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68 12 de octubre de 2018 CUBA 1868 El machete como arma Aunque hay antecedentes de su uso anterior en unidades con disposición combativa, es con Máximo Gómez que se inserta definitivamente en el arte militar cubano Por PEDRO ANTONIO GARCÍA V ENÍA de Santiago de Cuba el coronel español Demetrio Quirós al frente de una co- lumna de las tres armas, integrada por batallones de los regimientos Cuba y La Corona, con dos piezas de artillería. En total, unos 700 efec- tivos. Al llegar a Baire, la poderosa tropa acampó. Una vez impuesto de la noticia, Carlos Manuel de Céspedes ordenó al mayor general Donato Mármol detener el avance enemigo. Este se posesionó en Jiguaní, acompañado de Calixto García, y encomendó a Máximo Gómez atacar con 200 hom- bres a Quirós cuando marchara por el camino real hacia Bayamo. El dominicano acan- tonó a su gente en la Loma de El Yarey, a unos seis kilómetros al este de Jiguaní, pero como los colonialistas no se habían movido, decidió buscar otro lugar más apropiado para la emboscada. El sitio escogido fue Pi- nos de Baire (también conocido como Venta o Tienda del Pino), a un kilómetro al oeste del poblado que le da nombre. El 26 de octubre de 1868 el coronel español dio la voz de partida a su po- derosa columna, la cual enrumbó hacia Jiguaní. Dos compa- ñías (unos 200 hom- bres) marchaban a la vanguar- dia, la cual, cerca del mediodía llegó a la zona de la emboscada. Una valiosa incorporación Días antes del combate de Pinos de Baire, al campamento mambí del mayor general Donato Mármol lle- gó un forastero de unos 30 años, de porte marcial, ojos, bigote y barba negrísima en forma de pera. Venía con un propio del capitán general Carlos Manuel de Céspedes para el jefe de la tropa. Mármol se hallaba reunido con su improvisado Estado Mayor. “Carlos Manuel me manda un hombre, ofi- cial retirado de las reservas domini- canas, para utilizar sus servicios de coronel”, dijo. “Acéptalo, Donato”, le aconsejó su suegro, Toñito Milanés, quien añadió: “Ya ves lo que dice Céspedes, el hombre sabe y noso- tros de guerra no sabemos ni jota. Deja que nos dirija”. El alto jefe insurrecto apuró su taza de café e hizo llamar al foraste- ro. “La columna española viene so- bre Bayamo y ya está en Baire. No- sotros vamos a impedir su avance. Usted va a mandar nuestra vanguar- dia, escoja 200 hombres y disponga lo necesario”, expresó Mármol. Tras saludar militarmente, el fo- rastero dio media vuelta y salió a escoger sus hombres. “¿Cómo se llama nuestro nuevo jefe de la van- guardia?”, indagó alguien. “Máxi- mo Gómez”, respondió el general Donato. Antecedentes En torno al combate de Pinos de Baire se han generado diversas polé- micas entre los historiadores. Recien- temente algunos medios de prensa se han hecho eco de ciertas hipótesis ba- sadas en la oralidad. En una de ellas se afirma que la primera carga al machete acaeció en los alrededores de Guanabacoa, lideradas por Pepe Antonio, en 1762, cuando los ingleses tomaron esa localidad y La Habana. Investigaciones realizadas por el historiador guanabacoense Marcos Rodríguez Villamil han aportado clari- dad al respecto. En realidad, no existe evidencia documental alguna acerca de un combate entre los lanceros de Máximo Gómez, entonces un forastero de unos 30 años, de porte marcial, ojos, bigote y barba negrísima en forma de pera.

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CUBA 1868 El machete como armaAunque hay antecedentes de su uso anterior en unidades con disposición combativa, es con Máximo Gómez que se inserta defi nitivamente en el arte militar cubano

Por PEDRO ANTONIO GARCÍA

VENÍA de Santiago de Cuba el coronel español Demetrio Quirós al frente de una co-

lumna de las tres armas, integrada por batallones de los regimientos Cuba y La Corona, con dos piezas de artillería. En total, unos 700 efec-tivos. Al llegar a Baire, la poderosa tropa acampó.

