Día de la Lectura en Andalucía (2006-2011)

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Recopilación de los Manifiestos por el Día de Andalucía desde 2006 a 2011

Transcript of Día de la Lectura en Andalucía (2006-2011)

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Manifiestos por el Día de

la Lectura en Andalucía

16 de diciembre (2006-2011)

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Manifiestos por el Día de la Lectura en Andalucía

16 de diciembre de 2011

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16 de diciembre de 2010.

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Manifiestos por el Día de la Lectura en Andalucía

16 de diciembre de 2009

Mi primera experiencia textual.

“Cuando Son Gohanda arrancó la espada Z durante su entrenamiento con los

dioses Kaio Shin, de inmediato recordé que el rey Arturo también desenclavó

a Excalibur de una roca. Ambas espadas eran mágicas y habían pertenecido a

guerreros ilustres. Sobre todo Excalibur, que fue incrustada en una piedra por

el rey Uther Pendragon para que su hijo la arrancara y fuera reconocido rey de

Inglaterra. Lo mismo sucedió en La guerra de las galaxias, porque Obi Wan

Kenobi también le entregó a Luke Skywalker la espada láser de su padre, el

caballero jedi Anakin Skywalker.

Toda La guerra de las galaxias parece inspirada en las leyendas de la Tabla

Redonda, porque en las dos sagas encontramos nobles guerreros que luchan

por honor y lealtad, contra negros caballeros que han traicionado sus

juramentos pasándose al lado oscuro. Todavía recuerdo lo que pensé cuando

vi al Consejo Jedi sentado en círculo en su templo de Coruscant: no habla una

mesa redonda, mas no hacía falta porque gracias a la literatura estaba

sobreentendida.

No hay película, juego de vídeoconsola, o serie y concurso de televisión que no

remita a una lectura o que no esté basada en un libro. Los famosos de las islas

salen de Robinson Crusoe, las cámaras que vigilan nuestros movimientos

vienen de 1984, los piratas caribeños descienden de La isla del tesoro y los

vampiros metrosexuales son la versión light de Drácula, aunque el primer

vampiro de la literatura lo creó John William Polidori, como consecuencia de

una apuesta que hizo con otros dos amigos narradores para saber quién era

capaz de escribir la mejor historia de terror. Lord Byron escribió El entierro y

William Polidori El vampiro, pero la apuesta la ganó Mary Shelley

con Frankenstein. Todas las historias de monstruos, vampiros y fantasmas

salen de aquella apuesta literaria, porque incluso Alien, el octavo pasajero es

una adaptación espacial de los argumentos del vampiro y el monstruo de

Frankenstein.

Todavía se alquila en los videoclubes La liga de los

hombres extraordinarios, una entretenida película de aventuras donde un

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Manifiestos por el Día de la Lectura en Andalucía

equipo de personajes literarios se enfrentaba contra los nazis. Ellos eran Alian

Quatermain de Las minas del rey Salomón de Sir Henry Rider Haggard, el

Capitán Nemo de Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne, Dorian

Gray de la novela de Oscar Wilde, Mina Harker de Drácula de Bram Stocker,

Edward Hyde de El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde de Stevenson,

Rodney Skinner de El hombre invisible de H.G. Wells y Tom Sawyer, personaje

de Mark Twain. Todos ellos tratan de rescatar a los mejores científicos del

mundo secuestrados por los nazis, quienes son ayudados por el perverso

profesor Moriarty, eterno enemigo de Sherlock Holmes, detective creado por Sir

Arthur Conan Doyle. Como se puede apreciar, La liga de los hombres

extraordinarios es una de las películas más «literarias» de la historia del cine.

Si ahora mismo tuviera doce, catorce o dieciséis años, seguramente también

estaría enganchado al vídeo, \aplayo internet, muerto de miedo de que me

entrara algún «troyano» en el ordenador. Pero por eso mismo es bueno saber

que los «troyanos» existen porque hubo un caballo de madera dentro del cual

se escondieron los soldados aquellos que tomaron la amurallada ciudad de

Troya. Todo comenzó gracias a los poemas homéricos: los superhéroes, las

armas mágicas y los dioses conviviendo con los seres humanos. Los androides

y replicantes que Philip Dick inventó para Blade Runner ya combatían

en la lliada y ese «Más allá» de «Dragon Ball Z», poblado por los mejores

guerreros de todos los tiempos, apareció por primera vez en el canto undécimo

de La Odisea.

