Criticas Visiones y Dialogos

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  CRÍTICA, VISIONES Y DIÁLOGOS  Jesús Semprum

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Jess Semprum

CRTICA, VISIONES Y DILOGOS

BIBLIOTECA AYACUCHO es una de las experiencias editoriales ms importantes de la cultura latinoamericana. Creada en 1974 como homenaje a la batalla que en 1824 signific la emancipacin poltica de nuestra Amrica, ha estado desde su nacimiento promoviendo la necesidad de establecer una relacin dinmica y constante entre lo contemporneo y el pasado americano, a fin de revalorarlo crticamente con la perspectiva de nuestros das. El resultado es una nueva forma de enciclopedia que hemos denominado Coleccin Clsica, la cual mantiene vivo el legado cultural de nuestro continente, como conjunto apto para la transformacin social, poltica y cultural. Las ediciones de la Coleccin Clsica, algunas anotadas, con prlogos confiados a especialistas y con el apoyo de cronologas y bibliografas, hacen posible que los autores y textos fundamentales, comprendidos en un lapso que abarca desde la poca prehispnica hasta el presente, estn al alcance de las nuevas generaciones de lectores y especialistas en las diferentes temticas latinoamericanas y caribeas, como medios de conocimiento y disfrute que proporcionan slidos fundamentos para nuestra integracin.

CRtiCa, visiones y dilogos

Ministerio Del poDer popular para la Cultura Francisco sesto novsMinistro

rosangela Yajure santelizViceministra de identidad y Diversidad Cultural

emma elinor Cesn CentenoViceministra para el Fomento de la economa Cultural

ivn padilla BravoViceministro de Cultura para el Desarrollo Humano

FunDaCin BiBlioteCa aYaCuCHoConseJo DireCtiVo

Humberto Matapresidente (e)

luis Brito Garca Freddy Castillo Castellanos luis alberto Crespo roberto Hernndez Montoya Gustavo pereira Manuel Quintana Castillo

Jess semprum

CRtiCa, visiones y dilogos236prloGo

Jos BalzaCronoloGa Y BiBlioGraFa

ngel Gustavo infante

Fundacin Biblioteca ayacucho, 2006 Coleccin Clsica, no 236 Hecho Depsito de ley Depsito legal lf50120068000646 (rstica) Depsito legal lf50120068000645 (empastada) isBn 980-276-437-X (rstica) isBn 980-276-438-8 (empastada) apartado postal 14413 Caracas 1010 - Venezuela www.bibliotecayacucho.gob.ve

Director editorial: edgar pez Coordinadora editorial: Gladys Garca riera Jefa Departamento editorial: Clara rey de Guido asistente editorial: shirley Fernndez edicin al cuidado de: Gladys Garca Berros Jefa Departamento de produccin: elizabeth Coronado asistencia de produccin: Jess David len auxiliar de produccin: nabaida Mata Coordinador de Correctores: Henry arrayago Correccin: Gabriela Gazzaneo y nora lpez Concepto grfico de coleccin: Juan Fresn actualizacin grfica de coleccin: pedro Mancilla Diagramacin: Juan Francisco Vzquez l. impreso en Venezuela / Printed in Venezuela

PRlogo1

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una ViDa persistenteapasionaDo De sHakespeare y obsesivamente decidido por pertenecer a una tradicin literaria venezolana o por forjarla, dice Jess semprum (1882-1931) en uno de sus textos de 1911 refirindose al carcter de Falstaff:1. para la elaboracin del prlogo se han consultado las siguientes fuentes bibliogrficas: Cecilio acosta. Obras completas. Caracas, Fundacin Casa de Bello, 1982. asdrbal Baptista. El relevo del capitalismo rentstico. Caracas, Fundacin polar, 2004. andrs Bello. Obras completas. Caracas, Fundacin Casa de Bello, 1982, v. XXi. rmulo Betancourt. al margen de la obra de Jess semprum, Repertorio americano. Caracas, ediciones Centauro. 1982, 442 p. rufino Blanco Fombona. Hombres y libros. Caracas, Biblioteca ayacucho, 2004. Julio Calcao. Crtica literaria. Caracas, presidencia de la repblica, 1972. pedro emilio Coll. El castillo de Elsinor. Caracas, tipografa Herrera irigoyen, 1901. luis Correa. Terra Patrum. Caracas, tipografa americana, 1930. Humberto Cuenca. Jess Semprum. Caracas, edit. sur-amrica, 1932. ramn Daz snchez. Paisaje histrico de la cultura venezolana. Buenos aires, euDeBa, 1965. rafael Fernndez Heres. Pensamiento educativo en Venezuela. Siglos XVI al XX. Caracas, universidad nacional abierta, 2000, 5 v. Jos Gil Fortoul. literatura venezolana en pginas de ayer, Obras completas. Caracas, Ministerio de educacin, v. 8, 1957. Juan Vicente Gonzlez. las letras en 1865 en Miguel Gomes, Esttica hispanoamericana del siglo XIX. Caracas, Biblioteca ayacucho (Coleccin Claves de amrica), 2002. pedro Grases. Temas de bibliografa y cultura venezolanas. Caracas, Monte vila editores, 1973. rogelio illaramendy. Jess semprum, Panorama (Maracaibo), (1 de febrero de 1940). ngel Gustavo infante. Primeros momentos del pasado crtico. Caracas, Fondo editorial de Humanidades y educacin, uCV, 2002. Felipe larrazbal. Carta a octaviano Valle, Revista Musical de Venezuela (Caracas), nos 32-33, Fundacin Vicente emilio sojo, 1993. luis lpez Mndez. Obras completas. Caracas, Biblioteca de autores y temas tachirenses, 1992. Carlos Montiel Molero. Rastros de una aficin. Evocaciones. Maracaibo, universidad del Zulia, 1968. Juan antonio navarrete. Arca de letras y teatro universal. Caracas, Biblioteca de la academia nacional de la Historia, 1993. Mariano picn salas. Formacin y proceso de la literatura venezolana. Caracas, Monte vila editores, 1984. Julio planchart. Temas crticos. Caracas, presidencia de la repblica, 1972. Juan Germn rocio. El triunfo de la libertad

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es un tipo en el que encontramos la huella de una vida persistente. nada mejor para cercar la existencia y la obra del propio semprum que tales palabras. su accin fue mental y con ella rescat y cubri lo ms inquietante de nuestra literatura del siglo XiX, del mismo modo que se acerc a los autores, a la plstica y al cine de su tiempo, sin dejar de percibir con rara inquisicin los acontecimientos mundiales de entonces. las ms importantes dcadas de su transcurso vital ocurren bajo la dictadura gomecista y no es necesaria una pesquisa singular para notar en su obra (y en su propia accin vital: cautela y el viaje al exterior) su penetracin sobre la realidad inmediata. en cuanto a su escritura, aparte del aura positivista o modernista y hasta de vanguardia que resuena en ella, no hay duda de que por esa prosa circula la huella de una vida persistente, factor que nos permite leerlo hoy como si sus pginas fuesen concebidas ahora o como si escuchramos una sostenida y refrescante conversacin. Mientras vivi e inmediatamente despus de morir, creo que algunas paradojas han marcado su destino literario, de tal modo que lo alejaron dentro de ese magma impreciso que es el universo de las letras. por ejemplo, habiendo sido un escritor absoluto, no recogi sus textos en libros. excesiva autocrtica, seguridad de que toda obra termina siendo fragmentaria? asimismo, y quiz debido a lo anterior, su valiosa obra narrativa fue ocultada por la condicin de crtico del autor. Y, para no abundar, por ejemplo, cuando vuelve a Venezuela en la plenitud de su talento, es sutilmente relegado (poltica, intrigas estticas?) de los honores que le correspondan; para colmo, los comentaristas que dicen admirarlo (Cuenca, etc.) no slo no entienden los alcances, la origisobre el despotismo. Caracas, Monte vila editores, 1983. Jess semprum. Crtica literaria. Caracas, ediciones Villegas, 1956. Visiones de Caracas y otros temas. Caracas, Corporacin Venezolana de Fomento, 1969. 327 p. Fermn toro. los estudios filosficos en Venezuela, Pensamiento poltico venezolano del siglo XIX. Caracas, ediciones conmemorativas del sesquicentenario de la independencia, 1960. amenodoro urdaneta. Cervantes y la crtica. Caracas, imprenta a vapor de la opinin nacional, 1877. Cervantes y la crtica. Caracas, Biblioteca ayacucho (Coleccin paralelos), 2005. laureano Vallenilla lanz. Cesarismo democrtico y otros textos. Caracas, Biblioteca ayacucho (Coleccin Clsica), no 164, 1991.

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nalidad y la audacia de su pensamiento, sino que, con voraz amargura, slo destacan la actitud exigente, tambin amarga a veces, con que semprum enfrenta los ltimos aos de su vida. esta edicin busca, precisamente, la huella de esa vida persistente que semprum rob al misterio de la creacin y que salta con gozo a medida que un lector actual recorre sus pginas. pasa los primeros diez aos de su vida en san Carlos del Zulia al sur del lago de Maracaibo y cercano a las riberas del ro escalante; el paisaje exuberante de ese padre lquido y fuerte, sin rumores ni gemidos vanos ni vanas voces de alegra, le har decir, despus: tu caudal, amarillento y tranquilo, discurre en la serenidad de tus largas ondulaciones, amplias como curvas de senos, copiando el milagro de las mrgenes verdes, donde los caimanes suean milagrosos festines.... Hasta 1903 permanece en Maracaibo, donde ha comenzado a escribir desde los diecisis aos y donde estudia medicina. Forma all parte del grupo que funda la revista Ariel. as lo evoca rogelio illaramendi, miembro de la publicacin: ...siempre le contempl con un alto respeto como al hermano mayor de nosotros, como al maestro y jefe de la casa lrica. el acaudill nuestro juvenil pelotn de iconoclastas, asaltantes contra la vieja retrica y del rutinarismo local y sufrimos juntos la ex-comunin de los dmines del saber neoclsico y de la turba que persegua nuestras melenas como si fueran ellas culpables del edicto de expulsin de los reverendos padres Capuchinos. tal vez las calles, el hospital, la universidad y algn convento de entonces hayan servido como recursos escenogrficos para una de las novelas que nunca public, El crucifijo. el cierre de la universidad por Cipriano Castro y las inmediatas colaboraciones de semprum con la famosa revista El Cojo Ilustrado; la posterior fundacin de Sagitario y su trabajo en diarios de renombre lo convierten en el ms importante crtico literario de las siguientes dcadas. se casa en 1911 con isabel Correa, hermana del poeta y acertado crtico luis Correa; y tendran como descendiente a luis alberto, verdadero guardin de la memoria de su padre. en 1919, rodeado ya semprum por la fama, lo dibuja Carlos Montiel Molero:BiBlioteCa aYaCuCHo

