Deleuze. II Activo y Reactivo

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 Gilles Deleuze, Nietzsche y la filosofía. Barcelona. Anagrama 2000.

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con Pa~~al (0 Kierkegaard, ° Chestov}, se impone una identica

~oncluSlon, !~omparacion s610 vale hasta un cierto punto: he-

cha ~~sttacClon de 10 que es 1 0 esencial para Nie tz sche, hecha abs-

tra~clOn del ~odo de pensar. Hecha abstraccion del pequefio

ba~110, el e~plrttu de venganza, que Nietzsche diagnostics en elunrver.s? Nietzsche decia: «EI hybris es la piedra clave de toda

heraclitisrno, alIi es donde puede dernostrar S1 ha comprendido

o n? . a su ma,:s ~r~», EI re sentimiento, Ia ma la ccnciencia, el ideal

asc;tlco, e1 nihilisrno, son la piedra clave de to d o nietzscheano.

AlIt es d~nde puede demostrar S1 ha camp rend ida 0 no el verda-dero sentido de 1 0 tragico.

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Gilles Deleuze, Nietzsche y la filosofia.

Barcelona. Anagrama 2000.

II

ACTIVO Y REACTIVO

1. El cuerpo

Spinoza abria a la s ciencias y a la 610sofia un nuevo camino:

ni s iquiera sabemos 1 0 que puede un cuerpo, deda; hablamos de

'la conciencia, y del espiritu, charlamos sabre todo esto, pero no

sabemos de que es capaz un cuerpo, ni cuales son sus fuerzas ni

que preparan '. Nietzsche sabe que ha llegado la hera: «Nos ha-

llamos en una Iase en que 10 consciente se hace modesto»". Lla-

mar a Ia conciencia a la necesaria modestia, es tomarla par 10

que es: un sintoma, nada mas que el slntorna de una transfe r-

macion ma s profunda y de la actividad de unas Iuerzas que no

tienen nada que ver con 1 0 espir itual. «Quizr is cualquier desarro-

llo del espiritu se reduce iinicamente al cuerpo» 2Que es Ia con-

ciencia? Al igual que Freud, Nietzsche piensa que la condenda

es la region del yo afectada POt el mundo exterior 3, De cual-

quier modo, 1a conciencia mas que definirse en relacion a la ex-

L Spinoza, Etica, III, 2 sc. «Ya he demostrado que no se sabe 10 que

puede el cuer po 0 10 que se puede deducir de la iinica consideracion de su

naturaleza, y que por experiencia se cornprueba que de las leyes de Ia na-

turaleza proceden un gran mimero de cosas que jamas sc habrla creido que

se pudiesen producir, sino bajo la direccion del espiritu ...»

2. VP, II, 261.

3. VP, II, 253; GS, 357.

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terioridad, en teuninos de real, se define en relacion a la supe.

rioridad, en terrninos de valores. Esta diferencia es esencial en

una concepcion general del conscienre y del inconscienre. En Nietz-

sche, 1a conciencia es siernpre conciencla de un inferior en rela-ion al supe rior, a1 cual se subordina 0 se «incorpora», La concien-

cia no es nunca conciencia de S 1 misrno, sino la conciencia de un

yo en relacion a ello (yo de otto), este ultimo no consciente, No

es conciencia del senor sino conciencia de un esclavo en relacion

a un sefior que no se preocupa de ser consciente. «Habitualmente

la conciencia solo aparece cuando un to do quiere subordinarss a

un todo superior... La conciencia nace en relaci6na un ser del

cion al superior, a l cua] se subordina 0 se <dncorpora» , La concien-

cia: testimonia tinicaments «[a formacl6n de un cuerpo superior»,

~Que es el cuerpo? Solemos definirlo diciendo que es un

campo de fuerzas, un medio nutritivo disputado por una plurali-

dad de fuerzas, Porque,·de hecho, no bay «medio», no hay campode fuerzas 0 de batalla No bay cantidad de realidad, cualquier

