Diálogo 18 Nueva Época/ LA NECESIDAD DE REESCRIBIR LA HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE GUATEMALA

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La opinión expresada en este suplemento es de la exclusiva responsabilidad de su autor. Publicación mensual de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales/ FLACSO-Guatemala. Nueva época, Año II, No. 18, septiembre de 2002 LA NECESIDAD DE REESCRIBIR LA HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE GUATEMALA Gustavo Palma Murga * * Doctor en historia por la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París (Francia), investigador de AVANCSO, ex profesor de la Maestría Centroamericana de Ciencias Sociales de FLACSO Guatemala.

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LA NECESIDAD DE REESCRIBIR LA HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE GUATEMALA/ Publicación mensual de FLACSO-Guatemala

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Publicación mensual de FLACSO Nueva época, Año II, No. 18, septiembre de 2002 / 1

La opinión expresada en este suplemento es de la exclusiva responsabilidad de su autor.

Publicación mensual de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales/FLACSO-Guatemala. Nueva época, Año II, No. 18, septiembre de 2002

LA NECESIDAD DE REESCRIBIR LA HISTORIA

CONTEMPORÁNEA DE GUATEMALAGustavo Palma Murga *

* Doctor en historia por la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París (Francia), investigador de AVANCSO, ex profesor de la Maestría Centroamericana de Ciencias Sociales de FLACSO

Guatemala.

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2 / Publicación mensual de FLACSO Nueva época, Año II, No. 18, septiembre de 2002

CONSEJO ACADÉMICO DEFLACSO-GUATEMALA

Víctor Gálvez Borrell-directorVirgilio Álvarez/Walda Barrios-Klée/Silvel Elías/

Gisela Gellert/Claudia Dary/Irene Palma/Edelberto Torres-Rivas

Secretario general de FLACSO

Wilfredo LozanoSan José, Costa Rica

es una publicación de FLACSO-Guatemala y de elPeriódico.

Tels: (502) 362-1431 al 33 Fax: (502) 332-6729Correo electrónico: [email protected]

Página web: http://www.geocities.com/athens/rodes/9162Coordinación de edición: Hugo de León

Diseño, edición y diagramación:Magna Terra editores (238-0175)

Esta edición es posible gracias al apoyofinanciero de la agencia sueca de desarrollo

internacional ASDI / SAREC

30,000 ejemplares

INTRODUCCIÓN

A finales del año pasado y como parte de laconmemoración de la muerte de Myrna Mack,

la Asociación para el avance de las Ciencias Sociales–AVANCSO– publicó una selección de 23 documentosque fueron desclasificados y liberados al amparo dela ley de libertad de información de Estados Unidosa solicitud de la Comisión para el EsclarecimientoHistórico –CEH–. Tales documentos fueron a su vezparcialmente traducidos y preparados para aquellaedición por el historiador estadounidense GregoryGrandin.

Los orígenes de los documentos reproducidosson diversos: el Departamento de Estado, el Departa-mento de la Defensa, la Agencia Central de Inteli-gencia, la Agencia para el Desarrollo InternacionalAID y la embajada de Estados Unidos en Guatemala.Una vez desclasificados éstos fueron recolectadospor la organización no gubernamental estado-unidense Archivo de Seguridad Nacional –NSA– quereunió y conserva documentos de esta naturaleza yorigen con el propósito de apoyar el trabajo de laCEH y subsiguientes proyectos de investigación deinterés nacional.

Como se indica al final de la publicación:...Aunque la administración Clinton liberómiles de documentos secretos relacionadoscon el conflicto guatemalteco, incluyendo el

papel de los Estados Unidos en apoyar aregímenes represivos, el proceso de libera-ción fue severamente limitado. En la mayorparte, los Estados Unidos sólo liberarondocumentos que fueron revisados y cen-surados. La información que se consideróimportante para la seguridad nacional orelevante para el trabajo de la CEH fuetachada, sin ninguna explicación ni opor-tunidad real de examinar por qué se habíatomado la decisión de borrar el material.1

Lo que aparece a continuación son algunasreflexiones motivadas por dicha publicación.

¿CUÁL ES LA UTILIDAD

DE ESTOS DOCUMENTOS?