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as ha triunfado semprum en la Metrpoli. inevitablemente, hasta nosotros haba llegado el eco de sus triunfos. Cuando fui a Caracas por primera vez, iba ansioso de conocer al sesudo constructor de las epopyicas Notas de Epinicio. Curioso, inquieto, a mis compaeros preguntaba cuando vea pasar por la plaza Bolvar o por las proximidades de la india, a un seor ms o menos grave: ese es semprum? ser ese otro? por fin, una maana, bajando por la esquina de san Francisco, alguien me lo seal. s, era la carne viva de aquel boceto que en sus Cartones traz la custica pluma del estilista y poeta emiliano Hernndez: el traje negro, espesa la melena, el tirol un poco abiertas las alas, del mismo color del traje, solemnsimo el paso, y encima de las narices, otra solemnidad: la de sus lentes. Con todo ese conjunto de indumentaria, cualquiera poda suponerlo un clrigo protestante, como dijo emiliano. adems, tena fama de intratable, y por ello, muy pocos de los paisanos lo trataban, y una, como especie de odio, se iba comunicando de uno a otro. Hace unos cuatro aos volv a Caracas y andrs Mata, en medio de una charla de las que a diario regocijan sus cofrades en el compartimiento casi ministerial que l tiene en El Universal, me present al doctor semprum. Despus de la presentacin, muy cordialmente departa con l, bien por las noches, al venir a sus labores de diarista, o por las tardes, cuando en imprevisto encuentro nos tropezbamos, esperando las salidas de la adorable parvada femenil que hace pblico tan exquisito en las vespertinas del teatro nacional.

para sus contemporneos, la adustez y la irona de semprum hacan que fuese percibido como un hombre de trato reservado y duro. pero no slo escribi con calidez acerca de los humoristas y satricos del momento, sino que, como lo atestigua su prosa, vitalmente debi cultivar un incisivo culto a la sonrisa, a la risa interna. si la literatura representa o refleja con fidelidad el espritu del pueblo que la produce, resultara el venezolano un pueblo triste. el literato, el poeta, han redo raras veces entre nosotros. Y sin embargo, reconoce (para s mismo?): el escritor jocoso que escribe con la mente puesta en el regocijo ajeno, termina por perder la gracia. el verdadero humorista goza plenamente de su arte de un modo puro y desinteresado. Como encuentre el contraste feliz, como descubra la nota disonante en el conjunto, como lincee el matiz chocante y cmico, se frota las manos, complacido, y re para s con ingenuo jbilo. (...) lo queCrtiCa, Visiones Y DiloGos

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aprovecha es la esencia humana de la irona que en su propio ser perdura, como una actitud de interpretacin ante el universo. aparte de los poemas y prosas lricas, dilogos teatrales y cuentos publicados por semprum, el ejercicio crtico lo absorbe ampliamente. en general, vivir para los diarios y revistas, tanto del pas como del exterior. un autor poco complaciente, Julio planchart, lo retrata as: semprum estaba muy dotado. entre sus dones se hallaban la capacidad para expresarse bien y claramente; el de la irona, tan cara a su manera de ser y tan estimada en su tiempo y tan necesaria a su funcin principal: la de periodista, en una poca en que era peligroso siquiera acercarse a la verdad (...) semprum era artista y el crtico debe serlo. pero no slo la vigilancia poltica, sobre todo para l, que posea una notable predileccin por las bsquedas socialistas, marcaba su contacto con lo inmediato; ni el estudio o la especulacin terica acerca de la literatura y los creadores, cerraban su inters: mantuvo un vivaz vnculo con la ciudad: rincones, personajes populares, ngulos del diverso paisaje, transformaciones de la luz, surgimiento del transporte y permanente captura de lo femenino en sus destellos lumnicos o dolorosos, imantan su atencin. sus Visiones de Caracas as lo demuestran, a la vez que en alguna sinuosidad de la prosa, cuando hace el recorrido urbano, parece anunciar la percepcin que sobre ello nos legar aos ms tarde Guillermo Meneses. algunos personajes y el complejo crculo poltico, ertico y social de su otra novela indita, La nueva ciudad, tambin deben a Caracas mucho de su materia. en el viaje a nueva York, como afirma pedro Daz seijas y segn confesiones del hijo de semprum, influye la presin poltica. Desde 1919 hasta 1926 colaborar desde esa ciudad con numerosos diarios, traducir y ampliar considerablemente su continuo contacto con elementos de la cultura latinoamericana y mundial. padece entonces una afeccin cardiaca y regresa a Venezuela. no recibe el puesto en la academia que le ha sido otorgado, trabaja como profesor de literatura en la universidad Central y vuelve a ejercer su actividad de mdico. Dice Humberto Cuenca: desesperado se hundi voluptuosamente en las turbias aguas de la bohemia i (sic) un largo sueo artificial, como la sombra de un marasmo, se tendi definitivamente sobre l. () Hasta que un da cualquiera, fatigado elBiBlioteCa aYaCuCHo

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dolor de consumirlo, la enfermedad fisiolgica (sic) la mental se aliaron para fulminarlo instantneamente: en la maana del 13 de enero de 1931, muri Jess semprum en el Valle, parroquia fornea de Caracas. en enero de 1933, desde san Jos de Costa rica, rmulo Betancourt, por su parte, escribe: semprum, a pesar de ser un valor autntico como escritor, careca de las dos condiciones que aseguran la consagracin en estos medios borrosos: arribismo y actitud complaciente ante las clases gobernantes. Fue hombre discreto y, segn tengo entendido, vertical () otra diferencia importantsima queremos sealar entre semprum y la casi totalidad de sus compaeros de ruta. semprum vivi al margen de la politiquera. no se alquil a dspotas, no visti libreas de cortesano, no enhebr panegricos para los mandones. ii

anunCios: el oBJeto ausenteprobablemente la obra de Jess semprum sea el punto culminante de un largo y, hasta ahora, impreciso proceso. en ella el pensamiento crtico fluye desde la literatura hacia el pas, y viceversa, arrojando una escritura de apasionada y radiante serenidad. este hombre de gran talento crtico, segn picn salas, muri de soledad e infinito fastidio sin ordenar su obra copiosa. tratando de encontrar algunos factores que pudieran haber desembocado en la obra y el pensamiento de semprum, anotaremos aqu rpidamente los siguientes, junto a breves bocetos de los lapsos en que surgieron. todo lo cual, como hubiera gustado a luis lpez Mndez, tendra la imantacin de un mosaico. tal vez nunca haya sido posible el impulso creador sin su paralelo, el sentido crtico. Cuanto aquel propicia como un rayo, conduce a la vez una inclinacin a lo analizable, a la revisin. Cuando en 1708 se publica el Sermn Panegrico de accin de gracias por el deseado nacimiento de nuestro Prncipe Luis Felipe, predicado en la Santa Catedral de Santiago de Len de Caracas por el doctor D. Nicols de Herrera y Ascanio el 9 de noviembre de 1707, tenemos un remoto antecedente de la intuicin crtica entre nosotros.CrtiCa, Visiones Y DiloGos

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porque en dicho sermn, la celebracin del prncipe adquiere un especial rango esttico y retrico, casi tan notable como el objetivo religioso de la ceremonia misma. Herrera y ascanio exalta el nacimiento del nio, pero considera y valora los elementos del discurso que, para esa festividad, son atrados por la composicin, por el impacto que debe recibir el diverso pblico. el sermn parece ser tan importante como su objeto y por lo tanto se nos permite asistir a la manera en que su autor lo realiza o lo evala. Junto a la velada certeza sobre la graciosa erudicin que apoya a este discurso, confiesa el sacerdote: Doy la razn ingenua de este pensamiento. el complejo aparato del sermn queda as justificado, puesto que la imaginacin causa efecto, y tiene tal eficacia que sus impresiones se miran en los efectos producidos. sobre todo si advertimos que el autor termina comparndose con Zeuxis y aceptando: lo primoroso y eterno del retrato me detiene el movimiento de la mano, y no deja correr las lneas del pincel: quiero copiar una imagen eterna en su duracin, y para tan grande y maravillosa obra toda esta dilacin es precisa. una ms rotunda intuicin crtica hallaremos en las ltimas dcadas de ese mismo siglo, cuando fray Juan antonio navarrete establezca una singular biblioteca, componga diccionarios muy personalmente seleccionados, realice resmenes de retrica, recomiende y comente lecturas de variadsimos autores y materias. segn l, el trabajo corporal de meter, sacar y apuntar libros cada rato, le resta energa a sus labores de escritor. admite navarrete en su Arca de letras y teatro universal que erudito es un hombre que no deja lo que no toca. aquellas treinta obras suyas desaparecidas habran sido una prueba ms de ello. Y como su meta era ensear puntos, cuestiones, motivos, experimentos, secretos, descubrimientos, sucesos y varias cosas o, dicho de otro modo, artes, materias, el vastsimo ocano de erudicin literario tanto al pblico asiduo a su convento como a los Doctores borlados, pero no doctos de Caracas, l mismo realiza una incansable actividad de difusin y de crtica indirecta para beneficio de ellos. por eso lo veremos comentar acerca de cuadros y pintores europeos, sobre ciencia, teatro, literatura. entre sus criterios encontramos: la materiaBiBlioteCa aYaCuCHo

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de la poesa es todo asunto que se le presente, sin excepcin de cosa, ni facultad, ni ciencia alguna. todo lo abraza porque sobre todo puede hablar con ms licencia que los mismos facultativos, porque los poetas son ms licenciosos. Y en un tono casi profano: la poesa es en su material una facultad trascendental, que todo lo trasciende y abraza, hasta los arcanos ms altos, secretos y profundos del mismo Dios. se lamentaba pedro Grases en los aos cuarenta del siglo XX de no haber encontrado en bibliotecas y archivos venezolanos algn tratado de retrica. Como acabamos de apuntar, el padre navarrete no slo haba sido un estudioso del rea sino que, con su ejercicio de bibliotecario en el convento de san Francisco, exhiba papeles y resmenes para ilustrar al renuente pblico caraqueo sobre aquellos tpicos. Ms optimista se muestra Grases al descubrir la traduccin y la edicin de El arte de escribir de Condillac, realizada por andrs Bello y editada por espinel, en la Caracas de 1824. por obvias razones polticas y econmicas, Venezuela, en tanto provincia espaola, se expres fundamentalmente a travs de la msica y la artesana e intenta utilizar nuevos procedimientos educativos slo poco antes de la independencia. la poblacin haba vivido casi dentro de una ignorancia natural. aquellos 200.000 o 350.000 habitantes indgenas del territorio para el momento de la conquista espaola; aquellos indgenas, negros, espaoles y luego mestizos, constituirn una poblacin de nmero fluctuante (debido a guerras, enfermedades, problemas de alimentacin, etc.), que en 1900 ser, aproximadamente, de 2.400.000 habitantes. Caracas, la capital, habr tenido unos 2.000 habitantes en 1580, 18.000 en 1771 y 118.000 en 1920. los indgenas de la regin ya esclavizaban a otros, proceso que se acenta con la llegada del esclavo negro. la exitosa produccin de harina de trigo a comienzos del siglo XVii, ser seguida por la de cacao. Y la poblacin se dividir ahora hondamente entre grandes (y pocos) terratenientes o mercaderes, en ganaderos, pequeos agricultores, esclavos. la presencia espaola hacia 1784 cuenta con 300.000 personas, mientras el ndice de esclavos asciende a 60.000. el comercio gira entonces en torno al ail, el caf, las mulas y los caballos. algunos frailes sensibles debieron cultivar las destrezas artesanales, pictricas y musicales en peCrtiCa, Visiones Y DiloGos

