Crisis 1929 El Pais 1

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Esta crisis pasará a la historia El deterioro es comparable ya con las etapas más críticas de la economía española La crisis del ladrillo y las hipote- cas basura se hace sitio a codazos en la Historia. Una recesión tan aguda como la que confirmó el Banco de España esta semana es un hito que precipita las compara- ciones. Se buscan referencias pa- ra calibrar el impacto y aventurar lo que pueda venir; una perspecti- va que escape del torbellino de malas noticias para contestar cuestiones apremiantes: ¿es la peor crisis de las últimas déca- das? ¿Es distinta a otras? ¿Cuánto se tarda en salir de una crisis así? “Todas las familias felices pare- cen iguales; las desgraciadas lo son cada una a su manera”. Pablo Martín Aceña evoca al novelista ruso Leon Tolstoi para resumir la primera enseñanza del minucio- so trabajo de los historiadores, que se dejan la vista en censos agrarios, registros de puertos, pa- drones y otros legajos para cubrir las lagunas de las estadísticas ofi- ciales. Las calmas que anticipan la tempestad son todas muy pare- cidas, la euforia es el mejor heral- do de los malos tiempos. “Las cri- sis suelen venir precedidas por un ciclo alcista en el que hay una apreciación exagerada de activos bursátiles o reales, como los inmo- biliarios, etapas en las que hay fuertes flujos de capital y una cier- ta relajación de los mecanismos reguladores”, explica el catedráti- co de Historia Económica. Es fácil reconocer en lo que di- ce Martín Aceña las señales de la crisis que arrancó en 2007 y no deja de coger fuerza desde enton- ces. Las alarmas se encendieron, pero quedaron ahogadas por el es- truendo de la etapa de crecimien- to económico más prolongada de la democracia, por una creación de puestos de trabajo sin prece- dentes que permitió al presidente del Gobierno, José Luis Rodrí- guez Zapatero, dar voz al sueño del pleno empleo. “Cuando se pa- sa bien, el pesimismo molesta mu- cho”, acota Albert Carreras, cate- drático de la Pompeu Fabra. El sueño se vino abajo. Y el ace- lerado endeudamiento que ali- mentó la expansión de la última década deja a España desguarne- cida. “En los momentos eufóricos se afirma que ya no va a haber más crisis. Y luego, invariable- mente, las hay. Para los historia- dores, todo esto da una sensación de déjà vu”, comenta Gabriel Tor- tella, catedrático emérito de la Universidad de Alcalá de Hena- res. “Lo que los políticos inteligen- tes pueden hacer es amortiguar el ciclo, pero nadie quiere ser el aguafiestas”, coincide. Las estadísticas confirman lo que apuntan los historiadores: el crecimiento no es continuo ni li- neal. Aunque echar atrás la vista no es fácil. El Instituto Nacional de Estadística (INE) sólo retro- trae las series del PIB hasta 1977. El Ministerio de Economía enlazó los datos de Contabilidad Nacio- nal, sólo disponibles desde 1958. Más allá, se debe recurrir a las investigaciones académicas. La reconstrucción más com- pleta, según la mayoría de los his- toriadores, es la realizada por el catedrático Leandro Prados de la Escosura, que recopiló su trabajo en El progreso económico de Espa- ña (Fundación BBVA). Los datos de Prados de la Esco- sura permiten seguir la pista a la evolución económica de España hasta 1850 [ver gráfico]. Un arduo trabajo que confirma algunas ver- dades históricas y relativiza otras. Con el desastre, también económi- co, de la Guerra Civil, se esfumó más del 25% del PIB generado en 1935, la víspera de la sublevación franquista. El coste económico y social no acabó ahí: la represión, el aislacionismo de la dictadura y una sucesión de sequías lo prolon- gó muchos años más. “La recupe- ración fue lentísima en contraste con lo que pasó con los países eu- ropeos tras la Segunda Guerra Mundial”, recalca Carreras. La economía española ya mar- chaba a trancas y barrancas en los años treinta, lastrada por los efectos del crash del 29 en EE UU y la inestabilidad política. Pero el impacto de la Guerra Civil y la autarquía franquista no tiene pa- rangón: el PIB español tardó dos décadas en recuperar el nivel de 1929. La renta por habitante no completó el camino desandado hasta 1956. En la década de los cuarenta, los años del hambre, la agricultura de subsistencia recu- peró protagonismo y el sector pri- mario volvió a rondar el 30% del PIB, un peso que no alcanzaba desde el arranque del siglo XX. Más atrás, la comparación tampoco es fácil: antes de la Pri- mera Guerra Mundial, la curva de crecimiento se asemeja al per- fil de una sierra de dientes afila- dos. “El sector agrario era aún de- terminante y eso hacía mucho más volátil la economía”, explica Carreras. Una sucesión de malas cosechas llevaba a reducir en más de un 2% anual el valor del PIB. Las carestías en los núcleos urbanos facilitaban aún la propa- gación de epidemias, como las del cólera, que se hicieron sentir en las cuentas de 1865 y 1885. Los continuos conflictos colo- niales e internos del XIX dejaron en bancarrota a la hacienda públi- ca en varias ocasiones. Y la inci- piente industria, lejos de la veloci- dad de crucero que alcanzó en otros países europeos, no bastó para estabilizar el crecimiento. El sector textil sufrió las consecuen- cias de la guerra de Secesión en EE UU, que disparó el precio del algodón. Y la inversión en el ferro- carril de mediados de siglo se es- trelló contra la escasa demanda y un endeudamiento galopante. La confluencia de males des- embocó en la depresión de 1860-1868 (este último año el PIB cayó más del 10%), que incluyó la crisis bancaria más relevante del XIX (1866) y fue caldo de cultivo para la Revolución Gloriosa que derrocó a Isabel II. Sólo la calami- tosa cosecha de 1896 llevó a una situación tan precaria, aunque la crisis duró mucho menos: la re- percusión económica del desas- tre colonial del 98 fue más limita- da de lo que asumieron intelectua- les y políticos contemporáneos. Los historiadores creen que 1959 ofrece la primera ocasión pa- ALEJANDRO BOLAÑOS Variación del PIB real a precios de 2000 Tasas logarítmicas. Variación anual en % Fuente: Leandro Prados de la Escosura, El progreso económico de España (Fundación BBVA), 2ª edición en preparación, y elaboración propia Crecimiento de la economía española 20 10 0 -10 -20 -30 1850 1855 1860 1865 1870 1875 1880 1885 1890 1895 1900 1905 1910 1915 1920 1925 Malas cosechas de cereales Descenso del precio internacional de los cereales Epidemia de cólera Epidemia de cólera: crisis agraria Malas cosechas Apreciación de la peseta Huelga General Crisis bancaria por sobreinversión en el ferrocarril. El precio del algodón hunde la industria textil Bancarrota de la hacienda Revolución Gloriosa destierro de Isabel II Elección de Amadeo I de Saboya Regencia de María Cristina Se declara la I República Reinado de Alfonso XII Inicio I Guerra Mundial (1914-1918) Crisis vitivinícola por la extensión de la filoxera Huelga general revolucionaria Descenso del precio internacional de los cereales 4,6 Crisis bancaria Primeras inversiones en el ferrocarril Las tasas logarítmicas corrigen la asimetría al calcular variaciones al alza y a la baja. La serie está construida a partir de los datos del INE para el periodo 2000-2007, del enlace de las series de contabilidad nacional correspondientes a distintos años base (entre 1958 y 2000) y de la reconstrucción de las series históricas para el periodo 1850-1958 llevados a cabo por Prados de la Escosura. 2008 y 2009: estimaciones del Banco de España y del Ministerio de Economía El crecimiento del XIX oscilaba al ritmo marcado por las cosechas El impacto de la Guerra Civil y la autarquía franquista no tiene parangón 4 NEGOCIOS EL PAÍS, DOMINGO 1 DE FEBRERO DE 2009 »primer plano

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EL PAÍS, DOMINGO 1 DE FEBRERO DE 2009 OFERTAS DE EMPLEO 45

Esta crisis pasará a la historiaEl deterioro es comparable ya con las etapas más críticas de la economía española

La crisis del ladrillo y las hipote-cas basura se hace sitio a codazosen la Historia. Una recesión tanaguda como la que confirmó elBanco de España esta semana esun hito que precipita las compara-ciones. Se buscan referencias pa-ra calibrar el impacto y aventurarlo que pueda venir; una perspecti-va que escape del torbellino demalas noticias para contestarcuestiones apremiantes: ¿es lapeor crisis de las últimas déca-das? ¿Es distinta a otras? ¿Cuántose tarda en salir de una crisis así?

