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YO, Ezequiel Zamora Ezequiel Zamora Campesino, obra de Rafael de Montijo. Pintor y escultor nativo Por fllonuel Vicente fllono/terio/ Gómez 2010 TUCUY n . e .

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YO, Ezequiel Zamora

Ezequiel Zamora Campesino, obra de Rafael de Montijo. Pintor y escultor nativo

Por fllonuel V icente fllono/terio/ Gómez

2010

TUCUY n . e .

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Casa Natal del General Ezequiel Zamora { Cúa, Estado Miranda)

Fotos: Gladys Zambrano

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Introducción:

La búsqueda de la verdad en la vida de algunos hombres es tarea altamente difícil, más aún

cuando el personaje, después de 150 años de su muerte, sigue como epicentro de polémicas,

como generador de mitos, blanco de odios y arquetipo de luchas sociales.

Para buscar la verdad en la corta vida del General Ezequiel Zamora hay que acercarse con la mente

libre de prejuicios. Hay que ubicarlo en el contexto de su época, tratando de adentrarnos en el

mundo de sus múltiples valores y de sus carencias. Tratar de entender que aun siendo un

personaje producto de una de las tantas horas menguadas de nuestra historia, su acción se

proyecta más allá de la montonera caudillista del siglo XIX venezolano. Ezequiel Zamora recorre el

siglo XX y llega al siglo XXI como símbolo y raíz de las luchas reivindicativas de los más pobres, de

los campesinos sin tierras. Al mismo tiempo su figura representa los valores y virtudes del

venezolano como la honradez, la sinceridad, la lealtad, la fe, la constancia y la negación de

adulancia al poderoso. La figura de Ezequiel Zamora ha sido confiscada para convertirla en una

tempestad devastadora y caótica, destructora del orden existente, búsqueda de una nueva

sociedad por caminos envejecidos. Los devotos de la obsolescencia ideológica confunden a José

Tomás Boves con Ezequiel Zamora. Es indudable que su quehacer político-administrativo está más

cerca del "Taita Boves" que del "General del Pueblo Soberano".

Eso hemos hecho siempre los venezolanos con nuestros esclarecidos hijos: mitificarlos. Cada

quien de acuerdo a sus intereses utiliza y manipula. Se extrae un repertorio de frases y se les

obliga a decir lo conveniente a los intereses del poder.

El procerato venezolano se parece mucho a esa corte invisible que gira alrededor del "Yo

Supremo", unos están más cerca, otros se alejan de acuerdo a las circunstancias. Te ayudan, si te

acercas con fe. Otros pierden la gracia y los envían al ostracismo histórico. Nuestra historia no

parece hecha por hombres de carne y hueso, sino por semidioses al más puro estilo del Olimpo

griego. Se nos manipula para creer en un Simón Bolívar perfecto, en un José Antonio Páez traidor,

en un Sucre puro y limpio, un Guzmán Blanco autócrata y corrupto, un Juan Vicente Gómez

analfabeta y en un Ezequiel Zamora sedicioso y malhechor. Tenemos que desmontar tantas

manipulaciones, hay que ir a las fuentes primigenias, a los documentos históricos y descubrir que

Bolívar era un mortal, no un semidiós, que Páez no era un traidor al "bolivarianismo", sino uno de

fundadores de una república llamada Venezuela. Encontrarnos con Ezequiel Zamora liberal hasta

los huesos, fanático de la descentralización del estado a través del modelo federal. Un hombre al

que las circunstancias, el abuso del poder, el fraude electoral, las injusticias lo sacaron de su

pulpería en Villa de Cura y lo arrojaron al único camino que le quedaba: La Rebelión. Aunque su

máxima aspiración era ser un próspero hacendado, al lado de su esposa, criando a sus hijos,

aumentando sus haberes. La vida lo llevó por el camino de la guerra y entregó con pasión, hasta

llegar a la cúspide de la estrategia y táctica militar con su obra maestra: La Batalla de Santa Inés.

El abuso de ¡os caudillos decimonónicos, con su estructura personalista, despótico, omnímodo,

donde la voluntad de un solo hombre, el cual atrepella instituciones, destruye valores y centraliza

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el poder, fue una de las motivaciones para el grito de la Federación y la llamada guerra de los cinco

años. Si bien es cierto que esta guerra no acabó con la epidemia del caudillo, todos sus principios

teóricos representan el primer paso en la búsqueda de un estado liberal de justicia y de derecho,

de consolidación institucional y descentralizadora del aparato administrativo del Estado. Por lo

cual podemos afirmar que el General Ezequiel Zamora representa los primeros pasos dados en

Venezuela en la búsqueda de la democracia con un contenido social. Zamora fue un militar

eficiente, así lo evidencian sus campañas. Era un Liberal, civilista, fanático de la descentralización

federativa, enemigo jurado de la corrupción administrativa, de la injusticia, de la oligarquía

parasitaria. Ezequiel Zamora fue un eficaz administrador de su patrimonio privado y del

patrimonio público que le era encomendado. Defensor de los principios teóricos del liberalismo:

Igualdad, libertad, respeto a la propiedad, estímulo al trabajo creador del hombre, justicia para los

más pobres.

Esta pequeña obra. Yo, Ezequiel Zamora es una aproximación a la vida de este tuyero, hemos

respetado los datos y las investigaciones de sus principales biógrafos. Hemos comparado para

allegar a la verdad. La relación cronológica, los lugares son fidedignos. El pensamiento político

corresponde a los documentos firmados por Ezequiel Zamora, todos enmarcados en el liberalismo

venezolano del siglo XIX. El lenguaje utilizado corresponde a la época y los modos y giros comunes

a la cultura venezolana del siglo XIX.

No es fácil la tarea que nos hemos propuesto, en medio del torbellino de pasiones desbordadas. Es

un intento de buscar el personaje, dejar que hable con sencillez, permitir que su pensamiento

fluya libremente y cada lector, pueda decir/ASI ERA ZAMORA, DE VERDAD i

M.V.M.G.- 2011

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Yo, Ezequiel Zamora Entre la maldición y la alabanza

Conversación imaginaria

Por Manuel V. Monasterios G. Un discípulo ! Desgraciados los países que no tienen héroes!

Galileo responde: ¡Desgraciados los países que necesitan héroes!

Un tuyero.

Después de recorrer los largos caminos que conducen a los llanos de Cojedes, hemos logrado encontrarnos con el General Ezequiel Zamora Correa y solicitamos nos permita una conversación amplia y sincera, sobre algunos aspectos fundamentales de su vida. Son los días en los que el "Valiente Ciudadano" prepara la toma de San Carlos; el ejército conservador marcha en retirada. Derrotados los godos el 10 de diciembre en la Batalla de Santa Inés, anhelan un milagro que revierta las condiciones de descalabro total. Solo es cuestión de tiempo y unas cuantas escaramuzas para que los Federalistas entren a Caracas, formen gobierno. Así se puedan cumplir las consignas que agitan a las masas desde 1846: Alternabilidad en el poder, Elección popular, Horror a la oligarquía, Tierra y hombres libres.

San Carlos de Austria (Las Lajitas)

El General Zamora envió amablemente a su secretario en campaña, el Dr. y Coronel Antonio Guzmán Blanco, quien nos condujo seguros hasta la casa de Don Domingo Cordero en las Lajitas, a pocas cuadras del centro de San Carlos. Cuando llegamos al lugar ya era de noche, nos recibió personalmente el General Manuel María Salazar, quien nos llevó hasta un amplio y fresco corredor donde el General Ezequiel Zamora, en compañía del General Juan Crisóstomo Faícón, Manuel Palacios y José Ignacio Pulido, discutía la toma definitiva de la ciudad de San Carlos. El General Zamora les indicó que la División del General Pedro Aranguren debía situarse al Este, donde llaman Arao y la Yegüera, para

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cerrar la retirada de los godos por el camino de Valencia. Enfatizó que esa acción necesitaba un refuerzo. El General Falcón les manifestó que estaba comisionada la caballería comandada por José Rivas Sandoval, el General José Desiderio Trías y Rafael Márquez para hacer el barrido final y sacar a los francotiradores. El general Zamora interrumpe su exposición ante el Consejo de Guerra sobre las acciones a seguir en el sitio de San Carlos. Se dirige a el lugar donde estoy observando en silencio su nervioso accionar, me tomó por el hombro amablemente, invitándome a tomar asiento en unas butacas tapizadas de cuero crudo, mientras la señora de la casa nos servía un aromático café.

Me dijo con mucha tranquilidad: Mire usted, no acostumbro a salirme de mis objetivos de guerra cuando se aproxima, un

combate, soy muy detallista, me gusta darle vuelta a todo, para no dejar cabos sueltos. Así planifiqué lo que ocurrió en Santa Inés, ya usted sabe el triunfo que obtuvimos. Algunos de mis oficiales no me lo dicen, pero yo se que se fastidian con mis detalles. No creo en la improvisación, eso de ver como vienen las cosas para actuar, no permite visualizar las operaciones en su conjunto.

Un jefe responsable de su tropa tiene que tomar las providencias necesarias para evitar confusión y sorpresas. Quien debe sorprenderse es el ejército enemigo, tienes que combatirlo por donde menos lo espera. Un ejemplo para la historia fue la acción del Libertador Simón Bolívar en su paso por el páramo de Pisba, llegar a Boyacá por donde menos se lo imaginaban los "reinosos". Esa perspectiva de guerra por sorpresa ejecutada magistralmente por El Libertador, fue fundamental para lograr la Independencia de la Nueva Granada y en consecuencia la de Venezuela. Conocer estos hechos de la historia es la mejor lección para un jefe militar. Me encantan esos pasajes de nuestra vida como pueblo, principalmente el accionar del Padre de la Patria.

Si señor. Bueno, usted viene de mi pueblo. Hace algún tiempo que ha solicitando esta

conversación, lo voy a complacer, trataré de explicar algunos detalles de mis actividades, tanto en la política como en la guerra. Al fin y al cabo es lo mismo, pero caminos diferentes.

Muchas gracias General.

. ¿Por dónde empezamos?

General háblenos de su origen, de su familia, de sus primeros años.

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Cúa, lugar del nacimiento.

Como usted sabe nací en el pueblo de Cúa, el 1 de febrero de 1817, en los Valles del Tuy, un lugar dentro de las ocho y media fanegadas de tierra propiedad del Marqués del Toro (Bernardo Rodríguez del Toro). Recuerdo mi niflez, como disfrutábamos, con la familia, del río Tuy. En sus aguas caudalosas y transparentes aprendí a nadar y a pescar. En aquellos años la pesca de corronchos, guabinas, sardinas y hasta camarones grandes era una de las costumbres de los habitantes del pueblo y una forma agradable de llevar a la casa la comida. Los sancochos de corronchos, las sardinas fritas, los bagres guisados no faltaban en nuestras casas. Recuerdo un muchacho un poco mayor que yo, quien colocaba el sombrero en la corriente y lo sacaba lleno de sardinas grandes y gordas.

Los llaneros que venían con las puntas de ganado preferían la carne de marrano frita y el famoso "teretere" que hacía una señora llamada doña Teolinda, el cual ella llamaba pomposamente "chanfaina". Aquel sabor tan especial quedó grabado en mi paladar, cada vez que recuerdo mis primeros años en Cúa, vine a mi mente el sabor de aquella fritura, jamás he vuelto a probar algo tan sabroso. _ Al este del pueblo corría una quebrada, cuyo naciente se encontraba entre los cafetales de la Magdalena. Todo el mundo prefería para tomar aquellas aguas, según decían eran medicinales. A lo largo de la quebrada se abrían los aljibes, adonde llegaban los aguadores, muchos de ellos esclavos, con sus burritos y pimpinas de barro. Las llenaban con aquellas aguas transparentes y se les veía todo el día dando viajes a las casas y negocios.

_ Mi madre me enseñó las primeras letras; todavía hoy le gusta hacer de maestra. En la casa nos juntábamos varios muchachos y mamá con una cajita de arena y un palito nos enseñaba las letras. En Cúa fui bautizado. También tuve mis primeras experiencias de trabajo. Cuando llegaban las puntas de ganado de Apure y Guárico, se empotreraban las reses para que ganaran peso. Esa actividad era permanente en los meses de verano, la vida de Cúa dependía mucho del comercio de reses. Muchacho al fin, más por imitar que por trabajar, me ponía con un "toconcito" de machete a cortar malojo para los caballos.

Descendiente de canarios.

Esas fueron mis primeras experiencias de trabajo. Debo en parte lo que soy, el haber empezado la dura brega desde muy joven. En mi familia se nos enseñaba a trabajar, se nos inculcaba como principio fundamental el ganarse el pan con honradez. Además los

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Zamora somos descendientes de canarios y los isleños llegaron a la Provincia de Venezuela a realizar los trabajos que no podían hacer los "señoritos mantuanos". _ Los canarios eran comerciantes, pulperos, panaderos, tenderos, arrieros. También eran

mayordomos y caporales. Casi siempre por su trabajo terminaban como amos. Algunos con más habilidades mercantiles, como Don Bernardo Rodríguez del Toro, nacido en la Villa de Teror, las Palmas en Gran Canaria, quien logró alcanzar con su trabajo riquezas inconmensurables, incluso manejó tanto dinero que pudo comprarle a la Corona Española reconocimientos de nobleza y títulos nobiliarios. Otros canarios también llegaron por la vía del trabajo y los matrimonios a la condición de principales o mantuanos.

Villa de Cura, la familia.

_______ Mi familia era de los Valles de Aragua, mi padre Alejandro Zamora era de la Villa de San Luís de Cura; mi abuelo Juan Zamora de León no nació en Villa de Cura, pero fue su Alcalde Ordinario en el año de 1715. Mi tío Juan Tomás fue también Alcalde de la Villa de San Luís de Cura y casó con Catalina Rodríguez hija de familia mantuana de San Sebastián de los Reyes, El primer Zamora llegó de la isla del Hierro en las Canarias, se llamaba Francisco León Samora y se dedicó al comercio de ganado, al morir en su testamento' dejó 6000 reses, 160 caballos, 260 yeguas, 100 muías y trece esclavos con tierras de pastoreo en los llanos.

Al comercio, a la cría y la venta de ganado se dedicaron mis abuelos, mis tíos, mi padre, mis hermanos y yo. Esa actividad comercial familiar propició mi nacimiento en Cúa, donde tío Mateo tenía una casa, se pasaban temporadas de laboreo, se vendía ganado y se compraba y llevaba mercancía hacía los llanos de Apure y la ciudad de Calabozo, donde también los Zamora tenemos casa. Cúa y la Villa eran los centros de comercio más importantes entre los llanos, el centro de Venezuela y Caracas.

Mi madre es Paula Correa Pereira con familia en Maracay y Choroní, también descendientes de canarios y dedicados al comercio y la siembra de café, aunque mamá antes de casarse con papá regentó una escuela que funcionaba en la sacristía del templo de la Villa. Mis padres se casaron en 1808 en Villa de San Luís de de Cura.

La Independencia divide a la familia.

La guerra de la Independencia dividió a la familia, unos en el bando de los realista otros como mi padre luchando a favor de la Independencia. Mamá me decía que el año catorce cuando José Tomás Boves llegó a la Villa, con más de 18.000 hombres, sedientos de venganza y botín, todos los simpatizantes de la república huyeron, dejando casas, negocios, haciendas, para salvar la vida. El primer gran saqueo de Boves y sus llaneros fue en la Villa. Tío Mateo que simpatizaba con el Rey le consiguió a papá un salvoconducto para

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que se fuera a Cúa para alejar a mamá y a mis hermanos de aquella matazón que anunciaban venía de Guayabal del Guárico como un río crecido. __Llegaron mis padres y hermanos a Cúa en el 14, tres años después nací yo. Mi padre

terminó incorporándose al Ejercito Libertador y murió en 1821. Nosotros seguimos viviendo en Cúa hasta el año 1825. Cuando cumplí ocho años nos fuimos a Caracas.

Mi hermana Carlota se había casado con inmigrante alsaciano llamado Juan Casper, llegamos a su casa, cerca del templo de las Mercedes. Juan y Carlota se ocuparon mucho de nosotros, nos buscaron un lugar en la escuela que había fundado un inglés llamado José Lancaster, por mandato de El Libertador. Esa escuela estaba regentada en aquel momento por el maestro Vicente Méndez. Mis hermanos Antonio José y Gabriel también se incorporaron al estudio con el maestro Méndez.

Zamora conoce a El Libertador, Simón Bolívar.

En mi memoria quedó grabada para siempre la imagen del Padre de la Patria, cuando yo tenía unos 10 años, visitó a Caracas por última vez. El General Bolívar venía en su condición de Presidente de Colombia. Entendí posteriormente que las relaciones con el General Páez no estaban muy buenas, él era comandante y jefe del Departamento de Venezuela. Los caraqueños y venezolanos no se sentían agradados porque el Libertador Presidente tenía ciertas preferencias por Bogotá. Había un sentimiento de celo y ansias de autonomía.

A los muchachos de la escuela del maestro Méndez nos llevaron hacía la entrada de Caracas por San Juan. El Libertador no llegó a la Guaira, sino a Puerto Cabello y venía visitando a Valencia, la Victoria y tomo el camino de San Pedro para entrar a Caracas por Antímano. Recuerdo los arcos de follajes y flores que se colocaron, los muchachos gritábamos "Viva el Libertador", se bajó del caballo con su casaca azul, pantalones rojos, un uniforme muy parecido a este que yo tengo y se montó en un carruaje con el General Páez, quien le esperaba en la plaza de de los Capuchinos. Todos gritábamos alegres al ver al Padre de la Patria. Lo recuerdo clarito, era un hombre de unos cuarenta años, pero representaba mucho más, estaba muy acabado físicamente. Según me enteré años después, Bolívar empezaba su caída política, todos los venezolanos lo respetaban y admiraban, pero había cansancio, el sometimiento político a los "reinosos" no era del agrado de la mayoría de los venezolanos.

Durante la estadía de El Libertador en Caracas se corrió el rumor todo estaba arreglado y que Bolívar se quedaría para gobernar desde aquí, pero no fue así. Se marchó nuevamente a Bogotá y en Caracas continuó el movimiento separatista, conocido con el nombre de "La Cosiata"

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Los odios se enfilaron contra la figura del General Bolívar, pedían su expulsión como condición previa para dialogar con Bogotá .Tantos años de mando desgastaron la inmensa jefatura política y militar de El Libertador, Simón Bolívar Lo que son las cosas de la vida, al General José Antonio Páez, cabeza del movimiento separatista, le ocurrió lo mismo 18 años después. Esas son las lecciones que los gobernantes deben aprender de la historia. El mejor gobierno se desgasta, los gobernantes se creen irremplazables, los errores se acumulan y al final todo termina.

La escuela de la Vida.

Yo no fui muy bueno para el estudio, no porque no tuviera cabeza o inteligencia, sino porque mis intereses estaban en aprender el oficio que venía ejerciendo la familia desde que llegó a Venezuela el primer Zamora: El comercio y la cría. Yo era bueno en las cuentas, en las matemáticas me defendía muy bien, de eso puede dar testimonio el General Olegario Meneses, quien me enseñó algo de matemáticas. Tenía un primo José Manuel García, sobrino de mamá, el cual se graduó de abogado y ejerció de profesor en la Universidad y el Seminario, se enamoró de mi hermana Genoveva y se casó con ella.

José Manuel me prestaba algunos libros de historia, supe de la inmensa figura histórica representada por Napoleón Bonaparte, leí de su inmenso poder, sus conquistas, sus batallas y su caída. Me puse al tanto de los romanos, la grandeza de su Imperio, de sus aportes a la humanidad y también de su decadencia. Las lecturas me abrieron el horizonte infinito de la filosofía, de la política, de ideas que habían sacudido el mundo. José Manuel me decía que si no estudiaba con formalidad que leyera, que me instruyera sobre las nuevas ideas de libertad y progreso que estaban ganando espacio en el mundo. Algo me quedó de esas lecturas, sobre todo el hábito de leer y analizar con espíritu crítico, para que los doctores no me vengan a echar cuentos.

