales en el colonialismo

Utilizo el término "régimen laboral" para referirme en general a diferentes métodos ele reclutamiento de fuerza de trab'!jo y

14Para volver más complicadas las cosas, diferentes posiciones sobre estos temas con frecuencia sei'íalan apoyarse, de manera más o menos verosímil, en los escritos de Marx; además, este autor cambió algunas de sus ideas a lo largo del tiempo.

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COi_ONI/I,USMO 1' Ct;Ptl"/U 15<"..10 "J I

sus relaciones con la n1anera en que se organiza la fuerza de trabajo en la producción (procesos laborales) y cómo asegura su subsistencia. En este capítulo se han señalado cuatro tipos de regín1enes laborales en este sentido: trab�o forzado, semi­proletarización, producción en pequeii.o de 1nercancías y pro­letarización. Viinos varios eje1nplos de regünenes de trabLUo forzado en el caso del Caribe y América Latina, y el tralx!io for­zado tan1bién típico de los prin1eros n1omentos, al tnenos, del colonialismo subsecuente en Asia y África. Con frecuencia se trataba ele trab�o cmno tributo para la construcción de CatTe­teras y ferrocarriles, las arterias del con1ercio colonial; porteo; y el trabajo en plantaciones y n1inas. Otro tipo ele régin1en de trabajo forzado fue el sistema ele trab,!io por contrato (indmtu­nd) que, t1·as el fin de la esclavitud en el ilnperio británico, contrató a n1illones de trabajadores de la India y China con1o trabajadores a sueldo por periodos fijos, típicamente en las plantaciones -de azúcar en el Caribe, .Sudáfrica, Mauritania y Fidji, y caucho en Malaya (hoy lVlalasia).

La tabla 4 sintetiza algunos de los rasgos centrales ele los regítnenes laborales b�o el colonialistno.

Regímenes de trabajo

Esclavitud

TABLA 4 REGÍMENES LABORALES EN EL COLONIALISMO

Sepamción de los productores frente

a los medios de jn"Orlucción

Coerción Trabajo extm- asalariado

económica "libre"

l . Trabqjo forzado

C01npleta Sí No

EjemjJlos

El Caribe, Bmsil, sur de EUA, siglos XVII a XlX.

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7 3

Tabla 4 (Continuación)

Regímenes de trabajo

Tl:ibuto impuesto en especie

Servicio de fuer­za de trabajo

'Habajo bajo contrato

Separación de los jJroductores Jnmte

a los medios de

jJroducción

No

Parcial

Completa

Coerción

extra­

económica

Parcial

Trabajo asalariado

IUN!fV BF.RNSTDN

"libre" EjemjJlos

N o América espafíola, siglos XVI a xvn; Áfri­ca, siglo XTX a princi­pios del xx.

No América española, s_iglo XVI en delante; Africa, Asia, siglo XIX a principios del XX.

"11-ansi­cional"

El Caribe, Este de África, Malasia, Mau­ritania, Fiji, siglos XIX a XX.

2. Tl:ab<Uo semiproletario

Trahqjo asalaria­do + vínculos por deuda

Trabajo asalaria­do + cultivo propio ("margif!al") o algún otro "auto-empleo"

3. Trabajo "fami­liar" (producción de mercancías al menudeo, "cam­pesina")

4. Proletariza­ción

Parcial o com­pleta

Parcial

No

Completa

No

No

No

No

"Transi­cional''

"Transi­cional"

No

América española, siglo XVII en delante; Asia siglos XIX a XX. India y África, siglo XIX; más en general siglo xx.

India y África, siglo XIX; más en general siglo xx.

AJgunos sectores de las economías colonia­les, a partir del siglo XVIII América latina, siglo XIX Asia, siglo XX África.

1 11

<XH.(JNIAUSM.O Y C/\Pnt-..USMO

La tabla contribuye a enfatiza1· ciertas ideas analíticas y su ló­gica. Sin e1nbargo, seíi.ala solo a tres "cletenninaciones" -la sepa­ración de los productores de los tnedios de producción, la coerción extra-econón1ica, trab<otio asalariado "libre"- ele las tnuchas que sietnpre configuran cualquier proceso histórico concreto (lVIarx, según se cita en el capítulo 1). Por ejemplo, el uso ele "transicional" en varias de las celdas en la cuarta columna indica que algunos ti­pos ele régimen ele trab<�o (asalariado) no requieren el despojo completo o la "libertad" ele sus t:rab�aclores. Esto no significa que los trabajadores "sen1i-proletarizados" ocupen necesariamente esa ubicación "transicional" en una base únicmnente ten1poral o tran­sitoria. En efecto, algunos argumentan que la setni-proletariaza­ción es un resultado tnás con1ún de la n1ercantilización de la sub­sistencia que la proletarización ("plen�") en tnuchas partes del Sur -otro argumento que iguahnente necesita especificación ("con­creta") ele dónde, cuándo y por qué ello podría ser así (véase más adelante en el capítulo 8).

Un segundo tipo de estipulación que resulta relevante para la tabla 4 se señaló en el capítulo 3: que las categorías del trabajo rural, incluyendo las distinciones entre trabajo "libre" y "no libre", con frecuencia son fluidas y mnbiguas en la realidad social. Tmnbién se expresa esto en la noción de forn1as o tipos "hí­bridos" de capit.:tlismo agrario con regÍinenes de trabajo "híbridos" (Banaji, 201 0).

Finalmente, la tabla no identifica las empresas ele fuerza ele trabajo "familiar" en la producción agrícola con1o vinculadas por coerción extra-econóinica, incluso si en un principio .se requirió un tie1npo de "con1ercialización forzada" para inte­grarlas en las relaciones de mercantilización. Aquí supongo que hacia finales del periodo colonial, Jos granjeros domésticos estaban "encerrados" en la producción de n1ercancías por la "repetitiva co1npulsión de las fuerzas econón1icas" -la mer­cantilización de la subsistencia- así con1o los proletarios (y los semi-proletarios) son obligados a vender su fuerza ele trabajo. Tmnbién regreso más adelante a esto.

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80 ¡.IENRY IU;RNSTEIN

Al recordar las dos aproximaciones esbozadas en el capítulo 3, que argumentan a favor de las largas historias del capitalismo coc mercial, consideran las formas de producción agraria establecidas por el colonialismo europeo en América Latina, Asia y África como capitalistas, por más híbridas y completa o parcialmente "no li­bres" que hayan sido sus regímenes laborales. En contraste, quie­nes argumentan a favor de una "vía" estricta (tipo inglés) de transición agraria designan formas de producción agraria como "precapitalistas' o de alguna manera "no-capitalistas" si sus regí­menes laborales no se basan en el empleo de parte del capital de trabajo asalariado propiamente "libre". Al mismo tiempo, aque­llas formas de producción podrían ser consideradas como formas que contribuyeron a la acumulación primitiva, lo que nos lleva al segundo tipo de tema. ·

Colonialismo y capitalismo

Para algunos acadénlicos, el capitalismo cmnenzó como un . sistema mundial creado por medio del colonialismo, de ahí

que sitúen su inicio desde el momento fatal de la llegada de Colón al Nuevo Mundo en 1492. Esto fue lo que proporcionó el marco histórico de la famosas tesis de André Gunder Frank . del "desarrollo de los subdesarrollados" en el Tercer Mundo (Frank, 1 967), y, en una versión un poco diferente, informa el "moderno sistema mundial" de Immanuel Wallerstein (1979), que a su vez modificaron y desarrollaron de varias formas Arrighi y Moore (véase capítulo 3) entre otros.

Este tipo de visión puede encontrar apoyo en Marx, quien escribió que

El descubrimiento de oro y plata en América, la extirpación, la esclavización y la sepultura en minas de la población abori­gen, los comie�zos de la conquista y el pillaje de la India, y la conversión de Africa en una reserva para la cacería comercial

COI.ONIALISMO Y CAPITAUSMO

de pieles negras, son todas ellas cosas que caracterizan el ama­necer de la época de la producción capitalista (l 976: 915).

Marx encontró eco en el economista bolchevique E. Preo­brazhensky en los años veinte cuando consideró cómo podría lograrse la "acumulación primitiva socialista" en la Unión So­viética, en ausencia de las fuentes externas de acumulación primitiva que facilitaron el surgin1iento del capitalis1no:

La política colonial de los países con cmnercio mundial. . . el pillaje en forma de hnpuestos para los nativos, la toma de sus propiedades, ganado y tierras, sus reservas de n1etales precio­sos, la conversión en esclavos de los pueblos conquistados, el sistema infinitamente variado· de sitnple engaño, y así sucesi­vamente (1965: 85).

Es de hacer notar que la mayoría de los métodos de pill'\ie en los pasajes de Marx y Preobrazhensky que acabamos de citm; también se encuentran en los registros históricos de expansión y conquista de parte de los estados e imperios agrarios precapita­listas. Para algunos académicos, esto significa que aunque el co­lonialismo directo e indirecto puede haber facilitado la transi­ción al capitalismo en Europa, no pudo proveer una condición suficiente ·para ello. Ello requería la formación de una nueva relación y estructura social de producción que fue pionera en la transición agraria de Inglaterra (y otras partes del noroeste de Europa), que luego derivó en el capitalismo industrial. Este pun­to puede utilizarse para ayudar a identificar, y contrastat; dife­rentes etapas y formas del colonialismo europeo, desde aquel del siglo XVI de España y Portugal -que suele considerarse ."feudal" o "comercial"_:_ hasta el colonialisn1o capitalista britá­nico y francés ele mediados del siglo XIX a mediados del siglo XX. Por ejemplo, la riqueza y el poder de España en el siglo XVII,

. financiado en gran medida por la plata colonial, más tarde dio lugar a un retraso económico relativo a medida que Gran Breta-

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82 Hf:NilV UERNSTEIN

ña y otras partes de Europa atravesaban por sus transiciones al capitalismo agrario y luego industrial; en pocas palabras, la ri­queza no es lo mismo que el capital invertido en el desarrollo de la producción y la productividad.15 ¿Es significativo, además, que una España ahora "atrasada" perdiera sus posesiones ame­ricanas en la primera mitad del siglo XIX, mientras el capitalis­mo industrial se desarrollaba a gran velocidad en otras partes de Europa y un nuevo tipo de colonialismo tomaba forma en el �eriodo más significativo del dominio europeo en Asia y luego Africa?

·

Continúa el debate en torno a si la ·acumulación primitiva en las colonias hizo una contribución significativa al crecimien­to económico en Europa, en particular a partir de fines del si­glo XVIII y en especial a medida q,;e el capitalismo industrial pasaba a su etapa "expansiva" desde mediados del siglo XIX.

Aunque buena parte del debate es sobre las causas del colonia­lismo y sus efectos para el desarrollo capitalista en Europa, son temas distintos respecto a su impacto en diferentes territorios coloniales en diferentes momentos, incluyendo sus reconfigu­raciones a veces enormes y con frecuencia brutales, de la orga­nización del trab<üo, la tierra y la producción agrícola. ¿Quizá la posibilidad de que el desajuste social y ecológico e incluso la devastación derivada de la conquista y la explotación colonial no contribuyeran de manera significativa a la actunulación el-i

15Un punto similar tiene que ver con las razones por las cuales las grandes ci�ilizaciones agra1:ias precapitalistas no desarrollaron un capitalismo indus­tnal a pesar de su nqueza y su poder y, efectivamente, a pesar del hecho de que algunas eran tecnológicamente más avanzadas que Europa al comienzo del primer periodo �e la historia mundial moderna ---:--Punto que se señala respec­to a Chma, por ejemplo- y contaban con sus prop·ios elementos significativos de "capitalismo comercial". Todos los imperios políticos de esas civilizaciones fueron derrocados o colapsaron en el periodo esbozado en este capítulo: desde los aztecas e incas en el siglo XVI en América Latina a los mughals de la India en el siglo XVIII y la dinastía Qing de China en el XIX y la caída final, como consecuencia ?e la prim�ra guerra mundial, de los antiguos imperios que quedaban

. en pte de Eurasm: los de los Habsburgo (Austro-Hungría), los Roma­

novs (Rusm) y los otomanos (Turquía y sus posesiones).

COtONIAUSMO Y CAI�ITAUSMO 83

Europa, enfatiza aún más las enormes inequidades inscritas en el desarrollo global del capitalismo?

¿E/ desarrollo económico de las colonias!

Marx ( 1 976: 9 1 ) sugirió que los países en transición hacia el ca­

pitalismo pueden "sufrir no sólo por el desarrollo de la producción

capitalista, sino también por la deficiencia de ese desarrollo".

Existen diversas visiones de por qué el desarrollo capitalista era

"incompleto" en las colonias en la época de su independencia,

con fi·ecuencia asociados con la idea de que la incorporación co­

lonial de América Latina, Asia y África en un mundo capitalista

emergente "subdesarrolló" a sus sociedades. En términos del primer tipo de tema (regímenes labora­

les), algunos argumentan que el colonialismo no logró trans­

formar las relaciones sociales de producción de una n1anera

(suficientemente) capitalista, ya no se diga en la producción

agrícola, como la base para desarrollar las fuerzas producti

vas en las colonias. Una afirmación provocadora de este argu­

mento es que las colonias estaban subdesarrolladas no porque

fueran �xplotadas, sino porque "no fueron explotadas lo sufi­

ciente" (Kay, 1 975), es decÍl; fueron transformadas de manera

deficiente en términos de las relaciones de producción capitalista

y su impulso constante por incrementar la productividad de

la fuerza de trab<üo, de ahí la tasa de explotación (explicada en

. el capítulo 3). La deficiencia, aquí, refiere entonces a la persis­

tencia de relaciones precapitalistas o no capitalistas en las eco-

n-omías coloniales, cmno un efecto -intencionado o no en

diferentes circunstancias- de las políticas coloniales y de las

prácticas del capital colonial. Otro argumento que se relaciona con el segundo tipo de tema

(la acumulación primitiva), es el de la tesis de "fuga del exce­

dente": que las potencias europeas organizaron la producción y el

comercio coloniales de modo que extraían su "excedente" (o

ganancias) para su propio beneficio, o el de sus clases de capital

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84

-un tipo de acumulación primitiva en juego que facilitó el cle­san·ollo del capitalismo industrial en Europa. Las economías coloniales

.fueron importantes fuentes de n1aterias primas, tanto

agrícolas cotno n1inerales, producidas por la "tnano de obra barata" ele los campesinos y de los trab'!iaclores semi-proletariza­dos. La industrialización estuvo inhibida (como lo estuvieron las for!llas más "avanzadas" de producción agraria en las áreas cam­pesinas densamente pobladas) porque las potencias coloniales querían evitar la competencia con sus propias industrias y conser­var a las colonias con1o tnercados "cautivos" para sus exportacio­nes de mercancías n1anufacturadas. En este caso, la deficiencia del desarrollo capitalista se registra en una acumulación limi­tada, de ahí la formación de clases de capital indígenas, dentro de los territorios coloniales.

Las mismas potencias coloniales -y en especial durante la última etapa del colonialismo en el periodo del capitalismo indus­trial- afirmaban que su 111Ísión consistía en nevar la civilización (burguesa) a los pueblos de Asia y África, aunque en una manera adecuada, controlada y gradual para evitar el desorden social y político. Ello incluyó el desarrollo económico concebido como la extensión de las relaciones 111ercantiJes: la participación en los n1ercados y una economía monetaria. La visión de que el colonia­lismo era "objetivamente necesario" para sembrar las semillas del capitalismo en las sociedades precapitalistas del Sur también pueden apoyarse en Marx de la siguiente forma. El capitalismo representa progreso, por más doloroso, porque es un tipo más productiVo de sistema econó111.ico que el existente previan1ente; explota el trabajo de forma más "eficiente" que los anteriores tipos ele soCiedad de clase como la base de un desarrollo continuo y sin precedentes históricos de las :fi.1erzas productivas. De acuerdo con eso, con la independencia del dominio colonial, la tneta adecuada de las estrategias para el creci1niento econón1ico, que requerían la intervención del estado, era ampliar y profundizar los procesos ele desarrollo capitalista que el colonialismo había iniciado. El fra­caso para lograr esa meta con claridad y determinación eficaces

COtONI�\US!V\0 Y CAPITALiSMO

explica entonces ]a falta relativa de progreso econó1nico (\Van·en, 198 1 ; Sencler y Smith, 1986).

Los ten1as enfatizados en la últilna parte ele este capítulo con­tinúan resonando 1nás generaln1ente en Jos debates acerca del desarrollo econótnico y social en el Sur en la actualidad. Por ejem­plo, ¿representan los granjeros en pequeña escala en el Sur a las relaciones sociales y precapitalistas o no-capitalistas y a las formas de producción que n1antienen en el rezago el desarrollo económico? ¿Representan un tipo anti-capitalista ele produc­ción agrícola y de forn1a de vida que no ofrece alternativa al do­minio ele la agricultura capitalista ("la vía ct:unpesina" apuntada en el capítulo l)? Si descartan10s las nociones de "persistencia" de importantes elementos precapitalistas en las econ01nías del Sur ¿esto silnplen1ente traslada el debate a las ideas de fonnas n1ás y menos "avanzadas" de capitalisn1o que puedan ser tan1bién con­tenciosas (la tercera pregunta al final del capítulo 3)? ¿y de qué manera las respuestas a todas estas y otras preguntas se ven afectadas por el desarrollo desigual del capitalismo a escala global (la ci.mrta pregunta al final del capítulo 3)? Los siguientes capítulos profundizan en los temas que plantean estas preguntas en torno a las dinámicas de clase del cmnbio agrario desde el fin del co]o­nialisino.

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Capitulo 5 Producción aQrícola

y aQricultura local y Qlobal

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Los capítulos 3 y 4 destacaron algunos "ten1as generales" -los cambios en los usos de la tierra y el trab�o y sus diná1nicas de clase� en la fonnación del mundo n1oderno, desde los orígenes y el desarrollo temprano del capitalismo hasta el fmal del periodo colonial. Al hacerlo, se seii.alaron diversas mnpliaciones en la escala, pm· ejemplo, en el tamaño ele los clilerentes tipos ele empresas ele producción agrícola en diferentes lugares y n1on1entos; el alcance geográfico del comercio de las mercancías agrícolas; y el creci­nliento del volun1en y el valor del comercio.

Este capítulo adopta una perspectiva un tanto diferente, · au�que coinplen1entaria. Considera n1ás sisten1átican1ente los temas de la escala creciente, con referencia especial a dos pro­cesos (relacionados). Uno es el de cómo la producción agrícola, alguna vez la más localizada de las actividades, se convierte en parte ele la "agricultura" o del "sector agrícola". El otro es el ele cómo las ampliaciones geográficas de los mercados agrícolas en el capitalisino, y suS fuentes ele den1anda y oferta, se basan en un incretnento en la escala social a través de la extensión y "pro­fundización" ele las relaciones mercantiles y sus divisiones sociales del trabajo.

Los ténninos "cultivo" y la "agricultura" se utilizan por lo co­

.mún ele manera intercmnbiable, lo que he tratado de evitm� acle­más ele describir lo que se produce en las granjas -cultivos y animales- co1no "agrícola". En can1bio, me he basado en la pa-

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labra "agrario" para describir las relaciones y prácticas sociales del cultivo lfarming), las sociedades basadas en el cultivo y los procesos ele cambio en el cultivo. Quiero ahora indicar el valor ele distin­guir el cultivo y la agricultura por una razón que se hace n1ás re­levante Inientras n1ás nos aproxilnan1os al Inundo actual del cambio agrario, en especial desde la década ele 1 870. La impor­tancia ele este periodo se señaló en el capítulo 4 y aquí se explora aún más hasta la década ele 1 970, ilnstranclo algunos aspectos clave ele las transformaciones del cultivo a l a agricultura:

La base industrial del cambio técnico. La formación ele los mercados globales y las divisiones del trab�o en la agricultura, y en especial los alimentos básicos. La constitución del "sector agrícola" como un objeto ele políticas.

Como en los capítulos 3 y 4, me propongo sólo proporcio­nar algunos esbozos históricos amplios y algunos ejemplos se­lectos que contextualizan ideas y temas particulares; el capítulo 6 actualizará Ja historia.

Del cultivo a la agricultura

He aquí dos enunciados ele la misma página del excelente libro ele Herman Schwartz sobre la formación ele una economía glo­bal (2000: 13). Primero, antes del eapitalismo industrial " difí­cilmente habría quien hubiera transportado grano por tierra más ele 20 millas", ele ahí que "prácticamente toda la vida eco­nómica, social y política se dieran en microeconomías centra­das en pueblos de n1ercados rodeados por una con1arca agríco­la ele aproximadamente 20 millas". Segundo, "a partir del siglo XV hasta. el final del siglo XIX, la agricultura estaba situada en el corazón ele la economía global (y naturalmente también ele la mayoría ele las economías 'locales') . . . La comida y las materias primas derivadas agrícolamente constituían más de la

PRODUCCIÓN AGHiCOL-'\ Y 1\GRiCUlHJRI\ lOCAl. V GLOBAl 89

n1itad del con1ercio internacional en una fecha tan avanzada con10 1 929". AJ.nbas observaciones parecen estar en tensión entre sí, pero son útiles pa.ra pensar acerca de las transfonlla­ciones del cultivo a la agricultura que sugieren aquí.

Se desprende ele la primera observación que el cultivo es lo que hacen los granjeros y que han hecho durante los milenios de agricultura establecida: cultivar la tierra, crim� ganado o al­guna co1nbinación de mnbos, típican1ente dentro de un siste­ma ele campos establecidos (y pastizales demarcados). Los granjeros sietnpre han tenido que lidiar con las condiciones na­turales ele su actividad, con todas sus incerticlun1bres y riesgos, incluyendo las variaciones del clin1a (Jluvia y ten1perat.ura), y la tendencia bioquímica a la degradación ele los suelos a n1enos que se adopten medidas para n1antener o restaurar la fertilidad de la tierra. El cultivo exitoso requiere ent0i1ces de altos niveles de conocilniento de las condiciones ecológicas en las que se realiza, y una disposición a diseñar y adoptar mejores métodos ele cul­tivo dentro de límites aceptables de incertidun1bre y riesgo. Incluso (¿o en especial?) los granjeros que usan las llamadas "tecnologías simples" -herran1ientas de 1nano con1o azado­nes, coas, machetes y hachas- den1uestran capacidades consi­derables de experin1entación (en pequeüa escala) y acunlltla­ción de conociiniento, con1o n1ostró el detallado estudio del antropólogo Paul Richarcls sobre los cultivadores ele arroz en Sierra Leona ( 1986).

Recordando algunos otros elementos del capítulo 2, las con­diciones sociales mínimas del cultivo incluyen el acceso a la tierra, hernunientas y se1nillas. A lo largo ele la historia, la principal unidad social a través de la cual se aseguraban los n1edios para el cultivo y se realizaba el cultivo, era el hogar rural. De nuevo (al igual que con los térnlinos ele "propiedad" e "ingreso", seíi.a­laclos antes) esta observación requiere una advertencia: los hogares de los cultivadores en diferentes sociedades en dife­rentes 1non1entos varían en gran n1eclida en su tan1aüo, cmnpo­sición y relaciones sociales dentro del hogar (sobre todo las

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90 t-IENRY UERNSTEIN

relaciones de género) y en sus relaci.ones con otros hogares en las comunidades rurales. Esto también se aplica a los misn1os hogares en diferentes momentos eri su ciclo de reproducción generacional.

Antes del capitalismo industrial, el cultivo estaba limitado tanto en su espacio social como espacial. Estaba inserto en divi­siones sociales relativamente simples del trab�o, y los grupos o clases que no se dedicaban al cultivo por lo general tenían escaso impacto en la manera en que los graqjeros cultivaban. Hay ma­tices para esta imagen simple, por supuesto. Uno se refiere a cómo las instituciones externas ofrecían importantes condicio­nes de producción que los hogares de cultivo individuales o las aldeas no podían proporcionar por sí mismos. El ejemplo mejor conocido es el papel histórico de las instituciones del estado en la construcción y sostenimiento de importantes obras de irriga­ción en el este de Asia (Bray, 1986), así como en el occidente de Asia (Mesopotamia), el norte de África (Egipto) y en Centroamé­rica precolonial (México). ·

Otro importante matiz alude a cuando lo terratenientés empresariales a la vanguardia del capitalismo comercial (véa­se capítulo 3) administraban activamente los procesos laborales en sus propiedades.

Un tercero lo proporcionan las fascinantes historias de la difusión de los alimentos básicos, otros cultivos y animales desde sus lugares de origen a otras regiones en donde eran adoptados, a veces con profundas consecuencias ecológicas y sociales (Grigg, 1974: capítulo 3; Crosby, 1986, sobre el "imperialismo ecológico" del colonialismo de asentamientos en· las Américas y en otros lugares). -; ·

Un cuarto ejemplo refiere a la man�ra en que el transporte por agua hace más fácil cargar y comerciar productos agrícolas a granel que por tierra. Los orígenes de las civilizaciones agrarias, sobre todo en las regiones más áridas, se ubicaban típicamente en grandes cuencas fluviales, fuentes de irrigación que también facilitaban el transporte en barca y bote de granos para alimentar

PRODUCCIÓN AGRÍCOLA Y AGRICULTUfM. LOCAl_ 'V GLOBAl. 9 1

a las cortes, los ejércitos y las poblaciones de no granjeros en

aldeas y ciudades (que se establecían por lo general junto a los

ríos). Por ejemplo, el transporte marítimo era clave para el co­

mercio agrícola del Mediterráneo, desde tiempos antiguos.

Sin embargo, durante la mayor parte de su historia hasta

tiempos relativamente recientes, el cultivo era una actividad y

forma de vida extremadamente localizada. " El localismo del

cultivo incluye:

El mantenimiento de la fertilidad del suelo por medio del uso de abonos "verdes" y de origen animal, obtenidos en o cerca de la granja, así co1no por medio de sisten1as de barbecho y rotación de cultivos -denominados "sistemas agro-ecológicos de circuito cerrado". La unión del trabajo entre hogares vecinos en moinentos críticos del calendario del cultivo, por ejemplo, para ase­gurar la plantación y cosecha oportunas, en especial cuan­do las condicione climáticas son inciertas. La provisión de parte de los artesanos locales de bienes y ser­vicios que los granjeros no podían producir por sí mismos, incluyendo algunas de las herramientas que ellos usaban.

