CONFERENCIA DE FIEBRE AMARILLA

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CONFERENCIA DE FIEBRE AMARILLA Washington, D. C., Del 21 al 22 de diciembre 1954 Publicaciones Científicas No. 20 Octubre, 1955 OFICINA SANITARIA PANAMERICANA Oficina Regional de la Organización Mundial de la Salud Washington, D. C., E. U. A. Iii, 11

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CONFERENCIA DE FIEBRE AMARILLA

Washington, D. C.,Del 21 al 22 de diciembre 1954

Publicaciones CientíficasNo. 20

Octubre, 1955

OFICINA SANITARIA PANAMERICANA

Oficina Regional de la

Organización Mundial de la Salud

Washington, D. C., E. U. A.

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CONFERENCIA DE FIEBRE AMARILLA

Washington, D. C., oDel 21 al 22 de diciembre 1954

OFICINA SANITARIA PANAMERICANA

Oficina Regional de la

Organización Mundial de la Salud

1501 New Hampshire Avenue, N. W.

Washington, D. C., E. U. A.

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CONFERENCIA DE FIEBRE AMARILLA

Washington, D. C.Del 21 al 22 de diciembre de 1954

INTRODUCCION

El Director de la Oficina Sanitaria Pana-mericana convocó una conferencia paraexaminar y discutir el estado actual delproblema de la fiebre amarilla en las Améri-cas. La conferencia señaló ciertas lagunas enlos actuales conocimientos relativos a losfocos de la enfermedad, a la supervivenciade ésta en ciertas regiones selváticas y a laadministración de las medidas de control.

Entre los asistentes a la conferencia seencontraban autoridades del Servicio deSalud Pública de los Estados Unidos, de lasDivisiones de Medicina Preventiva delEjército, Marina y Fuerza Aérea de losEstados Unidos, de la Fundación Rocke-feller, del Gorgas Memorial Institute dePanamá, de la Secretaría de Estado de losEstados Unidos, del Instituto Carlos Finlayde Bogotá, Colombia, y miembros delpersonal de la Oficina Sanitaria Panameri-cana.

La Conferencia tuvo lugar en las salas deConferencias Internacionales de la Se-cretaría de Estado de los Estados Unidos,el 21 y 22 de diciembre de 1954, bajo lapresidencia del Dr. Fred L. Soper.

TEMAS TRATADOS

Recapitulación histórica del problema dela fiebre amarilla, Dr. F. L. Soper

El brote de fiebre amarilla en Trinidad,1953-1954, Dr. W. G. Downs

La fiebre amarilla en Panamá y CostaRica, 1948-1953, Coronel N. TV. Ellon

El avance de la fiebre amarilla a travésde Nicaragua y Honduras, 1952-1954,Dr. J. Boshell

La posibilidad de invasión del continenteasiático por la fiebre amarilla, Dr. F. L.Soper

La fiebre amarilla y los reglamentos decuarentena, Dr. K. Stowman

Medidas de control en el tránsito inter-nacional, Dr. C. B. Spencer

Erradicación del Aedes aegypti en lasAméricas, Dr. F. L. Soper

Vectores de la fiebre amarilla en AméricaCentral y México, Dr. H. Trapido

Necesidad de nuevas investigaciones bio-lógicas y ecológicas, Dr. J. Bulgher

Significación epidemiológica de la di-visión de los virus en grupos fundamentales,Dr. M. Theiler

Vectores y reservorios de fiebre amarillaselvática en las Américas, Dr. J. Boshell

Investigaciones sobre el Haemnagogus spe-gazzinii en Panamá, Dr. H. Trapido

Posibilidades de control de la fiebreamarilla selvática, Dres. F. L. Soper, H.Trapido y W. G. Downs

Medios de laboratorio y diagnóstico de lafiebre amarilla, Dr. J. E. Smadel

Forma de avance de la fiebre amarilla,Coronel N. W. Elton

Mortalidad de los monos por fiebreamarilla selvática, Dr. J. Boshell

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Resumen de las discusiones, Dr. F. L.Soper

SESIONES

(Martes, 21 de diciembre, A.M.)

EL PRESIDENTE: La reunión de hoy notiene carácter oficial, está exenta de formu-lisminos y su único objeto es proporcionar in-formación. No se dará lectura a ningúntrabajo, y sólo se aspira a cambiar im-presiones con algunas de las personas mejorinformadas del problema de la fiebre ama-rilla en las Américas.

La fiebre amarilla no es un problema re-suelto. No es una enfermedad que haya sidovencida y que haya quedado eliminada comouna amenaza permanente. Por ello, una delas cosas importantes que podemos hacerhoy aquí es tratar de analizar esta enferme-dad bajo todos sus aspectos y lo que haocurrido a través de los años.

Son muchas las autoridades sanitarias quese alarman por la fiebre amarilla sólocuando ésta se convierte en una enfermedadurbana, pasando totalmente por alto elhecho de que, para las poblaciones de laselva y para los trabajadores rurales quetienen que penetrar en ella, la enfermedades hoy tan amenazadora como lo fué pre-viamente para la gente de las ciudades.

La fiebre amarilla es una de las enferme-dades que, en circunstancias diferentes,presenta diversas características epide-miológicas. Es una enfermedad que, cuandose estudia bajo un conjunto determinadode condiciones, conduce con frecuencia acreencias y convicciones muy definidas enrelación con esas condiciones específicas.Mi experiencia me ha llevado a algunasconvicciones propias bastante distintas delas de aquellas personas que han observadola enfermedad en otras circunstancias.

La fiebre amarilla ha sido, en el pasado,una de las enfermedades infecciosas másimportantes entre las sometidas a investi-gación, pues presenta una serie de carac-terísticas que son de gran utilidad para elestudio. Todas las cepas de virus sonaparentemente homlólogas. Es posible hacer

un diagnóstico-un diagnóstico patológico-en los casos mortales. Disponemos deanimales susceptibles, por lo que el aisla-miento del virus se consigue fácilmente, ylas reacciones de inmunidad, particular-mente en los primates, se determinan conmucha claridad.

El virus de la fiebre amarilla ha servidode virus básico para muchos de los trabajospreliminares, y gran parte de los conoci-mientos así obtenidos se han aplicado aotros virus. Sin embargo, actualmente nohay ninguna manifestación recíproca. Losprogresos y descubrimiaRi.os que se realizancon otros virus no se aplican de igual modoal virus de la fiebre amarilla.

A la fiebre amarilla, como problema in-ternacional, se le presta poca atenciónhasta el momento en que aparece en unacolectividad urbana, tal como ocurriórecientemente en Trinidad. Es sorprendenteentonces cómo cambia de la noche a lamañana la actitud de la gente: todo elmundo se alarma y se tiende a tomarmedidas extremas. En los últimos tres ocuatro años se han producido grandesdiscusiones en el campo internacional acercade las medidas que debieran tomarse paraevitar que la fiebre amarilla pase al Asia.Es interesante observar, a este respecto,que las primeras actividades de la Fund[a-ción Rockefeller sobre la fiebre amarilla,iniciadas hacia 1915, surgieron a conse-cuencia de un viaje que hizo el Dr. Wyck-liffe Rose al Asia, donde se enteró que lasautoridades sanitarias de la India estabanmuy preocupadas porque, al abrirse elcanal de Panamá, se pudiera introducir enel país la fiebre amarilla. En la actualidad,la amplitud de los servicios aéreos es motivode una preocupación todavía mayor. Sinembargo, la amenaza no es sólo para Asia,sino para todas las ciudades y puertos en quesubsiste el mosquito vector de la fiebreamarilla.

En las Américas, la Organización Sani-taria Panamericana tomó una decisión en1947 para tratar de erradicar del continente

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el mosquito A edes aegypti. Luego oiremoscómo progresa esa campaña.

Es de esperar que, como resultado de estareunión, tengamos una idea más completade la fiebre amarilla y de la forma en queexiste actualmente en las Américas, y quereconozcamos la importancia de continuarlas medidas para limitar en lo posible lafiebre amarilla, por medio de la vacunaciónde todas las poblaciones rurales de lasregiones selváticas tropicales y subtropi-cales, y de la completa erradicación delaegypti en el hemisferio.

Es también necesario reconocer que, en laactualidad, no existen prácticamente estu-dios perseverantes de importancia sobre lafiebre amarilla, lo cual representa un graveperjuicio científico y práctico para lamedicina americana. Estas son las principa-les razones que originaron la convocatoriade la presente reunión.

Examinando ahora los mapas se observaráque el No. 1, tomado del último informecuadrienal de la Oficina Sanitaria Pana-mericana, consta de ocho pequeños mapasque indican el número de casos de fiebreamarilla selvática en los países de lasAméricas, por divisiones politicas y por años:1946-1953.

En el año 1946, en la región entera delBrasil, hubo únicamente dos casos de fiebreamarilla; en 1947, hubo cuatro; en 1948,cinco; en 1949, seis y, en 1950, siete casos.De 1951 a 1953, hubo una extensa invasiónde la enfermedad que afectó a diferentespuntos del sur del Brasil, con muchos máscasos que los consignados aquí; pero en1954 el Brasil, una vez más, no ha notificadocasos de fiebre amarilla.

Al examinar estos mapas se ha de tener encuenta que el sistema de notificación de lafiebre amarilla es distinto del seguido enotras enfermedades, pues generalmentesólo se enumeran los casos confirmados porel laboratorio. Cuando se identificó porprimera vez la fiebre amarilla selvática, losmédicos se resistieron a aceptar su existenciahasta el punto de que no se notificó ningúncaso sin haberse comprobado en el labora-

torio; por eso, prácticamente todas lascifras sobre fiebre amarilla en las Américas,durante los últimos veinte años en que no haexistido realmente la fiebre amarilla urbana,se basan en casos identificados por examendel tejido hepático.

En contraste con el Brasil, pasemos aexaminar Colombia donde se ha registradouna constante aparición de algunos casostodos los años. Conviene tener presente que,año tras año, la fiebre amarilla es un cons-tante y continuo problema en diversaspartes de América Latina.

El mapa 2 muestra el estado de la fiebreamarilla en 1954. Se produjeron casoscontinuamente en Colombia y en la parteoccidental de Venezuela, en una región quefué afectada por la fiebre amarilla hacediez años. En el este de Venezuela-regióndenominada Sucre y Monagas-aparece denuevo la fiebre amarilla después de unperíodo de veintiún años en que no se habíaidentificado allí.

El mapa de Trinidad presenta la distribu-ción de casos comprobados este año, queconstituyen la primera notificación defiebre amarilla en la isla desde 1914, o sea,en un período de cuarenta años. La infecciónde Puerto España con fiebre amarilla, trans-mitida por el A. aegypti, pone término a unperíodo de 25 años en que no había aparecidodicha enfermedad en ningún puerto marítimode las Américas. Tampoco se ha producido,desde las invasiones de Río de Janeiro en1928 y 1929, una amenaza de propagaciónmarítima de la fiebra amarilla por la in-fección de un puerto. Verdaderamente, esnecesario estudiar por extenso el problemade esta enfermedad.

El mapa 3, con tantos nombres y fechas,indica las áreas de América Central y delCaribe en que han ocurrido casos de fiebreamarilla desde 1948 hasta noviembre de1954. El año 1948 fué cuando se identificaronlos primeros casos en la actual invasióndel virus por Panamá y América Central.Unicamente se ha incluido la parte septen-trional de la América del Sur para presentarsólo el cuadro regional de las manifestaciones

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MAPA 1.

AREA CON NUMERO DE CASOS DE FIEBRE AMARILLA SELVATICA NOTIFICADOS EN LOS PAISES

DE AMERICA, POR DIVISIONES POLITICAS-1946-19353

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contemporáneas de la fiebre amarilla. Alestudiar las fechas correspondientes a lasdiversas regiones se advierte claramentehasta qué punto difiere el respectivo cuadroepidemiológico en cada una de éstas. En laregión centroamericana se observa unaprogresión gradual de fechas desde 1948, enel este del Canal, hasta septiembre de 1954,en el nordeste de Honduras; en tanto queen Colombia aparecen repetidos brotes enfechas bastante frecuentes y en los mismoslugares. En la parte oriental de Venezuela,al sur del río Orinoco, hay una región en quela fiebre amarilla reaparece a intervalosbastante frecuentes, en tanto que en elsector nordeste, cercano a Trinidad, no seregistró ninguna manifestación hasta 1954.

Los intervalos entre los casos notificadosde fiebre amarilla en determinadas áreasse presentan en el mapa 4, que pone derelieve el movimiento cíclico de la fiebreamarilla selvática en muchas regiones-lalarga periodicidad entre los brotes-y lacontinua existencia del virus en determina-das áreas en las que aparentemente se en-cuentra siempre presente. Entre estas re-giones permanentemente infectadas lasmás notables soi Ilheus, en la costa orientaldel Brasil, y San Vicente de Chucurí yMuzo en Colombia. De 1908 a 1928 no seregistró caso alguno de fiebre amarilla enRío de Janeiro, pero en el último año citadola fiebre amarilla debida al A. aegypti seconvirtió en enfermedad epidémica. Estafué dominada a principios de 1929, ini-ciándose en dicho año otro período libre dela enfermedad hasta 1938, fecha en quellegaron a la ciudad algunos casos proceden-tes de las cercanas áreas de fiebre amarillaselvática, sin originar, no obstante, ningúncaso en la capital. Desde entonces no se hanotificado ningún caso de fiebre amarilla enRío de Janeiro.

En el sur del Brasil se produjo un extensobrote que duró desde 1934 a 1940. Luegosiguió un período libre de la enfermedad,después del cual ésta reapareció en 1944 enregiones en que ya se había manifestado en1934, y en 1945 en el distrito que había sido

invadido en 1935. Esta segunda ola no logróprosperar, aunque el virus avanzó hastaMato Grosso (1936) y penetró en RíoGrande do Sul (Brasil) y en Misiones(Argentina) en 1948. De 1950 a 1953 hubouna tercera ola de menor amplitud que laprimera (1934-1940), pero considerable-mente mayor que la segunda (1944-1948).La segunda y tercera olas fueron al parecercontenidas súbitamente dentro de ciertolímite por condiciones meteorológicas des-favorables.

En el sur de Bolivia, región observadadesde 1932 y en la que no se había registradoningún caso de fiebre amarilla, se presentóun grave brote en 1950. El ciclo de silencioepidemiológico en esta región había duradomás de 18 años. De igual manera, la actualola de fiebre amarilla selvática en el oestede Venezuela se produce después de unperíodo de diez años de ausencia de laenfermedad. La región cercana a Trinidad,en la parte oriental del país, sufrió una in-fección en 1933, pero parece que poco des-pués se libró de la dolencia hasta 1954.En 1909 y 1914 se notificó fiebre amarilla enTrinidad, pero no se volvió a mencionarhasta 1954. En Caracas, donde los últimoscasos notificados de fiebre amarilla selváticaocurrieron en 1914, se presentó un caso in-feccioso de dicha enfermedad, procedente dela parte oriental de Venezuela en 1954. Estees el primer caso específico que se conoce,transportado por vía aérea de una regiónde la selva a un centro urbano receptivo.En cuanto a América Central no hay antece-dentes o pruebas de que existiera la fiebreamarilla en la región entre 1924 y el presentebrote, que ha sido continuo desde 1948 a1954.

Poco a poco, las pruebas que se vanreuniendo indican que la fiebre amarillaselvática es un problema que afecta a todoslos países americanos del continente, conexcepción de Estados Unidos y Canadá, enAmérica del Norte, y de Uruguay y Chile, enAmérica del Sur. Se han confirmado casosen Argentina y en Río Grande do Sul-elestado más meridional del Brasil-y existen

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MAPA 4

INTERVALOS TRANSCURRIDOS ENTRE SUCESIVAS APARICIONES DE FIEBRE AMARILLA EN

DETERMINADAS REGIONES

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grandes probabilidades de que el movimientoobservado en América Central continúeen Guatemala y México. La fiebre amarillaselvática no supone una amenaza para lasislas de las Indias Occidentales, en lamayoría de las cuales no existen monos.

El carácter continental que reviste lafiebre amarilla y su periodicidad típicarequiere y justifica la organización de pro-gramas de estudio internacionales. Esevidente que muchos países no están encondiciones de estudiar su propio problemade la fiebre amarilla. Esta enfermedad, queaparece en América Central una vez cadaveinticinco o treinta años, que se propaga,como ocurrió en Costa Rica durante dosaños consecutivos, y desaparece después,ofrece poca oportunidad para que un país,por sí solo, emprenda estudios a largo plazo.

Sería oportuno ahora obtener datos másdirectos de lo que ha ocurrido recientementeen las dos regiones que, por el momento,interesan más a los Estados Unidos: Trinidady América Central. Voy a pedirle al Dr.Wilbur Downs, de la Fundación Rockefeller,que nos exponga lo que ha ocurrido enTrinidad. El Dr. Downs ha estado a cargo,durante los dos últimos años de un labora-torio de enfermedades tropicales en Trinidad,de cuyas finalidades se había excluido ex-presamente el estudio de la fiebre amarilla.

EL DR. WILBUR DOWNS (FundaciónRockefeller): Comenzamos a ocuparnos dela fiebre amarilla en Trinidad de un modocompletaimente accidental. La FundaciónRockefeller decidió, hace unos años, crear unlaboratorio de virus en Trinidad con la in-tención de estudiar en esa isla, en la parteseptentrional de la América del Sur y en lasislas situadas hacia el norte, la distribuciónde varios agentes virales encontradosprincipalmente durante los trabajos sobrefiebre amarilla realizados en otras partes enaños anteriores.

Mientras montábamos el laboratorio,realizamos una encuesta sobre sueros enciertas áreas seleccionadas en Trinidad yenviamos los especímenes a Nueva York, alDr. Theiler, de los Laboratorios de la

División de Medicina y Salud Pública de laFundación Rockefeller. Creo que, en total,fueron unos setecientos los especímenesenviados. El Dr. Theiler sometió un ciertonúmero de estos especímenes a una serie depruebas de neutralización específicas de unavariedad de agentes en los que figuraba,naturalmente, la fiebre amarilla, y nos in-formó de que, junto con un número desueros positivos en personas de cierta edad-lo que es de esperar en la población deTrinidad-tenía varios casos positivos, cincoo seis, en individuos de quince a veinteaños de edad. Este fenómeno no concordabacon los antecedentes conocidos de la fiebreamarilla en Trinidad, pues el último brotenotificado fué en 1914.

Los citados datos se basaban en los suerosrecogidos en los meses de junio, julio yagosto de 1953, y el informe del Dr. Theilersobre los reactores positivos de fiebreamarilla llegó a nuestras manos en octubreo noviembre de 1953. En esa fecha le comu-nicamos al Director de los Servicios Médicosdel Gobierno de Trinidad que había algunaspersonas jóvenes que presentaban reacciónpositiva, y que se trataba de un problemaque indudablemente había que estudiar mástarde. Fué, pues, en esa fecha que surgieronnuestras sospechas.

Comenzamos por un programa de obser-vación de casos de fiebre. Esto no se hizo enrelación con 'la fiebre amarilla, sino sola-mente para estudiar casos de fiebre amedida que se presentaban. Queríamosdescubrir infecciones de dengue o de Ilheus.El Dr. Theiler había hallado un elevadoíndice de inmunidad a un virus conocido conel nombre de Ilheus en las pruebas deneutralización verificadas en los sueros deTrinidad, y explorábamos a ciegas con elfin de encontrar la enfermedad humana queaún no había sido identificada.

El 23 de abril de 1954 el Dr. Spence, unmédico joven que el Gobierno de Trinidadhabía puesto a nuestra disposición, vió aun muchacho en el hospital de Arima, alcentro de la isla, quien no se encontraba losuficientemente enfermo para atraer su

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atención. El chico había ingresado el díaanterior y, cuando el Dr. Spence le visitó,su temperatura era sólo de 380. Creo que,en realidad, Spence vaciló si debía o notomar una muestra del muchacho. Estába-mos obteniendo entonces más especímenesde los que podíamos utilizar con los animalesde que disponíamos, pero, por fortuna,tomó la muestra del muchacho. Al cabo deocho o nueve días, el Dr. Charles Anderson,a cargo de los servicios del LaboratorioRegional de Virus de Trinidad, preguntó"¿ Qué pasó con aquel muchacho de Arimallamado Houllier? ¿Que tenía?". Buscamosen nuestros archivos clínicos; ni siquiera nosacordábamos de él; no había nada especialen él que nos hubiera llamado la atención.El Dr. Anderson prosiguió diciendo: "Hayalgo aquí que está matando a los ratones."Y al poco tiempo, no más de diez o quincedías, el Dr. Anderson, que había tenidoconsiderable experiencia en los trabajos so-bre fiebre amarilla en Colombia y en otraspartes, estaba seguro de que se trataba deun caso de fiebre amarilla, y de que el virusque teníamos entre manos era el causante dedicha enfermedad. En aquel momento en-viamos una comunicación preliminar alServicio de Sanidad-esto fué a principios demayo-de que teníamos un caso sospechosode fiebre amarilla.

La situación era, en realidad, lo suficien-tentemente grave para justificar una com-probación minuciosa, y se realizaron pruebasde neutralización del virus del paciente consuero normal y suero inmune de mono, queel laboratorio del Dr. Theiler nos habíasuministrado; también se verificó la pruebacontraria en la que el suero normal y elsuero inmune del paciente se aplicaron a laneutralización de la cepa neurotrópicafrancesa del virus de fiebre amarilla. Deambos modos se comprobó que el agenteaislado era el virus de la fiebre amarilla.

Debió ser a principios de junio cuandocompletamos esta doble prueba de especi-ficidad. Se comunicó, entonces, oficialmenteal Servicio de Sanidad que habíamos aisladovirus de la fiebre amarilla, y a partir de

aquel momento se pusó rápidamente enmovimiento el engranaje internacional.

Con la experiencia de dicho caso en el mesde abril, y especialmente a principios demayo cuando empezamos a sospechar quehabíamos hallado algo serio, comenzamos aactuar en varios sentidos. Lo primero fuétratar de ver-con nuestros limitados me-dios-el mayor número posible de casosclínicos en la isla. Después, decidimos caersobre los monos de la isla para averiguarque ocurría entre ellos. Y, finalmente,empezamos un programa de captura demosquitos y de inoculación en las inmedia-ciones de la región montañosa, cubierta, debosques, de donde procedía el mencionadocaso.

Por lo que atañe a los casos humanos, lascosas marcharon bastante lentamente du-rante los meses de junio y julio. Vimos variosenfermos, pero no aislamos virus de ningunode ellos.

Lanzamos un programa decidido de cazade monos en la isla y, en cuanto empezamosa preguntar a los cazadores, nos dimos cuentade que nos hallábamos sobre la pista. Loscazadores con quienes hablamos-posible-mente decenas de ellos-nos dijeron que norecordaban haber visto monos muertos antesdel 1o de enero de 1954. El relato siguiente esmuy notable y lo obtuve de tres cazadoresindependientemente.

Un pequeño grupo decidió ir de cacería enel Afio Nuevo como lo había hecho desdehacía arios, y penetró una parte del pantanode Nariva, al este de Trinidad, el 1° de enerode 1954. Al primer cazador que me contó lahistoria no le creí. Me dijo "Nos encon-tramos con centenares de monos muertos."Yo traté de aclarar las cosas diciéndole:¿'Vió usted cinco tmonos muertos? ¿diez?¿veinte? ¿treinta?. Llegué a la conclusiónde que aquel hombre había visto bastantes,y el hedor de los monos muertos en aquellapequeña región selvática-una pequeña islaen un área pantanosa-fué suficiente paraimpedir que los perros olfateasen la pista delos monos vivos, por lo que fué necesarioabandonar la caza.

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Consideré que esto era extraordinario ypuse en duda lo que me había dicho hasta queencontré a un compañero del cazador-un honorable anciano de barba blanca, de lasIndias Orientales, y de un nivel socialsuficiente para poderse llamar "baboo"-quien me vino con la misma historia sinhaber hablado previamente con el otro in-dividuo. El relato fué después confirmadopor un tercer cazador. Esta es, pues, lafecha más temprana, el lo de enero de 1954,que he podido precisar en esta cuestión de losmonos muertos.

En ninguna de las otras historias pudefijar tan concretamente el tiempo, pero hahabido muchas otras contadas por caza-dores en las regiones de la isla en que haymonos. Los monos de Trinidad pertenecena dos especies, Cebus apella y Alouattaseniculus insulans. Casi todos los relatos serefieren generalmente a la especie Alouatta.En todas las regiones en que pude compro-bar la existencia de monos, he oído historiasde monos muertos durante 1954. Por reglageneral, el cazador interrogado habla vistotres o cuatro monos muertos, y dos mucha-chos habían visto hasta doce o más duranteun período de varios meses.

Por propia iniciativa nos echamos noso-tros mismos a los bosques para reunirbandadas de monos de las distintas partesde la isla, derribar algunos y tomar de ellosinmediatamente muestras de sangre. Lleva-mos los termos y tan pronto como la sangrese coagulaba la colocábamos en hielo. Ob-tuvimos así un respetable número de mues-tras de sangre, por lo general del corazón, sibien en ciertos casos procedía de la vertidaen la cavidad pleural y, excepcionalmente, dela derramada en la cavidad abdominal.Los especímenes así obtenidos están some-tidos actualmente a las pruebas de neutra-lización, en las que están obteniéndosealgunos resultados positivos.

Ensayamos otro procedimiento para laobtención de monos. Necesitábamos monosrecién muertos y dejamos saber, particu-larmente en la parte oriental de la isla, quepagaríamos $35 de las Indias Occidentales

Británicas (unos 21 dólares de EstadosUnidos), más los gastos de taxi, por todomono enfermo-vivo pero enfermo-que senos entregara; o bien que daríamos $20 ygastos de taxi por todo mono recién muertoque no presentara signos de haber muerto aconsecuencia de un disparo. Para sorpresanuestra, en un período de varios meses nosentregaron seis que acababan de morir.

El Dr. Theiler había visitado Trinidadpero, desgraciadamente, su estancia coin-cidió con el período inactivo: entre el primercaso descubierto y el período en que em-pezamos a tener dificultades. Al día siguientede salir el Dr. Theiler de Trinidad, el 30de julio de 1954, recibimos el primer monomuerto.

Este mono que, al parecer, había nmuertohacía menos de 24 horas, presentó, cuandolo abrimos, unas características muy in-teresantes. El hígado aparecía pálido, pocomás o menos con el color que ocasionalmentepresenta en los casos de fiebre amarilla.La cavidad abdominal tenía más de 100 cc,quizás llegaba a los 200 cc, de sangre ycoágulo. Evidentemente, el mono se habíadesangrado en su cavidad abdominal. Nospreguntamos: ¿cuál sería la causa de lamuerte en este caso? ¿Se trataba de un monoatacado por la fiebre amarilla o habíasufrido alguna lesión? ¿Se caería de unárbol y esto le habría provocado la he-morragia? Examinamos cuidadosamente yencontramos que cerca de la inserción de losligamentos hepáticos sobre el diafragma ha-bía una desgarradura del hígado. Al parecer,éste era el lugar por donde se había producidola exanguinación a la cavidad abdominal.Este material en la cavidad abdominal sehabía separado muy bien en sangre ycoágulos, así que pudimos recoger una buenacantidad de suero, 50 ce por lo menos;inoculamos parte de este suero en ratones,así como hígado y bazo triturados, y obtu-vimos virus de fiebre amarilla de los tresmateriales inoculados.

Una prueba de neutralización practicadadespués con este suero de mono mostróque es fuertemente protector, y esperamos

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titular el nivel de protección de anticuerpoen el suero y el nivel del virus. Disponemosde material y podemos titular el verdaderonivel circulante del virus existente. Estopuede que proporcione cierta informacióninteresante.

El segundo mono que nos entregaron unosdías más tarde presentaba, por fortuna, uncuadro patológico idéntico. Lo abrimos yhabía hemorragia en la cavidad abdominal,ruptura del hígado y coágulo. Se aislótambién virus de dicho mono.

Nos preguntábamos si quizás estosanimales no se sentían muy enfermoscuando estaban en los árboles y, en de-terminado momento, sufrían un colapso porcausa de la infección de fiebre amarilla;si quizás al caer al suelo de golpe se desgarra-ban el hígado ya muy friable por el procesopatológico desarrollado en él. Parece lógicoque así fuera. O si bien, al estirarse los monospara pasar de un árbol a otro, se desgarra-ban su hígado friable. En cualquier caso,parece ser, y en realidad así debió ser, quela hemorragia fué la causa inmediata de lamuerte, aunque la fiebre amarilla fuera lacausa fundamental.

Los demás monos de los que se aisló virusno presentaron hemorragia asociada. Afines de septiembre nos entregaron cuatromonos más y logramos aislar virus de todosellos. Dos de estos animales se encontrabanen estado avanzado de descomposición; nose había producido todavía la licuefacción,pero el hígado estaba blando con ampollasgaseosas en la superficie. Al abrirse lacavidad abdominal se notó un pronunciadohedor; sin embargo, aun de estos hígados sepudo aislar virus.

El programa relativo al mosquito, que elDr. T. H. G. Aitken inició cuando se ob-servó el primer caso humano, tuvo porresultado la captura e inoculación de más de100.000 mosquitos-no muchos Haemagogus,por cierto-sin que se obtuviera ningúnresultado apreciable de todo este trabajo.Fué un programa muy laborioso del quesacamos muy poca cosa. En tal ocasión noverificamos la captura en árboles. Teníamos

tanto interés en encontrar alguna otra cosa queno fuese la fiebre amarilla como lo teníainmosen descubrir esta última. Estábamos yacasi preparados para dar comienzo a unprograma de captura de mosquitos en granescala, en relación con algunos de los otrosvirus, y estimamos que esta era una oportu-nidad para actuar, teniendo además laposibilidad de obtener la fiebre amarilla deotros mosquitos que no fuesen Haemagogusspegazzinii (los Haemagogus no eran muyabundantes en esta zona). Así, seguirnosadelante, pero no logramos nada-ni virusde fiebre amarilla ni de otro tipo. Todas lasinoculaciones con motivo de las recogidas demosquitos se hicieron en ratones adultos.Hicimos inoculaciones rutinarias, con ma-terial humano y de mono, en ratones lac-tantes y observamos que indicaban muchomejor la presencia del virus que las ino-culaciones en ratones adultos, aunquenaturalmente son más dificultosas de rea-lizar.

Los casos humanos empezaron a aparecerpoco después que vimos el primer monomuerto a principios de agosto. El primerrumor de alarma vino del propio Director delos Servicios Médicos, quien llamó un día allaboratorio y dijo: "Tengo una informaciónmuy curiosa. Hace dos o tres días vino averme en busca de trabajo una enfermeraque había trabajado en el Servicio y queluego se casó, hace varios años, con untrabajador petrolero del sur de Trinidad.Le pregunté por qué, pues tenía entendidoque no necesitaba trabajar, y me dijo quesu marido había fallecido la semana anteriory que ella tenía que volver a ganarse lavida. Le pregunté de qué había muerto suesposo y me respondió, 'de fiebre tifoideacon ictericia' .

Es interesante notar que se había advertidoa todos los hospitales y funcionarios médicosdel gobierno en Trinidad la presencia de lafiebre amarilla en la isla. Entre tanto visi-tamos asiduamente los hospitales en lamedida que nuestro limitado personal-principalmente el Dr. Spence y yo-lopermitía, y en el supuesto que todos los

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médicos locales estaban alerta. Sin embargo,dicho caso fué al Hospital de San Fernandoy se diagnosticó como fiebre tifoidea conictericia. Más tarde llegamos a la conclusiónde que su historia clínica era completamentetípica de fiebre amarilla, habiendo fallecidoel paciente alrededor del séptimo día de laenfermedad, y había sido enterrado sin quese hubiera podido obtener ningún espéci-men, patológico o virológico.

Luego, el primero de agosto, que es díaferiado en el Reino Unido, un inglés, ins-pector de plantaciones de azúcar, fué decaza en los bosques del centro de Trinidadacompañado de cuatro isleños. El 4 deagosto empezó a sentirse enfermo, y se fuéponiendo peor. El médico de la empresaconsideró que no podía atenderlo y lomando al hospital colonial de San Fernando,donde falleció de "malaria con ictericia."Recuerdo los síntomas de la malaria losuficientemente para saber que se puedeproducir ictericia como una complicaciónde la misma. En el presente caso no apare-cieron parásitos maláricos en la sangre y,aunque no se obtuvo una muestra fresca dehígado para inocular, se preparó una enformalina que se envió al Dr. Gast Galvis.Este envió un informe telegráfico desdeBogotá diciendo que se trataba de un casode fiebre amarilla.

El siguiente caso mortal en el Hospital deSan Fernando fué el de una "atrofia amarillaaguda" del que tomamos una muestra delhígado para inoculación, y el Dr. GastGalvis recibió otra para la sección patológica.Y éste, para sorpresa nuestra, se diagnosticótambién como fiebre amarilla, tanto por elaislamiento del virus como por el examenpatológico.

A éste siguió otro caso mortal que fuénotificado como hepatitis infecciosa, con laposibilidad de que fuera fiebre amarilla.También este caso dió resultado positivo alhacerse el aislamiento del virus y el examenpatológico. Hay que tener presente quetodos estos casos pertenecían al mismohospital.

Finalmente, falleció un niño y recibimos

esta llamada telefónica del Hospital de SanFernando: "Creemos que ha habido unadefunción por fiebre amarilla." Como seve, fué preciso que se produjeran cincocasos en el mismo lugar para que-a pesarde haberlos visitado el mismo hombre, dehaberse notificado la presencia de la en-fermedad en la isla y de estar alerta losmédicos-hubiera quienes, al margen denuestro personal, hiciesen un diagnósticopositivo. Coincidiendo con estos casos vimosotros, a los que me referiré más adelante.

Este último caso es extraordinariamenteinteresante. Nos gustaría cambiar impresio-nes con el Dr. Gast Galvis y ver qué se puedehacer. El Dr. Anderson vió secciones delhígado y dijo: "Este hígado es interesantey me inclino a considerarlo sospechoso.Veremos qué es lo que dice el Dr. GastGalvis. Mi impresión es que no se arriesgaráa calificarlo de caso positivo, pero apuestoque nos dirá que se trata de un caso sos-pechoso." El Dr. Gast Galvis comunicóque existían lesiones sospechosas en la citadavíscera. Posiblemente podrá decirnos algomás sobre este punto. Pero nosotros ob-tuvimos virus de dicho hígado, lo que nodeja lugar a dudas.

Hubo todavía otro caso mortal en elHospital de San Fernando. Después de esto,se pasó al extremo hiperagudo, y hubouna serie de cirrosis y de verdaderas hepa-titis infecciosas que no fueron casos defiebre amarilla y que, según los informes pa-tológicos y biológicos, todo intento de aisla-miento fué también negativo.

Mientras tanto, el Dr. Spence y yo estu-vimos recorriendo los hospitales del nortede Trinidad y algunos del sur en busca decasos y vimos una serie de casos de fiebres nodeterminadas. En Trinidad hay muchasclases de fiebres, de eso estoy ahora persua-dido. Cuando se encuentran parásitos demalaria, el problema es muy fácil, y se puedehacer un diagnóstico. Pero cuando no apa-recen parásitos de malaria, entonces real-mente no se sabe de que se trata, y sólo sepuede confiar en el examen parasitológico.La albuminuria no constituye una ayuda.

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Tanto mejor si está presente, pero su ausen-cia no excluye el diagnóstico de fiebre ama-rilla. La ictericia aparece ocasionalmente enlos casos de fiebre amarilla, pero no es pocofrecuente en otras enfermedades, inclusiveen la hepatitis infecciosa.

Nuestra experiencia fué que la mayoría delos casos de los cuales se aisló virus nopresentaron ictericia ni albuminuria ypodrían haberse diagnosticado como dengue,malaria o comienzo de tifoidea. El bajorecuento de glóbulos blancos fué una carac-terística constante. No vimos ningún casoque presentara leucocitosis, pero ésta fuécasi la única característica constante quepudimos observar.

Logramos obtener virus de otros diezcasos humanos en distintos grados de en-fermedad, varios de ellos eran casos deictericia, pero un buen número eran sinictericia y otros que serían muy difíciles dediagnosticar aun en forma retrospectiva.De manera que, en total, se observaron eidentificaron quince casos humanos de fiebreamarilla, bien mediante el examen patológicoen cuanto a cinco de ellos, o bien por aisla-miento del virus que fué positivo en catorcede los quince casos.

