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    CULTURA

    AFROCUBANA

    LETRAS MSICA ARTE

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    JORGE CASTELLANOS ISABEL CASTELLAN OS

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    En

    este

    volumen deC ultura Afrocubana que

    el lector tiene

    en

    sus manos, los autores comple

    tan el estudio de la contribucin esencial del

    negro a la formacin de la cuhanidad. En el

    primer y segundo tomos qued demostrado que

    el negro ayud poderosamente con sus brazos a

    construir la riqueza material del pas y con su

    sangre a darle vida indepediente. En el tercero

    se comprob que su papel ha sido importantsi

    mo en el desarrollo religioso y lingstico de la

    Isla. En este cuarto

    y

    ltimo- queda establecido

    que por su presencia decisiva en la literatura, la

    msica y el arte, el alma negra deviene parte

    inseparable -tan inseparable como la blanca- del

    alma nacional. Yquelaculturaubanaes -como

    bien dijo Femando Ortiz- un ajiaco , una mez

    cla, un mestizaje: mxima expresin espiritual

    de una patria multiforme, multirracial y multi

    color.

    Jorge Castellanos & Isabel Castellanos, Cultura Afrocubana, tomo 4, Universal, Miami 1994

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    CULTURA AFROCUBANA

    LETRAS * MSICA * ARTE)

    III

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    COLECCIN BANO Y CANELA

    EDICIONES UNIVERSAL Miami Horda 1994

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    JORGE C STELL NOS IS BEL C STELL NOS

    CULTUR

    FROCUB N

    LETRAS MSICA ARTE

    E D I C I O N E S

    Jorge Castellanos & Isabel Castellanos, Cultura Afrocubana, tomo 4, Universal, Miami 1994

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    Copyright 1994 by Jorge Castellanos Isabel Castellanos

    Primera edicin 1994,

    EDICIONES UNIVERSAL

    P.O.

    BOX 450353 (Shenandoah Station)

    Miami, Florida, 33245-0353. USA.

    Fax (305) 642-7978

    Library of Congress Catalog CardNo.:87-83071

    I.S.B.N.: 0 89729 462 9

    (Obra completa.

    vols.)

    0 89729 618 4

    (Tomo IV)

    Portada: Grabado de Wifredo Lam

    Impreso en Colombia Printed in olombia

    Impreso en los talleres de EDITORIAL PRESENCIA LTDA.

    BOGOT - Colombia

    VI

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    ermosuraygrandezade Cuba,

    fundadasen un amasijo impo de la

    sangre ylas lgrimasdel

    negro

    M NUEL S NGUILY

    VII

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    NOTA PRELIMINAR

    Con el estudio de la presencia del negro en las letras, la msica y el arte de

    Cuba,

    completamos

    tras diecisiete aos de

    labor-

    en este cuarto y ltimotomo,

    nuestro examen de la cultura afrocubana. Repetimos aqu nuestro reconoci-

    miento

    a

    muchas personas

    que,

    de

    un

    modo u

    otro,

    nos han ayudado en

    nuestras

    tareas de investigacin y redaccin del texto sin que por eso deban conside-

    rarse solidarias de las opiniones que en la obra se expresan.) A Sister Anna

    Mary Waickmann, Lydia Cabrera

    q.e.p.d),

    Jos A. Escarpanter, Elena Iglesias,

    MiguelW.Ramos, Abelardo Hall Estrada, Raquel la

    Villa,

    Guillermo Calleja

    Leal, Jos A. Freir, Mara Luisa Tellechea, Miguel ngel Martnez, Julia

    Herzberg, Pedro de Moya, Manuel Bermdez... nuestras graciasmssentidas.

    Que extendemos tambin a varias instituciones a las que debemos ayuda

    bibliogrfica: las bibliotecas de Marygrove CoUege, University of Miami,

    University ofDetroit Wayne StateUniversity, University of Michigan, Florida

    International University y, muy especialmente, Library of Congress. Y, ade-

    ms,

    a la FIU Foundation poruna beca deinvestigacin otorgadaa unode los

    autores. Last but not least, queremos dejar constancia de gratitud a nuestro

    editor Jos Manuel Salvat, quien nos ha asistido y estimulado con paciencia

    infinitaatodo lo largo del procesodepublicacin de la obra.

    Y ahora, al poner punto

    final

    mencionemos de nuevo con honda emocin

    el sostenido y generoso apoyo de nuestros parientes ms cercanos.

    Miami, 1992

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    INTRODU IN

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    En el Nuevo Mundo convivieron desde el siglo XVI hasta la

    fecha y para siempre tres gruposhumanos fundamentales: elde

    los que estabanall el de los que

    lleg ron

    para quedarse y el

    de los que fueron llevados a la fuerza. Indios europeos y

    africanos se vieron obligados a convivir. Ninguno de los tres

    grupos volvera a ser el que era el que puram ente era o indio

    o europeo o africanopuro.Insensiblemente todos pasaron a ser

    otracosa otro tipo: el nuevohombrede

    all

    el mestizo. Mezcl-

    ranse o no sus sangres se entremezclaban las almas l spala

    bras las creencias y supersticiones las costumbres los

    sentimientos... Querindolo ono entre todos hicieron e l mesti

    zaje americano el hombre nuevo del Nuevo Mundo que aun

    estn dorndose en el horno.

    G STN B QUERO

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    Bajo el azul perfecto de una tarde de invierno, en el patio de ima casa de

    Miami, treinta y dos cubanos de ambos sexos se renen para celebrar un rito

    religioso. En el centro del patio, dentro de una caseta de metal, en vez de los

    utensilios de jardinera que generalmente en esas casetas se guardan, puede

    verse un grancaldero.Esuna

    nganga,o

    sea,elinstrumentosagrado de lasecta

    o

    regla

    afrocubana conocida con el nombre de Palo Monte o Mayombe. En la

    ceremonia se canta y se baila al comps de las cadencias extradas al golpear

    el cuero de irnos taburetes. La msica, la letra de los cantos, los ritmos de la

    danza, todo es obviamente de origen africano. El observador

    se

    percata enton

    ces de un hecho singular: en su abrumadora mayora los participantes en este

    acto religioso

    son blancos,

    o

    por

    lo

    menos, parecen serlo por

    el

    color

    de

    su piel.

    Y lo curioso es

    que no

    estamos aqu ante un

    caso

    aislado. Innumerables actos

    como ste

    se celebran en la

    Florida,

    en New

    York

    en New

    Jersey,

    en California,

    todas las semanas. Cubanos exiliados blancos, negros y mulatos celebrando

    juntos en territorio norteamericano unritoafrocubano

    La sorpresa se mitiga im tanto si recordamos que Cuba es (y lo ha sido a

    todo lo largo de su historia)

    un pas

    blanquinegro o, si se quiere, negriblanco.

    Su cultura -segn vimos en

    el

    primer volumen

    de

    esta obra-

    se

    extiende entre

    dos

    extremos polares:

    1 lo europeo ms o menos acriollado

    polo eurocubano)

    y 2 )lo africano ms o menos acriollado poloafrocubano/. Todas las mani-

    1.

    Decim os "eurocubano" y "afrocubano" para denominar los polos, en vez de europeo y

    africano, porque lo extranjero cuando llega a la Isla, en seguida se crioUiza o aplatana,

    aunque sea sutilmente. Nuestra lengua nacional, el espaol, es eiu'opea, pero posee una

    entonacin, una prosodia y, en parte,

    un

    lxico propios. El poloafrocubanotiene bien puesto

    el nombre porque, por lo general, los dos elementos tnicos que lo forman estn presen tes,

    de un modo u otro, en todas sus manifestaciones. Tm ese, por ejemplo, el canto litrgico.

    Aimque para nuestros odos suenen muy africanos, lo ms probable es que hayan sido

    modificados con el tiempo. Como dice Femando Ortiz (1981): "Los originales cantos

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    festaciones de esa cultura -y los cubanos todos- entre esos dos polos estn

    situados; unos muy cerca del extremo europeo (aunque siempre con penetra

    ciones de lo afrocubano); otrosmscerca de lo africano (aunque siempre con

    penetraciones

    de lo

    eurocubano);

    los

    ms,

    en una infinidad

    de puntos

    interme

    dios entre los dos antpodas. Un miembro de la llamada aristocracia blanca

    de La Habana, descendiente de padres espaoles, educado en el seno de la

    religin catlica, con marginales y escassimos contactos con la poblacin

    llamada de color , se arrodilla ante la Virgen de la Caridad del Cobre, la

    Virgencita Mulata. Un campesino negro de Alto Songo, con marginales y

    escassimoscontactos conla poblacin blanca, practicantedelaRegla deOcha,

    lerindeculto a Chang, que por el otro lado de su esenciaesSanta Brbara.

    En Cuba, los fundamentos generales de la civilizacin proceden de Europa,

    pero nadie

    se salva

    de

    la mezcla

    con

    frica. Tanto el blanco

    ms

    blanco como

    el

    negro ms negro

    son -culturalmente hablando- mestizos ,

    es

    decir,mulatos.

    Si no cueripardos,almenosenmayoro menorproporcin -todos los cubanos

    somos almiprietos.

    Esta gran

    verdad

    no

    es imiversalmente aceptada por la poblacin

    insular.