La combinación de cultivo con la producción artesanal en

el hogm; como el hilado y el tejido para dar un ejemplo co­

mún, estaba muy difundida, pero con el tiempo fue destnuda

por el desarrollo del capitalismo y su in�pulso hacia la es�ecia­

lización en l a división social del trabaJO. Marx observo esto

para Inglaterra, y Bagchi lo sugirió para la India (véas� capítu­

lo 4, previamente), en donde el impacto del colomahsmo fue

aumentar la "n1ralización" y la "campesinización", es decir una

existencia económicamente más estrecha en el campo.

16Aunque local no debe confundirse con "estático". Las largas hi�torias del cultivo incluían el movimiento para desbrozar y establecer nuevas are�s para el cultivo -efectivamente, para crear nuevas localidades a lo largo del oempo.

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92 liENRY DERNSTEJN

En las sociedades agrarias antes de la llegada del capitalis­mo -tanto en sus tierras de origen en Europa como en las condiciones coloniales- el cultivo es lo que hacía la mayor parte de la gente. Lo que llamamos "agricultura" era entonces simplemente un agregado, la suma total de los granjeros y sus actividades. Los granjeros se relacionaban hasta cierto grado con los no granjeros por medio de las exacciones de rentas e impuesto, y a través de un intercambio típicamente localizado, pero no eran afectados por divisiones más amplias del trabajo, los procesos de cambio tecnológico y las dinámicas de mercado que llegaron a caracterizar "el sector agrícola" en el capitalis­rp.o industrial.

La noción del "sector agrícola" fue inventada y aplicada en el surgimiento y desarrollo de las economías "modernas", es decir, capitalistas. Marx observó que las divisiones sociales del trabajo entre la agricultura y la industria y entre el campo y la aldea, surgieron como rasgos característicos del desarrollo del capitalismo. Sólo tenía sentido distinguir un sector agrícola cuando comenzaba a cobrar prominencia un sector industrial en el Norte, y subsecuentemente cuando la industrialización se convirtió en el principal objetivo económico del "desarrollo nacional" en los países del Sur tras de su independencia del dominio colonial (más adelante).

Con los términos " agócultura" o "el sector agrícola" en las economías (capitalistas) modernas, me refiero a cultivar junto con todos esos intereses económicos, y sus instituciones y activi­dades especializadas, "río arriba" y "río ab>Uo" del cultivo que afecta las actividades y la reproducción de los granjeros. "Río arriba" se refiere a cómo ]as condiciones de producción se ase­guran antes de que el cultivo mismo pueda comenzar. Ello in­cluye la provisión de los instrumentos de trabajo o "insumas" (herramientas, fertilizantes, semillas)� así cmno los mercados para la tierra, el trab<Bo y el crédito -y, críticamente, por su­puesto, la movilización del trabajo. "Río abajo" se refiere a lo que sucede con los cultivos y los anilllales ruando salen de la granja

PRODUCCIÓN AGRÍCOI.A Y J\GRICULTURA LOCAL Y GlOllAL 93

-su comercialización (marketing), procesan1iento y distribu­ción y de qué manera esas actividades afectan los ingresos de los granjeros, necesarios para reproducirse a sí mismos. Ejein­plos de poderosos agentes río arriba y río ab<Bo del cultivo en la agricultura capitalista de la actualidad son el capital de agro­insumo y el capital de los agro-alimentos, respectivamente, en los términos utilizados por Weis (2007).

En el capitalis1no, la agricultura se define cada vez más como un "sector" distinto en términos de su lugar en las divi­siones sociales del trab>Uo y como un objeto de políticas pú­blicas. Ambos se relacionan entre sí y con otras dinán1icas centrales acentuadas previamente: la mercantilización de la subsistencia a través de la cual los granjeros que alguna vez fueron en buena medida autosuficientes llegan a depender de los mercados (intercambio de mercancías) para su repro­ducción. En efecto, lleg'!n a depender de un ingreso moneta­rio: para pagar impuestos y/o renta en efectivo (en vez de hacerlo en especie o en servicio laboral); para comprar bienes de consumo que ya no consiguen a partir ele su propio traba­jo 0 desde la economía local; y para comprar los medios ele producción -fertilizantes, semillas, herramientas y otro equipo de producción agrícola." . El periodo a partir de la década ele 1 870 a l a actualidad es de cambio revolucionario en las condiciones técnicas de la pro­ducción agrícola, en contraste con el cambi9 evolut.ivo que .c,

a­racteriza su historia mucho antes (ya señalado): la mnovacwn cautelosa y gradual en la crianza de plantas y animales mejora­dos, así como un método mejorado ele cultivo y manejo de la tierra. Incluso en las transiciones más tempranas a la produc:­ción agrícola capitalista a partir del siglo XVI en Inglaterra no

t'Nótese, empero, que algunos teóricos m�gumentan que la formación de la agricultUra capitalista no significa que el cultwo 9ue ésta mcorpora sea nece­sariam�nte capitalista. Regresaré a esto en los capttulos 7 y 8.

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HENRY BERNSTEIN

generó una revolución técnica comparable con lo acontecido después." La línea divisoria en la historia que constituye la década de 1 870 marca el impacto de "la segunda revolución industrial"

�endonada en el capítulo 4. Aunque la base material del primer t1po de revolución industrial fue el hierro, el carbón y la fuerza del vapor, el de la segunda fue el acero, los químicos y el petró­leo . . Con el tiempo -y acelerándose a· partir de la década de 1 940- l a segunda revolución industrial y sus innovaciones transformaron tres aspectos de la productividad en la produc­ción agrícola (presentados en el capítulo 2):

La invención de fertilizantes químicos y otros químicos agrícolas, así como su impacto en la productividad de la tierra (rendimiento). El desarrollo de la crianza científica de plantas y anima­les (facilitado por nuevo conocimiento de la genética y sus aplicaciones), que impactó de igual manera en los rendi­mientos. La invención de la máquina de combustión interna y su uso en los tractores y otras máquinas agrícolas, lo que transfor­mó la productividad del trabajo.

las "metrópolis de la naturaleza"

Y el primer régimen alimentario internacional

( 1 870-1 914)

Volviendo a la segunda observación de Schwartz (arriba), du­rante la mayor parte de los cinco siglos de la economía global a los que hace referencia, el transporte de las mercancías agrí­colas a granel continuó dependiei¡do primordialmente del

•18�gunos historiadores argumentan que las ganancias significativas en

rend�mtentos de la "alta producción agrícola" capitalista en Inglaterra a partir del SI�lo XVI al XVIII se basaba en los métodos de trabajo intensivo, sin un in­cremento notable en la productividad del trabajo.

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i'RODUCCIÓN A.GIÚCOlA Y AGRICUU'U�A I.OCAL Y C.UJIIlAt 05

agua: ríos, lagos, mares y océanos. La prin1era mercancía agrícola transportada por lo regular a granel atravesando distancias oceánicas, como vimos, fue el azúcar de las plantaciones de esclavos de Brasil y el Caribe.

La revolución en el transporte por tierra que mnplió en gran medida la escala del cmnerc.io internacional en las nler­cancías agrícolas fue la invención y Ia difusión del ferrocarril: el equivalente del transporte oceánico en su capacidad para atravesar grandes distancias. El ferrocarril Ílnplicó que las grandes planicies de Argentina, Australia, Canadá, y sobre todo de Estados Unidos, pudieran convertirse en las más importan­tes exportadoras de grano y carne del planeta. Tal fue la base del primer RAI (régimen alimenticio internacional) de 1 870 a 1914: el "primer mercado [internacional] regido por los pre­cios en un medio de vida esencial" (Friedmann, 2004: 1 25). Se

·trataba de un régimen "colonial de asentamientos" (settleT-colo­nial), en térn1inos de Friedmann, que "abrió" vastas fronteras de tierras casi completamente vírgenes, escasamente pobladas y poco cultivadas, al cultivo extenso de trigo así como a la cría ele ganado para exportación a una Europa que se urbanizaba con rapidez y dependía cada vez más de las importaciones de ali­mentos básicos.

El lugar clave, entonces, en términos de la historia de la agricultura capitalista subsecuente, no fue el noroeste de Europa, en donde ocurrieron las primeras transiciones al cultivo capi­talista. En cambio, estuvo ejemplificado por las enormes praderas del medio oeste americ.ano, que generaron el crecimiento de Chicago: la MetrójJolis de la Natm-aleza, como la describió Wi­lliam Cronon (1991) . En la segunda mitad del siglo XIX, Chica­go

. y sus

. campos agríColas, cada ve.'? de mayor tamaño gracia� al

desaiTollo de los ferrocarriles, fue pionero en las estrechas In­ten·elaciones de

• El extenso monocultivo de grano (para alimentar tanto a humanos como a ganado).

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HFNRY BER:NSTEIN

El sacrificio de ganado y el procesamiento de la carne por medios industriales y a una escala en verdad industrial. La manufactura industrial de equipo de cultivo (señalada­mente el azadón de acero y luego los tractores). La infraestructura para el manejo y la transportación de grano y carne (que requería refrigeración) en cantidades sin precedentes a grandes distancias. Los mercados futuros y otraS innovaci01'1es institucionales para financiar la producción y el comercio de mercancías agrícolas.

En verdad, Chicago fue pionero en muchos aspectos de los modernos negocios agrícolas (agribu$iness) y en cómo éstos incorporan y configuran la producción agrícola. También constituye un ejemplo del "complejo de grano-ganado de clima templado" que sería central para el comercio agrícola internacional y las divisiones del trabajo a partir de la década de 1 870.

·

Los granjeros europeos que no podían competir con el grano ünportado de menor precio, respondieron intensifican­do la producción de productos de mayor valm� como los lác­teos, las huertas de frutas y verduras (así como también aban­donando la producción agrícola y dejando el campo). Fuera de estas dos zonas principales de producción agrícola templada, y complementándolas, estaba la producción y la exportación agrícola tropical de Asia y África, cuya incorporación colonial se completó en el mismo periodo, como ya vimos. La nueva "plantación industrial" de este periodo (véase capítulo 4) ofre­ce una contraparte tropical y colonial al cambio del cultivo a la agricultura que ejemplifica el medio oeste americano. Lo que distinguía a la "plantación industrial" de las formas previas de plantación eran las relaciones entre su organización y sus métodos de producción, sus estmcturas de propiedad y sus estrechos víncu­los con el capital financiero, los envíos, el procesamiento y manufactura industriales -aspectos de un "cambio mundial

PRODUCCIÓN AGRiCOLA Y AGRICUI.TURA I.OCAL Y GLOBAL 97

hacia los negocios agrícolas" a fines el siglo XIX que comenta Ann Stoler ( 1985: 1 7) en su estudio de las plantaciones en Su­matra. Al igual que las praderas de la "zona templada de gra­nos y ganado complejas", muchas zonas de producción de las "plantaciones industriales" fueron también nuevas fronteras agrícolas, en este caso establecidas a través de la tala de an1-plias extensiones de bosques tropicales.

En pocas palabras, una división global del trabajo en la producción y el comercio agrícola surgió a partir ele la década de 1 870, que incluyó:

Nuevas zonas de producción de gnno y carne en las "neo­Europas" (Crosby, 1986) establecidas por el colonialismos de asentamientos en las Américas tetnpladas, así cotno en partes del sm· de África, Australia y N u e va Zelanda. Patrones más diversificados de cultivo en partes de la pro­pia Europa, al mismo tiempo que se aceleraba la en1igra­ción rural. Especialización en cultivos tropicales de exportación en Asia y África coloniales y en las zonas tropicales de las an­tiguas colonias de Centro y Sudamérica, ya fueran cultiva­dos en granjas cmnpesinas o capitalistas o en plantaciones industriales.

Un �lemento central de esta división global del trabajo y su . diná�ica económica fue la transformación del cultivo a la agri­

. cultura, que vinculó los cambios revolucionarios en las condiciones

. técnicas y en la m�anización de la producción (especiahnen�e en

las "neo-Europas" y en la propia Europa, y en las plantacwnes

industriales de los trópicos) con la escala enormemente mn­

pliada del comercio internacional en los alimentos básicos del

"complejo de grano y ganado de clima templado", en "alimen­

tos tropicales" -alimentos y bebidas como azúca1� cocoa, plá­

tano, té, café- y en cultivos industriales (sobre todo tropicales)

como caucho, aceite de palma, algodón, henequén y yute.

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Respecto a la agricultura como un objeto de políticas, en el lado de la oferta del primer RAI:

La agricultura de asentamientos abarató la producción de mercancías agrícolas, a través de la apropiación política y la colonización de nuevas tierras ... la producción especializada de mercancías . . . [fue] promovida activamente por los estados de las colonias de asentmnientos por medio de una política de re­parto de tierras y de inmigración, y por el establecin1iento de infraestructura social, sobre todo ferrocarriles y facilidades en el crédito (Friedmann y McMichael, 1 989: 101 ).

Por el lado de la demanda, el camino hacia un orden de comercio (relativamente) libre lo preparó el rechazo, en 1 846, de las leyes del 111aíz en Gran Bretaña, que habían protegido a los granjeros y terratenientes británicos, y sus rentas comerciales, frente al grano importado (más barato ).19 Mientras que el rechazo ocurrió antes del parteaguas histórico de la década de 1 870 que he enfatizado, se relaciona con éste de varias maneras. En· la década de 1 840, Gran Bretaña contaba con la primera clase de capital industrial que confiaba en su fuerza y habilidad compe­titiva a nivel internacional para asumir el "interés agrícola" nacional en los intereses del "libre comercio", incluyendo ali­mentos más baratos (importados) para conservar bajos los salarios y, por ende, los costos de la fuerza de trabajo. El rechazo de las leyes del maíz, y la subsecuente aplicación de medidas similares de parte dE: Gran Bretaíla en otros países europeos, pavimentó el camino para el orden del comercio (relativamente) libre del "régimen alünentario internacional" que surgió varias décadas después cuando el cultivo de granos en Gran Bretaña experimentó serias presiones cOmpetitivas, cuando las irnpor-

19Nótese que aquí el "maíz" era trigo, no "maíz" (corn) en el sentido ame­rjcano del maíz (maize).

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PRODUCCIÓN AGRÍCOLA. Y AGRICUI.l U�V\ lOCAL Y GI.OBAl 99

taciones ele trigo comenzaron a llegar en cantidades rápida­mente en aumento.20

En el capítulo 4 se esbozaron algunas de _las

. políticas carac­

terísticas de los estados coloniales en Asia y Afnca durante este periodo para imponer la 1nercantilización �e. la subsiste1��ia en los grarüeros cmnpesinos así cmno para fac1lltar la creac1on

. �e

plantaciones industriales, el cultivo de asentamientos y la. expl?tacwn

forestal comercial en algunas regiones. La mercantihzacwn de la subsist!;'ncia podía asumir y combinar clife,·entes formas de ac­tividad al ampliar (y profundizar) las divisiones sociales del trabajo: las presiones en los granjeros can1pe�i

�nos para et�ltiv�r

variedades especializadas para la exportacwn; produCir ah­mentas para una creciente fuerza de trabajo asalariad� en los sectores de la 1ninería, la construcción y urbanos, y sin duela alguna en las plantaciones industriales; y para pa

.1�ticipar e�1

Ja fuena de trab<ljo asalariada de temporada. Tambien a partir del siglo xrx, los gobiernos coloniales establecieron Departa­mentos de Agricultura en sus territorios asiáticos y africanos, con una investigación agrícola en el periodo colonial que se concen­traba en los principales cultivos de exportaciói� corno el :aucho Y el azúcar dejando de lado en gran parte los alimentos bas!Cos de los trópicos. : . , ,

Finalmente, corno se señaló en el capítulo 4, tamb1en babia fronteras agrícolas creadas por los granje�·os aborígenes,

. que

migraron y desbrozaron la tierra para cultivar nuevas vaneda­des de exportación. Aunque lo hicieron por IlllCiaUva pro��a,

· durante este periodo y en épocas subsecuentes la pr�duccwn . especializada para la exportación los i�te?'·ó cada vez mas con las ·compañías capitalistas que comerCializaban, emb��caban Y procesaban sus cultivos. Un aspecto de la mtegraciOn fue el

2oNótese la continuada importancia del terna en la políti�a en tom? a la agricultura y las políticas de de

.sarroll� en la actu�

,li�ad: el precio de ��� <��m1ei�­

tos en relación con los bienes mdustnales, o los termmos del cm�e�CIO en�I e . los sectores agrícola e industrial dentro d e los países)' en e l comen:w mternaclo­nal; véase más adelante.

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desarrollo de estándares de calidad y de la regulación en el comercio inten1acional de esos productos tropicales, con1o el café, la cocoa y el caucho (Daviron, 2002).

Del libre comercio al proteccionismo ( 1 914-1940)

La economía mundial capitalista se vio afectada profundamente por las dos guerras mundiales de 1914-1 9 1 8 y 1 939-1 945, y por la gran depresión de los años treinta con sus consecuencias para el comercio internacional. Sujetos a la usual disparidad del de­sarrollo capitalista en diferentes partes del mundo, y a pesar del encogiiniento de la econmnía mundial, los procesos descritos con anterioridad continuaron con una excepción crucial. El pri­mer RAI colapsó en 1 9 1 4 y las políti.cas de la época de guerra, junto con la depresión, generaron un an1plio proteccionisn1o de la agricultura en los países capitalistas industriales.21 Un ejetn­plo, que resultaría clave para lo que sucedió después, fue la in­troducción ele políticas integrales de apoyo a la producción agrícola en Estados Unidos en los años treinta como parte del New Deal de los gobiernos de Roosevelt.22 Éste garantizaba pre­cios tnínin1os o " ele piso" a los granjeros, con reservas excedentes -granos que pudieran ser vendidos en los precios que prevale­cían en el mercado- controladas por el gobierno.

Al mismo tietnpo, Gran Bretaña, Francia y otras potencias coloniales europeas intentaron exprimir aún más a las poblaciones de granjeros que eran sus súbditos en Asia y África. Los con­sejos de mercadeo para las mercancías agrícolas clave que surgieron en apoyo de los granjeros (y, con mayor amplitud, de las industrias agrícolas en un sentido 1nás an1plio) en Eu­ropa, se adaptaron en el África colt;>nial para obtener todavía

21El colapso del RAI y el surgimiento del proteccionismo a veces se sitúan en 1 929, el comienzo de la gran depresión.

22El "nuevo contrato" (New Deal) era un p1 ngrama de inversión pública que, entre otras cosas, se proponía combatir el desempleo masivo para revita­lizar el crecimiento económico.

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PRODUCCH)N AGRÍCCJi_A Y 1\GRICUL)-UfV\ tO<>�l 't' G1.-0WU

n1ayores ingresos de sus graqjeros. En la India, la gran depre­sión intensificó e l patrón existente de desplazamiento del cultivo de los alin1entos básicos para e1 consun1o interno por la producción para la exportación de algodón, yute, azúcar y granos finos, contribuyendo con ello a la gran hambruna de Bengala de 1 943- 1 944 (véase capítulo 4).

El segundo régimen alimentario internacional

( 1 940-1970)

Rasgos clave del periodo posterior a la segunda guerra nlun­

dial fueron a) el sm·gimiento de Estados Unidos y la Unión de

Repúblicas Soviéticas Socialistas con1o "súper-potencias" riva­

les; b) su competencia por aliados entre los países de Asia y

África a n1edida que estos lograban su independencia del do­

nl inio colonial (la que an1bas "súper-potencias" apoyaban,

aunque por diferentes razones); y e) la recuperación y extntor­

dinaria expansión de la econon1ía capüalista n1undial a partir

de la década de 1 950 hasta principios de la década de 1 970.

Estos rasgos ayudaron a configurar el desarrollo de la agricul­

tl_J.ra, y sus efectos para la producción agrícola en las tres prin­

cipales regiones de la división global del trabajo esbozada

previan1ente. En Estados Unidos y en el norte industrializado de manera 1nás

general, a partir ele fines ele los aíi.os cuarenta hubo una 1narcada

aceleráción de la tasa de transfonnación técnica ele la produc­

ción agrícola por 1nedio de la "quimización" (fertilizan.tes,

pesticidas, herbicidas), ]a mecanización y el desarrollo de sen11llc:s

y ·anin1ales de alto rendin1iento (criados para altos rencl l­

nl ientos sin precedentes en leche y carne). Las aceleradas

transfonnaciones técnicas ele la producción agrícola en el Norte,

en una Porción signif-icativa, expresaban el tan1aii.o en aumen­

to y concentración de las corporaciones de insumos agrícolas

de la producción agrícola río arriba. Su papel en la configura-

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102

ción de los métodos ele cultivo contribuyó también a fortalecer las tendencias hacia la concentración en la producción arrrícoia

, b � .

con_ u� nun1ero menor de granjas, de 1nayor tmnaño, y tnás capnahzadas, _i�crenlentando con ello la escala y el crecimiento de

_ la producuviclad del trabajo. A partir de 1 950 hasta 1 972,

qmenes trab'\jaban en la producción agrícola disminuyeron de ser el 15 al 5 por ciento de la fuerza laboral total en Estados Unidos (Fdeclmann, 1 990: 24). Otros efectos incluidos en el rápi­do creci":'Iento ele la diferencia en la productividad del trabajo (y de la tierra) entre los granjeros capitalistas a gran escala en el Norte y en el Sur y los pequeños granjeros concentrados en el Sur, se anotaron en el capítulo 2.

�sto pronto generó el conocido problema en el capitalismo., anal�zado por M�rx, de la sobreproducción: cuando la compe­tencia Y el crecimiento en la productividad capitalistas generan cantidades de mercancías que no pueden venderse por falta de "den�anda efec.tiva" -un término de economistas para cuestio­I�ar SI hay suficiente poder de compra para adquirir las mercan­Cias. en oferta. A su vez, esto refleja un rasgo fundamental del ca�Jtahsm

.�: que Ia "�lemanda efectiva" expresa quién obtiene

que -los mgi·esos dispensables" que los consumidores son ca­�aces de gastar (incluyendo el crédito)-y no quién necesita qué. Es este un tema especialmente señalado en Jos debates en totno a ]a economía alimentaria global en la actualidad, en donde no hay una escasez absoluta en la producción ele alimentos, sino que mucha gente, al carecer de ing1·esos suficientes para comprar alimentos adecuados, padece hambre.

En Estados Unidos, las políticas gubernamentales del con­tin�ado "apoyo al cultivo" -de hecho, apoyo a la industria agncola- contnbuyeron a este problema, pero también en­cont�·�ron una "solución", al menos por un tien1po, en Ia for­macwn de un segundo RAI (Régimen Alimenticio Internacio­nal). Este se enfocó en la disposición de los excedentes de comida e

_n_ Estados Unidos co1no ayuda alimentaria, primero

para auxdmr en la reconstrucción de la posguerra en Europa

PRODUCCIÓN AGRÍCOLA Y AG�dClJLTURA l.OC/\L. 't GlO[�/\l 103

occidental, y luego hacia el Tercer Mundo, en donde la ayuda

alin1entaria fue una parte estratégica ele la política exterior

durante la guena fría. Friedmann (2004) llama a esto "el régi­

men ali1nentario n1ercantil-inclustrial": n1ercantil porque sub­

sidió la producción. y ad1ninistró el con1ercio para beneficio de

los intereses agi·ícolas de Estados Unidos (y también los intere­

ses europeo), incluyendo a las gigantescas cmnpañías con1er­

cializadoras del grano, al tien1po que servía a los intereses de la

política exterior en el Tercer �1undo; e industrial por la cre­

ciente itnportancia dentro ele él a las corporaciones ele insun1os

agrícolas (seiialaclas antes). A diferencia del prin1er régin1en alimenticio internacional

don1inado en gran medida por los precios, con sus presiones

cmnpetitivas en la producción agrícola europ�a d�' grano, e_l se.�

gundo régimen cmnbinó las políticas comercra�es n1ere<:�ntiles. con "la organización corporativa ele un contpleJO agro-alm1ent1-

cio transnacional centrado en la econonlÍa atlántica" (Friecl­

mann, 1993: 1 8). En este compk:jo, los países europeos replicaron

el carácter "nacional" de la política agTícola de Estados Unidos al

apoyar la producción agrícola y las exportaciones bc0o la política

agTícola con1ún, CAP (Con1n1on Agricultura} Policy), ele lo que en

la actualidad es la Unión Europea (UE)."' El aurnento en lOs ingresos reales en el Norte durante el

déspe�e econótnico de la posguerra se reflejó en un autnento

en el consu1no y sin duela en una nueva cultura de 1nasas del

consumisn10. En particular, el con�utno cotidiano de carne Y

alin1entos procesados y en1pacados S� incren1entó en gra.n nlc­dida, lo que indicó el aumento en la ·pron1inencia de las Indus­

trias agro-alin1entarias río abajo de la producción agrícola en

el "complejo agro-alitnentario transnacional".

La ley de En gel,· foi.�n1tllada por el .estadístico ale�1án Ernst

Engel (!82!-1896) un siglo antes, estipula que, a medida que se

incrementa el ingreso, la proporción que se gasta en ahmento

2�La CAP fue iniciada en 1962, y en la aCtüalidad incluye cerc<l de la mitad

cÍcl ga.st'o j)resupuestal de la U E.

Page 52: Dinámica de clase y tranformación agraria

'

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104

disn1inuye. En términos técnicos de la econ01nía. la "elasticidad del ingreso de la demanda de alimentos" es menor de 1 : de cada nnidad adicional de ingreso dispensable, sólo parte -y una parte c�d� vez n1enor- se gasta en alin1entos. Sin en1bargo. esto no Significa que se gaste menos dinero en alirnentos. Para tomar un ejemplo simple, digamos un hogar con un ingreso anual de 10 mil dólares, gasta el 1 O por ciento de eso en alimentos ( 1 ,000 dó­lares. Con el tiempo, su ingreso se duplica a 20 mil y la proporción que gasta en alimentos b'!ia a 7 por ciento (1 ,400) dólares un in­cremento del 40 por ciento en la cantidad que ese hogar gasta en alimentos -" En pocas palabras, las industrias de los agro-alimentos se expandieron, y competían por ofi·ecer -y estimula'� la canti­d�d total gastada en alimentos: los 400 dólares adicionales por ano en m1 ejemplo de un solo hoga1; sobre todo, se multiplicaron varios millones de veces. Fue a partir de la década de 1 950, sobre todo, y en una escala económica y geográfica mucho mayor en la actualidad (véase capítulo 6), que despegaron los nombres de mayor tmnaño en las industrias de los agrp-alimentos, en no me­nor medida en aquellas que proveíany sacrificaban ganado y procesaban y empacaban la carne (res, puerco, pollo), y en aque­llas en las cadenas de comida rápida actualmente globalizadas.

