CORCUFF, 'Libre homenaje a Daniel Bensaïd'

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    Se autoriza la copia, distribucin y comunicacin pblica de la obra, reconociendo la autora, sin fines comerciales y sin autorizacinpara alterar, transformar o generar una obra derivada. Bajo licencia creative commons 2.5 Mxicohttp://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/mx/

    Librehomenajea DanieL bensaD (1946-2010):TravesasmeLancLicasDe juegosDeLenguaje

    DiversificaDos

    Philippe Corcuff

    A manera de libre homenaje al filsofo, militante revolucionarioe internacionalista francs Daniel Bensad (1946-2010), quien hasido marcado profundamente por la figura de Walter Benjamin, esteartculo propone una exploracin de la melancola en once etapas,

    atravesando una variedad de registros culturales (textos filosficos,sociolgicos, polticos, literarios y canciones populares), y una di-versidad de juegos de lenguaje en el sentido de Ludwig Witt-genstein. En el curso de este itinerario se esboza una epistemologatransfronteriza todava poco conocida en las ciencias sociales, sus-ceptible de estimular la imaginacin sociolgica.

    * Matre de confrences de ciencia poltica en el Instituto de Estudios Polticos (IEP)de Lyon; socilogo en el laboratorio CERLIS (CNRS / Universit Paris Descartes(ver ttp://www.cerlis.fr/pagesperso/permanents/corcuffphilippe.htm) y miembrodel Consejo Cientfico de la Asociacin Altermundista ATTAC France. Ha publica-do en espaol: Las nuevas sociologas. Construcciones de la realidad social, 1998; Los grandespensadores de la poltica . Vas crticas en filosofa poltica, 2008; y en esta misma revis-ta, Figuras de la individualidad: de Marx a las sociologas contemporneas. Entreclarificaciones cientficas y antropologas filosficas (nmero 4, marzo de 2008), Pierre Bourdieu (1930-2002) ledo de otra manera. Crtica social post-marxista y elproblema de la singularidad individual (nmero 7, septiembre de 2009) y, con Gil-berto Gimnez, Los procesos de individualizacin en las ciencas sociales (debate,

    nmero 8, marzo de 2010).La traduccin de este texto al espaol ha sido realizada por Catherine Hau y Gilberto

    Gimnez.

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    Abstract: As a free tribute to the philosopher, politically active revolutionary and Frenchinternationalist Daniel Bensad (1946-2010), who has been deeply marked by WalterBenjamins contributions, this article proposes an exploration of melancholy in elevenstages, crossing a variety of cultural registers (philosophical, sociological, political, andliterary texts as well as popular songs), and a diversity of language games in Ludwig

    Wittgensteins sense. In the course of this itinerary a cross-border epistemology, stilllittle known in the social sciences, capable of stimulating the sociological imagination isoutlined.

    Rsum: En guise de libre hommage au philosophe et militant rvolutionnaire franais in-ternationaliste Daniel Bensad (1946-2010), qui a t profondment marqu par la figurede Walter Benjamin, cet article propose une exploration en onze tapes de la mlancolie,en traversant une varit de registres culturels (textes philosophiques, sociologiques,politiques, littraires et chansons populaires), une diversit de jeux de langage ausens de Ludwig Wittgenstein. Au cours de ce parcours, sesquisse une pistmologietransfrontalire, encore peu courante dans les sciences sociales, susceptible de stimulerlimagination sociologique.

    Introduccin: libre homenaje yepistemologa de la exploracintransfronteriza

    El filsofo y militante revolucionario francs Daniel Bensad na-ci en Toulouse en 1946 y muri en Pars el 12 de enero de2010.

    1

    Daniel Bensad, entre poltica y filosofa

    En el cajn del bistrotpopular comunista que sus padres posean enToulouse, haba una estrella amarilla, para no olvidar el judeocidio.A pesar de ser ateo, Bensad mantuvo vnculos con los recursos inte-lectuales derivados de las culturas judas. Pero su internacionalismo

    y su comunismo hertico (segn la expresin de nuestro comnamigo Michael Lwy, 2010) lo condujeron a elegir el dispositivo dela dispora (prefiguracin de La Internacional ser el gnero hu-mano) contra el del Estado-nacin de Israel con sus tendencias alestatismo, al nacionalismo y al colonialismo. Intelectualmente, suspuntos de anclaje en un mesianismo judo laicisado y marxizado han

    1 El origen del presente texto es una conferencia dictada en el Instituto de Investiga-ciones Antropolgicas de la UNAM, en homenaje a Daniel Bensad, el 12 de Abril

    de 2010. Aprovecho la oportunidad para agradecer a Cristina Oehmichen Baznpor su invitacin, as como a Catalina Hau y a Gilberto Gimnez por su traduccinconsecutiva.

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    pasado por la figura de Walter Benjamin (1892-1940), el escritor yfilsofo marxista alemn que, huyendo del nazismo, se suicid enseptiembre de 1940 en la frontera franco-espaola.

    Siendo profesor de Filosofa en la Universidad de Pars 8, DanielBensad construy una filosofa poltica melanclica, preservandoen el corazn mismo de la escritura filosfica hermosas tonalidadesliterarias, que frecuentemente se han perdido en las versiones tc-nicas contemporneas de la filosofa. En su libro Le pari mlancolique(1997, cap. X, pp. 233-258), Bensad opone la nostalgia pasesta dela melancola romntica a las aperturas hacia el porvenir de la

    melancola clsica y revolucionaria. Las voces y los senderos redes-cubiertos y olvidados de los vencidos de ayer pueden resurgir en elcorazn del presente para desbloquear un porvenir que los conser-

    vadores de derecha y de izquierda creen cerrado para siempre (elfin de la Historia, el capitalismo, horizonte insuperable de nuestrotiempo, etc.)

    Daniel Bensaid era, antes que filsofo, un militante revoluciona-rio. Fue as como particip en la fundacin de la Juventud Comunista

    Revolucionaria en 1966, en el Movimiento del 22 de Marzo en 1968(movimiento que desencaden el Mayo 68 estudiantil en la Universi-dad de Nanterre), en el de la Liga Comunista en 1969 convertidaen Liga Comunista Revolucionaria en 1974. La Liga Comunistay La Liga Comunista Revolucionaria estaban vinculadas con la IVInternacional de inspiracin trotskista. l desempe funciones di-rigentes en el seno de la IV Internacional en los aos 1980. En sultimo periodo, Daniel Bensad tambin acompa con su entusias-mo la constitucin del Nuevo Partido Anticapitalista, creado en Fe-brero de 2009; este nuevo Partido ya no se inscribe principalmenteen la tradicin trotskysta, sino que se presenta como un mestizajeentre diferentes sensibilidades marxistas, libertarias, socialistas, eco-logistas, feministas, etc., (ver Bensad y Besancenot, 2009).

    Desde los comienzos de los aos 1990, Daniel Bensad produjouna obra original, indisociablemente filosfica y poltica, atravesada

    por el tema de la melancola. Estas pistas han nutrido profunda-mente nuestro propio pensamiento, intelectual y polticamente en

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    permanente bsqueda, que se ha producido a travs de un itinerariolleno de bifurcaciones que Daniel Bensad ha teorizado. Si no hu-biera sido por el encuentro con Daniel Bensad, y a travs del mismo

    con Benjamin, nuestro itinerario hubiera sido diferente. La melan-cola ha sido un hilo que nos ha unido por encima de las diferenciasy de las divergencias que no afectaron nuestra amistad, ni nuestracolaboracin intelectual, ni nuestra camaradera militante.