    La

    conciencia de ese mestizaje no se ha extendido en idntica medida por todos

    sus sectores. Particularmente en el superestrato, el influjo constante y multi-

    presente de lo negro tiende a ser negado por muchos. Y, sin embargo, bastaexaminar el lenguaje de la antigua clase dominante criolla para comprobar la

    indiscutible interpenetracin. Lydia Cabrera,en

    a

    Sociedad Secreta Abaku

    cita

    a la

    marquesa

    deZuazo,

    quien

    para

    referirse

    a un gesto

    valeroso,

    a un

    rasgo

    gallardo y varonil, usaba lapalabra ferembeque aplicndola correctamente,

    pero quiz ignorando su crudeza. ( Ferembeque es la palabra aiga para

    testculos.)

    continuacin Cabrera

    nos

    habla

    de

    otra seora

    de

    viejo abolengo

    aquien haba oido

    decir,

    reseando unade esasfiestas costossimas que solan

    celebrarse en

    LaHabana:

    All estaba

    todo elkoriof

    reunido.

    ( Koriof

    es el

    grupo de

    los

    aigos

    de

    mayor jerarqua

    en una

    Potencia.)^ Por

    lo

    dems,

    todo

    el mundo en la Isla saba y sabe quebutubaes comida y queampearsees

    litrgicos africanos van camb iando en Cuba sus palabras, bien por sustitucin de aquellas

    por otras nuevas o por corrupcin de las arcaicas de significacin perdida , (p. 93). Lo

    mismo puede decirse de la msica, cuyas alteraciones, sobre todo en las frases me ldicas,

    es muy frecuente. Por su parte, los instrumentos (por ejemplo, los tambores) pod rn parecer

    idnticosa losancestrales de frica, pero estn hechos con materiales de Cuba y esto afecta

    en no poca medida su sono ridad.

    Cabrera (196 9), pp . 9-10.

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    morirse. No faltar novia que le asegure a su amado que lo querr hasta que

    angue

    esdecir, hasta la muerte. Quinnohabrus doalguna vezl spalabras

    ecobio

    y

    tngana?

    Cuntas veces al terminarse nuestras vacaciones un buen

    amigo no nos habr conmiserado porque "se nos acab elchang' ? Y qu

    decir del trmino chvere de uso tan comn y ya extendido por todo el C aribe?

    Sabrn quienes lo usan que es el vocablo aigo para referirse al cofrade, al

    aigo por antonom asia, alchveremonina al famoso y bien cantado "chvere

    del navajazo"?

    Ya examinamos esta cuestin en el captulo destinado al estudio del leng ua

    je .

    Pero bueno ser recordar aqu que la palabra ms sagrada del vocabu lario

    patritico cubano , la palabra

    mamb

    procede (spalo o no quien la use) de la

    raz conga

    mbi

    que significa persona malvada, cruel, salvaje. Los propagan

    distas del gobierno colonial espaol la emplearon para referirse calumniosa y

    difamatoriamente a los patriotas rebeldes de la Guerra Grande y stos la

    adoptaron como insignia de honor, as como los exiliados antitotalitarios de

    ahora se autodesignan -y a mucha honra -

    gusanos.

    Todo esto, para im

    cubano, es facilsimo de entender. Porque en Cuba "el que no tiene de congo

    tiene de carabal", por lo menos en el habla... Y conste que al aludir a esta

    mezcolanzas no nos referimos a aleaciones raciales, de carcter biolgico, sino

    a interpenetraciones culturales de carcter social. Es muy probable que ima

    mayoria de la poblacin cubana porte hoy en su genotipo elementos negroides,

    pero en definitiva lo esencial no es el color

    de

    la piel, el tipo de pelo o la forma

    de la nariz, sino la textura del comportamiento individual y colec tivo. Y lo que

    para nuestro estudio es lo m s importante: su raz.

    Es curioso que el poeta mulato cubano Nicols Guillen, despus de rechazar

    el apelativo de

    afrocubana

    para

    l

    poesa comunmente as llamada en Cuba, se

    refiera a ella como "la poesa cubana

    de raz

    afro-espaola." El problema

    terminolgico ha constituido una verdadera plaga para cuantos hem os aborda

    do este asunto. Guillen, por ejemplo, ha escrito: "No creo -nunca lo he credo-

    que exista entre nosotros una manera de ser 'afrocubana', diferenciada de lo

    cubano esencial. Antes

    bien,

    pienso

    que l

    cubana supone

    el

    concierto histrico

    y psicolgico de las esencias africanas y espaolas, de modo que entrambas

    reunidas dan lo que somos, y sobre todo darn lo que seremos, como las dos

    corrientes humanas de mayor volumen en nuestra hidrografa social." Y luego:

    "Sin el negro no existira Cuba como es hoy; Cuba con su carcter y perfil,

    com o no existira tampoco sin el blanco, que por europeo es

    tambin

    nuestro

    pueb lo, del mismo modo que por africano lo es tambin el que viene de congo

    o carabal. Ambos a dos,'juntos y revueltos, dan la cubana, un precipitado

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    nuevo , ni espaol ni africano, o mejor

    dicho,

    africano y espaol, en una sntesis

    profundamente nacional. ^ Muy

    justo.

    Pero el propio Guillen reconoce que en

    Cuba, pese al carcter mestizo o mezclado de su cultura, hay una poesa con

    r ces

    africanas

    y

    otra que

    no l s

    posee,siendo ambas indudablemente cubanas.

    Ylom ismo pud iera decirsede l msica,la danza, las artes plsticas,etc.Decir

    as,

    a bulto, que la cultura cubana es m ulata, ser muy cierto, pero no pasa d e

    ser una generalidad que porssolanopermite tomarencuentalosinnum erables

    matices que esa realidad culturalpresenta.El estudiode l razes esterespecto

    esencial: instrumento indispensable para com prender la naturaleza de cada un a

    de esas expresiones o m atices del alma n acional.

    La confusin procede, por lo menos en parte, de que el trmino qfrocubano

    se emplea generalmente en la Isla con dos acepciones distintas. En primer lugar

    se llaman as las manifestaciones culturales que al pueblo cubano le han llegado

    directamente del frica y que -a veces casi puras, o sea, con insubstanciales

    modificaciones-enCuba han seguido funcionando, en ocasiones por

    siglos.

    Por

    ejemplo: unsyere(rezo cantado de la regla de Ocha), unenkame(rezo cantado

    de los aigos) o unmambo(rezo cantado de los congos). En segundo lugar, se

    llaman tambin afrocubanas las manifestaciones culturales creadas en Cuba

    bajo la influencia de las tradiciones africanas, en combinacin con otras de

    diversasprocedencias.Por ejemplo:

    l rumba

    la

    conga

    la poesa de tema negro.

    Nosotros pensamos que lo mejor sera reservar el trminoafrocubanopara las

    primeras y colocamos esacultur afrocubana debsicayraigal africana, dentro

    de la cultura cubana, en uno de sus extremos polares. Pensam os, adem s, que

    las otras manifestaciones culturales mixtas o mestizas de elementos europeos y

    africanos, deben recibir el calificativo de

    mulatas

    (que es el trmino general

    mente usado en el pas para referirse a la mezcla de lo blanco con lo negro.)

    Segn eso, la iniciacin aiga seria afrocubana, mientras que el son seria

    mulato. Pero no se nos escapa lo difcil que resulta marchar contra la corriente

    lingstica y los hbitos lxicos establecidos. Poqusimas de esas batallas se

    ganan. Predicar uno lo que quiera en busca de precisin terminolg ica, m as el

    pueb lo seguir hablando, muy criollamente, como le da su real gana .*

    3. Gui i ln(1968),pp. 15 8y l82 .

    4.

    Roger Bastide establece distinciones culturales similares para todos los pases de Airirica

    dotado s de poblacin de origen africano, aunq ue la terminologa que usa es diferente de la

    nuestra. Por ejem plo, l llama

    negro

    a lo que nosotros llamam os mu lato. Estas dificultades

    verbales han conducido siempre a numerosas confisiones. Cf. B astide (1972), pp. 23 -25.

    4

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    Creem os, sin em bargo, necesarios estos distingos para ayudaracomprender

    el problema. Lo m s prctico, es consideraracada aspecto de la cultura cubana

    como situado dentro de un continuo, arco-iris o espectro b ipolar. Co mprobare

    mos entonces que algunos se sitan en el extremo o polo que podem os llamar

    ewra-cubano, otras en el

    afro cubano

    y la mayora restante entre los dos, m s

    cerca de uno o de otro segn las influencias predominantes que los m arquen .

    En m sica, para citar xm caso, ejecutar o escuchar la Quinta Sinfona de

    Beethoven ir en un polo y el escuchar o producir los toques de tambores en

    las ceremonias litrgicas lucumes, congas o aigas ir en el otro polo.

    Bastante cerca del polo o extremo eurocubano habr que colocar a la guajira;

    bastante cerca del extremo afrocubano se encontrar, por ejemplo, elcha-cha

    ch.

    Asi:

    POLO

    EURO

    CUBANO ~

    B

    E

    E

    T

    H

    ~ 0

    V

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    ULTUR CUBANA

    C

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    A

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    C

    H

    A

    T

    O

    Q

    u

    E

    POLO

    AFRO

    ~~CUBANO

    Aunque -c om o dice Gu illen- en Cuba, culturalmente hablando, esm estizo

    el blanco, es mestizo el negro y es mestizo... el mestizo , cada persona debe ser

    colocada en el continuo o espectro segn la influencia que predomine en su

    formacin y segn su gnero de vida. Un sacerdote catlico cubano, educado

    en un medio abrumadoramente blanco ir casi de seguro en un extremo. Y, en

    el opuesto, un palero o un babalao sea blanco o negro el color de su piel.

