DE ESTUDIOS ASTURIANOS - Presentación

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DIPUTACION PROVINCIAL DE OVIEDO BOLETIN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS ASTURIANOS (SUPLEMENTO DE CIENCIAS) AÑO II OVIEDO Núm. III

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D I P U T A C I O N P R O V I N C I A L DE O V I E D O

BOLETIN DEL INSTITUTODE

ESTUD IO S A STU RIA N O S

(SUPLEMENTO DE CIENCIAS)

AÑO II OVIEDO Núm. III

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D IP U T A C IO N P R O V I N C I A L DE O V IE D O

BOLETIN DEL INSTITUTODE

ESTUDIOS ASTURIANOS

(SUPLEMENTO DE CIENCIAS)

AÑO II OVIEDO Núm. III

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LAS EXPLOSIONES DE POLVO EN LAS MINAS DE CARBON

POR

TORCUATO HEVIA ALVAREZ

I PARTE

INTRODUCCION

El polvo de carbón es tan antiguo como las minas mismas: donde quiera que se arranca el carbón de las entrañas de la tierra allí se produce el polvo: en cantidades más o menos grandes, en calidades más o menos explosivas.

Pero así como el gas grisú es de antiguo conocido y comba­tido «n cambio al polvo de carbón no se le ha atribuido hasta fecha muy reciente su verdadero papel en las explosiones y en las desgracias ocurridos en las minas. Fue necesario que ocu­rrieran grandes catástrofes en Europa y América, algunas de ellas muy seguidas, para que los hombres se dieran cuenta del nuevo enemigo que se Levantaba contra los avances de la Minería.

Algo así como si el polvo de carbón que hasta entonces había laborado en las sombras, cansado de su actuación oscura e ignorada quisiera salir a escena y llamar la atención de los

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sabios, reclamando en sus laboratorios el puesto que le co­rrespondía, al lado del grisú que hasta entonces exclusivam en­te les ocupara.

Trabajo le costó, sin embargo, al polvo de carbón escalar su puesto: aunque la posibilidad de que el polvo produjera ex­plosiones se estudiaba hacía casi un siglo los estudios e inves­tigaciones no pasaban de los laboratorios, y los mineros no con­sideraban al polvo de carbón como explosivo y culpaban al grisú como único responsable de todas las explosiones que en el último siglo causaron m illares de víctimas.

LAS GRANDES EXPLOSIONES

Pero a medida que las m inas crecían en número y extensión, en profundidad y en obreros, las explosiones aum entaban tam ­bién en proporción alarm ante. La catástrofe de Courriéres en el N orte de Francia el año 1906, que produjo 1.100 víctimas en una mina sin grisú que era tenida además como modelo de ventilación fue el aldabonazo que hizo caer en la cuenta de que era el polvo y no el gas el causante de aquellos desastres.

Antes de aquella época se sabían ya los efectos de las ex­plosiones de polvo: en los molinos eran conocidas las explo­siones de polvo de harina y en las fábricas de briqueta de lig­nito las del polvo de este carbón fino y seco.

En 1845 Faraday en su informe sobre una explosión ocu­rrida en Haswell Colliery señala el polvillo como el principal agente de la explosión. En 1871 W. Galloway dem ostró experi­m entalm ente su carácter peligroso; sin embargo no se creía hasta entonces que fuera capaz por si solo de producir ni de propagar una explosión.

Y así por ejemplo se ve que Sir F. Abel lo negaba categóri­cam ente; de la misma opinión eran Mallard y Le C hatelier y otros técnicos como Vieille especialista en el asunto.

Lo que sí se concedía era que la presencia del polvo de

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carbón aum entaba considerablemente la inflamabilidad del gri­sú, o mejor dicho de las mezclas de grisú y aire; m ientras que el metano puro en concentraciones inferiores a 6% podía ser considerado como inofensivo, una adición de polvillo fino de carbón hacía explosivas las mezclas grisutosas aún mucho más pobres: con sólo 2 a 3 por ciento de metano. En las pe­queñas galerías de pruebas empleadas entonces era corriente ensayar los explosivos en una atmósfera grisutosa adicionada con polvo de carbón. (1).

Los alemanes fueron indudablemente los primeros que re­conocieron, por lo menos de un modo oficial, la influencia del polvo de carbón en las explosiones ocurridas en las minas, pues la Estadística Oficial Prusiana hace ya desde 1903 distinción entre las explosiones de polvo y las explosiones de grisú (2). Las explosiones que cita como debidas exclusivamente al polvo de carbón van indicadas en el cuadro adjunto:

N úm ero V [ C T I M A S

A N O S deExplosiones M uertos Heridos T ota l

MINAS

1 903 ........................ 1 23 0 23

17

15

1

1 904 ........................ 4 8 9 4

1 905 ........................ 6 7 3 6

A partir de 1906 en que ocurrió la catástrofe de Courriéres empezaron a figurar en las Estadísticas de los demás países las explosiones debidas al polvo.

Sin embargo al hacerlas todos reconocían que el número de explosiones debía de ser mucho mayor que el que se citaba, pues muchas de las indicadas como debidas al grisú eran in­dudablemente ocasionadas por el polvo de carbón.

( 1) f . l a c a z e t t e : Estudio sobre los Explosivos de seguridad.(2) w e i s e & h e r b s t : Exploitation de Mines 1911.

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Y en efecto algunas de las explosiones ocurridas al prin­cipio de nuestro siglo en las minas de Inglaterra, Bélgica y Alemania, tenían caracteres de explosiones puram ente polvo­rosas donde el grisú difícilmente podía tener intervención. Así opinaban por lo menos algunos técnicos. Antes de ocurrir la catástrofe de Courriéres existían ya, como dice D. En­rique H auser (3) escuelas “polvoristas” y “antipolvoristas”.

Después de la Catástrofe de Courriéres, ocurrida el 10 de Marzo de 1906 los Estados Unidos que se habían m antenido al m argen del revuelo científico levantado en Europa con tal mo­tivo sufrieron al poco tiempo otras tres catástrofes: la explo­sión de Rock Springs en Wyoming el 12 de Septiem bre de 1907; la de Monongah W Va, el 6 de Diciembre con 361 m uertos y la de D arr en Pennsylvania, tam bién en Diciembre de 1907, con 239 muertos. Estas explosiones, sobre todo las dos últim as, por el crecido número de víctimas, indujeron al Gobierno America­no a tom ar en consideración el asunto, adoptando medidas efi­caces, y abriendo un crédito para investigar las causas de las explosiones.

Antes de em prender ninguna investigación experim ental fue llamada a América una comisión de sabios europeos de los que más se habían distinguido en estudios sobre el polvo de carbón.

Por si la preocupación despertada en EE. UU. con las re­cientes catástrofes fuera pequeña vino a aum entarla otra ex­plosión ocurrida en la vecina nación m ejicana el 27 de Febre­ro de 1908 en la mina Rosita y que causó 85 muertos.

En Julio del mismo año, ya concedido el crédito por el Go­bierno decidieron los norteamericanos, antes de instalar las ga­lerías o minas de experimentación, enviar una comisión a Eu­ropa con el fin de estudiar sobre el terreno las estaciones expe­rim entales establecidas en distintas naciones. Form aban la comisión el Dr. J. A. Holmes y Mr. George S. Rice.

(3) 2.a Conferencia en la Escuela de Minas.

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LAS GALERIAS EXPERIMENTA­LES DE EUROPA Y AMERICA

Desde la catástrofe de Courriéres se habían instalado en Europa, en casi todos los países carboneros galerías de prueba para hacer ensayos sobre el polvo de carbón. Parece ser que fue la prim era la establecida en Altofts (Inglaterra) bajo la di­rección de G arforth en 1908 y en la que se ensayó por primera vez el empleo de zonas de polvo incombustible para impedir la propagación de la explosión. Estos experimentos tuvieron bas­tante importancia para que dos años más tarde, en el Congreso de Dusseldorf, se estudiara detenidam ente el empleo de estos polvos incombustibles, a cuyo procedimiento, por emplearse entonces de preferencia la pizarra pulverizada, se dió el nom­bre de esquistificación, método con el que se trataba de reem­plazar el de riego del carbón que hasta entonces era el más generalizado (4).

La m anera de colocar el polvo incombustible para hacerle más eficaz fue el prim er paso dado en este sentido, y después de las barreras longitudinales de polvo inerte empleadas en las minas de Altofs para perfeccionar los efectos de los polvos incombustibles, el Gobierno francés hizo em prender una serie de estudios en la estación experim ental de Lievin bajo la di­rección del ingeniero de Minas Mr. J. Taffanel.

La estación instalada en la mina de Lievin (Pas de Calais) se inauguró en Mayo de 1908 y funcionó hasta la declaración de la Guerra Europea. Los trabajos efectuados en Lievin han sido resumidos en una serie de publicaciones (5). La idea genial de su autor fué la disposición aplicada a las barreras de polvo. Taffanel partiendo de la idea de que para conseguir la propa­gación de una explosión en las galerías de ensayo se colocaba polvo de carbón en estantes laterales colocados a lo largo de las galerías concibió la idea de que esos mismos estantes llenos de polvo de roca sirvieran para am ortiguar la llama y la ex-

(4) e . h a u s e r : Informe sobre los procedimientos de H. & Kruskopf.(5) t a f f a n e l : Compte rendue sornmaire des essais sur les inflama-

tions.

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plosión; y que así como una nube de polvo de carbón levantada del suelo por la onda explosiva activaba la propagación, otra nube de polvo inerte producida por la misma causa sirviera de barrera al paso de la explosión diluyendo el polvo en el inerte hasta un límite inferior al poder explosivo de tal mezcla.

Para ello sustituyó las barreras longitudinales de polvo in­combustible empleadas hasta entonces en Altofts por otras trans­versales de su invención (6) colocadas en posición inestable de tal modo que al surgir la explosión se derrum baban y dejaban caer el polvo que contenían.

Además de estas dos estaciones principales funcionaban en Europa otras no menos dignas de estudio: la de Fram eries, en Bélgica, la de Gesenkirchen en Alemania, Woolwich y Eskmeals en Inglaterra y Segengottes en Moravia (Austria).

Todas estas instalaciones visitó la comisión norteam erica­na ; pero aunque las experiencias no dejaban lugar a duda so­bre la explosibilidad del polvo de carbón, estas experiencias eran algo de laboratorio ; se referían principalm ente a las condicio­nes de ignición del grisú y del polvo y no a las de propagación de las explosiones: faltaba por lo tanto repetir los ensayos en condiciones más parecidas a las que existen en las verdaderas minas y extender las experiencias a la propagación de las ex­plosiones y con ello a los medios de evitarlas o de cortarles el paso una vez producidas.

No es de ex trañar que así sucediera: casi todas las gale­rías de ensayo habían sido instaladas con un fin com pletam en­te distinto: el del estudio experim ental de los explosivos de seguridad y su aptitud para inflam ar el grisú. Por esto resu lta­ban pequeñas: la galería de experim entación de Lievin medía 65 m ts .; la de Fram eries 32, la de Gesenkirchen 25, la de Wool­wich 8,40. Todas estas galerías eran superficiales, hechas de fábrica. La de Segengottes, que era subterránea como la de una mina, era muy corta y estaba dedicada exclusivam ente a ex­periencias sobre ignición del polvo. La estación experim ental de

(6) Volveremos sobre este asunto más adelante.

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Altofts en Inglaterra que era la mejor de todas y que estaba en condiciones más reales porque se hallaba instalada en una m ina antigua abandonada, medía solo 213 mts.

Al volver a su país la comisión americana se encontró con lo que era de tem er: aunque los sabios, los hombres de inves­tigación y de laboratorio estaban convencidos del peligro que representaba el polvillo de carbón en las minas y de la necesi­dad de buscar urgentemente' remedio a las explosiones, los mi­neros de los respectivos países seguían creyendo que el polvo no explotaba ien las condiciones ordinarias del trabajo de las minas, y las experiencias que acababan de presenciar en Eu­ropa no eran lo más a propósito para convencerles. Esta situa­ción condujo a Holmes a la conclusión de que las experiencias debían hacerse en una mina de verdad para poder deducir que los resultados eran seguros y para que el público de las minas los aceptara como definitivos.

M ientras esperaba la oportunidad de poder hacer tales prue­bas Holmes instaló ,en Pittsburgh, hacia fines del año 1908 una galería de acero de 100 piés de longitud para el ensayo de la relativa seguridad de los explosivos, y se hicieron en ella además algunas pruebas prelim inares de la explosividad del polvo de carbón.

Cuando el Congreso Americano estableció el Bureau of Mi­nes en 1 de Julio de 1910 esta oficina o Dirección General tomó a su cargo la sección de investigaciones sobre polvo de carbón que había sido encomendada desde su fundación (dos años an­tes) al U. S. Geological Survey, y puso al frente de ella al Dr. Holmes. Poco después fué aprobado su plan de adquirir una m ina de carbón para investigar las causas e impedir la propa­gación de las explosiones de polvo. Al año siguiente, después de unas cuantas gestiones infructuosas para encontrar una mina adecuada se decidió por una, cerca de Bruceton (Pennsylvania) y se empezaron los trabajos de avance de una galería subte­rránea.

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Las prim eras 15 experiencias de explosiones se llevaron a cabo desde el otoño de 1911 hasta los prim eros meses de 1912. Los efectos destructores de dos de dichas explosiones fueron tan grandes y las reparaciones en la mina tan costosas que, agotado el crédito concedido, no pudieron realizarse más experiencias hasta la term inación del año fiscal (30 de Junio).

No obstante, el fin prim ordial estaba conseguido pues aque­llas prim eras experiencias hicieron profunda impresión en el público. Puede asegurarse que el cambio de opinión en los due­ños y directores de minas de carbón se inició con aquellas p ri­m eras explosiones que dem ostraron a la concurrencia que acu­dió a presenciarlas o que desde lejos las seguía con avidez en la prensa, que el polvo seco de carbón era un agente altam ente peligroso aún sin la presencia de gases explosivos.

COSTO

El costo de la mina de experim entación y de las pruebas llevadas a cabo en ella ha sido grande. Los gastos anuales suben a un promedio de 30.000 dólares por año. Desde 1911 a 1918 se han invertido en las experiencias de Bruceton 240.000 dólares de los cuales 100.000 fueron para la adquisición de la mina, ins­talaciones fijas e instrum entos de observación.

ESTADISTICAS CONSOLADORAS

Solamente en los EE. UU. en los diez años transcurridos de 1901 a 1910 ocurrieron en las minas de carbón graso 106 ex­plosiones que hayan ocasionado 5 o más m uertes. E n tre estos accidentes no se cuentan los debidos a explosiones de dinam ita que no hayan prendido el gas o el polvo, así como tampoco los ocurridos en minas de antracita pues las experiencias han de­mostrado que el polvo de antracita no propaga la explosión. En Las minas de carbón graso no es posible determ inar qué explo­siones son debidas al polvo y cuáles al gas grisú.

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En las 106 explosiones citadas m urieron 3.296 hombres. Des­pués de haber hecho las prim eras demostraciones en la mina de Bruceton sobre la explosivilidad del polvo graso, en 1,911, em­pezaron a dism inuir las explosiones. En los diez años siguientes de 1911 a 1920 ocurrieron solam ente 75 de 5 o más muertos, con un núm ero to tal de victim as de 2.057, o sean 1.239 menos que en los diez años anteriores, y eso teniendo en cuenta que el pro­medio de obreros y de producción había aum entado casi en un 50%.

Las cifras más alentadoras son todavía que ,en los años 1918, 1919 y 1920 las m uertes por explosiones en las que perecieran 5 o m ás hom bres fueron respectivam ente 41, 81 y 47; es decir que van a un promedio m uy reducido con respecto al decenio anterior.

En las explosiones que ocasionaron menos de 5 m uer­tos se supone que no hubo propagación de la explosión de gas o de polvo iniciada en un punto de la mina, indicando todo ello el uso general de los métodos de inmunización del polvo por riego, esquistificación, o barreras de polvo inerte.

A parte del ahorro de vidas que es el más im portante, hay que considerar el de gastos de las em presas explotadoras, no solam ente en las indemnizaciones pagadas por las víctimas, sino tam bién por el quebranto que supone la paralización del nego­cio duran te la restauración de la m ina y por el costo de dicha reparaciones alguna de las cuales ha llevado cerca de un año y sobrepasado el medio m illón de dólares.

Este ahorro de vidas y de dinero hay que reconocer que no fué solo debido a las experiencias llevadas a cabo en la mina de B ruceton: tales experiencias fueron tan sólo una parte de la cam paña general por la seguridad de las minas em prendida en todos los Estados Unidos y en que los mineros cooperaron eficazm ente con el Bureau of Mines.

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LA MINA DE BRUCETON

Describiremos esta mina con algún detalle por ser la que a nuestro juicio m ejor reproduce las condiciones de una m ina co­rriente. Además las otras galerías experim entales de Europa ya han sido descritas por el ingeniero de minas Sr. Lacazette en su notable trabajo sobre explosivos de seguridad ya citado, y en él pueden encontrarse toda clase de datos sobre las mismas.

Como queda dicho, la m ina de experim entación de los Es­tados Unidos, se halla situada cerca- de Bruceton en Pennsylva­nia ; sobre la línea del ferrocarril de Baltim ore & Ohio, a 24 kms al SO. de Pittsburgh. El emplazamiento se escogió cui­dadosamente para que reuniera las condiciones naturales más favorables. Los prim eros trabajos se em pezaron en Diciembre de 1910 en la vertiente de un barranco que sale al valle por don­de corre el ferrocarril. La bocamina está como a medio kilómetro de la vía férrea y a unos 30 mts. de a ltu ra sobre la carretera.

INSTALACIONES EXTERIORES

La central o casa de m áquinas contiene dos calderas de vapor una de 80 y otra de 60 Hp., con sus bombas de alim entación y un calentador para el agua. Hay además otro generador pe­queño de vapor usado al principio para accionar los compreso­res y para sum inistrar energía eléctrica a los instrum entos de medida.

La instalación o ta lle r destinado a producir el polvo de car­bón comprende una machacadora y una tritu radora accionadas por una máquina de vapor. Los elevadores y los depósitos o carboneras de polvo están situados en otro edificio aparte.

La ventilación de la mina comprende un ventilador centrí­fugo de 8 piés de diám etro y de gran velocidad, con un dispo­sitivo para invertir la corriente de aire y provisto de puertas de seguridad contra las explosiones. Para unir el ventilador a la

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mina hay una galería de acero, provista también en su trayec­to de varias compuertas de seguridad. El ventilador está accio­nado por una máquina de vapor; además hay otro ventilador auxiliar más pequeño movido por un motor de gas, para casos imprevistos, instalado sobre una derivación de la galería.

Un cabrestante, movido por otro motor de gas y situado en la cabecera de un plano inclinado lleva hasta el nivel de la mina los vagones de carbón y todos los m ateriales necesarios a las pruebas.

El gabinete de observaciones comprende una pieza a prueba de grandes presiones, comunicada con la oficina, y una cámara oscura para el revelado fotográfico de las curvas obtenidas con los aparatos registradores.

Como complemento de las instalaciones citadas podemos in­dicar: una fragua, un pequeño almacén, taller, lampistería, casa de bombas; una presa para alm acenar agua en la montaña; otro depósito de agua en la plaza y un polvorín.

Una tubería de hierro conduce hasta la mina, desde unos pozos próximos el gas natural, compuesto de 88% de metano y 12% de etano que es empleado para las experiencias de ex­plosión en la mina y para accionar los motores.

Esporádicamente se han hecho en la mina de Bruceton ex­periencias al aire libre, consistentes en explosiones llevadas a cabo en galerías de madera, principalmente en las épocas de agotamiento de les créditos, con el fin de hacer demostraciones públicas de la explosividad del polvillo de carbón. También se han llevado a cabo experiencias superficiales, sin que mediaran aquellas razones económicas, instalando barreras de polvo iner­te para estudiar su funcionamiento y como complemento de las pruebas subterráneas llevadas a cabo con las mismas, para de­tener las explosiones.

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INSTALACIONES INTERIORES

La capa “Pittsburgh” en la localidad tiene un espesor de 1,50 a 1,70 m. de carbón limpio. Lleva un falso muro de piza­rra arcillosa muy deleznable que es necesario arrancar antes de colocar la madera por lo muy rápidamente que se descom­pone al contacto del aire. Como techo lleva una serie de lechos alternados de carbón y pizarra en un espesor de 30 a 50 cms., y de una resistencia tal que generalmente no necesita entibación en las galerías y ha soportado muchas veces el choque de las ex­plosiones sin derrumbarse. Alguna vez por excepción se afloja la pizarra y entonces íes necesario arrancarla. El recubierto, so­bre la mayor parte del recorrido de las galerías, oscila entre 25 y 40 mts.

La mina tiene desagüe natural y a excepción de dos o tnes puntos está completamente seca durante los meses fríos del año que son los que suelen dedicarse a las experiencias. No se ha encontrado en ella metano en cantidad apreciable aunque periódicamente se toman muestras del aire para su análisis.

Las galerías, al principio del período de experiencias de que hicimos mención antes, se reducían a dos, paralelas, de 1.270 piés de largo cada una, denominadas: galería general o princi­pal y galería de aire, si bien se usaban indistintam ente para el arrastre y la ventilación. Posteriormente se alargó su re­corrido hasta 1.300 piés.

La figura 1.a nos da una idea de conjunto del interior de la mina de Bruceton.

En la galería general hacia la derecha hay un solo recorte, de 100 piés, en el punto 775, y dos de 250 piés y de 200 hacia la izquierda en los puntos 850 y 900. Estos puntos así señalados indican su distancia en piés contada a partir de la bocamina. La galería que conduce al ventilador corta a la galería de aire en el punto 117.

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E ntre las dos galerías paralelas hay un macizo de 41 p ié s ; Jas galerías tienen 9 pies de ancho por 6 y medio de alto. Ca­da 200 pies hay traviesas dadas entre ambas galerías, y cada 100 pies en los recortes de la izquierda. Todas estas traviesas están tabicadas con cemento arm ado de 18 pulgadas de espe­sor, excepto la segunda de los recortes de la izquierda y la últim a de cada par de galerías.

Estos cierres de cemento arm ado han resistido satisfacto­riam ente la presión de las explosiones, excepto el correspon­diente al punto 650. Este tabique, que estaba provisto de una pequeña puerta, era el punto en que la m ayor parte de las ex­plosiones alcanzaban el máximo de intensidad. Fue agrietándose por sucesivas experiencias, y finalm ente derribado, abriéndose hacia un lado como una puerta que girase sobre sus goznes.

A más de las galerías y traviesas mencionadas se abrieron, en Diciembre de 1913, a p a rtir del prim er recorte de la izquier­da, a distancias de 85 y de 129 pies de la galería de aire, dos talleres o explotaciones. El acceso a ellas (no debemos llam ar­les coladeros porque son com pletam ente horizontales) es de 7 piés de ancho. A los 21 piés se abrieron talleres de 20 de ancho dejando entre ellos un macizo de 24.

Las dos galerías mayores están revestidas de cemento a r­mado hasta una distancia de 180 piés de bocamina. Este reves­timiento ha sido más o menos destruido por las prim eras explo­siones más violentas de polvo de carbón en las que no se em ­pleaban todavía barreras de polvo inerte.

Dos tipos de estaciones de observación se instalaron en m u­chos puntos a todo lo largo de la mina, unas grandes y otras pe­queñas ; las mayores a distancias de 200 piés y las pequeñas alternando con ellas a la m itad de su separación. Las estaciones mayores constan de dos cámaras construidas de cemento. Una de las cámaras es para los aparatos registradores, y se co­munica con la galería general a través de orificios practica­dos en una gruesa chapa de acero que cierra la cám ara por aquel

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lado. La otra cámara es la que da acceso a la parte posterior de los aparatos. La entrada de esta segunda cámara se cierra m ediante una puerta de acero a ras con la superficie de la galería.

Estas estaciones dobles se emplean para los instrumentos que registran las presiones, la velocidad de la llama y la dirección de los gases. Las estaciones pequeñas, unicelulares, contienen únicamente aparatos para detectar la velocidad de las llamas, que de este modo resulta registrada cada 100 piés.

Para mayor sencillez al describir las experiencias se han designado con abreviatura los puntos y regiones más señalados de la mina:

Los puntos señalados sobre las distintas galerías se repre­sentan con la inicial de dicha galería y un número que es la distancia en piés a contar desde bocamina; así por ejemplo: E 1.150 representa el punto de la galería general situado a 1.150 pies de la entrada.

En el verano de 1914 se hicieron nuevas ampliaciones e ins­talaciones en el interior. Los recortes 1 B y 2 B se prolongaron hasta 300 y 350 pies respectivam ente y se abrieron, partiendo de 1 B, dos nuevas explotaciones o talleres con las consiguientes traviesas o comunicaciones entre ellas. Se construyeron ade­más 4 grandes estaciones observadoras en los puntos IB 50, IB 250, 2B 50 y 2B 250, y los cables eléctricos que procedían de ellas se dispusieron en el interior de tubos sujetos a la entiba­ción y tapados luego con cemento. La marcha de los cables eléc­tricos está representada en la figura con líneas de trazos.

Una de las mayores dificultades encontradas en la prepa­ración de las experiencias era la de limpiar perfectamente, de

E = galería general A = ” de aire

1B = recorte 2B = ”

(main entry) (air course) (1.° Butt ) (2.° ” )

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uno a otro ensayo, los rincones del techo y paredes y las made­ras de la entibación, pues cabía el tem or muy fundado de que el polvo depositado en ellos como consecuencia de una explo­sión pudiera afectar los resultados de la siguiente.

En vista de ello se decidió recubrir con una capa de cemento toda la superficie visible de las galerías y traviesas hasta una distancia de 350 pies de bocamina. Esta capa de cemento se apli­có en el techo y paredes por medio del cem ent gun en el otoño de 1914, no siendo necesario para el cemento arm adura ningunai. Al mismo tiempo se perseguía con el cem ent gun otra finalidad y era que como la pizarra del techo de la capa se alteraba en algunos puntos por la prolongada exposición al aire, especialmente con las variaciones de tem peratura y de humedad de la corriente ventiladora, se pensó que esta inyec­ción la impediría alterarse evitando posibles desprendim ientos del techo de las galerías y reduciendo el gasto de conserva­ción, y pronto se vió que los resultados eran satisfactorios.

* * *

No cabe en los límites de este trabajo la descripción de los aparatos y disposiciones adoptadas en la mina experim ental de Bruceton para observar y m edir los factores que intervienen en las explosiones y por ello pasaremos a indicar solamente las experiencias que se realizan.

Ante todo se ha escogido el carbón graso que se comprobó ser más explosivo cual es el de la capa “P ittsburgh” y con pol­villo fino y seco de dicha capa, se han hecho explosiones, m i­diendo la velocidad de las llamas, las presiones obtenidas y sus variaciones, las leyes de propagación de la onda explosiva, la influencia de la ventilación y de la humedad, y las variaciones de aquellos factores con la presencia del grisú y tam bién con la adición de polvo inerte.

Esto supuesto se han hecho ensayos con otros carbones de diferentes capas y cuencas para poder com parar sus condicio­nes explosivas con las de la capa “P ittsburgh” que se había tomado como tipo.

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Aparte de que la descripción de tales experiencias y ensa­yos comparativos nos llevaría muy lejos y, desde luego, fuera del tem a de esta Memoria, es suficiente para nuestro objeto estudiar los resultados obtenidos con el polvo de carbón más explosivo como es el de la capa “P ittsburgh” y deducir de ellos las precauciones que deben adoptarse en las minas para preve­nir o para cortar las explosiones. Aplicando luego tales ense­ñanzas a minas de carbón menos explosivo tendremos siempre un coeficiente de seguridad.

ESTUDIO DE LAS EXPLOSIONES MECANISMO DE UNA EXPLOSION

No siempre que se prende el polvo de carbón puede decirse que hay explosión, del mismo modo que no siempre que tene­mos una llama podemos decir que ha explotado el gas que allí arde. Para que una ignición del polvillo y propagación del fue­go pueda llam arse explosión es necesario que presente carac­teres destructores, es decir que la velocidad de propagación y las presiones desarrolladas sean grandes.

Para iniciar una explosión hacen falta dos condiciones: una densa nube de polvo inflamable y un punto en ignición. En la mayor parte de las experiencias ambas condiciones son sum inistradas por la misma causa: un cañón cargado con 4 li­bras de pólvora negra y disparado en el fondo de la galería ge­neral.

El disparo del cañón produce en el aire de la galería una on­da vibratoria llamada onda de choque que se propaga en todas direcciones. Esta prim era onda es muy parecida a una onda sonora y tiene la misma velocidad que el sonido (unos 340 me­tros por segundo) si bien el período de vibración es algo menor

Hay que tener en cuenta que las velocidades de la onda se refieren al aire de la mina de modo que si aquel está en movi­miento debe componerse ambas velocidades.

La velocidad de una explosión es la suma de dos velocidades diferentes: una es la de los cuerpos en movimiento (polvo, aire,

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gases...), velocidad producida por el disparo del cañón; la otra es el movimiento de la zona de combustión dentro de la masa citada, análogo al movimiento ondulatorio de la superficie en una corriente de agua.

En algunos casos estas velocidades que se suman algébrica­m ente pueden ser de distinto signo durante algún tiempo y llegar a producir una parada m om entánea de la llam a con res­pecto a la galería. Taffanel llamó a estos momentos “períodos de equilibrio”. Se presentan con más frecuencia en las galerías cerradas por un extrem o como la de Bruceton a que nos re ­ferimos.

Cuando la cantidad de polvo de carbón depositada en las dos galerías (la general y la de aire) lo es en recorridos desiguales, en el m ayor de ellos, si es suficientem ente largo, suele presen­tarse este fenómeno. Prim ero se detiene la llam a y luego re­trocede hacia su origen. En los puntos en que la llam a queda estacionaria con relación a los aparatos que la registran, aun­que en realidad está en movimiento, suelen presentarse depó­sitos o costras de cok, bastante apreciables si hay en aquellos puntos cantidad abundante de polvo de carbón.

Las velocidades del aire que acusan los aparatos de medida son pequeñas comparadas con las velocidades de la llama. En una experiencia hecha con mezcla de polvo de carbón e inerte, el aire dió 73 pies por segundo y la llam a 108. En otra 179 pies el aire y 495 la llama. En las explosiones m uy intensas las velocidades aum entan mucho: en una de ellas dió el aire 764 pies y la llama 2.175. Por efecto de los m últiples factores que intervienen en una explosión, algunos de ellos muy desconoci­dos todavía, no es posible establecer relaciones constantes entre las velocidades indicadas.

ONDAS DE RETORNO

Cuando se produce una detonación con polvo de carbón muy explosivo y uniform em ente repartido, las presiones desarrolla­das por la onda prim era van creciendo hasta un cierto punto a partir del cual se engendra otra onda que recorre la galería

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en sentido contrario. Es decir que desde el punto de máxima presión de la onda de choque se producen otras ondas que se propagan en todos sentidos hacia los puntos de presiones más bajas. A estas ondas secundarias las llamó el Profesor H. B. Dixon “Retonation Waves”, ondas de retorno o inversas.

Pruebas de su violencia en la dirección contraria a la de la prim era explosión se han obtenido en la mina experimental por medio de grandes piezas de madera, señaladas para poder identificarlas, y colocadas en la galería a intervalos regulares iguales. En una explosión de intensidad creciente se observó que hasta un punto en que la presión se conservó constante o em­pezó a decrecer, el lanzamiento de los objetos tuvo lugar hacia el origen de la explosión, es decir hacia aden tro ; pero a partir de dicho punto de máxima presión los objetos fueron lanzados hacia la bocamina.

El mismo fenómeno se comprobó en otras experiencias colo­cando vagones cargados de escombro en distintos puntos de las galerías. En aquellos puntos del trayecto en que la presión iba creciendo los vagones fueron lanzados hacia adentro y más allá de la máxima presión, hacia afuera.

PRESIONES DESARROLLADAS MARCHA DE LA EXPLOSION

Es interesante notar que la velocidad de la onda de choque en el recorte transversal y en la galería de aire es igual a la de la galería general, no obstante haber tenido que pasar dos cambios de dirección en ángulo recto.

Las presiones registradas en las ondas de choque oscilan en tre 3 y 4 libras por pulgadas. Por efecto de las vibraciones bruscas del disco que registra las presiones de explosión apa­recen al principio en los gráficos ordenadas que suben hasta 6 lib ra s ; pero el promedio es el indicado.

En la zona de ignición de una explosión, (generalmente los primeros 50 pies de la galería general a partir del cañón, o sea hasta el punto E 1.250) se coloca polvo de carbón suficiente, en

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el suelo o en estantes especiales, para asegurar el consumo de todo el oxígeno correspondiente a la longitud de las galerías.

P arte de este polvo se levanta por efecto del disparo y al mismo tiempo se prende con la llam a del explosivo. El polvo arde rápidam ente, propagando la explosión, y levantando rem o­linos de aire que hacen llegar a la zona de combustión nuevas aportaciones de polvo.

Según las indicaciones de los m anóm etros registradores de la presión puede decirse que el intervalo de tiempo desde que se prende el polvo hasta que la presión desarrollada se hace apre- ciable en los aparatos es de medio segundo. Si el polvo es poco explosivo este intervalo se prolonga mucho más. Si la zona de polvo de carbón alim entadora de la explosión inicial es peque­ña, o si el polvo tiene muchas cenizas o m ateria incom busti­ble, la presión no será registrada en el prim er m anóm etro si­tuado a 150 pies del cañón.

El tiempo que invierte la llam a en recorrer los prim eros 100 pies varía de medio a un segundo. Si el polvo de carbón es muy puro y tiene una ley muy alta en m aterias volátiles la llam a atravesará los segundos 100 pies en menos tiempo. A pa rtir de este punto la llam a corre mucho más rápidam ente hasta alcanzar velocidades de 2.000 pies o más por segundo, al mismo tiempo que la presión crece tam bién rápidam ente.

Con polvo depositado en una sola de las galerías se han registrado las siguientes presiones:

A 150 pies del cañón ................... ...15 librasA 350 ” ” ” ................... ...63 ”A 550 ” ” ” ................... ...73 ”A 750 ” ” ” ................... ...119 ”

Con el polvo depositado en ambas galerías se obtienen m a­yores presiones y velocidades. A 950 pies del cañón se llegó a 127 libras por pulgada- en la galería de aire y a 115 en la gene­ral. A p a rtir de este punto había unas barreras de polvo inerte que cortaron la explosión enfriando la llama e hicieron bajar las presiones a 33 y 48 respectivam ente.

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CARTOGRAFIA ASTURIANA

RESEÑA DE LA PARTE ASTURIANA EN LAS HOJAS DEL MAPA NACIONAL

POR

FERNANDO GONZALEZ BALBIN

La provincia de Oviedo, situada entre los meridianos 0°-30’ y 3"-30’ al O. del Meridiano de Madrid y los paralelos 42°-50’ y 43°-40’ al N. del Ecuador, está descrita y representada en 36 ho­jas del gran Mapa Nacional a escala de 1:50.000 confeccionado y publicado por el Instituto Geográfico y Catastral. Obra gigan­te, que ocupó las actividades de este organismo en un proceso de tiempo que duró cien años, empleando en él los procedimien­tos de la Geodesia en tres órdenes de triángulos, la Topografía clásica y últim am ente los procedimientos de la Fotogrametría terrestre y aérea.

Pretendemos hacer una ligera reseña de la parte asturiana ubicada en esas hojas. Para m ejor comprensión acompañamos un croquis. Como se sabe, las hojas comprenden la superficie entre 20’ de paralelo y 10’ de meridiano. Cada una está nume­rada en el sentido del paralelo y designada por un nombre que corresponde a la entidad de población mayor que existe en ella.

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HOJAS COMPRENDIDAS ENTRE LOS PARALELOS 43"-30’ y 43"-40’

10 RIBADEO

La parte asturiana radicada en esta hoja está separada de la de Lugo por la Ría de Ribadeo, que sensiblemente va de S. a N. con un ancho próximamente de 1.000 metros y pertenece al término municipal de Castropol y en la parte gallega a Ribadeo. Por el N. limita el Cantábrico en línea no muy sinuosa de pun­tas, playas y ensenadas poco destacadas. A la mitad de la zona asturiana está la hermosa villa de Tapia de Casariego como pun­to más setentrional.

El relieve del terreno es muy suave y son las últimas estri­baciones de la Sierra del Pousadoiro que sólo al S. de la hoja alcanza altitudes por bajo de los 400 metros. La. gran planicie o rasa de la costa sólo alcanza la curva de nivel 100 metros a los 5 Kms. de esta. Esta planicie está surcada de S. a N. por peque­ños ríos, siendo el Porcia el más importante.

La carretera general de Santander a La Coruña y la de Fi­gueras a Vegalagar la atraviesan de E. a O.

Como los tres vértices de un triángulo equilátero de 1.500 me­tros de lado, están asomadas a la Ría de Ribadeo las tres impor­tantes villas de Castropol, Figueras y Ribadeo.

Pertenece el territorio de esta parte asturiana a los Ayun­tam ientos de Castropol, Tapia de Casariego y El Franco, con un área de 105 Kms2. Numerosos lugares, aldeas y caseríos per­tenecientes a las parroquias de Barres, Figueras, Moldes, Pi- ñera y Tol del ayuntamiento de C astropol; Campos y Sálave, El Monte y Serantes del de Tapia de Casariego, y Valdepares y Prendonés del de El Franco, están diseminados por toda la lámina entre cultivos, praderías y monte alto y bajo predomi­nante en las zonas de más altitud.

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11 LUARCA

El territorio representado en esta hoja corresponde todo a los municipios de El Franco, Coaña, Navia y Luarca con una superficie de 179 Kms2.

La costa es acantilada y rocosa con cotas de hasta 60 metros, con muchos en trantes y salientes en general no muy profundos, pues la línea media se aproxim a mucho al paralelo. La gran Ría de Navia, desembocadura del río de este nombre de tanta importancia hidráulica por sus aprovecham ientos del Doiras y S a lim e; asienta en su m argen derecha la hermosa villa die Na­via con su puerto. Otro río im portante en el extrem o E. de la hoja es el Negro foso profundo en cuya desembocadura en el m ar tiene asiento la im portante villa de Luarca y en su costa están los pequeños puertos de pescadores de Viavélez y Puerto de Vega. El Río V idural que desemboca en el m ar en la playa de La Vega, el de Meiró afluente del Navia en la Ría y otros de menor importancia.