“Todas las familias felices pare-cen iguales; las desgraciadas loson cada una a su manera”. PabloMartín Aceña evoca al novelistaruso Leon Tolstoi para resumir laprimera enseñanza del minucio-so trabajo de los historiadores,que se dejan la vista en censosagrarios, registros de puertos, pa-drones y otros legajos para cubrirlas lagunas de las estadísticas ofi-ciales. Las calmas que anticipanla tempestad son todas muy pare-cidas, la euforia es el mejor heral-do de los malos tiempos. “Las cri-sis suelen venir precedidas porun ciclo alcista en el que hay unaapreciación exagerada de activosbursátiles o reales, como los inmo-biliarios, etapas en las que hayfuertes flujos de capital y una cier-ta relajación de los mecanismos

reguladores”, explica el catedráti-co de Historia Económica.

Es fácil reconocer en lo que di-ce Martín Aceña las señales de lacrisis que arrancó en 2007 y nodeja de coger fuerza desde enton-ces. Las alarmas se encendieron,pero quedaron ahogadas por el es-truendo de la etapa de crecimien-to económico más prolongada dela democracia, por una creaciónde puestos de trabajo sin prece-dentes que permitió al presidentedel Gobierno, José Luis Rodrí-guez Zapatero, dar voz al sueñodel pleno empleo. “Cuando se pa-sa bien, el pesimismo molesta mu-cho”, acota Albert Carreras, cate-drático de la Pompeu Fabra.

El sueño se vino abajo. Y el ace-lerado endeudamiento que ali-mentó la expansión de la últimadécada deja a España desguarne-cida. “En los momentos eufóricosse afirma que ya no va a habermás crisis. Y luego, invariable-mente, las hay. Para los historia-dores, todo esto da una sensaciónde déjà vu”, comenta Gabriel Tor-tella, catedrático emérito de laUniversidad de Alcalá de Hena-res. “Lo que los políticos inteligen-tes pueden hacer es amortiguarel ciclo, pero nadie quiere ser elaguafiestas”, coincide.

Las estadísticas confirman loque apuntan los historiadores: elcrecimiento no es continuo ni li-neal. Aunque echar atrás la vista

no es fácil. El Instituto Nacionalde Estadística (INE) sólo retro-trae las series del PIB hasta 1977.El Ministerio de Economía enlazólos datos de Contabilidad Nacio-nal, sólo disponibles desde 1958.Más allá, se debe recurrir a lasinvestigaciones académicas.

La reconstrucción más com-pleta, según la mayoría de los his-toriadores, es la realizada por elcatedrático Leandro Prados de la

Escosura, que recopiló su trabajoen El progreso económico de Espa-ña (Fundación BBVA).

Los datos de Prados de la Esco-sura permiten seguir la pista a laevolución económica de Españahasta 1850 [ver gráfico]. Un arduotrabajo que confirma algunas ver-dades históricas y relativiza otras.Con el desastre, también económi-

co, de la Guerra Civil, se esfumómás del 25% del PIB generado en1935, la víspera de la sublevaciónfranquista. El coste económico ysocial no acabó ahí: la represión,el aislacionismo de la dictadura yuna sucesión de sequías lo prolon-gó muchos años más. “La recupe-ración fue lentísima en contrastecon lo que pasó con los países eu-ropeos tras la Segunda GuerraMundial”, recalca Carreras.

La economía española ya mar-chaba a trancas y barrancas enlos años treinta, lastrada por losefectos del crash del 29 en EE UUy la inestabilidad política. Pero elimpacto de la Guerra Civil y laautarquía franquista no tiene pa-rangón: el PIB español tardó dosdécadas en recuperar el nivel de1929. La renta por habitante nocompletó el camino desandadohasta 1956. En la década de loscuarenta, los años del hambre, laagricultura de subsistencia recu-peró protagonismo y el sector pri-mario volvió a rondar el 30% delPIB, un peso que no alcanzabadesde el arranque del siglo XX.

Más atrás, la comparacióntampoco es fácil: antes de la Pri-mera Guerra Mundial, la curvade crecimiento se asemeja al per-fil de una sierra de dientes afila-dos. “El sector agrario era aún de-terminante y eso hacía muchomás volátil la economía”, explicaCarreras. Una sucesión de malas

cosechas llevaba a reducir enmás de un 2% anual el valor delPIB. Las carestías en los núcleosurbanos facilitaban aún la propa-gación de epidemias, como las delcólera, que se hicieron sentir enlas cuentas de 1865 y 1885.

Los continuos conflictos colo-niales e internos del XIX dejaronen bancarrota a la hacienda públi-ca en varias ocasiones. Y la inci-piente industria, lejos de la veloci-dad de crucero que alcanzó enotros países europeos, no bastópara estabilizar el crecimiento. Elsector textil sufrió las consecuen-cias de la guerra de Secesión enEE UU, que disparó el precio delalgodón. Y la inversión en el ferro-carril de mediados de siglo se es-trelló contra la escasa demanda yun endeudamiento galopante.

La confluencia de males des-embocó en la depresión de1860-1868 (este último año el PIBcayó más del 10%), que incluyó lacrisis bancaria más relevante delXIX (1866) y fue caldo de cultivopara la Revolución Gloriosa quederrocó a Isabel II. Sólo la calami-tosa cosecha de 1896 llevó a unasituación tan precaria, aunque lacrisis duró mucho menos: la re-percusión económica del desas-tre colonial del 98 fue más limita-da de lo que asumieron intelectua-les y políticos contemporáneos.

Los historiadores creen que1959 ofrece la primera ocasión pa-

ra hacer una comparación rele-vante, aunque con muchos mati-ces. De hecho, el bajonazo en laactividad que anticipó el Bancode España hace unos días sólo en-cuentra eco en los datos de Conta-bilidad Nacional de aquel año. Enel tramo final de 2008, el PIB espa-ñol cayó un 1,1% respecto al valordel tercer trimestre. Hay que re-

montarse a 1960 para encontrarun retroceso mayor; en 1959, latasa intertrimestral llegó a bajarun 3%, según los datos recopila-dos por Carreras.

La salida de la crisis de 1959fue fulgurante. Pero Tortella paralos pies antes de insinuar siquieraun posible paralelismo. “Aquellofue una crisis provocada, una in-

tervención de laboratorio en laque se causó un paro cardíaco pa-ra sanear la economía y volver aponerla en marcha, algo que sóloes posible en regímenes dictato-riales”, aclara.

Lo que ocurrió en 1959 fue fru-to de un cambio de gobierno queaupó a ministros de marcado per-fil técnico al poder. Los tecnócra-

tas, como luego se les conoció,persuadieron a Franco de que ha-bía que practicar una terapia dechoque. En la década de los cin-cuenta, la economía empezó a re-cuperarse gracias al goteo de ayu-das estadounidenses, la creaciónde industrias para sustituir impor-taciones y un aumento artificialde salarios en las grandes empre-

sas públicas. La economía crecía,pero a partir de un modelo indus-trial sin recorrido, inflación y de-sequilibrio exterior.

“Se cuenta que convencieron aFranco diciéndole que no habíadivisas para comprar gasolina,que los coches se iban a quedartirados. Franco estaba muy orgu-lloso del tráfico de Madrid”, rela-ta Tortella, “y que aquella conver-sación acabó con la célebre frase‘hagan lo que les dé la gana”.Arrancado el plácet al dictador,Mariano Navarro Rubio puso enmarcha el Plan de Estabilización:se devaluó la peseta, subieron lostipos de interés, se aumentó la re-caudación de impuestos, se conge-laron salarios y se abrió la entra-da al capital extranjero. El resulta-do fue una brutal contracción eco-nómica, un reequilibrio de los dé-ficits exterior y público, una tími-da liberalización y una progresivaapertura al exterior. Nada simbo-lizó mejor el fin de la autarquíafranquista que la visita oficial delpresidente de EE UU, Dwight Ei-senhower, a finales de aquel año.

Si se atiende a la serie de creci-miento de Prados de la Escosura,el bajón del PIB en 1959 fue inten-so (se pasó de un avance del 6,1%a un retroceso del 0,5% en sólo unaño), pero equiparable a lo queluego ocurrió en 1981 o 1993. Notodo son tasas de crecimiento.“En la memoria colectiva aquelloquedó como una etapa muy duraen la se cerraron empresas y seperdieron muchos puestos de tra-bajo”, recuerda Carreras.