Para el Sur, las importaciones de trigo provenientes de Estados Unidos (y después de la UE), inicialmente b'!io los términos ele . concesiones de ayuda alimentaria, pudieron aportar alin1entos de manera menos costosa que la producción a2"rícola interna e> para estimular la industrialización en países que en buena Inedi-da habían sido autosuficientes en la producción de alimentos (haciendo eco del rechazo ele las leyes ele maíz en Gran Bretaña aproximadamente un siglo antes). Esto lo enfatiza la narración de Friedmann de "los orígenes de la dependencia alimentaria

�·1E?,contraste, los hogares pobres en el Sur tienen que gastar una enorme

proporc10n �e sus mucho menores ingresos en alimentos, e incluso así no pue­den pagar d1etas adecuadas; hay un atisbo de esto en la viñeta del mediero de Bangladesh en el capítulo l .

·'

PRODUCCIÓN AG!ÚCOt,\ Y AGRICUlTURA I_OCI\l \' (itOBA!. 105

del Tercer Mundo" (1 990), con �jemp1os de partes de América

Latina, el norte de África y el oeste de Asia.

La modernización agrícola

en el periodo del desarrollismo

( 1 950-1970)

Los países recientemente independientes de Asia y África

emergieron del colonialis1no todavía co1no soCledacle� agn�­

rias, pero ahora con1pron1etidas con el "desarr�llo naci?nal •

como lo estuvieron la 1nayor parte de Jos países Jattnomnencanos

que por lo general, estaban tnás industrializados.�:; La tnoder­

nización ele la agricultura por lo general fue un elemento

central de las ideas acerca del "desarrollo nacional", aunque con

frecuencia subordinada al deseo de industrialización. El dar

prioridad a la industrialización podda significar substit�tir la pr�­

ducción interna de granos con itnportaciones de tngo a baJO

costo (como se señaló antes), o "posponer" la n1?derniza�ión

aQ"rícola hasta que el desarrollo ele la industria nacwnal pud1era

p�oveerla de insumas modernos -tal fue ]a. visión clonlinant

.e

de la planeación para el desarrollo en la Indm durante los pn-

1neros 20 aüos de independencia antes de que se lanzara la

"revolución verde". Durante el periodo climático del "desarrollismo" -la bú�­

queda del desarrollo encabezada por el estado-, desde la cl�­

cada de 1 950 a la de 1 970, una amplia gama de med1das poll­

ticas se adoptó y aplicó en los gobiernos del Sur, para

"tnodernizar" su agricultura. La política agrícola tmn�1e�1 -l-ue

utilizada para tratar de resolver algunas de.las cont�adtcoones

y tensiones sociales her�cladas de sus �listonas colonwles, tanto

en América Latina con1o en Asia y Africa. De tal n1odo, por

25En algunos casos, com� Brasil y Chile, liabían ex¡�eriment_ado un creci­

miento industrial significativo cuando decayó el comerciO m.undml durante la

. década de los treinta, a través de la "sustitución de imp01:tac10nes": la produc­

. ción de bienes manufacturados que previamente habían 1m portado.

Page 53: Dinámica de clase y tranformación agraria

'

roe.

ejetnplo, las reforn_1as en la tenencia de la tierra, de diferentes tipos, fueron muy difundidas en este periodo (véase capítulo 7), así como lo fue, tmnbién, el reasentan1iento de las poblaciones rurales (una conocida práctica colonial) patrocinado o impuesto por el gobierno en partes de África y el sureste ele Asia. Los "programas ele desarrollo mral integrados" (PDRT) ele los años se­tenta, un "paquete" integral que incluía la entrega de servicios de educación y salud así como de servicios económicos en el campo, fueron promovidos de 111anera especialmente vigorosa por el Banco Mundial y USAicl (U.S. Agency for International Development), lo que algunos interpretaron cmno su respuesta al éxito de la guerra de liberación nacional, ele base campesina y encabezada por los comunistas, en \[ietnam.

En este periodo, las políticas de desarrollo agrícola y, más amplian1ente rural, mostraban una amplia variedad institucio­nal y eran frecuentes los "cambios ele paradigma" o, más sim­ple, cambios en las modas, como sucede en la actualiclad.26 A pesar ele su variedad, las políticas y programas ele moderniza­ción cotnpartían una lógica central: promover una agricultu'ra más pmductiva, con base en la profundización de las relaciones mer­cantiles, ya fuera por medio del desarrollo de "pequeños pro­pietarios" o ele la producción agrícola ele mayor escala, pública y privada. Esto era buscado con frecuencia por los gobiernos en el Sur en "sociedad" con el Banco Mundial (llM), donantes de ayuda bilateral, de manera notable Estados U nidos, Gran Bretaña y Francia, y capital privado de los negocios agrícolas (agribusiness nacionales e internacionales), los cuales aportaban diseños para la tnodernización.

Más productivas se refiere a las condiciones técnicas ele la producción agricola, por medio de variedades mejoradas y mé-

26Este es un síndrome común. Los modelos convencionales ele desarrollo apuntan a escenarios de "gana�gana" -lograr a la vez crecimiento económico y acabar con la pobreza- pero sus prescripciones se confunden por las inequi� da des y las contradicciones del capitalismo� de ahí la necesidad de inventar ideas y aproximaciones en apariencia "nuevas" o de reinventar y re-etiquetar las vie­Jas, las que luego enfi·entan los mismos problemas en la práctica,

PRODUCCIÓN AGI�ÍCOLA Y AGRICUl:fUrV\ i.OCAI. 'i G!_\.lBAt 107

todos de cultivo, y un 1nayor uso ele fertilizantes, junto con cré­ditos "blandos" y asesoría técnica a los granjeros (servicios ele extensión). Esto se hacía por lo regular con base en un cultivo, ya fuera para los cultivos de exportación o los dedicados a la alin1entación, siendo la tnás fatnosa la Revolución Verde a partir de los año sesenta y sus semillas de (vAR), variedad ele alto rendi­miento para los "tres graneles" granos de maíz, trigo y arroz.27 El "paquete" con1binaba se1nil1as VAR con fertilizantes, que requerían riego considerable pm·a producir grandes cosechas, como se ilustra en la viñeta del norte de la India en el capítulo l .

Profundizar las relaciones mercantiles in1plica una n1ayor inte­gración de los granjeros en los mercados, los que se especializan en producir mercancías particulares para la venta, así con1o la compra y uso de mayores cantidades de medios de producción (insumos "modernos") y medios ele consumo, que pueden in­cluir a los aliinentos. Los n1edios para este fin por lo cotnún incluían:

. .

Esquemas ele crédito para los gastos ele producción ele la temporada e inversiones de capital fijo, a través de bancos agrícolas del estado u otras dependencias públicas. Subsidios en fertHizantes y, en áreas irrigadas en la India, en electricidad para dar energía a los pozos )' bombas de agua. Facilitar la con1ercialización al 1nejorar la infraestructura ele transporte )' por medio ele organizaciones especializadas cmno las cooperativas y las agencias agrícolas paraestatales (algunas ele ellas Í1erecladas y adaptadas del periodo colo­nial, con1o los consejos de 1nercacleo de cultivos Inenciona­dos antes). Precios "achninistrados" establecidos po1� los gobiernos para ios cultivos clave, en especial los precios n1íniinos o "de piso'�.

�¡De hcd10, la Revolución Verde comenzó con el desarrollo el: las VAR en

Estados Unidos en Jos aflos treinta, una historia contada en un 1m portante

estudio de jack Kloppenburg (2004).

Page 54: Dinámica de clase y tranformación agraria

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108

Vivía yo en Thnzania en los años setenta, cuando las agen­cias paraestatales de cultivo se an1pliaron en gran n1eclida para incluir investigación y desarrollo, la provisión de crédito e instunos, transporte, ·ahnacenmniento y procesatniento, así como comercialización. Esto 1ne ünpresionó con1o un intento por emular, en condiciones muy diferentes, las fonnas en que las corporaciones río arriba y río abajo en la producción agrícola en el Norte integraban (y controlaban) el "sector agrícola" (Berns­tein, 1981), mienu·as queJonathan Barker (1989) describió a esos progrmnas de Inodernización agrícola en el África subsahariana como un intento por generar "campesinados de estado".

Resulta difícil generalizar en cuanto a l0s efectos de los esfuerzos de la modernización agrícola durante la época del "desarro11ismo", debido a la diversidad de medidas de políti­cas, de sus "paquetes" técnicos e institucionales y de las capa­cidades de los gobiernos para suministrarlos; y sobre la diver­sidad aún mayor de condiciones y tipos ecológicos de cultivo a los que se aplican.

De hecho, evaluar el impacto de las políticas -una profe­sión considerable en sí misma- siempre ha sido un desafío, porque el "desempeño" agrícola se ve afectado además por muchos otros factores, desde el clima hasta los efectos de las políticas macroeconómicas (por ejemplo, y de manera notable, respecto a las tasas de intercambio de' divisas y tasas de interés), hasta las variaciones de los 1nercados y precios, tanto local cmno internacionalmente. I-Iubo algunas l�

·istorias de éxito en dife­

rentes escalas, de las cuales la más grande fue la Revolución Verde en la India, que permitió qtie se volviera auto-suficiente en la producción de grano en un tie1npo corto. Ello no signifi­ca que el "éxito" de la Revolución Verde haya sido absoluto; hay lítnites al creci1niento ele los renclin1ientos de trigo y arroz que se derivan de sus "paquetes" bioquhnjcos, y los ten1as de los costos ambientales, y por ende de la sustentabilielacl, en algunas áreas. No todos los granjeros se beneficiaron ele igual forma de la puesta en práctica de la Revolución Verde (véase capítulo 8), ni

PRODUCCIÓN AGRÍCOtA Y AGRIClJl.:fUR/\ i.OC'\t 'i Gl Ol.lAI 109

los consumidores de alimentos de sus efectos; por ejemplo, parte de la tierra dedicada al cultivo de los granos de n1ayor calidad, y de n1ayor costo, fue desviada de granos "burdos" cmno el milo, y de legmninosas, una fi1ente crucial de proteína en las dietas de los pobres.

Conclusiones

Responder a la pregunta de qué granjeros se benefician ele

diferentes políticas agrícolas y de los procesos ele cambio

agrario en el capitalismo de n1anera rnás an1plia, in1plica anahzm·

su diferenciación, un te1na iinportante en el capítulo 8. Antes

de considerar el actual periodo de globalización neoliberal

en el siguiente capítulo, concluyo aquí con una observación

sobre el prospecto de lograr el desarrollo económico en la

actualidad, incluyendo la industrialización, a través del crect­

tniento encabezado por las exportaciones agrícolas, en com­

paración con lapsos previos de la formación de la economía

capitalista global. . Las transiciones anteriores al capitalisn1o industnal y las

contribuciones a e1las de parte de la agricultura, ocurrieron

cuando los precios . ele las n1ercancías agrícolas eran, en general

· 1nucho tnás altos en ténninos reales de lo que son ahora. Los

térn1inos internacionales del cmnercio "se n1ovieron a favor de

la agricultura . . . a !o largo del siglo XIX )' sin dud_a hasta la pri­

mera guerra mundial", mientras que desde la decada de 1 940

en su 111ayor parte se "volvieron gravetnente en contra de las

1nercancías agrícolas y a favor ele los bienes manufacturados por

primera vez desde la revolución industriai" (Kitching, 200 1 :

1 54-155). En par.te, esto refleja el enonne crectn11ento e n l a pro-

ductividad del cul tivo en el Norte que he seüalado. Para buena

p�rte del Stn� la promoción de las exportacion�s de n1erc�ncía� . agrícolas tropicales, en la época del clesarrolhsmo y .':'as alla

(véase capítulo 6), tiende a generar una sobrepmducoon siste-

Page 55: Dinámica de clase y tranformación agraria

'

110

mática que depritne sus precios en los n1ercados internacionales (el café constituye quizá el ejemplo mejor conocido).

. G�vin Kitching (200 ! ) también nos recuerda que los países

mas neos ele la actualidad tenían poblaciones más pequeüas y menores tasas de crecin1iento poblacional en el momento de su despegue industrial en comparación con los principales países del sur en la actualidad. Las tecnologías industriales también eran, por lo general más intensivas en fuerza ele trabajo ele lo que son ahora, ele ahí que la industria necesitara y lograra absor­be¡; el trabajo ele los migrantes provenientes ele las áreas rura­les desplazados por la acumulación primitiva y el desarrollo ele l a producción agrícola capitalista. Aun así, podemos seüalar que durante la primera "edad dorada" de la globalización, el éxodo ele los pequeüos granjeros y trabajadores agrícolas ele los campos europeos contribuyó, en graneles cantidades, a la migración transatlántica hacia el norte y el sur de América.

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Capítulo 6 Globalización neoliberal

y aQricultura mundial

A partir de la década de los setenta, la econon1ía mundial capita­lista ha atravesado por un proceso de profundo cambio, que por lo cotnún se ha denm11inado globalización. La in1portancia )' sig­nificado de la globalización conten1poránea, las razones para ella y sus efectos, siguen siendo altan1ente controvertidos. En su senti­do más a1nplio, hace referencia a las nuevas fornws ele reestructu­ración del capital en una escala l11tmdial, incluyendo:

• La desregulación de los tnercado financieros y la "financia­rización" de todos los aspectos de la actividad econónüca.

• La creciente desregulación del co1nercio internacional. • Las transfon11aciones en las estrategias y tecnologías de

producción, de fuentes ele origen y ele ventas ele los nego­cios agrícolas transnacionales y en las corporaciones dedi­cadas a la 1nanufactura.

• Las enonnes nuevas posibilidades que se desprenden de las tecnologías de la infonnación y en no ntenor tneclicla para la organización de la actividad econón1ica (producción y con1ercialización) y para las con1tn1icaciones-de 1nasa.

En retrospectiva, la década de 1 970 parece haber sido una tnarca tan definitiva de los cmnbios estructurales subseu1entes en la economía mundial como lo fue la ele 1870, un siglo antes. La glo­balización actual fue desencadenada de igual manera por la re-

111

Page 56: Dinámica de clase y tranformación agraria

'

112

cesión en la econonlÍa capitalista Inundial y por sus "c."'Uustes", lo que derivó en una enon11e expansión de los flt!ios internaciona­les de mercancías y sobre todo de los flujos de dinero. 11unbién n1arcó la COI11petitiviclad descendente de la industria estadouni­dense (como previamente la industria británica). Beverly Silver y Giovanni Arrighi (2000: 56) lo expresan así: "La profunda crisis capitalista de los años setenta constitu­yó sobre todo un reflejo de la incapacidad del capitalismo mundial, según fue instituido b;Uo la hegemonía estadouni­dense, de cumplir las promesas de un nuevo contrato global (Global New Deal)"28 -que incluía el apoyo al "desarrollismo" en el Sur, aun cuando fuera de forma selectiva. Esto derivó en "una liquidación del régimen internacional conveniente al tra­bajo y al desarrollo de los 30 años anteriores a favor de un ré­gimen conveniente al capital". "Conveniente" aquí es relativo respecto a lo que estaba antes y que llegaría después: "Bajo el nuevo régimen, la crisis del capitalisn1o pronto se convirtió en una crisis de la fuerza ele trab<Uo organizada y del estado de bienestar en los países ricos y ele la o·isis del comunismo y del es­tado desarrollista en los países más pobres". La expresión globalización neoliberal.sugiere que los cambios · y dinámicas del actual periodo no son simplemente el efecto "automático" de la naturaleza cíclica y de las contradicciones del capitalismo (por ejemplo sobreproducción, sobreacumula­ción y sus presiones en la tasa de ganancia) sino que represen­tan un programa ideológico y político particular (neoliberalismo) para resolver los problemas del capital (Harvey, 2005, en espe­cial el capítulo 2) -y uno que reemplazó el programa político anterior de tratar de construir un "nuevo contrato global" (Global New Deal) como lo denominan Silver y Arrighi. El pro­grama neoliberal se centra en promover la libertad ele movili-�8Haciendo una analogía del "nuevo contrato" (New Deal) de Roosevelt en Estados Unidos en los m1os treinra (véase capítulo 5), es decir con un papel clave en la inversión pública, y por ende en la planeación, la estimulación y la configuración del crecimiento económico.

HJ

· 1 l " aun-dad del capital, y ele "poner en la retagna .. rcl�a a esta e o ' 1 te selectiva en la practica. que ele manera )astan

. . . el . . bol ir las ganan-• ·'n1er lugar, esto signtfica J e ucn o a l

En pn . . loras en diferentes 1110Jnentos en e cias ele las clases tl ab<!JaC

. '

) ·egistrados en la regulación el ( b ·e todo en el reciente , 1 l

pasa o so I t a los contratos de en1pleo, 10-y provisión cl�l

. estado re�p��

· � salarios tnínünos, derechos ele rarios y conci!Clones ele n a '�el

, l .ó y seguridad social y asociación, atención a la salu , ec ucaCI n,

pensiones. . 1 lob·¡les de capital -sin E un do lugar los meicac os g ' n seg ,

1 . .. en los cuales se 111Ueven enor-restricciones por la re?u aCion y 1 ciclad sin precedentes, . d des de dinero a una ve o " n1eS canti a

, ued·l de anancias en el corto plazo­impulsados por la busq ie lo; estados de aplicar políticas debilitan las capaCidades e • cectiva (¡)olíticas "na-.. · 11 una autonon11a e1' " macroeconomtcas co

1 "

t' do len1a de la política de lo-cionales"). De ahí que e re pe I do

'globales )' la agenda · · ·¿ el" en los tnerca s " ' grar "cotnpetltiVl a

. , · · de carácter . . . . l las empresas y sen ICIOS de la pnvattzacion e e .l . . .. 1 111ás l)rofunda de una 111ercanti IZaCIOI público sean aspecto . . social en la rrlobaliza-de todos los aspectos ele la existenoa o

ción neo liberal. _. . . ele desarrollo econón1ico, el neo-En tercer lugar,_ en tei tnnlos

el a·t!Ste estructural, la liberali-. . l e los prog¡·amas e � . liberalismo me uy . 1 . da de "reforma del . .. .. ·

1 s privatizacwnes Y a a gen zacwn econmmca, a • el l S . ()' en el antiguo bloque d " . esta en los pmses e ut

b . esta o nnpu . . • l fin del )I"Oyecto del desarrollo enea e-soviético) que significo e l zaclo por el estado ..

El colapso del se¡;!undo .

Ré,;!imen Alimentario lnternaoonal

ara con1enzar porque tiene paralelos Este es un lugar adecuad� p d 1 lobalización en un sentido . con la época y las ch�1ámicas e a g

El segundo Régimen Ali-r senalaD10S antes. inás mnp ID que . . 1 .. m·tir de los aüos setenta, a mentario InternaciOnal co apso a p

Page 57: Dinámica de clase y tranformación agraria

'

114 IU'NR1' BfRNSTEIN

raíz de "una repentina escasez y de precios extre1nada1nente elevados" en el mercado mundial ele los granos, cuando Esta­do� _Unidos_ levantó su embargo a las ventas ele grano a Ja Un1on SovietiCa y le proporcionó enonnes cantidades de tri­go a pr�cios preferenciales (Frieclmann, 1 993: 40). Este episo­clw registró la �ontraclicción ele la sobreproducción y, por ende la eliminaCión de los excedentes y costos cada vez 1nayores de m

.�ntener Ia

,estabiliclacl en los precios, con efectos para el

lado mercantil del segundo RAI. Europa también contribuyó a la sobreproducción al replicar las políticas estadounidenses ele �poyo agrícola y comenzó a producir excedentes ele grano en tiempos ele paz por primera vez en un siglo (así como enormes excedentes ele otras mercancías como productos lácteos) .

. La inte�sificaci�n en la competencia en el con1ercio agríco­��a tn�ern�c�

.onal se vinculó con las tensiones de n1anejar el lado

mei�antil del .�egundo �� y con la cambiante geografía del

lado I�dustnal (proclucCion). Por eJemplo, Argentina y Brasil se convirtieron en dos de los cuatro mayores productores de soya del mundo (siendo los otros Estados Unidos y China). La soya, una s

_emilla oleaginosa, es procesada en su mayor parte para

ser ahmento de animales para la producción intensiva de gana­do en corrales. Su producción ha continuado expandiéndose mgentemente, duplicándose entre 1 990 y 2005 · se ha unido a los "tres grandes" de los grai1os de trigo, arro�, y maíz para completar el "gran cuarteto" de los cultivos ele campo en el mundo (Weis, 2007: 1 7).

La historia de la soya consti tuye una ilustración del acele­rado crecimiento en poder, influencia y control de las fuentes globales de alimentos, de su procesamiento y ventas de parte de las empresas agrícolas transnacionales (agribusiness), tanto de Insumas agrícolas como_ de agroalilnentos, que ahora en1puja­ban los límites "mercantiles" del segundo RAI del que se bene­fi_Ciaron antes. Las corporaciones se convirtieron en "los prin­cipales agentes (globales) en intentar . . . organizar condiciones estables de producción y consumo que les permitan planear la

inversión, orígenes de los n1ateriales agrícolas y su Inercantili­

zación" (Friedn1ann, 1993: 52). En efecto, esto n1arca un ctun­

bio hacia la regulación privada (corporativa) ele la econ01nía

global de los alimentos, aunque continúan los altos niveles de

subsidios agrícolas en Estados Unidos y la UE. En ténninos de política de los intereses agrícolas, el fin de

la guerra fría y la caída de la URSS debilitó el propósito estra­

tégico de1 pivote transatlántico del segundo RAT (incluyendo la

ayuda alitnentaria), nüentras que los problen1as recurrentes de

sobreproducción llevaron a Estados Unidos a poner el cmnet·­

cio agrícola en la agenda del GA'TT (General Agreen1ent on

Tariffs and Trade) en la ronda ele Uruguay de 1 986- 1 994, tras

haber bloqueado su sujeción a los procesos y reglas del GATT.'"

La a�ricultura �loba! en la época del neoliberalismo

A partir del desorden del mercado agrícola mundial que si­

guió al colapso del segundo RAI, un tercer RAI puede estar en

proceso de configuración: un en1ergente "régin1en aliinenta­

rio multilateral del comercio corporativo" (Friedmann, 2004).

"Con1ercio tnultilateral", la con1petencia internacional que

acaban1os de señalar, reemplaza lo "n1ercantil" del segundo

ivu, n1ientras que. continúa su lado "i�dustrial", ahora b<tio un

control corporativo cada vez n1ayo�� ta_nto I'ÍO arriba con1o rí<�

- abajo de la producción agrícola. Cal;len duelas en cuanto a SI

un tercer RAI, acotnpailaclo por los intentos de regularlo y

resistirse a él, puede lograr el n1isn1o �-ado de coherencia y esta­

bilidad relativa de los dos anteriores, y no lo es n1enos a la luz

de las presiones mnbientales cotno el agota1niento de las re­

-�ervas de petróleo y el can1bio clilnático. Es notable que I_a

enonne inflación global en los preciOs ele los granos a partir

ele 2005, y que alcanzó su cima en 2008, replicara (annque no

�!1[1 GATr fue fundado en 1 947 para reducir las barreras al comercio intc�·­

nacional;.fue reemplazado en 2004 por la Organiz.ación Mundial del Comet·cto

(OMC).

Page 58: Dinámica de clase y tranformación agraria

'

1'16

por idénticas razones) la de los aii:os setenta, el conüenzo del fin del segundo RAI. Tem�s clave en la discusión de ]a globalización )' su impacto en la agucultura en décadas recientes, han sido, entre otros:

l . La liberalización del con1ercio, Jas transformaciones en los pa­trones globales de comercio de las mercancías agrícolas y las batallas asooaclas dentro y entorno a la OMC. 2. Los efectos en los precios del mercado mundial de inter­c��biO ele futuros en Inercancías agrícolas, e� decir, especula­cton, ?esencadenada por la "financiarización". 3.

4.

5 .

6 .

7.

El r�tn-o de l?s subsidios y otras formas de apoyo a los pe­quenas granJeros en el Sur debido a las medidas de "a _ 'd � . w ten ·a�

requendas por el neoliberalismo, junto con la re-duccwn ele los presupuestos de gobiernos y de ayuda para (la mayor parte) de la producción agrícola en el Sm: La progrest�a concentración de las corporaciones globales tanto �n las Jndustrias de insun1os agrícolas cotno en las de agroahmentos, mar�ada por las fusiones y adquisiciones, Y por el po�er econom1co de un número cada vez menor de corporaciOnes que dirigen mayores porciones del mer­cado. Nuev�s tec�ologías organizaciona!es empleadas por estas cor­poracw�es JUnto a las cadenas de n1ercancías derivadas de Ia prod�ICción agrkola pm� medio del procesamiento y la manu­factm a para la distnbuCión en detalle, es decii; la "revolución del s�permercado" en las fiJen tes globales de alimentos y en las porcwnes de. los me�cados de las ventas de alimentos, y la ent�·ada reciente de Importantes cadenas de superrnercados en Chma, la India y otras partes del Sm: La manera en que Se co1nbinan estas tecnologías con el po�er económico corporativo para configurar y limitar las pr�ct1cas (y "decisiones") de los gra�eros y consumidores. El Impulso, por parte de las corporaciones, a favor de Jos derechos de propiedad intelectual en patentes en el mate-

Gt.OBi\liZACJÓN Nl:OI..lf�l:i�r\L \' AGIUCUI.HJRA ,\t;Ui\lOl,�t

rial genético de las plantas, bajo las provisiones ele la OMC,

. en aspectos relacionados con el comercio de derechos de la propiedad intelectual (Tracle-related aspects of Intellec­tual Property Rights -TRIPS) , y el tema de la "biopiratería" c01·porativa.

8. La nueva frontera técnica ele la ingeniería genética con n1aterial de plantas .y anünales (OGM u organis1nos genéti­cainente Inodificados) que, junto con el n1onoctdtivo espe­cializado, contribuye a la pérdida ele biocliversiclacl.

9. La nueva frontera de ganancias ele la producción de bio­cmnbustible, clonünada por las corporaciones ele la agro in­dustria, apoyadas por subsidios públicos en Estados Uni­dos y Europa, y sus efectos para la producción mundial ele granos para el consuino htunano.

1 O. Las consecu�ncias para la salud, incluyendo los niveles al alza de quhnicos tóxicos en ali1nentos creados y procesa­dos "industrialn1ente" y las deficiencias nutricionales de las dietas con1puestas por "alin1entos chatarra", la conüda rá­pida y los alimentos procesados; el crecimiento de la obe­sidad así como de las enfermedades relacionadas con ella, junto con la desnutrición y hmnbre continuados y quizá su aumento.

