Corregir sin Lastimar - Mi Mundo Jardín de...

3
Unos ojitos te miran y observan noche y día. Hay unas orejitas que en un instante captan toda palabra que pronuncias. Hay unas manitas que están ansiosas por hacer todo lo que tú haces. Hay un niño que sueña con el día que será como tú. Tú eres el ídolo de ese pequeñito; tú eres el más sabio de los sabios. Sobre ti, en su mente, jamás surge sospecha alguna. Cree en ti con devoción, dice que todo lo que tú haces y dices hará y dirá en la misma forma que tú, cuando sea grande como tú. Hay un niñito con ojos muy abiertos y piensa que tú siem- pre tienes la razón. Y sus oídos siempre están abiertos, y él observa noche y día. Tú le pones el ejemplo todos los días, con todo lo que haces al niñito que está esperando crecer para ser como tú. Corregir sin Lastimar DIC. 2013 m i m u n d o j a r d í n d e n i ñ o s m i m u n d o s e r f e l i z a p r e n d i e n d o j a r d í n d e n i ñ o s No etiquetar Cuando escuchamos que sale de nuestra boca la palabra: Eres…”, debería sonar interiormente una alarma que nos prevenga de que estamos a punto de decir algo que marcará a nuestros hijos. El niño que está en vías de desarrollo y que aún no sabe quién es, se autodefine por lo que los padres y otras personas a su alrededor le dicen. Por tanto, un niño que escucha constantemente: Eres un agresivo, eres un brusco, eres un aprovechado, cuando se siente confuso y quiere saber quién es, sólo tiene que permitir que estas frases afloren de su subconsciente: Ah, claro, yo soy el malo, el que siempre pega. ¿A quién le pegaré ahora?se pregunta. Nuestras palabras quedan prendidas como etiquetas en el subconsciente del niño. Estas etiqu- etas son más grandes cuanto más importantes son para él. Podemos imaginar que las etiquetas mayorescorresponden a los padres, maestros y adultos que lo tienen a su cargo. A manera de ilustración les digo en mis talleres que si ustedes dejaran a mi cuidado un niño inteligente de dos años y yo me dedicara a repetirle constantemente: Eres un tonto, no piensas, no tienes cerebro, eres menso, etcétera, les aseguro que para cuando cumpliera tres años, este niño ya se estaría portando como eso, como un deficiente mental. A base de repetírselo ¡lo convencí! Es impresionante la fuerza que pueden tener nuestras palabras. Repetir constante- mente una frase al niño, termina afirmando la conducta que muchas veces buscamos corregir. Nuestras afirmaciones sirven como una especie de fijadora nivel inconsciente en el niño. A base de escuchar muchas veces lo mismo, el niño termina convenciéndose de ser lo que otros le dicen que es. Por ejemplo, si un adolescente escucha frecuentemente: Nunca recoges tu ropa, siempre dejas todas tus cosas tiradas, tu recamara siempre es un desastreeres muy sucio, el día que sienta la tentación de arreglar sus cosas recuerda: ¡Ay, no! ¡Por poco y recojo mis cosas! Se me estaba olvidando que yo soy el sucio que dejo todo tirado. Si un niño soñador, imaginativo, escucha repetidas veces al día que la madre le dice: Eres un distraído, quién sabe dónde tienes la cabeza, siempre pierdes todo, no te fijas dónde dejas las cosas, a ver qué olvidas hoy en la escuela, en vez de que estos regaños vuelvan al niño más cuidadoso, cada frase sólo sirve para anularlo y confirmar su falta de atención. Inconscientemente el niño experimenta: No me queda de otra, como dice mi madre, soy y seré siempre distraído. 2ª Parte. 1/3

Transcript of Corregir sin Lastimar - Mi Mundo Jardín de...

Page 1: Corregir sin Lastimar - Mi Mundo Jardín de Niñosmimundo.edu.mx/upload/corregir-sin-lastimar.pdf · n ansiosas por hacer todo lo que tú haces. Hay un ni ño que sue a con el día

Unos ojitos te miran y observan noche y día.

Hay unas orejitas que en un instante captan toda palabra

que pronuncias.

Hay unas manitas que están ansiosas por hacer todo lo

que tú haces.

Hay un niño que sueña con el día que será como tú.

Tú eres el ídolo de ese pequeñito; tú eres el más sabio de

los sabios.

Sobre ti, en su mente, jamás surge sospecha alguna.

Cree en ti con devoción, dice que todo lo que tú haces y

dices

hará y dirá en la misma forma que tú, cuando sea grande

como tú.

Hay un niñito con ojos muy abiertos y piensa que tú siem-

pre tienes la razón.

Y sus oídos siempre están abiertos, y él observa noche y

día.

Tú le pones el ejemplo todos los días, con todo lo que

haces al niñito que está esperando crecer para ser como

tú.

