Cuaresma 2015. Ciclo B

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Tiempo de conversión, para reescribir nuestra historia desde un libro en blanco. Incluye la dinámica de nuestro Centro, unas reflexiones para cada domingo y un póster para orar con San Juan De Dios cada día de la Cuaresma

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    SERVICIO DE CATEQUESIS CENTRO SAN JUAN DE DIOS - CIEMPOZUELOS

    Durante la Cuaresma de este ao 2015, ciclo B, vamos a utilizar como smbolo un libro en blanco. Se trata de reescribir nuestra vida en perspectiva de conversin. Como sabis la Cuaresma es un tiempo de renovacin, de cambio, de conversin, y por lo tanto hay que estar despiertos con todos los sentidos, para fortalecer el corazn. Cada semana, coincidiendo con el evangelio dominical, se escribir una pgina en el libro, que consistira en una frase a modo de reflexin, para que la Palabra de Dios nos invite a reescribir ese trocito de nuestra vida y una imagen sugerente que ilumine, el alma, la mente y el corazn. El ttulo del libro lo pondremos al empezar la pascua, como colofn para superar la indiferencia y nuestras pretensiones de omnipotencia. De ese modo tendremos un corazn fuerte y misericordioso, vigilante y generoso, que no se deje encerrar en s mismo y no caiga en el vrtigo de la globalizacin de la indiferencia, como dice el papa Francisco en su mensaje de Cuaresma.

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    PRIMER DOMINGO DE CUARESMA: 22 DE FEBRERO

    Jess me invita a convertirme y creer en el Evangelio 1 lectura: Gnesis 9, 8-18 El pacto de Dios con No salvado del

    diluvio Salmo: Tus sendas, Seor, son misericordia y lealtad para los

    que guardan tu alianza 2 lectura: I Pedro 3, 18-22 Actualmente os salva el bautismo Evangelio: Marcos 1, 12-15 Se dejaba tentar por Satans, y los

    ngeles le servan

    SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA: 01 DE MARZO

    Dios me invita a despertar y a escuchar a Jess 1 lectura: Gnesis 22, 1-2. 9-13. 15-18 El sacrificio de Abrahn,

    nuestro padre en la fe Salmo: Caminar en presencia del Seor en el pas de la vida 2 lectura: Romanos 8, 31b-34 Dios no perdon a su propio Hijo Evangelio: Marcos 9, 2-10 ste es mi Hijo amado

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    TERCER DOMINGO DE CUARESMA: 08 DE MARZO (SOLEMINIDAD DE SAN JUAN DE DIOS)

    San Juan de Dios me invita a mirar con amor al prjimo 1 lectura: Isaas 58, 6-11 Parte tu pan con el hambriento Salmo: Dichoso quien teme al Seor 2 lectura: I Juan 3, 13-18 Tambin nosotros debemos dar nuestras

    vidas por los hermanos Evangelio: Lucas 10, 25-37 Anda, haz t lo mismo

    CUARTO DOMINGO DE CUARESMA: 15 DE MARZO

    Dios me invita a dejarme iluminar 1 lectura: II Crnicas 36, 14-16. 19-23 La ira y la misericordia del Seor se

    manifiestan en la deportacin y en la liberacin del pueblo Salmo: Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de

    ti 2 lectura: Efesios 2, 4-10 Estando muertos por los pecados, nos has

    hecho vivir con Cristo Evangelio: Juan 3, 14-21 Dios Mand su Hijo al mundo para que el mundo

    se salve por l

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    QUINTO DOMINGO DE CUARESMA: 22 DE MARZO

