Correr o Morir

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capítulos 1 y 2 de Maze Runner

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MAZE RUNNERCORRER O MORIRJAMES DASHNER

MEMORIZA, CORRE, SOBREVIVE. Bienvenido al bosque. Vers que una vez a la semana, siempre el mismo da y a la misma hora, nos llegan vveres. Una vez al mes, siempre el mismo da y a la misma hora, aparece un chico como t. Siempre un chico. Como ves, este lugar est cercado por muros de piedra... Has de saber que estos muros se abren por la maana y se cierran por la noche, siempre a la hora exacta. Al otro lado se encuentra el laberinto. De noche, las puertas se cierran... y, si quieres sobrevivir, no debes estar all para entonces.Todo sigue un orden... y, sin embargo, al da siguiente suena una alarma. Significa que ha llegado alguien ms. Para asombro de todos, es una chica. Su llegada vendr acompaada de un mensaje que cambiar las reglas del juego.Y si un da abrieras los ojos y te vieses en un lugar desconocido sin saber nada ms que tu nombre?Cuando Thomas despierta, se encuentra en una especie de ascensor. No recuerda qu edad tiene, quin es ni cmo es su rostro. Solo su nombre.De pronto, el ascensor da un zarandeo y se detiene. Las puertas se abren y una multitud de rostros le recibe. Bienvenido al Claro -dice uno de los adolescentes-. Aqu es donde vivimos. Esta es nuestra casa. Fuera est el laberinto. Yo soy Alby; l, Newt. Y t eres el primero desde que mataron a Nick.

Ttulo original: The Maze RunnerTraduccin: Noem Risco MateoEdita: Nocturna EdicionesPublicacin: 2010Para Lynette.Este libro fue un viaje de tres aos en el que nunca dudaste de m.

CAPTULO 1

Empez su nueva vida de pie, rodeado de fra oscuridad y aire viciado y polvoriento.Todo era de metal. Una agitada sacudida movi el suelo bajo sus pies. Se cay ante aquel movimiento repentino y retrocedi a cuatro patas, con unas gotas de sudor cubrindole la frente a pesar del aire fro. Su espalda choc contra una dura pared de metal y se desliz por ella hasta que dio con la esquina de la habitacin. Se arrellan en el suelo, con las piernas bien pegadas al cuerpo y la esperanza de que pronto se le adaptaran los ojos a la oscuridad.Con otro zarandeo, la habitacin dio un tirn hacia arriba, como si se tratara de un viejo ascensor en el hueco de una mina.Unos discordantes sonidos de cadenas y poleas, como el mecanismo de una antigua fbrica de acero, retumbaron en la habitacin y agitaron las paredes con un diminuto chirrido ahogado. El ascensor sin luz se balance hacia delante y hacia atrs mientras ascenda, y al chico le entraron nuseas. Un olor a aceite quemado le invadi los sentidos y le hizo sentirse peor. Quera llorar, pero no le salan las lgrimas; lo nico que poda hacer era quedarse all solo, sentado y a la espera.

Me llamo Thomas, pens.

