CRISTOLOGÍA EN LA REFLEXIÓN PATRÍSTICA-sintesis

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La Reflexión cristológica de los Padres y los primeros concilios ecuménicos Por: Pbro. Lic. Limberg Gómez Coutiño ESCUELA DE MINISTERIOS LAICALES Y DIACONADO PERMANENTE. 26 de Enero 2013. PRIMER MOMENTO: I. EL DESARROLLO CRISTOLÓGICO ANTES DE NICEA PRESUPUESTO GENERAL. (Jn 1,1) El ingreso a la comunidad a partir de la profesión de fe aceptada y la recepción del bautismo “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo fueron distintivo concreto de los cristianos ante judíos y no judíos. La fe bautismal tiene sus raíces en la experiencia pascual de la comunidad primitiva, fundada en la experiencia profética de Jesús que sintiéndose íntimamente unido al Padre, habla en su nombre y muere obedeciendo su voluntad por la salvación de la humanidad; tal experiencia fue preparada por la fe de Israel en un Dios único, creador y salvador y por la esperanza de la venida del Mesías y la efusión del Espíritu Santo. La fe bautismal confirmada por el mismo Dios en la resurrección de Jesús como Cristo y Señor, continuamente interpretada en la era patrística fue el principal criterio de valoración de la ortodoxia; consecuentemente los primeros intentos de comprensión racional de la doctrina mediante la reflexión teológica vienen marcados por el acercamiento y la reflexión sobre la doctrina de la Trinidad y la encarnación de Cristo; en otros términos podríamos decir que la teología nace con la reflexión en torno al misterio de Trinidad y la Cristología. 1. PRIMEROS SÍMBOLOS O PROFESIONES DE FE Antes del Bautismo, era requisito indispensable hacer profesión de fe en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y en la Iglesia; naciendo así, en un contexto litúrgico-bautismal, los primeros “símbolos de fe”. Las primeras profesiones de fe, fueron generalmente de carácter cristocéntrico. El símbolo de los apóstoles, es hasta hoy en día un breve resumen de las principales doctrinas del cristianismo, su forma actual consta de doce artículos, tal como ahora lo conocemos aparece en Arles, en el siglo VI; aunque todos sus elementos doctrinales ya se encuentran en los escritos apostólicos de finales del siglo I. Con todo, las profesiones de fe cristocéntricas más antiguas no implican ausencia de la convicción de fe trinitaria en la vida del cristiano. En suma, la profesión de fe o Regula Fidei, surge del comportamiento mismo del creyente y sus convicciones más profundas que le lleva a creer en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo. 1.1 Las más antiguas profesiones de fe en el NT Proclamada en la región de Cesarea de Filipo, como respuesta a la doble pregunta ¿Quién dice la gente que Soy Yo? Y ¿Y ustedes quién dicen que Soy Yo?: “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo” (Mt 16, 16). En diversos momentos Pedro profesó su fe en Jesús, el Hijo de Dios vivo: “Nosotros hemos creído y sabemos que Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios” (Jn 6, 6-69). En labios de Martha: “Yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que debía de venir al mundo” (Jn 11, 27). Y en Jn 16, 30 “creemos que tú has venido de Dios”. Otra forma primitiva se conserva en Hech 8,26-37 “Yo creo que Jesucristo es el Hijo de Dios”. No había pues, necesidad de exigir más a los candidatos al bautismo; sin embargo hay implícita una fe trinitaria. Profesar la fe en Jesús Señor y “Salvador” o (Sotér) condujo al acróstico (IXTHYS “pez”) símbolo favorito del cristianismo helenístico: cuyas iniciales significan “Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador” (Iesous Xristós Theós Üiós Sotér). Tertuliano y algunas inscripciones del siglo II, testifican la popularidad de esta fórmula.

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ESCUELA DE MINISTERIOS LAICALES Y DIACONADO PERMANENTE. 26 de Enero 2013.

PRIMER MOMENTO:

I. EL DESARROLLO CRISTOLÓGICO ANTES DE NICEA

PRESUPUESTO GENERAL.

