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Contribución al estudio de la acción emotiva de la adrenalina * Gregorio Marañón Médico del Hospital General de Madrid Traducción: José Antonio Corraliza Rodríguez EFECTOS FISIOLOGICOS DE LA ADRENALINA EN EL HOMBRE Numerosos autores han estudiado en los últimos arios la acción de la adrenalina en el organismo humano. Desde un pun- to de vista puramente fisiológico, o con la idea de obtener reacciones útiles para algunos diagnóstico diferenciales, o, en fin, con pretensiones terapéuticas, la adre- nalina ha sido tan empleada por las dife- rentes vías de administración que, actual- mente, prácticamente no hay médico que no tenga una considerable experiencia en esta droga. En el año 1920 (i) pudimos describir una nueva serie de efectos de la adrenalina en el hombre, cuya existencia habíamos indicado ya hace algunos años (z), y a los que habíamos dado el nombre de «reacción emotiva». Dichos efectos, teniendo en cuenta que tienen lugar en una esfera tan elevada como la afectiva, resultan desde el principio de un gran interés para los patólogos, e incluso para los psicólogos. Durante los dos arios transcurridos desde entonces hemos estudiado cuidado- samente esta reacción en un gran número de sujetos (unos normales, otros —la mayor parte— enfermos) y hemos logra- do reunir datos esenciales para el conoci- miento de esta reacción, que vamos a resumir en el presente trabajo. En nuestro estudio (i), habíamos enu- merado los efectos conocidos de la adre- nalina en el organismo humano, y debe- mos repetir aquí, precisándolas, esta enu- meración. He aquí sus características: A) Efectos locales La piel palidece alrededor del punto inyectado (naturalmente cuando ésta ha sido intracutánea o intradérmica) y ad- quiere la forma de una mancha de dimen- siones variables (del tamaño aproximado de una moneda de cinco francos) y de contorno muy claro con prolongaciones y entradas profundas. Esta mancha pálida * «Contribution a l'étude de l'étude de l'action émotive de l'adrénaline». Revue Franfaise d'Endocrinologie, 301-325. La autorización para la publicación de este artículo ha sido concedida por su hijo y heredero, don Gregorio Marañón Moya, a quien agradecemos su amabilidad. Estudios de Psicología n. o 21 - 198i

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Contribuciónal estudio de laacción emotiva de la adrenalina *

Gregorio MarañónMédico del Hospital General de MadridTraducción: José Antonio Corraliza Rodríguez

EFECTOS FISIOLOGICOS DE LAADRENALINA EN EL HOMBRE

Numerosos autores han estudiado enlos últimos arios la acción de la adrenalinaen el organismo humano. Desde un pun-to de vista puramente fisiológico, o conla idea de obtener reacciones útiles paraalgunos diagnóstico diferenciales, o, enfin, con pretensiones terapéuticas, la adre-nalina ha sido tan empleada por las dife-rentes vías de administración que, actual-mente, prácticamente no hay médico queno tenga una considerable experiencia enesta droga. En el año 1920 (i) pudimosdescribir una nueva serie de efectos de laadrenalina en el hombre, cuya existenciahabíamos indicado ya hace algunos años(z), y a los que habíamos dado el nombrede «reacción emotiva». Dichos efectos,teniendo en cuenta que tienen lugar enuna esfera tan elevada como la afectiva,resultan desde el principio de un graninterés para los patólogos, e incluso paralos psicólogos.

Durante los dos arios transcurridosdesde entonces hemos estudiado cuidado-samente esta reacción en un gran númerode sujetos (unos normales, otros —lamayor parte— enfermos) y hemos logra-do reunir datos esenciales para el conoci-miento de esta reacción, que vamos aresumir en el presente trabajo.

En nuestro estudio (i), habíamos enu-merado los efectos conocidos de la adre-nalina en el organismo humano, y debe-mos repetir aquí, precisándolas, esta enu-meración. He aquí sus características:

A) Efectos locales

La piel palidece alrededor del puntoinyectado (naturalmente cuando ésta hasido intracutánea o intradérmica) y ad-quiere la forma de una mancha de dimen-siones variables (del tamaño aproximadode una moneda de cinco francos) y decontorno muy claro con prolongacionesy entradas profundas. Esta mancha pálida

* «Contribution a l'étude de l'étude de l'action émotive de l'adrénaline». Revue Franfaise d'Endocrinologie,301-325.La autorización para la publicación de este artículo ha sido concedida por su hijo y heredero, don

Gregorio Marañón Moya, a quien agradecemos su amabilidad.

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Estudiosblanquecina aparece al cabo de ciertotiempo rodeada de una línea rojiza que lasepara de la piel normal. A veces, comohan indicado Ascoli y Fagiouli (3), cuan-do la inyección se ha hecho por víaintradérmica, el centro de la mancha blan-ca es ocupado por una mancha azulada.Después, la mancha entera aparece conhorripilación, «carne de gallina», graciasa la contracción de los músculos erectores.

B) Efectos circulatorios

La presión arterial aumenta durante losminutos que siguen a la inyección de 5 a30 milímetros normalmente, algunas ve-ces mucho más y durante un lapso detiempo que varía según la dosis, el tem-peramento y las condiciones patológicasdel sujeto, etcétera. Algunas veces lahipertensión no se produce y puede sersustituida por una disminución evidentede la tensión si la dosis inyectada es muypequeña.

El número de pulsaciones aumenta (portérmino medio, de io a 30 pulsacionespor minuto), y dicho aumento es seguidode una disminución más o menos marca-da cuando la hipertensión ha sido intensa.

En algunos casos se produce arritmiasolamente objetiva o acompañada de unasensación subjetiva, más o menos desa-gradable. En los casos en que la contrac-ción cardíaca es muy intensa, se puedeapreciar, auscultando, claramente soplosistólico. Este descubrimiento, que no hasido mencionado por los autores, es,según mis observaciones, bastante fre-cuente. Los vasos motores se contraen yel sujeto palidece visiblemente. Algunasveces, una fase de vasodilatación sigue ala de vasoconstricción primitiva, y enton-ces se enrojece el rostro.

C) Efectos respiratorios

Se observa casi siempre polipnea, quea menudo pasa inadvertida si no se cuen-ta o si no se registra gráficamente elnúmero de respiraciones. A veces, por el

contrario, la respiración se hace lenta,profunda, entrecortada, con una sensaciónsubjetiva disneica. Estos efectos, muyvariables según Wearn y Sturgis, son losmás constantes, según nuestra experien-cia (4).

