De La Verguenza a la Mesa del Rey

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De la Vergüenza a la Mesa del Rey Estudio Bíblico Por José Garza

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Enseñanza biblica sobre el tema de la restauracion.

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De la Vergüenza a la Mesa del Rey

Estudio BíblicoPor José Garza

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Introducción:

¿Quién eres? ¿Quién te digo quien eres? Cuando te ves al espejo, ¿te gusta lo que miras?No siempre es fácil amarse y aceptarse por lo que uno es en realidad. Es muy probable que tu experiencia te convenció de que tu identidad se moldea por tu aspecto físico, por la manera en que te desenvuelves y hasta por tus logros. Sin embargo, tu identidad puede reformarse cuando te miras como Dios te mira… ni mas ni menos.La lectura para el estudio bíblico del día de hoy se encuentra en 2 Samuel cp. 9.

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“Dijo David: ¿Ha quedado alguno de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia por amor a Jonatán?”(2 Samuel 9:1)

El rey David acababa de ser proclamado como rey de todo Israel. El había derrotado a lo que quedó de la familia del rey Saúl, rey de Israel. Mas sin embargo, David se acordó de su amigo Jonatán, a quien David había amado como así mismo. El se acordó de aquel pacto que había hecho con Jonatán en tiempos angustiosos cuando David huía de Saúl. En ese tiempo, Jonatán había mostrado misericordia con David, ya que Saúl su padre lo quería capturar para matarlo. Jonatán lo protegió y le brindo todo su apoyo, aun al grado de irse en contra de la autoridad de su propio padre con tal de salvar la vida de su amado amigo David. No podemos negar que en estos tiempos se necesitan más Jonatanes en el mundo.

Pero ahora David reinaba en Israel, y él se recordaba de aquel pacto que había hecho a su amado amigo. Esto me trae a la memoria el pacto que Dios hizo con Abraham. Dios todavía está buscando hombres de pacto. El es el mismo ayer, hoy y por los siglos.

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Mas ahora David estaba investigando si acaso alguien había quedado de la familia de Jonatán que pudiera beneficiarse de los favores del rey. El quería hacer misericordia con alguno de la familia de Jonatán.

“Y había un siervo de la casa de Saúl, que se llamaba Siba, al cual llamaron para que viniese a David, Y el rey le dijo: ¿Eres tu Siba? Y él respondió: Tu siervo. El rey le dijo: ¿No a quedado nadie de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia de Dios? Y Siba respondió al rey: Aun ha quedado un hijo de Jonatán, lisiado de los pies. Entonces el rey le pregunto: ¿Dónde está? Y Siba respondió al rey: He aquí está en casa de Maquir hijo de Amiel, en Lodebar.” (2 Samuel 9:2-4)

Un punto muy importante de notar en esta cita bíblica es el nombre del siervo de la casa de Saúl: Siba. En el idioma Hebreo, Siba significa estación, estatua, y planta ( en el sentido de estar en un lugar por mucho tiempo). ¡Tremenda revelación que encontramos aquí! Porque nuestro Dios nos está diciendo que es tiempo de movernos. Es tiempo de salir de ese lugar de conformismo y seguir adelante avanzando hacia la meta del supremo llamamiento. Ya estuvimos estacionados como estatuas por mucho tiempo. Dios quiere hacer una cosa nueva atreves de ti mi querido lector. ¿Estas listo para cambiar de ritmo?

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Otra cosa que Dios me mostró fue la definición de Maquir, que quiere decir en Hebreo: Vendido. Esto me impacto, ya que esto me dice a mí que el hijo de Jonatán había sido vendido. En otras palabras, todos le habían dado la espalda. El estaba lisiado de sus pies. Quizás todos lo veían como una carga. Su familia lo rechazó. Ellos lo vieron en rastras y ni aun así le tendieron la mano. ¿A cuántas personas no le ha pasado este mismo escenario en sus vidas cuando alguien los vendió porque no quisieron batallar con ellos? Esposos han vendido a sus esposas. Esposas han vendido a sus esposos. Padres han vendido a sus hijos. Hermanos en carne y sangre han vendido a sus propios hermanos. No había misericordia en sus corazones. Ellos querían librarse de la incomodidad de estar batallando con una persona “lisiada”, una persona que no podía sostenerse por sí misma.¡OH pero yo le doy gracias a Dios de que hubo Uno que nos vio en rastras en el suelo y ese no nos dio la espalda!

