Diario Deun Silvestri Sta

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DIARIO DE UN SILVESTRIST  A MARLYN BECERRA BERDUGO

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DIARIODE UN

SILVESTRIST  A

MARLYN BECERRA BERDUGO

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Certificado de Registro de Obra Literaria Inédita10-495-65 

Radicación: 1-2015-13992

e !a irección "aciona! de erec#o de $%tor

e! &inisterio de! Interior de !a Re'(b!ica de Co!o)bia*

Reser+ados todos !os derec#os*-

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“Mientras yo sigo soñando, a Ustedes les pasa lo mismo y

eso nos mantiene vivos” Silvestre Dangond.-

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CON CARIÑO ARA!LA "EROICA SIL#ES$RIS$A

 MARIMAR ARI%A

&A$"ERIN OR$OCLUB SIL#ES$RIS$A DEL SIN'

CLUB SIL#ES$RIS$A DESINCELE(O

GANADORES DEL CONCURSOMI SEGUIDORA Y YO.-

B.B. MAY.-

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ANA

MARLYN BECERRA BERDUGO

Dedicatoria Especial 

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Dedico el Diario de Un silvestrista a la

memoria de mi padre Luís Humberto ecerra!su recuerdo vive en mi cora"#n $ es %l lama$or &uente de inspiraci#n 'ue ten(o $ tendr% en mi vida)*

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)No +a$ nada 'ue el Silvestrismo no pueda

curar *

LA HISTORIA DE ANA

Después de tres copas de vino, pagué la cuenta y le pedí almesero un taxi, cuando subí a aquel automóvil, no sospechaba

los cambios que llegarían a mi vida, ni hasta donde me llevaríaabordarlo.

- ¿Dirección a la que va señorita !reguntó el "oven taxista.

- #!or $avor% Di"e ¿!uede dar algunas vueltas por la ciudad&ecesito aire $resco.

'in m(s, el taxista aceleró el automóvil y nos adentramos en las

calles de la ciudad. Durante un largo rato permanecimos ensilencio, ba"é la ventanilla y respiré acompasadamente el airegélido de la noche, de"ando que el viento se llevara uno a uno,mis temores. !ensé en )a$ael* sus celos perturbaban mi vida, élinsistía en que la solución era casarnos.

- ¿Desea ir a alg+n lugar señorita !reguntó el taxista.

- 'í, quisiera divertirme un poco, hoy es mi cumpleaños¿onoce un lugar bonito, donde la gente sea $eli

- #eli cumpleaños% /xclamó. 0uego de pensar un pococontestó mi pregunta. 1ay un bar muy alegre, se llama 23i4ente5, queda en un barrio sencillo y no sé si 6sted deseeir allí.

- 0léveme, me gusta el nombre, lo +nico que le pido es quevuelva por mí en dos horas, me sentiré m(s segura si6sted regresa.

- 'í, no hay problema señorita.

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7gradecí la recomendación, pagué la carrera y me despedí de mi

guía nocturno. /l lugar como bien había dicho el cho$er del taxi,era sencillo, la m+sica me llegaba cada ve que abrían y cerrabanla puerta. Debí esperar unos veinte minutos, ya que examinabana cada cliente por medidas de seguridad* pensé que )a$aelmoriría de un in$arto, si me hubiese visto, con mi vestido rosa ytacones de agu"a, en un 8ar como este.

uando llegó mi momento de entrar, un "oven agradable merecibió d(ndome un $olleto del lugar, me brindó una hermosasonrisa y me de"ó pasar. !ensé que por una sonrisa como aquella,valía la pena haber escapado por dos horas, de los $ormalismosque rodeaban mi vida.

7l entrar en el local, una señorita de cabello rubio platinado, meo$reció una bebida blanca, servida en una pequeña copita, la

acepté entusiasmada. 3e habían dado la bienvenida m(s calurosadel mundo, el liquidó quemó mi garganta, era alcohol puro.

99 Así se celebra un cumpleaños:: !ensé.

;uería sentarme en la barra. Dudé por un instante. )a$ael decíaque era de mal gusto, que los hombres piensan que si una chicase sienta en la barra, anda buscando $iesta. <o no buscaba nadamalo, pero si quería $iesta, así que tomé un segundo trago de la

rubia y con determinación, busqué un sitio en la barra.

omo bien lo decía el nombre del local, era un lugar de gente,estaba abarrotado esa noche, así que, en la primera silladisponible me senté, con la m(s mínima intención de pararme deallí, hasta que me rescatara mi taxista, así que pedí al barman, labebida de la casa. 3e $ue imposible creer que el chico de la barraera exactamente idéntico al de la puerta* cuando él me vio con la

boca abierta, sonrío de la $orma m(s bella que puede hacerlo unhombre, m(s hermoso que el chico de la recepción del 8ar.

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- #4emelos% 0ogre leer de sus labios. 'onreí y le pedí a toda

vo, la bebida de la casa. 0a m+sica en aquel lugar erarealmente alegre.

/n instantes me sirvió una enorme copa con un líquido ro"o, alcual el "oven de la barra prendió $uego y me pidió con señas queapagara las llamas.

'oplé tan $uerte, como si se tratara de mi pastel de cumpleaños y

aplaudí, como si nadie me estuviera viendo, me acerqué a la copay di un pequeño sorbo a mi bebida. ue increíble, no era dulce,tan poco amarga, me hio cosquillas en la garganta* y debocon$esar que me sentí $eli. /l "oven sonrió y me guiñó un o"o.on señas, cual si $uéramos mudos y sordos, le pregunté quecómo se llamaba el trago, y en ve de gritar o dibu"ar palabras enel aire, tomo un bolígra$o y en una servilleta escribió= 2,i!+estrista5.

&o entendí por qué recibía aquel nombre, pero igual pedí uno trasotro, y creo que tomé muchos silvestristas. 3ientras tomaba misbebidas calientes y alegres, se me acercaron varios "óvenes, perocon mucha educación les insistí que esperaba a alguien. 7 la horade mi ingreso en aquel alegre lugar, el muchacho de la barra,desapareció y lo sustituyó un chico moreno, debo decir queaquello me incomodó un poco. 3e encantaba esa sonrisa, estuve

a punto de pagar la cuenta e irme, pero recordé que mi taxi decon$iana a+n demoraba.

- ¿>e puedo acompañar Di"o una vo en mi oído. /l chico de lostragos ro"os, estaba a mi lado.

- #laro%- )espondí. 3e sentía totalmente $ascinada, en sus o"osbrillaba un $uego, "am(s en toda mi vida, había visto una miradatan resplandeciente.

- reo bonita que te han gustado 2los silvestristas5. 0levas unoscuantos y no aparentas estar ebria.

- ¿>ienen mucho alcohol 0e miré hipnotiada.

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- 0a mecla es $uerte, no te digo los ingredientes porque me

robas la receta bonita. 0a punta de sus dedos tocó mi nari. 7quelgesto me hirvió la sangre, debí verme m(s ro"a que mi bebida,pues me sentí muy sonro"ada. >raté de comportarme comosiempre lo había hecho en mi vida, de $orma $ría y respetuosa, así que le pregunté lo primero que se me vino a la cabea.

- ¿!or qué mi bebida se llama Silvestrista? &o tiene muchosentido, algo silvestre debería ser verde, no ro"o.

/l "oven soltó una carca"ada y todo su rostro se iluminó, pudedetallar sus hermosos o"os, su cabello era claro, no como la chicadel trago de alcohol, era un rubio mucho m(s oscuro.

- 'e llama así por mi cantante $avorito. ¿&unca hasescuchado a 'ilvestre

- #&o% onteste. /n realidad ese nombre solo me hio pensaren los pa"aritos de la selva.

3i hermoso acompañante le hio señas al otro barman, quién seretiró a buscar algo, de pronto, la m+sica del bar cambió por loque reconocí como vallenato, algo muy r(pido, y en la enormepantalla del 8ar, vi por primera ve a 'ilvestre, el cantanteaunque tenía sobrepeso, tenía movimientos muy r(pidos ydi$erentes a cualquier baile que hubiera visto en videos* la gente

del bar, lo conocía bien, todos aplaudían y bailaban como locos.

3i acompañante de mirada radiante, me tomó de la mano y mellevó a la pista de baile, no tuve tiempo de negarme, adem(s lostragos ro"os 2silvestristas5 comenaban a hacerme e$ecto* y mialegría se unió al gentilicio del local. 'in saber cómo bailar, nohice m(s que moverme un poco y aplaudir, sentí lo que era serlibre, me sentí $eli de estar allí con el hombre m(s lindo del

universo.

0a melodía cambió y el vallenato del cantante se volviórom(ntico, todos comenaron a bailar tiernamente con suspare"as, por lo que me dirigí a mi respectivo asiento, el "oven a

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mi lado, era hermoso, pero también era un desconocido. )ecordé

que pronto me casaría* y que no debía mirar de esa $orma a otrohombre, lo que estaba haciendo era impropio y debía irme deinmediato.

- ¿>e has molestado bonita !reguntó el muchacho.

- #&o% 'olo estoy cansada. Di"e en$adada conmigo misma.

- ¿;uieres otro trago 0o invita la casa. Di"o sonriendo.

- #&o% /res muy amable, pero ya vienen a buscarme y estoyalgo mareada. >omé mí cartera, lo miré por +ltima ve yme $ui de aquel alegre lugar a mi mundo real.

uando llegue a casa, cerré la puerta suavemente y me senté allorar, sin saber por qué, me dolía el pecho, me quité los taconesy los arro"é al pasillo. )ecordé todas las enseñanas de )a$ael,

cosas que siempre me parecieron entupidas, como= 99Una muer !ecente no sale sola:: 99Debes usar tacones" son #apatos !emuer" no los $ue usas:: 99 %am&s !ebes aceptar un tra'o !eotro (ombre" eso (ablar& mu) mal !e ti ::.

#/'>?< 7&'7D7 D/ ;6/ 4?8@/)&/' 3@ A@D7% 4rité al pasillooscuro de mi casa. 0as l(grimas me golpearon de una $ormaextraña, me levanté, estaba mareada. onseguí la puerta que

buscaba, encendí la lu. /l espe"o me devolvió el espectro de unamu"er que no quería reconocer, los trastornos alimenticios quepadecía, por no querer engordar, se me notaban cada ve m(s,estaba p(lida y $amélica. Dos gruesas gotas negras me marcabanlas me"illas #D/>/'>? /0 37;6@007B/% 3e grité a mí misma, y$rente al espe"o me quité el vestido rosado, abrí la llave de laregadera y me acosté en la bañera.

!ensé en ese instante que había bebido demasiado, mientras elagua $ría me calmaba el mareo. 6nas cuantas l(grimas m(spersistieron, hasta que recordé el rostro de los gemelos, erancomo ver al hombre de tu vida, dos veces. 'u dulce rostro, su

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mirada brillante y alegre, su retrato estaba impreso en mi

memoria.#&?% &o, son los 2silvestristas5 es mi vida la que me tiene mal.Di"e, caminando desnuda hacia mi habitación. 3e gustaba sentirla piel h+meda, que las gotas se desliaran y el $río me calmaralas tristeas.

'in saber cómo, una insistente canción de vallenato, sonaba una

y otra ve, dentro de mi cabea, para poder librarme de ella, me$ui a dormir.

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SILVESTRE

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RA*AEL

7 la mañana siguiente, me desperté con un terrible dolor decabea, los 2silvestristas5, me habían estallado tan pronto toquéla cama. 3e tomé dos pastillas con un vaso de agua y unas gotas

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de limón, y al encender mi celular pensé que el mundo se me

venía encima.++Ra,ael--

>enía nueve mensa"es de vo y varios de texto, no escuché ni leí ninguno, sabía per$ectamente que )a$ael estaba $urioso, por nohaberme controlado la noche anterior. omo por arte de magia, eltelé$ono dio un pitido y contesté.

- ¿70 3/&?' /'>7' A@A7 3(s que una pregunta, $ue ungrito que retumbó en mi cerebro.

- ¿/s necesario que grites 3urmuré.

@ncreíblemente )a$ael colgó la llamada, lamenté haberme portadogrosera, pero el dolor de cabea no me permitió contestar nadam(s. Dormí durante horas, era domingo y no traba"aría hasta el

día siguiente. 7 eso de las tres de la tarde y luego de una sopa decebollas, recuperé mi ser, y lo primero que se me vino a la mente$ue la melodía de la noche anterior, no recordaba la letra, peroera agradable la alegría que emanaba de mis recuerdos, susonido estaba impregnado en mi memoria.

- &o sé su nombre, no le pregunté su nombre. 'usurré.8usqué mi cartera y encontré la servilleta 2Silvestrista5,

nada m(s, ni un n+mero tele$ónico, ni nada que meindicara quién era. /n el $olleto del bar, solo había losdi$erentes nombres de bebidas alcohólicas y sus precios,ninguna in$ormación m(s.

ue una semana insoportable, )a$ael gritó, casi todos los días, meregañó como a una niña, y no sentí las menores ganas dedisculparme, yo no había cometido ning+n crimen, solo celebré

dos horas mi cumpleaños, era mi derecho, pero tampoco quiseagrandar el asunto y me mantuve al margen de la discusión.'iempre que )a$ael gritaba, yo me sumía en un silencio sepulcral.

- 7hora la señorita después de perderse toda una noche, nome habla, ¿;ué hubieras dicho, si quien se va de $iesta soy

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yo /l peor hombre del mundoC #7na mírame cuando te

hablo% 'abr( Dios con quién estabas, o qué hiciste, te hascomportado como una cualquiera.

- /stas gritando )a$ael* y así, de verdad que no puedo.

Durante días pro$esé las enormes ganas de regresar aquelsencillo 8ar, anhelaba saber el nombre del muchacho de bonitasonrisa. !ero no me atrevía a ir sola de nuevo, sentía quecometería un grave pecado. !or m(s que les pedí a mis decentesamigas que me acompañaran, ninguna quiso ni por asomo ir aaquel barrio, supuestamente peligroso. @nsistían en que no era unlugar para una mu"er comprometida.

Dos semanas después de mi cumpleaños, decidí arreglar las cosascon )a$ael, así que $ui a su casa. !ara mí sorpresa había una$iesta esa noche, y al llegar noté incomodidad en todos susamigos. !or lo visto no esperaban que asistiera. 0os saludé comosi supiera que allí había una reunión, busqué a mi prometido conla mirada y no lo vi, hasta que la cara que puso mi suegra memostró, que algo pasaba. @nstintivamente $ui a la habitación de)a$ael, no estaba solo, con él se encontraba una "oven muybonita y muy alta, yo no entendía que ocurría.

3iré a )a$ael y su rostro estaba blanco como la ho"a de un papel,la "oven me miró y Di"o= #'oy su prometida% #Aamos a casarnos%

reo que sentí en ese instante lo que en derecho se llama intensodolor, una cinta negra se desprendió de mis o"os, era como sihubiera estado vendada hasta entonces, apreté mis puños y lomiré, $ue sorprendente ver como el hombre que dominaba mivida, era alguien que no dominaba la suya. l ba"o la mirada, locual me bastó para marcharme.

3i taxi esperaba a$uera, alguien gritó algo, otra mano trató dedetenerme, escuche a alguien decir que no quería un esc(ndalo,creo que golpee a )a$ael, a la muchacha o a ambos, no puedosaberlo a ciencia cierta, solo sé que iba a la casa de mi madre porun revolver. /l intenso dolor produce un e$ecto mortal en la

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persona que ha sido engañada y si a+n viven es por obra del

destino.!ensé en matarlos, pensé incluso en matarme. Durante añoshabía sido sumisa, buena chica, tranquila, una "oven de buena$amilia, y todo era una sucia mentira. 7hora entendía por qué metrataba tan mal. 7hora entendía sus celos, y por qué memanipulaba para ser la niña m(s e"emplar. 'entía a cada segundoque mi coraón se quebraría y que en cualquier momento

explotaría. !ero una melodía en mis recuerdos me llevó a otrolugar, le pedí al taxista que cambiara el destino, que me llevara a 23i 4ente5, el taxista diligentemente me de"ó allí* y en la granpantalla estaba 'ilvestre, cantando y bailando. /n la barra vi alotro barman, el chico moreno, le pedí un 2silvestrista5 y me lonegó con la cabea.

?bservé el lugar, sin entender* y los labios del barman se

movieron para decir 2Se (a i!o5, le pedí un tequila. Decidí nollorar, calmarme, si no me adueñaba de mis emociones cometeríauna locura, sabía las consecuencias de matar a alguien, tantopenales como espirituales, necesitaba controlarme yprecisamente eso hio la m+sica de 'ilvestre.

!or cosas de la vida, le di toda mi atención a 'ilvestre, y depronto en el escenario del video, en lo que parecía un concierto,

una niña especial lo saludaba, ella me enterneció el alma, y logrédominarme por $in. 'ilvestre la sentó en sus piernas, le cantó,bailaron "untos y el cantante di"o= 2Dios te ben!i'a .elisa5, laniña que él llamó 3elisa, gritó emocionada por el micró$ono y yoallí delante de todo el mundo, me puse a llorar.

/speré a que cerraran el bar, necesitaba saber sobre el chicorubio o su hermano, y el barman de esa noche, me contó que los

gemelos se habían ido a probar suerte en otra parte.>omé un taxi a mi casa a las E=FF de la mañana, ni siquierapregunte el nombre del silvestrista, porque no tenía sentidosaberlo. 6na depresión absoluta se apoderó de mi alma, medeclaré en$erma y durante días perdí la noción del tiempo. >omé

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pastillas para dormir y al despertar volvía a tomarlas, duraba m(s

de GE horas, completamente dormida* y al despertar llorabacomo si mi madre hubiera muerto. De"é de comer, de"é de vivirdurante mucho tiempo, pensé en suicidarme una y otra ve, lo+nico que lo evitó $ue dormir, y dormir durante días. !oco a pocovolví a comer, y por obra y gracia del destino, aprendí a respirarnuevamente y decidí levantarme de la cama y vivir.

3e $ui de la ciudad y comencé de cero en otra, me entregué a mi

nuevo traba"o, y me recuperé poco a poco de mis comple"os, llorénoches enteras, tomé antidepresivos y pastillas para poder dormirpor las noches. )a$ael había logrado hacerme un hoyo enorme enel coraón* lo +nico bonito que recuerdo, durante ese tiempo devivir como un autómata, es la m+sica del 'ilvestre, cuando m(striste o sola me sentía, él con sus melodías llenaba mi vida.olmó poco a poco mi coraón de su alegría y sin saber cómo opor qué, me convertí en $an(tica o como se le dice a sus

seguidores, me bauticé 2Silvestrista5.

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“… y sin saber cómo o por qué, me convertí en fanática o comose le dice a sus seguidores, me bauticé Silvestrista.” 

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TERESA6na noche mientras traba"aba largas horas en el computador,sentí un vacío tan grande, que decidí en ese instante quenecesitaba una ilusión, era el momento de aceptarlo, tomaría misvacaciones para irme por primera ve a un concierto de 'ilvestreen olombia.

>omar la decisión y hacer las maletas $ue cuestión de horas, de"éla o$icina en orden* y tras la puerta del despacho mi envestidurade abogada, di"e adiós a mis seres queridos y tomé un vuelo aAalledupar, tenía su$iciente dinero y dos meses completos parallenar mi vida de alegría. 'in embargo, en la vida las cosas no soncolor de rosa, y las enseñanas cuando crees que han llegado,apenas comienan, el camino que había emprendido en el taxi la

noche de mi cumpleaños, apenas iniciaba.3e hospedé en un hotel hermoso cercano al lugar donde serealiaría el concierto, pero apenas ba"é a comer algo, mi vidacambio para siempre, el barman del restaurante, era el "oven porel cual, había conocido sobre 'ilvestre Dangond.

- #1ola bonita% /l silvestrista estaba ante mí.

- !/res t+% Di"e sin poder creer lo que veían mis o"os. lsonrío y llenó mi vida con su existencia, olvidé por uninstante quién era yo misma y en donde estaba. 'us o"ospardos eran penetrantes, que brillaban con tal intensidad,que me sentí desarmada ante su existencia. 

- ¿;ué haces tan le"os de casa !reguntó, pero no pudecontestar, lo miré como si $uera irreal.

- #'oy 7na% ue lo +nico que pude decirle.

- #3athias%, no me dir(s que has venido siguiéndome. < sucarca"ada me lleno el alma.

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- #&o% Di"e. Aine a realiar un sueño, quiero que 'ilvestre me

conoca.- ¿7hora eres silvestrista no esperaba menos.- Di"o.

- 'í, ahora soy muy alegre y te agradeco por habermepresentado a mi Hdolo.

- >e traeré tu bebida, y tomaré mi descanso. 3e guiñó un o"oy regresó con una enorme copa ro"a.

1ablamos durante horas, me desahogué con 3athias, me disculpépor salir tan groseramente del 8ar aquella noche, pero le con$eséque me había sentido mal por divertirme y durante muchotiempo, me arrepentí de haberlo hecho, le conté que $ui abuscarlo al 8ar días después, y algunas cosas de las que pasaroncon )a$ael.

l solo me preguntó si tenía novio actualmente, y nos reímosdurante horas. 'entí que había encontrado la $elicidad, pero quedebía tener cuidado, no quería lastimar a nadie, y menos, quevolvieran a romperme el coraón.

!aseamos de día por Aalledupar, y de noche, yo lo observabatraba"ar hasta tarde, así pasaron algunos días. !ara el conciertoa+n $altaba alg+n tiempo.

- 1oy te llevaré a conocer a alguien muy especial. Di"o3athias una tarde.

- ¿7 dónde vamos ;uise saber.

- 1oy te presentaré a mi amiga >eresa, ella es una de las'ilvestristas m(s bellas que conoco, es alguien muyespecial y nadie en esta vida se parece a ella.

/s innegable que sentí celos de esas palabras, y hasta pensé que>eresa sería su novia. !ara mi sorpresa, era una chica de miedad, muy hermosa, pero estaba en sillas de ruedas.

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- #1ola hermosa% - Di"o 3athias, y la chica se a$erró a él

como si estuvieran despidiéndose. #/lla es 7na% Di"ore$iriéndose a mí. < por primera ve conocí en la mirada dealguien, las verdaderas ganas de vivir. 3e acurruqué a sulado y ella me dio un beso en la me"illa. 'i el coraón de unser humano se puede encoger, el mío se volvió diminuto.Aerla con su pañoleta ro"a, cubriendo la calva donde algunave existió un hermoso cabello, me lastimó el alma.

- #1ola 7na% Di"o abriendo sus o"os como platos. 3athias meha dicho que has venido a ver a 'ilvestre desde muy le"os.3e parece increíble y muy divertido hacer algo así. <oquiero ir al concierto, pero mis padres no me de"an ir,porque no pueden acompañarme, y aunque pudieran nome llevarían, me tratan como si $uera un bebé.

- ¿< si vamos los tres !regunté sin medir la responsabilidad

del compromiso que asumía ante aquella $amilia. !ero yano podía ir sin >eresa, era evidente que tenía unaen$ermedad grave, y mi sueño de que 'ilvestre meconociera, podía esperar. /l rostro de >eresa se iluminó conla idea y 3athias me dedicó su me"or sonrisa. ue uninstante que "am(s olvidaré, cada uno de nosotros se llenóde $elicidad in$inita, cada cual por sus propios motivos.

3athias me explicó que >eresa su$ría de (ncer en el estomago, yque los médicos hacía mucho, la habían desahuciado, laquimioterapia había dado sus $rutos pero el mal había ganado labatalla. Durante días su historia me hio sentir culpable, yo melamentaba por el engaño de un hombre, cuando existían personascon verdaderos dolores y con m(s ganas de vivir que yo. 3esentía avergonada de haberme mantenido dormida durantetanto tiempo, en lugar de luchar, perdí mucho tiempo de mi vida

en algo que simplemente no valía la pena.6na tarde paseando con >eresa por una plaa de Aalledupar, lachica me agradeció que la apoyara a ir al concierto. ondu"e susilla de ruedas hasta una banca de la plaa y me senté acontemplar a los niños correr detr(s de las palomas.

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- #7na% Di"o >eresa. >al ve no ahora, tal ve no después,

qui(s dentro de unos años, estoy convencida que 'ilvestreva a conocerte, y por eso quiero pedirte que le digas lo $elique me hio* y que, sus o"os amarillos son como dossolecitos que me iluminar(n siempre, vaya a donde vaya.7l decir esto dos enormes l(grimas brotaron de sus o"os.

- &o digas tonterías >eresa. Di"e secando su rostro. 'e lodir(s tu misma. >e prometo que haremos todo lo necesario

para acercarnos a él y que te de un besito en la me"illa.- &o creo 7na, acercarse es muy di$ícil, él es muy $amoso, y

entiendo que no nos puede conocer a todos y cada uno delos silvestristas, pero tengo $e en ti 7na, t+ le hablarasalg+n día de la loquita de >eresa, y del amor tan grandeque le tuve.

- >e prometo que 'ilvestre sabr( que >eresa la m(s bellasilvestrista que ha existidoC lo ama. Di"e lan(ndome allorar entre sus braos. 0a amaba y aceptar que moriría mecausaba el dolor m(s grande del mundo. 0loramos "untas yla !laa 7l$onso 0ópe $ue testigo de mi promesa.

7quella noche supliqué a Dios que curara a >eresa, que le dierasalud. /lla era demasiado "oven y hermosa para morir, no era "usto que alguien tan puro su$riera así, habiendo tanta vida en

sus o"os ca$és. 0loré hasta quedarme sin l(grimas.

3i oración se quedó en el aire, pocos días antes del concierto,>eresa había muerto* se había ido a ser $eli con Dios a otro lugar./l día de su entierro me quedé al lado de su l(pida, con una rosaro"a entre las manos, hasta que volví a $ormular mi promesa,de"é la rosa arriba de todas las dem(s $lores y nos di"imos adiós.

/l día del concierto de 'ilvestre, lloré y lloré, en la habitación delhotel en los braos de 3athias.

- #&o puedo ir al concierto% 'ollocé.

- >ienes que ir, es lo que >eresa quería.

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- !or $avor entiéndelo, ya no puedo ir, ellaC ella.

- 'i lo sé, ella se ha ido, pero no podías hacer nada, eracomo mi hermanita y no pude hacer nada tampoco, peroella te de"ó un encargo y debes cumplirle, vamos vístete dero"o, 'ilvestristaC nos vamos.

7quel primer concierto, aunque me rodeaban miles y miles depersonas, me sentí inmensamente sola, estaba tan triste, eracomo si la muerte de >eresa me golpeara contra una pared, peroa su ve, como si )a$ael me volviera a engañar, como si toda ladepresión del mundo se alo"ara en mi coraón.

0ogramos llegar hasta la baranda principal y me a$erré allí durante horas, era permanecer allí de pie o echarme a llorar sinconsuelo. 0a gente aclamaba, gritaba, el lugar estaba a m(s nopoder, miles y miles de historias en cada silvestrista, y >eresa, allí debía estar >eresa, me a$erré a esa idea, y las luces me cegaron

por un instante, mi cantante salía al escenario. 4rité, grité, gritédurante todo el concierto, lloré y me abracé al pecho de 3athias.3e sentí cansada y aunque estuve muy cerca, 'ilvestre, él nopudo verme.

- #&o le cumplimos a >eresa% 'usurre al oído de 3athias,

cuando el concierto terminó. l me abraó y sin decirmenada y sin darme casi cuenta, me besó. 7llí en eseinstante, $ui pro$undamente $eli.

/LU0 DE TRES

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3i estadía en aquel hermoso lugar llegó a su $in, debía irmede"ando los sueños atr(s, de"é a 3athias, escondí todos missentimientos ba"o llave, de"é rosas ro"as en la l(pida de >eresa, yme marché, lo +nico que llevaba conmigo a $lor de piel para quela tristea no me consumiera, era el recuerdo del concierto, lascanciones m(s alegres de 'ilvestre.

3athias tenía su vida, y yo un lugar en el mundo, con realidades

y luchas que debían continuar, ni por un instante consideré la ideade quedarme o rogarle al amor que me siguiera, porque aprendí,que el amor llega y se queda contigo cuando debe llegar* ycuando es todo para ti, sin obligar ni presionar, él simplementellega.

!asó un año inmensamente largo antes de las vacaciones deagosto, durante todo ese tiempo no abandoné mi pasión por el

silvestrismo, era lo que estaba conmigo y a mi lado en losmomentos de debilidad, pero la soledad era absoluta, así quedecidí inventar un lub de $ans, digo inventar, ya que era la +nica$an de mi ciudad o por lo menos así lo creí, las redes socialeshicieron su labor y como quién recluta personal, increíblementeencontré en mi vida a dos almas gemelas, la primera de ellas unahermosa niña de cabellos rubios llamada 7mparo, la otra de ellas,una morena silvestrista llamada )aquel, ambas eran mucho m(s

altas que yo.

/n ese tiempo se daría un concierto de 'ilvestre en la ciudad, locual me produ"o ansiedad, no por su llegada, si no porque sabíaque las personas no lo conocían tanto como en Aalledupar, así quellenando vacíos, le entregué el coraón a un club de tres, y con laayuda de algunas amigas cómplices, ya que no $ue $(cil quealgunas aceptaran colocarse una camisa ro"a y me acompañaran

a promocionar el concierto, sin siquiera saber de quién se trataba,otras personas a quienes les rogué su apoyo pr(cticamente mecerraron las puertas de su amistad, e incluso perdí $alsasamistades de sociedad, que solo me consideraban su amiga por

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tener una pro$esión exitosa o por haber sido novia de un gran

hombre, que en realidad sabemos que no era tal./sa tarde en que siendo abogado, con todas las ocupaciones queello me origina, me $ui a la calle con volantes, pendones y $uisimplemente 7na, me acompañaron las increíbles nuevas amigas7mparo y )aquel, conocerlas $ue algo maravillo, ya que siendotan distintas, no $ue necesario tomar ca$é o contar intimidadespara llegar a ser las me"ores amigas del mundo, y la locura encada una se distribuía per$ectamente.

0uchamos durante días para vender entradas al concierto, cadacierto tiempo le escribía a 3athias cont(ndole los pormenores dellub de >res, durante ese año mantuvimos un trato algo distantepara no herirnos, pero evidentemente cada ve que recordaba el+nico beso que nos dimos, el alma se me $ragmentaba enpedaos, que remendaba con mis ocupaciones del silvestrismo.

0legado el día del concierto, ya no éramos un club $icticio,teníamos miembros $undadores, verdaderos portadores del color)o"o. !or decisión un(nime, esperamos al querido 'ilvestre en el7eropuerto, desde la mañana, pero por cosas del destino, el cielose nos vino encima, el diluvio ocurrió y no de"ó de llover,est(bamos eu$óricos, entre la histeria y la tristea, el torrencialaguacero mantenía al artista preso en el aeropuerto de otraciudad y la distancia no $ueron las horas, sino la duda de sullegada.

antamos, lloramos, reímos. 7 ratos pensaba en que si 3athiasestuviera conmigo, la $elicidad sería completa, tenía $e de quede"aría de llover y por primera ve vería a 'ilvestre $rente a$rente. uriosamente me sentía cansada, como cuando tienes$iebre y pensé que era la emoción del instante.

/ran las IF de la noche cuando escuché gritos de las personasque me acompañaban, caí en una especie de estado depresivoincomprensible, no podía escuchar o entender, solo miré a7mparo, con esa sonrisa radiante en ella y la $elicidad queemanaba de )aquel para entender que él había llegado.

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omencé a llorar, lloré por )a$ael, lloré por >eresa, lloré por

3athias y nuestro amor inconcluso, cuando entre todos los queestaban presentes, lo vi, no pude moverme y solo lloré, pensandoque él se iría inmediatamente al concierto. &ada m(s le"ano de loque viví en ese instante. Es mu) alto1 !ensé.

- ¿;ué tal la espera !reguntó 'ilvestre colocando su braoderecho en mi hombro.

&o contesté, no pude, me a$erre a él, lo abrace como nunca había

abraado a un ser humano.

0as l(grimas a+n las conservo en mi alma, al igual que la imagende sus o"os amarillos, increíblemente dorados, los solecitos de>eresa, camino a la eternidad.

RO.EO 2 %ULIETA

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 7nte las emociones que vivimos ese día en el aeropuerto, le$allé nuevamente a >eresa, lo +nico que pude hacer $ue entregarleun obsequio, en una versión de bolsillo, le regalé 2)omeo yBulieta5, el libro m(s hermoso que podía darle, pero lossentimientos de mi amiga, su existencia y muerte, $ueronimposibles de expresar. &uevamente derrotada por el tiempo,esperé a que la vida me diera un instante m(s tranquilo, el cualno llegó, por lo menos, no en ese momento.

7l día siguiente del concierto que no se realió por el diluviointenso de la noche, entraba en un lugar $río y distante de laalegría anterior, era hospitaliada, a tan solo calles de 'ilvestre.0as calenturas del día anterior en realidad eran $iebre. @ngresabacon 8ronquitis a la clínica, derrotada, llorando en silencio, sin$ueras y delirante en $iebre.

/n la noche pude ver entre pesadillas y altas $iebres, a una niñahermosa al lado de mi cama, estaba sentada en una especie desilla de ruedas de colores y susurraba palabras incomprensibles,los o"itos que me observaban eran los de >eresa, no meacusaban, ni perdonaban, simplemente me miraban.

7l despertar me sentí agotada, m(s que en$erma, me sentíaincompleta.

SIRENA DORADA

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>ranscurrieron algunos meses, y en mi pecho se abrigaban losvacíos m(s terribles que el amor pudiera ocasionar. uandodecides ser $eli para siempre y tu decisión ha llegado tarde,puede ocurrirte, lo que me sucedió. )egresé por $in a Aalledupar,y para mi sorpresa, 3athias ya no traba"aba en el 1otel, noconseguí dirección alguna a la que se hubiera mudado, nadie supodarme raones del hombre que amaba. uando de"é de recibirsus correos y llamadas tele$ónicas, sabía que algo andaba muy

mal, pero nunca creí que él desaparecería de mi vida.

/sa tarde en la que me rendí y acepté que se había marchadopara siempre, necesité el consuelo del +nico lugar que el vallepodía entregarme por completo* y como quien llora la muerte deun ser amado, derramé mil l(grimas a orillas del )ío 4uatapuri,allí sentada entre las rocas, observada +nicamente por la enormeescultura de una sirena dorada. /ra irreal que 3athias ya no

estuviera en Aalledupar. 'entí tanta soledad que pensé que encualquier momento me lanaría a las aguas de aquel hermoso río,y de"aría que se llevara el amor que me quemaba en el alma.3iré mis pies y me di"e= 99  a'atos ro.os:: me los quité yhundí las piernas en aquellas aguas cristalinas, solo hastaentonces pude calmar las tristeas de decisiones tardías.

/n el 4uatapurí vi el atardecer m(s hermoso, que "am(s haya

visto, 0a 'irena brillaba como un sol, porque él se re$le"aba enella, era como una Diosa de oro, que aplacaba con su hermosurami coraón $ragmentado* en ese mismo instante hundí mis manosen las aguas diciendo=

99Te entre'o mi amor ) mi o!io" $ue tus a'uas se lleven lo $ueme consume" me per!ono ) me amo" te per!ono ) te olvi!oRa,ael" nunca m&s volver3 a sentir si$uiera o!io por tu nombre"

)o !eclaro $ue te vas río abao" en la corriente !el 4uatapurí ::/sa noche, por primera ve en mucho tiempo, pude dormir enpa, sin tristeas, entendiendo que tanta desolación no se debía a3athias, o a mis sueños inconclusos, ni siquiera tenía que ver con

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mis promesas a >eresa, todo el malestar que arrastraba dentro demí, se debía a mi incapacidad de perdonar a )a$ael. /stoyconvencida, que la vida, el destino o como quiera que se llameesa 0ey universal, 3athias debía ale"arse de mí, para que yopudiera cicatriar mis heridas. )egresé a mi ciudad con toda lapa que un alma puede tener* y sobre todo, dispuesta a seguir el'ilvestrismo como una $orma de vida, conocer las historias dequienes persiguen una vo, no por su potencia o mensa"e, si nopor la armonía que ella produce, ese cantor de o"os amarillos y

alma transparente. Desde entonces decidí escribir este diario parati, paciente lector 'ilvestrista.

EL 5A6ATO RO%O

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/n este episodio del diario ro"o, quiero de"ar constancia, de lomucho que se puede llegar a su$rir, por ser $an, no por obra delartista al cual sigues, quién ni tiene idea de lo que podemos pasarpor estar buscando tal ve, lo que no se nos ha perdido.

7quella noche 'ilvestre tendría una presentación, en una ciudadcercana a la mía, que sería, realmente concurrida, y a la cual notenía plani$icado asistir por la inseguridad que o$recen eventos

enormes, pero como en el coraón de un $an no manda la raón,me presenté, a+n a pesar del augurio en mis sueños, la nocheanterior. ometí el error de acercarme m(s y m(s al baranda"ecercano a la tarima del evento, la multitud me so$ocaba, pero lameta, estaba allí ante mí, en donde sólo se interponían unascuantas miles de personas, en lugar de quedarme atr(s, comocualquier mu"er sola y sensata debería haber hecho, paso a paso$ui conquistando terreno.

/l problema no $ue avanar, ni el calor, ni siquiera la sensación declaustro$obia que sentí en ese momento, sino la eu$oria dequienes al igual que yo, empu"aban buscando un lugar cercano ala tarima. altaba muy poco para que se presentara 'ilvestre, yeso me empu"ó a agacharme entre la multitud. 1oy recuerdo loque hice, y no se si reírme o llorar mis ideas sin sentido.

omencé a avanar entre los silvestristas, gateando poco a pocoy me gané algunos insultos, otros se reían y otros ni se dieroncuenta de lo que hacía, en tres oportunidades me pisaron lasmanos* no tengo idea qué me pasó en esa oportunidad, olvidé miedad, mi pro$esión, olvidé que era una dama, y me comportésimplemente como una niña traviesa.

7l levantarme, observé que a+n me $altaba bastante para llegar a

mi meta, pero en ese mismo instante, los m+sicos de laagrupación hicieron acto de presencia, y la locura se desbordó entodos los coraones allí presentes, en no se qué espacio, lamultitud se desplaó, corrimos hacia delante* y caí, sentí comome detenía el (spero as$alto, y por unos instantes $ui arrastrada

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entre la marea, rasp(ndome las manos, las rodillas eincreíblemente perdí uno de mis apatos ro"os $avoritos. 7lguienme ayudó a ponerme de pie, y el dolor $ue terrible, 'ilvestre salióal escenario y todos brincamos de alegría. 'entí como un hilillo desangre brotaba de mi rodilla derecha, pero la emoción contuvo eldolor, tampoco eché de menos mi apato, y después de todo,seguí avanando, poco a poco, la multitud $ue cediendo y por $inllegue a la baranda en $rente de la tarima, levanté la vista y suso"os amarillos, se clavaron en mi, él me estaba esperando.

“… levanté la vista y sus oos amarillos, se clavaron en mi, él meestaba esperando”. 

/A67TULO ES6E/IAL

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!ara mi gran sorpresa, me miró directamente a los o"os y sentí,

que de alguna $orma, entre la multitud, él me reconocía. &opuedo decir, qué cantaba, o cu(l era la melodía, solo podía verlo aél en la tarima y vivir ese instante de mirarnos, de sonreírnoscomo un par de cómplices.

uando 'ilvestre terminó de cantar, las personas comenaron amostrar sus pancartas, alguien a mi lado le dio un regalo, eraalgo así, como un arreglo de $rutas, e incluso vi una manoextendiendo una gruesa cadena de oro, que él no aceptó. 0amagia de un concierto te hace ver a tu artista como un ídolo,alguien inalcanable o m(s all( de tus sueños.

)ecordé en ese instante que llevaba en mi bolso un pequeñoobsequio para él* y sin saber, ni en qué momento lo saqué, lotendí hacia arriba con ambas manos, tal cual, como o$reciendo misacri$icio a ese ídolo, y él sin de"ar de mirar a su $an, lo recibió.

- ¿ómo te llamas !reguntó 'ilvestre.- #7&7% 4rité #'?< 7&7% omo si la vida se me $uera a

gritos.- 7na, te doy las gracias, que bonito detalle de tu parte. 'u

vo era sincera, serena, y como si estuviéramos solos, sequedó mir(ndome.

- #<? >/ )/470 )?3/? < B60@/>7% Aolví a gritar entre lagente que me as$ixiaba. 'ilvestre sonrió y me lanó, talve, el beso m(s hermoso que un ídolo haya lanado a un$an, en toda la existencia de la humanidad.

- #0o recuerdo% Di"o 'ilvestre y volvió a sonreír.- #>/ 73?% 4rité $uera de mí. #>/ 73?% #>/ 73?% 3e había

convertido en toda una $an.

/l concierto continuó y solo recuerdo haberme puesto a llorar.&uevamente lloraba por él, por mí, por >eresa, por mis seresqueridos, y me sentí agradecida de poder ser correspondida en uninstante, 'ilvestre sabía que me llamaba 7na, yo era 7na.

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>al ve, todo haya sido circunstancial, es posible que esa noche,hubiera podido saludar a cualquiera de las chicas que gritaban sunombre, pero "uro por lo m(s grande que tengo, que es mi alma,que él sabía que yo existía, que algo m(s que el destino, hio queme mirara a los o"os. 'entí que había pagado con sangre eseinstante en mi vida, la herida de la rodilla era insoportable, perovivir es precisamente eso, aprender a sentir.

uando se acabó el concierto, las luces se apagaron y la magiallegó a su $in, debí caminar mucho para poder ale"arme de allí yconseguir cómo irme a casa, pero no hubo transporte, y estandocompletamente sola, caminé y caminé durante horas. omenó allover y lo que había sido maravilloso, se convirtió en unapesadilla, yo llevaba puesta mi chaqueta ro"a, me apreté a ella yel $río me caló en los huesos, al ver mis pies recordé que habíaperdido un apato, y los gui"arros de la carretera me lastimaronterriblemente la planta del pie.

uando m(s sola y cansada me sentí, una camioneta se estacionóa la orilla de la carretera por donde iba, una puerta se abrió paramí.

Dudé en acercarme, y una vo preciosa, me animó a subirme alcarro.

- #7na ap+rate%, te est(s mo"ando.

7l subir, sentí un $río increíble, totalmente empapada de pies acabea* y el ardor de la rodilla me hio gemir.

- ¿>e pasa algo 7na Di"o él.- ¿6sted me conoce !regunté sin ver al cho$er, me

comenaba a sentir, realmente mal. >enía mucha $iebre. <sin poder m(s, me desmayé.

uando desperté, estaba en una hermosa habitación, una mesitade noche alumbraba el lugar, no sabía dónde estaba, ni qué mehabía pasado, la $iebre había ba"ado y alguien me había puestoun pi"ama. 3e toqué la pierna y tenía un venda"e.

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- ¿1ola 3urmuré. ¿1ay alguien aquí ¿1ola- !or $in despertaste, ya me tenías asustado 7na. 6nos o"os

amarillos me miraban $i"amente, mientras el dueño de ellossonreía, pensé en ese instante que estaba soñando, quehabía perdido la raón. 'ilvestre estaba conmigo dentro deaquella habitación. 0as l(grimas brotaron sin sentido, sincontrol. )ecuerdo haber temblado, me senté en la cama yseguí llorando.

- reo que estabas perdida, te encontramos caminando

cerca del aeropuerto cuando íbamos hacia él, te reconocí,eres la silvestrista del regalo. >e pedí que subieras, teníasmucha $iebre y mandé a los m+sicos en el vuelo y meregresé a cuidarte, no sabía a dónde llevarte, así que tetra"e a mi habitación en el hotel y pedí a una mucama quete atendiera, mientras $ui a buscarte un médico. /l doctoratendió la herida que tienes en la rodilla y te vendótambién el pie, te inyectó para la $iebre. ¿&o lo recuerdas

- #&o% 3urmuré ¿>+ eres t+ !regunté quedamente.

'ilvestre se sentó al borde de la cama, y volvió a sonreír. ¿;uéhace una muchachita, sola en un concierto tan grande !reguntó¿ómo se te ocurre andar caminando por la carretera demadrugada

- ;uería verte.- respondí sin de"ar de llorar.

- ¿< tu apato 'olo traías uno, te pareces a enicienta. 'usonrisa $ue realmente hermosa.- 0o perdí en el concierto, me caí, me pegué en la rodilla y

perdí mi apato ro"o. ontesté, calm(ndome un poco, perosintiéndome avergonada.

l me miraba intensamente, como queriendo entender mi estadode nervios, trataba de ayudarme, pero en realidad no sabía qué

hacer. 1ubo un silencio hasta que lo rompió con una simplepregunta.

- 7na, ¿;uién es >eresa

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- ¿ómo sabes su nombre !regunté, mi coraón se aceleró.'u mano tocó mi rostro y secó mis l(grimas. /ra él, no eraun sueño.

- <a es de noche, pasaste todo el tiempo delirando y diciendoese nombre y el mío.

- 1ace unos años cuando comencé a ser tu $an, y a llenar mivida del silvestrismo, conocí en Aalledupar a una dulcemuchachita, que te amaba, mucho m(s que yo, ella estabaen$erma y en sillas de rueda, el c(ncer se llevaba sus

sueños. >eresa, decía que tus o"os eran sus soles, mi amigase a$erró a tu m+sica, a vivir por ti, yo le prometí que enese concierto al que iríamos ella y yoC t+ la conocerías.>eresa murió unos días antes, y le prometí en su tumbaque t+ sabrías su historia, y que te diría que t+ eres su solen la eternidad.

0o abracé como si estuviera a punto de perderlo para siempre,

me a$erré a su cuello y de"é que todo el dolor saliera de mi alma.l me abraó y susurró palabras que no recuerdo. &unca penséque mi ídolo $uera tan humano, cuando vi sus o"os nuevamente,en ellos había l(grimas por >eresa, yo no podía pedirle nada masa la vida, había cumplido mi promesa.

- 7na debo irme, estoy retrasado para un concierto, paguélos gastos del hotel, el médico di"o que descansaras,

duerme un poco, recupérate y ten cuidado con la pierna, laherida tenía un vidrio muy grande, así que, debes limpiarlahasta que cicatrice, tu ropa est( lavada, la coloqué en elarmario ¿;uieres que llame a alguien ¿&ecesitas dinero

- &o, estaré bien, vivo cerca de esta iudad, no tepreocupes, gracias por haberme cuidado.

- !rométeme que no volver(s a ser tan imprudente.- 0o prometo, palabra de silvestrista. 3is palabras lo

hicieron reír, se acercó a la cama, colocó su $rente "unto ala mía.- uídate mucho mi muchachita J Di"o d(ndome un beso en

la $rente. 3e gusta mucho que me miren esos o"os negrosque tienes, así que te me cuidas.

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< se $ue, de"ando la habitación vacía, él llenó mi vida porcompleto, y esos instantes a su lado $ueron como un sueño. 6nlugar a donde mi alma ha aprendido a ser plenamente $eli, en lossueños, puedo verlo seguido, recordar sus palabras, sus miradas,su m+sica. /n mis sueños no hay tristeas, no hay depresiones, yde ve en cuando >eresa me visita para saber que estoy bien.

7 la mañana siguiente, busqué mi ropa en el armario y "unto aella había una hermosa ca"a ro"a con una tar"eta, mi coraón

comenó a latir aceleradamente

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99 ,on amor para mi ,enicientaSilvestrista)

Silvestre Dan(ond ::

995apatos roos-- sonreí.-

6ALA0RA DE SIL8ESTRISTA

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/n ese instante miré a mi gran hermana silvestrista, como si porprimera ve en la vida, entendiera que cuando te dicen no, larespuesta es sí.

- #7na te has vuelto loca% Di"o 7mparo ¿>+ empleo ¿>+$amilia

- 0o siento 7mparito, renuncio, me voy a olombia. )espondí mientras empacaba mi maleta. &ecesito buscar a 3athias,

tengo que encontrarlo.

- >+ te vas es detr(s de 'ilvestre, a mi no me engañas¿onocerlo no $ue su$iciente >ienes que parar ya 7na.

>omé su mano entre las mías, y sonreí lo me"or que pude.

- #Aen conmigo%

- ¿;ué

- Aamos 7mparo, vente conmigo a iénaga.

- ¿;ué vamos hacer allí ¿3i programa de radio ¿De quévamos a vivir

- /l programa es muy importante, tienes raón, sin ti y sin

)aquel no hay silvestrismo en la ciudad, necesitamosseguir luchando día a día por 'ilvestre en Aeneuela.;uiero que con$íes en mí, he ahorrado algo y me cuidarémucho, hay silvestristas que quiero conocer, adem(s esposible que alguno de ellos sepa dónde est( 3athias.

- 7na iénaga, es un pantano y queda muy le"os. Di"o7mparo y sus o"os verdes me reprendieron.

- on$ía en mí, estaré bien.

- ¿< tu $amilia

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- reen que voy a hacer unos estudios de derecho aolombia, por $avor 7mparo, nada de hablar con mi madre#B+ralo%

- #!alabra de 'ilvestrista% >e mataré con mis propias manos,si tengo que ir a buscarte, la herida de tu rodilla a+n nocicatria y ahí vas en busca de acción y emoción.

- >endré cuidado, no volver( a pasar, se lo prometí C

- 'í, sí, ya no me saques en cara el beso en la $rente o meolvido de nuestra amistad. Di"o 7mparo, caminando de unlado al otro en la habitación.

>omé mi maleta y un bolso pequeño 99mis sueños caben en unbolsito:: pensé. 3e coloqué mis apatos ro"os, y de"é guardadoen un co$re, mi anillo de graduación. /n mi habitación se quedaba7na la abogada, y quien llevaba la maleta, era 7na la 'ilvestrista.

/staba $eli de irme por un buen tiempo, había renunciado albu$ete y retirado todos mis ahorros, incluso vendí, ropa, carteras,tacones, y muchas cosas m(s, necesitaría todo el dinero quepudiera llevar, porque, en el $ondo de mi coraón, no deseabaregresar. >enía una carrera que me agobiaba, en la que debía ser$ría, calculadora y donde "am(s los sentimientos debeninvolucrarse, luego de IF años de e"ercer, necesitas 2aire5.

3e despedí de 7mparito y sin m(s, me llevé mis sueños a otraparte.

/n esta oportunidad no via"e en avión, para poder economiar,me trasladé en autob+s, no tenía idea de lo le"os que quedaba la$rontera, pasé GE horas de via"e, al ba"arme en 3aracaibo, casigrito, lo +nico bueno del via"e, $ue lo mucho que pude pensar,organicé mi mente, mis acciones, anoté algunos planes, tachéotros cuantos, pero el primer destino en la lista sería Aalledupar yla meta sería llegar hasta iénaga, en 3agdalena J olombia.

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!S"#$%S&'%( !S"#$%S&'%( )oreaban el mar de gentes, unosempuaban, otros lloraban, todos gritaban.

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NO .E /O.6ARES /ON NADIE 

3aracaibo, era el me"or lugar para empear mis planessilvestristas, en esa ciudad encontraría a alguien que m(s queuna aliada, sería mi amiga, y me ayudaría a estructurar lo quesería mi próximo año de vida.

6na noche, de las tantas que viví en Aalledupar, 3athias me había

dicho, que para conocer el silvestrismo tenía que ir a iénaga enel 3agdalena J olombia* que para poder entender cómo sesentían las canciones de 'ilvestre en Aeneuela, debía encontrara 0orayne 0ópe en 3aracaibo, que no bailaría igual en mi vida sillegaba a conocer a 'ergio >araona de 8ucaramanga, y que, lapunta de lana de ser un verdadero $an estaba en iénaga* y así,como el que busca encuentra, me $ui detr(s de la pista, y estandoen 3aracaibo con la ayuda de las redes sociales, conseguí a

0orayne.

/n esos días se aproximaba el lanamiento del nuevo D denuestro artista, 2No me compares con Na!ie,5 así que estando en3aracaibo, me enteré que ya todos los silvestristas estaban enAalledupar, 0orayne me esperaría en el valle para conocernos.

rucé el puente de 3aracaibo por primera ve en mi vida, y sentí 

nostalgia, su larga distancia y lo bello de sus aguas se quedarongrabadas en mi memoria, me imaginé a 'ilvestre cruando esemismo puente, IF años antes, cuando via"aba para ganarse lavida en pequeños conciertos* al igual que yo, cruaría ese puenteen busca de mis sueños, solo que en sentido contrario.

6na cosa es llegar a Aalledupar en avión, y otra muy di$erente esllegar por carretera, en via"es anteriores, me había perdido la

bellea y sencille de 3aicao, así como del camino de 0a 4ua"ira,subir a un taxi pirata, $ue igual de emocionante que un concierto,el conductor no de"ó de colocar vallenatos.

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7 orillas de la carretera observé en varias oportunidades mu"eresde piel tostada, con largos tra"es de colores que ondeaban al

viento. 7 las dos horas de camino, nos detuvimos por agua yca$é, era a+n de mañana pero el calor ya era insoportable. /naquel lugar le"ano, me llamó la atención una pequeña niña4ua"ira, llevaba puesta una sencilla manta ro"a, ella cubrió sucabello con una tela igual a la del vestido, pensé en una niña(rabe del desierto. 99/n !a %a.ira #a ed%inos:: susurré.

!ocas horas después, me ba"aba nuevamente del so$ocante

vehículo, pero el lugar m(s amado del planeta, mis pies mehabían llevado al valle del /aci$ue Upar , la ciudad era un bulliciode gente, vallas, pancartas, vehículos con sonido a todo volumen,era el día del lanamiento y llegaban a la región silvestristas detodas partes.

0uego de de"ar mi equipa"e en el hotelcito económico en el que yahabía planeado quedarme. !inté mi vida de ro"o y me $ui a la

caminata que daría 'ilvestre esa tarde, en donde me esperabandos grandes sorpresas.

uando le escribí por correo a 0orayne, y le pregunté dónde nosencontraríamos o cómo nos reconoceríamos, ella simplemente merespondió, 2te encontrar35 respuesta que me de"ó algo escéptica,pero el silvestrismo te enseña que debes aprender a con$iar, y esohice. 7l llegar a la calle de la caravana ro"a, creí estar en un

concierto, la cantidad de gente desbordada por la calle y vestidade ro"o, me resultó impresionante, estaba convencida que nolograría verme con 0orayne.

- #7&7% #7&7% 7lguien gritó muy $uerte mi nombre. u(lsería mi sorpresa al voltearme, una muchacha de $inosrasgos gua"iros, muy atractiva, me sonreía, vestida detricolor, se dirigió hacia mí con los braos abiertos de par

en par. 0a reconocí inmediatamente era 0orayne 0ópe.

- #>e encontré 7na% 0levaba en las manos una enormebandera de Aeneuela. onocerla $ue emocionante, noestaba acostumbrada a sentir que conocía per$ectamente a

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una persona, a+n cuando "am(s la había visto en mi vida.99Esto es el silvestrismo:: pensé.

3e tomó de la mano, cuando a+n no salía de mi asombro dehaberla encontrado, cuando gritó #7&7 3@)7, 7&7 /' '/)4@?%6n "oven corría hacia nosotras, la tomó en sus braos y la alócomo quien encuentra a una niña perdida, yo estabaconmocionada, era como encontrar a los amigos del alma, 'ergiome vio, me abraó $uertemente y me llamó por mi nombre, lecorrespondí el abrao. 'u olor me es inolvidable, llevaba una

$ragancia masculina y lo blanco de su piel me recordó a 'ilvestre.

0as redes sociales en nuestras vidas como silvestristas, son laherramienta m(s poderosas que tenemos, incluso m(s que lascartas o misivas en las guerras mundiales pasadas, nosconocemos, vivimos pendientes los unos de los otros, reímos ylloramos con nuestras historias, y si tu est(s leyendo este diario,estés donde estés, me conoces y se también, que alg+n día nos

conoceremos.

/sa tarde en la calle ro"a del silvestrismo, vi bailar a 'ergio,pensé que se le caería la cabea, y como bien me había contado3athias, ya nada sería igual. 0a gente comenó a gritar yaglomerarse alrededor de un vehículo blanco, era una camioneta,yo no entendía que pasaba, pero 'ergio agarró a 0orayne y ellame tomó de la mano y nos arrastró al centro del bullicio.

#'@0A/'>)/% #'@0A/'>)/% oreaban el mar de gentes, unosempu"aban, otros lloraban, todos gritaban. 6nos o"os amarillosme observaron, él me sonreía y saludaba, cómo si $uera laprimera ve.

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LA 4RIN4A

@ntentamos acercarnos a 'ilvestre, pero la multitud nos $ueale"ando m(s y m(s, todos gritaban, y él nos saludaba lanandobesos y sonriendo, en varias oportunidades bailó en la camionetaal son de la m+sica del nuevo D, la gente estaba comohipnotiada por el ídolo.

- #1ora de irnos% Di"o 0orayne.- #&o% Aamos a seguir la caravana. Di"o bailando 'ergio.

0orayne me sacó del bullicio, y de"amos a 'ergio brincando comouna cabra desen$renada en la multitud.

- ¿7 dónde vamos ;uise saber.

- 7na, tenemos que irnos ya, de lo contrario entraremos de+ltimas al concierto, en cambio si nos calmamos y nosvamos ahora mismo, entraremos de primeras y lograremosestar adelante en el concierto, con$ía en mí.

'us o"os brillaron con tal intensidad, que tomé su mano y salimoscorriendo en sentido opuesto a la caravana ro"a. 7l llegar a unaavenida, 0orayne paró un taxi y lo abordamos.

- )(pido señor, al !arque de la 0eyenda Aallenata. Di"o0orayne entreg(ndole varios billetes.

/l taxista como un rayó nos llevó a nuestro destino. De todaspartes llegaba gente, pero $uimos las primeras en llegar a laspuertas del parque. 0a nostalgia me golpeó de pronto. )ecordé a3athias a mi lado, después de la muerte de >eresa, y sentí que no

podría entrar sin él. 0orayne notó que algo pasaba y me abraó.- >ranquila 7na, estaremos bien, sonríe 'ilvestre nos vio en

la caravana, estoy segura.

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- <o creo que me miró, pero entre tanta gente, no estoysegura. Di"e tratando de que 0orayne pensara que eso, era

lo que me tenía triste, no deseaba hablar de 3athias.

- &os lanó un beso, pero te quedaste petri$icada, tienes queanimarte, esto apenas comiena.

Desde las tres de la tarde nos plantamos a las puertas del parquede la 0eyenda Aallenata, donde se realiaría el lanamiento de 2&? 3/ ?3!7)/' ?& &7D@/5, a cada segundo llegaban m(s y

m(s silvestristas, todos vestían de ro"o, cantaban, gritaban,estaban por todas partes, portando sonrisas en sus rostros, todoa mí alrededor era un "olgorio.

7 las seis de la tarde, éramos una larga masa ro"a que estaba apunto de ingresar al parque, al abrirse las puertas, entramos yluego de ser revisadas por la seguridad, teníamos el camino librepara incorporarnos con calma hasta donde sería el concierto.

- #7&7 ?))/% 4ritó 0orayne.

0as muchachas que venían a mi espalda también corrían, y notuve m(s remedio que hacer lo mismo, entendí en ese instante,que todos deseaban pegarse a la baranda como nosotras, esa erarealmente la meta. orrí, corrí como si se tratara de mi vida.

7l llegar a las enormes puertas de entrada, nos detuvimos

 "adeando y riendo. De $orma estremecedora sonaba 207 4)@&475,y esa canción disipó mis tristeas, estaba donde quería estar, yviviría lo que anhelaba vivir.

7l ingresar a las instalaciones del parque, me sorprendió suinmensidad, estaba completamente vacío y pude detallarlo, subellea me deslumbró, ya que, la ve anterior lo había visto denoche y la tristea de la muerte de >eresa me consumía.

!or un instante imaginé a 7le"andro Duran, en la tarima, tocando 2Un pe!a#o !e acor!e9n5, el primer )ey vallenato me recibía enmi imaginación, las lagrimas brotaron de la emoción y me lancé acorrer nuevamente.

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/staba en un lugar sagrado, donde año a año se realia el $estivalde la 0eyenda Aallenata, me abracé a una baranda de hierro al

lado de 0orayne, las dos brinc(bamos de alegría, en instantesest(bamos rodeadas de la marea ro"a.

Durante horas el parque se $ue llenando, las canciones de'ilvestre nos emocionaban a cada instante, el sonido era increíbley la alegría de todos los silvestristas se unía en una sola vo, ytodos cant(bamos a coro.

7 las IF de la noche, estaba totalmente exhausta, permanecimosde pie pegadas al tubo, mientras entraba hasta el +ltimosilvestrista, y las gradas parecían venirse encima con tantasaclamaciones del ídolo.

'entía un dolor inenarrable en los pies, y me creía incapa decontinuar. 0orayne llena de una vitalidad asombrosa estaba comosi nada, y se veía radiante, su $orma de vestir con la bandera

veneolana la hacía resaltar entre los que est(bamos de ro"o.'onreí entendiendo por qué 3athias me había dicho que debíaconocerla, su $orma de vivir el silvestrismo era autentico, estabaal lado de una silvestrista que de"aba en claro, que Aeneuelaestaba con 'ilvestre, mani$estando su sentido de pertenencia.

- #7&7, 7&7% 4ritó 0orayne.

0as luces se encendieron en la tarima y el clamor del pueblo $ueun coro in$inito, un en"ambre de dulces voces.

- #'@0A/'>)/%

- #'@0A/'>)/%

- #'@0A/'>)/%

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“!S" S% $* * )*%' %# +*'-%, -% S% )*"*( ritó Silvestre”.

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/xplicar lo emocionada que estaba me es casi imposible, meperdí, ya no era 7na, sino una 'ilvestrista unida a una masa de

gentes que saltaba, y casi sin darme cuenta, cuando 'ilvestresalió a escena cantando, bailé y bailé como lo hacía 'ergio, micuerpo se convirtió en un trompo, me sentí $eli, eu$órica, viva,absolutamente convencida de que estaba viva. 0loré a rabiar,grité hasta quedarme sin vo, bailé como "am(s lo había hecho enmi vida y el dolor que me producían los pies me sacaron m+ltiplesl(grimas.

/ntre KK mil personas, $ue imposible que él me viera. 7sí quesimplemente bailé, bailé hasta m(s no poder.

- #'@ '/ A7 7 7/) /0 !7);6/, ;6/ '/ 7@47% 4ritó'ilvestre.

uando Buancho su acordeonero de entonces, comenó ainterpretar 207 4)@&475, sentí que el parque se caería. 7l gritar y

bailar, mi mayor $elicidad $ue, que estaba convencida que esacanción abriría las puertas de 7mérica al 'ilvestrismo.

Buancho de la /spriella tocó con tanto sentimiento el acordeón,que cada sonido de aquella ca"a europea, mane"aba nuestrocuerpo como si $uéramos marionetas entre sus dedos. /staba tanemocionada que le di la espalda a 'ilvestre y por primera ve memaravillé de la masa ro"a, que me acompañaba, m(s de KK mil

almas $elices, cada una con historias sorprendentes y tandistintas, allí habían silvestristas de todas partes, adinerados yhumildes, hombres, mu"eres y niños. 0os amé a todos en eseinstante por llenar mi vida con su alegría.

- #6L&>7' A//' 7!7)/M7' /'7' 3@'37' A//' >/?0A@D?% 4ritó 'ilvestre al interpretar otra canción.

Aolví a mirarlo y mi ídolo repitió #6L&>7' A//' 7!7)/M7'/'7' 3@'37' A//' >/ ?0A@D?% < grité muy $uerte, era la $rasem(s espectacular que le había escuchado. !ensé en )a$ael y yo lagrité #6L&>7' A//' 7!7)/M7' /'7' 3@'37' A//' >/?0A@D?%

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asi $inaliando el concierto, pasó algo realmente hermoso,'ilvestre llamó al escenario al compositor de la canción 207

4)@&475, el "oven era @sacc alvo, un hombre sencillo queovacionamos los silvestristas. 'eg+n nos contó el propio 'ilvestre,el muchacho era un vendedor de 8uti$arra, una especie de chorioque se vende de $orma muy sencilla por las calles de Aalledupar,pues bien, este hombre humilde y traba"ador, ahora tendría unaoportunidad maravillosa de vivir me"or* ya que, con el dinero delas regalías de otras canciones, había estudiado y se habíalogrado graduar de abogado, pero que ahora obtendría muchom(s por su nueva composición, algo que me emocionó mucho.Aerlo cantar su canción y bailarla, me conmovió, porque su vidahabía cambiado, como la mía, de $orma contraria, pero ser $eli,era lo m(s importante para ambos.

7l terminar el concierto caí en cuenta del dolor real de mis pies, elcansancio me embargó por completo, salimos satis$echos delconcierto, sin saber que a$uera había un motín, muchísimas

personas se quedaron por $uera del concierto, la policía arro"óbombas lacrimógenas en la calle para dispersar el tumulto, todoscorrimos y sin darme cuenta 0orayne y yo nos habíamosseparado, entre los (rboles del parque $ui en dirección contraria allugar del con$licto, cuando un caballo se me vino encima y caí atierra, no entendía qué pasaba, el susto $ue peor, el rostro de3athias estaba ante mí salido de la nada.

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.ARTIN 

&o era 3athias, quién casi me atropella con su caballo, al hablarlo reconocí, su vo era distinta, era 3artín, el hermano gemelo de3athias.

- 0o siento señorita, no la vi ¿;ué hace de este lado delparque !reguntó ape(ndose del aballo.

- 3e asusté, buscaba una salida 3artín.

- ¿3e conoce

- 'oy 7na, amiga de tu hermano 3athias.

- ¿7na, eres t+ 3e abraó muy $uerte.

- 'í ¿3e conoces- #'í% /res el amor de mi hermano, claro que te conoco, ven

sube al caballo, salgamos de aquí.

ue alentador sentarme, el caballo era enorme y me hacía sentircomo una princesa rescatada, pero por el hermano gemelo delpríncipe.

- ¿;ué ha pasado ;uise saber.

- &ada, todo ba"o control, puedes estar tranquila, son solomedidas para que la gente que no pudo entrar al conciertoy que se puso inquieta se dispersé, t+ sabes, evitarmayores problemas.

- !ero caballos ¿!or qué caballos 3e has dado un buen

susto.- Dentro del parque nos es m(s $(cil, la seguridad de los

silvestristas en general es nuestro traba"o en cadalanamiento. 1oy gracias al cielo, todo ha salido bien.

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- #3enos mal% Di"e.

- 8uscaremos un taxi y podr(s irte a casa.- 3artín, dónde est( 3athias. !or qué te has hecho policía,

no entiendo nada.

- &o soy policía, es un empleo nada m(s. 3i hermano est(en la 'ierra &evada, o eso creo, hace ya unos meses queno se comunica.

'aber noticias de 3athias me llenaba el alma, ver a su hermanocomo si $uera su retrato, me resultaba terrible, quise besarlo. lsonreía de una $orma tan encantadora que ir pegada a su pechopara no caerme del caballo, era la peor de las torturas. 7l llegar ala calle, 3artín desmontó del caballo y me ayudó a ba"arme, eldolor en los pies $ue insoportable, estaba realmente adolorida.

- #4racias 3artín% Dile a 3athias que estoy en olombia

cuando hables con él.

- ¿Dónde puede encontrarte

- &o puede. 3añana me voy del Aalle, voy a buscarlo a la'ierra &evada.

/l gemelo sonrió y su rostro iluminó mi vida, como si $uera el

propio 3athias, nos despedimos como los me"ores amigos delmundo, abordé un sencillo taxi y di gracias a Dios cuando melancé a mi pequeña cama de 1otel.

99El !estino no es cruel" es mi c9mplice:: !ensé.

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EL SUE:O

7ntes de quedarme dormida, llamé a 0orayne de"(ndole en lacontestadora un mensa"e con lo ocurrido, para que no sepreocupara, le pedía que nos viéramos por la mañana en la plaa7l$onso 0ópe.

3i +ltimo pensamiento antes de dormir $ue con$uso, primero en

mi mente vi a 3athias, pero luego se trans$ormó en 'ilvestre,tomé su mano y la oscuridad nos envolvió.

'oñé que camin(bamos por un río, las aguas eran oscuras y eltorrente era impetuoso, sentir su mano c(lida "unto a la míaparecía tan real, el sonido del agua era tan preciso. 7 nuestroalrededor volaban cientos de mariposas.

- ¿'abes que te amo !reguntó él. < sus o"os mecontemplaron tan intensamente, que me sentí desarmada,lo deseaba.

- &o, no lo sé, ¿3e amas ontesté en mi sueño. 7cariciandosu nari lentamente y mis dedos tocaron sus labios.

- 7mo tus o"os negros 7na. Di"o suavemente.

De pronto todo se oscureció, estaba sola de pie ante un espe"o,mi rostro había enve"ecido, mi cabello era canoso, me contemplétoc(ndome las arrugadas me"illas* y dos gruesas l(grimasbrotaron de mis o"os marchitos.

Desperté de pronto y toqué mis me"illas, estaba llorando, pero mipiel era la misma.

- #ue una pesadilla% Di"e en vo alta.< al levantarme de la cama, todo el cuerpo me dolió, en especialel cuello. 3i nueva $orma de bailar la m+sica vallenata me pasóuna $uerte $actura, me sentía como si tuviera un latigao cervical.

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/l dolor me hio gemir* no había enve"ecido en lo absoluto como

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/l dolor me hio gemir* no había enve"ecido en lo absoluto, comoen el sueño, pero la columna ese día, $ue el de una anciana de

IFF años, como la mu"er del espe"o.

7l bañarme el agua cristalina y $ría de Aalledupar me devolvió elalma al cuerpo, recordé que en el sueño, le tocaba los labios a miídolo y mis me"illas se enro"ecieron.

- 3 7 > 1 @ 7 ' ¿)ecuerdas 7na 3e di"e. ómo podíadesear tanto besar a 'ilvestre, cuando buscaba

desesperadamente al hombre que amaba, mis sueñosestaban traicionando mi coraón.

uando encontré a 0orayne en la plaa, nos abraamos comohermanas, le expliqué cómo me había perdido y quién me habíarescatado.

- &ecesito tu ayuda. Di"e.

- ¿;ué estas planeando !reguntó 0orayne con los o"os comoplatos.

- Aoy en busca del hombre que amo.

- 'ilvestre se ha ido esta mañana de Aalledupar 7na.

- 8ueno, bueno, no me explique. 'onreí. 8usco a alguien

muy especial en mi vida.- #!or eso 'ilvestre% < su respuesta nos hio reír a las dos.

- 'e llama 3athias, su hermano gemelo $ue quien me ayudóanoche y me di"o dónde encontrarlo, pensaba irme aienaga hoy, pero queda pospuesto, voy a buscarlo.

- ¿Dónde est( !reguntó 0orayne colocando las manos sobre

sus me"illas, como si le estuviera contando un cuento dehadas.

- /n la 'ierra &evada de 'anta 3arta.

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- #ara"o% /xclamó ¿!ero dónde ¿&abusimaNe

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- #ara"o% /xclamó, ¿!ero dónde ¿&abusimaNe

- &o, a la 'ierra &evada- !or eso 7na, la 'ierra &evada es inmensa, y la población

que se puede visitar normalmente es &abusimaNe.

- /ntiendo, bueno si allí debo ir entonces.

- >engo lo que necesitas, conoco alguien que te puede llevary estar(s a salvo con él. Debemos ir a buscarlo, es un gran

amigo mío y estoy convencida que nos dir( que sí. !erodebes pensar que vas hacer, si tu 3athias no est( allí, así que te recomiendo que si no lo encuentras sigas tu caminoa ienaga, cualquier cosa, me llamas o me escribes alcorreo, pero no te detengas, tu via"e es silvestrista, no teapartes de tu camino, si has decidido ir a ienaga allí es adonde debes ir ¿/ntendido

- !alabra de silvestrista. Buré levantando mi mano derecha yla abracé como si $uera una verdadera hermana.

99 Te encuentro o me encuentro a mi misma:: pensé.

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NA0USI.A;E

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NA0USI.A;E 

José 0uís, el hombre m(s alto que había visto en mi vida, era elamigo de 0orayne, que aceptó llevarme a &abusimaNe, sincobrarme absolutamente nada, subimos a su "eep, me despedí demi gran amiga, y con$ié en que lo que hacía era correcto, o esome decidí a creer.

!ara mi sorpresa, Bosé era veneolano, y llevaba mucho tiempoviviendo en Aalledupar, era muy robusto, pero de mirada dulce* yque aunque era un completo y gigante desconocido, me sentíasegura a su lado.

- 0legaremos de noche chinita. Di"o él.

- &o importa. 3urmuré.

- 'i importa bella, tendremos que quedarnos en un pueblitoy saldremos de nuevo al amanecer, el Beep llega hastacierta parte, de allí subimos en mula o a caballo, dependede quién nos los alquile.

- 7hora sí que no tengo idea a donde voy, no vamos es a unapoblación.

- 7sí es chinita, una población indígena. < su carca"ada antemi ignorancia me dio tranquilidad.

Aia"amos en silencio, contemplé la carretera y de"é que mi mente "ugara viendo cosas por la ventana. 3e imaginaba corriendoagarrada de la mano con 'ilvestre. /ntre los (rboles veía comonos mir(bamos a los o"os, yo tocando sus me"illas y él miscabellos negros, yo sosteniendo $i"amente mi mirada y él

re$le"(ndose en mis o"os./staba tan cambiada, antes solo importaban las decisionespro$eridas por los m(s altos >ribunales de Aeneuela, ellevantamiento del velo corporativo, la carga de la prueba y la

57

per$ección del calculo de la antigOedad de los traba"adores* en

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p g " *cambio ahora, mi mente era un lugar de mariposas aules

bailando al sonido de un acordeón, en b+squeda de un amor yanhelando los besos de un ídolo, siendo una mu"er de veintiochoque se ilusiona y apasiona como una de dieciocho.

7l anochecer descansamos en un pueblito a los pies de la 'ierra&evada, el cansancio me venció enseguida, todavía me dolíaenormemente el cuello y mi columna seguía enve"ecida.

3il mariposas aules alaban el vuelo, yo estaba vestida con unamanta Payuu, blanca como el algodón, descala pisaba la tierrade un lugar donde antes no había estado "am(s, y de pronto unoso"os amarillos me observaban, no se trataba de 'ilvestre, eraalguien m(s, algo que me hio temblar de miedo.

6n hombre "oven, de cabello dorado como el sol, me arrastró porlos aires, me sentí caer al vacío, como si volara en el sueño, la

brisa gélida, congelaba mis me"illas. @ntenté gritar, pero no pude,lloraba de miedo, un demonio con $uego en los o"os, me habíallevado con él.

- #&?% 4rité despertando del sueño, estaba congelada demiedo, algo o alguien estaba en la habitación, al encenderla lu, no había nada.

/n la mañana salí de la habitación que había alquilado Bosé 0uís alpasillo y un olor incon$undible me arrastró hasta donde él estaba.0o encontré en la cocina de la casita, tomando una enorme taahumeante de ca$é.

6na hermosa anciana me sirvió un poco de ca$é y sentí que elmiedo desparecía.

- hinita te ve espantosa, no dormiste bien, se te nota.

- #!esadillas% ue todo lo que contesté.

- Debe comer algo. 6sted est( muy $lacucha. Di"o Bosé 0uísen tono severo.

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- &o tengo hambre. 3urmuré $runciendo el seño.

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g

- 'i se desmaya, "uro que, la de"o botada en la sierra, ni creaque la voy a estar cargando. Di"o dedic(ndome unahermosa sonrisa.

7unque ya acostumbraba a comer m(s, y habiendo aumentado depeso, de todos modos, los estragos de alimentación de añospasados por no engordar, me hacían ver algo hambrienta.Desayunamos en silencio. >omé dos taas de ca$é m(s, pagamos

a los ancianos que nos habían atendido, y continuamos nuestrovia"e.

1abía un poco de neblina pero el sol ya comenaba a despe"arla.

- #7na mira% 7hí la tienes, la hermosa 'ierra de 'anta 3arta.

7nte mí observé un cuadro pintado por la mano de Dios, eraimponente, entre m(s nos acerc(bamos a ella en el "eep, m(s

le"os parecía estar. Bosé 0uís consiguió en dónde de"ar el Beep yalquiló un caballo para él y una mula para mí. Debí vermegraciosa arriba del pobre animal, porque Bosé no paraba de reír.'ubimos la montaña en compañía de otros lugareños que tambiéniban a &abusimaNe.

- 0a columna se me va a romper Bosé, no había otroanimalito me"or ¿Aerdad

0as carca"adas de los hombres me en$urecieron y me concentréen montar lo me"or posible. Bosé no hacía m(s que reírse cadave que me que"aba, y la mula era tan $uerte que temía que mearro"ara en cualquier momento.

Después de que pasaran lo que $ue para mí un siglo, nosapeamos para comer algo y dar de beber a los animales, el clima

era encantador, pero en mucho tiempo me sería imposible volvera sentarme como un ser normal, los dolores de espalda eraninsoportables, así que no me permití contemplar tranquilamenteel camino, solo intentaba aguantar los dolores.

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99 %uro $ue si .at(ias no est& allí arriba" el !ía $ue lo vea lo

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 patear3:: !ensé.

uando por $in llegamos a nuestro destino, pensé que estaba enotro mundo, el aire puro y el verdor de aquel lugar, era m(gico,me enamoré perdidamente de &abusimaNe, el sol brillaba de una$orma muy di$erente en esas alturas.

/ra un lugar distinto a cualquier otro que haya visto antes. 1abíamuchas casitas circulares construidas con piedras enormes* y por

todas partes estaban sus habitantes, los indígenas 7rhuacos, consus poporos y vestimentas blancas. 6na mu"er tenía una mantablanca como el algodón, la misma manta de mi sueño, pero noera Payu+ sino 7rhuaca, verla me hio sentir miedo.

- onseguí dónde quedarnos esta noche, aquí vive uncompadre, un 7rhuaco que toca el acordeón, sé que te vasdivertir mucho esta noche con nosotros, así no encuentres

a tu media costilla aquí.- Bosé ¿ómo sabes que busco a un hombre

- < por qué m(s una señorita tan re$inada se subiría a unamula, no creo que hayamos venido por una mochila7rhuaca.

'onreí y $ui a buscar a 3athias, caminé un buen rato, saludando e

intentando entender que haría un muchacho como él en unasentamiento indígena. /st( de m(s decir que no lo encontré,pregunté a varios 7rhuacos que hablaban muy bien el español,pero nadie supo decirme nada +til, al parecer era normal quemucha gente los visitara.

7l regresar con Bosé 0uís, él me esperaba con una mochila7rhuaca blanca con negro.

- #/sto es para ti%

- #&o puedo% )espondí.

6

- 'í puedes aceptarla, es un regalo, no seas malcriada, quel é iñ l " d dí í

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la compré con cariño, las te"en durante días, así que no son

económicas.- #4racias Bosé% Di"e coloc(ndome de puntillas para darle un

beso en la me"illa, pero como no lo alcance, me aló comoa una niña, y pude darle un beso. 'us me"illas seenro"ecieron como un tomate.

- ¿onseguiste al hombre

- &ada.

- /n la noche le preguntamos a mi compadre. Aen comamosalgo, muero de hambre, sería capa de comerme una vacaentera.

- 'i, ya lo creo. Di"e, y los dos nos reímos a carca"adas.

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EL DUENDE

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EL DUENDE 

7l atardecer, me ale"é un poco de la población, deseaba estarsola, comenaba a hacer $río, y mi coraón como todas lasnoches, intentaba llenarse de sentimientos de tristea, elcompadre de Bosé 0uís, no había regresado de !ueblo 8ello, elpueblito donde nos atendieron, antes de subir la 'ierra.

aminé ale"(ndome del sendero y subí a una cima, desde allí vicómo el sol se escondía lentamente, llenando el cielo de undorado entristecido. /l dolor me rondaba el alma, intenté nopensar en 3athias, y en su lugar busqué en mis recuerdos,alguien que lograba espantarme la tristea* pensé en 'ilvestre,traté de ale"ar el dolor de no encontrar a 3athias, con la sonrisade ese amor secreto, que llevaba escondido dentro del alma.

- #>/ 73?% 4rité. #>/ 73?% #>/ 73?%

6na ventolera me arropó los pensamientos, y mis largos cabellos$lotaron como una bandera negra, las ramas de los (rbolescru"ieron soltando ho"itas al viento. reí que en ese instante, lamontaña conspiraba, llevando mi grito hasta 'ilvestre. 7rro"é unbeso al aire y con toda mi $e, rogué para que llegara a susme"illas.

De pronto, me sentí observada y entendí que estabaoscureciendo, que debía regresar con los dem(s. 3i piel se eriócon una especie de escalo$río que me heló la sangre.

/staba aterrada. @ntenté correr, pero el camino era empedrado yresbaloso, por m(s que me apresuraba no encontraba el senderode regreso.

- #(lmate% 3urmuré.rente a mí y salido de la nada, estaba el muchacho de mipesadilla, vestido de $orma extraña, con una camisa blanca

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manga larga y un pantalón mugriento de color amarillo. 7l verlo alos o"os sentí p(nico su mirada era maligna

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los o"os, sentí p(nico, su mirada era maligna.

- ¿;6@& /' 6'>/D 4rité sin poder moverme lo m(smínimo, tenía increíblemente el miedo "am(s sentidodentro del alma. #;6@>/'/ ? &? )/'!?&D?% Aolví a gritary la vo se me quebró. #;6@>/'/% #;6@>/'/%

uando dio un paso hacia mí, salí corriendo en sentido contrario yresbalé, caí al suelo, y unas manos me su"etaron.

- #'6/0>/3/% 4rité aterrada.

- #L037>/ 7&7% c(lmate, no pasa nada, soy yo Bosé Borge.

on la poca claridad que quedaba, vi el rostro de otra persona, unmuchacho, un 7rhuaco.

- '(came de aquí, ay+dame, s(came de aquí #<a% Di"e

toc(ndole el rostro con desesperación./l muchacho que me había ayudado, era el compadre de Bosé0uís, al enterarse que estaba vagando por el bosque, salió abuscarme de inmediato.

!ara calmarme me dieron varias bebidas calientes y me acostaronen una hamaca dentro de una de las casitas, y Bosé Borge le pidióa todos los presentes que nos de"aran solos. >odos obedecieron alinstante, menos Bosé 0uís.

- >e incluye Bosé 0uís, sal un momento, debo hablar con ella.

- hinita solo $ue un susto, no paso nada reina. Di"o Bosé0uís a modo de que recobrara la compostura.

- #'alga compadre% @nsistió el "oven.

- #7"a% <a me voy.

- #7na% ¿;ué o a quién viste 3e preguntó el muchachocuando nos quedamos a solas.

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- /ra un muchacho muy bonito, pero me dio mucho miedo,soñé con él anoche antes de venir a &abusimaNe

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soñé con él anoche, antes de venir a &abusimaNe.

- ¿/ra humano !reguntó mir(ndome $i"amente.

- #laro que era humano% ¿;ué quieres decir

- < entonces por qué estabas espantada cuando llegué.

- 3e causó un susto de muerte, t+ lo viste estaba "ustoen$rente de mí, había $uego en su mirada.

- &o 7na, no lo viC. 3añana mismo te vas de la 'ierra, esoque viste es un duende.

- ¿6n qué !regunté con$undida.

- /res muy bonita 7na, ha sido una locura de mi compadretraerte a esta tierra, y menos de"arte sola en el bosque,eso ha sido lo peor, en la 'ierra han desaparecido niñas y "óvenes, el duende se las lleva y "am(s las regresa.

- De qué cara"o me est(s hablando Bosé Borge #!?) D@?'%

- /l hombre que buscas no est( aquí.

- ¿ómo sabes

- 0o sé porque se $ue hace K días, 3athias habitó un tiempoentre nosotros, luego siguió su camino, t+ debes hacer lomismo mañana mismo. &uestra montaña est( llena demisterios, &abusimaNe, ese nombre por el que t+ loconoces, signi$ica 2Don!e nace el sol 5, pero al atardecer, laoscuridad se adueña de la montaña y no hay nada que sepueda hacer hasta que salga el sol nuevamente. réeme7na un duende se quiere llevar tu alma.

Durante toda la noche me $ue di$ícil dormir, los o"os de lo que$uera ese ser, se me habían clavado en la memoria. Desde lahamaca en la que intenté dormir, podía escuchar los murmullosde los 7rhuacos hablando en su lengua alrededor del $uego que

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habían encendido, mientras el sonido del acordeón de Bosé Borge,se me anto"aba tan triste y hermoso a la ve.

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se me anto"aba tan triste y hermoso a la ve.

!ienso que tocaba aquellas melodías para calmar mi alma, y elrecuerdo de otros o"os amarillos, muy distintos a los del duende yllenos de vida, me calmaron. &o entendía cómo en momentos así,con el miedo que tenía, recordar su mirada, o el olor de su pielcuando lo abracé, o su vo, podían traerme tanta pa. uiqued(ndome dormida poco a poco.

Desperté de un salto cuando alguien di"o mi nombre #7&7% ue unespantoso susurro en mi mente, me levanté y sin saber lo queestaba haciendo, salí de la casita circular. /l aire era gélido y pudesentir mis pies descalos tocar el suelo. >enía puesta una manta7rhuaca, como en el sueño que tanto me había asustado.

De pronto como si alguien me cargara, mi cuerpo se desliómontaña arriba, corriendo entre los (rboles a una velocidadincreíble.

#'6/0>73/% 4rité aterrada. #'6/0>73/%

6na vo dentro de mi cabea me susurró <Te necesito Ana=

&o permití que la tristea me consumiera, empecé a cantar,tarareaba torpemente algo, recordé como bailaba al son de lam+sica del acordeón de Buancho, cómo con los silvestristas

aplaudíamos y core(bamos #'@0A/'>)/% #'@0A/'>)/% 3i coraónse inundó de alegría hasta m(s no poder.

Desperté en la hamaca, con l(grimas en los o"os, todo el cuerpome hormigueaba, había tenido una espantosa pesadilla. !or lasrendi"as de la casita se $iltraba la lu del sol.

 2Est& nacien!o el sol 5 pensé. < levant(ndome deprisa salí y lo

busqué. erré mis o"os y sus rayos penetraron mis parpados. 3ialma renacía con ese amanecer. 7l abrir los o"os, sentí un escooren los braos y piernas, tenía como diminutos arañaos, y en elcabello ramitas y ho"as. 7hogué un grito #&o $ue un sueño% Di"e.

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ES6IRITU ERRANTE 

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Aolví a entrar en la casita 7rhuaca, busqué mi mochila y mecoloqué pantalones y camisa manga larga, no deseaba explicarlos rasguños que tenía, porque aunque quisiera, no podíaexplicarlos. Desayuné ausente, no presté atención a laconversación de Bosé 0uís y Bosé Borge, aquel lugar tanencantador de día, era tan di$erente de noche, que estaba absorta

en mis pensamientos, intentando comprender qué me habíapasado. 0a 'ierra &evada era un lugar hermoso, pero estaba tanasustada, que lo +nico que podía hacer, era marcharmeinmediatamente.

- 8ueno t+ decides 7na. Di"o Bosé 0uís, moviendo sus manossobre una ho"a que tenían en la mesa.

- Decido ¿;ué

- ¿hinita es que no prestaste atención

- &o, lo siento, estaba distraída.

- 3i compadre va unos días hasta 8osconia, puedes ir con élhasta allí y seguir sola hasta iénaga, o puedes quedarteconmigo en !ueblo 8ello durante unos días, esperamos allí 

un encargo de mi traba"o y luego te llevó hasta 7racataca.- ;uiero irme ya para iénaga Bosé, no deseo estar por estos

lugaresC sigo mi camino.

- 'i deseas puedes quedarte conmigo en 8osconia el tiempoque necesites. Di"o Bosé Borge.

- 4racias pero pre$iero continuar, si te parece bien.

- 0o importante es que ba"emos ya de la 'ierra, lo delduende me preocupa. 0a +ltima ve que alguien lo vio,despareció una niña. 'i estas preparada, podemos irnos.

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- uentos de camino compadre, esa muchachita que seperdió, no estaba tan niña, seguro se enamoró y se $ue con

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el novio. 7$irmó Bosé 0uís.- &o lo creo, y pre$iero no averiguarlo. oncluyó Bosé Borge.

3e $ui de &abusimaNe sin mirar atr(s, sentía que si volteaba veríaal duende, $ue una experiencia aterradora e inexplicable, pero mea$erré a mi entendimiento.

99 No pue!o sentir m&s mie!o" no vo) a sentir mie!o:: me

repetí una y otra ve, mientras mi mula pasito a pasito medevolvía los dolores de la espalda.

Durante todo el descenso no pronuncié palabra, ni prestéatención a mis nuevos amigos. @ncluso no quise saber ya dóndeestaría 3athias, pre$erí encerrarme en mi mente y no tocar m(sel tema.

3e sentía segura al lado de Bosé Borge, él era quien habíaespantado al duende, su presencia le trasmitía pa a mi alma. 7lllegar a !ueblo 8ello, me despedí de Bosé 0uís, y aunque me pusede puntillas $ue imposible alcanar su me"illa, él me lanó unacarca"ada y como si $uera una bebé me cargó, me a$erré a sucuello y le di un tierno beso en la me"illa.

- &os vemos en el Aalle hinita, y si no consigues al costillo,

te aceptaré como noviecita sin que me ruegues mucho. <su hermoso rostro rollio iluminó mi vida.

- ;ue considerado eres, es bueno saber que hay opciones.

- ompadre cuídame la muchacha, que si le pasa algo0orayne me mata.

- /star( sana y salva, compadre. Di"o Bosé Borgedespidiéndose.

'ubimos a un autob+s que nos llevaría hasta Aalencia de Bes+s, yde allí conseguimos un carrito hasta 8osconia. 3e era imposible

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de"ar de pensar en la pesadilla de la noche anterior, me mantuvecallada hasta que Bosé Borge me sacó de mi mutismo.

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- ¿7na, qué pasó anoche

- &ada. ontesté $ríamente.

- &o con$ías en mi ¿7caso no te gusta como me visto ¿3itra"e no te da con$iana o crees que porque llevo el pelolargo, ¿&o soy de $iar

- &o digas eso, vistes como visten los 7rhuacos, yo con$ío enti.

- &o lo creo.

- /s que, creo que soñé algo extraño, es todo.

- /l duende intentó llevarte, es eso ¿Aerdad &o me miresasí 7na, &abusimaNe es mi hogar, mi 'ierra el centro de mimundo, pero eso no me ale"a de la gente, he leído mucho,y puedo hablarte de mi pueblo, cómo puedo hablarte deltuyo.

- 'i, anoche soñé que algo me llevaba por la 'ierra, peropensé en alguien muy especial para mí, su recuerdo mellenó de $uera, y el sueño se detuvo.

- ¿/n realidad crees que $ue un sueño

- &o se qué creer. Di"e mostrando los arañaos diminutos enmis braos.

l examinó mis leves heridas, y guardó silencio por un momento,ba"ando la vo, para que el cho$er y los otros pasa"eros no nosescucharan.

- #'í% como pensé, no $ue un sueño, no sé qué hayas podidopensar o en quién, la cuestión, es que te hio de"ar desentir miedo. Aer(s 7na cuando te en$rentas a cosas comoestas, ll(malas como quieras llamarlas, para mí son

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simplemente espíritus errantes, que a lo largo de los sigloslogran ser muy $uertes, y sobre todo, si les tienen miedo,

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es vital controlar las emociones, para qué, eso que se teacerca, se ale"e y no su$ras daño alguno. 7hora entiendespor qué tenías que salir de allí hoy mismo.

- 'i lo entiendo. <o solo buscaba a alguien y me encontrécon cosas en las que no creía que pudieran existir.

- #3athias% 8uen muchacho, me agrada su $orma tranquila ypausa con la que toma las cosas. 3e habló de una dulcemu"er a la que amaba, de enormes o"os oscuros y cabellonegro, cuando te vi, entendí que eras la chica de 3athias.

- Bosé, él te di"o a dónde se iría. Di"e con el rostroenro"ecido.

- &o, solo conversamos de la 'ierra, de los 7rhuacos, denuestras costumbres, pero a donde iría, lo desconoco, me

imagino que regresó a Aalledupar, allí tiene $amilia.

- ¿rees que deba regresarme al valle

- ¿< perderte ir a 3acondo 'ería una lastima.

- ¿3acondo &o te entiendo ¿/l de la novela

- 'í, luego de 8osconia y antes de llegar a iénaga pasar(spor 7racataca.

- ¿;6 grité de pronto. ¿7)77>77 Di"e emocionada,mientras el cho$er me miraba por el retrovisor a manera dereproche. 8a"é la vo, no podía creer lo que me decía.¿7racataca tan cerca

- 'í, Bosé 0uís te di"o que si lo esperabas te llevaría hasta

allí.

- &o lo escuché. Di"e ba"ando la mirada.

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l me miró con sus hermosos o"os negros, como entendiendo loemocionada que me sentía, al saberme tan cerca de la 7racataca

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de 4abriel 4arcía 3(rque.>engo cosas que hacer por mi pueblo en 8osconia, pero allí viveuna prima muy querida, se llama Qatherine astaño, hablaremoscon ella para que te acompañe y puedas pasear tranquilamentepor 3acondo, y aunque es muy "oven y alegre, tiene un de$ectoCes una silvestrista extremista.

'onreí, el destino conspiraba en mi nombre.-

7

EL 6ARAISO SIL8ESTRISTA

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8osconia, el lugar m(s caliente del planeta, una hermosapoblación con una temperatura de ERS grados seg+n me comentóBosé Borge, y así lo sentí tan pronto me ba"é del vehículo.

- <a te acostumbrar(s.

- &o lo creó, ahora entiendo cuando alguien dice que 2es un

hervidero5.

- #Aamos 7na% de"a el lloriqueo, creo que has pasado porcosas peores.

3is me"illas estaban enro"ecidas, no sé decir, si $ue porque mesonro"é o por el intenso sol con el que me recibía aquel le"anolugar. 0legamos a una pequeña casa donde nos aguardaban

$amiliares de Bosé Borge. 3e pareció un lugar encantador, sobretodo porque tenía la necesidad de ahorrar hasta +ltimo peso, así que estaba dichosa de poder llegar a un lugar donde descansar.

3e prestaron un baño, y creo que duré una hora ba"o la regadera,el agua me recon$ortó el espíritu, aunque los rasguños eranpequeños me dolieron cuando pasé el "abón por los braos ypiernas. Decidí acostarme un buen rato, así que la tía de Bosé

Borge me condu"o a la habitación donde dormiría aquella noche.- /spero que puedas descansar un poco muchacha, lo bueno

de la habitación de Qatherine es que el aire acondicionadoes el que m(s en$ría en la casa. 0o malo son susobsesiones, pero es muy "oven, cuando llegue, le diré queno te moleste.

7l entrar en la habitación, agradecí su amabilidad. 7l cerrar lapuerta ésta cru"ió ba"o el pomo.

- #Dios santo% /xclamé. Deberían de echarle aceite, quesonido tan espantoso. 7l ver la habitación ahogué un grito.

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6na enorme imagen de 'ilvestre me recibió, todas las paredes dela habitación estaban $orradas de $otos, a$iches, recortes de

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prensa, era el paraíso del silvestrismo. 0a cama tenía sabanasro"as, en el tocador m(s $otos, y m+ltiples accesorios ro"os.

 2Esto es increíble5 !ensé.

3e $ascinó la habitación, encendí el aire acondicionado y sinquerer comencé a detallar todo cuanto me rodeaba.

0a puerta cru"ió y entró una "oven de enormes o"os y cabello

negro, llevaba al hombro una preciosa mochila ro"a.

- 'oy Qatherine di"o estrech(ndome la mano enérgicamente.

- 1ola, soy 7na. Di"e sonriendo.

- Bosé Borge me di"o que eres silvestrista ¿/s eso cierto

- 'i, lo soy.

- ¿anción $avorita

- ¿ómo !regunté sin entender.

- ¿u(l es tu canción $avorita de 'ilvestre Dangond!reguntó con gestos pausados como si le hablara a alguienque no entiende el español.

- #3uchachita 8onita% )espondí inmediatamente.

- #7"a% 1as ido a un concierto de 'ilvestre, ¿u(l

- /l lanamiento de 2antinero5 y 2&o me compares connadie5, adem(s $ui a uno en Aeneuela en el cual meen$ermé muchísimo, si no hubieraC

0a muchacha no me de"ó terminar de hablar, cuando se me arro"óencima y me dio un $uerte abrao.

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- 'í, si eres silvestrista, que emoción, y desde Aeneuela, esincreíble, tienes que conocer a los muchachos, te van a

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adorar, ya los llamo, esta noche hay que salir a silvestriar.0a chica hablaba muy r(pido, casi sin respirar. omenó a marcarn+meros en su celular y a caminar de un lugar a otro.

- ¿3uchis Di"o Qatherine. 7miga, noche ro"aC 'í, si, todoseg+n lo planeado, los espero en la esquina a las IG, vaotra 'ilvestrista, es de Aeneuela, todos listos a las IG enpunto. Aamos vestidos de $orma discreta. 8esos 3uchis. '@D/ A/&/M6/07.

3e brindó una sonrisa inmensa. 'u alegría me recordó a 0orayne,los silvestristas comenaban a ser realmente especiales para mí.

uando desperté, era ya entrada la noche, no había tenidopesadillas ni nada por el estilo, $ue hermoso encender la l(mparade la mesita de noche y estar rodeada del rostro de 'ilvestre, en

$otos que me llenaban de alegría, era una especie de santuario$ascinante.

7lguien tocó la puerta. !ensar en que escucharía el chirrido meincomodó.

- #!ase%

- !ensé que a+n dormías. Di"o Bosé Borge.

- &o, ya puedo salir un rato, así me llevas a conocer.

- 7na son las IF de la noche, dormiste varias horas,acuéstate, mañana salimos temprano, vine para saber siquerías comer algo.

- &o sabía que $uera tan tarde, gracias Bosé pero no tengo

hambre.- Descansa, mañana conversamos.

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3e quedé recostada viendo el techo, unos enormes o"os amarillosme observaban. /ra increíble estar en el cuarto de una

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'ilvestrista extrema.&uevamente la puerta cru"ió al abrirse.

- !or Dios Qatherine, échale aceite a esa puerta. Di"eincorpor(ndome de la cama.

- /st( todo listo 7na, tenemos una misión secreta, escucha,no me mires así, presta atención esta noche vamos a

iniciarte en el verdadero 'ilvestrismo, ya teníamosplaneado el delito, peroC

- ¿u(l delito, de qué cara"o est(s hablando

- ;ueremos robarnos un a$iche de 'ilvestre, es una especiede anuncio antiguo, nos hemos cansado de pedirlo, y nonos lo dan, así que la 3uchis, los muchachos t+ y yo, nos lo

vamos a robar.- !ero ¿;ué dices @mprime uno, o no se, m(ndalo a hacer,

no hay necesidad de hurtar nada.

- Decir robo es m(s emocionante.

- /s un hurto Qate, no hay violencia, adem(s ni siquiera llegaa hurto, es una travesura.

- &o me critiques el plan, vístete que después de eso tellevaremos a 'ilvestriar, quiero ese anuncio de 'ilvestre yvas a ayudarme a conseguirlo.

'u mirada brillante, llena de picardía me pareció +nica, así queno pude negarme. Durante toda mi adolescencia, nunca hicenada igual, ni siquiera por 23enudo5, y eso es decir mucho.

- 7 las doce est( preparada. Di"o en un susurro. Aendr(n pornosotros en moto.

74

- ¿;ué Di"e al borde de un colapso nervioso. 2 %am&s me (esubi!o en una moto5 pensé, sintiendo por primera ve en

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mi vida lo que era la adrenalina en su m(s alta proporción.

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EL DELITO DE UN *AN  

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'alimos de puntillas de la casa de Qatherine, Bosé Borge y su tíadebían estar pro$undamente dormidos, porque por m(s queintentamos que no sonara la puerta del cuartel silvestrista, $ueimposible evitar que su chirrido se expandiera en un eco por eloscuro pasillo.

<a en la calle, sentí el vapor nocturno, y me resultó insu$rible.

- &o hay moros en la costa. Di"o casi en un susurroQatherine. 3oviendo la mano como $iscal de tr(nsito.

0a seguí en silencio, como si a+n Bosé Borge pudiera escucharnos./l coraón lo tenía en la boca, por la adrenalina que me producíala travesura silvestrista.

)ecordé el tra"e verde manana, del primer día del e"ercicio de mipro$esión de abogado, llevaba tacones de agu"a negros a "uegocon el maletín, estaba per$ectamente maquillada, apenas tenía GIaños e intentaba parecer de KF, me presenté en los >ribunales,aparentando una seguridad en mi misma +nica, la envestidura dealguien que lucharía por la "usticia, aunque no supiera de$endersedel maltrato psicológico que no quería aceptar. /n ese entonces)a$ael me indicaba cómo debía vestir, caminar, hablar, saludar.

)ecordé la marioneta de mu"er que era, escondiendo miespontaneidad y sencille, detr(s de la estampa de pro$esionalper$ecta, en la que él me había convertido.

7hora, seguía por una calle oscura a una muchachita y est(bamosa punto de cometer una leve in$racción, a la cual ella llamaba 2/ldelito de un $an5. &o pude m(s que sonreír. 7hora vestía de $ormasencilla y llevaba cruada mi mochila arhuaca y mis apatos ro"os

de trenas blancas.7l llegar a la esquina, nos esperaban en moto, tres muchachos yuna chica, vestidos de colores oscuros, con excepción del que se

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veía el m(s "oven de todos, estaba completamente vestido dero"o.

¿>+ b t é ¿; é h tid d "

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- ¿>+ eres bruto o qué ¿;ué haces vestido de ro"o!reguntó muy molesta Qatherine.

- !ero bueno ¿>+ no le di"iste a 0a 3uchis que era nochero"a 'e de$endió el muchacho.

- ;ue bruto eres, es ro"a de silvestristas, pero habíamosquedado en ser discretos, por si alguien nos veía #78@7&

;6/ 7&@370 /)/'% 4ritó Qatherine perdiendo lacompostura.

- /so despierten a todo el vecindario. Di"o la chica de lamoto.

- /n $in, así no se puede. hicos ella es 7na, es unasilvestrista de Aeneuela, y va para iénaga, así que

sal+denla como se merece.< uno a uno $ue abra(ndome sin despegarse, hasta que hicieronuna montonera que casi me as$ixia. /n mi vida me habían dadoun abrao seme"ante, y mientras me abraaban cada uno decíauna $rase di$erente, como un grito de guerra, lo cual me causomucha risa.

- 7na este gal(n que ve aquí es 4unter, viene de la 4ua"ira. Di"opresent(ndome al m(s morenito de todos.

3e estrechó la mano, y volvió a abraarme, el calor que sentíame tenía incomoda, pero traté de presentarle mi me"or sonrisa.

0a 3uchis y ?scar son 'ilvestristas extremos, y el de ro"o, esabi(n, no es inteligente pero toca como nadie la guitarra.

>odos nos reímos de seme"ante presentación. 1asta que depronto se escuchó un ruido en la calle, al parecer venía alguien.

- Aamos, vamos, apremió 4unter. #Aen 7na s+bete%

77

< sin pensarlo dos veces me subí a la moto del muchacho 4ua"iro./staba eu$órica, volvía a tener GI años. uando arrancó la moto,

casi me caigo

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casi me caigo.- !equeña tendr(s que abraarme. Di"o acelerando de una

$orma tan brusca, que me abracé a él, como si $uera elhombre de mi vida. <>ue Silvestre me cui!e= !ensé.

3antuve los o"os cerrados, apretada a su cuerpo, la brisa eraagradable, pero el terror me dominaba.2To!a mi vi!a cui!&n!ome) venir a morir contra el as,alto" me (e vuelto loca5.

- #!?) 7A?) &? ?))7'% 4rité para hacerme oír porencima del sonido de la moto. !or lo que 4unterdesaceleró, cosa que le agradeco a+n hoy en día. !enséque moriría esa noche, del susto o en un accidente.

Le prometí cui!arme" le prometí cui!arme@  me repetía una y otrave, mientras me abraaba al silvestrista.

0legamos en lo que me pareció una eternidad a una avenida, y alba"arme de la moto buscando oxigeno. 7nte mí, el a$iche mashermoso que hayan visto mis o"os.

'ilvestre sonreía de ore"a a ore"a y se veía tan natural y alegre,que quise inmediatamente robarme el anuncio.

- ?scar y 4unter ap+rense, no hagan bulla, que nos pillan.Di"o Qatherine. #)(pido% #)(pido% 'usurró.

- 3uévanse, me matan los nervios. Di"o 0a 3uchis.

6na lu se encendió en el local, los chicos ba"aron el a$iche ysalieron corriendo, me quedé absorta mirando la ventana yobservé que alguien se asomaba.

- #?))/ 7&7% #?))/% Di"eron al unísono./staban a punto de vernos, cuando salí corriendo en dirección a4unter y me subí a la moto, arrancamos a toda velocidad y los

78

muchachos gritaban $rases, muertos de risas. /ntendí entoncesque se trataba de $rases silvestristas.

- #67&>7' A//' 7!7)/M7' /'7' 3@'37' A//' >/

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- #67&>7' A//' 7!7)/M7', /'7' 3@'37' A//' >/?0A@D?% 4rité emocionada.

&os ale"amos del lugar y $uimos a parar a una plaa, en dondevarios "óvenes escuchaban m+sica y bailaban en plena calle. /la$iche Qatherine lo había enrollado, si alguien lo veía se daríacuenta y podría delatarnos, al parecer todos en 8osconia queríanel anuncio silvestrista, pero nadie se había atrevido a llev(rselo,

el dueño despo"ado era un silvestrista a quien le tenían respetoen todo el 3unicipio.

- 4unter sacó una pequeña botellita que reconocí como7guardiente, y un vasito de pl(stico. 'e sirvió un trago,levantó la mano como si se tratara de un ritual, y di"o= 2/omprar el ti$uete no es lo mismo $ue entra al avi9n5. <los chicos respondieron #'alud% 7 la ve que se tomaba su

trago de aguardiente.

- Qatherine hio lo mismo y di"o 2>ue viva /olombia" $uevivan Uste!es ) $ue viva )o5 #'alud% Di"imos todos.

- abi(n brindó 2Es $ue no es la plata" es el cora#9n5 #'alud%)epetimos riendo.

- 0a 3uchis 2/omo to!o en la vi!a no es ,&cil" se su,re" setrabaa ) se 'ana con su!or 5 #'alud%

- ?scar, brindó tomando de la propia botella 2Es $ue unosbeben para olvi!ar ) )o vivo" pa recor!arla5 #'alud%

- #/uantas veces apare#cas" esas misma veces te olvi!o%8rindé. >odos gritaron #'706D 7&7%, #'706D%

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LA .U/HIS

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abi(n sacó de un vie"o $orro una gastada guitarra, nossentamos en la plaa a su alrededor, y para mí, en ese instanteno hubo una persona m(s maravillosa en todo el universo, vestidocompletamente de ro"o, con una vo preciosa y cantando alcomp(s de las cuerdas, 20a @ndi$erencia5 una de las primerascanciones que me aprendí de 'ilvestre.

'u vo y las sonrisas de los muchachos después del delito, mehicieron sentir ganas de tomar, todo hubiera sido per$ecto si3athias y sus tragos ro"os, estuvieran allí conmigo.

antamos varias melodías, y la gente se acercó a cantar también,y de repente éramos cualquier cantidad de voces coreando 2/samu"er5 2;ue no se enteren5 y 2antinero5, si un extran"ero a"enoal silvestrismo nos hubiera visto, pensaría que hacíamos una

vigilia.

?scar muy animado, consiguió algo que no había probado, unroncito sumamente suave, hielo y limón. 6n trago tras otro* unospor $elicidad, otros de despecho, otros a la salud de 'ilvestre,otros a la salud de mis hermanos silvestristas.

omprendí que el silvestrismo no era solamente seguir al ídolo, o

ir a sus conciertos, siquiera bailar en casa o en las $iestas, es unsentimiento que nos une, como los me"ores amigos del mundo,sentir que no est(s solo en tus penas o en tus alegrías, que vistesde ro"o porque te gusta decir que eres silvestrista, que bailascomo trompo, no para ti, sino para expresar tu $elicidad por ser+nico entre los dem(s, porque eres alguien que entiende 2Silvestrian!o an!o15 

0a 3uchis tenía una sonrisa increíble, y contemplaba a abi(ncomo yo lo hacía cada ve que miraba 3athias, pero también lomiraba, cómo yo miraba a 'ilvestre. ómo puedes ver solamente,a ese amor imposible, in$inito, pero que "am(s ser( tuyo, y que

8

de todas $ormas, des gracias a la vida de que él exista, y tecon$ormas con que él sea $eli.

- #Qatherin% #Nate% Di"e haciéndole señas para que se sentara

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#Qatherin% #Nate% Di"e haciéndole señas para que se sentaraa mi lado. Qate, ¿0a 3uchis es novia de abi(n

- #&o niña% /l abi(n es casado.

- >an "oven, ¿/n serio !regunté con los o"os muy abiertos.

- 'í, y como bien te $i"aste, 0a 3uchis lo ama, es una triste

historia, lo peor es que él también la ama, pero por esastonterías que cometen los hombres, embaraó a otra chica.< él ser( bruto, pero irresponsable nunca.

- #;ué triste% Di"e aceptando otro vasito de ron.

- 0o bueno es que eso no dañó su amistad, y creo que seaman en silencio, sin que nadie tenga nada que decir. 7na,mi amiga 7ndrea esC

- ¿7ndrea

- 'i claro, 7ndrea 3artíne, ni modo que 20a 3uchis5, seansu nombre verdadero, así le decimos de cariño. omo tedecía mi amiga, es tremenda niña, $iel a 'ilvestre, aunquese nos venga el mundo, a veces no tenemos dinerosu$iciente para D', o videos, incluso para ir a los

conciertos, pero 0a 3uchis se las arregla y nos ayuda, algose inventa y terminamos teniendo noches ro"as, comoestas.

- ¿>u mam( no te regaña ? la mama de 0a 3uchis, mimadre a tu edad me tenía encerrada estudiando.

- 3am( es un sol, ella sabe que me salgo de noche, pero

también sabe, quiénes son los muchachos, y sobre todoadora a 0a 3uchis.

- < por qué no pedir simplemente permiso.

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- ¿;ué < perderme la emoción de volarme de casa, eso "am(s.

)eímos mientras, bebíamos $elices el roncito, yo aplaudí cada unaó (

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, , y pde las canciones que interpretó abi(n, a quien le hicimos unpésimo coro, pero cuando la $elicidad te embarga, el ridículo noexiste.

'eguimos tomando, y cuando observe mi relo" silvestrista, mesombró ver la hora.

- #/' >7)D/% #/' >7)D/% 'onC sonC3e había emborrachado, me acordé de )a$ael, y las l(grimascomenaron a brotar.

- 7na, vamos est(s ebria, con ca$é se te quita. Di"o alguien.

- &o, no quiero, llaman a 3athias y le dicen que es un tonto.Di"e sintiéndome muy mareada. reoC creoC

< todo cuanto había comido y bebido, lo vomité a un lado de lacalle, los chicos se reían, ninguno parecía estar como yo, y eldolor en las entrañas se me meclaba con el dolor de los amoresimposibles, inconclusos.

0a 3uchis y Qate, me ayudaron, me lavaron la cara y merecogieron el cabello. Ai en los o"os de 0a 3uchis, el mismo dolor,

los mismos obst(culos de amar que yo tenía.

3e senté al borde de la calle, me abracé las piernas y lloré, llorécomo nunca había llorado en mi vida, lloré por 'ilvestre y por3athias, lloré por mí, por el mal amor que $ue )a$ael, inclusorecuerdo que lloré porque >eresa no estaba conmigo, lloré porqueno tenía un cuarto como el de Qate, lloré porque necesitaba llorar.

TENER DIE/ISEIS

82

Debí tomar tres enormes taas de ca$é, darme dos baños, Gaspirinas, e incluso el umo de tres limones, todo $acilitado porQatherine. 7 las ocho de la mañana, con unas ga$as oscuras, y

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ropa ligera, caminaba por las calles de la calurosa 8osconia, BoséBorge, Qatherine y yo salimos al paseo acordado. 3e mantuvecallada durante el recorrido, ya que el dolor de cabea me estabamatando, el paseo me resultó una agonía, pero ser silvestrista esapoyar a tus amigos de parranda* y Qatherine no merecía serdelatada, menos por mí inexperiencia en licores. 7prendí que el

aguardiente y el ron 2&? '/ 3/M07&5, y que si vas a silvestriar,necesitas algo menos $uerte, porque la alegría también embriaga.

- 8ueno chicas las de"o, debo hacer unas negociaciones aquí cerca pero me tomar( tiempo, aprovecha 7na y paseas unpoco m(s, ya que mañana podr(s irte a 7racataca, mi tíano tiene problemas en que Qatherine te acompañe, aunqueapenas cumplió IT años, y no se porta bien, le di mi

palabra a la tía, de que sería "uiciosa ¿Aerdad prima- laro Bosé Borge, adem(s solo iremos a casa de mi amiga

)ossana, hasta que vayas por mí. 7na es medio aburrida yseguramente no querr(C inventar.

- >ranquilo Bosé, nos vemos m(s tarde. Di"e sintiendo elalivio que se $uera.

- #Dios% !ensé que "am(s nos de"aría solas. Di"o Qatherine,mirando nerviosamente hacia todos lados, como si alguiennos persiguiera.

- 3e est( matando el dolor de cabea, Qate has algo.

- uenta con eso. AamosC nada como una buena cerveabien $ría para el ratón, o me"or dicho, la rata que cargas

encima.- ;uieres ir m(s despacio, el calor ya me tiene so$ocada

como para andar r(pido.

83

- 7p+rate 7na, mira allí, en la esquina est( tu salvación. Di"oseñalando una especie de comercio, de esos donde tevenden desde un botón, hasta una pia.

uando sentí la bebida helada y espumante por mi garganta mi

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uando sentí la bebida helada y espumante por mi garganta, miespíritu volvió al cuerpo. 0os excesos no son buenos, pero que, elalcohol sea el causante de tus males y al día siguiente la cura deellos, resulta demasiado irónico para entender cu(l es el excesoverdadero.

- /sta noche, tendremos noche de chicas en mi casa, en el

cuartel silvestrista, como t+ le llamas.

- >e volviste loca Qatherine, estoy destruida. Di"e terminandoen tres tragos la poción m(gica.

- 3e entendiste mal 7na, el hecho de que 0a 3uchis yDanielita vayan a casa, no quiere decir que haya parranda.

- ¿;uién es Danielita !regunté m(s animada.- 3i me"or amiga. Di"o Qatherine mirando a todos lados.

- ;uieres quedarte quieta un instante, me alteras la resaca.'i es tu me"or amiga, por qué no nos acompañó anocheentonces.

- >iene dieciséis 7na, entiende es menor de edad y su mam(

no la de"a salir de noche, apenas de ve en cuando la de"anir a dormir a mi casa, tiene barrotes en su ventana y unperro muy bravo cuida la entrada.

- #'imp(tica la señora% Di"e queriendo reír, pero a+n estabaindispuesta para volver del todo a la normalidad.

- @magínate que Danielita tiene hasta prohibido el @nternet.

- ¿;6

- &o puede ir a parrandas, y es una de las silvestristas masenamorada de 'ilvestre que conoco.

84

- !obre niña, mis dieciséis $ueron un paraíso comparados aseme"antes prohibiciones. >enemos que hacer algo por ella.Di"e.

- <a lo hicimos Di"o Qatherine con una sonrisa triun$al /l

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- <a lo hicimos. Di"o Qatherine con una sonrisa triun$al. /la$iche que robamos anoche es para Danielita.

uando regres(bamos a la casa para almorar, caminamos ensilencio, aunque advertí que Qatherine siempre volteaba a miraratr(s. /l sol me lastimaba la piel, y aunque ya me sentía me"or,deseaba re$ugiarme en el cuartel silvestrista lo m(s pronto

posible. Descansamos toda la tarde y al llegar las seis, Qatherinesalió a recibir a Danielita. uando entraron en la habitación, elsonido de la puerta no me pareció tan terrible.

- /lla es 7na, la 'ilvestrista que va para iénaga a buscar aotro silvestrista.

uando vi la mirada de Daniela, no tuve ni la menor duda, el

mismo brillo en sus o"os claritos como la miel, el mismo rostrosonriente* y el abrao de oso que, sólo te puede dar unsilvestrista.

- #1ora de ponernos los pi"amas 7na% Di"o Danielita tomandosu morral.

- <o no tengo. Di"e alegremente.

- #<o te presto una% Di"o Qatherine. alta que llegue 0a3uchis pero, si, ya podemos ir cambi(ndonos.

/l pi"ama de algodón que me correspondió, era de pantalones ymanga larga, de color blanco con puntitos negros, me hio sentircomo si $uera una niña de dieciséis años nuevamente. 7l vermeen el espe"o del baño, creí ser la muchachita $eli que había sido,con una $amilia completa y unida. 7 lo largo de los años, todo

había cambiado, y ya ni tenía tiempo ni para ver a mis hermanos,cuando no estaba en un >ribunal estaba en la o$icina.

85

7 veces perdemos nuestra esencia, buscando la grandea de unapro$esión, cuando en las simples cosas, est( la vida. 28uelvo atener !iecis3is5 pensé aboton(ndome la camisa.

7l regresar a la habitación estaba 0a 3uchis quien al verme me

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7l regresar a la habitación estaba 0a 3uchis, quien al verme meabraó. 0levaba puesta un pi"ama aul cielo. Qatherine también sehabía vestido, pero de color rosado, y para mi sorpresa, el pi"amade Daniela era ro"o.

!r(cticamente la entrega del a$iche $ue un ritual, Qatherine habíadado un pequeño discurso respecto a los peligros vividos por

conseguirlo, y se me concedieron los honores de hacerle laentrega $ormal a la menor de edad.

uando Daniela extendió el gran a$iche sobre la cama, le dio untierno beso en la me"illa a la imagen de 'ilvestre, y se echó allorar sobre la imagen. 4uardamos silencio, y al verladesahogarse, entendí que ser 'ilvestrista tan "oven le colocaba enlas narices el peor de los obst(culos, depender del permiso

paterno J materno, para poder amar a 'ilvestre.

&os abraamos y Daniela con sus o"itos llenos de l(grimas nosagradeció el gesto.

- <a cumplir(s dieciocho y el mundo ser( tuyo Daniela.omenté de"ando correr l(grimas muy gruesas de mis o"os.

0a pequeña me abraó.

- #7sí es% ? tu mam( ser( extraditada del país. Di"oQatherine. < todas comenamos a reír a carca"adas.

0a 3uchis, colocó un D sorpresa que traía para compartir connosotras, muy ceremonial nos exigió acostarnos en el suelo y quelevant(ramos los pies, coloc(ndolos en la cama. 7lgo que se meanto"ó hermoso, porque a+n siendo mayor, me colocaba a la edad

de Daniela para hacerla $eli.

- ¿0istas

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- #'í% Di"imos al unísono.

6na melodía realmente hermosa comenó a sonar en el grabador.

- ierren los o"os, yaC esta canción es dedicada a 'ilvestre

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desde ésta noche y para siempre.

erré mis o"os, de"(ndome llevar, por la increíble vo de unamuchacha, la guitarra me resultó per$ecta y la letra de la canciónme hio llorar. !arecía escrita por nuestro coraón.Detalladamente la canción expresaba mi amor por 'ilvestre,

agradecí a Dios sentir algo tan pro$undo y bonito por alguiencomo él, porque la purea de mi amor, llenaba mi alma, sinimportar que él nunca pudiera saberlo o entenderloC <o era una$an.

odos +en n%estra no+e!a

t( eres e! escritor 

ero co)o !as )onedas

/sta #istoria tiene caras

ara ser 'recisa dos*

ca!!aré todo a)or ,i eso te ca!)a

"%nca contaré e! error 

%e tanto ca!!as

,i as7 )e aseg%ro 8%en d7a de estos

Regreses 'or )7 

87

La )a!a de! c%ento seré

,i eso 8%ieres !o #ago 'or ti*

&ariana ;ega < La )a!a de! c%ento=

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g =

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SUS +ANS

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EL A.ULETO

Durante horas, las cuatro silvestristas revelamos una a unah ñ

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nuestras historias, sueños, tristeas. &os convertimos encon$identes. 1acía mucho que no sentía lo que era tener personastan cercanas a mi coraón. /ntendí entonces que amiga, no esaquella que esta sólo para las $iestas o para decirte lo bonito queest(n tus apatos, las verdaderas amigas son como lasmariposas, revolotean a tu alrededor, anim(ndote a creer en ti.4ritan muy $uerte cuando estas por equivocarte, y te siguenayudando desde el cielo, a+n después de partir. 7miga es aquellaque llora contigo, que limpia tus l(grimas en silencio, sin que"arsede tus manías. 7miga es aquella que te dice 2Lue'o reco'emoslos vi!rios5. !ensé en )aquel y 7mparo, las extrañabainmensamente.

1ubiera querido tener m(s noches como esa, donde una niña de

dieciséis años, es igual a una de veintiocho, no se explicar si es,porque somos niñas, o somos mu"eres* sin importar la virginidad,la inocencia, los comple"os o los errores, sentimos exactamenteigual.

7lgunas encontramos como enmascarar las $rustraciones, otrasnos resignamos a que vivimos la vida que nos tocó vivir, otrastenemos la esperana de que todo cambiar( y que podemos de"ar

atr(s las vie"as obsesiones. 7mar sin tener permiso para hacerlocomo Daniela* sentir el amor correspondido y que sea imposiblevivirlo como 0a 3uchis, hacer travesuras para llenar tu vida conalgo, porque no encuentras cómo amar tranquilamente, como enel caso de Qatherine, o tener el coraón con tantas cicatrices, quepuedes llegar a creer que alguien pueda borrarlas alg+n día, comome siento yo.

Qatherine y 0a 3uchis, $ueron las primeras en quedarse dormidasen sus colchonetas* Daniela y yo convers(bamos susurrando,para no despertarlas.

9

- ¿;ué har(s si no encuentras a 3athias en iénaga!reguntó Daniela observ(ndome con sus enormes o"oscolor miel.

- /n realidad Danielita, ya no se trata de él, se trata de mí,d ll i id l il t i

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de llenar mi vida con el silvestrismo, conocer a esaspersonas de carne y hueso, que por cosas de la vida puedoconocer, como t+, las distancias ya no existen con esto del@nternet, el $acebooN o el propio tUitter, aunque sé que a tia+n no te lo permiten. Di"e apretando su mano. 7l llegar aiénaga regresaré al valle para recoger mis recuerdos y

marcharme a casa, pero todos seguir(n $ormando parte demi vida, sean menores de edad o no. Di"e brind(ndole lame"or de mis sonrisas.

- #7na siempre seremos amigas% Di"o y una lagrimita ba"ópor sus me"illas. < sé que volveremos a vernos, cuandocumpla los dieciocho iremos a buscarte a Aeneuela, ya loveras.

De pronto colocó algo en mis manos, era como un perrito o uncoyote de tela, de color ro"o y puntitos blancos, tenía dos botonesmorados que hacían de o"itos, un botón verde que era la nari yun botoncito amarillo en el pecho.

- 7na, este es mi amuleto de la buena suerte, te lo regalo.

- /s hermoso, pero no me puedo llevar tu buena suerte.ontesté.

- 0o hice yo misma, es un amuleto silvestrista, llévalocontigo siempre* y a tu vida, llegar(n las personas m(smaravillosas del mundo. 4racias a él te conocí a ti, créeme7na, este amuleto es m(gico.

>omé el amuleto y abracé a mi pequeña silvestrista, no entendíacómo un gesto tan sencillo, podía darme todo el amor que yonecesitaba, y que, con tanta insistencia buscaba siendo $an de'ilvestre.

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- 7na antes de dormir pídele un deseo, tarde o tempranoser( realidad.

Danielita durmió en la cama y yo en una colchoneta al lado de la+nica ventana del cuartel silvestrista, apagué la lamparita denoche y me acosté 1abía luna llena y los rayitos de lu se

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noche y me acosté. 1abía luna llena y los rayitos de lu secolaban por la ventana. 7preté muy $uerte el amuleto silvestristay con toda mi alma, pedí un deseo.

Deseo un beso un beso !e Silvestre@1B

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.ARI6OSAS A.ARILLAS

/sa mañana me despedí de todos los amigos que había hecho en8osconia prometiendo que alg+n día nos volveríamos a ver

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8osconia, prometiendo que alg+n día nos volveríamos a ver,agradecí tanto cariño y protección, sobre todo a Bosé Borge, porquien sentía un gran respeto, por su cultura 7rhuaca, pero sobretodo porque mientras él estuvo cerca de mí, me sentí a salvo.