Más que «utilidad» en singular, podríamos plantearque estos documentos ofrecen, al menos, varias«utilidades» concretas. Por un lado, la que puedanidentificar actores según la naturaleza y fines desu quehacer social. Académicos, analistas, políticosy militares, miembros y líderes del movimiento so-cial, etc., encontrarán en estos documentos infor-mación que enriquecerá su visión y análisis sobrelos contextos políticos específicos a que hacen

referencia los mismos. Por otro, la posibilidad –le-gítima y necesaria– que ofrecen a los historiadorespara proceder a una impostergable relectura denuestra historia reciente. Por último, y como coro-lario de lo anterior, información de esta naturalezaes útil también para proceder a revisar cuál ha sidoel carácter y los fundamentos de la memoria históricaque como sociedad hemos venido construyendo yreproduciendo sobre nuestra historia reciente.

MEMORIA COLECTIVA YMEMORIA HISTÓRICA

Según Paul Ricoeur, la memoria colectiva es unproceso por el cual el individuo no recuerda solo,sino con la ayuda de los recuerdos de otros. Elloimplica que nuestros presuntos recuerdos comunesse van construyendo a partir de los relatos contadospor otros. Tales recuerdos –la memoria colectiva–están inscritos en relatos colectivos que, muchasveces, también son reforzados por conmemora-ciones y celebraciones públicas. Además, y espe-cialmente en sociedades (como la guatemalteca)en las que los mecanismos de socialización delconocimiento son escasos y rudimentarios, ciertosrelatos pueden llegar a adquirir un carácter de«verdad», de explicación «cerrada», la que ademáses sancionada a través de normas, discursos, accio-

1 Grandin, Gregory. (compilación y comentarios). Denegadoen su totalidad, Guatemala, AVANCSO, 2001, p. 273.

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nes y sanciones que le atribuyen el carácter de«explicación absoluta». 2

A partir de esta conceptualización de la me-moria colectiva se evidencia el carácter complejo,dinámico, interactivo e intersubjetivo de la cons-trucción del relato, al igual que en dicho procesoocurren mediaciones que influyen en el carácter ycontenido de dicho relato. La base narrativa quesustenta la memoria colectiva no es cerrada, sinoque está sujeta a la forma en que una sociedadasume, organiza y reproduce aquello que conside-ra pertinente preservar como parte de los referentessociales de identidad e identificación social. Másaún, el hecho que desde instancias como el sistemaeducativo, los medios de comunicación, la religión,los grupos de poder económico, por ejemplo, bus-que dar sentido, contenido y orientación a referentesy datos sociales específicos para efectos de suinserción en la memoria colectiva.

Existe, entonces, una relación compleja yentreverada entre la memoria que se recuerda per-sonalmente, la que se reproduce colectivamente yla que –en un plano más formal– se formaliza através de los relatos históricos que se escriben,enseñan y aprenden con el propósito de configurarun imaginario social histórico, una memoria históricacomún.

Ahora bien: ¿qué es lo que recordamos so-cialmente en términos de memoria histórica? ¿Esos

relatos históricos que reproducimos socialmentepermiten reconocernos –a quienes vivimos en esteterritorio llamado Guatemala– como parte de unasociedad que se viene construyendo en el tiempo yel espacio? ¿Esos relatos históricos dan cuenta, su-ficiente, de la complejidad de los procesos socialespor los que nuestra sociedad ha venido transitandohasta el presente? ¿Tales relatos históricos atribuyeny reconocen con mayor o menor ecuanimidad yjusticia los lugares que les corresponden a los diver-sos actores sociales que han participado en esosprocesos?

Éstas y otras preguntas que podrían formu-larse en torno a la relación entre memoria históricae historia, nos trasladan a otro nivel de análisisrelacionado con el carácter de la historia, su razónde ser y su utilidad.

Dado que la memoria histórica se alimenta conla información que proporciona la historia, espertinente preguntarnos qué tipo de historia es la quenutre ese proceso de construcción social, pues no setrata de una historia a secas. Cualquiera que sea lahistoria a la que se esté acudiendo en esa cons-trucción permanente de la memoria, subyacenenfoques específicos sobre lo que se entiende porella y para qué sirve y, sobre todo, qué decir, enseñary transmitir acerca de la misma. Las respuestas aestas preguntas determinarán, en gran medida, el tipode conocimientos e información histórica que se

transmita, aprenda, e internalice socialmente. Y, enconsecuencia, se estará informando y conformandotanto una determinada memoria histórica común comouna identidad social, nacional específica.