    Jess me invita a dar fruto 1 lectura: Jeremas 31, 31-34 Har una alianza nueva y no recordar sus

    pecados Salmo: Oh Dios, crea en m un corazn puro 2 lectura: Hebreos 5, 7-9 Aprendi a obedecer y se ha convertido en autor

    de salvacin eterna Evangelio: Juan 12, 20-33 Si el grano de trigo cae en tierra y muere, da

    mucho fruto

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    Hoy, estemos como estemos, (no importa!), es tiempo de salvacin. Dios nos da tiempo y espera de nosotros algo. Por favor, no te juzgues si eres bueno o malo acenta que Dios te quiere y te llama ahora, sin hacerte examen previo de admisin! Tal como ests y eres en este momento! Ests sin ms llamado y admitido a ser amigo de Jess. No te juzga. Te llama. Eso es lo importante. El camino? Eso s que es cosa tuya el seguirlo! La Cuaresma es una propuesta. Emprender la macha depende de tu libertad. Lo divino que tiene que acontecer en nosotros est en el corazn: en dejarnos tocar el corazn, que es donde reside lo bueno y lo malo. O no? Y Dios quiere que esto lo hagamos sin que nadie se entere. Dios quiere practicar el cuchi-cuchi (=hablar enamorado al odo sin que nadie se entere) con cada uno. Dios quiere tener secretitos con cada uno y ver que le dejamos sitio y que el corazn se retoca. Muy sencillo:

    reza, y que nadie se entere (se enterarn si te ven ms divino de lo que hoy eres no digo ests).

    Haz limosna, y que nadie se entere (se va a enterar Dios!). hacer limosna es desprenderse de cosas que no te son necesarias (o sea, del 90% de lo que hay en tus armarios).

    Ayuna, es decir, prvate de algo, haz algo de silencio a ver si te entra hambre de Dios.

    Y sobre todo, toma en tus manos la Palabra de Dios y hazla libro de compaa y libro que gue tus pasos.

    Hoy con la ceniza, nos hemos manchado las manos o la cabeza o la frente para recordarnos que tenemos que limpiar el corazn o hacer un electrocardiograma espiritual para ver qu y quin est dentro como intruso y nos puede dar un susto adems de quitarle sitio a Dios. (Oye, no entiendas mal: tu marido, tus hijos, tus amigos, tus padres no quitan sitio a Dios; ms bien se lo dan. La gente a la que quieres, no quita sitio a Dios. La gente a la que puedes querer, no quita sitio a Dios. A Dios le quita sitio todo lo que es egosmo. Eso s. El egosmo nos pone a cada uno en el sitio de Dios Y eso es destronar a Dios y entronizarte t (o yo!) como un dios). Ah est la tarea cuaresmal.

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    Primer Domingo. Marcos 1, 12-15 EL Espritu empuj a Jess al desierto. Se qued en el desierto cuarenta das dejndose tentar por Satans. Viva entre alimaas y los ngeles le

    servan. Relato breve. Posedo por el Espritu recibido en el bautismo, Jess va al desierto. Va con el Espritu. En la tentacin no est abandonado de Dios. En el desierto descubre su misin personal: anunciar el Reino del Padre. En el desierto quedan silenciadas y pospuestas todas las dems posibilidades de realizacin personal al margen de la voluntad del Padre. Un trabajo de silencio, de oracin, de discernimiento de las llamadas ilusorias, de los caprichos personales. Esas son las alimaas que le acechan y nos acechan. El corazn es el campo de batalla donde lucha el bien y el mal. Lo que sale del corazn es lo malo, no lo que entra por la boca. Abrir el corazn a Dios es tarea que requiere tiempo, oracin, silencio, lucha, opciones claras. Adentrarse en el silencio y en la espesura del propio corazn da mucho miedo a la gente de hoy. Se prefiere nadar en superficie sin realizar ejercicios de buceo. Que todo quede como est, aunque est mal. Esto es lo que en Cuaresma nos ayuda a cambiar: atrevernos a tocar el corazn para transformarlo.

    Jess, en este primer momento del camino, est en una encrucijada de opciones.

    Jess da la espalda al tentador y acepta el pan que le sirven los ngeles que ya

    preanuncia el pan que l nos dejar en alimento para

    recorrer la vida.

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    Marcos 9, 1-9 Segundo Domingo.

    -Maestro, qu bien se est aqu! -Este es mi hijo amado. Escuchadle.