    Aunque ambos, junto con sus respectivas caractersticas culturales, estarn

    comprendidos dentro de la

    cultura cubana.

    Este esquema bipolaresun simple instrumento de trabajo ynopuede, desde

    luego, sustituira lariquez ycomplejidad inapresablesde laexistencia hum ana.

    Un practicante de la santeraode palomonte, por ejemplo, se situar

    -en loque

    se refiere a lo religioso- junto al polo afrocubano. Pero eso no le impedir

    participar en la vida econmica, poltica y cultural al nivel de los dems

    miembros de la sociedad. La misma persona que canta y baila en im tamb or al

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    comps de losbatas asiste a las salas de concierto para disfrutar la m sica de

    Beethoven y Mozart. La misma persona que indaga mediante el coco o los

    caracoles

    sobre sus problemas de salud, busca ayuda del mdico y de la

    medicina moderna para curar sus enfermedades. Para ellos no hay contradic-

    cin entre los dos mundos, ntimamente sincretizados en su ideologa. El

    esquema no debe tomarse como algo fijo o esttico. La realidad es siempre

    dinmica y la gente se mueve constantemente a lo largo del continuo bipolar,

    de acuerdo con sus particulares circunstancias, dentro del marco histrico en

    que le ha tocado vivir.

    Quizs se objetar: Cmo es posible colocar esos toquesy esos conjuros

    sacerdotales de las reglas dentro de la cultura cubana, cuando no son sino

    reproducciones casi exactas de lo africano ancestral? Q u tienen de cuban os

    estos versos con que un babalao abre el da en la maana, de rodillas ante

    Orula?

    Totojunko

    mo fi edde no.

    Arayjun lo.

    Anjun lo.

    Of jun io .

    Ogbogbo gbogbo.

    Arayjun l.

    Ko si ik.

    Ko si kop an.

    Ko s of ju n io .

    Qu tienen de cubano estos otros versos que se entonan cuando la indica-

    cin del sortilegio marca un ir (o camino bueno ) en el syere o encanta-

    miento del primero de losoddudeIf conocido con el nombre de Eyiobbe?

    Sin guini yo

    Sin guini naso

    Sin guini lepo

    Lodd fun

    Eyiobbe.

    Contestamos: qu tiene entonces de cubano montar en automvil? Desde

    el punto de vista antropolgico, cultura (como deca Lu is Recasns Siches) no

    es ms que vida hum ana objetivada . O sea, un conjunto de actividades

    realizadas por el hombre, que dejan una huella o im signo expresivo , ya sean

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    preclaras com o la Venus de Milo o humildsimas como el hacha de piedra. E l

    nmero de los elementos de la cultura es ingente: idiomas, conocimientos,

    creencias, idearios, normas de conducta, tablas valorativas, formas de o rgani-

    zacin social, modelos interpretativos de la realidad, utensilios, artefactos,

    mquinas (y el modo de usarlas), etc. Algunos son producidos originalmente

    dentro de la cultura misma. Otros son importados. (Si eliminramos de cual-

    quier cultiu^a todos los elementos que han sido adoptados de otras, su penuria

    resultara en verdad dram tica.) Los automviles o

    carros

    procedan en C uba

    del extranjero, pero su uso era ya universal en el pas. Es decir: los carros

    formaban ya parte de la cultura cubana, a la par que tantos otros aparatos

    importados: refrigeradores, radios, televisores, batidoras elctricas, etc. Los

    mambos

    congos y los

    syeres

    lucumes procedan del frica pero eran usados

    en Cuba, por cubanos blancos y negros, ya en la relativa pureza de su africana

    procedencia, ya modificados sustancialmente enelpas. Exactamente como los

    autom viles: algunos puros , nuevecitos, recin llegados de De troit y otros

    mestizos los melanclicos cacharros , reparados una y otra vez en la Isla

    (hasta hacerse irreconocibles) con

    piezas

    canibalizadas

    de

    carros fallecidos

    y hasta con curiosos aditamentos creados por el ingenio de los mecnicos

    criollos. El mestizaje no es solamente biolgico, racial. Ocurre en todos los

    niveles de la vida social. Y estudiado as, deja de constituir una abstraccin:

    deviene una realidad concreta y manejable.

    Con esta ptica resulta evidente que no hay en Cuba aspecto alguno de la

    realidad

    que,

    de un modo u

    otro,

    no resulte de la confluencia en el pensam iento

    y en la accin de las dos voluntades mximas que fundan la nacionalidad: la

    negra y la blanca. Juntos, venciendo los conflictos inevitables provocados por

    la desigualdad y la injusticia, blancos y negros, libres y esclavos, roturaron

    nuestros campos; explotaron las minas; levantaron las fbricas de azcar;

    abrieron los caminos; construyeron las fortalezas, las catedrales, las iglesias,

    los palacios, las casas, los bohos; crearon un idioma comn, una literatura

    com n, im arte comn . Tradicionalmente se ha destacado con ms fuerza por

    los estudiosos la contribucin del blanco, cuyo rol dominante nadie discute.

    Hora es ya, sin embargo, de que se saque a la luz la enorme contribucin

    paralela del negro al desarrollo del patrimonio m aterial y espiritual de nuestra

    patria. Los dos primeros volmenes de esta obra pusieron en evidencia ese

    aporte en dos aspectos fundamentales de nuestro deven ir histrico: en la forja

    de la economa

    y la

    integracin

    de la

    nacionalidad.

    iene

    razn

    el

    viejo

    y

    sobado

    refrn: con sangre siempre se ha hecho azcar en Cuba (en gran parte sangre

    de negros). Y con sangre se ha fecundado tambin el suelo donde crecen la

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    ceiba y la palma buscando la libertad (en gran parte sangre de negros como

    Jos Antonio Aponte, Gabriel de la Concepcin Valds (Plcido), Antonio

    Maceo, Guillermn Moneada y miles y miles de soldados mambises de

    ascendencia afrocubana.)

    Hay, empero, muchos otros importantes aportes que tambin demandan

    nuestra atencin. Tmense, por ejemplo, dos sectores de tan diverso calado

    social como la cocina y el carcter criollos. En un artculo seminal sobre la

    primera

    se

    preguntaba Feman do

    Ortiz:

    Ha influido frica en la alimen tacin

    y arte culinario del pueblo cubano, como ha influido seguramente en otros

    aspectos de la vida de nuestras clases populares y aun de las ms cultas? Y de

    seguido responda: Indudablemente. Era a primera vista fcil de presu mirlo,

    habiendo sido los negros esclavos utilizados en los servicios domsticos por

    sus amos, siendo el clima y latitud de Cuba anlogos a los de las regiones

    africanas de mayor intensidad en la trata negrera, y habiendo tenido los siervos

    y despus los libertos, en sus conucos y sitieros bastante libertad para sus

    cultivos y determinar su alimentacin de acuerdo en lo posible con los gustos

    y costumbres que trajeran de sus lejanas patrias na tivas . '

    El plato nacional cubano, elajiaco,constituye al respecto todo un sm bolo.

    En nuestra peculiar olla podrida se cuecen y asimilan en el hervo r y el sabor

    la carne de puercos que descienden de aquellas famosas ocho hem bras del

    Alm irante / que al as Indias vinieron enl Marigalante/yen las Indias hozaron

    la doncellez del fango (segn versos famosos de Llorens Torres), jun to con la

    yucayel mazquelegaronlospobres indios desaparecidos,elpltano que lleg

    del frica Occidental y muchos otros ingredientes de las ms variadas pro ce

    dencias. Si hay un plato m estizo, se es el ajiaco.

    Por lo dem s, qu cubano autntico no ha probado algima vez la m alanga,

    o fuf

    de pltano verde o pintn, el qimbom b com puesto, la tajada de me ln

    de agua? Qu guantanamero no recuerda la friturita deafi? Y quin que

    cocine a la cubana podr prescindir del sofrito ,ese mezclado condimento

    que tanto se parece a la salsa llamadaa tapor los yorubas nigerianos? Pero hay

    ms:

    la influencia negra trasciendel dimensin puramente africana. La com ida

    del esclavo, sea cual fuere la procedencia de su men, influye sobre la de su

    amo y, en definitiva, sobre el pueblo todo. Por eso han sido tan populares en

    Cuba el bacalao y el tasajo, comidas de origen no africano, pero que saltaron

    5.

    Ortiz (1923-24), p. 40 1.

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    del barracn de los ingenios a la casa de vivienda y la mesa de las clases

    dominantes hasta llegar a las de las clases medias y pobres libres. Y en la

    provincia de Oriente tenemos el curioso caso delcongr ese sublime cocido de

    arroz con frijoles colorados. Los esclavos de origen haitiano consum an en los

    cafetales de los franceses asentados en la Sierra Maestra y en las cordilleras de

    Guantnamo un plato que llamaban

    congue-et-riz{congue

    era im frijol rojo as

    apellidado p or su supuesta procedencia;

    rz

    desde luego, es arroz.) Las coci

    neras esclavas haban introducido el plato en los comedores de sus amos

    caficultores. D e ah pas al pueblo. Hasta que el castrismo se hizo del poder y

    comenzaron las escaseces alimenticias ya crnicas en Cuba, eran presencia casi

    cotidiana en las mesas criollas elcongr(hecho con frijoles colorados) y los

    moros con crstianos

    (hechos con los frijoles negros), el primer pla to en el sur

    de O riente, el segundo en O ccidente. Dos aportes del esclavo a la dieta bsica

    de todo el pas.