También es importante considerar que la me-moria –la personal, la colectiva y la histórica– estátamizada por los olvidos y los silencios. Si unindividuo no tiene la capacidad para recordar todosu proceso de vida personal, ello tampoco es posi-ble en el plano social ni en el histórico. Mientrasque en el plano individual esa incapacidad pararecordar todo es inherente al carácter del ser hu-mano, en el caso de la memoria colectiva ocurrenprocesos de selección de lo que en este nivel hade recordarse y lo que ha de olvidarse. Pero, ¿quiéndecide qué debemos olvidar y qué recordar? y ¿porqué olvidar?

MEMORIA, HISTORIA

Y OLVIDO

En tanto la reconstrucción del pasado es unaoperación que se hace a partir del presente,los intereses de los hombres que deciden ygobiernan ese presente intervienen en larecuperación del pasado. Cada vez que unmovimiento social triunfa e impone sudominio político sobre el resto de la sociedad,su triunfo se vuelve la medida de lo histórico:domina el presente, comienza a determinarel futuro y reordena el pasado; define el quérecuperar del inmenso y variado pasado y elpara qué de la recuperación. Así, en todotiempo y lugar, la recuperación del pasado,antes que científica, ha sido primordialmentepolítica: una incorporación intencionada yselectiva del pasado lejano e inmediato,adecuada a los intereses del presente parajuntos modelarlo y obrar sobre el porvenir.3

En este texto Enrique Florescano devela lastramas explicativas que subyacen en el proceso deconstrucción del discurso histórico. Cada ciertotiempo, toda sociedad «relee» su pasado con el pro-pósito de renovar legitimaciones políticas y sustentarun determinado orden establecido. Dicha relecturaimplica, entre otras cosas, incorporar y eliminar as-pectos y temas que se consideran pertinentes enfunción de las circunstancias políticas del momento.Tal acción, que no es gratuita, tiene impactosprofundos en la vida de los individuos en la medida

2 Sobre esto es interesante lo que Paul Ricoeur plantea en su libro La lectura del tiempo pasado: memoria y olvido,Arrecife, Madrid, 1999, texto que ha sido de gran utilidad para elaborar estas reflexiones. Az

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3 Florescano, Enrique. «De la memoria del poder a la historiacomo explicación», en Historia ¿para qué? México, SigloVeintiuno Editores, 1998, p. 93.

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en que contribuye a darle un sentido a sus vidas:una cierta genealogía histórica común, determinadosvalores morales a imitar y reproducir, al igual queuna cierta perspectiva de futuro. Y si se trata de unentramado político, los silencios y las ausenciastambién tienen un importante lugar en dicho procesode relectura de la historia.

Estas relecturas se llevan a cabo en un con-texto permeado por la ideología dominante, por loque las preguntas que se buscan responder en eseacercamiento al pasado están fuertemente influen-ciadas por el «orden social» imperante. Quienesejercen la hegemonía –los triunfadores del mo-mento– deciden qué recuperar del pasado enfunción de la utilidad que dichos recuerdos puedantener para el presente en el que dominan.

Un breve recorrido por la historiografía guate-malteca corroboraría lo planteado por dicho autor.Así, en los textos que relatan episodios míticos e histó-ricos sobre los pueblos originarios se detecta una«visión dominante» y no se diga en las crónicascoloniales, en las que el propósito central era legiti-mar el orden colonial. Más aún en el siglo XIX, cuan-do se acude a la «historia por encargo» para quequienes ordenaban escribirla tuvieran garantía deque los hechos que ellos consideraban fundamen-tales se dieran a conocer a las generaciones futuras.

Buena parte del siglo XX fue pobre en cuantoa la producción historiográfica. Y dado que durantemás de la mitad de él se vivió bajo regímenes dicta-

historia enseñar, pero sobre todo investigar y escribir,son múltiples: suplir las deficiencias resultantes deldivorcio entre historia-realidad e historia-enseñanza,así como superar las visiones absolutistas-excluyentesobre el quehacer histórico. Aún reproducimossocialmente una memoria histórica pobre y escueta,sustentada sobre retazos disímiles que no dan cuentade nuestro complejo devenir histórico-social.

