Cultura

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Cultura “Es tiempo que abordemos la esencia de esta cultura cuyo valor de felicidad se pone en entredicho” dice Freud luego de una mencionar múltiples ejemplos mediante los cuales pretende mostrar que el progreso científico y la técnica no satisfacen sino necesidades que antes ellos mismos se ocuparon de crear. A continuación brinda una definición de cultura, amplia y concreta a un tiempo, que le servirá para continuar su indagación en los modos en que los hombres pretenden alcanzar la “milenaria añoranza” de la felicidad: “Designa toda la suma de operaciones y normas que distancian nuestra vida de la de nuestros antepasados animales, y que sirven a dos fines: la protección del ser humano frente a la naturaleza y la regulación de los vínculos recíprocos entre los hombres” 1 En otros términos la cultura es la separación del hombre de la animalidad y la naturaleza. Evidentemente ha avanzado mucho en lo que se refiere al primer fin. Podemos decir que, al menos en las sociedades consideradas desarrolladas, no son muchas las oportunidades en las que la naturaleza se nos presenta como algo amenazador e implacable 2 . Parece entonces que allí, donde más abunda la cultura, donde el hombre niega con mayor vehemencia su animalidad, el fin que aguarda ser alcanzado es el segundo: la regulación de los vínculos entre los hombres. No es, en absoluto, que no estén regulados –ingeniosos y hasta inverosímiles artificios lo atestiguan– sino que estas regulaciones son siempre fuente de malestar y, aunque se renueven a través del tiempo, la obsolescencia resulta serle inherente. ¿Ha de ser el precio que paga el hombre por su pretencioso caminar? Sólo algunos seres –de los que se tiene derecho a desconfiar– dicen haber dado con aquel mágico equilibrio. Quizás algunos hayan logrado el punto justo de sublimaciones, migraciones libidinales, y cosas por el estilo, aunque –con mayor seguridad– esos términos han de serles esquivos. La renuncia a nuestra animalidad parasita en nosotros como un pecado original y se manifiesta dolorosamente en la absurdidad que sienten los hombres frente a sus propias creaciones. Enterrar ese sentimiento es, en muchas 1 (1930) Sigmund Freud, “El malestar en la Cultura” 2 Salvando la misma “muerte natural” cuyo advenimiento nos esforzamos en retardar.

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Es tiempo que abordemos la esencia de esta cultura cuyo valor de felicidad se pone en entredicho dice Freud luego de una mencionar mltiples ejemplos mediante los cuales pretende mostrar que el progreso cientfico y la tcnica no satisfacen sino necesidades que antes ellos mismos se ocuparon de crear. A continuacin brinda una definicin de cultura, amplia y concreta a un tiempo, que le servir para continuar su indagacin en los modos en que los hombres pretenden alcanzar la milenaria aoranza de la felicidad:Designa toda la suma de operaciones y normas que distancian nuestra vida de la de nuestros antepasados animales, y que sirven a dos fines: la proteccin del ser humano frente a la naturaleza y la regulacin de los vnculos recprocos entre los hombres[footnoteRef:1] [1: (1930) Sigmund Freud, El malestar en la Cultura]

En otros trminos la cultura es la separacin del hombre de la animalidad y la naturaleza. Evidentemente ha avanzado mucho en lo que se refiere al primer fin. Podemos decir que, al menos en las sociedades consideradas desarrolladas, no son muchas las oportunidades en las que la naturaleza se nos presenta como algo amenazador e implacable[footnoteRef:2]. Parece entonces que all, donde ms abunda la cultura, donde el hombre niega con mayor vehemencia su animalidad, el fin que aguarda ser alcanzado es el segundo: la regulacin de los vnculos entre los hombres. No es, en absoluto, que no estn regulados ingeniosos y hasta inverosmiles artificios lo atestiguan sino que estas regulaciones son siempre fuente de malestar y, aunque se renueven a travs del tiempo, la obsolescencia resulta serle inherente. [2: Salvando la misma muerte natural cuyo advenimiento nos esforzamos en retardar.]

Ha de ser el precio que paga el hombre por su pretencioso caminar? Slo algunos seres de los que se tiene derecho a desconfiar dicen haber dado con aquel mgico equilibrio. Quizs algunos hayan logrado el punto justo de sublimaciones, migraciones libidinales, y cosas por el estilo, aunque con mayor seguridad esos trminos han de serles esquivos. La renuncia a nuestra animalidad parasita en nosotros como un pecado original y se manifiesta dolorosamente en la absurdidad que sienten los hombres frente a sus propias creaciones. Enterrar ese sentimiento es, en muchas actividades, el primer, nico e imposible objetivo de la cultura. Pero afortunadamente una faccin de la especie logra ir ms all de la estril negacin y dirige la cultura hacia la creacin de vnculos genuinos. Aquellos engendran el arte y dirigen su interrogacin a s mismos antes que al vasto universo. Si no podemos pretender una compenetracin emptica con seres de tiempos pasados para comprender sus pesares y alegras, al menos intentmoslo con nuestros contemporneos; con aquellos con los que, queramos o no, nos toca transitar este difcil, complicado y marrullero[footnoteRef:3] tiempo. Con cierto optimismo podra pensarse que la cultura pondr, tarde o temprano, sus fuerzas en acometer esta misin de un modo racional del que tanto se jacta y renunciar a la intil creacin de artefactos para tal fin. A esta altura, el progreso cientfico y tecnolgico hace las veces de una fuerza natural en su condicin de irrefrenable, irrazonado e implacable. En tal caso la cultura, una cultura al cuadrado, ser, una vez ms, la separacin del hombre de lo natural. [3: Intro Cambalache por Serrat.]

Ignacio Polla.[footnoteRef:4] [4: El autor no puede evitar y se excusa que ciertas cuestiones recurrentes permeen todas sus producciones.]