En general el terreno es poco accidentado en gran parte, pues la m itad de su superficie está por bajo de la curva 100, formando grandes planicies o rasas y sólo en la parte S. de la hoja, las últim as estribaciones de las Sierras de la Penouta, El Estoupo y Fañadorio llegan a alcanzar altitudes de 500 me­tros.

Además de las villas de Navia y Luarca está la de La Cari­dad, capital del concejo de El Franco, y de los cuatro m unici­pios que tienen parte en su superficie, figuran las parroquias de Arancedo, Miudes, Mohices, La Caridad y Villalmarco del ayuntam iento de El F ranco; Andes, Anleo, Piñera, Polavieja, Puerto de Vega, Villanueva y V illapedre del de N avia; Carta- vio, Coaña, Folgueras, Mohías y Villacondile del de Coaña y del A yuntam iento de Luarca las de O tur y Santiago. Pertenecientes a estas parroquias m ultitud de Lugares, aldeas y caseríos salpi­can toda la superficie de la hoja, sobre todo en la zona llana

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donde abundan los cultivos y praderías apareciendo las partes de más altitud dedicadas al monte alto y bajo.

La carretera general de Santander a La Coruña atraviesa la hoja de E. a O. y al pasar las rasas tierne tram os rectos de 5 y 6 Kms. Tam bién el Ferrocarril en construcción de Gijón al F erro l sigue la misma dirección y salva al dejar las planicies y a travesar los hondos ríos con viaductos de gran altura. Además de esta carretera general ha,y otras muchas, como la de Viavé- lez a Rozadas pasando por La Caridad, la de Navia a Viilayón y la de L uarca a Pola de Allande y una completa red de cami­nos vecinales.

12 BUSTO

La superficie que contiene esta hoja comprende parte de los municipios costeros de Luarca y Cudillero y una pequeña parte de la parroquia de V illavaler (Pravia). En total 189 Kms2.

La costa hasta llegar a la Ría de Cañero, ofrece las mismas características que en las hojas an te rio res ; pero al E. de esta Ría cambia su morfología. Los cabos Busto, Vidio, Punta Mal Perro y Cavona que lim ita al O. la Concha de Artedo, penetran más agudam ente en el Cantábrico. Las grandes masas de cuar­citas siluarianas más duras y consistentes que las pizarras cam­brianas, ofrecen más resistencia a la erosión. Van desapare­ciendo las planicies y el relieve del terreno es más movido y accidentado en las proxim idades del mar. El vértice geodésico de prim er orden Palancas en la sierra de este nombre alcanza la a ltitud de 702 mts. a sólo tres kilóm etros de la costa.

El Río Esba o Cañero sensiblem ente de S. a N. desemboca en el m ar por la Ría de Cañero. En la Collada de Mones nacen dos ríos: el Mallene, afluente del Cañero y el Río Esqueiro que en dirección NE. desemboca en la D ársena de San Pedro cercando con el m ar la Sierra de Palancas. Otro río de curso paralelo al Esqueiro el Río Uncín desemboca en la Concha de Artedo.

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La carretera de Villalba a Oviedo, hoy denominada de San­tander a La Coruña, penetra al in terior por el valle del Río Esba o Cañero y en el puente de este nombre em palm a con ella la carretera de Ribadesella ,a Cañero que va de O. a E. paralela a la costa. O tras carreteras y caminos vecinales aparecen en es­ta hoja en distintas direcciones.

El Ferrocarril en construcción de El Ferrol a Gijón atraviesa la hoja de O. a E. salvando con túneles y viaductos las esca­brosidades del terreno. Sobre todo, en la parte comprendida en­tre la Ría de Cañero y San M artín de Luiña, ya el viajero in­glés Borrow, que pasó hacia 1840, nos describe con tintes som­bríos las dificultades del paso de las siete Ballotas o sea la fuer­te caída al m ar de la S ierra de Palancas.

La superficie de la hoja está salpicada toda ella de numerosos lugares, aldeas y caseríos pertenecientes a las parroquias de Barcia, Arcallana, Cadavedo y Cañero, del ayuntam iento de Luarca y las de Ballota, San M artín de Luiña, Novellana y Soto de Luiña del de Cudillero.

Predom inan en las partes altas, el monte bajo y alto, y cul­tivo, y Has praderías en las partes bajas y proximidades de los pueblos.

13 AVILES

Esta hoja comprende, en parte, la superficie de los térm inos municipales costeros de Cudillero, Soto del Barco y G ozón; la completa de los de Muros del Nalón, Castrillón y Avilés, y parte de los del interior Pravia, Candamo e Illas, con una su­perficie total de 252 Kms2.

La costa se desarrolla, en general, con una dirección N. E. acentuándose a p artir de Salinas hasta doblar el Cabo Peñas, punto más septentrional del Cantábrico en la parte asturiana que “oscula” el paralelo 43° 39’ 22” siendo el m eridiano 2o 10’ el eje de este cabo y lím ite de la hoja contigua de Gijón. Dos

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importantes rías figuran en la hoja: la del Nalón en la desem­bocadura del río de este nombre, el primero de Asturias, y la de Avilés a lia que afluyen los ríos Alvares y de Raíces. Los puertos Carboneros de San Esteban de Pravia y San Juan die Nieva, de gran importancia industrial y los pesqueros de Cudillero y La Arena.

Muchas playas destacando por su importancia y concurrencia las de La Arena y Salinas.

Además de los ríos ya mencionados figuran en la hoja el de Perreras, que unido al Uncín desemboca en la Concha de Ar- tedo, el de l¡a Ferrería que va a la ensenada de Santa María del Mar, y otros de menor importancia.

Además de la carretera de Ribadesella a Cañero que va de O. a E. figuran las de San M artín de Lodón a Somado1, de Bel­m onte ,a San Esteban, Peñaullán a Soto del Barco, Grado a Luanco, Oviedo a Avilés y otras de menor importancia, y una red completa de caminos vecinales. El Ferrocarril del Vasco, que transporta los carbones de la cuenca de Mieres al puerto de San E s te b a n , el de la Renfe que va al puerto de San Juan de Nieva, el de El Ferrol a Gijón y el de Avilés a Gijón.

El relieve del terreno es en general poco accidentado, al­canzando sólo al O. de la Ría del Nalón la altitud de 466 mts. en el vértice geodésico Santa Catalina y apenas los 400 mts. en la parte E. de dicha ría, y al S. de la hoja las últimas estriba­ciones al m ar de la Sierra de Faidiello.

A parte de lia hoy tan im portante villa industrial de Avilés, que da nombre a la hoja, figura en su pequeño término munici­pal la de V illalegre; la m arinera y pintoresca de Cudillero, ca­pital del ayuntamiento de su nombre y sus parroquias de Faedo y Piñera. La villa de Muros de Nalón, capital de ese municipio, y el puerto de San Esteban. Del ayuntamiento de Soto del Bar­co, las parroquias de Ranón, La Corrada, Riberas y Soto del Barco con m ultitud de entidades de población entre ellas La Arena, en la playa de su nombre, lugar residencial de verano.

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El completo de lugares, aldeas y caseríos del ayuntam iento de Castrillón, con su capitalidad P iedras Blancas, la hermosa re­sidencia de verano de Salinas y los poblados industriales de Ar- niao y San Juan. Del ayuntam iento de Corvera, las parroquias de Cancienes, Molleda y Trasona. Del de Gozón, las de Ambiedes, Vioño, Laviana, Podes y Verdicio. Del de Pravia, Escoredo, So­mado, Santianes y V illafría y por últim o del ayuntam iento de lillas la parroquia de Villa.

La vegetación con cultivos variados es abundante. Muchas praderías en las zonas más bajas y m onte bajo y masas foresta­les de pinos y eucalyptu en las partes más altas.

Esta hoja de Avilés, fué publicada por el Institu to Geográ­fico en 1941 y tiene agotada su edición en la actualidad, como hecha con anterioridad a la gran industrialización que se desa­rrolló en esta villa, en su térm ino m unicipal y en los colindan­tes resulta hoy muy atrasada e incompleta. Sería necesaria una nueva edición, puesta al día, en la que tuvieran representación todo el complejo de plantas industriales, carreteras, ferrocarri­les, nuevos poblados, etc. Como procedimiento de puesta al día, creemos sería el m ejor el de la Fotogram etría Aérea y, como la escala de 1: 50.000 resulta pequeña e inadecuada para represen­ta r con claridad tanto detalle, sería conveniente u tilizar la de 1:25.000, como ya hizo el Institu to Geográfico con otras hojas de iguales características. Esto mismo decimos de las hojas 14 GIJON, 29 OVIEDO y 53 MIERES.

14 GIJON

Esta hoja comprende parte de la supercifie de los térm inos municipales m arítim os de Gozón, Carreño, Gijón y Villaviciosa, en un área de 226 kms2.

La costa se desarrolla desde la punta del Cabo Pieñas, en cuyo alto está el vértice geodésico de prim er orden de su nom­bre hasta la proxim idad de la ensenada de España, donde de­

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semboca el río del mismo nombre en términos de Villaviciosa. Da- ram a E. del Cabo Peñas desciende fuertem ente en dirección S. E. hasta Gijón, siguiendo después al E. hasta el final. Las entrantes mayores en el m ar son: el Cabo Torres, Santa Ca­talina y La Providencia. En la costa están las villas de Luanco, capital del ayuntam iento de Gozón; Candás, capital del de Carreño, y la importantísima de Gijón, capital del ayuntamien­to de su nombre, con sus puertos pesqueros los dos primeros, y la última con sus importantes puertos industriales del Musel y Fomento.

Los ríos son de poca importancia y desembocan el Pervera y el Aboño en la Ría de este nombre 'al O. del Cabo Torres. El Piles que va a la magnífica playa de G ijón ; el Nora y Lloreda a la playa de Ñora y el España a la ensenada de este nombre.

El relieve es suave y está formado por lomas normales a la costa, gran parte de él con altitudes por bajo de los 100 mts. y sólo en el Monte Areo ¡adquiere esta loma la altitud de 264 mts. en el vértice geodésico de segundo orden de ese nombre y los 300 mts. en los montes de Peón en el ángulo S. E. de la hoja.

Una red completa de carreteras y caminos vecinales figura en esta hoja, siendo los más importantes la carretera de Ribadese- 11a a Cañero, que va de E. a O. pasando por Gijón; de Gijón parte al interior la general de Adanero, la Carbonera, la de Pola de Siero y la de la costa de Candás y L uanco; la de Grado ai Luan­co y de Candás a Avilés.

A Gijón concurren los ferrocarriles de Avilés, Ferrol del Cau­dillo, RENFE y Langreo, todos con comunicaciones a los puertos.

La parte que del término municipal de Gozón figura en la hoja está formada por las parroquias de Bañugues, Bocines, Cardo, Heres, Luanco, Nembro y Viodo con todas sus entidades de población. El término de Carreño figura íntegro en la hoja y en la parte N. del de Gijón las parroquias de Bemueces, Ca- bueñes, Cenero, Deva, Granda, Jove, Poago, Porceyo, Roces, San-

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turio, Serín, Somió, Tacones, Trem añes y Veriña. De Villávicio- sa, las de Quintueles, Castiello y Arroes.

Abundan las praderías y cultivos, y en las partes más altas grandes plantaciones forestales de pinos y eucalyptus.

15 LASTRES

E sta hoja sólo comprende parte de los térm inos costeros de Villaviciosa y Colunga en una superficie de 94 Kms2.

Lo más destacado de esta hoja es la hermosa Ría de Villa- viciosa y su desem bocadura en el m ar, dividiéndola en dos partes. En la occidental, la línea de la costa va de O. a E. hasta la punta de Tazones, con pocos entrantes y salientes, pero con una rápida caída al m ar de hasta 100 mts. Después, al S. se extiende en una planicie o rasa, la Marina, que llega hasta la carretera de la V enta de las Ranas a Tazones y sólo al S. de esta carretera se eleva el terreno llegando a la a ltitud 308 mts. en el vértice geodésico de segundo orden Pelapotros. En la ense­nada de entrada a la ría está el pueblo y puerto pesquero de Tazones, y sobre él el vértice geodésico de prim er orden del mismo nom bre con una a ltitud de 133 mts. En la en trada de la ría, el puerto de El Puntal, y en la o tra m argen de la ría la her­mosa y extensa playa de Rodiles. En la zona E. y ya en un para­lelo más bajo, desde la punta de Rodiles al Cabo de Lastres, si­gue la costa con parecidas características descendiendo al S. E. hasta el pueblo y puerto de Lastres, y después rápidam ente al S. hasta cortar al paralelo lím ite de la hoja en la playa de la Griega. En el interior de esta zona hay una gran planicie ■—la Rasa die Luces— que en la parte que baja a la m argen derecha de la ría desciende suavem ente y forma marismas.

La carretera de Ribadesella a Cañero va de O. a E. por el lí­m ite S. de la hoja, penetrando en la misma a la colindante in­ferior para pasar por Villaviciosa.

Del térm ino m unicipal de Villaviciosa figuran en esta hoja

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las parroquias de Argüero, Careñes, Castiello, San M artín del Mar, Oles, Selorio, Tornón y Villaverde y del de Colunga, Las­tres, todas con m ultitud de pequeñas entidades de población.

E ntre sus cultivos abundan las pomaradas, praderías y gran­des masas de montes altos de euealyptus.

HOJAS COMPRENDIDAS ENTRE LOS PARALELOS 43° 20’ y 43° 30’

HOJA 25 VEGADEO

Los térm inos m unicipales asturianos que en parte o to tal­m ente tienen superficie en esta hoja son: Vegadeo y San Tirso de Abres en su totalidad y en parte los de Tapia de Casariego, El Franco, Boal, Illano, San M artín de Oseos, V illanueva de Os­eos y Taram undi. El total de superficie es de 410 Kms2.

Los municipios asturianos de Castropol, Vegadeo y San T ir­so de Abres lim itan con los de Ribadeo, Trabada y Villamea de la provincia de Lugo por la Ría de Ribadeo y el Río Eo, menos una pequeña parte de San Tirso de Abres que está en la m ar­gen izquierda de ese río. Después San Tirso de Abres y Tara­m undi lim itan con Villaodrid.

El terreno representado en esta hoja es accidentado y de valles estrechos y profundos. El gran macizo montañoso de la S ierra de la Bobia de dirección N. E. llega a la altitud de 1201 mts. en el vértice geodésico de prim er orden del mismo nombre. De esta sierra parte al N. el río P o rc ia ; el Río Suarón que se une a la ría en Vegadeo; el Turia y Cabreira que se unen y van al Río Eo y al E. el U rubio afluente del Navia.

Muy escasa esta hoja de carreteras, la principal es la de Ve­gadeo a Fonsagrada y los caminos vecinales de Vegadeo a Ta­ram undi ; el local de Vegadeo a Boal y el que viene de Figueras a un ir con el an terior en Vegalagar.

El territorio asturiano representado en esta hoja está menos

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poblado que en las anteriores descritas de la costa. En ella apa­recen las villas de Vegadeo, capital del municipio del mismo nombre y El Llano, capitalidad de San Tirso de Abres, ambos municipios representados en su totalidad. De los municipios re­presentados en parte aparecen las parroquias de Belmonte, Presno y Seares del de C astropol; varios poblados de la parro­quia de Serantes (Tapia de Casariego); la parroquia de La Bra- ña (El F ranco ); las de Ronda y Vega de O uria (B oal); algu­nas pequeñas entidades de población de la parroquia de Illano (Ulano); las pequeñas villas de El Llano capitalidad de San Tirso de Abres, Taram undi, capital del concejo del mismo nom ­bre y de este últim o tam bién las parroquias de Ouria y Bres.

El terreno cultivado es escaso y la m ayor parte es erial, mon­te bajo y algunas zonas de monte alto.

26 BOAL

Esta hoja está completa en su superficie de 500 Kms2 en terreno asturiano de los térm inos municipales de El Franco, Coaña, Luarca, Tineo, Allande, Villayón, Boal e Illano.

Por el ángulo S. O. penetra en la hoja el im portante Río Na- via y la atraviesa en dirección N. E. apareciendo en la parro­quia de Doiras del ayuntam iento de Boal la gran presa- y em­balse del aprovecham iento hidráulico de E lectra del Viesgo. De las dos zonas en que este río divide la hoja, en la del O. está la Sierra de la Penouta de dirección N. cuyo vértice geodésico de segundo orden de este nom bre alcanza la altitud de 899 mts. y en ella nacen los dos ríos el Meiro que afluye a la Ría de Navia y el Mazo, afluente del Porcia.

El terreno que se representa en esta hoja es todo él muy accidentado y es el punto más elevado el vértice geodésico de segundo orden Mulleiroso que tiene una cota de 1.254 mts., en términos de Tineo y enlazado a la Sierra de Leirosa. Los Ríos Navelgas y Bárcena rodean este macizo montañoso de Mulleiro-

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so y ya fuera de los límites E. de la hoja se unen al Naraval y forman el Esba que desemboca en la Ría de Cañero. Otro río im portante es el Negro que nace en los montes de Villayón y el Carbonel o Polea que nace en Monte Carondio y es afluente del Navia.

Figuran en la hoja' las carreteras siguientes: camino comar­cal de Navia a Grandas de Salime que va en toda la latitud de la hoja por la cuenca O. del Río N av ia ; el camino local de Luar- ca a Pola de Allande que va de N. a S. por el extremo E. de la misma y el camino local de Navia a Villayón y otros caminos vecinales de menor importancia.

Aparecen en la hoja pequeñas entidades de población per­tenecientes a las parroquias de Arancedo, La Braña y Lebredo del concejo de El F ranco : la parroquia de Trelles, del de Coa­ña ; una pequeña porción de superficie sin entidades de pobla­ción del de N av ia ; parte de las parroquias de Montañas, Nara­val, Muñalén, Miño, Rellanos, Zardain, La Collada, Borres y Bustiello del de T ineo; la parroquia de Bustantigo del de Allan­de; la- totalidad de las entidades de población de Villayón; la villa de Boal, capitalidad del concejo de su nombre y las parro­quias de Castrillón, Doiras y Serandines; del término de Illano la parroquia de Bullaso en la parte derecha del Río Navia y en la izquierda yen la carretera los lugares de Cedemonio, Gio y Cachafol de la parroquia de Illano.

La cuenca del Navia es estrecha y profunda con rápidas caídas de las laderas, careciendo de vegas. Pequeños terrazgos en las proximidades de los pueblos. Predomina el terreno pelado de erial y monte bajo en las partes altas, con manchones de monte ¡alto en las laderas, sobre todo en las cuencas de los ríos Navelgas y Barcia de Tineo.

Se nota en esta hoja una igualdad en la toponimia que la hace monótona en su conjunto. Falta la rotulación con los tipos de letra adecuados de las sierras principales y secundarias, cor­rales, puertos, lomas, collados y todo lo quie a la descripción de

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la orografía se refiere. El Topógrafo, al tom ar los datos para re­p resentar los distintos accidentes en una escala grande, como la de estas hojas, está más atento a lo localizado en zonas pe­queñas con olvido de lo que denom ina una zona extensa como el nombre de una sierra o puerto. Quizá sería m ejor y más efi­ciente que al confeccionar las m inutas de las hojas se hiciese un estudio general y completo de la orografía de toda la provincia, estableciendo lo que Schulz, escalafón orogràfico y adoptar unos tipos de letra según la altitud e im portancia de esos accidentes. Esta observación es general para todas las hojas, pero muy principalm ente para las de la parte más montañosa de la parte central y de la Cordillera. Sería de desear que el Institu to Geo­gráfico, en nuevas ediciones de estas hojas, subsanase esta de­ficiencia.

27 TINEO

La superficie del terreno representado en esta hoja pertene­ce en su m ayor parte a los térm inos m unicipales de Luarca, Salas y Tineo y en pequeña parte a los de Cudillero, Pravia y Belmonte.

Desde el vértice N avarriego (1012) sobre la villa de Tineo va en dirección NE. la S ierra de Tineo hasta la collada y pla­nicie de La Espina (659 mts.) y continúa después en la misma dirección una divisoria de pequeños cerros, lomas y colladas no muy destacados, siendo las más principales altitudes la del vértice Aguión, de 921 mts., y Pico de Corcinera, de 901 mts. De esta divisoria de aguas parten al E. numerosos arroyos que for­man los ríos afluentes del Narcea, Aranguín, Nonaya y Lleiroso, y al O. los ríos Llerinas, Lavio y Brañalonga que form an el río Orio que se une al Esba. O tros varios arroyos bajan de la sie­rra de Tineo a unirse al Bárcena que con elNavelgas y Naraval van al Esba.

Por el ángulo So. de la hoja pasa el Río Narcea al que se

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une el Pigüeña por bajo del puente de San Martín de Lodón y ambos rodean la Sierra del Courio en cuyo alto está el vértice de este nombre que alcanza la altitud 1.020 mts. Es la última es­tribación de la Sierra de Bejega.

El pueblo de La Espina situado en el centro de la hoja es nudo de las importantes carreteras de San Sebastián a San­tander y La Coruña (aparece en la hoja con el nombre antiguo de Villalba a Oviedo) y la de Ponferrada a La Espina. La pri­mera entra en la hoja por Villazón en la mitad del lado E., pasa por Salas y salva en un recorrido de 18 Kms hasta La Espina una diferencia de nivel de 560 m ts .; desde aquí baja por la margen derecha de los ríos Brañalonga y Orio salvando en 20 Kms. de recorrido 650 mts. de diferencia de altitud. La de Pon- ferrada a la Espina pasando por la villa de Tineo en el límite S. Otras carreteras que figuran en la lámina son la de La Florida a Cornellana por la margen izquierda del Río Narcea empal­mando en el puente de San M artín de Lodón con la de Pravia a Puerto V en tana; la de San M artín de Lodón a Som ao; la de San M artín de Luiña a Naraval y otras locales y caminos veci­nales a distintos pueblos.

Figuran en la hoja las villas de Tiraeo y Salas, capitales de los concejos de sus nombres y m ultitud de lugares, aldeas, bra- ñas y caseríos de las parroquias siguientes: Alienes, Ayones, Carcedo, Castañedo, Muñás, Paredes y Trevías de Luarca: Ala­va, Ardesaldo, Bodenaya, Camuño, Cermoño, La Espina, Godán, Idargas Lavio, Linares, Mallecina, Malleza, Priero, Santullano, Soto de los Infantes, Viescas, Villamar y Villazón, de S alas: Bár- cena de Monasterio, Brañalonga, Calleras, Fastias, Francos, Obo- na, Pedregal, San Fructuoso, Tablado, Troncedo y Villatresmil, de Tineo: Cordovero, V illavaler y Folgueras, de Pravia y la de San M artín de Lodón del de Miranda.

Abundan las praderías y cultivos. Erial a pastos en las zonas altas y monte alto de castaños, pinos y otras especies forestales sobre todo en las laderas que vierten a los ríos y arroyos que afluyen al Esba.

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28 GRADO

La superficie comprendida en esta hoja pertenece en total a los términos municipales de Las Regueras y Candamo y parte de Pravia, Soto del Barco, Illas, Corvera, Llanera, Oviedo, G ra­do, Salas y Miranda.

El m eridiano que lim ita esta hoja al E. corta cerca del án ­gulo SE. a la ciudad de Oviedo, quedando en esta hoja una pe­queña parte de la misma.

Pasa por esta hoja en dirección NO. el Río Nalón, el más im­portante de los ríos asturianos. En las inmediaciones de la villa de Pravia y por su m argen izquierda se le une el tam bién impor­tan te Narcea que va de S. a N. y el A ran g u ín ; en Grado el Cu- bia y en Trubia el río del mismo nombre. E ntre los afluentes del Río Nalón por su m argen derecha es el más im portante el Nora que en tra en la hoja por el lado E. y procede de las partes cen­trales más llanas de la provincia', y ya en la hoja bordea por el N. en caprichosos meandros la m ontaña del Naranco para unirse al Nalón en Santa M aría de Grado. Otros pequeños ríos de corto curso, el Andallón, Soto y Dele que en térm inos de Las Regueras y Candamo descienden de N. a S. de la S ierra de: Fai- diello en donde tienen su nacimiento.

El Naranco, la m ontaña de la ciudad de Oviedo, alcanza en su punto más alto, el vértice geodésico de segundo orden, Paisa­no, la altitud de 634 m ts.: de las últim as estribaciones de la Sie­rra de La Grandota que llegan suavem ente por poca a ltitud por la parte alta de la ciudad, un collado poco destacado sito en su barrio de La Argañosa une a ella este relativam ente destacado macizo montañoso del Naranco.

Por el N. de la hoja la S ierra de Faidiello que alcanza la altitud de 617 mts. en el vértice de segundo orden Gorfoli, vierte sus aguas por el N. al m ar y por el S. los pequeños ríos antes mencionados al Nalón. En la parte S. de la hoja está la m ayor a ltitud en el vértice geodésico de segundo orden, Pedrorio, de

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784 mis. entre los ríos Narcea y Cubia y más al E. con cotas más bajas las últimas estribaciones.

Desde la ciudad de Oviedo, sita al extremo E. de la hoja va la carretera de San Sebastián a Santander y La Coruña (en la hoja figura con el nombre antiguo de Villalba a Oviedo) hasta el extremo O. en Cornellana. De la villa de Grado salen al N. la de Grado a Luanco y al S. la de Grado a Puerto Ventana y la de Grado a Sama. De la villa de Pravia parten las de La Granja por el río Aranguín, la de Villavaler, la de San Damías y pasando por esta villa de Pravia la de Belmonte a San Este­ban de Pravia, la de Peñaullán a Soto del Barco, la que va por la margen derecha del Nalón al puente de Peñaflor, la carrete­ra de Avilés a Trubia que sale de Trubia al N. y en cuyo Km. 20 está Escamplero, nudo de las carreteras que sirven a pue­blos de Las Regueras, Candamo y Llanera y otras muchas y caminos vecinales que sirven a muchos pueblos.

Siguiendo el curso del Nalón va el Ferrocarril Vasco-Astu­riano que conduce los carbones de la cuenca de Mieres, al Puerto de San E steban ; el ferrocarril de Oviedo a Trubia de la RENFE; el m inero de Trubia a Quirós, y en el ángulo SE. de la hoja en un corto trecho los de León a Gijón y Vasco y por el ángulo NE. el de VilLabona a San Juan de Nieva, también en un pe­queño recorrido.

Además de una pequeña parte de la ciudad de Oviedo y del im portante pueblo industrial de Trubia, figuran en la hoja las villas de Grado y Pravia capitales de los concejos de sus nom­bres y de este último las parroquias de Arango, Corias, Inclán, Pronga, Quinzanas, San Damías y Selgas con numerosas enti­dades de población; del concejo de Soto del Barco los lugares de Quintanona, Llamero, Cotollano y Veneros de la parroquia de R iberas; la totalidad de parroquias con todas sus entidades de población de Candamo; del de Illas las parroquias de La Peral, e I lla s ; la de Solís del concejo de C orvera; del de- Lla­nera, las parroquias de Ables, Arlos, Bonielles, Ferroñes, San

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Cucao, Santa Cruz de Llanera y R od iella ; del concejo de Ovie­do las parroquias de Los Arcos, Brañes, Godos, Lillo, Loriana, Santa María de Naranco, Nora, Piedram uelle, Pintoria, Priorio, San Claudio, Trubia y Udrión. Del de Grado las parroquias de Bascones, Bayo, Berció, Cabruñana, Castañedo, Coalla, F res­no, Santa María de Grado, Gurullés, La Mata, Peñaflor, Pereda, Rañeces, Rodiles y V illapañada; de Salas las cuatro parroquias de las Dorigas y las de Barca, Cornellana y Láneo y por últim o la parroquia de M iranda del ayuntam iento del mismo nombre.

Son m uy fértiles las vegas del Nalón, Narcea y Cubia. Mu­chas praderías y cultivos variados en sus suaves laderas y masas de erial a pasto y grandes repoblaciones y masas forestales de monte alto en la vertiente N. del Naranco, laderas bajas de la Sierra de Faidiello y cuenca del Río Cubia.

29 OVIEDO

En esta hoja está representada la superficie total del té r­mino m unicipal de Noreña y casi en su totalidad el de Siero. En parte están los de Oviedo, Gijón, Llanera, Corvera, Villaviciosa, Sariego, Nava, Bimenes y Langreo.

Desde la parte alta- de la ciudad de Oviedo va una divisoria de aguas en dirección OE. pasando por los vértices Grandota (501 mts.) y Cadaval (508 mts.), la collada de G argantada (377 mts.) y por encima del túnel del Carbayín del ferrocarril de Langreo hasta el vértice Llosona (372 mts.) vertiendo aguas al S. al Río Nalón en el valle de Langreo y por el N. al Nora. Des­de aquí ya las aguas v ierten al Río Pilona y al O. al Nora, pasando la divisoria por un collado im perceptible poco al E. del lugar de El Remedio del concejo de N av a ; va después al N. hasta el vértice Arbazal (525), ya fuera de la hoja, el cual vértice vierte aguas al Piloña, el Nora y al N. al Valdediós que va a la Ría de Villaviciosa. Baja la divisoria desde este vértice a la collada de Arbazal, nudo de carreteras y donde nace el

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Río Nora y al N. el Valdediós para continuar después al O. hasta el vértice Cima (733 mts.) en donde nace y tiene su curso al N. el Río España ; desde aquí va a la collada y vértice San M artín (517 mts.), bajando al S. y pasar por encima del túnel de San Pedro en el ferrocarril de Langreo, después Pruvia, el túnel de Robledo sobre el ferrocarril León Gijón y term inar en el vértice Santo Firm e (441 mts.) vertiendo las aguas en este recorrido por el N. a los ríos que en término de Gijón desem­bocan en el mar. Limita este sistema orogràfico una cuenca por la cual discurren los ríos Nora y Noreña casi toda en terreno perteneciente a los concejos de Siero y Noreña y característi­ca por ser la zona llana más extensa de la provincia.

La ciudad de Oviedo figura en la hoja en el ángulo SO. Por ella pasa y atraviesa la hoja de O. a E. la carretera de San Se­bastián a Santander y La Coruña (en la hoja está rotulada de Torrelavega a Oviedo) y la de Adanero a Gijón que va en direc­ción NE. arrancando de ella la de Lugones a Avilés. Atraviesa la hoja de S. a N. la de Langreo a Gijón ; la de Gijón a Pola de Siero ; la de La Secada al Puerto de Tazones ; de Pola de Siero a Valdesoto; de Valdesoto a Bimenes ; de Laviana a Na­va y otras de menor importancia y caminos vecinales.

El ferrocarril de León a Gijón con el ramal de Villabona a San Juan de Nieva y el de Santander a Oviedo que atraviesa la hoja de E. a O. cruzando en El Berrón con el de Gijón a La­viana que va de N. a S.

La ciudad de Oviedo figura en la hoja en el ángulo SO. con parte de su térm ino municipal que comprende las parroquias de Bendones, Box, Colloto, Las Cruces, Naves, Limanes, Pando y Villapérez. Las villas de Pola de Siero y Noreña con el com­pleto de la superficie de sus términos municipales y entidades de población ; de Gijón, las parroquias de Baldornón, Caldones, Fano, Huerces, Lavandera, Leorio, Pedrera, Ruedes y Vega ; de Corvera, los lugares de Agüera y Campañones de la parroquia de Solís; de Villaviciosa, las de Peón, Rozadas y Candanal; de

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Sariego, las de Narzana y S ariego ; de Nava, algunas pequeñas entidades de población pertenecientes a la parroquia de Nava, El Remedio y P ria n d i; de Bimenes, la parroquia de Suares y a l­gunos poblados de la de San Ju lián de Bimenes y de Langreo, algunos lugares de las de Riaño y Tuilla.

Predom inan en toda la hoja las praderías y variados culti­vos con algo de monte alto en las estribaciones del Naranco y en la parte del lím ite de Siero con Gijón.

30 VILLA VICIOS A

Por el ángulo NE. de la hoja aparece la costa cantábrica en los térm inos de Colunga y Caravia en donde están las concu­rridas playas veraniegas de La Isla y La Espasa.

Está comprendido en la hoja en su total superficie el térm i­no de Cabrales y en parte los de Villaviciosa, Colunga, Caravia, Parres, Piloña, Nava y Sariego, con una superficie de 489 Kms2.

Desde la m itad del m eridiano lím ite O. de la hoja, va una divisoria de aguas que la atraviesa en dirección E. pasando por la collada de Arbazal (400 mts.), vértice Arbazal (565 mts.), Ali­ño (549 mts.), collada de la Venta de la Encrucijada (345 mts.), pueblos de Torazo y Anayo, Pico Fano (653 mts.), baja al co­llado de La Llam a (316 mts) y sube por la cordillera del Sueve hasta el vértice Pienzo (1.149 mts.), hasta el m irador del Fito en el m eridiano E. lím ite de la hoja. De esta divisoria parten al N. los ríos de Arbazal, Valdebárcena, Miralles, Ría y Nabla que desembocan en l¡a' Ría de Villaviciosa y los de Libardón y Pivierda que pasan por Colunga y desembocan en el m ar en la playa de la Griega, y por últim o el Espasa que recoje el agua de la ladera N. del Sueve y desemboca en el m ar en la playa de la Espasa. Por la parte S. de esta divisoria1 van los ríos Solar, Punegro, Borines, Cua y Fios afluentes del Piloña que atravie­sa la hoja- por la parte S. y de O. a E. Por la parte S. de la hoja son afluentes del Río Piloña por su margen izquierda, los

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ríos Fuentesanta, Pendón, La Marea, Espinaredo, Pequeño, Color y Tendí, Beleño y Mampodre que bajan de las Sierras de Peña- mayor y Pandemules.

Destaca mucho en esta hoja la cordillera del Sueve, cuyo punto más alto Pico Pienzo (1.149 mts.), está sólo a 5 Kms. de la Playa de la Espasa.

Por la cuenca del Río Piloña va la carretera de San Sebas­tián a Santander y La Coruña (en la hoja rotulada de Torrela- vega a Oviedo), y el ferrocarril de Oviedo a Llanes pasando por las villas de Nava e Infiesto ; la de Rivadesella a Cañero por la parte N. de la hoja pasando por Villa viciosa y C olunga; la de La Secada al Puerto de Tazones que pasa por la Collada de Arbazal y Villaviciosa; la de Villaviciosa a Campo de Caso que pasa por Infiesto; la de Nueva a Punte Lluenga en Cabra- n e s ; la de Pintueles a Lastres que pasa por el collado de la Lla­ma y Colunga; la de Arriondas a Colunga que pasa por el mi­rador del Fito y otras muchas y caminos vecinales a distintos pueblos.

F iguran en la hoja la villa de Villaviciosa, capitalidad del concejo de su nom bre en la cabecera de suRía, y todos los po­blados pertenecientes a las parroquias de Amandi, Ambás, Be- driñana, Breceña, Busto, Camoca, Carda, Cazanes, Celada, Co­ro, Fuentes, Crases, Lugás, La Llera, Mira valí es, Niévares, Pan­dos, Priesca, Puelles, Rales, Sariego, Valdebárcena y Vallés. La villa de Colunga y las parroquias de su concejo, Carrandi, Duz, Gobiendes, La Isla, Libardón, Lué, La Llera, Pernús, Pivierda, La Riera y Sales. De Caravia, la parroquia de Caravia Baja y algunos lugares de la de Prado. De Parres, las parroquias de Cofiño, Castiello, Collía, Cuadroveña, Fíos, Nevares, y Viabaño. La villa de Infiesto, capitalidad del ayuntam iento de Piloña y las entidades de población de sus parroquias Anayo, Berbio, Borines, Cereceda, Coya, Lodeña, Millares, Pintueles, Ques, Se- vares, Sorribas, Valle, Villa y Villamayor. De la villa de Nava, capital de su concejo y sus parroquias de Ceeeda, Cuenya y Tre-

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Sali. La parroquia1 de San Román de Sariego del ayuntam iento de este nombre y completo en su superficie, parroquias y enti­dades de población el de Cabranes.

El terreno representado en esta hoja es m uy apto para el cultivo por la anchura de sus vallas, la falta de escarpados; y que los cerros, lomas y laderas por su altitud media baja afec­tan formas redondeadas. A bundan las praderías, pom aradas y las especies forestales de castaños, robles y eucaliptus en su ver­tiente N. Aun la parte más escabrosa representada, el Puerto de Sueve, tiene magníficos pastos que aprovechan en el verano el ganado vacuno y caballar de los cuatro concejos en que ra ­dica.

31 RIBADESELLA

Esta hoja, m arítim a en toda su longitud, representa el térm i­no municipal de Ribadesella' en su totalidad, y en parte los de Caravia, Llanes, Cabrales, Onís, Cangas de Onís y Parres con una superficie de 394 Kms.2

Entre los m eridianos que lim itan esta hoja se desarrolla la costa desde el paralelo 43" 28’ 35” bajando suavem ente hasta el paralelo 43u 26’ 3 0 ”. En su recorrido están las playas de Caravia, de Vega de Berbes, el Cabreras, punto más setentrional en la hoja y la hermosa villa de Ribadesella con su magnífica playa, la ría en que desemboca el Sella y el puerto pesquero y comer­cial ; continúa hasta Cabo de M ar o San Antonio sensiblemente con la misma latitud para bajar más rápidam ente al lím ite de la hoja en cuyo recorrido, en tre otros de m enor importancia, las playas de Cuevas del Mar, en Nueva, y la de San Antonio en la desembocadura en el m ar del Río Bedón.

El río más im portante es el Sella que en tra por el paralelo S. lím ite de la hoja y con dirección NO. llega a la villa de Arrion- das, en donde se le une el Piloña y después tuerce al NE. para en tra r en la Ría de Ribadesella. Otros ríos de alguna importan-

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cía que aparecen en la hoja son el Güeña que va por la parte S. de E. a O. naciendo en los altos de Ortiguero y uniéndose: al Se­lla en Cangas de O nís; a él se une en Soto de Cangas el que viene de Covadonga, ya fuera de la h o ja ; otro que nace también en Ortiguero es el llamado de las Cabras o de Bedón que va por el E. de S. a N. y desemboca en el m ar en la playa de San An- tolín de Bedón.

Por el ángulo NO. van en dirección NE. las Sierras del Fito y Calabrés, estribaciones del Sueve que vierten sus aguas a pequeños arroyos que van unos al m ar y otros al Sella.