- 8ueno Qatherine, ya sabes, nada de inventos, el domingo

por la tarde te iré a buscar a 7racataca, le prometí a t+mam( que solo seria por el $in de semana, así que meesperas en casa de tu amiga )ossana, luego de que envíesa 7na para iénaga.

- >ranquilo primo, seremos unos angelitos. !alabra de'ilvestrista. Di"o solemne mi amiga.

- /so es lo que precisamente me preocupa. Di"orevolviéndole el cabello a Qatherine.

7l despedirme, le di un beso en la me"illa a Bosé Borge, y la mayorsonrisa que el calor de 8osconia me permitió dar.

- 8uen via"e muchachas, s+banse a ese bus o las van ade"ar. Di"o sonriendo.

'ubimos al autob+s con nuestros morrales. 0levaba puesto misapatos ro"os de trenas blancas, los que me había obsequiado'ilvestre, en la mano derecha empuñaba el amuleto de la buenasuerte y mi mochila 7rhuaca cruada a la espalda.

u(l sería mi sorpresa, cuando observé que en los +ltimosasientos del autob+s, 4unter, ?scar, 0a 3uchis, abi(n estaban abordo, incluso Danielita.

- ¿;ué es esto 3uchachos ya nos despedimos temprano.Di"e sonriendo.

93

- 3i hermosa es que nos vamos contigo. Di"o 4unter. < el "olgorio dentro del bus $ue tal, que el cho$er nos regañó ycasi nos ba"a de la unidad.

- Danielita por Dios, b("ate, t+ mama va a matarte. Di"e muypreocupada.

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preocupada.

- #3e dieron permiso 7na%

- ¿ómo así @nsistí sin entender.

- Bosé Borge es un santo, él tiene toda la con$iana de mispadres, y di"o que estaríamos en casa de $amiliares* ymam( se $regó, porque pap( di"o que sí, que podía ir aconocer el pueblo de 4abo.

>odos sonreían cómo si se tratara de una travesura, me sentécon Danielita, mientras los chicos no paraban de hablar. 0a$elicidad que me embargaba era tal, que no sabía si reír ollorar. @r por el mundo no es lo mismo, si vas con amigos y nose compara a nada si son 'ilvestristas.

Durante el via"e no de"é de mirar la carretera, lospensamientos y las emociones se meclaron en un torbellinodentro de mí alma, "am(s pensé que ir a la 7racataca de4abriel 4arcía 3(rque $uera tan emocionante. !ero miimaginación me hio una mala "ugada, recordé los o"osamarillos y malignos, del ser que había tenido que soportar en&abusimaNe, un escalo$rió me recorrió todo el cuerpo.2No vo) a sentir mie!o" no pue!o sentir mie!o5 !ensé.

- ¿7na t+ has leído ien años de 'oledad !regunto Danielita,sac(ndome de mi mutismo.

- 'í, la he leído cuatro veces, la primera ve que leí a 4abotenía catorce años.

- #aramba% /s un libro muy grueso, mi pap( lo tiene, pero nosé de qué trata.

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- Debes leerlo, es el m(s maravilloso de todos los libros quehe leído en mi vida, conserva para la eternidad, un pueblollamado 3acondo, con persona"es tan reales y a su ve, tan

$ant(sticos, que cada ve que lees nuevamente la historia,entiendes de una $orma di$erente el libro. /s comple"o, perono imposible de leer 0o que m(s me gusta del libro es que es

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no imposible de leer. 0o que m(s me gusta del libro es que esm(gico, como el amuleto silvestrista. @r a 3acondo, comosuele llamarle la gente a 7racataca, es un honor, algo que "am(s pensé que pudiera hacer, no por los momentos y menosen compañía de mis hermanos silvestristas.

- !ap( me di"o que estuviera atenta a las mariposas 7marillas.Di"o sonriendo la pequeña.

>raté de descansar un poco, soñé con cosas que hoy en día, norecuerdo. uando desperté, todos conversaban animadamente.

- #7&7 3@)7% Di"eron los chicos señalando un letrero.

3i coraón se desbordó cuando leí 20ienveni!os al mun!o m&'ico!e .acon!o.5 2 ARA/ATA/AB.A/ONDO5, el gran anuncio tenía una$oto del 4abo al lado @quierdo y la $oto de otro señor, al ladoderecho. 3e coloqué de rodillas en mi asiento y les pregunté a losmuchachos, quién era. 'olo 0a 3uchis contestó.

- !arranda de sinvergOenas, ve que no saber quién es 0eo3ati. 7na es el otro olombiano, por el cual, 7racataca es

$amosa, un $otógra$o y caricaturista maravilloso, muyreconocido en el mundo entero, cuando lleguemos temostraré su traba"o.

/staba $eli. /l bus entró lentamente al pueblo, había personaspor todas partes, yendo y viniendo en su día a día, y sin querer,sin siquiera entender cómo, mi imaginación vio, miles demariposas amarillas, dispersas por las ardientes calles del lugarm(s maravilloso del mundo.

 2.acon!o eCiste5 !ensé abriendo la boca de par en par 24abotenía ra#9n5. !ude distinguir los empolvados almendros de los que

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tanto hablaba 4abo en sus obras, y el calor intenso que meabraó, me hio recordar la palabra exacta de aquel clima, 4abolo llamaba 21ervidero5.

/sa tarde al ba"ar del autob+s entre risas y emociones, conocí a)ossana la amiga de Qatherine, todos nos quedaríamos el $in de

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g qsemana en su casa. /ra una chica delgada y alta, de rostroalegre, una 'ilvestrista curtida con los años, hablaba de 'ilvestrecon pasión pero sin angustia, ni con l(grimas en los o"os,dominaba me"or que todos nosotros sus sentimientos.

- 3am( est( $eli por la visita, a veces este pueblo se vuelvetan tranquilo, que el +nico alboroto lo da mi hermano7lexis, cuando coloca m+sica en la casa, así que ya lestiene la cena preparada y sus camas listas. 0os muchachosdormir(n "untos en la habitación de mi hermano y nosotrastendremos privacidad en mi habitación, no es como la deQatherine, pero estar(n a gusto.

/st(bamos emocionados, reíamos por todo. 0a casa de )ossanaestaba cerca del lugar donde nos de"ó el autob+s, así que $uimoscaminando ba"o el sol inclemente. ramos una hermandad,porque el sentimiento ro"o nos unía. 7dvertí que nuevamenteQatherine miraba a cada instante a su espalda, cómo vigilandoque alguien se acercara, desde la noche anterior la veía ausente.

&o podíamos imaginar lo que viviríamos en la tierra de los

8uendía. /l duende había llegado con nosotros a 7racataca.

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SIL8ESTRISTAS A /O.ER

'on tantas las cosas que ocurrieron en 7racataca, que de"arconstancia de ellas, me resulta dulce y amargo, conocer

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silvestristas como )ossana y 7lexis, era tan especial para mí,pero los hechos que acontecieron ensombrecieron mi vida, hastatal punto que si no hubiera sido por el 'ilvestrismo, me hubieraperdido para siempre, en sentimientos que pretendían acabar conmi pa y mi existencia.

/sa noche mientras la mam( de )ossana servía la cena y loschicos se acomodaban en las habitaciones* a la entrada de lacasa, me senté con Qatherine. 3e preocupaba su actitud,nerviosa e insegura.

- ¿u(ndo vas a decirme qué te pasa Qatherine ¿;ué tetiene tan intranquila ¿rees que no me doy cuenta

!regunté.- &o sé comoC decírtelo 7na. Di"o con la mirada perdida.

- #!or Dios Qatherine% 'omos silvestristas, cómplices yamigas, cómo no vas a saber decirme algo, cuando yo te lohe contado todo. on$ía en mí, amamos al mismo hombrey no peleamos por él. Di"e sonriendo. #7mamos a 'ilvestre%

- /stoy viendo $antasmas. 'oltó de pronto.

- ¿;ué ¿ómo que $antasmas /xplícate hi"a.

- /s un hombre "oven, rubio y de o"os espantosamenteamarillos, su mirada quema como si $uera $uego. &o habla,solo se coloca a tu lado y te mira 7na, de una $orma queme esta volviendo loca. 'e que pensaras queC

- #Dios mío% Di"e ahogando un grito. 99No pue!o sentir mie!o:: !ensé. 7unque el escalo$río que me produ"oaquella con$esión, me recorrió el espinao.

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- ¿u(ndo $ue la +ltima ve que lo viste

- uando ba"amos del autob+s. ontestó.

- ¿!or qué no me lo di"iste Qatherine <o lo he visto, sé quiénes.

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Qatherine se a$erró a mí en un abrao $raternal, su rostro tomócolor, y murmuró palabras que no pude entender, su miedo eratal, que le temblaba todo el cuerpo. almarla no $ue $(cil, aunqueaparentaba ser la m(s inventadora y $uerte de todos nosotros, en

realidad era una muchacha que ante lo sobrenatural, era lógicoque se asustara tanto.

- >+ primo Bosé Borge también sabe sobre él, es un duendede 0a 'ierra &evada de 'anta 3arta. /n &abusimaNeintentó llevarse mi alma y mi cuerpo, pero me salvé.

- ¿ómo !reguntó angustiada.

- Decidí no tener miedo, y tararee una $rase de 'ilvestre.

- #Dios mío% ¿u(l ¿Dime cu(l

- 7hora lo recuerdo, es esa que entonamos el otro día en laplaa de 8osconia, esa tonada sentimental, en la quelevantamos la manos al cielo 2a) amor" amor" amor" amor"amor !e mi alma5 la que es como una oración.

- #7na por Dios% ;ue increíble.

- 'í Qatherine, me dio tanta $uera y serenidad, que creo queeso hio que /l Duende no pudiera llevarme. /n el bus estatarde, creí verlo en mi imaginación. #;ué pesadilla%>enemos que llamar a Bosé Borge de inmediato, es el +nicoque sabe qué podemos hacer con ese espíritu.

- &o podr(s 7na, Bosé Borge est( en un asentamientocampesino cerca de 8osconia, y como sabes, no usa

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celular. >endremos que esperar que venga a 7racataca.¿rees que debemos decirle a los muchachos

- &o, es muy di$ícil que nos crean sin haberlo visto.#&ecesito% Di"e agarrando a Qatherine por los hombros. ;ueseas $uerte, que no tengas miedo, ese sentimiento lo llena,lo alimenta < entiende algo es m pelig oso m chas

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lo alimenta. < entiende algo, es muy peligroso* muchasniñas han desaparecido en 0a 'ierra &evada, él se las hallevado, si tienes miedo, te expones a que /l Duende telleve también.

- #@nmundo mamarracho% Di"o Qatherine con $uerarenovada. &o podr( con nosotras 7na, pensaba que meestaba volviendo loca. Dime ¿;ué hay que hacer

- &o podemos tener miedo. Di"e mir(ndola a los o"os.

99 7 ?3/) '@0A/'>)@'>7', >?D?' 7 07 3/'7::

/l grito retumbó en toda la casa, lo cual en principio nos hio darun sobresalto.

99 7 ?3/) '@0A/'>)@'>7', >?D?' 7 07 3/'7::

/n el umbral de la puerta )ossana nos observaba con susenormes o"os marrones.

- hicas mam( nos est( llamando a comer, vamos 7na,

7lexis muere por conocerte.'us palabras me hicieron sonro"ar.

99 7 ?3/) '@0A/'>)@'>7'::

7cudimos a la mesa, todos buscaban sillas, bancos de madera yse acomodaban muy "untos los unos de los otros, se respiraba elambiente m(s c(lido del mundo allí adentro, no por el calor

nocturno de 7racataca, sino porque allí éramos una hermosa$raternidad de comensales.

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7unque las arepas y el caldo de huevo 'antandereano, que nospreparó la mama de )ossana estaba exquisito, mi estomagoestaba revuelto con la sola idea de saber que en cualquier parte

estaba ese ser, contempl(ndome, deseando mi alma.

- #7na% Di"o Danielita d(ndome un codao.

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- ¿;ué pasa 'usurré mirando a todas partes en el comedor.

- 7lexis te ve con mucha insistencia, creo que le gustas. Di"omi amiga al oído.

Disimulé, y apenas lo miré. >enía en su mirada un brillo especial,era un "oven alegre, simp(tico. 8a"é la mirada a mi plato de caldocon papas e intenté comer, sintiendo ganas de reírme.Vltimamente si estaba nerviosa, me daban ganas de reír, y micara se enro"ecía como un tomate.

- 7lguien toca en la puerta muchachos. ¿;uién ser( omantranquilos voy a ver. Di"o la mama de )ossana.

>odos conversaban alegres, haciendo planes para el día siguiente,al parecer iríamos al río 7racataca.

- #7&7 >/ 86'7&% 4ritó la señora desde la puerta.

De pronto todos me observaron, como si yo supiera quién mehabía podido buscar en aquel lugar tan remoto de la tierra. /ncogí 

mis hombros, dando a entender que no sabía de quién se trataba.6n hombre alto, de piel blanca y o"os ca$és, se presentó en elcomedor con la mam( de )ossana.

'entí ganas de vomitar mientras le sostenía la mirada. )a$aelestaba ante mí.

++No pue!o tener mie!o-- !ensé clav(ndome las uñas al cerrar

mis puños.

1

< el recuerdo de 'ilvestre abra(ndome el día en que le contétodo sobre >eresa, bastó para ponerme en pie y dirigirme hacia lapuerta. /n$rentaría al peor de mis demonios.

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NO 6UEDO TENER .IEDO

/n la calle del pueblo de 7racataca, las personas caminabanalegremente, observé varios letreros esa noche, sobre 4abriel4arcía 3(rque, era como caminar dentro de ien años de

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4arcía 3(rque, era como caminar dentro de ien años de'oledad, sin necesidad de ser un persona"e, era como leer eimaginar, en ese instante no sabes si lo que ves, es imaginación orealmente est( ante ti. 0a noche se me anto"ó triste.

aminamos en silencio, )a$ael seguía mis pasos, algo que "am(shabía hecho en su vida. 7l llegar a una plaa pequeña, donde sealaba el monumento de un libro gigante, me senté en la acera yese hombre al que en alg+n tiempo amé con todas mis $ueras,se sentó a mi lado.

- 3i madre te di"o dónde estaba ¿Aerdad

- #7na est(s preciosa%

Ai sus o"os, tenían un brillo, que no podía reconocer, estaba dócil,vestido de $orma deportiva, y su sonrisa, era hermosa.

- 3i madre, no entiende nada, solo le interesa que $orme unhogar, sin importar si en ese contrato, estoy $irmando unacondena de muerte, mi padre era el +nico que podíacomprenderme y controlarla.

- 1a sido culpa mía 7na, insistí en que todo lo arreglaríamos,tu madre con$ía en mí, prometí llevarte a casa, todosesperan tu regreso, este via"e tuyo ha sido una locura.

Dentro de mis venas ya no corría sangre, sino el venenoescondido desde el día que lo encontré con su gran y oculto amor.

- ¿7 qué has venido )a$ael !regunté.

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- 7na, te amo, no tienes idea de lo arrepentido que estoy, teextraño, extraño el olor de tu piel, tu sonrisa, tus besos,yoC

- #8asta% 0e espeté. 'entí ganas de tener un cuchillo yclav(rselo en el coraón. &o tengo ning+n interés en ti.Di"e. <a no te amo, creo que nunca te amé. &o te odio,

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" , q ,pero soy lo m(s sincera que puedo, hoy por ti no sientonada.

- !ero puedo hacer que todo vuelva a ser igual que antes.

- ¿'í < qué volver(s a hacer, ¿1umillarme ¿4olpearme0os recuerdos se amontonaron en mi mente, recordé el díaque me pegó en la cara porque no podía de"ar de llorar, mevi arro"ada en el suelo, observando mis manos llenas detierra. 0o vi gritar y empu"arme una noche en que los celosme hicieron perder la compostura. /l ser dulce que estabaante mí, me recordó a un hombre, egoísta y sin escr+pulos,

a quién me había entregado en cuerpo y alma, y esamisma noche en que me convertí en mu"er, me lastimópara siempre. 2No pue!o tener mie!o5 pensé. 2Díselo" noten'as mie!o5 

- ¿)a$ael, recuerdas que la noche en que me entregue a ti

- 'í 7na, la noche m(s hermosa del mundo.

- /s la noche en que arruinaste mi vida. Di"e con amargura.

- !ero ¿De qué hablas 7na !reguntó $runciendo el ceño.

0a noche en que perdí la llamada inocencia, )a$ael se habíamolestado, por cosas de la vida, mi cuerpo no manchó lassabanas de una larga y est+pida tradición, donde la mu"er debesangrar, para demostrar su purea, desde entonces, el amor que

él sentía por mí se había disuelto en el agua. 0a verdad noimportó, la biología no importó, supuestamente $ui condenada por$alta de pruebas.

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- ue la peor experiencia que haya tenido, $uiste maloC yoera inocente.

- 0o sé 7na, todo ser( me"orC dame una oportunidad.- &o puedo, estoy enamorada.

&o te creo #Dime su nombre%

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- &o te creo. #Dime su nombre%

 2Silvestre5 pensé, 2.at(ias5 pensé. 3i coraón a+n seguíacon$undido entre el ídolo y el hombre, entre la alegría y la pa.

- Aoy a pedirte que me de"es tranquila, t+ tienes a quienquerer, siempre lo tuviste. &o te "ugo, t+ no me querías ylo acepto. &o te mientas m(s, t+ no me extrañas, extrañastener un "uguete.

- #7na perdóname% Di"o toc(ndome la mano con sus dedos.

0o aparté de mí inmediatamente, sentía ganas de vomitar por la

mu"er sumisa que había sido, por los sentimientos que habíaentregado, por las l(grimas que me había extraído del alma.

- 'i algo he hecho, es perdonarte. &o me debes nada. 3elevanté con intención de marcharme.

- 7na, te amo. 3urmuró. omo si de verdad algo le doliera.

- <a se te pasar(, créeme.

aminé ligera por la calle del pueblo, sintiendo la libertad decerrar esa ca"a que llevaba en mis hombros, con el letrero de 2Errores5, respiré pro$undamente de"ando que el aire en mispulmones llegara hasta el alma, después de esa noche "am(svolví a verlo, lo me"or que pude haber vivido en mi vida, $ueentender, que por m(s que, ames a un hombre, y por m(s quellores su partida, puedes sobrevivir y comenar de nuevo.

/n la casa, ya todos estaban en sus habitaciones, las muchachasme esperaban con sus pi"amas, al verme en el umbral de la

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puerta, todas corrieron a abraarme, no $ue necesario decir nada,sus coraones estaban conmigo y el mío estaba con ellas.

/sa noche tuve sueños intranquilos, estaba emocionada por estaren la tierra de )emedios la 8ella, del enorme Bosé 7rcadio, de laausente )ebeca, del inolvidable oronel 7ureliano 8uendía,pensé en el libro enorme de la plaa, el cual tenía mariposas

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amarillas, al ver a )a$ael, la sangre me hirvió, y no asocié laescultura al libro de 4abo.

'oñé que me encontraba en un río de agua turbia, 'ilvestre

estaba al otro lado del río, y yo deseaba cruar y no podía, él mellamaba por mi nombre y sonreía como nunca.

- #'@0A/'>)/% 4rité desesperada. #'@0A/'>)/%

- #&? >/&47' 3@/D?% 4ritó él.

3e desperté cansada y con la desesperación de verlo. 8usqué miamuleto ro"o 2Silvestre5 2Silvestre5 murmuré pidiendo el deseo de

besar su boca.

#'@0A/'>)@'>7' 7 D/'7<6&7)% el gritó se me anto"ó chistoso, yreí tan $uerte que desperté a las silvestristas.

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DANIELA

/n el desayuno, 7lexis no de"aba de mirarme, lo cual me teníaun poco incomoda, era un muchacho alegre, de cabello largo yensorti"ado, su sonrisa me reveló una personalidad rebelde. !or

í l it t b l ti b l l t b

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su sangre corría el ritmo, tocaba el timbal y la tambora* y erasilvestrista de los llamados 2antiguos5 o 2vie"a guardia5, es decir,desde antes de las producciones musicales 20a $ama5 y 2/loriginal5. 'eg+n )ossana, 7lexis tenía mala suerte en el amor, lo

cual no entendía por qué, seg+n ella pre$ería los amoresimposibles, para retorcerse en sus sentimientos y componercanciones de amor.

- 8ueno muchachos el plan es el siguiente. Di"o muyanimada )ossana. Aamos al )ío 7racataca, mam( tienetodo preparado para un sancocho y 7lexis, tiene listas lasbebidas ro"as.

- ¿8ebidas ro"as !regunté.

- 'i 7na, es una especie de cóctel, se llama 2'ilvestristas5 lesvan a encantar.

- ¿'abes hacer silvestristas !regunté con el coraónacelerado.

- #laro 7na% )espondió 7lexis.

- ¿;uién te enseñó a prepararlas

- 1ace algunos años en Aalledupar, un muchacho llamado3athias me enseñó. 3e costó sacarle la receta, ba"o "uramento de no decir "am(s sus ingredientes. <a hacetiempo que no se nada de él.

Qatherine, Danielita y 0a 3uchis se quedaron observando mireacción, sentí hormigas por todo el cuerpo, como en un estadode alegría y nostalgia.

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- 3athias es el muchacho que he estado buscando en estevia"e. Di"e.

>odos me observaron con cariño, el sentimiento que nos uníahacía que todo $uera sumamente $(cil. &os $uimos al río de7racataca, era una mañana hermosa, y todos est(bamoseu$óricos, convers(bamos de todo y todos a la ve.

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- ¿7na por qué vas a iénaga 3e preguntó )ossana. ¿!or3athias

- &o, tal ve en un principio era así, ahora es di$erente, heconocido personas maravillosas que me han hechocomprender el 'ilvestrismo, con 6stedes comparto algoque no puedo compartir con nadie que no ame a 'ilvestreDangond. Donde vivo tengo muchísimos amigos y amigas,pero no logran entenderme, y no siempre estoy con misamigas del lub de ans, 7mparo y )aquel, por lo quecontinuamente me siento incomprendida* voy a iénaga J

3agdalena, porque una ve 3athias me di"o, que sólo allí podría entender el 'ilvestrismo, no sé bien a que se re$ería,pero voy a ir a averiguarlo.

- 'abes 7na, pienso que quién te conoce a ti, logra a su veentender /l 'ilvestrismo. < su mirada brilló intensamente.)enuncias a tu traba"o, a la vida estable que tenías enAeneuela, y te lanas a la aventura de querer vivir, de

conocer y de amar, no solo vas de"ando en tu caminoamigos, sino que vas uniéndolos. Bam(s pensé ver en micasa a Danielita, tampoco creí posible volver a ver a 0a3uchis y a abi(n "untos. 7dem(s voy a con$esarte quesiempre he estado enamorada de Bosé Borge, y gracias aque estas aquí, él vendr( y poder verlo, así sea por uninstante.

3e quedé en silencio, brindando mi me"or sonrisa, tal cual habíaaprendido de mis amigas 'ilvestristas, entendiendo el sentimientoen las palabras de un hermano ro"o. )ossana era una muchachaamable y organiada, idolatraba a su hermano 7lexis y cuidaba

17

de todos, al igual que 0a 3uchis, solo le importaban los dem(s.3e pregunté que sentirían abi(n y 0a 3uchis, de estar tan cercael uno del otro, o qué podría sentir Bosé Borge por )ossana,

porque Qatherine ya era mayor de edad y podía regresarper$ectamente a 8osconia con Daniela sin que $uera necesarioque él viniera por ellas. /so me hio sospechar, que en elambiente había m(s de un romance en marcha.

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- #00/473?'% #00/473?'% 4ritó Daniela. < todos los silvestristassalieron corriendo a ver quién llegaba primero a las aguas del7racataca. ;uise retrasarme para poder verlos "ugar con el agua

como niños. 0lenos de vida y $elices, cada uno por un motivodi$erente.

- #7&7% #7&7% #7!6)7>/ 7&7% 4ritó 4unter. 0an(ndose dechapuón con todo y apatos.

Aer el río 7racataca me dio un mal augurio, era el mismo lugarque había contemplado en mi sueño, donde 'ilvestre me pedía

que cruara y que no tuviera miedo. 'in hacerle caso a esasensación, me quité los apatos ro"os de 2/enicienta silvestrista@ *y la camisa y el pantalón, qued(ndome en un tra"e de baño negroque me había prestado )ossana. >odos al verme se quedaronasombrados.

- #7na por Dios% ¿;ué te pasó !reguntó abi(n.

'in saber a qué se re$ería me observé los braos y las piernas, laspequeñas heridas que me había hecho en &abusimaNe, estabancomo recién hechas.

- &o lo entiendo. Di"e a todos, ya se habían cicatriado. 3ecaí en &abusimaNe. ue todo lo que pude decirles.

- 'on pequeñas, pero te ves bastante marcada 7na ¿;uieresque volvamos a casa ¿>e duelen mucho !reguntó 0a

3uchis.

18

- &o amiga, estoy bien, debe ser que tengo alto alg+n valoren la sangre, que las hace ver así, porque a mí no meduelen.

Qatherine que sabía que eran las heridas que me había hecho /lDuende en la 'ierra &evada, me observaba sin decir nada.

- /stoy bien, en serio. 7 ver ¿Dónde est(n esos silvestristas

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y ,7lexis

uando metí mis pies al agua helada del 7racataca, me sentí renovada, $ui entrando poco a poco en sus aguas hastasumergirme, me preguntaba qué cosas maravillosas habríapasado 4abo en ese mismo lugar, que le inspiraron ien 7ños de'oledad. ¿)emedios 0a 8ella había sido real ¿4abo era como7ureliano o como Bosé 7rcadio < ¿3elquíades, quien habr( sidode verdad ese gitano 3ientras nadaba en el río, recordaba mipromesa en el 4uatapurí, y al igual que ese día, de"é que el aguase llevara todo aquello que no deseaba sentir, bueno o malo,

necesitaba sacar de mi alma cualquier astilla que se me hubieraincrustado la noche anterior al ver a )a$ael.

- #7&7 A/&% 4ritó 7lexis.

/n la orilla del río, me esperaban los chicos para el brindis con susbebidas ro"as encendidas. Aolver a tomar un silvestrista meresultaba divertido, apagamos las bebidas y brindamos a nuestroestilo, cada uno diciendo su $rase silvestrista $avorita, y todos a lave. 7 Danielita le permitimos tomar solamente un silvestrista,por su corta edad. /ra una bebida intensamente ro"a, caliente yembriagadora, exactamente igual a los que preparaba 3athias.

3e acosté en una piedra enorme, para que el sol me cargara desu energía exquisita, mientras los chicos "ugaban animados en elagua. ?bservé en la orilla a abi(n y a 0a 3uchis, conversabancomo si llevaran años sin hacerlo, y el rostro de ambos se veía

iluminado por la dicha.

 2No entien!o por$ue el amor tiene $ue ser tan !i,ícil 5 !ensé.

19

7 eso de las once de la mañana llegó al río la mam( de )ossana ylas chicas ayudamos a hacer el sancocho, mientras los muchachosencendían el $ogón, a mí me correspondió pelar, lavar y picar las

cebollas, tengo que decir que $ue una experiencia maravillosa, enmi vida "am(s había hecho algo igual, siempre en mi casa lascomidas las preparaba la muchacha de servicio, yo me dedicaba amis estudios en la $acultad de derecho, y no conocía talesmenesteres las cebollas cruelmente acidas me hicieron llorar y

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menesteres, las cebollas cruelmente acidas me hicieron llorar ylas chicas reían hasta m(s no poder, al ver que no sabía pelarcebollas.

- Aamos 7na, aguanta, tu puedes. Di"o Qatherine, muerta de risa.ue un día maravilloso, no solo por las nuevas experiencias comopelar cebollas o por dis$rutar del sol sin sentir el calor que+ltimamente me había agobiado, sino porque estaba decidida aaceptar lo que la vida, a bien tuviera darme, la ilusión no era unhombre, o un ídolo, la ilusión era estar convencida que todo loque había vivido era necesario, tanto lo bueno como lo malo,

aprendí que las l(grimas eran necesarias, tanto o m(s que lasrisas.

- ¿7na, has visto a Daniela 3e preguntó )ossana. 1ace ratoque no la veo.

- 'í, estaba hace un momento allí. ontesté señalando lagran roca donde tomara el sol en la mañana. !ero la

pequeña no estaba.

11

EL SE/UESTRO

omenamos a preguntar si sabían dónde estaba. &adie supodar raón. 7quello hio que sintiera escalo$ríos, así que me vestí de inmediato y me coloqué los apatos ro"os. &os dividimos parabuscarla, Qatherine y 0a 3uchis me acompañaron río aba"o. ?tros

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, y p "subieron a la entrada del balneario y otros, río arriba.

- #D7&@/07%

- #D7&@/07%

- #D7&@/07%

&o hubo respuesta alguna, eran ya las cuatro de la tarde, yregresamos al punto de partida para ver si la habían encontrado.

- ¿Danielita !regunté a 4unter.

- &ada 7na, ni rastro. ontestó. 'e la tragó la tierra.

- 8ueno a+n no hemos buscado del otro lado del río. Di"oabi(n.

/l comentario de abi(n dio en el clavo, en mi sueño 'ilvestre mepedía que cruara el río. No ten'as mie!o Ana@1 !ensé aterrada.

- >ienes raón, vamos del otro lado.- !ero Danielita ¿;ué iba hacer de ese lado >iene la hierba

alta, no creo que se haya metido allí. Di"o la mam( de)ossana.

- 'eñora, ha pasado una hora y no aparece, por $avor, 6stedy )ossana vayan y avisen a las autoridades o a cualquiera

que pueda ayudarnos a buscarla.7sí volvimos a separarnos, esta ve me acompañaba ?scar yQatherine, río arriba del otro lado de la orilla, río aba"o $ueron a

111

buscarla abi(n y 0a 3uchis, y por los alrededores cercanos4unter y 7lexis.

- ¿;ué crees que pudo pasar 7na ¿0a secuestraron!eguntó preocupado ?scar.

- reo que es algo peor. Di"e sintiéndome desesperada.

aminamos durante dos horas y no encontramos nada el sol se

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aminamos durante dos horas y no encontramos nada, el sol seestaba ocultando.

- 7na qué le diremos a sus pap(s, mi madre va a matarme.

Qatherine estaba al borde de la histeria.

- )egresemos 7na, tal ve ya la encontraron. Di"o ?scar.

- 'í, es posible, regresemos. oncluí.

uando nos encaminamos de regreso a donde estarían los dem(ssilvestristas, mis sospechas se hicieron realidad.

<2o la ten'o=  Di"o una vo que sólo yo escuche. 3iré a mí alrededor, me reagué, de"é que los muchachos se ale"aran. 3eaparté del sendero, sin saber bien, qué es lo que estabahaciendo. >raté de calmarme, ver con detenimiento. /n el espesorde los (rboles, noté unas huellas pequeñas.

- >ienen que ser de Danielita. 0as huellas me guiaron a unaparte mucho m(s espesa del bosque, y ya sin la lu del sol,

me encontré completamente sola.

ue entonces cuando vi a Daniela corriendo, a una velocidadespantosa, traté de seguirla, sin saber qué hacer.

 2El !uen!e la tiene" 3l la tiene5 pensaba una y otra ve. 2>u3(a'o $u3 (a'o15 

!erdí de vista a Daniela, ya estaba oscuro, sin pensar, comencé arear, recé cuanto sabía, le pedí a Dios que me la devolviera,nunca en mi vida había reado con tanto $ervor, necesitaba creeren esa $uera superior en la que creía cuando era niña. >ropecé

112

con lo que me pareció las gruesas raíces de un (rbol, me arrodilléy clamé a todos los santos, a la virgen 3aria y al divino niñoBes+s, sin control comencé a llorar. )ecuerdo haber clavado las

manos en tierra y haberlas empuñado, recé, gemí y me entreguéa mis recuerdos. )ecordé a mi padre lan(ndose desde unaenorme roca, yo tenía cinco años y me estaba ahogando,mientras tragaba agua, vi como se sumergió en las aguas, y susbraos enormes me agarraron, me levantó salv(ndome de la

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g ,muerte, recordé haberme desmayado exhausta. !ap( me habíasalvado en esa oportunidad, pero pap( ya no estaba.

7l abrir los o"os, $rente a mí estaba /l Duende, mir(ndome, notuve miedo. )esplandecía con lu propia, su rostro era el del "oven m(s bonito que haya visto en mi vida, pero su mirada era$uego puro.

- /lla es mía, Daniela es mía. &o te la vas a llevar. &? >/>/&4? 3@/D?. 0e grité. #D7&@/07 /' 3@7%

-   'in emitir sonido alguno. 0a lu se apagó y el duendedesapareció.

omencé a correr en la dirección en que había visto por ultimave a Daniela. >ropecé y caí nuevamente.

- #7<6D7% #76W@0@?% 4ritó la pequeña.

- D7&@/07, /' 7&7, ;6D7>/ D?&D/ /'>7'. 0e grité.

- #7&7 7<6D73/% #7&7% #7&7% 4ritaba con terror lamuchacha.

/ncontré a Daniela, "unto a un (rbol. 0a pequeña se a$erró a mí de una $orma tal, que temí que perdiera la cordura.

- <a chiquita, estas a salvo. Di"e abra(ndola con todas mis$ueras.

- &o sé cómo llegué aquí 7na ¿;ué hacemos aquí 3epreguntó hecha un amasi"o de nervios.

113

- Después te explico. ¿!uedes ponerte en pie Debemosirnos.

- 3e duelen mucho las rodillas, no puedo. Daniela llorabainconsolable.

- &ecesito ir por ayuda, no tengas miedo.

- &?, &?, &? te vayas. Di"o clav(ndome las uñas. /ntendí

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&?, &?, &? te vayas. Di"o clav(ndome las uñas. /ntendí que no podía de"arla sola, el miedo que sentía no erabueno, el duende podía llev(rsela de nuevo.

- >odos est(n busc(ndonos. >ienes que calmarte. 7y+dame agritar.

- #76W@0@?% #'??))?% #7<6D7% #7<6D7% #/'>73?' 7;6H%4ritamos durante lo que nos pareció una eternidad.

De pronto vi luces a lo le"os, entre los (rboles, alguien venía. 3esentí a salvo cuando se acercaron unos hombres rollios con

tra"es de policía. /l m(s alto de los cuatro hombres cargó aDanielita. 3ientras el m(s anciano me preguntaba qué habíapasado.

- reo que se perdió y al caerse se lastimó las rodillas. 0aencontré en el suelo, intenté cargarla pero $ue muy pesadapara mí. &o nos quedó m(s que gritar.

- /so siempre ocurre por estas tierras, los m(s "óvenes sepierden, gracias a la Airgen que encontraste esta niña.

- 'í, así esC es gracias a la Airgen. ontesté recordando lapromesa que le había hecho, con tal de que me regresara aDaniela.

114

 A.ANTES ETERNOS

!asamos la noche sin dormir, cuidando a Danielita, sus heridasno eran graves pero presentó algo de $iebre motivadoseguramente a los nervios. Qatherine no se separó de ella ni porun instante, y todos permanecimos en vigilia, por si se necesitabaalgo 7 eso de las seis de la mañana 7lexis me dio una enorme

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algo. 7 eso de las seis de la mañana 7lexis me dio una enormetaa de ca$é, y se sentó a mi lado.

- ¿>e sientes bien 7na !reguntó el muchacho.

- /stoy bien, todo esto no ha sido m(s que un susto enorme.

- Deberías ir a dormir. 'u mirada $ue c(lida. 3e sentí agradecida con él por preocuparse.

- 'í, tienes raón, pero no creo que con seme"ante taa deca$é, pegue un o"o en siglos. 7mbos sonreímos, y

guardamos silencio.'orbí poco a poco la bebida caliente, dis$rutando la tranquilidadde tener a Danielita en casa, y con la seguridad de que al llegarBosé Borge, sabríamos qué hacer.

- >enemos un problema muy serio muchachos. Di"o)ossana, sent(ndose a tomar ca$é.

- < ahora qué pasa, )ossana. !eguntó 7lexis.

- 0a 3uchis y abi(n.

- ¿;ué les pasó !regunté alarmada.

- 0os vi bes(ndose en el patio.

- ¿;ué !reguntó Qatherine desde el umbral de la puerta.>odos permanecimos en silencio, sabíamos que se amaban, peroabi(n era casado, y tenía un pequeñín de G años.

115

- #'e han vuelto locos% 'entenció Qatherine soltando lasmanos al aire.

- 'on 7mantes eternos Qatherine. Di"o inspirado 7lexis.- #!atrañas% 7ndrea sabe muy bien, que abi(n es un hombre

comprometido.

- !ero est(n enamorados Qatherine. Di"e por lo ba"o.

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- ¿/namorados 7na ¿/namorados abi(n que asuma suserrores y de"e a 0a 3uchis en pa de una buena ve por

todas.- /s algo en lo que no podemos meternos. @nsistí.

- ¿7na, y el bebé de abi(n qué !reguntó )ossana.

- 'igue siendo su hi"o, esto no tiene que ver con susobligaciones ¿;ué vida puede darle al lado de una mu"erque no ama

- <o creo que 7na tiene raón. &o podemos meternos entreellos. @ntervino 7lexis.

- <o iría m(s all( que eso 7lexis. 'i ellos han decididoamarse, nada ni nadie lo podr( evitar.

0os o"os de )ossana brillaron y me brindó una sonrisa por lo que

acababa de decir, ella pasaba por una situación similar.- /n esta casa todo el mundo se levanta temprano. Di"o Bosé

Borge. ;uien nos observaba desde el umbral.

'entí un gran alivio al verlo, mientras todos lo saludaban, él meobservaba $i"amente. /ntendí que mi amigo sabía que algo habíapasado.

- 7na es necesario que hablemos ¿3uchachos nos de"ansolos

116

'in protestar se llevaron sus taas de ca$é a otra parte, advertí que a )ossana no le había gustado su pedimento, pero al igualque los dem(s, nos permitió conversar a solas.

- ¿;ué ha pasado

- ¿ómo sabes que ha pasado algo

- /s muy temprano para que Qatherine esté despierta. /só é ó

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simple lógica ¿;ué pasó 7na

- /l duende no se quedó en &abusimaNe, no sé cómo o

porqué, me ha seguido hasta aquí, pero solo se habíade"ado ver en 8osconia por Qatherine, y ya en 7racataca,cuando $uimos al río, se llevó a Daniela.

- ¿ómo la recuperaste

- ¿ómo deduces que la recuperé !regunté asombrada desu lógica.

- &o lo deduco. <o te salvé 7na, vi cuando /l Duende tesacó de la casa en &abusimaNe, los seguí y logréalcanarte, te llevé de regreso, pero t+ no recuerdas nada,cantabas una canción, estando dormida.

- /res una ca"a de sorpresas querido amigo, ahora entiendolo de &abusimaNe. <o no la alcancé pero hice una promesaa la virgen, ella me devolvió a la niña. &o sé cómo se mepudo ocurrir algo así, pero creo que es lo que dio resultado.¿;ué debemos hacer ahora

- 3e llevo inmediatamente a Danielita y Qatherine, yohablaré con ella, ba"o el estado de nervios en el cual debeestar, es $r(gil ante ese ser.

7 las doce del medio día, les había dicho hasta pronto a mis

hermosas amigas Qatherine, Danielita y al hermano 7rhuaco.

117

)ossana se acostó muy temprano ese día, creo saber cómo sepodía sentir. 7penas si pudo estar al lado de la persona queamaba. !ara mi sorpresa, 0a 3uchis, abi(n, ?scar y 4unter ya

habían decidido acompañarme a iénaga. 7sí que a las seis de latarde la casa estaba en sombras, todos nos $uimos a dormir, ladesvelada de Danielita había sido grande. !ospuse mi via"e parael lunes, teníamos el alma cansada para avanar.

/n sueños vi claramente a 3athias, él no podía verme, aunque yo

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/n sueños vi claramente a 3athias, él no podía verme, aunque yogritaba su nombre. /n el sueño una muchacha de cabello negro ymuy largo, le tocó el rostro, y él la besó intensamente. 0as

l(grimas brotaron de mis o"os al ver aquella imagen. >odooscureció y escuché mi propia vo. 99"o #a nada 8%e e!  si!+estris)o no '%eda c%rar --1

3e desperté sintiendo el pecho apretado, me dolía respirar, ytenía los o"os empapados de l(grimas.

- &o hay nada que el 'ilvestrismo no pueda curar. )epetí envo alta.

)ossana me asustó, estaba despierta a mi lado, observ(ndomecon sus enormes o"os marrones.

- #7na% 3e voy contigo.

)ossana al igual que yo, huía de sus sentimientos.

La /iena'a nos espera" pase lo $ue pase" vamos a nuestro!estino@1 !ensé

7bracé a mi hermana silvestrista, entendiendo el amor que laquemaba por dentro.

118

/INA4A

0a 3uchis, abi(n, ?scar, 4unter, )ossana y yo, nos sentamosdonde hacen parada los buses en iénaga, el calor erainsoportable y el humo de los vehículos me as$ixiaba, estacamosallí sin saber a dónde ir.

d h h ó

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- /sto es turismo de aventura muchachos. omentó 4untermuy animado.

>odos nos mir(bamos las caras sin querer opinar, era muydi$erente nuestra situación a la de 7racataca, en donde teníamosadonde llegar, en cambio en ese pueblo, no hubo recibimiento dening+n tipo. /l dinero que me quedaba debía distribuirlo de $ormatal, que me alcanara para el largo retorno a Aeneuela* y losdem(s silvestristas, apenas si tenían para el pasa"e.

- ¿< si canto en una plaa por monedas !reguntó abi(n.

- &os alcanar( para tomar ca$é, me"or piensa un pocohermano. Di"o ?scar $rotando su $rente como si encualquier momento la solución saldría volando de sumente.

)ossana y 0a 3uchis por el contrario estaban muy animadas, y sereían de todo, trataban de mantener la calma y verle el lado

bueno a lo que, podemos llamar que $ue, una locura silvestrista.- 3uchachos a+n tenemos comida, mam( nos envolvió

algunas empanadas, "ugo y tenemos carne oreada y arepa.

- )ossana Dios quiera que 4unter se ale"e de esa mochila,sino estamos perdidos. Di"o ?scar. >engo una idea pero nosé si $uncione.

- ¿;ué se te ocurre !regunté.

119

- 7na, podemos ir a @nternet y publicar que estamos varadosen iénaga sin tener donde quedarnos, y hacemos unaespecie de '.?.' 'ilvestrista.

- 3athias di"o que para entender el 'ilvestrismo tenías quevenir a ienaga, aquí el movimiento debe ser solidario.7$irmó 0a 3uchis.

- <a no sé a que se re$ería 3athias con tener que venir aié $ é d t d

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iénaga. on$esé derrotada.

4unter que era el m(s h(bil con las redes sociales, en compañía

de )ossana, se o$recieron para hacer el llamado de auxilio. 0osdem(s permanecimos en el mismo lugar, delegados de la acera yel equipa"e, el vapor que emanaba de la tierra comenaba aalterarme los nervios.

ienaga, un lugar caluroso distante, en donde "am(s pensé llegara poner un pie, me resultó di$ícil creer que allí pudiera encontrarrespuestas y menos a 3athias. 0amentaba de"ar atr(s a 3acondo.

7ntes de abandonarlo, pedí a los muchachos pasar por elmonumento en el cual había hablado con )a$ael. /ra un enormelibro blanco con grandiosas mariposas amarillas, y una esculturaesplendorosa de )emedios 0a 8ella, toqué un pie de la e$igie y ami memoria como olas en el mar, llegaron precisos los recuerdosde un libro marrón de ho"as amarillas, que cuando mis o"oscontaban con IE años, sin comer y sin dormir, leí incansable,durante tres días. 'onreí al verme asombrada del mundo creadopor el gran 4abo. 3e despedí de 3acondo, de mis recuerdos alleer ien 7ños de 'oledad. De pronto escuché un $uerte silbatopenetrante, el tren se acercaba, y su traqueteo me emocionó,corrí hacía los carriles del tren y lo vi pasar, el largo tren pasó yyo con una mano al aire le di"e adiós. De camino a la parada delos buses a iénaga, pasamos por una calle $orrada de almendrosy )ossana me di"o que era la casa de 4abo cuando era niño. /ra

a+n temprano y no logré entrar, pero desde la calle pude oler lasbegonias, ver la casa blanca de los 8uendía, $ue una de lasmayores experiencias de mi vida, un lugar al cual deseo volverantes de morir.

12

<a a bordo de nuestro autob+s a la salida de 7racataca, miréhacia atr(s, un hombre "oven de bigote y cabello negro, rodeadode mariposas amarillas, levantó levemente su mano y me di"o

adiós, "uraría que era 4abo.Durante el via"e a iénaga, )ossana y 0a muchis, me regalaronunas $otogra$ías hermosas* una en especial llamó mi atención,era un pescador lanando una enorme red al agua, la imagen eraen blanco y negro, y mostraba un instante del hombre y su $orma

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de vivir, que como pescador, quedaba inmortaliado en el arte de0eo 3ati. Aer las $otogra$ías, me llevó a ver la esencia del

hombre de la costa olombiana, traba"ador y entregado a la tierray al mar, "am(s he vuelto a contemplar una $otogra$ía igual a lasdel artista de 7racataca. /ntendí entonces que en 3acondo,nacen inmortales.

- ¿7na crees que Danielita esté bien !reguntó 0a 3uchis.

- &o lo sé, espero que sí, Bosé Borge sabe cuidar a laspersonas nerviosas, el susto de Danielita, no $ue normal.

- ¿ómo se habr( perdido de esa $orma &o le encuentroexplicación.

- &i la conseguir(s 7ndrea, es 3acondo, ¿)ecuerdas 7llí todo es posible. Di"e brind(ndole mi me"or sonrisa.

7 la hora de espera, 4unter y )ossana llegaron corriendo, en sus

caras se notaba que el '.?.', había sido un éxito rotundo.- ¿;ué ha pasado 'uéltenlo de una ve. @nsistió ?scar.

- /l llamadoC espérate no puedo respirar. Di"o 4unter, quien "adeaba con las manos en la rodilla.

- #17 6&@?&7D?% #17 6&@?&7D?% 4ritó )ossana.

 <uli, una 'ilvestrista de ienaga se había o$recido en recogernosy conseguirnos hospeda"e. >odos nos abra(bamos, emocionadosde contar con 'ilvestristas solidarios.

121

;uince minutos m(s tarde $renaba en seco una camioneta ro"adestartalada, de la cual ba"aba una chica delgada y morenita. 0aabraamos en montonera y ella emocionada por lo que ocurría,

movía r(pidamente las manos cerca de sus o"os para contener lasl(grimas de la emoción.

- 4racias al cielo que han venido, no tenía ni idea cómopodría ver a 'ilvestre, mis amigos est(n en artagena, ysola, me es muy di$ícil.

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- ¿;6 preguntamos al unísono.

- 'ilvestre est( en iénaga muchachos.

- ¿ómo es posible <uli &o hay anuncios, ni publicidad deque haya un concierto hoy. )e$utó 4unter.

- /so es porque es una $iesta privada, de gente de buendinero, solo entran los invitados.

>odos nos miramos emocionados de saber a 'ilvestre, a nuestroídolo en el mismo lugar y el mismo día. ?scar se $rotabanuevamente la $rente, )ossana reía nerviosa, 0a 3uchis no hacíam(s que brincar* abi(n caminaba de un lado para el otro, y a mí me sudaban las manos. /l +nico en mantener la calma $ue4unter.

- Aamos a colarnos en esa $iesta. 7$irmó el 4ua"iro, cuando

sus o"os se clavaron en mí.- #7hora si que vamos presos% /xclamó ?scar.

- /spera dé"alo que hable. Di"e sosteniendo su mirada.

- ¿<uli cómo pensabas entrar a esa $iesta !eguntó 4unter.

- Aestida elegantemente, disimulando no ser silvestrista,

pero los nervios me cargan loca, por eso cuando vi su 2'.?.' '@0A/'>)@'>75, no dudé en venir por ustedes.

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- 3uchachas ¿>ienen tacones y vestidos !reguntó 4untercon la mirada m(s maliciosa que "am(s le haya visto a unser humano.

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LA *IESTA

0a 'ilvestrista cienaguera, conducía a toda velocidad por lascalles del pueblo, todos habl(bamos a la ve, discutiendo el plan,todos a $avor y todos en contra, meterse así en una $iestaprivada, era algo extremo, podíamos incluso terminar detenidospor abusadores.

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- 7na es abogado, ella nos de$ender(. 7$irmó 0a 3uchis.

- 'oy abogado en Aeneuela 7ndrea, de"a los inventos, aquí solo soy 7na. ¿7 dónde vamos primero <uli

- 7 casa de una gran amiga, ella alquila vestidos y tra"es abuen precio.

- &o tenemos dinero <uli, detente. Di"o )ossana al borde deuna crisis.

- 'igue <uli, yo tengo algo de dinero. ?rdené sin aceptarm(s discusiones, necesit(bamos la ropa para poder entrar.<a en Aalledupar vería cómo conseguir dinero para irme aAeneuela. /st(bamos ante una emergencia silvestrista.>omé entre mis manos el amuleto ro"o de Daniela, insistí en mi deseo.

- #!atos a tierra% Di"e cuando <uli estacionó la camioneta.>odos rieron con la orden de desembarque. /l calor meagobiaba pero la emoción era mayor a cualquier cosa.

/ntramos animados a una gran casa blanca, en la sala de recibohabía espe"os por todas partes, y algunos sillones antiguos./speramos a que la amiga de <uli pudiera atendernos. !ara misorpresa, observé en el espe"o a una 7na, bronceada, de buenaspecto, ya comía de todo cuanto me era posible. 3e veía sana yel peso que había aumentado estaba bien distribuido, estabamucho m(s bonita que cuando vomitaba para mantenerme

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delgada. 0evanté las mangas de mi camisa y los pequeñosrasguños casi ni se notaban.

/n la vida a nadie le $alta Dios, y tan es así, que por gracia divinala hi"a de la dueña de los tra"es de alquiler era silvestrista, nosatendieron con especial cariño, así que entramos en di$erenteshabitaciones de la casa, había por doquier hermosos y brillantesatavíos, los chicos buscaron sus tra"es y nosotras arremetimoscontra los estantes con vestidos. Después de probarme varios,de di$erentes colores que me pasaba una y otra ve 'te$any

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de di$erentes colores que me pasaba una y otra ve 'te$anynuestra nueva amiga silvestrista. sentí escalo$río cuando me

coloqué un hermoso vestido ro"o, de piedritas sintéticas, eradescubierto sin mangas, de corte largo hasta los tobillos y unaenorme abertura en la pierna derecha, me quedaba a la medida yme hacía sentir realmente sexy, mi cabello negro al recogerloentre mis manos, se veía ob"etivamente extraordinario, con elcorte descotado de la espalda. uando salí a mostrar el vestido,me emocionó ver a 4unter y ?scar, boquiabiertos.

- ¿7na quieres ser mi novia !reguntó ?scar a $orma debroma.

- &o, ya tengo novio. ontesté ruboriada.

- on ese vestido y tus encantos, sé que podemos entrar7na, estoy convencido. Di"o 4unter intentando colocarseuna corbata, los muchachos estaban trans$ormados con sushermosos tra"es negros.

6na a una $ueron saliendo de las habitaciones las muchachas, <ulihabía elegido un vestido negro muy elegante, )ossana habíaoptado por un 7ul rey que resaltaba sus enormes o"os, 0a3uchis estaba radiante con un vestido blanco de diminutoscristales. 'te$any se había anotado a la aventura y elegido unvestido negro con detalles dorados, muy a"ustado, que la hacíaver mayor de edad.

- /spera 7na, necesitamos unos hermosos tacones para esevestido. !ruébate estos. Di"o 'te$any entreg(ndome una

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hermosa ca"a aterciopelada. 'on mis $avoritos y la casainvita.

Dentro de la ca"a encontré los apatos ro"os m(s altos yhermosos que haya visto "am(s. &o puedo negar que al verlos,me sentí enicienta. 2Espero no per!er un #apato al ,inali#ar lanoc(e5 !ensé. 'onreí a 'te$any agradecida de toda su ayuda.

<a con todo a mano, apenas si tuvimos que pagar algo por losvestidos, nuevamente <uli atravesó la ciudad corriendo a todo lo

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que podía la camioneta, eran ya las dos de la tarde, y el tiempoapremiaba, los chicos se quedaron en la casa de <uli paraalmorar, pero nosotras cruamos la calle, rumbo a la peluquería.0a emoción de intentar ver a 'ilvestre esa misma noche, habíadisipado mis preocupaciones e incluso la pesadilla de 3athias conotra mu"er, nada en ese momento me importaba m(s queingresar a esa $iesta, ba"o cualquier costo. /staba apunto deconvertirme en una 'ilvestrista extrema.

!uedo decir que vestidas, maquilladas, peinadas y en tacones, las

mu"eres podemos ser igual de hermosas que al natural, lo quecambia es la personalidad, de chicas tímidas podemos serseductoras, todo en su con"unto es como un dis$ra, muestrasalguien que no eres o revelas quien eres en realidad.

- ¿<uli, no podemos cambiar la calabaa !reguntó 0a3uchis.

- laro podemos tomar dos taxis, la $iesta es cerca de aquí.reo que llegar en la camioneta con el rugido del motor ycon esta pinta, de una, no nos de"aran entrar. ontestó <ulipolvoreando su nari.

- #8ien 'ilvestristas% /stamos listas. Di"e. 3e sentía como si$uera otra 7na, la princesa de los cuentos de hadas quetanto me gustaban de niña.

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- ;ue hermosa te ve 7na. Di"o 0a 3uchis colocando unadiminuta pulsera en mi muñeca derecha. /ste es el puntode lu que te hace $alta, es de mi madre, te la prestaré.

7bracé a mi amiga, delicadamente para no arrugarle el vestido, ysalimos al encuentro de los galanes silvestristas de esa noche.abi(n $ue el primero en acercarse y o$reció su brao a 0a 3uchis,ambos sonreían enamorados. 4unter totalmente trans$ormadotendió su brao a <uli, y ?scar nos tendió ambos braos a)ossana y a mí. 7l ba"arnos de cada taxi, nos encontramos con

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y " ,'te$any, quien estaba despampanante a la entrada de la gran

casa donde se realiaría la $iesta.- ¿7hora qué hacemos !reguntó asustada )ossana.

- 'onrían moderadamente, hay cuatro vigilantes a laentrada, esto no ser( $(cil. 'íganme. Di"e segura de mimisma.

)ecordé mi rostro en las veladas elegantes a las que )a$ael me

obligaba a acompañarlo, lo normal era dar las buenas noches,sonreír un poco, y no detenerse. ue exactamente lo que hicetomada de la mano de ?scar.

- /spere señorita. Di"o uno de los guardias. 2Dios se (an!a!o cuenta" estamos per!i!os15 !ensé aterrada.

- Dígame. )espondí amablemente y exhibiendo una sonrisa

cordial. 2Nos pillaron15 - !ermítame abrirle la puerta, es 6sted realmente bella. Di"o

el hombre coqueteando un poco. 0e correspondí con unasonrisa tímida. < todos logramos ingresar a la $iesta. 'ininvitación y sin problema alguno.

&inguno de nosotros de"aba de sonreír, habíamos planeadosaludar a la gente como si la conociéramos, y actuar lo m(snormal posible, un camarero nos o$reció una mesa enormecercana a la tarima del sonido, en lo que era un salón enorme de$iestas.

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- 7nte todo debemos mantener la calma, si se llegan a darcuenta que somos silvestristas in$iltrados, nos ponen depatitas en la calle, así que colaboren muchachas,

contrólense cuando salga 'ilvestre al escenario. /xigió4unter.

rucé la pierna al sentarme y la abertura de"ó al descubiertomis piernas, recordé mis heridas, y al observarlas, comprobéque ya no estaban, era algo que me resultó extraño, ya quehacía dos días que se notaban intensamente en mi piel. 7le"é

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esos pensamientos y me concentré en que esa noche vería a

'ilvestre. omimos algo, tomamos poco, $ingíamos estaraburridos como las dem(s personas. 'oportamos largosdiscursos sobre la ética pro$esional, y el cierre de lo que mepareció una convención de odontólogos a nivel internacional,aplaudimos e$usivamente cuando terminó la parte protocolardel evento. De pronto todo $ue luces y sonido, los m+sicossalieron a escena, la tarima era apenas de unos palmos, por loque debíamos controlarnos, los unos a los otros, para no salir

corriendo a abraar al ídolo. 3i coraón latía a rabiar, sentí ganas de quitarme los tacones y ponerme a bailar, pero esohubiera echado todo a perder.

?bservé a las muchachas y la que m(s me preocupaba era)ossana, estaba algo alterada y ?scar la tenía su"etada por unbrao.

'ilvestre salió a la escena y todos aplaudieron coloc(ndose depie, los imitamos, la gran mayoría sostenía en alto sustelé$onos para grabar o tomar $otos, pero nadie estaba $uerade control como en un verdadero concierto. &uestro ídolointerpretó varias canciones seguidas y cuando se detuvo asaludar y encendieron un poco las luces, su mirada se cruócon la mía, $runció el seño como recordando mi rostro y mesonrió. 2.e (a reconoci!o5. !ensé.

ontrolar la emoción, tratar de no gritar y solo aplaudir $ue unes$uero sobre humano, sentí ganas de lanarme, de abraarloy hasta de robarle un beso. 3ientras él cantaba, en mi mesa

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todo se había vuelto un lío, ya ?scar y 4unter no podíancontrolar a <uli, 'te$any y menos a )ossana. uando sonó 20a4ringa5, las chicas $ueron incontenibles y se arro"aron a la

tarima, abraaron y besaron a 'ilvestre, e inmediatamente,intervino la seguridad del evento.

< en pleno concierto, debimos acompañar a$uera a losguardias, nos habían descubierto.

- redenciales señoritas. /xigió un hombre sumamente alto.

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- 'e nos han quedado. )espondió 4unter.

)ossana, 'te$any y <uli, no salían de su estado de $elicidad, porhaber abraado y besado a 'ilvestre, no comprendían en quéproblema nos habíamos metido. !ensé que decir la verdad era lome"or. 6n médico organiador del evento nos llamó 2/olea!os5 yestaba $urioso. 0a tristea se apoderó de mi alma, a enicienta sele había acabado la magia, esa noche.

- 'eñor dé"eme explicarle, no se moleste. Di"e tratando decalmar los (nimos. /n esas el hombre m(s alto de todos losde seguridad, me tomó por un brao con una $uera, quepensé que me lo partiría.

- #'6/0>707% #'6/0>707% 4ritaron los muchachos.

- 3e hace daño señor, suélteme. /xigí.

- >e soltaré en la comisaría. )ugió el hombre.

/st(bamos metidos en un problema, 'te$any llamaba por telé$onoa alguien, <uli comenó a llorar, 4unter estaba hecho una $uria*?scar y abi(n lo su"etaban. 0a 3uchis y )ossana se veíanaterradas.

- #'uéltala% ?rdenó alguien.

>odos volteamos al reconocer esa vo.

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- !or $avor suéltala, ella viene conmigo. ¿7na estas bien!reguntó 'ilvestre, con su enorme sonrisa.

3i coraón se detuvo, y creí que en ese instante moriría. &osmiramos $i"amente, ya no era el ídolo, sino el amigo, quien meobservaba, quien me rescataba.

- /stoy bien. ontesté. 'olo queríamos verte. 0o sientomucho.

/l silencio reinó, los muchachos no podían creer lo que estaban

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, p qviendo, 'ilvestre salv(ndonos a todos de pasar la noche en la

c(rcel, y trat(ndonos como sus invitados.- Doctor, disculpe estos "óvenes son mis invitados. Di"o

'ilvestre. 1e debido avisarles, pero no sabía que misamigas se emocionarían tanto como para subirse a latarima.

- 'i es así, no hay problemas, sus invitados también son

nuestros invitados, que pena con 6sted. Di"o el médicoale"(ndose con sus guardias.

- #4racias% ue todo lo que pude decir.

- Aamos, adentro hay un concierto que terminar muchachos.'ilvestre me o$reció su brao y me a$erré a él.

- ¿rees que puedes al terminar el concierto, permitirle a los

muchachos tomarse una $oto contigo !regunté apenada ydiciéndolo casi como una s+plica.

- #7na que hermosa estas% 3e di"o al oído. 3uchachos alterminar la presentación, quédense tranquilos, que yo losmando a llamar para que nos tomemos $otos.

0as muchachas estaban $elices, los muchachos emocionados, nos

abra(bamos los unos a los otros.- /sto es me"or que un Nit mi gente. Di"o bailando 4unter.

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- ¿7 qué se re$iere le pregunté a ?scar

- 7na, hay algunos conciertos, donde compras con la entradala oportunidad de tomarte una $oto con 'ilvestre, él en la

medida de sus posibilidades permite que los $ans se leacerquen, pero como somos tantos, no es posible quetodos se saquen una $oto.

0a presentación siguió su curso, bailamos tratando decontrolarnos y lo que los tacones nos permitían, yo no de"aba demirar a 'ilvestre, y de sonreír, la $elicidad que él me daba era

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mirar a 'ilvestre, y de sonreír, la $elicidad que él me daba erainenarrable. !ensé en mi deseo y el amuleto de Danielita y me

estremecí de solo pensar que los sueños y los deseos pudieranrealiarse.

7l terminar el concierto, pasamos a una habitación guiados por un "oven amable que portaba una camisa ro"a, posiblemente alg+nasistente de 'ilvestre. 3e reagué de"ando a las chicas el caminolibre para apoderarse de mi ídolo* lo abraaron, lo besaron, setomaron su tan anhelada $oto, $ue muy amable con ellas, y muy

receptivo con los muchachos, la $orma en que trató a mishermanos silvestristas me enterneció el alma.

- ¿7na y t+ no deseas una $oto !reguntó 'ilvestremanteniendo su m(gica sonrisa.

3e quedé muda, verlo tan cerca, que me llamara por mi nombre,que tratara a mis hermanos de una $orma tan especial. &o tenía

ni las palabras, ni el valor su$iciente, para decirle lo que quería deél.

- &o, yo no quiero una $oto. ue mi respuesta. >odos lossilvestristas se quedaron viéndome como si estuviera locade remate. !re$iero recordarte en mi memoria, en ellaser(s eterno. < sonreí completamente enamorada de él.

'ilvestre me miró, qued(ndose sin palabras, tomó mi manoderecha y me dio un tierno beso, como el príncipe que era, en mivida.

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“Silvestre me miró, quedándose sin palabras, tomó mi manoderec/a y me dio un tierno beso, como el príncipe que era, en mivida”.

132

;I;E 

La casa de <uli, $ue durante horas un lugar de risas, gritos,eu$oria, los silvestristas estaban insoportables, repetían paso apaso lo ocurrido, me interrogaron una y otra ve, para entendercómo 'ilvestre sabía mi nombre, así que en resumen les contésobre la noche en que perdí mi apato ro"o y caminé por lacarretera prendida en $iebre.

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uando el agotamiento me venció, $ui a la habitación que

compartiría con )ossana y 0a 3uchis, a+n vestida con el increíblevestido ro"o, me de"é caer en la cama mullida, y al mirar al techodos l(grimas brotaron de mis o"os. 2/9mo pue!o vivir con to!oesto en el alma5 !ensé.

)ecordaba una y otra ve a 'ilvestre tomando mi mano,bes(ndola como si $uera una princesa. 3e ahogaba en lo quesentía, me quemaban las tristeas, los miedos, la soledad.

7unque estaba por $in en iénaga y acababa de ver a mi ídolo,recordé mi promesa a la Airgen y traté de que el pecho no sedesprendiera al llorar. 3eclaba de $orma muy con$usa missentimientos, quería encontrar a 3athias, aunque sabía que habíarenunciado a él. 0a promesa que me devolvió a Daniela $ue, quesi /l Duende la soltaba, yo renunciaría a 3athias.

3e re$ugie en mis recuerdos de 'ilvestre, en la sonrisa de mis

hermanos silvestristas, pensé en Qatherine y Daniela, llorando porno haber podido estar con nosotras. 2Tan pronto se enteren $ue(emos visto a Silvestre" van a su,rir muc(o5. < comencé a pensarla $orma de alegrarlas o compensarlas y sus rostros me ale"aronde mis dolores.

De"é caer los tacones, me quité el vestido y duré dos horas ba"ola regadera. “No +a$ nada 'ue el silvestrismo no pueda curar)* 3e di"e a mi misma.

133

7 la mañana siguiente, <uli y 'te$any me despertaron, mientraslos dem(s seguían amodorrados en sus camas. <a se estabahaciendo una costumbre que me asustaran al despertarme.

- ¿;ué pasa ahora !regunté a+n dormida.

- #Aamos 7na% Ainiste a conocer el 'ilvestrismo, es hora de queconocas a QiNe. Di"o <uli quit(ndome la cobi"a.

- Aamos alístate, tu desayuno est( en la mesa. 3e animó 'te$any.

- 6na ve con mis pantalones una de mis camisetas blancas

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6na ve con mis pantalones, una de mis camisetas blancas

$avoritas, mis apatos ro"os deportivos y la mochila arhuacacruada. >omé un desayuno ligero y abordé en compañía de misnuevas hermanas silvestristas, la destartalada camioneta.

- ¿7 dónde vamos ;uise saber.

- 7l pantano. Di"o <uli arrancando el estrepitoso sonido del motor.

- ¿7 qué hora se acostaron todos !regunté corroborando que

llevaba dinero, una botellita de agua, mi gorra ro"a para el sol ymis documentos de via"e en la mochila.

- 7na, acaban de irse a dormir. 'te$any y yo nos acostamos a esode las dos de la mañana y al despertarnos esta mañana, loschicos seguían celebrando.

- ;ue lastima, se perdieron el paseo. omenté distraída.

?bservando las calles del pueblo, tenía estructuras coloniales yantiguas que atra"eron mi total atención, estaba en un lugar muyle"os de mi hogar, que daba el aspecto de estar adem(s en otraépoca, muy di$erente a la mía. !asamos por una hermosa plaa,que tenía construida en el centro una hermosa estructura blanca,que me recordó a los antiguos griegos y romanos. /l templete.

- ¿;uién es QiNe

- 6n soñador. ontestó <uli.

- ¿'ilvestrista

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- !or supuesto.

- &o lo de"aron acompañarnos anoche porque era menor de edady no tenía permiso. oncluí en una $rase lógica.

- !eor que eso 7na, es gente muy sencilla de escasos recursos yesC es un niño.

&o sé hasta dónde estaba preparada para conocer los sueños deun chiquillo, cuando los adolescentes y adultos, somos un caos alrespecto.

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'iempre he creído que en la niñe algo nos marcó para siempre.!odemos recordar cómo si $uera ayer, cuando los abuelos nosconsintieron, o cuando $uimos reprendidos de $orma in"usta,cuando amamos a nuestros "uguetes, creyendo que eran seresde carne y hueso. &o quería ni imaginar un niño queriendoconocer a 'ilvestre y con una $amilia que económicamente no lopudiera apoyarlo.

7l apagar el motor, mis o"os se maravillaron con unas casitas aorilla de lo que conocí como 0a iénaga, que aunque era un marde aguas estancadas por decirlo de alguna $orma, me resultóhermoso, sus aguas eran aules verdosas o aules gris(ceas noestaba clara en el color, pero en de$initiva era como contemplarun mar en calma.

&os recibió una encantadora muchacha de mirada penetrante, sus

o"os eran tan claros que me parecían color caramelo, de lindas ygruesas pestañas, estaba ataviada con lo que quedaba de undelantal. De la mano llevaba a una niña pequeña y menuda.'te$any y <uli, me habían comentado que era madre soltera.

- #1ola &iurNa% Di"o <uli abra(ndola.

- 1ola mi niña, que bueno que has venido a visitarnos, QiNese muere por tener noticias de 'ilvestre.

- /lla es 7na, viene de Aeneuela y lleva un largo via"econociendo 'ilvestristas, pensé en QiNe y aquí estamos.

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3e pareció una mu"er "oven, algo cansada y dedicada a sus hi"os,no debe ser $(cil llevar las riendas de un hogar y menos en unlugar tan remoto como ese en el Departamento del 3agdalena.0as brisas del lugar me animaron a ver m(s all( de la sencille delestilo de vida de estos silvestristas y me animé a llevarles la$elicidad que nos transmite el ser silvestristas de coraón grande,así como lleva por nombre la hermosa $undación que tiene'ilvestre, para llevar a los niños m(s necesitados una sonrisa yuna mano amiga.

- #1ola% Di"e d(ndole un ligero beso en la me"illa y cargando en

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mis braos a 3aría, una hermosa y $r(gil niña de cabello castaño.¿Dónde est( QiNe !regunté.

- Debe estar con su pedacito de acordeón "ugando a lasorillas del mar, allí en$rente. Di"o señalando con un dedo.ruando la carretera.

- #7nda 7na% 7quí te esperamos. ;uerías conocer el'ilvestrismoC pues te est( esperando. 3e animó <uli.

7l cruar la calle de as$alto, caminé entre lo que me parecióarena, o una especie de tierra blanquecina. 7l llegar a donde mehabían señalado &iurNa y las chicas, vi sentado en la arena a unniño de aproximadamente seis años, me acerqué a él y me sentéa su lado. >enía en las manos algo menos que un acordeón, eramuy antiguo y en muy mal estado.

- 1ola ¿>+ tocas el acordeón !regunté.- 7 veces suena, a veces no. ontestó y sus o"os claritos

como caramelo me miraron $i"amente. ¿ómo te llamas

- #'oy 7na% Di"e quit(ndome los apatos para sentir la arena.

- <o soy /nrique, y soy silvestrista.

- ¿>e gusta la m+sica de 'ilvestre

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- 0a amo, me sé todas sus canciones, y mi $avorita es 2/sa3u"er5. 7na ¿>+ puedes decirle a Buancho que me enseñe atocar el acordeón ? a )olando ?choa, ahora que es elacordeonero de 'ilvestre, tal ve quiera enseñarme.

&o voy a negar, que estuve a punto de echarme a llorar encimadel niño, su ingenuidad y sus sueños, me partieron el coraón, élhablaba de 'ilvestre de una $orma tan natural, como si se tratarade un gran amigo.

- >odo es posible mi querido QiNe.

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- 'í, lo se, pero mam( no ha podido comprarme un acordeónde verdad, de esos que suenan siempre. /s di$ícil aprendera tocar si el acordeón no suena todo el tiempo.

- 'i llegas a conocer a 'ilvestre ¿;ué har(s QiNe

- 'i llego a conocerlo, me muero.

onocer a /nrique, $ue realmente hermoso en mi vida, aunquesolo eran tres personas viviendo en esa pequeña casita, el amorque nos brindaron durante ese día, $ue su$iciente paracomprender que el sacri$icio que yo estaba haciendo via"ando porolombia, era diminuto, al lado del verdadero silvestrismo. <uli y'te$any, habían llevado merienda a los niños, yo acepté un pocode ca$é, y conversamos durante horas. ;ie necesita unacor!e9n !e ver!a!@  pensaba una y otra ve, mientras la brisa$resca llenaba mi coraón de pa.

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;ATHERIN 6ORTO

ontinuar el diario no es posible hasta tanto no te haya contadodetenidamente lo que encontré en iénaga, no solamente conocí a un niño tan especial como QiNe y sus sueños de tocar elacordeón para 'ilvestre. /n esta tierra le"ana y antigua, gracias alapoyo de <uli y 'te$any, conocí ese mismo día a alguien quecambió mi vida para siempre.

)ecuerdo haber estado ausente de las conversaciones de las

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)ecuerdo haber estado ausente de las conversaciones de las

chicas mientras nos ale"(bamos de la casita de QiNe, tenía porcostumbre aislarme en mi mente y permitir que los pensamientosme llevaran hasta adonde ellos quisieran. 3e sentía seguraale"ada de la realidad, todo era una sucesión de im(genes, >eresatocando mi rostro, 'ilvestre mir(ndome con sus hermosos o"osamarillos, la niña 4ua"ira de vestido ro"o en el desierto,&abusimaNe y la eterna 'ierra &evada, 0a 'irena Dorada y mispies sumergidos en las aguas cristalinas del 4uatapurí, las callesde 3acondo y 4abo diciéndome adiós, incluso el rostro de /lDuende permanecía intacto en mis recuerdos* 'ilvestre tomandomi mano como si yo $uera una princesa y ahora un niño demirada in$inita contemplando el mar. 7 mis oídos llegaban lasnotas de la canción de 0a 3uchis, mientras como niñas subíamoslos pies a la cama, cerrando nuestros o"os, viviendo ser $an de unsentimiento como el silvestrismo.

/l rugido del motor de la camioneta se apagó, y su silencio medevolvió a la realidad.

- #0legamos 7na% 7quí conocer(s a 0a !echy. Di"o 'te$any.&o puedes irte sin conocerla.

- 7sí es, todo lo que signi$ica el silvestrismo, lo encontrar(saquí. Di"o <uli.

0as observé extrañada, pensaba que QiNe y su inocencia loresumía todo, ni idea tenía de todo lo que pasaría, mi via"e

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llegaba a su $in. 6n $inal que a+n hoy agradeco haber vivido, delo contrario "am(s hubiera entendido, por qué mi alma buscabatan desesperadamente el re$ugio del 'ilvestrismo.

/ntramos en una casa amplia, de color pastel muy bonito, nosesperaba una señora que $ue muy amable, nos ordenó pasar yesperar un poco, ya que Qatherin estaba arregl(ndose.

- ¿Qatherin !regunté.

- 'í, de cariño la llamamos 0a !echy, así se re$iere a ella'ilvestre.

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- ¿'ilvestre la conoce

- 'í 7na, él es muy especial con ella, pero espera que ellamisma te cuente todo.

>enía la mirada clavada al suelo, lo de NiNe me había de"ado elcoraón diminuto, y con la gran necesidad, de hacer algo por él.uando pensé que la imaginación me "ugaba una mala pasada,

ante mí vi una silla de ruedas, creí que vería a >eresa en esemismo instante, pero una "oven de largos cabellos negros y o"osnegros me brindaba una hermosa sonrisa.

- #1ola !echy% 0a saludaron al unísono mis amigas.

- /lla es 7na, viene desde Aeneuela y es una gran hermana'ilvestrista.

&os miramos por un instante que me pareció eterno, era unamu"er de mirada brillante y sonrisa $ranca. 3e agaché "unto a susilla, como lo hiciera tantas veces con >eresa, solo pude brindarlemi me"or sonrisa. Qatherin estaba vestida completamente de ro"oy tenía una cinta ro"a muy bonita que adornaba su cabello.

- 7na, que bueno que hayas venido. Di"o Qatherin

pausadamente. 1ablaba con una tranquilidad tan distinta alo alborotado de mis amigas. ¿;uieres ver mi habitación

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- 'í Qatherin, me encantar( verla.

<uli empu"ó la silla de ruedas y $ue comentando $renéticamente lanoche que habíamos pasado, en cómo casi vamos presos y cómo

'ilvestre nos ayudó a salir del atolladero. /ntramos en lahabitación, sus paredes eran ro"as y tenía a$iches por todaspartes, pude ver que las im(genes eran di$erentes a las quetenían las paredes del cuartel del 8osconia, era impresionantecómo en cada $oto estaba 'ilvestre al lado de Qatherin, entendí que en realidad él $ormaba parte de su vida y de una maneramuy especial.

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- 7na él es mi Lngel. Di"o 0a !echy. 7ntes de ser 'ilvestrista,vivía muy en$erma, con asma continua y me la pasaba enuna clínica. Desde que 'ilvestre entró a mi vida, ya no meen$ermo, le dedico las GE horas al silvestrismo y las redessociales, y siempre, que se puede, 'ilvestre me escribe ome recibe en Aalledupar, incluso una ve mis amigos melograron subir a la tarima con él y Buancho. >engorecuerdos muy $elices a su lado, lo amo como si $uera mi

padre.

Dos lagrimitas brotaron de sus hermosos o"os. &os abraamos aQatherin, <uli lloraba, 'te$any lloraba, y yo no pude m(s* y lasl(grimas salieron de mis o"os incontrolables, no me era $(cilentender que aunque no pudiera caminar, eso no era obst(culopara ser $eli, una $elicidad que yo apenas podía conocer, porquelo que sentía Qatherin !orto por 'ilvestre no tenía ni tiene

explicación, ni comparación alguna.

&os sentamos en su cama mientras la mam( de Qatherin noso$reció "ugo de mora, 'te$any insistía en los pormenores de 20oscoleados5 en la $iesta, mientras yo observaba una a una las $otosdel Hdolo con Qatherin. /n la mesita de noche me llamó laatención, un porta retrato, en la $otogra$ía un hombre rubioabraaba a Qatherin, mis manos temblaron incontrolables, sentí 

como algo se rasgaba dentro de mi alma.

/l muchacho de sonrisa hermosa al lado de Qatherin, era 3athias.

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/IENA4A 4RANDE 

)egresé el porta retrato a su lugar, no me atrevía a preguntarpor 3athias, tenía miedo de saber de él, yo había renunciado a suamor. 'alimos de aquella casa, en lo que me pareció uneternidad, entendía que la vida de 3athias era Qatherin, y que yodebía ale"arme de inmediato de aquel lugar.

- >e sientes bien 7na, te ves p(lida ¿!asa algo !reguntó<uli.

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- 'olo estoy cansada. ontesté.

- ¿;uieres que vayamos a casa 0os muchachos llamaron altelé$ono de <uli y te est(n esperando para la continuaciónde la parranda, seg+n in$ormó )ossana.

- &o por $avor 'te$any, deseo ir a un lugar silencioso ytranquilo.

- onoco un lugar per$ecto, y estamos a tiempo.

<uli detuvo la camioneta cerca de un playón, nos quitamos losapatos y caminamos un poco. 2Necesito estar sola" necesito pensar 5. /l pueblo de la iénaga tiene un privilegio y es quecolinda con /l 3ar aribe no solo por la carretera hacía8arranquilla, sino que hay un malecón cercano a la plaa del

pueblo. /l sonido de las olas me tranquilió los nervios, lainmensidad de sus aguas grises, era precisamente lo quenecesitaba.

- ¿7na, cu(nto tiempo piensan quedarse

- 0os muchachos tienen planeado regresarse a sus casasmañana, yo deseaba conocer un poco m(s pero, creo que

regreso a Aeneuela de inmediato.

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- ;ue lastima, me hubiera gustado mucho que conocieras aalguien m(s. Di"o <uli agachando la mirada.

&o negaré que tenía el coraón roto, para mí la $oto del retrato en

la habitación de Qatherin, me daba las respuestas necesarias pararenunciar realmente a la ilusión que tenía en mi coraón, peroestaba allí por 2/l 'ilvestrismo5, no por mi amor inconcluso. 2Necesito estar sola5.

- ¿7 quién te re$ieres

- 7 una ancianita que vive en la propia iénaga 4rande.

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- 'í, ella es muy sabia, deberías conocerla 7na. 3e animó'te$any.

- !ara ir tendríamos que salir mañana muy temprano, seríagenial que conocieras las comunidades en pala$itos. @nsistió<uli.

- ¿!ala$itos ¿asas en el agua de la ienaga !regunté.

- 'í, así es. <uli me miraba con ese brillo especial que solohabía conocido en los o"os de mis nuevos amigos. 'ihubiéramos continuado por la carretera que va hacia8arranquilla, las habrías visto.

&os quedamos calladas durante un buen rato, cada unaentregada a sus pensamientos. <a el atardecer teñía de ro"o las

nubes, y el vaivén de las olas del mar susurraban palabras alviento. /scuché en el aire mi nombre, y renovada por la vo deDios en las olas, me levanté me quité la camisa y el pantalón ycorrí hacía el mar, sus aguas calidas me recibieron, mientras <uliy 'te$any aullaban al viento y también se despo"aban de la ropa,para meterse al mar. 2No (a) na!a $ue el Silvestrismo no pue!acurar15 !ensé. 0a decisión estaba tomada, me iría a la iénaga4rande, seguiría adelante.

7l llegar a casa, abracé a )ossana y a 0a 3uchis, nos sentamosen la mesa de la cocina, a cenar arepa y caldo de huevo y papa,

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al cual estaba muy acostumbrada, las muchachas estabandichosas a+n de los besos en las me"illas de 'ilvestre. ?scar,abi(n y 4unter se habían ido de parranda por el pueblo, ya quelas muchachas no se animaron a acompañarlos.

- 3añana 4unter y ?scar se regresan a 8osconia ¿;uieresque regresemos con ellos 7na Di"o )ossana y la tristea$ue evidente en su mirada.

- ¿'olo ellos !regunté extrañada.

- #'í% 'olo 4unter y ?scar, porque abi(n y yo nos quedamos

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a vivir en 0a ienaga. Di"o altiva 7ndrea.- ¿3uchis y t+ mam( ¿>+ vida en 8osconia, el niño de

abi(n y su esposa qué estaba sorprendida de la decisiónde mi amiga.

- #0o amo 7na% Di"o 0a 3uchis, con l(grimas en los o"os. 0aabracé y guardamos silencio, aunque consideraba que eraalgo in"usto con la $amilia que abi(n ya había $ormado, noera quién, para "ugar los sentimientos, yo menos quenadie, me atrevía a contradecir un amor como el quesentían el uno por el otro.

)ossana nos veía a punto soltar el llanto.

- )ossana. Di"e. 'i quieres puedes regresar con losmuchachos a 7racataca, yo contin+o mi camino, <uli va a

llevarme a la iénaga 4rande.

0os o"os enormes de la silvestrista de"aron correr las l(grimas quehabían contenido, esto me hio recapacitar el plan.

- !ero si así lo deseas, puedes venir conmigo y regresamospara el $in de semana con tu mam( y tu hermano 7lexis,solo avísales a donde vamos.

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/l abrao de oso que me dio )ossana $ue aplastante, por algunaraón se negaba a estar en 7racataca, y tampoco me sentí con$ueras de interrogar el por qué.

<uli estaba eu$órica con la noticia de que permaneceríamos variosdías en iénaga, así que les o$reció apoyo y recomendaciones a0a 3uchis y a abi(n, para que pronto consiguieran traba"o,adem(s permitió que se quedaran en su casa, por todo el tiempoque $uera necesario.

uando me $ui a dormir, sentí un dolor intenso en el pecho, y sinhacer ruido, lloré en silencio por 3athias, me dolía la

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incertidumbre, me quemaba la renuncia.

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LA AN/IANA DE O%OS 4RISES

/sa mañana muy temprano despedimos a ?scar y 4unter,quienes debían regresar a sus vidas en 8osconia, nos abraamosy prometimos volver a vernos alg+n día. 0a 3uchis y abi(n,$elices salieron por las calles del pueblo, en busca de traba"o con'te$any.

)ossana, <uli y yo, nos embarcamos rumbo a 0a iénaga 4rande.

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Dos piraguas con motor, o lo que se conoce como canoas enAeneuela, con dos muchachos "óvenes a bordo, nos llevaron portoda 0a ienaga. ue maravilloso sentir como el viento $resco dela mañana llenaba mis pulmones de aire, renovando mis $ueras,el sonido del viento me espantaba las tristeas como si setratar(n de simples retaos de tela enve"ecida que salían volandode mí ser para caer delicadamente sobre las aguas estancadas dela ciénaga.

<uli nos contó que una niña llamada >omacita había sido devoradapor un enorme aim(n en esas aguas hace muchos años, y quepor eso en la iudad había un monumento de ella y el animal* yque, por ese incidente las $erias del pueblo eran en enero y seconocía como 2/l $estival del aim(n5. 3ientras nos adentr(bamosen las aguas de 0a iénaga, nos comentó que la estructura quetanto me gustaba del pueblo se llamaba 2/l templete5* y que la

in$luencia europea siempre había reinado en sus calles, no era deextrañarme entonces que la plaa del 8icentenario $uera tandistinta a plaas de otras ciudades.

- /speren que 0a &ana les cuente sobre 20a 3asacre de las8ananeras5, nadie como mi &ana para contarla. Di"oentusiasmada la ienaguera. 3e sorprendió ver la primera casitadesvenci"ada sobre el agua, sostenida por palos o troncos que

salían del agua, a dichas construcciones les llaman !ala$itos. 'eme anto"ó abandonada y roída por el tiempo.

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/n el horionte volaron enormes aves de pluma"e blanco y negro.reí por un instante estar en un paraíso le"ano, donde elmodernismo y las grandes ciudades, parecen quiméricas.

- #7&7 3@)7% 4ritó <uli. 7nte nosotros aparecieron casas demadera, de donde se asomaron muchos niños de pieltostada, con ropas rasgadas o sin ella. 'aludaronanimadamente cuando pasamos de largo. Aer a seres tanpequeños en condiciones tan precarias y madres queparecían muy "óvenes, me hio comprender que aquellugar remoto de Dios, era pobre y muy necesitado.

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!or un instante sentí que el coraón se me salía por la boca, habíaolvidado que <uli era ienaguera, y que estaba acostumbrada aandar en !iragua, cuando la vi en la punta de la embarcación depíe, la muchacha mantuvo un equilibrio impresionante. /lbarquero disminuyó la velocidad, mi amiga llevaba puesta sugorra ro"a, y verla así saludando con alegría a la gente en lospala$itos me hio sentir que el via"e silvestrista apenascomenaba.

- #&7&7 00/46/% 4ritó <uli. #&7&7% #&7&7%

0a piragua se detuvo a las puertas de una gran estructura demadera, y de ella salió a recibirnos una anciana delgada decabello blanco, muy largo. 0levaba puesta una bata con diminutas$lores de colores estampadas. De un salto <uli subió a la casaabraando a la anciana, y ella le brindó una enorme sonrisa, al

subir resbalé, pero logré sostenerme a una baranda de madera* yme puse en pie. 'us increíbles o"os grises me miraronregistr(ndome hasta el alma, aunque era una mu"er entrada en latercera edad, se veía radiante.

- #1ola 7na% >e he estado esperando. Di"o la anciana.

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LA .ASA/RE DE LAS0ANANERAS

3e asustó un poco que la anciana me llamara por mi nombre, yal estrechar su mano, varias im(genes se agolparon en mi mentey $ueron tan violentas que sentí un leve mareo.

- 0a &ana puede soñar cosas. Di"o <uli. !or eso sabe queveníamos ¿Aerdad &ana

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- 0uego conversamos con calma, pasen para que tomen aguapanela, est( recién hecha.

>odos agarr(ramos un vaso de la bebida que en Aeneuela seconoce como papelón, pero sin limón, incluso Bosé y Bosué, losbarqueros. <uli les pagó el via"e y o$reció el doble del precio siregresaban al día siguiente a buscarnos.

>omé mi papelón al clima, observando la pequeña casa, tenía unamesa, dos taburetes y una silla mecedora muy gastada, elambiente del lugar se me anto"aba a salitre. /n una esquina de ladiminuta sala, había una hamaca, comprendí que era eldormitorio de la anciana, el olor de la madera h+meda no megustó en lo absoluto. 4uarde silencio mientras <uli y 0a &anaconversaban y mi amiga le entregaba las provisiones que había

traído en la segunda embarcación. )ossana y <uli sacaron treshamacas pequeñas, o como se les dice en donde vivo, eran unoshermosos chinchorros de colores.

- ¿;uieres ver la cocina 7na Di"o la anciana sac(ndome demi mutismo.

- 'i, claro. !ermítame la ayudo con las bolsas, en ellas habíaenlatados, cereales y verduras.

- 0l(mame &ana, así me dicen todos. Di"o brind(ndome unahermosa sonrisa con los pocos dientes que le quedaban.

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0a cocina era un lugar lleno de cenias, la anciana tenía un $ogónimprovisado, que interpreté como una cocina. /n una mesa teníaalgunos platos, vasos, cubiertos y cacerolas. 0a casa de 0a &ana,era sencilla, con muchas carencias, pero la pa y $elicidad en el

rostro de la mu"er, me mostraron serenidad. /ra yo quien teníaque entender que ella vivía allí a gusto.

0uego de acomodar la comida, y una ve a"ustadas las hamacas,nos sentamos a conversar tranquilamente en la salita de la casa.0a nana se acomodó en su silla mecedora, que cru"ió al ellasentarse. <uli tomó asiento a la entrada de la casa, de"andocolgar sus pies ante 0a ienaga, llevaba puesta su gorra y parecía

" d ) t ó t b t l t

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un "oven pescador. )ossana tomó un taburete y yo el otro,escuchamos animadas a la 7nciana.

- 7noche en mis sueños, vi a mi pequeña <uli navegando por0a iénaga, ese sueño lo tengo siempre que ella decidevenir a verme, así que me levanto muy temprano a barrer,hago agua panela y espero a que llegue. 0o curioso delsueño de anoche, es que venían dos mu"eres m(s, y un

 "oven rubio de hermosos o"os amarillos.

uando la anciana di"o eso, sentí un dolor repentino en elespinao. )evisé instintivamente las heridas de los braos que mehabía hecho en &abusimaNe, pero casi ni se veían.

- /l Boven estaba muy triste. Di"o la anciana. 'e llamaQennel 3athison, conversé con él, me di"o que buscaba a

Bulia, su esposa, que después de la huelga bananera, no lahabía encontrado. /n el sueño, Qennel te tenía agarrada dela mano* y pregunté como te llamabas y me respondiste 27na5. uando llegaron en las piraguas, y solo las vi a6stedes tres y a los barqueros, comprendí que el "oven delsueño era un muerto. 7na ¿;uién es ese muchacho que teacompaña

3is o"os estaban a punto de salirse de sus orbitas, y los de misamigas también. /l Duende me había seguido a 0a ienaga.

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- /s un Duende o espíritu errante como lo llaman en 0a'ierra &evada, en &abusimaNe, pude verlo e intentóllevarme con él, cuando un amigo arhuaco me alcanó, aldía siguiente me sacó de la 'ierra y me explicó qué era

exactamente lo que había visto. /stando en 7racataca sellevó una pequeña de IX años, muy amiga mía, salí a sub+squeda, pidiéndole de rodillas a la virgen que meregresara a la muchacha, que sí lo hacía, yo le prometíarenunciar al hombre que amo. 7sí es muchachas. Di"emirando a <uli y )ossana. 7 Daniela se la había llevado unduende, no se extravió simplemente, por eso estaba tana$ectada con lo sucedido.

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<uli y )ossana estaban asombradas y asustadas, permanecíancalladas sin interrumpir, pero las dos estaban a punto de gritar.

- 0a noche en que me llevó por 0a 'ierra, al pasar entre elmonte y los (rboles, me hice varios rasguños en los braosy en las piernas, sólo cuando él esta cerca vuelven aaparecer, de resto casi ni se ven, di"e mostrando mis

braos, por eso en el río 6stedes pudieron verme lasmarcas, porque el duende estaba con nosotros.

)ossana se mordía los dedos, <uli miraba en todas direccionesintentando ver al Duende, pero 0a &ana se mecíatranquilamente como si lo que le comentaba $uera tan normalcomo un incidente cualquiera.

- &o pequeña, eso no es un duende, por lo que vi en misueño es un alma en pena.

- !ero &ana ¿!or qué trató de llevarme ¿!or qué mepersigue

- !orque necesita t+ ayuda 7na. 0as almas en pena cuandose a$erran a alguien, es pidiendo ayuda.

- !ero se ha dedicado a asustarme.

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- &o 7na, eres t+ la que se asusta, eres t+ la que no haquerido escuchar.

- !ara poder entender quién es esa alma errante a la que t+

le llamas duende, tienes que escuchar atentamente lo quete voy a contar. Qennel me di"o que buscaba a su esposa, ala cual no veía después de la huelga de las bananeras, loque quiere decir que se est( re$iriendo a 20a 3asacre de las8ananeras5, en el año de IYGT, en iénaga, hubo unaterrible masacre, donde murieron incontables traba"adores,a+n no se sabe a ciencia cierta, cu(ntos. 1ay quienesdi"eron que $ueron Y, otros que KFF, luego el gobierno di"o

que murieron TFF bananeros pero seg+n los rumores del

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que murieron TFF bananeros, pero seg+n los rumores delpueblo, murieron KFFF personas entre traba"adores, negrosy blancos, incluso extran"eros alemanes y holandeses. 0oscad(veres $ueron arro"ados al mar y a 0a iénaga 4rande,durante décadas hay quienes a$irman haber visto las almasde los pobres bananeros penando por estos lados. /sposible que un alma deambule durante siglos en el lugarque murió, esperando encontrar pa, o que se a$erre aseres vivos en su b+squeda. 'i lo que pienso es cierto, nole $ue di$ícil llegar en su larga procesión hasta 0a 'ierra&evada, y que en ti haya encontrado la $orma de retornaral lugar de su muerte. 7 veces, el purgatorio lo encuentranlas almas donde han sido in$elices en vida.

7hora éramos las tres silvestristas las que escuch(bamosatentamente la vo pausada de 0a &ana.

- !uede ser que t+ estés muy enamorada de alguien tanespecial como lo era Bulia, su esposa o hasta te parecas aella.

'entí el calor en mis me"illas, me había ruboriado. 0a ancianatenía los o"os grises aulados y la intensidad de su mirada memostraba al ser m(s sabio del mundo, era como poder ver a los

o"os de un ser inmortal.- ¿7mas inmensamente a alguien 7na !reguntó la anciana.

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- 7sí es. /n realidad a dos hombres. Di"e casi en un susurro.

- /ntiendo. Di"o 0a &ana sonriendo.

0a casita de madera era acogedora, el sol comenaba a caldearlas aguas, pero la $uerte ventolera me tranquilió lospensamientos.

- 7mbos amores son imposibles ¿3e equivoco < sus o"osaules me escrutaron.

- 3athias creo que tiene novia, una mu"er muy especial est(en su vida, adem(s yo le prometí a la virgen que si meregresaba a Danielita y no permitía que se la llevara /l

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regresaba a Danielita y no permitía que se la llevara /lDuende, yo renunciaba a mi amor por él.

- &o mi pequeña, ese tipo de promesas "am(s sería recibidopor nuestra Airgencita, el su$rimiento de un coraón nopuede ser una promesa, estoy segura que esa pobre almasintió tu pena y de"ó a la niña en pa. /sperando encontrarotra $orma de llamar t+ atención y obtener t+ ayuda.

uéntame 7na ¿;uién es tu segundo amor

&o sabía si podría ser sincera delante de mis amigas.

- /s un sentimiento m(s grande que yo. Di"e mirando misapatos ro"os. 3e a$erro a ese sentimiento, cuando m(striste estoy. l es un hombre maravilloso, apenas noshemos visto un par de veces, y ni siquiera tiene idea de lo

que siento.- ¿/s un hombre casado de o"os amarillos !reguntó la

anciana.

6n ligero escalo$río me recorrió el cuerpo, era cómo si la ancianapudiera leer mi mente.

- 'i &ana, es casado y tiene los o"os como dos soles, a vecesno sé qué hacer cuando lo veo, y mi coraón su$re muchopor él, es un amor inalcanableC ¿ómo has adivinado

151

- &o lo he adivinado pequeña, Qennel me lo ha dicho ensueños. !or lo que entendí t+ sientes un amor, igual deinmenso como el que en vida sintiera Qennel por Bulia, suesposa.

3e levanté y miré el horionte, sintiendo una pro$unda tristeapor esa alma en pena, sabía per$ectamente cuanto Qennel amabaa Bulia, y dos l(grimas rodaron por mis me"illas, el viento se hiom(s intenso* y en la inmensidad del cielo aul, imaginé el rostrode mi verdadero amor, que aunque $uera inalcanable, vivía y era$eli, no a mi lado pero lo era y lo dem(s no tenía importancia.

- ;uiero ayudarlo &ana ¿ómo puedo hacerlo

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;uiero ayudarlo &ana ¿ómo puedo hacerlo- ¿7na qué dices /so suena muy peligroso. Di"o aterrada

)ossana.

- 7miguita, t+ sabes lo que es amar a alguien inalcanable.Dime si no estarías dispuesta a todo por él.

- #'í% Di"o )ossana levant(ndose del taburete y vi como

apretaba sus puños al pensar en Bosé Borge.

- /ntonces, si tu amor por él es idéntico al mío ¿&o meayudarías, si yo te lo pidiera

- #!or supuesto 7na% ontestó tomando mi mano.

- !ues, debo ayudar a Qennel, aunque no sepa como.

- reo mis niñas que es algo lógico. 7nunció 0a &ana. Debesintentar averiguar qué le pasó a Qennel y a Bulia, y siexiste alguna in$ormación sobre ellos en ienaga, hay queunir a esas almas para que descansen en pa.

- #@mposible%. Di"o <uli. &ana eso es imposible, est(nmuertos y esos son asuntos de Dios.

- 1ay rituales de 0a iénaga, que usamos para que cada veque aparece un alma perdida, nuestras oraciones les

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indiquen el camino al m(s all(. /ste lugar no es solo casade indígenas, pescadores y desplaados, <uli Aanesa.'omos devotos de nuestra iénaga y puedo asegurarte quesí podemos ayudar a almas como las de Qennel 3athinson.

'on muchas las muertes inesperadas que ocurren por estoslados* guerrilleros y criminales, navegan nuestras aguas,aquí no hay sacerdotes ni santeros que puedan ayudarlos,en 0a iénaga, somos nuestros propios médicos,constructores y autoridades. 0os asuntos de nuestrosmuertos, también son +nicamente de nosotros.

6na piragua pasó por un lado de la casa, un niño de piel

aceitunada, con un pequeño remo, navegó sin siquiera saludar, ell d d l l l hi ti l

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ace tu ada, co u peque o e o, a egó s s qu e a sa uda , eresplandor del sol en las aguas, me hio sentirme en un lugarirreal, ale"ado de todo cuanto $uera posible. No s3 $ui3n eres" ) no s3 como a)u!arte" pero si est& a mi alcance" te !evolver3 a %ulia1 !ensé.

LA 0ANDERA RO%A

153

Después de almorar bocadillos de at+n con agua panela,salimos a navegar cerca de 0a casita de 0a &ana. <uli empu"abala piragua con dos remos enganchados a la embarcación de

madera, en el medio iba )ossana, y yo de rodillas a la punta depequeño bote. De"é que mis pensamientos deambularan por lasaguas de 0a iénaga 4rande, oxigenando mi alma.

- #<60@ 700H% Di"o )ossana señalando una hermosa casita depala$itos, cercana a una orilla de tierra $angosa, donde seposaban cientos de aves.

- #&?, '@473?' 37' 7D/07&>/% 4ritó la capitana de laembarcación

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, pembarcación.

<uli nos conducía a la casa de un muchacho silvestrista, sicont(bamos con suerte, estaría en su pala$ito o sus alrededores.

6n hermoso sonido llegó hasta mis pensamientos, la dulura deuna $lauta, de notas musicales in$initas que me hio recordar&abusimaNe. &os acercamos a una casita de madera, queondeaba al viento una bandera que alegró mi coraón, ro"a conuna estrella blanca. 6n muchacho de piel aceitunada era quiénhacía sonar en entre sus manos, la $lauta de madera.

- #70/B?% #70/B?% 4ritó <uli soltando los remos y moviendoambos braos saludando a su amigo.

0a embarcación se tambaleó, )ossana se puso de pie asustada y

perdimos el equilibrio, las tres caímos repentinamente al agua,sentí como el agua tibia me inundaba y un golpe muy $uertesobrevino a mi cabea. !erdí el conocimiento.

7l abrir los o"os una $uerte lu me hio cerrarlos de nuevo, intenténuevamente abrirlos, colocando mis manos a $orma de visera,estaba acostada en la piragua, sin remos y a mi alrededor solohabía la inmensidad del agua ¿D9n!e esto)? ;uise hablar y no

pude.

154

- #7na% 6na vo en la piragua di"o mi nombre y mesobresalté, toc(ndome el pecho.

'ilvestre estaba en la canoa y me miraba. 'u hermosa sonrisa,

llenó mi vida - <Eres un sueño=B ;uise decir, pero no pude.- /s posible. Di"o él contestando la pregunta que no $ormulé.

3e acerqué a su extremo de la piragua, arro"(ndome en susbraos, caímos "untos al agua, y me abracé al él, con todas mis$ueras.

<TE A.O= ;uise gritar y no tenía vo.  'entí que el agua nos

hundía, que caíamos sin remedió al $ondo de un abismo. Ai sus" l t t l d h (b

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o"os claros penetrantes, los dos nos ahog(bamos, pero noimportaba, él sostuvo su sonrisa, y me dio un tierno beso en loslabios.

#)/'!@)7% !ensé al sentir sus labios.

#)/'!@)7% #)/'!@)7% 4ritó una vo.

#)/'!@)7 7&7% 4ritaban )ossana y <uli, cuando volví en mí, el "oven de la $lauta estaba bes(ndome.

3e ahogaba, tenía que respirar, y un montón de agua me hiovomitar, hasta que el aire puro entró de golpe en mis pulmones,caus(ndome un dolor insoportable. 0a sensación de no poderrespirar $ue terrible, el muchacho no me besaba, estaba tratando

de ayudarme con respiración boca a boca.7l vomitar toda el agua, me vi sangre en las manos.

- #3e duele% Di"e toc(ndome la cabea y encontré m(ssangre.

- /stas herida 7na, caímos al agua por accidente y tegolpeaste con la piragua en la cabea, tragaste mucho

agua, pensamos que estabas muerta 7na. <uli hablaba m(sr(pido que de costumbre. 7le"andro te sacó del agua.

155

- 0o siento 7na, ha sido mi culpa. Di"o )ossana apenada.

- &o es nada muchacha. Di"o el $lautista. 0as heridas de lacabea son muy escandalosas, es todo. 7y+denme a

acostarla y podré curarle esa rayita.&o había sido un sueño con 'ilvestre, me estaba ahogando y mis+ltimos pensamientos eran para él, y para el +nico de mis sueños, 2poder besarlo5. ;uise tocar mi amuleto, pero no lo llevaba,recordé haber de"ado la mochila arhuaca en casa de 0a &ana,entonces $ue cuando vi la intensa y brillante mirada en los o"os de7le"andro, el 'ilvestrista de la 8andera )o"a.

7l acomodarme en un chinchorro, me recosté agotada yd l d l l l h h ó

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empapada, algo mareada por el golpe, el muchacho acercó unpañuelo h+medo a la herida, y el ardor que me causó, me hiogritar.

- !or Dios, duele mucho. Di"e tratando de quitarme lacompresa.

- ;uédate quieta, es solo alcohol, para que no se te in$ecte.'entenció 7le"andro.

3ientras me secaban y quitaban la sangre de la cara, en una delas paredes de la pequeña casa, observé un a$iche carcomido porel tiempo, la sonrisa del muchacho del a$iche erainequívocamente de 'ilvestre, era muy antigua, ya que se veía alídolo cuando era rollio.

- 3e gusta tu a$iche 7le"andro.

- 0l(mame 7le"o. /se a$iche lo tengo hace mucho tiempo, elsilvestrismo es mi vida. &unca he estado en un concierto,nunca lo he visto, pero cada ve que podemos, suscanciones inundan ienaga 4rande. Di"o 7le"andromostrando una hermosa y sincera sonrisa.

156

'u comentario dio pie, para que <uli nuevamente narrar( todo loque vivimos en la $iesta a la que entramos sin estar invitados, elasombro de 7le"andro, $ue precedido por palmadas y abraos.

uera a donde $uera, el silvestrismo era idéntico, e incluso conmayor intensidad. >al ve en 0a iénaga 4rande no hubierahabitaciones $orradas con su imagen, ni siquiera el a$iche de'ilvestre $uera reciente, pero el sentimiento, ondeaba al vientocomo las alas de una hermosa gaviota. &o hacían $altaacordeones ni guitarras, 7le"andro tenía su hermosa $lautacienaguera para invocar los sonidos vallenatos del esar.

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157

LAS AL.AS DE LA /INA4A

3e sequé la ropa al sol, mientras charl(bamos animados delmovimiento silvestrista, 7le"andro se había entristecido muchocuando )ossana le in$ormó acerca de la separación de 'ilvestre yBuancho, ciertamente todos, est(bamos acostumbrados a lasnotas preciosas del acordeón de Buan, pero tratamos de animarlo,explic(ndole que los cambios eran necesarios, que era unintercambio interesante, ya que ahora 'ilvestre tenía comoacordeonero a )olando ?choa, y por su parte /l 4ran 3artín /lías,

contaría con Buancho. @nsistí, que nosotros debíamos quererlos atodos por igual, que en eso consistía ser $an, y que podíamos

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p g , q , y q pesperar con gran optimismo las canciones por venir. 7le"androm(s animado, comenó a contarnos sobre lo r(pido que tocaba)olando el acordeón, y que seguramente, lo que venía para elsilvestrismo era excelente, así como para Buan y 3artín /lías.

7l atardecer debíamos retornar a casa de 0a &ana, ya que no se

podía navegar de noche, por precaución.- uídate esa pequeña herida 7na, l(vala con buen alcohol y

sanar( pronto. #3e encantó darte un beso% Di"o 7le"andro a$orma de broma.

- &o $ue un beso. Di"e muerta de risa.

- !ensemos que sí y siempre te acordaras de mí. Di"oayud(ndome a abordar la piragua.

- /ntonces, digamos que no estuvo mal. Di"e sonriendo.

7l ale"arnos poco a poco, sentí esa puntadita en el estomago,cada ve que me despedía de un silvestrista, sobre todo, cuandono tenía idea si volvería a verlo alguna ve.

- #7&7% #7&7% 4ritó 7le"andro.

158

7l voltearnos a verlo, el sostenía la bandera en sus manos y laagitó de un lado a otro, diciéndonos adiós, la emoción que nosembargó no tiene explicación. 0anamos besos al viento a nuestrohermano silvestrista. 7l ver a los o"os a mis amigas, ambas tenían

lagrimitas al igual que yo <Decir a!i9s )a no es tan ,&cil= !ensé./l atardecer comenó a caer en el horionte, la inmensidad de laienaga $ue m(gica, ciento de aves volaban buscando sus nidos.7 lo le"os el sol moría nuevamente, llev(ndose con él lasaventuras de un día tan normal como cualquier otro, en el cual,pude haber muerto. 3ientras nos acerc(bamos al poblado depala$itos donde pasaríamos la noche con 0a &ana, pensé en las

almas de la iénaga, en quienes al igual que /l Duende, a+n nohabían encontrado el camino a casa, y mi mente voló en

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pensamientos extraños, pude ver $lotando en las aguas loscuerpos de los bananeros, y de pronto uno de esos cuerpos, erael mió.

#00/473?'% #00/473?'% 0os gritos de <uli, me sacaron deseme"ante visión, y pude ver a la anciana, llevaba puesta una

manta gua"ira blanca y el viento la hio parecer un alma errantede la ciénaga.

0a anciana al mirar mi herida, y la ropa manchada de sangre,sonrió y me recibió con palmaditas en la espalda.

- &iña sales a conocer la ciénaga, y ya has derramadoalgunas gotitas de sangre en sus aguas. 3uy bien.

&o se asombró cuando le comentamos cómo me había lastimado,y lanó una enorme carca"ada cuando supo que 7le"andro tuvoque darme respiración boca a boca, a lo que él llamó besar.

- /n realidad es un beso de vida, en estos lados estamosacostumbrados a revivir a la gente 7na, la herida espequeña en comparación a las cosas que hemos tenido quever y curar en la inhóspita ienaga. 7 veces la gente

arregla sus problemas mat(ndose a machetaos, como lo

159

hacían antes nuestros abuelos, por una deshonra. >u heridacomparada a eso, es un rasguño.

/l sol se ocultó, y una orquesta de bichos inundó la casa de 0a

&ana y sus alrededores, es increíble que un grillo no me de"edormir en pa en Aeneuela, cuando por el contrario en aquellugar tan le"ano, sus cantos y patitas chirreando hacían unasin$onía maravillosa.

/sa noche utilicé una manta 4ua"ira de color aul que me prestó0a &ana, me senté en el umbral de la casita a contemplar 0aienaga 4rande al oscurecer, y 0a &ana se sentó a mi lado.

- &o hay un lugar m(s tranquilo que esta aguas. Di"o laanciana. !ero hay que tener cuidado con las almas de los

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anciana. !ero hay que tener cuidado con las almas de losmuertos. 7l dormir rea por ellas y su descanso eterno7na, sobre todo por el de Qennel 3athison.

- #'í &ana% 3urmuré.

- 0as muchachas han servido, pan, queso y chocolate, vamos

a comer, la noche es muy larga en 0a iénaga 4rande.

Después de cenar nos metimos en nuestros chinchorros, yo memecía levemente, sintiendo a+n el escoor en la herida, a medidaque las muchachas y 0a &ana conversaban, sentía pesada lamirada y entre sus voces y los ruidos la noche, me quedédormida.

6n hombre "oven, encantador, de cabello rubio y mirada triste,me observaba con sus hermosos o"os. <o llevaba puesto unhermoso vestido antiguo de enca"es, él tomó mi mano y me dioun tierno beso en la mano, no pude evitar sentir ternura por él.@ncluso sentía que lo amaba.

- Bulia te prometo que no va a pasarme nada. Di"o el "oven.

7l decir ese nombre, yo ya no era la muchacha, sino que podíaverlos a ambos, la mu"er llamada Bulia lloraba sin consuelo.

16

- 'i me amas de verdad, no vayas, los obreros est(ndispuestos a todo, la bananera también, tengo miedo. !orDios, no vayas.

/l Boven secaba sus l(grimas con leves caricias sobre su rostro,ninguno de los dos, me observaba, era como si no pudieranverme. l tomó sus me"illas entre las manos y la besódulcemente.

- >e prometo que no pasar( nada, todo se va a resolver.'usurró el muchacho al oído de Bulia.

0as im(genes cambiaron, nos rodeaban muchos militares o lo queparecían policías, temí lo peor, me encontraba al lado del "oven yentre nosotros, cientos y cientos de obreros armados con piedras,

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, y p ,palos, machetes, picos y palas. 7lguien gritó #6/4?% < a mí alrededor cayeron uno a uno los bananeros. #6/4?% 4ritaronnuevamente. >odo era sangre, humo y cenias. #6/4?% !ortercera ve, y a mi lado cayó el "oven, lo toqué y sus o"os ya notenían vida. /ntonces lo reconocí. 2El Duen!e@ . !ensé.

@ntenté gritar, pedir auxilio, pero solo había miles y miles decad(veres, de pronto, todos $lotaban en aguas llenas de sangre.6n mar ro"o lo rodeaba todo, escuché en susurros a los que a+nagoniaban, pedían ver a sus hi"os antes de morir.

Desperté asustada y con l(grimas en los o"os.

161

LA HISTORIA DE %ULIA

/ra media noche, en la casita de pala$itos, las silvestristas y 0a

&ana, dormían pro$undamente. !or las ventanas desvenci"adasentraban rayos de lu que provenían de la enorme y plateadaluna. De puntitas salí a la puerta de entrada, tratando de nodespertar a nadie. 3e apoyé a una pared de madera,asom(ndome ligeramente por la ventana, el pantano que nosrodeaba estaba en silencio, ya ni los grillos ni ranas cantaban. 6nincreíble mutismo dominaba las aguas y la luna brillaba como una

perla, enorme en un cielo colmado de estrellas. 6na r($aga deviento me espantó el sueño y respiré conteniendo el aire en lospulmones lo de"é salir poco a poco intentando calmar mis

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pulmones, lo de"é salir poco a poco, intentando calmar mispensamientos. )ecordé la hermosa sonrisa de 3athias, sintiendola necesidad de abraarlo, de verlo. &uevamente mi pecho secomprimió, intentando romperse por el sentimiento de soledadenclavado en mi vida. 2Si pu!iera besarlo por una ve# m&s solouna ve# m&s@1 !ensé entristecida. 

7lgo en el agua se movió lentamente $ormando ondas leves ¿Un pe#  3e pregunté. &uevamente algo movió las aguas muydespacio.

>odo un universo se encontraba en las aguas de 0a iénaga4rande. 3ientras las personas dormitaban, contemplé el cielom(s hermoso que "am(s haya visto, los intensos puntitos de lu,

a millones años lu de mi coraón humano, me resultaba di$ícilcomprender que las estrellas, son soles a distancias que mi mentees incapa de llegar a calcular, pensar en el cosmos me recordó apap( y sus teorías sobre el universo in$inito. 3e maravillé alrespirar el aire, se me anto"ó $rió y salado. 7unque ríos de aguadulce desembocaban en 0a iénaga, sus aguas son saladas, porsu cercanía al mar.

uando vomité el agua, gracias al beso de vida de 7le"andro,comprobé su sabor, el cual no me gustó en lo absoluto, no solopor ser salado, sino porque la sensación de no poder respirar, me

162

resultó espantosa. 3e toqué la pequeña herida en la cabea, a+nme dolía un poco. Desde que había decidido ser 'ilvestrista, podíacontar algunas cicatrices m(s, como la de la rodilla o hasta losintensos rasguños que me brotaron en &abusimaNe. Las (eri!as"

 pue!o verlas en mis bra#os1 El !uen!e1 ;ennel est& a$uí@1 !enséobservando mis braos. 3iré en todas direcciones, sin encontrarnada extraño.

- <8en= 6na vo muy dulce sonó en mi mente. 'in saber bienpor qué, y sin hacer ruido alguno, abrí la puerta delpala$ito, abordé la piragua de 0a &ana, que se encontrabaatada a la casa, solté su nudo y me ale"é utiliando una

pequeña vara, apoy(ndola en el $ango de la ienaga paratomar impulso, sin ale"arme demasiado del pala$ito, memantuve atenta

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mantuve atenta.

- ;uiero ayudarte, dime cómo. 3urmuré al viento.

&o sé si lo imaginé, no sé si lo vi en realidad, pero un hombrecaminaba sobre las aguas, no sentí miedo esta ve* la lu que

emanaba de él, era la misma de 7racataca. 3i coraón serenohio que todo cambiara. ontemplé, lo hermoso de su rostro.

aminó hacia la piragua y se sentó a mi lado.

- <Ana= < su mirada vacía re$le"ó una inexplicable tristea. 'uvo solo podía escucharla en mi mente. FTe llamas ;ennel? !regunté con la vo de mi conciencia, esa misma queescucho cuando leo mis libros.

- So) ;ennel ) ennel so) )o F2a no tienes mie!o? 

- <No=

- Eres mía Ana" te necesito1 'u vo era como las tonadas dela $lauta de 7le"andro, dulce e in$inita. 0usco a %ulia1

Dos enormes l(grimas me recorrieron por las me"illas en caídalibre a la piragua. /staba llorando, no de miedo sino de tristea. 2No se $u3 (acer" !ime c9mo pue!o a)u!arte@1

163

- 0usca a %ulia" busca a %ulia1

erré mis o"os, y limpié mis l(grimas, una r($aga de aire gélidome golpeó en el rostro y movió las aguas, que balancearon

bruscamente la piragua.B <Se (a i!o=

De pequeña acostumbraba a imaginar cosas por la ventana delcarro, mientras pap( conducía de noche rumbo a casa hablandosobre las estrellas y los planetas. 3uchas veces me vi a mimisma, hecha mu"er, vestida con una manta blanca, corriendoentre los (rboles a la velocidad del vehículo. Desde que recuerdo,soñaba despierta, deseando que al día siguiente el hombre al queamaba en silencio, me besara. !odía ver la escena impecable en

i i l i i d l ió d i b 7

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mi mente, e incluso sintiendo la emoción de un primer beso. 7estas alturas de mi vida, me había acostumbrado a imaginarcosas para salir de los problemas, escapando de la realidad. !eroen un via"e como éste, había descubierto un mundo mucho m(sintenso, m(s all( de la imaginación, donde podía no solore$ugiarme de mi realidad, sino encontrar los olores y colores querodearon la mente de poetas y escritores colombianos, y estabadecidida a vivirlo.

- &ecesito 'aber la historia de Bulia. 3urmuré a la gigantescaluna llena, cómplice de mi via"e.

164

LA NANA

7l amanecer, la ciénaga se llenó de voces, pasaron varias

piraguas, o$reciendo papelón, harina, arro, $ri"oles, aceite,querosén. >odo un comercio pululaba entre aquellas aguas depantano.

- !ronto pasar( el bus piragua, no vayas a perder laoportunidad de verlo. Di"o <uli.

- ¿8us piragua &o me digas que hay un bus en la ciénaga.

- /spera 7na, ya lo veras. )ossana ap+rate, o te perder(s elbus piragua

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bus piragua.

- #;6/D7 6& !6/'>?% #'?0? 6&?% 4ritó un hombre.

&os asomamos por las ventanas de la casita. )eí al verla pasar,era una canoa amplia, dos veces m(s ancha que una piragua

normal, tenía tablas atravesadas. Aarias personas ibanincómodamente sentadas una al lado de la otra.

- /n realidad es un bus. omenté con los o"os como platos.

- <o no me subo a eso ni loca. Di"o )ossana, muerta de larisa.

6nos hermosos o"os grises nos observaban como niñas pequeñas,

que ven por primera ve 2/l 7vión5. >oda la destartalada casitaestaba impregnada del olor m(s divino del mundo.

- ¿;uién quiere ca$é !reguntó 0a &ana sosteniendo unabande"a con cuatro taones.

@nmediatamente tomé uno, y sintiendo su aroma a vida lo sorbí poco a poco.

- 4racias &ana. Di"e d(ndole un beso en la me"illa. #8uenosdías%

165

- ¿&ana por qué tienes los o"os grises !regunté de pronto.

- 0arga historia pequeña. Di"o suspirando la anciana.

- >enemos tiempo &ana, cuéntanos por $avor. Di"o )ossana.

0a anciana se mantuvo de pie, llev(ndose la taa a los arrugadoslabios para tomar un sorbo de ca$é.

1ace muchos, muchos años, antes incluso de 20a 3asacre de las8ananeras5, mi madre era una mu"er sencilla, de piel tostada yhermosa, que vivía con mis abuelos en una hacienda donde lostres traba"aban de sol a sol para los hacendados. 6na mañana

cuando se bañaba en el río, el hi"o de los patrones la vio nadandodesnuda en las aguas dulces, y se enamoró de ella. omo seimaginaran, tuvieron amores a escondidas de ambas $amilias y de

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imaginaran, tuvieron amores a escondidas de ambas $amilias y deese amor, nací yo. 3i padre era hi"o de alemanes y tenía los o"osm(s hermosos que puedan imaginarse. ómo me gustarecordarlo, eran aules como el mar. /l día en que nací $ue unesc(ndalo, ya que, mis abuelos pensaban que mam( se habíaembaraado de un empleado del cual nunca había querido decir el

nombre. 7l ver mi piel blanca y mis o"os claros, inmediatamentesupieron que se trataba de alguno de los dueños de la casagrande. 7 mi pobre madre no pudieron reclamarle nada, ya quehabía muerto al traerme a este mundo.

3i padre asumió toda la responsabilidad y viví durante años en lacasa grande, como su hi"a, aunque mis abuelos paternos nuncame hubieran querido. 7prendí a leer y a escribir y recibí una

educación esmerada hasta casi cumplir IR años.

>uve la dicha de vivir entre la casona y el potrero, ya que por lastardes me escabullía para irme a tomar agua panela con losabuelos que sí me adoraban. 7l morir pap( en 20a 3asacre de las8ananeras5, sus padres nos echaron de la hacienda a mis abuelosy a mí. < desde entonces vivimos en 0a iénaga 4rande. >engo lapiel y los o"os así por la mecla entre mis padres, pero mi alma es

cienaguera. &o me casé, no tuve hi"os, pero pude enseñar a

166

muchos a leer y a escribir, y mis niños de las aguas, llenaron yllenan mi vida como lo hace <uli.

- ¿<uli vivía aquí !reguntó )ossana.

- 'í, así es, 0a &ana era mi maestra, y ahora es mi amiga ymi cómplice. 'i no hubiera sido por 0a &ana, "am(s mispadres me hubieran de"ado ir al pueblo a estudiar ytraba"ar. 3uchos niños y niñas logramos salir del pantano,porque 0a &ana nos enseñó todo lo que sabía y nos regalóhasta el +ltimo de sus libros.

7hora podía entender su $orma de ser, 0a &ana vivía en la ciénaga

para enseñar a los niños a leer, no porque se hubiera con$inado amorir en aquellas aguas. 'entí un pro$undo amor por la anciana.

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- &ana anoche vi el alma en pena de Qennel. Di"e de pronto.

)ossana y <uli se asombraron ante mi a$irmación.

- 0o sé 7na. >e vi a la media noche, cuando saliste de la

casa. >e observé y vi una lu. /l mismo brillo que veo enmis sueños cuando hablo con muertos. ¿>e ha dicho quédebes hacer

- 'í, bueno m(s o menos. 3e di"o que buscara a Bulia.

- ¿!ero cómo 'i debe estar muerta. Di"o )ossana a puntode llorar.

- 1asta donde sé es posible que esté viva. Di"o 0a &ana.

- ¿/n serio !regunté.

- 'i 7na, claro debe ser una ancianita, tal ve entre noventao noventa y cinco años. /so explicaría porqué no se hanencontrado. !orque ella sigue viva. 0a &ana me lanó unamirada intensa como examinando mi alma.

- ¿7 qué horas regresan los barqueros !regunté a <uli.

167

- 7 las IF de la mañana, ya deben estar por llegar.

7unque sentía escalo$ríos de regresar al pueblo y encontrarme ensus calles a 3athias con su novia, pero no podría quedarme como

había planeado hacerlo, debíamos partir inmediatamente a tierra$irme. >enía que encontrar a Bulia.

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.ATHIAS

3e abracé a 0a &ana, con esa sensación de tristea que se clavaen el coraón, esa certidumbre de que no volveríamos a vernosen esta vida. 0a anciana me correspondió el abrao y me dio undulce beso en la me"illa.

- 7na, la vida es mucho m(s simple de lo que crees, sinbuscar, encontrar(s. /spero que tus temores se espanten,y puedas amar y ser $eli, solo dale tiempo al tiempo. 7+nte quedan ho"as por llenar en el libro enorme, al cualllamamos vida.

7bordamos las piraguas y con l(grimas en nuestros o"os, le

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p g y g " ,di"imos adiós a la anciana m(s hermosa de 0a iénaga 4rande.

Aia"amos en silencio, el calor comenaba a ser insoportable, y mesentía adormecida, luego de haber visto al Duende a la medianoche, había regresado a la casa de pala$ito y estaba desvelada.

Durante toda la madrugada no había logrado pegar un o"o. &osolo me preocupaba Bulia y /l Duende, sino también, 3athias y sunovia. 3e preocupaba QiNe y sus sueños de acordeonero. 3einquietaba el poco dinero que me quedaba, incluso los gritos demi madre por no llamar en varios días. !ero sobre todas lascosas, me desveló imaginar cómo sería un beso de 'ilvestre, eraalgo que me aceleraba el coraón, un pensamiento que llenaba de$elicidad mi mundo ensombrecido.

B No pienso irme a 8ene#uela (asta tanto consi'a ese beso@1!ensaba, mientras los barqueros nos llevaban a puerto seguro. <ahabía abandonado la carrera de abogado por un buen tiempo,cambiado tacones de agu"a por apatos deportivos, las carteras a "uego, por una mochila arhuaca, y en lugar de un sombrero a lamoda para el sol, solía usar una hermosa gorra ro"a* cambié las$aldas y vestidos, por cómodos pantalones blue "eans. 7horacomía tres veces al día sin vomitar y me sentía la mu"er m(s libredel mundo. 2So) libre" libre !e ver!a!@1

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- #1ogar dulce hogar% Declaró <uli, cuando entramos en sucasa.

- 7rréglense muchachas nos vamos a buscar a Bulia. Declaré.

- !ero 7na, acabamos de llegar. !rotestó )ossana./speremos a ver si nos vemos con 0a 3uchis, abi(n y'te$any.

- 'i pre$ieres, espéralos, yo me voy a buscar a Bulia. Di"eentrando al baño para ducharme.

- ¿;ué &o yo voy contigo. Di"o )ossana.

- 3uévete pues. anturreó <uli. 3uévete que nos vamos dedetectives.

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- 6stedes dos, 6stedes dos son increíbles. Di"o )ossanaderrotada.

- #17< !?00? )@>? ?& !7!7'% 4ritó <uli desde la cocina.

- #70@/&>70?% 4ritó )ossana desde el cuarto.

7l abrir la regadera, sentí que mi vida se llenaba de energía, a+nme dolía la herida de la cabea, pero comenaba a brotar unaespesa costra, así que me lave con cuidado. 3ientras el agua mecuraba el alma, mi mente me atormentaba pensando una y otrave en 3athias. )ecordé mi sueño, ese en el que él besaba en laboca a Qatherin. 0a simple imagen me golpeó sin compasión.

 20asta" es su,iciente" piensa en el pollo ,rito" en %ulia" o no pienses" pero !ea !e pensar en 3l@1 Dio la vo# !e mi conciencia1

omimos deprisa, por lo menos <uli y yo, a )ossana le tocó salircorriendo con una pierna de pollo $rito en las manos. Aerla correry comiendo se me anto"o tan gracioso que reí al verla con elhueso en la boca* y a su ve intentando abrocharse la correa delpantalón.

