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A través del Bolso de niebla de María Rosa Serdio*

Alejandro Vergil Salgado

Resumen La poeta asturiana María Rosa Serdio, en su

obra literaria Bolso de niebla (2015), reúne una

colección de poemas de su creación, en su

mayoría de arte menor, que recuerda a las rimas,

a las redondillas y a la oralidad de los juegos

infantiles. Propone el juego de que los poemas a

su vez son coleccionistas de objetos y de imágenes

sorpresivas. Muchas de las poesías contenidas en

este libro revelan una poética sobre el quehacer

poético (valga la redundancia) y señalan la

importancia del poeta de “ascender”, en un

movimiento contrario al de Altazor, para poder

crear. Poética donde las palabras son palabras

aladas, en su conjunto, tejidas cuidadosamente

para evocar, rememorar o simplemente relacionar

lo inesperado.

Palabras claves: tejido, memoria, collage, poesía

infantil, creación poética.

Abstract In her literary work, Bolso de niebla (2015), the Asturian poet María Rosa Serdio gathers a collection of poems of her own creation, most of them minor art, reminiscent of the nursery rhymes and orality of traditional children’s games. It proposes a game in which poems themselves are collectors of items and surprising images. Many of the poems in this book reveal a poetic reflection about poetry creation itself and point out the importance of the poet to ascend, in a contrary movement to what happens in Altazor, so he or she can create. Words are presented as winged words carefully woven to evoke, recall, or simply relate the unexpected.

Key words: tissue, memory, collage, child poetry, poetry creation.

* Las ilustraciones en este artículo se reproducen con la autorización de Pintar-Pintar Editorial.

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Caminando entre una niebla densa no se puede al-canzar a percibir más de lo que se tiene enfrente y alrededor, a una distancia de algunos cuantos me-tros. Mientras se avanza, lo que antes se veía, desaparece, y simultáneamente nuevas cosas se van mostrando al girar de un lado a otro la cabeza. Algunos se sienten perdidos al tener un campo visual tan reducido y brumoso; otros desearían sacar su navaja suiza y rebanar la espe-sura en un círculo, abrir una ventana para aclarar su visión, como se ve en las caricaturas. Otros, asustados, se quedan plantados esperando a que la niebla se levante pues el miedo de encontrarse con un despeñadero los hace permanecer inmóviles, pero los más osados, se arriesgan y continúan, se lanzan, se mueven para encontrar algo más allá.

¿No es así un poema? ¿Una niebla densa en la que el lector, mientras avanza en su lectura, deja atrás las palabras anteriores que se difuminan y, sin embargo, nuevas imágenes lo asaltan mientras sus ojos van de aquí a allá, a través del texto? Lo descrito anteriormente podría reflejar las actitudes del lector al enfrentarse con la poesía. Hay quienes dicen no entenderla pues se sienten perdidos, otros inten-tan diseccionarla con una “navaja crítica” e interpretarla para sacar su significado

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más profundo. Por otro lado, están los que ni acercarse prefieren por considerarla “difícil” o “aburrida”, y están aquéllos que se arriesgan, disfrutan y deciden aden-trarse en ella para descubrir las nuevas miradas que el poeta propone, pero sobre todo se dejan sorprender por los hallazgos que destellan los poemas.

Este es el caso de la antología poética infantil que nos ocupa aquí: Bolso de niebla, de la escritora asturiana María Rosa Serdio (1953). La autora reúne una colección de poemas de su creación, en su mayoría de arte menor, que recuerda a las rimas, a las redondillas y a la oralidad de los juegos infantiles. Propone el juego de que los poemas a su vez son coleccionistas de objetos y de imágenes sorpresivas, como si éstos pudieran adquirirse en el mercado o guardarse en los bolsillos, pero eso no quita que la poesía sea sencilla. Ya la polivalencia del título es un gran acierto. ¿Se trata de un bolso cuyo contenido es niebla? ¿O se trata de un bolso cuyo material, con el que está hecho, “es de” niebla?

Sea cual fuere de los casos, lo que nos ofrece Serdio es un bolso de niebla y caminar a través de éste. Este caminar, menciona la autora, “precisa dejarse llevar por las voces del texto. A veces ni los títulos [de los poemas] te indican el camino. Y, más que seguro, cada lector hallará interrogantes y sorpresas” (“Entrevista”). Desde el inicio, en su dedicatoria, invita tanto a grandes chicos como a chicos grandes, o cualquiera que “escuche estos versos” (Serdio 5) a realizar un viaje en el tiempo, traspasar la puerta hacia una experiencia poética, y qué mejor puerta que un poema para sumergirse en la niebla, perderse en ella:

Este libro es una puerta

para que alguien la abra

con los ojitos brillantes

y las manos enguantadas.

