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Julio Rangel “Por salud mental dejé de escuchar radio en español” Ricardo Armijo Raúl Dorantes José Angel Navejas Francisco Piña Julio Rangel Febronio Zatarain Jorge Mújica ¿Televisión latina o televisión en español? 10 11 12 13 16 18 19 20 14 21 22 23 24 25 25 26 26 27 3 4 7 8 6 contratiempo 773.728.3218 1434 West Thorndale Avenue Diseño de portada: Giovanni Matallana Ilustraciones: Miguel Cortez anochezca. Chicago, Illinois, 60660 [email protected] en el Exterior.

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Editorial 3

Carlos Monsiváis Medios de comunicación, violencia y terrorismo 4

Jorge Mújica ¿Televisión latina o televisión en español? 6

Luis F. Soto Arbustos en la ventana: Jorge Ramos en los medios 7

Julio Rangel “Por salud mental dejé de escuchar radio en español” 8

Raúl Dorantes y Febronio Zatarain La prensa hispana: Entre la publicidad y el periodismo 10

Jochy Herrera Prensa hispana en Nueva York: Entrevista con Miriam Ventura 11

René Ariza Soneto 12

Rolando Morelli Los palestinos 13

Reinaldo García Ramos Señor de la piedra 16

Andrés Reynaldo El problema de Ulises, IV 18

Jesús J. Barquet Buenos días, Vietnam; Paraíso 19

Reinaldo Arenas Lo cubano en la literatura 20

Juan Villoro Éxodos 14

José Castro Urioste Balance del Festival de Teatro Latino 21

Bruno Hernández-Piché Adiós al detective salvaje 22

Delia Negro Aires del Sur en la Galería Aldo Castillo 23

Febronio Zatarain El voto de los mexicanos en el extranjero: Un desgaste inútil 24

José Díaz Música de Meza en los Cazos 25

Humberto Uribe El zoológico 25

Jochy Herrera Extrasístoles 26

José Angel Navejas Aforismos 26

Marco Antonio Escalante El adiós 27

Miguel Cortez Artista méxico-americano. Es director de la Galería Polvo.Carlos Monsiváis Periodista y ensayista mexicano. Entre sus libros, destacan Amor perdido y Días de guardar. Jorge Mújica Periodista. Radica en Chicago desde 1989. Es también fundador de la Coalición Internacional de Mexicanos

en el Exterior.Luis F. Soto Originario de Santiago Papasquiaro, Durango. Vive en Chicago.Jochy Herrera Escritor de origen dominicano. Vive en Chicago.René Ariza La Habana, 1940 – San Francisco, 1994. Salió de Cuba en 1979. Publicó La vuelta a la manzana y en forma

póstuma se publicó Cuentos breves y brevísimos.Ronaldo Morelli Horsens, Dinamarca, 1953. Desde los seis años vivió en Cuba. Salió por el Mariel y vive en Filadefia.Juan Villoro Narrador mexicano. Es autor de El disparo de Argón y La noche navegable, ente otros títulos.Reinaldo García Ramos Cienfuegos, 1944. Salió de Cuba por Mariel y vive en Miami Beach.Andrés Reynaldo Calabazar de Sagua, 1953. Llegó a los Estados Unidos con el Mariel. Ganó el premio Letras de oro en

1987. Dirige en Miami la revista Viernes.Jesús J. Barquet La Habana, 1953. Salió de Cuba por Mariel. Es profesor de la Universidad Estatal de Nuevo México. Autor

de Sagradas herejías.Reinaldo Arenas Holguín, 1943. Nueva York, 1990. Autor de Celestino antes del alba, Necesidad de libertad y Antes que

anochezca.José Castro Urioste Dramaturgo peruano residente en Chicago.Delia Negro Uruguaya. Actualmente es profesora de español del Instituto Cervantes de Chicago.José Díaz Nació en la Ciudad de México en 1978. Abandonó la UNAM para venir a Chicago en el 2000.Humberto Uribe Patiño Colombiano. Es profesor de matemáticas en Saint Augustine College de Chicago.Marco Antonio Escalante Escritor peruano. Vive en Chicago.

Ricardo ArmijoRaúl Dorantes

José Angel NavejasFrancisco Piña

Julio RangelFebronio Zatarain

contratiempo773.728.3218

1434 West Thorndale AvenueChicago, Illinois, 60660

[email protected]

Ilustraciones: Miguel CortezPortada: The discussion, acrílico sobre lienzo, 2003.

Diseño de portada: Giovanni Matallana

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En las últimas dos semanas, tres noticias ocuparonlos titulares de los medios de comunicación engeneral; dos relacionadas con la guerra en Irak: el supuesto suicidio del informante David Kelly yla muerte de los hijos de Saddam Hussein, y otracultural: el fallecimiento de la guarachera cubanaCelia Cruz. Nuestros medios, acertadamente, lededicaron el tiempo y las páginas que merecía eldeceso de quien ha sido el icono musical que me-jor reúne las simpatías de los latinoamericanosradicados en los Estados Unidos.

Respecto a los hechos que tienen que ver conIrak, los medios hispanos de Chicago siguen que-dándose cortos no sólo en el análisis informativosino en la divulgación de las noticias mismas. Un lector de ¡Exito! o La Raza, un televidente deUnivisión o Telemundo, o un radioescucha de La Ley o La qué buena, difícilmente conectará el nombre de David Kelly con las armas dedestrucción masiva y la decisión apresurada de ir a la guerra. No dudamos de que muchos de estos medios cuentan con las herramientas intelectuales y periodísticas para hacerlo. En elcaso de La Raza, por ejemplo, el director ElbioRodríguez Barilari escribe una buena columna enla que logra atar los cabos de lo que la guerra deIrak ha generado en términos de noticia durante elmes de julio; el problema en este caso es que dichacolumna la encontramos de sorpresa en la página32; muy lejos de dos notas relacionadas conalgunos aspectos que la columna toca. Pero decualquier manera, al lector le continúan faltandoalgunos cabos porque este semanario no informasobre la muerte y el historial de David Kelly.

A pesar de que la columna de RodríguezBarilari es lo más oportuno para el momentopolítico global que estamos viviendo, considera-mos que un tema así no puede reducirse a un ar-tículo perdido en la página 32. La guerra en Irak y todas sus implicaciones merecen la misma co-bertura y seriedad que la muerte de Celia Cruz.

Esto es importante porque los lectores, los ra-dioescuchas y los espectadores de estos mediosviven en el país que representa uno de los polosdel conflicto. El eje del mundo de nuestros días esel que va de los Estados Unidos a Irak: la muertede Kelly, el recrudecimiento del conflicto en MedioOriente (a pesar de la Hoja de Ruta), las repercu-siones económicas por el distanciamiento entre laCasa Blanca y los gobiernos que se opusieron a laguerra, además de la muerte por goteo de iraquíesy de soldados estadounidenses. Este suceso decarácter global tiene sus implicaciones inmediatasen una gran cantidad de los lectores, radioescuchas

y televidentes de Chicago; no hay que olvidar quemuchos jóvenes anglos y afroamericanos que vivenen la zona metropolitana de Chicago así como de-cenas de latinos que tienen su hogar en Cicero, enPilsen, en Humboldt Park, en Aurora… pueden seruna víctima más de este conflicto bélico. Tampocohay que olvidar que la guerra en Irak costará alre-dedor de 54,000 millones de dólares, sangría quese reflejará necesariamente en los recortes presu-puestarios de los programas sociales y educativos.

Estamos en un punto histórico crucial en el quecualquier medio de comunicación tiene una granresponsabilidad ante su público primero y, en unespectro más amplio, ante la humanidad misma.Por eso, ningún medio, sea radial, televisivo o im-preso, debe reducirse a reproducir los informes deprensa del Pentágono o de la Casa Blanca, muchomenos ahora que sabemos que el Secretario deEstado Collin Powell alteró información para tratarde convencer al Consejo de Seguridad de la ONUde que Irak poseía armas de destrucción masiva, y de que el presidente George W. Bush se basó endatos hasta ahora no confirmados sobre la comprade uranio por parte de Irak para elaborar su dis-curso anual ante el Congreso en febrero pasado.

En la situación actual, al espectador atento lequeda la impresión de que oscuras conexionespolíticas e intereses de los propios consorcios me-diáticos le escatiman la amplitud y complejidaddel escenario mundial.

A los que integramos contratiempo, se nos podráobjetar que por qué demandamos información quetampoco nosotros ofrecemos, como es el casoDavid Kelly, por ejemplo. Nuestra revista más quede información es de reflexión sobre asuntos cul-turales y políticos. Insistimos, sin embargo, que lossemanarios y los noticieros radiales y televisivoshispanos sí tienen la infraestructura para informary reflexionar sobre los hechos que nos atañen co-mo latinos que residimos en los Estados Unidos.

Con los ataques del 11 de septiembre de 2001,se inicia una etapa cruenta del terrorismo interna-cional; por desgracia, el derrumbe de la Torres Ge-melas de Nueva York ha dado pie a que se abra uncapítulo igual de cruento en los ámbitos del terro-rismo de Estado. Esta doble circunstancia pone alos medios informativos del mundo entero en undilema: o se hace un periodismo responsable yobjetivo o nos unimos al terrorismo mediático.

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fuere, necesita inclinarse ante lo que represen-ta la Magna Idea. Hasta el más necio de losseres humanos precisa de algo grande, Pe-trushka... ¡Oh, de qué buena gana volvería averlos a todos! ¡Ellos ignoran, ignoran, quetambién en ellos se encierra la misma IdeaMagna y Eterna!

Shatov, Kirilov, Stovroguin, personajes ilumi-nados por su indistinción entre el bien y el mal,adoptan los métodos cruentos de los hacenda-dos y policías zaristas, convencidos de que a lostibios Dios los arrojará de su boca. A los “pu-ros”, a los Justos en el sentido que le otorga altérmino Albert Camus, todo se les perdona porsu condición de portadores de la Idea Magna yEterna, no intuida siquiera por los necios y losignorantes. Los terroristas adaptan el sentidomesiánico de los caudillos, bestial casi por ne-cesidad, y lo convierten en el goce de la des-trucción que es el ejercicio del mando a su al-cance. En Bajo las miradas de Occidente (UnderWestern Eyes), de Joseph Conrad, el terrorista,Haldin, interviene en el atentado a un ministroy lanza una bomba:

Este segundo proyectil hirió al ministro presi-dente en la espalda mientras estaba inclinadosobre su moribundo criado, y cayendo luegoentre los pies de aquel, reventó con terríficaviolencia, derribándolo muerto, rematando alherido y reduciendo a menudas astillas el tri-neo, todo ello en un abrir y cerrar de ojos. Conun clamoreo de horror la multitud se dispersóhuyendo en todas direcciones, excepto los quecayeron muertos o moribundos muy cerca delministro, y algunos otros que heridos de muer-te se desplomaron a corta distancia.

Haldin se presenta en la casa del estudianteRazumov, el antihéroe de la novela, y le confíasu credo:

Usted me supone un terrorista, un destructorde lo existente... Yo y los míos hemos hecho elsacrificio de nuestras vidas; pero, así y todo,necesito escapar, si es posible. No es mi vida la que me importa salvar, sino el poder seguirtrabajando por el triunfo de nuestros ideales.No quiero vivir ocioso. ¡Oh!, no. Desengáñeseusted, Razumov. Los hombres de mi templeson raros...

El terrorista literario suele ser articulado yfebril, y desborda tesis que exhortan a los sereshumanos a despertar del sueño de iniquidad.En 1914, en Sarajevo, Gavrilo Princip asesina alarchiduque y precipita la Gran Guerra. Desdeese momento viene a menos el terrorista de laspesadillas tremolantes y aparece en la literaturay la realidad el desesperado por antonomasia, elque ajusta a su causa (rápidamente deformaday vuelta oficio de guerra) el significado de suvida. Pero este terrorismo queda en las sombraso halla explicaciones o justificaciones al surgirlos terrorismos de Estado, los de Hitler y Stalinen primer lugar, que masifican el desprecio a lavida humana, y hacen de los campos de concen-tración los reinos del calcinamiento de la espe-cie. Y los dictadores por así decirlo menores,refrendan dentro de sus posibilidades las lec-ciones del exterminio. Recuérdese al generalí-simo Trujillo en República Dominicana, los So-moza en Nicaragua, el Khmer Rouge en Cam-boya, el genocidio en Indonesia, el exterminiode las minorías en Asia y África, Idi Amin quecolecciona en el refrigerador las cabezas de susenemigos, Pinochet. Esto para no hablar del te-rrorismo económico y los millones de asesina-dos por el hambre.

Del sótano del desprecio a la vida humana,emergen las criaturas de la teratología del po-der a cualquier precio, en primer término delpoder para extirpar vidas humanas. El cineennoblece a unos cuantos confiriéndoles una

Carlos Monsiváis

El terrorismo y los medios El terrorismo, una de las manifestaciones más trágicas de la irracionalidad,expresa el odio radicado en las causas secuestradas por el fanatismo o por la ebriedad de poder. Un terrorista es un convencido: su libertad exige elderramamiento de sangre.

Una bomba en un café, en un supermercado, en un edificio de gobierno,en un complejo habitacional. Mía es la venganza, dijo el Señor. El terrorista,con o sin estas palabras pero con esta actitud, se siente un oficiante ultra-terreno. Ofrenda su vida, que retornará como relámpago al triunfo de lossuyos, acepta la fusión de sus miembros destrozados con los de sus enemi-gos. No duda, porque el adoctrinamiento encauza lo ya asumido: la perte-nencia a la estirpe vencida, la condición de cadáver social, y la certeza im-placable: lo único que reanima la existencia es el terror de los enemigos. A lamonstruosidad moral del terrorista la explican su dolor político y su agraviometafísico: me han despojado de sentido, humillan a mi pueblo y a mis rei-vindicaciones sociales, es apenas justo que despoje a los que pueda de laposibilidad de burlarse de mi desgracia y la de los míos.

Los terroristas de Estado se ciñen a una lógica opuesta y complementa-ria. Tampoco creen en las leyes, ni les corresponde hacerlo si desprecian laslegislaciones lentas y mezquinas, tan necesitadas de legajos. Quieren extir-par la cizaña y en su idioma visceral el florecimiento del trigo ampara elasesinato selectivo, compartido no sólo por el enemigo sino con frecuenciapor sus familiares, amigos, los vecinos. Unos y otros terroristas coinciden enun credo: no se matan seres humanos sino enemigos de la causa, los dere-chos humanos son para los humanos, no para las ratas (tomo prestado unabrillante consigna de Arturo Montiel, gobernador del Estado de México). Sin humanidad adjudicable, las víctimas de los terroristas o de los terroristasde Estado pagan la conversión psicológica del crimen en autoindulgencia.

El modelo clásico de terrorista (clásico porque domina el imaginario occidental hasta la Segunda Guerra Mundial) o es el radical desolado queasesina a los personajes que reprimen y le cierran el paso a las ideas libe-radoras, o es el grupo de conspiradores de Los demonios o Los poseídos deDostoeivsky. En Los demonios, el angustiado Stefan Trofimovich se permite la ilusión extrema: sus palabras serán profecías, y de allí el discurso agónicodonde exalta su ideario, al margen de los daños y los males que arrastre:

La ley general de la existencia humana se reduce a que el hombre puedasiempre venerar lo inmensamente grande. Si privamos a los hombres de lo infinitamente grande, se truncará su vida, y morirán sumidos en ladesesperación. Lo inmenso y lo infinito le son tan indispensables al hom-bre como el minúsculo planeta en que habita. Amigos míos, amigos todos:¡Viva la Magna Idea! ¡La eterna e inmensa Idea! Todo hombre, sea cual

Medios de comunicación,violencia y terrorismo

Que se lleven sus matanzas a otra parte, que no me dejan

ver la telenovela

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psicología inteligible. Recuérdese Odd ManOut, la obra maestra de Carol Reed, con JamesMason en el rol del terrorista irlandés acosa-do, o más recientemente Juego de lágrimas (TheCrying Game), de Neil Jordan.

Pero los hechos son siempre menos litera-rios y más ominosos que sus recreaciones ar-tísticas, y El día del chacal o cualquiera de lasnumerosas novelas y películas sobre el terro-rismo son, en su falsificación de los hechos, su torpeza y desmesura, más exactas que losintentos de acentuar la complejidad de los ca-racteres. ¿A qué trasfondo profético respondeCarlos o Illich Ramírez, el multiasesino vene-zolano que aún se da el lujo de proclamarserevolucionario? Sólo es producto del ansiahomicida recubierta de frases dogmáticas. El terrorismo, sea de Estado, de grupo o departiculares, no admite y ya ni siquiera pre-tende justificación alguna.

Terrorismo de secta y terrorismo de Estado En América Latina la demostración más abyecta de te-rrorismo a nombre de la justicia social ha sido SenderoLuminoso en Perú. El Presidente Gonzalo o AbimaelGuzmán, criminal que se declaró “la cuarta espada delmarxismo”, ordenó el asesinato de campesinos, de líde-res sociales, de médicos, de todo el que se interpusiera ensu ruta de “pureza”. Para explicarlo, se habla de la cruel-dad y el racismo de los terratenientes peruanos y la insa-nia del ejército. Esto, muy cierto, no justifica en lo míni-mo una sola acción de Sendero Luminoso, como nada le concede la razón a otro ejemplo demoledor, ETA en el País Vasco.

A lo largo del siglo XX lo más frecuente en AméricaLatina es el terrorismo de Estado: desapariciones, cam-pañas de amedrentamiento, asesinatos sin investigacio-nes mínimas, golpizas, bombas, destrucción de maqui-narias, ametrallamiento de edificios, presos políticos,mutilaciones de presos, cárceles clandestinas... En Perú,Colombia (nación sometida al horror múltiple del nar-cotráfico, la guerrilla, los paramilitares y el ejército), Ar-gentina, Uruguay, Cuba, República Dominicana, Haití,Centroamérica (Guatemala y El Salvador especialmente),Bolivia, México, el terrorismo de Estado ha querido endiversas etapas representar al poder con torturas y ase-sinatos, ha pretendido inhibir el mínimo desarrollo de-mocrático. Terrorismo es todo rechazo salvaje de la apli-cación de las leyes.

La irracionalidad monstruosa se atiende apenas en losmedios. En cada país por las “razones de la seguridadnacional” y por el “respeto al espectador”, se omiten o sequieren omitir las informaciones esenciales, los cadáveresmutilados, los heridos graves, la consternación del vecin-dario afectado. En los noticieros no se buscan explicacio-nes. No hay tiempo o el espectador ya está al tanto o unacto terrorista es una entidad autosuficiente, que tieneque ver con el mal casi en abstracto.