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queos grupos o en individuos negros y mestizos. postergan, en cambio, el trabajo con la letra. Miguel Jos sanz, Francisco andjar, Baltasar Marrero aportan valiosas ideas para la educacin general, a fines del siglo XViii. simn rodrguez, segn podemos observarlo en sus Reflexiones sobre los defectos que vician la escuela de primeras letras de Caracas y medio de lograr su reforma por un nuevo establecimiento (1794) tiene una visin desoladora y frustrada de cmo mejorar la realidad inmediata. el padre Herrera y ascanio y fray Juan antonio navarrete no dejan de representar personalidades excepcionales. sin embargo, individualidades importantes y familias criollas o grupos selectos cultivaron con energa la poesa y el estudio de la historia, en un medio social que consuma, hacia 1810, 2.500.000 varas de telas valiosas, 250.000 litros de vino y 1.300 libras de quesos. el seminario tridentino y la real y pontificia universidad de Caracas polarizan las directrices religiosas, educativas y culturales. ser necesaria la llegada de la imprenta en 1808 y la violenta separacin de espaa, para que el pas inicie un gradual y complejo dilogo espiritual entre Gobierno y poblacin, entre criollos y negros. Y ahora s la educacin, siempre desde esferas reducidas, cuya extensin exigir aos de empeo, comienza a buscar objetividades prcticas y cientficas, visiones amplias sobre la poblacin. Ya en 1810 Juan Germn roscio busca los contribuyentes para sostener una biblioteca pblica y diez aos despus no cesa de reclamar que, junto a las armas, como hicieran los republicanos franceses, marcharan: los instrumentos de persuasin: un diluvio de proclamas, de gacetas, escritores y oradores, porque los himnos, la pintura, el teatro hijos de la poesa inflamaban sobremanera el espritu. Cmo hubiera complacido a roscio conocer las palabras con que, setenta aos ms tarde, el msico Felipe larrazbal celebraba el efecto de la revolucin francesa en la sociedad y el arte sonoro: la msica tom parte, y no escasa por cierto, en la obra de la libertad y de la regeneracin del hombre, y al comps de los progresos en la conquista de los derechos usurpados por el despotismo, ensanch ms y ms la esfera de sus prodigios. roscio mismo hacia 1817 realiza una compleja experiencia dentro de las variaciones de la crtica: su exgesis de la Biblia, que lo lleva aBiBlioteCa aYaCuCHo

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componer El triunfo de la libertad sobre el despotismo, en la que confiesa: predispuesto de esta manera, me entregu a la lectura y meditacin de la Biblia, para instruirme de todos los documentos polticos que en ella se encuentran. (lleg a conocer Jos antonio ramos sucre la prosa de roscio? el tenso estilo del poeta y los matices de sus verbos guardan un eco que tambin encontramos en aqul). pero los aos de la guerra independentista, de su lucha fratricida, y las dcadas inmediatas tendrn un efecto devastador no solamente sobre la ejercitacin de la cultura sino tambin sobre la economa, los ncleos familiares, la totalidad del pas. apunta Vallenilla lanz:porque Venezuela gan en gloria lo que perdi en elementos de reorganizacin social, en tranquilidad futura y en progresos moral y material efectivos. nosotros dimos a la independencia de amrica todo lo que tuvimos de grande: la flor de nuestra sociedad sucumbi bajo la cuchilla de la barbarie, y de la clase alta y noble que produjo a simn Bolvar, no quedaban despus de Carabobo sino unos despojos vivientes que vagaban dispersos por las antillas y otros despojos mortales que cubran ese largo camino de glorias desde el vila hasta el potos.

el mismo Bolvar haba escrito a su to esteban palacios despus de la batalla de Carabobo: usted se encontrar en Caracas como un duende que viene de la otra vida y observar que nada es de lo que fue. usted dej una dilatada y hermosa familia: ella ha sido segada por una hoz sangrienta; usted dej una patria naciente que desenvolva los primeros grmenes de la creacin y los primeros elementos de la sociedad; y usted lo encuentra todo en escombros, todo en memorias. (...) Caracas no existe!. la reorganizacin de la universidad de Caracas, decretada por simn Bolvar en 1827 y probablemente redactada por Vargas decide: la enseanza de la literatura comprender un curso de retrica en que despus de examinados los principios generales del gusto, se formar el anlisis de la oratoria en sus diversas acepciones. en esta clase se ensearn tambin la poesa latina y castellana en todas sus composiciones y se darn unas breves lecciones de literatura antigua y moderna. Y aade que los estudiantes para adquirir el buen gusto tan necesario a la profesin literaria, seCrtiCa, Visiones Y DiloGos

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ocuparn con toda asiduidad: primero, en la versin de los autores latinos de mejor nota; segundo, en las composiciones latinas y castellanas, as en prosa como en verso. paralelamente, se disean los cursos de Filosofa, Medicina, teologa y Jurisprudencia. antonio Jos de sucre, por su parte, en el Reglamento para los colegios de Ciencias y Artes de 1827 no slo atiende a las generalidades de la educacin, sino que exige, especficamente, que sean estudiadas las obras de Demstenes, Cicern, Focin, tcito, salustio; que se lea en francs a Mirabeau, en ingls a pitt y Fox. el estudiante debe familiarizarse con Homero, Horacio, Virgilio, racine, Corneille, Voltaire, Quintana, Molire, Milton, adems de conocer teora de la arquitectura en sentido de lo bello, la pintura, la msica instrumental y vocal, la danza. todo lo cual, dictado para Bolivia, debi repercutir en la intelectualidad venezolana de la independencia. Como sabemos, antes y durante la vorgine de la guerra, hubo numerosas personas ilustradas (los salias, los ustriz, sanz, rodrguez, Bello, revenga, Jos luis ramos, etc.) que leyeran comparativa, crticamente. el gusto colonial se abri a nuevas concepciones artsticas y sociales. el influjo de aquellas personalidades en las reformas educativas, en la visin del nuevo pas as lo sugieren. Y aunque no guardamos testimonios de tales lecturas y opiniones, atendamos a las palabras de Gil Fortoul sobre aspectos colaterales: por los aos turbulentos de 1835 llegan a la plenitud de su talento en la literatura poltica toms lander y Domingo Briceo y Briceo. imbuido el primero de la filosofa francesa del siglo XVii, escritor pomposo, pero capaz de cincelar a menudo frases artsticas; y polemista el segundo, bizarro y elegante que sabe animar sus artculos con retratos de finsimos toques. por otra parte, habr atencin para las nias, para los modales pblicos; se comenzar a valorar la pintura como ya haba ocurrido con la msica, y la poesa y la ficcin llegarn a tener figuras reconocidas. los nuevos crculos culturales, las publicaciones peridicas, la docencia y los almacenes que expendan libros van a dar continuidad a una actitud crtica ante los autores importados y ante la incipiente obra literaria de los autores patrios. Del mismo modo que los detectamos en roscio, encontremos esos posibles instantes de soledad o iluminacin en que nuestros pensadoresBiBlioteCa aYaCuCHo

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comienzan a hurgar, deliberadamente, en el aire del anlisis literario. por ejemplo, como ocurre con Fermn toro. la turbulencia poltica que atraviesa el siglo XiX dificulta la autonoma personal del creador y, claro, la del crtico. aunque tangencial a los requerimientos de lo literario en s, el texto Los estudios filosficos en Venezuela (1838) de Fermn toro (1806-1865) bien puede ser un modelo de alta organizacin mental para el ejercicio de la crtica. all, el autor ataca una posicin filosfica y defiende otra. el lenguaje es directo y estimulante; las largas citas bien seleccionadas y rpidamente comentadas. el mtodo expositivo tan firme como la apasionada actitud de toro. no encontraremos en los ms adecuados crticos del futuro, y en el mismo semprum, una dispositio semejante? en la plenitud de su edad, toro haba comenzado a escribir narraciones, con marcados rasgos trgicos. ledas hoy nos parecen gesticulantes, apresuradas, pero sin duda indicadoras de una alta y calculada tensin dramtica. obra quiz de un romntico similar a las de aqullos de los cuales l se burlaba. sigmoslo en su razonamiento sobre los mencionados estudios filosficos:Cada pues, la que se llam filosofa del siglo XViii, qu cosa caracteriza a la que se ensea en el XiX? Me parece que en el fondo de los sistemas filosficos de este siglo, cualquiera que sean las diferencias que los caracterizan, lo que los distingue de lo pasado es la admisin de algo, de un punto en la inteligencia independiente de la experiencia y del testimonio de los sentidos, para poder levantar sobre l, como de base slida y necesaria, conocimientos positivos y universal y objetivamente vlidos. llmese este algo nocin, idea o creencia intuitivas, o leyes o concepciones a priori, sin ellas, segn la filosofa del siglo, no hay metafsica, ni psicologa, ni moral, ni teodicea posibles.

(paralelamente, no habr sido ms profunda de lo que pudiera parecer la influencia de Condillac tan denostada por Fermn toro en la formacin del carcter venezolano? Cmo se lea e interpretaba al abate en tiempos de libertades polticas? no se veran nuestros rasgos locales sensorialidad y calidez, trpico e improvisaciones reflejados yCrtiCa, Visiones Y DiloGos

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quiz acentuados en aquella apreciaciones filosficas? Condillac 17141780 defiende los sistemas de pensamiento que toman como principios solamente los hechos comprobables. Bajo el influjo de locke acepta que los conocimientos slo derivan de la experiencia. su Tratado de las sensaciones concibe que la sensacin es una manera de ser del alma:si el hombre, dice, no tuviera ningn inters en ocuparse de sus sensaciones, las impresiones que los objetos causan en l pasaran como sombras sin dejar traza. (...) por ser necesariamente agradables o desagradables, le interesa buscar unas y librarse de las otras; y cuanto ms vivo es el contraste de los placeres y de las penas, tanto ms le sirve de acicate para la actividad del alma. por esto, la privacin de un objeto, que nosotros juzgamos como necesario para nuestra felicidad, nos ocasiona ese malestar, esa inquietud que nosotros llamamos necesidad, de la que se originan los deseos. estas necesidades se repiten segn las circunstancias, incluso crean nuevas necesidades, y esto es lo que desarrolla nuestros conocimientos y nuestras facultades.

pero el apasionado rechazo de Fermn toro a Condillac no puede ser examinado aqu). tal vez, como hemos visto hasta ahora, entre nosotros la mentalidad del crtico ya est preparada. slo que su objeto, la literatura del pas, permanece todava ausente. nada extrao dentro de una repblica naciente, si recordamos que en los virreinatos del continente, en el siglo XVii, El Lunarejo ejerce brillante y originalmente la crtica sobre el Gngora de Manuel de Faria, Domnguez Camargo sobre la recepcin de su propia obra, siguenza y Gngora al construir sus narraciones, santa Cruz y espejo, un siglo despus, sobre complejos problemas metodolgicos, estticos y morales. tal vez no tenan otras realidades donde aplicarla, aparte de los textos espaoles. Haba una crtica sin literatura local. al germinar, al elaborarlos, tanteando sobre los mundos que el castellano les trajo, nuestros autores de 1600 estaban fundando tambin principios crticos que slo seran retomados en el siglo XX. la espiral pero si roscio trata de descifrar polticamente a la Biblia y toro utiliza la filosofa de Condillac para oponerle sus concepciones intelectuales, haciaBiBlioteCa aYaCuCHo