(Jn 1,1)

El ingreso a la comunidad a partir de la profesión de fe aceptada y la recepción del bautismo “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo fueron distintivo concreto de los cristianos ante judíos y no judíos. La fe bautismal tiene sus raíces en la experiencia pascual de la comunidad primitiva, fundada en la experiencia profética de Jesús que sintiéndose íntimamente unido al Padre, habla en su nombre y muere obedeciendo su voluntad por la salvación de la humanidad; tal experiencia fue preparada por la fe de Israel en un Dios único, creador y salvador y por la esperanza de la venida del Mesías y la efusión del Espíritu Santo. La fe bautismal confirmada por el mismo Dios en la resurrección de Jesús como Cristo y Señor, continuamente interpretada en la era patrística fue el principal criterio de valoración de la ortodoxia; consecuentemente los primeros intentos de comprensión racional de la doctrina mediante la reflexión teológica vienen marcados por el acercamiento y la reflexión sobre la doctrina de la Trinidad y la encarnación de Cristo; en otros términos podríamos decir que la teología nace con la reflexión en torno al misterio de Trinidad y la Cristología.

1. PRIMEROS SÍMBOLOS O PROFESIONES DE FE

Antes del Bautismo, era requisito indispensable hacer profesión de fe en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y en la Iglesia; naciendo así, en un contexto litúrgico-bautismal, los primeros “símbolos de fe”. Las primeras profesiones de fe, fueron generalmente de carácter cristocéntrico. El símbolo de los apóstoles, es hasta hoy en día un breve resumen de las principales doctrinas del cristianismo, su forma actual consta de doce artículos, tal como ahora lo conocemos aparece en Arles, en el siglo VI; aunque todos sus elementos doctrinales ya se encuentran en los escritos apostólicos de finales del siglo I. Con todo, las profesiones de fe cristocéntricas más antiguas no implican ausencia de la convicción de fe trinitaria en la vida del cristiano. En suma, la profesión de fe o Regula Fidei, surge del comportamiento mismo del creyente y sus convicciones más profundas que le lleva a creer en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo.

1.1 Las más antiguas profesiones de fe en el NT

Proclamada en la región de Cesarea de Filipo, como respuesta a la doble pregunta ¿Quién dice la gente que Soy Yo? Y ¿Y ustedes quién dicen que Soy Yo?: “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo” (Mt 16, 16). En diversos momentos Pedro profesó su fe en Jesús, el Hijo de Dios vivo: “Nosotros hemos creído y sabemos que Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios” (Jn 6, 6-69). En labios de Martha: “Yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que debía de venir al mundo” (Jn 11, 27). Y en Jn 16, 30 “creemos que tú has venido de Dios”. Otra forma primitiva se conserva en Hech 8,26-37 “Yo creo que Jesucristo es el Hijo de Dios”. No había pues, necesidad de exigir más a los candidatos al bautismo; sin embargo hay implícita una fe trinitaria. Profesar la fe en Jesús Señor y “Salvador” o (Sotér) condujo al acróstico (IXTHYS “pez”) símbolo favorito del cristianismo helenístico: cuyas iniciales significan “Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador”

(Iesous Xristós Theós Üiós Sotér). Tertuliano y algunas inscripciones del siglo II, testifican la popularidad de esta fórmula.

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2.2 La fórmula trinitaria

Sugerida por el precepto del Señor de bautizar a todas las naciones “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”, la fórmula trinitaria explícita llegó a prevalecer sobre la primera. Hacia el año 150, san Justino mártir dice en su Apología I,61 que los candidatos del bautismo “reciben el lavado del agua en el nombre de Dios Padre y Señor del universo y en el de nuestro Salvador Jesucristo y en el del Espíritu Santo”.

La Epístola Apostolorum, compuesta hacia la misma época, aumenta el número de artículos de tres a cinco, la profesión de fe va pasando por un proceso de explicitación gradual:

(Creo) En el Padre, moderador del mundo entero, Y en Jesucristo, nuestro Salvador, Y en el Espíritu Santo Paráclito, Y en la Santa Iglesia Y en la remisión de los pecados.

1.3 Fórmula combinada

Hacia el año 200, surge en Roma, una fórmula de Credo con 8 o 9 artículos en la Traditio Apostolica (21) de Hipólito, símbolo romano conocido por Tertuliano. Probablemente compuesto hacia la mitad del siglo II:

Creo en Dios Padre Omnipotente Y en Cristo Jesús, Hijo de Dios, Que nació de María Virgen por obra del Espíritu Santo, Fue crucificado bajo Poncio Pilato, muerto y sepultado, Al tercer día resucitó vivo de entre los muertos, Y subió a los cielos, Y se sentó a la diestra del Padre, Vendrá a juzgar a vivos y muertos; Y en el Espíritu Santo Y en la Santa Iglesia, Y en la resurrección de la carne.