Como tema de suspenso, de intriga, de difusión deatmósferas de la tecnología de punta, el terrorismo esuna veta inagotable. Si se quiere ser preciso, podríahablarse más que del género del terrorismo de la teoríade la conspiración. Cientos de filmes y de series de tele-visión se apegan al mismo esquema: en la conjura contrael mundo libre, el bien se extravía y está a punto de serderrotado pero en el minuto final vence en medio de unaserie de revelaciones estrepitosas. Esta teoría de la conju-ra, sin embargo, antes del 11 de septiembre culpaba in-distintamente a los árabes, los radicales de ultraizquierdao de ultraderecha, la CIA, el FBI, la Casa Blanca misma.Esto se modifica a raíz de las tesis sobre el “Eje del mal”.

El centro del tratamiento del terrorismo en la indus-tria del espectáculo ha sido la teoría de la conjura, sus-tentada en la visión idolátrica de la tecnología. Se nece-sitó el sacudimiento de Irak para desazolvar la compren-sión del terrorismo, ya no más el misterio que está alfinal de las intrigas y que se traslada de la industria a losespectadores. (En el género, el motivo último de los aten-tados parece ser el goce de la conspiración.) Ahora yaresulta imposible o muy patético sujetar las visiones delterrorismo a criterios mercadológicos, pero han sido dé-cadas de posponer las explicaciones de un fenómenolímite. Y por eso los mensajes de los gobernantes esta-dounidenses parecen siempre extraídos de una películasólo requerida de Tom Cruise. Véase la reciente decla-ración del presidente George Bush: “Sólo es cuestión detiempo para que las fuerzas militares encabezadas porWashington encuentren en Irak armas prohibidas dedestrucción masiva. Las encontraremos. No les quepa la menor duda”. Sí, en el siguiente capítulo de Los ex-pedientes X.

La guerra y la destrucción de las reglas En su nuevo libro, Recording the pain of others, SusanSontag pregunta: “¿Cuál es la evidencia de que ha dis-minuido el impacto de las fotografías, y de que nuestracultura neutraliza la fuerza moral de las imágenes deatrocidades?” En mi respuesta de lector, evoco lo visto y escuchado profusamente desde el inicio de la invasiónde Irak. Ha sido genuina la reacción ante las imágenes delas víctimas civiles, en especial las de los niños muertos o mutilados. Las tomas televisivas (más numerosas de lo que supone el control estadounidense) y el númeroamplísimo de fotos comprometen a la ciudadanía global.El padre aferrado a su hija sin pies estremece y cancela al instante cualquier técnica de distanciamiento.

Un diario de México publicó una de estas fotos enprimera plana. Un sector se sintió agraviado y lamentólos ultrajes a su “buen gusto”. El periódico recibió mu-chas cartas de protesta: “¿Cómo se atrevían a perturbar la paz hogareña, tan armada sobre la reticencia y la su-presión de lo molesto?”

Al examinar Three Guineas, el ensayo de Virgina Woolfsobre los testimonios gráficos de la Guerra Civil Españo-la, Sontag se acerca a la creencia de Woolf: la respuestaconmovida a esas fotos unirá inevitablemente a los hom-bres de buena voluntad.

No afligirse por estas imágenes, no retroceder alarma-do ante ellas, no esforzarse por abolir lo que provoca estadestrucción, serían para Woolf las reacciones de un mon-struo moral. Y, lo que también está diciendo, no somosmonstruos, somos miembros de la clase educada. Fracasónuestra imaginación, nuestra empatía: fracasamos al nosostener esta realidad en nuestra mente.

¿Quiénes integran el“nosotros” de VirginiaWoolf?, se pregunta Son-tag. En el caso de las imá-genes de Irak los afligi-dos y alarmados por loque son y por lo que sim-bolizan (en ese orden),conocemos muy biennuestros límites: lasprotestas y las movili-zaciones no perturban el sueño de Rumsfeld,Condoleeza Rice, Bush,Colin Powell, RichardPerle; no modifican unsolo discurso de Blair ode Aznar; no alteran elNuevo Orden Mundial.

Pero existen y no dan señas de desvanecerse, y al ver-terse en comentarios, reflexiones, actitudes y moviliza-ciones convierten en la prioridad internacional a la de-fensa de los derechos humanos, causa que ya incluye losderechos económicos y la igualdad ante la ley. Ante esto¿a quién persuaden los teóricos que pretenden encapsu-lar los acontecimientos en el reality show donde el fin dela historia no dispone del rating suficiente como para serincluido en el horario Triple A?

Ser la vanguardia de la hiperrealidad a través deinterpretaciones delirantes al servicio de la religión delespectáculo tiene un costo: el ridículo. Los bombardeosde Bagdad no obtuvieron el hechizo mediático profetiza-do por videntes como Jean Baudrillard. La invasión deIrak no fue el show de los medios coronado por las mu-chedumbres jubilosas que aplaudían la liberación (in-cluso se necesitó montar el derrumbe de la estatua de Sadam Husein), y el diluvio de luces sobre Bagdad no condujo a la repetición de la guerra mediática de 1991. El determinismo ante la televisión se quebranta ante laemergencia de la ciudadanía global, en gran medidatodavía un proyecto, sujeta a los vaivenes de las frustra-ciones y resignaciones, pero ya provista del gran espaciode contienda de Internet, y de la posibilidad creciente-mente aprovechada de ir construyendo en cadena losblogs, las movilizaciones en pos de firmas que son lasmanifestaciones por acumulación, las versiones distintasde lo que ocurre, de interpretación sustentada en losalcances de la resistencia ética y moral.

El centro de las manipulaciones del autoritarismo y el totalitarismo es llevar a las personas a no distinguirentre la realidad y la ficción. Lo que se dice, se promete y se vive resultan lo mismo porque la falta de alternati-vas borra los matices y los distingos, y genera un campounificado en donde la impotencia es la gran sensaciónigualadora. Todo da lo mismo o parece dar lo mismo,mientras no afecte lo personal y lo familiar. Pero el fata-lismo existe hasta que las alternativas no se producen, y en buena medida el crecimiento desmesurado delpúblico, la ciudadanía global y su defensa de los dere-chos humanos y la ecología, y las posibilidades de Inter-net atenúan drásticamente los poderes del determinismo. El zapping fue el primer signo de la independencia lite-ralmente a mano, y hoy ante los medios electrónicos, ladiversidad es la primera profana de resistencia activa.

________________________________________________Éste es un fragmento de la ponencia presentada por CarlosMonsiváis durante la Conferencia Internacional sobre Medios de Comunicación: Guerra, Terrorismo y Violencia, organizada por el Departamento de Comunicación de la UIA.

Liberate, serie de 25 cajas y acrílico, collage y soldados de juguete, 2003

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HBC (Hispanic Broadcasting Cor-poration) también es estadounidense y dueña de HBCCi (Sales Integration),el Hispanic Marketing Group ywww.Netmio.com. Tienen 62 estacio-nes de radio en 15 comunidades lati-nas pero parece que no tienen muchosejecutivos. McHenry T. Tichenor Jr. esChairman, President y Chief Executi-ve; David P. Gerow es Vice President ySecretary; Gary B. Stone es Senior VicePresident y Chief Operating Officer, yJeffrey T. Hinson es Senior Vice Presi-dent, Chief Financial Officer y Trea-surer. Diez puestos entre cuatro esta-dounidenses.

Claramente, las empresas televi-sivas no son latinas. Son gringas enespañol. Y también es básicamente un negocio. Esto explica el porqué las noticias y la programación son lo que son.

Univisión tiene clarito que los me-xicanos constituyen el 70% del públicoque los mira. Para Telemundo esto noes claro. Quién sabe con qué color delcristal miren la realidad. Ambas cade-nas son administradas por cubanos deMiami. Emilio y Gloria Estefan pare-cen dueños de Univisión. Aquí en Chi-cago, el Gerente General también escubano. Eso explica por qué defiendenla invasión contra Irak y no ponen enpantalla a quienes se oponen a la no-minación de Miguel Estrada comojuez de la Suprema Corte.

A Univisión le ayuda la progra-

mación de Televisa, pero Telemundo,“Canal de la Hispanidad”, consideraque los refugiados guatemaltecos, quelos hondureños asilados por el hura-cán Mitch y que los mexicanos quecruzan el desierto de Arizona, soniguales que los cubanos de Miami.

La verdad es que para los noticie-ros de ambas cadenas todos somosiguales: tenemos que soplarnos elasalto, el incendio y el accidente queforman la nota principal de cada día.Y fuera del noticiero también hay quesoplarse la telenovela venezolana, co-lombiana o brasileña.

Las noticias no están dictadas porel interés del público sino del merca-do. Capitalismo ultralógico. Es másbarato cubrir un incendio que haceruna investigación. Ninguno de los no-ticieros de Univisión o de Telemundotienen reporteros especializados,excepto en el área de entretenimiento.No hay nadie especializado en asun-tos del gobierno municipal o nacional,pero sí hay alguien especializado enVicente Fernández y Gloria Trevi.

La compra de HBC por parte deUnivisión no va, como algunos temen,a limitar el espectro de opiniones en latelevisión en español. El espectro nosólo ha estado limitado sino cerradodesde que nació, y no se ve manera de abrirlo.

Telemundo fue una compañía independiente hace muchos años, surgida en PuertoRico. Se incorporó nacionalmente y la compró otra compañía, la japonesa SONY, pro-ductora de televisiones y aparatos electrodomésticos. Decían los trabajadores de Tele-mundo en aquel tiempo que la compra tenía sentido: si haces televisiones, compra unacadena de televisoras para que la gente compre tus productos. Capitalismo con lógica,pues.

Hace un año SONY le vendió Telemundo a la NBC, National Broadcasting Corpo-ration, que a su vez pertenece a Viacom, el gigante de la industria del entretenimiento,ligada a Showtime y otras, todas las cuales pertenecen a su vez a otro gigante: GeneralElectric. GE hace desde televisiones hasta refrigeradores, pasando por bombillas eléc-tricas, armamento y equipo militar.

Univisión tiene una historia distinta. Nació y sigue como compañía privada. El dueñode la mayoría de las acciones es Jerrold Perenchio, “Jerry” pa’ los cuates, uno de loshombres más ricos de los Estados Unidos y, para el caso, del mundo. En algún momen-to de la vida de Univisión, un alto porcentaje perteneció a Televisa, otra industria pri-vada en manos de un reducido “número de personas”, como diría Frank de Ávila. Uni-visión era también dueño de algunas acciones de Televisa.

Por cierto, durante esas épocas, se especuló que Perenchio usaba la compañía enfavor de Emilio Azcárraga, dueño de Televisa, porque una disposición legal mexicanapermite una forma de monopolio siempre y cuando la licencia operativa pertenezca aun estadounidense. Esto le permitió a Azcárraga ser dueño de un monopolio porquePerenchio lo operaba.

Perenchio también es un capitalista con lógica. Su fortuna personal asciende a unos2,600 millones de dólares (Univisión vale $31,000 millones), y los sabe usar convenien-temente. La exfuncionaria republicana Linda Chávez lo acusó de ponerle un millón ymedio de dólares a la campaña contra la Proposición 227 de California. La 227 propo-nía reemplazar la educación bilingüe en el estado por programas de inglés intensivo.Además de los billetes, Univisión armó toda una campaña con Anuncios de ServicioPúblico diciendo que “los sueños de millones de hispanos estaban siendo destruidos” y que la Proposición 227 “amenazaba la educación de nuestros niños”.

Para los apoyadores de la Proposición 227 y aliados de Linda Chávez, el problemade Perenchio era realmente de ratings y público. Según la compañía Nielson MediaResearch, Univisión perdió el 26% de su audiencia joven porque los jóvenes latinos que aprendieron inglés se pusieron a ver los canales que transmitían en ese idioma. Es decir, menos educación bilingüe implicaba menos billete para Univisión. Capita-lismo lógico, pues.

Perenchio también donó $625,000 dólares a la campaña de Gray Davis para gober-nador de California.

Jorge Mújica

Somos un ciclo de mierda, detalle, técnica mixta sobre lienzo, 2003

¿Televisión latina o televisión en español?

Hace apenas unas semanas la FCC (Comisión Federal de Comunicaciones) decidió aprobar la compra de Hispanic Broadcasting Corporation por parte de Univisión.

Algunos líderes latinos pusieron el grito en el cielo, argumentando que tal compra “hará menos democrático y más difícil el equilibrio de la información. Un menor número de personas tendrá un mayor control en los medios de comunicación”. (Frank de Ávila,Nuevo Siglo #346) Bueno, Frank: ¡bienvenido al capitalismo!

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límites, y en esos contornos maneja susentrevistas; no va más allá de lo que

Univisión le permite. Lo mismoarremete obsesivamente contra

dictadores o supuestos dicta-dores, que suaviza el tono y condesciende con GeorgeW. Bush. Sabedor de quepara el actual presidente delos Estados Unidos “debehaber un límite bien marca-do entre la vida privada y la

vida pública… y los periodis-tas no deben cruzar esa línea”.

Ramos le aclara al entoncescandidato: “Usted sabe que le

tengo que preguntar sobre su pasa-do…” Y una vez advertido de que no

hay objeción de parte de Bush, hace algu-nas preguntas sobre la adicción a las drogasen su juventud.

Para el 27 de noviembre de 2000, ya siendoBush el presidente electo, Jorge Ramos escribeen su columna semanal titulada “Computado-ras tontas”: “La tragedia entonces era que elcuadragésimo tercer presidente de los EstadosUnidos sería escogido… por haber convencidoa todo un batallón de jueces, abogados y ase-sores políticos sobre cuáles votos contar y cuá-les rechazar”. A las pocas semanas, en el ran-cho San Cristóbal del presidente Fox y estan-do frente a la figura principal de “esa trage-dia”, Ramos deja ir la pregunta adecuada, sinánimo de esclarecer, en un acto que se puedeconsiderar de autocensura: “¿Usted cree quetiene un problema de legitimidad?” Y en A lacaza del león concluye este episodio recordan-do los elogios que le hizo al presidente por su habilidad para hablar español.

El pasado mes de febrero de 2003, laUniversidad Barry del sur de Florida leotorgó el Premio a la Excelencia en Comu-nicaciones David Brinkley en honor a su la-bor periodística, como defensor de la ver-dad, como la voz de los marginados y co-mo ejemplo del sueño americano. Estuvo al lado de algunos compañeros y personali-dades de la cadena, como el padre AlbertoCutié, con quienes compartió el premio.“Esto no es sólo para mí, es un reconoci-miento para todos los hispanos que hace-mos periodismo en Estados Unidos”.

Ciertamente, no se puede culpar deltodo a quienes aceptan este tipo de reco-nocimientos, ya que son usados por un mo-derno sistema de thought control –control depensamiento– muy sutil, invisible, dondetanto ellos como sus lectores y su audiencia

resultan igualmente engañados; así lo planteael periodista inglés David Edwards en su libroThe Compassionate Revolution (Dartington:Green Books, 1998). Edwards afirma quedichos periodistas son “producto involuntariode un sistema que selecciona la capacidad dehablar inteligente y convincentemente sobretodo y nada, mientras no le cueste nada alpoder. El factor crucial es que hay individuosque pueden hacer esto sinceramente y con lafirme convicción de que lo que están diciendoes la verdad, sin compromisos, librementeexpresada”. No hay duda que Ramos estáconvencido de que dice la verdad, una “ver-dad” obviamente acotada por los intereses dela cadena Univisión y no por los intereses dela audiencia, como nos quiere hacer creer.

No todo es oscuridad. Entre las cosas plau-sibles que hace Jorge Ramos está su abiertapostura pro inmigrante, y como inmigranteque es pugna por ello una y otra vez, lo quesin duda le merece mérito como informador,aspecto positivo que abarca también a otrosinformadores.

Lo negativo de la programación de losmedios informativos en español es que care-cen de un espacio constante de reflexión quetrate temas de actualidad y del entorno in-mediato, temas que sean discutidos y analiza-dos por expertos. El programa semanal Aquí y ahora pretende cubrir este aspecto, peromuchas veces los reportajes se quedan a lamitad porque se parte del supuesto que elmejor que discierne sobre los problemas delos hispanos en los Estados Unidos es, denuevo, Jorge Ramos.

–Entonces me llamo Jorge Ramos –le expresó Bush. –Sí señor gobernador.Es el estilo del periodista Ramos. Al igual que algunos

de sus compañeros presentadores, también es autor delibros (seis) en los que recoge y comparte experienciasy anécdotas como ésta. Recientemente sacó al merca-do su biografía Atravesando Fronteras.

La televisión es cuestión de imagen. Atrae másrating que la radio, se cotizan bien los anuncios pu-blicitarios y se generan ganancias multimillonarias.Y en aras de la “buena imagen” es común ver a mu-jeres atractivas como presentadoras de noticias, obien presentadores convertidos en celebridades delcanal o la cadena televisiva; tal es el caso de CristinaSaralegui, Don Francisco y Jorge Ramos, quienes tie-nen en común –además de la conducción de los progra-mas en español de más audiencia– la publicación de susautobiografías.

A diferencia de los otros dos –que tienen espacios de entrete-nimiento–, Ramos cubre un espacio de mucha más responsabilidad social y decarácter más vital. Pues está relacionado con uno de los derechos más relevantespara el hispanohablante de los Estados Unidos: el derecho a la información. De lainformación que ofrece Ramos dependen muchas familias latinas que viven aquí y no hablan inglés. Incluso para las que lo hablan y quieren estar al tanto de lo que pasa en sus países de origen, él es de algún modo la ventana.

Lo que Ramos olvida es que Bush también quiere decir “arbusto”. Y olvidatambién que sacar a relucir este tipo de anécdotas –más que todo jactanciosas–promueve su personalidad pero a la vez pone en la cuerda floja su credibilidadcomo informador. No es de mucha seriedad que la ventana a Washington de los latinos ande presumiendo como “anécdota rica” que se llama igual que el mandatario.

A lo largo de 17 años como conductor titular del Noticiero Univisón a nivelnacional, Ramos ha ido construyendo una trayectoria bastante sólida. Por el pesode su posición ha logrado que se le invite a colaborar regularmente en la cadenaradiofónica hispana más extensa del país: Radio Única. Además, publica una co-lumna de opinión semanal que se reproduce en más de una treintena de periódi-cos, entre los que se encuentra el semanario de Chicago ¡Exito! Esto ha convertidoa Jorge Ramos en el líder de opinión hispano más influyente.

En el campo de las entrevistas –que sin duda son las que más admiradores ydetractores genera– otra pena le acompaña: la falta de cordura, pues es donde con-centra y descarga toda su pirotecnia autopublicitaria. Ramos da la apariencia deser un entrevistador implacable, sagaz y objetivo, que va directo al grano. Pero no.Si seguimos de cerca sus entrevistas, concluiríamos que Ramos está convencido de que se trata de un ejercicio de “cacería” y de que el entrevistado es la presa.Ésta es su propia jerga, según se lee en su libro A la caza del león. Arriba al lugar de los hechos sin preparar el terreno, es decir, no se documenta bien. No hace pre-guntas de verdad oportunas y redunda en otras “provocadoras”, hasta que final-mente dispara por disparar.