El 8 de agosto de 1954, hubo en PuertoEspaña un caso de fiebre no diagnosticada.No había muchas sospechas de que setratara de un caso de fiebre amarilla, sinembargo se aisló el virus de la enfermedad dela sangre del paciente, llegándose a la con-clusión de que se trataba de un caso urbanocomprobado del brote actual. No se pudieronlocalizar casos secundarios, en torno al yacitado, ni tampoco otros que lo precedieran.Este ha sido el único caso urbano compro-bado del presente brote.

Ahora bien, además de éste, existe ungran número de casos humanos no diagnos-ticados que ascienden a más de cien, y quefueron observados en el mismo período. Esevidente que, entre ellos, hubo muchos máscasos de fiebre amarilla, que ahora salen arelucir en las pruebas de neutralización ensueros tomados antes y después de la en-fermedad. Cuantos casos más se agregaron

a la lista no lo sabría decir; y esta cuestiónse complica porque varios individuos fueroninoculados contra la fiebre amarilla en elperíodo entre la toma de las primeras yúltimas muestras. Quien sabe si el enredoinmunológico que se produce en situacionesde esta naturaleza llegará a aclararse. Enmuchos de estos casos tal vez nos veamosobligados a suspender el diagnóstico, posi-blemente por mucho tiempo.

El programa de captura de mosquitos enCumaca, que mencioné anteriormente, :fuéabandonado hacia fines de julio. A principiosde agosto nos enteramos que había un focoen la parte central de Trinidad, en unaregión cerca de Tabaquite, Condado deVictoria. Un mono muerto recientementey dos casos humanos de los que se aislóvirus procedían de esta región. Se organizóun programa de captura de mosquitos enuna región conocida como el Bosque deCharuma. Los equipos del Dr. Aitkens hi-cieron toda la captura en tierra. Se captu:ra-ron e inocularon todos los mosquitos y demásartrópodos que pican al hombre, que en-contramos. Los mosquitos se dividieron endos grupos: Haemagogus y no Haemagogus,y así fueron inoculados. Hubiéramos queridodividir los mosquitos recogidos en las 15ó 20 especies a que pertenecían, e inocularcada especie separadamente, pero no dis-poníamos de bastantes ratones para ello.Se aisló virus doce veces de Haemagogus reco-gidos del suelo. Shanon, Whitman y Franco,en su primer aislamiento de virus de Haemna-gogus, en 1938, encontraron virus en ]osrecogidos del suelo. Posteriormente, en Co-lombia y en otros lugares, los trabajos decaptura se hicieron también en los árboles,y tengo entendido que en años recientes lacaptura del Haemagogus en los árboles escosa habitual.

Al mismo tiempo se estableció otraestación de captura en el Bosque de Melajo,Condado de St. Andrew, al este de Trinidad.De ahí trajeron un mono enfermo queacababa de caer, vivo, de un árbol sobre unleñador. Cuando el animal llegó al laborato-rio ya había muerto. Nuestra primera ob-

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servación patológica fué que se tratabaindudablemente de una víctima de fiebreamarilla. El hígado tenía el mismo aspectoque los demás que habíamos visto, y asíempezamos en seguida la captura de mos-quitos en ese mismo árbol y debajo deél. A esta operación se dedicaron sólo doshombres: uno sobre una plataforma en elárbol y el otro en tierra. Se aisló virus deestas capturas nueve veces, ocho de ellas demosquitos Haemagogus. Desgraciadamente,se mezclaron los mosquitos capturados enel árbol y los capturados en el suelo y seinocularon sin distinción, de manera que nosabemos si los ocho aislamientos de Haema-gogus corresponden a mosquitos capturadosen el árbol o del suelo. El noveno aisla-miento fué de mosquitos capturados delsuelo, un grupo de unas quince especies,entre las que se encontraban los génerosAnopheles, Aedes, Limatus, Wyeomyia,Psorophora y Mansonia. No podemos saberqué mosquito o mosquitos de este grupoeran portadores del virus.

También de esta misma estación tenemosun aislamiento de otro agente viral que nosinteresa enormemente. No es de fiebreamarilla y tenemos grandes esperanzas deque sea el evasivo virus Ilheus.

Suspendimos la captura de mosquitosdebido a la escasez de ratones y de fondos engeneral, en un momento en que todavía severificaban capturas que daban resultadopositivo. Obtuvimos aislamientos positivosde virus desde mediados de agosto hastafines de septiembre. Suspendimos el pro-grama cuando todavía obteníamos virus deesos dos lugares, y no tenemos idea cuantotiempo más hubiéramos seguido capturandoen esas áreas mosquitos infectados.

El último caso humano que vimos fué aprincipios de octubre, y desde entonces nohemos visto ningún otro. A fines de septiem-bre nos entregaron el último mono infectadoy no hemos visto más monos después,aunque tengo noticias, que considero fidedig-nas, de que se encontró un mono muerto el6 de noviembre de 1954, en los alrededoresdel Bosque de Charuma.

EL PRESIDENTE: Gracias, Dr. Downs, porsu instructivo e importante informe. Hemosescuchado con gran interés la descripcióngráfica de sus trabajos sobre fiebre amarillaen Trinidad.

Es digno de nota que, incluso despuésde conocer la presencia de la fiebre amarilla,no se pudo lograr que los médicos locales ladiagnosticaran y declararan. La fiebreamarilla, conocida sólo por las descripcionesde casos clínicos típicos en los libros detexto, parece que debiera ser una en-fermedad fácil de localizar al aparecer elprimer caso. Sin embargo no ocurre asíporque muchos de los casos son benignos yno se podrían diagnosticar clínicamente,cualesquiera que fuesen las circunstancias.Además, los casos clínicos típicos son tansimilares a los de otras enfermedades consíntomas de intoxicación que en la prácticano se presentan tan claramente como sedescriben en los libros de texto.

Las observaciones que ha hecho el Dr.Downs sobre Trinidad, y las dificultades deobtener un diagnóstico, ofrecen la oportu-nidad para mostrar el viscerótomo, instru-mento proyectado por el ya fallecido Dr. E.R. Rickard, de la Fundación Rockefeller,para la extracción post mortem, sin autop-sia, de tejido hepático. Se los voy a pasarpara que lo examinen. Como podrán ob-servar, el viscerótomo es de acción muyrápida. Se trata de un instrumento simpleque, con la hoja cerrada, se introduce en elhígado, a través de la pared del cuerpo;luego la hoja se retrae aproximadamentemedia pulgada, se fuerza el instrumentopara que penetre más en el hígado y final-mente, con un tapón de tejido hepático enel canal, se cierra y se retira. En la opera-ción entera se invierte menos de un minuto.

Este instrumento ha sido el medio prin-cipal para reconocer la fiebre amarillacuando ha aparecido en las colectividadesrurales de América del Sur en los últimosveinticinco años. El viscerótomo no tieneel mismo valor en Africa que en Américadel Sur por que allí lo utilizan principal-mente los funcionarios médicos como medio

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para evitar las autopsias en casossospechosos. En las Américas lo usan agenteslocales, no técnicos, a los que se les paga unadeterminada cantidad por cada espécimenhepático que envían. El viscerotomistatiene instrucciones de punzar el hígado detoda persona que fallece en la colectividadantes de los once días a consecuencia decualquier enfermedad febril aguda, sea cualfuere la causa aparente de muerte. Graciasal empleo sistemático y rutinario de laviscerotomia se ha podido trazar la dis-tribución-en cuanto al espacio y al tiempo-de la fiebre amarilla en las Américas,

durante los últimos veinticinco años, comose muestra en los mapas 1 a 4.

Es peligroso planear las medidas de con-trol que se deben tomar después de mani-festarse la fiebre amarilla en una colectivi-dad, partiendo del supuesto de que el primeroo cualquiera de los primeros casos se puedediagnosticar sin necesidad de la viscerotomia.Cuando la fiebre amarilla volvió a apareceren Río de Janeiro en 1928, después de unaausencia de veinte años, no se diagnosticóhasta que se comprobaron cuatro focos deinfección en distintas partes de la ciudad. Escasi seguro que la fiebre amarilla en Trinidadno se hubiera reconocido a tiempo paraevitar una grave epidemia urbana, si nohubiese existido en aquel momento ellaboratorio de virus y las circunstancias quenos relató el Dr. Downs. El primer caso sedescubrió por el mero hecho de que la viudade la víctima tuvo que volver a trabajar ysolicitó un empleo al Director de los Servi-cios Médicos.

La historia de la fiebre amarilla en Trini-dad, durante las recientes décadas, es im-portante a la luz de lo ocurrido en 1954. Lostrece puntos negros y los dos triángulos delmapa 2, que muestra la distribución decasos en 1954, se refieren únicamente a loscasos individuales mencionados por el Dr.Downs. Cuando la Fundación Rockefeller,hace unos veinte años, hizo una encuestasobre inmunidad a la fiebre amarilla enTrinidad, se sabía muy poco de la fiebreamarilla selvática, por lo cual se dió a

Trinidad patente de sanidad a base de estasencuestas urbanas, ya que la isla habíaestado libre de fiebre amarilla desde el brotenotificado en 1914. Una de las primeras indi-caciones de que los monos puedan tener quever con la fiebre amarilla fué hecha por elDr. Andrew Balfour, poco después de subreve visita a Trinidad en 1914, en el trabajoThe Wild Monkey as a Reservoir for the Virusof Yellow Fever, publicado en Lancet (Lon-dres, 1914, I, 1176-8).

Después del brote epidémico de 1914 noexiste notificación oficial de la presencia defiebre amarilla en Trinidad hasta 1954, apesar de que Trinidad, como se ve en elmapa 3, se encuentra situada a pocas millasde la costa de Venezuela. En 1933, en. unesfuerzo por obtener datos de Venezuelasobre la fiebre amarilla, se prestó un visceró-tomo al hospital de la Standard Oil, enQuiriquire, cerca de la costa frente a Trini-dad, y en ese año se recibió un solo hígadopositivo. A pesar de la constante viscero-tomia llevada a cabo en esta región, no hayindicaciones de fiebre amarilla de 1933 a1954, en que nuevamente se confirmaroncasos en Quiriquire y, más tarde, en otroslugares.

Un detalle no mencionado por el Dr.Downs es que algunos de los viejos caza-dores de Trinidad notificaron que habíanpresenciado una mortalidad similar demonos en 1934, pero no en el intervalotranscurrido entre 1934 y 1954.

EL DR. DoWNs: En efecto, hubo unepisodio en 1932 y otro en 1933 ó 1934.

EL PRESIDENTE: El episodio de los oonlosmuertos en Trinidad de 1933 a 1934 puederelacionarse con el hecho de que en el con-tinente vecino se obtuvo un hígado positivoen 1933. Y ahora, en la parte oriental deVenezuela, después de un lapso de veintiúnaños, se ha notificado una serie de catorcecasos mortales de fiebre amarilla, coinci-diendo con la infección de monos y de sereshumanos en Trinidad, a poca distancia de lacosta. Al parecer, alrededor de 1933 ó 1934,hubo una invasión de fiebre amarilla en

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Trinidad que pasó desapercibida. Puede quehaya habido períodos de completa ausenciade la enfermedad entre 1914 y 1934, y entre1934 y 1954.

Para completar los datos sobre Trinidad,con respecto al Aedes aegypti, cabe decirque los representantes de la Oficina Sani-taria Panamericana han llamado repetida-mente la atención, desde principios de1948, sobre la necesidad de erradicar elaegypti en Trinidad, como parte del pro-grama de la Oficina para la eliminación deesta especie de las Américas. Sin embargo,las autoridades han concedido la máximaimportancia al control de la malaria, pres-tando muy poca atención al problema de laerradicación del aegypti, por lo que estemosquito ha continuado reproduciéndosec'asi sill impedimento alguno en los últimrosaños. En algunos distritos, en 1954, elíndice de reproducción de focos domésticosde aegypti era casi de 100 %. Y la infestaciónde aegypti no se limita a los ditritos urbanos,sino que penetra bastante en las llamadasáreas rurales.

En el mes de junio, la Oficina recibióinformación de que existían casos de fiebreamarilla selvática, y se tomaron medidaspara colaborar con el gobierno en el controldel aegypti y en la vacunación de la pobla-ción expuesta. En agosto, el Dr. Downs aislóvirus en el propio Puerto España de unenfermo que no tenía antecedentes de con-tacto con la selva. De esta manera, porprimera vez en un cuarto de siglo, la fiebreamarilla invadió una vez más un puertomarítimo de las Amnéricas.

Mientras tanto se iniciaron los servicioscontra el mosquito en la ciudad, que con-sistían principalmente en rociamiento deacción residual de las casas, que es unamedida contra el aegypti lenta pero alta-mente eficaz; y, afortunadamente, el rocia-miento de las viviendas empezó en la propiazona en que apareció el primer caso urbanoconfirmado. Posteriormente, se descubrióotro caso; y se tiene también noticia de otroscasos que pueden haber sido de fiebreamarilla.

Al declararse, a principios de septiembre,que Trinidad era un puerto infectado, seprodujo una considerable perturbación deltráfico, del comercio e incluso de los serviciosaéreos y, por consiguiente, una importantepérdida económica para la colonia, queascendió a varios millones de dólares. Elgerente del Queens Park Hotel de Trinidaddijo que los ingresos habían disminuido con-siderablemente, y en los meses recientes noha habido dificultad alguna para conseguirhabitaciones en el mismo. Sencillamente, losturistas no van a Trinidad y los barcos deturismo no hacen escala en la isla; todo ellosupuso una pérdida enorme. Trinidad es unnotable ejemplo de las pérdidas que puedeocasionar a una colectividad la necesidad dedeclarar una zona infectada. Si una fraccióndel dinero gastado en condiciones extremas sehubiera invertido en un buen programa deerradicación del aegypti, este problema de lacuarentena se hubiese resuelto sin dificultadaños ha.

El Dr. Bayne-Jones ha planteado, parasu discusión, el problema de la urbanizaciónde la fiebre amarilla selvática. ¿En qué con-diciones se produce? ¿Por qué no ocurre conmás frecuencia? ¿Qué amenaza representa lafiebre amarilla selvática para las regiones enque existe el aegypti?

Propongo que dejemos para más tarde ladiscusión del programa contra el aegypli enTrinidad y que, volviendo por un momentoa la región de Panamá-Centroamérica,pidamos al Coronel Norman Elton que nosexplique brevemente cómo los casos defiebre amarilla, que ocurrieron en Panamáen 1948, se diagnosticaron y notificaron en1949; y, asimismo, cuál fué el curso de losacontecimientos posteriores, hasta el episo-dio de Costa Rica en 1951 y 1952 y duranteél.

EL CORONEL NORMAN W. ELTON (CuerpoMédico del Ejército, Estados Unidos):Tengo aquí ejemplares, en tirada aparte, deun trabajo sobre la fiebre amarilla en Amé-rica Central, "Yellow Fever in MiddleAmerica", que aparece en el número denoviembre-diciembre 1954 del Armed Forces

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Chemical Journal, y me gustaría distribuirlospara abreviar la discusión y para poner lainformación al día. En las dos últimaspaginas aparecen dos mapas. Trataré delimitarme solamente a los puntos más desta-cados del tema que el Dr. Soper me ha pedidoque trate.

Durante los meses de noviembre y diciem-bre de 1948, ocurrieron cinco defunciones enel Hospital Santo Tomás, en la ciudad dePanamá, a raíz de una enfermedad febril decorta duración. El Dr. Juan M. Herrera,patólogo de dicho hospital y de reconocidafama como especialista en neuropatología,discípulo de Ramón y Cajal en Espafia antesde la guerra civil, realizó la autopsia de loscinco casos mencionados.

El primer caso se estudió a fondo, pero lalesión del hígado no era muy típica. No erala de la fiebre amarilla, en la forma conocida,ni tampoco una lesión motivada por cual-quier agente patológico familiar. Los lóbulospresentaban una necrosis grasa de la zonaperiférica, de un carácter bastante singular.El Dr. Herrera lo diagnosticó como atrofiaamarilla aguda. El siguiente caso se asemejómarcadamente al primero, y el Dr. Herrerano extrajo tejido hepático para el examenmicroscópico. Durante el mes de noviembreocurrió un tercer caso similar y el Dr.Herrera nuevamente presumió, por el aspectogeneral, que pertenecía a la misma categoría.El cuarto caso, en que la defunción ocurrió aprincipios de diciembre, lo indujo a examinarun espécimen hepático mediante una seccióncongelada, y guardó parte del tejido paraestudio posterior. No obstante, diagnosticótambién este caso como atrofia amarillaaguda.

Por aquel entonces, se había suscitadogran discusión entre el personal interno yresidente del Hospital Santo Tomás, asicomo también entre algunos de los residentese internos del Hospital Gorgas, acerca de laposibilidad de la presencia de fiebre amarilla.Esto, por supuesto, no era cosa nueva en laZona del Canal, pues se sabía que ocurríarepetidamente desde 1919, en que el últimocaso importado de fiebre amarilla, el de

Kenneth Thomas, termlinó con su falleci-miento en 1919.

Cuando el Dr. Herrera tuvo que hacer laquinta autopsia en el mes de diciembre yencontró la misma lesión que en el cuartocaso, a pesar de que por el momento su diag-nóstico fué otra vez una atrofia amarillaaguda, se sintió preocupado por varias ra-zones. Egipto acababa de declarar Panamáy la Zona del Canal en cuarentena por fiebreamarilla a partir del 12 de diciembre de1948 (Rélévé Epidémiologique Hebdomadaire,No. 104), y circuló el rumor de que unegipcio había contraído la fiebre amarilla enlas cercanías del aeropuerto de Tocumen,falleciendo al regresar a su país. La Repúblicade Panamá telegrafió a la OrganizaciónMundial de la Salud en enero de 1949 pro-testando por estas medidas y negando laexistencia de fiebre amarilla en el país. Sólorecientemente se confirmó que esta curiosacoincidencia ocurrió como resultado de lasencuestas sobre las pruebas de protección enratas que Henry Kumm hizo en 1942, las querevelaron la existencia de fiebre amarilla enel río Bayano, en la parte oriental dePanamá; y era costumbre considerar todoel país cuarentenable siempre que cualquierparte de él estuviera afectada. No habíaotra razón para que Egipto tomara aquellasmedidas, y el rumor acerca del ciudadanoegipcio carecía de todo fundamento.

Más o menos por esa misma época (des-pués de la cuarta autopsia) el Dr. Herreratrató de consultar sobre sus preparacionesmicroscópicas y pidió, a las correspondientesinstituciones de la Ciudad de Panamá, imues-tras conocidas de la lesión hepática causadapor fiebre amarilla, pero no obtuvo ayudaalguna. Cuando ocurrió el quinto caso afines de diciembre de 1948, se encontró enuna situación extremadamente delicada y ennecesidad de hacer una consulta. Me enterédel caso el 13 de enero de 1949, cuando elCoronel Karl Lundeberg, ayudante del Jefede Sanidad de la Zona del Canal, me pidióque me dirigiera al Dr. Herrera para que mepermitiera ver las muestras nmicroscópicasde los casos que habían fallecido en noviem-

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bre y diciembre, "aunque probablementeeran casos de hepatitis." Aquella tarde mepresenté en Santo Tomás, llevando conmigoun conjunto de preparaciones microscópicasde tumores cerebrales para discutirlas conel Dr. Herrera, y asimismo una muestratípica de tejido hepático de un caso de fiebreamarilla que habla obtenido unos años antesdel Dr. Carl Johnson para mi colección.El Dr. Herrera había salido, por lo que dejélas preparaciones sobre su mesa de trabajo.

Regresé al día siguiente y encontré ellaboratorio muy atareado, por lo que co-mencé a cambiar impresiones con el Dr.Mario Rognoni acerca del adiestramiento detecnólogos médicos. El Dr. Rognoni me dijoentonces que el Dr. Herrera quería que yodiera un vistazo a ciertas muestras micros-cópicas hepáticas que él tenía. El Dr.Herrera colocó una en el microscopio. Ob-servé que sobre el escritorio había varioslibros y otros trabajos impresos, con foto-micrografías de las lesiones hepáticas de lafiebre amarilla y de la hepatitis. Dijo queestaba intrigado por esa muestra microscó-pica, pues creía que pudiera tratarse defiebre amarilla. En pocos segundos memostré totalmente de acuerdo con él, puesel problema planteado era tan sencillo comoidentificar la luna llena en un cielo estrellado.

El Dr. Herrera quería saber por qué es-taba yo tan seguro, y señaló ciertas seme-janzas con determinadas lesiones de hepa-titis. Como todavía no había visto la muestramicroscópica típica que le había dejado eldía anterior, dirigí su atención hacia ella y laexaminó prolongadamente en el microscopio.Minutos después volviéndose a mi dijo:"Mire, digame por qué esta muestra es deun hígado de fiebre amarilla." Examiné almicroscopio aquella preparación de un casotípico, y empecé a explicar que se trataba deuna lesión que rara vez puede confundirsecon las de cualquier otra entidad. Entoncesseñalé que esa era la razón por que habíallevado aquella muestra. El Dr. Herreradijo, "pero ésta no es su preparación, ésta esde otro caso miío que usted no ha visto antes."Sólo pude decir: "Bien, entonces, usted tiene

dos casos de fiebre amarilla"; a lo que con-testó: "Ahora sé que los tengo." Fué asíque el Dr. Herrera y yo nos iniciamos en lahistopatología del hígado de fiebre amarilla.A partir de aquel momento colaboramos enel diagnóstico de los casos que sucesivamenteocurrieron en Panamá.

A la mañana siguiente se celebró unaconferencia en el Laboratorio de la Junta deSanidad, a la que asistieron todos los fun-cionarios de sanidad de la Zona del Canal, delas Fuerzas Armadas y de la República dePanamá, en la que se resolvió tomar medidasapropiadas para actuar de acuerdo connuestros diagnósticos. El domingo, 16 deenero de 1949, los periódicos anunciaban agrandes titulares que la fiebre amarillahabía reaparecido en Panamá. Poco despuésel Congreso asignó la suma de $600.000para el control de la fiebre amarilla enPanamá y en la Zona del Canal. Podríadecir, aunque en broma, que los pocos se-gundos que un patólogo dedicó a su micros-copio activaron la asignación de esos fondos.La suma de $600.000 se empleó en la vacuna-ción general de toda la República de Panamáy de la Zona del Canal.

Desde entonces, el estudio de la fiebreamarilla, a medida que ésta se extendía porAmérica Central, fué labor del patólogo,informado y documentado principalmentepor la aplicación práctica de la anatomíapatológica al estudio del hígado de primates.Al principio, no se sabía que estaba avan-zando una ola de fiebre amarilla, aunque yolo sospeché desde un principio gracias a misrelaciones con hombres de ciencia quieneshabían obtenido su experiencia en Suda-mérica cuando ocurrieron las olas brasileñasde las décadas de 1930 y de 1940. Armadosde paciencia, aguardamos. Entonces, enagosto y septiembre de 1949, el Dr. Herrera yyo diagnosticamos otras tres defuncioneshumanas procedentes de la región de BuenaVista, entre la carretera transístmica y lafrontera oriental de la Zona del Canal. Sehabía producido un ligero avance hacia eloeste, pero no de suficiente importancia para

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saber con seguridad que se trataba de unaverdadera ola de la enfermedad.

Esto ocurría, dicho sea de paso, en unárea en que los equipos de vacunación habíancumplido con su cometido. Inmediatamentese emprendió una campaña de revacunacióny, en una región escasamente poblada, sevacunó a 2.000 personas que con anterioridadhabían pasado desapercibidas. Menciono estehecho simplemente para indicar las dificul-tades inherentes a la vacunación de laspoblaciones rurales. Afortunadamente lamayoría de los campesinos de dicha regióneran negros, los cuales son mucho menossusceptibles a la enfermedad que la razacaucásica o india, pues de otro modo lasconsecuencias de la epidemia habrían sidomucho más graves.

Dejemos de lado por el momento la islade Barro Colorado, puesto que no se reco-noció, hasta unos dos años después, que fueseel evidente punto de apoyo de la ola al cruzarel Canal de Panamá. Los monos murieron enBarro Colorado en el momento preciso, peroesto no se supo hasta que los Dres. Collias ySouthwick, de la Universidad de Wisconsin,hicieron una encuesta sobre los grupos dearaguatos en la isla, durante la época desequía de 1951.

En enero de 1950 falleció un campesino defiebre amarilla en el distrito de Chagres, aloeste del Canal, en la parte del Atlántico-localidad No. 5 en el mapa 1 de los reimpresosdel trabajo sobre la fiebre amarilla en Amé-rica Central. Ahí, finalmente, se encontrabanpruebas poderosas de un constante movi-miento hacia el oeste que indicaba que laola estaba avanzando realmente, y el riesgocalculado que ello implicaba, estimulaba lasconjeturas.

Sin embargo, fué difícil calcular la veloci-dad de la ola y determinar su ruta pasada yfutura. Debido a la compleja naturaleza dela vertiente de Gatún (Chagres), la ruta dela ola hasta este punto, al oeste del Canal, nose apreció con claridad hasta que se ad-quirieron nuevos datos, pero más tarde se vióque el distrito de Chagres fué afectado poruna repercusión del ej e principal. El verdadero

frente de la ola siguió por el oeste hacia CostaRica, a través de la selva lluviosa del A-tlántico del oeste de Panamá.

En aquel tiempo, conoci en una recepcióna Gerardo Jiménez, Cónsul General de CostaRica en Panamá, y hablamos del problemade la fiebre amarilla. No recuerdo exacta-mente los términos de nuestra conversación,pero sé que le dije que el tema no era precisa-mente para tratarlo en una recepción y quepodía repetir lo que le había dicho alrespecto. El 20 de marzo de 1950, el Sr.Jiménez comunicó al Ministro de SalubridadPública en San José, que la parte atlánticade Costa Rica sentiría los efectos entre 14 y18 meses después. No sólo era ésta una simpleconjetura por mi parte, sino que no me en-teré, hasta agosto de 1951, de que se hubieraescrito tal carta.

La Chiriqui Land Company, filial de laUnited Fruit Company en Almirante, fuétambién advertida en cuanto a la parteatlántica del oeste de Panamá, cerca de lafrontera costarricense, para que adoptase unaactitud vigilante, en cuanto a los monos,y que esperara casos humanos de la citadaenfermedad hacia septiembre de 1951. Es-tapredicción no fué muy acertada, puesto queel fallecimiento de René Ramírez, por fiebreamarilla, ocurrió en aquel lugar en abril de1951, mucho antes del mes anunciado. Porprimera vez se disponía de datos suficientespara hacer un cálculo bastante exacto de lavelocidad de la ola, y las adecuadas rectifica-ciones respecto a la ruta sinuosa determinacdapor la vertiente Gatún en el cruce del Canalde Panamá. También Costa Rica proclamó,en aquella ocasión, una situación de alertageneral.

En junio de 1951, el Dr. Enid de Roda-niche, del Gorgas Memorial Laboratory,aisló virus de fiebre amarilla de uni espéci-men de suero de un convaleciente de Nie-vecita, población costarricense fronterizaal noroeste de Almirante. Entonces, con ex-cepcional violencia, empezando con un casomortal el 24 de julio de 1951, surgieron cincocentros epidémicos en el norte de CostaRica, que duraron de julio a octubre y cuyos

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detalles aparecen en el artículo que he dis-tribuído.

Se trataba de un verdadero "frente" y node una repercusión del eje principal, sinoperpendicularmente a él, como una puntade látigo, reforzándose probablemente ensu avance a lo largo de una curva de nivelde 500 metros y penetrando de plano en losllanos del norte de Costa Rica en un frentede ciento sesenta kilómetros.

Luego ocurrió un fenómeno inesperado.En octubre de 1951, empezaron a morir mo-nos en el valle del río Cabagra, en Punta-renas, al norte de Golfito, en la parte delPacífico, de Costa Rica. Aquello parecíaincreíble al principio porque, hasta entonces,la cordillera central había sido cruzada sola-mente en las cercanías de la Zona del Canaly había actuado de barrera en elevaciones de900 metros. Ahora un cruce de la cordillerahabía tenido lugar a una elevación mínima de1.524 metros. Sin embargo, la plantación deGolfito, de la United Fruit Company, habíaya vacunado a todos sus trabajadores apesar de que se le había advertido que pro-bablemente estaban resguardados por lacitada cordillera.

Una posible explicación de este fenómenopuede ser la importación del virus a travésdel camino de Talamanca por un ser humano,tal vez por un campesino emigrante que, alhuir de la epidemia de la parte del Atlán-tico, llevase consigo el germen de la infecciónque los mosquitos selváticos diseminaron porla parte del Pacífico. Entre paréntesis, esoportuno señalar que los 206 casos humanosde fiebre amarilla en Costa Rica adquirieronla infección en lugares situados a no másde 500 metros sobre el nivel del mar, y queésta fué también la máxima elevación en quemurieron monos por causa de la misma en-fermedad, tal como se comprobó por elexamen de 36 especímenes hepáticos.

Esta segunda ola empezó a extendersehacia el noroeste y hacia el sudeste en dosramificaciones, a la misma velocidad aproxi-madamente que el eje principal-21 kiló-metros por mes-dejando en pos un rastrode monos muertos, de casos y defunciones

humanos. La ramificación del sudeste ter-minó en las montañas de la península deBurica en Puerto Armuelles al oeste dePanamá, sin lograr volver a penetrar enla anteriormente no afectada vertiente delPacífico, al oeste del Canal.

En la época en que los centros epidémicosdel norte de Costa Rica seguían en actividad,desde julio a octubre de 1951, el eje princi-pal, en forma de precursor epizoótico, avan-zaba hacia el norte y empezaban a morirmonos a lo largo del río San Juan al oeste dellago Nicaragua. A principios de 1952 eleje principal se dividió en el lago Nicara-gua y una ola secundaria invadió la partesur del istmo de Rivas, a la vez que suramificación occidental empezaba a descen-der hacia el Pacífico, en el noroeste de CostaRica, dejando un rastro de monos muertosen dirección sureste. El Dr. Boshell dice queen la selva del sur de Rivas era irresistibleel hedor de los monos muertos. Esto con-trasta de un modo significativo con la formarelativamente benigna en que la fase epi-zoótica afectó a los monos de Barro Colo-rado, en 1949, con una mortalidad muchomenor entre los monos araguatos, lo quesupone la posibilidad de que el virus estéaumentando en virulencia, por lo menos conrespecto a los primates arbóreos.

La ramificación de Rivas de la ola secun-daria no llegó a Managua, pero existía taltemor que la gente se lanzó a matar monos enun frenético esfuerzo por detener la enferme-dad. Evidentemente, había en este lugar unabarrera natural y la ola se extinguió. Sinembargo, la ramificación sudoriental proce-dente del noroeste de Costa Rica siguióprogresando hasta confluir, en marzo de1953, con la ramificación noroccidental de laola secundaria, procedente de Puntarenas,en las cercanías del valle de Tarcoles en ellado del Pacífico, al oeste de San José.

Mientras tanto, el eje principal seguíaavanzando hacia el norte por la parte atlán-tica de Nicaragua, siguiendo aproximada-mente la curva de nivel de los 300 metros.El brote inicial de Nicaragua se predijo conmucha exactitud por lo que se refiere al

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tiempo y lugar (julio de 1952, en el vallede Mico), y la proyección referente al nortede Nicaragua y Honduras ha demostrado,hasta ahora, ser bastante certera.

Antes de que el Dr. Boshell nos relate loocurrido en Nicaragua y Honduras, quisieraacentuar el alcance de la fiebre amarillaselvática para la población rural, ya que esel aspecto urbano de la enfermedad al quese le ha prestado mayor atención. Esta en-fermedad puede tener efectos igualmente de-vastadores para los campesinos. Los habi-tantes de América Central necesitan cultivarplantas alimenticias pero, como la mayorparte de las tierras de cultivo están destina-das a plantaciones de café y de otras cosechasdestinadas al comercio, el campesinocorriente se ve obligado a roturar los bosquespara los cultivos destinados a su sustento, loque lo pone en contacto con la selva y, portanto, con la fiebre amarilla. Lo que signi-fica dicha enfermedad para la población ruralno se debe pasar por alto. El problema secomplica por la dificultad de vacunar a lagente que habita en terrenos selváticos, queestán esparcidos por cientos de kilómetroscuadrados, cuyos medios de comunicaciónson muy primitivos. Las viviendas estándispersas y el acceso a ellas es difícil. Setrata, pues, de algo mucho más complejo queun problema administrativo.

Para terminar, quiero expresar mi agra-decimiento al pueblo de Costa Rica, a losmédicos de aquel país y al Director Generalde Salubridad, Dr. Oscar Vargas Méndez.Creo que nunca se ha llevado a cabo mejorlabor de salud pública que la que realiza elDr. Vargas y el Ministro de SalubridadPública, ni tampoco he visto unos estudiosclínicos que igualen a los que realiza el per-sonal del Hospital San Juan de Dios, enSan José. Los estudios de Miranda sobre laspruebas de la función del hígado; los deTrejos y Romero sobre los niveles de pro-trombina; y los de Romero y Trej os sobre loshallazgos clínicos y de laboratorio en 206casos, han sido publicados recientemente enla Revista de Biologíia Tropical, 1953 y1954, de la Universidad de Costa Rica enSan José.

EL PRESIDENTE: Muchas gracias, CoronelElton. Antes de pedir al Dr. Boshell que nosdescriba la ola de Centroamérica, quisierahacer algunos comentarios sobre lo expuestopor el Coronel Elton.

En primer lugar, con respecto al diag-nóstico de la enfermedad mediante el exa-men del tejido hepático, la dificultad conque tropezó el Dr. Herrera es la misma conque se enfrentan todos los patólogos al hacerel diagnóstico de la fiebre amarilla, o sea, queel diagnóstico del hígado de fiebre amarillaes en parte subjetivo. El diagnóstico de lamalaria es objetivo por cuanto se puedeverificar por la identificación de determinadoparásito en el microscopio-diagnóstico com-pletamente objetivo, basado en algo quepuede describirse y señalarse: "Aquí está."Por otro lado, el hígado afectado por fiebreamarilla no ofrece un solo elemento que seapatognomónico de esta enfermedad. Seconcede más bien importancia a la distribu-ción de los componentes de la lesión; eldiagnóstico requiere experiencia previa en lapatología de la fiebre amarilla y la capaci-dad de tomar una determinación subjetiva; eldiagnóstico de la fiebre amarilla requiere unsagaz discernimiento; mientras que para elde la malaria basta con ver la preparaciónmicroscópica. El diagnóstico final de la fiebreamarilla en casos dudosos deben hacerlo losque están acostumbrados a ver hígados afec-tados por la enfermedad.

Se ha observado una importante simili-tud entre el brote de Trinidad y los deAmérica Central en contraste con los estudia-dos previamente en Sudamérica, o sea:, laenorme mortalidad de monos. En Trinidad yen América Central ha sido posible seguir elmovimiento del frente de la ola epizoótica porla mortalidad observada en los monos, cosaque nunca fué posible en América del Sur.El mono Cebus, el género sudamericano máscomún, es relativamente inmune al virus dela fiebre amarilla y no muere aunque seinfecte y se convierta en fuente de infecciónpara los mosquitos. Por otra parte, losmonos Alouatta (araguatos) y Ateles (arañas),que predominan en Trinidad y AméricaCentral, ceden fácilmente a la enfermedad.

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Por consiguiente, los movimientos del virusde la fiebre amarilla en las selvas de laAmérica del Sur se han seguido por medio dela viscerotomía de casos humanos, en tantoque la elevada mortalidad de monos hafacilitado los estudios en Trinidad y enAmérica Central. El distinto grado en lamortalidad de los géneros de monos tieneindudablemente efectos epidemiológicos. Allídonde dichos animales quedan en gran parteexterminados, será quizás necesario el trans-curso de muchos años para que se reconsti-tuya una nueva población simia capaz desoportar una ola posterior de infección; entanto que los Cebus, en los que no mueren losprogenitores, pueden crear, en muy pocosaños, una población susceptible que pro-pague otra ola de infección.

El Coronel Elton ha destacado oportuna-mente la importancia que tiene esta en-fermedad para la población rural. Para laspoblaciones rurales de muchas partes de laAmérica del Sur, la fiebre amarilla selváticaes como una enfermedad profesional querepresenta la misma amenaza y reviste lamisma importancia que tuvo anteriormentela fiebre amarilla urbana, en relación a lapoblación de las ciudades; y precisamente lapoblación más aislada y más difícil de vacu-nar es la que está más expuesta a la enferme-dad.