La dureza del plan de estabili-zación reactivó la emigración, in-centivada por la necesidad de ma-

ALEJANDRO BOLAÑOS

Variación del PIB real a precios de 2000Tasas logarítmicas. Variación anual en %

Fuente: Leandro Prados de la Escosura, El progreso económico de España (Fundación BBVA), 2ª edición en preparación, y elaboración propia

Crecimiento de la economía española

20

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-301850 1855 1860 1865 1870 1875 1880 1885 1890 1895 1900 1905 1910 1915 1920 1925

Malas cosechasde cereales

Descensodel preciointernacional delos cereales

Epidemiade cólera

Epidemiade cólera:crisis agraria

Malascosechas

Apreciaciónde la peseta

HuelgaGeneral

Crisis bancaria porsobreinversiónen el ferrocarril.El precio delalgodón hundela industria textil

Bancarrota dela hacienda

Revolución Gloriosadestierro de Isabel II

Elección deAmadeo I de Saboya

Regencia deMaría Cristina

Se declara laI República

Reinado de Alfonso XII

Inicio I Guerra Mundial (1914-1918)

Crisis vitivinícolapor la extensión de

la filoxeraHuelga generalrevolucionaria

Descenso del preciointernacional de los cereales

Desastre del 98.Cuba se independiza,Filipinas y Puerto Ricopasan a serprotectoradode EE UU

Reinado de Alfonso XIII

1,5

-2,7 -3,0

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8,5

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-2,6 -2,5

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1,8

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1,8

4,6

Crisisbancaria

Primeras inversionesen el ferrocarril

Las tasas logarítmicas corrigen la asimetría al calcular variaciones al alza y a la baja. La serie está construida a partir de los datos del INE para el periodo 2000-2007, del enlace de las series de contabilidad nacional correspondientesa distintos años base (entre 1958 y 2000) y de la reconstrucción de las series históricas para el periodo 1850-1958 llevados a cabo por Prados de la Escosura. 2008 y 2009: estimaciones del Banco de España y del Ministerio de Economía

Pasa a la página siguiente

Un trabajador de Astilleros Españoles de Puerto Real (Cádiz), durante un enfrentamiento con la policía en abril de 1987. / pablo juliá

El crecimiento delXIX oscilaba alritmo marcado porlas cosechas

El impacto de laGuerra Civil y laautarquía franquistano tiene parangón

4 NEGOCIOS EL PAÍS, DOMINGO 1 DE FEBRERO DE 2009

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44 OFERTAS DE EMPLEO EL PAÍS, DOMINGO 1 DE FEBRERO DE 2009

Esta crisis pasará a la historiaEl deterioro es comparable ya con las etapas más críticas de la economía española

La crisis del ladrillo y las hipote-cas basura se hace sitio a codazosen la Historia. Una recesión tanaguda como la que confirmó elBanco de España esta semana esun hito que precipita las compara-ciones. Se buscan referencias pa-ra calibrar el impacto y aventurarlo que pueda venir; una perspecti-va que escape del torbellino demalas noticias para contestarcuestiones apremiantes: ¿es lapeor crisis de las últimas déca-das? ¿Es distinta a otras? ¿Cuántose tarda en salir de una crisis así?

“Todas las familias felices pare-cen iguales; las desgraciadas loson cada una a su manera”. PabloMartín Aceña evoca al novelistaruso Leon Tolstoi para resumir laprimera enseñanza del minucio-so trabajo de los historiadores,que se dejan la vista en censosagrarios, registros de puertos, pa-drones y otros legajos para cubrirlas lagunas de las estadísticas ofi-ciales. Las calmas que anticipanla tempestad son todas muy pare-cidas, la euforia es el mejor heral-do de los malos tiempos. “Las cri-sis suelen venir precedidas porun ciclo alcista en el que hay unaapreciación exagerada de activosbursátiles o reales, como los inmo-biliarios, etapas en las que hayfuertes flujos de capital y una cier-ta relajación de los mecanismos

reguladores”, explica el catedráti-co de Historia Económica.

Es fácil reconocer en lo que di-ce Martín Aceña las señales de lacrisis que arrancó en 2007 y nodeja de coger fuerza desde enton-ces. Las alarmas se encendieron,pero quedaron ahogadas por el es-truendo de la etapa de crecimien-to económico más prolongada dela democracia, por una creaciónde puestos de trabajo sin prece-dentes que permitió al presidentedel Gobierno, José Luis Rodrí-guez Zapatero, dar voz al sueñodel pleno empleo. “Cuando se pa-sa bien, el pesimismo molesta mu-cho”, acota Albert Carreras, cate-drático de la Pompeu Fabra.

El sueño se vino abajo. Y el ace-lerado endeudamiento que ali-mentó la expansión de la últimadécada deja a España desguarne-cida. “En los momentos eufóricosse afirma que ya no va a habermás crisis. Y luego, invariable-mente, las hay. Para los historia-dores, todo esto da una sensaciónde déjà vu”, comenta Gabriel Tor-tella, catedrático emérito de laUniversidad de Alcalá de Hena-res. “Lo que los políticos inteligen-tes pueden hacer es amortiguarel ciclo, pero nadie quiere ser elaguafiestas”, coincide.

Las estadísticas confirman loque apuntan los historiadores: elcrecimiento no es continuo ni li-neal. Aunque echar atrás la vista

no es fácil. El Instituto Nacionalde Estadística (INE) sólo retro-trae las series del PIB hasta 1977.El Ministerio de Economía enlazólos datos de Contabilidad Nacio-nal, sólo disponibles desde 1958.Más allá, se debe recurrir a lasinvestigaciones académicas.

La reconstrucción más com-pleta, según la mayoría de los his-toriadores, es la realizada por elcatedrático Leandro Prados de la

Escosura, que recopiló su trabajoen El progreso económico de Espa-ña (Fundación BBVA).

Los datos de Prados de la Esco-sura permiten seguir la pista a laevolución económica de Españahasta 1850 [ver gráfico]. Un arduotrabajo que confirma algunas ver-dades históricas y relativiza otras.Con el desastre, también económi-

co, de la Guerra Civil, se esfumómás del 25% del PIB generado en1935, la víspera de la sublevaciónfranquista. El coste económico ysocial no acabó ahí: la represión,el aislacionismo de la dictadura yuna sucesión de sequías lo prolon-gó muchos años más. “La recupe-ración fue lentísima en contrastecon lo que pasó con los países eu-ropeos tras la Segunda GuerraMundial”, recalca Carreras.

La economía española ya mar-chaba a trancas y barrancas enlos años treinta, lastrada por losefectos del crash del 29 en EE UUy la inestabilidad política. Pero elimpacto de la Guerra Civil y laautarquía franquista no tiene pa-rangón: el PIB español tardó dosdécadas en recuperar el nivel de1929. La renta por habitante nocompletó el camino desandadohasta 1956. En la década de loscuarenta, los años del hambre, laagricultura de subsistencia recu-peró protagonismo y el sector pri-mario volvió a rondar el 30% delPIB, un peso que no alcanzabadesde el arranque del siglo XX.

Más atrás, la comparacióntampoco es fácil: antes de la Pri-mera Guerra Mundial, la curvade crecimiento se asemeja al per-fil de una sierra de dientes afila-dos. “El sector agrario era aún de-terminante y eso hacía muchomás volátil la economía”, explicaCarreras. Una sucesión de malas

cosechas llevaba a reducir enmás de un 2% anual el valor delPIB. Las carestías en los núcleosurbanos facilitaban aún la propa-gación de epidemias, como las delcólera, que se hicieron sentir enlas cuentas de 1865 y 1885.

Los continuos conflictos colo-niales e internos del XIX dejaronen bancarrota a la hacienda públi-ca en varias ocasiones. Y la inci-piente industria, lejos de la veloci-dad de crucero que alcanzó enotros países europeos, no bastópara estabilizar el crecimiento. Elsector textil sufrió las consecuen-cias de la guerra de Secesión enEE UU, que disparó el precio delalgodón. Y la inversión en el ferro-carril de mediados de siglo se es-trelló contra la escasa demanda yun endeudamiento galopante.

La confluencia de males des-embocó en la depresión de1860-1868 (este último año el PIBcayó más del 10%), que incluyó lacrisis bancaria más relevante delXIX (1866) y fue caldo de cultivopara la Revolución Gloriosa quederrocó a Isabel II. Sólo la calami-tosa cosecha de 1896 llevó a unasituación tan precaria, aunque lacrisis duró mucho menos: la re-percusión económica del desas-tre colonial del 98 fue más limita-da de lo que asumieron intelectua-les y políticos contemporáneos.

Los historiadores creen que1959 ofrece la primera ocasión pa-

ra hacer una comparación rele-vante, aunque con muchos mati-ces. De hecho, el bajonazo en laactividad que anticipó el Bancode España hace unos días sólo en-cuentra eco en los datos de Conta-bilidad Nacional de aquel año. Enel tramo final de 2008, el PIB espa-ñol cayó un 1,1% respecto al valordel tercer trimestre. Hay que re-

montarse a 1960 para encontrarun retroceso mayor; en 1959, latasa intertrimestral llegó a bajarun 3%, según los datos recopila-dos por Carreras.

La salida de la crisis de 1959fue fulgurante. Pero Tortella paralos pies antes de insinuar siquieraun posible paralelismo. “Aquellofue una crisis provocada, una in-

tervención de laboratorio en laque se causó un paro cardíaco pa-ra sanear la economía y volver aponerla en marcha, algo que sóloes posible en regímenes dictato-riales”, aclara.

Lo que ocurrió en 1959 fue fru-to de un cambio de gobierno queaupó a ministros de marcado per-fil técnico al poder. Los tecnócra-

tas, como luego se les conoció,persuadieron a Franco de que ha-bía que practicar una terapia dechoque. En la década de los cin-cuenta, la economía empezó a re-cuperarse gracias al goteo de ayu-das estadounidenses, la creaciónde industrias para sustituir impor-taciones y un aumento artificialde salarios en las grandes empre-

sas públicas. La economía crecía,pero a partir de un modelo indus-trial sin recorrido, inflación y de-sequilibrio exterior.

