Cuerpo de la imagen y cuerpo hablante - AMP-2016 · Cuerpo de la imagen y cuerpo hablante Miquel...

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Cuerpo de la imagen y cuerpo hablante Miquel Bassols Es en el cuerpo imaginario donde las palabras de la lengua hacen entrar las representaciones, que nos constituyen un mundo ilusorio con el modelo de la unidad del cuerpo.[1] No hay cuerpo para un sujeto antes de que la imagen especular le haya ofrecido una unidad, haya dado consistencia imaginaria a la experiencia propioceptiva de su organismo, siempre desmembrada. La clínica del autismo y de las psicosis nos enseñan las dificultades para construir esta “unidad del cuerpo” que aparece en muchos fenómenos como precaria, a la merced de lo real del cuerpo despedazado. Por otro lado, no hay imagen unitaria posible del mundo antes de que el cuerpo se haya constituido como tal unidad a partir de una experiencia que sucede siempre anclada en el registro de lo simbólico, como una experiencia de lenguaje. Estas dos cuestiones, que pueden muy bien antecederse la una a la otra en un aparente círculo vicioso, nos vienen planteadas por la cita que henos escogido de Jacques-Alain Miller en su presentación del tema del próximo Congreso de la AMP. Tienen su lugar en el anudamiento mismo de lo real, de lo imaginario y de lo simbólico, en la construcción de lo que llamamos un cuerpo. Hablamos con frecuencia de los “acontecimientos de cuerpo” en la clínica. Hay que señalar que el cuerpo es, él mismo, un acontecimiento en este anudamiento, un acontecimiento distinto a las funciones aislables en un organismo. Conviene interrogar desde ahí los términos en juego en la cita. I ¿Qué es el cuerpo imaginario? No se trata sólo de la imagen especular del cuerpo, de su representación imaginaria tomada como Gestalt, como imagen perceptiva en la que se

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Cuerpo de la imagen y cuerpo hablante Miquel Bassols

Es en el cuerpo imaginario donde las palabras de la lengua hacen entrar lasrepresentaciones, que nos constituyen un mundo ilusorio con el modelo de la unidad delcuerpo.[1]No hay cuerpo para un sujeto antes de que la imagen especular le haya ofrecido unaunidad, haya dado consistencia imaginaria a la experiencia propioceptiva de su organismo,siempre desmembrada. La clínica del autismo y de las psicosis nos enseñan las dificultadespara construir esta “unidad del cuerpo” que aparece en muchos fenómenos como precaria,a la merced de lo real del cuerpo despedazado.

Por otro lado, no hay imagen unitaria posible del mundo antes de que el cuerpo se hayaconstituido como tal unidad a partir de una experiencia que sucede siempre anclada en elregistro de lo simbólico, como una experiencia de lenguaje.

Estas dos cuestiones, que pueden muy bien antecederse la una a la otra en un aparentecírculo vicioso, nos vienen planteadas por la cita que henos escogido de Jacques-AlainMiller en su presentación del tema del próximo Congreso de la AMP. Tienen su lugar en elanudamiento mismo de lo real, de lo imaginario y de lo simbólico, en la construcción de loque llamamos un cuerpo. Hablamos con frecuencia de los “acontecimientos de cuerpo” enla clínica. Hay que señalar que el cuerpo es, él mismo, un acontecimiento en esteanudamiento, un acontecimiento distinto a las funciones aislables en un organismo.Conviene interrogar desde ahí los términos en juego en la cita.

I

¿Qué es el cuerpo imaginario? No se trata sólo de la imagen especular del cuerpo, de surepresentación imaginaria tomada como Gestalt, como imagen perceptiva en la que se

fundan los fenómenos vinculados a la identificación llamada homeomórfica, hecha desimetrías y reversiones. Se trata también y sobre todo de la experiencia de tener un cuerpocomo unidad en el que se localiza una satisfacción pulsional, una experiencia de un goce.De hecho, el famoso “Estadio del espejo”, en el que Lacan distingue esta experiencia de lasformas imaginarias de identificación, es la primera forma en su enseñanza de situar unaexperiencia de goce en el cuerpo tomado como Uno, en ese “jubiloso ajetreo”, de“experiencia lúdica”, cuando la imagen especular es “asumida jubilosamente por el sersumido todavía en la impotencia motriz”[2] . El cuerpo imaginario es así un modo denombrar este momento inaugural de inyección de goce en el cuerpo.