J I . Los costos ambientales de todo lo enlistado antes, incluyen­do los niveles de uso de energía y sus en1isiones de carbono, en la actual "industrialización " del cultivo, procesan1iento y venta de ali1nentos, por ejen1plo, ·las distancias por las cua­les el alimento es transportado en camión y embarcado del productor al consuniidoi� y por algunas n1ercancías hortí­colas de alto valor el transporte por aire.

12 . De ahí que los ten1as de la "sustentabiliclad" o de otra fünna del actual sisteina alin1entario: su continuado crecin1iento o reproducción mnpliada a lo Ia_rgo de las trayectorias se­ñaladas.

Page 59: Dinámica de clase y tranformación agraria

'

1 1 8

. Estos temas_ de actuaiíclad y suJnan1ente pobrizaclos se cu­

bl en bast�nte bien en un gran debate público en el Norte en el Sur, asi con1o en una serie de p bl' . . y

1 u Icaciones recientes 3o In

e uso el sólo enttmerarlas, que es todo lo que pued 1 . -

1 · o 1acer aquí

muestra re aCiones y l11ayores desarrollos ele lo b' ,

. · . ( cu Ierto ante-

ummente sobre todo en el capítulo 5):

El ritmo ele cambio técnico extraordinario en el lt' 1 · el ·

CU lVO y e� as. In _ustnas río arriba y río abaJo (en especial la " . -m1cahzactón").

qm

La nlanera en que ese b' . r .· . cmn IO se ve 1mpulsado por las es-� ategias de

" ganancia y acun1u]ación de las industrias de

msumos. agncolas y agroalimentarias (y sus poderosos gru­

pos ele cabildeo en ]� formación ele la política pública). Los efectos diferenciales del cultivo y el consun1o de ali­n1entos en el Norte y en el Sur, y la n1anera en ue esos efectos son configurados por las di . . .

q . d I b . VISiones InternaCionales e tra é!JO y del comercio en tnercancías agrícolas.

A continuación abordo los efectos �e la global· . . libe ·al 1 . IZacwn neo-

I para a agncultura en el Sur.

E l fin del desarrollismo

Señ�l� antes que un rasg�' clave ele la globalización neoliberal

en-�-

ur es la agenda ele reforma" ele las políticas de liberali-zaCion del cmnercio, pnvatización y de "po e 1 dia al estado" Esto . . ,

' , , n r en a retaguar-

. . . se pwmovw a u·aves ele programas ele ajuste estructural Impuestos por el Banco Mundial y el Fondo Monetano Internacional (FMI) a los g' obi'e . . el 1 el

• ' · 1 nos SL!]etos a cargas e a euda que de repente se incrementaron -otro aspecto

soB , · , or ejemplo, }' de muy diversa calidad Desmarais (2007 r. • Patel (2007), V.on der Ploeg (2008) Alb 'tt (200

), \le>S (2007), inente críticos de la agricultura

' �� . on 9), Y Bello (2009}, todos alta·

"vía" de los pequeños granieros (cvoe;apm a

ltiva y a_ fa

lvor de la alternativa de una

:,¡ ' nse os cap1tu os 8 y 9).

GlO<SAUZACI{)N NHJtif.H:R:l\1... Y /\GI�ICUlTl.l}tA MVr•lDiAl n 9

central del periodo desde los años setenta. El movimiento ha­

cia la liberalización tan1bién se inició de parte ele algunos de los

Inisinos gobiernos, de n1anera notable en la India desde prin­

cipios de los años noventa. La nueva agenda ele 1a política tna­

o·oeconóinica n1ostró así el fin del periodo anterior ele desarrollo

encabezado por el estado, incluyendo una caída en el financia­

miento ele los gobiernos y ele ayuda para el desarrollo agrícola, en

especial para los que seguían la vía del pequeño grarUero.

Es difícil generalizar con precisión acerca de los efectos de

la globalización neoliberal para la agricultura en todo el Tercer

1\1unclo, por razones sin1i1ares a aquellas por las cuales es difícil

generalizar acerca de los efectos del periodo anterior de "desarro­

llisino" (véase capítulo 5). Sin en1bargo pueden seii.alarse cier­

tas tendencias .. En prin1er lugm� la tendencia a profundizar en las

relaciones n1ercantiles continuó, pero con niveles n1ucho n1ás redu­

cidos de inversión, dirección y control ele parte del estado, ya

no se diga la reducción o ren1oción ele los subsidios directos e

indirectos, en especial a los pequeños grarUeros: "Quizá el as­

pecto 1nás pernicioso ele la agricultura �ustaela estructural­

nlente", según Annette Destnarais (2007: 48; enfatizada tan1-

bién por Bello, 2009). Al respecto, el impacto ele la globalización

neoliberal en la producción agrícola ha tendido a afectar a los

granjeros más pequeños y más pobres en el Sur ele forma nega­

tiva, generando en 111ltchas áreas nuevas oleadas de "clesagrari­

zación" o "des-cmnpesinización" (véanse 1nás adelante los

capítulos 7 y 8). En segundo lugm� la búsqueda del "desarrollo nacional" a

través de la industrialización y la producción para el n1ercado

interno ("substitución ele importaciones") habría ele aban­

·. donarse. cuando la "falta de con1petitividad" en térn1inos del .mercado n1undial, era de_tern1inada por la liberalización ele las

in1portaciones: si una mercancía puede ser in1portada a un

precio 1nás bajo que ser producida internan1ente. La orienta­

. ción al mercado interno del "clesarrollismo" fue reemplazada

ahora por una mayor pro1noción de la producción para la ex-

Page 60: Dinámica de clase y tranformación agraria

'

120

portación segün una ostensible "vent�a con1parativa". Ésta po­dría incluir: • La expansión de los cultivos "tradicionales" de exportación como café, té, azúcar, algodón y aceite de palma (en algu­nos casos "rehabilitando" su cultivo).

• La promoción de mercancías de alto valor, en especial pro­duct�� hortícolas como frutas y verduras frescas (FVFs) y tambien flores en tallo, así como productos de acuacultura (langostinos) típicamente transportadas por vía aérea a los supermercados de Norteamérica y Europa. • La expansión de la producción en gran escala de soya, azú­car Y granos, parte de ellos para la producción ele biocom­bustibles, y de ganado, de manera señalada en parte de América Latina.

. En tercer lugmc Como sugieren estos ejemplos, la profun­. dizaCión en la mercantilización y especialización de la producción

. ele �ercancías _agrícolas se lleva a cabo por diferentes tipos de granJeros en diversos lugares: desde los "familiares" a los capi­talistas �edianos y grandes, y en algunos casos por e1npresas corporativas de producción agl'Ícola.

;Y el final del campesinado?

Se ha anunciado -y debatido acaloradamente- el fin del "campesino", o del pequeño granjero o del granjero familiar en diferentes lugares y diversos momentos durante dos siglos 0 más. Se ha debatido sobre varios fundamentos: •

Empíricamente: ¿ha sucedido o no? ¿En dónde? ¿En qué medida? Analíticamente: ¿por qué ha sucedido o no? ¿En diferentes grados y en diferentes lugares?

GlOBAUZACIÓN N(OI nJERAJ. V /\G!UCUiTUIV\ MUNDIAL 121

• Y nonnativan1ente: ¿es necesario el fin del can1pesinaclo para el desarrollo econón1ico l110derno, y por ende una cosa buena, o es una cosa n1ala?

La "eliminación del campesino" (Kitching, 200 1 ) es consi­derada una necesidad por quienes se adhieren a concepciones ele la n1odernización capitalista y/o socialista, ele ahí que incluya a

n1uchos n1arxistas, para quienes es por ende una cosa buena, aunque dolorosa. Las ganancias del progreso hacia la l110cler­niclad, creen ellos, sien1pre Ü11plican un levantamiento ele in1-portancia. La visión ele que la creación de lo nuevo in1plica b:1 destrucción de lo viejo era central para el análisis de] desarro­llo del capitalismo de Marx, por todo su sufrimiento, que él describió tan víviclan1ente (y su aversión a ron1antizar lo que precedió al capitalismo).

La visión de la "eliininación del can·tpesino" con1o una cosa n1ala está asociada con el populistno, entendido en sentido amplio. Como tan bien mostró Gavin Kitching ( 1982), las ideas populistas son un tipo de respuesta recurrente a los levanta­mientos sociales masivos que n1m·can el desarrollo del cap1tahsn1o a lo !aro-o de la historia del mundo moderno. La defensa del b valor intrínseco y los intereses del pequeño productOI; tanto artesano como cmnpesino, como en1bletnáticos del "pueblo", sur­ge una y otra vez con1o una ideología y Con1o un n�-�vimient� de oposición a los cmnbios generados por la acun1ulaoon de capital. Tal es el caso en- los dos centros originales de acu1nulación (el noroeste de Europa, y Norteamérica) y en aquellas otras regiones expuestas a los efectos del desarrollo capitalista a tra­. vés de su integración en su creciente econmuía n1unclial, desde la Rusia del siglo XIX hasta el Sur actual. El populismo agrario, en particulm; es la defensa del campesino o ele los granjeros fmniliares en contra de las a1nenazas a su reproducción de par­te del capitalisn1o y sus agentes de clase -desde los tnercade­res y bancos hasta la propiedad capitalista de la tierra, el capi­tal agrario y las empresas agrícolas� y alguna vez por los

Page 61: Dinámica de clase y tranformación agraria

'

"122

proyectos encabezados por el estado de "desarrollo nacional" en todas sus variantes capitalistas, nacionalista y socialistas, de las cuales la colectivización soviética de J a agricultura en los años treinta fue la marca más potente.

Harriet Friedmann (2006: 462) se refiere al "actual ataque en masa contra las formaciones campesinas restantes en el mundo" (que se basa en oleadas previas de ataque), y Philip McMichael (2006: 476) observa que "el 'régimen alimentario cor­porativo' . . . despoja a los granjeros de una condición para la consolidación de la agricultura corporativa" -un ejemplo de lo que Harvey (2005) denomina "acumulación por despojo" (en efecto, una nueva oleada de aqunulación primitiva). Re­cordando la discusión en los capítulos 3 y 4, la pregunta puede formularse así: ¿culn1ina la actual e intensificada Inercantiliza­ción de la subsistencia en las actuales condiciones de la globali­zación en l a pérdida del acceso a la tierra y en el fin de la pro­ducción agrícola en pequeña escala, 111ás integrahnente que en el pasado? ¿Representa la globalización un tipo de clímax de un proceso histórico Jnundial de "eliininación del carnpesino", que hasta el momento se ha dado de manera desigual e incom­pleta en diferentes tiempos y lugares de la historia del capita-lismo?

·

Farshad Araghi (2009) propone un marco audaz para con­siderar esas preguntas dentro de la siguiente periodización:

o 1 492-1832: "la época de las demarcaciones coloniales y de la acumulación primitiva originaria en Inglaterra", marcada en sus dos extremos por la llegada de Colón al Caribe y el Decreto en Gran Bretaña denominado Poor Law Amend­ment Act, que significó "el comienzo de un intento siste­mático de la burguesía liberal inglesa por desmantelar el . . . rudimentario sistema de bienestar" existente (2009: 1 20). El propósito era disciplinar a la clase trabajadora, de la misma manera en que la burguesía industrial afirmó su fuerza en

:' �-

GlOBAUZ;\CIÓN NlOOUBHV\L Y AGfliCI._!l.TVIV\ f;t\UNOIAt

o

o

contra del "interés agrícola" británico en el rechazo ele las

leyes ele maíz 14 aüos después (véase capítulo 5).

1832- 1 9 17 : "el régimen alimentario del capital" que marcó

el surrrin1iento y luego el don1inio del capitalisn1o indus­

trial y0

las divisiones globales del trabajo q�te generó. La

"política agraria del globalismo colomal-hberal ele :'ste

periodo consistió en . . . descmnpesinización, pro1et�n.zact?�1 Y

urbanización en el país dotninante y can1pesuuzaoon,

ruralización y superexplotación ele la fuerza de trabajo for­

zada en las colonias" (ibid., 1 22).

1 9 17- 1975, establecido en sus dos extremos por la revol;t­

ción bolchevique y la victoria de la lucha ele hberaCion

nacional en Vietnam, y caracterizado con1o un penado de

"retirada reformista global del liberalismo clásico" (ibid. ) ,

incluyendo el estado del desarrollo (del �ual la URSS

constituyó el primer ejemplo de 1111ponancta).

o De ! 970 en delante: globalización neohberal, durante la

cual "la clescan1pesinización y el desplazan1iento relatiVOS

del periodo de la posguerra dejaron lugar a la d':scampe­

sinización y el clesplazanüento absolutos" por tnecho de una

oleada de "demarcaciones globales" (ibid., 1 33- 1 34).

Sintetizo aquí el n1ar�o de Araghi pm;que ofrece cmnp�racio­

nes y contrastes con el esbozo histórico utilizado en est: �tbro:

y

por su conclusión en el_ sentido de que "la. clescan1pes�ntzact01�

global no constituye un proceso completo m que se reahce por Sl

· mistno que derive en Ia_tnuerte del cmnp�stnado. Las clase� secta­

les 110 terminan y mueren sitnplen1ente; vtven y son transfounadas

a través de luchas sociales" (ibid., 1 38). . . Esto sugiere que ahora deben1os regresar al sign1fica�l? de

ténninos cotno calnpesinado, o granjeros pequeños o f:unthares

e inquirir 111ás profundmnente en a) si �_nos constituyen o 1�0 un�

clase social, y b) las it11plicaciones de !=hferentes respuestas a esa

pregunta. El capítulo 7 reton1a tetnas � ideas respecto. a l� �obr��

vivencia o persistencia de los campesmos o de los gt arljews fa

Page 62: Dinámica de clase y tranformación agraria

i

'

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U4

n1iliares�en el �apitalisino n1oderno hasta la actualidad. El capí­t�lo 8 pi ofunchza en los tetnas e ideas en torno a la fonnación de �l

d<tse en el campo. y el capítulo 9 explora algunas de las comple-JI acles d 1 T · d ¡ · e an� tsts e e ase, haciendo referencia especial al tras-lado de

_la so�I�Iogía económica de las relaciones de clase a la sociOiogia po!Itica de la acción de clase.

' 1

Capítulo 7 ¿AQricultura capitalista

y Qranjeros no capitalistas?

Producción. explotación y resistencia

I-Iasta el momento, he tnencionado varias veces el desarro1lo desigual del capitalismo. En este capítulo esbozo varias expli­caciones de por qué el desarrollo del capitalismo en la producción agrícola es especiahnente desigual, con referencia específica a los tetnas ele la sobrevivencia o persistencia de los can1pesinos o los granjeros familiares. Tres amplios tipos ele explicaciones se han sugerido en el pasado respecto a:

Los "obstáculos" a la inversión de capital en la producción agrícola. Los intereses del capital por permitir o estimular la repro­ducción ele la producción agrícola en pequeña escala. La resistencia ele parte ele los pequeños granjeros al despo­jo y la proletarización (señalada por la referencia de Araghi a las "luchas sociales" al final del capítulo 6).

Tales explicaciones deben siempre probarse en relación con condiciones históricas particulares; a n1eclicla que éstas cmnbian, así puede hacerlo la relevancia.cle la explicación, como ·habré ele ilustrar.

125

Page 63: Dinámica de clase y tranformación agraria

. , :¡

'

126

¿"Obstáculos" a la producción agrícola capitalista?

Las condiciones técnicas de la producción:

El "problema" del capital con la naturaleza -¿y su solución?

Una serie de explicaciones sugiere factores que inhiben al capi­tal de invertir en forn1a 111ás general y directa en la producción agrícola. Por ejemplo, aunque la industria de la manufactura transforn1a materiales que ya han sido apropiados de la naturaleza (como hacen las industrias de insumas agrícolas y de agro-ali­mentos), la producción agrícola sólo transforn1a la naturaleza por medio de las mismas actividades por las que se apropia de ella, de ahí que enfrente las incertidumbres ele los ambientes naturales y los procesos ecológicos y cómo éstos afectan el creci­n1iento de los organismos vegetales y animales.

Una segunda explicación ele las peculiares condiciones na­turales ele la producción agrícola se ceritra en la diferencia en­tre el tiempo ele trabajo y el tiempo d

.e producción (Mann y

Dickinson, 1 978). En la producción agrícola, a diferencia ele la industrial, el tiempo de producción es mayor que el tiempo ele tra­bajo (en la preparación ele la tierra, la plantación, desyerbado, etcétera) porque también se tiene que dar tiempo para los rit­mos naturales de crecimiento ele las plantas y animales . Esto significa que el capital está "atado" e incapaz ele lograr una ganancia antes ele que un cultivo se coseche, o de que los ani­males estén listos para ser sacrificados.

Sin embargo, cmno se apuntó en el capítulo 6, una tendencia característica de la agricultura capitalista moden1a consiste en tratar de alinear a la producción agrícola con la producción industrial: simj;lificaT, estandm-izar, y aceleTar sus procesos naturales tanto cmno sea posible. La innovación tecnológica en la producción agrícola, ünpulsada por las industrias de agro-insuinos en par­ticulm; pero también por las industrias agro-alimentarias, se dirige a producir rendünientos ele Inaterial proveniente tanto de plantas como de animales que sean más predecibles, así como ele mayor magnitud y de maduración más rápida, al operar sobre:

127

Tierras (con fertilizantes), hierbas (herbicidas) y parásitos (pesticidas).

Clin1a (riego, mnbientes controlados ele invernadero). Características de las plantas (ingeniería genética de las variedades que crecen con mayor rapidez, n1acluración ar­tificial después ele una cosecha temprana).

• Crecin1iento animal (alünentos concentrados, estinllilantes horn1onales del crecinliento, ingeniería genética).

Para los críticos de la agricultura capitalista n1oderna, esas innovaciones representan una cada vez 1nás intensa "industria­lización" de la actividad agrícola con serios costos ecológicos cada vez tnayores -'-incluyendo costos en salud con1o resultado de la manera en que se cultivan y procesan los alin1entos, el cada vez tnenor valor nutritivo y los niveles cada vez n1ás altos ele toxicidad ele muchos alimentos. He aquí dos ejemplos, entre los muchos posibles. Uno es el del cambio ecológico del cultivo en can1po en los últin1os 150 años y que en la actualidad se inten­sifica todo el tiempo: ele los ecosistemas agrícolas que históri­camente eran ele "circuito cerrado" (closed-loop) (véase capítulo 5 ), con sus con1plejas interacciones de quítnica de suelo, ele planta y de Inicro-organisinos, a la silnplificación radical de sisten1as ele "flujo ele paso" basados en cada vez 1nayores aplicaciones de fertilizantes y ele otros productos quh� icos. En estos últin1os, el suelo se convierte en un sin1ple n1ed10 para la absorción de los con1puestos quín1icos que "fluyen" hacia el crecin1iento 1nás rápido de más plantas con rendin1ientos n1ás ·altos. Esto tiene cotno resultado suelOs estériles que requieren aún 1nás productos quín1icos para que crezca cualquier cosa; la intensidad ele la "quin1icalización", a su \rez, añade toxicidad a los suelos (y a los n1antos acuíferos), las plantas que crecen en ellos y, por ende, a los alitnentos qúe ingerin1os.

. . � El otro ejen1plo es el de las "operaciones de ah111entaoon confinada ele animales" (Confined Animal Feecling Operations -GAFOs), usadas para producir tanta carne de res, puerco )'

Page 64: Dinámica de clase y tranformación agraria

' ' '!l ' •

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i28

pollo en un espacio tan restringido como sea posible en un lapso de tiempo tan breve como sea posible. En efecto

, esto

también una especie de sistema de " fltljo de paso" en donde:� cuerpo del animal es el medio que absorbe los alimentos con­centrados y los estimulantes hormonales para el crecimiento J�nto con altos niveles de antibióticos para contrarrestar lo� nesgos d

_e enfermedad entre los animales así confinados. La

produc:wn de.aves es, tal vez, el ejemplo más notable de la agri­

cultura Industnahzada; debido a que una "fábrica" estandarizada de pollo, con su ambiente interno cerrado controlado es com­pletamente movible. Puede establecerse en cualquier lugar que sea ren;able y "!Ibera" al capital de las limitaciones de tierra y ubicacwn en la producción que caracterizaron a toda la historia de la producción agrícola hasta el mmnento.sJ

Dinámicas sociales de fa producción: renta, proceso laboral, costos de la fuerza de trabajo

Existen otros tipos de explicación en la economía política res­pecto al desarrollo desigual de la producción agrícola capitalista. Una de ;'!las sugiere que la carga de la renta del suelo como una ded

_uccion �e la ganancia en la producción agrícola estimula al

ca�Ital a deJar que los granjeros "familiares" absorban sus costos (DJurfeldt, 1981 ), de la �isma manera en que absorben el riesgo y 1� demorada reah�aciOn del valor de las mercancías agrícolas (al nba). Otra consiste en un argumento del proceso !abo al· que es mucho más difícil, y por ende costoso, supervisar y c�n: trolar el ntmo y la calidad del trab<Ijo en un campo u hortaliza de lo que resulta en u� a fábrica, esto da una vent<Ija al trab<Ijo �miliar sobre el trab�o a

_salariado en la producción agrícola.

�n

_tercer argumento sugtere que cuando Ia industrialización

rapida y su urbanización asociada aumentan las tasas de los

:�lBrasil,d"_failandia y China en cot!_junto duplicaron su proporción del co�

merc10 mun mi en carne de aves de 23 ·

2003 (Burch, 2003). por Ciento en 1 995 a 46 por ciento en

!29

salarios, las granjas fan1iliares pueden disfrutar una "ventaja

en el precio del trabajo" sobre las grm-uas capitalistas, un factor

que representa "el fracaso del capitaiisinO agrario"-o, en caln­

bio, de la producción agrícola capitalista- en Gran Bretaíi.a,

Alemania, Holanda, y Estados Unidos desde 1 846 a 1 9 1 9 se­

gún Niek Koning ( 1994). Las diversas explicaciones esbozadas hasta aquí tan1bién

pueden interpretarse desde una perspectiva diferente. Po­

drían verse con1o fon11as según las cuales la producción de los

granjeros en pequeíi.a escala es comjJetitir..!a, en el sentido ele

que ellos absorben los costos y los riesgos que los granjeros

capitalistas no estarían dispuestos a soportar. Por ende, según

las circunstancias, los prilneros pueden ofrecer n1ercancías

agrícolas a n1enor costo que los segundos, 1nientras que sería

n1ás rentable para el capital invertir en actividades agrícolas

río arriba y río abajo de la actividad agrícola (véase capítulo 5).

Esto nos lleva al segundo coqjunto ele explicaciones de la desi­

gualdad del desarrollo capitalista en la producción agrícola, a

saber, los beneficios del capital por dejar el cultivo a los granjeros

"fmniliares" .

Explotación: ¡los beneficios del

"cultivo familiar" para el capital?

Como ya se señaló, en algunos aspect�s los beneficios del cul­

·tivo "familiar" para el capital pueden, sencillamente, consti­

tuir el otro lado de la moneda de los "obstáculos" a la producción

agrícola capitalista, aun cuando se trate ele "obstáculos" que

no son inn1utables, pero que el capital intenta can1biar. Tmn­

bién indiqué que las ideas acerca ele los beneficios al capital

están asociadas con la propuesta ele qne la producción agrícola

en pequeüa escala es con1petitiva con la capitalista. Quiero

aclarar aquí algunas ambigüedades y complejidades en cuan­

Í:o a la tnanera en que esas ideas se fornn1lan y aplican, en no

menor grado en relación con el carácter social de la fuerza de

Page 65: Dinámica de clase y tranformación agraria

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1 3 0

trabajo empleada en la producción agrícola "familiar", es de­cü; asuntos de la explotación. En los años veinte, el gran econon1ista agrícola ruso A. V. Chayanov (1 888-1 937), escribió que

. . . en Jos países capitalistas 1nás desarrollados, como los de Norteamérica, se desarrolló ampliamente el crédito hipoteca­rio, el financiamiento del capital que circulaba en las granjas, y la parte dominante que desempeñaba el capital invertido en el transporte, el elevador, la irrigación y otras actividades . . . [representa, HB] nuevas maneras en las cuales e] capitalisn1o penetra la agricultura. Estas métodos convierten al grm"Uero en una fuerza de trabajo que trab'\ia con los medios de produc­ción ele otras personas. Convierten la agricultura, a pesar de la evidente naturaleza desperdigada e independiente de los productores de mercancías en pequeña escala en un sistema económico concentrado en una serie de las mayores empresas y, a través de ellas, entra en la esfera controlada por las fonnas más avanzadas de capitalisn1o financiero (Chayanov, 1 966: 202).

Este es un enunciado notable para su época. Nótese, pri­mero, la poderosa sugerencia ele Chayanov de que el "sistema econótnico" de la agricultura capitalista moderna va más allá de las industrias de insun1os agrícolas y agroalünentarias río arriba y río ab>Uo del cultivo para controlar "por las formas más avanzadas de capitalismo financiero", lo que puede apli­carse al financiamiento de los mercados de tierras y al comer­cio en mercancías agrícolas, actividades con frecuencia alta­mente especulativas, así como al crédito para financiar la producción de los grai'\ieros. En segundo lugm; hace referencia a granjeros (familiares) en apariencia independientes como "productores de mercancías en pequeño" (lo que yo he deno­minado productores de mercancías al menudeo). Tercero, él implica que en la agricultura capitalista moderna, esos granje-

ros no son "independientes" en absoluto para ocupm� el lugar de clase del trab::Uo en relación con el capital: "una fuerza de trabajo que trab>Ua con Jos medios de producción ele otras per­sona�". Es decir, que los grarUeros son explota�os en e� 1nt�n1o sentido que el trabajo es explotado por el capital en termmos 111ás generales, aunque en una forma diferente -y supuesta­tnente mientras ello beneficie al capital.

Chayanov suponía que los granjeros en c�estión eran '�pro­ductores de 1nercancías en peque-ño", cuyas graruas eran trabaJad�ts con el trab�o üuniliar (u hogareüo) sin el en1pleo ct: trab'\)o asalariado. Esta suposición tan1bién es lin1itante, teónca � hts­tórican1ente, por varias razones, respecto a la escal�, las �10CIOt

.1es

ele Ia "granja fan1iliar", y las relaciones con el capital no arnba y río ab�o de la producción agríc�la.

