Democracia

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Para el ciudadano medio, la democracia que existe actualmente en España, es el mejor de los sistemas posibles, pues nos ofrece la oportunidad de elegir a aquel partido que en la opinión de cada uno, puede hacer mejor las cosas. La libertad de elegir que consagra el derecho de expresión, es empleada en el empeño de establecer la diferencia esencial entre el franquismo y la democracia. El franquismo dicen, fue una dictadura personal en la que todo estaba prohibido. En oposición, la democracia es un régimen cuyos gobiernos son dados por el pueblo que garantiza las libertades y derechos. Quiere decir que entre una y otra forma política del Estado, abundan las diferencias, siempre a favor de la democracia. El hecho es que entre la democracia y el fascismo no existe parangón posible. ¿Es verdad lo que cree el pueblo? ¿La democracia y la dictadura se diferencian, porque la primera es un gobierno que representa al pueblo y la segunda es una dictadura personal? Dejemos a un lado por el momento, los términos gobierno y democracia que suscitan controversias mas allá de las opiniones del ciudadano y a las que se prestan partidos como PSOE y el PCE (IU) que suelen utilizar el vocablo democracia indebidamente, dando cobertura a la confusión. Vayamos en línea recta al origen del problema.

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Cuadernillos PCOE

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Para el ciudadano medio, la democracia que existe actualmente en España, es el mejor de los sistemas posibles, pues nos ofrece la oportunidad de elegir a aquel partido que en la opinión de cada uno, puede hacer mejor las cosas. La libertad de elegir que consagra el derecho de expresión, es empleada en el empeño de establecer la diferencia esencial entre el franquismo y la democracia. El franquismo dicen, fue una dictadura personal en la que todo estaba prohibido. En oposición, la democracia es un régimen cuyos gobiernos son dados por el pueblo que garantiza las libertades y derechos. Quiere decir que entre una y otra forma política del Estado, abundan las diferencias, siempre a favor de la democracia. El hecho es que entre la democracia y el fascismo no existe parangón posible. ¿Es verdad lo que cree el pueblo? ¿La democracia y la dictadura se diferencian, porque la primera es un gobierno que representa al pueblo y la segunda es una dictadura personal? Dejemos a un lado por el momento, los términos gobierno y democracia que suscitan controversias mas allá de las opiniones del ciudadano y a las que se prestan partidos como PSOE y el PCE (IU) que suelen utilizar el vocablo democracia indebidamente, dando cobertura a la confusión. Vayamos en línea recta al origen del problema.

I ¿Fue el franquismo una dictadura personal? ¿Decidía Franco en el área de la economía? Recordemos que durante de la dictadura, existían dos grandes clases sociales, los capitalistas o burgueses, dueños de las fábricas, minas, tierras etc. y la de las personas que les trabajaban a cambio de un salario, (obreros) así, las relaciones económicas eran capitalistas. Los capitalistas establecían los salarios que creían oportunos y los asalariados carecían de posibilidad legal de crear un sindicato, mucho menos un partido que los defendiesen de la patronal y del Estado. Había un sindicato impuesto por el Estado, que como todo el mundo sabe, amparaba los intereses del patrón. Crear una empresa y llevar a cabo sus funciones requería tener liquidez, que solo se lo proporcionaría la banca. Para conceder los préstamos, los bancos atendían a varios criterios: En primer lugar miraban la solvencia de la empresa que solicitaba el dinero. Después tenían en consideración si el sector económico en el que se desenvolvían las empresas, garantizaba el futuro de su producción, con la intención de evitar quiebras que afectaran al pago de la deuda financiera, y en tercer término, prevalecía el criterio del volumen de las

empresas, favoreciendo a las más grandes, a las que les concedían precios preferenciales del dinero prestado. Así pues, los bancos tenían en sus manos la facultad de planificar y de dirigir la economía del país y también la de decidir, según sus intereses, qué sector debía triunfar y cual otro no, cuales empresas había que apoyar y cuales otras debían desaparecer. El franquismo en su estructura era la dictadura económica del capital financiero. Después del levantamiento franquista, las empresas españolas eran muy débiles todavía, y no podían competir en igualdad de condiciones con las multinacionales extranjeras, mucho más desarrolladas. Con el fin de adquirir la fortaleza y la dimensión necesarias, pero sin sobresaltos, los empresarios españoles se plantearon impedir a toda costa que surgieran elementos desestabilizadores. El gobierno de Franco fue el encargado de que dichos sobresaltos no se dieran, papel que desempeñó casi a la perfección con la imposición de leyes que impedían el desarrollo de la conciencia y la actividad de los trabajadores en la defensa de sus derechos. Leyes que prohibían todo, naturalmente, al pueblo trabajador. Todo aquel que intentase, bien por la palabra, bien por los hechos, oponerse a las leyes, eran condenados a muerte o a penar durante largos años en las cárceles.