- @ngratas, casi me de"an. 4ruñó )ossana.

17

- #>ipo comando muchachas% Di"o <uli y arrancó a correr porlas calles del pueblo.

- <a extrañaba el sonido de la camioneta. omenté muertade risa.

7 veces entre m(s te escondes, viene el destino y al igual quecupido, lana sus $letas, y se divierte lastimando nuestroscoraones. 7l detenernos en un sem($oro, <uli decía algo sobrevisitar a $amilias obreras de las bananeras para saber si alguienconocía a Bulia 3athison, cuando en la acera, vi al hombre m(shermoso del mundo, su cabello dorado ondeaba al viento. 7horalo llevaba un poco largo, nos vimos, nos reconocimos. 3e mirócomo quien ve un $antasma.

- 7marillo, amarilloC )o"o. Di"o <uli y arrancó a correr.

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4uarde silencio, no pude decir nada. /ra 3athias.

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TRES AL.AS

Durante días, buscamos in$ormación, visitamos a cuantohombre y mu"er de tercera edad había en el pueblo. Durante todoel día buscaba incansable a Bulia, y por las noches lloraba miamor por 3athias. 'entía el delirio de salir a buscarlo, y besarlosin importarme que tuviera novia. !ara huir de mi realidad,aprendí a tomar bebidas $uertes con abi(n, cant(bamos hastaamanecer las canciones de 'ilvestre, y cada letra alegraba poco apoco mi coraón.

7l dormir soñaba con /l Duende, a$ortunadamente no se meaparecía y estaba tranquila al solo verlo en sueños, me sentíacomprometida a saber qué había pasado con su esposa. Durante

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varios días visité a QiNe y le prometía que pronto encontraríamosla $orma de que asistiera a un concierto de 'ilvestre.

0lamé para navidad a Aeneuela, y mi madre no hacía m(s queinsistir en que regresara a casa. !or m(s que le explicaba queestaba en un via"e de aprendia"e, terminaba eno"ada conmigoasí que cada ve la llamé menos. !ude hablar en año nuevo con7mparo y duramos buen rato al telé$ono, prometí regresar, tanpronto consiguiera ayudar a un amigo, y ella comprendió que a+nno estaba preparada para volver. ada día hablar con lossilvestristas, era mucho m(s $(cil que con mi propia $amilia, sinduda alguna en toda mi vida solo una persona pudo entenderme,

solo pap( sabia quién era yo.Durante meses, traba"é con la mam( de 'te$any en la tienda detra"es de $iesta. 3e era sencillo ayudar a la clientela en la elecciónde un vestido adecuado, ya que en mi vida como abogado, meera indispensable el buen gusto. )euní su$iciente dinero pararegresar a Aeneuela. omencé a dedicar menos tiempo a lab+squeda de Bulia, d(ndome por vencida en esa tarea.

1asta que a $inales de maro de aquel año, mientras visitaba unplayón con los silvestristas y tom(bamos el sol del mar aribe,

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decidí caminar sola por la playa para organiar mis ideas.0legando hasta una casita solitaria de madera, en ella, había unaanciana de o"os claros y piel blanca.

- #8uenos tardes% 'aludé. < la anciana apenas si me viopasar. !or cosas de la vida sentí la necesidad de acercarme,y me senté en el umbral de la casa al igual que la vie"ita.

- 1ola soy 7na ¿Aive solita en esta playa

- 1ace muchos años, me he sentado en este mismo lugar, aesperar que él llegue.

0a observé detenidamente, en su "uventud debió ser una mu"ermuy bonita, sus arrugas eran pro$undas y su cabello era blanco yescaso. 3e preguntaba cómo una persona podía vivircompletamente sola durante tantos años < recordé que desde

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completamente sola durante tantos años. < recordé que desdeque me había graduado de abogada, yo vivía sola. 'entí compasión por ella y por mí.

- ¿>e llamas 7na !reguntó casi en un susurro. 'i mi bebé no

hubiera muerto se llamaría 7na. /s el nombre que le pusecuando nació. !ero Dios se la llevó y ya no la llamé 7na.

- #0o lamento mucho% Di"e sin apenas saber que m(s decir.>enía los o"os nublados de l(grimas. 0a anciana me hablóde su hi"ita de cuatro años que había muerto por unas$iebres que se la llevaron. ;ue se había mudado a eseale"ado lugar para intentar ver en cada atardecer a sus

seres queridos que habían muerto. !or lo que entendí habían personas que la visitaban y le llevaban comida yropa, pero que ni la policía, ni las mon"as la pudieron sacarde allí a un asilo. Aivía de lo que gente del pueblo le llevabade ve en cuando.

>omé su manos entre las mías, y traté de brindarle mi me"orsonrisa, el atardecer se nos venía encima, pero ya les explicaría a

los muchachos el motivo de mi demora.

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- #7hora tienes una amiga que se llama 7na% < t+ ¿ómo tellamas

- #Bulia% Di"o y se quedó dormida en mis braos.

&o podía salir de mi asombro, la había encontrado, sabía que eraella, sostuve su enve"ecido cuerpo, sintiendo la soledad de sualma. 0loré al lado de la anciana, el atardecer llegó y se meanto"ó, el sol m(s triste que "am(s haya visto. 3is heridas seenro"ecieron y entendí que Qennel 3athison estaba con nosotras,aunque no podía verlo.

<4racias Ana= susurró una dulce vo en mi mente, y la anciana ya

no despertó.

6na brisa gélida me acarició el rostro y como en un sueño, vicomo una mu"er hermosa caminaba agarrada de la mano de una

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como una mu"er hermosa caminaba agarrada de la mano de unapequeña y se encontraba con su alma gemela. 0os tres caminaronsin mirar atr(s y se ale"aron hasta que los perdí de vista.

uando 0a 3uchis y abi(n me encontraron, lloraba inconsolable

sobre el cuerpo de la anciana Bulia 3athison.99 La vi!a es un instante misterioso" en cambio la muerte eseterna ) sencilla" al ,inal !el camino te espera otra especie !eamanecer--. !ensé, d(ndole un beso en la $rente a mi amigaBulia. Desde esa noche los rasguños que me había hecho en&abusimaNe, desparecieron.

&os hicimos cargo del sepelio de la ancianita, entre todospagamos los gastos de la $uneraria, y alcanamos a colocar unahermosa l(pida con el siguiente epita$io=

En este lu(ar santo $acen los restos denuestra amada -ulia .at+ison! $ descansan

en la pa" de Dios/ tres almas@ /iena'aB .a'!alena

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 G BJKBJK

&o he vuelto a soñar con Qennel o Bulia, duermo pro$undamentesin que nada haya vuelto ha perturbarme m(s.

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EL RETORNO AL 8ALLE 

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- #7&7 17< &6/A? 07&M73@/&>?% /l grito retumbó en todala casa.

- ¿ómo !regunté sin saber de qué se trataba.

Durante los siguientes días a la muerte de Bulia, hice maletas yme preparé para poder asistir al estival de la 0eyenda Aallenata,en Aalledupar.

)ossana gritó como loca.

- ¿1i"a de Dios, qué pasa !reguntó <uli.

uando salimos a ver de donde provenían los gritos. )ossanaestaba en la sala de la casa, y la acompañaba Bosé Borge. 0o cualexplicaba la emoción de )ossana.

- 1ola 7na he venido por 6stedes 7l ver a mi gran amigo

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- 1ola 7na, he venido por 6stedes. 7l ver a mi gran amigoarhuaco, corrí y lo abracé con todas mis $ueras.

- 7na, Bosé Borge dice que acaban de anunciarlo, que haylanamiento de 'ilvestre en Aalledupar en el mes de Bunio.

- ¿ómo se llama el lanamiento !regunté emocionada deverla así y de ver a Bosé Borge.

- 0a &ovena 8atalla.

- ¿ómo así, qué nombre es ese !reguntó <uli brincandocomo una cabra.

- 0o di"eron en la radio del autob+s en el que venía. Di"o BoséBorge, al parecer se llama así porque es el noveno de lostraba"os discogr($icos de tu amado ídolo.

4ritamos, brincamos llenas de vida y de alegría, un lanamientoes la me"or noticia que puede recibir un silvestrista original.

Durante ese día conversamos de todo lo que ocurrió con /l

Duende* y de la $orma, en que entendimos que era un espírituerrante o alma en pena, que habíamos logrado encontrar a su

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esposa Bulia, y que ahora descansaba en pa. Bosé Borgeescuchaba atentamente todo cuanto pude contarle, y asentía antecada conclusión nuestra.

- 0o +nico que voy a rogarte 7na, es que nunca vuelvas a ira 0a 'ierra &evada, &abusimaNe no es un lugar para ti, yser( lo me"or para todos. Di"o con una enorme sonrisa.Despidan a sus amigos, mañana a primera hora partimos,)ossana te quedas en 7racataca antes que t+ mama memate, yo sigo para mi tierra y 7na regresas a Aalledupar.

0as despedidas siempre son tristes, pero esta en especial $ue muyalegre, nos despedimos con la promesa de vernos en "unio para ellanamiento en Aalledupar, y a QiNe le prometí enviarle el dineropara que $uera al concierto con su mam( y su hermanita. 'te$anyprometió colaborarme y llevarlos con ella. < 0a 3uchis y abi(naseguraron hacer todo lo posible en asistir ya vivían en una

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aseguraron hacer todo lo posible en asistir, ya vivían en unacasita alquilada, y ambos traba"aban mucho en la construcción deun hogar para los dos. 3e dolió de"ar atr(s a mi amiga silvestristacienaguera, <uli Aanesa me había enseñado el verdaderosilvestrismo, el m(s humilde y el m(s alegre, si no hubiera sidopor ella y su espíritu incansable, "am(s hubiera conocido 0aiénaga 4rande.

&os di"imos 21asta pronto5.

A!i9s .at(ias $ue seas mu) ,eli#1 Te amo@1B !ensé tan prontoarrancó el autob+s.

< deshice mis pasos, el retorno $ue emocionante, en primer lugarporque abrigaba en mi coraón cada recuerdo, cada rostro y lasonrisa de cada uno de ellos estaba impresa en mi mente* y ensegundo lugar, porque en ese retorno, Bosé Borge se sentó con)ossana en el autob+s* y por $in esas dos almas, se di"eron lo quese tenían que decir. >raté de no espiarlos, pero los vi muy "untos,y mi amiga brillaba de $elicidad.

7l ba"arse )ossana en 7racataca, me abraó $uertemente yprometimos vernos en "unio. uando se despidió de Bosé Borge

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para mi sorpresa, él le dio un hermoso beso en los labios. /l amorde$initivamente se encontraba en aquellas tierras.

/n nuestro regreso pasamos por 8osconia y me doliópro$undamente no quedarme, deseaba de coraón ver a losmuchachos y sobre todo a Qatherine y Danielita.

- 7na te aseguro que est(n bien. Di"o Bosé Borge. 7unque unpoco tristes por no haber asistido a la dichosa $iesta dondecasi todos van presos. uando nos enteramos, reímoshasta m(s no poder, 4unter tiene una $orma peculiar decontar las cosas, y no les quedó m(s remedio que aceptarque tienen vidas reales con las cuales deben cumplir. 3eimagino que ya Qatherine sabr( lo del $ulano lanamiento yDaniela debe estar insu$rible. 6stedes las mu"eres tienenuna bonita $orma de complicar la vida, m(s all( de todopronóstico y de toda solución.

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pronóstico y de toda solución.

- De otro modo, sería muy aburrida la vida. Di"e sonriendo./stoy convencida que una silvestrista extrema comoQatherine buscar( la $orma de ir al valle en Bunio, pero

Danielita la tiene muy di$ícil.

- 7na ¿< 3athias !reguntó mi amigo ¿0o encontraste

- 'í, est( hermoso, lo vi un día en un sem($oro, casi memuero al verlo. /sta muy bien.

- ¿< 3e preguntó $runciendo el seño.

- #&ada% l esta bien y lo dem(s no tiene importancia. Di"ean"ando ese asunto. Aia"amos en silencio, cada quien enel mar de sus ilusiones y pensamientos.

B <8amos por esa Novena 0atalla= !ensé y apreté $uertementeel amuleto de Daniela.

B Este camino lle'a a su ,in" ese concierto es mi Mltima batalla1

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8ALLEDU6AR

!or la ventana del autob+s vi a Bosé Borge con su tra"e típico de

arhuaco, blanco como una nube, con su hermoso cabello largo alviento. 'e había ba"ado en la parada de !ueblo 8ello. 0evantandoligeramente nuestras manos nos di"imos adiós.

/n el horionte se podía ver 0a 'ierra &evada de 'anta 3arta,una hermosa cadena de montañas que abrigaban los secretosm(s antiguos de la tierra. 'eg+n los arhuacos, en esas montañasse encuentra el equilibrio del planeta, su principio y $in. @maginé

el pueblito de &abusimaNe en mi mente y sin saber por qué, enviéun beso en el viento, recordé a Qennel y recé por su descansoeterno.

é í (

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uarenta minutos después volvía a ver los $rondosos (rboles delvalle, pero ahora el sol había descendido a sus ho"as. Aalleduparestaba en lo que podemos denominar plena primavera, loscañahuates estaban $lorecidos, y sus ho"as eras amarillas, tan

hermosas como los rayos del sol. /ra una época en la cual estabaagradecida con la vida, por encontrarme a+n en aquellas tierras.@r al Aalle del acique 6par en abril, era estar bendecida por eldestino. /sa misteriosa $uera que me mantenía con los o"osabiertos de par en par, al mundo que había comenado con untrago ro"o, llamado 2Silvestrista5.

- #hinita% #hinita% 6n hombre gigantesco me esperaba en

el >erminal de Aalledupar, no podía ser otro que elcompadre de Bosé Borge, me lance a sus enormes braos, yle di un e$usivo beso en la me"illa. Bosé 0uís, en muy pocotiempo se convirtió en el me"or, alcahuete, que unsilvestrista pueda tener. >e conseguí donde quedarte, así nopagas hotel chinita, mi amiga se llama 3aría lara, y vivemuy cerca del río 4uatapurí, es un lugar sencillo, pero séque te va a gustar.

179

- #4racias Bosé 0uís% Di"e brind(ndole la m(s bonita de missonrisas.

- /l compadre m(s o menos me contó cómo te $ue por8osconia y iénaga, así que me imagino que ahora erespobre.

)eímos camino al nuevo hogar que compartiría. 3e alegró saberque había elegido a 3aria lara por ser silvestrista, con quienpodría pasar el estival de la 0eyenda Aallenata e inclusoquedarme para el lanamiento de 0a &ovena 8atalla. 0a casitaquedaba muy cerca del 4uatapurí, el rumor de sus aguas se podíaescuchar claramente. /star cerca del agua se había convertido

para mí, en una $uente inagotable de energía.

uando entramos en la casa, el volumen de un enormereproductor hacía vibrar las ventanas. @ndudablemente sonaba

ió d 'il t t d í

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una canción de 'ilvestre, una que me gusta en demasía, 23uchachita 8onita5, era como llegar al me"or lugar del mundo,donde te recibe, no solo la vo, sino la propia composición de tuídolo. 7l escucharla comencé a cantarla colocando mi maleta y

mochila en una silla, allí mismo me puse a danar alrededor deBosé 0uís. 3i amigo me observaba muerto de risa.

- 6stedes los silvestristas son un caso serio de locuramusical. Di"o ba"ando el volumen. #37)@7 07)7 7)7B?%en esta casa entra hasta el gato y nadie se da cuenta.#37)@7 07)7%

- !or qué le ba"as el volumen. '+bele. '+bele. 2Ha) tenemos$ue a!orarnos así" tenemos $ue a!orarnos m&s" tu tienes$ue ser para mí" a) no lo !u!es m&s5. antó 3aria lara. 7lverme me abraó. <a estaba acostumbrada al cariñoe$usivo del silvestrismo.

- 7na, niña que te he estado esperando, Bosé 0uís me di"oque llegabas en estos días, pero ya quería que estuvieras

aquí, alquilé habitaciones de la casa por el $estival, pero te

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guardé una muy especial, tiene una ventana que da a lacalle y por las noches vas a escuchar la vo del 4uatapurí.

/ra un lugar colorido, sencillo, pero impecable. 3aría lara erauna "oven de alegres expresiones, piel canela y cabellosondulados, en su mirada, el brillo silvestrista me daba latranquilidad de que seríamos excelentes amigas. /sa tarde meacosté temprano, estaba cansada por el via"e. /n la pequeñahabitación tenía todo lo necesario, incluso tenía incorporado unbaño pequeño que no se compartía con los dem(s huéspedes, porlo que, tuve por $in, un poco de privacidad.

7dormecida, escuché el rumor intenso de las aguas del 4uatapurí,

me sentí acunada por ese sonido y caí en un sueño pro$undo,hasta que con los primeros cantos de los gallos, me levantétotalmente renovada.

3aria lara estaba en la cocina preparando ca$é así que luego de

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3aria lara estaba en la cocina preparando ca$é, así que luego dealistarme, la acompañé y entre las dos hicimos el desayuno abase de arepa y huevos revueltos.

- /sta es la tortilla m(s grande que he hecho en toda mivida. Di"e al batir IR huevos, en un enorme taón.

- < $alta otra 7na, solo o$reco el desayuno a los huéspedes,ellos se las arreglan el resto del día.

- ¿< cu(ntas personas hay en la casa

- on nosotras dos, somos quince almas.

- #aramba% /s bastante gente. Di"e al ver cómo se extendíala enorme tortilla sobre el sartén.

- 7sí se pone el valle por el $estival.

/n una enorme mesa de madera en el patio de la casa, $uimossirviendo el desayuno, ca$é negro y ca$é con leche, y de

di$erentes habitaciones tan pequeñas como la mía, comenaron asalir visitantes que apremiaron sus desayunos para irse a recorrer

181

Aalledupar. onversé con algunos de ellos, varios de los cualesvisitaban por primera ve la ciudad. Desayunamos a la lu del solc(lido y la brisa $resca que ba"a de la montaña. )ecordé lasmañanas que había vivido, cuando 3athias estaba en mi vida. <sentí como una especie de golpecitos en el coraón.

!oco a poco el comedor $ue quedando vacío, así que el montón deplatos no $ue normal. 3ientras lavamos todo, 3aria lara, alegróla mañana con la m+sica de 'ilvestre a todo volumen.

- /s s(bado, los s(bados son buenos. omentó lara.

- ¿'í, para qué lo son !regunté animada.

- !ara bañarse en el río.

- ¿/n el 4uatapurí

#l 7 % 7 di i t b ñ t

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- #laro 7na% 7unque dicen que si te bañas en sus aguas, tequedas en Aalledupar. Di"o con los o"os como plato.

- #/xcelente% /ntonces busco una toalla y nos vamos al río.

/scuchar el rumor del agua, y ver la lu del sol entre las rocas, notiene comparación con meter tu cuerpo en aquel río, aunque muy$río, se compensa con ver la hermosa 'irena Dorada rodeada decañahuates $lorecidos, es una imagen que te de"a sin aliento.

!ermanecimos horas en el agua, al igual que muchas personas,algunos niños "ugaban alegres en sus orillas, otros preparan su

almuero, era increíble estar en medio de la ciudad como siestuviéramos retirados de todo, y sin embargo al cruar laavenida te encuentras con el universo moderno.

- 7na te quedas para el 0anamiento ¿Aerdad

- 'í, eso deseo hacer lara.

- #/xcelente% 1ay que planear muchas cosas, las vallas, lascamisas, incluso si nos ponemos de acuerdo con amigos,

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podemos hacer una especie de vigilia, la noche antes delconcierto.

De$initivamente Bosé 0uís no pudo conseguirme una cómpliceme"or. /xtrañaba a mis hermanas silvestristas m(s que a mi

madre, pero en este via"e a cada esquina encontraba una nuevahermana.

- /sta noche vamos al parque de 0a 0eyenda Aallenata, para quepuedas presenciar el $estival. 1oy te enamoras del valle.

Durante varios días atendimos a los huéspedes, y por las nochesasistíamos a las competencias de los acordeoneros, que de todas

partes venían buscando la corona del rey vallenato. 7sistir al$estival me enseñó un universo desconocido. 3elodías tristes, mellegaron al alma, así como las alegres, que bailé y aplaudí hastam(s no poder. /n algunas oportunidades y cuando el traba"o se lopermitía Bosé 0uís nos acompañaba y camin(bamos por la !laa

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permitía, Bosé 0uís nos acompañaba, y camin(bamos por la !laa7l$onso 0ópe en noches de estrellas. /s imposible no entendercómo esta tierra trae al mundo a poetas tan maravillosos, que sinduda siempre ser(n inmortales como el maestro 0eandro, alguien

a quien llevó en mi coraón aunque "am(s lo haya conocido, peroque no es necesario, ya que el río 4uatapurí y los (rboles deAalledupar, me susurraron, cómo era su alma.

6n lugar en donde descansan los restos de otro inmortal, que consus composiciones da a conocer en cada rincón del universo, queexiste una tierra tan hermosa como lo es Aalledupar, el maestro)a$ael /scalona, que como nunca quiso irse del valle, construyó

su casa en el aire. 6na hermosa casita en la cual habitar( hasta el$in de los tiempos, y a donde solo pueden, subir poetas ycantores de Aalledupar.

183

0ATALLAP

7bril voló y de la noche a la mañana, el mes de mayo

desapareció, conocí cada rincón del Aalle. 3e enamoré de suhistoria y sus poetas* de sus (rboles, y sus 3arías 3ulatas, avesde plumas negras y o"os amarillos, a los cuales llamo 2cuervos5 por su seme"ana a ellos.

on "unio llegó al valle una ola gigante de personas, quienesvenían de cada rincón de olombia, Aeneuela e incluso de otrospaíses, miles y miles de hombres, mu"eres y niños, que visten de

ro"o y bailan al son de la vo de un ídolo. 7 Aalledupar llegaron 2Los Silvestristas15 

'olo $altaba un día para el concierto, en todas las emisorasradiales sonaban las nuevas canciones de 'ilvestre, una m(s

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radiales sonaban las nuevas canciones de 'ilvestre, una m(semocionante que otra, con notas de acordeón increíbles. /l nuevoD estaba desde el día anterior a la venta, durante un buen ratohicimos $ila para poder comprar el nuestro. larita se negaba a

salir de casa, escuchando 0a &ovena 8atalla. /n todas partessonaban canciones como 20a Di$unta5, 20o a"eno se respeta5 y 20aiquitrilla5. /ra una locura, en los autobuses, en las tiendas, entaxis, en la calle, en las motos.

&o puedo explicar lo $eli que $ui, al caminar por Aalledupar enaquellos días, todo era alegría, todo era 'ilvestre Dangond./scuché mil veces 20oco !aranoico5, una canción que le regresaba

a mi alma todo lo que sentía por 3athias, estaba ansiosa porgritar esa canción en el !arque de la 0eyenda Aallenata=6asamos la vi!a pelean!o ) aman!o" tiran!o ) rescatan!onuestro amor al ,in" ,ui a !arte un besito ) me 'ritaste no" pero,ue inevitable el silencio lle'9" ) en un beso pro,un!o nuestroamor vol9" ) vol9 ) vol9 ) el mun!o estall9@

/namorada de cada canción, las memoricé una a una, y al

cantarlas su"etaba con $uera mi amuleto ro"o, pidiendo al destino

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mi +nico deseo. 6n beso. 3e a$erraba a esa idea huyendo de latristea que me causaba no estar con 3athias.

/sa tarde, esperaba con ansias locas un autob+s en particular,uno que venía desde iénaga. 6na a una me comí las uñas, Bosé

Borge me había llamado diciéndome, que sí vendrían al concierto,pero no quiso decirme ni cu(ntos, ni quiénes, así que, no sabía aquién esperaba en realidad. De un autob+s verde comenaron adescender muchos silvestristas, todos vestidos de ro"os y con lassonrisas m(s espectaculares del mundo, pero ninguno me eraconocido, hasta que de pronto. /scuché a mis espaldas, quealguien gritaba mi nombre.

- #7&7, 7&7 00/473?' 7&7% Qatherine vestidacompletamente de ro"o, movía los braos para que la viera.orrí con 3aria lara a su encuentro. 7bracé a mi hermanasilvestrista y las l(grimas empearon a $luir.

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- Qatherine, eres t+, que dicha. Di"e.

'in siquiera poder respirar, uno tras otro me abraaron y pronto

$uimos una masa enorme y ro"a de personas que nosabra(bamos $ormando una montonera. 0a 3uchis, abi(n, ?scar,4unter, <uli Aanesa, )ossana, Bosé Borge, 'te$any, 7lexis, y hasta7le"andro con su bandera ro"a, todos habían venido. uandoquise preguntar por la m(s chiquita de las silvestristas, ella ya seabraaba $uertemente a mí. Danielita, había logrado un permisoespecial de sus padres, ba"o el cuidado de Bosé Borge, así quedurante un buen rato nos abraamos, lloramos, reímos. !ero

permanecimos en el >erminal, alguien $altaba. <o entre tantasalegrías no sabía a ciencia cierta quién m(s llegaría.

1asta que vi sus o"os hermosos, QiNe llegaba en otro autob+s con&iurNa, y 3aría.

- 7hora si estamos completos. Di"o Qatherine abra(ndome.

/l niño vería a 'ilvestre, todos habíamos colaborado con algo dedinero para que lograran asistir al lanamiento. < por su parte

185

3aria lara, se negó a recibir huéspedes en su casita, para poderacoger esa noche a los silvestristas. 0a dicha llenó la casa, risas,cantos, gritos, bailes, todo era un "olgorio. 7 eso de las ocho de lanoche nos $uimos como una tropa a orillas del río 4uatapurí,liderados por la guitarra de abi(n, con vasos pl(sticos y velas,las encendimos y como en una vigilia comenamos a entonartodas las canciones de 'ilvestre, pronto se $ueron uniendosilvestristas de todas partes, cantamos, bailamos, brindamos.omo una hermandad nos prepar(bamos para el día siguiente,para el 0anamiento en el !arque de la 0eyenda Aallenata de 07&?A/&7 87>7007.

uando vi a Qatherin !orto en el 4uatapurí con $amiliares ymiembros del lub, sentí ganas de salir corriendo, en cualquiermomento vería a 3athias, algo que no soportaría. Aerlos a los doscomo en la $oto de la habitación de mi hermana silvestrista.

- #1ola 7na% 3e saludó muy animada. @ntenté mantener la

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#1ola 7na% 3e saludó muy animada. @ntenté mantener lacalma, mientras la saludaba, y todos los muchachos ledieron la bienvenida. 3e sentía mareada y apunto devomitar, los nervios que me causó pensar, en que, 3athiasestaba allí, eran insoportables. ¿7na te sientes bien!reguntó brind(ndome una hermosa sonrisa. 1ay alguienque desea verte 7na. 3athias est( el puente, ve a verlo.

- &o, no puedo. Di"e apunto de desmayarme. l es tu novio,yo respeto eso Qatherin.

- ¿;ué dices 7na 3athias es como mi hermano. 7hora

entiendo por qué no me visitaste m(s. reíste que éramosnovios.

- ¿3athias no es tu novio

- &o 7na, es uno de mis me"ores amigos. uando le di"e queestuviste en la casa, salió como loco a buscarte pero nuncaencontró a nadie en la casa de <uli Aanesa, te buscó

durante días pero no pudo dar contigo. /speramos que$ueras a visitarme alg+n día, pero tampoco ocurrió, hasta

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que <uli me contó que estarías aquí para el lanamiento. lha venido a verte. orre ve a buscarlo, est( en el puentetratando de encontrarte.

>odos los sentimientos se me atragantaron en el pecho, la abracé,

la besé en las me"illas, y salí corriendo en dirección al puente, esanoche miles de silvestristas estaban desbordados por las calles,$ue di$ícil llegar hasta el puente. 'in aguantar lo que sentía en elcoraón grité, grité muchas veces su nombre.

- #37>1@7'% #37>1@7'% #37>1@7'%

/ntre la multitud lo escuché claramente gritando mi nombre,

hasta que pude verlo. /ra 3athias, corrí a sus braos llorando dela $elicidad, no era novio de mi hermana silvestrista, durantemeses estuve su$riendo sin ninguna raón. &os abraamos comolos hermanos que no éramos, nos extrañ(bamos el uno al otro,nos necesit(bamos, y sin decir nada, nos besamos

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completamente enamorados, en un mar ro"o de gente. 6n mar'ilvestrista.

0a $elicidad llega a nuestra vida cuando menos la buscamos, talcual como me había dicho 0a &ana en 0a iénaga 4rande 2la vi!aes muc(o m&s simple !e lo $ue crees" sin buscar" encontrar&s15 

< sin esperar nada del destino, él me devolvió al hombre queamaba, mis hermanos silvestristas estaban dichosos de conocerpor $in al 3athias de 7na, lo recibieron con el abrao decostumbre como si $uéramos "ugadores de $+tbol americano, unos

encima de otros./sa noche 3artín, el hermano gemelo de 3athias se nos unió a lacelebración y no solo yo encontré el amor, Qatherine misilvestrista delictiva, "am(s volvió a ale"arse del lado de 3artín,ambos se enamoraron. reo que $ue amor a primera vista. Bam(spensé que Qatherine y yo nos pareciéramos tanto, no solo éramosahora silvestristas extremas, sino que, el rostro de nuestro amor

era el mismo, tanto en el amor real, como el amor imaginario.

187

- 7na, no sabes cuanto te he buscado. Di"o 3athias cuando nosquedamos por $in solos al amanecer. >odos en la casa dormían, ysolo nosotros a+n nos resistíamos a descansar.

- <o creí que te buscaba también, pero me perdí en mi b+squeda

y cuando vi tu $oto en el cuarto de Qatherin !orto, pensé quehabía llegado muy tarde.

- 7hora entiendo tu mirada vacía, el día que nos vimos en lascalles de iénaga. 7 Qatherin la amo con toda mi alma, perocomo a una hermana.

- 0o sé, pero entiéndeme, ella es hermosa, pensé, pensé. < él

silenció mis palabras, con un beso.Aamos 7na ya amanece, debes dormir mañana es tu novenabatalla.

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SI SE 8A A /AER EL 6AR>UE

7  las nueve de la mañana del día del concierto 0a &ovena

8atalla, los silvestristas, corrían de un lado para el otro en la casade 3aría lara, unos desayunaban, otros intentaban vestirse, losm(s reagados apenas se estaban bañando. 0os observabaatentamente desde la mesita de la cocina, sorbiendo una enormetaa de ca$é negro.

- #73@'7' )?B7'% 4ritó Qatherine desde la cocina.

- #0@'>7'% respondió )ossana desde la sala. 1acían unainterminable lista de todo lo que llevaríamos en las mochilas.

- #4?))7' )?B7'%

- #0@'>7'%

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- #80?;6/7D?) '?07)%

- #0@'>?%- #7467 3@&/)70%

- #0@'>7%

- !7&7)>7 D/0 068

- &? /'>L, ¿;6@& 07 >@/&/ !reguntó a gritos )ossana y pasó

por la cocina en dirección al patio.

7l parecer la pancarta se había extraviado la noche anteriordurante la vigilia, )ossana y Qatherine la buscaban como locas.

- #>/&/3?' 07 87&D/)7 D/ 70/B7&D)?% 4ritó Qatherine.

- /sa sirve. 3urmuré tomando el vital líquido.

189

- #8uenos días, bonita% < sus o"os iluminaron mi vida.3athias me dio un dulce beso en los labios. < se sentó enun taburete para desayunar. /ra m(gico poder verlo por $incomo si "am(s nos hubiéramos separado.

- ¿/st(s lista !reguntó.

- >otalmente lista. 7seguré sirviéndole una taa de ca$é. ¿<t+

- !ues tengo las entradas a mano y ya me vestí de ro"o, así que solo espero por ustedes. ¿Aamos a la caravana

- #&?% &@ '/ 0/' ?6))7. 4ritó 4unter desde su habitación.- !odrían de"ar de gritar. Di"o 7le"andro entrando a la cocina.

4unter tiene raón, debemos irnos directo a las puertas delparque. >engo entendido, que así, es m(s $(cil entrar deprimeros y estar en las barandas cerca de la tarima.

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- 'í, es lo me"or, cuando todos estén listo nos vamos al!arque de una ve. Di"o 3athias.

- ¿7lguien me puede decir por qué hay tantos gritos!reguntó desde el umbral de la puerta Bosé Borge.

- )ossana y Qatherine est(n buscando su pancartasilvestrista. )espondió 3athias.

0a $elicidad que se respiraba era increíble, est(bamos

emocionados por el lanamiento del nuevo D, enamorados,dichosos. 2"o cono>co %na !oc%ra )as #er)osa? 8%e !a de ser %n si!+estrista@ . !ensé.

- #/0 ;6/ '/ ;6/DZ, '/ ;6/DZ% 4ritaba 3aria lara.

7 la una de la tarde, comenamos a reunirnos $uera de la casa,para ir caminando hasta el parque de la 0eyenda Aallenata.

- #/0 ;6/ '/ ;6/DZ '/ ;6/DZ%

19

uando comprobamos que est(bamos todos a$uera, 3aria laracerró la casa, y como toda una tropa, nos dirigimos al parque./$ectivamente $uimos los primeros en llegar, y en una hermosa$ila india, mis amados silvestristas y yo, nos preparamos aesperar. !oco a poco se $ueron acercando silvestristas que al igualque nosotros habían decidido por hacer $ila, en lugar de asistir ala acostumbrada caravana que 'ilvestre realia cada lanamiento,y a la cual, asiste el pueblo entero.

- /n una batalla las estrategias son indispensables. &osexplicaba 4unter. De irnos a la caravana corremos el riesgohasta de quedar $uera del concierto.

- #'/[?), '@ '/[?)% 4ritamos todos.

- /l que se mueva, queda excluido de la tropa, aguanten solque a eso vinimos.

- #'/[?), '@ '/[?)% 4ritamos hasta destornillarnos de la

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,risa.

7unque el medio día en Aalledupar es inclemente, los silvestristasdesarrollamos algo en nuestro interior que nos permite resistir,hasta las condiciones clim(ticas m(s extremas. &i idea teníamosde lo que nos esperaba al atardecer. antamos, reímos,merendamos en plena calle, unas veces de pie, otras,desparramados por el suelo. uando est(s al lado de tushermanos silvestristas, el tiempo parece anularse.

7l atardecer llegaron dos cosas, una era la marea ro"a que habíaacompañado a 'ilvestre en la caravana, y con ella comenó allover.

@ncreíblemente, llovió como si el cielo $uera a desplomarse.

- #&7D@/ '/ 36/A/% 4ritaban unos a otros.

uando las puertas del parque de 0a 0eyenda Aallenata se

abrieron, entramos ordenadamente en nuestra $ila. 7l pasar laspesquisas comenó la competencia.

191

- #7 ?))/)% 4rité emocionada. 3athias tomó mi mano ycorrimos "untos ba"o la lluvia como los niños que "am(sde"amos de ser.

Qatherine, )ossana y <uli $ueron las m(s r(pidas, así que llegaron

primero a las barandas, todos los dem(s llegamos seguidamentey también alcanamos a estar de primeros. 7 mí alrededorencontré caras conocidas, abracé a 0orayne y brincamos llenas dealegría por estar "untas de nuevo, saludé a 'ergio quien bailabam(s $eli que nunca. 0e lancé un beso a 1ern(n 4il, un gransilvestrista de 3edellín al cual conocía por redes sociales. QiNellegó corriendo con su mama y su hermanita y se a$erró a unabaranda. 7le"andro y su bandera de la ienaga 4rande, ondeabaal $ero viento. 0a 3uchis enamorada de abi(n y los doscompletamente $elices. Danielita lloraba de la emoción. 3artín yQatherine bailaban al son de las canciones de 'ilvestre queretumbaban, una y otra ve en todo el parque. Ai a )ossanaabraada a Bosé Borge. 4unter, ?scar, 'te$any, 3aria lara, 7lexis

7l " d b b l di t di t

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y 7le"andro comenaron a beber el aguardiente correspondienteal lanamiento, y con el debido brindis. @nnumerables $rases ydichos de silvestre eran invocados por mis hermanos silvestristas,esa noche no tomamos 'ilvestristas, el trago ro"o había quedadodestinado para después del concierto, ya que 3athias y 7lexis, sehabían negado en revelar lo que se necesitaba para prepararlo, ynecesitaban privacidad para realiarlo, adem(s que como eslógico, no nos hubieran de"ado prenderle $uego a las bebidasdentro del parque.

- #7&7% #7&7% 6na muchacha rubia gritaba al otro lado dedonde nos encontr(bamos. 7l acercarse cu(l sería misorpresa al reconocerla.

- #73!7)?% #73!7)?% /res t+, no puedo creerlo. 3i amigade Aeneuela, una de las muchachas del club de tres sehacía presente en el lanamiento. 0a abracé no sé cuantotiempo.

0a lluvia no cesaba, al contrario $ue en aumento, y la gente iballenando el parque, que en pocas horas estaba a no m(s poder y

192

completamente de ro"o silvestrista. /st(bamos algo preocupadoscuando empearon los truenos y rel(mpagos, ya que si seguíaempeorando la tormenta, lógicamente el concierto no se daría.

on el $río que estaba haciendo, metí mis manos a los bolsillos

del pantalón, y encontré algo que había olvidado al ver a 3athiasen el puente de la 'irena Dorada. 2El amuleto" mi !eseo@1

6n $uerte dilema se me presentó en el alma, a mi lado estaba elhombre que amaba, 3athias bailaba soportando la lluvia, contraviento y marea. !ero al ver el amuleto ro"o, y sus o"itos debotones, recordé mi sueño. /l que me mantuvo $irme y me dio las$ueras de seguir adelante. 2El beso@1

ómo explicarle a tu novio, lo que sientes por 'ilvestre, cómohacerle entender que en tu alma existe un lugar inaccesible, en elcual est( tu artista, tu ídolo. ómo hacer entender que si deseasun beso, con toda tu alma, es como $an, y que ese deseo, nopuede ser visto como una traición. &o, no es $(cil explicarlo, por

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p , p , peso callamos y pre$erimos no decirlo.

Deseo un beso !eseo un beso !ensé una y otra ve. <a entrada la noche, de"ó de llover y el cielo por $in se despe"ó.

/n la tarima comenó nuevamente la preparación de lapresentación.

#'@0A/'>)/% #'@0A/'>)/%

#'@0A/'>)/% #'@0A/'>)/% 4rit(bamos todos.< bailando secamos nuestras ropas. 0a eu$oria silvestrista en elparque de 0a 0eyenda Aallenata, es casi indescriptible einexplicable. /sa noche de "unio mi coraón se detuvo cuandosalió mi ídolo desde deba"o de la tarima, entre el humo de laexplosión de $uegos arti$iciales.

,I ,/ ;$ $ C$/R /L $R/A/ ,/ C$I$1 Aino a mi mente suvo, por recuerdos clavados en mi alma silvestrista. 

193

EL IDOLO SIL8ESTRE DAN4OND

4ritos, l(grimas, risas. ramos una masa gigante de seres

humanos, completamente $elices, sin importar la lluvia, ni elcansancio, todos est(bamos allí para 'ilvestre, y él entregandotodo de sí mismo, bailaba como nunca.

Después de varios años de muchos es$ueros y sacri$icios, el ídolohabía adelgaado y vestía de una $orma muy distinta a la de dieaños atr(s, pero su alma estaba intacta, solamente que ahorapodía brincar m(s alto.

/st(bamos tan cerca de él, que los gritos de mis amigas casi mede"an sorda, no podía culparlas por desbocarse de aquellamanera, eran incontables los sacri$icios que habían tenido quehacer para poder asistir al concierto. uando 'ilvestre interpretó0a iquitrilla, en realidad pensé que el parque de 0a 0eyenda

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Aallenata, se nos caería encima, y bailé tan desen$renadamenteque 3athias estaba asombrado de ver cu(nto había cambiado.

QiNe lloraba al ver a su ídolo, &iurNa lloraba por ver a su hi"o $eli,cumpliendo un sueño. Bosé Borge enamorado de )ossana, era $elide ver que ella lo era. Qatherine, 'te$any y 0a 3uchis no hacíanm(s que llorar. 7le"andro bailaba y movía la bandera ro"a como siestuviera en la ciénaga y le hiciera señas a 'ilvestre como si seacercara en una piragua. >odos est(bamos dichosos, losmuchachos brindaban, las muchachas gritaban. < allí de pié

recibiendo miles y miles de aclamaciones, nuestro ídolo 'ilvestreDangond, se acercó al baranda"e, lanó besos, extendió lasmanos saludando a sus silvestristas del alma. < por un instantenuestras miradas de cruaron, sus increíbles o"os amarillosbrillaron intensamente, y me lanó un hermoso beso, pude vercómo sus labios murmuraron mi nombre <Ana= 

/stos eran nuestros lugares, él en la tarima haciendo $eli a los

silvestristas, y yo entre la multitud como $an, d(ndole mi apoyo y

194

mi cariño, incondicionalmente, sin esperar nada a cambio, siendo$eli, tan solo por el hecho de verlo triun$ar como artista.

uando )olando ?choa estremeció a la multitud con su acordeón, 20o a"eno se respeta5 $ue la canción que m(s emoción causó a los

silvestristas, y es que, no solo se trató de 'ilvestre, para sorpresanuestra, cuando sonó el denominado pase del 3onaco, salió aescenario un niño pequeño, de cabellos rubios quién bailó a supropio estilo y todos coreamos 2.onaco" .onaco" el pase !el .onaco5. /l niño abraó a su pap(. 7sí es, uno de los tres hi"os denuestro artista, había bailado para todos, y cuando 'ilvestre searrodilló para abraarlo, no pudo detener el llanto. >odosgrit(bamos emocionados. /l pequeño tomó el micró$ono y se

dirigió a todos los presentes. 2DZ&D/ /'>7& 0?''@0A/'>)@'>7'5 4ritó, y como una horda enardecida gritamosllenos de emoción. 'ilvestre y su pequeño bailaron para nosotrosde una $orma muy especial. uando vi los o"os de QiNe, y laemoción de ver al 3onaco en tarima, entendí que ahora no era elsilvestrismo +nicamente lo que existiría en su vida sino que

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silvestrismo +nicamente lo que existiría en su vida, sino quesurgía un nuevo movimiento 2/l monaquismo.5 'olo Dios sabr( ladinastía que nos depara el $uturo, pero sea cual sea, seremos$elices porque el sentimiento que nos une, augura un mañana.

/n el concierto un "oven delgado de sonrisa brillante se acercó yme mostró una $oto hermosísima del momento en que el 3onacoabraó a su pap(. &unca alguien había sido tan amable en losconciertos de 'ilvestre, luego de varias canciones, entendía queaquel "oven era el $otógra$o de 'ilvestre, un ser maravilloso, queno solo nos tomó $otos, sino que estaba pendiente de todosnosotros y nos mostraba su c(mara para que viéramos de cerca anuestro Hdolo. 1abía leído sobre él, en redes sociales siemprecoloca 2!eres arrana5, que son sus apellidos. uando volvió aacercarse, lo abracé y le di un beso gigantesco en la me"illa, miabrao $ue correspondido, y no me sorprendió ver en sus o"os lachispa silvestrista, esa que llevamos por dentro y que nos de$ine,un brillo intenso que llevamos como bandera, y que no tenemos

ni idea cuando $ue encendido, pero que est( allí. 'entí en cadauno de sus gestos, la $raternidad y el cariño de alguien muy

195

especial en mi vida, aunque sólo nos hayamos visto por pocashoras.

uando ya estaba terminando el concierto, mi coraón se aceleróde $orma inexplicable.

- 3athias necesito hacer algo, o por lo menos intentarlo.Di"e.

- ¿7na, qué pasa

- ;uiero ver a 'ilvestre, voy a intentar colarme entre lasestructuras que dan a los camerinos.

'us o"os me vieron con el pro$undo amor de siempre, él sabíaque era imposible detenerme.

- >e esperaré a la salida del concierto, ten cuidado, si teagarran, trata de soltarte y solo corre.

0 b é $ t t i t i i í b il d

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0o abracé $uertemente, mientras mis amigas seguían bailando, yme meclé entre la multitud. )ecordé cómo había logrado avanar

en el concierto en Aeneuela, y sin m(s me agaché y comencé agatear. 7l llegar a un extremo del parque solo se interponíanalgunas vallas y personas, entre 'ilvestre y yo. Debía darmeprisa, el concierto del ídolo 'ilvestre Dangond, había $inaliado.

/A6ITULO ES6E/IAL IIP

196

'alté vallas, empu"é personas, corrí huyendo de escoltas, ypersonal de seguridad, quienes evitaban que las muchachassilvestristas del concierto, hicieran lo que yo, estaba a apunto dehacer. Aivir intensamente ser $an de un ídolo.

3ientras corría por un largo y oscuro pasillo, pensé en misamigos, recordando sus sonrisas, sentía que ellos estabanconmigo en esta locura. 7preté $uertemente el amuleto deDanielita que llevaba en la mano derecha y seguí corriendo,rogando a Dios que 'ilvestre a+n estuviera en las instalacionesdel parque.

7sustada, comencé a llorar sin control, cuando llegó a misrecuerdos la canción de 0a 3uchis, la canción de 3ariana Aega,que una noche de con$idencias dedicamos a nuestro ídolo.

)ecordé la primera ve que vi la sonrisa de 3athias, la mismanoche que vi por primera ve la imagen de 'ilvestre en un video.

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#70>?%

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4ritó alguien, orden(ndome que me detuviera. 6nas enormes y$uertes manos me su"etaron y casi caemos al suelo. 6sando todasmis $ueras me solté de mi captor.

De pronto unas luces al $inal del pasillo, me dieron esperanas.B .e si'uen" me est&n si'uien!o1 No Dios" por ,avor no" por ,avor no1

hoqué con alguien que se atravesó en mi camino. aímosirremediablemente al suelo de $orma estrepitosa, rodando hastaquedar encima de aquel hombre.

197

- Disc+lpeme señor, lo siento, perdóneme, perdóneme.hillé con los o"os cerrados. Es inMtil me (an atrapa!o1!ensé completamente rendida.

- ¿7na !or Dios me has asustado.

7l oír su vo, mi coraón se detuvo. 7brí mis o"os lentamente, élme miraba sorprendido de haberlo derribado.

'us o"os amarillos, los había alcanado.

6nos enormes braos me alaron al aire, quit(ndome de encimade 'ilvestre.

- &o, no, no, no por $avor, suélteme, tengo que hablar con él,suélteme, suélteme. Di"e llorando.

- Dé"ala en pa, yo la conoco. <o me hago cargo. >odo est(bien. Di"o 'ilvestre levant(ndose y limpi(ndose la ropallena de polvo.

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@nmediatamente el hombre que me cargaba, me concedió la

libertad.- ¿!or qué lloras bonita !reguntó 'ilvestre.

- &ecesitoC yo necesito, yo, yo.

&o podía hablar, me hacía $alta oxigeno. < las l(grimas no mede"aban ver. @ntenté secarlas y seguía llorando, era como si $uerauna niña a la que le rompió su +nica muñeca.

- Dé"ennos solos muchachos. Di"o y los hombres gigantes seale"aron.

- ¿;ué pasa 7na !rometiste ser m(s cuidadosa y esto no esprecisamente lo que tenía en mente. Di"o.

&o pude hablar, no hallé palabras para decir que lo amaba.

198

- ¿;ué pasa 7na &o llores por $avor, no me gusta vertellorar, así no se ven tus bonitos o"os negros. ¿;ué puedohacer por ti !reguntó cambiando el semblante.

De"é que mis o"os hablaran por mí, tratando de controlarme y

respirando como si $uera la primera ve que lograra hacerlo en lavida.

< me miró, como "am(s nadie podr( hacerlo. 'entí que élentendía lo que me pasaba, aceptando calladamente misproblemas, sueños e ilusiones de $an.

'u sonrisa se llenó de lu, iluminando nuestras almas y sin

necesidad de decir nada, se me acercó muy despacio. on mismanos toqué su pecho y sentí su aliento. /l tiempo se detuvo, elplaneta ya no giró, no hubo sonido. 'olo éramos él y yo.

erré mis o"os, de donde brotaron dos lagrimas enormes.

2 3l me bes91

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>otalmente enamorada del ser humano que era 'ilvestre, lo

abrace y sin tiempo ni espacio, nos besamos. &o era un sueño, noestaba muriendo. 0o estaba besando.

199

SIL8ESTRIS.O DEL AL.A

3i cuerpo temblaba entre sus braos, no puedo decir cu(nto

duró el m(gico beso, solo sé que $ue el instante m(s grande demi vida. >odo tuvo sentido y raón. omprendí la $uera de ladeterminación, esa energía que te declara la guerra y dice que,no hay nada que no puedas hacer realidad, si te "uegas el coraónen el intento.

0uego de sentir sus dulces labios, me quedé observando surostro, esos hermosos o"os amarillos, cansados de años de

traba"o y sacri$icio, mi ídolo era humano, muy humano. <a nohubo nervios, solo el instante del placer de un beso. 7mbossonreímos por lo que habíamos hecho, como cómplices de unatravesura sagrada.

#70>?%

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#70>?%

#70>?%

De pronto, todo $ue con$usión, los escoltas trataban de contener acientos de silvestristas que habían pasado por encima de laseguridad del evento. 6n dolor me oprimió el pecho, era elmomento de decir adiós. !ero no pude despedirme, alguien de supersonal, se lo llevó inmediatamente. 'ilvestre apenas si miróatr(s, todavía con$undido por los gritos de los $ans.

uando la horda de hermanos silvestristas pasó por mi lado, nopude m(s sostenerme en pie, así que muy pegada a la pared $ríadel parque 0a 0eyenda Aallenata, me acurruqué, sent(ndome enel suelo y abraando mis piernas.

&os habíamos besado, no había sido un sueño. on los dedos metoqué la boca, sintiendo a+n el calido beso de quien no era mío,

pero a quien pertenecía en la totalidad de mí ser. 'entí ganas de

2

salir corriendo, quise gritar, quise reír. !ero vi en mis manos elamuleto y en realidad, me puse a llorar.

- #7&7% A73?' !L)7>/. Qatherine me había encontradoentre la multitud. 3e sonreía con esa mirada que sólo un

verdadero silvestrista podía brindar.- A73?' 7&7, 36A/>/. 'e lo llevan al aeropuerto, a+n

podemos despedirnos de él.

&o tuve valor para contarle a mi gran amiga mi acto de traición,no quise lastimar sus ilusiones, ni alardear del beso m(smaravilloso de mi vida. Decidí callar hasta hoy, y si alguna ve mi

gran amiga llega a leer estas p(ginas, espero que no me "uguepor haber guardado silencio.

3e levanté, tomé su mano y salimos corriendo, a la entrada delparque nos esperaba la camioneta de <uli. asi no logro entrar*en ella, estaban adem(s )ossana, Bosé Borge, 0a 3uchis, ?scar,4unter, 'te$any, Danielita, 7mparo, abi(n, y 3athias, unos sobrel i d d di i i l

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las piernas de otros, todos nos dirigimos al aeropuerto.

Ai a 3athias, no tenía la $uera de decirle nada, y nada di"e.

- 7!V)7>/ <60@. 4ritó Qatherine. /st( con$irmado 'ilvestresale en el próximo vuelo a 8ogot(, y de allí se va a 3iami.#orre% #orre%

- (llate, c(llate, que me haces temblar y así no puedo.

!ara rela"arse mi querida <uli colocó 2/0 1@>5, a todo volumen yr(pidos y $uriosos $ue incomparable con la camioneta silvestrista./n pocos minutos est(bamos en el aeropuerto. 'alimos corriendoy para colmo de males, todo el mundo se había enterado que'ilvestre se iba de Aalledupar en el siguiente vuelo, nosmeclamos entre la multitud.

- Dé"enme pasar, por $avor, permiso. Disculpe #;uítese% Di"e

una y otra ve. < no sé cuantas cosas m(s decían los

21

muchachos tratando de pasar al $rente de la multitud.4ritaban, todos gritaban.

'ilvestre se despedía de sus $an, desde un salón del aeropuerto através de un enorme cristal, cuando logré llegar hasta la pared de

vidrio, pegué mis manos y lo miré con todo el amor que mequemaba por él. 'ilvestre me vio y se acercó. >odas las chicasgritaban su nombre. 3e miró a los o"os y vi tristea en su mirada,$ue como entender que ésta era la vida real, él era el artistaasediado por el p+blico que lo amaba, por su 2,IL;/,RI,&O/L $L&$5 y yo estaba del otro lado del cristal, como la $an queera. 3uy despacio, se llevó los dedos a su boca, tocó sus labioscomo recordando nuestro beso. 'onrió sin de"ar de verme a los

o"os. >ocó el cristal y yo hice lo mismo. /n ese micro momentonos di"imos adiós.

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22

 ANA

;ue di$ícil es escribir esta p(gina. 3i nombre es 7na y soy

'ilvestrista, durante años huí de las tristeas y me re$ugié en unmovimiento musical. 1e sido una $an totalmente entregada a unsueño. 1e llenado mi vida de alegría, m+sica y amor.

7ntes de cerrar este diario en el cual he descrito el sentimientom(s puro de un $an por su artista, no puedo de"ar de decir, que 2/l 'ilvestrismo5 me curó heridas que "am(s pensé que sanarían./ncontré en mi camino a muchas personas como yo, que con su

particular alegría, llenaron mi vida de instantes que ser(neternos. 3(s que amigos, hice hermanas y hermanos, que a+nhoy cuidan de mí y yo de ellos.

)egresé a Aeneuela, llevo una vida si se quiere, un poco m(stranquila, de"é de buscar respuestas, porque ellas llegan con losaños, mientras termino esta p(gina, unos o"os pardos me miran

l l d d l l 3 hi (

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con el amor que solo puede darte, tu alma gemela, 3athias est( a

mi lado viéndome escribir.Di"imos adiós a nuestros grandes hermanos silvestristas, y concierta regularidad, conversamos por telé$ono o por lasmaravillosas redes sociales. Desde Aeneuela 3athias y yoenviamos un hermoso acordeón ro"o a iénaga, el cual <uliAanesa entregó al niño de o"os de caramelo, y por lo que me hancontado, no hay un pequeño que toque el acordeón con tanto

sentimiento como él, a las orillas del 3ar aribe.3e han contado que )ossana encontró el camino a &abusimaNe,entregó su amor a Bosé Borge y habita en esa tierra m(gica,donde es la m(s $eli de todas las mu"eres. 3artín permanece allado de Qatherine y cuida de ella con un $ervor +nico, mi granamiga ha pasado por la perdida de su padre, y el silvestrismo a+ncura ese enorme agu"ero en su coraón. 'é que 'ilvestre la

ayudar( con sus canciones a encontrarle sentido a la muerte de

23

los seres queridos, porque eso precisamente hio conmigo y mí amada >eresa, y eso a+n lo hace con la muerte de mi padre.

7lguna ve me contaron que 0a &ana ahora $orma parte de lasalmas de 0a iénaga 4rande, yo la recuerdo en su casita de

pala$itos contemplando el atardecer, y sus pro$undos o"os grises,ella habitar( en mi memoria hasta el día en que deba ir a suencuentro.

&uestro amado negrito de ienaga, 7le"andro, a+n sigue tocandola $lauta a orillas del pantano, y me imagino que "am(s esabandera ro"a de"ar( de ondear al comp(s del viento.

Danielita estudia mucho, porque desea ser una mu"er hecha yderecha no solo para su $amilia, sino para sus amigos. 1aprometido visitarme alg+n día. 'te$any se enamoró de 4unter yahora, mi amigo incorregible vive en 0a ienaga, cerca de 0a3uchis y abi(n, quienes tienen una hermosa niña llamada 7naabiana.

)ecordar sus rostros su cariño me hace un nudo en la garganta

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)ecordar sus rostros, su cariño, me hace un nudo en la garganta, "am(s nadie ha podido estar m(s en deuda con la vida, que yo.De ?scar dicen que est( traba"ando en 8ogot(, así que es dequien menos sé, pero estoy convencida, que allí est( luchandopor sus sueños, $rotando su $rente cuando esta preocupado,tratando de encontrar las ideas que lo lleven a ser un hombreme"or.

7+n cuando vivimos en la misma ciudad, veo muy poco a )aquelo a 7mparo, tienen vidas reales, pero sé que no de"an de lucharpor el silvestrismo, día tras día. 0as llevo en mi coraón y sé queen un $uturo no muy le"ano, alguna aventura espera por nosotras.

Bosé 0uís por $in le declaró su amor a 3aria lara, y por lasnoches en Aalledupar, no hay una casa con m(s esc(ndalo queesa, donde la alegría se desborda, los vecinos no se que"anporque siempre suena 2Aallenato5.

24

< 'ilvestre, de él siempre tengo noticias gracias al >Uitter o elacebooN, dos maravillas de nuestra era en las redes sociales.0ucha todos los días de su vida por expandir el 'ilvestrismo, hacomenado a conquistar varias ciudades de /uropa y países de0atinoamérica.

0o imagino meciéndose en una hamaca, soñando, siempresoñando, con sus brillantes o"os amarillos y su vo de mago, consu guitarra en la mano y escribiendo canciones de amor, siemprede amorC porque &ació en 6rumita, un pueblito en olombia,tierras en donde estoy convencida que nacen los poetas y los

inmortales.

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0ue el 1nal de mi diario! sea apenas el inicio del tu$o! 'ue el silvestrismoencuentre en ti! al m2s (rande de todos

los &ans de Silvestre Dan(ond)

,on amor Ana)

34*54*6537)*

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/BLOO

Querido 'ilvestre, estoy en $rente de tu casa, las manos me

tiemblan y no sé si recibas lo que de"aré deba"o de tu puerta. /neste diario est(n contenidos los sentimientos de algunos de tussilvestristas, he tratado de ayudarme con la imaginación y solo t+puedes descubrir, qué es cierto y qué es $antasía. &o tengopalabras para agradecerte todo lo que has hecho por mí* portodos nosotros, tu alegría llena de lu, hasta los momentos m(soscuros.

1e querido que el tiempo no borre los sentimientos, sueñosilusiones, ni sensaciones que hemos pasado a tu lado, desde elotro extremo del escenario como $an, quiero con mi alma entera,darte las gracias por cada uno de tus es$ueros. /spero quealg+n día, cuando tus hi"os sean ya hombres grandes, puedanleer en estas p(ginas, lo maravilloso que $ue su padre paramillones y millones de personas, que con su vo y cada uno desus bailes hio un mundo me"or para 20os 'ilvestristas5

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sus bailes, hio un mundo me"or para 0os 'ilvestristas .

Tus o8os iluminar2n mi vida eternamente)

,on todo el amor de mi alma

Ana.

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+IRMAS DEL DIARIO

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“*marte se volvió en más que una obsesión, un cari0o, unsentimiento verdadero. %res la ilusión de mi vida, eres el

/ombre más maravilloso del mundo, alguien a quien tal ve1,nunca tenga, a quien tal ve1 nunca bese, pero en mis

sue0os te tengo, en mis sue0os te beso, en mis sue0os eresmío. %n tus canciones estoy yo por todas partes, aunque no

lo quieras, aunque no sea tu intención. &2 e3istes en mivida, porque yo e3isto en la tuya”.4

Tu &an Silvestrista

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Tu &an Silvestrista)*

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OS$ALES RO(AS

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MARLYN BECERRA BERDUGO

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“Si alg2n día me pierdo, te enviaré una libélula roa, ella teense0ará el camino /asta mi alma.”

212

 (,lia.-

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5edico estas páginas a todos los que llevan la bandera roa delsilvestrismo en su cora1ón.4

6arlyn 7ecerra 7erdugo.4

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O,$L RO$

 I A quién logre llegar

/ste mensa"e no tiene destinatario, ni dirección* incluso no estoyseguro de que alguna ve pueda enviarlo. 3e es urgenteescribirlo, porque la soledad y el encierro son dos amigos a lascuales les escondo mis verdaderas intenciones.

&o daré detalles del lugar donde me encuentro, no daré motivospara que quieras venir a buscarme. /s urgente que te exprese ensecreto lo que nadie m(s puede entender. 0a historia "am(sre$rendar( mi nombre, pero te aseguro, que nunca seré olvidado.

)ecuerdo que era el mes de abril, cuando recibí mi primerapostal, una mu"er muy "oven, con dos pequeños que alimentar,me decía en su misiva, que hio todo lo que estuvo a su alcance

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por un sueño, y que* sin embargo, los escasos recursos y eltraba"o de domestica la habían con$inado a solo poder ver en lapantalla de un televisor, su gran sueño. ¿;ué ser( un televisor&o puedo recordarlo.

'u historia me resultó interesante, por eso leí la carta ad"unta ala postal. 0a letra de la "oven era casi al aire, por lo que entendí que, había escrito apresuradamente las palabras. 0o curioso de la

postal y la carta en si, es que la tinta con la que $ueron escritas,era ro"a. )egularmente las personas me escriben en tinta aul onegra, pero "am(s en ro"o. &o entendía cu(l era su inconveniente,y hasta me pareció absurdo, que hubiera pedido dinero prestadoen su traba"o por lo que llamaba 2el concierto de su vida5. &oobstante, me de"ó un sabor amargo en la boca, cuando mecon$esó que no pudo asistir a donde anhelaba ir, porque suhermano menor en$ermó y el dinero se necesitó para el pequeño.

214

De cada tres $rases, dos eran lamentaciones, por lo quecomprendí, que realmente estaba a$ectada por su sueñoirrealiable.

0a madre soltera, repetía constantemente un nombre, una

persona sobre la cual "am(s había leído. reo recordar quediecisiete veces escribió 2,i!+estre5, apenas en dos pequeñasp(ginas. /n mi encierro agradecía tener noticias del mundo,aunque se tratara de un nombre desconocido, los sentimientos dela muchacha me hicieron compañía durante muchas horas.

)eleí sus lamentaciones, y descubrí al $inal de su carta un acentode esperana. irmó su postal con el nombre de María

Contreras Vergara. 'ucre - olombia./stando incomunicado, y solo queriendo recibir las postales que abien quisieran enviar, en ese entonces, quise analiar por qué3aría estaba tan triste al no ir a un concierto. 0os artistasciertamente pueden enardecer a una multitud, existen las m(sincontables historias de $an(ticos que han de"ado su huella en lahistoria universal. 1ay personas que gastan $ortunas comocoleccionistas de un pintor, o un escritor, lo cual me parece

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coleccionistas de un pintor, o un escritor, lo cual me parecenormal, yo hice lo imposible por conseguir una gema de 0aliquealguna ve, pero el hecho de que una mu"er, que tiene laresponsabilidad día a día de luchar por un mundo me"or para sushi"os, cómo puede entonces verse relacionada con un cantante.reo que tal ve la "oven, encuentra en la m+sica de esa persona,algo que no encontró ni encuentra, en alguna otra parte, de locontrario no tendría sentido su nostalgia, porque en de$initiva, al

concierto no logró asistir, pero insiste en que tarde o tempranopodr( ver $rente a $rente a quien llama 2'ilvestre5.

!or cosas de la vida, en este aislamiento total al cual he sidosometido, desde ese día siguen llegando postales rojas, y esasí, como iré uniendo el rompecabeas que empeó con la simplecarta de una muchacha en una tierra remota y distante.

215

O,$L RO$

 II SILVESTRISMO

1oy tengo entre las manos una postal ro"a interesante, puedodecirles que es muy di$erente a las que llenan mi mesa detraba"o, incluso diría que la "oven que la envía, derramó unascuantas l(grimas al escribir sus sentimientos, pues hay palabrascasi borradas por ellas. Qaleth era un ser especial seg+n comenta,y habla en tiempo pasado, porque el "oven murió hace algunosaños, de"ando un vacío existencial en ella. &uevamente recibo lacarta de una mu"er "oven que dice amar el recuerdo de su artista,como diría ella 2el !e brillante sonrisa5. !or casualidad, el "ovencantante era amigo entrañable del artista mencionado tantasveces, por la escritora de la postal anterior, es decir, el llamado'ilvestre, y con$iesa que solo cuando Qaleth $alleció, comenó a

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ser 2'ilvestrista5. < he aquí donde me inundaron lasinterrogantes, es que acaso este "oven cantante tiene una magiaespecial que desconoco, y que incluso est( en el coraón mismode quienes en un inicio quisieron al "oven Qaleth, o es que laesencia de un amigo puede quedarse y no partir "am(s.@ncreíblemente y como dice la muchacha de letra sencilla, Qalethcantaba que vivía en el limbo, porque pronto pasaría por eselugar rumbo a la eternidad. uanto quisiera preguntarle a esa

mu"er qué es lo que hace que insistentemente se abrace al idealque ella denomina 'ilvestrismo.

/ncerrado como me encuentro no puedo m(s que lanar mispalabras al viento esperando que ella logre encontrar lo que tantobusca y que en un $uturo pueda, decirme lo que ha hallado m(sall( de toda tristea. 0a muchacha $irmó su postal ro"a comoISE! VE"EAS # olombia. 

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O,$L RO$

 III $ERA CARTA %E VIOLETA

/sta mañana el $río ha entrado por los barrotes de la habitaciónen la cual me encuentro, he estado $ebril por escribir sobre ella,alguien que a partir de hoy $ormar( parte de mi existencia* y esque ha llegado entre tantas postales y cartas, la de alguien queha tocado mi alma, si es que a+n la conservo.

'u letra es angelical, sus palabras y dominio del idioma esmagni$ico, tiene la característica de escribir como si se tratase deuna novela. 'u nombre, cual $lor de primavera, trae hasta misoledad el aroma de un lugar distante, donde el sol penetra consus rayos dorados y el aire puede incluso hacerte $eli. /lla esAioleta. Dice que aunque la vida no es lo que ella deseara, essuya y la vive tal cual su coraón lo ha dictado, pero que debe

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con$esarme tantas cosas, que ignora, si mi coraón puederesistirlas. /scribe dulces palabras sobre alguien de quien inclusohe sentido celos, nuevamente 'ilvestre aparece en las letras,como persiguiendo mi existencia, como puñales de hielo queatormentan mi memoria. irma la postal VIOLETA. Aalledupar Jolombia.

217

O,$L RO$

 I; TAT&AJE

1an pasado los días como quien desho"a las margaritas,esperando que la respuesta sea un 2sí5, pero Aioleta no ha vueltoa escribir como prometió que lo haría, y mi coraón se oprime ensus latidos, las cartas siguen llenando la mesa, pero tan prontorompo el sello de alguna, el nombre del "oven cantantenuevamente sobresale por encima de cualquier palabra ¿/s que acaso mi condena es ésta 'aber cu(nto lo aman o qué sienten porél. 3e niego a seguir leyéndolas, necesito saber de la dulceAioleta o mi encierro terminar( desquici(ndome, si es que ya nolo estoy.

?bservo la mesa y de pronto cae al suelo, lento y con el vaivénde un pensamiento, una $oto, me devuelve la mirada una

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hermosísima "ovencita que $irma L&ISITA %A"O"% #olombia. 'u sonrisa me convence, y busco entre las postales unremitente con ese nombre. &o logro encontrarla, temo haberperdido su carta, y decido sentarme y ordenar los mensa"es comoquien ordena sus pensamientos, con dedicación y cordura./ncuentro la postal que busco y observo que est( abierta y enella no hay carta alguna, solo $otogra$ías recientes de la "oven, enuna de ellas, expone su espalda porque se ha marcado la piel.

- #!or los dioses% /sta "oven se ha marcado el nombre de 2'ilvestre5 en la piel. Di"e, aunque nadie pudiera oírme.

ada día entiendo menos las postales de estas "óvenes, quealguien me diga qué pasa en el mundo, porque no entiendo, cómouna niña lleva en la piel, el nombre de un artista. 3i mente entraen una especie de locura, comieno a abrir descontroladamente

las cartas, y caen como moscas, $otos de mu"eres sobre mi pobre

218

mesa, en cientos de ellas, las mu"eres e incluso hombres hanmarcado su piel con el 'ilvestrismo. 0a curiosidad me corroe.

- >endré que leer todas las postales. Di"e. 7unque Aioleta "am(svuelva a escribir en esta vida.

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O,$L RO$

; OJOS %ORA%OS

1oy he logrado comprender que las "óvenes que escriben a laspuertas de mi soledad, est(n enamoradas de la vida misma, y ensus cartas, postales y $otos, expresan el amor +nico del $an porsu artista, ven en él, el príncipe de los sueños que no alcanan.1ay quienes tat+an su piel, algunas tiñen sus cabellos de ro"o entributo al ídolo, simplemente siguen siendo lo que eran susantepasados, seres humanos llenos de $uera y esperanas.

6na "oven de enormes o"os, envía como postal su $otogra$ía, y enla carta declara el amor m(s grande de todos los tiempos, loincreíble es que todas las cartas expresan exactamente el mismoamor por 'ilvestre. 3e pregunto qué sentir( este muchacho, deo"os dorados y cabello oscuro, de sonrisa a$able y lleno de vida*

2 3 Sil t 5 E i' S i t 8 t( l bi

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 2)a s3 como es Silvestre5, Eri'a Sar(iento J 8ogot( - olombia.7dicionalmente a sus letras ad"unta una imagen del cantante. /lde la $oto sonríe como si viera en un mismo instante a todas lasmuchachas que me escriben ¿'entir( amor por ellas ¿!ensar( enellas /s imposible leer en su mirada todo lo que existe dentro deun ser humano, solo podemos arribar a conclusiones re$rendadaspor niñas y "óvenes que gritan su nombre en conciertos osusurran una oración a la hora de dormir.

3e he acostumbrado a sus palabras, suspiros y lamentos, quisierapoder consolar sus coraones ilusionados, pero lamentablementesolo puedo leerlas y de"ar constancia para las generacionesvenideras, que cientos de coraones laten acelerados por unmuchacho sencillo y de buen espíritu. /stoy convencido de quealguien con ese rostro, solo puede ser un hombre de pa.

22

?bservo en la carta de /riNa, letras de dolor y emoción, meescribe como si yo pudiera desde estas cuatro paredes, hacerllegar el mensa"e a su amor inmortal. 'u letra se aseme"a ahormiguitas sobre el papel, como si lo que siente es un secreto de/stado, y solo yo puedo desci$rar, hasta el m(s mínimo de sus

deseos. < pienso si Aioleta siente lo mismo que /riNa por'ilvestre, cómo podré entonces decirle a ella que soy suyo, comotodas estas "óvenes logran gritar al muchacho= 2Te pertenecemos5.

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O,$L RO$

;I )%A CARTA %E VIOLETA

0a vida es per$ecta, Aioleta ha escrito y siento que el coraón seme acelera, reconocí en mi mesa de traba"o su hermosa letra aprimera vista, el aroma que de sus letras emana, enamora missentidos. 3i amada Aioleta dice estar ba"o una $uerte depresión,sin dar m(s explicaciones, comenta que hay días en que su vida

es oscura, que desea irse a un lugar donde se le permita ser $eli,porque actualmente las cadenas pesan sobre su alma, aunqueella con$iesa tener la llave para librarse de ellas, pero el miedoconsume su raón.

3i pobre Aioleta, si supieras que todo cuanto desees cumpliríapara ti, pero mi atormentada raón sabe, que no puedo hacernada que no sea leer tu alma. /lla menciona insistentemente una

canción de su ídolo solo Dios sabe cu(nto deseo conocer las

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canción de su ídolo, solo Dios sabe, cu(nto deseo conocer lascanciones del muchacho de o"os dorados, para entender a miquerida Aioleta.

)uego a todos los dioses que pronto envíe en las postales una$otogra$ía, quisiera ver su rostro, aunque yo no pueda mostrarleel mío, este cruel destino que me permite vivir a través de laspalabras, sin que los sonidos me sean permitidos, por lo menos

no hasta los momentos.  Ama!a 8ioleta" rompe tus ca!enas" ) vive" por ti" por Silvestre o por el mismísimo sol" pero no me!ees sin ti . !ensé, entreg(ndome a un momento de locura. 0ascartas de Aioleta son tan cortas, que siento que la idealio, así como ella lo hace con 'ilvestre, es que acaso ¿/lla se convertir(en un ídolo para mí 'olo puedo agradecer las palabras quellegan, noche a noche, no importa si todas van dirigidas a otroser.

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;II 

)ecostado en mí lecho, veo todo cuanto me rodea, cientos delibros en completo desorden, mi existencia $uera cruel si ellos nome rodearan. ?bservo cómo el centinela de mi encierro, depositapor deba"o de la puerta de hierro las postales enviadas, todos losdías a la media noche, llegan con sus hermosas palabras. 3elevanto, reco"o una a una y las deposito en mi enorme mesa detraba"o, me siento y el mundo se reduce a letras, $rases yoraciones, y $rente a este rincón del universo, una ventana conlos barrotes que prohíben mi libertad.

- Si tan solo pu!iera ver su rostro. 'uspiro pensando enAioleta y reprendo mis sentimientos de novela.

@ntento concentrarme en las postales ro"as que no cesan dellegar, y llama mi atención, una letra cursiva y agitada, JESSICA

*RA%A MERCA%O- olombia suscribe la misiva Dos enormes

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*RA%A MERCA%O olombia, suscribe la misiva. Dos enormesl(grimas brotan de mis o"os, la "ovencita me cuenta lo di$ícil queha sido su vida, y no puedo evitar llorar por ella, desde muypequeña ha tenido problemas en la piel, que incluso, el simpleroce del agua, le hace un daño tremendo, ha aprendido a seguiradelante con innumerables ungOentos y ha me"orado a paso lentoy tortuoso. omenta en sus palabras que cuando tenía seis años,no paraba de llorar al bañarse, hasta que su querida madre, undía colocó en el baño, un diminuto instrumento musical, unaespecie de mini radio, en el cual sonaba la vo m(s dulce delmundo, una canción de cuna muy especial a Sara .aria" Sara.aria" Sara .aria ) un acor!e9n@  el dolor de su piel cedió comopor arte de magia, y es así como Bessica se convertía en la 'ara3aría a la que le cantaba 'ilvestre Dangond. /ntiendo porqué estan especial para Bessica. 7hora sé el nombre completo delhombre tan amado por las escritoras de las postales ro"as.

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;III +ERA CARTA %E VIOLETA

1oy llega a mis manos la carta m(s dolorosa que un hombrepueda recibir, pero no los privaré de ella, en un tonto intento deamor propio. &o es algo que pueda merecer la mu"er que amo,Aioleta ha escrito tal ve la carta m(s maravillosa de todas lasque he recibido, pero no tengo $uera para explicarla o

comentarla, por eso me limito a ser el transcriptor m(s $iel que6stedes puedan tener.-

A quien pue,a interesar.-

*ostal Silestrista/ 0arta roja. *resente.-

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En ,rente !e la casa !e mMltiples reas" me encontr3 !e pie" sinsaber en reali!a! si val!ría la pena" pero estaba completamente!esespera!a1 Al !ía si'uiente me iría !e 8alle!upar" para nore'resar am&s1 6or tanto" me plant3 ,irme como un &rbol" atentaa cual$uier movimiento !entro !e ese (o'ar1 La tar!e calurosatranscurri9 silente" ) permanecí allí siempre con la mira!a puestaen la ventana1 /a!a cierto tiempo re#aba en susurros" la palabra6or ,avor@1

 A las seis !e la tar!e" una mano blan$uecina movi9 la cortina !ela venta!a $ue vi'ilaba" por lo $ue mi cora#9n $uiso eCplotar !eale'ría por un presentimiento maravilloso1 Inme!iatamente la puerta !e la casa ,ue abierta1 Sin pensar cruc3 corrien!o la calle"3l me observaba apia!&n!ose !e mi eCistencia1 6ara mi asombrose acerc9 al i'ual $ue )o a las reas $ue se interpusieron ) no

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 pu!e abra#arlo1 Estaba vesti!o con ropa !e !ormir" ) su rostro!elataba el cansancio !e noc(es enterasQ sin embar'o" se meanto9 el (ombre m&s (ermoso !el mun!o1 .e a,err3 con ambasmanos a las reas1

El sonri9 ) vi sus oos amarillos con tonos ver!osos" me sentí"como $uien ve por primera ve# la lu# !el sol1

- Es (ora !e ir a casa" !ebes irte a casa1 Dio 3l1

- <6or ,avor= *ue to!o lo $ue pue!e articular1

/oloc9 su (ermosa mano sobre la mía en las reas" su piel ,uesuave como la brisa ) sentí morir1 Observ9 mi mano" busc9 mi 

muñeca !erec(a ) bes9 !ulcemente1 Un temblor !e 3Ctasis meembar'9 el alma" ) $uise 'ritar o correr no esto) se'ura !e ello1

- Debes ir a casa1 Insisti9 3l 

- <2o so) 8ioleta= Susurr3 a punto !e llorar1

- <2 )o so) Silvestre= Dio $ue!amente sin soltar mi mano1

Sentí ro!ar en ese instante !os 'ruesas l&'rimas por mis meillas"t b ! ! bí 9 ! !i ! 3l

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' ' p "estaba !esespera!a" no sabía c9mo !espe!irme !e 3l parasiempre1

- 8ioleta !ebes irte1 Dio en un tono !e vo# triste1

Nos miramos como si nos conoci3ramos !e otra vi!a1 >uise'ritarle $ue lo amaba tanto" pero el llanto me traicion9 ) me

blo$ue9 la vo# ) los pensamientos1 Enten!í !e pronto $ue !ebíairme ) $ue )a (abía lo'ra!o verlo" así $ue po!ía !ecir a!i9s1

El a,err9 mi mano ) me !etuvo" bes9 nuevamente mi muñecacomo si le perteneciera1 Se acerc9 m&s ) m&s a las reas !e sucautiverio" )o enten!ien!o lo $ue suce!ería" i'ualmente meacer$u3 sin cerrar los oos" (asta $ue sentí el ,ri9 !el (ierro enmis meillas1 /uan!o cerr3 mis oos" sentí su aliento sus labios1

 Allí !e pie" sin testi'os" me beso" lo bese nos besamos1

225

Llena !e amor" abrí mis oos a un mun!o !istinto" real ) !oloroso"solt3 la rea" respir3 como si am&s lo (ubiera (ec(o en mi vi!a" ) salí corrien!o por la calle por la cual (abía lle'a!o (asta allí1

Lloran!o !esconsola!a le !ie a!i9s para siempre1

;io!eta 8alle!upar /olombia1B

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 ID La li1élula roja

0os días transcurren sin que pueda darme cuenta, igual nace elsol m(s all( de los barrotes de mi ventana, como los rayoslunares, sin que pueda detenerlos, sin que pueda dis$rutarlos.

Despierto, vivo un instante y vuelvo a dormir, es como si el

tiempo no existiera y solo importara leer cada carta, cada postal.7noche mi centinela arro"ó ba"o la puerta, una +nica carta.

3e acerqué con cautela presintiendo que no era nada bueno,recibir una +nica postal. uriosamente el sobre delataba tres

letras, un +nico nombre 2A"A5, y un +nico s ímbolo , unaespecie de insecto re$rendado en tinta ro"a. 3e recosté en el

lecho, sin atreverme a abrirlo, nunca en mi existencia habíarecibido algo parecido y me dio mal agOero.

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0a contemplé durante horas hasta que lentamente entré en unletargo, una parte inicial del sueño. !or primera ve me vicaminando $uera de mi habitación. /l sol comenaba a nacer enaquel lugar, sentí la mirada caliente, como si mis o"os echar(n$uego. ontemplé desde lo alto de una enorme montaña eluniverso que me rodeaba, los colores de un mundo quecuriosamente extrañaba, algo en mi interior me causó unpro$undo dolor, un nombre "am(s pronunciado vino a mi mentecomo un rel(mpago 2 %ulia5 y me sentí caer en el abismo in$initode la oscuridad.

7l despertar del sueño, a+n sostenía en mis manos la carta de7na, tenía l(grimas en los o"os, y me sentía tan con$undido, quelancé la carta al suelo, sin atreverme a mirarla ni por un instantem(s.

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- ¿ue un sueño !regunté al silencio. ¿/s un recuerdo Di"ealando la vo, pero no hubo respuesta.

!ensé en Aioleta y traté de que su nombre embargara miexistencia y ale"ara el dolor que me producía el sueño de lamontaña, esto es lo que hacían las silvestristas, y era lo que yointentaba hacer con mi dolor 2)e$ugiarme5.

Durante horas intenté leer cartas ro"as, y no pude, mipensamiento estaba en la postal que precisamente estaba en elsuelo, decidido a saber de qué se trataba, la busqué, rompí elsello con brusquedad y leí= <TE A.O= <TE A.O= <TE A.O= &o había$irma, ni nada m(s.

Durante todo el día, sin poder concentrarme en nada que no $ueraesta postal absurda de 7na, decidí dormir, poco después de que elsol se ocultara, un cansancio in$inito se había apoderado de mialma.

&uevamente en mis sueños regresé a la montaña, y escuché lavo de una mu"er, me acerqué lentamente, los o"os me ardíanintensamente como si hubiera $uego en ellos, y entonces la vi.

6na "oven de largos cabellos negros y piel delicada, lanaba un

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" g g y p ,beso al viento gritando= #>/ 73?% #>/ 73?% #>/ 73?% omprendí que se trataba de la mu"er que había escrito la postal, eraindudablemente 7na.

?bservé una hermosa libélula ro"a que se posó en su hombro yme acerqué sin poder pronunciar palabra alguna. 7na comenó a

caminar como si huyera de mi presencia, y decidí seguirla. 7 sulado revoloteaba la libélula.

- #(lmate% 3urmuró la muchacha.

;uise tocarla, pero no pude, ella al verme me miró aterrada,como si estuviera viendo un monstruo. @ntenté calmarla, soloquería hablar con ella, pero la muchacha rodó sobre la tierra,toqué su brao para la levantarla y gritó= ¿;6@& /' 6'>/D#;6@>/'/ ? &? )/'!?&D?% Aolvió a gritar #;6@>/'/% #;6@>/'/%

228

Desperté sudando en la penumbra, me encontraba en mihabitación agitado, no lograba entender seme"ante sueño.!ermanecí inmóvil en mi lecho y vino a mi mente el insecto ro"oque no se separó ni un instante de 7na.

- 0o he visto en otro lugar, pero ¿Dónde 3urmuré a lanoche, sin encontrar respuesta alguna.

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 D 

/n plena madrugada sin poder dormir, busqué una postal de lasmiles que estaban sobre la mesa, y encontré entre ellas, la cartade una "oven que di"o llamarse L&2 ACOSTA, no decía de quélugar era. 'us palabras eran muy tristes, se encontrabadesesperada, seg+n me decía, estaba encerrada ba"o llave, susmalévolas tías habían descubierto que estaba enamorada, y nodudaron en prohibirle ser $eli. 0u insistía en que si no $uera por

'ilvestre, ella no podría soportar el encierro. >odas las nochesantes de dormir colocaba el +nico disco que poseía del cantante ymemoriaba cada canción para espantar el dolor de los díasinsoportables.

!odía entender a la "oven, estar en contra de tu voluntad le"os dela persona que amas, como yo me encuentro sin mi amadaAioleta, sin saber cómo est(, o si es $eli, es algo que ning+n ser

humano debería vivir. 'entí compasión de ese amor de 0u, ydesee con todas mis $ueras que las bru"as amargadas que decían

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desee con todas mis $ueras que las bru"as amargadas que decíanpregonar ser tías, enve"ecieran de la noche a la mañana, portener coraones tan necios que no admiten el amor de "uventud.

0a muchacha insiste amar desesperadamente al Boven de o"osamarillos, con un amor tan $uerte y tan di$erente que al de suamado novio, del cual ha sido separada. >ermina su carta

diciendo= 22o te esperar35.

&o puedo de"ar de pensar en mi Aioleta, y repito tanextraordinaria $rase 22o te esperar35. 'é que debe volver aescribir, debe decirme cómo se encuentra su coraón, y a dóndese ha ido al abandonar Aalledupar.

- ¿Dónde estar(s Aioleta sin mi protección ¿'omos acaso

como )omeo y Bulieta ¿'omos como 0u 7costa y su

23

amante !obres condenados a estar ¿/l uno sin el otro 3epregunté, sin saber qué contestarme a mi mismo.

0a letra de esta muchacha era realmente triste, se ve que est(a$ectada por ser separada de su amor, pero cómo es posible quenuevamente 'ilvestre sea el salvador de la soledad humana deotra "oven, me veo obligado a querer escuchar su m+sica, quierodescubrir qué lo hace tan especial para mis amadas escritoras.

7l anochecer entre muchísimas cartas, por $in encontré una deAioleta, y a su lado una de 7na, no sabía cu(l deseaba, si la de miamada Aioleta o la postal de la muchacha de la libélula.

Decidí abrir primero la de Aioleta, pero para mi desgracia, su nota

en letras ro"as solo decía= 2'@0A/'>)/5. Desconsolado abrí lacarta de 7na, y no sé cual $ue peor de las dos cartas, porque solodecía 27&75.

Decepcionado intenté encontrar pa y me $ui a dormir.

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 DI 

/n sueños vi dormir a 7na, a su alrededor revoloteaba la libélularo"a, me ale"é de la casa donde la tenían en la montaña, y repetí su nombre como tratando de no olvidarlo.

- #7&7% < creí escucharme pronunciando su nombre.

De pronto 7na, caminaba hacía mi como hechiada, estaba

vestida con una bonita tela blanca, brillaba realmente hermosaentre la oscuridad, y su libélula la acompañaba a mi encuentro.

>oqué su rostro, me recordaba a alguien, pero no estaba seguro aquién, allí en plena oscuridad, sería imposible conversar, por esola tomé de la mano y subimos la montaña, ella no hablaba solo sede"aba llevar. &ecesitaba regresar a mi habitación, enseñarle lascartas que llegaban, tal ve ella podía decirme quién era yo.

7na se detuvo como despertando de un sueño y comenó a gritar#'6/0>73/% #'6/0>73/% Di"o ella.

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#'6/0>73/% #'6/0>73/% Di"o ella.

- #>e necesito 7na% Di"e desesperado, los o"os me ardían yme sentía in$initamente solo. 7rranqué a correr sin soltarsu mano, quería llevarla a mi habitación con las postalesro"as, pasamos entre m+ltiples matorrales que lastimaronsu piel. 3e encontraba $uera de mi mismo y no podía parar,tenía que irse conmigo.

De pronto ella empeó a tararear una canción que me detuvo, erahermosa, era sencillamente hermosa, entendí que era sin duda,una melodía de 2'ilvestre5, y solté su mano.

Desperté llorando en mi desolada habitación, esa melodía extrañame hio recordar que el dolor que sentía era por amor, solo podía

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pensar en un nombre 2Bulia5 pero nadie con ese nombre habíaescrito carta alguna.

3aldi"e mi existencia, maldi"e no poder recordar, maldi"e el amorque me quemaba por dentro.

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 DII Deseo un beso un beso !e Silvestre@1 &uevamente 7naatormentaba mis días, con sus cartas tan simples, siempre querecibía una carta de la libélula ro"a, la mente se me llenaba dedudas.

&o entendía por qué me enviaban cartas o postales tan íntimas, ysiempre relacionadas con un hombre al cual no conocía, pero porel cual, mis escritoras morían de amor.

/sa noche soñé que mi alma volaba, transportada de una $ormatan real, que podía ver a mis pies una interminable carretera, enmi sueño perseguía a alguien pero no podía saber de quién setrataba. 7l poco tiempo se hio de noche y me encontrécaminando por las calles de un pueblo extraño, el cual noreconocía. 'entí el peso de los años en mi espíritu, y como lossueños anteriores no soportaba el escoor del $uego en mis o"os.

De repente escuché el sonido de lo que me pareció una guitarra,y murmullos de personas cantando al unísono, una melodíapreciosa /n mi hombro se posó una libélula ro"a con sus alas

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preciosa. /n mi hombro se posó una libélula ro"a con sus alastrasparentes, aló su vuelo y se colocó sobre la rodilla de unalinda muchacha que cantaba con el resto de las voces. )econocí ami escritora, era 7na, tarareando las canciones de su ídolo 2'ilvestre5, me sentí enamorado de la melodía y me dediqué amirarla, y ella no reparó en mi existencia.

7lgo me erió la piel, me sentía observado por alguien. ?bservé acada uno de los presentes, hasta que vi a la "oven que podíaadvertir mi presencia. 0a muchacha creyendo ver una alucinación,se mordía el labio como si contuviera gritar, que yo estaba allí, nosoporté su mirada de terror, yo la conocía. erré mis o"os.

Desperté en mi habitación, convencido de algo. <Estos sueños

tienen $ue ser reales=

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- #Qatherine astaño% Di"e. /lla solo envía $otos en suspostales.

8usqué desesperadamente sus cartas revolviendo todo cuanto merodeaba, pero Natherine no aparecía por ning+n lago. #!uedenverme% /sto es real.

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 DIII 

8 ioleta" te necesito1 8o) a volverme loco si no escribes1 /scribí mi carta sin saber cómo enviarla, ni cómo hacerme oír.&ecesitaba ayuda, la desesperación me consumía, seguíanllegando centenares de postales ro"as, pero ninguna era deAioleta.

EFas )%erto ;io!etaG E/stas s%friendoG Eónde estHsG 

E%ién te a!e.a de )i )%ndoG Eor 8%é te #as escondidoG "o 'er)itas 8%e nadie te a!e.e de )i? de !a +ida )is)a? sa! de ese abis)o en e! 8%e te enc%entrasA se f%erteA ;i+e

 'ara )7* /scr7be)e*-

/staba convencido de que lo que estaba haciendo era absurdo, notenía cómo hacer llegar la carta, el encierro comenaba a hacersu traba"o, en$ermando mi mente y doblegando mi espíritu.

- /s posible, es posible. 3urmuré $ebril.

3 l té d i it i ( d l t t "é i

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3e levanté de mi escritorio* y acerc(ndome lentamente arro"é micarta a Aioleta, por la ventana de mi prisión, la postal ro"a volópor los aires, gracias a una r($aga e$ímera, para luegoprecipitarse al abismo de aquel lugar.

- #1e perdido el "uicio% Di"e solloando, con el rostro entre lasmanos. < las melodías de una guitarra, sonaron en mimente.

7gradecí a Dios ese recuerdo* y comprendí de coraón, por qué'ilvestre con sus melodías, calmaba almas como la mía.

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 DI; 

3e encontraba leyendo exasperadamente cada una de las cartasque llegaban a mis manos, la gran mayoría solo portaban $rases,lamentos o el nombre del ídolo de mis escritoras, Aioletamani$estaba un silencio abrumador, no recibir noticias de ella meen$ermaba.

De pronto me sentí acompañado por primera ve en la habitación,

y sentí miedo.0evanté la mirada esperando lo peor, y me llevé un gran susto,cuando, al lado de la ventana una "oven de pie, me observaba consus enormes o"os.

3e levanté de un salto y retrocedí unos pasos.

- &o temas, no puedo hacerte daño. Di"o la muchacha.

- ¿ómo entraste ¿;uién eres ¿;ué deseas de mí!regunté y mi vo sonó quebrada a punto de gritar

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!regunté, y mi vo sonó quebrada, a punto de gritar.

- 3i nombre es >eresa. < su rostro se iluminó con unahermosa sonrisa.

- 'on muy hermosas las cartas que recibes, yo también he

querido escribirte, pero solo los vivos pueden hacerlo.1ablaba en tono con$idencial, y su mirada develó una pro$undatristea. 'e acercó lentamente y se sentó en mi cama.

- ¿7 qué te re$ieres >eresa !regunté.

- ;ue estoy muerta, al igual que t+. ¿&o lo sabías

237

- #<? &? /'>?< 36/)>?% 4rité ¿ómo se te ocurreatormentarme de esta $orma

- ¿ómo es posible no comer, ni beber !reguntó ella¿)ecuerdas cu(l es tu nombre ¿!or qué estas aquí ¿!orqué recibes cartas ¿!or qué estamos solos en estas

paredes ¿rees que eres el +nico

3e arrodillé ante la "oven, y destellos incontables vinieron a mimemoria. Bulia me abraaba, decía mi nombre y besaba mislabios. <o acariciaba sus largos cabellos ro"ios, y el aroma de supiel me calaba el alma. /scuché gritos, sentí dolor. Ai sangreentre mis manos, me quemaban las entrañas. 3e dispararon, meale"aron de Bulia.

- #/stoy muerto% Di"e solloando.

- 'í, lo que ya te di"e, estamos muertos. Di"o >eresa.

- ¿;ué es este lugar !regunté desorientado.

- /s un castillo. Di"o tiernamente la muchacha. !or lo queentiendo estaremos aquí hasta que los sentimientos de"ende atarnos a la vida que teníamos. 7na la escritora de laspostales de libélulas ro"as, me hio una promesa y hacumplido con ella así que puedo irme en pa aunque me

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cumplido con ella, así que puedo irme en pa, aunque meduele de"ar de recibir sus pensamientos y oraciones.

- ¿?raciones ¿!ensamientos ¿/s lo que recibimos en laspostales

- 'í, así es, por eso tienden a ser muy intimas o con$usas,cada escritor es alguien que rea, piensa, murmura, ytienen que ver con algo de lo que nos mantiene en elcastillo, por eso son tantas.

- ¿ómo lo sabes !regunté mirando a >eresa, como lamu"er m(s sabia del mundo.

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- 0o deduces con el tiempo, entramos en los sueños de esaspersonas que sentimentalmente a$erran nuestras almas alas suyas, pero en nuestros sueños, podemos estar anteellos si así lo deseamos, lo triste de todo esto, es que nosven como espectros o $antasmas.

- <o he visto a 7na y ella me ha visto, me tiene miedo.on$esé.

- /s normal, al estar ante las personas que queremos o quevan a ayudarnos a salir del castillo, ellos nos ven con $uegoen los o"os, cualquiera puede asustarse, así como tu lohiciste cuando me viste.

- 'iento que los o"os me arden cuando estoy soñando. Di"elleno de melancolía. ¿!or qué busco a 7na ¿!or qué miscartas son de 'ilvestristas

- reo que por eso estoy aquí, antes de irme para siempredel castillo he querido hablarte. Di"o >eresa. <o soysilvestrista, y 7na ama intensamente al igual que yo a'ilvestre, aunque es solamente un cantante, muchísimas

personas nos a$erramos a él para salir de tristeas odepresiones, pero 7na est( enamorada de 'ilvestre, de lamisma manera que t+ amaste en vida. !or raones que

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desconoco, tus sueños te han llevado a ella, yo te vi en lamontaña, vi como pretendías en vano traerla al castillo, esoes imposible, por eso te observé de le"os y te seguí hastaaquí. reo que algo te une a 7na y todo lo que tenga quever con ella, a su ve te une al silvestrismo, por eso recibes

sus pensamientos. < todo en el silvestrismo humano, tieneque ver con 'ilvestre. ¿/ntiendes

- 3e llamo Qennel 3athinson. Di"e despertando de unletargo, como si de mis o"os se desprendiera una vendanegra.

- 8ueno Qennel, a quién amas tanto, que no te has ido del

astillo.

239

- Bulia se llama Bulia.

- ¿;uién es Aioleta !reguntó >eresa, y sus o"os brillaronilumin(ndole el rostro. 0a nombras siempre que duermes,te he visto dormir y soñar.

- /s una silvestrista, no he recibido m(s sus cartas, y meresulta doloroso, no saber de ella. ¿1a muerto

- /s posible, o tal ve hay algo que no le permite pensar en'ilvestre, lo cual me es di$ícil de creer. ontestó >eresa.reo entonces, que no solo Bulia te impide que salgas deaquí, es posible que tu alma esté empeñada en Aioleta, tencuidado Qennel, podrías quedarte aquí para siempre.

0a "oven se levantó, caminó hacía mi mesa de traba"o y tocó conun dedo mis cartas, la melancolía en su mirada me rompía elcoraón.

- 3e duele irme, estoy convencida que a donde voy, no haysilvestrismo, no sabré nada de ellos. 'olamente meesperan dos soles. 3urmuró como hablando para si.

- #>eresa% 'usurré acerc(ndome a ella.

- &o te preocupes por mí, estaré bien Qennel.

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>eresa, me dio un dulce beso en la me"illa, cerré mis o"os,tranquilo al entender qué era la muerte. !ensé en mi amada Buliay mi alma se llenó del amor que sentía por ella. 7l abrir mis o"os,>eresa se había ido.

24

O,$L RO$

 D; 

Dormí durante días, intentando soñar con 7na, hasta que unanoche pude verla, en mi sueño yo estaba a su lado. Decidí queella no debía verme, y mi intención de no asustarla, dio resultado.&o obstante me sentí observado. 7llí entre 7na y yo, estaba la "oven de las postales $otogr($icas, Qatherine. 3e observaba muyasustada, guardando silencio por mi presencia, solamenteobserv(ndome.

uando 7na caminó, la seguí en mi sueño. 0o que vi acontinuación me llenó de tanto miedo que desperté en mihabitación del castillo, temblando sin poder controlarme.

7na se encontraba en un lugar espantoso, que no lograbacomprender, el cielo estaba $orrado de mariposas amarillas, ycientos de seres como yo, con los o"os amarillos llenos de $uego,

habitaban aquel lugar. Aerlos pulular por todo el pueblo, meoprimió el coraón, "am(s pensé que tantas almas pudiéramos noencontrar la pa.

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?bservé la rendi"a de la puerta, la carta tan esperada habíallegado.

- 28ioleta5 pensé.-

0a letra era di$erente, como si le hubiera costado un es$uerorealmente gigantesco poder escribir aquella $rase= 2Necesitoa)u!a" no se como salir !e a$uí@ .

'us palabras me golpearon el alma, tal cual como yo creía,Aioleta estaba en peligro. ¿ómo poder ayudarla 3e sentí desconsolado. @ntenté dormir tratando de solo pensar en Aioleta,y esperando que mis sueños me llevaran a ella.

241

O,$L RO$

 D;I 

'oñé durante lo que me pareció toda una eternidad, estaba a laorilla de un río hermoso, donde sobrevolaban incesantes cientos ycientos de mariposas amarillas, y sentí calma en mi coraón.uando observé un claro entre los (rboles, encontré a 7na conotras personas a su alrededor. Decidí no acercarme demasiado, ysu libélula ro"a revoloteó hasta llegar a mi rodilla. 'e posó ensilencio y contemplé sus maravillosas alas transparentes, su

intenso color ro"o me recordó la tinta de las postales que recibíapor las noches. 0os o"os me ardían intensamente y sentí ganas dellorar. 3e recosté entre los (rboles y esperé poder despertarmeen mi habitación, pero la espera se hio insoportable, y alguienllamó mi atención, era una "ovencita que "ugaba en la orillaopuesta a la de 7na. 0a pequeña avanaba en el espeso bosquecomo encantada de ale"arse de quienes la rodeaban, decidí seguirla y averiguar que pretendía hacer.

- #D7&@/07%

#D7&@/07%

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- #D7&@/07%

- #D7&@/07%

/scuché voces al atardecer, que llamaban insistentemente.omprendí que buscaban a la "oven que caminaba sin detenerseentre los (rboles de aquel lugar. Daniela se sentó sobre unaenorme piedra, distraída observaba todo a su alrededor, hastaque sus o"os repararon en mi, se asustó de tal $orma que lanó acorrer 2como alma $ue lleva el !iablo5 pensé. ui tras ella, nohabía sido mi intención asustarla. &ecesitaba la ayuda de 7na,temí que la muchacha se hiciera daño o se perdiera para siempreen ese bosque.

242

- <2o la ten'o= Di"e una y otra ve, esperanado de que 7napudiera oírme.

'eguí a Daniela como si mi alma pudiera desplaarse a lavelocidad de la lu, y la pequeña tropeó con las raíces de un(rbol enorme, estaba muy malherida, y no sabía cómo ayudarla.

3e quedé a su lado intentando hacerme oír, pero era imposible.De pronto a mi espalda, estaba 7na, arrodillada con los o"oscerrados, rogando a su Dios, se veía realmente asustada, quisetocar sus me"illas y secar sus l(grimas.

7na al abrir sus hermosos o"os negros gritó llena de rabia= Ella esmía" Daniela es mía1 No te la vas a llevar1 NO TE TEN4O .IEDO14ritó1 <DANIELA ES .IA=

&o pude soportar su mirada de odio, desperté en la oscuridad dela habitación del castillo.

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243

O,$L RO$

 D;II 

SILVESTRE

7na era una mu"er de extraordinaria hermosura, la dulura ybrillo que emanaba de su alma, no se compaginaba con el odioque sentía por mi existencia, no entendía cómo alguien que nome quería lo m(s mínimo, pudiera ayudarme a salir de miencierro. &o pude levantarme de la cama, me sentía derrotado,

sin un (pice de interés por leer las postales. 3e encerré en mimente sin querer saber ni de Bulia ni de Aioleta, mi mente en uncompleto abandono se llenó de oscuridad y dormí pro$undamente.

3e tomó por sorpresa encontrarme en una lu"osa habitación. 0alu del sol penetraba por un enorme cristal, un hombre seencontraba de pie, contemplado el cielo aul intenso que reinabaen el exterior de aquel lugar. ;uise saber de quién se trataba, por

lo que me concentré en no de"arme ver del muchacho. 0a miradame ardía, pero en cada sueño me acostumbraba al escoor.

- Esto no es ,&cil . 3urmuró mi acompañante. .e siento

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pa'ota!o !e tanta sole!a!" $uisiera caminar por la callecomo lo (acía antes. omentó en vo alta.

/l muchacho de la ventana observó el sitio de la habitación dondeme encontraba y sentí miedo de que pudiera verme, no obstante,no advirtió mi presencia. &ost(lgico se sentó en el suelo,recostando su cabea en la cama, tomó en sus manos unaguitarra algo usada, la hio sonar esplendida, sus notas musicaleseran bucólicas. )econocí la canción, era la melodía que tarareabainsistentemente 7na. /l "oven sostuvo su mirada, como quienpretende ver el in$inito, y $ue entonces cuando lo reconocí.

244

3is sueños o apariciones en el mundo de los vivos, me habíanllevado a 'ilvestre, podía escuchar su vo, podía sentir lamelancolía que impregnaba a su canto, estaba ante el hombreque mantenía vivas a mis escritoras, el dueño de las postalesro"as. 'us o"os amarillos brillaban intensamente y solo vi en él,un ser de pa, tan normal como cualquier otro, con dolorespropios, con sentimientos arraigados en el alma. 3e senté sin quepudiera verme y me entregué absorto a la melodía de su vo.

!ensé en Aioleta y su tristea aunque no entendiera qué lepasaba. )ecordé a >eresa. Ai a 7na en mi mente lanando besosal viento para este hombre. !ensé en todas y cada una de lasmuchachas que vivían de sus canciones, y sin querer, murmurépara mí ¿0as amas ¿7mas a tus $an(ticas

- Sí las amo. )espondió como si me hubiera escuchado, locual me puso alerta.

- Sí las silvestristas supieran lo muc(o $ue las amo" si  pu!iera contarles la ,orma en $ue llenan mi vi!a" ca!a ve# $ue veo el brillo en sus oos" me ponen nervioso. /ntendí entonces que hablaba solo, no estaba respondiendo a mi

pregunta porque me hubiera escuchado, solamentepensaba en ellas.

- Uno !e estos !ías encontrar3 la canci9n $ue se los

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$eCpli$ue1 Deseo con el alma $ue nunca me olvi!en" $uenunca piensen si $uiera !earme1 El tiempo no me alcan#a para aten!erlas a to!as" pero la vi!a me !ar& el instantenecesario para $ue entien!an" $ue )o las amo.

'ilvestre se llevó las manos a los o"os, pensar en sus silvestristashio brotar del (mbar de sus pupilas, algunas l(grimas.

uando desperté en mi habitación me levanté inmediatamente ycontinué mi labor, leer a las silvestristas, en sus cartas estaba larespuesta a mi libertad.

245

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5eseo con el alma que nunca me olviden…

246

O,$L RO$

 D;III 

/sa mañana mi vida, mi muerte o sea por lo que estuvierapasando en mi alma, cambió para siempre, cuando leí una cartaque cayó a mis manos, casi como por arte de magia, las l(grimasapenas si me de"aron leer, temblaba incontrolable por cada letraescrita. 7hora tenía la certea de que ella estaba viva.

Si al'Mn !ía me pier!o" te enviar3 una lib3lula roa" ella te

enseñar& el camino (asta mi alma1@/on amor %ulia1B

)ecordé, como poseído por un aroma contenido en la postal, auna muchacha $r(gil que le gustaba sentarse a la orilla de laienaga en b+squeda de libélulas, Bulia contemplaba las mansas

aguas, esperando que los aleteos sonaran, anunciando la llegadade las nin$as trans$ormadas. 'iempre que la hallaba le"os de casa,me quedaba observ(ndola en silencio, entendiendo la naturaleade la mu"er que amaba /l sol destellaba en sus largos cabellos

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de la mu"er que amaba. /l sol destellaba en sus largos cabellosro"ios, y la blancura de su piel, me inspiraba a pensar en unaestatua de m(rmol. 'u quietud era el centro de mi universo, la$uera que alimentaba mi espíritu. 'us delicadas manos, como lasde 7na.

- #Bulia% Di"e acerc(ndome a la orilla de la ciénaga. ada díaencontrarte es m(s y m(s di$ícil, si te llegas a perder,moriré de por tu causa.

- 'i alg+n día me pierdo. Di"o ella sin apartar la vista delpantano. >e enviaré una libélula ro"a, ella te enseñar( elcamino hasta mi alma.

247

- ¿!or qué ro"a !regunte sent(ndome a su lado.

- 'i $uera aul. ontestó ella. 'ería muy com+n, y noentenderías que me he perdido, por toda la ciénaga haylibélulas aules, marrones, incluso verdes. 6na ve unalibélula violeta se posó en mi rodilla derecha y pude

contemplarla durante horas, nunca me sentí m(s cerca deDios que en esa oportunidad, pero la libélula ro"a, siempreaparece en los días en que m(s triste me siento, revoloteaa mí alrededor y me de"a contemplarla. 0as libélulas ro"asson las libélulas de la $elicidad eterna Qennel.

Bulia tenía una $orma especial de decir las cosas, y de hacerlas,solo sabía bordar libélulas a mis pañuelos de lino.

!or complacerla hice traer de rancia, la "oya m(s costosa quepodía pagar, recuerdo que la mañana en que llegó el barco devapor, yo esperaba ansioso al apit(n 7nola, un gran amigo queme había prometido recoger el obsequio personalmente en suvia"e a /uropa.

- ¿< bien !regunté al verlo en el puerto.

- 3i estimado muchacho. Di"o el capit(n. /l viento ha sido$avorable, la libélula de su esposa ha sido una bendiciónabordo, como bien dicen, trae buena suerte.

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< con estas palabras entregó en mis manos una ca"a diminuta. 7labrirla contemplé la maravillosa obra de uno de los "oyeros m(squeridos en toda rancia, )ené 0alique, había creado un estilomaravilloso en "oyería y vidriería, por lo que sostuve en mismanos una hermosa libélula, con $ormas hibridas, mitad mu"er,mitad libélula, en una cadenita de oro, que aunque no eraprecisamente ro"a, tenía la certea que deslumbraría a mi queridaBulia.

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/l día que coloqué aquella "oya al cuello de Bulia, recibí el besom(s dulce del universo, no di"o absolutamente nada, solo laobservaba sobre su delicada mano, como si entendiera al autor deseme"ante alha"a. 'ostuve la postal de Bulia entre las manos, ymis recuerdos sobre el pecho, medité sobre las cartas y todo loque había sucedido en la habitación en la que me encontraba,comprendí que Bulia había logrado enviar la libélula ro"a, ellahabía sellado con palabras un pacto verdadero de amor.

- #>e encontraré% 3urmuré a la postal, sellando mi promesa.

249

O,$L RO$

 DID 

VIOLETA

Durante horas, mi +nico pensamiento $ue Bulia, intenté recordarmi vida pasada, pero se me escurría como agua entre los dedos.;uise leer alguno de los libros que rodeaban mi vida ba"o elencierro, y cu(l sería mi sorpresa que al abrirlo, su titulo meresultó $amiliar, 2La vi!a !e 8ioleta5. 0as p(ginas amarillentas

contenían una historia escrita en tinta negra y la letra era$ascinante, reconocí en lo delicado de la escritura a mi amabaescritora, Aioleta.

¿'er( posible 3e pregunté. De"é el e"emplar sobre la mesa, yme acerqué a otro libro m(s pequeño, 2La vi!a !e An!r3s5 y así $ui examinando otras obras, 20a vida de @nés5, 2La vi!a !eLuisana5, 2La vi!a !e Rosario5. 3e percaté en ese instante, que no

recordaba la +ltima ve que había leído alguno de los libros de lahabitación.

3e acerqué a mi mesa de traba"o, sostuve entre mis manos 2Lavi!a !e 8ioleta5 y comencé a leer 0a obra narraba la vida

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vi!a !e 8ioleta y comencé a leer. 0a obra narraba la vidacompleta de mi escritora, era una mu"er maravillosa, sensible,que en alg+n punto del camino perdió su norte, se resignó a unavida triste. 3e dolía el pecho al leer lo que allí estaba plasmado,

no lograba entender cómo alguien podía cargar con tanto amor ytanto dolor simult(neamente. 7 mitad del diario estaba la historiadel beso con su artista, y cada uno de los detalles que abrigó sucoraón.

De pronto cerré el libro, teniendo un presentimiento terrible,como si en esas p(ginas se encontraba el motivo del silencio demi amada Aioleta.

25

ue abrasador para mí leer lo que siguió a continuación. Aioletase había ido de Aalledupar, se había casado por necesidadeconómica y la persona con la que compartía su vida,$recuentemente la maltrataba, $ísica o psicológicamente. /lla sere$ugiaba en el +nico recuerdo que le pertenecía por completo 2elbeso entre re"as5. &o tenía la voluntad de detener a aquel

hombre, y eso la llevó a un terrible $inal.

3is manos temblaban al sostener su historia entre mis manos, sinduda alguna había un motivo poderoso por el cual ya no recibíasus postales, me alenté a leer la +ltima p(gina del libro.

8olví a creer" 3l ur9 $ue am&s volvería a pe'arme ) )o le creo" entien!o $ue to!o lo $ue (ace" es por (acer 

!e mí" la meor esposa !el mun!o1 Ten'o mie!o" no lo pue!o ocultar" ca!a !ía veo en sus oos la !ure#a !e sucora#9n" pero lo amo" ) pre,iero morir antes $ue!earlo" na!a ni na!ie me alearan !el (ombre $ueamo1@ 

7llí terminó la ultima p(gina del misterioso libro, a la vuelta del$olio, estaba impreso la siguiente posdata=

 28ioleta muri9 a la ma!ru'a!a !el solsticio !e verano" por la mano !el (ombre $ue amaba15 

/l sonido del libro al caer al suelo, $ue como un eco dentro de mi

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,alma, ella había muerto, mi amada escritora Aioleta, pertenecía aun mundo donde ya no podrían hacerle daño, pero el dolor queme causó no poder ayudarla, me rompió el coraón.

- Debí sospechar que algo andaba mal. 3e di"e a mi mismo.Debí enviar miles de cartas y no lo hice, debí advertirleque si tenía la $orma de romper sus cadenas, debía hacerloinmediatamente, debí convencerla, pero estaba distraído,no supe leer sus cartas, mi apoyo $ue e$ímero porqueAioleta ha muerto, sin que yo pudiera hacer nada.!erdóname Aioleta, perdóname.

251

0loré la muerte de mi querida escritora durante noche enteras, lo+nico que me llenó de tranquilidad, $ue el consuelo de suspostales, porque se llevó a la eternidad, el beso de un buenhombre, el recuerdo del ligero beso de su ídolo.

- 0a vida a veces no nos permite decir las cosas, y menos la

muerte. 3urmuré enloquecido de dolor. 'i pudieraremediar las cosas, te aseguro Aioleta que en el libro de tuvida, solo existirían capítulos de dicha y $elicidad, pero nopude hacerlo, porque la que tenía la tinta, eras t+ mipequeña $lor.

!ensé en 'ilvestre, y agradecí a la vida su existencia ypresencia en la vida de mis escritoras de postales ro"as.

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O,$L RO$

 DD 

/n mis sueños vi una anciana de pro$undos o"os grises, ella meobservaba detenidamente desde la puerta de su casita en elagua, mientras me acercaba con 7na y otras dos "óvenes en unacanoa. /l sueño me resultaba doloroso, esas aguas sin dudapertenecían a la ienaga que tanto gustaba a mi amada Bulia.

- ¿;uién es 6sted !reguntó la anciana.

- Qennel 3athison. ontesté.

- ¿;ué necesita !reguntó $ríamente la anciana.

- 8usco a mi esposa Bulia di"e en mi sueño. /staba en lahuelga de traba"adores bananeros, y no la encuentro.

7 mi lado estaba 7na, ella me había tomado de la mano, como si

entendiera mi desesperación por Bulia.- ¿ómo te llamas muchacha !reguntó la anciana clavando suso"os como el mar, en 7na.

ó ñ

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- #7na% )espondió mi acompañante.

- ¿!or qué has venido con 7na !reguntó la mu"er.

- /lla est( enamorada de un hombre de o"os dorados. ontesté ala anciana. 7na lo ama de la misma $orma que yo amo a Bulia,ella puede ayudarme a encontrarla.

Desperté en mi habitación al murmullo de la vo de 7na= 2No s3$ui3n eres" ) no s3 c9mo a)u!arte" pero si est& a mi alcance" te!evolver3 a %ulia@1

253

ada ve los sueños se me anto"aban m(s reales, conocía elcoraón de 7na como el mío propio. Su intenso amor por Silvestre nos (ace i'uales1 !ensé.

- /ntiendo tu libélula ro"a Bulia. 3urmuré sintiéndome agotado,como si los años me pesaran, como si ya no pudiera seguir

su$riendo ni por un instante m(s. <a no podía hacer nada porAioleta, y mis esperanas por encontrar a Bulia y salir del castilloeran escasas, no entendía por qué se me había condenado aaquella habitación de libros de muertos y postales de vivos.

0as postales ro"as se acumularon de tal $orma que era imposiblever, lo que $ue alg+n día mi mesa de traba"o, era una montaña depapel que gritaba un nombre que no me pertenecía y que ahora

conocía muy bien 2'ilvestre5.- 0a historia "am(s re$rendar( mi nombre, pero nunca seré

olvidado, 7na sabe que existo y mientras ella crea en mí,seguiré existiendo. Di"e, a$orr(ndome a los barrotes de laventana. /ste encierro no podr( conmigo, volver(s a misbraos Bulia, t+ y tus besos volver(n a mi alma, heencontrado la libélula ro"a, la de una 'ilvestrista.

6n ruido seco me hio soltar los barrotes, la puerta de lahabitación por donde entraban las postales, se había abierto degolpe. 3e acerqué lo m(s despacio que pude, sintiendo un temorindescriptible, no sabía a ciencia cierta, el tiempo que esa puerta

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me había estado vedada, ni qué me aguardaba al cruarla.

- ¿1ay alguien allí !regunté, sin obtener respuesta alguna.¿;uién ha abierto la puerta 3urmuré, cruando el umbraldesconocido hasta ese entonces, y solo encontré oscuridad.

Después de algunos pasos, mis o"os se acostumbraron a lapenumbra y divisé una salida, algo brillaba a $inal, y sin saber quéhacer, ni pensar las consecuencias de mis actos, caminélentamente hacia ella.

254

/l olor a salitre me golpeó de pronto y allí estaba ante mi laenorme iénaga, en ning+n lugar en los que estuve en vida oestaba en muerte, había contemplado un cielo igual, una bóvedadistante e in$inita, donde la estrellas parecen diminutas bolas de$uego, brillando alrededor de la luna.

- &o es un sueño. Di"e. < mi vo sonó clara y $ranca. &o esun sueño. repetí, subiendo a una canoa que aguardabaa$uera, como si llevara toda una vida a la espera de unbarquero.

7 lo le"os observé en las aguas millones y millones de $iguras delu, en sus o"os brillaba el $uego, que al igual que los míos ardíandolorosamente. &ing+n alma se molestó en saludarme, incluso

dudo que percibieran mi presencia. 0a canoa se movió como sialguien halara con una cuerda invisible y guarde silencio.

++Estar muerto" es como estar vivo" solo $ue entien!esmenos--. !ensé.

3i capit(n invisible o canoero tímido, me llevó hasta una casita, lamisma de mis sueños, donde habitaba una anciana de o"os grises.

- #Aen% Di"e tratando de llamar a 7na, sabía que en esacasita debía estar ella. /scuché un aleteo intenso, lalibélula ro"a revoloteaba a mí alrededor con$irmando missospechas.

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- <>uiero a)u!arte= Dime c9mo. Di"o el viento.

'in entender lo que hacía caminé hacia 7na sobre las aguas,

como veía que podían hacerlo otras almas, y para mi sorpresa,la ciénaga era $ría y sólida, por lo que di algunos pasos lentoshacia la silvestrista. /lla tenía puesto una enorme manta decolor aul y los cabellos al viento, la libélula umbaba con susalas r(pidas y sin detenerse ni por un instante.

7bordé la canoa de 7na y me senté a su lado, los o"os meardían, y me sentía abrumado por la tristea, pero necesitaba

hablarle.

255

- <Ana= 3i vo sonó quebrada.

- FTe llamas ;ennel?   !reguntó ella con sus enormes o"osnegros como platos.

- So) ;ennel ) ennel so) )o1 Di"e aludiendo la respuesta en

alg+n libro antiguo F2a no tienes mie!o? - No1 )espondió con su vo de caramelo.

- Eres mía Ana" te necesito1 Di"e a$ligido. 0usco a %ulia1

Dos enormes l(grimas le recorrieron por las me"illas p(lidas. 7naestaba llorando.

B No s3 $u3 (acer" !ime c9mo pue!o a)u!arte1 'uplicó lamuchacha.

- 0usca a %ulia" busca a %ulia1 Di"e y una r($aga de viento meale"ó de 7na.

;ue $r(gil me he vuelto, pensé al encontrarme en el umbral delcastillo, caminé un poco y encontré mi habitación. 7l entrar, lapuerta se cerró de golpe. &i siquiera intenté abrirla, meencontraba agotado, como si el via"e de esa noche hubiera sidoextremadamente largo.

Dormí durante tiempos incontables, las cartas atestaban lahabitación y me negaba a saber nada m(s de los silvestristas

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habitación, y me negaba a saber nada m(s de los silvestristas,solo quería leer sobre 7na, ella consumía mi existencia, peroentre tantas postales era imposible conseguir las de ella.

Después de la muerte de Aioleta me negué a leer los libros de lahabitación y al ignorar las cartas, los recuerdos de mi vida $ueronllegando noche a noche.

/ra muy "oven cuando conocí a Bulia, la primera ve que la vi, ellaestaba a$errada a las barandas del barco, contemplando aprimera hora de la mañana el nacimiento del sol. 'u cabello ro"ioal viento me llenó el alma de sentimientos pro$undos, sus o"os

256

claros se clavaron en mí para siempre. 7lg+n tiempo despuéscuando Bulia era mi esposa, a+n dudaba del color de sus o"os, porlas mañanas eran verdes clarísimos, por las tardes casi erangrises y por las noches "uraría que los o"os de la mu"er queamaba eran aules como el mar. Aivíamos $elices en una grancasa cercana a la ciénaga. Bulia acostumbraba a dar largos paseos

en busca de libélulas. 1asta que una mañana ella insistió en queno $uera a traba"ar, había una $uerte discusión por los derechosde los traba"adores de las bananeras, pero no pude complacerla,debía asistir y tratar de negociar con los dirigentes de la huelga.7l llegar a la compañía, los (nimos estaban caldeados, y prontome vi rodeado de traba"adores que gritaban todo tipo dereclamos, moviendo m(s las manos que la boca, un estilo muypropio de los bananeros.

De pronto est(bamos rodeados por cientos de $uncionariosarmados hasta los dientes, y dispuestos a matar al que diera unpaso adelante, grité que se detuvieran, grité con mi alma queba"aran las armas. !ero el eco terrible de una palabra acabó contodos nosotros.

- #6/4?% < mi sangre intensamente ro"a $ue lo +ltimo que

vi, mi +ltimo pensamiento $ue 99 %ulia::./n mis sueños vi una pequeñita de cabellos dorados, pero nocomprendía quién podría ser, tenía unos brillantes y hermososo"os amarillos. 0a niña corría detr(s de mariposas, libélulas, ranas

é

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y cuanto bicho encontraba en la ciénaga. 'u piel era blanquecinay hasta sus pestañas espesas eran doradas.

257

O,$L RO$

 DDII 

EL CASTILLO %E LAS LI34L&LAS

0a mañana en que todo cambió para siempre, observé en lahabitación atestada de postales silvestristas, una postal quemarcaba como remitente a SA"%5 ALEA"O6 JESSICA *RA%AMERCA%O6 CAROLA5 *E7ATE 8 EILE" C&3I%ES 9ELLMA",era un carta muy con$usa, en donde todas hablaban

atropelladamente, casi sin signos de puntuación, como si laemoción no les permitiera pensar lo que decían. 'u alborotoradicaba en que verían por primera ve a su artista 'ilvestreDangond en un concierto. !or lo que me comentaban, llevabanmucho tiempo esperando una oportunidad como aquella, yaunque los recursos que tenían eran escasos, hicieronabsolutamente de todo, con tal de poder asistir. 0a letra eracursiva, con tachones y enmendaduras, las gra$ías plasmadas

eran un completo desastre, lo cual explanaba de $orma clara yevidente que estaban locas por una noche de concierto.

++ebes +enir? debes conocer e! si!+estris)o-- 

99 "o #a nada 8%e e! si!+estris)o no '%eda c%rar--

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99 "o #a nada 8%e e! si!+estris)o no '%eda c%rar --

++,o)os %n senti)iento--

++/! si!+estrista sonr7e eterna)ente--++%e se caiga )i casa? 8%e )is 'adres )e corran de e!!a?8%e e! no+io )e de.e? 8%e #o nada )e i)'orte? so!o,i!+estre angond*--

on estas $rases por todas partes en la postal ro"a, no hice m(sque reír a carca"adas, y sentí unas ganas gigantescas de ser

silvestrista.

258

6n estruendo inesperado, me hio de"ar de reír, y me incorporéviolentamente en posición de batalla, mis puños estabanpreparados para de$enderme si era necesario, el estallido habíasido en la puerta de la habitación, la entrada estaba libre, y unresplandor me dio la certea de que era libre, el momento departir había llegado, estaba paraliado sin saber qué hacer. 3iré a

mí alrededor, sentía que todo cuanto me rodeaba era mío, perono podía llevarme todas las postales que no había leído, tenía queirme, pero me negaba a abandonarlo todo, así que miré porultima ve las cartas desparramadas por el piso, sobre la cama,en la mesa de traba"o que ahora era una montaña inerte depostales, los estantes con libros de quienes ya han muerto, hastaque en un rincón apartado de la habitación pude ver lo quebuscaba.

3e acerqué, tomé la carta y la metí entre mis ropas, incluí adem(s en mis bolsillos mi diminuto diario de !ostales )o"as, ysalí corriendo de la habitación, corrí y corrí por un pasillo sin $in,todo estaba iluminado a mi derecha y a mi iquierda, arriba yaba"o, todo era lu, la lu de la libertad.

uando sentí que ya no podía m(s, dos enormes puertas ovaladas

cru"ieron al abrirse con el chirrido m(s estrepitoso del mundo,como si necesitaran litros de aceite para de"ar de sonar. 0a lu delexterior me cegó, cubrí mis o"os con las manos y avancé a ciegas.7 mi espalda sonó nuevamente el cru"ido de las puertas que estave se cerraban.

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/l canto insistente de un ave me sacó de mi asombro, percibí elmaravilloso sonido de m(s aves silbando divertidas y alegres. 7l

abrir mis o"os, di media vuelta para contemplar por +nica ve ellugar, donde había permanecido por años sin $in.

6n castillo de muros grises y r+sticos, estaba ante mí, las puertaseran de madera y en ellas se encontraban talladas a cada lado,enormes libélulas blancas, como Lngeles custodios del m(sgrande tesoro de la humanidad. Di un paso atr(s y al levantar lavista, sentí vértigo, el astillo poseía miles y millones de ventanas

259

con barrotes como la que había en mi habitación. 3i coraón latíatan apresuradamente, que me parecía imposible no estar vivo.

/staba hipnotiado, los o"os de las libélulas que se erguían en laspuertas del castillo, tenían o"os de diamantes, enormes ybrillantes. 0evanté una mano intentando in+tilmente tocarlos, y el

castillo de las libélulas, a donde llegan todos nuestrospensamientos en $orma de postales y cartas, desapareció de mivista, para toda la eternidad.