    En su homenaje, vamos a proponer a continuacin una serie deitinerarios melanclicos, espigados en sus escritos,2 pero tambin, amanera de ampliacin, una serie de otros materiales. Nuestra explo-

    racin proceder en once etapas o itinerarios. Pero considerando elhecho de que aparecer en una revista de ciencias sociales, este viajemelanclico a manera de homenaje amistoso, intelectual y polticoabrir en paralelo una exploracin epistemolgica de nuevo tipo, yaque visitaremos textos filosficos, sociolgicos, polticos, literarios,e incluso canciones populares. Todo esto requiere algunas aclaracio-nes previas desde el punto de vista de la epistemologa adoptada.

    Hacia una epistemologa de los juegos delenguaje (Wittgenstein)

    Nos proponemos abordar estos diferentes materiales (textos filos-ficos, sociolgicos, polticos, literarios y canciones populares) comoregistros culturales autnomos, esto es, como diversos juegos cul-turales en un sentido inspirado por el segundo Ludwig Wittgens-tein. La expresin juego de lenguaje debe poner de relieve aqu,

    que hablar un lenguaje forma parte de una actividad o de una for-ma de vida, escribe este autor en sus Recherches philosophiques(2004,parte 1, 23, p. 39). El uso epistemolgico de estas anotaciones, talcomo las ha podido desarrollar el bilogo Henri Atlan (1986, pp.271-293) con la nocin de juegos de conocimiento, nos orientaen dos direcciones:

    2 Las partes de este artculo centradas en los escritos de Daniel Bensad fueron publi-cadas como introduccin a una antologa de textos de este ltimo (Bensad, 2010a).

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    una autonoma de estos registros culturales basados en for-1.mas de vida y de actividad diferentes, aunque sin excluirzonas de interseccin entre los mismos;

    una productividad cognitiva hecha de prstamos y de traduc-2.ciones recprocas, esto es, constituida por la transferencia deun problema o de una nocin de un juego de lenguaje aotro, lo que comporta un desplazamiento del uso en el marcode una forma de actividad distinta, y por lo tanto, un des-plazamiento de la significacin (si es que se sigue al segundo

    Wittgenstein cuando postula que el uso nos da la clave de lasignificacin).

    Por consiguiente, no se trata de considerar estos registros cultu-rales como participando de una gran totalidad cultural en un gestopost-moderno, sino de encarar estos pasajes transfronterizos en-tre s a partir del reconocimiento de sus especificidades y de sus au-tonomas respectivas (Corcuff, 2003-a). Ya se ha podido aplicar enotro lugar una lgica anloga que atraviesa la sociologa, la filosofa,

    las canciones populares (Corcuff, 2002, pp. 53-81, 81-93 y 107-116;2004 y 2010-b), o el cine (Corcuff, 2002, pp. 19-53 y 2005; Corcuffy Laugier, 2010).

    Desde el punto de vista de las ciencias sociales, el trabajo sobreun material filosfico, literario, cancionero, poltico o cinematogr-fico no puede pretender reemplazar el momento fundamental de laconfrontacin con la encuesta. Pero puede ofrecer pistas heursticas.Hablar de pistas heursticas no significa de ningn modo que este

    material inhabitual para el socilogo deba conducir a generalizacio-nes apresuradas y abusivas. Ms an, se debe desconfiar legtima-mente de las inducciones rampantes tendencialmente asociadas aestos tipos de materiales. Se trata ms bien de pistas heursticas paraalimentar la imaginacin sociolgica, tan importante para WrightMills (1977), frente a los riesgos de la rutinizacin, de la burocrati-zacin y/o de la excesiva especializacin de la actividad cientfica. A

    la inversa, los creadores (novelas, canciones, cine, etc.) y los actorespolticos podran extraer de estos pasajes transfronterizos nuevos

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    recursos para sus respectivas prcticas. En cuanto a los filsofos,podran refrenar mejor sus propensiones generalizadoras en la con-frontacin con los saberes empricamente regulados de los socilo-

    gos. Por lo dems, se plantea la hiptesis de que tales interferenciasentre diferentes juegos de lenguaje son susceptibles de hacer bro-tar destellos de inteligibilidad que no hubiera podido generar unarelacin exclusivamente interna a estos juegos de lenguaje.

    En estos itinerarios e interferencias entre diferentes juegos delenguaje, la nocin de melancola nos acompaar como una no-cin-pasaje a las resonancias analgicas, en tanto que lo Anlogo

    no capta ni lo Mismo, ni lo Otro, sino lo emparentado entre s (loMismo en el Otro o el Otro en lo Mismo: ver Ricoeur, 1985, pp.252-283).

    Es as como este recorrido melanclico se nutrir tambin de loscomponentes afectivos y emocionales, que sin embargo suelen per-cibirse como obstculos epistemolgicos en el trabajo cientficode distanciamiento. Contrariamente a este prejuicio corriente en lasciencias sociales, la inspiracin de nuestros itinerarios nos invitara

    ms bien a aprehender de manera ms dialctica esos componentesafectivos y emocionales, as como tambin a aprehender de mane-ra ms amplia nuestras inserciones socio-personales y sus efectoscomo susceptibles de presentarse a veces como obstculos y a vecescomo recursos de la actividad intelectual en general y de la actividadcientfica en particular (ver Corcuff, 1991, 2006-a y 2010-a).

    Itinerario 1: La melancola de WalterBenjamin

    Walter Benjamin supo asociar de manera original la insercin entradiciones histricas emancipatoriasyla capacidad de apertura a un

    porvenirindito. En sus tesis Sobre el concepto de historia (textoescrito un mes antes de su suicidio en 1940), en el cruce entre eljudasmo y el marxismo, l nos invita a desbaratar las sucesiones

    demasiado lisas entre pasado, presente y porvenir que encontramosen las visiones lineales de la historia, que l califica como tiempo

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    homogneo y vaco (Benjamin, 2000, tesis XVIII y XIV, p. 439).En efecto, en la versin laicizada del mesianismo que delinea Benja-min, existe una cita tcita entre las generaciones pasadas y la nues-

    tra (ibd., tesis II, p. 428). Por eso, En cada poca, hay que tratarde arrancar de nuevo la tradicin al conformismo que est a puntode subyugarla (ibd., tesis VI, p. 431). La orientacin emancipadora,que cepilla la historia a contrapelo, segn sus palabras (ibd., tesis

    VII, p. 433), se esfuerza por arrancar una poca determinada delcurso homogneo de la historia (ibd., tesis XVIII, p. 441). Se tratade uno de los recursos para liberar el porvenir a partir de la accin

    presente. Pero la seleccin de un pasado emancipador no se produ-ce sin la intuicin de la apertura del porvenir, esto es, sin el sentidode la posibilidad de que todo ocurra de otro modo.

    Benjamin esboza entonces un nuevo espacio para los pensamien-tos de la emancipacin: una dialctica incesantemente recomenzadaentre la re-interrogacin de las tradiciones emancipatorias enterra-das en el pasado y la intuicin de un horizonte por venir radical-mente diferente, religadas por presentes frgiles que hay que saber

    captar (ibd., tesis XIV, p. 439 y tesis XVIII, p. 442). Esta filosofa deun nostlgico del pasado que suea el porvenir, segn las palabrasdel socilogo Michel Lwy (2001, p. 2), reviste, en estas discordan-cias temporales, una tonalidad melanclica. Por eso, contrariamente alo que nos dice la letra de La Internacional, no se debe hacer tablarasa del pasado, sin pretender por ello volver para atrs. AdolfoGilly encuentra las palabras justas a este respecto en su Historia acontrapelo (2006, pp. 45-46), en la cual el oficio del historiador estatravesado por la figura de Benjamin: Este concepto de la historiano cree en el progreso hacia un paraso futuro ni en el retorno a unparaso perdido. Se trata ms bien de una alianza indita entre elpasado oprimido y el porvenir emancipador, pasando por la accinpresente.