Mi primo y cuñado, se portó muy bien, me ayudó mientras estuve en Caracas. Cuando cumplí los 18 años llegó la hora de abrirme paso por mi cuenta, lo que ganaba con mis tíos apenas alcanzaba para ayudar a mantener la casa. Decidí irme para Villa de Cura allá estaban viviendo, desde hacía algún tiempo, mi hermana Carlota y su esposo Juan Casper. Miguel Pereira primo de mamá, procer de la Independencia era diputado provincial y tenía mucha influencia en la ciudad. Pensaba que eso me ayudaría a salir adelante con éxito en actividad comercial que me proponía llevar adelante.

Aprendiz de comerciante.

Como te decía._ José Manuel me prestó unos pesitos y por recomendación de Casper me asocié con un italiano, amigo de mi cuñado, llamado Daniel Scotto, negociamos con todo, comprábamos aguardiente y papelón. Prestábamos dinero a cuenta. Recuerdo que a

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Don Mateo Cerpa le hacíamos préstamos de cierta monta y fue acumulando una deuda con capital e intereses multiplicados por cinco. Las leyes que dictó y puso en vigencia el gobierno del General José Antonio Páez

arruinaron a los agricultores y cosecheros. Se permitió la usura libremente, un préstamo de 500 pesos a la vuelta de dos años se transformaba en una deuda de 5000. Así muchos agricultores perdieron sus haciendas, otros jamás terminaban de pagar aquellas deudas eternas, en la mayoría de los casos los bienes y haberes terminaban en manos del prestamista.

A mí como comerciante no me fue mal, desde mis inicios en esta actividad sabía cuáles eran los negocios que daban utilidad y los que no se podían hacer; eso yo no estudié en ninguna parte, ni me lo enseñaron, creo que es algo "de nación", pues toda mi familia sabía de negocios y aún en los peores momentos durante la guerra de Independencia supimos "capear" la situación y salir airosos. Eso sí, creo que el principal aval de un comerciante es la honradez, cumplir la palabra, honrar las deudas, tener crédito, sin ese comportamiento el comercio es un fracaso. ¿Quién hace negocio con un picaro?

La austeridad, durante aquellos primeros años de aprendiz de comerciante, casi lindaba con la tacañería. Ahorraba escruoulosamente hasta el último centavo. Esta actitud me permitió en poco tiempo comprarle a Scotto su parte del negocio. Él por tener más inversión se llevaba la mejor ganancia. Llegamos a un acuerdo favorable para ambos y disolvimos la sociedad.

Me asocié en igualdad de condiciones con Gabriel Rodríguez. Con un DOCO de audacia y con una fianza del socio, logré hacerme con remate de derecho de matanzas en la Villa, por más de un año maneje este negocio, el cual producía buenas ganancias con muy poca inversión. Con mi plan de ahorro reuní los pesos necesarios y le compré la parte del socio Rodríguez y la pulpería quedó por mi cuenta.

Dueño de la mejor pulpería de la Villa.

Empezó para mí una nueva etapa de mi existencia con menos estrechez económica, podía jugar a los gallos que tanto me gustan, de vez en cuando un baile y una parrandita con amigos, eso sí sin descuidar el negocio, el cual terminó acreditado como uno de los mejores de la Villa. Lo que no se conseguía en mi pulpería era que no se había inventado, desde los frescos quesos de mano, el de cincho que llegaban de Apure, con el punto de sal exacto. Las "guruperas" de San Juan de los Morros, jabón de tierra que venía de Valencia tabaco barinés, aguardiente de los trapiches aragüeños, el ron El Consejo, vino blanco y tinto importado de España, manteca en botijuelas, aceite de Castilla, bacalao que venía en unas hermosas cajas de madera de pino, esta cajas era muy apreciadas para fabricar

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muebles para las casas; las aceitunas y alcaparras en barriles, acemitas, bizcochuelos, café de Güiripa ; frascos de agua de colonia francesa; carne de cochinos, tapas de suela, papelón de Cagua, garbanzos, tela de zaraza, chigüiro seco, sombreros de pelo de guama, hasta carato de maíz; las sogas de cuero crudo, las sillas de montar de la Villa, las chocontanas que venían de la Nueva Granada por los caminos del Arauca; también los machetes importados, las chicuras e instrumentos de labranza. Había de todo, a muy buen precio.

Las lecturas de El Venezolano.

Además era el único aue vendía neriódicos. como la mavoría de los clientes no sabían leer, tenía que tomar unas horas en la tarde para leer en voz alta las noticias de Caracas. Llegaban periódicos impresos como El Promotor y El Venezolano, éste último lo dirigía Don Antonio Leocadio Guzmán, el papá de Antoñito. Llegaban periodiquitos panfletarios, casi pasquines como El Zancudo, El Trabuco, Las Avispas, el Piquijuye, cuya misión era desprestigiar a los gobiernos godos. Lo que más gustaba eran los editoriales de El Venezolano, escritos por Don Antonio Leocadio, en los cuales se explicaba, en forma muy sencilla, para que todos lo entendieran, las causas de las penurias que padecían los agricultores y cosecheros. La culpa de aquéllos males, según escribía Guzmán, era del Gobierno de Páez y sus sucesores que permitía la libre usura y se "quedaban con el santo y la limosna"

Las pulperías y especialmente la mía, eran un centro de reunión y discusión, donde se aprendían muchas cosas, se hacían amigos, se analizaban los problemas que teníamos los campesinos, agricultores, ganaderos y comerciantes. Mi compadre Masabé me decía que la pulpería era la verdadera universidad de la vida, y él aprendía más sentado en los sacos de caráota y maíz de la pulpería que en las sillas de las aulas universitarias.

El comerciante progresa.

La lectura de los periódicos aumentaba la clientela de la pulpería, unos tomaban su amarguito para el estómago, otros comían el sancocho o la carne asada con yuca, los campesinos compraban el pan de trigo, el aceite de castilla, hasta los "guáimaros palomeros", para no llegar a la casa con las manos vacías. La pulpería era el alma de vida pueblerina y campesina, todos los problemas se trataban en la trastienda y se le buscaba solución. El pulpero tenía que hacer de confidente y de banquero. Para mi aquella gente sencilla de la sierra, de los montes de la Villa eran primero mis amigos, después eran los clientes. El campesino puede que no sepa leer, pero no es tonto, sabe quién le trata con sinceridad y quien se quiere aprovecha de su ignorancia. Todos eran mis amigos y siempre les servía aunque no tuviesen un centavo; si les prestaba algún dinero para sacarles de

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apuro, me pagaban con la mayor puntualidad. Apenas recogían la cosecha, la mayoría solventaban la deuda con productos del campo.

Mis hermanos Antonio José y Gabriel se fueron al Tuy, les facilité unos pesitos, en calidad de préstamo, para que se asociaran con el primo José Manuel García. Compraron una hacienda, de las tantas hipotecadas y rematadas por insolvencia. Se pusieron en una hermosa hacienda cafetalera, les salió muy barata, tenía unas 20.000 matas; con un poco de trabajo se podía aumentar hasta 80.000. La hacienda está ubicada en la Magdalena, en las cercanías de Cúa y el primo José Manuel también compró una buena casa en Charallave.

Mientras tanto, continuaba mi trabajo en la pulpería, me gustaba. A pesar de la estrechez económica, de la baja en los precios de las cosechas, no me podía quejar, tenía muchos dependientes para poder atender la compra de frutos al mayoreo, la elaboración de comidas, la venta en el mostrador. Los negocios son esclavizados, para que se les pueda ver la utilidad. Algunas veces me tomaba mis descansos, me iba a las galleras, me gusta el desafío, la nobleza del animal, la pelea limpia. Una apuesta en gallos es un pacto entre caballeros que se cumple por encima de todo. Si se falta a la palabra empeñada en la gallera, el desprestigio te acompañará para siempre.

El amor tocó a la puerta.

_ Soy un amante del baile, me encantan los joropos con bandola, con guitarra o con Arpa como tocan mis paisanos del Tuy. Una tarde Don Mateo Díaz me invitó para su casa que quedaba por los lados de La Lagunita, había joropo con revuelta. Las muchachas más hermosas de la sierra, con sus pañuelos de colores vistosos invitaban a continuar danzando, como era la costumbre. Los músicos cambiaban la melodía y las cuadrillas de bailadores se movían imitando las cadencias del vals, para pasar al escobilleo. En ese baile que duró tres días, conocí muchas mujeres, pero la hija de Don Mateo y Doña Josefa, llamada Bibiana se clavó con fuerza en mis sentimientos. En la Rebelión del 46 ella fue un bálsamo en medio de la violencia. Largo tiempo conviví con ella, hasta quedó embarazada, del único hijo que reconozco hasta hoy, lo llamamos Nicolás. El angelito se nos fue muy pronto.

De comerciante a jefe político.

Yo estaba tranquilo trabajando, negociando, haciendo unos pesitos para comprar algunas haciendas que por las razones indicadas se compraban de oportunidad, mi participación política no pasaba de las lecturas de los periódicos y las conversas, sentados sobre los sacos de maíz y caráotas en la pulpería, como ya he dicho. Es cierto que allí se reunía mucha gente de la sierra y de los campos, sobre todo los sábados y domingos cuando

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bajaban los arreos cargados de frutos y regresaban cargados de mercancías. Esa gente que padecían de todos los males de la época, empezó a percibir en mí unas características de jefe que yo no me veía, muchos me buscaban como padrino de sus hijos. El sacramento del bautismo es un vínculo de gran respeto para nuestro pueblo y se escoge como padrino o madrina a alguien que se aprecia y se respeta. En caso de muerte de los padres a los padrinos nos corresponde velar por los huérfanos. No a todo el mundo se escoge para el sacramento. Mis comadres y compadres son mis amigos y para mis ahijados siempre tengo un cariño y se llevaban de la pulpería aunque fuese un dulce. Perdí la cuenta del número de ahijados mientras estuve en la Villa.

Los primeros Alzamientos.

En los montes de la Villa algunos alzados contra el gobierno daban vivas a la libertad, a la religión y clamaban por sangre y justicia. Merodeaban sin atreverse a entrar a los pueblos, Este era un problema que padecían los campos, una vez que terminó la guerra de Independencia. Muchos esclavos y libertos se quemaron el pecho para lograr su libertad, cuando regresaban a sus caseríos y lugares de donde habían salido reclutados. Los viejos o los nuevos amos no reconocían esa libertad ganada peleando, como en los inventarios de bienes de las haciendas los nombres de los esclavos eran considerados como haberes que daban más valor a la hacienda, los amos pretendía ponerles nuevamente el cepo. La mayoría se alzaban y se unían a grupos que venían imponiendo su ley. Así ocurría desde que terminó la guerra de Independencia.

. Esa gente no tenía donde trabajar, ni como alcanzar sus anhelos de libertad. No les quedaba otra alternativa que ponerse al margen de la Ley, buscando una forma de sobrevivir. El gobierno apoyaba a los amos desconociendo los haberes de guerra, papeles que no valían nada y los compraban los que estaban ligados al poder por cualquier bagatela.

Cuando los haberes llegaban a manos de la misma gente del gobierno adquirían valor nuevamente y así fue que se pusieron en haciendas, fundos y hatos. Esta injusticia fue el caldo de cultivo de la violencia que se vivió desde aquellos años hasta hoy. La injusticia y el engaño promovieron las protestas, luego, con las manos vacías se declaraban en rebeldía destructiva y al final, robando las armas, se alzaban contra el gobierno. El General Páez y los conservadores no fueron capaces de comprender el problema, sus ambiciones de riquezas pesaron más que las justas reclamaciones de los soldados del pueblo. Dejaron a los soldados con los "ojos claros y sin vista". _ _ _ En 1844 después de la epidemia de vomito negro, la cual acabó con medio pueblo, yo socorría los necesitados, a los más pobres, gente que tenían ni donde caerse muertos. Esa epidemia diezmó los campos y trajo más hambre y muchas miserias, nadie sembró aquel año. La epidemia apareció en febrero y ya en abril se había ido tan de repente como llegó. El 11 de junio un grupo de éstos alzados atacaron la cárcel de la Villa, tal vez movidos por

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el hambre: el iefe Dolítico del oueblo Domingo Cuervos v el Alcalde Manuel Orta organizaron la defensa y se creó una milicia, me escogieron para integrarla con el grado de Oficial de Caballería.

El Miliciano.

Esa fue la primera vez que tuve contacto las actividades de la vida militar. Salimos en persecución de un tal Juan Silva, conocido como "Juanicote". Este guerrillero comandaba a los alzados, ellos incorporaron en el ataque a los presos de la cárcel de la Villa. Se apropiaron de bestias y enseres. Huyeron tomando el rumbo de San Sebastián, buscando el camino hacia el Tuy.

Por mi mente, en aquel momento, jamás pasó la idea de hacer carrera en las milicias, era una cuestión circunstancial, teníamos que defendernos, pues estos guerrilleros si tomaban el pueblo, dejaban una estela de saqueos, destrucción y mayor miseria de la que había. Aquellas milicias tenían características defensivas, una vez que pasaba el peligro los integrantes volvíamos a nuestras actividades cotidianas, se financiaban con nuestros aportes y las armas eran nuestras.

El 26 de junio el Presidente Soublette autoriza oficialmente las milicias y nombra de encargado al General Carabafto, nativo de la Villa. No hav gente Dará integrar la trooa en forma voluntaria, reclutaban por los montes y traían a los campesinos amarrados para hacerlos soldados a la fuerza, muchos se escapaban, por eso no se les podía entregar armamento. Aún dentro de su ignorancia entendían que esa guerra no era de ellos, pues no tenían nada que perder y que lo único valioso que tenían era la vida, como reclutas la podían perder, sin obtener nada para su familia.

En Calabozo se produce una conspiración y aparece en la plaza el legendario "Juanicote", empecinado en proclamar el gobierno de Colombia. En su alzamiento estaban dispuestos a llegar hasta Caracas para reclamar Libertad y las tierras ofrecidas durante la Guerra de Independencia. Se producen pronunciamientos en ese mismo sentido en los llanos de Lezama. El guerrillero "Juanicote" expresaba en sus arengas para ganar adeptos que había que acabar con los "señoritos" que gobernaban, también con los isleños, ingleses y holandeses.

Había un descontento muy grande en el pueblo, especialmente en los más pobres. También es justo señalar que en esos alzamientos había mucho pillaje, aprovechadores, con disfraz de rebeldes. Me tocó combatirlos desde la milicia y cumplí con mi deber. No podía estar de acuerdo con la anarquía y el pillaje como manifestaciones del descontento. Sin

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embargo había algo más profundo en esa rapacería que yo no veía en ese entonces. Esa reacción desordenada y anárquica era una resistencia a los largos padecimientos y a la perdida de la esperanza. Cuando los seres humanos no vemos caminos de solución y nos domina el desaliento, salen a relucir los instintos más bajos, se pierde hasta la condición humana.

Simpatías políticas por el movimiento liberal.

Desde esa época empezó mi simpatía por el Partido Liberal, veía en sus predicas luces de verdad. Los escritos en la prensa y manifiestos políticos hacían cambiar el pesimismo y la desesperanza y los más débiles tenían en el liberalismo una justa razón de lucha, para cambiar sus condiciones de vida.

Mi primo José Manuel preside en Caracas la Sociedad Liberal, cuya misión era instruir y catequizar a las personas para que siguieran el credo del liberalismo. Nos envió para la Villa a un español, nacido en las vascongadas, llamado Ramón Goiticoa, quien tenía instrucciones muy claras de crear un movimiento electoral, en el Cantón de la Villa* para llevar a Don Antonio Leocadio Guzmán a la presidencia.

Ramón Goiticoa era un hombre muy radical, influido por ideas avanzadas para la época, recuerdo aue tenía un su eauinaie muchos libros en inelés v francés, esnecialmente recuerdo uno que muchas veces, traducía para mí en lecturas de largo rato, se llamaba el libro: "Viaje a Icaria" cuyo autor era Esteban Cabet. En ese libro se hablaba de un país maravilloso donde todos eran iguales, no había amos ni esclavos y lo que se producía se repartía según las necesidades de cada uno.

Goiticoa era la pasión y el convencimiento, profesaba un fanatismo casi sagrado; ponía en sus palabras un tono muy singular, enfatizaba las palabras cabalgando sobre las zetas. Sus discursos conmovían por el fuego que trasmitía a los oyentes. Decía a todo pulmón, sin importar quien le oyera:

"El hombre que fuese capaz de asesinar al General Páez se le debía hacer una estatua."

Justificaba la violencia con argumentos y razones. Siempre terminaba diciendo que la única forma de cambiar para siempre era haciendo una revolución como en Francia y no dejar "títere con cabeza".

Su lenguaje le generó antipatías entre los mismos liberales, cuando llegó a la Villa le conseguí hospedaje en la posada del comandante Antonio María Rodríguez, liberal de Corazón. Un día me llamó para decirme que no podía tener en su posada a un "criminal" que era capaz de matar a Jesucristo, a la Virgen y hasta los doce Apóstoles, Me expresó que

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Goiticoa era un violento, no hablaba sino de revolución y de asesinatos. Gozaba hablando de la muerte.

El vasco me decía con cierta sorna "Cabo Zamora", porque era miembro de las milicias de la Villa. Me repetía una y otra vez:

" Prepárate que lo que viene es guerra, tienes condiciones de mando pero recuerda que al enemigo en la guerra y en la política no se le puede dar tregua ".

"A los pueblos se le mueve más fácil atizándoles el odio y los resentimientos que hablándole de justicia y de respeto, en estas tierras salvajes no se llega a ninguna parte si no te ganas el respeto con sangre, es mejor que tengan miedo, a que te llamen "pendejo " y se te burlen en la cara.

Algunos veían en Goiticoa un loco hablanchín y fanfarrón, incapaz de poner en práctica lo que predicaba con tanta vehemencia. La gente del pueblo "se les salía la baba" oyendo al español, lo aplaudían con entusiasmo cuando les decía: : "Hay que quitarle las tierras a los godos y repartírsela al pueblo".

_____ "La propiedad tiene que ser de todos y no de una oligarquía ".

_____ La última vez que le vi. Me dijo que tenía que entrevistarse con el "Indio" Francisco Rangel en Guambra. Años después supe que se había casado en Caracas, con la hija de uno de los oligarcas que tanto odiaba y apenas empezó la verdadera guerra, se instaló con su familia en Puerto Rico, pues decía: _ "Los venezolanos terminarán en esa guerra estallando como un cohetón, para destruirlo todo y al final no construir nada bueno ".

El fraude electoral cambia el destino

_La campaña electoral para elegir los electores nos llenaba de entusiasmo y optimismo, creíamos ingenuamente que el gobierno de los conservadores podía respetar un resultado electoral que fuese contrario al poder acumulado por los godos. Poder que giraba alrededor de la figura del General José A. Páez. Teníamos asegurado el triunfo liberal y llevaríamos a la Presidencia a Don Antonio Leocadio Guzmán con votos. Si esto se lograba en la Venezuela de 1846 sería un paso de avance, una demostración de civilización y cultura política.

Pero la Venezuela de Páez conservaba intactas las estructuras económicas, sociales y culturales de la colonia, habíamos cambiado de actores, pero el libreto era el mismo de los señoritos mantuanos. Se imponía la fuerza y el abuso del poder, la razón y los principios liberales estaba a muchas leguas. Fue un intento ajustado a nuestro credo liberal, una

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votos con violencia, de imoedir el ingreso de votantes a las mesas. El Tribunal, con el mayor descaro, acogió como buenas las falsas acusaciones. Sentenciaron como nulos y sin ningún valor los votos que Ezequiel Zamora había recibido. Me inhabilitaron para sufragar.

Ante esta injusticia y abuso, la ira me cegó, ataqué a golpes a los conjueces y les juré que me las pagarían. Allí mismo me arrestaron acusándome de faccioso. Con esta acusación me podían encarcelar por largos años, incluso hasta enviarme a presidio. Sin embargo a los pocos días salí de la cárcel.

El llamado del destino.