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EL SIL8ESTRIS.O

aminé durante lo que me pareció todo un día, hasta que lleguéa un pueblito pintoresco al anochecer, las luces y un ruido

estridente, guiaron mis pasos hasta un lugar donde no cabía unalma, muchachas muy "óvenes, hombres en edad adulta, eincluso niños y ancianos, todos conglomerados en un solo lugar.0a multitud vestía ropas del color de las postales, no podía creerque había llegado hasta un lugar repleto de silvestristas.

>odos reían entregados a la $elicidad, me oculté por si alguna delas muchachas allí presentes podía verme, el ardor en la mirada

se había mitigado, pero a+n los sentía latir acalorados. 7bsortoante aquel bullicio, observé a unas "óvenes que hablabanconsumidas por la dicha, sus conversaciones eran tan r(pidas,que incluso gritaban de emoción, entendí que eran las escritorasde la +ltima postal que leí en el castillo de las libélulas.

/n un instante la claridad del lugar se llenó de penumbras, y laspersonas, gritaron al unísono, un nombre tres veces.

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“…%n un instante la claridad del lugar se llenó de penumbras, y las personas, gritaron al unísono, un nombre tres veces.

!S"#$%S&'%( !S"#$%S&'%( !S"#$%S&'%(” 

/l sonido explotó en mis oídos, y la lu me lastimó la vista, me

acurruqué asustado sin saber qué era lo que sucedía.

262

De pronto apareció ante todos, el "oven de o"os dorados. Bam(sllegué a pensar, que un ser humano pudiera moverse de tal $ormay menos que una multitud entera pudiera moverse del mismomodo.

!oco a poco me acostumbré a los sonidos, y pude apreciar la vo

del cantante. 0as muchachas lloraban, gritaban y brillaban con lupropia. /n ese lugar solo existía la llamada 2$elicidad silvestrista5,de la que tanto hablaban las escritoras de postales ro"as.

0a melodía se trans$ormó en un hermoso canto, la armonía queemanaba del acordeón, algo m(s pequeño a los instrumentosholandeses que yo conocía, desprendía sonidos pro$undos.

- Te amar3" te cui!ar3 ) estar3 conti'o (asta $ue Dios melo permita@1 Di"o 'ilvestre, y agradecí sus palabras, penséen Bulia y quise hacer esa promesa= 2te amaré, te cuidaré yestaré contigo hasta que Dios me lo permita5. 3urmuré.

'entía algo dentro de mi camisa y al recordarlo, busqué la postalcon la cual me había quedado. Ai resplandecer en el sobre lalibélula ro"a, al abrirla, había un gran escrito que me conmovió elalma, la doblé y prometí hacerla llegar a las manos que sabríanapreciar aquellas palabras, que no podían morir en una ho"a depapel. 0a multitud coreó todas y cada una de las canciones del "oven 'ilvestre, y una resonó en mi mente como el eco de unarevelación, 2 $(da)e a escribir %n n%e+o !ibro? 8%e ese!ibro se !!a)e $8%7 )%rió %n a)or 5. 7 di$erencia de la melodía

ó ó l l é

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anterior, esta canción me entristeció el alma porque pensé en miamada y perdida Aioleta. omprendí porqué los silvestristasestaban tan arraigados a 'ilvestre, sus canciones estabaníntimamente relacionadas a sus sentimientos y vivencias. uemaravilloso, verlos bailar, y gritar $rases a su artista, era unaespecie de entrega de postal ro"a directa.

Diario de &ennel Matinson

EL EN/UENTRO

263

Decidí que debía continuar mi via"e, así que de"é a 'ilvestre conla gente que tanto lo amaba y tomé nuevamente camino a no séqué lugar del mundo, a donde me llevaban mis propios pasos, yaconocía el silvestrismo, ahora debía conocer mi destino en lasmanos de 7na, una silvestrista.

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aminé durante días, sintiéndome solo y perdido en el mundo,hasta que por cosas del destino, me encontré en una ciudad que

me resultó $amiliar, en ella vi al "oven cantante, rodeado deadmiradores, $irmando ho"as en blanco y dando besos a cadamuchacha a su alrededor. 7guardé hasta que abandonaron ellugar y lo seguí hasta una enorme casa en la cual entré sin mayordi$icultad, él conversaba alegremente con otro "oven, y sin prestaratención a su conversación, me acerqué y de"é en uno de losbolsillos de su ropa, la postal de la libélula ro"a. 7bandonéinmediatamente el lugar y continué mi camino, sentía que había

264

cumplido mi promesa de hacer llegar la +ltima postal ro"a y midiario personal, entreg(ndome al destino.

3is pasos me llevaron al lugar m(s maravilloso del universo, antemi estaba la inmensidad del 3ar aribe, sus aguas me habían$ascinado toda mi vida. /l romper de las olas era mi sonido

$avorito, volver a ver el mar aunque $uera por +ltima ve,ensanchó dentro de mí ser, una especie de $elicidad.

/l atardecer se vino encima y llegué hasta una casita solitaria demadera, en ella, había una anciana y 7na la silvestrista, estabacon ella. 7 su alrededor volaba inquieta la espléndida libélula)o"a.

- #1ola soy 7na% Di"o la muchacha amablemente ¿Aive solitaen esta playa !reguntó.

- 1ace muchos años, me he sentado en este mismo lugar, aesperar que él llegue. Di"o la vie"ecita con un hilillo de vo.¿>e llamas 7na !reguntó la anciana. 'i mi bebé no hubieramuerto se llamaría 7na. ontestó la mu"er. /s el nombreque le puse cuando nació. !ero Dios se la llevó y ya no lallamé 7na.

'e me anto"ó triste la historia de la anciana, pero curiosamente7na no notaba mi presencia, los o"os me ardían produciéndomeun intenso dolor, pero permanecí allí de pie ante ellas.

- #0o lamento mucho% Di"o 7na.

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"

- 3i bebé tuvo mucha $iebre, apenas si tenía E añitos cuando

murió. Aivo aquí desde hace mucho tiempo. !or las tardesintento ver a mis seres queridos que ya han muerto, peronunca acuden a mi llamado. 7lg+n día vendr(n, y aquí estaré esperando siempre. &i policías ni mon"as hanlogrado que me vaya de mi casa.

7na tomó sus manos y le brindó una hermosa sonrisa, comotratando de explicar que la entendía per$ectamente.

265

- #7hora tienes una amiga que se llama 7na% < t+ ¿ómo tellamas !reguntó la "oven.

- #Bulia% Di"o la 7nciana y cerró sus o"os. 0a libélulaabandonó el hombro de 7na y se poso en mis manos.#Bulia% 'u nombre me llenó el alma, y de pronto como si se

tratara de un sueño, la vie"ita cambió sus cabellos blancospor preciosos cabellos ro"ios, ante mí, la mu"er que tantoamaba.

0a libélula revoloteó y se posó en el hombro de "ulia, ambasbrillaban con lu propia, y mis o"os de"aron de arder.

- 3e has encontrado Qennel. /lla sonrió llenando mi vida deplena $elicidad.

- 0a libélula me ha guiado. ontesté como si la vida y lamuerte tuvieran pleno sentido.

0a niña de cabellos dorados con la que había comenado a soñarpor las noches apareció de pronto. 0os rayos del sol penetraronen cada uno de sus cabellos, y sentí ganas de llorar.

- ¿3am( ¿!ap( !reguntó como despertando de un sueño.)ecordé a Bulia con el vientre hinchado. 7cudió a mi memoria lavida que había perdido, mi Bulia, mi pequeña 7na, las bananeras,el calor de la iénaga, las libélulas de Bulia, la cuna de la niña,completamente dormida, el día que me despedí de su madre, el

i dí í l b

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mismo día en que morí en las bananeras.

#4racias 7na% Di"o Bulia y un camino brillante se abrió paso.

- Aamos a casa, di"o la niña. on la vo m(s hermosa que "am(spude escuchar.

>omé entre mis manos a mi hi"a y a mi esposa, y de"é laspostales ro"as, el castillo de las libélulas y a 7na la 'ilvestrista, yentregué mi alma a la $elicidad que me aguardaba por toda laeternidad.

266

@nstant(neamente vino a mi mente una melodía, 2a) 

amor" amor" amor" amor" amor !e mi alma5. 'onreí 

entendiendo el silvestrismo y a mi amadas escritoras.

.

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SIL#ES$RE

DANGOND

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MARLYN BECERRA BERDUGO

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)Yo el silvestrista el al Batall/n0 1,ro 2or 3i 4andera ro1a0 de5enderel silvestris3o de la o2osi6i/n0 delos in6r7d,los e in6l,so de 3is2adres. No e8istir9 el des6ansoasta tanto no a:a asistido a ,nlan;a3iento. "onrar7 3i 4anderaro1a d<a a d<a0 : a ella de4er7 3idelidad. ro3eto ante Ustedes serel 3e1or 5an =,e 2,eda tenerSilvestre Dangond0 : no a4r9novio o novia =,e 3e ale1e delBatall/n*.

 (,ra3ento Silvestrista

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(, a e o S es s a

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9 +rometo ante -stedes ser el meor fan que pueda tener Silvestre5angond.”  

SIL8ESTRE DAN4OND

/n una habitación a media lu, un muchacho de mirada cansadatendía su cuerpo adolorido a la suavidad de la cama, las s(banasblancas, le daban la sensación de alivio que necesitaba despuésde cada concierto.

- 1ay noches en que la soledad me parece m(s pesada quede costumbre. 3urmuró el "oven.

'e movió algunos milímetros, intentando conciliar el sueño, quea+n no decidía acudir, a pesar del cansancio in$inito que sentía.

- /l insomnio regresa, siempre que necesito descansar.omentó incorpor(ndose de inmediato. /n la cama estabasu chaqueta aul de via"es, un sobre asomaba en unbolsillo.

- ¿/s una carta 'e preguntó, tomando la chaqueta en susmanos.

/l "oven observó detenidamente el sobre blanco, con unaimpresionante libélula ro"a dibu"ada a modo de sello, lo abrióintentando no romper su contenido, y una ho"a ro"a cayó sobre suregao.

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- 'í, es una carta. 'usurró el muchacho. 'e apoyó sobre las

blancas almohadas, acerc(ndose a la +nica l(mparaencendida para poder leer su contenido.

" #$ien p$eda interesar%&

'ostal (ilvestrista) *arta ro+a% 'resente%&

272

ntregar el -ora./n a $n diario, a $na -arta o a $na postal,esperando #$e el viento la lleve a s$ destinatario, es -omopermitir #$e los pensamientos nos golpeen por las no-0es,-reyendo #$e imaginando $n eso t$yo, se 0ar realidad, silo medito todas las no-0es de mi vida%

e sientes solo

 spero #$e no, por#$e t$ sonrisa me a-ompaña en mediode la os-$ridad, y t$ vo. g$a mis triste.as, tan le+os -omo lees posile%

o-0e a no-0e entrego mi deseo a $n am$leto pe#$eñito,$na espe-ie de m$ñe-o de trapo -on o+os de ot/n, #$e meose#$i/ $na d$l-e niña #$e me di+o #$e te amaa%

*omparto mis das al lado de -ientos de silvestristas #$eenvan s$s pensamientos a travs de las redes #$e nos $nenen estos tiempos modernos, de la misma orma en #$eantig$amente las personas se es-rian -artas o postales,para enamorarse, para sentirse -er-a o simplemente paraan$n-iar #$e estaan ien a s$s seres #$eridos%

:a+o ning;n -on-epto, deseo de+ar de vivir en ese m$ndoreal, y por eso -reo #$e mis -artas para ti, son la esen-iamisma de mi amor% res el amor ideali.ado, sen-illo e irreal#$e vive -ada an, pero <e #$ sirve de-ir te amo, si no te0e es-rito $na postal

al ve. n$n-a las leas tal ve. n$n-a nadie p$eda saer lo

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 al ve. n$n-a las leas, tal ve. n$n-a nadie p$eda saer lo#$e siento por ti% e 0as -onvertido en la $ente de misalegras, y eso pr-ti-amente no tiene importan-ia, y espor#$e al poder -ompartir -on los silvestristas, ese amor #$earro+o al viento, me es -orrespondido en las alegras ylgrimas de #$ienes al ig$al #$e yo, te aman%

s posile #$e alg;n da no m$y le+ano, es-ria $n diario,donde p$eda -ontar, el maravilloso ser #$e 0aita tras loso+os amarillos #$e $n da p$de tener tan -er-a%

273

=$e mi alma siempre en-$entre la orma de 0a-erte llegarmi e>isten-ia, #$e la vida me permita en-ontrar la lil$laro+a #$e nos señale el -amino de la eli-idad, -omo alg$ienalg$na ve. s$s$rr/ a mi odo%

“*na sigue la libélula roa que tienes en el cora1ón”%

Si32le3ente t,:a0 Ana.-

/l "oven leyó pausadamente cada $rase, sentía la necesidad de

que la carta no concluyera, que esas palabras de una

desconocida, llenaran un poco m(s la noche.

- 'í 7na, me siento solo. 3urmuró a $orma de respuesta a la

pregunta en la misiva. Dentro de la chaqueta y sin saber

cómo un pequeño cuaderno permanecía inmóvil. ¿'er( de

7na !reguntó el "oven. /l sueño no llegaba a tiempo como

de costumbre y decidió leer un poco m(s, para su sorpresa,

el libro lo mencionaba.

A =,ien logre llegar

ste mensa+e no tiene destinatario, ni dire--i/n? in-l$so no

t d l d i l M

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estoy seg$ro de #$e alg$na ve. p$eda enviarlo% Me es

$rgente es-riirlo, por#$e la soledad y el en-ierro son dosamigos a las -$ales les es-ondo mis verdaderas inten-iones%

o dar detalles del l$gar donde me en-$entro, no darmotivos para #$e #$ieras venir a $s-arme% s $rgente #$ete e>prese en se-reto lo #$e nadie ms p$ede entender% @a0istoria +ams rerendar mi nomre, pero te aseg$ro, #$en$n-a ser olvidado%

274

Ae-$erdo #$e era el mes de aril, -$ando re-i mi primerapostal, $na m$+er m$y +oven, -on dos pe#$eños #$ealimentar, me de-a en s$ misiva, #$e 0i.o todo lo #$eest$vo a s$ al-an-e por $n s$eño, y #$e? sin emargo, loses-asos re-$rsos y el traa+o de domesti-a la 0aan-onBnado a solo poder ver en la pantalla de $n televisor, s$gran s$eño% =$ ser $n televisor o p$edo re-ordarlo%

($ 0istoria me res$lt/ interesante, por eso le la -artaad+$nta a la postal% @a letra de la +oven era -asi al aire, por lo#$e entend #$e, 0aa es-rito apres$radamente laspalaras% @o -$rioso de la postal y la -arta en si, es #$e latinta -on la #$e $eron es-ritas, era ro+a% Aeg$larmente laspersonas me es-rien en tinta a.$l o negra, pero +ams enro+o% o entenda -$l era s$ in-onveniente, y 0asta me

pare-i/ as$rdo, #$e 0$iera pedido dinero prestado en s$traa+o por lo #$e llamaa “el -on-ierto de s$ vida”% oostante, me de+/ $n saor amargo en la o-a, -$ando me-ones/ #$e no p$do asistir a donde an0elaa ir, por#$e s$0ermano menor enerm/ y el dinero se ne-esit/ para elpe#$eño%

<e -ada tres rases, dos eran lamenta-iones, por lo #$e

-omprend, #$e realmente estaa ae-tada por s$ s$eñoirreali.ale%

@a madre soltera, repeta -onstantemente $n nomre, $napersona sore la -$al +ams 0aa ledo% *reo re-ordar #$edie-isiete ve-es es-rii/ “Silvestre”, apenas en dospe#$eñas pginas% n mi en-ierro agrade-a tener noti-iasdel m$ndo, a$n#$e se tratara de $n nomre des-ono-ido, los

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del m$ndo, a$n#$e se tratara de $n nomre des-ono-ido, lossentimientos de la m$-0a-0a me 0i-ieron -ompaña d$rante

m$-0as 0oras%

Aele s$s lamenta-iones, y des-$r al Bnal de s$ -arta $na-ento de esperan.a% Cirm/ s$ postal -on el nomre deMar<a Contreras #ergara% ($-re & *olomia%

stando in-om$ni-ado, y solo #$eriendo re-iir las postales#$e a ien #$isieran enviar, en ese enton-es, #$ise anali.ar

275

por #$ Mara estaa tan triste al no ir a $n -on-ierto% @osartistas -iertamente p$eden enarde-er a $na m$ltit$d,e>isten las ms in-ontales 0istorias de anti-os #$e 0ande+ado s$ 0$ella en la 0istoria $niversal% Day personas #$egastan ort$nas -omo -ole--ionistas de $n pintor, o $nes-ritor, lo -$al me pare-e normal, yo 0i-e lo imposile por-onseg$ir $na gema de @ali#$e alg$na ve., pero el 0e-0o de#$e $na m$+er, #$e tiene la responsailidad da a da del$-0ar por $n m$ndo me+or para s$s 0i+os, -/mo p$edeenton-es verse rela-ionada -on $n -antante% *reo #$e talve. la +oven, en-$entra en la m;si-a de esa persona, algo#$e no en-ontr/ ni en-$entra, en alg$na otra parte, de lo-ontrario no tendra sentido s$ nostalgia, por#$e endeBnitiva, al -on-ierto no logr/ asistir, pero insiste en #$etarde o temprano podr ver rente a rente a #$ien llama

“(ilvestre”%

'or -osas de la vida, en este aislamiento total al -$al 0e sidosometido, desde ese da sig$en llegando 2ostales ro1as, yes as, -omo ir $niendo el rompe-ae.as #$e empe./ -on lasimple -arta de $na m$-0a-0a en $na tierra remota ydistante%

'ilvestre leyó hasta el amanecer las p(ginas de aquel extrañocuaderno o diario personal. 'e sintió muy con$undido.

ontinuó leyendo, las p(ginas enigm(ticas de tantas historias.

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+ensé en $ioleta y su triste1a aunque no entendiera que le pasaba. 'ecordé a &eresa. $i a *na en mi mente lan1andobesos al viento para este /ombre. +ensé en todas y cadauna de las muc/ac/as que vivían de sus canciones, y sinquerer, murmuré para mí 8#as amas9 8*mas a tus fanáticas9

- Sí las amo. 'espondió como si me /ubiera escuc/ado, locual me puso alerta.

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- Sí las silvestristas supieran lo muc/o que las amo, si pudiera contarles la forma en que llenan mi vida, cada ve1 que veo el brillo en sus oos, me ponen nervioso. %ntendí entonces que /ablaba solo, no estaba respondiendo a mi

 pregunta no porque me /ubiera escuc/ado, solamente pensaba en ellas.

- -no de estos días encontraré la canción que se lose3plique. 5eseo con el alma que nunca me olviden, quenunca piensen si quiera dearme. %l tiempo no me alcan1a

 para atenderlas a todas, pero la vida me dará el instantenecesario para que entiendan, que yo las amo. Silvestre sellevó las manos a los oos, pensar en sus silvestristas /i1obrotar del ámbar de sus pupilas, algunas lágrimas. 

/l "oven recordó haber dicho exactamente cada palabra de lasescritas en el diario, lo arro"ó al suelo, como espantando sustemores.

- ¿;ué clase de broma es esta &o voy a seguir leyendo,esto es una locura.

@ntentó dormir, pero las palabras del libro umbaban en su mentey se quedó dormido, pensando en un nombre 27na5.

!asaron algunos meses después de aquella noche, 'ilvestre no seatrevió a deshacerse del diario, pero tampoco quiso leerlo, nicomentarle a nadie sobre su existencia, estaba dedicado allanamiento de su próxima producción discogr($ica, ultimandodetalles. 'us días transcurrían como por arte de magia, absortoen todo lo que deseaba para 0a &ovena 8atalla.

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6na noche cuando todo estuvo en su punto y el "oven pudorespirar el olor dulce del Aalle, sin que lo atormentaran condetalles, recordó el libro.

-¿/s posible ¿'er( la misma 7na ¿0a de apatos ro"os ¿0a delvestido ro"o /sa "oven que vive metiéndose en problemas, quetiene unos enormes y bonitos o"os negros ¿'er( la misma 0aspreguntas se acumularon unas encima de otras dentro de su

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cabea. )ecordó las me"illas sonrosadas de la "oven $an y sintiócuriosidad.

- /s simplemente un libro, y así voy a leerlo. uando buscó entresus cosas, no logró encontrarlo. ¿Dónde lo pusiste !iensa,recuerda vie"o 'ilve.

7sistió a varios compromisos con la disquera los siguientes días,previo al magno concierto, pero no de"aba de pensar en lahistoria del diario, quería descubrir si se trataba de la misma 7na,la muchacha Aeneolana.

0a noche anterior al lanamiento, los sueños hicieron lo que se lesvino en gana en la mente de 'ilvestre. 6na "oven gritaba sunombre insistentemente, sus cabellos negros como la noche, se

movían como si estuviera dentro del mar, era la 7na que élconocía, una admiradora de su traba"o como cantante, que poseíaun brillo especial en la mirada. ;uiso tocarla y no pudo, trató deacercarse a la "oven y una especie de cristal lo impidió.

- 7na soy yo, 'ilvestre ¿!uedes verme @ntentó decir, perosu garganta no emitió sonido alguno.

uando despertó, intentó recordar el lugar en el que habíaguardado el libro, pero su mente estaba llena de in$ormación, sutraba"o le consumía cada rincón del cuerpo y su alma permanecíasilenciosa.

/l stress que vivió ese día $ue agotador, la lluvia incesante no lepermitía salir a escena, se llenó de ansiedad, y se entregó aldestino De ve en cuando observaba a la multitud desde una

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destino. De ve en cuando observaba a la multitud, desde una

ventana de la cual, no podían verlo.- Es increíble" el mun!o se viene encima ) ellos permanecen

allí" esper&n!ome1 !ensó 'ilvestre. 

- 'ilvestre, ya est( escampando, le di"o por $in uno de susgrandes amigos, y la sonrisa en ese rostro tan $amiliar, lollenó de $ueras.

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Desbordó todo su ser al p+blico, cantó lleno de alegría portenerlos. !ara él no había un instante que lo llenar( m(s en suvida pro$esional, que escuchar a miles y miles de personas,cantando sus canciones al unísono.

- .il rostros" mil (istorias. !ensó mirando el lleno total del!arque de la 0eyenda Aallenata. /l "oven que cantaba contodo su ser, era $eli.

De pronto le pareció ver un rostro $amiliar entre la multitud, creyóver a 7na y le lanó un beso. #7na% murmuró. !ero no habíatiempo para ella y su historia, la $unción debía continuar.

uando el concierto estaba por terminar, la buscó nuevamentecon la mirada entre la multitud y ya no pudo verla. 7l $inaliar su

presentación y al recibir la ovación del p+blico, dos l(grimasrodaron por sus me"illas, no podía pedir nada m(s, que el cariñode la gente. 7l ba"ar de la tarima, lo esperaban $amiliares yamigos. >odos lo $elicitaban por su éxito, él estaba absorto en suspensamientos, pero agradecía el apoyo inigualable de cuantos lorodeaban.

- Debemos irnos 'ilvestre. Di"o uno de sus guardaespaldas. 7sí 

que lo condu"eron por un largo pasillo, entró en su camerino,apenas tenía tiempo de cambiarse la ropa sudada y tomar agua,ya descansaría en el avión, debía dirigirse inmediatamente alaeropuerto. >omó su bolso de via"e y salió al pasillo, cuando depronto alguien lo derribó de un $uerte golpe. )odaron por el piso,'ilvestre vio encima de su cuerpo, un alma que le era conocida.

Disc+lpeme señor Di"o la muchacha 0o siento perdóneme

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- Disc+lpeme señor. Di"o la muchacha. 0o siento, perdóneme,

perdóneme. 'olloaba con los o"os $uertemente apretados.- ¿7na !or Dios me has asustado. Di"o 'ilvestre, que no

salía de su asombro.

- &o, no, no, no por $avor, suélteme, tengo que hablar con él,suélteme, suélteme. Di"o llorando 7na.

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- Dé"ala en pa. Di"o 'ilvestre levant(ndose del suelo. <o laconoco. <o me hago cargo. >odo est( bien. @nsistió a supersonal.

- ¿!or qué lloras bonita !reguntó 'ilvestre.

- &ecesitoC yo necesito, yo, yo.

&o podía hablar, no de"aba de llorar.

- Dé"ennos solos muchachos. Di"o y sus hombres seale"aron.

- ¿;ué pasa 7na !rometiste ser m(s cuidadosa y esto no esprecisamente lo que tenía en mente. &o llores por $avor, nome gusta verte llorar, así no se ven tus bonitos o"osnegros. ¿;ué puedo hacer por ti !reguntó.

Sus oos ne'ros" como en el sueño1 !ensó 'ilvestre.  FSer& posible $ue seas la Ana !el libro? FEres tM mi Ana?@ 'ilvestrepensó en la carta de la libélula ro"a y sonrió, queriendo creer quese trataba de la misma persona. 'in pensar en lo que hacia,'ilvestre se acercó lentamente. /lla tocó su pecho. 2Estatemblan!o@ . !ensó él.

< la besó1

Después de sentir sus labios se sonrieron mutuamente. 'ilvestrevio a 7na por un momento nada m(s, el personal que locustodiaba lo sacó de allí al instante. De pronto, todo $uecon$usión, los escoltas trataban de contener a cientos desilvestristas que habían pasado por encima de la seguridad del

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silvestristas que habían pasado por encima de la seguridad del

evento.

>rató de concentrarse en el via"e, pero no pudo, la $an a la quehabía besado, insistía en permanecer en su mente.

- 'i te hago una canción, tal ve me de"es en pa. Di"osonriendo a la ve que se tocaba los labios.

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- ¿;ué dices !reguntó alguien dentro del vehiculo.

- &ada, no me hagan caso.

- 0o que $altaba 'ilvestre, esto est( lleno. 0os silvestritasdeben tener radares, ya sabían que veníamos alaeropuerto.

0os encargados de proteger al artista echaron mano de los anillosde seguridad propios para cada evento, de manera que 'ilvestreno $uera molestado y pudiera abordar el avión. 0os silvestritaslograron verlo a través de unos ventanales que daban a la calle, yél decidió acercarse para despedirse, antes de tomar su vueloprivado.

4ritaban todos gritaban.6nas manos blanquecinas se pegaron al enorme cristal, unapared de vidrio, los separaba como en su sueño, él se acercó ycontempló esos enormes o"os negros. >odas las chicas gritaban sunombre. 3iró a 7na con tristea, 'ilvestre sabía que no era unsueño, que en la vida real, él era el artista asediado por el p+blicoque lo amaba, por su 2,IL;/,RI,&O /L $L&$5 y ella estaba

del otro lado del cristal, como la $an que era. 0entamente se llevólos dedos a la boca, tocó sus labios recordando el beso.

'onrió sin de"ar de verla a los o"os, y ella hio lo mismo.

- <A!i9s cenicienta= !ensó él.

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6I/HI/HO

- 6n hombre tiene que hacer, lo que se necesita que haga, ni

m(s ni menos. Di"o el muchacho apretando los puños, en elmismo instante que cruaba la $rontera de Aeneuela y olombia.De sus o"os enro"ecidos brotaron las +ltimas l(grimas, al recordara la princesa de sus sueños.

'e encaminó decididamente por el puente $ronterio que conectaa ambos países, un mar de rostros pasaron a su lado, nadienotaba su coraón roto no tenían tiempo para el dolor a"eno

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notaba su coraón roto, no tenían tiempo para el dolor a"eno,

porque cargaban con sus propios dolores humanos. 7"ustó sugorra tricolor, secó sus l(grimas y con los puños, golpeó dosveces seguidas su pecho entristecido, invocando los me"oresrecuerdos de un silvestrismo que cuidaría de su coraón en lostiempos di$íciles.

No +a$ nada 'ue el silvestrismo no pueda arre(lar .3urmuró, cuando abordó la buseta del >erminal, sin mirar atr(s.

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'u decisión estaba tomada, olombia era el nuevo sueñoamericano. 

- 8ueno !ichicho, aquí vamos. 'e di"o así mismo. 7penascontaba con KR.FFF pesos para llegar a 8ucaramanga, eratodo cuanto tenía, así que al pagar el pasa"e, en su carterasolo quedaban algunas monedas, su édula Aeneolana ylos o"itos de una hermosa niña lo observaron desde una$otogra$ía.

- 3i chiquita, pap( regresar( pronto. Di"o !ichicho, sintiendoel vacío m(s grande que un hombre pueda albergar dentrode un coraón. 26ap& va a trabaar@1 !ensó.

6na melodía lo inundó todo, incluso su coraón vacío, nadie podía

lograr seme"ante e$ecto, solo una persona.- 'ilvestre siempre aparece, cuando uno no sabe para dónde

agarrar. Di"o el Boven y se entregó a la acompasadamelodía que hacía sentir la necesidad de dar gracias portodo cuanto se poseía en la vida.

7 través del cristal, el muchacho pudo contemplar por primera

ve las montañas de una tierra con la que había soñadodespierto, se aventuraba no solo a buscar m(s ingresos para suhogar, iba detr(s de mil sueños, uno de ellos, era respirar el olordel valle del acique 6par.

- Dicen que los (rboles susurran canciones al amanecer enAalledupar, ¿'er( verdad 'e preguntó. < una sonrisa tímida leiluminó el rostro p(lido.

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6ERE5 /ARRAN5A

6n "oven delgado y de rostro encantador, llevaba una mochila acuestas, tal cual como la noche en que su vida cambió, la +nicadi$erencia para él era que sus apatos eran de colores y nuevos,los roídos apatos grises, eran cosa del pasado, no obstante élseguía siendo el mismo.

- /mpacar y desempacar, estar a tiempo, tomar el vuelo,

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tomar el bus, llegar a tiempo, apurarse ¿'er( que noexisten otras palabras en la gente !re$iero pensar enim(genes, cada una invoca la lu necesaria para contar unavidaC mil vidas. /l "oven acostumbraba a hablar solo,sintiendo la compañía necesaria en cada via"e, él y suspensamientos, con la c(mara a mano, el resto venía porañadidura.

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- #arrana ap+rate% ;ue vamos tarde. 0e di"o alguien en elautob+s.

<Dios= Utilicen otras palabras. !ensó sonriente, preparado paravivir. omo de costumbre un montón de chicas los esperaban, alingresar al hotel esa mañana, el alboroto reinaba a su alrededor,todas querían $otos con sus compañeros de traba"os, algunas

cuantas le robaron besos de las me"illas.

- )ostrosC rostrosC murmuró, sonriendo para las c(maras.6na "oven se acercó tímidamente y sin decir m(s, loabraó, para luego desaparecer en la multitud. /l olor de lapiel de la "oven inundó sus pensamientos. /sa niña huele achocolate, estoy seguro. Di"o, busc(ndola entre la multitud./lla ya no estaba. ¿/s posible amar en un instante 'e

preguntó, sin encontrar la respuesta. 0os gritos por'ilvestre, lo inundó todo, era momento de buscar re$ugiodentro del hotel, una cama blanda de sabanas blancasaguardaba para que pudiera editar las $otos de la nocheanterior.

 ANA

3is días transcurren sin sentido, albergo una espina en lo m(sescondido de mi coraón, volver a verlo me resulta urgente ytengo miedo de que 3athias no entienda que en esta oportunidadsoy yo la que necesita ale"arse. 1oy he decidido abandonarlo, yano puedo con la rutina de una vida per$ecta, donde $in"o ser $elisin serlo. !ienso arriesgar todo por volver a verlo a él, solo un

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instante m(s, son demasiadas las noches que han transcurridodesde la noche en el aeropuerto.

- #7na% ¿!or qué estas tan callada

- 3athias, no me pasa nada, estoy bien. ontesté queriendoesconder mis pensamientos, como si pudiera leerlos.

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- /ntiendo que nos guardemos secretos bonita, pero durantedías te siento ausente, es que hay algo que tal ve deseasdecirme.

- <o no guardo secretos mi sol. Di"e apunto de echarme allorar. ómo podía explicarle al hombre que amaba que mesentía incompleta, sin saber a ciencia cierta qué me estaba

pasando.

- 7na, las palabras sobran, cuando en tus o"os encuentro lasrespuestas. Di"o 3athias con la mirada m(s triste que hayapodido ver en un ser humano. 2l lo sabe@ . !ensé. 2Sabe$ue to!o (a termina!o entre los !os@1

/sa noche $ingí dormir al lado de 3athias, mientras brotaban

de mis o"os espesas l(grimas, me sentía atrapada en una vidanormal de traba"o y pare"a, cuando lo que realmente deseabaera subir montañas y lanarme a volar.

B Necesito mi liberta!" necesito verte Silvestre" lo necesito@13is pensamientos me inundaron la mente. uando losprimeros rayos del sol me sorprendieron, el hombre que habíaamado, yacía a mi lado sin sospechar que la decisión estaba

tomada.3e voy a buscar a 'ilvestre Dangond5. 3urmuré,levant(ndome suavemente de nuestra cama, tomé mi bolsonegro de via"e y lo llené m(s de recuerdos que de ropa. 7 lasseis de la mañana de ese amanecer al lado de 3athias, cerréla puerta de lo que había sido nuestro hogar, de"ando una notasobre la mesa.

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"o sé #acerte fe!i>@* $na*-

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.ATHIAS!or las noches, 3athias escuchaba llorar a 7na. 1abía decididodarle todo el espacio que $uera necesario, pero con el transcurrirde los días, 7na se había vuelto una mu"er terriblementedepresiva, y era algo con lo que no sabía tratar. 3athias entendíaque 7na era una mu"er marcada por el hombre con el cual iba a

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casarse, y que ella estaba rota, cuando él la conoció.

- ¿ómo puedo ayudarte bonita 'e preguntaba 3athiascada ve que veía la tristea en los o"os de 7na, algo que altranscurrir del tiempo llegaba por las noches y desaparecíaen las mañanas.

287

Durante algunos meses, 3athias le obsequió libros, m+sica,películas y chocolates, solían salir a caminar ba"o el sol o la lluvia,habían sido $elices, pero lo que ocurría con 7na al llevar una vidatranquila, era sorprendente y preocupante.

/n esa oportunidad, 7na lloró toda la noche, y 3athias tenía lacertea de que ella lo abandonaría. l $ingió dormir, intentando

meditar sobre si debía decir algo, o simplemente de"arla marchar.

- Ana va a aban!onarme" ) no pue!o (acer na!a@ . !ensó elmuchacho, acomod(ndose en la mullida cama, la oscuridadhabía llegado al amor m(s hermoso "am(s sentido. F/9movivir3 sin mi Ana? F/9mo retener a al'uien $ue no es ,eli# a mi la!o?  

3athias quiso abraarla, estaba tan cerca de su delicado cuerpo,pero el vacío que los separaba era irremediable.

6na l(grima con$usa ba"ó por las me"illas de 3athias. 2Dicen $uelos (ombres no lloran" pero cuan!o el amor !e tu vi!a se acaba"no (a) m&s reme!io $ue llorarlo1 Aun recuer!o la primera ve# $ue la vi con su vesti!o rosa" estaba realmente (ermosa" no teníai!ea $ue al'Mn !ía su cuerpo estaría entre mis bra#os" no me

esperaba $ue !espu3s !e estarlo" (uiría !e nuestro amor" c9mova (acerlo@1

3athias intentó descansar, pero durante toda la noche lossilenciados solloos de 7na lo desvelaron, cuando la lu del solentró por la ventana de la habitación, sintió cómo 7na, salía sinhacer el menor ruido.

;uiso ir tras ella, quiso arrodillarse y pedirle que no lo

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; , q y p qabandonara, pensó en decirle cuanto la amaba, pero una $ueramayor que él, lo detuvo.

- 'i no eres $eli mi 7na, debes irte, es lo me"or para todos.3urmuró viendo el lado de la cama sin ella.

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6na hora m(s tarde cuando 7na sacó su auto del gara"e de lacasa, 3athias $ue hacia la habitación donde 7na tenía sus libros yropa.

- 'u bolso de via"e no est(, no puedo creer lo poco que sellevó, casi toda su ropa est( en el closet. Di"o a lahabitación como si ésta pudiera oírlo. 'us pasos se hicieron

pesados. uando vio una nota sobre la mesa, quiso salircorriendo de la casa, pero decidido aceptar su destino,tomó la nota de la mesa y la leyó muy despacio.

"o sé #acerte fe!i>@* $na*-

- 3e ha abandonado. Di"o el muchacho, y una l(grima corriópor su me"illa derecha. 2El amor se acaba el amor muere"

el amor se va@1 !ensó.

SIL8ESTRE DAN4OND

/sa noche durmió incomodo, el hotel era igual que todos, nadahabía cambiado en su vida rutinaria, tenía una agenda tanapretada que el tiempo destinado para compartir con sus

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$amiliares y amigos era insu$iciente, pero él había decidido ser unvia"ero, un errante solitario que llevaba melodías de pueblo enpueblo, de ciudad en ciudad. ?bservó el techo de la habitación, ycontempló largamente la tenue lu de una lu"osa l(mpara detecho.

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- /sa l(mpara, debe valer una $ortuna. 3urmuró 'ilvestre./n nada se parece a los bombillos de hoteles baratos en losque dormí cuando mis sueños eran tan distantes.

>anteó la mesita de noche, y tomó entre sus manos el móvilblanco que lo comunicaba con una caterva de vidas. 'uspensamientos se desliaban de un lado para otro dentro de su ser,

leía con detenimiento, cada $rase, observaba con especial cariñolas $otos que le enviaban sus admiradores, sus silvestristas.

De pronto en el mar de gentes del ciberespacio, un "oven lleno deodio comentaba cosas tan $uera de tono, que no pudo seguirleyendo nada m(s.

- &o es que me importe lo que pienses. 3urmuró. !ero

siempre me queman las mentiras. 2"o '%edes ganar tantos cora>ones sin 'erder 'eda>os de! t%o@ 1 !ensó.

)ecordó los rostros de silvestristas muy especiales, los o"os deQatherin, la sonrisa de 3elisa, la vo de niños cantando suscanciones, los silvestristas ba"o el torrencial aguacero en elparque de la 0eyenda Aallenata el día anterior, y su coraón sellenó de amor, y las palabras del "oven amargado, se diluyeron

como por arte de magia.'e levantó y encendió la lu del baño, contempló en el espe"o unrostro cansado, sus o"os amarillos oscurecidos por la noche, unamin+scula barba comenaba a brotar.

- ¿u(ndo pasó todo !reguntó a la imagen en el espe"o. ¿/nqué momento cumplí tantos sueños ¿;ué tiempo me hacostado que me quieran ¿Desde cu(ndo me escuchan con

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tanto cariño 0a imagen le devolvió una sonrisa. 'e lavó lasmanos y la cara, tomando una toalla blanquecina parasecarse.

- #&ecesito aire% Di"o, abriendo de par en par un ventanalque había en la lu"osa habitación. 6n gélido aire entró en

29

su ser, y los m+sculos se tensaron, una sensación que leespantaba el sueño. < entonces lo recordó.

8uscó un bolso que siempre llevaba para via"es, en el cual habíaguardado un libro, una especie de diario extraño. /n un bolsillomuy bien escondido encontró el 2diario de un silvestrista5, comosolía llamar al librito misterioso. /ligió una p(gina al aar y leyó

atentamente.

#os días transcurren sin que pueda darme cuenta, igual nace elsol más allá de los barrotes de mi ventana, como los rayoslunares, sin que pueda detenerlos, sin que pueda disfrutarlos.

5espierto, vivo un instante y vuelvo a dormir, es como si eltiempo no e3istiera y solo importara leer cada carta, cada postal.

 *noc/e mi centinela arroó bao la puerta, una 2nica carta.

6e acerqué con cautela presintiendo que no era nada bueno,recibir una 2nica postal. )uriosamente el sobre delataba tres

letras, un 2nico nombre “ ANA”, y un 2nico símbolo , unaespecie de insecto refrendado en tinta roa. 6e recosté en el

lec/o, sin atreverme a abrirlo, nunca en mi e3istencia /abíarecibido algo parecido y me dio mal ag:ero.

- 0a carta. 3urmuró. 0a carta que menciona el diario es la que leí el día que encontré el libro en mi chaqueta, la carta de 7na, esa$an que tal ve sea mi querida 7na, la niña del beso.

)ecordar aquel beso, lo hio sonreír. 7na lo había derrumbadohuyendo de los escoltas de seguridad y se le había abalanado,+ d t í t d l l b ll " d l ll i

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a+n cuando tenía toda la ropa y el cabello mo"ados por la lluvia,sus hermosos o"os negros y su boca rosada, no hicieron m(s quetentarlo a besarla, a darle el beso m(s dulce que le haya podidodar a una $an.

- /lla estaba temblando ¿'eria de $río 'e preguntó. ¿'er( lamisma 7na ¿ómo encontrarla &ecesito respuestas sobre este

291

libro, ¿;ué silvestrista ha escrito este diario !orque tiene que serun silvestrista que me ha espiado, para poder saber hasta lo quehe dicho en una habitación.

/se pensamiento lo llevó a observar el cuarto del hotel en el queestaba, todo en orden, todo igual, completamente solo. &o haypeligro.

8uscó una ho"a m(s en el diario.

“5eseo un beso… un beso de Silvestre”. ;uevamente *naatormentaba mis días, con sus cartas tan simples, siempre querecibía una carta de la libélula roa, la mente se me llenaba dedudas.

;o entendía por qué me enviaban cartas o postales tan intimas, y siempre relacionadas con un /ombre al cual no conocía, pero por el cual, mis escritoras morían de amor.

- >engo que encontrar a 7na. Di"o. < como el que emprende unamisión secreta, empacó sus cosas, se bañó y vistióinmediatamente. /ran las seis de la mañana, cuando alguien tocó

a su puerta. 'ilvestre estaba listo para continuar su camino. !erolas cosas habían cambiado, él buscaría a su $an.

 ANA

3ane"ar nunca ha sido mi $uerte, por eso pre$erí de"ar el

t ó il d i d i d t t li i$ í i í d i " dí 7b dé l i ió

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automóvil en casa de mi madre, y sin dar tantas explicaciones,re$erí que me iría de via"e unos días. 7bordé el primer avióndisponible, mi destino $inal, era incierto. !ermanecí algunos díasen aracas, y como en una especie de trance, apagué el telé$onocelular, desaparecí para 3athias, para mí $amilia y amigos,necesitaba estar en pa conmigo misma, y plantearme qué haría.

292

- 7 estas alturas 3athias debe estar decepcionado de mí, hesido cobarde, simplemente me $ui sin explicar por qué. /raimposible decirle que estaba aburrida de hacer las mismascosas ¿ómo decir las verdades a la cara sin lastimarlo 3esentía ahogada, es tan previsible, es tan tranquilo, tanalegre, es un hombre per$ecto, y su per$ección meen$erma, yo soy una masa de con$lictos. #!or Dios soymu"er% ¿/s tan di$ícil que puedan entenderlo

@ntenté recostarme en la espon"osa cama del hotel, y de"ar quelas ansias se calmaran, pero el rostro de 3athias me perseguíapor todos los rincones de mi pensamiento.

- #>e amo% Di"e. &ecesitando sentir que todo era real, pero laimagen en mi mente no $ue la de mi pare"a, $ue la del "oven de

o"os amarillos, sus recuerdos acudían a mí en los momentos demayor tristea. &o debo buscarlo, a él tampoco, no por ahora, noestoy preparada para verlo, me quebraría si lo veo, necesitoaplacar mi alma, ordenar mis sentimientos y raonar, no quierouna vida monótona, esta bien, lo entiendo, pero no puedo viviruna vida llena de excitación y algarabía, debe haber un equilibrio,un punto per$ecto donde yo aprenda a ser $eli, y no puedalastimar a nadie. 2"o :a8 na,a que el silestris(o no pue,a

0urar5 esto es algo que "am(s debo olvidar. !ensé.

.ATHIAS

D

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Durante algunos días 3athias esperó su regreso, pero ella sehabía marchado sin decir nada m(s que una sentencia en unanota sobre la mesa, intentó no llamarla, pero cuando la tristea leoprimió el coraón, $ue en vano, el telé$ono estaba apagado o$uera de cobertura. !ara evitar ver las cosas de 7na por toda lacasa, dedicó su +nico día libre para encerrar en la habitación deella, todo cuanto se la recordara.

293

- ¿< tus recuerdos donde los encierro 7na !reguntó a lacasa sin ella.

Durante esa semana traba"ó incansable en el 8ar, entregado a laelaboración de bebidas para los clientes, la +nica di$erencia $ueque se negó a servir 2'ilvestristas5 una bebida ro"a que pedíancon regularidad por su sabor dulce y picante. 3athias sentía que

los recuerdos se lo tragaban vivo, cuando alguien pronunciabaesa palabra.

- 3i alma dormita en los recuerdo, porque t+ ya no estas. 'edi"o, entre tanto, servia una piña colada. 2Hasta a$uí .at(ias@ . !ensó. 2.e vo) al Mnico lu'ar en el mun!o !on!e pue!o estar en pa#1 .e vo) a Nabusimae@1

/l s(bado por la mañana, 3athias cerraba la puerta del lugardonde había amado a una mu"er, con un bolso por equipa"e, el "oven de o"os entristecidos, pasó doble llave al dolor de laausencia y el abandono, y se $ue, su destino era una pequeñaciudad perdida en la 'ierra &evada de 'anta 3arta, donde los7rhuacos dicen que nace el sol.

6I/HI/HO

/l h h b ó l t d l b

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/l muchacho observó los rostros de las personas que pasabanpor la plaa, él desde la banca donde tuvo que pasar la noche, lossentía distantes y $ríos. )evisó en sus bolsillos, y contó lasmonedas.

- >res mil pesos. Di"o suspirando. ¿;ué puedo hacer con tresmil pesos >engo tanta hambre que me comería GF

294

empanadas de carne con arro y die "ugos de mora, perono me alcana ni para una empanada ni un "ugo.

3ientras observaba sus monedas, un anciano se sentó a su ladocon un carrito con termos ca$é.

- ¿a$é Di"o el hombre.

- ¿u(nto cuesta !reguntó !ichicho.

- 'etecientos pesos muchacho.

- Déme uno. ?rdenó, y como quien se desprende de untesoro le entregó siete monedas de a cien pesos.

- ¿orto de dinero !reguntó el anciano.

- 3uy corto mi señor.

- ;ué no daría yo por tu "uventud, debes ser muy "oven,¿;ué edad tienes

- Aeintidós años señor.

/l hombre guardó silencio, recordando sus maravillosos veintidós

años, su vigor y lo $eli que era siendo tan ingenuo y con una vidapor delante.

- 7 mí muchacho, no me deben quedar veintidós años devida, qué a$ortunado eres, así solo te queden dos miltrescientos pesos en tus manos. >e voy a dar un conse"oniño, esa moneda de mil pesos tan bonita y dorada, no lagastes nunca, consérvala, pase lo que pase, no la pierdas,

desde hoy cuenta con solo mil trescientos pesos y

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desde hoy cuenta con solo mil trescientos pesos, ymantenla siempre contigo, es tu moneda de la suerte,hame caso.

- 4racias señor. Di"o !ichicho sonriendo. 6sted tiene raón,tengo todo lo que necesito para ser $eli. Diciendo estorecordó los brillantes o"os de su princesa.

295

- >oma otro ca$é, este va por cuenta de la casa, yo tambiéntuve hambre muchacho, y para el hambre se necesitamucho ca$é.

!ichicho estuvo a punto de echarse a llorar, pero se mantuvo$irme, al amanecer creía haber cometido una locura en irse a otropaís sin dinero y sin $amilia, pero las pro$undas arrugas de aquel

anciano, le hicieron sentir la certea de que la vida tenía que seramarga para poder ganarse una a una las arrugas de una vidaplena. /l anciano se marchó, y $ue cuando !ichicho leyó elnombre del carrito met(lico del anciano 2UN :ASO A LA VE; 5.

- 'entado no voy a encontrar traba"o, ni comida. Di"o m(sanimado. 7puró su ca$é, guardó el vasito desechable en subolso de via"e, y se dio dos $uertes golpes en el pecho con

los puños para invocar a su 'ilvestrismo del alma.

NINI 

&

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&ini estaba enamorada del muchacho m(s adorable deluniverso, apenas si lo veía en dos o tres clases, pero le erasu$iciente verlo a distancia, para llenar su coraón de amor.

296

- 7lg+n día voy a besarlo. 3urmuraba cuando sus o"os seencontraban por casualidad, y sus me"illas se llenaban delrubor de la "uventud.

'us estudios estaban encaminados y la vida le auguraba unacarrera brillante, poseía un temple de acero, y nada ni nadiepodía perturbar su existencia. 0o +nico que podía alborotarle el

alma era 'ilvestre Dangond.!or las tardes solía escuchar sus canciones a todo volumenencerrada en su habitación, los traba"os universitarios $luían conímpetu al escuchar cada canción de 2'ilve5, como ella le llama porcariño. 7l terminar con sus responsabilidades, salía a caminar por8ayunca, un pueblito de la costa colombiana, que por las tardessuele ser un hermoso lugar para vivir, en comparación al horno

que suele ser al medio día, as$ixiante y torturador. &ini con susimpresionantes o"os pardos, consumía cada imagen, cada color,todo le era increíblemente hermoso, esto era lógico, estabaenamora.

- ;ue raro. 3urmuró. ada día son m(s $uertes mis doloresde cabea, siempre llegan a las seis de la tarde, paradesaparecer por las noches, pero esto ya es insoportable.

7lgunas semanas antes, &ini había comenado a padecer de "aquecas, pero estas no lograban hacer que su estado emocionalmermara, el amor de su vida estaba a unos cuantos pupitres doso tres veces a la semana, y eso ning+n dolor de cabea se loarrebataría.

6na mañana en el ca$etín de la 6niversidad, el "oven con el que

soñaba despierta, se acercó a pedir un tinto en el mismo instanteque ella tomaba uno, estaba tan cerca, que &ini no pudo evitar

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p , pque ella tomaba uno, estaba tan cerca, que &ini no pudo evitarrespirar pro$undo, para poder oler el aroma de la piel del hombreque amaba.

- #1ola% Di"o él mientras esperaba su tinto. < una sonrisabrillante le golpeó de pronto a &ini. 0a lu de esa mañanahio que sintiera dolor en los o"os.

297

- ¿>e sientes bien !reguntó él al ver la cara de dolor de &ini.

- 'í 4uillermo, solo me duelen los o"os. ontestó temblando.

- ¿'abes mi nombre !reguntó.

- 'í, me sé tu nombre. ontestó ella en un susurro.

- <o no me sé el tuyo princesa.

< en toda su vida, no había escuchado una palabra m(s dulce, nim(s per$ecta que 2!rincesa5. &ini sonrió para 4uillermo, y él seale"ó con su tinto, y se llevó el coraón de ella.

Esto) enamora!a" lo amo" lo amo con to!o mí ser@1 !ensó. < unenorme dolor de cabea se posó en su nuca, después de haber

estado tan cerca del amor de su vida, su cerebro le cobraba concreces ese instante.

7 la mañana siguiente el maravilloso acercamiento a su !ríncipe,la vida de &ini cambió para siempre.

E..A

'anta 3arta es si se quiere una $uente silvestrista, allí puedesencontrar tantos seguidores de 'ilvestre Dangond como olas en el

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'encontrar tantos seguidores de 'ilvestre Dangond como olas en elmar, cada día los "óvenes se ven atraídos por la revoluciónmusical del ídolo. !uedes caminar por la 8ahía y encontrar "óvenes con apatos ro"os, otros con tatua"es sobre el artista, eincluso cortes de cabello similares al de 'ilvestre, es una ciudadsilvestrista por excelencia.

298

6n samario, como se les dice a su gentilicio, es un ser humanoamable y respetuoso, que al "untarse con silvestristas puede$ormar una parranda incluso dentro de una buseta.

>an es así, que /mma, una adolescente de IE años, comparte suvida al lado de un 8atallón 'ilvestrista, catorce solamente ypodría dirigir una in$antería completa si lo deseara.

- 3uchachos aquí est(n las instrucciones. Di"o la Boven a loscuarenta miembros del lub de ans. Debemos tener labandera ro"a m(s grande del ontinente para el próximo

lanamiento de 'ilvestre en Aalledupar.

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- !ero /mma. Di"o un militante. alta un año para otrolanamiento.

- 'í 3iguel, pero soldado prevenido no muere en guerra, y lat(ctica a emplear hay que marcarla desde ahora.

299

- !ero este año no pudimos pasar por ser todos menores deedad, y adivina qué, el próximo lanamiento seguiremossiendo menores de edad.

- < lo volveremos a intentar 3iguel. Di"o /mma muydecidida. < todos los presentes murmuraron palabras de(nimo. < lo seguiremos intentando, y cada año la bandera

ser( m(s grande, no pienso rendirme ni por un instante.¿;uién conmigo ¿;uién contra mí

/mma siempre los motivaba con aquellas palabras, y todos comouna masa ro"a, la abraaban como símbolo de sellar el pactosilvestrista.

- >odos unidos, y que nadie crea que nos rendiremos, el que

desee rendirse que lo haga, los dem(s ganaremos labatalla así sea a punta de derrotas.

- /sta niña me preocupa. Di"o 7ndrés. /l día que tenga novioy al pobre se le ocurra engañarla, lo pasar( por las armas ymorir( de desamor. >odos rieron de la opinión delmuchacho, incluso /mma brindó su me"or sonrisa.

Durante dos largas horas discutieron desde el logo en suscamisas, hasta los metros de tela de la próxima bandera, estabandecididos a no permitir que su "uventud se opusiera a losdesignios de su coraón, estaban dispuestos a no merendar porahorrar dinero, a vender ri$as para conseguir recursos, inclusoestaban dispuestos a perder clases con tal de ser un club tansólido como los llamados 2De la Aie"a 4uardia5.

)epitan conmigo nuestro "uramento, el cual como todas las

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)epitan conmigo nuestro "uramento, el cual como todas lasreuniones prestamos antes de regresar a nuestras vidas $uera del8atallón=

 22o" el silvestrista ,iel al batall9n" uro por mi ban!eraroa" !e,en!er el silvestrismo !e la oposici9n" !e losincr3!ulos e incluso !e mis pa!res1 No eCistir& el 

3

!escanso (asta tanto no (a)a asisti!o a unlan#amiento1 Honrar3 mi ban!era roa !ía a !ía" ) aella !eber3 mi ,i!eli!a!1 6rometo ante Uste!es ser el meor ,an $ue pue!a tener Silvestre Dan'on!" ) no(abr& novio o novia $ue me alee !el 0atall9n5.

/sta especie de "uramento solemne, lo recita cada silvestrista con

la mano en el lado iquierdo del pecho, y los o"os de los m(s "óvenes, brillan como estrellas recién nacidas en el $irmamento.

- ¿;uién conmigo ¿;uién contra mí !reguntó /mma* ytodos los presentes abraaron a sus compañeros debatallón.

 ANA

7na caminaba entre arenas blanquecinas que le quemaban los

pies, la sensación c(lida era recon$ortante, a su alrededor nohabía m(s que arenas 'entía la necesidad de ver el mar aminó

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había m(s que arenas. 'entía la necesidad de ver el mar. aminódurante horas y no encontró ni un pequeño arroyuelo.

- !or Dios, dónde est( el agua, esto es arena de playa, no undesierto. Di"o 7na en un tono de vo muy $uerte. 'iguiócaminando agotada por no encontrar el mar que tanto

31

ansiaba. uando a lo le"os divisó la $igura de un hombre,corrió hacia él.

u(l sería su sorpresa, un Boven alto de cabello negro y o"osamarillos la abraó. /lla se entregó a su abrao y sintió que todapena y dolor desaparecía.

- ¿;ué buscas 7na !reguntó 'ilvestre.- 7 ti. 3intió ella.

- ¿< entonces por qué est(s aquí en medio de la nada

- &o lo sé.

- &o me mientas 7na, t+ buscas el mar, no a mí. Di"o el

muchacho.- !erdóname 'ilvestre, es que no se donde est( el mar. < t+

sabes que te amo, t+ y el mar son uno solo.

- &o 7na, t+ eres mi mar, pero así no te quiero, estasperdida, ausente, ésta no eres t+.

- )egresa 7naC regresa. Di"o él acariciando su me"illa,respirando tan cerca de ella, que 7na no se atrevió arespirar. 'ilvestre besó su me"illa derecha, luego laiquierda, buscó sus labios y los encontró. /lla sintió que elbesó le quemaba las entrañas, el alma y los pensamientos.

uando despertó, 7na se sintió mareada, el sueño había sido tanreal que sentía el calor del beso en todo su cuerpo.

- /stoy sudando la $iebre. 'e di"o arrop(ndose. 7na habíapasado toda la noche delirando y luchando con altas

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temperaturas. 'igno evidente de que su mente y ellaestaban en $ranca batalla. 'i salgo de ésta, "uro que me iréal mar y no saldré de allí hasta entender porqué insisto enno ser $eli. Di"o qued(ndose nuevamente dormida.

32

/n la habitación de aquel hotel, alguien en absoluto silencio laobservaba en la penumbra.

ALTER >UINTERO

/ntre la ciudad bonita de olombia \8ucaramanga] y +cuta,existe una enorme $ormación montañosa, con curvas tan

pronunciadas que si tienes la ocurrencia de desayunar antes deemprender el via"e de seis horas, ten por seguro que a la décima

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curva, las nauseas ser(n inevitables, y tendr(s suerte si no tevomitas. !or ello antes de cruar el !icacho, ba"o ning+n conceptodeber(s comer, o el precio ser( alto. /xisten personas osadas quecruan el p(ramo en moto, con la voluntad de un soldado que vaa la guerra y pretende regresar a casa sano y salvo.

33

/sa noche dos "óvenes vestidos completamente de ro"o hasta enlos cascos de protección, se adentraban en las entrañas de lamontaña, con dirección al pueblo m(s hermoso que pueda existir.'ilvestre Dangond daría un concierto en la $ría !amplona, y estosmuchachos pretendían a toda costa, asistir al concierto.

- 'iento que la moto no anda bien. Di"o Aíctor a su

acompañante, quien se a$erraba a su cintura, congeladopor las temperaturas que ba"aban en la medida queascendían la montaña entre curva y curva.

- ¿;ué 4ritó Palter.

- #;6/ /'>7 A7@&7 '/ D7[Z% < diciendo esto decidiódetenerse al borde del camino. 0os autobuses pasaban a

toda velocidad con sus pitidos enormes previniendo supaso, y solo contaban con las luces que, de cuando encuando los iluminaban.

- 0a moto no $rena Palter. Di"o Aíctor.

6n camión de proporciones espelunantes hio gemir las llantas altomar una curva que se acercaba a un enorme precipicio, comoen la mayoría del camino.

- ompadre tengo $río, sigamos hasta el pea"e y allí vemos.

6na espesa neblina comenó a llenarlo todo, y la moto se les hiocada ve m(s pesada al empu"arla colina arriba, el aire gélido lescongelaba los pulmones y la respiración se convirtió en un actodolorosamente necesario.

Lo $ue ,alta es $ue se nos apare#ca un muerto@1 !ensó Palter. 2 %uro por mi ma!re $ue si se aparece al'uien" vo) a 'ritar@1

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- &o se ve nada Palter. < diciendo esto un grito de terror seoyó en toda la montaña.

- ¿;ué pasa Palter ¿Palter

34

- 7y+dame, ay+dame Aíctor. 4ritó aterrado el silvestrista.

Aarios automóviles pasaron dando un poco de lu. Palter estabaa$errado a unas plantas al borde de un precipicio.

- #!or Dios% Di"o Aíctor soltando la moto, y corrió a sacar aPalter de seme"ante atolladero.

- #)/4)/'/3?'% 4ritó Aíctor al ayudar a Palter.

- 3e da miedo compadre, yo no me muevo de aquí hastaque amaneca.

- #ara"o te has vuelto loco% 7l amanecer estaremosmuertos. 0ev(ntate que nos regresamos.

- <o no me muevo. Di"o temblando Palter, de $río y demiedo.

0a niebla se hio tan espesa como el algodón y pre$irieronsentarse a la orilla del camino y pensar.

- 8ueno me tocó abraarlo compadre. Di"o Palter temblandode $río.

- Dé"ate de pende"adas Palter ;uintero. ¿Dónde est( elsilvestrista de esta tarde 28amos a silvestriar cueste lo$ue cueste5, di"iste, t+ nos metiste en este apuro, así quete aguantas.

6n camión que pasó lentamente rumbo al !icacho se detuvo.De"ando encendido el motor ronroneante.

- ¿;ué hubo muchachos ¿/st(n varados !reguntó unhombre gigante dentro del camión, con las luces internasencendidas

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encendidas.

- #'í% )espondió de inmediato Aíctor, mientras Palter loabraaba muerto de río.

- 'uban la moto atr(s, yo los llevo. Di"o el hombre.

35

orriendo subieron la moto al camión, y se metieron en la cabinalo m(s r(pido que pudieron, al cerrar la puerta el $rió disminuyó yPalter sintió ganas de llorar. /l hombre comenó a darles undiscurso sobre lo peligroso de la montaña durante la noche, tantopeligros de vida como de muerte, ya que puede suceder de todo,por esos caminos de Dios, 2incluso alg+n alma en pena te puedehacer pasar un mal rato5. oncluyó.

Aíctor observó su relo". /ran las die de la noche y el conciertosería de un momento a otro, su coraón se oprimió, estabanretraados.

- 3uchachos ¿!ara dónde van !reguntó el cho$eralegremente.

- 7l concierto de 'ilvestre Dangond, que es esta noche en!amplona hermano. ontestó Palter.

- /so lo explica todo. Di"o el hombre brindando una radiantesonrisa. < colocó en su destartalado reproductor un D atodo volumen. <o soy silvestrista. /so ba"aremos el !icachode una, a+n hay tiempo. /l sonido de la vo de 'ilvestrecantando .i propia Historia@  embargó de calor el coraónde los aventureros.

- ¿< qué tiene la moto

- &o tiene $renos. Di"o Aíctor mucho m(s tranquilo ysonriente.

7 las doce y media de la noche, el camionero los de"aba en plenapuerta del concierto, dese(ndoles que la pasaran bien por él, ya

que debía estar al amanecer en la $rontera con Aeneuela. 7lentrar al recinto donde ya había empeado el concierto, un "ovenlleno de vida y alegría los recibía al son de un acordeón 'ilvestre

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lleno de vida y alegría los recibía al son de un acordeón, 'ilvestreDangond con cada una de sus canciones, les hio olvidar el malrato en las alturas del !icacho.

8ailaron, y gritaron a m(s no poder, sobre todo Palter ;uintero.

36

7l terminar el concierto. Palter se llenó de valor e hio lapregunta m(s importante de la noche.

- ¿ompadre Aíctor, y la moto

0os o"os de Aíctor se abrieron como platos, al recordar que alba"arse del camión corrieron al concierto, y el buen cho$er se la

había llevado.

.ATHIAS

0as montañas tenían un encanto especial para 3athias. 2.i almaest& en tierras mu) altas5 'olía decir siempre que algoatormentaba su vida. < aunque la montaña que añoraba, no era,

en la que se encontraba, !amplona era un pueblito que deseabavisitar hace tiempo. 0e $ue necesario pasar algunos días

i d l ll d i d 6 " d "ill "i

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caminando por las calles de piedra. 6na "oven de me"illas ro"iaspasó tomada de la mano de su novio, y esta imagen de amor enlas montañas le golpeó el alma, recordó la hermosa sonrisa de7na, y sus enormes o"os negros. 2Daría mi vida por ella5 

37

murmuró sintiendo el peso de su amor. 7na $ormaba parte de sualma, aunque ella no pudiera entenderlo.

/l amor seg+n 3athias es un engrana"e per$ecto, donde todo$unciona como las agu"as de un relo", por eso cuando el relo"itode 7na se detuvo, él la de"ó partir, porque algo ya no $uncionababien. Decidido a pensar en otra cosa que no $uera 7na, observó a

la gente de la plaa esa mañana y dos muchachos vestidos dero"o llamaron su atención. 2'ilvestristas5 pensó, y la cara deangustia de ambos, lo motivaron a acercase.

- ¿;ué $ue muchachos, y esas caras !reguntó 3athias.

- &ada compadre, que nos robaron la moto en el conciertode 'ilvestre. ontestó Palter.

- ¿'í ;ue mal, si hay algo en que pueda ayudarlos, yo soy3athias.

- 3i nombre es Palter ;uintero, y este es mi hermano,compadre y amigo Aíctor !inón.

- 'abía que había concierto anoche, pero digamos que noando de humor para silvestriar. on$esó 3athias.

- /stuvo buenísimo. 0astima lo de la moto. Di"o Palter.7hora no tenemos ni cómo irnos.

- &o se preocupen muchachos yo les presto. ¿7 dónde van

- 4racias 3athias, vamos a 8ucaramanga. Di"o Aíctortotalmente deprimido por su moto.

0os o"os de 3athias brillaron, 8ucaramanga era una ciudadpreciosa llena de parques, y ya que estaba de vacacionesobligatorias podía permitirse un desvío m(s

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obligatorias, podía permitirse un desvío m(s.

- ;uisiera pasar unos días en 8ucaramanga. 3urmuró3athias.

38

- !ues compadre, mi casa es su casa, y puede quedarse todolo que quiera. Di"o Palter.

- Decidido, vamos por mi equipa"e y nos vamos a la iudad8onita.

uando entraron en la habitación del hotelcito de !amplona, losmuchachos se bañaron con agua caliente y desayunaron caldo dehuevo con arepa, ya renovados por la ayuda de 3athias, los tressilvestristas, abordaron un bus directo a 8ucaramanga, ymientras Aíctor y Palter dormían durante el trayecto, 3athiascontempló cada rincón de la impresionante montaña. uandopasaron por una planicie, 3athias se quedó asombrado de ver alos niños "ugando con un riachuelo de agua helada, todos loshabitantes tenían puestos ponchos para el $río, y botas negras

hasta las rodillas, arando, o cosechando, las me"illasidénticamente coloradas, se le anto"aron un sueño. 2Na!a comolas montañas para enten!er lo sencillo $ue es vivir 5. !ensó.

0uego de tres horas en absoluto silencio se di"o=

- 'i tengo que desenamorarme de ti 7na, voy a hacerlo, lavida es muy corta para no vivirla.

Aio por primera ve, el valle en el cual m(gicamente se encuentra8ucaramanga.

6I/HI/HO

0avar platos no era el plan inicial de los sueños de !ichicho, pero

le aseguraba comida y algo de dinero. on su gorra tricolor pusotodo el empeño para hacer su labor lo me"or posible, llegaba muytemprano, y se iba de +ltimo. /l "oven estaba decidido a hacer lo

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p , y "que $uera por salir adelante, ganando die mil pesos diarios,debía pagar el cuchitril que había conseguido para dormir, en elcual apenas si podía dormir, porque lavar ropa no era una opción,así que consiguió a una anciana en el vecindario que lavara su

39

ropa, lo poco que ganaba no alcanaba para todos los gastos, ymenos para enviar dinero a su princesa, pero tenía $e, de unnuevo amanecer.

/se día por redes sociales en una tienda de minutos e @nternet, seenteró que 'ilvestre se presentaría esa noche en una $iestaprivada en 8ucaramanga. 'u coraón se agitó tan violentamente

que se sintió mareado, era una gran oportunidad de ver a sucantante $avorito. /se era su día libre, y estaba dispuesto a asistirasí lo echaran de la $iesta. 2'i no lo intentas no sabes si ocurrir(5 Di"o. < como un rayó salió corriendo al +nico lugar donde sentíaque alguien podía ayudarlo, la anciana que lavaba su ropa.

- Doña !aula. Di"o al verla. 0a anciana estaba enhebrandouna agu"a con mucha di$icultad asomada a la lu de la

ventana que daba a la calle.- )odol$o hi"o mío, esos o"os tuyos brillan hoy como nunca

¿;ué te pasa

- 3e urge saber si tendr( un pantalón, una camisa y un sacoque me preste, necesito ir a una $iesta y no puedo ir con miropa, 6sted sabe que no tengo nada que no sea camisas dealgodón y pantalones de "eans.

- 8ueno muchacho pareces de la contextura de mi marido,que Dios lo tenga en su santa gloria, pasa a ver quéconseguimos.

0a alegría causaba estragos en el alma de !ichicho, era unmano"o de nervios, la simple idea de poder entrar a la $iesta, lecausaba toda la ansiedad que pueda soportar un ser humano. 0a

señora !aula sacó de un armario gigantesco m(s de veinte tra"esen per$ectas condiciones, uno me"or que el otro, pero !ichicho sedecidió por el tra"e negro de tres botones, una camisa blanca y

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decidió por el tra"e negro de tres botones, una camisa blanca yuna corbata ro"a. 7l mirarse al espe"o, un hombre "oven, elegantey altivo le devolvía una radiante sonrisa.

31

- 'i hubiera tenido un hi"o, sería como t+. Di"o la anciana,entre tanto, le tomada el ruedo al pantalón.

- < si yo tengo abuela, esa es 6sted Doña !au. &o sabecuanto le agradeco este $avor.

/sa noche el "oven que salía del cuartito de alquiler, podía hacersepasar por un "oven adinerado, estaba impecablemente vestidopara la ocasión, con el adicional de una sonrisa radiante.

ALTER >UINTERO/l calvo de Palter ;uintero no de"aba de verse en el espe"o de suhabitación.

- 8ueno galanes, no ser( $(cil pero creo que no es imposible.

Di"o Palter, intentando hacerse un nudo en la corbata sinmucho éxito.

í (

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- 3e parece una locura. Di"o Aíctor. Deber(s acostumbrarte3athias, a este muchacho no se le ocurre nada bueno, estamisma noche estaremos presos, acuérdense de mí.

311

- Aen te ayudo Palter. Di"o un 3athias de tra"e gris, y decabello rubio per$ectamente peinado. &o vayas a romperesa corbata, y tengan cuidado que estos tra"es alquiladoshay que devolverlos.

- 0a vida de un silvestrista tiene que ser emocionantecompadre Aíctor. &o sea agua$iestas que el 3athias anda

muy animado.- &o lo niego, tengo ganas de silvestriar un rato muchachos.

0os tres "óvenes brillantes y con peinados muy a la moda, consu$iciente gelatina para el cabello, habían planeado hacerse pasarpor m+sicos de la banda de 'ilvestre Dangond para poderingresar a la lu"osísima $iesta de esa noche. 3athias mucho m(sanimado y con la esperana de divertirse por un rato, habíaaceptado las locuras de los muchachos.

7 las nueve de la noche un enorme ascensor abría sus puertaspara llevar a los silvestristas a las mismísimas puertas del eventoprivado.

- 8uenas noches, su invitación por $avor. Di"o un hombrevestido de negro, como un cuervo con corbata.

- 'omos de la agrupación muchacho. Di"o Palter.

- Disculpen no los reconocí, pasen adelante por $avor.

0os tres silvestristas, mantuvieron una compostura acorde a tresm+sicos que ingresan a un evento, con la particularidad que los$orros de los supuestos instrumentos no eran m(s que sacos

vacíos. Aíctor estaba sudando y 3athias no paraba de sonreír.- 'i ven que no $ue di$ícil* y ya por Dios Aíctor, quita la cara

de en$ermo, o nos van a echar. Di"o Palter.

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de en$ermo, o nos van a echar. Di"o Palter.

0a $iesta era un espect(culo digno de ver, el dinero gastado, eraabsurdo, la gente iba elegantemente vestida, y el derroche de

312

bebidas alcohólicas y la mesa de bocadillos, era para milpersonas, y no para las trescientas que asistirían esa noche.

6n grupo de chichas no paraban de susurrarse al oído y sonreíancomo tontas a 3athias. /staban $ascinadas con el "oven decabello rubio.

- 3i compadre 3athias corona esta noche. Di"o alegrementePalter, cuando el mesero les o$reció tres copas dechampaña. 'alud, por la vida que nos merecemos. 8rindóel silvestrista.

- #'alud% Di"o 3athias alegremente. ?bservó las niñas que lesonreían, pero ninguna de ellas era 7na. 2>u3 tonto so) al  pensar $ue ella pu!iera estar a$uí@ .

- Palter qué haremos cuando llegue la agrupación. ¿Dóndenos meteremos para que los guardaespaldas de la $iesta nonos saquen !reguntó Aíctor.

- 1ombre de poca $e, eso es sencillo, nos tocó escuchar elconcierto en la parte de atr(s de la tarima, lo m(stranquilos posibles.

- ¿;ué !reguntó 3athias.- 8ueno 3athias, t+ crees que vamos a dis$rutar como

cualquiera, no hermano eso es peligroso, si entra elvigilante que nos recibió y nos ve bailando, estamos $ritos.

- ritos est(n 6stedes, así que nos vemos m(s tarde. <diciendo esto los abandonó. 3athias se acercó seductor ymuy con$iado a la m(s linda de las chicas que le sonreían yse mecló entre los invitados.

- #ara"o% 0a suerte de ser bonito. Aamos compadre nos sale

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" pparados como unos pende"os detr(s de la tarima. Di"oAíctor, animado por la cara de su compadre Palter. < cierrala boca, que t+ eres calvo, y hoy no coronas ni a un bagre.

313

6I/HI/HO

/l ascensor subió y ba"o tres veces antes de que los nerviosde"aran a !ichicho intentar colarse en la $iesta privada, parallenarse de valor $ingió estar hablando muy seriamente por

telé$ono, estaba tan elegantemente vestido que nadie lo detuvo,los vigilantes de la entrada lo con$undieron con un hombreimportante de negocios, y no se atrevieron a molestarlo

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preguntando tonterías.

- /&lmate 6ic(ic(o o vas a morir !e un in,arto@1 'e repetíauna y otra ve. 'í como le di"e, quiero su renuncia en mi

314

o$icina a primera hora, no me importa cómo le vas a hacer4on(le o renuncia él o te boto yo, t+ decides. Decía alcelular cuando la vo de la operadora le daba opciones depaquetes promociónales. 7l ingresar y ver la tarima en laque se presentaría 'ilvestre, !ichicho estuvo a punto degritar. 20o logré5 2lo logre5 murmura emocionado.

- 8uenas noches cómo esta 6sted, le preguntó a "oven quese encontraba muy cerca de la tarima. 6na niña lecoqueteaba tontamente.

- 8ien, gracias y 6sted. ontestó el Boven.

- #7lgo aburrido% Di"o !ichicho.

- /so se soluciona, di"o el muchacho llamando a un mesero.

>r(igame una botella de PhisNy IT años por $avor, sin soday mucho hielo.

- #aramba% 6sted si sabe. Di"o !ichicho.

- 3i nombre es 3athias, siéntase en su casa por $avor. 0epresento a 'amanta, ella es amiga de la cumpleañera.

- /ncantado señorita, )odol$o a sus órdenes.- #1ola% Di"o $ríamente la muchacha que no hacía m(s que

tocarle el cabello a 3athias.

- ¿/s 6sted 'ilvestrista )odol$o

- 'í 3athias, puede decirse que si, y ¿6sted

- <o sí me declaro $elimente silvestrista.- &o sabía que $ueras silvestrista 3athias. Di"o 'amanta, que

lastima alg+n de$ecto tenías que tener.

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g q

3athias respiró pro$undamente, debía controlarse y $ingir ser uninvitado m(s que asistía al cumpleaños, no al concierto de

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'ilvestre. !ichicho estaba a punto de ahorcar a 'amanta porseme"ante comentario.

- /res muy "oven 'amanta no entenderías de Aallenato,sabes acaso mi princesa, dónde est( Aalledupar. !reguntó3athias serenamente.

- &o, ni necesito saberlo. 0uego regreso querido, voy con misamigas.

- #/sa arpía% Di"o !ichicho. Disculpe compadre, no quise decireso.

- !ues deberías, que mu"er tan $ría. < de bonita ya no tienenada. /l mesero ha regresado, salud )odol$o, por la vidaque nos merecemos.

Durante dos horas !ichicho y 3athias se tomaron la botella y almomento de salir 'ilvestre a escena, uno estaba m(s borrachoque el otro. 3ientras bailaban entre los invitados y la algarabíacontagió a todos los presentes. asi agaapados y escondidos seencontraban Palter y Aíctor, que aunque $elices, envidiaban a3athias y al muchacho que estaba con él, estaban tomando de lolindo. @ncluso 'ilvestre les dio la mano, se tomaron $otos con él y

le brindaron un trago de PhisNy.

uando terminó el concierto y la $iesta continuó, Palter y Aíctorse acercaron a 3athias, quien completamente borracho le decía alotro muchacho, que las mu"eres eran una desgracia para elhombre.

- 3athias nos vamos. Di"o Palter lo m(s serio posible.

- <o no me voy, yo estoy esperando a 7na.

- ¿;uién es 7na !reguntó Aíctor.

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- /l amor de su vida. ontestó !ichicho. /ncantandomuchachos )odol$o, alias !ichicho y soy 'ilvestrista.

316

- ?tro coleado compadre, salgamos ya de aquí. Di"o Aíctor aloído de Palter.

- 3athias no nos haga esto, ya debemos irnos.

- #&o me voy ara"o% 7&7, 7&7 7&7. 4ritó 3athias.

'amanta se acercó con un vigilante. 'on ellos, creo que no son

invitados a esta $iesta. 'eñaló con su dedo delgado de bru"a.

- 'eñores les agradeco que me acompañen a$uera. Di"o elhombre de negro.

- #&? 3/ D7 07 47&7% #8)6B7, /)/' 6&7 8)6B7 7&7% 0eespetó 3athias a 'amanta.

- #/st(s borracho% 'entenció la chica.- &adie le dice borracho a mi compadre en mi cara. !ichicho

aló tanto la vo, que varios vigilantes tuvieron queintervenir, y se llevaron a los cuatro por la $uera. Palter yAíctor de$endían a !ichicho y a 3athias, y se en$rentaron alos guardias, hasta que eran ocho contra cuatro y tuvieronque rendirse.

7 las cuatro de la mañana, en una celda $ría de la comisaría de8ucaramanga, nacía la amistad m(s grande mundo, la vida dePalter, !ichicho, Aíctor y 3athias, "am(s volvería a ser igual,compartieron ir presos por alterar el orden p+blico, pero tambiéncompartieron una locura silvestrista que los uniría por el resto desus vidas.

Palter como de costumbre hio la pregunta de la noche.

- ompadre Aíctor ¿;uién cara"o ser( 7na

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p ; "

317

SIL8ESTRE DAN4OND

Después del concierto de esa noche, 'ilvestre en la habitacióndel hotel, comenó su b+squeda secreta. 0eyó cuanto mensa"e leenviaban las chicas que se llamaban 7na, y observó durante

varias horas, $otos y m(s $otos. 28usco una agu"a en un pa"ar5. /lmuchacho pensó que sería m(s sencillo encontrarla, pero ningunade las silvestristas, coincidía con 7na.

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- &o tengo otro remedio que leer algo m(s del Diario a ver sime da pistas sobre 7na.

318

%n sue0os vi dormir a *na, a su alrededor revoloteabala libélula roa, me aleé de la casa donde la tenían enla monta0a, y repetí su nombre como tratando de noolvidarlo.

!*;*( < creí escuc/arme pronunciando su nombre.

5e pronto *na, caminaba /acía mi como /ec/i1ada,estaba vestida con una bonita tela blanca, brillabarealmente /ermosa entre la oscuridad, y su libélula laacompa0aba a mi encuentro. &oqué su rostro,increíblemente me recordaba a alguien, pero no estabaseguro a quién, allí en plena oscuridad, sería imposibleconversar, por eso la tomé de la mano y subimos la

monta0a, ella no /ablaba solo se deaba llevar.;ecesitaba regresar a mi /abitación, ense0arle lascartas que llegaban, tal ve1 ella podía decirme quiénera yo.

 *na se detuvo como despertando de un sue0o y comen1ó a gritar !S-%#&*6%( !S-%#&*6%( 5io ella.

!&e necesito *na( 5ie desesperado, los oos me ardían

 y me sentía in=nitamente solo. *rranqué a correr sinsoltar su mano, quería llevarla a mi /abitación con las

 postales roas, pasamos entre m2ltiples matorrales quelastimaron su piel. 6e encontraba fuera de mi mismo y no podía parar, tenía que irse conmigo.

5e pronto ella empe1ó a tararear una canción que medetuvo, era /ermosa, era sencillamente /ermosa,

entendí que era sin duda, una melodía de “Silvestre”, y solté su mano.

'ilvestre intentó entender de qué se trataba todo esto, cómo unapersona podía saber sobre él y sobre 7na de aquella $orma ;ué

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persona podía saber sobre él, y sobre 7na de aquella $orma. ;uésigni$icaba la libélula ro"a, porqué 7na se asustó al verlo, y porqué necesitaba a 7na. 0as preguntas se conglomeraron dentro de

319

su mente y su coraón, no tenía idea de cómo buscar a 7na,hacía ya mucho que no la veía en conciertos.

- ¿'er( que de"ó de quererme 'e preguntó atormentado.¿De"aste de ser silvestrista 7na ¿Dónde puedo encontrartebonita y con estas preguntas se quedó pro$undamentedormido.

/n sus sueños se veía cant(ndole al pueblo, veía sus sonrisas, yla alegría que emanaba de la multitud. !ero desde que leía elDiario de un 'ilvestrista, sus sueños habían cambiado, podía vercosas que no comprendía, como si el mundo hubiera cambiado.

/sa noche vio en sueños una especie de grillo en el agua que sea$erraba a un (rbol, y de pronto el animal comenó a cambiar deverde a un ro"o intenso. ?bservó cómo el grillo se trans$ormaba

en una radiante libélula, quien en su metamor$osis salió de sutra"e como mudando la piel y de"ó una c(scara vacía. 7l desplegarlas brillantes alas, revoloteó hasta posarse serena y cristalina enel hombro de una mu"er. 6nos enormes o"os negros ledevolvieron la mirada.

>rató de decir su nombre, pero de su boca no salió sonido alguno,ella se acercó lentamente y colocó la libélula en sus manos. <

como por arte de magia, la libélula desapareció, y 7na también.

!or la mañana se despertó tremendamente agotado, pero nohabía tiempo para descansar, otra ciudad aguardaba por él.

 ANA/l avión aterrió en 'anta 3arta a las E de la tarde, su coraón

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/l avión aterrió en 'anta 3arta a las E de la tarde, su coraónestaba ansioso por pisar de nuevo la tierra maravillosa de 4abo,aunque en esta oportunidad no avisó a sus amigos en iénaga, nia los de ning+n pueblito de su visita, Qatherine, 7ndrea, <uli,

32

)ossana y los muchachos, no podrían recriminarle que deseara unpoquito de soledad.

- ¿7 dónde señorita !reguntó el taxista.

- 7 la 8allena 7ul en >aganga por $avor. Di"o 7na.

1abía encontrado en un $olleto sobre un pueblito a orillas del mar,

donde o$recían la estadía m(s tranquila del mundo. uando seaproximaron en unas curvas y pudo ver el mar, el coraón de 7nase sintió agradecido de contemplar la inmensidad de aquel lugar.7l llegar a una especie de redoma, a tres pasos de donde la de"óel taxi, se encontraba un sencillo hotel con una ballena auldibu"ada, y en$rente de él, el mar tan aul como el mar de losgriegos. /n instantes con$irmaron su reservación y recibieron suequipa"e, lo primero que hio al tener estadía $ue quitarse los

apatos y $ue a sentarse en la playa. /staba atardeciendo, y el solteñía el horionte de un color dorado, que le recordó los cabellosde 3athias, intentó bloquear el pensamiento y se concentró en elsonido de las olas, en el olor a sal de aquel lugar, permaneciendosentada en el mismo lugar hasta que al caer la noche se levantó ycaminó por la orilla del mar, permitiendo que las olas le lamieranlos pies. /ra el lugar per$ecto para pensar y entender el motivo desus tristeas.

6ERE5 /ARRAN5A %uraría $ue esa muc(ac(a (uele a c(ocolate. !ensó Borge. &opude ver el color de sus o"os solo sé que estoy enamorado de

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pude ver el color de sus o"os, solo sé que estoy enamorado deella. ¿'er( posible

321

on una enorme taa de ca$é humeando en la mesa del hotel, elmuchacho realiaba sus labores de $otógra$o como de costumbre,pero esta ve era di$erente, todo había cambiado, a medida quetraba"aba, sonreía al pensar en la muchacha que vio entre lamultitud del día anterior al llegar al hotel de aquella ciudad.

- >enía la esperana de verla en el concierto de anoche, peroentre tanta gente $ue imposible encontrarla, como cadanoche, mil rostros eu$óricos, $elices.

!asaba cada $oto, con el alma ausente, en dos oportunidadesllegó a suspirar tan pro$undamente que a su mente vino unpersona"e, que él conocía muy bien.

- 1oy entiendo a )omeo, él idealió a Bulieta y eso $ue lacausa de su destino. /se Pilliam si que sabía del amor.

/n la pantalla del computador, apareció una $oto de la multitud, yentre el p+blico la encontró.

- /s ella, la muchacha que huele a chocolate #!or Dios esella% Di"o con los o"os como plato. 'u coraón se acelerómaravillado de tener una $oto suya. /ra una "oven de pielp(lida y cabello claro, de enormes o"os. Esto) loco por ella1

!ensó.- ;ue hermosa eres mi Bulieta. Di"o sintiendo su presencia

en la habitación. Aoy a encontrarte tarde o temprano ynada ni nadie me ale"ar( de ti, no sé tu nombre, así queser(s Bulieta por el resto de mi existencia.

@ntentó traba"ar, pero le $ue imposible, su pensamiento estaba

con la mu"er de sus sueños.- 3e quedaré dos días en 8arranquilla, dos días para

encontrarte amada mía.

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< diciendo esto como una sentencia de$initiva, tomó su c(mara,a"ustó las trenas de sus apatos de color naran"a, tomó algo dedinero y se lanó a la calle en busca de su amor perdido.

322

- >odo cuanto tengo lo he luchado palmo a palmo, no esperomenos de nuestro amor. Di"o sonriente al sol c(lido de la costa.

 %A8I 

6 h h d l d d b ll i b d l d

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6n muchacho delgado y de cabello negro caminaba de un ladoal otro en el 3etropolitano, parecía angustiado. ada cinco

323

segundos observaba el relo" de pulsera, y murmuraba palabrasque soltaba sin pensar.

- ¿!or qué siempre soy el que los espera Di"o en$adado ¿/sque soy el +nico que cumple horarios en esta vaina

- Aie"o Bavi, qué m(s, cómo esta todo. ¿Dónde est(n losdem(s !reguntó una muchacha de ondulada y larga

cabellera.

- #Daniela por Dios% !or $in alguien llega, tengo m(s dequince minutos esperando al 8atallón.

- Bavi c(lmate son solo IR minutos de retraso, esperemosque el 8atallón llega, tarde o temprano, pero llega.

Bavier respiró pro$undo, para no contestar de mala manera,observó el relo", miró de un lado a otro y el 8atallón no aparecía.

/l 8atallón IIR del silvestrismo, es un grupo gigantesco que$unciona en 8arranquilla, se encuentra con$ormado por "óvenes yno tan "óvenes que $ieles a 'ilvestre Dangond, se re+nen cadaquince días en las instalaciones del 7@ del estadio 3etropolitanode 8arranquilla, tienen la particularidad de ser el +nico grupo

silvestrista con un grito de guerra, $orman un círculo cerrado "untan sus manos y gritan su consigna.

- 'oldado DB, presente para la sesión de hoy, reuniónn+mero KFF.

- #&o me "odas% 0legas tarde. Di"o mal humorado Bavier.

- 'oldados 38, 7D, >6 y B presentes para la sesión de hoy,

reunión n+mero KFF. Di"o una pequeña "oven, que brindóuna gigante sonrisa a los presentes. !oco a poco $ueronllegando los soldados del 8atallón 'ilvestrista de8arranquilla, cada uno $ue dando las iniciales de su nombre

t( d t l i " B i (

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y report(ndose ante el equipo ro"o. Bavier un poco m(scalmado, $ue recibiendo uno a uno, con algo parecido a unintento de sonrisa.

324

- 8ueno soldados el motivo de la reunión de hoy... /mpeóDaniela en un tono alegre pero institucional.

- 1oy no tenemos tema pautado. Di"o sonriente Bavier.

- 'e equivoca soldado, debemos veri$icar los acontecimientosdel día de ayer, guarde silencio, ya tendr( derecho depalabra.

>odos al unísono soltaron la carca"ada por la situación y Bavier sesentó huraño en un banco del parque.

- ¿otos !reguntó Daniela.

- 3uchas $otos, pero sin 'ilvestre. Di"o una de las chicas queparecía tener las respuestas a mano.

- ¿/ntrega de regalos y cartas

- 63!0@D?. Di"eron al unísono.

- ¿8a"as en el 8atallón

- &inguna. )espondió la "oven del in$orme.

- ¿!ropuesta en pie- @nsistir en obtener $otos con 'ilvestre. oncluyó la "oven

'ilvestrista.

< como si se tratar( de una obra de teatro todos se reunieron enun circulo per$ecto ;$$LLO" 115? $$LLO" 115?$RR$"ILL$? $RR$"ILL$ R/,/"/ < 4ritaron $elicesde $i"ar su meta, obtener una $oto con 'ilvestre Dangond, con el

acostumbrado grito de guerra.

- 8ueno solicito la palabra señores. Di"o Bavier.

- ;ue alguien me diga por qué el Bavi est( tan molesto. Di"o DB.

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;ue alguien me diga por qué el Bavi est( tan molesto. Di"o DB.

325

- !rimero, llegan veintidós minutos tardes de la hora pautada.Di"o agarr(ndose el dedo índice de la mano derecha. < segundo,ayer me de"aron botado en el concierto. Di"o apunto dearrancarse el dedo pulgar.

0a risa com+n entre el 8atallón IIR, $ue estridente, todos enavanada abraaron a Bavi, por lo que le habían hecho. Durantetoda la reunión rieron entre cada historia de la noche anterior, suob"etivo de una $oto con 'ilvestre no se había alcanado, perocomo el Bavi siempre les decía 2n si!+estrista .a)Hs se rinde5.

De pronto llegó a la reunión el soldado 88 quien no había avisadoque llegaría tarde al 8atallón.

- ¿;ué horas son estas soldado 6sted no llega tarde, 6stedya est( para asistir a la reunión KFI, sancionado hasta

entonces. Di"o Daniela con el seño $runcido.

- on la novedad mi teniente, de una misión urgente me hasido encomendada por el mismísimo Borge !ére arrana.Di"o casi sin aire en los pulmones.

/l 8atallón IIR de 8arranquilla quedó atónito ante la con$esióndel soldado 88.

- )eporte inmediatamente la novedad soldado. ¿;ué hadicho el lente del silvestrismo

< en lugar de hablar, les enseñó la $oto de una "oven en elconcierto de la noche anterior.

- 3e encontré por casualidad con !ére arrana cuando venía ala reunión, dice estar buscando a esta silvestrista, que el caso es

de vida o muerte, m(s no me explicó por qué, solicita la ayudadel 8atallón, y yo quedé en avisarle la decisión.

>odos estaban sorprendidos de aquella petición, se trataba dealguien a quien admiraban en demasía el $otógra$o de 'ilvestre

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alguien a quien admiraban en demasía, el $otógra$o de 'ilvestresolicitaba ayuda.

326

- 8atallón IIR, silvestrista de 8arranquilla, un hermano detrinchera necesita de nuestro apoyo ¿u(l es su respuesta!reguntó Daniela.

;$$LLO" 115? $$LLO" 115? $RR$"ILL$?$RR$"ILL$ R/,/"/*<

/l grito de guerra del silvestrismo había señalado la nueva meta,

contaban con dos días para encontrar a Bulieta.

7 Bavier le brillaron los o"os al contemplar a la chica de la $oto.

NINI- ¿3am( ¿3am( 0lamó &ini desde su pequeña habitación.

- Dime hi"a ¿;ué pasa

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- &o puedo ver. 'usurró la Boven.

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- ¿;ué te pasa &ini &o entiendo. Di"o la madre.

- &o puedo ver mam(. Di"o a punto de llorar.

7l despertar ese día, &ini entre las s(banas se sentía tan dichosade haber estado tan cerca del amor de su vida, pero al abrir loso"os, la oscuridad $ue total, se incorporó sent(ndose en la cama,se tocó el rostro, con$undida, el dolor de cabea no de"aba de

martillar su vida. omprendió que estaba ciega.

Durante días $ue hospitaliada, los médicos no lograban explicarlequé provocaba, su ceguera repentina. ue ob"eto de milex(menes. &ini no perdió el control de sus emociones ni por uninstante. 2Si la triste#a se apo!era !e mi" esto) per!i!a5 murmuraba cuando no escuchaba voces a su alrededor.

- &ini esta noche deber(s quedarte sola. Di"o la madre de lamuchacha.

- /sta bien mam(. ontestó &ini.

- ¿&ecesitas algo

- 'í mam(, en mi mesita de noche est( mi reproductor ro"o,tr(emelo, y todos los D' de 'ilvestre que est(n allí.

- 3añana sin $alta traeré todo, descansa y no de"es de rear.Di"o.

0a mam( de &ini se despidió de ella d(ndole un beso en la $rente,el silencio $ue tan agradable, que &ini se entregó a su mente pocoa poco, hasta quedarse completamente dormida. /n sus sueñospodía ver un poco de lu al $inal del camino, al llegar a la lu

blanca y penetrante, &ini se colocó una mano a $orma de viserapara lograr ver que revelaba aquella lu. 'e sintió $eli al ver queera el mar, las olas danaban al comp(s de un mundo per$ecto, elsonido era alentador, casi podía sentir el sabor de la sal en suslabios. erca de la orilla estaba un hombre que de"aba que el mar

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labios. erca de la orilla estaba un hombre que de"aba que el marle tocara los pies.

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- ¿!uedo sentarme !reguntó ella.

- !uedes. ontestó él.

&ini contuvo la respiración, cuando vio el rostro del "oven, unsonriente 'ilvestre iluminó todo cuanto los rodeaba. /lla sin creerlo que veía le tocó el rostro, y él amablemente la de"ó que lotocara.

- ¿/res t+ ¿'ilvestre

- 'oy yo, y t+ puedes verme.

- !ero yo estoy ciega. Di"o la muchacha.

- 0o sé &ini, pero volver a ver depende de ti, busca en tumente, allí est(n tus respuestas.

&ini no pronunció ni una silaba m(s, simplemente posó su cabeaen el hombro de él, y se quedó allí escuchando las olas del mar. /lsol brillaba con tal intensidad, que se le anto"ó el m(s hermosoque haya visto "am(s.

&ini se despertó en medio de la oscuridad y susurró 2 Antes !ever" te ver35 y el sueño la arropó llev(ndola a un lugar donde

todo es posible, 2su mente5.

LA .ONTA:A DEL SOL7l despertar en la cama vacía sin 3athias, la tristea era loprimero que se asomaba en mi mente, así que por las mañanas

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p q , q pme acostumbré a murmurar su nombre. l era mi primerpensamiento y el +ltimo al acostarme, no dudaba del amor que

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sentía por él, pero cuando estaba a su lado y la rutina llegó anuestra puerta, de"é de soñar, de"é de ir a conciertos, de"é de serla mu"er que había logrado ser, y solo tenía o"os para el hombreque amaba. /staba adormecida en un círculo vicioso, porquevolvía a ser la 7na de )a$ael, y aunque sé que no existe punto decomparación entre ambos, necesitaba estar sola, mirar alhorionte y comprender qué causaba tanto desequilibrio en mí.

ómo era posible que la vida cotidiana me perturbara, o eraacaso que necesitaba del duende y sus misterios.

reía haber ayudado a Qennel a reunirse con su amada Bulia y suhi"ita, y que su alma descansaría en pa, entonces si ello era así,por qué no podía tener pa en mi alma.

- ¿;ué me est( pasando ¿;ué ocurre conmigo Di"e a lasolas del atardecer, mientras caminaba con mis apatosro"os en la mano. 2Los #apatos !e Silvestre5.

De pronto encontré un camino y decidí seguirlo, a medida queavanaba por el camino angosto y rocoso, entendí que subía unade las montañas de >aganga, un hombre de o"os aules pasó a milado, saludando alegremente. ontinué subiendo y sentí miedo,era una montaña desértica con algunos (rboles consumidos por el$uego. De pronto se aló ante mi un montículo gigantesco que

decidí subir para poder mirar el mar. /ran aproximadamente lasR=KF de la tarde, cuando alcancé la cima, un sol dorado merecibía en la inmensidad de la distancia, pude contemplar esepunto en el cual convergen el mar y el cielo, esa línea auladadonde habitan los sueños de todo ser humano, un horionte en elcual se perdió mi pensamiento. 3e senté en una roca de $rente alatardecer, se me anto"ó triste y alegre al mismo tiempo, pensé en3athias y su sonrisa radiante, sentí en mis labios el calor de susbesos, en mi piel, cada una de sus caricias. /l sol en su despedidame hio recordar el día que 3athias besó mi cicatri.

uando era niña, mi padre llevó a casa un enorme paquete desalchichas, estaba tan contenta de comer salchichas, que cuando

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salchichas, estaba tan contenta de comer salchichas, que cuandome encomendaron traer el re$resco a la tienda de en$rente, corrí atoda prisa, y con la botella de vidrio $ui a hacer mi mandado, al

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regresar a la casa, recuerdo haber brincado en un pié, luego enotro* y de pronto, caí enredada en mis propios pies, no recuerdohaber sentido nada que no $uera tristea, sabía que habíaestrellado la botella de vidrio, había arruinado el desayuno. 3ipadre al verme me tomó en braos. <o lloraba amargamente porhaber quebrado la botella. )ecuerdo algunos deditos sangrantes.

!or la noche cuando regresé del hospital, pap( le contaba amam( que estuve a punto de sacarme el coraón, que losenormes vidrios de la botella habían arrancado un pro$undo ta"ode carne, y que para toda mi vida tendría una enorme cicatri. 0oescuché entre dormida y despierta.

0a noche en que me entregué a 3athias, cuando él vio la cicatricercana a mi coraón, para mi sorpresa, le dio un dulce beso,aquel gesto de su parte, me revelaba que él me aceptaba tal ycomo yo era, con todos y cada uno de mis de$ectos, virtudes,aciertos y desaciertos. /sa noche $ui tan $eli como puede serlo,un ser humano que encuentra en el mundo a su alma gemela.

3e toqué el pecho, allí estaba mi cicatri, record(ndome a mipadre, record(ndome a 3athias, dos de los tres seres m(simportantes de mi universo, a los dos los había perdido de $ormadi$erente, pero ya no estaban de $orma de$initiva.

- &o me gusta recordar a pap(. 3urmuré.

/l alma me pesaba como si le hubieran atado piedras, y yo anteel mar, solo queriendo arro"arme, nunca he logrado superar lamuerte de pap(.

?bservé mis manos doradas por la lu del atardecer. u(l sería mi

$atal sorpresa, cientos de heridas en mis braos se enro"ecieron,no estaba sola. 7lgo o alguien, estaba a mi lado, aunque nopudiera verlo, los rasguños en mis braos y piernas habíanregresado, algo sobrenatural estaba cerca. 'abía per$ectamenteque debía abandonar la montaña, no podía ayudar a nadie en eseinstante así que r(pidamente ba"é por la montaña tomé el

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instante, así que r(pidamente ba"é por la montaña, tomé elcamino hacía la playa, huí de ese ser que estaba a mi lado,

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ll(mese duende o alma pena, corrí tan deprisa que tropecé y $ui aparar sin poder evitarlo, al $inal del acantilado.

 23e maté5 pensé en el mismísimo instante en que piedras palos ytierra me laceraban la carne. 4olpe tras golpe rodé tanbruscamente, que en un instante llegué al $ondo. uando todoterminó, no pude moverme, era posible que muriera ese mismoatardecer. 1abía huido de todo lo que me hacía $eli, y ahoraencontraba mi destino, morir a la $alda de 20a 3ontaña del 'ol5,para ser devorada por los animales. 'entí lo tibia de mi sangre,que manaba de mi rostro. ;ue distante estaba 3athias y su amorpor mi, que le"anos los días en que estuve entre sus braos.!ensé en 'ilvestre y el beso que nos dimos en Aalledupar, y dosdolorosas l(grimas brotaron de mis o"os. 0a vida se me iba de lasmanos, y pensé lo tonta que había sido durante años.

- 6na libélula ro"a revoloteó en el cielo, y sin $ueras, meentregué a mi destino.

99 La vi!a es un instante misterioso" en cambio la muerte eseterna ) sencilla" al ,inal !el camino te espera otra especie !eamanecer--. !ensé.

7ntes de perder el conocimiento unos penetrantes o"os grises

como el mar, me miraron. 0a &ana había venido a mi encuentropara llevarme a la eternidad.

2ALIANA

6na "oven de piel tostada por el sol observaba con detenimientoel atardecer a la orilla de la playa, en un lugar apartado delmundo a la $alda de una montaña, solía acudir en las mañanas aver el amanecer y contra viento y marea por m(s ocupada que

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ver el amanecer y contra viento y marea por m(s ocupada queestuviera, cesaba en sus quehaceres para poder contemplar el sol

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ambullirse en el mar. <aliana vivía en una pequeña casita demadera construida sobre rocas, cercana a la montaña, lo cual laocultaba de turistas y de los moradores de >aganga, apenas teníaGK años, para ser alguien tan solitario y ermitaño.

<aliana escuchó claramente el grito de terror de una mu"er, ycómo alguien había caído montaña aba"o. uando llegó al lugardonde había aterriado la mu"er, sintió compasión, las heridasprovocadas por la caída indicaban que estaba muerta. 'e acercólentamente y colocó su oído en la nari de la "ovenensangrentada.

- 7+n respira. Di"o <aliana. on todas sus $ueras la levantóy llevó a la casita para intentar curarla. /sa herida en lapierna es realmente $ea. Di"o al desnudarla para lavarle lasheridas. 0a "oven ermitaña había aprendido a curarse así 

misma, por lo que contaba con todo lo necesario parabrindarle los primeros auxilios a la muchacha que estabadesmayada. 27parentemente no hay huesos rotos5 pensólimpiando el cuerpo de la "oven con estropa"o y aguacaliente. >oda la sangre provenía de una herida en lacabea, y tenía m+ltiples rasguños en todo el cuerpo, tanro"os y en carne viva, que <aliana no podía comprendercómo se los había hecho al caer.

uando la luna se aló solitaria en la bóveda oscura, <aliana sesintió pro$undamente cansada, intentó ba"ar la $iebre de lamuchacha sin resultado.

- Aamos niña, eres muy "oven para morir. 0e decía una y otrave, mientras cambiaba las compresas de agua $ría. 0osrasguños de braos y piernas, estaban enro"ecidas pero de

ellas no brotaba sangre.

- 0a pierna esta muy mal, necesitaré ayuda, voy a de"artesola niña. Di"o como si la en$erma pudiera comprender.)egresaré pronto, lo prometo.

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6n anciano que vivía en !laya 4rande era curandero, y <aliana $uea buscarlo temiendo que tuvieran que cortarle la pierna a lamuchacha. /l hombre por muy tarde que $uera, siempre acudíaante emergencias, y siendo una turista que cayó de la granmontaña y que quedó viva, era una enorme emergencia.

- uraré la pierna <aliana, pero esas heridas de los braos ypiernas, no las sana ni Dios, a esta muchacha la tocó elDiablo. Di"o en anciano persign(ndose tres veces con lamano iquierda.

- 1aga lo que pueda que del resto me encargo yo. ontestó<aliana. 28ieo pen!eo5 !ensó. 2>ue ri!ícula creencia15 

7l amanecer <aliana estaba extenuada, no había dormido,colocando las compresas de agua $resca que había recetado el

curandero, y la pierna estaba vendada por cuanto ungOentomilagroso tenía el anciano en su mochila, ese día <aliana seperdió el amanecer. 7 los primeros rayos de lu, la "oven se quedódormida cuando la en$erma sudó la $iebre. !asaron dos días sinque la muchacha se despertara, <aliana le humedecía los labioscon aguas arom(ticas, y pasaba de ve en cuando un poco deamoniaco por la nari, tratando de que su paciente despertara.Dos días y tres noches en que la "oven de largos cabellos negros

y cicatrices se negó a abrir los o"os.

- /stas heridas no me gustan nada, cómo es posible que sigantan enro"ecidas. <a me est( dando miedo. Aamos niña lev(ntate,la vida te espera.

LA NANA

7na vio el agua gris(cea de la iénaga a sus pies, una suavebrisa le acariciaba el rostro, y una especie de olea"e chocabacontra la casa. /ra un lugar abandonado donde el tiempo habíacausado estragos, la decadencia del lugar le causaba tristea a su

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g , goraón.

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- 7na pequeña has venido. Di"o una 7nciana de pro$undasarrugas y o"os tan grises como el mismísimo mar.

- &ana aquí vienen las almas al morir. Di"o meditabunda lamuchacha.

- >+ no has muerto mi niña. < dando unas palmaditas en laespalda de la muchacha, la animó a entrar en la casa

desvenci"ada. &no no (uere ,e a(or Ana6 eso es una,e las 0osas (=s 0iertas que e>isten en to,os los(un,os posi1les.

- < por qué siento que ya no puedo seguir viviendo. Di"o 7namirando sus pies descalos.

- !orque así se siente el dolor, cada quien decide hasta

donde puede su$rir y luego decide qué hacer con su dolor,pero por muy $uerte que sea, no puede matarte.

- &ana te he extrañado, las cosas en mi vida est(n $uera delugar.

- !ues colócalas en su sitio 7na. 0a vida es simple, y nopuedes de"ar de ser $eli, vamos pequeña, la vida teespera.

- 'ilvestre, lo amo tanto que ale"arme de él me duele.

- &o te ale"es entonces niña. Di"o la 7nciana brind(ndole unaradiante sonrisa.

- 3athias lo amo con todas mis $ueras.

- !ues no te quedes sin él. 'on tus amores, uno tan distintodel otro, y los dos esperan por ti 7na, solo tienes que vivir.'olo tienes que aprender a vivir.

7na vio como sus heridas estaban enro"ecidas, y todo su cuerpoestaba enve"ecido y adolorido, en la habitación de tablas de

d b 0 & ll d l iñ l

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madera no estaba 0a &ana, un ser lleno de lu, una niña la

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miraba con sus enormes o"os llenos de $uego, no era Qennel elduende. >eresa estaba muy cerca de la cama.

/ntonces despertó.

6I/HI/HO

3athias se sentía avergonado de haber echado a perder lanoche de concierto, por beber m(s de lo debido, hio que losdescubrieran en la $iesta privada y que se los llevaran presos poratentar contra el orden p+blico !ichicho perdió su empleo a

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atentar contra el orden p+blico. !ichicho perdió su empleo, aPalter lo regañaron en su casa, Aíctor insistía que él sabía que

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irían presos, y que nadie quiso escucharlo, así que ya que loscuatros disponían de unos cuantos días, Palter ;uintero planteóque debían visitar 2/l &ovalito5, una hacienda de unos amigossuyos, para rela"ar la tensión de los +ltimos días. @ncluso paraintentar que Aíctor se olvidara de su amada moto desaparecida.

>odos decididos a compartir un poco m(s con los otros yqueriendo olvidar cada quien a su manera sus propias penas,

aceptaron la invitación del inventor de problemas, y encantadosse $ueron un $in de semana detr(s de Palter.

- 1ay que ba"ar aquí muchachos. Di"o Palter y el taxista sedetuvo en un puente oscuro.

- <a empeaste con tus malas ideas. Di"o 3athias un poconervioso. /ste puente est( tenebroso.

- >ranquilo compadre que lo que hay es que ba"ar esasescaleras.

0os muchachos observaron las escaleras m(s l+gubres de susvidas, pero sin detenerse a pensar, uno a uno, $ueron ba"ando.

- Debemos pasar por deba"o del puente y cruar laautopista, del otro lado pasa el bus que nos lleva al&ovalito. Di"o muy alegre Palter ;uintero.

- 3e $altaba morir de esta manera, que locura. Di"o !ichichoy antes de cruar corriendo la avenida, dio dos golpes$uertes en el pecho, invocando a su silvestrismo del alma.

7$ortunadamente no murió ninguno, aunque a Aíctor casi loatropella un camión, $uera de eso, solo esperaron en silencio por

el autob+s que los llevaría a su destino.

- 7ntes de llegar a la $inca, debo con$esarles algomuchachos.

- De"a la pende"ada, allí viene el bus. Di"o Aíctor.

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- !asen al $inal muchachos. Di"o el conductor. 7sí que3athias, !ichicho, Palter y Aíctor se acomodaron al $ondode la unidad de transporte.

- Deben saber algo del &ovalito, amigos míos. @nsistióPalter. !ero la m+sica y el ambiente $estivo del autob+s, nopermitió que los muchachos le prestaran atención.

!ichicho tarareaba la melodía, 3athias entonaba la canción de la)eina de Diomedes Día a todo pulmón, y Aíctor lo acompañabaen los coros. uando la canción terminó y sonó en los parlanteslas noticias de la noche, dictadas por un locutor que las daba,como si de un chiste se tratara. Palter decidido a ser escuchado,respiró pro$undo y echó a perder la noche.

- /n el &ovalito se aparece un muerto. Di"o tan serio e

institucional como pudo. < la mirada atónita de cada uno desus compañeros le estampilló, que tenía toda su atención.

.ATHIAS

/n compañía de sus nuevos amigos silvestristas, el muchacho decabellos rubios y o"os pardos, se dirigía a la hacienda del &ovalito,la cual seg+n el relato sorpresivo de Palter ;uintero, por lasnoches podían escucharse ruidos extraños, que eran atribuidos aun alma en pena o $antasma. 3athias había prestado muchaatención al asunto, debido a que 7na había experimentado

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atención al asunto, debido a que 7na había experimentadopersonalmente, la mani$estación de lo que en la "erga popular le

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denominan duende. /l "oven tratando de llenar el vacío que habíade"ado su novia, trató de interesarse por el misterio del &ovalito,y tan pronto llegaron a aquel lugar, caminó por toda la casa,detallando el amplio lugar. Palter, Aíctor y !ichicho por elcontrario olvidaron el asunto del muerto y $ueron a parar a unapequeña piscina, que en medio de la noche y con algunosaguardientes encima, se rela"aron.

Palter había explicado que cuando se apagaban las luces delcorredor de la casa y todo el mundo se acostaba, solíanescucharse pasos, voces e incluso risas, y se les prohibía a todoslos visitantes de la hacienda a que salieran de la casa por lasnoches. /scucharan lo que escucharan no debían intentar salir denoche.

- 6sted est( buscando al muerto. Di"o un anciano de aspecto

descuidado. /l cuidador de la hacienda, vivía solo desdehacía muchos años, decía que el muerto y él ya eranbuenos amigos.

- ¿!or qué dice eso mi señor !reguntó 3athias que noapartaba la vista de los enormes (rboles que rodeaban ellugar.

- 'e le nota en la mirada muchacho, no busque lo que no sele ha perdido. !orque se puede llevar un buen susto.

- ¿6sted lo ha visto !reguntó 3athias. ¿/s cierta laaparición

- <o lo he visto y no se lo deseo a nadie, ya estoyacostumbrado a las lamentaciones del muerto, pero a unmuchacho como 6sted estoy seguro que le de"aría un malsabor de boca. De"e en pa a los muertos y haga como susamigos, $in"a que la muerte nunca les va a llegar. /lhombre entró en la casa y no volvió a salir en toda lanoche.

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uando ya los muchachos dormían en una habitación, que habíasido acondicionada para que los cuatro amigos compartierandormitorio, 3athias se sintió cansado de huir al sentimiento quealbergaba en el pecho. 6n recuerdo doloroso vino a morti$icar sumente, 7na escribía un diario personal, y a medida que loescribía, sus me"illas se sonro"aban haciéndola ver m(s hermosaque de costumbre. /sa noche 3athias la tomó de las manos, ydulcemente la apartó del libro, dio dos tiernos besos en susmanos, y le besó el rostro, el momento de entregarse el uno alotro había llegado.

7na lo miraba con sus enormes o"os negros, y él sintió que nadieen la vida podría igualarse a ella, tan $r(gil, tan suave, tan dulce.)ecordó el momento m(s intimo de ambos, cuando teniéndola ensus braos vio en el pecho de 7na una gran cicatri cercana alcoraón, sin pensarlo ni por un instante, le besó allí donde algo lehabía causado daño.

- >e 7mo 7na. ue lo +nico que pudo decir, y la entrega seconvirtió en amor, y el silencio se volvió oscuridad, y laoscuridad de ambos $ue lu, cuando pudo sentir cadamilímetro de su piel.

/n la oscuridad, los ronquidos de Palter lo sacaron del recuerdo

maravilloso, trayéndolo a la $ría realidad de su vida sin la mu"erque amaba. /lla había huido sin decir ni a donde, ni por qué. Depronto escuchó unos murmullos y estuvo alerta dentro de sucama, casi $ue un alivio entender que era !ichicho que hablabadormido.

- 7 mi alrededor no hay $antasmas, lo que hay essilvestristas ebrios y $elices.

7l amanecer los muchachos a+n dormían cuando 3athias selevantó a hacer ca$é, el anciano ya estaba muy pegado a lahornilla de la cocina, cocinando pescado $rito para el desayuno.

- ¿;ué tal noche !reguntó el 7nciano.

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- /xcelente. )espondió un 3athias muy animado.

- /ntonces ¿;ué le pasó en el cuello muchacho Di"oseñalando con un dedo.

- &ada ¿;ué tengo !reguntó 3athias.

- Aaya y mírese en el baño.

3athias extrañado $ue al $ondo de la casa donde había un bañode blancas paredes, $rente al espe"o contempló con asombro unaenorme mancha morada en el cuello. 6na especie de chupón.

- #Dios 'anto% Di"o espantado.

TUR0A2OR; 

>urbaco es el pueblito de la costa colombiana, donde susvisitantes no exageran al decir que es el lugar m(s caliente detodo el planeta. Desde muy temprano la gente se lana a laspequeñas calles para dirigirse a sus traba"os, los m(s "óvenes seapresuran por llegar a tiempo a sus colegios, y los m(s ancianos

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suelen sentarse en sus mecedoras a ver pasar la vida con mucham(s calma.

- 6n día de estos, saldré desnuda a la calle lo "uró, apenasson las IF=FF de la mañana y siento que el in$ierno mequeda aquí al lado. Di"o una "oven que iba apresurada enun cochecito que parecía de "uguete.

/n estos pueblos de la costa se utilia un transporte muy peculiar,donde una especie de moto, cuenta con un compartimiento contecho, que le permite llevar dos o tres personas a bordo 23ototaxis5. 'i nunca te has abordado a uno, te has perdido la me"orexperiencia de la vida. !ara los turistas es tan novedoso queincluso saludan a todos como si $ueran la primera autoridad civildel pueblo.

/l pequeño vehículo gris se detuvo en una casa ro"a de re"asnegras, donde $ue recibida con gran algarabía, en esa casa todoshablaban a la ve, todos reían, y un estruendo en toda la casasonaba al comp(s de la melodía que causaba seme"ante estadode (nimo. >urbaco tenía reunión de emergencia.

- #?rden Tur1a8or'? Di"o la muchacha recién llegada. 8a"enel volumen y todos asistan al comedor, tengo noticias que

no pueden esperar. #36/A7&'/ 7)7B?% 4loris aló la vopara hacerse entender entre los m(s alborotados.

- ;ué ocurre muchacha, que no puedes de"ar silvestriar a lagente en pa. Di"o una 'ilvestrista de piel morena yenormes o"os, que protestaba por ba"ar el volumen.

- 0legó un mensa"e ultra secreto al correo de 07 37>)77'@0A/'>)@'>7, no puedo revelar la $uente, pero se nosin$orma ba"o la m(s estricta con$idencialidad que a m(stardar en noviembre hay nuevo lanamiento.

0a algarabía llegó al techo, todos se abraaban emocionados,nada podía emocionarlos m(s que el lanamiento de un nuevo

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traba"o discogr($ico, la vida se les iba en apoyar a 'ilvestreDangond orrales, ba"o cualquier costo.

- 8ueno muchachos los de"o, debo ausentarme de estatemprana alegría.

- !ero no te vayas, hay que celebrar. )ogaron todos.

- 6n silvestrista tiene que hacer, lo que un silvestrista tieneque hacer. < sin discusión alguna, salió de la casasilvestrista, cruó la calle y abordó una moto taxi.

- )(pido señor a la parada de los buses que van paraartagena. Di"o 4loris. < en un dos por tres, estaba en laparada del pueblo. 6n enorme bus de color ro"o y muyantiguo se detuvo. !agó I^FF pesos la silvestrista, para

llegar a su destino. ;uince minutos m(s tarde, 4loristomaba otro autob+s directo al centro de la 1eroicaartagena. /ntró en un negocio de compra y venta de oro,y entregó al codicioso mercader una diminuta pulsera deoro. 2Esto es por los muc(ac(os@ . !ensó. uando elhombre que atendía el establecimiento le entregó GFF.FFFpesos. 2.e alcan#a para la ri,a.5 4loris había vendido la+nica pulsera de oro que le regalara su abuela cuando era

niña, necesitaba el dinero para comprar el premio queri$arían en el club de >urbaco, para poder reunir dineropara todos los gastos que se les venían encima, desdecamisas bordadas, el disco, las gorras, hasta las entradasal lanamiento y los pasa"es a Aalledupar. 2La abuelaenten!er& $ue lo (a'o por amor .5 Dos pequeñas l(grimasse asomaron a sus o"os, cuando el hombre destroó lapulsera para sacarle dos piedras de $antasía que estaban

incrustadas en la pulsera.- 0a 3atraca 'ilvestrista y >urbayorN son mi vida, por ellos

todo y sin ellos, nada. Di"o la silvestrista regresando alcomando de 0a 3atraca.

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SIL8ESTRE DAN4OND0os meses pasaron volando entre presentaciones, entrevistas,sesiones $otogr($icas y ruido, mucho ruido. !ara 'ilvestre, solohabía pa cuando lograba estar con su $amilia, sus hi"os y suesposa, con$ormaban un universo distinto, donde él podía ser sólo

pap( y donde la estrella del vallenato se veía distante, comparadoal esposo que cambiaba un bombillo quemado en el apartamento.

ada ve el tiempo se le escapaba de las manos, sus hi"os crecíanvelomente, sin que pudiera darse cuenta plena de todo lo queocurría a su alrededor. !asaba horas pendiente de 0a undaciónque tenía y de todos y cada uno de los casos que se atendían enella. 2'ilvestre es generoso5 decían algunos. 2'ilvestre es

humilde5 voci$eraban otros. l sentía que tanta $elicidad comoartista tenía una labor, y era que no solo él debía ser $eli, queríaser alguien que pudiera aliviar las cargas de otros, y su alma seatormentaba, si no lo cumplía.

Vltimamente $amiliares cercanos se que"aban de que los tenía enel olvido. &o lograban entender que él pudiera dedicarle tiempo aniños o "óvenes en sillas de rueda, paralíticos, en$ermos o ciegos,

porque, si solo crees que 'ilvestre es un cantante que baila comoun trompo y via"a divirtiéndose a lo lindo con toda la $ama que haganado, estas observando una super$icie, y no en su con"unto, lossacri$icios y la piel que entrega como ser humano.

Debo contarte que las parrandas, conciertos y bailes son solo un(pice de lo que es el silvestrismo, son años entregados, pedaosde su coraón al ro"o vivo, al ser atacado por sus opositores.

&adie que entregue tanto a tantas personas puede ser señalado,solo porque dice lo que piensa, y se da contra el mundo por sussueños.

/sa mañana $ue una de las entrevistas m(s duras que tuvo quea$rontar. 6na hermosa "oven le colocaba un micró$ono port(til, deesos que se su"etan en la correa del pantalón, e introducen por

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dentro de la camisa para que solo un pequeño cabeal asome ytransmita a la c(mara de video, la vo del entrevistado. on eltiempo 'ilvestre se había acostumbrado a los di$erentesmicró$onos, pero en esta oportunidad se sintió incómodo, el temadel que se trataba la entrevista, era dolorosa para él. ?bservó lac(mara y esperó las preguntas del periodista, que pr(cticamenteeran dardos a su coraón.

!oco a poco, $ue explicando que poseía muy poco tiempo paratodo lo que él quisiera brindar a su $amilia, comentó que entendíaque su mam( tuviera alg+n tipo de protesta porque 23am( eramam(.5 !ero que las que"as publicas realiadas por su hermano,lo lastimaban, que no entendía ni creía que esto le estuvierapasando. 'ilvestre sin poder evitarlo a mitad de la entrevista nopudo m(s y se echó a llorar, su vo por primera ve en muchosaños se quebró a tal punto, que su coraón le suplicaba que

parara, que guardara silencio.

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uando terminó aquel suplicio, 'ilvestre limpió cada una de susl(grimas y pensó en quienes llenaban su vacío, su esposa, sushi"os y su silvestrismo. 0os mismos vacíos que él llenaba en sussilvestristas. ;ue di$ícil debe ser que te ataquen sin pruebas, sinmotivos ni raón, dolería menos si quien lo hace no lleva tusangre, pero qué sería de la vida sin las peleas con los hermanos.

0os rumores que han girado alrededor del ídolo son tantos y tan

diversos, que cuando encuentras a niñas en tu camino comoQatherin !orto o &ini 'oto, no entiendes que estas cosas pasen.

/l 'ilvestre rancisco Dangond orrales que decimos idolatrar esun ser humano y como tal deberíamos respetar en la medida decómo queremos ser respetados. 6n ídolo musical no tiene la culpade convertirse en $amoso y menos si ha luchado tanto por serlo,porque él no ha decidido ser un ídolo, son sus $an con su apoyo y

cariño, los que le dan tal connotación.6n rey no tiene reinado si no es reconocido como tal, y despuésde tantos años, de tantos conciertos, $otos, entrevistas,canciones, críticas, deudas, via"es, hoteles, l(grimas, $elicidad ytristea, sus seguidores le llaman /0 )/<. &o tiene castillo propio,ni s+bditos, no nació en cuna de oro, ni su sangre es aul, noposee una $ortuna heredada, y cada moneda se la ha ganado

como todo un proletariado. /ntonces me pregunto, qué signi$icaque sea un rey, por qué su silvestrismo lo llama así. /s posibleque cuando alguien te gana el coraón, y sientas que solo saberde él o verlo, te alegre la vida, sea posible que a ese ser humano,lo corones como rey de tu coraón. !ero la respuesta est( en tusmanos, eres t+, que como $an puedes decir quien es él, porque loconoces y en de$initiva puedes llegar a sentirlo como un granamigo, de esos que van por mundo cumpliendo sus sueños y

sueles alegrarte porque son $elices.

/s posible que el tesoro escondido de este rey sea tener amigos.

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!or las noches 'ilvestre revisaba sus redes sociales esperando vera 7na entre miles de seguidores, pero ella guardaba silencio,enicienta no aparece, no se presentaba a traer su pie descalopara la apatilla ro"a.

- ¿7na dónde estas 'e preguntó el muchacho 6rumitero deo"os claritos, que solo quería saber quién había escrito!ostales )o"as, quién era el propietario del Diario de un

'ilvestrista.

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TA8O/n una ciudad hermosa, un muchacho observaba el atardecer enel parque de la heladería m(s grande de 8arrancaberme"a, susamigos acudirían a comer helado mientras se ponían al tanto delos +ltimos acontecimientos dentro del club silvestrista de la

ciudad. 4ustavo o >avo como era llamado cariñosamente, vivíasoñando despierto con todas las aventuras que deseaba vivir,siempre estaba hablando de via"ar por el mundo, de aprenderotros idiomas y de tener un amor en cada puerto, en sí era unsoñador.

6n hombre de aspecto impecable se sentó a su lado, observandoa ambos lados del parque de 0a 'esenta.

- 'i pides helado que sea de chocolate. Di"o el hombre.

>avo siguiéndole la corriente, di"o en el mismo tono serio. 2'ipaga los helados, el mió que sea de 3ango5.

/l hombre no emitió palabra alguna, se levantó y de"ó a los piesde >avo un maletín negro. /l muchacho en su ingenuidad, pensóque el hombre iría por helados para ambos y le había de"adocuidando el maletín. 7quello le causó mucha gracia, ya que todosen la ciudad sabían que la heladería no vendía helado de mango.3ientras se reía de sus ocurrencias, llegaron sus amigos con laalgarabía acostumbrada. arlos, @sa, y !edro $ueron los primerosen tomar la palabra y cuento tras cuento, entraron en calor parala reunión de los viernes.

- ¿< ese maletín >avo !reguntó @sa.

- /s de un señor que $ue a comprar helado.

- ¿Dónde !reguntó arlos.

- 1ermano en la heladería venden helados.

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- &o me "odas >avo, lo que quiero decir es qué en laheladería no hay nadie, a ti te de"an una bomba en los piesy ni te das cuenta.

>avo $ue a buscar al su"eto del maletín, y no estaba, en laheladería, ni en el baño, ni en el parque.