Una vez impuesto de la noticia, Carlos Manuel de Céspedes ordenó al mayor general Donato Mármol detener el avance enemigo. Este se posesionó en Jiguaní, acompañado de Calixto García, y encomendó a Máximo Gómez atacar con 200 hom-bres a Quirós cuando marchara por el camino real hacia Bayamo.

El dominicano acan-tonó a su gente en la Loma de El Yarey, a unos seis kilómetros al este de Jiguaní, pero como los colonialistas no se habían movido, decidió buscar otro lugar más apropiado para la emboscada. El sitio escogido fue Pi-nos de Baire (también conocido como Venta o Tienda del Pino), a un kilómetro al oeste del poblado que le da nombre.

El 26 de octubre de 1868 el coronel español dio la voz de partida a su po-derosa columna, la cual enrumbó hacia Jiguaní. Dos compa-ñías (unos 200 hom-

bres) marchaban a la vanguar-dia, la cual, cerca del mediodía llegó a la zona de la emboscada.

Una valiosa incorporación

Días antes del combate de Pinos de Baire, al campamento mambí del mayor general Donato Mármol lle-gó un forastero de unos 30 años, de porte marcial, ojos, bigote y barba negrísima en forma de pera. Venía con un propio del capitán general Carlos Manuel de Céspedes para el jefe de la tropa.

Mármol se hallaba reunido con su improvisado Estado Mayor. “Carlos Manuel me manda un hombre, ofi -

cial retirado de las reservas domini-canas, para utilizar sus servicios de coronel”, dijo. “Acéptalo, Donato”, le aconsejó su suegro, Toñito Milanés, quien añadió: “Ya ves lo que dice Céspedes, el hombre sabe y noso-tros de guerra no sabemos ni jota. Deja que nos dirija”.

El alto jefe insurrecto apuró su taza de café e hizo llamar al foraste-ro. “La columna española viene so-bre Bayamo y ya está en Baire. No-sotros vamos a impedir su avance. Usted va a mandar nuestra vanguar-dia, escoja 200 hombres y disponga lo necesario”, expresó Mármol.

Tras saludar militarmente, el fo-rastero dio media vuelta y salió a escoger sus hombres. “¿Cómo se llama nuestro nuevo jefe de la van-guardia?”, indagó alguien. “Máxi-mo Gómez”, respondió el general Donato.

Antecedentes

En torno al combate de Pinos de Baire se han generado diversas polé-micas entre los historiadores. Recien-temente algunos medios de prensa se han hecho eco de ciertas hipótesis ba-sadas en la oralidad. En una de ellas se afi rma que la primera carga al machete acaeció en los alrededores de Guanabacoa, lideradas por Pepe Antonio, en 1762, cuando los ingleses tomaron esa localidad y La Habana.

Investigaciones realizadas por el historiador guanabacoense Marcos Rodríguez Villamil han aportado clari-dad al respecto. En realidad, no existe evidencia documental alguna acerca de un combate entre los lanceros de

Máximo Gómez, entonces un forastero de unos 30 años, de porte marcial, ojos, bigote y barba negrísima en forma de pera.

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tancias. En cambio, todos se mos-traban diestros con el machete, su usual instrumento de trabajo. El dominicano conocía sus virtudes como arma en el combate cuerpo a cuerpo. En su tierra natal usó ese tipo de lucha, cuando encabezó un grupo de campesinos para liberar a una región de un caudillo sanguina-rio y sus compinches. Entonces ha-bía aprovechado hasta los acciden-tes de terreno en la obtención de la victoria.

La zona que ahora, en Cuba, iba a ser su teatro de operaciones, le recordaba en algo a su terruño. En las cinco leguas de Baire a Jigua-ní, donde estaban los mambises, el camino formaba grandes recodos, cubierto de bosques tupidos a am-bos lados, que llegaban hasta los mismos linderos.