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1835 habra comenzado un giro expresivo que nada detendr: primero en la prensa y muy lentamente en libros, se inicia la circulacin de obras poticas, dramticas, narrativas de nuestros escritores. la sensibilidad crtica va a encontrar materia, producida en el propio territorio de la repblica o creada por algunos de sus hijos errantes, sobre la cual ejercitarse. Jos antonio Maitn escribi teatro en esa dcada, como Fermn toro ficcin. Y en seguida el mismo Maitn, abigal lozano, el extravagante rafael arvelo, el exquisito rafael agostini y el extico Jos Heriberto Garca de Quevedo sern reconocidos por su poesa. pero, subyaciendo a ese escenario creativo, aparte de la inestabilidad econmica, persiste el terrible y ambiguo destino de los esclavos. si Bolvar y pez haban buscado la libertad de stos desde 1818, la ley de abolicin de la esclavitud slo ser proclamada en 1854. Y an en 1860 los procedimientos legales para cumplirla no se han resuelto. seguimos en presencia de familias y personajes privilegiados, de gobernantes y polticos brutalmente enriquecidos, de criollitos que intrigan por el poder y el dinero, ante una poblacin desamparada, como podemos captar en los estudios de asdrbal Baptista: por dcadas sin fin los vaivenes de la produccin agropecuaria han sometido a sus pobladores a una sucesin de altibajos materiales dentro de los ms rgidos lmites de una pobreza insuperable. la Venezuela de 1920 es prcticamente indistinguible de la Venezuela que setenta aos antes haba recorrido el abuelo de Mariano picn salas cuando regresa al pas desde Francia, y cuyos trazos de infinito abandono y soledad han quedado recogidos en Viaje al amanecer. Como es natural, ya en 1844 tenemos asomos crticos acerca de textos surgidos en el contorno inmediato: una espiral indetenible, la crtica, ha vislumbrado su objeto dentro del pas. Y lo sigue. para advertir el nacimiento y la formacin de la crtica literaria en Venezuela es imprescindible el breve y refrescante libro Primeros momentos del pasado crtico (2002) de ngel Gustavo infante, en el que se revisan los conceptos clsicos de la preceptiva, sus adaptaciones en europa y la tmida y ascendente aparicin de crtica sobre literatura entre nosotros.CrtiCa, Visiones Y DiloGos

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Comenta luis Correa en su Terra Patrum acerca de las enseanzas que Jos luis ramos imparti a Juan Vicente Gonzlez (1810-1866), quien ms tarde ser maestro de Julio Calcao y eduardo Blanco. Gonzlez, un hombre casi genial (no dio la literatura venezolana del siglo XiX fantasa equiparable a la suya), a veces se qued en personaje pintoresco (...) nos dice picn salas; y luis Correa: era un tmido a quien delataban constantemente sus violencias. Y aade: su prosa es comunicativa, alada, potica; sus imgenes vivas y deslumbradoras. procede por contraste; tiene cadas bruscas y ascensiones irisadas. por medio de espontneas gradaciones, sus prrafos dominan al lector, se enroscan en su pecho como las serpientes de laocoonte, le muerden el corazn. Y el propio Gonzlez sobre s mismo: testigo y actor de los ltimos acontecimientos, pertenezco a todas sus pocas por algn punto, conozco sus hombres y las pasiones e intereses que los movieron. exaltado, irritante, el escritor pasa por ser nuestro primer ejecutante de la crtica literaria como cosa cotidiana. el siguiente fragmento de su texto sobre Las letras en 1865 justifica perfectamente tal concepcin:Debemos comenzar investigando hacia qu lado se inclina hoy la literatura, lo que no es una innovacin ni una paradoja en las tradiciones de la crtica; porque dependiendo la literatura de las grandezas y debilidades del espritu humano, hasta en sus fases ms brillantes, tiene un lado que, agravndose, puede ser peligroso y funesto. existen siempre dos literaturas que marchan paralelas: la buena y la mala; bastando para convencerse de ello arrojar una mirada hacia atrs, hacia las pocas de ensayos y decadencia, o hacia las que son objeto de admiracin, de sentimiento y estudio. slo hay que advertir que el bien o el mal en las letras varan segn sean los tiempos favorables o contrarios al generoso vuelo de las almas; ya que el movimiento, la vida, el xito, la popularidad, la influencia, la facultad de atraer a s la juventud vida de fama y ruido, inspirarn obras honestas o perversas, buenos o malos ejemplos, segn pertenezcan a ideas sanas o corruptoras, a celebridades puras o manchadas. es preciso decirlo, el arte moderno se inclina de un lado, donde a empearse ms, encontrara su degradacin y su prdida; pero ella no es la nica culpable, y debemos acusar tambin a las vicisitudes polticas, que no nos toca juzgar, a la sociedad que ha desdeado sus intereses y deberes, y a la crtica que, en vez de guiar y advertir, se ha complacido en extraviar.

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por su parte, infante en sus Primeros momentos del pasado crtico, rescata una decena de comentarios crticos, no siempre firmados y otros publicados por J.M. Zavala, rafael Hernndez Gutirrez o con seudnimos, a partir de 1844. podemos leer, en diversas partes de esas pginas, percepciones como estas:ojal que la voz de la poltica que suena hoy tan potente, no ahogue los sonidos de la lira venezolana que parece dormida o agobiada. G. (1844). Fue pues necesario, desde la infancia de la literatura, en ella como en las dems ciencias, la linterna de la crtica... (...) ...que est basada en la naturaleza misma de nuestra inteligencia, que dbil como es, necesita ese comercio mutuo de pensamientos, si as puede llamarse, que hace que cada uno tenga una suma de ideas igual a las suyas ms las de los dems. l.r. (1844). en la poca en que toda especulacin se dirige principalmente al fondo de las cosas, no tanto se propone la crtica en literatura consultar la estructura o msica de los versos, y las leyes formales que presiden a la enunciacin de los pensamientos, cuanto escudriar la verdadera ndole del entusiasmo potico en cada compositor, y el sistema que prevalezca en la expresin de aqul l.r. (1844).

uno de esos autores, que firma como l.r., discurre sobre imitar y crear: porque es natural al hombre imitar lo bello, porque no es esto exclusivo de los venezolanos, porque la sensibilidad humana vista por el lado ms general es la misma en todas partes y en todos tiempos y llega a considerar que ya tenemos una poesa puramente de amrica, intertropical, indiana. Menos optimista es arturo, quien escribe en 1857: Vivimos en una poca de confusin y de anarqua (...). en poltica, en costumbres, en literatura no tenemos sino el desorden y la mentira (...), que no hay conciencia pblica, que no hay civilizacin entre nosotros, y que por consiguiente no podemos tener literatura ni nada bueno. la penltima dcada del siglo XiX cuenta con la aparicin de quien pudo convertirse en nuestro ms interesante crtico de aquellos momentos: luis lpez Mndez (1863-1891), quien recoge sus escritos un ao antes de morir en el Mosaico de poltica y literatura. no deja de ser atrayente la frase con que Julio planchart concluye, cincuenta aos despus de laCrtiCa, Visiones Y DiloGos

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muerte de lpez Mndez, el estudio sobre su obra, sobre su estilo: el suyo, claro, preciso, simptico y ameno, aunque no tena la entonacin y el clasicismo de Fermn toro, puede compararse con l por la propiedad y por la galanura mesurada y la lozana sencilla y noble. acertada intuicin de planchart al percibir el eco de toro en lpez Mndez. Muerto ste a los veintiocho aos, practic una posicin de exigencia lgica, de vitalidad emotiva, de pasin actualizadora y cientfica. Quera comprender su mundo, corregir la poltica, penetrar en las obras literarias como si pudiera vivir dentro de ellas. por eso, sugiere en su texto acerca de los Partidos polticos de 1887, al alertar sobre stos, la necesidad de afrontar nuestro prurito de generalizar, de entonar cnticos sonoros, de elevarnos a las regiones de lo abstracto, de donde, si alguna vez descendemos, es para cruzarnos de brazos ante la realidad, creyendo que hemos curado nuestros males, cuando no hemos hecho sino exhibir una imaginacin sin freno, unos deseos sin objeto y un patriotismo dudoso que no se ha formado en la escuela de los buenos principios. Quien as percibe nuestra cotidianidad, especialmente en los conductores del pas, expone tambin, comentando a renn, en su texto sobre Juan Vicente Gonzlez de 1886:la religin, como obra del sentimiento, y ste, como producto de las emociones ms o menos intensas del individuo o de la raza, estn tan ntimamente ligados con el arte, que la crtica se ve embarazada para separarlos y extraer de ellos un tercer elemento que, con ser el ms importante para la humanidad, se halla la ms de las veces oculto y como oscurecido por las deslumbradoras ficciones de la fantasa, a saber: la idea filosfica y la parte de verdad positiva que encierra cada concepcin religiosa. no es extrao, pues, que el crtico, y ms si tiene una organizacin impresionable, se deje a veces arrastrar por la magia de las manifestaciones exteriores; lo que importa es que no supedite a ellas la verdad y que, en sus conclusiones, no les d otro valor que el que realmente tienen como elemento decorativo del pensamiento humano. ste es el camino trazado por la ciencia, y el que renn ha seguido en sus investigaciones, bien que situndose a una distancia prudente de toda extremidad.

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Figura de singular sobriedad es la de amenodoro urdaneta (18291905), en quien Francisco Javier prez encuentra un paralelismo con Cecilio acosta (1818-1881): estos gemelos de nuestra vida cultural del siglo XiX se van a hacer enormes en la dimensin de la palabra y de su estudio, en la dimensin del conocimiento y de su divulgacin y, en suma, en la dimensin de la moral y de la fe. el autor publica dos veces, en 1877 y 1878, su ambiciosa obra Cervantes y la crtica en la que, segn planchart, hace una innecesaria defensa del Quijote. (esa vasta ejecucin de urdaneta guarda vnculos analticos con la tarea de Juan Germn roscio sobre la Biblia, cumplida sesenta aos antes). aparte del minucioso estudio, del estilo cuidado y la claridad expositiva, el libro constituye nuestra ms decidida obra de crtica en el siglo XiX. Como un anuncio del pierre Menard de Borges, escribe urdaneta:es fcil ver la ineficacia de la crtica ensayada hasta ahora sobre el Quijote. en primer lugar, ella no se ha transportado realmente a la poca del Ingenioso Hidalgo; lo que se prueba con la censura de circunstancias esenciales, perfectamente bien manejadas all, y de giros de lenguaje y estilo de que no ha podido prescindir el autor de la inmortal novela. en segundo lugar, dicha crtica adolece de descuido al usar la razn y la erudicin del da para juzgar una razn y una erudicin anteriores.