    De pronto, no vieron nada ms que a Jess. Jess deja ver su verdadera identidad por un momento a tres ntimos. Son momentos de cielo y Pedro quiere perpetuarlos: Hagamos tres tiendas. Imposible tarea. Lo que est viviendo es el final que llega despus de una existencia hecha confesando a Jess como Hijo de Dios y viviendo de la escucha. No es para ahora. Antes habr de vivir confesando a Jess y escuchando su palabra. Confesin y escucha: no hay una sin la otra. Esta experiencia de Jess, reservada a los ntimos, no es ajena a nuestras experiencias de Jess. Hay momentos en que lo vemos todo claro, nos ilusionamos, nos comeramos el mundo. Despus, al bajar de las nubes y tocar tierra de realidad, ya vemos poco o no vemos nada Pero sigue ah el recuerdo de lo que sentimos y ese recuerdo nos hace seguir caminando. As vamos de cielo en cielo, pasando muchas noches oscuras, en la esperanza de un tiempo de encuentro con Jess que no depende tanto de nosotros cuanto de su gracia.

    La hora del reloj ha cambiado. es llamativo que el dibujante ha puesto solo dos personajes

    caminando: Se qued uno por el camino oscuro? Dej espacio para

    ponernos nosotros en su lugar? Jess est, pero un poco fuera. l es a la vez compaero y meta hacia la que vamos. l es el que nos atrae.

    l es el que en la noche y en la claridad hace de imn.

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    Juan 2, 13-25 Tercer Domingo.

    -Quitad esto de aqu! No convirtis en un mercado la casa de mi Padre!

    --- Muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que haca, pero Jess

    no se confiaba con ellos porque los conoca a todos. Inicio de las semanas centrales de la Cuaresma, llamadas semanas bautismales o preparacin intensiva para los que se bautizan en la Vigilia pascual. De hecho, se pueden proclamar tambin las lecturas del ciclo A. El texto de Juan nos presenta una faceta inusual de Jess: haciendo un ltigo y echando por tierra las mesas de los cambistas. Contrasta con el Jess manso y pacfico. El celo de las cosas de su Padre, la defensa de su Padre le llevan a arremeter contra quienes hacen negocio con Dios. Un Jess asombroso y un Jess que es admirado por muchos. Sin embargo, Jess no confa en seguidores espontneos, rpidos, casi exprs, solo por lo que ven. Pone distancias. Seguirle no es cosa de un impulso sin ms, sino de un camino de conversin progresivo donde se pase de la admiracin inicial a una conversin paulatina que cambie, sobre todo, el corazn.

    Llama la atencin la soledad de Jess abrindose camino a base de derribar las mesas, las cjas, las murallas construidas para

    lucrarse con la excusa de servir a Dios. todava no tiene

    seguidores fiables a su lado. el gesto se entender ms tarde,

    cuanso sus discpulos estn ms convencidos de lo que significa

    seguir al Maestro.

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    Juan 3, 14-21 Cuarto Domingo. -Lo mismo que Moiss elev la serpiente en el desierto, as tiene que ser

    elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree se salve. Este pasaje es la reflexin final que el evangelista hace en el encuentro de Jess con Nicodemo. Nicodemo haba ido a conocer ms de cerca de Jess, pero llevaba un esquema previo que le impidi llegar a la identidad de la persona a la que buscaba. Jess se revela a l como salvador, como regalo de Dios para que todos se salven. Est tan convencido de que es don del Padre para la humanidad, que no le importar ser colgado en la cruz, con tal de que esto haga levantar la vista a muchos y que le miren y que le invoquen como salvador. Solo el que est elevado nos levanta del suelo si a l levantamos la mirada suplicante. Caminar sin mirarle hace que las cruces de nuestro da a da sean ms pesadas.

    Cada uno se agarra donde puede. Pero no todas las cuerdas tienenla misma

    consistencia. Es curioso que queramos aparoslas como

    sea antes que levantar la vida a quel que no solo tiene un

    salvavidas en las manos, sino que l mismo es la salvacin.

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    Juan 12, 20-23 Quinto Domingo.

    -Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo. Pero si muere, da mucho fruto.