realidad ya es cantidad de fuerza Unicamente cantidades de fuer-

za, «en relacion de tension» unas can otras 5, Cualquier fuerza se

hall a en relacicn can otras, para obedecer 0 para mandar, Lo que

define a un cuerpo es esta relacion entre fuerzas dominantes y fuer-

zas dominadas. Cualquier relation de fuerzas constituye un cuer-

po: quirnico, bioI6gico, social, poli tico, Dos fuerzas cualesquiera,

desiguales, constltuyen un cuerpo a partir de l momento en que

entran en relacion: pot eso el cuerpo es siempre fruto del azar,

en el sentido nietzscncano, y apareee siernpre como la cosa mas

«sorprendenre», mucho mas sorptendente realmente que la con-

cienria y el espiritu 6, Pero el azar, relation de la fuerza con Ia

fuerza, es tarnbien la esencia de Ia fuerza; no nos preguntaremos,

pucs, como nace un cuerpo vivo, ya que todo cuerpo es viviente

4. VP, II, 22,7.

5, VP, II, 373.

6. VP, II, 173: «El cuerpo humano es un pensflmiento mas sorpren.dente que el alma de anrano»; II, 226: «La que cs mas sor prendenre , e s

mas bien el cuerpo; no nos cansamos de r na ravi ll arnos an te la idea de queel cuerpo humane se ha hecho po sible». '

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como producto «arbitrario» de las fuerzas que 10 cornponen ' .. l EI

cuerpo es un fenomeno multiple, al estar compuesto par u~a. p u-

ralidad de fuerzas irreductibles; su unidad es la de un fenom~no

multiple, «unidad de dorninacion». En un cuerpo, las .tuer~as 0-

minantes 0 super iores se I laman ac t iuas , las fue.rzas inferiores 0

dominadas reac t iuas . Activo y reactive son precrsarnente las cua-

lidades orlginales, que expresan la relacion d~, la fuerza con la

fuerza. Porque las fuerzas que entran en reIacl~n no poseen una

cantidad, sin queal mismo tiernpo c~da una d~Je de tenet la ca-

Iidad que corresponde a su diferericia de cantldad ~omo tal. Se

11 ,. 'a esta diferencia de las fuerzas cualificadas, con-rnara Jerarquza. .. .

forme a su cantidad: fuerzas activas y reactivas.

2. La distincion de fuerzas

Al obedecer las fuerzas inferiores no dejan de ser fuerzas, dis"

tintas de las que mandan. Obedecer es una cualidad de Ia fuel'za

como tal , y se relaciona con el poder igual qu~ mandar: «Nmguna

fuerza renuncia a su propio poder. De la rmsma manera que el

mando supone una ccncesion, se admite que la fuerza absoluta

del adversario no es vencida, asirnilada, disuelta. Obedecer y man-

dar son las dos formas de un torneo» I. Las fuerzas inferiores se

definen como reactivas: no pierden nada de su fuerza, de su C811-

tidad de fuerza, la ejercen asegurando los mecanismos y las, fina-

Iidades, ocupandose de las condiciones de vida y d~ ~as fUI1ClOneS,

las tareas de conservacion, de adaptacion y de utilidad. Este ~s

el punto de parrida del concepto de reaccion, c,uya impor;a~cla

en Nietzsche verernos mas adelante: los acoplarnientos mecanicos

y uti li tarios , las regul acione s que expresan todo el poder de las

[uerzas inferiores y dorninadas. Pues debemos constatar el gu:to

inmoderado del pensamiento moderno pot este aspecto reacnvo

7. Sobre e! false problema de un cornienzo de 1 .1 vida: VP, II, 66 y

68. Sobre el papel del azar: VP, II, 25 y 334,

L VP, II, 91.