¿HISTORIA PARA QUÉ?

Responderíamos a esa pregunta afirmando que elconocimiento del pasado puede facilitarnos la com-prensión y explicación del mundo en que vivimos.Bajo esta perspectiva, la historia tiene como fina-lidad ayudarnos a comprender los fenómenos so-ciales actuales, para estar en capacidad de enfren-tar y solucionar de la mejor manera posible losproblemas generados en el pasado y evidenciadosen el presente, a través de dicho conocimiento.

Un segundo nivel de utilidad es que contri-buye a crear y mantener conjunta y participativa-mente una cierta memoria colectiva, centrada enlos aspectos más relevantes del pasado. La socie-dad necesita conocer sus orígenes, sus raíces, lasbases históricas fundamentales de su vida colectiva.Pero tales acontecimientos no adquieren relieve sino hacen referencia al presente. Así, historia ypresente son etapas de un proceso situado en eltiempo. La dimensión temporal del ser humano, losconceptos de cambio y permanencia deben serconsiderados como aporte específico de la historia.

Otro fin trascendental atribuido a la historia,sobre todo a su enseñanza, es promover una mejorcomprensión sobre la necesidad de la participaciónpolítica de los jóvenes, futuros ciudadanos.

Una sociedad sin historia no tiene posibilidadde compartir una memoria común sobre cómo se haconstruido a sí misma, sobre cuáles son sus valorescentrales o qué tipo de decisiones del pasado cuentanen las circunstancias presentes. Sin historia no sepueden llevar a cabo acciones, indagaciones, en-cuestas o preguntas sensibles sobre temas políticos,sociales, morales y éticos en la sociedad. Y sin cono-cimiento histórico y de las cuestiones que lo sopor-tan, no se pueden formar sujetos críticos, esencialespara poder llevar a cabo las transformaciones nece-sarias para construir una nueva forma de organizaciónsocial, política y económica, y para la puesta enpráctica de los ideales democráticos de la nación.

A lo anterior debe agregarse que un conoci-miento serio y sistemático de nuestro pasado puedeofrecernos muchas pautas y claves para com-

toriales, se retomó laherencia historiográficaliberal decimonónica,acentuándose su carác-ter de relatos encomio-sos sobre el poder políticoy de onomástica. Unaconsecuencia directade ello, herencia aún re-producida por el siste-ma educativo, es enten-der la historia nacionalcomo la épica de lasgrandes fechas, los per-sonajes eximios, invisi-bilizando los complejosprocesos sociales quegestaron esos aconte-cimientos.

No será sino tar-díamente que principia-ron a escribirse y divul-garse visiones histó-ricas alternativas, noescritas desde el poder

y en las que los ejes centrales de la narracióncambian radicalmente: la historia se asume y en-tiende como un proceso social ininterrumpido en elque no son sólo los «poderosos» los que aparecen,sino son redimensionados los actores sociales sem-piternamente marginados, negados y olvidados,como los pueblos indígenas.

En síntesis, la tradición historiográfica guate-malteca ha sido fruto de su tiempo pero, sobre todo,de quienes han ejercido el poder. En las sucesivas«lecturas» que sobre nuestra historia se han venidohaciendo se perciben con claridad los temascentrales que preocupan como también se detectanlos silencios y omisiones. ¿Olvido involuntario? No.Razones han existido –casi siempre políticas– paraproceder a reordenar de cierta manera tales acerca-mientos al pasado. Razones casi siempre vincu-ladas con el poder. Razones que tienen impactostrascendentales en los procesos de conformaciónde la identidad nacional y de la memoria históricade nuestros pueblos, como en los comportamientossociales que hemos asumido hasta el presente.