Está claro que derrumbar el franquismo no suponía acabar con el poder y la dictadura de los bancos. En cambio, destruir la dictadura del capital financiero sí que aniquilaría para siempre al fascismo, sin posibilidad alguna de que reapareciese en su estado bruto, o vestido con ropa de camuflaje. Los partidos de “izquierda” PSOE y PCE optaron por lo primero, frustrando todas las esperanzas de los trabajadores. Peor dejaron intactos los pilares en los que de nuevo puede asentarse un régimen fascista (repetimos, la otra forma de la dictadura del capital). Su traición les obliga a designar como democracia lo que continúa siendo la dictadura del capital financiero (bancos, más grandes industrias) En efecto, una vez que las empresas españolas con ayuda de los bancos fueron desarrollándose hasta ponerse a la altura de las multinacionales extranjeras, se sintieron empujadas a cambiar el rumbo de los acontecimientos. Cada banco o grupos de bancos, defendían intereses propios en determinados sectores económicos, a través de las empresas que controlaban. Las empresas en su evolución se veían obligadas a enfrentarse entre sí por copar el mercado español, el que cada día se hacía más pequeño para satisfacer sus necesidades de expansión, por lo que las empresas exigían abrirse caminos en los mercados internacionales.

Con el objetivo de zanjar las contradicciones que generaba la competencia, tanto en el plano estatal, como en el internacional, hubo que establecer las reglas del juego precisas (democracia), que permitiera al gran capital español salir airoso sin fallecer en el intento. Las diferencias entre bancos e industrias en sus batallas por el mercado se tenían que dilucidar desde la política para no entrar en conflagraciones bélicas entre sí.

II

Si antes, la banca compró al franquismo sufragando su existencia para que actuara desde el Estado a favor de sus intereses, en la llamada democracia, hace lo propio, pero ahora las compras y las traiciones aparecen ante los ojos del hombre medio, como una operación demasiado complicada, que él no es capaz de descubrir. El capital financiero sigue dirigiendo y planificando la economía del país. Los préstamos a la gran empresa, sus inversiones en ellas, pasando a ser dueñas de las más codiciosas, les da las fuerzas suficientes para dictar el rumbo de la economía, que a la postre lo es todo. Pero ¿Cómo compran las instituciones del Estado, que aparecen ante los ojos del pueblo como un ente por encima de las empresas y de los trabajadores? ¿Podría algún partido político presentarse a unas elecciones en la democracia española con posibilidades de triunfar sin recurrir a los préstamos bancarios? Por medio de los créditos y debido también a las facilidades de cancelación, la banca marca el destino de la democracia decidiendo en cierto modo qué o cuales partidos van a ganar los comicios. Con tan solo negar la concesión de un préstamo a un partido, éste estaría condenado a su desaparición del parlamento y dejaría de contar en la opinión pública. No olvidemos que los

grandes grupos de comunicación (televisiones, radios, prensas) están en manos del gran capital y de la banca. Detrás del PSOE, del PP y de los partidos nacionalistas, hay siempre grupos de empresas que apuestan por ellos. Las subvencionen están dirigidas exclusivamente, a que en el supuesto de llegar al gobierno, dicten leyes que favorezcan a los sectores económicos que ellos controlan, en detrimento de sus competidores. Esperar de estas formaciones políticas, siquiera una frase que ponga en tela de juicio la propiedad privada sobre los medios de producción (fábricas, tierras, minas etc. en manos del gran capital y de la banca) es una utopía, que tan solo los ignorantes se permiten el lujo de creer. La prostitución política es el motivo de la corrupción, del arribismo, de los codazos dentro de los partidos. La supeditación de las organizaciones al capital, al calor de su dinero, se verifica a costa de desprenderse de todo lo que sea ideología. Hacerse con un acta de diputado es el tránsito a la fama y a asegurarse el porvenir sin trabajar. A la burguesía le viene tan bien esta apetencia desaforada, que la estimula. ¿Conoce alguien de este país cual es la ideología del PP, del PSOE o de cualquier otro grupo parlamentario? Ellos mismos no lo saben y tienen que realizar verdaderas piruetas inverosímiles con las que pretenden

explicar que poseen un objetivo final. Es un esfuerzo vano porque la banca les ha hurtado su personalidad si es que alguna vez la tuvieron. ¿Podría IU reivindicar la nacionalización de la banca? Es evidente que ésta no es su intención, pero si lo fuese desaparecería del mapa político en cuestión de media hora. IU vive gracias a los bancos, a los que les es necesaria su presencia, que sirve para certificar que en la democracia burguesa tienen cabida todo tipo de ideología incluida la “comunista” Ahora bien, si los partidos se prostituyen en el plano político a cambio de repetir hasta que el pueblo se lo “trague” lo de la democracia y el Estado de derecho, en el terreno sindical la compra de las centrales mayoritarias, produciría vómitos a cualquier trabajador honrado. ¿Cuánto vale mantener a un ejército tan numeroso de funcionarios, con tan escasa afiliación? ¿Se ha parado el obrero a pensar como se financian los sindicatos? Se supone que el Estado capitalista, la patronal y la UE son enemigos declarados de los trabajadores por sus intereses opuestos; sin embargo, conceden anualmente 200.000 millones de pesetas para que los sindicatos puedan mantener sus estructuras. Es decir, el funcionario de CC.OO. y UGT y de otros sindicatos, están pagados por los enemigos de la clase obrera ¿Para qué? La respuesta es evidente. Los funcionarios