D) Efectos motores

El más interesante es el temblor. Aveces, el temblor está limitado a las ma-nos, pero, en otras ocasiones, se extiendea las piernas y a todo el cuerpo, pudiendollegar a ser tan intenso que todo elcuerpo se agita, siendo la trepidacióntransmitida a la silla en que el sujeto estásentado o a la cama en que está acostado.Si el sujeto temblaba de antes (hipertiroi-dismo, parálisis agitante, alcoholismo,saturnismo), el temblor se acentúa enor-memente. Delavierre (5) indica que eltemblor producido por las grandes emo-ciones se localiza preferentemente en ellado derecho; hemos observado idénticacoincidencia para el temblor adrenalínico.

A veces, el temblor invade los múscu-los maseteros y produce el castañeteo dedientes. En algunas ocasiones, este fenó-meno es inicial.

El escalofrío producido por la contrac-ción de los músculos espinales está raravez ausente. Citaremos, en fin, entre losefectos motores, la midriasis, que se ob-serva casi de continuo.

E) Efectos secretorios

Estos efectos son menos frecuentes ymenos constantes que los ya citados. Aveces hay una transpiración abundante olimitada, sobre todo a la palma de lamano. Según mis observaciones se tratade un fenómeno raro. Habría que decir lomismo de la secreción de saliva que,según algunos autores, aumenta; no sólono hemos podido confirmar este aumen-to, sino que, al contrario, hemos consta-tado, notado o descubierto más frecuen-temente un estado de sequedad de laboca, de la que se quejaban los enfermos

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Estudios 77espontáneamente y en muchas ocasiones.Estas diferencias son debidas, probable-mente, a diferencias individuales en lainervación glandular; diferencias que, co-mo señala Gottlieb (6), habían pasadoinadvertidas a los anatomistas, y que laspruebas experimentales realizadas condrogas que afectan al sistema vegetativonos han hecho conocer. En efecto, hacevarios arios (7), cuando nos ocupamos deexplorar en un gran número de indivi-duos, normales y enfermos, el modo dereacción a la pilocarpina, la atropina y laadrenalina, llamamos la atención a propó-sito de las diferencias individuales de losresultados sobre los diversos órganos quedeben ser excitados o inhibidos por lasdrogas antes mencionadas, y hemos for-mulado la hipótesis que las diferenciaseran debidas probablemente a diferencias,esencialmente individuales y únicamenterevelables por estas pruebas, en la «canti-dad de inervación» simpática o autóno-ma, que cada órgano recibía.

En muchos casos, la adrenalina actúasobre la secreción lacrimal excitándola yproduciendo, como consecuencia, un la-grimeo más o menos abundante, general-mente débil.

Finalmente, la secreción renal es exci-tada a menudo en el individuo inyectadoproduciendo cantidades de orina ligera-mente superiores a la normal. Más desta-cable aún que esta poliuria pura es lasensación urgente de orinar sin la expul-sión de una cantidad excesiva de líquido,como hemos demostrado en nuestra pri-mera comunicación (i), fenómeno debidoa la contracción vesical y que no provienede un fenómeno secretorio propiamentedicho.

F) Efectos metabólicos

La adrenalina inyectada determina co-mo fenómeno constante una movilizaciónde los hidratos de carbono que se mani-fiesta por la hiperglucemia y otras vecespor la glucosuria.

La hiperglucemia era positiva en todos

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los casos en que la hemos examinado (31casos). En los referente a la glucosuria haaparecido raras veces en las dosis deadrenalina que han sido inyectadas a lolargo de estas experiencias. Bloch (8) laha encontrado positiva en el 36 por ioode sus casos, pero haciendo tomar alenfermo 150 gramos de glucosa antes dela inyección.

Recientemente, Veil y Reisel (9) handemostrado que la inyección de adrenali-na provoca en muchos sujetos normalesun aumento de la acidez de la orina, eincluso la aparición de acetona. En losdiabéticos, la acidez úrica y la acetonuriapreexistentes aumentan. En la actualidadestudiamos con Carrasco y Soler la acciónde la adrenalina sobre el metabolismobasal.

G) Efectos subjetivos

La mayor parte de los autores no danmucha importancia a la frecuencia, inten-sidad y significación de los fenómenossubjetivos que presentan los sujetos in-yectados. Goetsch (1 o) menciona sola-mente un cierto nerviosismo del que sequejan algunos inyectados. La mayor par-te de los autores americanos: Peabody,Sturgis; Tompkins y Wearn 1); Sturgisy Wearn (4), mencionan este mismo he-cho y a ello añaden las sensaciones deastenia, palpitaciones, vértigo, etcétera,que acompañan algunas veces el nerviosis-mo. Algunos investigadores, como Bloch(8), llegan incluso a afirmar que estostrastornos subjetivos (palidez, vértigo,palpitaciones, temblores) «son relativa-mente raros». Escudero es más explícito(12), y según él «las inyecciones deadrenalina van acompañadas de fenóme-nos generales, como el temblor de lasmanos, del cuerpo, palpitaciones, nervio-sismo, sensación de malestar, miedo, etcéte-ra».

Hemos indicado ya la existencia y laimportancia de estos fenómenos subjeti-vos en nuestra primera nota (2), hacién-dola resaltar en nuestras sucesivas publi-

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Estudioscaciones (13), (14), (15). En nuestra opi-nión, una de las consecuencias más inte-resantes de la inyección de adrenalina enel hombre es, en efecto, la aparición deeste síndrome subjetivo que está caracte-rizado por fenómenos circulatorios (pal-pitación precordial o epigástrica o pulsa-ción arterial difusa, sensación de rubor),fenómenos torácicos (sensación de opre-sión torácica, de nudo en la garganta),fenómenos motores (sensación de temblorinterno, apreciación subjetiva del temblorde los miembros descrito más arriba,escalofrío), fenómenos digestivos (saliva-ción o sequedad de la boca, náuseas) yfenómenos nerviosos (sensación de ner-viosismo, de malestar, de astenia).

Finalmente, se añade francamente aestas manifestaciones subjetivas en algunoscasos, una sensación de la que queremos haceruna detallada referencia.

La reacción emotiva

Después de la inyección, algunos suje-tos a los que se ha inyectado adrenalinapresentan, pasado un cierto lapso de tiem-po, raras veces inferior a 15 minutos yalgunas veces mucho más largo, fenóme-nos emocionales que se manifiestan bajodos formas: algunas veces como simplepercepción subjetiva de ciertos trastornos somá-ticos que hacen nacer en el sujeto una sensaciónemotiva indefinida, pero percibida «enfrío» sinemoción propiamente dicha,y en otras ocasionescomo una emoción involuntaria completa, esdecir, con los mismos elementos somáticos queen el caso precedente y, además, con la partici-pación psíquica afectiva que es el complementode estos elementos.