En la entrevista que realizara al ex presidente mexicano Carlos Salinas deGortari –quien había vuelto de un autoexilio provocado por la crisis económica yel escándalo sobre el asesinato del candidato Luis Donaldo Colosio–, el periodistaaborda e indaga sobre los crímenes políticos durante su sexenio y a la tercera pre-gunta desespera, y en un acto de ensayada valentía arremete: “Déjeme preguntár-selo directamente: ¿mandó usted matar a Colosio?” Con la mirada atónita por ladimensión de la pregunta, Salinas responde: “Luis Donaldo Colosio era mi amigoentrañable”. Después de esa pregunta se adivina que la presa (el entrevistado) ya corrió.

Jorge Ramos, a pesar de que no se documenta bien, conoce sus espacios y

Luis F. Soto

Arbustos en la ventana: Jorge Ramos en los medios

Si el presidente de los Estados Unidos se llama George Ramos, entonces el presentador de Univisiónpodría llamarse Jorge Bush.

Tal ironía obedece a la anécdota que cuenta Jorge Ramos de cuando conoció a George W. Bush, siendo éste todavía gobernador de Texas y candidato a la presidencia. En ese entonces el presentadorle hizo saber que eran tocayos de nombre y apellido, ya que el nombre de George era Jorge en español y Bush se traducía como Ramos.

Decor for the new century series: Bush wallpaper, calcomanías sobre lienzo, 2003

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Y qué decir de la radio, ese baluarte cultural que crea comunidades en tornoal ejercicio auditivo, fenómeno que encierra la imagen romántica del núcleofamiliar de principios del siglo XX y que en América Latina hacía eco a lavieja tradición de reunirse en torno al contador de historias o al trovador.Pues nada, el viejo tótem de bulbos es hoy el ubicuo receptor digital queacompaña las horas de trabajo y ameniza el traslado en automóvil. La radiosigue, salvo excepciones, la regla no escrita de los otros medios en español:no complicar la vida de su público, no darle aquello que por sus “escasasluces” encontrará aburrido. Y es que no bien se menciona el término “pe-riodismo cultural” cuando salta la imagen de la exquisitez amanerada o hermética, elitista. Y sobre todo –he allí la cuestión– poco rentable.

Durante un par de décadas, en intervalos irregulares, el programa domi-nical “Todo en Domingo” puso en entredicho esta suposición al ofrecer unmodelo de radio cultural comunitaria que no se ha visto desde entonces enel cuadrante en español. El programa, que comenzó en Radio Ambiente(WOJO, hoy La Tremenda) en 1979, surfeó dos décadas en el cuadrante has-ta toparse con la muralla de los intereses corporativos que lo vieron incom-patible con la programación de la difusora. Su principal artífice, AlfonsoHernández, no se da por vencido y nos anuncia el proyecto en el que ha ido

trabajando en compañía de otras personas: la creación de una radio pública en español. “Ya hemos recibido respaldo de congresistas,senadores, hombres de empresa serios” dice. Lo que se antojaría como una labor titánica, nolo es tanto en la visión de Hernández, quien sinprisa ni desmayo ha venido puliendo su plan de regreso a los micrófonos. Por lo pronto haentrado en pláticas con directivos de la radiopública de Chicago (WBEZ) quienes, a decir deHernández, se han mostrado entusiasmados ydispuestos a colaborar. Falta cumplir tambiéncon los requerimientos de la Comisión Federalde Comunicaciones (FCC), pero “hay una cade-na de voluntades que va a permitir crear eso”.

Hernández explica que dicha emisora sefinanciaría de la misma manera en que lo hacela radio pública en inglés: con donaciones de lospropios escuchas.

–¿Usted cree que el público hispano desacos-tumbrado a esta forma de radio aportaría dine-ro suficiente para mantenerla al aire?

–Sí, porque en una ocasión en que transmi-tíamos en La Mexicana dijimos que nos tenía-mos que retirar porque se nos estaba acabandoel presupuesto. La sorpresa nuestra fue que elpúblico dijo “¿cuánto hay que poner? Nosotrospagamos para que sigan al aire”. Pero eso noera posible porque la emisora tenía una ciertadificultad con la FCC para recibir donacionesdel público. Ahí me pude percatar de que lagente que nos ha seguido siempre en todas las frecuencias estaba dispuesta a soltar unosdólares para seguir adelante con la programa-ción. Ahora la situación se ve más propicia por-que ya somos más, hay más interés de parte delas fundaciones, hay más sensibilidad de partede los líderes comunitarios. Los políticos

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Julio Rangel

Seeking shelter from the heat, acrílico sobre lienzo, 2003

“Por salud mental dejé de escuchar radio en español”Alfonso Hernández habla del proyecto de una radio pública hispana

El periodismo cultural es un ave rara en los medios en español de Chicago. En un con-texto en que se considera al inmigrante como mera mano de obra con escaso refi-

namiento a la hora del ocio, en lo que toca al entretenimiento los medios ofrecen un perfilde su auditorio más bien rústico y cretinizado.

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también ya se percataron del efecto de la radio. Ade-más, la nueva oleada de inmigrantes ya llega exigiendomás. Creo que todos saldríamos ganando. La comuni-dad hispana de Chicago se merece ya una radio querespete su inteligencia. Si al público se le presentaraeste tipo de radio podría tener de donde escoger. Ten-dría la alternativa de decir “ya me aburrió escucharbanda o narcocorridos, ahora voy a escuchar esto”.

–Esto sería un desafío a la imagen que se tiene delescucha hispano. El hecho de que la mayoría provienede un medio rural y tiene baja escolaridad crea un pre-juicio que menosprecia a esa gente al creerla incapazde entender otra cosa.

–Ese público rural nosotros lo tuvimos en la radio, y pudimos corroborar que el hecho deque ellos vinieran de una ranchería no les quita-ba capacidad ni inteligencia. Había nada másque guiarlo. Una manera de hacerlo era el pro-grama que producíamos de “Corridos y Cancio-nes”, donde ellos encontraron eco. Entre críticasy observaciones, a ese público lo llevábamos a lo que queríamos decirle sobre la superación sin tener que usar un lenguaje muy florido. Alpúblico si le sabes llegar de manera franca y noofensiva, que le pueda despertar el interés, lotienes de fiel oyente. Lo pudimos comprobar por-que el público que escuchaba por las mañanas“Corridos y canciones” era el que nos escuchabaen las tardes y eran dos conceptos diferentes.

Los monopoliosAlfonso Hernández no es ajeno a la preocupa-ción que corre entre diversos sectores ciudada-nos ante la inminente fusión de los gigantes Univisión y Hispanic Broadcasting Corporation(HBC), que controlaría el 67% de emisoras deradio y televisión a nivel nacional. Como es yasabido, estas corporaciones no ocultan su afilia-ción al Partido Republicano y a las causas másconservadoras, lo que derivará en un control másestricto de la información que circula y en unaconstante manipulación de la opinión pública.

“Es preocupante lo que se nos viene. Vamos a tener un retroceso. Ahora fusionados radio ytelevisión va a ser muy difícil, yo no lo veo posi-tivo para el desarrollo de la comunidad. La com-pañía discográfica que tiene Univisión va a tenerdónde presentar a sus estrellas en radio y televi-sión. Van a proteger sus intereses y van a darnosmás de lo mismo.”

Esto lo trae de vuelta a la única opción quevislumbra: la creación de una frecuencia pública.“Hay por ahí dos o tres hombres de empresaque están alerta y en eso estamos” dice. “Así notendremos que arrebatarnos a los patrocinado-res, ni andar detrás de ellos. Es durísimo compe-tir con las grandes empresas; cada empresa tienesu cuerpo de vendedores bien establecido, y pa-ra nosotros, que no sabemos más que el uso dela radio, tener que cumplir varias funciones es a veces un poco complicado.”

Nacido en Monterrey, Nuevo León, al nortede México, Alfonso Hernández estudió la ca-rrera de Leyes, pero la dejó pendiente porque“vientos alisios me trajeron a Chicago y la fortu-na me puso frente a un micrófono”. Su experien-cia de la radio viene de 1978, cuando era brokerde los escasos programas en español que había.Ya en 1979, bajo la iniciativa de Jorge Infante letocó ser parte de la primera difusora en españolque emitía las 24 horas en FM, la mencionadaRadio Ambiente. En esta emisora dio vida y apogeo a “Todo en Domingo” que de dos a seis de la tarde –y a veces hasta las ocho– cubría cine, teatro, política, ciencia, gastro-nomía, geografía, etcétera.

“Empecé a maquinar la idea de poner al público a participar y a convocarlos a que se convirtieran enreporteros ciudadanos. Y fue tanta la respuesta que deese grupo surgieron nuevos compañeros que se agre-garon a la radio. La gente me llamaba de Wisconsin, de Michigan. Tenía yo reporteros que me estaban re-portando algún accidente. Enlazamos a los traileros.Después yo retaba al público a que buscaran en su fonoteca a ver si tenían algún disco que nosotros no tuviéramos, y la gente tenía unos temas increíbles. Le empezamos a poner ‘lechugas ecológicas’ a esamúsica que no era muy comercial y que estaba en

desuso porque las emisoras dejaron de tocarla. Por allíme salía un oyente con un tema antiquísimo. Fíjese no-más el poder de la radio: Que el oyente se tomara lamolestia de ir a desempolvar un disco LP, ponerlo ensu tornamesa, poner el teléfono en la bocina del toca-discos y escuchar la canción a través de la radio. Se oíael gis del disco, un 78 r.p.m.”

Nuestra capacidad de elecciónSu programa pasó por diversos estadios y formatos. En 1987 hubo una pausa, cuando Hernández dejó

Radio Ambiente. Después lo reanudó por uncorto periodo de tiempo en La Mexicana, luegoen La Tremenda, hasta que ya en 2000 fue obvioque los directivos de la estación no tenían inte-rés en sostener este espacio. Hernández se entu-siasma recordando el programa, cuenta con or-gullo un sinfín de anécdotas: “Llegamos a teneruna charla con un profesor de la UniversidadComplutense en España, aquí en el estudio te-nía al profesor Alberto Híjar y en México a Ho-mero Aridjis, y era una triangulación extraordi-naria. Tenía a Miguel Ángel Martínez que eradirector del Instituto Cervantes. Era una tertuliatal que Miguel Ángel decía ‘¡cómo es posibleAlfonso!’. Esa es la radio donde la frescura jue-ga un papel importante. No una radio mecánicade disco-comentario-comercial. Por ejemplo, tocamos un disco de Virginia López y despuésnos comunicamos con Virginia que ya práctica-mente estaba abandonada por todos, nadie seacordaba de ella. De pronto se da cuenta que en Chicago estamos tocando Cariñito azucaradoy que el público habla con ella. Fue lo máximopara Virginia.”

Hernández tiene anécdotas para llenar unlibro, y todas las cuenta con un entusiasmo con-tagioso, como aquella “puntada” de tener a Al-do Fernández, hijo del célebre cronista deporti-vo Ángel Fernández desde París, narrándole elgol de Luis Hernández en vivo por el celular.“Llegamos a entrevistar a Juan Rulfo” dice, “él estaba asombrado, decía ¿cuántos mexi-canos hay en Chicago? ¿Con ese frío ustedesestán allá?”

Es inevitable preguntarle a don Alfonso por el rating, los niveles de aceptación efectiva quetuvieron. A esto contesta que su mejor indica-dor fue el teléfono. La cantidad de llamadasque recibían de gente de los oficios más disím-bolos, lo mismo un trailero que un académico,era impresionante, asegura, y reafirma: “No mecabe la menor duda que se cometió un graveerror al menospreciar el trabajo periodístico dela radio cultural. Creo que todas las ciudades,todos los países, se merecen un espacio.”

Ante la homogenización propuesta por losconglomerados que imponen su oferta, el pro-yecto que acaricia Alfonso Hernández se antojaurgente. “Tomará un poco de tiempo, pero seva a dar.”

–¿Será devolverle al público su dignidad aldevolverle su capacidad de elección?

–Exactamente. Lo que hay que hacer es tirarlea este proyecto. Hay muy buena voluntad departe de los compañeros de la radio pública eninglés y esperamos solucionar algunas cosasque tienen que ver con frecuencias y que laFCC autorice todo esto. No hemos perdido eltiempo, y nuestros compañeros y yo estamosdeseosos de regresar a hacer esa radio que hace rato le debemos a Chicago.

Scream, acrílico sobre lienzo, 2003

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serie y de algunos reportajes televisivosrecientes– se ha vuelto, trágicamente, lanorma de cientos de niños y jóvenes cen-troamericanos.

Uno de los puntos débiles de ¡Exito! es queno realiza un periodismo con rigor sostenidosemana tras semana. En la edición del pasado17 de julio, ocupó la primera plana el montajede una matrícula consular mexicana y sobredicho montaje la palabra “falsificada”. Al inte-rior se publicaba un reportaje sobre las su-puestas matrículas consulares falsas halladasen el barrio La Villita. El reportero armó lanota a partir de rumores, pues nunca tuvo en sus manos una copia de esos documentos.Sabemos que en situaciones tan delicadascomo ésta, la responsabilidad es sobre todo de la dirección del semanario por no haberlepedido al reportero que verificase su informa-ción, más aún tratándose de la noticia princi-pal y por tratarse del único documento oficialcon el que cuentan cientos de miles de mexi-canos. La reacción de enojo de los clubes de oriundos fue inmediata,lo cual nos lleva a pensarque el periodismo queleemos se ha quedado re-zagado con respecto a lacomunidad a la que diceservir. Aquí es importanteseñalar que el periódico, enel editorial de la siguientesemana, reconoció su error ypidió disculpas. Sin embar-go, ¿era necesario que el¡Exito! hiciera un recuento de sus logros periodísticosdesde su propia perspectiva?Es necesario recalcar que yaes hora que la comunidadhispana sea tratada comouna comunidad adulta.

En lo cultural llama la atención que todo seabueno en las páginas del¡Exito! y de La Raza, trátesedel Festival de Cine Latino odel Festival Del Corazón odel Festival de Teatro Latinoque acaba de pasar. Cadauna de las instituciones queorganizan estos eventos sonedificios que hay que cuidar;y precisamente para que no

se caigan ni se deterioren hay que señalaroportunamente sus cuarteaduras. Por ejemplo,el Festival de Cine ha crecido cuantitativa-mente a lo largo de 19 años y es sin lugar a dudas el más importante en su género entodas las Américas; sin embargo, nuestracomunidad todavía no se caracteriza porhaber desarrollado un criterio cinematográfi-co. Basta ver las películas que el público eligecomo ganadoras. Esto claro, es una respon-sabilidad del Festival, pero sobre todo de losmedios, que no se han preocupado por elabo-rar textos que vayan más allá de las sinopsis y de las estrellitas. Nuestros semanarios sehan olvidado que la crítica (cinematográfica,en este caso) no sólo retroalimenta a la ins-titución sino a la comunidad misma.

Recordemos, por último, que para hacerbuen periodismo no se necesita más dinero ni más infraestructura que la que ya tienen La Raza, ¡Exito! y algunas otras publicaciones.

Por ser precisamente un medio de formación y reflexión, el derecho a estar in-formado debe ser considerado como un derecho político de los latinoamericanosque vivimos en Chicago; y no nos referimos solamente a la información de lo quesucede en nuestros países sino sobre todo a lo que acontece día a día en nuestraspropias comunidades.

Para quienes hemos venido de países como México, Colombia, Argentina,Chile, etc., la lucha por la democracia pasa también por hacer efectivo el derechode la sociedad a estar informada, con todo lo que ello representa. Es decir, la de-mocracia implica que los ciudadanos –y en nuestro entorno los que no son ciuda-danos también– recibamos información veraz, imparcial, objetiva, plural, respe-tuosa de los derechos humanos y de las garantías individuales.

En Chicago hemos visto que tanto nuestros dos principales semanarios (¡Exito!y La Raza) como las decenas de publicaciones de menor tiraje, todavía no se hallancerca de realizar un periodismo sostenido y serio. Continúa habiendo, por desgra-cia, una actitud apologética hacia todo lo “latino” o “hispano”. Obviamente, esoha contribuido a que esta comunidad lingüística (que en la zona metropolitanacasi llega a los 3 millones) no se desarrolle en términos intelectuales y creativos.

Nuestros semanarios con frecuencia se reducen a redactar notas que contieneninformación que ya escuchamos en la radio y en la televisión. Lo lógico sería queen sus páginas predominara el reportaje, la crónica, las reseñas y los análisis infor-mativos. No estamos hablando sólo del análisis de problemas netamente políticossino también de los diferentes aspectos de la vida cultural de los latinos.

Al recorrer sus páginas, el lector bien puede llevarse la impresión de que esmás importante la venta de publicidad que el periodismo. Entendemos que unperiódico necesita de la publicidad para su subsistencia, pero en nuestros sema-narios pareciera que el fin son los comerciales y el medio es el periodismo. Por esta razón, uno siente que las páginas igual se pueden llenar con una columna de Jorge Ramos, o con un artículo del cáncer de colon, o con un anuncio o reseñadel último libro de María Antonieta Collins. La prensa hispana se ha olvidado deque tiene una responsabilidad social. Y creemos que ya es hora de que el interéscomercial deje de ser el que marque el ritmo de nuestras publicaciones. La comu-nidad hispana merece ser tratada como un grupo social con mayoría de edad, ungrupo que sabe reconocer entre lo que es el buen periodismo y lo que es simple-mente un vehículo publicitario. Los dueños de ambos semanarios deberían estardispuestos a invertir en la formación y contratación de periodistas. Eso de ningúnmodo pondría en riesgo su cuantiosa cartera de anunciantes; por el contrario: sihicieran buen periodismo, incrementarían su tiraje. Y al haber mayor tiraje, obvia-mente más atractivos serían para las empresas anunciantes.

De La Raza no hay mucho que decir por una sencilla razón: el abarrotamientode anuncios, de hojas de cupones y de cuadernos publicitarios hacen prácticamen-te imposible que el lector llegue a sus notas periodísticas, a sus columnas o a suseditoriales. Si el lector recoge un ejemplar de La Raza con la intención de enterarsede lo que ha pasado en la semana o de leer una columna de opinión, el amontona-miento al que se enfrenta lo hace que se olvide de su propósito después de haberpasado las primeras tres páginas.

¡Exito!, en sus más de diez años de existencia, no ha llegado a ser el órganoperiodístico que nos invite o que nos dé elementos para reflexionar sobre nosotrosmismos como comunidad social, política y lingüística. Sin embargo, hay algunasexcepciones: la serie de reportajes de Jorge Luis Mota en torno al caso de la niñaAna Esparza, logró influir sustancialmente en las políticas de salud hacia los niñosindocumentados que requieren un trasplante de órgano. De la misma manera so-bresale la serie titulada La travesía de Enrique, jovencito hondureño que a lo largode dos años, enfrentando vejación tras vejación, cruzó varios países para reencon-trarse con su madre en los Estados Unidos; el caso de Enrique –se deduce de dicha

Raúl Dorantes y Febronio Zatarain

La prensa hispana: Entre la publicidad y el periodismo

Apesar del surgimiento de la radio y la televisión, el medio de comunicación más importantepara que una comunidad reflexione sobre sí misma ha sido y sigue siendo la prensa. Hoy

en México nadie duda del gran papel que han jugado la revista Proceso desde 1976 o el diario La Jornada desde mediados de los ochentas para que se dieran los cambios democráticos. Lo mismopodemos decir del diario español El País en la época posfranquista, publicación que contribuyó alfortalecimiento de una sociedad democrática y plural.