irritacin tambin causaba en planchart la colocacin que haca urdaneta del Quijote como centro del canon literario. un siglo despus lo hara Harold Bloom con shakespeare. en todo caso, urdaneta considera que el Quijote es una novela fantstica, satirizadora de la novela extravagante, descabellada, que no tiene reglas fijas; y por consiguiente, que no entra en la jurisdiccin de la crtica ordinaria. en cuanto a su propia concepcin del trabajo crtico, asegura: la crtica es inferior al genio; la crtica, sometida a leyes fijas, puede aplicarse a la historia, a las ciencias naturales y a las artes de imitacin o elaboracin de la naturaleza fsica; mas, no a la poesa, donde slo est bajo la jurisdiccin de la razn y el gusto; y donde no hay clculos matemticos ni reglas preexistentes, por lo mismo que no se puede

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medir el grado en que se agitan las fibras del corazn ni los resortes del sentimiento. si lpez Mndez es fragmentario y amenodoro urdaneta obsesivo en su ncleo cervantino, casi junto a ellos vemos asomar el momento ya prximo a Jess semprum en que as como algunos escritores publican apreciaciones enrgicas y muy personales sobre literatura, Julio Calcao (1840-1918), dicaz a veces en el sentir de Fernando paz Castillo, no slo centra su vida en el ejercicio de su oficio sino que reflexiona con lucidez sobre su proceso y sus caractersticas en el pas. semprum mismo considerar que su intenso individualismo lo hurt a los contagios disolventes. porque Don Julio Calcao representaba los ideales y tendencias de nuestros padres en sus formas y caracteres perdurables y lgicos. su obra atestigua un continuo esfuerzo en busca de la verdad, el bien y la belleza, y abarca los problemas esenciales de nuestra literatura. en ella la disimilitud aparente est sustentada por ntima cohesin que radica en las relaciones directas y armoniosas establecidas entre el espritu del escritor y el medio en que se desenvolvi su vida, insiste semprum en el homenaje que rinde a Calcao en 1918. nuestra literatura alborea con el sol de la revolucin de independencia, asegura Calcao, y sin embargo otorga valor a ilustres prelados y ejecutivos del gobierno colonial, como al fraile franciscano Blas Jos terrero, autor de un Teatro de Caracas y Venezuela. la literatura no es un ramo determinado de los conocimientos humanos: abrzalos todos (...) y siendo esto as, indiscutible es que no poda haber progreso donde no haba luces, y que la literatura tena que permanecer como en embrin bajo el rgimen establecido por los gobernadores de la colonia. la revolucin de independencia trae un movimiento de vida inusitado... asoma el anhelo de saberlo y comprenderlo todo. (...) aquella poca de transicin violenta no es la poca de los poetas... (...) la poca que se sigui fue ms bien poltica que literaria. sern necesarias la disolucin de Colombia y fundacin de la repblica de Venezuela para que contemos con hombres de talento y saber consagrados, tanto cuanto el estado del pas lo permita, al fomento de las bellas letras.BiBlioteCa aYaCuCHo

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tiene razn semprum al considerar la sensibilidad metdica de Julio Calcao. parece desdoblarse en cada uno de los autores que estudia. Va del rasgo fsico del escritor a su entorno familiar y social; cita sus obras, las comenta e interpreta y va estableciendo con ellas una esfera muy particular de apreciaciones. Vemoslo presentar a Domingo ramn Hernndez en 1878:su cabeza es una verdadera cabeza de poeta, ms redonda que cuadrada, espaciosa y con rganos prominentes. es calvo, y su cabello, negro como bano y ligeramente crespo, deja ver algunos hilos de plata. su frente es despejada; sus ojos, pardos, vivos y sombros al mismo tiempo, estn resguardados por espesas y enmaraadas cejas de un color negro brillante... (...) su barba sobresale enrgicamente delineada, y sus mejillas muestran continuamente sobre la tez triguea ese tinte de salud que manifiesta la pureza de las costumbres.

Y a Francisco Guaicaipuro pardo en 1890: pardo era de fisonoma enrgica, de color blanco plido, de ancha frente, de ojos azules y brillantes, de cabello y barba castaos, y de porte altivo y gallardo, aunque pequeo de estatura; y todo esto y sus prendas de carcter, la delicadeza de sus maneras y la pequeez de sus pies y manos, dbale cierto aspecto aristocrtico, que realzaba esa como irradiacin del espritu en la fisonoma y en continente del verdadero poeta, que no se puede describir. en cuanto al ambiente en que Calcao ejerce su labor crtica, no se engaa: entre nosotros se desconoce por completo el influjo que la poesa ejerce en la civilizacin de los pueblos, y an se sostiene que es un arte gastado que ningn atractivo puede ofrecer al alma; lo que ms que otra cosa explica el poco aprecio en que se tiene a nuestros poetas.... Y aade: De modo que las obras de un poeta son el reflejo de la civilizacin de la sociedad en que vive, el espejo de sus costumbres, que ensalza o condena.... todo lo cual lo lleva a explicitar, como lo hace en un texto sobre Heraclio Martn de la Guardia, de 1905, su concepcin (autobiogrfica?) del crtico: el verdadero dominio de un crtico sobre la mayora de sus lectores, no arraiga, por grande que sea la autoridad que se le conceda, en las frmulas y afirmaciones que presente, ni en las tendencias que se le

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supongan, sino en la rectitud y sinceridad del carcter, en la imparcialidad del juicio, que no debe dejarse cegar por ninguna pasin, en el pleno conocimiento del asunto que trate, y en los principios y argumentos que desarrolle en el estudio de la obra y del autor. Y aclara: pero el crtico debe penetrarse de que ejerce un sacerdocio de grande utilidad para las letras y de honra para la patria.... Habamos anunciado que ste sera un breve recorrido por pensadores y palabras que pudieron haber resonado en el inconsciente o en la formacin directa o en el gusto in/voluntario de Jess semprum. esa misma brevedad no nos permite detenernos en autores que, por oposicin o por afinidad, basculan en la escritura de nuestro crtico. entre ellos, por ejemplo, Gonzalo picn Febres (1860-1918), Gil Fortoul (1861-1943), Manuel Daz rodrguez (1871-1927), pedro Csar Dominici (1872-1954), etc. pero detengmonos por un instante en algunas frases de pedro emilio Coll (1872-1947), a quien semprum admiraba como a una intensa personalidad literaria y cuyo estilo coment con entusiasmo. en su ensayo Decadentismo y americanismo de 1901 anuncia: tal vez, visto con mejores intenciones y ms comprensivamente, sea un hermoso espectculo el que ofrecen en amrica algunos espritus que afinan y cultivan su sensibilidad en medio de las ms speras y rudas costumbres. tal vez la nombrada decadencia americana no sea sino la infancia de un arte que no ha abusado del anlisis.... Y prosigue: ...los retozos democrticos, la escasez de goces intelectuales, la vulgaridad de las opiniones hieren ms profundamente las sensibilidades refinadas; de stos s puede decirse, invirtiendo una frase clebre, que vinieron demasiado pronto a un mundo demasiado nuevo. Como no debemos olvidar que en ese texto Coll examina el problema de lo decadente y el americanismo, tambin concibe: se dira que las ideas que vienen desde la vieja europa al mundo nuevo reciben aqu el bautismo de nuestra tierra y nuestro sol, y que nuestro cerebro, al asimilrselas, las transforman y les da el sabor de la humanidad momentnea que representamos. el resto ser labor del tiempo. (en este momento debera pedir disculpas por tan numerosas citas. pero el lector comprender que pocas veces se nos ofrece la oportunidad coral de escuchar las voces, casi siempre lejanas, de nuestros autores. YBiBlioteCa aYaCuCHo

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el carcter ya anunciado de mosaico que hemos atribuido a este prlogo nos lo permite). iii todas las verdades se tocan exclama andrs Bello en su discurso de instalacin en la universidad de Chile, y explica: desde las que revelan los fenmenos ntimos del alma en el teatro misterioso de la conciencia, hasta las que expresan las acciones y reacciones de las fuerzas polticas. Discurso en el que se estimula la bsqueda de las leyes eternas de la inteligencia a fin de dirimir y acentuar sus pasos, junto a las cuales se desenvuelvan los pliegues profundos del corazn. no evocan esas verdades, acaso, a las vibraciones de una inteligencia pensadora que luis lpez Mndez vislumbrar en la historia y en las artes, donde duermen los sueos de todas las generaciones, los ideales de todas las pocas, los secretos de todas las pasiones y, en primer trmino, la naturaleza con sus galas eternas...? lo cual le permite afirmar tambin, en ese Elogio de las letras, que sin la cultura que dan las letras las naciones no son ms que sombras pasajeras, espectros plidos que marchan en las tinieblas y que se desvanecen sin dejar huellas de su existencia. una razn ms para creer que esas verdades evocan a quienes, en nuestro suelo, recibieron el don de la fantasa, el poder de generalizacin y las gracias del ingenio, que, segn Cecilio acosta, han caracterizado a nuestros creadores. a tales frases, que bien pudieran ceir el punto desde donde Jess semprum sera colocado por el tiempo para convertirse en crtico literario, slo debemos aadir la aguda intuicin que pedro emilio Coll tiene del sujeto crtico y de su objeto, cuando sita a ambos dentro de la humanidad momentnea que representamos. Y para mantenernos dentro de esas frases, recordemos, en principio, que el investigador rafael Fernndez Heres ha distinguido cuatro grandes corrientes o influencias del pensamiento dentro de los sistemas educativos de Venezuela. las mismas que, obviamente, han estado presentes en nues-

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tra cultura. se refiere al pensamiento cristiano-catlico, a la ilustracin, al positivismo y al marxismo. Desde el punto de vista literario no slo es posible aceptar la presencia de esas cuatro corrientes, sino reconocer, con ellas y despus de ellas, las derivaciones y variaciones, entre nosotros, del romanticismo, el modernismo, el criollismo, las vanguardias, el existencialismo, lo fantstico, lo citadino, etc. Filiaciones que no rastrearemos ni discutiremos aqu. Consideramos que dentro de cualquier etapa esttica o ideolgica, y aunque cada autor responda a ellas o las acepte, ste enfrenta o concibe al objeto artstico desde sus emociones, sentimientos o pensamientos individuales. incluso el influjo social inmediato puede ser o no determinante en ese proceso. aunque un creador se someta a las modas expresivas de su momento o invente lenguajes que derivan de la oferta social o de su ms recndita intimidad, su obra ir siempre ms all: hacia lo conocido y lo desconocido de sus horas, hacia las fronteras mviles de lo humano. el crtico, que lo sigue o lo anuncia, acta como un vnculo entre el artista, su obra y el medio. si defiende una posicin esttica contra otra, est siempre, en el fondo, tomando partido por visiones del ser humano. las verdades que las obras revelan o crean pueden tocar, en cualquier poca, directamente al lector. pero tambin pueden ser aclaradas, enriquecidas o novedosamente propuestas mediante la comprensin esttica, es decir, a travs de la crtica. Quiz las leyes eternas de la inteligencia convocadas por Bello slo residan en el sueo de todas las generaciones y en el secreto de sus pasiones, como quiere lpez Mndez. Quiz ellas sirvan de slida estructura a las sociedades, a las naciones. Ya que es en un pas especfico donde el individuo recibe y desarrolla el don de la fantasa, el ingenio, el poder de generalizar, segn aspiraba acosta. Cada crtico pertenece y permanece en su lugar y en su momento. aunque su imaginacin y su lgica traspasan las fronteras mentales y sociales, siempre obedecer a la humanidad momentnea que representamos, como sabiamente destaca Coll.