Este libro tobogán

es un camino en el tiempo

para que bajen los niños

recitando sus deseos

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . (“Dedicatoria en el tiempo” 1-8)

Desde mi perspectiva, muchos de los poemas de Serdio, contenidos en este libro, revelan una poética sobre el quehacer poético (valga la redundancia) y señalan la importancia del poeta de “ascender”, en un movimiento contrario al de Altazor, para poder crear. Poética donde las palabras son palabras aladas, en su conjun-to, tejidas cuidadosamente para evocar, rememorar o simplemente relacionar lo

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inesperado, como decía Federico García Lorca al referirse a la construcción de un poema: “la unión de dos palabras que uno nunca supuso que pudieran juntarse, y que forman algo así como un misterio” (García-Posada 334).

Con carrito nuevo

me voy a la compra.

Necesito de magia

para hacer mi sopa.

Me voy al mercado

con paso ligero.

Llevo mi varita

en el monedero.

Me acerco, sonrío,

saludo al tendero.

Suele servirme

secreto y misterios.

Me tiende un paquete

que recetas guarda.

Tiene letras tiernas

y dulces palabras.

Cuando vuelvo a casa,

el carrito lleno,

regreso cantando

o soñando en verso. (“Comprando

poemas” 1-20)

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Así, la poesía no sólo vive dentro del texto, sino que se amplía a una invitación para tener una postura poética ante la vida. Algo tan simple como si fuéramos al mercado de compras para adquirir aquellos productos que necesitamos: alimen-tos, bebidas, higiénicos, entretenimiento... El poema anterior muestra lo natural y lo necesario que es la poesía en nuestras vidas. Necesitamos de la poesía, de la palabra, de la literatura para cantar, reír, llorar o soñar nuevos mundos y ampliar nuestros horizontes.

También recuerda a los adultos esa magia que muchos han perdido al crecer y, sin embargo, se encuentra en la cotidianidad de las cosas. Como me ocurrió a mí. La voz poética adquiere un paquete de recetas que tiene letras “tiernas” y “dulces” palabras, en un sentido metafórico. Pero para mí, en un sentido literal me recordó un paquete de pasta de letras, como la hay de fideos, caracoles y coditos. De niño, mi madre la servía calientita y sabrosa. Mis hermanas y yo le poníamos plátano para acompañar, y sobre de él, jugábamos a escribir nuestros nombres, o alguna frase. Era difícil encontrar las letras adecuadas y luego co-locarlas sin que se cayeran, haciendo uso de una rutinaria cuchara. Así nos ali-mentábamos de las letras, mas, la poesía alimenta el espíritu y también nos lanza a recordar aquello que ya estaba cubierto por la niebla, en nuestra memoria.

De esta manera, Serdio puede conectarse con el niño lector pues recupera las experiencias vividas por éste día a día, sobre todo cuando todo es nuevo para él: mira los árboles, dibuja y construye casitas con lo que tiene a la mano, guarda en el bolsillo objetos diversos que para él son verdaderos tesoros, se baña en burbujas, siente el viento fresco sobre su rostro, o se asombra con cualquier hor-miga o mariposa. Capta lo esencial y busca la forma de enhebrar estas imágenes, condensarlas y producir unas que sean sorpresivas, y que para el lector adulto activen su memoria.

. . . . . . . . . . . . . . . . . .

Ser poeta es escuchar

cómo las nubes aumentan,

cómo los ríos rebrillan,

o cómo las hojas vuelan

Ser poeta puede ser. . .

. . . . . . . . . . . . . . . . . . (“A diario” 6-10)

Al leerse completo el poema “A diario”, el sujeto lírico explica a su manera lo que consiste ser poeta, donde leo también la poética de la autora que resumo en tres puntos y que quizás describe Bolso de niebla: necesita de una mirada

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inocente y atenta, requiere tener los pies bien puestos en el suelo y de una forma razonada ir uniendo las palabras adecuadas a la manera que Lorca propone, y por último tener la capacidad de transmitir emociones y sentimientos que dejen “el corazón en la huella” (Serdio, “A diario” 27) del poema. Sólo así el “poeta de nubes”, alado, como el epíteto de Homero para referirse a Aquiles en la Ilíada, de lo elevado, no se olvida de la técnica y del artificio: “El poeta siente / su alma que alienta” (22-23), asciende libre y “elige de todas / las rutas más bellas” (16-17) para escribir “sus versos mejores” (Serdio, “Poeta de nubes” 35).

Pero, volviendo al punto de tener una actitud poética frente a la vida, ser poeta es aquél que sabe observar, escuchar, levantar la cabeza, fijarse en los detalles, contemplar el mundo de una forma personal y dejarse sorprender:

Tal vez fuera un poema

con sus versos de dulce,

con sus rimas ligeras.

Quizás sólo el intento

de capturar el día

o el oro del viento.

Quizás pudiera, tal vez. . .

. . . . . . . . . . . . . . . . . .

Todo está en un espacio

transparente y concreto,

libre para que abras,

dulce para tu día. . .