The discussion, acrílico sobre lienzo, 2003

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o dueños de los medios en la República Domi-nicana son los responsables. Tienen corres-ponsales para llenar un hueco y en algunoscasos para justificar publicidad, de modo queesa dinámica para mí es casi inexistente.

¿Crees que exista un periodismo crítico enespañol en Nueva York?Que se deje traslucir en los medios hispanosde mayor circulación, realmente no. Estos me-dios están llenos de caras de televisión o decomentaristas de opinión cuyos puestos sonun tipo de toquismo a ultranza para llenar elhueco de una comunidad equis. Te puedo de-cir que uno de los dos medios más grandes enespañol tiene una enorme gama de “opinado-res”, pero muy pocos son realmente profesio-nales del periodismo. Porque mucha genteconfunde los postulados de la Quinta En-mienda; creen que al levantar su voz hacenperiodismo y que eso es libertad de expresión.

¿Cómo enfocarías el reciente escándalo edi-torial de The New York Times, sobre todo enlo que se refiere a la ética periodística de losgrandes diarios, su credibilidad, etc.?Para mí no es nada del otro mundo. Más queinclinarme por despedazar a Jayson Blair, pre-feriría preguntarle a los editores de The NewYork Times por qué tardaron tanto en descu-brirlo. Este caso demuestra que aún en losdiarios con una tradición periodística sólida se pueden cometer infracciones graves. A veces depende de la empresa y a veces del periodista involucrado; en el caso de Blair fallaron ambos ingredientes. Pero elhecho de que, aunque tardíamente, haya sidodenunciado en el mismo diario, le da ciertacredibilidad.

Hará unos tres años, leí Los cinco escritosmorales, de Umberto Eco, y allí aprendí muchosobre The New York Times; pude comprobargráficamente lo que dice Eco de este diario y dejé de considerarlo importante dentro de los medios anglos. Prefiero a The Nation o The New York Observer.

En Chicago, los dos semanarios en españolmás importantes tienden a verse más comomedios publicitarios que periodísticos, conmucho énfasis en los espectáculos. ¿Difiereen esto la prensa hispana de Nueva York y de qué manera?Hay un medio que trafica con la cultura; sevale de veladas culturales, de tertulias y deintercambios con librerías para promocionar.También se vale de la lista de los libros másvendidos, y todo mediante acuerdo con loseditores del medio. Rara vez encontramos en sus páginas verdaderos textos literarios opor lo menos a escritores con camino recorri-do. Hay otro medio que se va al otro extremo,nunca presenta a un nóvel, siempre son losconsagrados. Imagínate este titular: “IsabelAllende celebra la adquisición de su ciuda-danía americana”. ¿Y a quién le importa eso?Cientos de casos ocurren en que mexicanos,dominicanos, colombianos, cubanos, etc., re-ciben su ciudadanía sin tanta alharaca. Pero la representante de esta escritora pacta con el medio. Y ahí esta el amarre. Puedo decirque existe más o menos una misma visión en el mundo del espectáculo, sólo que condiversos trajes.

¿Hay alternativas para que el periodismolocal en Nueva York se mejore?Sí que la las hay, pero será sólo cuando lascomunidades se den cuenta que el periodistaes otro ser humano y no un dios al que no sele puede tocar, que el medio es una empresaque debe garantizar algunas ventajas para la comunidad. Será cuando nos tomemos enserio la ética y cuando los medios ecuánime-mente redistribuyan mejor el negocito que eshacer y vender periódicos. Será cuando no só-lo los editores, sino los periodistas, las empre-sas, el político y el profesional entiendan queel periodismo de opinión bien realizado tienemás fuerza para el cambio que las simplesnoticias.

¿En qué situación se encuentran los medios de comunicación en español enNueva York?Se puede decir que la mayoría de los medios hispanos de los Estados Unidos pros-peran económicamente por el crecimiento de la población, pero no responden deuna manera adecuada al reto periodístico que les presenta esta mezcla de comu-nidades y culturas a la que dicen representar. Ahora estamos viviendo la época dela monopolización de los medios. Y donde hay concentración de medios, hay mor-daza, hay censuras, hay omisiones, hay silencios. Los medios hispanos pues, tam-bién se enfermaron de muerte al concentrarse la radio, la televisión y los periódi-cos de mayor tiraje en manos de unas cuantas empresas. En Nueva York, por ejem-plo, los canales de cable 41 y 47 pertenecen a Intravision Communications, queademás es dueña del diario La Prensa, de la revista Urban en español y de algunoscanales regulares de televisión. El periódico Hoy se arma con el reciclaje noticiosodel Newsday, que a su vez pertenece a otra compañía. Y si vamos a la radio, es lamisma historia. Al margen, hay una gran cantidad de periódicos gratuitos; pordesgracia, de todos juntos no se hace uno. Pero debo señalar que hay medios al-ternativos en las distintas comunidades, y mucha gente se inclina por esta opción.

¿Qué diferencias encuentras entre la prensa hispana neoyorquina y la prensa de los países de origen de los inmigrantes latinos?No podría contestar a cabalidad esta pregunta porque no conozco la prensa detodos los países hispanoamericanos. Sí puedo decir, sin embargo, que en muchosde nuestros países no se presentan los modelos que aquí operan; es decir, no existeese maridaje tan marcado entre los medios con los sectores económicos y los secto-res políticos. Esto hace del quehacer periodístico en los Estados Unidos un juegode entradas y salidas determinado últimamente por el patriotismo.

En nuestros países existe una línea: ceñirse a la verdad, reportar lo que ves cai-ga quien caiga. Ello determina que el periodismo de investigación se asuma comouna vocación. Este tipo de periodismo se convierte cada vez más en una necesidadvital para el desarrollo político y social. Ese es su rol en nuestros países, a pesar deque no existen legislaciones que regulen el derecho a la información.

En los Estados Unidos es diferente. Y dicha diferencia está determinada por laforma en que se cubren las fuentes y la distribución sectorial de la noticia. Un peri-odista dominicano del Newsday tiene casi vedado elaborar notas a partir de algoque ve o conoce de su comunidad; tiene que pasarle la información al periodistaque cubre el área.

En los medios hispanos grandes se puede infligir la ética justamente por elefecto contrario. Regularmente los diarios La Prensa y el Hoy-Newsday, que son los más grandes del área, tienen gente de la propia comunidad para cubrir lasnoticias: un colombiano para el área de los colombianos, un dominicano para los dominicanos, y así sucesivamente. Esto provoca una especialización un tantoforzada del periodista en una comunidad equis, lo perpetúa y lo circunscribe aella. Y por tanto en el reportero recae toda la responsabilidad noticiosa de esacomunidad. Estas son algunas de las diferencias metodológicas que también se dan en los medios anglos. Incluso esto puede explicar el caso del periodistaJayson Blair, de The New York Times, aunque no sé con qué frecuencia sus historiasse situaban en comunidades afroamericanas. Pero volviendo a los editores latinosde los medios grandes, si estos como editores se tomaran un momento para visitarlos vecindarios antes de asignar a un profesional, si estos constataran realmentecuál es el vínculo de ese corresponsal o periodista con dicha comunidad, se evita-rían muchos errores.

En ese contexto, ¿cómo es la dinámica entre el periodista y las noticias de “allá”y el periodista y las noticias de “acá”?En el caso particular de los corresponsales dominicanos de aquí no existe. Muchossólo se limitan a recibir un salario pírrico por enviar una que otra nota a la sema-na; sin estímulo económico, no es mucho lo que hacen, pero los inversionistas

Jochy Herrera

Prensa hispana en Nueva YorkEntrevista con Miriam Ventura

Miriam Ventura es periodista dominicana residente enNueva York. Recibió el premio de periodismo Rafael Herreraen 1988. Es directora ejecutiva del proyecto Bohemia ArteVivo y se desempeña como coordinadora del Consejo Consul-tivo de la Casa de la Cultura Dominicana en Nueva York.

Untitled, acrílico sobre lienzo, 2003

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A veinte años de MarielEn 1980, más de 125,000 cubanos abandonaron su país de origen para emigrar primordialmentea los Estados Unidos. A este éxodo se le conoce con el nombre de Mariel. Tres años más tarde, un

grupo de escritores que formó parte de dicho éxodo saca la revista Mariel, con el propósito dehacer un arte más allá de lo "doctrinario" y de lo "mercantil". En total publicaron 8 números.

El pasado mes de abril se cumplieron veinte años de la aparición del primer número de Mariel, ycontratiempo se une tardíamente a la celebración dando a conocer el trabajo de algunos de sus

colaboradores.

Soneto

René Ariza

Qué trampa tan bien hecha nos han hechoque somos el ratón y la carnada,la pared y la punta de la espada,el embudo y su cono más estrecho.

Qué modo de torcernos tan derecho:a un mismo tiempo crimen y coartada(Se escucha por la atmósfera enlutadaun ronronear de gato satisfecho.

Y un grito que penetra por el pechoy un dolor de pared ensangretada;y un veneno que a gota destilada

baja a la ancha miel, de otros provecho.)Qué trampa tan bien hecha y adornadacon nuestro propio estilo contrahecho.

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Rolando Morelli

Para Pablo Labañino, palmasoriense, en Suecia

A mucha insistencia de su mujer, Leandroacabó por echarse de la cama, tal y comoestaba, en calzoncillos. Descalzo y sin ca-misa salió al portal de la casita, macheteen mano. Una luna total ocupaba el cen-tro del firmamento estrellado, sin nubescasi. Canelón ya no ladraba, y Leandropensó contrariado, en la exasperanteagudeza que había tenido la voz de su mujer.

–Viejo, cuidado con el relente –volvió a decir ella desde su distancia, unos pasospor detrás del marido–. No vayas a enfer-marte. Debiste ponerte una camisa aun-que fuera.

De repente, frente a ellos, bañados por el fulgor de la luna llena apareció ungrupo de unos veinte individuos cuyasfacciones se percibían sólo a medias: an-gulosos, duros; relieves que parecían de-volver la luz que la luna les arrojaba. El llanto de una criatura rompió derepente el silencio, y detrás, como siesperara por ella se abrió paso una voz de hombre.

–No haiga cuida’o compay. Somosgente buena que vamos de paso. Tenemosdos niños de brazos, y tres más que ape-nas pue’n caminar. Llevamos dos díasandando, casi sin parar.

–Venimos desde Mayarí Arriba –dijoahora una de las mujeres con un niñopequeño en brazos–. Ni agua hemostoma’o. La que traíamos, se la dejamos a los muchachos.

–Estamos muertos de hambre y de sed –dijo otra.

Las voces se habían multiplicado aho-ra, pero con todo no alcanzaban a ser sinoapenas un murmullo.

–Antes de ustedes pasaron otras dosfamilias –dijo ahora Leandro–. Les dimosde lo que teníamos. Nosotros tampocotenemos mucho, no crean.

–Cualquier cosa nos vendría bien,compay. A lo mejor les quedan unos bo-niaticos, una yuquita cualquiera. Lo quesea, compay. ¡Pa’ llegar!

–Agua, podemos darles toda la quenecesiten. Hasta para llevar si quieren.Pozo tenemos –dijo ahora Irma, colocán-dose al lado de su marido–. Y unas gua-yabas pa’ engañar el estómago hasta quelleguen a donde vayan. Yo misma las re-cogí de las matas esta mañana. Son bue-nas guayabas, y están maduras.

Las mujeres se separaron del grupocon sus niños, y siguieron a Irma alrede-dor de la casa hasta una especie de anexode techo muy bajo, hincado en la tierra.Contra lo que esperaba, Irma encontró la puerta sin asegurar.

–Condena’os muchachos –dijo, con unpoco de fastidio en la voz–. Se meten aquícon sus juegos y sus cosas, y después seolvidan de cerrar la puerta. Mira que selos tengo dicho, pero ellos lo mismo que

si les hablara a la pared. ¡Menos mal queaquí no hay nada que valga la pena, quesi no...!

El olor de las guayabas llenaba elrecinto, y era lo mismo que el claro de la luna, su envés dulce y tibio. A la luzque ahora penetraba por la puerta abier-ta, Irma divisó el saco de las guayabas.

–Esto es lo único que tenemos pa’ ofre-cerles –dijo ahora, sintiendo vergüenza deaquello que decía.

Las mujeres y los niños se apoderarondel saco, y allí mismo comenzaron a de-vorar las guayabas con fruición, una trasotra. Los hombres aparecieron también, y echándose por el suelo, como habíanhecho sus mujeres se pusieron a comertambién. Uno de los niños de brazo llo-raba incesantemente, mientras su madre,–apenas una muchacha–, comía echadahacia adelante sin prestarle atención. Ir-ma le pidió que le pasara a la criatura yella lo hizo sin dejar de tragar.

–Arroz les puedo hacer un poco. En lacasa no tenemos otra cosa, pero ustedesson los que más lo necesitan. Nosotros novamos a ninguna parte. El agua de arrozes buena para las criaturas. Cuando yoera chiquita, eso era lo primerito que nosdaban..., pa’ entonar el estómago.

Leandro volvió con los pantalonespuestos, pero aún sin camisa. Canelón no

respondió a sus reiterados llamados, yLeandro se preguntó contrariado dóndeandaría el animal. De un tiempo a estaparte, parecía otro. Tal vez se tratara delos años, pero vejez o sinvergüenzura, yale enseñaría él una lección en cuánto aso-mara el hocico nuevamente.

Irma había puesto el arroz a cocinarcuando entró Leandro en la cocina con el pollo descogotado debajo del brazo.

–Alaba’o, viejo –se lamentó Irma,cuando él puso sobre el mostradorcito de azulejos la presa–. ¡Y yo que lo estabadejando pa’ cuando más falta hiciera!

–Ahora es cuando más falta hace.Irma guardó ahora un silencio hosco,

pero al rato ya se le había pasado la con-trariedad, pensando en el atracón de arroz con pollo que se darían sus huéspedes.

Los muchachos fueron los primeros en comer. Irma les fue sirviendo de unoen uno y el hambre que llevaban parecíatan afincada y definitiva en ellos, que lascriaturas se atragantaban con los bocadoshumeantes y seguían tragando. Irma nodecía nada de aquellas cosas que súbita-mente le afloraban al pecho, porque nohabría sabido de qué modo hacerlascoherentes.

Después de comer, y de arrancarle al caldero las raspas del arroz con pollo

para el camino, los viajeros se despi-dieron con infinitas expresiones deagradecimiento y se pusieron nueva-mente en camino. Irma y Leandro nopudieron volver ya a conciliar el sueño. El alba vino pronto y los sorprendiódespiertos.

–Ya en este país de nosotro’ se acabóto’ –dijo por fin Leandro, que había dadoal cabo de mucha breña con el confusohilo de su pensamiento–. Ya ni vergüen-za, ni na’...

–Cuida’o viejo, con las palabras que se dicen –se sintió obligada a la caución la mujer, que también sentía de modoparecido–. ¡Qué en boca cerrá, noentraron moscas!

Esa mañana el café les pareció desabri-do como nunca antes les había parecido.Irma se echó hacia atrás el mechón depelo que le caía sobre los ojos y se discul-pó por lo que le parecía imperdonable.

Canelón no respondió tampoco a lossilbidos que desde el patio trasero de lacasa le prodigaba su amo.

–Ése debe andar porahi enamorisca’ode sus perras. Las del compay Utrerasiempre están pidiendo su perro que lascontente –dijo ahora Irma, para explicarsemás que para explicarle al marido ladesaparición de Canelón.

A mediodía, cuando Leandro volviódel trabajo para almorzar alguna cosa,encontró que su mujer no estaba en lacasa. Sin calentarlo, se sirvió él mismo el almuerzo que Irma le dejara prepara-do, y se dispuso a salir nuevamente parael pueblo en su viejo pisicorre. Un círculode auras tiñosas que giraba en el cielodescubría la procedencia del olor a ca-rroña que ahora se sentía. Guiado por un presentimiento, Leandro se bajó de la camioneta y se adentró en la maleza.Sin que le quedaran dudas, supo de unasola vez que aquellos restos eran los desu perro Canelón. Apenas un montón devísceras que se disputaban ferozmente los buitres, a picotazos. Y por si pudierancaber dudas, la cabeza segada en cuyosojos entraban los más pequeños con susgarras y picos. Una guámpara herrum-brosa y rota, abandonada allí, decía dequé muerte había muerto Canelón. Lean-dro sintió pena de él, y un vago remor-dimiento por haber pensado mal del animalito lo embargó.

–Ya en este país nuestro se acabó to’

–dijo, y le pareció al decirlo que la pala-

bra “to”’ lo resumía y abarcaba absoluta-

mente todo, hasta aquello que no hubiera

sido capaz de expresar, o tal vez incluso

de sentir.

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Untitled, acrílico sobre lienzo, 2003

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Ningún drama ocurre sin testigos; incluso en altamar alguiencontempla los desastres: cuando el barco ballenero naufraga,Ismael se aferra a un trozo de madera y sobrevive para contar el espumoso combate con Moby Dick.

El testigo de cargo casi siempre está ahí forzado por las cir-cunstancias, con un sincero deseo de irse a otro lado, de aban-donar esa intemperie donde la sopa es una taza de zinc en la que cae la lluvia. El lugar de la tragedia suele tener pésimoclima. Después de los hechos, en el humo que empeora más la atmósfera, se descubre que alguien tuvo el heroísmo de no cerrar los ojos. El sobreviviente se convierte en vigía; lleva dentro lo que atestiguó.

Sebastião Salgado pertenece a la escuela de la última mirada:ve por excepción. Sin embargo, no busca frentes de guerra ni ex-plosiones tremendistas; persigue algo más sencillo y dramático:la aventura de la necesidad. En la más célebre de sus series foto-gráficas, El trabajo del hombre, registra oficios duros donde la ma-no aún sirve de instrumento primordial. La tecnología es preca-ria, casi adversa, en esos escenarios del esfuerzo. Acaso sus per-sonajes pertenezcan a la última generación que enfrenta la natu-raleza a puñetazos y acepta la posibilidad de perder sin remisiónni venganza.

Salir de pesca, reparar un pozo petrolero, hacer cubiertos con elcasco de un navío, buscar pepitas de oro en las cavernas son paralos protagonistas de Salgado formas normales de vivir de mila-gro. En “El narrador”, Walter Benjamin comenta que, a medidaque hace compartibles sus productos, sus modas, sus valores, la sociedad industrial normaliza el sentido de la experiencia y transforma en rutina lo que antes implicaba una esquivaperipecia. Obtener comida o trabajo se vuelven trámites desupermercado o sindicato. Las posibilidades de narrar disminu-yen cuando lo diario no depende de olfatear el viento cargado de olor a venado, del duelo fatal o del trance religioso, sino decumplir con un horario. Salgado ha vuelto la mirada a las orillasdel progreso, zonas de alta narratividad donde amanece sin de-senlace previsible. Su área de competencia es la parte iluminadade la Tierra, el día que reclama un arriesgado afán.

