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Decisio ENERO-ABRIL 2005 51 Son obvias, sí. No dicen nada nuevo que no se haya oído antes. Sin embargo, es posible que a cada mi- nuto de nuestro trabajo como comunicadores per- damos una oportunidad que vaya en la dirección que estas cuatro ideas sugieren. oída a nuestros medios nos diga que hay unos que siempre están y otros que casi nunca están. En toda situación humana siempre hay un otro. Alguien que tiene otra opinión, distinta de la ofi- cial o la “correcta”. Otro distinto al dirigente, la personalidad, el personaje, el experto. Una reali- dad local, con especificidades propias que no son visibles en el panorama global y globalizado. Con frecuencia ese otro ha sido históricamen- te dominado. Tanto que ni él mismo cree tener derecho a su palabra. Nuestro esfuerzo como co- municadores es entonces doblemente necesario y también doblemente difícil. Necesario para que- Cuatro ideas obvias para democratizar la comunicación Gabriel Kaplún UNIVERSIDAD DE LA REPÚBLICA/MONTEVIDEO, URUGUAY [email protected] La palabra del otro ¿Quiénes hablan y sobre qué hablan a través de nuestros medios? Ésta es una primera pregunta que podemos hacernos para pensar en qué medida estamos ayudando a democratizar la comunicación con nuestro trabajo. Tal vez una primera mirada u

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Son obvias, sí. No dicen nada nuevo que no se hayaoído antes. Sin embargo, es posible que a cada mi-nuto de nuestro trabajo como comunicadores per-damos una oportunidad que vaya en la direcciónque estas cuatro ideas sugieren.

oída a nuestros medios nos diga que hay unos quesiempre están y otros que casi nunca están.

En toda situación humana siempre hay un otro.Alguien que tiene otra opinión, distinta de la ofi-cial o la “correcta”. Otro distinto al dirigente, lapersonalidad, el personaje, el experto. Una reali-dad local, con especificidades propias que no sonvisibles en el panorama global y globalizado.

Con frecuencia ese otro ha sido históricamen-te dominado. Tanto que ni él mismo cree tenerderecho a su palabra. Nuestro esfuerzo como co-municadores es entonces doblemente necesario ytambién doblemente difícil. Necesario para que-

Cuatro ideas obvias parademocratizar la comunicación

Gabriel KaplúnUNIVERSIDAD DE LA REPÚBLICA/MONTEVIDEO, URUGUAY

[email protected]

La palabra del otro

¿Quiénes hablan y sobre qué hablan a través denuestros medios? Ésta es una primera preguntaque podemos hacernos para pensar en qué medidaestamos ayudando a democratizar la comunicacióncon nuestro trabajo. Tal vez una primera mirada u

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brar opresiones; difícil porque puede requerir másde nuestra ayuda para facilitar la palabra.

Los grandes medios tienen poco lugar para elotro, que suele quedar reducido a noticia policialo pintoresca. Pero “nuestros” medios también pue-den ser analizados desde esta perspectiva. Porejemplo: los medios de las organizaciones popu-lares llevan continuamente la palabra de sus diri-gentes y muy poco la voz y palabra de sus bases.Cuando los dirigentes hablan suelen usar abun-dantemente el “nosotros”. “Nosotros creemos,pensamos, decimos...”. Esto no suele ser más queun recurso retórico que sustituye al “yo pienso,creo, digo”. También es una manera de decir: “laorganización piensa, cree, dice”. Lo anterior pro-voca que quien no comparta esa opinión puedesentirse excluido de la comunicación y hasta de lapropia organización. Así es como, quien no se sien-ta parte de ese nosotros puede empezar a sentirse,definitivamente, un otro.

Democratizar el lenguaje

Después de ver quién y de qué se habla podemospreguntarnos ¿cómo se habla? En buena medidalos medios se han inventado un lenguaje propio,ampliamente difundido y por tanto decodificadocon relativa facilidad por todo el mundo. Sin em-bargo, este lenguaje establece una barrera entreemisores y receptores, entre quienes hacen y es-tán en los medios y quienes sólo pueden recibirlos.