El primer caso es el más frecuente. Elsujeto se da cuenta de los fenómenosposadrenalínicos descritos: de un temblorinterno y de los miembros, de la opresiónprecordial, del escalofrío en la espalda,del frío en las manos y de la sequedad dela boca, de las palpitaciones cardíacas, delágrimas que fluyen de los párpados y,como estos fenómenos coinciden con elcuadro completo de la sintomatología

vegetativa de la emoción (que podemosdenominar «emoción vegetativa»), su per-cepción da la sensación de «estar emocio-nado», pero, como hemos señalado, setrata de una sensación percibida «en frío»;es decir, sin que el elemento psíquico dela emoción, «la emoción psíquica», seasobrepuesto. De esta forma, el individuoinyectado, bien espontáneamente, o biensiendo preguntado, expresa su situaciónpsíquica en frases como las que siguen,incluidas en nuestras historias clínicas yque recogemos literalmente, pues sonmás expresivas que cualquier otra des-cripción.

«Siento como si tuviera miedo», «co-mo si esperase una gran alegría», «comoun sobres- alto interno», «como si estuvie-ra emocionado», «como si fuera a llorarsin saber por qué», «como si tuviera ungran susto, sin embargo, estoy tranqui-lo», «como si me fuera a pasar cualquiercosa».

Se ve bien, pues, en estos ejemplos,que el sujeto realiza una clara distinciónentre la percepción de los fenómenosperiféricos de la emoción vegetativa y laemoción psíquica propiamente dicha, queno existe y que permite que se dé cuentadel síndrome vegetativo con calma, sinverdadera emoción. Insistiremos, poste-riormente, sobre la importancia de estefenómeno para el estudio experimentaldel acto emotivo.

Vamos a subrayar antes de continuarque en el único trabajo en el que, y deuna forma absolutamente incidental, sehace referencia a esta reacción emotivaposadrenalínica, la enferma se expresacon frases completamente idénticas a lasde nuestros enfermos. Se trata de unamujer a la que Cawadias (16) había inyec-tado un miligramo de adrenalina paraexplorar el tono del sistema nerviososimpático; después de algunos minutossobreviene una sintomatología compleja,y la enferma, que había sido encarceladadurante un período de agitación política,se expresa diciendo: «Me siento como eldía que me encarcelaron.»

En el segundo grupo de casos aparece

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Estudioslo que podemos llamar reacción de segundogrado; el sujeto inyectado percibe no sólolas modificaciones somáticas vegetativasde la emoción, sino, además, gradual obruscamente, siente su ánimo invadidopor el flujo emocional; «la emoción psí-quica» se superpone a la «emoción vege-tativa» y la transforma en un estadoafectivo completo, generalmente del tipode la angustia, lágrimas abundantes, so-llozos y suspiros. Es frecuente que eneste momento aparezca y se sobrepongaa la emoción un «moti-psíquico» de carác-ter triste; es decir, que el hombre o lamujer estudiado se acuerde de personasamadas ausentes o muertas, o de otrosdetalles tristes de la vida. Otras veces,este motivo psíquico no aparece y elsujeto declara que llora y está afligido ytriste, pero «que no sabe por qué».

Este segundo grado de la emoción adre-nalínica es ciertamente menos frecuenteque el primero y aparece en algunos casosespontáneamente; en otros casos, paraque se produzca, hay que sugerir unrecuerdo de gran energía afectiva, peroque, sin embargo, no sería suficiente enel estado normal para provocar una emo-ción. Por ejemplo, en varios casos hemoshablado a nuestros enfermos, antes deponer la inyección, de sus hijos enfermoso de sus padres muertos, y han reaccio-nado con calma a la evocación del recuer-do. Esta misma evocación, minutos mástarde, durante la conmoción adrenalínica,ha sido suficiente para desencadenar laemoción. Esta conmoción adrenalínicacoloca entonces al sujeto en una situaciónde «inminencia afectiva», como la de losenfermos afectados de reblandecimientocerebral, y de la misma forma que enéstos la emoción surge algunas veces sinrazón intelectual, que se añade después oque no se añade, mientras que otras veceses justamente esta razón intelectual la quehace surgir el movimiento emotivo.

Frecuencia, estados patológicos en los que sepresenta la reacción

La reacción emotiva adrenalínica no se

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presenta, como hemos dicho, én todoslos sujetos inyectados, sino sólo en uncierto número de ellos. No podemosprecisar el tanto por ciento, pues lasestadísticas no tienen ningún valor eneste caso, pues el resultado positivo onegativo de la experiencia depende deuna multitud de circunstancias inherentesal estado previo del sujeto y a la dosisinyectada, circunstancias que no puedenser sometidas al rigor de las cifras. Espues imposible deducir ninguna conclu-sión de nuestros datos, que han propor-cionado Gz reacciones positivas en ziosujetos inyectados (29 por oo). Estoscasos se refieren, en su mayor parte, aenfermos afectados de alteraciones delsistema nervioso vegetativo y de las glán-dulas de secreción interna.

La mayoría de nuestros casos positivoshan sido observados en enfermos conhipertiroidismo. Es indudable que la ines-tabilidad emocional habitual en estos en-fermos constituye una circunstancia pre-disponiente importante. La prueba es quela reacción negativa puede ser convertida enpositiva, tratando previamente al sujeto rebeldecon tiroidina, como se puede ver en losejemplos siguientes:

OBSERVACIÓN XXI.—Muchacho dediecinueve años afectado de la enferme-dad de lkeklinghausen, con insuficienciatiroidea endémica. La inyección de unmiligramo de adrenalina determina: a) laaparición de una mancha blanca con horri-pilación poco acentuada; b) el pulso, elritmo de la respiración y la tensión arte-rial permanecen inalteradas, quedan inva-riables, ligera palidez; c) ninguna sensa-ción subjetiva y total ausencia de emoti-vidad. En consecuencia, reacción eviden-temente negativa.