Al desconocer los procesos históricos que noshan precedido, se nos ha vetado la posibilidad desumar esa experiencia social a nuestro presente. Y,en consecuencia, nos hemos visto limitados en laposibilidad de construir escenarios de futuro másamplios, diversos e incluyentes. De allí la memoriahistórica estereotipada, esclerotizada, además dedébil, fragmentada y excluyente de la sociedad guate-malteca. Los retos que se nos plantean sobre qué

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prender –en el presente– los orígenes y justifica-ciones de las dificultades que tenemos –comoindividuos y como sociedad– para entender, asumiry vivir la diversidad sociocultural que nos carac-teriza.

¿DE QUÉ TRATAN LOS

DOCUMENTOS PUBLICADOS?

Los documentos publicados dan cuenta fehacientey circunstanciada de la preocupación de los funcio-narios de varias dependencias del gobierno de losEstados Unidos (y de quienes trabajaron en suembajada en Guatemala en distintos años) sobre laposibilidad de que Guatemala cayera en las «manosdel enemigo», identificado en el contexto de laGuerra Fría y de la Doctrina de Seguridad Nacionalcon el comunismo. Y, en consecuencia, de las accio-nes a implementar para evitar que dicho peligro seconsumara.

Tal referente fundamental –el peligro comu-nista– es el eje central a partir del cual todos esosfuncionarios construyen, argumentan y organizanuna serie de planes y estrategias en los que –paraefectos de su aplicación– la contraparte obligadafueron instancias y organismos de los gobiernosguatemaltecos de turno.

En cuanto a su estructura interna, se tratade memorandos, telegramas e informes, redacta-dos en Washington y Guatemala. Contienen evalua-ciones sobre planes y estrategias de cabildeo paraincidir en las instancias políticas (tanto en EstadosUnidos como en Guatemala) en donde se tomandecisiones sobre el país. Se trata, en sentido estric-to, del seguimiento de la «preocupación estado-unidense» para que Guatemala no cayera en lasmanos del comunismo.

Como ya se indicó, es una pequeña muestrade una cantidad considerable de documentos des-clasificados en el contexto descrito. Sin embargo, laselección realizada según los criterios establecidospor el compilador, permite –entre muchas otras cosas–lo siguiente: por un lado, tener una idea clara, visible,material, sobre ese tipo de documentos; luego, iden-tificar los procesos de construcción de justificación,por parte de los funcionarios estadounidenses, sobrela validez de la aplicación de las diferentes estrategiasde intervención en nuestro país. Igualmente, formularsupuestos e hipótesis sobre el potencial que estasfuentes documentales tienen para releer y –sobretodo– reescribir nuestra historia reciente (para sólocitar estas posibilidades).

Para evitar una descripción lineal y tediosade cada uno de los documentos de este texto, seha hecho una identificación –bastante preliminar–de los temas más relevantes que en ellos se abor-dan. Al examinarlos con más detalle se constata laexistencia de un orden y rigor administrativo, lo quepermite deducir que los originales forman parte deun sistema de archivos sistemático y muy bienorganizado.

Los principales temas identificados se refie-ren a análisis de coyuntura, monitoreo de progra-mas de seguridad y desarrollo impulsado por elgobierno estadounidense en Guatemala: accionesde intervención directa, asistencia técnica, estra-tegias de cabildeo político ante el Congreso de losEstados Unidos, estrategias de justificación ideoló-gica, constatación sobre los efectos que está gene-rando la represión en el país, sobre las difíciles rela-ciones de dicho gobierno con el ejército y los suce-sivos gobiernos guatemaltecos, etcétera.

El período histórico que abarca los documen-tos va desde 1954 (año de la caída del gobiernodel presidente Árbenz) a 1994 ( discusión sobre elestablecimiento de una Comisión para la Verdad y/o sobre el pasado, en el proceso de negociaciónpara alcanzar la paz).

Llama la atención, en los documentos inclui-dos en esta publicación, la profunda reflexión críticaque en 1968 elaboró un ex funcionario del Depar-tamento de Estado en Guatemala sobre las conse-cuencias para el país de la aplicación del «contraterror» por parte del gobierno guatemalteco; sobretodo, en términos de la responsabilidad que en ellotenían los Estados Unidos.

LAS IMPLICACIONES

Concluida una lectura de esos documentos quedaclaro que el tema central es la seguridad. Pero setrata de la seguridad de los Estados Unidos y notanto la del Estado guatemalteco; hipótesis que secorrobora cuando se constata que los planes yacciones que allí se enumeran tenían, como propó-sito básico, cerrar toda posibilidad a cualquier inicia-tiva –legal incluso– que pusiera en peligro el «orden»establecido a partir de 1954.