Durante mi infancia los comics fueron tan valiosos como los clásicos, así que

debo citar a Julio Verne, Mark Twain y H.P. Lovecraft, al lado de Tarzán,

Spiderman y los 4 Fantásticos. Ya de adolescente leí cinco libros

maravillosos: la lliada y la Odisea, Historias de Cronopios y de Famas de Julio

Cortázar, La palabra del mudo de Julio Ramón Ribeyro y los Cuentos

Completos de Edgar Alian Poe. De los libros leídos en mi último año de instituto

me marcaron para siempre Cien años de soledad de García Márquez, La

Cartuja de Parma de Stendhal, El libro de arena de Borges y El mito del eterno

retorno del rumano Mircea Eliade, los cuales «ordenaron» todas mis lecturas

anteriores, superhéroes incluidos.

Ha transcurrido mucho tiempo desde entonces y los libros que me han

encantado son numerosos, pero si tuviera que elegir sólo cinco me quedaría

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Manifiestos por el Día de la Lectura en Andalucía

con La lliada, Historias de Cronopios y de Famas, El libro de arena, La

Cartuja de Parma y los Cuentos Completos de Edgar Alian Poe. Por supuesto

que sigo leyendo cómics, con la misma ferocidad adolescente. Mi textualidad

se definió gracias a la lectura de esos libros a los que siempre regreso, porque

en aquella edad remota mi promiscuidad textual era absoluta y podía quedarme

horas en la cama disfrutando del texto por el texto, practicando la

homotextualidad y a veces la heterotextualidad.

No es casual que sólo haya citado lecturas adolescentes, porque el hechizo

que me infligieron fue poderoso, fulminante y perturbador, como los rayos de

Cíclope o la energía cósmica de Galactus. Admiro a los escritores que son

capaces de cifrar en una sola novela el compromiso, la condición humana y la

identidad de su país, su continente o su planeta; pero sólo envidio a quienes

nos seducen textualmente y nos mantienen en vela hasta que la mañana nos

arrasa, deslumbrados y felices.

Por eso la primera experiencia textual es más esencial y memorable que la

otra”.

Fernando Iwasaki

San José de la Rinconada, otoño de 2009

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Manifiestos por el Día de la Lectura en Andalucía

16 de diciembre de 2008

Me gusta hablar de los libros, de su segura compañía, de la sabiduría sin

vanidad ni ostentación que poseen, de su consuelo a veces. Pero también me

gusta advertir que el libro necesita un reducto de silencio. Nuestro mundo huye

del silencio, lo anula, evita su presencia. Y el silencio es el sostén de cualquier

diálogo profundo y por su puesto del diálogo con nosotros mismos.

Nadie se asuste: pero al tomar un libro nos llevamos el silencio que él contiene.

Podemos cuidar sus cubiertas, sus hojas, pero si no cuidamos su silencio

apenas podrá decir su mensaje. Las páginas de un libro están hechas de

silencio. Son silencio habitado. Entre sus líneas está el silencio que hace nacer

a la palabra, que permite que la palabra sea. Si llegamos con ruido debemos

dejarlo fuera para compartir su silencio. Para algunos es difícil conseguirlo,

otros en cambio lo logran aunque truene a su alrededor.

Si entras en las páginas de un libro cualquier cosa puede suceder. A veces

hallas un bosque y te atreves a continuar por la senda en penumbra o recorres

una ciudad ajena que aún no conoces, o trasiegas la Mancha, o te tumbas en

la arena frente al Adriático, o te encuentras subido a una nave que viaja en el

tiempo, o estás a la orilla del Guadalquivir vislumbrando ya las tierras de

América.

En ocasiones la página prefiere traerte un canto y prendidas a su ritmo las

voces del amor, de la amistad, el fuego de la queja humana que no cesa, el

ruido implacable de la noria del tiempo que te hace ver que todo pasa y…que

todo vuelve. A veces ves cruzar por el aire un ángel y…no sabes si creerlo.

Conversas con los hombres de otro tiempo. Charlas con los príncipes, escucha

a los mendigos, al burgués acomodado, al revolucionario, a la víctima y al

verdugo. Dialogas con los sabios, los artistas, los viajeros.… Los libros nunca

vetan a su interlocutor, no saben de clases sociales, de prejuicios, de

excepciones. El libro no ejerce derecho alguno de admisión, se te entrega sin

pedir carné de identidad, te abre sus puertas…solo de ti depende que logres su

secreto.

A veces, entre líneas, también te encuentras a ti mismo, te reconoces, te

saludas, te confirmas o corriges, te confortas, te alientas o, simplemente,

decides al verte comenzar de nuevo, emprender otro camino.

Pasas la página, alguien, tal vez un filósofo, deja caer unas palabras en ese

recinto de silencio en el que has entrado y ya nada es lo mismo: la tarde se

transforma, tu mirada es otra, ¡pero cómo es posible, te dices, esa perspectiva

insólita! Y te das cuenta de que estás viendo algo que nunca antes habías

visto.