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    Itinerario 2: La melancola, de WalterBenjamin a Daniel Bensad

    En su obra magistral: Walter Benjamin. Sentinelle messianique. la gauchedu possible, Daniel Bensad anuncia a propsito de Benjamin:

    En la galaxia melanclica, nosotros cruzaremos sus estrellasgemelas, y sentiremos las atracciones de afinidades discretamenteelectivas. Hasta encontrar las nfimas bifurcaciones de donde par-ten senderos todava inexplorados (1990, p. 8).

    La pista de las bifurcaciones apela a un doble itinerario interacti-vo: en el frente de las temporalidades histricas y en el de la raznmesinica susceptible de introducirnos en sus misterios.

    La historia no obedece a las falsas evidencias cronolgicas,afirma con nfasis (ibd., pp. 18-19). Ello hubiera significado abdicarante el tiempo homogneo y vaco denunciado por Benjamin. En-tre los recursos del pasado y las posibilidades del porvenir, podran

    forzarse nuevos pasos, polticamente, a partir de la praxis presente.Es esto lo que distinguira el pensamiento mesinico secularizadode Benjamin de la reflexin utpica de Ernst Bloch, dos filsofosmarxistas que sin embargo se muestran cercanos por su apertura alos posibles descritos como imposibles por los rdenes dominantes.Pese a todo, para Bloch el futuro constituye la categora dominan-te, mientras que para Benjamin, al contrario, cada presente estcargado de una misin redentora (Bensad, 2010-b, pp. 110-111).Para el revolucionario Bensad, que en este punto se suma al re-

    volucionario Benjamin, el presente, y slo el presente, comandael haz de los puede-ser(ibd., p. 110). Se trata de tomar partidoaqu y ahora, al margen de las lenguas de madera estalinistas, delas prudencias social-demcratas, de los esteticismos izquierdistasdesconectados de la praxis poltica y de sus rugosidades irremedia-blemente impuras, as como tambin de las timideces acadmicas:

    El pasado y el presente se ponen en juego en el campo estratgicodel presente, afirma Daniel Bensad en su Walter Benjamin (1990,

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    pp. 198-199). Uso del presente que nada tiene que ver con el presen-tismo actual analizado por el historiador Franois Hartog (2003), consu enclaustramiento en un presente perpetuo (segn la expresin

    de Jrme Baschet, 2001), desconectado de los recursos del pasadooprimido y de las proyecciones hacia el futuro.

    Esta lectura poltica de los ajustes / desajustes temporales re-quera del apoyo de una razn. No se tratara de extinguir las Luces,sino de redisearlas. De este modo la pista mesinica se confirma:llamemos mesinica a esta razn abierta a lo aleatorio (Bensad,2010-b, p. 113). Esta razn mesinica no implicara una ruptura con

    la perplejidad, sino que la contendra:Momento incierto. Presente perplejo, asaltado por un pasado

    inagotable que entrega a travs de sacudidas y guios sbitos, endesorden, sus verdades censuradas y sus dudosos fantasmas (Ben-sad, 1990, p. 7).

    Echarse al hombro la duda, por medio de puntos de referenciarazonados, lastrados de balizas ticas y de una memoria poltica, sincreer jams en un control definitivo y en un conocimiento total: enla firme certeza de la incertidumbre, l afronta la tirana de la duda,aunque sin deshacerse de ella (Bensad, 1997, p. 2194). Estamoslejos de la razn positivista encerrada en la torre de marfil de suspretensiones a la omnisciencia, porque la historia ritmada con loposible no se deja reducir a un sistema (Bensad, 1990, p. 17).

    Itinerario 3: la figura de la apuestamelanclica en Daniel Bensad

    En la tenue conjuncin de las bifurcaciones temporales y de la raznmesinica se perfila la figura de la apuesta. Una apuesta razonada,segn los trminos de Le pari mlancolique(1997, p. 295), frente a laincertidumbre histrica. De este modo existira una ineluctabilidad

    de la apuesta, de una apuesta obligada, aunque incierta, sobre lo

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    posible (ibd., p. 14). A la izquierda de lo posible, incluso haciendorecular las fronteras de lo imposible.

    Como jugueteando, Daniel nos hace viajar entonces por entre

    los polos de la historia: confiando en un Mesas astuto, que a lamanera desenfadadade un Marlowe o de un Sam Spade hubieradeslizado su pie en la rendija de la puerta, por entre los batientes en-treabiertos de lo posible (1990, p. 94). Por consiguiente, su melan-cola radical nos transporta del universo sombro de la novela negrahacia las regiones inquietantes del amor: En el encuentro amorosode las miradas, en el momento fulgurante del acontecimiento, lo in-

    finitamente pequeo domina a lo infinitamente grande. Lo efmerocaptura la eternidad (ibd., p. 137).Entre la irrupcin amorosa y la ruptura poltica, la apuesta me-

    lanclica dota nuestros actos de una tenaz relatividad humana queno se ahoga en el relativismo del todo se vale, aunque sin echarde menos por ello los absolutos divinos. Daniel toma altura, perosin arrogancia: La soledad tica del hombre sin dios se resuelvesocialmente en la poltica, que rechaza obstinadamente creer en lo

    increble (ibd., p. 237). Una creencia razonable que se bate contralos riesgos del renacimiento de las lgicas dogmticas propias de lascreencias clericales, religiosas o laicoides. No se termina nunca delaicizar, explica (ibd., p. 153). Incluso frente a los dogmas y a losabsolutos llamados laicos.

    Itinerario 4: La melancola gozosa de

    Daniel Bensad

    En Bensad, el sentido benjaminiano de lo trgico frente a los desas-tres colectivos del siglo XX (juidiocidio, stalinismo, colonialismo)y frente a la domesticacin personal de la proximidad de su propiamuerte (estaba enfermo de sida desde fines de los aos 1980), estcontrabalanceado por una intensa alegra de vivir y un gran calorcomunicativo. A la inversa, rompiendo con toda idea de un proyec-

    to por venir, el filsofo francs Jean-Luc Nancy ha contrapuestorecientemente, en el peridico Libration, un presente revalorizado

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    a un futuro devaluado: slo hay existencia en presente, slo haysentido ahora, y no maana, ufanndose entonces de la exclusivasensacin del aqu y ahora (4 de junio de 2009). En este marco,

    la cuestin ya no es anticipar una justicia ideal por venir, sino exigiruna justicia mnima inmediata (ibd.) Pero deben contraponersenecesariamente los dos planos?

    Irnico frente a este tipo de retrocesos, Daniel se sumerge, porsu parte, en la accin cotidiana, se regala pequeas alegras ordina-rias y sensualidades inmanentes, sin dejar de enganchar su existenciaa los hilos emancipadores del pasado y a las aperturas del porvenir.

    La dialctica de la memoria y del proyecto esbozada en Le parimlancolique(1997, p. 71), no implica el sacrificio del presente, con-trariamente a los prejuicios de muchos jubilados de una aventurapoltica barrida por los vientos del pasado y del futuro. Por el con-trario!, l resplandeca con cada rayo de sol, con cada golpe de pedal(era un gran aficionado a los paseos en bicicleta!), con cada encuen-tro inesperado, sin perder contacto ni con las humillaciones de ayer,ni con los fulgores de las maanas emancipadoras. Todo ello, en un

    mestizaje de temporalidades discordantes en movimiento.Bensad encarna en la ctedra un marxismo radiante que casi no

    experimenta los tristes resentimientos acadmicos y otras suficien-cias de los intelectuales de la ctedra. Su filosofa es prctica, y su

    praxisconcreta y viviente.