Este sería el arquetipo de todos los credos occidentales, el cual da importancia al nacimiento de Jesús de la Virgen María. Eran dos los principales signos de oriente antes del niceno-constantinopolitano: el de Jerusalén, testimoniado por Cirilo de Jerusalén y el de Cesarea.

2. SÍNTESIS DEL PROCESO EVOLUTIVO DE LA CONTROVERSIA CRISTOLÓGICA (STATUS QUESTIONIS)

El inicio de la polémica cristológica lo encontramos ya en el NT, Juan en sus cartas afirma contra los docetas la verdadera humanidad de Cristo, pues ellos sostenían una humanidad aparente. A lado del docetismo que alcanzará su máximo punto en el siglo III, en el siglo II los padres apostólicos afrontaron la fe ebionita, la cual basada en un mesianismo judío veía en Cristo sólo a un hombre excepcional, dotado de carismas divinos.

Con todo, es preciso tener en cuenta que en el NT Jesucristo es presentado en varios pasajes como un ser divino (Hijo de Dios, pre existente) que por voluntad del Padre crea el mundo y sucesivamente se encarna en María para realizar la redención de los hombres; es Dios (Rom 5,9), no un segundo Dios respecto al Padre. Definido por los autores neotestamentarios Sabiduría, y poder de Dios, identificándolo así con la Sabiduría del AT, es decir la dynamis de Yahvé que en los libros sapienciales es su colaboradora en la creación del mundo.

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Pablo lo define también (Col 1,15), por un lado imagen de Dios invisible, primogénito de la creación, por otro mediador entre Dios y la creación. Conceptos que retoma Juan y lo presenta bajo la categoría filosófica y veterotestamentaria de Logos, que en la filosofía representó una especie de principio ordenador en el mundo. La figura de Cristo era vinculada con las figuras divinas del AT introducidas para describir la creación (sabiduría, espíritu, Palabra de Dios), lo cual permitía referir a Cristo una cantidad enorme de pasajes del AT.

En el s. II surgió el intento de presentar el concepto de la pre-existencia divina de Cristo. Los gnósticos, pensadores eclécticos de la antigüedad, considerados herejes por la tradición católica, mediante complejos esquemas teológicos de origen filosófico platónico, sostenían la existencia de un dios menor (nous) que mediaba la relación entre Dios (absolutamente trascendente) y el mundo de la materia. Los gnósticos multiplicaron sucesivamente las entidades intermedias (eones) haciendo derivar unas de otras en modo escalar de emanaciones, que en definitiva asumían los atributos del Logos. La fuerza enorme del gnosticismo en los siglos II y III generó varias REACCIONES agrupables en dos ramas:

LOS APOLOGISTAS (Justino, Taciano, Atenágoras), acogían la filosofía griega; valoraron a Cristo Logos, sabiduría, imagen de Dios e intermediario entre Dios Padre y el mundo, manifestado en las teofanías del AT anticipando la más grande teofanía: la encarnación, evento de redención para el mundo en pecado. Esta es la llamada teología del Logos basada en Pablo y Juan y en la literatura sapiencial especialmente Prov. 8,22-25, punto clave de polémicas posteriores. El Logos derivado de Dios por generación, subsiste en cualidad de Hijo para la creación y la salvación del mundo; esta tendencia sería el embrión de la llamada teología de la “economía divina”.