    Y qu decir del carcter nacional? Si en verdad existe (ms all de la

    imaginacin de los socilogos) esa elusiva entidad denom inada la psicolog a

    de un pueblo , cmo podria el cubano escapar de la influencia de esa enorm e

    masa decolor quetanto peso siempre ha tenido en su evolucin demogrfica?

    Segn ha dicho Jorge Maach ensu ndagacin

    del Choteo:

    Hay una relacin

    de recproca influencia entre el carcter y la experiencia de un pueblo. Si la

    idiosincrasia nacional modela a su manera la historia, tambin creo que la

    historia misma deja su impronta en el carcter... Los acontecimientos polticos

    de trascendencia vital, los flujos y reflujos de la prosperidad econmica, las

    variaciones en las costumbres -determinadas en gran m edida por variaciones e n

    los modelos y normas de conducta - hacen que surjan y se destaquen del fondo

    complejo de la idiosincrasia las formas de comportamiento m s adecuadas a las

    diversas situaciones exteriores y, por consiguiente, ms diversas entre s.

    La enorme inmigracin africana, a travs de la trata, as como la presencia

    de la esclavitud negra son dos de los hechos bsicos de la historia cubana hasta

    fines del siglo XIX. Cmo

    no

    han

    de

    haber influido

    esas

    races sobre la m anera

    de ser del cubano en la era republicana? El hecho de que esta realidad

    generalmente se ignore porlosestudiososnoquiere decirque noexista. Exp lica

    M aach; En parte por desidia, en parte por pusilanimidad social e intelectual,

    esa influencia aun no ha sido estudiada entre nosotros con el detenimiento y el

    6. Maach (1955),pp.43-44.

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    rigor que algn da habr que poner en ello, si queremos tomar conciencia de

    nuestro complejo nacional. ' Mucho pudiera discutirse en pro o en contra de

    los criterios emitidos por el profesor Maach, particularmente sobre el tema

    racial, en este famoso ensayo. Lo que queremos tomar de l es esa idea clave :

    de haber efectivamente un carcter nacional cubano , ste no pud o haberse

    forjado sin una sustancial contribucin de la poblacin de color .

    No slo en el carcter, sino en todo el vasto tejido de las interacciones

    sociales de una isla bi-cromtica el factor negro debe jug ar rol capital. Desgra

    ciadam ente la sociologa cubana tampoco ha prestado a tan importante tema la

    atencin intensiva que merece. Por lo general la discusin de ese fenmeno se

    reduce al problema de la llamada discriminacin racial cuyos perfiles exa

    minamos anteriormente y sobre cuyo grado y amplitud se expresan las ms

    variadas op iniones. Son innum erables las facetasde lasrelaciones entre blancos

    y negros que nunca han sido abordados. El temor a ofender a las partes en

    conflicto ha conducido a una

    vestrzic

    discrecin sobre la materia. Err

    neamente se ha credo que el mejor modo de ayudar a la solucin de los

    conflictos tnicos consiste en desconocerlos. Poresoel estudio cientfico de este

    costado esencial de la vida cubana apenas sobrepasa el estado interrogativo.

    La sociologa de las razas es en Cuba slo un catauro repleto de preguntas.

    Por ejemplo: si aceptamos con Ortega y Gasset que la sociedad es tan consti

    tutivamente el lugar de la sociabilidad com o el lugar de la ms atroz insociabi-

    hdad, * cules son los trminos de la ecuacin entre los procesos asociativos y

    los disociativos en las relaciones entre las razas en Cuba? Cmo cambian esos

    trminos con el decurso de nuestra historia? C ules son las verdaderas causas

    de la oposicin inter-racial en la Isla? Puramente econmicas? Puramente

    biolgicas? O ms bien psicosociales? De qu modo afecta el conflicto racial

    la tabla de valores generalmente aceptada por el pueblo de Cuba? Cmo se

    manifiesta la reahdad racial en las reglas de la etiqueta? Cul es el rol de la

    imitacin y la sugestin en la transmisin de la cultura

    de

    un grupo a otro? Cul

    es el de la educacin y la propaganda? Cmo opera aqu el fenmeno de la

    distancia social? Qu factores lo favorecen o lo resquebrajan? Puede un

    conflicto racial, unavezplanteado, resolverse consueliminacintotal Por qu

    el concepto de nacionalidad cubana propuesto por Saco y Delmonte (que exclua

    7. Ibidem, id., p. 43 (nota).

    8. Ortega y Gasset (1967), Vol. V, p. 72.

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    al neg ro del cuerpo nacional) fue derrotado por la visin de Gaspar Betancourt

    Cisneros (El Lugareo) ydeJosM art,quepredicabanlavigenciadeuna Cuba

    negriblanca? A estas preguntas pueden agregarse mil ms. Y hasta que no se

    respondan, toda labor de sntesis a este respecto resulta m uy difcil.

    Com o este libro tiene un carcter introductorio, nuestro nfasis ha de caer

    inevitablemente sobre aquellos aspectos de la cuestin negra que han sido

    mejor estudiados, aunque en las cuestiones polmicas siempre procuremos

    ofrecer nuestra particular opinin por lo que pudiera valer. Al examinar el

    lenguaje, por ejemplo, abordamos el debatido problema de la existencia de un

    crele en Cuba y -a nuestro juicio- probamos que el bozal era una lengua

    criolla.Alestudiarlareligin afrocubana tratamos de establecerlasbases sobre

    las cuales se levanta el edificio de la cultura del mismo nombre, donde lo

    sagrado resulta siempre preponderante. Y en las pginas que siguen nos

    proponemos demostrar que sin una clara comprensin de las influencias

    ejercidas por lo afrocubano en nuestro pas resulta imposible precisar el

    desarrollo de nuestra alta cultura.

    Este exam en detallado de la presencia negra en la realidad social y cu ltural

    de Cuba conduce inevitablemente a esta conclusin: el devenir histrico de la

    Isla supone un vasto y constante proceso de acultxiracin y de transcu lturacin

    entre la etnia de origen europeo y la etnia de origen africano. Lo que no tiene

    nada de extrao, pues estos mecanismos societarios siempre entran en accin

    tan pronto dosoms grupos humanos se ponen en contacto. La aculturacin

    es un fenmeno\milateral: trabaja en un solo sentido. Y fimciona a la vez

    substractiva y aditivamente. En el trnsito a una nueva sociedad el esclavo

    importado perda muchos de sus rasgos peculiares: la organizacin cinica y

    tribal, la estructura familiar, los sistemas de parentesco, los patrones laborales

    tpicos, las modas en el vestuario, etc., y a la vez, se vea obligado aadquirir

    nuevos hbitos de vida: otro tipo de vestuario, otro lenguaje, otro modo de

    trabajar, etc. Con mucha frecuencia la aculturacin era sincrtica. Las formas

    africanas de existencia se fundan con las eurocubanas para integraritosistem a

    indito. Losorichas sin perder su individualidad ancestral, se convertan en

    santos. Y el sincretismo religioso se produca no slo con creencias y p rcticas

    catlicas. El culto a los antepasados desempeaba im rol central en las religio

    nes africanas que vinieron

    a

    Cuba. De ah que las reglas afrocubanas adoptasen

    fcilmente del espiritismo que las rodeaban tanto las tcnicas de com unicacin

    med imnica con los muertos como las complejidades rituales de la misa

    espiritual . Hoy los espritus de los antepasados

    los

    egunes se veneran

    a

    diario

    en las bvedas esp irituales , que el santero ha tom ado de esa misma fuente

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    religiosa europea. Por su pa rte, el espiritismo kardeciano de los blancos se ha

    saturado de seres ancestrales congos, lucumes y carabales, que transmiten

    sus mensajes del ms all en una lengua tambin sincrtica: el bozal.

    El continuado contacto de blancos y negros conduca a la influencia rec

    proca, a la

    transculturacin

    que funcionaba en las dos direcciones: el blanco

    actuaba sobre el ser cultural del negro y ste, por su parte, afectaba la cultura

    del blanco. Aunque los dos procesos paralelos presentaban sus diferencias. La

    aculturacin del negro era porlogeneral obligada, forzada,impositiva.A punta

    de ltigo aprenda el esclavo el vocabulario mnimo que necesitaba para

    entender las rdenes del mayoral. Pero no siempre la transferencia, entre los

    negros m ismos, se produca por la fuerza. Tena lugar, a veces, por con tagio

    recproco, dependiendodelas circunstancias especiales de la nueva com unidad

    en que vivan. Para comunicarse entre s los esclavos se encontraban con ima

    grave dificultad: casi todos hablaban lenguas africanas distintas, pues los

    negreros entremezclaban los cargamentos para evitar la intercomimicacin y

    disminuir la posibilidad de acuerdos insurreccionales. De ah que fuera nece

    sario echar m ano a un instrumento lingstico com n, a una

    lingua franca:

    en

    la plantacin sta era fundamentalmente el

    crele

    llamado

    bozal

    y en las reas

    urbanas, jun to a ste, el espaol.