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El nos vio sucios y llenos de pecado pero El aun así en esas fachas nos recogió y nos despojo de nuestras inmundicias. Nuestro Señor sabia que en nosotros no había fuerzas para levantarnos por nosotros mismos. Cada vez que queríamos abandonar el alcohol volvíamos a caer. Cada intento que nosotros hicimos por nosotros mismos de dejar las drogas fue inútil. Nos esforzábamos por serle fiel a nuestros cónyuges pero fracasábamos miserablemente. ¡OH miserable hombre de mí, quien me librara de este cuerpo de muerte! ¡Gracias le doy a Cristo Jesús!

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Recuerdo cuando era niño, yo necesitaba enormemente el cariño de mi padre. Como cualquier otro niño, yo anhelaba pasar tiempo con mi papa. Yo hubiera dado cualquier cosa por irme un día de pesca o a casar conejos por ahí. Mas mi padre siempre se la paso en sus negocios, y cuando no estaba trabajando, él se pasaba su tiempo en las cantinas con sus amigos y queridas. Yo sé lo que se siente cuando alguien a quien tú amas te rechaza. Eso destruye toda tu seguridad por el resto de tu vida, al menos… que vengas a Jesús para ser restaurado. El sana todas esas heridas.

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Otra cosa que quiero mostrarte es el nombre de la cuidad donde el hijo de Jonatán vivía. Lodebar en el Hebreo significa sin pasturas o estéril; también, desierto. Todos nosotros hemos vivido por mucho tiempo en una tierra estéril; en una tierra sin pastos y desierta. Hemos vivido por tanto tiempo en ese lugar desértico que ahora que somos hijos del Rey de reyes no sabemos cómo vivir como príncipes y princesas. Siempre estamos conformándonos con lo necesario. No sabemos disfrutar de la tierra que fluye leche y miel y está llena de frutos apetitosos. Estamos tan impuestos a esa tierra desierta y estéril que tenemos miedo salir de ella. El solo hecho de pensar en un cambio nos aterra.

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“Entonces envió el rey David, y le trajo de la casa de Maquir hijo de Amiel, de Lodebar. Y vino Mefi-boset, hijo de Jonatán hijo de Saúl, a David, y se postro sobre su rostro e hizo reverencia. Y dijo David: Mefi-boset. Y él respondió: He aquí tu siervo. Y le dijo David: No tengas temor, porque yo a la verdad haré contigo misericordia por amor de Jonatán tu padre, y te devolveré todas las tierras de Saúl tu padre; y tu comerás siempre a mi mesa.”(2 Samuel 9:5-7)

¡OH bendito sea el Señor Jesús que El va y nos saca de Lodebar! Aquí estaba el rey David mostrando su misericordia con Mefi-boset, hijo de Jonatán, por cierto ***Mefi-boset en Hebreo significa disipador de vergüenza. ¡OH bendito sea Cristo que no le importo que fuéramos unos perdedores! El en su misericordia me rescato a mí de estar viviendo en Lodebar y disipo toda esa vergüenza que cargaba en mi corazón. Mi corazón estaba lleno de vergüenza por todos esos actos ocultos y vergonzosos que yo había cometido. Pero vino Uno a mi vida y disipo toda esa vergüenza. Vino Uno que le dijo a Satanás, “OH Satanás suéltalo y déjalo libre porque Yo ya pague su deuda con Mi sangre preciosa en la cruz del calvario.” ¡A El sea toda la gloria y la honra!

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“Y él inclinándose dijo: ¿Quién es tu siervo, para que mires a un perro muerto como yo? (2 Samuel 9:8)

Mefi-boset había estado viviendo mucho tiempo en Lodebar, tanto que empezó a tomar su identidad del entorno que le rodeaba. El se había acostumbrado a vivir en derrota. La frase perro muerto denota alguien que tiene un bajo estima de sí mismo. Alguien que se mira al espejo y se da lástima. Mefi-boset se veía sin valor alguno ante sus ojos. El pensaba que su vida no valía nada. Su corazón estaba cargado con vergüenza, rechazo, y dolor. Su abuelo, el rey Saúl había sido un hombre que había traído deshonra y derrota al pueblo de Israel. Dios dice en Su palabra que la maldición se transmite de generación en generación. Forma parte de la herencia pecaminosa que los padres heredan a los hijos. Mefi-boset tuvo que sufrir la burla de todas las personas que le recordaban que su abuelo, su padre y sus tíos habían sufrido una derrota vergonzosa de parte de los filisteos y por tanto, habían muerto en deshonra. Al rey Saúl le cortaron la cabeza y le colgaron de un muro, junto con sus hijos (1 Samuel cp. 31). Eso fue algo sumamente humillante para el pueblo de Dios, ¡cuanto más para Mefi-boset!