En reacción sea al gnosticismo que a esta rama de argumentación surgen los TEÓLOGOS DEFENSORES DE LA UNIDAD DIVINA, para este grupo la teología del Logos atenta contra el monoteísmo judaico, herencia recibida en el ámbito judeocristiano. De esta manera surgen varias corrientes que buscaban resolver la cuestión: Cristo un mero hombre que recibía ciertos poderes en el bautismo (adopcionismo), esta corriente, ignorando la ya aceptada divinidad de Cristo, duró poco. Por otro lado el monarquianismo, o modalismo, que afirman que el Logos es carente de subsistencia personal, es solo una expresión de la voluntad creadora de Dios, o un modo con el cual el único Dios se ha manifestado a la creación (modalismo propio), de tal manera que en la cruz estaba el Padre verdaderamente (El debate entre teólogos del Logos (después teología de la economía divina) y monarquianos en sus diferentes expresiones, fue largo y duro. Colocaba sobre el “tapete” los varios modos de afrontar la cuestión, y abría los horizontes a lo que serían las grandes controversias de los ss. IV y V. En las polémicas dogmáticas a fines del siglo III, se encuentra ya usada por el papa Dionisio (260-268) la fórmula de la consubstancialidad (consubstantialis, en griego homoousios) del Padre con el Hijo, gracias a la cual encontraría más tarde la solución a la cuestión trinitaria (patripasianismo). El debate entre teólogos del Logos (después teología de la economía divina) y monarquianos en sus diferentes expresiones, fue largo y duro. Colocaba sobre el “tapete” los varios modos de afrontar la cuestión, y abría los horizontes a lo que serían las grandes controversias de los ss. IV y V. En las polémicas dogmáticas a fines del siglo III, se encuentra ya usada por el papa Dionisio (260-268) la fórmula de la consubstancialidad (consubstantialis, en griego homoousios [ ) del Padre con el Hijo, gracias a la cual encontraría más tarde la solución a la cuestión trinitaria.

CONCLUSIÓN: La fe bautismal confirmada por el mismo Dios en la resurrección de Jesús como Cristo y Señor, continuamente interpretada en la era patrística fue el principal criterio de valoración de la ortodoxia; por eso los primeros intentos de comprensión racional de la doctrina mediante la reflexión teológica vienen marcados por el acercamiento y la reflexión sobre la doctrina de la Trinidad y el misterio de la encarnación de Cristo.

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II. INICIOS DE LA ÉPOCA DE ORO DE LA PATRÍSTICA

1. PRINCIPALES TENDENCIAS DOCTRINALES COMBATIDAS EN EL SIGLO IV

Las tendencias teológicas anteriores ya desarrolladas aunadas a una serie de acontecimientos sociopolíticos y religiosos suscitados tras la paz constantiniana, protagonizan las principales controversias doctrinales y disciplinares del siglo IV, las principales del primer grupo son:

a. Herejías trinitarias (arrianismo y macedonianismo), b. Herejías cristológicas (arrianismo y apolinarismo, nestorianismo, monofisismo, monotelismo),

LOS PADRES DE ORIENTE, EN ESTE PERIODO Atanasio: Tres Discursos contra los arrianos, Vida de San Antonio. Los grandes "Capadocios": Basilio (legislador monástico, obispo de Cesarea, doctrina sobre la

Trinidad), Gregorio de Nisa (gran teólogo), Gregorio de Nacianzo (obispo de Constantinopla). Juan Crisostomo: vida, escritos sobre el sacerdocio. Cirilo de Alejandría: (disputas cristológicas y mariológicas del siglo V).

LOS PADRES OCCIDENTALES DEL PERIODO Ambrosio de Milán: relaciones con Graciano, Valentiniano II, Teodosio. Jerónimo: traductor de la Sagrada Escritura; "Vulgata". Agustín: las Confesiones, la Ciudad de Dios, De Trinitate, etc. León Magno: Primado romano, Epístola a Flaviano. Gregorio Magno: Moralia, renovación litúrgica.

2. EL CONCILIO DE NICEA Y CONSTANTINOPLA ANTE LA CRISIS ARRIANA

En torno al 320, Arrio sacerdote influyente de la iglesia de Baukalis empezó a difundir ideas personales sobre la Trinidad, llegando a negar la divinidad del Hijo. Alejandro y un centenar de obispos egipcios y libios reunidos en sínodo, excomulgaron a Arrio y sus partidarios.

2.1 El Concilio de Nicea

Respondiendo a la cuestión arriana, el concilio de Nicea fue inaugurado el 20 de Mayo del 325, con la asistencia de 318 obispos. Su aporte principal fue la declaración de que el Hijo es “consubstancial” al Padre, condenando así la postura de Arrio. Así, fue solemnemente proclamado que el Hijo es «Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, consubstancial [ homoousios)] al Padre».