“Se cuenta que convencieron aFranco diciéndole que no habíadivisas para comprar gasolina,que los coches se iban a quedartirados. Franco estaba muy orgu-lloso del tráfico de Madrid”, rela-ta Tortella, “y que aquella conver-sación acabó con la célebre frase‘hagan lo que les dé la gana”.Arrancado el plácet al dictador,Mariano Navarro Rubio puso enmarcha el Plan de Estabilización:se devaluó la peseta, subieron lostipos de interés, se aumentó la re-caudación de impuestos, se conge-laron salarios y se abrió la entra-da al capital extranjero. El resulta-do fue una brutal contracción eco-nómica, un reequilibrio de los dé-ficits exterior y público, una tími-da liberalización y una progresivaapertura al exterior. Nada simbo-lizó mejor el fin de la autarquíafranquista que la visita oficial delpresidente de EE UU, Dwight Ei-senhower, a finales de aquel año.

Si se atiende a la serie de creci-miento de Prados de la Escosura,el bajón del PIB en 1959 fue inten-so (se pasó de un avance del 6,1%a un retroceso del 0,5% en sólo unaño), pero equiparable a lo queluego ocurrió en 1981 o 1993. Notodo son tasas de crecimiento.“En la memoria colectiva aquelloquedó como una etapa muy duraen la se cerraron empresas y seperdieron muchos puestos de tra-bajo”, recuerda Carreras.

La dureza del plan de estabili-zación reactivó la emigración, in-centivada por la necesidad de ma-

ALEJANDRO BOLAÑOS

Variación del PIB real a precios de 2000Tasas logarítmicas. Variación anual en %

EL PAÍS

0 1935 1940 1945 1950 1955 1960 1965 1970 1975 1980 1985 1990 1995 2000 2005

Dictadura de Miguel Primode Rivera

Se declarala II República

Depresión del 29 en EE UU. Crisis internacional

Comienzala Guerra Civl

Empieza la dictadurade Franco; Inicio IIGuerra Mundial

Acaban los añosdel hambre de laposguerra

Se suprimela cartilla deracionamiento

I Plan de Estabilización.La migración a Europa se acelera

Segunda crisisdel petróleo

Españaadoptael euro

Estallido dela burbujabursátilen Japón

José María Aznar (PP)gana las elecciones,gobierna hasta 2004

Comienza el reinado deJuan Carlos I

Comienzan losplanes de desarrollo

Reconversionessiderúrgicasen España

Ingresode Españaen la ONU

Boom del turismo

Crisis delpetróleo

Crisis bancaria.Se intervienenuna treintena debancos y cajashasta 1985

Crisis financiera mundial.Pinchazo de la burbujainmobiliaria en España

Adolfo Suárez (UCD)gana las elecciones,

Felipe Gonzalez (PSOE)gana las elecciones,

Entrada en laComunidadEconómicaEuropea,

Arranca la crisisde las punto.com

en EE UU

José Luis RodríguezZapatero (PSOE)

gana las elecciones

-2,7

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7,4

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3,0 3,11,7

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3,21,1

-1,6

5,4

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Gravessequías

Recesión.Devaluacionesde la peseta

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Un trabajador de Astilleros Españoles de Puerto Real (Cádiz), durante un enfrentamiento con la policía en abril de 1987. / pablo juliá

El crecimiento delXIX oscilaba alritmo marcado porlas cosechas

El impacto de laGuerra Civil y laautarquía franquistano tiene parangón

EL PAÍS, DOMINGO 1 DE FEBRERO DE 2009 NEGOCIOS 5

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EL PAÍS, DOMINGO 1 DE FEBRERO DE 2009 OFERTAS DE EMPLEO 43

Más de 9.000 bancos cerradosen un puñado de años. El PIB re-trocedió un 30%. La tasa de paropasó del 4% al 25%. La Bolsa per-dió un tercio de su valor y tardóuna década en recuperarse. Elcrash de 1929 y la Gran Depre-sión que le sucedió fue el terriblecorolario de los felices veinte,una de las décadas más expansi-vas de la economía internacio-nal. Y es también el mejor ejem-plo del abrupto final que aguar-da a las etapas de euforia econó-mica desatada. “Alguien metió lapata. La orgía más cara de la his-toria se acabó”, como sintetizaun ensayo del escritor estadouni-dense Francis Scott Fitzgerald.

Ante la magnitud de la depre-sión que ocasionó el crash del 29,cualquier comparación con la cri-sis financiera actual parece, co-mo poco, aventurada, pese a que,por ejemplo, las pérdidas en Bol-sa durante 2008 han sido supe-riores a las de aquel año. “Yocreo que ya crisis de 1929 empie-za a ser ya la referencia para elsistema financiero internacio-nal”, defiende Gabriel Tortella,catedrático emérito de HistoriaEconómica. “El batacazo es es-pectacular porque viene precedi-do de una burbuja enorme tam-bién. La situación de desconfian-za entre los bancos es el mejorindicador, eso no se arregla de lanoche a la mañana”, añade.

Hasta ahora, el cierre de enti-dades financieras, con ser impor-tante, dista mucho de represen-tar lo que significó el colapso de

1929 en EE UU. Los recientes tra-bajos de los académicos estado-unidenses Carmen Reinhart yKenneth Rogoff ayudan a dar lamedida de la crisis.

Reinhart y Rogoff han actuali-zado investigaciones previas deotros colegas, como Michael D.Bordo, y han proyectado datos apartir de diversas fuentes estadís-ticas que les permite remontarseal pánico financiero ocasionadoen Dinamarca por las guerras na-poleónicas en 1800 o a la prime-ra crisis bancaria en India, en1863. Y su estudio más reciente,publicado en diciembre, sitúa yalas turbulencias financieras quearrancaron en 2007 en la esteladel crash del 29.

Los investigadores estadouni-denses han comprobado cuántospaíses sufren crisis bancaria ylos han ponderado por su pesoeconómico. El resultado es sor-prendente y da fe, como poco, dela extensión del desastre y de suvirulencia en las economías másavanzadas, con Estados Unidos yReino Unido a la cabeza: en pocomás de un año, el tamaño de lacrisis es ya cercano a los episo-dios más críticos de los noventa,como los que sufrieron los paísesescandinavos o las economíasdel sureste asiático.

Del último trabajo de Rein-hart y Rogoff se extraen otrasconclusiones, como que las crisisbancarias devienen, sin remi-sión, en una explosión de gastopúblico. Los investigadores calcu-lan que, de media, “la deuda pú-blica aumenta un 68% en los tresaños posteriores a una crisis ban-

caria”. Una estimación que, en elcaso español, se ajusta como unguante a las previsiones del Go-bierno. “Invariablemente se pro-duce una caída de la recauda-ción fiscal, así como un incre-mento significativo del gasto pú-blico”, añaden Reinhart y Rogoff.

“Se ha demostrado que las cri-sis financieras llevan aparejadosretrocesos en el PIB durante dosaños, en el caso de la Gran Depre-sión fueron varios más”, señalaPablo Martín Aceña, también ca-tedrático de Historia Económica,que recalca que el trabajo de losinvestigadores estadounidensessitúa a la crisis española de 1975

—50 de los 110 bancos existentesfueron intervenidos y las fusio-nes entre cajas de ahorros seaceleraron— como una de las“cinco grandes” del siglo XX.

Muchas de las lecciones delcrash del 29 se aplican ahora. “Aestas alturas todos tenemos muydigerido a Keynes”, comenta Tor-tella, al referirse a la inyección

de dinero público para reactivarla economía cuando los merca-dos financieros dejan de cumplirsu función auspiciada por el eco-nomista británico. Lo que ocu-rrió en los años treinta tambiénexplica atrevidas decisiones de laReserva Federal de EE UU, comodejar los tipos de interés cercadel 0% o darle a la máquina deimprimir dinero (o, en este caso,al ordenador) para insuflar liqui-dez al sistema. No en vano, supresidente, Ben Bernanke, era co-nocido por sus investigacionessobre la Gran Depresión.

El retardo del Banco CentralEuropeo en actuar tiene tambiénhondas raíces históricas. Alema-nia, el país que marca las directri-ces en la autoridad monetariadel euro, también tuvo que enca-jar el duro golpe de la depresióneconómica de los años treinta.Pero la hiperinflación de 1922 y1923 —muy superior a la que hoysufre Zimbabue, por ejemplo—,fue un trauma mayor y eso serefleja en la política del BCE.