En la parte central de la hoja al E. del Río Sella la orografía es verdaderam ente atorm entada por la irregularidad de cerros y sierras en todas direcciones. Por Ortiguero y fuera de los lími­tes de la hoja las estribaciones del macizo Occidental de los Picos de Europa forman una divisoria que vierte a los Ríos Casaño y Güeña y que entra en la hoja por el paralelo S. en el meridiano Io 13’ y va en dirección NO. a la Sierra de Hibeo, cu­yo vértice más alto de este nombre tiene de altitud 867 mts., continúa por una serie de cerros y collados hasta la collada de la Zarza, por donde pasa el Camino local de Corao a Cuevas del Mar en su Km. 11, dejando a la izquierda las sierras de Pe- ñaverde, Onao, y Olicio en dirección a la villa de Parres y a la derecha de la Cubeta, sube la divisoria a la Sierra de Zardón y al vértice geodésico de prim er orden Mofrecho (891 mts.) en la Sierra de Escapa que se prolonga al E. a la de Benzua, baja a la Collada de Tabla (500 mts.) y sube a la sierra de los Pandos (749 mts.), para bajar rápidam ente a la planicie de la costa. To­das estas sierras tienen una marcada dirección EO. y la última de los Pandos y Cuetos Negros desde Llovio a Nueva destaca en la llanura de la costa que tiene hasta 3 kms. de ancho.

Por el meridiano E. que limita la hoja figuran las estriba­ciones de la Sierra de Cuera que vierten al Río de las Cabras. De la divisoria que anteriorm ente detallamos vierten al S. pe­queños arroyos al Río G üeña; en la Collada de Zarza nacen al

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Ó. el Río Zardón que va al Sella y al E. el Riensena afluente del de las Cabras; en la Collada de Tabla nacen el arroyo de Santianes al O. y el Río de Nueva al E. y otros pequeños arro­yos nacen en este macizo montañoso.

La carretera de San Sebastián a Santander y La Coruña y el F-C de Oviedo a Llanes entran en la hoja por la villa de Arriondas, continuando por la costa hasta el límite O. La ca­rretera de Ribadesella a Adanero parte de esa prim era villa al O. cercana a la costa. Otra carretera de Riaño a Colunga parte de Arriondas y Cangas de Onís y sale de la hoja al S. toda ella por el valle del Sella. O tra de Panes a Cangas de Onís va por el Río Güeña. También tiene importancia, aparte de otras que figuran en la hoja, la de Posada a la Rehollada por la cuenca del Río de las Cabras.

Figuran en la hoja la villa de Ribadesella, capitalidad del concejo de su nombre íntegro en toda su superficie; la parro­quia de Prado del ayuntamiento de C arav ia; del concejo de Llanes, las parroquias de Ardisana, Caldueño, Los Callejos, Los Carriles, Hontoria, Malatería, Meré, Naves, Nueva, Posada, Pría, Rales, y Vibaño; algunos lugares de la parroquia de Puertas del concejo de C abrales; del de Onís, las parroquias de Onís y La Robellada; la ciudad de Cangas de Onís, con sus parroquias de Abamia, Con, Grazanes, Labra, Margolles, Triongo, Villanueva y Zardón y la villa de Arriondas, capitalidad del concejo de Parres, con sus parroquias de Bode, Cayarga, Parres, Pendás y Villanueva.

Variedad de cultivos en sus vegas del Sella y Güeña y plani­cie de la costa. Praderías en sus laderas y monte bajo y alto de eucaliptus en las zonas más altas.

I 32 LLANES

Figuran en esta hoja costera parte de la superficie de los ayuntamientos de Llanes, Rivadedeva, Peñamellera Alta, Peña- mellera Baja y Cabrales, con una superficie de 232 Kms2.

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La costa se desarrolla en toda la longitud de la hoja de 0. a E., con suave descenso de la altitud. Es escarpada y quebrada con muchos islotes hasta llegar a la desembocadura de Río Pu- rón y menos movida después hasta llegar al Faro de San Eme- terio. En su recorrido está la hermosa villa de Llanes con su puerto y numerosos pueblos residenciales veraniegos.

Lo más destacado en la orografía representada en esta hoja es la Sierra de Cuera, cuyo punto más alto, el vértice Turbín, tiene 1.315 mts. Va de O. a E., y sensiblemente paralela a la costa hasta el Río Deba, así como la de los Viforcos, de menor altitud y más al N. desarrollándose después una llanura de hasta 4 kms. de fondo hasta el mar. Al E. de la villa de Llanes unas pequeñas sierras planas, la de Cué, Purón, La Borbolla y Pimiango, paralelas a la costa y próximas y de altitud que en contados casos pasa de los 200 mts. La Sierra de Cuera vierte sus aguas al S. al Río Cares y por el N. al m ar por los ríos Pu­rón y de las Cabras.

Por la costa va la carretera de San Sebastián a Santander y La Coruña (en la hoja llamada de Torrelavega a Oviedo) y el ferrocarril de Oviedo a Llanes y su continuación a Santander. Por el E. la carretera de Palencia a Tinamayor por la cuenca del Río Deva que sirve de lím ite a la provincia de Oviedo en su ayuntam iento de Rivadedeva con el de Val de San Vicente de la de Santander. La de Llanes a Meré y la de Purón a Panes, y otras de m enor importancia.

Figuran en la hoja la villa de Llanes capital del concejo de su nombre y las parroquias de Acebal, Andrín, Barro, Borbolla, Carranzo, Celorio, Cué, Parres, Pendueles, Póo, Porrúa, Purón, Tresgrandas y Vidiago. La villa de Colombres capital de Riva­dedeva y las parroquias de Boquerizo, Noriega, Pimiango y Vi- llanueva. Del ayuntam iento de Peñamellera Baja las parro­quias de Alevia, y Buelles. Del de Peñamellera Alta las de Alies y Llenín y del de Cabrales sólo algunas brañas en la parte alta de la Sierra de Cuera.

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Por las partes llanas de la costa se ven cultivos y plantaciones forestales y monte bajo y pastos por las sierras.

33 COMILLAS

En esta hoja Santander rebasa por el m eridiano 0o 50’ una pe­queña parte de la parroquia de Pimiango del ayuntam iento de Rivadedeva, comprendida en tre este m eridiano y la Ría de Tinam ayor que sirve de lím ite a las dos provincias. Por el N. la lim ita el Mar y por el S. el puente de Unquera. Tiene de su­perficie esta pequeña zona asturiana solam ente 1,5 Kms2.

HOJAS COMPRENDIDAS ENTRE LOS PARALELOS 43“ 10’ y 43° 20’

49 SAN MARTIN DE OSCOS

La parte de terreno asturiano descrito en esta hoja que li­m ita con la provincia de Lugo pertenece a los ayuntam ientos de Taram undi, V illanueva de Oseos, Santa Eulalia de Oseos en su totalidad, San M artín de Oseos, Illano, Pesoz y G randas de Salime, con una superficie de 285 Kms.2

El lím ite con la provincia de Lugo, en general, no va por accidentes geográficos defin idos; en tra por el paralelo superior de la hoja por el m eridiano 3° 26’ 35” y sale por el paralelo infe­rior en el m eridiano 3o 26’ 35” con una dirección general de SE., formando después un 9eno fuera de los lím ites de la hoja, para volver a en tra r por el ángulo SE. en el que la provincia de Lugo tiene una pequeña porción. Los ayuntam ientos lim ítrofes son: Taram undi con Villaodrid y Fonsagrada; Santa' Eulalia de Oseos con Fonsagrada y G randas de Salim e con Fonsagrada y Negueira de Muñiz.

Por los ángulos SE. y NE de la hoja aparece el Río Navia. El Río Agüeira tiene en ella un gran recorrido; nace en el co-

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liado de las Tres Fuentes y con dirección SE. pasa por la villa de Santa Eulalia de Oseos hasta el pueblo de La Coba del Ayun­tam iento de Grandas de Salime para torcer al NE. y pasando por Pesoz unirse al Navia. Todo su curso por lo escabroso del terreno es sumamente sinuoso y a él afluyen en su recorrido y por la parte N. los ríos Barcia, Villanueva, San Martín, Soutelo y Ahio los cuales nacen todos en las estribaciones de la Sierra de la Bobia.

El terreno representado en esta hoja es muy escabroso y movido siendo la mayor altitud de 1.018 mts. la del vértice Murías, en el cordal de su nombre de la Sierra de la Bobia.

Las carreteras principales son: la de Vegadeo a Fonsagrada que atraviesa la hoja de N. a S . ; la de Garganta a San Martín de Oseos; la comarcal de Navia a Grandas de Salime y la de Grandas de Salime a Fonsagrada.

Figuran en esta hoja las tres pequeñas villas de los Oseos, Villanueva, San M artín y Santa Eulalia capitalidades de los tres concejos de sus nombres con sus parroquias y entidades de población; las villas de Ulano y Pesoz capitales de sus conce­jos y la de Grandas de Salime con sus parroquias de Río de Porto, Travada y Vitos.

Los cultivos en esta hoja son muy escasos, predominando el monte bajo y erial a pasto.

50 CANGAS DE NARCEA

En esta hoja están representados en parte los términos mu­nicipales de Illano, Pesoz, Grandas de Salime, Pola de Allande, Villayón, Tineo y Cangas de Narcea. En el ángulo SO. hay una pequeña porción del ayuntam iento de Negueira de Muñiz per­teneciente a la provincia de Lugo y que linda con Grandas de Salime.

Por el lado O. de la hoja va de S. a N. el Río Navia. A la izquierda del río se ven las instalaciones de las obras de la

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gran presa de Salime, aun no term inadas cuando se publicó la hoja. Por este motivo aun se ven los pueblos de Salime y su Salime, hoy sepultados bajo las aguas del pantano.

Por el ángulo SE. está la villa de Cangas de Narcea. Por el centro de y en dirección NE. va una gran divisoria de aguas que abarcan las Sierras del Valledor, de los Lagos y del Palo. Los puntos más destacados de esta divisoria son: Alto Erañuela (1.326 mts.), vértice Ornaa (1.366 mts.), vértice Panchón (1.411 mts.), collado del Palo (1.146 mts.), al vértice Mulleiroso (1.254 mts.), ya por el N. fuera de los límites de la hoja. De esta gran divisoria parten, cordales y entre ellos nacen ríos que al O. van al Navia como el río de Oro o Valledor, Lloredo y otros arroyos de menor im portancia; al E. el Arganza y Pola que unidos afluyen al Narcea, que en la hoja aparece por la villa de Cangas del Narcea en dirección NE.

Figuran en la hoja las carreteras de Ponferrada a La Espi­na ; la de Pola de Allande a L u arca ; la de Pravia a Lugo que pasa por la villa de Pola de Allande (524 mts.), y sube al Puerto del Palo (1.146 mts.) para bajar por la cuenca del Río Valledor con sinuoso trazado al Puente Salcedo sobre el Río Navia, tra ­zado antiguo modificado hoy por el pantano de Salime y la de Navia a Grandas de Salime por la zona O. del Navia.

Aparecen en la hoja la villa de Cangas de Narcea con sus parroquias de Adrales, Besullo, Corias, Obanca, y Trones. La villa de Pola de Allande capital del concejo de Allande y las parroquias de Berducedo, Besullo, Celón, Herías, Lago, Linares, Lomes, Parajas, San Emiliano, Santa Coloma, Valledor (San Martín), Villagrufe, V illar de Sapos, V illavaser; del ayunta­miento de Tineo las parroquias de Cerredo, Mirallo, Porciles, Sangoñedo y Sobrado; del ayuntam iento de Ulano la aldea de San E steban; del ayuntam iento de Pesoz, los lugares de Pelor- de, Villabrille, Serán y Paicega ; y del de Grandas de Salime, las parroquias de La Mesa, Villarpedre y Salime, hoy hundido en el pantano.

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La divisoria del Puerto del Palo señala un cambio muy no­table en el p a isa je ; m ientras al E. de esta divisoria tiene el as­pecto general de la Asturias central con abundantes praderías, cultivos, bosques de robles y castaños, al O. en la vertiente del Navia el panoram a cambia por completo y predom inan terrenos de erial a pasto con escasos terrazgos en las proximidades de sus aldeas.

51 BELMONTE

En esta hoja en tra superficie de los térm inos municipales de Tineo, M iranda, Grado, Somiedo, Cangas de Narcea, Salas y Te- verga.

Los dos ríos más im portantes ubicados en la hoja y que reco­gen todas las aguas de su sistema hidrográfico son el Narcea y el Pigüeña que se jun tan por el N. fuera de los lím ites de la hoja. El prim ero entra por el m eridiano lím ite O. y paralelo 43" 13’ 50” y sale por el paralelo N. en el m eridiano 2o 36’ 20" teniendo en su recorrido una dirección N E .; a él se unen por su m argen izquierda, además de otros arroyos de menor im portan­cia, los ríos Arganza y Gera en la misma dirección y el Rodical que de Tineo baja de N. a S. El Pigüeña entra en la hoja por el paralelo S. y sale por el paralelo N. con una dirección NE. y al extrem o oriental de la hoja. Entre estos dos ríos más impor­tantes se desarrolla una divisoria de aguas continuación del Cordal de la Serrantina y que abarca las sierras de la Cabra, Peña M anteca y Begega siendo sus puntos singulares más im­portantes, Peñas Negras (1.442 mts.), La Cabra (1.428 mts.), Co­llado del Abedul (1.139 mts.), vértice Manteca (.1527 mts.). Alto de Cigüedes (1.231 mts.), Cuerno (1.114 mts.). Montoto (958 mts.), Corona (862 mts.), Collado del Muro (720 mts.), y Culla- diella en la S ierra de Begega (1.105 mts.). De esta divisoria na­cen numerosos arroyos que por el E. vierten sus aguas al Pi­güeña y por el O. al Río Tuña y otros al Narce¿. O tras estriba-

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dones de la Serrantina y que sensiblemente van de S. a N. son las Sierras de Pilarm a, Santa Flor, Tainas, la Maldita y Degueño, entre las cuales van los ríos afluentes del Narcea por su margen derecha, Antrago, La Junquera y Onón.

Otra divisoria que viene del Puerto de la Mesa es el Cordal de Porcabeza que va de S. a N. por el m eridiano E. lím ite de la hoja por la línea límite de Miranda y Grado y cuyos puntos más destacados son: Pico la Berza (1.454 mts.), vértice Porca­beza (1.208 mts.), pueblo de Dolia (823 mts.), vértice Serrenta (925 mts.) y vértice Faedo (758 mts.). Vierte las aguas por pe­queños arroyos al O. al Río Pigüeña y por el E. al Cubia que va a la villa de Grado.

Las principales carreteras que pasan por esta hoja son: la de Ponferrada a la E sp ina; la de Pravia a L ugo ; la de La Florida a C om ellana; la de Puente del Infierno a Pola de Allande y la de Villablino a Cornellana. Como curiosidad digna de destacar es la antiquísim a calzada que con el nombre de camino de Cas­tilla y de Oviedo a Extrem adura figura en esta hoja.

Aparece en el mismo paralelo superior parte de la villa de Tineo y las parroquias con todas sus entidades de población de Arganza, Barca, Genestaza, Merillés, Nieres, Ponte, Pozón, Re- lamiego, Rodical, Santianes, Semproniana, Silva, Sorribas y Tuña. Del término municipal de Cangas de Narcea las de Am- bres, Carceda, Coliema, Jarceley, Mieldes, Onón, Porley, Sierra (San M artín y San Salvador), Tebongo y Tainas. La villa de Belmonte capital del concejo de Miranda y las parroquias de Agüera, Almurfe, Begega, Cuevas, Las Estacas, Leiguarda, Lla- moso, Montovo, Ondes, Quintana y Vigaña de Arcello. Del con­cejo de Salas la de Millara y del de Somiedo, Clavillas.

En las riberas de los ríos hay vegas cu ltivadas; zonas dedi­cadas a cereales y praderías en las laderas más suaves y mon­te alto de robles y castaños por las vaguadas y erial a pasto en las cumbres.

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52 PROAZA

En esta hoja aparecen completos los pequeños térm inos m u­nicipales de Yernes-Tameza, Proaza y Santo Adriano y en par­te los de Grado, Oviedo, Morcín, Ribera de Arriba, Riosa, Le­na, Quirós y Teverga.

P or el últim o tercio superior del m eridiano E. lím ite de la hoja en tran en ella los dos ríos Nalón y Caudal que unidos en Las Segadas continúan con la denominación del prim ero y sale de la hoja por el paralelo superior. Otros dos ríos, el de Teverga y el de Quirós, en tran por el paralelo inferior y se unen en el lugar de Santullano de la parroquia de Caranga del concejo de Proaza y ya unidos y con la denominación de Río Trubia continúa en dirección ligeram ente NE. para unirse en el pueblo de T rubia al Nalón fuera ya del aparalelo superior de la hoja.

E ntre los ríos T rubia y Caudal-Nalón se desarrolla uno de los macizos montañosos más destacados de la parte central de la provincia, la S ierra del Aramo. Esta enorm e masa de la caliza de m ontaña se inicia en la collada de Llanuces fuera de los lím ites de la hoja por el S. y en tra en ella por el meridiano 2° 13’ con una dirección general sensiblem ente NO. y sus pun­tos singulares más destacados son el vértice Gam onitero (1.782 mts.), el geodésico de prim er orden Gamonal (1.712 mts.), la co­llada de Pan de la Forca (1.104 mts.), la M ostayal o Peña de la V ara (1.304 mts.), y bajando después a la collada deCruz de Viesca (610 mts.), continúa con bajas altitudes por la Sierra de Peñerudes a term inar en Trubia en la unión de los dos ríos Nalón y Trubia.

Partiendo del vértice Gamonal y en dirección NE. un pro­fundo desfiladero baja al vértice Vía Llana (715 mts.), y la co­llada de Pandoto (678 mts.), con el histórico Monsacro (1.015 mts.), entre los ríos Morcín y de la Foz. Al O. del Gamonal des­ciende una divisoria por la collada de Pando de la Mortera (1.116 mts.), Las P iedras (1.420 mts.), Braña de Teñe, (1.068 mts.),

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Collada de A dera (690 mts.), para subir al vértice Cueto Mar (1.169 mts.), y bajar el desfiladero de Peñas Juntas, profundas hoces en las que se desciende 1.000 mts. en otros tantos de pro­yección horizontal.

En la cum bre del Aramo y por encima de la curva de nivel cerrada de 1.500 mts. hay un área de 15 Kms2 donde surgen los picachos grises de caliza entre valles cimeros cerrados con ho­yos, embudos y sumideros por donde desaparecen las aguas por cavernas y soplados interiores para aparecer en el fondo de los valles bajos. En esas depresiones altas hay depósitos entre las calizas de tierra vegetal y en ellas surgen las vegas o tolinas, oasis de verdes praderas donde pastan los ganados en la épo­ca de verania y en ellas están las brañas o m ajadas en que se refugian los pastores.

Entre los ríos citados que se juntan en la hoja de Teverga y Quirós term inan con Peña Collada las últim as estribaciones de la Sierra de la Sobia.

Otra divisoria que entra en la hoja por el ángulo SO. y va en dirección NE. por la Braña de Taja (1.350 mts.), El Cabezo (1.397 mts.), y por la Sierra de Tameza, vértice Caldoreiro (1.351 mts.) al Cordal de Linares, pueblo de Linares (741 mts.) y Sie­rra de Sama vertiendo por pequeños arroyos sus aguas al Río Trubia y por la parte N. a la cuenca del Río Cubia.

Por la cuenca del Río Trubia va la carretera de Trubia a Puerto Ventana y el ferrocarril minero de1 Trubia a Quirós. El camino local de Caranga a La Plaza por el Río Teverga. Por la cuenca del Río Cubia las carreteras de Grado a Tameza y Toli­nas. Por la cuenca del Caudal y Nalón el ferrocarril de Ujo a San Esteban de Pravia. Por el ángulo NE. de la hoja pasa el fe­rrocarril de León a Gijón por el E. la carretera de Oviedo a Pola de Lena y otras muchas de menor importancia a distintos pueblos.

Del concejo de Grado figuran las parroquias de Ambás, Res- tiello, Rubiano, Sama, Santo Adriano, Santianes, Sorribas, To-

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linas, Vigaña, Villamarín, Villandás y Las Villas. Del de Oviedo, las de La Manjoya, Pereda, Puerto y Caces. Del de Morcín, las de Argame, La Foz, Morcín, Peñerudes, La Piñera, y San Se­bastián. Del de Ribera de Arriba, las de Ferreros, Palomar, Soto y Tellego. Todas las entidades de población de la parroquia de Riosa del ayuntamiento de ese nombre. Del concejo de Quirós, las parroquias de Las Agüeras, Arrojo, Bermiego, Casares, Mu- riellos, Pedroveya y Salcedo. Las aldeas de la Muela, Maramu- ñiz y Brañalamosa del de Lena. Del concejo de Teverga las parroquias de Santianes, Taja, Urria y Villamayor. La villa de Proaza, capitalidad del concejo de su nombre y el completo de su superficie y entidades de población y lo mismo los pequeños concejos de Yernes-Tameza y Santo Adriano.

En las vegas abundan los cultivos y praderas de guadaña. Masas forestales por las laderas de sus ríos y pastos de verano en los puertos altos.

53 MIERES

En esta hoja están representados en su totalidad los térmi­nos municipales de Mieres y San Martín del Rey Aurelio. Casi en su totalidad el de Langreo que rebasa por el paralelo superior una pequeña parte en la hoja 29. En parte algo considerable los de Oviedo, Bimenes, Aller, Lena y Ribera de Arriba y en una mínima parte de superficie sin entidades de población los de Siero, Riosa, Morcín y Nava.

Tres ríos importantes figuran en la hoja, el Nalón, Caudal y Aller. El primero entra en ella por el meridiano límite E. en el paralelo 43° 14’ y va en dirección NO. hasta “oscular” el pa­ralelo límite N. y descender en dirección SO .: el Caudal que entra por el paralelo inferior cerca del ángulo SO. y sensible­mente va al N. para tocar al NO. en las proximidades de la vi­lla de Mieres buscando la unión con el Nalón que se verifica en el pueblo de Las Segadas fuera de los límites de la hoja. El

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Aller es afluente del Caudal, entra en la hoja por el S. y con dirección NO. se le une en el pueblo de Ujo.

El terreno de esta hoja pertenece al tramo medio del car­bonífero y como entran en él rocas muy vulnerables por los agentes de erosión como son las areniscas y pizarras, son escasos los escarpados y aparece cubierto de un manto de m ateriales procedentes de la desintegración de esas rocas, muy apto para el desarrollo de la vegetación, y el paisaje Uene en sus cerros y laderas pendientes suaves y uniformes y formas redondeadas.

Entre estos dos ríos principales, el Nalón y el Caudal, se desa­rrolla una divisoria de aguas que empieza en Peña Mea en el lím ite S. ángulo SE. de la misma y term ina en el lím ite O. de la misma en Peña Mandarrón entre los dos ríos y llevando en su recorrido una dirección NO. Los puntos más singulares de esta divisoria son: Peña Mea (1.560 mts.), Collada de Pelúgano (1.112 mts.), La Colladona (4.870 mts.), Collada de Cabellos (1.155 mts.), Collada de Urbiés (999 mts.), Tres Concejos (1.096 mts.), La Colladiella (850 mts.), San Justo (1.005 mts.), San Emiliano (510 mts.), Foxacos (653 mts.), San Tirso (402 mts.), vértice Picacho en la Sierra de Fayedo (709 mts.), vértice Boa o Pico Agudo (657 mts.), Padrún (390 mts.) y M andarrón (648 mts.). De esta divisoria y del punto Collada de Caballos arranca el Cordal del Navaliego cuyo punto más alto es el vértice Nava- liego (1.106 mts.), entre los ríos Aller y Turón afluentes del Cau­dal. Otro macizo es el Polio (1.046 mts.), entre el anterior Río de Turón y el de San Juan que pasa por la villa de Mieres. Más bajo y naciendo también en esta divisoria descrita el Miñera que se une al Caudal en La Peña. Al N. de la divisoria citada y en la vertiente del Nalón en el valle de Langreo parten las estri­baciones de Peña Crespa, San Mamed y La Espina y entre estas los pequeños ríos de Villoria, Santa Bárbara, María Luisa y Sa- muño y Lada más al O. y ya en térm ino de Oviedo, las de Ve- guín, Formigos, Tudela y San Felechoso que pasa por el pueblo de Olloniego.

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Por el ángulo NE. de la hoja y en térm inos de Bimenes una parte está en la vertien te del Río Pilona desde el Collado de la Faya de los Lobos, estribación de Peñam ayor y por la parte S. pequeños valles que afluyen al Nalón siendo el más im portante el Río Candín que pasa por La Felguera y se le une en Barros.

Por el lado O. de la hoja y en los lím ites de Mieres con Riosa y Morcín están el Cordal de Cuba y La Sierra de Gallegos, cu­yo punto más destacado es el vértice Lusorio (1.004 mts.) donde nacen los arroyos de Valdecuna y Nicolasa, afluentes del Cau­dal.

Esta hoja de Mieres m uy in teresante porque en la zona que describe están radicadas gran parte de las minas de carbón y las grandes factorías siderúrgicas de Mieres y La Felguera, así como tam bién im portantes fábricas de derivados, está muy completa de vías de com unicación; carreteras y ferrocarriles por los cuales se transportan los carbones y demás productos a los puertos m arítim os y al interior. Por el valle del Caudal van las carreteras de Adanero a Gijón y el ferrocarril de León a Gijón, cruzando la divisoria antes descripta por el Padrún y tú ­nel de Olloniego respectivam ente, y luego el valle del Nalón di­rigiéndose a Oviedo. Por el mismo valle del Caudal va también el F errocarril Vasco-Asturiano hasta Ujo, continuando después por el valle de Aller. P or el valle del Nalón va el ram al de la RENFE de Soto de Rey a Ciaño Santa Ana y el de Langreo que en La Felguera desvía por el valle del Río Candín. O tras carre­teras que figuran en la hoja son: la de Riaño a Oviedo, Sama a Gijón, de Santullano a Villaviciosa por Cabañaquinta y otras m uchas transversales de m enor importancia.

La densidad hum ana radicada en la zona representada en esta hoja es enorm e llegando en los térm inos de Mieres, Lan­greo y San M artín del Rey Aurelio a 500 habitantes por Km2 dedicados al laboreo de las minas y otras industrias. Figuran en ella la villa de Mieres, capitalidad del concejo de su nombre, con doce parroquias rurales integradas por 416 lugares, aldeas y

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caseríos; las villas de La Felguera y Sama, capitalidad esta del concejo de Langreo, con 8 parroquias y 238 entidades de po­blación ; Sotrondio, capital de San M artín del Rey Aurelio y 187 entidades de población; la villa de Pola de Laviana, capi­tal del concejo de Laviana y las parroquias de Carrio, Entralgo, Lorio, Tirana, Tolivia y V illoría; del térm ino de Oviedo las parroquias de Agüeria, Manzaneda, Olloniego y S an tianes; del ayuntam iento de Bimenes, la parroquia del mismo nom bre y su capitalidad M artim porra; del de Lena las parroquias de Cara- banzo, Muñón Cimero, Villallana y del de Aller, las de Boó, Mo­reda, Piñeres y Serrapio.

Las feraces vegas de otros tiempos han sido invadidas por la expansión urbana y las fábricas e instalaciones industriales y en parte arrasadas por los arrastres de las escombreras. Hay p ra­deras por las laderas y monte bajo por las cumbres. Se atiende más a la ganadería que a la agricultura pero se tiene como prin­cipal ocupación las actividades industriales y lo prim ero sólo es un complemento económico.

Repetimos de esta hoja lo que ya hemos dicho de la 13-AVI- L E S ; que la escala de 1:50.000 es inadecuada para representar estas zonas donde se ha llegado por la industrialización a un grado tal de detalles, sobre todo en los valles, que la hace con­fusa. Sería de desear que en nuevas edicciones se publicase a 1:25.000 que es la escala a que se construye el Maya Director.

54 RIOSECO

Están representados en esta hoja una gran parte S. del té r­mino de Piloña y parte N. del de Caso y O. de Ponga. El de Sobrescobio en su totalidad de entidades de población y en me­nor cantidad de superficie, los de Nava, Parres, Amieva, La­viana y Bimenes.

Una gran divisoria atraviesa toda la hoja desde su ángulo SE. vértice Tiatordos (1.951 mts.) hasta el vértice geodésico de

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prim er orden Trigueiro (1.291 mts.), en Peñamayor en el án­gulo NO. Los puntos destacados de esta divisoria intermedios son: Collado de los Fitos (1.526 mts.), Pico de Soancio (1.730 mts.), Cabranen (1.838 mts.), Corona (1.627 mts.), Collada de Friero (1.452 mts.), Campalasana (1.283 mts.), Collada de Arni- cio (908 mts.), Peña Bustar (1.230 mts.), vértice Trapa (1.133 mts.), Collada de Tañes (938 mts.), La Cumbre (1.118 mts.), Peña Chamoco (1.283 mts.). Otra divisoria arranca de Collado de Friero al Tomo de Pandemules (1.551 mts.), Collada de Pan- demules (1.209 mts.), Pico de Moaño (1.418 mts.), Collado de Cureño (1.046 mts.), Loma de la Morena (1.257 mts.), Collado de P iedrafita (991 mts.), Pico Caño (1.265 mts.), Collada de Moan- de (654 mts.), y Peña de Cetín (1.102 mts.). De estas divisorias arrancan al N. otras sierras secundarias entre las cuales van los ríos afluentes del Piloña, llamados Mampodre, Tendi, Co­lor, Pequeño, Espinaredo y de La M area; al E. las aguas van al Río Ponga, afluente del Sella y por el S. por pequeños arroyos al Río Orle afluente del Nalón y después directamente a este río. Por la parte S. de la hoja descienden del Retriñón y Puertos de Caleao los ríos Caleao, y Alba que en dirección N. afluyen al Nalón por su margen izquierda.

Figuran en la hoja las carreteras de Riaño a Oviedo por el valle del Nalón; la de Villaviciosa a Campo de Caso que va por el valle de La Marea y pasa por la Collada de A rnicio; la de San Juan de Beleño a la de Sahagún a Las Arriondas; la de Puente de Tendi a Sellaño y la de Infiesto a Espinaredo.

Del concejo de Piloña figuran las parroquias de Artedosa, Beloncio, Espinaredo, La Marea, Montes, Maza y Tozo; del de Caso, la villa de Campo de Caso capitalidad de este concejo y las parroquias de Bueres, Coballes, Orle, Tozo y T añes; de La- viana, la parroquia de Condado y del de Ponga, las de Carangas, Cazo y Taranes; del de Sobrescobio sus tres parroquias y todas las entidades de población y del de Parres las de Llerandi y Montes de Sebares.

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Todo e l terreno que com prende esta hoja es m uy accidentado y movido. Escaso el terreno de labrantío y abundantes prade­ras de guadaña y pastos de verano en sus puertos. Hay tam bién grandes masas forestales principalm ente de hayas.

55 BELEÑO

En esta hoja en tra una p a rte de la provincia de León. Los térm inos m unicipales asturianos que form an parte de ella son los de Parres, Cangas de Onís, Onís, Cabrales, Am ieva y Pon­ga de los cuales los cinco últim os lim itan con León en sus té r­minos de Oseja de Sajam bre, y Posada de Valdeón. La super­ficie asturiana es de 422 Kms2.

La línea lím ite en tre Oviedo y León en tra en la hoja por el S. y va por el e je de las aguas del Río Sella hasta un punto interm edio en tre los puentes de Angoyo y A güera siguiendo al E. hasta el punto m ás alto de la S ierra de Beza (1.964 m ts.) pa­ra ba jar después por la Collada y Cotera de Escobaño al Río Dobra, y por la m ajada de Carombo subir por C orroble pasando por toda la crestería de picos del macizo occidental o de Las Peñas Santas hasta Cruz de H uerto del Rey y Cabezo Cubo, a l­canzando en este recorrido altitudes hasta de 2.596 mts. Desde Cabeza del Cubo se precipita al Río Cares en la unión de sus aguas con el eje de la Canal de Las Párvu las y subir después por la arista de una divisoria y ya en el macizo cen tral de los Picos de Europa, hasta T orrecerredo (2.649 mts.), en el m eridia­no que al E. lim ita la hoja.

Dos ríos im portantes, en tran por el lím ite S. en la hoja: el C ares y el Sella. Van en dirección N. y el prim ero sale por el E. y el segundo la atraviesa en toda su latitud. Nacen los dos en la Cordillera C antábrica fuera de los lím ites de la hoja y tie­nen sus cabeceras en las partes altas de los valles de Valdeón y Sajam bre. Cree H ernández Pacheco que estos ríos ya corrían en otras edades y que al levantarse la caliza de los Picos y opo­

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nerse a su paso tuvieron estos, valiéndose de la acción mecáni­ca de la erosión y química de la disolución que labrarse su cauce por esas profundas entalladuras en la roca que constituyen las hoces de la garganta del Cares y de los Veyos en el Sella.

Al Río Sella se le unen por su margen izquierda el Río Pon­ga y entre estos dos ríos están las estribaciones de la Sierra del Aroenorio que terminan, en Pico Pierzo y Pico Espina en los límites de Ponga y Amieva. Otro río importante afluente del Sella por su margen derecha es el Dobra que nace en Valde- lafuente fuera de los límites de la hoja por el S. en la divisoria, de aguas que va desde Panderruedas al macizo de las Peñas Santas. Este río va en dirección NO. hasta desembocar en el Se­lla y a él se unen en Cueva de Pelagierro los ríos Pelabarda y Junjum ia que le traen las aguas de los lagos y de los neveros de las Peñas Santas. Otro río también afluente del Sella y que se une a este en Cangas de Onís fuera de los límites de la hoja por el N. es el Río Covadonga que recibe las aguas del manan­tial de la Cueva de Orandi procedente del Río de Las Mestas. Entre el Río de Covadonga y el Dobra está la Sierra de Cova­donga y su continuación de Següenco con altitudes ya por bajo de los 1.000 mts. Otro río que recibe las aguas de las Peñas San­tas es el Casaño, afluente del Cares que tiene una dirección NE. y sale de la hoja por el ángulo NE. Entre el Casaño y el Cares está un extenso macizo montañoso perteneciente al término de Cabrales y que comprende los Puertos de Ondón, Llorosos y Sierra de Dobros.

Pocas vías de comunicación aparecen en esta hoja. Es la más destacada la carretera que aparece rotulada de Riaño a Colunga por Cangas de Onís, antes llamada de Sahagún a Las Arriondas y más comunmente de los Veyos o del Pontón, atre­vida obra de ingeniería entallada en la roca de las profundas hoces del Sella. La de San Juan de Beleño que arranca de esta por la cuenca d«' Río Ponga. La de Covadonga y su continuación a los lagos de Enol y de La Ercina. Por el ángulo NE. de la

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hoja aparece la carretera de Cangas de Onís a Panes. Por la garganta del Cares aun no hay hoy más medio de comunicación entre Asturias y León que la famosa senda de Caín cuyo paso era algo heroico en tiempos pasados y mejorado hoy por la So­ciedad Hidroeléctrica que aprovecha la energía del Cares.

Poca densidad de entidades de población aparecen en los términos representados en esta hoja. Del concejo de Parres la parroquia de Dego. Del de Cangas de Onís las de Covadonga y La Riera. Del de Cabrales, Berodia y Puertas. Del de Ponga, las de Abiegos, Casielles, Sobrefoz, Veyos, Viego y Beleño capi­talidad de este concejo, y del Concejo de Amieva, las de Amie- va, San Román, Argolibio, Mián y Sebarga, estando la capita­lidad del concejo en el lugar de Sames de la parroquia de Mián.

En la época del verano, gran parte de los habitantes de los valles bajos suben con sus ganados a las numerosas m ajadas enclavadas en los puertos y valles altos aprovechando los pas­tos de las vegas, oasis de verdura que surgen en las llanadas, hoyas y sumideros de las aguas en tre los grises paredones de la caliza.

En esta hoja que describe una zona tan interesante bajo el punto de vista religioso, histórico, turístico y pastoril, pues en ella aparece Covadonga con la Santa Cueva y la Basílica, el macizo de las Peñas Santas, los lagos de Enol y La Ercina, los miradores del Rey, de la Reina y de Ordiales desde los que se otean paisajes de m aravilla y por último la m ajada de Ario, magnífico observatorio del macizo central de los Picos de Eu­ropa.

56 CARREÑA

Figuran en esta hoja en parte los términos municipales de Cabrales, Peñam ellera Alta, y Peñam ellera Baja con una su­perficie de 271 Kms2.

La provincia de Oviedo en su término, Cabrales lim ita con la de León en su térm ino Posada de Valdeón por los picos más altos del macizo central hasta Pico Tesorero en que entra la

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provincia de Santander en su término Camaleño. Continúa Ovie­do en su término Cabrales y Santander en el de Camaleño por la Sierra de Juan de la Cuadra hasta el Escamellao para cruzar después por bajo de Campo Mayor de los Puertos de Aliva el Río Duje, límite de los macizos Central y Oriental y subir a este macizo al vértice geodésico de prim er orden Contes (2.370 mts.) y continuando después por Tabla de Lechugales a Pico del Jie- rro. En este punto term ina Camaleño y entra Cillorigo-Castro que continúa limitando con Cabrales y abandonando la línea lí­mite los picos altos de este macizo oriental baja por una diviso­ria hasta Collado Barreda en donde term ina Cillorigo-Castro y entra el térm ino de Tresviso. Continúa después por Collado Pirué y sube a Obesón (1.422 mts.) donde está el mojón de tres términos Cabrales, Peñam ellera Alta y Tresviso y term i­nando aquí Cabrales continúa la línea lím ite entre Peñamellera Alta y Tresviso hasta Collada Hermosa en donde termina Peña­mellera Alta y entra Peñamellera Baja continuando limitando esta con Tresviso por la divisoria de la sierra al N. de este pue­blo hasta Urdón en la confluencia del Río Deva con el Río de Urdón y luego por el eje de las aguas del Deva hasta el puente de Estragueña continuando después al E. de dicho río por la divisoria de aguas de la Sierra de Uzyabes, formando un seno perteneciente a Peñam ellera Baja que limita con los términos de Lamasón y Herrerías de la provincia de Santander para lue­go volver al río hasta su desembocadura en el m ar en Tinama- yor.