La definición no dejó del todo satisfecho a todos, por lo que la controversia continuó ahora en torno a la comprensión del término. A la par, se va desarrollando un arrianismo radical que pretendería negar ya no sólo la divinidad del Hijo sino incluso la del Espíritu Santo.

3. RESPUESTA DE LOS PADRES

3.1 San Atanasio de Alejandría, en oriente (295-373)

DOCTRINA TRINITARIA Y CRISTOLÓGICA

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Atanasio fue un pastor preocupado por salvaguardar la pureza de la tradición, doctrina y fe de la Iglesia católica que el Señor dio, los apóstoles predicaron y los Padres conservaron (A Serapión I,28) ante la amenaza del arrianismo. Defiende la unidad y la distinción de Personas en la Trinidad; el Padre crea por el Hijo en el Espíritu Santo; el Verbo en cambio no fue creado sino engendrado de la misma esencia que el Padre; en consecuencia, el Logos es Dios, no criatura como afirman los arrianos; es (homoousios) con el Padre, no solo de naturaleza semejante ( homoiousios]). Con Pablo (Col 2,9) el Hijo tiene la plenitud de la divinidad y por tanto es completamente Dios. Padre e Hijo tienen la misma naturaleza y son eternos.

San Atanasio es uno de los principales postuladores de la “teología del intercambio” Dios se hizo hombre para que el hombre se hiciera Dios. María es verdadera Theotokos (Discurso a los arrianos III,29). El Hijo de Dios se encarna porque al ser imagen del Padre puede restaurar la imagen de Dios en el hombre, y muriendo, es capaz de comunicarles su inmortalidad e incorrupción.

3.2 San Hilario de Poitiers, en Occidente (310-367)

SU DOCTRINA TRINITARIA

Militante del grupo niceno, contemporáneo de Atanasio. Para Hilario, la generación del Hijo no es de la nada, ni de una materia preexistente como si su origen se debiera a un acto creador; ni de naturaleza diversa, sino precisamente del Padre; se trata de una generación inefable, sin analogía posible con la generación de los seres vivos, sin pasión ni división; el Padre ha dado de sí todo al Hijo sin perder nada de su ser, pues no interviene protensio (extensión) ni transfusio (transfusión). Aclara que la generación no comporta en el Hijo posterioridad cronológica respecto al Padre: el Hijo es eterno, siempre Hijo, pues ha nacido de una generación intemporal e incomprensible para nosotros que sumergidos en el tiempo, no somos capaces de concebir y definir lo intemporal y eterno sin recurrir a categorías necesariamente temporales. La inferioridad y pasibilidad de Cristo en diversos pasajes evangélicos son propias de la humanidad; vg. La sujeción (1Cor 15,28) obedece al anonadarse del Hijo tras asumir la forma servi (Flp 2,7) en estrecha relación con su glorificación y su reino eterno qua homo y como representante de la humanidad. El concepto genérico homoousios, adquiere en Hilario como en Atanasio su significado pleno a la luz de la relación de total compenetración que une entre sí, manteniendo la distinción personal, al Padre y al Hijo, según testimonio de Jn 10,30 y 14,9-10.

4. LOS SÍMBOLOS NICENO Y CONSTANTINOPOLITANO

La tradición y la piedad popular nunca había dudado de la divinidad del Espíritu Santo, situación que en Nicea se da por supuesto, prueba de ello es el símbolo niceno, que sin decir nada sobre el Espíritu Santo, su atención se centra en la relación del Hijo con el Padre, determinando la “consubstancialidad” de ambos:

Creemos en un solo Dios, Padre, todopoderoso, creador de todo lo visible y lo invisible; y en un solo Señor Jesucristo, Hijo de Dios, engendrado unigénito del Padre, es decir, de la substancia del Padre, Dios de Dios, luz de luz, Dios de verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, consubstancial (homoousios) al Padre, por quien todas las cosas fueron creadas, las que hay en el cielo y las que hay en la tierra, el cual por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo y se encarnó y se hizo hombre, padeció y resucitó al tercer día, subió al cielo, y vendrá a juzgar a vivos y a muertos. Y en el Espíritu Santo.

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Anatemas: Aquellos que afirman, “hubo un tiempo en el cual él no existía”, “antes de ser engendrado no existía”, “ha sido creado de la nada”, o aquellos que afirman que el hijo de Dios es de otra hypóstasis o ousía (naturaleza), o que el Hijo de Dios es mutable o cambiable, a estos la Iglesia católica y apostólica los condena.

