Didactica ( Semana 2)

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UNIVERSIDAD NACIONAL DE LOJA AREA DE LA EDUCACION, EL ARTE Y LA COMUNCACION CARRERA QUIMICO BIOLOGICAS CICLO III DATOS INFORMATIVOS Alumno: Ángel Emilio Camacho Martínez Asignatura: Didáctica Docente: Dra.: Aura Vásquez Fecha: 29-04-2016 SEMANA 2 La didáctica y la formación profesional del Educador. La gestión con calidad y calidez de la enseñanza y del aprendizaje se garantiza cuando el maestro, dadas las condiciones científico-técnicas del conocimiento, implementa alternativas metodológicas innovadoras, estrategias de enseñanza pertinentes y rentables, estrategias dinámicas y colaborativas de enseñanza para cualificar su quehacer y así asegurar la calidad en la educación y la formación integral de la persona. Estrategias que posibiliten no solamente mirar, comprender e incidir en las formas de aprendizaje del estudiante, sino también el ser consciente de la necesidad de las innovaciones pedagógicas para enfrentar los retos y exigencias científico-sociales de la época contemporánea. La labor docente implica el desarrollo de una serie de acciones integrales para el aprendizaje efectivo de los estudiantes, lo cual contempla dos exigencias: “conocimientos avanzados y destreza para transmitirlos… El

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UNIVERSIDAD NACIONAL DE LOJAAREA DE LA EDUCACION, EL ARTE Y LA COMUNCACION

CARRERA QUIMICO BIOLOGICASCICLO III

DATOS INFORMATIVOSAlumno: Ángel Emilio Camacho MartínezAsignatura: DidácticaDocente: Dra.: Aura VásquezFecha: 29-04-2016

SEMANA 2

La didáctica y la formación profesional del Educador.

La gestión con calidad y calidez de la enseñanza y del aprendizaje se garantiza cuando el maestro, dadas las condiciones científico-técnicas del conocimiento, implementa alternativas metodológicas innovadoras, estrategias de enseñanza pertinentes y rentables, estrategias dinámicas y colaborativas de enseñanza para cualificar su quehacer y así asegurar la calidad en la educación y la formación integral de la persona. Estrategias que posibiliten no solamente mirar, comprender e incidir en las formas de aprendizaje del estudiante, sino también el ser consciente de la necesidad de las innovaciones pedagógicas para enfrentar los retos y exigencias científico-sociales de la época contemporánea.

La labor docente implica el desarrollo de una serie de acciones integrales para el aprendizaje efectivo de los estudiantes, lo cual contempla dos exigencias: “conocimientos avanzados y destreza para transmitirlos… El profesorado universitario, como cualquier otro profesional, está sometido a continuos cambios y transformaciones, que debidamente organizados producirán un desarrollo personal y específico”.

La formación docente y el desarrollo profesional

La formación docente siempre ha connotado la preocupación. Actualmente crece el interés por mejorar la calidad de la educación y, por ende, la formación pedagógica de sus profesores.

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Son muchos los problemas teóricos y prácticos al tratar de concebir planes de formación. A nivel teórico las concepciones de formación, de docencia, de pedagogía de educación superior, etc., abren un panorama ingente de alternativas; a nivel práctico el tema de la organización, difusión, motivación, interés de profesores, diagnóstico de necesidades, etc., enfrenta también un sinnúmero de posibilidades. Unido a ello, la preocupación por generar interés por formarse en muchos docentes con altos grados de titulación o con muchos años de experiencia es amplia, máxime cuando no es fácil hacer comprender que por más expertos y titulados que estemos, siempre hay algo susceptible de aprender, de mejorar y de compartir.

¿Por qué formación docente? En primer lugar y a tenor del punto anterior, un profesional de la docencia, para serlo requiere de formación; y, en segundo lugar, porque los retos y exigencias de la educación superior actuales exigen la búsqueda de alternativas de formación que respondan a los sujetos, sus condiciones y realidades.

Según Soussan (2002: 123) “la problemática de la formación de los maestros y de una manera general de todo participante en el sistema educativo, es un tema prioritario. La formación de los profesores está en el corazón de la evolución del sistema educativo”. Así, si se habla en términos pragmáticos, la eficiencia y eficacia de una propuesta educativa tiene necesariamente que ver con la calidad del maestro; y, en términos sociales y humanos, con el propósito de una educación de calidad que transforme y mejore las condiciones de vida actuales.