Los liberales del Cantón de la Villa me recibieron como un héroe, depositaron en mis manos la bandera del partido, bordada con letras de oro y adornada con lazos amarillos, me proclamaron su jefe. Emocionado por aquel gesto y al comprender que en aquella bandera amarilla estaba depositada la confianza y la esperanza del pueblo, no me quedó otra alternativa que aceptar mi destino.

Sin proponérmelo, ni buscarlo me convertí en la personificación de la esperanza. No me quedó más camino que cerrar la pulpería, tomar unos pesos para cancelar deudas, dejar unos pesos a mamá y tomar el resto para viajar a Caracas, en busca de justicia. Las mercancías se las dejé a los empleados, quienes tenían que rendirle cuenta a mamá.

Las circunstancias son las que lo llevan a uno por la vida, mi objetivo era el comercio y los negocios, pero el abuso de poder de los oligarcas de la Villa, me lanzó por el camino de la política y posteriormente de la guerra. Tal vez si los godos no hubiesen cometido esas arbitrariedades y hubiesen permitido que la gente se expresara libremente y yo hubiese salido en la votación, es muy probable que mi vida hubiese sido otra; hoy estaría en la Villa como comerciante, tal vez con unas cuantas haciendas y hatos de ganado, lleno de hijos y ahijados.

Uno no sabe que es lo mejor. Lo cierto es que ahora estoy en la guerra, cumpliendo un deber, defendiendo mi

integridad, a mi familia, mis años de trabajo honesto representados en lo poco que tengo. Lo cual ha sido producto de mi sudor, pero también luchando para hacer justicia, para incorporar a la vida digna a esos venezolanos, los más pobres, los más castigados por la vida, los que creen con sinceridad en la palabra de redención que sustentamos bajo el ideal liberal, como solución a todos los males de la patria.

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oportunidad de oro para que el General Páez pudiese coronar su obra como un auténtico demócrata. Eso no estaba en los planes del autoritarismo conservador.

La campaña electoral fue muy fuerte, creo que fue la primera vez que en Venezuela se intentaba ganarle al gobierno una elección en buena lid, las ideas democráticas solo eran un sueño. Tuvimos que dedicarle tiempo y dinero a la campaña de Don Antonio

Yo participé como candidato a elector del partido Liberal en el Cantón de la Villa. Cuando llegó el momento de las elecciones arrasábamos en votación. Recuerdo que en San José de Tiznados los votos liberales fueron 218, los oligarcas cero voto, Escobar, otro candidato Liberal 7 votos y yo 196. En San Francisco se repite la votación a mi favor. Los oligarcas a ver la paliza que les estaba dando el pueblo, iniciaron un proceso orquestado, no sólo en la Villa, sino en todo el país. En nuestro caso, colocaron a la entrada de las asambleas hombres armados para impedir que se efectuaran los sufragios con libertad. Pretendieron generar miedo en los electores.

En el pueblo de Magdaleno un piquete de caballería del gobierno utilizando lanzas, carabinas y trabucos iniciaron en plena mesa de votación un proceso de reclutamiento forzoso, lo cual obligó a los votantes a huir a los campos.

La gente a pesar del abuso y la violencia empleada por los gobiernistas respondía con entusiasmo. Nos escamoteaban muchos votos, los electores que se refugiaban en los montes, se escondían de la recluta y se les cercenaba el legítimo derecho a ejercer el sufragio.

Las trampas electorales.

_____ Por mi parte me ubique en la puerta de la asamblea en la Villa, sin descansar, en el día y en la noche, quería evitar con mi presencia, las trampas que hacían a boca de urna. Desde esa época me dejé los bigotes, tal vez como una forma de protesta o para que me vieran más maduro de lo que era. Esos godos venían dispuestos a ganar aquella elección como fuese. No se paraban en contemplaciones, ponían en práctica sus mañas y trampas con el mayor cinismo. Los jueces del Poder Electoral estaban suficientemente instruidos sobre su única misión, la cual no era otra que impedir mi triunfo en el Cantón de la Villa.

Al ver el descaro de los jueces responsables, tuve un altercado con tal Juan José Méndez, borraron el nombre del comandante Eugenio Rojas y la Junta de Notables lo calificaron como inhábil y lo sustituyeron por Joaquín Paúl.

Esto era inaceptable para un hombre de honor, aunque no llegamos a la violencia física, les dije todo lo que se merecían. El Tribunal Electoral habilitó a unos testigos acusándome del fraude que ellos habían hecho, en el expediente me acusaron de obtener los

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votos con violencia, de imoedir el inereso de votantes a las mesas. El Tribunal, con el mayor descaro, acogió como buenas las falsas acusaciones. Sentenciaron como nulos y sin ningún valor los votos que Ezequiel Zamora había recibido. Me inhabilitaron para sufragar.

Ante esta injusticia y abuso, la ira me cegó, ataqué a golpes a los conjueces y les juré que me las pagarían. Allí mismo me arrestaron acusándome de faccioso. Con esta acusación me podían encarcelar por largos años, incluso hasta enviarme a presidio. Sin embargo a los pocos días salí de la cárcel.

El llamado del destino.

Los liberales del Cantón de la Villa me recibieron como un héroe, depositaron en mis manos la bandera del partido, bordada con letras de oro y adornada con lazos amarillos, me proclamaron su jefe. Emocionado por aquel gesto y al comprender que en aquella bandera amarilla estaba depositada la confianza y la esperanza del pueblo, no me quedó otra alternativa que aceptar mi destino.

Sin proponérmelo, ni buscarlo me convertí en la personificación de la esperanza. No me quedó más camino que cerrar la pulpería, tomar unos pesos para cancelar deudas, dejar unos pesos a mamá y tomar el resto para viajar a Caracas, en busca de justicia. Las mercancías se las dejé a los empleados, quienes tenían que rendirle cuenta a mamá.

Las circunstancias son las que lo llevan a uno por la vida, mi objetivo era el comercio y los negocios, pero el abuso de poder de los oligarcas de la Villa, me lanzó por el camino de la política y posteriormente de la guerra. Tal vez si los godos no hubiesen cometido esas arbitrariedades y hubiesen permitido que la gente se expresara libremente y yo hubiese salido en la votación, es muy probable que mi vida hubiese sido otra; hoy estaría en la Villa como comerciante, tal vez con unas cuantas haciendas y hatos de ganado, lleno de hijos y ahijados.

Uno no sabe que es lo meior. Lo cierto es que ahora estoy en la guerra, cumpliendo un deber, defendiendo mi

integridad, a mi familia, mis años de trabajo honesto representados en lo poco que tengo. Lo cual ha sido producto de mi sudor, pero también luchando para hacer justicia, para incorporar a la vida digna a esos venezolanos, los más pobres, los más castigados por la vida, los que creen con sinceridad en la palabra de redención que sustentamos bajo el ideal liberal, como solución a todos los males de la patria.

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El descontento.

La Independencia de España y la separación de Colombia solo nos cambió los amos, Páez aue era un blanco sin recursos, al lleear al poder se convierte en el amo absoluto de Venezuela, a su alrededor empezó a girar un grupo de "siguieses", en su mayoría no habían quemado el pecho guerreando. La codicia y la sombra del poder les permitieron hacer los mejores negocios, ponerle la mano a las mejores tierras. Las grandes haciendas de Venezuela pasaron a este grupo, de allí nació la nueva oligarquía, ese grupito de "mamantones" que se adueñaron del país y arruinaron a los que realmente trabajaban y producían.

Usted cree que si los nuevos amos, no hubiesen desconocido el derecho de los esclavos que pelearon por la Independencia a ser libres y trabajar su tierra, la situación sería otra. De esa injusticia no se libraron los manumisos, los pardos, los libertos y hasta los canarios.

Entonces ¿para qué se peleó ?_ ¿Para recibir unos papeles que no valían nada? ¿Para seguir iguales o peores que cuando gobernaba España?

Las condiciones de vida de la mayoría de los venezolanos hasta hoy siguen siendo'muy malas, los campesinos vagan hambrientos por campos y pueblos, para sobrevivir roban o se unen a grupos armados, los cuales justifican su existencia en la pobreza de muchos y la riqueza de pocos. Esa es la verdad y una de las causas de las guerras hasta hoy.

Si hubiésemos vivido como Dios manda, no había razones para guerrear. Con esta violencia sólo ganan los zamuros. _ Además el General Páez y sus seguidores solo les interesaban el poder y los frutos que producía ese árbol. Como los tigres cuando prueban sangre se ceban, los godos querían el poder para siempre. El General Páez el gran elector, el caudillo con poder para quitar y poner gobiernos. El único, el hombre imprescindible e irremplazable. Tanto se lo habían repetido los acólitos que le adulaban con esa monserga de vanidades, que el General terminó creyendo en ellas.

El pueblo dice sabiamente: "La ambición rompió el saco." El peor error de un gobernante, creerse el único y dueño de la vida y los haberes de la

gente, creer que la república es un potrero, donde se puede hacer lo que le venga en gana, sin rendirle cuenta a nadie, por encima de las leyes y la Constitución

Los gobiernos tienen que alternar, el poder debe cambiar de manos. Ya El Libertador. Simón Bolívar lo decía: "El gobierno de unos pocos y por siempre termina transformado en tiranía ".

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_ Ese mando perpetuo con un solo jefe es otra de las causas de la guerra. En 1846 los liberales teníamos la oportunidad de llegar al poder por el voto. El pueblo lo clamaba como solución a los males que los godos no habían podido resolver desde 1830, pero no lo permitieron y el único camino digno que nos quedó fue la guerra.

De pulpero de la Villa a líder político.

Llegué a Caracas a finales de agosto del 46, me hospedé en casa de mi hermana Genoveva, intenté con mis contactos con los dirigentes del liberalismo, empezando por mi primo José Manuel, iniciar por la vía judicial el camino para reclamar nuestros derechos como electores, mi injusta inhabilitación. Pero una cosa decían las leyes y otra hacían los jueces y el gobierno. No había esperanza de pleitear legalmente, ni forma, ni manera civilizada de reclamar los atropellos cometidos en el Tribunal Electoral de la Villa.

Los tribunales, los jueces y todos los poderes públicos estaban dominados por el gobierno, no había un solo juez capaz hacer justicia. Todos, como bestias amaestradas para trabajar en un circo, solo esperaban la señal del amo para armar expedientes contra los jefes del liberalismo. Se nos llevó a cárcel utilizando argumentos horrorosos. Así debió ser la inquisición implantada por el catolicismo medieval. Utilizaban testigos falsos, con sus declaraciones terminaban acusándonos de los peores crímenes.

La persecución fue implacable, principalmente contra las cabezas del liberalismo del país. Ocuparon, sin formula de juicio, ni justa indemnización, las propiedades de los jefes liberales, las casas, las haciendas, los negocios, pasaron a manos de una junta interventora. Esta situación irregular, de robo legalizado, no se vivía desde los días la guerra de Independencia.

Los godos pretendían dominarnos por el miedo, doblegarnos y evitar a toda costa que la elección diera sus resultados naturales. Así era la democracia y la libertad que pregonaban los conservadores. Lo más grave era ver a la justicia postrada, esperando el "mandador" del amo, para inclinarse según se ordenara. Comprobar que los jueces se habían trasformado en esbirros, policías sin honor al servicio del régimen. Los fiscales del Ministerio Público eran otros arrastrados, amanuenses de los jefes.

Eran estos doctores universitarios capaces de acusar de los crímenes más absurdos a la misma Virgen Santísima, para complacer los caprichos de los poderosos que gobernaban. Sus sentencias eran complacientes y producían horror. Las Leyes y la Constitución eran letras muertas administradas por éstos funcionarios arrodillados.

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_ Toda la actuación de los funcionarios judiciales estaba a merced de una sola voluntad: La del caudillo, quien manejaba a la República como su propiedad privada, su hacienda particular y los ciudadanos de la nación como sus siervos o esclavos.

Soplan vientos de guerra.

Ante ese cúmulo de atropellos y violaciones a los más elementales derechos no podíamos cruzarnos de brazos y tolerar, eso no sería más que cobardía. Ellos cerraron los caminos civilizados, con el uso abusivo del poder y la desproporción de las medidas que tomaron. Abrieron la imponderable caja de la guerra y aquellos polvos que sembraron en el 46 y 47 están dado su pantanal de violencia de hoy.

El Dr. Manuel María Echandía miembro prominente del Partido Liberal, uno de los redactores de prensa y además miembro de la Sociedad Liberal de Caracas, de la cual era Presidente mi primo el Dr. José Manuel me dijo en tono muy solemne:

" Aquí no queda otro remedio que tomar las armas ya todos los pueblos de las Provincias de Barinas, Apure, Coro y Oriente estaban convenidas y sólo esperaban el

si

primer grito para levantarse en masa."

_Me enseñó una carta firmada por el General José Gregorio Monagas comprometiéndose con la insurrección. Se hablaba de una entrevista entre Don Antonio Leocadio Guzmán y el General José Antonio Páez, quien estaba descansando en su hacienda de la Trinidad en las cercanías del pueblo de Maracay. Hacienda que había pertenecido al famoso Marqués de Casa León. Las mejores y más productivas tierras de Maracay, las adquirió Páez por nada, como botín de guerra. En Apure tenía varios hatos. Mientras él descansaba en sus posesiones, el poder nominal lo ejercía el Dr. Vargas o el General Carlos Soublette.

La situación no era clara había que esperar, pero yo me preguntaba que podría salir de una entrevista entre Páez y Guzmán. Siempre llevaría las de ganar el General Páez, pues tenía el poder total, las armas, los jueces y los pesos. Que poder podía tener Don Antonio, sólo la razón pero no había tribunal que se la reconociera, No tenía medios para presionar al General Páez.

Me dije esto es una "solución" para ganar tiempo y no solucionar nada. Se acordó el encuentro en la ciudad de la Victoria. Nos correspondió organizar una comitiva para acompañar al Dr. Guzmán hasta los valles aragüeños.

La comitiva de Don Antonio Leocadio.

Un martes 1 de septiembre de 1846 partimos de Caracas, por la calle El Triunfo, la cual no es más que un camino que lleva de Plaza de los Capuchinos a Las Quebraditas, con

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cañamelares de los lados. La gente salía, más por curiosidad, a ver aquella comitiva de hombres a caballo. Manuel Ibarra y yo teníamos la misión de custodiar y proteger a Don Antonio L. Guzmán de cualquier atentado. Igual que la época de la Independencia en pequeño grupo marchábamos con lanzas enastadas. Esta vez con banderas amarillas, igual los lazos para adornar los sombreros. En el camino a la Victoria se fueron sumando partidario de Guzmán. De Charallave llegaron mis hermanos Antonio José y Gabriel acompañados de Rafael Flores conocido en el Tuy como "El Calvareño" y un grupo numeroso de personas.

A las tres de la tarde habíamos llegado a la bodega de la Licona. La romería era grande, gente a caballo y a pie, arrieros, labriegos, pequeños comerciantes. De un "puñito" que habíamos salido de Caracas, ya se había sumado una multitud. La gente del camino salía entusiasmada a darle vivas al candidato liberal.

Llegamos en la mañana al Consejo en medio de una gran algarabía que vitoreaba a Guzmán, se cantaba con guitarras, violírt y tambores hechos con barriles de harina, se tomaba aguardiente que nos regalaron los propietarios de la hacienda Santa Teresa, la cual pertenecía a los herederos del General José Félix Ribas. Nosotros montando guardia en todo momento. Llegaron noticias de Caracas, Guzmán frunció el Ceño, eran malas, el gobierno se declaraba en armas y nombraba comandante en jefe de los ejércitos al General José Antonio Páez y al General José Tadeo Monagas como segundo comandante. No había entrevista y el único camino que quedaba era la guerra.

Sin embargo continuamos camino a la ciudad de la Victoria, con unos 250 hombres armados, miles de campesinos armados con sus machetes e instrumentos de labranzas, recorrimos las calles de la ciudad, se oían gritos de los partidarios de Guzmán, dándole vivas al líder liberal y muerte al Tirano. La mayoría de los habitantes nos recibieron con lazos amarillos, adornos en las casas, arcos hechos con ramas y flores.

Antonio Leocadio fue alojado en la casa del General Santiago Marino, custodiado por "ministros de policía" que impedían el tránsito por el lugar. Solamente a Ibarra y a mí nos permitieron estar en la casa acompañando a Guzmán. Parecía más bien un preso o un secuestrado.

La gente solo esperaba una señal de Guzmán y la revolución no la paraba nadie, pero el Dr. Antonio Leocadio, manejaba muy bien la pluma, decía lo que la gente quería oír, pero no tenía madera para ser la cabeza de aquellos hombres, en su mayoría del más bajo nivel de la sociedad. El populacho como les decían los godos o el Pueblo Soberano como nos hacíamos llamar entre nosotros.

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_ Guzmán le tenía miedo a la guerra. Sabía mucho de leyes, de liberalismo, incluso era un maestro en la intriga política, pero no tenía el coraje para dar el paso trascendental, Creo que era más un demagogo al estilo griego que un hombre de armas tomar.

_En ese mismo momento y sin comunicación se estaba produciendo en el valle de Tacasuruma el alzamiento del "Indio" Francisco Rangel, quien había sido cabo en las guerrillas de Zaraza, en la época de la guerra a muerte. Según decían asaltaba haciendas, mataba, se apoderaba de bastimentos, equipos, armas, liberaba a los esclavos y los sumaba a su guerrilla, atacó a Villa de Cura, pero no logró su objetivo y se replegó las montañas de la Platilla.

En La Victoria no sabíamos nada de lo que está ocurriendo en la Villa, indudablemente que Guzmán había caído en una trampa, no creo que por ingenuo, sino por su indecisión para tomar las medias que reclamaba el momento.

Desde la época de la Independencia quedó grabada en la memoria de la gente de poder la rebelión de esclavos que ocurrió en Haití. Esa guerra de negros contra blancos era más temida que un terremoto y siempre se tenía-presente aquellas matazones de blancos, la inmigración de miles de hacendados a Santiago de Cuba. Se tenía miedo al monstruo de Boves y a las consecuencias que podía generar un pueblo en armas. Por esa razón las prédicas de Guzmán, no pasaron de allí. Palabras muy bien dichas. Los herederos del "mantuanaje" sabían que los promotores de la Independencia se habían equivocado, "Fueron por lana y salieron trasquilados". Su intención de alcanzar el poder total, se trastocó en su desaparición como grupo social. El miedo a repetir la historia los hacía vacilar.

El orador.

En mi primer ejercicio como orador manifesté públicamente mi voluntad de combatir en todos los terrenos para lograr imponernos y triunfar, había que llegar a Caracas y acabar con el "coco" de José Antonio Páez. Propuse salir de la Victoria en plan de guerra contra el gobierno, aprovechando el entusiasmo de la gente que nos acompañaba. Quienes estaban dispuestos a "tirar la parada".

La respuesta de Guzmán fueron dos palabras lapidarias que marcaron su destino: "Una Locura".

El Dr. Antonio Leocadio, muy querido y respetado por todos había perdido la brújula. Ante aquel cúmulo de atropellos y los que vendrían en adelante, sólo le quedaba una salida con honor: La guerra.

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__ Pero, te repito,. Don Antonio quien con su verbo era capaz de encender una sábana, a la hora de la verdad, hacía como las muías mala mañosas:

"Se achantaba''.

Después de esta reunión el Dr. Echandía me llamó y me dijo: "Guzmán es un cobarde que dobló su cerviz"

______ Yo le respondí: "Nosotros no doblaremos la nuestra".

De inmediato nos reunimos para organizar un plan de insurrección. Echandía iría a mover la gente del llano arriba, la de los lados Río Chico y el Tuy, donde están mis hermanos y el Calvareño. Manuel Ibarra y yo marchábamos al llano abajo, con los habitantes de la serranía y así ocurrió.

El camino de la guerra.

Un lunes 7 de septiembre de 1846 tomé el camino de El Pao de Zarate con dirección a la Sierra de Villa de Cura para unirme a las fuerzas insurgentes del "Indio" Francisco Rangel. Me acompañaba Manuel Ibarra.