Los ríos más importantes que aparecen en la parte asturia­na de esta hoja son el Deva que nace en Fuente. Da en la base al S. del macizo central. El Cares que entra por el O. y va en dirección N. hasta el pueblo de Arenas de Cabrales en donde el levantamiento de la Sierra de Cuera le obliga a to­m ar una dirección E. hasta unirse al Deva. El Casaño que entra por el O. y se une al Cares en Arenas de Cabrales y el Duje que nace en los Puertos de Aliva entre los macizos oriental y cen­tral y se une al Cares en Puente Poncebos. Por la parte N. de la hoja numerosos arroyos que nacen en la Sierra de CueTa y en

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dirección S. afluyen al Cares. Entre los ríos Cares y Duje se desarrolla todo el atorm entado relieve del macizo central de los Picos de Europa. Paisaje lunar de grises calizas y escasa vege­tación sólo aprovechada por corzos y rebecos y deleite de los aficionados a excursiones alpinas. Picos y horcadas, canales y Hambrías, hoyos profundos por donde se filtran las aguas de los neveros que manan por la base del macizo y lisos paredones verticales pulidos por el glaciar. Desciende al N. este macizo montañoso por las canales de Camburero y Celada que lim itan el famoso N aranjo de Bulnes hasta llegar a la Collada de Pan- débano donde nacen al O. y E. el Río Tejo o Bulnes y el arroyo de Cañero y term inar en la Peña de Main y al O. en el M urallón de Amuesa sobre el Cares. En térm inos de Cabrales y al N. de Tielve los Puertos de Era y en térm inos de las dos Peñam elleras y al S. del Cares los Puertos de Tamandón, Nedrina, Collado Tremaño, Baldanza y la destacada Pica de Peñam ellera a la orilla S. del Cares.

Escasean las carreteras, en esta hoja figuran las de Palencia a Tinamayor por el valle del Deva. La de Cangas de Onís a Pa­nes por el valle del Cares y la inciada de las Arenas a Portilla de la Reina que sólo llega hoy a Camarmeña y que pretende pasar la garganta del Cares.

Escasamente poblada esta hoja figuran en ella las parroquias del término de Cabrales, de Las Arenas, Carreña (capitalidad), y Poó en las parte baja y las cuatro altas de montaña de Ca­marmeña, Sotres, Bulnes y Tielve. De Peñam ellera Alta las de Mier, Oceño, Rozagás, Ruenes, Trescares y Alies (capital) y del concejo de Peñam ellera Baja, la villa de Panes (capital) y las parroquias de Abándames, Cuñaba, Merodio y Tobes.

La raza saturiana representada en esta hoja es em inente­m ente ganadera y en la ganadería tiene su principal riqueza. En las partes bajas tiene praderías de guadaña y en las altas en sus puertos abundantes pastizales apareciendo la hoja salpica­da de numerosas majadas en donde pasan la tem porada de ve­rano gran parte de su población al cuidado de sus ganados. Des­de el punto de vista turístico tam bién tiene grande im portan­cia esta hoja, pues la zona que representa es muy visitada de montañeros y de aficionados a los bellos paisajes de montaña.

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HOJAS COMPRENDIDAS ENTRE LOS PARALELOS 43° y 43° 10’

74—FONSAGRADA

La parte asturiana com prendida en esta hoja está en dos zonas separadas con un to tal de superficie de 103 Kms2. La prim era pertenece al térm ino m unicipal de Grandas de Salime y comprende las dos parroquias más al S. de Peñafuente y Nogueira. L im ita con los dos térm inos municipales de Fonsa- grada y Negueira de Muñiz de la provincia de Lugo y está alO. del Río Navia por bajo del paralelo superior y el lím ite de las dos provincias pasa por el vértice Piedras Apañadas (1201 mts.)-

La segunda zona sita al E. del Río Navia, pertenece al ayun­tam iento de Ibias y en ella aparece la villa de San Antolín de Ibias, capitalidad del concejo, más las parroquias de Marentes, Cecos y Sena y la de Santa Comba de Cotos, situada al O. del Río Navia. Lim ita esta segunda zona con los ayuntam ientos de Negueira de Muñiz, Fonsagrada y Navia de Suarna de la pro­vincia de Lugo.

P or la prim era zona pasa una carretera rotulada con el nom­bre de P ravia a Lugo, que pasa por Grandas de Salime y Fon- sagrada y por la segunda zona la de Cangas de Narcea a Oviedo que va por el valle del Río Ibias hasta el Puente Boadil, sobre el Río Navia donde term ina ya en térm inos de Lugo.

El relieve del terreno es accidentado, aunque con altitudes por bajo de los 1000 m etros hasta los 200 en el Navia y cubierto en gran proporción de m onte alto y bajo.

75—GEDREZ

El terreno descrito en esta hoja es parte de los ayuntam ien­tos de Cangas de Narcea, Allande e Ibias, lim itando sólo por el ángulo NO. una pequeña parte de la provincia de Lugo perte­neciente al ayuntam iento de Negueira de Muñiz. La parte as­turiana tiene una superficie de 493 Kms2,

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Al E. de la hoja y con dirección EN. van los ríos de Naviego y Narcea que nacen en la Cordillera Cantábrica y se juntan en Cangas de Narcea, fuera de los límites de la hoja y entre ellos se desarrolla, las Sierras de Soldepuesto, Santarbás y Los Pan­dos.

Una gran divisoria de agua va de S. a N. siguiendo la línea límite entre Cangas de Narcea e Ibias y Allande, al O. de la cual vierten al Navia y al E. al Narcea. Los puntos más destaca­dos de esta divisoria son, empezando por el S .: vértice Canda- nosa (1.675 mts.), Laguna de Muriellos (1.473 mts.), Pico del Conio (1.595 mts.), Puerto del Conio (1.315 mts.), Cazamoso (1.498 mts.), Chao de la Laguna (1.214 mts.), Loma de la Ar- gasada (1.365 mts.), Chao del Rozo (1.426 mts.), Brañas de Folgueiras (1.305 mts.), La Reboleira (1.364 mts.), Pico Folguera (1.302 mts.), Horiadela (1.098 mts.), Picos de cerroBadan (1.286 mts.), Pico Piqueiro (1.365 mts.), El Sillón (1.188 mts.), El V er­dín (1.356 mts.) y Pico de la Vieja (1.341 mts.). Al O. de esta divisoria nacen los ríos ofluentes del Navia llamados de Cer- vos, Avionga, Vacas y Valledor y al E. descienden una serie de cordales de dirección NE. entre los cuales van los ríos de Mu­ñidlos, del Coto y Arganza afluentes del Narcea.

Muy escasas las carreteras, las principales son: la de Pon- ferrada a La Espina por el valle del Río Naviega; la de Ouvia- ño a Cangas de Narcea que va por el valle del Río Narcea hasta Venta Nueva, sube después al Puerto del Conio y baja por la vertiente del Navia y pasa por San Antolín de Ibias y la de Ven­ta Nueva al Puente Corbón.

Figuran en esta hoja las entidades de población de la parro­quia de San Salvador de Valledor del ayuntam iento de Allande y del de Cangas de Narcea, las de Agüera del Coto, Bergame, Berguño, Bimeda, Castañedo, Cibuyo, Coto, Cuevas, Entrevi- ñas, Gillón, Larna, Limés, Montañas, Naviego, Noceda, Posada, Regla, Vega de Rengos, Vegalagar, Villacibrán, y Villategil y del ayuntam iento de Ibias la de Seroiro.

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Orografía e hidrografía muy movida con altitudes compren­didas entre los 300 y 1.700 metros. Muchas sierras, cerros, lomas y valles profundos y estrechos con grandes masas forestales destacando los montes de Muniellos.

76—POLA DE SOMIEDO

En esta hoja se representa una parte considerable de los té r­minos municipales de Cangas de Narcea, y Somiedo y una pe­queña porción de los de Tineo y Teverga con una superficie total de 440 Kms2.

Los términos asturianos de Cangas de Narcea y Somiedo li­m itan con los leoneses de Villablino y Cabrillanes y su línea límite coincide con la línea divisoria de aguas de la Cordillera Cantábrica, excepto en la parte del Puerto de Somiedo que baja dos kilómetros al S. Las aguas de la Cordillera en esta parte vierten por el S. al Río Sil. Los puntos más destacados de esta divisoria son de O. a E. Los Peñones (1.865 mts.), Chozo de la Pradera (1.504 mts.), Gobia de Cacabiecho (1.862 mts.), Peña Treira (1.923 mts.), vértice Cornón (2.188 mts.), Puerto de So- miedo (1.486 mts.) y Sierra del Rebezo (1.978 mts.).

Por el ángulo SO. de la hoja y en dirección NO. pasa el Río Naviego que nace en Cueto de Arbas y el Río de Cibea que nace en la Collada de la Cabril y entre estos dos ríos se desarrolla la Sierra de San Loado cuyos puntos más destacados son La Chabola en Vallado (1.043 mts.) y Llano la Linde (1.504 mts.). La Sierra de la Serrantina va en dirección N. desde Peña Treisa en la Cordillera y sus puntos más destacados son: Collado de la Cabril (1.763 mts.) y Tableiros (1.877 mts.) y Castiello (1.664 mts.) entre los ríos Pigüeña al E. y Junqueras al O. Otra sierra que arranca de la anterior en La Cabril y va en dirección NO. es la de Los Acebales o del Acebo cuyos puntos más destacados son: Gobia de Cibea (1.821 mts.), Collado de la Gobia (1.684 mts.), vértice Rabo de Asno (1.890 mts.), Collado la Gargante-

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ra (1.279 mts.) y vértice Acebo (1.205 mts.) entre los ríos Cibea y Junqueras.

E ntre los ríos Pigüeña y Somiedo se desarrolla la Sierra de Perlunes de S. a N. a partir del vértice Cornón en la Cordillera Cantábrica con los siguientes puntos destacados: Peña Canse­co (1.949 mts.), Collado la Festiella (1.685 mts.), vértice Mosaco (1.988 mts.), Lagunas Redonda y Cabera (1.720 mts.), Coll Ce- rreo (1.482 mts.), El Torno (1.611 mts.), Alto Collado (1.381 mts.), Resellar (1.517 mts.) y vértice Rubio (1.394 mts.).

Por el ángulo NE. de la hoja y coincidiendo con el lím ite de Teverga con Somiedo hay una divisoria cuyo punto más desta­cado es el vértice Peña Micho (1.765 mts.) cuyas aguas vierten al E. a Teverga y al O. al Río Somiedo. En la central eléctrica de La Malva y en Pola de Somiedo se une al Río Somiedo y por su margen derecha los ríos de Saliencia y de Valle encajados entre fuertes macizos montañosos de la caliza carbonera.

Por el ángulo SO. pasa la carretera de Ponferrada a La Es­pina y la de Las Mestas a Cibea y al E. la de Villablino a Cor- nellana por el valle del Río Somiedo.

Figuran en esta hoja las entidades de población de las pa­rroquias de Arbas, Carballo, Cibea, Fuentes, Genestoso, Leita- riegos, Linares, Piñera, Villalaez y V illarm ental del ayuntam ien­to de Cangas de Narcea y del de Somiedo, su capitalidad la vi­lla de Pola de Somiedo, y las parroquias de Aguino, Coto, Cúa, Las Morieras, Pigüeces, Pigüeña, Puerto, Riera, Valle, Veigas y Villa de Vildas.

El terreno representado en esta hoja es forestal y ganadero. Grandes masas de distintas especies, castaño, roble y hayas y su superficie está salpicada de m ultitud de brañas y m ajadas en donde los habitantes de los valles pastorean sus ganados en los meses de verano.

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La parte asturiana de esta hoja corresponde a los términos m unicipales de Somiedo, Teverga, Quirós y Lena que limitan con los leoneses de Cabrillanes y San Emiliano de la región de La Babia. Esta línea lím ite se ciñe toda ella a la divisoria de aguas de la Cordillera Cantábrica que por su parte S. por numerosos arroyos afluyen al Río Luna. E n tra por el lado O. de la hoja y sale por e l lado S. y sus puntos más destacados son: vértice Laguezos (2.073 mts.), Peña Orniz (2.182 mts.), Alto de la Calabazosa (2.113 mts.), Collada de Balbarán (1.709 mts.), Al­to de los Viganos (2.045 mts.), Puerto de la Mesa (1.782 mts.), Piedras (1.933 mts.), Collada del Refugio (1.731 mts.), Puerto V entana (1.587 mts.), Pico del H uerto del Diablo (2.110 mts.), La Cigalla (2.215 mts.), vértice geodésico de prim er orden Peña Ubiña (2.417 mts.) y Puerto de Tuiza (1.933 mts.). La superficie to tal asturiana radicada en la hoja es de 398 Kms2.

En el térm ino de Somiedo que aparece en la hoja están los lagos de ese nom bre del Valle y de Saliencia donde nacen los ríos así llam ados afluentes de Río Somiedo. Desde el mojón de tres térm inos Piedras en la Cordillera Cantábrica correspondien­te a Somiedo, Teberga y San Emiliano va en dirección NO. el Cordal de la Mesa, cuyas aguas v ierten al S. al Saliencia y al N. al Río de Teverga. Desde Puerto V entana va en dirección N. la divisoria de aguas de la S ierra de la Sobia, cuyo punto más destacado es el vértice Saleras (1.781 mts.) vertiendo sus aguas a los ríos Teverga y Quirós. Entre los ríos Ricabo y Lindes afluentes del Quirós está separada del macizo de Peña Ubiña por los Puertos de A güeria (1.623 mts.) la mole de Peña Rueda (2.155 mts.).

Ciñéndose a la línea lím ite Quirós-Lena va el cordal de ese nom bre pasando por la Collada de Llanuces (1.179 mts.) y con­tinúa a la S ierra del Aramo fuera por el N. de los límites de la

77—LA PLAZA

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hoja, vertiendo sus aguas por numerosos arroyos al O. al Río Quirós y al E. al Lena.

Las carreteras principales son, la de La Plaza de Teverga a Puerto V entana; la de Trubia a Puerto Ventana y la de Pola de Lena a Quirós que pasa por la Collada de Llanuces.

Aparecen en la hoja del ayuntam iento de Teverga la villa de San M artín y La Plaza, capital del concejo y todas las en­tidades de población de las parroquias de Alesga, Barrio, Carrea, Focella, Páramo, Riello, Torce y Villanueva. Del de Quirós las de Cienfuegos, Bárcena, Lindes, Llanuces, Nimbra y Ricabo. Del de Somiedo la de Endriga y del de Lena, la de Tuiza.

En el terreno representado en esta hoja abundan grandes masas forestales de hayas, robles y castaños y zonas de pastiza­les dedicados a la ganadería.

78—POLA DE LENA

La parte asturiana de esta hoja corresponde a los términos de Lena, y A ller en un área de 427 Kms2. Lim itan estos térm i­nos con los leoneses de Rodiezmo y Cármenes y este lím ite se ciñe a la divisoria de aguas de la Cordillera Cantábrica. Los puntos más destacados de esta son: vértice Cellón (2.026 mts.), Collado Propindo (1.589 mts.), Tres Concejos (2.020 mts.), Los Barriales (2.115 mts.), Puerto de P iedrafita (1.683 mts.), vértice Laguna (1.964) y Collado de la Madera (1.789 mts.).

El relieve del terreno representado en esta hoja tiene una morfología y características distintas al que tiene en otras y que corresponde al distinto horizonte geológico y a las distintas ro­cas que lo forman. Las hojas en que aparecen los grandes ma­cizos de la caliza de m ontaña o carbonífera, como la erosión fí­sica es poco eficaz en estas rocas y lo es más la acción química de la disolución, las formas son más irregulares y da origen a los paredones, valles de muy distintas pendientes y cerrados, hoyos y embudos todo ello de difícil representación sobre todo

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por los procedimientos clásicos de la topografía. En cambio en el terreno representado en la parte asturiana de esta hoja y en otras ya descritas en que predomina el carbonífero, cuyas are­niscas y pizarras son fácilmente erosionables, los relieves son más regulares y los cursos de agua de pendiente más regular.

Empezando por el O. los dos ríos Huerna y Pajares de direc­ción N. que se juntan en el pueblo de Campomanes y ya forman el Río Caudal que siempre al N. pasa por Pola de Lena y sale por el paralelo superior. Entre estos dos ríos se desarrolla el Cordal de los Llanos. Más al E. el Río Negro que va en direc­ción NO. -a juntarse al Aller. Entre los ríos Caudal y Negro va en dirección NO. desde el Pico de Tres Concejos el Cordal de Carrocedo, cuyos puntos más destacados son los vértices Boya (1.727 mts.) y Cerra (1.95 mts.). Al Río Aller que nace en los Puertos de Piedrafita y Vegarada se le une en el pueblo de Co- llanzo el Río de San Isidro que viene del puerto de este nombre. Entre los ríos Negro y Aller está el Cordal de Murías y la Sie­rra de Conforcos.

Las carreteras principales son, la rotulada Nacional de Gi- jón a Sevilla, antes llamada de Adanero a Gijón que entra en la hoja por el N. y va por el valle del Río Caudal y después por el Pajares en dirección al Puerto de este nombre en la Cordi­llera, Cantábrica; junto va el ferrocarril de León a Gijón que en un largo desarrollo de la rampa del puerto salva los 750 mts. de desnivel perforando con túneles las estribaciones de la mon­ta ñ a ; la carretera de Campomanes a San Emiliano; las de Vi- llaviciosa a Santullano y la de Santullano a Lillo por los valles de A ller y San Isidro.

Aparece la villa de Pola de Lena, capital del concejo de Lena y sus parroquias de Cabezón, Casorvida, Campomanes, Castiello, Columbiello, Congostinas, Felgueras, Herías, Jomezana, Llanos de Somerón, Pajares, Parana, Piñeda., Las Puentes, San Miguel del Río, Sotiello, Telledo, y Zureda. Del ayuntamiento de Aller, su capitalidad la villa de Cabañaquinta y las parroquias de Be-

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lio, Casomera, Conforcos, Llamas, Murias, Nembra, Pelúgano Santibáñez de la Fuente y Soto y Vega.

Las 'vegas de los valles bajos están dedicadas a cultivo y p ra­dería y en las partes más altas grandes masas forestales de cas­taño, haya y robles.

79—PUEBLA DE LILLO

En esta hoja entran en parte los términos asturianos de Aller, Sobrescobio, Caso, Ponga y Laviana con una superficie de 290 Kms2. Aller, Caso y Ponga lim itan con los térm inos leo­neses de Cármenes, Valdelugueros, Lillo, M araña y Burón. Es­ta línea límite de provincias va toda ella por la divisoria de aguas de la Cordillera Cantábrica que por su parte S. v ierte sus aguas a los ríos Curueño y Porm a afluentes del Esla. Los puntos más destacados de esta Cordillera que va toda ella de O. a E. en toda la longitud de la hoja son: La Fitona (2.110 mts.), P uer­to de Vegarada (1.560 mts.), vértice geodésico de prim er orden Nogales (2.076 mts.), vértice Toneo (2.094 mts.), Puerto de San Isidro 1.520 mts.), Pico de Valm artín (1.927 mts.), Collada de Bezal (1.730 mts.), Peña del Viento (2.000 mts.), Collado de las Agujas (1.842 mts.), Picota de las Hazas (2.022 mts.), vértice Re- melendi (1.889 mts.), Puerto de Tarna (1.490 mts.) y Abedular (1.815 mts.).

En la divisoria de la Cordillera nacen los ríos A ller y San Isidro en los puertos de Vegarada y San Isidro que con dirección NO. salen por el meridiano límite O. de la hoja y se juntan fuera de ella en el pueblo de Collanzo. Entre estos ríos están los Altos de Riopinos de la Sierra de la Cabritera y al N. la Serranía de las Fuentes de Invierno dentro del térm ino de Aller.

Otro río im portante asturiano que nace en el Puerto de T ar­na es el Nalón que siguiendo una dirección NO. sale de la hoja por el paralelo superior. Afluentes del Nalón por su m argen iz­quierda son los arroyos de Ablanosa, Monasterio y Serrudos que tienen su nacimiento tam bién en la Cordillera y entre los cuales

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están las sierras de Pintacanales, Braña, Piñueli y Corteguero.Partiendo del Pico de Valmartín en la Cordillera y siguiendo

la línea límite de Caso y Aller va una divisoria cuyos puntos más destacados son: vértice Torres (2.104 mts.), Collado de la Tabierna (1.373 mts.) y el vértice geodésico de primer orden Redriñón (1.862 mts.) que vierten aguas al Río de San Isidro y al arroyo de los Sarrudos.

El Redriñón es mojón común a los términos de Caso, Aller y Sobrescobio y en él la divisoria se divide en dos; una la más al O. límite entre Sobrescobio y Aller que va a Peña Mea y la otra al NE. limitándo Sobrescobio y Caso por las colladas de Pan de Fresno e Isorno. Entre estas dos divisorias va el Río del Alba que se une al Nalón en el pueblo de Oviñana. Por el án­gulo NE. de la hoja y desde el Pico Abedular en la Cordillera y en dirección N. va la divisoria del Cordal de Ponga límite entre Ponga y Caso cuyos puntos más destacados son: Montovio (1.751 mts.), Collada del Pareo (1.496 mts.), La Pandona (1.899 mts.) y Collada de Pandellanza (1.472 mts.). Esta divisoria vierte sus aguas al O. al Nalón y al E. al Ponga.

Las carreteras principales son la de Puebla de Lillo a San­tullano que atraviesa la Cordillera por el Puerto de San Isidro y la de Riaño a Oviedo por el Puerto de Tarna y continúa por el valle del §Áo Nalón.

De entidades de población sólo aparecen en esta hoja las per­tenecientes a la parroquia de El Pino del término de Aller y las de Caleao, Felguerina, Sobrecastiello y Tarna del de Caso.

Abundan en la parte asturiana de esta hoja las masas foresta­les de distintas especies predominando el haya y abundantes pastizales con numerosas majadas refugios de pastores y gana­dos en los meses de verano.

80—BELEÑO

La pequeña parte asturiana comprendida en esta hoja per­tenece al término de Ponga con un área de 54 Kms2.

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Figura en el ángulo NO. y lim ita con los términos leoneses de Burón y Oseja de Sajambre. Esta iínea límite va por la divi­soria die aguas de la Cordillera Cantábrica pasando por el P uer­to de V entaniella (1.450 mts.), Peña Pileñes (1.986 mts.), Collado del Cordal o Arriandas (1.746 mts.), vértice Pico de Ten (2.140 mts.), punto más alto del Puerto de la Foníría (1.971 mts.), mo­jón tres términos común a Ponga, Burón y Oseja de Sajambre. En este punto la línea límite entre Oviedo y León abandona la divisoria de la Cordillera, que continúa al E. en dirección al Puerto del Pontón y pasa esta línea límite por Camba (1.528 mts.), Alto del Arcenorio (1.634 mts.) hasta la unión del eje de las aguas del Río Sera y arroyo Roabín continuando por el eje de las aguas de los ríos Sera y Canalita hasta la unión al Sella por donde continúa hasta cortar este río el paralelo superior.

Desde Peña Pileñes en la Cordillera Cantábrica parte en d i­rección N. el Cordal del Arcenorio y sus puntos más destacados son: Collada (1.450 mts.), Pico del Valle del Antiguo (1.841 mts.) y vértice Raso (1.612 mts.). Esta divisoria vierte sus aguas al arroyo de Ventaniella, nacimiento del Río Ponga y al E. a los arroyos de Boabín y Canalita afluentes del Sella.

No pasa por esta zona asturiana ninguna carretera y si sólo el camino de herradura de Sajam bre a San Juan de Beleño que pasa por la m ajada y erm ita del Arcenorio.

No figuran más entidades de población que la aldea de To- livia de la parroquia de Casielles del térm ino de Ponga.

El relieve del terreno es muy accidentado y cubierto de áspero monte de hayas denominado Monte de Peloño.

HOJAS COMPRENDIDAS ENTRE LOS PARALELOS 42° 50’ y 43°

99—BECERREA

Las hojas comprendidas entre estos paralelos sólo cogen pe- queños rebases de la provincia de Oviedo. En esta sólo aparece

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una pequeña parte arturiana de 7 Kms2 por el ángulo NE. perte­neciente al ayuntamiento de Ibias que limita con Navia de Suar- na de la provincia de Lugo. Este límite interprovincial va todo él por la divisoria de aguas de la S ierra de Barreiro cuyo pun­to más destacado y de mayor altitud es el vértice Dangoleo (1.181 mts.). Vierte sus aguas por el N. y S. esta sierra a los ríos Ibias y Rao afluentes del Navia.

No aparece en esta parte asturiana ninguna carretera ni vía de comunicación interesante.

De entidades de población sólo aparece el lugar de Folgueiras de Boiro perteneciente a la parroquia de Cecos del ayuntamien­to de Ibias.

100—DEGAÑA

La parte asturiana comprendida en esta hoja pertenece a los términos de Ibias, Cangas de Narcea y Degaña con un área de 247 Kms2.

Estos términos municipales asturianos limitan con los de Navia de Suarna de la provincia de Lugo y los de Cuiña, Pe- ranzanes y Páramo del Sil de la de León.

El límite de Oviedo y Lugo entra en la hoja por el meridianoO. y va por la divisoria de aguas del Cordal de Peliceira que pasa por el lugar de este nombre, terminando en el mojón de los tres términos de Ibias (Oviedo), Navia de Suarna (Lugo) y Cuiña (León) sito en Llago en la margen del camino de Va- louta a Peliceira. Desde este punto continúa dicha línea límite al E. por el eje de la divisoria de aguas de la Cordillera Cantábri­ca pasando por los puntos destacados de: vértice geodésico de prim er orden Pico de Mira.valles (1.969 mts.), Puerto de Cien- fuegos (1.686 mts.), Peña Roguera (1.961 mts.), vértice Texo Mular (1.883 mts.), Puerto del Trayecto (1.471 mts.), vértice Gubia (1.757 mts.), y Alto de la Fana de Coronxo (1.934 mts.). Del Pico Miravalles arranca al SO. la Sierra de Aneares, en la provincia de León divisoria de aguas de los ríos Navia y

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Sil. Desde el Pico de Miravalles y en toda la longitud de la ho­ja la Cordillera vierte sus aguas al S. a los ríos leoneses de Cui­ña y Cua afluentes del Sil.

La parte asturiana es atravesada en toda su longitud de E. a O. por el río Ibias. Más al N. y por el ángulo NE. pasa el Río Narcea desarrollándose entre los dos la Sierra de Degaña.

Sólo aparece en esta hoja la carretera de Caboalles a San Antolín de Ibias, aun en construcción.

Aparecen en la hoja, del térm ino municipal de Cangas de Narcea las parroquias de Larón y Monasterio de Hermo. Del de Ibias las de Peliceira, San Clemente, Sistem a, Taladriz y Tormaleo y del de Degaña, su capitalidad la villa de este nom­bre y la parroquia de Tablado.

En las cuencas de los valles que aparecen en la hoja., prin­cipalmente en el Ibias y en las proximidades de los pueblos hay cultivos perm anentes de cereales y legumbres y en sus va­guadas praderías y rodales de castaños y otras especies foresta­les. En las partes montañosas de estos concejos de Ibias, Can­gas de Narcea y Degaña en la zona de las areniscas y cuarcitas silurianas hay las Alzadas en los puertos donde los vecinos de los valles pasan una gran parte del verano con sus ganados y practican el arcaico cultivo sobre cenizas de centeno y patatas. Estas Alzadas son aldeas, cuyas casas de p lanta circular o elíp­tica de muros de manipostería y cubierta cónica en las prim e­ras y de dos vertientes con dos semiconos en los extrem os en las segundas. En la parte de Lugo y León colindante con Ovie­do hay también este tipo de construcciones que reciben el nom­bre de Pallazas.

101—PALACIOS DEL SIL

De la provincia de Oviedo sólo aparece en esta hoja una pe­queña porción de 48 Kms2. perteneciente a los térm inos m uni­cipales de Degaña y Cangas de Narcea. Está situada esta zona en el ángulo NO. de la hoja y estos términos asturianos lim itan con

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los leoneses de Palacios del Sil y Villablino. Esta línea límite se ciñé toda ella a la divisoria de aguas de la Cordillera Cantá­brica y sus puntos más destacados son: Puerto de Valdeprado (1.451 mts.), vértice Bóveda (1.972 mts.), Puerto de Cerredo (1.359 mts.), Pico de Mariscal (1.817 mts.), Collado Alto (1.495 mts.), Alto de Bustapiedra (1.838 mts.), Collado de las Llamas (1.492 mts.), Cueto de Arbas (2.007 mts.) y Puerto de Leitarie- gos (1.525 mts.).

En la Collada de Cerredo nace el Río Ibias y por ella pasa y por su valle la carretera de Caboalles a San Antolín de Ibias y en las estribaciones del Pico de Arbas los ríos Narcea y Na- viego.

De entidades de población sólo aparece el lugar de El Puerto de la parroquia de Leitariegos del concejo de Cangas de Nar­cea y la parroquia de Cerredo del de Degaña.

102—LOS BARRIOS DE LUNA

103—POLA DE GORDON

En estas dos hojas hay un pequeño rebase asturiano perte­neciente al concejo de Lena y situado en el ángulo NE. de la primera y NO. de la segunda con una. superficie de 36 Kms2. Linda con los términos leoneses de San Emiliano y Láncara de Luna y Rodiezno. Este límite va todo él ceñido a la divisoria de aguas de la Cordillera Cantábrica que por el N. vierte sus aguas al Río Pajares y al S. a los ríos leoneses Luna y Bernesga. Los puntos más destacados de la Cordillera son en estas hojas de O. a E. los siguientes: Puerto de la Cubilla (1.683 mts.), Alto de la Almagrera (1.931 mts.), Puerto Bellota (1.822 mts.), Collado de la Barradal (1.606 mts.), Negrón (1.904 mts.), Carbajosa. en la Sierra de Cueto Negro (1.865 mts.), Los Celleros (1.861 mts.) y Puerto de Pajares (1.379 mts.).

Por el Puerto de Pajares pasa la carretera general de Ada- nero a Gijón y por el túnel de la Perruca el ferrocarril de León

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a Gijón. Al Puerto de la Cubilla llega por la parte de Oviedo la carretera de Campomanes a San Emiliano.

En esta parte montañosa del concejo de Lena no hay ningu­na entidad de población de residencia permanente y si sólo al­gún grupo de cabañas utilizadas en el verano por los pastores.

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SOBRE LAS CARACTERISTICAS ESTRUCTURALES DE LA TECTONICA GERMANICA DE ASTURIAS

POR

N. LLOPIS LLADO

I. ANTECEDENTES

Hace unos pocos años dimos a conocer el comportamiento del material hcrciniano de Asturias durante la tectogénesis alpídica (24) (25). Hasta aquel entonces se había creído en una removilización de la estructura herniciana por la orogenia ter­ciaria (12) (13) (14) (15) (11). También en otras regiones de Es­paña se había pensado en aquella supuesta removilización (6) (7) (8) (9) (10) y también se había llegado ulteriormente a la conclusión de que los macizos paleozoicos ya hubiesen actuado de zócalos, ya de antepaises (18) (17) se habían comportado como masas rígidas “cratógenas” o “penicratógenas” en las cuales se hubiera estructurado una tectónica de estilo germá­nico.

A medida que nuestros conocimientos sobre ]a tectónica ger­mánica de Asturias van en aumento (20) (21) (22) (23) (24) (25) (27) se va viendo la importancia que esta tiene en la estructura

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general. El territorio se nos aparece como un mosaico dividido en dovelas, diversam ente basculadas; las rías se han instalado sobre bloques hundidos o sobre fosas como la de A vilés; otros relieves son horst, limitados por escalones tectónicos; la mis­ma costa aparece en ocasiones definida por las fallas y fracturas alpídicas a semejanza de G alic ia ; (29) muchos rasgos esenciales del relieve actual, en fin, están decididos por la estructu ra ger- manotípica. Tal importancia tiene esta tectónica que en modo alguno puede negligirse su conocimiento, en ningún aspecto de la geología regional.

II. EL ESTILO GERMANICO-ASTURICO

Pero además del determinismo estructural que implica la tectónica germanotípica asturiana se reconocen en ella rasgos de marcada originalidad que le dan un carácter netam ente es­pecífico. En efecto, aparte las formas tectónicas propias del tipo germánico y frecuentes por tanto en todos los “países de bloques” (=schollengebirge=block-m ountains), aparecen acci­dentes genuinam ente asturianos que justifican sobradam ente la denominación de “estilo germ ánico-asturiano” que propone­mos para la tectónica germanotípica de Asturias.

A. Las formas tectónicas.

Las formas tectónicas originales son propias de aquellas zo­nas en que el zócalo paleozoico “penicratógeno” está fosilizado por la cobertera mesozoica-terciaria. Como en todas las regiones semejantes de estructura germanotípica (3) (34) (35) (7) las fallas del zócalo, formas propias de la tectónica de desarrollo vertical que caracteriza las zonas de antepaís, tienen una in­fluencia muy grande en la estructura de la cobertera, especial­mente cuando esta es poco p o ten te : así aparecen las flexiones, los pliegues-fallas y sobre todo los accidentes apretados dentro de un estilo sajónico generalm ente laxo, como pasa norm alm en­

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te en la cordillera Ibérica (31) (32), en Santander (4) (30) (33), en la cordillera Catalana (2) (16) (34). En el paleozoico desnudo aparecen en cambio, simples roturas, derivadas de diaclasas, que pueden tener centenares de metros de salto. Así en el solar asturiano encontramos estas formas comunes a todos los crato- nes al lado de otras que hasta ahora no sabemos hayan sido descritas y que hemos llamado “horsts perforantes” (29), “horsts barreras” y “horsts lamelares”. Así pues, las formas tectónicas que integran la estructura alpídica de Asturias son las siguien­tes:

1. Formas de plegamiento de estilo sajónico, desarro­lladas en la cobertera mesozoico-terciaria.

2. Formas de rotura de estilo germánico, desarrolladas en el material paleozoico desnudo (antepaís sensu stricto).

3. Horsts perforantes, desarrollados en la cobertera mesozoica-terciaria.

B. Los “horsts perforantes”.

Estas formas tectónicas son propias de la tectónica germano- típica de Asturias; por lo menos no las hemos visto en otras zo­nas del antepaís de los Alpides españoles, ni citadas en la bi­bliografía formas semejantes a ellas.

Los “horsts perforantes” son formas constituidas por un nú­cleo de material paleozoico, siempre de rigidez alta, (caliza de montaña y sobretodo cuarcita armoricana) limitado por fallas inversas, perforando la cobertera mesozoica en general y a ve­ces aun la terciaria. El valor de la perforación es variable, os­cilando entre decenas y centenares de metros. Son pues siem­pre formas de compresión. En los casos más importantes la apa­rición anómala del zócalo paleozoico determina un cambio com­pleto en la morfología y en el paisaje.

Estas formas pueden agruparse en tres conjuntos:

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1. Horsts columnares.2. Horsts barreras.3. Horsts lamelares.

1. Los horsts columnares, son formas generalm ente peque­ñas y las fallas m arginales son de poco salto ligeram ente inver­sas y aun algunas rectas, de planos rectos o curvos; los contor­nos son irregulares y la superficie reducida. De aquí que pue­dan equipararse a verdaderas columnas perforantes. Casi siem­pre encontramos estas formas en las zonas de tectónica “en mosaico”, como ocurre en la zona del Cabo de Peñas (27) (28); en estas regiones fácil es com prender que la distribución de los campos de fuerzas satélites que han generado la estructura, ha sido m uy irregular y algunas “piezas” del mosaico han sido elevadas, perforando la. cobertera mesozoica. Tal ocurre en la fosa de San Jorge de Manzaneda en el Km. 35 de la carretera de Avilés a Luanco, donde se encuentra el cerro de Arpin, ejemplo típico de esta clase de horsts. En este caso es un anticlinal pa­leozoico decapitado, formado por un núcleo de cuarcitas ar- moricanas y flancos de areniscas, cuarcitas y pizarras gedinien- ses, que perfora una cobertera de m argas triásicas de unos 100 m. de potencia: el horst colum nar surge casi en mitad de la fosa tectón ica; por un borde SW. las capas triásicas están visiblemente levantadas y cortadas por una falla inversa.

En el borde NE. de la misma fosa hay otra forma semejante, pero enlazada por uno de sus lados con el labio elevado del borde oriental de dicha fo sa : se tra ta del “horst del P eruyal” que a m anera de um bral separa la fosa de S. Jorge de Manzane­da de la de San Juan de Fombona; este horst tiene forma trian ­gular y term ina “en proa” por el NW. ensanchándose progresi­vamente hacia el S.

Otras veces el aislamiento de la columna perforante es m u­cho más ostensible, como ocurre en Peña Careses y en la Peña de Sevares, ambas en la carretera de Oviedo a Santander, Km.

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Fig.

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190 y 155 respectivamente. En estos dos casos es la caliza de montaña, la que perfora la cobertera cretácica de una potencia de 200 m. por lo menos. Aquí el espesor del mesozoico atenúa la espectacularidad del accidente.

2. Los horsts barreras, son las formas más típicas, claras y ostensibles de este estilo tectónico. Son formas grandes, desa­rrolladas en sentido longitudinal a m anera de “barreras” que emergen bruscam ente en tre zonas mesozoicas y terciarias a. ve­ces extensas, constituyendo im portantes accidentes de la tectó­nica local.

Uno de los ejemplos más claros es el del horst de la Virgen del Remedio, en el Km. 17-19 de la carretera de Avilés a Oviedo Allí aparece bruscam ente dentro de las capas triásicas, una ba­rrera de cuarcitas arm oricanas lim itada por fallas; en el borde N. de las cuarcitas hay claras señales de cataclasis y huellas de una antigua circulación hidroterm al (depósitos de cuarcina y baritina). La barrera tectónica tiene una longitud de unos 8 Km. extendiéndose entre el Arroyo del Prado y el cerro de la Peña. El paisaje cambia totalm ente de características, puesto que es-

KE.

CA.—Cuarcita armoricana ; T.—Trias ; L.—Lias dolomitico ; K.—Arenas, pudingas y arcillas kimmeridgienses.A. Cuenca de Avilés; V. Villalegre.

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- S i ­

tos accidentes provocan fenómenos de epigenia fluvial y los río« abren valles consecuentes en ios núcleos de cuarcitas armorica- n a s ; la morfología de estos valles contrasta violentamente por su caracter juvenil, con la de las zonas margosas marginales.