En tal sentido, la formación docente no es una estrategia para enseñar a enseñar, sino un asunto de mucho más fondo: los cambios en las teorías y enfoques pedagógicos y didácticos que siempre tienen algo que aportarnos; la masificación del mundo universitario; el nuevo tipo de estudiante, dados los cambios generacionales y culturales; las nuevas generaciones de profesores universitarios; las estructuras institucionales y retos frente a nuevas formas de ver la universidad; entre otros muchos aspectos, nos hacen ver que la formación es una necesidad no sólo de actualización, sino de atención a todos estos retos y exigencias.

Esta necesidad exige enfrentar otro obstáculo planteado por Peña, (2003: 9): “la resistencia y los miedos que impiden a muchos profesores y profesoras tomar conciencia de la necesidad de formarse como docentes. A través de sus distintas experiencias académicas como alumnos y alumnas de distintos niveles educativos, perciben que ser profesor universitario es dominar un conocimiento de alto nivel”. Así, al ser profesor universitario pareciera que se cuenta de por sí con la idoneidad para impartir conocimiento de nivel científico; pero como cualquier profesión requiere de formación y actualización. (Alcalde Gomez, 1961)

Otra de las dificultades que obliga a pensar en la formación del profesor de educación superior tiene que ver con la formación que ha tenido para ello. Muchos ingenieros,

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arquitectos, químicos, etc. han llegado a la docencia universitaria por su formación y dominio científico; pero a nivel educativo y pedagógico, cuentan sólo con la experiencia que recibieron como alumnos y lo que van acumulando a través de un esquema de ensayo-error. Muchos profesores se han hecho ―y no por su culpa― de esta manera adoleciendo de elementos que mejoraría sustancialmente su quehacer profesional.

Tal situación es una de las motivaciones fundamentales que obliga a pensar en sistemas de formación para el desarrollo profesional de los maestros: “Hoy, la instrucción de los docentes y su educación permanente se conoce como formación docente y desarrollo profesional, ya que estos términos reflejan más fielmente el hecho que los maestros son profesionales, su labor es un complejo proceso para ayudar a los alumnos a aprender y, por ende, su preparación no es una capacitación ligera (ni una combinación de oportunidades independientes) sino, más bien, un proceso permanente de oportunidades de aprendizaje y desarrollo concatenadas (Ganser, 2000, citado por Villegas-Reimers, 2002: 63). De esta manera formación y desarrollo profesional son procesos conectados entre sí con miras al mejoramiento de la labor docente.

La formación del profesor universitario, como lo plantean González y González (2007: 3), es un proceso educativo potenciador del desarrollo profesional del profesorado en el ejercicio de la docencia que transcurre a lo largo de la vida y que le posibilita un desempeño profesional competente, autónomo y comprometido. Se trata de brindar alternativas que susciten capacidades y experiencias que fomenten la adquisición de nuevas competencias. Esto, no a partir de intereses exógenos, sino desde los conocimientos y prácticas de los mismos maestros, articulados con apuestas que permitan sustentar y proyectar sus experiencias y posibilidades.

El perfil profesional del docente del siglo XXI: características y funciones

Componentes y elementos como una primera aproximación para un perfil del educador del siglo XXI

La relación del educador con otra serie de agentes educativos como son la familia, la sociedad y él es estado. La familia debe rescatarse, robustecerse y re conceptualizarse para que se constituya en el primer agente educativo del niño de cero a cuatro años y continúe luego trabajando en forma conjunta con la escuela, en la tarea de educar para contribuir a desarrollar los conceptos de hombre y de educación.

Al educador se le ha confiado la acción de educar una persona, llámese niño, adolescente, joven y/o adulto, centrada en tres ejes fundamentales: instruir, formar y actuar.

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Esta situación obliga al educador, a encontrarse consigo mismo, y a la necesidad de contar con herramientas teóricas, y metodológicas para conocer a profundidad tanto el medio, como a sus educandos. Debe además, dominar el campo del conocimiento específico para lograr su profundización, aplicación y permanente actualización.

El educador debe tener la capacidad de estimular, organizar e incorporar el conocimiento popular al proceso de formación, de acuerdo con el contexto en que este se desarrolle. Además podrá diseñar, renovar y experimentar nuevas estrategias pedagógicos pedagógicas para animar y facilitar los procesos de instrucción, formación y actuación de los alumnos. También es importante fomentar los procesos de autogestión, y autoformación, y autoevaluación en sus alumnos: así como en los aspectos relativos al proceso de asimilación y compromiso con los valores patrios, religiosos, morales y sociales para colaborar en esta forma con la escuela en el rescate de nuestra autenticidad e identidad nacional, tan deteriorada hoy en día.