No tenía experiencia militar, lo poco que sabía era por instinto, por lo que había oído y leído, pero tenía una idea fija sacar a los godos del poder. En mi haber tenía el conocimiento de la sierra, el apoyo de los vecinos y me haría respetar de toda esa gente. En su mayoría aquellos hombres semidesnudos, le cortaban la cabeza a un cristiano, en el pestañeo de un mosquito. Mucha de estas guerrillas llegaba a una hacienda buscando al amo y a su familia para dar rienda suelta a los peores instintos. Lo más menudo que hacían era violar a las mujeres, quemar los títulos de propiedad y saquear con saña. Si los amos sobrevivían era un verdadero milagro.

Personalmente no estoy de acuerdo con esos métodos, pero no había, ni hay otra forma de hacer la guerra. Si quieres ganar hay que permitir los excesos, eso genera miedo. Ya tienes ganada la mitad de la guerra, porque el miedo paraliza al enemigo. Cuando el soldado o el oficial enemigo piensa en el filo del machete que le espera, empieza a sudar, no coordina las ideas y a en la primera oportunidad "deja el pelero", huyendo despavorido.

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Eso ocurrió con Boves y con los ejércitos patriotas, ambos tuvieron que permitir el saqueo y el crimen para poder atraer a los soldados que dirigían, Eso era un derecho de guerra. Bolívar y los blancos mantuanos cuando iniciaron la guerra de Independencia no querían ni esclavos, ni pardos, ni canarios en sus ejércitos, por eso se perdió la República. En cambio Boves desde su refugio en Guayabal aceptaba a esclavos fugados, delincuentes de todo tipo, buscados por los tribunales, gente con resentimiento como los canarios y los pardos despreciados por los mantuanos. Así logró constituir un ejército jamás visto, cuya principal motivación era el desquite, arrimándole como complemento los bienes de los mantuanos, sus mujeres, hasta las botas, los trajes, los muebles, las sillas de montar, las armas, las bestias, no se salvaban las ventanas y las puertas de las casas, cualquier objeto de valor. El saqueo ha sido una razón para ir a la guerra. ____ Eso fue lo que movió a tanta gente, no era solamente el amor o la defensa del rey de España, ni la sagrada religión católica, eso eran excusas para justificar los saqueo de los bienes de los mantuanos patriotas. Al final no se distinguían entre los bienes de los patriotas y las propiedades de los realistas. Por el sólo hecho de ser blancos y amos les mataban para apoderarse de todos los bienes. Así le paso a Fernández de León, el Marqués de Casa León, a quien un zambo de apellido Machado le cortó la cabeza de un solo machetazo, cuando Fernández salió a recibirle, en su condición de funcionario de la corona.

Monteverde y los canarios iniciaron en el año 12 los procesos conocidos como empréstitos forzosos de los bienes de los patriotas, los cuales eran administrados por una junta. Permitían el saqueo, pero en menor grado, El General Morillo con sus ejércitos de españoles profesionales militares, venía con instrucciones de acabar con aquel bochinche. Los bienes de los patriotas solo debían pasar a manos de las autoridades españolas, el saqueo debía reducirse al mínimo.

Cuando muere Boves y desaparecen de la escena Antoñanzas, Rósete, Zuazola, Yáñez, competidores del saqueo y la rapiña, esa inmensa masa de guerrilleros quedó en desbandada. El mérito del General Páez fue atraerlos a la causa republicana, reconociéndole sus títulos y grados ganados con los realistas, perdonándoles todos los crímenes cometidos y ofreciéndoles el botín, y el reparto de las propiedades de los realistas. Ese es el ofrecimiento que hace la república naciente para atraer al pueblo llano.

La libertad para a los esclavos. Las tierras y los bienes de los realistas para quienes pelearan del lado republicano.

Eso fue lo que permitió que la balanza de los triunfos de la guerra se inclinara a favor de los patriotas. Pero terminada la conflagración los jefes no cumplieron su palabra, por el contrario compraron los papeles, los haberes de guerra a precio miserables. Así los jefes de

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los ejércitos patriotas, los oficiales de mayor jerarquía se hicieron dueños de las tierras que durante 300 años pertenecieron a los mantuanos.

Los esclavos y libertos: La soldadesca sólo tenía dos caminos, volver a su antigua vida de sometimiento en la hacienda o su incorporación a un grupo de bandoleros para sobrevivir con el asalto, el secuestro y el robo. Muchos optaban por lo segundo.

Me acaba de ocurrir en Barinas con un guerrillero llamado Martín Espinoza, quien venía del grupo conocido como los "Indios de Guanarito" quien se hacía acompañar de un séquito de criminales con nombres de fieras. Incluso tenía su adivino particular llamado Tiburcio, quien hacía las veces de cura, predecía lo que ocurriría en las batallas.

Este charlatán oficiaba misas y matrimonios írritos, donde se casaba a Martín con la muchacha que le gustaba, habitantes de los pueblos y caseríos a donde llegaba, con sus fieras. Una vez que satisfacía sus instintos las mataba, o en el mejor de los casos las abandonaba humillándolas públicamente, Aquel espectáculo repugnante era insoportable. Me vi obligado a tolerarlo por unos días. La fama de aquel hombre y las fieras que le acompañaban, obligaba a una huida despavorida. Martín Espinoza al igual que José Tomás Boves, no distinguían entre los partidario de un bando o de otro, asaltaban igual a todos. Tuve que hacerle un juicio sumario, después que le monté una trampa. Desarmarlo y fusilarlo en la plaza de Santa Inés de Barinas, antes de la gran batalla. La indisciplina es como el monte malo si no se saca de raíz lo cunde todo.

La violencia, el miedo y el botín.

Yo no inventé esto de la guerra, si una cosa aprendí en la sierra de la Platilla en el 46 fue que lastimosamente en este país hay que usar el miedo para dominar. Si te compadeces de un enemigo, por respeto a los más elementales derechos, a los principios del cristianismo, te crucifican tus mismos soldados y oficiales. Esas fieras están pendientes de tus debilidades, si se" te agua el ojo", empiezan a sembrar cizaña y minar tu autoridad. Tienes que ser implacable, en primer lugar con tus soldados, fusilar si fuese necesario, para imponer disciplina.

Esos guerreros, son muy buenos con un machete o una lanza, pero sus reacciones son muy elementales, si te ganas su respeto y admiración te siguen hasta la muerte, te admiran en la medida en que ven en ti valentía y arrojo y te identifiquen como uno de ellos; con mejores condiciones para que acepten tu jefatura. Están acostumbrados al látigo del caporal y del amo. La violencia ha sido su única escuela, la han padecido en sus carnes y la aplican de forma casi natural.

Cuando llegas a un pueblo, caserío o hacienda hay que dejarlos que descarguen sus odios y satisfagan sus codicias, no hay otra forma de controlarlos. El botín es su ley, así es la guerra desde la antigüedad. El famoso Napoleón Bonaparte arengó sus tropas, antes de

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invadir el norte de Italia, ofreciéndoles el botín y las riquezas que les esperaban, para motivarles en las batallas.

Así lo hicieron los españoles y los canarios, Bolívar lo toleró, Páez y los jefes de los ejércitos patriotas lo practicaron. Pero la prensa goda sólo a mí me critica. Tal como si yo hubiese sido el creador de los saqueos en la historia. _ Páez logró su hegemonía política y económica en la Venezuela que surgió después de la guerra, cabalgando con el miedo y la violencia, por eso se impuso. El día que en Venezuela existan instituciones, jueces autónomos, diputados y senadores decentes, con suficiente autonomía para controlar el poder ejecutivo, un Congreso que le ponga límites al poder omnímodo que ejercen los presidentes. El día que tengamos un ejército de verdad y no una partida de hombres semidesnudos, mal pagados, peor armados, detrás de un caudillo, con su acostumbrada proclama, redactada por un "plumario ", ofreciendo lo que todo el mundo sabe que jamás cumplirá. Cuando esa sombra, ese rosario de males, que vive la república pase y sólo sea un recuerdo. Ése día empezáremos a ser una nación. Cuando el pueblo comprenda que no es un jefe con charreteras, machetes y chopos quien podrá sacarle de la miseria. Sino él mismo, superándose con' su preparación y el trabajo creador. Ese día seremos realmente una república digna, no el potrero servil en que nos hemos convertido.

Mientras tanto para construir ese país hay que pelear con todo y sin dar, ni esperar tregua o compasión. Lo demás es hipocresía de chupatintas que escriben y escriben pero jamás se han batido en una guerra. Es muy fácil acusarme de ser peor que Atila, pero los muertos y torturados que acometen los godos, parece que no tienen doliente para algunos periodistas. Hay dos varas para medir, una que me aplican a mí llamándome heredero de Boves, maldieiéndome hasta la quinta generación y otra que les aplican a los godos para defender a la oligarquía. Esa violencia parece que a los ojos de cierta prensa es buena. Así lo leo en los periódicos que llegan de Caracas, escritos entre otros por un señor llamado Juan Vicente González.

Dios, Federación o muerte.

Yo no soy partidario de ninguna de las dos violencias. Ni la del Gobierno, ni la de la revolución. La diferencia es que no soy hipócrita para terminar acusando a los demás de lo que tengo que aplicar por obligación. La guerra es sangre, muerte, dolor y no me gusta, pero estoy en ella y para obtener la victoria hay que hacer cosas que no son muy agradables. Esa es la verdad, muy simple y cruel, pero la verdad.

En Barinas me empezaron a llegar correspondencias y oficios con la consigna: "Dios, Federación o Muerte" firmadas por Enrique Morlón, recién nombrado Jefe Federal en Nutrias. Él no era más que un agente de las compañías norteamericanas del cuero. Morton era un eficiente militar, partidario del sistema federal, pero sus inclinaciones estaban más hacia la búsqueda del monopolio comercial. Organizó un negocio Uamado;"Almacén de

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Mercancías Federales", trató de apoderarse en forma inconsulta del Apure para federarlo, para ampliar el negocio que tenía montado en Nutrias con la confiscación de bienes. Ordené su arresto, se escapó disfrazado de marinero a la Nueva Granada. Si lo hubiese agarrado, para enjuiciarlo y fusilarlo por picaro. Para así aplicarle la última palabra de la consigna que pretendió imponer: La Muerte.

"Dios y Federación" ya la había oído en boca del Lic. Estanislao Rendón, pero sin la palabra muerte. La usó también en sus comunicaciones en General José Desiderio Trías, natural de Coro. La palabra muerte no me agrada. Solo uso en algunas comunicaciones "Dios y Federación". La muerte es la desesperanza, el fin de todo. La muerte es lo contrario a la vida. La Federación es un movimiento de vida, de cambio positivo en la existencia de los hombres, no de muerte. La esperanza es vida. La desesperanza y el dolor están ligados a la muerte.

El saqueo.

300 años de esclavitud es mucho tiempo viviendo en las tinieblas. Ese sistema oprobioso fue la institución más importante del sistema de vida colonial. La relación amo-esclavo generó un carácter y unas costumbres. La producción y la vida económica estaban supeditadas a la explotación de seres humanos, como si fuesen bestias. La guerra de emancipación le dio participación por primera vez al esclavo en actividades diferentes, al trabajo en la hacienda. Se incorpora a la guerra, con una promesa de libertad. Las tierras para trabajar abrían al esclavo un horizonte de esperanza,

La mente del esclavo o del liberto concretaba como universo y objetivo de su lucha la hacienda y los amos. Ser libres para ellos, significaba la huida o muerte de los blancos y su desaparición como propietarios. Realmente no importaba el bando de lucha, sino el ofrecimiento de los bienes que sólo se podían alcanzar guerreando.

El saqueo se consideraba como un derecho para cobrar algunas deudas. Es cierto que esta "filosofía" es el origen de nuestro famoso "bochinche" criollo. A los ojos del mundo civilizado somos unos bárbaros, pero las guerras desde que el mundo es mundo siempre están acompañadas de matanzas, saqueos, violaciones, abusos e injusticias. La historia siempre la cuentan los ganadores. La adornan y la adoban para cambiarle el rostro. Los vencedores siempre tienen la habilidad para transmutar el olor a sangre y chamusquina, la violación y el saqueo en acontecimientos heroicos, dignos de la epopeya y la mitología.

Los soldados heroicos de Carabobo, Boyacá y Ayacucho, bajo el mando de Bolívar o Sucre, fueron las mismas hordas comandadas por Boves en el año 14. Los llaneros que sembraron el terror, la muerte y la desolación en los años duros. Esa Venezuela llena de contradicciones y paradojas es nuestra herencia como país.

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Hacer patria es una tarea por realizar, apenas estamos empezando. La patria no puede ser sólo para unos. Todos tenemos el derecho a cobijarnos bajo la misma bandera. Pero no hay tarea más difícil de lograr, cuando estamos acostumbrados a ser amos o esclavos. Unos están habituados en imponer su ley por el abuso y los otros, como siervos, a obedecer por la fuerza. Esa es la materia prima de nuestra nacionalidad. Romper con ese trágico destino es nuestra misión, todos somos iguales, todos somos responsables. No sería de nuestro agrado terminar afirmando:

/ Hemos fracasado!

/ Todo cambió, para no cambiar nadal

¿General usted era dueño de esclavos?

Cualquiera que tuviese negocios y haciendas tenía que tener algunos esclavos, yo tuve varios en la Villa y los trate como gente, pues para la mayoría el esclavo no era gente. Es importante destacar que yo ingreso en la'masonería en Guayana invitado por el General José Gabriel Ochoa, los masones éramos enemigos de la esclavitud, luchábamos para lograr su abolición. Mi esposa Estefana por razones familiares siempre tuvo esclavos, no había otra forma de producir, esa es la verdad;

Cuando era Comandante Militar de Guayana en abril de 1854, el General José Gregorio, también masón, decretó la libertad de los esclavos y los propietarios se les reconocieron su valor de acuerdo a la edad. Estefana tenía una pareja de esclavos para las labores domésticas, eran como miembros de la familia. Se solicitó al gobierno el valor de esos esclavos. Yo mismo fui al empadronamiento para efectuar el cobro al gobierno, de acuerdo a un listado de clasificación por la edad y el sexo. Ese dinero no era para nosotros, su destino era la pareja de esclavos. Así se hizo, pero no se cobró sino una pequeña parte, el resto es una deuda hasta hoy. El gobierno nunca tuvo disponibilidad para cubrir todos estos pasivos que generó la liberación de los esclavos.

La libertad formal de los esclavos dejó la situación de fondo sin resolver. Para superar el sistema esclavista era necesario incorporar nuevas y modernas formas de producir, pero al no tener capital para comprar máquinas, se cayó en un círculo que necesariamente ahora hay que romper. No es el "conuco" que heredamos de los caribes, lo que nos sacará de la actual miseria, sino la incorporación de formas de producir que hoy manejan en el Norte y en Europa. La máquina de vapor ha cambiado el mundo, una sola máquina hace el trabajo de 10 o 20 esclavos. Esa es la gran revolución. Eso que le digo se puede leer en cualquier libro o periódico que nos llega de fuera. Los ferrocarriles y las máquinas han cambiado la vida de esos países.

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Los liberales y la Federación estamos comprometidos a cruzar a Venezuela de líneas férreas de norte a sur y de éste a oeste. Dar facilidades para importar e incluso producir máquinas en el país, esto suena a un sueño, en medio de esta guerra. Para eso estamos en esta dura lucha. No queremos el poder para robar, esas malas mañas en un gobierno federal debe quedar como malos recuerdos. La corrupción, la servidumbre y la esclavitud se dan la mano y sólo cambiarán con nuevas formas de producir. Ese es el progreso verdadero.

Acepté el gran desafío de luchar con todas mis fuerzas para cambiar esta cruda y triste realidad que hoy padecemos Mientras esa situación no cambie no hay posibilidades de hacer país. No es que seamos ilusos como nuestros primeros patricios, quienes creyeron que elaborando una Constitución y unas cuantas leyes ya estaba "el mandado hecho"._ No señor, ahora la cosa es diferente. Tenemos nuestro credo liberal y tenemos la voluntad de aplicarlo, no se pudo por vías civilizadas y se tomó la trocha de la guerra.

Sin justicia no hay paz, pero la justicia no es una dádiva, una merced que se agradece. Para alcanzar la justicia, a veces involucra acciones muy duras, donde pagan justos por pecadores. Ojala algún día, quedemos libres de guerras, como los pueblos civilizados nos rijan el derecho y las leyes. Los puebios-'se dediquen al trabajo creador, no como ahora donde combatimos la violencia con más violencia y el abuso con más abuso.

De guerrillero a "General del Pueblo Soberano".

Volviendo al año 46. Después de la trampa en que caímos en La Victoria, la falta de determinación de Don Antonio Leocadio Guzmán, el gobierno oligarca vio nuestras debilidades, era la oportunidad para desarticularnos, sin vacilar se inició una etapa de represión con la mayor inquina de los oligarcas contra los liberales. La persecución contra Guzmán y contra las cabezas de liberalismo. A Don Antonio lo apresaron, lo condenaron a muerte. Yo estaba muy claro en lo que me esperaba si regresaba a Villa de Cura, mi carácter no ha sido jamás cobarde, ni de rehuir compromisos, veía, tal vez por las circunstancias, que se podía organizar un ejército y llegar hasta Caracas y sacar del poder a los godos, además se podía cumplir un programa para mejorar las condiciones de vida de tanta gente que padecía de miserias.

Yo era un hombre con apenas 29 años, me acompañaba Manuel Ibarra llegamos a medianoche a la casa de Juan Nepomuceno Castillo en elPao, al día siguiente tomamos el rumbo de la Sierra de Virgen Pura buscando el valle de Tacasuruma, contando con el apoyo de los vecinos y de mi compadre Socorro Masabé, comisario de Guambra, quien en efecto citó y juntó un grupo de vecinos y les leí mi manifiesto donde declaro los objetivos de la lucha, algunos de los presentes se me presentaron dispuestos a acompañarme.

Ese mismo día salí para el caserío Las Muías, pero lo encontré sin gente, al día siguiente tuve mi primer encuentro con Rangel, se me presentó con unos siete u ocho acompañantes y me ofreció su apoyo, me reconoció como jefe del partido liberal y partimos

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Valle de Tacasuruma. ( Rebelión campesina de 1846 (Villa de Cura)

En esta esquina de Villa de Cura funcionó la pulpería de Ezequiel Zamora

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juntos, ese mismo día, para el sitio de Los Leones y de allí para Las Guasditas donde tenía su cuartel general. Pude comprobar que el grueso de "sus muchachos", como él los llamaba, era esclavos escapados de las haciendas de la zona. La sola presencia de aquellos hombres generaba miedo.

Una comitiva de Rangel se reunió y me reconocieron como caudillo liberal y me dieron más que un grado militar, un reconocimiento al nombrarme como "General del Pueblo Soberano". Agradecí el gesto y la confianza y otorgué a Rangel el grado de Coronel, a Manuel Ibarra lo nombramos Alférez. Así quedó constituida la jerarquía de la revolución. Nos llegaron noticias de las sublevaciones en los llanos de San Francisco, en Barlovento y el Tuy, mis hermanos y el Dr. Echandía estaban cumpliendo su misión. Necesitábamos armas, bastimentos, bestias. Procedimos a buscarlos las en las haciendas de la zona. Así se inicia mi peregrinaje por los montes y los llanos de Tiznados, unas veces lográbamos conseguir armas, pólvora, comida, bestias, otras veces éramos rechazados por partidas de soldados que llegaban de la Villa y del centro. En uno de esos lances por poco me ahogo en una creciente del río Tiznados, lastimosamente si sucumbió en sus aguas Manuel Ibarra.

Un bandido reconocido desde los días deTa Independencia por ser un realista furibundo, el cual terminó en un lance por el Tuy, como compadre del general Páez. Lo llamaban Dionisio Cisneros, quien venía de aquellos valles. Fue comisionado por el gobierno para combatimos, pero acostumbrado a no aceptar disciplina, buscó acuerdos con Francisco Rangel y se le cambió a su compadre, el General Páez. Lo capturaron las tropas de la Villa, le hicieron un juicio sumario y fue fusilado en esa ciudad.