El crash del 29 dejó más pis-tas: La precipitación de EE UU alsubir los tipos de interés cuandola recuperación sólo apuntabamaneras, llevó a una contrac-ción aún mayor. La respuestaproteccionista a la crisis hundióel comercio internacional. Y losnuevos instrumentos de regula-ción financiera llegaron tarde(los acuerdos de Bretton Woodsse firmaron en 1944). Asignatu-ras pendientes que el G-20 se pro-puso abordar en la cumbre mun-dial de Washington, con escasoéxito hasta ahora. J

El colapso bancario evocael terremoto del ‘crash’ de 1929La crisis alcanza el tamaño de episodios recientes en Asia y los países nórdicos

no de obra de la Europa de pos-guerra, que ya marchaba a todamáquina. Un millón de españolesemigraron hasta los años setenta,y sus remesas se convirtieron enuna fuente de ingresos imprevis-ta. Como tampoco se auguró elboom del turismo, reflejo igual-mente de las conquistas de bienes-tar en Europa. El sector serviciospegó un estirón formidable.

Ni las decisiones políticas, porsu dureza, ni los beneficios colate-rales —el boom turístico, las reme-sas de inmigrantes, el auge de laindustria pesada— que trajo elplan de 1959 son replicables aho-ra. La fuerza con la que la econo-mía se puso a avanzar despuéstampoco aguanta comparacio-nes: durante década y media, latasa de crecimiento medio rondóel 7%, lo que delimita la etapa deexpansión más prolongada y ro-busta de la economía española.

Si 1959 fue un año crítico en lamemoria colectiva de la posgue-rra, la primera fecha que evoca-ron analistas, académicos y políti-cos en el arranque de esta crisisfue 1993, que dio nombre a la últi-ma recesión. Cuando el creci-miento español comenzó a tamba-learse, en la primavera de 2008,el consenso entre los expertos eranítido. Pese a que algunos pasajessonaban igual (precios descontro-lados, burbuja inmobiliaria, tur-bulencias financieras), nadie da-

ba un duro porque se fuera a repe-tir una situación como la de 1994,con una caída del PIB del 1%.

La intensidad del deterioroeconómico ha dejado en muy mallugar todas las previsiones. Aho-ra, la mayoría de los expertoscreen que la crisis del ladrillo ylas hipotecas basura dejará atrásla recesión de 1993. “Aquella fuegrave, pero todo apunta a que és-ta será una crisis más prolonga-da”, indica Ángel de la Fuente, in-vestigador del Instituto de Análi-sis Económico (CSIC).

La propia previsión del Gobier-no anticipa que este año (-1,6%) sesuperará la contracción del PIBde 1993. Y que se encadenaráncinco trimestres o más en retroce-so, algo inédito en las series de-Contabilidad Nacional. Algunoshitos de aquella recesión, como el25% que llegó a marcar la tasa deparo, no se ven ya tan lejos si seatiende a lo que pronostica Bruse-las (19% en 2010). Tampoco losniveles de deuda (60% del PIB) odéficit (7,4%) públicos que se al-canzaron en los años noventa sue-nan ya disparatados a la luz de lasúltimas estimaciones del vicepre-sidente económico, Pedro Solbes.

Más allá de si los peores regis-tros de 1993 se baten o no, losexpertos insisten en que la dife-rencia es que el Gobierno no dis-pone de los instrumentos que per-mitieron una pronta recupera-ción. “España ya no puede deva-luar la moneda o fijar los tipos de

interés para salir rápido de la cri-sis”, advirtió José Luis Feito, presi-dente de la comisión económicade la patronal CEOE, cuando se lepidió una comparación con 1993.

El fantasma de una crisis pro-longada obliga a dar un nuevo sal-to atrás, hasta el decenio negroque arrancó en paralelo a la tran-sición democrática. “En el merca-do laboral fue durísimo, entre1976 y 1985 no dejó de destruirseempleo”, recuerda Matilde Mas,

investigadora del Instituto Valen-ciano de Investigaciones (IVIE).La tasa de paro pasó del 7% al20%; los 12 millones de ocupadosde 1975 no volvieron a superarsehasta 12 años después.

“Ahora se parte de un colchónde 20 millones de empleos, nocreo que se llegue a aquello”, indi-ca De la Fuente, aunque matiza:“Queda la incógnita de las implica-

ciones sociales del paro entre losinmigrantes, que cuentan conuna red de apoyo mucho menor”.

La espoleta de la depresión demediados de los setenta fue inter-nacional: la crisis del petróleo de1973 puso punto final a la expan-sión de la posguerra en Europa yEE UU. Con la demanda a la bajay el subidón del precio de los com-bustibles, que se repetiría con elconflicto Irán-Irak, las vergüen-zas de una industria poco compe-titiva quedaron al descubierto.

“El régimen, que estaba mori-bundo y buscaba el apoyo popu-lar, respondió subiendo salarios ysubvencionando el petróleo, loque empeoró la crisis después”,indica Albert Carreras. Ni que de-cir tiene que la incertidumbre po-lítica se dejó notar. “Las reglas dejuego cambiaron para los empre-sarios y muchos optaron por ex-portar capital”, recuerda el cate-drático Tortella.

La vorágine de inflación, tiposde interés altos y contracción delconsumo se cebó en los bancos.Sus carteras, muy dependientesde inversiones industriales, se de-valuaron de la noche a la maña-na. “A la crisis industrial, se sumóque la desregulación [con la leyde 1962] propició la creación denuevas entidades y la incorpora-ción de banqueros poco expertos,que fueron menos cuidadososcon los riesgos. Además, el Bancode España basaba su actuaciónen leyes obsoletas, en algunos ca-

sos del siglo XIX”, recapitula Pa-blo Martín Aceña.

La crisis bancaria fue atroz,con víctimas ilustres como el Ban-co Urquijo o Banca Catalana. “Sellevó por delante la mitad del sis-tema financiero, hubo que inter-venir en medio centenar de ban-cos”, enfatiza el catedrático de laUniversidad de Alcalá de Hena-res. Si se sustituye cartera indus-trial por cartera inmobiliaria, lacomparación con lo que acontecehoy asusta. Pero en aquella oca-sión, los dirigentes del Banco deEspaña se conjuraron para que lahistoria no volviera a repetirse.

“Con Luis Ángel Rojo a la cabe-za, el Banco de España estableciómecanismos de supervisión pre-ventiva y se instituyeron las reser-vas estadísticas”, añade MartínAceña. A la nueva posición del or-ganismo supervisor, le deben aho-ra bancos y cajas su mayor resis-tencia a las turbulencias financie-ras. El Banco de España impidióprácticas habituales en otros paí-ses, como sacar del balance losinstrumentos de inversión en acti-vos de alto riesgo, y obligó a ele-var provisiones cuando más dine-ro se prestaba.

¿Alguna enseñanza más paraevitar una crisis prolongada?“Soy pesimista”, responde Torte-lla, “la salida pasa por mejorar laproductividad, y eso es difícil acorto plazo, hay que adaptar elcapital humano a actividades querequieran más cualificación, pero

el sistema educativo es un desas-tre”. “Se han acumulado muchosdesequilibrios, ha habido años enlos que se ha construido tantascasas como en muchos países eu-ropeos juntos, un déficit exteriordel 10% del PIB es una barbari-dad”, añade De la Fuente, que só-lo ve posible mejorar la competiti-vidad a corto plazo con “acuerdospara moderar los salarios”, a ima-gen de los Pactos de la Moncloade 1977. Algo mucho más difícilcuando apenas hay inflación, co-mo ahora.

El investigador del CSIC coinci-de con Carreras en un conceptoparadójico, la década perdida, pa-ra el periodo democrático en elque se prolongó mas la bonanzaeconómica. “Ha habido más creci-miento y empleo, gracias al au-mento de la financiación y de lamano de obra inmigrante, perono se ha aprovechado el tiempopara hacer reformas”, indica el ca-tedrático de la Pompeu Fabra.

Los expertos respaldan los mi-llonarios incentivos fiscales, peromuestran reparos a algunas ini-ciativas del Gobierno. Martín Ace-ña rescata otra cita, en este casode Ramón Gómez de la Serna:“Los experimentos en casa y congaseosa”. Y otra lección histórica:“La política fiscal expansiva aca-ba en más deuda pública y eso lopagarán las próximas generacio-nes vía impuestos o inflación”.

Los casos de Italia o Portugal,inmersos en años de estancamien-to económico vienen a la cabezade todos. “A Italia no nos parece-mos en nada y menos aún a Portu-gal”, rebate Matilde Mas. La inves-tigadora del IVIE, más optimista,recuerda que “Italia tiene proble-mas de productividad en todoslos sectores y España sólo en cons-trucción y hostelería”. Mas apun-

ta que, precisamente, la opciónde mejorar la productividad abreuna senda de la que otros paísesavanzados ya han recorrido unbuen trecho. “El riesgo está en noaprovechar la oportunidad de sa-lir reforzado de la crisis”, afirma.