- ;ue raro, se le quedó el maletín, hay que esperar que

venga por él.- Aamos >avo, hoy vamos a tomar algo, por el cumpleaños

de arlos.

- <o no puedo. Debo esperar al tipo del maletín.

0os muchachos cansados de esperar a >avo, decidieron irse deparranda sin él, ya se reincorporaría al grupo, cuando entregara

el dichoso maletín* y lo de"aron absorto en sus pensamientos deaventura.

7 las doce de la noche, >avo entendió que el hombre noregresaría, varias veces había pasado un carro negro por elparque, pero nadie se decidía a ba"ar del auto, lo cual le pareciónormal, así que se llevó el maletín a su casa. 0o estudió condetenimiento, el maletín tenía una especie de candado plateado

con letras, al parecer para abrirlo debía introducir una clavesecreta.

- 0a +nica que se me ocurre es 3 7 & 4 ?, palabra de cincoletras, con la buena o pésima suerte, el candado se abrió y pudoabrir el misterioso maletín.

u(l seria la sorpresa del silvestrista cuando, al abrirlo, tuvo entre

sus manos cientos de billetes de cincuenta mil pesos.- #3ierda% ue todo lo que di"o >avo, qued(ndose helado al

ver lo que había en el maletín.

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.ATHIAS3athias no paraba de verse el moretón en el cuello, era lo m(sraro que le había sucedido en la vida.

- &o se rían que esto es serio, no tengo idea de cómo mehice esto en el cuello. Di"o 3athias preocupado.

- Disculpa compadre, de algo estamos seguros, a ti techuparon anoche.

0as carca"adas de los tres amigos eran estridentes, se sentían$elices y se reían por todo.

- uenta 3athias quién $ue esa muchacha que te puso elcuello así. Di"o !ichicho.

- )íete todo lo que quieras !ichicho, deberías estar buscandoempleo. Di"o seriamente 3athias.

!ichicho guardó silencio, y todas sus preocupaciones se leposaron en el rostro. 1abía olvidado que estaba despedido.

- 7 6sted lo chupó una bru"a anoche. Di"o el anciano en un

tono l+gubre.- #De"a la pende"ada )einaldo% Di"o Palter santigu(ndose

unas ocho veces seguidas. 2Si se me aparece el muerto uro $ue 'ritar3@1 6ens91

- ¿/s posible !reguntó 3athias.

- &o 3athias son pende"adas de la gente del &ovalito, si

escuchas a media noche los cascos de un caballo, es eldiablo, si una gallina se posa en el techo es una bru"a y hayque o$recerle sal al otro día para que se vaya, si alguien sepierde se lo llevó un duende, si te bañas un viernes santodespués de las tres de la tarde te conviertes en pescado, ypare 6sted de cuanto cuento ridículo de la gente de por

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ac(, a veces sale un muerto entre los (rboles, no hay m(sque eso. Di"o ta"ante Palter ;uintero. 2Dios mi9 prot3'eme@1 !ensó.

- 1oy viene una mu"er a la casa. !ónganle cuidado, Di"o elanciano y se $ue a limpiar la piscina.

0os silvestristas no tuvieron m(s remedio que reírse, incluso

3athias se sintió mucho m(s tranquilo ante tanto mal agOero.- 0a gente del &ovalito es peor que mi tía. Di"o Palter. >odo

da c(ncer, todo es pecado y todos nos vamos a ir alin$ierno por pecadores.

Durante el día cocinaron una buena sopa para pasar el resto deldía en la piscina, cuando cayó el atardecer, 3athias, sesobresaltó, al ver que una mu"er salía de entre los (rboles y seacercaba a ellos.

- Necesito sal@ . !ensó.

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 ANADesperté adolorida en una habitación que olía a sal. ?bservéuna ventana que permitía que la lu del sol iluminara las cuatroparedes de madera, era un lugar muy sencillo. !ude escuchar lasolas del mar como si estuvieran dentro de la casa. @ntenté

levantarme y sentí como un dolor general se apoderaba de cadauna de mis articulaciones.

- #&o te levantes% Di"o una muchacha de rostro amable. 'oy<aliana, esta es mi casa, te cargué hasta aquí cuando vique caíste de la montaña, no pude llamar a nadie porqueno portabas identi$icación. 4racias a Dios solo tienesmuchos moretones y rasguños, pero no hay huesos rotos.

- 3i, mi pierna. Di"e notando un dolor lacerante.

- >ienes una herida muy $ea en la pierna derecha, perotranquila ya ha comenado a curarse. ¿ómo te llamasniña

- 7na, mi nombre es 7na. Di"e y dos l(grimas rodaron pormis me"illas, nunca había sentido tanto dolor.

- ¿>e duele mucho !reguntó <aliana.

- 'í, todo me duele.

- >engo pastillas para el dolor, dos te har(n bien. Di"oacerc(ndomelas con un vaso de agua.

- ¿>ienes hambre 7na llevas tres días sin comer.

- 'í, tengo hambre. Di"e con algo parecido a una pequeñasonrisa.

0a muchacha se levantó enseguida y de la cocina que quedabadentro de la misma habitación, colocó algunas cacerolas. uando

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probé la sopa de pescado que había preparado sentí un hambrevora. <aliana se veía aliviada y me atendía con especial cariño.3e recordó a mis amigas silvestristas.

- 7na debemos bañarte, yo te he limpiado muy bien lasheridas pero hay que lavarte todo el cuerpo.

- !or $avor m(s tarde, ahora no me siento bien, estoy

mareada.- >ranquila, descansa y mañana te ayudo a bañarte.

3ientras comía un poco de pan, me di cuenta que tenía rasponesen los braos. >ambién observé que no tenía ropa puesta, estabadesnuda.

- <aliana ¿Dónde est( mi ropa

- /st( toda rota, al caerte, las ramas de los (rboles te larasgaron, no quise ponerte ropa para no herirte, y poderlimpiar me"or tus raspones.

- 4racias por ayudarme, pensé que me había matado.

- /n realidad $ue una casualidad que cayeras y que pudieradarme cuenta, estaba sentada viendo el atardecer en laplaya y escuché cuando gritaste. ¿ómo te caíste 7na

- /staba corriendo.

- #;ué locura% orrer por ese camino empedrado de all(arriba, casi te matas muchacha, casi lo logras. Aamosdebes levantarte seguro deseas ir al baño.

Durante lo que me pareció una eternidad, <aliana me ayudó alevantarme. 3e ardía cada herida, "am(s había sentido algo igual.!ude cepillarme los dientes y limpiarme un poco, no sin muchodolor en cada movimiento. /staba descala, completamentedesnuda, pero el dolor no me permitió sentir vergOena ante minueva amiga.

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- #Aamos 7na intenta dormir un poco% Di"o ella d(ndome unahermosa sonrisa.

/l atardecer llegó poco a poco y observando la ventana de lacasita y con el sonido de las olas del mar, mis o"os se cerraron enun sueño pro$undo y tranquilo.

/n mis sueños cuando m(s lo necesitaba, podía ver a 'ilvestre,

tocando con sus dulces manos mi rostro entristecido, sus c(lidosdedos blancos y sedosos que tanto amaba. uando logré verlo alos o"os, todo el dolor de mi coraón, desapareció de un plumao.

- #3i amado% 3urmuré al verlo $rente a mí.

l sin decir nada, "untó su $rente a la mía y sonrió como solo élsabe hacerlo.

- ¿'abes cu(nto te quiero !regunté sintiendo un calorcitoen mis me"illas.

&o hubo respuesta.

6na libélula ro"a se posó en su hombro. 8rillaba con la intensidaddel sol dentro de sí misma. #)o"a% /xclamé sorprendida de suhermoso color. #)o"a como el silvestrismo%

Desperté en medio de la noche, la brisa $resca del mar entrabapor la ventana llevando ese olor a sal que tanto amaba. <alianadormía a mi lado en una especie de cama improvisada en elsuelo, y una pequeña l(mpara de gasolina iluminaba la pequeñacasa desde un rincón apartado. !ensé en 3athias, pero elrecuerdo $ue doloroso, y pre$erí pensar en 'ilvestre. /n el besóque alguna ve le di, un recuerdo tan distante y borroso, que

llegué a pensar que lo había imaginado. 2Lo tenía to!o ) to!o lo (e per!i!o5. !ensé qued(ndomenuevamente dormida.

No Ana" no se trata !e tener to!o" se trata !e vivir to!o@ . Di"o enmi cabea una dulce vo.

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 %A8I Durante horas, los soldados silvestristas del 8atallón IIRbuscaron incansables a la muchacha de la $otogra$ía sin obtenerun resultado satis$actorio.

7 las siete de la noche todos miraron sus telé$onos. 2Ae$ni/n alas 2E 0oras en el l$gar de -ost$mre, o+etivo lo-ali.ado”.ue el mensa"e que recibieron todos los integrantes del 8atallón.

Daniela pasó asistencia con la mirada, el 8atallón en pleno habíaacudido a la reunión extraordinaria de silvestristas.

- /l soldado Bavi ha encontrado el paradero de la "oven solicitadapor !ére ararrana. Di"o Daniela. >iene la palabra hermano detropa.

- 8ueno no la tengo con precisión. ontestó nervioso.

- #/xplíquese soldado% 0e apremió Daniela. >iene o no tiene elob"etivo. >odos los presentes guardaron silencio, temiendo que$uera $alsa alarma, cada ve que había una $alsa alarma el caosreinaba entre ellos, y en los peores casos, había ba"as

lamentables.- /sta muchacha se llama @sa, y vive en un pueblo pequeñollamado 7r"ona.

- &os queda solo un día para buscarla, di"o DB, no est( le"os, unacomisión puede ir por ella en la mañana. Di"o el alegre muchacho.

- /l problema es que no sé en qué casa vive.

- 'oldado Bavi, de"e la mamadera de gallo. omentó 3iguel. >ieneel ob"etivo o no lo tiene.

- uando vi su $oto, me pareció conocida, consulté en mis $otosde los di$erentes clubes de silvestristas, y aparece en una $oto de

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7r"ona, estoy casi seguro que vive allí, el ob"etivo es @sa. Di"oenseñando una $oto donde la "oven lanaba una hermosa sonrisaa la c(mara.

- #on$irmado% Di"o Daniela. /s ella. 'oldado 88, comuníquele allente del silvestrismo que tenemos localiada a la muchacha, quemañana a primera hora todo el batallónC

- !ero, pero. Di"eron algunos soldados.- )epito, todos los soldados de este 8atallón IIR salen a recorrer7r"ona, en busca de @sa.

- 'í, 'eñor. Di"o 88.

- ondos disponibles DB 7)0?'. @nquirió Daniela.

- &i un peso, estamos quebrados. ontestó el muchachomostrando los bolsillos de sus pantalones.

- 3añana en la mañana cada quien con su pasa"e en mano, no sesi tienen que rogar esta noche a sus padres o novios e inclusonovias, pidan prestado, pero todos debemos ir, tocaremos puertapor puerta hasta encontrarla. oncluyó la comandante.

;$$LLO" 115? $$LLO" 115? $RR$"ILL$?$RR$"ILL$ R/,/"/ < 4ritaron $elices de $i"ar su meta.

Bavi contó esa noche las monedas de sus bolsillos, billeteras,ca"as de apatos, incluso un marrano de pl(stico que tenía comoalcancía y que decía con marcador 2!7)7 /0 07&M73@/&>?5.>odo cuanto tenía no llegaba a cinco mil pesos.

- #)ayos% &o me alcana. Di"o registrando toda la casa, a+n

no era quincena, y de paso para poder ir a 7r"ona, debía$altar al traba"o. De pronto recordó el escondite de dineroen caso de emergencia que de"aba su mam( deba"o de unaimagen del niño Bes+s en el comedor de la casa.

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!ara su sorpresa, cincuenta mil pesos estaban bien dobladosdentro de un sobre que decía= 2/3/)4/&@75.

- 3am( esto es una emergencia. Di"o a la imagen de yeso.>e lo pago el +ltimo. 2Esto es ser silvestrista" !as (asta lo$ue no tienes@ . !ensó Bavi.

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SIL8ESTRE 2 ANA/n sus sueños encontraba a 7na en una especie de isla desierta,rodeada por aguas trasl+cidas, ella acudía a su encuentro con suradiante sonrisa, como si en realidad se conocieran de toda lavida. /stos sueños hicieron que planeara una serie de visitas a

ciertas playas de las costa olombiana, eligiendo siempre lasmenos concurridas. 2/sto es buscar una agu"a en un pa"ar5. 'edecía el muchacho, sin la menor idea de saber dónde buscarla.!or las noches repasaba detenidamente el librito de las postalesro"as, y su curiosidad crecía. 2Si los sueños nos con!ucen a al'Mnlu'ar como en el Diario !e un Silvestrista" )o te encontrar3 a laorilla !el mar como en mis sueños5. !ensó 'ilvestre. /ra una labortit(nica pasar desapercibido, su rostro le era $amiliar a los

colombianos, y muchas veces, alguna que otra $an lo descubría, ydebía abandonar el lugar de inmediato.

6na noche en un hotel de 'anta 3arta vio una $otogra$ía que lode"ó sin aliento, una serie de playas de aguas cristalinas brillabanen un retrato de letras ro"as que decía 2>747&475, el parecido deaquellas aguas a las que concurrían en sus sueños, hio quesolicitara al hotel ser llevado a aquel lugar.

- 0a 8allena 7ul es un hotel sencillo señor, allí estar( muycómodo, le hemos hecho la reservación, así que esperan sullegada.

- 0a playa que aparece en esa $oto. Di"o señalando la$otogra$ía en la pared ¿/st( en >aganga

- 'í señor, puede llegar caminando o solicitar el servicio delancha y le llevaran, es un playón antes de !laya 4rande,sus aguas son extraordinarias, excelente elección.

'ilvestre no podía creer que había logrado encontrar la playa conla que soñaba, pero esto no signi$icaba que 7na estuviera allí* sinembargo, debía intentarlo, necesitaba saber quién o qué era ese

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ser que recibía postales y cartas de silvestristas, y algo en suinterior le insistía que solo 7na, tendría las respuestas.

- >iene que ser la misma 7na. 3urmuraba, mientrasobservaba por la ventanilla del Aehículo las luces de laiudad.

7 la media noche abría de par en par el ventanal de su habitaciónen 0a 8allena 7ul, un lugar acogedor y lleno de extran"eros, unsitio per$ecto para no ser molestado. )espiró el aire salado de lanoche, el susurro de las olas lo hicieron sentir como un hombretranquilo y normal. 2Hace muc(o $ue no !is,rutaba !e lasole!a! 5. !ensó.

!or la mañana solicitó las indicaciones para ir a la playa de aguastransparentes. !re$irió caminar un poco, así que con su mochilaro"a al hombro, con algo de ropa y el Diario* y se encaminó en lab+squeda que lo había arrastrado hasta aquel lugar. !or la sendade piedras blanquecinas encontró un letrero 2Serranía !e lasSerpientes5 de donde nacía una especie de \<] que dividía elcamino en dos, un sendero que subía y otro sendero que ba"aba./n el hotel le habían indicado que para llegar al playónabandonado, debía tomar el camino de la iquierda, el quemarcaba el descenso de la montaña. aminó por m(s de media

hora, debido a lo empedrado de la senda. uando sus piestocaron las arenas del playón, se sintió con$undido, esa era laplaya de sus sueños, las aguas cristalinas sonaban en un vaivénde olas, pero allí no estaba 7na. Decidió recorrer un poco el lugary entonces vio una pequeña casita de madera incrustada enpiedras, como protegida por la montaña, el humo que salía de lacasita indicaba que estaba habitada.

'ilvestre en su b+squeda a ciegas, tocó a la puerta de la casita.6na hermosa mu"er de piel tostada salió a su encuentro, que paradicha de él, no lo reconoció como 'ilvestre Dangond, el artista.

- 8uenos días, disculpe la molestia, busco a alguien, tal ve6sted la haya visto.

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- 1ola ¿7 quién necesitas muchacho ontestó <aliana.- 8usco a una "oven de piel muy p(lida, de cabellos negros y

o"os enormes, se llama 7na.

- ¿/s 6sted $amiliar de 7na !reguntó <aliana con los o"oscomo platos.

'ilvestre sintió una puntada en el estomago, su sueño lo había

conducido al lugar correcto.

- &o, soyC soy su novio. Di"o, para no tener que explicar queera un ídolo y 7na una $an.

- ¿ómo se enteró que ella estaba aquí ¿/s 6sted 3athias

0a pregunta le causó una especie de incomodidad, 7na tenía

novio, lo cual era lógico, así como él era casado, pero de todas$ormas algo le incomodó mucho.

- 'í, soy 3athias. 3intió con licencia, la in$ormación sobre7na era de vital importancia.

- #aramba% 'i que eres su alma gemela, la has encontradopor tu propia cuenta. 7na est( al $inal del playón, donderompen las olas en una cueva que queda aquí cerca, est(tomando un poco de sol, curando sus heridas.

- ¿1eridas ¿7na est( herida !reguntó alarmado 'ilvestre.

- 1ace tres semanas, 7na llegó hasta aquí al caerse de lamontaña, yo la auxilié, la tra"e a casa y desde entonces,aquí he cuidado de sus heridas. 'abes, ella te quieremucho, mientras deliraba decía tu nombre una y otra ve.

8ueno también nombraba a un tal 'ilvestre, pero no quiseatormentarla con preguntas, me imagino que es alg+n$amiliar cercano.

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/l muchacho le brindó una de sus me"ores sonrisas, agradeció a<aliana su amabilidad. 2Ella !io mi nombre bao !elirios5 pensó* ysin poder esperar m(s, se $ue a buscar a 7na.

'ilvestre la encontró sentada como una niña, con las piernascruadas y "ugando con arena, sus largos cabellos negros alviento, su delicada piel expuesta al sol, llevaba puesta ropa muysencilla, se le anto"ó una hermosa pescadora.

- 7na. Di"o encontrando su mirada. 0os enormes o"os negrosde ella se abrieron como platos.

- ¿'ilve Di"o ella, como quien ve una alucinación.

- 7na. )epitió él, sent(ndose a su lado. >omó sus manos, violos rasponaos en su piel, y le dio un tierno beso en lame"illa.

0as punadas en su estomago le insinuaron que estaba nervioso,todo era tal cual, como la había visto en sus sueños.

- #!or Dios eres t+% Di"o ella.

7na era un mano"o de nervios, lo abraó tan $uerte como pudo, yél le correspondió tratando de no lastimar sus heridas.

- ¿!or qué te arro"aste por la montaña

- &o me arro"é 'ilvestre, me caí. ¿!ero qué haces t+ aquí

- >e estaba buscado hace ya alg+n tiempo.

- ¿>+ busc(ndome ¿/s posible ¿ómo me encontraste

- !or un sueño. Di"o sintiéndose ridículo.

/lla lo miraba detenidamente. 0os o"os de 7na brillaban comonunca. /staban solos.

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- ;uisiera saber 7na, si conoces este libro, en él temencionan mucho. Di"o el "oven entreg(ndole el pequeñolibrito.

- &unca lo había visto. ¿De qué trata

- /s muy extraño, es de alguien que pudo recibir cartas delos silvestristas, incluso t+ misma le escribiste, él estaba enuna especie de lugar neutral, pero tu nombre est( portodas partes. /s un libro muy extraño.

- !ermíteme. Di"o ella tom(ndolo en sus manos.

7na examinó el libro, leyó varias p(ginas, $runció el seño. 'esorprendió así misma cuando tuvo la claridad de qué se trataba.

- #?1% !or Dios, sé quién lo escribió. 7hora muchas cosas

tienen sentido. Di"o 7na como despertando de un sueño.- !ues yo no entiendo nada, un día estaba en mi chaqueta

con una carta tuya, algo me decía que la 7na de la cartaeras t+, la chica del beso.

7l decir esto, las me"illas de 7na se sonro"aron. /lla agachando lamirada sonrío, estaba $eli de que él recordara ese instante.

- Debo explicarte 'ilve, que tal cual como dice en el libro, yome encontré en &abusimaNe a un ser, que en ese momentono sabía que era humano, ya que las personas de eseasentamiento indígena lo conocen con el nombre deduende o alma en pena, me llevé varios sustos, antes deentender la naturalea de este ser, cuando comprendí, loayudé para que se reencontrara con su esposa Bulia y suhi"ita. 7hora que he leído este diario entiendo muchascosas.

- ¿/s decir que un muerto puede escribir ¿;ué cuento de$antasía es este

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- &o 'ilvestre, no es ning+n cuento, estamos en la tierra delo posible, esta es la >ierra de 4abo, todo es real y m(gico./stamos en olombia.

'ilvestre y 7na vieron el atardecer, ella calmó sus ansiascont(ndole cuanto sabía del escritor del diario, de las cosas porlas que pasó* y que incluso, a la puerta de su casa, hace tiempole había de"ado un diario personal que escribió para él. 'ilvestre

insistió en que nunca llegó a sus manos, y 7na se sintió aliviadade que él, no hubiera leído todo lo que ella había escrito en unmomento $ebril.

- 7hora entiendo, por qué puedo sentir su presencia, pero nopuedo verla, no es a mí a quien quiere aparecérsele, es ati.

- ¿7 qué te re$ieres &o entiendo. Di"o 'ilvestre.

- uando me caí por la montaña, yo huía de un espíritu, unalma en pena que presentí y que por miedo, no quise ver,así que ba"é la montaña corriendo, hasta que resbalé, caí ycasi me mato. 0a he visto en sueños, pero solo eso. /llaesta aquí es por ti, no por mí, es ella quien te ha hechosoñar y te ha convencido de venir aquí.

- ¿7 quién te re$ieres 7na !reguntó 'ilvestre.

- 7 >eresa, mi amiga de la que te hablé hace alg+n tiempo,cuando me regalaste mis apatos ro"os.

7na llevaba puestos los apatos ro"os de trenas blancas que'ilvestre le había regalado años atr(s. >odo parecía un cuento dehadas, donde el principie encontraba a la dueña de las apatillas,

y ella encontraba la pa que tanto necesitaba en su sonrisa.- /sta noche vendr(s solo a la playa 'ilvestre y no me mires

así, que estoy segura que podr(s verla. &o puedes tenerlemiedo, es alguien que desea decirte adiós, y hasta que nolo logré, no podr( salir del $ulano castillo de las libélulas oeso dice este diario. >odo esto sobre las apariciones del

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duende, solo lo he conversado con detenimiento con muypocas personas, es algo di$ícil de ser asimilado paramuchos, incluyéndome.

/l muchacho se quedó sin palabras, solo podía ver la lu del solen los enormes o"os de 7na, sus me"illas sonrosadas y sus labioscarnosos. >odo lo que ella le había contado era tan irreal pero contanto sentido que solo le quedó tratar de creer la historia del

duende, como hacía cuando su pap( le contaba siendo muy niño,historias misteriosas de "uglares perdidos en el gran desierto dela 4ua"ira.

'ilvestre sintió la enorme necesidad de hacerle una +ltimapregunta.

- ¿7na me das un beso

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 ANA0os +ltimos años de mi existencia, he pensado que todo ha sidoun sueño. 3e han sucedido cosas inexplicables, que una a unahan llenado vacíos en mi ser. Di$erentes personas han pasado a$ormar parte de un mundo en el cual, todo lo que me he

propuesto ha sido posible, siendo el persona"e central de esaserie de sueños, alguien que se ha convertido en el sol de eseuniverso, una estrella de o"os claritos y vo de terciopelo.

!odía imaginarlo, cuando me miraba en los espe"os, creía verlosiempre sonriendo a mis espaldas, ilusiones tan intensas que conregularidad perdía la noción entre sueños y pensamientosimaginarios. Aer un espe"o era verlo en el re$le"o, haciéndome

sonreír. >ener una relación normal y una vida con toda una seriede responsabilidades me había ale"ado incluso de mis $antasías.

/sa mañana en que lo vi llegar hasta mí, con su sencilla $orma deser, lo tomé por un espe"ismo producto del sol que tostaba mipiel. 0as arenas en mis manos me hacían querer ser dueña de miexistencia y quedarme allí para siempre, pero al ver sus o"os, alescuchar su vo, todo cambió, esta era la raón por la que habíaabandonado a 3athias, no soportaba mi vida sin 'ilvestre,aunque solo pudiera ser su $an.

asi me mato al caerme por una montaña ale"(ndome de lascosas que no podía explicar, pero también corría de la mu"er queno deseaba ser. 7hora el hombre que amaba se veía perturbadopor las p(ginas de un libro, de puño y letra del duende. Qennelhabía permanecido en un lugar misterioso, donde podía recibir lospensamientos, ruegos y l(grimas de las silvestristas. 'eg+n eldiario del duende, mis pensamientos, y una libélula ro"a lohicieron encontrarme. 2Las lib3lulas !e %ulia5.

/n mi +ltimo sueño hubo una libélula ro"a entre 'ilvestre y yo, yahora él me había encontrado, sin saber que yo me sentía perdida

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sin él. !ero no venía por mí, en realidad >eresa lo tra"o hasta aquí para que escuchara lo que tenía que decirle.

 2No se trata !e tenerlo to!o" se trata !e vivirlo to!o@   habíamurmurado mi conciencia estando "unto a este mar. < $rente a mí en este instante, el hombre que amo en el universo de lo posible.3e ha pedido un beso.

omo era de esperarse guardé silencio, esperando que mis o"ospudieran responderle por mí. >omó mi rostro maltratado en susc(lidas manos, solo pude cerrar mis o"os, y vivirlo todo. 'u beso$ue tan suave, que temí abrir los o"os y ver al viento tocarme loslabios. 7penas si pude escuchar su respiración, las olas del marquerían silenciarnos. )espondí dulcemente a su boca, pero latempestad que reinaba en mi cuerpo me hio ser tan atrevida,que debo con$esar que este beso inocente, por un momento

eterno, de"ó de serlo y por primera ve, $ui libre y lo besé con mialma. 3i coraón no se detuvo, por el contrario se aceleró a talpunto que creí que su$riría un ataque. 7l abrir mis o"os, allí estaban los soles de >eresa, su serenidad calmó mi ímpetu, y "untos volvimos a nuestra realidad. 2"o nos 'ertenece)os? noes 'osib!e? es n%estro 'acto de o!+ido5. !ensé tomando sumano. aminamos en silencio hasta la casita de <aliana, dosenormes pescados $ritos con tostones, nos esperaban servidos en

la sencilla mesita de madera de mi nueva protectora.

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 ANA/n la casita de madera a orilla de la playa, la brisa del mar nosanimó a caminar por el playón después del almuero. 0as olasdi($anas bailaban a nuestro rededor, me sentí en el paraísocuando 'ilvestre se quitó la camisa y se arro"ó al mar, <aliana le

siguió los pasos. <o los observé desde la orilla, mi amiga no teníani idea sobre la vida de 'ilvestre, él le había mentido, haciéndosepasar por mi novio, solo para sacarle in$ormación de mi paradero,y no quise ser yo quien cambiara esa versión, él se veía tantranquilo sin ser asediado.  Espero $ue 2aliana am&s seasilvestrista" me matar& por ocultarle la ver!a! .5 3e senté en lasblancas arenas, a+n tenía heridas sensibles, me obligué a esperarpor ellos.

!ensé en >eresa, en la $orma en que murió, y mi coraón se llenóde tristea. 3e había estremecido al leer sobre ella en el Diario deQennel, todo me revolvió el alma. 0amenté pro$undamente haberhuido de ella en la montaña del sol, $ue una tontería correr de esa$orma. 0os muchachos "ugaron a ahogarse el uno al otro, comolos me"ores amigos del mundo. &o pude entender la soledadabsoluta de <aliana, ciertamente el playón, era un lugar de pa y

tranquilidad, pero siempre necesitamos reír con la $amilia o losamigos, y eso un ermitaño no puede lograrlo por arte de magia,siempre se necesita del calor humano. ¿ómo criticar a quiennecesita soledad 3e pregunté.

'ilvestre salió del agua y se recostó en la arena, el sol hio brillarlas gotitas del mar que rodaban por su cuerpo, algo en mi ser sealborotó, $ue una sensación de deseo. 3e sonro"é al ver en mi

mente una imagen impropia de nuestra amistad, él estaba allí porel Diario por >eresa, no por mí. ue un destello solamente, meimaginé entreg(ndome a él.

'ilvestre comentaba algo sobre una canción, pero estaba tanaturdida que no le presté atención. <o lo deseaba.

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- 3añana debo irme a traba"ar. Di"o de pronto, sac(ndomede mis ensoñaciones.

- #/ntiendo% ue todo lo que pude contestar.

- 7na regresa a tu vida, regresa al silvestrismo, te he vistomuy triste, esta no eres t+, no sé qué perturba tu vida,pero sea lo que sea, debes echar para delante. Di"obrind(ndome una enorme sonrisa.

- 0o haré, te lo prometo, solo quiero pensar las cosas unpoco, no hay nada que el silvestrismo no pueda curar, esoes una ley de vida.

- 8onita $rase, me gusta. Di"o él.

<A mí me 'ustas tM= !ensé. @ncapa de perturbarlo con

trivialidades.!ermanecimos en el playón, hasta el atardecer, y 'ilvestre cantóuna hermosa canción, era algo nuevo, ya que "am(s la habíaescuchado, una letra llena de añoranas.

- antas bonito. Di"o <aliana, deberías ser cantante, quienquite y te vaya bien.

&o pudimos m(s que reír por las palabras de nuestra inocenteamiga. 7l anochecer ayudé a <aliana a preparar la cena.

- 7na, ¿>u novio se va a quedar a Dormir !orque no haym(s camas, deber(n dormir en la mía, es muy chiquitapero creo que caben apretados.

- 4racias. 'í va a quedarse, mañana temprano se va.

- ¿>e iras con él !eguntó <aliana y su mirada se llenó detristea.

- &o, a+n. ¿!uedo quedarme un poco m(s

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- laro amiga, quédate todo el tiempo que quieras. Di"o ysus o"os brillaron sinceros.

La sole!a! es !ura" ) aun$ue nos 'usta" tar!e o tempranose!emos ante la compañía !e una buena amista!1 !ensé. 

uando le di"e a 'ilvestre que debíamos dormir en la mismacama, por primera ve en mi vida, lo vi sonro"arse. @ntenté hablarcon naturalidad aunque las manos me sudaban. 27 la medianoche, al salir de la casa, ve a caminar, y llévate la l(mpara degasoil, estoy convencida que podr(s encontrar a >eresa, si <alianapregunta, diré que no podías dormir y que saliste a ver el mar5.

&o voy a negarlo, mi coraón estuvo a punto de salirse por miboca, a la hora de dormir, intentamos acomodarnos en la cama de<aliana sin tocarnos. l tenía una vida que debíamos respetar,pero mi alma quiso tocarlo, besarlo, amarlo. 2Esto es un

tormento5. !ensé viendo su sonrisa. onversamos casi ensusurros, ya que <aliana dormía.

- 7na, dónde est( 3athias, tu novio.

- /n Aeneuela, lo abandoné.

- ¿!or qué hiciste eso ¿<a no lo amas

- ¿!or qué me preguntas eso ¿<o no te pregunto esascosas

- ¿'omos amigos no uéntame.

- &o, t+ eres mi ídolo y yo tu $an.

- Dé"ate de pende"adas, cuéntame. Di"o.

0a lu de la lamparita de gasoil me permitió ver el brillo de sushermosos o"os.

- 0o amo, pero no se hacerlo $eli. 3urmuré. &o quierohablar de esto, menos contigo. &o insistas.

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- < por mí ¿;ué sientes 7na'entí un calor absurdo en el rostro, quise besarlo, quise vivirlotodo, quise gritarle que lo amaba. !ero era absurdo, yo habíade"ado de ser una $an(tica obsesiva, ahora le tenía un cariño real,y debía proteger su coraón y el mío.

- &o te lo voy a decir, lee el libro que de"é en tu casa. < yaduérmete. Di"e. D(ndole la espalda. 8+scalo alguien debiórecogerlo, allí lo de"é.

!or m(s o$uscado que tenía mi ser al estar tan cerca del hombreque amaba, estaba cansada y mi cuerpo le ganó a mi alma y me

quedé dormida pr(cticamente en sus braos.

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SIL8ESTRE /l muchacho de o"os claros, estaba tan nervioso y angustiadopor todo lo que estaba viviendo en esa casita de madera, que nopudo pegar el o"o. ?bservó su relo" de pulsera, marcaba las oncede la noche. 7na dormía a su lado, y <aliana estaba tan cerca quetemía despertarlas a ambas, si se movía en la cama.

ontempló la espalda de ella, quiso tocarla, pero no se atrevió. 2Es !e otro" no ten'o !erec(o@  !ensó. 'u cabello largo y negrobrillaba a la lu de la l(mpara. 2/res hermosa5 3urmuró. 2No pue!o m&s $ue (acerte una canci9n5.

/l olor de la casita era agradable, la sencille del lugar le recordóaños le"anos, cuando de puntitas y sin hacer ruido, salía de casa

para ir a ver a cantar a )a$ael ?roco en el Aalle, lo recordó comosi el niño que $ue, dormitara en su pecho. 0os castigos valían lapena, cuando lograba lo que quería, escuchar a los grandescantar Aallenato.

 2<o cantaré5 se decía así mismo cada noche al acostarse.

uando $ueron a dar las doce, se acercó al cabello de 7na, aspiró

su olor, y se llenó de valor, se levantó sin hacer el menor ruido,como si escapara de sus padres siendo un niño nuevamente,tomó la l(mpara y salió al gélido aire de la noche.

0a brisa le espantó el sueño, y el dulce sonido de las olas lotranquilió. 'e sentó muy cerca del agua, colocando la lamparitacon su chispa de vida en la arena, y esperó. &o lograba escucharm(s que los susurros del mar, hasta que de $orma repentina

escuchó una vo dentro de su cabea. 2Silvestre5, sintió miedo,no era la vo de su conciencia, era la vo de una mu"er. 2No metemas por ,avor 5 un segundo susurro.

uando observó a su alrededor una pequeña lu emergió de lasaguas, su coraón se aceleró, la lu se $ue aproximando, era la

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imagen de una mu"er. F6ue!o acercarme?  !reguntó la vo en sumente. l estaba sorprendido de lo que veía, pero logrómurmurar, 2Aen por $avor5. 0a mu"er que emanaba lu, se acercóy se sentó a su lado en la arena. 2Silvestre5 di"o la vo en sumente, la mirada de la muchacha era $uego vivo. Dos lagrimitascristaliadas rodaron por las me"illas del espectro. 2&o llores por$avor5 di"o 'ilvestre. 2No po!ía irme" sin !ecirte a!i9s" te amo!emasia!o para no verte por ultima ve# .5 l pudo sentir la

pro$unda tristea del alma de >eresa. 2Debes ir a donde tengasque ir >eresa5. Di"o 'ilvestre. 2Lo s35 Di"o la muchacha. 2/ui!a !e Ana" convi3rtete en su ami'o" ella te ama" cui!a !e to!os lossilvestristas" to!os te aman5 Di"o llena de tristea. 2Si !eas !ecantar" la oscuri!a! los consumir&" !ebes se'uir a!elante" llevatu ale'ría a ca!a rinc9n !el mun!o5, 'ilvestre entendía a qué sere$ería 7na con no tener miedo. 2Lo (ar3 Teresa5. 6na $uerte brisagolpeó a 'ilvestre.

uando abrió los o"os, ella no estaba. 2Tus oos son como !ossolecitos $ue me iluminar&n siempre" va)a a !on!e va)a5./scuchó en el aire.

- 'e ha ido. Di"o el muchacho.

7l ponerse de pié sintió humedad en el rostro. /staba llorando.

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 ANA 2 SIL8ESTRE 0as despedidas suelen ser muy duras, pero existen almas quenunca se despiden, que permanecen unidas, vayan a dondevayan, por m(s que caminen en el mundo e intenten olvidar, algose ancla en su ser, y esa alma gemela nunca estar( realmentele"os.

7na lo abraó con cariño, le dio las gracias y no quiso saber nadade lo sucedió la noche anterior, seg+n ella, era algo que solo lepertenecía a él y a >eresa, lo besó en la me"illa y se di"eron adiós.

/l muchacho tomó su bolso ro"o y comenó el ascenso por elcamino de la montaña que lo llevaría de regreso a >aganga,cuando estuvo arriba, se dio media vuelta para ver si 7na a+n

estaba observ(ndolo.

/lla estaba de pie, incólume de"(ndolo partir. 7lgo dentro de suser se estremeció al verla entre la arena y con el mar a susespaldas. /l viento hacía volar los cabellos negros de 7na, comoen un sueño.

- #>/ 73?% 4ritó él, desde lo m(s pro$undo de su coraón. <

como si la vida se le $uera a escapar, salió corriendo deregreso hacia 7na, su mochila quedó a mitad del camino.7na al escucharlo gritar, corrió igualmente hacía él.

0os dos se abraaron con tal $uera que pudieron escuchar suscoraones latir desbocados, 7na besó a 'ilvestre, 'ilvestre besó a7na. uerte, intenso, in$inito, como debe ser el +ltimo beso de tualma gemela.

- 2"o nos pertene0e(os6 no es posi1le6 es nuestro pa0to ,eoli,o5. 3urmuró ella, y se $ue corriendo en dirección a la casitade madera.

l la de"ó partir, y regresó a su vida real.

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.ATHIAS6na hermosa mu"er de cabellos claros, se acercó a 3athias,sonriendo.

- 1ola muñeca. Di"o Palter, que al ver seme"antemonumento de mu"er, se había salido corriendo de la

piscina.

3athias la observó descaradamente, y ella a él, no era com+n veren su vida a alguien de o"os aules como el mar, ni me"illassonrosadas y pópulos per$ectos, algo no le cuadraba en esamu"er.

- ¿/res una de las vecinas de la $inca 0a 0eona !reguntó

Palter.- 'í, me llamo abiana, y ¿6stedes tienen nombres

- <o soy Palter preciosura, este es mi amigo 3athias, y losde la piscina son dos ga$os que ya no recuerdo ni quienesson. ¿>e quieres divertir un rato princesa

- De"a de ser tan baboso Palter, pareces un gusano de lopega"oso que te pones a veces. Di"o Aíctor. !erdónalo niña,el Palter es virgen.

Palter molesto por lo que acaba de decir su amigo, se lanó dechapuón a la piscina a pelear con Aíctor, quien no paraba dereírse, mientras !ichicho estaba mudo y completamenteenamorado de abiana.

- 3athias, cualquiera creería que vas a desvestirme con lamirada. Di"o abiana.

- Disculpe, no la miraba a 6sted, recordaba una historiacuriosa que me contó un amigo. Di"o apenado por sucomportamiento.

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- /spero que alguna ve quieras verme desnuda 3athias,sería un placer para mí.

- &o es mala idea abiana. Di"o 3athias contemplando labellea de su rostro, su boca ro"a como una $resa, su olordulce, su piel suave, sus labios h+medos, su lenguaper$ecta. 3athias no supo ni en qué momento la estababesando. !ichicho salió de la piscina y los apartó d(ndoleun $uerte golpe en el pecho a 3athias.

- /lla es mía, no la vuelvas a tocar. Di"o !ichicho $uera decontrol. Aíctor y Palter los separaron.

- 'e comportan como gallos de pelea ¿;ué les pasa!reguntó Aíctor.

- ¿;ué ocurre !reguntó el anciano, que en ese instante se

acercaba con un palo, asustado por los gritos de losmuchachos.

- &o me siento bien. Di"o !ichicho.

3athias sentía un $uego abrasador en los labios, y probó el saborde su sangre, en la pelea !ichicho le había partido el labiosuperior. Palter le dio golpecitos en el rostro a !ichicho que se

había desmayado, pero al ver que no reaccionaba comenó adarle verdaderas cachetadas. Aíctor separó a Palter de !ichicho,que se había recobrado a punta de tanto golpe.

- !or qué me golpea compadre. !reguntó !ichicho a punto dellorar, con las me"illas coloradas por los golpes.

- !or qué me golpeaste t+ a mi, preguntó 3athias a punto deech(rsele encima.

- &o sé que me pasó, yo no le pegué 3athias.

>odo $ue con$uso, pero la clarividencia de Palter, los años lehabían enseñado a responder a las situaciones con una pregunta,

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que con regularidad de"aba perple"o a todos, por su resumenasombroso.

- ¿ompadre Aíctor, dónde est( abiana

>odos los presentes miraron en su rededor y no había nadie.

- 7quí no había ninguna mu"er. Di"o el anciano )einaldo. 0oque 6stedes vieron $ue una bru"a.

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LOS 4USANOS!ichicho "ugaba entre sus manos con la moneda de mil pesosque conservaba desde el día que llegó por primera ve a8ucaramanga. Esa mone!a !e mil pesos tan bonita ) !ora!a" nola 'astes nunca" cons3rvala" pase lo $ue pase" no la pier!as"!es!e (o) cuenta con solo mil trescientos pesos" ) mantenlasiempre conti'o" es tu mone!a !e la suerte" (a#me caso@1 0ehabía dicho el anciano que le vendió un vaso de ca$é porsetecientos pesos. ada ve que se sentía nervioso, la tocabadentro del bolsillo del pantalón o la sacaba para lanarla y elegircara o sello.

<a habían pasado varios días desde que vieran a una bru"a en el&ovalito, una hermosa mu"er a la que todos le habían caído, comogusanos a un cad(ver. Desde entonces, 3athias tenía pesadillas,Palter se había vuelto serio, Aíctor apenas si hablaba, y él era unmano"o de nervios. 7$ortunadamente había conseguido un nuevoempleo, y podía enviar recursos a su hogar en Aeneuela. 'olíanreunirse por las noches en el traba"o de !ichicho, donde su amigoles preparaba las me"ores tortillas del mundo, y conversaban delo aburrida que se había vuelto la ciudad.

- &osotros lo que necesitamos es sol. Di"o Palter en un tono$ormal y muy serio. < la moneda de !ichicho estuvo apunto de caérsele de las manos.

- ;ué les parece si nos vamos a la 'ierra &evada. ?pinó3athias, recordando el lugar a donde debía haberse idohace tiempo.

- <o necesito este traba"o, no cuenten conmigo. Di"o !ichichoregresando a su cocina, la moneda había caído en sello yeso signi$icaba que no podía ir.

- <o creo que necesitamos acción y emoción. @nsistió Palter;uintero. !ropongo que nos vayamos a la costa, tengo

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unos amigos silvestristas en >aganga que son genteamable, atenta y nos recibir(n con benepl(cito.

- 7 ti que bicho te picaría. Di"o 3athias. ada día hablas m(sraro.

- 7l menos hablo. /l Aíctor creo que ya no sabe decir ni lapalabra 23oto5.

7nte seme"ante recuerdo por la moto robada o perdida, los tresamigos comenaron a reír como hace tiempo no lo hacían, yaprovechando el buen humor, decidieron olvidar el susto del&ovalito, sus $antasmas y bru"as y marcaron su próximo destino.

- #4usanos >aganga nos espera%

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TUR0A2OR/l calor de >urbaco es seme"ante al que debe reinar en cualquierdesierto, y la gente de la costa suele hablar con las manos enbusca de alguna brisa, por pequeña que sea.

- <orle me puedes explicar ¿;ué es esto !reguntó 4loris apunto de gritar. < sus manos hablaron también conm+ltiples gestos.

- 'on tres hermosos cochinitos. ontestó la Boven.

- !ero te di doscientos mil pesos para que compraras elpremio de la ri$a.

- 8ueno, estos tres tesoritos son el premio.

- ¿>e volviste loca 4loris estaba a punto de perder losestribos.

- (lmate 4loris, ya veras que vendemos toda la ri$a.

>odos los silvestristas de 20a 3atraca de >urbaco5 estaban tan

encantados con los tres cerditos, que decidieron colocarlesnombres, el mas delgado era !alito, el m(s ro"io era >omate* y eltercero y mas gordo $ue llamado el 4oyo, o 4oyito, como ledecían de cariño. 7 pesar del mal genio de 4loris, con el pasar delos días, las personas en el pueblo se entusiasmaron por ganarsea los tres animales, unos por lo rosados que eran, otros conplanes de hacerlos lechón, y otros por lo gracioso que era elpremio.

/l dinero recaudado en la ri$a sería a bene$icio del clubsilvestrista, para el próximo lanamiento de 'ilvestre enAalledupar, y la ri$a estaba pautada para meses después, a+n así,

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la gente deseaba tanto ganarse a !alito, >omate y 4oyito, que sehicieron mil n+meros a IF mil pesos cada numero de la ri$a, yesta se vendía de $orma vertiginosa. 3ientras los cochinitosengordaban y crecían como por arte de magia.

4loris se sintió a$ortunada de tener una amiga tan loca como<orle, solo a ella se le ocurriría la me"or idea del mundo.

0a ri$a de los tres cochinitos. 2Solo una silvestrista pue!e ser tan

loca" ) salirse con la su)a5 !ensó.

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SIL8ESTRE 'ilvestre regresó a su vida de conciertos, via"es, entrevistas,grabaciones. >odo señalaba que 7na, el diario del silvestrista,>eresa y >aganga habían quedado en un mundo tan distante quea veces se preguntaba si había sido realidad.

omenó a soñar muy seguido con 7na y una insistente libélularo"a que revoloteaba siempre al alrededor de la muchacha. 7veces despertaba por las noches con la $rente perlada en sudor, ycon ganas de gritar el nombre de ella.

6na noche en que el insomnio regresó a su vida, en la habitaciónde un hotel de Dios sabr( cu(l ciudad, porque solía olvidar dóndeestaba de tanto que via"aba, quiso leer el librito, cuando recordó

que 7na se había quedado con él.7bsorto en sus pensamientos, quiso recordar la sonrisa de su $an,y la comparó con mil sonrisas de miles de $an(ticos, pensó en elbrillo de su mirada, y se sintió sorprendido de que los silvestristastuvieran ese mismo brillo. Recor!ar a Ana es recor!ar a to!osmis silvestristas@ !ensó. < entre el recuerdo de las olas, deltiempo que transcurría inexorable, la ausencia de sus hi"os y de

su esposa, la distancia entre él y su $amilia, los compromisos, ysus propios deseos, tomó de pronto la guitarra, y en el silencio dela noche cantó una canción dedicada al tiempo.

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;I;E 0ELTRAN QiNe llegó al aeropuerto a las X=FF de la mañana, $uentes$idedignas in$ormaban que en el avión de las ^=FF de la mañana,llegaría 'ilvestre Dangond a 8arrancaberme"a. @mpacienterecorrió todo el aeropuerto, tomó tres taas de ca$é bien cargado,hasta quedarse plantado como un clavel a la salida de los

pasa"eros. /ran las II=FF de la mañana cuando las esperanas loabandonaron. /l muchacho pensó que era in+til, que todo habíasido una $alsa alarma. 0a lu de su telé$ono prendía y apagabapersistentemente, tenía diecinueve llamadas perdidas, sus padresexigían su presencia y la de la camioneta en el hogar. aminó deun lugar a otro, intentando decidir si quedarse o irse, cuandoescuchó el sonido incon$undible del aterria"e de un avión, lapantalla indicaba que el vuelo provenía de 8ogot(. on los o"oscomo platos, sintió que se le eriaba la piel, cuando entre lospasa"eros reconoció a 'ilvestre, vestido con ropa deportiva auloscuro y lentes de sol. 2So) el Mnico silvestrista $ue lo est&esperan!o5 !ensó. < una gota $ría ba"o de su semblante y lerecorrió el rostro. 2/omp9rtate no te eCaltes" no lo ase!ies5 murmuró. /l telé$ono en el bolsillo del pantalón no hacía m(s quevibrar a punto de reventarse.

- #1ola 'ilvestre, hermano% Di"o QiNe lo m(s tranquilo quepudo.

- 1ola, cómo est( todo. ontestó el artista estrech(ndole lamano.

- 8ien, que casualidad conseguirlo.

- ;ue raro no hay nadie esper(ndome, ni los empresarios.3urmuró 'ilvestre desorientado.

- 'i quiere yo lo llevo. 'oltó QiNe $ingiendo serenidad.

- ¿>ienes carro

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- 'í, est( parqueado all( $uera, yo soy silvestrista, estoy paralo que necesite hermano.

- ¿ómo te llamas !reguntó 'ilvestre.

- QiQe 8eltr(n.

- 8ueno vamos QiNe. 0o animó 'ilvestre.

/l "oven estuvo a punto de vomitar de los nervios, el telé$ono node"aba de vibrar, pero él estaba con su ídolo, y por un instante$ue el cho$er del hombre que m(s admiraba. 2/&lmate o vas atener un acci!ente" ;ie contr9late5 !ensó al encender elvehículo. onversaron de todo y de nada a la ve, con un poco detr($ico, se sintió $eli de poder conocer en persona a su cantante$avorito.

- Aie"o 'ilve, tengo un amigo que te admira mucho, creesque podamos llamarlo para que lo saludes.

- #laro% 3(rcale.

QiNe un poco nervioso, marcó a uno de sus contactos.

- ¿ompadre 'i compadre es QiNe, le voy a !asar a 'ilvestreDangond.

- 1ola hermano ¿ómo estas 'ilvestre sonrió al ver que elmuchacho al otro lado de la línea no creía que en realidad$uera él. 'í bueno gusto en saludarlo, un abrao y cuídensemucho. hao.

- 4racias 'ilvestre. Di"o QiNe emocionado.

- &o creo que se creyera que $ui yo.

- !ues permítame una $oto y ya la subimos a las redessociales para que la vea.

QiNe se demoró en llegar al hotel de 'ilvestre aproximadamentetreinta minutos, conversaron animadamente, y al despedirse QiNe

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de"ó de $ingir, le dio un $uerte abrao y le dio su me"or sonrisa. 0ohabía conocido, habían hablado como amigos, tenía una $oto yhasta se lo había pasado a su me"or amigo. /l telé$ono volvió avibrar.

- #3ierda mi mam(% 'oy hombre muerto. Di"o y contestó. 7lotro lado de la línea alguien hablaba entre gritos, elmuchacho solo entendió 2!(seme buscando ya5. 0a$elicidad que abrigaba en su coraón no se echaría a perder

por unos cuantos llamados de atención. 2Silvestrista $ue serespete a'uanta calla!o5. !ensó.

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ALTER >UINTEROPalter colgó la llamada y se quedó observando a 3athias yAíctor, los tres estaban por abordar un autob+s en el >erminal,para irse a la costa como habían planeado.

- ¿;uién era !reguntó Aíctor

- QiNe 8eltr(n.

- ¿;ué ;uería

- 3e paso a un hombre, que di"o ser 'ilvestre. Di"o con loso"os bien abiertos.

- >ranquilo calvo, es otra de las bromas de QiNe. 7seguró

Aíctor.

- /se muchacho debería de"ar la mamadera de gallo, elsilvestrismo es algo serio hermano.

3athias se limitaba a reírse del par de amigos, estar a su ladosolo le causaban risas en todo momento.

7bordaron el autob+s, Palter y Aíctor se sentaron "untos y3athias pre$irió una ventana del lado derecho para ir meditandopor el camino.

Palter "uraría que era la vo de 'ilvestre, pero eso no era posible,ese QiNe un día de estos le iba a pagar una a una sus bromas. 2Si )o (ablara con Silvestre Dan'on! por tel3,ono 'rito5 !ensó.

- ompadre creo que te vas a morir. Di"o Aíctor.

- &o me "odas y por qué. !reguntó Palter.

- 3ira mi acebooN, aquí est( QiNe con 'ilvestre.

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0os o"os de Palter ;uintero se le salieron de las orbitas, un QiNe

muy sonriente levantaba el pulgar derecho en una $oto dentro deun vehículo, a su lado el ídolo 'ilvestre Dangond sonreía también.

- #3ierda% /xclamó Palter ;uintero. !eg(ndose con la mano enla $rente calva. /l autob+s emprendió el camino hasta 'anta3arta.

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.ILTON %U.0O0os silvestristas que a+n no han asistido a un lanamiento de losque se viven en Aalledupar, no pueden comprender lo que es la$elicidad. 'i ellos entendieran que no hay obst(culo que lesimpida realiar sus sueños, por pequeños o por grandes que sean.

6n sueño se realia, de la misma $orma en que un mago saca uncone"o de su sombrero, primero aprende el arte, luego lo intentauna y mil veces, hasta que una noche, el cone"o aparece comopor arte de magia. >odo consiste en visualiarlo en tu mente,traba"ar en eso que tanto anhelas y concentrar tus energías en elcamino que te llevar( a realiar el sueño dorado. 'i dices 2&opuedo5 ten por seguro que no podr(s. 'i insistes en que esimposible, así ser(. 'i tienes un sueño, no seas t+ mismo quien

diga que no se puede. Bam(s permitas que te digan que no sepuede, o estar(s perdido en una vida rodeada de palabras queser(n como cadenas de hierro, atadas a los pies de tu conciencia.

6n muchacho llamado 3ilton que vive en /cuador, pasa los díascomo quien se haya en un lugar al cual no pertenece. !or lasnoches suele caminar por las calles de ese país sin poderescuchar vallenatos, sin tener con quien compartir un poco de la

m+sica que adora.

0a soledad incluso llega hasta la mitad del mundo, y se pasea asu lado de ve en cuando, pero en las denominadas redessociales, es como si el mundo cambiara, ve rostros muy alegres,que en su mayoría visten de ro"o, suben al ciberespacioinnumerables $otos del día a día de su ídolo. 2El silvestrismo $ueañoro5. !iensa cada ve que ve $otos de personas como Palter

;uintero, Aíctor, !ichicho, <orle, 4loris, Qatherin, entre tantosotros.

- ¿u(ndo me atreveré a vivir 3urmura por las noches.

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6na mañana 3ilton Bumbo, como lo conocen los silvestristas, se

despertó muy temprano convencido de una sola cosa, comonunca antes.

>omó papel y l(pi, y con la convicción de un hombre queconseguir( la libertad, escribió=

9Silvestre va a conocerme)<

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NINI !or las mañanas &ini se acostumbró a escuchar a todo volumenlas canciones de 'ilvestre Dangond, una a una las tarareabahasta la hora del medio día, ella sentía que en la oscuridad, todaslas melodías de 'ilvestre producían cualquier cantidad de lu,su$iciente para vivir lo que le estaba ocurriendo.

6na mañana, una de esas canciones la llenó tanto de ilusiones yenergías positivas, que le rogó a su mam( que la llevara a unparque a tomar sol.

- ;uiero estar sola mam(. Dé"ame aquí sentada, estaré bien.

- 8ueno &ini, estaré cerca, cualquier cosa me llamas hi"a.

- 'í mam(.

!restó atención detenidamente, y pudo entender los cantos de lasaves en los (rboles, incluso las risas de los niños que "ugaban a lole"os, los vehículos que impacientes sonaban sus cornetas. 6na "ungla de sonidos llamada vida, reinaba a su alrededor.

- #1ola !rincesa% Di"o una dulce vo.

- ¿4uillermo ¿/res t+ !reguntó ella con los pelos de punta.

- 'í princesa, me enteré en la 6niversidad que no puedesver.

- Aeo sombras, a veces un poco m(s de lu. Di"o respirandoel olor de la piel del hombre que amaba. 1ueles muy bien4uillermo.

- < t+ te ves m(s bonita. Di"o toc(ndole con un dedo la puntade la nari.

&ini sintió que el dolor se le venía encima, la tristea la arropóarro"(ndola a un vacío enorme.

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- 3e duele no poder verte. Di"o &ini y su vo se quebró.

4uillermo tomó sus manos entre las suyas. onsolando sinsaberlo, uno de los coraones m(s golpeado por los designios dela vida, apenas la vida comenaba y no podía ver.

- &ini, no necesitamos vernos para tenernos el uno al otro.'iempre te he visto en la 6niversidad, siempre he queridoacercarme a ti, pero tenía miedo que no me aceptaras en

tu vida. 7l día siguiente del que hablamos en la ca$etería,me quedé esperando que llegaras, tenía una rosa para ti.>iempo después, alguien comentó lo que te había pasadocontigo y te busqué hasta dar con tu dirección. 1oy $ui a tucasa y me di"eron que estabas aquí.

4uillermo besó su mano, y &ini sintió que la vida le volvía alcuerpo, él comenó a contarle mil historias que había leído en los

libros. < ella se sintió su princesa. Desde ese día la oscuridad $uemuy di$erente en la vida de &ini.

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 %A8I /l 8atallón IIR 'ilvestrista de 8arranquilla ba"ó de la unidad detransporte en 7r"ona, tenían asignada la misión de encontrar auna "oven para !ére arrana, y la in$ormación obtenida los llevóa aquel pueblito.

- 8atallón, contamos con GE horas para encontrar a @samar.Di"o Daniela a los silvestristas presentes.

- >e corri"o comandante de tropa. Di"o Bavi. ontamos condoce horas, si no llegamos para el atardecer a nuestroshogares, seremos un 8atallón $usilado por padres yrepresentantes.

- >iene raón soldado. 7probó Daniela. 7sí que a moverse,aquí tienen las copias de la $otogra$ía con la que contamos,es necesario tocar puerta por puerta ¿/ntendido

;$$LLO" 115? $$LLO" 115? $RR$"ILL$?$RR$"ILL$ R/,/"/ < 4ritaron $elices de $i"ar su meta.

7sí $ue como treinta silvestristas se desplegaron por toda 7r"ona,intentado encontrar a una silvestrista que había robado el coraónde !ére arrana, tocaron puerta por puerta, acudieron alparque, la iglesia, la plaa de mercado, y nadie reconocía a lamuchacha en la $oto.

- 8uenas tardes. Di"o Bavi de mal humor, cansado de noencontrar noticias de la silvestrista. Disculpe se que soy

inoportuno y me da pena molestar señora, pero puededecirme si conoce a esta muchacha. 'í, esta de la$otogra$ía.

- 'í, es mi hi"a. ¿;uién la necesita

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7nte tal noticia, Bavi sonrió como hace tanto no lo hacía.

- 'eñora somos silvestristas. ue toda su explicación, la cualbastó a la madre.

- #@'7, >/ 86'7&% 4ritó a vo en cuello.

0a madre de la silvestrista hio pasar al "oven a la casita humildey arrimó un taburete algo destartalado. /l aceptó dudoso de

sentarse, pero por educación $inalmente lo hio. 6na hermosamuchacha lo observaba desde el umbral, tenía unos o"os enormescon espesas ce"as y largas pestañas.

- 1ola ¿;uién eres

- 'oy Bavi, soldado del 8atallón 'ilvestrista de 8arranquilla&_ IIR, de nuestro amado 'ilvestre Dangond, constituidos$ormalmente después del lanamiento de la &ovena

8atalla, pero la gran mayoría era ya silvestrista desde lostiempos de la canción 20a olegiala5.

0a muchacha sonrió y le brindó un $uerte abrao, en el instanteque la mam( se acercaba con un vaso de "ugo.

- 3am( es silvestrista.

- 'í @samar, por eso lo de"é pasar. >ómese el "ugo de moraque est( $río. Aoy a lavar ropa, si necesitan algo estaré enel patio.

0a señora era de esas mam(s que todo lo saben y que todo loentienden, desde la unión de los silvestristas hasta las m(saudaces de las travesuras, para este tipo de madres, la visita deun silvestrista es motivo de alegría y credencial su$iciente para

brindar la amabilidad y cariño que solo una mama silvestrista,puede entregar.

- @samar debes venir conmigo todos te estamos buscandopor toda 7r"ona, debes venir a 8arranquilla, el $otógra$o de

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'ilvestre te anda buscando y si no nos apresuramos no

podr(s verlo, creo que su vuelo es hoy.

- ¿< por qué quiere verme Di"o @samar, brind(ndole unasonrisa brillante.

- &o tengo la menor idea, pero esa es la misión.

7 las E de la tarde de ese día todo el 8atallón recibió el siguiente

mensa"e de texto en sus celulares= 2Ae$ni/n a las 17E 0oras enla parada del $s a :arran#$illa, o+etivo lo-ali.ado”.

/ran las cinco de la tarde cuando todo el 8atallón abraaba aBavier por su exitoso hallago, todos se abraaban $elices yagradecían a @samar que los acompañara. 7penas tuvo tiempo @sade colocar dos o tres mudas de ropa en su mochila, para poderacompañarlos, su mam( no tuvo ob"eción en el permiso

correspondiente, porque se trataba del silvestrismo, pero nocontaba con los recursos de darle dinero, a lo que Bavi aseguróque no le haría $alta nada. De regreso a 8arranquilla el soldado88 llamó a !ére arrana, pero el "oven no contestó, lo cualllenó de preocupación a la tropa, no tenían la menor idea dedónde buscarlo, por lo que, por decisión un(nime se lanarondirectamente al aeropuerto a buscar al lente del silvestrismo. u(lsería la mala $ortuna que al llegar al lugar de embarque

constataron que era demasiado tarde, el vuelo rumbo a 8ogot( yahabía abordado, incluso escucharon el rugido del despegue delavión.

- allamos. Di"o Bavi.

- )endirnos nunca. Di"o DB arlos. >e subes en el próximovuelo con @samar y vas y se la llevas a arrana.

- !ero no tenemos plata. Di"o Bavi derrotado.

- &o hay nada que el silvestrismo no pueda lograr. Di"oDaniela. 8atallón presenten sus carteras y monederos, estoes una emergencia.

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;$$LLO" 115? $$LLO" 115? $RR$"ILL$?

$RR$"ILL$ R/,/"/ < 4ritaron.

7 las seis de la mañana del día siguiente, un nervioso Baviaguardaba el vuelo que los conduciría a él y a @samar a 8ogot(.

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6ERE5 /ARRAN5A/l avión se aló en vuelo, ale"(ndolo de la muchacha de olor achocolate, por m(s que la buscó, por m(s que todo un 8atallón loapoyó, no logró contactarla. 'e sentía abatido, y algo cansado. 'utelé$ono se había dañado y tampoco pudo despedirse de lossilvestristas que tan amablemente habían hecho de todo por

encontrar a la mu"er de sus sueños. l observó por la ventana delavión, cómo las nubes se enro"ecían en el atardecer, cómo moríael sol en la distancia, record(ndole tiempos dolorosos. 'e vio así mismo caminando por carreteras, sin un peso en los bolsillos,sacando la mano a los vehículos, esperando que alguien pudieraayudarlo a llegar a su destino. 6na noche tiempo atr(s, se sentíaemocionado de ir a un concierto de 'ilvestre Dangond, Borgerecordó cómo acostumbraba a seguir al artista de pueblo en

pueblo, de ciudad en ciudad para simplemente tomarle $otos.1asta que un día cuando llevaba su bolso a hombro, alguien ledi"o que llevaba abierto el morral, angustiado lo examinó yconstató que lo habían robado. 0a tristea de perder su c(maraera comparada a ese atardecer, en que no había encontrado a lamuchacha olor chocolate, se sentía abandonado por la suerte.

!ronto se iría al extran"ero con 'ilvestre y los tiempos de seguirlo

de pueblo en pueblo y el olor de la muchacha de enormes o"os,quedaban en el pasado.

- Esto) enamora!o !e una $uimera. !ensó. Bulieta te he perdidopara siempre.

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 ANA<aliana y 7na contemplaron en silencio aquel atardecer, >agangaes un lugar m(gico donde las penas duelen menos, donde lasalmas se alan y sobrevuelan el mar. 0as nubes vuelan alegres allado de las almas, y el mundo se siente distinto, entre la soledady la presencia del creador del universo.

- 7na, debo con$esarte que yo sabía que era 'ilvestreDangond. Di"o <aliana.

- ¿'abias que era él Di"o 7na con los o"os como platos.

- >oda olombia reconoce ese rostro.

- ¿< por qué $ingiste no conocerlo

- !orque él $ingió no ser él, porque por un instante quiso ser3athias y no me sentí quién para llevarle la contraria. 7lgoque aprendes en la soledad es a respetar lo que quieren losdem(s. 6stedes por un instante "ugaron a ser otraspersonas y $ueron $elices, yo a veces "uego a ser sola en lavida y eso me hace $eli.

- &o puedo creer que no le hayas pedido una $oto, o suautógra$o o que no hayas gritado al verlo.

- 7na, a veces la admiración se demuestra con un buenpescado $rito, o nadando en el mar y "ugar a ahogarse conesa persona que idolatras. <o no necesito $otos de 'ilvestrepara quererlo, no necesito que sepa que lo admiro o que loamo con toda mi alma para que ese sentimiento sea real.

1e aprendido que el amor de un $an va m(s all( de $otos,saludos o gritos. uando vivía en el pueblo, todas lasmañanas colocaba en casa su m+sica y mi vida era plenaen ese entonces.

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- ¿<aliana qué ocurrió ¿!or qué te ale"aste tanto de la

gente ¿!or qué vives sola

- !orque me enamoré. Di"o lanando una piedrita a las olascristalinas.

- &o entiendo, puedes contarme no se lo diré a nadie.

- 1ace algunos años me enamoré locamente de un hombremaravilloso, él intentó enamorarse de mí, de quererme yamarme como yo lo amaba, $ui muy $eli durante untiempo. 6n día sentado en el comedor de mi casa mecon$esó que me amaba, pero que amaba m(s a otra mu"erque a mí, que no la había olvidado, que no podía olvidarla yque lo nuestro no podía ser. /se día sentí que el coraón seme partió en dos pedaos. Durante una semana lloré comosi alguien en la casa hubiera muerto, y me dolía ver a mis

padres y hermanos preocupados de mis depresionesamorosas, decidimos que yo necesitaba tiempo y espaciopara asumir mis tristeas y los convencí de ayudarme areconstruir este escondite para poder superar mis pesares.>iempo después de"é de ir a casa y mi $amilia de"ó devenir, poco a poco me $ui sintiendo me"or en la soledad delmar, y la alegría regresó. Aendó pulseritas te"idas a losturistas en distintas playas y me gano la vida de una $orma

m(s sencilla, a veces voy a casa y somos $elices aunquenos veamos muy poco.

- <aliana y el muchacho del que te enamoraste, lo hasolvidado supongo.

- &o 7na, pero aprendí a vivir con el amor que siento por él,es un hombre maravilloso, $ue sincero al con$esarme su

m(s pro$undo pesar. <o no te niego que quisiera correr ybuscarlo en el pueblo, pero el amor tiene que encontrarte,no puedes perseguirlo e ir detr(s de él, mendigando lo queno te puede entregar. 3i abuela decía que el amor era elsentimiento m(s rebelde de todos, como un caballo brioso,que cuando le sueltan la rienda corre desbocado hasta el

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con$ín del universo, y que solo el verdadero dueño del

caballo podr( serenarlo. 'olo el verdadero amor podr(contener tus sentimientos, aceptarlos tal y como son, ysolo él podr( tocarle el alma.

7na $i"ó su mirada en el horionte y un nombre vino a su mente,resplandeciente y +nico, ella conocía el dueño de su amor.

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TA8O/n la reunión del domingo en el lub 'ilvestrista de8arrancaberme"a, >avo sudaba $río, no tenía la menor idea de loque debía hacer con el maletín lleno de dinero. @ntentó decírselo a@sa 3onsalve antes de la reunión, pero no tuvo el cora"e, ellasiempre estaba llam(ndole la atención, evitando que se metiera

en problemas, pero en esta ocasión el mal estaba hecho.- < ahora >avo es el hombre del maletín. Di"o arlos muerto

de la risa.

- Dé"elo que eso le da estilo. Di"o !edro apunto de llorar porlas carca"adas.

- #(llense cara"o% Di"o @sa. /s que no podemos tener un díade reunión en pa. >avo saca ese horrible maletín de aquí.

- &o puedo @sa.

- /s una orden. @nsistió la muchacha.

- &o puedo, miren lo que contiene. Di"o decidido a mostrar eldinero.

- #!or Dios% )obaste un banco. 4ritó arlos.

- &o, yo no he robado nada. )ecuerdan que un hombre melo de"ó la otra noche, en la heladería de la XF, nuncaregresó por él, así que me lo llevé a casa, y ahora no tengoidea de que hacer con esto.

- Dios sabr( en qué problema estas metido >avo, cómo se te

ocurre, aceptar algo de un extraño.

- <o no acepté nada @sa, él lo de"ó allí. @nsistió irritado >avo.

- 8ueno, en virtud de que esta reunión solemne es por el0anamiento de 'igo @nvicto de 'ilvestre, yo someto a

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votación que nos vayamos al valle a darnos una buena vida

con esa plata. oncluyó arlos.- >e volviste loco. 4ritó !edro al borde del colapso. &os

pueden matar, esto es un mal entendido, el dinero era paraalguien que no llegó a recogerlo, y >avo con tan malasuerte, de que creyeron que él era el hombre quebuscaban. /sto puede ser cosa de la ma$ia.

>odos murmuraban, todos caminaban de un lado a otro,angustiados por tanto dinero. 6nos decían que deberían irse aconcierto y olvidar el asunto, otros opinaban que había quepublicar por la prensa lo de un maletín perdido a ver si aparecía eldueño. Después de horas de discusión, alguien tocó a la puerta ylos nervios aumentaron, no acostumbraban a que les tocaran lapuerta en días de reunión silvestrista. 6n hombre alto vestido denegro como si estuviera de luto tocaba el timbre de la casa, una

gruesa re"a no le permitía entrar.7l tercer llamado, @sa salió a ver de quién se trataba.

- &iña busco el maletín, se que est( aquí, y se quién lo tiene,abre o no respondo. &ecesito el maletín.

- 'eñor no se de qué me habla. Di"o @sa.

- 7bre o se mueren todos. &ecesito el maletín, seper$ectamente quiénes son y qué hacen.

- ;ue le abra su madre, a mi no me amenaan en mi casa. <diciendo esto corrió a la casa, donde aguardaban susamigos. >avo, debes salir por la puerta de atr(s, este tipotiene pinta de ser un matón, debes huir mientras podemosavisar a la policía, llévate ese maletín y huye. &osotros

daremos parte a la policía. &o nos llames, ni nos escribas,escóndete mientras nuestros padres resuelven esto.

- ¿< qué hago con el dinero !reguntó >avo.

/l timbre volvió a sonar varias veces.

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- 4asta solo lo que necesites, ni un centavo m(s, ese dinero

hay que entregarlo a la policía. Aete de una ve, y por loque m(s quieras, cuídate.

>avo sin m(s que el maletín en las manos, se $ue a la >erminal, sudestino Aalledupar, asustado y a la expectativa del problema en elque estaba metido.

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EL /LU0 DE LOS TI0URONESDurante el via"e a 'anta 3arta, las lamentaciones de Palter;uintero, estuvieron a la orden del día, melancólico evocaba unay otra ve las palabras entre él y 'ilvestre, estuvo inconsolable, nilas ocurrencias de Aíctor, pudieron sacarlo del guayabo moral quehabía decidido su$rir por no reconocer la vo de su ídolo 'ilvestre

Dangond. 7l anochecer estaban entre los samarios, la gente iba yvenía en la bahía de la ciudad. 0os tres amigos esperaban a lossilvestristas de >aganga quienes los apoyarían en su estancia enla costa colombiana.

3athias al ver las aguas del mar, pensó en ella, pero sin decir sunombre, había decidido que si deseaba olvidarla, no debía repetiruna y otra ve el nombre de la mu"er que amaba. Desde entonces

en su mente solo la palabra 2ella5 era un tormento con el cual sehabía acostumbrado a lidiar como quien intenta tocar su piel yborrar una cicatri pro$unda.

7 las ocho de la noche se vieron rodeados por una multitud depersonas, todos hablaban tan r(pido que solo podían sonreír ycorresponder el cariño con el que $ueron recibidos. &o solo sehicieron presentes los silvestristas de >aganga, estaba adem(s el

club silvestrista de 'anta 3arta y el 8atallón 'amario,aproximadamente $ueron m(s de RF abraos. 0uego de hacerlospronunciar el "uramento silvestrista, $ueron $otogra$iados comocelebridades, y muchas de las silvestristas se veían atraídas por3athias, solícitas, amables y cariñosas.

Palter ante tantas mu"eres olvidó el incidente con 'ilvestre, y seentregó a la dicha de ser $amoso. Aíctor un poco m(s serio

intentaba atender a todos los presentes y asegurarse de que seles brindara estadía por algunos días. 0a alegría de un encuentroocasional, donde tres silvestristas visitaron una ciudad, seconvirtió en un hecho tan importante que todos portaron susestandartes, con el orgullo propio de un $an, y con el cariñosincero de un hermano.

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- 3e gusta su 8andera. Di"o 3athias. 7l contemplara dos

enormes tiburones en una tela ro"a.- /s el logo del lub de >aganga. ontestó un muchacho. EL

CL&3 %E LOS TI3&RO"ES, así nos conocen. 3i nombrees Lngel, pero en el silvestrismo me conocen como7ngelito.

- <o soy 3athias, y por nada del mundo te diré 7ngelito. 0os

muchachos rieron y conversaron, mientras los dem(ssilvestristas continuaban en una incesante sesión$otogr($ica con Palter y Aíctor.

- 6stedes son los silvestristas amigos de Palter. Di"o3athias.

- 'í, los muchachos se quedaran en el cuartel general delclub en >aganga y t+ te instalar(s en mi casa. Aivimos alborde de la playa, mi madre tiene el me"or lugar decomidas en toda >aganga y est( encantada de recibirte enla casa. >enemos planeado llevarlos a la 3ontaña del 'ol,!laya 4rande y de ser posible a !laya ristal. 0asmuchachas del club est(n muy contentas por su visita.

- @deas de Palter. Di"o sonriendo. 6na de las me"ores que hatenido +ltimamente.

7 las doce de la noche 3athias se sentaba en la playa de>aganga, por $in había logrado estar un momento a solas, ycuando las olas del mar roaron sus pies descalos, 2ella5, lodesarmó de nuevo.

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 ANA 2Los seres (umanos" naci!os !e,initivamente !e las estrellas5 !ensó 7na, sentada en la arena de la playa. <aliana dormíaserena en la casita de madera, entre tanto 7na con la lamparitade gasoil contemplaba las estrellas en el $irmamento. 2osmos5 7sí decía arl 'agan, cuando yo era niña. 3urmuró. ;uisieratener la certea que el polvo de la estrella de la cual est( hecho

3athias, es una estrella aul. !ap( decía que las estrellas auleseran c(lidas y "óvenes. ;uisiera creer que 'ilvestre proviene deuna estrella aul y que al igual que 3athias tienen mucho porbrillar en esta vida. !ap( decía que existían estrellas amarillas,ro"as, blancas e incluso negras en el universo, pero que lasnegras estaban al borde de la muerte. ;uisiera sentirme unaestrella aul pap(. Di"o 7na, y una l(grima rodó por su rostro.&unca me di"o de qué polvo provenía su alma, pero al ver las

estrellas es como si estuviera en todas.

- #>e extraño tanto% /xclamó al viento. < vino a su menteuna mañana en la que "ugaba con arena al borde de unmar de aguas marrones, su padre la observaba "ugar,atento de que no $uera a meterse al mar, ya que las olaseran enormes ese día. /lla lo miraba como si $uera ungigante que la protegía de cualquier peligro. &o se di"eron

palabra alguna, ella sabía leerle los pensamientos con solover su mirada. 'u rostro siempre $ranco y sencillo,expresaba la aprobación de sus actos. uando su padre lehablaba, le comentaba solo sobre las estrellas, los planetasy el cosmos. 3i padre siempre estaba pendiente del cielo,ahora no esta y pienso que es allí a donde se ha ido.'usurró al viento.

7na sintió una sensación extraña en la piel, no eran las heridas,era el presentimiento de que algo estaba por pasar. /lla ya habíadecidido regresar a Aeneuela, hacer $rente a su situación con3athias y terminar la relación en los me"ores términos posibles.'i tenía que pedir perdón por ser tan inmadura, estaba dispuesta

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a pedirlo, pero la decisión era irrevocable, 3athias era su alma

gemela, pero ella no sabía ser $eli con él, y no tenía otra opciónque seguir adelante. 2Los ,inales nunca son ,elices5 !ensó lamuchacha tomando arena en sus manos. 2Nuestro ,inal no es,eli# .at(ias5. 7na quería un mundo donde la $elicidad nodependiera de una pare"a, y para lograrlo tenía que aprender avivir sin compañía, encontrar en la soledad las herramientas paracontrolar sus sentimientos, estaba cansada de que el coraón laarrastrara por la vida, cuando era la raón la que debía guiar cada

uno de sus pasos.

- ;uiero creer que somos estrellas aules, c(lidas y "óvenesy que nuestras vidas tienen sentido. ;ue la $elicidad seconsigue por instantes, pero que esos momentos sonsu$icientes para vivir cien años. ;ue una canción en la vode 'ilvestre, pueda hacerme vivir lo que siento por él, loque siento por mí. /stoy decidida a quedarme con los

recuerdos que tengo de haber amado a 3athias, de haberamado a 'ilvestre, me quedo con mis dos sentimientos,nadie podr( tocarlos "am(s. 3e quedo con la lu de mis dosestrellas aules.

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LA LI0LULA RO%A/sa mañana a primera hora, 3athias salió a caminar por>aganga, los tiburones silvestristas habían parrandeado con losgusanos Aíctor y Palter hasta entrada la madrugada. l se habíaretirado a dormir temprano, para encontrar un poco de pa en elsueño. >odos los silvestristas dormían a aquella hora en el cuartel

general, donde se había decidido celebrar la llegada de los tresgusanos silvestristas, y 3athias en lugar de irse a casa de7ngelito, encontró una habitación oscura donde descansar elalma.

/n su andar por los alrededores de >aganga, encontró en sucamino una pequeña montaña, y decidió subirla para contemplarel mar. 7l llegar a cierta altura vio una división con el cartel

“Serranía de las serpientes” optando por tomar la senda que llevabaa la playa, pero en ese instante, una brillante libélula ro"a llamósu atención, ésta sobrevoló el letrero pos(ndose en una esquinade madera. 3athias quiso atraparla, pero se le soltó de los dedos,la siguió por la senda que subía la montaña y se olvidó delplayón. uando los rayos de lu tocaron sus alas, el brillo queemitió la libélula, $ue tan intensa que tuvo que cerrar los o"os.ontinuó siguiendo a aquella nin$a trans$ormada del color ro"o

como el silvestrismo, y esta lo llevó hasta la cima de la montaña.

0a libélula descansó en el hombro de una "oven que en eseinstante contemplaba el amanecer.

- #/s ella% !ensó 3athias. #!or Dios es ella%

6nos o"os negros, enormes y amables se posaron en él.

3athias pensó en reclamarle todo lo que había su$rido por suabandono, no quería perdonarla por de"arlo sin una explicación,ella le había $allado. !ero al ver las heridas, y moretones de la "oven que vestida como si $uera una pescadora, su coraón loempu"ó a abraarla como nunca lo había hecho.

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- ¿7na estas bien ¿;ué te ocurrió !or Dios me tenías

preocupado, qué tienes en la pierna, debiste habermellamado. Di"o el muchacho sin respirar.

- 3athias. Di"o 7na. ¿ómo me has encontrado

- 6na libélula ro"a, la seguí hasta aquí, no se por qué

- &o la he visto.

- /staba en tu hombro. Di"o 3athias tocando su delicadapiel.

- &o la vi. Di"o 7na pensando en Bulia y Qennel. /stasheridas son por una caída que tuve, pero ya estoy bien.

/lla quiso decirle todo lo que había decidido, 7na sintió que en sualma algo se retorcía, su mente y su coraón estaban en guerra.

7l igual que como ocurría con su padre, 7na podía leer el alma enlos o"os de 3athias, en los cuales solo había amor, no teníaresentimiento alguno, y entendía que ella hubiera huido. 0aspalabras no hicieron $alta. &inguno de los dos di"o nada, y comoempu"ados por una $uera invisible, se besaron, siendo testigo desu encuentro, el amanecer.

No (a) na!a $ue el silvestrismo no pue!a curar@ !ensó 7na,sintiendo que la depresión ya no existía.

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ALTER >UINTEROPalter despertó esa mañana con un terrible dolor de cabea, elexceso de alcohol de la noche anterior, entre la eu$oria de estaren la costa y el encuentro con tantos silvestristas le hio una mala "ugada, sentía que su cerebro explotaría de un momento a otro.0a casa amaneció patas arriba, en cada rincón de la casa alguien

dormitaba en un so$( o en una colchoneta, por m(s ca$é quetomó, por m(s que duró bañ(ndose durante todo el tiempo quequiso, en su cabea se mantenía un malestar de espanto.

- #&o tomo m(s% 0o "uro por mi honor que no tomo m(s. Di"oal ver a Aíctor $resco como una lechuga.

- De"a la pende"ada compadre que ahora es que vas a tomar.7caban de escribir de Aalledupar, est( con$irmado tenemoslanamiento en noviembre.

- ¿ómo ¿;ué ¿u(ndo Dios me va explotar el cr(neo.

- GT de noviembre 0anamiento de Sigo Ini0to, micompadre tómese una pastilla y ay+deme a despertar atodo el mundo en esta casa, hay mucho por plani$icar.

- Dios mío y nosotros sin plata. Di"o Palter. ¿Dónde est(3athias &o lo he visto en ninguna cama.

- reo que salió temprano, debe andar por la playa. !7)/'/>?D? /0 36&D? >/&/3?' 07&M73@/&>? D/ '@0A/'>)/.4ritó Aíctor.

- #!or Dios no grites% 'uplicó Palter su"etando los dos

extremos del cr(neo #7y mi cabea%0os silvestristas se despertaron al sonido de la palabra0anamiento, unos aplaudieron, otros brincaron, pero la granmayoría gritó, y el pobre Palter solloó del dolor. 26or mi ma!re$ue no tomo m&s.5 

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2ALIANA<aliana ayudó a 7na a cambiarse la venda de la pierna, mientras3athias esperaba a$uera de la casa de madera. /lla sabía quetarde o temprano 7na debía regresar a la vida normal que teníaantes de caer por la montaña, pero se había encariñado tanto,que el coraón se le anto"aba diminuto en ese instante. ;uiso

pedirle que se quedara un poco m(s, pero no se atrevió, adem(stenía días sin salir a vender pulseritas y el dinero escaseaba. 0aherida de la pierna había cicatriado bien y los moretones teníanme"or aspecto, 7na había me"orado mucho desde la llegada de'ilvestre a >aganga.

- Aen conmigo <aliana. Di"o 7na, 3irando con ternura a suamiga.

- &o puedo 7na, debo traba"ar.

- !or $avor, yo me encargaré de tus gastos, como t+ te hasencargado de mí este tiempo.

<aliana quería acompañarla, pero la privacidad que habíaconquistado no podía arriesgarla, necesitaba del amanecer y decada atardecer en el playón, precisaba del susurro de las olas por

las noches.

- &o puedo, no insistas.

- /st( bien, pero no creas que te deshar(s de mí tan$(cilmente, volveré a visitarte.

- 3(s te vale 7na, m(s te vale. < diciendo esto <aliana

abraó a la amiga silvestrista que adoraba y las l(grimas$ueron inevitables.

- Aete ya, 3athias te espera, y por $avor no vuelvas aabandonarlo que es tan hermoso que cualquiera podríaquit(rtelo. 'e $eli 7na.

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uando 7na y 3athias se marcharon tomados de la mano, <aliana

los vio subir por la pendiente hacia la serranía de las serpientes, ysintió una pro$unda tristea. /l viento aotó los largos cabellos de7na, y en ese instante, ella se detuvo, volvió la vista hacia atr(s ygritó.

!NO "AY NADA >UE EL SIL#ES$RISMO NO UEDA CURARF7gitando sus manos diciendo adiós.

/stas palabras se clavaron en el coraón solitario de <aliana, ydurante días los o"os y la sonrisa de 'ilvestre, $ueron la compañíam(s grande que haya sentido dentro de la casita de madera.

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LA 0ALLENA A5ULuando 7na entró en el hotel por sus cosas, con la intención decancelar la deuda que había generado al no regresar desde sucaída de la montaña del sol, se encontró con la sorpresa de quese había alertado a las autoridades de su desaparición, así quetuvo que asistir con el gerente del hotel a la comisaría a rendir

declaraciones sobre su ausencia.- 6sted no debe nada señorita, nosotros recogimos sus cosas

a la semana de no haber regresado y la dimos por muerta.

- 0amento mucho no haber enviado noticias de mi paradero,pero como entender( la caída $ue muy $uerte y lo +nico quedeseaba era descansar. ;uisiera una habitaciónmatrimonial para quedarme unos días con mi novio en suhotel.

- Después de aclarar este asunto en la comisaría,arreglaremos su hospeda"e señorita, no se preocupe, enverdad me alegro que haya 6sted regresado sana y salva,es la primera ve que se nos desaparece un cliente.

Durante algo m(s de una hora le tomaron la declaración a 7na y

se retiró la denuncia de su desaparición, de"(ndose constancia delaccidente y las condiciones que le habían impedido avisar alhotel, solo que 7na mintió sobre el lugar donde había estado, di"ohaber sido atendida por los lugareños de playa grande, para notener que delatar el hogar apartado del mundo, en el que vivía<aliana.

3athias permaneció en silencio durante el trayecto de regreso al

hotel, como si estuviera tomando una decisión $undamental en suvida. 7lgo estaba por cambiar, 7na podía presentirlo, pero no seatrevió a articular pregunta alguna.

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.ATHIAS7l llegar al hotel, 3athias rechaó la idea de hospedarse en 0a8allena 7ul, se sentía sereno al saber que ella estaba bien, perodeseaba pensar las cosas, y analiar qué ocurriría con sus vidas,todo lo sucedido debía cambiar las condiciones de vida que habíanllevado hasta el momento. 2Debo hacerlo5 se decía a cada

instante. 7na comprendió que algo pasaba y lo observaba con suso"os enormes esperando que él anunciara la decisión quecorrespondía al caso, pero 3athias quería volver con sus amigos yestar sin ella. 0a ayudó a desempacar la ropa, después que 7nase bañara y cambiara de ropa, la acostó y arropó en la ampliacama de s(banas blancas. 2Descansa5 $ue todo lo que le di"o,d(ndole un beso en la $rente. < esperó que ella se quedaradormida. 0a contempló, sintiéndose enamorado de sus me"illas

p(lidas, de sus gruesas ce"as negras, de sus largas pestañas. 0osrasguños que a+n no desaparecían de su rostro, no mermaban labellea de la mu"er que amaba. 2Debo hacerlo5 murmuró.

/l olor de la piel de 7na, sus cabellos negros aabache, sus labioscarnosos, lo mantenían aturdido. ;uiso besarla, quiso atraparlacomo a la libélula ro"a que lo llevó hasta ella. 2.e siento solo si no estas conmi'o1@   !ensó viéndola dormir. 3athias estaba

agradecido con las locuras de Palter, Aíctor y !ichicho, elloshabían hecho que la ausencia de 7na $uera menos dolorosa, ypodía por $in comprender la insistencia de 7na por estar cerca delos silvestristas, ellos llenaban lugares del coraón que solopueden llenar los amigos m(s sinceros del universo, esos que sinmartiriarte haciendo preguntas, te llevan a una $inca dondecrees ver bru"as y $antasmas, te acompañan en un calaboocuando alteras el orden p+blico. 'olo los silvestristas pueden

animarte para sigas adelante porque la vida es seguir sonriendopara los dem(s. 2Debo hacerlo5 Di"o levant(ndose de la silla allado de la cama de su bella durmiente, y se ale"ó a pasos silentesde la mu"er que amaba.

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EL 6OTE /n la mesa de los >iburones de >aganga, Aíctor traaba lascoordenadas de sus ideas. 20os planes han cambiado5 decía.Debían contratar un autob+s que los llevara a todos de inmediatoa Aalledupar, estaban a menos de un mes del concierto de 'igo@nvicto parte @, la noticia había llegado de $orma repentina y

todos revisaban sus alcancías, otros llamaban a otrossilvestristas, habían estado tan absortos en sus cosas que no sehabían enterado de la gran noticia. &ecesitaban reunir todo eldinero posible. 3athias había llegado al umbral de la casa y todoslo recibieron con la buena noticia, él al igual que todos estaba enbanca rota y planteó que debían traba"ar durante todo el mespara poder conseguir los recursos necesarios, con la aprobaciónde Aíctor se cancelaron los via"es a las playas, se prohibió

comprar una gota de alcohol a lo cual ni Palter ;uintero pusoob"eción. 7ngelito aseguró que podía conseguirles empleo a losque no lo tuvieran, y que con las propinas de los gringos, prontoreunirían lo necesario para ir. 3athias no hio comentario algunosobre 7na, quería concentrarse en el lanamiento y colaborarle alos silvestristas con sus habilidades de 8arman, así que él $ue elprimero en conseguir un buen empleo en un 8ar de >agangadonde la $ama de los tragos silvestristas se vio renacer de nuevo.

!or las noches 7na se acercaba al 8ar como en los tiempos enque se conocieron* y conversaban en los ratos libres de 3athias.Aíctor y Palter ayudaban en el restauran de la mam( de 7ngelito,y los tiburones del club de >aganga se redistribuyeron di$erentesactividades. !or las noches, lo que cada silvestrista ganaba, lode"aba en 2el pote5, una enorme botella de vidrio que manteníanlas muchachas del club ba"o resguardo en el cuartel. 7na visitaba$recuentemente a <aliana y ambas solían caminar hasta playa

grande, siempre le insistía que deberían ir al lanamiento, queentre todos los silvestristas se estaba haciendo un pote o ahorro,que sería utiliado para todos seg+n le había contado 3athias,pero <aliana no accedía a ir a un concierto de mas de KK.FFFalmas, eso era pedir demasiado a su alma.

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6ALITO" TO.ATE 2 4O2ITO/l día de la ri$a llegó, y el club de 20a 3atraca 'ilvestrista de>urbaco5 estaba ba"o la sombra de la tristea, todos habíantomado un inmenso cariño a !alito, >omate y 4oyito, eran comoparte de la $amilia, pero todos los n+meros habían sido vendidos,debían cumplirle a la gente del pueblo. 4loris anunció el n+mero

ganador esa tarde, 2XIT5 y una dulce vie"ecita había levantado suboleta de victoria, era el +nico n+mero que había comprado yestaba dichosa de llevarse a los marranitos a su casa. >odos en elpueblo querían ganar, pero cuando vieron que Doña 3aría se loshabía ganado, nadie re$utó el resultado, era una ancianita muysolitaria a quien todos tenían mucho cariño. !ara sorpresa delclub, la anciana deseaba conservarlos con vida, para que lehicieran compañía, no era su intención hacerlos chicharrón, lo

cual $ue un alivio para todos. on el dinero de la ri$a a mano, m(stodos los aportes individuales de cada miembro del club, estabanlistos para ir al lanamiento de 'ilvestre.

- &os iremos una semana antes. 7nunció 4loris a lossonrientes silvestristas, necesitamos comprar las camisasoriginales de 'ilve para cada uno, con sus respectivasgorras, las entradas A@!, y organiar los pormenores de la

caravana, pancartas del club, e incluso el abastecimientode comida e hidratación.

>odos los silvestristas no hacían m(s que gritar consignas dealegría, sonreían bailaban, todo en la casa silvestrista era un "olgorio por el momento que estaban por vivir.

#07 37>)77 '/ A7 7 '/&>@) /& A700/D6!7)% 4ritaron todos.

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 AS6RILLA/ran las once y treinta de la noche cuando unos disparos lodespertaron, las detonaciones $ueron tan seguidas que pensó lopeor. /n el autob+s en el que se encontraba, ninguno de suscompañeros mani$estó preocupación por aquellos disparos.

- #/so que suena son tiros% Di"o en vo alta.

- Dé"ate de pende"adas negro, eso son cohetes. ontestóalguien dentro del vehículo.

- >e digo que son disparos, all( a$uera pasa algo.

< diciendo esto el hombre se ba"ó del autob+s con precaución y

se acercó a dos personas que aparentaban ser los muchachos deseguridad del evento.

- Ae hombre ¿;ué esta pasando ¿/st(n disparando

- 'on perdigones señor. ontestó asustado el m(s ba"ito delos dos guardianes de seguridad.

- ¿;uién los dispara, no entiendo, eso es dentro del

estadio

- &o señor eso es a$uera, es que la gente en 3aturín esalgo di$ícil, y est(n intentando meterse, la 4uardia est(disparando al aire.

< en ese mismo instante el hombre miró hacia arriba y se cubrióla cabea con las manos, como si en cualquier momento pudiera

caerle un perdigón.- 6na bala perdida "ode, en serio lo "ode a uno.

0os dos hombres de seguridad, observaron a su alrededor ytemieron que una bala perdida los alcanara también a ellos.

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- 1?< &? >?73?', /'>7& D@'!7)7&D? 7007 7D/&>)?.

Di"o todo alarmado el hombre de piel tostada y vopro$unda.

- ¿;ué pasa 7sprilla !reguntó 3artín.

- ;ue una bala perdida lo "ode a uno.

- ¿De qué hablas negro @nsistió 3artín.

- 0a guardia esta disparando al aire perdigones, la gente semetió al estadio. <o sin chaleco antibalas no salgo.

0as carca"adas dentro del bus $ueron estruendosas, todos se reíande la $orma en que 7sprilla decía las cosas, moviendoinsistentemente las manos y con los o"os bien abiertos.

- &egro ya no se escuchan disparos y el pueblo espera por

nosotros, hoy tocamos porque tocamos. Di"o 3artín.- Airgen del armen una bala perdida "ode a uno. Di"o

7sprilla caminando de un lado para el otro dentro del bus.

uando llegó el momento en que todos debían ba"ar, laagrupación alegremente se dirigió a la tarima del evento, y alentrar en la 3onumental de 3aturín, la aclamación del publico nose hio esperar, era un hervidero de gente, todos estaban allí para

ellos, para escucharlos tocar de la $orma en que lo hacían, con laentrega total que solo los me"ores m+sicos pueden entregar.7sprilla insistía en observar el aire, por si alguna bala perdidainsistía en encontrarlo.

B 8o) a pe!ir c(aleco antibalas" una bala o!e a uno" no es $ueme asuste un tiro" pero el (ombre precavi!o lle'a a los JJ años1!ensó 7sprilla. < al sentir que solo había sido un susto, se echó a

reír solo, como siempre solía hacer, al darse cuenta de que estabaexagerando.

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8ENE5UELA7 lo largo de los años, los sueños se acumulan en un rincón delalma, y a veces pre$ieres no removerlos por miedo de que tecausen la misma sensación de desasosiego que en nochesanteriores. 1ay quienes escriben en un papelito un determinado

sueño, con la intención de no volverlo a ver, pero que siempreaparece por los rincones de la casa y te recuerdan que tenías unsueño. 'ilvestre esa mañana encontró una pequeña nota entresus cosas de via"e, 2/on$uistarlos a to!os.5 7l leerlo su rostro seiluminó con una gran sonrisa, la noche anterior había sido todo unexcito en !uerto 0a ru, antes de en$rentarse al lanamiento de'@4? @&A@>?, tenía una gira por toda Aeneuela, en ciudades enque tiempo atr(s, sentía que tenía que conquistar. 7l recoger sus

cosas en el hotel, sintió la necesidad de vestir de ro"o, así que secolocó una sudadera o pantalón y chaqueta deportiva ro"a. 2So) el $ue so) 5 !ensó, doblando nuevamente su sueño. 'eríatrasladado de !uerto 0a ru a 3aturín, dos ciudades cercanas,pero muy distintas. 'u mente tra"o en el via"e los recuerdos m(sdistantes de su vida de cantante, pensó en los rostros de sus $an,siempre pensaba en ellos. !ensó en 7na y sus o"os negros, en susamigos, su $amilia, su pueblo, los recuerdos se amontonaron y se

sintió pleno. 2/on$uistar cora#ones no es sencillo5 pensó. 2.issueños am&s (an si!o pe$ueños15 De camino a la ciudad a la quese presentaría esa noche, sus amigos y compañeros charlabanalegres comentando el triun$o del concierto anterior, él solopensaba en las sonrisas de quienes bailaban eu$óricos suscanciones. Descansó hasta las II=FF de la noche en su habitaciónpresidencial, para prepararse para la $unción, nuevamente sesentía ansioso de ver los rostros de los veneolanos que asistirían

a su encuentro. 7 la I=FF de la mañana, entró custodiado a lamonumental de 3aturín, allí los silvestristas gritaban su nombre,y él les entregó el alma. 2/on$uistarlos a to!os5 !ensó* y lasluces y el acordeón enardecieron a la multitud. 'ilvestre al cantarla segunda canción de su repertorio, observó cerca de la tarima a

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varios silvestristas veneolanos vestidos de ro"o, entre ellos, una

muchacha que sostenía una bandera ro"a, aquel simple acto lellegó al coraón. 2Uste!es me con$uistaron a mí 5 !ensó. < le pidióen ese instante la bandera ro"a a la $an, que gritaba enloquecidaporque él la había visto. !ero algo ocurrió, en su pecho seamontonaron los sentimientos, la alegría de los veneolanos, sussueños realiados, su silvestrismo del alma, y no pudo decir loque quería decir, simplemente no pudo. 0os silvestristas gritabansu nombre, le decían= 2>e queremos5 2>e amamos5, miró a la

silvestrista de la bandera y solo pudo decirle 24racias5 y con elcoraón le envió en el aire dos enormes besos.

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/l ídolo y la $an, entre ellos no hacía $alta palabras, sentían lo

mismo.Aeneuela ha sido conquistada por el silvestrismo de 'ilvestreDangond* y 3aturín bailó al son de las canciones de un muchachoque desde siempre soñó con poder cantarles de aquella $orma,hasta m(s no poder. 0es de"ó el coraón en cada canción y elpueblo le entregó el suyo. 26ara el pobre" la Mnica ,orma !e ser ,eli#" es vivir borrac(o5 Di"o 'ilvestre, y la 3onumental de 3aturín

se vino aba"o en aplausos. !orque en los momentos di$íciles aveces se necesitan palabras como aquellas1 <8ene#uela te amo=) te amar3 por siempre@ . !ensó.

#/'/ /' 3@ '@0A/'>)@'3? D/0 7037% 4ritó con dos l(grimas enlos o"os al despedirse de aquel c(lido pueblo, su puebloveneolano.

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EL /ANTANTE DEL 6UE0LO'ilvestre se asomó por la ventana del hotel, y observó cómo lagente ya estaba haciendo $ila desde temprano, para entrar al+ltimo concierto de la &ovena 8atalla en Aeneuela, lossilvestristas de aquella ciudad eran numerosos, pero sería unconcierto mucho m(s concurrido debido a que existían pueblitoscercanos, y la gente de pueblo, eran $ieles a su m+sica.

@ntentó comer algo, se sentía agotado por la intensa gira enAeneuela, ni siquiera el baño de agua caliente en la lu"osaregadera logró espantarle el cansancio. @ntentó dormir poralgunas horas y sus sueños $ueron peor que estar despierto. 7ldespertar no recordó lo que había soñado, pero estaba casiseguro de haber hablado dormido e incluso de haberse reído.

- /ste cansancio me carga loco. 3urmuró al verse alespe"o. 'e me nota, pero es inigualable a la ansiedad quesiento.

'ilvestre estaba a pocos días del 0anamiento del la nuevaproducción musical de '@4? @&A@>?, y siempre le angustiabanlos detalles de sus presentaciones, sentía que no podía descansar

hasta que todo estuviera en orden.

- Ella estar& allí@1 !ensó él. 2Si Ana" s3 $ue vas a estar conmi'o@ . !ensar en la $an de cabellos negros, era algoque le ocurría continuamente, era una $orma de librar sucansancio e incluso buscar versos nuevos para suscanciones. 2Ella tiene $ue estar allí@1 )ecordó la libélularo"a que lo llevó hasta ella, el brillo de ese insecto al

atardecer era algo m(s que un recuerdo, era un símbolode unión, entre su alma y su $an.

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7 la una de la madrugada el personal de seguridad aguardaba por

el ídolo, el bullicio del pueblo era incon$undible, y todosaguardaban su presencia.

- #!6&>? @B?% /xclamó 'ilvestre, y los silvestristas veneolanosgritaron, $elices de vivir la novena batalla.

?bservando el p+blico entre canción y canción, llamó su atenciónuna "oven con una gorra tricolor, ella se le parecía a 7na, y nopudo evitar sonreírle, 2Te pareces a mi Ana5 pensó. < la $an no

de"aba de gritar y bailar. /l concierto $ue muy emotivo, todosclamaban su atención y él entregó la piel y el coraón, porque élya no se pertenecía así mismo, le pertenecía al pueblo.

omenó a cantar la canción 2/l Dilema5 mirando $i"amente a loso"os de la muchacha entre el p+blico y se golpeó el pecho con elmicró$ono y di"o= 2solo con pensarla vuela mi conciencia (asta unmun!o !on!e es mía" tan mía" solo mía5, le era inevitable ver en

cada silvestrista a la 7na de la libélula 26a mí" solo" pa mí 5. ueun concierto dedicado a una muchacha que no conocía, pero queal solo vestir de ro"o y al corear cada una de sus canciones, erasu$iciente para conocerle el alma entera.

uando cantó 20a 4ringa5 una mu"er subió como pudo su hi"ito ala tarima, 'ilvestre tomó el niño, y cu(l sería la sorpresa paratodos, que siendo apenas un bebé, bailaba moviendo las manitos

como si tocara un acordeón, el p+blico se estremeció cuando enmedio de la emoción, 'ilvestre le preguntó 2/res 'ilvestrista5 surespuesta $ue un 2'i5 inocente y sincero, 'ilvestre lo cargó y bailódando vueltas al bebe en el escenario, su coraón se sintió plenoal ver que la m+sica que tanto amaba y de$endía le llegaba en elcoraón hasta a los m(s pequeñitos de la casa. 2So) el cantante!el pueblo5, pensó al decirle adiós a !unto i"o. < el pueblo lodespidió como solo puede hacerlo, con la ovación m(s grande quepudo dar.

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“!$ene1uela te amo( y te amaré por siempre” % 'ens/%

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LOS /.6LI/ES

/xisten travesías en nuestras vidas que necesitan de uncómplice, esa persona que no solo te cubre las espaldas, sino queadem(s te alienta a no rendirte "am(s. /l silvestrismo individuales mucho m(s complicado y solitario de vivir, que el silvestrismomancomunado, he allí la raón de ser de los lubes silvestristas,todos necesitamos una mano amiga que nos ampare en losmomentos de m(s necesidad, bien en el auxilio económico, bienen una palabra de aliento, que te haga perseguir cada uno de tussueños. !ara ir a un lanamiento de 'ilvestre Dangond enAalledupar es vital ese cómplice y amigo que hace acto depresencia, te toma de la mano y corre a tu lado, cuando ya notienes aliento para continuar. /n el parque de la 0eyenda

Aallenata, no solo van silvestristas de todas partes del mundo,sino que el alma de nuestro me"or amigo, allí est( siemprepresente.

&o existe un dolor que te haga dormir tan temprano, que el quete produce la certea de que no estar(s en Aalledupar para ellanamiento* y de pronto, tu cómplice te escribe, te llama, teenvía una nota de vo o incluso se presenta en tu casa y dice

 2Aamos que sí se puede.57rmando !a éspedes, es un silvestrista que vive en 3aicao,ona $ronteria entre Aeneuela y olombia, donde se prepara elme"or chivo asado que puedas probar en tu vida. 7rmando nopudo ir al lanamiento y su a$licción se podía escuchar por lasnoches, pero esto no $ue un impedimento para ayudar a lossilvestristas que iban desde Aeneuela, a olombia. 'ervicial,

atento e incólume, como si tuviera la misión sacrosanta deauxiliar al silvestrista desamparado en $rontera. >odo silvestristadebería tener un cómplice de locuras, toda locura debería estarapadrinada por alguien m(s loco que t+. ¿1as sido partícipe deuna locura silvestrista ¿1as vivido la intensidad de la verdadera

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amistad ¿7lguna ve lloraste porque tu me"or amigo ha cumplidosus sueños /s posible que el silvestrismo necesite m(scómplices, que a partir de este momento, de este mismoinstante, seas t+ el que realice los sueños de otros, como suelehacerlo Borge !ére arrana, quien siempre se mantiene en elsilencio, pero que todo lo observa, todo lo ve, y es el mayorcómplice de todos.

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“…>orge +ére1 )arran1a, quien siempre se mantiene en elsilencio, pero que todo lo observa, todo lo ve, y es el mayor 

cómplice de todos”.

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LOS 4RADUADOS

3auricio es un silvestrista de 8ogot(, capital de olombia me"orconocida como 20a nevera5, por el $río que se vive en los huesostan pronto pones un pie, en la ciudad que vio al "oven 4abotaciturno, caminando por sus calles con las manos en los bolsillos,porque debes saber que 4abriel 4arcía 3(rque, añoraba lacosta, el sol y el olor de la tierra que lo vio nacer, cuandoprecisamente estaba en tierra $ría* las mismas calles que ahoracaminaba intranquilo 3auricio. 23añana es el lanamiento5 susurró mientras cruaba la calle rumbo a su casa, 23añana es migraduación5. !ara un adolescente el acto de grado es una banderade libertad, es saberse a la puerta de una universidad, cerrandoel ciclo de los me"ores años de su vida. Bam(s se vuelven a tener

amigos como los del colegio* y 3auricio se sentía indeciso entre elsilvestrismo y el acto de grado. >odo estaba preparado pararecibir el título de 8achiller, pero el hecho de no estar en el valleel GT de noviembre, le era impensable.

'opesó detenidamente sus sentimientos, recordando los me"oresmomentos de su vida al lado de sus amigos, padeciendo siempreen los ex(menes de matem(ticas. !ensó en la primera ve que

vio a su hermosa pro$esora de castellano, todo le resultaba tanexquisito, que era imposible no asistir y recibir un beso de loslabios de la hermosa mu"er que le había enseñado la grandea delrealismo m(gico. 3auricio quería ser escritor, y era previsible queel acto de grado le $uera anhelado. 23is silvestritas5 pensó,recordando con especial cariño, la $orma en que se debe correrdesde las puertas del parque de la 0eyenda Aallenata, hasta laentrada a la ona de arena pegada a la tarima del evento.

/vocó las sonrisas de silvestristas de todas partes de olombia ysu coraón no pudo m(s. 7l llegar a casa escribió una nota a suspadres= 2Si $uiero ser escritor necesito vivir" per!9name mam&"

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me ,ui por mis sueños1 Los ama .auricio1 6os!ata me ,ui al Mnico lu'ar !on!e !ebe estar un silvestrista mañana15 

uando 3auricio abordó el autob+s, se sintió $eli de creer en susdecisiones, convencido de que la vida era ahora y de que su almase graduaría por él, ya que su espíritu permanecería en lossalones de clases, donde conoció a 4abo.

 2&o hay nada que un silvestrista no pueda elegir, siempre habr(ndos respuestas= si`no5 pensó.

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/ARA O SELLO

6na moneda de mil pesos voló por los aires, la lu del sol la hiobrillar por un instante, antes de volver a las manos de su dueño,la respuesta $ue 27)75, !ichicho se había acostumbrado a tomardecisiones con aquella moneda, la que el anciano del ca$énombrara como 2de buena suerte5. 7)7 signi$icaba sí y '/00?,su opuesto no. Durante noches sopesó de"ar su empleo decocinero, enviar todo el dinero reunido a casa e irse sin m(s queel pasa"e a Aalledupar, al lanamiento de 'igo @nvicto de su ídolo,la respuesta de la suerte $ue 27)7.5 /sa tarde renunció a suempleo, envió dinero a casa y se $ue a empacar, con un poco desuerte encontraría empleo en la tierra que m(s deseaba conocer ymientras realiaba su sueño, sería un buen hombre de $amilia,

ahorrando hasta el +ltimo peso.>odas sus cosas entraron en una pequeña maleta y su bolso devia"e, solo tenía un par de apatos, poco menos de sesenta milpesos, su moneda de la suerte, la gorra tricolor veneolana, y elcoraón ilusionado por llegar al valle del cacique 6par. !ara ellanamiento apenas si $altaba una semana, así que con dos$uertes golpes en el pecho, invocando a su silvestrismo del alma,cerró la puerta del diminuto dormitorio, entregó las llaves a surentero, le dio un beso en la $rente a Doña !au al pasar por sucasita* y se arro"ó a la calles de 8ucaramanga rumbo a la 'irenaDorada, la cual seg+n dicen, se baña en el 4uatapurí en lastardes del "ueves santo.

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NINI 

&ini y 4uillermo pasaron días llenos de $elicidad, la oscuridadque había atrapado a la "oven no impedía que pudieran amarse.0uego de algunas negativas y ob"eciones por parte de los$amiliares de &ini, el muchacho logró llev(rsela a Aalledupar parael lanamiento. /lla secretamente albergaba en su coraón laesperana del sueño que tuvo con 'ilvestre 2 Antes !e ver" tever35 así que cuando 4uillermo di"o que la llevaría al lanamiento,ella estuvo convencida de que su sueño sería realidad.

0legaron al valle unos días antes del magno evento, el muchachogastó todo cuanto tenía para comprar camisas, gorras y lasentradas respectivas para el concierto. !or las tardes salían acaminar por las calles a la sombra de los m+ltiples (rboles, y &inisolía decir 27quí los p("aros saben cantar de verdad5. 4racias auna tía de 4uillermo, que los recibió como si $ueran sus hi"os, noles hio $alta nada, y aunque le $ueron asignadas habitacionesseparadas, &ini siempre encontraba el camino a la habitación de4uillermo para que él le leyera sus libros por la noche. 2uandovuelva a ver, leeré tanto como t+5, le decía, quien en la sinceridadde su amor, había encontrado la $orma hacer un mundo para losdos, donde ella podía permanecer a oscuras por su en$ermedad, ya la ve vivir la lu que su amor irradiaba.

 2La ,e !e Nini" esta puesta en Silvestre" lo se5. !ensó 4uillermo alverla dormir placidamente, su rostro se iluminaba cuando él leobsequiaba, así $uera una pulsera de tela ro"a, de esas que usanlos silvestristas en el mundo entero. 4uillermo no era uno deellos, pero se sentía agradecido con la m+sica de este "oven aquien seguían multitudes, porque era conciente de lo que la vode 'ilvestre podía hacer en un ser humano, como &ini. 2Sabe!evolverles la ,elici!a! 5 !ensó.

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LAS /IN/O 6AN/ARTAS

3ilena había llorado durante horas, el veredicto paterno habíasido contundente. 26sted al lanamiento no va5, di"o su pap(, 2/nesta casa mientras yo viva, aquí se hace lo que diga yo, y 6stedno tiene edad para irse de via"e y menos sin la compañía de sumam(5, la silvestrista se sintió derrotada, ella entendía que eramenor de edad y que sus padres deseaban protegerla, pero nolograba de"ar de llorar.

7 las R de la tarde del GR de noviembre un mensa"e llegó a sutelé$ono 2Revisa )a las re!es sociales .ilena5, con l(grimas en loso"os, vio las publicaciones de todos los silvestristas, por todaspartes habían enlaces de descarga, de emisoras radiales, elciberespacio estaba como loco.

- #?1 por Dios% /st(n sonando el D de 'igo @nvicto. #?1Dios% 3ilena de un salto echó tranca a la puerta de suhabitación, conectó las cornetas y a todo volumen colocó lacanción 2/l con$ite5. 8ailaba sola en su habitación,brincando como un cone"ito que se recuperaba de algunasheridas. 'u pap( al escuchar el estruendo en la habitación,golpeó la puerta muy $uerte. 287B70/ 7)7B?5. /n cambio

3ilena le subió m(s el volumen. 2No ir3 al valle pap&" peroel valle lle'9 a la casa.5 !ensó la muchacha.

0a mam( de 3ilena tomó a su esposo del brao, y lo ale"ó de lapuerta, mientras los instrumentos de la agrupación sonaban portoda la casa. 2/ntiéndela es silvestrista.5 Di"o la señora,brind(ndole al pap( de 3ilena su m(s c(lida sonrisa, y el hombrecedió ante los o"os claros de la mu"er que amaba.

Durante toda la tarde y parte de la noche en la casa de 3ilena lavo de 'ilvestre Dangond inundó 8arrancaberme"a, la "oven no seseparó ni por un instante del computador, como poseída por susemociones, diseñó una pancarta que imprimiría para enviarla

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como diera lugar al 0anamiento de 'igo @nvicto. 2<o no merindo5. !lani$icó todo de tal $orma que dos días después, lapancarta estaba en manos de los clubes de 'ilvestre Dangond enAalledupar, 3ilena había logrado estar presente en el parque de la0eyenda Aallenata contra viento y marea, en una imagen creadaen un momento de eu$oria silvestrista, sin saber ni cómo niporqué, una enorme libélula ro"a era el símbolo de su amadapancarta silvestrista.

ristian 7lem(n, en 8ogot( no de"aba de sonar '@4? @&A@>? ensu casa, los vecinos estaban acostumbrados a que toda la calle se

inundara de 'ilvestre, pero en ese instante los vecinosentendieron que ya había salido la nueva producción discogr($icadel 6rumitero. 'iempre ristian daba la primicia en su calle.0levaba toda la noche dibu"ando una pancarta ro"a, para llevarla aAalledupar, sus manos temblaban del cansancio, pero no se

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detuvo ni por un instante, necesitaba expresar sus sentimientos alos amigos m(s queridos, y sobre todo a sus hermanossilvestristas. 2No (a) na!a $ue el silvestrismo no pue!a curar 5 escribió en letras blancas y sin saber por qué, dibu"ó una libélulasobre aquella $rase.

Mientras 8o sigo so@an,o6 a &ste,es les pasa lo (is(o 8eso nos (antiene ios@ \'ilvestre Dangond]. /riNa 'armiento,

en la misma calle de ristian 7lem(n, escribía una pancarta conesta $rase que colocara 'ilvestre en redes sociales unos díasantes de que saliera el D de 'igo @nvicto. /sta silvestrista conmuy pocos recursos económicos, necesitaba expresarse y alterminar su pancarta, publicó por todas las redes sociales yaplicaciones tele$ónicas las $otogra$ías que había tomado a supancarta. 2/sta es la +nica $orma que tengo de decirte que tequiero5 3urmuró la muchacha pensando en el "oven de o"os

amarillos que $ormaba parte de su mundo, de su vida. l era suvida.

 2Líneas $ue !escriben el sentimiento !e una 'ran pasi9n5. /n lamitad del mundo una "oven en /cuador, Buly 0oor, escribía supancarta ro"a para los silvestristas, la distancia y la situacióneconómica no le permitía estar presente en el lanamiento de'igo invicto, pero ella estaba convencida que su alma estaba en el

valle, y escuchando la nueva canción 207 0?75 de 'ilvestreDangond, dibu"ó y dibu"ó. !or la tarde a+n incompleta lapancarta, recibió una llamada terrible, salió de la casa y $uedirectamente al hospital, allí le explicaron que su mam( habíatenido un in$arto pero que estaba estable. Durante un tiempo enla sala de espera del hospital se sentó agradeciendo a Dios quetodo no $uera m(s que un susto, y mientras esperaba, en sucabea se arremolinaban las canciones de 'ilvestre. 26no no sabelo que es el silvestrismo, hasta que hace con sus propias manosuna pancarta.5 0uego de asegurarse que su querida madre estabadescansando y $uera de peligro, $ue a casa y terminó su bandera.

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 2&o podré ir al lanamiento, pero mañana llevaré mi bandera almar y la alaré al viento, y mis pensamientos llegar(n hasta ti.5

6na quinta pancarta se alaba en las manos de una pequeñasilvestrista, 7ndrea dibu"ada con acuarela ro"a y blanca, suhermoso coraón inocente ya le pertenecía al cantante, al artistadel pueblo, aunque era muy pequeña, ya sabía bailar comocualquier silvestrista, y si los menores de edad no pueden asistir

regularmente al lanamiento, menos pueden hacerlo los niños,pero eso tampoco imposibilita a que amen con su coraón a'ilvestre Dangond y desde casa lo apoyen, tan $irmes como elprimer día en que movieron los pies para bailar su primeracanción silvestrista. 7un siendo bebé, la vo de 'ilvestre la hacíasonreír, y ahora que era toda una niña bailaba una y otra ve, lascanciones que en un pasado $ueron sus canciones de cuna.

inco pancartas, cinco coraones con motivos di$erentes, pero un+nico sentimiento, el sentimiento silvestrista.

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8ALLEDU6AR

/ran las tres de la tarde cuando llegó un autob+s ro"o aAalledupar, de la unidad ba"aron los amigos m(s entrañables, quepudiera conocer el silvestrismo, Aíctor, Palter y 3athias, estosmuchachos luego de un mes de mucho es$uero por cadacentavo, habían logrado llevar un autob+s lleno de silvestristas al

valle para el lanamiento de 'ilvestre. Descendieron los >iburonesde >aganga en pleno, así como el 8atallón 'ilvestrista de 'anta3arta, "óvenes menores de edad dispuestos a todo pero con eldebido permiso de padres y representantes, todos vestidos dero"o, con un brillo especial en los o"os, con "uramentos yconsignas por el padre del 'ilvestrismo. /mma los dirigía de tal$orma que entre ellos le decían >eniente oronel y se paraban$irme para hacerla sonreír. 0legó en ese mismo bus, un hombregigante a quien llamaban /l 4eneral, por respeto a sus locurassilvestristas de antaño, lo habían conocido una noche en >agangay se había sumado al plan de Aíctor, Palter y 3athias.

/ste enorme silvestrista, no solo vestía de ro"o, sino que llevabapuestas unas botas militares negras a "uego con su gorra y unapa"illa en la boca que le daba el aspecto de ser el "e$e a cargo del8atallón. 1ablaba poco, a no ser de dar una orden, en dosoportunidades dentro del autob+s discutieron si asistir o no a lacaravana, la cual se realia a pocas horas del concierto de'ilvestre por las calles de Aalledupar, todos querían asistir, pero el4eneral insistía en que era una estrategia con cierto riesgo,porque los me"ores puestos eran para los primeros en hacer lacola a las a$ueras del !arque de la 0eyenda Aallenata. 0uego dehoras de protestas y ob"eciones, el 4eneral, me"or conocido por

sus amigos como heito, dio la orden de$initiva. 23añana los m(s "óvenes asistir(n a la aravana, los dem(s vendr(n conmigo atomar posición en la vanguardia5. /l 4eneral había hablado, todosrieron al sentirse comandados por un silvestrista de la vie"aguardia. &i siquiera los gusanos se atrevieron a mani$estar un

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pero o un contra. /mma consintió por primera ve la orden de un'ilvestrista tan antiguo.

0a +ltima en ba"ar de la unidad $ue 7na, con sus apatos ro"os decenicienta, con su bolso en la espalda, cargada de recuerdos ysentimientos por la tierra del maestro /scalona. 7l sentir la brisac(lida del valle, pensó en el beso de 'ilvestre, y al ver los$rondosos (rboles en la aceras, el recuerdo de >eresa se hiopresente, como si el tiempo no hubiera pasado. Durante días 7nay 3athias habían tratado de ser buenos amigos, para evitar

preguntas o interrogatorios por parte de los gusanos o lostiburones, de lo que sucedía entre los dos. 7na se había vueltocallada, así que nadie reparó que se había demorado en seguirlos.

uando estuvieron todos "untos se dividieron en grupos de tres ycuatro para dirigirse a las di$erentes casas de silvestristas que loshospedarían. /l 4eneral dio las indicaciones necesarias yconcertaron encontrarse en dos grandes grupos, el de los "óvenes

por un lado a la caravana y el de los veteranos a las puertas delparque a eso de las tres de la tarde.

7na, Palter, Aíctor y 3athias se quedaron en la casa de dos vie"osamigos de 7na, 3aria lara y Bosé 0uís, estaban $elices de volvera ver a verla, así que se dirigieron rumbo al 4uatapurí. 0a casaamplia ya estaba abarrotada por silvestristas, el estruendo de lossilvestristas que aguardaban el lanamiento se escuchaba a

metros. 7na se mantuvo distante de 3athias, pero no pudo evitarreírse de las locuras de Palter ;uintero. lara, Bosé 0uís y 7na, seabraaron después de tanto tiempo de no verse.

7 las die de la noche pudo irse a descansar, pero $ue inevitablepara 7na no soñar con 'ilvestre, a tan solo horas de ver sus o"osamarillos de nuevo.

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EL .ALETIN 

>avo en su idea me"or concebida, tuvo la ocurrencia de irse aAalledupar, sin tomar en cuenta que cualquiera que supiera que élera silvestrista, sabría per$ectamente que en noviembre estaríaen esa ciudad. 7sí que para el día del lanamiento ocurrió lo que "am(s silvestrista alguno pudo pensar, verse envuelto en un lío

sin precedentes, "ustamente antes del lanamiento.

De camino al !arque de la 0eyenda Aallenata, >avo se encontrócon Aíctor, Palter, 3athias y 7na, quienes notaron que seencontraba en un estado de angustia tal, que estaba a punto deldesmayo.

- ¿;ué te ocurre hermano !reguntó 7na.

- 3e est(n siguiendo. Di"o >avo con los o"os como platos.

- ¿ómo así !reguntó 3athias.

- 6nos ma$iosos. Di"o el p(lido >avo.

- uenta con nosotros 'ilvestrista. Di"o Palter.

- /s por culpa de este maletín de mierda. Di"o en$adado.- #71% pues bótelo hi"o. Di"o Palter en con una lucide que

asombró al grupo de amigos.

- &o puedo, tiene mucho dinero, millones y millones depesos, pero todo $ue por accidente, yo no me agarré elmaletín, me lo entregaron por error. #Dios mío allí vienen%/s ese carro. Di"o señalando un vehículoescalo$riantemente negro de vidrios ahumados.

- #orran% gritó Aíctor. orran hacia el río.

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>odos corrieron por sus vidas rumbo al río 4uatapurí, pero elvehículo negro los alcanó inmediatamente, un hombre de muy

mal aspecto se ba"ó con arma en mano cuando el carro $renó enseco haciendo cru"ir las llantas, pero los muchachos ni seenteraron, solo corrían sin mirar atr(s, intentaron cruar la callecuando una camioneta ro"a se detuvo de golpe y casi losatropella.

- #'687&'/ 7)7B? ;6/ 0?' 37>7&% 4ritó la mu"er queconducía el vehículo. Palter, >avo, Aíctor, 3athias y 7na

subieron a la camioneta tipo comando, y el vehículoarrancó a toda velocidad, cuando escucharon un disparo,que impactó en el vidrio posterior de la camioneta, losvidrios volaron por todas partes.

- #&? B?D7 7&7 3/ D/8/' /0 A@D)@?% 4ritó la muchachaque conducía como loca. < subió a todo volumen la canciónr(pida que sonaba en el reproductor sobre una muchacha

que acababa con el ron del valle.

7na la reconoció, esa conducta solo la podía tener unasilvestrista, <uli aicedo los había rescatado de una muertesegura.

- &o "oda b("ale al volumen que nos vienen persiguiendo.Di"o Aíctor.

- #'in m+sica no corro% Di"o <uli.

- '68/0/, '68/0/, gritó Palter aterrado de miedo.

0os hombres que venían a bordo del vehiculo negro no se lesdespegaba, y pasaron por las calles del valle a toda velocidad.

- #>@)7 /0 370/>@&% 4ritó Palter a >avo. < diciendo esto le

quitó el maletín a >avo. )6M7, )6M7, )7!@D?, 7/0/)L.#?[? 7/0/)7%

Palter sostuvo el maletín decidido a botarlo, pero aguardó a quela muchacha de la camioneta acelerara, pasados unos instantes

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m(s, con la m+sica a todo el volumen dentro del vehículo, lesdaba un aspecto de $iesteros y no de unos silvestristas al borde

de la muerte. uando pasaron por un lote baldío, Palter sacó lamitad del cuerpo y laó con toda la $uera el maletín, cuando pordesgracia se abrió el maletín y los billetes de cincuenta mil pesosvolaron por todas partes. <uli aceleró a todo lo que daba lacamioneta y por $in perdieron a los hombres del maletín.

- '@ '/)L' 7&@370. 4ritó <uli aicedo muerta de risa. /lreproductor cantaba 2a tu novia la vi en la ,uente" espeluca

 pata pela15

7na que estaba en la parte de atr(s de la camioneta, abraó porla espalda a su amiga y repitió la canción en el reproductor. #7007&M73@/&>? 3@ <60@% 4ritó.

>avo luego de noches sin dormir, se sintió $eli y se echó a reír alver que $(cil era salirse del atolladero en el cual había estado

sumergido. &o había nada que el silvestrismo no pudierasolucionar. Aíctor besó la calva de Palter una y otra ve, por labrillante idea de lanarles a los ma$iosos el maletín.

- De"a la pende"ada Aíctor me despeinas. Di"o muy serioPalter.

uando llegaron al !arque de la 0eyenda Aallenata, el iluminado

de Palter ;uintero hio la pregunta del día ¿ompadre Aíctor ylas entradas

0os o"os de Aíctor estuvieron a punto de salirse de sus orbitas,cuando se lanaron a correr huyendo del hombre del maletín, sele cayeron.