    Itinerario 5: Disonancias y convergencias

    melanclicas con Daniel Bensad

    A travs de los meandros de temporalidades desajustadas, un mar-xismo abierto le sirve a Bensad de brjula. No como dogma intan-gible, ya que seala los lmites y las contradicciones del propio Marx:Resucitando los posibles, y a pesar de la gran limpieza que realiza,Marx no escapa completamente a la religiosidad cientfica, histricay progresista tan caracterstica de su siglo (Bensad, p. 153).

    La conservacin de la referencia marxista fue, sin embargo, unade nuestras principales diferencias: bajo los golpes de los cuestio-

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    namientos de un Merleau-Ponty, de un Bourdieu o de la tradicinanarquista, nosotros nos habamos alejado del marco marxista alque l se mantena aferrado. Nosotros tratbamos de explorar terri-

    torios ms adyacentes. l se mostraba atento a lo que estas explora-ciones podan aportar para enriquecer el marxismo. Tal fue el casoparticularmente en lo referente a los desafos ecolgicos (Bensad,2010-d).

    Sin embargo, l desconfi legtimamente, contra los riesgos rea-les de nuestra propia manera de proceder, de las borrosidades de labrjula. l tuvo la indulgencia y la vigilancia propias de un hermano

    mayor, ms aguerrido por la experiencia. Se mostr particularmentesensible a los peligros de la fragmentacin postmoderna de lassignificaciones que trabajan las culturas contemporneas, alimentan-do un espritu de los tiempos impregnado de un sentimiento dedisolucin generalizada (todo se escapa de entre las manos), de undesdibujamiento del futuro y de anemia histrica (Bensad, 2010,p. 10).

    Su revalorizacin del pensamiento de Lenin, en tanto que caracte-

    rizacin de la poltica como estrategia, de sus momentos propiciosy de sus eslabones dbiles (Bensad, 2003, p. 152), ha contribuidoa enriquecer el espacio terico de la apuesta. Pero, al hacer esto, semostr poco cuidadoso frente a la tendencia leninista a la monopo-lizacin vanguardista de dicha elaboracin estratgica por un grupode revolucionarios profesionales. Su enfoque de inspiracintrotskista del estalinismo como contrarrevolucin burocrticapuso en claro las discontinuidades totalitarias entre bolchevismo yestalinismo, pero pareci poco sensible a sus continuidades autori-tarias. Se trata de otras tantas divergencias que a nosotros nos im-pulsaron a mirar ms del lado de las crticas del leninismo realizadaspor los anarquistas o por Rosa Luxemburgo, pero que tambin nosinterpelaron en lo referente a los riesgos de una estigmatizacin de-masiado homogeneizante del revolucionario de Octubre de 1917.

    Su comunismo hertico no pasa, entonces, por el olvido o la rela-

    tivizacin de las barbaries estalinistas. No le pareci viable reconsti-tuir una perspectiva emancipatoria sobre la amnesia de los crmenes

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    de lo que l calificaba firmemente como totalitarismo burocrti-co (Bensad, 2010-c). Ciertamente continu dando el nombre decomunismo a la esperanza, contra los anticomunismos reductores

    y uniformemente diabolizantes. Por nuestra parte, estbamos msperplejos a causa de los desgastes histricos del trmino, as comotambin de su tendencia a abatir demasiado rpidamente la tensinentre cuadros colectivos y desarrollo de las singularidades individua-les sobre el polo de lo comn. Pero para l no se trataba de volveral mismo punto que antes, sin tomar la medida de las catstrofestotalitarias. En este sentido, l no pudo seguir a los nostlgicos mor-

    tferos de la URSS o incluso a los nostlgicos de un maosmo dicta-torial. l reprochaba, por ejemplo, al filsofo francs Alain Badiou,reciente estrella mundana del pensamiento crtico chicsiempre ligadoa la figura de Mao, el no tomar en cuenta frontalmente la cuestindel estalinismo (Bensad, 2009, p. 108). l comprendi plenamenteque el pluralismo y la democracia, ms all de sus esqueletos neoli-berales, se han convertido, sobre todo despus de la cada del Murode Berln, en necesidades inevitables.

    Fue as como ambos circulamos por caminos que parecen in-tersecciones, esforzndonos por evitar los escollos cruzados de lacerrazn dogmtica y del eclecticismo confuso. l saba sin embar-go, lo mismo que nosotros, que en la confrontacin inevitable conla incertidumbre, no se poda decidir definitivamente entre nuestrasrespectivas peregrinaciones exploradoras y dialogantes. Las fragili-dades colectivas e individuales le han enseado la humildad, lejosde la arrogancia de los guardianes de templos, de los renovadoresdemasiado acelerados o de las marionetas de las modas sucesivas.

    Itinerario 6: la melancola auto-irnica delsub-comandante Marcos

    En su libro Le pari mlancolique, Daniel Bensad saluda el humormelanclico de Marcos (1997, p. 252).

    En primer lugar, el combate neo-zapatista de Marcos reviste to-nalidades benjaminianas. En efecto, Marcos fustiga la historia domi-

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    nante, la historia escrita por los dominantes, olvidadiza del pasadooprimido, del pasado de los oprimidos:

    Una nueva mentira se nos vende como historia. La mentira dela derrota de la esperanza, la mentira de la derrota de la dignidad,la mentira de la derrota de la humanidad. El espejo del poder nosofrece un equilibrio a la balanza: la mentira de la victoria del cinis-mo, la mentira de la victoria del servilismo, la mentira de la victoriadel neoliberalismo.

    En lugar de humanidad nos ofrecen ndices en las bolsas devalores, en lugar de dignidad nos ofrecen globalizacin de la mi-seria, en lugar de esperanza nos ofrecen el vaco, en lugar de vidanos ofrecen la internacional del terror. ( Primera Declaracin de laRealidad. Contra el neoliberalismo y por la humanidad , 1 de enero1996, [http://palabra.ezln.org.mx/]).

    Frente a esto, Marcos apela a un nuevo acoplamiento entre tradi-ciones de los oprimidos y futuro liberador:

    Como Alicia descubre que para alcanzar a la Reina Roja debe

    caminar hacia atrs, nosotros debemos voltear al pasado para po-der avanzar y ser mejores. En el pasado podemos encontrar ca-minos para el futuro. Y nosotros, ustedes, no tenemos aspiracinms grande que el futuro. Por eso es importante el pasado. Si algonuevo nace, es porque algo viejo muere. Pero en lo nuevo, lo viejose extiende y puede comerse el futuro si no lo acotamos, lo cono-cemos, le hablamos, lo escuchamos, en suma, si dejamos de tenerlemiedo. ( A los asistentes al V Encuentro Europeo de Solidaridadcon la Rebelin Zapatista , 30 de enero de 1996, [http://palabra.ezln.org.mx/]).

