Corazón Impostor Primer Capítulo

7/31/2019 Corazn Impostor Primer Captulo

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Prisin Newgate, Londres, marzo de 1816.

Hugh Ellingham levant los pesados prpados cuando escuch el quejido

de uno de sus compaeros de celda. Sus odos ya se haban acostumbrado al

sonido gutural que retumbaba contra los fros y hmedos muros de aquel inmundo

calabozo. Haba perdido la cuenta del tiempo que llevaba metido all dentro.

Dentro de aquel cubculo en donde solo lograba filtrarse el sol por una ranura en la

pared, las horas y los das se asemejaban de una manera cruel.Se incorpor y apoy la dolorida espalda contra la pared, la tela de su

camisa se haba rasgado y ya ni siquiera recordaba de qu color era; el sudor y el

polvo acumulado haban transformado la tela en unos cuantos jirones que

colgaban de su torso. Se llev una mano a la cabeza y hundi los dedos en su

larga cabellera morena. Le haba crecido hasta los hombros y caa desordenada


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encima de su frente. Apart de un manotazo unos mechones y se toc el mentn,

all donde una barba profusa cubra la mayor parte de su demacrado rostro. Haba

perdido peso, su vestimenta le iba holgada y se le notaban los huesos. Nada

quedaba de Hugh Ellingham, uno de los jvenes nobles ms destacados y

respetados de la sociedad londinense. Poda apostar hasta lo que no tena que

todos ya se haban olvidado de l. El futuro conde de Ellingham que una noche,

haca varios aos, haba sido apresado por los hombres de la Corona y enviado a

Newgate a cumplir su condena.

Siempre haba sido un joven entusiasta e idealista y se haba embarcado en

trifulcas polticas sin siquiera dudarlo. Por eso cuando uno de sus amigos le habl

de un posible complot para destituir al Rey Jorge III, form parte de la revuelta

para intentar evitarlo. Pero la buena fortuna no lo acompa. Alguien les tendi

una trampa y l fue acusado injustamente de traicin y enviado a prisin.

Tena veinticuatro aos en ese entonces y aquella celda inmunda se haba

robado la mayor parte de su juventud.

Observ hacia un costado: uno de sus tres compaeros de celda a quien

conoca como Darren, el escocs, se quejaba de dolores de estmago. Haca ya

varios das que se revolva en el suelo con fuertes estertores que lo dejaban

exhausto y tembloroso. Ninguno de los carceleros se preocup por saber qu le

suceda, era intil mandar a llamar a algn galeno, a nadie le importaba la suerte

que corran los prisioneros de Newgate. Solo haban dos maneras de salir de

aquel nefasto lugar: escapando o muriendo.

Ya haba visto a muchos morir y saba que lo esperaba el mismo destino.

Darren tosi con fuerza y extendi su mano huesuda hacia l.

Ingls siempre le deca as. Aydame

Hugh se puso de pie y se acerc. Heda a vmito y a sudor pero no le

import.

Qu sucede, escocs? No vas a morirte precisamente hoy le dijo en

son de broma. Resiste un poco ms, estoy seguro de que en unos pocos das

vendrn a sacarnos de aqu.


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Darren Ferguson, el escocs como todos le decan, esboz media sonrisa.

Lleg lleg mi hora, amigo le dijo retorcindose de dolor.

Hugh ech un vistazo a la puerta de la celda. Saba que nadie le hara caso

pero deba intentarlo, no poda dejar que l se muriera en sus brazos como unperro apestado. Haba presenciado demasiada muerte y dolor en el tiempo que

llevaba prisionero.

La quejumbrosa voz del escocs lo trajo al presente.

No te van a hacer caso le dijo Darren asindolo del brazo para

impedirle que se pusiera de pie. Escucha, hay algo que quiero que busques

La voz del escocs se haca cada vez menos audible. Hugh se acerc ms

para poder escucharlo.All seal su vieja y sucia alforja que descansaba en un rincn de la

celda.