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Manifiestos por el Día de la Lectura en Andalucía

El libro se te ofrece, pero no te retiene. Su compañía siempre es prudente.

Cuando tú lo quieras puedes dejarlo. El gesto es sencillo: levantas la vista y

miras al infinito. Y aunque el infinito quisiera retenerte, regresas y recobras lo

que estaba a tu lado: el árbol del jardín, la mesa con sus utensilios, el pan, el

vino, los rostros que siempre te acompañan, tu familia, tus amigos…

Cierras el libro y abandonas el silencio. Pero el silencio de la lectura ya no te

abandona, va contigo, te habita. Ahora estás en tu centro y la vida posee un

pálpito distinto.

Eliacer Cansino

16 de Diciembre de 2008

Día de la Lectura en Andalucía

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Manifiestos por el Día de la Lectura en Andalucía

16 de diciembre de 2007

Me sería muy fácil hacer un apasionado elogio de la lectura y cantar sus

maravillas. Caí bajo su hechizo cuando era adolescente, y aún continúo

gozosamente sometido a su influjo. Pero no voy a hacer una alocución para los

convencidos. No voy a animar a la lectura a los que ya son lectores. No me

dirijo a alumnos, ni a padres, ni a docentes, sino a los ciudadanos andaluces.

Hoy me gustaría convocarles a una gran movilización en favor de la lectura. Y

hacerlo seriamente, dramáticamente incluso, porque leer no es un lujo ni una

satisfacción privada. Es, ante todo, una necesidad social, de la que va a

depender la calidad de nuestra vida y de nuestra convivencia. Ya sé que

vivimos en tiempos de nuevas tecnologías, que ponen el mundo al alcance de

un click. Pero esas maravillosas posibilidades resultarán inútiles si no sabemos

aprovecharlas. Un burro conectado a internet sigue siendo un burro y, por ello,

lo que necesitamos es que delante de las pantallas de los ordenadores haya

gente ilustrada, culta, lectora, capaz de internarse animosamente por los

espléndidos caminos del lenguaje, da lo mismo que sea a través de las líneas

electrónicas o de las líneas de un libro.

La lectura nos permite acceder a la cultura, que no es otra cosa que la

experiencia de la humanidad, sin la cual caeríamos en un primitivismo zafio.

Pero, además es la gran herramienta para mejorar nuestra relación con el

lenguaje. Y este es un asunto de gran envergadura, porque nuestra inteligencia

es lingüística. Pensamos con palabras, nos entendemos con palabras,

hacemos proyectos con palabras. No sólo hablamos con los demás, sino que

continuamente hablamos con nosotros mismos, nos explicamos nuestra vida,

comentamos lo que nos pasa, gestionamos nuestra memoria haciéndonos

preguntas. Mantenemos un permanente diálogo con nosotros mismos, hostil o

amistoso, y sería bueno que no fuera destructivo ni deprimente, sino que nos

diera fuerza y claridad.

Todavía hay más: también nuestra convivencia es lingüística. Vivimos entre

palabras, nos entendemos o malentendemos gracias a ellas. Cuando el

lenguaje falla, la violencia aparece. Y no hay mejor medio que la lectura para

adquirir esos mecanismos lingüísticos que son imprescindibles para una vida

verdaderamente humana.

Por último, la calidad de la democracia también depende de la lectura. Lo

primero que hacen los dictadores es censurarla, prohibirla o, al menos, disuadir

de ella, porque saben muy bien que la lectura es el gran enemigo de la tiranía.

Cuando no se sabe comprender un argumento, o se siente la pereza de buscar

información, o se vive pegado al televisor, se acaba sometido a la sugestión del

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Manifiestos por el Día de la Lectura en Andalucía

grito, la consigna, el clip publicitario, el convencimiento fácil, el insulto. Y todo

esto es la antesala de la sumisión.

Por eso, mi llamada a los ciudadanos andaluces, mi invitación para que

colaboren en esta movilización, no quiere limitarse a recordar que leer es un

placer, que estimulará la fantasía, que les permitirá hacer navegable su alma,

sino que aspira a hacerles reflexionar sobre la transcendencia social de la

lectura. Necesitamos una democracia de lectores, necesitamos mayorías

ilustradas, necesitamos recuperar la sabiduría de vivir, el sentido de la historia,

la comprensión de nosotros mismos y de nuestros sentimientos, cosas que sólo

los libros nos proporcionan. Las imágenes son emocionantes, conmovedoras,

pero mudas. Sólo las palabras, el discurso, permite captar su sentido, serenar

la pasión mediante la idea, encontrar un acuerdo que no sea una rendición,

iluminar el mundo y su memoria.

La lectura es la vanguardia de la libertad.