Durante un mes el enfermo es someti-do cada día a la ingestión de 6o gotas detiroidina. Nueva inyección de un miligra-mo de adrenalina que determina: a) inten-sa reacción dérmica que alcanza sumáximo al cabo de ocho minutos y quedura cuarenta y cinco minutos; b) aumen-to de la cifra de pulsaciones de lo° a 132por minuto, aumento de 16 a 21 respira-

8o Estudiosciones por minuto, aumento de la tensiónarterial máxima de 9 a 9,6; c) sensaciónsubjetiva intensa de temblor y (<de unacosa que sube del estómago, como cuan-do se espera una gran alegría». Es decir,una reacción evidentemente positiva.

OBSERVACIÓN XI.--Mujer de veinti-cinco arios, con tendencia progresiva a laobesidad. La inyección de 3/4 de miligra-mo de adrenalina produce: a) reaccióncutánea de mediana intensidad; b) aumen-to de la cifra de pulsaciones (72 a 78 porminuto) y de los movimientos respirato-rio (i 5 a 17), tensión arterial invariable(13 máximo y 7 mínima a 13 máxima y 7mínima), ligero temblor de las manos yde los párpados; c) ligera sensación detemblor sin la menor emoción. En resu-men: reacción negativa.

Durante tres meses es sometida a untratamiento puramente dietético para adel-gazar, al cual ella, de su propia iniciativa,añade una cantidad considerable de tiroi-dina; cuando la vemos otra vez, presentael síndrome de hipertiroidismo terapéuti-co típico (adelgazamiento, temblor, taqui-cardia, palpitaciones, inquietudes, etc.).La inyección de 3/4 de miligramo deadrenalina en estas nuevas circunstanciasproduce: a) reacción cutánea intensa einstantánea; b) la cifra de pulsacionesaumenta de ioo a 110 al cabo de cuatrominutos, luego comienza a disminuir yalcanza 88 al cabo de seis minutos, seten-ta y dos al cabo de veinte y más tardevuelve a la cifra normal. La cifra de lasrespiraciones aumenta en los primeroscinco minutos de 16 a 19 por minuto, ypasado diez minutos disminuye hasta 14y 12 por minuto, con suspiros profundosy entrecortados. La tensión arterial au-menta de 13 máxima, 8 mínima a 17máxima, 9 mínima en tres minutos, alcan-zando 15 máxima, 8 mínima al cabo dediez minutos, y se mantiene en esta cifradurante más de veinte minutos; palidez,gran aumento de temblor, soplo sistólico;c) sensación de gran temblor, inquietud yangustia indefinible «como si estuvieramuy emocionada». En resumen: reacciónmuy positiva.

Sin embargo, si la dosis es pequeña, lareacción no cambia. Ejemplo:

OBSERVACIÓN C1. —Señora de cuaren-ta y dos años. Mixedema típico. Inyecciónde 3/4 de miligramo de adrenalina: a)reacción local muy atenuada; b) reaccio-nes circulatorias, respiratorias y motorasmuy discretas; c) ninguna «reacción emo-tiva».

Durante cuatro días toma seis compri-midos de o,5 gramos de tiroidina por día.Nueva inyección de 3/4 miligramo deadrenalina. Las reacciones tanto localescomo generales son incluso menos evi-dentes que antes. Ninguna emotividad.

Hay que hacer notar que esta misma«reactivación» del organismo por la reac-ción emotiva a la adrenalina que acaba-mos de describir ha sido también descritaen las reacciones locales y generales porAscoli y Fagiouli (3), Wearn y Sturgis(4), Bloch (8) y Escudero (12).

De io casos de mixedema en los quehemos verificado la prueba, los JO hansido absolutamente negativos, lo que esuna contraprueba de esta influencia de laactividad tiroidiana del sujeto en la apa-rición de la reacción emotiva. Entre estoso casos, dos eran particularmente intere-

santes, pues en los dos había un estado deemotividad habitual y, sin embargo, lareacción adrenalínica era negativa: estedato sugiere diversas consideraciones ehipótesis que no podemos exponer aquí.

En uno de estos casos (observaciónLII), se trata de un hombre de treinta ycinco arios que había tenido una enferme-dad de Basedow muy intensa, con unaemotividad enorme. Fue operado porestirpación del simpático izquierdo y ti-roidectomía, tan completa que poco tiem-po después le hemos visto con un síndro-me de mixedema posoperatorio muy acen-tuada, pero conservaba la gran emotivi-dad de su fase hipertiroidiana; llora pornada y habla de suicidarse porque nopuede soportar más su pusilaminidad,que le hace inútil para la vida militar. Apesar de todo esto, la inyección de unmiligramo de adrenalina, que produce

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una reacción cutánea positiva moderada yreacciones generales positivas, no da lu-gar al menor síndrome emotivo 1.

El otro caso (observación LXI) es unamujer de cincuenta años con mixedematípico e intenso, pero con gran emotivi-dad, quizá combinada con un estado deesclerosis arterial prematura visible por lahipertensión (19-Jo). La inyección de unmiligramo de adrenalina produce una li-gera reacción cutánea, cambios apenasperceptibles en la circulación y la respira-ción y una ligera sensación de temblor yastenia; ningún efecto emotivo.

Otra enferma distinta que había tenidomixedema en su juventud, recuperadaactualmente y con un estado de nerviosis-mo intenso sobrevenido con la menopau-sia, no tenía ninguna reacción emotiva.

Parece, pues, indudable que la hiper-función tiroidea favorece la aparición defenómenos emotivos posadrenalínicos yque, como consecuencia, la hipofuncióntiroidea los debilita o los impide. Sinembargo, hay muchos casos de hipertiroi-dismo típico en los que la reacción emo-tiva es negativa, y, por el contrario,muchos sujetos que no son hipertiroidia-nos muestran una reacción positiva, porlo que no se puede, como lo quiereGoetsch (i o), asignarla un valor diagnós-tico en este sentido, ni a la reacción localni a los fenómenos generales, según lostrabajos de Wearnay Sturgis (4) y suscolaboradores (11), Escudero (12), Bloch(8), así como nosotros mismos (i), etc.

¿Con qué otros estados patológicos, ademásdel hipertiroidismo, puede desencadenarse lareacción emotiva? Según nuestra experien-cia, es muy frecuentemente positiva en losestados psicopáticos transitorios con alta ines-tabilidad afectiva que se presentan a menudo enlas mujeres en la epoca de la menopausia (17reacciones positivas en 33 casos examina-dos). Como lo hemos demostrado en otraparte (13), en estos estados de afectividadinvolutiva, el hipertiroidismo desempeñaun papel importante, de forma que estoscasos podrían realmente ser añadidos alos del grupo precedente; sin embargo,en algunas mujeres, no se detectaba ver-

dadero hipertiroidismo, ni con una explo-ración clínica cuidadosa, ni con la deter-minación del metabolismo basal, que eranegativo. Así, parece que la sensibilidada la reacción no está siempre ligada alfactor tiroideo, sino a otras condicionespatológicas propias de estos estados queno podemos analizar aquí. Ciertamente,esta condición no es la insuficiencia ová-rica, en la que se piensa inmediatamente,pues en siete casos de insuficiencia ovárica

juvenil (fuera de la menopausia), la reacciónera siempre negativa, incluso en dos casos,en los cuales a causa de una reacciónhipertiroidiana en uno y un estado evi-dentemente histérico en el otro, se podíaesperar a priori una reacción positiva.