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de las fuerzas. Se cree siempre habet hecho bastante cuando se

comprende el organismo a partir de fuerzas reactivas. La naturale-

za de las fuerzas reactivas y su agitackin nos fascinan, De este

modo, en Ia teorfa de Ia vida, mecan ism e y fioalidad se oponen;

p~to son dos interpretaciones que sirven unicarnente para las pro:

plas fucrzas reactivas. Es cierto que al merios comprendemos el

organismo ~ partir de fuerzas. Pero rarnbien es cierto que no po-

demos considerar las fuerzas reactivas como 10 que son, es decir

c?m~ fuerzas y no como mecanismos 0 finalidades, mas que rela-

cionandolas COl1 aqueIla que las domina y que no es reactiva, «No

se quiere ver Ia p re em in en cia f un cl am en tn l de u na s f ue rz as de

cornportamiento esponraneo, agresivo, conql li stadot, usurpador ,

transformador y que proporc ionan incesante rnente nuevas direc -

ciones, cstando In adaptacion inicialmenre sometida a su intluen-

cia; de este modo se niega 1 3 soberanf» de las fun cio nes m as no-

bles del organismo» z.

Indudablemenre caracterizar a estas fuerzas activas es ma s di-

ffei! . . Y a qu~, ~ot naturaleza, escapan a la conciencia. «L a gran

actividad principal es inconsciente» '. La conciencia express so-

larnente la relacion de algunas fuerzas reactivas con las fuerzas

activas que las dorninan, La concicncia es esencialmente reactive '.

PO t eso no sabemos 10 que puede un cuerpo, de que actividad es

capaz. Y 10 que decimos de la conciencia debemos tambien decir-

10 de la memor ia y del habito . .Aiin mas: debemos· decirlo incluso

de .1~ nutrici6n, ~e la reproduccion, de la conservacion, de [a adap-

t~clOn. So n funciones reactivas, especializadones reacnvas, expre-

s:one.s de tales 0 tales fuerzas reactivas '. Es inevitable que la con-

ciencia vea al organisrno desde su punto de vista y 10 entienda a

su man~ra, es decir, de. ma~era. reactiva. A veces In ciencia siguelos camll:os de la conciencia, sremprc apoyandose en otras fuer-

zas reactivas: el organismo siempre visto por el lade pequefio

por el Iado de sus reacciones, Segiin Nietzsche el problema del or-

2. GM, I, 12.

3. VP, II,227.

4. GS, 3.54.

5. VP, II, 43, 45, 187, 390.

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ganisrno no tiene que debatirse entre el mecanisme y e l vitalisrno.

2Que vale el vitalisrno mientras n ee descubrir 10 espedfico de

la vida en las fuerzas reactivas, las misrnas que el mecanisme in-

terpreta d iversa men te? E l verdadero problema es el descubrimien-

to de las fuerzas activas, sin las que las propias reacciones no

sedan fuerzes 6. La actividad de las fue rzas necesa riamcnrc incons-

ciente, esto es 10 que hace del cuerpo algo superior a cualquier

reaccion, y en particular a e st a r ea c ti on del yo Hamada conciencia:

«Todo el fenorneno del cuerpo, desde el punto de vista intelec-

tuaI, es tan superior a nuestra conciencia, a nuestro cspfritu, a

nuest ras maneras cons dentes de pensar, de sentir y de querer ,

como el a lgebra es superior a Ia tabla d e mu lt ip l ic a r» 7. L as f ue r-

zas activas de l cuerpo, he aquf 1 0 que haee del cuerpo un «si mis-

mo» y 10 que define a este «S1 rni smo» como superior y sorpren-

dente: «LTn set mas poderoso, un sabio deseonocido - que tiene

por nornbre "si mismo". Vive en tu cuerpo, es tu cuerpo» B. La

verdadera cieneia es la de la actividad, pero Ia ciencia de la acti-

v idad es tarnbicn la ciencia del inconsciente necesario. La idea de

que la ciencia debe ir al mismo paso y en Ia misma direccion que

Ia conciencia, es absurda. Se percibe en esta idea la presencia de

la moral. De hecho solo hay ciencia donde no hay conciencia y no

puede haberla .

«~Que es 1 0 que es activo? Tender al poder» 9. Apropiarse,

.apoderarse, subyugar, dominar, son los rasgos de la fuerza activa.