Por eso le dedico este elogio apasionado.

“Elogio de la lectura”, José Antonio Marina

16 de diciembre de 2007

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Manifiestos por el Día de la Lectura en Andalucía

16 de diciembre de 2006

Todos los que sentimos curiosidad y buscamos respuestas a través de los libros somos seres privilegiados. Amamos la huella indeleble de las páginas escritas, por eso alentamos a toda la ciudadanía a seguirlas y así, unidos, proclamemos públicamente nuestro compromiso de proteger y cimentar el camino hacia la lectura, con optimismo, entusiasmo y libertad. Hoy es un día especial de extraordinaria trascendencia para los andaluces, pues celebramos dos acontecimientos de nuestra historia literaria: el encuentro en Sevilla de la Generación del 27, para rendir homenaje a la figura de Luis de Góngora, andaluz universal e insignia del viaje poético de esta generación y el nacimiento de Rafael Alberti, destacado miembro de ella. Ambos acontecimientos convierten esta fecha, 16 de diciembre, en la más idónea para celebrar el Día de la lectura en Andalucía.

Estos escritores unidos por amor a la palabra escrita, nos regalaron una partitura lírica de extraordinaria profundidad temática, en la que mezclaron la estética popular con las emociones arrebatadas.

Luz, soledad, amor, nostalgia, paisajes, que dirían ellos, en cualquier lugar, ¡Lee Andalucía!

LEER, sí, para que el alma de los libros siempre esté despierta a la búsqueda de un lector con el que compartir la magia de la lectura y la aventura de las palabras. LEER, no cabe duda, para que nuestros hijos lean y poder compartir su satisfacción cuando descodifiquen sus primeras letras o descubran los cuentos y sus encantamientos, porque si nos hacemos cómplices de estos hallazgos, crearemos lazos afectivos insospechados.

LEER, claro, para aprender a escuchar la voz de los libros, el corazón de los hombres o mujeres que los escribieron. Sus ideas, sus palabras, sus motivaciones, sus penas o contentos y entender que lo hicieron sin importarles los límites, los horizontes vetados o las críticas.

LEER, evidentemente, para cultivar la capacidad de comprender las múltiples facetas evolutivas de la sociedad, sabedores de que la lectura es la primera puerta que atravesamos hacia la libertad, el conocimiento, la diversidad, el éxito, la educación, hacia las ganas de vivir.

LEER, por supuesto, y descubrir que los libros tienen recursos inagotables para hacernos crecer en armonía con nuestro yo y el mundo que nos rodea convirtiéndonos así en parte activa de su evolución y de su historia.

LEER, cierto, para que la vida de los libros y sus protagonistas nos hagan pensar y viajar hasta esos lugares a los que la imaginación nos lleve. Es extraordinario comprobar que una sola palabra reproduce imágenes diferentes en cada mente. He aquí una de las claves más fascinantes de la lectura.

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Manifiestos por el Día de la Lectura en Andalucía

LEER, indudablemente, para aceptar el reto de los libros. Ellos nos ponen en la tesitura de enfrentarnos con nuestra existencia, al vivir paralelamente la de los personajes o escenarios que los habitan. Solucionando sus interrogantes arrojamos un haz de luz a los nuestros, al reír sus alegrías, cantamos las propias, al atravesar un río de papel lo convertimos en algo real, transparente y tangible. LEER, porque un texto escrito, cincelado, tallado en una piedra, dibujado en un papiro o pasado a un disquete, conforma la memoria, la cultura y la esencia del colectivo humano.

LEER, sencillamente, para alejarnos de la rutina, de la pasividad, porque este hecho es la pizca de rebeldía que nos hará salir del inmovilismo y nos conducirá, sin apenas darnos cuenta, al placer de la lectura. Coger el libro que nos apetezca y leerlo, saborearlo, disfrutarlo, vivirlo, imaginarlo. Esta emoción, deslizándose ante nuestros ojos, transitando nuestro ingenio, nos creará sensación de plenitud.

LEER, por el deseo de LEER.

Celebremos pues este día esgrimiendo estos u otros argumentos, ¡hay tantos! Importante es no dejarlo para luego, no nos quedemos en el prólogo de la lectura, en el umbral de un universo fantástico que nos pide un acto de voluntad, sí, pero nos devuelve intereses infinitos. No nos perdamos esta empresa y no se la neguemos a nadie. Disfrutemos de la experiencia apasionante de LEER.

Vivamos hoy, mañana, siempre, el sueño de Alberti. Seamos marineros de letras, barqueros de relente, nostálgicos de lunas, para sentir con alegría el enigma de abrir un libro y... ¡¡ LEER!!

CARMEN RAMOS 16 de diciembre de 2006

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