Si en El trabajo del hombre se ocupó de las cosas imprescindi-bles que las manos hacen por desesperación, en su nueva serie,Migraciones, Salgado se concentra en los trabajos forzados de lospies. Para el escritor sudafricano Breyten Breytenbach, las expe-riencias culturales más significativas de la era son la bastardía y el nomadismo: la forma en que se mezclan y trasladan las his-torias. Para el autor de Las confesiones auténticas de un terrorista

Juan Villoro

Del 26 de julio al 28 de septiembre, el Chicago Cultural Center mantendrá en exhibición la serieMigraciones, que consiste de 320 fotografías del reconocido artista brasileño Sebastião Salgado.

Para hacer un recorrido por su obra, pocos tan oportunos como el autor del siguiente texto.

Region of Chimborazo, Equator, 1998

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albino, la refutación de las fronteras representa un acto de resistencia, una necesidad convertida en programa.

Los nómadas de Salgado están lejos de este ideal; nopueden decir, como Stevenson: “viajo para ir”. Su erran-cia es el bautizo de fuego para la subsistencia. Algunosdeambulan por África durante seis años tratando de lle-gar a Europa y confiesan sin dramatismo que volverían a repetir la travesía si fuera necesario. Quizá algún díapasen a formar parte de los nómadas voluntarios, asumi-dos, que preconiza Breytenbach. Por ahora, son pies queescapan de sí mismos. A propósito de este tema, RyszardKapuscinski le comentó a Ricardo Cayuela en Letras Li-bres: “La emigración es la combinación de la esperanzahumana y el movimiento. La esperanza se realiza a tra-vés de la noción del movimiento... El Tercer Mundo, demanera subconsciente, cambió de estrategia: en lugar deconfrontar, infiltrar”.

Los hombres sin papeles que se adentran en Europa y los Estados Unidos ponen en escena una paradoja: sonnecesarios pero pueden no serlo; deben llegar sin dere-chos para quedarse. Como en un extraño videojuego, el azar y las destrezas personales deciden el asunto: lapatrulla fronteriza tiene una oportunidad de captura; si falla, el oponente permanece en el reino. Europa y losEstados Unidos han elegido la migración accidental, lalógica del videojuego. El temerario cruce de fronterascobra vidas y la población que escapa al control estimula la xenofobia. Comienza el siglo de los infiltrados, loshabitantes de sombra que, al modo de los cocineros chinos, morirán sin acta de defunción ni pruebas dehaber llegado.

Un fotógrafo puede amar los objetos de cerca o delejos, componer la realidad o desordenarla, privilegiarlas tinieblas o las claridades. Cuando se trata de un ma-estro, sus instantáneas trazan una gramática, un estilo deconjugar la luz. Atget y Álvarez Bravo revelan la pertur-badora intimidad de los enseres comunes; Nadar y Ave-don, los mensajes que la vida deja en los rostros; Adamsy Weston, las posibilidades de dibujo de los árboles y loscaracoles. Salgado pertenece al modo épico de la mirada.Sus piezas son acciones detenidas; una tensa dinámica

explica a los protagonistas, no con la urgencia del foto-rreportero que caza una noticia, sino con la suspendidaeternidad del poeta que hace del olvido una noticia. Nin-guno de sus personajes lo era antes de ser fotografiado;Salgado no se limita a documentar: estamos ante un casode realidad acrecentada, donde lo ya sabido encarna ensituaciones únicas... Un joven mira por una rendija de labarda que separa México de los Estados Unidos, hechacon desperdicios de la “Tormenta del desierto”; esa falsacerradura mide el tamaño de la esperanza. La bardacumple un propósito simbólico más que utilitario: es fá-cil de escalar pero tan horrenda que anuncia las penuriasque se padecerán al otro lado... Una lancha salvavidasinvierte sus funciones y cumple la misión suicida de lle-var a 27 marroquíes... Un alambre de púas, intrincado,confuso, semejante a las órbitas de los planetas en laastronomía medieval, indica que de ese lado están losserbios... Un campo de 350,000 refugiados en Tanzaniaparece darle la razón a Kapuscinski: “la principal acti-vidad de África es la espera”... Un camión vietnamitatransporta un mueble con un corazón que sobrevivió al napalm, azaroso emblema de que todo lo que dura es sentimental.

En uno de sus pasajes más sugerentes, Bruce Chatwinrefiere la historia de un blanco en África, sorprendido de que los cargadores de su expedición se detuvieran sin motivo aparente. “¿Qué sucede?”, preguntó. “Estánesperando que sus espíritus los alcancen”, respondió elguía. En las migraciones, la caravana no se detiene a des-cansar. Desplazados: gente sin nombre, geografía, rostrodefinido. ¿Es posible construir un espacio para las iden-tidades, las memorias, la vida que quedó atrás? ¿Haymodo de recuperar el flujo que al caminar pierde sushuellas? Las fotografías de Sebastião Salgado son laescala maestra donde los fugitivos se detienen. Abran los ojos: ya llegan sus espíritus.

___________________________________________________contratiempo agradece al cónsul para Asuntos Culturales del Consulado General de México en Chicago su apoyo en la publicación de este texto.

Southern Vietnam, 1995

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Señor de la piedra

Reinaldo García Ramos

Para Isel y Victoria, que me acompañaron

Sal y horno, pero la sal desaparece;luego la suave y blanca masa no resulta incomible, al contrario,pruébelo usted, amigo, está dorado y muy jugoso

los comensales descubrían las trampas del sabor,recorrían las piruetas del fuego

el que servía miraba con ese suave afán y se alejaba,discretamente comentaba con los otros,pero trajo sus postres con ardor;

los comensales disfrutaban, sin lugar a dudas,y Madrid, ah, Madrid resplandecía;lo dijimos y salimos andando,llevábamos gran prisa y los bultos pesaban

Recordaba su rostro, pero no su fulgor

esa mañana el visitante descendió a los sótanos,vericuetos y escaleras de mármol,el editor abría el camino y conversaba,ojos serenos pero recios tras las gafas de miope

había torres de libros encima de las mesas,los otros, los amigos, los muertos,aplastados en sus cubiertas relucientes;el gran gordo quejándose en sus cartasde que no encontraba las natillas de su abuela

bajamos, bajamos con corduray buena lentitud, reconstruyendo pasillos y misterios,sonaban las llamadas distantes;al anfitrión lo convocaban hermanas invisibles

pronto vino a cederme pergaminos del reino,los legajos recientes, fuertes obras;

allí había cosas que yo mismo había escrito,pero no lo sabía, qué sorpresa¿cómo se llamaba aquel poeta despreciado?no lo sé, estoy seguro, te lo digo otro día

Recordaba su sombra, pero no su sonido

cargado de libros no esperados me senté allí cerca,Plaza de Bilbao, Madrid resplandecía;el viento se llevaba los restos de mi pany los raros billetes europeos

y allí cerca, como ciegos augures bajo el sol tibio del otoñolas muchachas venían a aprovechar su siesta,fumaban y tomaban cerveza; calculaban, miraban,palomas que buscaban, gritos que subíandesde los estanquillos, voces tibias

esperé al buen secuaz para un café de espejos,con agua mineral y los preparativos de lecturapara la nación entre fantasmas,entre los aguerridos y los melancólicos;nos sentíamos lejos pero cerca de los vendavales de la espuma,el asalto de sangre, la isla que duraba

Recordaba su voz, pero no su piel humedecida

¿no eran esas las sillas de aquel sitio sereno?¿los bancos parecidos que pusieron en el Parque Central,las aceras del hotel Inglaterra?

qué alegría volver, dijo de pronto,a los que conocieron nuestra dicha en la tierra,la fe brutal en los sentidos, la pasión,y retienen la paz de ese rugido en sus estantes de esplendor

no, por ahí no; qué va, está cerrado, nos podemos perder;hay que preguntar cómo se llega al callejón antiguo,alamedas oscuras, o hasta San Cosme y San Damián;sí, cerca del Prado, por Atocha

Ermita del Señor de la Piedra, Praia de Miramar, Portugal (foto de Reinaldo García Ramos)

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Recordaba sus ojos, pero no su mirada destruida

las escaleras rodantes no funcionaron esa noche,los viajeros huyeron hacia la planta alta, salones relucientes,terrazas y ninguna señal, tiendas selladasdonde se habían vendido juguetes y maletas

¿de dónde sale el tren? ¿no es más arriba?no se distraigan, por favor, hay que sentarse a tiempo

señora, no lo crea: más arriba no hay nadadense prisa, se cierran todas las puertas con tarjetasllenas de agujeros, el sistema no falla

buenas noches, partimos enseguida; tienen tiempode asearse antes de la cena, dando tumbos, aguántense;pero el vino no llegó a derramarse

abandonando Chamartín a su hora pefecta,atravesamos suavemente la basura y el túnel de la historiacon la bolsita de mementos;

no habrá modo de jugar a las cartas, de ninguna manera;tenemos que dormir, y traspasar esta noche de cera,los cristales con cortinas floreadas, tela barata si las hubo,no se puede ver nada, y el taca-taca de los hierros debajo,andante assolutissimo

¿no pudieron dormir? ¿pero no habían traídolos artefactos limpios para los oídos? ah, que maravilla,de un golpe te armabas el silencio, o algo casi igual

Recordaba su gesto, pero no su quietud

sí, mi amiga, al final del cálido festín y el alborotote vas quedando con dos o tres pedazos de tu sed,imágenes rendidas, asombrosas; las retienes con fuerza,pero bailan sueltas en el techo como moscas

¿y el conductor ya sabe a dónde vamos?en la madrugada nos llamará sin falta, está previsto;abriremos la estación vacía y los relojes confundidos

Recordaba el olor, los sonidos, la luz,pero no el reclamo de la tierra

al final de la playa se alzaba el monumentode la piedra caída, la ermita entristecida;torre vacía y abierta, y los aullidos sepultados

fuimos a ver los restos del naufragiosin saberlo, como cortesanos de algún siglo perdido,en lenta procesión, el viento cubría las palabras

¿y dónde están los niños?ah, por allá van, al borde de las olas,recogiendo fragmentos de moluscos, los crustáceos del rito,dibujando juegos en su estruendo sagrado

¿pero adónde van? se saben el camino,nunca se perderán en estas dunas tan dichosas

ah, tengan presente, no se olviden: sobre los tablones de maderaes cómodo avanzar; la arena no entra en los zapatos

Recordaba su risa, pero no esas palabras repetidas

al concluir no hay mucho sol, es cierto;el calor va retirando su mordisco, pero es temprano aún

el resplandor proviene de dentro de las rocas,allí, a un costado, al amparo del agua;

desde el orificio en que las reliquias se estremecen,cirios recalcitrantes, huesos iluminados,papelitos manchados, reservas de pavor, avisos

las piezas que faltaban en la brusca fiebre de los peregrinos,ofrendas de alimento, amuletos gastadosque piden al mar su orden, su demolición en armonía

damos una vuelta completa al edificio,subimos a la terraza de las fotos, con el raro diseño,volvemos al punto de partida;

detrás estallan las formidables olas contra el filo oscurode los arrecifes y se repiten otra vez,y se repiten, como en una película estancada

Recordaba su grito, su vieja escapatoria,pero no su camino, el helado soplo de sus días

tuvimos tiempo de llegar al río delirante,las calles no se abrían; en realidad como un torrentese desarmaban sin entrada, los transeúntes no entendieron,eran muchas palabras de lejanos idiomas

y nos lanzamos sin saber, perseguidos del puente;la estructura es de acero, no de piedra, fue útil el aviso,tendrá que soportar el breve peso de nuestros cuerpos impacientes

ah, Porto de las canciones, derribado en tu sombra,la vía se estrecha más y más

colgando sobre los precipicios nos persiguen la ruina,los gritos del mercado, las últimas astucias de los autos,vecinos detenidos en el atardecer, compuertas oxidadas,silbatos de mil años, ¿no será aquélla una salida?

¿dónde está la estación reconstruida? ¿en qué barrio andaremos?y esa bocacalle, ésa, ¿a dónde va?¡no dobles, no dobles, puede ser fatal!

señor, escuche, no hemos nacido aquí,¿a qué hora saldrá el tren que prometieron?¿qué dice? ¿qué dice? ¿a qué hora, el nocturno, por dónde?

por favor, trate de explicarnos,queremos devolver estos fragmentos, poner de nuevo en su lugar las voces comprendidas

Recordaba su boca, pero no su hambre

detrás de unos ladrillos escondidos dejamos nuestro auto,la llave estaba ardiendo, los minutos contabany desaparecimos entre nubes con nuestras ropas polvorientas

el joven policía se volteó a lo lejos, militar,enseguida radiante sobre sus piernas estupendas,ceñido en sus ropajes nos dio gestospara el remolino ennegrecido y despedirnos;su sonrisa quedó en el cristal retrovisor

obrigado, obrigado

ah, ciudad sutil de las canciones, Porto de las raíces,vas sellando tu sol entre paredes movedizas

encontramos el andén a tiempo, saludamos;las duchas funcionaron por la magia, cenamos con salmón,la sal y el horno nos mostraron las trampas del sabory otra vez amigables las piruetas del fuego

Recordaba su miedo, pero no el olor ansioso de la hierba

para poder dormir entrecruzadosen nuestro pasado interminable.

[Senhor de Pedra, Praia de Miramar, Portugal, octubre de 2002]

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El problema de Ulises, IV

Andrés Reynaldo

En las noches de nieve,cuando arden en la hoguera las tablas de las negras naves,yo le pregunto a un dios renuente si he de volver a ltaca.Ya nunca seré el hijo pródigo.Veinte veces la luna llena de febrero ha trazado el camino de plata,pero el remo tiembla en mis manos.He visto las ciudades del magnífico Occidentey poseo los códigos del consumidor en la Edad del Crédito.Para mí ha bailado la reina de Bagdad en un sótano de Amsterdam.Mía es la primera de las utopías y la última de las identidades.Mis hijos se asombran de parecerse a mí.Hoy feacio, mañana quién sabe.Mi rumbo es mi catadura.Encontraréis mi perfil en las rojas vasijas de la Hélade,En los manuales de los departamentos de inmigracióny en los archivos de las morgues.Soy NadieY me han impuesto arduos trabajos.El dorado vellocino, autoridades legítimas, transacciones confiables, la sabiduría del

[espíritu libre:los dones anhelados por el hombre que vive de sus manostuve que buscarlos allende los mares.ltaca de suaves colinas,tú me arrojaste entre extraños.Humillado y sin derecho a botínhabía de entrar en el combatecon la garganta seca y el escudo bajo.Apartado fui de tu brindis.Tierra negra sobre tierra blanca.Yo tejía el manto de tu salvación.Y tejí el número de las realizaciones tangibles.Y tejí una estrecha pradera entre dos ríos.Y los cuatro arqueros a la puerta del templo.Yo ponía mi desmayado pecho entre tu realidad y tu destinomientras tus poetas le cantaban a los tiranos.Isla mía, desdichada y cruel mía, cuán efímera se te ve de lejos.Puedo consentir tus crímenes, no tu ligereza.Todo en ti me distrae de la divinidad.Tu parroquial pereza, tus improvisadas percusiones, tu voraz ábaco,

[tus deidades sin libro,el afán de mis hermanos por la caza menor, los grandes diálogos interrumpidos

[por el mosquito.Por ti he sido forastero en mi hogar.Dos pasaportes en la gavetay buenos contactos en países neutrales.Siempre pendiente al colapso de las institucionesy a los pequeños cambios en el bando troyano.Un caballo de cedroSe desplaza en las sombras.Hacinados del flanco al lomo y de la grupa a la testera,aguardábamos el alba de rosados pasos.¡Mirad las crines de escupidos estandartes!¡Escuchad las mil lenguas del hambre!Oh, ltaca,cuando hago brillar los inodoros en los bares de París,cuando soy arrojado con una vieja linterna para apuntalar las minas de hulla en Gales,incluso cuando acaban de nombrarme presidente de la compañía bajo la incrédula

[miradade los accionistas,que no me hablan del amor a las islas.“Lestrigones, Cíclopes, el feroz Poseidón, no los encontrarás”, decía Cavafis,“a menos que los lleves en tu alma, a menos que tu alma los ponga ante ti”.Escila,que tres veces al día devora el océano,y Caribdis,con las fauces de sus seis abominables perros en la ingle,irrumpen en mis sueños con tu ensangrentado mapa y un perverso Contrato Social.

Educado en el error,Tú eludías mi fundamental pregunta.Que no me retenga tu bautismo.Tus próceres bajaban la voz cuando yo asomaba con mis despintados juguetes.Si dormía alrededor de mi cama se hacían sórdidas apuestas.Nunca permanences en ti misma.Ora asciende la mareay les divierte ver pasar a los ahogados:innecesarios y hermosos.Ora se retiran las aguas por un siglo.El naufragio como ideal de la nación.¿A qué estas máscaras?Soy Nadiey de nadie soy cómplice.Sin quilla ni mástil,La deriva impone sus hábitos.Una paloma en el agua anuncia tierra.Una luna con halo presagia la tormenta.Ya no me apetece recordar.Deconstruida la nostalgia,Quedan el rostro de mi madrey el mágico bosque de mi idioma:el territorio interiory el territorio anterior.De este modo he desistido de mis trucos.De la realidad del sufrimiento a la realidad del camino que lleva al fin delsufrimientoaprendí a navegar por las estrellas.Al Hermes mediador,guardián de los apátridas,alzo mi copa y ofrezco las entrañas de un carnero.Doquiera que toque puerto.

Lluvia, acrílico y cinta adhesiva sobre lienzo, 2002

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Landscape 2, aceite y acrílico, 2002

Jesús J. Barquet

ParaísoSucede un tiempoen que uno busca plantas, ríos, raícesy rastrea la tierra rabiosamente errantepor los caminos confiando aún hallarramas verdes o fósilesde algún tiempo mejorque puedan dar testimoniode fe,y no descansa uno en esta empresa: olvidalas noticias del día –la misma y siempre bélicacanción–, esperauna semilla nueva, una inéditaroca donde fundar, hormigas sabiasque no pierdan otra vez su destino,sándalo y roble de fibra equinoccial,piedras de agua fina donde abrevar,racimos de vida fresca para poderser en paz,aquí,en la tierra.

Buenos días, Vietnam

Robin Williams divierte a los muchachos.Rozagantes los verdes uniformes, el cabellorapado como un casco que invita a la caricia, los rifleslimpios aún entre las piernas como un adornomás, la inocencia tal vez, la risa a flor de labiospor una broma, un ingenioso juego de palabrasque el actor representa como nadie–palabras que cobran ágil cuerpo en su voz.