- #ompadre las boté%

- 7hora qué hacemos, plata no tenemos. Di"o 3athias.- 8ueno, bueno, clama pueblo, que plata si tenemos. Di"o

Palter con su sonrisa de gusano. < les enseñó los billetesde cincuenta mil pesos que tenía en los bolsillos. 7ntes de

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lanar el maletín saqué todo esto, por eso lo lancé abierto,para que si les hace $alta, crean que $ue que se cayeron* y

no, que los agarramos.

/l abrao colectivo y en montonera $ue inevitable, tenían dinerode sobra para el lanamiento de 'igo @nvicto.

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EL 6AR>UE DE LA LE2ENDA

8ALLENATA

/l solemne portón de ingreso al !arque de la 0eyenda Aallenata,se alaba ante la presencia chispeante de cientos de silvestristas

que habían comenado a hacer la cola respectiva. uando losgusanos buscaron al 4eneral, sonrieron al verlo de primero,siempre en la delantera como solo lo hace la vie"a guardia.

7na no paraba de abraar a <uli, encontrar a una de sus m(sgrandes amigas le había brindado la $elicidad que solo elsilvestrismo sabe entregar. !oco a poco $ueron llegando 0?'>@86)?&/' D/ >747&47* y los silvestristas de la comitiva

encargada de tomar posiciones adelantadas, en este "uegomaravilloso que les había enseñado la &ovena 8atalla, unabandera de tamaño gigante de"aba ver dos hermosos tiburoneslistos para bailar 2/l on$ite5.

6n sonido ensordecedor alteró los nervios de >avo, 07 37>)77no solo había sonado, sino que los silvestristas de >urbaco, habíanllegado con su algarabía y enormes sonrisas. >ras ellos se

presentaron 07 )/A?06@Z& '@0A/'>)@'>7 D/ 867)737&47,donde innumerables muchachas sonreían a los gusanos Aíctor yPalter, y el "olgorio a las puertas del parque era indescriptible.

'eg+n <uli, abian y 0a 3uchis no asistirían al lanamiento por notener con quién de"ar a su hi"ita pequeña, Qatherine y 3artín, noestaban en el país, así que tan poco asistirían. )ossana y BoséBorge estaban absortos en &abusimaNe, entregados el uno al otro,

y tampoco debían esperarlos, 'te$any < 4unter, tampoco pudieronasistir, por eso <uli se había venido sola desde iénaga y tenía laesperana de encontrarla como en e$ecto lo hio.

- <uli, lamento mucho lo de la &ana. Di"o 7na.

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- !or las noches puedo soñar con ella. Di"o <uli. 7sí quepuedes estar tranquila, la &ana sigue en nuestros

coraones.

- 'í, lo se. Di"o 7na sonriendo.

7 las cinco de la tarde la multitud que circundaba el parque,develaba que la caravana ya se había realiado, y poco a pocotodos $ueron llegando, hasta los m(s "óvenes entonaban un "uramento reiteradamente. 1abía llegado el 87>700Z&

'@0A/'>)@'>7 D/ '7&>7 37)>7. 7na sonrió al ver una banderagigante en sus manos, pero cuando vio la bandera del 87>700Z&IIR '@0A/'>)@'>7 D/ 87))7&;6@007, el tamaño de la bandera ysu grito de guerra, no pudo evitar que una l(grima de emoción lecorriera por la me"illa derecha.

;$$LLO" 115? $$LLO" 115? $RR$"ILL$?$RR$"ILL$ R/,/"/ < 4ritaron los muchachos, y todos

los presentes aplaudieron su locura.>avo corrió a abraar a @sa 3onsalve, arlos, !edro y todos loschicos y chicas del 068 '@0A/'>)@'>7 D/ 87))7&78/)3/B7,la $iesta había comenado con su llegada. /staban $elices de verlocon vida, y él en resumen les di"o lo increíblemente valiente quetuvo que ser horas antes, para no morir por el maletín, todosrieron de lo lindo, porque lo conocían muy bien, y se imaginaron

lo asustado que tuvo que estar el pobre >avo.07 1/)?@7 '@0A/'>)@'>7, llegó a tiempo para hacer surespectiva cola, varias niñas radiantes de alegría habían llegadoen representación de artagena, seguidas del >)?!/0'@0A/'>)@'>7 también de artagena. /l 068 D/ 07 '787&7desde 'incele"o, incluso estaban 8anderas de /0 )/>/&, !07>? y370738?, ?7[7, y V6>7, el silvestrismo en pleno estaba

presente.De pronto alguien gritó= 27&7, 7&7, 7&75. 6n muchacho de pielaceitunada y con una bandera ro"a con una estrella blanca, corrióa abraarla.

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- #7le"andro por Dios% 7le"andro. Di"o 7na. <uli se abraó aellos, los recuerdos los atropellaron, hablaban a vo en

cuello entre la multitud, todos a la espera para llegar deprimeros y tomar las me"ores posiciones para el conciertode 'ilvestre Dangond.

- &o vengo solo. Di"o 7le"andro. 1ice una nueva amiga en elautob+s de camino al valle y ella te conoce 7na. <alianaabraó a su gran amiga, había decidido que el lanamientono era solo un concierto, era el lugar de encuentro para los

amigos, era un momento de la vida, que ni el ser m(ssolitario del planeta podía perderse.

- #'?3?' 361?'% 4ritó <aliana. #<7 &? 78/3?' /& /0!7);6/ D/ 07 0/</&D7 A700/&7>7% 7na se sintió $eli dever como el silvestrismo le llenaba hasta el +ltimo rincóndel alma. 7na ¿rees que 'ilvestre te dedique una canción0e preguntó al oído.

7na movió negativamente la cabea, sonriendo y volvió aabraarla m(s $uerte, <aliana era de esas amigas que sabencurarte los males del alma.

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/O.6ARTIR

7 las puertas del !arque de la 0eyenda Aallenata en Aalledupar,los silvestristas $ormaron $ilas para poder ingresar al recinto delsilvestrismo por excelencia, cuando una vo tronó una prohibición 2"o pue,en ingresar 0orreas6 ni ,ul0es ni 1e1i,as5, elmurmullo $ue general, todos poseían entre sus pertenencias,

golosinas de todo tipo, agua y bebidas re$rescantes, así quetenían la opción de de"arlo todo allí, o simplemente comenar acomer.

- ¿7lguien quiere galletas de chocolate !reguntó una "oven decabellos dorados, que se negaba a de"ar sus dulces en manos delpersonal de seguridad del evento.

- >engo papitas ¿;uién quiere !reguntó un "oven alto y de pieltostada.

- 7quí hay bloqueador solar en spray ¿;uién necesita !reguntóuna "oven, y de pronto en las $ilas de ingreso al lanamiento de'igo @nvicto de 'ilvestre Dangond, bolsas y bolsas de con$ite,pasaron de mano en mano, de $ila en $ila, todos reían al compartircuanto llevaban en sus carteras o bolsillos, el silvestrismo cada

día aprendía a compartir, y lo que parecía una prohibición di$ícilde cumplir, se convirtió en el gesto m(s hermoso que pueden vivirlas personas, y eso es dar sin esperar nada a cambio.

6na Boven de largos cabellos negros y o"os enormes, sacó un$rasquito de colonia, y aunque esto si lo podía ingresar alconcierto, no quiso ser la +nica en no compartir algo, en instantestodas las silvestristas llevaban impregnado en su piel, el olor de

7na, 2la 7na de 'ilvestre5.

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LAS 6UERTAS DEL

SIL8ESTRIS.O

¿7lguna ve has estado en el !arque de la 0eyenda Aallenata¿&o /s un lugar m(gico, donde los acordeones suenan sin que

nadie los toque. uando ingresas en sus "ardines, t+ coraón seencuentra en una especie de paraíso, por el cual corres lleno deadrenalina, y sin importar cuanto puedan requisarte, t+ solosonríes porque has llegado por $in al lanamiento de 'ilvestre. !ortodos lados suena su m+sica y desaparecen las preocupaciones, 2el silvestrismo que todo lo rodea5. /sa tarde en que se abrieronlas puertas, la marea ro"a penetró el recinto con banderas, "uramentos, consignas, todos poseídos por un estado de (nimo

que solo es comprensible si asistes personalmente. De nada mevale describirte como laten nuestros coraones, debes llevar tucoraón allí y escucharlo latir al son del silvestrismo.

7 las die de la noche cuando los pies piden clemencia, cuando lased comiena a exigir agua, cuando te encuentras rodeado de unamultitud a la cual amas aunque no la conocas. uando claman alunísono la presencia del ídolo, solo escuchas a t+ alrededor=

#'@0A/'>)/%

#'@0A/'>)/%

#'@0A/'>)/%

/l momento ha llegado y seguimos invictos.

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EL /ASTILLO

7na entró corriendo al !arque de la 0eyenda Aallenata y comohiciera en otra oportunidad se abraó a los tubos de separación$rente a la tarima del evento, cuando tomó aire, observó que latarima había desaparecido, en su lugar se alaba la increíble yenorme $achada de un castillo.

 2El castillo !e las lib3lulas5 !ensó 7na, recordando el diario deQennel, y una l(grima recorrió su me"illa, 'ilvestre había diseñadopara el lanamiento de 'igo @nvicto un increíble castillo m(gicoque evocaba la casa de un )ey, pero para 7na $ue estar a laspuertas del castillo de las libélulas, ese lugar m(gico donde llegansin cesar las cartas de los silvestristas. !or un instante su mentele "ugó una pasada extraña, vio ante si millones y millones de

cartas, postales ro"as volando hasta el enorme castillo silvestrista.0os recuerdos le apretaron el pecho, se sintió sola en el mundoaunque la rodearan miles de silvestristas, el mundo le era vacío sino tenía cerca de su coraón los o"os amarillos del hombre queamaba como artista, como ídolo, como hombre.

'e imaginó caminar dentro del castillo, y encontrar sentado en eltrono del )ey, a un hombre humilde que le sonreía con la

sinceridad de un amigo, alguien que estaba allí solo para hacerlasonreír, para hacerla soñar. 2'ilvestre5 murmuró absorta en suspensamientos, y de pronto cómo si ya no pudiera m(s sintió lasensación espantosa de un calambre en el estomago, las nauseasque sintió $ueron inexplicables. sta no era la primera ve quevería a 'ilvestre, pero su coraón estaba tan exaltado que sesentía en$erma de amor.

'us amigos bailaban, danando canciones antiguas de 'ilvestre, ypoco a poco $ue calmando tanta ansiedad, 2(lmate por Dios 7na,c(lmate.5 !ensó, brindando su me"or sonrisa a los muchachos.

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“…#as luces, el acordeón, los m2sicos y los gritos anunciaron la presencia de S"#$%S&'% 5*;?;5 en el +arque de la #eyenda

$allenata”.

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TU RE2 SO2 2O

/l )ey descendió a la tarima desde un andamio especial que $uepreparado para él, allí sentado en un trono ante el clamor delsilvestrismo enardecido de la emoción. 'ilvestre colocó sus manos

sobre la $rente, a $orma de visera, tratando de en$ocar la vista enla marea ro"a que lo acompañaba a decir 2'@4? @&A@>?5, parasorpresa de él, 7na estaba en primera $ila, con sus cabellosnegros y enormes o"os, la sonrisa m(s linda que haya podido dar,se dibu"ó en su rostro, y la $elicidad tuvo nombre= 2'ilvestrismo.5 

/l acordeón tronó en manos de 0ucas Dangond y la melodía $uehermosa y sentimental, el ídolo era recibido por el pueblo, y él les

cantó= 2 A) no se e$uivo$uen conmi'o" $ue so) el mismo !esiempre" )o vivo ,eli# con mi 'ente ) mi 'ente ,eli# con mi'o15

3il historias de silvestristas lo rodeaban y lo llenaban todo, noexistía un lugar m(s alegre en todo el planeta, que el !arque dela 0eyenda Aallenata, cuando los silvestristas cantaron al unísono= 22o vivo ,eli# con mi 'ente ) mi 'ente ,eli# con mi'o5.

'ilvestre cantó con el alma a su p+blico, pero cada ve que podíale cantaba muy de cerca de su amada 7na, verla allí recuperadadel todo de sus heridas, allí de pie y brillando para él, solo paraél, vino a su mente el día que la encontró en la playa, 7na consus me"illas sonrosadas sonriendo para él, y pensó que entre lamultitud vestida de ro"o que lo aclamaba, existían mil mu"erescomo ella, que lo amaban como solo un $an podía amarlo. 7 todasles lanó besos, a todas las amó por corear sus canciones, desde

la niña que estaba adelante con una gorra tricolor, hasta la m(sle"ana en las gradas del parque de la 0eyenda Aallenata. 'ilvestrelas amaba.

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!or un momento 'ilvestre miró $i"amente a los o"os a 7na entre

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!or un momento 'ilvestre miró $i"amente a los o"os a 7na, entretodas sus silvestristas, y ella lo miró a él como al dueño de su

coraón, cuando de pronto 3athias en un arrebato de celos, besóa 7na en los labios, ella lo rechaó con un leve empu"ón, 'ilvestrevio cómo 3athias, con aquel besó le decía que 7na le pertenecía.

/n plena tarima, 'ilvestre en un arrebato al igual que 3athias di"o 2/sta Canción se !a 8%iero dedicar a %na )%.er 8%e seenc%entra a8%7? R/ ,O O? 'ara ti $na.5 Di"ogolpe(ndose el pecho. /lla sintió que su rostro se so$ocaba al

calor del rubor producido, no solo por el beso inesperado de3athias, sino porque sintió el atisbo de celos en las palabras de'ilvestre.

A) )o sabia $ue era un puente ,inal $ue tenía $uecru#ar ) $ue me iba a !oler1

2o sabia $ue era un camino 'ris estar leos !e ti 

eCtrañan!o tu vo#16repar3 el cora#9n pa olvi!ar" lo $ue )a no era m&s" lo$ue el mun!o acab91

/ra %n 'acto de o!+ido de dos no tenía liberta! ) no$uería o,en!er1

No pens3 $ue te ibas a buscar ese pa)aso cruel pa

olvi!arte !e mi1

or8%e besa t%s !abios a cree 8%e es tan d%eJode ti 'obre i!%so ta)bién@1

3athias al escuchar la letra de la canción, no pudo soportar

permanecer un instante m(s en el concierto, hasta allí le llegó latolerancia, hasta esa noche se interpondría entre los sueños de7na* y sin pensarlo dos veces, se dirigió entre la multitud a lapuerta de salida, por m(s que Palter trató de impedir que se

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$uera no pudo l estaba decidido a no escuchar esa canción

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$uera, no pudo. l estaba decidido a no escuchar esa canción. 2Ten'o $ue (acerlo" me vo) .5 !ensó.

Esta (istoria no $uiere acabar" si ,uera por los !os noten!ría $ue acabar"

6ero est& un compromiso ante Dios $ue me impi!esoñar" $ue me impi!e volar1

Se $ue un !ía prometí liberar mi pobre cora#9n paentre'&rtelo a ti" pero no supe $ue me pas9" me !iomie!o ) !olorQ ) eso te (i#o su,rir1

6er!9n mi amor" mi error" pero tu re) so) )o@1

7na no salía de su asombro, 'ilvestre por primera ve se dirigía aella en una canción, los silvestristas a su alrededor gritabanemocionados, y ella de"ó rodar de sus enormes o"os negros, dosl(grimas, en esas palabras escuchó la proclama de un amor

prohibido, pero correspondido. 0a $an enamorada para siempre desu artista, de su ídolo, ya no tenía sentido ocultar sussentimientos a sí misma.

;en de.e)os 8%e e! )is)o %ni+erso nos rega!etie)'o para estar unticos" ven luc(emos $ue nin'Mn'uerrero per!ien!o batallas se siente venci!o1

6ero !ile a ese señor $ue )o lo siento" $ue eres mi san're ) sentimiento ) ser&s mía por !os mil si'los" pero !ile a ese señor $ue )o lo siento" $ue eres mi san're ) sentimiento serHs )7a 'or dos )i! 

 sig!os@1

/l sentimiento con el que 'ilvestre cantó 2>u rey soy yo5, de"ó sinaliento a los silvestristas, se encontraba en una especie de trance,y reclamaba a 7na que en su vida existiera alguien m(s, todoocurrió como una película, de esas donde las canciones lo dicentodo y solo nos queda tararearlas hasta la eternidad. 3athias se

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había marchado para siempre y 7na lo sabía, era su derecho, el

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había marchado para siempre y 7na lo sabía, era su derecho, elamor entre ellos había muerto.

2 )o sabia $ue me iba a sacu!ir lo m&s (on!o !e mi al !ecirnos a!i9s" )o sabia $ue tenía $ue esco'er si el amor o el !eber se peleaban en mi1

.e !a rabia lle'ar a enten!er $ue al'uien pue!a lle'ar cerca !e tu cora#9n ) tratar !e arrancarme !e ti ) sabr&s $ue am&s lo po!r&n conse'uir1

.e atormento con !a conf%sión de +i+ir co)o esto o )orir)e sin ti  " o buscarte ) per!ernos por ,in (aciael mun!o ,eli# !e nuestra ensoñaci9n1

Se $ue al (ombre $ue $uieres mostrar ,rente a lasocie!a!" to!os le (ablan !e mi" me !a l&stima ver su papel 3l no tenia $ue (acer" para luc(ar por ti1

2 no se pue!e tapar el sol" no se $u3 pasar&" no se $u3vo) (acer" no esperaba a!orarte muer to!o se meenre!9 ) (asta mi alma tambi3n1

,i eres 'a )i? !a +ida )e 'ondrH a t%s 'ies*

8en !eemos $ue el mismo universo nos re'ale tiempo para estar unticos" ven luc(emos 8%e ning(n

g%errero 'erdiendo bata!!as se siente +encido*6ero !ile a ese señor $ue )o lo siento" $ue eres mi san're ) sentimiento ) ser&s mía por !os mil si'los" pero !ile a ese señor $ue )o lo siento a) $ue lo siento o no '%edo tenerte )i a)or  P" 6ero !ile a eseseñor $ue )o lo siento" $ue eres mi san're ) sentimiento ) ser&s mía por !os mil si'los@1

/l !arque se llenó de aplausos eu$óricos, 7na no paraba de llorar,emocionada por una canción que describía lo que ocurría entre los

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dos, que aunque "am(s pudieran estar "untos, ella sería de él por

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, q q " p " , pdos mil siglos.

/l concierto continuó su curso, 7na ni por un instante se movió dedonde estaba. Siempre se pue!e comen#ar !e nuevo" ) eso(ar3@ !ensó.

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F/9mo lo Hi#o? 

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/ l d l 0 d A ll t l d l

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/n el parque de la 0eyenda Aallenata, un lugar sagrado para el

pueblo, donde los acordeones suenan sin cesar, donde lainmortalidad se plasma en las canciones de los "uglares, dondelos sentimientos encuentran la libertad absoluta, un lugar que hasido testigo de las m(s grandes historias de amor, de dolor, deamores inconclusos, de sueños in$initos de quienes en un cantoencuentran un desahogo del alma, allí entre mil historias, 7na lasilvestrista, la muchacha sencilla de o"os negros y larga cabelleraaabache, de"ó que las l(grimas brotaran libres. >odo lo que

sentía debía entregarlo en ese instante de su vida, aceptandoquién era, una $an enamorada de su artista, de su silvestrismo.

3athias se había marchado en el pleno derecho de una vidame"or para él, pero ella sentía que se había $allado así misma, porno ver a tiempo, que lo que tanto había amado de 3athias era elsilvestrismo, él había sido la causa de que ella encontrara a'ilvestre, las cadenas de su amargura se rompieron gracias al

silvestrismo y eso solo $ue posible por 3athias, pero ya la suerteestaba echada, con errores y desaciertos, no había vuelta atr(s.

De pronto 'ilvestre Dangond entonó una melodía dolorosa, erauna canción nueva de 2'igo @nvicto5, y la $orma en que 0ucasDangond hio sonar el hermoso acordeón aul, se clavó en cadarincón de su ser. Desde la primera nota musical 7na se sintióacosada por todos sus recuerdos, todos sus sentimientos se le

vinieron encima.

Ho) me sorpren!í ) me 'olpee !e ,rente con la reali!a!" al enterarme $ue lo $ue (ubo entre ella ) )o" am&s ,ue laver!a!" )o $ue me llev3" !e ella el m&s lin!o recuer!o !e suamor" pasaba el tiempo ) siempre a Dios le pre'unt3" por $u3 se termin9" ) a(ora lo entien!o ? era 8%e #ab7a %na

 'ersona a! )is)o tie)'o en s% +ida? era s% +ida?  al 

,inal )o nunca ,ui el prota'onista en su (istoria@16n "oven de o"os pardos y mirada cansada, escuchaba estamelodía a la entrada de aquel lugar sacrosanto, oculto de susamigos y con el coraón en las manos. 3athias ya había

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escuchado esa canción la noche anterior, la canción de su vida.7 d b d A ll d ó F/9 l (i ?

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7ntes de abandonar Aalledupar se preguntó F/9mo lo (i#o? 

/!!a escrib7a )i! !ibretos a s% anto.o escrib7a  escrib7a " Dios c9mo pu!o enre!ar en su mun!o a !os personas1 A) c9mo lo (i#o si siempre estaba conmi'o ? có)o!o #i>o si era )7a a cada instante " c9mo lo (i#o sinsospec(a sin testi'os" en 8%é )o)ento e!!a )e con+irtióen s% a)ante* /9mo lo (i#o me pre'untan los ami'os"c9mo lo (i#o" ) na!a pue!o contestarles" c9mo lo (i#o sin

sospec(a sin testi'os" en $u3 momento ella me convirti9 ensu amante ) )o no se@1

- Así conse'uí tu cariño" con una canci9n !e Silvestre" ) así te pier!o@ . !ensó 3athias. )espiró pro$undamente,observando entre la multitud a 7na, llorar por 'ilvestre, yle di"o adiós para siempre.

7na solloaba sin poder contenerse, la melodía le dolía de $ormainexplicable, pensó en )a$ael, y la $orma en qué él intentódestruirla, sintió en su piel las marcas de ese amor. !ensó en supadre, él ya no estaba para comprenderla, él había muerto hacecasi ocho años atr(s. Aino a su mente el doloroso recuerdo deuna niña hermosa que se había marchado, >eresa y su amor por'ilvestre. !ensó en la sonrisa radiante de 3athias que la habíailuminado en momentos de oscuridad. )ecordó los besos de su

ídolo y se sintió libre de poder llorar por todo lo que le dolía.<aliana que no la de"ó sola ni por un instante, la abraócomprendiendo sus pesares* y como solo lo pueden hacer lossilvestristas, lloraron "untas sus penas. /sto era el verdaderosilvestrismo, sentir que no estas solo ni por un segundo.

EL LO/O 2 LA LO/A

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uando m(s eu$óricos estaban los silvestristas en pleno

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uando m(s eu$óricos estaban los silvestristas en pleno

concierto del lanamiento de '@4? @&A@>?, un "oven dis$raadode boxeador con el rostro cubierto con una mascara, se subió a latarima y todos gritaron su presencia, el "oven en la esquinaopuesta a donde se encontraba 'ilvestre cantando 2/0 ?&@>/5,lanaba puños al aire como si en$rentara a la batalla de su vida,todos reían incluso 7na, ella no podía de"ar de ser $eli por lo quehacía este silvestrista.

/l ídolo mostró su nueva $orma de bailar y el loco silvestrista, loimitó a sus espaldas. De pronto la m+sica se detuvo y 'ilvestreexplicó a todo el p+blico quién era este Boven, seg+n re$irió, elmuchacho había recibido tres impactos de bala en la cabea, peroque por obra de Dios allí estaba con vida y seguía invicto en susluchas personales. 2Te !ebo el bauti#o !e tu (io" $ue lleva el nombre !e uno !e mis (ios@  y al decir esto 'ilvestre, el "ovenenmascarado mostró su rostro a la marea ro"a del silvestrismo,

todos gritaron, todos aplaudieron su cora"e.

&o todo acabó allí, subió al escenario 2/l ole del 'ilvestrismo5 con su tra"e ro"o y alas alegres, y para maravilla de todos esanoche, /l loco silvestrista y /l cole del silvestrismo bailaron a d+oal son de la vo de un hombre que había nacido no solo paratriun$ar, sino para contagiar su alegría a todo un pueblo, el pueblosilvestrista. >odos brincaron a un mismo comp(s, dichosos de

escuchar a toda la agrupación en la canción m(s "ocosa del D'@4? @&A@>?, las muchachas gritaban y bailaban como trompos.0os muchachos inventaban $ormas de bailar autónomas y el "olgorio de los clubes del silvestrismo y todos los allí presentes,presenciaron el espect(culo de los $uegos arti$iciales, y sesintieron vivos a son del acordeón de 0ucas Dangond.

/0 ?&@>/, es la canción de conquista de aquellos coraones

que van a descubrir su alma 'ilvestrista, 'ilvestre Dangond bailócomo nunca contagiando a la gente con el baile del payaso.

Aarios silvestristas dieron un dolor de cabea a los muchachos dela seguridad del evento, estaban incontrolables, incorregibles*

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subían con pancartas, o corrían a abraar a 'ilvestre, la alegría sedesbordaba por cada milímetro de aquel lugar y todos gritaban

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desbordaba por cada milímetro de aquel lugar, y todos gritaban.

uando 'ilvestre interpretó su canción /0 >@/3!?, al lado delgran 7lvarito 0ópe, quien $uera el acordeonero del @nmortalDiomedes Día, las l(grimas brotaron de los o"os claritos decantante, era una canción que de"aba expuesto su coraón, y elsonido del acordeón lo llenó todo, no hubo un rincón enAalledupar a donde no llegar( la melodía de quienes dedican suvida al pueblo y entregan su existencia y su tiempo a hacer

$elices a los dem(s.7l terminar la canción, una "oven $ue subida al escenario por lospropios silvestristas, tomó el micró$ono de 'ilvestre, elsilvestrismo había conseguido su loca= 26or to!os los silvestristas$ue estamos presentes" por los $ue no est&n ) por los $ue est&nen el cielo" por to!os los silvestristas1 Silvestre eres parte !enuestra (istoria" ,ormas parte !e nuestra vi!a" ) te amamos

vieito" te amamos5 las lagrimas le quebraron la vo y todos lossilvestristas en el concierto y todos los silvestristas desde suscasas que veían el concierto, por cualquier medio decomunicación, repitieron con l(grimas en los o"os 2>e amamosvie"ito, te amamos.5 

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“e amamos vie+ito, te amamos%”

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'ilvestre abraó a esa $an $uertemente, pero en realidad abraabaa todos y cada uno de sus locos, de sus hi"os, de sus silvestristas

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a todos y cada uno de sus locos, de sus hi"os, de sus silvestristas

del alma.ontinuó el concierto y entre l(grimas, risas, aplausos y gritos,todos los presentes vivieron en carne propia la consolidación delmovimiento llamado 2'@0A/'>)@'3?.5  

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ISA.AR

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Borge, me"or conocido como el lente del silvestrista, aquellanoche sintió un dolor intenso en el alma, ella no estaba en elconcierto, los muchachos del 8atallón de 8arranquilla leaseguraron que ella llegaría con un silvestrista que la traería, yaque, habían intentado su encuentro en 8ogot( sin éxito, pero el

0anamiento llegaba a su $in, y su Bulieta nunca llegó.uando todo terminó, los silvestristas partieron a sus respectivascasas, o se $ueron directamente a la >erminal para via"ar deregreso a sus hogares, pero él decidió caminar un poco, noentendía cómo entre tanta gente pudiera sentirse tan solo.

- #7))7&M7% 4ritaron al unísono los muchachos del8atallón de 8arranquilla. #arrana espera% Di"o un Bovende o"os vivarachos. 'oy Bavier, yo se dónde esta @samar,debes venir con nosotros si deseas verla con vida. Di"oBavi.

- ¿&o entiendo muchacho, de qué hablas

- Be$e este es el soldado encargado de traer a @sa ante ti,pero la misión ha sido estropeada por la oposición, o eso

sospechamos. Di"o DB arlos, con las manos en las rodillastratando de recuperar el aliento. Ainimos corriendo abuscarte arrana, @samar esta muriendo, seg+n el +ltimoin$orme del soldado Bavi.

- #?1% !or amor de Dios ¿;ué noticia es esta Di"o arranatomando por los hombros a Bavi ¿;ué le hicieron

- /stoy convencido que ha sido envenenada por la oposición.Di"o Bavi a punto de llorar, ella estaba bien cuando aterrióel avión en Aalledupar y solo la de"é un momento, cuandoestaba comprando las entradas para el lanamiento, al

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regresar donde la había de"ado en el centro comercial, ellaapenas si podía moverse, estaba prendida en $iebre, la

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cargué en mis braos, y me la llevé al hospital. /stoyseguro, ha sido envenenada.

0a tropa entera solloaba por @samar, mientras el coraón de!ére arrana se despedaaba de dolor.

- !or $avor llévenme a su lado. 3urmuró el muchacho. Deboverla.

7l llegar al hospital, a$uera aguardaban los clubes silvestristas,quienes se habían enterado que una $an estaba al borde de lamuerte.

- #0os rumores son como el $uego% 'e propaga de inmediatoy hace mucho daño. Di"o Daniela. 7+n no tenemos unpronunciamiento médico y ya el silvestrismo en pleno hacevigilia, incluso lloran por ella. 'oldados calmen a todos,

arrana, Bavi y yo entraremos a hablar con los médicos.DB y 88, c(lmense por amor de Dios de"en de llorar,tenemos que ser $uertes, es una orden.

0os >iburones de >aganga, los del 8atallón de 'anta 3arta, 0a)evolución 'ilvestrista de 8ucaramanga, los silvestristas de losclubes de 8arrancaberme"a, >urbaco, ienaga, artagena, ?caña,8ogot(, 3edellín, incluso los clubes Aeneolanos de 3érida y

3aracaibo, todos esperaban noticias a las a$ueras del hospital,algunos caminaban de un lado al otro esperando lo peor, otrosestaban sentados en las aceras, pero la gran mayoría se recostóen la grama cercana a la entrada del hospital, estaban exhaustospor el lanamiento de 'igo @nvicto, pero se negaban a de"ar solaa la silvestrista caída.

7na contempló el cielo estrellado de Aalledupar al lado de sus

grandes amigas, <uli, lara y <aliana, quienes guardaban silencio,seg+n les habían comentado la "oven silvestrista había sidoenvenenada por los opositores al silvestrismo, pero 7na estabaconvencida que aquello era imposible, ella conocía muy bien a

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aquellos que se oponían al movimiento musical ro"o, y talconducta no era propia de ser humano alguno, así que pre$irió

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aguardar al dictamen médico, algunos ya la daban por muerta,otros reaban plegarias, 7na eligió re$ugiarse en su mente. Est&ra!iante" 3l brilla con lu# propia" me !uele verlo sin po!er abra#arlo FSabr&s !e ver!a! lo $ue siento?@ !ensó. Dos l(grimasbrotaron de sus o"os, y por un instante sintió que 'ilvestre estabaviendo esas mismas estrellas, esa luna casi llena, y que él al igualque ella, la tenía en sus pensamientos.

)ecordó la mirada de dolor de 3athias cuando ella lo empu"ó,cuando no le correspondió su beso. 2Nuestro Mltimo beso1 Así termin9 lo $ue no pu!o ser" no te supe amar" no s3 c9mo amar15 !ensó 7na. 3ientras escuchaba a su alrededor los susurros detodos los silvestristas que impacientes esperaban noticias de@samar, ella recordaba cada instante del concierto, sintió celos dela "oven que lo abraó en pleno concierto* y a su ve, agradecióque lo quisieran tanto. 2Los celos !e ,an son tan puros@ me siento

!e la misma ,orma $ue cuan!o celaba a mi (ermana !e pap&" ellaera su lu#" mientras )o en las sombras era ,eli# !e verlos amarsecon el amor m&s 'ran!e $ue pue!a eCistir1 l a(ora no est&" ) ver a mi (ermana es ver a pap& vivo en ella" !uele pensar en pap&" pero m&s me !uele saber $ue no est& para celarlo1 La vi!atiene matices tan intensos" $ue el cora#9n si lle'a a vivir cienaños" es como si viviera mil" su,re tantas 'uerras" tantosmomentos tristes" tantas ale'rías" el amor !e un cora#9n

silvestrista est& eCpuesto a muc(as m&s ale'rías ) a muc(as m&striste#as1 <>ue Dios nos ampare por sentir=

- 7na ¿>e sientes bien !reguntó <aliana.

- #/stoy bien% /xclamó ella.

- 3entirosa, crees que no te conoco ¿;ué pasó

exactamente en el concierto ¿!or qué empu"aste a3athias ¿!or qué 'ilvestre los vio ¿!or eso 3athias se$ue

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- <aliana, no sé que le pasó a 3athias, él no es así, me temoque quiso una prueba de mi amor, besarlo delante de

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'ilvestre, y no pude.- ómo ibas a poder, 'ilvestre es tu vida. uando estabas

prendida en $iebre no hacías m(s que llamarlo.

- 'oy una mu"er egoísta, eso es lo que soy, <aliana nohablemos m(s de mi, ahora quien importa es @samar,somos silvestristas y debemos olvidar nuestras penas anteel su$rimiento de un hermano, por $avor no hablemos m(sde 'ilvestre ni de 3athias.

- /sta bien, pero me debes muchas explicaciones. Di"osonriendo <aliana.

7 las tres de la madrugada, Palter ;uintero no podía m(s con laangustia. 2>enemos que encontrar al culpable, me lo voy a tragarentero5. Di"o Palter a Aíctor que al igual que todos los

silvestristas esperaba a las puertas del hospital. 2/sto es unain$amia, un insulto, cómo se atreven a tocar a una silvestrista,cobardes.5 Palter estaba muy molesto por el atentado a @samar. 2De aquí no se mueve nadie, sin @samar no nos vamos, no lade"aremos sola ni por un instante.5 Aíctor, !ichicho, /mma, <ahir,DB arlos, 4loris, <orle y todos los silvestristas guardaron silencio,tenían el mismo sentimiento, pero no tenían la $uera de Palterpara expresarse en ese instante, la gran mayoría estaba agotadade tanto bailar.

Borge contempló las blancas baldosas del suelo del hospital, losmédicos a+n no les daban un dictamen sobre la salud de @samar,se sentía cansado, abatido por no haberla encontrado antes, sesentía culpable de cuanto pudiera pasarle a su amada Bulieta. 2Ni si$uiera un beso le (e !a!o5 pensó entristecido.

0as en$ermeras lo de"aron pasar a la habitación de cuidadosintensivos donde estaba la silvestrista. Bavi y Daniela entendíanque no podían pasar todos y aguardaron en la salita de espera.Borge entró a la habitación sin hacer ruido. 6na "oven p(lida

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estaba cubierta de s(banas blancas, sus o"os estaban cerrados yla rodeaban un sin $in de cables, un olor a chocolate reinaba en la

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habitación y por primera ve en muchos años, enormes l(grimascorrieron por el rostro de Borge. 2Es ella" es ella" mi ama!a %ulieta" mi Isamar1@   7cercó una silla met(lica al lado de lacabecera de la muchacha dormida, tocó ligeramente su manoderecha y se sintió loco de amor por ella. 27penas si te he vistoen mi vida pequeña, y ya estas tan adentro que no puedo vivir sinti, despierta5 susurró arrana. 0a vio dormir tan placidamenteque dudó que estuviera envenenada como le había dicho el

silvestrista, se veía en$erma, pero tan bella como el día en que laconoció.

/lla al sentir el calor de su mano despertó, y por primera ve sevieron a los o"os.

- #3e duele% Di"o ella.

- !or Dios has despertado @samar, vas a estar bien, loprometo.

- Borge '(lvate t+. >e amo, s(lvate t+.

- ;ué dices mi amada, sin ti no hay salvación. < dos l(grimasbrotaron de sus o"os.

- &o llores, no puedo verte llorar. @sa hablaba en un tono

muy ba"o, y Borge se acercó a sus labios para escucharlame"or, pero $ue inevitable, la vida apremiaba, y él lleno deun amor inexplicable, la besó.

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6ERE5 /ARRAN5A

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7 las cuatro de la mañana un muchacho delgado con las manosen los bolsillos, se paró a las puertas del hospital, y todos lossilvestristas corrieron a su encuentro, ya había un dictamenmédico, y !ére arrana lo tenía.

- #1abla por Dios% Di"o Palter.

- ¿;ué ha pasado arrana !reguntó !ichicho.

- ¿;ué dicen los médicos @nsistió /mma.

< todos los silvestristas comenaron hacer preguntas a la ve./sto tiene que saberlo 'ilvestre, que alguien lo busque. Di"o un "oven entre la multitud.

- alma muchachos, calma, ya los médicos han dado con lo quetiene @samar. !ueden estar tranquilos, todo esto no ha sido m(sque un susto. ;uiero agradecerles a todos por su apoyo, puedenirse a descansar tranquilos, @samar est( $uera de peligro.oncluyó el muchacho con su me"or sonrisa.

0os silvestristas gritaron emocionados, muchos aplaudieron y de

pronto, todos abraaron en montonera al lente del silvestrismo.- Bavi se hio escuchar entre los presentes. !ero Borge ¿;ué

tiene @samar ¿&o $ue envenenada

- &o querido hermano, @samar no $ue envenenada.

- /stas viendo Bavi que eres un exagerado. 0e reprendióDaniela.

- @samar lo que tiene es hicungunya. Declaró Borge !érearrana.

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< ante la carca"ada de todos los silvestristas presentes, Palter;uintero, un hombre que había pensado en hacer hasta una

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cacería a los opositores del silvestrismo, se llenó de las $uerasque le quedaban para hacer a la multitud la pregunta de lamadrugada.

- Ae muchachos ¿;ué es el hicungunya

0os silvestristas muertos de risa, lo abraaron, todo no habíasido m(s que un gran susto, y una ola de rumores que no teníanni pie ni cabea. Bavi se sintió dichoso de haberse equivocado.

- Palter ahí tienes a tu enemigo. Di"o Aíctor. /l responsablees un mosquito.

>odos los presentes se abraaron los unos a los otros, la hermanasilvestrista estaba $uera de todo peligro.

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 A4UAS DEL 4UATA6URI 

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7na al amanecer del veintinueve de noviembre, cuando todosdescansaban en sus habitaciones, abrió sin hacer ruido la puertade madera de la casa de 3aria lara, para cruar la calle endirección a la 'irena Dorada del 4uatapurí. 'alió descala yllevaba puesta una hermosa manta Payu+ de color blanco. 0a

brisa de la mañana le alborotó los negros y largos cabellos, eranlas seis de la mañana y el valle del cacique 6par, a+n dormía. <ael sol iluminaba con sus rayos la hermosa 'irena de 1urtado. < alverla, 7na recordó su "uramento de ser $eli, de olvidar todoaquello que le hacía daño, y se sintió a salvo cerca de aquellasaguas heladas.

aminó entre las piedras hasta llegar a una enorme roca $rente la

bella )osario 7rciniegas, la niña hecha mu"er que custodiaba lasaguas m(gicas que ba"aban de la nevada. 7llí de pie, la encontró'ilvestre.

- #7na% Di"o él.

uando ella lo vio sin pensarlo dos veces se lanó a sus braos,creyéndose en uno de sus sueños, lo besó, sin importar que $uerarealidad o no. 0o besó aunque sus vidas $ueran distintas, aunque

no podía pertenecerle por completo. Dos l(grimas brotaron de susenormes o"os negros.

1ay besos que son inevitables, porque el destino ha establecidoque deben ocurrir y nada ni nadie lo puede cambiar.

7na lo miró a los o"os, sus hermosos o"os amarillos brillaron paraella* y él sonrió al tenerla entre sus braos. /lla siempre sería su

$an, y nada en la vida lo podría modi$icar, el destino estabaescrito.

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- 7l $inal yo gané, porque te conocí. Di"o 'ilvestre con la vom(s dulce que ella haya podido escuchar. 7na eres mía

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estés donde estés, hoy mañana y siempre ser(s mía, solomía, porque me seguís gustando.

- #>e amo% 'usurró ella.

< 'ilvestre, la besó.

6na libélula ro"a , posada en la 'irena Dorada del 4uatapurí revoloteó por el cielo y los rayos del sol penetraron sus alastransparentes, de"(ndose llevar por las brisas que ba"aban esamañana desde la 'ierra &evada de 'anta 3arta, se posó sobrelos hombros de 7na.

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SE4UI.OS IN8I/TOS

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!ichicho consiguió por $in un buen empleo, y aunque ha su$ridomucho por estar le"os de su $amilia y de su hogar, sigue invicto,luchando por sus sueños. >iene la gran $ortuna de contar conamigos como Palter ;uintero y Aíctor !inón, ellos cuidan del$antasma del &ovalito y del lub 'ilvestrista 0a )evolución de8ucaramanga. 7 veces suele tomar las me"ores decisiones gracias

a su moneda de la suerte.0a moto apareció y Aíctor nunca m(s volvió a de"arla en elcamión de nadie, el silvestrista que se la había llevado, lo buscóhasta encontrarlo, así que sigue asistiendo a los conciertos en sumoto ro"a, y crua olombia con el copiloto m(s loco del mundo,el gran Palter ;uintero.

/mma y <ahir, lograron no solo ir al 0anamiento de 'igo @nvictoen Aalledupar, sino que el club del 8atallón 'amario, desde ahoray para siempre, ha quedado grabado, en el coraón de su artista,convirtiéndose en el GFIE, en el lub 'ilvestrista del 7ño.

<aliana de"ó de ser una ermitaña, decidida a apoyar al lub'ilvestrista de >aganga, y hoy por hoy cuida de sus silvestristascon el mismo amor y cariño con el que cuido a 7na.

!ére arrana camina por las noches tomado de la mano de lamu"er que ama, y ellos escriben su propia historia de amor,porque el silvestrismo es el mayor contador de historias.

/n >urbaco el silvestrismo es tan $uerte que crece día a día* ysiempre tienen tiempo de visitar a la anciana de la ri$a y a losqueridos !alito, >omate y 4oyito.

&ini actualmente est( sometida a terapias para recuperar suvisión, y existen gastos que son cubiertos por 'ilvestre a travésde la undación de 'ilvestristas de oraón grande, que apoya ainnumerables silvestristas y niños con di$erentes di$icultades

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económicas y médicas, ella poco a poco recupera el porcenta"e desu visión y estoy segura que pronto volver( a caminar por las

l d t d l d l d id

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playas de artagena de la mano del amor de su vida.Qatherine !orto, me"or conocida como 0a !echy, lucha día a díapor ser $eli, y con su e"emplo nos llena a todos de $elicidad y$uera. 6na ve le di"e que nuestra $uera estaba en ella, y que siella seguía adelante, nosotros también lo haríamos. 3e tranquiliaque no solo cuente con el me"or lub 'ilvestrista del mundo,como es el de ienaga J 3agdalena, sino que tiene el (a8or

=ngel que pue,e tener alguien6 (e reiero a su (a(=,quien es el e"emplo de mu"er m(s grande que he visto en mi vida,el amor que entrega a su hi"a y a todos los silvestristas es +nico.'i alguna ve te encuentras en iénaga- 3agdalena, no de"es devisitar el cuartel silvestrista m(s hermoso que existe, allí no soloencontrar(s a 20a !echy5 cantando las canciones de 'ilvestre,sino una madre que cuidar( de ti como tu propia madre.

>odos los silvestristas sin excepción siguen invictos, desde8ucaramanga hasta artagena, de 'ur a norte, desde el 1uilahasta 8ogot(, de Aillavicencio al 3agdalena, todos luchan día adía por su silvestrismo del alma, por sus sueños, sus grandessueños.

olombia, Aeneuela, /cuador, hile, 7rgentina, !er+, 3éxico,/stados 6nidos, /spaña y por toda /uropa, millones de historiasque me son imposibles de contar, pero que puedo resumir en la$rase de nuestra querida 7na= 2No a: nada =,e elsilvestris3o no 2,eda 6,rar.5

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E67LO4O

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>iempo después del lanamiento de '@4? @&A@>?, 7na abría lapuerta del lugar donde había vivido con 3athias, no $ue unasorpresa ver que las cosas de él ya no estaban. /ncendió elcomputador y colocó las canciones de 'ilvestre para espantar sustristeas. /n lugar de desempacar su bolso, llenó dos maletas conla ropa m(s ligera que tenía, y algunos pares de apatos. 'acó

s(banas blancas de las gavetas y las $ue colocando en losmuebles, en los estantes, en la biblioteca, en el comedor.

- <o solo puedo vivir en Aalledupar, este lugar ya no mepertenece. Di"o ella.

7na había decidido irse a vivir a olombia, en el +nico lugardonde se sentía en casa, 2/l Aalle del acique 6par5. De"ó los

$antasmas al cerrar la puerta con llave, y ni siquiera volvió lamirada atr(s. on la ayuda de 3aria lara, consiguió alquilar unapequeña casita, en $rente a la librería del Aalle, y a la entrada sunuevo hogar un hermoso añahuate le brindaba su sombra, 7nano podía pedir m(s, lo +nico que su coraón lamentaba era haberde"ado los libros de su padre en Aeneuela. on el +nico quehabía cargado en el largo via"e, $ue con el libro de 4abo.

6na mañana cruó la calle y se detuvo a ver los libros deexhibición de la librería, cuando un "oven de mirada cansada yhermosos o"os amarillos le brindó una sonrisa.

- 'iempre he pensado que los libros en la vitrina deexhibición no son excelentes. 0os me"ores los encuentrascuando entras a la librería. Di"o el Boven.

- 'í, claro, lo me"or es buscar y encontrar. Di"o 7na.

- ¿!or qué no pasas !reguntó él.

7na no podía de"ar de ver los o"os del "oven. 2Sus oos" los oos!e Silvestre15 !ensó. 7l entrar en aquel lugar un señor mayor

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estaba organiando los libros. /l "oven lo saludó in$ormalmente y7na comprendió que eran padre e hi"o.

¿>raba"as aquí !reguntó 7na

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- ¿>raba"as aquí !reguntó 7na.- 'í, así que podemos decir que somos vecinos.

7na sonrió ante su amabilidad, y se distra"o entre los estantesrepletos de libros.

- &o me has dicho tu nombre. Di"o el "oven tras ella.- &o me has dicho el tuyo. ontestó 7na.

- 3e llamo 7ndru.- <o soy 7na.

uando ella estrechó su mano, sintió una especie de electricidadal tocarlo, sus manos eras suaves y blanquecinas. 0os o"os de7ndru se clavaron en 7na.

- 3e recuerdas a alguien que quise mucho. Di"o 7ndru. < unasombra cubrió su mirada dorada.

- >+ también me recuerdas a alguien a quien amo. Di"o 7nabrind(ndole una radiante sonrisa.

6n año después del día en que 7na conoció a 7ndru, en la !laa7l$onso 0ópe de Aalledupar, un "oven doblaba su rodilla derechay abría una pequeña ca"ita aterciopelada de color ro"o. uandoella abrió la ca"ita, contempló una hermosa sorti"a de

compromiso, que a di$erencia de otras, la gema no eratransparente, sino ro"a, $n desl$mrante r$ para $nasilvestrista. 

- 7na, mi amada 7na ¿7ceptas casarte conmigo !reguntó7ndru.

Durante el tiempo que se conocieron ambos se habían hecho

cómplices, amigos y amantes, 7ndru aunque no era silvestrista, laacompañaba en todas y cada una de las locuras que 7na seinventaba para acercarse a 'ilvestre, por su amor al silvestrismo

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7na recorrió innumerables pueblos y por su manera de ser, 7ndruestaba convencido que solo una gema ro"a podría darle un sí.

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6na libélula intensamente ro"a se posó sobre 7ndru , 7na sesorprendió de verla allí como símbolo inequívoco de un amoreterno. 7na contempló al hombre del que se había enamorado,miró sus hermosos o"os amarillos, y la respuesta $ue una y +nica.

- #7cepto% ontestó 7na.

7ndru enamorado de ella la abraó, y ella enamorada de él, lobesó, no había que renunciar al silvestrismo, ni tenía queesconder lo que sentía por 'ilvestre. 7ndru no tenía que esconderante ella sus sentimientos pasados ni ocultar los $antasmas que lepesaban, ella podía ser 7na la 'ilvestrista, y el podía ser 7ndru ellibrero de una tierra m(gica donde los duendes, las sirenas,rancisco el 1ombre y las 3arías 3ulatas conviven entre el mito yla leyenda, los dos se sentían a salvo en la tierra de acordeones,

los dos eran uno solo.

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LAS SIRENAS DE

"UR$ADO

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Marl:n Be6erra Berd,go

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 * todos los escritores, compositores y poetas

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5e una tierra con la que so0é despierta.

6arlyn 7ecerra 7erdugo.4

ANDRU ESTE0AN 8IR8IES/AS

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 ANDRU ESTE0AN 8IR8IES/AS

0os (rboles entonaron un canto de vida que disipó las sombrasde la noche, soltando al viento el dulor del rocío en las ho"as.!("aros de colores trinaban a$errados a las ramas, algunos

susurrando a sus crías en los nidos, otras silbando canciones deamor, buscando un compañero. >odos habían perdido laesperana de reencontrar el (rbol de cañahuate donde habíannacido, ese de $inas ramas y tronco blanquecino, que se vistepara la primavera del color del sol, un (rbol digno de los diosespaganos, poderosos en el mediterr(neo, que desde el olimpo,atentos y silentes, observan el valle de las hadas y las sirenas.

/ntre los cantos de la mañana, un muchacho de cabellos oscurosy o"os pro$undos, idólatra de esos dioses, observaba a un ancianode mirada triste y alma cansada, su seme"ana a un rapsoda se leanto"aba extraordinaria, un 1omero cansado por los años detraba"o, el hombre m(s que inmortal, se a$erraba a la vida alsu"etar entre sus manos, una taa de ca$é humeante.

7llí sentado en la banca de la plaa del pueblo, el "ovenescuchaba atento los susurros del viento, voces que llenaron sumente de recuerdos. Aio en ellos a su abuela @sabela, la imaginóa+n con vida, con su libro de ho"as amarillentas, encerrada en elluto de los años, apretando incansable el abanico que espantabasus recuerdos y sentimientos m(s oscuros. 0a abuela solía mirarlocomo si deseara explicarle la vida en segundos.

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/l canto de una mulata de negras plumas y pico astuto, lo atra"oa la realidad, un ave vestida como los cuervos, aunque muchom(s pequeña. 0a tenía tan cerca, que pudo agarrarla, peropre$irió sentir su presencia y ver como brincaba de una patita en

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otra, buscando ramitas para su nido de amor.

/l "oven se sintió observado por la 3aria 3ulata.

J #3i cuervo $avorito% 3urmuró sosteniéndole la mirada.

/n sueños le sacaban los o"os, al igual que los cuervos a loscad(veres abandonados a su suerte. /l ave aleteó en pos de unamante y la ramita del nido cayó en el despegue. /l muchachonavegó en el mar de su conciencia. ;La )%erte se enca)ina

#asta %n senci!!o +a!!e donde a !as a+es estHn en!%tadas<.!ensó.

/sa mañana la tienda ompae hipuco estaba cerrada, al igualque la pequeña librería de 7ndrés, a+n era temprano, hasta parael incansable de su padre. &uevamente la brisa de la nevadaacarició los (rboles haciéndolos sonar con sus susurros. /lmuchacho comparó en un instante, al sonido de los (rboles conmurmullos de almas errantes, al olor del valle con el olor de unanube "ugosa, al anciano del ca$é con el ;ui"ote sin 'ancho.Dis$rutaba de las mañanas tranquilas sin parranderos nisilvestristas que perturbaran sus pensamientos, amaba la m+sicavallenata propia de aquella tierra, pero su amor era m(s intensopor los sonidos propios del pueblo donde nació. 0os $an(ticos de'ilvestre Dangond revolucionaban la ciudad de tal $orma, que el "oven se sentía a salvo en el silencio del viento de esa mañana.

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- ¿!uedo sentarme !reguntó una "oven. ¿!uedo sentarme@nsistió ella turbando sus pensamientos.

- #!erdón% 3urmuró el muchacho. 6n olor dulce le llegópreciso e intenso, no era la piel de la "oven, p(lida y

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delicada de quien emanaba aquella dulura, sino de unaca"a de chocolates que llevaba en las manos.

- ¿;uieres chocolate 'onrió la "oven. !or dentro tienen "ugode uva. 'on muy buenos para empear el día.

- 'í, gracias. ontestó él.- ¿!or qué ser( que cuando se come algo tan rico, no hay

nada que decir !reguntó ella ante el silencio entre los dos¿'abes qué es me"or que el chocolate- #&o% 3urmuró el "oven, contemplando el cabello ondulado y

ro"io de ella, como si la lu del sol se posara en cadahebra. ?bservó los o"os verdes y penetrantes de ella,sintiéndose desarmado por completo.

- 3is amigas silvestristas, me han dicho que el chocolate esel sustituto del sexo. 6na enorme sonrisa a$loró de sus

labios ro"ios y carnosos. #Disculpa tengo que irme% JDi"oella. 'e me ha hecho tarde, gracias por el rato decompañía.

'e levantó ligera como una liebre. l no le había dicho su nombrey tampoco sabía el de ella.

@nmutable se quedó viendo como se ale"aba, con la gracia yelegancia de los gatos, llevando su larga cabellera naran"a le"osde él. uando asimiló que ella se había marchado, se quedo allí sentado, con el sabor en su boca del chocolate, soñandodespierto, identi$icando a cu(l persona"e de los libros se parecíam(s, intentando darle un nombre, pero solo vinieron a su mente,las &(yades de los griegos y sus suspiros se unieron al susurro delos (rboles.

/l anciano ya no estaba.

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7 la mañana siguiente, el olor del valle era el aroma a (rbolesvivos. )espiró al dulce río 4uatapurí, e imaginó el sonido de lascristalinas aguas, ba"ando por el caudal de la nevada aAalledupar. >odo le llegaba per$ecto. /l silencio era absoluto, las

l h bí b d d i d l d b l

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aves lo habían abandonado, ignorando que algo andaba mal en suser, no quiso oír su vo interior. ;&e fa!ta e! oKigeno co)o ene! "a%ti!%s@* !ensó, recordando sensaciones al leer a B. Aerne.

'e sentía casi sin oxigeno, esperando a la muchacha de loschocolates del día anterior, sentado en la misma banca de laplaa, miraba su relo" cada dos segundos. 'olo quería un nombre,ver el sol en sus cabellos cobrios, inhalar el olor de su pielp(lida.

?bservó a las personas que iban y venían para dirigirse a sustraba"os y los m(s "óvenes a sus colegios. /l anciano del ca$écumplía con su ritual necesario de seguir esperando. ue unamañana sin cuervos y su ausencia lo incomodó. /ra de malagOero.

De pronto ella estaba ante el muchacho que con tanto a$(n laesperaba. 0a "oven llevaba el cabello ro"io recogido en una grancola de caballo. 'u vestido de corte amplio en los hombros,delicado y de color blanco, de"aba ver las pecas ro"ias de loshombros que le adornaban la piel.

- #3i nombre es abiola% Di"o sonriendo. Disculpa mi apurode ayer. Debía cumplir con alguien y lo había olvidado,siempre ando pensando en lo que no debo y me disperso,tengo dos hi"os inquietos que debía recoger del veterinario.

- 3e llamo 7ndru /steban Airviescas, ¿>ienes hi"os

en$ermos, te ves muy "oven para ser madre.- #?1% &o, son mis gatos, son como mis bebes, adem(s a losniños no los llevamos al veterinario J Di"o sonriente - >ellamas ¿7ndru, tienes nombre inglés o es poco com+n.

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Di"o toc(ndole la nari con un ligero golpecito con el dedoíndice.

- #>ienes raón% 'olo escuché la palabra hi"os* y sí es pococom+n, m(s no creo que sea inglés, siempre he pensadoque $ue un intento de mi madre por hacer de mí alguien

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que $ue un intento de mi madre por hacer de mí alguiendisímil.

- !odrías hablar claro, no tengo ni idea que sea disímil.'onrió abiola, enroscando en un dedo blanquecino unmechón de sus cabellos.

- #Distinto% 3i madre, hio de mi nombre algo di$erente.

- >u mam( debe ser muy linda, porque t+ eres hermoso7ndru.-

7ndru sintió en el rostro el calor de una hoguera, aunque $ueramuy temprano para tanto calor, sintió ganas de ir al río y deahogarse en él.

- #3e gustan los libros% 'oltó, arrepintiéndose de haberlodicho. 2El i!iota $ue solo tiene libros@  !ensó.

- < a mi me encanta el vino tinto. Di"o abiola #/xcelente sies un vino 7rgentino% !odríamos dar un paseo 7ndru, siquieres, pero no me hables de libros, eso me aburre,pre$iero la m+sica, sobre todo si es un vallenato de'ilvestre Dangond.

aminaron sin prisa, y para 7ndru $ue una completa agonía. adacentímetro de la piel de la "oven lo enloquecía, a medida quecaminaban se sentía torpe, y de pensamientos impropios. !ensóen besar aquel p(lido cuello, roar las pecas ro"ias, oler loscabellos de la mu"er teutona que lo arrastraba por la calle delpueblo.

Desde ese día se volvieron el uno para el otro. Durante un añoaquella mu"er $ue suya, aunque para él solo tuviera un de$ecto.

482

Silvestrista1@ !ensaba 7ndru /steban, cada ve que ellacoqueteaba descaradamente con el cantante m(s popular delmomento en los conciertos a los que tenía la obligación deacompañarla por ser su novio. ;"o +o a sentir ce!os? essi!+estrista nada )Hs <

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 si!+estrista nada )Hs*

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Oc(o años me (a lleva!o escribir sobre el personae !e An!ru" siempre pensaba $ue al'ome ,altaba por vivir" (asta el !ía en $ue conocí a Daniel Esteban 8irviescas@1

3arlyn 8ecerra 8. 

ANA

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 ANA

>iempo después una "oven de cabellos negros y enormes o"os,se detuvo a ver los libros de exhibición de la librería que quedabaen $rente de su casa, observaba detenidamente cada título, como

si buscara los libros abandonados por ella en su anterior hogar.

- 'iempre he pensado que los libros en la vitrina deexhibición no son excelentes. Di"o 7ndru a sus espaldas.0os me"ores los encuentras cuando entras a la librería.

- 'í, claro, lo me"or es buscar y encontrar. Di"o 7na.

- ¿!or qué no pasas !reguntó él.

0a muchacha se sorprendió al ver los o"os amarillos del "oven.;,%s o.os? !os o.os de ,i!+estre*< !ensó ella. 7l entrar en aquellugar un señor mayor estaba organiando los libros. /l "oven losaludó in$ormalmente y 7na comprendió que eran padre e hi"o.

- ¿>raba"as aquí !reguntó ella.- 'í, así que podemos decir que somos vecinos, t+ eres la

chica de en$rente, te vi llegar hace pocos días.

/lla sonrió ante su amabilidad, y se distra"o entre los estantesrepletos de libros.

- &o me has dicho tu nombre. Di"o el "oven tras ella.- &o me has dicho el tuyo. ontestó la muchacha.- 3e llamo 7ndru /steban Airviescas.

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- <o soy 7na.

uando ella estrechó su mano, sintió una especie de electricidadal tocarlo, sus manos eras suaves y blanquecinas. 0os o"os de

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7ndru se clavaron en 7na.

- 3e recuerdas a alguien que quise mucho. Di"o 7ndru. < unasombra cubrió su mirada dorada.

- >+ también me recuerdas a alguien a quien amo. Di"o 7nabrind(ndole una radiante sonrisa.

- /s bueno saber eso, creo que entonces las condicionesest(n dadas para ser los me"ores amigos del mundo. ¿>egusta leer !reguntó 7ndru /steban.

- #3e encanta% ontestó 7na. 3i autor $avorito es 4abriel4arcía 3(rque.

- #/l maestro% /xclamó él.- ¿!endón- 4abo es el maestro de los maestros, mi abuela @sabela

solía tener ien 7ños de 'oledad entre sus manos, como sise tratara de la 8iblia misma, lees al m(s grande de losescritores de 0atinoamérica, y eso me agrada. 7ndru nopodía parar de sonreír, cada dos $rases o comentarios, unacarca"ada emanaba de su ser. 7na se le anto"aba idéntica ala mu"er que m(s había amado.

- ¿7 quién te recuerdo 7ndru !eguntó 7na.- 7 mi madre. ontestó él. >ienes los cabellos como ella,

negros y muy largos, solo que mam( tenía los o"os aules,casi grises.

- ¿>enía- 3i madre ya no est(.- 0o lamento. 3urmuró 7na agachando la cabea.- 0arga historia, pero no te a$li"as, te ves m(s bonita cuando

sonríes niña.

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/ien años !e Sole!a! !e 4abriel 4arcía .&r$ue#" lo leí cuan!o apenas tenía V años" ver el mun!o !e .acon!o a esa e!a!" ,ue (acer !e mi mente un lu'ar !on!e to!o sería

 posible@ 3arlyn 8ecerra 8.

.ARIA /LARA

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!or las tardes 7na visitaba a su amiga 3aría lara en la enormecasa del 4uatapurí, donde siempre entraban y salía huéspedes.'olían tomar ca$é y conversar hasta entrada la noche cuando Bosé0uís, llegaba con enormes paquetes de comida para la clientela.

- hinita te estas poniendo muy $laca, deberías alimentarteme"or, van a decir que viniste a morir de hambre al Aalle.

- &o digas bobadas Bosé 0uís, estoy bien. ontestó 7na. !erono me eno"o si haces la cena y me de"as hablar con tumu"er.

- #3u"eres% 'olo est(n pendientes de chismear. &i modo, hoyles cocino yo. Di"o Bosé 0uís mostrando todos sus dientesen una sonrisa $ingida.

- &o te eno"es con él 7na. Bosé 0uís vive pendiente de ti, yno miente, estas muy delgada ¿!asa algo ¿/s 'ilvestre

- /stoy bien, por qué siempre crees que es por 'ilvestre.- !orque te conoco, no eres la misma cuando no andas

silvestriando 7na, y eso, no est( bien, debes enamorarte y

tener tu $amilia, ya es tiempo.- 3aria lara, creo que con lo que pasó con 3athias es

su$iciente, por ahora quiero estar sola, adem(s me quieroocupar de cosas como la revalida de mi título, conseguir unempleo y rehacer mi vida en Aalledupar.

- /so es cierto. ¿7na hay algo que no me has contado

3aria lara era una muchacha extraordinariamente observadora,y sin pelos en la lengua, decía lo que pensaba desde que secasara con Bosé 0uís, los dos habían construido un hogar sólido,un hogar vallenato, porque en el valle no existía una casa m(s

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escandalosa que aquella. !or las noches 3aría lara sonaba a'ilvestre Dangond a todo volumen.

onocí a alguien, creo que vamos a ser buenos amigos. on$esó7na.

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- ¿/s silvestrista

- &o. Di"o 7na levantando levemente sus hombros.

- &adie es per$ecto. Di"o 3aria lara, soltando una estrepitosacarca"ada.

- &o digas tonterías, solo somos amigos.

- 3i queridísima 7na, uno no se enamora de los enemigos.

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  .aria /lara es una Silvestrista $ue me escribi9 (ace al'Mn tiempo atr&s" su ,orma !eeCpresar su cariño por Silvestre" me llev9 a incluirla como personae en esta (istoria" ellaal i'ual $ue %os3 Luís Torres" son mis ami'os incon!icionales" %os3 Luís es (ombre m&salto $ue cono#co en mi vi!a1@ 3arlyn 8ecerra 8.

SI.6LE.ENTE A.I4OS

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SI.6LE.ENTE A.I4OS

/sa tarde 7ndru contempló el cañahuate que daba sombra a laentrada de la casa de 7na. 2 AMn no ,lorece5 pensó. 1io algunosgolpes a la puerta, hasta que ella contestó con un grito que daba

a entender que ya abría. /lla sostenía un libro de derecho y losaludó con una enorme sonrisa.

- ¿/studiando- )evalida de título, t+ sabes.- ¿!aseamos /l sol ya ba"ó y prometiste acompañarme al

4uatapurí un día de estos. 7divina 7na ese día es hoy.

7na y 7ndru, pasearon por las calles del valle, ella tenía díasqueriendo hacer una pregunta que se le anto"aba est+pida, peronecesaria. 'in embargo no se atrevía a $ormularla, se habíanhecho buenos amigos, aunque él no $uera silvestrista, y legustaba ver sus o"os por la tarde, ellos le recordaban que alg+nlugar del mundo, existía un "oven con aquellos mismos o"os,luchando por cada uno de sus sueños, no podía evitar pensar en

'ilvestre.

- 7ndru disculpa por meterme en tu vida personal, pero¿>ienes novia

- 'í 7na, tengo novia, ¿&o te he hablado de ella- #&o%, no lo has hecho. ontestó 7na, sintiendo calor en sus

me"illas, la pregunta estaba hecha y había sido respondida. 2No me 'usta esta respuesta5 !ensó 7na.

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7ndru /steban, tomó el tema como quien habla de un tesoro,expresando con claridad lo mucho que amaba a la mu"er de sussueños, y lo per$ecta que era, aunque los s(bados, su amadanovia se ausentara todo el día, por estar en interminablestratamientos de bellea, que él consideraba como algo normal,

" t i l ll d ibí bi l

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para una mu"er tan excepcional como ella, describía a abiolacomo una diosa mitológica.

 2.e ima'ino a una arpía5 pensaba 7na al escuchar aquelladescripción que rallaba en la idolatría. /ra evidente que 7ndruestaba enamorado m(s all( de sus $ueras, de aquella increíble

mu"er.

- ¿>+ tienes novio 7na- &o.- 7lguien de quien quieras hablarme.- &o.

!ermanecieron en silencio por un tiempo, pero al llegar al puentedel río 4uatapurí 7na salió corriendo rumbo a la 'irena Dorada, y7ndru la siguió como si $ueran dos niños "ugando a las carreras.7na trepó a una enorme roca, recordando la +ltima ve que vieraa 'ilvestre, y se sintió $eli de vivir en aquella tierra. 7ndru lasacó de sus pensamientos intentando arro"arla al agua,

resbalaron y ambos cayeron a las aguas del 4uatapurí. 0as aguasheladas los recibieron de tal $orma que 7na gritaba pataleando= 2Buro que voy a matarte.5 7ndru nadó tranquilamente viendocomo su amiga chorreaba en la orilla. 2&o seas llorona5 contestóa sus gritos. !asaron la tarde intentando secarse. 7na no hacíam(s que mirar lo mo"ados que estaban sus apatos ro"os. ;Los

 >a'atos de !a Cenicienta si!+estrista< !ensó ella, aunque solose sintiera como un perro mo"ado. 7ndru no paraba de reír.

uando 7na se quedó viendo su $orma de brillar, sintió ganas detocarlo pero no se atrevió a hacerlo. 26arece un !ios mitol9'ico5 

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!ensó 7na, y no pudo sostenerle m(s la mirada. 2No Ana no esun !ios" ) simplemente somos ami'os.5 'e reprendió así misma.

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LA SIRENA DE HURTADO

7l atardecer 7na le pidió a 7ndru que le hablara de su mam(, no

quería irse de aquel hermoso lugar e intentó sacarleconversación, no importaba que tuviera novia, esa tarde solo setrataba de ellos dos, y la tal 2abiola5 estaba ausente.

7na para ser sincero todo lo que pasó con mam( es muycomplicado y extraño, todo comenó cuando mi padre me di"o undía que ella estaba en$erma, el médico di"o que era depresiva yque todos sus problemas de aislamiento eran por su estadomental. 2Ella (a !ea!o !e leer ) !e (ablarme1 >ue no me (ablelo pue!o soportar" pero el (ec(o $ue no lea me alarma" era lo$ue m&s le 'ustaba ) a(ora solo mira por la ventana5. Di"o mipadre una tarde en que ya no sabía que hacer por ella. /semismo día entré en la habitación de mam(, y me senté en sucama. /lla se mecía en su silla al pie de la ventana y no apartaba

la vista de los (rboles de la calle. /staba vestida con una bata arayas aules, siempre tenía el cabello suelto, era negro aabacheal igual que el de mi abuela @sabela y tan largos como tuscabellos 7na.

- /l día en que naciste. Di"o mi madre. 0loré toda la noche,eras tan $laquito e inde$enso, que no sabía si yo podríacuidarte. 1oy vienes a cuidar de mí, pero hi"o, pierdes tutiempo, al igual que tu padre. 3i mente est( en$erma y nohay vuelta atr(s, ella nunca me ha hecho caso alguno en

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realidad, lo que tengo no se remedia con pastillitas decolores. >enías tres días de nacido cuando me imaginé quete de"aba caer y veía como sangrabas y morías ante mí, yo

te había arro"ado seg+n las im(genes que pasaban por mimente. Después de esa noche no volví a cargarte "am(s.&o entiendo cómo siendo tu madre pude ver cosas tan

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&o entiendo cómo siendo tu madre, pude ver cosas tanespantosas.

<o sentía que había perdido a mam( para siempre, estabaatormentada y no tenía idea de cómo ayudarla. 7na a veces

amamos tanto a nuestros $amiliares que somos incapaces deentender qué es lo que realmente necesitan en sus vidas.

- &unca te hice daño. Di"o mi madre. &i nunca te lo haré,primero me mataría antes que tocarte, pero mi mente mehace ver cosas horrendas. !or eso de"é de leer ya no quieroimaginar nada m(s. /sto nunca se lo había dicho a nadie yno quiero que lo sepa tu padre, él no merece saber que

tiene una loca por esposa.

!ermanecí callado 7na, yo amaba a mi madre y queríaentenderla, estar allí no para "ugarla, simplemente la miré conamor, era lo +nico que podía hacer.

- #7ndru%, Di"o mam( ¿7lguna ve te conté sobre la 'irenade 1urtado

- &o mam(. ontesté. !ero me sé el mito.- &o hi"o. Di"o ella. &o es un mito, es la m(s pura realidad,

de"a que te cuente a mi modo la historia y lo entender(s.Di"o mi madre echando su cabea hacia atr(s. Desde niñame bañé en las aguas del río 4uatapurí, tu nona siempre

me llevaba los domingos a medio día después de misa, ellaera muy buena madre, traba"ó toda su vida para que yoestudiara y para que no me $altara nada y $uera como mipap(, un amante de los libros, característica que en

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realidad has desarrollado t+. /lla siempre me sacaba delagua diciendo= 2Luisana )a est& bueno por (o)" est& $uecae el sereno ) si no (aces caso" viene La Sirena !e

Hurta!o ) te lleva@ . 'iempre me salía del agua eno"ada conmam(, porque me interrumpía en pleno "uego.

6n día en el que no me quería salir, mi madre me contó la

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6n día en el que no me quería salir, mi madre me contó laverdadera historia. )osario 7rciniega, era una linda niña decabellos ro"ios y o"os claros, le gustaba mucho bañarse enese río. omo acostumbramos los católicos, los "ueves yviernes 'antos, son sagrados y hemos prohibido a lo largo delas generaciones, bañarse en el río esos días, pero )osario nohio caso y un "ueves santo, sin que su $amilia lo advirtiera, se$ue a orillas del 4uatapuri, al poo de 1urtado y desde unaroca, se lanó a nadar, luego cuando se dieron las dos de latarde, no pudo salir del agua, sus piernas no respondieron solo$lotaban, pensó que estaba atrapada, deba"o del agua algobrillaba, eran escamas, por lo que sumergió la cabea paraver me"or, cuando de pronto vio una cola de pescado que se

movía dando coletaos, la tocó y se dio cuenta horroriada, deque era parte de su cuerpo.

/n el !oo de 1urtado, )osario 7rciniega se había convertidoen una sirena. 0os padres al ver que la niña no aparecía$ueron a buscarla por el río pero no la encontraron. /l viernessanto ya la daban por muerta pero, seguían busc(ndola, sucuerpo debía salir a $lote si se había ahogado. 7l salir el sol, enla roca donde se había lanado, la vieron con su cola de pe, ya la vista de todos, se ambulló en el río por +ltima ve. 1aymuchos pobladores que dicen haberla visto.

#0uisana% 'alte o te vas con ella, di"o tu nona. <o me había

quedado helada 7ndru, desde siempre había visto a esa niñade o"os claritos, era realmente hermosa y mi me"or amiga, nome había dado cuenta que solo la encontraba en el río y nuncaen el pueblo ni en la escuela. /sa noche lloré amargamente,

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mi gran amiga era una sirena. Días después, $ui a las orillasdel 4uatapurí y me $i"é que la sirena dorada que hay en el!oo de 1urtado en realidad era igual a ella, aunque mas

grande y ya hecha mu"er. 0a llamé, le grite y no apareció,nunca m(s volví a bañarme en el río, sin embargo, durante elresto de mi vida la he oído llam(ndome 2Luisana ven a u'ar@ .

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'

7na, mi madre de"ó de soñar porque decidió tener una vida a laque la sociedad llama normal, su sueño era via"ar a los lugares

que leía en los libros, caminar por las ramblas de 8arcelona, ir aldesierto del 'ahara, ver un oasis, las pir(mides, quería errar porel mundo* sin embargo, cuando conoció a mi padre, todo cambió.

on el tiempo, por las noches, yo le de"aba un libro cerca de lacama, el cual no tocaba. 1asta que un día, haciendo un inventario

en la librería encontré 20as 3il 1adas de la 0una5, y no sé porqué, pero decidí llev(rselo esa noche a casa, al día siguiente, mimadre volvía a leer.

3e preguntaba en ese entonces si la abuela @sabela habíaconocido de la en$ermedad mental de mam(* porque cuandocreces rodeado de libros y de seres queridos como mi madre y miabuela, la vida es tan irreal. !uedo decirte que estoy seguro queen mí vida lo +nico real $ue el colegio.

on los días, se terminaron las obras de la autora, mi madrerecayó en sus depresiones. 6na mañana en que $ui a verla, laencontré con las piernas sobre la cama, se abraaba las rodillas,

un gato pequeño de color negro la acompañaba, lo que mepareció extraño, en la casa no había animales.

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- ¿3am( y ese gato- /s mía y no es gato, es una gata. Di"o.- ¿De dónde salió @nsistí.

- 0legó anoche por la ventana, se llama !ili. ue lo +nico quecontestó.

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/ra como contemplar un cuadro, ella sin hacer otra cosa que $i"arsus grandes o"os aules, en la calle del $rente. 'u cabello habíacrecido mucho, ya no se lo de"aba cortar. 'u "uventud nomermaba, era como si el tiempo no transcurriera. <o me sentí en

realidad abatido, era verla morir en un mundo de sombras, deespantos, se veía bella pero estaba muriendo en vida.

6na tarde mi pap( di"o= #>u mam(% >u mam(, no est(. <o $ui allevarle una merienda y no est(, ni en el patio, ni en los cuartos,la he buscado y no est(.

/ra la primera ve que desaparecía, me alarmé muchísimo,0uisana no tenía amigos, así que no sabíamos a donde buscarla.0e pregunté a todo el mundo, pero nadie me daba raón de ella,pasé horas busc(ndola por las calles y avenidas de Aalledupar. Derepente sentí escalo$ríos al pensar en el río, vino a mi mente,como cuando recuerdas un sueño, y tuve la certea de que ella,se la había llevadoC )osarioC 0a 'irena de 1urtado. /sa sirenaque nos observa desde su pedestal en este mismo momento.>odo $ue irreal.

orrí como nunca en mi vida, ya era de noche y estabatemblando. 7l llegar al puente del poo, grité, la llamé, pero nadie

respondió. 7unque era de noche, recuerdo que estaba claro, laluna llena se alada ante el valle.

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8a"é a toda velocidad por la calle que da a la plaa, al llegar a laorilla del río, me resbale por las piedras y me golpee, "usto antesde caer al agua helada, sentí raspones por todas partes, pero no

tenía tiempo que perder, ella se la estaba llevando, mi madreestaba allí o eso creía yo. De pronto, vi unos o"os amarillos queme miraban desde la otra orilla, sentí miedo pero me puse a

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nadar hasta los pequeños o"os, el agua me pellicaba la piel comopequeños palillos clavados por todas partes. 7l acercarme vi lagata negra de mi madre, era !ili, estaba seguro. 'eguí nadando,y al llegar a la orilla, ya no estaba el animal. 3e de"é caer en latierra, temblaba de pies a cabea, pero ya no era miedo, sentíaespasmos dentro de mí. 7llí devastado, no pude aguantar m(s ylloré, lloré como nunca, mi mam( estaba muerta. >an intensa eraesa sensación de soledad, que solo podía llorar y darla pormuerta.

El río 4uatapurí" !on!e se encuentra La Sirena Dora!a" es un lu'ar con el $uesoñ3 !espierta1 Siempre (e pensa!o $ue al morir" mi alma se $ue!ar& en esas a'uas ) 

 por ,in po!r3 ver a Rosario Arcinie'as5. 3arlyn 8ecerra 8.

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UN A.OR 6ROHI0IDO7

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7na escuchaba atenta cada palabra de su narrador, pero le erainevitable ver sus o"os amarillos, como si estos la hipnotiaran,observaba sus labios como si se tratara de un $ruto prohibido,intentando concentrarse para no llorar por la tristea que la

embargaba. 7ndru le producía una especie de ternura, de deseodesmesurado, su alma se debatía entre llorar o besarlo.

- /n realidad mi madre nunca apareció. Di"o 7ndru. &o haytumba alguna que yo pueda visitar y llevarle $lores* pap( labuscó por los pueblos cercanos hasta la alta 4ua"ira, peroyo sentí esa noche y hoy en día lo sigo sintiendo, mi madreest( muerta, se la llevó )osario 7rciniegas, 0a 'irena de1urtado.

Aarias l(grimas rodaron por las me"illas de 7na. 7ndru quisobesarla, pero no lo hio. 'olo le dio un pañuelo, el que siemprellevaba en el bolsillo posterior del pantalón.

/sa noche cuando logré regresar a casa. Di"o 7ndru. /ntré en lahabitación de 0uisana, el vació era insostenible, pero me armé decora"e y permanecí allí, de pie. >odo estaba en su lugar, sentí lanecesidad de recordar que ella había sido real. 'u olor allí puedopercibirlo, todavía permanece en ese cuarto.

7na lamentó mucho haber hecho que él hablara de 0uisana, podíaentender y creer lo que le contaba, ya que en su vida había

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tenido a Qennel, un alma errante que buscaba a su esposa e hi"ay que había elegido a 7na para que lo ayudara. 'abíaper$ectamente que en la vida existen cosas inexplicables, a las

cuales la gente suele darles nombres que ni pueden comprender,ella e incluso 'ilvestre, habían sentido la presencia de >eresa, yno era ilógico que una sirena de río pudiera llevarse a una mu"er,pensa eso e a menos dolo oso q e pensa en n s icidio

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pensar eso, era menos doloroso que pensar en un suicidio.

Si tuviera las ,uer#as necesarias para besarte An!ru@ !ensó 7na

al verlo taciturno. /res 'ro#ibido? eres %n a)or 'ro#ibido@*< recordó una hermosa canción de 'ilvestre que hablabaper$ectamente de este tipo de amor. Silvestre sabe to!o sobreel amor1@  !ensó.

De pronto 7ndru /steban, clavó sus c(lidos o"os amarillos en 7na,y su"etó entre sus manos gélidas el rostro de ella, el +nico sonidoque existía era el susurro del río 4uatapurí. 7mbos se sintieronatraídos de $orma inexplicable.

7ndru contempló los labios de 7na, ella temblaba de $río por nodecir que de miedo, que era lo m(s probable, ambos olvidaron aabiola, como si su sombra no pesar( sobre lo que estaban

sintiendo. 7na quiso detenerlo, pero no pudo, no quiso evitar queél roara su boca. 7na sintió ganas de desmayarse, "am(s habíasentido su propia alma de aquella $orma. 7l sentir los labios m(sdulces que "am(s la hayan tocado, ni siquiera pensó en el hombrea quién tanto adoraba, se anularon los recuerdos, las culpas, lasobligaciones.

'e besaron como si se pertenecieran desde siempre y para

siempre.

7na sintió en su nuca la mano $irme de 7ndru /steban, y en sumente con$esó .e 'ustas tanto@   tomó entre sus manos los

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cabellos de él intentando acariciarle el alma .e 'ustas tanto@ pensó 7na una y otra ve1

l envuelto en una especie de trance la besó como nunca habíabesado a una mu"er, no quiso detenerse, no pudo hacerlo y ladeseó como al aire mismo. 2 Ana" mi ama!a Ana@" pensó él.'intiendo la calide de aquella boca delicada, escuchando

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'intiendo la calide de aquella boca delicada, escuchando+nicamente el descontrolado ritmo de su coraón, con$undidoentre el amor y el deseo.

7llí delante de 0a 'irena de 1urtado al atardecer, nació un amorimposible, porque no se pertenecían, porque una parte del almade 7ndru era de abiola y porque una parte de 7na era de'ilvestre.

El !ía $ue conocí a Daniel 8irviescas" ,ue conocer ineCplicablemente a al'uien$ue (abía ima'ina!o por años" el color !e sus oos" amarillos@" tal cual como

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me (abía ima'ina!o siempre los oos !e An!ru" no pu!e evitar sentirme !entro!e esta (istoria@1 3arlyn 8ecerra 8.

*A0IOLA7na se ale"ó de 7ndru desde la tarde del beso en el 4uatapurí

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7na se ale"ó de 7ndru desde la tarde del beso en el 4uatapurí,lo sucedido no tenía explicación, ella lo sabía. omprendía laexistencia de besos inevitables, aunque sean de los que tecondenan al in$ierno, pero también comprendía que un beso nosigni$icaba que 7ndru no amara a abiola. 2>e estas complicandola vida5 insistía 3aría lara, 2acepta tu destino y que pase lo quetenga que pasar 7na5, su amiga insistía. 2'omos seres humanos,con debilidades y errores, pero que dentro de todo eso quesomos, sentimos con la $uera del alma y nada que te llene elalma puede ser malo5. 7na intentaba no escuchar a 3aria lara,durante años había sido sumisa, obediente, "am(s engañó a)a$ael, y siempre se comportó a la altura de su pro$esión, pero

aquello no le sirvió de nada cuando entendió que su novio amabaperdidamente a otra mu"er, o por lo menos se divertía con ella.7na quería creer que 7ndru no "ugaba a ser un seductor, y quesimplemente un beso, un beso no se le negaba a nadie.;Eng=@ate a ti (is(a a er :asta ,on,e llegas<  le decía3aria lara.

6na mañana cuando 7na se decidió por $in en presentarse en lalibrería de 7ndru, él no estaba y ella quiso comprar 2Del amor yotros Demonios5 de 4abriel 4arcía 3(rque, el libro $avorito de7ndru, cuando de pronto entró una "oven radiante, tan pronto7na la vio supo que ella era abiola, tal cual 7ndru la habíadescrito, alta, muy blanca, de cabellos cobrios y o"os verdes,7na sintió un golpe ba"o en el estomago, "am(s podría competircon la bellea de aquella mu"er. 2Don 7ndrés por $avor dígale a7ndru que pase por la casa por $avor5 Di"o abiola con unaenorme sonrisa, pero cuando observó a 7na, la miró condesprecio. Dio media vuelta y caminó con tanta elegancia que

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7na creyó que era la mu"er m(s vanidosa del mundo. 2.e mir9 por encima !el (ombre" $ui3n se cree para verme así 5. !ensó7na.

!agó el libro y se $ue a casa, al entrar en aquel lugar se sintió al d l i ti i t ñ

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salvo de cualquier sentimiento, aunque su casa era pequeña,tenía lo que tanto necesitaba, una hamaca ro"a donde pasabahoras enteras leyendo o estudiando para la revalida del título deabogado, un comedor con dos sillas, una biblioteca que poco a

poco iba cobrando la vida de la que de"ara en Aeneuela, uncuadro enorme de &abusimaNe adornando la pared blanca en$rente de su lugar de lectura. /ntró en la cocina se sirvió un vasode leche y alguien tocó a su puerta.

- ¿;uién es !reguntó ella.- 7ndru, abre por $avor. ontestó la vo al otro lado de la

puerta.- #!or $avor vete%- &o 7na, no me voy a ir, pap( di"o que $uiste a la librería,

hablemos.- Aete, también tu novia te busco hoy, ve con ella.- 7na por $avor, te debo una explicación.

7l escuchar esas palabras 7na abrió la puerta, lo miró como se

puede mirar al hombre que amas, pero con ganas de matarlo.

- ¿/xplicación 3e vas a explicar un beso, o vas a decirmeque $ue un error, porque si es así no necesitas explicarmenada.

- 7na te amo, lo que nos pasó en el río solo tiene esaexplicación, estoy enamorado de ti.

5

7na escuchó entonces las palabras m(s dulces del mundo, quisoabraarlo, besarlo, entregarle su coraón a la sombra delcañahuate, pero no lo hio, no podía hacerlo.

- 7hora vas a decir que amas a dos mu"eres, que estascon$undido y que te de tiempo, no 7ndru vete, t+ no meamas.

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- 7mo a abiola peroC 6n golpe repentino calló la vo delmuchacho, 7na aotó la puerta con tanta $uera que 7ndruse quedó sin aliento. 2No !ebí !ecir eso" so) un i!iota5 pensó el muchacho.

!asaron muchos días antes que volvieran a verse, 7na trataba desalir a la calle solo para lo necesario, estaba aislada entre suslibros como en los tiempos de )a$ael. 7ndru por su parte queríahablar con abiola y explicarle lo que le sucedía, pero no seatrevía.

- 7ndru mi vida ¿3e llevas al concierto de esta noche!reguntó abiola esa tarde. &o acepto un no porrespuesta.

- De quién se trata. )espondió malhumorado.- Del hombre de mi vida, 'ilvestre Dangond.- &o tengo ganas abiola, no me siento bien.

- 3e aburre que te pongas así, pero da la casualidad queesta ve no voy a rogarte mi bello, iré contigo o sin ti.

7ndru la observaba detenidamente, era tan bonita, "am(sninguna mu"er sería tan bella como ella* y a+n, así 7na tenía algoque le consumía el alma, decidido a no ceder, por primera vedesde que la conoció, no hio lo que se le anto"aba a abiola, y se

sintió libre.

51

/sa noche abiola duró horas ante el espe"o, como de costumbreno se vistió de ro"o, sino de blanco y estaba tan arreglada que notenía el aspecto sencillo y c(lido de un silvestrista. 2Esta noc(e te

robo un beso@1 6ens9 ella1 7l comprobar la per$ección de sumaquilla"e por cuarta ve, salió a las calles de Aalledupar. 2Nonecesito !e An!ru para ver a Silvestre" esta noc(e es nuestra@1

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52

LOS /ELOS DE UN 

SIL8ESTRISTA7quella tarde 7na salió de su encierro de días para ir a casa de3aria lara la vo de 'ilvestre retumbaba en la casa de m+ltiples

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3aria lara, la vo de 'ilvestre retumbaba en la casa de m+ltipleshabitaciones. 0a canción que hacía vibrar las paredes hablaba de 20a 0oca5, una melodía muy r(pida y "ocosa, que la "oven alescucharla quiso ponerse a bailarla, tal cual como lo estaba

haciendo 3aria lara al barrer.

- 6n día de estos vas a quedarte sorda 3aría.- /'!/)7 0/ 87B? /0 A?063/& !?);6/ &? >/ /'61?

&7D7. 7D/3L' >/ >/&4? 6&7 '?)!)/'7. Di"o gritando.- ¿'orpresa ¿;ué ocurre

- >engo dos entradas exclusivas para un concierto privadopara esta noche, estaba terminando los o$icios para ir aavisarte.

- ¿oncierto de quién- 7na, de quién m(s va a ser.- ¿'ilvestre viene al Aalle !reguntó 7na con los o"os como

platos.- 'í, y Bosé 0uís consiguió con sus amigos estas dos entradas

y ya sabr(s que una es tuya.

7na se apoyó en la pared de la sala, y el mundo se le vinoencima, para ella ver a 'ilvestre era algo realmente especial, noesperaba verlo tan pronto, y menos que con su presencia pudieraespantar los temores de amar a 7ndru. 8o) a verte@ pensó 7na.8o) a verte@1

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/sa noche cerró la puerta de su casa con doble llave, tomó suvie"a mochila arhuaca, amarró bien las trenas de sus apatosro"os, y se $ue a buscar a 3aria lara. 7na como todo silvestrista,

vestía de camisa ro"a y "eans aul, pero al ver a su amiga casi leda un in$arto.

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- 3aría lara por qué est(s tan arreglada.- 7na es un concierto privado, muy exclusivo, pensé que me

habías entendido.

- &o, no entendí, no puedo ir así, estoy muy sencilla.- /stas preciosa 'ilvestrista. Aamos que ya es tarde.

7na se sintió $ea al lado de la elegante 3aría lara, pero ya nohabía tiempo de cambiarse, así que al ingresar a las instalacionesdel local donde se llevaría el concierto, se sintió peor, todos losasistentes vestían de blanco o negro, nadie estaba vestido de

ro"o. 7na ingresó sin problemas, todo el con$licto se desarrollabaen su interior. 2.e veo ,ea5.

u(l sería su sorpresa al ver en primera $ila, a una mu"er decabellos naran"ados, de tacones y vestido blanco, 7na se escondiódetr(s de 3aría lara.

- ¿;ué pasa 7na ¿!or qué te escondes- 7llí est( ella.- ¿;uién- 0a novia de 7ndru.- #?1% /s la muchacha de vestido blanco, ¿Aerdad- 'í. ontestó 7na.

- Aaya que si es bonita, con raón la odias tanto.- <o no odio a esa mu"er, solo me cae mal.

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0as luces se apagaron, la gente gritó recibiendo al ídolo, y'ilvestre en todo el esplendor de su existencia, brilló para sup+blico. 7na olvidó la presencia de abiola, y entonó la hermosa

canción que 'ilvestre cantaba 2/l mismo de siempre5, él nodemoró en sentir su presencia y la buscó entre la multitud.uando vio a 7na, le arro"ó un beso enorme desde la tarima.Na!a (a cambia!o@ !ensó 7na.

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De pronto 'ilvestre comenó a bailarle a otra chica, le lanababesos y ésta gritaba que lo amaba, para sorpresa de 7na, abiolahabía llamado la atención de su artista, y él era tan atento con

ella en su interpretación, que 7na sintió que el estomago le ardía.Aer a 'ilvestre coquetear con abiola era algo que no podíaresistir. 6na cosa era que ella $uera la novia de 7ndru, pero estasituación estaba m(s all( de los límites de un $an.

7na sintió por primera ve unos celos terribles. 2Son solo celos !e,an" c&lmate Ana1@  'e di"o así misma. 7na intentó cantar pero nopudo. ;uiso bailar pero estaba tan molesta con 'ilvestre que no

pudo continuar en el concierto, él estaba hechiado por abiola, ylos celos de 7na le amargaron el rato. 0e hio señas a 3aria laraque se iba, pero la silvestrista estaba hipnotiada por el artista yno le prestó atención.

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 2Esa muer es una cual$uiera" c9mo se atreve" c9mo se atreve"$ue va a ser silvestrista" silvestrista mi abuela15 !ensó 7na al saliral aire gélido de la noche. Decidida a ale"arse de allí, caminó por

entre las calles de Aalledupar con la mirada clavada en susapatos ro"os. /ra la primera ve que algo le había echado aperder un concierto.

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- #/s normal% 'e di"o 7na. abiola es hermosa, era lógico que él laviera, pero estoy convencida, esa mu"er no es silvestrista. 7na

caminó por una larga avenida, observando los (rboles sin tenerclaro hacia dónde se dirigía cuando escuchó el torrencialincon$undible del 4uatapurí. 'us pasos la habían guiado hasta elpuente de 0a 'irena de 1urtado. 7na se detuvo y contempló lailuminada sirena por dos bombillas gigantescas. /l río $luíapoderoso, como lo hacía desde el inicio de todos los tiempos, y7na sintió ganas de llorar. 'e apoderaron de su mente losrecuerdos* )a$ael el día en que en 7racataca le suplicara que

volviera con él. 3athias y el beso inesperado delante de 'ilvestrey el desprecio que sintió por ese beso. 'ilvestre nadando a lasorillas del mar en >aganga y las gotas del mar iluminando suexistencia. 0a imagen de su padre sonriendo por sus travesuras yd(ndole nombre a las estrellas del $irmamento. 0a &anaexplic(ndole los misterios del amor y de la muerte. !ensó enQennel y el día que se reencontró con Bulia, todos los recuerdosparecían intemporales, irreales. /l +nico recuerdo que le era real,

$ue el primer día que vio los o"os de 7ndru /steban, amarillos ypro$undos. An!ru" mi An!ru@1 7l escuchar la vo de su concienciaobservó en el agua un resplandor plateado que se movió a unavelocidad sorprendente. ¿;ué es eso ¿/s un pe 'e preguntó. 2Es mu) 'ran!e5. !ensó entrecerrando los o"os para poder ver conmayor precisión.

/l resplandor dentro del agua se metió deba"o del puente y ya7na no pudo ver de qué se trataba. 7sustada por el tamaño deaquello que nadaba en las aguas del 4uatapurí decidió irse a

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casa. /sa noche durmió intranquila, no por los celos que sentíacomo $an de 'ilvestre Dangond, sino por el destello de luplateada que vio en las aguas del 4uatapurí, había sentido miedo

ante un pe tan grande en el río.7na soñó esa noche, estaba lavando sus apatos en la orilla de unrío, no sabía dónde, ni le importaba, solo intentaba quitar unamancha a sus apatos, cuando de pronto se sintió observada, al

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p , p ,otro lado de la orilla una hermosa mu"er de cabellos negros y o"osaules, se bañaba desnuda en la orilla, 7na sintió miedo de ella,pero la "oven no reparó en su presencia. 7na buscó su otro

apato ro"o para irse, pero ya no estaba. 0o buscó como loca, sinencontrarlo, solo tenía uno en las manos. De pronto la mu"er decabellos negros se ambulló entre las aguas, una enorme cola depe de color plateado brilló $rente a 7na.

0a silvestrista despertó aterrada ante aquel sueño. 1abía vistouna sirena.

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 A.I4AS IN/ONDI/IONALES

7  la mañana siguiente del concierto $rustrado de 7na, 3arialara se presentó en su casa acompañada de varias muchachas "óvenes.

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- 7noche me de"aste sola 7na.

- Disc+lpame 3aria, no me sentí bien.

- <o creía que te habías ido por celos.

- &o sé de qué hablas. ;uiénes son estas señoritas que teacompañan, pasen por $avor.

0as chicas saludaron al unísono 21ola 7na5. omo si estuvieransincroniadas para saludar.

- >e presento a 5I"A ISA3EL CARA3ALLO6 EILEE"C&3I%ES6 MARIA ALEJA"%RA 3ARRIOS6 RE5SALTAMAR   y su hermana MA5RA ALTAMAR6 9E"%5

SILVA6 L&ISA RO%RI&E26 MILE"A BLORES 8%A"IELA 3E"%EC!. 0as "óvenes al ver que no había m(sde dos sillas en aquel lugar, se sentaron en el suelo portodas partes.

- 7 qué debo el honor de su visita.- /llas son mis amigas silvestristas y querían conocerte, han

llegado de distintas partes del país. ontestó 3aría lara, yel brillo en los o"os de cada chica, le revelaron que

e$ectivamente eran silvestristas. 6n brillo que no poseía lamirada de abiola.

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- /s muy agradable para mí recibirlas muchachas pero yo notengo dónde hospedarlas.

- &o 7na, no te preocupes. Di"o la muchacha de cabellos

dorados que se llamada 0uisa. 3aria lara nos recibir( ensu casa, hoy hemos querido venir y conocerte porque'ilvestre publicó en redes sociales tu nombre hace alg+ntiempo, hemos investigado mucho y por $in te hemosencontrado.

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- &o tengo conocimiento de lo que me estas hablandomuchacha.

- 'i, 7na. Di"o 3aria lara. 1ace algunos meses 'ilvestre

escribió varias veces que te buscaba y muchos silvestristasintentaron dar contigo pero $ue in+til, yo misma no sabíaque se re$ería a ti. /so pasó cuando estuviste en >agangacon tu amiga <aliana.

- /ntiendo. !ero 'ilvestre me encontró, así que no entiendoqué hacen 6stedes aquí. @nsistió 7na.

- <o te explico. Di"o la niña m(s "oven. omo nos presentólarita, yo soy /ileen, soy silvestrista al igual que misamigas, via"amos por toda olombia, asistiendo a losconciertos de 'ilvestre y te traemos una propuesta.'abemos que eres alguien especial en su vida, que sonbuenos amigos y que t+ lo adoras, las $uentes son$idedignas y no mienten. 8ueno hemos decidido hacer unlub de ans que se llame ;Las C:i0as Silestristas<  yqueremos que te unas a nosotras, tenemos algunospatrocinios gracias a 0uisa y via"amos con muy pocodinero. /l día en que nos constituimos decidimos que t+debías ser de las nuestras y acompañarnos en esta travesíasilvestrista.

- /ileen, te agradeco, les agradeco a todas, peroactualmente estudio para hacer validar mi título deabogada en olombia y poder traba"ar aquí.

- 7na, no has entendido, nosotras podemos esperarte,

apoyarte en todo lo que necesites, pero de Aalledupar nonos vamos sin ti. /se es el plan y a él nos a"ustamos. 'indecir nada m(s /ileen se levantó del suelo y abraó a 7na yasí lo $ueron haciendo todas. Desde hoy 7na somos tus

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amigas incondicionales. onseguiremos empleos en el valley esperaremos a que estés lista para el silvestrismo.

3ilena no paraba de llorar, 4reys < 3ayra aplaudían emocionadas,y las dem(s chicas no paraban de reír y susurrar palabras dealiento a 7na.

De,initivamente el silvestrismo aparece cuan!o m&s lo necesito@

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De,initivamente el silvestrismo aparece cuan!o m&s lo necesito  !ensó 7na.

- 7lguien toca a la puerta 7na, dé"ame ver quién es. Di"o3aria lara. 7na es 7ndru. #1ola 7ndru% 'oy 3aria lara.Di"o la "oven brind(ndole una radiante sonrisa.

- 1ola encantado de conocerte. ontestó él con su sonrisa decostumbre.

De pronto todas las chicas se conglomeraron a la entrada de lapuerta, lo observaron hipnotiadas. 7na se sintió un pocoincómoda ante aquella aptitud, pero no era culpa de ellas, loso"os de 7ndru eran idénticos a los de 'ilvestre, era lógico quequedaran hechiadas a primera vista. ada una de las chicassilvestristas se $ue presentando.

- 8ueno muchachas. Di"o 3aria lara. /stos dos tienenmucho de que hablar así que nos vamos. 7na te esperamosesta noche en mi casa.

>odas se despidieron al unísono y 7na de"ó pasar a 7ndru.

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- 7na voy a terminar con abiola, no puedo perderte, yodeseo estar a tu lado, he sido un tonto al estar con$undido,pero ya no quiero vivir sin tenerte a mi lado.

7na escuchó las palabras que tanto quería escuchar, las palabrasque eran necesarias para una mu"er como ella.

- <o también quiero estar contigo no te voy a negar que me

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<o también quiero estar contigo, no te voy a negar que megustas mucho, pero yo no puedo tener una relación contigohasta que soluciones t+ situación con esa señorita.

- !erdóname, es que no he querido lastimar a abiola, perohoy mismo termino esta relación.

7na arrastrada por un impulso m(s all( de sus $ueras se colgó asu cuello y lo besó enamorada como "am(s lo había estado. 7ndrual sentirla entre sus braos nuevamente, creyó que el coraón sele explotaría, 7na tenía una lu que lo llenaba todo, y sin ella solohabía oscuridad.

- !ídeme lo que quieras y lo haré, pídeme el cielo mismo y telo entregaré 7na.

- 'olo te quiero a ti, libre de esa mu"er.- /sta misma noche hablaré con ella. &o pienso estar sin ti ni

un día m(s. Di"o 7ndru y una enorme sonrisa brilló para7na.

Las /(icas Silvestristas" es un 'rupo !e 0arran$uilla" $ue en una carta me !emostraronel amor $ue sienten por Silvestre Dan'on!" !es!e entonces !eci!í $ue otras silvestristas

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$ue sintieran la misma pasi9n" serían parte se la (istoria !e ellas" con la ,iel convicci9n$ue al'Mn !ía se conocer&n en la vi!a real@1 3arlyn 8ecerra.

EL EN4A:O7ndru caminó por las hermosas calles de Aalledupar, estabaconvencido de dónde venía y hacia dónde iba. Durante todo unñ h bí t d d d " h l

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año había estado enamorado de una mu"er hermosa, pero lavanidad que habitaba en el coraón de ella, había congelado lascosas. 7na era tan distinta a ella, que 7ndru no había entendido

hasta qué punto le gustaba 7na, sin maquilla"e ni ropas $inas, sinapatos altos ni $iestas sociales, incluso el hecho de que $uerasilvestrista era divertido, no como abiola, que no se medía, almomento de hablar de su ídolo. 2Es s&ba!o5 !ensó 7ndru.Debería volver mañana@ el "oven se detuvo en $rente de la casade abiola al recordar que era s(bado, un día que su novia no lepermitía verla por estar arregl(ndose. 20o siento, yo salgo de estohoy5. 'e di"o así mismo al cruar la calle. 6n carro pasó a toda

velocidad y por poco lo atropella. 28orracho, casi me lleva5. Di"o.

7ndru quiso tocar la puerta de la calle pero al primer contacto lapuerta estaba abierta, el pasillo estaba a oscuras pero la lu queprovenía de la calle $ue su$iciente para continuar. 'intió en supierna el roce de algo con vida, y se llevó un susto de muerte. 2.al!itos 'atos5 los dos $elinos que vivían con abiola se habíanacercado silentes a las piernas del muchacho. 7ndru escuchó

risas, alguien estaba en casa con abiola. 'e acercó a lahabitación de ella, donde siempre habían estado "untos. /lcoraón de 7ndru se detuvo cuando escuchó gemir de placer aabiola. 'in creer lo que ocurría abrió la puerta de par en par.abiola estaba en su cama con un hombre robusto que brillabadel sudor. /lla gritó, él gritó el nombre de ella. /l hombre searro"ó sobre 7ndru y se $ueron a los golpes.

- #/)/' 6&7 670;6@/)7% 4ritó 7ndru $uera de si mismo. < elhombre robusto le atinó un golpe que lo de"ó inconciente.

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El !ía $ue le !ie a Daniel 8irviescas $ue su personae !e An!ru sería en'aña!o" solo mecontest9 con la letra !e la canci9n !e la Di,unta !e Silvestre Dan'on!" esto me !io mil 

i!eas sobre este personae@1 3arlyn 8ecerra 8.

 ANDRS/ran las dos de la madrugada cuando tocaron a la puerta de7na, 7ndrés el pap( de 7ndru le suplicaba que abriera. 7na buscó

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7na, 7ndrés el pap( de 7ndru le suplicaba que abriera. 7na buscósu bata de dormir y se envolvió en ella.

- 'eñorita me han llamado del hospital, no soy capa deconducir, ay+deme por $avor.

- 'eñor 7ndrés ¿;ué ha pasado !reguntó 7na.- /s mi hi"o, est( muy mal herido, debo ir al hospital pero no

logro calmarme, vecina ay+deme.

7na sin pensarlo dos veces, buscó las llaves de la casa y salió talcual como estaba vestida, encendió el carro antiguo del pobrehombre y arrancó a toda velocidad. 2l no por ,avor" 3l no5 pensó7na.

- )oberto, 3arcos. Di"o 7ndrés al llegar al hospital. ¿Dónde

est( mi hi"o- 'eñor 7ndrés, lo tienen en cuidados intensivos.- ¿;ué ocurrió !reguntó 7na a punto de llorar.- 0e dieron una golpia y lo de"aron medio muerto en las

a$ueras del hospital. Di"o el m(s "oven de los dosmuchachos.

- #?1% Dios mío, mi hi"o. 'olloó Don 7ndrés.

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Durante toda la noche 7na no hio m(s que rear, Don 7ndrésestaba inconsolable, y los amigos de 7ndru, 3arcos y )oberto$umaban cigarrillos sin descanso, uno tras otro.

7l amanecer de"aron entrar a Don 7ndrés, y éste al salir de lahabitación se echó a llorar en los braos de 3arcos. 7na preguntóal médico si podía verlo, suplicando de una $orma tan humilde

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que el médico consintió que lo viera.

7na al entrar en aquella habitación tuvo miedo, el mismo olor, losmismos sonidos de la +ltima ve que vio a su padre con vida. 2l no por ,avor" 3l no5. /n una sencilla cama de hospital elmuchacho de o"os amarillos y piel p(lida estaba irreconocible, surostro estaba lleno de moretones, hinchado de tal $orma que 7napensó lo peor. 7un tenía sangre en la comisura de la boca.

- ¿;ué te han hecho mi amor 'usurró 7na sent(ndose enuna silla al lado de su cama. 7ndru estaba dormido, peroella siguió susurrando. 7pretó su mano entre las suyas. Aasa estar bien mi 7ndru, todo va estar bien. 2l no por ,avor"3l no5. 0as l(grimas $ueron inevitables, 7na lo amaba comoasí misma. 2Teresa si pue!es oírme" si pue!es (acer al'o

 por 3l !es!e !on!e tu est3s" te lo suplico" $ue Dios no melo $uite" a 3l no.5 )eó la muchacha hasta que lasen$ermeras la sacaron.

7ndru duró una semana inconciente, tiempo durante el cual, nisus amigos, Don 7ndrés, 7na ni 0as hicas 'ilvestristas, semovieron del hospital. 3aría lara a duras penas logró que 7na

comiera algo.

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- >e vas a en$ermar si no comes. 0a regañaba.- &o tengo hambre. /ra lo +nico que decía 7na. 

6na noche el médico que atendía a 7ndru se acercó a 7na, y ellaesperó lo peor, ya lo había vivido con su propio padre.

- Deberías ir a casa muchacha.- &o puedo.

í é

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- 7quí no puedes hacer nada por él.- 'í puedo. l necesita mi presencia, es todo lo que necesita.- 1i"a, hay que esperar que reaccione, los golpes en la

cabea $ueron muy $uertes, puede pasar meses así, incluso7ños.

7na no pudo contener dos gruesas l(grimas, 2los m3!icos en su!eber suelen !ecir precisamente lo $ue uno no !esea escuc(ar@ .!ensó.

- !or lo menos vete a dormir hoy, Don 7ndrés y losmuchachos me hicieron caso, ve a casa, rea, recupera$ueras. 'olo esta noche.

)ear se había convertido en una sarta de plegarias 2&o te lo

lleves5, 2no me lo quites5, 2s(lvalo5.

7na accedió y se $ue. aminó rumbo a su casa y de prontorecordó la historia de 0a 'irena Dorada que 7ndru le habíacontado, ella había visto el re$le"o de un pe enorme en el agua,en el mismo lugar donde 7ndru le había dicho que su madre

había muerto, ella había soñado con 0uisana, ahora estabasegura.

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omenó a correr hasta llegar sin aliento a las aguas del4uatapurí, hasta entonces, 7na no había notado la ausencia deabiola en el hospital, hasta entonces no había recordado que la

noche en que atacaron a 7ndru, él había ido a su casa a terminarcon ella. 3il preguntas se le vinieron a la mente, pero algo lallevó "usto a la orilla donde soñó con la sirena de cabellos negros.?bservó su relo", ya era media noche y la luna llena se re$le"abaen las aguas del río.

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7na se quitó los apatos como en su sueño, sosteniendo un +nicoapato ro"o, metió los pies en el agua diciendo=

 2S3 $ue eCistes" s3 $ui3n eres" si pue!es salvarlo" (a#lo" An!ru Esteban es tM (io" tM no $uisiste vivir" pero 3l es mu)  oven" a)M!alo" Luisana a)M!alo.5

7na apenas si sentía el dolor que le producía en agua helada queba"aba de 0a 'ierra &evada, durante horas permaneció allí de pie,rogando, susurrando.

7l amanecer cuando el valle dormía pro$undamente, el resplandorplateado se divisó entre las aguas y emergió ante 7na, unahermosa mu"er p(lida de cabellos negros y o"os aules, con eltorso desnudo. 7na sintió miedo ante aquella espelunante visión.

- #Aete mu"er% ? correr(s con mi suerte.

- !or $avor. 3urmuró gimió 7na.- #A/>/% 4ritó la 'irena. Aete o ella vendr( y te llevar( a suscuevas. #A/>/%

7na no soportó m(s los gritos de aquel ser sobrenatural y saliócorriendo descala sin detenerse ni por un instante. 0legósolloando a su casa muerta de $río.

 2.i #apato" !e3 mi #apato roo5 !ensó 7na cuando se dio cuentaque solo tenía un apato en las manos.

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 ANDRU ESTE0AN 8IR8IES/AS

7na se presentó en el hospital a las IF de mañana y su gran

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p p y gsorpresa $ue ver a 7ndrés sonriendo, conversaba alegremente con3arcos y )oberto, y las silvestristas al verla la abraaron.

- #7ndru despertó% Di"o 0uisana.- 1a preguntado por ti, te est( esperando. Di"o /ileen.

7na tembló de pies a cabea al pensar en la 'irena, caminó atoda prisa, hasta cuidados intensivos, pero una en$ermera la guióa otra habitación.

- /l peligro ha pasado muchacha, tu novio esta sano y salvo.

7na se acercó a la cama sin creerlo, 7ndru sonreía para ella y elmundo se detuvo. 24racias" 'racias Dios@1  'in decirle nada almuchacho lo besó suavemente y de sus o"os claritos como lamiel, brotaron dos gruesas l(grimas.

- ¿7ndru quién te hio esto !eguntó 7na.- &o lo sé contestó él, esquivando su mirada.- ¿;ué pasó con abiola @nsistió ella.- >erminamos es lo +nico que recuerdo.

- 7hora entiendo por qué no ha venido a verte.- 7na me das un beso, por $avor. )ogó 7ndru.

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'e besaron lentamente como quien tiene la eternidad paraamarse, ella colocó un dedo sobre sus labios rotos.

- >e amo 7ndru /steban Airviescas #>e amo%

SIL8ESTRE 

<ina @sabel, /ileen, 3aria 7le"andra, 4reys, 3ayra, Pendy, 0uisa,

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3ilena y Daniela,  ni por un instante de"aron sola a 7na, seturnaban para cuidar de ella, mientras algunas traba"aban, otras

estaban atentas a cualquier acontecimiento silvestrista, se sabíaque 'ilvestre estaba de gira con su nueva producción 2'igo@nvicto5, pero se daban abasto para seguir traba"ando por elsilvestrismo y ayudar a 7na mientras 7ndru se recuperaba, laparte $avorita de las chicas era cuidar de 7ndru y poder ver suso"os amarillos, ellas estaban $ascinadas con la amabilidad del "oven.

- l es un príncipe. Di"o 3ilena. >enemos que convertirlo enun gran silvestrista, y ser( nuestro príncipe.

>odas reían a carca"adas con las ocurrencias rom(nticas de3ilena.

0a mañana en que le dieron de alta a 7ndru, habían preparadouna $iesta de bienvenida en su propia casa, al lado de la librería,

un lugar al que 7na no había entrado "am(s, la casa era desoladacon pocos muebles, allí se sentía un vacío enorme, el cual $uellenado por las silvestristas. 7ndru consintió que sonara 'ilvestreDangond a todo volumen, en honor de sus en$ermeras. 7quel díala $elicidad de 7na era tan grande, que al solo escuchar la primeracanción de 'ilvestre, se puso a bailar con sus amigas, y 7ndru nopudo parar de reír al verla dar vueltas como un trompo. ada veque ella lo miraba a los o"os, él le murmuraba 2Te amo5.

!or la tarde de"aron descansar al muchacho recién salido delhospital, y 0as hicas 'ilvestristas se llevaron a 7na con ellas.

518

- 1oy el día es de buenas noticias. Di"o sonriente 0uisa.- ¿;ué ocurre !reguntó 7na. ¿!or qué vamos por esta calle- #>e tenemos una sorpresa% Di"o 3ilena. uando 7na se

percató estaban a las puertas de la casa de 'ilvestre.

/l artista se encontraba en su casa y ya la calle estaba imposible,cientos de silvestristas esperaban a$uera a que él se asomara a

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cientos de silvestristas esperaban a$uera a que él se asomara asaludarlos.

- Aamos 7na te har( bien ver a 'ilvestre un ratito. Di"o lam(s morenita de las chicas silvestristas, 3aria 7le"andra.

- &o creo que podamos verlo, hay mucha gente. Di"o 7na.- &o digas bobadas, 'ilvestre siempre se de"a ver, (nimo

chicas, hoy es el día. @nsistió 3aría 7le"andra.

7 los pocos instantes de haber llegado a las re"as de las casa de'ilvestre, se escucharon gritos ensordecedores, el ídolo seasomaba por la puerta principal a saludar a sus silvestristas.>odos gritaban su nombre, todos tomaban $otos, menos 7na, ellasolo lo observaba.

/n un instante, 'ilvestre reconoció a 7na entre todos los

'ilvestristas y le hio señas para que se acercara, con algo dedi$icultad lograron llegar hasta la re"a principal y los vigilantesde"aron entrar a la casa a 0as hicas 'ilvestristas y a 7na. l lassaludó con tanto cariño, que los silvestristas en la calle gritabande la emoción, las muchachas viendo su sueño hecho realidad,una a una, se $ueron tomando $otos con su artista, quien sonreíaencantado para las c(maras y les daba besitos en las me"illas acada una. 0uisa tuvo que tratar de calmar a 3ilena que no paraba

de llorar. 7na, sin embargo, se mantenía a distancia.- >+ como que estas brava conmigo 7na. Di"o 'ilvestre.

519

- #1ola% &o, no estoy brava.- < ya te creí. Di"o 'ilvestre. 'e puede saber por qué te

$uiste del concierto la otra noche, o es que ya no me

quieres.'us palabras le hicieron un hueco en el coraón. /lla lo miró conternura. 'e acercó a 'ilvestre y lo abraó con todas sus $ueras, yél le correspondió el abrao.

- <o no te quiero, t+ sabes que te amo. 'usurró 7na a suoído

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oído.- < entonces por qué estas tan distante. !eguntó 'ilvestre.

<o qué te hice.- &ada, digamos que estabas ocupado con la mu"er decabellos naran"ados del concierto y no quise ver cómo tecoqueteaba.

0a risa de 'ilvestre $ue estrepitosa, y los silvestristas tras lasre"as gritaron por él con mayor $uror.

- >+ lo que estas es celosa de una silvestrista.- ¿elosa yo &o 'ilvestre, esa mu"er no es 'ilvestrista, eso

es lo que me molesta. /s una coqueta, t+ eres casado yeso no est( bien.

7l escucharse decir eso, 7na se sonro"ó, y soltó una risa decomplicidad, ella no era quién para recordarle a 'ilvestre que era

un hombre casado. 'intió que todo había vuelto a la normalidad,ahora que 7ndru estaba a salvo.

- 8ueno sí, me dieron celos. Di"o 7na.- 'ilvestre tenemos que irnos ya. Di"o un hombre a sus

espaldas.

- 8ueno mis muchachas me voy, las amo se me cuidan. < losgritos de los $ans $ueron terribles al ver que su ídolo se iba.0as hichas 'ilvestristas no hacían m(s que tomarle $otos.

52

< antes de irse sin que 7na se lo pidiera, posó con ella parauna hermosa $oto. 7hí te de"ó ese recuerdo 7na, no meolvides, y no estés celosa, nadie ser( para mí tan especial

como t+ 2enicienta5. Di"o d(ndole un $uerte beso en lame"illa.

0os vigilantes las ayudaron a salir y por otro lado sacaban a'ilvestre de su propia casa, todos reían mostr(ndose las $otosque habían tomado.

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- 3ira tu $oto con 'ilvestre. Di"o /ileen mostr(ndole su c(mara

$otogr($ica. 7na al ver su +nica $oto con el hombre que tantoamaba, no pudo hacer m(s que abraar a su cómplice, su amiga,su silvestrista.

521

.uc(as (istorias $ue lle'an a mis manos sobre silvestristas suelen parecerse las unas alas otras" es !i,ícil narrarlas to!as sin ver $ue son i!3nticas" por eso me val'o !e

momentos ima'inarios para resumir las ver!a!eras vivencia !e ca!a silvestrista@1

.arl)n 0ecerra1

LOS 6OETAS

Aalledupar es la tierra de los poetas, una tierra donde los sonesnacen del sonido del río del brillo del sol al amanecer de las

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nacen del sonido del río, del brillo del sol al amanecer, de lascaderas de las mu"eres m(s bellas, donde la poesía se escribe a la

lu de la luna llena, cuando el poeta ve pasar a su musa de largoscabellos y pies descalos. Desde tiempos inmemorables, los niñosnacen con los o"os abiertos a un mundo que los recibe con losbraos sinceros, siendo sus canciones de cuna, los vallenatos quehablan de 0a 'irena de 1urtado, de la imponente 'ierra &evada ode los arhuacos en la serranía. 0os poetas nacen en esta tierracomo si hubiera sido regada por Dios, con los sentimientos m(spro$undos de la humanidad. 0os vallenatos como se le dice al

gentilicio del valle, suelen ser hombres enamorados que solosaben expresar lo que sienten ante las notas de un acordeón.

7quella noche 7ndru decidido a declarar su amor a la lu de suvida, y ya recuperado del todo del incidente que casi le cuesta lavida, conversó largas horas con sus me"ores amigos, )oberto y

3arcos, sobre las canciones que debían cantar esa noche a laventana de la casa de 7na, para entregarle al son de los poetasdel valle la m+sica exacta para que ella entendiera la plenitud desu amor. )oberto insistía en que lo me"or, era llevarle todo unrepertorio del inmortal Qaleth 3orales. !or su parte 3arcosopinaba que lo me"or era elegir canciones de la nueva ola, peroluego de un an(lisis detallado, 7ndru se decidió por lascomposiciones de )a$ael /scalona, 0eandro Día, y 7le"andro

Duran, tres de los m(s grandes inmortales del valle de las 1adasy las 'irenas.

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- 7 ver, necesitamos que el compadre 0ucho toque La Casaen el Aire, de primero. Di"o 7ndru. /s mi canción $avoritay con ella quiero despertar a 7na.

- 3e parece oportuna la canción compadre. Di"o 3arcos.- !ero que Matil,e Lina sea la segunda, que es mi $avorita.

7nunció )oberto.- Deberíamos tomarnos algo para que cantemos entonados.

?pinó 3arcos.

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p- /s verdad, 7ndru ya no est( ba"o medicamentos, así que

hoy vuelves a la vida amigo mío. Di"o )oberto m(sanimado.- 8ueno, pero nada de borracheras que se arruina la

serenata. Di"o 7ndru.- ?ye, pero 0ucho si se sabr( %iosa %iina6 del inmortal

poeta 0eandro Día. ;uiso saber 3arcos.- /so se sabe de una, vamos a su casa. Di"o )oberto.

aminaron emocionados por las calles de Aalledupar, como si laserenata les perteneciera a los tres. 1ablaban tan r(pido, que seatropellaban eligiendo tal o cual canción.

- < una canción de 'ilvestre, ¿&o se la vas a llevar a lamuchacha !reguntó )oberto.

- #&o% ontestó 7ndru. <o no soy silvestrista, yo le llevo 3i!edao de 7cordeón.

- 3i hermano si que sabe enamorar. Di"o 3arcos brind(ndolesu me"or sonrisa. 0e lleva vallenato a su novia silvestrista,pero se niega a enamorarla en su terreno. >+ eres tercocomo una mula compadre. 7 abiolaC

- &o me hables de ella. Di"o 7ndru en$adado.

/l silencio se apoderó de sus amigos, el rostro de 7ndru setrans$iguraba al escuchar el nombre de esa mu"er, tanto elloscomo 7na se sentían intrigados por conocer la historia tras aquel

523

cambio repentino de 7ndru, pero lo amaban tanto que solo lesquedaba esperar a que él decidiera hablar.

7l llegar a casa de 0ucho, entraron sin tocar, aquel era un lugarde puertas abiertas, donde la gente del valle entraba como perropor su casa y si tenían suerte salían de allí al amanecer. 0ucho eraun muchacho de unos veinte años, pero que por nada del mundose despegaba de su acordeón, por lo que sus amigos se

d b i t él l t b l

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emparrandaban en su casa mientras él le entregaba su alma acada tonada.

- 0a +nica $orma de sacar a 0ucho de su chinchorrito, es paradarle serenatas a una mu"er bonita. omentó )oberto.

- /speremos que diga que sí. Di"o temeroso 7ndru.- #ompadre 0ucho% 1ermano mío del 7lma. 'aludó )oberto.

0ucho se levantó de su hamaca, colocó su acordeón ro"o enun taburete y abraó con todas sus $ueras a su queridoamigo.

- 7y ve, a qué debo esta visita compadre. !reguntó 0ucho.- 6na emergencia de amor compadre. ontestó )oberto.- &o se diga m(s. ¿Dónde es la serenata hoy ¿/s suya la

novia- &o compadre es para la mu"er que le robó el alma a mi

compadre 7ndru /steban.- 1ombre 7ndru que dicha que se decidió llevarle serenata a

esa niña tan bella.- &o 0ucho, la serenata no es para abiola.- 1ombre de Aalledupar tenías que ser, ya estas enamorado

de otra.- 'í. Di"o sonriente 7ndru.- 8ueno mis muchachos, dé"enme llamo a mi ca"ero y

guacharaquero y estamos listos. <a saben qué cancionesquieren para la muchacha.

- omposiciones de )a$ael /scalona, 0eandro Día, y7le"andro Duran. ontestó 3arcos.

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- 6stedes si saben por dónde es la cosa muchachos.#/xcelente% /so merece un brindis, ya les traigo unaguardiente para entrar en calor.

Durante seis horas, 7ndru y sus amigos entonaron las cancionesque le llevarían a 7na, y hasta el tiempo alcanó para que)oberto echara sus cuentos $avoritos, que a todos hacían reír.

- /ntonces di"e, este concierto lo termino yo. Di"o )oberto. <de inmediato le di"e al tonto que me había hecho eno"ar2A 5 / h l i

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 2Aenga y vamos a reventarnos5. /sa noche el conciertoterminó en un gran alboroto, ya que est(bamos bientomados y nos dimos todos contra todos.

- ompadre, 6sted y sus peleas, así como en el colegio, sedaban hasta en la madre por un sacapuntas. Di"o 0ucho,destornillado de la risa.

7 la una de la madrugada cuando estaban completamente ebrios,los muchachos se dirigieron a la casa de 7na. 2Est& ,lorecien!o"

como nuestro amor 5 !ensó 7ndru /steban al ver el (rbol decañahuate. /n plena calle se escucharon las notas de unacordeón, seguidas de las voces de los presentes que hablabande una casa en el aire, un lugar donde solo pueden subir quienesvuelan. Después de beber tres botellas de aguardiente, sus voceseran nítidas, aunque les costara mantenerse en pie.

;or8%e e! 8%e no +%e!a no s%be? a +er a Fada L%> 

en !as n%besA<- #!ara la mu"er m(s bonita del Aalle% Di"o en vo muy alta,

un 7ndru desinhibido y enamorado. 0a ventana de la casadel cañahuate, permanecía cerrada.

El !ía !e la entrevista a Daniel 8irviescas" 3l me !ecía $ue eCistía una canci9n $ue era su,avorita" se'uimos conversan!o el nombre !e la canci9n no lo'raba recor!arla" por cosas

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!e la vi!a" le coment3 $ue )o (abía conoci!o a .arlon Escalona" el (io !e Ra,ael Escalona" a la .a)e ) a Ha!a Lu#" ) le mostr3 la tareta !e presentaci9n !e Escalona"cuan!o vio la tareta" la cual tiene una casita en las nubes" !io La casa en el aire@ esaes mi canci9n@1 3arlyn 8ecerra 8.

 ANA7na en sus sueños se encontraba $rente a un enormemonumento oxidado, lo contemplaba como quien ve una reliquiasacrosanta 0a muchacha estaba vestida con su manta blanca

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sacrosanta. 0a muchacha estaba vestida con su manta blanca,que le regalara Bosé Borge tiempo atr(s y el viento soplaba tan

$uerte que amenaaba con arrastrarla por el valle. /lla lograbaescuchar notas hermosas de aquel pedao de acordeón,intentando mantenerse de pie, el viento la tambaleaba en suintento por llev(rsela, pero ella, se su"etó al acordeón sintiendoun corrientao tan intenso que despertó en medio de la noche.7un podía oír el sonido del acordeón, pero ahora unas vocesllegaban hasta su cama.

- /so es /scalona. /so es en la calle. ¿;ué ocurre 3urmuró7na, incorpor(ndose, intentando levantarse, pero a+n seencontraba dormida, por lo que le costó encontrar lassandalias, así que caminó descala y en pi"ama hasta lapuerta de la calle. ?bservó por las rendi"as de la puerta ypara su gran sorpresa, 7ndru estaba a$uera con otrosmuchachos.