Eso... eso era lo nico que poda recordar de su vida.No entenda cmo era posible. Su mente funcionaba a la perfeccin mientras trataba de averiguar dnde se haba metido. El conocimiento inund sus pensamientos; le vinieron a la cabeza hechos e imgenes, recuerdos y detalles del mundo y de cmo funcionaba. Se imagin la nieve en los rboles, la sensacin de correr por una calle cubierta de hojas, de comer una hamburguesa, el plido brillo de la luna sobre un prado de hierba, nadar en un lago, la plaza de una ciudad con mucho movimiento y cientos de personas corriendo de aqu para all, ocupadas con sus asuntos.Pero, aun as, segua sin saber de dnde vena, cmo se haba metido en aquel oscuro ascensor ni quines eran sus padres. Ni siquiera saba su apellido. Por un instante, le aparecieron en la cabeza imgenes de gente, pero no reconoci a nadie y unas inquietantes manchas de colores sustituyeron sus rostros. No poda pensar en ninguna persona que conociera ni tampoco recordaba una simple conversacin.La habitacin continu ascendiendo y balancendose. Thomas acab por hacerse inmune al incesante traqueteo de las cadenas que llevaban hacia arriba. Pas un largo rato. Los minutos se convirtieron en horas, aunque era imposible estar seguro porque cada segundo pareca una eternidad. No. era ms listo que eso. Si confiaba en su instinto, sabra que llevaba movindose aproximadamente media hora. Por extrao que pareciera, sinti que el miedo se retiraba como un enjambre de mosquitos atrapado por el viento y daba a una intensa curiosidad. Quera saber dnde se encontraba y qu estaba sucediendo.Con un crujido y despus un golpe seco, la habitacin ascendente se detuvo; aquel cambio repentino hizo que Thomas dejara de estar acurrucado y saliera disparado contra la dura superficie. Mientras se pona de pie con dificultad, not que la habitacin cada vez se balanceaba menos, hasta que al final no se oy nada. Todo pareca estar en silencio.Pas un minuto. Dos. Mir en ambas direcciones, pero no vio nada ms que oscuridad. Volvi a tantear las paredes, buscando una salida, pero no haba nada, solo el fro metal. Gru, lleno de frustracin. Su eco se amplific en el aire como el angustioso gemido de la muerte. Se desvaneci y volvi a reinar el silencio. Grit, pidi socorro y golpe las paredes con los puos.Nada.Thomas regres a un rincn, cruz los brazos, se estremeci y el miedo volvi. Not una sacudida preocupante en el pecho, como si el corazn quisiera escaparse, huir de su cuerpo.

-Que... alguien... me ayude! -grit, y las palabras le irritaron la garganta. Reson un fuerte ruido metlico y, asustado, contuvo el aliento al levantar la vista. Una lnea recta de luz cruzaba el techo de la habitacin y Thomas vio cmo se expanda. Un sonido chirriante revel dos puertas correderas que se abran a la fuerza. Despus de tanto tiempo en la oscuridad, sinti un gran dolor en los ojos provocado por la luz; apart la mirada y se cubri la cara con ambas manos.Oy unos ruidos -unas voces- y el miedo le oprimi el pecho.

-Mirad a ese pingajo.-Cuntos aos tiene?-Parece una clonc con camiseta.-T s que eres imbcil, cara fuco.-To, aqu abajo huele a pies!-Espero que hayas disfrutado del viaje de ida, verducho.-No hay billete de vuelta, chaval.

Thomas fue azotado por una ola de confusin recubierta de pnico. Las voces eran raras, tenan algo de eco; algunas de las palabras que decan eran extraas y otras le resultaban ms familiares. Mientras entrecerraba los ojos hacia la luz y hacia los que estaban hablando, trat de adaptar la vista. Al principio solo vio unas sombras que se movan, pero no tardaron en tener forma de cuerpos, de gente que se inclinaba sobre el agujereo del techo y le miraba, sealndole. Y, entonces, como si las lentes de una cmara se hubiesen enfocado, comenz a ver los rostros ms ntidos. Todos eran chicos; algunos, jvenes y otros, mayores. Thomas no saba qu se haba imaginado, pero, al ver aquellas caras, se qued desconcertado. Eran solo adolescentes. Cros. Parte de su miedo desapareci, pero no lo suficiente para calmarle el corazn, que le lata a toda velocidad.Alguien baj una cuerda desde arriba, con el extremo atado a una gran lazada. Thomas vacil, luego se meti en ella con el pie derecho y se agarr a la cuerda mientras tiraban de l hacia el cielo. Unas manos, muchas manos, le cogieron de la ropa para subirle. El mundo pareca dar vueltas en un remolino neblinoso de caras, color y luz. Un torrente de emociones le revolvi las tripas, se las retorci y tir de ellas. Quera gritar, llorar, vomitar. El coro de voces se haba quedado en silencio, pero alguien habl cuando tiraron de l para sacarlo por el borde afilado de la oscura caja. Y Thomas supo que nunca olvidara aquellas palabras:

-Encantado de conocerte, pingajo -dijo el chico-. Bienvenido al Claro.