Apropiarse quiere decir imponer Iorznas , crear formas explotando

las circunstancias 10. Nietzsche c ritics a Darwin porque interpreta

la evolucion, e incluso el azar en la evolucion de una manera

6. EI pluralismo de Nietzsche halla aquf su originalidad. En su con-

cepcion del o rgan ismo, va mas al la de la p lu ra lidad de Iuerzas cons ti tu tiva s,

Lo que lc intcresa e s Ia diversidad de las fuerzas activas y reactivas , la

busqueda de las propias fuerzas activas. Cornparese con el admirable plu-

ralismo de Butler, pero que se contenta con la memoria y el habito.

7. VP, II, 226.

8. Z, I, «Sobre los conten tadore s del cuc rpo» ,

9. VP, II, 43.

10. BM , 259 y VP, II, 63.

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completarnente react iva. Adrnira a Lamarck porque Lamarck pre-

sintio la existencia de una [ ue rz a p la s ti ca verdaderarnente activa,

inicial en relacion a las adaptaciones: una fuerza de metamorfo-

sis. Se halla en Nietzsche como en la energetica, donde se llama«noble» a la energia capaz de transformarse. E(poder de trans-

forrnacion, el poder dionisiaco, es Ia primers definicion de la ac-

tividad. Pero cada vez que sefialamos asi la nobleza de la accion

y su superioridad frente a la reaccion, no debemos oIvidar que

la reaccion design a un tipo de fuerzas del mismo modo que la

accion: senci llarnente, las reacciones no pueden captarse, ni com-

prenderse cientificamente como fuerzas, si no las relacionamos

con las fuerzas superiores que son precisamente de otro tipo,

Reactivo es una cualidad original de la fuerza, pero que solo pue-

de ser interpretada como tal en relacion con 1 0 activo, a partir

de 1 0 activo,

3. Canticlad y cualidad

Las iuerzas poseen una cantidad, pero tienen tambien la cua-

Hdad que corresponde a su diferencia de cantidad: activo y reac-

t ivo son las cualidades de las Iuerzas. Presentimos que el proble-

ma de la medida de las fuerzas es delicado, porque pone en juego

el arte de las interpretaciones cualitativas. El problema se plan-

tea asi: 1. 0 Nietzsche crey6 siempre que las fuerzas eran cuantita-

tivas y debian rnedirse cuantitativarnente. «Nuestro conocimiento

se ha hecho cientifico, dice, en la rnedida en que puede utilizar el

mirnero y la rnedida. Habria que intentar ver si no se podria edi-ficar un orden cientifico de valores segiin una escala numeral y

cuantitativa de la fuerza. Todos los dernas valores son prejuicios,

ingenuidades, malentendidos, En cualquier sentido son reduci-

bles a esta escala numeral y cuantitativa- 1; 2,° Sin embargo,

Nietzsche no dejo de creer que una determinacion purarnente cuan-

titativa de las fuerzas resultaba a la vez abstracta, .incornplera,

1. VP, II, 352,

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ambigua. EI arte de medir las fuerzas hace intervenir toda una in-

terpretacion y una evaluacion de las cualidades: «La concepcion

mecanicista no quiere admit ir mas que cantidades, pero la fuerza

reside en la cualidad; el mecanicismo solo puede describir los fe-nornenos, no aclararlos» z, «eNo serfa posible que todas las can-

tidades fueran sintomas de cualidad? ". Querer reducir todas las

cualidades a cantidades es una locum» 3.

~Se contradicen ambos textos? Si una fuerza no es separable

de su cantidad, tampoco 1 0 es de las restantes fuerzas con las

que se hulla relacionada. La cantidad en sf no es, pues, separable

d e l a di ie ren ci a de c an ti da d. La diferencia de cantidad es Ia esen-

cia de la fuerza, la relacion de la fuerza con la fuerza. Sofiar en

dos fuerzas iguales, incluso si se Ies concede una oposicion de

sentido, es un suefio aproxirnativo y grosero, suefio estadistico en

el que cae el viviente pero que la quimica disipa ~.Y cada vez que'