El símbolo constantinopolitano repite la fórmula del 325 añadiendo la especificación sobre el Espíritu Santo:

Creemos en un solo Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible; y en un solo Señor Jesucristo, Hijo unigénito de Dios, engendrado del Padre antes de todos los siglos; luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, consubstancial al Padre, por quien todo fue hecho; por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo, por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre. Por nuestra causa fue crucificado bajo Poncio Pilato: padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día según las Escrituras, subió al cielo y está sentado a la derecha del Padre; de nuevo vendrá con gloria para juzgar a los vivos y a los muertos, y su reino no tendrá fin. Y en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Y en la Iglesia, una, santa, católica y apostólica. Reconocemos un solo bautismo para el perdón de los pecados y esperamos la resurrección de los muertos y la vida del Mundo futuro. Amén.

Con las divisiones al interior del mismo arrianismo, la teología de los padres capadocios y las intervenciones directas de Teodosio el Grande (379-395), el Concilio I de Constantinopla (381) confirmaría la victoria definitiva de la ortodoxia y el arrianismo sería ya cosa del pasado.

III. EL CENÍT DE LA ÉPOCA DE ORO DE LA PATRÍSTICA: CONTROVERSIAS CRISTOLÓGICAS ENTRE ÉFESO Y CALCEDONIA

1. El nestorianismo

Nestorio, Siro germanita, nació después del 381; el 10 abril 428 fue electo obispo de Constantinopla, se distinguió como gran predicador; en Antioquía hizo una excelente labor como presbítero. Constantinopla ya se había convertido en una sede importante de la cristiandad. El problema comienza cuando toca un asunto de religiosidad popular: el título de María como “Madre de Dios” ( “Theotókos” usado incluso por algunos padres de la Iglesia como Gregorio de Nacianzo, pero para Nestorio era teológicamente inaceptable, con todo, sus motivos son de carácter cristológicos más que mariológicos. Sin embargo, reconociendo ambas naturalezas en Cristo, tampoco admitía que fuera llamada solamente “Madre del hombre” o antropotokos; La solución intermedia propuesta por Nestorio es el título de Cristotokos (Madre de Cristo) o bien Teodokos (Receptora de Dios). Así, pretendía distinguir con claridad los atributos de las naturalezas e indicar que el hombre Jesús nacido de María estaba unido con Dios; Sin embargo, el hecho de cambiar una sola letra

a , cambia tanto el sentido como el contenido de la palabra, pues el segundo indica solo “acogida, recepción” mientras el primero refiere el nacimiento y la idea de maternidad.

2. La Definición dogmática del concilio de Éfeso: “María es verdadera Madre de Dios”

Fue la segunda carta que dirigió a Nestorio y la que aprobó el concilio de Éfeso en su primera sesión el 22 de junio del 431, al considerarla completamente acorde con el Símbolo Niceno y expresión auténtica de la doctrina católica.

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El contenido central de la carta, sería en definitiva parte principal de la declaración conciliar:

No decimos que la naturaleza del Verbo se hizo carne sufriendo cambio,1 tampoco que se transformó en un hombre completo y perfecto, compuesto de alma y cuerpo.2 Decimos más bien que el Verbo, habiendo unido a Sí mismo personalmente una carne animada de un alma viviente, se hizo hombre de manera inefable e inconcebible y se llamó Hijo del hombre, no por sola voluntad o complacencia, ni tampoco por la asunción de la persona sola (es decir, una persona humana a su divina persona); y siendo distintas las naturalezas que se unieron en esta unidad verdadera, de ambas resultó un solo Cristo e Hijo: no en el sentido de que la diversidad de las naturalezas quedara eliminada por esta unión, sino que la divinidad y la humanidad constituyen para nosotros al único Señor Jesucristo e Hijo con su inefable e inexpresable conjunción en la unidad. De esta manera, aunque Él subsistía y era engendrado por el Padre antes de los siglos, se dice de Él que nació también de una mujer según la carne; no que su naturaleza divina empezara a existir en la Santa Virgen o que necesitara por fuerza por sí misma una segunda generación después de su generación del Padre. Es necio y absurdo decir que el que subsistía antes de los siglos y era coeterno con el Padre tenía necesidad de un nuevo comienzo de existencia. Decimos que el Verbo ha nacido según la carne, porque asumió personalmente la naturaleza humana “por nosotros y por nuestra salvación”. Porque no nació primero de la Santa Virgen un hombre ordinario y luego descendió sobre Él el Verbo, sino que, habiéndose unido a la carne desde el seno mismo, se dice de Él que se sometió a una generación según la carne, como apropiándose y haciendo suyo el nacimiento de su propia carne… De esta manera *los Santos Padres+ no tuvieron inconveniente en llamar madre de Dios a la santa Virgen.