. . ,� En primer lugm� la escala de t1en1po ele Chayanov :oda\ 1a está 111eclida en buena parte por el tama:il.o de la gran.J�� y, e1� fecto itnplica con frecuencia que el tmnaüo de la grm1Ja esta e '

b . 1 Jin1itado por la extensión de tierra que pued� tra cuarse COI:� a

fuerza de trab�o fan1iliar utilizando los medtos de procluccwn dis onibles en ese entonces. En el capitalistno n1oderno, u�t::t me�ida más relevante ele la escala es la crtjJitalización ele la gnu!1a: . las cantidades de_ capital requeridas para establecer d1��rentes tipos de producción agrícola -sus "costo� de e1;trada en un término de economista- y para reproduCirlos. Esto puede te­ner efectos para el tan1mí.o de la grm�ja, por sup

_uesto, cuando

la 111ecanización hac� posible que una cantidad relat1van1ente redu­cida ele trab�adores cultive una extensión I�elativamente n1aym� ·conlo en la producción de granos o ele oleagmosas. Por otro lado, aiQLmas de las rmnas 1nás productivas de la horticultura -FI�VS (f¡

�utas frescas y verduras), hortalizas y viñedos, flore:- cOI;t_Ie.­

nen etnpt·esas que podrían ser relati�rm:1ente pequen�s en ��,�"� de tierras, pero que están n1uy capttahzaclas (y son tntensn ds en 1nano de obra).

En segundo rugar, la noción de �a :·granj_a f"funi

.. lit:��-" �Ol�

frecuencia se utiliza para referirse a chst1ntos tipo� ele gt atljas.

Page 66: Dinámica de clase y tranformación agraria

' 1

I-I('NfH' lH:kNS 1 FIN

de pmpie�ad familiar, de admini.<tmción familiar o de trabajo ¡;1_ n11har (chstmoones seüaladas en el capítulo 1) , lo que puede resultar engaíloso. Una grarVa de propiedad f�uníliar puede ser una en1presa plenan1ente capitalista adnlinistrada por un ge­rente de la grat�ja y con 1nano de obra asalariada. De igual manera, una granja administrada familiarn1ente puede ser una en1presa capitalista que e1nplee a trab'tiadores asalariados o q

_ue contra:e contratistas especializados para arm� plantat�

rociar los cultivos y cosechar (con1o en algunas grm�as de gra­nos en Estados Unidos). Esto deja la granja en la que trab;Ua la �a�:lia, q�e �a el significado más vigon1lso a una granja "fan1i­har , y el umco caso en el cual la explotación del gTm�ero, en cualquier sentido importante, pude ser posible. Regreso a esto n1ás adelante, y por el n1on1ento señalo que las e1npresas deno­minadas co1no granjas de 1nano de obra fatniliar con frectten­cia emplean además fuena de trab;Uo asalariada.

En ter�er luga1� las grarUas que tienden a incorporarse más plenmnente en la agricu_Itura capitalista tnoderna, como describe Chaynaov para N orteamérica -por ejemplo, aquellas que surten a las corporaciones ele agro-alimentos de contratos que especifi­can exactamente sus "insmnos, procesos de producción y produc­tos" (Albritton, 2009: 82)- por lo general son empresas capitalis­t�s que en1plean 1nano de obra asal�riacla. A este respecto no difieren de l

_as. empresas capitalistas (con frecuencia pequeüas)

q�e se especmhzan en proclucü; digamos, componentes para ve­hiculos ba¡o contrato con grandes manufactureros de automóvi­les. Los dueños de esas empresas agrícÜias, los "granjeros", no pueden ser "explotados" por las corporaciones con las que hace contratos, o por los bancos a los que solicitan préstatnos (iaun cuando es frecuente que elJos afin11en que lo son!); en cmnbio, ellos explotan a los trabajadores a los que emplean (como se ex­plicó en el capítulo 3 ).

Chayanov tenía otro concepto de explotación que es mejor conocido y ampliamente utilizado en los "estudios del campe­sinado", a sabe1; la auto-explotación. Este concepto se deriva de

su argtunento de que los in1perativos de la r�producción en �as

granjas con fuerza de trabajo fan1iliar imphcan que los c�s:os

(adicionales) de la fue na de trab�o se descuentan en c?n�l!oo­

nes adversas. El hogar no calcula los costos de su propw fuerza

de trabajo en el cultivo de su tierra, de la n1anera en que l_os

granjeros capitalistas tienen que incorporar los costos salana­

les en sus cálculos de gastos y de ganancia esperada. En efecto, los

"ca1npesinos" tienden a cultivar con n1ayor intensida� _que

los capitalistas, aunque con niveles menores de productiVIdad

laboral; de igual fonna, con frecuencia se ven obligados a com­

prar 0 rentar tierras a precios n1ás altos, y a vender :m;'i productos

a precios 1nás b.:üos, en con1paración con lo que estan prepant­

dos a hacer los grat�eros capitalistas.

La idea de que Jos pequeños granjeros I-�tmiliarcs pueden

cargar con los costos ele producción y reproducción, incluyendo

niveles 111ás bt�os de consutno que los niveles que están pt·e¡?a­

rados a aceptar los grm"Ueros capitalistas -y por ello explotan­

clase a sí 1nis1nos- no es exclusiva ni original de Chayanov.

También aparece en otras explicaciones del aparente poder

de pennanencia del cultivo en pequeíía escala -o ''p�rsi�ten­

cia del campesinado"- a lo largo de la época de] capitalismo

moderno, incluyendo la explicación del marxista Karl Kautsky

( 1 988) a fines del siglo XIX. El argumento reza así: el poder ele

ermanencia 0 "persistencia" es tolerado, o incluso estm1tdado, p . . . ¡· ·¡· 1 por el capital ITIÍentras el cultiVO Cai11_PCS1110 ? ��Ul tar P,�I

CC ':

continuar produciendo 1nercancías ahn1entanas baratas . q:te

· b;Uen los costos ele la fuerza ele trab<�O (salarios) a los capitahs­

tas, 0 que en efecto produzca por sí tnisina fuer�a de tr::�b�o

"barata". Es decii� a los can1pesinos y los pequenos grai�Jeros

· -que tatnbién venden su fuerza de trabtUo _se les puede pagar

1nenos porque su salario no tiene que cubnr los costos cotnple­

tos de la reproducción don1éstica, n1isn1os que en parte se cu­

bren por 111edio de su propio cultivo -lo que. a veces se ve c

.�mo

-t�n "subsidio" a los capitales que e1nplean tnigrantes que t� dba­

jan en el ámbito rural. Hubo atisbos de esto en las condiciOnes

Page 67: Dinámica de clase y tranformación agraria

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134 1 0 !-hJ;�y B.f�NSTHN

co�oniales �el capítulo 4 sobre la "sen1i-pt:oletariza�ión", y ha­bre de constderar1as en 111ayor detalle en el capítulo 8. Para sin.tetizar la breve revisión hecha hasta aquí: diversas ar�n1entacto

.�es en la econon1ía política buscan explicar por que la evol�cwn de la agricultura capitalista no ha generado de manera Integral una producción agrícola capitalista. Un t:1na cmnú� en esas explicaciones es que la agricultura capita­hsta g:nera for��as de subsumir o incorporar a los granjeros pequen os o familiares (o "campesinos") dentro de sus estructu­r�s �e mercado y �inámicas de acumulación, n1ientras que ello sigmfique benefioos para el capitaL Con frecuencia, aunque no n:cesanan1ente, esto se asocia con alguna noción de que los granJeros son "explotados" por el capital, directa o indirecta­Jnente, ya sea en el Sur ("cmnpesinos"), o en el Norte, en don­ele la' proporción de los grm1ieros en el valor total del producto agrícola ha estado en descenso de manera estable, en relación con las proporciones crecientes de los insumas (y sus costos) que b�neficmn a las corporaciones de ins1m1os agrícolas y al procesa­m•ento.y cmne1�cialización correspondientes a las corporaciones agro-alunentanas (Wcis, 2007: 82).

Finalmente, debeJnos reconocer que 'los pequeños granje­�:os en. algun.as regiones del Sur han sido, en gran n1edida,

"n1a1�gt�ados ' o "pasados de ·largo" por la n1anera en que e1 CaJ�Itahsino penetra la agricultura", en la frase de Chayanov (arnba): Y a veces por largos periodos." O la "persistencia del campesmado" podría reflejar el hecho de que la acumulación primitiva es desigual y prolongada, incluso si en la actualidad se está dando en algunos lugares por medio de una intensifica­Ción de la "acun1ulación por despojo" como argumentan algu­nos autores (véase capítulo 6). . En pocas �alabras, esos procesos son contingentes y están SUjeto� a �arnbto: Esto tmnbién se Inuestra en la visión de que el capitalismo dtseña formas de subsun1ir a los "pequeíios"

. --�· . 32ESto no significa que fueran "pasados de largo" por las relaciones mer­cantiles, como explico en el capítulo S.

1 3 5

granjeros "m.ientms que ello proporcione beneficios al capital" (arriba). Pero, ¿es suficiente atribuir el can1bio exclusivan1ente a los intereses del capital? ¿Qué hay de las "luchas sociales" a las que se refiere Araghi (arriba)?

¿El papel de la resistencia?

Hay otra forma ele concebir el desarrollo desigual de la produc­ción agrícola en el capitalisino, incluyencl� sus

. penodo� col�nm­

les en diferentes regiones del Sur: con1o h1stonas de H1S!slencw ele parte de los peque1i.os granjeros y de los can1pe�ino

·s�a hl

�merca�l­

tilización y a la mnenaza de desp(�jo y proletanzac10n: Esa resis­tencia se tnanifiesta en las luchas por tierra, renta, tmpuestos, deuda, cultivo forzado, conscripción laboral y las diversas fOrmas ele control que los estados coloniales e independientes buscaban inl­poner en los pequeños granjeros en nombre del progTeso -ya fi.1era la misión del colonialismo ele "civilizar" a los pueblos de color (véase capítulo 4), o la "n1odernización" de la agricult;u·� con1� un elemento ele las estrategias para el desarrollo economico (vease capítulo 5). Hay 1nuchos ejen1plos ele esa resistencia en escala� ma­yores y n1enores, heroicas y n1unclanas. La escala n1ayor y he

�rOIG:� se

ejemplifica en el libro ele Eric Wolf, Peasanl l#n:< of !he 1w�ntwth Centu:ry (1 969) con sus estudios ele caso de México, Rusia, Chma, Vietnan1, Argelia·y Cuba entre inicios del siglo XX y los

.aüos se­

senta.:�:> En las condiciones actuales, s� expresa en la creencia de que · la globalización neolibe1�al genera un moviiniento de oposición de "resistencia agraria global" (McMichael, 2006).34

:I:IEJ trab<Uo seminal de Barrington 1!oore Jr. (1 966) compa1·ab�t el pap�l de las luchas ele clase entre los propietanos de u erras y los ca1�1pesmos en �Id forn�ación del estado en Inglaterra del siglo XVTl, f¡·a�cia del stglo XVITl )' l'.s­tados Unidos del siglo XIX. (La guerra civil estado�mJdens� y . la �.ubsec�t�nte abolición de la esclavitud como "la última revoluoón capttahsta ), Y Chma, Japón y la India {el único ejemplo colonial_} �!1 !

.os siglo� XIX y XX.. . . . . •

3�El concepto de "movimiento de oposJclon (counleH1/0Vement�) d� clesm J o llo capitalista 110 regulado pr�:)Viene del famoso trab<Uo de Karl Polany1 (1 957).

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1 3 6 l H:Nf?\' IRRNSTEIN

La escala menor está ejemplificada en la obra de James e Scott, WeajJons ofthe Hi?ak ( 1985), un estudio de una villa en Mala­sta a fines de los años setenta. Scott argun1entaba de 111anera pro­vocadora que los efectos continuos y aet1111ulativos de las "formas cotidianas de resistencia can1pesina" dentro de la diferenciación social de las localidades rurales hacen más por mejorar las condi­CIOnes de los granjeros campesinos que los episodios ocasionales, de más amplio reconociiniento, de conflicto y rebelión. 35 . ¿Resulta útil reemplazar un énbsis hacia una de las partes en cuanto a los mtereses, y supuesta omnipotencia del capital con una narrativa tambtén parcial de la resistencia, en diversas escalas, desde lo heroico a lo mundano?

En condiciones coloniales -según los diferentes periodos, lugares y formas de colonialismo- era frecuente que los esta­dos colomales no estuvieran preparados para asumir el despojo masivo de los campesinos, en especial en los campos densa­mente poblacl,os, en todos los levantamientos y desórdenes que ello conllevana. En cambto, como ya vimos en el capítulo 4, se e1nbarcaron en diversas medidas que derivaron, directa e indi­rectamente, a propósito o de manera acddenta1, a la mercantiliza­ción de la sub

.sistencia campesina. EstO se facilitó al incorporar o adaptar las jerarquías aborígenes -las estructuras "más anti­. guas [pre-coloniales] de poder" (Bagchi, citado en el capítu-lo 4)- en SUS SIStemas ele administración rural, incluyendo e] control de la tierra: caciques en América Latina, zamindars en el N arte de la India, jefes "tribales" en el África sub sahariana (Mamdani, 1 996). En la India y en África, en algunas ocasiones los esta�os coloniales buscaron pr01nover una "pequeña clase terratemente", una clase ele granjeros capitalistas (en pequeño), de las filas del campesinado.

. En efect�, el proyecto colonial y su impacto en los campe­smados abongenes estuvo con frecuencia configurado y limitado 3sn 1 , S

n e a �: qu.e co�t (2005). también se muestre escéptico ante las afirmado-es de una res1stencm ag¡·ana global" contemporánea sobre lo cual ' ¡ capítulo 9, más delante.

< ' • vease e

' ., -",

¡AGRICUlTURA C/\PITAUSTA Y GRANJERO'!.> NO CAPHAUSTAS? 1 3 7

por sus propias contradicciones. Por ejernplo, Iviichael Cow�n y Robert Shenton ( 1 99 l a, !99 lb) argumentan que el coloma­lis1no británico en África se propo:q_ía establecer el progreso econón1ico sin alteración social y política. Esto significaba intro­ducir de manera gradual a los súbditos africa�10 a la proc�u��ión y consumo de mercancías, l a base 1natenal de la CI

.vihza­

ción burguesa, a la vez que se mantenía el orden soCial por 1nedios "costumbristas": reforzar la "con1ln1idad" rural, la identidad "tribal" y la autoridad patriarcal y ele los jefes. En concordancia con ello, a los africanos no se les pern1itió un gozo inmediato de esos derechos burgueses como los títulos priva­dos en tierras y el acceso a créditos bancarios. En la visión d

.e

Cowen y Shenton, esto retrasó el desarrollo pleno del c.api­

talismo a partir del cual los africanos se habrían benefioado más.

Finalmente, algunos cmnpesinos coloniales por sí n1isn1os iniciaron nuevas vías de producción especializada de nlercan­cías. El estudio de Polly Hill ele los granjeros migrantes ele coco a en el Sur ele Ghana (The Niigrant Cocoa Fcmners o(Soulhern

Ghana -1963), citado en el capítulo 4, ofrece tn: bien co'J'loci­

do ejen1plo de auto-transforn1ación de los gr<:ulJeros el� su�­sistencia" hacia productores ele n1ercancías. Aden1ás, Hlll deja en claro que con el tiempo los ele mayor éxito entre

, ellos se

convirtieron en granjeros· capitalistas. De tn�nera n1as �ene­ral, en vez de ser silnple1nente víctin1as pasivas

.. u opositores

activos de la imposición colonial, Jnnchos cainpesinos trataron

ele negociar el cambio hacia la producción de mercancías (mer­cantilización de la subsistencia) a la que se enfrentaban, en circunstancias 111ás o tnenos favorables, 1novilizando recursos

mayores 0 1nenores de tierra y trabajo, con 1na�or o �1�eno1:

éxito. Lo nüs1no se aplica a las respuestas a las In1pOSICIOnes del "desarrollo liacional" después de la independencia del dmnii1io colonial.

Con la independencia política y el periodo de "clesarrollismo", se dieron estrategias deliberadas por promover el desarrollo

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138 1-li:NRV B[RNSTICIN

de los pequeños gra1�eros, a lo largo de las líneas de la moder­l=i�ación y la subsecuente mercantilización. Algunas de las po­lltlcas a lograr se señalaron en el capítulo 5. Considero aquí otra política de gran significado (y por ende acaloradamente debatida) que se mencionó en el capítulo 6, a sabe1; la reforma de la tene�c!� de la ti�1-ra de carácter redistributivo. Esto concluye la exposicwn anaht1ca de este capítulo y lo conecta con el SI­guiente.

El caso de las reformas de la tenencia de la tierra

Las reformas en la tenencia de la tierra, de diferentes tipos, han marcado algunos de los momentos clave de la historia mo­derna desde la revolución francesa en el siglo XVIII en adelante. La redistribución de los derechos de propiedad en la tierra puede asumir formas muy diferentes: •

La confiscación de las gra11ias y las propiedades de mayor tamaño y su subdivisión entre los pequeños grm�eros. Adjudicar la propiedad de la tierra que ya cultivan los pe­queños graJ'Ueros, para liberarlos ele las exacciones de la renta y de la autoridad de los terratenientes y darles una tenencia más segw·a. La nacionalización o socialización ele las grandes grarUas y plantaciones comerciales. La descolectivización de las granjas y comunas del estado en el antiguo bloque soviético, China, Vietnam y Cuba. Esas refonnas de la tenencia de 1a tierra sietnpre son actos 0 procesos políticos, aunque es frecuente que contengan una justi­ficación econó1nica y sietnpre tienen consecuencias socioeconó­micas. Los dos primeros tipos están asociados con el potente lema de "la tierra a quien la trabaja", que se da en las reformas de la tenencia de la tierra tanto "desde abajo" como "desde arriba". En las reformas de la tenencia de la tierra desde abajo, la acción

_¿AGRICUlTURA CAPHAUSTA. "1 GRANJf:ROS NO CJ\PIT/\USTASr H 9

política C<Ullpesina en contra ele la pobreza y �1 han1bre, la irUust�ci� social y la opresión, clesen1peñó una parte 1n1portante. Culn11no con particular intensidad desde aproximadamente 1 900 a los años setenta: en México y Rusia en la década de I 9 1 0, este y sur de Europa y China en el periodo ele entreguen·as (que sigui

_ó en

China hasta las décadas ele 1 940 y 1 950), y durante el penado de la posguerra en Bolivia en la década de 1 950, Vietnam )' Argelia en las décadas de 1 950 y 1 960, Perú en la década de 1 960, y Mozambique y Nicaragua en las de 1 970 y 1 980. Las luchas en contra de la gran propiedad y su poder sooal fueron especialn1ente intensas cuando se cotnbinaron con las luchas coloniales o anti-itnperialistas.

En algunos casos, la reforma ele la tenencia de la tierra desde arriba en el periodo de la posguerra constituyó una res­puesta a la "amenaza" de levantmnientos sociales rept�esent�l­dos por las "guerras catnpesinas" y la revolución soCial, por ejemplo en Italia, Japón, Corea, en las décadas ele. 1 940 y 1 950 bajo la ocupación rnilitar estadounidense y en Ahan

_za par� el

Progreso encabezada por Estados Unidos en Atnénca Lattna en los años sesenta tras la revolución cubana. En otros casos, las reformas de la tenencia de la tierra desde_ arriba, en diferentes

. escalas y por diferentes medios, se iniciara� de part� de I�egí­menes modernizadores de diversas con1plexwnes nacwnahstas entre las décadas de 1 950 y de 1 970: en la India independien­te gobernada por Nehru y el Egipto de Nasser hasta el Irán del último Sha.

La reforma de la tenencia de la tierra (desde arriba) desapare­ció en gran n1eclicla ele la agenda ele la política agrícola y de de­sarrollo después de los años setenta, pero regresó en la década de los noventa, ahora reinventada con1o una reforn1a basada en el 1nercado con el principio de "vendedor voluntario, con1prador voluntario". Es así como el Fondo Internacional para el Desarmllo AgTÍcola (Interna ti anal Fund for Agriculntral Developme�1t -IFAD) lo expresa: "Las anteriores refon11as ele la tenencia de la t�erra h�n sido indebidamente confiscatorias, est1stas o de arnba hacia

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'

140

abajo. La ref�rma de 1� tenencia de la tierra de 'nueva oh', que es descentr�hzada, mmstosa con el mercado (marhet-frienrlly) e im­plica la acción de la sociedad civil o el consenso, a veces es realizable y consistente con los derechos de propiedad justos y duraderos" (IFAD, 200 1 : 75; el énfasis es nuestro).

La justificación económica de la refonna de la tenencia de la tierra desde arriba es que los pequeños granjeros con una posesión segura de la tierra, y con los adecuados incentivos, aumentarán la productividad, a diferencia de aquellos graneles tenatenientes que dejan inerte la tierra, la usan para la especulación, o se apropian de las rentas que no (re) invierten en la producción agrícola. De ahí que la reforma de la tenencia de la tierra desde arriba no se dirija a dividir las grm1_jas capitalistas que son coinercialmente exitosas, que representan la moderniza­ción agrícola, sino que en cambio puedan buscar su promoción. Esto lo señaló el antiguo n1inistro de la reforn1a de la tenencia de la tierra en el gobierno Demócrata-cristiano de Eduardo Frei en Chile en los años sesenta:

... una cierta proporción de los nuevos campesinos beneficiarlos [de la reforma de la tenencia de la tierra] probablementefraca­sarcj,n como empresarios . . . será necesario advertir contra un víncu-1� institucional demasiado rígido entre los beneficiarios y Ja tierra de modo que podrá darse una selección na/.1tTal más ade­lante, que permitirá que se elimine a quienes fracasen (Chonchol, 1970: 160; el énfasis es nuestro). .

Algunas reformas de la tenencia de la tierra "nloderniza­doras" han acelerado el ritmo del desarrollo capitalista en la producción agrícola, cmno recmnendaba Chonchol, tnientras que -el otro lado de la misma moneda- en muchos casos las categorías más pobres de la población rural obtendría me­no� tierra que los "campesinos" 1nás ricos y los granjeros capi­talistas en embrión. Thl fue el caso en la India, Egipto, Irán, y buena parte ele América Latina, por ejemplo, y en específico

para las nllDeres grarUeras y los trab<:�aclores agrícolas a�alariad�s

que por Jo general siguen teniendo los derechos a la t�erra n:as

débiles de todos. En su trabajo magistral sobre la Incha, escnto

en la década de los sesenta, el econotnista sueco Gunnar Myr­

dal argt1n1entaba que las reformas a la tenencia de la ti�rra cl�s­

pués de la independencia "fortalecieron la posición política, socml

y económica de los esu·atos mi·ales superiores cie lo,� qt�e cl�p:nde

el actual gobierno para contar con un apoyo cruoal ( 1968. 1387).

Myrdal es citado por el historiador David Low (1 996: 25), qmen

amplía e1 argm11ento a Irán y Egipto, e incluso hacia buena parte de

Asia y Á!i·ica.

conclusiones

¿Qué añade esta breve y selectiva panor�tnica ele las reform:::s

a la tenencia de la tierra a los ten1as considerados en este capi-

tulo? Primero, ofrece un ejemplo n1ás ele cuán ilnportantes pue-

den ser las dinámicas políticas en la "persistencia" ele la pro­

ducción agrícola en pequeña escala en el capitalistno .

Segundo, deja en claro que la justificación e�onótnic�l para

la refonna de la tenencia de la tierra desde arnba consiste en

establecer a los pequeños grm1jeros como productores viables .

de mercancías, "en1pr.esarios" según el término de Chonchol,

que son con1petitivos y capaces de const�tui_I� sus propios Inei�­

cados. Esto se conecta con uno de los pnnctpales ten1as del SI-

guiente capítulo. Tercero, el tetna de quién se beneficia de las refonnas de la

tenen�iá de la tierra de diferentes tipos tmnbién se conecta con

las pregnntas formuladas en el capítulo 8 respecto a la forma­

ción de clase entre los gra11jeros.

Page 71: Dinámica de clase y tranformación agraria

· .'.l,

'

Capítulo 8 La formación

de clases en el campo

¿constituyen Jos "granjeros familiares" en el Sur ("campesi­nos") una "clase" social, cmno 1nuchos afinnan o suponen? ¿y una "clase" que aden1ás incorpora a los granjeros fan1iliares del N arte, co1no algunos sugieren? El fundamento 1nás general de esta visión es que ellos representan a en1presas de trab;;"'Uo fmniliar dedicadas a la reproducción sünple ("subsistencia"), a lo que se atribuyen diversos valores y virtudes (seii.alaclas en el capítulo 1 ). Quienes "se ponen de parte de los granjeros üuni­liares" por lo coinún enfatizan su deseo ele autonotnía: cultivar de maneras que ellos valoran y que son socialn1ente equitativos y no dañinos al n1eclio ambiental (lo que incluye la reconstruc­ción de las econon1ías alin1enticias locales), de ahí su resistencia a ]as constantes presiones actuales a la globalización en la agri­cultura.36

¿poden1os idE:ntificar una clase, e1� algún sentido útil, por una aspiración o ün conjunto ele valores? En la econmnía polí­tica que presentan1os en este libro, la clase se basa en las relaciones sociales de producción. Cualquier clase puede identificarse nada tnás por n1edio de sus relaciones con otra clase. Para al­gunos populistas agrarios (véase capítulo 6) los ''grm"tieros fa­nliliares" son considerados tan1bién una "clase" en virtud de

��;Quienes se ubican en In vanguardia de hacerlo por medio ele peácticas alternativas de consumo son denominados "los nuevos campesinados" por Van der Ploeg (2008).

143

Page 72: Dinámica de clase y tranformación agraria

'

144

sus relaciones con el capital y como "explotados" por el capital en algún sentido. El capítulo 7 develó varios posibles significa­dos de la explotación capitalista del tmbajo farniliaT (distinto del trabqjo asalariado) en la producción agrícola: que el trab;:Uo familiar es a) explotado por el capital (como "una fuerza de trabajo que labora con los medios de producción ele otras per­sonas"), o b) auto-explotado, o e) auto-explotado de maneras que representan un tipo de explotación indirecta por el capital, o al n1enos que benefician al capital. 37 Algunos ven a los granjeros familiares en el Sur como una clase que alguna vez fue explotada por el capital y el estado, y central para la acumulación durante el periodo colonial y el del desarrollismo (véase capítulo 5), pero que ahora está st!ieta a despojo o "descampesinización global", según el término de Araghi (véase capítulo 6). El despojo o marginación implica que cantidades cada vez menores de pequeños granjeros están disponibles para su "explotación", supuestan1ente porque el capital (o la agricultura capitalista) ya no los necesita. Ya sea que los granjeros familiares constituyan ele forma plausible una (sola) "clase" explotada, o a su vez estén diferen­ciados en clases, es lo que se explora en este capítulo. Lo hago primero en términos ele las relaciones y dinámicas de la rner­cantilización, la producción al menudeo y la diferenciación, y luego de clases de trabajo en el capitalismo. Todos estos conceptos se han rnencionado en diferentes puntos en el texto y se combinan y analizan en mayor detalle aquí, en una secuencia que añade mayor complejidad en cada paso. Introduzco mayores "deter­minaciones" para explorar teóricamente las fuentes y fonnas de esa complejidad en el mundo real.