Si recordamos las características básicas dela intervención estadounidense en 1954, ésta serealizó y justificó al amparo de los postulados de laGuerra Fría, escenario en el que Guatemala eramás objeto que sujeto. Además, y por ello la validezde tal suposición, porque en la consecución de estameta las consideraciones éticas y/o humanas para

con la población guatemalteca que padecería lasconsecuencias, ocupaban un lugar secundario. Co-mo crudamente lo plantea y reconoce en su mo-mento un funcionario estadounidense:

No hemos sido honestos con nosotros mis-mos. Hemos aprobado el contraterror; puedeque de hecho lo hayamos promovido o ben-decido. Hemos estado tan obsesionados conel miedo a la insurgencia que hemos hechodesaparecer nuestros escrúpulos y nuestrainquietud a través de la racionalización. Estono es solamente porque hemos concluido queno podemos hacer nada al respecto, ya quenunca tratamos realmente. Por el contrario,sospechamos que tal vez es una buena tác-tica, y mientras estén matando comunistasestá bien. El asesinato, la tortura y la muti-lación están bien si nuestro lado lo está ha-ciendo y las víctimas son comunistas. Des-pués de todo, acaso el hombre no ha sidosalvaje desde el principio de los tiempos; asíque no seamos demasiado escrupulosos conel terror. He oído a nuestra gente argumentarasí, literalmente... No importa cuál es el costohumano que pueda tener dicho objetivo, me-dia vez éste se logre y mantenga: «evitar lapresencia del comunismo en el país».4

Esta dimensión fría, inhumana, por encimadel terrible impacto que fueron provocando lasdiversas iniciativas promovidas y justificadas desdeese anticomunismo primario –criticado acerbamen-te por este funcionario– está presente en casi todoslos documentos.

Otro aspecto que es importante destacar, enlínea de lo señalado anteriormente, está relacionadocon la manera cómo los funcionarios que describen yanalizan situaciones y proponen acciones mantienenuna distancia casi aséptica con la realidad en la queestán interviniendo. Tal distancia les permite asumiruna actitud de total irresponsabilidad ante las conse-cuencias de las acciones que están promoviendo. Venla represión, la violencia y la corrupción en toda sudimensión como señales inequívocas de una so-ciedad enferma, pero no llegan a considerar que–con bastante certeza– los virus que la infectaron –sino introducidos– sí fueron fomentados por ellos.

En casi todos los documentos se hace refe-rencia a la polarización de la sociedad guatemaltecay se formulan propuestas explicativas sobre elcarácter y propensión «innatos» de los guatemal-

4 Documento 12: «Hemos estado tan obsesionados con elmiedo a la insurgencia». 1968, p. 135.

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tecos a la violencia, pero no hay referencia a laresponsabilidad que en ello jugarían la intervención,tecnificación, y los planes y programas para los apa-ratos de seguridad del Estado.

En varios de los textos se insiste sobre lanecesidad de sumar esfuerzos para conducir al paíshacia un sistema democrático y de derecho. Llamala atención que a partir de los resultados nunca sealcanzó tal meta. ¿Incapacidad de visualizar al paísen toda su dimensión, complejidad y profundidad?¿Formulaciones discursivas oficiosas para justificarlos impactos de la aplicación de sus sugerencias?¿Incomprensión de sus contrapartes locales sobrelos fines últimos que ellos perseguían?

En relación con esta última pregunta, es im-portante destacar que la lectura diacrónica de estosdocumentos permite percibir las constantes dificul-tades que los Estados Unidos experimentaron en susrelaciones con el ejército y los sucesivos gobiernos.Desde los primeros documentos se aprecia que larelación entre ambos era difícil y compleja. Pero, y apesar de dicha conflictividad, nunca faltó la voluntad–ni el uso de vías alternativas– para mantener lacomunicación y colaboración con ellos. En los textosse constata que quienes informaban conocían lasatrocidades de las fuerzas de seguridad, pero quetambién aducían no tener pruebas suficientes paratomar acciones al respecto. Incluso elaboran estra-tegias de cabildeo para sortear los obstáculos legalesque el mismo gobierno estadounidense había im-puesto para no vender armas al país.