Desde tempranas horas de la madrugada del 26 de octubre de 1868, emboscó a sus hombres de forma escalonada. “Nadie se le-vante y haga nada hasta que yo en persona salte al camino y grite: ¡Al machete!”, advirtió a su tropa. Solo quedaba esperar a ver si los espa-ñoles caían en la provocación.

Controversia: ¿octubre o noviembre?

Durante mucho tiempo se ha acep-tado como fecha del combate de Pinos de Baire el 4 de noviembre de 1868, pues así lo manifestaba Máxi-mo Gómez en su Diario de Campa-ña. Pero algunos documentos de la época contradicen lo consignado por el Generalísimo.

En la comuni-cación ofi cial que el comandante ge-neral del departa-mento oriental del Ejército español, fechado el 1º de noviembre de 1868, enviada al capitán general, se infor-maba que “la co-

Pepe Antonio contra los invasores británicos. Tanto los partes militares de ambos bandos en pugna como los testimonios escritos de la época ha-blan de seis emboscadas realizadas por las milicias cubanas, pero nada de la envergadura de Pinos de Baire.

En la resistencia habanera con-tra la ocupación inglesa, entre otras armas, se usó el machete. No solo en Guanabacoa sino también en Puen-tes Grandes y en la desembocadura del Almendares. Lo mismo sucedió en 1741, cuando el almirante Ed-ward Vernon desembarcó en la ba-hía de Guantánamo con el propósito de fundar una colonia, Cumberland, y preparar condiciones para un fu-turo ataque a Santiago de Cuba.

De acuerdo con fuentes británi-cas, Vernon trajo consigo unas 6 000 personas incluyendo a cerca de 600 colonos norteamericanos. Le hizo una feroz oposición una milicia mul-tiétnica, compuesta por indios, blan-cos y negros libres y esclavos, la cual en la Llanada del Vínculo emboscó a un destacamento de invasores y ma-chete en ristre, les infl igió una gran cantidad de bajas.

Las emboscadas y el hostiga-miento nocturno se hicieron fre-cuentes y el contingente de Vernon apenas podía salir del área donde acampó. Las acciones combativas y las enfermedades tropicales ocasio-naron la muerte de la tercera parte. Amparados en la noche, los invaso-res marcharon hacia la bahía y hu-yeron en barcos hacia Jamaica.

Desde entonces, los biógrafos de Vernon suelen omitir, al abor-dar su hoja de servicios, el capítulo guantanamero.

Una tropa bisoña (1868)

En el campamento mambí, campe-sinos de las cercanías y antiguos es-clavos se confundían alrededor de las fogatas. Se celebraba con cantos y música el alzamiento contra Es-paña y la independencia de Cuba, que pensaban conquistar en breve tiempo; algunos, además, su nueva condición de hombres libres.

Gómez examinó el estado de la tropa: unas pocas armas de fuego; y varios de los que tenían una, no sabían usarla bien. Escaseaban los tiradores de puntería a largas dis-

lumna de Quirós, entre Baire y Jigua-ní (le había dado), un nuevo alcance a una reunión de cuatro partidas en fuerzas como de 600 hombres”.

Al día siguiente un segundo in-forme, también remitido por el co-mandante general del departamento oriental se refería a “la acción sos-tenida por los insurrectos a un kiló-metro de Baire el 25 de octubre (sic) próximo pasado por la columna del señor coronel don Demetrio Quiroz y Wegler”. Este último parte fue repro-ducido por La Gaceta de La Habana en su edición del 3 de noviembre.

Se ha precisado que fue el 26 de octubre –y no el 25, como afi rman los documentos antes menciona-dos– que Quiroz abandonó Baire, por lo cual se infi ere que fue ese el día del combate. Lo que sí es impo-sible que dos comunicaciones del 1º y 3 de noviembre puedan describir un hecho acaecido el día 4.

