Control de Lectura Historia del Tiempo Presente

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Control de Lectura Historia del Tiempo Presente: Teorías y Métodos Paulina Cruz Fuentes – Valentina González Maulén El tiempo ha tenido diferentes significaciones durante el transcurso de la Historia, en relación a las diferentes dimensiones que lo componen, esto es presente, pasado y futuro. En cuanto al tema que nos convoca, la posmodernidad ha influido en una determinada visión del tiempo histórico, la cual, tal como nos plantea Enrique Carretero, se caracteriza por desmoronar “la dimensión proyectiva de la Historia y llevar hasta el último extremo el proceso de secularización occidental […] ahora el futuro abandona al tiempo presente a una repetitiva inercia y a un tiempo programado desprovisto de otra significación” 1 . En este sentido, la posmodernidad prescinde de dos elementos fundamentales para el estudio y la construcción de la Historia, a saber, la espacialidad y la temporalidad, esto debido a, por una parte, las propias características de la sociedad actual y, por otra, a las nuevas concepciones del propio presente. Con respecto a esto último, Hans Ulrich nos plantes que en posmodernidad se ha producido un cambio con respecto a la concepción del presente, que se relaciona con la dilatación y la pluralidad de las temporalidades. De este modo, no podemos entender este efecto de dilatación del tiempo presente, sin comprender que, además, existe una transformación en la concepción que tenemos del pasado y del futuro, debido a que, por ejemplo, ya no existe un horizonte de expectativas en el futuro, sino que las acciones se definen en el ahora. Esto nos lleva a cuestionarnos qué implicancias tiene esta nueva concepción del tiempo presente en el estudio y en el objeto de la historia, ya que, al presentarse de esta manera la 1 Carretero, Enrique. Postmodernidad y Temporalidad social. Disponible en: http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/convergencias.pdf . Revisado el 10 de Septiembre de 2014. Pág. 14.

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Control de Lectura Historia del Tiempo Presente: Teorías y MétodosPaulina Cruz Fuentes – Valentina González Maulén

El tiempo ha tenido diferentes significaciones durante el transcurso de la Historia, en relación a las diferentes dimensiones que lo componen, esto es presente, pasado y futuro. En cuanto al tema que nos convoca, la posmodernidad ha influido en una determinada visión del tiempo histórico, la cual, tal como nos plantea Enrique Carretero, se caracteriza por desmoronar “la dimensión proyectiva de la Historia y llevar hasta el último extremo el proceso de secularización occidental […] ahora el futuro abandona al tiempo presente a una repetitiva inercia y a un tiempo programado desprovisto de otra significación”1. En este sentido, la posmodernidad prescinde de dos elementos fundamentales para el estudio y la construcción de la Historia, a saber, la espacialidad y la temporalidad, esto debido a, por una parte, las propias características de la sociedad actual y, por otra, a las nuevas concepciones del propio presente.

Con respecto a esto último, Hans Ulrich nos plantes que en posmodernidad se ha producido un cambio con respecto a la concepción del presente, que se relaciona con la dilatación y la pluralidad de las temporalidades. De este modo, no podemos entender este efecto de dilatación del tiempo presente, sin comprender que, además, existe una transformación en la concepción que tenemos del pasado y del futuro, debido a que, por ejemplo, ya no existe un horizonte de expectativas en el futuro, sino que las acciones se definen en el ahora. Esto nos lleva a cuestionarnos qué implicancias tiene esta nueva concepción del tiempo presente en el estudio y en el objeto de la historia, ya que, al presentarse de esta manera la conformación del tiempo, se pierde el marco de referencia de qué y cómo se estudia desde la disciplina de la Historia.