En este momento de inflexión crucial, no sólo la imagen ofrece al cuerpo una unidad desdeel exterior. Aún es preciso que la imagen misma tome cuerpo en esta unidad localizando laexperiencia pulsional de goce. Lo que, por otra parte, parcializará de otra forma esa frágilunidad. Así, la imagen del cuerpo es sincrónica de lo que podemos llamar, siguiendo laexpresión del poeta José Lezama Lima, el cuerpo de la imagen. La imagen no se reduceaquí a la Gestalt que en el mundo animal tiene la sola función de captación imaginaria. Laimagen cobra en el registro simbólico del lenguaje una función significante y producirá apartir de entonces resonancias semánticas en el cuerpo, en el cuerpo de la imagen habitadopor la pulsión siempre parcial.

El poeta aborda este reino de la imagen del siguiente modo: “El sonido del agua unifica lasimágenes, la imagen del cuerpo y el cuerpo de la imagen coinciden en la unidad del espejo.La imagen en el río y la imagen en el espejo, el espejo reemplazando al río, pero seguimoscomo fantasmas errantes tras la unidad de la imagen.”[3] El sonido del agua ya no es aquíun simple ruido, es un sonido que produce resonancias semánticas en el cuerpo, como lohará lalengua en sus resonancias más singulares para cada ser hablante, más allá de susignificación y del significado inducido por las relaciones entre sus significantes. En esteanudamiento, el significante “se sitúa al nivel de la substancia gozante”[4] . La lenguaobjeto de la lingüística se transforma aquí en lalengua definida por la substancia gozantevehiculada por el significante, una substancia que toca lo real del cuerpo. Lo real delalengua da así cuerpo a la imagen que a partir de entonces constituye ese mundo ilusorio,esa unidad siempre vacilante que llamamos mundo, incluso universo, según el modelo dela unidad del cuerpo aprehendida en el espejo.

Es este un primer modo de abordar el anudamiento entre los tres registros: lo real delalengua “hace entrar las representaciones” de lo simbólico, del significante comosubstancia gozante, en lo imaginario de la unidad corporal.

II

El cuerpo de la imagen se convierte así en un cuerpo hablante. Pero ¿qué es propiamenteun cuerpo hablante?

Lo que hace humano a un cuerpo es, en efecto, que sea un cuerpo hablante. El término“hablante” no funciona aquí como un adjetivo que complementaría a un sustantivo yadefinido de antemano, el cuerpo, calificándolo con la propiedad añadida del hecho dehablar. El error habitual de la psicología es pensar que el habla es una función cognitiva delcuerpo, una conducta aprendida, aunque fuera sostenida de manera innata en unaestructura profunda del organismo (cf. Chomsky y el generativismo). No hay tal cosa. Ni elhabla ni el lenguaje son reducibles a funciones cognitivas porque esas funciones,entendidas como funciones orgánicas, dependen ya de entrada de la relación previa delsujeto con el significante, con la estructura del lenguaje que lo antecede, como cuerpo ycomo ser que habla. De hecho una lengua no se aprende, se contagia a partir de unaexperiencia de goce que toca al cuerpo de la imagen.

“Hablante” funciona así en la expresión “el cuerpo hablante” como un participio activo o depresente, equivalente en algunos casos al gerundio. No se trata de que haya un ser previo alque añadimos la propiedad de hablar. Es que, como señala Lacan en diversas ocasiones,ese ser sólo es ser en la medida en que habla. Del mismo modo, debemos decir tambiénque ese ser sólo llega a tener un cuerpo en la medida en que habla, en la medida que eshablante o hablado[5] .