Militarmente la experiencia del 46 fue para mí un aprendizaje de lo que se debe hacer en una campaña militar. Políticamente entendí que había que buscar en Venezuela un sistema de gobierno donde hubiese un equilibrio entre los de arriba y los de abajo, fortalecer una capa social media, prácticamente inexistente hasta hoy. La balanza social y política no podía seguir inclinada sólo para el lado del poder. Esos campesinos, esclavos, manumisos y agricultores que conformaban las guerrillas del 46, ya habían desconocido el orden social que irrumpió después de la Independencia y estaban dispuestos a la lucha para no someterse. Organizarlos como ejercito de libertad o dejarlos como bandolero para exterminarlos, era el dilema. Los godos se fueron por lo último y los liberales por lo primero.

Hoy convencidos de que la Federación es la solución de esos males. Los godos sólo están interesados en mantener un poder centralizado, no reconocen la autonomía que debe corresponder de los estados. Eso es lo que ha hecho Páez desde 1821 gobernar eternamente, él y con personas interpuestas como el Dr. Vargas o el General Soublette. Porque con Monagas le salió mal la jugada. Considerar los problemas del pueblo, como la falta de tierras y de libertad, aspiraciones fuera de lugar, Creer equivocadamente que eso

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se podía dejar de lado, imponer el silencio, la represión y el miedo. Gran error." La casa empezó a quemarse y los amos siguieron bailando".

El Pensamiento Liberal.

_Estoy muy claro, ni en el 46, ni ahora con la Revolución Federal, dentro del liberalismo hay un solo pensamiento, Rendón en oriente, Guzmán en Caracas, Napoleón Sebastián Arteaga en Barinas son propulsores del Partido Liberal, cada uno con su estilo. El gran alentador del pensamiento Liberal venezolano fue el Dr. Tomás Lander. Antes de la aparición pública de Guzmán, ya Tomás Lander luchaba por la libertad de imprenta, por los derechos y garantías de los pueblos libres.

En las ideas del Dr. Tomás Lander y del Dr. Estanislao Rendón están las fuentes del liberalismo venezolano. En la pureza del pensamiento de Napoleón Sebastián Arteaga, líder barinés, está el corazón de la Federación y en Don Antonio Leocadio está su divulgación a través de la prensa y la aceptación general de las mayorías venezolanas. Son tres personalidades y tres visiones complementarias del credo liberal. Nos corresponde a nosotros el honor de ver ese pensamiento , esa fuerza de la idea liberal y Federal transformada en realidad.

Hay matices en el liberalismo, incluso dentro de la Federación. No puede un auténtico liberal pregonar un pensamiento único. No hay un solo camino para la solución de los problemas, debe haber la complementación. Nuestros principios son plurales y democráticos. Imponer un pensamiento único es contrario al liberalismo. Ya la iglesia católica, los reyes y emperadores han puesto en práctica esa tiram'a que obliga a pensar de una sola forma. El pensamiento liberal se originó para combatir esa antiquísima forma de gobernar, que obligaba a los subditos a expresar solo el pensamiento: El oficial. Cualquier disidencia se podía papar con la vida Nosotros estamos dispuestos a respetar las ideas, incluso de los contraricá. Así lo hemos demostrado y se puede comprobar con hechos.

Por el contrario los godos nos han perseguido con saña por pensar diferente. Nuestra propuesta dentro del credo liberal nos obliga a considerar sagrado el pensamiento, aún de los contrarios. Quien no actúe así no es liberal, aunque lo pregone.

Los Males del centralismo.

Todos los liberales estamos claros en que el sistema federal de gobierno es la solución de todos los males, que padece la república. El centralismo que se viene practicando desde 1821, jamás ha salido nada bueno para la provincia, lo poco o lo mucho que han manejado los gobiernos se ha quedado en Caracas. Antes cuando dependíamos de Bogotá era peor. Vea usted, no hay caminos nuevos, no hay puentes, transitamos por los mismos caminos

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Dibujo de Ezequiei Zamora con sombrero y quepis militar

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reaies que se construyeron los capitanes generales durante la colonia. Si alguien trata hoy venir de Caracas hasta San Carlos en un carruaje no lo puede hacer, no hay como pasar los ríos y quebradas, solo las recuas de mula lo pueden hacer. No hay hospitales, la gente se muere de mengua. No hay forma de combatir las enfermedades. No hay escuelas para aprender lo más elemental, Hay que decretar la educación como un derecho de todos y debe ser gratuita. Con carácter obligatorio y respaldado y supervisado por los estados federales, Esos son nuestros compromisos a cumplir dentro de poco.

Si tuviésemos en nuestro país un régimen federal, donde se resüetara la autonomía de los estados o regiones, donde se manejaran los ingresos con autonomía y decencia, cambiarían las cosas. Hoy dentro de esta pobreza que padecemos en Venezuela lo único que genera fondos son la aduanas hay muy poco que vender, no hay con qué comprar. Lo que se palpa en todos los rincones del país, incluso en la capital es pobreza. Estoy seguro que el progreso llegará a estos montes abandonados a la buena de Dios. Apenas lleguemos el poder y se implante la Federación como sistema constitucional de gobierno. No es que la Constitución Federal sea un libro mágico para resolver los problemas. No es así. simplemente de una Constitución Federal saldrá un nuevo orden de respeto, estímulo y sobre todo cada región podrá disponer de los recursos necesarios para la transformación y la ejecución de obras fundamentales para alcanzar ese avance.

El pacto federal nos hace grandes, incluso conformando nación con Estados de la Nueva Granada, esa es la única forma de ver realizado el sueño de unidad de El Libertador, Simón Bolívar. Autonomía local y regional para administrar el crecimiento, unidad de objetivos nacionales para hacernos grandes y respetados. Allí está el ejemplo de la gran nación del norte, también el de Argentina, o el de México.

Acá lo que predominó desde la separación con la Nueva Granada fue el centralismo caraqueño y Bogotano, el cual respondía al criterio cerrado de los grupitos que se apoderaron de los gobiernos de ambas naciones.

Una Constitución fundamentada en el credo liberal, de respeto a las instituciones, de estímulo al trabajo creador, de fomento a la producción, de la inversión pública v privada. La incorporación como productores y pequeños propietarios a los miles de siervos y miserables que han generado los gobiernos oligarcas. Educación para el pueblo, con un enfoque productivo, artesanal, industrioso ese es nuestro sueño. Por esas ideas estamos en la guerra.

Sin formación para el trabajo, sin tierra para quienes quieren trabajar y sin libertad no hay nación. Eso lo entendemos los liberales, pero los godos quieren una Venezuela donde todo se mantenga igual a la época en que los mantuanos eran los amos. El mundo de hoy es otra cosa, soplan vientos de cambio y los pueblos luchan y se sacrifican para que las nuevas generaciones vivan con dignidad. Es una deuda social y hay que cancelarla. Si esto no se

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logra, por ¡as causas que sean, el futuro de nuestro país será salir de una guerra y un caudillo para entrar en otra y nos alejaremos más del mundo civilizado.

La rebelión Frustrada

_E1 46 fue una rebelión frustrada, Rangel y otros jefes terminaron muertos, a mí me apresaron en Palambra, era el verano del 47, me llevaron amarrado a Villa de Cura, me mantuvieron incomunicado, me hicieron un juicio, donde estaba condenado antes de dictar el veredicto, así era la justicia goda.

La cabeza del indio Rangel se la enviaron en una caja con sal, al presidente recién nombrado, el General José Tadeo Monagas. Una barbaridad que no se veía desde la guerra a muerte, en que el "Diablo" Antonio Nicolás Briceño, le enviaba sacos llenos de cabezas decapitadas a El Libertador. De ese crimen contra Rangel, producto de la venganza, no hablaba la prensa conservadora.

Mi madre Paula Correa hizo lo que cualquier madre digna haría por sus hijos, Ella luchó con mucha inteligencia, me buscó los mejores abogados para mi defensa, entre ellos ál Dr. Juan Martínez, al Dr. Elias Acosta, éste último amigo de mamá y de la familia desde los años en que vivíamos en Cúa. Ella escribió cartas a muchas gentes buscando justicia, entre ellas al Presidente recién posesionado el General José Tadeo Monagas, al mismo Páez.

Al Dr. Guzmán lo condenaron a muerte, pero al final le perdonaron la vida y lo mandaron el destierro perpetuo. Monaeas buscaba nuentes con los liberales, trataba de zafarse de los godos. Todavía con poder criticaban fuertemente la actitud del general Monagas de compasión y perdón hacía los liberales condenados a muerte.

Condenado a muerte.

Me trasladaron a Maracay por miedo a que me escapara de la Villa. Me pusieron unos grillos y amarrado a la enjalma de un burro, no me dieron ni un sombrero para el sol, de escolta nombró al comandante Juan Pereira, primo hermano de mamá, enemigo de la familia por problemas de herencia. Me salvé de morir "atarrillado" por la intervención de mamá que se peleó, por todo el camino con el pariente para darme un poco de agua. Llegué muy mal de salud a Maracay, está claro que querían mi muerte, incluso antes de terminar el juicio.

En la cárcel de Maracay se me mantuvo incomunicado. Un día me dieron una hayaca envenenada, cuando le metí la cuchara, no me la comí de inmediato, espere un rato y noté que la cuchara se había puesto negra; había un perro en la prevención que daba vueltas por toda la cárcel, lo llamé y le di la hayaca, se murió, botando espuma por la boca.

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Solicité por medio de mis abogados que me trasladaran a Caracas para evitar nuevos atentados contra mi vida, no oyeron los pedimentos. Llegaban rumores que la sentencia estaba lista, me condenarían a muerte, básicamente por el asesinato de don Andrés Fuentes. Este hecho ocurrió en la hacienda El Chorro, el Indio Rangel lo apresó porque según estaba vigilando el paso de "los muchachos" por el camino real. Fuentes le ofreció dos mil pesos, incluso todos sus bienes por su libertad. Yo me opuse ante Rangel quien quería matarle de una vez, Ese día estaba bebiendo y cuando se pasaba de tragos era terrible. Eso lo saben perfectamente los familiares de Fuentes quienes declararon la verdad durante el juicio, allí están las actas que lo testifican. En el Tribunal jamás me mostré débil, ni cobarde, acepte algunos cargos, que justificaban las razones de nuestro alzamiento ante un gobierno que desconocía los más elementales derechos, el cual violaba sin reparos su propia Constitución.

El 27 de julio de 1847 el Tribunal de Primera Instancia me condenó a muerte, el Licenciado Manuel Díaz apeló a la sentencia y es allí cuando interviene el eminente jurista Dr. Elias Acosta. Se logró que interrogaran a Joaquín Rodríguez, sobrino del sefior Fuentes quien explicó con detalles, donde se demostraba que yo no era responsable de ese crimen. El 23 de septiembre el fiscal considera impecable la sentencia y solicita su ejecución. Mientras tanto mi madre hace las últimas diligencias desesperadamente tratando de buscar el perdón que le habían otorgado a otros conjurados.

El Presidente Monagas tiende puente a los liberales.

El presidente Monagas venía tejiendo su propia estrategia política para quitarse el padrinazgo de Páez y de los más recalcitrantes godos. El día que el tribunal dictó la sentencia de muerte contra mí, el Presidente instruye al Consejo de Gobierno para que delibere sobre la conveniencia de la conmutación de la pena. Las gestiones de mamá empezaban a dar sus resultados. Se empató la votación en el Consejo, la mitad por Diez años de prisión y la otra mitad votó por el último suplicio. Monagas influye para que se desanude la votación y resulta por mayoría ganadora la conmutación de la pena, unos estaban en total desacuerdo con la conmutación, pero era la orden de Monagas y aunque no la masticaban se la tuvieron que tragar.

Se conmuta la pena de muerte.

_ Acordaron la sustitución de la pena capital por diez años de presidio en el cenado de Maracaibo. Así Monagas, salomónicamente complace a los godos, quienes ejercían los Ministerios en el gobierno y de paso me salvó de una muerte segura.

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_ L a prensa conservadora se ensañó contra mí, me llamaron ladrón, incendiario, asesino y pare usted de contar adjetivos, me maldecían con odio y de paso le tiraban al Presidente Monagas por mampuesto, poniéndolo como alcahueta de bandidos y asesinos.

¿ Usted es partidario de la libertad de imprenta?

Quienes hemos sufrido persecución por opinar en los periódicos hemos sido los liberales, nuestros principios establecen garantías y derechos individuales irrevocables, como la abolición de la esclavitud, la libre expresión del pensamiento sin limitación alguna, la libertad de imprenta, con las únicas limitaciones relativas a la calumnia, el irrespeto y a la falsedad de testimonio, lo cual, si constituye delito debe ser estudiado y juzgado por un tribunal, no por la policía. También luchamos por la libertad profesional, la libertad de culto, una sociedad donde los curas manden en su iglesia, no en el gobierno, el derecho al libre tránsito, la abolición de la pena de muerte, la abolición de la prisión por deuda. La absoluta abolición de la confiscación de bienes v de respeto al derecho de propiedad,v de ser necesaria la confiscación de los bienes debe haber un previo juicio y la respectiva y oportuna indemnización.

Nuestra lucha es por un país civilizado y respetado y no es posible si no hay acatamiento al derecho natural que tiene toda persona a poseer, disfrutar y disponer de su propiedad con absoluta libertad y de opinar también sin miedo a que su opinión le lleve a la cárcel. No se puede aceptar discriminación de ningún tipo, todos los ciudadanos somos iguales ante la ley, Hoy día son bien vistos y tienen privilegios los que jamás critican, los que aplauden, la prensa arrodillada, Personalmente esas críticas de periodistas fletados no me hace mal, al contrario el pueblo sabe con mucha sabiduría diferenciar y mientras más me atacan más apoyo tengo. Así fue y así es todavía. Para finalizar este punto te enfatizo que jamás perseguiría a persona alguna por decir cualquier cosa de mí, así sea calumnia o falsedad.

¿General usted cree que el derecho de propiedad es sagrado?

Lo único sagrado es Dios, porque ni los ministros de la iglesia lo son. Lo cierto es que un gobierno que ponga en práctica el credo liberal tiene que buscar el progreso, sin garantía y seguridad del que tiene hacienda o laboreo no hay forma de salir adelante. El agricultor abandona el campo, bien sea por la guerra, donde se permite el robo y la confiscación de bienes tan elementales como las gallinas y el saquito de maíz que se produce en el conuco. Otros abandonan el campo por miedo al saqueo. Muchos para evitar que le recluten sus hiios. también para salvaguardar a su familia de los abusos que se cometen.

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se le aprovechen los cueros y el cebo y la carne haya que botarla. Cómo es posible esto, es un crimen con tanta hambre. Los esqueletos de las reses podridos al sol, las aves de rapiña se hartan de comer y solo se aprovechan los cueros. Lo único que compran los "musiues". Y los llevan en barcos hasta Angostura y de allí para Nueva York y Londres.

Nuestro sueño es ver a Venezuela como un país próspero, donde cada quien tenga lo suyo de acuerdo a su capacidad de trabajo y su esfuerzo. Que consigamos competir con productos elaborados. El gobierno debe ofrecer las garantías y el respeto a todos los ciudadanos en igualdad de condiciones. Para eso dictaran las leyes inspiradas en nuestros principios liberales y la obligación que tenemos de cumplirlas.

Faltan manos para trabajar.

Nuestro país entre guerras y epidemias está prácticamente despoblado, no es que falten tierras para trabajar, faltan manos preparadas y dispuestas a producir. Es tan urgente producir que uno de nuestros planes más apreciado es traer al país una inmigración de gente preparada, tal vez de Europa. Estoy convencido que las nuevas técnicas aplicadas al campo, darían un vuelco radical a las condiciones de vida del venezolano.

«

Ves esos campos inmensos, volteas a los cuatro puntos cardinales y sólo hay un rancho miserable, unos perros flacos, alguna vaquita y uno que otro conuco. Cuatro leguas a la redonda, en tierra fértil y no hay producción. Cambiar esa vida miserable e improductiva es la verdadera revolución, de nada valen tantos sacrificios si todo continúa en la desgracia. Se le quitan las tierras buenas a los amos para destruirlas estaríamos condenando a la pobreza y la vida de limitaciones a los más débiles. Una legua de tierra bien trabajada, vale más que cien fanegadas realengas. Eso está probado.

Los oligarcas.

Venimos luchando desde el 46 por la igualdad de derechos, la rebelión de los conuqueros de la Villa de Cura, tenía una justificación política, pero en el fondo estaban en las aspiraciones de tanta gente. Esta guerra de hoy, se alimenta de un orden social injusto, el cual no puede generar jamás la estabilidad política necesaria para construir una nación diferente. Hasta hoy el poder político y económico está en un grupo reducido, al cual el pueblo llama "mamantones", se pegan a la "teta" y chupan con gana, Ayer con Páez, después con los Monagas. Ese grupito constituye lo que el Dr. Antonio Leocadio ha llamado "Oligarquía". Tal vez no tengan la cuna de los oligarcas de ayer, pero producen mucho daño al progreso de la nación. Reciben todo sin aportar nada.

Estos oligarcas de hoy, en su gran mayoría, antes de la Independencia eran lo que llamamos "patas en el suelo", gente que nunca tuvo nada y de la noche a la mañana andan

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con bastón, zapatos, pumpá, anillo de oro, buena casa, buena hacienda. Lo que a uno le cuesta años de trabajo y ahorro, esos zánganos, lo alcanzan en un santiamén, colocándose en la sombras de algún jefe. Esa es la "oligarquía" que no produce nada bueno para el país, son como los parásitos o las garrapatas, nos dan asco por el daño que le hacen y la miseria que generan.

¿ Usted fue un funcionario militar de los Monagas?

Le debo hasta la vida al General José Tadeo Monagas, me trató con mucha deferencia, su hermano el difunto José Gregorio también. Puedo tener muchos defectos pero hay en mi vida algunos valores que me diferencian de mucha gente que vive de la oportunidad. Uno: Soy agradecido con quien me hace un favor. Jamás la espada de Zamora se levantaría contra alguien a quien le debo tanto. Dos: Nadie puede decir, ni aún mis peores enemigos, que Ezequiel Zamora se ha enriquecido desde el poder. Todos saben que mis bienes son bien habidos. Conozco algo de negocios, mi mayor aspiración es dedicarme a mi-, vida privada, con mi familia y mis haciendas.

Yo no escogí la política, llegó a mí y la acepté, yo no escogí la vida militar, como tampoco la guerra es una elección favorecida por mis deseos. Todos los servidores de Monagas son testigos de mis eternas rabietas por la desorganización, la mala administración y la corrupción de los gobiernos monagueros. La mayor parte de las veces no había previsión de fondos, ni para pagar la tropa. El rancho de la tropa era una deuda vergonzosa con los comerciantes locales. En más de una oportunidad tuve que hacer préstamos de mi dinero personal para cubrir necesidades elementales de la administración de la Jefatura de Armas encomendada. No puedo ver el desorden y quedarme tranquilo, o simplemente como hacía la mayoría aprovecharlo para beneficio personal.

La mayor parte de los funcionarios que nombraban en las aduanas, las cuales eran prácticamente la única fuente de ingresos del gobierno, eran familiares o amigos de los Monagas. En su totalidad eran unos ineptos e incapaces en el manejo de sus funciones y además picaros de siete suelas. La denuncia ante los superiores no surtía efecto. Los cambiaban para otro cargo y el sustituto era peor.

Dígame usted_ ¿Qué nación del mundo aguanta tanta bellaquería? Se lo decía a los hermanos Monagas. Ellos tranquilos, me decían algunas veces:

"Ezequiel no tomes las cosas tan a pecho, vive y deja vivir."

_ "Te vas a morir antes de tiempo".

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Todos son testigos que yo no me amarro a los cargos. En más de una oportunidad les renuncié y me iba para Coro y enseguida enviaban emisarios para ofrecerme nuevas responsabilidades. Aceptaban mis malcriadeces, porque sabían que era eficiente como administrador, los oficiales y soldados me aprecian y respetan. Además, a pesar de no pertenecer al círculo de aduladores que rodeaba el poder, podían confiar en mí. Sabían que Ezequiel Zamora jamás ha sido un hipócrita.

¿General el Gobierno de los Monagas fue un gobierno Liberal?