El movimiento del virus de la fiebreamarilla a través de Costa Rica fué real-mente sensacional desde el punto de vistade la enfermedad humana, mientras que enNicaragua y Honduras ocurrieron relativa-mente pocos casos humanos. El Dr. Boshell,que tiene muchos años de experiencia enfiebre amarilla selvática en Colombia, nosva a describir el movimiento de la fiebreamarilla a través de Nicaragua y Hondurasde 1952 a 1954.

EL DR. J. BOSHELL (Oficina SanitariaPanamericana): Cuando me hice cargo de laobservación de la ola centroamericana, lasmanifestaciones de la fiebre amarilla eranextremadamente activas e intensas en lafrontera entre Costa Rica y Nicaragua. Estofué en julio de 1952. A partir de esa fecha-esmuy fácil verlo en el mapa-la ola de fiebre

amarilla, tanto por el lado del Pacífico comopor el del Atlántico, siguió su curso en laforma prevista; es decir, como había pre-dicho el Coronel Elton. Durante todo elaño de 1952 y de 1953 la ola de la parte delAtlántico avanzó desde el río Escondidohasta el río Grande (Matagalpa), y saltó deallí al río Patuca y al río Coco, como se habíaprevisto.

Por la parte del Pacífico, la ola siguióotro ritmo de avance debido a que en estaregión la vegetación es distinta. La parteatlántica de Nicaragua se caracteriza porselvas tropicales muy lluviosas y por fuerteprecipitación durante todo el año, sin queexista una marcada estación seca, hecho quenaturalmente favorece la persistencia de losinsectos vectores. La vegetación y clima dela vertiente del Pacífico son enteramente dis-tintos. La región comprendida entre la cor-dillera central, los lagos y el mar está cubiertade selva tropical de hoja caduca, propia deun clima que se caracteriza por prolongadas yfuertes sequías. Desde el mes de noviembrehasta fines de abril no llueve casi la faunadel mosquito aparentemente desaparece porcompleto. Las exhaustivas búsquedas reali-zadas en abril, en el istmo de Rivas, nodescubrieron ningún mosquito, o a lo sumounos pocos especímenes. Por esta razón esarriesgado predecir en dicha región cuálserá la extensión de la ola o su punto ter-minal.

En abril y mayo de 1953, observé en elistmo de Rivas una ausencia casi total demosquitos y llegué a la conclusión de quemientras las condiciones de la parte delAtlántico eran favorables a la continuaciónde la ola epizoótica, en la parte del Pacíficoésta tenía forzosamente que terminar debidoa la prolongada interrupción de las condi-ciones favorables a la persistencia del virus.Pero resultó que yo estaba completamenteequivocado, pues a pesar de la aparente ex-tinción de los mosquitos durante los cincoo seis meses de intensa sequía tan prontocomo empezaron las lluvias, comenzaron amorir monos en el punto preciso que habiaalcanzado la epizootia cuando empezó laépoca de sequía. Esto demuestra una vez más

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el peligro de deducir de observaciones hechasen un lugar lo que ocurrirá en otro.

No me siento todavía satisfecho respecto alas respuestas a las siguientes cuestiones:¿Qué ocurrió? ¿Donde persistió el virus?¿Adónde se fueron los mosquitos? Evidente-mente la ola guardaba relación con los vec-tores. ¿Dónde invernaron, o mejor dichoveranearon? Aún lo ignoramos. Y este es unfactor que debemos tener presente al con-siderar las posibilidades de que la ola avancehacia el norte y penetre en Guatemala, alsur de México y tal vez más al norte. Labionomía del mosquito y del mono (o delhombre) no lo aclara todo. La situación deNicaragua es extraordinariamente instruc-tiva, indicando un mecanismo todavía des-conocido en la ecología de la fiebre amari-lla selvática.

En diciembre de 1953, se comunicó a laOficina de Guatemala de la Oficina SanitariaPanamericana la existencia de casos sospe-chosos de fiebre amarilla en un lugar denomi-nado Dulce Nombre, situado en el naci-miento del río Guampu, afluente del Patuca.En una encuesta realizada en los valles delPatuca y del Coco, encontramos pruebas demortalidad entre los monos y de algunoscasos humanos. En realidad, en agosto-septiembre de 1953, se había notificado uncaso humano típico y mortalidad entre losmonos en la confluencia de los ríos Guampuy Patuca. Por consiguiente, el valle deGuampu aparentemente sirvió de puente através del territorio entre Nicaragua yHonduras, así como de vía de penetración.Desde la región Catacamas-Dulce Nombrela epizootia debió seguir por el pie de lamontaña, llegando hasta la región de LaCeiba, por detrás y por el oeste, a través delas montañas del Cangrejal y Yaruca.

En junio de 1952, a raíz de una encuestahecha en Honduras por el Dr. Trapido y elSr. Galindo, del Gorgas Memorial Labora-tory, se acordó crear una estación de ob-servación entomológica en aquella región y,en consecuencia, cuando la ola atacó a estadeterminada zona, los dos investigadoresestaban bien informados en lo referente a

los mosquitos. Esto representó una buenapreparación para los estudios que debíancontinuar durante 1954 en la región de LaCeiba y Tela; y ahí también se planteó unproblema muy interesante, o sea, el problemadel vector.

Por todo Panamá, Costa Rica y Nicara-gua, el mecanismo de la transmisión de lafiebre amarilla selvática al parecer estáperfectamente relacionado con el viejo vec-tor, harto conocido en Sudamérica, elHaemagogus spegazzinii falco. No ocurre lomismo al avanzar hacia el norte. No sepuede afirmar que el Haemagogus spegaz-zinii falco desempeñe ningún papel impor-tante en Honduras. A medida, que seavanzaba hacia el norte, en la región de LaCeiba, seguimos encontrando algunos espe-címenes de este mosquito, pero si bien cadavez en menor número-existen algunasespecies que lo substituyen, y se extiendenhacia el norte. Sin entrar en detalles, sepuede decir que si la fiebre amarilla avanzahacia el norte de Guatemala y en México,se propagará por un vector diferente delque conocemos hasta ahora. Y, natural-mente, esto supone un nuevo y muy impor-tante factor, desconocido en la epidemiolo-gía, que interesa a ambos países y quizása otros más; me refiero a Guatemala, Méxicoy posiblemente la parte meridional de l:osEstados Unidos.

Hay muchas cosas que todavía descono-cemos. Sabemos que el virus de la fiebreamarilla puede soportar toda una estaciónde fuerte sequía y sobrevivir bajo condi-ciones adversas e irrumpir donde menos seespera, aun en lugares en que se habíapronosticado que no reaparecería. Así lohemos visto en Nicaragua, y luego en Colom-bia. No disponemos de suficientes pruebas,experiencia ni observación para poder deciren qué determinado tipo de país-aundonde no llueve, y hasta en el desierto-hay condiciones adversas para la persisten-cia del virus o para su transmisión. Estoes algo que hemos aprendido en Centro-américa y que debe influir en nuestros pro-nósticos y en toda nuestra actitud frente a

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la posible propagación de la enfermedadhacia el norte.

EL PRESIDENTE: Muchas gracias, Dr.Boshell. Un punto que debería ponerse derelieve es que el virus de la fiebre amarillaha continuado su marcha a lo largo deHonduras, pero manifestándose en ungrado mínimo. Como puede observarse enel Mapa 3, había algunas pruebas de monosmuertos y enfermos, pero este movimientodesde el noroeste de Nicaragua a travésde Honduras hasta el sector noroeste seprodujo sin que ocurriera ningún caso hu-mano confirmado, con excepción de unoque ingresó en el hospital de San PedroSula, en septiembre de 1954. Y el movi-miento del virus no se hubiera advertidosi no fuera por los estudios que se estabanllevando a cabo. Dejemos por el momentoel aspecto epidemiológico y pasemos aexaminar la fiebre amarilla en las Américascomo una amenaza para Asia, contestando,al mismo tiempo, la cuestión planteada porel Dr. Bayne-Jones esta mañana sobre laurbanización del virus selvático.

La amenaza de la propagación del virusde la fiebre amarilla, de una a otra parte delmundo, mediante el vector humano o elmosquito-y es más probable que entre unoy otro el portador de la enfermedad sea elhombre-depende principalmente de lamultiplicación del virus mediante el de-sarrollo de focos concentrados de disemina-ción allí donde el Aedes aegypti es el vector.En el Mapa 4, que representa los intervalosentre la aparición de la fiebre amarilla endeterminadas áreas, Río de Janeiro estámarcado por un círculo y, siguiendo lalínea de la costa hacia el sur, la pronunciadaentrada que se ve en el contorno de Suda-mérica representa el Riío de la Plata, encuya desembocadura están situados Monte-video y Buenos Aires. Siguiendo la líneade la costa hacia el nordeste de Río, y denuevo hacia el noroeste, encontramos ladesembocadura del Amazonas en Pará.Estos puntos de referencia tienen impor-tancia.

La Fundación Rockefeller empezó a

trabajar en el control de la fiebre amarillaen el Brasil en 1923; durante un períodode once meses en 1927 y 1928 no se diag-nosticó caso alguno de fiebre amarilla enningún lugar de las Américas. Luego enmarzo de 1928 se notificó un solo caso en elEstado de Sergipe, en el nordeste del Brasil,a unos dos mil cuatrocientos kilómetros deRiío de Janeiro, en un lugar que no tienecontacto directo por mar, ni por cualquierotra vía, con esta población.

En abril de 1928, el Dr. ClementinoFraga, Director del Servicio Nacional deSanidad del Brasil, me consultó comorepresentante de la Fundación Rockefellersobre la posibilidad de que la fiebre amarillavolviera a presentarse en Río de Janeiro.Ante el peligro de una invasión de pesteunos meses antes, se habían disuelto losservicios de lucha contra los mosquitospara desarrollar una campaña de desratiza-ción. La cuestión que se planteaba era siel presupuesto para 1929 debería sufragaro no la reorganización de un costoso serviciode lucha contra los mosquitos. Al descono-cerse la existencia de la fiebre amarillaselvática o de cualquier otra aparente fuentede infección, no había razón para gastarfondos en la reorganización del servicioanti-aegypti en Río, y así se le comunicóal Dr. Fraga.

Precisamente un mes después, se com-probó la existencia de la fiebre amarillaen la capital del Brasil. Cuando se descu-brió, parece que ya estaba presente desdehacía tres o cuatro meses y había por lomenos cuatro focos de infección en diferen-tes partes de la ciudad. Actualmente, seconsidera que dicha aparición de la fiebreamarilla en Río de Janeiro, después de unaausencia de 20 años, se debe a una urbaniza-ción del virus de la entonces no identificadafiebre amarilla selvática. A consecuencia deesa infección de Río de Janeiro en una épocaen que el índice del aegypti era elevado, lafiebre amarilla logró mantenerse allí du-rante un período de quince meses y propa-garse hacia el interior y hacia el norte ysur de la costa.

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En el propio Estado de Río de Janeirohubo unas cuarenta y dos ciudades infec-tadas. Se identificaron casos a bordo debarcos y en tierra, desde Montevideo, en elestuario del Río de la Plata, subiendo porla costa y penetrando tierra adentro hastaManaos, en el río Amazonas, lo que en totalrepresenta unos 7.500 kilómetros. Hubootros casos derivados de este brote hastamayo de 1931, lo que constituye un períodode tres años desde la época en que se iden-tificó el primer brote de fiebre amarilla.Conviene poner de relieve el hecho de queantes de la entrada de este virus en Ríode Janeiro, donde el aegypti podía desarro-llar una elevada concentración urbana devirus, había transcurrido un año enterodurante el cual sólo se identificó un casoen las Américas.

En 1938, o sea diez años después, unaola de fiebre amarilla selvática llegó a unos40 kilómetros de la ciudad de Río de Janeiroy, al poco tiempo, cuatro casos infecciososde fiebre amarilla llegaron a la ciudad. Sinembargo, no hubo aegypti ni epidemia enRío, y el virus no se propagó a otras ciu-dadeS y puertos.

En el Mapa 4, la parte sombreada aloeste, sur y norte de Río de Janeiro, repre-senta el área que cubrieron las epizootiasde fiebre amarilla selvática desde 1934hasta 1940. Las cuatro apariciones del virusen Río de Janeiro, en 1938, ocurrieron enel momento en que dicho virus avanzabamuy cerca de esa ciudad. En 1934, se en-contró fiebre amarilla selvática en el ex-tremo occidental de esta zona sombreada,y se le siguió la pista año tras año-1934,1935, 1936, 1937, 1938, 1939 y 1940-abarcando todas las extensiones selváticasde esta zona sombreada. En 1935, la fiebreamarilla llegó a las proximidades de la redferroviaria que va a Río de Janeiro. Sinembargo, en 1935, en 1936, y en 1937,cuando la enfermedad avanzaba hacia lacapital, no se observó caso alguno infecciosoen ésta. En 1938, cuando la enfermedadhabía avanzado hasta las inmediaciones dela ciudad, podía decir desde mi despacho,

señalando las colinas: "Hay fiebre amarillaallí en esos montes." Precisamente enaquella época se identificaron en Riío deJaneiro los cuatro casos mencionados.Posteriormente, en 1939 y 1940, cuando laenfermedad se extendía hacia el nordeste,en una área que distaba solamente de doce aveinte horas por tren y muchas menos poravión, no se observó ningún caso infecciosoen la ciudad.

Si a la experiencia de los últimos vein-tidós años en que se ha tenido en observa-ción la fiebre amarilla selvática se añadenlas del brote de Río de Janeiro en 1!328,los brotes de Venezuela y Colombia en 1939y de Bolivia en 1932, que precedieron laidentificación de la fiebre amarilla selváticapero que sólo pueden explicarse por ella,ascienden a más de veinte las observacionesde urbanización del virus de la fiebre ama-rilla selvática.

La experiencia que tenemos hasta ahora-y la expresión "hasta ahora" debe subra-yarse, pues, para llegar a conclusiones finalessobre la fiebre amarilla se requieren observa-ciones a muy largo plazo-y las obselrva-ciones hechas han mostrado que en todoslos casos en que la fiebre amarilla selváticaha penetrado en las ciudades, éstas se en-contraban situadas muy cerca de zonassilvestres propicias a la fiebre amarilla selvá-tica y, en la mayoría de los casos, se sabíaque el virus estaba en los alrededores.

En las Américas, la fiebre amarilla urbanatransmitida por el aegypti no ha sido, desde1934, una fuente de virus para la infecciónde otras ciudades. En ningún caso en que lafiebre amarilla selvática ha penetrado enuna ciudad ha logrado crear focos secun-darios en otras ciudades. Al parecer--apesar de las observaciones del CoronelElton relativas a la posibilidad de que elvirus cruzara las montañas por medio deun vector humano-el movimiento delvirus a través de América Central, entre1948 y 1954, se produjo esencialmente porel movimiento de la infección selváticaen mosquitos y animales de la selva, másbien que por el vector humano.

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La dificultad con que tropieza el virusde la fiebre amarilla para penetrar en laciudad se debe principalmente al hechode que el número de personas de las ciu-dades que van a las regiones selváticas esrelativamente reducido y, asimismo, sonpocos los individuos que trabajan en laselva que van a la ciudad. En muchas zonas<casi todos los casos observados son de cam-pesinos o taladores; y en algunos brotes casitodos los casos han ocurrido en hombres. Enuna serie de 108 casos que se produjeron enEspíritu Santo, Brasil, en 1939, sólo ochofueron mujeres. No obstante, la amenaza,la posibilidad de que el virus de la fiebreamarilla penetre en una ciudad en que estápresente el aegypti, existe siempre. Reciente-mente, en octubre de 1954, llegó a Caracas,procedente del este de Venezuela, un casoinfeccioso, el primero que se diagnosticabaallí en varias décadas.

La amenaza que representa para Asia lafiebre amarilla de las Américas ha sidoestudiada ampliamente en reuniones inter-nacionales, dando lugar a la formación dedos frentes coherentes al respecto. La posi-ción americana, apoyada en las organizacio-nes internacionales por las naciones de lasAméricas, se basa en la observación de queel factor más peligroso en la propagaciónde la fiebre amarilla humana es la fiebreamarilla transmitida por el aegypti en loscentros urbanos, en que un individuo puedecontraer la infección en un hotel o en cual-quier otra parte mientras hace sus prepara-tivos de viaje para salir del país. Rara vezllega de la selva un individuo con los prepara-tivos ya hechos para emprender inmediata-mente un viaje internacional.

La erradicación del aegypti es la únicasolución satisfactoria para la amenaza dela fiebre amarilla urbana, y la eliminaciónde la variedad urbana reduce enormementeel peligro de propagación internacional dela enfermedad. Los certificados de vacuna-ción nunca representan una garantía abso-luta, como lo prueba un hecho ocurridodurante la segunda guerra mundial. Ha-

blando con un alto funcionario colonialsobre el relativo valor de la erradicación delaegypti y de la vacunación obligatoria paraprevenir la fiebre amarilla, su esposa inter-vino en la conversación y confesó que hacíapoco tiempo había prestado ilegalmente uncertificado de vacunación contra la fiebreamarilla a una compañera de viaje.

En los países asiáticos hay monos, haymosquitos y también una población muynumerosa susceptible no inmune; y la meraidea de que la fiebre amarilla pudiera pene-trar en esta región constituye una verda-dera pesadilla para los funcionarios desanidad. Por consiguiente, se insiste en elmantenimiento de disposiciones sanitariascontra la posible importación del virus,mucho más rígidas que las aceptables paralas naciones americanas que viven muchomás cerca de la amenaza. Dentro de unperíodo de incubación de seis días, unapersona puede salir de una zona selváticainfectada de fiebre amarilla, tomar unavión y dirigirse a cualquier lugar del mundo.El argumento de que "nunca ha ocurridotal cosa", y de que "no se ha dado ese casoen los veinte años en que se viene obser-vando la fiebre amarilla selvática" puedeser aceptable para nosotros, pero no paralos países asiáticos.

Al considerar la amenaza de la fiebreamarilla selvática a las ciudades, debe re-cordarse que todas las situaciones corrientestienen sus excepciones. En 1937, aparecióla fiebre amarilla, en el Brasil, en un grancafetal de Sao Paulo en el que habitabantrescientas o cuatrocientas personas. Sinembargo, la enfermedad no afectó a lapoblación rural, sino a un grupo de ochotaladores que caminaban once o doce kiló-metros fuera de la ciudad todas las mañanaspara trabajar durante el día en la selva cor-tando madera. Esta parte de bosque seencontraba probablemente a trescientos ocuatrocientos metros del centro de la pobla-ción en que vivía la gente de la plantaciónde café. Los ocho hombres que iban a cortarmadera a la selva contrajeron la enferme-dad y tres de ellos fallecieron; sin embargo,

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la enfermedad no afectó a ningún habitantedel cafetal.

Las medidas que con respecto a la fiebreamarilla deben adoptarse en los reglamen-tos de cuarentena internacional se some-terán a discusión en la próxima AsambleaMundial de la Salud, en México, D. F., enel mes de mayo. Existe una diferencia deopinión con respecto a si el Brasil-endonde probablemente siempre hay fiebreamarilla en un lugar u otro del río Amazo-nas y que sufre brotes periódicos a modo deolas hacia el sur-debiera de exigir o no alos viajeros que se vacunasen contra lafiebre amarilla diez días antes de salir delpaís. El problema no es sencillo, puesto quehay dos ciudades de más de dos millonesde habitantes y otras de menor importan-cia en donde la fiebre amarilla ha dejadode ser una amenaza. La vacunación porconsiguiente significa un gran inconvenientey dificultad considerable para estas pobla-ciones.

He tratado el problema particular que elDr. Bayne-Jones quería que se discutiese.¿Tienen ustedes algún otro comentario quehacer sobre la fiebre amarilla de las Amé-ricas como amenaza para Asia? Al decirAsia, en realidad nos referimos a Asia ylugares intermedios.

Se encuentran entre nosotros el Sr. Cal-derwood, de la Secretaría de Estado; elDr. Spencer, Jefe de la Division de Cuaren-tena del Servicio de Salud Pública de EstadosUnidos; el Dr. Bica, de la Oficina SanitariaPanamericana; y el Dr. Stowiman, que se hadedicado a asuntos de cuarentena desdela época de la Sociedad de las Naciones.Todos ellos son expertos que pueden con-testar cualquier pregunta y que estándispuestos a hacerlo.

EL CORONEL ELTON: Esta amenaza aAsia parece un poco remota en compara-ción con la amenaza que existirá, dentro dedos o tres años, para las ciudades del Golfode México, norteamericanas y mexicanas.De acuerdo con el mapa que usted nos hamostrado sobre los progresos del control del

Aedes aegypti y de la campaña de erradica-ción, hasta el 30 de octubre cde 1954, lasciudades de Estados Unidos y de Méxicosituadas en el Golfo no sólo son áreas re-ceptivas de fiebre amarilla sino que alberganAedes aegypti en densidades que se encuen-tran muy por encima del nivel de transmi-sión. Una forma natural de llevarlo a lasciudades podría ser por las tripulaciones delos barcos pesqueros y camaroneros y los decabotaje en general que arriben a la costamexicana cuando ésta se encuentre afectadapor las fases epidémica y epizoótica de laola; y esas tripulaciones podrían transmitirel virus a los poblados del canalizo de Lui-siana y otras zonas costeras, así como a losgrandes centros urbanos. E incluso pudieradarse el caso de que dichos vectores hu-manos no presentasen síntomas de la en-fermedad mientras circulasen el virus. Sedebería vacunar a las tripulaciones. TMleparece que es una cuestión más importanteque la del Asia, donde nunca ha habidofiebre amarilla.

EL DRl. KNUD STOWMA.N (Servicio deSalud Pública, Estados Unidlos): Creo quegran parte de las dificultades que se presen-tan con respecto a los acuerdos sanitariosinternacionales derivan del hecho de que,por el largo tiempo que se invierte en supreparación, cuando llegan a aprobarseestán ya atrasados. Cuanto más se atrasela fecha en que entre en vigor, menos efi-caces serán algunas de las medidas queadoptemos, y otras serán infútiles.

Recuerdo cómo nuestras deliberacionespreparatorias para las Convenciones Sani-tarias Internacionales de 1944 tuvieronpor resultado el establecimiento de zonasendémicas de fiebre amarilla. Creo que enaquel momento dichas zonas estaban justi-ficadas. Después de todo, sólo habían trans-currido unos años desde que el Dr. Soperhabía descrito por primera vez la formaen que el virus selvático penetra en laciudad. Nuestros conocimientos sobre elalcance y epidemiología de la fiebre amarillaselvática eran limitados y, debido al estado

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de guerra, las notificaciones de casos mere-cían menos confianza que de costumbre.

Sin embargo, el sistema de zonas arraigóbien, tal vez porque en cierto modo repre-sentaba el menor esfuerzo. Tan cómodoera el sistema que no sólo se convirtió en lapiedra angular de las medidas relativas a lafiebre amarilla en el Reglamento SanitarioInternacional de 1951, sino que todos losintentos sucesivos de modificar las demar-caciones, de conformidad con la presenciaefectiva de fiebre amarilla, fueron echadaspor tierra por un frente político en la Asam-blea Mundial de la Salud. Había allí ungrupo asiático y también uno europeo, apesar de que Europa no es receptiva a lafiebre amarilla. Unidos los dos grupos blo-quearon las modificaciones, tan razonables,propuestas por el Comité de la OMS sobreCuarentena Internacional.

Estados Unidos ha propuesto ahora ofi-cialmente la abolición de las zonas de fiebreamarilla endémica y que las medidas decuarentena se basen en áreas locales, de-claradas infectadas siempre que exista uncaso humano de fiebre amarilla, urbana oselvática. La primera indicación de la pre-sencia del virus en la selva es, generalmente,el hallazgo de un caso humano, y en lasAméricas estamos ahora mucho mejorequipados que hace diez años para descubrircasos humanos. Los movimientos de la fiebreamarilla a través de las selvas son, actual-mente, bien conocidos.

El tráfico de norte a sur en las Américas,especialmente el aéreo, ha aumentado enor-memente. Nuestros aeropuertos meridiona-les despachan dos veces y media másaviones en vuelos internacionales que nues-tros aeropuertos del norte. Por cuanto serefiere al tráfico internacional, la fiebreamarilla es esencialmente un problema in-teramericano. Existen pocos focos activosde fiebre amarilla en las partes más de-sarrolladas de Africa, y el tráfico desde allíhacia las Américas es escaso.

Por consiguiente, espero que en la Asanm-blea Mundial de la Salud, que ha de reunirseen México, D. F., se llegue a un pleno

acuerdo entre las Repúblicas Americanas.Nosotros podríamos resolver este problemapor nuestra cuenta y, al mismo tiempo,proporcionar a las otras partes del mundotodas las garantías que sean necesarias.

EL PRESIDENTE: Muchas gracias, Dr.Stowman. Antes de suspender la sesión parael almuerzo, diré, a fin de estimular eldebate ulterior, que en los Estados Unidosno hemos observado por entero las dis-posiciones internacionales durante el re-ciente brote de Trinidad y que, asimismo,se pueden atribuir ciertas irregularidades aotros países. Por ejemplo, un representantede la Oficina comunicó que había observadoa un funcionario de cuarentena que, mien-tras imponía medidas de vigilancia y exigíacertificados válidos de vacunación, teníasobre su mesa un florero en el que pululabael Aedes aegypti.

(Martes, 21 de diciembre, P. M.)EL PRESIDENTE: Cuando suspendimos la

sesión para el almuerzo, hablábamos de lafiebre amarilla y las disposiciones sanitariasde cuarentena. Manifesté, entonces, quetenía la seguridad de que no habíamos ter-minado la discusión, y voy a pedir al Dr.Spencer que nos explique qué es lo que hayen el fondo de la cuestión, desde el puntode vista del Servicio de Salud Pública deEstados Unidos.

EL DR. CALVIN B. SPENCER (Serviciode Salud Pública de Estados Unidos): Comointroducción a mis observaciones, creo con-veniente manifestar que con frecuencia losfuncionarios de cuarentena son la cabeza deturco en el control de la introducción de lasenfermedades epidémicas. Creo que, entérminos generales, lo aceptamos sin pro-testa como parte de nuestro trabajo.

Haré un poco de historia con el fin demostrar la forma en que tratamos de preverlo que ha ocurrido, y de adoptar por anti-cipado medidas para enfrentarnos con unproblema como el que estamos discutiendo.Recuerdo una conversación con e] Dr. L.L. Williams, en 1942 ó 1943, cuando élestaba asociado al Control de la Malaria

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en Zonas de Guerra (actualmente Centrode Enfermedades Transmisibles), Serviciode Salud Pública, Atlanta; en tal entrevistaestuvimos los dos de acuerdo en que de-beríamos disponer, dentro de la Divisiónde Cuarentena Extranjera, de entomólogosque se ocuparan de los métodos de cuaren-tena en que se pudieran utilizar sus conoci-mientos. En aquella ocasión, se adoptaronlas disposiciones necesarias para destinarun grupo de entomólogos a la Estaciónde Cuarentena de Miami, primordialmentepara su adiestramiento antes de despla-zarse a las diversas estaciones de cuarentenaen que mejor pudieran aprovecharse susservicios. Miami representó un excelentepunto para el adiestramiento, puesto queallí llegaba la mayoría de aviones proce-dentes de países extranjeros. A consecuen-cia de estas medidas iniciales, abarcamosen el aspecto entomológico a todas lasestaciones más importantes situadas enel sur, muchas de las cuales reciben tráficomarítimo aparte del aéreo. Se llevan a caboinspecciones entomológicas periódicas delos aeropuertos y puertos, y se inspeccionana la llegada los aviones y barcos. Los entomó-logos identifican los insectos encontrados yse registran debidamente los datos recogidos.

Periódicamente, en discusiones con laOficina Sanitaria Panamericana y otrosorganismos, hemos subrayado la necesidadde llevar a cabo el control del Aedes aegyptien los alrededores de los aeropuertos ypuertos marítimos de las zonas receptivas.En consecuencia, nuestro servicio ha pedidomnás personal y mayores medios económicospara poder llevar a cabo un programa demejor manera que en la actualidad.

Durante el mes de agosto del presenteaño se celebró una conferencia con repre-sentantes de la Oficina de Servicios delEstado y de su Centro de EnfermedadesTransmisibles, en un esfuerzo para llegara un acuerdo acerca de las medidas que sepueden tomar frente al avance hacia elnorte que experimenta la fiebre amarillaen América Central, y a la aparición decasos en Venezuela y Colombia. Se han

realizado importantes planes a este respectoy, si bien no han sido todo lo fructíferos quese deseaba, creo que en un futuro próximose hará un esfuerzo más definido para llevara la práctica parte de esta labor.

En la actualidad, desde el punto de vistade la cuarentena, seguimos manteniendonuestras .inspecciones y control en los aero-puertos, valiéndonos de personal preparadoy exigiendo el rocianiiento habitual de lasaeronaves. En ausencia del tipo de problemaque nos preocupa de un modo inmediato, seexige que todas las aeronaves procedentesde áreas endémicas sean rociadas en rutahacia los Estados Unidos. Inmediatamentedespués de su llegada, inspeccionamos losavipnes para comprobar si se encuentran enellos insectos, vivos o muertos, particular-mente mosquitos. En caso de descubrirmosquitos vivos, nuestros inspectores tieneninstrucciones de volver a rociar inmediata-mente el avión. Afortunadamente la mayo-ría de los insectos que se encuentran estánya derribados o muertos.

El 21 de junio, inmediatamente despuésde la notificación del primer caso de fiebreamarilla en Trinidad, se envió un telegramaa nuestras estaciones más importantes di-ciéndoles que reforzaran las medidas decontrol en los aviones y barcos. Debo decirque este primer caso, que ocurrió en elcondado de St. Andrew al nordeste deTrinidad, no afectó directamente los aero-puertos y puertos marítimos de los queprocedía el tráfico que llegaba a EstadosUnidos. Se notificó un segundo caso defiebre amarilla, a la vez que se recibía másinformación.

Mientras reforzábamos nuestras medidasde control con respecto a los barcos y avionesy en relación a la exigencia de vacunaciónde los pasajeros, y más particularmente dela tripulación, no dejábamos de reconocerque no podíamos tomar medidas de controltotales o rígidas, puesto que el Gobierno deTrinidad no había declarado ninguna zonainfectada y, de conformidad con el Regla-mento Sanitario Internacional, no teníamosautoridad para aplicar dichas medidas.

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Después de recibir la notificación de uncaso de fiebre amarilla en Puerto España,el 7 de agosto, se advirtió a las estacionesde cuarentena que podían tomar medidasde control total. Como prueba de ello, serecibieron cables de los consulados en Trini-dad y Martinica indicando que se les habíaadvertido que se exigirían medidas de con-trol con respecto a los aviones y barcos quellegaran a los aeropuertos y puertos de losEstados Unidos. Posteriormente, a medidaque seguía extendiéndose la fiebre amarilla,enviamos un telegrama el 10 de septiembrellamando de nuevo la atención sobre la in-formación anterior y manifestando que seexigiría el control completo, inclusive, sifuera necesario, el aislamiento de no in-munes al llegar a Estados Unidos.

He enumerado toda esta serie de datos einformación sólo para indicar que, dentrode lo que podíamos hacer con el personal deque disponíamos, se indicaron a las personascompetentes las medidas que podian ydebían tomarse con respecto a dicho trá-fico aéreo y marítimo para hacer frente a lasituación.

Asimismo, los barcos que llegaban aNueva Orleans, Tampa, Mobile y otrosdeterminados puertos eran sometidos arociamiento antes de permitírseles la en-trada al muelle. A algunos de los tripulantesse les impedía la salida hasta que se lesinmunizaba contra la fiebre amarilla. Lastripulaciones de los aviones estaban enmejor situación porque, desde hace algúntiempo, las líneas aéreas tienen un programa,cuidadosamente aplicado por sus serviciosmédicos en cooperación con nuestra divi-sión, mediante el cual hay medios para lavacunación en los aeropuertos.

Las líneas marítimas no observan unsistema tan complejo en cuanto a las in-

unizaciones, pues algunos tripulantes setabían opuesto a que se les impusiera obli-gatoriamnente dicha vacunación. Sometoesta cuestión a la consideración de todosporque cuando se adoptaron las medidas decontrol necesarias, a partir de la notifica-ción del caso de Puerto España y de otros

sucesivos, muchas de las compañías tuvieronque detener sus barcos hasta que se vacunóa toda la tripulación a fin de que, al llegar aTrinidad o Venezuela, pudieran presentarun certificado válido. Esto creó un problemapara las empresas de transporte. Trabaja-mos muy en contacto con sus oficinas enNueva York y creamos numerosos centrosde vacunación en diversos puertos delos Estados Unidos; esto permitió 'a lascompañías aplicar las inmunizaciones en elpropio lugar en que los barcos estaban de-tenidos. A pesar de todo, queda ciertonúmero de individuos no inmunes entre lostripulantes, en cuyo caso, al regresar a Es-tados Unidos, están obligados a permanecera bordo hasta que termine el período deincubación.

Con respecto a otras medidas de controlen los Estados Unidos, parece que debería-mos tratar de erradicar el Aedes aegyptien los aeropuertos y puertos marítimos. Unprograma de tal naturaleza necesitaría lacooperación de las autoridades nacionales ylocales. Asimismo, requeriría la cooperacióndel Centro de Enfermedades Transmisibles.Creo que con el núcleo que está ya fun-cionando, y la ayuda que acabamos de men-cionar, podremos proporcionar las medidasadecuadas a los aeropuertos y puertos marí-timos a los que llega más tráfico procedentede las zonas afectadas.

En relación con el aspecto internacional,al que se ha hecho referencia anteriormente,nuestra opinión, desde el punto de vista dela cuarentena, fué que la primera notifica-ción de un caso humano clínicamente re-conocido o sospechoso se podía considerarcomo la notificación más importante enqué basar nuestras medidas de cuarentena,y empezar por declarar que en efecto erauna zona infectada, dando con ello la señalpara aplicar severos controles de cuaren-tena. Este fué el tema central de nuestrasmanifestaciones ante el Comité de Cuaren-tena Internacional. Tal vez si pudiéramosdeshacernos de la inflexible delimitaciónde la zona endémica, seguiríamos el criteriode la notificación de los primeros casos de

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fiebre amarilla a medida que ocurrieran.Me parece que una zona que tiene una noti-ficación de esta naturaleza es más impor-tante, desde el punto de vista del tráficointernacional, que la simple consideraciónde un área determinada o endémica en laque reconocemos que existe el virus.

Creemos también que todos los gobiernosafectados por este problema tienen tantointerés en la determinación de la presenciadel virus en su territorio nacional, comotenemos nosotros en determinarla. Ellosestán tan interesados en el tráfico que partede sus distritos como lo estamos nosotrosen el que nos llega a las zonas receptivas.Por consiguiente, con sus aeropuertos some-tidos a control y con el rociamiento de lasembarcaciones y aeronaves, tengo la seguri-dad de que los gobiernos se preocupan deque las personas procedentes de la selva seinmunicen antes de llegar a las zonas depoblación. Una gran mayoría de esas per-sonas serán inmunizadas por sus respectivosgobiernos al emprender un viaje interna-cional, pero, si esa inmunización no se prac-tica, creo que reconocerán que es entoncesla prerrogativa del país a cuya zona recep-tiva llegan los viajeros averiguar su estadode inmunización y adoptar las medidas decontrol pertinentes. Creo que éste fué,en pocas palabras, el tema central que sepresentó a discusión en el Comité Inter-nacional de Cuarentena. En honor de labrevedad, creo que no debo prolongar miscomentarios, pero tendré mucho gusto encontestar a las preguntas que deseen hacer.

EL PRESIDENTE: Muchas gracias, Dr.Spencer. Considero que es justo añadir queno traté de convertir en cabeza de turco alservicio de cuarentena, al referir el episodiodel Aedes aegypti que pululaba en el florerode la mesa del despacho de un funcionariode cuarentena. A este respecto, y puestoque cité este caso, también creo justo agregarque cuando visité el despacho del Dr.Downs en septiembre, en el momento enque había casos de fiebre amarilla en PuertoEspaña y en que abundaba el virus, el Dr.Downs llamó mi atención al hecho de que

el mosquito que me estaba picando allíen su despacho era un Aedes-aegypti. Estasson cosas que ocurren, y el Dr. Downsno era responsable del control del aegyptien la zona en que trabajaba.