3. El Concilio de Calcedonia

En Alejandría como era de esperarse, la fórmula de san Cirilo y la influencia del apolinarismo suscitó el surgimiento del monofisismo del sacerdote Eutiques, el cual sostenía que Cristo constaba de “dos naturalezas antes de la unión, pero sólo una después de la unión”. Eutiques fue condenado por el sínodo endémico (en curso o asamblea ordinaria de obispos presentes ya en la ciudad) de Constantinopla del 448. Eutiques, el emperador Teodosio II y Flaviano patriarca de Constantinopla se dirigieron al Papa León quien el 13 de junio del 449 remitió su famoso Tomus Ad Flavianum (epístola 28) que aportaría la base de la cristología de Calcedonia.

4.2 La definición del Concilio de Calcedonia

El concilio de Calcedonia, marca el cenit orientador de una etapa importante de la historia del desarrollo teológico dogmático en materia cristológica, que partió de un momento determinante en que se ponía en riesgo la unidad de las dos naturalezas en la única persona de Cristo; de ahí hasta hoy en día confesamos la fórmula cristológica: una persona in duabus naturis de Cristo; es decir, el misterio de la unión hipostática en Cristo: una persona en dos naturalezas. El Símbolo de Calcedonia está conformado por 27 versículos que ordenan en tres partes:

A. Un proemio extenso exponiendo las razones del Concilio, refiere los credos vigentes de Nicea y Constantinopla, las cartas sinodales de Cirilo, así como los errores rechazables: De Nestorio, el rehusar el título de Theotokos en virtud de una supuesta doctrina de “los dos hijos”; de Eutiques, el sostener la mezcla de ambas naturalezas de Cristo.

1 No es pues como la opinión de Fotino, que sostenía un paso de Dios a carne y luego nuevamente cambiado a la divinidad. 2 Como la opinión de Marcelo de Ancira, que combina la opinión de Fotino y Apolinar.

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B. La definición cristológica propiamente dicha, aludiendo la tradición de los padres. A modo de análisis de las fuentes del símbolo refiere: la carta de Juan de Antioquía a Cirilo para la Unión del 433, el Tomus Leonis, la carta de Cirilo a Nestorio y la de Flaviano a León y una carta de Teodoreto de Ciro

C. CONCLUSIÓN. La definición concluye con el habitual anatema contra cuantos no la aceptan.

El símbolo de Calcedonia completo es el siguiente:

Siguiendo pues, a los santos Padres enseñamos unánimemente que hay que confesar a un solo y mismo Hijo y Señor nuestro Jesucristo: Perfecto en la divinidad, y perfecto en la humanidad; Verdaderamente Dios y verdaderamente hombre, [compuesto] de alma racional y de cuerpo; Consubstancial con el Padre según la divinidad, Y consubstancial con nosotros según la humanidad, En todo semejante a nosotros, excepto en el pecado; Engendrado del Padre antes de los siglos según la divinidad, Y en los últimos días, por nosotros y por nuestra salvación Engendrado de María Virgen, la madre de Dios, según la humanidad; Que se ha de reconocer a un solo y mismo Cristo Señor, Hijo Unigénito en dos naturalezas, Sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación. La diferencia de naturaleza de ningún modo queda suprimida por su unión, Sino que quedan a salvo las propiedades de cada una de las naturalezas Y confluyen en una sola persona y en una sola hipóstasis, No partido o dividido en dos personas, sino un solo y el mismo Hijo Unigénito, Dios Verbo Señor Jesucristo, como de antiguo acerca de Él nos enseñaron los profetas, y el mismo Jesucristo, y nos lo ha transmitido el Símbolo de los Padres.