31Una afirmación diferente, aunque por Jo general asociada, es que "la gente de la tierra", que incluye a todos los "pequeños" grarUeros en todas partes, puede convertirse en una "clase", o adquirir cualidades similares a las de una "clase" al unirse en un proyecto político común. Esto se discute en el si­guiente capítulo.

U\ I'ORM/\CIÓN or. CLASt'S i:N El. CAMPO

Las dinámicas d e clase

de la '"producción agrícola familiar'"

Mercantllización

La mercantilización (cormnodification) es el proceso por medio del cual se producen los elementos ele la producció�1 y ele la repro­ducción social, que son obtenidos a parttr del t�lterc�nlbio en el mercado y están sujetos a sus disciplinas �' e�·agenoa�. �n el capita1isn1o, este proceso se basa et: �

]a pr�n1tsa del surg_nnient

_o

histórico y ]a formación de una relacton socml �undan1ental entt.e

e] capital y e] trabajo asalariado. La tendencia central ele� capi­talismo hacia una producción generalizada de tnerca�1c1as 1�0 · 'fica que todos los elen1entos de la existencia soctal esten sigm

1 · · · fi necesaria e integrahnente n1ercantilizaclos. En cam Jto, �1gn1 c_a

la 1nercantilización de la subsistencia: que la n�producczón n� se da fuera de las ,.elaciones mercantiles y las disciplinas que e

_llas Im

'� ponen (la "constante cOilll)ltlsión de las fuerzas econon1tcas de Marx). . . . , Es evidente que los procesos de la tnercanuhzacwn ele la producción agrícola en pequeña escala tnuestran un� enonne

.· CI·O- Il Mientras que para Iviarx -y para n1uchos ottos, con1o vana . . � Karl Polanyi ( 1 957)� la delimitación ele tierras y su co�verswn

en propiedad privada no constituyó el i�oment� deciSIVO ele la aéunlulación originaria en Ingla.terra (vease cap�tulo 3), puede

. haber otras secuencias ele ·mercantilización de los cl1versos elemen­

. tos de producción y reproducción. Por ejemplo, un tipO de secuencia colonial era la nlercantilización de, prn11er?, �os ��1-tivos -típicanlente con1o resultado de una "comeroahzacwn forzada" para iniciar- luego de algunos tnedios de con�utno, después las herran1ientas y otros instnnnentos de trabajO, . en seguida el trab;:Uo mismo {como la mercancía fuena ele trab'\Jo), y sólo al final la tierra (el objeto del trab'\)o). Los cleiechos ele propiedad privada legalmente constituidos y vigilados en la tierra todavía no se establecen de tnanera efectiva, se les opone resistencia y se les cuestiona en algunas zonas rurales del Sur.

Page 73: Dinámica de clase y tranformación agraria

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i ! . , !

146

Esto, si1: embargo, no constituye una barrera para el desarrollo el:- relaciOnes mercantiles en la producción agrícola, co1110 ]o su­gieren los "1nercados vernáculos" en tierra que en la práctica (de Jacto) es tratada como propiedad privada aunque no en la ley (�e ;ure) . De hecho, es típico encontrar vibrantes mercados vernaculos �e tierra en áreas de diná1nica producción agrícola de mercancms al menudeo (y no tan al menudeo) (Chimhowu Y Wooclhouse, 2006).

Producción de mercancías al menudeo

L_a procl�cción d

.� ITiei�an�ías al n1enudeo en el capita1is1no com­

bma los lugares o ubiCacwnes de clase tanto de la clase como de trabajo:. en la producción agrícola, el capital en forma de tierra herramientas, semillas, fertilizantes y otros químicos, y el trabaj� en forma ele familias/hogares. Es una "unidad contradictoria" de lugares d� cla�e, �or

.varias razones. Primero, esos espacios de

clase no estan dist;Ibmclos de manera uniforme dentro de los hoga

_res que se dedican al cultivo, en especial dadas las divisiones

ele genero d': la propiedad, el trab'!io,"el ingreso y el gasto, como su�Iere la vmeta de �nzania del capítulo 1 . En segundo lugm; e� ...

Iste un� contradtccton entre reproducir los medios ele produc­Cion (capi�al) Y el productor (trab'!io) . . En los términos utilizados e.n el

.capitulo 2, esto concierne a la distribución del ingreso (mclmdo el que proviene de préstamos) entre, por una parte, el fondo ele reemplazo y el fondo de renta y, por el otro, los fondos �ar� el consun1o y para la reproducción generacional -una dtstnbución que habitualn1ente también está fuerte­Inente sexuada. En tercer lugm� la combinación contradictoria de lugares ele clase es la fuente ele la diferenciación de las em­presas de tnercancía al 111enudeo, la que considero un poco 111ás adelante.

Esta api�oximación contrasta con la engañosa suposición, menos

_ comun :n la actualidad que en el pasado, ele que los

pequenos granjeros en el Sur son cultivadores ele "subsisten-

-.--

l47

cia" cuyo objetivo prin1orclial es cubrir sus necesidades alinlen­tarias a partir ele su propio cultivo. Más allá de asegurar ese objetivo, cualquier participación en los n1ercados es vista con1o discrecional, un asunto de decisión -lo que yo llan1o el nlode­lo de "subsistencia plus". La posición alternativa aquí propues­ta es que una vez que los hogares que cultivan se integran. en las relaciones n1ercantiles capitalistas, quedan sujetos a las cli­náinicas y limitaciones ele la Inen:antilización que son inleJ'IWlizadas en sus relaciones y prácticas. Si cultivan 1�ada mcis para su pro­pio consun1o, entonces esto es porque estün integrados en re­laciones n1ercant.iles ele otras fon11as, por lo general por medio ele la venta de su fuerza ele trabajo. En este caso, es con1ún que la producción de "subsistencia" esté financiada a partir de los salarios, que son utilizados tmnbién para cubrir las necesidades del hogat� ya sea de n1anera regular o en años ele n1alas cose­chas. En efecto, esto invierte de cabeza a la "subsistencia plus": el grado al Cual los "pequeños granjeros" pueden satisfhcer sus necesidades alimentarias a partir de su propia producción está configurado por las maneras en que están integrados en las relaciones n1ercantiles .

Diferenciación de clase

En el capítulo 4 sugerí qúe hacia el final del periodo colonial

én Asia y África, a partir de la década de 1 940, y todavía antes en

·. Arriérica Latina, los peqlleii.os granjeros o c:unpesinos estaban

·"encerrados" en la producción de n1ercancías por l a "constante

Con1pulsión ele las fue1�zas econórnicas": la mercantilización de

· su subsistencia. Una vez que se dio este caso, existió una ten­

dencia de diferenciación en clases que Lenin ( 1 964a) clenmni-nó c::m1pesinos ricos, n1edianos y pobres:

• Aquéllos capaces de anunu]ar recursos productivos y de

reproducirse cotno capital en una escala Inayor, partici­

pando en la rejJmducción ampliada, son granjeros capitalis-

Page 74: Dinámica de clase y tranformación agraria

'

tas emergentes, y corresponden a los "ca1npesinos ricos" de Lenin. Aquéllos capaces de reproducirse como capital en la misma escala de producción, y con1o trabf!jo en la n1is1na escala de consumo (y generacionahnente) -lo que Marx denomina­ba rej;roducción sirnj;le- son gra�eros medianos, y corres­ponden a los cmnpesinos "1nedianos". Aquellos que luchan por reproducirse como capital, y que �or ende tratan de reproducirse como mano de obra a par­tir de su propio cultivo y están sujeto a lo que yo denomino una constricción de repmducción simple, son gra�eros pobres, y corresponden tambien a los "campesinos pobres" de Len in.

, Los gr��eros

. capitalistas emergentes tienden a emplear (mas) trab<yo asalanado además o en lugar del trabajo familia1: Los gra�Jei:�s pobr_es experünentan de manera 1nás aguda la con­tradiccion de re�roducirse, ya sea con1o trabajo o como capital, Y pueden reduCir su c�nsumo a niveles extremos con el objeto de conservar la posesión de una pegueüa porción de tierra o una vaca para comprar semillas o para pagar sus deudas. Como lo expresa Chayanov ( 1 9 9 1 : 40): "En el transcurso de la más

_ encarni

_zada lucha ecOI.1Óinica por la existencia, el . . . [pe­guen o granJero] que sabe cómo ayunar es el que está mejor adaptado".

Los granjeros medianos, en especial aquellos que son pro­ductores relativamente estables de mercancías al menudeo son ?e especial interés, en no menor medida porgue a ell�s se mclma el corazón de'� populismo agrario (véase capítulo 7; y sm duda el Ideal del gra�ero labrador" de algunas adminis­traciones coloniales). Esto refleja en ocasiones una suposición de que la condición del "campesino 1nediano" constituía la norn1a en las comunidades rurales antes del capitalismo, las que son VIstas, de manera bastante romántica, cmno intrínsecamente igual�tarias. En consecuencia, el surgimiento ele los campesi­nos neos y pobres es visto como una desafortunada desviación,

l49

un tipo de caída de la gracia, cat�sada por fuerzas n1alévolas externas a las con1uniclades cmnpesinas.

El esque1na teórico propuesto aquí recon1ienda una vi:ión diferente: que los granjeros medianos tan1bién son producidos por la diferenciación de clase. Es deci1; que los procesos ele mercantilización:

Elevan los costos de "ingreso" (véase capítulo 7), los costos ele reproducción del capital en la producción agrícola )' los riesgos asociados con esos costos 1nás elevados: Atnnentan la con1petencia por la tierra y por la fuerza de trabajo que labore en ella.

De tal modo, incluso los granjeros fa1niliares "tnedianos" establecen sus etnpresas tnercantiles a costa de sus vecinos tnás pobres, los grar:Ueros que no pueden cu�rir esos

� costos, o so;Jort

,ar

sus riesgos y que pierden frente a quienes SI p�t�clen. Es pt o­bable que se vean obligados a abandonar la acttv1d

�ad a�ncola

o, si logran conseguir créditos, que se encl�uden au�1 n1as y :e deslicen hacia la producción agrícola n1arg1nal (segun se cleb-ne en el capítulo 1).

. La Revolución Verde de la India ofrece una pista a este as­pecto de la diferenciación. _ La prmnesa consistía en que su pa­quete bioquhnico de insuri1os tnejorados era "neutral respecto a la escala". Esto significa que podría ser adoptada y tener be­n"eficios en cualquier tamaüo de granja -a diferencia de 1� mecanización, por ejen1plo, que requiere econon1ías de escala n1I­nirnas. Sin etnbar'go, "neutral con respecto a la esc�la" -un atributÓ de una detenninada tecnología- no es lo nusn1o q�Le "neutral con respecto a los recursos", un atributo social relaciO­nado con la pregunta "¿quién es propietario de qu�?" (vé�se capítulo 2) y que requiere preguntarse acerca ele la diferenCia­ción y sus efectos. Como explicara John Harnss ( 1 98: : 321) en relación con la adopción del paquete de la Revoluc10n Ver­ele en la India: "el punto crucial aquí es que quienes disponen

Page 75: Dinámica de clase y tranformación agraria

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150 1-IENnY OERNSTEJN

de más recursos están en u . . " con los riesgo asociado

na poslclon mucho mejor para lidiar s con esta tecnología qu ·

niayor intensidad de efectivo. !IH e requiere de

Los grani · :Jeras marginales o quienes son "d . d para cultiv ·" . en1asm o pobres

que carece� d:o u:e�e���:�nt� ca�ece� de acceso a la tierra, sino

capaces de reproducirse p�

r o�:lr.Ie:tes eleme�tos para ser

agrícola: 10 e su prop1a actividad

Suficiente tierra de cal,· dad fi .

L . su ctente. a capacidad de comprar otros m d. .

d · , e ws necesanos de pro

uccwn :onJo herramien�aS y semiJlas. -

La capacidad de manejar fuerza' de trabajo adecuad frecuencia un efecto de relaciones cte género que e 't

a, con

las mulere · VI an que

" s gra'!)eras manejen el trabajo de los hombres.

La diferenciación de clase de lo .

res de mercancía al menudeo im l 's grallJe��s cmno producto­

compleiidad B . P !Ca tamb!en otros factores y

" es. or eJemplo los mercad d b .

:�� :�al�o:���,��:::tic� de

1Ia �roducció1: at�e:u�:o ¿e01�;�����

gr¡co a, por muy común 1 por alto el empleo d 1

que resu te pasar

. e a tnano de obra asalariada, incluso d parte de los granJeros "pequeüos" E 1

e

cante " . n e contexto europeo

"mpor�neo, por ejemplo, Toby Shelley (2007: 1) ob

.

que Francia se enorgullece d . serva

suficiente au . 1 e s� agncultura cmnpesina auto-

' nque sm os trab<uadores del campo d .

marroquí m h _ . ..

e ongen ' uc os _gJanJeros estanan en dificultades" 39 y

excelente estudio de la zona rural de . . en un

ochenta, Marc Edelman se refier; a " Costa

. RIC: en los años

tan trabajadores o peones (1999: 122 c���pe

ls6m7)

os que contra-' ' Y reporta que

ssEra frecuente que estuvieran tamb. , .

conseguir los paquetes HYV con ma f; .;7� �tuados en

. mejor posición para

. , snLa "agricultura campesina a!t�;u��;e�

n�" y en térmmos preferenciales.

cion extraña de la actividad a ícol 1 F . puede sonar como una descrip­

fiere a un mito particular naci�al a en a

r •rancm contemporánea. Shelley se re­

contrato, en especial la ma�o de � p�pu �st�, según el cual la mano de obra bajo

o ra mmtgt ante, desaparece de la vista ..

LA FORMACIÓN DE CLASES I:N EL CAMPO 151

los pequeños granjeros se quejaban de su falta de efectivo para

contratar peones (ibid., 126), aunque no dice quiénes eran esos

peones ni de dónde provenían en la estructura rural de clase.

Otro ten1a o hipótesis general, de alcance aún mayor es que

las prácticas, fortunas y prospectos de los grmljeros están confi­

gurados cada vez tnás por sus actividades fuera de sus gTanjas y

los ingresos de esas actividades les proporcionan los tnedioS para

sus fondos de consutno (reproducción como trabajo) y sus fon­

dos de inversión (reproducción cotno capital): "las fuentes de

ingreso no derivado del cultivo sin duda alguna que son crucia­

les para describir los estándares de vida de los hogares agrícolas

en los países en desarrollo" (Ellis, 1998: 10). Esta "diversifica­

ción de las fonnas de tnantenitniento" en el cmnpo se relaciona

con las tendencias a la diferenciación ele clase, que podrían in­

tensificarla u obstaculizarla, según las circunstancias.

Los granjeros capitalistas etnergentes con frecuencia In­

vierten en actividades que están relacionadas con el cultivo,

como el con1ercio y procesan1iento de las cosechas, el con1ercio

y transporte rural al menudeo y los adelantos de créditos, así

como la renta de animales de carga y tractores o la venta ele

agua para el riego. 'Hunbién invierten en actividades urbanas, en

educación para sus hijos y buenos n1atrimonios para sus hijas,

las alianzas con funcionarios del gobierno y en procesos políti­

cos y, en general, en otras forn1as de influencia. En pocas pala­

bras, participan en la "diversificación para la acutnulación"

(Hart, 1994). La producción agrícola de mediana escala se basa, por lo

común, en la combinación de las actividades agrícolas con

otras "adicionales al cultivo", entre ellas la tnigración laboral

como fuente de ingresos para ayudar a la reproducción de la

actividad agrícola, en especial cuando los costos de reproduc­

ción están a la alza. Tatnbién se basa, cotno se señaló, en la ca­

pacidad de contratar n1ano de obra asalariada, aportada por

trabajadores sin tierras o por granjeros marginales (y que con

frecuencia son migrantes). El trabajo asalariado puede contra-

Page 76: Dinámica de clase y tranformación agraria

1 , ,

' 1

152

I I ENRY nERNSTEIN

tarse para reemplazar la fuerza de trabar;o de 1 r ·¡ · · · :.� a 1am1 1a que partiCipa en otras actividades "fuera del cultivo" '

tar la fuerz d b . r o para aumen-a e tra 'UO ,amiliar en momentos de alta demanda del

mano de obra en el calendario agrícola como en el desyerbe y a cosecha.

des �os

,p-anjer?s pob�:'s o marginales participan en activida­e

dsobrevivenoa para reproducirse, primordialmente �or me JO d

_e la venta de su fuerza de trabajo. Esto es algo que an reco.nocido, aunque de forma tardía, organizaciones como Internatwnal Fund for Agricultura! Develo¡:iment (IFAD) 1 Banco Mundial. El Reporte Mundial de la "ob d 1'

y e (R 1 ,.,

r' reza e IFAD ,ura ,-overty Report) de 2001 - 1 1 b" " . sena a que o pobres en el ám-Ito �ural VIVen esencialmente por la venta de su fu d trabajo" (IE 200 , erza e d

AD, 1 : 230), mientras que la siguiente tabla est' a aptada del World Development Report 2008 (B M a

dml, 2007: 205). ,

anca un-

TABLA S PROPORCIÓN DE LA POBLACIÓN RURAL ADULTA CON CULTIVO POR SU PROPIA CUENTA COMO ACTNIDAD ECONÓMICA PRilVIARIA

(Porcentaje)

Región Hombres Mujeres África subsahariana 56.6 53.5 Sur de Asia 33.1 12.7 Este de Asia y Pacífico (sin China) 46.8 38.4 Medio oriente y norte de África 24.6 38.6 Europa y Asia Central 8.5 6.9 América Latina y el Caribe 38.4 22.8

LA FORMACIÓN DE ClASES EN EL CAMPO 153

La tabla 5 sugiere que la producción agrícola por cuenta propia es la actividad económica primordial para más de la mi­tad de la población rural en edad adulta nada más en el ÁfTica subsahariana. Sin embargo, se ha argun1entado que existe una fuerte tendencia hacia la "desagrarización" o "descampesiniza­ción" (Bryceson, 1 999) en el caso del África subsahariana, mani­festada en la creciente proporción de los ingresos rurales deriva­dos de fuentes no agrícolas. Además, la crisis econó1nica integral que ha atrapado a la mayor parte del África subsahariana en décadas recientes significa una presión adicional a la reproduc­ción por medio de co1nbinaciones de largo aliento entre la acti­vidad agrícola y la migración laboral, de "coa y salario" en tér­minos ele Cordell et al. ( 1996). Esto es porque las oporll.miclac\es en el empleo urbano (incluyendo el empleo "informal" y el au­toempleo), que pueden significar fuentes ele mantenimiento para el cultivo en el campo, han decaído al mismo tiempo que se incrementan las presiones en la mayor parte de los hogares de agricultores, en buena medida como resultado ele la globaliza­ción neoliberal (véase capítulo 6).

Un factor adicional que complica la formación de clase es que las precarias condiciones de la producción agrícola en peque­ña escala en el Sur ejercen presiones en la reproducción ele los hogares agrícolas. Los granjeros medianos con frecuencia se ven desplazados hacia las filas de los granjeros pobres obligados por sn vulnerabilidad a los "impactos" como la sequía o las inunda­

. ciones y los términos cada vez más deteriorados del intercambio entre lo que necesitan comprar y lo que pueden vender -una expresión típica de estar si.tuados en la "presión de la reproduc­ción shnple". Pueden comprar n1enos "insumas", menos ali­mento y menos fuerza de trabajo cuando ganan menos como pmducto de su actividad agrícola. Pueden ganar menos debido a una reducción en las cosechas -originada por un clüna adverso, enfermedades de las plantas, plagas, falta de fertilizantes o esca­sez de mano ele obra- o cuando caen los precios ele las mercan­cías que ellos venden, o bien, cuando tienen que saldar sus

Page 77: Dinámica de clase y tranformación agraria

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"154 Hi-N!�V Bi:Ri'JSTf::iN

deudas. La precariedad tan1bién se registra en la vulnerabilidad a los "ü11pactos" de los hogares jmrticulares, por ejemplo, la en­fernledad o muerte de un mie1nbro central del hogm�·10 o algiln animal ele carga valioso, y en cualquiera de ambos casos podría significar atravesar el mnbral entre "irla pasando" y "pasar n1ás abajo del nivel mínimo".

Variaciones en la diferenciación

Así como los pequeños granjeros de mediados del siglo xx en el Sur estaban "atrapados" en relaciones Inercantiles, tmnbién estaban diferenciados an1plia e inequitativamente en ténninos de clase. El grado al cual la diferenciación puede haberse inhi­bido por la depredación del colonialismo en algunas regiones, por ejemplo, cmno efecto de "terratenientes parásitos" en la India colonial (véase capítulo 4), o en donde los prestamistas y mercaderes ejercían un fuerte control de la economía rural. Pero la diferenciación en una escala 1nayor o 111enor surgió a partir de los procesos de n1ercantilización, y en ocasiones fue promovida por las políticas agrarias coloniales. Low (1 996), citado en el capítulo 7, sugirió que las clases locahnente fuertes de los granjeros más ricos constituían la fuerza social dominante en el can1po en la época de la independencia del don1inio co­lonial en Asia y África --::v con un alcance que iba n1ás allá del campo.

Al igual que los patrones de la mercantilización de la pro­ducción agrícola en pequeña escala (mencionados antes), los patrones de diferenciación tatnbién muestran una enonne variación. La tendencia a la diferenciación que puede identificar­se teóricamente a partir de la unidad contradictoria de clase que se ubica en la producción ele Illercancías al nienudeo no es -y no puede ser- evidente en tendencias, Inecanismos, ritmos o formas de diferenciación de clase idénticas en todas partes.

"10La pandemia de VlH�SIDA se sumó a los riesgos para la salud en la exis� tencia rural en el S m� sobre todo en Africa.

.-'. ':>. . ."

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l.A FORMA(;lól".¡ DE CI.ASf:S t'N U. CAMPO 1 5 5

Ello debido a que 1nedian "1nuchas detenninaciones" (lvlarx) entre la tendencia y las circunstancias particulares y concretas Y las dinámicas locales.

Ya he apuntado algunas ele esas detenninaciones, que po­drían parecer paradójicas, por ejen1plo, el carácter central de] ingreso fuera de la actividad agrícola y la contratación ele :uer­za de trabajo asalariada para la reproclucci�n ele. los gratljeros de escala 111ediana, lo que altera su imagen Icleahzacla con1o el granjero fanliliar "independiente", "can1pesino n1e�liano" o cultivador vigoroso. De igual 111anera, la venta de la fuerza de trabcUo ele parte ele los pobres puede ayudar a algunos a afern1�·se a su pedazo de tierra, por Inás marginal que éste sea. Es f-re­cuente que hagan sacrificios considerables par� lograrlo: ):ar­que esa tierra representa un eletnento de segundad y, qwza de esperanza en la "lucha econónlica por la existencia" (Chay­naov) que eJios confrontan, así con1o una 1narca de valor e identidad culturales.

Según las circunstancias, puede haber también límites a.la

expansión de sus actividades agrícolas de parte de los granJe­ros 1nás ricos. Harriss ( 1 987) estudió una aldea en el Sur de la India, en donde los mietnbros del hogar cultivaban un prome­dio de 1 .2 hectáreas irrigadas de arroz y cacahuat.es. Entre los hogar�s existían desigualdades, pero n_o aumentaba�1 en tér�11Í­nos ele la distribución de la tierra y la escala del cultivo, debtclo a la resistencia de los granjeros 1nás ricos para adquirir 111�s tierras en esta área densamente poblada e intensan1ente cultt­vada, y por las prácticas de herencia.de clivicl�r la :ierra fatnili�r entre los hijos. Los granjeros tnás neos se ��versificaban haoa

· el cmnercio del arroz, lo que era 1nás factible y rentable que tratar de mnpliar la escala de su actividad agi�Í�ola.

En contraste, en las Inuy diferentes conchcwnes del Norte de Uganda en los años ochenta, un capitalista local (de la aldea)

· contó 'l Mahmood Mamdani ( 1987: 208) que "lo que nos ayu­dó [a �cumular] fue la hambruna de 1980. La gente ten

.ía han1-

bre y nos vendieron cosas a bajo costo [incluyendo tierras y

Page 78: Dinámica de clase y tranformación agraria

'

"156

ganado]. Fue entonces cuando reahnente cmnenzamos a cotn­prar". En efecto, cmno sietnpre en el capitalisn1o, las crisis de algunos presentan oportunidades para otros, una dinámica que permea

_los contornos con frecuencia intricados y fluidos

de la formaoón de clase en el carr¡po.

Clases de trabajo

Teodor Shanin ( 1 986: 1 9), considerando la herencia de Chaya­nov unos sesenta años después de que se publicaran sus princi­pales obras, observó que "la sociedad rural y los problemas rurales ya no se pueden explicar por sí 1nistnos y deben enten­derse en términos de flujos de trabajo y de capital, que son más amplios que la agricultura". Una dimensión ele esto, respecto al capital, es lo que podríamos llamar agricultura rnás allá de la granja .. Fue considerada en el capítulo 5 la manera en que el capaahsmo tnoderno establece distinciones entre el cultivo y " 1 _e sector �grícola", tanto en tén11inos económicos corno polí-

ticos. También puede incluir "capital agrario más allá del campo", es dectr, Inversión en tierra y en producción agrícola de parte d� empresas. urbanas (incluyendo a políticos, funcionarios pú­blicos y oficmles del ejército, y profesionales pudientes) así como de parte del capital de los agroalimentos.

La visión panorá1nica de la mercantilización, la base de clase de la producción ele mercancías al menudeo y la diferenciación ele clase de los granjeros "fan1iliares", que se presentó en este ca­pítulo, enfatiza la otra dimensión, la del trabqjo. Podemos llamar a este trabajo Tural más allá de la granja, que es proporcio­I:ado no sólo por los trabqjaclores mrales plenamente "proleta­nzados" que carecen de tierras, y que por ende son incapaces de cultivar por su propia cuenta, pero también por granjeros marginales o por aquellos clemasiáclo pobres para cultivar como un componente de iinportancia de su forma de sosteni­miento y reproducción. Las dos categorías ele li.!erza de trabajo, que por costumbre han tenido límites sociales muy fluidos,

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!_A FORM/\CIÓ.� rn: Cl.A.SES !::N El. CAMPO 157

pueden emplearse de n1anera local en las granjas de los veci­nos (capitalistas y productores ele mercancías al menudeo), o por temporadas en zonas 1nás distantes ele la producción agrí­cola capitalista y de la producción ele n1ercancías al n1enudeo bien establecida, a veces en otros países o en pueblos y ciuda­des denti·o de sus países o, de nuevo, en el á1nbito internacio­nal. La "fuerza de trabajo a la deriva" según el ténnino de Jan Breman ( 1 996), es un hecho de clin1ensiones 1nasivas ele la vida social en las zonas rurales del Sur actual, y expresa las n1aneras en que sus tipos de producción agrícola están diferenciados por las dinámicas ele clase.