Lo acontecido en las últimasdécadas reserva aún alguna lec-ción más. Por ejemplo, que si serepite la historia, el Gobierno vol-verá a equivocarse en sus previ-siones: la tasa de paro no empiezaa bajar hasta uno o dos años des-pués de que acabe la recesión,frente a lo que augura Solbes pa-ra 2010. Y, también, que las crisisprecipitan los cambios políticos.El brusco deterioro de la econo-mía antecedió a la Revolución Glo-riosa de 1868, a la Guerra Civil, ymás recientemente a los principa-les golpes de mano electorales dela democracia. La crisis sirvió enbandeja el triunfo electoral a Feli-pe González (PSOE) en 1982. Y vol-vió a soplar a favor de la victoriadel PP en 1996. El horizonte quese vislumbra para 2012 brindauna oportunidad histórica a Ma-riano Rajoy de recuperar el po-der. Claro que el mismo adjetivovaldrá para describir el descala-bro del PP si los socialistas logranresistir en La Moncloa. J

E ntre las similitudes de los gobier-nos de José María Aznar y JoséLuis Rodríguez Zapatero figura el

triunfalismo económico. El PIB habríacrecido durante sus respectivas etapassuperando la media europea. En una épo-ca aún reciente, en la que la poblaciónapenas crecía, PIB y PIB por habitanteeran prácticamente sinónimos. Sin em-bargo, en la última década, el casi inexis-tente crecimiento vegetativo ha sido su-plido por la inmigración masiva con unresultado de seis millones de habitantesmás entre 1999 y 2008. Pero, ¿Se mantie-ne el triunfalismo cuando se desciendeal PIB per cápita? La respuesta es positi-va. Del 3.7% de crecimiento anual del PIBdesde la entrada en la Unión Europea(1986) hasta 2007, cuatro quintas partes(3%) corresponden al PIB per cápita.

Hasta aquí, las buenas noticias. Pero,¿Qué hay tras el PIB por habitante? Unasencilla identidad permite descomponer-lo en el PIB por hora trabajada y lashoras trabajadas por habitante. Aquí, losresultados son más inciertos. Por unaparte, las horas trabajadas han crecidocon respecto a la población total a un1.7% anual, quebrando una tendenciadescendente que se había iniciado a co-mienzos de los años 50. ¿Qué subyacetras este aumento? No han sido, desdeluego, las horas trabajadas por ocupadoque han continuado una tendencia secu-lar descendente, y sólo, en muy pequeñamedida, la mayor proporción de la pobla-ción entre 15 y 65 años. La clave está enel incremento de la proporción de losocupados sobre aquéllos en edad de tra-

bajar. El aumento del empleo se ha con-centrado, sin embargo, en la construc-ción y los servicios (sobre todo en aqué-llos menos avanzados tecnológicamen-te), sectores cuya participación en el PIBmás ha crecido.

El otro componente, el PIB por horatrabajada, ha experimentado una acusa-da desaceleración, con una tasa de creci-miento anual de tan sólo el 1.1%, frente auna tasa promedio cercana al 6% entre1953 y 1986. ¿Qué explica este resultado?La productividad aparente del trabajodepende, por una parte, de la dotaciónde capital (físico y humano) por ocupadoy, por otra, de la eficiencia con la que los

factores de producción (capital y traba-jo) se utilizan, que es lo que recoge laproductividad total de los factores(PTF). Las estimaciones disponibles pa-ra el periodo 1986-2007 oscilan entre elestancamiento y el declive de la producti-vidad de los factores, con lo que la ma-yor intensidad de capital por ocupadohabría evitado una contracción de la pro-ductividad del trabajo. En contraste, laPTF explicaría casi dos terceras partesdel fuerte aumento de la productividadlaboral durante 1953-1986.

¿A qué puede atribuirse esta marcadadesaceleración de la productividad totalde los factores? Es cierto que los aumen-

tos de eficiencia derivados del "cambioestructural" (trasvase de mano de obradel campo a la ciudad, eliminación deindustrias obsoletas, …) ya se han agota-do. Sin embargo, el argumento de que enuna economía madura no debemos espe-rar aumentos dramáticos de la producti-vidad es desmentido por la experienciade los EE UU desde 1995. Si recapitula-mos, la industria es eficiente y pequeña(17.5% del PIB en 2007) y eficiente, y laagricultura tiene dimensiones muy redu-cidas (2.9% del PIB en 2007), y, entreambas, emplean a una minoría de lostrabajadores. El desafío procede, pues,de la baja productividad de la construc-ción y los servicios (en los que una mino-

ría es tan eficiente como en la manufac-tura) que concentran el aumento del em-pleo. Por otra parte, el mayor nivel edu-cativo no parece haberse traducido enun incremento sustancial de capital hu-mano que contribuya de forma significa-tiva al crecimiento de la productividadlaboral.

En definitiva, el notable crecimientodel PIB por habitante desde la entradaen la Unión Europea se ha debido enmedida considerable al aumento del em-pleo en sectores de baja productividad,mientras el modesto aumento de la pro-ductividad del trabajo ha dependido delmayor uso de capital y no de mejoras dela eficiencia en el uso de los factores deproducción. Ello limita, sin duda, la capa-cidad de respuesta de la economía espa-ñola ante la crisis. J

Leandro Prados de la Escosura es catedráticode Historia e Instituciones Económicas en la Uni-versidad Carlos III de Madrid.

¿Cómo se afronta la crisis esta vez?

Leandro Pradosde la Escosura

Viene de la página anterior

Tasas medias anuales, variación en %

Fuente: Prados de la Escosura

Composición del crecimiento de la economía española

EL PAÍS

1855-1866

1867-1873

1874-1883

1884-1892

1893-1901

1902-1913

1914-1920

1921-1929

1930-1935

1936-1944

1945-1952

1953-1958

1959-1964

1965-1974

1975-1978

1979-1986

1987-1992

1993-2007

1,4

3,2

1,4

0,9

1,3

1,3

1,3

3,7

-0,1

-0,4

2,2

4,5

6,7

6,9

3,2

2,2

4,4

3,4

1,0

2,9

0,9

0,4

0,9

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0,6

2,8

-1,0

-1,2

1,4

3,7

5,6

5,9

2,0

1,7

4,2

2,5

0,4

0,3

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0,5

0,5

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1,0

0,9

0,8

0,8

1,1

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0,8

1,1

1,7

1,9

-1,8

-0,5

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4,2

7,1

5,7

6,3

6,1

1,1

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0,9

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-0,5

0,4

0,5

0,2

-0,4

1,8

1,7

0,1

1,0

0,4

-0,4

1,2

-3,1

-3,9

3,3

2,1

PIB pm PIB per cápita Población PIB por hora trabajada Horas trabajadas

El desafío procedede la baja productividadde la construccióny los servicios

El Banco de Españaaprendió la leccióndel desastre delsector en los setenta

Los expertos creenque la recesión de1993 ha dejado deser la referencia

“Todo apunta a unacrisis prolongada”,dice un investigadordel CSIC

A. BOLAÑOS

Varias personas a las puertas de un café, en una imagen de la Gran Depresión en Estados Unidos. / getty images

La Gran Depresióncondiciona a la Fedy la hiperinflaciónalemana, al BCE

Las debaclesfinancieras disparanla deuda pública,según un estudio

6 NEGOCIOS EL PAÍS, DOMINGO 1 DE FEBRERO DE 2009

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Page 4: Crisis 1929 El Pais 1

42 OFERTAS DE EMPLEO EL PAÍS, DOMINGO 1 DE FEBRERO DE 2009

Más de 9.000 bancos cerradosen un puñado de años. El PIB re-trocedió un 30%. La tasa de paropasó del 4% al 25%. La Bolsa per-dió un tercio de su valor y tardóuna década en recuperarse. Elcrash de 1929 y la Gran Depre-sión que le sucedió fue el terriblecorolario de los felices veinte,una de las décadas más expansi-vas de la economía internacio-nal. Y es también el mejor ejem-plo del abrupto final que aguar-da a las etapas de euforia econó-mica desatada. “Alguien metió lapata. La orgía más cara de la his-toria se acabó”, como sintetizaun ensayo del escritor estadouni-dense Francis Scott Fitzgerald.

Ante la magnitud de la depre-sión que ocasionó el crash del 29,cualquier comparación con la cri-sis financiera actual parece, co-mo poco, aventurada, pese a que,por ejemplo, las pérdidas en Bol-sa durante 2008 han sido supe-riores a las de aquel año. “Yocreo que ya crisis de 1929 empie-za a ser ya la referencia para elsistema financiero internacio-nal”, defiende Gabriel Tortella,catedrático emérito de HistoriaEconómica. “El batacazo es es-pectacular porque viene precedi-do de una burbuja enorme tam-bién. La situación de desconfian-za entre los bancos es el mejorindicador, eso no se arregla de lanoche a la mañana”, añade.

Hasta ahora, el cierre de enti-dades financieras, con ser impor-tante, dista mucho de represen-tar lo que significó el colapso de

1929 en EE UU. Los recientes tra-bajos de los académicos estado-unidenses Carmen Reinhart yKenneth Rogoff ayudan a dar lamedida de la crisis.

Reinhart y Rogoff han actuali-zado investigaciones previas deotros colegas, como Michael D.Bordo, y han proyectado datos apartir de diversas fuentes estadís-ticas que les permite remontarseal pánico financiero ocasionadoen Dinamarca por las guerras na-poleónicas en 1800 o a la prime-ra crisis bancaria en India, en1863. Y su estudio más reciente,publicado en diciembre, sitúa yalas turbulencias financieras quearrancaron en 2007 en la esteladel crash del 29.