Robin divierte a los muchachos, les preguntasus nombres, su origen, el barrio que los viocrecer, entre risas algunos descubren ser vecinos,envían saludos a la novia o compañero que han dejado atrásy así nos quedasin quererun breve rastro de sus vidas, una felicidadpasajerapues ya pronto partirán, tienen que seguir su camino:esta fue sólo una escala accidental, una alegríainesperadaque con mayor razón agradecen.

Los chicos se despiden, hermosos, renovadospor la risa contagiosa, por el saborde los nombres pronunciados. Robin les diceque se cuiden y los ve irse,esfumarse lentamente esa sonrisaen sus ojos. El comediante sabe–pero no lo dice–que muchos no volverány los que vuelvan serán otros:todos ya víctimas de un oficioque no debiera ser humano aunque lo ha sido.

Esto sabránquizáslos que regresen y se cansen de buscar en el espejoaquella imagen suya sonriendoante una gracia de Robinpoco antesde que una bomba incendiaranombres, rastros, raíces, geografía,todo lo que existió y ya no existe,ni júbilo ni lloro, los espejosmudos, sin rostro que invocar:la casa –el alma– vacía.

Habrá que esperar, me digo, todavíapor otro tiempo humano,sin saber bien qué esperar.Los chicos se despiden.Robin les dice adiós.

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Reinaldo Arenas

Landscape 1, aceite y acrílico, 2002

Cuando el viento, generalmente incesante y hostil,recorre la Isla ya no hay grandes árboles que lo detengan. La polvareda en remolino asciende cu-briendo el centelleante arsenal de latas vacías, agre-sivas pancartas, paredes deterioradas, balconesapuntalados y calles inundadas por la explosión de los albañales. La resplandeciente polvaredaseñorea sobre fachadas en ruinas y los encegueci-dos, desesperados y hoscos transeúntes que dis-curren temerosos, vociferando para dentro, inves-tigando entre el sordo estruendo de las consignas,himnos y discursos: “¿qué habrá allí?”, “¿qué sacaráhoy?”, “¿qué podremos comer hoy?”... La jergasube. Ninguna inquietud fundamental es ya másfundamental que el acto de subsistir. ¿Cómo con-vocar a las masas en tanto me apresuro a marcar en la cola del pan? ¡Quién es el último! ¡Quién es el último!...

Y el mediodía difumina contornos y sueños.Sólo la inmensa polvareda se eleva sobre figurassudorosas y derrotadas, sobre la mole en perpetuoderrumbe de lo que fue una ciudad. Ciudad ya sinpoetas que la mitifiquen y la reconstruyan. Ciudadvarada en su desolación estricta; pudriéndose, nosólo en el sentido literal del término (no hay vehí-culos que recojan la basura) sino, en el otro, el máspatético y profundo, el histórico. Ciudad expulsan-do o estrangulando a todo el que intente aunquesea fugazmente esbozarla. Ciudad donde el artistafue reemplazado por el policía; la palabra, por laconsigna; los sueños, por los planes quinquenales;el hombre, por la máscara. Allí la actividad crea-dora sencillamente pereció o pasó al terreno de laclandestinidad: no puede haber creación donde nohay libertad. Toda obra de arte es, tácitamente, unamanifestación de rebeldía, una actividad antagó-nica, una protesta en el sentido trascendente deltérmino.

La libertad es tan necesaria para el artista comoel aire o el tiempo. La creación es una actividadmisteriosa que prefiere la indiferencia oficial a su apadrinamiento o escolta. Crear es un acto de inocencia, un juego. Sólo como si jugáramospodemos hacer algo serio. Una novela es un árbol,no un tratado. Para que ese árbol no se malogre, el artista debe saber el terreno que pisa. El artistadebe saber por lo menos de qué lado están sus ene-migos, ya que sus amigos es posible que no esténen ningún sitio. Hay un método que no falla y quepodemos aplicar siempre que queramos saber quié-nes son nuestros enemigos y quiénes nuestros ami-gos. Nuestros amigos son aquellos que nos dan unapatada y luego nos dejan gritar. Nuestros enemigosson los que nos dan la patada y nos obligan aaplaudirla.

Pero eso en un país totalitario comoel que dejo atrás, sólo se oyen aplausos.Ese estruendo monolítico debería sermotivo de profunda preocupación nosólo para todo intelectual, sino paracualquier ser humano. Pues un escritor,un ser humano, debe optar, al menos,por la duda, antes que aceptar, incondi-cionalmente, una suerte de “felicidadmasiva”, representativa, aparente. El escritor debe preferir la buhardilla al tráfico con las palabras. Lamentable-mente, muchos escritores son ahora tra-ficantes de la palabra. Ser de izquierdaen un país democrático es, hoy por hoy,una actitud rentable, porque además deestar a la moda se negocia con la espe-ranza de la gran humanidad, siempreanhelosa de cambios.

Y, realmente, es patético que ese de-seo eterno y justificado de movimientonos lleve a la trampa siniestra del esta-tismo totalitarista hasta ahora más per-fecto que se haya engendrado: el co-munismo...

El artista que en aras de un mundomejor defiende, ya por torpeza, ya porcongénita malignidad, ya por estímuloscontantes y sonantes, ese totalitarismo,no hace más que cavar su propia sepul-tura, además de traicionar a todo el gé-nero humano. De ahí que, en un paísdonde la fanfarria política lleve la vozcantante, lo mejor que puede hacer un ar-tista es salir huyendo, y rápido, antes deque se lo prohíban, antes de que ese actose convierta, a los ojos del estado, en uncrimen severamente punible; antes deque tenga que traicionarse o perecer...

La creación literaria es una vibracióníntima que tiene su raíz en un lugarinefable que no será nunca la tribuna.En Cuba, que es el lugar que más omenos conozco, la tradición nos haceconstatar dolorosamente que su pro-ducción literaria es, en gran parte, unaactividad del exilio –tanto en este siglocomo en el pasado. Y es que la actividaddel espíritu no congenia con el estruen-do de los altoparlantes, los discursosaltisonantes y los lemas inapelables. El mejor himno para un escritor es elmurmullo de los árboles; su patria másquerida, la que lleva, desgarrada e ine-xistente, en su memoria. Para un cuba-no, por desgracia, “patria y libertad” no son sinónimos, como vemos estam-pado en las monedas nacionales.

El exilio parece ser el arduo, humi-llante y triste precio que deben pagarcasi todos los artistas cubanos para po-der hacer, o intentar hacer, su obra, supatria. Pues, en última instancia, la ver-dadera patria de un escritor es la hoja en blanco...

Un dolor, una alegría, un paisaje, uncampo anegado por la neblina, un solavasallador y tórrido... En el recuerdo,anhelos y visiones, amores y miedos semezclan, y quizás, así, se configura locubano. Porque, en fin, ¿qué cosa es locubano?

Creo que lo cubano dista mucho deser una abigarrada descripción monu-mental y barroca, al estilo de Alejo Car-pentier. Lo cubano es la intemperie, lotenue, lo leve, lo ingrávido, lo desam-parado, desgarrado, desolado y cam-biante. El arbusto, no el árbol; la arbo-leda, no el bosque; el monte, no la selva.La sabana que se difumina y repliegasobre sus propios temblores. Lo cubanoes un rumor o un grito, no un coro ni untorrente. Lo cubano es una yagua pu-driéndose al sol, una piedra a la intem-perie, un aleteo al oscurecer. Nunca unainmensa catedral barroca que jamás he-mos tenido. Lo cubano es lo que ondula.

Más que un estilo, lo cubano es unritmo.

Nuestra constante es la brisa. Másfuerte al atardecer, casi inmóvil al me-diodía, anhelosa y gimiente en la ma-drugada. De ahí que la novelística cuba-na no esté escrita en capítulos, sino enrachas; no sea algo que se extiende, sinoque ondula, vuelve, se repliega, bate, yacon más furia, ya más lentamente, circu-la rítmica, reiterativa, sobre un punto.

Así, si de alguna teluricidad pode-mos hablar es de una teluricidad mari-na. Nuestra selva es el mar. Tal es asíque, en los últimos años, a centenares y centenares de cubanos, en perenneéxodo, el mar se los ha tragado, como la selva suramericana se tragó a los personajes de José Eustasio Rivera en La vorágine...

El mar es nuestra selva y nuestra es-peranza. El mar es lo que nos hechiza,exalta y conmina. Para nosotros, su ru-mor es el canto de la oropéndola en elbosque de Andreyeski... La selva, comoel mar, es la multiplicidad de posibili-dades, el misterio, el reto. El temor a perdernos y la esperanza de llegar. La selva es la frontera que hay que atra-vesar para llegar a otra claridad. En unaisla, donde no hay selva, la selva es elmar. En la noche, el rugido de sus aguasnos sobrecoge, como el de las fieras enla aldea continental. El peligro nos ro-dea y, como en la explanada circundadade intrincada vegetación, el tiroteo delos guardacostas suple a los tambores.El hombre acosado, “entonando supropia miseria”, se lanza a lo oscuro.¿Mar o selva?, ¿tambor o tiroteo? Quéimporta: tiene que salir huyendo.

Esa es nuestra historia. La mismaque padeció el indio cubano, hasta perecer, en los tiempos de la conquistaespañola; la del negro cubano (esclavo o prófugo) en la colonia floreciente; lade todos los cubanos, blancos o negros,ahora.

Y el mar –nuestra selva– como posi-bilidad de libertad, como reto, rodeandola Isla. Isla larga y estrecha, desaforada-mente abierta al sol y a la noche, al ávi-do conquistador, al rapaz contrabandis-ta, al perenne invasor, al empecinado,torpe y atroz caudillo.

Isla invadida siempre por espantos

sucesivos, siempre como naufragando,batiendo sus palmares ya escasos, susarbustos desamparados y su chata ar-quitectura al tedio y a lo insólito, no porterrible o absurdo menos conocido. Poreso, he pensado siempre que lo cubanoes lo abierto, lo ecléctico, lo mezclado, lo violento e irónico, lo casi inapresable,que toma de aquí y de allá. Ese aire, esa frescura, ese latigazo, impalpablepero inconfundible, como un párrafo de Lezama, como un fragmento deCabrera Infante, como un poema deVirgilio Piñera, como una página deRamón Meza... Extensión abierta al sol y al viento. Lo cubano es un silbidoinconsolable.

Y dentro de esa extensión siniestra(matizada fugazmente por el violeta delcrepúsculo), lo erótico como una deses-perada forma de olvido, lo erótico comouna desesperada forma de irse.

Pienso que esas nadas, tan queridas,configuran mi país. Y con esas nadas,atroces o insignificantes, tenemos queinventarnos un mito y magnificarlo.Vivir de un recuerdo inexistente, en-grandeciéndolo. No creo que sea esauna labor más heroica que la de cual-quier otro hombre en cualquier lugardel mundo. Otros sitios, quizás, cuentenaún con menos atributos. Es más, creoque siempre fue así: del tedio, del pe-queño arbusto, de una sombra, de unolor o un rumor, se configura la dimen-sión cierta, misteriosa y eterna de ununiverso: la obra de arte.

Otros tendrán, por fortuna, sus pro-pias teorías distintas a las mías, susparaísos e infiernos personales, que sino, qué aburrido sería el mundo... Debodar gracias, sin embargo, al cielo porqueen los últimos años me concedió al pri-vilegio de padecer un enemigo siniestro.Eso, además de ayudarme a ver las co-sas con más claridad, me servirá de estí-mulo para soportar las vicisitudes que,naturalmente, tendré que padecer encualquier lugar del mundo. Bien vale la pena soportar cualquier vicisitud acambio de la dicha, inexpresable, desaber que policías disfrazados de ami-gos obsequiosos no hurgarán ni conta-minarán mi corazón. Y que el precio por decir dos o tres verdades no será ya el de la oscura celda y la obligadaautotraición, aunque, sí, quizás, el delbenéfico olvido.

Cuba (Nueva York)

__________________________________Texto leído por el autor en Florida InternationalUniversity en junio de 1980, poco después de llegara los Estados Unidos proveniente de La Habana, porel puerto del Mariel. Tomado de Homenaje a ÁngelCuadra, ed. Juana Rosa Pita, Miami: Solar, 1981, pp.125-128. Revisado por J.J.B.

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Del 7 al 20 de julio se llevó a cabo enChicago el Festival de Teatro Latino.El evento se realizó en las instalacio-nes del Goodman Theater y fue orga-nizado por Henry Godínez, directorartístico asociado de esa entidad, encolaboración con el Festival Interna-cional de Teatro Hispánico de Miami.Durante esos días se presentaron gru-pos latinos de la ciudad de Chicago,el Teatro de Ciertos Habitantes deMéxico y la Compañía Marta Carras-co de España. El balance del festivalresulta altamente positivo, debidopor una parte a que el público llenólas salas en la mayoría de las funcio-nes –y en este sentido cabe destacarque muchos no pudieron ingresar al único espectáculo íntegramente en español, La casa de Bernarda Albapor el grupo Aguijón–, y por otra, albuen nivel que se mostró tanto en lasactuaciones como en los trabajos dedirección. Estas observaciones permi-ten aseverar que hay un teatro latino

en Chicago que se ha venido desarro-llando (y alcanzando su madurez, sicabe el término) en diferentes áreasde la ciudad, y en contrapartida exis-te –ante la sorpresa de los incrédu-los– un público deseoso de asistir aesos espectáculos que se dan no sóloen inglés sino también en español.

Sorprendió, a ratos, la debilidad(inocencia a veces) de algunas pro-puestas dramatúrgicas, como vere-mos adelante. Se sintió también laausencia de un forum –propio de los festivales– que siguiera a cadauno de los espectáculos en los cualesel público tuviera la posibilidad dedialogar con actores, directores y dra-maturgos, y éstos pudieran enrique-cer su trabajo con las impresiones dela audiencia. La excepción fue el con-versatorio entre el director, HenryGodínez, y la escritora de Psst...I HaveSomething to Tell You, Mi Amor, AnaCastillo.

El primer espectáculo correspon-

dió al grupo Aguijón,que bajo la dirección deMarcela Muñoz, presen-tó La casa de BernardaAlba de Federico GarcíaLorca. Ellos construyenun discurso escénico que captura al especta-dor desde el inicio y lomantiene atento hasta el trágico final de laobra. Dicho discurso se instala por momentosdentro de una propuestarealista, y por otros sealeja de ella –sin que estoresulte una inconsistencia– creando imágenes de orden simbólico. Así sucede cuando las hijasaparecen en sus habitaciones expresando susverdaderas emociones por medio de movimien-tos corporales. Otro elemento de este discursoescénico está en el acto de cubrir el cuerpo conlargos vestidos como signo de la represión sobrelas hijas de Bernarda Alba (Rosario Vargas). Ade-más, cuando hablan con su madre se cubrentambién la cabeza, y sólo en los momentos derebeldía –la escena final, o el enfrentamiento deMartirio con su madre– los personajes se descu-bren y se muestran tales cuales, quebrando asílas normas represivas.

El segundo es-pectáculo corres-pondió a TeatroLuna que presentóThe Maria Chroni-cles. En principioeste evento iba aser una lecturadramatizada, pero,como sorpresa, elgrupo ofreció unmontaje. The MariaChronicles, al igualque otros espec-táculos de TeatroLuna –GenericLatina, DéjameContarte–, se cons-truye a partir de un conjunto deviñetas. El ejetemático que lasune es la condiciónde la mujer latinaen Estados Unidos,y como parte deello, una crítica alos estereotipos que sobre ella construye la cul-tura dominante. La dirección de The Maria Chronicles estuvo a cargo de Coya Paz, Tanya Saracho y del conjunto de integrantes del grupo.

Teatro Vista presentó la lectura dramatizadade The Messenger, adaptación hecha por CecilieD. Keenan de la novela de Mayra Montero. Evi-dentemente, una lectura dramatizada no permiteobservar todo lo que un elenco y la dirección podrían ofrecer. Pese a esta limitación, se puedeafirmar el buen trabajo interpretativo a nivel vo-cal, y la acertada dirección de Edward Torres,quien tendrá en el montaje de esta obra a die-ciséis actores en escena. The Messenger poseecomo propósito reivindicar la formación de lacultura latinoamericana como una fusión de loeuropeo, lo africano, y lo asiático (resulta curio-so que en esta fusión no se mencione lo indíge-na). Así lo da a entender la escena final en la queuno de los personajes reivindica a sus ancestrosde diversos orígenes étnicos. Ahora bien, esaimagen de fusión de culturas a la que se habría

llegado en nuestro presente, expresada en The Messenger, encubre las relaciones de poder yresistencia que aún persisten entre los diversosgrupos socio-culturales de América Latina. Asi-mismo, si bien es cierto que la obra posee eseclaro propósito, el desarrollo de la trama quedebería apoyar tal propósito, en realidad no lohace. La trama enfatiza los temores de los per-sonajes centrales, Enrico Caruso y Aida, y nollega a ser un elemento que sostenga esa imagende fusión cultural. La imagen de fusión culturalnace más como un acto declarativo que comoproducto de una historia. Puede que ello se deba–y esto no deja de ser una interpretación arries-

gada– a que el peso del refe-rente (la historia de violenciaentre las culturas de América Latina) impida de por sí, especialmente enestos tiempos, la formaciónde una imagen de armoníacultural. Y quizás así, lacarencia principal en The Messenger, termine siendo su principal virtud. El Teatro de Ciertos Habi-tantes de México presentó El automóvil gris, bajo la direc-ción de Claudio Valdés Kuri.El automóvil gris es un espec-táculo que no puede ser en-casillado dentro de las fron-teras de los géneros: no es niteatro estrictamente, ni cine,ni performance, aunque poseeelementos de todos ellos. Eltexto se construye a partir dela confluencia de tres elemen-tos: en primer lugar, la pro-yección de la película mudamexicana, El automóvil gris

dirigida por Enrique Rosas en 1919, la cual rela-ta la historia de una banda de asaltantes; sobreesa proyección surgen las voces de tres actores–Irene Akiko Iidam, quien hace su interpretaciónen japonés, Enrique Arreola, y Claudio ValdésKuri que interpreta a los personajes angloha-blantes; finalmente, el tercer elemento es lamúsica de piano ejecutada por Ernesto GómezSantana. Dos características que destacan son elestupendo trabajo técnico vocal y, junto a ello, ladosis de humor a partir de las interpretacionesque realizan los actores sobre los personajes. Locurioso en este espectáculo es que se transformaen un acto lúdico perfecto, tan perfecto que a loúnico que se le presta atención es al juego por eljuego. Resulta así, un brillante ejercicio vocal delos actores, pero detrás de él, no queda mucho.