    Estos acentos benjaminianos con tonalidades poticas tomantambin los caminos del humor, incluso del humor contra s mismo,la autoderisin (ver tambin Corcuff, Doidy e Idrissi, 1997; y Cor-cuff, 2006-b). As, Marcos describe socarronamente su llegada a lospueblos indios de Chiapas armado de una verborrea poltica de

    tipo marxista-leninista, las absurdidades que habamos aprendi-

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    do cosas que nadie entenda3. Por eso fue necesario buscar otraspalabras, aprender a hablar con la poblacin, y entonces aprendimosa escuchar; antes habamos aprendido a hablar, como toda la izquierda

    (ibd.) Tenamos una concepcin cuadrada de la realidad. Cuando cho-camos con la realidad, este cuadrado se vio abollado como esa rueda quese ve all. Y comenz a rodar y a pulirse al contacto de las comunida-des (ibd.) metaforiza Marcos. Sin embargo, la funcin de portavoz,que incluye la confiscacin de la palabra, constituye un punto ciego en lasreflexiones militantes, y ms an en situaciones de lucha armada, en lasque el vocabulario virilista viene a apretar las tuercas frente a las urgencias

    y a los peligros de la accin. Mientras que el lenguaje de las armas con-duce frecuentemente a los jefes guerrilleros a la sacralizacin, Marcos seesfuerza, no sin dificultades, por emanciparse de la lgica del discurso deimportancia vehiculado por tantos portavoces. Por lo dems, el humorsera, segn Rgis Debray (1996, p. 170), un elemento que distingue aMarcos del Che Guevara: Un buscador de absoluto posedo por la CausaSuprema no puede aceptar verla relativizada por una palabra ingeniosa.Nadie puede apartarse de lo sagrado y menos an rerse de l a carca-

    jadas. La auto-irona humaniza, sealando sus fragilidades, el combateheroico, pero todava demasiado atrapado en las mallas de la bsqueda deabsoluto y de pureza de los revolucionarios como el Che Guevara. Marcosaparece como uno de los primeros portavoces revolucionarios que acep-tan mofarse de s mismo, interrogando as de manera libertaria los riesgosde la funcin del portavoz.

    Entre una pizca de nostalgia admirativa por los revolucionariospuros de ayer, una crtica del modelo de delegacin poltica a tra-

    vs del cual se ha expresado esta imposible pureza y una aperturahacia un renovado porvenir que reconoce esta vez las debilidadeshumanas, se abre paso una fragilidad melanclica fuertemente tei-da de humor entre los senderos del lenguaje neozapatista. Como loseala el historiador Jrme Baschet (2002, p. 269),

    El momento del zapatismo es el de una doble superacin que se

    esfuerza por dejar atrs dos coyunturas histricas inversas: el de las3 Marcos, en el film de Tessa Brisac y Carmen Castillo, Le vridique lgende du sous-com-mandant Marcos, 1994.

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    certezas revolucionarias transformadas en artculos de fe, y el de lasdesilusiones hechas de renuncia y de resignacin.

    Itinerario 7: La filosofa literaria deClaudio Magris, una melancola situadaentre utopa y desencanto

    Explorar filosficamente las cuestiones relativas al sentido de laexistencia contempornea a partir de las grandes novelas de fines del

    siglo XIX y de la primera mitad del siglo XX; abordar las cuestionespolticas vivas de la utopa y del desencanto a travs de la literatura:la obra original del escritor italiano Claudio Magris est todava pordescubrirse en gran medida. Claudio Magris naci en abril de 1939en Trieste, Italia, al pie de los Alpes y a orillas del mar Adritico, enlas proximidades de la frontera eslovena. Como universitario, espe-cialista de la literatura europea y escritor, Magris ha marcado la lite-ratura con su obra Danube(1986), que es una travesa entre ensayo

    y ficcin de laMitteleuropa. Se destacan particularmente dos de susensayos, en las que se disea una filosofa literaria o ms bien unafilosofa a partir de la literatura:

    En su magistral LAnneau de Clarisse. Grand Style et nihilismedans la littrature moderne (2003, 1 edicin italiana en 1984),Magris trata las cuestiones filosficas clsicas del sentido y delsin sentido de la existencia humana, pero en el marco socio-histrico contemporneo, trabajando con materiales literariostomados de las grandes novelas modernas (como los de ElasCanetti, Ivan Gontcharov, Robert Musil, Rainer Mara Rilke,Isaav Bashevis Singer, Mans Sperber, Robert Walser, etc.)

    En la coleccin de artculos Utopie et dsenchantement, (2001, 1edicin italiana en 1999), el autor disea una poltica melan-

    clica valindose de una melancola irnica con el fin de to-mar distancia con respecto a la utopa, pero al mismo tiempo

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    sin abandonar la conexin indispensable con un horizonteutpico y, por lo tanto, sin caer en el escepticismo o inclusoen el nihilismo.

    Los hroes de las grandes novelas modernas, que traducen deeste modo ciertas caractersticas de los individuos modernos, apa-recen en un equilibrio inestable permanente. Magris escribe as enLAnneau de Clarisse:

    El hroe de la novela modernay el individuo mismo que serefleja en l narrando su propia historiaes ante todo el prota-gonista de una escisin que lo separa de la totalidad de la vida ylo divide tambin interiormente () Sumergido en un conflictoentre diferentes valores y esferas de valor irreductibles las unas alas otras, el sujeto siente que no puede operar sus opciones segncriterios universalmente vlidos, pero tambin siente que no puedeexentarse de la bsqueda de valores () la crisis del sentido debeser constatada sin ilusiones, pero tambin sin la ilusin de que estacrisis habr de eliminar para siempre el problema del sentido, pro-

    porcionando de este modo a los hombres, liberados de la escisin yde la bsqueda, una quietud beata (2003, pp. 541-544).

    De aqu el recurso a la irona melanclica con respecto a los sin-sabores histricos y filosficos del sentido. Pero sin caer en la ilu-sin post-moderna segn la cual el problema del sentido ya no seplantea ms. En Utopie et dsenchantementMagris completa:

    Utopa y desencanto, antes que oponerse, deben sostenerse ycorregirse mutuamente () El desencanto, que corrige la utopa,refuerza la esperanza, su elemento fundamental. () El desencantoes una forma irnica, melanclica y aguerrida de la esperanza; lmodera supathosproftico y generosamente optimista, que subes-tima de buena gana las terrorficas posibilidades de regresin, dediscontinuidad y de trgica barbarie que estn latentes en la historia(2001, pp. 16-19).

    La irona melanclica rechaza el olvido de los impasses autorita-rios y totalitarios de los combates emancipadores, y aligera la utopa

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    de sus pretensiones de absoluto. Ella insufla una tica de la inquie-tud, sin deshacerse del aguijn de la esperanza, contrariamente a losembrollos del post-modernismo.

    Itinerario 8: Dos canciones melanclicas,Charles Aznavour y Miossec

    La melancola puede apropiarse tambin de las canciones populares.Me referir en esta octava fase de mi periplo a dos canciones france-sas: a) una cancin de 1971 de Charles Aznavour (cantante de origen

    armenio muy conocido): No, yo no he olvidado nada, y b) unacancin de 2009 de Miossec, cantante breton de la ciudad de Brest:Slo lo que he perdido (me pertenece para siempre).

    Ocupmonos, en primer lugar, de la cancin No, yo no he ol-vidado nada de Charles Aznavour. Dos antiguos amantes se cru-zan. Ambos fueron separados en su juventud por el padre de lamuchacha. No, yo no he olvidado nada, declara el hombre. Frentea la mujer amada, el hroe ordinario de la cancin comprende que,contrariamente a lo que pensaba, el pasado realmente no ha pasado:Yo crea que todo muere con el tiempo que pasa. Los recuerdos se agolpan:la separacin obligada de antao, lo que Benjamin llamaba el pasadooprimido, resurge. En Aznavour, la opresin se encarna en el padre,quien es el garante de las normas sociales y quien ha preferido parasu hija una marido elegido por su situacin. Y mi pasado retorna del fondode su derrota, exclama Aznavour haciendo eco a Benjamin. En efec-

    to, la derrota del pasado oprimido no es definitiva, y puede hacerrebotar un nuevo porvenir. El azar es curioso, provoca las cosas/y el des-tino apresurado hace una pausa por un instante. Por lo tanto no se trata dehacer una simple zambullida nostlgica en el pasado muerto, sino deaprovechar una oportunidad para imaginar juntos otro futuro. Si ttambin lo deseas, si ests dispuesta, canta Aznavour. Un encuentrofortuito abre al pasado desaparecido la posibilidad de encontrar otrosendero en el porvenir, un nuevo amor para Aznavour, una revolu-

    cin para Benjamin

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    Examinemos ahoraSlo lo que he perdido (me pertenece parasiempre), de Miossec. Despus de las rupturas, como despus de lamuerte, el pasado de nuestros gozos no se extingue necesariamen-

    te: Que los minutos y los segundos/ Pasados entre tus brazos/Jams melos podrs robar. Amores, amistades, deslumbramientos estticos ointelectuales, emociones polticas, el movimiento va acompaadode prdidas, y las prdidas nos colman de plenitudes todava activas:Slo lo que he perdido/ Me pertenece para siempre/ No se puede borrarlo que se ha adorado. El alejamiento puede constituir entonces unafidelidad: Porque hoy me dispongo a huir / conservndote para siempre.