Lo que yo denomino aquí "clases ele trabqjo" incluye "las cantidades cada vez n1ayores . . . que dependen ahora -directa e indirectamente- de la venta ele su fuerza ele trab�o para su pro­pia reproducción cotidiana" (Panitch y Leys, 200 1 : ix; el éi:fasis es 1nío). Tienen que establecer su reproducción en conclicwnes ele creciente inseguridad en el ingreso (y de "pauperización") así como ele inseguridad en el empleo y las presiones hacia el descenso de parte de la erosión neoliberal de la provisión social a favor de quienes se encuentran en en1pleo asalariado "estándar", que se reducen como proporción de las clases del trabajo en la mayor parte ele las regiones del Stu� y en algunas instancias tanl­bién en términos abso]utos.41 Las presiones sobre la reproduc­ción tienen consecuencias incluso n1ás serias para las cantida­des crecientes ele lo que Mike Davis (2006: 1 78) llama "la clase trabajadora inforn1al global'' que "cuenta con aproxilnada­nlente nlil inillones ele personas, convirtiéndola en una de las clases sociales de 1nás rápido creciiniento y con n1enores pre­cedentes en el planeta".

Davis se refiére aquí a su con1ponente urbano, pero tanl­bién vale la pena considerar si los graqjeros en el Sur son parte ele "la clase trabqjadora informal global". Podrían no quedar des­pojados ele todos los medios ele reproducirse, recordando la

� �v cuyos salarios con frecuencia sostienen a redes más amplias de parenM tesco, urbanas y rurales.

Page 79: Dinámica de clase y tranformación agraria

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advertencia de Lenin en contra de ''una concepción clen1asiado estereotipada de la proposición teórica de que el capitalismo re­quiere del trabajador libre, sin tierra" ( 1 964a: 18 1). Pero tampoco la mayoría de ellos posee medios suficie·rttes para reproducirse, lo que marca los lhnites ele su viabilidad cmno productores de lner­cancía al menudeo.

Los trabqjadores pobres en el Sur tienen que buscar su re­producción a través de un etnpleo asalariado inseguro y opresor -y es tí¡::iico que cada vez sea más escaso- o de una gatna de actividades igualmente precarias y de pequeña escala en la "economía infonnal" (de "sobrevivencia"), incluyendo, en nlu­chos casos, el cultivo marginal. En efecto, se buscan modos de sosteniiniento por medio de diversas y complejas combinaciones de en1pleo asalariado y autoempleo:-12 Aden1ás, n1uchos consiguen sus Inedias ele reproducción en diferentes espacios de la di­visión social del trab;Uo: urbano y rural, agrícola y no agrícola, así como en el empleo asalariado y el autoempleo (marginal). Las ubicaciones y las identidades sociales que los trabajadores pobres habitan, combinan y entre las que se mueven, hacen que las fronteras sean aún más fluidas, y desafien las suposicio­nes heredadas de las nociones r-uas y unifonnes de "trab�a­dor", "granjero", "cmnerdante" (al tnenudeo), "urbano", "ru­ral", "empleado" y "autoempleado".

Adetnás, el éxito o e1 fi·acaso relativos en los mercados de trab�o, el empleo asalariado y en otras ran1as de la actividad, es clave, por lo común, de la viabilidad· (reproducción) de la pro­ducción de mercancía agrícola al menudeo, pero no se distribu­ye de 1nanera equitativa entre quienes cu1tivan o tienen algún otro interés en la producción agrícola y el acceso a la tierra. A su vez, esto tiene efectos para quienes están en clases ele trab<-Uo, que cmnbinan el autoen1pleo en la producción agrícola u otras ratnas ele la actividad ("economía informal") con el trab;Uo asa-

·!�Los conceptos de "autoempleo" son muy problemáricos, y con frecuen· cia se aplican de forma errónea a quienes son "tralnUadores asalariados con un ligero disfraz" (Harriss-White y Gooptu, 2000: 96).

--"i�� j, : ' .

,- ·1 -�

. . ,

·, ... - ·,, . ., .,,.._

159

lariado. Como graqjeros en pequeña escala, así como trabt�ado­res fl.1era de la actividad agrícola, habitan un n1undo sooal de "implacable micro-capitalismo" (Davis, 2006: 1 8 1 ) .

conclusiones

Para ciertos propósitos analíticos, resulta útil ��nsar en �1 c�:pi­tal (en general), e incluso en ocasiones yo he utJhzado :l tcrmnw "capital" de esta forn1a abstracta, por ejen1plo, al refern

_·1;1e a los

intereses 0 dinámicas del capital. Sin embargo, tambten se ha señalado que el capital puede distinguirse por:

Activhlades y sectores: agrícola e industrial, financiero y co­

nlercial. Escalas: desde hogares y "pequeflas empresas", incluyendo

a los productores ele n1ercancías al n1enucleo en la produc­

ción agrícola, hasta las corporaciones globales.

Clases de capital: se distinguen por los intereses y las esu·a­

tegias del capital en actividades y sectores partic_ulares y en

escalas que van ele lo local a lo regional a lo nacwnal Y a lo

transnacional .

Esté �apítulo ha Úustraclo y ha buscado expli�ar en �mayor

detalle la diversidad concreta de las clases de capttal, asi como

las clases de trab�o en Ios catnpos del Sur, y la n1anera �n q�1e

esa diversidad está c¿nfigurada poi· factores (''deten11Inacw­

nes") más allá del campo, n1;;ís allá· ele la activicla:l ag�·ícola Y

más allá de la agricultura. Se ha apuntado un� diversid:ld de

fon11as y clases de capital, desde las corporacwne� a�ncolas

(cmtJomte agrilmsiness) a los "can1pesinos -ricos" o cap1tahsta� en

las aldeas que compran la tierra y. el ganado ele _sus vecmos

empobrecidos, 0 que diversiflcan su actividad haCia el comer-

cio de los cultivos. . Frerlte a esa diversidad, y las cmúraclicciones y luchas que

la producen, es difícil asociarse a noción alguna de los granje-

Page 80: Dinámica de clase y tranformación agraria

'

160

ros -ya sea que se les describa como "cmnpesinos" " � . , familiares" " - . , ' gt m�e1 os " , o pequenos granJeros (o cualquier combinación de estas)- cmno una clase única y constitu¡"da ad -

1 ' , ' en1as cmno un� e ase por Inedia de alguna relación social común con el capitaL En el último capítulo desarrollo algunas de las id discutidas ' ¡ b · e as

! " .· aqm con e o �eto de considerar otras complejiclacles ac I:I.onales respecto a las prácticas y los procesos de carácter pohtico -que atañen a la sociología política de clase.

. . r

Capítulo 9 Las complejidades

de la clase

Sociología económica y sociología política

Los tipos de cOinplejidades analíticas y las variaciones cono·e­tas enfatizadas en el capítulo 8 pueden considerarse con1o as­pectos ele la "sociología econón1ica" de clase. Éstas incluyen, en diferentes escalas, las forn1as de producción y los regín1enes de trab;-Uo, las divisiones sociales del trabajo, la migración laboral, las divisiones y conexiones rurales-urbanas, las forn1as organi­zacionales del capital y los 1nercados, las políticas y prácticas del estado y sus efectos. Se sugirió que se entrecruzan los pe­queños granjeros y las clases ele trabajo y que son extremacla­nlente h_eterogéneos en su composición y características, en bue­na n1edicla debido a las maneras inn1ensmnente diversas en que los diferentes tipos ele "auto-empleo" y empleo asalariado pueden combinarse. Parafraseando a Lenin (1964a: 33): "Son posibles con1binaciones infinitatnente diversas de elen1entos de este o aquel tipo ele trabajo".

Subyace a esta heterogeneidad el aspecto más amplio ele la con1plejidacl, que hasta el 1non1ento apenas se ha insinuado. Como lo expresa el filósofo Etienne Balibar: en un mundo ca­pitalista, las relaciones de clase son "una estructura determinante, que cubre todas las prácticas sociales, sin ser la única" (citado en Therborn, 2007: 88; énfasis del original). En síntesis, las rela­ciones . . ele clase constituyen "cleternünaciones" univeTsales pero

161

Page 81: Dinámica de clase y tranformación agraria

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162 Z ltNft\ HERN:STUN

no exclusivas de las pr-ácticas sociales en l . . ouzan y cotnbina!1 COI1 ot . l'r . e capttahsnlo. Se entre-

� l as e nereno r . . las que el género es la , l 'r. . as y e tvtsw.nes sociales de

mas e aunchda y t b · , .

relaciones opresoras y el , 1 . , " atn 1C11 pueden Incluir

gión y casta. e exc uston de raza y etnicidad, reli-

Estas no son diferencias sociales u . . ginen en el capitalistn .

q e por necestdad se ori-

. o, 111 que a fuerza se ¡ · mtereses del capital" E< . .

< exp ICan por "los .: . XISte una nnporta t rD .

pensar que cualquier cos . n e e I erencta entre a que exista en el mu d d 1 . .

mo es así porque sirve 1 .. . 11 o e capJtahs-

. a os Intereses del · _ !" llama una explicación " " . 1 .

capita (lo que se Jlll1Cl0113 ISta") y ]

nera lo que · _ . ' exp orar ele qué ma-

existe es pwduodo como ¡¡ contradictorias de la . 1 . . e ecto de las dinámicas

s I e aoones soCial e . ¡ · yendo la tnanera en que ¡·eco fi

e: s captta Istas -indu-n 1guran práct' ·

antedatan al capitalismo L d' " . e: teas y creencias que

r�laciones sociales capitaiist:: t�:��7:��� c�ntradictorias de las

ctas no buscadas d . " 1C uyen las consecuen-e, pm una parte vtas e "fi

lación y las estrategias de 1 . . ' ' . spect cas de aetunu-

• < e onumo político d 1 . 1

pita! y, por otra parte la b , d e as e ases de ca-

' < usque a de la rep . ¡ · , d de las clases de trab<úo y los d f �.

oc uccwn e parte

tos" frente al dmnil1io d 1 �sal

ws_ de los contra-n1oviinien­e captta .

Trasladarse de la sociologi'a ec , .

1 d. , . < onmmca de las · ¡ ·

as Inan1tcas de clase a 1 1 t e aCiones y

• < os temas e e las 'd 'd d .

cm de clase y de ai1I' al ál' . d I enti a es y concien-

' an ISIS e la p · " · 1 , . iinplica una serie de f t

e I a e ti ca po Ittca colectiva, ac ores y deter · · . .

que afecta:n a la agenci·a ] " . tntnacwnes adiCionales

. ' po ttica. Prnnero, es itnportante enfatizar l I

social del ca¡)ital arraigad < • q Ie e poder económico y

• ' e: ' o en un Sistema d . 1 ·

piedad y mercantil debe e I e acwnes de pro-

e ideológico elei:cido as

tegur

b�t�se a tt�avés de su donlinio político ' :.1 mn ten unrversal

manera exclusiva- por medio del estad mente, pero no de

que el dominio del capital o o. No debemos suponer

1 pere por medio de n 'd d .

p e y una instri.unentali'dad d " . u a uni a SII11-' e: e proposlt ·

riamente coherente en 1 os, nt que sea necesa-

a manera en que bt .. · 'fi tnanera ideal " ·

tsca JUSti 1Carse de ogiCa con1o un orden moral o en .

e SUS estrategiaS y

. . . : i

·� ' .:

.:.,.,_.:

: .r

, ;

prácticas políticas. No hay garantías de unidad, coherencia y

efectividad en la n1anera en que las clases del capital perciben,

anticipan, evalúan, confrontan e intentan contener las contra­

dicciones sociales del capitalisinO con el objeto tanto ele buscar

las ganancias y la aetnnulación con1o de asegurar la legititnidad

para lo que ellas hacen o, al tnenos el acuerdo en la tnanera en

que ellas lo hacen . Segundo, un ten1a clave en la sociología política de las clases

del trabajo (fragtnentadas) lo señala la observación de 1vlah­

Inood Nlan1dani en el sentid? ele que la "traducción" de los

"hechos sociales" en "hechos politicos" sien1pre es contingente

e impredecible ( 1996: 2 19). Esto es especialmente así debido a

"las muchas n1aneras en que el poder fragment[a] las árcnns­

tancias y e;�.jJeriencias ele los oprimidos" (ibid., 272; énfasis afladiclo).

La gran variación en las circunstancias se enfatizó en l a discusión

del capítulo 8 acerca de los patrones de 1nercantilización y ele for­

n1ación de clase en el clnnpo, y ele la heterogeneidad ele clases

del trabajo: las complejidades de la sociología económica ele la

clase. Para la sociología política de dases, un siguiente paso crucial

es el de cón1o esas circunstancias se exj;erimentan, cmno sugiere

Mcunclani. Existenciahnente, no son experimentadas ele n1anera

(auto)evidente y exclusiva co1nO explotación y opresión ele clase

en genentl, sino en térn1inos ele identidades específicas con1o

"habitantes urbanos/rurales, trabajadores industriales/jornaleros

agrícolas, artesanos urbanos y mujeres campesinas, hombres/

mujereS, trabajo mental/manual, joven/viejo, negro/blanco,

diferencias regionales, nacionaleS ·y étnicas, y así sucesiva­

n1ente" en la lista de eje1nplos que proporcionan Peter Gibbon

y Michael Neocosmos ( 1985 : 1 90). Además, es común que

capitales particulares astnnan cliferelicias/divisiones relaciona­

les -de género, de generación, de lugar (ciudad y can1po), y

sin duda de etniciclacl y nacionalidad- en ·Ia n1anera en que

reclutan fuerza de trabajo y la organizan en la producción y en

có1no tratan con la resistencia ele las clases del trabc:Do.

· r

Page 82: Dinámica de clase y tranformación agraria

'

1(•4

Barbara Harris-White y Nandini Gooptu (2000: 89) !"<'formulan un tema central de la sociología política de clase de este 1nodo: que la "lucha por la clase" precede y es una condición de la "lucha entre clases". Al "trazar un 1napa del mundo de la fuer­za de trab�o no organizada de la India", exploran de qué manera las luchas "por la clase" de parte de los trabajadores pobres son matizadas y restringidas por las diferencias de gé­nero, casta, religiosas y otras divisiones sociales señaladas an­tes. Concluyen que la abrumadora mayoría de las clases del trabajo en la India "todavía está inmiscuida en la primera lu­cha" por la clase, mientras que las clases del capital lo están en la segunda lucha a través de sus ofensivas en c�:>ntra de la fuer­za de trab�o -un argumento que, por supuesto, puede apli­carse y ponerse a prueba en otros lugares.

las luchas de clase en el campo

Sin duda alguna, los campos en· el Sur están permeados por las luchas que manifiestan la agencia y las confrontaciones polí­ticas de diversos actores, desde las empresas agrícolas hasta las clases nacionales y locales de la propiedad de la tierra y del capital agrario, hasta las diferentes clases de "granjeros (n1ás) pequeños" y las clases fragmentadas del trabajo. Todas esas luchas están configuradas universal, pero no en exclusiva, por las dinámicas de clase, que se combinan en formas complejas con las fuentes estructurales y las experiencias de otras contra­dicciones sociales. Esto se aplica tanto a las diferentes escalas como a las. diversas configuraciones existentes y que ahora ilustro brevemente. En términos de "escala", en el capítulo 7 se seii.aló la idea de las "formas cotidianas de resistencia" en contextos locales como el de la aldea. Ben Kerkvliet (2008: 233) enfatiza la con­tinuada relevancia de la aproxünación de J a1nes Scott en e l sentido de que "la vida diaria está plagada de la lucha de clase que sólo ocasionalmente aparece abiertatnente". Sin embargo,

I.AS CO,'\lPi.E¡HJAOE:S 0[ t./\ t"tASE· lbS

" 1 "da cotidiana se combina típican1en-esa "lucha de clase en a VI . �

• • ·acla también en otras . preswn an mg ' ' te y se expenn1enta con1o � 1 de

c las críticas al libro de . " . . por e1en11) O Una e fonnas de Jerarqtucl, :.� . . "ciego ante el 1 )11, k 1sJste en que ei a Scott, VVeajJons of t le ec�. ',. C�l

• los efectos ele las relaciones ,. . " 1 . norar las dn1amicas y . 1

geneto ' a Ig. . le las nuUeres granJeras y e e de género desiguales y la agencia e '

. ¡ rícolas (Hart 199!). los trabq]ac ores ag ' .d.'

. 1 ·esistencia", las luchas A , las "fornuts coti lanas e e I . . s1 co1no

esc·lh regwnal de ma-. · . s a veces en una ' ' Inás abiertas e Intensa ' d 1 s difundidos conflictos � t " t lyen un rasgo e o

. yor tatnano, cons, J t

. . . . . L an tro¡)óloga Pauhne . . . Afnca subsahanana. a <

, I)Or la tiei i a en

1 1 aqcielhs que no estan . . 1 · ' icas e e e ase y • ' Peters stntetiza sus e Ina�n . e sugiere ele qué Inane-asociadas a la clase, al 111Ismo tiempo qu

. ... .. .

ra estas últin1as se r�lacionan con las pnmei ,ts.

' "tos se . . h tierra con diferentes propost . . . la c�mpeten:w pot s • )oblaciones crecientes y a los niovi­intensifica debido a a l . ·es )' mayores tierras o . l ersonas que buscan meJOI mientes e e

P . . .· .1 . los OTU])OS rurales buscan d l s dtsturbws ctvt es, t:� que huyen e 0

.' y h producción de . . . l . lucción ele mercancias < •

mLensificai a P1 oc blación asalanada re-. · npo que una po � alimentos al mismo tiei

. . opciones ele alimenta-. . ·as para meJoren sus elucida busca tiet i ' ' ' l 1 " "t ]·¡s ¡·eservas de bosques y . 1 staclos e e mu an ( ción � In�reso; �; e

-� " las áreas que consideran dignas de de otros tipos e IC en u IC<ll1 • b . o )�·esión de los donantes y " ' (con frecuenCia aJ 1

el conservacwn .

1 b"l l )· los re¡)resentantes e . . · nales c e ca t c eo , de los gr·upos mtei na.cw . 1 de las tierras por l . lític-ts se aproptai ' las elites es tata es y .ro e

• b1e a lo ile<>'a1; y de . l"d ue van desde lo alesttona t:� medio de mee 1 _as q 1 b . de h tierra (madera, t obre como e e aJO < valiosos recursos, tan o

_s

.. 1 ) t ·aen una intensificación ele ' l . otros nunel d es a t ( 1 .

petro eo, 01 o, .. )eran desde las rec es .6 ¡ parte de agentes que O] la explotaCI n_ e e '

l . los o crranieros retirados que , l l Góvenes clesemp eac " " . ( 1

mas oca es . . 1 1. ·edes transnaoonales e e . . efectivo) 1asta as t . buscan consegun . . . 1 1 obiernos extranJeros Y

. 11Ultm·tciOna es, os g las corporaciOnes 1 ' • . . ·

·) [Existe] no sólo una ele los estados ah ICanos . . . representant�s .

Page 83: Dinámica de clase y tranformación agraria

'

166 l lf'-NRY llf.W:NST[ IN

competencia que se intensifica por la tierra, sino también una profundización de la diferenciación social y, aunque esa dife­renciación asume muchas formas -incluyendo la oposición entre los jóvenes y los viejos, los hombres contra las mujeres, las confrontaciones étnicas y religiosas- éstas revelan tam­bién nuevas divisiones sociales que, en síntesis, pueden verse como formaciones de clases . . . La proliferación de tensiones y luchas entre generaciones y géneros, o entre grupos etiqueta­dos por región, etnia o religión, están ligados íntimamente con las dinámicas de la división y la exclusión, Ja alianza y la inclusión que constituyen la formación de clases (Peters, 2004: 279, 291 ' 305 ).

Es notable que las más violentas guerras en el área subsa­hariana contemporánea -a l a que es típic0 se le represente en los Inedias de comunicación internacionales cmno casos de ''tribalismo" y "barbarismo" intrínsecos de África- tengan largas historjas de presión y conflicto por la tierra. Estos conflic­tos están influi d os por l o s l egados de l a administración política y de tierras del periodo colonial, matizados por los patrones de mercantilización e intensificados de diversas for­mas por l a explotación de los recursos naturales, el cambio climático y la intervención-selectiva de parte de actores polí­ticos internacionales; por ejem pl_o, en Ruanda y en Congo Oriental (Potti e1; 2002), S ierra Leona y Costa de Marfil (Chauveau y Richards, 2008), y Darfur (Mamdani 2009). Son luchas "entre grupos a los que se ha etiquetado por región, etnia o religión" (Peters, más arriba), pero también son luchas con sus propias dinámicas de clase, aun cuando lo sean d e "maneras invisibles y desarticuladas" (Peters, 1 994: 21 0).

Otras instancias de luchas por lo con1ún localizadas tie­nen una "configuración" de clase más evidente, cmno lo es en especial cuando están involucradas las operaciones de reclu­tamiento, control y pago de la fuerza de trab'\io asalariada. Un ejemplo lo constituyen las luchas entre los trab'\iadores en

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i.AS COM!'U::JIOADL·S Ol lA ClA.Sf

. xtensiones ele tierra capitalistas y sus pa-las p lantacwnes Y e

. . 1. s a' re-lS del vibrante · ., ·. la roporciOil<:tn a .: '

. trenes. Otra InstdnCia P . .. d · . or el confliCto . " n la India Inarc<l �ls p "capitalisn1o cmnpestno

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rrtedianos, por u n lado, .

� los aranJeros I ICOS Y . . , abterto ent1 e o . con frecuenCia es tan . . d . r el otro, qutenes . y sus tr,¡bap m es, �o

, .·

B . . l 990). Ambos upos ele . · 1 · ststeinattca ( an�_)l, . stuetos a VIO enoa

1 . eci·tln1ente encarmza.clos 1 . ··¡l puec en se1 esp ' lucha ele e ase I UI '

. bJ.Ilan )' hacen más com-1 . �

·

. ele clase se cotu ' cuando sus e tnaintcas . . . . ·h. l es -divisiones de . l otr'lS eltferencms soc � pleJaS a causa e e '

1· 1 dia de etnia en el reclu-� ·o en el campo ele d n ' y

.· casta y genei b . frecuencia una estrategia

. de fuerza de tra :::-u o, con . �

tannento , . 1· borales ele plantacwn . d l. b d· ell los reg¡menes "

. . . e 1 era c1 _ . ele los 111ovm11entos . 1 ra ,1 -1Igunos tentas Para conclun� voy a 10

< ( l . 1 d e 1 las escalas regional, •

'r dos de la actua te a - 1 < • • agranos organiza . 1 l . ·iendo especial referenCia

lacional e incluso transnaoona - 1clC ' 1 ' '

� . • d Jase )' otros mds. " fim¡¡·ación" en tennmos e e ' a su con o- '

"El pueblo de la tierra"

. . . aniz·¡dos ele la actualidad los ¿son los niovin1ientos agranos otg

� . '

tos can11Jesinos del pa-. l 1 . grandes moVID1Ien descendientes e e os t •1.1ninos de su escala e , 1 7) al menos en e . saclo (véase capitu o '

'rcunstancias y Jnétodos, tl1 in1portancia aunq:t� no

... sLe�

·e

'�gs¡L�:

-��

s campesinas del siglo xx" . " roposttos:"' dS L < • (" • •

qwza en sus p . . · .� n contra ele los an.áens régzmes VIeJOS

de Eric Wolfse dn igian,;

d 1" no en Rusia y China, o de " ) 1 ongen feu a , cm

b regímenes e e M , , . Vietnan1, Argelia y Cu a 1 . 1 con1o en exiCO, origen co onia ' . b. s o·eneralizaclos aunque b 1 swetos a catn lO o

. 1 -los cuales esta m :.� a econotnía niunclta 1 • · ncorporados en un,

. desiguales a sei I : ' eiltos can1¡)esmos se .

. , . , 1 4). Esos mm imi capitalista (vease capttu o d 1 tierra de la renta y los

. . a los ten1as e a ' ' . . . . movlhzaron en torno . . � n la o resión extretlla y la n--uustteta

inipuestos, de la paupenzaCiod! . ' p

d levantanlientos sociales f · en con tewnes e ( . . social, con recuenoa . .. C . . en1¡Jre eran parte de Inovt-

1. 1 de gue1 1 a as1 SI . • genera 1zac os Y

: . � · nal y de revolucwn Inientos tnás ai'nplios de hberacwn naCIO '

Page 84: Dinámica de clase y tranformación agraria

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1 !

168

1-IENRY BfRNSTEIN

social; todos se expresaron por medio de. la guerrilla y otras. expresiones armadas. T.:'lmbién tuvieron sus especificidades notables, históricas y locales, y podrían ser heterogéneos en su composición de clase; por ejemplo, un elemento distintivo y polémico de la interpretación de Wolf fue su énfasis en el papel estratégico de los "campesinos medios" en esos movimientos .

En el mundo actual de globalización neoliberal existen nuevos tipos de movimientos agrarios que, según quienes los promueven, aspiran a incluir a todos los granjeros "en pequeño" -o todos los "granjeros en pequeña y mediana escala" (Desma­rais, 2007, 6; el énfasis es mío)- en el Sur y a veces los gra�e­ros "familiares" también en el Norte, como un incluyente "pueblo de la tierra". El proyecto político que se defiende para esta población:

Se opone a '1a corporativización de la agricultura . . . (que) se ha sincronizado globalmente en detrimento de las poblacio­nes agrícolas en todas partes" (McMichael, 2006: 473; el énfasis es mío).

Se propone "revalorar la ecología cultura rural co1no un bien global" a través de la movilización de la "resistencia agraria glo­bal", un "contra-movimiento agrario" que lucha por preservar o reclamar "la vía campesina" -el norÚbre de uno de los movi­mientos más conocidos, La Vía Campesina (ibid., 472, 474, 480).