- #Dios mío% /s una serenata. < en lugar de abrir la puerta ola ventana, se sentó al pie de la puerta para poder oírme"or. 'u coraón latía emocionado ante las notas delacordeón. #'aldré si me cantan una de 'ilvestre% 3urmuróella.

Señores vo) a contarles (a) nuevo encanto en La Sabana"Señores vo) a contarles (a) nuevo encanto en La Sabana"

en a!elanto van estos lu'ares" ella tiene su !iosa corona!a1En a!elanto van estos lu'ares" ella tiene su !iosa corona!a1

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La vi!a tiene buen a!elanto" ) tiene !iosa !e los encantos" ) tiene su corona !e reina" lo bello a$uí est& el .a'!alena@ 

7na se sentía como si estuviera viviendo un sueño, el hombre al

cual amaba había dado en el clavo, al llevarle una serenata deaquella $orma, pero ella esperó mucho m(s de él. Tiene $ueenten!er $ue so) silvestrista !e ver!a!1@ A'uanta Ana sin una!e Silvestre no sales@1

Durante lo que pareció una eternidad, los muchachos inspiradospor la luna del valle, cantaron todo un repertorio de canciones

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por la luna del valle, cantaron todo un repertorio de cancioneseternas de los poetas m(s grandes de por aquellas tierras, pero

7na no salía, ni con canciones de 0eandro Día, que teníaentendido 7ndru eran sus $avoritas.

De pronto por las rendi"as de la puerta de madera se coló la lude una bombilla, anunciando inequívocamente que ella escuchabaatenta la serenata. /l coraón de 7ndru se sentía con$undido, porm(s que le interpretaba las canciones m(s bellas del esar, ellano salía.

- ompadre la mu"er no sale. ¿;ué pasa !reguntó )oberto.- &o lo sé compadre. &o entiendo. 3urmuró 7ndru. 0ucho,

tóquele 7mor sensible a mi mu"er. Di"o 7ndru exasperado.

 2Tanto te $uiero $ue pienso" sin saber lo $ue (e pensa!o"Tanto te $uiero $ue pienso" sin saber lo $ue (e pensa!o" nos

acariciamo ) lue'o" solo se $ue )o te amo" nos acariciamo ) lue'o" solo se $ue )o te amo1 Es un amor $ue naci9 pro,un!o" limpio como se ve la neva!a" !e misterio estalleno el mun!o" no se $ue sentir& tu alma5

ada canción interpretada por 0ucho expresaba el amor m(sgrande del mundo, cualquier mu"er habría salido corriendo a losbraos de su amante con aquellas melodías. !ero 7na no salía.

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0ucho intentó con una canción que no estaba en el repertorio,pero que a su manera de ver, era in$alible, porque se trataba delinmortal Diomedes Día.

A) la vi!a" tan bonita $ue es vivirla" con amor ) compartirlacomo lo man!a el crea!orQ ) tu me la estas $uitan!ocora#9n" ) tu me la estas $uitan!o sin ra#9n" ) tu me laestas $uitan!o cora#9n" ) tu me la estas $uitan!o sinra#9n@ 

- 7ndru ¿/sta muchacha es 'ilvestrista !reguntó 0ucho al

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gver que ni con esa canción salió.

- 'í compadre 0ucho.- !ues eso es lo que pasa, hay que tocarle una de 'ilvestre

Dangond.- !ero yo no soy 'ilvestrista, no me sé ninguna.- #&o "odas compadre% <o me las sé todas.- /li"a y ay+deme entonces.

7 0ucho le brillaron los o"os, sabía per$ectamente qué canciónpodía gustarle a 7ndru, que haría que 7na se asomara a laventana.

- 3uchachos ya saben la que me gusta del vie"o 'ilve. Di"o0ucho a sus m+sicos.

 2/uanto te pienso amor pro(ibi!o" $ue no !eclino por$ue pienso )o" $ue tan solo te (as oculta!o como seoculta ) vuelve ) sale el sol" )o nunca" nunca te olvi!3) vivo solo para estar el !ía $ue $uieras volver" lascosas $ue !easte a$uí me !icen $ue no !e acabar tan'ran!e a!oraci9n así" a) cuanto te pienso cora#9n" pro(ibi!o cora#9n" !espu3s !e tanto tiempo amor" ) me !omina la ilusi9n to!a esta ilusi9n por $uererte

tanto5 

528

De pronto la puerta de la casa se abrió de par en par, y 7na selanó a los braos de 7ndru, y sin que 0ucho de"ara de cantar, sebesaron como si la vida se les $uera en eso. 7na olvidó porcompleto que estaban los amigos de 7ndru, estaba entregada alamor que sentía, y él aliviado por su presencia sintió que la$elicidad existía. /staban enamorados y solo las notas de unacordeón podían explicar cuanto se amaban en esta vida.

0a silvestrista estaba descala en medio de la calle y su sonrisa

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iluminó la vida de 7ndru /steban, quien por primera ve escuchó

con atención una canción de 'ilvestre Dangond.  4racias aSilvestre@ !ensó 7ndru al besar los labios de la mu"er que amaba.

7llí y con la luna de testigo bailaron abraados entregados el unoal otro, la canción que 7na recordaría para siempre, al haberconocido a aquel "oven de o"os amarillos que había traído a suvida la lu que tanto necesita.

8en !eemos $ue el mismo universo nos re'ale tiempo para estar unticos" ven luc(emos $ue nin'Mn 'uerrero per!ien!o batallas se siente venci!o1

6ero !ile a ese señor $ue )o lo siento" $ue eres mi san're ) sentimiento ) ser&s mía por !os mil si'los" pero !ile a ese señor $ue )o lo siento" $ue eres mi san're ) sentimiento ) ser&s mía por !os mil si'los@1

7na se a$erró al cuerpo de 7ndru, y la melodía le recordó a'ilvestre, su sentimiento por él estaba intacto, el amor por 7ndruera real e in$inito, pero le era inevitable recordar a quién lededicara esta misma canción, diciéndole 2>u )ey soy yo5.

529

/uan!o Daniel 8irviescas le)9 sobre la serenata en el Diario !e un Silvestrista" me cant9Tres canciones@ !e Diome!es Día#" revel&n!ome $ue esta canci9n era mu) importante en

su vi!a@1 3arlyn 8ecerra 8.

 ANDRU EL SIL8ESTRISTA

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7ndru estaba tomado, así que al terminar la serenata, 7nadespachó a los amigos del alma de su novio, cerró la puerta demadera y acostó al "oven en su cama, era la primera ve que élse acostaba allí. 7na con toda la ternura del mundo le quitó losapatos, y el "oven exhausto se quedó dormido de inmediato. /llalo vio dormir a la lu de la lamparita de la mesa noche.

De 7ndru /steban emanaba una especie de lu propia. 2Su auraes blanca" mu) blanca5 pensó al verlo dormir. 0o cobi"ó comoquien arropa a un niño pequeño, y se quedó pro$undamentedormida a su lado.

7l amanecer 7ndru se despertó y al ver a 7na a su lado la abraóintentando no despertarla pero $ue in+til. 24racias por laserenata5 susurró ella a su oído y le dio un tierno beso.

l sonrió para ella y su coraón latió r(pidamente, tener a lamu"er que amaba de aquella $orma era m(s de lo que podíapedirle a la vida. ;uiso poseer su alma. !ero ella insistió enhablar.

- 7noche no salí hasta que me cantaran una canción de'ilvestre, porque debes entender que soy silvestrista, y esde verdad, en mi coraón existe un lugar muy especial eintacto que es de 'ilvestre, y si de verdad quieresamararme, debes comprenderlo.

53

- 7na, t+ amor por ese cantante no est( a mi alcance, esalgo muy tuyo, de lo cual solo puedo ser un observador, lo+nico que necesito saber es que me quieres m(s a mí, quea él.

7na contuvo el aliento, pensó por un instante, cómo explicar sussentimientos por 'ilvestre.

&o es a quién ame m(s 7ndru son amores muy distintos

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- &o es a quién ame m(s 7ndru, son amores muy distintos.

'oltó ella temerosa. #<o soy su $an%- reo que la +nica $orma que tengo en esta vida deentender a qué cara"o te re$ieres, es hacerme silvestrista.¿3e enseñas 7na quiero ser silvestrista.

7na tocó con sus p(lidos dedos los labios sonrosados de 7ndru, élacababa de decir palabras m(gicas a sus oídos. /lla observó sus

o"os amarillos, como si $uera irremediable perderse en ellos. 23egustas tanto 7ndru /steban, que quiero ser tu amante.5 Di"o ella./l "oven sonrió tiernamente. 2&o puedes ser mi amante 7na, noestoy casado y no tengo otra novia.5 /lla insistió 2'oy tu amante,la amante de tu alma y de tus o"os, porque los amo.5 7na seentregó en cuerpo y alma a los braos de aquel ser humano, ellasabía que muchas cosas y recuerdos lastimaban su vida y lecausaban hondas heridas, pero ella con su amor y sus caricias

quiso sanarlas.

/l deseo "am(s tendría tanto sentido, como en aquel amanecer,ella se entregó a 7ndru, sin temores, ni limites, ella lo habíaestado esperando toda su vida.

)a$ael y 3athias solo eran dos $antasmas de los cuales soloquedaban sus nombres en alg+n lugar recóndito de su coraón.

531

 

LAS /HI/AS SIL8ESTRISTAS

0 hi il t i t <i @ b l b ll /il bid

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0as chicas silvestristas  <ina @sabel araballo, /ileen ubides,

3aria 7le"andra 8arrios, 4reys 7ltamar, 3ayra 7ltamar, Pendy'ilva, 0uisa )odrígue, 3ilena lores < Daniela 8endecN,  habíanplaneado llevarse a 7na por varios pueblos y ciudades, por lo quedespués de la recuperación de 7ndru, la propuesta $ue presentadanuevamente en casa de 3aria lara con un mapa de olombia enmano y un marcador ro"o.

- &os tomar( solo un mes hacer este primer recorrido 7na.Di"o Daniela señalando una línea ro"a sobre el mapa. /stono inter$iere con tu rev(lida y contamos con los recursos yel apoyo de los silvestristas para todo, así que solo $alta turespuesta de$initiva.

- 0as hicas 'ilvestristas sin ti estamos incompletas. Di"o4reys.

- !ero ¿/n todas esas ciudades estar( 'ilvestre este mes!reguntó 7na.

- &o, no estar(, tiene planteado muy pocos conciertos poresta parte del país. Di"o 3ilena.

- /ntonces no entiendo muchachas, qué sentido tiene ir porolombia si no es persiguiendo a 'ilve.

- #7na% Di"o /ileen tom(ndola de la mano. ;ueremos visitarsilvestristas, saber cómo est(n, conocerlos, hacer quenuestros caminos se crucen, que podamos compartir con

aquellos que sienten esta misma locura, apoyar a losclubes que se inician al igual que el nuestro. ;ueremosplantearnos una ruta 'ilvestrista cada cierto tiempo.

532

7na observó el brillo intenso en la mirada de cada silvestrista,todas esperaban que aceptara la invitación, un im(n emanaba deaquellas almas, y ya la decisión solo pudo ser una.

- #7cepto% Di"o 7na.0os gritos de alegría no se hicieron esperar, 0as chicassilvestristas habían ganado. 3aria lara puso orden en la mesa ydelimitó ciudades, $echas e insumos necesarios para la travesía.0as chicas se tomaron la ruta silvestrista como una verdaderaexploración del movimiento musical m(s grande de olombia.

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- /l ob"etivo es claro. 3i casa ser( la base y como soy lacasada en esta vaina, las monitoreo desde aquí. Di"o 3arialara. 6n marido solo es m(s peligroso que veinte putasgratis a su alrededor. 'entenció la silvestrista.

0as chicas rieron a carca"adas con la m(xima de experiencia de3aría lara, seg+n toda la in$ormación presentada, solo había undetalle.

- 7na ¿rees que 7ndru esté de acuerdo en que te vayas porun mes !reguntó 0uisa.

- /so se sabr( esta noche. ontestó 7na sin mirarla a loso"os. 3i decisión est( tomada. &os vamos con o sinaprobación.

7na regresó a casa caminando, era algo que le permitía ordenarsus pensamientos, ver los (rboles del valle al atardecer, escucharlas aves murmurar entre las ramas, respirar el olor puro quecontenía aquel lugar m(gico. 2.e cuesta pensar $ue eCista unlu'ar m&s (ermoso para vivir $ue este1 No to!os los !ías pue!esver sirenas@ . !ensó 7na. S3 $ue la vi" s3 $ue ella es real1@ 

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 ANDRU ESTE0AN 8IR8IES/AS

/sa noche el "oven de cabello oscuro y o"os amarillos que seiniciaba como silvestrista por amor a su novia, caminaba de unlado para el otro en la pequeña sala de la casa de 7na, en varias

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p p q ,

oportunidades se tocó la $rente en b+squeda de la respuestamenos abrupta debido al caso en especí$ico. 7na le habíain$ormado que se iría de via"e durante un mes con las niñassilvestristas que eran sus amigas, algo que no cabía en la mentedel muchacho.

- &uestra relación apenas est( empeando y me dices queme de"as por 'ilvestre, de verdad explícate 7na, esto se

me escapa del entendimiento. Di"o 7ndru sin de"ar decaminar de un lado para el otro.- <a he via"ado antes y he conocido muy bien el silvestrismo,

pero existen ciudades y clubes, los cuales no conoco ydeseo hacerlo, las chicas me necesitan.

- >+ te vas detr(s de 'ilvestre 7na.- &o 7ndru, tal ve lo veamos tal ve no, es por el

silvestrismo. ontestó ella.

- ¿< yo ¿< nuestra relación- /s solo un mes, adem(s yo con$ío en ti, ni siquiera te heinsistido para que me digas que pasó con abiola, no creasque soy tonta, algo pasó y muy grave, porque ella no est(en Aalledupar.

- &o estamos hablando de ella. Di"o 7ndru. ;uiero saber porqué te vas, y quiero la verdad.

- 7sí soy yo, el silvestrismo es mi vida. @nsistió 7na.

- 7na, mi vida, no puedes irte, yo te necesito. ;uiero llevartea lugares que no conoces, quiero que conocas todo elesar, que ames esta tierra tanto o m(s que yo.

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- 7ndru regresaré en un mes.- 'i te vas, lo haces sin mi consentimiento 7na.- 'i necesito el consentimiento del hombre que amo para

vivir mi vida, es entonces posible que nos hayamosequivocado 7ndru, lo me"or ser( de"ar las cosas comoest(n.

7ndru /steban al escuchar aquella insinuación de terminar surelación, la abraó, ella le correspondió el abrao. 7na sintió quehabía dicho la estupide m(s grande del universo, pero no pensóretractarse ni por un instante.

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- /res necia, y m(s terca que una mula. Di"o 7ndru con unagran sonrisa.

- 0o soy, de verdad lo lamento, pero no voy a $ingir algo queno soy.

- &o se hable m(s del tema, ha lo que tengas que hacer yveremos qué pasa. Di"o él. !ero tu silvestrismo va asacarme canas verdes.

/sa noche 7ndru durmió intranquilo, soñó que estaba en unahabitación iluminada por el sol y en él estaba 7na con otrohombre, aquello lo llenó de rabia, intentó tocarla pero no pudo,era como si en el sueño, él no existiera. 7na besaba a un hombrealto de cabellos oscuros. 'e despertó sudando a mares en sucama. 0o que había sucedido con abiola le amargaba los días ylas noches. No vo) a po!er vivir en pa# si no te olvi!o *abiola@1!ensó 7ndru.

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EL REINADO

7  las seis de la mañana del día que partían 0as hicas'ilvestristas, esperaban en la >erminal a que llamar(n con rumbo

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a 8ogot(, 7na observaba a la gente ir y venir, se sintió angustiadaal comprobar que 7ndru no llegaba. 2No va a venir" me est&casti'an!o1@  !ensó. u(l sería la sorpresa de 7na al verlo llegarcon un bolso a las espaldas y un boleto de autob+s en las manos.0levaba puesta una hermosa camisa aul rey de vestir,arremangada en los codos y pantalón negro, su piel blanquecinabrillaba ante aquellos colores. 7na pensó que estaba soñandodespierta.

- 'i no hay otro remedio, pues nos vamos para la nevera, nicreas que te marchas sin mí. Di"o 7ndru, y 0as hicas'ilvestristas corrieron a abraarlo, todas hablaban a la vey lo acapararon. 7na por su parte simplemente sonrió yagachó la mirada, el calor de sus me"illas le indicaba queestaba ro"a como un tomate. 24racias Dios5 pensó ella.

Durante el via"e que duró aproximadamente I^ horas, 0as hicas'ilvestristas intercambiaron puestos en varias oportunidades paraconversar, compartir galletas o escuchar m+sica. 7ndru durmiócasi todo el camino, y 7na no hio m(s que mirar por la ventana,no podía sacar de su mente a la 'irena de cabellos negros y o"osaules del 4uatapurí. Ella me (i#o un a!vertencia" ella $uería$ue me ,uera o al'o pasaría" $uiere !ecir eso $ue Luisana" si esLuisana" no se suici!9" $uiere !ecir $ue allí en ese río pasan

cosas eCtrañas1@  7na quiso callar su mente pero $ue in+til, a 0a'irena de 1urtado la tenía entre ce"a y ce"a.

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7l llegar a la >erminal de 8ogot( un grupo de chicas vestidas dero"o los esperaban, 7na estaba absorta en sus pensamientos y noprestó atención a las salutaciones que le hicieron. 0es tenían laincreíble noticia que esa misma noche 'ilvestre tendría unapresentación en un reinado de bellea y la entrada eraeconómica. /l $río de la hermosa capital los hacía temblar a todaslas silvestristas, y 7ndru ya estaba de mal humor de tantocastañear los dientes. ueron llevados a un cuartel sinprecedentes, toda la casa en su integridad estaba adornada pora$iches de 'ilvestre Dangond y habían sido colgadas m(s de IFhamacas para los silvestristas recién llegados. 7penas si lograron

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comer algo, bañarse con agua caliente y cambiarse de ropa,seg+n 7ngélica, la dueña de la casa ro"a, debían ir temprano alevento para no quedar tan atr(s, pero esto $ue in+til, esa nochetoda 8ogot( estaba en la calle con deseos de ver a 'ilvestreDangond.

- ¿< ahora qué hacemos 7na !reguntó 0uisa. ;uedamosle"ísimos.

- @ntentaremos acercarnos lo m(s que podamos. Di"o 7na.- &o 7na. Di"o 7ndru. 3i vida, entiende algo, aquí debe estar

la ciudad entera, no podemos avanar entre tanta gente.- 'í podemos, síganme.

7ndru con el $río que tenía y lo cansado que estaba, no podíacreer la voluntad gigantesca de aquellas niñas. ueronadentr(ndose en la masa de personas. 2Esto es una locura@1

!ensó el muchacho, a la ve que pedía disculpas entre empu"onesy murmullos de gente molesta. 7na avanó decidida entre lamultitud, y al ver que 7ndru se reagaba, lo tomó de la mano y lebrindó su me"or sonrisa. 2on$ía en mí5 murmuró ella.

7l llegar hasta una barricada a una distancia considerable de latarima del evento, 7na observó que aquella parte estabareservada a gente importante, entre ellos el 7lcalde de la iudad

y otras personalidades, seg+n había señalado 7ngélica.

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- hicas cierren bien sus abrigos que no se vea que somossilvestristas. Di"o 7na y todas obedecieron.

- Disculpe señor, somos la delegación de Aeneuela, dedi$erentes emisoras del país, y quisiéramos poderacercarnos solo un poco para hacer algunas entrevistas.Di"o 7na a un muchacho escu(lido y muerto de $río quevigilaba la puerta de acceso.

- #'iga% Di"o el "oven.

7na sin pensarlo dos veces y con mucha seriedad avanóhaciendo señales para que 0as hicas 'ilvestristas la siguieran.7ndru se mantuvo callado estaba sorprendido de lo que 7na era

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7ndru se mantuvo callado, estaba sorprendido de lo que 7na eracapa por estar cerca de su artista.

- 'in estupideces, tomen asiento y hagan lo que yo les diga.Di"o 7na a las chicas.

7na luego de que se acomodaran en sillas de invitados, se meclóentre la gente, saludó a políticos y personalidades, e incluso

solicitó algunas $otogra$ías para Aeneuela. >anto las chicas como7ndru, estaban impresionados. /l evento se llevó a cabo, durantealgo m(s de dos horas vieron tranquilamente el des$ile, $ingieronaplaudir emocionados a cada una de las participantes delcertamen. uando dieron la ganadora, 7na les pidió a todos quela siguieran, que sacaran sus c(maras y se acercaran a los piesde la tarima a tomar $otos a la reina. &adie ob"etó aquelacercamiento, el p+blico de pie aplaudía a la soberana.@nmediatamente después de la coronación, se anunciaba lapresentación de 'ilvestre Dangond. >odo el mundo seconglomeró, las autoridades subieron al lado iquierdo de latarima y sin creerlo a+n, los silvestristas estaban en primera $ila ala espera del ídolo. 7na comenó a reír y abraar a las chicas.7ndru la abrao y le dio un tierno beso. 2>+ eres terrible5 le di"oal oído.

/l 7lcalde se acercó y los invitó a subir a >arima, ya que eran delos medios de comunicación de Aeneuela, no debían estar entre

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la multitud. 7quello tomó por sorpresa a 7na, quien no encontróni $orma ni manera para salir del atolladero. ueron guiados porescoltas a la enorme tarima y se colocaron al lado iquierdo,cerca de los vocalistas de la agrupación. 0as chicas estaban$elices de haber subido, pero 7na se sintió angustiada.

- ¿;ué pasa 7na !reguntó 7ndru. ¿/sto no es lo quequerías

- &o 7ndru, esto no es lo que quería.- &o te entiendo pero ni cinco.- 7quí no podemos bailar. 3uchachas por $avor compostura,

no bailen, no griten o nos ba"an, $in"an por el amor de

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Dios, 2somos corresponsales5.

6na tristea colectiva se apoderó de todas, 7na tenía raón,debían $ingir que no eran silvestristas y aquello para un $anssupone un gran suplicio.

7na cerró sus o"os cuando se apagaron las luces y pudo escucharcon claridad un clamor hermoso, el pueblo al unísono llamaba alartista. !or primera ve 7na se puso en los apatos de su artista ysintió vértigo. 0as luces se encendieron y la multitud seestremeció ante la presentencia de 'ilvestre Dangond. 0as hicas'ilvestristas y las del club de 8ogot( permanecieron inmutables./l coraón de 7na se detuvo cuando 'ilvestre la vio a los o"os.

'us o"os amarillos brillaron para ella y una enorme sonrisa decomplicidad se dibu"o en su rostro. 7ndru permanecía a susespaldas. 7na sintió miedo. 2Lo $ue pas9 antes no pue!e volver asuce!er@1 !ensó ella. 

- /sto es otra cosa 7na. Di"o 7ndru /steban a su oído. /sto

me gusta. 7ndru estaba embeleado con los instrumentosmusicales, en especial con el acordeón. Desde muy "oven

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adoraba la m+sica y estar en medio de aquel espect(culo lohio sentirse cómodo, aunque no se supiera las canciones.

'ilvestre se desplaó por todo el escenario, a veces le daba laespalda al p+blico para dirigir a los m+sicos o realiar sus piruetasde baile o sus denominados 2!ases5. /xisten tonadasdeterminadas del acordeón que reciben nombres como 2El pase!el .onaco5 que va precedido de un paso de baile en particulardel artista, 'ilvestre se había ganado al pueblo con suextraordinaria $orma de bailar y sus pases sin igual.

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7na sintió ganas de correr a abraarlo, pero estaba inmóvil, sabíaper$ectamente que debía mantener su posición de corresponsalradial veneolana.

 2No pue!o per!er a An!ru" a 3l no5. !ensó 7na temerosa de que7ndru se diera cuenta del estado emocional en que ella se

encontraba cada ve que veía a 'ilvestre. 0a gente gritabaeu$órica, 'ilvestre se había apoderado de ellos de una $ormainexplicable, él sonreía a todos, contagiando su alegría a aquelpueblo que lo apoyaba. 7l terminar de cantar se despidió delp+blico, subió unas escaleras en el escenario, giró y se despidiódel 7lcalde, pero para sorpresa de 0as hicas 'ilvestristas, leslanó un beso al aire y se despidió de ellas, miró $i"amente a 7naa los o"os y le di"o 2/(ao Ana5.

- #ara"o 7na% /se hombre te conoce. Di"o 7ndru asombrado.- 0arga historia mi vida. 0arga historia.

7l ba"arse de tarima y cuando ya nadie las vio, 0as hicas'ilvestristas, gritaron, se abraaron y brincaron, por la alegría dehaber tenido tan cerca de su artista.

 2El silvestrismo tiene lo su)o5 !ensó 7ndru al verlas reír de

aquella $orma.

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 2Los (ec(os a$uí narra!os son reales" el reina!o ,ue en 8ene#uela en las ,iestas patronales !e /antaura" pero los $ue estaban a mi la!o en reali!a! ,ueron el Silvestrista

4unter 5erpa ) %enni,er Rivera.5 3arlyn 8ecerra.

LA 8ERDAD

/sa noche el $río le caló en los huesos, 7na permaneció de pie

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en la ventana de la casa silvestrista. 0a intensa brisa nocturnatra"o consigo recuerdos intensos y distantes. 'opló sus manosmientras las unía intentando entrar en calor. Dos gruesasl(grimas corrieron por sus me"illas como dos trocitos de hielo. 2.i cora#9n est& vuelto na!a5. !ensó la muchacha. 2Solo so) ,eli# si lo veo a 3l15 

- 7na, vas a res$riarte. Di"o 7ndru a su espalda. Aamos ya es

tarde y mañana continua este via"e loco.7na contuvo la respiración, intentando evitar que 7ndru viera susl(grimas, pero $ue in+til.

- /stas llorando ¿!or qué lloras 7na ¿;ué pasa Di"o el "oven tom(ndola en sus braos.

- &o pasa nada 7ndru. 3urmuró ella.- ómo que no pasa, si estas llorando. &o entiendo mi niña,

acabas de ver a tu ídolo, él te saludó* y estas haciendotodo lo que deseas hacer, por qué estas en este estado, noentiendo amor ¿;ué pasa

- &o quiero hablar 7ndru entiéndeme, di"o agachando lamirada.

- !ues vas a tener que hablar 7na, cómo es posible queestés en medio de este $río espantoso, en esta oscuridad

mientras todos duermen y de paso llorando. Dé"ame cerrarla ventana o vamos a morir congelados los dos.

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7na tenía puesto un abrigo ro"o de lana y sus me"illas estabancongeladas, al hablar exhalaba humo por la boca. 7ndru encendióuna lamparita cerca del so$( y se sentaron uno muy cerca delotro.

- >ienes las me"illas coloradas. ¿u(nto tiempo tienes allí depie

- &o lo sé. Di"o ella.- ¿/s por 'ilvestre- #Dios santo% ¿!or qué crees eso

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- !orque venimos de un concierto y veo que él te a$ecta,quiero saber qué pasa, eres mi novia y tengo derecho aC- ¿Derecho 'i t+ eres el primero en ocultar cosas, no sabes

quién te golpeó, o eso dices. &o quieres decirme qué pasóla noche en que terminaste con abiola, esa mu"er era t+vida, la adorabas y así sin m(s desapareció. Di"o 7naen$adada. 7 caso yo insisto en saber ¿Donde est( ella7ndru yo he su$rido mucho y C

- < a caso ¿/res la +nica que ha su$rido en esta vida 7na nobella, no tienes idea de lo que es el su$rimiento. Di"o 7ndruseñal(ndose el pecho.

- #&o me conoces% Di"o 7na en un tono cortante.- &o, no te conoco y no de"as que te conoca, vienes detr(s

de un hombre porque es tu ídolo, pero cuando lo ves tedeprimes, o crees que estoy ciego y no veo lo que pasacontigo.

- #7ndru%- 7ndru nada 7na, yo estoy enamorado de ti, estoy

locamente enamorado de ti, t+ eres la mu"er de missueños, quiero una vida contigo, hi"os, hasta un gato./scuchar vallenato en nuestras $iestas y aniversarios hastael amanecer. 3e he hecho ilusiones, ni te imaginas todo loque quiero para nuestra vida, nuestro $uturo.

- #!ero t+ no te puedes enamorar de mí% 'oltó de pronto lamuchacha, queriendo recoger sus palabras lanadas alviento.

542

- < quién manda en mi coraón, t+ o yo. reo que es tarde./res mis manos, mis o"os, mi vo, soy $eli si t+ eres $eli,y su$ro si t+ su$res.

- #abiola% 3urmuró 7na sin mirarlo.

- /sa mu"er, esa mu"er, est( muerta para mí.- !or qué, dime por qué 7ndru.

/l muchacho se levantó abruptamente lleno de rabia, apretó suspuños para contener el recuerdo de abiola con otro hombre, laimaginó en su mente gimiendo de placer, riéndose de él.

- abiola tiene un amante. 0a noche en que $ui a hablar conella, la encontré haciendo el amor con un hombre, que era

(

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m(s $uerte que yo.

7na colocó las manos en su boca, y dos grandes l(grimascorrieron. )ecordó el día en que )a$ael de"ó de ser un espe"ismo./lla sabía per$ectamente cómo una traición, quemaba el alma.

- 'u amante y yo nos caímos a golpes y como ya sabes,estuvo a punto de matarme, casi muero por una mu"er que

no valía la pena, pero eso no quiere decir que no me duelapro$undamente haber estado tan ciego. &o me arrepientode nada de lo que he hecho en mi vida, solo me arrepientode las cosas que no he hecho y asumo las consecuencias.>e abrí mi coraón, te lo entregué desde el primer día quenos besamos en 0a 'irena de 1urtado, te hablé de mimadre, de mis recuerdos, y ahora te atreves a decirme queno puedo enamorarme de ti. ¿;ué crees que soy unmuñeco

- <o no quise decir eso, disc+lpame. Di"o 7na en casi unsusurro.

- 'i no entregas el alma en lo que haces, no vale la pena7na, y si no puedes abrirme tu alma y decirme qué teocurre, soy yo el que de"a las cosas como est(n. 3añaname iré y no volver(s a saber nada m(s de mí.

7ndru se retiró a su habitación sin mirarla si quiera. /lla subió susrodillas al mueble, se abraó a ellas y de"ó que las l(grimas

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brotaran. 2Daría mi alma por tocarte" por entre'arte la muer $ueso)" pero no pue!o" no se c9mo ser ,eli# 5.

Las !epresiones !e Ana est&n basa!as en (ec(os !e la vi!a real" inspira!as en las cartas$ue recibo a !iario !e los silvestristas" $ue (an encontra!o en el silvestrismo la cura a sus

triste#as@ 3arlyn 8ecerra.

 ANA

uando los rayos de lu le dieron en el rostro, 7na se despertóentumecida, a su lado encontró una rosa ro"a, y el caos de la

h t i l i i

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noche anterior se le vino encima.- #7ndru% Di"o en vo alta. 7ndru /steban. 0o llamó.

orrió hasta su habitación. u(l sería su sorpresa al ver la camavacía, las cosas de él ya no estaban. 2Se (a i!o15 0o buscó portoda la casa, los silvestristas a+n dormían. 2Se (a i!o.5 'alió a lasa$ueras de la casa y no lo encontró. 2Se (a i!o.5 7na $uera de simisma, se sentó al pie del (rbol que estaba a la entrada deaquella casa y se de"ó caer, arrepentida de lo que había hecho. 2>u3 (iciste Ana" $u3 (iciste15 

7llí la encontró 0uisa, la chica silvestrista, 2vamos 7na, él se $ue,no podemos hacer nada5. Di"o su amiga.

- 2'e ha ido 0uisa5 murmuró 7na.

- 0o vi marcharse antes del amanecer, y disc+lpame peroescuché su pelea de anoche, de verdad lo lamento 7na.Aamos a la cama, a+n es temprano, debes descansar yquitarte esta ropa, est(s helada.

7na cayó en un sueño pro$undo al tocar la mullida cama en quedurmiera 7ndru. 'u olor allí podía percibirlo. < en sueños seabraó a sus recuerdos.

544

'oñó que él la abraaba, que le daba besitos por todo el rostro ysonreía para ella. De pronto el sueño cambió y se encontró enmedio de la nada, lo llamó mil veces pero $ue in+til. l no estaba./n su sueño 0a &ana, una anciana de o"os aules como el mar, la

abraó sin decir ni media palabra, aquel abrao la llenó de$ueras. /ra c(lido y $uerte, hacía que el dolor se $uera. 7llevantar la mirada ya no era la &ana, sino 'ilvestre quien laabraaba. 28amos sonríe" no to!o est& per!i!o Ana" vamos tM pue!es.5 Di"o él.

7na despertó a eso de las tres de la tarde, y las chicas invadieronla habitación. 7legres le mostraron todas las $otos de la noche

anterior nadie mencionó a 7ndru y la hicieron sonreír de nuevo

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anterior, nadie mencionó a 7ndru y la hicieron sonreír de nuevo.7ngélica la silvestrista de la casa donde se quedaban en 8ogot(,le explicó que se unirían ellas para la travesía. 7na decidida aseguir adelante, ordenó que, se alistaran para via"ar al díasiguiente. >omó un baño con agua caliente y logró comer algo ydescansar un poco.

7 las siete de la mañana del día siguiente, abordaban un autob+s

rumbo a Aillavicencio. Si no entre'as el alma en lo $ue (aces"entonces no vale la pena1@  !ensó 7na al recordar las palabras de7ndru /steban Airviescas.

6n "oven de o"os amarillos y cabello oscuro, aguardaba en la>erminal el próximo autob+s con rumbo a Aillavicencio.

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SIL8ESTRE 

@ntranquilo dio varias vueltas en la cama intentando quedarse

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@ntranquilo dio varias vueltas en la cama, intentando quedarsedormido, los huesos le dolían, los o"os le ardían, estaba tancansado que le era imposible conseguir el sueño. De pronto vino asu mente un recuerdo distante, casi irreal, una muchacha delargos cabellos negros dormía a su lado. /l olor de su piel le llegópreciso, como si ella se encontrara con él* y sin ya desearlo, suso"os se cerraron derrotados por una vida excitante, llena dem+ltiples sacri$icios.

/n sus sueños, vio los o"os negros y enormes de una muchachade mirada triste, ella no lo veía, pero él la tenía muy cerca./staba sentada en una piedra enorme, con los pies en el aguacristalina de un río de caudal embravecido. 0a corrientearrastraba todo a su paso, y él tuvo miedo de que la arrastrara.@ntentó hablarle pero no pudo. 'e sentó a su lado y quisoconsolarla. 0a muchacha lloraba, esto le causaba un pro$undodolor. De pronto la oscuridad se vino sobre ellos y 'ilvestre viocómo emergía de las aguas una enorme mu"er con cola de pe.&o sintió miedo de ella hasta que entendió lo que quería. 'inpoder hacer nada, la sirena agarró a 7na por los tobillos y laarrastró a las pro$undidades del río. 'ilvestre despertó en mediode la noche con el coraón acelerado, y sudando. 1abía tenidouna pesadilla con una de sus silvestristas, algo que hacía mucho

no le pasaba. 'e sintió extraño dentro de su cuerpo, como si elcoraón le diera un mal presentimiento.

546

Desde niño detestaba las pesadillas, pero el sueño con la sirena,le había causado tal impresión, de que tuvo la certea de que algomalo pasaba con su amiga 7na. 2Lo peor !e to!o es $ue no ten'oc9mo llamarla para saber $ue est& bien" ser ,amoso me impi!e

cosas tan sencillas" como (ablar por tel3,ono15 !ensó 'ilvestre.

 ANA

7na via"ó en silencio a tan solo dos horas estarían en una tierra

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7na via"ó en silencio, a tan solo dos horas estarían en una tierracon la que "am(s soñó ver, se dirigían a los llanos colombianosguiados por 0uisa )odrígue, no era una ciudad donde $uera aestar 'ilvestre, pero había un club en $ormación y aquello era tanimportante como asistir a un concierto del ídolo. 2Luisana" no pue!o sacarla !e mi mente1 >uiero saber c9mo muri91 Al'o me!ice $ue soñar con ella si'ni,ica $ue !ebo re'resar al valle1 Debí 

!ecirle a An!ru lo $ue vi a$uella noc(e5. < pensar en el muchachode o"os amarillos le inundó el alma de dolor. 26iensa en lossilvestristas" no pienses en 3l1 TM no po!ías !ecirle to!o lo $uesientes por Silvestre" (ubiera si!o el mismo resulta!o" 3l se(abría i!o !e to!as ,ormas1 Olví!alo )a Ana5 se di"o así misma,toc(ndose el lado iquierdo del pecho, donde equivocadamentecreemos que est( el coraón.

- 0os muchachos van a estar contentos de recibir a 0ashicas 'ilvestristas y a los silvestristas de 8ogot(, siseguimos adicionando gente, podremos llenar un buscompleto, no crees 7na. ¿7na insistió 0uisa.

- Disc+lpame no te escuché.- 7na, vamos anímate, 7ndru estar( bien y ya hablaran y

todo se solucionar(, es una ley de vida, todo lo que esposible que pasé, pasar(. Di"o 0uisa con una hermosa

sonrisa. 0o que no entiendo es por qué llorabas la otranoche, soy tu amiga y quiero ayudarte.- 0uisa estoy enamorada de 'ilvestre. on$esó 7na.

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- !equeña, todas estamos enamoradas de 'ilvestre, esnormal o ¿&o

- &o 0uisa, al principio siempre creí que solo era como $anpero ahora cada ve que lo veo me siento morir de amor

por él.- !ero disc+lpame 7na yo te vi llorar por 7ndru. >us o"os se

iluminan cuando él est( cerca, lo miras como si $uera la lude tu vida y desde que discutieron, te ve apagada y gris.<o creo que tienes miedo de aceptar que te has enamoradode 7ndru /steban y te re$ugias en la idea de un amorimposible.

- 0uisa de coraón no sé qué me est( pasando. Di"o 7natom(ndola de la mano. !ero si es como t+ dices, por qué lo

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tom(ndola de la mano. !ero si es como t+ dices, por qué lode"é ir, por qué no detuve a 7ndru.

- !orque eres testaruda, como toda mu"er. Aamos rel("ate,tómate tu tiempo, y reorgania tus emociones, si algo heaprendido es que todo eso que sentimos o decimos sentirson estados mentales 7na, y nuestra alma puedemane"arlos si nos lo proponemos. ¿7mas a 'ilvestreLmalo, pero que su amor sea motivo de alegría y vida.¿7mas a 7ndru Lmalo pero vive su amor y dé"alo que teame. /stén a tu lado o no, tu eres la +nica que puededecidir cómo y en qué medida quererlos.

7na abraó a 0uisa, sus palabras $luían como aguas cristalinasdentro de su alma. 0a gratitud de 7na con esa silvestrista $uein$inita.

- 2&o hay nada que el silvestrismo no pueda explicar5. Di"o 0uisaa carca"adas y 7na al escuchar aquella $rase no pudo m(s que reírtambién.

548

Siempre creí $ue mi cora#9n $ue!aba !el la!o i#$uier!o" allí suelo colocar mi mano para!ecir $ue me !uele cuan!o me tratan mal o una noticia me (ace llorar" una ve# estan!o

(ospitali#a!a" el !octor me corri'i9 ) me !io $ue el cora#9n $ue!aba m&s (acia el centro!el pec(o" $ue el cora#9n $ue suelo tocar es el !e mi alma@1 3arlyn 8ecerra.

8ILLA8I/EN/IO

7na conversó con 0uisa sobre lo sucedido con 7ndru /steban, yal poder desahogarse, al conseguir decir aquellas palabras, lacarga $ue menos pesada. 2 A veces" solo $ueremos escuc(arnos

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ca ga ue e os pesada eces" so o $ue e os escuc a os!ecir la ver!a!@ . !ensó 7na.

- 0uisa, quiénes se vinieron de 8ogot( para Aillavicencio,disc+lpame pero he estado totalmente distraída.

- 'í, lo sé muy bien. ontestó ella. 8ueno como ya te habíacomentado solo lograron venir con nosotros 7ngélica?liveros, que es la "oven donde nos quedamos hospedados,sabes la morena de cabellos largos,  arolina  que es lachica de cabello negro corto que usa aparatos de esos quete corrigen la sonrisa por no llamarle alambres, Bulian'alcedo, que est( sentado con ella, tienes que ver sus o"osson muy bonitos 7na. >ambién lograron venir lassilvestristas Dayana 8arrios, Daniela 8endecN < 3aria 'ilva,que son las que no paran de hablar como loritas con

8ernardo ?talvare, todos en de$initiva son muy amables,pero no tienen idea de lo que les espera.- ¿ómo así ¿;ué nos espera 0uisa- /l llano, el indómito llano, no nos quedaremos en

Aillavicencio, la invitación a esta región del país, es en casade un excéntrico silvestrista muy amigo mío, que vive enuna $inca llano adentro. Aenimos a pasarla s+per genial,pero solo los verdaderos silvestristas podr(n soportar lo

que nos espera.- 3e est(s asustando 0uisa.

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- !ues haces bien en asustarte. Di"o sonriente la muchacha.3i amigo no usa electricidad, no hay @nternet, ni televisión.'olo atardeceres, caballos y vacas por todas partes.

7na se sintió incómoda, todo aquello le tra"o recuerdospr(cticamente olvidados, noches en que el amor le hio matarm(s ancudos que estrellas en el $irmamento.

- 0uisa esto no me gusta. Di"o 7na.- >e gustar( es una $inca 'ilvestrista, nada ser( normal. 3i

amigo es /ulises ?liveros, hi"o del inmortal 7lirio ?liveros,no tienes idea 7na de todos los secretos que ocultan esas

tierras, hay quienes dicen que est(n malditas.&o entiendo porqué vinimos entonces Di"o 7na $runciendo

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, y q q- &o entiendo porqué vinimos entonces. Di"o 7na $runciendo

el seño.- !orque como ya les había comentado hay un nuevo club

silvestrista y es vital que los veamos.- !ero para qué vamos esa $inca entonces 0uisa.- !orque /ulises es el presidente del lub 'ilvestrista de los

0lanos.

- #Dios mío% ;ue el silvestrismo nos ampare. Di"o 7na.

7mbas amigas rieron con sus exageraciones, propias de las almassilvestristas que siempre andan en busca de aventuras, y si esposible de problemas, me"or a+n.

7l llegar a Aillavicencio, 7na experimentó el cambio del clima, y le

$ue con$ortante la calide de aquella tierra, a los escalo$ríos de8ogot(. 7 di$erencia de los chicos de 8ogot(, en sus rostros senotaba que se estaban ahogando por el calor. /n la parada delbus un "oven de radiante sonrisa y cuerpo atlético los esperaba.

- >+ debes ser 7na. Di"o el "oven. >om(ndole la mano.- 7na, él es nuestro an$itrión, mi amigo, compadre y

hermano, /ulises ?liveros.

- /ncantada di"o 7na un poco incomoda, ya que el "oven nole soltaba la mano. 3e la regresas por $avor.

55

- Disculpa no estoy acostumbrado a ver mu"eres tan bellascomo t+. Di"o /ulises.

0as me"illas de 7na se ruboriaron, y ella no quiso ni imaginar loro"a que debía verse. 0as hicas 'ilvestristas abraaron almuchacho al igual que los del lub de 8ogot( y nadie prestóatención a las incomodidades de 7na. Aia"aron en variascamionetas propiedad del silvestrista llanero, y para disgusto de7na, a ella le tocó via"ar con 0uisa y /ulises en un rustico apartedel grupo.

- 7na, mi amiga 0uisa me ha hablado mucho de ti, dice queconoces a 'ilvestre y que eres una silvestrista extrema.

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conoces a 'ilvestre y que eres una silvestrista extrema.- 0o conoco, como cualquier $an pueda hacerlo. ontestó

ella. < me pueden decir ¿uanto $alta para llegar- De Aillavicencio al Delirio es una hora aproximadamente.

Di"o 0uisa.- ¿Delirio- /s el nombre que pap( le diera a la $inca antes de morir.

- 0amento mucho lo de tu pap(. Di"o 7na. <o también perdí al mío y sé el hueco que de"an cuando se van.- 4racias mi bella, pero lo de pap( es muy di$ícil, a mi pap(

lo mataron a traición, y desconocemos quién lo hio. /salgo que te de"a las heridas abiertas para toda la vida.

4uardaron silencio por el resto del via"e, 7na se sintió incomoda,

la llanura colombiana, el olor propio de tierra caliente y lainmensidad de aquel cielo no solo le recordaba el llanoAeneolano, no solo le hio pensar en su padre. 7lgo peormerodeaba apunto de sacarle l(grimas. Ra,ael era colea!or" Diosc9mo me vine a meter al llano" ver a Eulises con sus botas ) camisas !e cua!ros" es verlo a 3l1@ /se pensamiento hio que 7nase clavara las uñas en las manos. No $uiero ver caballos" no$uiero ver vacas" no $uiero escuc(ar mMsica llanera" no $uiero

estar a$uí@1 !ensó 7na. An!ru !9n!e estas" te necesito@1

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/ono#co a Silvestre !e la ,orma en $ue lo conocen la 'ran ma)oría !e sus se'ui!ores" enconciertos" aeropuertos u (oteles" (e pasa!o (oras ) (oras !e espera para po!er 

salu!arlo" o tomarme una ,oto con 3l1 No somos cercanos como muc(os creen" esnecesario $ue sepan $ue )o solo so) su ,an" al i'ual $ue to!os" ) $ue me (e vali!o !e la

ima'inaci9n para !esarrollar el Diario !e un Silvestrista1@ .arl)n 0ecerra1

LA SOR6RESA

Dayana, Daniela 8endecN y 3aria 'ilva, corrieron al vehículo de

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Ddonde se ba"aba 7na, la tomaron por las manos y la arrastraronhasta un lado de la casa.

- Aen 7na, ven, ven, ven r(pido. Di"o 3aría sonriendo.- ¿;ué pasa chicas ¿Dónde est(n todos !reguntó 7na,

mientras /ulises y 0uisa los alcanaban.- 7na se encontró con una sorpresa inimaginable.

6n "oven de cabello oscuro se encontraba rodeado por todos lossilvestristas, 7na vio rostros que no conocía, entendiendo queeran los silvestristas llaneros. uando sus o"os amarillos laobservaron, 7na sintió que su coraón le $allaba.

- #1ola 7na% Di"o el "oven brind(ndole una enorme sonrisa.

7na se quedó allí de pie. /staban en una especie de corredoramplio donde el color ro"o dominaba por todas partes, manteles,globos, vasos, platos, el ro"o lo inundaba todo, pero no solo setrataba de una reunión silvestrista, aquello era una emboscada.

- ¿;ué haces t+ aquí !reguntó 7na, intentando creer que loque veía no era cierto.

/n ese instante 0uisa se echó a llorar en los braos del "oven.;uien la consoló d(ndole palmaditas en la espalda a la silvestristade dorados cabellos.

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- /ulises es mi amigo, y me ha invitado. ¿>+ sigues bravaconmigo por lo de la pelirro"a

- &o. 3urmuró 7na intentando controlar las emociones quese le venían encima.

0os silvestristas estaban llenos de dicha, tomaban $otos, pedíanautógra$os, 0as hicas 'ilvestristas no podían parar de reír.7ngélica y Buli(n daban pequeños brincos, como si no aguantaranla alegría.

- 0e he pedido a 'ilvestre que nos acompañara en este díatan especial, cuando le di"e que t+ vendrías aceptó

inmediatamente ¿&o te alegras de verlo 7na

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7na al escuchar la explicación de /ulises, corrió a los braos de'ilvestre y lo abraó como si él estuviera a punto de irse.'ilvestre la sostuvo en sus braos. l siempre aparecía cuandoella m(s lo necesitaba.

- &o sabía que podría verte tan pronto 'ilve.- 7sí es la vida pequeña, siempre nos sorprende con suscoincidencias y designios. Di"o 'ilvestre.

7l atardecer de aquel día, 7na sentada a las a$ueras de la casa,sostenía la mano del "oven de o"os amarillos, como quien toma lamano de su alma gemela, no para roarla, sino para unirse a ella.

- #'ilvestre, estoy enamorada% Di"o ella sin poder

contenerse.- 0o sé 7na, yo te conoco. Di"o él. >uve un sueño extrañocontigo, y ahora entiendo qué pasa.

- < no es de ti. 3urmuró ella.- /so también lo sé. Di"o él tocando la punta de su nari. 3is

sueños no me mienten, algo no est( bien contigo.- /spera, a ti también te amo, pero de una $orma

inexplicable.

- /so esta me"or bonita. Di"o el "oven y sus o"os amarilloscambiaron de pronto al color verde.- #'ilvestre% /xclamó ella. >us o"os, est(n verdes.

553

- /st( cayendo la tarde mi pequeña 7na, cuando eso pasamis o"os son verdes, pero sígueme contando ¿Dónde est(el hombre que amas !orque no es 3athias, de eso estoym(s que convencido.

- &o, no es 3athias en eso tienes raón, y no sé dondepueda estar. Di"o 7na agachando la mirada.- <a le hiciste cantaleta, 6stedes las mu"eres son una cosa

muy seria.- #&o te rías% 'í peleamos, no supe explicarle lo que siento

por ti.- &o tienes por qué explicarlo, hay cosas que es me"or no

decirlas, porque es probable que no nos entiendan, eso lo

sé muy bien. Aiste 7na, el cielo esta enro"ecido. Di"oseñalando las nubes

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señalando las nubes.

/l ocaso se les echó encima, y 7na sintió que era el atardecerm(s hermoso que había visto en su vida.

- ;uédate 'ilvestre, veamos salir la luna, aunque sea la+nica ve.

- #&o 7na% contestó él.- ¿!or qué- !orque no sería la +nica ve. ada ve que sale la luna en

la inmensidad de la noche, tu recuerdo me acompaña. <otampoco puedo explicar ciertas cosas de mi vida, por esopre$iero componer canciones, y all( el que entienda o no,eso no me importa. 7na, quiero pedirte algo. &o quiero quevayas m(s al río 4uatapurí, por $avor, alé"ate de ese río. &ose cómo explic(rtelo, pero no te quiero m(s allí.

- /sta bien 'ilve, no iré m(s, palabra de silvestrista. Di"o ellasonriente. >ienes raón, entremos a la casa, no podemospermanecer aquí.

- !or qué, quiso saber él.- !orque me est(n comiendo las plagas. #orre% #orre%

orre 'ilvestre. #Aen vamos a vivir% 4ritó 7na mientras

corría hasta el umbral de la casa de ladrillos donde losesperaban los silvestristas.

554

l la alcanó su"et(ndola por la cintura y le robó un beso.

EL /ON*ITE 

/n la parte posterior de la casa, los silvestristas encendían unaenorme $ogata y algunas antorchas, como bien había dicho 0uisa,el 'ilvestrista llanero dueño de 2/l Delirio5 no usaba electricidad,

así que la velada para todos era especial, no solo por estar enmedio de la nada, sin comunicación de ning+n tipo, sino que en

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, g p , qaquel mismo lugar aguardaban por 'ilvestre, quien compartiríaesa noche con ellos.

- ¿7+n siguen hablando !reguntó 3ilena.- 'í, de"emos que hablen tranquilamente. Di"o 0uisa.- ¿!odemos colocar algo de m+sica !reguntó Bulian. >anto

silencio me aturde.- ¿'ilencio /s que Buli(n no escuchas los grillos y sapos,

tienen armada una parranda en este lugar. Di"o 3ilena.- ¿< qué colocamos ¿Dónde !reguntó 7ngélica.- !odemos colocarla en mi camioneta, creo que les gustar(

como suena. Di"o /ulises encendiendo el vehículo.

6n estruendoso acordeón sonó dentro del vehiculo, y todos sinexcepción se levantaron de sus lugares y comenaron a bailar.0as muchachas giraban, los chicos intentaban imitar los pasos desu artista, 2/l on$ite5 estalló para los silvestristas que llevabanhoras tomando aguardiente llanero y cerveas.

7na al escuchar la m+sica, arrastró a 'ilvestre al medio de lapista de baile y lo entregó a sus amados seguidores. >odas las

miradas brillaron cuando el ídolo e"ecutó su $amoso baile del 2!ayaso5, todos lo imitaron maravillados de poder bailar a su

555

alrededor. 0a "oven de o"os negros pre$irió contemplarlos, y/ulises se sentó a su lado brind(ndole una cervea helada.

- 8ueno al menos usas hielo. Di"o 7na al comprobar lo $ría

que estaba la bebida. /s curioso que no uses electricidad.- 3e gusta a la lu de las velas, por decirlo de alguna $orma.¿< no bailas !reguntó /ulises.

- 1oy no, hoy observo. &unca había visto bailar a 'ilvestrerodeado de 'ilvestristas. 7hora no sé qué me gusta m(sque baile o que cante.

- ¿7na te gustan los caballos !reguntó de pronto elsilvestrista llanero.

- 'í, y creo que tienes varios. >emprano me percaté deltamaño de tu caballeria.l b ll ñ d

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- 7mo a los caballos, mañana temprano daremos un paseo,hay su$icientes caballos para todos, debo llevar a 'ilvestremañana por la tarde a 8ogot(, así que lo haremos aprimera hora.

- 'er( divertido. Di"o 7na. ¿/ulises por qué no quieres vivircon la comodidad del modernismo

- 7 !ap( no le gustaba, él me enseñó a atender el ganado,domar mi propio caballo, bañarme por las tardes en el río*y por las noches me solía contar historias alrededor de una$ogata.

- ¿ómo murió tu pap( ¿;uieres contarme- !ap( regresaba aquella tarde de arar los campos, cerca de

aquí est( un (rbol enorme por el cual pasó con su tractor,ya estaba oscureciendo. 7lguien lo sorprendió por laespalda y le disparó a traición. uando escuchamos eldisparo, salimos corriendo. Ai a mi padre en el suelo bocaaba"o y ni rastros de quién lo había atacado. /l disparo $uecertero, mi padre murió de inmediato.

- 7 la lu de las antorchas, 7na observó l(grimas contenidasen los o"os del silvestrista.

0a m+sica que los rodeaba era alegría pura, y 'ilvestre se lasarreglaba para bailar con todas las muchachas.

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- Desde entonces, siempre en la casa se han hecho lascosas, como las hacía 7lirio ?liveros, y el día que mam( loentendió, pre$irió irse, a tener que soportar mis decisionesde una vida tranquila.

- reo que a veces nos perdemos de cosas tan hermosascomo la lu de la luna entre tanta modernidad, comprendotu $orma de vivir. /ulises quisiera pasar unos días aquí, sies posible.

- ;uédense todo lo que quieran, podemos ordeñar a lasvacas por las mañanas o ir de pesca al lago. 3e gustaríaque conocieras me"or a los muchachos del club llanero, notienes idea de lo especiales que son.

- #1(blame de ellos% 'ugirió 7na.

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/ulises los vio bailar, aplaudir, cantar, 'ilvestre era uno m(s delmontón, parecían amigos revueltos en un círculo, y no el ídolo ysus $ans. 0a m+sica se tornó lenta y cadenciosa, y los muchachosse turnaban a las chicas para bailarlas al son del vallenato, dondeal unísono cantaron 2ómo lo hio5.

- 0a "oven delgada de cabello negro se llama 'ara )amíre.Di"o /ulises. /s silvestrista desde muy niña, y es mi amigadesde antes de la muerte de mi padre, y sé que hoy es undía inolvidable para ella, no puede hablar de 'ilve sin quese le quiebre la vo, y digamos que me tenía preocupadode cómo reaccionaria al verlo a él, pero como puedes ver,todo ha salido a la per$ección. 0a muchachita pequeña delargos cabellos negros como t+, se llama 0aura >ovar,debes tener cuidado con ella, todo lo grava en su telé$ono,vive atenta de todos y es la m(s dulce de las llaneras.8ernardo >alo, es mi compadre, m(s que un amigo, es micompadre, un silvestrista sin igual, todo lo emociona, así que es extraño que hoy no haya muerto in$artado, nadiesabía de la llegada de 'ilvestre a la hacienda. amila, es lapequeñita de cabellos rubios, mañana vendr(n dos$amiliares de ella que son tan silvestristas como t+ y comoyo, no han logrado llegar hoy y es posible que se lamentenpor no haberlo hecho, son de 7ntioquia, es una $amilia sin

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igual y sé que van a agradarte mucho, su acento es muypeculiar. 0a mam( de amila es como una madre para mí,!aula /scobar, mañana por la noche te la presento.ideanyeli, es la "oven que est( bailando con 'ilvestre, ella

es incansable, vive en Aillavicencio y es una llanera de puracepa, monta a caballo como cualquier hombre yacostumbramos a beber ron "untos, aunque es muy "oven,es una niña muy madura. Dallys (rdenas, es la muchachade la pañoleta ro"a en la cabea, es muy especial con losanimales, y su cariño por 'ilvestre es sincero, ella ya lohabía visto en otras oportunidades, pero esta es la primerave que baila con él.

- 1ablas de ellos con mucho cariño. /so es muy bonito/ulises.

é ( d l $ l l

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- ¿;ué es m(s grande, que la $amilia y los amigos- #&ada% Di"o 7na al recordar a Qatherine, 0a 3uchis,

Danielita, 3aria lara, <aliana, )aquel y a <uli aicedo.&ada como la sonrisa de una amiga. ¿/ulises dóndedormiremos todos

- olgaremos hamacas, tengo muchas porque siemprevienen silvestristas a la $inca, no te preocupes, si deseaspuedes dormir en mi cama y yo en una hamaca.

- &o, quisiera que me cuelgues una, pero cerca de la granventana de la sala, quiero ver las estrellas.

- #1echo% !ara ti lo que pidas. Di"o el "oven d(ndole unahermosa sonrisa.

'e mantuvieron atentos a los bailes de los silvestristas, riendo delas locuras de algunos. 'ilvestre brillaba entre ellos como el locom(s alegre de todos los tiempos. 0os muchachos colocaronvallenatos antiguos de varios cantantes vallenatos.

- ¿7na quieres bailar !reguntó 'ilvestre al cabo de un rato.- 'í. Di"o 7na ruboriada.

6na melodía sencilla sonaba desde la camioneta, 7na no la habíaescuchado antes, era un vallenato lento y sentimental. /lla semantuvo incólume ante los braos de 'ilvestre, pre$iriendo

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levantar la mirada y ver sus o"os, en ellos brillaban las llamitas delas antorchas, y aquel $uego en la mirada de él le recordó aQennel, el duende que la persiguiera por tanto tiempo. 2Losmomentos m&s bellos !e la vi!a" siempre se parecen a otros $ue

)a (emos vivi!o1 To!o se mueve en círculo@1 !ensó 7na.uando dieron las doce de la noche, 7na se retiró a dormir, sedespidió uno a uno de los silvestristas y les deseó las buenasnoches.

- #'ueña conmigo% Di"o 'ilvestre.- #'iempre lo hago% ontestó ella.

7l acostarse en una hamaca amplia que le colgara /ulises cercadel gran ventanal. 7na se sintió agradecida de la vida, en ese

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g g ,mismo lugar estaba el ser que m(s admiraba, y él era $eli. 7l verel cielo repleto de estrellas se sintió diminuta y los puntosbrillantes en el $irmamento le hicieron pensar en 7ndru /steban.Si supiera !9n!e estas" iría corrien!o a insistir en nuestro amor" pero la vi!a es simple" sin buscar" te encontrar3@1 !ensó

qued(ndose dormida. 

559

0U/*ALO 2 LA /ATIRA

7l amanecer, los silvestristas dormían pro$undamente, 7na selevantó sin hacer ruido y tomó un baño de agua muy $ría,sintiéndose renacer al ver los primeros rayos del sol colarse por laventana. 'e secó el cuerpo y se colocó ropa interior deportiva,unos "eans gastados y una $ranela blanca con rayas aules dealgodón, trenó sus botas amarillas para montar a caballo, las

cuales, consiguió en una o$erta en Aalledupar y que había elegidoal saber que visitaría el llano. 'e demoró en peinarse la largacabellera $rente al espe"o del baño, quería verse lo m(s arreglada

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p " q gposible, aunque $uera simplemente a montar a caballo. 2No to!oslos !ías cabal'as al la!o !e tu í!olo15 !ensó ella.

7l estar preparada se $ue a la cocina, guiada por el olor a ca$érecién colado, encontró en una mesa a su amiga 0uisa, quientomaba sorbo a sorbo aquella $ascinante bebida.

- #8uenos días% Di"o 7na.- #8uen día% 0e contestó 0uisa sirviendo una taa de ca$é

para ella.- >e levantaste temprano 0uisa.- 'í, /ulises y 'ilvestre est(n ordeñando en el potrero y me

levanté a hacerles ca$é. !or lo que veo ya estas lista para ira montar a caballo. Debemos despertar a los dem(s, esme"or salir temprano para que el sol no nos tome porsorpresa. 8ebe tu ca$é con calma, yo me encargo de todos.7na no entiendo algo ¿ómo pudiste dormir teniendo a'ilvestre tan cerca

- ansancio creo. ¿7 qué hora se acostaron- 7l rato que t+, pero mientras dormías, vi cómo él se acercó

a tu hamaca y se quedó allí en la oscuridad viéndote

dormir. 0o siento, no puedo evitar meterme donde no mellaman, $ue muy rom(ntico que te velara el sueño, creo quete quiere m(s de lo que t+ te imaginas.

56

7na sintió un leve estremecimiento, y clavó sus o"os negros en lataa de ca$é caliente.

- Ae a llamar a los silvestristas. 0uego que 'ilvestre se vayahablaremos con calma. Di"o 7na brind(ndole una levesonrisa.

7 las ocho de la mañana la cocina era un "olgorio. 3ilena, 'ara y7ngélica preparaban un desayuno con huevos criollos y arepas,0aura y Buli(n se encargaron de hacer ca$é para todos, y 0ashicas 'ilvestristas ayudaron a servir y lavar platos con los'ilvestristas 0laneros. >odos hablaban a la ve y la alegría en

di d ll dí t d l l

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medio de ellos se expandía por todo el lugar.

/ulises apareció en el umbral de la cocina apur(ndolos para ir a lacaballeria a elegir a sus caballos, los obreros y el capata de la$inca ya tenían ensillados a varios animales y los silvestristas losrodearon por todos (ngulos, emocionados ante aquella nueva

aventura. 7na no de"aba de buscar con la mirada a 'ilvestre entrelos presentes, hasta que entendió que él no estaba allí.

- 'ilvestre ya salió a montar 7na. Di"o /ulises. /l caballo quele gusta cuando viene a mi $inca es muy brioso y debecansarlo primero, si es a él a quien buscas, claro. Aenquiero mostrarte la yegua que ensillamos para ti.

7na se quedó sin aliento al ver a aquel animal, era una hermosayegua del color del sol.

- ¿/s amarilla Di"o 7na acerc(ndose cautelosamente.- 'í, se llama atira, no es mansa, es una yegua con

personalidad, pero creo que podr(s con ella. 7 menos quete de miedo y te buscamos un caballo m(s tranquilo.

- &o, por $avor, ella es per$ecta, nunca había visto un animaltan hermoso.

561

- De"a que veas a 8ucé$alo.- ¿8ucé$alo ¿omo el de 7le"andro 3agno- 'í, al igual que ese caballo, es completamente negro, es el

$avorito de 'ilvestre, ha insistido en que se lo venda mil

veces, pero si no lo hago es porque es mi $avorito también./n cambio 7na, atira es tuya, te la regalo.- &o puedo aceptarla /ulises, es una uarto de 3illa, debe

ser costosa. 7dem(s dónde meto yo una yegua.- 'abes sobre caballos, qué interesante.- &i tanto, un antiguo novio me enseñó ciertas cosas, que ya

creía olvidadas. !ero igual no puedo aceptar.- /n 2/l Delirio5 podemos cuidarla bien, me gustaría que me

la aceptaras, así te ver(s obligada a visitarnos, insisto.- 8ueno, la acepto, pero que sea un obsequio para 0as

hicas 'ilvestristas, no solamente para mí.

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hicas 'ilvestristas, no solamente para mí.- 1echo. ¿>e ayudo a subir- &o yo puedo sola.

7na colocó el pie iquierdo en el estribo tomó en sus manos la

rienda de la yegua manteniéndola cercana de la silla de montar ycon todas sus $ueras subió el cuerpo pasando con energía lapierna derecha, el animal se movió un poco cuando 7na logrócolocar el pie derecho en el otro estribo. @nmediatamente sintióba"o sus piernas la $uera de aquella yegua.

- #'o atira% Di"o 7na.- 0o haces muy bien 7na, es una gran <egua, s(cala a

caminar un poco. 

7na con el coraón acelerado, dio un ligero golpecito con lostalones a atira, soltando levemente la rienda y la <egua avanóa paso sereno. 7 la mente de 7na vinieron momentos de libertad,cuando visitaba a los caballos de )a$ael y galopaba en tierrasveneolanas. 21abía olvidado lo que se sentía.5 3urmuró.

562

uando los muchachos la vieron, la saludaron emocionados,algunos no lograban subir a sus caballos, y varias de las chicasreían a carca"adas por los nervios.

7na avanó ale"(ndose un poco de los dem(s silvestristas, y diocon los talones en el vientre a la <egua, ésta respondió deinmediato y aceleró el paso, 7na la $renó y el animal de detuvo deinmediato. 7quello le dio tranquilidad y la de"ó caminar un pocom(s. De pronto 7na escuchó un gran alboroto, los silvestristasgritaban emocionados. 0a muchacha se mantuvo alerta, hastaque entendió aquella $estividad de los muchachos, 'ilvestreDangond venía a todo galope en un semental negro. 20uc3,alo es

(ermoso5 !ensó 7na qued(ndose sin aliento. /n realidad noentendía que su coraón se acelerara de aquella $orma, el caballoera extraordinario pero ver llegar a 'ilvestre en su montura,

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$ren(ndolo con energía, se le anto"o simplemente el hombre m(smasculino del mundo. /l muchacho saludó a los silvestristas yacercó con 8ucé$alo al ver donde estaba 7na con 0a atira.

- #8uenos Días 7na% Di"o 'ilvestre con una sonrisa

encantadora.- #8uen día% 1ermoso caballo. Di"o casi sin aliento al ver elbrillo de sus o"os aulados gris(ceos. 6or la mañanitas sele tornan a#ules@ !ensó 7na. < recordó la mañana en quedespertó a su lado en la casita de <aliana al borde de laplaya. Sus oos como el mar@ 

- 0a atira es una yegua preciosa también. < t+ te veshermosa en ella. Di"o él.

'ilvestre llevaba puesto "eans aules con algunos agu"eros ycamisa de algodón blanca, con botas negras gruesas. 7na nuncalo había visto tan hermoso como esa mañana, él y 8ucé$alo sequedarían para siempre en su mente. /l caballo hio algunosmovimientos bruscos y 'ilvestre lo calmó.

563

- ;uiere correr. Aamos muchachos, mi compadre /ulisesdónde est(.

- /stamos listos 'ilvestre. Di"o /ulises arriba de una yeguablanca con manchas marrones de gruesas piernas.

- ¿;uiere que vaya con 6stedes !reguntó amilo, el capatade la hacienda.- &o es necesario, solo vamos de paseo, regresamos como

en dos horas, los llevaré al lago y nos regresamos.- /speren creo que hay un error. Di"o Bulian. 7 mi me dieron

un burro.>odos los silvestristas e incluso 'ilvestre, soltaron la carca"ada. /lcaballo de Bulian era pequeño, porque no era de raa.

- &o es un burro, solo es un caballo de arrear ganado, peroya no hay tiempo de cambi(rtelo, así que vamos. Di"o/ li

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/ulises.- #7rre burro% Di"o Bulian. @nsisto esto no es un caballo.- ?lviden los celulares que se les pueden caer chicas. Di"o

/ulises. Dis$ruten el paseo. <a tomaran $otos.

0os silvestristas, 'ilvestre y 7na siguieron a su an$itrión. 0osrayos del sol le dieron una sensación de calide y tranquilidad alpaseo. 7na cerraba continuamente los o"os para sentir la brisa$resca de la mañana, mientras 0a atira se movíacadenciosamente hacia el horionte. /n varias oportunidadescruó su mirada con 'ilvestre, y mientras todos reían, hablabano gritaban, ellos dos simplemente se veían y sonreían. /l paseo

hasta la laguna duró unos treinta minutos. >odos desmontaron yamarraron sus animales a los (rboles que rodeaban la laguna.7na se acercó a 8ucé$alo para escucharlo respirar, su pela"e negroestaba empapado en sudor.

- >en cuidado 7na, 8ucé$alo es brioso. Di"o 'ilvestre.- 0o sé. !ero quiero tocarlo.

7na se acercó lentamente y el caballo permaneció tranquilo. 7na

acarició su larga crin negra. 2>ue (ermosa te ve# 5 pensó'ilvestre. 'e mantuvieron en silencio cerca de 8ucé$alo. 7na

564

mantuvo sus manos sobre el estomago del animal sintiendo comosubía y ba"aba en la medida que respiraba.

- ¿!uedo tocarlo !reguntó tímidamente 'ara.- laro acércate. Di"o 'ilvestre.

!oco a poco todos los silvestristas se acercaron a contemplar a8ucé$alo, y 'ilvestre les daba algunas indicaciones. 0as chicas seestremecían cuando su ídolo se acercaba a ellas para decirlescómo tocar al caballo. amila estuvo apunto de gritar cuando'ilvestre le tomó la mano para que ella sintiera el coraón deaquel hermoso animal. 0os silvestristas rodearon a 8ucé$alo y 7na

subió a su <egua y se ale"ó corriendo.- /l +ltimo que llegue es un burro. Di"o /ulises imitando lo

que hacía 7na

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que hacía 7na.- #arrera de aballos tocayo% 4ritó 8ernardo >alo a

8ernardo ?talvare.

>odos corrieron a sus monturas para intentar seguirlos, pero $ue

in+til, solo 'ilvestre alcanó a correr a toda prisa detr(s de 7na y/ulises.

- #&? 7&7 &? ?))7'% 4ritó 'ilvestre. #7&7%

!ero 7na no se detuvo, dio rienda suelta a la yegua, la cual velocomo un rayo, le dio la sensación de libertad que tanto dis$rutara7na en tiempos le"anos.

- #Aamos atira seamos libres% Di"o 7na a la <egua.

/l animal parecía dorado, ya que, los rayos del sol se posaron ensu pela"e. 7na con sus cabellos negros al viento, se sintió comotoda una amaona. 1abía tomado mucha venta"a al arrancar acorrer de primera.

- #/60@'/' 17< ;6/ D/>/&/)07% 4ritó 'ilvestre.- #;6 !7'7%

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- /'7 </467 '/ A7 7 D/'8?7), 07 7>@)7 '/ 3/D/'A?Z 07 ?>)7 A/M < 7'@ &? !6D/ ?& /007.

0a catira era un yegua que solo montaba 'ilvestre, ya que

/ulises, le tenía esos dos caballos para sus visitas a Aillavicencio,y no estaba al tanto que se desbocara. /ulises entendiendo elgran peligro que ello representaba, corrió con su yegua a todogalope seguido por 'ilvestre y 8ucé$alo. !ero en la carrera solo8ucé$alo se igualaba a la atira.

uando 7na alcanó a ver la casa, intentó $renar la yegua, perono pudo, el animal no le obedeció, por m(s que de"ó de talonearla

y haló de las riendas el animal hio caso omiso.- #?1 !?) D@?'% /'>L D/'8?7D7. 4ritó 7na al entender

que nada de lo que ella hiciera detendría la yegua dorada.

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que nada de lo que ella hiciera detendría la yegua dorada.7pretó las piernas al vientre del animal y se su"etó$uertemente a la brida, intentando en balde que parara.!asó a toda velocidad por la casa como alma que lleva eldiablo y temió lo peor.

- #'/ A7 7 37>7)% 4ritó el capata al verla pasar y corrió enb+squeda de un caballo.

'ilvestre con el coraón en la boca llegó hasta la cola de la <egua.7pretó el paso y alcanó a correr al lado de 7na.

- #&? !6/D? D/>/&7)07% 4ritó 7na.- 0? ', '6B/>7>/ 6/)>/. 4ritó él.

'ilvestre en el galope se acercó y tomó la rienda de 0a atira ehio que 8ucé$alo $uera $renando, lo que hio que la <egua de"arade correr. !oco a poco el gran semental logró que atira sedetuviera. 'ilvestre desmontó y agarró a 7na en sus braos.

- ¿/st(s bien Di"o al sentirla temblar.- !ensé que me mataría. Di"o 7na solloando. &o entiendo

qué le pasó.

566

- /lla es así, cuando vas llegando a casa no se le puede de"arcorrer, porque después no hay quién la pare, debíaadvertírtelo. #Dios 'anto% 3e has dado un buen susto.

'e abraaron desesperados el uno al otro. 2No pue!o per!erte Ana5 pensó 'ilvestre. !ero no le di"o nada. uando /ulises y elapata los alcanaron, ya 0a atira estaba calmada sudando amares. De regreso a la $inca. 'ilvestre pre$irió que 7na regresaracon él, así que la subió a 8ucé$alo y él se sentó en los cuartostraseros del animal. 7na permaneció pegada al pecho de 'ilvestresin decir palabra alguna. 2.e salvaste" me salvaste5 era lo +nico

que se repetía la muchacha una y otra ve, mientras podíaescuchar el acelerado coraón del hombre que amaba de una$orma inexplicable. 1ermético tal ve a los o"os de los hombres,porque ante los o"os de Dios aquel cariño solo tenía un nombre

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porque ante los o"os de Dios, aquel cariño solo tenía un nombre 27mor5.

567

ESA .U%ER

/l muchacho de cabellos oscuros y o"os amarillos, había elegidouna silla desvenci"ada en medio de la barra de un bar de malamuerte, donde un cantinero de barba ro"ia, $umaba un cigarrillo,mientras le servía una cervea. 7ndru lo observó sin interés,como si volviera a ausentarse en sus pensamientos, recordando a 2!rometeo5 el encadenado de los dioses griegos, así se sentía, unser que lo entrega todo, y es castigado por dar en exceso.

6n hombre que apenas podía sostenerse en pie, intentó meteruna moneda de quinientos pesos en un aparato antiguo dem+sica, una enorme ca"a met(lica de la cual salió un lamento.%os3 Al,re!o %im3ne#@ !ensó 7ndru, y de inmediato reconoció la

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canción que deseaba el borracho, 2Ella5.

8ebió un sorbo de la cervea, calmando el estupor de la tarde,Aillavicencio al igual que Aalledupar era tierra caliente, pero enaquella cantina el calor se concentraba en el cuerpo de 7ndru. 'esentía desorientado, llevaba dos días en la ciudad sin poderencontrar a 7na, ni a ning+n silvestrista que pudiera darle raónde ella. /ra como si el silvestrismo se escondiera de él. /lhombre de la m+sica insertó nuevamente una moneda dequinientos pesos, y colocó una canción lastimera, donde elcantante declaraba haberse caído de una nube. 2/ornelio Reina5 !ensó 7ndru.

- ?tra cervea. Di"o al cantinero.

/l hombre de las rancheras, se sentó y apoyó la cabea sobre lamesa y allí se quedó dormido.

uando 7ndru llevaba algo m(s de ocho cerveas, se levantó dela silla y $ue al aparato antiguo, para su sorpresa la maquinaseñalaba canciones de 'ilvestre, y sin escoger mucho, introdu"o

una moneda de quinientos pesos. 7l aar sonó una canciónsencilla, y volvió a su puesto en la barra. *abiola@ 6ens91 !or

568

muy doloroso que $uera su recuerdo, esa canción le recordó aabiola.

/sa )%.er? 'ersig%e e! )o)ento en 8%e )e.or )e +a? #e tratado de #%ir a%n8%e !e.os esto?a!g%ien )e rec%erda !o !inda 8%e estH*@

&uevamente se puso en pie, $ue hasta la maquina e introdu"ovarias monedas de quinientos pesos, la canción se repitió variasveces. 7ndru /steban empeó a tararearla.

7 su lado un hombre alto y de cabello claro giraba una monedadorada sobre la barra, inmutable, sumergido en sus propios

pensamientos. De ve en cuando llevaba a sus labios un vaso quecontenía un líquido amarillento. 7ndru quiso compararlo con alg+npersona"e de las historias que tanto leía en el valle, pero $ueimposible concentrarse el alcohol contenido en las cerveas le

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imposible concentrarse, el alcohol contenido en las cerveas, ledispersaba las ideas, solo el rostro de una mu"er hermosa semantenía en su pensamiento.

- ¿6sted podría decirme dónde encuentro en este pueblo

decadente a los silvestristas !reguntó 7ndru /steban,cuando ya había perdido la cuenta de las cerveas.

- !odría. )espondió el hombre.- Dígame entonces. Di"o 7ndru.- &o la busques. /n la vida todo es un círculo, ella regresar(.

0a respuesta del hombre le hio un nudo en la garganta. 2Ella5 pensó 7ndru, sintiendo temor de que 2ella5 regresara.

- ¿u(l !eguntó 7ndru.- 0a que eli"as. ontestó el hombre.- ¿ómo lo sabe 3urmuró el "oven.- 0a canción que has colocado como die veces, habla de dos

mu"eres, es obvio que esperas el regreso de cualquiera deellas, la que te ha lastimado y la que est( por de"arte.

 

/l hombre hablaba como si se tratara del tiempo o de algunanoticia trivial y sin importancia, pero convencido de que tenía la

569

raón en cada una de sus palabras. De"ó de girar la monedadorada y la metió en un bolsillo de su camisa blanca.

- ¿6sted cómo se llama señor !reguntó 7ndru un pocomareado por las cerveas.

- Durante muchas vidas me han llamado 2/l 3ago5, tanto así,que ya no me importa mi nombre.

- <o soy 7ndru /steban Airviescas. !ero tal ve tampocotiene importancia.

- 'on solo nombres. 3uchacho dime algo sobre ellas, de quécolor son sus cabellos. !reguntó /l 3ago.

- 6na lo tiene cobrio* y la otra, lo tiene negro como el

aabache. ontestó 7ndru pidiendo una cervea m(s.- /l mal y el bien, siempre es igual. 3urmuró /l 3ago. 0asdos son hermosas, porque el hombre se siente atraído porla bellea, una te mordió la mano y la otra no sabe amar.

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- 6sted sabe mucho de mu"eres por lo que veo.- 3uchacho entiende algo si quieres entenderlo, la mu"er por

la cual el hombre se desvive, es por la que m(s mal le hatratado, y la que desea amar no sabe corresponderle, de lo

contrario la primera ni existiría en recuerdos.- 1ablas como en mis libros. 3urmuró 7ndru.- /llos lo contienen todo ¿!or qué te extrañas

uando 7ndru quiso responderle, /l 3ago ya no estaba. /lborracho había despertado y el cantinero le pasó la cuenta.

- /st( amaneciendo muchacho, voy a cerrar. Di"o el hombredel bar.

7ndru /steban salió a la calle desierta algo desorientado, caminósin prisa, y en su camino al hotel no encontró m(s que a un perronegro de o"os amarillos que lo observaba desde una esquina.

uando se lanó sobre la cama de la habitación, algo dentro de sí le golpeó el pecho, no pudo contener por m(s tiempo todo lo queemergía de su alma. < lloró de rabia por esa mu"er.  F/9mo

 pu!iste? FDes!e cuan!o me en'añabas? 

57

/n sueños, 7ndru tenía en la mesa dos ca"as, una blanca y unaro"a, se sentía emocionado por los regalos que había recibido, ytenía curiosidad por saber quién los había enviado. !ero las ca"asno tenían remitente. Decidió destapar la ca"a blanca y encontró

solamente una rosa ro"a, cuando la tocó sus espinas se leclavaron en las manos, y varias gotas de sangre brotaron. 'ellevó los dos dedos a la boca y sintió el escoor que produ"eronlas heridas. uando destapó la segunda ca"a, se sintiódesconcertado, en ella había un títere, un payasito de sombreroaul y mirada alegre lo observaba. 7quel "uguete le alegró elalma, pero no sabía quién había enviado los regalos.

- /li"e. Di"o una vo. 7ndru observó aquellos o"os aulesgris(ceos, los o"os de 0uisana, su mam( estaba delante deél, pidiéndole que eligiera una de las dos ca"as.

- 3am(. 3urmuró 7ndru.

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- /li"e una ca"a.

7ndru sin entender para qué quería que eligiera, tomó la ca"aro"a, tomó en sus manos al muñequito de madera entre sus

dedos, cuando todo se volvió ?scuridad. 2 %am&s re'reses al 4uatapurí o estar&s muerto15 Di"o un susurro al oído. 7ndrudespertó al escuchar esta vo, su coraón latía a punto de salirsedel pecho. De pronto una punada insoportable no lo de"órecordar qué había soñado.

- &o volveré a tomar en mi vida. Di"o 7ndru /steban su"etando sucabea. &i una gota m(s. 0a lu ro"ia del sol de Aillavicencio se

coló por su ventana. 2Est& atar!ecien!o" así nunca vo) aencontrar a Ana" per!í to!o el !ía !urmien!o@1 !ensó. 

No la bus$ues1 En la vi!a to!o es un círculo" ella re'resar&@13urmuró 7ndru recordando las palabras de 2/l 3ago5.

571

/HI.UELO

3ientras la carne de ternero se doraba en la hoguera, Dallys

observaba a 'ilvestre conversando alegremente con lossilvestristas, todos insistían en que les relatara cómo habíalogrado $renar la yegua, que estuvo a punto de derribar a 7na.>odos se habían asustado mucho y no paraban de preguntaracerca del incidente. Dallys no podía quitarle la mirada deencima. 2En la tar!e estar& mu) leos !e mí" sabr& Dios cu&n!ovuelva a verlo5 !ensó.

De pronto vio en los (rboles una bola de pelo negro, se asustó alverlo, pero entendió que no era m(s que un gato pequeño en unmatorral. 'e acercó, el gato maullaba insistente llamando a sumadre 0a muchacha lo cargó en sus braos tratando de calmarlo

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madre. 0a muchacha lo cargó en sus braos tratando de calmarlo,pero el animalito se erió y mostró los dientes.

- &o tengas miedo pequeño. Di"o Dallys.- Debe tener hambre, dale un poco de carne. Di"o 'ilvestre

que se encontraba a sus espaldas. Dallys sintió cómo unapunada se le clavó en el coraón, al darse la vuelta, elmuchacho de o"os amarillos la miraba $i"amente.

- Debes de darle de comer, est( muy $laco. Di"o 'ilvestre.¿ómo se llamar( !reguntó, y una enorme sonrisa brotósincera.

- &o lo sé. ontestó Dallys.- #himuelo% >e llamar(s himuelo. Di"o 'ilvestre tom(ndolo

por el pela"e. 0e dio a comer un trocito de carne, quehimuelo engulló inmediatamente.

- 'í, tiene hambre. Di"o Dallys sonriendo.

'ilvestre alimentó a himuelo y lo sostuvo sobre su regao,mientras conversaba con todos a la ve y acariciaba a himuelo.Dallys, deseó por un instante ser aquel gato, para poder sentir en

sus cabellos, aquellas caricias. So) tonta" 3l am&s va a tocarmeel cabello@1 !ensó. 

572

- Dallys. Di"o 'ilvestre.- Dime 'ilve. ontestó ella sonriente.- ¿uidaras a himuelo 3e gustan sus o"os aules ¿>e

quedar(s con él

- 'í, claro, me encantan los animales. /l coraón de lamuchacha se aceleró.

'ilvestre se acercó a Dallys, le entregó a himuelo, le dio un besoen la $rente y le acaricio el cabello. 2uídalo bien, es un buengato, te traer( buena suerte5 Di"o 'ilvestre. Dallys se abraó a supecho, él la había tocado con ternura, él entendía su cariño de$an.

7ló a himuelo, el cual maulló para ella con algo de perea. !ormuy extraño que pareca, Dallys se erió al oler a himuelo, eracomo si el aroma de 'ilvestre se hubiera impregnado en el gato.7cercó a himuelo a su nari y comprobó que el animal no olía a

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7cercó a himuelo a su nari, y comprobó que el animal no olía agato como era de esperarse. .e esto) volvien!o loca" o/(imuelo en reali!a! (uele a Silvestre@  !ensó la muchacha, y pormiedo de que no lograran entenderla pre$irió no decir nada.

- 'er( un secreto entre t+ y yo himuelo. /res un regalo, elregalo m(s hermoso del mundo, desde ahora ser(s un gatosilvestrista. < diciendo esto, se quitó la pañoleta ro"a de lacabea y envolvió en ella a su querido himuelo.

573

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HASTA 6RONTO

Despedir a 'ilvestre no $ue $(cil para los silvestristas, 3ilenaestaba inconsolable, 7ngélica no de"aba de morderse las uñas,amila no quería soltar al ídolo, 8ernardo >alo tomó $otos comoloco, 0as hicas 'ilvestristas, 0os 'ilvestristas de 8ogot( y 0os0laneros no paraban de abraarlo y agradecerle la oportunidad deconocerlo. 'ilvestre sonreía a todos y con toda la paciencia delmundo se despidió uno a uno, d(ndoles las gracias por el cariño,

por ser silvestristas y por apoyarlo de aquella $orma tan especial.

7na se mantenía a distancia en total silencio. uando /ulisescomenó a pitar en la camioneta los chicos entendieron que

í

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debían decir #1asta pronto% < lo de"aron marchar. 7na loaguardaba del lado de la puerta del copiloto para despedirlo, teníal(grimas en los o"os.

- ¿!or qué me vas a despedir con l(grimas 7na !reguntó'ilvestre.- !orque cada día me es m(s di$ícil decirte adiós.- !ues, no me digas esa palabra, dime hasta pronto y no

llores m(s, no me gusta verte llorar, lo sabes. Aamos dameuna sonrisa. Di"o 'ilvestre tocando su rostro para secarlelas l(grimas. &os veremos pronto, ya ver(s, siempre erest+ la que aparece por arte de magia.

- #>e amo% Di"o ella.- #>e amo% Di"o él.

/l cariño sincero que se tenían, solo lo entendían ellos dos. l sesentía querido, amado por cada uno de sus seguidores, para ellosera incansable, dispuesto a una sonrisa radiante cansado o no, lesentregaba en cada momento lo me"or de sí. /lla había aprendido

que su sentimiento era idéntico al de cualquier silvestrista, y esecariño era el que hacía que los sintiera como hermanos. 7na

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estaba decidida a conocer puerta por puerta a cada silvestrista,quería dedicarse a ese cariño por entero.

- ;uiero conocer los silvestristas de cada ciudad, de cadapueblo. Di"o 7na.

- !ues halo. Di"o 'ilvestre. 'i es posible en tu camino,entrégales un poquito de mi, diles que los amo, que mehacen sentir vivo, y que traba"o para darles mi coraón. 'éque tarde o temprano volveré a verte, porque mientras t+seas mi $ans, la vida te traer( de vuelta a mi lado, todaslas veces que sean necesarias, y yo te esperaré comosiempre, con una canción para ti. 'ilvestre tomó la manode 7na y le dio una pequeña ca"ita.

- ¿;ué es !reguntó ella.- Lbrelo al atardecer. Di"o él.- #1asta pronto 'ilvestre% Di"o 7na sonriendo.- #1asta siempre 7na% Di"o 'ilvestre.

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#1asta siempre 7na% Di"o 'ilvestre.

7na se quedó allí de pie, viendo como 'ilvestre y /ulises, seale"aban en la camioneta, ella se acarició los labios, sintiendo a+nel calor de un hermoso beso de despedida.

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LA /ADENITA

0os silvestristas pasaron la tarde que"(ndose de no tener

@nternet, de estar en un lugar donde no había $orma ni manera desubir a las redes sociales, cuanta $oto habían obtenido, la $inca 2/lDelirio5 estaba tan apartada de todo, que los muchachosperdieron horas intentando pescar señal. 8ernardo >alo se subió aun (rbol intentando encontrar señal para su telé$ono, y todo $uein+til. 7na quiso en varias oportunidades abrir la ca"ita ro"a que'ilvestre le había dado antes de irse, pero no tuvo $ueras parahacerlo, su coraón de $an estaba dolido ante su ausencia.

- 7na, puedo sentarme contigo. !regunto 'ara.- laro 'arita siéntate.- 1a sido maravilloso verlo ¿&o crees !reguntó la "oven.

í

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- 1a sido increíble.- 3e pregunto si volveremos a verlo pronto. 3urmuró 'ara.- &o te pongas triste, siempre volveremos a verlo, cerca o

le"os, en televisión o por el periódico, por redes sociales ovideos, 'ilvestre siempre encuentra la manera de darnossu cariño.

- ¿>+ lo amas 7na- 'í, lo amo.- <o también lo amo. Di"o 'ara.- /so dice 0uisa, que todas lo amamos, que es normal.- ¿< tienes novio

- /stamos algo molestos por ahora. Di"o 7na sintiendo ungolpe en el pecho al recordar a 7ndru /steban.- ¿< cómo es él- ¿7ndru !ues tiene los o"os amarillos como 'ilvestre,

aunque no le cambian de color, pero son igual dehermosos. /s complaciente y tolerante, divertido. &o heconocido un hombre que me haga reír tanto como él, perolo que m(s me gusta, es la $orma en que ama a su $amilia

y a sus amigos, sus o"os brillan cuando habla de ellos. #7y'ara% 'i vieras lo bonito que se ve cuando est( al lado de

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un acordeón, el vallenato es parte de él, no es silvestrista,no como nosotros, pero el amor que siente por la m+sicavallenata en general, hace que lo adore.

- ?"ala alg+n día me enamore como estas enamorada de esemuchacho. Di"o 'ara abra(ndola. 'e te ilumina el rostrocomo cuando estas cerca de 'ilvestre.

0uisa y 0as hicas 'ilvestristas prepararon al atardecer la cena,por lo que el esc(ndalo de la cocina no $ue normal. 7+n seesperaba que llegaran dos silvestristas muy importantes, así quetodos estaban atentos mientras charlaban. 7na $ue a sentarsesola en un lugar apartado, donde no la interrumpieran, el sol yase ocultaba, el cielo estaba enro"ecido, y 7na sintió que ese era elmomento que 'ilvestre le había pedido para que abriera el regalo.

7na lentamente destapó la ca"ita ro"a, sus manos temblaron de laió 'il t l h bí d d í b l 0 h h

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emoción, 'ilvestre le había dado un símbolo. 0a muchachaestrechó contra su pecho una hermosa cadenita de acero, de ellapendía un di"e que ella conocía bien, el símbolo del amor eterno.Dos l(grimas brotaron de sus o"os negros, 7na al atardecer deaquel día, sintió que "am(s sentiría nada igual por otra persona.

- #6na libélula% 'usurró 7na. 6na libélula al atardecer. Di"o,recordando la historia de amor entre Qennel y Bulia. Desdeahora ser( mi amuleto. Di"o la muchacha al coloc(rsela. <aque al parecer el amuleto de Danielita, no piensa volver aaparecer.

7na tenía un amuleto al cual le pedía deseos, pero una noche elamuleto desapareció como por arte de magia, por m(s que lohabía buscado, el muñequito ro"o no aparecía. 7hora tenía en sucuello una libélula. %am&s me la $uitar31@ !ensó al tocarla.

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/A0ALLO 8IE%O

'ilvestre contemplaba por la ventana de la camioneta los

(rboles del camino. /ulises mane"aba y colocaba cancionesllaneras que subía o ba"aba de volumen para hacer alg+ncomentario sobre los silvestristas.

/uan!o el amor lle'a así !e esta manera" uno no se!a !e cuenta" el carutal rever!ece ) 4uamac(ito,lorece ) la so'a se revienta1 /uan!o el amor lle'a así !e esta manera uno no se !a !e cuenta" el carutal 

rever!ece ) 4uamac(ito ,lorece ) la so'a se revienta1/aballo le !an sabana por$ue est& vieo ) cansao perono se !an !e cuenta $ue un cora#9n amarrao" cuan!ole sueltan la rien!a es caballo !esbocao@

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0a canción se le anto"ó la m(s hermosa, de todas, y $ue esta veél quien subió el volumen. )ecordaba per$ectamente al cantanteque la interpretaba y que era el compositor de la misma. 6n

veneolano muy querido en todo el mundo, 'imón Día. 'ilvestreya había perdido la cuenta de las distintas versiones que habíaescuchado de aballo Aie"o, una melodía que era herencia de unpueblo guerrero, que desde los inicios del tiempo luchaba y luchaincansable por sus sueños.

/uan!o el amor lle'a así !e esta manera" uno no tienela culpa" $uererse no tiene (orario ni ,ec(a en el 

calen!ario cuan!o las 'anas se untan@1

7na era veneolana, y el muchacho de los o"os amarillos no pudomenos que colocar la canción tres veces y recordarla como laprimera ve que la vio, ella estaba entre varias "óvenesveneolanas que lo habían esperado durante horas en unaeropuerto de ese país. Aarias im(genes pasaron por su mente,no solo de 7na sino de muchas $ans, entendiendo la canción del

poeta, que explicaba el amor y los sentimientos, como cuando uncaballo se desboca, así como 0a atira.

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7hora via"aba a seguir con su vida de artista, no había tiempopara nada m(s que no $uera llevar alegría a sus silvestristas, sesintió como el caballo vie"o, una sensación que hace alg+n tiempohabía sentido y que le inspirara varias canciones. 2 uno notiene la culpa1115 pensó.

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LAS SIRENAS DE SOL 2 LUNA

/sa noche, 7na de"ó temprano la cocina donde los silvestristas

compartían los acontecimientos recientes con 'ilvestre a la lu delas velas, al no existir señal tele$ónica, ni nada que los distra"era,podían conversar, reír y soñar aunque ya sus telé$onos notuvieran batería, podían ser tan normales y amigables como $uerala humanidad en otro tiempo. 0a mam( de amila y su abuela nollegaron como había dicho /ulises, así que decidieron cenartemprano, lo que suponía un $uerte bullicio de camaradería. 7nase subió a su hamaca y de"ó que el vaivén de la misma invocarael sueño temprano, no quiso pensar, trató de tener su mente enblanco y simplemente dormir.

7na se vio ante un sol enorme de tamaño "am(s visto, eraintenso y apenas si podía abrir los o"os un río $luía a sus pies y el

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intenso y apenas si podía abrir los o"os, un río $luía a sus pies y elviento le alborotaba la cabellera negra, pensó que estaba soñandopero no quiso despertar, el olor era incon$undible, estaba en elvalle, aquél río era el 4uatapurí aunque el sol hubiera aumentadode tamaño. 28en Ana" ven5 una dulce vo la llamó invit(ndola aadentrarse en el río, las aguas estaban cristalinas, y danaban alson del viento. 6tilió las manos a $orma de visera, pero no pudover quién la llamaba. De pronto escuchó una melodía, un cantode mu"er y se sintió pro$undamente atraída por las aguas. 2No lo(a'as" no en ueves santo5 Di"o otra vo, igual de dulce a laprimera.

De pronto emergió una 'irena de piel dorada, cabellos ro"ios yo"os claros, la lu del sol enorme se posó en cada hebra de suscabellos, y la 'irena brilló como si el sol y ella $ueran uno solo. 2Aen, ven, ven5 cantó aquel ser de otro mundo.

7na sintió miedo, los o"os de la sirena se encendieron en $uego.0a muchacha dando un paso atr(s cayó en tierra y todo seoscureció. 6na lu plateada, brillante en lo alto y de un tamaño

descomunal, iluminó con rayos plateados las aguas del 4uatapurí.7 su lado una sirena de cabellos oscuros y o"os aules, de mirada

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serena se peinaba la larga cabellera con ternura. 2 Ana por lo $uem&s $uieras no re'reses" si re'resas morir&s1 Si mueres" mi (iova a se'uirte" al3ense !el 8alle" La Sirena Dora!a $uiere unacompañera" te $uiere a ti .5 Di"o 0uisana. < los o"os aules de lasirena de la luna le quemaron el alma a 7na.

0a muchacha despertó en la oscuridad de la noche, se tocó elrostro y secó las l(grimas. An!ru" ten'o $ue encontrarlo" to!osuce!e !e nuevo" estos sueños son como los !el !uen!e1 %am&sre'resar3 al 4uatapurí" pase lo $ue pase" am&s re'resaremosallí1@ !ensó 7na.

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LA LA4UNA

7l amanecer 0as hicas 'ilvestristas se arreglaron para salir a

montar a caballo, esa mañana tenían planeado ir a pescar a lalaguna, el capata de la $inca, amilo, en ausencia de /ulises,hio todos los preparativos. 7na a+n permanecía en su hamacacon los o"os como platos, por m(s que insistieron que learreglara, no movió ni un dedo. 0uisa y 3ilena se subieron a lahamaca, anim(ndola a que se alistara para ir de paseo. <ina@sabel y /ileen se sumaron a animar a su amiga, pero cuando3aria 7le"andra, 4reys, 3ayra y Pendy intentaron subirsetambién, el lao del cual estaba amarrado uno de los extremos dela hamaca se rompió, lan(ndolas a todas al suelo. /l golpe $uesordo, pero los gritos y las risas no se hicieron esperar. &o podíanlevantarse de tanto reír.

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- /sta bien, me convencieron, vamos a pescar. Di"o 7nalevant(ndose con la mano en la columna. 6stedes son muyconvincentes.

>odos montaron los mismos caballos que el día anterior, a Bulianle tocó su caballo pequeño, al cual le llamaba burro. 8ucé$alo y 0aatira permanecieron en la caballeria y a 7na le asignaron unayegua blanca pequeña, no tan bonita como 0a atira, pero decaminar tranquilo, la muchacha se sintió cómoda, y así todospartieron rumbo a la laguna. 0os 'ilvestristas llanerosacostumbrados a montar a caballo, trotaron un poco a suscaballos, mientras que los de 8ogota y 0as hicas 'ilvestristas notomaron riesgo alguno.

- ¿7na, te sientes bien !reguntó Dallys acercando su caballoa la yegua blanca.

- /stoy bien. Dallys. ¿;ué tal himuelo- himuelo est( muy bien, lo de"é en una ca"ita dentro de la

habitación de /ulises hasta que regresemos. !ero te vep(lida 7na ¿;ué te pasa

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- !esadillas, solo eso, dormí algo incomoda.- ¿;ué soñaste !reguntó la muchacha.- ¿'abes sobre sueños !reguntó 7na.- &o, no se nada, pero tal ve ayude si lo cuentas.- asi no recuerdo lo que soñé. 3intió 7na.- 8ueno, debes estar tranquila, son solo sueños. 6na enorme

sonrisa brotó de los labios de Dallys, portaba en sus o"os elbrillo incon$undible de un silvestrista.

0os silvestristas 'ara )amíre, 8ernardo >alo, ideangeli, Beison3ontoya, 0aura >ovar y Bessica 4elvi, $ueron los primeros enllegar a la laguna al lado del capata. uando desmostaron de sus

caballos 7ngélica, arolina, Bulian, Dayana 8arrios, Daniela8endecN, 3aria 'ilva, y 8ernardo B ?talvare, solo $altaban 7na yDallys que se reagaron hablando por el camino. >odos recibieroncarretes y nailon con anuelos y carnadas para los peces. 0aschicas 'ilvestristas no sabían ni lanar el anuelo al agua, así que

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g , qal llegar 7na en su yegua blanca, los encontró enredados ysonrientes.

- 6stedes son un desastre. Di"o 7na. ;ue pena con losllaneros.

0os silvestristas se ayudaban mutuamente los que sabían pescarintentaban enseñar a los que no tenían idea como lanar elnailon. !ara sorpresa de todos, 7na tomó un carrete, anuelo ycarnada, se apartó de los muchachos y lanó su anuelo de"andocorrer el nailon. /n silencio y templando un poco el nailon comoesperando que el pe picara.

- #'i ven% Di"o Bulian, que bella se ve una mu"er pescando,aprendan cara"o, así se hace.

0as muchachas intentaron imitar a 7na, y todos aguardaronsilentes a que los peces murieran por la boca al morder el

anuelo. /l &ailon de 7na se templó 2Ra,ael 5 pensó. Ha) cosas$ue nunca po!r3 olvi!ar@1 1aló $uertemente su nailon y con

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rapide comenó a arrastrar lo que traía el anuelo, lossilvestristas gritaron de alegría al ver que venía un pe. uando7na lo sacó del agua, le dio dos golpes contra una piedra y erape muerto. 0os gritos se dispararon por todas partes, algunospeces había mordido sus anuelos, y las chicas silvestristasnecesitaron ayuda para intentar sacar los peces, que aunque eranpequeños, no sabían cómo sacarlos. 3ilena $ue perseguida con uncuchillo por Bulian, ya que la chica al sacar el pe, sintió miedo ysalió corriendo y gritando sin soltar el nailon, y el pobre Bulianintentaba matar el pe. ue una mañana divertida donde todosquedaron oliendo a pescado y empapados hasta los huesos. /lcapata y 7na $ueron los +nicos en no mo"arse, pero todos los

dem(s $uera por ayudar o por error terminaron metidos en lalaguna.

7l medio día ya estaban de vuelta, muertos de hambre y parasorpresa de todos, alguien estaba en la cocina, porque de lachimenea salía humo.

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- 3i mam( y mi abuela llegaron. Di"o amina apurando elpaso.

uando llegaron los silvestristas, amila ni respiraba para hablar,contando a sus $amiliares lo increíble que había sido ver a'ilvestre montando a caballo.

- 7na ella es mi mam(, y esta es mi abuelita 0u /lena,aunque te pareca increíble, las dos son silvestristas comot+ y como yo.

- 'oy !aula. Di"o la mam( de amila, d(ndole un $uerteabrao.

- 0l(mame 7bu. Di"o la abuela de amila guiñando un o"o.- ¿/n realidad son silvestristas !reguntó 3ilena sorprendida

de que hi"a, mam( y abuela $ueran $ans de 'ilvestre.- #0o somos% Di"eron al unísono.- Aengan a comer todos, ya el almuero est( listo. Di"o la

7bu. 0os pescados los de"amos para la cena. /l acento

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marcado de la abuela, le agradó a 7na 2 Antio$ueñas"curios acento@1 !ensó. 

7na vio en !aula a alguien muy especial, era una señora alta de

cabellos dorados y hermosa sonrisa. 2Siento $ue seremos'ran!es ami'as15 !ensó 7na. < el olor de la comida le levantó el(nimo, haciéndola olvidar sus pesadillas por el momento.

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LA 8IDA ES UN /IR/ULO

7l regreso de /ulises, los silvestristas rogaron ir a Aillavicencio

para comunicarse con sus $amiliares, todos solicitaron conclemencia ser llevados a la civiliación. /l silvestrista no habíallegado solo, cuando iba rumbo a la $inca 2/l Delirio5, había visto auna muchacha vestida de ro"o, inmediatamente supo que era'ilvestrista. uando ella le di"o que era Daya 8arraa, una de 0ashicas 'ilvestristas, que había via"ado desde 8arranquilla, nodudó en llevarla hasta la hacienda, donde sus amigas larecibieron con gritos de alegría al ver que había logrado llegarsana y salva. 0a "oven sencilla y de mirada $ranca, lamentópro$undamente no haber llegado antes, se había perdido ver a'ilvestre. 2Lle'ar& mi momento5 !ensó la "oven, al ver la alegríaque reinaba en el alma de cada silvestrista.

#>odos a bordo% Di"o /ulises y tres camionetas rusticas se

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- #>odos a bordo% Di"o /ulises, y tres camionetas rusticas sellenaron para llevarlos a la llamada civiliación. 7l llegar aAillavicencio se dispersaron buscando lugares para cargar

sus celulares, otros, locales con @nternet, y solo 7na y/ulises pre$irieron tomarse una cervea para el calor.

- 'ilvestre te manda una carta. Di"o /ulises, tomando unsorbo de su cervea, entregó en sus manos un sobreblanco sin destinatario ni remitente.

7na sintió que su coraón se golpeaba contra las paredes de su

pecho. @ntentó no sonro"arse, pero $ue in+til, era la primera veque su ídolo le correspondía con una carta. 7quello $ue un golpeduro para los recuerdos que día a día iba acumulando en sumente. 2.i se'ui!ora ) )o5 !ensó 7na, recordando una canciónantigua que interpretaba 'ilvestre.

- 4racias amigo.- #l te quiere 7na% Di"o /ulises.

- 'i, claro, como quiere a todos sus $ans.- #>e di"e ya% Di"o /ulises brind(ndole una hermosa sonrisa.

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- @ré a caminar un rato por la ciudad. Di"o 7na. !rometo noale"arme.

- /ntiendo que quieras estar sola amiga mía. 7quí estaré

esperando a que todos vuelvan.

7na caminó por las calles de Aillavicencio con el sobre en lasmanos, quería abrirlo, pero sintió temor de las palabras escritaspor 'ilvestre, siempre pensaba que en cualquier momento laregañaría por algo. /ra un temor por costumbre. uando era niñasiempre la regañaban por todo, siempre algo estaba mal y solo su

pap( la de$endía, escondiéndola de su mam( para que no lepegara por romper algo. 'iempre era hallada y el castigo llegabatarde o temprano, por eso 7na siempre esperaba que lareprendieran, pero sin importar que eso sucediera, seguíaadelante con todo lo que hacía, creyendo en las órdenes queemanaban de su pensamiento

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emanaban de su pensamiento.

0entamente rompió el sobre sellado.

 Ana por lo 'ue m2s 'uieras! nore(reses al río =uatapurí! so>% cosase?tra>as $ te so$ sincero! despu%s delo Teresa! me espero de la vidacual'uier cosa)

El Diario de un Silvestrista! el del duende! me da vueltas en la cabe"a),reo 'ue morir2s si re(resas a laSirena Dorada) Ten(o un mal  presentimiento) S% 'ue en tu vida $oso$ tu artista@ $ 'ue t eres la &an 'uetodo cantante desearía tener!constante! desinteresada! ale(re $ 

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so>adora! entender2s 'ue por nadadel mundo 'uiero 'ue te pase nadamalo! B.e entendisteC cuídate muc+o)Recorre el mundo si lo deseas! pero

mantente a salvo)

Siempre tu$o

Silvestre)*

7na leyó dos veces m(s la carta, recordando el sueño con las'irenas de 'ol y 0una, y al igual que 'ilvestre, creyó $irmemente

en sus sueños. !remoniciones o augurios, los sueños solíanadvertirle las cosas, y ya no deseaba huir a su interpretación. 2 Al'o esta mal en esas a'uas5 pensó 7na.

ontinuó caminando hasta que encontró lo que buscaba, un lugardonde poder oír a 'ilvestre 0a m+sica emanaba de una gran

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donde poder oír a 'ilvestre. 0a m+sica emanaba de una granroNola, un aparato antiguo, donde por una moneda puedesescuchar canciones. !re$irió sentarse en la barra, un hombre de

barba ro"a la atendió, explic(ndole que por RFF pesos aquellam(quina le daría la canción que quisiera. 7na pidió una cerveahelada y se acercó a la gran ca"a plateada. /l lugar se le anto"óm(s triste que decadente, pero al introducir la moneda y aloprimir el botón R^, la vo que deseaba oír sonó.

  Ella es la misma" la $ue averi'ua siempre !on!e son mis parran!as para lle'ar a verme" sin importarle na!a1 2 se sabe

ca!a una !e mis canciones" ) es inevitable $ue no seemocione1 *ue en una serenata" a) $ue nos conocimos ) !espu3s !e a(í no la volví a ver" (asta $ue nos uni9 el !estino @ 

0a sensación de tranquilidad le inundó el alma y se sentó en unamesa destartalada al lado del artilugio musical. 7 esa hora elcalor era insoportable, así que la cervea le espantó el calor. De

pronto 7na se sintió observada, no había notado a un hombre altoen la barra del 8ar. 2/urioso" no lo vi lle'ar 5 !ensó 7na. 26or $u3

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me mirar&.5 ontinuó escuchando 23i seguidora y yo5, y guardóen un bolsillo del pantalón la carta de 'ilvestre. >omó otro sorbode cervea y tarareó la canción. 7na colocó varias canciones de'ilvestre, pero cuando sonó 2/sa 3u"er5 el hombre de la barra selevantó y $ue hacia donde ella estaba. /ra un hombre p(lido, demirada a$able y cabellos claros.

- <o lo conoco. Di"o 7na. ? nos hemos visto antes.- >al ve en otra vida, pero no en esta. ontestó el hombre.- 'oy 7na.- 'oy /l 3ago.- 8uen nombre entonces. Di"o ella brind(ndole una radiante

sonrisa. 6sted me agrada.

- #!olaridades% Di"o /l 3ago.- Aibraciones tal ve. ontestó 7na.

/l 3ago la observó detenidamente, como si quisiera explorar m(sall( de sus o"os. < sonrió levemente.

- 7hora entiendo. 3urmuró /l 3ago.

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o a e t e do u u ó ago- 'oy una gran lectora, es todo amigo mío.- 0ectora y silvestrista.

- 'í, pero eso es obvio.7na se levantó, y por quinientos pesos m(s, la vo de 'ilvestrereinó en aquel bar donde el tiempo no se veía pasar.

- 1ay un "oven que te ha estado buscando. Di"o /l 3ago.- ¿ómo sabe que es a mí a quien busca- !orque la vida es un círculo. /s simple. 7ndru se llama a

quien t+ igualmente buscas.

7na se quedó de pie, con los o"os como plato, aquel misteriosohombre sabía sobre 7ndru.

- ¿!or $avor 3ago, dónde lo ha visto 6sted !reguntósorprendida.

- /n este mismo bar, escuchando las mismas canciones ybuscando a los 'ilvestristas.

- ¿u(ndo ha sido eso

- 1ace dos noches. Di"o /l 3ago, tomando un sorbo del vasoque sostenía en las manos.

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- ¿Dónde puedo buscarlo- &o es necesario, en la vida no hace $alta que busques 7na.- 0o sé, la vida es un círculo.- 7sí es. l vendr( a ti, y t+ iras a él. /s simple.

7na sintió el abrasador rubor de sus me"illas. An!ru esta en

8illavicencio" 3l est& a$uí1@ 

- &o me he acercado a ti para hablar de 7ndru. ;uisierasaber dónde te hiciste esas heridas de los braos.

7na se asustó creyendo que las heridas del duende volvían aaparecer y se examinó los braos, sin poder verlas.

- ¿u(les heridas !reguntó ella con cautela.

- 0as mismas que has buscado y que no puedes ver. ¿;ué telas ha causado- 0arga 1istoria. Di"o 7na tomando nuevamente asiento.- ;uiero oírla. Di"o /l 3ago.

7na sabía que estaba ante un $ilóso$o, solo un hombre instruido

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q ,podría conocer los principios herméticos. !ero en su mirababrillaba una lu di$erente a la de cualquier ser humano. /staba en

presencia de un ser sobrenatural. 6n sabio, tal ve un alquimista.F/9mo pue!e ver mis (eri!as" si )a no est&n? 'e preguntó 7na.

- 1ace alg+n tiempo. Di"o ella mientras pedía una cerveam(s al cantinero. Aisité un lugar sagrado en la 'ierra&evada de 'anta 3arta, en &abusimaNe se presentó antemí un ser que ya no era de este mundo, un alma errante oduende como com+nmente se les conoce, él intentó

llevarme, en dicha ocasión y seg+n mis sueños, mearrastró por el bosque y las ramas de los (rboles mecausaron estas heridas que yo creía sanadas. @nvestiguésobre su vida hasta hallar lo que quería de mi, lo ayudé aencontrar a su esposa, un ancianita que solo aguardaba lamuerte. ada ve que siento la presencia de alguien, puedoverlas. &o entiendo cómo puedes llegar a ver mis heridas.

- !uedo verlas porque tu piel est( marcada, al igual que tualma 7na, sobre ti pesan cosas que ni podrías imaginarte,

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no es solo el amor el que te est( buscando, si no la muertemisma.

- >odos debemos morir 3ago, lo sabes, para eso nacemos.Di"o 7na clav(ndose las uñas en las manos al apretar lospuños deba"o de la mesa.

- #&o tan Boven% Di"o tomando su mano. 7na existe alguienque te desea, y no es un hombre.

- #/s una 'irena% Di"o 7na sin apenas creer lo que estabadiciendo. )osario 7rciniegas, 0a 'irena de 1urtado.

- onoco el mito. < también conoco los principios que rigenel universo, si es posible que pase, pasar(.

/ra la segunda ve que alguien le re$ería esa ley de vida, primero0uisa, ahora el nigromante. 7na cerró sus o"os queriendoentender por qué aquellas cosas le sucedían, la m+sica de"ó desonar. 7l abrir los o"os /l 3ago ya no estaba. ?bservó la calle ysin sentir cómo, la noche había llegado. !agó al cantinero, y $ueen b+squeda de sus silvestristas. ¿ómo ser( en realidad el cantode una sirena 'e preguntó 7na tocando su amuleto la libélula

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de una sirena 'e preguntó 7na tocando su amuleto, la libélulaplateada que llevaba al cuello.

- ;ué hombre m(s enigm(tico. !rimero mi sueño, luego lacarta de 'ilve y ahora este hombre que dice llamarse /l3ago.

uando 7na encontró la tienda donde había de"ado a /ulises ellocal estaba cerrado y ni rastro de sus amigos.

¿'er( posible que no estén 'e preguntó la "oven.

- #7na% Di"o una vo.0a muchacha se volteó al reconocer la vo de él.

- #7ndru /steban, por Dios% 7na se arro"ó a sus braos./l muchacho la abraó, y sin que ella lo viera, dos gruesasl(grimas brotaron de sus o"os amarillos.

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2O SO2 SIL8ESTRISTA

7ndru se sintió a salvo al ver sus o"os, los días sin 7na soloempeoraban sus obsesiones por la otra mu"er. !ercibió el per$umede su piel de una $orma sobrenatural.

- &o vuelvas a irte. Di"o 7na y su vo se quebró.- #&unca m(s% Di"o el muchacho roando dulcemente sus

labios. #7na, mí amada 7na%- Debemos hablar 7ndru, hay cosas que debo con$esarte,existen cosas que debes saber.

- !or la otra calle permanece un ca$é abierto.- ¿;ué hora es !reguntó 7na al ver la calle vacía.- 'on las doce de la noche. ontestó 7ndru.

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7na no lograba comprender cómo las horas habían volado deaquella $orma, se sintió culpable de la angustia que debían deestar pasando los silvestristas en ese momento. 'e sentaron enuna mesa a las a$ueras del ca$etín y la mesera les tomó el pedido,al instante regresó con dos taas enormes de ca$é negro, biencargado.

- 7na. ;uiero disculparme. Di"o 7ndru tomando sus manos

entre las suyas.- &o, 7ndru /steban, esc+chame todo lo que tengo quedecirte. Di"o 7na solt(ndose. &o sé cómo explic(rtelo, ocómo empear, pero tienes que creerme. uando penséque morirías por la golpia que te dieron, $ui a media nocheal 4uayapuri, al río donde est( 0a 'irena Dorada, yo habíavisto con anterioridad, un re$le"o plateado en esas aguas,incluso, soñé con una sirena de cabellos negros muy

parecida a la mu"er que me describiste como tu mam(. 7lir allí recé con todas mis $ueras que te ayudara, no sé por

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qué o cómo lo hice, solo $ui a esas aguas a pedir por tuvida. >al ve creas que estoy loca, pero ella se me aparecióa la lu de la luna. /stoy convencida que esta sirena decabellos negros es tu mam(, me hio una advertencia y meexigió que me $uera de allí y que no regresara. >u mam( no

se ahogó en el 4uatapurí, ella no se suicidó cómo yopensaba que lo había hecho, ha sido 0a 'irena de 1urtadoque quiso una compañera y se la llevó. 7hora desea otra yte "uro que en sueños, puedo oírla llam(ndome.

7ndru /steban contemplaba el rostro angustiado de 7na. l latocó tiernamente, y decidió decirle toda la verdad.

- 7na, te creo. Di"o 7ndru.- ¿3e crees- 'í, te creo. <o he visto a mi madre muchas veces, en mis

sueños, a esto me re$ería, cuando te di"e que se la habíallevado 0a 'irena de 1urtado. 0a noche en que mi madredesapareció, cuando nadé en las aguas del río busc(ndola,

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vi un cuerpo mitad mu"er, mitad pe, por eso te decía queestaba convencido que esa noche mi madre había muerto.

- ¿!or qué no me lo habías dicho- !or el mismo motivo que t+ no me habías dicho nada, por

miedo a que pensaras que estoy loco.- &o podemos volver a ese río 7ndru, "am(s, ba"o ning+n

concepto.- 0o sé mi madre me lo ha dicho en sueños. Di"o 7ndru. < si

existe algo que me han enseñado los libros, es que los

sueños te advierten las cosas, aunque no las entiendas.

7na tomó un sorbo de ca$é sintiendo que su alma se habíaquitado la mitad de un peso invisible que la oprimía. !ero estabaconsiente que lo peor estaba por decirse.

- &o volveremos a ese lugar y nada malo pasar(. !ero no essolo esto lo que debo hablar contigo, es vital que entiendas

algo, 7ndru /steban 2<o soy silvestrista.5 

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- /so ya lo tengo claro 7na. Di"o brind(ndole una hermosasonrisa.

- &o, no lo tienes. /s necesario que entiendas quién es'ilvestre Dangond.

- /s tu ídolo, tu artista.

- #&?% !or $avor esc+chame. 7ndru, él en mi vida es muchom(s que un artista, que un ídolo del vallenato, m(s quealguien de quien yo sea $an. 'ilvestre es mi amigo, esalguien especial en mi vida. 7l inicio, solo me re$ugiaba ensu m+sica, en su alegría, luego llené mi vida con elsilvestrismo, pero ahora es parte de mi misma, no voy adetenerme, ser silvestrista me hace $eli, no es solo ir a losconciertos, no es solo via"ar y conocer a quienes sienten lomismo que yo, el silvestrismo es querer darles lo me"or demi. &os hemos besado, pero han sido besos que no puedoexplicar, y no sé si puedas entender, la magnitud del cariñoque le tengo, el amor que él se ha ganado. /s unsentimiento di$erente al que siento por ti, y entenderé si nopuedes comprender mi alma, por eso lloraba aquella noche,

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p p , p q ,porque a ti te amo y a él, a él también lo amo, aunque de

$orma muy distinta.7ndru guardó silencio, entendiendo que así como un pedao de sualma era de abiola, una parte de 7na siempre sería de 'ilvestre.< se sintió libre de culpas, libre de remordimientos.

- 7na, puedo entenderte, porque en mi caso,lamentablemente ese lugar de tu alma que ocupa 'ilvestre,en mí, lo ocupa abiola, no la he olvidado, y aunque lo

nuestro est( terminado, ella con todo lo mala que ha sidoconmigo, yo no he podido olvidarla.7na guardó silencio, aquella con$esión espont(nea de algo que yasospechaba le produ"o una sensación de derrota 2Nunca laolvi!ar&5. !ensó, buscando las palabras para asumir susverdades.

- &o tienes por qué obligarte a olvidarla. ;uerer a un amorimposible o dañino no es nuestra culpa. Di"o 7na. &o quieroperderte por nada en el mundo, y así como yo acepto que

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en tu coraón persiste el recuerdo de esa mu"er, quiero queaceptes que soy lo que soy. 2<o soy silvestrista.5 

LA IN8ITA/IN DE 6AULA

Durante horas habían buscado a 7na por todo Aillavicencio,nadie la había visto, era como si hubiera desaparecido, /ulises sesintió culpable de de"arla andar sola por la ciudad, ya eran la unade la mañana cuando sentados en las bancas de un parque sereunieron todos los silvestristas, decididos a ir a la policía adenunciar su desaparición.

- reo que llamaré primero a 'ilvestre, él debe saber que7na ha desaparecido.- &o lo hagas. Di"o 0uisa, no lo preocupemos todavía, es

posible que se haya perdido solamente y nos estébuscando en este instante. )egresemos a donde la vistepor ultima ve, y aguardemos unas horas allí, si no apareceyo misma iré a la policía a interponer la denuncia

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yo misma iré a la policía a interponer la denuncia.uando se dirigían en las camionetas al lugar acordado, /ulises

vio a 7na en el ca$é nocturno cercano a donde iban, $renórepentinamente sintiendo que se quitaba un gran peso de encima.7na estaba con un muchacho tomada de las manos con él.

- 7na por el amor de Dios, dónde estabas. !reguntó /ulisesen vo al alta al ba"ar de la camioneta.

- /ulises, lo siento me distra"e. ontestó agachando lacabea. 0a patrulla de silvestristas o el pelotón ro"o,

descendió del vehículo y todos corrieron a interrogar a lasilvestrista perdida. 7na les explicó lo sucedido, aunque notenía sentido, y les presentó a 7ndru a los que a+n no loconocían.

- /s tarde debemos irnos a dormir. Di"o 0uisa.-

0uego de recoger el equipa"e de 7ndru, se dirigieron rumbo a la$inca 2/l Delirio5 $ue una noche sin luna ni estrellas, la oscuridad

reinó a sus alrededores, 7na y 7ndru se quedaron dormidos en la

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gran hamaca cercana al ventanal de cristal. /lla lo abraósintiéndose tranquila, y él le correspondió estrech(ndola en susbraos, como de$endiéndola de los peligros de la noche.

/ran las ^ de la mañana cuando 7na y 7ndru se acercaron a la

cocina, todos los silvestristas estaban alrededor de la enormemesa de madera con taas de ca$é en las manos.

- ¿;ué sucede !reguntó 7na al ver el silencio que reinabaen la cocina.

- 7na, estamos estudiando de nuevo la ruta. Di"o 3ilena.- ¿!ero por qué &o se supone que de aquí partiremos a

3ontería. Di"o 7na sirviendo ca$é para 7ndru y para ella.

- 1emos sido invitados a 'anta /lena en 3edellín. Di"o 0uisasin de"ar de observar el gran mapa de olombia en lamesa.

- 0es aseguro que no se arrepentir(n. Di"o !aula. 7sí conocer(n la ciudad de la eterna primavera.

7quellas palabras sonaron m(gicas en los oídos de 7na, si algo

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7quellas palabras sonaron m(gicas en los oídos de 7na, si algoadoraba en la vida la silvestrista era el mes de abril, y si ese mes

era eterno en 3edellín, la invitación se le anto"ó oportuna. !aulales explicó que existía un lugar m(gico en 3edellín, y que si seapresuraban a ir, alcanarían 2/l concierto de 0una5 que secelebra una ve al mes en 'anta /lena. >odos a $avor y todos encontra como de costumbre, el dinero solía ser un tema de granpesar para los silvestristas.

- 7na no te preocupes, yo me encargaré de sus gastos,

vayan y conocan, luego podr(n seguir la ruta. Di"o /ulises.- <o le avisé a 3aria lara que est(bamos bien. Di"o 0uisa.!ero deberemos in$ormarle el cambio de planes, saben quedetesta que no le digamos las cosas. uando le relaténuestro encuentro con 'ilvestre, tuve que colgar variasveces, pues no de"aba de gritar.

El concierto !e luna@ $ue todo lo que 7na había escuchado, los

pormenores del via"e la tenían sin cuidado. !aula explicó que una

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noche al mes, la gente se re+ne alrededor de una $ogata enmedio del bosque, allí van m+sicos de todas partes y los sonidosde la noche se meclan con los instrumentos de los artistas.

0os 'ilvestristas se reunieron por aparte con sus grupos

originales, 0as hicas 'ilvestristas, deliberaban seriamente elsiguiente paso. 0os llaneros deseaban ir con ellas, pero conalmanaque en mano veían sus posibilidades. 0os 'ilvestristas de8ogot( sin la menor duda expresaron que seguirían adelante. 7l$inal de cuentas, todos a $avor.

- !róximo destino 'anta /lena. Di"o 0uisa. < todosaplaudieron la decisión.

7na sonrió llev(ndose la mano al cuello, la libélula de acero, $ría ysilente le dio $ueras para seguir adelante. 7ndru la su"etó por lacintura. 27 donde vayas voy5 susurró al oído, y ella se sintió $elide que él nuevamente estuviera a su lado. /l llano solo le habíaabierto vie"as heridas, le había dado recuerdos oscuros que creíaolvidados. 3ientras todos empacaban ella caminó en solitario

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pentre los puestos de la caballeria. 0a atira la observó y se

acercó hasta la re"a que la mantenía en su puesto, el animalrespiró pro$undamente y se de"ó tocar por 7na.

- /res rebelde atira, no te culpo por desbocarte, mi coraón haceigual que t+, cuando tiene a 'ilvestre cerca. &o creo quetengamos la culpa. 8ucé$alo relinchó en su puesto y 7na seacercó a acariciarlo. /l pela"e negro de aquel caballo brillaba, eraun semental magni$ico, per$ecto. 8ucé$alo el $avorito de él.