    Este pasaje bblico lo coloca Juan despus de la entrada triunfal en Jerusaln. Unos extranjeros le buscan y quieren verle. En medio del gento de la fiesta, solo un puado de personas (y forasteras!), se preocupan por Jess. La Cuaresma, que ya apunta al final, ha sido el tiempo de caer en la cuenta de nuestra preocupacin por Jess. Sin tener preocupacin no nos ocuparemos de las cosas de Jess. Los extranjeros se dirigen a Felipe. Nos quedamos sin saber si se da el encuentro con ellos. Lo que s queda claro es la vivencia de Jess sobre lo que se le viene encima. Descubrimos sus sentimientos, cmo lo vive interiormente, qu razones tiene para afrontar su propio final. Jess renuncia a su vida porque darla es la mejor manera de recuperarla. A los que le buscan, lo que les presenta es lo central de su vida: la entrega. Preocuparse por Jess es entrar en el misterio de su entrega, en el sentido de su cruz como fuente y motivo de toda su identidad. Un Jess sin cruz nunca ser interesante.

    El grano de trigo tiene que ser enterrado. Solo as ser fecundo.

    El dibujo nos presenta claramente, an un poco

    distanciado, pero ya bien visible, el escenario donde Jess ser

    grano entregado para la fecundidad y la vida de todos. Ell mismo mango de la pala que usa

    para hacer el hoyo es a la vez cruz y sepulcro.

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    Fortalezcan sus corazones (St 5, 8)

    Queridos hermanos y hermanas: La Cuaresma es un tiempo de renovacin para la Iglesia, para las comunidades y para cada creyente. Pero sobre todo es un tiempo de gracia (2 Co 6,2). Dios no nos pide nada que no nos haya dado antes: Nosotros amemos a Dios porque l nos am primero (1 Jn 4,19). l no es indiferente a nosotros. Est interesado en cada uno de nosotros, nos conoce por nuestro nombre, nos cuida y nos busca cuando lo dejamos. Cada uno de nosotros le interesa; su amor le impide ser indiferente a lo que nos sucede. Pero ocurre que cuando estamos bien y nos sentimos a gusto, nos olvidamos de los dems (algo que Dios Padre no hace jams), no nos interesan sus problemas, ni sus sufrimientos, ni las injusticias que padecen Entonces nuestro corazn cae en la indiferencia: yo estoy relativamente bien y a gusto, y me olvido de quienes no estn bien. Esta actitud egosta, de indiferencia, ha alcanzado hoy una dimensin mundial, hasta tal punto que podemos hablar de una globalizacin de la indiferencia. Se trata de un malestar que tenemos que afrontar como cristianos. Cuando el pueblo de Dios se convierte a su amor, encuentra las respuestas a las preguntas que la historia le plantea continuamente. Uno de los desafos ms urgentes sobre los que quiero detenerme en este Mensaje es el de la globalizacin de la indiferencia. La indiferencia hacia el prjimo y hacia Dios es una tentacin real tambin para los cristianos. Por eso, necesitamos or en cada Cuaresma el grito de los profetas que levantan su voz y nos despiertan. Dios no es indiferente al mundo, sino que lo ama hasta el punto de dar a su Hijo por la salvacin de cada hombre. En la encarnacin, en la vida terrena, en la muerte y resurreccin del Hijo de Dios, se abre definitivamente la puerta entre Dios y el hombre, entre el cielo y la tierra. Y la Iglesia es como la mano que tiene abierta esta puerta mediante la