En las observaciones del Dr. Spencer ]hayuno o dos puntos que debieran ponerse derelieve. Primero, el problema de los intere-ses económicos afectados; siempre que lafiebre amarilla, sea o no transmitida por elaegypti, invade una nueva zona surgen in-mediatamente dificultades internacionales.En el caso del brote de Panamá y de Amé-rica Central, de que han hablado el CoronelElton y el Dr. Boshell, pasados los primerosdías y después que se supo que no habíaaegypti en Panamá y en Colón-los puertosprincipales-se levantaron casi todas lasrestricciones de salida de la región. Enciertas partes se han exigido certificados devacunación pero, en seis años de actividad dela fiebre amarilla selvática a través deCentroamérica, no ha habido ningún casoen que se haya producido el transporte delvirus a larga distancia o se haya transmitidoa otro país seres humanos infectados.

Los intereses económicos relacionados conla fiebre amarilla no sólo sufren los efectosde la declaración de infección de esta enfer-medad, sino que pueden afectar la notifica-ción de la misma. Ocurre con frecuencia quese ejerce presión sobre las autoridadeslocales para que no notifiquen la presenciade la enfermedad, por las pérdidas que lanotificación podría causar a los negocios.Hay que destacar el hecho de que no sesuele notificar inmediatamente la presenciade fiebre amarilla. En el caso de Panamrná,mencionado por el Coronel Elton estamañana, se debe señalar que el primero delos cinco casos falleció el 11 de noviembre,y sin embargo la primera notificación inter-nacional no se efectuó hasta el 14 de enero, osea, dos meses después.

Siguiendo las observaciones que hice estamañana sobre la importancia del aegyptien la propagación de la fiebre amarilla, siqueremnos hacer las cosas de una manera

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altamente técnica, debemos dedicar mayoratención a los índices del aegypti en lasciudades y pueblos cercanos a las zonasselváticas que al número de casos realmentenotificados en esos puntos. En los bole-tines epidemiológicos de la Oficina Sani-taria Panamericana empiezan a aparecerlos índices del aegypti de los principalespuertos y aeropuertos de las Américas,como parte de los informes esenciales quenecesitan los funcionarios de sanidad parael desempeño de su cometido. Anterior-mente, dichos índices aparecían de vez encuando en el Boletín mensual de la OSP,pero ahora forman parte del documento detrabajo del epidemiólogo, que va directa-mente a las determinadas autoridadesinteresadas en él.

El Dr. Spencer habló de la erradicacióndel aegypti en puertos y aeropuertos. Pornuestra experiencia de muchos años con laerradicación del aegypti sabemos que no escosa factible mediante un programa enpequeña .escala. La tentativa de erradicar elaegypti de un puerto o aeropuerto, sinlimpiar la zona que lo rodea, está destinadaa fracasar a la larga. La erradicación delaegypti es uno de los programas que, paraque tenga éxito, debe expandirse constante-mente. Al estudiar este problema, se ve enseguida que es mucho mejor económica-mente tratar el problema completo lo másrápidamente posible, que seguir gastandodinero en medidas parciales.

Sr. Calderwood, ¿desea usted agregaralgo a las manifestaciones hechas?

EL SR. HOWARD B. CALDERWOOD (Secre-taría de Estado de Estados Unidos):Quiero plantear una o dos cuestiones. Seha indicado que a varios países asiáticospreocupa la posible importación de la fiebreamarilla, a consecuencia de lo cual las au-toridades sanitarias respectivas han apli-cado medidas de cuarentena a las personasy aviones procedentes de países consideradoscomo posibles fuentes de infección. Dichasmedidas exceden los límites de lo autorizadopor el Reglamento Sanitario Internacional.Sin embargo, se permite a estos países

asiáticos que tomen medidas excesivas envirtud de sus reservas respecto al Regla-mento.

Las disposiciones sobre fiebre amarillacontenidas en el Reglamento SanitarioInternacional se están estudiando a losefectos de su revisión por la próxima Asam-blea Mundial de la Salud. Con objeto deaplacar los justificados temores de lasautoridades sanitarias de las zonas alta-mente receptivas y, al mismo tiempo, evitarla aplicación de medidas de cuarentena querebasan las que, de un modo general, sereconocen como necesarias para evitar lapropagación internacional de la fiebre ama-rilla, se ha propuesto, inter-alia, que serequiera de las administraciones sanitariasque notifiquen como áreas de peligro aque-llas en que, aun sin haberse descubiertoningún caso humano, se sepa o se sospecheque el virus de la enfermedad está activo;y que asimismo se vacune a los habitantesde tales áreas y se desinsecticen los avionesantes de emprender un vuelo internacional.

Ahora bien, las cuestiones que quieroplantear son las siguientes: (1) ¿cuál esel criterio que se podrá aplicar para deter-minar la existencia de un área de peligro?y (2) ¿es posible que la administración deun país, en el que se ha descubierto la fiebreamarilla selvática, delimite la llamada área oáreas de peligro?

Estos son problemas que se refieren aasuntos de carácter técnico que, en miopinión, el presente grupo debiera con-siderar. He omitido toda referencia a otrascuestiones que se han planteado aquíacerca de la necesidad de medidas de cuaren-tena en lugares en que se han descubiertocasos humanos y en que se sabe que existeel aegypti, puesto que parece que la actualpreocupación de las autoridades sanitariasde las zonas receptivas es el área de la fiebreamarilla selvática, lo cual fué objeto deconsiderable discusión por parte del Comitéde Cuarentena en su reciente reunión deGinebra. Tenemos el caso de Caracas, queel Dr. Soper mencionó esta mañana. Casoscomo éste son los que las alarman: la posi-

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bilidad de que una persona, que sale deuna zona selvática, tome un avión y lleguea un aeropuerto de un área receptiva dentrodel período de incubación. Aunque remota,la posibilidad existe.

EL PRESIDENTE: Gracias, Sr. Calder-wood. Nos ocuparemos, naturalmente, desu cuestión más adelante, pero propongo queno tratemos de contestarla ahora mismo.

Por el giro que ha tomado la discusión,los comentarios del Coronel Elton y algunosotros puntos planteados por el Dr. Spencersugiero que alteremos ]igeramente el ordende la misma. En vez de continuar con eltema de ]a amenaza a Asia y con la cuestiónplanteada por el Sr. Calderwood, pasandoluego a la cuestión no terminada de la in-vestigación, el debate nos lleva más lógica-mente a examinar las posibilidades deerradicación del aegypti.

Examinando el mapa 5 "Estado de lacampaña de erradicación del Aedes aegyptial 30 de octubre de 1954", señalaré, enlíneas generales, la situación actual en lamedida que permitan nuestros conocimien-tos, puesto que, con la información parcialque se distribuye en los informes epidemio-lógicos, la mayoría de nosotros no obtieneuna idea completa de lo que ocurre conrespecto a una enfermedad determinada.Hablo a petición del Dr. Severo, quien,todavía un poco tímido para hablar eninglés, me ha pedido que lo haga en sunombre.

La posibilidad de erradicar el aegypti delas ciudades de las Américas se demostrópor primera vez en 1932-1933. Quienes,en aquella ocasión, estábamos interesadosen las operaciones, nos gustaría poder decirque la erradicación fué algo que nosotroshabíamos planeado. Pero no fué así. Laerradicación del aegypti se produjo en unmomento en que los controles administra-tivos sobre el servicio anti-aegypti se esta-ban intensificando, pero no teníamos lamenor idea de que fuéramos a conseguir laerradicación, ni siquiera la intentamos.Fué algo que ocurrió inesperadamente y,después de ocurrir,. se descubrió que era

más económico destinar parte de los hombresde la zona que ya se había limpiado a lalimpieza de los suburbios, que manteneruna constante vigilancia sobre lo que ocurríaen la ciudad ya limpia. Luego, una vez quese habfa terminado con los suburbios, seobservó que era más barato salir y limpiarel interior del área que mantener un serviciode control permanente en las zonas ya lim-pias.

Si ustedes observan el mapa del Brasily las áreas sombreadas, verán que granparte del país estuvo infestada, pero que ladistribución del aegypti no era general. Seencontró muy rara vez en los valles delAmazonas por encima de la primera cata-rata, y se observaron otras característicasde límites, pero el aegypti estaba presenteen alguna parte de cada estado y todo elnordeste del Brasil se hallaba infestado nosólo en las ciudades y pueblos, sino tambiénen las zonas rurales. La erradicación delaegypti en las Américas es posible porque,en este continente, no es un mosquito selvá-tico. En las Américas, el aegypti se encuen-tra siempre en las viviendas humanaso muy cerca de ellas.

La erradicación del aegypti en el Brasilempezó en determinadas ciudades a lolargo de la costa oriental y, a partir de :Lasmismas, se limpiaron otras áreas en elinterior hasta que, gradualmente, se limpiótodo el país. La erradicación no fué tareafácil. El empleo del petróleo-el mejor lar-vicida disponible-fué un procedimientolento y costoso. A fines de 1939 sólo seisestados del Brasil y la capital federal esta-ban libres de aegypti. No obstante, se habíaprobado que era posible, y a principios de1940 el Servicio Nacional contra la FiebreAmarilla declaró que su objetivo era lacompleta erradicación del aegypti del Brasil.Se habían hecho considerables progresosantes de la introducción del DDT, perogracias a él la erradicación del aegypti fuémucho más rápida y fácil que anterior-mente. La relativa facilidad con que sepuede erradicar el aegypti con el DDTllenó de excesivo entusiasmo a algunos

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MAPA 5

ESTADO DE LA CAMPAÑA DE ERRADICACION DEL AEDES AEGYPTI AL 30 DE OCTUBRE DE 1954

¢9 ,,#J.'í9 t 1

Areas en las que todavia está

presente el Aedes aegypti

Zona declarada receptiva a la i

fiebre amarilla por el Servicio de

Salud Pública de los Estados Unidos,

o Unica casa aislada que se encontróinfestada en dos años

Areas en las que ya no sesjjjjJ Aedes aegypti

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trabajadores sanitarios, que llegaron a decirque la erradicación del aegypti es sencilla.Es fácil en comparación de lo que era antes,pero todavía requiere una cuidadosa ad-ministración y que se abarque la totalidadde la superficie infestada.

Hacia 1946, el aegypti era tan escaso enel Brasil que la reinfestación procedente deotros países se convirtió en grave problema.Entonces, el Servicio Nacional contra laFiebre Amarilla sugirió a la FundaciónRockefeller que sería muy conveniente parael Brasil que se erradicara el aegypti delParaguay. En el mapa 5 aparece el áreainfestada del Paraguay como contigua alas áreas infestadas de Argentina y Brasil.El Gobierno del Brasil ofreció sufragar granparte de los gastos para limpiar de aegyptiel Paraguay, pero el representante de laFundación Rockefeller consideró que lalimpieza del Paraguay simplemente cam-biaría la frontera brasileña de infestabilidada la frontera argentina, y rehusó inter-venir. Al año siguiente el representante delBrasil en el Consejo Directivo de la Or-ganización Sanitaria Panamericana presentóuna propuesta de erradicación del aegyptien todas las Américas, convencido de que,aunque se lograra la erradicación del aegyptide los diez países del continente lindantes conel Brasil, éstos se reinfestarían si no selimpiaba el resto del continente. Durantelos últimos siete años, la Oficina SanitariaPanamericana ha colaborado con diversospaíses para la solución de este problema,con la importante ayuda del Servicio Na-cional contra la Fiebre Amarilla, del Brasil,el cual ha proporcionado hombres y a vecesmaterial cuando nuestro suministro esca-seaba.

Antes de pasar al aspecto que presentanlos demás países, desearía indicar algo delo que ocurrió en el Brasil. Hay que tenerpresente que el Brasil es un país más grandeque el territorio continental de EstadosUnidos. Tiene un área de 8.500.000 kiló-metros cuadrados, lo cual representa undiez por ciento más que los Estados Unidos.A fines de 1950, el Director del Servicio

Nacional contra la Fiebre Amarilla comunicóque, al parecer, el aegypti había sido eliimi-nado en el Brasil, pues durante este añiono se encontró ningún mosquito de esaclase. Lo mismo ocurrió en 1951, en quetampoco se observó dicho mosquito; peroen 1952 se descubrieron algunos focos en elestado de Río Grande do Norte. Estehallazgo aplazó la declaración oficial (leque en Brasil no existía el aegypti. En 1953no se encontró ningún aegypti en el paísy se pudo declarar que, a juzgar por loshechos conocidos, el Brasil estaba libre (ledicho mosquito.

A principios de 1954 fué nombrado unnuevo Director del Servicio Nacional contrala Fiebre Amarilla del Brasil. Le visitépoco después y le pregunté si creía que yano existía el aegypti en la parte nordestedel país, a lo que me contestó que lo igno-raba pero que, con toda seguridad, iba aaveriguarlo.

En septiembre le volví a ver y le pre-gunté: ¿Ha averiguado algo? El me mostrólas cifras, que no voy a tratar de repetirde memoria. Un gran número de hombreshabía explorado metódicamente áreas que,con anterioridad, estuvieron fuertementeinfestadas, y el Director me dijo: "En loque va del año, nuestros hombres no hanencontrado más que una sola casa en laque había aegypli. Dicha casa, situada aunos seiscientos metros de la más próxima,al parecer se pasó por alto en las visitasanteriores, y fué la única del municipio enque se encontró aegypti en los primerosnueve meses de 1954." Tengo entendidoque se encontraron otras dos viviendasrurales que estaban infestadas. Brasil hallegado a un punto en que tan pronto comose encuentran casas infestadas, se las con-dena rápidamente. Se puede decir, en ver-dad, que no se tiene noticia de que prosiganinguna infestación de aegypti en el Brasil.

Si observamos los demás paiíses, veremosque Bolivia no ha notificado la existenciade aegypti desde 1948. Paraguay se consideraque está libre de tal mosquito; Uruguaytambién, con la posible excepción de una

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infestación de menor importancia ocurridaen Montevideo a principios de 1954. Laúltima encuesta, todavía incompleta, noha mostrado ninguna infestación. Recientesinformes de Chile muestran que el país estátambién limpio de ella. Argentina no pre-senta un panorama tan oscuro como el queaparece en el mapa 5, pero faltan informesrelativos a algunas partes de la zona. Re-cientemente el Gobierno de la Argentinaadoptó las medidas necesarias para em-prender la erradicación del aegypti de con-formidad con los acuerdos celebrados conlos países circundantes, en virtud de loscuales cada uno de ellos está obligado aerradicar el aegypti dentro de sus fronteras(Acuerdo Sanitario del Río de la Plata,1948).

En el Perú no se conocen focos de infesta-ción del aegypti. Existen ciertas áreas quedebieran volverse a comprobar pero, porel momento, se considera que el Perú estálibre de dicho mosquito. Lo mismo ocurrecon el Ecuador, donde se ha hecho la opor-tuna comprobación. En Colombia se estállevando a cabo la campaña anti-aegyptiy es posible que esté ya terminada en uncuarenta o cincuenta por ciento.

En Venezuela, la erradicación del aegyptiha estado a cargo principalmente del Serviciode Malaria, con excepción de la ciudad deCaracas y sus alrededores. El peligro dela situación se manifestó claramente cuando,en octubre de 1954, se introdujo en Caracasun caso infeccioso de fiebre amarilla. In-mediatamente se tomaron medidas de urgen-cia y se rociaron totalmente con DDT deacción residual los edificios que quedabana cien metros de donde ocurrió dicho caso.Asimismo, se roció la ciudad con DDT,desie el aire, a los efectos de destruir todoslos insectos voladores, y finalmente seorganizó una campaña sistemática de erradi-cación casa por casa. Es de esperar queVenezuela quede libre de aegypti en unfuturo muy próximo.

La Guayana Francesa está también librede dicho insecto. La Guayana Británica selimpió de él y luego volvió a reinfestarse

por los barcos procedentes de puertos in-festados. Con respecto a América Central,no se sabe de ningún lugar de Panamá,Costa Rica y Nicaragua en que esté presenteel aegypti. Sin embargo, en Guatemala,Honduras y El Salvador existe todavía elproblema del aegypti, aunque los tres paísesdisponen de programas muy adelantados.La campaña de erradicación en México seestá reorganizando después de una interrup-ción de varios años.

En Cuba, la campaña de erradicacióndel Aedes aegypti se organizó hace un año.La labor en gran escala empezó, en realidad,en marzo de 1954. Con respecto a Cuba, laRepública Dominicana y Haití, hemos tenidobastante suerte en cuanto a las fechas enque se celebraron los acuerdos con los go-biernos para organizar estos servicios, puestoque se iniciaron y se llevó a cabo considerablelabor en las capitales de dichas tres repúbli-cas antes de que surgiera la amenaza deTrinidad. Tal vez sea interesante decir queel índice que se observó en La Habana ascen-día al veintidós por ciento, siendo muchomás elevado de lo que creían las autoridadeslocales.

El área sombreada de Estados Unidos,que aparece en el mapa 5, corresponde a lazona que el Servicio de Salud Pública delos Estados Unidos declaró zona receptivaa la fiebre amarilla de conformidad con elReglamento Sanitario Internacional. Elaegypti no se extiende por esta zona conregularidad pero, en general, es donde sepuede encontrar. Los datos sobre la distribu-ción y densidad del aegypti en los EstadosUnidos no están al día y probablemente sise realizara una encuesta minuciosa nosencontraríamos con muchas sorpresas, osea, que ciertas regiones tienen mucho menosaegypti de lo que se sospecha, mientras queotras mostrarían tener mucho más.

Esta es la situación, en general, en quese encuentran las Américas, con excepciónde las colonias británicas y holandesas, quese hallaban más atrasadas a este respecto,aunque en el momento actual, por reaccióna la epidemia de Trinidad, están intensifi-

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cando sus respectivas campañas de erradica-ción. No se prevé ninguna dificultad impor-tante con respecto a la limpieza del áreadel Caribe, si los Estados Unidos eliminanal aegypti del país. Esto requerirá la plenacolaboración de todos los estados, bajo losauspicios del Servicio de Salud Pública delos Estados Unidos como factor de coordi-nación.

Cuando, a fines de 1947, el Brasil propusola erradicación continental del aegypti, seconsideró que los dos países más difíciles deinteresar en el programa eran Argentina ylos Estados Unidos. Son quizás los dos paísesmenos expuestos a una amenaza inmediata,si se logra evitar la transmisión de la fiebreamarilla de otros países por el Aedes aegyptiy, por consiguiente, existe una tendencianatural a no decidirse a tomar costosasmedidas de erradicación. Sin embargo, unavez que se haya limpiado La Habana-enla actualidad ya tiene un índice de seguridady en breve serán liquidadas otras partes dela isla-una vez que Cuba quede libre dela infestación y lo mismo ocurra en las áreascontiguas de México, es de suponer que losEstados Unidos reciban constantes quejasde estos países cuando ocurra una reinfesta-ción de las zonas que ya se hayan limpiado.

Todo lo dicho resume, en cierto modo,cuál es la situación con respecto al aegypti.Creo que, en general, nos encontramos enuna fase tal que, dentro de pocos años,podrá completarse la labor.

EL DR. FRED J. BRADY (Servicio de SaludPública de Estados Unidos): Hay algunascuestiones que creo oportuno plantear enesta reunión. No sé si se podrán o no con-testar, pero creo que es apropiado suscitarlasante un grupo de expertos como el aquí re-unido.

La primera de ellas se refiere a Trinidad.El Dr. Soper hizo referencia esta mañanaa las tremendas pérdidas económicas quesufrió Trinidad durante el reciente brote defiebre amarilla. Toda la información quehemos recibido, procedente de fuentes ofi-ciales, confirma por cierto el hecho, y en

octubre una estimación no oficial, limitada aTrinidad solamente, arrojaba un costo hastaentonces de $23.000.000, como consecuenciade unos pocos casos de fiebre amarilla. ElDr. Soper mencionó también que éste erael primer brote que ocurría en un puertomarítimo en varios años. ¿Hubieran sido dela misma magnitud las pérdidas económicasque sufrió Trinidad si no hubiese existido allíel Aedes aegypti? ¿Tiene algún efecto apre-ciable la presencia o ausencia de dicho mos-quito en las consecuencias que sufren laindustria y el comercio en caso de epidemnia?Creo que esto tiene bastante importanciapara nosotros al estudiar el problema de laerradicación del aegypti.

La segunda cuestión que quería plantearse ha contestado ya en parte. Si observamosel Golfo de México en este mapa veremosque está casi completamente rodeado porel Aedes aegypti. Sabemos actualmente queel caso más cercano de fiebre amarilla o depruebas de la presencia del virus de estaenfermedad se encuentra en Honduras cercade la península de Yucatán. Mi pregunta vadirigida a los que tienen más informaciónque yo acerca de dicha región. ¿Existenbarreras naturales que impidan la propaga-ción hacia el norte del virus y su llegada ala zona del Golfo, que al parecer es muyvulnerable a la fiebre amarilla humana, acausa de la presencia del aegypti? Creo quees a esto a lo que se ha referido el CoronelElton esta mañana, y tengo entendido queconsidera que el virus puede cruzar el ríoMotagua y la zona platanera de la parteatlántica de Guatemala. Si es así, estimoque puede penetrar con bastante rapidezen Yucatán. Carecemos de informes sobre elvector en esta parte de América Central.Tal vez entre los presentes se encuentre al-guien que pueda hablarnos del vector y desu posible extensión. Además, creo tambiénque el límite norte de la región en que existenmonos tiene cierta importancia para nosotrosen este problema.

Estas son, Sr. Presidente, algunas de laspreguntas que se me ocurren. Las respuestaspodrán ser de índole teórica, sin embargo

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considero que éste es el lugar apropiado paraesta clase de conjeturas.

EL PRESIDENTE: Muchas gracias, Dr.Brady. Hace algún tiempo, no mucho, hu-biera contestado gustosamente a todas estaspreguntas. Hoy, no puedo. Creo, sin em-bargo, que se debe señalar la diferencia entrelo que ocurrió en Trinidad y lo acaecido enlos puertos de América Central. En el casode Panamá y de América Central la Oficinapudo, basándose en la ausencia del aegypti,aconsejar a los gobiernos que no tomasenmedidas contra estos países. La notificaciónde la existencia de fiebre amarilla en Panamállegó el 14 de enero de 1949. En aquel mo-mento me encontraba en la ciudad de Méxicoy, al día siguiente, tomé un avión paraPanamá. Un día o dos después gestionaba,por teléfono, con el Ministro de Salubridady Asistencia Social de Cuba que se pusierafin a las restricciones impuestas al tráficoaéreo que pasaba por Panamá. Casi no hasurgido ninguna dificultad con respecto a lanavegación a consecuencia del movimientodel virus por América Central durante losúltimos seis años, puesto que el virus no haentrado en contacto con el aegypti.

En general, no ha habido dificultad algunaen las Américas con respecto a la navegaciónmarítima en los últimos años; durante loscuales los brotes de fiebre amarilla queocurrieron se identificaron claramente comofiebre amarilla selvática. El brote de Trini-dad es el único que desde hace muchos añosha causado graves pérdidas económicas alpaís afectado. El último trastorno de impor-tancia, que precedió al de Trinidad, seoriginó a raíz de un caso en Asunción, Para-guay, en 1937, que el gobierno dejó de noti-ficar oficialmente. El Gobierno Argentinose enteró por una transmisión de radio yapresuradamente estableció una cuarentenade tres semanas que costó a Paraguay unabuena suma de dinero.

La contestación a la pregunta que ustedha planteado es, probablemente, la siguiente:gracias a lo avanzado de los conocimientos

que tienen actualmente las autoridadessanitarias de las Américas, se respetaría unadeclaración de la Oficina Sanitaria Pana-mericana en el sentido de que en determi-nada zona no hay peligro de fiebre amarillatransmitida por el aegypli; y la declaraciónde fiebre amarilla selvática originaría escasaspérdidas.

La cuestión relativa a las barreras contrael movimiento del virus hacia Guatemalay México está indudablemente relacionadacon los otros dos aspectos que usted hamencionado; o sea, la distribución de losmonos y la identidad de los vectores y sudispersión en aquella área. Me permitoproponer que el Dr. Trapido nos haga unbreve resumen de la situación por lo querespecta al vector, tal como él la ve, y que,con la ayuda del Dr. Boshell, nos proporcioneuna idea acerca de las posibilidades de propa-gación de la fiebre amarilla desde su puntoactual en Honduras hacia Guatemala yMéxico.

En relación con la distribución de lasdiversas especies de monos, el Dr. Williamstiene un mapa en el que aparece la de losmonos araña en Sudamérica (mapa 6) yotro (mapa 7) que muestra la distribuciónen Centroamérica, y no cabe duda de queen las zonas propiamente selváticas de estaregión existen suficientes monos para intro-ducir el virus en México. En general, y porlos informes de que disponemos, sabemos quelos propios monos existen hasta en lugaresmuy adentrados de México. Circulen, porfavor, estos mapas, y que los vea el Dr.Brady.

EL DR. HAROLD TRAPIDO (Gorgas Memo-rial Institute): Con respecto a los monosCebus, su distribución por el norte terminaen Honduras Británica. En México se en-cuentran Ateles (monos araña) y Alouatta(araguatos) hasta muy cerca del límiteseptentrional de la clásica región zoogeo-gráfica neotropical, en Tamazunchale, alsudeste de San Luis Potosí.

EL PRESIDENTE: ¿Cuál es la distancia enrelación con algunas de las ciudades grandes?

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EL DR. TRAPIDO: Unos 160 kilómetrosal sudoeste de Tampico. Eso es lo más alnorte que llegan los monos.

Con respecto a los mosquitos, la palabra"conjetura" se ha repetido varias veces y,aunque quisiera poder sacar la discusióndel terreno especulativo, lo que voy a haceres facilitar datos que quizás den lugar anuevas "conjeturas". En junio y julio de1954, se notificó que morían monos en lacosta norte de Honduras, entre La Ceiba yTela. Cuando se confirmó la noticia el Sr.Galindo y yo, que pertenecemos al GorgasMemorial Laboratory, nos dirigimos a aquellugar con' varios propósitos. Uno de ellosera tratar de obtener una cepa fresca devirus para utilizarla en los experimentos quehabíamos planeado de su transmisión en ellaboratorio valiéndonos del Haemagogus cen-troamericano, el cual sabíamos que puedetransmitir el virus. Otra finalidad era cap-turar mosquitos en los lugares en que moríanlos monos y clasificar las especies en formaque nos permitiera determinar, realmente,cuáles son los mosquitos portadores del virus.

Por fortuna, en aquella ocasión llegamoscon tiempo suficiente. El 30 de julio estába-

mos en Tela y el 6 de agosto recogimos unmono muerto, cuyo hígado, según notificó elDr. Johnson, dió resultado positivo. Ante-riormente, el 16 de julio, se había recogido unmono muerto, que fué enviado a Bogotá,pero, debido a un retraso en los servicios deltransporte aéreo, el Dr. Gast no pudo infor-mar hasta varias semanas después. El resul-tado fué también positivo.

Empezamos a capturar mosquitos en lacopa de los árboles el día en que el monomurió de fiebre amarilla, histopatológica-mente probada, y recogimos 20.000 dentrode un radio de acción de 400 metros en lascuatro semanas siguientes. En primer lugar,debo decir que no tuvimos un éxito como elque el Dr. Downs nos ha comunicado. Hastael presente, no se ha obtenido virus de nin-guno de estos mosquitos, pero los trabajos delaboratorio que lleva a cabo el Dr. Roda-niche no han terminado todavía.

En la costa septentrional de Honduras seencuentra una llanura relativamente estre-cha, que oscila entre cinco y veinticinco otreinta kilómetros de ancho. Esta llanuracostera, situada entre Tela y La Ceiba--dospuertos marítimos-está formada por pla-

PANAMÁ

1. Chepigana2. Río Lara3. Río Tuira4. Cituro5. Tapalisa6. Mount Pirre7. Río Bayano

COLOMBIA

8. Cereté9. Río Atrato

10. Las Marimondas11. Puerto Estrella12. La Gloria13. Río Tarra14. Norosí15. Concordia16. Bolívar17. Mambita18. Villavicencio19. Gallera20. Barbacoas

VENEZUELA

21. El Llagual22. Río Mato23. Esmeralda24. La Unión

LOCALIDADES QUE APARECEN EN EL MAPA 6

GUAYANA BRITÁNICA 44. Puerto Indiana25. Maripá 45. Río Santiago25. Maripá 46. Río Napo

26. Río Supinaam 46. Rom Napo47. Tomependa

GUAYANA HOLANDESA 48. Tutumberos

27. Marowijne River 49. Iquitos28. Paramaribo

GUAYANA FRANCESA PERÚ51. Cahuapanas

29. Cayenne 52. Elvira30. Río Lunier 53. Cerro Azul31. Riviere Camopi 54. Lamas

ECUADOR 55. Al oeste deChayavitas

32. Cordillera de 56. SarayacuChilluri 57. Chicosa

33. Hacienda 58. Riío AguaytíaChinipamba 59. Río Inuya E

34. Santo Domingo de 60. Río Javarilos Colorados 61. Boca del Río E

35. Baeza Urubamba E36. San José 62. Peruaté37. Chimbo 63. Río Comberciato E38. Gualea39. Mindo BOLIVIA E40. Cordillera Galeras 64. Ibon [= Ivon] E41. Jima 65. Puerto Salinas42. Tarapoto 66. Santa Helena43. Boca Río Curaray 67. Río Yapacani

BRASIL

68. Serra de Cucuy69. Jaburú70. Sao Felipe [= Joáo

Pessoa]71. Río Jamundá cerca

de Faro72. Igarapé Anibá73. Obidos74. Santarém75. Aracú76. Piquiatuba77. Caxiricatuba78. Tauary79. Lago Cuipeúa10. Cametá11. Altamira12. Belterra13. Lago Grande14. Rio Madeira15. Boca del Rio Abuña16. Paitaná17. Jarú88. Barrao de MelgaVo19. Cabeceiras do

Pirocoluina90. Rio Sararé91. Serra dos Parecis

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tanales, pequeñas granjas y pastizales aban-donados o bien por selva costera pantanosa.A cinco, veinticinco o treinta kilómetros dela costa, se encuentra una alta cordillera cu-bierta de excelente selva virgen de la regiónlluviosa. Al enterarnos de que el mono habíamuerto en La Masica, punto situado en lavía férrea entre las dos poblaciones citadas,supusimos que los monos procedían de algúnlugar de esta frondosa vertiente. Pero noera así. Los monos murieron en la llanuracostera entre el ferrocarril y el mar, en unlugar de bosques discontinuos y de panta-nos interrumpidos por terrenos de pastos yplatanales; un tipo de terreno en que, enninguna parte de Centroamérica, hemos en-contrado al conocido vector sudamericano.No pudimos obtener información alguna deque murieran monos en las vertientes de lamontaña en que encontramos el vector y endonde esperábamos hallarlo. iPor consi-guiente, los monos no morían (o por lo menosno pudimos obtener testimonio alguno deque muriesen) donde sabíamos que se encon-traba el vector, sino en sitios donde no habíadicho vector (Haemagogus spegazzinii falco)!

Ahora, tal vez el Dr. Boshell desee darotra interpretación a estos descubrimientos,pero el hecho es que de 20.000 mosquitos,recogidos dentro del mes siguiente a la úl-tima serie de monos que murieron de fiebreamarilla, no pudimos recobrar ningún vectornatural conocido de la fiebre amarilla. Elúnico Haemagogus presente fué el Haema-gogus equinus, que se sabe que transmite laenfermedad en el laboratorio, pero que nuncase ha encontrado infectado en la naturaleza.Cualquiera puede preguntarse ¿ adónde noslleva esto? El vector existía a unos veinti-cinco kilómetros de distancia, pero, comobiólogo, debo señalar que lo mermado de ladistancia engaña porque las condiciones eco-lógicas, que tienen mayor importancia, sonmuy distintas en las dos situaciones, es decir,que no era de esperar que se encontrara elHaemagogus spegazzinii falco. vector naturalprobado, en el tipo de selva en que moríanlos monos.

El valle de Lancetilla, lugar situado a unos

treinta y cinco kilómetros al oeste de LaMasica, es el punto más al norte en que,hasta ahora, hemos encontrado el spegazziniifalco. Creemos que la parte septentrional deHonduras se encuentra en las cercanías o enel límite norte de la distribución de estaespecie. No sabemos cuál es la situación enel este de Guatemala, pero actualmente seencuentra allí un hombre realizando captu-ras. Durante una época de lluvias recogimosmosquitos en el estado de Tabasco, México,pero no conseguimos ningún falco. Por consi-guiente, podemos decir decididamente, o porlo menos así lo creemos, que la especie quese ha comprobado que es el vector sudameri-cano no llega a la parte norte de la penínsulade Yucatán.

No obstante, relacionado con este grupovector conocido (incidentalmente, fué el spe-gazzinii el que intervino en Trinidad) existeotro Haemagogus que no ha sido estudiadoen cuanto a su capacidad de transmitir elvirus de la fiebre amarilla, debido a que sudistribución hacia el sur termina en San José,Costa Rica, y todos los trabajos sobre trans-misión de la fiebre amarilla se hicieron enSudamérica. Esta especie, que forma partede un complejo de ellas representado poralgunas en América Central, no ha sido aúnsometida a prueba. No obstante, un espe-cialista en taxonomía diría que, morfológica-mente, está estrechamente relacionada conel spegazzinii. Nosotros, en el curso de losestudios de campo, descubrimos que lo quese creía que era un mosquito raro, conocidomediante unos pocos especímenes, es real-mente el representante más meridional deun complejo muy común de especies que seextiende desde San José, Costa Rica, hastapor los menos San Luis Potosí, la parte másseptentrional en que se encuentran monos.No tenemos todavía seguridad con respectoa las relaciones taxonómicas dentro del com-plejo, pero estamos realizando experimentosde laboratorio acerca de la capacidad quepuedan tener ciertos miembros de este grupode transmitir el virus.

El único Haemagogus que apareció en lallanura pantanosa en que murieron los mo-

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nos en Honduras, cerca de La Masica, fuéel Haenmagogus equinus. Esta especie se en-cuentra en Colombia y hacia el norte hastaMéxico. El año pasado recogimos mosquitosde esta especie en el estado de Tamaulipas,que limita con Texas en la costa del Golfo.Creo que en la oportuna época del año sepodría ir a un lugar de Texas que tengo en lamente y recoger también mosquitos. Yodiría que el Haemagogus puede muy bienencontrarse en los montes Chisos del oestede Texas. Ecológicamente, la situación es lamisma que aquella en que recogimos Haema-gogus en México, y fisiográficamente la for-mación es también igual. Sin embargo, no meatrevería a decir que el número de los mismosimporte con respecto a la transmisión de lafiebre amarilla.

Si bien no podemos excluir la posibilidadde que se hallase presente algo que no pudi-rnos descubrir, podemos decir que el equinusfué el único Haemagogus encontrado entrelos 20.000 mosquitos recogidos en el lugaren que murieron los monos cerca de LaMasica.

EL PRESIDENTE: Dr. Trapido, usted no hacontestado la cuestión planteada por el Dr.Brady. ¿Penetrará, a partir de Honduras, elvirus de la fiebre amarilla en Guatemala yen Mléxico?

EL DR. TRAPIDO: Inicié mis comentariosdiciendo que sólo podía proporcionar algunosantecedentes como base de discusiones máso menos hipotéticas, o sea de hipótesis a unnivel ligeramente distinto. Puedo facilitardatos que permitan a otras personas prose-guir estas especulaciones.

EL PRESIDENTE: Entonces ¿quiere ustedque la respuesta definitiva la dé el Dr. Bo-shell?

EL DR. TRAPIDO: Cualquiera que no seayo.

EL PRESIDENTE: Dr. Boshell, ¿tiene ustedalgo que decir a este respecto?

EL DR. BOSHELL: Pues bien, todo dependedel vector. Si el Haemnagogus equinus es unvector, lo cual es muy posible, la penetra-

ción de la fiebre amarilla selvática en Hon-duras, Guatemala y México se puede darpor segura, porque este mosquito es casi uni-versal en condiciones que, como sabemos,son adversas a otros Haemagogus.