    O sea, que la heterogeneidad africana conduca a una suerte de unidad

    dialectal en este lado del Atlntico. Y las pocas lenguas que sobrevivieron -e l

    yoruba, el kik on go - lo hicieron en forma limitada, circunscritas a su funcin

    religiosa. Este contacto panafricano en los barracones cubanos fue important

    simo enelproceso transculturativo.Los congos adoptaron losorichas yorubas

    como espritus afines a sus mpungos (as. Siete Rayos est asociado con

    Chang) y muchos individuos rayados en Palo Monte posteriormente se han

    hecho Santo , o sea, han sido iniciados en la Regla de Ocha. Y ese proceso

    intercomunicativo contina en nuestros das. Los santeros reciben ahora fre

    cuentem ente una cazuela de Palo Monte -a n sin ser formalmente iniciados en

    dicha sec ta- com o una forma de proteccin contra los maleficios. Es decir que,

    cada vez

    ms.

    Ocha

    y

    Palo -aun qu e siguen siendo sistemas religiosos distintos,

    y as lo reconocen los adeptos- se entrecruzan en forma complementaria. Lo

    mismo ha ocurrido con el espiritismo europeo. Aunque los feles reconocen

    que la misa espiritual es un rito separado de la tradicin africana, hoy forma

    parte esencial de las liturgias de Ocha y de Palo.

    Mientras tanto, la aculturacin del blanco era ms bien involuntaria, o

    quizs seria mejor decir

    imitativa.

    El amo probaba el ame o el congr y al

    gustarle, los adoptaba para su dieta. O -e n vista del atraso md ico im perante

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    en los primeros siglos de la Colonia- por qu no probar los remedios de la

    negra curandera o los consejos del

    santero?

    Y dada la inconmensurable

    potencia rtmica y meldica de la msica africana, cmo evitar que sta se

    colase, ms o m enos disfrazada, en los bailes del blanco y llegase a dom inar n

    sus salones? Cuntas veces no ocurri lo que relata Cirilo Villaverde en el

    captulo VI de la Primera Parte de

    Cecilia Valds o

    sea, que una pieza nacida

    entre negros y m ulatos, despus de recorrer los bailes de las ferias, pasase a ser

    canto popular aceptado po r

    todas

    las clases de la sociedad?

    Desde luego, como el blanco monopolizaba en Cuba el poder econm ico y

    poltico, su influencia sobre el negro era ms intensa que la de ste sobre aque l.

    Eso no quiere decir, empero, que el negro esclavo fuese

    desculturado

    en la

    proporcin que sostienen algunos estudiosos. Es m uy com n, sobre todo entre

    los escritores marxistas o lvidadizos de

    l

    dialctica, exagerar

    este

    proceso hasta

    limites extremos. Con ello se trata de dramatizar la brutalidad del trato que el

    esclavo reciba. La explotacin y la represin eran tan salvajes - s e a duce - que

    el esclavo era despojado de todo lo que posea, hasta de su alma. Pero al

    convertir al siervo africano en una vctima pasiva, absoluta y total, se le priva

    as de una de sus virtudes ms adm irables: su estupenda capacidad de resisten

    cia, su formidable habilidad para parar los golpes desculturadores de sus

    enem igos con el vigor transformativo de su potencia intelectual y em oc ion al.'

    Elnegrojam s fue en C uba im ser deshumanizado y m iserable, abrum ado

    por el peso de su desgracia, radicalmente desculturado y, en consecuencia,

    animalizado. Sufri muchsimo, se le tortur vilmente, pero siempre fue capaz

    de responder en forma creadora a la accin de sus enemigos. Podra pe rde r su

    idioma originario, pero era capaz de crear otro nuevo, el bozal, para resolver

    El sostener qu e, a pesar de las brutalidades del rgimen esclavista y d e las injusticias del

    sistema racial que le sigui, los negros cubanos siempre m antuvieron un nivel de dignidad

    personal y de cohesin co lectiva muy por encima del que generalmen te se les atribuye n o

    quiere decir que aquel rgimen y este sistema fueran ms benignos de lo que se co nsideraba

    anteriormente, sino que -como bien dice Lawrence W. Levine sobre una situacin seme

    jante en los Estados Unid os- los seres humanos son ms elsticos, menos m aleables y

    meno s capaces de vivir sin algn sentido de cohesin cu ltural, de autonoma individual y

    de autoestima de lo que im nmero de autores recientes han man tenido. (Levine [19 77],

    p.xi.) Querem os dejar constancia aqu

    de

    nuestra deuda con

    el

    profesor Lev ine, con Geo rge

    P.

    Rawick, Eugene Genovese y otros antroplogos norteamericanos que han liberado al

    anlisis de la cultura afroamericana de la vieja metodologa, empecinada en una simple

    contabilidad de retenciones y en un descuido lamentable de la dinamia creativa tpica del

    negro.

    3

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    sus problemas comunicativos, y pronto le dara a ste flamante dignidad

    potica. C uando se le cortaba de un tajo la vida cinica y tribal, fundamento de

    su previa existencia social africana, se apoyaba en la solidaridad de sus

    carabelas

    los negros que haban venido con l en el mismo barco. O lograba

    articular su pasado social con elementos criollos en la organizacin de sus

    cabildos. Y -caso extremo- llegaba hasta reproducir esquemticamente las

    formas de su ancestro poltico en el seno de sus palenques. Cuando le secaban

    las fuentes de su poderosa tradicin oral, traduca sus proverbios, sus cu entos,

    sus chascarrillos ya al espaol ya al bozal y los usaba -renacidos- como

    instrumentos de combate abolicionista en los caaverales de las plantaciones

    y las calles de las ciudades. Cuando se le traa al Nuevo Mundo sin sus

    instrumentos musicales -particularmente sin sus tambores de vieja raig am bre -

    Ios reconstrua con maderas y cueros de la nueva tierra, dando timb re fresco a

    sus ritmos atvicos y preparando as el advenimiento de una msica autntica

    mente cubana, es decir, de una msica

    mulata.

    Mientras al esclavoleestigmatizaban sistemticam ente su religin, calificn

    dola de brujera y de idolatra , sus amos trataban de imponerle otra muy

    distinta a la suya, prohibindole adorar a sus dioses y practicar sus cultos. Pero

    en lo hondo de los barracones y los bohos, de los solares y las cuarteras ,

    bajo las barbas mismas de la clase rectora, estos esclavos elaboraron una religin

    nueva que, por un lado, conserv los idiomas rituales y gran parte de sus ritos

    primigenios y, por otro, asimil de los cultos que venan de Europa tanto las

    esencias que se correspondan con la suya propia, como la factura extema que

    les permita pasar y sobrevivir, pese a la incomprensin y al afn persecutorio

    de sus enemigos. Y, aunms,andando el tiempo, esta religin afrocubana a los

    palacios subi , es decir, se introdujo en la conciencia de la etnia dominante,

    hasta otorgarle su calor y sabor peculiares al catolicismo popular que practican

    en Cuba la mayora de los negros... y de los blancos. Tremendo esfuerzo de

    imaginacin colectiva mediante el cual los aportes culturales del frica Occi

    dental, en vez de perderse totalmente o de conservarse mecnicamente, se

    integraron con la realidad cultural eurocubana en una mezcla sincrtica, cuali

    tativamente diferente de los dos ingredientes originarios.'

    10 . Aun que con resultados distintos, dadas las peculiaridades de la cultura anglosajona, un

    proceso semejante ocurri en Norteamrica: los negros acabaron por crear su propia

    religin, sntesis original del protestantismo y las esenc ias del alma religiosa africana. Cf.

    Rawick (1 972), pp. 31-52.

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    Jorge Castellanos & Isabel Castellanos, Cultura Afrocubana, tomo 4, Universal, Miami 1994

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    Para comprender

    este

    complejo proceso no debe atenderse -co m o era hbito

    de la vieja Antrop olog a- al nmero de elementos culturales africanos que los

    negros lograron retener a lo largo de su presencia en Cuba, sino al extraord i

    nario talento mostrado por stos para salvar del desastre las claves de su estilo

    de vida . La cultura humana no debe ser vista como

    xm

    depsito de fragmentos

    msomenos articulados sino comounproceso vivodeinteraccin entre el ayer

    y el hoy. Los esclavos cubanos fueron siempre capaces de reaccionar de un

    modo inteligente y creativo ante las demandas de su nueva situacin en otro

    continente. Lo que tiene valor este respecto no es lo que sobrevive sino lo que

    setransforma. Aunque las supervivencias, a

    veces,

    seanmsprofundas y sutiles

    de lo que a primera vista pudieran parecer. Volviendo al cam po de la m sica

    para extraer un ejemplo: los esclavos cubanos entraron en todo gnero de

    intercambios formales con la msica occidental que los cercaba, pero en todo

    mom ento preservaron la esencia de su estilo africano peculiar: su corte antifo

    nal,su tendencia a la improvisacin, su permanente funcionalidad, su carcter

    colectivista o grupal, su perpetua relacin con la danza, etc.

    En definitiva: era tan fuertel capacidad retentivaycreadoradelos africanos

    trados a Cuba que -sincretizando materiales procedentes de los dos lados de

    Atlnti co - produjeron una riqusima

    cultur frocub n

    y pronto la convirtie

    ron en uno de los polos bsicos de la

    cultur cubana.

    Con ella presionaron sin

    cesar sobre el otro polo cultural del pas, el eurocubano hasta integrarse

    plenamente con l en el seno de un rico, variado y complejsimo espectro

    n cion l Por

    eso,

    si se desconoce la ingente tarea histrica de creacin cultural

    de los negros cubanos no es posible saber lo que es Cuba, hija de una los

    procesos transculturativos ms poderosos de Amrica.