En este espacio no podemos dar seguimiento a la pregunta de si existe en realidad algún "contra-movimiento agrario", en qué sentido y cuál es su impacto y demás.43 Me limito a señalar la am­bición, expresada por Philip McMichael, de fmjar una unidad de todo "el pueblo de la tierra" como, en efecto, una sola clase explo­tada por el capital corporativo. Esta ambición reformula y amplía la visión de una larga tradición de populismo agrario en las actua­les condiciones de la globalización neoliberal. Cualquier unidad

43Edelman (2003) ofrece una útil reseña de esos movimientos.

LAS COMPLE.IIOADES DE LA CLASE 169

del "pueblo de la tierra" no puede asumirse, sino que tendría que construirse a partir de "movimientos de grarúeros", heterogé­neos, de escala local, regional y nacional, con todas sus variaciones de procesos específicos de cambio agrario y las circunsta�cias

. de

diferentes clases mrales (sociología económica), y de h1stonas, experiencias y culturas específicas de lucha (sociología política). He aquí algunos breves ejemplos. . En Brasil, con sus enormes áreas ele terrenos pnvados no cul­tivados y que nunca ha tenido una reforma agr�r�a re

.distributiv�,

"la cuestión de la tenencia de la tierra" ha adqu1ndo 1mportancm política nacional por medio de las acciones del MST. El MST

"invade" y ocupa tierras sin uso y establece colomas de pi:odu�­ción agraria en ellas, con una ideología explícitamente a�ti-capi­talista de establecer la tierra como una propiedad comun para quienes la trabajan (véanse capítulos 1 , 3 y 4), a la vez que trabajan muy de cerca con las agencias del estado para apm:tar finan­ciamiento para infraestructura y nuevas empresas agncolas. Los orígenes, trayectorias y culturas políticas del MST I�cl:tyen la me­moria de "ligas campesinas" anteriores supnm1das por l

_a

dictadura militar en los mi.os sesenta, una tradición de catoh­cis1no "social" radical entre algunos sacerdotes y activistas eclesia­les y alianzas locales con el Partido de los Trabaj

.adores (en la ac­

tualidad el partido del gobierno nacional en Brasil). El MST se basa en un discurso de clase que se propone unir a todos sus mtembros, quienes provienen de diferentes ubicaciones sociales en los car;'­pos de Brasil, por ejemplo, ar1tiguos trabajadores de la plantaoon en las zonas azucareras del noreste y los pequeños granJeros en el sur. Las experiencias que llevan con ellos configurar� su� �iferen­tes expectativas y afectan . la relación entre la orgamzacwn de la comunidad y las formas de vida individuales, mcluyendo la pro­ducción de mercancías al menudeo, en los asentamientos del MST,

los que con frecuencia divergen del i�e�l colectivo que promue­ven los líderes y admiradores del movm11ento (Wolford, 2003):

Si el caso del MST como movimiento nacional Ilustra las dife­rencias entre y dentro de grupos específicos de trabajadores y

Page 85: Dinámica de clase y tranformación agraria

'

170 f·IENRY CERNSTEIN

pequeños grar0eros, las divisiones de clase son más evidentes en algunos de los "nuevos movimientos agrarios" de alcance estatal en la India. La Karnataka Rajya Ryota Sangha, Asociación de Granjeros del estado de Karnataka (KRRS) ha logrado amplio reconocimiento internacional por su oposición a la semilla de al­godón genéticamente modificada Bt y es una organización miembro de la red internacional La Vfa Campesina. Sin embargo, es manejada por y para los grm"\ieros ricos y medianos que conti­núan explotando y oprimiendo a la fi.Jerza de trabajo rural y que hace campaña en busca de subsidios para los fertilizantes químicos. En pocas palabras, las credenciales sociales y ecológicas de la KRRS constituyen un ejemplo de "resistencia agraria global" (arriba) y dificilmente son tan claras como ella y otros afirman.

Es interesante que la ideología de los "nuevos movimientos agrarios" en la India apunten explícitamente al "pueblo de la ciudad" como la antítesis del "pueblo de la tierra", al menos en el sentido de que existe una fuerte tradición populista que atri­buye los problemas ele los granjeros a "la inclinación a favor ele lo urbano". Esto se refiera a las políticas que se han dado para favorecer a la industria urbana -y a las poblaciones urbanas de forma más general, por ejemplo a través de la provisión de "comida barata".,- a expensas de los grar0eros. Las demandas de estos movimientos tienden así a centrarse en los términos del comercio entre los bienes agrícolas e industriales (véanse capí­tulos 5 y 7, arriba). Al respecto -su preocupación por los pre­cios y subsidios que reciben los granjeros-, son similares a las organizaciones y gmpos de cabildeo de granjeros en la UE y Estados Unidos y sus críticos los ven como movimientos domi­nados por los intereses de los granjeros más ricos.

Algunas preguntas finales

Concluyo con algunas preguntas finales, "que adapto del ensayo introductorio en una importante colección denominada 'Jhznsna­tional Agrarian Movements Confronting Globalization (Borras et al.,

171 lAS COMPLEJIDADES D[ LA CLASE

2008) y que se aplica a todos los "contra-movimientos" que parti­cipan en luchas agrarias.

¿Cuáles son las características de las estructuras agrarias de las que surgen los movimientos o de las que no s�rge�?

, ¿cu:'!l es la base social de los movimientos agranos? <Que clases y grupos sociales afirman elfos represent�r? ¿Cómo puede evaluarse la plausibilidad de esas afirmaoones? . ¿Qué temas 0 demandas plantean los movimientos? oDe dónde provienen esas demandas y qué fi.lerzas sooales Y

l l . . ? •

políticas las ayudan a conseguirlas o a� '.mitan. . .·

¿Qué temas unen y dividen los movumentos agJallOS Y por qué? . . ¿Qué tan efectivas son las acciones de esos rnovnn.Ientos •

para can1biar las estructuras agrarias que ello� c�Iesuonan, y a quién benefician? ¿Por qué algunos movnmentos son más efectivos que otros?

l " . A estas preguntas debo añadir otra respecto a � gran In1a-

gen" con la que comenzó este libro: ¿qué tan �lausibles son las afin11aciones de los "contra-n1ovin1ientos" agranos y sus defensa-'

eJ sentido de que un retorno a los cultivos familiares de res, en . . . , ") pequeña escala de "bqjos insumas" ("re-�mnpesinizaoon pue-den alirnentar una población mundial vanas veces �ayor, Y �ant� más urbana, que aquella de la época en que los campeS!

,nos

eran los principales pi:oductores de los alimentos mundiales.

Conclusiones

Las complejidades analíticas del análisis de las dinámicas de ·clase en los procesos de cambio agrario, que se. �resentan en este pequeüo libro, representan un intento por hd1ar con algu­nas de las complejidades del mundo real del capitalismo en la actualidad. Ese mundo se. extiende desde el mercado de fut�ros en Chicago y las sedes de las empresas agrícolas corporativas

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172 HENRY BERNSTEIN

pasan�o por I_as diferenciaciones de clase de las zonas del diná­mico_

capitalismo campesino" a las luchas de algunos de Jos gra�eros Y trabajadores pobres representados en el capítulo l . Los d�safíos de la complejidad se confrontan en las pági­na� antenores sobre todo en la práctica de parte de aquellos acti;�stas compr?metJdos en tratar de construir y sostener una poht1ca progresista de cambio agrario en sus diversas escalas desde lo más local a lo global. Para este fin, difícilmente basta� algunos lemas atractivos y una lista de héroes y villanos "b _ , �· . , ue nos Y malos". Los movimientos de los activistas necesitan un aná_lisis efectivo de las complejas y contradictorias realidades sociales que buscan transformar. En un mundo capitalista, comprender las dinámicas de clase debería ser siempre un punto de partida y un elemento central de ese análisis.

Glosario

Acumulación en el capitalismo: Acumulación de ganancias para invertir en la producción (o comercio, o finanzas) con el objeto de obtener más ganancias; véase también njJTO­ducción ampliada.

Acumulación originaria: Para Marx, los procesos históricos por medio de los cuales se establecen las clases centrales del ca­pitalismo; para otros, los procesos que continúan dentJ·o del capitalismo establecido y que se basan con frecuencia en mecanismos coercitivos "extra-económicos", en no 1nenor me­dida en relación con la demarcación de la tierra, el bosque, los nacimientos de agua, etcétera.

Biopiratería: Nombre que dan los críticos a las corporaciones de insumas agrícolas que intentan patentar "derechos de propie­dad intelectual privados" en material genético de plantas.

Cadenas mercantiles: Todas las actividades que conectan la producción de mercancías con su consumo final; en el caso de las mercancías agrícolas, los traslados del campo del granjero al plato del consumidor, y los actores e institucio­nes, relaciones y prácticas que estructuran esos traslados.

Campesino: En sentido amplio, y con frecuencia de 1nanera laxa, se utiliza para describir a los granjeros orientados a la subsistencia, pequeños o granjeros familiares en diferentes con­diciones y periodos históricos, desde las civilizaciones agrarias

Nota: .Las referencias cruzadas en este glosario están en cursivas.

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174 UENRY BERNSTI.:IN

precapitalistas hasta el capitalismo actual, en especial en el sur.

Capital agrario: Capital invertido en la actividad agrícola con el objeto de generar ganancias. Capitalismo: Sistema socioeconómico distintivo, establecido a escala mundial, que se basa en la relación de clase entre el capital y el trabajo. Clase: La relación social de producción entre clases de produc­tores (trabajo) y no productores; véase también explotación. Condiciones sociales de producción: Todas aquellas relacio­nes, instituciones y prácticas sociales que influyen en las

actividades de producción y reproducción, incluyendo las con­diciones técnicas de producción y las fuerzas productivas.

Condiciones técnicas de la producción: Conjuntos particula­res de fuerzas productivas organizadas en procesos laborales, incluyendo la división técnica del tt;abajo.

Corporaciones agrícolas (agribusiness): Corporaciones de di­versas escalas, incluida la global, que invierten en la agri­cultura; véase también corporaciones de insumas agrícolas y agroalimentarias.

Corporaciones agro-alimentarias: Corporaciones de empresas agrícolas (agribusiness) que invierten en la agricultura río abajo de la producción agrícola.

Corporaciones de insumas agrícolas: Corporaciones de em­presa agrícolas (agribusiness) que invierten en la agricultura río arriba de la producción agrícola.

Costos de entrada: Los tipos y la escala de costos en los que se incurre para establecer una empresa mercantil, incluyendo el cultivo a pequeña escala.

Demarcación: Proceso de privatización de la tierra y otros re­cursos que se consideran derechos de propiedad en común, ya sea que esos procesos sucedan de Jacto (en la práctica) o de jure (con un status legal); véase también mercados vernáculos. Derechos de propiedad en común: Derechos a la tierra y otros recursos, por ejemplo, los nacimientos de agua y las tierras

·. , .

175 Gl_GSARIO

de pastoreo y forestales, que se conservan en común por grupos reconocidos cuyos miembros comparten derechos de usufructo de esos recursos.

Derechos de usufructo: Los clerecl1os ele los granjeros pa1·a acceder a la tierra pa1·a su cultivo y a las fiJentes ele pastura, forestales y ele agua y demás, que se consideran propiedad común.

Descampesinización: Proceso por el cual los granjeros ca7npesi­nos pierden el acceso a los medios ele reproducirse como grai'Ueros: véase tan1bién acumulación originaria, proletanza-ción, ''presión" de reproducción simple.

. Diferenciación en términos ele clase: La ten den cm ele los produc­tores de mercancías al menudeo a dividirse en clases de capital y trabajo; también influida fuertemente por las relaciones ele género y sus dinámicas.

División social del trabajo: i) Relaciones sociales entre producto­res relativamente especializados en producir diferentes cla­ses de bienes y servicios, cuyas actividades son co1nplen1en­tarias; ii) Actividades de diferentes categorías de personas según las posiciones que ocupen en las esnucturas particula­res de relaciones sociales, de 1nanera notable, las relacwnes ele clase del capital y el trabajo y las relaciones de géneTO.

División técnica del trabajo: La combinación de diferentes ta­reas 0 procesos laborales realizados por los trabajadores en una sola unidad ele producción, como una fábrica o una gran p.

Explotación: La apropiación del producto excedente ele las clases de productores de parte ele las clases (dommantes) ele no­productores.

Feudalismo: "Modo ele producción" en el cual las clases feuda­les ele propiedad de las tierras se apropian de la j;roducción excedente de los productores ca1npesinos en forn1a de renta; véase fondo de ��nta.

. . Financialización: Proceso a través del cual el capital financiero

0 de dinero se torna dominante sobre otras foi·mas de capital (industrial, mercantil, etcétera); co�1siderado por algunos

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176 HENRY RFRNSTI:IN

como la tendencia característica de la globalización contem­poránea y que se manifiesta en la crisis financiera iniciada a partir de 2008,

Fondo ceremonial: Parte del producto excedente utilizado para las actividades colectivas en las comunidades rurales para seña­lar, por ejemplo, las cosechas, los acontecimientos religiosos o "ritos de paso" como matrin1onios y muertes.

Fondo de consumo: Aquella parte del producto o ingreso que se requiere para satisfacer las necesidades de alimentación y otras necesidades básicas de los productores y sus familias, incluyendo las necesidades de la reproducción generacional.

Fondo de renta: Aquella parte del producto excedente que los cam­pesinos o pequeños granjeros tienen que pagar a otros, como los terratenientes, prestamistas, mercaderes.

Fuerza de trabajo: La capacidad de trabajar que poseen los trabajadores como su principal o única mercancía y que venden a cambio de salarios con el objeto de comprar sus medios de reproducción; es central de una manera única para el modo capitalista de producción.

Fuerzas productivas: Tecnología y cultura técnica, incluyendo las capacidades de las personas de organizarse para la toma de decisiones en torno a la producción, para realizarlas e innovarlas; las cuales están influidas por las condiciones socia­les de producción.

Género: Las relaciones entre hombres y mujeres; las divisiones de la propiedad, el trabajo y el ingreso están estructuradas típicamente por relaciones de género desiguales, aunque en distintas formas; véase también trabajo doméstico, repro­ducción generacional, división social del trabajo.

Globalización: Considerada, y muy debatida, como la etapa actual del capitalismo mundial, en especial a partir de los años setenta; marcada por mercados internacionales de capital en buena parte no regulados y por lafinancialización y por el proyecto político del neoliberalismo.

GI_QSARIO 177

Granjero familiar: Aplicado con mayor justeza a las granjas que utilizan únicamente fberza ele trabajo fan1iliar; a veces se apli­ca a granjas que son propiedad familiar y/o administradas por la fan1ilia, pero que no operan con fuerza de trab�o fan1ilim:

Granjeros marginales: Granjeros que no consiguen satis:acer la mayor parte de sus necesidades ele reproducczón a part1r de su cultivo por "cuenta propia"; un importante con1ponente de las clases del trabajo; véase ta1nbién semi-proletarización.

Huella ecológica: Cantidad de área ele tierra y mm; )' ele ener­gía biológicamente productiva, utilizada por determinados tipos ele

, tecnología para (i) regenerar los recursos que con­

sume una población humana y (ii) absorber y neutrahzar el desecho correspondiente.

Imperialismo: Convencionahnente un sisten1a de do1ninación ele los territorios y pueblos ele otras sociedades/países por estados ilnperiales; para Lenin, la "etapa más avanzada" del capitalismo, dominado por los países capitalistas más desarro­llados y que no requiere de dominación colonial directa .

Mecliería: Una práctica por la cual los terratenientes conceden la tierra en renta y a veces proporcionan los instrumentos de trab<;jo, a cambio ele una porción del c"\ltivo cosechado.

MerCados "vernáculos": Mercados en bienes y servicios que en la práctica (de jácto) son mercancías, ele manera notable la tierra, en condiciones en donde están ausentes los derechos de propiedad privada legalmente (de jure) esta�leciclos están ausentes son débiles ambiguos y/o están en d1sputa.

·Metcantilis�o: Un sistema de regulación política del cmnercio; el adjetivo "mercantil" puede referirse a ese s�stema y, más gené­rlcan1ente, a las actividades del intercambw y el cmnerc10 Y a aquellos que se especializan en ellos (capital merc�ntil).

Mercantilización de la subsistencia: Proceso a traves del cual los elementos centrales de la subsistencia, y por ende ele la rejJmducción, de los pequeños granjeros previan1e�te "inde­pendientes" quedan sujetos a las dinámicas del ;ntercam­bio en el mercado y sus coacciones (meTcant'llzzaczon).

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178 1-IENilY BERNSTEIN

Mercantilización: Proceso a través del cual los elementos de la producción y la reproducción se producen para y son obteni­dos �or el intercambio en el mercado y quedan sujetos a sus disoplmas y compulsiones; el capitalismo es distintivo como sistema de producción generalizada de mercancías. Monocultivo: Cultivo de amplias áreas con un solo tipo de planta, en comparación con los sistemas diversificados de cultivo. Neoliberalismo: Un programa político e ideológico para "po­ner a� fondo al estado" en los intereses del mercado y sus prmopales actores capitalistas. Pequeño granjero: Típicamente se refiere a los graf!ieros de Jos cual�:s. el tamaño de la granja está determinado por la dis­pombihdad del trabajo familiar y a veces se supone orien­tado a la subsistencia o a la reproducción simple; dentro de esta definición el tamaño de la granja vmia en gran medida con el tipo de producción agrícola. "Presión" simple sobre la reproducción: Proceso de presión en la >�produ�ción de los produ�tores de mercancías al rnenudeo ya sea como capital o como trabé!] o o ambos, asociada con la mercan­tilización de la subsistencia y que con frecuencia deriva en des­carnpesinización.

Proceso labor�!: La organización y actividades del trab'!io en pro­cesos particulares de producción; véanse también condiciones ·· técni�O: de la producción, condiciones sociales de la producción. Produccwn: Proceso por el cual se aplica trabajo para cambiar la naturaleza para satisfacer las condiciones de la vida hu­mana.

Producción/productores al menudeo: Producción de mercan­cías "al menudeo" en el capitalismo, cmnbinando los luga­res de clase.clel capital y el trab'!io, ya sea en un hogar 0 en un Individuo; st\ieto a difáenciación de clase. Productividad: La cantidad que puede producirse con un uso determi�ado ele los recursos; véase contabilidad de la energía, productzv>.dad del trabajo, rendimiento.

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GLOSARIO 179

Productividad de la energía: Las unidades de energía (calo­rías) utilizadas para producir una cantidad de cultivos de un determinado valor energético o calórico.

Productividad de la tierra: Véase 1�ndirniento. Productividad del trab'\io: La cantidad de un bien (o servicio)

que alguien puede producir con un determinado gasto de esfuerzo, típicmnente 1nediclo o promediado en términos de tiempo que se dedica al trabajo o tiempo ele trabajo.

Producto excedente: Lo que se produce más allá de las necesi­dades ele la reproducción sirnple ele los productores, que por ende representa el producto de su "trabc:Uo excedente"; cuando es apropiado por otras clases, es la base de la explo­tación.

Proletarización: Proceso por el cual las clases del trabajo se forman a partir ele granjeros, artesanos, etcétera, previa­mente "independientes"; véase tmnbién uzeTcantilización de la subsistencia, fuerza de tmbajo, acumulación oTigínaTia.

Propiedad de la tierra: La clase basada en el control efectivo de la tierra, ya sea en condiciones precapitalistas como el feuda­lismo o en el capitalisn1o con los derechos a la propiedad privada en una tierra que ha sido mercantilizada.

Recampesinización: El proceso por el cual los antiguos gmnje­ms marginales, semi-pmletarios o proletarios asumen el cultivo como un componente de importancia de su -repmducción.

. "-Régimen alimentario internacional: Siste1nas de relacion�s, reglas y prácticas que estructuran las divisiones internaCio­nales del trabajo y el comercio en la agricultura en el capi­talismo mundial desde la década ele 1 870.

Régimen laboral: Diferentes modos ele reclutar/movilizar el trab'\io y organizarlo en la producción.

Rendimiento (tierra): Medida ele la productividad de la tierra: la cantidad de un cultivo cosechado en una extensión dada de tierra.

Reproducción ampliada: Otro nombí·e para la acumulación ele . · capital, y su inversión en la ampliación de la escala ele pro-

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180 HENil\' BEICNSTEIN

ducción con el objeto de lograr más ganancias; contrasta con la reproducción simple.

Reproducción: Asegurar las condiciones de vida y de produc­ción futura a partir de lo que se produce o percibe en la actualidad.

Reproducción generacional: Las actividades de producir y criar a la siguiente generación; estructuradas típicamente por relaciones de género.

Reproducción simple: Reproducción en el mismo nivel de pro­ducción y consumo; efectivamente, reproducción sin acumu­lación.

"Río abajo": Todas aquellas actividades que conciernen a las mercancías agrícolas cuando salen de la granja, como .la comercialización, procesamiento, venta al mayoreo y al menudeo y defficás.

"Río arriba": Todas aquellas actividades necesarias para asegu­rar las condiciones de la producción agrícola antes de que se realice, como el acceso a la tierra, fuerza de trabajo, ins­trumentos ele trab'\io y, con la mercantilización, usualmen­te también el crédito.

Sector agrícola/de la agricultura: En el capitalismo moderno, la producción agrícola, junto con todos esos intereses econó­micos y sus instituciones y actividades especializadas, rio arriba y río abajo de la producción agraria que afectan las actividades y ·· la reproducción de Jos gnuueros.

Semi-proletariz'!ción: Un proceso de formación de clases ele trabajo que no están completamente despojadas de tierra y/u otros medios ele reproducción, pdi· ejemplo, en muchos sistemas rurales de trab'\io migrante.

Sobreproducción: Una tendencia intrínseca de la co1npetencia capitalista y de la acumulación en la cual se produce más de lo que puede venderse para realizar la tasa promedio ele ganan­cia, resultando así en una "desvalorización" del capital inver­tido en la producción.

Gl-OSARIO

Subsistencia: Usado por lo común para denotar que se satisfa­

cen las condiciones de la reproducción simple, en el caso de

los campesinos' granjeros familiares o pequeiios ft!�anJeros' �tsual­

Inente con especial referenc;ia a su producci�l� de. �

hmen-

propl·o constuno· véase men.:antdzzaczon de la tos para su •

subsistencia. . · Trabajo doméstico: Las actividades de cocinar, cuidar a

_l,.os ni-

ños y denlás, que son esenciales para la rejJToducczon �el

hogar y social y que es típico que se estructuren por relaciO-

nes de género. . Valor excedente: La forma particular del trab::uo excedente en

el capitalismo; véase producto excedente.

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*Significa lectura recomendada adicional de tipo introductorio. **Significa lectura recomendada adicional de tipo más avanzado.

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Índice

RECONOCIMIENTOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7

Capítulo 1 INTRODUCCIÓN. LA ECONOMÍA POLÍTICA

DEL CAMBIO AGRARIO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

El cuadro completo: producción agrícola y población mundial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

1 ¿Quiénes son los granjeros en la actualidad? . . . . . . . . . 1 1 Algunas instantáneas del Sur. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14

' : ·.;. 1. : Capítulo 2

PRODUCCIÓN Y PRODUCTIVIDAD: CONCEPTOS CLAVE . . . . . . 23

· TI-abajo y naturaleza: producción y productividad . . . . . 23 Divisiones del trabajo y cooperación . . . . . . . . . . . . . . . 28

:! Reproducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30 Excedente, explotación, acuinulación . . . . . . . . . . . . . . . 34 Economía política: cuatro preguntas clave . . : . . . . . . . . 37

Capítulo 3 CAPITALISMO: ORÍGENES Y DESARROLLO INICIAL . . . . . . . . .41

¿De qué manera es diferente el capitalismo? . . . . . . . . .41 Orígenes del capitalisn10 núm. 1 :

ca1ninos de la transición agraria . . . . . . . . . . . . . . . . .44

195

Page 98: Dinámica de clase y tranformación agraria

1 "

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196 fNDJCE

Orígenes del capitalismo núm. 2: la larga marcha del capitalismo comercial. . . . . . . . : 5 1

Teoría e historia: complejidades . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55

Capítulo 4 COLONIALISMO Y CAPITALISMO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57

Etapas del colonialismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57 El colonialismo y el cambio agrario . . . . . . . . . . . . . . . . 63 Regímenes laborales en el colonialismo . . . . . . . . . . . . . 76

Capítulo 5 PRODUCCIÓN AGRÍCOLA

Y AGRICULTURA LOCAL Y GLOBAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87

Del cultivo a la agricultura . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 88 Las "metrópolis de la naturaleza" y el primer .

régimen alimenta1�io internacional ( 1 8 70-1914) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 94

Del libre comercio al proteccionismo ( 1 9 1 4 - 1 940) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . lOO

�� segundo régimen alimentario internacional ( 1 940-1970) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 0 1

La modernización agrícola en el periodo del desarrollismo ( 1 950-1 970) . . . . . . 105

Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 09

Capítulo 6

GLOBALIZACIÓN NEOLIBERAL Y AGRICULTURA MUNDIAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ] ] ]

El colapso del segundo Régimen ·

Alimentario Internacional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 1 3 La agricultura global en la época .

del neoliberalismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 1 5 El fin del desarrol!ismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 18 ¿y el final del campesinado? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 120

ÍNDICE

197

Capítulo 7

¿AGRICULTURA CAPffALISTA

y GRANJEROS NO CAPITALISTAS? . . . . · · . . · · · · · · · · · · · . !25

Producción, explotación y resistencia . . . . : . . : . . . . . . 125

¿"Obstáculos" a la producción agrícola capitalista? . . . 126

<El papel de la resistencia? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . !35

. El caso de las reformas de la tenencia de la tierra . . . . 138

Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . · . . . · · · · · · · · · · · . 141

Capítulo 8 LA FORMACIÓN DE CLASES EN EL CAMPO . . . . . · · · · · · · · . 143

Las dinámicas de clase

de la "producción agrícola familiar" . . . . . . . . . . . . . 145

Clases de trabajo . . . . . . . . . . . . . . . . . . · · . · · · · · · · · . 156

Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . · · · · · · · · · · . 1 59

Capítulo 9 LAs COMPLEJIDADES DE LA CLASE . . . · · . . . · · · · · · · · · · · .161

Sociología económica y sociología política . . · · · · · · · .161

Las luchas de clase en el campo . . . . . . . . . . · · · · · · · . 1 64

"El pueblo de la tierra" . . . . . . . . . . . . · · · · · · · · · · · · . 1 67

. Algunas preguntas finales . . . . . . . . . . . . . . . . · · · · · · . 1 70

Conclusiones . . . . . . . . . . . . · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · . 1 7 1

GLOSARIO . . . . . . . . . . . . . . . . . · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · . 1 73

BIBLIOGRAFÍA . . . . . . . · · . · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · 183