Cerca de Infiesto, entre los Km. 166-168 de la carretera de Oviedo a Santander, hay otro horst-barrera, también con nú­cleo de cuarcitas armoricanas, perforando el cretácico y el ter­ciario. La barrera tiene una longitud de unos 16 Km. y una an­chura de 2 a 3 K m .; la falla meridional es la más importante y ha laminado totalmente las plásticas arcillas terciarias. Tam­bién aquí la plácida monotonía morfológica de la “depresión pre- litoral asturiana” se rompe violentamente por el valle epigéni- co del Piloña al cortar las cuarcitas armoricanas. Otro ejemplo de horst-barrera muy notable puede verse al W. de Gijón en­tre Veriña y Aboño; allí aparece una barra de cuarcitas ar­moricanas de orientación NE-SW, cuyo extremo NE forma el Cabo de Torres. Esta barra es el eje de un anticlinal herciniano de la misma dirección, cuyo flanco NW. está conservado en par­te, constituido por areniscas y pizarras gedinienses. El horst-ba­rrera ha perforado aquí el trias por su flanco NW. y trias y liá- sico por el SE. En el puerto de Musel, es conocida ya la falla que pone en contacto las cuarcitas armoricanas con las dolomías liásicas fuertem ente levantadas.

3. Los horsts lamelares. Pero las formas más originales de toda la estructura germanotípica asturiana, son, sin duda los “horsts lamelares”. Llamamos así a verdaderas láminas de ro­cas duras paleozoicas que emergen bruscamente entre las lí­neas de fallas separando dovelas generalmente formadas por materiales mesozoicos. No los hemos visto nunca entre dovelas de m aterial paleozoico.

Estas “láminas rocosas” destacan fuertemente en el relieve por su mayor dureza en relación con la de las rocas mesozoicas que las limitan. Al N. de Matiella, un poco al N. del Km. 1-2 de

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la carre tera vecinal de Candás a Avilés aparecen típicos “horsts lam elares” form ados por lám inas de cuarcitas arm oricanas se­

parando dovelas de m argas triásicas. En este caso pue­de verse como el “horst la­m elar” deriva en realidad del “horst barre ra” del que puede considerarse una re­ducción en longitud y an ­chura, puesto que la estruc­tura. es esencialm ente la misma, en efecto, la “lam i­na de M atiella”, em erge por una falla de orien ta­ción E20-30N que puede

seguirse unos 6 Km. Hacia el W., la falla va abriendo poco a po­co sus labios y e n tre ellos van apareciendo lám inas de cuarcitas arm oricanas cada vez más gruesas, llegando a tener hasta 200 m. de anchura en cuyo m om ento tiene ya las características de un pequeño “horst barre ra” .

C. Tectónica comparada y tectogénesis.

Estas estructu ras no tienen analogía con ninguna o tra de las conocidas por nosotros, sea por observación directa o por docum entación bibliográfica. U nicam ente tienen ciertas analo­gías genéticas con las “extrusiones” descritas por V iennot (36) en los Pirineos occidentales (1928) y reconocidas m ás ta rde en el paleozoico de varias regiones españolas. A sahuer en el Pirineo orien tal (1), Solé y Llopis, en el A m purdán (34) y Llopis (27) en A sturias (28). Pero las extrusiones son ro tu ras derivadas de anticlinales modelados en paquetes de estratos plásticos con un m uro de rocas duras, que al plegarse rom pe el techo plástico y em erge el substrato más resistente. En A sturias por ejemplo, estos fenómenos son frecuentes en los anticlinales cuyo núcleo

\ w - S E

Fig. 3.— Corte del “horst lam elar” del km. 1 de la carretera de Candas

a Avilés.C. Cuarcitas armoricanas.T. Margas triásicas.

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está formado por las cuarcitas arm oricanas y los flancos por p izarras y areniscas gedinienses (21) (26).

Pero los “horsts perforantes” son formas derivadas de fa­llas alpídicas desarrolladas en un m aterial ya cratonizado o he-

p

Fig. 4.—Estructura germánica de la zona Candás-Aboño.P. Indentaciones de P erlora; BP. Bloque de Perlora; FT. Foseta de El Tranquero; HM. Horst de Morís; FX. Fosa de Xivares; RA. Ría de Abono; HT. Horst de Torres; BA. Bloque de A rquiella; BR. Bloque

de Reboria.

micratonizado, fosilizado por una cobertera plástica discordan­te. Además el tipo de horsts-colum nas deriva ineludiblemente de un conjunto estructu ral “en mosaico”, m ientras que los horsts barrera son formas derivadas de típicos “schollengebirges”. Esto hace pensar que tal vez sería necesario introducir en la nomen­clatura tectónica el concepto de “país de mosaicos” —ya implíci­tam ente admitido— como una acepción paralela al de “país de

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— sá —

bloques” o al de “Schollengebirge” (=m ontañas de bloques) puesto que la estructura difiere bastante de la de estos.

Por otra parte los horsts perforantes son siempre formas de compresión m ientras que en los países de bloques aparecen tan­to formas de compresión como de distensión. Es lo más probable que el bloque hemicratógeno asturiano, haya sufrido únicam en­te compresiones y todas sus formas tectónicas sean formas de compresión. Por lo menos hasta ahora no han sido vistas for­mas de distensión. Pero este es un problem a a considerar en las futuras investigaciones sobre la tectónica germánica de Astu­rias.

CONCLUSIONES

1. El territorio asturiano ha sufrido pues una compresión orogénica de probable edad sávica, generadora de una “estruc­tura en mosaico”, con formas tectónicas específicas, como los “horsts perforantes”, los “barreras” y los “lam elares”, cuya con­junto puede constituir un estilo tectónico propio, dentro de las formas generales de la tectónica germanotípica, estilo para el que proponemos la denominación de “germ ano-astúrico”.

2. Las formas tectónicas tienen cierto parentesco morfoló­gico con las “extrusiones”, pero difieren fundam entalm ente de ellas en que m ientras estas son formas de tectónica de plega- m iento disarmònico, los horsts perforantes están limitados por fallas derivadas de diaclasas.

3. Se impone pues cada vez más, distinguir -entre roturas o fallas propias de masas cratógenas, derivadas de diaclasas y ro­turas (pliegues fallas) derivadas de pliegues, propios de masas orógenas. Asi m ientras las “extrusiones” derivan de pliegues- fallas, los horsts-perforantes están determ inados por claras fa­llas derivadas de diaclasas.

La Asturias alpina, tiene pues un sello de recia originalidad que la distingue en este aspecto de otras regiones germanotí- picas españolas.

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RÉSUMÉ

L’orogénèse alpine dans les Asturie, a engendré une “struc­ture en mosaique” dont les formes tectoniques sont tout a fait spécifiques. Il y existe trois types, en plus des formes courantes dans la tectonique germanique: 1. Les “horsts perforants” ;2. Les “horsts barrières” et 3. Les “horsts lamellairs”. Il s’agit toujours des formes de compression, qui ont une lointaine pa­renté avec les “extrusions” de Viennot, mais qui sont des for­mes derivées d’une tectonique de failles, à développement verti­cal. Ces formes justifient la dénomination de “style germano- asturien” a cette structure.

Il faut donc distinguer entre les fractures derivées de dia- clases, des pays cratogènes, et les plis-failles, dérivés de plis des zones orogénes.

SUMMARY

The alpine orogenesis creates in Asturias a “mosaic structu­re” with special tectonic forms. There are three basic types in addition to the normal forms of Germanic tectonics: 1) The “perforating horsts” ; 2) the “barrier horsts” and 3) the “lame­llar horsts”. They are compression forms which resemble the “extrusions” of Viennot but which are forms derived from a tec­tonic of faults with vertical evolution. These forms justify the name of “Germano-Asturian style” for this structure.

It is important to distinguish between the fractures derived from diaclases, in the cratogenic regions, and the fault-folds, derived from folds in orogenic regions.

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30. r a t , p . : Les pays crétacés basco-cantabrique. 1 vol., 525 págs., 68 figs., 10 cuadros, V láms., Dijon, 1959.

31. R i c h t e r , G . : Der Iberischen K etten zwischen Jalon und Deman­da. Beitr, zu r Geol. d. Westl, M editerrangeb. N. S., 1930.

32. R IC H TER , G. und t e i c h m u l l e r , R . : Die Entwicklum g der Keltibe-

rischen Ketten. Zeitr. Geol. Westl. Metid., G ebiete 9 Abh. Gess. Wiss. Götingen M ath-Phys. Kl. 3 F. H. 7, 121 págs. 53 figs., III láms., 1933.

33. Ríos, J. m . : Nota acerca de la geología cantábrica en p arte de las provincias de Vizcaya y Santander. Not. y Com. Inst. Geol. Min. Esp.,

n. 19, págs. 95-111, 1 fig., M adrid, 1949.34. s o l e , l . y l l o p i s l l a d o , n . : La term inación septentrional de la

Cordillera Costera Catalana. Geol. Med. Occ., t. VI, n.° 1, 87 págs., 22

figs., 1 map., Barcelona, 1939.35. s o l e , L. y l l o p i s l l a d o , N. : Estudios geológicos en el alto valle

del Segre. Llerda, n.° 11, fase. II, págs. 275-338, 9 figs., IX láms., Lé­

rida, 1944.36. V i e n n o t , p . : Recherches structurales dans les Pyrénées occiden­

tales françaises. Bull. Serv. Cart. Geol. France, t. XXX, n.° 163, 267 págs.,

35 figs., XI láms,, 1 map., Paris, 1917.

Page 93: DE ESTUDIOS ASTURIANOS - Presentación

SOBRE LA EXTENSION DE LA BIOZONA DE STRIN- GOCEFALIDOS EN ASTURIAS

POR

N. LLOPIS LLADO Y J. VALDES LEAL

ANTECEDENTE

Barrois (1) que expuso los fundamentos de la estratigrafía del devónico de Asturias, dió como inexistentes las capas de Stringocefálidos, que están ampliamente representadas en la vertiente S. de la cordillera (2) (4). Para aquel autor el give- tiense estaba formado por parte de la serie detrítica de Can­das que situaba entre la arenisca de Gosseietia (couviniense C) y el frasniense de Perlora.

Delepine en 1932 (5) indica por primera vez la existencia de la* fauna givetiense típica, en las mismas capas que Barrois ya colocaba en el givetiense aunque sin una filiación peleontoló- gica segura. “Al E. de la bahia del Cuerno, una cantera corta las capas anotadas 12 y 13 en el corte de Mr. Barrois. Con nume­rosos poliperos (Pachypora y Pachyplyllum), Athyris concén­trica v. Buch, se encuentra Stringocephalus burtini Defr. tan abundante y de talla grande como en las calizas givetiense clá­sicas de las Ardenas”. En otro nivel superior encuentra Cupre-

Page 94: DE ESTUDIOS ASTURIANOS - Presentación

- 94 —

ssocrinus crassus Gold. En su consecuencia Delepine adm ite que toda la serie detrítica de Candás corresponde a la arenisca de Gosseietia ( =couviniense C) y que solo pueden situarse en el frasniense las capas situadas por encim a del nivel de Stringo- cephalus.

D urante las investigaciones que se están realizando en el Institu to de Geología A plicada para la form ación del m apa geológico de A sturias, se han reconocido dos nuevas localidades de S tringocephalus. una en tre Luanco y Androm ero, en la cos­ta y otra en tre C ornellana y Salas, al W. de Oviedo.*

I. Las capas de la costa entre Luanco y Androm ero.

En un trabajo reciente sobre la geología del Cabo de Peñas (6), se describe ya la serie givetiense de Androm ero, que puede seguirse m uy bien desde la playa de la R ivera de Luanco hasta la playa del Carm en.

En el cantil del N. de A ndrom ero, hay una falla que pone en contacto el devónico con el c re tác ico ; el cretácico form a un pe­queño cabo y la falla pasa por el itsm o ; desde este punto, hacia el N. hasta la e rm ita del Carm en, siguiendo el cantil, puede obte­nerse una serie m uy in teresante, de arriba a abajo:

1) 12-15 m. P izarras grises m argosas con capas calizasdelgadas in tercaladas. Las calizas contie­nen algunas A trypa reticularis y crinoideos

2) 20 m. P izarras m argosas m arrón o scu ras; allidonde tuerce el camino de A ndrom ero a la playa hem os recogido la siguiente fauna:

A trypa reticularis (abundante).A. desquam ata m ut. m agna G rabau (ra­ra).

(*) Durante la publicación de esta nota hemos recibido el resumen de la tesis doctoral del Dr. F. Rodig, de Münster, titulada “Stratigraphie und Tektonik der asturischen K üste zwischen S. Esteban de Pravia und dem Cabo de Torres”, donde se lee lo siguiente: “Das Givet ist vertreten durch M assenkalke mit Stringocephalen (180 m .)”.

Page 95: DE ESTUDIOS ASTURIANOS - Presentación

- 95 —

A. douvillii Manley (poco frecuente). Atrypa sp.Atrypa sp.Atrypa sp.Dalmanella sp.Camarotoechia sp.Rhipidomella sp.Stringocephalus cf. burtini Defr. (raro). Cyrtina heteroclita Defr.Isorthis sp.CrinoideosBriozoosCoralarios

3) 20 m. Margas nodulosas y calizas alternantes, lasprimeras en capas de 0,05-0,03 m ; las cali­zas en capitas de 0,01 a 0,05 m. El conjunto es una facies flysch; cada unidad es la secuencia marga nodulosa-caliza.

4) 0,2 m. Arenisca rojiza con algunos coralarios.5) 4 m. Caliza rojiza grisácea con pistas y tallos de

crinoideos. Contiene además:

Atrypa reticularis.Stringocephalus cf. burtini Defr. Atrypa sp.Atrypa sp.Orthoceras sp.CrinoideosOtros braquíopodos no determinados.

6) 15 m. Serie flysch, idéntica a la 3). Está plegaday fracturada por fallas: las capas más ba­jas se apoyan sobre

7) 6 m. Caliza arenosa, margosa y pizarreña conte­niendo:

Page 96: DE ESTUDIOS ASTURIANOS - Presentación

- 96 -

Atrypa douvillii Mansuy Atrypa sp.Stringocephalus cf. burtini Defr. Stringocephalus sp.Productella cf. subaculeata Murch. Stenochisma cf. acutelobata Sanberg. Schiophoria striatula Schloth. Camarotoechia sp.Isorthis sp.Briozoos, crinoideos y coralarios.Otros braquiópodos no determinados.

8) 25 m. Flysch gris amarillento formado por la se­cuencia marga nodulosa-caliza en capas del­gadas. El corte puede continuarse al otro lado de la playa del Carmen, junto a la desembocadura del Arroyo de Caneo.

9) 2 m. Caliza oscura de pátina am arillenta conalgunos fósiles, entre ellos Stringocephalus cf. burtini Defr.

10) 2 m. Pizarras y calizas margosas gris am arillen­t a s .

11) 0,5 m. Calizas.12) 0,5 m. Arcilla abigarradas.13) 10 m. Arenisca am arillenta con vetas rojizas.14) 5 m. Margas grises con nodulos de caliza y al­

gunos braquiópodos entre ellos Stringoce­phalus cf. burtini Defr.

15) 2 m. Calizas grises pasando lateralm ente a m ar­gas como 14).

16) 7 m. Calizas margosas nodulosas como 14. Losnodulos se trifurcan originando sendas ban­das calizas.

17) 0,5 m. Marga rojiza con nodulos de caliza.18) 5 m. Margas como 14).19) 50 m. Flysch pizarreño con delgadas bandas de

caliza,

Page 97: DE ESTUDIOS ASTURIANOS - Presentación

Fig.

1.

—Co

rte

geol

ógic

o de

las

capa

s gi

vetie

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el A

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9. Ca

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tina

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Stri

ngoc

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lus

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ini.

2 m

.—10

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argo

sas

gris

amar

ille

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. 2

m.

11.

Cal

izas

. 0,5

m

.—12

. A

rcill

as

abig

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0,5

m

.—13

. A

reni

sca

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con

veta

s ro

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. 10

m.—

14.

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es

con

nodu

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y S

. bu

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i. 5

m.—

15.

Cal

izas

gr

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a m

arga

s co

mo

14.

2 m

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- sa

s co

mo

14.

7 m

.—17

. M

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ro

jiza

con

nodu

los

de ca

liza.

0,5

m

.—18

. M

arga

s co

mo

14.

5 m

.—19

. Fl

ysch

pi

zarr

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adas

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de

caliz

a.

50 m

.—20

. Ca

liza

nodu

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echo

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5

m.—

-21.

Arc

illas

ab

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s.

9 m

.—22

. M

arga

s ro

jizas

y

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ille

ntas

. 5

m.—

23.

Mar

gas

gris

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muy

ca

lizas

. 16

m.—

24.

Cal

izas

m

argo

sas

gris

es.

4 m

.—25

. A

rcill

as

abig

arra

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11

m.—

26.

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nisc

a fe

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a,

amar

illa

en el

tech

o.

3 m

.—27

. A

reni

scas

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lent

as

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as.

4 m

.— 28

. A

reni

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2 m

.—29

. A

re­

nisc

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co

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nas

ferr

ífer

as.

7-8

m.—

30.

Arc

illas

y

aren

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s am

aril

lent

as.

20 m

.—31

. A

reni

scas

bl

anco

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as.

20 m

.—

32.

Arc

illas

ab

igar

rada

s y

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atri

z ar

cillo

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6-7

m.3

3.

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a do

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ítica

am

aril

lent

a.

5 m

.—34

Caliz

a gr

is no

dulo

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choi

de.

25 m

.—35

. B

arro

ca

lizo

fina

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te

estr

atif

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n C

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m.—

36.

Cal

izas

gr

ises

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A

lveo

- lit

es

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lis,

Cya

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m

coes

pito

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t Ac

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lari

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otro

s co

rala

rios

. 35

m.—

37.

Mar

gas

aren

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gr

is os

cura

s co

n C

yath

ophy

llum

. 7

m.—

38.

Mar

gas

aren

osas

gr

ises

co

n S.

bu

rtin

i y

otro

s nu

mer

osos

br

aqui

ópod

os.

15 m

.—39

. Ca

liza

gris

com

pact

a co

n co

rala

rios

. 25

m.—

40.

Are

nisc

as

y cu

arci

tas

algo

ferr

ugin

osas

. 7

m.—

41.

Are

nisc

as

gris

amar

ille

ntas

co

n pi

ntas

. 5

m.—

42.

Ca­

lizas

gr

ises

en

capa

s de

lgad

as

con

cora

lari

os.

6-7

m.—

43.

Cal

izas

gr

is os

cura

s.

Bio

herm

a de

cora

lari

os,

crin

oide

os

y al

gún

braq

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po

do.

15 m

.—CR

. C

retá

cico

.

Page 98: DE ESTUDIOS ASTURIANOS - Presentación

- 98 —

20) - 5 m. Caliza nodulosa brechoide; en la base tiende a pasar a flysch.

21) 9 m. Arcillas abigarradas.22) 5 m. Margas rojizas y amarillentas.23) 16 m. Margas grises calizas; muy calizas en la

base.24) 4 m. Calizas margosas grises.25) 11 m. Arcillas abigarradas.26) 3 m. Arenisca ferruginosa, amarilla en el techo.27) 4 m. Areniscas am arillentas algo ferríferas.28) 2 m. Arenisca ferruginosa.29) 7-8 m. Arenisca amarillenta, con zonas ferríferas.30) 20 m. Arcillas y areniscas amarillentas.31) 20 m. Areniscas blanco-verdosas.32) 6-7 m. Arcillas abigarradas y brechas de matriz

arcillosa; los elementos de la brecha son de la arenisca 31).

Esta brecha es probablemente brechita de falla. Todo este conjunto buza al S. y se orienta W -E; las capas de Andromero están inclinadas a 45° S. cero a medida que progresa el corte hacia el N. se van poniendo verticales. Las capas 25 a 31 están verticales. Esto hace pensar en el flanco S. de un anticlinal cu­yo núcleo serían las areniscas ferruginosas 25) a 31). La sucesión estratigráfica corrobora también esta idea, puesto que las capas con Stringocephalus cf. burtini Defr. deben de ser las represen­tantes de las capas de Stringocephalidos del devónico europeo, zonas de Emmanuella undifera y de Stringocephalus burtini. Por lo tanto todas las capas del 1) al 19) deben colocarse en el givetiense A, y las capas detríticas 20 a 32) pueden ser conside­radas como correspondientes al Couviniense C. ( = arenisca de Gosseletia), aunque no hayamos encontrado en ellas, fósil al­guno.

A partir de la falla que corta el muro de 32), cambia la orien-

Page 99: DE ESTUDIOS ASTURIANOS - Presentación

- 99 -

tación de las capas que pasan a o rien tarse NE-SW y tam bién cam bia la estra tig rafía . Nos encontram os en el techo de un bio-

CR A N D Q O M e Q O

Fig. 2.— co rte geologico ae las capas ae Stringocefalidos entre Andromero y la ermitadel Carmen.

1. Pizarras grises margosas con capas delgadas intercaladas. Las calizas contienen algunas A trypa reticu laris y crinoideos. 12-15 m.

2. Pizarras m argosas marrón obscuras conteniendo Stringocephalus cf. burtini Defr. y otros braquiópodos, crinoideos, coralarios y briozoos. 40 m.

3. M argas nodulosas y calizas delgadas alternantes. Facies flysch. 20 m.4. A renisca rojiza con algunos coralarios. 0,2 m.5. Caliza rojiza grisácea con pistas y tallos de crinoideos y Stringocephalus cf. bur­

tini Defr. y otros braquiópodos. 4 m.6. Serie flysch idéntica a la 3. Está plegada y fracturada por fallas. 15 m.7. Caliza arenosa m argosa y pizarreña con S . cf. burtini y otros braquiópodos. 6 m.8. F lysch am arillento formado por la secuencia marga nodulosa-caliza en capas

delgadas.CR. Cretácico.

j " T r-' ^ ’~~'T v*,,

herm o, de capas verticales form ado por los siguientes elem en­tos:

Techo: Brecha de falla ya indicada.

33) 5 m. Caliza dolom itica am arillenta.34) 25 m. Caliza gris nodulosa, brechoide con microes-

tratificación en la m atriz caliza, con algunos brioozoos y coralarios aislados.

35) 7 m. B arro calizo finam ente estratificado conte­niendo m asas de C yathophyllum coespitosum.

36) 35 m. Calizas grises brechoides con Alveolitessubaequalis Mich. A. denticulatus Edw. H. C yathophyllum coespitosum Gold. Acervula- ria roem eri Edw. H. y otros coralarios.

Page 100: DE ESTUDIOS ASTURIANOS - Presentación

— 100 —

37) 7 m. Margas arenosas gris oscuras con Cyatho­phyllum.

38) 15 m. Margas arenosas grises con una rica fauna debraquiópodos, entre ellos:

Stringocephalus cf. burtini Defr.Emmanuella plicata Graban.Camarotoechia cf. plurodon Phill.Camarotoechia sp.Atrypa reticularis Schoth.Hysterolites sp.Chonetes sp.Crinoideos, Briozoos.

39) 25 m. Caliza gris compacta con coralarios.

Estas calizas forman una punta que separa la playa de la Ri­vera, de Luanco, de la costa del Astillero. El muro de este bio- hermo es una falla vertical; a continuación aparece la sucesión siguiente buzando 80.° al NW.:

Muro: Brecha de falla, 1 m.

40) - 7 m. Areniscas y cuarcitas algo ferruginosas.41) - 5 m. Areniscas gris amarillentas con pistas.42) 6-7 m. Calizas grises en capas de 0,1-0,4 m. con mi-

croestratificación bien marcada con corala­rios, formando probablemente un pequeño arrecife.

43) - 15 m. Calizas gris oscuras, Biohermo de coralarios,crinoideos y algún braquiópodo.

Estas capas se inclinan en abanico hacia el SE. por formar probablemente parte de una charnela sinclinal; a continuación aparecen las capas 41) plegadas en anticlinal, repitiendo mas al NE, las 42) y 43). Una falla introduce nuevas anomalías es- tratigráficas, no haciendo posible continuar la serie comenza-

Page 101: DE ESTUDIOS ASTURIANOS - Presentación

- l ü í -

da. En un último paquete de calizas verticales aparecen margas muy calizas, probablemente equivalentes a las capas 38-39 del mismo corte; en ellas se encuentran:

Atrypa reticularis Schloth.Stringocephalus cf. burtini Defr.Chonetes sp.

Un poco más al NE. termina la serie ante una falla que la pone en contacto con el aptiense de Luanco.

La persistencia en toda esta serie de los Strigocephalus y Emmanuella hace pensar que se desarrollan dentro del give- tiense, aunque el bioherma de la playa del Astillero, recuerda mucho los arrecifes coralinos de Perlora, colocados por Barrois en el frasniense. Como la fauna coralina no ha sido clasificada, solo a título provisional colocaremos dicho biohermo en el fras­niense.

II. Las capas del interior entre Salas y Cornellana.

También en el interior de Asturias aparecen las capas de Stringocefálidos; en el Km. 250 de la carretera de Oviedo a La Coruña, entre los Hectómetros 5 y 8 aparecen capas de arenisca ferruginosa y pizarras, en todo comparables a las “areniscas de Gosseletia” del couviniense C. La sucesión de arriba a abajo es la siguiente:

3,5 m. Caliza compacta gris oscura con corales.2) 0,3 m. Marga gris.3) 1,3 m. Caliza compacta gris oscura con coralarios

y briozoos.4) 2,0 m. Caliza margosa gris rica en coralarios y al­

gún briozoo, entre ellos Zaphrentis sp, Pa- chypora sp.

5) 0,80 m. Caliza compacta gris.6) 0,20 m. Marga coralina gris-parda.

Page 102: DE ESTUDIOS ASTURIANOS - Presentación

— 102 —

7) 0,60 m. Caliza compacta gris.8) 2,50 m. Margas grises con corales.9) 3,0 m. Caliza compacta gris.

(12 m. coluvión).10) 2,0 m. Caliza gris con algún resto de corales y brio-

zoos.11) 1,50 m. Caliza gris compacta.12) 5 m. Marga pizarrosa gris-negro con calizas del­

gadas intercaladas y conteniendo las m ar­gas corales.

13) 0,50 m. Caliza gris compacta.(5 m. coluvión).

14) 1 m. Caliza gris clara cristalina de aspecto m ar­móreo.

15) 2,30 m. Caliza gris oscura mate con briozoos y cora­les.

16) 2 m. Caliza margosa con coralarios.17) 2 m. Caliza margosa bastante compacta gris.18) 6,50 m. Caliza gris algo margosa.19) 0,80 m. Banco coralino margoso, conteniendo Acer-

vularia cf. Pradoana y Pachypora sp.20) 4 m. Caliza margosa gris oscura.21) 1,50 m. Caliza gris oscura muy compacta.22) 1,20 m. Caliza margosa gris.23) 2,30 m. Serie alternante de caliza y margas delga­

das con fósiles en mal estado y difíciles de extraer:

Leptaena rhomboidalis Wilk. Schizophoria sp.Camarotoechia sp.Orthothetes sp.Chonetes sp.Rhipilomella sp.

Page 103: DE ESTUDIOS ASTURIANOS - Presentación

- íóá —

24) 3 . m. Margas pardas fosilíferas.25) 2,60 m. Caliza gris compacta con calizas y briozoos.

(4 m. no visibles).26) 15 m. Caliza amarillenta dolomítica muy cristali­

na teñida de óxido de hierro.27) 0,30 m. Banco gris con coralarios.28) 8 m. Caliza gris cristalina.29) 0,10 m. Marga arcillosa manchada de verde y rojo

conteniendo:

Spirifer sp.Camarotoechia sp.

30) 2 m. Caliza gris-vinosa pasando a gris clara cris­talina.

31) 1 m. Serie de calizas tableadas y margas en tra­mos muy delgadas.

32) 8 m. Caliza cristalina compacta gris.33) 6,30 m. Caliza gris cristalina con capas delgadas de

corales.34) 2 . m. Margas pardas conteniendo:

Athyris sp. corales.

35) 0,35 m. Margas arcillosas verdes con corales y brio­zoos.

36) 4 . m. Caliza gris azulada compacta con braquió-podos.

37) 1,40 m. Caliza gris-azuladas arenosas con 0,10 m. demargas amarillentas intercaladas contenien­do:

Stringocephalus burtini Defr.A trypa sp.

Page 104: DE ESTUDIOS ASTURIANOS - Presentación

— 104 —

38) 0,50 m. Margas amarillentas conteniendo:

Atrypa aspera Schloth. Stringocephalus cf. burtini Defr. A. reticularis Stropheodonta sp.Atrypa sp.Zaphrentis sp.Cyathophylum sp.

39) 0,60 m. Caliza gris.40) 0,90 m. Margas con:

Atrypa douvillii Mans.Athyris sp.Pachypora sp.

41) 3 m. Caliza tableada gris con intercalaciones mar­gosas muy delgadas.

42) 4,50 m. Alternancias de calizas delgadas y margas.43) 4 . m. Caliza gris conteniendo:

Stringocephalus burtini Defr.Atrypa reticularis.Pentamerus cf. brevirostris Phill. Athyris cf. lamellosa Lev.

44) 2,60 m. Serie alternante de calizas y margas.45) 2 m. Caliza gris compacta.46) 2,50 m. Margas arenosas pardo-amarillentas.47) 2 m. Caliza arenosa parda.48) 4 m. Arenisca parda con cemento calizo.

(coluvión 35-40 m.).49) 6 m. Areniscas algo ferruginosas y pizarras par­

das claras micáceas.50) 3,50 m. Arenisca parda.51) 3,80 m. Areniscas y pizarras pardas.

Page 105: DE ESTUDIOS ASTURIANOS - Presentación

— 105 —

K-fl

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O J¿

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43

47

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Fig.

3.

—Co

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geol

ógic

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o ab

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8. M

arga

s gr

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co

n co

rale

s.

2,50

m.—

9. Ca

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com

pact

a gr

is.

3 m

.—10

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Cal

izas

gr

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. 3,5

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.—12

. M

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s pi

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co

n ca

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de

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as

inte

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. 5

m.-—

13.

Caliz

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is co

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— 106 -

52) 2 m. Areniscas cuarzosas pardas.53) 2 m. Cuarcita gris-verde.54) 6 m. Areniscas cuarzosas gris-verde alteradas su­

perficialmente con coloración parda.55) 20 m. Areniscas y pizarras gris-pardas con abun­

dante mica.56) 4 m. Arenisca parda clara.57) 4 m. Serie alternante pizarras y areniscas.

Las últimas capas llegan al H. 5. El conjunto se orienta N 25 E y buza entre 60.° W. y la vertical. Entre las capas 10) y11) y las 54) y 55) hay contactos mecánicos. La presencia de Stringocephalus burtini, indica que pueden colocarse en el give- tiense con toda seguridad desde la 37) a la 43) ambas inclusive es decir un espesor de estratos de 15 m. La serie inferior detrítica (capas 48) a la 57), puede equivaler a la arenisca de Gosseletia del couviniense C. En cuanto a las calizas superiores a 37), la pre­sencia en ellas de Acrospirijer verneuili indica tratarse ya de la base del frasniense, límite givetiense B-frasniense A. Acros- pirijer verneuili, ha sido encontrado rodado entre las capas 30-37, pudiendo pertenecer con mucha probabilidad a la 36) don­de se encuentran muchos braquiópodos indeterminables. La pre­sencia de Leptaena rhomboidalis Wilk, no es decisiva, puesto que m ientras que Termier (7) en Marruecos la hace detener en el givetiense superior, Comte (3) la hace extensiva por lo me­nos a todo el devónico.

Refuerzan la idea del frasniense, las capas 1) a la 22) que for­man un biohermo, de características parecidas a la caliza de Candás. Algunos coralarios reconocidos como Acervularia cf. pradoana parecen reforzar este punto de v is ta ; pero para tomar una decisión a este respecto debe ser clasificada la fauna de co­ralarios que contiene. Solo a título provisional situaremos pues en la base del frasniense el biohermo superior. En este caso solo esta parte alta de la que Comte llama “caliza de Cornella- na” (4) podría corresponder pues al devónico superior.

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Fig.

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CONCLUSIONES

La presencia de la biozona de Stringocephalus burtini Defr. en localidades distintas de 40 km. nos indica que la cuenca de sedimentación givetiense tuvo mucha más extensión de la que podría sospecharse; de su presencia en Cornellana puede de­ducirse que debió ocupar también parte del territorio de Avilés y valle inferior del Nalón, siendo aún posible que se extendiera más hacía el S. y que enlazase con las localidades de Stringoce­phalus citadas por Comte en León. La región devónica del S. de Belmonte es muy poco conocida estratigráficam ente y en ella puede encontrarse también la biozona de Stringocephalus bur­tini.

RÉSUMÉ

Les couches à Stringocephalus si courantes dans le givetien européen et même dans celui de León, n ’avaient pas été trouvées par Barrois. En 1932 Delepine les a trouvées pour la première fois, près de Perlorai. Nos recherches dans le dévonien des Astu- ries nous ont parmis d’étendre la découverte de Delepine vers le NW. sur la côte et vers l’intérieur à 30 Km. de la mer, près de Cornellana. On a relevé des coupe du givetien m arin dont la stratigraphie était inconnue jusqu’à présent. Il existe probable­ment le givétien A et B, c’est-à-dire la zone à Stringocephalus burtini et la zona de transition au frasnien, caractérisée par la l’association de S. burtini e t de Acrospirifer vernéuïli.

SUMMARY

The layers of Stringocephalus. common in the European Givetian and in that of the region of Leon, were not discovered by Barrois. In 1932 Delepine mentions them for the first time

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near Perlora. Our investigations of the Devonian of Asturias enabled us to extend Delepine’s discovery North-Westwards, on the coast, and inland to 30 kms. from the sea, near Cornellana. Sections were made of the marine Givetian whose stratigraphy was unknown. There probably exists Givetian A and B, that is to say the zone of Stringocephalus burtini and the zone of transition to Frasnian, typified by the juxtaposition of S. burtini and Acrospirifer verneuili.

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— 110 —

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N O TA SOBRE LA EXTENSION DEL JURASICO SU ­PERIOR EN EL TRIANGULO: GIJON, AVILES, POLA

DE SIERO—(ASTURIAS)

Por

J. A. MARTINEZ ALVAREZ

ANTECEDENTES

Schulz, en 1858, cita por primera vez la presencia del ju rá­sico en el triángulo de Gijón, Avilés, Pola de Siero; éste se apoya sobre el triásico, rebosando lateralmente el meridiano de Pola de Siero para extenderse hasta Ribadesella. El con­junto de m ateriales supone corresponden al liásico.

Mallada, en 1902, en su “Explicación del Mapa Geológico de España” mantiene el criterio general de Schulz, sin ninguna modificación digna de mayor mención.

Jimenez de Cisneros, en 1904, hace una aportación paleon­tológica, dando a conocer algunos fósiles por él recogidos en las inmediaciones de Gijón. Según parece desprenderse de su trabajo, las calizas de las inmediaciones de Gijón deberían de asimilarse al sinemuriense y el conjunto de los materiales corresponderían al liásico.

Adaro, en 1916, e n su “Bosquejo Geológico de Asturias”

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precisa más sobre la distribución espacial del jurásico que si­gue refiriendo al liásico.

En la edición de 1922 del Mapa Geológico de España a es­cala 1:400.000, se representa la zona comprendida en este trián­gulo como perteneciente al liásico.

Dubar, en 1925, cita por prim era vez la presencia de ju rá ­sico superior —kimmeridgiense— en Asturias, en la localidad de Ribadesella, suponiendo la misma edad para la serie detrí­tica que desde este lugar se extiende, con aparente continuidad, hasta el cabo de San Lorenzo, en las inmediaciones de Gijón.

Karremberg, en 1934, pone en duda el descubrimiento de Dubar y sigue considerando el liásico como tramo practica- mente representativo del jurásico en Asturias. La característi­ca serie detrítica de la parte alta de la antigua serie liásica, la asimila a la facies wealdense de la Cantábria y a la base del cretácico meridional de Asturias.

En la edición del Mapa Geológico de España —año 1936—■ a escala 1:1.000.000, persiste la consideración de los m ateriales de esta zona como liásicos sin otro género de precisiones.

Llopis, en 1957, basándose en la completa analogía de fa­cies que existe entre estos m ateriales y los tramos detríticos cretácicos de facies wealdense, coloca en el cretácico los m ate­riales detríticos de los alrededores de Avilés que se superponen al liásico y a veces al triásico ; si se tiene en cuenta que fueron considerados aisladamente y que por otra parte aún sigue con­siderándose la existencia de depósitos detríticos claram ente cre­tácicos al N. de Llanera la atribución es lógica.

En otro sentido es deber advertir, como la mayor parte de las atribuciones dadas a estos materiales, tienen este sentido lógico al estar basadas en esta equivoca semejanza de los m ate­riales detríticos en dos zonas postpaleozoicas que parecen reve­larse distintas, la zona al N. del paralelo de Pola de Siero y la cuenca de Oviedo.

Dubar y Mouterde, en 1957, destacan como el estudio de

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la costa entre Gijón y Ribadesella les permitió reconocer la presencia del jurásico superior en toda su línea, pareciendo- íes el límite inferior del mismo, la serie detrítica del cabo de San Lorenzo de Gijón que, con diversas dispersiones y notables dis­minuciones de espesor, se puede seguir hasta Ribadesella.

Un conjunto de trabajos llevados a cabo en el concejo de Gijón me permitieron obtener una serie de datos que, exten­didos con posterioridad hasta Avilés, toms.ndo por base los datos cartográficos inéditos de los Drs. N. Llopis Lladó y M. Ju- livert (1955), corroboran la extensión de la serie detrítica kim- meridgiense .a la zona comprendida en este triángulo.

NUEVOS DATOS

Al E. de Gijón, en la zona de la Providencia, se puede ver con toda claridad como, en concordancia sobre una serie margo- calcárea potente con aspecto de flysch, se dispone con débil bu­zamiento hacia el E. y alterada por un conjunto de fallas de tra­zado subperpendicular a la línea de costa, unai importante serie detrítica, grosera en la parte baja y más fina en la parte alta. El corte característico de la. misma entre las playas de Peñarru- bia y de la Ñora es el siguiente:

Muro: serie margo-calcárea del liásico medio.60-70 m. Serie detrítica grosera. En la misma podemos dis­

tinguir, en diversos horizontes los siguientes ele­mentos :

a) Zonas de pudingas con cemento arenoso de color claro predominante. Los cantos oscilan entre los 2 y 10 cm. de diámetro. El 98% son de cuarcita, estando bien re­dondeados; el 1% de lidíta, rodados pero no perfectamente redondeados y el resto de caliza liásica.

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b) Lentejones de extensión diversa, casi siem pre pequeña, de areniscas am arillen- to-blanquecínas.

c) Lentejones de m argas pizarrosas b lanque­cinas.