Esta barrera inhibe a muchos“otros” para producir su propia pala-bra. También hace pensar que, parapoder acceder al medio, deben utilizarese lenguaje. Los resultados suelen serdesastrosos: intentos de usar un len-guaje que no se domina, que terminapor oscurecer la palabra, por hacerlamenos y no más comunicable.

Una tira de Quino expresaba bien lo absurda-mente lejano que está el lenguaje cotidiano del quelos medios acostumbran utilizar. Mafalda intenta-ba contarle a Susanita el choque que su padre ha-bía tenido y ésta la interrumpía continuamente“traduciendo” su relato a “lenguaje periodístico”.“Colisión” en vez de “choque”; “en circunstan-

cias en que transitaba” en lugar de “cuando ibapor la avenida”; “al arribar a la intersección” envez de “al llegar a la esquina”, etcétera. Mafaldatermina pegando a su amiga, quien le explicaráluego a su madre que todo fue “por cuestionesdel momento”.

En Ecuador me explicaron una vez que mu-chas expresiones del lenguaje cotidiano provienendel kichwa. En lugar de “dame”, por ejemplo, sedice “dame dando”. Parece que lo primero sona-ría muy imperativo o autoritario y lo segundo se

entiende como un pedido amable, un“por favor”. Un educador me dijo, conuna mezcla de orgullo y tristeza, queha dedicado toda su vida a corregir asus alumnos para que, si no puedenevitar seguir hablando así, por lo me-nos que no escriban de modo “inco-rrecto”. Los medios por supuesto evi-tan estos “errores”, aunque cometen

muchos otros que se han hecho hábito.Este operativo continuo de diferenciación en-

tre el mundo escrito y el oral, entre el lenguajecotidiano y el de los medios, tiene algunos aspec-tos razonables que no discutiremos aquí: las dife-rencias entre gestualidad (oral) y puntuación (es-crita), la necesidad de precisión (mediática) frente

Gilberto Ceceña

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a la imprecisión cotidiana, etcétera. Pero básica-mente tiene una historia de clase y de raza que esnecesario combatir: la del blanco que “habla bien”frente al indígena que “habla mal”, la del señorque puede hablar frente a la plebe que debe callar.

En verdad, el lenguaje cotidiano puede ser enor-memente bello y potente. Juan de Mairena, el per-sonaje del poeta Antonio Machado, pedía ciertavez a su alumno que pusiera “en lenguaje poéti-co” la siguiente frase: “Los acontecimientos con-suetudinarios que acaecen en la vía pública”. Elalumno, tras pensarlo un momento respondió: “Loque pasa en la calle”, lo que mereció laaprobación calurosa de Mairena. Unabuena lección para muchos comunica-dores expertos en decorar sus palabrascon infinitos adornos.

Democratizar los medios

Hay muchas maneras de democratizarlos medios. Empezar por dar la palabraal otro y hacerlo con su lenguaje es loprimero y lo imprescindible. Tambiénexisten otros caminos posibles y muchasveces necesarios, que apuntan a que losmedios mismos estén en manos del otrodominado, de quien tiene menos poder:del trabajador o el indígena, de la mujero el campesino.

Un primer camino posible en esta di-rección es el medio que se abre a sus“destinatarios”, a su “público”, busca in-volucrarlos y convertirlos en sujeto acti-vo del medio. La asimetría emisores/re-ceptores se va superando y se avanzahacia la construcción de eso que algu-nos denominan “emirecs”, emisores yreceptores a la vez.

Por ejemplo, pueden abrirse espacios construi-dos de modo participativo, con metodologías queinvolucran a uno o varios grupos de personas dela comunidad en todo o parte del proceso de pro-ducción. O también crear mecanismos de deci-

sión directa o indirecta de la audiencia, por ejem-plo a través de comités designados por la comuni-dad que asesoran o deciden sobre aspectos im-portantes del medio (programación, distribuciónde espacios, etc.)