CAPTULO 2

Las manos que le ayudaban no dejaron de aferrarse a l hasta que Thomas se puso derecho y se limpi el polvo de la camiseta y los pantalones. Todava deslumbrado por la luz, se tambale un poco. Se mora de curiosidad, pero an se encontraba demasiado mal para observar con detenimiento dnde estaba. Sus nuevos compaeros no dijeron nada conforme giraba la cabeza e intentaba asimilarlo todo.Mientras daba una vuelta despacio, los otros chicos se lo quedaron mirando, rindose por lo bajo; algunos extendieron la mano y le empujaron con un dedo. Tena que haber por lo menos unos cincuenta. Iban vestidos con ropa sucia y sudada, como si hubieran estado trabajando mucho; haba de todas las formas, tamaos y razas, y cada uno llevaba el pelo de distinto largo. De repente, Thomas se sinti mareado; parpade mientras su mirada iba de los chicos al sitio extrao en que se hallaba.Estaban en un patio inmenso, mucho ms grande que un campo de ftbol, rodeado por cuatro muros enormes, hechos de piedra gris y cubiertos de hiedra por algunos sitios. Las paredes deban de medir muchsimos metros de alto, formaban un cuadrado perfecto a su alrededor y, justo en medio, tenan una abertura tan alta como los mismos muros, que, segn vio Thomas, daba a pasadizos y largos pasillos ms.

-Mira al juda verde -dijo una voz ronca; Thomas no pudo ver a quin perteneca-. Se va a romper su fuco cuello intentado averiguar dnde est.Varios chicos se rieron.

-Cllate la boca, Gally -respondi una voz ms grave.

Thomas se volvi a centrar en el montn de extraos que tena a su alrededor. Saba que deba tener cuidado; se senta como si le hubiesen drogado. Un chico alto, con el pelo rubio y una mandbula cuadrada, le mir primero con desdn y, despus, inexpresivo. Uno bajito y regordete camin inquieto, adelante y atrs, mirando a Thomas con los ojos abiertos de par en par. Un asitico muy musculoso se le qued estudiando con los brazos cruzados, bien remangados para ensear los bceps. Un chico moreno le mir con el entrecejo fruncido; era el mismo que le haba dado la bienvenida. Otros tantos le observaban.

-Dnde estoy? -pregunt Thomas, sorprendido al or su voz por primera vez desde que tena memoria. No sonaba muy bien, era algo ms aguda de lo que hubiera imaginado.-En ningn sitio bueno -contest el chico de piel morena- que te haga sentir a gusto y relajado.-Qu guardin le vamos a poner? -grit alguien al final del grupo.-Ya te lo he dicho, cara fuco -respondi una voz chillona-. Es una clonc, as que ser un deambulante, sin duda -el muchacho se ri como si hubiera dicho lo ms gracioso del mundo.

Thomas sinti una vez ms una persistente angustia debida a la confusin por or tantas frases y palabras que no tenan sentido. Pingajo. Fuco. Guardin. Deambulante. Salan de las bocas de los chicos con tanta naturalidad que le pareca raro no entenderlas. Era como si su prdida de memoria le hubiese robado una parte de su idioma. Era desorientador.Diferentes emociones luchaban por el dominio en su mente y su corazn. Confusin. Curiosidad. Pnico. Miedo. Pero lo que las una todas era la oscura sensacin de completa desesperanza, como si el mundo hubiese acabado para l, como si hubiera sido borrado de su memoria y hubiese sido sustituido por algo horrible. Quera salir corriendo y esconderse de esa gente.El chico de la voz spera estaba hablando:

-... incluso eso es demasiado, me apostara el hgado.

Thomas an segua sin verle la cara.

-He dicho que os callis la boca! -grit el moreno-. Como sigis dndole a la lengua, la siguiente interrupcin la corto por la mitad!