Hugh se puso de pie y la busc. Ech un vistazo a los otros dos prisioneros

que observaban la escena con el pnico impreso en sus ojos.

Se arrodill al lado del escocs nuevamente y le entreg su alforja.

Como pudo, Darren Ferguson hurg dentro de ella y sac unos sobres

amarillentos y rados atados con un hilo grueso.

Quiero que conserves estas cartas se las entreg en la mano. No

dejes que ellos las encuentren le pidi al borde de la desesperacin.

Pero intent decir algo pero el moribundo no se lo permiti.

No te preocupes, no representan ningn peligro para ti le asegur.

Son cartas que guard durante aos y que no quiero que terminen en las manos

equivocadas. Ellos me han quitado la libertad y la vida pero no me quitarn esto.

Hugh percibi que para el escocs aquellas cartas significaban mucho, las

miraba con embelezo como si de un tesoro se tratasen. Las estruj y lo mir a los

ojos.

Estarn seguras conmigo, te prometo que nadie las encontrar.


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Darren Ferguson asinti con un leve movimiento de cabeza y lo mir

aterrado. Lentamente su cuerpo comenz a sacudirse en intensas convulsiones,

su cabeza cay hacia atrs y cuando Hugh vio la sangre brotar de sus labios supo

que el final haba llegado. Apret su mano con fuerza; los otros dos prisioneros se

acercaron y comenzaron a orar. Cuando el escocs lanz un ltimo y lastimoso

suspiro Hugh alz la mano y cerr sus ojos.

Descansa en paz escocs dijo con el cuerpo de su amigo an entre sus

brazos.

Unos cuantos minutos despus los guardias entraron a la celda, y al ver

que uno de los prisioneros haba muerto, salieron para anunciarlo. Al parecer la

muerte del escocs, acusado de fraude a la Corona, caus un gran revuelo.

Hugh y los otros dos colocaron el cuerpo inerte de Darren Ferguson en un

rincn de la celda esperando que vinieran a retirarlo. Hugh saba que sera

arrojado a una fosa comn en donde nunca nadie podra ir a llorarlo. Ignoraba si

tena familia pero seguramente haba dejado algn ser querido en su Escocia

natal. Entonces record las cartas que le haba entregado y que l despus haba

guardado celosamente dentro de sus botas.

Haba comenzado a oscurecer y el sol, la nica luz que entraba a la celda,

apenas echaba un poco de claridad al lugar. Tendra que esperar hasta el da

siguiente para poder leer el contenido de aquellas cartas que el escocs haba

insistido en que l ocultase.

El rumor de pasos acelerados en el pasillo y el posterior ruido de llaves les

indic que los guardias haban regresado. Dos de ellos entraron a la celda y

arrojaron unas cuantas mantas y una tabla de madera.

Poned el cadver de su amigo all dijeron en tono burln. Maana a

la maana alguien vendr por l.

Maana? espet Hugh molesto.

Algn problema? el ms alto de los guardias lo mir de arriba abajo

con altivez.

Hugh no dijo nada, solo neg con la cabeza.


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Lo envolvis bien! No queremos que apeste mientras lo llevamos a la

fosa! Ordenaron mientras abandonaban la celda soltando una carcajada.

Hugh mir a los dems, ninguno de los dos se acerc al cuerpo del

escocs. Entonces recogi las mantas y las coloc encima de la tabla que servira

de lecho de muerte para el hombre que se haba convertido all dentro en su nico

amigo.

A la maana siguiente Hugh abri los ojos antes que nadie. El rayo de sol

que se filtraba a travs de la abertura en la pared lo haba despertado. El cuerpodel escocs ya se estaba descomponiendo y el olor se haca insoportable. Lo

observ durante unos segundos y comprendi que a l le esperaba el mismo final.