Llegué al lugar poco después de morir losmonos de La Masica. Observé el enorme tra-bajo que el Dr. Trapido y sus colaboradoresestaban realizando en la clasificación de losmosquitos y en la obtención de virus de losmismos. Es absolutamente cierto que losmonos morían en un sitio en que no habíaHaemagogus spegazzinii. No obstante, qui-siera señalar dos puntos. Un miembro denuestro grupo se fué desde el lugar en quemorían los monos hasta el lugar en que élsabía que existía el spegazzinii, y regresó alcabo de un día con dicho mosquito; por con-siguiente, aunque el spegazzinii no se hallabaen el lugar en que morían los monos, se en-contraba a una distancia de pocas horasa pie.

El mono muerto de resultas de este brotefué el Alouatta palliata. Dicho mono no estan sedentario como habíamos creído du-rante mucho tiempo. Yo mismo encontrégrupos de monos deambulando por las pra-deras a larga distancia de su habitat, queson los árboles. Emigran, atraviesan espa-cios sin árboles en busca de nuevos lugaresdonde alimentarse. Esto se debe tener pre-sente en relación con los monos que muerena distancia del habitat del mosquito vectorconocido.

Sin embargo, debo admitir que el vectorconocido es extremadamente escaso en elárea infectada de Honduras septentrional.No lo pudimos encontrar en medida com-parable a la que se observa más hacia el sur,en Nicaragua, Panamá o Colombia. Portanto, estoy de acuerdo con el Dr. Trapidoen que el problema del vector no está todavíasolucionado. Es un problema que merece unestudio concienzudo, puesto que todas laspredicciones sobre la propagación de la ola aGuatemala, Belice o México meridionalgiran alrededor de este factor.

El último caso de fiebre amarilla selváticaen Honduras ocurrió en septiembre de 1954,

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a orillas del valle de Ulúa. Este valle, total-mente desprovisto de bosques, está consti-tuído por platanales o tierras pantanosas, ycreo que representaría una barrera bastanteeficaz, si es que existe alguna para la fiebreamarilla. Pero, a lo largo de las vertientescercanas a la cabecera del río San Pedro, seextiende una zona de bosque, bastante estre-cha, que puede constituir un puente para elpaso del virus a través del valle. Se trata deun punto decisivo. Es posible, cuando noprobable, que la ola se detenga en dicholugar. Si la ola llega a atravesar este puntodecisivo, tiene abierto el camino de Belice,Guatemala y México meridional. Es unacuestión de posibilidad en cuanto opuesta ala de probabilidad, como ocurre en todaconjetura.

EL PRESIDENTE: Creo, Dr. Brady, queusted ha complicado al Coronel Elton máso menos en este debate a propósito de si lafiebre amarilla penetrará o no en Guatemalay México. ¿Tiene usted algo que manifestar,Coronel Elton, a la luz de las dudas expresa-das por otros?

EL CORONEL ELTON: Quisiera manifestarque mis relaciones con este fenómeno hansido en gran parte una -cuestión de mapa,pues no se me ha dotado de fondos para via-jar y ver el problema sobre el terreno. Heconfiado mucho en las opiniones de los ami-gos en los países sucesivamente afectados,tales como Paul Allen, Oscar Vargas, HenryKumm, Leonardo Somarriba, Alejandro Ro-bleto Pérez, Manuel Cáceres Vijil, MarkHoekenga y otros más, cuyos consejos yayuda merecen mi mayor estima. Fué algoasí como el problema de Leavenworth, o tra-tar de anticiparse a las intenciones de unenemigo que posee numerosas armas secretasy las va utilizando una a una de vez encuando.

La idea de que la ola continuará la fundoprincipalmente en los testimonios históricosdel "xekik" contenidos en las crónicas mayasy en el "matlazahuatl" que barrió los pobla-dos costeros de México en la época preco-lombina en las cercanías de Veracruz y

Tampico, y que llevó a la repoblación forzosade la costa por orden de Moctezuma. Estaspruebas, aunque descartadas por Carter,quien fundó todas sus interpretaciones en lapresencia o no del Aedes aegypti, ya quedesconocía la epidemiología selvática, fueronaceptadas por Gorgas y por Carlos Finlaycomo testimonio de la presencia de la fiebreamarilla antes de la llegada de Colón.

Las crónicas mayas de Chilan Balam deChumayel y Chilan Balam de Tizimin ha-blan muy claramente del brote de vómito desangre (xekik) que arrasó a Yucatán en 1484.Diego de Landa, al escribir su historia deYucatán hacia 1550, habla de personas querecordaban la región tan densamente po-blada que el campo parecía como un inmensopueblo, y él se pregunta qué había sido delos lugares en que estuvo situado el viejoimperio. No puedo demostrar que ello fueradebido a la fiebre amarilla en su forma selvá-tica, pero las presuntas pruebas apoyan con-siderablemente esta afirmación.

La presente ola de fiebre amarilla en suforma puramente selvática en Centroaméricapuede ser un fenómeno muy raro, que ocurreposiblemente muy de tarde en tarde y pasansiglos tal vez entre los ciclos. Sería difícildeterminar exactamente su periodicidad. ElAedes aegypti fué introducido en el NuevoMundo procedente del Viejo por los primerosexploradores y colonos, y debieron transcu-rrir varias décadas antes de adquirir ciertogrado de dispersión. Cuando finalmente seestableció se hizo muy difícil, si no imposi-ble, distinguir epidemiológicamente los bro-tes urbanos de los selváticos y deslindar lasrelaciones entre las dos formas.

Quizás ésta sea la primera vez, desde 1484,que se produce en América Central una olade fiebre amarilla en su forma selvática pura.Si la epizootia hubiera tenido lugar desde elestablecimiento del Aedes aegypti, apenashabríamos podido identificarla, puesto quese habrían producido muchos pequeños bro-tes locales, propagados desde los centrosurbanos y portuarios, que habrían detenidosu progreso. Esta situación se habría mante-nido hasta 1924, en que ocurrió el último

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brote urbano en Centroamérica y México,después del cual el vector urbano fué erradi-cado de América Central.IMi pronóstico corre un riesgo conocido deantemano. Podríamos decir, de acuerdo conWaldemar Argow, que la diferencia entre elprofeta y el mártir consiste en que, mientrasel mártir arrostra la destrucción, el profetasólo se expone a un riesgo que no ignora. Elfin de la ola pudo haber ocurrido en cual-quier momento, pero no ha sucedido aún.Yo diría, a sabiendas de que las cosas puedenocurrir de otra manera, que cabe esperar quela ola penetre en las llanuras de México-laTierra Caliente de Nueva España-cuyahistoria indica que ha sido un lugar tan pro-picio a la difusión del virus en los pasadossiglos.

Concretamente, yo preveo un brote epi-démico en el valle de Motagua, al norte deGuatemala, hacia julio de 1955. La fase epi-zoótica puede preceder a dicho brote y avan-zar hacia Alta Verapaz en esa fecha. La costadel Golfo de México, desde Campeche a VillaHermosa, probablemente será alcanzada en1957.

EL PRESIDENTE: Muchas gracias, CoronelElton. Creo, Dr. Brady, que ha oído ustedlas diversas opiniones expresadas. Puedoafirmar que entre nuestro propio personal hahabido diversidad de opiniones, tanta, quetengo noticias de una futura transacciónfinanciera al menos que se llevará a términode una manera o de otra según que la fiebreamarilla penetre en Guatemala y Méxicoo no.

EL DR. TRAPIDO: En el curso de esta dis-cusión me vino a la mente otro punto quequizás proporcione nueva información parahacer conjeturas, y es que la ecología delHaemagogus varía en México. Hasta el epi-sodio del norte de Honduras, el curso seguidopor la fiebre amarilla, ya sea en el hombre oen el mono, se ajustaba bastante bien enPanamá y por América Central al marco deuna faja de terreno de una elevación entre100 y 500 metros, que define la altura a lacual se encuentra por lo general el spegazzinii

falco. Esa cadena se interrumpió en el nortede Honduras, donde ocurrió la primera dis-crepancia. No se observó inconsecuenciaalguna entre la distribución del spegazziniiy la muerte de monos y seres humanos hastael incidente de La Masica.

No obstante, en México ocurre algo nuevopor lo que atañe a la actuación del Haema-gogus. En el altiplano de Honduras, la selvatropical propia de las regiones lluviosas dejael terreno a los pinos y ya no se encuentra elHaemagogus. No cabe esperar, en modo al-guno, que la parte de la mesa central seaafectada. Según el punto de vista clásico elHaemagogus es un habitante del interiorde la selva tropical de fuertes lluvias. EnMéxico, con gran asombro por nuestra parte,encontramos una situación totalmente dis-tinta con respecto al mosquito íntimamenteemparentado con el spegazzinii, al que yahice referencia. Me explicaré.

El Dr. Boshell estaba probando un rifleque se iba a emplear en la obtención de mo-nos. Casualmente nos encontrábamos a unaelevación de unos 1.400 metros, en un te-rreno calizo, seco, cubierto de matorrales,cercano a Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, cuandoun mosquito azul le picó en el dedo índicede la mano derecha. Era un Haemagogus, queaparecía en ese altiplano seco y cubierto demaleza. Seguimos la busca y desde entonceshemos recogido este Haemagogus a dos horasde coche de la Ciudad de México, a una ele-vación de unos 1.520 metros. Naturalmenteque en esta clase de terreno no se encuentranmonos. Dicho sea de paso, esta especie notiene denominación; tenemos un nombreprovisional para ella, pero está todavía pordescribir.

Si se quiere especular sobre el papel quedesempeñan los marsupiales, que rebasandola región neotropical penetran hasta losEstados Unidos, como huéspedes interme-diarios, debemos ver si en México existe laposibilidad de un tipo de ciclo muy distinto.La palabra "rural" tal vez resultase apro-piada para designarlo. No sería esencial laexistencia de selva tropical de tipo lluvioso.Recogimos tantos ejemplares de este nuevo

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Haemagogus en arbustos de ocho a diez piesde altura, en campo despejado y bastanteárido, como habríamos podido capturar deotras especies, tales como la spegazzinii, enla selva lluviosa de Panamá. La clave deesta situación creemos que se relaciona conlos hábitos de reproducción. La especie deMéxico aparece en formaciones calizas ytiene sus criaderos en las depresiones forma-das por la disolución de la roca. Tuvimosocasión de recoger larvas en estas cavidadesrocosas.

Este hecho, antes que limitarlo, viene aampliar el campo de las conjeturas, pero esnecesario mencionarlo, cosa que yo no habíahecho antes.

EL PRESIDENTE: Muchas gracias, Dr.

Trapido. ¿Desean ustedes hacer algún otrocomentario sobre este tema concreto?

EL DR. DOWNS: Me interesaron mucholos detalles que nos proporcionó el CoronelElton sobre la antigua historia maya, y con-sidero que debiera mencionarse otro puntoal respecto. Hace unos años, Kumm recogióAnopheles darlingi en Stann Creek, Hon-duras Británica. Desde aquella ocasión lasescasas capturas que se han realizado des-cubrieron la presencia de esta especietambién a lo largo del río Usamacinta, entreGuatemala y México, donde Kumm yBustamante hicieron una encuesta sobre lafiebre amarilla hace unos quince años. Asi-mismo se ha encontrado en lugares tan alnorte como Teapa, Tabasco. Es del mayorinterés esta discontinuidad de distribuciónque aparece en la parte norte de Sudaméricay que, después de saltar una larga faja enCentroamérica, reaparece nuevamente enHonduras Británica, Guatemala y México.Dicha distribución puede encuadrarse muybien en el mapa del imperio maya. Puestoque el A. darlingi de Sudamérica es un eficazvector de la malaria, empecé a hacer conje-turas, hace algunos años, sobre la posibilidadde que la malaria transmitida por el darlingifuera una de las causas desconocidas de ladestrucción del imperio maya. Este supuestopermanecerá sin aclaración, naturalmente,

pero lo hice a fin de señalar otra posibilidadde enfermedad epidémica en aquella región.

EL PRESIDENTE: Esa es una observaciónmuy interesante.

Hemos llegado a un punto en que quisierasolicitar la intervención del Dr. John Bugher.Estaba tratando de escoger a alguien en lasala que no hubiera hecho uso de la palabra,y debo decir, con respecto al Dr. Bugher,que ha tenido ocasión durante varios añosde trabajar en el problema de la fiebre ama-rilla, no desde el punto de vista del controldel aegypti y su erradicación, sino desde eldel estudio de las condiciones en que la en-fermedad se produce. En Colombia tuvo oca-sión, por varios años, de trabajar en condi-ciones muy favorables, y posteriormente enla década 1940-1950, parte de la época deguerra y después de ella, tuvo a su cargo unlaboratorio de fiebre amarilla en Africa Occi-dental. Durante este último período tuvoocasión repetidas veces de observar las con-diciones en que ocurría la fiebre amarilla yen que se estudiaba en el Africa Centro-oriental.

Se me ha ocurrido que el Dr. Bugher,aunque ahora esté alejado del problema o,mejor dicho, no trabaje en él desde hacevarios años, tiene una buena preparación alrespecto y ha tenido hoy ocasión de ponerseal corriente de la situación, por lo tanto,podría darnos una opinión, en cierto modomás independiente, sobre el problema globalde lo que hemos enumerado como cuestionesno terminadas, es decir, nuevas investiga-ciones de los factores desconocidos en la epi-demiología de la fiebre amarilla. ¿Qué cosasdesconocemos? ¿Cuáles son las cuestionesque no podemos contestar? ¿Qué importan-cia tienen las nuevas investigaciones? Y ¿quédirectrices debieran seguir dichas investiga-ciones? Dr. Bugher.

EL DR. JOHN BUGHER (Fundación Rocke-feller): Creo, Dr. Soper, que mis observa-ciones tienen que ser, en cierto modo, deíndole conjetural y, por consiguiente, no tanfructíferas como las cosas fundadas en laobservación que hemos tenido el gusto de

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escuchar hoy, y que constituyen un relatointeresantísimo. Al examinar los temnas dis-cutidos, pensaba justamente cuántas veces,históricamente, la fiebre amarilla se ha con-siderado como asunto terminado sólo paravolver más tarde a reaparecer en la cate-goría de los asuntos por terminar; y cuántasveces más se repetirá este ciclo en el futuro.Así, pues, por el valor que puedan tener miscomentarios los dirigiré más bien hacia am-plias cuestiones de biología que al problemaclínico.

Me ha sorprendido la complejidad delproblema en América Central, y lo difícil quees llegar a cualquier pauta epidemiológicaestable que, tarde o temprano, no tengaexcepciones, las cuales la mayoría de lasveces aparecen muy pronto. En todo estecomplejo epidemiológico una de las cosasmas importantes parece ser la fluidez delos seres vivos, tanto vectores como huéspe-des. En el complejo biológico nos inclinamosa pensar demasiado en términos taxonómicossin percatarnos quizás lo bastante de que,dentro de lo que se denomina especie, cosabastante arbitraria, no sólo hay variedaddesde el punto de vista geográfico sino tam-bién desde el temporal dentro de la mismaregión. Por tanto, la conducta biológica deuna especie considerada como unidad, seamamífero-es decir, mono-o bien mosquito,puede variar de una región a otra al mismotiempo y dentro de determinada área enépocas distintas.

Todo este problema, que es esencialmentede índole genética, se aprecia actualmentecon mucha más claridad que hace cosa desólo unos años. Me parece que vemos máspruebas cuantitativas de los fenómenos que,a falta de término mejor, denominamos mu-*aciones, o sea las modificaciones del com-plejo genético dentro de una especie, origina-das por la acción de ciertos factores, por logeneral no percibidos en su totalidad. Através de la variación genética, los factoresdel medio que producen lo que nosotros lla-mamos presiones selectivas pueden dar lugara una profunda modificación de la poblaciónsin que el proceso sea demasiado claro visto

desde afuera. De este modo, encontranmosentre los primates, por ejemplo, grandesdiferencias de susceptibilidad observable alvirus de la fiebre amarilla, y es bastante co-rriente encontrar los primates más violenta-mente susceptibles, en sentido clínico, en lasáreas que han estado libres por más tiempode contacto con el virus.

Con toda seguridad, otros elementos tie-nen que ver cuantitativamente con el asunto.Un mosquito que en el laboratorio puede serun vector muy prometedor, transmitir elvirus sin ninguna dificultad particular, puederesultar completamente inactivo en deter-minado tiempo y situación en su propio lha-bitat. Asimismo puede ocurrir, como todoshemos observado en diversas ocasiones, cluela especie realmente transmisora puede serla que menos se tiene en cuenta al tratar deobtener algunas pruebas experimentales.

La situación ecológica implica pues espa-cio y tiempo, y, sin una cuidadosa deterini-nación de la ecología, podemos ser llevados aconclusiones totalmente infundadas y hastaerróneas. Creo que todos hemos visto en elcaso de Sudamérica que la transmisión enla selva se produce principalmente por espe-cies que atacan de día y, para que dichatransmisión ocurra, el mamífero huéspeddebe coincidir, en cuanto al ciclo diurno, conel vector. Deben compartir el mismo mef iopor cuanto se refiere a espacio y tiempo.

En el caso de Africa encontramos esencial-mente el mismo mecanismo, pero los compo-nentes son diferentes. Las relaciones detiempo son distintas. Allí el vector selváticopredominante, por lo menos en la mayorparte del Africa Central, es un mosquito queataca de noche, y durante el día no pica enabsoluto. La transmisión, tanto al monocomo al hombre, ocurre de noche, lo cualconduce a un agudo contraste de la epide-miología, pues mientras los monos permane-cen en la selva, y más concretamente en lacopa de los árboles, durante la noche, elhombre no sólo deja el bosque al anochecery se dirige a las aldeas, lejos de la espesura,sino que se aloja en cabañas, donde la may o-ría de estos mosquitos no entran.

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Por tanto, tenemos dos sistemas epi-demiológicos completamente separados queactúan en el Africa Central, uno de ellos elselvático, que afecta principalmente a losmonos, y el otro que actúa en los pueblos yaldeas, cuyo vector es casi exclusivamenteel Aedes aegypti, si bien a veces intervieneel Aedes simpsoni que es más o menos unintermediario entre los dos extremos. Elgrado en que se cruzan los dos ciclos epi-demiológicos es muy difícil de determinar yno es tan sencillo ni intrínseco como sepodría creer a primera vista.

Me parece, pues, que lo que más sedestaca en este asunto es la necesidad demuchos más informes biológicos funda-mentales, no sólo con respecto a los hábitosde los presuntos huéspedes mamíferos y ala posibilidad de que intervengan otrosciclos en la situación, sino que es necesariosaber mucho más sobre la biología funda-mental de todos los vectores posibles opotenciales que entran en escena.

Uno no se atreve en modo alguno a serdogmático acerca de cualquiera de los com-ponentes de todo este sistema. No pudemenos de pensar en este aspecto de laerradicación del Aedes aegypti. La formaprimitiva del aegypti parece ser la que seencuentra, bien extendida, en las selvasde Africa ecuatorial. No ataca al hombre,salvo con mucha renuencia. Puede que ata-que al mono. Generalmente, no se puedeencontrar a este primitivo aegypti en laselva, pero siguiendo los huecos de losárboles, artificiales o de otra clase, se puedenencontrar larvas por lo general y establecerel hecho de que, en realidad, el mosquitoestá presente. Supongo que nuestro aegyptiurbano y periurbano representa un mutantede esa cepa primitiva fundamental. Si estemutante, invirtiendo el proceso, puede volvera la forma primitiva, capaz de habitar laselva en las Américas, no se ha probadonunca ni, por lo menos que yo sepa, se hainvestigado mucho al respecto, pero planteaun problema genético interesante desde elpunto de vista de la erradicación del aegypti.Algunos de estos fenómenos pueden aconte-

cer en sólo uno de entre millones de in-dividuos, pero en ciertos casos puedenalcanzar proporciones significativas.

Mi idea principal es, pues, en esta ocasión,reiterar el valor de estudios biológicos yecológicos fundamentales y de tratar deprever los posibles mecanismos que puedenactuar más al norte de donde ya han sidoobservados. Si bien el Haemagogus pareceser el género predominante en la transmisióndel virus dentro de las selvas de las Américas,existen ciertamente otras especies quetambién pueden hacerlo y probablementelo hacen si se da un conjunto de determina-das condiciones. Valdría muy bien la penaque siguiésemos explorando ciclos que noparecen demasiado manifiestos y que setengan en cuenta líneas que, según nuestraopinión actual, no tienen muchas proba-bilidades de existir. Considero que losestudios ecológicos hechos por los Dres.Trapido y Boshell tienen un gran valor yhan puesto ya de relieve parte de la compleji-dad de este problema. Asimismo, hemospodido ver cuán difícil es hacer cualquierpredicción sobre el grado de penetraciónen dirección hacia el norte de la ola de lafiebre amarilla.

EL PRESIDENTE: Muchas gracias, Dr.Bugher. Las diferencias entre el cuadroque presenta la fiebre amarilla en las Améri-cas y en Africa, en la medida en que se conoceen los dos continentes, están, según creo, enrelación con el debate que hemos celebradoen esta ocasión. Si es posible que existandos ciclos tan distintos en continentesdiferentes, se concibe la posibilidad de queocurran fenómenos completamente diver-gentes en el mismo continente bajo distintascircunstancias.

El término "fiebre amarilla selvática"se adoptó para designar el hecho de que estetipo de fiebre amarilla se observa única-mente en la selva tropical de vegetaciónmixta. Ni la región de bosques de coníferasni la selva tropical típica fueron, segúnpudimos comprobar por la experiencia, afec-tadas por las epizootias de fiebre amarilla;

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sino que éstas se observaron siempre en losbosques tropicales o subtropicales de vegeta-ción mixta. Las observaciones del Dr.Trapido sugieren la posibilidad de que existafiebre amarilla de transmisión no por aegyqptien las condiciones de Honduras un tantodistintas de las observadas con anterioridad.

Al presentar la labor del Laboratorio deEnfermedades Tropicales de Trinidad, mani-festé que éste se había creado para elestudio de virus distintos del de la fiebreamarilla. El Dr. Max Theiler ha hecho ob-jeciones a esta declaración. En la discusiónque siguió a la manifestación, porparte delDr. Theiler, de que yo estaba en un error,surgieron ciertos puntos que es impor-tante que todos conozcamos, por lo queruego al Dr. Theiler que nos dé su opiniónsobre el problema general de la investiga-ción del virus y especialmente sobre lanecesidad de aplicar al virus de la fiebreamarilla algunos de los conocimientos ad-quiridos como resultado del estudio de otrosvirus.

EL DR. MAX THEILER (Fundación Rocke-feller): Como aspecto secundario del estudiode la fiebre amarilla selvática por la Funda-ción Rockefeller, se aisló del hombre y delos mosquitos cierto número de virus des-conocidos. Cuando la Fundación Rocke-feller decidiSó dar por terminado su programasobre la fiebre amarilla, se hizo un estudio in-tensivo de estos nuevos agentes recién des-cubiertos. Dicho estudio demostró quevarios de estos virus, tales como el Ilheus,de Sudamérica, y los Nilo Occidental,Uganda S, Ntaya y Zika, de Africa, estabaninmunológicamente relacionados con agentesbien conocidos tales como la fiebre amarilla,la encefalitis San Luis y japonesa B y eldengue.

Estas observaciones, junto con otras,llevaron a la Fundación Rockefeller aemprender un nuevo programa sobre viruspara determinar la distribución, incidencia,importancia y epidemiología de las enfer-medades virales transmitidas por artrópo-dos del hombre y de los animales domésticos

en todo el mundo. Para alcanzar el pro-pósito de este programa, había que coordinarla labor del laboratorio central de NuevaYork con la de los laboratorios de campoestablecidos en las principales regioneszoogeográficas del mundo.

Para un estudio de esta naturaleza es deprimordial importancia la clasificación de losagentes sometidos a investigación. En estesentido se han realizado considerables pro-gresos, debido principalmente a la pruebade la hemaglutinación descubierta reciente-mente por los Dres. J. Casals y D. H.Clarke. Se descubrió que, de numerososagentes, se pueden preparar antígenos quetienen el poder de aglutinar los glóbulos roj osde los pollos. El suero inmune inhibe estahemaglutinación. La amplia aplicación deesta prueba de inhibición de la hemaglutina-ción nos permitió separar del gran númerode virus en estudio dos grupos claramentedefinidos a los que denominamos grupo Ay grupo B. Al primero pertenecen los tresvirus de la encéfalomielitis equina (Oriental,Occidental y Venezolano), el virus SemlikiForest y el Sindbis. Un suero inmune p:re-parado contra cualquiera de ellos inhibirá laaglutinación por un antígeno homólogo a untítulo elevado y en menor grado los antígenospreparados contra cualquier otro miembrodel grupo.

En el segundo, y mayor, grupo B se en-cuentran la fiebre amarilla, el dengue, laencefalitis de San Luis, la de Ilheus, lajaponesa B, la del Nilo Occidental, la deUganda S, la de Ntaya, la de Zika y laRusa primaveroestival. Dichos agentes,según la prueba de inhibición de la hema-glutinación, están todos íntimamente rela-cionados. El suero inmune preparado contracualquiera de ellos inhibe la aglutinaciónmediante un antígeno preparado de cualquierotro miembro de este grupo, pero no de unantígeno preparado de los pertenecientes algrupo A. Los dos grupos son muy distintos.Puesto que la fiebre amarilla pertenece algrupo B, limitaré mis comentarios exclusiva-mente a este grupo.

Aunque desde el punto de vista de la

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clasificación, la prueba de hemaglutinaciónproporciona la reacción más clara del grupo,se obtienen resultados esencialmente simi-lares con la prueba de fijación del comple-mento y con la prueba de protección en ra-tones. De esta forma, por medio de estaúltima, se han obtenido pruebas incuestiona-bles de que el virus de la fiebre amarillaestá relacionado con el de Uganda S, con elNilo Occidental, el del dengue y el japonésB.

Aparte de las pruebas inmunológicas,dichos agentes tienen muchas característicasen común. Con la posible excepción delNtaya, todos tienen aproximadamente elmismo tamaño. La infección del hombre yde los animales domésticos se produce entodos ellos como un hecho accidental en elcurso de un ciclo del virus en la naturaleza.No se conoce la completa epidemiología deninguno de ellos. Se sabe que los monos in-tervienen en el ciclo de la fiebre amarilla-y posiblemente del dengue-en la naturaleza.Se ha demostrado también que los pájarosdesempeñan un papel en la epidemiología dela encefalitis del Nilo Occidental. El me-canismo en virtud del cual el virus semantiene durante la estación en que losmosquitos escasean o se hallan ausentes seconoce únicamente para un miembro deeste grupo, o sea, la encefalitis rusa prima-veroestival. En este caso, es evidente queel virus se mantiene durante el invierno enlas garrapatas. Vemos, pues, que el virus dela fiebre amarilla es simplemente un agentede un gran grupo de ellos estrechamenteemparentados, todos los cuales probable-mente provienen de un tipo ancestral común.

En la naturaleza, se sabe que el Aedesaegypti puede actuar como un eficaz huéspedintermediario de la fiebre amarilla y deldengue. Experimentalmente, esta especie demosquitos puede transmitir otros miembrosdel mismo grupo. Sin embargo, la fiebreamarilla transmitida por el Aedes aegyptitiene en la actualidad-lo mismo que en elpasado-una distribución geográfica muylimitada, mientras que la del dengue esmucho mayor. Según lo que hoy sabemos

sobre las características de los virus enestudio, su distribución geográfica es ilógica.

La inmunidad colateral puede ofrecer unaposible explicación de algunos de los hechosconocidos. Así, por ejemplo, en Egipto, lainfección con virus del Nilo Occidental essumamente frecuente. Los individuos seinfectan en los primeros años de la vida.La población adulta es inmune casi en sutotalidad. Las encuestas sobre inmunidadmediante la prueba de protección del ratónmuestran que, además de la inmunidad alvirus del Nilo Occidental, había tambiénalgunos sueros que protegen al ratón contralos virus japonés B, Ntaya y del dengue.Estudios del suero de pacientes en estadoagudo de la enfermedad y de convalecientesde casos de infección del Nilo Occidental(confirmados por el aislamiento del virus)mostraron que el suero de convaleciente nosólo tiene el poder de proteger al ratón contrala infección japonesa B, sino también, enciertos casos, contra Ntaya y dengue yposiblemente la fiebre amarilla. Esto pruebaque una infección con un miembro del grupoB estimulará la producción de anticuerposque poseen cierta acción protectora contraotros miembros del grupo. Dado el muyelevado índice de inmunidad al virus delNilo Occidental, en Egipto, no es una hipó-tesis muy aventurada la de que la poblaciónes relativamente resistente a la infecciónde cualquier otro virus perteneciente almismo grupo. Según ella, la población deEgipto es suficientemente inmune y en con-secuencia una epidemia de dengue o defiebre amarilla es imposible. Actualmentesabemos que el Aedes aegypti, el vectorurbano habitual de la fiebre amarilla y deldengue, es relativamente escaso en Egiptoy, por tanto, no podrían ocurrir epidemias deestas dos enfermedades. No obstante, sabe-mos que en otras épocas esta especie eramucho más abundante, y a pesar de ellono se tienen antecedentes de haber ocurridoepidemias de fiebre amarilla.

Una situación parecida se produce enTrinidad. Ya oyeron ustedes el excelenteinforme que nos hizo el Dr. Downs sobre la

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epidemia de fiebre amarilla en aquella isla.La infección fué muy amplia y, a pesar deello, no se produjeron epidemias en PuertoEspaña, no obstante la presencia del Aedesaegypti. Trabajos recientes han demostradoque las infecciones con un virus, o con variosidénticos al del dengue o estrechamenterelacionados con él, son muy frecuentes enTrinidad, sin exceptuar Puerto España.La fiebre amarilla y el dengue están estre-chamente relacionados inmunológicamente.En efecto, durante esta epidemia obtuvimospruebas concluyentes de que el suero deconvalecientes de fiebre amarilla contiene,por regla general, anticuerpos que tienen lacapacidad de proteger al ratón, no sólocontra dicha enfermedad, sino tambiéncontra el dengue. Sabemos que la relaciónrecíproca es cierta por los experimentos consueros preparados en monos con virus dedengue.

Quisiera sugerir, puramente a título deuna hipótesis de trabajo, que no hubo epi-demia alguna en Puerto España porque lapoblación es en medida considerable inmuneal virus del dengue--inmunológicamenterelacionado con el de aquélla. Claro es queexisten otras explicaciones posibles, talescomo que el A edes aegypti es un vector muchomás eficaz del virus del dengue que del de lafiebre amarilla.

Si se puede demostrar que la hipótesisinmunológica, tal como la acabamos dedescribir, es válida, será una gran ayudapara explicar la anómala distribución dealgunas de las enfermedades virales trans-mitidas por artrópodos en el inundo entero.Cuestiones de esta naturaleza son las que elactual programa de estudios sobre virus,de la Fundación Rockefeller, espera esclare-cer.

EL PRESIDENTE: Muchas gracias, Dr.Theiler. Por supuesto, he escuchado congran interés todo lo dicho. No es la primeravez que se plantea la cuestión relativa a lainmunidad cruzada entre el dengue y lafiebre amarilla. Es un problema que se hadiscutido repetidamente en otras épocas,

pero yo no me arriesgaría a inyectar a unapersona con virus de fiebre amarilla por elmero hecho de que con anterioridad hubierasufrido un ataque de dengue. A este respecto,hay que recordar lo que hemos observadorepetidas veces en el pasado en diversospaíses donde han ocurrido importantesepidemias de fiebre rompehuesos o fiebrepolka-ambas palabras sinónimos de dengue-en una estación y en la siguiente se hanotificado un brote de fiebre amarilla., Yomismo sufrí, hace muchos años, un fuerteataque de dengue, y pocos años después,cuando me examinaron la sangre, me declara-ron susceptible a la fiebre amarilla. Despuésde vacunarme contra la fiebre amarilla,la prueba de protección di6 resultadopositivo. Por supuesto que a ello se podríareplicar que mi ataque de dengue pudo muybien ser de cualquier otra cosa.

De todo lo que hemos tratado se derivaun punto muy importante y es que debierahaber considerable coordinación de losestudios en curso en las distintas partes delas Américas, de las actividades que seestán llevando a cabo, y de la reunión eintercambio de sueros conocidos para estaspruebas fundamentales de que se ha hechomención.

Quiero agradecer al Dr. Theiler sus ex-plicaciones así como el cuadro que nos hapresentado de la agrupación fundamental devirus que se está produciendo. La Funda-ción Rockefeller es, realmente, la dúnicaorganización que conozco que esté en situa-ción de llevar a cabo estudios de esta natura-leza de manera desinteresada por un largoperíodo de tiempo. Quiero también mani-festar mi admiración por el programa ydeclarar, en esta ocasión, que los que traba-jamos en las organizaciones internacionalesconsideramos que la labor de la Fundaciónes inapreciable.

Dr. Boshell, ¿quisiera usted expresarnossus propias ideas acerca de los problemas nosolucionados, de las cuestiones cuyas res-puestas usted desconoce?

Antes de que hable el Dr. Boshell megustaría decir que materialmente lo atrapa-

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mos en la selva en 1934, cuando establecióel hecho de la existencia de la fiebre amarillaen las vertientes orientales de los Andes, alborde de los llanos. Después, permaneciódurante bastantes años en estrecho contactocon la selva. Entre los hombres que hantrabajado en fiebre amarilla en las Améri-cas, él es quien ha pasado, en realidad,más tiempo en contacto con los mosquitosy con los animales silvestres. Las observa-ciones del Dr. Boshell sobre las actividadesdel Haemagogus en la parte superior de losárboles, y la importancia de buscar Haemago-gus por encima de la superficie del terreno,aunque el caso humano se produce por lapicadura de este mosquito al nivel del suelo,ha sido de gran importancia en el estudio dela enfermedad.

El Dr. Boshell ha tenido ocasión de ob-servar las condiciones en que se produce lafiebre amarilla, no sólo en Colombia, sinotambién en el Brasil y otras regiones, y hadedicado muchas horas del día y de la nochea meditar sobre las condiciones reinantesen América Central. Me dirijo a él como auna de las personas capacitadas para con-testar todas nuestras preguntas relativas aeste problema, y ya que no le es posible,quisiera que nos enumerase algunas de lascuestiones que no puede responder, así comoalgunas de las cosas que él considera quenecesitan más estudio y aclaración.

EL DR. BOSHELL: Los problemas rela-cionados con la fiebre amarilla selvática son,realmente, muy sencillos y muy pocos cuandola discusión se reduce a programas y pro-yectos. Todo gira en torno de la relaciónentre el vector y el mamífero huésped, y laposibilidad de epizootias en forma de ola,como la que pasó a través de Centroamérica,o bien, bajo otras condiciones, del manteni-miento de focos enzoóticos continuos queconstituyen una amenaza permanente paralos pueblos vecinos. Al decir "pueblosvecinos" lo hago en un sentido más amplioque anteriormente, debido a la rapidez yabundancia de los medios modernos detransporte.

La identificación y estudio del vector ovectores en la región en que la fiebre amarillava progresando en Centroamérica es deurgente necesidad. La fiebre amarilla seestá desplazando de situaciones conocidas,o relativamente conocidas, a otras descono-cidas, invadiendo nuevas regiones geo-gráficas en las que la fauna artrópoda esdiferente y donde las condiciones en queactúa dicha fauna lo son también. Losestudios sobre el mecanismo de la fiebreamarilla al norte de Honduras debieranconcentrarse en el problema del vector.

La cuestión del reservorio animal de lafiebre amarilla reviste también importanciainmediata, puesto que la ola de fiebre ama-rilla va avanzando hacia zonas geográficasdonde los primates disminuyen y acaban pordesaparecer. La importancia de los pri-mates que dominan la ecología de la fiebreamarilla en América del Sur, Central y delNorte hasta México, da lugar en esteúltimo país a otras posibilidades que no sontotalmente teóricas, puesto que en Colombiay Brasil tenemos pruebas de laboratorio deque otras familias de animales son perfecta-mente capaces de servir de eslabones en elciclo animal-mosquito-animal de la infec-ción de la fiebre amarilla entre los mar-supiales y los roedores.