No de ninguna manera, los Monagas utilizaron el liberalismo, representado en muchos jefes nacionales y locales, pusieron en práctica algunos principios del liberalismo, como la abolición de la esclavitud, la Ley de Espera en el 49, para favorecer a los deudores arruinados por la usura, la Ley Amnistía para perdonar o conmutar las penas de los alzados del 46. Pero los principios fundamentales de nuestro credo liberal no. Lo que hicieron los gobiernos de los Monagas fue corromper a muchos liberales. El poder corrompe y cambia a las personas, cuando se usa el dinero público para beneficio personal.

La corrupción es otra peste que padecemos desde épocas inmemoriales. Los funcionarios confunden el patrimonio de la república con el patrimonio personal y engordan sus alforjas con los pocos o muchos dineros que les toca administrar. Esa plaga hace tanto daño, hay que erradicarla.

Volviendo a su prisión del 47, su condena a muerte conmutada, cómo se escapó usted de la cárcel general?

El 23 de noviembre, con la ayuda de mi hermano Gabriel, de mi sobrino Alejandro Tosta, del hijo de Juan Casper, mi sobrino Luís Rafael, de una mujer que yo no conocía, la cual era de Carora, llamada Estefanía Gaguera y de Napoleón Sebastián Arteaga. Además se contó con el respaldo de 60 voluntarios que vinieron del Tuy, al mando del capitán Juan Alvarenga de Charallave, prestos para apoyar la operación. Todo se hizo sigilosamente sin violencia. Se limaron los grillos, los barrotes. Con una soga me monté por una pared y me deslicé, como la soga era corta, del lado de afuera me ayudaron a bajar. Mientras Estefanía entretenía al cabo de guardia esa noche en la cárcel.

¿Los Monagas apoyaron la fuga?

Hay casos en que se nombra al delito y no se nombra al delincuente, por respeto o consideración, aquí no hay nada que pueda avergonzar. El comandante Juan Alvarenga contaba con una recomendación del General Santiago Marino para poder transitar con 60

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hombres armados desde Charallave hasta Maracay. Es indudable que se contaba con el apoyo gubernamental, de no ser así, hubiese sido imposible la fuga.

Se descubrió mi fuga en horas de madrugada, no fui perseguido, ni acosado. Se libró una requisitoria, más por lo formal. Tranquilamente llegué a Caracas y me oculté en la Guairita en la hacienda de los Cotarros, cerca del pueblo del Hatillo, con una identidad disimulada, me llamaban Manuel Correa. En las navidades del 47, los aguinalderos cantaban sus décimas señalando mi fuga y el terror producía mi nombre en los godos, quienes no le perdonaban a Monagas la conmutación de la pena a muerte y las facilidades para mi fuga.

Los godos estaban muy disgustados con el Presidente Monagas, quien no hacía caso de las recomendaciones de los oligarcas y "Paecistas", se inició un proceso de conspiración para sacar a Monagas de la Presidencia, en el mes de enero se reunió el Congreso y las cuentas que tenían los godos les daban los votos para suspender al Presidente de sus altas funciones. Pretendían trasladar las reuniones del Congreso para Puerto Cabello, con el apoyo de la guarnición, tenían listas las acusaciones contra el General José Tadeo Monagas: "Traición y de buscar el respaldo de los facciosos e insurrectos liberales del 46."

El 24 de enero de 1848.

Monagas estuvo al tanto de los hilos que tejían los conspiradores en su contra, movió sus piezas haciendo cambio en las milicias. El 24 de enero de 1848, le correspondió al Ministro Sanabria rendir su informe anual, la gente partidaria de Monagas llevaron hasta el Congreso a una poblada, esos eran grupos de choque que tenía el gobierno de Monagas para amedrentar a los godos. Al mismo tiempo Monagas ordenó desarmar a la milicia nacional y activó una nueva milicia compuesta por oficiales y soldados de su confianza. El Congreso nombró su propia milicia afecta al partido conservador. El ambiente estaba tenso. Yo desde la Guairita me enteraba de todo lo que pasaba, esperando los acontecimientos que estaban ocurriendo en Caracas. Si la conspiración contra Monagas triunfaba, tenía que salir al exilio clandestinamente, esa posibilidad ya la tenía prevista.

Mientras tanto en el Congreso, Sanabria rendía el informe y se corrió el rumor en la calle que los diputados habían agredido al Ministro, las masas que estaban a las puertas de la capilla que servía de Congreso, trató de forzar las entradas. La guardia conservadora del congreso disparó y mató a varios manifestantes, en el forcejeo para rescatar el ministro, con tiros y puñales se atacaron y en medio del desorden generado le dieron un bayonetazo al diputado Michelena, quien falleció. Salieron otros diputados heridos, la sesión se suspendió y prácticamente quedó disuelto el Congreso. Sin embargo Monagas, aconsejado por el Dr. Urbaneja, trató de mantener el hilo constitucional. Obligó mediante el uso milicias armadas, las cuales violentamente sacaron a los diputados de sus casas y los obligaron a ir al Congreso a sesionar.

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Zamora, militar al servicio de Monagas.

_Recibí una comisión del Presidente Monagas para organizar un Batallón en Villa de Cura. Llegué a esa ciudad, quienes me habían acusado y calumniado estaban muy asustados esperando mi venganza, Lo primero que hice fue buscar a la gente de la sierra a mis antiguos soldados que andaban escondidos por los montes. El 27 de enero el Presidente expidió un decreto de amnistía a quienes habíamos sufrido

condenas por asuntos políticos. El juez accidental de la Villa consultó con el gobierno si mi caso estaba contemplado en esa resolución, pues mi sentencia fue por el asesinato de Don Andrés Fuentes y la respuesta del Consejo de Gobierno fue que esa gracia también era para mí.

La sorpresa de mis enemigos quienes esperaban un Júpiter vomitando odio y clamando venganza. Mi actitud de respeto y sometimiento a la Ley. Yo no era, ni soy hombre de venganzas, menos con el caído. A veces estallo de rabia, como un volcán, pero en mi interior no albergo resentimientos No me ha gustado el abuso del poder, lo padecí y sería una bajeza hacer lo mismo que ellos. Muchos se me acercaron como perritos regañados, con el rabo entre las piernas. Tratando de congraciarse y lambiscarme con adulancias-. Eso tampoco lo acepto, todo lambiscón es falso.

Cuando me toca enfrentarlos en combate soy implacable, pero a mí no me mueve ni el odio, ni la venganza, me mueve la búsqueda de la justicia, en eso si he sido intransigente.

Limpié de guerrillas godas la jurisdicción de la Villa. Me fui al llano donde el gobierno había enviado 4.000 hombres comandados por el general Marino, llevando a Luís Castelli como jefe del Estado Mayor. El General José Laurencio Silva con 1.200 hombres se fue por los lados del Pao de Cojedes y el General José Gregorio Monagas vino de Oriente con 3.200. Todos militares de la independencia, héroes de la Patria. Todos se unieron para combatir al más grande, al General José Antonio Páez, Yo por mi parte había reunido un ejército, no de reclutas, sino de voluntarios, 1.000 hombres y me acercaba por el camino de Tiznados a Calabozo. El General Páez se vio obligado por la presión que tema por todos los flancos a dejar esta plaza de Calabozo.

Como son las cosas de la vida, un hombre de la confianza absoluta del General, formado por él, desde soldado hasta Coronel, su compadre y amigo de confidencia: El coronel Cornelio Muñoz le dio alcance el 10 de marzo en la sabana de los Araguatos, en las cercanías de Guayabal, lo vence y al General Páez no le queda otra alternativa que huir para no ser apresado. En la carrera fue a dar a la Nueva Granada.

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Zamora visita a Barinas, por primera vez.

_ Me uní con mi gente a la división del General José Laurencio Silva recorrimos el bajo y alto Apure, llegamos a Barinas. Allí gobernaba Napoleón Sebastián Arteaga, uno de artífices de mi escape en Maracay. Ideólogo del liberalismo.

Mientras esto ocurría en los llanos de Barinas, en la capital de República el Presidente Monagas recibía del exilio A Don Antonio Leocadio Guzmán, para disgusto de la "godarria" lo nombró Vice- Presidente de la República. Con esta acción se ganó el apoyo de los liberales en todo el país, muchos de los cuales estaban en las cárceles, en el exilio o escondidos por los montes. Una jugada política del general Monagas para poder combatir los alzamientos en contra de su gobierno, los cuales se estaban promoviendo en casi todas las regiones y la única forma que tenía para desbaratarlos era el apoyo liberal.

La Carrera Militar.

Las circunstancias me van llevando hacia la carrera militar, me delegaron una misión a Coro donde había un alzamiento de rebeldes conservadores. Allí pude organizar unos 350 hombres y me tocó combatir contra veteranos de la Independencia. En Quisiro jurisdicción de Maracaibo, los coroneles Andrade, Muguerza y Codazzi y los comandantes Machín, Martín y otros, lanzaron un ataque en Boca Grande, en la entrada del lago. Les corte el camino de Coro y por primera vez utilicé el fuego de artillería, con los subtenientes para el momento Joaquín Rodríguez y Tirso Salavarría se les derrotó con considerables pérdidas para ellos. Los peligros por occidente estaban conjurados.

Esta acción de guerra permitió la consolidación del General José Tadeo Monagas en el poder. Mi contribución fue la pacificación de Maracaibo y sus alrededores en varios combates, en su mayoría desiguales por número de combatientes. En algunos casos recibían apoyo de embarcaciones extranjeras. Estos triunfos me dieron fama como jefe militar eficiente, capaz de ganar en situaciones adversas. El 3 de abril de 1849, previo voto favorable del Consejo de Gobierno, se me ascendió de comandante de milicias a Primer Comandante de Infantería del Ejército, con destino al mando de la columna de Occidente.

El Presidente Monagas me sacó de las milicias y me llevó al ejército, esto también trajo ciertos inconvenientes y protestas, porque señalaban que ese ascenso violaba la Constitución, entre los protestantes estaba Blas Bruzual. Sin embargo el Presidente Monagas hizo caso omiso a las protestas y me mando a buscar para que me presentara ante él que me quería conocer.

Así lo hice, me trasladé a Caracas, me entrevisté con el Presidente, quien me dijo que quería contar con mi ayuda para pacificar la república. Le dije que yo era un hombre agradecido, que no sólo le debía la vida, sino la confianza que había depositado en mí. Monagas tema muchos enemigos, en todos los bandos, confiaba en mi condición de hombre

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de palabra y mi capacidad para la guerra, demostrada hasta ese momento, pero sobre todo, Monagas sabía que yo podía no estar de acuerdo con su forma de gobernar, pero mi palabra estaba por encima de todo, y que Zamora nunca ha sido un traidor.

¿Es cierto que usted fue quien custodió al General Páez hasta Caracas después de su rendición en Macapo?

_E1 General Páez invadió desde Curazao por la Vela de Coro el 2 de Julio venía acompañado del general León Febres Cordero como jefe del Estado Mayor y Ángel Quintero el dueño de la hacienda Yuma a orillas del lago de Valencia, como Auditor de Guerra. El general José Laurencio Silva, héroe de la Independencia, con unos 800 hombres, comandados por Nicolás Silva y mi persona, nos situamos en El Baúl de Cojedes, me tocó con 250 hombres luchar muy duro para poder vencer la retaguardia del ejercito de Páez, comandada por el Coronel Carlos Machín. El 12 de agosto de 1849 en Casupo, quedaron destruidos. Páez se vio obligado a buscar una capitulación con el General José Laurencio Silva. El 15 del mismo mes se firmó en el pueblo Macapo. Conjuntamente con sus oficiales fue trasladado a Valencia, luego a Caracas y de allí al Castillo de San Antonio en Cumáná.

Se me encomendó la misión de trasladar al prisionero con una columna de soldados y oficiales desde Valencia hasta Caracas. He leído en la prensa algunas versiones donde se falsea la verdad, se ha dicho que yo mandaba a preparar a gente de baja ralea para que ofendieran y le lanzaran improperios al General Páez. Lo cierto es que ya se habían escapado Hipólito Cuevas y Manuel Antonio Páez, yo tenía la responsabilidad de entregar el prisionero sano y salvo. Tomando en cuenta su jerarquía militar, su condición de héroe de la Independencia, ordené que se quitaran los grillos y me le puse a la orden como correspondía a su jerarquía. Les asigné a los capitanes Joaquín Rodríguez Guerrero y Francisco Linares Alcántara como sus guardias personales, con la misión de llevarlo al destino encomendado dentro de la mayor decencia y respeto.

Es cierto que por el camino salían individuos de todo tipo a gritar y ofender, algunos también salían a saludar con respeto, nosotros no estábamos autorizados para reprimir por manifestar a favor o en contra del General Páez. Nuestra misión y prioridad era la vida del prisionero y así se cumplió. Hasta que lo entregamos en Caracas.

El General Monagas no reconoció los términos de la capitulación de Macapo entre los Generales Páez y Silva. Por esa razón el General Páez y su séquito quedaron en la condición prisioneros de guerra. Lo envían por barco a Cumaná. Monagas me nombra Jefe de Armas de Cumaná. No me gustó la jugada, no me complacía la idea de hacer carrera militar como carcelero del General José Antonio Páez, renuncie a esa plaza militar y me retiré a mi vida privada.

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_ Por disposición del gobierno también ejercí de Jefe de las Guarniciones Militares de Margarita y Barcelona. Llega el amor de nuevo.

Me fui a Coro donde había comprado unas tierritas, ya me había tocado el corazón la viuda del farmaceuta Julio Diez, la señora Estefana Falcón, hermana del General Juan Crisóstomo. En la sierra de San Luís formé un hato en Maguay y la hacienda la Caridad con trapiche e ingenio valorado en más de 40.000 pesos, ayudé a fomentar los bienes de Estefana y sus hijos. Esto disgustó mucho al General Juan Crisóstomo quien no aceptaba que su hermana viviera conmigo sin matrimonio.

El matrimonio.

En 1856 tomé la resolución con Estefana de casarnos, para lo cual viajamos desde Barcelona en barco hasta la Guaira. Allí fui recibido por el General Urdaneta, comisionado del Presidente Monagas. El matrimonio se efectuó en la parroquia de San Bartolomé de Macuto, el 4 de julio de 1856. Contó con la presencia del Ilustre prelado Dr. Silvestre Guevara y Lira Arzobispo de Caracas, fueron testigos presenciales el General Juan C. Falcón, hermano de Estefana. También no acompañó la esposa del General Presidente de la República: Luisa Oriach de Monagas y mi estimado primo el Dr. José Manuel García, La celebración fue un desayuno, sin mayores lujos, pero digno de tan ilustres invitados. De inmediato nos regresamos a Barcelona para continuar en las labores propias de la Jefatura de Armas de la ciudad.

Es evidente que los Monagas me distinguían, la sola presencia en mi matrimonio, en calidad de madrina, de la esposa del Presidente de la República, significaba aprecio y respeto hacia mi familia. Sin embargo me incomodaban muchas cosas, que ya señalé. En 1858 tomé la determinación de retirarme a Coro para dedicarme a mi familia y a mis propiedades que habían estado en manos de encargados.

La caída de los Monagas.

Dedicado a mis actividades privadas me entero que Monagas renunció a la Presidencia y que se había asilado en la Legación francesa, que había sido desplazado por un gobierno donde se fusionaron liberales y conservadores y se constituyó una junta integrada por Pedro Gual, Lucio Siso, Manuel María Echandía y Manuel Quintero, proclamando un "olvido al pasado".

El General Falcón me informa que él veía el movimiento con buenos ojos para la salud de la patria y que aceptaba la Jefatura de Operaciones de Occidente y que me nombraba con

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el mismo cargo para Paraguaná. Le respondí que yo era un hombre de una sola palabra y si los Monagas se hundían, yo no podía salir hoy a combatirlos, eso era muy feo.

_ Al mismo tiempo se produjo una contraofensiva capitaneada por ex gobernador de Carabobo el General Julián Castro, quien se impuso como nuevo gobernante. Salió de Valencia, donde ejercía el cargo de Jefe Militar y fue recibido en Caracas como un héroe. No había una fuerza partidarias de los Monagas que le hiciese oposición. Todos, como era la costumbre, empezaron a buscar su reacomodo. Castro convocó a Caracas a los partidarios del "monaguismo", para buscar base de sustentación política. _ Me embarqué en la Vela y el 30 de marzo llegué a Puerto Cabello acompañado del joven Rafael Petit, me hospedé en la posada de Buenaventura Santander, de inmediato noté que las cosas no estarían buenas para mí. El postergado sueño de trabajar mis tierras y dedicarme a mi familia se alejaban, el destino me tema otra jugada.

Por el filo de la navaja.

Partidas de gente desconocida se aceraban a la posada y me gritaban todo género improperios. Lo más menudo era criminal, atribuyéndome la muerte del señor Apdrés Fuentes ocurrida en el 46. La situación fue incomoda, pero no pasó de los gritos ofensivos. Llegué a Caracas a la casa del ex gobernador de Coro Carlos Ferrero, me reuní con el general Castro y con mi cuñado Falcón. El nuevo jefe del gobierno me recriminó porque no me había sumado de inmediato al movimiento fusionista. No le gustaba mi verticalidad.

• Se me informó que no podía abandonar la ciudad y se inició un proceso de seguimiento permanente, por parte de los agentes que dirigía el jefe político Nicomedes Zuloaga. Día y noche tenía gente siguiéndome los pasos, si visitaba a un amigo, de inmediato era interrogado, para saber si yo estaba organizando una conspiración contra el gobierno del General Castro.

Se inició una feroz persecución contra los liberales que habíamos participado en el gobierno de Monagas, Antonio Leocadio Guzmán, Francisco Oriach, Ruperto Monagas, Ramón Anzola, Felipe Guerra, Wenceslao Casado de San Sebastián, Carmelo Gil y muchos más estaban en la cárcel. Otros escondidos o buscando vías de escape a las islas del Caribe

De la ofensa a la humillación.

El 27 de marzo se habían decretado juicios de responsabilidad administrativa para acusar de ladrones a todos los funcionarios del gobierno de Monagas. Me tendieron una trampa en el cuartel de San Pablo, conociendo mi carácter, el objetivo era provocarme para que reaccionara y acribillarme como estaba previsto. Es cierto que tengo mi carácter, no soporto las estupideces y provocaciones. Yo estaba preparado mentalmente, sabía lo que se

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estaba tramando y no podía dejarme dominar por la ira. El comandante Jorge Michelena al verme empezó a ofenderme de palabra, utilizando todo género de calumnias y groserías, me mantuve imperturbable y al ver que no reaccionaba me escupió en el rostro, saque con toda calma el pañuelo, lo vi. a los ojos y me limpié.

Las humillaciones a veces son como la leña para avivar el fuego. Otro día frente a la Universidad también pretendieron provocarme con ofensas verbales.

Comprendí con claridad que buscaban una excusa para matarme, me escondí y me disfracé de arriero, me trasladé hasta Catia la Mar y me embarqué en una chalupa para Curazao.

Zamora en el exilio.

Usted ve que no es uno el que define lo que tiene que hacer en la vida, un mes atrás estaba feliz con Estefana y mis hijos, trabajando moviendo las haciendas, produciendo papelón, comprando y vendiendo ganado, un mes después tuve que salir como un delincuente, sin recursos, a un exilio forzado en la isla de los Gigantes (Curazao)

Durante mi estadía en Curazao desde junio de 1858 hasta febrero de 1859 pasaron por mi mente muchas ideas, incluso llegue a pensar en instalarme con mi familia en la Nueva Granada, tomando en cuenta mis ahorros, los ingresos que podían producir los campos. Así se lo manifesté a Estefana quien se alegró mucho.

La vida del exilio era muy dura en Curazao, mucho gasto y ninguna entrada. Eso me hacía sentir muy mal. Antoñito Guzmán, me escribió una carta sorprendido al verme tan desconsolado, contándome como estaban de adelantados los planes para iniciar la lucha revolucionaria, más ahora que la Convención de Valencia había aprobado una Constitución centralista y nos ponían en bandeja de plata las consignas federativas de la proclama que se estaba elaborando en Saint Thomas

De Coro recibo noticias y recursos a través de José Melitón Torres, concuñado, me dice que empiezan las reuniones en Coro para organizar el alzamiento, el comité de Saint Thomas se esmera en preparar los fundamentos de la invasión para que no se confunda con un retorno del "monaguismo" recién derrocado. Los muchachos de Coro escogen el 20 de febrero, porque según todo estaba coordinado para que el golpe de diera simultáneamente en toda la República.