    En el tono bravucn (Jams me lo podrs robar) se percibe, cierta-mente, una tentacin nostlgica que flirtea con el rencor, pero sinahogar por eso nuestras debilidades en sus aguas cidas. El pasado,el presente y el porvenir se enchufan entre s, por encima de las su-cesiones razonablemente lisas del tiempo homogneo y vaco delque habla Benjamin.

    El paso de los tiempos, e incluso de las desilusiones, no quiebraineluctablemente los encantos de ayer, sino que le dan a veces otro

    lugar en nuestras topografas personales: La imagen siempre se quedapegada al muro /An cuando el muro se haya desmoronado / La hiedra con-servar para siempre/ nuestros murmullos.

    Las tensiones que tejen nuestras fragilidades slo remiten a dis-cordancias temporales, pero tambin a desequilibrios dinmicos enel corazn de nuestros deseos: entre estabilidades protectoras e ines-tabilidades navegantes, familiaridades y descubrimientos, puntos dereferencia y atraccin de lo inaccesible. Desligarse, aferrarse Losrecuerdos continan ligndonos de cierta manera, como cuando unose aferra a una barra de cantina, mientras que nosotros tratamos de

    volar hacia otros cielos: Ser que uno se vuelve un poco demasiado loco/ Cuando ya no tiene / casi nada a que aferrarse? / Ser que nos hace sentirmuy bien / Andar en bicicleta sin usar las manos? Pesadez o levedad?Puede que la una no vaya sin la otra, con titubeos, choques y cegue-ras recprocas.

    En los dos casos, las canciones expresan, en sus propios registrosartsticos, distintos del de una filosofa o del de una sociologa de

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    la melancola, antinomias que trabajan la experiencia considerandootra organizacin de las temporalidades, otro modelo de historici-dad diferente del encadenamiento evolucionista y progresista clsico

    de pasado-presente-futuro.

    Itinerario 9: Melancola de la fragilidad,de Ludwig Wittgenstein a la novela negra

    La confrontacin con la cuestin de la duda puede arrastrarnos ha-cia los vaivenes melanclicos entre interrogacin filosfica y no-

    velas policiales. Aqu podra resultar esclarecedor un dilogo entreel tratamiento de la duda por Ludwig Wittgenstein en su segundafilosofa y la novela negra de Dennis Lehane, Shutter Island(2003,adaptada al cine en 2010 por Martin Scorsese). En efecto, ShutterIslandnos conduce hacia los meandros extremos de las incertidum-bres humanas, hacia los confines de la paranoia, all donde prospe-ran las teoras del complot, del 11 de septiembre de 2001, de la gripeH1N1 De este modo los conspiracionismos ms extravagantes sedifunden con gran xito en Internet a escala global.

    Sin embargo, la duda forma parte de la constitucin del individuooccidental moderno a travs de la figura de la razn crtica, apun-talando la posibilidad de la crtica social. As lo atestigua uno de losprimeros preceptos enunciados por Ren Descartes en su clebreDiscours de la mthode: no aceptar nunca como verdadera ningunacosa () que yo no haya tenido oportunidad de poner en duda

    (1973, p. 46). Pues bien, esta duda es susceptible de revelar poderesinvasores, ms an, auto-devorantes. Dnde situar entonces el l-mite sugerido por Descartes, que nos adverta contra los escpticosque slo dudan por dudar? (ibd., p. 57). Dnde se sita la legtimapuesta en duda de los prejuicios dominantes y dnde comienza eldelirio paranoico?

    Los recorridos narrativos cincelados por Lehane adoptan en pri-mer lugar las interrogaciones de aquellos cuya duda apunta a la sos-

    pecha de un complot y que se ven obligados a defenderse frente asu estigmatizacin como paranoicos:

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    Si se te juzga como demente, entonces todos los actos que debe-ran probar lo contrario son interpretados como los de un demente.Tus sanas protestas constituyen una mera negacin. Tus legtimos

    temores se convierten en paranoia. Tu instinto de sobrevivencia escalificado como mecanismo de defensa. Es un callejn sin salida (Le-hane, 2003, p. 214).

    Por lo dems, durante la mayor parte del relato el hroe parecetener razn contra las acusaciones de paranoia que se le hacen. Peroentre los pliegues de la novela (y en los planos de la pelcula) se filtratmidamente otra (pequea) voz, que llega a imponerse en el des-

    enlace: y si este hombre estuviera realmente loco? Porque ShutterIslandaparece, a fin de cuentas, como una crtica de las teoras delcomplot y de su circularidad:

    Has logrado convencerte de que siempre has sido marshal, y quea este ttulo has venido a hacer una investigacin en Shutter Island.En esta ocasin, has descubierto una vasta conspiracin; por con-siguiente, todo lo que podemos decir o hacer para probarte lo con-

    trario no sirve ms que para mantener la ilusin del complot (ibd.,p. 258).

    Sin que la confusin se haya disipado en modo alguno, una pro-bable verdad se abre paso al final: una auto-ilusin habra servidopara recubrir un drama ntimo de nuestro (antiguo) marshal. Cabepreguntarse entonces si el relato no desemboca en la posibilidadde una duda ms razonada, capaz de frenar las derivas de una duda

    absoluta, pero dejando abiertas zonas borrosas que ninguna reglaracional podra regentar anticipadamente.Encontramos aqu algunas convergencias con las pistas sealadas

    por Ludwig Wittgenstein en un pequeo libro inacabado, intituladoDe la certitude(2006). Al final de su reflexin, ni la certeza ni la dudaaparecen como omnipotentes. No seran entonces posiciones ade-cuadas ni un racionalismo integrista y hegemnico que afirme elprimado de un conocimiento cierto e ilimitado en el movimiento de

    las sociedades humanas, ni un relativismo extremo que nos conduz-ca a perdernos en los abismos de una duda integral.

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    El que quisiera dudar de todo no llegara nunca a la duda. Eljuego de dudar presupone por s mismo la certezaescribe Witt-genstein (ibd., 115, p. 46).

    Porque habra que dudar entonces de la misma palabra duday de la misma puesta en duda La duda absoluta e ilimitada seraentonces auto-refutante, es decir, se refutara a s misma. De aqula nocin metafrica degozne(como los goznes de una puerta), quepone el acento sobre el hecho de que todo discurso supone lo no-interrogado (lo que no ha sido sometido a duda, incluyendo el mis-mo discurso de la duda) simplemente para poder ser enunciado:

    ... las cuestiones que planteamos y nuestras dudas reposan sobreel hecho de que ciertas proposiciones estn substradas a la duda

    son, por as decirlo, come goznes sobre los cuales giran nuestraspreguntas y nuestras dudas () Si quiero que la puerta gire, se re-quiere que los goznes estn fijos (ibd., 341 y 343, p. 98).

    Tanto la duda como la certeza se toparan entonces con lmitesprcticos, puesto que ellas giraran sobre goznes necesariamen-te no interrogados.