70 m. (visibles) Serie detrítica fina. En la misma se pueden distinguir los siguientes tram os carac­terísticos.

a) Tram o inferior; margo arcilloso, con al­guna que otra intercalación de caliza are­nosa y restos carbonosos. Es fosilífero.

b) Tram o superior; margo arenoso. Es fosi­lífero y parece adqu irir bastante impor­tancia fuera de la región que describimos.

D ubar y M outerde sitúan esta serie costera, por extensión en relación con los datos paleontológicos tomados de las capas su­periores, tam bién costeras, representadas más al E., en el ju ­rásico superior kim m eridgiense.

Esta serie detrítica se continúa, con interrupciones en su tram o detrítico fino, hacia el S. constituyendo los relieves que se desarrollan desde esta zona de la Provincia hasta las inm edia­ciones del alto del Infanzón, m onte de la Olla y conjunto de elevaciones que form an la divisoria con el concejo de Villavi- ciosa, hasta la Peña de los Cuatro Jueces, para después proseguir hasta el pico denominado Cima, que ya forma parte del con­cejo de Pola de Siero. En este lugar y prácticam ente a p a rtir del Monte de la Olla, el m uro lo constituyen los ma-teriales cal- cáreo-dolomíticos del lías inferior.

Su continuidad más al S. se pierde a consecuencia de la existencia de una gran falla que hace aflorar en este lugar el paleozoico. Hacia el W., por el contrario, se continua constitu­yendo las elevaciones que jalonan la divisoria entre este concejo y el de Pola de Siero. Mas hacia el S. se encuentra tam bién lj-

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mitada por un complejo mosaico de fallas que relacionan esta serie con la cretácica de la que, en su secuencia detrítica, es algo difícil de discernir en ciertos lugares. En toda esta zona el contacto de los materiales detríticos se hace con los depósitos calcareo-dolomíticos del lías inferior.

La continuidad hacia el W., a partir de la trinchera del fe­rrocarril de Langreo, límite aproximado de los concejos de Pola de Siero y Oviedo, es de la misma forma clara, siguiendo es­quemáticamente la alineación de Los Llanos, Sasiello y Gallinai. En esta zona la continuidad hacia el S., está diferenciada por la existencia de una trenza de fallas, continuación de las ya cita­das, que ponen en relación estos m ateriales con los cretácicos. El contacto se hace, de la misma forma que en las zonas últi­m amente citadas, con los materiales calcareo-dolomíticos del liásico inferior. Falta en este tramo la serie detrítica fina, en­contrándose pues única pero claramente representada la serie detrítica gruesai.

Al W. de Gijón, en la zona de Jove y Rubín se encuentra, apoyándose directamente sobre la serie calcareo-dolomítica del lías inferior, una serie detrítica gruesa en la parte baja, menos potente que la. hasta ahora citada, que se hace más arenosa en la parte alta. Aún cuando difícil de observar por la escasez de cortes naturales creemos que se puede asimilar a la serie que ve­nimos siguiendo.

A partir de Gallinai hasta las inmediaciones de Arnao y con dirección general NW-SE, se puede observar la perfecta conti­nuidad estratigráfica de esta serie detrítica gruesa citada como del jurásico superior, con la correspondiente de esta franja hasta los alrededores de Avilés, supuesta como cretácica.

En otro sentido esta continuidad estratigráfica, se ve corro­borada por la perfecta semejanza litològica que hizo que tantas veces existiese confusión en la situación cronológica de estos materiales. El límite norte-oriental de esta franja detrítica vie­ne dado por la presencia de una trenza de fallas de igual direc­

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ción. El lím ite sur-occidental no es tan marcado y está cons­tituido, en términos generales, por la margen derecha del río Alvares, en principio y de la propia ría de Avilés, posterior­mente. Saliéndose de este marco se encuentran, también, una se­rie de pequeños retazos de esta, serie detrítica gruesa, conserva­dos a consecuencia de la existencia de un complejo conjunto de fallas que los preservó de la desaparición. Estos constituyen la avanzadilla sur-occidental de estos materiales. El contacto en esta zona se hace indiferentem ente sobre los m ateriales del liá­sico inferior, triásico y paleozoico. El contacto pués, en su con­junto, es claram ente discordante.

CONCLUSIONES

El estudio de la continuidad cartográfica, hacia el interior, de la serie detrítica de la franja costera de San Lorenzo, supues­ta por Dubar y Mouterde como del jurásico superior —kimme- ridgiense—, nos permitió establecer las siguientes conclusiones para la zona comprendida en el triángulo de Gijón, Avilés, Pola de Siero:

1) Existencia de una semejanza litológica perfecta en­tre las potentes series detríticas de toda esta zona.

2) Existencia de una clara continuidad cartográfica, hasta ahora no percibida, entre estos m ateriales en toda la am plitud de la zona> citada.

Como consecuencia y tomando por base de partida los da­tos paleontológicos argüidos por Duba* y Mouterde, debemos de concluir en la extensión de jurásico superior —kimmeridgiense— a toda la potente serie detrítica comprendida en el triángulo Gijón, Avilés, Pola de Siero.

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Fig. 1.—Esquem a de la extensión del jurásico superior en el trián ­gulo Gijón, Avilés, Pola de Siero. El punteado negro representa, apro­xim adam ente, el área de su actual distribución.

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RÉSUMÉ

On étudie la continuité cartographique vers l’intérieur, dans le triangle Gijôn-Avilés-Pola de Siero, de la série détritique de la frange côtière du Cap de San Lorenzo (Gijôn-Espagne) donnée par Dubar et Mouterde comme appartenant au jurassique su- périeur-kimméridgien.

D’un côté l’existence d’une parfaite ressemblance lithologique entre les puissantes séries détritiques de cette zone et d’une otre côté, la preuve de la continuité stratigraphique entre les m até­riaux dans toute la zone citée, nos induisent à conclure que toute la série détritique, représentative de cette zone, aparteint au jurassique supérieur-kimméridgien.

SUMMARY

The cartographic continuity towards the interior is being studied, in the triangle Gijôn-Aviles-Pola de Siero, of the de­tritic series of the coastal belt from the Cape of San Lorenzo (Gijôn, Spain), supposed by Dubar and Mouterde to be higher jurassic-kimmeridgian.

The existence, on the one hand, of a perfect lithological re­semblance between the strong detritic series of this zone, and the confirmation, on the other and, of the stratigraphie conti­nuity between these m aterials in all of the said zone, leads us to the conclusion that all the detritic series representative of this zone is in the extension of the higher jurassic-kim m erid­gian.

Page 119: DE ESTUDIOS ASTURIANOS - Presentación

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Page 120: DE ESTUDIOS ASTURIANOS - Presentación

B I B L I O G R A F I A C R I T I C A

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Este trabajo, publicado en el volumen del Boletín de la Sociedad Geológica de Francia, dedicado al estudio de los arrecifes coralinos, re­sume uno de los principales aspectos tratados en la Tesis doctoral del autor, es decir el desarrollo de los arrecifes de rudistidos del urgoniense.

La sedimentación urgoniense se ha realizado en un medio especial en un conjunto de condiciones fisicoquímicas particulares creado por la presencia de m adréporas y rudistidos. Los depósitos han sido influen­ciados por particularidades geográficas locales, especialmente la forma de los arrecifes, especialmente a causa de im portantes aportaciones te- rrigenas sincrónicas que ocasionaron la m uerte de algunos de los bioto- pos.

Los biostromas de Praeradiolites cantabricus, Pseudotoucasia santan- derensis, Polyconites verneuili y de m adréporas form aban la parte más im portante de los edificios coralinos; numerosos moluscos y foram inífe- ros (Orbitolinas) acom pañaban a los anteriores.

N. LL O PIS LLADO (Oviedo)

k o p p , k . o . : Inoceramen im Tertiär des Mittelmeerraumes. N. Jb. f. Geol. Pelänt. Mh. 11; pág. 481-492, 5 figs. Stuttgart, 1959.

El autor ha estudiado los Inoceramus encontrados en Turquía y en España. En nuestro país los yacimientos descritos son los de Vizcaya, en­tre Berango y Guecho al N. de Bilbao. El medio en que se desarrolla­ron fuá una parte del geosinclinal pirenaico donde se acum ularon 5 Km. de potencia de sedimentos (Lotze, 1955) en el cretácico superior, for­mados por calizas margosas, gris azuladas m argas y pizarras margosas. Estas capas pasan insensiblemente al eoceno inferior formando el flysch

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— n i -

cantábrico, que continúa por el eoceno medio como lo acreditan las ca­pas con Num m ulites.

E n tre la serie cretácica y la te rciaria hay que s ituar la caliza roja, a tribu ida al daniense. En la playa de A rrigunaga aparecen las margas de Inoceram us (Inoceram en mergel), con Inoceramus bálticus Bóhm.

N. L L O PIS LLADO (Oviedo)

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R esum en : Al E. de Sabero (León) se han encontrado pudingas cali­zas y p izarras intercaladas, discordantes sobre el devónico y sobre el viseense-nam uriense anteriorm ente plegados. Estas capas fueron a tr i­buidas an terio rm ente al estefaniense. El au tor encontró en ellos una flora que sitúa en el W estafliense D superior. En consecuencia deduce la existencia de una nueva fase orogénica “ fase leoniense”, que sitúa inm ediatam ente antes del W estafliense D, por fosilizar éste un relieve enérgico m odelado sobre el nam uriense plegado. Com para esta p rueba del m ovim iento “ leoniense” con otras citas de posibles movimientos se­m ejan tes en Palencia (De Sitter) y en Cabra Mocha (Nederlof); el prim ero situado por el propio autor como pre-estefaniense A y el se­gundo en el W estfaliense D medio o ta l vez superior. Indica tam bién que A daro señaló en A sturias conglomerados calizos en horizontes co­locados por Jongm ans en el W etfaliense C-D.

Crítica : El Profesor Stockmans, del Institu to Real de Ciencias N a­tu ra les de Bruselas, ha sido consultado acerca de .a posición estrati- gráfica de la flora que utiliza el au tor para colocar las capas que la contienen en el W estfaliense D superior. Transcribim os, con su permiso, la respuesta ín tegra :

“ A vrai d ire la flore du W estphalien D n ’est pas nettem ent définie. Si l ’on consulte le Lexique in ternational 1957 on se rend compte du peu de précision que s’attache aux délim itations: Voici ce q u ’y écrit Jong­m ans :

“ Le W estphalien D est une plus ou moins grande série caractérisée p a r une flore fa ite de plusieurs espèces du carbonifère supérieur en

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même temps que d’espèces typiques du Westphalien D. Les limites sont basées sur des données floristiques ; uniquement dans le bassin de la Sarre la partie supérieure coincide avec le conglomérat de Holz; le West­phalien D est plus ou moins l’équivalent de la zone à Mixoneura de Ber­trand, probablement l’équivalent m arin de l’horizon de Sam ara de Russie.

"On avaint d ’abord supposé que Neuropteris ouata Hoffm. et N. scheuchezeri Hoffm. ne dépassaient pas la lim ite supérieure du Westpha­lien D; plus tard il apparut que tous deux existaient quoique généra­lement peu fréquents dans le Stéphanien de bassins intérieurs.

“La localité type est: Piesberg (Westphalie) (Primitivement aucune localité type n ’avait été désignée; actuellement Piesberg a été choisi en raison de la description de Neuropteris ovata et N. scheuchzeri de cette région par Hoffmann).

“L’ensemble des fossiles est constitué d ’une association de types du Westphalien C comme Neuropteris ovata Hoff., N. Scheuchzeri Hoffm., Linopteris inünsteri Eichw., Mariopteris sp. sp., Annularia sphenophy- lloides Zenker, Sphenophyllum emarginatum Brongniart, Pecopteris ves- tita Whïte-lamuriana Heer, Asolanus sp.

Et de types du Stéphanien comme :Pecopteris unita, P. hemiteloides Brongn-arborescens Schloth.P. pluckeneti Schloth.. Sphenophyllum majus Brongn.Mégaspores caractéristiques :Triletes tuberculatus Zerndt et T. dentatus Zerndt.Ai à présent nous consultons la rubrique Stéphanien dans le même

lexique nous voyons que P. Bertrand et P. Pruvost disent de cet étage dont le type est français :

“D’une façon générale, la flore est caractérisée par l’abondance des Pecoptéridées cyathéoides, par des espèces telles que des Odontoptéri- dées, des Callipteridium, Linopteris brongniarti et germari, Alethopteris grandini, Cordaites lingulatus, Sphenophyllum oblongifolium et par la disparition des Mariopteris”.

Plus particulièremet pour l’Assise de Rive-de-Gier qui représente le Stéphanien inférieur, P. Bertrand écrit:

"Caractérisée par l’abondance de Sigillaires cannelées appartenant à des formes westphaliennes et la fréquence simultanée de fougères stèpha- niennes telles que: Pecopteris arborescens, P. lamurensis, P. Cyathea,

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P. polym orpha , P. unita, P. pluckeneti, Odontopteris reichi, Sphenophy- luun oblongifolium. A ces fougères se m élange une espèce westphalienne Linopteris neuropteriides.

“ Aux espèces déjà citées, il fau t encore jo indre comme très caracté­ris tique de l’Assise de Rive-de-Gier :

AUoiopteris (Zygopteris) erosa et les espèces w estphaliennes: Sphe- nopteris aff. Chaerophylloides, Asolanus caviptotaenia , Lepidodendron rim osum .

Il n ’app ara it toutefois pas dans le lexique que dans le G ard une très grande abondance de Neuropteris ovata est adm ise dans le bas du S téphanien. E t c’est précisém ent des cas pareils qui com pliquent les choses puisque la localité type a été classée comme telle a cause des Neuropteris ovata et N. scheuchzeri.

Dans d ’au tres régions, G rande Bretagne, Saxe le W estphalien D a aussi été reconnu. Il peut avoir des caractères très locaux comme à Zw ickau p. ex. et ne peut serv ir de type. Il est d ’ailleurs significatif que pour le bassin de Bristol, Jongm ans écrive: aus dem W estfal D (vie- lleicht sogar E) ce qui prouve son em barras, le W estphalien E étan t pour lui un facies du Stéphanien.

Si à p résen t je revois les deux listes que vous m ’adressez je trouve dans la p rem ière et la seconde des espèces à la fois w estphaliennes et stéphaniennes. Mais nous savons que dans le bassin de la Sarre et de la L orraine, sous le conglom érat de Holz, lim ite supérieure du W estphalien D se recon tren t dé jà quelques espèces du S téphanien :

Pecopteris lam urensis, Odontopteris reichiana.En Espagne se trouvent d ’aprés vos listes en présence des M ariopte­

ris q u ’on dit ne pas dépasser le W estphalien, des Alloiopteris erosa q u ’on d it caractéristiques du S téphanien A.

Alors? Le cas de la S arre nous engage à ê tre prudent. J ’ai une ten­dance à pencher pour le W estphalien D, mais comme je vous le dis, un doute subsiste e t peut-être bien que cette subdivision floristique ne résistera pas à la critique.

Je crois q u ’il y a lieu avan t de déterm iner les étages au moyen des flores dans des cas aussi difficiles que celui du W estphalien D et du S téphanien A, d ’é tab lir d ’après des stam pes suivies non douteuses, les caractères des dites flores. Sans quoi on risque de se trom per. Les flores ne doivent serv ir que comme indication possible et comme probabilité

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à côté de la composition floristique; il faudrait également tenir compte de l’abondance des espèces et pouvoir estim er le valeur des échantillons sur lesquels reposent les déterm inations”.

La respuesta del Prof. Stockmans nos invita pues, a la prudencia. Por consiguiente de momento, m ientras nuevas investigaciones no nos dem uestren lo contrario nos abstendrem os de añadir la “fase leoniense” a la lista de nuestros movimientos orogénicos paleozoicos.

N. LL O PIS LLADO (Oviedo)

w i e d m a n n , j . : Zur system atik Jungmesozoïschen Nautiliden un- der Gesondever Berücksichtigung der iberischen Nautüinae d’Orb. Palacontographica. Abt. A. 115 L. 1-6 págs. 144-206 láms. 17-27, 26 figs. Stuttgart, 1960.

Se tra ta de un estudio sistemático y revisión de los Nautiloideos del mesozoico, entre los cuales se describen 17 especies recogidas en España, de las cuales, 13 corresponden al cretácico cantábrico especialmente Vizcaya. Hay una segunda parte consagrada a la distribución estrati- gráfica de las especies descritas.

n . L L O P is l l a d o (Oviedo)

l o t z e , f . : El Precámbrico en España. Not. y Com. Inst. Geol. Min. Esp., n. 6, págs. 227-240, Madrid, 1960. (Traduc. de Das Pràkambrium Spaniens. N. Jb. f. Geol. Palaont. Min., 1956. vol. 8, págs. 373-380, Stuttgart.

Resumen : El prim er capítulo es histórico, indicándose en él que has­ta la fecha no han sido señalados en los Mapas oficiales de España, los terrenos precámbricos y recordando las citas hechas por el autor a es­te respecto. En el segundo capítulo indica el criterio que ha seguido para diferenciar el Precám brico del Cám brico: 1. Sedimentos sinoro- génicos o discordancias de fase asíntica; 2. Presencia de tillítas indica­doras de un clima frío. De este modo lo ha localizado en Asturias, Sie­r ra de la Demanda, Montes de Toledo y S ierra Morena.

En Asturias, bajo el cámbrico fosilífero de Tineo, hay calizas y 1.200 m. de cuarcitas discordantes en la carretera de Portiella a Cangas, con las pizarras arcillosas que llam a el autor “ pizarras del N arcea”. Toda­

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vía existe una facies de “ tillítas” que se in tercalaría , a juicio del autor, en tre el cám brico y el precám brico y que correspondería al plegamiento asíntico.

En la S ierra de la Dem anda bajo el cám brico medio e inferior fosi- líferos, se encuentran tam bién calizas y dolomías y luego cuarcitas co­mo las del N arcea que en la base pasan a conglomerados. Bajo esta serie afloran pizarras sem ejantes a las del N arcea, que Schriel situó pro­visionalm ente en el cámbrico, pero que el au tor cree precám bricas y separadas de la serie cám brica por la discordancia asíntica.

En los M ontes de Toledo aparecen tam bién calizas, dolomías y pi­zarras en el cám brico inferior, concordantes las últim as con la que el au to r denom ina “ serie de V alcasa” form ada por pizarras, areniscas y grauvacas, casi sin consolidar, de muchos miles de m etros de espesor; esta serie la sitúa el autor en el algonquino basándose en que, dado la poca coherencia del depósito, debió form arse en un clima m uy frío, pre- paleozoico.

En S ierra M orena pasa algo parecido a los Montes de Toledo; aquí hay una serie de Huelva, con vulcanitas, que se sitúa por debajo de la serie de Valcasa.

En consecuencia, las vulcanitas basales de A sturias y S ierra Mo­rena pueden in te rp re ta rse como huellas de una orogénesis alpinotípica de época an terior, que el au tor cree pueda ser go tocarélida; el hundi­m iento epirogénico posterior originó el depósito de las pizarras algon- quinas del centro y N. de E sp añ a ; en el algonquino superior las tillitas atestiguan un clima frío. A continuación tiene lugar el plegamiento asín­tico, sobre todo en A sturias y N. de España.

Crítica: Desde hace varios años estamos recorriendo la zona cám- brica-precám brica del occidente de A sturias y nunca hemos encontrado nada parecido a la discordancia asín tica; en Genestoso, las cuarcitas que sirven de m uro a las calizas acadienses se apoyan concordantes sobre las p izarras del N arcea; en Llam as al E. de Geza (Pola de Allande), el contacto norm al es muy claro. El contacto de Castiello (Km. 23 de la carre tera de Cangas a Oviedo), que pone el autor como ejemplo típi­co de la discordancia asíntica, es un contacto mecánico. Un levanta­m iento cartográfico de precisión perm ite realizar las siguientes observa­ciones :

1. La superficie de contacto corta las capas de la cuarcita georgiense,

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en el collado del Castiello, hecho que por si solo indica el ca rác ter de cabalgadura que tiene el contacto.

2. En la m ism a carre tera , a menos de 20 m. del contacto, hay una clara charnela an tic linal en la cuarcita georgiense; nueva incom patib i­lidad con la discordancia.

3. Las capas del cerro de Castiello están com plejam ente plegadas y las calizas acadienses afloran en sinelinal a unos 150 m. del contacto al lado del puente sobre el río.

4. Las p izarras supuestos precám bricas se doblan c laram ente en el contacto, supuesto discordante.

5. El supuesto plano de d iscordancia se prolonga hacia el SE. h asta m ás a llá de Llam as del Mouro, cortando d istin tas unidades del plega­m iento de la cuarcita georgiense.

Todo ello hace inadm isible la p re tend ida d iscordancia asín tica y nos revela que, desde el precám brico, no hubo en A stu rias m ovim ientos orogénicos hasta el W estfaliense D. La sucesión estra tig rá fica de la cuen­ca del N arcea. puede establecerse en sus líneas generales de la si­guiente m anera , y a títu lo provisional:

Precámbrico (?)1.200-1.500 m. A natex itas y m igm atitas de Pola de Allande.1.000-1.200 m. E ctin itas diversas de la secuencia arcillosa.4.000-5.000 m. P izarras del N arcea. Serie de p izarras rojas, verdes,

am arillas y azules con intercalaciones de areniscas y cuarcitas, éstas a veces m asivas, como en L inares. En la p a rte a lta la aportación detrítica se hace m a­yor y en Llam as se pasa verticalm ente a las cuarci­tas georgienses. F recuentes rizaduras y m icroplie- gues en toda la serie.

Cámbrico Georgiense (?)

450-550 m. Serie tipo flysch, form ada por la secuencia cuar­cita-pizarra, con dom inio de cuarcitas. F recuentes huellas y ripple-m arks.

50-60 m. Zona de transición al acadiense con in tercalacio­nes de calizas delgadas.

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Acadiense100-150 m. Calizas marmóreas, dolomíticas, a veces silicifica-

das. (Complejo calizo del Narcea).50-60 m. Pizarras verdes con Paradoxides.

Post-damiense-Tremadoc800-1.000 m. Serie ñysch, formada por pizarras y cuarcitas con

pistas, en parte parecida a la serie georgiense.SilúricoSkidawiense

250-300 m. Cuarcitas armoricanas.

No hemos encontrado en el Narcea m aterial alguno que pueda ser comparado a una tillita.

N. LLOP1S LLADO y J . A. MARTINEZ ALVAREZ (Oviedo)

w i e d m a n n , j . : Le crétacé supérier de VEspagne et du Portugal et ses céphalopodes. Congrés des Sociétés savantes. Section des Sciences. 710-764 págs. con figs. y láms.

Constituye el presente trabajo, una interesante puesta al día sobre los ammonítidos del cretácico superior de España. Se hace referencia ex­presa a los interesantes afloramientos del Norte de España, en toda la zona comprendida entre Santander, Burgos, Pamplona y San Sebastián.

Las abundantes faunas del Cenomanense-Coniaciense le permiten pro­poner una sucesión de zonas para estos pisos. Los pisos Santoniense- M aestrichtiense, que contienen faunas más pobres son susceptibles, de la misma forma que los anteriores, de diferenciación; su nueva sucesión difiere de las propuestas. La zona de Portugal muy pobre en fauna de este tipo no se presta a grandes diferenciaciones.

J . A. MARTINEZ ALVAREZ (Oviedo)

w a g n e r - g e n t i s , c. h . t . : On Nautellipsites hispanicus. Estudios Geológicos. V. XVI, pp. 43-51. Madrid, 1960.

El presente constituye un interesante trabajo, en el que se estudian ciertos representantes de la fauna de cefalópodos, localizada en el im­portante nivel de correlación para el carbonífero asturiano conocido con el nombre de “Serie griotte”, atribuido al viseense.

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Estudia detalladam ente la especie N autellipsites hispanicus (Foord & Crick) nov. comb., a p a r tir del holotipo conservado en el B ritish M useum de Londres, al tiem po que de otros ejem plares de las provincias de F a ­lencia y León. Se com para esta especie con Beyrichoceras tuulladae (Barrois) resu ltando distinto. U na com paración d eta llada en tre el N au­tellipsites hispanicus (Foord & Crick) nov. comb,, y N autellipsites pseu- doparallelus (Delepine), del carbonífero de M arruecos lleva a la conclu­sión de que ambos pertenecen a una m ism a especie que debe de deno­m inarse N autellipsites hispanicus. Se da cuenta de la m ism a form a como el Beyrichoceras hispanicum , citado por d e l e p i n e p a ra A sturias, no corresponde a la ta l especie.

J . A. M A R T IN EZ A LV A REZ (Oviedo)

g o m e z d e l l a r e n Aj j . : Observaciones fisiográficas en el litoral de Guipúzcoa. B oletín del Instituto Español de Oceanografía, n. 101, 59 págs. 40 figs. Madrid, 1960.

Es este un in te resan te estudio fisiográfico sobre la línea de costa guipuzcoana. E n tre los muchos problem as de índole m orfológica que este sector plantea, el au to r hace incapié sobre la descripción de la “ p la ta ­form a de ab rasión” o “ rasa m area l” que el juego de las m areas deja descubierto. En la zona de costa cretácica com prendida en tre S a tu rra - rán-M otrico y la ensenada de A itzchuri, describe la presencia de una clara p lataform a de abrasión o rasa m areal, notab lem ente desarro llada a expens-as de los m ateria les cretácicos. En la costa num ulítica, por el contrario, solam ente en ciertas partes de la zona occidental existen re ­tazos de ta l form ación. La explicación de esta fenom enología y el p lanteam iento de problem as de índole general, al com parar con lo ob­servado, constituye la ú ltim a p a rte de este docum entado trabajo .

J . A. M A R T IN EZ ALV A REZ (Oviedo)

f e r r e r r e g a l e s , m . : La región costera del oriente asturiano. Ins­tituto de Estudios Asturianos. 207 pp. con figs. y lam. Oviedo, - 1960.

C onstituye éste, un in te resan te trab a jo de geografía regional del m ar­co de una región astu riana , perfectam ente personalizada en todos los sentidos; la com prendida en tre los ríos Deva y Sella, por las zonas orien-

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ta l y occidental y el Cantábrico y la S ierra de Cuera y sus estribacio­nes, por las correspondientes septentrional y m eridional.

El p rim er capítulo constituye la en trada y sustento físico de los ele­m entos propiam ente geográficos. En el mismo y en su prim era parte se destacan las características clim áticas de la región. Una a tinada descrip­ción general de las form as del relieve, en esta zona donde la morfología p lan tea tantos problem as, constituye el nudo del capítulo que finaliza con unas in teresantes m anifestaciones que relacionan la vegetación y los suelos.

El resto de los capítulos : Las prim eras etapas de la vida regional, El siglo XVIII, Las transform aciones m odernas y la vida regional actual, menos susceptibles de ser perfectam ente valoradas por nosotros, dada n u estra no especialización en este sentido, entendem os constituyen el justo y ordenado derrotero al sutil conocimiento de la geografía de esta región.

J . A. M ARTINEZ ALVAREZ (Oviedo)

m o n s e u r , g . : Observations sur des gisements métallifères de la région de Torrelavega (Province de Santander, Espagne). Annales de la Soc. Géol. de Belg. T. LXXXIII, pp. 209-223. Liege, 1960.

El au to r hace la descripción e interpretación genética de algunas de las m ineralizaciones de la región de Torrelavega. Específicam ente se refiere a tres, localizadas sobre la caliza carbonífera de Caldas de Besa- ya. Son éstas: 1) M ineralización de b a ritin a ; situada prácticam ente siguiendo la línea de contacto Perm o-trias-carbonííero, 2) M ineraliza­ción de galena-calam ina; situada al sur del monte Jerrofie y en la que, adem ás de estos dos elem entos m inerales, y en cantidades muy pequeñas se distingue la presencia de cinabrio, y 3) M ineralización de blenda; situada en la m argen derecha del rio Besaya, form ando un pequeño filón situado en una falla de la caliza carbonífera.

El origen de estas m ineralizaciones sería común y derivarían de la diferenciación de un núcleo m agm àtico que se debe localizar en pro­fundidad y no lejos de esta región. El conjunto de las mineralizaciones pertenecerían pues a tres niveles batim étricos diferentes.

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La consideración de su m ineralogía sencilla, la disposición en rocas calcáreas y su localización en rocas de una tectónica no muy intensa y realzada, lleva al autor a relacionar estos yacimientos al tipo generaliza­do de “ Mississipi Valley” de o h l e .

J . A, M ARTINEZ ALVAREZ (Oviedo)

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BIBLIOGRAFIA GEOLOGICA DE ASTURIAS

AÑOS 1900-1950 (CONTINUACION)

H

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N

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O

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( c o n t i n u a r a )

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APORTACIONES AL CO N O CIM IEN TO DE LA FLORA CÁNTABRO-ASTUR, V (l)

POR

M. LAÍNZ, S. J., y colaboradores

En 1960 hem os dirigido a los Picos una gran parte de nuestro com ún esfuerzo (2). Se trabajó en el macizo orien tal a com ien­zos de ju lio (4 y 8-9: M a r in a s , P ereda , L a ín z ). En el central, a fin de ju lio (27-29: N ic o lá s , P ereda , L a ín z ) y agosto (24-25: as­censión a Torrecerredo, donde A sturias culm ina en los 2648 m. de a ltitud , puesto que B oada (3) yerra). El occidental o del Cor- nión fue pro fundam ente penetrado en m ayo (21-22: Vega Re­donda y O rdiales, hasta los 2000 m.) y to ta lm ente circuido en los días 21-23 de julio, rozándose am bas Peñas Santas (4). L a

(1) Cf. Bol. Inst. Est. Ast., ser. C. 1 :3-42. p l . 1 - 4 . 1960.(2) Continúa sin reaparecer la C a m p a n u l a b a r b a t a L., reliquia sin

duda sum am ente local: se hace preciso atenernos en 1961 al itinerario exacto de M a r i n a s y P e r e d a en la excursión, larga y complicada, que produjo aquellos descubrim ientos.

(3) B o a d a , J. M.a E l m a c i z o c e n t r a l d e l o s P i c o s d e E u r o p a (plano e introducción). Madrid, 1935.

(4) L a c a i t a es claro que no llegó más que a la torre de Santa María de Enol o Peña Santa de Enol (2478 m.). Más exactam ente, a su base:- Cuesta de Cebolleda, sobre L o s A r g a o s (no “ Sargaos”).

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de Castilla (2596 m.. culminación muy neta del macizo), de conquista verdaderam ente difícil, fue coronada por nuestros jó­venes acompañantes J. E l e z c a n o y A. F o n d a d o , s . j .

En el macizo de Ubiña, zona meridional, se llevaron a cabo dos catas prim averales (18-20 de abril y 28-29 de mayo) subien­do por el Alto del Palo, Puerto de Pinos, etc. Y se le atravesó nuevamente de norte a sur, en los días 16-18 de agosto, entre un desagradable temporal que no pudo menos de reducir algo el rendimiento de las tareas botánicas.

El 29 de abril y el 9 de julio insistimos en el Puerto de Paja­res. Y en el bosque de Valgrande, con pésimo tiempo, el 18 de julio.

Hemos tocado por dos veces el occidente de Asturias en la zona de Castropol (8-9 de mayo y 22-23 de junio), repitiendo nuestras herborizaciones en La Garganta (780 m.) y en el valle- cito regado por el río de Berbesa.

Prescindamos de reseñar aquí excursiones menos metódicas, nuestras o de nuestros colaboradores más o menos activos. Y advirtamos que R o d r í g u e z S u á r e z no pudo hacer campaña en 1960, muy contra el deseo de todos.

En orden especialmente a la resolución de pequeños enigmas que nos legaron B o i s s i e r , L e r e s c h e , G a n d o g e r . etc., hemos acu­dido a los herbarios respectivos en Ginebra, Lausana y Lyon, así como solicitado préstamos e informaciones en otros casos.

La siguiente lista de novedades para la Cordillera, más larga de cuanto nos atrevíamos a presumir, es mero índice de nuestras diversas aportaciones de hoy: Lycopodium alpinum L., Equise- tum variegatum Schleich. ex Weber & Mohr, Salix bicolor Willd., Pulsatilla alba Rchb., Draba hoppeana Rchb., Potentilla brauneana Hoppe, Rubus saxatilis L. y Gagea pusilla (Schmidt) R. & Sch.

Finalmente, reiteremos nuestra gratitud a cuantos nos pres­tan su apoyo, así como a las instituciones cuyas bibliotecas y herbarios hemos utilizado.

M. l a í n z (Universidad Laboral de Gijón)

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* * *

Lycopodium alpinum L., syn. Diphasium alpinum (L.) Rothm. — Mi guía y buen amigo R. P u e r t a , ferroviario de Mieres, me dejó muy gratam ente sorprendido al señalarme la planta el 19 de abril, con las últimas luces de aquel día gélido, en el monte llamado Negrón del Puerto (Puerto de Pinos, León), como a 1750 m. y sobre cuarcitas fragmentadas, no escasa. Por segun­da vez se la herborizó en agosto, fértil, para convencernos de que no presenta problema sistemático ninguno. Especie nueva para la zona cantábrica en el más amplio sentido geográfico de la expresión.

Coexiste allí con L. clavatum L., syn. Sphenomeris clavata (L.) Maxon, que a los pocos días volvimos a ver en el Cuetu Negru (Puerto de Pajares), a 1800 m. de altitud y en habitat no muy diferente.

Equisetum hiemale L. (“hyemale”), syn. Hippochaete hiema- lis (L.) Borner — La hemos visto recientemente, muy típica, en los claros pantanosos de un hayedo, a 1300 m., en Puerto Ven­tana.

La impresión que nos hacen sus diversas citas pretéritas, de todo el Norte, no es de ser muy solventes. En general podrían referirse a E. Moorei Newm., especie que omite (nos agradaría saber las razones que hay para ello) el recentísimo prim er fascí­culo del Catalogus plantarum vascularium Hispaniae (5).

E. variegatum Schleich. ex Weber & Mohr, syn. Hippochae­te... Bórner — El Chegu (Ubiña, sobre Tuiza de Arriba, Asturias), aguazales a 1600 m. Nuevo para la Cordillera Cantábrica.

En el herbario del Jardín Botánico de Madrid no hay nada español de la especie. Menciones como la giennense que hace poco se ha recogido, no son muy dignas de crédito.

(5) Más nos ha extrañado que H e y w o o d se atribuya en él (1961) la combinación L e p t o g r a m m a P o z o i (Lag.), que ignoramos haya propuesto válidamente. Nosotros lo hicimos en 1960, con total espontaneidad, en uso de inalienables e indiscutibles derechos.

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De Guipúzcoa la citaron los A l l o r g e (6) (m onte Jaizquíbel, junto a la costa), recogiendo la vieja indicación navarra de L ac o iz q u e ta .

R u iz de A zú a se lim itó en 1928 (7) a m encionar su localidad oscense, m uy vero sím il; pero ese mismo año la omitía y hacía unas citas alavesas bastante anorm ales (8). Por fin señala nues­tro equiseto en el Condado de Treviño (9).

El pliego de Suances que m enciona G u i n e a (10) (MA 2258) es el n.° 5636 de S e n é n , que no corresponde a la especie. Y en cuanto al gallego de que hablam os nosotros (11), el estudio de los m ate­riales correlativos en el herbario de Lourizán desvaneció ú lti­m am ente aquella hipótesis (aunque tam bién observam os en el pliego, heterogéneo, vainas de falacidad notable).

Dryopteris abbreviata (DC.) Newm. (12) — Desde luego, esta microespecie se difunde mucho en las cum bres silíceas de la C ordillera: Negrón del Puerto, Cueto de A rbas...

A e lla p a re c e c o rre s p o n d e r e l e je m p la rc ito ( e s té r i l) d e l P. M e r in o q u e m e n c io n á b a m o s h a c e a ñ o s (13).

En M adrid acabamos de verla, revisada en 1955 por A ls to n , del Teleno (MA 258) y U beruaga (MA 155841), provincia de León y Vizcaya respectivam ente.

Salix reticulata L. — Comenzamos a tem er que la especie deba excluirse del catálogo florístico de los Picos.

(6) Bull. Soc. bot. France 88 : 228.(7) N ota prelim inar acerca de los Equisetos españoles. Bol. Soc. Esp.

H. N. 28: 235.(8) Contribución al estudio de las Eufilicíneas y E uequisetíneas es­

pañolas, especialm ente de las Provincias V ascongadas. Trab. Mus. Nac. C. N., ser. bot., n.° 24: 98.—No alude a tales citas su trabajo posterior sobre “ las especies y variedades de equisetos de la provincia de Á lava” (Bol. Soc. Esp. H. N. 31: 201-210).

(9) Equisetos del condado de Treviño (Burgos). Bol. Soc. Esp. II. N. 29; 368.

(10) G eografía botánica de San tan der: 333.(11) Brotéria, ser. C. N. 2 4 (5 l) ; 149.(12) Cf. Bol. Inst. Est. Ast., ser. C. 1: 7.(13) Brotéria, sér. C. N. 2 2 (49): 168.

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En G inebra, Lausana y Florencia no hay m aterial que res­palde la cita de L e v i e r y L e r e s c h e . Sin duda, se hizo sobre me­ras y someras observaciones transitorias, subestimando una es­pecie tan fam iliar en los Alpes. No es del todo inverosímil una confusión de la misma con S. breviserrata Floderus (14).

La cita de G a n d o g e r (15) forma parte, según vemos ahora, de un grupo significativo que no pasó al Catalogue (evidentemente, por tra ta rse de simples referencias a la obra de L e v i e r y L e ­

r e s c h e ). Inú til buscar tales p lantas en su herbario (16).El doctor G u i n e a me confirm a que no ha visto la especie.

Tampoco L e r o y la poseía. Ninguno de nosotros ha tenido hasta hoy m ejor fortuna en su busca.

La cita un tanto incierta (“Salix reticulata L. var.”), que ú ltim am ente se ha hecho (17) (nos lo aclara el m aterial de res­paldo: E n." P/208, en estadio vegetativo), estribó en el habitat y hab itus análogos de S. breviserrata.

Solo queda en pie firm em ente la m uestra cantábrica de S a l c e d o , que no procedería de los Picos. Hay que redoblar las in­quisiciones.

S. breviserrata es abundantísim a, desde Torrecerredo a la Horcada del Vidrio. Y aunque solo junto a la pista de Ordiales (como a 1600 m.), tam bién la hemos localizado ahora en el Cornión.