El combate

Cuando los peninsulares se encon-traban en la zona de la emboscada, Gómez de un grito conminó a los mambises a la lucha. Los pocos que tenían armas de fuego efectuaron un disparo y sin perder tiempo, desen-vainaron sus machetes; la gran

En el sitio histórico de la primera carga al machete hoy se levanta un monumento.

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T N. JO

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______________Fuentes consultadas

Entrevistas a los historiadores Marcos Rodríguez Villamil, Roberto Hernández Suárez, José Sánchez Guerra y Felipe Pérez Cruz. Los libros La guerra desde La Gaceta de La Habana, de Roberto Hernández Suárez; Historia Militar de Cuba, y Diccionario Enciclopédico de Historia Militar de Cuba, ambos publi-cados por la Casa Editorial Verde Olivo. Los textos de la conferencia Guanaba-coa ante la invasión inglesa de 1762, de Marcos Rodríguez Villamil, y del ar-tículo periodístico “La primera carga al machete”, de Pedro A. García (Periódico Granma, 1998).

PRIMERA QUINCENA

1 (1958) Asesinato de Manuel Aguiar García, dirigente estudian-til en Marianao y capitán del Mo-vimiento 26 de Julio en La Haba-na. ANIVERSARIO 60.

3 (1923) Inaugurada la Universi-dad Popular José Martí, organiza-da y dirigida por Julio Antonio Me-lla. ANIVERSARIO 95.

5 (1843) Nace Enrique Roig San Martín, líder del movimiento obrero cubano en la segunda mitad del siglo XIX. ANIVERSARIO 175.

6 (1903) Fallece el patriota cuba-no Diego Vicente Tejera, precursor de las ideas socialistas en Cuba. ANIVERSARIO 115.

7 (1863) Nace en La Habana el poeta Ju-lián del Casal, una de las fi guras cumbres de la lírica nacional. ANIVERSARIO 155.

8 (1958) Combate urbano de Goicuría y O’Farrill, caen los des-tacados combatientes Ángel Amei-jeiras, Machaco; Pedro Gutiérrez y Rogelio Perea, Rogito. ANIVERSARIO 60.

9 (1873) Combate de La Sacra, im-portante acción dirigida por Máximo Gómez. ANIVERSARIO 145.

14 (1863) Fallece el notable poeta matan-cero José Jacinto Mi-lanés. ANIVERSARIO 155.

mayoría, que solo disponía de su antiguo instrumento de trabajo para el combate, ya se había lanzado de ambos lados contra la sorprendida vanguardia enemiga.

El soldado español siempre dio muestra, en las tres guerras de Cuba, de una singular valentía; pero en Pinos de Baire, aparte de la sor-presa, el terror por lo desconocido (ese macheteo al que nunca se ha-bían enfrentado) los desconcertó, al punto que algunos ni atinaron a de-fenderse, lo que engrosó el número de bajas. El resto de la tropa se dis-persó, en una verdadera estampida, y se refugió en Baire.

Según el historiador Antonio Pira-la, más de 200 muertos dejó España sobre aquel camino real, con heridas “de 20 y más centímetros”. A partir de entonces, las leyendas de míticos machetes, que cortaban de un tajo cañones de fusiles como si fueran ramas de árboles, se extendieron por el campo colonialista. El com-bate apenas duró 15 minutos: en los testimonios de los españoles sobre-vivientes se habla “de siete cuartos de hora de ruda pelea”.

Pinos de Baire pasó a los anales de la historia militar como la prime-ra carga al machete de los mambi-ses en las guerras independentis-tas. Como diría el general Enrique Collazo, quien aplicó más de una vez ese tipo de lucha, “desde ese día conocimos los cubanos cuál de-bía ser nuestra arma típica, nuestra mejor defensa. ¡Loor a Gómez, que fue nuestro maestro!”.

Desde Pinos de Baire conocimos los cubanos cuál debía ser nuestra arma típica.

