Del mito a la realidad socia y económica del departamento del Cauca
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DEL MITO A LA REALIDAD SOCIAL Y ECONÓMICA DEL DEPARTAMENTO DEL CAUCA: A
PROPÓSITO DE LOS HOSTIGAMIENTOS DE LAS FARC
JAIRO HERNAN ORTIZ OCAMPO
Docente Programa de Ciencia Política
Universidad del Cauca
Muy recientemente realicé una investigación que titulé Conflicto Armado, Desplazamiento
Forzado y Despojo de Tierras en el Cauca (2011) que podría explicar hasta cierta medida las
razones por las cuales el Departamento del Cauca ha sido y sigue siendo un bastión estratégico por
un lado, para los grupos armados ilegales y por el otro, para fortalecer la relación perversa entre
violencia y pobreza. El aumento de la intensidad en los hostigamientos armados por parte de las
guerrillas, principalmente, de las FARC con sus Frentes Sexto, Treinta y las columnas móviles
“Jacobo Arenas”, “Daniel Aldana” y “Arturo Ruíz”, son sólo consecuencias de la realidad crítica en
la que se encuentra el Departamento del Cauca. Si reducimos el análisis al número e intensidad de
los hostigamientos armados, esto sería sólo útil para los periodistas sin formación politológica y
para algunos partidos políticos que siguen empeñados en la re-elección.
El primer lado del bastión hace referencia a la relación que se ha establecido entre el conflicto
armado y el narcotráfico. Esta se puede comprender con base en dos ópticas: como generador de
procesos de expropiación y como transformador de las relaciones de poder y producción. El
negocio de la droga que intensificó la compra masiva de tierras en regiones como el Cauca, ha
posibilitado también lavar dineros, disponer de zonas de refugio, la construcción de laboratorios
cada vez más sofisticados, pistas, vías y corredores de tráfico para la comercialización de drogas
ilícitas. Cualitativamente esto quiere decir que los grupos armados ilegales, ligados al negocio de la
droga y que tiene presencia en el Cauca, tienen en su poder no sólo las mejores tierras sino que
también están determinando (controlando) los criterios regionales de la seguridad alimentaria. De
ahí entonces que las dinámica de los conflictos bélicos tengan origen en tierras fértiles y en los
territorios estratégicamente bien ubicados. Esto les ha permitido mayor expansión y mayor
dominio.
Cuando observamos hostigamientos armados que generan desplazamientos forzados masivos y
por lo tanto el despojos de tierras, esto significa que detrás de ello existe una estrategia de de
guerra que emplean los actores armados ilegales para fortalecer su control territorial, apropiar
predios agrícolas y desocupar territorios donde existen recursos valiosos. A nivel nacional el total
de las tierras arrebatas a las familias desplazadas o que se vieron obligadas a venderlas entre los
años de 1980 y julio de 2010 fue de 6.638.195 hectáreas; esto equivale el 15.4% de la superficie
agrícola del país (Ver: Informe de la Comisión de Seguimiento a la Política Pública de Atención a la
Población Desplazada, 2011). El Departamento del Cauca ocupa el puesto sexto en Colombia en
generar mayor población que ha sido despojada de sus tierras.
Los corredores estratégicos en el Cauca están ubicados espacialmente en las zonas norte (corredor
que comunica con los departamentos del Valle, Tolima y Huila); la Bota Caucana (corredor que
comunica con los departamentos de Caquetá y Putumayo); el Macizo Colombiano (corredor que
comunica con algunos municipios de los Departamentos del Tolima, Huila, Nariño, Putumayo y
Caquetá) y la Zona Nor-occidental (corredor que comprende los ríos Naya, San Juan y río Atrato,
estos comunican con Buenaventura y la Costa Pacífica).
Ligado a la concentración de las tierras y a su acaparamiento por su posición estratégica, está el
problema del uso de los suelos. El uso inadecuado de los suelos en el Cauca, debe ser también un
motivo de gran preocupación para los gobiernos tanto nacional como local. Desde el punto de
vista de la explotación forestal, el departamento va en contravía de su habita natural. Un estudio
sobre suelos y zonificación de tierras, realizado por el instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC,
2009), estimó que el 18% de los municipios del Departamento del Cauca conservan más del 75%
de su territorio en bosque. El 5% conserva un 40% en bosque natural actualmente intervenido por
procesos de colonización y páramos. El 54% conservan un 7.2% en bosque natural y páramos y el
23% conservan menos del 5% en bosque natural. Los municipios con graves transformaciones de
su habita están localizados en las cuencas hidrográficas de los ríos Patía y Cauca. La zona Pacífica
del Departamento ha sido la más afecta por la deforestación con el fin de incorporar en ella los
negocio de la ganadería extensiva y la siembra de cultivos de uso ilícito.