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Día tras día Mefi-boset se veía al espejo y veía el rostro de un perdedor. La derrota estaba engravada en lo más profundo de su corazón. Muchas personas le habían dicho que no servía para nada. El en su mente sentía lastima por sí mismo. ¿Un perro muerto como yo comer a la mesa del rey? No es posible. Yo soy un perdedor. Mi padre me decía que no servía para nada. Mi madre y mis hermanos me dieron la espalda. Me abandonaron a mi propia suerte. ¿Recuerdas ocasiones como estas? Yo si las recuerdo. Estas memorias me robaron el gozo de disfrutar de ser un hijo de Dios por mucho tiempo. Crearon en mí un sentido de inseguridad muy grande. Gracias le doy a mi Rey por haber quebrado esa maldición en mi vida.

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“Entonces el rey llamo a Siba siervo de Saúl, y le dijo: Todo lo que fue de Saúl y toda su casa, yo lo he dado al hijo de tu señor. Tu, pues, le labraras las tierras, tu con tus hijos y tus siervos, y almacenaras los frutos, para que el hijo de tu señor tenga pan para comer; pero Mefi-boset el hijo de tu señor comerá siempre a mi mesa. Y tenía Siba quince hijos y veinte siervos. Y respondió Siba al rey: Conforme a todo lo que a mandado mi señor el rey a su siervo, así lo hará tu siervo. Mefi-boset, dijo el rey, comerá a mi mesa, como uno de los hijos del rey.(2 Samuel 9:10-11)

Todo le fue redimido a Mefi-boset por el rey David. Las tierras de su padre le fueron otorgadas. Se le dio siervos y criados para que lo sustentaran. Mefi-boset no tenía que preocuparse de nada por el resto de su vida. La misericordia del rey fue grande para con él. Yo quiero que sepas que Jesucristo nos ha redimido. El nos ha regresado todo lo que el Diablo nos robó. El a previsto para que nosotros tengamos pan en abundancia porque El es nuestro pan. Todo le fue dado a Mefi-boset mas era necesario que el comiera a la mesa del rey. Era necesario que él se enseñara a vivir como uno de los hijos del rey. Era necesario que el reprogramara su manera de pensar. Nosotros necesitamos hacer lo mismo. Necesitamos enseñarnos a vivir como hijos e hijas del rey. Necesitamos reprogramar nuestras mentes con la palabra de Dios. Necesitamos enseñarnos a ver nuestros rostros al espejo y mirar en el reflejo un príncipe o una princesa, hijos del Rey de reyes.

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“Y tenia Mefi-boset un hijo pequeño, que se llamaba Micaía. Y toda la familia de la casa de Siba era siervos de Mefi-boset. Y moraba Mefi-boset en Jerusalén, porque comía siempre a la mesa del rey; y estaba lisiado de ambos pies.”(2 Samuel 9:12-13)

Micaía en Hebreo significa ¿Quién como Jehová? Mefi-boset empezaba a entender que todo lo que el era, lo que tenia, y lo que le venía a la mano procedía de parte de Dios. El ahora se podía olvidar de todos esos malos recuerdos del ayer porque entendía que es de Dios que nuestra felicidad depende. No es de mi madre, ni de mi padre, ni mis hermanos o esposa o esposo que mi felicidad depende; descansa totalmente en Dios. El verdadero amor fluye de El. Es necesario el cariño de la familia—mas no debemos depender en ellos para suplir nuestro gozo, paz y amor.“ ¿Se olvidara la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidare de ti.( Isaías 49:15)

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Nuestra adoración al Señor Jesús debe ser prioridad en nuestras vidas porque de Él procede todo: La buena salud, la salvación de nuestras almas, los bienes materiales y nuestras familias provienen de nuestro Dios que en Su misericordia lo ha entregado a nosotros. Mefi-boset entendía esto y ahora meditaba en la grandeza de nuestro Dios. Por esa razón él se hacia esta pregunta, ¿Quién como Jehová? La respuesta todos la sabemos muy bien: NADIE. Mefi-boset empezó a vivir en Jerusalén, que en Hebreo quiere decir “Cuidad de Paz”. El ya no se acordaba de los insultos de las personas. Ya no se acordaba de los días vergonzosos en su vida. El ahora moraba en la cuidad de paz. La paz que sobrepasa todo entendimiento por fin llenaba su corazón. El señor había cambiado su lamento en baile. De la vergüenza, el había pasado a la mesa del Rey.