Corregir sin Lastimar

DIC. 2013

mi

mundo

jardín de niño

s

mi

mundo

ser feliz aprendiendo

jardín de niño

s

No etiquetar

Cuando escuchamos que sale de nuestra boca la palabra: “Eres…”, debería sonar

interiormente una alarma que nos prevenga de que estamos a punto de decir algo

que marcará a nuestros hijos. El niño que está en vías de desarrollo y que aún no sabe

quién es, se autodefine por lo que los padres y otras personas a su alrededor le dicen. Por

tanto, un niño que escucha constantemente: “Eres un agresivo”, “eres un brusco”, “eres un

aprovechado”, cuando se siente confuso y quiere saber quién es, sólo tiene que permitir que estas

frases afloren de su subconsciente: “Ah, claro, yo soy el malo, el que siempre pega. ¿A quién le

pegaré ahora?” se pregunta.

Nuestras palabras quedan prendidas como etiquetas en el subconsciente del niño. Estas etiqu-

etas son más grandes cuanto más importantes son para él. Podemos imaginar que las “etiquetas

mayores” corresponden a los padres, maestros y adultos que lo tienen a su cargo.

A manera de ilustración les digo en mis talleres que si ustedes dejaran a mi cuidado un niño

inteligente de dos años y yo me dedicara a repetirle constantemente: “Eres un tonto, no piensas,

no tienes cerebro, eres menso, etcétera”, les aseguro que para cuando cumpliera tres años, este

niño ya se estaría portando como eso, como un deficiente mental. A base de repetírselo ¡lo

convencí! Es impresionante la fuerza que pueden tener nuestras palabras. Repetir constante-

mente una frase al niño, termina afirmando la conducta que muchas veces buscamos corregir.

Nuestras afirmaciones sirven como una especie de “fijador” a nivel inconsciente en el niño. A

base de escuchar muchas veces lo mismo, el niño termina convenciéndose de ser lo que otros le

dicen que es.

Por ejemplo, si un adolescente escucha frecuentemente: “Nunca recoges tu ropa”, “siempre

dejas todas tus cosas tiradas”, “tu recamara siempre es un desastre” “eres muy sucio”, el día que

sienta la tentación de arreglar sus cosas recuerda: ¡Ay, no! ¡Por poco y recojo mis cosas! Se me

estaba olvidando que yo soy el sucio que dejo todo tirado”.

Si un niño soñador, imaginativo, escucha repetidas veces al día que la madre le dice: “Eres un

distraído, quién sabe dónde tienes la cabeza”, “siempre pierdes todo, no te fijas dónde dejas las

cosas”, “a ver qué olvidas hoy en la escuela”, en vez de que estos regaños

vuelvan al niño más cuidadoso, cada frase sólo sirve para anularlo y confirmar su

falta de atención. Inconscientemente el niño experimenta: “No me queda de otra,

como dice mi madre, soy y seré siempre distraído”.

2ª Parte.

1 / 3

Page 2: Corregir sin Lastimar - Mi Mundo Jardín de Niñosmimundo.edu.mx/upload/corregir-sin-lastimar.pdf · n ansiosas por hacer todo lo que tú haces. Hay un ni ño que sue a con el día

Unos ojitos te miran y observan noche y día.

Hay unas orejitas que en un instante captan toda palabra

que pronuncias.

Hay unas manitas que están ansiosas por hacer todo lo

que tú haces.

Hay un niño que sueña con el día que será como tú.

Tú eres el ídolo de ese pequeñito; tú eres el más sabio de

los sabios.

Sobre ti, en su mente, jamás surge sospecha alguna.

Cree en ti con devoción, dice que todo lo que tú haces y

dices

hará y dirá en la misma forma que tú, cuando sea grande

como tú.

Hay un niñito con ojos muy abiertos y piensa que tú siem-

pre tienes la razón.

Y sus oídos siempre están abiertos, y él observa noche y

día.

Tú le pones el ejemplo todos los días, con todo lo que

haces al niñito que está esperando crecer para ser como

tú.

Corregir sin Lastimar2ª Parte.

DIC. 2013

mi

mundo

jardín de niño

s

mi

mundo

ser feliz aprendiendo

jardín de niño

s

Por absurdo que nos parezca, a base de recalcar sus defectos o deficiencias,

convencemos a nuestros hijos de ser lo que no queremos que sean.

Las etiquetas que ponemos a los hijos son una especie de camisa de fuerza que no los dejan

en libertad para moverse. Por más que el niño o el joven quieran zafarse, no pueden.

Por ejemplo, cuando un niño es etiquetado como “malo” le producimos mucha vergüenza y le

provocamos heridas profundas. Puede ser que de adulto logre liberarse de esa marca, pero segu-

ramente necesitará de mucho trabajo interno o de ayuda terapéutica.