Hasta tal punto el cuerpo hablante es un misterio, hasta tal punto resulta extraño, que elhabla misma ha terminado por substantivar este participio para hacerlo equivaler al sujetoespecífico de la lingüística: el hablante. El hablante es sin embargo una abstracción quenada tiene que ver con la extrañeza de lo que llamamos “el cuerpo hablante”. Mejor seríapartir aquí de la premisa heideggeriana, aunque sea para corregirla después: es el hablamisma la que habla, la que habla en un cuerpo que no es del orden del ser sino del tener.No se llega tampoco a tener un cuerpo hablante a través de un aprendizaje ni por unproceso evolutivo sino a través de una experiencia en la que está implicado el goce, lasatisfacción de la pulsión. El significante que determina la relación del sujeto con el habla,con lalengua, es de nuevo aquí substancia gozante que toma cuerpo también en lasimágenes del mundo, leídas a partir de entonces con el cuerpo de la imagen. El sujeto leelas imágenes de su “mundo ilusorio” con las letras que han escrito en su cuerpo las diversasy sucesivas experiencias de goce. El imperio de las imágenes es entonces el imperio de lossignificantes que toman cuerpo para cada sujeto en la letra de su experiencia de goce.

III

Es distinto decir que hay un cuerpo hablante y decir que hay un cuerpo que habla.¿Podemos sostener realmente que un cuerpo habla, podemos afirmar que es el cuerpo elque habla? Parece una certeza reservada sólo a algunos sujetos que han experimentado laestructura del lenguaje como una revelación, siempre a través de una experiencia de goce.Citemos de nuevo aquí a Ramon Llull, para quien en pleno siglo XIV el habla se le apareciócomo un sexto sentido, comparable a los cinco clásicos, a partir de una experiencia derevelación de la estructura del lenguaje. Curiosamente, unos siglos después, alguien comoKurt Gödel pudo afirmar lo mismo desde otra perspectiva: “Suponemos que alguien posea

un sexto sentido [el lenguaje] que solo le da algunas percepciones de los otrossentidos…”[6] Con las consecuencias que son conocidas, tanto en la ruptura que supuso ensu propia experiencia subjetiva como en la historia de la lógica. Lo que esta experienciapercibe como un sexto sentido en el cuerpo es en realidad la aparición en lo real delsignificante bajo la forma del cuerpo de la imagen.

De hecho, hay que llegar a las consecuencias clínicas y lógicas de este punto para captar laextrañeza de lo real del cuerpo hablante, ese misterio que Lacan igualó al misterio delinconsciente[7] . Y es que nadie sabe en realidad muy bien qué hace que el cuerpo humanosea un cuerpo hablante. Las neurociencias intentan en vano localizarlo como unapropiedad en el organismo, en tal o cual zona cerebral. La genética intenta reducirlo a lainformación de un código que depende ya en realidad del Otro del lenguaje para que reveleun sentido, un sentido por otra parte que no puede ser reducido finalmente a códigoalguno.

El cuerpo hablante se nos aparece ya como un cuerpo hablado, entre el misterio delinconsciente y la evidencia del cuerpo de la imagen, en todas las variedades de la clínicaactual.

Es lo que deberemos investigar en nuestro trabajo hacia el próximo Congreso de la AMP.

NOTAS

[1] Jacques-Alain Miller, “El inconsciente y el cuerpo hablante”, publicado online en la Web de la

AMP, http://wapol.org/es.

[2] Jacques Lacan, “El estadio del espejo como formador de la función del Yo”, Escritos, Ed. Siglo

XXI, México, p 86.

[3] José Lezama Lima, “El reino de la imagen”, Biblioteca Ayacucho, Caracas 1981, p 535.

[4] Jacques Lacan, Le Séminaire XX, Encore, p. 26: “Je dirai que le signifiant se situe au niveau de

la substance jouissante.”

[5] “Lacan, cuando utiliza el término ser hablante y parlêtre no deja nunca de decir que sólo tiene

ser por el hecho de hablar.” Jacques-Alain Miller, Curso “L’Un tout seul”, 16/03/2011, inédito.

[6] Ver al respecto nuestro breve texto, “Ramon Llull, Kurt Gödel: el sexto sentido”, en Tu Yo no es

tuyo, Ed. Tres Haches, Buenos Aires 2011, p. Error: Reference source not found.

[7] “Le réel, dirai-je, c'est le mystère du corps parlant, c'est le mystère de l'inconscient.” Jacques

Lacan, Le Séminaire XX, Encore, Ed. du Seuil, Paris, p. 118.