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tal vez semprum no buscaba verdades absolutas: su comprensin de la realidad literaria y artstica que lo rode, atraa principios fragmentarios, inconstantes, entrevistos, que slo podan ser suscitados y recuperados en el momento de su formulacin, es decir, en la prosa de sus escritos crticos. porque esas verdades transitorias venan de un pasado inestable, buscando ser fijadas en palabras nobles y duraderas. no slo como una forma de bordear lo literario sino tambin para convertirse en seales que identificaran, retrataran, elevaran, comprendieran, mejoraran, alegraran y compadecieran al pas; que lo forjaran en una viva totalidad. es as como la intuicin crtica de nuestros predecesores coloniales o la clara exigencia y formulacin de elementos crticos, despus, revestirn, al parecer, un triple carcter: la bsqueda de delimitacin conceptual para los rasgos de nuestra crtica, la necesidad de valorar los objetos artsticos, la proyeccin de los componentes anteriores, como fuerza de constitucin social. Veamos algunos de estos rasgos girar en el pensamiento de nuestros autores. Herrera y ascanio, por ejemplo, destaca cmo la imaginacin y sus productos causan efectos; efectos que pueden ser observados en las impresiones motivadas por ellos. al explicar el montaje de su propio discurso, el sacerdote no slo se convierte en su creador sino tambin en su analista, sobre todo al advertir la importancia del efecto que causar en el pblico. De manera curiosa, Herrera y ascanio acude a la figura de Zeuxis, el legendario pintor, cuyas obras desafiaban a la perfeccin de la naturaleza. Y como aqul, quiere detener en su discurso una imagen eterna: el texto mismo, que causar por siempre su impresin en el oyente. aunque fray Juan antonio navarrete se dedica a definir las reas de conocimiento que desea difundir poesa, retrica, teatro, religin, ciencia, etc. su empeo pedaggico no se reduce a recomendar libros, a mostrarlos a los lectores de la biblioteca, sino que los resume y opina, textualmente, sobre ellos. nadie como l cumplira la elipse de Cecilio acosta: nacido para hablar en libro siempre. es un crtico practicante, con la prosa y con la accin.CrtiCa, Visiones Y DiloGos

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si tomamos en cuenta la reiterada queja de navarrete sobre la ignorancia de los habitantes borlados de Caracas, qu pensar, como hemos sugerido antes, de la poblacin en la ciudad y el pas? De all la significacin de la imprenta que Miranda quiso introducir urgentemente y de la biblioteca que Juan Germn roscio quera fundar en 1810. tambin del nfasis sobre los principios generales del gusto, sobre el buen gusto necesario a los estudiantes universitarios, en el Decreto establecido por Bolvar en 1827. el siglo XiX, en medio de su prolongada vorgine poltica, sin duda desarrollar programas e instituciones para la formacin educativa de nuestra poblacin. Y precisamente la universidad ser uno de los territorios donde se presentar el conflicto religioso, filosfico, literario que, abordado y gradualmente superado por hombres ilustres, ampliar la accin educativa hasta llevarla hacia esferas de ntida raigambre cultural, intelectiva. el ya citado texto de Fermn toro en 1838 bien puede ser una excelente muestra de las discusiones y tendencias que se daban en la Caracas de entonces, dentro y fuera de la universidad. para nuestros fines, segn hemos anotado, ese trabajo de toro no slo corresponde a una defensa de su fe filosfica, sino que en l vislumbramos una formalizacin de cuanto seguidamente utilizara nuestra crtica incipiente como procedimiento: la bsqueda de un algo, llmese este algo nocin, idea, o creencia intuitivas, o leyes o concepciones a priori. algo que puede ser el sentido de la obra literaria. tal como Juan Vicente Gonzlez, su discpulo y admirador, dir claramente despus. pero no hay duda de que las discusiones intelectuales ya para 1844 han salido de la universidad. en el libro de ngel Gustavo infante, vemos designar a la crtica como la linterna, que debe ejercitarse en el comercio mutuo de pensamientos, para que cada uno tenga una suma de ideas igual a las suyas ms las de lo dems. Y en el efecto producido por escudriar la verdadera ndole del pensamiento potico o en el sopesar de la imitacin, algunos lectores de aquellos aos perciben ya una poesa de amrica, intertropical. Juan Vicente Gonzlez examina con nfasis, en 1865, hacia qu lado se inclina nuestra literatura y otorga responsabilidad a la crtica que, en vez de guiar y advertir, se ha complacido en desviar.BiBlioteCa aYaCuCHo

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Como vemos, para entonces no slo se est ejerciendo crtica, sino que sta en s misma es tambin motivo de evaluaciones. la poesa, la novela y el cuento cubren, en volmenes adecuados, en revistas y antologas, el espectro literario de las tres ltimas dcadas del siglo XiX. la crtica ha encontrado definitivamente su presa y con lpez Mndez, con Julio Calcao, con Manuel Daz rodrguez, pedro emilio Coll, Dominici y otros, estamos en las puertas del siglo XX. en 1903, Jos Gil Fortoul gana el concurso de El Cojo Ilustrado con un ambicioso trabajo crtico sobre literatura venezolana. a medias autobiogrfico, all se establece un rico panorama sobre la formacin y la historia de nuestras letras, sus vnculos con las de otros pases y algunos asomos profticos. Jess semprum tiene entonces veinte aos y est trasladndose desde Maracaibo a Caracas. iVDice uno de los personajes de Shakespeare, que la bondad de las palabras humanas antes reside en los odos que las oyen que en los labios que las pronuncian. En realidad, all est compendiada la mejor frmula de lo que es la crtica; y acaso la ms poderosa razn contra su autoridad. J.s.

semprum surge en nuestra literatura como si l mismo, anticipadamente, lo hubiese decidido. escribe relatos, teatro y poesa, estudia ingls y francs, lee para ser y desemboca en la accin de la crtica literaria con la naturalidad, la amplitud y la pasin de quien slo eso puede y debe hacer. tal vez el destino de semprum constituya una prueba ms de que no existe la crtica sino la cambiante y personalsima condicin de crtico. Hay en l la (cada vez ms intensa) curiosidad por cuanto se publica y ocurre en el mundo, como si estando en Caracas o en nueva York fuese el mismo bibliotecario que en un convento de fines del siglo XViii colecciona, evala noticias y conocimientos. slo que en su prosa y en su forma expositiva ahora pesan los clsicos griegos o europeos con la mismaCrtiCa, Visiones Y DiloGos

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autoridad que poseen las exploraciones de Juan Vicente Gonzlez, Julio Calcao y Gil Fortoul. reconoce la importancia del movimiento modernista hacia una forma de percepcin muy particular, sobre todo por el influjo de sus grandes creadores; pero asimismo rechaza la deformacin de sus logros y la vulgarizacin de sus procedimientos. tampoco cabe duda de cierta fidelidad suya al positivismo, en tanto mtodo que le permite vincular la esttica con lo social inmediato; pero tambin entonces desconfa de la seguridad propuesta por las ciencias (...por la presuncin y altanera con que la ciencia nos brinda una verdad oficial, urdida y adobada segn los cnones, modas o conveniencias del momento, una verdad que cambia con cada poca y que en cada poca se les ofrece a los hombres como definitiva e irrevocable). Haba sido en su juventud y al final de su vida, mdico. Mientras a los veintisiete aos cree que pertenece a una generacin amorfa, su admiracin por los varones que forjaron la independencia es firme: no pensaban ni sentan como nosotros; y por eso mismo su obra es muy distinta de la nuestra (...). lo que nunca, por nuestra desgracia, hemos podido ver realizado despus, se realiz entonces: vise a una generacin representativa de las impetuosas fuerzas sociales, de hombres que iban al sacrificio de su peculio, de su decoro y de su vida, con una tranquilidad sencilla, sencillamente espantosa para el enemigo que con ellos se hubiera. pero lo que debi acarrear slo nobles consecuencias para el pas y sus escritores, hace anotar ms tarde a semprum: la revolucin de independencia asumi en los hechos todos los caracteres que despus deban predominar durante largos aos en nuestras letras, hasta poca muy cercana, cuando las disciplinas del estudio vinieron a suplantar la furia desatada y sin freno de los instintos que buscaban evasin en formas verbales. su posicin ante nuestro romanticismo (imitacin de imitaciones, frase en que resuena la de Gil Fortoul sobre el decadentismo: Fue imitacin de otra imitacin, imitacin del francs) es dura. pero puntualiza: el romanticismo, que tan tremenda fuerza difusiva lleg a tener entre nosotros, embargaba todos los nimos y los preparaba para la admiracinBiBlioteCa aYaCuCHo

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que veinte aos antes no lo hubiera podido obtener a causa de la barbarie producida por una guerra largusima en un pas mseramente poblado. Ha llegado, para semprum, el momento en que despus del largo perodo tenebroso de la guerra de independencia, surja un poeta (abigal lozano) en quien concurrieron todas las prendas de un espritu profundamente lrico, que interpret espontneamente la naturaleza en acentos que espiraban musicales dulzuras y en los que se confundan las voces del numen violento y clamoroso con los peores excesos de una imaginacin calenturienta y estrafalaria, en la cual, sin embargo, podemos contemplar, como en lmpido espejo, los estremecimientos, las inquietudes y veleidades de los espritus venezolanos contemporneos suyos. Creo que estas frases indican las radiaciones de sus accesos crticos ya no el detenido apunte biogrfico que demoraba a Julio Calcao (tal vez porque la prensa y las revistas no lo hacan necesario), pero s la vinculacin histrica de un autor con su nacin, con algn suceso destacable; la importancia del mbito, rural o urbano; la corporeidad intelectiva del texto; el secreto trabajo con el lenguaje; y una insistente bsqueda no slo de la correspondencia entre el paisaje y los temas abordados, sino el extrao contacto entre la voz que narra o canta y ese espacio. lo cual conduce, en la concepcin de semprum, a que cada obra esconda o asome los estremecimientos, las inquietudes y las veleidades de un momento social, de las personalidades que reciben esa obra, y tcitamente tambin los rasgos oscuros o lcidos de su hacedor. pero si comienzan a aparecer poetas as, en seguida se levanta una racha de revoluciones polticas que principiaban a no tener objeto fijo, determinante del raquitismo de ideas de las dos generaciones subsiguientes; por lo que hastiados de aquellas agitaciones aviesas, los hombres de ideas principiaron a desesperar de la ventura colectiva y se pusieron a pensar en la individual y propia. an proseguira la nube nauseabunda de tinieblas que formaron bajo el guzmancismo los turbulos de la adoracin perpetua, dentro de cuya aura vislumbra Gil Fortoul un interesante estado de anarqua o de gestacin, que iba a permitir el origen de otra literatura. Dice Fortoul que, a la muerte de Cecilio acosta, la anarqua literaria que reina entoncesCrtiCa, Visiones Y DiloGos