En mis talleres me preguntan “Entendemos que hacemos daño al etiquetarlo de ‘malo’,

pero ¿y si lo etiquetamos de ‘bueno’? Las etiquetas siempre son etiquetas, sean buenas o malas.

Siguen siendo camisas de fuerza. El niño etiquetado de bueno no tiene la posibilidad de ser otra

cosa que “bueno” y así lo restringimos. ¡Qué aburrido ser siempre bueno, no poder darnos

permiso de hacer una travesura o algo indebido, de equivocarnos! El niño bueno es un niño muy

estresado, le estamos exigiendo un imposible: la perfección. Vive con zozobra, asustado de no

poder llenar nuestras expectativas.

No tiene permiso de divertirse y gozar de la vida; no tiene libertad para ser sólo un niño o

joven inexperto que puede fallar. Como mencioné antes, para que el niño se sienta realmente

querido necesita sentir que lo aceptamos en su totalidad, con lo bueno y con lo “no tan bueno”.

Con aquellas partes que encontramos encantadoras, y con las que nos desesperan y molestan.

Tiene que darse cuenta de que lo queremos a “él” y no a la imagen idealizada de lo que quisiéra-

mos que fuera.

Quizá después de leer lo anterior, como padres se estén sintiendo algo desanimados. Si

cuando eran pequeños sus padres lo lastimaban al regañarlos o llamarles la atención, quizás

ahora se encuentren haciendo lo mismo con sus propios hijos. Nuestra condición humana nos

lleva a repetir lo que hicieron con nosotros. No lo hacemos muchas veces

por maldad, pero sí por ignorancia o falta de conciencia. Repetimos por

inercia. Pero si empiezan a observar lo que dicen y hacen cuando los

regañan, con paciencia y voluntad pueden comenzar a cambiar esos

patrones heredados por otros nuevos.

2 / 3

Page 3: Corregir sin Lastimar - Mi Mundo Jardín de Niñosmimundo.edu.mx/upload/corregir-sin-lastimar.pdf · n ansiosas por hacer todo lo que tú haces. Hay un ni ño que sue a con el día

Unos ojitos te miran y observan noche y día.

Hay unas orejitas que en un instante captan toda palabra

que pronuncias.

Hay unas manitas que están ansiosas por hacer todo lo

que tú haces.

Hay un niño que sueña con el día que será como tú.

Tú eres el ídolo de ese pequeñito; tú eres el más sabio de

los sabios.

Sobre ti, en su mente, jamás surge sospecha alguna.

Cree en ti con devoción, dice que todo lo que tú haces y

dices

hará y dirá en la misma forma que tú, cuando sea grande

como tú.

Hay un niñito con ojos muy abiertos y piensa que tú siem-

pre tienes la razón.

Y sus oídos siempre están abiertos, y él observa noche y

día.

Tú le pones el ejemplo todos los días, con todo lo que

haces al niñito que está esperando crecer para ser como

tú.

Corregir sin Lastimar2ª Parte.

DIC. 2013

mi

mundo

jardín de niño

s

mi

mundo

ser feliz aprendiendo

jardín de niño

s

Nota: Continuará esta información.

Bibliografía “Disciplina con amor”

Rosario Barocio

Por patrones que tengan implícito el elemento del respeto. De esta manera pueden

educarlos sin herirlos. Veamos algunos ejemplos:

Cambiar: “Clemente, eres un abusivo, deja a tu hermano en paz.

¿Cuántos años tienes tú y cuántos tiene él? ¡Eres un aprovechado!”

Por: “Clemente deja en paz a tu hermano. ¡No permito que le pegues!

En el primer ejemplo lastimó su autoestima y lo etiquetó al decirle que es un abusivo y

aprovechado, mientras que en el segundo pongo un límite claro, pero no lo hiero.

Cambiar: “Deborah, ¡eres una floja y descuidada! No puedo creer que tienes dos horas

haciendo esta tarea y no sólo aún no acabas, sino que también está mal hecha”.

Por: “Deborah, tienes mucho tiempo haciendo la tarea y aún no acabas. Tendrás que repetir

estas hojas que están mal hechas”:

Cambiar: ¡Eres un bruto! ¿Por qué no te fijas?

Por: “Pon más atención. Si tienes más cuidado, las cosas te salen mejor”.

Como padres, tenemos la obligación de corregir a nuestros hijos. El modo como corregimos

puede llevar al niño a crecer seguro, confiado y positivo, o devaluado, resentido y lastimado. Si

como adultos aprendemos a corregir de manera respetuosa, el hijo crece con su autoestima

intacta, pues sabe que, aunque a veces hace cosas incorrectas y se equivoca, de todas formas

es querido y aceptado.

Asegurarle a cada hijo su lugar.

3 / 3