El Goodman Theatre presentó la lecturadramatizada de Electricidad y el montaje dePsst…I Have Something to Tell You, Mi Amor,ambos bajo la dirección de Henry Godínez.Electricidad, escrita por Luis Alfaro, fue produci-da originalmente en Borderlands Theater,Tucson, Arizona. El elenco que participó en esta

Mira’m (se dicen tantas cosas)

Teatro Luna

El automóvil gris

Balance del Festival de

Teatro Latino de ChicagoJose Castro Urioste

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lectura dramatizada estuvo compuestofundamentalmente por actores de TeatroVista, pero también se incluyeron miem-bros de Teatro Aguijón y Teatro Luna. Aligual que en la lectura de The Messenger,destaca el trabajo vocal de los actores,especialmente el de Maricela Ochoa en elpapel protagónico. Sin embargo, dado quees una lectura y el trabajo actoral aún estáen proceso, prefiero incidir en la dramatur-gia. La acción dramática de esta obra es larevancha que realiza Electricidad en nom-bre de su padre asesinado. El asesinato ha sido cometido por la misma madre deElectricidad. La obra se instala dentro deuna estética realista y refleja a una familiatotalmente disfuncional. Sin embargo, eldesarrollo de la obra no siempre se ajusta a la acción dramática y en estos casos ladramaturgia parece perder una clara direc-ción y las escenas resultan ser más elemen-tos aditivos que funcionales a la historiaprincipal. Asimismo, resulta forzada laescena en que Electricidad, por medio de un beso en los labios, persuade a su hermano para que asesine a su madre.

La puesta en escena que Henry Godínezy las dos actrices –Sandra Márquez y Mari-cela Ochoa– hacen de Psst…I Have Some-thing to Tell You, Mi Amor es, sin lugar adudas, cautivante e intensa. Tal intensidadse crea a partir de los cambios de luces –aun claroscuro cuando se inicia la tortura, aun rojo intenso en plena tortura–, el mane-jo del sonido y la música que crean suspen-so, y sobre todo, a partir del trabajo actoralde ambas actrices y en particular el caso de Sandra Márquez quien se transforma en una serie de personajes. Sólo quedaobservar que la escenografía –variosmaniquíes encapuchados y vendados que buscan representar la tortura– pareceser un tanto decorativa más que funcional.En otras palabras, el montaje puede plan-tearse sin esa escenografía y el espectáculotendría el mismo efecto. Lo curioso aquí escómo el trabajo de dirección y actuaciónhacen que una obra como Psst…I HaveSomething… se convierta en un espectáculoque genera empatía. A nivel de dramatur-gia, en Psst…I Have Something… el interésdel espectador no se produce por la mane-ra en que la obra está escrita, sino porquees una historia real sobre la violación y tortura de una monja norteamericana en Guatemala. La autora, Ana Castillo, ha escrito narrativa y poesía, y hace debutcomo dramaturga. Pero escribir teatro noes sólo hacer escenas en las que los per-

sonajes emiten unparlamento. De allí que Psst...I HaveSomething..., que se ubica dentro de unaestética realista, carezca de una accióndramática. Es simplemente un texto narra-tivo-testimonial, construido por varias vo-ces, que ha tenido la suerte de ser muybien dirigido y actuado.

Como cierre del festival, la CompañíaMarta Carrasco de España presentó Mira'm(Se dicen tantas cosas). Predomina en estaobra lo visual y el trabajo corporal, y lapalabra se reduce a unos cuantos parla-mentos. Es un espectáculo más cercano alperformance que a otra expresión artística,y posee también grandes dosis de lo gro-tesco. No hay, definitivamente, una historiasino un constante fluir de imágenes inten-sas cargadas de gran violencia. El escenariose construye como un mundo decadente ydelirante, del cual emergen los personajespor los lugares menos pensados. En la pri-mera secuencia, y después en otras poste-riores, se usa la máscara en la nuca de losactores, a lo cual se acompañan movimien-tos de los brazos que crean seres que tie-nen su frente en las espaldas. Esta imagenpodría simbolizar el deseo de expresar en esta obra el otro lado de la condiciónhumana, el lado oscuro precisamente. En efecto, en la obra se enfatiza el dolor, la pérdida de la inocencia, la violencia enlas relaciones. Pero pese a ello, se expresaun constante renacer.

Pstt...I Have Something to Tell You, Mi Amor

La casa de Bernarda de Alba

Adiós al detective salvaje

Bruno Hernández Piché

Contra lo que pudieraafirmar el canon delos redactores deobituarios (los másdiestros, experimen-tados e incluso ame-nos están en el Timesde Londres), decirque Roberto Bolañonació en Chile en1953, y que murió el15 de julio de 2003 alos cincuenta años es,me parece, alejarse desu biografía. En el espa-cio entre esas dos fechashay lugares, datos yacontecimientos muchomás decisivos: auténti-cos lances entre la vida yla muerte; hay por ejem-plo la prolongada formación de un escritorque ofició de lavaplatos, tianguero, estiba-dor, camarero y vigilante nocturno de uncampamento; hay también el periplo de unnómada que abarca varias ciudades y paí-ses: llegada a México DF a los 15 años,vuelta a Santiago de Chile en medio de la hecatombe del 73,retorno al DF, inciertaescala en los EstadosUnidos, arribo a Españaen camino a Suecia, sinpapeles ni trabajo ni unquinto encima; y estádesde luego la literatura,una vida dentro y fuerade ella, su nacimientocomo novelista pasadoslos cuarenta, la grande-za y servidumbre de lacomedia literaria comotema central y telón defondo en sus relatos, lascanalladas y los lancesmortales en pos de los premios de provin-cia: “premios búfalo que un piel roja teníaque salir a cazar pues en ello le iba lavida”.

La obra de Bolaño es vasta y múltiple.Escribió poesía desde joven y recaló caside manera definitiva en el cuento y la no-

vela, géneros con los cuales su obra seexpande como un tapiz que se dispara en muchas direcciones. Algunos títulosque yo he leído: Estrella distante, Amuleto,Monsieur Pain, Amberes, Putas asesinas,Llamadas telefónicas, Una novelita lumpen; y por supuesto Los detectives salvajes, la novela polifónica y monumental con laque obtuvo los premios Herralde y Ró-mulo Gallegos, “una inteligente alegoríadel destino humano”, como dijera EnriqueVila-Matas, “un carpetazo histórico y ge-nial a Rayuela de Cortázar” alrededor de la cual yo quisiera reunir a mi pulverizadageneración y a las que le siguen para de-mostrarnos los unos a los otros que lasaventuras a bordo de un Chevroletpolvoso y raudo todavía son posibles.

Los lectores de RobertoBolaño sabíamos de la aflic-ción hepática que lo rondabadesde hace años; sus perso-najes, el detective salvaje

Arturo Belano por ejemplo,recorría el mundo por-

tando los mismospadecimien-tos. Aún así,“llevó su en-

fermedad contal estoicismo

que nos hizocreer que viviría

por siempre”, medice Juan Villoro en el

correo electrónico queme envió a la víspera dela despedida que le

rindieron sus amigos frenteal mar en las cercanías de

Blanes. Quizá porque siempre he consi-derado a Bolaño no sólo como un escritorexcepcional sino también como un gransobreviviente del peligroso juego de lavida, su muerte me ha acercado un pocomás a la desesperanza de quien se sabe

menos apto paramantenerse a flo-te en esas aguasbrutales y absur-das. Mientras su-cede esa u otracosa, yo conti-nuaré mi travesíasin regreso leyen-do a Bolaño y Losdetectives salvajes;me verán naufra-gar con un ejem-plar entre lasmanos.

____________________________________Bruno Hernández Piché es escritor y cónsul para asuntos culturales del Consulado General de México en Chicago.

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He dicho Escuela del Sur, porque en realidad, nuestro norte es el Sur. Nodebe haber norte para nosotros, sino por oposición a nuestro Sur. Por esoahora ponemos el mapa al revés, y entonces ya tenemos justa idea de nuestraposición, y no como quieren en el resto del mundo. La punta de América,desde ahora, prolongándose, señala insistentemente el Sur, nuestro norte.

Universalismo Constructivo, Joaquín Torres García

El asomarse a la pintura uruguaya actual es embarcarse en unverdadero viaje a la creación. Abundante producción desfilafrente a nuestros ojos mostrando calidad, originalidad y madurezpictórica.

Llama realmente la atención, como muchos ya han observado,la cantidad de artistas plásticos que este país, de tan sólo 3 millo-nes de habitantes, ha producido y sigue produciendo.

¿Será la huella de Don Joaquín Torres García que continúadando sus frutos y marcando como todo norte el Sur?

“Sin lugar a dudas el maestro del Universalismo Contructivonos marcó profundamente” dice María José Fort, artista plásticauruguaya que expone estos días junto a otros pintores latinoame-ricanos, en Aldo Castillo Gallery.

El maestro Torres exhortaba a tomar conciencia de lo autócto-no, a valorar la naturaleza como fuente de inspiración y provedo-ra de materiales, y a llegar por ella misma a la arquitectura pre-colombina y a la geometría del arte indoamericano. La fusión delo autóctono con la herencia cultural recibida del arte occidental,“haría de lo ajeno la sustancia propia”. De esta manera se llegaríaa la creación a través de la propia identidad y, como consecuencia,a una reafirmación de “lo nuestro”.

María José Fort se define a sí misma en la composición abstrac-ta. Ella deja que “sus manos vayan solas”, que construyan, que

Joaquín Torres García: Dibujo 1943, tinta sobre papel. Colección de la Familia.

expresen estados de ánimo enforma espontánea, para dejardespués intervenir la razón ysumar elementos concientesque definan la creación. Ellapone énfasis en la superficieplana dándole volumen escul-tórico, para dejar después queintervenga la función metafísi-ca del arte, yendo más allá delo meramente estético.

Una frase del artista catalánTapiès guía su trabajo: “La ra-zón corrige los dictados delsubconciente” y es así que re-curre a la verticalidad y a losejes que frecuentemente tran-sitan, unen y dividen la com-posición, marcando lageometría simbólica de lo autóctono.

En su búsqueda decalma, paz y armonía,recurre a la naturalezacomo fuente de inspira-ción y de transformaciónde lo cotidiano. No sepermite perturbacionesdel mundo real, su esca-pe es la abstracción.

Su obra es una técnicamixta, netamente matéri-ca, que ella define como“collage” de materiales.Este proceder le propor-ciona a cada composiciónun volúmen escultóricoque va más allá del planodel soporte. La creacióncrece y adquiere formas,movimientos, claroscurosy armonías. Los materia-les superpuestos emergende esa primera dimensión y comienzan una danza co-municativa difícil de obteneren un solo plano pictórico.

En cuanto a los colores, Fort usa el blanco como gene-rador de luz y en su paletarecurre a contrastes de grises,negros, tostados para encon-trar la fuerza y la energía.

Rara vez utiliza pinceles

y sus manchas coloridas son labase para ese diálogo expresi-vo que proporciona a la obra,con la sumatoria de fibras na-turales u objetos recogidos en su pasión por el reciclaje.

La madera, las conchasmarinas, la cáscara de huevosde ñandú y sobre todo lasfibras vegetales y textiles sonsus materiales. Pero las redesson sus protagonistas, estosobjetos la atraen y la envuel-ven con extraño significado.Siente las redes como objetosmágicos que ocultan y revelan,y le otorgan transparenciavelada a la composición.Redes de pescadores, redes de

antiguos cortinados, redes desombreros en desuso y hasta el despliegue de cierto materialde embalaje, le proporcionan el movimiento y la materiaadecuada para la expresión.

María José quiere comuni-carse con el observador y espara ese potencial individuo,

que ella trabaja. Sólo cree com-pleto el hecho creativo, en laexhibición y en la comunica-ción. Su obra permite múlti-ples lecturas y para que estosea posible, sus cuadros notienen títulos. Ella prefiere que cada observador recree la obra en el instante de lacomunicación y así se mul-tiplique en su existencia.

La obra de María José Fort ejemplifica cabalmente la herencia torresgarciana. “La Escuela del Sur” comoTorres la llamó o el “TallerTorres” como actualmente se le denomina, trazó una profunda huella en el plano

estético y conceptual del ConoSur y la región continúa expre-sando ese norte propio y par-ticular, de mestizaje de tierra e inmigración.

María José Fort: Sin título, 18"2/4 x 13"3/4, 2000

María José Fort: Sin título, 42"1/8 x 33"1/8, 2001

Aires del Sur en la GaleríaAldo Castillo

Delia Negro

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El voto de losmexicanos enel extranjero:Un desgaste inútil

Febronio Zatarain

El primer domingo de julio se llevaron a cabo en México las primeras eleccionesfederales después de la caída del PRI,partido que, como sabemos, tuvo el control absoluto de la vida política deMéxico a lo largo de setenta y dos años.Ahora, supuestamente, en México haydemocracia, y digo supuestamente por-que el alto índice de abstencionismo(59%) la pone en tela de juicio.Para muchos mexicanos votar por Foxen el año 2000 era votar por el cambio. Y sí, hubo cambio de partido, pero no de política social y económica; ahora serespeta en general el voto de la pobla-ción, pero los salarios de los trabajado-res, la falta de apoyo al campo, el de-sempleo, la pobreza, las políticas ecoló-gicas, si no es que han empeorado, porlo menos se encuentran en las mismascircunstancias que antes de 2000. Por eso a nadie sorprende que para este año,quinientos mil mexicanos más vayan aagrandar la cifra de indocumentadosque viven en los Estados Unidos.

Mientras tanto aquí, en Chicago, enel contexto del ambiente preelectoralmexicano, se publicó más que un libro,un apéndice de discursos, artículos ynotas periodísticas relacionadas con elInstituto de los Mexicanos en el Exterior(IME) con un breve análisis narrativo he-cho por Raúl Ross Pineda y Juan AndrésMora. Hago mención a este libro porqueambos autores se han caracterizado enlos últimos cinco años por impulsar underecho político: el de que los mexicanosen el extranjero, y en específico en losEstados Unidos, puedan votar y servotados en las elecciones federales mexicanas.

Después de los hechos del pasado 6 de julio, es importante que Ross yMora, al igual que todos los demás organizadores comunitarios y mili-tantes políticos que están trabajandoarduamente porque se instaure estederecho, se pregunten de qué grupovendrían a formar parte los casi cincomillones de mexicanos indocumentadosque viven en los Estados Unidos; si del41% que todavía tiene fe en que lascosas van a mejorar votando, o de ese59% que decidió expresar su decepcióny su desacuerdo con la forma en que laclase política (PAN, PRI, PRD, etc.) está

manejando el país. Si un mexicano omexicana decide enfrentar todos lospeligros que representa el cruce de sufrontera norte y buscar a toda costaestablecerse por un largo periodo oquizá por toda la vida en este país, esporque en el suyo todas las puertas se le han cerrado. Antes de 2000, el PRI se oponía a los mencionados derechosporque suponía, y con razón, que losvotos de los emigrados iban a ser en sucontra; pero ahora después del 6 de juliode 2003, los votos de la mayoría de losinmigrantes mexicanos serían en contrade todos los partidos; es decir, pasaría lomismo que en México pero en mayoresproporciones: casi nadie saldría a votar.

Si la mayoría de los mexicanos queviven en México no relaciona el voto conla solución de sus problemas socialesconcretos, mucho menos los mexicanosque vivimos al norte del río Bravo.

En los últimos tres años he participa-do en algunas reuniones y en mesas dediscusión a través del Internet que giranalrededor de los derechos políticos delos mexicanos en el extranjero, y lo quemás abunda en ellas son personas que secreen y que hasta llegan a autonombrar-se líderes. Y es en estas últimas personasdonde más florece el sueño de algún díavolverse diputado y, ¿por qué no?, hastasenador. Y para que ese sueño se hagarealidad, hay que conseguir no solamen-te el derecho al voto en el extranjero sinola creación de la sexta circunscripción. A quién le importa si el indocumentadode origen mexicano considera primor-dial ese derecho o no; lo importante esaprobar las leyes que me permitirán lle-gar a ser legislador.

Estos líderes saben que la elección decinco o diez diputados inmigrantes parael Congreso mexicano no va a resolvernuestros problemas como inmigrantes,sobre todo los problemas de aquellosque son indocumentados. Tambiénsaben que el establecimiento de esederecho y la creación de la sexta circuns-cripción va a ser una carga más para elerario público de México, y que los úni-cos beneficiados económicamente seríanlos candidatos ganadores y aquellos que

logren insertarse en una de las glándulasmamarias del presupuesto federal.

Otra pregunta: ¿qué tendría másinfluencia no solamente en los EstadosUnidos sino en el mundo entero, seis o quince diputados inmigrantes en laCámara mexicana o una manifestaciónde quinientos mil inmigrantes frente a la Casa Blanca?

Si se aceptara la condición de inmi-grantes y desde esta premisa las organi-zaciones empezaran a perfilar sus pro-puestas políticas, conseguirían la “am-nistía” y más. Porque una organizacióninmigrantista fuerte y con claridad den-tro de los Estados Unidos, tendría mu-cha más inje-rencia en laspolíticas que se diseñan enWashingtonque todos losgobiernos deAmérica Latina.Un ejemplo deello es la co-munidad deinmigrantescubanos.

A estasalturas, no creoque en los Esta-dos Unidos lalucha por elvoto para losmexicanos en el extranjerosea legítima,porque todaorganización o todo líder que planteeesto comodemanda,primero quenada relegará la lucha por la“amnistía” yserá absorbidopor el voto delos mexicanosen el extranjero(como les ha

sucedido a Ross y a Mora). Estos líderesu organizaciones inevitablemente sevolverían electoreros, y los daños quegenerarían a la lucha social de los inmi-grantes en los Estados Unidos (debido a las pugnas y a las luchas por diputa-ciones), serían catastróficos. En estosúltimos cinco años, hemos presenciadoque la misma lucha por tratar de esta-blecer estos derechos de los mexicanosen el extranjero sólo ha provocado ene-mistades y divisiones al interior de lasorganizaciones comunitarias y políticas.Ha habido activistas valiosos para lalucha de los inmigrantes mexicanos(como Raúl Ross Pineda y Juan AndrésMora) que, por ejemplo, lograron que seregularan los costos de los envíos deremesas a México y que se aceptara lamatrícula consular como documento deidentidad oficial en los Estados Unidos,pero que al mismo tiempo se han des-gastado en esas pugnas y en esas divi-siones porque la curul en San Lázaro los ha obnubilado.

Mientras no aceptemos nuestracondición de inmigrantes y sigamosponiendo nuestra condición de mexi-canos en un primer término, todo pro-yecto político que iniciemos en los Esta-dos Unidos estará destinado al fracaso.El inmigrante mexicano (el que trabajaen las fábricas y en los restaurantes, elque juega futbol, el que va a misa y abailar al Aragón) sueña con México,pero sabe que su realidad (su presente)es los Estados Unidos; y es precisamenteese presente el que le interesa resolver.

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Magnetism, detalle, acrílico sobre lienzo, 2002

Magnetism, acrílico sobre lienzo, 2002

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Música deMeza en Los

CazosJosé Díaz

¿Quién es Arturo Meza: un poeta, un escritor, un músico? Podríamosresponder que sí, que es todo eso y que además fue él quien atrajo ajóvenes de diferentes tribus urbanas,

desde rastas, pasando por aquellosque parecen no pertenecer a ninguna,hasta metaleros reventados, el pasadomes de julio a Los Cazos y a LaJusticia.