Resumiendo podría decirse que dentro del perfil del educador para el siglo XXI debería tener una formación sólida en aspectos, tales como:

En el campo de su especialización En el campo pedagógico: Mediante este se lograría formar el intelectual de la

pedagogía comprometido con el desarrollo cultural e identidad nacional, para ser capaz de actuar interdisciplinariamente con otros saberes y con otros sectores sociales.

En el campo investigativo En el campo de la cultura En el campo del diseño, ejecución, y administración del currículo para entornos

institucionales específicos. En el conocimiento de la situación socio política y educativa del país, en

relación con su vida histórica. Las características socio-culturales de los educandos y del contexto particular,

en el cual el educador va a trabajar o ya se encuentra laborando. (Ortiz Amaya,1999)

Valores pedagógicos que debe practicar el docente

La educación en valores sigue siendo un tema debatido por varios autores con variados enfoques, tanto subjetivos como objetivos. Abundan muchas teorías filosóficas, bajo cuya cosmovisión se puede vislumbrar no sólo a ese gigante mundo escrutado desde el

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tiempo de los griegos, sino también a personajes que, a través de la historia han venido brindando su pensamiento genial. Autores con profundidad responsable, a la luz de los grandes maestros, siguen escribiendo y demostrando sabiduría que a todos atrae. Multitud de eminencias respetables que se atreven y osan seguir dilucidando temas de tan enjundiosa envergadura. Así mismo, se encuentran personalidades que se atreven a tocar o a desarrollar posibles tesis al respecto; precisamente por el respeto que merece la Ética, la Moral, los Valores y las Virtudes.

Esto conduce a la urgente necesidad de hacer algo, en un ambiente como el que corresponde vivir, en el que se ha ido trocando la priorización de determinados pilares, dentro de la sociedad familiar y, por ende, la de su entorno.

Se debe estar bien consciente de no interpretar la educación en valores como algo sustantivado que se a de imponer al educando, esto viene a ser algo más, pues, es todo un proceso de asimilación y de proposición de lo que vale para la persona que puede luchar por hacerlo suyo cada vez más y mejor (el amor no se impone, se propone). Es el camino de formación, en una dinámica interna de purificar, asumir, asimilar, completar y dinamizar la personalidad, dentro de una cultura social que a su vez, tiene valores sobre los cuales o desde los cuales influye.

Es por ello que hoy en día se exige la educación humana y creativa para todos los educandos. El derecho a ser inteligente es un derecho universal, que solamente se puede alcanzar a través de la educación, forjando voluntades superiores. Si se logra educar a un niño en una actitud positiva, donde reine el amor, la tolerancia, la solidaridad y el desarrollo de la autoestima se tendrá a un adulto menos que corregir y más que imitar.

Valores pedagógicos: Es la manera o estrategia a utilizar para enseñar a la gente a actuar con amor, tolerancia, solidaridad, perseverancia, autoestima y auto confianza entre otros valores. Ramos (2000)

Cabe destacar, que el mundo a través de sus más insignes organizaciones, se preocupa por fomentar los valores universales, con la urgencia que la desintegración requiere. La tolerancia es como la piedra angular para encontrar y establecer el equilibrio entre dos situaciones controvertidas; es lo contrario de estar siempre a la defensiva, es respeto por la opinión ajena; encierra también la belleza a los casos diferentes. Igualmente a las prácticas: costumbres, hábitos, gustos. A la política, religión y ¿por qué no?, a la moral. Es como un margen de diferencia permisible, no sólo en la calidad de las cosas, sino también en la manera de ser de las personas. La tolerancia es fruto de la madurez. Las situaciones discrepantes en las que las personas se ven envueltas, son consecuencia en muchas ocasiones, de falta de comprensión, de no saber manejar el valor del diálogo abierto y lógico. El clima de crispación que muchas veces hay que

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vivir, es generalmente provocado por la intransigencia que es el antónimo de la tolerancia, o sea, su antivalor.

Las diferencias individuales son uno de los más hermosos valores que caracterizan al hombre. La tolerancia da como fruto la armonía. Una victoria obtenida a base de imposiciones, nunca producirá la felicidad del éxito bien logrado. Es necesario pensar que nada tiene una sola cara. Por cada hecho positivo, puede haber un hecho negativo. Cada día tiene su noche, pero cada noche tiene su día. La tolerancia tiene grandes implicaciones como valor universal, de carácter social, con gran incumbencia en la familia por el número de indicadores relacionados con la convivencia, la comprensión, el respeto a las aspiraciones, la paciencia, la indulgencia, el aguante, la consideración y hasta el consentimiento. De hecho, el campo de las relaciones personales, así como es propicio para el desarrollo de muchos valores, puede también serlo para situaciones que representen los antivalores, y esta situación debe ser motivo de educación. El campo educativo, lugar comunitario por antonomasia, es por su diversidad, espacio para una tolerancia permanente.