20 de febrero de 1.859

Los partidarios de la revolución asaltaron el cuartel principal de Coro y no hubo resistencia. Al grito de ¡Viva la Federación! ¡Vivan Zamora y Falcón!, se apoderaron del pequeño parque. En el puerto de la Vela dominaron los dos cañones de bronce montados en sus respectivas cureñas. Mientras otro grupo se adueñó de las goletas "El Coriano" y "La Guaireña". Con ésta última me buscaron en Curazao.

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El 23 de febrero, con 42 años de edad recién cumplidos, regreso a Venezuela y me pongo al frente de la revuelta, de segundo nombré al General González Zaraza, quien se encarga de organizar la caballería.

_Se constituyó una Junta Revolucionaria de Gobierno integrada por Juan Navarrete, Pedro Tovar, José Toledo y Nicolás Zaldarriaga. J.F. de la Guerra se responsabilizó del Estado Mayor, con el comandante Benito Urdaneta. El barinés Napoleón Sebastián Arteaga armó las goletas y se les cambió los nombres por "Federación" y "20 de Febrero". El jurista José Gabriel Ochoa definió los elementos Constitucionales y legales de la revolución. José Desiderio Trías marchó en comisión para la sierra de San Luís, en busca de gente y Francisco Manrique elaboró los pertrechos necesarios. Al mismo tiempo se editó el primer "Boletín de la Federación".

Estábamos sobre la marcha, cubriendo todos los elementos de la logística para poder avanzar hacia el centro. Mi cuñado Falcón estaba tan sorprendido de la acción, como la gente del gobierno, pues el proyecto estudiado era que nosotros invadiríamos por las playas de Puerto Cabello. Esa estrategia ya lo sabía el gobierno, a través de su red de espionaje, los cuales estaban en muchos sitios. La gente del gobierno tenía sus problemas. Lo cierto es que ya habíamos iniciado el movimiento revolucionario. El país se prendió por los cuatro puntos cardinales. Con la acción del 20 de febrero se remozaron las esperanzas del pueblo.

Pusimos a circular unos ejemplares del manifiesto que teníamos impreso con la firma de Tirso Salaverría, donde planteamos la reorganización de Venezuela bajo el concepto Federativo, rescatando el principio de la soberanía popular, como el origen de toda forma legítima de gobierno.

En cinco días reunimos un ejército de casi 1500 hombres. La gente preguntaba que quien estaba al frente y cuando se les respondía que el General Ezequiel Zamora de inmediato se afiliaban con aperos y armas, si las tenían.

Comprendí, desde el primer momento, que la guerra era el único camino expedito para lograr de una vez el triunfo del credo liberal, me empeñé con la mayor pasión que he puesto en mi vida para conducir las tropas a la victoria. No era fácil, no teníamos armas, sólo las que sacamos del parque del fuerte de la Vela. No teníamos aprestos, le solicité a la suegra un préstamo de 3000 pesos que correspondían a la herencia que dejó Don Benito Diez para sus hijos. Esa es la deuda de mayor jerarquía que tengo, pues es el futuro de mis hijos. Lo reuní escrupulosamente con lo poco que me quedaba; lo utilicé básicamente para que las tropas pudiesen dejarles algo a las familias, mientras ellos se marchaban conmigo para la guerra.

Desde siempre mi mayor preocupación han sido mis soldados. Puede que en una campaña adquiera una gallina y unas verduritas para hacer un sancocho. Puede ser regalada o comprada, pero si yo como gallina todos mis soldados tienen que comer lo

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mismo que la oficialidad. Este comportamiento con mis tropas, me da autoridad moral ante ellos. Los combatientes que no son ciegos y tienen estómago.

He visto a muchos jefes militares en campaña, los cuales tienen sus ayudantes como cocineros y siempre le arreglan la llegada para que sus descansos sean con la mayor comodidad.

_ Yo no pienso así.

Me alimento de lo mismo que comen mis tropas.

Duermo en una hamaca entre dos horcones y la mayor parte de las veces sin techo. Esa actitud me lo critican, pero mis principios me impiden diferenciar entre la oficialidad y la tropa. Es por eso que me quieren y me respetan.

No soy hipócrita, mi carácter no me permite exigir a los demás lo que no pueda cumplir. Austeridad y carencias para los demás y los lujos y comodidades para mí. Eso no.

No es que no me guste vivir decentemente, comer bien y el buen vestir La guerra nos coloca en igualdad de condiciones. Es muy escandaloso llegar a un pueblo y que sus habitantes nos organicen una ternera con yuca o casabe y la tropa se tenga que conformar con el olor. Eso desmoraliza y crea diferencias abismales entre hermanos. Cómo podemos predicar el credo liberal y hablar de igualdad y justicia y en la práctica caemos, por comodidad personal, en la discriminación y la diferenciación entre soldados y oficiales.

La campaña Federal.

_____ En esa agonía salimos de Coro, tratando de encontrar a los godos que ya habían desembarcado por las costas del oriente de Coro. Entre escaramuzas guerrilleras y batallas a machete llegamos al Palito, donde derrotamos al General Gabriel Guevara, unos de los héroes que había peleado al lado del Libertador. En ese pueblo cercano a Puerto Cabello me percato que tenía más gente que armas, casi no tenía municiones. Si mantenía mi empeño en la ruta para Valencia, era cuestión de tiempo para se unieran todos los comandantes godos, me dieran una batida final. Allí hubiesen quedado nuestras esperanzas de victoria, necesitábamos fortalecernos, con mayor cantidad de armas y pertrechos.

En esta campaña el tiempo jugaba un papel fundamental. El 27 de marzo continuamos nuestra marcha hacia San Felipe por el río Yaracuy .Necesitábamos debilitar las fuerzas centralistas. Se abrieron nuevos frentes en todas las regiones del país. Había que desgastar las tropas enemigas, buscar armas y apresto militar. En San Felipe incorporamos nuevos contingentes de tropas y armas. Seguimos la ruta de Urachiche para llegar a las cercanías de Barquisimeto, buscando el llano por el camino de Araure. Guanare para llegar a Barinas.

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Estaba informado que esa ciudad llanera estaba en resguardo en gran parque de occidente. En esa ruta la cual dura de febrero hasta mayo, la resistencia que encontré fue mucho menos que el apoyo que recibía en todos los pueblos. En el camino de Barquisimeto en un campamento donde pasábamos la noche un viejo de nombre Anselmo Méndez, intentó en medio de su rabia atentar contra mi vida, logró darle muerte a dos soldados, a él lo mataron a machetazos quedó hecho picadillo.

No podía darles batalla a los godos en Barquisimeto, eran muy superiores en hombres y pertrechos, los engaño haciéndoles creer que estaba acampando en los cerritos, con fuegos prendidos y algunos soldados de la retaguardia, mientras seguía en camino de Araure. Allí me recibieron del cura en adelante, con toque de campanas, cohetes, comida y fiestas.

Me mostraron la efectividad de una pólvora hecha con salitre de Turen, por el oficial Juan María González de un grupo que comandaba Juan Antonio Michelena. Llegue a Guanare y encontré la ciudad desocupada, seguí de largo, atravesamos el río Portuguesa. Continuamos la ruta hacía Barinas y acampamos en la hacienda La Marqueseña, donde almorzamos, continuamos la ruta y pernoctamos en el pueblo de Barrancas. Un correo me informa que el General José Laurencio Silva, el mismo que firmó con el General Páez la rendición de Macapo, venía por San Carlos para encontrase conmigo y doblegarme. Apuro el paso para llegar a Barinas.

Barinas

El comandante de la Plaza el General José Ramón Escobar obligó a la población a refugiarse en Mérida. Me espera fortificado con unos doscientos hombres, en la plaza de la ciudad, en la catedral, la casa fuerte, la residencia del Marqués del Pumar. hasta la cárcel estaban fortificadas, las entradas. En síntesis Barinas era una ciudad robustecida con el poder militar de los godos, bien defendida y esperando mi llegada. - Para completar la escena el viejo General Escobar, veterano de la Independencia, había enviado el grueso del parque para Mérida, previendo que yo pudiese tomar la ciudad y hacerme a esas las armas.

El viejo roble, comandante de esa plaza, se defendió como correspondía a su condición. Atacamos varias veces y por varios lugares y el plomo cerrado me hizo perder valiosos oficiales, desde la madrugada en que llegué a Barinas, ya tenía 24 horas a fuego vivo. Me desespero al ver que el tiempo pasaba y la toma de Barinas no se lograba. Los muertos y heridos en ambos bandos eran muchos. Movido por la rabia me precipito imprudentemente, en medio de la balacera, varias veces. Vi. caer a varios oficiales que con la mayor temeridad se lanzaban al frente y al costado para evitar que las balas me alcanzaran. Recuerdo con dolor al intrépido coronel Manuel Oviol quien me acompañaba como lugar teniente desde Coro, al edecán Aureliano González. Al capitán Joaquín Molina quien se nos unió en Urania, su ayudante Francisco Mesa. Clareando el día empezamos a recoger

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nuestros muertos y heridos. Me informan que el General Silva viene a marcha forzada hacia Barinas.

El fuego.

_ A 1 medio día tomo la dolorosa determinación de quemar la ciudad de Barinas para lograr la victoria, El fuego y el humo daban más fuerzas a los defensores de la ciudad. Aumentó la balacera y los muertos de ambos bandos. Hay que destacar que del lado de los godos sobresalieron acciones heroicas, como el oficial Cadenas Delgado, quien manejaba la artillería y salió dos veces con el cañón, para ubicarlo más cerca de nosotros, sin impórtale su vida. La segunda vez cayó, como caen los valientes y nos apoderamos de la pieza de artillería. Dispuse el ataque general cuerpo a cuerpo con bayonetas y machetes, se entraba casa por casa, en medio de aquel infierno, se avivaba el fuego para que se vieran obligados a salir y así poderlos liquidar.

El General Escobar acostumbrado a las matazones de la guerra de la Independencia, no daba muestras de desesperación a pesar de la mortandad, incluso él estaba herido.

Un fantasma en busca de la muerte.

Trato de imprimir nuevos bríos a la tropa, me lanzo en medio de las balas hasta la misma plaza, me detengo. Se hace un silencio de muerte, no se oyen los tiros. Godos y Federales se quedaron paralizados, al ver aquella figura, más parecía un fantasma. Un hombre a caballo corría de un lado al otro de la plaza, era yo, en medio del fragor de la batalla me dio por desafiar a la muerte. Comprendo en ese momento que el parque, objetivo de tantas luchas y muertes, no caería en nuestras manos. Grito, tratando de mover las fibras liberales de aquel jefe y su respuesta fue una lección de dignidad y coraje. Respetó mi vida, nada le costaba darme un balazo. Esos hombres como el General Escobar estaban formados en la escuela guerrera de Simón Bolívar.

Casi sin aliento, con más de 72 horas sin dormir, ni comer, clavo las espuelas al caballo y me voy en galope por la calle real buscando nuestras trincheras. Ordeno mantener un fuego graneado que nos permita una retirada con los heridos, para tomar el camino de los Torunos, rumbo al caserío de San Lorenzo. Allí esperar en mejores condiciones el ataque del General José Laurencio Silva.

Más de quinientos muertos de ambos bandos quedaron tendidos en las calles de la destruida ciudad. Me contaron que cuando llegó el General José Laurencio Silva a Barinas, el hambre y la pudrición de los muertos, era un solo lamento. El General tomo la resolución de hacerse sepulturero, pero como eran tantos los muertos, no le quedó otra alternativa que llenar las calles de Barinas de enormes piras. Hizo la caridad de quemarlos, evitando las epidemias y no que terminaran como carne para buitres. Le decía el General Silva a sus

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oficiales que aquella mortandad no la veía desde el año 1814, cuando las hordas de Boves invadieron en centro de Venezuela.

¿General usted no siente remordimiento de haber quemado a la ciudad de Barinas,?

Si no hubiésemos estado en medio de la guerra y mis acciones hubiesen respondido a unas motivaciones personales, sería yo un loco de atar. Cuando se inicia una batalla, más cuando el sitio es una ciudad fortificada, las acciones deben responder a un plan establecido, discutido con el Estado Mayor, donde las acciones de guerra se van dando gradualmente. Se tomó la decisión de prender fuego a la ciudad, es mi responsabilidad como jefe, pero no lo hice como un Nerón que se regodeaba y disfrutaba al ver las lenguas de fuego que consumían a Roma. Jamás pasó por mi mente que los godos tenían que morir chamuscados, si hubiese actuado con esa motivación sería un ser perverso e indigno. Mi único objetivo era el parque militar, el cual era necesario para que la causa federal. Eso es así de simple, buscar más allá otras motivaciones no es lógico, porque los centristas o cualquier militar en mi situación hubiesen hecho lo mismo. Siempre se ha hecho así. Estoy muy claro que nuestras tropas y también en la de los godos, hay mucho perturbado que disfrutan matando con saña, que gozan haciendo sufrir, que se identifican como criminales "de nación".

Martín Espinoza.

_Justamente estando en San Lorenzo iniciamos una concentración de todas las fuerzas federales en la sabana de Juana María, más bajo de San Lorenzo, con la finalidad de poder ofrecer batalla al General Silva. Llegaron el General Antolino Álvarez, Pedro Manuel Rojas. Llegó el Dr. Francisco Marte con un grupo que venía alzado en armas, desde tiempo atrás, cometiendo tropelías en Guerrilandia de Portuguesa, conocidos como los "Indios de Guanarito". El Dr. Iriarte llegó a ese sitio por razones que no vienen al caso, lo cierto que en ese grupo había gente muy buena, como el pintor e ingeniero formado en Francia, José Ignacio Charquet, pero también venían rufianes de todas las guerras, como los capitaneados por un sujeto llamado Martín Espinoza, cuya máxima aspiración era "descogotar" a quien él le pusiera la vista. "Descogotar" era su lema de guerra, cortarle la cabeza a cuanto cristiano encontrara en su camino. Les decía: _! Enclinche!

Es decir baje la cabeza y la cortaba de un solo tajo. Se justificaba diciendo que los "Coloraos" le habían violado y matado a su mujer. Esa era la fama de aquella turba, la cual no aceptaba disciplina militar, ni jefe. Pero en las guerras,

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se usan estos criminales, que solo pueden vivir matando, aman la muerte, enfermos que disfrutan el crimen. A las guerras no se va a rezar el rosario sino a matar, esos sujetos son útiles.

Tiburcio.

Martín Espinoza tenía su adivino particular quien lo acompañaba a todas partes. Antes de una acción de guerra arrodillaba aquella turba de malhechores, los hacía rezar, los bendecía y les decía si les convenía o no el combate o la acción por desarrollar. Les informaba del triunfo que lograrían y la turba salía entusiasmada y segura del triunfo. Ese adivino, medio brujo se llamaba Tiburcio, según decía él, que había sido criado en la casa de los Uztaris de Caracas y me llamó la atención que afirmaba que había nacido en Paratebueno de la jurisdicción de Cúa, en el Tuy.

El adivino Tiburcio ejercía mucha influencia sobre Martín Espinoza y sus hombres, ellos estaban convencidos que él se comunicaba con Dios y los Santos y aseguraba que si seguían sus instrucciones nunca les pasaría nada. Todos creían ciegamente en sus predicciones. Sus actuaciones guerreras dependían de las predicciones de Tiburcio.

Me preocupó la situación, pues aquella gente, no se sometían a la disciplina militar y hacía lo que le venía en gana, sobre todo robar, saquear y matar. Si el adivino Tiburcio les decía que no debían combatir, le obedecían. En vista de esta situación irregular, tomé la determinación en San Lorenzo, de llamar a Tiburcio en privado. Le informe, en tono fuerte, que si contradecía mis planes de guerra lo fusilaba en el acto. El brujo bellaco me dijo: JSfo se preocupe paisano.

_No soy loco para" jurungar" esa mapanare.

Soy Tiburcio, el adivino, no Tiburcio, el pendejo.

Al mismo tiempo me afirmó con mucha seguridad que no me preocupara por el General José Laurencio Silva, porque no daría batalla y le interrogué:

¿Por qué los sabes?

Y me contestó Me lo dijo San Antonio.

Era una imagen de uno de los santos que se había robado en una de las tantas iglesias saqueadas. Aquella imagen la cargaba en procesión le rezaba y le prendía velas. Era asombroso ver aquellos asesinos arrodillarse rezando con tanto fervor y al instante salir a los galopes dispuestos a robar y cortar cuellos.

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_ Y para su buena suerte el General José Laurencio no dio batalla, por el contrario mucha de su gente desertó y se pasaron a nuestro bando, con armas y pertrechos y en su confusa retirada a Guanare, dejó un reguero de municiones que me permitieron reponer mi parque, ya muy maltrecho.

Esta actitud del general lo puso muy mal con el gobierno y lo enviaron al último pueblo del sur del lago de Maracaibo como jefe de puesto, después de haber sido un héroe de la Independencia y estar casado con una sobrina de El Libertador, Simón Bolívar.

José Ignacio Charquet y las trincheras de Santa Inés.

La llegada de la gente de Guanarito que tenía su fuerza económica en el abigeato, me puso en contacto con bárbaros como Martín Espinoza y sus fieras, pero también llegaron personajes muy preparados como el Licenciado Francisco Marte, quien además de tener los conocimientos jurídicos y doctrinarios indispensables para el momento, era un hombre que hablaba y leían muy bien el inglés y el francés, lo nombramos como Secretario de Guerra y le correspondió redactar el proyecto de Constitución del Estado Soberano de Barinas.

Con él llegó un ingeniero, dibujante y pintor llamado José Ignacio Charquet, se entusiasmó con nuestra revolución Federal y se vino a Venezuela. Charquet me dijo un día:

¿General me regala unos minutos para pintarle un retrato?

Le dije que no tenía tiempo para eso. Sin embargo, a pesar de mi negativa, aprovechó ciertos momentos y tomaba sus apuntes

y en realidad me hizo el retrato. El joven pintor oyendo lo que hablaba, sobre la forma de preparar la gran batalla, en las conversaciones que tenía con otros oficiales, observando mi preocupación me dijo:

-General, con todo respeto, pero yo tengo la forma cómo podemos dar esa batalla y acabar con el ejército godo.

Por mis estudios profesionales y mi afición por la historia militar, he dedicado algún tiempo al estudio de los modelos de fortificaciones en trincheras, usadas en las guerras napoleónicas.

He leído muy bien los informes al respecto y el modelo es aplicable en estas sabanas.

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Me hablo de la Guerra de la Galias, de la capacidad militar de Julio Cesar, de la llamada guerra del Peloponeso hasta llegar a las Guerras Napoleónicas.

_ De inmediato capté que lo importante de esta estrategia era hacerle creer al enemigo que el ejército estaba en retirada y llevarlo a una emboscada como conejos.

Me explicó con lujo de detalles, el sitio de la Torres de Vedras, (1810) donde los portugueses construyeron bajo la dirección de ingenieros británicos para combatir a las tropas de Napoleón Bonaparte.

Le di mi aprobación, con la condición de planificar toda la batalla al detalle. Así empezamos a montar con meses de anticipación cada paso de la batalla a dar contra los centristas. Todo dentro del mayor sigilo, no quería que nadie se enterara de lo que planificábamos, pues esta guerra han estado presentes, como nunca, los espías.