¿Pero de dónde viene Meza? Mezaviene, dice: “del infierno, pasando porla tierra, rumbo al cielo”. Nació en unpueblito de Michoacán, México, dondevivió hasta los quince años, edad en laque se mudó a la Ciudad de México.Su hermana, que vivía en la ciudad,llevaba a la casa los discos de TheBeatles, The Kinks, The Animals...“Cuando escuché esa música porprimera vez, supe que yo era de ahí”,dijo Meza la noche del 12, antes de supresentación. Su primer acercamientocon la música la tuvo cuando formóparte de un trío allá en su pueblo natalcon señores que para ese entonces ya

eran abuelos, luego formó un grupoque sólo tocaba “fusiles” (covers).Meza dijo, en el sótano de Los Cazos,justo cuando La Jaula estaba tocando:“mi primera banda se llamaba Volade-pet... Paralelamente formé parte de ungrupo llamado Decibel. Ambos erangrupos de experimentación sonora. En los ochenta tuve que puentear en el vacío. No había movimiento de rocken México, todo era pura músicatransnacional. Había un movimientode jazz exquisito para el mundo inte-lectual, pero realmente no había mu-cho rock n’roll. Estaba siempre elThree souls in my mind y gente quepara mí no era compatible con lo queyo hacía... Hasta el 83 u 84 empecé areencontrarme con mi propia música.En ese entonces conozco a Luis Pérez,conozco a Jorge Reyes al regresar él de

Europa yOriente,no sé endóndechingadosandaba, yhacemosEk-Tun-kul. Meactivo denuevo ahícon ellos,con esamúsica de explo-ración.Jorge Re-yes teníaun proyec-to de mú-sica étnicaque habíainiciadoLuis Pérez.Conectécon los‘rupestres’es decircon RafaelCatana,Jaime Ló-pez, Rock-drigo Gon-zález, etc.,

y ahí empieza la historia.”Después de que el grupo La Jaula

terminó su presentación, siguió LuisJahn, cantautor argentino radicado enChicago. Acá en el sótano, sigue ha-blando Meza mientras gente viene y va, preguntando por cosas que senecesitan para hacer el concierto comose tenía pensado: “...nunca pensé real-mente yo en cantar. Me considerabaun músico ejecutor de algún instru-mento y de creación de imágenes so-noras, que era mi rollo. Pero me dicuenta que dentro de mí había muchoqué decir, y yo lo estuve diciendo pa-ralelamente, inclusive antes de haberhecho música, que fue realmente elconflicto que yo traía de mi poblacióna la Ciudad de México: toda esa discri-minación, sentirse relegado por unacultura urbana. Yo llegaba a una ciu-

dad donde se burla-ban de tu acento,entonces te aíslan, te marginan.Yo hagomi mundo muy a-parte y no encuentrootra cosa que la li-teratura, un salvo-conducto, un salvavidas”.

Arturo Mezacuenta en su habercon cuatro libros de ficción y dos de poesía. Dordse llama su últimolibro. “En el trans-curso de los años medoy cuenta que ten-go muchas cosasescritas; sé que ahíhay canciones. Eranpalabras muertas y cuando les pusemúsica empezaron a caminar y a vivir.”

La gente llenó esanoche el pequeño local para escucharal músico-poeta-escritor. Quizás de-bería decir escribidor para que nosuene exquisito. Meza tiene tiempopara sus seguidores, pues cuandofinalizó la entrevista llegaron variosfans, uno a uno a expresarle la ad-miración que por él sentían. Los re-cibió como si fueran conocidos. Algu-nos llegaron a abrazarlo y le llevarontextos que habían escrito para que éllos leyera. Hablaron sobre sus cancio-nes, sobre su visión del mundo, dedios (así sin mayúscula, pero conrespeto). Alguien le recitó un poema.Y al llegar la hora de su presentación,la gente que llegó al sótano no lo deja-ba subir, querían que les firmara susdiscos, pero tenía que empezar a tocar.Tocó canciones de sus primeros discoscomo “Madre”, “Sísifo”, “Poeta deningún lugar”, canciones tristes,oscuras, cargadas de melancolía, de vivencias citadinas. Tocó para unpúblico joven. La mayoría de la genteque asistió no pasaba de los 25 años;sin embargo, cantaba sus canciones,canciones de un desconocido, un mar-ginal de la radio y las grandes empre-sas por gusto propio. Algunas perso-nas se sentaron en el piso para escu-charlo, otras estuvieron paradas lastres horas que él estuvo en el escena-rio, compuesto apenas por dos tarimasy un micrófono. Meza empezó a can-tar, a gritar y a gesticular sus cancio-nes, como si a cada una le fuera arran-cada poco a poco hasta la última nota.Meza tiene más de una veintena dediscos; sus últimas obras se llaman De tin Marín y De do pingüé, cancionesnuevas y antiguas que fueron selec-cionadas al azar, siguiendo ese juegoinfantil al que hace referencia el títulode los dos discos. De una forma libre,por un espíritu libre. Sin duda ése es Meza.

El zoológicoHumberto Uribe Patiño

Me alegré viendo las jirafas, los tigres, losleones, las cebras, los hipopótamos, las ser-pientes, las aves exóticas; pero cuando lleguédonde los chimpancés, vi a uno de ellos, el másdesarrollado, sentado en un tronco meditando ysosteniendo entre los dedos una figura cilíndri-ca semejante a un tabaco; me acerqué un pocomás y observé que llevaba en la mano lo que élo sus compañeros habían descomido días atrás.Era curioso cómo se llevaba el “tabaco” a laboca y cómo lo mordía en pequeñas porcionesque masticaba lentamente, como si lo disfrutasey fuera conciente del aprovechamiento que ofre-cen los remanentes proteínicos al reciclarlos.

Lo más interesante del caso era que el chim-pancé se anticipaba a las recomendaciones delos ecologistas: anulaba la acumulación de ba-suras que contaminan el medio ambiente y almismo tiempo aprovechaba los bienes de la na-turaleza que por mucho tiempo se han consi-derado desechables. El chimpancé deglutabacon tanta convicción, que parecía ser el precur-sor de una solución viable de una de las crecien-tes necesidades del tercer mundo y, por qué nodecirlo, del primer mundo tambien. Sólo que alos países en desarrollo les tocarían porcionesfrescas debido a su incipiente infraestructuramientras que a los países del Norte, dada sualta tecnología y capacidad de distribución, tendrían que comérsela enlatada y con pre-servativos.

No pude resistir la curiosidad de aproximar-me más. Cuando el chimpancé me vio, sonriócomo sólo un primate sabe hacerlo y espontá-neamente me ofreció de lo que estaba comien-do. Al fondo de la enorme jaula estaba una delas hembras del chimpancé con el entrecejofruncido como reprochándole su generosidad, y por su gesto parecía decirle que lo que meestaba ofreciendo no alcanzaría para todos.

Untitled, acrílico y cinta adhesiva sobre lienzo, 2002

Arturo Meza, “Poeta de ningún lugar”. Foto: Luis F. Soto.

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Aforismos

José Ángel Navejas

La realidad más terrible de vivir entre los otros no es la impo-

sibilidad de pasar desapercibidos, sino el temor de que ellos,

después de irrumpir en nuestra existencia, amenacen también

con invadir nuestra soledad.

La identidad es el primer síntoma de enajenación.

El hombre promedio siempre trasciende, en su muerte.

Romper los nexos con el mundo es hilvanarse hacia uno mismo.

El hombre se oculta en sus palabras, y se revela en su acciones.

El instinto nos impulsa a huir de nuestra soledad a los demás,

y en ellos descubrimos lo mismo.

Cada acción lleva impresa la huella de un carácter.

Una especie de primates en África, vientre de la humanidad, ha

reemplazado el belicismo con el sexo. Mientras que otra especie

de primates en América, músculo y faro de la civilización, sigue

ejerciendo –con mayor entusiasmo– su primitivo instinto bélico.

La única tragedia real del hombre es el descubrirse.

El diablo nos acoge en el éxtasis. Dios también.

Entre la música y el hombre se interpone un océano de melancolías

que unos agitan y el resto naufragamos.

Por error o accidente algunas estrellas fugaces caen sobre este

mundo, pero ninguna lo abandona.

En los sueños del futuro van sepultados los fracasos del presente.

Extrasístoles

Jochy Herrera

“No se lleve sus órganos al cielo”, así reza una de las 18,734 opcio-

nes a consultar que aparecen en la pantalla del computador al teclar

las palabras “donación de organos” en el internet. A partir de 1967,

fecha del primer transplante cardíaco humano, la ciencia médica

ha podido disponer de órganos y tejidos de gente moribunda e

implantarlos en cuerpos o recipientes necesitados. Luego de un

complicado proceso médico-ético-legal, algunos seres declarados

“clínicamente muertos” donan sus córneas, riñones, piel, médula

ósea, páncreas, corazón, pulmones, hígado, aorta…, es decir, entre-

gan lo poco de sus cuerpos que todavía puede ser útil como un últi-

mo acto de humanismo.

Hay una macabra lista de miles de enfermos que están a la es-

pera de un accidente o una muerte prematura que les brinde la

esperanza de alargar un poco más su existencia; de ellos mueren

diariamente un promedio de dieciséis, y el número de afortunados

en recibir el órgano deseado llega a sesenta y tres.

En el intrigante drama de la donación y recepción de órganos,

participan tres fenómenos que se dan en diferentes espacios y casi

simultáneamente: primero, la muerte inesperada del donante poten-

cial que por lo general es joven, y por eso son mayores las conse-

cuencias afectivas que desencadena entre sus allegados; segundo,

la resignación por parte de los familiares que son quienes autorizan

la donación convirtiéndola en un acto de fe que les permitirá con-

vencerse de que para algo servirá esa muerte; y por último, la ale-

gría que invade al recipiente o enfermo agraciado, así como a sus

allegados, al enterarse de que la esperanza de tener una mejor vida

está allí. Circunstancias como éstas son muy escasas en la interac-

ción humana: por un lado, la tragedia le arrebata la vida a un ser

que se hallaba en su plenitud; y por el otro, la fortuna le trae alivio

a alguien que podía morir en cualquier momento. ¿Qué sentirá el

familiar que autoriza la donación al saber que un desconocido será

saludable y feliz a costa de su pérdida?, ¿sentirá envidia o quizá

consuelo al saber que una parte de su ser querido ha reencarnado

en otro? ¿Y qué sentirá el ser agónico al saber que la única manera

de extender su existencia es que un accidente o un crimen acabe

con la vida de un joven?, y cuando llegue ese joven, ¿habrá remor-

dimiento…? Cínico, injusto, paradójico y terrible se presenta aquí

el círculo de la vida y la muerte.

Mientras tanto, yo, arrogante hombre sano, en caso de necesitar

un corazón, no lo pediría perfecto ni nuevo ni de colores; para

reparar el óxido que el desamor me ha causado, me bastaría el

ventrículo de una muchacha de fresa.

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Page 27: contratiempo 04

El adiós es de alguna manera una negación de la muerte. Uno se despide de los otrospara confirmar que lo verán de nuevo, que la separación es sólo temporal y que unnuevo encuentro tomará lugar en un futuro inmediato o lejano. El adiós, sin embar-go, a pesar de esta característica que afirma la vida, tiene un tinte melancólico porrazones que muchas veces no alcanzamos a ver claramente. Tal melancolía puedetener una obvia explicación en el hecho de que todo adiós es un tránsito a la soledad,a la lejanía y, por ende, al recuerdo, ese penar angustiante de la memoria, esa vidaalterna que transcurre en un pasado fantasma y que mella las experiencias cotidianasde un presente que quiere marchar atrás, que no quiere ser él, que no se basta. Hay,empero, una explicación más oscura, menos evidente, más oblicua. El adiós, al negarla muerte, la fija en nuestra conciencia. Por eso uno vive con la certeza de que verá alamigo distante, o a los familiares que viven en otro país o provincia, con la leve an-gustia de que tal vez esos encuentros no ocurran, de que acaso la fatalidad suspendala comunión anhelada. Esas son las dos caras del adiós: la certeza que afirma la viday el presentimiento de la muerte. Cuando estamos lejos, no somos más los guardia-nes del territorio amado, dejamos a los parientes y amigos sin amparo, cedemos nuestro espacio a la muerte. Es en la lejanía cuando el adiós cobra su verdadero sen-tido, es con el transcurso del tiempo que se vuelve adiós verdadero; toda despedidano es más que un simulacro, casi un protocolo, cuando ocurre, cuando toma lugar,mas después crece, se hace densa y pesada, y aquel estrechar de manos, ese beso enla mejilla, ese abrazo apurado en una estación de buses o un aeropuerto extranjero,cobran realidad y, a pesar de los días, meses o años transcurridos, el adiós se noshace más cercano, mina nuestra piel y sentimientos, acerca a los otros hacia nuestramortal enemiga: la muerte, aguafiestas de la comunión y el reencuentro, dispuesta a corroborar, a todo precio, nuestro presente solitario, nuestra realidad sin lo que fue, nuestra vida mutilada, separada de todo aquello que alguna vez le dio sentido.

Borges es quien mejor expresa todos estos sentimientos en un poema en prosadedicado a Delia Elena San Marco. “Decirse adiós –dice– es negar la separación; esdecir: Hoy jugamos a separarnos pero nos veremos mañana. Los hombres inventaronel adiós porque se saben de algún modo inmortales, aunque se juzguen contingentesy efímeros.” Pero Borges escribe estas palabras de valor universal inspirado en unapersona en particular, una persona que por lo demás significa mucho para él, tal vezuna amiga entrañable. Por eso el tono austero y dolido por el triste engaño de las ex-periencias aparentemente reales: Delia Elena San Marco cruzando la calle que Borgescontempla como un río de autos, luego desde la vereda opuesta sacudiendo una ma-no; quién iba a pensar, se pregunta el poeta, que ese adiós efímero era el definitivo,que aquel río de autos no era el verdadero, sino que ese otro río, el Aqueronte, arras-traría a Delia hacia la muerte. Todos los seres humanos participamos, de diverso mo-do, de este sentimiento profundo; lo que pasa es que no lo expresamos de manera so-fisticada o literaria. He escuchado a gente común y corriente exclamar, al saber de lamuerte de un amigo, un conocido o un pariente, cosas como “y ayer estaba conmi-go”, “quién lo hubiera sabido”, “no sabía que me había despedido de él para siem-pre”, “jamás pensé que no lo volvería a ver”, etc. En todas estas expresiones simpleshay afecto y pesar, conciencia clara de lo inesperado, noción de la fatalidad.

Hay, sin embargo, un sentimiento reservado solamente a los hombres de sensibili-dad extraordinaria, aquellos que viven con intensidad todos los vaivenes espiritualesdescritos arriba, pero no por alguien de su aprecio, sino por un desconocido cual-quiera, un sujeto que pasa sin repercusión patente por sus vidas. Hay un texto deGiacommo Leopardi que es verdaderamente ejemplar a este respecto. “Y así –diceLeopardi– la muerte de alguien que había conocido y que nunca había logrado in-teresarme cuando estaba vivo, me causaba cierta angustia; no tanto por él, tampocoporque después de muerto me resultara interesante; sino por este pensamiento quesiempre consideré profundamente: Se ha ido para siempre. ¿Para siempre? Sí. Para él todo ha terminado. Nunca le veré de nuevo. Nada de él tocará otra vez mi vida. Y luego trataré de recordar, si pudiese, la última vez que lo vi y escuché. Y entoncesme sentiré dolido de no haber intuido que aquella era la última vez, y de no habermeconducido a la altura de un hecho tan grave”. Tres cosas fundamentales emanan deltexto. Primero: la palabra “siempre” alude al horror que según Leopardi causa en loshombres la idea de la eternidad. Segundo, la idea de la nada, la espantosa nada queen apariencia sigue a la muerte, la imposibilidad de que el muerto vuelva a operar en las circunstancias que para nosotros son reales, sensibles, susceptibles de corrobo-ración sensorial y mental. Y tercero, la melancolía que produce el hecho de que lavulgaridad opaque los acontecimientos graves: una despedida común y corriente nopuede estar a la altura del umbral de la muerte; por ello Leopardi clama por un adiósmetafísico, un adiós en que los hombres sean concientes de la muerte que merodeaen nuestros reinos, un adiós real, que no disimule el porvenir, que no suspenda elimperio de la vicisitud y el azar, que exija de nosotros una conducta apropiada paralos hechos graves, una conducta que nos aproxime y separe de los demás como sifueran a morir cada noche.

Otro texto soberbio que ilustra más o menos la misma actitud frente a la even-tualidad de la muerte o la separación temporal o definitiva, puede encontrarse en

el Libro del desasosiego, de Fernando Pessoa. “Cada cosa que ha sido nuestra –argu-menta Bernardo Soarez–, aunque sólo por los accidentes de la convivencia o la visión,porque fue cosa nuestra se vuelve nosotros. El que se ha ido hoy, pues, a una tierragallega que ignoro, no ha sido para mí, el mozo de la oficina: ha sido una parte vital,por visual y humana, de la substancia de mi vida. Hoy he sido disminuido. Ya no soy el mismo del todo. El mozo de la oficina se ha ido.” Y, al marcharse, redujo el paisajepsíquico y espiritual del poeta, lo ha matado de alguna manera aunque fuese en rea-lidad un extraño, un ilustre desconocido. Y es que uno no adquiere vida solamentepor lo que ve y toca, sino porque es visto y es tocado. Pessoa muere en la concienciadel mozo de la oficina porque el mozo no volverá a verlo, porque el poeta ya no seráparte de su paisaje visual en la provincia gallega. Pessoa guarda luto por sí mismoporque en la distancia se perece. Ni las cartas, ni las llamadas telefónicas, ni laspromesas nos resucitan. Todas esas cosas son señas, indicios de alguien que está a merced de las circunstancias y, por ende, del azar y la muerte.

Hace unos días un amigo con el que estaba peleado me llamó por teléfono des-pués de algunos años. Me contó que un amigo suyo se había muerto. Dijo luego contranquilidad: “uno no sabe lo que vendrá en el futuro. Uno pierde lo que jamás debióhaber perdido. Porque eso que se pierde en vida ya no se puede recuperar tras lamuerte. Pensé en estos días que tú estabas enfermo, y no me asusté por ti, sino pormí; por no haberme sabido conducir a la altura de las circunstancias”. Y claro, esa llamada fue trascendental. En mi alma de bárbaro, un roce sublime de iluminación y civilidad, de aprecio y cariño sincero, expresado por un amigo arrepentido, tieneun eco humano que transforma de inmediato lo ahora escrito. Entonces, al hablar deladiós, como al hablar y escribir sobre la muerte, lo literario sobrepasa las expectativasdel estilo, se vuelve la expresión más profunda del yo y nos aleja provisoriamente delos artificios.

El adiósMarco Antonio Escalante

Landscape in progress, técnica mixta sobre lienzo, 2003

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