Los investigadores estadouni-denses han comprobado cuántospaíses sufren crisis bancaria ylos han ponderado por su pesoeconómico. El resultado es sor-prendente y da fe, como poco, dela extensión del desastre y de suvirulencia en las economías másavanzadas, con Estados Unidos yReino Unido a la cabeza: en pocomás de un año, el tamaño de lacrisis es ya cercano a los episo-dios más críticos de los noventa,como los que sufrieron los paísesescandinavos o las economíasdel sureste asiático.

Del último trabajo de Rein-hart y Rogoff se extraen otrasconclusiones, como que las crisisbancarias devienen, sin remi-sión, en una explosión de gastopúblico. Los investigadores calcu-lan que, de media, “la deuda pú-blica aumenta un 68% en los tresaños posteriores a una crisis ban-

caria”. Una estimación que, en elcaso español, se ajusta como unguante a las previsiones del Go-bierno. “Invariablemente se pro-duce una caída de la recauda-ción fiscal, así como un incre-mento significativo del gasto pú-blico”, añaden Reinhart y Rogoff.

“Se ha demostrado que las cri-sis financieras llevan aparejadosretrocesos en el PIB durante dosaños, en el caso de la Gran Depre-sión fueron varios más”, señalaPablo Martín Aceña, también ca-tedrático de Historia Económica,que recalca que el trabajo de losinvestigadores estadounidensessitúa a la crisis española de 1975

—50 de los 110 bancos existentesfueron intervenidos y las fusio-nes entre cajas de ahorros seaceleraron— como una de las“cinco grandes” del siglo XX.

Muchas de las lecciones delcrash del 29 se aplican ahora. “Aestas alturas todos tenemos muydigerido a Keynes”, comenta Tor-tella, al referirse a la inyección

de dinero público para reactivarla economía cuando los merca-dos financieros dejan de cumplirsu función auspiciada por el eco-nomista británico. Lo que ocu-rrió en los años treinta tambiénexplica atrevidas decisiones de laReserva Federal de EE UU, comodejar los tipos de interés cercadel 0% o darle a la máquina deimprimir dinero (o, en este caso,al ordenador) para insuflar liqui-dez al sistema. No en vano, supresidente, Ben Bernanke, era co-nocido por sus investigacionessobre la Gran Depresión.

El retardo del Banco CentralEuropeo en actuar tiene tambiénhondas raíces históricas. Alema-nia, el país que marca las directri-ces en la autoridad monetariadel euro, también tuvo que enca-jar el duro golpe de la depresióneconómica de los años treinta.Pero la hiperinflación de 1922 y1923 —muy superior a la que hoysufre Zimbabue, por ejemplo—,fue un trauma mayor y eso serefleja en la política del BCE.

El crash del 29 dejó más pis-tas: La precipitación de EE UU alsubir los tipos de interés cuandola recuperación sólo apuntabamaneras, llevó a una contrac-ción aún mayor. La respuestaproteccionista a la crisis hundióel comercio internacional. Y losnuevos instrumentos de regula-ción financiera llegaron tarde(los acuerdos de Bretton Woodsse firmaron en 1944). Asignatu-ras pendientes que el G-20 se pro-puso abordar en la cumbre mun-dial de Washington, con escasoéxito hasta ahora. J

El colapso bancario evocael terremoto del ‘crash’ de 1929La crisis alcanza el tamaño de episodios recientes en Asia y los países nórdicos

no de obra de la Europa de pos-guerra, que ya marchaba a todamáquina. Un millón de españolesemigraron hasta los años setenta,y sus remesas se convirtieron enuna fuente de ingresos imprevis-ta. Como tampoco se auguró elboom del turismo, reflejo igual-mente de las conquistas de bienes-tar en Europa. El sector serviciospegó un estirón formidable.

Ni las decisiones políticas, porsu dureza, ni los beneficios colate-rales —el boom turístico, las reme-sas de inmigrantes, el auge de laindustria pesada— que trajo elplan de 1959 son replicables aho-ra. La fuerza con la que la econo-mía se puso a avanzar despuéstampoco aguanta comparacio-nes: durante década y media, latasa de crecimiento medio rondóel 7%, lo que delimita la etapa deexpansión más prolongada y ro-busta de la economía española.

Si 1959 fue un año crítico en lamemoria colectiva de la posgue-rra, la primera fecha que evoca-ron analistas, académicos y políti-cos en el arranque de esta crisisfue 1993, que dio nombre a la últi-ma recesión. Cuando el creci-miento español comenzó a tamba-learse, en la primavera de 2008,el consenso entre los expertos eranítido. Pese a que algunos pasajessonaban igual (precios descontro-lados, burbuja inmobiliaria, tur-bulencias financieras), nadie da-

ba un duro porque se fuera a repe-tir una situación como la de 1994,con una caída del PIB del 1%.

La intensidad del deterioroeconómico ha dejado en muy mallugar todas las previsiones. Aho-ra, la mayoría de los expertoscreen que la crisis del ladrillo ylas hipotecas basura dejará atrásla recesión de 1993. “Aquella fuegrave, pero todo apunta a que és-ta será una crisis más prolonga-da”, indica Ángel de la Fuente, in-vestigador del Instituto de Análi-sis Económico (CSIC).

La propia previsión del Gobier-no anticipa que este año (-1,6%) sesuperará la contracción del PIBde 1993. Y que se encadenaráncinco trimestres o más en retroce-so, algo inédito en las series de-Contabilidad Nacional. Algunoshitos de aquella recesión, como el25% que llegó a marcar la tasa deparo, no se ven ya tan lejos si seatiende a lo que pronostica Bruse-las (19% en 2010). Tampoco losniveles de deuda (60% del PIB) odéficit (7,4%) públicos que se al-canzaron en los años noventa sue-nan ya disparatados a la luz de lasúltimas estimaciones del vicepre-sidente económico, Pedro Solbes.

Más allá de si los peores regis-tros de 1993 se baten o no, losexpertos insisten en que la dife-rencia es que el Gobierno no dis-pone de los instrumentos que per-mitieron una pronta recupera-ción. “España ya no puede deva-luar la moneda o fijar los tipos de

interés para salir rápido de la cri-sis”, advirtió José Luis Feito, presi-dente de la comisión económicade la patronal CEOE, cuando se lepidió una comparación con 1993.

El fantasma de una crisis pro-longada obliga a dar un nuevo sal-to atrás, hasta el decenio negroque arrancó en paralelo a la tran-sición democrática. “En el merca-do laboral fue durísimo, entre1976 y 1985 no dejó de destruirseempleo”, recuerda Matilde Mas,

investigadora del Instituto Valen-ciano de Investigaciones (IVIE).La tasa de paro pasó del 7% al20%; los 12 millones de ocupadosde 1975 no volvieron a superarsehasta 12 años después.

“Ahora se parte de un colchónde 20 millones de empleos, nocreo que se llegue a aquello”, indi-ca De la Fuente, aunque matiza:“Queda la incógnita de las implica-

ciones sociales del paro entre losinmigrantes, que cuentan conuna red de apoyo mucho menor”.

La espoleta de la depresión demediados de los setenta fue inter-nacional: la crisis del petróleo de1973 puso punto final a la expan-sión de la posguerra en Europa yEE UU. Con la demanda a la bajay el subidón del precio de los com-bustibles, que se repetiría con elconflicto Irán-Irak, las vergüen-zas de una industria poco compe-titiva quedaron al descubierto.

“El régimen, que estaba mori-bundo y buscaba el apoyo popu-lar, respondió subiendo salarios ysubvencionando el petróleo, loque empeoró la crisis después”,indica Albert Carreras. Ni que de-cir tiene que la incertidumbre po-lítica se dejó notar. “Las reglas dejuego cambiaron para los empre-sarios y muchos optaron por ex-portar capital”, recuerda el cate-drático Tortella.

La vorágine de inflación, tiposde interés altos y contracción delconsumo se cebó en los bancos.Sus carteras, muy dependientesde inversiones industriales, se de-valuaron de la noche a la maña-na. “A la crisis industrial, se sumóque la desregulación [con la leyde 1962] propició la creación denuevas entidades y la incorpora-ción de banqueros poco expertos,que fueron menos cuidadososcon los riesgos. Además, el Bancode España basaba su actuaciónen leyes obsoletas, en algunos ca-

sos del siglo XIX”, recapitula Pa-blo Martín Aceña.

La crisis bancaria fue atroz,con víctimas ilustres como el Ban-co Urquijo o Banca Catalana. “Sellevó por delante la mitad del sis-tema financiero, hubo que inter-venir en medio centenar de ban-cos”, enfatiza el catedrático de laUniversidad de Alcalá de Hena-res. Si se sustituye cartera indus-trial por cartera inmobiliaria, lacomparación con lo que acontecehoy asusta. Pero en aquella oca-sión, los dirigentes del Banco deEspaña se conjuraron para que lahistoria no volviera a repetirse.