A pesar de la poca vocación que tiene el departamento para el negocio de la ganadería extensiva,
sólo el 2% de los suelos del Cauca serían aptos para tal fin, están siendo utilizadas 925.000
hectáreas. Esto equivale el 30% de los suelos fértiles del departamento. De igual modo debemos
tener en cuenta en este análisis, el negocio de la minería. Dicha actividad está concentrada
especialmente en los municipios de El Tambo, Suárez, Buenos Aires, Patía, Argelia y Balboa y
Caldono. Los impactos del negocio minero es aún más preocupante en un Departamento como el
Cauca: se están creando problemas serios de uso del suelo, zonas agrícolas que están siendo
canjeadas para dicha actividad, la biodiversidad se está exponiendo a la contaminación y
desforestación.
Lo que quiero subrayar es que las actividades (negocios) de ganadería extensiva como de la
minería son dos problemas graves en la discusión sobre la ocupación productiva de los territorios
en el Cauca. Ambas actividades están relacionadas con el desplazamiento forzado y el despojo de
tierras. En otras palabras, los mayores índices registrados de despojos de tierras están ubicados en
las zonas en donde se desarrollan estas actividades. Ni el despojo de tierras ni el desplazamiento
forzado son hechos fortuitos de las confrontaciones armadas. Se estima que 720.000 hectáreas
han sido arrebatadas a los campesinos, indígenas y afrocolombianos del Cauca en la lógica de las
confrontaciones.
En síntesis: tanto en los negocios del narcotráfico, minería y ganadería extensiva ligados a la
concentración y acaparamientos de las tierras y los territorios se consolida el conflicto armado en
el Cauca. Es decir, en el fondo del conflicto armado y por lo tanto de las confrontaciones se
encuentra la disputa por el control de los cultivos ilícitos y los corredores estratégicos para su
comercialización y en el posicionamiento (fortalecimiento) de los negocios de minería y ganadería
extensiva. En esa relación pragmática que generan los negocios es que observamos las alianzas
entre las FARC y el ELN y/o las FARC y las BACRIM, alianzas que en otro contexto serían
impensables.
La segunda cara del bastión tiene que ver con la realidad económica, social y política del
Departamento del Cauca y por lo tanto con la relación persistente (histórica) entre violencia y
pobreza. Se ha estimado que el 36% de la población que vive en el Cauca está ubicada en las
cabeceras municipales y el 64% lo hace en las zonas rurales. Comportamiento diferente a las cifras
nacionales, según Censo 2005 (DANE), en cuanto a la concentración territorial de la población que
se ubica en los centros urbanos. Los índices de desarrollo económico del Departamento del Cauca
actualmente representan escasamente el 2.3% del Producto Interno Nacional. El 46.4% de la
población del Departamento del Cauca presenta necesidades básicas insatisfechas (NBI). Para la
zona urbana del Departamento el indicador de necesidades básicas es de 50.6% y para el área
rural de 62.5%. Las cabeceras municipales de Santa Rosa, Guapi, Sucre, La Vega, Balboa, Almaguer,
Piamonte, San Sebastían e Inzá, presentan valores superiores al promedio departamental.
Veinticuatro muncipios de los 42 que conforman el Departamento registran niveles altos de
pobreza.
Dicho panorama hacen del Cauca, una región rezagada en todos los ámbitos. Lo más preocupante
es que no existe una tendencia de mejoramiento ni a corto ni a mediano plazo. Problemas
estructurales que apenas se han perfilado en los Planes de Desarrollo de los Gobiernos
Departamentales. Con una clase política caucana que nunca ha estado a la altura, por el contrario
ha estado distante y apática frente a la situación crítica del departamento.
Ahora, si se quiere sacar al Cauca de su profunda degradación se deben resolver dos grandes
problemas: El conflicto armado y lo que éste representa y la inequidad e injusticia social. El
Gobierno Nacional y Departamental deben (responsabilidad política) desmontar gradualmente las
estructuras de la inequidad social y de pobreza, si quieren desmontar el sistema de la violencia en
el cual está inmerso el Cauca. Hay que romper el círculo vicioso entre violencia y pobreza. Para ello
deben ser Gobiernos incluyentes, no excluyentes, de las realidades políticas y sociales por las que
están atravesando la mayoría de las zonas rurales del país. De ahí que el camino de la
confrontación armada no sea el más propicio para resolver la gran encrucijada en la que se
encuentra el Departamento del Cauca: violencia y pobreza.