Un segundo camino posible es el de la crea-ción de medios propios de las comunidades, orga-

Nuestras sociedades están en su totalidadorganizadas a través de una comunicación

no democrática, donde la transmisión verticalprima sobre el diálogo horizontal

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nizaciones, etc. La diferencia es que en este casoel medio no preexiste y se abre a la participaciónsino que nace de los propios procesos organizati-vos. El detalle no es menor, porque puede con-dicionar la profundidad del compromiso y laparticipación. Y puede también permitir tomar de-cisiones más libres sobre aspectos decisivos: porejemplo el tipo de medio y sus características. Quémedio necesitamos, para qué, con qué caracterís-ticas, son preguntas que no están habilitadas cuan-do el medio ya existe. Por ejemplo, pensar bien simedio escrito, radial o ambos, es más fácil de de-cidir cuando ninguno de los dos existe todavía.

En este segundo camino, así como en el pri-mero, hay complejas discusiones y decisiones so-bre los métodos de trabajo colectivos y sobre elrol de los profesionales de la comunicación ensituaciones donde dejan de ser los únicos con ca-pacidad de decisión. También hay muchas combi-naciones posibles entre los dos caminos mencio-nados que incidirán en estas decisiones.

En cualquiera de estos dos caminos,pero especialmente cuando se tiendemás al segundo, conviene no olvidaralgunos riesgos. Por un lado las necesi-dades de formación de los comunica-dores no profesionales: la calidad delmedio no puede ser el punto olvidadode los proyectos participativos (y lo es,lamentablemente, con frecuencia).

Pero además muchas experienciasmuestran cómo los medios ligados auna organización tienden con facilidada volverse “oficialistas”. Es decir, a prio-rizar la palabra de la dirigencia por so-bre la de sus bases, con lo cual un me-dio donde “la gente” se expresa direc-tamente termina siendo un proyectodonde “alguna gente” puede hacerlo.Este es un problema muy difícil de su-perar para los medios de organización,tanto que a veces es preferible pensaren un medio “independiente” vincula-do de muchos modos a las organiza-ciones populares y comunitarias, perono condicionado directamente por susorganismos de decisión.

Democratizar la comunicación

La comunicación no es sólo medios. Es obvio, perolo olvidamos con facilidad. La comunicación cir-cula en múltiples espacios y ámbitos formales einformales: reuniones y asambleas, plazas y calles,fiestas y juegos, casas y mercados. También un sin-dicato o una organización vecinal son en sí mis-mos espacios de comunicación.

Recordar esto tiene una primera consecuencia.Todo proyecto que busque democratizar la comu-nicación debe, necesariamente, pensar en estosmúltiples ámbitos y espacios. Porque en la vidacotidiana de la gente éstos son al menos tan im-portantes como los medios. Muchas informacio-nes circulan por esos espacios, muchos sentidosson creados allí, muchas opiniones formadas otransformadas.

A veces será necesario vincular un medio a es-tos espacios, otras crear medios adecuados para

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ellos. Una asamblea puede alimentarse y dinami-zarse con un programa radial previo y alimentaruno posterior. Un debate puede generarse en elmercado —y continuar en las casas— a partir deuna obra de teatro callejero.

Una segunda consecuencia de recordar que notoda la comunicación es mediada lleva a la necesi-dad de analizar a fondo qué tipo de comunicaciónse produce y reproduce en estos espacios de co-municación interpersonal, grupal y colectiva. Si enuna asamblea siempre hablan los dirigentes y losdemás se limitan a escuchar y apoyar las decisio-nes con su voto, la comunicación tal vez sigue sindemocratizarse demasiado. Buscar dinámicas yasegurar climas donde la palabra del otro sea posi-ble y frecuente es también parte importante de untrabajo de democratización de la comunicación.

En verdad nuestras sociedades están en su to-talidad organizadas a través de una comunicaciónno democrática, donde la transmisión vertical pri-ma sobre el diálogo horizontal. Los padres hablany los hijos escuchan, los maestros enseñan y losalumnos aprenden, los jefes mandan y los subor-dinados obedecen. Así las cosas es lógico que lacomunicación siga también este molde en todoslos ámbitos de la vida, incluidas las organizacio-nes que quieren democratizar la sociedad y losmedios que quieren democratizar la comunicación.

