Croatto, Severino - Teologia Con Rostro de Mujer

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ALTERNATIVASRevista de anlisis y reflexin teolgica

TEOLOGA C O N ROSTRO DE MUJER

AO 7 - N 16/17 JULIO-DICIEMBRE

EDITORIAL LASCASIANA Managua, 2000

Alternativas

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ALTERNATIVAS Revista de anlisis y reflexin teolgica

CONTENIDOPresentacin I. ACERCARSE DESDE LA BIBLIA "Form Yahveh Dios al ser humano como polvo, del suelo " J. Severino Croatto Sin contar las mujeres y los nios: cuando el patriarcado y el imperio se dan la mano . Creo que en realidad se tiene que haber dado el caso inverso. Aun si se tratara del mismo interpolador, tendra que haber escrito primero el texto interpolado en 1 Corintios y luego el de 1 Timoteo. La razn es que los dos versculos agregados a 1 Corintios fueron redactados imitando con todo cuidado el vocabulario'4 Ibid. 324-325. ''5 Horacio Lona. El rol de la mujer en la tradicin paulina, 32. "' CJiuseppc Barbaglio. Pablo de Tarso, 105. N. 9. As tambin J. Weiss. Der erste Korintherbrief (Goettingen: Vandenhoeck and Ruprecht. 1970) 342-343.

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y la forma de expresin de dicha epstola, en especial del contexto inmediato, como ya hemos visto en la parte 5, al estudiar el vocabulario de 34-35. El vocabulario similar de la otra interpolacin se explica a partir de la primera. Otra razn para pensar en 1 Tm 2, 11-15a como un texto escrito en base al de 1 Co 14, 34-35 es que contiene elementos que no aparecen en este ltimo texto, como la prohibicin de ensear (2, 12a) y de dominar al varn (2, 12b), los argumentos escritursticos tomados de Gnesis 2 y 3 (2, 13-14), la maternidad como va de salvacin (2, 15a). Un principio bsico de las relaciones de dependencia literaria es que el texto ms corto es la fuente del que tiene ms elementos. Los Padres de la Iglesia, hasta bien entrado el siglo III, no parecen conocer este texto y la prohibicin hecha a las mujeres de hablar en la iglesia. A pesar de que Clemente de Alejandra (m. 215) escribe sobre el comportamiento de varones y mujeres durante el culto, prescribe el silencio para ambos, no slo para la mujer (Paedagogus 3. I)17. En otra de sus obras (Stromateis 4. 19), poniendo como ejemplo a la hermana de Moiss -a quien describe como "la asociada del profeta para comandar a la multitud"- Clemente declara que tanto el varn como la mujer necesitan educacin y entrenamiento38. En todo esto, como vemos, no hay ni un pice de subordinacin. La referencia ms temprana a los dos versculos en cuestin es tal vez la de Tertuliano (160-240), quien los cita textualmente con motivo de impugnar el derecho de las mujeres a ensear y bautizar (De Baptismo 15. 17)"". La otra referencia temprana es la de Orgenes, en un escrito de c.230, donde cita textualmente 1 Co 14, 35c y tambin 1 Tm 2, 12, al argumentar que las mujeres pueden profetizar, pero en privado . Puesto que los Padres de la Iglesia anteriores al siglo III no conocen estos dos textos, podemos inferir que deben haber

sido interpolados en esa poca. Por eso, no es de extraar que figuren en todos los manuscritos existentes, ya que, como hemos visto en la parte de crtica textual, el manuscrito ms antiguo que existe de los que contienen las epstolas paulinas (el P46) data del siglo III. Desde pocas bastante lejanas muchos biblistas han sostenido que 1 Co 14, 34-35 y 1 Tm 2, 11-15a habran sido interpolados por la misma mano paulinista en la poca de la controversia montaista41. El montaismo surgi en Frigia en la segunda mitad del siglo II y se extendi por la zona durante el siglo siguiente. Se trataba de un movimiento cristiano carismtico, cuyos miembros alegaban actuar bajo la influencia directa del Espritu Santo. Por esa razn no daban importancia a la jerarqua de la Iglesia, al ministerio y a la sucesin apostlica42. Montano, el fundador de ese grupo carismtico, comparta su liderazgo con dos profetisas, llamadas Priscila y Maximila. Segn relata Epifanio, los montaistas no hacan distinciones de gnero, basados en el principio de que en Cristo no hay varn ni mujer, como dice Ga 3, 28. Entre ellos, las mujeres podan ser lderes y hasta ejercer el cargo de obispos (Panarion 49. 2). Esta clase de espiritualidad carismtica haba aparecido por primera vez en el cristianismo precisamente en Corinto, y fue criticada por el apstol Pablo. No es extrao que lo que parece ser la primera interpolacin antimontanista fuera insertada justamente en 1 Corintios, en cuyo captulo 11 los montaistas podan encontrar un fundamento para la actividad de sus profetisas.