 2Tambi3n eres mi ,avorito@ !ensó ella al recordar a 'ilvestre atodo galope sobre el animal. Sustitu)o los recuer!os !e Ra,ael  por los !e Silvestre ) el mun!o se me (ace m&s sencillo1@ 

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 .UERTE A TRAI/IN 

6n autob+s aguardaba por los silvestristas para emprender la

ruta hasta 'anta /lena en 3edellín. 0a +ltima en abordarlo $ue7na, quien con un $uerte abrao se despidió de /ulises. !ocaspalabras hicieron $alta para decirse con la mirada, el cariño quesentían el uno por el otro. /l muchacho era el +nico que nocontinuaría la )uta 'ilvestrista, pero que los apoyaríaeconómicamente en tan largo recorrido. 7na le dio un tierno besoen la me"illa, y él sonrió para ella. 28ucé$alo, atira y yo siempreestaremos esperando tu regreso.5 Di"o /ulises. < los dos amigos

siguieron sus destinos. 7na subió lentamente al autob+s, ycuando el cho$er cerró la puerta y emprendió el camino, 7na vioen la calle la mirada misteriosa del hombre del bar. /l 3ago semantuvo incólume, solo 7na levantó ligeramente la mano y le di"o 27diós5. !ensando en todo lo que habían hablando.

7na recorrió el pasillo del autob+s, y observó a cada uno de sus

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acompañantes, a todos les brillaba la mirada, y en sus rostros se

evidenciaba que la $elicidad existía. Aio a Dallys con himuelo enel regao. 7 3ilena muerta de risa con Bulian. 7ndru conversandoalegremente con 8ernardo ?talvare y 8ernardo >alo. ideangely,0aura y 'ara intentaban dormir un poco, y así cada silvestrista seacomodaba lo me"or posible para un agotador via"e. 7na $uehasta el $inal del pasillo y se sentó en los puestos de atr(s, al ladode una ventana. 'e sintió cansada y se de"ó caer en un pro$undosueño. uando 7ndru se acercó a ella, la vio dormir como una

niña. 'e le anto"ó m(s hermosa que el día en que la conoció, yquiso abraarla, pero pre$irió de"arla dormir.

/n sus sueños 7na vio un campo de $lores, un paraíso perdido delcual posiblemente $uera arro"ada /va, por culpa de 7d(n. 20aculpa siempre ha sido de los hombre5 Di"o 7na tocando losdelicados pétalos de $lores de todos los colores, sintió $río y soplósu aliento sobre las manos. Aio a unos cuantos pasos a un

hombre, él la miraba con ternura, y ella sabía quién era. 'e

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acercó lentamente y el muchacho no di"o nada. /lla tomó sumano y caminaron por el campo de $lores, encontrando a su paso,orquídeas, rosas y girasoles. /l sol le dio en los o"os, por lo quese colocó una mano a $orma de visera. /l sueño $ue agradable,aunque no hablara con el muchacho alto de o"os amarillos y

cabello oscuro. 2 A veces no es necesaria ni una palabra5 pensóella. 'ilvestre la abraó, y al(ndola en sus braos como quiencarga una niña, le dio un dulce beso en la boca.

7na despertó lamentando que todo aquello solo $uera un sueño.?bservó a sus amigos silvestristas en el autob+s, ya era de nochey la gran mayoría dormía. 7ndru estaba dormido igualmente enun puesto delante de ella. 6na "oven de cabellos dorados se

acercó al verla despierta.

- 1as dormido todo el via"e. Di"o 0uisa.- 3e sentía cansada amiga.- ¿>odo se ha arreglado con 7ndru- reo que sí 0uisa, creo que sí.- ¿< 'ilvestre !reguntó 0uisa ba"ando la vo.

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- 'igue su vida, como yo sigo la mía.

- ¿< 6stedes- &o hay 6stedes 0uisa, lo sabes, él es el artista y yo su $an,no hay nada m(s. &o se puede.

- ¿/st(s bien 7na- &o, pero ya se me pasar(, no temas, nadie puede su$rir

tanto después del primer golpe, nada ser( tan dolorosocomo el primer desamor.

- /ulises dice que 'ilvestre te quiere mucho. Di"o 0uisa casi

en un susurro.- &os quiere a todas, a todas sus $ans. 0uisa explícame algo,

tu di"iste antes de llegar a 2/l Delirio5 que esa tierra estabamaldita, ¿!or qué di"iste eso

- !orque es la verdad 7na, ya le he rogado a /ulises quevenda esa $inca y se busque otra, hay rumores que el almade 7lirio ?liveros est( en pena, que no descansar( hastaque la persona que lo traicionó pague su crimen.

- <o no vi, ni escuché nada extraño.

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- <o sí, siempre escucho ruidos por la casa. )ecuerdo haberestado en el velorio, y vi como la esposa de ?liveros, lamam( de /ulises, lloraba aterrada en un rincón, "am(s seacercó al ata+d y pasaba lo m(s le"os posible del di$unto.>engo entendido que estuvo ba"o averiguaciones, e incluso

la detuvieron unos meses, ella era la principal sospechosa.- #!or Dios% ¿ómo así ¿/ulises que piensa !reguntó 7na.- l dice que eso es lo que dice la gente, que lo mandó a

matar por dinero, pero que él no sabe, lo curioso de todoesto es que tampoco la de$iende directamente. Durantemucho tiempo la llamamos la viuda negra, hasta quecansada de que la gente la señalara, se $ue deAillavicencio.

- !ero no $ue condenada, lo que quiere decir que esinocente.

- &o 7na, quiere decir que tuvo dinero su$iciente para darlela vuelta al asunto. /n $in, solo se sabe que el culpablenunca apareció, lo asesinaron de un disparo de escopetapor la espalda, y nadie supo ni cómo ni quién. 'i no $uerapor la m+sica de 'ilvestre, /ulises no sería el hombre

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por la m+sica de 'ilvestre, /ulises no sería el hombretranquilo que es hoy.

- Ai una $oto de 7lirio ?liveros en la 'ala de la casa. Di"o7na. Era un (ombre realmente (ermoso" $u3 !i,ícil !ebeser to!o esto para Eulises@1 !ensó.

7na intentó dormir un poco m(s, pero le $ue imposible, observabaen la oscuridad el camino por el cual pasaban, y la mirada de 2/l3ago5, perturbó sus pensamientos. Debí ser m&s ,rontal" pre'untarle $ui3n era en reali!a!@ !ensó 7na. 7l amanecer el bushio una parada y todos los silvestristas entre dormidos ydespiertos intentaron comer algo, estirar las piernas y beber ca$é.

7ndru se acercó a 7na la abraó y le dio un tierno beso en la$rente. 7na al sentir el calor que emanaba de su cuerpo se a$erróa él, no solo para espantar el $rió, sino los recuerdos que laagobiaban. 2No volveremos al 4uatapurí" lo uro15 7ngélica lesentregó dos vasos con ca$é caliente, y 7na sintió que la vida

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comenaba de nuevo. >odos abordaron la unidad de transporte yel via"e para 7na $ue m(s placentero entre los braos de 7ndru/steban Airviescas. 2o am&s po!ría (acerte !año@ !ensó lamuchacha, imaginando a la viuda negra aterrada contra la paredsin poder ver el cad(ver de su propio esposo. El peca!o

acobar!a o (a) al'o $ue ella sabe" $ue no lo sabe na!ie m&s1@ !ensó. 

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LAS HORTENSIAS DE DIANA

0os silvestristas via"aron durante horas, hasta que llegaron a la

tierra de !aula, todos se encontraban emocionados de ir a aquellugar, especial y prometido por la silvestrista como el de la eternaprimavera. 7unque llegaron al atardecer del segundo día de via"e,7na alcanó a ver cómo el sol bañaba de dorado las nubes.3ientras los silvestristas y 7ndru entraron a las cabañasalquiladas por /ulises y se organiaban en las habitaciones, ellase reagó para observar a su alrededor. /l viento soplaba gélidopor avecinarse la noche, así que a"ustó su desgastado abrigo ro"o

y caminó un poco entre los (rboles que ma"estuosos adornabanaquel lugar. 7na respiró con calma, atenta de los sonidos extrañosde aquella tierra, grillos, abe"as, insectos de todo tipodeambulaban por 'anta /lena. /scuchó el canto de aves que "am(s había percibido, y se sintió en un lugar m(gico. 2'anta/lena es como un cuento de hadas5 Di"o 7na en la soledad delbosque. <a sin saber a dónde se dirigía, encontró un sendero el

l d idió i l id d l t dió t b

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cual decidió seguir, y por el sonido del agua, entendió que estaba

cerca de un manantial o arroyo. uando vio las aguas cristalinasque danaban en medio del bosque a la lu de los rayos doradosdel atardecer, recordó su promesa en el 4uatapurí, la promesa deolvidar y seguir adelante. 'e apartó del sendero y continuócaminando, cuando para su sorpresa encontró un campo de $loresde p(lidos colores que nunca había visto antes, aquel lugar se leanto"ó al de sus sueños. 'e agachó y tocó tiernamente los pétalosde las $lores p+rpuras.

- #'on 1ortensias% Di"o una dulce vo.7na se sobresaltó y dio media vuelta, ante si una "oven dehermosos cabellos ondulados y castaños le sonreía.

- ¿Disculpe la asuste !reguntó la muchacha.- 'olo un poco, creí que estaba sola. ontestó 7na.- 'on 1ortensias, las cultivo desde que era pequeña.

- 'on hermosas. Di"o 7na. ¿ómo te llamas

63

- <o soy Diana 7cuña, y est(s en mis campos de hortensias.- 'oy 7na, y soy 'ilvestrista.

De pronto el rostro de Diana se puso ro"o, y sus grandes o"os ca$é

brillaron con tal intensidad, que 7na no tuvo que preguntar qué leocurría.

- <o amo a 'ilvestre. Di"o Diana. 7 veces sueño que élvendr( y podré regalarle las 1ortensias m(s bonitas detoda 'anta /lena, para decirle con ellas, cuanto lo amo.

7na vio con ternura a aquella "oven, su bellea era tan naturalcomo las $lores que adornaban sus campos. Diana se acercó a7na y le dio un $uerte abrao. 7na acostumbrada a este tipo desaludos entre extraños, correspondió su cariño.

- ¿7na, por qué estas sola en el bosque !ronto va aanochecer y podrías perderte.

- 3e distra"e Diana, "am(s había estado en un lugar tan

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bonito.- &iña tienes las me"illas coloradas, debes tener $río, vamos

a mi casa y te serviré agua panela bien caliente.

7na se sorprendió al entrar en aquel lugar, era una casita demadera, como en los cuentos de hadas, tenía una chimeneaencendida y la lu amarillenta se le anto"ó hermosa, encima de lachimenea, la $oto de un hombre de o"os brillantes y amarillos laobservó. A !on!e $uiera $ue va)a" estas tM@1 !ensó ella.

- /s tarde Diana, creo que debo regresar, se van a preocuparpor mi culpa.

- ¿;uienes- 0os silvestristas.- ¿'on varios !reguntó la "oven sirviendo dos taas de agua

panela.- 'omos muchos.

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- ;uiero conocerlos. 3e encantaría, vivo tan encerrada eneste lugar que solo somos 'ilvestre y yo, él en elreproductor y yo con mis hortensias.

'i quieres mañana los traigo para que los conocas.

- 0os estaré esperando 7na.0as nuevas amigas se despidieron, y 7na sintió un leve dolor en elalma, al recordar a <aliana, Diana al igual que ella vivíacompletamente sola. 7na antes de irse le colocó una cinta ro"a enla muñeca, como recuerdo de ese día. < Diana se imaginó que elmismísimo 'ilvestre se la había enviado. >omó el sendero deregreso, pero por motivos que 7na no comprendió, no encontró el

arroyuelo que había pasado antes del campo de 1ortensias.- &o puede ser, este no es el camino. Di"o 7na temblando de

$río.aminó durante lo que le pareció una eternidad. 'intió hambre, ycomenó a preocuparse cuando entrada la noche apenas si podíaver por donde caminaba. #'oy una tonta% ómo me pude perder.!reguntó a los (rboles.

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!reguntó a los (rboles.

@ntentó pensar en cosas agradables, en no tener miedo. 'eencontraba a Nilómetros de distancia de 0a 'irena de 1urtado, yya había visto tanta cosas, que el +nico temor que sintió $ue porlos vivos. /ncontró una especie de manantial y tomó de las aguascristalinas intentando calmar el hambre. 0os rayos de la lunailuminaron poco a poco la espesura del bosque, e intentócontrolar la desesperación de estar perdida. 7na decidió no

caminar m(s y encontró un montón de ho"as secas. 'e cercioró aciegas que no hubiera un animal entre las ho"as y las acomodócomo si se tratara de una almohada. 'e acostó boca arriba eintentó descansar un poco.

- !ronto van a encontrarme, 7ndru debe estar busc(ndome,qué tonta he sido en explorar yo sola.

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)ecordó la canción de 'ilvestre que solía espantarle los sueños ycomenó a tararearla, su alma se calmó. )ecordó la sonrisa c(lidadel a$iche en la chimenea de Diana, y por m(s $río que tenía, ensu mente, ella estaba sentada en aquella casita c(lida de unahermosa silvestrista, que al igual que ella amaba a 'ilvestre

Dangond. 'us parpados se volvieron pesados y el sueño la llevó aun mundo donde el hambre y el $río ya no existían.

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SANTA ELENA

0os silvestristas se organiaron en grupos con guías de las

cabañas, pero todos regresaron con las manos vacías, 7na habíadesaparecido, nadie la había visto después de ba"ar del autob+s.!aula se sentía responsable de haberlos llevado a ese bosque, ytodos trataban de consolarla. 7 las doce de la noche, 0uisa sesintió m(s preocupada a+n, seg+n /ileen, 7ndru /staban tambiénhabía desaparecido.

- 'eguramente $ue tras 7na. Di"o 7ngélica.

- !ero los guías han dicho que de noche es como buscar unaagu"a en un pa"ar. ontestó 0uisa.- 3añana a primera hora la encontraremos. Di"o Bulian m(s

optimista que los dem(s. <a ver(n que mañana laencontramos.

0uisa, <ina @sabel, /ileen, 3aria 7le"andra, 4reys, 3ayra, Pendy,

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3ilena y Daya 8arraa eran las m(s preocupadas, ya que por sucausa, 7na había de"ado su vida en Aalledupar por seguirlas, yahora en este mismo instante, algo malo le podía estar pasando.!aula no pegó el o"o en toda la noche, amila se abraaba a sumam( y a su abuela, temiendo lo peor. Bualian intentó dormir conpoco éxito. < los 8ernardos estaban asomados por las ventanasde las cabañas, esperando que tanto 7ndru como 7na aparecieranen el umbral.

Durmieron muy poco, o casi nada, 'anta /lena era un lugarm(gico, pero esa noche los silvestristas sintieron temor de laoscuridad que envolvía a 7na en aquellos momentos.

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LOS SUE:OS

7na había aprendido a vivir de sus sueños, un lugar en el cual

todo era posible, donde era un ser libre que podía amar a susanchas sin ser señalada por nadie m(s que ella misma. 7prendióa descubrir por las noches, hasta los anhelemos m(s íntimos desu coraón, pocas veces despertaba sin recordar sus sueños. /nmuchas ocasiones soñó que podía volar y observar desde lo altoel techo de su casa, e incluso las calles y avenidas de suvecindario, dis$rutando de la sensación del viento en su rostro,sueños que la asustaban un poco cuando se sentía caer y

despertaba de repente con la sensación de meterse en su cuerpodespués de un largo via"e.

/sa noche mientras dormía rodeada del bosque m(gico de 'anta/lena, soñó que caminaba por un sendero, iluminado por la lu dela luna, sintiendo ba"o los pies el $río de la tierra. 6n ave nocturnaululó en un (rbol cercano, y 7na levantó la mirada hasta la siluetade un (rbol enorme, donde se encendieron puntos de lu blanca

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que iluminaron el bosque. &o sintió miedo, pero tampoco seacercó demasiado. reyó escuchar el susurro de voces, pero nologró entender qué decían los puntos de lu. /l $río se apoderó detodo su ser y sus manos se adormecieron produciéndole unhormigueo espantoso.

- #Despierta 7na% Di"o una vo en el (rbol. Despierta.

0a mirada serena de 'ilvestre se posó en ella, 7na se abraó a sucuello, percibiendo su olor incon$undible, besó sus me"illas y sintióque el coraón se le explotaría en cualquier instante.

- Despierta o morir(s de $río. Di"o 'ilvestre.- ¿/stoy soñando !reguntó ella.- 'iempre lo estas. ontestó él con ternura.- &o te vayas, no te vayas. 'uplicó ella.

- Despierta, despierta. 0a vo de 'ilvestre $ue un ecorepetido dentro de su cabea.

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0os primeros rayos del sol iluminaron el bosque, y 7na despertóen los braos de 7ndru, él insistía en que despertara, y ella sintióel entumecimiento de todo su cuerpo.

- >engo $río. Di"o 7na.

7ndru /steban no estaba solo, una "oven de largos cabellosondulados y de vestido color de las $lores, le guiaba en el camino.0legaron a la pequeña casita de madera de Diana, donde el calorde una chimenea le $ue placentero a 7na. uando la "oven sintióla suavidad de la cama, la calide de aquel lugar la hio dormir unsueño pro$undo, oscuro y silente.

Dos día después, despertó 7na, viendo a su alrededor, rostrospreocupados y conocidos, los silvestristas habían invadido aquellugar, a la espera de que ella respondiera a sus preguntas. !ero aldespertar nadie di"o nada, 3ilena soltó un solloo, y /ileen laconsoló. 7na se sintió adolorida, y cu(l sería su sorpresa, estaballena de rasguños, heridas diminutas y m+ltiples de cubrían losbraos.

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- ¿7na que te pasó en los braos !reguntó Diana.- &o lo recuerdo. ue todo lo que pudo decir en ese instante.

0e sirvieron sopa caliente, y todos conversaban por lo ba"o, elaspecto de 7na les había asustado, era como si alg+n animal lahubiera atacado, pero no podían comprender cómo la habíaaruñado en braos y piernas. 7ndru permaneció al lado de lacamita donde 7na descansaba, se veía perple"o y cansado. Diana

sirvió ca$é y chocolate para todos y la lu del silvestrismo lo llenótodo, la sonrisa de los silvestristas al compartir en aquel diminutoy sencillo lugar, $ue su$iciente para reponerse.

- 3e perdí, lo siento mucho, no $ue mi intención. 3urmuró7na.

- &o te preocupes 7na. Di"o Diana. 3ucha gente se pierdedando paseos, incluso de día. 4racias a Dios, 7ndru dio con

mi casa y salimos a buscarte y te encontramos cerca deaquí.

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- !ero caminé por horas, pensé que me había ale"ado. Di"o7na.

- /s posible que caminaras en círculos. Di"o Diana.- >odo esto es mi culpa. Di"o solloando !aula. &o debí 

traerlos aquí.

- &o !aula. Di"o 7na. /s el lugar m(s hermoso que he visto "am(s. &o ha pasado nada. ¿u(ndo es el concierto deluna

- /s esta noche 7na. Di"o amila.- 7ndru quiero ir. 'uplicó 7na.- !ero est(s muy débil. Di"o él.- !or $avor. @nsistió ella. < en el rostro de 7ndru /steban se

dibu"ó su sonrisa de siempre. 7na era terca, y eso indicaba

que ya estaba me"or.

/sa noche, llegaron al bosque silvestristas de todas partes, !aulahabía invitado con anterioridad a muchos seguidores de 'ilvestre,para poder compartir con los 'ilvestristas de 8ogot(, los'ilvestristas de los 0lanos y 0as hicas 'ilvestristas. 7na intentódescansar todo el día, pero sintió algo en el ambiente de aquellugar, presintiendo que estaba siendo observada por algo o

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g , p q p galguien, las heridas se le encendían ro"ias como si $ueranrecientes, cuando algo sobrenatural estaba cerca. !ero en estaocasión no sentía que $uera un alma errante, esta ve era algomuy di$erente, algo inexplicable. He esta!o cerca !e al'o mu) eCtraño" en el bos$ue (a) al'o $ue me est& esperan!o" lo s31@ !ensó.

De pronto la risa nerviosa de alguien, la sacó de sus

pensamientos, 8ernardo >alo, conversaba con Diana, como si elsol se posara en ella. 0os o"os de >alo brillaron como si estuvieraen presencia de su alma gemela. 7na sintió escalo$río, ellaconocía per$ectamente esa mirada.

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/ON/IERTO DE LUNA LLENA

7l anochecer en un claro del bosque, cerca de las cabañas en

que se hospedaban los silvestristas, se encendió una hermosa$ogata, y alrededor de aquella lu, los silvestristas $ueronocupando sus puestos. uando 7na y 7ndru llegaron a $ormarparte de aquella reunión, una "oven de o"os tristes se sentó allado de 7na, la muchacha tenía en su regao a una niña de cincoaños que con la mirada observaba el crepitar de las llamas,danando por causa del viento.

- ¿ómo te llamas !reguntó 7na con su me"or sonrisa.- 'oy 'andra. Di"o la muchacha en apenas un susurro.3ientras todos los presentes conversaban alegremente.

- 'oy 7na, y tu hi"ita ¿ómo se llama- /lla es 'o$i.- ¿!or qué estas tan triste 'andra &o pareces 'ilvestrista.- 'í, si soy silvestrista, pero esta noche ser silvestrista me

duele mucho.

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- ¿!or qué duele !reguntó 7na.

0a muchacha titubeó un poco, miró con ternura a la niña en susbraos y se decidió a relatar su historia= <o me hice silvestristapor un muchacho que conocí hace unos años, recuerdo queestaba sentada en una $iesta aburrida, y él entró con su sonrisairresistible, yo me sentí desarmada al verlo, creo que le llaman

amor a primera vista. 27 mi que me pongan 'ilvestre5 di"o él atoda vo, y la m+sica que sonó a continuación $ue 20a olegiala5,para mi gran sorpresa me tendió la mano, ¿8ailamos achaca!reguntó él, y lo que recuerdo es estar en sus braos, como "am(s había estado en los braos de un hombre. l me dedicó esacanción de 'ilvestre y es la canción que m(s he cantado en todami vida. 0os años pasaron, nos enamoramos, él era de la costa, ysus costumbres tan di$erentes a las mías me volvieron loca por él,

nos casamos y vivimos pr(cticamente en una burbu"a de amor.

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'alí embaraada de él, y el bebé en mi vientre era muyintranquilo, mi esposo solía colocarle m+sica de 'ilvestre para quese tranquiliara y por m(s sorprendente que te pareca, secalmaba. /l amor de mi vida nos entregaba lo m(s grande que éltenía, su cariño incondicional por 'ilvestre Dangond. uando 'o$i

nació, él la cargó con tanto amor y $elicidad, que pensé que "am(s sería tan $eli como ese día, y para mí el tiempo secongeló. !oco tiempo después, por cosas que a+n no comprendo,a 7rmando lo mataron, a mi amor, al padre de mi bebé, a la lude mis o"os. /l destino, la casualidad. &o lo sé 7na, no lo sé.

0a vo de 'andra se quebró, y se abraó $uertemente a lapequeña en sus braos, la niña al ver que de los o"os de su madre

brotaron l(grimas, las secó con ternura. 23am( no llores, papitoest( en el cielo5. Di"o 'o$i.

- 7na, el amor de mi vida. ontinuó diciendo la silvestristasin soltar a su pequeña hi"a. 3e lo arrebataron, y solo mequedaron dos cosas de él, mi hi"a 'o$i y 'ilvestre.

7na intentó no llorar, pero $ue inevitable, las abraó sintiendo por

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ellas el amor m(s grande del mundo, sintió el dolor de 'andracomo suyo, las lagrimas corrieron por su rostro porque era lahistoria de amor silvestrista m(s triste que hubiera escuchado enmuchos años, 2/osas inustas le pasan a los m&s inocentes1@ 

- &o llores. 'usurró 7na al oído de la muchacha. 7rmandoest( contigo, es como un (ngel que te cuida y te espera.'onríe, porque él quiso que $ueras silvestrista,

precisamente para que la tristea no pudiera contigo. >easeguro que alg+n día podr(s contarle tu historia a'ilvestre y él sonreir( para ti.

- 7y 7na, no sabes cuanto sueño que 'o$i pueda conocerlo,que él la cargue en sus braos, como ya no puede hacerlo7rmando, mi niña es silvestrista y las dos vivimos de lascanciones de nuestro amado 'ilvestre.

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- >e prometo 'andra, que 'ilvestre va a cargarla, le va a darun beso gigante y podr(n decirle cuanto lo quieren, y loespecial que es él en sus vidas, no llores m(s.

- Aiste mamita. Di"o la niña. <o te di"e que íbamos a ver muypronto a 'ilvestre.

'andra contuvo su llanto, cuando un "oven en la $ogata tomó unaguitarra y entonó 2/sa 3u"er5, un coro de voces lo llenó todo, elconcierto a la lu de la luna llena había comenado. 7na secó susl(grimas al escuchar la melodía, y se sorprendió al ver a 7ndru/steban tarareando la canción, y su coraón su oprimió deinmediato. 7na sabía quién era 2esa mu"er5. 6na nin$a dorada de

cabellos ro"ios como el cobre y o"os verdes que estaba clavadaen el alma del hombre que ella amaba.

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 ANDRU ESTE0AN 8IR8IES/AS

/sa noche, los silvestristas se encontraban ba"o una especie de

unión especial, todos cantaban, reían y conversaban alrededor deuna enorme $ogata en medio del bosque, donde se acostumbrabaa realiar el concierto de luna mes a mes. 7ndru se sintió cómodoentre aquellos "óvenes, su $elicidad era contagiosa, y de tanto oírlas canciones de 'ilvestre, le era imposible no tararearlas todas.'u $avorita era 2/sa mu"er5, porque en esos tiempos, él podíaper$ectamente entender qué era estar en el medio de todo, entrela mu"er que intentaba olvidar y la que intentaba amar. 7ndru

miró $i"amente el crepitar de las llamas, y en ellas se quedómeditabundo, el color ro"io del $uego tra"o a su mente elrecuerdo de una mu"er hermosa, la recordó tal cual, él día que laconoció, la vio sonreír. )ecordó los besos, uno a uno, las caricias$urtivas. 7ndru no podía evitar pensar en ella.

7na aunque estaba a su lado en el circulo silvestrista, ellaconversaba con otra "oven, y él aprovechó para perderse en el

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mar de sus recuerdos. )ecordó a su abuela leyendo el libroamarillo, mientras su abuelo 3anuel, se mecía sentado a su lado.7ndru de pequeño solía ver a su di$unto abuelo, el de los o"osaules y cabellos blancos, no solía sentir miedo, a menos que elabuelo lo mirara $i"amente. !or un instante vio a 0uisana, ellasonreía para 7ndrés, alegre y cariñosa. 'us padres habían sidomuy $elices hasta que su mam( en$ermó, después de eso los días$ueron grises y 7ndru aprendió a leer* por las noches y hasta muy

tarde leía incansable, como el que busca la solución para susmales en p(ginas gastadas de libros sin leer. @r al colegio habíasido un verdadero suplicio, nunca logró adaptarse a suscompañeros de clases, así que recordó al "oven solitario que $uedurante el bachillerato. 2 Apren!í tanto sien!o tan pe$ueño" perocuan!o la conocí a ella" na!a me sirvi95 !ensó. /l "oven de laguitarra animó la noche con tonadas que bailaban al son de lasllamas de la $ogata, y entonces vio en sus recuerdos a 7na,

tendida en el suelo en medio del bosque, 2Lle'u3 a pensar $ue

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estaba muerta" ) mi cora#9n se !etuvo por un instante15 7llí tendida como si se tratara de 8lanca &ieves o /l 1ada del 8osque,la muchacha estaba p(lida, cuando le tocó el rostro, la piel de ellaera una barra de hielo. 7ndru pensó que ya no podría vivir si ellamoría. 2>ue bonita se ve !e roo5 Di"o cuando le contempló el

abrigo. /n ese instante y regresando a la realidad, ella estaba asu lado y se calentaba las manos cerca del $uego.

- /stas muy callado. Di"o 7na.- < t+ estas hermosa. ontestó él.- <a te sabes canciones de 'ilvestre.- 7na es imposible no aprendérselas, estando rodeado del

enemigo. < una hermosa sonrisa brilló en el rostro del

 "oven.- ¿'oy tu enemiga !reguntó 7na.- 'í, eres mi enemiga mortal, t+ vas a matarme de amor.

7na se acercó a 7ndru /steban, y le dio un tierno beso en loslabios. l no de"ó de sonreír y la estrechó con ternura entre susbraos, así permanecieron por largo rato, sentados y rodeadospor silvestristas, soñando despiertos con un $uturo "untos.

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DIANA

uando se vive solo, apartado del mundo, rodeado de recuerdosy cuatro paredes, sueles agradecer la presencia de las plantas, delos animales, e incluso puedes llegar a darles nombres a loscaracoles que se arrastran por el "ardín. Diana era $eli con susoledad, sus caracoles y sus hortensias, pero al llegar 7na a suvida, de la mano de muchas personas que al igual que ella,amaban a un hombre en com+n, la hio sentirme menos sola, ym(s amada. De ve en cuando de"aba que sus miradas secruaran con la de 8ernardo >alo, él la desarmaba en cada

mirada, y sentía temor de enamorarse de él. 26ronto se ir& ) me(abr& olvi!a!o5 !ensó.

- ¿Diana !reguntó 3ilena para constatar que así se llamara.- 'í, dime. ontesto.- ¿Desde cu(ndo no ves a 'ilvestre !reguntó 3ilena a la ve

que tomaba asiento a su lado.- &unca lo he visto en realidad. on$esó la muchacha.

¿& # b %

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- ¿&unca #aramba%- &o, pero siento como si lo conociera desde hace mucho,solo tienes que escuchar su vo en sus canciones, paraentender cómo es 'ilvestre, es una persona sencilla,alegre, incansable en el arreglo de cada canción, muycreativo, pero sobre todo entregado, él se entrega en cadacanción, como si un pedacito de su alma se queda conellas. !or las mañanas cuando riego las hortensias, su vo

lo inunda todo en la casa desde el reproductor, por lastardes o cuando m(s sola me siento, basta con colocaralguna de sus melodías para que el espíritu se me alegre. 7veces bailo, a veces me río, incluso he llegado a llorar porlas noches escuchando sus canciones m(s rom(nticas.&unca lo he visto, pero mi alma lo conoce.

- ;ue bonito hablas Diana. /n cambio a mi me va un pocodi$ícil el ser su $an, mi madre dice que estoy volviéndome

loca.

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- !ues, nos volveremos locas, pero de amor mi niña. Di"oDiana con una enorme sonrisa.

8ernardo >alo se acercó a las dos amigas, y con todo el valor delque pudo llenarse, se sentó al lado de la hermosa Diana,

dispuesto a perder la vida si era necesario, por besarla.0as horas pasaron, y poco a poco se $ueron retirando a sushogares, hoteles o posadas. 1abía sido una velada encantadora,en donde m(s de un silvestrista se enamoró, en donde m(s deuno se escondió de sus penas y encontró en el silvestrismo unaona neutral, donde se de"aban a$uera las luchas internas. 7nacaminó por el sendero a la lu de la luna tomada de la mano del

hombre que amaba. 'e quitó los apatos para sentir el $río de latierra y 7ndru /steban hio lo mismo. 3(s adelante 8ernardo>alo, llevaba una antorcha que iluminaba el camino, llevando enla otra mano a su amada Diana.

- #7na te amo% 'usurró 7ndru.- 8ien sé que me amas, y bien sabes cuanto te amo. Di"o

7na.

¿Dormir(s en mis braos esta noche 7na !reguntó élD d t l d i i t t t b

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- ¿Dormir(s en mis braos esta noche 7na !reguntó él.- Desde que te conoco, al dormir me siento entre tus braos7ndru.

- 7unque no quiero dormir.- ¿< que quieres entonces !reguntó 7na, con las me"illas

encendidas.- Aer el amanecer a tu lado. Di"o 7ndru /steban Airviescas.

uando los rayos del sol bañaron las tierras de 'anta /lena, 7nay 7ndru en el umbral de la puerta de la cabaña se hicieron unapromesa de amor.

- !rometo amarte tal cual eres 7ndru. Di"o 7na rompiendo elsilencio.

- !rometo amarte incluso después de la muerte. Di"o 7ndru.

< una sombra se posó sobre sus o"os, y 7na tuvo un malpresentimiento. Al'o va a pasar" lo s3@ !ensó ella. 

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DALL2S 2 /HI.UELO

uando todos desayunaban en el comedor, Dallys entró llorandohablando tan r(pidamente que todos se asustaron al ver en eseestado a la silvestrista.

- Dallys por Dios ¿;ué pasa !reguntó 0uisa.- /s, es himuelo, ha desparecido. Di"o llorando.- (lmate muchacha que es solo un gato. Di"o Bulian.- &? /' '?0? 6& 47>?, /' 3@ 1@36/0?. 4ritó la

silvestrista.- !or $avor Bulian, no seas tan $río, recuerda que ese gato se

lo encargó 'ilvestre a Dallys. 0o reprendió 3ilena.- Aamos a buscarlo entre todos, divid(monos en grupos y

ser( $(cil encontrarlo. Di"o 7ngélica. 0as hicas'ilvestristas conmigo, nosotras revisaremos lashabitaciones y alrededores, 0os 'ilvestristas 0lanerospueden buscar por el bosque pero sin ale"arse demasiado.0os 'ilvestristas del lub de 8ogot(, 7na y 3athias también

busquen a$uera hasta la casa de Diana si alguien consiguealgo regrese inmediatamente si no nos vemos en una hora

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busquen a$uera, hasta la casa de Diana, si alguien consiguealgo regrese inmediatamente, si no nos vemos en una horay buscaremos en el bosque propiamente.

0os silvestristas salieron a buscar a himuelo por todas partes,algunos con pan del desayuno a+n en las manos, otros con lataa de ca$é. /ra una mañana helada, y algunos lamentaron no

haberse abrigado lo su$iciente.- 4ato, gato, gato. 3inino, minino, minino. 7ndru llamaba al

animal de una $orma muy graciosa, y 7na no pudo evitarreherirse.

- himuelo, michu, michu, gatito, gatito. 0o llamó Bulian.- ¿6stedes creen que buscamos un perro Di"o 3aría 'ilva.

8a"en la vo y abran esos o"os, himuelo puede estarescondido en cualquier parte, y por amor a Dios no se

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separen. &o vaya a ser que a parte del gato, haya quebuscar desaparecido en este bosque de locos.

7na vio algo negro entre los (rboles y salió corriendo, lossilvestristas y 7ndru la siguieron.

- ¿;ué pasa 7na preguntó 7ndru.- /s himuelo, se $ue por all(.

uando el $río les congeló los pulmones tuvieron que detenerse arespirar con calma. !or m(s que habían corrido detr(s del gatonegro, no lo lograron agarrar.

- Dallys se va a morir de la tristea, himuelo se $ue bosqueadentro. Di"o 3aría.

)egresaron a las cabañas donde los aguardaban los dem(s, yportaron la di$ícil noticia de que himuelo había huido. 7naabraó a Dallys que estaba inconsolable, ella sabía per$ectamentelo que el animal signi$icaba para la silvestrista. < aunque ya erahora de irse y seguir la ruta hacía montería, 0uisa y 7ngélicainsistieron en que aguardaran dos noches m(s a ver si himuelo

regresaba durante esos dos días los silvestristas pasearon portodos los campos de 'anta /lena y por las noches se reunían en

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regresaba, durante esos dos días, los silvestristas pasearon portodos los campos de 'anta /lena, y por las noches se reunían encasa de Diana para escuchar las canciones de 'ilvestre y tomarca$é o chocolate caliente. 8ernardo y Diana se habían enamorado,y el "oven aseguró que no regresaría "am(s a casa, que su lugarera con Diana en el campo de hortensias. @ncluso 8ernardo?talvare, se lamentó de de"ar en el camino a su tocayo.

0a +ltima noche en 'anta /lena, los silvestristas se $ueron adormir temprano, ya que el autob+s los recogería a primera horaen la mañana. 7na despertó después de un sueño intranquilo.

- 7penas es media noche. Di"o al ver su relo" de pulsera. 'elevantó de la tibia cama y se asomó por la ventana de suhabitación. 7ndru estaba pro$undamente dormido. De pronto 7navio cientos de luces blancas posadas sobre un (rbol. ¿;ué ser(¿/staré soñando de nuevo !ero en esta oportunidad entendió dequé se trataba. #?1 por Dios% 'usurró.

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 ANA

0a "oven guiada m(s por la curiosidad que por otra cosa, salió dela cabaña donde dormía 7ndru /steban. >uvo cuidado de no hacerruido, y ya en las a$ueras ba"o el $río de la noche, corrió endirección del (rbol iluminado por puntos de lu. 7na su"etó entresus manos la libélula plateada que llevaba al cuello, en unaespecie de ritual de buena suerte. 0a luna brillaba intensa en elcielo y pudo ver por donde caminaba, las luces estaban ya cercas,cuando 7na se acercó $inalmente a tres pasos de ellas. Sonrealmente (ermosas" am&s pens3 ver al'o así1@ !ensó ella. 7l ver

los puntos de lu posados sobre las ramas del enorme (rbol,quiso tocar alguna pero no pudo, se movían r(pidas de una ramaa otra.

- Dé"enme tocarlas. &o $ue un sueño, yo las vi la noche enque me perdí, 6stedes estaban allí conmigo.

&o hubo respuesta alguna, los puntos de lu guardaron silencio,

solo se de"aron contemplar por 7na y se apagaron,desapareciendo de su presencia 7na dio un paso atr(s y salió

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solo se de"aron contemplar por 7na y se apagaron,desapareciendo de su presencia. 7na dio un paso atr(s y saliócorriendo en dirección a la cabaña.

- #?1 D@?'% Di"o 7na corriendo entre los (rboles. #?1 D@?'%0as vi, yo las viC las hadas existen. ¿u(ntas eran ¿>alve mil ¿3il 1adas

uando despertó vio a su lado a 7ndru, que dormía abraado aella, por un instante pensó que lo de las hadas había sido unsueño, pero cuando se ba"ó de la cama vio huellas de tierra en elpiso y vio sus pies llenos de tierra y barro. 7na se llevó la mano ala boca para ahogar un grito. 2*ue real 5 se vio los braos y susheridas estaban ro"ias de nuevo.

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*UNSI/O4

/l silencio dentro del autob+s $ue continuo, los silvestristasdescansaban a lo largo del via"e, no sonaban canciones, nadieconversaba, todos coincidían en querer cerrar los o"os,dormitaban despertando en alg+n bache en la carretera y volvíana soñar donde se habían quedado. 8ernardo >alo no estaba entrelos silvestristas, había decidido entregarle su coraón a unasilvestrista, y "unto a Diana se quedó en 'anta /lena a cuidar delas hortensias y de la mu"er que amaba. /n su lugar una niñadormía en los braos de su mam(, soñando con la sonrisa de su

pap( 7rmando, 'o$i y 'andra se unieron a este via"e emprendidopor quienes deseaban conocer el silvestrismo, y en compañía de7na, 7ndru /steban, 0as hicas 'ilvestristas, 0os 'ilvestristas0laneros y los 'ilvestristas de 8ogot( se encaminaron a conocer ados 'ilvestristas, la cita era en 3ontería y seg+n 3aría lara quedirigía desde el centro de mando en Aalledupar, conocerían'@0A/'>)@'>7' D/ ?)7MZ& 4)7&D/. amila había conseguidoel permiso de su mam( !aula, quién debía quedarse a traba"ar en

3edellín, no sin ayuda de su amada abuela, Na!a es m&s(ermoso $ue verte ,eli# /amila@ y con estas palabras la madre

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, y ,(ermoso $ue verte ,eli# /amila y con estas palabras, la madresilvestrista abraó a su hi"a y la entregó a aquel grupo de "óvenesde mirada brillante en los que con$iaba plenamente.

7na despertó después de una extraña pesadilla, la cual norecordaba, pero que le había sacado sendas l(grimas. 7 su lado7ndru /steban observaba meditabundo por la ventanilla del bus.

'e observaron con ternura, 7na no pudo evitar ver los o"osamarillos de 7ndru, y no pensar inmediatamente en 'ilvestre.>enía la sensación que esa reacción inmediata de su menteterminaría en volverla un poco m(s loca de lo que ya estabaacostumbrada a ser. 7ndru sin poder leerle el pensamiento, lebrindó una sonrisa y volvió la mirada a la ventana. 2 A veces escomo si estuviera ausente" a miles ) miles !e il9metros" aun$ueest3 senta!o a mi la!o15 !ensó 7na. 2Es !i,erente a Silvestre" por 

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m&s leos $ue 3l este !e mi la!o" es cuan!o m&s cerca est& !emí 5. 

0legaron de noche a 3ontería, el conductor tenía órdenes de/ulises de llevarlos hasta un hotel del centro, donde losaguardaban dos "óvenes silvestristas. 0os via"eros losreconocieron inmediatamente, se saludaron como si $ueranamigos de toda la vida, el silencio había desaparecido y en plenolobby del hotel la alegría de los silvestristas se mani$estó.

- 1ola 7na ¿ómo estas Di"o uno de los "óvenes.- 1ola, bien y ¿>+ Di"o extrañada con la $amiliaridad del

muchacho.- 'oy &ane, &ane 4uardiola.- ¿&os conocemos !reguntó ella con cariño.- >+ no me conoces, pero yo sí. 'ilvestre me ha hablado de

ti.7na sintió el calor so$ocante que le producía sonro"arse, lo abraóy le brindó su me"or sonrisa. 7 ellos se acercó el otro silvestristaque recibía a toda la delegación.

- Dé"ame te ayudo con tu bolso. 3i nombre es Bosnar, 3arialara nos di"o que eran varios silvestristas, pero no tantos.

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" q pDi"o riendo a carca"adas.

- 4racias muchachos. l es 7ndru Airviescas, mi novio. Di"o7na con el rostro enro"ecido.

0os muchachos se saludaron con a$ecto, pero 7na no puedo de"arde ver una interrogante en &ane 4uardiola.

0os silvestristas después de registrarse en el hotel subieron aasearse para cenar. 7 las nueve de la noche se apoderaron delrestaurante, la noche $ue un ir y venir de platos y vasos. Aariosmesoneros se encargaron de atender a los hambrientoscomensales. 7na apenas si tomó ca$é, y se sentó apartada delbullicio con &ane 4uardiola y Bosnar. onversaron sin serinterrumpidos por el $estín, 3aria lara había concertado aquellaentrevista, para que 7na conociera 6&'@?4.

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- /ntiendo que 6stedes me conocen, lamento no decir quelos conoca, sé algunas cosas sobre la undación de'ilvestristas de oraón 4rande, pero creo que me quedocorta, si digo que hacen una labor conmovedora.

- ¿onoces algunos de los casos que hemos atendido en la

$undación de 'ilvestre- reo que tal ve uno o dos. Di"o 7na con la mirada clavadaen su ca$é.

- &o te a$li"as 7na. Di"o &ane. /s normal que no nosconocas bien, existen muchos casos, acciones o ayudasque incluso pasan desapercibidas, no se trata de ayudar aalguien y hacer publicad con ello, es m(s bien traba"ar,ayudar, cumplir sueños y ser $elices por lo que se logra día

a día.- >e conocemos por re$erencias de 'ilvestre. Di"o Bosnar.- /spero que sean m(s las buenas re$erencias que las malas,

soy su $ans, es todo.- 'ilvestre nos comentó que escribiste un libro, una especie

de diario, nos di"o que te cont(ramos sobre 6&'@?&4,que qui(s alg+n día te animarías a de"ar por escrito dequé se trata ser silvestrista.

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7na se quedó petri$icada, la insinuación de que escribiera un librocomo el diario de hace alg+n tiempo, la tomó por sorpresa. 2Tienesenti!o" Silvestre tiene ra#9n" siempre la tiene.5 !ensó ellamirando la dulce mirada de &ane 4uardiola.

- 'i pedimos un termo de ca$é y 6stedes no est(n cansados,

podemos ponernos manos a la obra. Di"o 7na sonriente. 3eencantar( en entrevistarlos para ese $uturo Diario de'ilvestristas.

7 medida que 7na iba tomando algunas notas en algunas ho"asque le prestaran en recepción, sobre el nacimiento de la$undación, sus ideas iniciales, y las intenciones del artista en

colaborar a través de su arte o de ayudas económicas, de la

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$orma en cómo se conocieron, y hasta dónde había llegado sucompromiso como silvestristas con la $undación, &ane y Bosnarnarraron con alegría vivencias, tr(gicas, di$íciles y de uncontenido emocional muy $uerte. 7na intentó mantenerseincólume y no llorar, pero no le $ue posible contenerse cuando le

mostraron $otos de silvestristas que tenían una vida muy di$ícil,pero que el brillo de sus o"os era el mismo de cualquiera de susamigos. !asaron horas tomando ca$é y conversando, hasta quelos muchachos la de"aron para que subiera a su habitación adormir. !ero 7na amaneció en el 0obby del hotel, escribía, todocuanto le habían comentado, cada caso, los asociaba a las $otosque le mostraron y sin tener sentido del tiempo escribió=

 2Ser ,an&tico re'ularmente no pasa !el !eseo !e unaut9'ra,o" (a) $uienes pue!en soñar con una ,oto !el artista" o cru#ar ciertos límites eCistenciales ) (acerse un!oloroso tatuae eterno1 6ero esta noc(e en una ciu!a! $ueno cono#co" (e !escubierto $ue no somos ,an&ticos" sinosilvestristas" ) $ue estamos llama!os a cosas realmente'ran!es" tan 'ran!es como la persona $ue a!miramos1 Nose trata !e bailar" !e cantar" ni !e la ,oto o el salu!o" no se

trata !e solo vernos como (ermanos ) $uerernos en la!istancia1 Sabía $ue la ale'ría era un 'en comMn en ca!a

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$ ' 'silvestrista" $ue somos ale'res o buscamos esa ale'ría paraser ,elices1 6ero $u3 leos (e esta!o to!o el tiempo1 Ser silvestrista es llenar tu cora#9n no solo !e ale'ría" sinoentre'ar esa misma ,elici!a! $ue (as recibi!o1 Esta noc(eNane me (abl9 !e una a!olescente $ue era silvestrista antes!e per!er la vista" Nini" esta oven actualmente est& en

recuperaci9n" pero no solo conoci9 a Silvestre" sino $ue 3l atrav3s !e *UNSI/ON4 la a)u!a econ9micamente con lasterapias1 .e (ablaron !e .auricio" un silvestrista $ue tiene problemas 'raves en el movimiento !e su cuerpo"con!ena!o a una silla !e rue!as" con problemas serios !el (abla ) sin embar'o" Silvestre un !ía" ,ue (asta su casa para conocerlo" abra#arlo ) !arle un pe!acito !e su alma" unmomento memorable para la vi!a !e to!os1 /onversamos

sobre 2or'elis" una niña $ue vive en 8ene#uela ) $ue lue'o

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!e esperarlo !urante (oras" 3l pu!o verla" ellalamentablemente no pu!o ver sus oos amarillos" la niñasilvestrista lo abra#9" pu!o conocer el olor !e su piel" perono lo pu!o ver sonreír" ) ella !entro !e su inocencia le !ioSilvestre )o te pue!o ver con los oos !el alma@" F/9mo es

 posible no enten!er !e $u3 se trata to!o esto? %osnar me(abl9 !e un niño" 0ra)an sobrevivi9 a una terrible tra'e!ia"!on!e muc(os niños per!ieron la vi!a al incen!iarse el autobMs !on!e se !iri'ían al cole'io" al'o $ue!e,initivamente marcar& la vi!a !el niño" ) Silvestre siempreSilvestre" 3l niño $uiso conocerlo ) to!os lo vimos" 3l con su'orra ) su acor!e9n !e u'uete" ) Silvestre con su 'uitarra ) sus sueños" F/9mo no pu!e ver !e $u3 se trataba? 2 

;at(erine la (ermosa silvestrista !e oos ne'ros ) pro,un!os$ue vive en /i3na'a ) $ue creí novia !e .at(ias" ella $uecon to!os los problemas !e salu!" tiene el corae !e ir a loslan#amientos" *UNSI/O4" Nane ) %osnar" to!os sonc9mplices" to!o se trata !e cumplir los sueños" incluso lossueños !e los menos a,ortuna!os" !e los $ue su,ren" !e los$ue realmente necesitan un po$uito !e ese amor $ue unSilvestrista pue!e !arles1 Durante años (e si!o silvestrista

 pero sin enten!er por$u3 .elisa me llen9 el alma" sina!ivinar por $u3 $uise tanto .at(ias ) a mi inolvi!able

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a!ivinar por $u3 $uise tanto .at(ias ) a mi inolvi!ableTeresa1 2o no si'o al artista" no si'o al cantante" )o si'o laale'ría $ue emana !e 3l como persona" ) $uiero tener cercamu) cerca el calor !el silvestrismo1 Había conoci!o el brilloen los oos" la sonrisa !i&,ana" el abra#o sincero" pero estanoc(e !escubrí" la bon!a!15 

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SIL8ESTRISTA DE /ORA5ON 4RANDE 

7 las ocho de la mañana, los silvestristas abordaron nuevamenteel autob+s, esta ve acompañados por &ane 4uardiola y Bosnar,los "óvenes insistieron en tener una gran sorpresa para losvia"eros, la alegría que irradiaban "untos solo era comparable a undía de excursión con tus me"ores amigos. 0a +nica persona quese mantuvo en silencio esa mañana $ue 7na, algo había cambiadoen ella, durante la hora que duró el via"e la muchacha semantuvo ausente de todos, incluso de su novio 7ndru.

7na recordó el día que eligió la carrera de abogado, tenía en susmanos dos planillas de inscripción, y todos los sentimientosrevueltos dentro del pecho. Deseaba estudiar educación integralpara enseñar a niños con discapacidades o problemas deaprendia"e, pero su madre había insistido tanto en que lo m(sloable que podía hacer era elegir una verdadera carrera, como lade médico o abogado. 7na lo meditó durante un buen tiempo y lailusión de luchar por los derechos de las personas inclinó labalana por estudiar en la $acultad de derecho Después conoció a

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balana por estudiar en la $acultad de derecho. Después conoció a)a$ael, y todo en su mundo cambió, las $iestas, la sociedad, eldinero y la $ama que precedieron sus estudios de derechosepultaron a la 7na que deseaba hacer de su vida algo especial./l $río que se concentra en los pasillos universitarios, el coraónde 7na se había congelado, se había logrado graduar con honores

y traba"ar para uno de los m(s importantes bu$etes de la ciudad,teniendo a su lado al hombre m(s adinerado del estado, 7na de"óde ser quien era. &o $ue hasta la noche anterior, en que recordósus sueños iniciales, y lo tibia que era su alma antes de serabogado. 26er!í el norte" traba3 por !inero ) reconocimientos ) no (ice na!a por na!ie15 !ensó. 2Hace años cuan!o vi bailar a.elisa" me enamor3 !e Silvestre Dan'on! por lo especial $ue ,uecon ella" pero en reali!a! era mi cora#9n $ue intentaba

!escon'elarse15 7na observó por la ventana intentando contener

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su coraón, se sentía como si la presión de su sangre se elevara,se estru"aba las manos intentando calmar su alma, alarmada antelos descubrimientos recientes. )espiraba con di$icultad y solodeseaba estar sola y escribir hasta el $in de sus días.

- 1emos llegado, en esta escuela entregaremos Nitsescolares cada niño. Di"o Bosnar. 3uchachos lesagradecemos que pase lo que pase en estas instalacionesmantengan la calma, en esta escuela hay niños congrandes discapacidades o especiales, y es necesario que sesientan a gusto con nuestra visita, con$ío en que seportar(n como solo puede hacerlo un 'ilvestrista deoraón 4rande.

0os silvestristas ba"aron del autob+s, y $ueron guiados por &ane4uardiola al maletero para hacer entrega de los Nits escolares,unos m(s emocionados que otros, recibieron amables cada bolsaque contenía todo cuanto obsequiaba 6&'@?4 a los niños deescasos recursos. !ero cuando un tropel de pequeñines, salierona su encuentro, todos se conmovieron de las sonrisas en lascaritas inocentes de cada niño. 3ilena y Bulian inmediatamente se

inventaron un "uego con los que podían moverse libremente, lasmaestras ayudaban a algunos niños en sillas de ruedas y lossilvestristas llaneros de dos en dos se ad"udicaron a cada uno de

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silvestristas llaneros de dos en dos se ad"udicaron a cada uno deestos niños. 7na vio a una pequeñita especial apartada del grupoy $ue directamente a hacerle compañía. >odos querían llorar, perose contuvieron. 7ndru /steban se colocó una de las narices ro"asque llevó &ane 4uardiola e interpretó per$ectamente a unpayasito para los m(s pequeños. 7na sentía que su coraón

estallaría en cualquier momento, muchos de los alumnos de aquelcolegio tenían los apatos rotos y los uni$ormes desgastados. u(lsería la sorpresa, un "oven alto, de cabellos oscuros y vestido de$orma sencilla se ba"aba de una camioneta blanca con un bolsolleno de dulces y caramelos. 0os silvestristas permanecieron ensus posiciones incólumes, la sorpresa había llegado. 0os niños loreconocieron y corrieron a saludarlo, con sus manitas lo tocaban yotros se abraaban a él. 'ilvestre había llegado a la escuelita para

ser parte de la visita de 6&'@?4. &o hubo $otos, ni gritos, ni

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siquiera 3ilena o amila hicieron el menor movimiento, era unmomento especial para los niños, y los silvestristas secomportaron como 'ilvestristas de oraón 4rande y no como$an(ticos. 0os "uegos siguieron y poco a poco 'ilvestre $ueentregando dulces y caramelos a todos, saludó uno por uno acada silvestrista, incluso a 7ndru, hasta llegar a donde estaba7na con la pequeña 3aría.

- 1ola 7na. Di"o él.- 1ola 'ilvestre. Di"o ella.- <o soy 3aría. Di"o la niña alarg(ndole los braos, y

'ilvestre la cargó.- ¿>e gusta el chocolate 3aría- 'í, mucho. ontestó la pequeña con una hermosa sonrisa

al recibir una enorme barra de chocolate de manos delartista.

0os niños clamaron por que se unieran a "ugar, 3ilena encabeabauna hilera donde $ingían ser una enorme serpiente y Buliancomandaba al otro equipo, así que 7na se unió al grupo de 3ilenay 'ilvestre y 3aría al grupo de Bulian, "ugaron hasta que laserpiente m(s grande derrotó a la m(s pequeña, todos rieron sin

parar hasta que se llegó la hora del medio día y los niños tuvieronque regresar a sus casas. 'ilvestre conversó con las maestras yellas le pasaron una lista de necesidades que en con"unto con

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ellas le pasaron una lista de necesidades, que en con"unto con&ane y Bosnar se canaliarían por 6&'@?4. 7ndru intentómantenerse a raya para no sentir celos de 'ilvestre y abordó elautob+s de primero. 0os silvestristas se despidieron de su ídolocomo quien le dice adiós a un amigo, no sin antes agradecer laexperiencia. uando 7na $ue a despedirse de él, 'ilvestre la tomó

de la mano pidiéndole que se quedara, que él, la llevaría devuelta al hotel. uando el autob+s arrancó los silvestristasaplaudieron, gritaron llenos de emoción y se abraaron unos aotros. /sto es a lo que yo llamo comportarse como 'ilvestristasde oraón 4rande. Di"o Bosnar.

7ndru al $inal del pasillo del autob+s, se sentó solo, eno"ado con7na. 2Se $ue!9 con 3l 5 pensó, sin poder evitar sentir una oleada

enorme de celos golpearse contra el pecho.

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EL DIARIO DE UN SIL8ESTRISTA

!or una angosta carretera que conducía a 3ontería, el autob+s

silvestrista era seguido por la camioneta blanca, dentro delvehículo solo iban dos personas, el conductor y su copiloto.

- 3e resulta increíble verte mane"ar. Di"o la muchacha.- &ormal, hoy soy un hombre normal, sin guardaespaldas e

incluso sin cho$er. ontestó él.- Debes extrañar hacer cosas tan simples como conducir.

Di"o ella.

- 0as extraño, pero cuando soy normal, extraño a mi p+blico.- ¿6na eterna batalla entre el hombre y el ídolo- /s posible. 7na quisiera decirte el por qué te pedí que

vinieras conmigo y no con los muchachos.- /s bueno que lo hagas, a mi novio no le debe gustar nada

que estemos solos. 'onrió ella.- ¿/l muchacho que se parece a mí @nmediatamente me di

cuenta que no es silvestrista.- &o se parece a ti 'ilvestre.- laro que sí se parece, tiene el cabello oscuro y los o"os

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q p y "claros como los míos, lo que pasa es que es mucho m(sblanco que yo y m(s ba"ito.

- &o se parece a ti.- 7na t+ no amas a ese muchacho. Di"o 'ilvestre.- < yo te he dicho amigo mío que no pienso hablar de ese

tema contigo. Di"o ella esquivando su mirada.- /res terca como una mula.- /so dicen. ontestó ella sonriendo.

'e quedaron en silencio. l conducía despacio a una distanciamoderada del autob+s, ella solo observaba por la ventanaestru"(ndose las manos.

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- 7na, qué te parece la labor que hacen &ane 4uardiola yBosnar. Di"o al cabo de un rato.

- /s loable lo que hacen, m(s silvestristas deberíamosinvolucrarnos en la undación, y por lo que vi, existenmuchísimas historias que deberían ser contadas alg+n día.

- /stamos de acuerdo, por eso quise aprovechando la visita a3ontería, viniéramos a hacer una actividad de 6&'@?4,quiero que escribas un libro, si es posible parecido al diariopersonal que hiciste, resulta ser que me gustó mucho.

- ¿ómo que te gustó ¿&o estaba perdido &unca lorecibiste.

- 7na, las cosas aparecen, lo tenía un vigilante, investigué enmi casa, y resulta que uno de los guardias lo recogió para

entreg(rmelo cuando regresara, pero se olvidó de él,estaba en el depósito. 0o leí hace pocos días.

7na recordó las l(grimas que derramó al escribirlo, se vio así misma riendo al escribir el delito de un $an, recordar las palabrasde amor, la descripción de su primer beso* y saber que 'ilvestreleyó cada pensamiento de lo sucedido, le puso la cara como untomate.

- >e pusiste colorada 7na.- &o es para menos, "am(s pensé que en realidad llegara a

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p , " p q gtus manos, me siento apenada.

- /s un libro muy movido, con sueños e incidentes, eresbuena en lo que haces, no te detengas, contin+a. 'i hayalgo que me ha puesto el coraón contento es esta idea delDiario de un 'ilvestrista. 7provecha tus via"es para que te

$irmen el libro hasta el +ltimo de los silvestristas si quieres./l que ya escribiste me gusta mucho, porque no $ueempu"ado, lo hiciste de coraón, entonces ahora no tedetengas, es una novela silvestrista y en tu camino comobien sabes, habr(n muchas historias m(s, incluso cuentascon el librito de las !ostales )o"as de Qennel.

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7na guardó silencio, recordando el momento en que 'ilvestrecargó a 'o$í creyendo que era una de las niñas de la escuela, ycómo los o"os de 'andra brillaron llenos de l(grimas por laemoción, su historia y la de su hi"a, la muerte de 7rmando y ellegado que él les de"ó a ambas, era un claro e"emplo para 7naque debía escribir un libro silvestrista.

- !ero deseo contar cosas que sean irreales, sueños,inventos que acompañen las historias reales. &o quieroescribir solamente sobre la vida real de los silvestristas. 'ihay algo que he aprendido al ser abogada, es que la vidasin ilusiones es demasiado $ría, adem(s me han pasadocosas, las m(s extrañas que puedas imaginarte, inclusom(s que la presencia del duende. reo que todo se trata desoñar y cumplir los sueños como $ans y de eso deberíatratar el libro.

- 3e gusta. Di"o 'ilvestre. 3ientras yo siga soñando, a6stedes les pasa lo mismo y eso nos mantendr( vivos.

uando llegaron al hotel, 7na se despidió de 'ilvestre con unbeso en la me"illa, él sonrió para ella, al cerrar la puerta de lacamioneta él arrancó al tiempo que sonó el pito del vehiculo a$orma de despedida de todos los silvestristas. 7na solo deseaba

l d ibi

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estar sola para poder escribir.

/stando en la habitación del hotel, alguien tocó a su puerta.

- 7ndru, pasa por $avor.- Aengo a despedirme 7na.

- !or $avor hablemos, dé"ame explicarte. Di"o ella.- 7na hay algo que debe hacer sin m(s demora en

Aalledupar, creo que si no lo hago inmediatamente, ya no loharé.

- !ero 7ndru, no tienes por qué ponerte así, 'ilvestre y yoC- 7na t+ eres su $an y yo te he apoyado en seguirlo, no

tienes nada que explicarme.- ¿&o est(s celoso

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- laro que no, por qué tendría que estarlo. l es un hombrecasado y tu solo eres una $ans. Di"o sin mirarla a los o"os.&ecesito ir a Aalledupar, adem(s llamé a mi padre y debo ira encargarme de algunos asuntos de la librería. >e amo7na, solo intenta regresar pronto a mi lado.

- 0o haré 7ndru, pronto volveremos a vernos, yo también teamo. Di"o d(ndole un tierno beso en los labios.

uando él se marchó, 7na recordó las palabras de 'ilvestre 2 Ana tM no amas a ese muc(ac(o5. 1asta donde ser( cierto loque di"iste 'ilve. 3urmuró la muchacha.

Durante varios días visitaron ciudades y pueblos cercanos a

3ontería, 7na se dedicó a escribir entrevistas, recopilóin$ormación y se dedicó a redactar historias de todos lossilvestristas que entrevistaba personalmente. !oco a poco lossilvestristas $ueron regresando a sus hogares, y como era deesperarse cada quien $ue regresando a su vida normal en cadauna de sus ciudades, incluso 0uisa, que era la m(s apegada a7na debió retornar a Aillavicencio.

0a +ltima en irse a casa resultó ser 7na, que se tomó quincedías m(s de lo previsto, días en que vivió absorta en suspensamientos por las mañanas solía hacer entrevistas

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pensamientos, por las mañanas solía hacer entrevistas,redactaba por las tardes y se corregía por las noches, habíacreado un universo literario donde se sentía segura. ada veque encontraba una salida para su historia el coraón se leaceleraba, y las im(genes venían a su mente como por obrade magia, no tenía noción del tiempo, solo escribía.

0a mañana en que llegó a Aalledupar, inmediatamente llamó a7ndru /steban y quedaron de verse en la !laa 7l$onso 0ópe.7na se sintió en casa al ver las palomas caminar en busca dealimento. 0os (rboles susurraban al viento, ella se sentía encalma consigo misma, el Diario de un 'ilvestrista se habíaconvertido en la $uente de la tranquilidad que tanto deseaba.

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 ANDRU 2 ANA

7ndru se acercó sin que ella notara su presencia, él sin decir ni

media palabra, dobló su rodilla derecha y abrió una pequeñaca"ita aterciopelada de color ro"o. uando ella abrió la ca"ita,contempló una hermosa sorti"a de compromiso, que a di$erenciade otras, la gema era ro"a, 2un !eslumbrante rubí para unasilvestrista@1 !ensó 7na. 

- 7na, mi amada 7na ¿7ceptas casarte conmigo !reguntó7ndru.

6na libélula intensamente ro"a se posó sobre 7ndru , 7na sesorprendió de verla allí como símbolo inequívoco de un amoreterno. /lla contempló al hombre del que se había enamorado,miró sus hermosos o"os amarillos, y la respuesta $ue una y +nica=

- #7cepto% ontestó 7na.7ndru enamorado de ella la abraó, y ella enamorada de él, lo

besó, no había que renunciar al silvestrismo, ni tenía queesconder lo que sentía por 'ilvestre. 7ndru no tenía que esconderante ella sus sentimientos pasados ni ocultar los $antasmas que le

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pesaban, ella podía ser 7na la 'ilvestrista, y el podía ser 7ndru ellibrero de una tierra m(gica donde los duendes, las sirenas y las3arías 3ulatas conviven entre el mito y la leyenda, los dos sesentían a salvo en la tierra de acordeones, los dos eran uno solo.

7na dividió su tiempo entre la revalida de su título de abogado, laorganiación de la boda con 7ndru y el Diario de un 'ilvestrista,ocupaciones que la hicieron olvidarse por completo de los sueñospremonitorios con 0a 'irena de 1urtado y de 0uisana, olvidó queen la vida de 7ndru a+n permanecía el recuerdo de otra mu"er,olvidó por completo que el destino es inexorable y que suelecomplicar toda nuestra existencia.

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El 8ESTIDO DE NO8IA

7na observó detenidamente lo torcida que le había quedado la

costura del pantalón, con una ti"era diminuta deshio laspuntadas de la agu"a, y lo intentó nuevamente, estabaconcentrada por primera ve en mucho tiempo en tener una vidareal, donde la ropa debía remendarse, la comida debía prepararsey las telarañas de la casa debían limpiarse. Desde que llegó de suvia"e silvestrista, 7na reordenó cada libro y cada ob"eto de sucasa, no se encontraba cómoda entre sus cosas, como si el actosimple de limpiar, le ordenara las ideas de la mente. 7lguien tocóa su puerta y se pinchó un dedo. 7tendió a la puerta con el dedoen la boca. No te c(upes el !e!o niña@ $ueron las palabras de3aria lara, era una visita inesperada pero que llegaría tarde otemprano, porque sus amigas silvestristas sabían cu(ndo y dóndese les necesitaba. No sabes coser !ame para ac& ) te enseño1@ 'u dulce 3aria lara llenaba el vacío de la hermana en Aeneuela,de la madre e incluso el de la hi"a que "am(s tuvo.

- 3aria lara ser(s la madrina de mi boda. Di"o 7na. < suamiga la abraó ech(ndose a llorar en sus braos. 1ablarécon 7ndru y creo que él entender( que Bosé 0uís ser( el

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con 7ndru y creo que él entender( que Bosé 0uís ser( elpadrino m(s grande de todos.

- Debemos elegir el vestido m(s hermoso, uno se casa solouna ve por la iglesia.

- &o tenemos mucho dinero 3aría, así que no te emocionestanto.

!recisamente a eso he venido, conversé con 7ledys 4imene,ella es una gran 'ilvestrista diseñadora de vestidos muy$amosa en el Aalle, y aceptó encantada de hacer tu vestido, esun obsequio que te daremos 0as hicas 'ilvestristas, así queno tendr(s m(s que elegir cómo lo quieres.- &o puedo aceptarlo.- 7ceptar(s y punto. Di"o 3aria lara. 'olo queremos saber

si lo quieres blanco o ro"o, o combinado.

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7na sonrió al imaginarse vestida de ro"o el día que se in$iltraronen la $iesta privada y 'ilvestre le besara la mano como a unaprincesa.

- Debe ser blanco. 3urmuró 7na.- !ero 7na eres 'ilvestrista. @nsistió 3aría lara.

- on un bouquet de rosas ro"as. 3urmuró 7na. Aoy acasarme con 7ndru /steban, no con 'ilvestre. < la miradade la "oven se clavó en el suelo de la casa.

- 1ay muchos modelos, te he traído revistas y pronto llegar(7ledys para tomarte las medidas.

Durante un buen rato, 3aría lara le enseñó a 7na cuanta revistade novia tenía a la mano, 7na se sintió agobiada, no podíasacarse de la mente a 'ilvestre, y el vestido que ella usaría si lavida hubiera permitido que él estuviera en el altar en lugar de7ndru.

- @mposible elegir el vestido hoy, estas ausente 7na. ¿;uépasa

- &ada 3aría, no pasa nada.- 'í, como si yo no te conociera.

>ocaron a la puerta y al abrir, 7na se encontró con el brilloautentico de una silvestrista, se abraaron al reconocerse.

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- 7na debo medirte. Di"o 7ledys. Aen s+bete a esta silla.Durante un rato, 0aura escribió algunas observaciones en sucuaderno de notas.

- !ronto podr(s medírtelo. ¿<a tienes algo en mente- &i la m(s mínima idea. 3urmuró 7na.- &o te preocupes, te haré el vestido m(s bonito que una

novia haya tenido "am(s. 'er( de corte largo, y los pliegosser(n como olas que chocas en el mar, hace días soñé conél, ya veras que te va a gustar mucho.

- Deberías invitar a 'ilvestre. Di"o 3aría lara. < los o"os de7ledys brillaron intensamente.

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- ?lvídalo 3aría, si 'ilvestre estuviera en la @glesia, "uro queno me caso.

- ;ue lastima 7na. Di"o 3aría lara. 'e ha corrido la vo detu boda y muchos silvestristas vendr(n al valle nada m(spara verte en el altar.

- &o puede ser 3aría, nosotros no tenemos dinero, no habr($iesta, no tenemos nada que brindarles a los silvestristas.

- &o es necesario 7na, a un silvestrista no le $alta que leorganicen $iestas, él se las arregla solito. 7nímate.

- 3i madre, mi hermana y ning+n $amiliar vendr(, a+n no meperdonan lo de )a$ael.

- &ormal 7na, ya se les pasar( alg+n día. Qatherine haescrito y dice que estar( aquí para la boda con 3artín.

- 'er( di$ícil verlo, es como la $otocopia de 3athias. 'uspiró7na.- 0isto, terminamos, tengo todas las medidas necesarias

para tu vestido novia silvestrista.- 7ledys el vestido es blanco. Di"o 3aria lara.- 'i lo sé. ontestó la modista. <o soñé con el vestido.

/sa noche 7na decidió acostarse temprano, intentó poner sumente en blanco, se sentía presionada con todo lo de la boda con7ndru, y solo deseaba sentirse menos aturdida, logró convencer asu mente y se quedó pro$undamente dormida /staba en $rente

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su mente y se quedó pro$undamente dormida. /staba en $rentede un enorme espe"o y llevaba puesto un vestido de novia, tanblanco como las nubes, su cabello estaba ornamentado con $loresblancas diminutas y se lo habían ondulado, contempló el sencillomaquilla"e que la hacía verse m(s "oven de lo que en realidad

era, la lu blanca que entraba por la ventana se posaba en cadauno de los diminutos diamantes del vestido, 7na resplandecía conlu propia. /staba sola, llamó a 3aria lara pero no respondió.Aio sobre una mesita un ramo de rosas ro"as y lo tomó entre susdelicadas manos.

- >e ves hermosa 7na. Di"o una dulce vo que 7na reconocióde inmediato. >eresa estaba a su lado.

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- >eresa, mi niña. Di"o 7bra(ndola. ;ue lindo est( tu cabello>eresa, te ha crecido mucho. >eresa tenía una tristea muygrande dibu"ada en el rostro.

- ¿!asa algo >eresa- 'olo estoy triste, te vas a casar sin amor 7na, t+ amas a

otro hombre.

7na sintió que las l(grimas brotaron de inmediato, trató decontenerse por el maquilla"e, pero no pudo. Teresa lo sabe@ !ensó 7na. 

De pronto >eresa ya no estaba, y 7na salió del lugar donde estabael espe"o y la mesita, estaba descala con el vestido de noviapuesto y el bouquet de rosas en las manos. /scuchó el sonidoincon$undible de las olas, y al salir de la casa entendió por qué lalu era tan resplandeciente, estaba en medio de una playadesierta. 7na caminó para sentir la arena ba"o sus pies. uandoel mar roó sus tobillos, vio como las olas del vestidocontrastaban con las olas del mar y se sintió en pa.

- #/st(s hermosa% Di"o una vo a sus espaldas. 7na sinmoverse, se quedó contemplando el horionte, cuando de

pronto la lu de la mañana se con$undió con un hermosoatardecer. /l hombre que le había hablado, se acercó y lepasó los braos por la cintura. ¿>e he dicho que te amo

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'usurró el hombre en su oído.- 'í, me lo has dicho. Di"o 7na cuando dos gruesas l(grimas

corrieron por su rostro maquillado. 'in poder soportarlo sevoltio para verlo a los o"os sin a$arse de sus braos. 2Susoos amarillos" 3l lo sabe5. !ensó 7na.

Despertó a la lu de un nuevo amanecer, se levantó, caminódescala por la casa, se desnudó al $río de la mañana y sin m(sse metió ba"o la regadera para que el agua $ría le espantara latristea.

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ROSAS RO%AS

/ra domingo y como todos los domingos, las personas que

tienen $amiliares o amigos en el cementerio, deambulan entre lasl(pidas, leyendo los nombres de quienes han partido, buscan elnombre de alg+n artista $amoso de Aalledupar, o completamenteperdidos buscan la tumba de quien en vida los amara. /ste $ue elcaso de 7na, esa mañana decidió comprar rosas ro"as parallev(rselas a >eresa, pero no lograba dar con el lugar delcementerio donde reposaban los restos de su amada silvestrista.De pronto se dio cuenta que una bandera ondeaba al viento con

una estrella blanca, se acercó a esa l(pida al ver la bandera delsilvestrismo y leyó en la misma 2/lNin 7l$onso5. 7na sintió unpro$undo dolor al entender que era la bandera silvestrista de un$an de 'ilvestre Dangond, se sentó a un lado de la tumba y reóuna plegaria por su alma. 2Tenemos &n'eles $ue nos cui!an ) $ue !es!e el cielo cantan las canciones !e Silvestre para $ue po!amos oírlas" allí a'uar!an nuestra lle'a!a para bailar eternamente entre las nubes15 

7na no pudo evitar llorar por /lNin 7l$onso, por 7rmando el pap(de 'o$i, por >eresa, incluso lloró al recordar la sonrisa de su

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padre, algo que vio pocas veces en vida, pero que estaba dentrode su mente como si acabara de suceder. 'e levantó y siguiócaminando entre las di$erentes l(pidas, hasta dar con la de>eresa. !ara su sorpresa un "oven estaba allí y al igual que ella,llevaba en las manos rosas ro"as. 7na se quedó allí de pie sinpoder moverse.

- #1ola 7na% &o esperaba encontrarte en este lugar. Di"o3athias al verla.

- 3athias, yo tampoco creí volver a verte.

/l muchacho de cabellos rubios y piel p(lida, se levantó y le dioun dulce abrao y besó su me"illa.

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- /st(s muy bonita, sé que vas a casarte y te deseo que por$in encuentres lo que buscas.

- #3athias% 7na no pudo decir nada m(s.- /stoy bien 7na, si en algo te puede ayudar, quiero que

sepas que soy $eli, en mi vida hay un nuevo amor.

7na no di"o nada m(s, no podía decirle nada de lo que le estabapasando, simplemente sonrió y se despidieron. /lla lo vio irse ycuando desapareció tras los (rboles del cementerio, se arrodilló alos pies de la tumba de >eresa, de"ó las rosas al lado de las de3athias. < le contó a su amiga hasta el m(s íntimo de sus

secretos.uando 7na regresó a su casa, el alma le pesaba menos, tener lacertea que 3athias era $eli con otra mu"er le dio tranquilidad,pero la pa le duró muy poco. abiola la mu"er que causó que7ndru estuviera al borde de la muerte, estaba esper(ndola a$ueraal lado del cañahuate.

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 A la memoria de Elin

 Al&onso)*

*A0IOLA .ENDO5A

0os o"os verdes y penetrantes de la mu"er, se clavaron en 7na.0os ro"ios y ondulados cabellos de la muchacha danaron con

elegancia cuando el viento los acarició, llevaba puesto unhermoso vestido blanco, y 7na sintió una punada de rencor en elestómago.

- ¿;ué desea señorita !reguntó 7na.- 1ablar con 6sted, mi nombre es abiola 3endoa, soy la

novia de 7ndru Airviescas y creo que le interesar( hablarconmigo.

- <o soy 7na 7ndrade 3antilla. Di"o 7na. 'oy la novia de7ndru /steban, así que creo que a 6sted también leinteresa hablar conmigo.

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7na abrió la puerta de la casita y de"ó entrar a abiola, le señalócon mucha educación el so$( donde podía sentarse, y aunquesentía ganas de sacarle los o"os, respiró tranquilamente y lesostuvo la mirada.

- 0a escucho señorita abiola. Di"o 7na sent(ndose ycruando las piernas, como si se tratara de una entrevistade traba"o.

- !or su decoración veo que también es silvestrista.

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7na sintió como le ardía el rostro, recordar a 'ilvestrecoqueteando con aquella muchacha de ro"os cabellos, la hiosentir a+n m(s incómoda.

- 3is pre$erencias musicales, no vienen al tema, quiero saberqué hace 6sted en mi casa, que yo sepa $ue novia de

7ndru, y por cierto casi lo mata a golpes su otro novio.- 3ariano no es mi novio, $ue mi amante. Di"o abiola conuna ligera sonrisa en el rostro.

- 'us romances no son de mi incumbencia, sea clara, tengocosas que hacer.

7na quería ahorcarla con sus propias manos, pero intentócontener la mu"er que estaba apunto de explotar dentro de sí 

misma.

- omo sé bien, 6sted es una mu"er inteligente, y entender(que 7ndru sigue enamorado de mi, ver(, nuestra relaciónha sido especial para él, y entiendo que intente casarse con6sted, pero es solo por despecho, yo sigo siendo su novia ylo me"or para 6sted señorita 7ndrade, es que de"e lascosas como est(n, sería tan triste verla vestida y

alborotada en el altar.- 'u tono burlón est( dem(s abiola, lo que 6sted haya

tenido o tenga actualmente con mi prometido, es soloasunto suyo y lo que haga yo o de"e de hacer no es de su

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asunto suyo, y lo que haga yo o de"e de hacer no es de suincumbencia, soy una mu"er de pa, de derecho y "usticia,pero si no se va inmediatamente de mi casa, le aseguroque va a salir des$igurada a la calle. /vitemos caer en unasituación est+pida por un hombre, hable con 7ndru yresuelvan sus asuntos 6stedes.

- 0e advierto 7na, alé"ese de 7ndru o se va a lamentar por elresto de su vida, ya antes he espantado putas m(shermosas de la cama de mi novio. Di"o abiola allevantarse. 7na la vio cruar la calle y entrar a la libreríadel señor 7ndrés.

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7na abrió los puños y contempló cómo las uñas se le habíanclavado en la piel, en un intento por no caerse a golpes conabiola. >emblando, marcó el n+mero de 7ndru. 7na sintió querevivía la sensación de engaño que había tenido que a$rontaraños antes con )a$ael.

/n el telé$ono celular de 7ndru sonó la contestadora. 7na cerró lapuerta de la calle, buscó un vaso y le echó dos cucharadas dea+car. Si An!ru me (a esta!o en'añan!o con esa muer" uro por to!os los !ioses $ue vo) a 'olpearlo (asta $ue me ar!an lasmanos@ !ensó.

- (lmate 7na. Di"o intentando respirar. /sto es lo queprecisamente quiere esa mu"er, que cometas una tontería.

#(lmate% < la +nica $orma que encontró para calmarse $uecolocando un D de 'ilvestre Dangond en el reproductor dela sala.

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*A0IOLA 2 ANDRU ESTE0AN 

!asadas unas horas desde la visita inesperada, 7na logró

contenerse de la ira que sentía, cruó la calle y $ue en direcciónde la librería. Don 7ndrés le di"o que 7ndru /steban había salido ahacer una diligencia por el 4uatapurí, el hombre no vio cuando7na tomó una nota del mostrador, se despidió con cariño y salió ala calle intentando no gritar de rabia. Te espero en la SirenaDorada! eternamente tu$a abiola1@  7na rompió la nota y sinpensarlo, se dirigió directamente al poo de 1urtado dondepermanecía incólume 0a 'irena Dorada del 4uatapurí.

7na recordó el día que vio a )a$ael con otra mu"er, su semblantep(lido y descompuesto, incapa de poder dar una excusa a lapresencia de la otra en su habitación, lo +ltimo que ella se habíaenterado era que )a$ael se había terminado casando con la "oven

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enterado era que )a$ael se había terminado casando con la "ovencon la que la había engañado y que tenían ya varios hi"os. 7na sesintió llena de un odio pro$undo, como si el tiempo no hubieratranscurrido, como si en lugar de haber ido al 8ar 23i 4ente5, se

dirigiera a su casa a buscar un arma. Uste!es no van a burlarse!e mi" otra ve# no@ 'e di"o a sí misma. 'in darse cuenta ni cómoni cu(ndo, llegó casi sin oxigeno al puente del 4uatapurí.

- &o puede ser, esto no puede ser. 3urmuró 7na al ver aabiola con 7ndru en la orilla del río, en $rente a 0a 'irenaDorada. 7ndru sostenía la mano de abiola y ella sonreíapara él. 7na corrió por la calle hasta llegar a donde ellos

estaban y si mediar palabras se arro"ó con todo el odio de

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su coraón sobre ambos. 0a mirada de sorpresa de 7ndruse cruó con la mirada encendida en $uego de 7na.

- #7na dé"ame explicarte% Di"o 7ndru /steban. !ero $uedemasiado tarde, los tres cayeron irremediablemente al4uatapurí. 7na intentaba su"etar a abiola que reía a m(sno poder.

- >e voy a matar con mis propias manos, desgraciada. Di"o7na sintiendo que explotaba de la rabia por las risasabiola. 7ndru intentaba nadar para alcanarlas pero lacorriente del río las arrastró con violencia.

De pronto 7na comenó a tragar agua, abiola intentaba hundirla*y en un disparate de su mente, pensó en 'ilvestre. Ana" $uiero

 pe!irte al'o1 No $uiero $ue va)as m&s al río 4uatapurí" por ,avor"al3ate !e ese río1 No s3 c9mo eCplic&rtelo" pero no te $uiero m&sallí@1 7na sintió que su odio se tras$ormaba en miedo, recordó sussueños y las advertencias que le prohibían ir al 4uatapurí. 28o) amorir a(o'a!a" *abiola va a a(o'arme5 !ensó.

7na intentó a$arse de abiola, pero la muchacha la teníaagarrada por la larga cabellera, y la corriente las arrastraba

r(pidamente, 7ndru nadaba desesperado detr(s de ellas.

- 7&D)6 '70>/ D/0 )H?, A/>/ D/ 7;6H. 4ritó 7na alentender que los dos podían morir en ese instante.7&7 7&7 )/@'>/ '6/0>707 78@?07 ;6 17/'

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- 7&7, 7&7 )/@'>/, '6/0>707 78@?07 ;6 17/','6/0>707. 4ritó el muchacho.

7na sintió como dos manos la tomaron por los pies, y laarrastraban a la pro$undidad del río. 2Dios La Sirena !e Hurta!o5  26er!9name Silvestre" per!9name5. !ensó 7na perdiendo elconocimiento. 'e estaba ahogando.

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LA .UERTE DE ELLA

7l anochecer pobladores del poo de 1urtado, 3aria lara, Bosé0uís y 7ndru /steban, buscaban con l(mparas en las manos a 7nay a abiola, se habían hundido mientras peleaban. 7nte los gritosde 7ndru, varios muchachos se lanaron al agua para intentarayudarlos, pero solamente 7ndru /steban había sobrevivido.Durante horas buscaron los cuerpos de las dos mu"eres. 3aríalara entre l(grimas llamaba a grito en cuello a su me"or amiga. 2No pue!e estar muerta" Dios no te la lleves5 reaba la "oven.Ana" $u3 le vo) a !ecir a Silvestre1@  0a vo se había corrido portodo Aalledupar, a las doce de la noche las autoridades daban pormuertas a las dos "óvenes que habían caído peleando en el río

4uatapurí. /ntre los voluntarios para buscar a las desaparecidas,se encontraba un anciano de $uerte contextura, que llamaban losmoradores como 2/l !e5, este hombre conocía todos los recodosdel río y si él no las encontraba, no las encontraría nadie. 7ndruestaba desbastado 2%am&s !ebí venir esto es mi culpa primero

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estaba desbastado.  %am&s !ebí venir" esto es mi culpa" primeromi ma!re" a(ora la muer $ue amo15 'intió que ya no habíaesperana de encontrar a 7na o a abiola con vida.

- Bosé 0uís, hay que avisarle a 'ilvestre, a la $amilia de 7na,a los silvestristas.

- 7mor mío no llores que me rompes el coraón, c(lmate que7na debe estar río aba"o, ella es $uerte. 0a chinita no va amorir así. Di"o apunto de llorar el hombre tan grande comoun (rbol. !odemos avisar a los silvestristas, pero cómocara"o le aviso yo a 'ilvestre que 7na desapareció.

- Ae a la casa, encontrar(s mi libreta tele$ónica, allí est( el

n+mero de /ulises ?liveros, cuéntale todo lo que ha pasado

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y él se encargar( del resto. 7vísale a 0uisa que ella sabr(qué hacer con los silvestristas. /l coraón de 3aría lara nopodía con la tristea que se le echaba encima.

0internas, $ogatas, l(mparas de gasoil, antorchas, por todas

partes habían luces en la mano de cada voluntario. 7ndru sesentó en una piedra enorme y de"ando caer su antorcha al río, nopudo m(s y se puso a llorar a la lu de la luna llena que losacompañaba en la b+squeda.

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LAS .IL HADAS DE LA LUNA

0a muchacha vio un (rbol gigante a través de la ventana con

barrotes, una centena de luces amarrillas lo adornabanresplandeciente, las luces tenían $ormas diminutas de mu"er, 2Lasmil (a!as !e la luna5 !ensó. /lla estaba sentada en una camamullida de s(banas blancas. < un gato negro de o"os amarillos lehacía compañía.

- ¿Donde estoy !reguntó la "oven al gato.

/l gato aló una pata y con su (spera lengua lamióesmeradamente sin responder la pregunta.

- !ili "am(s ma+lla, no esperes que responda a tuspreguntas. Di"o 0uisana.

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- ¿/stoy muerta- &o lo sé. Di"o 0uisana.- ¿'on hadas !reguntó la "oven señalando el (rbol de la

calle.- 'í, son las 1adas de la 0una, siempre aparecen cuando

algo malo va a pasar. < de pronto todas las hadas seconvirtieron en libélulas doradas que abandonaron el (rbol,el cual quedó a oscuras. <o las vi durante meses antes deahogarme en el 4uatapurí.

7l decir ese nombre, la muchacha recordó que alguien la había

arrastrado hasta la pro$undidad del río. 'intiendo un $río

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insoportable, los dientes le castañearon y vomitó enormescantidades de agua sobre tierra, estaba ahora a la orilla de un ríoiluminado +nicamente por la lu de la luna.

0a muchacha des$alleció sobre la tierra, tenía algo entre lasmanos a lo que se a$erraba como si de ello dependiera su vida,

antes de perder nuevamente el conocimiento, vio cómo la colaenorme de un pe brillaba en la super$icie del agua.

 A UNA SIRENA

amino a Aalledupar conducía un "oven de mirada cansada, se

sentía realmente triste, como si su coraón no pudiera recuperarel ritmo acompasado que solía tener, durante días había tenidomalos presentimientos con respecto a 7na, pero "am(s creyótener que salir en medio de la noche ante la llamada de susilvestrismo.

- 7na se ha ahogado en el 4uatapurí. ue todo lo que pudoentender de la llamada de su amigo /ulises.

7l parecer la "oven había hecho caso omiso de sus advertencias, einevitablemente algo muy malo había pasado, varios silvestristasre$irieron en redes sociales la desaparición de la muchacha en el

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4uatapurí, algunos la daban por desaparecida, otros habíanconcluido que ya lo que deseaban era que aparecieran sus restospara poder despedirla como la gran silvestrista que había sido. 'e

sentía al borde de las l(grimas, pero se contuvo, intentandopensar que solo estaba desaparecida.

- &o voy a llorar porque t+ no has muerto 7na. Di"o.

@ntentó recordarla con su camisa ro"a y sus apatos deportivosdel mismo color y de trenas blancas, que él le regalara la nocheen que la recogió en plena carretera y ba"o un diluvio de agua,

caminando prendida en $iebre. 0a vio sonreír en sus recuerdos de

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los di$erentes conciertos a los que ella asistiera, cómo entre enmil rostros su lu se hacía sentir, y bailaba como poseída por elacordeón. 23i 7na5 !ensó, y sonrió al recordarla sentada en laarena de la playa y su larga cabellera negra al viento. 'u $anincansable que descubría siempre la manera de encontrarlo yaparecía en cualquier lugar como por arte de magia. 0a vio en sus

recuerdos a todo galope y apunto de caerse de 20a atira5, y sevio así mismo corriendo como el viento sobre 8ucé$alo, porsalvarla, él no comprendía cómo podía querer tanto a su $an, ycuando su mente le recordó cada uno de los besos que se habíandado, 'ilvestre se orilló al lado de la carretera, y sin poder m(slloró, no solo por 7na, sino por cada uno de sus silvestristas, porlos que ya no estaban, por Qaleth su gran amigo que apenasempeaba a vivir cuando había tenido que marcharse. /l coraónde 'ilvestre tenía heridas muy grandes que en noches como esa,regresaban para mostrarle cu(nto había vivido.

- 'i te has ido 7na. Di"o 'ilvestre. 'i el 4uatapurí te haale"ado de mí, ser(s mi sirena de 1urtado, y "am(s voy aolvidarte, tu alma siempre estar( en esas aguas, siempreestar(s en el valle.

uando secó sus l(grimas, continuó su camino con $e y esperanade que al llegar, la noticia $uera que 7na, no era una sirena, sinoque había aparecido. /ran las tres de la madrugada cuando'ilvestre llegó al 4uatapurí a encontrarse con el destino.

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TALITO

Diana, 8ernardo >alo y himuelo habían llegado al Aalle la nochede la desaparición de 7na, querían estar presente para la boda y

que al reunirse todos vieran que himuelo había regresado a casasano y salvo y entregarlo así a Dallys, pero en esta oportunidad,el gato negro no permanecía en las manos de Diana, sino en lasmanos de un silvestrista m(s pequeño, el hermano menor de8ernardo >alo, al cual todos llamaban >alito, que a+n teniendodie años, era uno de los grandes silvestristas de su tierra. /l niñosostenía a himuelo, mientras su hermano y Diana ayudaban enla b+squeda de las muchachas desaparecidas.

/l niño vio un "oven alto y gorra negra, que se ba"aba de unagran camioneta e intentaba pasar inadvertido entre la multitud, losiguió con la mirada y vio cómo el "oven con una linterna sedirigía río aba"o. De pronto himuelo se soltó de sus braos y

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corrió en dirección del desconocido. >alito por miedo de perder ahimuelo corrió detr(s del gato sin avisarle a nadie.

/l niño y el gato, pasaron corriendo al lado del "oven de gorra,quien decidió seguirlos con la linterna en mano.

- ¿&iño a dónde vas !reguntó el hombre.- /s himuelo, mi gato, est( escapando. Di"o el niño

corriendo detr(s del animal.- ¿himuelo ¿'er( posible

'ilvestre recordó el gato negro de o"os enormes que encontrar(n

en Aillavicencio y que quedara al cuidado de una silvestrista.

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orrió detr(s del niño, con el coraón acelerado, era unacoincidencia muy grande que el gato del niño se llamara himueloy que en ese preciso instante corriera río aba"o.

LA .U/HA/HA

himuelo de"ó se correr y se acercó lentamente a un cuerpo enla orilla del río, >alito tomó entre sus braos al gato y sesorprendió al ver que alguien estaba allí.

- 'eñor venga r(pido, himuelo encontró a alguien.'ilvestre se acercó con la linterna y al alumbrar a la persona queestaba en acostada sobre la orilla vio una mano p(lida quesu"etaba un apato ro"o de trenas blancas, 'ilvestre sintió que elcoraón se le aceleraba de $orma vertiginosa.

- &iño ve por ayuda, corre trae a todos, diles queencontramos a alguien.

- >alito reconoció a 'ilvestre inmediatamente, y se quedópetri$icado.

- ¿ómo te llamas niño

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¿ómo te llamas niño- >alito. ontestó el niño. < soy 'ilvestrista.- !ues >alito, esto es urgente, corre ve por ayuda.

'in m(s el niño reaccionó y salió corriendo con himuelo en losbraos. 'ilvestre alumbró el rostro de la mu"er que habíaencontrado, la tomó entre sus braos, intentando saber si a+nestaba con vida.

- )espira, ella respira. Di"o 'ilvestre. 0e tocó el rostro comosi a+n no pudiera creer que era ella. 0a muchacha estabaempapada de pies a cabea, él la abraó sintiendo sucuerpo helado. @ntentó darle calor pero $ue in+til, ella

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estaba tiritando de $río. &o puedo esperar m(s, di"o elmuchacho, entonces, la aló entre sus braos y salió a lacalle, cuando una ambulancia llegó en ese instante aauxiliar a la muchacha que había aparecido con vida.'ilvestre subió con el paramédico a la unidad y se sintióvivir cuando, escuchó decir= 2Aa a estar bien señor, la

muchacha va a estar bien.5  

O%OS A.ARILLOS

0a muchacha despertó sintiendo un dolor espantoso por todo sucuerpo, se sintió mareada y de inmediato vino a su mente loso"os verdes de abiola. Aio que se encontraba en la habitación deuna clínica y un "oven la observaba angustiado, pero sus o"os noeran verdes, sino amarillos, dorados y hermosos. /lla sonrió alverlos, no le importó el dolor de los huesos, pero recordó depronto todo lo que había ocurrido, y sintió ganas de llorar.

- ¿;ué ha pasado ¿Dónde est(n ellos- 7na, por $avor con calma, llevas días inconciente, ya metenías preocupado.

- 'ilvestre por $avor qué ha pasado.- >+, 7ndru y abiola cayeron al agua, 7ndru est( bien, $ue

l i ili d t+ l t h h

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el primero en ser auxiliado, pero t+ y la otra muchachadesaparecieron, a ti te encontramos río aba"o. !ero aabiola a+n la est(n buscando. reo que ella sí se ahogo.

>engo entendido que esa mu"er intentó ahogarte o esodicen los testigos, pero lamentablemente la que se ahogó$ue ella.

'ilvestre vio lo a$ectada que estaba 7na y solo la sostuvo entresus braos, mientras ella lloraba por lo que había ocurrido.

- 1a sido mi culpa, "am(s debí acercarme al 4uatapurí. Debí 

de"ar que /llos se quedaran "untos. 7ndru debe estar

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odi(ndome. < gruesas l(grimas brotaron de los o"os negrosde 7na.

- &o 7na. Di"o 7ndru desde el umbral de la puerta. Debí sersincero contigo, todo esto es mi culpa.

- 7na me"or espero a$uera. Di"o 'ilvestre.- &o por $avor, no te vayas. Di"o la muchacha a$err(ndose a

su mano. ¿7ndru por qué no me di"iste que t+ y abiolahabían vuelto ¿!ara qué me pediste casarnos si a+n laamabas

- 7na, yo no había vuelto con abiola, solo convers(bamosen el 4uatapurí, pero no voy a mentirte, la amo locamente,y puse en riesgo tu vida, porque ella intentó ahogarte, losiento mucho 7na, de verdad quería que empe(ramos unanueva vida.

- <o creo que lo me"or es que espere a$uera. @nsistió'ilvestre, incómodo por la situación.

- &o 'ilvestre. Di"o 7ndru. /l que debe irse soy yo, no pierdola esperana de encontrar a abiola con vida. 7na siempreha querido a una sola persona a su lado y ese eres t+, séque lo de 6stedes no es posible, eso lo sabemos todos,pero en este momento 7na te necesita y eso es todo lo quedebe importar. 0o siento 7na, no sé como explicarlo perocuando digo que te amo, es cierto, las amo a las dos.

/l "oven de o"os claros clavó la mirada en el suelo, y con lasmanos en los bolsillos se ale"ó de la habitación. 0a pena que

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" p qemanaba de él por otra mu"er, era tan grande, que 7na sintiódolor al verlo así. 'e sintió agotada por todo lo sucedido, ver a'ilvestre a su lado, tal cual como ocurría cada ve que colocabasus canciones, él tenía el don de espantar hasta las m(s terriblestristeas. l se sentó en una silla sin soltar su mano, y ella sequedó completamente dormida, como si 'ilvestre estuvieracantando para ella en ese instante.

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 ANA ANDRADE .ANTILLA

7l despertar se vio rodeada de varios rostros conocidos, sonriópara sus amigas, pero buscó los o"os amarillos de 'ilvestre dentrode la habitación, y constató que él ya no estaba.

- 'ilvestre se ha ido 7na. Di"o 0uisa.- 1a tenido que irse, estaba retrasado para un concierto, t+

sabes cómo es nuestro artista de responsable. Di"o 3ilenacon una enorme sonrisa.

- ¿ómo te siente 7na !reguntó 3aria lara. /l doctor te hadado de alta, así que podemos irnos a casa.

- De"en a mi chinita tranquila que a+n est( aturdida de tantaagua que tragó. Di"o Bosé 0uís brind(ndole una enormesonrisa.

0as hicas 'ilvestristas, 3aria lara y Bosé 0uís se encargaron de

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, y gllevar a 7na a su casa. uando entraron a aquel lugar, 7na sesorprendió al ver ramos de rosas ro"as por todas partes, el olor de

su hogar "am(s había sido tan placentero. 7na miró a sus amigas,quienes se despidieron con abraos y sonrisas sin decir nada, y3aria lara le entregó en sus manos un sobre sin remitente, quedecía +nicamente 27&75.

Lamento irme sin despedirme! peroduermes tan pl2cidamente 'ue me &ueimposible despertarte) No sabes el 

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susto tan (rande 'ue me +as +ec+o pasar! espero 'ue de a+ora enadelante te ale8es del peli(ro $ tededi'ues al diario de un silvestrista)Sobre tu cama de8% el "apato ro8o 'ue

creo 'ue te +acía &alta! lo tenías en lamano cuando te encontr% en la orilladel río! tambi%n de8% allí tu cadenitacon la lib%lula! las en&ermeras me laentre(aron cuando te +ospitali"amos).ientras si(as siendo mi an $ $o tu

artista s% 'ue nos veremos siempre!eres mu$ importante en mi vida $ losabes! no de8es de escribir $ mantentea salvo! nos volveremos a ver! cura tus+eridas! no +a$ nada 'ue no se puedasuperar! +o$ se(uramente est2s triste por todo lo ocurrido! pero Ana lo peor $a pas#)

 

Siempre tu$o Silvestre

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p $

:ost dataF Rosas Ro8as para micenicienta silvestrista)

7na tomó una rosa y se sentó al borde de la cama, vio el apatoro"o perdido, se colocó nuevamente su cadenita de la libélula y$ue cuando se percató que no llevaba puesto el anillo de

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compromiso. 2Se'uramente lo per!í 5. 8uscó entre sus cosas,encontró el otro apato y se los colocó, respiró el aroma de larosa y se acostó con la intensión de dormir todo lo que su alma lepermitiera. 2So) Ana An!ra!e .antilla" so) silvestrista" )o pue!ocon esto ) con muc(o m&s5 !ensó qued(ndose dormida.

LA 0ODA SIL8ESTRISTA

0as hicas 'ilvestristas cuidaron de 7na durante algunos días, lellevaban comida o le hacían compañía por las tardes. 3uchossilvestristas que habían llegado a Aalledupar por la 8oda'ilvestrista, visitaron a 7na y la emoción de ver a grandesamigos, la ayudaron a salir de su aturdimiento, Qatherine y3artín, 4unter y 'te$any, <uli aicedo, 7le"andro y <aliana,incluso su gran amigo Bosé Borge y )ossana la visitaron. Danielitaque ya era toda una mu"er hecha y derecha, !ichicho, Palter;uintero y Aíctor !inón, los amigos de 3athias, le llevaron

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di$erentes detalles de otros silvestristas. 7na se sintió agradecidacon el cariño que todos le pro$esaban por el solo hecho de sersilvestrista, algunos habían asistido para la boda que no se dio yotros m(s pesimistas habían llegado para su velorio, que tampocose dio, lo importante es que $uera lo que $uera, estaban allí paraella. 7na recibió tres vistas que incluiría en el Diario de un'ilvestrista, la primera de ellas $ue la de una pare"a desilvestristas que llevaron a su hi"o, el bebé de apenas cuatroañitos cantaba todas las canciones de 'ilvestre y sabía bailarcomo él, Boaquín era un niño veneolano que se robó la ternura

de la gente la noche en que 'ilvestre lo subió a tarima, el

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pequeño Boaquín le robó el alma a 7na y su visita $ue una de lasque m(s le brindó la alegría que necesitaba.

0a segunda se trató de una 'ilvestrista que había via"ado aconocer Aalledupar desde 3éxico, 8ellaneida le contó a 7na lascosas terribles por las que había pasado en su vida, que incluía

malas amistades y alcohol, lo increíble de los malos entendidos ensu vida y de la oscuridad que reinó durante tanto tiempo, es quesolamente pudo salir a $lote y con vida de ese mundo a través dela m+sica de 'ilvestre, se abraaron sintiéndose hermanas yprometieron volver a verse pronto, 7na se sintió tranquila al verla intensidad de su mirada. 20ellanei!a estar& a salvo5 !ensó.

0a tercera visita $ue muy di$ícil para 7na, /ileen una de 0as hicas

'ilvestristas, llevó a una "oven que deseaba conocerla, ella eraBhoanna 7vellaneda, cuando 7na le vio el brillo intenso en lamirada sintió ganas de llorar, se parecía mucho a >eresa, ya queno tenía cabello, 7na pensó que tenía c(ncer, pero la muchacha leexplicó que tenía problemas de calcio en los huesos, pero que noera c(ncer.

- ¿< t+ cabello !reguntó 7na.

- &unca he tenido cabello, tengo cerrados los poros de micabea 7na. Di"o la "oven con una enorme sonrisa.- ¿Bam(s @nsistió 7na.- Bam(s, pero no me molesta. 3urmuró la "oven.

7na apreciaba tanto su larga cabellera negra, que se sintió triste,

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p g g , q ,y aunque para la "oven no tener cabello era algo normal, 7naentendió que el silvestrismo sustituida en esa "oven cualquier

carencia. 2No (a) na!a $ue el Silvestrismo no pue!a curar .5 !ensó 7na. 0a visita de la "oven de hermosa sonrisa, le dio$ueras a 7na para salir del encierro al que se había con$inadodurante días. 'alió a caminar por el valle, meditando sobre lascosas que le habían contado los silvestristas, sobre las hermosaspalabras de la niña que veía en 'ilvestre a un padre, loenamorados que estaban Diana y 8ernardo >alo, lo animados quese veían todos los silvestristas aunque no hubiera boda. < sin

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pensarlo m(s regresó a casa, preparó su equipa"e y aceptó lainvitación de <aliana a regresar a >aganga por un tiempo.

uando abordó el autob+s con rumbo a la costa de olombia, ydi"o adiós a los amigos, tuvo la sensación de que se ale"aba dellugar m(s m(gico del planeta, vio los cañahuates $lorecidos y

sintió la tristea de de"arlo aunque $uese por un tiempo* sedespidió del valle de las hadas, un lugar donde 0as 'irenas de1urtado, custodian los secretos de la tierra de la que brotan losinmortales.

.I SE4UIDORA 2 2O

3ientras las silvestristas via"aban rumbo a >aganga, el cho$erdel autob+s colocó una emisora de radio, y el locutor anunció, unacanción que hacía alg+n tiempo 7na no había escuchado. 2 conUste!es Silvestre Dan'on! ) .e 'usta" .e 4usta.5 Di"o la vo enel radiotransmisor1 0a silvestrista no pudo de"ar de emocionarse,esa canción le tra"o el recuerdo m(s alegre que conservaba en sucoraón, era la canción que había intentado bailar con 3athias, laprimera ve que estuvo en el 8ar 23i 4ente5 años atr(s cuando

di id d il t i t i í i

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emprendiera su vida de silvestrista, se vio así mismacontemplando por primera ve el rostro del hombre que seconvertiría en el centro de su universo. 7l son de la alegría de lavo de 'ilvestre, 7na había aprendido a bailar vallenato y a$este"ar el hecho de estar viva. /scuchó atenta la canción y sintiócómo la alegría se le metía en el cuerpo nuevamente. <alianasonrió al ver a la 7na de siempre. 2La ma'ia !e la mMsica5 !ensó7na.

7 continuación sonaron en la radio una melodía del cantante lentay sentimental 2;ue no se enteren5 y 7na observó por la ventana

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cómo se ale"aban de la tierra de cañahuates y la melodía la hiosentirse completamente enamorada y llena de vida. 2Es lamelo!ía $ue invo$u3 cuan!o sentí mie!o ante ;ennel .5 27y amor,amor, amor de mi alma5 2Ser& imposible (acer un !iario !esilvestristas sin las canciones !e Silvestre5. < como por arte demagia sonó la canción de 7rmando y 'andra, 20a olegiala5, 7na

se emocionó mucho al escucharla, los imaginó bailando porprimera ve, sin importar que luego la muerte, los separara porun tiempo. /llos $ueron $elices y se entregaron el uno al otro sinmedidas, y de ese cariño nació una gran silvestrista, nuestra 'o$i.

- /st( buena la m+sica 7na. Di"o <aliana.- 'i lo est(. Di"o 7na tatareando la canción.

/l locutor anunció una de sus canciones $avoritas del artista y

como cómplice de 7na colocó 20a @ndi$erencia5 ella se vio contodos los muchachos en la plaa de 8osconia tiempo atr(s,cantando a coro una de las canciones que m(s le gustaba en eseentonces, se sintió $eli de saber que sus silvestristas eran $elices,cada uno a su $orma y manera. <a el programa de radiosilvestrista estaba por terminar y por cosas de la vida colocaron 2>u )ey 'oy <o5, 7na recordó cuando 'ilvestre le dedicara estacanción, y todo entre ella y 3athias se terminara. 1abía vivido

durante años de las canciones de su artista, no tenía idea de lopro$undo que la m+sica vallenata había calado en su ser,Aeneuela y la $rivolidad de la vida que llevaba en ese país eracosa del pasado, ahora una nueva tierra le abría los braos paraque $uera $eli para siempre.

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Durante varias semanas 7na permaneció en la casita de maderade <aliana, ale"ada de todos sus amigos, por las tardes daba

largos paseos, meditando sobre los sentimientos de las personasque había conocido, intentando entender 2/l 'ilvestrismo5 y porlas noches lograba escribir hasta muy tarde a la lu de l(mparasde gasoil. 1abía decidido hacer un +nico libro a mano, por esotranscribió las postales ro"as de Qennel, para que todo $ormaraparte de un +nico libro, contó historias de muchos silvestristas,resumió algunas otras, y sin ella quererlo 'ilvestre aparecíasiempre como el persona"e que los unía a todos, que entregaba

661

tanto de sí mismo que no había m(s remedio que de"ar que ellibro se escribiera pr(cticamente por su cuenta.

/n noches estrelladas 7na solía encender una $ogata a la orilla dela playa y revivir sus recuerdos, las heridas por $in se habíandesvanecido desde que se le volvieran ro"ias, cuando casi se

ahoga en el 4uatapurí. 7 veces se sentía intranquila con lossueños con abiola, la veía trans$ormada en una hermosa sirena,con sus cabellos ro"ios al sol* y sus o"os verdes penetrantessolían asustarla cuando ellos se $i"aban en su alma. >ambiénsoñaba con 7ndru /steban, y cuando eso ocurría la tristearondaba su alma durante días, se habían amado en realidad, pero7na había comprendido que el hecho de que encontrara a su almagemela, no signi$icaba que ella pudiera quedarse en esa

oportunidad. !or eso pre$ería soñar por las noches con 'ilvestre,verlo cantar o sonreír, eran la misma cosa, saberlo $eli con su$amilia era lo m(s importante, porque precisamente el hogar quetenía su artista era lo que le daban a él la base para hacer $elicesa los silvestristas. /l cariño del $an tenía un lugar seguro dentrodel coraón de 'ilvestre y eso pocas veces se hace posible, suamor por él, así como el de miles y miles de silvestristas, estabaa salvo, 2su silvestrismo del alma5.

6na tarde en que <aliana se encontraba haciendo compras en>aganga, 7na estaba en la playa, llevaba puesto un vestidosencillo de color blanco y sus apatos silvestristas, sentada en laplayón, se examinaba la rodilla derecha donde a veces sentíapuntadas, la herida del concierto donde perdiera un apato. >enía

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a mano el bolso ro"o donde llevaba el diario y varios bolígra$os, yael libro estaba terminado, pero a+n no se atrevía a colocar la

palabra 2@&5. u(l sería su sorpresa cuando vio llegar a un "ovencon una guitarra a la espalda, se lanó sobre él, $eli de verlo.

- ¿ómo te sientes 7na preguntó él- #eli% /xclamó ella. 'oy $eli, pero ¿ómo supiste dónde

estaba- #3aría lara% Di"o guiñ(ndole un o"o.- ¿< esa 4uitarra ;uiso saber ella.

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- 0e he venido a traer serenata a mi seguidora. Di"osonriente.

'e sentaron en la arena $rente al mar y ba"o la lu del atardecer,'ilvestre escribió 2'@0A/'>)@'>75 en la arena y 7na se quedó

mirando su tatua"e 26rumiteroC5 2Su silvestrismo lo es to!o para3l 5 !ensó ella. 'ilvestre comenó a cantar una canción que ellaconocía muy bien 23i 'eguidora y <o,5 7na se emocionómuchísimo al verlo interpretarla para ella, y la cantaron "untos.

/n un arrebato le roó la boca. l 'onrió ruboriado. !or primerave 7na le había robado un beso a 'ilvestre como $an. l siguiócantando para ellla.

; no sé co)o #acer c%ando !a tengo de frente? sie)'re !atengo 'resente a%n8%e a +eces no este a )i !adoA@  

7na y 'ilvestre vieron revolotear una libélula ro"a a su alrededor,y rieron "untos. La lib3lula !e %ulia ) ;ennel@ !ensó 7na. W

; esta +e> !%c#aré 'a tener!a 'ara sie)'reA@

se sabe cada %na de )is canciones? es ine+itab!e 8%eno se e)ocioneA@ 

7na aplaudió emocionada y 'ilvestre soltó una carca"ada al ver laalegría de su $an.

- 7na ¿/l diario !reguntó 'ilvestre ¿0o escribiste

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7na ¿/l diario !reguntó 'ilvestre ¿0o escribiste- 'í, aquí est(. ontestó ella sac(ndolo del bolso. !ero no he

logrado tener las $ueras para colocar la palabra @&. Di"od(ndole un bolígra$o ro"o. - &o sin ti.

'ilvestre se acercó a 7na y le dio un tierno beso en la $rente, conuna ternura +nica, ella había entrado en su vida de una $ormaque solo los $ans pueden entender. 'e miraron como cómplices deuna gran aventura, él no se sentía m(s grande que sus $ans, sinoque los miraba como sus iguales, aunque sus seguidores lo vieran

como si $uera inalcanable. 0os o"os de él brillaron intensos para

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7na, y en los o"os negros de 7na brilló el mismísimo sol, su almahabía encontrado pa, se había curado de las tristeas delpasado, gracias al silvestrismo.

- 2En otra vi!a" en otro tiempo" en otro mun!o" nuestra(istoria ser& posible5. !ensó 7na al verlo $i"amente a los

o"os amarillos que tanto amaba. 2En esta vi!a ser3 tu ,an" pero en otra vi!a" estar3 m&s cerca !e ti" m&s cerca !e lo$ue esto) a(ora.5

'ilvestre tomó el bolígra$o, abrió el  Diario de unSilvestrista  en su +ltima p(gina y su"etando condelicadea la mano de 7na, escribieron=

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@";.4

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SILVESTRE

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EL ?DOLO

SILVESTRE

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EL CAN$AN$E

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EL AR$IS$A

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EL IN#IC$O

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EL M'SICO

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EL :A:G

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EL ES:OSO

SILVESTRE

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EL AMIGO

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EL RINCE Y SU A@

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OR$A A%BLOOM

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DANGOND DANGOND

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SUS MUC"AC"OS

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A@ E "I(O

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#ENE%UELACOLOMBIAECUADOR

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SIL#ES$RISMOMONA>UISMO

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SU CORA%N

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  DIARIO DE UNSIL#ES$RIS$A

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 EL GRAN &I&E

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CARLOS MENDE% )ELADRINO DEL DIARIO*

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EL DIARIO DE UNSIL#ES$RIS$A

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CLUBES

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LOS $IBURONES DE $AGANGA

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EL ?DOLO Y LA +AN

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EL %ECLOO %EL SILVESTRISTA

I_ Donraré día a día la bandera ro"a del silestris(o,a ella deberé mi lealtad, alegría y sueños.

G_ &o existe tristea, amargura, dolor, despecho,aburrimiento, miedo, depresión, o desamor que no

encuentre cura en el silvestrismo. "o :a8 na,a que elsilestris(o no pue,a 0urar.

K Dedicaré 2constancia, paciencia y coraón5 a misilusiones* y no habr( nada que no pueda lograr. Es (i,e1er6 perseguir (is sue@os6  "am(s deberé darmepor vencido.

E_ Es (i ,e1er ser alegre, soñador, solidario,paciente y tolerante.

R_ A(o a (is :er(anos silestristas, quienes entodo momento est(n a mi lado, con su me"or sonrisa* yba"o ning+n concepto me han de de"ar solo. "o :a8

na,a que el silestris(o no pue,a solu0ionar.X_ /ntregaré lo me"or de mí al 0lu1 o 1atallnsilestrista  al que perteneco. uando se sueña engrupo, no hay nada que pueda detenerte.

^_ 'eré tolerante con aquellas personas que noentienden el silvestrismo. &o me desgastaré, eso es lo

que precisamente desea hacer la oposición. Que na,apertur1e (i alegría.

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T_ ;ue no exista el descanso, hasta tanto no hayaasistido a un lanFa(iento ,e Silestre %angon,.

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Y_ !ase lo que pase, per(ane0eré ir(e a Silestre%angon,, porque yo soy silvestrista y mi coraón lateal mismo ritmo que el del silvestrismo.

IF_ ;ue el silvestrismo encuentre en mí, al m(s grandede todos los $an de Silestre %angon,.

A(aré por sie(pre al silestris(o ,el al(a

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$G COSAS Q&E "O %E3E DACER &" SILVESTRISTA

I_ 'i tienes un concierto de 'ilvestre Dangond al día siguiente, noingieras bebidas alcohólicas o trasnoches, o no podr(s aguantar loque viene* esto le pasa a silvestristas como 4unter Merpa y

siempre anda insoportable el día del concierto.

G_ Bam(s persigas el carro en donde trasladen a 'ilvestre* ymenos si a+n no sabes mane"ar bien* arolina 3énde hio estoen Aeneuela, y casi mata de un in$arto a los pobres silvestristas

que iban con ella.

K_ 'i has descubierto por donde pasar( 'ilvestre Dangond, seaun aeropuerto, hotel o calle, no te muevas de tu lugar, olamentar(s haberte ido a comprar comida, sino preg+ntenle aBosé 'olis, lo que se siente.

E_ 6n buen silvestrista controla sus nervios de $an, recibe con unahermosa sonrisa a 'ilvestre, y ayuda a que los dem(s presentesse calmen, de lo contrario el caos hace que nuestro artista debaser resguardado inmediatamente. /sto se aprende con Benni$er

)ivera, ella aunque est( loca por 'ilvestre, siempre nos ayuda acontrolarnos y por ella tenemos las me"ores $otos silvestristas.

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R_ &unca te con$íes que alguien te tome una $oto con 'ilvestre,aseg+rate de tener a mano tu c(mara $otogr($ica, los nervios sontraicioneros y todo se olvida en ese momento, @samar Ael(squetiene varias historias al respecto.

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X_ 7siste siempre a los conciertos de 'ilvestre Dangond enapatos deportivos o pagar(s la novatada. 3arlyn 8ecerradespués del lanamiento de 2&o me compares con &adie5 nopodía caminar.

^_ &unca asistas a un concierto de 'ilvestre Dangond, sin tucamisa ro"a y la 8andera de tu lub o 8atallón. 'ilvestristas como@sa 3onsalve aunque les toque le"os de la tarima, hacen llegar sucariño a 'ilvestre y él les corresponde siempre.

T_ 6n silvestrista "am(s arro"a cosas al escenario, que no sea subandera, camisa o gorra del lub. /l me"or momento es cuando'ilvestre te señala que se la pases o que la arro"es mientras hablasaludando al p+blico. 6n silvestrista "am(s interrumpe lascanciones. 0eira Daa nunca ha de"ado de hacerlo, y tiene variascamisas sin lavar en casa.

Y_ 'i tu me"or amigo te dice= 27quí te paso a 'ilvestre5 créele, nohagas como Palter ;uintero, que habló con 'ilvestre Dangondpensando que era una broma y hasta el sol de hoy se lamenta porno haber dicho todo lo que le hubiera gustado decir a su artista.

l l l ó

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IF_ /n el silvestrismo por la emoción que nos ocasiona ver a'ilvestre, siempre cometer( una novatada, pero al menos nocometas las nuestras y crece como $an.

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%IARIO %E &" SILVESTRISTA

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  NUES$ROS EMBLEMAS

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 A4RADE/I.IENTOES6E/IAL A LOS /LU0ES

SIL8ESTRISTASCO" "OME"CLAT&RA %E CO"TROL %EL %IARIO *ARA LA BIRMA

%EL LI3RO

E" COLOM3IA

JJ1B RE8OLU/IN SIL8ESTRISTA DE 0U/ARA.AN4A RUTAIXIIP

JJ1B /LU0 SIL8ESTRISTA DE 0ARRAN/A0ER.E%A RUTA IXIIP

JJK1B /LU0 SIL8ESTRISTA DE A4UA/HI/A RUTA IIP

JJV1B 0ATALLON SIL8ESTRISTA DE SANTA .ARTA RUTA IXIIP

JJY1B 0ATALLON SIL8ESTRISTA DE 0ARRAN>UILLA RUTA IXIIP

JJZ1B /LU0 SIL8ESTRISTA DE TA4AN4A RUTA IXIIP

JJ[1B /LU0 LA .ATRA/A SIL8ESTRISTA TUR0A/OP RUTA IXIIP

JJ\1B /LU0 *ANS SIL8ESTRISTA DE 0ARRAN>UILLA RUTA IIP

JJ1B /LU0 SIL8ESTRISTA DE 8ILLA8I/EN/IO RUTA IIP

JJ1B /LU0 *A.ILIA SIL8ESTRISTA DE 0ARRAN>UILLA RUTA IIP

J1B /LU0 LA HEROI/A SIL8ESTRISTA RUTA IXIIP

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J1B 0ATALLON /IENA4UERO RUTA IXIIP

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JK1B EL TRO6EL SIL8ESTRISTA RUTA IXIIP

JV1B /LU0 SIL8ESTRISTA DE SANTA .ARTA RUTA IXIIP

JY1B /LU0 SIL8ESTRISTA DE LA SA0ANA RUTA IIP

JZ1B /LU0 SIL8ESTRISTA DEL SIN] RUTA IIP

J[1B /LU0 SIL8ESTRISTA DE SIN/ELE%O RUTA IIP

J\1B /LU0 I.6ERIO SIL8ESTRISTA DE SOA/HA RUTA IIP

J1B /LU0 SIL8ESTRISTA DE .EDELLIN RUTA IIP

JJ1B 4RU6O SIL8ESTRISTA DE /ALI RUTA IIP

J1B /LU0 SIL8ESTRISTA DE U0ATE RUTA IIP

J1B /LU0 SIL8ESTRISTA DE A/ASIASB .ETA RUTA IIP

JK1B /LU0 SIL8ESTRISTA DE SOLEDAD RUTA IIP

JV1B /LU0 SIL8ESTRISTA DE O/A:A

JY1B /LU0 SIL8ESTRISTA SIN *RONTERASJZ1B /LU0 SIL8ESTRISTA *A.ILIA DAN4OND B 0O4OT^ RUTAIIP

J[1B /LU0 SIL8ESTRISTA DE DUITA.A RUTA IIP

J\1B /LU0 SIL8ESTRISTA DE I0A4UE RUTA IIP

J1B /HI/AS SIL8ESTRISTAS DE 0ARRAN>UILLA RUTA IIP

JKJ1B /LU0 SIL8ESTRISTA DE 6LATO RUTA IIP

JK /LU0 SIL8ESTRISTA DE .ALA.0O RUTA IIP

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JK1B /LU0 SIL8ESTRISTA DE .ALA.0O RUTA IIP

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JK1B /LU0 SIL8ESTRISTA DE /]/UTA RUTA IIP

/" ;/"//L$

8BJ 0ATALLON .ARA/U/HO

8B J /LU0 SIL8ESTRISTA DE .ERIDA

8B JK 0ATALLON SIL8ESTRISTA DE SAN /RISTO0AL

8B JV /LU0 SIL8ESTRISTA DE 6UNTO *I%O

8 BJY /LU0 SIL8ESTRISTA DE 0AR>UISI.ETO

8B JZ /LU0 SIL8ESTRISTA 0ARINAS

8 J[ /LU0 SIL8ESTRISTA DE 6UERTO LA /RU5 

8BJ\ /LU0 SIL8ESTRISTA DEL TI4RE 

8B J /LU0 SIL8ESTRISTA DE .ATURIN 

8 BJ /LU0 SIL8ESTRISTA DE 6UERTO ORDA5 

/" /L &"OEB J /LU0 SIL8ESTRISTA DE E/UADOR

/H J /LU0 SIL8ESTRISTA DE /HILE 

EU J /LU0 SIL8ESTRISTA DE EURO6A

.B J SIL8ESTRISTAS EN .E_I/O

6BJ SIL8ESTRISTAS EN 6ANA.^

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ARA%ECIMIE"TOS ES*ECIALES

A %ios por darme el don de contar historias, sin su presencia enmi vida nada sería posible.

A (i a(ilia por comprender la naturalea de mis locuras, porapoyarme con la paciencia, optimismo y cariño in$inito. 3uyespecialmente quiero darle las 4racias a mi 3adre, a mi hermanaQarito y a mi sobrino Bosé 1umberto 2/l >iNi5.

A Silestre Bran0is0o %angon, Corrales, por llenar de alegríami vida, por dedicarle al silvestrismo su existencia misma. 'in éleste libro no existiría, sin él nuestros o"os no brillarían como lo

hacen. Dios te bendiga eternamente 23i 'ilve5.

7 nuestros queridos 3asilio Orta *aF 8 Carlos 3loo(, 6stedeshacen posible la existencia misma del silvestrismo, se hanconvertido no solo en nuestros guías, sino que incansables,traba"an porque nuestros sueños se hagan realidad y hacen quela $elicidad del silvestrismo llegue a cada rinconcito de nuestros

países.

Al silestris(o, a cada uno de los silvestristas que me hanapoyado y entregado el cariño y comprensión a lo largo de todosestos años. 7 todos los que gritaron 2'+bela5 2;ue suba5 en el0anamiento de 'igo @nvicto, estoy en deuda con 6stedes.

Al pa,rino Carlos Mén,eF, quien no solo bautió el diario, sinoque se ha encargado que llegue a las manos de cada silvestristaen las redes sociales. 2'in ti padrino, mis sueños no seríanrealidad5.

A J *é C l ó li ( d

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A Jorge *éreF CarranFa6 el cómplice m(s grande que unsilvestrista puede tener, a mi hermoso (ngel de la guarda por

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haber cuidado de mis sueños durante todo este año. /res mi vida,mi m(s amado silvestrista, un hermano y mi coraón tepertenece.

A la %ra. Mer0e,es S=n0:eF, por su guía, corrección eincondicional apoyo, sin ella, yo no hubiera tenido la oportunidadde concluir este hermoso sueño.

7l C:arles Me,ina, por su apoyo incondicional de tantos años,por tantas historias de nuestro hermoso valle, a+n en la distanciate siento viviendo en la casa del lado querido amigo.

;uiero agradecer muy especialmente a unter 2erpa6 JennierRiera6 Leira %aFa 8 José Solis6 quienes desde el inicio del

lub de !uerto ?rda, han llorado y reído a mi lado. A !at:erineCasta@o6 An,rea MartíneF6 Isa(ar Vel=squeF6 "a(api6Carolina Mén,eF6 "iur0a 8 !i'e 3arrios6 Lora8ne LpeF6er(a>is6 9alter Quintero6 Ví0tor *inFn6 *i0:i0:o6 La*e0:86 5aliana6 loris6 5orle6 %J Carlos6 Jai6 Tao6 %aniela6Isa Monsale6 5uli Cai0e,o6 Ma>i(illia( Val,eF6 "ini Soto6José Luís Torres6 José Jorge O@ate6 E((a 8 5a:ir6 %aniel

Este1an Viries0as 8 Ar(an,o *aF, sin ustedes no existiríanlos capítulos del diario que tanto nos hacen reír y soñar.

inalmente y tal ve el agradecimiento m(s importante de mivida,  a ti queri,o le0tor, gracias por llorar y reír al lado denuestros persona"es, eres t+ el principio y $in de todo cuanto hasvivido al leer Diario de un 'ilvestrista, estamos destinados a

soñar, porque hemos sido condenados al éxito, nunca permitasque te digan 2que no se puede5 cree en tus sueños y ve por ellos.

Marl:n Be6erra Berd,go.-

Es6ritora Silvestrista

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Es6ritora Silvestrista

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