Desde esta perspectiva, la Historia debe reformular algunos elementos propios de la disciplina. En primer lugar, uno de los problemas de los cuales la Historia debe hacerse cargo es, como ya habíamos mencionado, la pérdida de las dimensiones tradicionales de espacio y tiempo. Este hecho se puede evidenciar a partir de, por ejemplo, el cambio en la propias relaciones sociales del hombre, las cuales en el mundo actual tienden a virtualizarse, perdiéndose el sentido de la corporalidad, hay una desaparición de la experiencia corporal inmediata, lo cual conlleva a modificar la idea preconcebida de que dos cosas diferentes no pueden ocupar al mismo tiempo el mismo lugar en el espacio2, transformándose así las propias experiencias del hombre. A su vez, también podemos ver que se acortan las dimensiones de la temporalidad, la percepción se distorsiona, en cuanto la conectividad actual aproxima nuestras percepciones del tiempo. La modernidad nos da las herramientas para superar las barreras del espacio y el tiempo, y al suceder esto, se nos

1 Carretero, Enrique. Postmodernidad y Temporalidad social. Disponible en: http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/convergencias.pdf . Revisado el 10 de Septiembre de 2014. Pág. 14.2 Ulrich Gumbrecht, Hans. Lento Presente. Sintomatología del nuevo tiempo histórico. Escolar y Mayo Editores, 2010. Pág. 21.

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da la posibilidad de cuestionar las apreciaciones tradicionales en las que nos hemos visto envueltos, por lo que debemos re pensar desde esta nueva perspectiva, fuera de una única dimensión, el problema del tiempo, la Historia y el presente.

En segundo lugar, historizar el presente requiere una preocupación particular, ya que el presente “es el modo de tiempo más complejo, al ser un tiempo en construcción, que crea el pasado y el futuro a la vez: es el tiempo real de la experiencia vivida por el hombre, desde el cual imagina el futuro y se representa el pasado”3. Así, la Historia, entendida como el estudio del hombre en el tiempo, debe re formular la manera en que se aproxima a la experiencia histórica, es decir, debe adaptar su método al desafío que involucra la ruptura de las formas tradicionales que implica el acontecer histórico. Este punto es importante, ya que pone en entredicho las formas de construir los relatos históricos, en cuanto no es posible mirar, o estudiar, bajo los mismos parámetros tanto el pasado como el presente, porque el presente es tiempo de acción. Además, se debe tener en cuenta que el pasado tiene lógicas diferentes, ya que “el presente histórico no tiene un contenido cronológico, sino coexistencial (coetáneo)”4. A partir de esto, evidentemente, se van a necesitar nuevos conceptos, nuevas preguntas y nuevos problemas, que guíen el desarrollo de la disciplina histórica para así construir los relatos propios del devenir histórico a partir del lento presente.

En relación al punto anterior, una tercera implicancia acerca de pensar la Historia como Historia del tiempo presente tiene que ver con lo que llamaremos como la historización de la experiencia vivida. Con esto nos referimos a que un papel importante que debe cumplir esta nueva forma de hacer historia tiene estrecha relación con la experiencia de vivir el presente, lo que nos otorga una mirada distinta en comparación con el estudio de los acontecimientos del pasado.

En definitiva, podemos identificar principalmente tres implicancias de pensar la Historia como Historia del tiempo presentes, las que se relacionan con la pérdida de las dimensiones de temporalidad y espacialidad, la reformulación de la aproximación a la experiencia y, finalmente, la historización de esta última en cuanto a la vivencia del presente. Estos elementos están determinados por la nueva concepción de percibir el tiempo presente que la posmodernidad nos ha proporcionado, entendido éste como un tiempo dilatado que prescinde tanto del pasado como del futuro. Esto nos lleva a cuestionarnos cómo redefinir la disciplina histórica a partir de la redefinición de nuestro presente, teniendo en consideración la falta de expectativas futuras y la multiplicidad de nuestras propias experiencias.

3 Aróstegui, Julio. La Historia Vivida. Sobre la Historia del presente. Alianza, Madrid, 2004. Pág. 330. 4 Ibíd., Pág. 331.