Tena que escapar de all, no poda acabar igual, sufriendo y padeciendo

horrores. Se levant de un salto y fue hasta el rincn en donde descansaban sus

dos compaeros.

Hey, despertaos!

Los dos hombres lo miraron asustados. Hugh solo saba que se llamabanPeter y Luke y que estaban all por haber robado unas gallinas.

Debis ayudarmeles dijo. Voy a escapar y no podr hacerlo solo.

Los dos jvenes se miraron sorprendidos.

Cmo vas a escapar? Es imposible! dijo Luke, el ms robusto de los

dos.

No si vosotros me ayudis.

Y qu ganaramos nosotros? inquiri Peter frunciendo el ceo.

Prometo que cuando est afuera ver el modo de sacaros, solo habis

robado un par de gallinas y ya se ha cumplido vuestra condena. Seguramente

seris liberados si alguien intercede por vosotros respondi esperando poder

convencerlos.


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Volvieron a mirarse pero esta vez ya no haba sorpresa o temor en sus ojos

sino un vestigio de esperanza.

Cul es el plan, ingls?

Hugh sonri aliviado cuando ellos finalmente aceptaron.

Cielo santo, el escocs apesta! exclam uno de los guardias

cubrindose la nariz al entrar a la celda.

Peter y Luke no dijeron nada; en el mismo rincn en donde lo haban dejado

la noche anterior estaba el cuerpo de Darren cubierto con las mantas y atado de

modo que no se cayera de la tabla al ser transportado.

Si queris mi amigo y yo podemos encargarnos de llevarlo dijo Luke

siguiendo al pie de la letra el plan que haba ideado el ingls.

Los dos guardias se quedaron pensativos.

Dnde est el ingls? pregunt uno de ellos.

Durmiendo, all la mano de Peter seal un bulto en el rincn. Creoque se contagi de la enfermedad del escocs

Est bien el guardia ya no soportaba el hedor que emanaba del

cadver, si no sala de aquella celda de inmediato se pondra a vomitar all

mismo. Ustedes dos os encargaris de llevar al muerto. Daos prisa!

Peter y Luke tomaron la tabla por sus extremos y la levantaron con cuidado.

El cadver se movi un poco hacia un lado y ambos se asustaron. Se detuvieron

en seco; un error y todo se ira al demonio.Vamos, no tenemos todo el da! grit el ms viejo de los guardias.

Los dos prisioneros reanudaron la marcha bien custodiados. Antes de

abandonar la celda uno de los carceleros ech un vistazo al bulto que en un rincn

continuaba sin moverse.


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El prximo sers t, ingls!

La puerta de la celda se cerr violentamente y la figura que yaca en el

rincn oscuro ni siquiera se inmut.

La pequea comitiva atraves el patio trasero de la prisin en direccin a lafosa comn.

Luke y Peter caminaban lentamente cargando el peso del muerto sobre sus

hombros. Los guardias iban detrs de ellos, cubrindose el rostro con un pauelo

para evitar el olor nauseabundo de la muerte.

Finalmente llegaron a destino. Los prisioneros bajaron la tabla de madera y

la depositaron en el suelo, uno de los guardias se acerc y observ el bulto

fuertemente atado.Tuvo que alejarse de inmediato porque el hedor era prcticamente

insoportable a pesar de que estaban al aire libre.

Apuraos que no tenemos todo el da! orden el guardia.

Peter y Luke se miraron, unos segundos ms y el plan sera un xito.

Volvieron a levantar la pesada madera y se acercaron a la fosa.

Esperad! los detuvo uno de los guardias.

Un sudor helado baj por la espalda de los dos prisioneros.

El guardia avanz hacia ellos, su mano enguantada le cubra la boca y la

nariz. Con la mano que tena libre hurg entre las mantas y las separ un poco

hasta poner en evidencia el rostro plido y delgado de Darren Ferguson.

Hasta nunca, escocs salud burlonamente antes de escupirlo.