Thomas se dio cuenta de que aquel deba de ser el lder. Como no soportaba que se le quedaran mirando embobados de aquella manera, se concentr en examinar el lugar que aquel chico haba llamado el Claro.El suelo del patio pareca estar hecho de enormes bloques de piedra, muchos de ellos agrietados, llenos de csped y hierbajos. Un extrao edificio de madera en ruinas, junto a una de las esquinas del cuadrado, contrastaba mucho con la piedra gris. Unos cuantos rboles lo rodeaban. Sus races eran como manos nudosas que se clavaban en el suelo de roca en busca de comida. En otra esquina del recinto haba un huerto en el que Thomas distingui, desde donde l estaba, maz, tomateras y rboles frutales.Al otro lado del patio haba corrales de madera en los que se guardaban ovejas, cerdos y vacas. Un bosquecillo ocupaba la ltima esquina; all, los rboles ms cercanos parecan estar enfermos y al borde de la muerte. El cielo sobre sus cabezas era azul y estaba despejado, pero Thomas no vio ni rastro del sol, a pesar de la claridad del da. Las sombras que se movan lentamente por las paredes no revelaban la hora no la direccin; podra haber sido temprano por la maana o bien entrada la tarde. Al respirar hondo para intentar calmar sus nervios, le asalt una mezcla de olores: tierra recin removida, estircol, pino, algo podrido y algo dulce. De algn modo, supo que esos olores correspondan a una granja.Thomas volvi a mirar a sus captores, incmodo pero a la vez desesperado por hacer preguntas.Captores -pens-. Por qu ha aparecido esa palabra en mi cabeza?.Examin sus caras, repas todas sus expresiones, los juzg. Los ojos de un muchacho reflejaban odio, lo que le dej helado. Pareca tan enfadado que a Thomas no le habra sorprendido si se hubiera acercado a l con un cuchillo. Tena el pelo negro y, cuando sus miradas se cruzaron, el chico sacudi la cabeza, se dio la vuelta y camin hacia un poste de hierro grasiento con un banco de madera al lado. Una bandera multicolor colgaba dbilmente de la punta del poste y, al no hacer viento, no se distingua el dibujo que la decoraba. Conmocionado, Thomas permaneci con la vista clavada en la espalda del chico hasta que este se dio la vuelta para sentarse y, entonces, apart la mirada enseguida.De repente, el lder del grupo, que tendra unos diecisiete aos, dio un paso adelante, llevaba ropa normal: una camiseta negra, unos vaqueros, unas zapatillas de deporte y un reloj digital. Por algn motivo, la ropa que llevaba le sorprendi; era como si todo el mundo tuviese que llevar puesto algo ms amenazador, como el uniforme de un presidiario. El chico moreno tena el pelo muy corto y la cara bien afeitada. Pero, aparte de un constante ceo fruncido, no haba nada ms en l que le asustara.

-Es una larga historia, pingajo- dijo el chico-. La irs aprendiendo poco a poco. Te llevar de Visita maana. Hasta entonces... no rompas nada -extendi la mano-. Me llamo Alby -sin duda, esperaba que le estrechara la mano. Thomas se neg. Una especie de instinto dominaba sus acciones y, sin decir nada, le dio la espalda a Alby y camin hacia un rbol que haba al lado, donde se dej caer para sentarse con la espalda apoyada en la spera corteza. El pnico volvi a crecer dentro de l hasta tan punto que apenas pudo soportarlo. Pero respir hondo y se oblig a intentar aceptar la situacin.

Venga -pens-, no averiguars nada si te dejas llevar por el miedo.-Pues cuntamela -replic Thomas, esforzndose por no alterar la voz-. Cuntame esa historia tan larga.

Alby mir a los amigos que tena ms cerca y puso los ojos en blanco. Thomas volvi a examinar al grupo. Su clculo original haba estado cerca. Habra unos cincuenta o sesenta adolescentes y otros un poco mayores, como Alby, que pareca ser de los ms viejos, en aquel momento, Thomas se dio cuenta con un estremecimiento tic que no tena ni idea de cuntos aos tena. Al pensarlo, le dio un vuelco el corazn. Estaba tan perdido que ni siquiera saba cul era su edad.

-En serio -dijo, dejando de mostrar valenta-, dnde estoy?

Alby fue hasta l y se sent a su lado con las piernas cruzadas; el grupo de chicos le sigui y se qued detrs. Se asomaron unas cuantas cabezas aqu y all; los chavales se inclinaban en todas las direcciones para poder verlo mejor.

-Si no estuvieras asustado -respondi Alby-, no seras humano. Como actes diferente, te tirar por el Precipicio, pero entonces significar que eres un psicpata.-El Precipicio? -pregunt Thomas mientras le desapareca la sangre de la cara.-Foder -contest Alby, y se restreg los ojos-. No vamos a empezar ese tipo de conversacin, me captas? Aqu no matamos a los pingajos como t, te lo prometo. Tan solo evita que te maten, intenta sobrevivir o lo que sea -hizo una pausa, y Thomas se dio cuenta de que su cara debi de haberse puesto an ms blanca al or la ltima parte-. To -aadi, y luego se pas las manos por su corto pelo mientras soltaba un largo suspiro-, no se me da muy bien esto. T eres el primer juda verde desde que mataron a Nick.