Donato Mármol le ordenó a Gómez marchar con 200 hombres a impedir el avance enemigo.

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EFEMÉRIDES DE NOVIEMBRE

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A cargo dePEDRO ANTONIOGARCÍA

Fotos: Archivode BOHEMIA

17 DE OCTUBRE DE 1948

20 DE OCTUBRE DE 1948

Aracelio Iglesias

Sabino Pupo

LO matan por la espalda. Antes han tra-tado de sobornarlo de diversas mane-

ras, pero nada logran. Despojan al sindicato de los portuarios de sus locales legítimos y él sigue dirigiendo al gremio desde cual-quier lugar, pues tiene el apoyo de la masa obrera. Recurren entonces a los matones a sueldo… Aracelio Iglesias nace en Consola-ción del Sur, Pinar del Río, en 1901 y como muchos de sus coetáneos, se traslada a La Habana en busca de mejores opciones de trabajo. Solo encuentra empleo en el puer-to; allí se hace comunista. En 1934, la tira-nía de Batista-Caffery-Mendieta lo condena a tres años de prisión. Al salir de la cárcel, sus propios compañeros lo eligen para el más alto cargo del sindicato en 1940. “Era el alma obrera del puerto”, suelen decir los viejos portuarios, quienes resaltan de él su facilidad de discutir, de convencer con ar-gumentos sólidos y la verdad por delante. “Verlo actuar era como asistir a una lección cotidiana”, dicen. Cuentan que en medio de una discusión sobre mejoras salariales, Carlos Prío, entonces ministro de Trabajo,

CON el ascenso a la presiden-cia de Carlos Prío, continúa la

política de represión y asesinatos a los líderes sindicales y campesinos. Siete días después de la entrada del nuevo mandatario a la mansión de Refugio #1, cae asesinado Aracelio Iglesias, como se reseña en esta misma página. El 20 de octubre si-guiente, matones de una compañía azucarera yanqui, con la complici-dad de las autoridades, ultiman al dirigente agrario Sabino Pupo. Na-cido en 1895, en una familia cam-pesina colaboradora de los mam-bises, desde niño se dedica a las faenas agrícolas. Marcha en 1943 a Camagüey con su esposa y una numerosa prole y se establece en

le dice: “Ven acá, ¿tú te crees que eres el dueño de los muelles o qué?”, a lo que Ara-celio le replica: “¿Y tú te crees que eres el dueño de Cuba o qué carajo?”. Cuando el 10 de octubre de 1948 toma posesión Prío como presidente de la República, anuncia que sus ministros van a colaborar con los trabajadores. A la semana justa, cuatro ma-tones del Gobierno, pistola en mano, en-traron silenciosos al local que ocupaba el sindicato de los portuarios, donde Aracelio, sentado de espaldas a la puerta, charlaba con unos compañeros.

tierras realengas de Camalote, cerca de Nuevitas. Pronto él y sus vecinos sufren el asedio de la Manatí Sugar Company que ambiciona esas áreas de cultivo. Los campesinos, para defen-derse, se organizan en asociaciones, y en la de Camalote, Pupo es elegido para su dirigencia. Un testaferro de los yanquis le ofrece un cheque en blanco para que traicione a sus compañeros y la respuesta es tajante: “No existe di-nero que pueda comprar la vergüenza de los campesinos”. Suben la apuesta: ahora le ofrecen una inmensa fi nca y 50 000 pesos. “Si me entregan el mis-mo central Manatí, no lo cambio por el prestigio mío y de mi familia ni el de-recho de los campesinos a la tierra”. Pupo recaba el apoyo de los sindicatos

de Nuevitas, de otras asociaciones campesinas. Logra campañas de solidaridad. Su prestigio crece. El 20 de octubre de 1948, mientras reco-gía unas reses sueltas, asalariados del monopolio foráneo lo asesinan a balazos. La justicia de la época enmascara el homicidio con el eufe-mismo de una riña tumultuaria y los asesinos salen absueltos.