Volvi a cubrir su rostro y les orden a Peter y a Luke que lo echaran a la

fosa.

Ambos dejaron escapar un soplo de alivio y sin perder ms tiempo se

deshicieron del cuerpo del escocs arrojndolo con tabla y todo dentro de la fosa.

Vamos, daos prisa, la celda os espera!


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Tanto Peter como Luke echaron un ltimo vistazo al hondo pozo en donde

yacan una decena de cadveres.

Unos cuantos segundos ms tarde, alguien se movi en medio de toda

aquella podredumbre de carne y huesos.

Mansin de los Wakefield, Londres.

Camille Wakefield se paseaba inquieta por su habitacin. Su cabello dorado

atado con un moo de terciopelo se balanceaba de un lado al otro.

Deja de moverte, hija! orden Lady Marian Wakefield exasperada ante

la actitud de su hija menor. Despus de todo es natural que tu prometido quiera

verte a solas, no deberas preocuparte.

Camille se qued quieta, se dio media vuelta y clav sus enormes ojos azul

turquesa en el rostro impasible de su madre.Madre, desde que nuestro compromiso fue anunciado el seor

Applebone ha insistido en que quiere verme a solas! Le he dicho a padre que no

me parece prudente

Tu padre ha dado su consentimiento y por eso ha concertado este

encuentro, hija. Entiende que el seor Applebone quiere pasar ms tiempo contigo

para conocerte mejor. Desde que te has convertido en su prometida apenas se

han visto un par de veces.Camille saba que su madre tena razn pero no tena el ms mnimo

inters en tener una cita a solas con Andrew Applebone.

En tan solo unos meses cumplira veintitrs aos y no era bien visto en la

sociedad londinense que una jovencita de su edad an no estuviera casada. Por


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ese motivo su padre se haba esmerado en conseguirle un pretendiente adecuado

quien adems era poseedor de una importante fortuna y una posicin social

envidiable; sin duda virtudes con las que cualquier dama se sentira satisfecha.

Pero Camille Wakefield no era como las dems jovencitas que aoraban casarse

con un importante y guapo aristcrata.

En qu tanto piensas, Camille? Su madre se puso de pie para

acomodar la falda del vestido celeste que luca su hija esa tarde.

En nada, madre, bueno en realidad si estaba pensando en algo le dijo

frunciendo el ceo. No cabra la posibilidad de que padre desistiera de

casarme con el seor Applebone?

Lady Marian Wakefield mir con un gesto de reprobacin a su hija.

Ni lo suees, Camille! Esa boda se llevar a cabo aunque patalees y

armes alguna de tus rabietas! le advirti.

Camille observ a su madre cuando se march y la dej sola. Le hubiera

gustado que la apoyara y le dijera que si no quera casarse con el odioso seor

Applebone no lo hiciera, pero a nadie en aquella casa pareca importarle lo que

ella deseaba. Lanz un suspiro de resignacin y se dej caer en la enorme cama,

ni siquiera le import que su vestido se arrugara.

De inmediato sus ojos se desviaron hacia el enorme bal que descansaba

en un rincn de su habitacin. Se levant, fue hasta l y abri la pesada tapa.

Hurg debajo de las mantas que se guardaban all y sac una cajita de

madera del fondo.

La cogi con ambas manos y regres a sentarse en la cama.

Pas un dedo por la rosa labrada en madera que ocupaba casi toda la tapa

y luego la levant lentamente. Haca mucho tiempo que no abra aquella cajita demadera que guardaba el mayor de sus tesoros. Al ver las cartas amarillentas se

sinti embargada por la emocin. Haba recibido la ltima haca mucho tiempo. Y

haban pasado ya nueve aos desde que l la haba dejado.