Los Federales teníamos un "musiu "llamado José Bradford, que representaba los intereses económicos de las compañías norteamericanas negociantes de mercancías y sobre todo compradores de cueros de ganado y venados. Así como el cacao y el añil generaron grandes riquezas para los mantuanos durante la colonia. A •partir, del gobierno de Páez la siembra de café y la caña de azúcar representaron la riqueza republicana. En los llanos de Apure y Barinas la riqueza hoy está representada por el ganado. En los últimos años los precios de los cueros de ganado han adquirido gran valor y en Nueva York la fama de los cueros del Orinoco, como se les denomina, se cotizan a muy buen precio. Ese es uno de los intereses que manejan algunos extranjeros en esas tierras llaneras como Morton y Bradford. Simpatizaban con la Revolución Federal y nos favorecían con información de primera mano. _ A ellos le interesaba que le garantizaran la libertad de comercio y se declaraban neutrales para comerciar con los dos bandos en pugna. Me vi obligado a expedir un decreto para regularizar y garantizar este comercio, lo cual nos favorecía mucho. En Barinas alimentábamos las tropas con pan elaborado con la famosa harina de Kentucky, el cual traían los barcos de estas compañías.

Cuando fui nombrado Jefe militar en Ciudad Bolívar, conocí a los representantes de estas casas comerciales, pude comprobar lo jugoso del negocio, se cotizaba a puerta de corral a 23 pesos el quintal de cuero de ganado y a 30 el quintal de cuero de venado. Ese año sólo por el mercado de Angostura salieron 382.000 del total de 597.000 de ganado que exportó el país y 80.000 cueros de venado. _Esa actividad generaba impuestos para el gobierno y una vez constituido el gobierno de la Federación, ingresaron en nuestras arcas. Esos impuestos del gobierno centralista, luego pasaron a ser de la Federación.

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Se organiza el gobierno autónomo de Barinas.

Enseguida que entramos a Barinas iniciamos la organización del Gobierno Federal, convocamos a la Municipalidad, como la institución representativa del pueblo soberano. Sus integrantes investidos de su representación legal, se pronunciaron a favor de la autonomía del Estado Federal de Barinas, dotándolo de su propia Constitución y Leyes, de su Ejército Federal, de un Poder Judicial y Electoral autónomos y de sus ingresos propios, así rompimos de hecho y de derecho con el gobierno central.

Barinas pasó a ser una nación autónoma, de acuerdo al principio de la Soberanía de la confederación, diferente a la Venezuela que manejaban los godos en gobierno central. Nos dirigimos a los consulados de las naciones extranjeras ubicados en la Ciudad de Nutrias, solicitándole el reconocimiento de sus respectivos gobiernos, de acuerdo al ordenamiento de la Sociedad de las Naciones. Al mismo tiempo le garantizábamos la seguridad de sus nacionales y sus derechos comerciales. Además la navegación por los ríos de la región.

Todo esto encuadrado dentro de los principios de Libertad, Igualdad y Fraternidad como dogmas de la nueva república democrática federal. Como pueblo civilizado el 26 de mayo expedí un decreto en Barinas donde señalamos claramente que los Estados Federales existentes hasta ese momento, no reconocían como enemigos suyos sino a los que atentaban de hecho contra la independencia del nuevo Estado. Nadie fue perseguido por emitir opiniones políticas contrarias a la Revolución. Es contrario al derecho de gentes que se persiga a los ciudadanos por discrepar de nuestro punto de vista, así lo consagra la Constitución vigente en los territorios federales. Todos los ciudadanos gozan de inmunidad mientras no conspiren contra el Estado Federal. Incluso el decreto contemplaba que el ciudadano, José Antonio Páez, vecino de Tucupido, gozaba de inmunidad a pesar de sus actos contarios al gobierno federal, garantizándole como corresponde a sus derechos ciudadanos.

Pusimos en práctica nuestros principios fundamentales, aún en medio de la guerra. Para lograr el reconocimiento de otras naciones tenemos que actuar ajustados a los principios y tratados firmados por la República de Venezuela, también necesitamos el respaldo y reconocimiento de los liberales del mundo, de los partidos liberales existentes en muchos países.

Organizar el Estado Federal.

Organizar las finanzas del nuevo Estado Federal era una prioridad, los libros de cuentas habían desaparecido, no se sabía que había ingresado a las arcas, revisar los impuestos ordenar las cuentas, sin olvidarnos que teníamos encima al ejército del gobierno central, que estábamos preparando una batalla decisiva.

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El 18 de mayo ocupamos Barinas y desde el primer momento nos dedicamos a organizar un gobierno, redactar y sancionar una Constitución adecuada al credo de nuestra predica federal. No podemos descuidar las acciones militares, distraer al enemigo, ordeno persecuciones, para mantenerlos a raya. Hago creer a los centristas que nuestro objetivo inmediato era tomar el camino hacia el centro. Organizamos la toma de Guanare, después de tantos meses me entrevisté con el General Juan Crisóstomo Falcón, quien había desembarcado por el Palito y tenía como Comandante de Operaciones al General Wenceslao Casado, de San Sebastián, necesitábamos unir esfuerzos para dar batalla en el lugar escogido.

¿Por qué escoge el pueblo de Santa Inés?

A pesar de todo lo que habíamos hecho en búsqueda del parque y de las armas necesarias, no estábamos ni siquiera en condición de igualar el ejército centralista. Teníamos gente de machete y lanza pero no teníamos suficiente armamento. Estaban concentradas las tropas de todo el país bajo el mando del veterano General Pedro Estanislao Ramos y como Jefe de Estado Mayor al Coronel Manuel Vicente de las Casas, estaban bien dotados, con tres divisiones disciplinadas, uniformadas, con su "rancho" completo. Nosotros ya teníamos bastante adelantado el plan con Charquet, quien hizo unos dibujos, que luego llevó a planos, de cada una de las trincheras en el lugar exacto en que debían ser hechas, con las medidas precisas. Después de estudiar el terreno llegamos a la conclusión que el mejor sitio era el pueblo de Santa Inés, lo conocí cuando tuve que ponerle preparo a Martín Espinoza, está en el lado oeste río Santo Domingo, con suficiente trecho para maniobrar. Es como poner un falso a un toro cimarrón y llevarlo al botalón.

El paso más abajo es muy profundo y peligroso, para un ataque de sorpresa, había un solo camino, que hacía más fácil, que el "Grande Ejercito" de los centristas, "mordiera el peine" y nos persiguiera creyendo que estábamos en retirada hacia el sur, había que cuidar la retaguardia por el camino de Nutrias, pero eso lo cubría el Comandante Pedro Manuel Rojas, hoy Coronel, después que destruyó en Nutrias la División de Brito que tenía como misión, atacarme por la retaguardia y cortar la retirada.

Me moví con el grueso del ejército de Barinas a Guanare, se constituyó el Estado Federal de Portuguesa, con su respectivo gobierno autónomo. Dejé a Charquert trabajando en las trincheras, con mucho resguardo para evitar fuga de información. Los centristas tenían pesquisas de que nos preparábamos para dar pelea en algún lugar de los caminos hacia el centro. Habíamos logrado unir las fuerzas que comandaba Falcón, teníamos mejores armas, estratégicamente teníamos tomado el camino de Barinitas. El General Falcón era partidario de avanzar hacía el Centro, no estaba muy informado de mi estrategia y tampoco lo quise

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discutir por razones de seguridad, solo le dije que tenía un plan, que tuviese confianza en que ese ejercito quedaría destruido y se nos abriría el camino para alcanzar la victoria.

Se unen los dos ejércitos bajo el mando militar de Zamora.

El General Falcón me conoce y sabe que no hablaba por hablar, esa no es mi debilidad, tengo por costumbre hablar poco sobre mis planes, creo en la sorpresa para que el enemigo no tenga tiempo ni de reaccionar. La lengua les sirve a los vendedores de ilusiones, a esos que la prensa llama demagogos y los llaneros les dicen "Canta bonito". A esos usted íes oye hablar y lo "encantan" a uno, pero a la hora de ver los resultados son como los gallos flacos, pura pluma.

Con el respeto que me merece, así es Don Antonio Leocadio, hombre para escribir bonito, para hablar bien, pero en lo que oye un tirito no encuentra hueco donde meterse. En el 47 la policía lo encontró escondido dentro de un horno de hacer pan. Qué pena para un hombre que con un gritico movía a todo el país y los oligarcas hubiesen tenido que correr en el 47.

El General Falcón más confiando en mi habilidad militar que sabedor de mis planes se unió en la contramarcha hacía Barinas, todos creían que saldríamos al encuentro de los godos, cuando se enteran de la contra orden y piensan en la retirada, se notó cierta desmoralización, me vi obligado a arengar a las tropas prometiéndole que les llevaría a la victoria, mis palabras levantaron él ánimo. Lo mismo hizo el General Falcón, la suerte estaba echada, solo era cuestión de tiempo poner en práctica por primera vez un plan preconcebido, donde todo estaba calculado. Enfrentar soldados bien armados y ganarles la pelea. Ese era el tamaño del desafío que temamos los Federales y lo cumplimos.

Iniciamos la contramarcha haciéndoles creer a los centristas que huíamos, que no queríamos dar combate, llegamos al caserío Caroní en las orillas río Santo Domingo a lo lejos por el rumbo de Obispos de veían el resplandor de los campamentos godos. Al segundo día dormimos en el caserío de La Palma y el tercer día llegamos al pueblo de Santa Inés como lo teníamos previsto.

Organización de la batalla.

El ingeniero Charquert se había vuelto un "cachicamo" en los alrededores de pueblo, dos leguas de defensas con trincheras que no se veían a simple vista, entre cada trinchera, se hicieron unas picas que permitía que los combatientes cambiaran de una a otra, sin salir al campo. Todo estaba en los planos tal como lo habíamos pensado.

En la primera trinchera estaba en la salida del pueblo, sobre un caño llamado el Palito, la defendió el Coronel Rafael Petit, de Coro, con una división de 200 hombres, entre cuyos oficiales figuraba el comandante Francisco Cumare.

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De cada lado de esta trinchera construimos otra sobre un terreno anegadizo, un pantanal de "madrevieja" donde el que caía quedaba atollado con bestia y aperos de guerra, defendidas por el Coronel Amador Armas y el ingeniero Charquert, el constructor. El General Petit defendía la trinchera más grande, a su derecha la defensa del trapiche bajo el comando del General Trías, del coronel Juan J. Mora y del General Ortiz. Por el mismo lado empezaba una cadena de trincheras en forma de trapecio, para mejor movilización de los soldados, comandadas por Aranguren, Paz, Bruzual, Díaz. García y Henríquez. Habíamos construido seis trincheras en la banda izquierda exactamente en su forma de trapecios, comandadas por Prudencio Vásquez con una división de 300 hombres, su ayudante era el capitán Desiderio Escobar y los comandantes Freytes y Montilla. Más adelante casi al frente de La Palma, estaba otra formidable defensa manejada por el caraqueño Comandante Martín Franco, valiente liberal que me acompaña desde el 52 en mis quehaceres militares.

Había otro pequeño trapiche donde debían empezar las acciones, con el Coronel León Colina, el Coronel Jesús María Hernández y el comandante Varguillas.

Todos eran jefes muy "brégaos" a quienes conozco muy bien y pedía confiar en sus capacidades y valentía a toda prueba, una cosa es pelear a campo abierto y otra es "entrincherao", no todo jefe tiene el aguante para sentir la balas que silban a centímetros de la cabeza y calcular el momento exacto para aplicar la defensa disparando lo menos posible y engañando al enemigo haciéndole creer que ha conquistado la trinchera y que ya el mandado está hecho y sabe que más adelante le espera otra trinchera, con fuego al frente , por la retaguardia y por los costados. Esa es una trampa bien montada, una vez que el enemigo pisa el peine, caen como "coporo en ribazón"

El General Juan Crisóstomo dirigía la jefatura central desde Santa Inés

Mi estrategia en Santa Inés fue la misma que utilice en San Lorenzo. Defenderme para debilitar y luego tomar la ofensiva en el momento en que el desgaste de las tropas centristas lo indique, con la diferencia que todo lo pudimos planificar con más cuidado, centrándonos en el sistema de trincheras. Creo que fue la primera vez que se utilizó con planificación detallada de cada acción.

Santa Inés no es obra de un jefe, simplemente es una demostración que en la guerra es necesario que todos metan el hombro, un ejército en batalla es como esos relojes que ahora vemos en las torres de las iglesias, de las ciudades grandes, para que den la hora es necesario que toda esa maquinaria se mueva cuando le corresponde, ni antes, ni después. Cada pieza es importante, falla una y se para el reloj, así es la batalla y el ejército. Agregándole una buena dosis de valentía, mucha audacia, disciplina, obediencia en el cumplimiento fiel de las órdenes, fe en las ideas que nos mueven y absoluta confianza en las decisiones que toman los jefes son las mejores. Si un país se pudiese manejar así, no

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sería muy difícil gobernar, se planifica, se ordena, se obedece y todo sale bien. Pero no, gobernar un país y tener éxito es una empresa en mucho más difícil que ganar la Batalla de Santa Inés o cualquier otra batalla. Un país no es un batallón, ni una división, ni es un cuartel, los habitantes somos ciudadanos primero que soldados. Con libertad de pensamiento, derecho a no estar de acuerdo. Si en la guerra se manifiesta desacuerdo, la solución es el consejo de guerra y el fusilamiento. En la sociedad y en la nación los desacuerdos se solucionan conversando, buscando las coincidencias, tolerándonos. Este concepto hay que enseñárselo a la gente.

El Valiente Ciudadano.

La Municipalidad de Barinas me otorgó la distinción de "Valiente Ciudadano", no en un acto de adulancia, sino como ejemplo de la soberanía del pueblo representada por el Concejo Municipal, esencia de esa soberanía que viene desde épocas inmemoriales y la condición de ciudadano está por encima de cualquier otra, incluso la militar, con las excepciones de los tiempos de guerra. Desde ese día uso al mismo tiempo mi quepis militar y el sombrero civil, como una demostración del sometimiento del poder militar al poder civil, para que la gente se pregunte: '

¿Es que el General Zamora está loco que usa dos sombreros?

No

Simplemente quiero decirle a todos que los militares somos primero ciudadanos.

No hay título más importante que el de ciudadano. Nacemos civiles, nos hacemos militares.

Es evidente que los militares, en algunos casos, somos buenos para la guerra, para organizar gobierno somos muy malos, padecemos del mal del autoritarismo ineficiente. Así quedó demostrado con los gobiernos de los Monagas.

Lo primero que hicimos al formar el gobierno Federal del Estado Soberano de Barinas. también en Guanare y Coro fue entregar el poder administrativo del gobierno a las municipalidades y a los civiles. En estado de guerra, hubiese sido muy fácil para los Federales nombrar a militares de nuestra confianza, pero el credo liberal que practicamos considera que son los civiles a quienes les corresponde esa misión y que nuestra espada está presta a respaldarles y defender el orden establecido.

Es mucho lo que nos queda por conversar, pero ya cantan los gallos, hay que descansar un poco, para la jornada que nos espera mañana. A las tres de la tarde estará tomada la plaza de San Carlos, aclamaremos a Juan Crisóstomo como Presidente Provisional de la República para que proceda a nombrar sus Ministros, organizar los Ejércitos Federales, para la toma de Valencia y posteriormente de Caracas.

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Así se pondrán en práctica a muy corto plazo nuestras consignas y nuestros compromisos de redención y de una vez por todas, las esperanzas serán realidad para esa gente que los godos llaman despectivamente el populacho y que nosotros los liberales federales mentamos con orgullo como " E l Pueblo Soberano".

Así terminó esta conversación con el General del Pueblo Soberano Ezequiel Zamora.

El destino o la casualidad le aguardan.

Una bala cambió el rumbo de la Guerra Federal, del triunfo de Santa Inés se pasó a la derrota de Copié, una guerra ganada se tornó en derrota por falta de liderazgo. Las esperanzas se volvieron a frustrar y ese Pueblo Soberano continúa su espera.

6 de julio de 2010

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(p 2-i

Vocabular io

Aceite de castilla: Aceite de Oliva impor tado de España.

Acemitas: Pan elaborado con una porción de salvado de t r igo

La ambición rompió el saco: Por querer demasiado perdió t odo .

Arrieros: Persona encargada de echar hacia adelante las bestias o reses

Aljibes: Pozos para extraer agua construidos a la ori l la de los ríos

Atarr i l lado: Vict ima de la insolación

Bagre: Pez malacopter ig io abdomina l , abundante en los ríos.

Bandola: In s t rumento musical parecido al laúd,

Bochinche: Tumul to , a lboroto, perturbación

Botijuela: Vasija de barro con asa.

Brégaos: Expertos

Butaca: Silla de brazos con el respaldo incl inado hacia atrás

Cachicamo:Dosypu5 novemcintos. A rmadi l lo americano

Cacho en un empedrao: Indica que cambia de posición o lugar

Cantabonito: Expresión popular para referirse al que habla bien

Caporales: Encargado o je fe de labores en una hacienda o hato

Carabinas: Arma de fuego parecida a un fusi l .

Carato de maíz: Bebida hecha con masa de maíz, azúcar y especias.

Coriano: Procedente la ciudad de Coro, provincia del mismo nombre

Cohetón: Tubo cargado de pólvora y otros explosivos sujeto a una verada de caña amarga,

al explotar produce mucho estruendo.

Conuco: Parcela de t ierra cult ivada en f o rma pr imit iva

Coporo en ribazón: Pesca en abundancia durante temporada.

Corronchos: Pez de rio.

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Con los ojos claros y sin vista: Quedar sin nada.

Cosecheros: Trabajan la t ierra sin ser propietar ios

Cuero crudo: Cuero de ganado sin curt i r .

Chanfaina: Guiso hecho con bofes e hígados del marrano

Chícuras: i n s t rumento de labranza usado para abrir huecos.

Chiguire: roedor, habita los llanos, carne comestible, vive en los ríos

Chocontana: Silla de monta r hecha en Chocontá, Nueva Granada

Chopos: Escopeta de elaboración rústica

Chupatintas: Escribiente, empleado de poca categoría.

Dejar el pelero: Huir con rapidez

Descogotar: Cortar la cabeza

Encantan: Encantar cautivar con encantos personales

Entrincherao: Me t i do en una t r inchera

Escobilleo: Escobillar batir el suelo con r i t m o de un baile.

Godarria: Relativo a los godos como grupo político-social.

Godos: Partidarios de las ideas conservadoras.

Guáimaros: Perdigón corto y grueso para cargar escopetas o trabucos.

Gurupera: Especie de correa que se ciñe por debajo del rabo de la bestia.

Jabón de t ie r ra : Jabón elaborado en f o rma ar tesana l .

Joropo con revuelta: Lugar donde se baila en cuadril la.

Lanzas enastadas : Lanzas colocadas en astas de madera

Madrevieja: t ier ra cenagosa

Mamantones : Becerro que mama aún grande

Mantuanos: Blancos criollos, clase social de propietar ios durante la colonia.

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Malojo: Ma íz cuando se s iembra j u n t o , en macollas, para a l imento de las bestias

Morde r el peine: Caer en una t rampa.

Mus iu: Viene se monsieur en francés, palabra para designar a t odo extranjero

De nación: De nac imiento

No dejar títere con cabeza: No dejar a nadie vivo.

No se le agua el ojo: No tener compas ión

Papelón: Producto de la caña de azúcar elaborado en f o rma cónica.

Pendejo: Cobarde, necio.

Plumífero: Expresión despectiva para indicar la activ idad de escribiente.

Punta de ganado: Arreo de ganado por caminos, del campo a la ciudad.

Pulpería: Tienda para la venta de comestibles de o abarrotes.

Pulperos: Persona encargada o dueña de una pulpería.

Quedarse con el santo y la l imosna: Aprovecharse de todo .

Rancho: Comida de los soldados.

Reinosos: Nacidos en la Nueva Granada

Sancocho: Sopa hecha con verduras y carnes.

Se le salía la baba: Act i tud de embelesamiento

Señoritos: Expresión despectiva para referirse a los mantuanos.

Soga: Cuerda de t raba jo hecha con cuero de res.

Sombrero de pelo: Sombrero elaborado con una pana especial.

Zamuros: Ave carroñera.

Zaraza : tela de a lgodón muy fina con estampados de colores

Teretere: Fritura de la asadura dei marrano

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Tirar la parada: Expresión del juego de azar, correr el riesgo.

Tonconcito de machete: Machete desgastado por el uso

Vómito negro: Epidemia

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