defienden sus puestos de trabajo, que entra en competencia con los intereses de los trabajadores a los que dicen proteger. Está clarísimo que la actividad huelguística de los obreros, pone en peligro el puesto de trabajo del funcionario y el de los líderes de las centrales, por esta razón se afanan en controlarlas y dirigirlas hasta el límite que no perjudiquen al empresario Durante el franquismo, los gastos del sindicato vertical corrían a cargo del Estado para que sirvieran a la patronal. ¿Cuál es la diferencia? El capital ha cambiado la cárcel y el fusil por el chantaje económico, pero solo hasta cierto punto, porque las cárceles tienen sus puertas abiertas para todo aquel trabajador que se alce contra el sistema político y sindical establecido, también la policía permanece ahí, agazapada, esperando la orden para atacar a los huelguistas. NO HAY DIFERENCIAS. A pesar de todo el ciudadano insiste ¡Sí, es verdad todo esto, pero al menos el trabajador tiene la libertad que con Franco no gozaba. ¿Es ello cierto? Bastaría con decir que durante las elecciones sindicales celebradas este año, 500 trabajadores fueron despedidos por pertenecer a alguna candidatura. Miles de empresas en todo el Estado no tienen comités o delegados, porque los obreros temen las represalias de la patronal.

Pero el fenómeno que más frena al desarrollo de la conciencia de los trabajadores, es su venta de por vida a la banca. Nuevamente es el capital financiero quien domina y dicta, pero en esta ocasión llega hasta entrometerse en la vida íntima del obrero, para robarle su dignidad de clase y de persona. Todo está calculado milimétricamente, hasta la conciencia del obrero se somete a una simple operación aritmética que está planteada en los siguientes términos ¿Cuánto puede ganar un obrero a lo largo de su vida? Tanto como una vivienda, diez coches, comidas, ropas… Son varias las alternativas posibles, una consiste en el préstamo abierto. El obrero va tomando según necesita en el discurrir de su vida, también se le ofrece la opción de reunir sus débitos en un macrocrédito que le atrapa durante su existencia. En todos los casos, la transacción se convierte en una permuta de prestaciones desiguales. El obrero recibe la “oportunidad” de “vivir” eternamente al límite, en todo momento con la soga al cuello y será a cambio de embargar su vida, que pasa a pertenecer a “su” banco. Todo cuanto gana se lo apodera el banco antes de cobrarlo. Todo cuanto adquiere el obrero es propiedad del banco hasta su total pago, que nunca termina. Un fallo sería mortal. El obrero no puede arriesgarse en huelgas ni en posiciones políticas que pongan en peligro su puesto de trabajo. Y si la desgracia

llama a su puerta en forma de despido, está obligado a emplearse en cualquier labor por muy humillante y precaria que sea. Tiene que salir inmediatamente del agujero o el banco acabaría por rematarlo sin compasión ninguna. ¡Si la guerra franquista trajo la muerte, la paz de la “democracia” trajo la esclavitud! Los partidos, las instituciones y las personas, por consiguiente la sociedad al completo, se somete al dictado del gran capital y de la banca. La relación comercial es: El capital paga y ellos loan la democracia. En resumen, la democracia capitalista es el sistema más cínico que jamás ha existido en la historia de la humanidad. NO existen libertades ni derechos en la práctica, excepto para el burgués que con explotación y malas artes, obtiene el dinero de sobra para comprar traiciones y silencios bajo el dictado de sus intereses. La democracia española es la dictadura del gran capital, que conserva no solo el poder económico y político, también los símbolos del franquismo, la bandera, el himno, la falsa unidad, el ejército y el rey. Echar al rey no significa derribar el poder de la banca y el de los banqueros que se disfraza una vez más y en esta ocasión adopta la fórmula republicana. En cambio, liquidar el poder de la banca y las multinacionales trae consigo inexorablemente el fin de la monarquía.

De nuevo los traidores atrapados por los intereses de los capitalistas, aparecerán delante nuestra para protagonizar un cambio en el que todo quede exactamente como está en la actualidad.

¡NO A LA III REPÚBLICA BURGUESA ¡SÍ A ORGANIZAR Y ORGANIZAR AL PUEBLO PARA

LUCHAR POR LA REPÚBLICA SOCIALISTA!

Cuadernillo de consulta

DEMOCRACIA¿En qué se diferencia?

Nº 5

PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (PCOE)