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¿Como hacer un reportaje?
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Transcript of ¿Como hacer un reportaje?
Estrategia para escribir reportajes
Elegir el tema del reportaje
Selecciona el tema, es decir, un suceso, hecho
oacontecimiento real que desees
indagar para hacer tu reportaje porque lo consideras importante,
actual y de interés para la sociedad
o para un grupo social; en este
caso, para tu comunidad escolar.
Definir qué se va a escribir en
el reportaje (hechos, ideas)
Define el cómo lo harás. Una vez
seleccionado el tema, será
necesario que le des el enfoque, es decir, definas los aspectos
relevantes que vas a trabajar sobre
ese tema: qué vas a abordar del
tema y para qué. Buscar antecedentes, sucesos y hacer
interrogatorios son esenciales para
la escritura del reportaje.
Organizar la información
Selecciona las fuentes que
consultarás para recabar la
información: testimonios verbales que expresen puntos de vista o
juicios sobre el tema o asuntos que
estás investigando; documentos o
textos (publicaciones, boletines)
que hablen sobre el contexto o los entornos relacionados con el
asunto que trabajan, así como
entrevistas, encuestas, observación
directa, declaraciones, testimonios, documentos, comunicados,
etcétera. Selecciona la información
necesaria.
Estructura
Considera que tu reportajetenga
un lead o entrada para atrapar la
atención de los lectores y captar su interés; un cuerpo, en donde
presentes la información o el
desarrollo del tema con el fin de
ampliar, complementar o
profundizar en la información de
una noticia (argumenta, expón
opiniones, encuestas, entrevistas, puntos de vista y testimonios) y
una conclusión o cierre de lo
investigado.
Escribir y revisar el borrador
(consultar manuales de ortografía)
Escribe tu primera versión del
reportaje. Si tienes dudas en el uso
de algunos términos, consulta
manuales de gramática, ortografía y puntuación. Revisa, con ayuda de
tus compañeros, todas las
versiones de tu reportaje.
Considera qué quieres comunicar del tema investigado, tanto para el
título como para las ideas clave
que deseas expresar, analizar y
ordenar.
Redactar la versión final
Presenta tu trabajo terminadoy
atiende las recomendaciones de tus
compañeros y de tu maestro, para mejorar el texto. De ser necesario,
corrige o reescribe el texto para su
versión final y publicación.
La Unesco sigue con atención los efectos del cambio
climático en los bienes de la Lista del Patrimonio Mundial,
protegidos por su extraordinario interés natural y cultural.
Por Eva van den Berg, noviembre de 2015
Por toda la geografía planetaria, deteriorando sus rincones más dispares de maneras muy
diversas. El imparable aporte de CO2 y de otros gases a la atmósfera acometido desde la
revolución industrial ha exacerbado los patrones históricos del clima. A la vez, las
actividades humanas, ya sean las llevadas a cabo en nombre de un progreso basado en el
consumo o las que persiguen la pura supervivencia, han causado un descenso en la
resiliencia de los ecosistemas. Un cóctel peligroso que hace ya años asoma su rostro en todos
y cada uno de los continentes, mientras que las tomas de decisiones necesarias son poco
contundentes, según advierten desde hace mucho tiempo los expertos de la comunidad
científica internacional.
La negación del fenómeno se considera en muchos casos un posicionamiento férreo de
quienes se enriquecen gracias a un mundo que se calienta. «Es difícil hacer entender algo a
una persona cuyo salario depende de no entenderlo», dijo en su día el escritor
estadounidense Upton Sinclair, mucho antes de que las alarmas climáticas empezasen a
sonar. Sin embargo, hoy organizaciones internacionales que están muy lejos de ser
calificadas de «ecologistas», como el Fondo Económico Mundial, el Banco Mundial e
incluso grandes petroleras, se hacen eco de esta preocupación que atenaza sus
intereses. Por no hablar del caso de las empresas aseguradoras de Estados Unidos que
recientemente se aliaron bajo el nombreSmarterSafer con grupos de consumidores y expertos
medioambientales para convertirse en un coro de voces unidas en favor de la responsabilidad
medioambiental y la exigencia de políticas que promuevan la seguridad frente a las catástrofes
naturales. La organización anima al Gobierno federal a «revisar cuanto antes sus protocolos
de rescate frente a los desastres cada vez más frecuentes y extremos causados por
el cambio climático originado por el hombre».
Y van en serio: si los Gobiernos no se preparan adecuadamente, los daños recaerán
sobre sus empresas. Por lo tanto, o se ponen las pilas o los demandarán si es
necesario.
Mientras, fenómenos como la desertificación, el deshielo de los polos, la deforestación,
el incremento de tormentas y tornados, las olas de calor, el aumento del nivel del mar y
la acidificación de los océanos, entre otras cosas, complican la vida al común de los
mortales y ponen en jaque nuestros tesoros más preciados: la estabilidad de los
ecosistemas, la biodiversidad y el legado que nuestros antepasados han ido acumulando
desde que el ser humano aprendió a crear y a construir con la vocación de perdurar.