En dichos estados de inestabilidad afec-tiva de la menopausia hay, a menudo,inestabilidad de la tensión arterial, contendencia a la hipertensión. Numerososautores, y entre ellos nosotros, suponenque este estado circulatorio puede depen-der de una hiperfunción suprarrenal, su-posición que es confirmada por el estudioclínico de este período y los datos expe-rimentales anatomopatológicos (13). Secomprende bien, en teoría, que en algu-nos individuos con función suprarrenalexagerada, la adrenalina debería ser máseficaz que en aquellos que tienen unafunción suprarrenal normal o hiponormal.Sin embargo, en nuestra serie de casos,hay cinco enfermos addisonianos, es de-cir, afectados de insuficiencia suprarrenalgrave y crónica, en los cuales, según losdatos mencionados más arriba, deberíahaber reacciones de muy débil intensidad,y no sólo no ha sido así, sino que todaslas reacciones posadrenalínicas eran inten-samente positivas, incluyendo aquí, na-turalmente, las emotivas. He aquí unejemplo:

OBSERVACIÓN XLI.—Una joven deveintiún arios con enfermedad típica deAddison. Inyección de medio miligramode adrenalina: a) Intensa y rápida reacciónlocal; b) la cifra de pulsaciones aumentade 104 hasta 116 por minuto (al cabo dedoce minutos); la cifra de respiracionesaumenta de 20 a 26 por minuto y, mástarde, la respiración llega a ser entrecor-

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Estudiostada y profunda; la tensión arterial aumen-ta de 13-8 hasta 16 máxima y 8 mínima(al cabo de quince minutos). Palidez,gran temblor de las manos, necesidad deorinar; c) ella siente un «temblor internocomo si estuviese asustada». La hemoshablado de su hermana, muerta hacía dosarios y cuya enfermedad y muerte noshabía contado con calma antes de ponerlela inyección, y ahora, únicamente evocán-dole el recuerdo, esto le produce unaintensa crisis de angustia con abundanteslágrimas y profundos sollozos que durancuatro minutos.

La frecuencia con la que la reacción sepresenta positiva en los casos de convalescenciade enfermedades infecciosas graves coincidecon este resultado. Bloch (8), Escudero(12) y otros han puesto de relieve tam-bién la intensidad de las reacciones cutá-neas y general en esta clase de individuos,en los que podría suponerse, al menos enalgunos casos, que habría una disminu-ción de la función suprarrenal, más omenos debilitada por la lucha contra lainfección. Sobre todo, uno de nuestrosconvalecientes de fiebre tifoidea, en elque creíamos poder diagnosticar un sín-drome típico de insuficiencia suprarrenalposinfecciosa (diagnóstico que, por otraparte, hacemos en muy raras ocasiones),la inyección de medio miligramo de adre-nalina que, pensábamos, debería estarseguido de efectos discretos, le ha produ-cido una perturbación local, general yafectiva tan intensa que en varias ocasio-nes hemos creído que iba a morir. Esteresultado paradójico podría explicarse su-poniendo que un sistema suprarrenal de-bilitado es, por el hecho mismo de sudebilitamiento, más inestable que un sis-tema normal, de la misma forma que,como hemos observado con cierta fre-cuencia, los enfermos hipotiroideos reac-cionan con pequeñas dosis más fuertemen-te que los individuos con función

': tiroidea

normal. Pero tal vez esta interpretaciónsea demasiado rebuscada.

Un grupo diferente de casos interesan-tes son aquellos que presentan una neurosisde tipo afectivo sin síntomas clínicos de pertur-baciones endocrinas. Sobre doce casos de

este tipo examinados, siete daban unareacción francamente positiva.

Sierra en un trabajo interesante (18),del que nos ocuparemos más tarde, decla-ra que ha encontrado frecuentemente lareacción emotiva positiva en los melancó-licos esenciales, en los maníacos depresivos(sobre todo, en la fase melancólica) y enalgunos dementes precoces de forma catató-nica.

Parece, pues, que la reacción emotivaposadrenalínica se presenta, principalmen-te, en los casos en que el índice de emotivi-dad del sujeto es elevado, sin prejuzgar larelación que puede tener este índice emo-tivo elevado con algunos estados funcio-nales endocrinos.

En efecto, haciendo abstracción deldiagnóstico clínico de cada enfermedad,el hecho es que en la mayor parte denuestros casos positivos, el índice emoti-vo anterior era anormalmente alto.

El siguiente hecho refuerza aún más elargumento precedente; en los individuosnormales la reacción es siempre negativa,como lo hemos podido constatar connuestros testimonios, pero si un individuonormal está influido por un estado de excita-ción afectiva suficientemente intenso, la reacciónpuede llegar a ser positiva. Hemos podidoconstatar este hecho inyectando a sujetos,normales desde el punto de vista neuroen-docrino, pero afectados por lesiones qui-rúrgicas en los momentos que preceden ala operación, en plena excitación emotivapor miedo a la operación quirúrgica. Laexperiencia de los dentistas es, en estesentido, particularmente significativa.

Los dentistas, y también los cirujanospara ciertas operaciones, emplean frecuen-temente como anestésico la novocaina ococaína, asociada a la adrenalina. Cuandolos enfermos llegan a la operación muyexcitados por el dolor y el insomnio, porel miedo al sufrimiento, es frecuente quese produzca en ellos accidentes de ordengeneral, caracterizados, principalmente,por «taquicardia, palidez del rostro, carnede gallina, temblor, inquietud, sensaciónde angustia, lágrimas, etcétera» (19) que,

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Estudiosa pesar de su sintomatología exagerada,en apariencia grave, casi siempre acabanrápidamente.