Los ojos de Thomas se abrieron de par en par. Un chico sali del grupo y le dio una colleja a Alby.

-Espera a la puetera Visita, Alby -dijo con una voz pastosa y un acento extrao-. Al chaval le va a dar un ataque al corazn y an no ha odo nada -se agach y le ofreci la mano a Thomas-. Me llamo Newt, verducho, y todos estaremos muy contentos si perdonas a nuestro nuevo lder, que por lo visto tiene una clonc en vez de cerebro.

Thomas extendi el brazo y estrech la mano del chico. Pareca mucho ms simptico que Alby. Newt tambin era ms alto que Alby, pero tal vez un ao o as ms joven. Su pelo rubio y largo le caa por la camiseta y las venas se le marcaban en sus brazos musculosos.

-Cierra el pico, cara fuco -gru Alby, y tir de Newt para que se sentara a su lado-. Al menos entiende la mitad de mis palabras.

Se oyeron unas risas aisladas y, entonces, todos se reunieron detrs de Alby y Newt, incluso ms apiados que antes, esperando a ver qu decan. Alby extendi los brazos con las palmas hacia arriba.

-Este lugar se llama el Claro, vale? Es donde vivimos, donde comemos, donde dormimos... y nosotros nos llamamos los clarianos. Eso es todo lo que...-Quin me ha enviado aqu? -pregunt Thomas, y el miedo por fin dio paso al enfado-. Cmo...?

Pero Alby le interrumpi con la mano antes de que pudiera terminar y le agarr de la camiseta mientras se inclinaba hacia delante sobre sus rodillas.

-Levntate, pingajo, levntate!

Alby se puso de pie y arrastr a Thomas con l. El chico se levant, asustado de nuevo. Retrocedi hacia el rbol, intentando apartarse de Alby, que estaba pegado a su cara.

-No me interrumpas, chico! -grit Alby-. Atontado, si te lo contamos todo, te morirs aqu mismo, justo despus de conclarte en los pantalones. Los embolsadores se te llevarn a rastras y entonces no nos servirs de nada, te enteras?-Ni siquiera s de lo que me ests hablando -dijo Thomas despacio, sorprendido al or lo firme que sonaba su voz.Newt cogi a Alby por los hombros.

-Alby, reljate un poco. En vez de ayudar, lo ests estropeando, sabes?

Alby solt la camiseta de Thomas y retrocedi, con el pecho movindose por su respiracin agitada.

-No tengo tiempo para ser amable, juda verde. Tu antigua vida se ha acabado y has empezado una nueva. Aprende rpido las reglas, escucha y no hables. Lo pillas?

Thomas mir a Newt, esperando su ayuda, Todo en su interior se revolva y le dola; las lgrimas que an no haban brotado hacan que le ardieran los ojos.Newt asinti.

-Verducho, le entiendes, verdad? -volvi a asentir.

Thomas estaba que echaba humo, quera darle un puetazo a alguien. Pero se limit a contestar:

-S.-Muy bien -dijo Alby-. El Primer Da. Eso es lo que es hoy para ti, pingajo. Se est haciendo de noche y los corredores no tardarn en regresar. Hoy la Caja ha llegado tarde y no tenemos tiempo para la Visita. La dejaremos para maana por la maana, en cuanto nos despertemos -se volvi hacia Newt-. Consguele una cama y que se vaya a dormir.-Muy bien -respondi Newt.

Los ojos de Alby volvieron a mirar a Thomas y se entrecerraron.

-Al cabo de unas semanas, estars contento, pingajo. Estars contento y nos servirs de ayuda. Ninguno de nosotros, al igual que t, saba ni jota el Primer Da. Tu nueva vida empieza maana.

Alby se dio la vuelta y se abri camino entre los dems hacia el inclinado edificio de madera que haba en la esquina. La mayora de los chicos se dispers, no sin antes detenerse un rato a mirar a Thomas.El muchacho se cruz de brazos, cerr los ojos y respir hondo. El vaco que le consuma por dentro pronto fue reemplazado por una tristeza que le aguijoneaba el corazn. Era demasiado. Dnde estaba? Qu era aquel lugar? Era algn tipo de crcel? Los chicos hablaban raro y a ninguno de ellos pareca importarle si l viva o mora. Las lgrimas amenazaron de nuevo con inundar sus ojos, pero las contuvo.