En Colombia, llegamos inevitablemente ala conclusión de que es necesario tener encuenta el papel de los marsupiales en con-diciones en que la fiebre amarilla era per-manente en ausencia de una apropiada,población de monos. Esta hipótesis fuéposteriormente fortalecida por los trabajosde Bates y Roca García, en Villavicencio,en donde los marsupiales fueron infectadospor la picadura de mosquitos infectados enmonos, y éstos, a su vez, fueron infectadospor la picadura de mosquitos infectados enlos marsupiales.

Los marsupiales tienen la característica,ideal para nuestro objeto, de abundante yfrecuentes camadas, lo cual facilita la rápidasubstitución de la población que se ha hechoinmune por gran número de individuossusceptibles. Este es un factor de evidente

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importancia en el mantenimiento de un focoenzoótico local. En Nicaragua hemos tratadode estudiar, bajo condiciones adversas, losmarsupiales locales. Observamos que todoslos géneros de marsupiales de Colombia seencuentran también en Centroamérica. Lapoblación de monos no se convierte fácil-mente en un reservorio permanente en unárea limitada, puesto que, o bien llegan ainmunizarse o mueren. La infección desa-parece por falta de huéspedes vertebradossusceptibles hasta que el número de elloses substituido por las crías, lo cual requiereaños y tal vez décadas. El estudio de losmarsupiales en Centroamérica no puede serignorado y debiera ocupar el segundo lugaren cualquier programa de estudio completode la fiebre amarilla en dicha región.

Estos dos puntos desconocidos deben serestudiados antes de hacer ningún pronósticosobre el futuro avance de la fiebre amarillamás hacia el norte del continente. ¿Es estaregión la simple escena de una ola que pasa yque desaparece con la inmunización o ladestrucción de los animales susceptibles, opuede transformarse en un reservorio perma-nente de fiebre amarilla, tal como el queexiste en Muzo y San Vicente Chucurí, enColombia?

Tengo la plena seguridad de que la inci-dencia, año tras año, de la fiebre amarillaen ciertas regiones de Colombia no se puedeexplicar a base de sus actuales poblaciones demonos. Parecerá muy sencillo determinar siuna región puede convertirse o no en un focoenzoótico permanente, pero en la práctica seadvierte que es difícil. El estudio de losvectores y de los reservorios animales re-quiere tiempo, personal adiestrado y mediosde laboratorio en el campo. No todos tenemosla suerte del Dr. Downs de que la fiebreamarilla llame a la puerta del propio labora-torio. En general, la noticia de que la fiebreamarilla ha penetrado en una región selvá-tica se recibe al cabo de cierto tiempo dehaber ocurrido el hecho, y el trasladarseapresuradamente al campo con monos yratones, como hice yo en Riío Coco y enotras regiones de Nicaragua y Honduras, es

por lo general inútil debido a las dificultadesde transporte. Generalmente uno llegademasiado tarde y tiene que actuar bajocondiciones sumamente desfavorables. Losexperimentos de transmisión no puedenhacerse de modo satisfactorio como no sea enel laboratorio. Las tentativas de transportarvirus y mosquitos infectados bajo las con-diciones de campo están con frecuencia con-denadas al fracaso desde un principio.

Lo ideal es saber exactamente dónde ycuándo habrá fiebre amarilla y estar allícon animales de laboratorio y el equiponecesario cuando llega la ola epizoótica.Algo parecido ocurrió en Trinidad donde elDr. Downs estaba preparado con respecto ala fiebre amarilla cuando ésta apareció. Lomismo sucedió también cuando la Funda-ción Rockefeller, en colaboración con elGobierno de Colombia, organizó un labora-torio en Villavicencio, a continuación de laprimera observación de fiebre amarilla enaquel lugar en 1934. El laboratorio se creódurante un período de calma, que se pro-longó por dos años más antes de que vol-viera la ola y nos encontró preparados. EnAmérica Central, al revés que en Colombia,no se produce una ola recurrente a inter-valos frecuentes, lo cual hace muy difícil lacreación de un laboratorio de antemano.

EL PRESIDENTE: Muchas gracias, Dr.Boshell. Tal vez hayamos discutido yabastante la mayoría de los aspectos de lascuestiones no terminadas. Un punto que seha omitido es la carencia de estudios comple-mentarios en las Américas sobre la com-binación de la vacuna de viruela con lavacuna 17D. No disponemos de tiempo hoypara discutir la relación entre la vacuna17D y la cepa francesa de la vacuna; sólopodemos manifestar que después de laexperiencia de Costa Rica en 1951, en dondeocurrieron varios casos mortales de encefali-tis tras la vacunación con la cepa francesa,se produjo otro brote de encefalitis enNigeria en 1952, con más de 80 casos y 38defunciones. En consecuencia, la OficinaSanitaria Panamericana recomienda úni-

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camente el empleo de la vacuna 17D en lasAméricas.

Al enumerar los elementos de trabajodisponibles para el estudio de la fiebre ama-rilla en las Américas, no se incluyó el Labora-torio de Virus Tropicales de Trinidad. Lostres laboratorios mencionados: el InstitutoOswaldo Cruz, del Brasil, el Instituto CarlosFinlay, de Bogotá y el Gorgas MemorialLaboratory de Panamá, todos trabajan enuna forma u otra con el virus de la fiebreamarilla. Sin embargo, en la actualidad,ninguno de dichos laboratorios cuenta consuficiente personal para llevar a cabo losnecesarios estudios, de campo y de labora-torio coordinados, de las zonas de fiebreamarilla selvática. El personal de laboratorio,aislado, desprovisto de epidemiólogos, deespecialistas en mamíferos y entomólogos,no está en condiciones de contribuir alesclarecimiento de los problemas de campo.El laboratorio solo es relativamente estéril.La producción de vacuna del laboratorio deRío de Janeiro y la del Instituto CarlosFinlay, de Bogotá, se encuentra actualmentea un elevado nivel, tanto por lo que serefiere a calidad como a cantidad. Ningunade estas instituciones dispone de rmedios paratrasladar al campo una unidad completa afin de obtener el material y elaborarlo con-venientemente cuando es llevado al labora-torio.

El Dr. Gast, Director del LaboratorioCarlos Finlay, se encuentra entre nosotros ypuede atestiguar acerca de la situaciónactual. La Oficina Sanitaria Panamericanacolabora con el Laboratorio Oswaldo Cruzy con el Laboratorio Carlos Finlay, y amboshan suministrado vacuna libre de costo di-recto a los países americanos. Esto repre-senta una contribución muy importante deestos laboratorios a la labor que se realiza enotros países, además de la prueba de pro-tección y los servicios patológicos.

Es de justicia mencionar, al respecto, queen la reunión sobre la fiebre amarilla cele-brada en Kampala en septiembre de 1953,y a la que asistieron el Dr. Boshell y el Dr.Gast, se propuso la creación de un comité

internacional para establecer normas dediagnóstico patológico de la fiebre amarilla.El Dr. Gast se opuso por considerar queesas normas ya existían, y dedicó todauna tarde a demostrar la aplicación dedichas normas a diversas series de prepara-ciones microscópicas, conocidas y desconoci-das, de fiebre amarilla y de casos sospechososde fiebre amarilla de distintas partes deAfrica y América. Después de esta inter-vención, ya no hubo ninguna otra propuestarelativa a un comité internacional de normasde diagnóstico de la fiebre amarilla.

¿Qué podría usted decirnos, Dr. Gast,acerca de las futuras posibilidades de trabajoen el Laboratorio Carlos Finlay?

EL DR. GAST GALVIS: El Instituto CarlosFinlay se ocupa, actualmente, de la pro-ducción de vacuna contra la fiebre amarillay dispone de aproximadamente un millónde dosis listas para su empleo. La vacuna seproduce de conformidad con las disposicio-nes de la UNRRA y con los protocolos queregularmente se envían a la Oficina SanitariaPanamericana.

En el presente año hemos enviado más decien millones de dosis a catorce países deAmérica. Los laboratorios de patología hanprestado constante servicio en el diagnósticode la patología del hígado. La colonia deratones es, actualmente, suficiente parallevar a cabo mensualmente doscientosexamenes séricos. Deseo manifestar, en estaocasión, que el director y el personal delInstituto Carlos Finlay se complaceránsiempre en cumplir sus compromisos inter-nacionales.

EL PRESIDENTE: Muchas gracias, Dr.Gast. ¿Hay algún punto que no hayamosabarcado relativo a la disponibilidad deelementos de trabajo? ¿Se puede disponer deotros medios de laboratorio, de otros re-cursos, además de los que hemos men-cionado? El Laboratorio Gorgas y la OficinaSanitaria Panamericana trabajan conjunta-mente en un estudio combinado sobre lasituación de la fiebre amarilla en AméricaCentral.

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EL CORONEL ELTON: Desearía llamar la

atención hacia algunos trabajos sobre lapatología de la fiebre amarilla en casosbenignos y "típicos", no los "clásicos",puesto que.estos últimos no son difíciles dediagnosticar clínicamente. En el HospitalSan Juan de Dios, en Costa Rica, se verifi-caron varias biopsias del hígado de pacientesque no fallecieron. El Dr. Marcial FallasDíaz me comunicó que los resultados fueronmuy informativos, y creo que debiera hacersetodo lo posible para ayudar al Dr. MarcialFallas Díaz y al Dr. Rodolfo Céspedes apublicar este trabajo. En el número dediciembre de 1954 de la Revista de BiologíaTropical (San José, Costa Rica) GuidoMiranda acaba de publicar un trabajo muyinteresante sobre la biopsia del hígado en elque figuran varios casos de fiebre amarilladurante el estado agudo de la enfermedad ydurante la convalecencia.

El PRESIDENTE: Muchas gracias, CoronelElton. No tenía noticias de ese trabajo sobrebiopsia. Es importante, siempre que sepresente la oportunidad, que se prosiga elestudio de casos clínicos. El hospital de SanJosé es el único que, desde la epidemia deRío de Janeiro en 1928-29, ha tenido unaserie de casos para el estudio apropiado dela enfermedad.

Tanto la viscerotomía como los estudiosde rutina en animales van adquiriendo cre-ciente importancia para la localización de lafiebre amarilla como enfermedad. Puestoque la vacunación se ha generalizado de unamanera tan considerable, pues se han va-cunado a más de 20 millones de personas enSudamérica, el empleo de la prueba de pro-tección tendrá cada vez menos valor. Parasaber qué está sucediendo con respecto a lafiebre amarilla, se deben emprender estudioscorrientes a largo plazo tanto sobre losvectores como sobre los huéspedes animales.

Hay también un importante aspecto deltrabajo al que no hemos hecho referenciahoy, y para el cual me dirijo al Dr. Trapido.Me refiero al estudio de cinco años sobre ladensidad del Haemagogus spegazzinii en

Pacora, donde se diagnosticaron los pri-meros casos panameños en 1948.

E:L DR. TRAPIDO: Uno de los problemasque se nos plantearon en Panamá fué éste.Si toniamos al pie de la letra los datos exis-tentes, entonces aceptamos los resultados delas encuestas verificadas en la década queempieza en 1930 y a principios de la 1940-1950 por Kumm y Crawford y Bustamantey las que dió a conocer Sawvyer en Centro-américa, México y Panamá respectivamente.Según todas ellas ninguna persona nacidacon posterioridad a 1925 (lió pruebas deposeer anticuerpos, y se llegó a la conclusiónde que la fiebre amarilla selvática no eraendémica en Centroamérica, México oPanamá occidental. Las graves manifesta-ciones que presentó la población de monos yla serie de acontecimientos ocurridos enestos últimos años tienden a confirmar elhecho de que se trataba de una población demonos no inmune. Aceptando al pie de laletra estas encuestas, nos propusimos en1950-o sea el año siguiente de haberocurrido casos en Pacora, al este de la Zonadel Canal-mostrar por qué el virus nopasaría al oeste del Canal ni penetraría enAmérica Central. Esperábamos poder probarque había una razón zoogeográfica, es decir,que la composición de la fauna de los mos-quitos del dosel de la selva en la parte oestede Panamá era diferente de la de Panamáoriental, contigua a Sudamérica. Pues bien;no sucedió así, y notificamos la existencia despegazzinii falco en Costa Rica varios mesesantes de la aparición de los primeros casos defiebre amarilla en aquel país.

No obstante, sabemos por la encuesta deKumm y Crawford que un nifo de nueveaños, un poco al este de Panamá, habíamostrado protección en 1941, lo cual indicaque en la década de 1930-1940 la fiebreamarilla se había aproximado al extremo dellegar a treinta millas del Canal, y sin e:m-bargo en el oeste no había ocurrido nada.¿Por qué el virus cruzó el Canal en 195.0,y no en la década de 1930-1940? ¿Por quécruzó el estrecho istmo en esta ocasióncuando tenemos razones para creer que el

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virus se había aproximado a esta zona sólouna década y media antes y no lo cruzó?

Emprendimos uni estudio de un año de lafauna de los mosquitos que habitani el doselde la selva y, como funcionó bien, fué posiblecontinuarlo durante varios años con lacolaboración de la Unidad de Medicina Pre-ventiva del Ejército, que está instalada enla Zona del Canal y dispone del personal ymedios de transporte necesarios. Gracias aesta colaboración hemos podido acumulardatos relativos a cinco años.

Gracias a estos datos podemos anticiparuna explicación; y es que hay grandesfluctuaciones cíclicas a largo plazo en laabundancia de mosquitos que habitan laparte superior de la selva. Es decir, que elspegazzinii falco, en determinado mes de de-terminado año, puede tener una densidadmucho mayor o menor que en el mismo mesde otro año. Por consiguiente, suponemnosque la parte central del istmo de Panamá escrítica porque la vertiente del Pacífico, comoantes indicó el Dr. Boshell, está cubierta deselva tropical de hoja ca-duca. Esto está rela-cionado con una estación de fuerte sequía.

El hecho de que el Canal esté donde estáse debe a una brecha en el sistema mon-tañoso. Esta hondonada permite el paso dela humedad de los vientos alisios hacia elnordeste del lado del Pacífico. La precipita-ción pluvial en las cercanías de la ciudadde Panamá, a la entrada del Canal desde elPacífico, es casi dos veces mayor que a unasveinte o treinta millas más arriba o más abajode la costa, al abrigo de las montañas, y enrealidad esta zona es una región crítica detransición con respecto al tipo de selva. Laselva de este lugar es de un tipo intermedioentre la verdadera selva de lluvias tropicales,en la que no hay ines que la precipitaciónpluvial sea menor de cinco pulgadas, y laselva tropical de hoja caduca, que es con-secuencia de una estación de acentuadasequía. En 1949 y 1950 pueden haber coin-cidido dos ciclos, uno de los cuales es el delacercamiento del virus desde el este, quellegó a esta zona crítica durante un cicloculminante con respecto al Haemagogus a

consecuencia de una precipitación pluvialespecialmente favorable. De esta manera,habría sido la casual coincidencia de los dosciclos, por un lado el del virus y por otro el dela población de mosquitos, lo que permitióal virus cruzar esta zona marginal.

En el lado atlántico de Panamá occi-dental hay selvas tropicales de fuerteslluvias, de excelentes condiciones ecológicaspara mantener el virus a partir de ese lugar.Esto podría citarse como ejemplo de lanecesidad de constantes estudios a largoplazo.

EL PRESIDENTE: Muchas gracias, Dr.Trapido. Este es precisamente el punto queyo quería destacar, o sea, la necesidad de es-tudios a largo plazo. El Dr. Boshell, aldiscutir el brote de Nicaragua, nos dió aconocer el hecho de que el virus de la fiebreamarilla había permanecido en la penínsulade Rivas durante un período de fuerte sequía,pero omitió decirnos que después de dichoperíodo el virus al parecer había desa-parecido. Entre 1934 y 1940, el virus de lafiebre amarilla apareció en la parte meri-dional del Brasil y se propagó por todas lasáreas selváticas que podían infectarse. Alcabo de diez años, el virus empezó de nuevoexactamente en la misma zona, y los brotesde 1944 y 1945 indicaron el comienzo de unasegunda curva de siete años. Pero la epi-zootia llegó al río situado entre MinasGerais y Sao Paulo a fines de 1945 y nologró progresar más allá de este límite. Alos cinco años, o sea en 1950, comenzó otraepizootia, y en esta ocasión cruzó el río,penetró en Sao Paulo y Paraná y, durante1952 y 1953, recorrió una vez más otracurva por todo el Brasil meridional como enla década de 1930. A fines de 1953, la epi-zootia se detuvo repentinamente y granparte del área que abarcó la primera epi-demia en la década de 1930-1940 se libróde las dos invasiones posteriores del virus.

La observación que hay que hacer es que,aunque el virus se detuviera actualmente enHonduras y no pasara a Guatemala ni aMéxico, ello no supondría ninguna garantíade que la siguiente ola de virus que pueda

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aparecer en Centroamérica no penetre enMéxico, puesto que es una cuestión quedepende mucho de los factores climatológi-cos, que varían de un año a otro.

Hoy hemos discutido muchos puntos quemerecen mucho más estudio. Esta mañanapusimos de relieve la necesidad de que seestudie la fiebre amarilla bajo un plan a largoplazo. El Dr. Theiler sugirió que este aspectoforma sólo parte del problema, y que necesi-tamos estudiar el grupo entero de enfermeda-des virales sobre la base de investigaciones alargo plazo, tanto epidemiológicas como delaboratorio. Y si aceptamos la necesidad deobservaciones a largo plazo debiéramospreparar el establecimiento de programas deestudios a largo plazo también. Habría quecrear, en determinadas zonas, unidades queestuvieran dispuestas a seguir a la fiebreamarilla por dondequiera que fuese duranteun considerable período de tiempo.

Al observar los resultados de la labor de laFundación Rockefeller sobre la fiebre ama-rilla, con frecuencia no nos damos cuenta deltiempo que requirió dicha labor. La Funda-ción comenzó sus trabajos sobre fiebreamarilla en 1915 y, considerándola de unamanera retrospectiva, nos damos cuenta quepocos fueron los progresos que se realizarondurante los primeros diez o doce años deactividad. Se redujo el alcance de la fiebreamarilla como enfermedad transmisible porel aegypti, pero en cambio los conocimientosfundamentales sobre ella no aumentaron.

La gran contribución de la FundaciónRockefeller ha sido posible, principalmente,porque cuando empezó a trabajar en el pro-blema de la fiebre amarilla se arriesgó adeclarar que su misión era erradicarla de lasAméricas. Una vez asumida esta misión, laFundación Rockefeller prosiguió sus tra-bajos de erradicación de la fiebre amarilla, alos que dedicó personal por un período detreinta y cinco años, durante los cuales seinvirtieron en esta empresa unos doce o trecemillones de dólares. Se lograron muchos pro-pósitos por la sencilla razón de que elpersonal era permanente, aunque no fuesenlas mismas personas, y cuando alguna de

ellas dejaba el trabajo por cualquier motivoera substituida inmediatamente por otraque se encargaba de continuarlo.

No cabe duda del inmenso valor delLaboratorio de Virus Tropicales, no sólopara el Gobierno de Trinidad sino tambiénpara los países vecinos. A pesar de loscomentarios que se han hecho en el sentidode que el dengue influyó en que la epidemiafuera contenida en Puerto España, yo meinclino a creer que, si el laboratorio no hu-biera existido y no se hubiera identificado elvirus en aquel determinado momento, laspérdidas económicas relativamente elevadasque experimentó Trinidad a raíz de dicha in-'vasión se habrían multiplicado varias veces,no sólo en detrimento de Trinidad sinoprobablemente de otras partes de la región.

El programa para los futuros estudioscoordinados necesita considerable discusión,y al respecto sugiero que mañana por lamañana nos reunamos algunos de los aquípresentes para discutir planes para unfuturo inmediato, aprovechando la circuns-tancia de que se encuentran entre nosotrosel Dr. Johnson y el Dr. Trapido, del Insti-tuto Gorgas, el Dr. Boshell y el Dr. Gast, deColombia, el Dr. Downs, de Trinidad y elpersonal de la Oficina Sanitaria Panameri-cana que tiene a su cargo las actividades deque estamos tratando.

EL DR. SPENCER: Quisiera aprovecharesta ocasión-aunque comprendo que elmomento oportuno de hacerlo ha pasado-para manifestar mi profunda satisfacciónpor haber podido escuchar las observacioneshechas en la presente reunión y haber par-ticipado, aunque en modesta medida, en lamisma, y al mismo tiempo quiero expresarmi creencia de que, por la forma en que seha desarrollado la reunión, cada uno denosotros ha enriquecido el concepto de: lamagnitud del problema que estamos dis-cutiendo. Espero que en el futuro, a medidaque penetremos en él, no nos sentirernosinclinados a restar importancia a cualquierade los puntos que surjan de las investiga-ciones futuras al aplicarlos al problema en

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general. Por cuanto a mí se refiere, y creoque expreso también el sentimiento de losdemás, considero que la presente reunión hasido el estimulante y acertado comienzo deotras que probablemente se celebrarán enel futuro, y tengo la seguridad de que lo queha surgido en ella será beneficioso para todosy cado uno de nosotros.

EL PRESIDENTE: Muchas gracias, Dr.Spencer.

Miércoles, 22 de diciembre, A.M.

EL PRESIDENTE: Ayer discutimos, aunquebrevemente, algunos de los elementos de quedisponemos para el estudio de la fiebre ama-rilla y la producción de la vacuna, re-firiéndonos especialmente al Instituto Os-wvaldo Cruz del Brasil, al Instituto CarlosFinlay de Bogotá y al Gorgas MemorialLaboratory de Panamá. Tenemos también,por supuesto, el Laboratorio de Virus Tropi-cales de Trinidad, el cual, con su programapara el estudio de los virus no sólo en Trini-dad sino también en el norte de América delSur, nos proporcionará de vez en cuandoinformes sobre la fiebre amarilla. Las autori-dades de Venezuela se han puesto al hablacon nosotros acerca de la posibilidad decolaborar en la organización de un labora-torio de virus en Caracas. La propuestarelativa a dicho laboratorio ha sido, en parteal menos, aguijoneada por la reciente situa-ción de la fiebre amarilla.

Durante muchos años la FundaciónRockefeller concentró sus estudios sobrefiebre amarilla en América del Sur en doslaboratorios: uno en Bogotá, al extremonoroeste, y otro en Río de Janiro, casi enel extremo sudoriental del continente sud-americano. Además, la Fundación tenía sulaboratorio central para el estudio de lafiebre amarilla en Nueva York. Por con-siguiente, funcionaban tres laboratorios enel continente. Parecía entonces que lomejor era concentrar los trabajos en unnúmero limitado de laboratorios, debido alcosto que suponía el mantenimiento decolonias de animales susceptibles y alcarácter especializado de los trabajos. Esta

fué también la posición que adoptó laOficina Sanitaria Panamericana, la cual, en1948, disuadió al Gobierno de la Argentinade crear un laboratorio de fiebre amarilla enBuenos Aires.

Es importante que el diagnóstico de loscasos críticos-por lo menos el diagnósticodel hígado-sea verificado por patólogos queconozcan perfectamente este tipo de exá-menes. Pero, quien sabe si, con el desen-volvimiento de procedimientos similares apropósito de otros virus, no nos encontramosquizás en una situación en que, a pesar delcosto de estas operaciones, debiéramosapoyar la creación de más laboratorios quese dediquen al aislamiento del virus, a suidentificación, a pruebas de protección, etc.Este es sólo uno de los temas que hay queconsiderar.

No contamos actualmente en los EstadosUnidos con ningún laboratorio a que echarmano para las pruebas de protección habi-tuales ni para los trabajos sobre fiebre ama-rilla. El laboratorio del Dr. Theiler realiza aveces estos trabajos con el fin de prestarservicio, pues no está montado, como estabahace diez o quince añros, para el determinadopropósito de manejar grandes cantidades dematerial procedente del campo. Como yasabe la mayoría de ustedes, la preparaciónde vacuna en el laboratorio del Servicio deSalud Pública de los Estados Unidos, enHamilton, Montana, ha pasado a manos deintereses comerciales.

Debiéramos examinar el problema de lacoordinación de las actividades de loslaboratorios existentes; considerar lo que sepuede hacer para ampliar la labor de esasinstituciones y, concretamente, el problemade planear estudios en América Central; laposible expansión de esos estudios para de-terminar lo que se debe hacer, así como laposibilidad de lograr que se haga algo enrelación con el brote actual en Venezuela.Hemos recibido solicitudes específicas dedicho país para que se estudien los mamí-feros de las zonas infectadas. Todavía nohemos podido hacer los arreglos necesariospara enviar a un especialista en mamí-

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feros a dicha región. Se plantea la cuestiónde si debiera enviársele con un nombramientotemporal de unos meses y, en ese caso,cuánto tiempo debe permanecer allí. O bien,si debe enviarse, en primer lugar, a unapersona de gran experiencia en general, comopor ejemplo el Dr. Boshell, para que examinela situación y planee estudios a largo plazoa cargo de un grupo del que formaría parteel especialista en mamíferos.

Otro problema de carácter general queayer no examinamos es la posibilidad dealterar la magnitud, forma y dirección de lasolas epizoóticas que nos sea dado observar.Ya en 1937 ó 1938 se propuso el empleo deaviones e insecticidas como medida de pro-tección de los trabajadores que tenían queinternarse en ciertas selvas del Brasil. Sinembargo, nada se hizo entonces. Hace poco,el Coronel Elton sugirió la posibilidad deaislar una región con insecticidas e impedirde esta manera que la fiebre amarilla avancea través de ella desde Nicaragua y porHonduras penetre en Guatemala. La pro-puesta se hizo suponiendo que el viruscruzaría determinada área y de que sesabría cuando iba a llegar a ella. El cálculodel costo de dicho proyecto arrojó un re-sultado que rebasa las posibilidades econó-micas de cualquiera de los organismos quehubieran podido pensar en acometerlo. Notengo el convencimiento de que dispongamosen el momento actual de ningún método deaplicación general a las regiones epizoóticaso enzoóticas.

Sin embargo, la última vez que estuve enTrinidad, el Director de los Servicios Médi-cos presentó una propuesta de erradicaciónde los monos de la isla. No tengo la menoridea de hasta qué punto sería factible dichapropuesta. Y aunque se erradicaran losmonos, seguiría siendo necesaria la erradica-ción del Aedes aegypti en Trinidad paraevitar su propagación a regiones de otrospaíses libres de él, y también para protegera la propia isla de Trinidad contra cualquierpersona infectada de fiebre amarilla quepudiera llegar al país procedente de la vecina

Venezuela. Ahora, espero los comentariosde ustedes.

EL DR. TRAPIDO: Acerca de la posibilidadde controlar el Haemagogus spegazzinii enuna región, creo que hay dos puntos sobrelos que podemos facilitar informes. El pri-mero de ellos es que en realidad nadie haencontrado el criadero de este mosquito. Setrata de un mosquito que se reproduce en loshuecos de los árboles, pero en todos los tra-bajos que llevamos a cabo en Panamá en unárea en que los mosquitos adultos no sonparticularmente comunes, pero donde, sinembargo, se capturaron con cierta frecuenciaen dos años, no logramos encontrar larvasen los huecos naturales de los árboles sinouna vez. Habiéndonos dedicado por unperiíodo de dos años a recoger larvas en unaregión que contenía un centenar de bambúesdonde existía el mosquito adulto, pudimosrecoger, en tres ocasiones, cuatro larvas enla parte superior de dichas plantas.

El segundo punto se refiere a la suscepti-bilidad al DDT. Al montar, en 1953, unlaboratorio de campo en una de nuestrasestaciones en Nicaragua observamos unhecho secundario muy interesante. ElMinisterio de Salubridad Pública tuvo lagentileza de proporcionarnos una casa que,según nos dimos cuenta después, habíaservido de centro a los equipos de rocia-miento de DDT contra la malaria. Puestoque se trataba de una zona totalmente nuevapara nosotros, queríamos utilizar aquelpunto como centro dle distribución delmaterial para comprobar la determinación delas especies (le los mosquitos selváticos quefuéramos obteniendo. Pero la oferta alparecer era totalmnente inútil, porque lasparedes estaban embadurnadas de DDT. Sinembargo cubrimos el suelo con una fina capade cemento e hicimos cepillar y encalar lasparedes. Al tratar de criar allí larvas, las deA nofeles y Culex murieron pero las deHaemagogus se desarrollaron bastante bien.

EL PRESIDENTE: ¿Ocurrió también enl lafase de larva?

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EL DR. TRAPIDO: Sí, en la fase de larva.Presenté este ejemplo sólo para poner derelieve el hecho de que no existen informesacerca de la susceptibilidad del Haemagoguscomo existen en el caso del Anopheles y devarios otros mosquitos. Quisiera sefialar que,a juzgar por este pequeño incidente, meparece que el Haemagogus es menos sus-ceptible al DDT que el Anopheles. Esta es,naturalmente, una observación secundaria,pero si se proyecta controlar al Haemagogussugiero que, primeramente, se hagan ciertosexperimentos muy sencillos de laboratorio.

EL PRESIDENTE: ¿Tienen ustedes algúnotro comentario que hacer?

EL DR. DowNS: En cuanto al proyectadoprograma de erradicación de los monos enTrinidad, se presentó la propuesta cuando sesupo que su habitat no abarca toda la isla,que ya de sí es pequeña, y que un censoaproximado no arrojaría más de tres mil ocinco mil monos. Esta fué la cifra que yocalculé que representaría la población totalde monos de la isla.

Los cazadores llegan a todas partes de laisla. No hay lugares que realmente puedadecirse que soI inaccesibles. La inmensamayoría de estos cazadores están deseososde ganarse algún dinero, y tenía la certeza deque la erradicación de los monos podíalograrse, con bastante rapidez, simplementepor el sistema de gratificación, y a un costototal máximo de quince o veinte mil dólaresde las Indias Occidentales Británicas, queno representa una gran cantidad para unprograma de esta naturaleza. Las sociedadeslocales de historia natural y de amigos de losanimales, la mayoría de cuyos miembros nohabía visto jamás un mono ni sabían queexistían en Trinidad, hicieron muchas ob-jeciones a la propuesta, hasta que fuéahogada en lágrimas y lamentos, y no creoque se vuelva a considerar de nuevo.

No voy a discutir la cuestión de si habríaque pensar en la erradicación de estosanimales. En realidad, la isla podría volvera poblarse en cualquier momento intro-duciendo monos de Venezuela. La cuestión

que se planteó fué si se podría garantizarque la erradicación de los monos supone,verdaderamente, un paso decisivo hacia lasolución del problema de la fiebre amarillaselvática. Claro está que no se podríagarantizar, pero en mi opinión es un experi-mento que vale la pena hacer. Si se erradi-caran los monos y continuara todavíacierta forma de fiebre amarilla selvática,nos acercaríamos mucho más al punto crucialde un problema vital. Sin embargo, comoacabo de decir, no preveo muchos resultadosde la erradicación de los monos.

EL DR. JOSEPH E. SMADEL: (WalterReed Army Medical Center): Desearíahacer algunos comentarios sobre los trabajosde diagnóstico. Una de las razones de que,en los Estados Unidos, no se lleve a caboningún trabajo de diagnóstico de la fiebreamarilla, con excepción de los de la Funda-ción Rockefeller, es que ello no ha sidonecesario. Mientras los laboratorios de laRockefeller se ocupen de ello, se consideraque ya es suficiente. A falta de un labora-torio, que proporcione los mencionadosservicios, creo que debiera existir en algúnlugar de los Estados Unidos uni laboratorioque estuviera en condiciones de llevar a cabolas tareas habituales de manera satisfactoria.Siempre es fácil proponer que alguien "leponga el cascabel al gato." Tenemos ellaboratorio de virus, en Montgomery, Ala-bama, que forma parte del Servicio deSalud Pública. Su concreta misión consisteen el diagnóstico de virus para los Serviciosde Sanidad del país y del Estado de Ala-bama a petición de los médicos de los Es-tados Unidos. Parece que podrían ampliarseun poco sus tareas ordinarias, que yacomprenden el diagnóstico de cierto númerode agentes de virus, de forma que el labora-torio facilitara aquellos servicios de diag-nóstico necesarios por lo que a EstadosUnidos se refiere.

En cuanto a las regiones de AméricaLatina creo que, en general, sería factibleorganizar varios laboratorios de virus cuyafunción principal fuese el diagnóstico de la

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fiebre amarilla. En estos últimos años, alorganizar laboratorios de virus en muchaszonas de los Estados Unidos, hemos escogidouna enfermedad u otra como base de cadalaboratorio. Unas veces ha sido la influenza,otras la poliomielitis. En todo caso, si seconsidera que la influenza y la poliomielitisjustifican el aumento de los servicios delaboratorio en los Estados Unidos, tambiénla fiebre amarilla debe ser suficiente razónpara hacer lo mismo en las regiones en queexiste la enfermedad.

El tema que presentó ayer el Presidentesobre la prueba de neutralización es unproblema que se nos plantea constantementeen los trabajos de diagnóstico del virus; estaprueba ha sido un valioso medio de diag-nóstico durante muchos años, pero actual-mente está perdiendo valor a causa de lavacunación y de los anticuerpos neutrali-zantes que ésta produce. En mi opinión, laspruebas de fijación del complemento parael diagnóstico de la fiebre amarilla merecennueva consideración. Por lo general, estosanticuerpos desaparecen en un tiempobastante corto, y de ahí que su presenciapueda indicar una reciente infección.

El problema que más me preocupa escómo obtener los medios de laboratorio baseen relación con la fiebre amarilla, precisa-mente ahora que la Fundación Rockefellerestá en vías de abandonar los trabajosfundamentales sobre el virus de esta en-fermedad. El laboratorio del Dr. Downs enTrinidad, aunque no he tenido el gusto devisitarlo, me parece, por lo que hablé con ély por la excelente intervención que hizoayer, que es un buen laboratorio de campo.Este laboratorio puede funcionar muy biensi tiene la ayuda de un laboratorio base quehaga aquellos trabajos técnicos que sondemasiado difíciles o que requieren muchotiempo, o bien que, por cualquier otra razón,no pueden hacerse en los laboratorios decampo. Esta es la ayuda que ha facilitado laFundación Rockefeller, y que probablementeseguirá facilitando por algún tiempo, peroen cuanto cese, ¿quién se hará cargo deestos servicios en los Estados Unidos? No

veo la forma de que este tipo de ayudaesencial se obtenga de los organismos delgobierno. Si es ya difícil obtener dinero paracombatir la fiebre amarilla, será probable-mente imposible lograrlo para investigacionesa largo plazo sobre la misma.

EL DR. BOSHELL: Volviendo al problemade la erradicación de los monos yo, personal-mente, creo que es perfectamente factible.Se trata de una especie animal muy vul-nerable, que se multiplica en una proporciónmuy lenta, gracias a lo cual es muy fácileliminarla. He podido observar la erradica-ción de otras familias animales en brevetiempo, tales como los cerdos silvestres. Silos cazadores locales tuvieran interés encazar monos por determinado precio, notengo la menor duda de que se exterminaríala población de los mismos.

En cuanto a la destrucción del mosquito,estoy seguro de que es posible en un árealimitada por medio de abundante rocia-miento, pero si no se verifica esta tarea engran escala, la zona que quede libre de esteinsecto pronto será reinvadida, y en algunaparte hay que detenerse. Este sistema nose puede aplicar a toda una selva, empezandoen Mléxico para terminar en Argentina, y sino se hace en una escala de esta naturaleza seperderá inmediatamente el esfuerzo que sehaya hecho para detener la invasión ylimpiar determinada zona a causa de lareinvasión procedente de las regionesvecinas. Esta labor se podría realizar enlugares como Trinidad, que se encuentraaislada y limitada, pero en el continente o enAmérica Central no creo que una destrucciónlocal limitada pueda tener ningún efectoduradero.

EL DR. TRAPIDO: Quizás convendríaagregar ciertos datos de que disponernos.Cuando hablamos de la destrucción delmosquito, yo dí por supuesto que no setrataba de la erradicación, sino simplementede la eliminación de los mosquitos por brevetiempo en alguna determinada región, conla idea de levantar una barrera. Si de lo quese trata es de eliminar realmente estos

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mosquitos en forma permanente, debieraseñalarse que, en el curso de los experi-mentos que hemos llevado a cabo con elHaemagogus, observamos que los huevos despegazzinii no se incuban hasta la tercerainundación y siguen incubándose hasta ladécima, después de ocho meses. Supongamos,en interés de la discusión, que rociamos desdeel aire la selva, y demos también por des-contado que exterminamos a todos losmosquitos adultos (y esto último es yamucho suponer). En el supuesto de quelográramos todo eso, habría que seguirmatando a los mosquitos adultos quesalieran de los huevos entonces existentes,donde quiera que se encuentren los criaderos(cosa que ignoramos) durante un tiempomínimo de ocho meses, y me aventuraría apredecir que los huevos continuarían enincubación por un año.