Son cosas que uno sueña

cuando deja entreabierta

la puerta y entra, de puntillas,

la poesía. (“Pudiera ser” 1-7, 15-22)

Ahora bien, como Las Hilanderas (1655-1660) de Velázquez, Serdio es consciente de lo que está tejiendo y no teme ponerlo en primer plano: “Todo enhebro. Una canción, / la tarde que va pasando, / el botón casi olvidado, / un cordón de amor cruzado / y ya está mi inspiración / dispuesta a salir volando” (“Regalos propios” 12-17). Y allá a lo lejos, en otro plano del cuadro de Velázquez, vemos a Minerva asiendo una espada, y a Aracne, según los críticos de arte, y más allá, en el fondo, un lienzo. De esta manera Serdio revela a los ojos algo perceptible, instantáneo, pero en ese encadenamiento se oculta algo más: el juego de la composición poética, la reflexión sobre el tiempo, la memoria, el sueño y la inspiración que aproximan al lector a leer con más cuidado. Apenas y se asoma la poesía detrás de los versos, tal y como la define Serdio: “Para mí es una pequeña voz que canta en la niebla, una rendija de luz que se cuela por la puerta apenas abierta y en la que bailan los mundos posibles por un instante. Estar presente y abierto para ver qué sucede” (“Entrevista”).

En Bolso de niebla aparecen palabras que nosotros usamos cotidianamente. Sin embargo, la forma en la que Serdio las ordena, provoca que capten nuestra aten-ción y que nos parezcan diferentes porque, como menciona Edgar Bayley, “están

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allí para integrar imágenes” (Bayley 19). Los puntos que la autora ha decidido realizar con uso minucioso de aguja e hilo, revelan un tejido nuevo e inesperado, además de la importancia de la precisión de las palabras que necesitan anudarse, coserse:

Allá irán los versos

anudando vuelos

surcando los cielos,

cosiendo la tarde

con puntadas leves,

con pespuntes claros. . . (“Primaversos” 1-6)

Mediante el cosido el poeta puede conjurar y evocar. . . Mas falta mencionar que estos tejidos además están superpuestos a las ilustraciones de Juan Antonio Blasco, complementándose entre sí. Cada cambio de página es un cuadro nuevo, lleno de matices, objetos, recortes, figuras, personajes, mapas, ramas, líneas, co-razones, pájaros, estrellas y “puntos”, entre otros. Ilustraciones que tienen un pie en la pintura y otro en el collage. De esta manera cargan los textos de vitalidad, color y a veces de incertidumbre, puesto que en ocasiones la ilustración no va del

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todo, literalmente, con el título del poema, lo que agiliza y dota también de vita-lidad a la poesía de Serdio. Sin duda el tema de las ilustraciones de Bolso de niebla requeriría un estudio por sí solo.

La autora invita al lector a tener una mirada desde arriba, a contemplar esos collages de imágenes y palabras. Así no sólo el poeta se eleva en la construcción del poema, sino que el lector también participa de su mismo juego, y más impor-tante, de su misma posición.

. . . . . . . . . . . . . . . . . .

Desde arriba,

a vista de cigüeña,

la ciudad es más sabia

la vida menos dura. . .

Luego, enrollo mi voz,

en ovillo de versos,

desciendo hasta la acera

y me voy a mi casa.

¡Y nadie nota nada! (“Arriba... abajo” 10-18)

El lector debe vestirse de alas, con el cuidado de no acercarse demasiado al sol, traspasar las nubes e intentar mirar a través de esa condensación de palabras, de la niebla. Suspenderse en la contemplación de las maravillas que ofrece un bolso de niebla y volver a casa, a la cotidianidad, transformado, a pesar de que nadie lo note.

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Obras Citadas

“A diario.” Serdio 9. Bayley, Edgar. Estado de alerta y estado de inocencia: algunas reflexiones sobre la

poesía y el arte. México: Universidad Iberoamericana y Artes de México, 1996. Impreso.

“Comprando poemas.” Serdio 6-7.“Dedicatoria en el tiempo.” Serdio 33.“Entrevista: hablamos de poesía con Ma. Rosa Serdio”. Soñando cuentos. Blogger,

27 en. 2016. Internet. 29 feb. 2016.García-Posada, Miguel. Lorca: interpretación de Poeta en Nueva York. Madrid: Akal

Editor, 1981. Impreso. Huidobro, Vicente. Altazor. Santiago de Chile: Editorial Universitaria, 1991. Im-

preso.“Pudiera ser.” Serdio 31.“Regalos propios.” Serdio 27.Serdio, María Rosa. Bolso de niebla. Ilus. Julio Antonio Blasco. Asturias: Pintar-

Pintar Editorial, 2015. Impreso. Velázquez, Diego. Las hilanderas, o la fábula de Aracne. 1655. Óleo sobre lienzo.

Museo del Prado, Madrid.