-Qu he hecho? -susurr sin pretender que nadie le oyera-. Qu he hecho para que me manden aqu?

Newt le dio una palmada en el hombro.

-Verducho, lo que ests sintiendo ahora, lo hemos sentido todos. Todos hemos tenido un Primer Da, cuando salimos de la caja oscura. Las cosas estn mal, s, y se pondrn mucho peor para ti pronto, esa es la verdad. Pero, al final, luchars bien. S que no eres una nenaza.-Es esto una crcel? -pregunt Thomas. Profundiz en la oscuridad de sus pensamientos, tratando de encontrar una rendija a su pasado.-Has hecho ya cuatro preguntas, no? -contest Newt-. Bueno, no hay respuestas para ti, no an. Ser mejor que por ahora ests callado y aceptes el cambio. Maana ser otro da.

Thomas no dijo nada y agach la cabeza con los ojos clavados en el suelo rocoso y resquebrajado. Una hilera de maleza de hojas pequeas recorra el borde de uno de los bloques de piedra, con florecitas amarillas asomndose como si buscaran el sol, que ya haca rato que haba desaparecido detrs de los enormes muros del Claro.

-Chuck te ir bien .dijo Newt-. Es un pingajo un poco gordito, pero cuando se le trata es buen chaval. Qudate aqu, ahora vuelvo.

Newt apenas haba acabado la frase cuando, de improviso, se oy un grito desgarrador en el aire. Agudo y estridente, el chillido, que apenas era humano, retumb en el patio de piedra; todos los chicos que haba a la vista se volvieron en direccin al ruido. A Thomas se le hel la sangre al darse cuenta de que aquel horrible sonido provena del edificio de madera. Incluso Newt peg un brinco, como si se hubiera sobresaltado, y arrug la frente por la preocupacin.

-Foder -exclam-. Es que los pueteros mediqueros no pueden ocuparse del chico durante diez minutos sin mi ayuda? -neg con la cabeza y le dio una patada suave a Thomas en el pie-. Ve a buscar a Chucky y dile que l es el encargado de encontrarte un sitio para dormir -y entonces se dio la vuelta y se dirigi al edificio, corriendo.

Thomas se dej caer por la spera superficie del rbol hasta que volvi a sentarse en el suelo; se encogi contra la corteza y cerr los ojos, deseando poder despertarse de aquella terrible pesadilla.

CAPTULO 3

Thomas permaneci all sentado un momento, demasiado abrumado para moverse. Al final se oblig a mirar hacia el destartalado edificio. Un grupo de chicos se arremolinaba fuera, mirando con inquietud por las ventanas superiores, como si esperaran que una horrible bestia saliera en una explosin de madera y cristal.Un ruidito metlico que provena de las ramas sobre su cabeza atrajo su atencin y le hizo alzar la vista; vio un destello de luz roja y plateada justo antes de que desapareciera al otro lado del tronco. Se puso de pie enseguida para dar la vuelta al rbol y estir el cuello para ver si vea algo de lo que haba odo; pero solo haba ramas peladas, grises y marrones, que se bifurcaban como los dedos de un esqueleto y parecan igual de vivas.

-Esa era una de las cuchillas escarabajo -dijo alguien.

Thomas se volvi hacia la derecha para ver al chico bajito y regordete que estaba a su lado, mirndolo fijamente. Era joven, puede que el ms joven que haba visto hasta ahora de todos los del grupo; tendra unos doce o trece aos. El pelo castao le caa por las orejas hasta el cuello y le rozaba los hombros; de no ser por aquellos brillantes ojos azules, solo tendra una cara sonrojada, fofa y lastimera.Thomas le hizo un gesto con la cabeza.

-Una cuchilla qu?-Una cuchilla escarabajo -repiti el chico, sealando la copa del rbol-. No te har dao, a menos que seas tan estpido como para tocarla -hizo una pausa-. Pingajo.

No pareci muy cmodo al decir la ltima palabra, como si todava no hubiese captado el argot del Claro.Otro grito, este ms largo y desquiciante, cort el aire y a Thomas le dio un vuelco el corazn. El miedo era como roco congelado sobre su piel.

-Qu est pasando ah? -pregunt al tiempo que sealaba el edificio.-No lo s -contest el chico rellenito, que an tena voz de nio-. Ben est ah, ms enfermo que un perro. Le cogieron.