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entre los escritores ms conocidos coincide con la aparicin de un grupo de jvenes, estudiantes de la universidad Central, que fundan por el ao de 1882, la sociedad de amigos del saber. all fue la cuna de la nueva Venezuela intelectual, porque de all arranca el ms noble movimiento revolucionario en las ciencias, en la filosofa y en las letras. para desgracia y asombro de semprum, los gobiernos del siglo XX que envolvieron y angustiaron su vida, no seran menos injustos y crueles que los del siglo anterior, condenados por l. su escape a nueva York en 1919, como confesaran familiares del crtico, mucho tiene que ver con la poltica venezolana de esos das. la vida abre los brazos, hambrienta de rudas fecundaciones, escriba para entonces. Y semprum, que no ha olvidado su gusto por la poesa y la narracin, nos deja anotaciones acerca de lo que es esencial para l: los misterios de la creacin literaria, el balanceo entre el lenguaje colectivo y los impulsos no siempre verbales que subyacen en aquel y en las obras. as, comprende que ocurre con frecuencia que emprende uno tal o cual prdica y que a poco de estarla ejecutando parece como si nuestras propias palabras vinieran del exterior, ya convertidas en cosas potentes y vivas, a influir sobre nosotros de un modo enrgico, como testigos que reclaman el cumplimiento de una promesa. Fenmeno que no ocurre nicamente con la accin verbal en presente, sino que se hunde cosa tan importante para semprum en el pasado, en la tradicin, en el secreto que se fragua dentro del espritu de un joven o en el secreto sagrado, el secreto de los ideales que guardan los autores que nos precedieron. Quien vive directamente las inclemencias de gobiernos como los de Castro y Gmez, est sensiblemente atento a los huracanes que sacuden al mundo y reconoce en 1920 que el mundo contemporneo, jadeante an con la fatiga de la guerra pasada y ya amilanado con los presagios de la guerra futura, baila para el siglo XX sobre el cadver de la libertad una danza de epilptico. poco ms tarde, desde nueva York, se hace eco de taciturnos psiclogos que confiesan cmo el efecto de la gran guerra no sirvi para purificar sino para corromper ms a los hombres. la guerra produjoBiBlioteCa aYaCuCHo

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un desequilibrio moral que no puede restablecerse con facilidad ni con prontitud. pero su fe en la mejora social, como siempre, lo impulsa a proclamar que educar al pueblo es el nico medio de fortalecerlo, porque adquiriendo el orden de la libertad los pueblos tendran conciencia exacta de la propia dignidad. Con pattica certeza vislumbra desde la impvida nueva York: si eventos imprevistos no lo impiden, norteamrica parece destinada a convertirse en cabeza de las fuerzas reaccionarias del orbe. Caso extrao entre nosotros, semprum no fue un practicante poltico. lo cual dirige una sutil suspicacia hacia su presencia pblica. Como dijimos antes, para quien sabe reconocer la presencia del arte, del escritor y su exigente funcin esttica en cualquier medio, lo esencial es ese artista y su obra; aunque reconozca, preste minuciosa atencin al tiempo y a las circunstancias que los rodean, su misin es comprender y valorar la creacin personal. tal hizo semprum, sin ser indiferente (cmo poda serlo!) al dolor inmediato de la colectividad. Y sin embargo, una clara visin sobre la necesidad de justicia y equidad social, permanece en sus textos. Con la apropiada discrecin de su personalidad, sin la estridencia (tampoco posible de manera directa entonces) que se cree necesaria en quienes poseen ascendencia pblica, l mismo se preguntaba aos antes: Qu influencia pudo tener la obra de Gorki en la reciente revuelta rusa? la exhibicin desnuda de toda la miseria amontonada... (...). esa misin de Gorki me parece muy noble y la ms digna de su genio. no quisiera verlo como agitador vulgar de las muchedumbres ni metido en tramas de poltica. otros son ms para eso. en uno de sus breves ensayos, los intelectuales y el trabajo, resume dolorosamente el extrao rol del verdadero intelectual en un mundo dividido entre el capitalismo y el trabajo. el mundo se divide en dos bandos y los intelectuales no saben a cul pertenecen, ni son admitidos de buena gana en ninguno. segn semprum, trabajo y capital se disputan el dominio del mundo y cada quien sabe, segn el inters propio, con quin aliarse. el intelectual no. los capitalistas lo desprecian pero quieren comprarlo; los obreros no lo soportan en sus campamentos. en Mosc los intelectuales han sido expulsados para evitar la contaminacin deCrtiCa, Visiones Y DiloGos

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los ciudadanos libres: la profesin de las letras est en crisis y como no sabemos cules son las obras de nuestra poca que la posteridad va a considerar tiles y grandes, existe el peligro de que se suprima, junto a la basura periodstica, alguna obra maestra. antes de recorrer la concepcin que construye semprum sobre el creador, es decir, acerca de cunto la crtica literaria debe y puede comprender, tomemos nota de cmo su apertura vital registra la aparicin de un nuevo elemento definitivo en la economa y la cultura venezolanas: el petrleo. recordemos, sin embargo, que en el primer momento de este cambio, l ha salido hacia nueva York, donde permanecer hasta 1926: ahora, cuando se abra la boca del lago (de Maracaibo), tendr que luchar, si es que no lucha ya, contra la barbarie agresora y codiciosa de los extranjeros buscaminas. tiempos de spera lucha la esperan, y su broquel en esta lucha han de ser el recuerdo y las lecciones de sus hombres ilustres, de sus maestros, de sus poetas, piensa ante las seales de la explotacin. Y sintetiza: Muchas veces el petrleo apareja siniestros peligros. en la dcada final de su vida el pas sufrir una convulsin, y aunque no tardaran los sindicatos venezolanos y los gerentes locales y extranjeros en conducir la corrupcin, como lo demuestran dos tempranas obras de ficcin acerca del petrleo El seor Rasvel y Mene, para nada se acudira, como antdoto, a las lecciones de los maestros y poetas. sobre lo que fue el cambio del pas nos dir asdrbal Baptista: la Venezuela miserable y rural de 1920 empieza a transformarse sin pausa. la manifestacin ms inmediata, y al mismo tiempo ms importante, es el proceso de urbanizacin que se pone en marcha. () Venezuela en 1920 era un pas rural. sesenta aos ms tarde es un pas urbano. entre 1905 y 1919 se despliega la vigilancia crtica de semprum. tanto por su agudeza, por su escritura viva y clida, por la continuidad de sus artculos como por los mecanismos de asociacin antes sealados y por su actitud de reflexin y comprensin, no hay duda de que debi poseer en el medio una autoridad incomparable. (semprum era aficionado a juegos de irona. Velaba sus sentimientos y se regodeaba de ello. era tal cosa, ante todo, resultado de la naturaleza del crtico... comenta planchart). a partir de 1919 y hasta 1928, lo absorbe la labor de comentarista en la prensaBiBlioteCa aYaCuCHo

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nacional e internacional. no estamos ahora frente al dedicado crtico, aunque no faltan sus noticias sobre libros y escritores, pero en esos breves ensayos o artculos de actualidad, salta el pensamiento del hombre culto, avisado filosficamente y con frecuencia en ellos un tono inesperado de irona, de irrisin, de escepticismo cubre aun los tpicos ms dolorosos. Qu lejos est de su antigua sutil apreciacin sobre nuestros humoristas o sobre el escritor jocoso que re para s con ingenuo jbilo. refirindose a la importancia del ttulo elegido por su autor para un texto o un libro, el singular cuentista espaol Medardo Fraile considera que en l no slo ya ha comenzado dicho texto sino que de algn modo contiene su sntesis. Comentando un libro de Jorge schmidke, despus de 1910, semprum destacaba la importancia de los ttulos porque ellos proporcionan valiosas revelaciones acerca del talento de un autor. Como es obvio, se nos est diciendo que hay algo en la escritura previo a su aparicin ante los lectores y, detalle tal vez ms importante, anterior al surgimiento de ella en el hacedor. lo cual determina, asimismo, que si el ttulo es colocado despus de trabajado el texto, un movimiento de sntesis y de reconsideracin devuelva la pieza creada a su origen. Creo que este bascular de la imaginacin creadora, si permanece inadvertido para el artista, es asumido con plenitud en la accin del crtico. Colocado en la Caracas de entonces, semprum reconoce un cerco para la literatura: la imposibilidad de que exista el escritor profesional, aquel que pueda consagrar todas sus fuerzas y aptitudes para el cultivo potico. pero, como hemos visto, al final de la borrasca libertaria y de las guerras sin fin del siglo XiX y an dentro de los gobiernos dictatoriales, cuando el poeta apareci cantando en tono y acentos que no habamos escuchado hasta entonces, todos aplaudieron, porque a todos les pareca encontrar expresados en aquellos versos llenos de furia y de ira, de melancola y de amor, de ideales nuevos y de esperanzas confusas, un eco de las voces que le sonaban en el secreto de las entraas. semprum est hablando del primer libro de andrs Mata publicado en 1896. Ya lo hemos visto recorrer los vnculos entre el paisaje, la sociedad y los poetas precedentes. en los ensayos recogidos aqu no slo se encontrarCrtiCa, Visiones Y DiloGos

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fcilmente el tono de interpretacin y de elogio sino tambin la valoracin agria contra debilidades, infatuaciones, imitaciones y falsedades en aquellos (y en los recientes) autores. la aparicin del poeta con todas sus fuerzas y aptitudes permite, segn semprum, completar nuestra emancipacin, ahora mediante la rebelin contra los persistentes yugos intelectuales, disimulados dentro del desorden poltico. ahora el escritor, concluye semprum en su trabajo sobre sergio Medina, describe algunas veces los paisajes que contemplan sus ojos; pero con mayor frecuencia pinta los paisajes que le sugiere su espritu. Y esta es cuestin de educacin literaria. Desde 1902 y durante veinte aos, semprum escribe narraciones y poesa. Y aunque el caudal de su trabajo intelectivo ser absorbido por su vigilancia de crtico, hay en su prosa interpretativa una ambigua aura que quiz obedezca precisamente a su simultnea condicin de crtico y poeta. no es desdeable pensar que lo ms cernido de su pensamiento analtico va a tomar en l frmula de aforismo, de inquisicin, de concisa conceptualizacin hacia 1918, con los Dilogos del da. aparentemente liberado de un objeto preciso (un autor, un libro), el ejercicio mental de semprum resume su experiencia analtica abrindose a realidades que, aunque inmediatas en ocasiones, devoran cuestiones del entorno, del futuro, del pasado. tal vez por esto, dice en aquel ao: sin previo examen de los problemas filosficos y morales que han inquietado siempre a la humanidad, los poetas modernos se han puesto a plantearse interrogaciones que las ms veces quedan irresolutas para los mismos filsofos, cuanto ms para un lrico. lo que a ste podemos pedirle, en ltimo extremo, no es que nos resuelva esas intrincadas cuestiones, sino que nos las presente en formas tan comunicativas e intensas que logre interesarnos en ellas y asociarnos a sus propias inquietudes. ahora necesitamos traer aqu nuestras anotaciones de 1990 acerca de conceptos muy ceidos del autor. Cuando se revela lo que debe ser la crtica, sabe que tanto al realizar un ensayo o al construir un poema, para el escritor el trabajo de composicin lo forman dos funciones simultneas:BiBlioteCa aYaCuCHo