    ' Esta actividad sincretizadora no debe ser idealizada o exagerada. R esponde

    a la interaccin dialctica de fuerzas antagnicas: unas que tienden a hom oge-

    neizar, otras a mantener y hasta a acentuar las diferencias. N o hay a specto de

    la vida com unitaria que no refleje esta dicotoma. Tmese un caso al azar: el

    de los entierros en la Cuba del siglo XIX. Las desigualdades clasistas y rac iales

    jugaban ah un rol preponderante. Mirando hacia uno de los extremos de la

    sociedad : los ricos eran enterrados con gran pom pa y ceremonia que lindaban

    con lo ridculo -se g n nos lo informa la pluma fina y acida de la Condesa de

    Merln- con atad de lujo en coche suntuoso y gran despliegue de negros

    vestidos de calzn corto y librea de gala portando antorchas en la mano, a los

    que segua

    l rgo

    cortejo

    de

    quitrines. Yendo

    l otro

    extremo: recuerda

    el

    lector

    la descripcin que hace Anselmo Surez y Romero del entierro del esclavo,

    citada por nosotros en el tomo segundo de esta obra? Ni atad siquiera. El

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    cadver, envuelto en su frazada, iba como un fardo en una carreta elemental,

    conducida por dos negros. Estos, al llegar al cementerio, cavaban una fosa,

    depositaban en ella a su compaero y regresaban a trabajar al ingenio, sin

    tiempo siquiera para una despedida o una oracin. Entre estos antpodas,

    innumerables grados intermedios marcan la formade lasceremonias fnebres,

    de acuerdocon laposicinderazay clase decada cual. Conviene destacar que

    los gruposprivilegiados podandeterminare tipo de entierro quequeran,pero

    en las zonas urbanas las autoridades prohiban a los afrocubanos b il r

    l

    muerto

    o despedirlo con llantos, gritos y danzas, a la usanza de sus pases

    de origen.

    El obispo Espada, nos informa Lev Marrero en el tomo 14 de su obra,

    decidi

    que en el

    cementerio

    que

    llevaba

    su nombre los blancos que no

    posean

    nicho,

    los mulatos y los negros

    fuesen entrralos en

    la misma

    rea

    comn.

    "La

    muerte,fin lmentegualaba a la casi totalidad de los habaneros, separados en

    la vida por las barreras de las clases y castas y por la trgica dicotoma social

    entre la libertad y la esclavitud. Tras un perodo nunca muy prolongado, bajo

    tierra, los restos de todos iran a acumularse

    fin lmente

    ala intemperie, en los

    osariosqueocupabanlas cuatro esquinas delcementerio.""NtesequeMarre

    rocolocaen elprrafoun"casi"muyestratgico. s que aquellas personasque

    posean los medios para comprarse un nicho, hasta en la muerte permanecan

    separados de la masa popularqueconsideraban inferior.

    Otro ejemplo de las limitaciones del sincretismo puede ser el de la cocina

    criolla. Ya hemos visto que los gustos culinarios de la clase "alta" se vieron

    influidos por

    aquellos

    tpicos

    de la clase

    "baja", incluyendo

    los de los

    esclavos.

    Los hacendados y sus familia acostumbraban a visitar

    sus

    ingenios afinesde

    ao y a pasar en ellos una temporada. Por esa va, entraron en la dieta de los

    ricos muchos elementos de la dieta servil. Lo mismo suceda en las ciudades,

    donde todas las cocineras eran esclavas.Perouna cosaesdisfrutardelbacalao

    o eltasajocon pltano verde hervido cuando imo lodeseay otra verseobligado

    a comerlo da tras da, porque so es lo nico que se sirve en el barracn.

    Mientras la dieta del rico era variada, abundante y hasta dispendiosa, la del

    esclavo -si suficiente para vivir- siempre era limitada, aburridaypobre.

    Estos contrastes pudieran extenderse al terreno del vestuario, de la educa

    cin, de la vivienda y otros muchos

    ms.

    Algunos fueron mitigndose con el

    11 .

    M arrero, Vol. XIV, (1989), p. 89.

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    transcurso

    de los aos y con los cambios sociales

    y polticos

    delpas.Pero

    otros

    se han mantenido vivos hasta nuestra era, como hemos tenido ocasin de ver

    en

    el

    segundo volumen

    de

    esta

    obra. l proceso

    sincrtico tiene sus

    lmites.

    Es

    capaz de superar o vencer ciertas barreras, pero resulta impotente ante otras.

    Y, perversamente, al mismo tiempo que algimas desaparecen otras se crean,

    como sucede en el campo a veces raigalmente polmico, de la poltica. En

    general, empero, el balance ha ido favoreciendo a los elementos integrativos

    sobre los desintegradores. De ese modo se produjo, en medio de continuadas

    disparidadesydesemejanzas, homogeneidad suficienteparadejar constituida,

    ya desde el siglo XIX, esa entidad nacional que llamamos Cuba. Por lo

    dems, hay muchas diferencias que slo pueden verse como variedades

    positivas y creadoras dentro de un consenso ms amplio, como un aporte

    importantsimo al enriquecimiento de la vida en las comunidades donde

    funcionan.

    Losinnumerablesvaivenes de esteextenso, complejoy prolongadoproceso

    transculturativo responden

    al concierto de una gran

    variedad

    de

    circimstancias

    histricas. En primersimo lugar, se debe al desarrollo demogrfico (que

    estudiamos detalladamente en el primer volumen de esta obra) cuyo motor

    principal era

    la

    trata. Aunque

    a

    partir

    del siglo XVI siempre hubo

    comercio de

    esclavos en Cuba, su intensidad y suritmocambiaron con las dcadas y los

    siglos. La densidad de la representacin africana vari ms de una vez. Y la

    densidad es factor principalsimo en la dinamia del intercurso comimitario.

    Hubo momentos en el siglo XIX en que la mayora de

    la

    poblacin era negra.

    Desde la poca de la Guerra Grande hasta 1959 la poblacin de color ha

    oscilado entre im cuarto

    y

    un tercio de la poblacin

    total.

    En lo que a la trata

    se refiere debe tenerse en cuenta, adems, otro fenmeno: la poca en que se

    le puso

    fin

    La importante diferencia que se nota en la retencin proporcional

    de afncanismosen stadosUnidosyen Colombia, de unlado,y en Cuba, del

    otro,en gran parte se debe a que la trata y, por ende el contacto directo y

    sostenido con frica, desaparecieron

    en los dos primeros pases a

    principios

    del siglo pasado, mientras que en Cuba siguieron operando por ocho

    dcadas m s.

    Otro agente bsico de la transculturacinesla

    economa.

    Los mecanismos

    de acercamiento y de distanciacin entre amosyesclavos nofimcionabancon

    idntico signo de rechazo o de aceptacin de ingredientes culturales en la

    moderada

    pocapre plantacional

    semifeudalizada que bajo el rgimen seve-

    risim o de explotacin que reinaba en lapocaplantacionalsubsiguiente. Ya

    vimos cmo la rpida transicin de uno a otro perodo le confiri al segimdo

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    algunos rasgos del primero, morigerndolo relativamente e impidiendo que

    dominase en Cuba la variedad radical de plantacionismo azucarero carac

    terstico del Caribe britnico y francs. A su vez, la transicin del esc lavis-

    mo plantacional al rgimen de los centrales con colonato y trabajadores

    libres,

    explica la supervivencia de numerosos rasgos de la mentalidad

    esclava en el proletariado azucarero por muchos aos despus de la aboli

    cin. Quien haya ledo el primer volumen recordar cuan diversa era la

    suerte del esclavo en la vega tabacalera y el ingenio. Y cuan distinta la

    situacin del siervo en la regin occidental de Cuba donde pred om inaron

    los

    ingenios

    y en la regin oriental del pas donde prev alecan los

    cachim-

    bos .

    Adems podr ver de qu modo variaba la interaccin racial en los

    diferentes niveles de la vida econmica de la Isla: azcar, caf, ganadera,

    artesana urbana, etc.

    No puede desconocerse que en los procesos transculturativos que se prod u

    can en Cuba jugaba un papel clave el carcter de la civilizacin que los

    espaoles t ra jeron consigo a Amr ica . La heterogeneidad del mundo europeo

    tiene mucho que ver con la variedad cultural que predom ina en definitiva en el

    Nuevo Mundo. Recordemos por lo menos estas dos realidades del proceso

    histrico de Espaa que conformaron la mentalidad de los Conquistadores y

    primeros colonos hispnicos: A) El Descubrimiento y la Conquista suceden

    inmediatamente a la Reconquista, que es un fenmeno de doble vertiente: largo

    y sangriento conflicto, por una parte, y, a la vez intenso proceso asimilativo

    entre pueblos extraos. Y B) En Espaa nunca muri la esclavitud d esde la era

    de la dominacin romana. Y a partir de la expansin portuguesa en frica

    Occidental en el siglo XV pronto hubo cuantiosa esclavitud africana en ella.