Se puede afirmar que estos accidentes,que en otros tiempos eran atribuidos acausas diversas, no son más que meras reac-ciones emotivas posadrenalínicas, como ya lohe explicado hace algún tiempo (13), ycomo lo han visto más tarde diversosautores, Valderrama, Chornet (citado porLandete), Landete (19). Según éste últi-mo, para los enfermos que llegan a lapequeña operación muy excitados, dosismínimas de adrenalina muy inferiores alas que empleamos para la determinaciónde la reacción, son suficientes para quelos efectos emocionales aparezcan.

En resumen: la emoción posadrenalínicaaparece en los sujetos con índice emocionalelevado y parece que este índice emocional estáligado en muchos casos, aunque no siempre, alhipertiroidismo y puede ser producido artificial-mente por un tratamiento previo con sustanciatiroidea en cantidad suficiente.

Influencia del sexo y de la edad.—SegúnSierra, la reacción emotiva se presentacon una mayor frecuencia en las mujeres(33 por oo) que en los hombres (i o poroo). Nuestras estadísticas no tendrían

valor a este respecto, teniendo en cuentael género de nuestro material de observa-ción: hemos investigado sobre un núme-ro de mujeres muy superior a el de loshombres (170 mujeres y 40 hombres); sinembargo, de nuestras 62 reacciones posi-tivas, 41 son de mujeres (66 por oo) y 21

por hombres (33 por loo).

En relación con la edad, no podemostampoco dar cifras exactas, ya que elefecto propio de la edad se oculta por losestados patológicos de los enfermos. Detodas las maneas, en general, las reaccio-nes emotivas más intensas tienen lugarhacia los cuarenta años de edad.

Estos dos datos coinciden con el hechogeneral de que la emotividad es másinestable en el sexo femenino que elmasculino, y más bien en la edad crítica(cuarenta a cincuenta arios) que en losotros períodos de la vida (i 3), (22).

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Relación entre los fenómenos emotivos y losotros fenómenos posadrenalínicos

En varios lugares de lo que precede,hemos establecido comparaciones entre laintensidad de la reacción emotiva y losotros fenómenos locales o generales queprovoca la adrenalina cuando es inyecta-da en el organismo humano. Debemosahora añadir que esta relación no es siempre deun paralelismo absoluto, es decir, que, enmuchos casos, se observa una intensareacción local y general y, sin embargo,una reacción emotiva discreta, o ningunareacción. Por el contrario, una reacciónemotiva muy fuerte puede ser acompaña-da en algunos individuos de reaccioneslocales y generales moderadas (pero nun-ca negativas). Ejemplo:

OBSERVACIÓN 111.—Mujer de veinti-cinco arios con enfermedad de Basedowtípica, pero sin adelgazamiento, más biencon un paulatino aumento de peso. Me-tabolismo basal =- 5 por loo. La inyec-ción de 3/4 de miligramo de adrenalinaproduce: a) una reacción local intensa ytípica; b) aumento grande del temblorbasedowniano, aumento del número depulsaciones, de 88 a 108 por minuto, alcabo de 12 minutos, con arritmia, palpi-taciones y sensación de palpitaciones ca-rotideas y epigástricas, palidez; la: tensiónarterial aumenta de 14-7 a 16,5 Máxima y8 mínima (al cabo de 14 minutos); c)ninguna reacción emotiva.

Es decir, reacción local y general inten-sa y ninguna reacción emotiva. En el casosiguiente, por el contrario, la reacciónemotiva era muy intensa y los otrosfenómenos posadrenalínicos, discretos:

OBSERVACIÓN XVI.—Señora de trein-ta y nueve años con una neurosis afectivadesde la muerte de una hija, hace dosarios. Absolutamente nada de hipertiroi-dismo. La inyección de 3/4 de miligramosde adrenalina le produce: a) una reacciónlocal apenas perceptible; b) reaccionesgenerales discretamente marcadas, la ten-sión aumenta de 14 a 15 máxima, y lamínima no varía de 9. Las pulsacionesaumentan de 88 a 94. La respiración

Estudiospermanece invariable, hasta el momentoemocional. Ligero temblor de las: manos;c) reacción intensa de angustia, evocaciónespontánea de la hija muerta (de la quenos había hablado varias veces con cal-ma) e instantáneamente una profundaemoción de tristeza con abundantes lágri-mas, sollozos, etcétera.

Hemos observado esta misma disocia-ción entre los fenómenos locales y losgenerales; es decir, entre la mancha blan-ca horripilada y las alteraciones circulato-rias, sudores, etcétera. Nos ha parecidoincluso, muchas veces, que hay una ciertaoposición entre los fenómenos locales ygenerales, pues hemos observado muypequeños cambios en la presión arterial,en el temblor, etcétera, cuando la manchaha sido muy precoz y viceversa. Parececomo si la adrenalina disminuyera su

eficacia en la producción de algunos fe-nómenos y quedara inactiva para otros.

Podemos subrayar, sin embargo, quede todos los fenómenos recogidos ennuestras observaciones, los que han mos-trado la mayor concordancia son los emo,tivos y la tensión arterial; en general, lasreacciones emotivas más claras tienen lu-gar en los individuos cuya tensión arterialsubía de to a 20 miligramos, e inclusomás, y las reacciones menos fuertes onegativas se han observado sobre sujetoscon poco aumento de tensión, con ten-sión invariable, o con hipotensión, lo queno ocurre raramente.

El cuadro siguiente, en el que se men-cionan 23 de nuestras observaciones conlos tipos más característicos de variacio-nes de tensión es, en este sentido, muysignificativo:

TABLA 1

Observaciones

Máxima variaciónde la tensión

arterial despuésde la inyección

(mm.) * Reacción emotiva

II 50X 40

XII 30 + ±XXII 30

XXIX 20XXXIX 20

XL 20XLII 20

XLIX 14

LVIII 10 -1- ±LXXIII 10 +

LXXXV 10

XC I0

XCVII 10

CII 10

CV 0,5

XXI 0,5

CXIX o

CXXI oCXXII — o

CXXIX —'5CXXX -20

* Indicamos sólo las cifras de la tensión máxima, pues la mínima varía muy poco después de la inyección de adre-nalina.