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    proclamacin de la Palabra, la celebracin de los sacramentos, el testimonio de la fe que acta por la caridad (cf. Ga 5,6). Sin embargo, el mundo tiende a cerrarse en s mismo y a cerrar la puerta a travs de la cual Dios entra en el mundo y el mundo en l. As, la mano, que es la Iglesia, nunca debe sorprenderse si es rechazada, aplastada o herida. El pueblo de Dios, por tanto, tiene necesidad de renovacin, para no ser indiferente y para no cerrarse en s mismo. Querra proponerles tres pasajes para meditar acerca de esta renovacin. 1. Si un miembro sufre, todos sufren con l (1 Co 12,26) La Iglesia La caridad de Dios que rompe esa cerrazn mortal en s mismos de la indiferencia, nos la ofrece la Iglesia con sus enseanzas y, sobre todo, con su testimonio. Sin embargo, slo se puede testimoniar lo que antes se ha experimentado. El cristiano es aquel que permite que Dios lo revista de su bondad y misericordia, que lo revista de Cristo, para llegar a ser como l, siervo de Dios y de los hombres. Nos lo recuerda la liturgia del Jueves Santo con el rito del lavatorio de los pies. Pedro no quera que Jess le lavase los pies, pero despus entendi que Jess no quera ser slo un ejemplo de cmo debemos lavarnos los pies unos a otros. Este servicio slo lo puede hacer quien antes se ha dejado lavar los pies por Cristo. Slo stos tienen parte con l (Jn 13,8) y as pueden servir al hombre. La Cuaresma es un tiempo propicio para dejarnos servir por Cristo y as llegar a ser como l. Esto sucede cuando escuchamos la Palabra de Dios y cuando recibimos los sacramentos, en particular la Eucarista. En ella nos convertimos en lo que recibimos: el cuerpo de Cristo. En l no hay lugar para la indiferencia, que tan a menudo parece tener tanto poder en nuestros corazones. Quien es de Cristo pertenece a un solo cuerpo y en l no se es indiferente hacia los dems. Si un miembro sufre, todos sufren con l; y si un miembro es honrado, todos se alegran con l (1 Co 12,26). La Iglesia es communio sanctorum porque en ella participan los santos, pero a su vez porque es comunin de cosas santas: el amor de Dios que se nos revel en Cristo y todos sus dones. Entre stos est tambin la respuesta de cuantos se dejan tocar por ese amor. En esta comunin de los santos y en esta participacin en las cosas santas, nadie posee slo para s mismo, sino que lo que tiene es para todos. Y puesto que estamos unidos en Dios, podemos hacer algo tambin por quienes estn lejos, por aquellos a quienes nunca podramos llegar slo con nuestras fuerzas, porque con ellos y por ellos rezamos a Dios para que todos nos abramos a su obra de salvacin.

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    2. Dnde est tu hermano? (Gn 4,9) Las parroquias y las comunidades Lo que hemos dicho para la Iglesia universal es necesario traducirlo en la vida de las parroquias y comunidades. En estas realidades eclesiales se tiene la experiencia de que formamos parte de un solo cuerpo? Un cuerpo que recibe y comparte lo que Dios quiere donar? Un cuerpo que conoce a sus miembros ms dbiles, pobres y pequeos, y se hace cargo de ellos? O nos refugiamos en un amor universal que se compromete con los que estn lejos en el mundo, pero olvida al Lzaro sentado delante de su propia puerta cerrada? (cf. Lc 16,19-31). Para recibir y hacer fructificar plenamente lo que Dios nos da es preciso superar los confines de la Iglesia visible en dos direcciones. En primer lugar, unindonos a la Iglesia del cielo en la oracin. Cuando la Iglesia terrenal ora, se instaura una comunin de servicio y de bien mutuos que llega ante Dios. Junto con los santos, que encontraron su plenitud en Dios, formamos parte de la comunin en la cual el amor vence la indiferencia. La Iglesia del cielo no es triunfante porque ha dado la espalda a los sufrimientos del mundo y goza en solitario. Los santos ya contemplan y gozan, gracias a que, con la muerte y la resurreccin de Jess, vencieron definitivamente la indiferencia, la dureza de corazn y el odio. Hasta que esta victoria del amor no inunde todo el mundo, los santos caminan con nosotros, todava peregrinos. Santa Teresa de Lisieux, doctora de la Iglesia, escriba convencida de que la alegra en el cielo por la victoria del amor crucificado no es plena mientras haya un solo hombre en la tierra que sufra y gima: Cuento mucho con no permanecer inactiva en el cielo, mi deseo es seguir trabajando para la Iglesia y para las almas (Carta 254,14 julio 1897). Tambin nosotros participamos de los mritos y de la alegra de los santos, as como ellos participan de nuestra lucha y nuestro deseo de paz y reconciliacin. Su alegra por la victoria de Cristo resucitado es para nosotros motivo de fuerza para superar tantas formas de indiferencia y de dureza de corazn. Por otra parte, toda comunidad cristiana est llamada a cruzar el umbral que la pone en relacin con la sociedad que la rodea, con los pobres y los alejados. La Iglesia por naturaleza es misionera, no debe quedarse replegada en s misma, sino que es enviada a todos los hombres. Esta misin es el testimonio paciente de Aquel que quiere llevar toda la realidad y cada hombre al Padre. La misin es lo que el amor no puede callar. La Iglesia sigue a Jesucristo por el camino que la lleva a cada