Se señala la necesidad de fortalecer el siste-ma judicial, tanto en independencia como en suscapacidades de trabajo, pero se cuestiona el trabajoque las organizaciones de derechos humanosrealizaban para denunciar la inexistencia de canalesde justicia y las atrocidades que aquí se cometían.Privaba la idea de seguridad, pero la de EstadosUnidos, y existían evidentes contradicciones entrela acción y la justificación de ésta.

LOS EFECTOS DE LA

MEMORIA DENEGADA

Luego de leer y analizar estos documentos queda lasensación de que mucho nos ha sido denegado entérminos de nuestra historia reciente. Período carac-terizado por procesos políticos, económicos y so-ciales traumáticos y violentos, que tienen su puntode partida en 1954 y finalizan con la firma de la pazde 1996. A lo largo del mismo –pero sobre todo ensus primeras décadas– se promovió una fuertesobreideologización y polarización que alimentaron

un enfrentamiento sin precedentes. Extremos éstosprovocados tanto por las amplias dimensionesgeográficas y políticas que adquirió la Guerra Fría,como por la manera en que quienes ejercían el poderactuaron en tales circunstancias y contexto.

Como consecuencia de lo anterior y desdeentonces, se sigue «leyendo» y «recordando» esaetapa desde visiones parciales y parcializadas, conterribles resultados en términos de una permanenteconfrontación y enormes dificultades para construirvisiones y propuestas de desarrollo integral, conun sentido nacional.

El carácter y contenido de los documentospublicados –que son una muestra de los muchosque fueron expurgados por el gobierno de EstadosUnidos– explican por sí mismos el porqué de suconfidencialidad. Sin embargo, dicho carácter nojustifica el ocultamiento de la información quecontienen, sobre todo en términos de los efectosque su desconocimiento ha tenido para la confor-mación del presente.

Si como indica Florescano, la historia quese escribe busca, a partir de reordenar el pasado,dominar el presente y determinar el futuro, estaría-mos en capacidad de corroborar asertivamente talenunciado para el caso de Guatemala.

En este tema específico –las conflictivasrelaciones que los Estados Unidos han sostenidocon Guatemala a lo largo de los últimos 50 años ysus consecuencias para nuestro país– es innegableque desconocemos toda la magnitud e importanciade las mismas. Y dado el carácter estratégico queéstas han tenido para nuestra vida política, econó-mica y social, es indispensable conocerlas en pro-fundidad para entender sus orígenes y efectossobre el presente.

Como dice Ricoeur:

Si bien es cierto que los hechos son imborra-bles, no puede deshacerse lo ya hecho, nihacer que lo que ha sucedido no suceda, elsentido de lo que pasó no está fijado de unavez por todas.5

Fijar el sentido con propósitos específicos–entender ese pasado inmediato de una sola mane-ra– ha significado para los guatemaltecos exclusión,intolerancia, confrontación y violencia. Sin embargo,como también lo señala este autor, dicho sentidono está fijado de manera definitiva. Podemos, másbien debemos, hacer esfuerzos novedosos, am-plios, incluyentes, por releer ese pasado, resigni-ficarlo y darle un nuevo sentido que reoriente el

sustrato sobre el cual podamos entendernos y con-vivir de manera diferente.

En ese esfuerzo la historia y los historiadoresestán llamados a desempeñar y asumir un rol impor-tante. Sobre todo, porque éstos, al ser parte de suépoca, no sólo comparten ciertas expectativas so-bre el futuro de la sociedad en la que viven, sinotambién porque –y a partir del trabajo que realizany de su inmersión dentro del presente en que viven–comparten la responsabilidad sobre la conformaciónde la conciencia histórica social.

Parafraseando a Ricoeur, el historiador pue-de ubicarse imaginariamente en cualquier momentodel pasado, el cual fue entonces presente vividopor esas gentes como presente de su pasado ypresente de su futuro. Espacio temporal en el queesos hombres y mujeres tenían expectativas –pre-visiones, miedos, proyectos, deseos, etc.– y cuyasacciones u omisiones tuvieron consecuencias sobresu futuro, es decir, nuestro presente.

