CUENTO PARA LA TOLERANCIA

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CUENTO PARA LA TOLERANCIA “Zaida y Guzmán contra el encantador de serpientes” Pulsa en el altavoz para escuchar el sonido Pulsa en las flechas para pasar de página

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CUENTO PARA LA TOLERANCIA

“Zaida y Guzmán contra el encantador de serpientes”

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En un pueblo, todos los niños eran amigos. Todos excepto dos: Guzmán, que era lento aprendiendo las cosas pero muy fuerte, y Zaida, que era negra.

Un día llegó al pueblo un circo. Su jefe era el encantador de serpientes, que tenía una flauta dorada con malvados poderes mágicos, y de la que no se separaba ni cuando dormía.

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Unos payasos del circo enviados por su jefe, el encantador de serpientes, fueron al parque donde jugaban los niños y les regalaron unas golosinas que daban sueño. Como Zaida y Guzmán estaban alejados de los demás niños, como siempre, los payasos ni siquiera los vieron.

Al probar las golosinas, los niños quedaron hipnotizados y siguieron a los payasos que volvieron donde estaban acampados los del circo. Zaida y Guzmán los siguieron, también, pero escondiéndose, para averiguar lo que pasaba.

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Aprovechando la fuerza de

Guzmán, Zaida y él iban

clavando ramitas al borde

del camino para saber por

dónde regresar.

Al llegar a la acampada, los payasos encerraron a los niños en un camión, y Zaida y Guzmán, sin hacer ruido, se escondieron detrás de una caja de cristal llena de serpientes.

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Zaida, que había vivido en África, entendía el lenguaje de las serpientes que decían: "Huid, no os vaya a ver el encantador de serpientes, porque tiene una flauta mágica que a todos los niños que la escuchan los convierte en serpientes, como a nosotros”.

Zaida no quiso marcharse sin ayudar a sus amigos y, de acuerdo con las serpientes, idearon un plan. Tendrían que conseguir la flauta y echarla al fuego, para que así desaparecieran sus poderes.

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Cuando llegó la noche, la gente del circo hizo una gran hoguera. El encantador se dirigió al camión donde estaban los niños y empezó a tocar la flauta. Poco a poco, la piel de los niños se iba poniendo áspera y dura y comenzaron a salirles escamas en las manos y una cola en la espalda.

El encantador sólo tocó unos minutos porque estaba cansado, y se fue a dormir dentro de su caravana. Como era el jefe, ordenó a todos irse a dormir.

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Zaida y Guzmán entraron en la caravana sin hacer ruido y, con una tijera, cortaron la cuerda de la que colgaba la flauta del encantador.

Salieron en silencio

y echaron la flauta

al fuego.

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Al instante, surgieron de la flauta destellos y humos de colores que asustaron y despertaron a la gente del circo porque sabían que, sin la flauta mágica, estaban perdidos.

La gente del circo intentó escapar en sus coches y camiones, pero no encontraron las llaves para ponerlos en marcha.

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Los niños del pueblo, al quemarse la flauta, despertaron de su hipnosis. Zaida y Guzmán habían evitado que los del circo escaparan, escondiendo las llaves de los vehículos.

Los padres de los niños, que habían salido a buscarles siguiendo las señales de las ramas clavadas por Zaida y Guzmán, aparecieron por la acampada y agarraron a los malvados para entregarlos a la policía.

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Los padres les hicieron ver a sus hijos lo mal que habían actuado con Zaida y Guzmán. Y organizaron una gran fiesta para agradecer a Zaida y Guzmán lo que habían hecho por sus hijos.Desde entonces, todos son amigos.

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Fin del cuento

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Idea original: Montse Roncero, María José de Miguel, María Villanueva. Ilustraciones: alumnos 4º Primaria orientados por Elena Montoya. Montaje de la aplicación: Moncho Marín - C.P. de Ezcaray (La Rioja).

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