S. bicolor Willd. — Sobre rocas húmedas, silíceas, a 1900 y 2050 m„ en las cercanías del Cornón (Alta Babia-Somiedo, lí­m ites de León y Asturias).

A unque un tanto enm ascarada, creemos haberla visto, y re­cogido, a m enores altitudes. Continuamos prestándole atención, como es natural.

(14) Cf. Collect. Bot. 5 : 674; Bol. Inst. Est. Ast., ser. C. 1: 7.(15) Bull. Soc. bot. France 42 655.(16) Mme. A. Gilles, in litt.(17) D k esser. D. W. Notes o n t h e p r e a l p i n e f l o r a o f t h e P i c o s d e

E u r o p a , S p a i n . Notes Roy. Bot. Gard. Edinburgh 23: 25-46. 1959. Cf. p. 43.

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Especie nueva para la Cordillera Cantábrica y que reapare­ce solo en pleno Pirineo ístmico para difundirse por Europa de manera muy amplia. Es afín a S. p hylicifolia L. (si no ha de subordinársele como raza meridional), aunque desde F l o d e r u s

(18) se la viene considerando autónoma en absoluto. Nosotros nos hemos limitado, por hoy, a comprobar la coincidencia de la planta babiana con la c atalana (cuya variabilidad expuso bastan­temente R . G o r z ).

Agradecemos a doña R. F e r n a n d e s y don A. d e B o l o s el en­vío de las fotocopias y m aterial que precisábamos.

Montia fontana L. ssp. amporitana Senn. in Bull. Géogr. Bot. 20: 110. 1911 ; syn. ssp. intermedia (Beeby) W alters in Watsonia 3: 5. 1953. — L e r o y la tenía del monte Dobra (en su zona corres­pondiente a San Felices de Buelna, sin duda; Santander). Noso­tros la hemos recogido junto al río del Bayo (Puerto de Somie- do, Asturias).

Sinonimia establecida no solo por la diagnosis de S e n é n (su­ficientemente clara, en absoluto: “ses graines sont très fine­ment tuberculeuses et presque luisantes”), sino ante un isótipo que tenemos en el herbario L e r o y (Pl. d’Espagne, n." 554).

ssp. chondrosperma (Fenzl) W alters — Loma de Ibio (Maz- cuerras, Santander), herbario L e r o y . El Campo (Lena, Asturias).

La especie no se ha citado en concreto de Santander (es rara, por lo menos en gran parte de la provincia). Sí de Asturias, aunque sin las actuales precisiones sistemáticas.

Petrocoptis glaucifol¡a (Lag.) Bss. — Como tipo nomenclatu- ral de la especie, contra las designaciones de R o t h m a l e r (19), no puede menos de ser aceptado MA 32311 (“Silene glaucifolia Lag1* — Montes de León”), único pliego en cuya etiqueta hizo L a g a s c a figurar su epíteto de las Variedades.

(18) Cf. Ark. Bot. 29: A (18): 6ss.(19) Cf. Bot. Jahrb. 7 2 128.

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W i l l k o m m no parece haberle conocido, como tampoco íe co­noció B o i s s i e r (20). No obstante, las dudas del prim ero sobre la identidad de Silene glaucifolia (y las del segundo sobre la de Petrocoptis Lagascae Wk., citando como cita él tam bién la cé­lebre “Peñafurada”), son bastante curiosas. Y no menos las de L a c a it a (21), por más que P a u em barullase algo sus propias de­ducciones.

W i l l k o m m siempre ignoró a B o i s s i e r en este asunto.

Minuartia Villarsii (Balb.) Wilzeek & Chenevard (1912) (22), syn. M. flaccida auct. nec Arenaria flaccida All. — Alcanza, por hoy, el macizo de Ubiña (donde parece difundirse mucho). Du- p o n t la citó de San Isidro (23).

Resultaba incontestable su existencia en el Pirineo. L e B r u n

adujo recientem ente varios testimonios en pro de la misma (24). Y ya el monógrafo M a t t f e l d había podido comprobar (25) que B u b a n i era fidedigno en sus afirm aciones acerca de la especie.

P or lo que a nom enclatura toca, es conveniente advirtam os que C i f e r r i & G i a c o m i n i (1954), a quienes parecen seguir cier­tos floristas italianos y alemanes, ignoran la combinación co­rrecta y, sin duda, el artículo de T h e l l u n g que le sirve de apo­yo (26).

Y por lo q u e hace a la t r i s t e Alsine palentiana [ s i c ] d e G a n -

d o g e r , c o m b i n a d a e v i d e n t e m e n t e b a j o Minuartia ( y r e d e s c r i t a )

p o r P a u e n 1921 (27), d e b e m o s a d v e r t i r (28) q u e y a e l m o n ó g r a f o

l a p o n e f u e r a d e c o m b a t e (29).

(20) Ha pasado por nuestras manos todo el material que ambos mencionaban.

(21) Cf. Rectification à la Flore des Picos de Europa. Bull. Soc. Bot. Genève, 2 1* sér. 2 l 263. 1929-30.

(22) El Index Kew ensis atribuyó la combinación a solo C h e n e v a r d , citando un trabajo suyo aparecido en 1914-16.

(23) Cf. Bull. Soc. H. N. Toulouse 91: 321.(24) Cf. Bull. Soc. bot. France 105: 55.—Su cita de Braun-Blanquet,

hecha probablemente de memoria, deberá de referirse a un trabajo diverso.(25) Cf. Fed. Repert. Beihi. 15: 151.(26) T h e l l u n g , A. Q u ’e s t - c e q u e l ’A r e n a r i a f l a c c i d a A l l ? Le Monde

des Plantes 28 (n.u 54/169): 5s. 1927.(27) Tanto en su trabajo como en el Index Kew ensis no se hace

mención de G a n d o g e r (1899, 1917).(28) Cf. Bol. Univ. Santiago 34: Ils (ubi de A r e n a r i a g r a n d i f l o r a ) .

(29) L . c . : 150s.

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lllecebrum verticillatum L. — Nuestro distinguido compañe­ro el doctor C. H e r r á nos envía esta especie silicófila, nueva pa­ra Santander, procedente del Monte San Juan (Las Pilas, Riba- montán al Monte). Y el P. L a ín z comprueba con esta ocasión que figuraba en el herbario L e ro y , del Pico Dobra (San Felices de Buelna —Puente Viesgo— Las Caldas).

La especie falta o es rara en buena parte de la provincia por lo menos.

J . M.a DE PEREDA SÁEZ

Pulsatilla alba Rchb.—Nos persuadimos de que ha de aproxi­marse a esta especie, de área disyunta notabilísima (Cárpatos— Montes Gigantes—Harz—Vosgos), la forma cam purriana, sili­cófila, de la sección Preonanthus.

No sería útil concretar diferencias, ya que hasta hoy solo pudieron verse muy escasos m ateriales típicos. Intentam os per­filar nuestro estudio con el apoyo que desde Checoeslovaquia nos brindan buenos conocedores de la especie.

Ranunculus alpestris L. — Las Barrastrosas, etc. (macizo del Comión) (30).

R. Seguieri Vill. — En los Picos no aparece por ninguna parte, a pesar del interés con que le buscamos este año (31).

A r r ieu había hecho la única cita concreta por inclusión del mismo en el inventario, sospechoso, de sus recolecciones efectua­das “á la base du Canal de San Carlos, sous un petit névé, et en terre profonde” (32). El despejar esa incógnita era objetivo principalísimo de las prospecciones realizadas el 4 de julio, re­partiéndonos la “canal” (M a rinas llegó hasta la “horcada” o re­mate, sobre los 2050 m.). A los pocos días P ereda insistió en su base, con los mismos resultados negativos.

(30) Cf. Bol. Inst. Est. Así., ser. C. 1: 12.(31) Cf. í. c., ibid.(32) Cf. Bull. Soc. II. N. Toulouse 79: 365s.

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<R. pyrenaeus L.” — La in trigantísim a cita de G a n d o g e r , como todas o casi todas las parecidas que hizo en esa época, decidida­m ente debe olvidarse. Acabamos de ver sus m ateria les en cues­tión, colectados “in rup ibus herbosis” (a ltitu d m oderada, poco precisa), y ninguna duda nos cabe de que la p lan ta riañesa es R. gram ineus L.

“Hecatcmia legionensis G d g r!” y “Species nova pro Híspanla”, dicen las e tiquetas del pliego. Lo últim o, que repitió en el B ulle­tin de la Société botanique de France, necesariam ente ha de te ­nerse p o r una brom a.

R. Gouanii W illd. — T am bién A r r i e u le indicaba en la Canal de San Carlos, de m anera irre levan te aunque por excepción con­c re ta (como el R. Seguieri: cf. supra). Y hem os podido com pro­b a r que la c ita es correcta en este caso: dimos allí con abun­dan tes e jem plares, sobre la L lana de Trulledes, como a 1700 m. F u era del P irineo es la p rim era localidad conocida (33). Luego, uno de nosotros volvió a h erbo rizar esta especie de interés ele- vadísim o en el macizo de U biña (100 Km. al oeste), a unos 1850 m., en tre Cueva Palacios y el Portichín.

E. L andolt confirm aba recien tem ente (in litt.) nuestra de te r­m inación y la iden tidad absoluta de la p lan ta cantábrica respec­to a la del Pirineo.

Lo que G andog er denom inó R. m ontanus, colectado en Igiie- dri, por debajo de Áliva, no corresponde ni al grupo (34).

En la C anal de San Carlos tam poco escasea R. Thora L. (35),

(33) Cf. Collect. Bot. 5: 149, nota 14; Ber. Schweiz. Bot. Ges. 66 98s.— Al escribir esa nota no conocíam os la observación de L a n d o l t , cu­yo concienzudo trabajo (Die A r t e n g r u p p e d e s R a n u n c u l u s m o n t a n u s W i l l d . i n d e n P y r e n ä e n u n d a n d e r e n e u r o p ä i s c h e n G e b i r g e n w e s t l i c h d e r A l p e n ) acababa entonces de aparecer. Que la planta de L . A t e r i d o se co­lectó en Huesca, es indudable. L o podrían confirm ar el mes y año, agosto de 1918, los m ism os que vem os en otra etiqueta oscense ( M A 146509) de aquel Jardinero Mayor.

(34) Saltem pro parte m a x iin a : en el pliego hay una m uestrecita que parece c a r i n t h i a c u s y provendrá fácilm ente de altitudes superiores, donde la planta es común.

(35) Cf. Bol. Inst. Est. Ast., ser. C. 1: 13.

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otra de las plantas señaladas por A r r i e u cuya identificación correcta puede asegurarse. Y aunque poco, también la hemos vis­to en el macizo del Cornión, donde no era conocida.

A. FDEZ. MARINAS, J . M.a DE PEREDA Y M. LAÍNZ

«R. demissus DC.” — Los herbarios de Ginebra, Lausana y Lyon vienen a revelar que las confusiones del triunvirato suizo fueron más complejas de lo que suponíamos en buena deduc­ción (36).

B o is s ie r y L e re s c h e (e s te ú ltim o esc rib e “Ad las G ra m a s” , lo q u e no es L lo ro z a ...) m ezc la ro n m u e s tra s f lo r ífe ra s de R. bul- bosus con f ru c tíf e ra s d e R. carinthiacus. Y L e v ie r ( in h e rb . G an d o g er, m en c io n an d o asim ism o L as G ram as , “ in p a scu is al- p in is” ) ex c lu s iv a m e n te d ab a p o r demissus el carinthiacus, en f lo r y fru to .

G an d o g e r no tenía planta ninguna suya, personal, con ese nombre. Sí dio un par de nombres de los suyos a las colectadas por L ev ie r .

Thlaspi alliaceum L. — En el herbario L e ro y vemos un pliego de Cañeda (pr. Reinosa).

Las citas santanderinas de Gómez C am aleño y G an d o g e r, ol­vidadas por la Geografía botánica, se confirman así, hasta cierto punto.

Th. brachypetalum Jord. — Sobre la llamada Braña del Pando, no lejos de Viñón (Liébana: Cillorigo-Castro), como a 1300 m. Nuevo para la provincia de Santander (37).

Th. perfoliatum L., herborizado en Lebeña (Cillorigo-Castro), es nuevo para la interesante comarca lebaniega. En la provincia de León, donde le indica B o r ja (38), nosotros le vimos en el Puerto de Pinos y, hace muy poco, junto al viaducto de Aralla.

j . m * d e p e r e d a y m . l a ín z

(36) Cf. Bol. Inst. Est. Ast., ser. C. 1: 13s.(37) Cf. Collect. Bot. 5: 434; An. Inst. Cav. 15 ' 295 e t l l (I): 426.(38) An. Inst. Cav. 11 (1): 426.

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Cochlearia off¡cínal¡s L., s. 1. — El doctor H ey w o o d , a quien habíam os señalado nuestro párrafo (39) que desahucia la cita deC. anglica L. hecha por el doctor Pau, transfiere como conse­cuencia en su “Catalogus” incoado este binomen (“C. anglica auct. hisp.”) a la sinonimia de C. aestuaria Lloyd. Como en otros casos m uy diversos, la economía de lugar no hubiera estado en pugna con deseables precisiones.

En su carta últim a (7-VI-1960) consideró especie nueva la plan ta de Castropol (Asturias), que le habíamos dirigido a su ruego. Es de suponer que no discrepe ahora, salvo en punto a Sistem ática, de quien patrocinaba la uniform idad en el Cantá­brico de las colonias tradicionalm ente referidas a C. officina- lis (40).

Kernera auriculata Rchb. (41) — Llevamos a ella la m uestra recomida y m altra tada que se recogió en la Canal del Vidrio (Áliva), junto a las antiguas instalaciones m ineras. Un descen­so accidentadísim o hizo imposible insistir en la búsqueda.

No se cita de la Cordillera Cantábrica. Tampoco se cita de S antander ni de los Picos la K. saxatilis (L.) Rchb., que G uinea

señala en Vizcaya concretam ente (42), y D upont en el Puerto de la Cubilla (43).

Oraba hoppeana Rchb. ssp. Cantabriae Laínz, nova ssp.: Pri­mo in tu itu secernitur m agnitudine florum typicis duplo fere

( 3 9 ) Brotéria, sér. C. N. 2 4 :5 1 ) 113 s ; cf. et An. Inst. Cav. 1 4 : 535.(40) Cf. Bull. Soc. II. N. Toulouse 91: 323.—No pretendemos poner

en tela de juicio, evidentem ente, cuanto sean adquisiciones positivas en el conocimiento del grupo.

(41) No parece muy positiva la vacilación que se insinúa en el C a t a l o g u s de H e y w o o d , refiérase a la presencia de a u r i c u l a t a en los Pirineos o exclusivam ente a su identidad con d e c i p i e n s (cuya descrip­ción es inequívoca, por más que no deba suplir a los materiales de Wili.- k o m m , B r a u n - B l a n q u e t y otros colectores de K e r n e r a pirinaicas).

(42) V i z c a y a y s u p a i s a j e v e g e t a l : 160.(43) Bull. Soc. H. N. Toulouse 91: 323.

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maiorum (pétala 5 m m , sépala 3,5 m m longa), viam ad affinem Drabam aizoidem L. aperiens (a qua vero styli brevitate sine dubio distat). Habitat in rupestribus calcareis sat editis, a 1600 m s. m. per summa cantabrica iuga longe lateque diffusa. Ho- lotypum subspeciei asservo in meo herbario hispánico boreo- occidentali: ad 1750 m, loco dicto El Cuetu (Pinos, León: pr. Peña Ubiña), florentem legi die 19 mensis aprilis, fructiferum autem die 28 mensis maii, anno 1960. Isotypi aderunt in BC, COI, E, G, K, MA, TL et ZT.

Se tra ta de la planta que nuestra últim a publicación (44) su­ponía ser la fantasmagórica “Draba cantabrica” de W illkom m , picoeuropeana (45) y flaviflora según su autor, que L osa y M ont­

serrat citaron recientem ente de Peña Prieta (46).En las excursiones de abril ya la vimos florida entre 1600 y

1900 m. (Pajares—Ubiña, siempre dentro de León). Más tarde se procuró colectarla en fruto suficientem ente adelantado, con­siguiéndolo en el Puerto de Pinos tras algunas zozobras.

Por encima de los 2000 m. continuaba en julio su floración (Picos de Europa, macizos occidental y central).

En Barcelona (Facultad de Farmacia) pudimos luego ver los ejem plares de Peña Prieta, del todo fructificados y coinciden­tes con los nuestros. Agradecemos al doctor L osa las am abilida­des que tuvo con nosotros y, concretamente, la m uestra que nos cedió.

En el Conservatoire botanique de Ginebra dispusimos de un m aterial relativam ente abundante de la típica D. hoppeana Rchb., siempre rara en los herbarios. También allí se nos dieron las máximas facilidades en orden al estudio.

(44) Cf. Bol. Inst. Est. Ast., ser. C. 1: 15.(45) Cf. S u p p l . P r o d r . F l . H i s p . : 305.(46) L o s a , T. M . & M o n t s e r r a t , P. N u e v a a p o r t a c i ó n a l e s t u d i o d e

l a f l o r a d e l o s m o n t e s c á n t a b r o - l e o n e s e s . An. Inst. Cav. 11 (2): 461 ; L o s a ,

T. M . C a t á l o g o d e l a s p l a n t a s q u e s e e n c u e n t r a n e n l o s m o 7 i t e s p a l e n t i n o -

l e o n e s e s . An. Inst. Cav. 15¡ 29Í).(47) R o u y , G. & F o u c a u d , J. F l o r e d e F r u n c e 2: 211.

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Lo que no hemos podido ver es la planta pirinaica de J u i l l a r d que cita R o u y (47) e im pugna el monógrafo S c h u lz (48): en Lyon el pliego brilla por su ausencia, según am ablem ente nos han asegurado Mme. G i l l e s y el Prof. D o u in (no habíamos he­cho en persona la comprobación por olvido imperdonable).

Como resum en de lo dicho y complemento de nuestra diag­nosis, destacam os la difusión m uy am plia (Peña P rie ta—Picos Albos, Somiedo) en la Cordillera C antábrica de un taxon cuyas afinidades más próxim as se han de localizar en las cadenas cen­trales de los Alpes, toda vez que las formas afines de los P iri­neos encajan, al parecer, en la variabilidad de una especie co­mo D. aizoides L. (¡ésta, en cambio, falta en la Cordillera!). El carácter esencial de hoppeana, que nos hace subordinarle hoy nuestra subespecie, no es otro que la brevedad suma de su esti­lo (c. 1 m m ); (49) en tanto que las diferencias de porte (reduc­ción general de los ejem plares alpinos) podrían depender de la diferente a ltitud a que la especie vegeta en los Alpes (2600-3600 m., de ordinario) y en las m ontañas cántabro-astures. Subraye­mos por fin que las preferencias edáficas no coincidirían del todo, juzgando por lo que dijo S c h u lz (50) y viene a confirm ar­me L a n d o l t (in litt.) acerca de la planta suiza.

Queda por explicar el m isterio de la D. cantabrica Wk. y el de s-u cita en los Picos de Europa. No reproduciremos aquí las vicisitudes m uy singulares de la “especie” vasca frente a

( 4 8 ) S c h u l z , O. E. C r u c i f e r a e — D r a b a e t E r o p h i l a ( D a s P f l a n z e n ­

r e i c h ) : 36.(49) La silícula puede ser glabra o no (var. c i l i a t a J. Braun y var.

d a s y c a r p a O. E. S c h u l z ), carácter que nos resulta imposible atender en la planta cantábrica, donde parece variabilísimo.

(50) auf Urgestein. Gneis. Granit und besonders gern auf Glim­m erschiefer, bisweilen auch auf kalkarmen Gestein. ..” (I. c . : 35). B r a u n -

B l a n q u e t y R u b e l dijeron: "... auf kalkhaltiger Unterlage, vornehmlich auf B ü n d n e r s c h ie f e r . (F l o r a v o n G r a u b ü n d e n : 630).

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D. dedeana Bss. & R. (51), por más que hace poco se haya igno­rado el asunto (52).

H em os v is to el tipo w illk o m m ian o , con se rv ad o en C oim bra .Y luego , no pocos m a te r ia le s d e l G o rb ea (G an d o g e r, F o n t Q u e r . L osa), hom ogéneos. En aqué l, m u y p le n a m e n te f ru c tif ic a d o y con los c a ra c te re s fran co s d e la dedeana , solo v em o s u n a flo- rec illa q u e p u d ie ra s e r e l su s te n tá c u lo de v ie jo s re c u e rd o s a c e r­ca de su co lo rid o ... G a n d o g e r y F o n t Q u e r no v ie ro n n i u n a f lo r s iq u ie ra . L as de L osa (H e rb a r io n o rm a l de F o n t Q u e r , n." 538), com o p u e d e to d av ía o b se rv a rse y él m ism o nos lo a seg u ra , son n e ta m e n te blancas. D am os p o r seg u ro q u e le o cu rr ió a W illkom m lo q u e a B o is s ie r e n su desc rip c ió n de la dedeana , o sea, q u e unos p é ta lo s av e je n ta d o s , m a rce scen te s , le h ic ie ro n to ­m a r la s f lo re s p o r a m arilla s .

También damos hoy por seguro que la D. cantabrica de L e v ie r (procedente de los Picos, vista por W illkom m , mencio­nada exclusivamente por éste y no conservada en su herbario) sería dedeana de pétalos am arilleantes, aunque se agrave con tal suposición la increíble ligereza que hubo en todo el caso. Ni en Florencia (M ogg i in litt.) ni en Ginebra o Lausana existe material así etiquetado por L e v ie r , B o is s ie r o L e re sc h e . Tam­poco en Lyon, donde hay no pocas plantas de L ev ie r . Y a Bu- b a n i (53) éste le mandó asimismo, de los Picos, solo dedeana y «o “cantabrica”.

«Arabis verna (L.) R. Br.” — Los m ateriales montañeses men­cionados por G an d o g e r (Reinosa, El Fresno), así como los de Araya y Ezcaray (Álava y Logroño respectivamente), todos en fruto, son A. stricta Huds. El mismo G a n d o g e r había rectificado las etiquetas, cosa muy excepcional en sus procedimientos.

(51) Cf. L e r e s c h e , in D e u x e x c u r s i o n s . . . : 185s, cuya opinión acata el S u p p l . P r o d r . F l . H i s p . (1893).

(52) Notes Roy. Bot. Gard. Edinburgh 23: 34.(53) Cf. F l o r a P y r e n a e a 3: 198s.

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A. corymbiflora Vest — Canal de San Carlos (macizo oriental de los Picos), Tuiza de Abajo, Puerto de Pinos, etc. (54). Y he­mos comprobado en e l herbario G an d o g er que deben llevarse a esta especie su A. lusitanica de Peña Labra (“in rupestribus se- cus viam ”) y su A. retziana de Peña Redonda (“in saxosis her- bosis ad Cueva”), con lo que viene a confirmarse la determ i­nación que por comienzo arriesgábamos (55), así como la ciu­dadanía palentina de la especie. “Arabis ciliata L a m ”, por el contrario, no corresponde allí a corymbiflora (véase nuestra página en cuestión).

Matthiola R. Br. — El 30 de julio, con tiempo medido, se trató inútilm ente de reherborizar la planta de Barreda-Dosa- mantes descrita poco ha (56). En las próximas Aportaciones po­dremos volver sobre la misma, tras la campaña en Liébana que planeamos con ilusión.

Viola pyrenaica Ram. ex DC. — En el Puerto de Pinos pudi­mos prestarle atención especial, herborizándola en flor y en fru­to muy desarrollado, completamente glabro (57).

Al parecer, los m ateriales suizos y no suizos de Ginebra coin­ciden con la planta babiana de modo perfecto. Sospechamos, no obstante, que la especie no es muy fija en Asturias.

Sedum villosum L. — Subiendo a la Fuente del Chivo (Alto Campeo), en sitios húmedos. Prim era cita santanderina, en firme.

L osa y M o n t s e r r a t la c ita ro n de los próximos confines de Palencia (cumbre de Peña Labra). D re s s e r , de Pido (Camaleño, Santander), con duda que posteriormente disipó D. A. Webb (iné-

(54) Cf. Bol. Inst. Est. Ast.. ser. C. 1: 15.(55) Collect. Bot. 5: 435.(56) Collect. Bot. 5: 435s.(57) Cf. Bol. Inst. Est. Ast., ser. C. 1: 16.

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dito: determ ina también así el presunto S. hirsutum de la mis­ma localidad).

J . M.a DE PEREDA SÁEZ

«Saxífraga rotundifolia L.” — De posibles m ateriales proce­dentes de los Picos, ni el menor rastro en los herbarios de Gi­nebra, Lausana, Florencia y Lyon. Sin duda ninguna que la cita de L e v ie r y L e r e s c h e se hizo de m anera no muy cauta, sin apenas atender a los presuntos ejem plares de una especie tan extendida en su país.

Nadie ha vuelto a verla en toda la Cordillera. Por lo que hace a G a n d o g e r , nos encontramos en el caso ya expuesto a pro­pósito de Salix reticulata (cf. pág. 151).

Potentilla pyrenaica Ram. ex DC. (58) — Ni en Ginebra, ni en Lausana ni en Florencia existe la “P. nevadensis” que se citó de los Picos. En cambio, una p lanta de L eroy procedente de Áliva (“Río Salado” = Resalao?), confirma nues tra opinión de que de­be llevarse a P. pyrenaica otra m uestra de allí mismo que Pereda herborizó en malas condiciones. Y en junio ú ltimo éste ha vuel­to a dar en P ande trave con la especie, indiscutible, con lo que viene a confirm am os en toda hipótesis que se d ifunde mucho en la comarca.

D r e s s e r no menciona Conostylae ninguna y sí en cambio P. aurea Torner (59) (citada por L o s a del Coriscao, pero que se­ría de interés elevadísimo). El género continúa dando sorpre­sas en la Cordillera.

P. brauneana Hoppe (“Brauniana”) ; syn. P. mínima Hall, f., P. dubia (Crantz) Zimm. non Moench nec Beck — Especie to tal­mente nueva para la Cordillera Cantábrica, difundida en los

(58) Cf. Bol. Inst. Est. Ast.. ser. C. 1: 19.(59) Notes. Roy. Bot. Gard. Edinburgh 23: 37.—Al imprimirse nues­

tras aportaciones hemos podido ver su material (E n.° P / 157), de p y r e n a i c a

por todas las trazas.

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Pirineos. Aparece ahora en el macizo central de los Picos de Europa.

Se la descubrió junto al Collado de Santa Ana, localizadísi- ma en sitio muy húmedo, a 2400 m. Luego la vimos abundante sobre la Vega de Urriello (a unos 2100 m. sobre todo), según íba­mos hacia la Horcadina del Neverón.

Al parecer no sobrepasa la variabilidad típica.Entre sus afines, S te p h e n so n citó de Covadonga la P. frígida

V i l lc o n escasa verosimilitud. (60). En el British Museum, Na­tu ra l History, donde sus recolecciones fueron depositadas, no hay m ateriales oue respalden la cita (según A. M e ld e ris , in litt. 12-XII-60).

J . J . NICOLÁS, J . M.a DE PEREDA Y M. LAÍNZ

Pubus saxatilis L. — Muesca la Cigacha (Ubiña: Quirós), a 1700 m. Nuevo también para la Cordillera Cantábrica, prácti­camente, ya que las viejas citas recogidas en el C o l m e i r o son muy dudosas en este caso.

Vimos un solo individuo, fructífero, en circunstancias de po­co sosiego para explorar aquel imponente murallón calcáreo.

Cotoneaster integerrimus Medik. — Macizo de Ubiña (sobre Quirós: entre León y Asturias); macizo del Cornión (por enci­ma de Vega Redonda, en Asturias).

Esta especie se conocía ya de los Picos (macizo central), Puer­to de San Isidro, Riaño y norte de Palencia.

Genista carpetana Leresche ex Lge. ssp. nociva (Pau & F. Q.) Vicioso & Laínz (61)—El día 1 de julio nos llegamos a la sierra de Gredos (62), a fin exclusivamente de ver en floración la

(60) Cf. Journ. Botany 65: 72.(61) Cf. Bol. Inst. Est. Ast., ser. C. V 19ss.(62) De allí hemos repartido algunas muestras de G e n i s t a l u s i t a n i c a

L. ssp. B a r n a d e s i i (Graells) Vicioso. Insiste mi buen amigo en que R o t h -

m a l e r (Bot. Jahrb. 7 2 ¡ 7 9 s s ) erró al aproximar su E c h i n o s p a r t u m B a r -

n a d e s ü al E . h o r r i d u m (Vahl) Rothm. En este género, por consiguiente, debería llamarse la planta E c h in o s p a r f u m lu s i fa n icu m (L.) Rothm. ssp. B a r n a d e s i i (Graells, Indicatio pl. nov .: 5s. 1854) Vicioso, com b. n ova .

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carpetana típ ica . G rac ia s a las in d icac io n es del am igo V ic io so y a la co lab o rac ió n de P e re d a , en la m a ñ a n a de l s ig u ie n te d ía lo consegu im os con toda fac ilid ad , e n el tiem p o m ín im o posib le .

Perdura en nosotros la impresión de que a la planta Leonesa y m arroquí debe atribuírsele status subespecífico. La de Gredos se distingue principalm ente por sus flores, más pequeñas. Y acaso, por su ecología (cf. I. c .: no hemos podido aún precisar la de nuestra subespecie, como tampoco la distribución de la misma en Pajares y la Baja Babia) (63). Las diferencias de por­te y robustez en tre los ejem plares caldcólas de Torrebarrio (1300 m.) y los gredenses que repartim os con los mismos, ha de relacionarse con la m ayor altitud a que los últimos fueron co­lectados (sobre los 2000 m., junto a la Hoya de las Pozas, donde varios de nuestros predecesores deben de haberla observado adaptándose a los cantos graníticos en forma claram ente anemó- gena, bien que hay por allí o m uy cerca de allí —como podía ya comprobarse por los herbarios— m atas mucho más recias, con espinas iguales o más fuertes que las de León y Marruecos).

Otro dato insospechado aportaremos, corológicamente de con­sideración. Y es que la planta de Astorga (50 Km. al sur de la Ubiña) mencionada por el Catalogue de G andoger ( “G. carpe- tana Lge.”), realm ente corresponde a la especie, s. 1. No así la de Teruel (Muela de San Juan), Scorpius clarísima. Las rebauti­zó como “eriosa” y “dubiosa”, respectivamente.

No se confirma, en cambio, nuestra sospecha de que se pu­diera complicar en el asunto la extraña cita o citas de L acaita.

Desde luego, en la Canal de Canraso (íntegram ente recorrida en las dos excursiones al Cornión) damos por evidente que tam ­poco existe G. berberidea Lge. Y en el British Museum (N atural History), según A. M elderis, no hay m aterial de respaldo. Es

(63) Difieren también apreciablemente la planta leonesa y la de Gredos, según estudios preliminares, en curso, del catedrático e investi­gador ilustre I . R i b a s , por su contenido en alcaloides.

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difícil imaginarse qué pudo haber engañado en este caso a L a c a it a .

Medicago suffruticosa Ram. ex DC. — Mataporquera, en el Campoo santanderino (Leroy!). Se cita únicamente deÁ liva (64), por más que W illkom m y G u in ea olviden tal mención, poco re­levante sin duda.

En el estado en que se hallan los materiales, no es prudente arriesgar una más precisa determinación de los mismos.

cLotus subbiflorus» Lag. — Hemos descubierto en el Jardín Botánico de Madrid el tipo de L agasca (MA 172170), desglosán­dole de MA 66170 (L. corniculatus L., de Salcedo , aunque deter­minado así por L agasca). La planta que nos ocupa (“Lotus sub­biflorus sp. nov.—En Pravia—Julio”) es L. hispidus Desf., como W illkom m sospechaba y el monógrafo B ra n d aseguró (65).

Desconocemos las razones que luego tuvo R o u y (6 6 ) para lle­var el binomen lagascano a la sinonimia de L. angustissimus L.

Astragalus glycyphyllus L. — Especie que no incluye G uinea en su catálogo, aunque fue citada por S alcedo y L e re sc h e (67). En el herbario L e ro y existe un pliego de Potes. Nosotros la he­mos herborizado este año en la zona de Reinosa (Valderredible).Y hace tiempo, con el P. L aínz , en Cadagua (Valle de Mena, Burgos).

De Asturias parece que no hay más cita que la vaga de Cava- n i l l e s . El P. L aínz la recogió en el Puerto de San Isidro con R o d ríg u e z S u á re z , a 800 m.

J . M.* DE PEREDA SÁEZ

(64) D e u x e x c u r s i o n s . . . : 55.—Otro caso en que G a n d o g e r procede co­mo se ha dicho más arriba.

(65) Engl. Bot. Jahrb. 25 216.(66) F l o r e d e F r a n c e 5: 152.(67) D e u x e x c u r s i o n s . : 58.—El S u p p l e m e n t u m de W i l l k o m m tam­

bién olvidó esa cita. La de A r r i e u (Bull. Soc. H. N. Toulouse 7 9 361) es posiblemente leonesa.

[

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Astragalus sempervirens Lam. ssp. nevadensis (Bss.) Mont­serrat (68), var. (m uticus?) — Torrebarrio (León), lím ite de su área conocida. La más próxima localidad es el Coriscao.

Lathyrus pannonicus (Kram er) Garcke ssp. loi t púlalos Laínz, stat. et nom. nova, syn. Orobus hispanicus Lacaita, Ca- vanillesia 1: lis. 1928.

Es la p la n ta q u e y a W ood h e rb o rizó e n R ein o sa (69), re h e r - b o rizad a luego a ll í p o r D ieck , G an d o g e r, L e ro y y P e re d a . N oso­tro s lo h ic im o s con J. M.a L aín z r ib a la y g u a en V e lilla de G u ard o (P a len c ia ). Y ú ltim a m e n te , p a ra so lv e n ta r e l en ig m a de L a c a ita , e n la com arca seg o v ian a q u e ind icó su tra b a jo (70).

La planta nada tiene que ver, desde luego, con el O. filifor- mis Lam. El autor británico erró al describirla como de “radix multiceps, non tuberoso-fasciculata”, siendo así que las tuberosi­dades notabilísimas de su aparato radical superan a las del típico L. pannonicus y harían más bien pensar en las propias de la ssp. collinus (Ortmann) Soó. Lo que hay es que resulta difícil extraerlas, por su fragilidad y por lo profundam ente que ha de buscarse la terminación de las mismas, con instrum entos ina­decuados muy de ordinario: debo a la paciencia de mi distingui­do amigo J. B arral, de San Rafael (Segovia), el haberm e vuelto de allí con los m ateriales que deseaba.

De hecho, el pliego de L acaita que perteneció a P au (MA 70809) carece de órganos subterráneos, como el de R everchon (n.° 1063: MA 70914) y otros muchos vistos.

La planta segoviana es más glauca y, a veces, menos reduci­da lam inalm ente de lo que supone la descripción de referencia:

(68) Collect. Bot. 1 , 266s.(69) Y destacaba la cortedad relativa del pecíolo común: cf. Journ.

Proc. Linn. Soc. Bot. 2: 120.(70) 13-VI-1960, en flor y fruto: mi localidad exacta es el prado fron­

tero al mojón del km. 71. a mano derecha según se viene de Villacastín a El Espinar ( L a c a i t a dijo “inter San Rafael et Villacastin”, poblaciones que distan por carretera veintiún km.).

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los folíolos llegan a m edir 4 cm. Que tienda en el Norte a una robustez mayor, no puede sorprendernos.

Vea quien guste s i L a c a i t a es defendible, y a que no en su conocimiento esencial de la planta, en el terreno de la microes- pecie con epíteto específico propio.

Lathyrus filiformi^ (Lam.) Gay — M ataporquera (Leroy!). Nuevo para la provincia de Santander

Epilobium lanceolatur. Seb. & M auri — Pr. San Miguel del Río (Lena), como a 800 m. de altitud. No se cita de Asturias, sal­vo por el inatendible C. M artín ez .

Chamaenerion angustifolium (L). Scop. — Sierra de Peña La­bra, no raro en la vertien te santanderina.

Parece ú til concretar el alcance de la cita o citas lebaniegas. El concepto que S a l c e d o tuvo de la región es un tanto amplio.

j . M.a d e p e r e d a s á e z

Linum stricturr L. — Herborizado por el P. Laínz en Bebares (no lejos de Tineo, Asturias), sobre calizas. Y por mí, en Pozazal. Jun tos le habíam os visto en el Serantes (cerca de Bilbao).

Lo de “no raro en el litoral cantábrico” carece probablem en­te de base positiva. La cita indirecta de U n a m u n o (71) es poco segura. Y en el herbario L e r o y no hay m ateriales de Santander.

J . M.a DE PEREDA SÁEZ

Potygala alpinum (Poir. ex Lam. & DC.) Steud., 1821 ; Perr. & Song., 1859 (72) — En mayo volvimos a ver la especie (73), m uy bien caracterizada, en el Cornión (Vega Redonda, etc.) y en la zona de Ubiña.

(71) C o n t r i b u c i ó n a l e s t u d i o d e l a f l o r a m i c o l ò g i c a d e l a p r o v i n c i a d e

O v i e d o . Asoc. Esp. Progr. Cieñe., Congr. Bilbao: 198. 1920.(72) Agradecemos a los doctores B o c q u e t y B e c h e r e r s u apoyo bi­

bliográfico para la disipación de nuestras últimas dudas sobre las au­torías.

(73) Cf. Collect. Bot. 5: 443.

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Revisamos a continuación los m ateriales de Somiedo que nos inclinábamos a considerar P. calcareum F. W. S c h u l t z (74) y prevalece, como consecuencia, el criterio de que todos corres­ponden a P. alpinum (por más que a veces una menor altitud los enmascare). Los del Aramo (75) tampoco difieren esencial­mente, con seguridad.

Por debajo de los 1000 m. (76) se ven cosas en la Cordillera que nos han desconcertado no poco. Tenemos la duda hoy de que puedan llevarse a P. calcareum, por más que no dispongamos de semillas (ni hayamos visto el m aterial que sería preciso para excluir de la flora cantábrica la últim a especie).

«P. alpestre Rchb.” — Su cita de Peña Vieja (77) se fundó en solo una exigua m uestrecita (E n.u P/252), indeterm inable, que sin duda es P. Edmundi Chodat. Caso parecido habrá de ser el de T ü x e n , referente a Piedrasluengas (78). Y el de G a n d o g e r ,

cuyos pliegos olvidamos en Lyon.La especie reichenbachiana, que solo hemos visto en herba­

rio, resulta bastante diversa.