    El filsofo americano Stanley Cavell (1996) ha prolongado la ins-piracin wittgensteiniana en una direccin estimulante:

    ... toda la enseanza de Wittgenstein est dirigida por el afnde reaccionar frente al escepticismo () Se pierde lo que podrallamarse efecto Wittgenstein si () uno no se abre a la amenaza

    del escepticismo (i.e., al escptico que uno lleva dentro de s mismo)(p. 89).

    Por lo tanto, refrenar el escepticismo no pasara por su negacin,sino por una confrontacin con las dudas y las incertidumbres quejalan la condicin humana. El escepticismo tendra que ser contenido,en el doble sentido de integrarlo y de impedir que se desborde. Escomo marchar sobre una cuerda tensa, aade Cavell (ibd., p. 85).

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    Tanto la narracin policial de Lehane como el anlisis filosficode Wittgenstein parecen orientarnos hacia algo parecido a una per-

    plejidad razonada. sta sera una manera de asumir nuestras fragilida-

    des, aquello que se nos escapa en nuestros conocimientos parcialesy provisorios del mundo, abandonando al mismo tiempo la preten-sin a la omnisciencia, todava implicada en la lgica de la duda ili-mitada bajo una forma negativa y auto-devorante. La razn crtica y,por ende, la crtica social, no tendra que ser desconstruda comoen el post-modernismo, sino ms bien dotada de una solidez re-lativa al estar ms localizada, en la ruptura definitiva de sus amarras

    con lo absoluto. Y cierta melancola acompaara esta reorientacinsi recordamos que LEnciclopdiede Diderot y DAlembert, el granlibro de las Luces del Siglo XVIII, caracterizaba la melancola del si-guiente modo: Es el sentimiento habitual de nuestra imperfeccin(2005, p. 683).

    Itinerario 10: Melancola antropolgica

    de la sociologa de BourdieuLa obra de Pierre Bourdieu ha contribuido, en la segunda mitad delsiglo XX, a renovar la sociologa crtica en un sentido post-marxis-ta, incluyendo los aportes marxianos, aunque tambin est atrave-sada por una serie de tensiones (ver Corcuff, 2003-b y 2009). Algu-nas de estas tensiones atraviesan los presupuestos antropolgicos(en sentido filosfico) activos en sus trabajos cientficos. Estamos

    hablando aqu de antropologas en el sentido de antropologas filosfi-cas, es decir, de consideraciones implcitas relativas a las caractersti-cas de los humanos y de la condicin humana que pre-estructuransu mirada sociolgica (ver Corcuff, 2003-b, parte 5, pp. 89-126, y2008).

    La antropologa de la lucha contra la muerte simblica y la an-tropologa de la libertad relativa mediante el conocimiento de lospropios determinismos sociales constituyen dos de las antropolo-

    gas filosficas detectables en la sociologa de Bourdieu. La primeraantropologa (la nica que ha sido explcitamente reivindicada por

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    Bourdieu en susMditations pascaliennes, 1997) se define por la impo-sibilidad de escapar a los juegos que tienen por objeto de inters la

    vida y la muerte simblicas (ibd., p. 281). Bourdieu parte aqu de

    un sin sentido original que caracterizara la condicin humana, queno remite a ninguna necesidad divina o natural. Por lo tanto, las so-ciedades humanas seran llevadas a producir socialmente un sentidocolectivo e individual a fin nos dice Bourdieu de arrancarseal sentimiento de la insignificancia de una existencia sin necesidad(ibd., p. 283). Frecuentemente esta antropologa reviste en Bourdieuuna tonalidad pesimista cuando identifica, bajo la gida de Pascal,

    algo as como una ficcin social (ibd., p. 286) que coloca artificial-mente en su centro el ser percibido (ibd., p. 284). De este modo,uno se siente frecuentemente tentado a considerar esta comedia so-cial como una carrera de persecucin artificial, sin meta alguna, porel reconocimiento por parte de los otros. Estos recursos antropol-gicos nutren de modo particular las investigaciones empricas de suobra La distinction(1979).

    La segunda antropologa parece ms optimista, ya que abre la po-

    sibilidad de la emancipacin. Este hilo antropolgico tiene sus fuen-tes en la concepcin original de la libertad presentada por Spinozaen suthique(1965), en la que pone el acento sobre el conocimientode las propias determinaciones contra la ilusin del libre arbitrio.Es as como Bourdieu enfoca, en la ltima frase de su Sens pratique,la posibilidad de la emergencia de un sujeto:

    ... la sociologa () ofrece un medio, que puede ser el nico, de

    contribuiraunque fuera por la conciencia de las propias deter-minacionesa la construccin de algo parecido a un sujeto, quede otro modo estara abandonado a las fuerzas del mundo (1980,p. 41).

    Este optimismo antropolgico moderado, que deja abierta laposibilidad de una emancipacin relativa, ha nutrido sobre todo laepistemologa de la reflexividad sociolgica de Bourdieu. Tambinha ocupado un lugar importante en los puentes tendidos entre su

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    sociologa y sus compromisos pblicos. Bourdieu escribe, por ejem-plo, en el post-scriptum de La misre du monde: armado con estesaber, el mundo social puede deshacer lo que el mundo social ha

    hecho (1993, p. 944).Se trata de una comedia social ineluctablemente artificial, que

    podra ser contemplada a lo ms con la lucidez del espectador des-encantado, aunque desarmado?; o de un auto-conocimiento eman-cipador (tanto a nivel individual como colectivo) que desemboca enuna accin transformadora? Emergen entonces en los escritos deBourdieu una tensin y una vacilacin antropolgicas que proveen

    a su sociologa recursos diferenciados en funcin de las encuestasy de los textos, con el fin de esclarecer los problemas sociales con-temporneos. El primer polo frenara el compromiso del socilogoen la sociedad, dotndolo de una cierta inutilidad; el segundo, por elcontrario, lo apuntalara. De esta torsin puede nacer una melanco-la tanto en la relacin con los conocimientos sociolgicos, como asus usos polticos.

    Itinerario 11: Epistemologa melanclica,de Max Weber a Jean-Claude Passeron

    En sus primeras pocas positivistas, la epistemologa de las cienciassociales ha mostrado frecuentemente tonalidades optimistas y con-quistadoras en relacin con la creencia en un Progreso ineluctablesustentado por el trabajo de la Ciencia. En nuestros das, las tenta-

    ciones post-modernas de deconstruccin y de diseminacin delsentido ms bien hacen estallar en pedazos ese optimismo inicial.Pero quizs no estemos obligados a elegir entre las creencias delayer en los absolutos, y el vaco que tiende a dejar actualmente sudeconstruccin. Tambin ha marcado con su sello a la epistemo-loga sociolgica una inspiracin melanclica caracterizada por unainquietud relativista que no por eso abandona la bsqueda del rigorcientfico para cambiarlo por un relativismo extremo del todo se

    vale.

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    As, Max Weber considera los lmites y el carcter parcial de losconocimientos como el motor de un nuevo dinamismo de la socio-loga en la toma de conciencia tanto de su pluralidad constitutiva

    como de su renovacin perpetua:

    ... existen ciencias a las que se ha concedido mantenerse eter-namente jvenes. Tal es el caso de todas las disciplinas histricas, esdecir, de todas aquellas disciplinas a las que el flujo eternamentemvil de la civilizacin aporta incesantemente nuevos problemas.Por esencia, su tarea choca con la fragilidad de todas las construc-ciones tpico-ideales, pero inevitablemente ellas se ven obligadas a

    elaborar continuamente otras nuevas (1965, p. 202).