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EstudiosDesarrollo de la reacción

El desarrollo de la reacción emotiva esmuy variable. Ya hemos dicho que apa-rece generalmente quince minutos despuésde la inyección. Pero a veces es muyrápida y se manifiesta al cabo de ocho odiez minutos, y, otras veces, por el con-trario, muy lenta, apareciendo algunasveces cuando las otras manifestacionesposadrenalínicas remiten, cuando se em-pezaba a considerar la prueba terminada,como nos ha ocurrido en algunas denuestras observaciones y en aquellas co-municadas por otros autores (Torre Blan-co). Esto depende probablemente de larapidez con la que la droga se absorbe.Por esta razón, quizá, cuando la inyecciónes muy superficial y la absorción lenta, lareacción local es intensa y los fenómenosgenerales (incluyendo los emotivos) sonmoderados; por el contrario, si la inyec-ción es un poco más profunda, la absor-ción es más rápida y como consecuenciala reacción local es menos marcada y losfenómenos generales (circulatorios, emo-tivos) más acentuados. A este respecto,sería interesante determinar con exactitudlas diferencias de los diversos fenómenosposadrenalínicos, según la vía de adminis-tración, intradérmica, subcutánea, intra-muscular, intravenosa e, incluso, intrarec-tal, explorada recientemente por Hos-kins (zo), en la que la droga, al dirigirserápidamente al sistema de la vena cava,reproduciría con mayor. precisión la se-crección espontánea de las glándulas su-prarrenales.

La duración de los fenómenos emoti-vos es siempre muy corta, no sobrepasageneralmente los dos o tres minutos.

Dosis

La dosis que hemos empleado paraprovocar la reacción ha sido de 1/2, 3/4ó i miligramo de adrenalina en soluciónde i por 1.000. Es evidente que se tratade una dosis arbitraria, pero no creemosque sea prudente inyectar más de unmiligramo en el adulto, y esta dosis es

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incluso excesiva cuando se trata de perso-nas predispuestas (hipertiroidismo, meno-pausia, convalecencia, etc.). En conse-cuencia, empleamos frecuentemente la do-sis de i/z y 3/4 de miligramo. Por estasrazones, no hemos podido determinar eldato, por otra parte muy interesante, desi una reacción negativa con una dosisdeterminada podría llegar a ser positivaaumentando la dosis. Nos inclinamos acreer, a priori, que no debe ser así, puesen ciertos sujetos predispuestos, las reac-ciones tienen lugar con dosis de mediomiligramo, e incluso mucho menores co-mo lo indica Landete 9).

Mecanismo de los fenómenos emotivosposadrenalínicos

El mecanismo de los fenómenos emo-tivos posadrenalínicos parece indudablesegún los puntos de vista recientes sobrela fisiología de la emoción. La adrenalinainyectada determina una excitación difusadel sistema nervioso vegetativo en suparte simpática. Entonces, los fenómenosviscerales ocasionados por esta excitaciónsimpática terapéutica son, en muchos ca-sos, los mismos que sobrevienen durantelas emociones espontáneas, y el individuo,al percibirlos, los concibe como una emo-ción, ya sea fríamente, sin que su ánimoparticipe en la conmoción afectiva (pri-mer grado de la reacción), ya sea conemoción auténtica y completa (segundogrado de la reacción); estas consideracio-nes precisan de algunas explicaciones.

La identidad de los fenómenos vegeta-tivos posadrenalínicos que hemos descri-to y de los fenómenos vegetativos de laemoción es muy evidente. Basta con re-pasar la descripción que hemos hecho alprincipio de estos . fenómenos para verque son una repetición de perturbacionesviscerales de la emoción, perturbacionesque, como lo hemos demostrado, soncomunes a toda emoción, cualquiera quesea su orden (i 5). Esta identidad será aúnmás evidente si comparamos la enumera-ción de los «reflejos emotivos» que apa-rece en la descripción de los psicólogos

86 EstudiosCUADRO

Fenómenos visceralesReflejos emotivos según D. B. postadrenalinicos

Gritos, llantos, gemidos.Suspiros. Suspiros.Sollozos. Sollozos.

Polipnea.Temblor. Temblor.Escalofrío. Escalofrío.Sobresaltos.Náusea. Náusea.Espasmos esofágicos y faríngeos. Espasmos viscerales.Espasmos intestinal y vesical. Espasmo vesical.Lágrimas. Lágrimas.Salivación. Salivación.Sudor. Sudor.Poliuria. Poliuria.Diarrea.Enrojecimiento. Enrojecimiento.Palidez. Palidez.Palpitaciones. Palpitaciones.

Taquicardia.Hipertensión.Hiperglucemia.Glucosuria.

—por ejemplo, en la Achille-Delmas yBoll (a i)— con la enumeración de nues-tros fenómenos postadrenalínicos.

La correspondencia es tan absoluta quelos elementos de nuestra serie que nofiguran en la de los psicólogos han sidoomitidos involuntariamente por ellos, yaque son también auténticos fenómenosemocionales. Tan perfecta es esta identi-dad que se comprende bien que cuandoel sujeto se da cuenta del síndrome posta-drenalínico, si es suficientemente intenso,la relaciona espontáneamente con el com-plejo visceral de la emoción y habla deello, siempre conservando, sin embargo,como lo hemos visto, su propio equili-brio afectivo.

Esta disociación entre el elemento vegetativoy el elemento psíquico de la emoción, realkadaexperimentalmente por el mismo sujeto, tieneuna importancia extrema en la cuestióndel problema del mecanismo afectivo. Nopodemos entrar aquí en comentarios psi-cológicos, pero podemos, sin embargo,subrayar que esta percepción y esta con-

ciencia «en frío» de los fenómenos de laemoción que sobrevienen en el primer

1 grado de nuestra reacción, destruyen de-finitivamente los puntos de vista de Ja-mes y Lange —aunque sean muy fecun-dos— porque, como se sabe, la emociónpsíquica sería una consecuencia de lapercepción por el cerebro de los fenóme-nos vegetativos periféricos que caracteri-zan la conmoción afectiva. Tenemos en-tre nuestros inyectados muchos ejemplosde individuos que perciben dichos sínto-mas periféricos, que tienen plena concien-cia de ellos, que los describen con frasesde una exactitud admirable, como lo he-mos mostrado," que, sin embargo, no estánemocionados.

Pero es cierto que hay otro grupo deindividuos (segundo grado de la reacción)en los que la emoción psíquica . aparececomo secundaria a la percepción de per-turbaciones periféricas. Estos casos daríanla razón a la hipótesis de James y Lange,y serían la absoluta confirmación experi-mental de ella, si el grupo del primer

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Estudiosgrado que es mucho más numeroso noexistiera para quitarle su valor. En elsegundo grupo, en efecto, la emociónpsíquica es secundaria a la emoción vege-tativa o periférica, pero esto sucede me-nos a menudo: sólo cuando la predispo-sición emotiva del sujeto es muy grande.Podemos, pues, considerar este mecanis-mo inverso o «centrípeto» como un me-canismo excepcional, y no habitual, comolo suponen James y Lange.