" A. Roberts y J. Donaldson. Ante-Nicene Fathers, vol II (Edimburgo, I". & 1. Clark. 1989)290. 18 lbid. 431-432. "'"ibid.vol. 111.677. 40 Jos Alonso Daz. Restriccin en algunos textos paulinos de las reivindicaciones de la mujer en la Iglesia, Estudios Eclesisticos, 50 (1975), p. 80-81.

Pierre de Labriolle. Mulieres in ecclesia taceant. Un aspect de la lutte antimontaniste, Bulletin d'ancienne littrature et d'archologie chrtiennes, 1911, pp. 3-24; 103-122; H. Delafbsse, La premire ptre aux Corinthiens, Les pitres pastorales, en J. Turmel (ed.). Les crits de Saint Paul, Pars. 1926 y 1928; Jos Alonso Daz, Restriccin en algunos textos paulinos de las reivindicaciones de la mujer en la Iglesia. John D. Zizioulas, La comunidad cristiana primitiva, en McGinn-Meyendorff-Leclercq (eds.). Espiritualidad cristiana. Desde los orgenes al siglo XII, Buenos Aires. Lumen. 2000. p.p. 58-59.

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En un artculo publicado en 1975 se aportan varios argumentos en favor de la tesis de que 1 Co 14, 34-35 y 1 Tm 2, 1115a pertenecen a la misma mano paulinista, y que fueron interpolados en la primera mitad del siglo III, la poca tarda de la controversia antimontanista43. 1) Los montaistas mismos no pudieron haber conocido los dos textos en cuestin, porque ellos tenan gran estima por el apstol Pablo, y no habran ido en contra de prohibiciones supuestamente escritas por l. 2) Los antimontanistas anteriores a Orgenes tampoco conocan estos dos textos. De haberlos conocido, no habran dejado de usarlos en su controversia con los montaistas. 3) Tampoco Ireneo (segunda mitad del siglo II) parece conocerlos, ya que cita a Pablo como quien favoreca en 1 Corintios que tanto varones como mujeres profetizaran en la iglesia. Sin duda no conoca 14, 34 y la orden dada a las mujeres de callar en ese mismo mbito. 4) Tampoco los conoca el autor del apcrifo Los hechos de Pablo y Tecla (c. 170), puesto que muestra a Tecla como colaboradora de Pablo, enseando y evangelizando con la aprobacin del apstol. Los primeros en citar los dos textos fueron Orgenes y Tertuliano a principios del siglo 111. Incidentalmente, es notable el hecho de que Tertuliano, quien tanto escribiera en contra de las mujeres y su ministerio, termin unindose a los montaistas, atrado por la espiritualidad y la alta calidad moral de ese grupo44.

p46, escrito en el siglo III. Para los siglos anteriores, todo lo que tenemos es el testimonio de los escritores cristianos, quienes citaban en sus obras los textos que les servan para su argumentacin. Puesto que dos textos que habran sido sumamente tiles en la controversia antimontanista, como son l Co 14, 34-35 y 1 Tm 2, 11-15a, no fueron usados por los controversistas antes de las primeras dcadas del siglo III, podemos inferir que deben haber sido interpolados en esa poca. Incluso podramos pensar con buen fundamento que pueden haber sido agregados con el fin de usarlos en la controversia invocando la autoridad del apstol Pablo. En 1859 Catherine Mumford, cofundadora-junto con su esposo William Booth- del Ejrcito de Salvacin, deca refirindose a 1 Co 14,34-35: Cmo es que, entonces, este nico pasaje aislado ha sellado por siglos los labios de las mujeres y ha silenciado "