    Es decir: el colono hispnico estaba acostumbrado de antiguo al trato ntimo

    con gentes de diversa procedencia, con los negros esclavos y dadas sus

    tradiciones legales) con

    los

    negros

    libres.

    u

    aceptacin

    de la

    miscibilidad fsica

    y espiritual iba a facilitar en la Amrica espaola la aparicin y la expansin

    masiva del mestizaje y el mulataje y a conferirle a las relaciones entre b lancos

    y negros una ordenacin jurdica y un sabor humano muy distintos de los que

    imperaban en los pases dominados por los ingleses, por ejemplo. Muchas de

    las relaciones sexuales entre gente blanca y de color, sobre todo entre am os y

    esclavos, se basaban desde luego en el abuso, la brutalidad y la explotacin.

    Pero no faltaban otras regidas por la estimacin y el caro. Estas ltimas

    tendan a durar por toda la vida de sus participantes. Y casi siempre suponan

    lapaternidad y sus concom itantes relaciones afectivas, que tanto influan sobre

    el modo en que se estrechaban las distancias entre las etnias en conflicto. Hay

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    que

    m irar hacia

    l s dos

    vertientes

    de l s

    relaciones raciales

    si

    queremos penetrar

    en el secreto de sus contradictorios sentidos.'^

    Debe recordarse, adems, que los Conquistadores y primeros colonizadores

    llevaron a Cuba durante el siglo XVI un buen nmero de negros y mulatos q ue

    previamente haban vivido (y hasta nacido) en Espaa, especialmente en

    Andaluca. Al venir al Nuevo M undo, estos esclavos traan su cultura bastante

    europeizada po r la aculturacin, pero todava repleta de sustanciales africanis-

    mo s. El papel de esosladinosen el desarrollo inicial de la cultura afrocubana

    nunca ha sido estudiado en detalle, pese a la importancia que debe habe r tenido

    su influencia. Por eso ignoramos, por ejemplo, hasta qu punto sus peculiari

    dades idiomticas contribuyeron a la gnesis del bozal. Los escritores del Siglo

    de Oro le dieron cabida a la "gente de color" en la narrativa y el teatro de su

    poca y Lope de Vega, para citar slo un caso, hizo hablar as a uno de sus

    personajes negros enEl

    apelln

    de la Virgen:

    El hocico de vosa mers, he, he, he

    me tiene periro, de amore venciro;

    ay, ay, he ; ay, ay, he

    que me m orir, que me m orir

    El hocico neglo, he, he, he

    y lo diente dentlo; ay, he, he

    Blanco sobre plieto, he, he , he ,

    neglo tiene muelto; he, he, he

    Si no dan remedio, trite yo qu har?

    Anim a me saca, ay, ay, he

    Ciertos paralelos con el habla bozal de Cuba son obviamente tentadores. Sea

    lo que fuere, la base histrica para penetrar en el tema es m uy endeb le. Com o

    lo es tambin pa ra deteminar el rol de los esclavos venidos de la Pennsu la en

    las sincretizaciones primarias que condujeron a las diversas

    reglas

    Ortiz est

    seguro del influjo de su msica sobre el desarrollo de la afrocubana. Volve re

    m os sobre este tema en el lugar adecuado.

    Otro factor modificante del proceso aculturativo que ya estudiamos a tod o

    lo largo del primer tomo - y aqu slo vamos a m enc ionar - es que la trama de

    relaciones inter-raciales se integra en Cuba en ntimo contacto con ese otro

    12. Sobre situaciones paralelas en el restodelas Antillas, vase el valioso ensayo de Mintz y

    Price(1976),pp. 1 5yss.

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    fenmeno social tantas veces mencionado: la formacin de la nacionalidad

    cubana. El negro, cuando llega, es un extranjero. Pero en seguida se pone en

    contacto con

    la

    cultura hispanocubana

    o

    criolla

    que se va

    fr gu ndo

    a travs

    de

    Jos

    aos.Cuando

    la

    nacin sale

    a

    la

    luz en

    el siglo XIX, la "monarqua podrida

    y aldeana" de Espaa (la frase es de Mart) se empea en ahogarla en agraz

    mediante la represin ms brutal. Tras varias dcadas de experiencia poltica,

    el blanco y el negro insulares descubren que un mismo tirano los condena

    a dos formas distintas pero nter-relacionadas de servidumbre. Y poco a poco

    van percatndose de que las diferencias culturales entre las razas no son tan

    radicales

    en el

    fondo

    como

    aparecan

    en lasuperficie.

    La transculturacin haba

    acortado las distancias. Y as tanto en el 68 como en el 95 el negro -que ya

    haba

    dado

    pruebas innumerables de su amor

    a

    la libertad-

    fie

    admitido como

    socio en la empresa separatista, con idnticos derechos, responsabilidades y

    capacidades de mando que los blancos. O sea: rpidamente se comprob que

    el negro formaba parte indisoluble de la entidad nacional. Por esa va poltica

    otra vez

    las

    distancias

    se

    acortaron,

    aunque desde luego no

    desaparecieron. En

    la Repblica los conflictos entre las razas tienen que resolverse dentro de los

    marcos ideolgicos

    de

    una hermandad ideal, slidamente forjada

    en

    la manigua

    y ya absolutamente indestructible pese a las tensiones internas y las presiones

    extemas: la hermandad que simbolizan los nombres siempre unidos en el

    corazn patrio del blanco Jos Mart y

    el

    mulato Antonio Maceo.

    Tambin examinamos antes la influencia de Norteamrica, sobre todo a

    partir

    de las dos

    Intervenciones. Agreguemos aqu tan

    slo

    que

    el polo

    eurocu-

    bano,

    desdefinesdel siglo XIX, deviene ms y ms un polo

    euro norteo cu-

    bano.El

    predominio de los Estados Unidos sobre

    el

    proceso tecnolgico y las

    costumbres de la Isla crece sin cesar. Del Norte importamos la maquinaria de

    los ingenios,

    los medios

    mecnicos

    de

    transporte, gran variedad

    de

    instrumen

    tos caseros, los lpices y

    las

    plumas, las pelculas, las noticias internacionales

    suministradas por

    las agencias

    de prensa", la

    detestable costumbre

    de masticar

    "chicle" y... oh bendicin del cielo ... el bisbol. Este deporte pronto se hizo

    pasatiempo nacional.

    Y los negros lo

    adoptaron con pasin.

    Cuba

    ha producido

    una legin de grandes peloteros blancos y negros. Con objetividad que los

    honra,los fanticos

    criollos

    siempre han colocado codo acodo,

    como

    smbolos,

    los nombres de Jos de laCaridad Mndez,elgran pitcher

    negro,

    y el deAdolfo

    Luque, el gran pitcher blanco. Curiosamente, el nico pelotero cubano repre

    sentado (pese

    a todas las

    discriminaciones)

    en el

    Base-Ball

    Hall

    of Fame en los

    Estados Unidos es el ms completo de nuestros "players": Martn Dihigo,el

    nmortal

    un negro. Mirando en otra direccin sobre el mismo tema: miles de

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    cubanos neg ros y blancos que crean saber ingls, para su sorpresa descubrieron

    en el exilio que el suyo era como aquel de itoManuen elson famoso: un

    ingls detrai-gun yguan-tu-tr es decir, cultura yanqui acriollada que haba

    que desaprender aqu.

    Recurdese ademsotrohecho sustantivo: desde muy temprano en la h istoria

    colonial la mayora de la poblacin cubana de color es urbana. Ya libres, ya

    esclavos, los habitantes negros y mulatos de las ciudades mantienen con los

    blancos (y entre s) relaciones m s reiteradas e intensas que las posibles en las

    zonas rurales y sobre todo en las plantaciones azucareras, donde la segregacin

    era muy intensa. Consecuentemente, en las reas urbanas la transculturacin

    estaba mucho ms extendida y la aculturacin substractiva y el sincretismo

    resultaban ms frecuentes. En las plantaciones la retencin adquira ms fuerza,

    ya

    que el

    contacto fundamental

    se

    realizaba

    on

    esclavos bozales recin llegados,

    es decir, con gente ms afncanizada que la de las ciudades. De todos m odos,

    dadas las caractersticas de la produccin azucarera (ausentismo moderado del

    amo,

    transporte del dulce a los puertos de embarque, traslado frecuente de

    vveres y esquifaciones de las ciudades a los campos, transferencia no escasa de

    negros de la casa urbana del amo a la finca y viceversa, etc.) nunca deben

    considerarse las plantaciones como compartimentos estancos de la sociedad

    cubana, como lo prueba la identidad de creencias y prcticas religiosas de la

    poblacin de color a todo lo ancho, lo largo y lo hondo del pas.

    Y al retomar al tema de la religin, bueno ser sealar cmo ciertas

    caractersticas bsicas del culto yoruba tradicional influyeron poderosam ente

    en el curso que sigui el proceso sincretizador. El sistema religioso yoruba es

    extremadamente maleable y flexible en sus creencias y ritos. Y su piedra

    angular (el concepto de ach la energa vital que anima y transforma todo lo

    que existe) estimula la incorporacin de cualquier tipo de fuerza positiva que

    sirva para reforzar y ampliar el desarrollo espiritual del individuo y del grupo,

    facilitando notablemente los procesos aculturativos. As lo ha entendido Mar-

    garet Thom pson Drewal al escribir: La maleabilidad de la prctica ritual

    yoruba le ha permitido ajustarse tanto al Cristianismo como al Islam. Tam bin

    le dio la capacidad de sobrevivir en el seno de las opresivas sociedades

    esclavistas a que fue conducida en el Nuevo M undo, actuando inicialmente en

    forma clandestina y despus en forma m s ab ierta. ' '

    13.