De hecho el olvido de que comunicación no essólo medios ayuda a consolidar una comunicaciónpoco democrática. Porque si comunicación es cen-tral y principalmente medios, quien controla losmedios, controla la comunicación. Democratizarla comunicación es entonces democratizar los

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medios, pero también la vida cotidiana. Es, endefinitiva, construir una vida donde la palabra delotro pueda oírse en la casa, en la calle, en la escue-la, en el trabajo, en las organizaciones, en el go-bierno. Y en los medios también, claro.

Recomendaciones para la acción

1. Hay muchos modos de democratizar los me-dios, desde abrir espacios y formas de participaciónen medios ya existentes a crear nuevos medios de lasorganizaciones populares. Cuando se tiende a estesegundo tipo de opción es importante no descui-dar la calidad, para lo cual la formación de los comu-nicadores no profesionales es clave. Y también evitaral máximo el riesgo del “oficialismo” en que sue-len incurrir muchos medios de organización. Éstaes la razón por la que, muchas veces, parece pre-ferible la construcción de medios independientes, perovinculados de modos creativos a las organizaciones.2. Revisar quiénes hablan y sobre qué en nuestrosmedios y mensajes. Ver si en el afán de represen-tar a otros no estamos hablando por ellos sin dar-les la posibilidad real de que ellos mismos se ex-presen. Atender especialmente si el “nosotros” denuestros mensajes no es en verdad un “nosotroslos dirigentes”.3. Revisar cómo se habla en nuestros medios, el len-guaje que utilizamos en nuestros esfuerzos de co-municación. Qué tan lejos o cerca se encuentradel lenguaje cotidiano de aquellos a quienes sesupone van dirigidos. Porque cuanto más lejanosea más difícil resultará la comprensión de quienlos lee, ve o escucha. Y más difícil será que esosotros puedan participar como emisores, porquesentirán que sus formas de expresión no son “co-rrectas” y no tienen lugar en los medios.4. Recordar finalmente —y casi en primer lugar—que comunicación no es sólo medios. Los múltiples espa-cios en que circula la comunicación, desde la plazaa la asamblea, son tanto o más importantes quelos medios para democratizar la comunicación. Denuevo aquí habrá que revisar quiénes hablan, de qué ycómo; qué lugar tiene la palabra del otro y la pala-bra de todos en la vida cotidiana. Los medios pue-den, además, vincularse a estos espacios, alimen-tarlos y ampliarlos.

Lecturas sugeridas

Alfaro, Rosa María, 1993. Una comunicación paraotro desarrollo, Calandria, Lima.www.calandria.org.pee-mail: [email protected]

Freire, Paulo, 1991. ¿Extensión o comunicación? Laconcientización en el medio rural. Siglo XXI, México.http://sigloxxieditores.com.mx

Kaplún, Gabriel, 2001. Comunicación, educación ycambio, Editorial Caminos, La Habana.www.cubaliteraria.com

Kaplún, Gabriel, 2003. Comunicación popular: ¿es ose hace? Nueva Tierra, Buenos Aires.www.nuevatierra.org.are-mail: [email protected]

Kaplún, Mario, 1987. El comunicador popular, Hu-manitas, Buenos Aires (También en versión am-pliada y revisada, con el título Una pedagogía de lacomunicación, en Ediciones de la Torre, Madrid, 1998y Editorial Caminos, La Habana, 2002).www.edicionesdelatorre.come-mail: [email protected]

Núñez, Carlos, 1985. Educar para transformar, trans-formar para educar. IMDEC, Guadalajara.www.imdec.nete-mail: [email protected]

Gabriel KaplúnComunicador y educador, investigador y docente de la Univer-sidad de la República, de Montevideo, y de otras universidadeslatinoamericanas en las áreas de comunicación organizacional,educativa y comunitaria, educación a distancia, formación do-cente, educación y trabajo y educación popular. Consultor deorganismos nacionales e internacionales, empresas, organizacio-nes no gubernamentales, sindicales y sociales. Autor y coautorde diversos libros y artículos sobre las temáticas mencionadas.