El mecanismo habitual es el «centrífu-go», aquél que parte de la emoción cen-tral o psíquica y a la que se añade despuésla emoción periférica o vegetativa.

Esta posibilidad de formar la emociónperiférica por la vía inversa o centrípeta,gracias a la inyección de adrenalina, nohace sino confirmar, por otra parte, loshechos observados corrientemente, quehan inducido a suponerlo así, y que lospartidarios de las teorías periféricas de laemoción recogen para hacer de ellos ar-gumentos a su favor. Por ejemplo, heaquí los que enumera Baudin (23): 1. 0) lasimulación de la émoción vegetativa pue-de llegar a producir la emoción psíquicacorrespondiente, como les sucede a algu-nos actores; 21 para dominar una emo-ción, se dominan sus efectos vegetativos,como le sucede al que ha vencido sumiedo cantando y andando con pasofirme y la cabeza muy alta, y 3. 0) eldebilitamiento de la reacción periféricadebilita a su vez la emoción psíquica: lacólera se calma por la excitación motora,la tristeza por las lágrimas y el retrai-miento.

Pero repetimos que se trata siempre enestos casos de un mecanismo excepcionalopuesto al de la emoción normal.

Es evidente que en la hipótesis deJames y Lange hay algo de cierto, y poreso (además del mérito de haber llevadoel problema de la emoción desde el cam-po de la psicología pura al de la fisiolo-gía) ha sido muy fecunda. En efecto, elsujeto no tiene la conciencia de estar emociona-do, hasta que tenga la conciencia de la emociónvegetativa a cuyo aislamiento y puesta enevidencia nuestra reacción postadrenalíni-

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ca ayuda tan poderosamente. Pero estaconciencia de la emoción vegetativa es lafase final de un circuito cuya primeraparte se desarrolla del centro a la perife-ria. Podemos, en resumen, esquematizarel proceso fisiológico de la emoción enestos términos: i . 0) elemento psíquico(sensación, idea, recuerdo) inicial; 2.0)producción de la emoción periférica ovegetativa; 3. 0) conciencia de esta emo-ción periférica por el cerebro; 4. 0) emo-ción auténtica cuando esta conciencia dela emoción vegetativa se sobrepone alelemento psíquico primitivo.

Si provocamos en primer lugar la emo-ción vegetativa, ya sea voluntariamente(actores, etc.), ya sea químicamente (adre-nalina), el cerebro la percibe, pero no seemociona (primer grado de nuestra reac-ción), porque le falta el nexo con elelemento psíquico; pero si el sujeto esanormalmente emotivo, podemos provo-car la aparición de este elemento psíqui-co, por ejemplo, con un recuerdo triste(como hacemos con los inyectados ocomo hacen algunos actores para provo-car su emoción), o bien sobreviene sólopor la acción centrípeta de la emociónvegetativa, y la emoción es completa unavez que se establece la unión.

Los hechos que hemos enumerado danlugar a muchas otras consideraciones teó-ricas, pero creo que, al menos, el esque-ma precedente puede ser aceptado comoexacto. La aplicación de este método deestudio en los laboratorios de psicologíaexperimental, como lo ha hecho ya Sierra,puede dar lugar a conclusiones fecundas.

Significación biológicade la reacción emotiva

Queremos aún añadir algunas palabrassobre otra cuestión que afecta a nuestroestudio: la significación fisiológica de lareacción emotiva. Renunciamos a discutiren detalle este punto, que nos llevaría alproblema de la participación de las reac-ciones glandulares en los mecanismos dela emoción normal e incluso al de lasignificación de la adrenalina en la fisio-

88 Estudioslogia y en la patología de los organismossuperiores, problema al que los estudiosde Gley y sus discípulos han dado actua-lidad.

Repetiremos, sin embargo, la opiniónque hemos expresado muchas veces enlos últimos años, cuando hemos tomadoparte en las discusiones relativas a lascontroversias endocrinológicas, pues nosparece que se hace abstracción de lafilosofía biológica más elemental, cuandose consideran como simples resultadosfarmacológicos los efectos específicos pro-ducidos en el organismo por los diferen-tes productos extraídos de las glándulasde secreción interna inyectadas por elexperimentador o el clínico 2 . Si el extrac-to ovárico congestiona la matriz y favo-rece la producción de flujo menstrual,¿cómo puede no pensarse que este órga-no elabore fisiológicamente un productoregulador de la función catamenial? Si laadrenalina encontrada en las cápsulas su-prarrenales actúa de una manera tan cons-tante y específica sobre la circulación,¿por qué no pensar que dichas glándulasproducen habitualmente la adrenalina des-tinada a contribuir con otros factoresmuy conocidos al equilibrio del mecanis-mo circulatorio? Y si esta misma adrena-lina inyectada en dosis, a veces muypequeñas, desencadena el fenómeno vege-tativo típico, completo de la emoción,¿por qué no pensar que una secreciónbrusca de adrenalina, como la que reali-zamos con la inyección, contribuye a

producir síntomas periféricos afectivosdifusos y caracterizados?

No citaremos los otros argumentosexperimentales a favor de esta teoría,sostenida principalmente por Cannon (25)con una fuerza muy superior a la de susadversarios. Pero subrayaremos que nin-guna otra droga empleada por los farmacólogoso los fisiólogos posee la virtud emocional de laadrenalina. Es cierto que otras sustanciasquímicas son capaces de producir estadosafectivos diversos, como ocurre con elcloral, el cloroformo, la quinina, el pe-róxido de hidrógeno, el alcohoi, etc.,pero hay dos diferencias fundamentalesen sus efectos comparados con los de laadrenalina: 1. 0) como lo observa Sierra(18), estas otras drogas afectan sólo a laesfera afectiva cuando son administradasen dosis tóxicas, incompatibles con elequilibrio fisiológico del organismo;2. 0) en todos estos casos la emoción pro-viene de una acción excitante primitivade los centros nerviosos, es decir, detodas las funciones de éstos, tanto afecti-vas como puramente ideatorias, pero laexcitación emotiva no es aislada.

Se admita o no la significación fisioló-gica de los fenómenos emotivos posadre-nalínicos, hemos querido solamente pre-cisar en este trabajo las condiciones en lasque se presentan y realizar su importanciapara el estudio experimental de la vidaafectiva.

Notas1 Este caso acaba de ser estudiado por Bonilla y Blanco (17).2 Ver los admirables trabajos de Tournade y sus colaboradores, recientemente resumidos en esta misma

revista (24).

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