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Cerr los ojos al recordar el rostro del muchacho que una tarde de verano

en Dover se haba robado su corazn. Cogi una de las cartas y la abri. Volver a

contemplar su caligrafa un tanto desgarbada le provoc sensaciones que haba

guardado en su pecho durante demasiado tiempo. Desdobl el papel y respir

profundo. Haca al menos un ao que no lea las cartas que Darren le haba

enviado religiosamente durante ocho meses, luego de que se hubieran separado

una tarde calurosa de verano de 1807.

Si se concentraba hasta poda traer a su memoria las palabras y los gestos

de Darren en esa tarde en donde sus vidas quedaron definitiva y dolorosamente

separadas.

l la haba ido a buscar a la casa de su ta Mildred para dar un paseo por la

orilla del mar hasta rodear los majestuosos y blancos acantilados que coronaban

la playa de Dover y ella, despus de haber pedido permiso, haba salido de la

casa prendida de su mano.

Se haban conocido durante esas primeras vacaciones; el padre de Camille

la haba enviado para que su ta Mildred le enseara las labores necesarias que

un da haran de ella una excelente esposa. Haba aprendido a bordar, a hacer

punto, e incluso a hornear deliciosos pasteles, pero lo ms divertido era pasar las

tardes tumbada en la hierba leyendo las novelas romnticas que consegua sacar

a escondidas de la biblioteca.

Pero sus das de vacaciones en la casa de su adorada ta dieron un vuelco

significativo una tarde en la que se encontraba paseando por la ciudad.

Sonri al recordar la escena de su primer encuentro con Darren Ferguson.

Ella estaba paseando por la Maison Dieuy de repente, un muchacho alto

apareci corriendo frente a ella y la arroj al suelo. Camille maldijo al distrado

joven que haba estropeado uno de sus mejores vestidos. Haba cado encima de

unos brezos que rajaron la fina tela en unos cuantos jirones. Pero cuando alz la

vista para reprender al atrevido muchacho se qued muda de la impresin.


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l la miraba fijamente, sus ojos tenan el color de las esmeraldas y brillaban

con intensidad. Mientras ella no poda articular palabra, el joven se haba quitado

su gorra de fieltro y extenda su mano para ayudarla a ponerse de pie.

Disculpe seorita, pero no la vi le dijo l con un extrao acento.

Camille intent levantarse por sus propios medios, pero un pie se le haba

enredado en una de las ramas y tuvo que aceptar la ayuda del joven.

Debera poner ms cuidado! le recrimin ella una vez que logr

pararse. Observ su vestido y emiti un lamento.

No fue mi intencin

Camille alz la mirada y lo fulmin con sus ojos tan azules como el mar que

rodeaba la ciudad.Ha arruinado uno de mis mejores vestidos! Es usted un un no

encontraba el calificativo adecuado un necio! exclam finalmente presa de

la ira.

l joven se llev la gorra al pecho y puso cara de congoja.

S, lo reconozco, soy un necio, es ms, el peor de los necios dijo, pero

Camille not de inmediato el tono burln de su voz.

De dnde es? le pregunt tratando de adivinar su acento.

Soy escocs, seorita cuadr los hombros y volvi a extender una de

sus manos hacia ella. Darren Ferguson, a sus pies.

Camille abri los ojos. Escocs? Nunca antes haba visto uno. Qu

estara haciendo en Dover?

Podra decirme su nombre? pregunt l al ver que ella se haba

quedado muda.

Camille mi nombre es Camille Wakefield respondi con voz queda

mientras estrechaba su mano.

Luego de ese primer encuentro en el que se haban contado todo sobre sus

vidas se haban vuelto a ver cada tarde. Al principio Camille sala a escondidas o

inventaba alguna excusa pero luego le fue imposible ocultar lo que le estaba


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pasando. Se haba enamorado a sus catorce aos de aquel muchacho escocs

seis aos mayor que ella, que con palabras dulces y bonitas le haba robado el

corazn. Se senta como las protagonistas de las novelas que lea, que haban

quedado relegadas a un segundo plano cuando Darren apareci en su vida.