«Carum Carui L”. — Su cita de Peña Vieja (79) se ha fundado en el endemismo subpirinaico D ethawia tenuifolia (Ram. ex DC.) Endl., tan abundante allí (E n.u P/195, 226, 282 bis). Tam ­bién era lo ecológicamente previsible.

Peucedanum lancifolium (Hoffgg. & Link) Lge. — A orillas del río de Berbesa (Castropol) y en aguazales próximos.

No se cita creíblem ente de Asturias, aunque se difunde, al

(74) Cf. Collect. Bot. S . 684.(75) Cf. Bol. Inst. Est. Ast., ser. C. 1'- 22.(76) En Suiza, según nos informa L a n d o l t , no baja ordinariamente

P . a l p i n u m de los 1700 m., aunque se conoce una localidad excepcionali- sima en el Ticino a 850 m. tan solo.

(77) Notes Roy. Bot. Gard. Edinburgh 23¡ 35.(78) Veófftlchg. Inst. Rübel 32, tab. 38.(79) Notes Roy. Bot. Gard. Edinburgh 23: 38.

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decir del P. M e r i n o , en todas las provincias gallegas. En Cova- donga (“wooded slopes oí Cerro de la Cruz”), es lo verosímil que L a c a it a confundiera el Seseli cantabricum Lge. con la espe­cie que nos ocupa. No hemos podido ver su m aterial, aunque sí una fotocopia de la etiqueta.

Chaerophyllum aureum L. “var. asturicum Gdgr.” — Hemos comprobado en Lyon que la planta de G a n d o g e r (“Puerto de P ajarés: in pascuis ad rivulum viae, alt. 4000’—Hucusque in As- turiis non lec ta !”) es Anthriscus silvestris (L.) Hoffm., abun­dantísim o junto al Bernesga en Busdongo y aledaños. “An spe- cies nova?”, se dijo al describirla en el Catalogue.

Hemos herborizado el Ch. aureum L. en Caunedo (Somiedo), a 1000 m.

Prímula farinosa L. — Collado al sur de Bielba (Santander), en el occidente de la provincia (80), como a 300 m. de altitud.

J . M.a DE PEREDA SÁEZ

Las combinaciones P. veris L. ssp. Columnae (Ten.) y P. ela- tior (L.) Hill ssp. intricata (Godr. & Gren.), deben atribuirse respectivam ente a M aire & Petitm engin (1908) y W idmer (1891), no a Lüdi como recientem ente se ha hecho (81). El monógrafo P a x (1905) no recoge la última, razón de que nos pasase inadver­tida (82).

El híbrido P. veris x P . vulgaris, que parece ha de llevar el nom bre de P .xb rev is ty la DC., se ha visto en las cercanías de la Universidad Laboral. Y abunda no poco en la comarca donde antes le señalamos (83).

(80) Cf. Bol. Inst. Est. Ast., ser. C. 1: 25.(81) Notes Roy. Bot. Gard. Edinburgh 23 40.—Agradecemos al doc­

tor L a w a l r é e fotocopias de W i d m e r , que le habíamos pedido consultara en orden a una seguridad absoluta.

(82) Cf. Collect. Bot. 5: 445s.(83) Cf. I. c., ibid.

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Erica I us ¡tantea Rud. — Fresnedo (Soba, Santander), a más de 500 m. de altitud, abundante (84).

J . M .a DE PEREDA SÁEZ

«Antirrhinum graniticurr Rothm.” — Su cita de los Picos (85) tiene por fundamento un pliego (E n." P/353) de A. meonanthum Hoffgg. & Link ssp. Salcedoi Laínz, syn. A. Braun-Blanquetn Rothm.

«Linaria faucicola» Levier & Leresche — Otro binomen que se ha venido repitiendo infaustamente, por una mala compren­sión de las formas que afecta nuestra raza geográfica local de L. alpina (L.) Mili.

L a c a it a ( 8 6 ) consideraba faucicola todo lo que vio con flores azul-violeta, incluso en las cercanías de Vega Redonda (Cornión, 1500 m.). No hace referencia ninguna en su estudio a la duración de una planta como la que sus autores, harto indebidamente, nos dieron por anual. Y se lim ita por .añadidura, sin decirnos claro si vio la filicaulis, a considerar esta últim a como “très différent” de faucicola.

W il l k o m m había distanciado no poco (87) ambas pretendidas especies, situando la que nos ocupa entre las de “Seminum ala integerrim a incrassata”, después de amethystea. En sus Illustra- tiones (88), por lo demás, entrevemos que tuvo ante los ojos so­lamente un “ram eau florifère” ...

El carácter “sem inibus... laevissimis” constituye tam bién to­da una historia. Dentro de la variabilidad que se aprecia en el conjunto de la raza geográfica, en Urdón (Santander: loe. class. de faucicola) es ciertísimo que, al menos de ordinario, tal ca-

(84) Cf. Collect. Bot. 5: 152, 446, 4 6 0 , 685.(85) Notes Roy. Bot. Gard. Edinburgh 23 41.(86) Bull. Soc. Bot. Genève, 2e ser. 2T -. 140.(87) S u p p l . P r o d r . F l . H i s p . : 175-176s.(88) 1: 54s, tab. 36, fig. B.

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rác te r no aparece ni de lejos! L o s a lo advertía refiriéndose a unas m uestras de L e r o y (89). Nosotros hemos vuelto a compro­barlo allí, con P e r e d a . Y hemos visto lo mismo en pliegos de aquellos parajes ( L a Hermida) colectados por G a n d o g e r y Vi­cioso. El de B o i s s i e r a que parece referirse L a c a it a (herbario B a r b e y — B o i s s i e r ), nos infundió la sospecha de que sus dos o tres malas semillas, inm aturas, no corresponden a la planta (respetam os su fru to único en condiciones); pero el procedente de cultivo en el famoso jardín de Valleyres, tenía semillas tam ­bién tuberculadas (90). Sobre Covadonga las hemos visto lisas únicam ente a las m ayores altitudes; aunque, al parecer, el ca­so era excepcional.

Una gradación neta observada es la referente al diámetro de las m ism as sem illas: 1’8 mm. en Urdón, a 200 m .; 2’2 mm. en Vega Redonda, 1500 m .; 3’1 mm. en el Jou de los Asturianos, 2100 m.

Respecto a la gradación altitudinal de colorido que subraya L acaita, podemos añadir (y no es único el caso) que a 2500 m. poco más o menos, en Peña Santa de Castilla, las flores vuelven a ser como en Vega Redonda, m ientras que en el Jou de los A sturianos aparecen las típicas de filicaulis, rosadas con paladar naran ja (91).

De mom ento al menos, renunciamos a todo análisis de tal conjunto de formas. Nos parece más urgente hacer luz en pro­blem as como el aquí resuelto que m ultiplicarlos con la deno­minación binaria de las pequeñas especies, reales o no reales.

Si no se acepta la m anera de ver que seguidamente adopta­mos, debería preferirse como epíteto específico filicaulis a fau-

(89) Cf. An. Inst. Cav. 11 (2): 440.—Tenemos en nuestro herbario la planta colectada por L e r o y durante una excursión que hicimos juntos.

(90) En Lausana (herbario L e r e s c h e ) no existe hoy material de f a u c i c o l a . En Florencia (herbario L e v i e r ) s í hay dos pliegos originales, en flor uno y con solo dos cápsulas inmaturas el otro.

(91) Cf. An. Inst. Cav. 11 (2): 440s.

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cicola (de publicación simultánea, pero de mayores méritos aquél en orden a nuestra preferencia).

L. alpina (L.) Mili. ssp. filicaulis (Bss. ex Ler. & Lev. Journ. Bot., Lond. 17: 200. 1879 ; ampl.) Laínz, stal. nov. — Nada más te­nemos que oponer a las descripciones originales. P lanta que pa­rece muy diversa de la ssp. aciculifolia Br.-Bl. (92) y de L. guarensis Losa (93).

Verónica fruticans Jacq. — En la zona de Ubiña donde ya la conocíamos (94) la vimos en flor este año, bastante abundante.Y en el otro extrem o del macizo, en fruto (sobre una roca im­pregnada en carbonato cálcico: el Portichín, 2050 m.).

Reparamos en que fue saxatilis y no fruticulosa lo que cita G a n d o g e r del Cellón (95). Asimismo, en que B u c h mencionó fruticulosa en sus listas de Peña Vieja (96) (es fácil que se tra ­te de mampodrensis).

V. fruticulosa L . — L e r o y tiene m ateriales del grupo con in­florescencia glandulosa, colectados en el comienzo de la flora­ción, que procederían d e Pico Cordel y Peña Sagra (Santander, substratos no calizos). Y en su herbario hay un pliego d e L o s a y M o n t s e r r a t (Peña Prieta: Monte de las Hijadas, 2200 m.) con los mismos caracteres y en las mismas condiciones (97).

V. mampodrensis Losa & M ontserrat — Aparece ahora en el Cornión, zona de Asturias, donde la vimos en dos puntos (1600 y 2000 m.) no lejanos a Vega Redonda (98).

(92) N o t e s c r i t i q u e s s u r l a F l o r e d e s P y r é n é e s o r i e n t a l e s . Soc. Pharm. Montpellier (1945): 229s.

(93) Collect. Bot. 2: 92s.—Cf. An. Inst. Cav. 10 (2): 478s.(94) Cf. Collect. Bot. 5 : 448; Bol. Inst. Est. Ast., ser. C. 1: 26.(95) Cf. Collect. Bot. 5: 448.(96) Soc. Scient. Fenn., Comment. Bio. 10 (17): 86.(97) Cf. An. Inst. Cav. 11 (2): 441s.(98) Cf. Bol. Inst. Est. Ast., ser. C. 1: 25s.

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V. alpina L. (99) — Este año la tropezamos, abundante aun­que m uy local, en el mismo sitio privilegiado en que se descu­brió la Potentilla brauneana Hoppe (cf. pág. 162 s).

N uestros m ateriales corresponden m ejor o peor a lo que hoy se llam a ssp. australis (W ahlenberg) Love & Lóve, syn. V. pu­m ita All. (100).

«Pedicularis palustris L.” — Su cita de Pido (Camaleño, San­tander) (101) se basó en excelente m aterial de P. verticillata L. (E n.° P/435), planta de habitus análogo y no inglesa.

Odontites granatensis Bss. (102) — Solo hemos vuelto a verla en los parajes donde se descubrió, mucho más adelantada en su ciclo, a pesar de la fecha en que nos acercamos por allí durante la cam paña últim a (17-VIII).

Sin escasear, en aquellas laderas expuestas al mediodía el terófito estaba localizado en tre los 1850 y los 1950 m. Desde las a ltu ras del Portichín el substrato es de una complejidad nota­ble, aunque no hay duda ninguna de que tenía la flora conco­m itan te un m atiz calicófilo decididísimo (103).

La gran sorpresa que luego nos llevamos fue la de hallar en G inebra un pliego procedente del herbario P a v ó n , identifica­do por el propio B o i s s i e r , al que nadie se refería. No figura en el mismo localidad ni colector; pero se hace sumamente vero­sím il que nosotros no hayamos sido los prim eros en herborizar la interesantísim a planta en el macizo de Ubiña... (104).

(99) Cf. Bol. Inst. Est. Ast., ser. C. 1: 2Gs.(100) Respecto a V . P o n a e Gou., se hace preciso advirtamos (cf. No­

tes Roy. Bot. Gard. Edinburgh 23: 41) que Fournier admite su identidad plena con V. G o u a n i i : las razones, ilegales, por que alteraba M oretti el epíteto de G o u a n se reducen al inocuo error de este último.

(101) Notes Roy. Bot. Gard. Edinburgh 23: 41.(102) Cf. Bol. Inst. Est. Ast., ser. C. 1: 28s.(103) Este año también hubo que bajar al Meicín lo antes posible,

con poca luz, entre dos rachas de un temporal enojoso.(104) Cf. Bol. Inst. Est. Ast., ser. C. 1: 10.—Hemos hecho no pocas

averiguaciones en el asunto, cuyo resultado tenemos el propósito de publicar algún día en este Boletín.

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Respecto a una posible diferenciación, nada pudo concretarse ante los nutridos m ateriales granadinos de B o i s s i e r . C onstata­mos, por el contrario, que no hay divergencias atendibles en ciertos caracteres que la descripción del Prodrom us exagera un poquitín. Dice, por ejemplo, “stylo... villoso”, cuando sería bas­tan te decir “stylo basi modice h irtu lo ” (105).

En Lyon fue imposible dar con los m ateriales que, sin duda, poseía G a n d o g e r (faltaba el paquete completo). Hemos de sen­tirlo únicam ente porque nos veda el pronunciarnos sobre su cita de Órgiva.

0. viscosa (L.) Clairv. (106) — No hemos salido aún de nues­tras dudas acerca de la form a que volvimos a ver en la Muesca la Cigacha, sin que m anifestaran pilosidad ninguna las corolas de nuestros ejem plares (más adelantados acaso que los de 1959).

Sí hemos aclarado que no es leonesa la p lan ta de S e n é n :

“Sta. E spina”, decía expresam ente la e tiqueta del pliego en cues­tión (provincia de Valladolid, que si quiere considerarse como leonesa históricam ente, no debería serlo al m ismo tiem po como castellana).

Y al confirm arnos duran te la ta rea en que O. hispanica Bss. & R. no resulta netam ente separable dentro de su grupo, hemos de adoptar para la m ism a el epíteto más antiguo en e l rango de subespecie, que no es el de R o t h m a l e r (107) sino e l de B e a u -

v e r d sub D isperm otheca:

0. viscosa (L.) Clairv. ssp. australis (Bss. Voyage...: 471. 1839, sec. Beauverd ms.) Laínz, comb. nova.

(105) Sí vimos allí unas m uestras del herbario B o n a p a r t e , por la oficiosidad extraordinaria de Mme. A . G i l l e s que hoy nos cumple agra­decer de nuevo.

(106) Cf. Bol. Inst. Est. Ast., ser. C. 1: 29.(107) En el trabajo a que nos hem os referido en las A p o r t a c i o n e s

últim as no se deslinda morfológica ni geográficam ente la tal ssp. h i s ­

p á n i c a (Bss. & R.) Rothm.

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«0. virgata Lge.” — El pliego de 1 IJennidd (Santander) a que bajo tal nombre s e refiere G a n d o g e r (leg. R. de Litardiére, l-VIII-1910), ha de llevarse a Bartsia (Bartschia) spicata Ram.

Lo p r e s u m í a m o s , p o r l a s c i t a s l o c a l e s o c o m a r c a l e s d e V ic i o s o

(1946) y D u p o n t (1955), a ñ a d i d a s a n u e s t r a e x p e r i e n c i a .

Orobanche arenaria Borkh., syn. Phelypaea a. (Borkh.) W alp.- - Hemos visto m aterial de L e v i e r , como acaso W i l l k o m m lo ha­bría hecho al interpretarnos la cita (108). No cabe duda ninguna de que la especie fue o es montañesa.

Scutellaria alpina L. — Este año la hemos visto en el Cellón (substrato no calizo), donde sus flores tenían francamente ma­tiz violáceo (109).

Gentiana angustifolia Vill. ssp. nccidert^hs (Jakowatz, Sit- zungsber. kais. Akad. Wissensch. Wien, math. naturw. Cl. 108-' 342s. 1899) Laínz, stat. nov. — Alcanza el Aramo (leg. Fondado: la Mostayal) (110).

Sus diferencias con el tipo nos parecen demasiado poco rele­vantes.

D r e s s e r cita de nuevo la G. kochiana Perr. & Song. (111), especie muy diversa por diversos capítulos. No existe, al parecer, en toda la Cordillera.

G. ni val ¡s L., syn. Hippion nivale (L.) F. W. Schmidt — Apa­rece ahora en el Cornión, a 2100 m. (boca del Jou de los Astu­rianos) (112).

«Asperula pyrenaica L.” (=A. tinctoria L. var. pyrenaica

( 1 0 8 ) Cf. Bol. Inst. E s t . Ast.. ser. C . I: 30.(109) Cf. Bol. Inst. Est. Ast.. ser. C. J: 30: Collect. Bot. 5 686.(110) Cf. Collect. Bot. 5: 154, 449s.(111) Notes Roy. Bot. Gard. Edinburgh 23- 41.(112) Cf. Bol. Inst. Est. Ast., ser. C. 1-. 32.

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Rouy) — El m aterial santanderino de G a n d o g e r (Áliva), con ova­rios papilosos, brácteas mucronadas, etc., no puede llevarse al grupo de referencia.

«Galium múrale (L.) All. ” — Una planta que citaba G a n d o g e r

de Puente del Castro (León) no lo es ni rem otam ente: cimas que superan a las hojas, etc., etc. De C. M a r t í n e z , no hablemos siquiera.

Por otra parte, comprobamos a raíz de una herborización u lterior en Santo Toribio de Liébana que nuestra cita fue tam ­bién desacertada: los tres ejem plares diminutos de Galium pa­risiense L., prem aturam ente floríferos y casi fructíferos, cons­tituyen la explicación (ya que no la excusa) de la misma.

Como consecuencia final queda el desahucio de todas las ci­tas norteñas de la especie (113).

Cruciata pedemontana (Bell.) Enrendf., syn. Galium p. (Bell.) All. — No lejos de San Glorio, sin duda en la provincia de León (114).

J . M .a DE PEREDA SAEZ

Erigercn polymorphus Scop. — En los altos niveles de los Pi­cos parece muy extendida una planta de cabezuelas con todas las flores femeninas liguladas, glabrescente, de involucro no lano­so y monocéfala de ordinario. No la hemos podido estudiar aún como sería deseable; pero entendemos que nuestra determ ina­ción está seriamente fundada en los caracteres que se aducen.

La única mención cantábrica de la especie, que sepamos, se hizo en forma bien poco relevante (115), aunque, por lo visto, digna de crédito. Se refiere a las cercanías de Peña Vieja.

(113) Cf. Collect. Bot. 4: 224; An. Inst. Cav. 14: 545.(114) Cf. Collect. Bot. 5: 450.(115) Cf. B u c h , H. Über d i e F l o r a u n d V e g e t a t i o n N o r d w e s t - S p a n i e n s .

Soc. Scient. Fenn., Comment. Bio. 10 (17): 86.(116) Cf. Bol. Inst. Est. Ast., ser. C. 1: 32.(117) Cf. An. Inst. Cav. 13: 553s.

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Gnaphalium hoppeanum Koch (116) — Asimismo figura el bi- nornen escueto entre los que B u c h listó refiriéndose a las cer­canías de Peña Vieja. Sus determinaciones resultan correctas generalmente, aunque un trabajo de tales características (117) no puede menos de ser desigual e inseguro.

Al redactar nuestras últimas “Aportaciones” olvidábamos involuntariam ente las referidas listas (cf. pág. 172).

Homogyne alpina (L.) Cass. — La vimos primeramente junto al Parador Nacional de Pajares, en habitat análogo al que asig­nan L o s a y M o n t s e r r a t a su var. cantabrica, de Tarna (en zona de León) (118). Luego volvimos a verla en el bosque de Val- grande, copiosa, totalm ente desarrollada. Y ese mismo día, en sitio muy descubierto junto a la cumbre del Cellón.

C o l m e ir o aseguraba que L a g a s c a la herborizó en estos para­jes. Y asimismo recoge la vaga cita de P a l á u . Existe otra de P a u , concreta, basada en las herborizaciones comarcales de L o m a x (119).

No vemos razón para considerar que nuestros materiales di­verjan del tipo.

«Petasites albus (L.) Gaertn.” — Su cita de Áliva (120) se ha basado en solo una pequeña planta, estéril (E n.° P/307), inde­terminable, que sin duda ninguna es Adenostyles.

«Doronicum glaciale (Wulf.) Nyman” — Su cita de Peña Vie­ja (121) se ha basado (E n.° P/212) en el común D. grandiflo- rum Lam. (122).

Ambas rectificaciones son de trascendencia no pequeña.

(118) Cf. An. Inst. Cav. 11 ¡ (2): 426.(119) Act. Soc. Esp. H. N. 2: 8.(120) Notes Roy. Bot. Gard. Edinburgh 23: 39.(121) L . C., ibid.(122) Cf. Bol. Inst. Est. Ast., ser. C. V 34.

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Senecio Doronicum L. — Canal de San Carlos. De allí mismo y de Lloroza le hay en el herbario L e r o y . N o se cita de los Picos (123).

J . M .a DE PERED A SÁEZ

Leuzea conifera (L.) DC. — Pozazal. No se cita del Campoo santanderino.

J . M .a DE PERED A SÁEZ

Centaurea montana L. (124) — Bajo la Canal de San Carlos, a orillas del riachuelo. Es nueva para los Picos (bajo su correcta denominación).

A. FD EZ. M A R IN A S , J . M .a DE PER ED A Y M . L A ÍN Z

Scorzonera hirsuta L. — Pozazal, en laderas calizas. N ueva para Santander.

L er esc h e y L osa la citan respectivam ente de Cervera y Vi­llanueva de la Peña (Palencia). Y G a ndog er , de Briviesca (B ur­gos).

J . M .a DE PER ED A SÁEZ

S. angustifolia L. — Pozazal. No se cita del Campoo san tan­derino.

Es m uy fácil que la especie precedente o esta segunda sean la m ism a que tanto hizo cavilar a W ood (125).

J . M .a DE PER ED A SÁEZ

Aphyllanthfis monspeliensis L. — Canal del Cares, cerca de Los Collados (en A sturias, por consiguiente).

(123) Cf. Collect. Bot. 5: 452.— Ya W o o d le citó de Pozazal. Es po­sible, no obstante, que le confundiese con S. l a g a s c a n u s , muy extendido en la comarca.

(124) Cf. Collect. Bot. 5: 452s.(125) Cf. Journ. Proc. Linn. Soc. Bot. 2: 120.

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No sabemos cómo habrá que interpretar la cita de G ó m e z

O r t e g a (Mieres).Las próximas localidades santanderinas son orientales y me­

ridionales: no se cita de Liébana.J . M .a DE PEREDA SÁEZ

Convallaria maialis L.—Entre Los Carabeos y Pozazal. Como tantas otras veces, confirmamos un hallazgo reinosano de Gó­m e z C a m a l e ñ o .

La Geografía botánica tampoco recoge las otras citas santan­derinas, de S a l v a d o r R u i z y R u i z de S a l a z a r , referentes al Valle de Toranzo.

J . M .a DE PEREDA SÁEZ

Gagea fistulosa (Ram. ex DC.) Ker-Gawl. (126) — Aparece ahora en el Cornión (Vega Redonda, en torno a la majada), en el macizo oriental (Canal de San Carlos) y en el de Ubiña (Va­lle Angosto, León). Es nueva para Santander y Asturias.

G. pusilla (Schmidt) Roem. & Sch. — Nos limitamos a notifi­car su presencia, totalmente insospechada, en el macizo de Ubi- ña (pr. Peña los Ollones, a 1750 m., provincia de León).

Nuestro m aterial es muy escaso. Hemos de insistir en la ob­servación de la colonia descubierta, que probablemente ha de llevarse a la ssp. Reverchonii (Degen) Terrac. (127).

Endymion non-scriptus (L.) Garcke — Espinama. No conozco más cita santanderina que la vaga de S a l c e d o en e l C o l m e i r o .

J . M .a d e p e r e d a s á e z

Paris quadrifoüa L. — Puerto Ventana, en el hayedo, a 1400 m.

No hay cita concreta de Asturias. Aunque resulte creíble la

(126) Cf. Bol. Inst. Est. Ast.. ser. C. V 36.(127) Cf. Bol. Soc. Arag. C. N. 4 221s.

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de C asal y , más aún, la de S alcedo: se tra ta de la prim era es­pecie que describió en su m anuscrito Bosquexo de algunas plan­tas de la Cantabria (conservado en el Jard ín Botánico de Ma­drid), aunque sus localidades no son allí de Asturias (128).

Aliium ericetorum Thore ssp. palenlinum (Losa & Montse­rrat) Laínz (129) — Los filamentos del verticilo estam inal in ter­no presentan únicamente, al menos de ordinario, la base un poco dilatada. Entendemos que tal carácter no es de trascendencia ninguna.

«Narcissus poeticus L.” — La cita de “O viedo : Pto de Pon- ton” es una de las incomprensibles fantasías de G a n d o g er , cuyo m aterial, extraordinariam ente malo, parece N. Pseudonarcissus L. ssp. nobilis (Haw.) A. Fernandes.

Heleocharis quinqueflora (F. X. H artm ann) Schwarz (130)— Pozazal. Nueva para Santander.

j . M.a de pereda sáez

Blysmus compressus (L.) Panz. ex Link, syn. Scirpus Cariéis Retz. (131) — La cita de G a n d o g er a que nos referíamos, de in te­rés elevado si fuese admisible (a pesar de lo cual se la echa de menos en el reciente catálogo giennense, no crítico), tiene por toda base la mezcla de una Carex y una Heleocharis.

En su herbario figura otro pliego aún de Z u b ía , correcta­m ente determ inado por el colector. Lo advertim os porque los de Madrid no conservan las rectificaciones que sin duda hizo éste.

(128) “Habita en las peñas del monte de Quintanilla de San Ro­mán. cerca de Reynosa, en el Castro de Pas, en los de la Provincia de Liebana, y otros de las montañas de Santander, donde la cogi en flor por Junio y Julio”.

(129) Cf. Bol. Inst. Est. Ast.. ser. C. V 36s.(130) Cf. Collect. Bot. 5- 690s.(131) Cf. Collect. Bot. 5: 691; Bol. Inst. Est. Ast., ser. C. 1: 39.

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Elyna myosuroides (Vill.) Fritsch (132) — La hemos visto en varios puntos en tre la Horcada del Vidrio (Santander, 2279 m.) y la base de Torrecerredo. Nuestro Guía en el macizo, A. M a r ­

t í n e z , tiene la impresión de que no escasea. D e Peña Vieja la citó últim am ente D r e s s e r , como Elyna Bellardii (133).

Carex macrostyla [-on] Lap. — Vega de Socellares (Ubiña) y Vega de U rriello (no se cita del macizo central de los Picos).

«C. atrata L.” — La cita de Peña Vieja (134) debe referirse a C. parviflora Host (E n.° P / 161, 267). Este año la hemos colec­tado nosotros en el extrem o sur del macizo de Ubiña (135) (cer­ca del Portichín) y en el occidental de los Picos (136) (Jou de los Asturianos).

C. pallescens L. (137) — Hemos comprobado que la cita de G a n d o g e r (Puerto de Pontón, León) es correcta (no su coletilla “Novus civis florae hispanicae! ”). Merece la pena destacar esa localidad.

A propósito de C. ericetorum Poli., advirtam os que las opi­niones indecisas del P. M e r i n o y la nuestra sobre su planta quedan expuestas con toda claridad en Brotéria, sér. C. N. 22 (49) 160s. 1953.

C montana L . — En ei herbario L e r o y tenemos un pliego de Labarces (Valdáliga, Santander), indiscutible, cuya cita encierra in terés elevado. En Lyon nos olvidamos últim am ente de revisar los m ateriales norteños del herbario G a n d o g e r , aunque de un

(132) Cf. Collect. Bot. 5- 691.(133) Notes Roy. Bot. Gard. Edinburgh 23^ 44.(134) Notes Roy. Bot. Gard. Edinburgh 23: 44.(135) Cf. Bol. Inst. Est. Ast., ser. C. 1: 39.^Nuestra localidad ante­

rior corresponde al extrem o norte del macizo.(136) Cf. Collect. Bot. 5̂ 692, nota 102.(137) Cf. Collect. Bot. 5 455s.

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rápido vistazo en la visita de 1956 nos quedan m uy m alas im­presiones acerca de los mismos.

C. halleriana Asso — La cita de G a n d o g e r a que aludió el amigo P e r e d a (138), tiene por base un m al pliego de C. hum ilis Leyss. (determ inado con duda inicialm ente).

C. humilis Leyss. — En el macizo de Ubiña la vim os abun­dante sobre V illargusán, el 19 de abril. No recordam os cita ninguna leonesa. En A sturias, hemos de señalar su presencia en la zona de Castropol, jun to a la playa de Pena Redonda (8-II-61), en substratos que reaccionaron débilm ente al clorhídrico. No se cita de la vecina Galicia ni de todo el occidente asturiano.

C. ornithopoda Willd. ssp. ornilhopodioides (Hausm .) Husnot, syn. C. ornithopodioides Hausm. — D ifundida sobre los 2000 m. en los Picos, macizo central.

Muy cerca de la Vega de U rriello herborizam os tam bién la ssp. ornithopoda. Y asimismo, en el macizo de Ubiña, en Arce- norio, etc.

«Carex cantabrorum» Gdgr. — Los m ateria les de su autor, que tenía éste fuera del hab itual orden alfabético por conside­rarlos m uy afines a “C. rígida Good.”, nos revelan el mismo lapsus en que sucesivam ente incurrieron W i l l k o m m , B o i s s i e r y acom pañantes, S e n é n , etc. D eterm inada la C. brevicollis DC. co­mo C. asturica, G a n d o g e r no podía menos de considerar nueva una especie como nuestro endem ism o luso-hispano cuando más ta rd e se la echó realm ente a la cara (139).

(138) Cf. Bol. Inst. Est. Ast., ser. C. I: 39.(139) El haber tropezado tam bién con la b r e v i c o l l i s en el Cellón o

proximidades (que suponía localidad clásica de a s t u r i c a ) , vino a hundir­le del todo en su manera de ver, hasta el punto de que anota en el n.° 2713 de B o u r g e a u . a s t u r i c a del Cueto de Arbas, Leitariegos (loe. class.): "Specimina Bourgeana illa ad C. cantabrorum Gdgr (affinis C. pa n i c e a e ) pertinent nec ad C. a s t u r i c a m ; ita ut Bourgeau probabi- lius hans speciem non collegit aut vix vel vix distribuit, cum in hoc loco rarissim a sit et, e contrario, abundans C. c a n t a b r o r u m ” .

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Esto por delante, hay que dejar bien asentado aún que no existe ni en Áliva ni en todos los Picos propiam ente dichos la C. asturica Bss., como silicófila decidida, por lo que sabemos. En el herbario de B o i s s i e r duerm en los m ateriales de brevicollis rectificados por D a v e a u (140) y revisados tam bién por K ü k e n -

t h a l (141). En el de L e r e s c h e , como debía esperarse, vimos la misma brevicollis, sin rectificar.

No es con brevicollis únicam ente con lo que ha sido confun­dida más de una vez asturica: hoy resulta incómodo fijar lími­tes orientales de su área. Descartamos todas las citas burgalesas y desearíamos grandem ente confirmación de la imprecisa hecha para el País Vasco (142).

C. sempervirens Vill. — Es oportuno consignar la baja a ltitud a que L e r o y la herborizó en Labarces (Valdáliga, San­tander), m uy netam ente fuera de los Picos (143).

C. ferruginea Scop. ssp. caudata (Kükenthal, Cyperaceae— Caricoideae : 573. 1908) Pereda & Laínz, stat. nov. — Hemos her­borizado la p lanta santanderina el día 30 de julio, entre Cosga- ya y Espinam a (144), como a 750 m. ; y reherborizado abundante­m ente, para distribuirla en el Herbario Normal de F o n t Q u e r ,

la del monte Cabañalín (bosque de Valgrande) (145).La prim era se adapta m ejor a la descripción de K ü k e n t h a l ,

por la mayor longitud de sus inflorescencias masculinas y por

(140) Cf. Bull. Soc. bot. France 38: 222s.(141) En 1903, por lo que ha de atribuirse a una distracción que su

monografía no cite la especie, como vista, de los Picos en concreto (sin el signo aseverativo, dice “Asturien”).

(142) Cf. A l l o r g e , P. E s s a i d e s y n t h è s e p h y t o g é o g r a p h i q u e d u P a y s

B a s q u e . Bull. Soc. bot. France 88 : ¿,49.—Esa cita es algo anormal y, por otra parte, no se reitera en la publicación simultánea de A l l o r g e , V. & P. P l a n t e s r a r e s o u i n t é r e s s a n t e s d u N W . d e l ’E s p a g n e , p r i n c i p a l e m e n t d u

P a y s b a s q u e , 1. c. : 226-254.(143) Cf. Bull. Soc. H. N. Toulouse 90: 430.(144) Cf. Bol. Inst. Est. Ast., ser. C. 1: 39s.(145) Cf. Collect. Bot. 5̂ 691.

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la estrechez de los utrículos. Con todo, ambas difieren mucho por su aspecto de cuanto m aterial hemos podido ver. Y aunque parcialm ente se deberán tales diferencias a las ecológicas, muy notables (habitat nemoral y acidofilia de la planta cantábrica), estimamos que la valoración dudosa de nuestro endemismo he­cha por el monógrafo, al describirle como variedad, pecaba por defecto.

J . M.a DE PEREDA Y M. LAÍNZ

C. vesicaria L. — Sin duda por distracción, omite la reciente monografía de V i c i o s o (cf. pág. 164) los datos de R o d r í g u e z

S u á r e z que le habíamos trasm itido (146). Es indudable que la especie alcanza la zona cantábrica.

«Poa flaccidula Bss. & R.” — Nada tienen que ver con ella los m ateriales de Áliva citados por G a n d o g e r , que parecen d e

nemoralis.

Helictotrichon pratense (L.) Pilger ssp. ¡bericum (St.-Yv. Candollea 4. 454. 1931) Laínz, comb. nova — Puerto de Somiedo, en calizas. Y hay q u e llevar a la subespecie nuestra cita im pre­cisa de Ruiloba (Santander) (147).

Ya dijimos (148) que nuestros m ateriales de Áliva correspon­den a la ssp. pratense, por el raquidio muy peloso, etc.

Convendría insistir en el estudio morfológico e histológico de las formas regionales. Tienden a ofrecernos panícula espici- forme simple y trabéculas esclerenquim áticas no muy pronun­ciadas.

Phalaris tuberosa L. (non Ph. bulbosa Jusl.) — Corresponden a esta especie los m ateriales reinosanos de G a n d o g e r a que nos hemos referido (149).

(146) Cf. Collect. Bot. 5 692.(147) Cf. Altamira (1955): 333.(148) Collect. Bot. 5-, 457.(149) Cf. Collect. Bot. 5: 457.

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Listera ovata (L.) R. Br. (150) — Abunda cerca de la Univer­sidad Laboral, en Deva (finca del Conde de Revillagigedo). Y la hemos visto sobre Lieres de Siero durante la impresión de las presentes Aportaciones.

Ophrys sphegodes Mili. cf. ssp. airatam (Lindl.) M ayer— Al este de la fuente del Besaya (Cañeda, Enmedio, Santander).

La Geografía Botánica no menciona el grupo. En las dunas de Mogro se conocería la ssp. litigiosa (Camus) Becherer (151).

J . M.a DE PEREDA SÁEZ

0. Scolapax Cav., syn. O. picta Link (cf. Collect. Bot. 1961, sub prelo) — Cabueñes (Gijón), herborizada por mi buen amigo P. H u r l é , del Institu to de Estudios A sturianos (152).

Himantoglossum hircinum (L.) Spreng. (153) — Entre Fombe- llida y Cervatos (Enmedio, Santander). Nuevo para el Campoo, salvo si la vaga referencia de S a l c e d o correspondiese a esta zo­na.

J . M.a DE PEREDA SÁEZ

Barlia longebracteata (F. W. Schm idt) Parí. (154) — Sobre Soto del Barco, a unos 100 m. de altitud, no rara. Más adelante, uno de nosotros recogió un tallo seco en Bebares (Tineo). Subs­tra to siempre calizo.

J . M .a DE PEREDA Y M. LAÍNZ

Orchis pallens L. — P uerto de Pandetrave (León: 1560 m.), frecuente; Valle Angosto (Ubiña, León), a 1650 m., ra ra ; Canal de San Carlos (Santander), a 1700 m., rara.

(150) Cf. Collect. Bot. 5̂ 458. 696.(151) Cf. Altamira (1955): 334.(152) Cf. Collect. 5: 458.(153) Cf. Altamira (1955): 335.(154) Cf. Collect. Bot. 5 695.

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Es nueva para las dos provincias, puesto que la p rim era lo­calidad cantábrica señalada (155) cae dentro de A sturias.

En M adrid echamos un vistazo a los m ateriales de P o u r r e t ,

españoles y extranjeros, hoy en prom iscuidad lam entable. De­sistim os entonces de hacer su estudio (156).

T. M.a DE PEREDA Y M. LAÍNZ

Dactylorchis maialis (Rchb.) Verm ln., s. 1. — Pandetrave y P uerto de Pinos (León), a 1560 y 1600 m. respectivam ente, no de­masiado escasa. Nueva tam bién para la provincia (157).

Anticipamos que la especie no es gallega, si ha de juzgarse por el herbario M e r i n o de Lourizán. Y tampoco se puede inclu ir en el círculo de formas cuyo estudio nos ocupa el pliego de Q uintanapalla (Burgos: BC 60448) que F o n t Q u e r mencionó ba­jo el nom bre O. latifolia L. (158).

J . M .a DE PEREDA Y M. LAÍNZ

«Sparganium mínimum W allr.” — Su cita del Cellón, hecha por G a n d o g e r , tuvo por base unos pliegos de B o u r g e a u (n.° 2966 y

2966 bis: laguna del Arbas, Leitariegos) correspondientes a lo que se ha llam ado «S. Borderei Focke. Un tercer pliego del mismo exsiccata, n.° 2996 bis, figura en el fajo de “Sparganium affine” ( - S . angustijolium Michx.) y fue citado como ta l por su dueño.

No hay otra cosa en todo el asunto que una desdichada rem i­niscencia de aquel erro r de G ay que registra ya el Supplem en- tum de W i l l k o m m .

Marzo, 1961

(155) Cf. Collect. Bot. 5: 695.(156) Tampoco hemos hecho el de las m alas m uestras leonesas

(Puerto de Pontón) que suponía G a n d o g e r O . p a l u s t r i s Jacq. Parecen de O . m a s c u l u s L.

(157) Cf. Collect. Bot. 5: 695s.(158) Treb. Mus. Ciénc. Nat. Barcelona 5 (sér. bot. n.° 5): 55.—Du­

rante la impresión de nuestras A p o r t a c i o n e s la señorita J. L a í n z ha herborizado la planta que nos ocupa (13-V-61) en el Puerto de San Glorio, vertiente de Santander (a 1530 m.. substrato silíceo indiscutible). Debe asimismo considerarse como especie nueva para la provincia.

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I DEA