En una educación global, abierta, debe germinar el respeto a la diversidad. De manera que el valor de la tolerancia no está en sufrir calladamente con la sensación de ser una víctima de la incomprensión o la tiranía. No, es un camino abierto hacia el diálogo, hacia la concordia. Sin duda no es fácil siempre ser comprensivo, tolerante, pero en este mundo de la búsqueda de los valores necesarios, el camino es educar en el respeto, para las diferencias individuales, que deben ser punto de honor para el docente.

Debe señalarse también que el ser humano es por naturaleza un ser social. Los hombres no son islas. Libertad, igualdad y fraternidad, hacen la trilogía que compone la solidaridad; persona es, o significa: relación con los demás. La solidaridad como todo valor ya sea personal o, como en este caso, universal, requiere –como se dijo anteriormente- encarnarse en los seres humanos. Para educar en la solidaridad, como valor que involucra hechos y sentimientos, es necesario pensar que todo individuo necesita de los demás. El trabajo es un ejemplo de lugar para la solidaridad; para producir, protegerse, intercambiar ideas, debe existir una comunidad de intereses.

En la declaración de los Derechos Humanos se establece que sólo la solidaridad universal podrá aportar soluciones a los retos que los pueblos y el mundo plantean. En efecto la solidaridad no es un concepto abstracto, es un principio que exige para todas las personas el derecho a satisfacer sus necesidades básicas: trabajo, salud, seguridad, educación, cultura; porque todos los seres humanos nacen libres, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros. Evidentemente el campo pedagógico está lleno de oportunidades para la práctica solidaria; para ello, será necesario ampliar el conocimiento sobre el tema y saber que existen, además de la Ley de los Derechos Humanos, otros muchos documentos y uno referido a la solidaridad como es el Pacto

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Internacional de Derechos, Económicos, Sociales y Culturales, (1976), acuerdo trascendental que consagra el derecho a participar en la vida cultural y científica, al trabajo, a la salud mental y física, a un buen nivel de vida, a la protección de la familia.

¿Cómo inculcar en los alumnos estos principios para que al identificarse con ellos, los asuman y se conviertan en actitudes valorativas?. En primer lugar a través de un conocimiento claro del conflicto existente, buscando la solución a través del diálogo, evaluando las situaciones para implementar la estrategia más adecuada, pero sobre todo, aprovechando las más sencillas oportunidades, para que los alumnos asuman una actitud solidaria que les haga sensibles hacia las necesidades ajenas.

Dentro de los valores pedagógicos también tiene gran significación la auto confianza, que viene a ser; las implicaciones del sentirse bien con uno mismo. La confianza en sí mismo es una actitud mental, es tener fe en los propios poderes, capacidades y cualidades. Consiste en estar a gusto consigo mismo, aceptarse sin reservas, asumir con satisfacción quién se es y demostrarlo en relación con los demás. La confianza se adquiere en la niñez y proviene principalmente de la relación con los padres, quienes deben dar la seguridad necesaria para vivir confiando en sí mismos. Las experiencias en la vida confirmarán, reforzarán, disminuirán o anularán la confianza básica establecida en los primeros años.

También la auto confianza depende del pensamiento, de las ideas y de las creencias que se tenga. Si se piensa que se va a fracasar, se sentirá fracasado. Algunos sentimientos negativos, como la actitud de desconfianza e inseguridad personal, se interponen en el camino del logro de los objetivos.

La falta de confianza en sí mismo es uno de los males que aquejan a muchas personas. Es impresionante ver las cifras que hablan de personas desconfiadas, las cuales se ven impedidas psicológicamente de superarse y alcanzar mejores puestos en su vida, por miedo o inseguridad. Se encuentra mucha gente capaz, personas inteligentes pero temerosas, que no aspiran a algo mejor porque dudan de sus propias capacidades, rehúyen a los retos y se conforman con menos de lo que realmente pudieran lograr. Si su

mente está obsesionada con pensamientos negativos, seguramente se debe a que se ha programado durante mucho tiempo con esos mensajes. Entonces se debe dar a la mente un nuevo y más positivo orden de ideas o pensamientos, lo cual se logra con la reiterada representación de ideas que infunden confianza. (Camps, 1998)

BibliografíaAlcalde Gomez, C. (1961). El maestro en la pedagogia de San Juan Bautista de la Salle. Madrid:

Coleccion SINITIE.

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Camps, V. (1998). Los valores de la educacion. Madrid: Anaya.

Ortiz Amaya, J. (1999). Educar para el año 2000. Bogota.