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la de concepcin y de crtica. la creacin literaria es una forma de crtica: por lo menos dentro del hacedor del texto, mientras alumbra el impulso que lo obliga a escribir, mientras selecciona madurando aquella vivencia que ser el centro de la obra, o durante el suceso de cambiar tal materia por palabras. Y an despus. pero tambin la crtica, al encarnarse dentro de un vaso verbal, exige la doble lucidez de quien manejar los silogismos internos y su adecuada cobertura. Ya sabemos que todo esto se cumple mediante la facultad serensima de comprenderlo todo. pero tambin a travs del desdoblamiento que arrastrar al crtico a ser el autor desdoblado, para devolverse desde ese otro hasta recuperar su curiosidad nunca satisfecha. a la vez que interpreta las obras, la crtica no hace sino situarlas en el terreno propicio, esclarecerlas y exaltarlas. ese terreno es un espacio literario: un presente que se desdobla en varias dimensiones del pasado y que, posiblemente, permite prever rasgos del futuro. pero tal espacio no es neutral: existe para propiciar un esclarecimiento y una defensa: el hallazgo de aquellas condiciones que diferencian o someten a la obra, en su terreno. la crtica es el ltimo peldao del arte acepta semprum. tal concepto deriva hacia numerosas sugerencias. no slo pudiera estarse aludiendo all a una cierta superioridad del ejercicio analtico, sino a su condicin temporal: ltima o secundaria. la crtica surge como un llamado de la obra misma; es un sofisticado acompaamiento: la cifra con la cual van a ser abordados los procedimientos, las invenciones y los recursos misteriosos del arte. siempre se nutre de un pasado, habita el presente y en sus leyes se vislumbra lo que viene: la crtica jams ha dictado por s misma ninguna ley: las ha extrado pacientemente de aquellas obras que el consenso de los hombres considera como magistrales: aristteles contemplando a los trgicos para instaurar su potica. paradjicamente, nada de esto esconde servidumbre: el instrumento crtico se yergue desde un pensamiento tan orgnico como la obra en s; sus fuerzas tericas alimentan la accin crtica y sus resultados. la naturaleza (los libros, la cultura) tambin es oscura, y comprenderla, un arduo riesgo de la inteligencia. urdir una teora para explicar hechos oscuros de la naturaleza es ms arduo que trazar el plan de un drama.CrtiCa, Visiones Y DiloGos

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no es una condicin inicitica la del crtico. Con frase de resonancia chejoviana, cuenta semprum en uno de sus Dilogos del da, cmo para cierto hombre cuya biblioteca posea slo cinco libros, el haber ledo y reledo aquellos cinco libros era para l un elemento formidable de felicidad: tena cinco vidas ms. entre el desdoblamiento (o la integracin) de la lectura, entre la creacin del texto y su posterior reconocimiento, hay poca distancia. el espacio el presente hacia el cual convergen la escritura, su hacedor y su lector es uno mismo. porque autor y lector concluyen por formar una entidad nica; o dicho de otro modo: en todo poeta, en todo escritor, ms todava, en cada lector, existe un crtico. Y antes de acogernos a sus vibrantes proposiciones aforsticas, comentemos brevemente tres de sus testimonios crticos. uno sobre rmulo Gallegos, otro, ya legendario, acerca de Julio Garmendia. Y el que dedicara a uslar pietri. en 1920 reconoce de inmediato con la aparicin de El ltimo Solar: la novela venezolana adquiere ya, en manos de las generaciones jvenes, caracteres peculiares que denotan un nuevo concepto de la vida y una nueva manera de sentir el paisaje. lamenta el antecedente de romero Garca, tan venezolano, segn semprum, por la vigilancia y el desorden, pero que no conoci ni la disciplina ni la perseverancia, mientras la ruta modernista iba a abrir a autores como Gallegos no slo la preocupacin por el estilo sino, a la vez, por el terrible problema nacional que se ergua frente a ellos, ominoso y enigmtico. Despus de seguir con acuidad el destino de reinaldo solar, detecta que los personajes de El ltimo Solar son casi todos antipticos, lo que me parece un sntoma consolador. Y dentro de sus elogios, desliza una apreciacin valiosa: parceme, en cambio, que las mujeres tienen cierta fisonoma desteida y borrosa. rasgo que probablemente con la excepcin de Doa Brbara, aqueja la redondez de las figuras femeninas en Gallegos. en sntesis, semprum, con este libro como prueba, reconoce que la llama del arte est ardiendo an en nuestros corazones, y se es el mejor testimonio de que la patria est viva. en 1925 escribe una frase que ha resonado desde entonces, primero dentro de reducidos crculos cultos y despus en todos los mbitos del pas: Julio Garmendia no tiene antecesores en la literatura venezolana.BiBlioteCa aYaCuCHo

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Destaca as semprum la condicin fantstica de la literatura garmendiana, sostenida por el don de la irona genuina; aqulla corresponde a un ntimo orden lgico, cuya consistencia deriva de la perseverante cavilacin y no de los devaneos de la fiebre literaria y que Garmendia fue a buscar en las profundidades de su ser mismo, a los inagotables manantiales de la conciencia; lo otro, la irona, despierta en los escritores que descubren lo extrao y absurdo de la vida y de las palabras de los hombres, van llegndose a la raz de las desventuras humanas, van conociendo que la herencia del error y de la injusticia nos toca a todos por igual. tanto Garmendia como semprum debieron conocer algunos de los relatos fantsticos publicados en el pas durante el siglo XiX. por lo menos los de eduardo Blanco, tan prximo al crtico (Ministro de instruccin pblica de Castro) en el tiempo y por su fama. pero no hay duda de que la fantasa de Garmendia abre el humor y la realidad hacia pistas no previstas por los autores de aquel siglo. Curiosamente, en 1908, el joven semprum haba fijado una frase similar a la que aplicara a Garmendia, sobre Vctor racamonde: en Venezuela no tena antecesores. Consider a ste como un renovador de nuestra poesa, porque prest odo a las msicas vagas que llegaban de lo futuro envueltas en sordos ropajes de enigma. Habr en los crculos del tiempo un nuevo momento para racamonde? se equivoca Julio planchart cada crtico arriesga o consagra la huella de su vida al opinar en 1944 cuando enjuicia a semprum: en el misonesmo cay el propio semprum en los ltimos aos de su vida. no poda apreciar la poesa de los jvenes post-modernistas, ni mucho menos a los vanguardistas: ya comenzaba a despuntar aqu la escuela as denominada. no supo ver cmo ellos podan ser los continuadores de la tradicin venezolana. la fulgurante y proftica visin que semprum tuvo de Julio Garmendia prefijaba ya una constante en la nueva narrativa de Venezuela y del continente. igualmente dudosa es la imagen que utiliza planchart acerca del buceador equivocado semprum ante la obra de nuestros romnticos; si algo nos hace volver hoy con curiosidad y placer a la poesa de Maitn y lozano es, precisamente, la vital dialctica que seduce en la prosa del crtico.CrtiCa, Visiones Y DiloGos

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uno de los ltimos textos de semprum, de 1928, comenta en pocas lneas Barrabs y otros relatos de uslar pietri. Dice, entre otras cosas, en el libro de uslar hay mucho talento incuestionable y patente: pero al mismo tiempo muchas desigualdades y desaciertos, unos frutos de su deliberado y a ocasiones desaforado afn vanguardista y otros de la inexperiencia propia del autor novel. Con todo, salta a la vista que uslar pietri tiene madera de escritor, madera de cuentista. elogia el relato que da ttulo al libro, indica la influencia de los rusos en el autor y augura que podr contar con ms eficacia comunicativa. Casi un siglo despus de tales percepciones, valdra la pena inquirir: dentro del gomecismo ilustrado de la poca se tomara en cuenta esta opinin de semprum para condenarlo al apartamiento cultural en la Caracas de entonces? por otra parte, erraba el crtico? Y finalmente, posee la misma madera de cuentista uslar para la redaccin de novelas? Concluyamos nuestra visita a esa esfera brillante y enigmtica, siempre mvil, que es el pensamiento de Jess semprum, con un breve acercamiento a los vivaces Dilogos del da, que ocuparon su libertad ntima en 1918. Debido a otra paradoja de las tantas que saltan en la vida de semprum, l mismo acusaba que los rasgos vanguardistas de la nueva generacin no tenan nada de bueno... mientras l, a su vez, como tena que ser natural en un temperamento tan calculador, sensitivo y visionario, adelantaba formas de escritura, aproximaciones a lo inmediato y precisiones irnicas que ya anunciaban las lneas de vanguardia en Venezuela. slo que ni l ni los que trataron de estudiar su obra, inmediatamente despus de su muerte, captaron el centelleante desafo de sus Dilogos del da. no olvidemos que en esos momentos ya madura el estilo nico de Jos antonio ramos sucre y que si Huidobro lanza a altazor (todava como parachute y valga la similitud garmendiana) a la inmensidad, segn reconocer casi en seguida semprum, Julio Garmendia instala en las nubes las (irrisorias e isostsicas) compaeras del paracadas: unas enaguas. los Dilogos del da, publicados en la revista Actualidades, debieron ser, efectivamente, consumidos como pasatiempos o ejercicios o humoradas del respetado crtico. sin embargo, bajo un enfoque completamente nuevo,BiBlioteCa aYaCuCHo

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semprum volva con ellos a su sentido teatral de la escritura. Ms prximos a luciano que a platn, concisos y destinados a causar incisiones en la jornada diaria, resuman no slo opiniones estimulantes para el momento sino posiciones tericas y crticas sostenidas, moduladas o alteradas por el autor a lo largo de su vida. Cuando poco despus salga del pas y deba abandonar su magisterio formal, habr dejado en esos aparentemente inocuos dilogos algo equivalente a su testamento conceptual: sobre la novela, la poesa, nuestro teatro y mil elementos de la venezolanidad cotidiana. Desde su habitual multiplicidad perceptiva, el autor va exponiendo dentro de un dilogo: el cambio de impresiones e ideas es una necesidad de los seres humanos; hasta dir que es la nica forma en que el pensamiento se expresa de manera natural y espontnea. el verdadero naturalismo literario no producira ms que dilogos o monlogos. Y concluye: toda nuestra vida se traduce y resuelve en monlogos o dilogos. Cuando el dilogo es utilizado en literatura permite al escritor exponer puntos de vista antagnicos o distintos con la mayor facilidad. Y en la cotidianidad: la conversacin es un arte que no cultivamos, rodeados como estamos de su opositor: el charlatn es la caricatura del conversador. para no abundar sobre los Dilogos evoquemos las exaltadas anotaciones de semprum acerca de la novela (el arte tiene que deformar los tipos humanos para hacerlos perdurables) y de la poesa. para sta, esa otra soledad que cumple con el deber de la vida, reconoce la necesidad de un milagro entre el lector y el poema: un fenmeno semiconsciente que liga por vnculo irresistible; a la vez que descubre dentro de ella el imperio del ritmo, como eje esencial. es el lector el que har el poema, unidos ambos en una sustancia verbal que slo posee presente. en fin, segn hemos percibido antes, fragmentario y total, enigmticamente expansivo y sinttico, semprum concita toda la tradicin venezolana de nuestra crtica y de su cultura general, que en l encarnan como expresiones cambiantes y diversas. nadie como l para ser nuestro crtico artista, desde donde fluye tcita o explcitamente el pensamiento literario de amrica la