Bajo tal perspectiva, queda claro que de esosprocesos de imaginación y de acciones para incidiren el futuro por los hombres del pasado se handesprendido consecuencias, queridas y no queri-das, que han hecho triunfar y fracasar proyectos yesperanzas en el presente actual.

Debemos aprender a contar la historia deotra manera, a que los «otros» también la cuentenpor nosotros, como un ejercicio de intercambio dememorias que puede tener fructíferos resultadosen términos de un mejor conocimiento sobre quié-nes somos y hacia dónde caminamos.

Aún no hemos logrado superar la polaridaden la que nos sumió la intervención estadounidenseiniciada en 1954. A pesar de la firma de la paz, losguatemaltecos continuamos reproduciendo esque-mas simplistas heredados de ese período histórico.

Por otro lado, y en el plano internacional, esta-mos siendo testigos –nuevamente– de los riesgosen que puede caer el planeta entero de enfrascarseen un conflicto mediado por los fundamentalismosde unos y las polarizaciones absurdas de otros.

La historia, su reescritura, su relectura, pue-den contribuir de manera directa a superar esasvisiones, actitudes y valoraciones que tanto dañonos han hecho como sociedad.

Los historiadores deben contribuir a forjaruna memoria histórica influyente, en la que todospodamos vernos reflejados sin vergüenza ni temor,y que nos ayude y estimule para enfrentar positiva-mente un horizonte de futuro que está cargado depesados y oscuros nubarrones.

5 Ricoeur, op. cit.

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Publicación mensual de FLACSO Nueva época, Año II, No. 18, septiembre de 2002 / 7

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8 / Publicación mensual de FLACSO Nueva época, Año II, No. 18, septiembre de 2002

YA ALA VENTAEN

Al igual que otras zonas del país,la cuenca del lago Petén Itzá en-frenta acelerados procesos decambio que presionan sobre laexistencia de ecosistemas deimportancia estratégica. La defo-restación de la selva tropical, elmanejo de potreros y zonasganaderas y la creación denuevos asentamientos, afec-tan severamente la conser-vación de la biodiversidad, laestabilidad de los suelos y laregulación hidrográfica quetoca el sistema lacustre.

Congruente con esa rea-lidad, el investigador intenta trascender la valoración del lago,

indagando sobre las posibilidades de aplicar mecanismos de gestión ambientalen el sentido de combinar la preservación del mismo con el progreso económicode los habitantes desde una óptica de sustentabilidad.

A sugerencia de varios colegas quehan hecho ver que la mayoría de es-tos textos son de difícil localizacióny consulta, FLACSO ha decidido publi-carlos como libro, e iniciar así unanueva colección para poner a dis-posición de los interesados losartículos que en forma seriadase publicaron durante 2001.

Colección diálogotomo 1144 PÁGS.

Q84.00

Este libro plantea la tensión existente entre el Estado y los grupos de la éliteempresarial. Nos referimos a una discordia que destaca en nuestra biografía políticacomo uno de los mayores obstáculos para la democratización del poder. De hecho,el conflicto de intereses entre lo público y lo privado ha prefigurado un sólido yrentable liderazgo empresarial en detrimento de la sociedad guatemalteca.

Así, El Estado para el capital... proyecta una mirada crítica del poder y de susprotagonistas públicos y privados, con la intención de rescatar de la historia,lejos de la enumeración de datos, una interpretación que explique lo queúnicamente aparece entre líneas. Laidea es abrir un espacio académico,ciudadano, para la discusión de visio-nes que legitimen cada vez más lalucha social por incidir en la recu-peración del Estado en un tiempocomplejo en el que parece que lasolidaridad y el interés común handejado de ser un horizonte y unadirección política correcta.

VALOR ECONÓMICO DEL

LAGO PETÉN ITZÁ:PROBLEMAS YOPORTUNIDADES

EDGAR PAPE YALIBAT

160 PÁGS.Q55.00

EL ESTADO PARA EL

CAPITAL: LA ARENA

FISCAL, MANZANA DE

LA DISCORDIA ENTRE

EL EMPRESARIADO YEL PODER PÚBLICO

MAYRA PALENCIA

PRADO

284 PÁGS.Q65.00