Nietzsche critica el concepto de cantidad debemos entender: 1acantidad como concepto abstracto tiende siempre, y esencialmen-

te, a una identificaci6n, a una igualdad de la unidad que la com-

~~ne, a una anulacion de la diferencia en esta unidad; 1 0 que

NIetzsche reprocha a cualquier determinacion puramente cuan-

titativa de las fuerzas es que de este modo la s diferencias de

cantidad se anulan, se igualan 0 se compensan. Inversamente, cada

vez que critica la cualidad debemos entender: las cualidades no

son nada, sa lvo la diferencia de cantidad a la que corresponden

n dos fuerzas al menos supuestas en relacion. En resumen, 1 0

que le in teresa a Nietzsche no es nunca la irreductibilidad de Ia

antidad a 1a calidad, 0 mejor dicho, esto le interesa solo secun-

dariamente y como slntoma. Lo que le interesa principalmente,

2, VP, II, 46 , Texto casi identico, II, 187.3, VP, II, 343.

4, VF, II, 86 y 87: «En :el mundo quimico reina la perfecci6n mas

nguda respe~to a la diferencia de las fuerzas. Pero un protoplasrna, que es

una .~ul tlphCldad de. fuerzas quimicas, posee s610 una vaga e incierta per-

'pelOn, de ~n~ realidad exrraf ia»; «Adrnitir que hay percepciones en el

lIlund.o inorgamcc, y percepciones de una absoluta exact itud: jaqul es don-

tic reina 1 3 verdad! Con el rnundo organico entrarnos .en la imprecision y Ian p ar ie n ci a» ,

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desde el punto de vista de la propia cantidad, es la irreductibili-

dad de la diferen cia d e can tidad a la igu aldad. La cualidad se dis-

tingue de la cantidad, pero solo porque es 1 0 que hay de inigua-lable en la cantidad, de no anuIable en la diferencia de cantidad.

As! pues, la diferencia de cantidad es, en un cierto sentido, el

elernento irreducible de la cantidad. Y en otto sentido el elemen-

to irreducible a la propia cantidad. La cualidad no es mas que

la diferencia de cantidad y l e c o rr es p on d e en cada fuerza en re -

lacion. «No podemos evitar apreciar las simples diferencias de

cantidad como algo absolutamente diferen te de la cantidad, es de-

cit como cualidades que no son ya reducibles unas a otras» 5. Y 1 0

que es aun antropomorfico en este texto debe set corregido por el

principio nietzscheano, segun el eual hay una subjetividad del

universo que , precisarnente ya no es antropornorfica sino cosmi-

ca 5. «Querer reducir todas las cualidades a cantidades es una

locura ...».

Con e l a za r a fir ma rn os la relacion de todas las fuerzas. E indu-

dablemente, af i rmamos todo el azar de una sola vez en el pensa-

miento del eterno retorno. Pero todas las [uerzas no entran en

relacion a 1a vez, cada una par su cuenta. Su poder respectivo,

efectivarnente, es ocupado en la relacion por un pequefio mime-

1'0 de fuerzas. £1 azar es 1 0 contra rio a un continuum 7. Los en-

cuentros entre fuerzas de tal y tal cantidad son pues las partes

concretas del azar, las partes afirmativas del azar, como tales ex-

trafias a cualquier ley: los rniernbros de Dionysos. Y es en este

encuen tro donde cada fuerza recibe la cua lidad que corresponde

a su cantidad, es decir la afecc i6n que Ilena efec tivamente su po-

del'. Nietzsche puede entonces decir, en un texto oscuro, que el

universo supone «una genesis absoluta de cualidades arbit rarias»,

pero que la propia genesis de las cualidades supone una genesis

(relativa) de las eantidades 8. El que ambas genesis sean insepara-

b les signifies que no podemos ca lcular las fuerzas abstractamen-

5. VP, II, 108.

6. VP, II, 15.

7. Sobre el continuum, cf. VP, II, .3.56.

8. VP, II, 334.

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L ,. en cada caso debemos valorar eoncretamente su respec tive cua-

n Ja d y el matiz de esta cualidad.

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