Edificios y conjuntos históricos como la medina de Chinguetti, en Mauritania; las mezquitas y
los mausoleos de Timbuctú, en Mali; la ciudad de Venecia, o la zona arqueológica de Chan
Chan, en Perú, están deteriorándose a causa de diversos efectos espoleados por el aumento
de la temperatura media en el planeta. Frágiles ruinas, monumentos y yacimientos
arqueológicos que deben hacer frente a las adversidades del tiempo y a las condiciones
meteorológicas extremas. Riquezas irreemplazables, al igual que también lo es la naturaleza,
que nos ha dado la oportunidad de existir en este planeta excepcionalmente biodiverso en un
cosmos que, hasta donde hoy sabemos, es absolutamente yermo.
Uno de cada seis bienes naturales que ha inventariado la Unesco está amenazado por el
calentamiento global. Entre ellos, el Parque Nacional de Doñana, históricamente asediado
por una sobreexplotación de sus acuíferos que ya causó la pérdida de un centenar de
especies vegetales a lo largo del siglo pasado. Los escenarios previstos desde este momento
hasta 2050 no son muy halagüeños, pues si se confirma el aumento de temperaturas de entre
1,4 y 3,8 °C para aquella fecha –además de la reducción de las precipitaciones—, será muy
complicado preservar la sostenibilidad de la que es una de las áreas más biodiversas de
Europa.
El cambio climático atenaza también otro ecosistema insustituible y de una biodiversidad
excepcional, la Gran Barrera de Arrecifes australiana. Según la Unesco, este lugar es
particularmente sensible a cambios ambientales como son la subida del nivel del mar,
el aumento de la temperatura del agua, la contaminación generada por la escorrentía de
ciertos sedimentos, la frecuencia e intensidad de las tormentas, la circulación marina y
la acidificación. El blanqueamiento del coral es un fenómeno ya observado en la Gran
Barrera, donde se han dado episodios masivos en años récord de calor. Lo malo es que esos
picos térmicos son cada vez más habituales, y el daño podría ser irreversible hacia 2030.
Otros muchos bienes naturales de la Lista de la Unesco están en peligro. Entre ellos,
los glaciares de Argentina y Chile, constituidos por una masa de hielo que mengua
rápidamente; las islas Galápagos, en cuyas aguas la cadena trófica está afectada por la
subida de la temperatura; la Reserva de la Biosfera de la Mariposa Monarca, en
México,donde el número de estos lepidópteros que llega cada otoño es cada vez menor. En
Europa, el mar de Wadden, uno de los últimos ecosistemas intermareales del planeta,
formado por dunas, estuarios y marismas, cobijo de multitud de aves marinas, acusa su
fragilidad tras los embates del clima en forma de inundaciones y tormentas.
Otros lugares del planeta padecen también las consecuencias de un modelo económico que
tiene los días contados. El estrés ambiental es colosal, así como la desigualdad entre los
seres humanos, intrínsecamente ligados al medio natural. Una transformación de grandes
dimensiones acabará imponiéndose, por las buenas o por las malas. Pero hay síntomas de
esperanza en el devenir de los acontecimientos. Un cambio importante es que, según
muchos indicadores, los combustibles fósiles han dejado de ser un negocio seguro.
Hasta la familia Rockefeller, que hizo su fortuna gracias al petróleo, abandonó el año
pasado este negocio para invertir en energías renovables. Un creciente número de
millonarios filántropos parece avanzar en la misma dirección. Como Tom Seyer, quien ha
prometido su apoyo financiero al candidato presidencial estadounidense que se comprometa
a implementar un modelo energético basado en un 50 % en renovables para 2030. La
reciente encíclica papal, conocida popularmente como la encíclica verde, también da que
pensar. Por primera vez un Sumo Pontífice ha dedicado íntegramente su comunicado a
temas medioambientales, con el cambio climático como eje central de su Laudato si’. Y lo
más rompedor es que convocó a la reconocida activista canadiense Naomi Klein, quien
acaba de publicar el libro Esto lo cambia todo: el capitalismo versus el clima, a la
presentación de la encíclica ante la prensa. Klein sugirió al Vaticano que hiciese con su
dinero lo mismo que Rockefeller. Parece que desinvertir en combustibles fósiles es una
medida de presión en alza. Cuando, además de eso, destinar el gran peculio a las energías
renovables sea un buen negocio, parte del problema estará solucionado.
Mientras tanto, hagamos lo posible para que nuestro Patrimonio Mundial, sea natural,
cultural o mixto, perdure más allá de nuestras efímeras vidas. Podríamos empezar a
plantear planes de conservación y gestión del medio a escala geológica, más que nada para
contrarrestar un cortoplacismo al que nos hemos aferrado desde hace demasiado tiempo.