    Con base en esta inscripcin histrica de las conceptualizacionessociolgicas, Jean-Claude Passeron ha clarificado, desde comienzosde los aos 1980, las caractersticas epistemolgicas de las cienciassociales (Passeron, 1982, 1991, 1994 y 2000). Esto lo ha conducidoa una proposicin epistemolgica fuerte:

    Se trata de poner al desnudo, a partir de la rusticidad de losenunciados, la forma lgica de todo razonamiento sociolgico, conel fin de aclarar la relacin que mantienen con las pruebas empricaslas aserciones descriptivas y explicativas que, en las ciencias sociales

    ciencias que son necesariamente histricas, so pena de conver-tirse en ciencias de la quimerapor el olvido de su objeto realnopueden fundarse ms que en la observacin de configuracionessingulares (Weber) que no se repiten jams en su integralidadlo

    que es evidente por s mismo, y que, sobre todo, nunca son ana-lizables en trminos de una lista finita de variables cuya pertinenciapudiera ser establecida experimentalmente o, por lo menos, estabi-lizada progresivamente (Passeron, 1991, pp. 358-359).

    Esta incompletud de las teorizaciones sociolgicas nos invita en-tonces, en un movimiento infinito, a explorar tanto sus adecuacio-nes como sus inadecuaciones a los objetos estudiados (Passeron,

    1982), para evitar que ellas se cuajen en forma de dogmas rutiniza-dos. Por lo tanto, la sociologa, estructuralmente pluralista desde el

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    Cultura y representaciones sociales

    punto de vista terico (Passeron, 1994), edifica un rigor especficoen la comparacin crtica, por medio de conceptos analgicos (Pas-seron, 1982 y 2000), esto es, de contextos no estrictamente equiva-

    lentes. De este modo se abandonan las ambiciones de conocimientoabsoluto y/o definitivo, pero manteniendo a la vez los objetivos deuna inteligibilidad racional. La melancola epistemolgica se vuelveaqu gozosa, ya que la nostalgia de las pretensiones totalizadorasde ayer est contrabalanceada por el entusiasmo de los descubri-mientos por venir, mantenindose el rigor cientfico como una ideareguladora contra el confusionismo post-moderno.

    A manera de apertura hacia nuevosrecorridos melanclicos

    En un libre homenaje a Daniel Bensad, en este texto hemos tratadode proseguir la experimentacin de un cuestionamiento que atravie-sa una variedad de registros culturales (textos filosficos, sociol-gicos, polticos, literarios y canciones populares), una diversidad dejuegos de lenguaje, si es que se sigue la inspiracin del segundo

    Wittgenstein. No se trataba de abatir ciertos juegos de lenguajesobre otros, sino de hacer brotar de sus interferencias nuevas briz-nas de inteligibilidad y de sensibilidad. Esto no reemplaza ni a lasociologa, ni a la filosofa, ni a la poltica, ni a la literatura, ni a lacancin como actividades relativamente autnomas, pero puede ha-cerlas dialogar en un sentido renovado y esclarecedor, a partir de sus

    intersecciones. La melancola nos ha servido como nocin-pasaje detonalidades analgicas. Es la melancola del amigo Bensad la que haabierto estas exploraciones, y es tambin ella la que le dar aqu unfinal provisorio, abierto sobre nuevos rebotes posibles.

    Une lente impatience: tal es el ttulo de la autobiografa poltica eintelectual publicada por Daniel Bensad en 2004. Su penltimo ca-ptulo, donde l hablaba pdicamente de su enfermedad, se intitulaFin et suite (Fin y continuacin). Un testimonio de su generosidad,

    un llamado a proseguir prctica y tericamente los desbrozamientosde una poltica renovada de emancipacin por l esbozados. Melan-

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    clicamente, sin contener las lgrimas que provocan su ausencia,sonriendo al evocar los gratos recuerdos, llenndonos de la prdida,de su prdida Slo lo que he perdido me pertenece para siempre, canta

    Miossec

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    * Anexos : textos de las dos cancionescitadas

    No, yo no he olvidado nada (1971)(Letra de Charles Aznavour msica de George Garvarentz; versin audio eninternet: http://www.youtube.com/watch?v=qbSaf93k-uA)

    Jams hubiera credo que nos volveramos a encontrarEl azar es curioso, provoca las cosas

    Y el destino apresurado hace una pausa por un instanteNo, yo no he olvidado nada

    Sonro a pesar mo slo con mirarte

    Si bien los meses y los aosMarcan frecuentemente a los seres

    T no has cambiado nada salvo tal vez el peinadoNo, yo no he olvidado nada, nada

    Qu si estoy yo casado? vamos, no tengo gana alguna de elloAmo mi libertad y adems dicho sea entre t y yo

    No he encontrado la mujer de mi vidaPero vamos a tomarnos una copa y hblame de ti

    Qu has hecho de tu vida? Eres rica y te sientes colmada?Vives sola en Pars? Pero entonces, qu pas con ese matrimonio?

    Entre nosotros: tus padres se habrn muerto de rabiaNo, yo no he olvidado nada

    Quin me hubiera dicho que un da sin provocarloEl destino de golpe nos pondra frente a frente

    Yo crea que todo muere con el tiempo que pasaNo, yo no he olvidado nada

    No s qu decir ni por dnde empezarLos recuerdos se agolpan invadiendo mi cabezaY mi pasado retorna desde el fondo de su derrota

    No, yo no he olvidado nada, nada

    En la edad en que slo tena mi corazn por armaTu padre que tena otras ambiciones para ti

    Quebr nuestro amor e hizo brotar nuestras lgrimasEligindote un marido de buena situacin

    Quise volver a verte, pero te tenan enclaustrada

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    Te escrib cien veces, pero sin recibir respuestaMe tom mucho tiempo darme finalmente por vencido

    No, yo no he olvidado nada

    Pasan las horas y el caf est a punto de cerrarVen conmigo, s, te acompao por las calles muertas

    Como en los tiempos en que te robaba un beso junto a tu puertaNo, no, yo no he olvidado nada

    Cada estacin del ao era nuestra estacin para amarnosY no le temamos ni al invierno ni al otoo

    Siempre es primavera cuando nuestros veinte aos resuenanNo, no, yo no he olvidado nada

    Me hizo bien sentir tu presenciaMe siento diferente y como un poco ms alivianado

    Se necesita a menudo un bao de adolescenciaEs dulce retornar a las fuentes del pasado

    Quisiera si t tambin lo quieres y sin forzarte volver a verte si es posibleSi t tambin lo deseas si ests dispuesta

    Si t tampoco nada has olvidadocomo yo no he olvidado nada

    Slo lo que he perdido (me pertenece para siempre)(2009)

    (letra de Miossec msica de Miossec y Yann Tiersen; versin audio en internet:http://www.youtube.com/watch?v=XKM1rlw_z-M)

    Slo lo que he perdidoMe pertenece para siempreQuizs hubieras tenido que

    Saber que esto era una verdadQue los minutos y los segundos

    Pasados entre mis brazosJams me los podrs robar

    Que ellos quedarn grabados en mi memoriaComo cuando uno se aferra a una barra de cantina

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    (Estribillo:)Ser que uno se vuelve un poco demasiado loco

    Cuando ya no tiene casi nada a que aferrarse?Ser que nos hace sentir muy bien

    Andar en bicicleta sin usar las manos?Ser que hay que sentirse al borde del lmite

    para sentirse finalmente bien?Slo lo que he perdido

    Me pertenece para siempreNo se puede borrar lo que se ha adoradoLa imagen siempre se queda pegada al muroAn cuando el muro se haya desmoronado

    La hiedra conservar para siempre nuestros murmullosLo que guardo en mis recuerdos

    Nunca me lo podrs arrancar(Estribillo x2)

    Slo lo que he perdido

    Me pertenece para siempreDesde las ms graves heridasHasta la ms pequea llaga

    Porque hoy me dispongo a huirConservndote para siempre

    (Estribillo)