“Con Luis Ángel Rojo a la cabe-za, el Banco de España estableciómecanismos de supervisión pre-ventiva y se instituyeron las reser-vas estadísticas”, añade MartínAceña. A la nueva posición del or-ganismo supervisor, le deben aho-ra bancos y cajas su mayor resis-tencia a las turbulencias financie-ras. El Banco de España impidióprácticas habituales en otros paí-ses, como sacar del balance losinstrumentos de inversión en acti-vos de alto riesgo, y obligó a ele-var provisiones cuando más dine-ro se prestaba.

¿Alguna enseñanza más paraevitar una crisis prolongada?“Soy pesimista”, responde Torte-lla, “la salida pasa por mejorar laproductividad, y eso es difícil acorto plazo, hay que adaptar elcapital humano a actividades querequieran más cualificación, pero

el sistema educativo es un desas-tre”. “Se han acumulado muchosdesequilibrios, ha habido años enlos que se ha construido tantascasas como en muchos países eu-ropeos juntos, un déficit exteriordel 10% del PIB es una barbari-dad”, añade De la Fuente, que só-lo ve posible mejorar la competiti-vidad a corto plazo con “acuerdospara moderar los salarios”, a ima-gen de los Pactos de la Moncloade 1977. Algo mucho más difícilcuando apenas hay inflación, co-mo ahora.

El investigador del CSIC coinci-de con Carreras en un conceptoparadójico, la década perdida, pa-ra el periodo democrático en elque se prolongó mas la bonanzaeconómica. “Ha habido más creci-miento y empleo, gracias al au-mento de la financiación y de lamano de obra inmigrante, perono se ha aprovechado el tiempopara hacer reformas”, indica el ca-tedrático de la Pompeu Fabra.

Los expertos respaldan los mi-llonarios incentivos fiscales, peromuestran reparos a algunas ini-ciativas del Gobierno. Martín Ace-ña rescata otra cita, en este casode Ramón Gómez de la Serna:“Los experimentos en casa y congaseosa”. Y otra lección histórica:“La política fiscal expansiva aca-ba en más deuda pública y eso lopagarán las próximas generacio-nes vía impuestos o inflación”.

Los casos de Italia o Portugal,inmersos en años de estancamien-to económico vienen a la cabezade todos. “A Italia no nos parece-mos en nada y menos aún a Portu-gal”, rebate Matilde Mas. La inves-tigadora del IVIE, más optimista,recuerda que “Italia tiene proble-mas de productividad en todoslos sectores y España sólo en cons-trucción y hostelería”. Mas apun-

ta que, precisamente, la opciónde mejorar la productividad abreuna senda de la que otros paísesavanzados ya han recorrido unbuen trecho. “El riesgo está en noaprovechar la oportunidad de sa-lir reforzado de la crisis”, afirma.

Lo acontecido en las últimasdécadas reserva aún alguna lec-ción más. Por ejemplo, que si serepite la historia, el Gobierno vol-verá a equivocarse en sus previ-siones: la tasa de paro no empiezaa bajar hasta uno o dos años des-pués de que acabe la recesión,frente a lo que augura Solbes pa-ra 2010. Y, también, que las crisisprecipitan los cambios políticos.El brusco deterioro de la econo-mía antecedió a la Revolución Glo-riosa de 1868, a la Guerra Civil, ymás recientemente a los principa-les golpes de mano electorales dela democracia. La crisis sirvió enbandeja el triunfo electoral a Feli-pe González (PSOE) en 1982. Y vol-vió a soplar a favor de la victoriadel PP en 1996. El horizonte quese vislumbra para 2012 brindauna oportunidad histórica a Ma-riano Rajoy de recuperar el po-der. Claro que el mismo adjetivovaldrá para describir el descala-bro del PP si los socialistas logranresistir en La Moncloa. J

E ntre las similitudes de los gobier-nos de José María Aznar y JoséLuis Rodríguez Zapatero figura el

triunfalismo económico. El PIB habríacrecido durante sus respectivas etapassuperando la media europea. En una épo-ca aún reciente, en la que la poblaciónapenas crecía, PIB y PIB por habitanteeran prácticamente sinónimos. Sin em-bargo, en la última década, el casi inexis-tente crecimiento vegetativo ha sido su-plido por la inmigración masiva con unresultado de seis millones de habitantesmás entre 1999 y 2008. Pero, ¿Se mantie-ne el triunfalismo cuando se desciendeal PIB per cápita? La respuesta es positi-va. Del 3.7% de crecimiento anual del PIBdesde la entrada en la Unión Europea(1986) hasta 2007, cuatro quintas partes(3%) corresponden al PIB per cápita.

Hasta aquí, las buenas noticias. Pero,¿Qué hay tras el PIB por habitante? Unasencilla identidad permite descomponer-lo en el PIB por hora trabajada y lashoras trabajadas por habitante. Aquí, losresultados son más inciertos. Por unaparte, las horas trabajadas han crecidocon respecto a la población total a un1.7% anual, quebrando una tendenciadescendente que se había iniciado a co-mienzos de los años 50. ¿Qué subyacetras este aumento? No han sido, desdeluego, las horas trabajadas por ocupadoque han continuado una tendencia secu-lar descendente, y sólo, en muy pequeñamedida, la mayor proporción de la pobla-ción entre 15 y 65 años. La clave está enel incremento de la proporción de losocupados sobre aquéllos en edad de tra-

bajar. El aumento del empleo se ha con-centrado, sin embargo, en la construc-ción y los servicios (sobre todo en aqué-llos menos avanzados tecnológicamen-te), sectores cuya participación en el PIBmás ha crecido.

El otro componente, el PIB por horatrabajada, ha experimentado una acusa-da desaceleración, con una tasa de creci-miento anual de tan sólo el 1.1%, frente auna tasa promedio cercana al 6% entre1953 y 1986. ¿Qué explica este resultado?La productividad aparente del trabajodepende, por una parte, de la dotaciónde capital (físico y humano) por ocupadoy, por otra, de la eficiencia con la que los

factores de producción (capital y traba-jo) se utilizan, que es lo que recoge laproductividad total de los factores(PTF). Las estimaciones disponibles pa-ra el periodo 1986-2007 oscilan entre elestancamiento y el declive de la producti-vidad de los factores, con lo que la ma-yor intensidad de capital por ocupadohabría evitado una contracción de la pro-ductividad del trabajo. En contraste, laPTF explicaría casi dos terceras partesdel fuerte aumento de la productividadlaboral durante 1953-1986.

¿A qué puede atribuirse esta marcadadesaceleración de la productividad totalde los factores? Es cierto que los aumen-

tos de eficiencia derivados del "cambioestructural" (trasvase de mano de obradel campo a la ciudad, eliminación deindustrias obsoletas, …) ya se han agota-do. Sin embargo, el argumento de que enuna economía madura no debemos espe-rar aumentos dramáticos de la producti-vidad es desmentido por la experienciade los EE UU desde 1995. Si recapitula-mos, la industria es eficiente y pequeña(17.5% del PIB en 2007) y eficiente, y laagricultura tiene dimensiones muy redu-cidas (2.9% del PIB en 2007), y, entreambas, emplean a una minoría de lostrabajadores. El desafío procede, pues,de la baja productividad de la construc-ción y los servicios (en los que una mino-

ría es tan eficiente como en la manufac-tura) que concentran el aumento del em-pleo. Por otra parte, el mayor nivel edu-cativo no parece haberse traducido enun incremento sustancial de capital hu-mano que contribuya de forma significa-tiva al crecimiento de la productividadlaboral.

En definitiva, el notable crecimientodel PIB por habitante desde la entradaen la Unión Europea se ha debido enmedida considerable al aumento del em-pleo en sectores de baja productividad,mientras el modesto aumento de la pro-ductividad del trabajo ha dependido delmayor uso de capital y no de mejoras dela eficiencia en el uso de los factores deproducción. Ello limita, sin duda, la capa-cidad de respuesta de la economía espa-ñola ante la crisis. J

Leandro Prados de la Escosura es catedráticode Historia e Instituciones Económicas en la Uni-versidad Carlos III de Madrid.

¿Cómo se afronta la crisis esta vez?

Leandro Pradosde la Escosura

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El desafío procedede la baja productividadde la construccióny los servicios

El Banco de Españaaprendió la leccióndel desastre delsector en los setenta

Los expertos creenque la recesión de1993 ha dejado deser la referencia

“Todo apunta a unacrisis prolongada”,dice un investigadordel CSIC

A. BOLAÑOS

Varias personas a las puertas de un café, en una imagen de la Gran Depresión en Estados Unidos. / getty images

La Gran Depresióncondiciona a la Fedy la hiperinflaciónalemana, al BCE

Las debaclesfinancieras disparanla deuda pública,según un estudio

EL PAÍS, DOMINGO 1 DE FEBRERO DE 2009 NEGOCIOS 7

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