EL DR. DOWNS: La cuestión del rocia-miento aéreo en la isla de Trinidad fuéplanteada por algunos de los miembros delGobierno al principio de la operación enaquella isla, y examinamos brevemente elcosto aproximado de este tipo de rociamientosobre una extensión de unos 2.600 kiló-metros cuadrados que se considera queabarca la parte afectada. El que tengaalguna experiencia del rociamiento desde elaire sabe muy bien el costo que representa suaplicación adecuada a una extensión de2.600 kilómetros cuadrados, e inmediata-mente se da cuenta que este método estotalmente imposible de llevar a la práctica.

EL DR. BOSHELL: Según mi experiencia,cuesta $25 dólares por hectárea.

EL PRESIDENTE: Se ha suscitado elproblema de cuáles son las posibilidades dealterar el movimiento de una ola epizoóticade fiebre amarilla, ya sea directamente obien bloqueándola. Se ha mencionado lapropuesta que hizo el Coronel Elton hacedos años, pero no se ha explicado condetalles. También se mencionó la posibilidadde erradicar los monos en Trinidad.

Sabemos por experiencia que la erradica-ción del aegypti, para que sea factible,

requiere un programa de expansión per-manente. La principal dificultad con quetropieza la erradicación es el problema de lareinfestación desde la periferia. Esta es unade las objeciones que, con frecuencia, sehacen a los programas de erradicación. Yo,en cambio, prefiero observarlo desde otropunto de vista. Prefiero considerar que estadificultad de la reinfestación desde laperiferia es uno de los dones del programade erradicación En el Brasil, existen miles ymiles de pequeñas colectividades que, actual-mente, están libres de la amenaza de la fiebreamarilla urbana por la sencilla razón de quefueron limpiadas de aegypti a los efectos deevitar la reinfestación que ellas pudieranocasionar a los grandes centros de poblaciónen que estaban interesadas las autoridades.Actualmente, cierto número de países estánlibres del aegypti, o les falta muy poco paraello, y libres también de toda amenazaposible de fiebre amarilla urbana debida aque el Brasil, que ya había limpiado susfronteras, se reinfestaba por la invasiónprocedente de otros países. Al hablar deerradicación deberíamos especificar qué es loque queremos decir, ya sea un programa deexpansión o la erradicación local, comohemos dicho con respecto a Trinidad, quees una isla y en donde se supone que no sevolverían a introducir los monos. En lasotras regiones de América del Sur quemencionó el Dr. Boshell como posibleslugares de erradicación, creo que habríaque estudiar la erradicación de los monoscomo un programa de tipo expansivo, si esque se quiere obtener beneficios per-manentes.

EL CORONEL ELTON: En cuanto a Trini-dad, no me sorprendería que lo relativo a lafiebre amarilla selvática se hubiera termi-nado. Advierto que la época de actividad dela última epidemia en el extremo meridionalde la isla fué de agosto a octubre, y desdeentonces no han ocurrido nuevos casos. Nose trata de una afirmación concluyente, perola historia de la pauta de los episodios epi-démnicos ha mostrado su índole autolimitante

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en una determinada localidad y un procesode unos dos meses de duración en cualquierade las partes de Centro América en que hanocurrido.

No estoy en condiciones de ocuparme dela posible propagación de Aedes aegypti enlos centros urbanos de Trinidad, perosospecho que la fase selvática está casiterminada. Esta es la característica de laepidemiología selvática que exime de lasmedidas de cuarentena. Dudo que hayahabido pérdida económica alguna en lospaíses de América Central, a pesar de lomucho que se ha hablado de la enfermedaden las publicaciones científicas, pues no hahabido pánico provocado por un componenteurbano y los países se encuentran libres dela ola en la fecha prevista. Ayer, el Dr.Calderwood habló de "zonas de peligro", lasque yo llamaría "zonas de actividad."Aparte de estas zonas parece que hay pocomotivo de preocupación.

Lo contrario ocurre tal vez en el Brasil,donde existen muchas zonas enzoóticasestabilizadas, pues en América Central noexisten todavía dichas zonas, que quedancomo estela de la ola, ni ninguna otra activi-dad endémica por lo que concierne alhombre. Este factor permite a los paíseslevantar la cuarentena una vez transcurridoun tiempo razonable a partir del cese de laactividad. Sin embargo, hay dos fases deactividad: la epizoótica y la epidémica. Aveces se producen simultáneamente, y otras,la fase epizoótica precede a la epidémica, ypor alguna causa puede permanecer concierta actividad después que la fase epi-démica ha cedido. Cuando se ha observadoeste fenómeno la continua mortalidad demonos no ha sido, hasta la fecha, objeto deestudio. Se creería que en el fenómeno inter-vienen dos tipos de mosquitos; por una parteuna especie que originalmente transmite elvirus sólo al mono, y por otra, la especie quetransmite después el virus al hombre. Puedeque sólo intervenga una especie, pero se tratade un fenómeno curioso y difícil de explicar.

Estoy de acuerdo con la observación hechaayer por John Bugher de que es necesario

llevar a cabo una gran labor desde el puntode vista biológico general. También fueronmuy interesantes los comentarios de MaxTheiler con respecto a la inmunidad cruzada,e indican la necesidad de conceptosfidedignos para poder llegar a ampliasconclusiones.

En mi opinión, lo más importante esencontrar la forma de evitar que se adquierafiebre amarilla biológicamente. Si yo fueracampesino y no se dispusiera de ningunavacuna, dicha forma de protección es la quedesearía conocer. Supongamos que un. in-dividuo no puede vacunarse; ¿qué tendríaque hacer para evitar la infección? Se puedenadoptar medidas, como ocurre con lamalaria, sin necesidad de recurrir a lasvacunas o drogas. Si conocemos la bionomíadel vector específico, podemos protegernosbastante bien y regular nuestras actividadesde acuerdo con las horas del día o de la nochey con los lugares que ofrezcan garantía y,de esta manera, evitar la infección. Lo mismopuede hacerse con respecto a ia malariautilizando ropas y equipo protectores ymediante adiestramiento adecuado. Perohay que conocer la conducta del vector.

El hecho de que dispongamos de unavacuna eficaz contra la fiebre amarilla tiendea paralizar los estudios y la investigación.Debiéramos averiguar qué es lo que real-mente ocurre en la naturaleza, pero en lugarde ello damos por supuesto, con cierta pre-sunción, que podemos controlar la enferme-dad y proteger nuestra civilización mediantela vacuna o la erradicación del vector urbano,el Aedes aegypti, lo cual tiene muy pocointerés para el campesino. La civilizaciónse defiende con un techo que el hombreconstruye y necesita constantes reparaciones.No permanece intacto de un modo indefinidoy, por consiguiente, debemos aprender aprotegernos cuando empiece a gotear, puestoque es un problema que se nos puedepresentar en un futuro no muy lejano.

En cuanto al rociamiento aéreo de losmosquitos selváticos o a la erradicacióndel mono en zonas de separación creadas porel hombre, temo que ya no es posible, puesto

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que es demasiado tarde para tomar cualquiermedida en relación a La Ceiba. No hay unasola región del mapa en que actualmente seaposible aplicar el mencionado procedimiento,puesto que los kilómetros cuadrados quehabría que abarcar para ello son yademasiados. El único lugar que merecetenerse en cuenta es aquel en que lasmontañas se encuentran cerca de la líneacostera, entre Veracruz y Tampico, enMéxico; allí se podría intentar dicho pro-cedimiento hacia 1958 en caso de que la olasiga la pauta anterior. Si bien no se tieneseguridad de que siga dicha pauta, podemosadmitir que, hasta ahora, no se ha ob-servado nada que haga suponer un cambio.Puede ocurrir también que la ola termine.Probablemente permanecerá en estadolatente hasta la primavera de 1955, puesdesde 1948 ha experimentado muchosperíodos de letargo. Debemos sacar partidode toda circunstancia que nos permitaconocer la historia natural de estefenómeno.

El Dr. Soper mencionó ayer que se podríanutilizar los servicios de especialistas enmamíferos y de otros hombres de cienciainteresados en el material que ahora nosbrinda este gran laboratorio que es lanaturaleza. Cuando la ola avance por laparte norte de Guatemala y descienda por elvalle del río Usumacinta hasta llegar a lacosta del golfo de México, se presentaránmuchas ocasiones de estudio. No creo quetengamos mucho éxito en la vacunación delos habitantes de esta región a causa de laextensión de la misma y de lo disperso de lapoblación. No es que la vacunación no seaeficaz, pues sí lo es y mucho, sino que resultamuy difícil de aplicar a las personas que máslo necesitan. Una cosa es que la gente sepresente en un laboratorio aprobado por laOrganización Mundial de la Salud en dondese le extiende un certificado en toda regla devacunación. En cambio, es muy distintosalir al campo en busca de las personas quehay que vacunar o incluso convencerlas deque necesitan ser vacunadas.

Cuando llega la época de sequía y cesa la

actividad es el momento oportuno deaveriguar lo que realmente ocurre, lo mismoque en cualquier fase de la medicina pre-ventiva. Cuando ciertas enfermedades seencuentran en estado inactivo debiéramosaveriguar el porqué y tratar de determinarcuándo volverán a aparecer. Ciclos de estanaturaleza no son raros. Propendemos arecibir los plácemes por el control cuandotodo sale bien, como si el período de bienestarse debiera a nosotros. Sin embargo, esentonces precisamente cuando hay queponerse en guardia y estar muy alerta.Cuando la fiebre amarilla selvática se en-cuentra en una fase latente, no debemoscruzarnos de brazos y esperar a que resurjamás adelante.

No sé mucho sobre el régimen de laslluvias de Guatemala, pero sí sé que la fiebreamarilla es una enfermedad de todo el año,esporádica durante la sequía, mínimadurante los dos primeros meses de la esta-ción de lluvias, y después epidémica por unperíodo de dos a cuatro meses. Esta fué lapauta hasta ahora, especialmente en CostaRica, como revelan los estudios de ArturoRomero y Alfonso Trejos. Por esto diríaque la parte norte de Guatemala seráafectada hacia el próximo mes de julio,probablemente en las inmediaciones de LosAmates, departamento de Izabal, dondeGaitán notificó, en 1920, un brote de fiebreamarilla selvática.

Tengo un mapa con algunas notas aclara-torias que utilizaré para ilustrar este punto(Mapa 8). Esta proyección, que se basa enel supuesto de que el futuro movimiento dela ola de fiebre amarilla selvática proseguirá,de acuerdo con la pauta que presentó desde1948, a una velocidad total de 21 kilómetrospor mes entre los centros epidémicos, sepresenta a título de hipótesis de trabajo yorientación para futuros planes.

El último centro epidémico discernibleque precedió al período latente durante laactual época de sequía ocurrió en las cer-canías de La Ceiba, Honduras, donde sediagnosticó clínicamente la fiebre amarilla ados pacientes, en agosto de 1954. En sep-

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tiembre de 1954, ocurrió una defunciónpor dicha enfermedad en un hospital de SanPedro Sula, al oeste de La Ceiba en el vallede Ulúa, pero por las circunstancias querodearon al paciente no parece que hubiesecontraído la enfermedad en San Pedro Sulani en sus inmediaciones. Puesto que lasfechas no pueden basarse en el progreso de lafase epizoótica, los hígados de monos quedieron resultados positivo y que se ob-tuvieron en La Masica en el mes deseptiembre sólo indican que la fase epidémicase encontraba probablemente, en aquelmomento, al este de dicho lugar.

Se considera como el centro de irradiaciónde la enfermedad a Los Amates, en el vallede Motagua, departamento de Izabal,Guatemala, puesto que está situado a unos257 kilómetros al oeste de La Ceiba y éstefué el lugar en que Gaitán, en 1920, notificóla presencia de un brote de fiebre amarillaselvática. Por estas razones y por latendencia de las epidemias a producirse afines de julio para continuar durante losmeses de agosto y septiembre, el próximoepisodio epidémico debe presentarse endicha localidad en julio de 1955. Si ocurre deesta manera, las fajas de proyección estaránbien orientadas. Puede muy bien sucederque los episodios epizoóticos ocurran antesde julio, y que al llegar este mes el precursorepizoótico se encuentre camino del cursosuperior del río Usumacinta y hacia el oeste,a través de los departamentos de AltaVerapaz y Baja Verapaz.

No canalizada ya por la cordillera y el golfode Honduras, es de esperar que la ola sedilate como un globo y alcance la penínsulade Yucatán (faja "12 meses después deAmates", mapa 8), pero el eje principaldebiera seguir el valle del Usumacinta haciael noroeste, penetrando en el estado deChiapas, en México, afectando el departa-mento de Petén en Guatemala y llegandohasta Belize, Honduras BHitánica, haciajulio de 1956.

A principios de 1957 la costa del Golfo delestado de Campeche se convertirá probable-mente en región epizoótica, mientras el eje

principal vira en dirección oeste hacia elestado de Tabasco. Se requerirá una estrechavigilancia del tráfico marítimo de cabotajepara evitar la urbanización del virus en losnúcleos de población de México y de losEstados Unidos situados en el Golfo, donde-quiera que la densidad del mosquito excedaal nivel de transmisión. Queda por deter-minar hasta dónde llegará la expansiónhacia el norte en Yucatán (faja "24 mesesdespués de Amates", mapa 8).

La interrupción en la cadena montañosadel istmo de Tehuantepec puede retardar laola, pero puede también dar lugar a una olasecundaria moviéndose en dirección surhasta la parte oriental de Oaxaca en la costadel Pacífico. Sin embargo, el eje principal(faja "36 meses después de Amates", mapa8) debiera continuar en dirección oeste por elestado de Veracruz, acercándose al valle delPapaloapan hacia julio o agosto de 1958.

La faja "48 meses después de Amates",mapa 8, muestra el punto en que la proximi-dad a la línea costera del macizo montañosocontinental forma un cañón por el que debepasar el eje principal de la ola al dirigirsehacia el norte por el estado de Veracruzhacia Tampico y el valle del Pánuco. Laposibilidad de establecer en dicho lugar unabarrera artificial a la propagación de la ola,semejante a la que se propuso anteriormenteal ocuparnos de la región de La Ceiba alnorte de Honduras, merece consideración.Este proyecto debiera estar listo a mástardar en enero de 1959. La ola se extinguirá,probablemente, de una manera espontáneaen la parte sur del estado de Tamaulipas, alnorte del valle del Pánuco.

Es mucha la labor que hay que realizary, en mi opinión, la principal cuestión que seplantea es: ¿cómo nos arreglaríamos si nocontáramos con vacuna? Quisiera estar encondiciones de contestar esta cuestión mejorde lo que puedo hacerlo ahora.

EL PRESIDENTE: Quisiera señalar que estees un problema con el que nos hemos en-frentado, muy concretamente, durantevarios años. Las primeras observaciones defiebre amarilla selvática ocurrieron en 1932,

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pero hasta 1937 no se pudo disponer detécnicas de vacunación colectiva paraproteger a las poblaciones expuestas a la en-fermedad. Prácticamente lo único que sepodía hacer era aconsejar a las personas queno penetraran en las selvas. Esta medida,naturalmente, representaba para muchas deellas la pérdida de sus medios de vida, ycomo necesitaban obtener su sustentosiguieron yendo a la selva. En las zonasagrícolas, la selva se desbroza en deter-minada época del año de acuerdo con unciclo de plantación y, con frecuencia, haocurrido que dicha época coincidía precisa-mente con el momento en que la fiebreamarilla era más peligrosa.

El aspecto que presenta América Centralcon respecto al movimiento de la ola no esdistinto del que observamos en el Brasilmeridional en tres ocasiones distintas. Exa-minemos el mapa 4, "Intervalos entre laaparición de la fiebre amarilla en áreas de-terminadas." En la parte sombreada delsudeste del Brasil se propagó una olaepizoótica de una zona en otra durante losaños de 1934 a 1940, y las zonas que habíanestado infectadas en determinado año, nopresentaron, en general, caso alguno alsiguiente. Todos los años hubo un intervalode unos seis meses durante el cual no sedescubrió ningún caso; a este período siguióla estación de verano durante la cual aparecióla fiebre amarilla en zonas no infectadas elverano anterior. Esta extensa ola de in-fección, observada entre 1934 y 1940, fuéseguida de otras olas menores, pero similares,de 1944 a 1948 y luego, nuevamente, de 1950a 1953.

Si el Brasil estuviera dividido, por ejemplo,en treinta o cuarenta países independientes,cierto número de ellos se encontrarían fuerade cualquier zona endémica y sólo estaríansujetos a epidemias periódicas. De igualmodo, toda la parte nordeste del Brasil,donde anterioramente la fiebre amarilla eraendémica, se podría declarar, de maneradefinitiva, libre de toda amenaza de fiebreamarilla. Desde 1934 no ha ocurrido casoalguno de la enfermedad en toda la zona.

Entonces sólo podría señalarse un pequeñoestado, Ilheus, donde el virus de la fiebreamarilla se halla siempre presente. Y todoesto puede determinarse y clasificarse sinentrar en el aspecto que presenta la fiebreamarilla en el gran valle del Amazonas.

Un punto que podría señalarse es queCosta Rica y Nicaragua, tan recientementeatacadas por la fiebre amarilla y que actual-mente ya quedan atrás del frente de laepizootia, se encuentran entre los lugaresmás seguros del mundo por cuanto a la fiebreamarilla se refiere.

EL DR. JOHN SCRUGGS (Servicio de SalludPública de Estados Unidos): Dr. Soper,¿cuál es el porcentaje de reducción de lavida animal en las zonas por las que hapasado la infección?

EL PRESIDENTE: Existe una grandiferencia según las especies de monos. Voya pedir al Dr. Boshell que nos dé un porcen-taje aproximado de ciertas especies de monosde América Central; en el sur del Brasil elgénero predominante es el Cebus, el cualmuy rara vez muere de fiebre amarilla. Florconsiguiente, este género conserva sus críiasy a los pocos años existe, otra vez, un númerorelativamente elevado de animales sus-ceptibles. Dr. Boshell.

EL DR. BOSHELL: Me quitó la palabra dela boca, pues precisamente estaba a puntode indicar la gran diferencia que existe entreel Brasil y América Central.

EL PRESIDENTE: Y Colombia.

EL DR. BOSHELL: El mono que predominaen el Brasil, más que en Colombia, es elCebus, el cual sobrevive a la fiebre amarillay origina, con relativa rapidez, una nuevapoblación susceptible. En América Central,el Cebus es relativamente bastante escaso.Se ven muy pocos en pequeños grupos. No sécuál será la razón. Es, además, otra especiede Cebus, es decir, el Cebus capuchinus.

El Dr. Downs manifestó que en Trinidaddesaparecieron las dos terceras partes delos monos. Tengo la impresión de que enciertas regiones de Nicaragua, las que estudiédurante varios meses, la exterminación es

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casi total. Por la parte de río Grande yMatagalpa, y par la de río Coco, en las quese sabía que abundaban los monos, se puedeviajar a pie o en canoa durante días y díassinii ve ni oír a ninguno de estos animales.Xo tiene tanta importancia el hecho de nover a los monos como el de no oírlos. Merefiero al A louatta, cuyos chillidos son unacaracterística geográfica. Suelen oírse doso tres veces al día. L.os campesinos deNicairagua dicen coii frequencia: "Estosmonos son nuestro reloj. Sabemos por ellosqué hora es. Sabemos también cuándo va allover porque oímos a los Alouattas." En esasregiones, en los mismos lugares, permanecídurante muchos días y recorrí gran extensiónde terreno, y nunca oí un solo Alouatta.Encontré algunas bandas de Cebus, losúnicos supervivientes de la vida primate enextensas regiones. Por tanto, observamosaquí condiciones totalmente distintas que enBrasil, en donde los intervalos entre lasolas epizoóticas sucesivas son relativamentecortos. Acerca de Centroamérica, tenemossuposiciones, rumores, relatos de genteanciana que afirma que los monos murieronhace 25 ó 30 años, pero carecemos de noticiassobre el período siguiente. Atribuimos estefenómeno al hecho de que la poblaciónpredominante de tmonos es virtualmenteexterminada por cada ola epizoótica defiebre amarilla.

EL PRESIDENTE: Esto viene a corroborarla necesidad de conocer la zona de queestamos hablando. En el Brasil se encuentranregiones en las que han ocurrido cosassimilares. En la época anterior al descubri-miento de la fiebre amarilla selvática, masposterior al conocimiento de la susceptibili-dad de los monos a la fiebre amarilla experi-mental, un médico de Río Grande do Sul(extremo meridional del Brasil en dondenunca se había notificado la existencia defiebre amarilla y se consideraba zona total-mente libre de la misma) me dijo que, cuandoél era muchacho, había en la fazenda de supadre gran cantidad de monos araguatos.Agregó que, hacía unos veinte años, habíahabido una epidemia que casi acabó coii

todos los araguatos, y por largo tiempodejaron de oírse sus chillidos. Sin embargo,años después, al regresar a la hacienda, pudoobservar la misma situación que en lostiempos de su niñez; se oían de nuevo enabundancia los chillidos de los araguatos.Unos años después, en 1939, tuvimosocasión de obtener pruebas de la invasiónde Rio Grande do Sul por la fiebre amarillaselvática, no a través del propio Brasil, sinode Paraguay y la Argentina.

Al observar el mapa 4 "Intervalos entrela aparición de la fiebre amarilla en áreasdeterminadas", notarán ustedes que nohemos tratado de representar en el mismo losmúltiples brotes y casos de fiebre amarillaocurridos a través de los años, sino dos de-terminados grupos: las zonas en que la fiebreamarilla reapareció después de una ausenciade muchos años y las tres zonas marcadascon estrellas, de las que hay pruebas con-cretas de la presencia más o menos constantedel virus de la fiebre amarilla durante variosaños. Estas últimas zonas presentan situa-ciones muy diferentes. La región de Ilheus,en la costa oriental del Brasil, es pequeña,de elevada precipitación pluvial, que abarcados o tres municipios cuya industria principales el cacao. La población de primates en estaregión es muy densa, contiene algunos monosy una población numerosa de titíes suscepti-bles a la fiebre amarilla y cuyo período dereproducción es relativamente corto.

La primera indicación que tuvimos de queen la región de Ilheus pudiera haber fiebreamarilla fué en 1931, antes de que se identi-ficara la enfermedad en su forma selvática.Un suizo, comprador de cacao, que había idode caza unos días antes, llegó a Salvadorcon todas las características de un casotípico de fiebre amarilla. Las investigacionesrealizadas en aquella ocasión no mostraronningún brote urbano en la propia ciudad deIlheus. Con posterioridad, se presentaronotros casos con notable regularidad hastadespués de que fué vacunada totalmente lapoblación. El caso de Ilheus tiene interésporque esta localidad fué la primera de lasAméricas en donde se aisló el virus de la

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fiebre amarilla en animales, y tambiénporque dicho aislamiento tuvo lugar en unmomento en que no se conocía ningún casohumano en la región. Sucintamente, elmecanismo de la conservación del virus enesta zona consiste en la reproducción más omenos constante de mosquitos en la selvade fuertes lluvias, a la vez que en laabundante y rápidamente renovada pobla-ción de animales susceptibles.

Por otro lado, Muzo y San Vicente deChucurí, en Colombia-Muzo especial-mente-se encuentran en situación total-mente distinta por cuanto la fauna primatees muy reducida. Casi no existen primatesen esta zona, con excepción de pequeñosgrupos de monos nocturnos. No voy a entraren este punto como no sea para decir que e]Dr. Boshell y otras personas que han traba-jado en dicha región están convencidos deque no existen en Muzo primates en númerosuficiente para que el virus perdure.

Durante los muchos años de investigaciónsobre la fiebre amarilla, el único ciclo de in-fección que se ha hallado está constituidopor un breve período de infectividad delhuésped primate, seguido de la producciónde su inmunidad, alternando con la infeccióndel mosquito durante toda su vida, y sinninguna transmisión del virus de una genera-ción a la otra. Pero hay diferencias muydefinidas entre las zonas permanentementeinfectadas de Colombia y del Brasil, y debenexistir factores todavía desconocidos. Elvirus de la fiebre amarilla está siemprepresente en la amplia cuenca del Amazonas,pero no se ha determinado de una manerasatisfactoria si es esencialmente estático operiódico. En muchas partes de la cuenca delAmazonas aparece la fiebre amarilla, perodonde lo hace, no se mantiene de manerapermanente dentro de estrechos límites.

Cabe, naturalmente, la posibilidad-nohay todavía prueba de ello-pero es posibleque existan zonas en Centroamérica obien en Guatemala o en México capaces deconservar el virus, una vez que se intro-duzca en ellas, durante períodos bastantelargos. Ponemos en duda esta posibilidad,

pues, al parecer, el virus que anteriormenteexistió en la región ha desaparecido y nohay prueba alguna de existencia de la fiebreamarilla en México ni en Guatemala desdehace muchos años.

La importancia que el Dr. Bugher concedióal estudio de los problemas biológicos gene-rales es muy acertada. Para comprenderadecuadamente la fiebre amarilla necesi-tamos saber muchas cosas acerca de todo elvasto campo de la biología. Anteriormente,cuando el especialista en fiebre amarillatenía que considerar solamente el aegypti,el hombre y una enfermedad local urbana,era relativamente fácil abarcar todo elcampo, pero en la actualidad necesitamosconocer muchas cosas sobre los vertebradose invertebrados de las selvas. Debernostener también algunos conocimientos me-teorológicos, y estar al tanto del aspectobotánico.

Supongo que la afirmación que el I)r.Trapido hizo esta mañana, de que ignoradónde, realmente, están los criaderos delHaemagogus spegazzinii, habrá dejado austedes muy intrigados. Mi ignorancia alrespecto se remonta a 1935 y 1936 en elBrasil. En 1935, nos llamaron la atenciónacerca del mosquito Haemagogus, no precisa-mente los entomólogos ni los que realizabanestudios sobre la fiebre amarilla, sino lagente del pueblo, las propias víctimas de lafiebre amarilla. La primera indicación de queeste mosquito pudiera tener que ver con ellanos vino de las personas que, al ser pre-guntadas sobre los mosquitos, aludieron alpequeño mosquito azul. Pero los entomólogosque acudieron al lugar no lograron encontrarlos criaderos. Me alegro de saber que aúnsigue siendo un problema difícil.

EL DR. TRAPIDO: Quisiera manifestar que,si bien es cierto que hemos recogido algunosde ellos, nadie ha encontrado un Haemago-gus spegazzinii macho en la naturaleza.

EL DR. BOSHELL: Yo encontré uno, reciénincubado, en un tronco de bambú, y estabaa punto de desaparecer. Si no llego en aquel

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preciso momento, no lo hubiese visto, y estefué el único encontrado en veinte años.

EL PRESIDENTE: ¿Y dónde está el mos-quito?

EL DR. BOSHELL: No logré capturarlo.

EL DR. TRAPIDO: Entre los mosquitosprocedentes de huevos recogidos en elcampo e incubados en el laboratorio seencuentran numerosos machos, pero jamásse ha visto uno-salvo éste, que acababade salir del criadero-en el campo, a lolargo de toda esta labor que se ha realizado.

EL DR. BOSHELL: Desbrozamos un acrede terreno en donde capturamos cincuentaHaemagogus en media hora. Derribamoslos árboles uno tras otro y en el lugarpululaban los mosquitos adultos; arrancamosla corteza de los árboles y la pusimos enagua. No pudimos obtener un solo espécimende larva. En el mes de mayo, al llegar lasprimeras lluvias, se encuentran tantas larvascomo se quiera en cada uno de los árboles,pero en diciembre es imposible imaginar queestos son los adultos de los mismos mosquitosque nacieron en mayo.

EL DR. SCRUGGS: El Dr. Boshell hablóayer de que, en algunos casos, se observainfección en campo abierto a cierta distanciadel dosel de la selva, que se considera comoel habitat del Haemagogus. No sé si en lasencuestas se han explorado otros medioscomo posibles vectores. Me inclino a pensaren algún otro agente, distinto del Haemago-gus, que pueda llevar el virus a través deestas regiones sin vegetación en las que elmosquito que habita en el dosel de la selvano es un elemento autóctono.

EL DR. TRAPIDO: A este propósito, existeotro camino que no hemos seguido por lomucho que hay que averiguar con respecto alos mosquitos. Se trata de la cuestión delPhlebotomus-jejenes-que se sabe son losvectores de otro virus, el de la fiebre papataciy del cual se obtuvo en Africa virus de lafiebre amarilla, aunque se trata de una ob-tención dudosa. Durante los trabajos decampo en una de nuestras estaciones-

Almirante, en Panamá-hicimos capturasnocturnas y descubrimos una abundanteespecie arbórea de Phlebotomus. Si algúndía acabamos con el problema del mosquito,estudiaremos también la posibilidad de laparticipación del Phlebotomus, si es que elDr. Hertig, miembro de nuestro personal,que ha dedicado toda su vida al estudio deestos insectos, está interesado en ello. Elrasgo más destacado de la biología de estosinsectos, interesante en relación con lasupervivencia del virus durante la época desequía, es que no necesitan agua para repro-ducirse. La larva se desarrolla en suelohúmedo o en restos orgánicos putrefactosdebajo de los árboles, y persiste durante laépoca de sequía. Si se tuvieran en cuentaestos insectos tal vez se hallase explicacióna la supervivencia del virus a la época desequía.

EL DR. BOSHELL: Quisiera agregar quedurante las investigaciones sobre transmisióntratamos de mantener un punto de vistaamplio y de no obsesionarnos con el mos-quito. En aquellos puntos en que se obtuvovirus del mosquito Haemagogus, investi-gamos otros mosquitos, así como losPhlebotomus. Sometimos a estudio inclusosaltamontes y ácaros. Ensayamos todo loposible en aquellos puntos en que se sabíaque existía el virus, pero únicamente seencontró en los mosquitos. Esta en la razónde que continuáramos con los mosquitos,pero no excluyo la posibilidad del Phleboto-mus u otras familias, que se deben tener en lalista por lo que a la obtención del virus serefiere.

EL DR. DOWNS: En Trinidad pusimos aprueba todos los mosquitos que capturamose incluso en uno de los programas hicimossistemáticas capturas de mosquitos alatardecer y por la noche. Inyectamos losPhlebotomus en la forma habitual, aunque nolos conseguimos en grandes cantidades.Durante la captura de monos en Trinidadocurrió una cosa que me chocó. Ya mani-festé ayer que aislamos el virus numerosasveces de los Haemagogus capturados en el

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suelo de la selva junto a los caminos o enalgún claro. Cuando matábamos monos en elinterior de la selva y extraíamos muestras desangre ya encontrábamos a los mosquitospicándolos. Trabajábamos envueltos en unanube de mosquitos, bañados en sudor,tratando de obtener muestras de sangre delos monos antes de que murieran. Verdaderosenjambres de mosquitos nos atacaban anosotros y a los animales. En una ocasiónencontramos allí Phlebotomus picando a losmonos tendidos en el suelo.

Ahora bien; cuando los monos contraenfiebra amarilla y llegan a la última etapa dela infección se encuentran al nivel del suelo.Se nos ocurrió pensar en la interesante posi-bilidad de que algunos mosquitos selváticosque viven a ras del suelo pudieran ingerir elvirus del mono en el momento crítico de suúltima media hora de vida o sea cuando, envez de hallarse en la copa de los árboles, seencuentra en el suelo.

EL PRESIDENTE: Una vez más tenemosque admitir que ayer no terminamos toda ladiscusión acerca de la fiebre amarilla.

EL DR. STOWMAN: Permítanme que insistaotra vez en la cuestión de la cuarentenamientras discutimos la expansión geográficade la fiebre amarilla selvática. El Comité dela OMS sobre Cuarentena Internacional, ensu reciente reunión celebrada en Ginebra,propuso un nuevo artículo al ReglamentoSanitario Internacional en el que se estipulaque si un país no puede precisar la superficieen que existe el virus de la fiebre amarilla,debe declararse infectado todo el país sin suconsentimiento. Por regla general, sólo estánafectadas algunas zonas selváticas. Para de-limitarlas con exactitud se requieren mediosde laboratorio, personal de campo con ex-periencia y las adecuadas asignaciones pre-supuestarias, todo lo cual no abunda enmuchos países. Asimismo, se necesita tiempo.

Me gustaría oír a los que han participadoen empeños de esta naturaleza, sobre quétiempo consideran necesario para delimitarexactamente la extensión geográfica de lainfección selvática, tal como hemos obser-

vado recientenente, por ejemplo, en Hondu-ras y en la parte oriental de Venezuela.Desearía también conocer las opinionesexpresadas acerca de la posibilidad de de-terminar de una manera concreta si el viruspuede permanecer todavía en algunos monosuna vez que ha pasado la epizootia de fiebreamarilla. Si esto no se puede determinar, meparece que el único criterio para dar porterminado el peligro de fiebre amarilla endeterminada región debe ser la continuadano aparición de nuevos casos humanos.

EL PRESIDENTE: Ya escucharon ustedes lacuestión planteada por el Dr. Stowman,quien planteó de nuevo el problema de si esrazonable la propuesta de que la Organiza-ción Mundial de la Salud pueda declararinfectado o infectable a todo un país a faltade una adecuada delimitación de puntos in-fectados realizada por las autoridades delpropio país.

EL DR. STOWMAN: Permítanme que añada"sin un caso humano." Todos convenimosen que se infecta localmente. Hablamos en elsupuesto de que no existieran casos hu-manos.

EL CORONEL ELTON: ¿No se necesitaríaun período arbitrario para dar tiempo ainvestigar? No sería preciso, en modo alguno,que fuese permanente, sino simplemente unperíodo, digamos de unos seis meses, más omenos, mientras se aclara la situación.

EL DR. BOSHELL: Desearía recordarles loque ocurrió en Costa Rica el año pasado,cuando la ola había llegado ya a Nicaraguay todo el mundo creía que la epidemia habíacesado.

EL CORONEL ELTON: Podría renovarse alos seis meses. En realidad debiera man-tenerse hasta el mes de agosto siguiente,aproximadamente, para tener la seguridadde que se habían estudiado bien las fasesde actividad.

EL PRESIDENTE: Es importante queveamos el problema de la fiebre amarillabajo todos sus aspectos, y que recordemosque las medidas de cuarentena van dirigidas

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más bien al paso de la enfermedad de unpaís a otro que a dicha enfermedad dentrodel propio país afectado. Examinando elperíodo comprendido entre 1901, cuando serealizaron los primeros trabajos de controldel mosquito, y 1932, en que por primera vezse identificó definitivamente la fiebre ama-rilla selvática, observamos que cuando setomaron medidas contra la fiebre amarillaen las ciudades (contra la enfermedad ur-bana transmitida por el aegypti) desapareciódicha enfermedad, según las estadísticas, nosólo de las ciudades en donde se aplicaronlas medidas pertinentes, sino también de laszonas vecinas a ellas y, naturalmente, desa-pareció casi totalmente como amenazamarítima internacional. Después de 1915sólo se encontraron unos pocos casos a bordode embarcaciones, principalmente en la rutade Guayaquil a Panamá, es decir, fuera delos centros infectados. La disminución de lafiebre amarilla fué tan considerable que diólugar a la creencia de que podía' erradicarsecompletamente. En el supuesto de quehubiera habido tanta fiebre amarilla sel-vática, si no más, entre 1902 y 1932 comohemos tenido desde entonces, habría queadmitir que la fiebre amarilla selvática noha dado demasiada ocasión a que se crearanmuchos problemas de cuarentena.

Naturalmente, la cuestión expuesta por elDr. Stowman plantea de nuevo el problemadel procedimiento en asuntos de cuarentena,y el procedimiento con respecto a otras en-fermedades es, según creo, el de que incumbeal propio país la responsabilidad de declararsi una zona está infectada o limpia y, a menosque creemos una policía internacional queintervenga en los países individualmente, nocreo que se pueda poner en práctica la pro-puesta de que la Organización Mundial dela Salud tenga el derecho de declarar in-fectado a todo un país. La propuesta dedeclarar infectado a todo el territorio delBrasil sería evidentemente inaceptable parael país, y tengo la seguridad de que estapropuesta no sería aceptada por las nacionesamericanas en su totalidad.