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    hombre, hasta los confines de la tierra (cf. Hch 1,8). As podemos ver en nuestro prjimo al hermano y a la hermana por quienes Cristo muri y resucit. Lo que hemos recibido, lo hemos recibido tambin para ellos. E, igualmente, lo que estos hermanos poseen es un don para la Iglesia y para toda la humanidad. Queridos hermanos y hermanas, cunto deseo que los lugares en los que se manifiesta la Iglesia, en particular nuestras parroquias y nuestras comunidades, lleguen a ser islas de misericordia en medio del mar de la indiferencia. 3. Fortalezcan sus corazones (St 5,8) La persona creyente Tambin como individuos tenemos la tentacin de la indiferencia. Estamos saturados de noticias e imgenes tremendas que nos narran el sufrimiento humano y, al mismo tiempo, sentimos toda nuestra incapacidad para intervenir. Qu podemos hacer para no dejarnos absorber por esta espiral de horror y de impotencia? En primer lugar, podemos orar en la comunin de la Iglesia terrenal y celestial. No olvidemos la fuerza de la oracin de tantas personas. La iniciativa 24 horas para el Seor, que deseo que se celebre en toda la Iglesia -tambin a nivel diocesano-, en los das 13 y 14 de marzo, es expresin de esta necesidad de la oracin. En segundo lugar, podemos ayudar con gestos de caridad, llegando tanto a las personas cercanas como a las lejanas, gracias a los numerosos organismos de caridad de la Iglesia. La Cuaresma es un tiempo propicio para mostrar inters por el otro, con un signo concreto, aunque sea pequeo, de nuestra participacin en la misma humanidad. Y, en tercer lugar, el sufrimiento del otro constituye un llamado a la conversin, porque la necesidad del hermano me recuerda la fragilidad de mi vida, mi dependencia de Dios y de los hermanos. Si pedimos humildemente la gracia de Dios y aceptamos los lmites de nuestras posibilidades, confiaremos en las infinitas posibilidades que nos reserva el amor de Dios. Y podremos resistir a la tentacin diablica que nos hace creer que nosotros solos podemos salvar al mundo y a nosotros mismos. Para superar la indiferencia y nuestras pretensiones de omnipotencia, quiero pedir a todos que este tiempo de Cuaresma se viva como un camino de formacin del corazn, como dijo Benedicto XVI (Ct. enc. Deus caritas est, 31). Tener un corazn misericordioso no significa tener un corazn dbil. Quien desea ser misericordioso necesita un corazn fuerte, firme, cerrado al tentador, pero abierto a Dios. Un corazn que

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    se deje impregnar por el Espritu y guiar por los caminos del amor que nos llevan a los hermanos y hermanas. En definitiva, un corazn pobre, que conoce sus propias pobrezas y lo da todo por el otro. Por esto, queridos hermanos y hermanas, deseo orar con ustedes a Cristo en esta Cuaresma: Fac cor nostrum secundum Cor tuum: Haz nuestro corazn semejante al tuyo (Splica de las Letanas al Sagrado Corazn de Jess). De ese modo tendremos un corazn fuerte y misericordioso, vigilante y generoso, que no se deje encerrar en s mismo y no caiga en el vrtigo de la globalizacin de la indiferencia. Con este deseo, aseguro mi oracin para que todo creyente y toda comunidad eclesial recorra provechosamente el itinerario cuaresmal, y les pido que recen por m. Que el Seor los bendiga y la Virgen los guarde.

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