Pero los encuentros furtivos se acabaron cuando el verano termin. Darren

deba regresar a Escocia con su familia y ella a Londres con la suya. La despedida

haba sido dolorosa y la promesa de que se escribiran fue lo nico que les dio un

pequeo rayo de esperanza. No saban si se veran el siguiente verano porque el

padre de Darren pensaba alistarlo en el ejrcito. Las cartas que se escriban mes

a mes eran la nica certeza de que no olvidaran lo vivido. Nunca se haban

besado pero ambos saban lo que sentan el uno por el otro, por eso Camille

esperaba cada carta de Darren con ansias y cuando las reciba se pasaba das

leyndola una y otra vez, como si as pudiera sentirse ms cerca de l.

Ocho meses despus de su ltimo encuentro las cartas dejaron de llegar.

Camille le sigui escribiendo pero nunca ms obtuvo una respuesta. Tortuosos

pensamientos cruzaron su mente mientras buscaba una explicacin. Su padre lo

habra enviado al ejrcito? Era lo ms probable pero al mismo tiempo senta que

de ser as, Darren le hubiera avisado. La idea de que se hubiera olvidado de ella

no la dejaba en paz; quiz haba conocido a otra muchacha, una ms hermosa ymayor que ella, y la haba apartado de su vida y de su corazn. Todo poda ser

posible y mientras ella intentaba hacerse una razn y continuar con su vida, el

corazn se le iba desgarrando a medida que el tiempo pasaba sin noticias de l.

Haba pensado en pedirle a su padre que enviase a uno de sus sbditos a Escocia

pero no se anim. Todos en la casa saban de su amistad con el muchacho

escocs que haba conocido durante sus vacaciones y aunque nadie lo deca

abiertamente, todos sospechaban que estaba enamorada de l.

Su madre le haba dicho que ya se le pasara, su hermano intentaba

levantarle el nimo presentndole a sus amigos y su prima se compadeca de ella

y de su sufrimiento.


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Ahora, nueve aos despus, las cartas que Darren Ferguson le haba

escrito alguna vez representaban dolor y ausencia.

Sin darse cuenta sus ojos se humedecieron y derram unas lgrimas sobre

el papel amarillento. Clav la mirada en aquella caligrafa que conoca tan bien y

comenz a leer.

26 de octubre, 1807.

Mi querida Camille: hoy hace exactamente dos meses y una semana que

dejamos de vernos. An llevo en mi mente la tarde en la cual te dije adis.

Recuerdo que llevabas un vestido color rosa plido y una sombrilla que movas

nerviosamente hacia un lado y hacia el otro mientras caminbamos a orillas del roDour. Me parece incluso estar oliendo tu perfume, el aroma a gardenias que

emanaba de tu piel, de tu cabello Camille, no puedes imaginarte cunto te

extrao y con que ansias espero el verano siguiente para reencontrarme contigo.

Recibe un abrazo y un beso afectuoso,

Tuyo por siempre, Darren.

Camille se restreg los ojos, guard la carta dentro del sobre y luego lacoloc junto a las dems. Una pregunta que se vena haciendo desde haca

mucho tiempo asalt su mente.

Conservara an Darren las cartas que ella le haba enviado? Las

cuidara y protegera como si fueran un tesoro igual que lo haca ella?

Unos golpecitos en la puerta la sacaron de su mundo, cerr la cajita de

madera y la regres al interior del bal antes de abrir la puerta.

Lucy, qu sucede?

Lucy Mortimer, quien adems de ser su dama de compaa era su mejor

amiga, la mir con pesar.

Camille, el seor Applebone acaba de llegar y su padre ha mandado a

llamarla le anunci.


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Camille dej escapar un suspiro; se acomod un mechn rebelde y

abandon la habitacin en direccin a la sala en donde la esperaba el hombre que

su padre haba elegido para desposarla.

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