EL CORONEL ELTON: ¿Sería justo poner en

cuarentena a todo Estados Unidos comoconsecuencia de una infección de NuevaOrleans? Respecto a lo que manifestó el Dr.Boshell acerca de Costa Rica, el brote delvalle de Cabagra, parte meridional dePuntarenas, estaba ya en actividad cuandoiban desapareciendo los centros epidémicosdel norte de Costa Rica en octubre de 1951.

EL DR. BOSHELL: Se presentó una cuestiónen cuanto al diagnóstico verificado por elpersonal de San José.

EL CORONEL ELTON: Ya sé a lo que ustedse refiere, ¿se trata de un caso problemaocurrido después que la ola pasó por CostaRica hacia marzo de 1953? Aunque no vípersonalmente la muestra microscópica medoy cuenta de la dificultad, pues nosotrostuvimos una experiencia semejante en elpueblo de Gatún, en la Zona del Canal,mucho después de que la ola desapareció dePanamá. Finalmente, eliminamos la posibili-dad de fiebre amarilla incluso en el examenmicroscópico del hígado, pero si el casohubiera ocurrido durante una epidemia, nohabría sido tan fácil de resolver. Tengo enmi poder una colección de lesiones hepáticasque simulan fiebre amarilla que darían quéhacer hasta al propio Augusto Gast Galvis,pero no quiero que el Dr. Soper se entere deque tengo esa colección. El caso de CostaRica a que usted se refiere nunca fué con-firmado oficialmente. Hay casos en que sedebe tener confianza en la opinión delpatólogo, pero en otros, él mismo necesitacierta información clínica. En el número defebrero de 1955 del American Journal ofClinical Pathology aparecerá un trabajosobre patología clínica de la fiebre amnarillabasado principalmente en los resultados delas investigaciones de Romero y Trejos enSan José.

EL PRESIDENTE: Volviendo al tema de loque se puede y debe hacer en relación con lafiebre amarilla, es esencial, en opinión de laOficina Sanitaria Panamericana, disponer demedios accesibles, con el correspondienteequipo, para el estudio de la fiebre amarillaen cualquier lugar de las Américas. Las

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pruebas que se han presentado en esta oca-sión del cuadro general de la situación, tantopor lo que respecta al tiempo como alespacio, indican que una y otra vez sedesarrolla un interés local en la fiebre ama-rilla, dura más o menos un año y luegodesaparece. Y sin embargo, el problema quehay que estudiar no es un problema ex-clusivo, por ejemplo, de Nicaragua ni deColombia únicamente, sino que concierne alcontinente. Como indiqué ayer, los únicospaíses de Sudamérica que no están afectadosson Uruguay y Chile, y de Norteaméricaprobablemente Canadá y Estados Unidos.Me refiero exclusivamente a la fiebre ama-rilla selvática, y no a los posibilidades de laenfermedad transmitida por el aegypti.

La Oficina Sanitaria Panamericana cola-bora con el laboratorio de fiebre amarilla delBrasil y con el laboratorio Carlos Finlay deColombia. La colaboración tiene por objeto,en parte, la producción de vacuna para sudistribución a otros países. Pero el interésfundamental tiene mucho mayor alcance, ylos laboratorios de Río y de Bogotá debierandisponer de medios y de personal para lostrabajos de investigación del virus, ento-mológicos, patológicos y de especialistas enmamíferos. Debiera disponerse de personaltécnico que, por largo tiempo, continuara elel tipo de estudios que durante varios añosllevó a cabo la Fundación Rockefeller, peroen determinadas zonas y en estudios a largoplazo y con mayor insistencia de la que sepuso en épocas anteriores. La Oficina y elGorgas Memorial Institute han venidocolaborando en estudios de este problema enCentroamérica. De modo que, por medio dela Oficina, trabajamos, podríamos decir, encoordinación con dichas tres unidades ytenemos ciertos vínculos con la labor de lasmismas.

Uno de los graves problemas es el delpersonal. El hecho de haberse retirado elpersonal de la propia Fundación Rockefeller,las consecuencias naturales del transcursodel tiempo y los azares políticos, así comootros factores que afectan al personal adies-trado de épocas pasadas, han dejado el

campo casi abandonado. No se ha llevado acabo un programa constante de formaciónde personal que pueda continuar los estudios.En el Brasil, en lo que se refiere al personalpara las investigaciones en el campo, lasituación es bastante crítica. El laboratorioCarlos Finlay ha experimentado tambiénuna situación crítica. Uno de los miembrosdel personal del Instituto Carlos Finlay estáprecisamente terminando un año de estudiosde perfeccionamiento en materia de enferme-dades virales, y uno de los más jóvenescolombianos está también terminando suadiestramiento en entomología. Esperamosestar en condiciones de colaborar con elgobierno de Colombia en la organización deuna completa unidad capaz de continuareste tipo de estudios en Colombia, que almismo tiempo pueda servir, en algunas oca-siones, de unidad de adiestramiento de otropersonal, o bien utilizarse en algún momentofuera del país. Tenemos la satisfacción depoder decir que el Dr. Boshell continuara o,por mejor decir, volverá a trabajar en estecampo y esperamos que sea de una formapermanente.

Los acuerdos de la Oficina Sanitaria Pana-mericana con los laboratorios Oswaldo Cruzy Carlos Finlay permiten la utilización dedichas instituciones como centros de adies-tramiento de personal procedente de otrospaíses. No se han aprovechado las ventajasde estos acuerdos ni se ha apreciado el valorindudable que representa el hecho de quepersonal adiestrado en otros países recibaenseñanzas durante cierto tiempo en ellaboratorio de Riío o de Bogotá. Un movi-miento de esta naturaleza tendría ventajasmutuas. Sería casi imposible que la personaque ya posee formación y que concurre adichos laboratorios no aportara algunosconocimientos, al mismo tiempo que adquiríaotros durante su estancia allí. La Oficinaespera realizar, en el futuro, una labormayor de la que se ha podido hacer enépocas anteriores. El Dr. Smadel dirigió laatención hacia la evidente necesidad delaboratorios básicos para el estudio de lafiebre amarilla, la cual viene a corroborar la

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posición de la Oficina con respecto a planearmás apoyo a estos programas, con más per-sonal, ante los comités de presupuesto.

Uno de los propósitos de la presentereunión es naturalmente saber con quécolaboración, con qué interés en el adiestra-miento y con qué personal se cuenta; asícomo considerar la manera de despertarmayor interés en este problema, en especialpor parte de las organizaciones científicas yoficiales de los Estados Unidos.

EL DR. BOSHELL: Estoy de acuerdo enque los laboratorios básicos son absoluta-mente necesarios y, actualmente, podemoscontar con los ya existentes en Bogotá,Panamá y tal vez con el de Trinidad. Pero,como he podido observar por experienciapropia, hay ciertas cosas que, sencillamente,no se pueden hacer a distancia de la escenade actividad. Quiero hacer hincapié en quedebiera estudiarse la posibilidad de unlaboratorio de campo portátil, con la corres-pondiente provisión de animales. Dicholaboratorio debiera instalarse, no después dela ola sino antes y, naturalmente, estosupone la pericia para pronosticar la di-rección en que va a avanzar la ola. Porejemplo, yo sugeriría, en este caso particular,Petén. Dicho lugar posee una extensa red deselvas y, según la experiencia que tenemos,este tipo de región ofrece más posibilidadesde cierta permanencia, de cierta demora enla marcha de la ola. La alternativa es unlaboratorio de campo montado en un heli-cóptero. Esta sería la única solución. La ex-periencia nos enseña que el tratar de seguirel rastro de una ola con un cargamento demonos y ratones es una pérdida de dinero,trabajos y sudores; pero para diagnosticar oinvestigar este vector de transmisión esnecesario un laboratorio de campo. En Hon-duras realizamos un ensayo muy halagueño,pero este tipo de trabajo está forzosamentelimitado por el transporte, la refrigeración ytoda clase de factores, y los resultadossiempre se demoran. La tentativa de trans-portar mosquitos congelados a una largadistancia fracasó bajo condiciones óptimas.En el campo, en el propio lugar de los

hechos, se pueden realizar numerosos tra-bajos con gran economía de transporte, pero,naturalmente, se requiere cierto equipo ypersonal. Si es cosa que ya se hizo en otrasocasiones no veo la razón para que no sepueda hacer otra vez. La interrogante que senos plantea es si la ola penetrará en Petény México meridional, en cuyo caso creo quedebemos mantener bajo estrecha vigilanciala marcha de la ola y, a la primera indicaciónde su reaparición, yo sugeriría crear unlaboratorio de campo en un lugar determi-nado de Petén, en Guatemala.

EL SR. ROY F. FRITZ (Servicio de SaludPública de Estados Unidos): Dr. Soper,quisiera expresar mi opinión personal acercade algunos de los puntos tratados por ustedal discutir la cuestión del adiestramiento.No puedo hablar oficialmente en nombredel Servicio, pero en el Centro de Enferme-dades Transmisibles nos encontramos, al-gunas veces, en la interesante situación deactuar repentinamente como expertos enalgún campo, por orden oficial. Con fre-cuencia, nos encontramos con responsabili-dades que requiren decisiones en materiassobre las que tenemos muy poca o ningunaexperiencia práctica-únicamente formaciónacadémica o experiencia en terrenos afines.Se habrían podido evitar muchos de estosproblemas si nos hubieran destinado, cuandoéramos jóvenes funcionarios, a trabajar enproblemas de esta naturaleza en el extran-jero. Desgraciadamente, parece ser que,cuando se nos pedía personal para serenviado al extranjero, enviábamos con fre-cuencia a los funcionarios que consideraba-mos que podían dejar las funciones que aquítenían asignadas. En consecuencia, dichaspersonas, rara vez regresaban a nuestraorganización para proporcionarle el beneficiode lo que aprendieron fuera del país. Creoque esta actitud va cambiando.

Actualmente reconocemos en crecientemedida la necesidad de proporcionar anuestro personal la oportunidad de adquirirexperiencia en aquellas enfermedades que,por ocurrir rara vez en los Estados Unidos,no puede obtener dentro del país. Un ejemplo

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de este cambio de actitud es el hecho de quese aprobara mi viaje a Trinidad para obser-var las medidas adoptadas a fin de evitar elbrote de fiebre amarilla urbana. Aunque notengo la seguridad, creo que en el futurotendremos mucho mayor interés en quenuestro personal aproveche las ocasiones deadiestramiento ofrecidas por la OficinaSanitaria Panamericana y la OrganizaciónMundial de la Salud. Esta es mi opiniónpersonal.

EL PRESIDENTE: Muchas gracias, Sr.Fritz, por su opinión personal, que cuentacon mi apoyo. Existe un importante puntorelativo al adiestramiento, o sea el de laduración del mismo. Me parece que la per-sona que entra en contacto por primera vezcon la fiebre amarilla necesitará mucho mástiempo del que usted necesitó durante suvisita a Trinidad.

EL SR. FRITZ: Estoy totalmente deacuerdo.

EL PRESIDENTE: Y preferiríamos medirloen años más bien que por días. Es evidenteque se trata de un problema acerca del cuallos Estados Unidos no dejarán de interesarsemientras vivamos los aquí presentes. Unadiestramiento adecuado exige salir del paísy dedicar todo el tiempo que sea necesariopara familiarizarse verdaderamente con elproblema.

EL DR. DowNS: Permítanme un brevecomentario. Con respecto a la lista deposibles laboratorios de virus, que estuvimosexaminando, creo que debiera mencionarseque en la Universidad de Miami o de Floridaexiste un laboratorio de virus, el cual está acargo del Dr. Murray Sanders, de la Admi-nistración de Veteranos. Se trata de una zonaque permite cierto sondeo de la parte nortede Cuba, Puerto Rico y Haití, y precisa-mente hace pocos días me enteré de que enPuerto Rico se está despertando cierto in-terés, posiblemente en la escuela de medicinade San Juan, en la creación de un laboratoriode virus.

EL SR. FRITZ: Me parece que existeinterés en diversos lugares.

EL PRESIDENTE: El interés ha de precedera los recursos económicos y al personal. Lainvestigación de las enfermedades virales escostosa, pero se trata sólo de otro costo devida más al que hay que hacer frente. In-tencionadamente, no hice ningún comentariosobre el laboratorio de virus tropicales deTrinidad, y cuando habló el Dr. Downs creíque se apresuraría a hablar de él, pero veoque guarda un extraño silencio. Sin embargo,sabemos muy bien que, participe o no activa-mente su laboratorio en las investigacionesde la fiebre amarilla, estaremos en contactocon los resultados de sus estudios, y sabemostambién que los trabajos del Dr. Downs ydel Dr. Anderson representarán una valiosacontribución a nuestros esfuerzos, aúncuando sus actividades no aparezcan con elmembrete de fiebre amarilla.

EL DR. DOWNS: Debo mencionar quenuestro laboratorio es bastante reciente, yesperamos que, si con el tiempo se consolida,sirva de centro de adiestramiento para indi-viduos del Reino Unido o de los servicios delos Estados Unidos o de cualquier otro paísque desee obtener conocimientos sobre de-terminados tipos de virus del Nuevo Mundo.Ahora bien; en relación con la fiebre ama-rilla, por ejemplo, aunque no trabajamosdirectamente en el programa, creo que si sedesea asignar al Laboratorio de Trinidad unapersona que disponga de medios suficientespara cubrir parte de los gastos que, inevi-tablemente, ocasionaría la labor que vaya arealizar durante su estancia allí, o bien sise desea enviar a una persona de recursosecónomicos, podríamos hacer los arreglosnecesarios para buscarle acomodo y propor-cionarle facilidades de trabajo y de labora-torio, y que pudiera trabajar en Trinidad oen algún otro lugar sobre algunos de losaspectos de la fiebre amarilla. Nos comp]a-cería tenerlo entre nosotros y sacarían-mosmás provecho de él de que lo que él sacaríade nosotros.

EL PRESIDENTE: En otras palabras,ustedes quieren individuos con dinero con-tante y sonante.

EL DR CARL JOHNSON (Gorgas Memo-

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rial Institute): Quiero señalar que una delas finalidades del Gorgas Memorial Labo-ratory es la misma que acaba de mencionarel Dr. Downs. Naturalmente, tropezamoscon la dificultad de tener que actuar deacuerdo con un presupuesto que el Congresodetermina todos los años, pero disponemosde medios de trabajo. Podemos ofrecer alos investigadores una base y equipo parallevar a cabo proyectos si disponen de fondoscuando vienen al país. En este momento seencuentra trabajando con nosotros el Dr:Rosen, del Servicio de Salud Pública de losEstados Unidos, y disponemos de espacio yequipo para acomodar posiblemente a unoo dos investigadores más, pero la escasez defondos obstaculiza el grado de participaciónque nosotros desearíamos.

EL SR. FRITZ: ¿Quién ha facilitado fondosal Dr. Rosen?

EL DR. JOHNSON: Los Institutos Na-cionales de Higiene.

EL SR. FRITZ: ¿Sueldo y gastos de in-vestigación?

EL DR. JOHNSON: Sí. Algunas cosas se laspodemos facilitar nosotros, así que no tieneque depender totalmente de los INH.

EL PRESIDENTE: Me parece muy razo-

nable la idea de que el individuo que vaya arecibir adiestramiento en las citadas circuns-tancias lleve consigo ciertos medios econó-micos. No tenemos en cuenta los elevadosderechos de matrícula que hay que pagar porlos estudiantes que asisten a las diferentesescuelas de salud pública y me parece queesto no debiera ser verdaderamente unobstáculo. Por el contrario, creo que es unaoportunidad de adquirir conocimientos a uncosto muy razonable.

EL CORONEL ELTON: Siempre que, enalgunas ocasiones, he tratado de interesaren el problema a la Oficina del CirujanoGeneral, lo han pasado por alto, alegandoque era de la incumbencia de la OficinaSanitaria Panamericana. Los helicópterosforman parte integrante del Servicio Médicodel Ejército, y se debe disponer de algunosde ellos. Si se consiguiera interesar al

Cirujano General se podría obtener la ayudade tropas del cuerpo médico. Serían, natural-mente, tropas no combatientes, que tal vezserían más aceptables por los gobiernoslatinoamericanos. Sin embargo, creo que lapresión debiera partir de un nivel más bienalto puesto que, en la actualidad, debido alas actividades del Comité Rusk de NuevaYork sobre personal médico, el CuerpoMédico de las Fuerzas Armadas ha quedadoreducido prácticamente a la nada. Hay granescasez de personal y de fondos. Se ha re-ducido considerablemente el número deoficiales médicos de las Fuerzas Armadas yse ha producido una situación crítica. Aúinasí, sería una fuente de verdadera ayuda sipudiera activarse. Para ello y para autorizarla participación del Servicio Médico delEjército sería conveniente la intervenciónde la Secretaria de Estado, y quizás la delmismo Presidente, pero se trata de unagestión que pudiera valer la pena hacerla.

EL DR. BOSHELL: En relación con lo dichosobre la conveniencia de un laboratorio decampo, un laboratorio básico para el estudiode los problemas del vector es una empresamuy costosa, pero lo que se ahorra mediantelos experimentos de campo justificaria concreces los gastos de un laboratorio de estetipo.

EL DR. TRAPIDO: El laboratorio de campotiene que depender de un laboratorio baseque le proporcione ratones y demás suminis-tros. A su vez el laboratorio base dependerádel laboratorio de campo para el suministrode mosquitos o virus. Por consiguiente, nohay conflicto entre ambos, lo que se necesitaes, simplemente, fondos suficientes paraambos propósitos.

EL PRESIDENTE: Esto indica una compe-tencia para obtener los fondos disponibles.Francamente, uno de los fines de la presentereunión es evaluar los recursos de que sedispone, recalcar la importancia de esteproblema y ver la forma de obtener apoyopara los programas a largo plazo.

Creo muy posible que al cabo de unosaños más, tal vez cuatro, tal vez cinco, la olade fiebre amarilla, en su avance hacia México

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y Guatemala y más allá, se extinga, y en-tonces el laboratorio de Panamá pueda muybien dirigir su atención hacia el sur en buscade fuentes de virus y para el estudio denuevas posibilidades de que otra ola seponga en marcha hacia el norte a lo largo dela América Central. Pero soy de opinión quedebemos examinar la presente situación conentera franqueza y tener en cuenta que elavance de la ola por la América Centralhacia México y el Golfo, el brote de Trinidady el caso de Caracas, combinados, han con-centrado la atención en lo que debe constituirpara nosotros un problema de estudio perma-nente. Creo, no obstante, que este es elmomento decisivo para llamar la atencióna cosas que vienen sucediendo, que suce-dieron antes y que ponen de relieve esteproblema con tal vigor que, como conse-cuencia, hay perspectivas mucho mejores deobtener la aprobación de planes y de es-tudios a largo plazo en el campo de la fiebreamarilla de las que existían hace solamentecosa de dos años. A todas luces el CoronelSiler expresaba ayer el deseo de que SantaClaus trajera un insectario al laboratorio delInstituto Gorgas, y estimo que se debieraver que el problema es de tal envergaduraque a su lado poco significa un insectariomás o menos. Creo que todos los aquí pre-sentes estamos de acuerdo en que el problemaes importante y complejo, que se necesitamucho más personal que se dedique a él,parte del cual debe ser personal fijo. Elproblema es mucho mayor que el de seguirsimplemente la ola actual de Centroamérica.Deben hacerse planes para seguir las opera-ciones con carácter indefinido, pues no creoque llegue el momento en que podamos darrespuesta a todos los problemas que planteala fiebre amarilla.

El Dr. Boshell nos ha presentado un pro-grama bastante concreto. Pero no nos hadado una idea acerca de la cuantía depersonal que considera se debe obtener oserá necesario. Tampoco nos ha hecho uncálculo de los fondos, ni nos ha dado unaidea respecto al momento en que un la-boratorio de este tipo podría ser ventajosoen determinado punto.

Quiero señalar a este respecto que, aprincipios de 1937, el servicio de fiebre ama-rilla del Brasil, con el que colaboraba enaquel entonces la Fundación Rockefeller,proyectó y creó un laboratorio de campo enla parte meridional de Mato Grosso. La ideafué estar en dicha zona y crear un labora-torio antes de que el virus penetrase en ella.El laboratorio constaba de una sección deepidemiología, una de virología, una deentoinología, y otra de mamíferos; en otraspalabras, se trataba de un laboratorio decampo bastante completo. En realidad, ellaboratorio y el virus llegaron al lugar almismo tiempo, o quizás el virus se adelantóun poco. El caso es que la estación fué inuyactiva durante aquel año. Al año siguiente,por lo que se refiere a la observación de laactividad real del virus, la zona fué estéril.

La planificación de estos estudios no essencilla. En el caso de Villavicencio, ellaboratorio tuvo por finalidad estudiar lascondiciones en que se había producido lafiebre amarilla, en un momento en que losque habían hecho ciertas observaciones de losmovimientos de la fiebre amarilla en elBrasil creían que la enfermedad habíadesaparecido. El laboratorio tenía el pro-pósito definido de estudiar los lugares en quehabía habido fiebre amarilla, y estábamosdispuestos a admitir que tal vez transcurri-rían varios años antes de que reapareciera laenfermedad. En realidad, poco después decrearse el laboratorio y de que funcionase,apareció la enfermedad a una distanciaalarmante hacia el sur, y pasado ciertotiempo retrocedió; de modo que siemprehubo algo digno de estudio en la región.

Cuando usted sugirió la creación de unlaboratorio en Petén, ¿fué con la idea de que,una vez el virus pasara por esta zona, podríatrasladarse este laboratorio a México antesde que llegara el virus?

EL DR. BOSHELL: No pensaba en nada queno pudiera trasladarse a cierta distancia encaso de surgir la necesidad. Es absoluta-mente necesario con respecto a la transmisióny la reproducción de los mosquitos. Se tratarealmente de una unidad muy barata, y nodepende de un equipo costoso.

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EL SR. FRITZ: ¿Cuánto podría costar?

EL DR. BOSHELL: No lo sé. Lo que nece-sitamos en primer lugar, en relación con unlaboratorio base, son monos y ratones,puesto que no procede establecer una coloniade ratones, pero sí debemos disponer de unaunidad refrigeradora portátil o por lo menosde una unidad congeladora. Actualmente sepueden obtener unidades refrigeradorasportátiles. Muchas veces es indispensable laesterilización. Otras cosas necesarias sontrampas y jaulas, objetos de vidrio, jeringas,tubos, etc., lonas, mosquiteros, microsco-pios y colorantes bacteriológicos. Esto estodo lo que se requiere. Se puede empacar ytransportar, pero no todos los días, no enperseguimiento de alguna cosa.

EL PRESIDENTE: Quisiera dedicar unasbreves palabras a lo que ha manifestado ypropuesto el Dr. Boshell. Se trata simple-mente de que si la propuesta hubiera pro-cedido de cualquier otra persona, me habríasentido escéptico, pero he visto al Dr.Boshell actuando en el campo y conozco laexperiencia que ha tenido en mosquitos ymamíferos, así como en las fases de labora-torio de este problema. Sabiendo que elpropio Dr. Boshell tendría a su cargo elfuncionamiento de una unidad de estanaturaleza, creo que se trata de una buenasugestión.

DR. DowNs: Deseo expresar mi decididoapoyo a la propuesta del Dr. Boshell en favorde la instalación de un laboratorio de campoa la vanguardia del frente actual de la epi-demia en Centroamérica. La situación es detal índole que sólo caben dos alternativas:o bien el virus se propaga hacia el norte o no,nada de lo cual es previsible. Pero si ocurrelo primero sin que se hayan dado los pasosnecesarios para tomar cartas en el asuntode alguna manera, creo que no faltará quienhaga acerbas críticas por lo que se le antojefalta de previsión. Si por lo contrario el virusno avanza hacia el norte todo lo que sepierde es una ínfima cantidad de dinero y eltiempo de quien haya estado esperándolo envano. Pero en mi opinión este asunto de-manda acción inmediata.

EL CORONEL ELTON: Quisiera plantear lacuestión de la crítica de la profesión médicapor falta de perspicacia para el reconoci-miento de los casos. Ciertamente, estaacusación no va dirigida contra los médicosde Costa Rica, puesto que, aunque huboque desenterrar el primer caso que falleciópara hacer el diagnóstico, inmediatamentese reconoció la llegada de la ola y el interésy la precisión del diagnóstico se destacarondesde un principio. En Trinidad, lo mismoque en Panamá en 1948, las cosas se pre-sentaron de una forma más solapada, perono debemos precipitarnos a impugnar eljuicio de los médicos con pretensiones desuperioridad. Si nos halláramos en su lugar,sin técnicas de diagnóstico especiales, noshabríamos encontrado con las mismas difi-cultades. El médico necesita ayuda y que sele advierta de la presencia de las enferme-dades poco frecuentes. La fiebre amarilla"típica" apenas se distingue clínicamente dela malaria o de la influenza. Muchas en-fermedades son inaparentes. La fiebre ama-rilla "clásica" durante una epidemia es,naturalmente, inconfundible.

Por lo que respecta a la protección de laspoblaciones del Golfo de los Estados Unidosy de México cuando la ola llegue a la costa,mi opinión es que se debiera mantener unavigilancia de los habitantes de los puebloscosteros, declarar obligatoria la vacunaciónde las tripulaciones de los barcos de pescaentre ellos los camaroneros así como los decarga que se ocupan del transporte costerolocal, y controlar el A edes en la medida delo posible. La vacunación colectiva de ciuda-des, como Nueva Orleans, no parece prácticani parece tampoco ser muy factible el con-trol del Aedes en todos los pueblos de pes-cadores que se extienden por los bayus yotras regiones costeras. Afortunadamente,no hay razón para tener pánico, pues laenfermedad se acerca, al parecer, de unamanera muy lenta y su progreso, aunqueinexorable, se puede predecir.

EL PRESIDENTE: Lo mismo que en elnordeste del Brasil. Cuando el Ministro deSalud Pública protestó hace dos semanas de

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que el propuesto programa de erradicacióndel Aedes aegypti en Argentina costaría unasuma considerable, mi única respuesta fuéque el Brasil, Paraguay, Bolivia y Uruguayya la habían pagado.

EL SR. FRITZ: Permítanme una observa-ción, y es que mi presencia en esta reuniónse debe a los problemas que acaba de plantearel Coronel Elton.

EL PRESIDENTE: Nos sentimos muycomplacidos con su presencia en la reunióny nos complace asimismo que el CoronelElton haya planteado los problemas, sóloque yo los pospuse hasta el final de lareunión.

EL SR. FRITZ: Son problemas que hemosestado considerando.

EL PRESIDENTE: La experiencia del Brasilpor largos años en relación con el descubri-miento de la fiebre amarilla se inclinódecididamente en favor de la viscerotomíahabitual, más bien que del diagnóstico de losclínicos locales. En diciembre de 1937 ungrupo de cinco médicos se dirigió a determi-nada zona del Brasil, inmediatamente enfrente de la ola epizoótica que avanzabahacia Río, con el propósito específico dehablar con los médicos que practicaban laviscerotomía y con los médicos en ejercicio,y de advertirles que estuvieran alerta enrelación con la fiebre amarilla. El 17 deenero llegó al laboratorio un hígado positivoprocedente de la región visitada. Al llegarotros hígados positivos de casos no diag-nosticados, se hizo una segunda visita almismo sitio. Se recordó al médico que habíaatendido el primer caso no diagnosticado elhecho de que unas semanas antes se le habíaadvertido que era necesario mantener unagran vigilancia sobre la aparición de cual-quier caso de fiebre amarilla. Respondió queasí lo había hecho, pero que no había ob-servado ningún caso. En efecto, no habíaobservado nada que pudiera sugerirle lapresencia de la fiebre amarilla en aquelpunto. Cuando se le replicó que él habíapracticado la viscerotomía en el primercaso, admitió que se trataba de uno de sus

pacientes y que tenía a su cargo una seriede casos similares. Y aquella misma tarde,en compañía de dicho médico, fueron ob-servados seis u ocho casos de fiebre amarillaen una fazenda de café.

EL CORONEL ELTON: No siempre se puedehacer el diagnóstico de la fiebre amarilla. Yomismo podría equivocarme.

EL PRESIDENTE: No creo que haya nadiecapaz de diagnosticar la fiebre amarilla, sinconocer la historia clínica, sólo viendo unavez al paciente sea cual fuere la fase de laenfermedad. Todos los síntomas que seconsideran clásicos de la fiebre amarilla son,sencillamente, los síntomas de un envenena-miento grave con subsiguiente destruccióndel tejido hepático. Lo que importa para eldiagnostico de la fiebre amarilla es el ordende los acontecimientos. ¿Qué ocurrió?¿Cuándo? ¿Cómo llegó el paciente al estadoen que se encuentra? El caso individualpuede ser repetido por la malaria, y pormuchas otras cosas en cualquier momentodado. Dr. Boshell, ¿no comparte usted miopinión? Usted ha visto muchos casos.

EL DR. BOSHELL: Recuerdo que cuandoestábamos aislando virus en Colombia, yabien se sabía que tan pronto se presentabaun caso de fiebre, por ligera que fuese, en unpaís palúdico, acudíamos rápidamente a él,a cualquier hora del día o de la noche paraaislar el virus. Se nos llamó para los casosmás absurdos. La primera vez que aislamosel virus en Colombia fué de un hombre quepasaba por la plaza del mercado; cuando loencontramos se quejaba-de un ligero dolorde cabeza. Noté que tenía los ojos congestio-nados. Por consiguiente le dije: "Véngasecon nosotros." De esta forma obtuvimos elprimer aislamiento de virus de la fiebreamarilla en Colombia.

EL PRESIDENTE: Yo me refería al otroextremo, al caso con todos los síntomastípicos de la fiebre amarilla.

EL CORONEL ELTON: El caso clásico.

EIr PRESIDENTE: Un caso. Si puedo yveruna serie de casos y hablar con ellos y

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averiguar cómo las cosas ocurrieron, en-tonces estaré dispuesto a tratar de hacer aldiagnóstico.

EL CORONEL ELTON: Otra cosa que hayque afadir es que el mero hecho de hallarparásitos de la malaria en la sangre noelimina la posibilidad de fiebre amarilla.

EL PRESIDENTE: Es muy cierto. Aprende-mos a fuerza de tropiezos.

EL CORONEL ELTON: En cuanto a la

cuestión del Golfo se puede declarar que setrata de una enfermedad que incumbe almédico forense, y que es una prerrogativadel inspector médico, ante la presencia deuna amenaza de la salud pública, el practicarautopsias y viscerotomías.

EL PRESIDENTE: Se levanta la sesión.Agradezco a todos ustedes su asistencia ycontribución a la discusión que acabamos decelebrar.

PARTICIPANTES

Servicio de Salud Pública de los Estados UnidosDr. Justin Andrews, Cirujano General AdjuntoDr. Fred J. Brady, Director Médico, Repre-

sentante Sanitario InternacionalDr. Victor H. Haas, Director Médico, Ins-

tituto Microbiológico, Institutos Nacionalesde Higiene

Dr. Willard H. Wright, Director Veterinario,Laboratorio de Enfermedades Tropicales,Instituto Microbiológico, Institutos Na-cionales de Higiene.

Dr. Roger Cole, Cirujano, Ayudante delJefe, Laboratorio de Enfermedades Infec-ciosas, Instituto Microbiológico, InstitutosNacionales de Higiene.

Dr. George H. Bradley, Director Científico,Subjefe, Centro de Enfermedades Trans-misibles

Sr. Melvin Goodwin, Investigador, Centro deEnfermedades Transmisibles, Atlanta, Geor-gia

Dr. John Scruggs, Centro de EnfermedadesTransmisibles, Atlanta, Georgia

Dr. C. B. Spencer, Director Médico, Jefe de laDivisión de Cuarentena

Dr. Knud Stowman, División de CuarentenaExtranjera

Dr. John H. Hughes, Investigador, División deCuarentena Extranjera

Sr. Roy F. Fritz, Investigador, Jefe de laSección de Vigilancia, Servicio Epidemio-lógico, Centro de Enfermedades Trans-misibles, Atlanta, Georgia

Dr. Donald R. Johnson, Entomólogo, Secciónde Servicios de Sanidad, División de SanidadInternacional

Dr. Henry Van Zile Hyde, Jefe de la Divisiónde Sanidad Internacional

Ejército de los Estados UnidosCoronel Norman W. Elton, Director de los

Laboratorios Médicos, Centro Químico delEjército, Edgewood, Maryland

Coronel Tom F. Whayne, Jefe de la Divisiónde Medicina Preventiva, Oficina del Ciru-jano General

Dr. S. Bayne-Jones, Director Técnico deInvestigaciones, División de Desarrollo deInvestigaciones, Oficina del Cirujano General

Dr. Joseph E. Smadel, Jefe del Departamentode Enfermedades Virales y Rickettsiósicas,Escuela de especialización del ServicioMédico del Ejército, Centro Médico delEjército Walter Reed

Dr. Geoffrey Edsall, Director de la División deInmunología, Escuela de especialización delServicio Médico del Ejército, Centro Médicodel Ejército Walter Reed

Teniente Coronel Ralph W. Bunn, División deMedicina Preventiva, Oficina del CirujanoGeneral

Capitán Thomas B. Dunne, División deMedicina Preventiva, Oficina del CirujanoGeneral

Dr. I. N. Dubin, Instituto de Patología delas Fuerzas Armadas

Coronel Richard P. Mason, Oficina delCirujano General

Fuerza Aérea de los Estados UnidosCoronel Theodore C. Bedwell, Oficina del

Cirujano General

Marina de los Estados UnidosComandante K. Knight, División de Medicina

PreventivaComandante John Seal, División de Medicina

Preventiva

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Page 84: CONFERENCIA DE FIEBRE AMARILLA

CONFERENCIA DE FIEBRE AMARILLA

Fundación RockefellerDr. Max Theiler, Virólogo, Instituto Rocke-

feller, New York, New YorkDr. Wilbur G. Downs, Director del Laboratorio

de Virus, Centro Médico del Caribe, PuertoEspaña, Trinidad

Dr. John Bugher, Agregado a la Comisiónde Energía Atómica como Director, Divisiónde Ciencias Biológicas y Médicas

Gorgas Memorial InstituteCoronel (Ret.) Joseph E. Siler, PresidenteDr. Carl Johnson, Director del Laboratorio

Gorgas Memorial, PanamáDr. Harold Trapido, Entomólogo, Laboratorio

Gorgas Memorial, Panamá

Secretaria de Estado de los Estados UnidosSr. H. B. Calderwood, Oficina de Asuntos

Económicos y Sociales Internacionales

Administración de Operaciones Exteriores (FOA)Dr. Charles L. Williams, Jr., Jefe de la Sección

de Latinoamérica, División de Salud PúblicaInstituto Carlos Finlay

Dr. A. Gast Galvis, Director del InstitutoCarlos Finlay, Bogotá, Colombia

Oficina Sanitaria Panamericana (OSP), OficinaRegional de la Organización Mundial de laSalud (OMS)

Dr. Fred L. Soper, DirectorDr. C. L. González, SubdirectorDr. J. Boshell, Jefe de los Estudios sobre la

Fiebre Amarilla Selvática en AméricaCentral

Dr. G. Molina, Jefe de la División de SaludPública

Dr. Myron E. Wegman, Jefe de la División deEducación y Adiestramiento

Dr. G. Samamé, Representante de la Zona II,México, D. F., M\léxico

Dr. S. Farnsworth, Representante de la ZonaIII, Guatemala, Guatemala

Dr. O. J. da Silva, Representante de la ZonaIV, Lima, Perú

Dr. J. E. Glismann, Jefe de la Oficina deCampo del Caribe, Kingston, Jamaica,I.O.B.

Dr. A. Bica, Jefe del Servicio de Enfermed!adesTransmisibles

Dr. O. P. Severo, Asesor sobre Erradicación delAedes aegypti

Dr. E. C. Chamberlayne, Consultor deVeterinaria de Salud Pública, Servicio deEnfermedades Transmisibles

Dr. Louis L. Williams, Jr., ConsultorDr. P. F. de Caires, Jefe del Servicio de

Fomento de la SaludDr. Louis VeIhoestraete, Servicio de Fomento

de la SaludDr. I. C. Yuan, Asesor Médico del UNICEF,

Nueva York, Nueva YorkSr. Harold Ballou, Funcionario de Relaciones

Públicas

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