    Thompson Drewal (1992), p. 27.

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    La nocin yoruba de

    orich

    tambin result esencial en el proceso de

    sincretizacin. Cada

    orich

    es uno y mltiple a la vez: una deidad con

    num erosos y variados caminos o formas de man ifestarse. Este fenmeno es

    un modo indirecto de indicar que cada oricha representa, en realidad, un

    complejo semntico, una multiplicidad de significados, algunas veces aparen

    temente contradictorios. Ochn, por ejemplo, puede ser alegre, coqueta, rum

    bera, amante de las riquezas y, tambin, mujer de su hogar, seria, pobre. En

    (Ocasiones, dependiendo de las circunstancias histricas, algunos de sus sig ni

    ficados son realzados y otros caen en desuso. Los ritos dedicados a O gn com o

    cazador, por ejemplo, han desaparecido enCuba.M ientras que su roldepatrono

    de los metales y la tecnologa ha sido realzado : hoyes dueo de autom viles

    y aviones y gua del bistur de los cirujanos. Babal-Ay, el dios de las

    enfermedades infecciosas y las plagas, no rige ya sobre la viruela, desterrada

    por fin

    del

    globo terrqueo, pero s sobre el azote moderno del SIDA . El O chosi

    del arco y la flecha (asociado por eso con la trayectoria de los objetos que se

    lanzan y disparan en el espacio) tiene ahora poder sobre los proyectiles

    intercontinentales y, m s recientemente, con el rayo lser.''' Esa adaptabilidad

    de la religin yorubay de suvastago lucum explicaengran medidanosolamente

    su supervivencia, a pesar de las condiciones extremadamente adversas de la

    esclavitud y de las persecuciones religiosas posteriores, sino adems su creci

    mien to y arraigo en nuevas sociedades como la estadounidense contem pornea.

    Reafirmem os, por fin, que la cultura afrocubana no es ms que un elem ento

    comp rendido dentro de la muy mezclada cultura cubana, de la que se nutre y a

    la que simultneamente alimenta. Lejos de constituir un simple agregado

    aritmtico de supervivencias africanas, hoy se le considera com o una entidad

    social viva, orgnica, dinm ica, creadora. Producto de las pecu liares resp uestas

    ofrecidas por las masas negras de Cuba a las demandas histricas de su m edio

    ambiente, esa cultura se transforma constantemente. Lo que olvidan los cam

    peo nes d e la tesis de la desculturacinesquelosnegros, aunque perdieron parte

    de su ancestro, inmediatamente constituyeron en su nueva tierra comunidades

    propias, separadas en buena medida de la sociedad de los blancos, dentro de

    las cuales creaban instituciones muy particulares para resolver los variados

    14. Cf. Ed wards y Masn (1985) p. 24 . Algunos fieles asocian los cohetes yel rayo lser con

    Ogn. Es quelasfunciones delosorichas llamados c olectivamente losguerreros (Elegua,

    Ochosi y Ogn) estn muy inter-relacionadas. Y las atribuciones a los santos de poderes

    sobre fenmenos contemp orneos, imprevistos por la tradicin, varan de il a il.

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    problem as de su diario existir. En esas comunidades relativamente autnom as

    vivan com an establecan relaciones sexuales y familiares socializaban a sus

    hijos adoraban a sus dioses organizaban sus actividades recreativas moran y

    despedan a sus muertos. Es cierto que todo esto lo ejecutaban dentro de los

    lmites que les fijaban los absolutos poderes de la clase dominante. Pero en el

    interior

    de

    ese circulo de actividad consentida su libertad

    de

    accin era bastan te

    amplia. Y con ella fabricaban una cultura peculiar y propia.

    A veces el inters del amo conduca a situaciones que reforzaban la autono-

    ma de que hablamos. Por ejemplo al descuidar la educacin del esclavo al

    que mantenan en deplorableyatroz analfabetismo se facilitaba el florecimien-

    to del idioma bozal. Al olvidar las enseanzas de la religin catlica oficial

    para ahorrarse el mantenimiento de las capillas se estimulaba sin quererlo la

    expansin de los cultos de origen africano. Es claro que la coherencia de la

    comunidad esclava se vea afectada por graves problemas: el alto ndice de

    mo rtalidad en los ingenios la constante introduccin de nuev os siervos proce-

    dentes del continente africano la fragmentacin de la familia provocada por

    ventas o traslados etc. M as pese a todos estos factores negativos las com uni-

    dades negras alcanzaron un alto

    grado de

    integracin como

    lo

    prueba la riqueza

    sin duda extraordinaria de la cultura afrocubana que dentro de esas com unida-

    des se forj para darle sentido a la existencia de miles y miles de africanos

    exiliados a la fierza. En ellas el negro tuvo que amar y odiar adorar y valorar

    en formas distintas a las caracteristicas de supasde origen. Pero precisamente

    porque fue capaz de realizar la transferencia jam s se hund i en el vaco

    societario. Lo mutilaron pero no lo esterilizaron. A cada poda respon di no

    con la enervacin sino con fuerza nueva con originales races y ram as hasta

    constituir un rbol especial singular inslito nutrido con savias extradas de

    tres continentes. Toda una fabulosa hazaa histrica.

    Hoy en otro forzado exilio esa cultura lejos de agostarse reflorece se

    expande y emprende otra sorprendente y fecunda empresa transculturativa en

    el seno de la sociedad norteamericana. Es evidente: el espritu afrocubano es

    invenc ible. Res iste todos los cambios sociales econm icos y polticos a que

    se le someta: los vaivenes de la trata la aboUcin de la esclavitud la muerte

    de la plantacin esclavista la Colonia la Repblica la discriminacin el

    prejuicio la crisis de la democracia la persecucin comunista el sho k de la

    emigracinal extraosuelonorteo.Nuncamuere. emodifica a s mismo dejando

    siempre inclume su esencia. Y si ayer realizaba sus aspersiones con una ramita

    de albahaca hoy cuando no la encuentra en Miami en Nueva York o en Los

    Angeles utiliza para regar el agua de las Siete Potencias... una lata de aerosol...

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    En su prlogo a la obra de Femando Ortiz Los Bailes y el Teatro de los

    Negrosenel Folklore de uba

    el ilustre maestro Alfonso Reyes cita una pgina

    de don Juan Valera extrada de su novela Genio y F igura Vale la pena

    recordarla: Figurmonos que hay en una pipa una solera de vino generoso ,

    muy exquisito y rancio; que se reparte la solera entre tres vinicultores, y que

    cada uno de ellos alia su vino y le da valor con el vino exquisito que en su

    parte d e la solera le ha

    tocado.

    Los tres vinos tendrn d istintas cu alidades, pero

    habr en los tres algo comn e idntico, precisamente en lo de ms valor y en

    lo ms substancioso. As encuentro yo que, en las guajiras y en otros cantares

    y msica de la isla de Cuba, en losminstrelsde los Estados Unidos y en los

    cantos y bailes populares del Brasil hay im fondo idn tico que les da singu lar

    carcter y que prov iene de la inspiracin m usical del raza camitica. '^ Mezcla

    de vinos, dice Valera, con penetrante anticipacin, en el siglo XIX, al fijarse

    en los influjos de lo africano en Am rica. Y en el siglo XX: coctel , indica

    Guillen y ajiaco sostiene Ortiz que debe titularse la cultura cuban a. Fusin.

    Encuentro. Injerto. M ixtin. Integracin. Mestizaje. M ulatez. Com o bien dijo

    una vez don

    Femando:

    Sin el negro Cuba no sera Cuba. Pero lo cierto es que

    sin el blanco Cuba tampoco podra ser lo que es. Movida por los resortes que

    aqu esquematizamos y otros incontables que haran la lista infinita, la trans-

    culturacin sigue y seguir trabajando sobre los negros y los blancos para

    afianzar el desarrollo de una patra multiforme, de una nacin m ultirracial, de

    una cu ltura multicolor. En eso estrba el sello, la riqueza y la grandeza de C uba ,

    slo alcanzables si se recuerda - y se ap lica - el apotegma de Mart; Cubano

    es ms que negro, ms que mulato, ms que blanco. Porque, en definitiva,

    nuestra tierra es una suma de los tres.

    Precisar en lo posible los contomos de lo afrocubano y definir su relacin

    simbitica con lo cubano de que forma parte, constituye uno de los prop sitos

    centralesdeesta

    obra.

    Enlosprximos captulos esperamos podr com probarse

    que el negro no slo ayud a constmir con sus brazos la riqueza material del

    pasycon su sangre d rlevida independiente (como vim osen los dosprimeros

    tomo s de esta obra) y que su papel ha sido esencialsimo en nuestro desarrollo

    religioso y

    lingstico,

    (comoquedestablecidoen eltercer volum en), sino que

    por su presencia decisiva en nuestra literatura, nuestra msica y nuestro arte,

    el alma negra es parte inseparable -ta n inseparable com o la bla nc a- de nu estra

    15. Vase esa cita del prlogo en Ortiz (1981 ),p.27.

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    alma nacional. Nuestro destino de pueblo nos manda marchar juntos y todos

    revueltos , blancos y negros, como peda Flix Tanco. Desconocer esta gran

    verdad significa sublevarse contra lo ms puro de la historia y lo ms p rom e-

    tedor del futuro de Cuba.

    Miami, 1992

    Jorge Castellanos & Isabel Castellanos, Cultura Afrocubana, tomo 4, Universal, Miami 1994