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SOCIEDAD
RAQUEL VIDALES Madrid 17 MAY 2014 - 23:00 CET 17
Cómo borrar el pasado en InternetPolíticos, famosos y ciudadanos anónimos contratan a empresas para ocultar datos personales o
informaciones negativas que aparecen en los buscadores y que pueden dañar su imagen
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Un alto ejecutivo de una multinacional
española recibió, hace algún tiempo,
una elevada indemnización por su
jubilación y venta de acciones, hecho
que quedó recogido en varios artículos
de prensa que aparecían de forma
destacada cada vez que se tecleaba
su nombre en los buscadores de
Internet, principalmente Google. El
directivo consideraba que esto
atentaba contra su privacidad y,
además, podía convertirle en objeto de
robos o extorsiones y poner en peligro
a su familia, por lo que decidió
contratar los servicios de una empresa
especializada en borrar datos de la
Red. Al cabo de unos meses, al teclear otra vez su nombre en Google, ya no quedaba rastro
de aquella noticia.
El Tribunal de Justicia de la UE (TJUE) acaba de dictaminar, en respuesta a una cuestión
prejudicial presentada por la Audiencia Nacional, que los buscadores como Google deben
retirar los enlaces a informaciones publicadas en el pasado si son lesivas para alguna
persona y no son relevantes. Es decir, reconoce que el llamado derecho al olvido puede
prevalecer sobre el derecho a la información. El buscador ya ha anunciado que pronto tendrá
lista una herramienta para que los europeos pidan la eliminación de esos enlaces, pero hay
empresas que ofrecen desde hace años este servicio. Y no solo a particulares cuyos datos no
son de interés público, sino también a figuras de relevancia como políticos, famosos o
empresarios. Lo hacen pidiendo la supresión del enlace a la fuente original —ya sea un
medio de comunicación, un blog, un foro o un documento oficial como el BOE— o
introduciendo informaciones positivas que vayan sustituyendo a las que se consideren
negativas.
“No se puede suprimir todo de golpe, hay que hacerlo de forma estratégica para que no se
note. Con el tiempo, podemos hacer desaparecer cualquier dato. En un año, hasta podríamos
conseguir que se olvidara el caso Bárcenas”, asegura Diego Sánchez, presidente de
Eliminalia, la empresa a la que contrató aquel ejecutivo. “Cada vez tenemos más casos como
este. El año pasado atendimos a 220 políticos que querían suprimir datos o informaciones
que podrían perjudicar su imagen. También tuvimos unos 500 clientes particulares,
personajes de relevancia pública, empresas o bancos”, continúa. “Algún político, por ejemplo,
no quiere que se sepa que tiene empresas o pide eliminar noticias molestas o incidentes
negativos; otros quieren mejorar su reputación en general”. El precio puede ir desde 100
euros por hacer desaparecen un dato personal del BOE hasta 20.000 por los trabajos más
La justicia europea acaba de reconocer el `derecho al olvido´. / CLAUDIO ÁLVAREA
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“Con el tiempo
podríamos hacer
que se olvidara el
‘caso Bárcenas”
Hay personas que
utilizan la Red para
vengarse de sus
exparejas
difíciles. ¿Cuánto le cobrarían a Bárcenas? “Por lo menos 100.000”.
Elisabet Baille, socia de otra empresa de borrado de datos, Voluntad
Digital, considera que la sentencia del TJUE ayudará a resolver
casos hasta ahora imposibles de cerrar. “Cuando el dato que se
quiere ocultar procede de un medio de comunicación o del BOE, el
responsable está identificado y casi siempre, si se trata de personas
particulares sin relevancia, logramos la retirada del enlace o la
sustitución de un nombre completo por iniciales. Pero cuando se
trata de un blog o un foro antiguo, a veces no podemos encontrar al responsable y no
tenemos más remedio que pedírselo al buscador”, explica Baille. Su empresa, que nació hace
unos dos años, recibe 20 consultas al mes, la mayoría de particulares. “No todos acaban
contratando el servicio, pero estamos notando mayor demanda porque la gente ya empieza a
saber que puede hacerlo”, apunta.
Cualquier ciudadano, no solo políticos o famosos, puede verse perseguido eternamente por
informaciones negativas sobre su persona que en algún momento fueron relevantes y
legítimas pero han quedado obsoletas. Verónica Alarcón, directora jurídica de Eprivacidad,
otra firma dedicada a la eliminación de enlaces, ha solucionado decenas de casos de clientes
—que prefieren mantenerse en el anonimato precisamente para no volver a aparecer en
Google—. Por ejemplo, el de un hombre que fue detenido por una presunta vinculación con
una organización criminal rusa. Decenas de noticias sobre su arresto aparecieron en la
prensa, con sus enlaces en Internet, pero ninguna posterior que aclarara que el delito nunca
pudo ser probado. Otro cliente, un sacerdote director de un colegio, fue acusado falsamente
de corrupción de menores y, aunque su causa fue archivada, seguía apareciendo en la Red
como pedófilo. “De nada había servido su absolución, pues había perdido su trabajo y seguía
condenado por la sociedad”, dice Alarcón. “En casos como este los medios suelen colaborar.
No borran ni modifican informaciones que forman parte de sus archivos, lógicamente. Pero
les ponen unos códigos a esos enlaces para que los buscadores no los encuentren”.
Pero no siempre las fuentes originales ceden de forma amistosa. Esos son los casos que
acaban en la Agencia de Protección de Datos o en los tribunales, como los 220 que hay
pendientes en la Audiencia Nacional contra Google y que han forzado el dictamen del TJUE.
Alarcón, que lleva varios litigios, subraya que su empresa y otras similares nunca eliminan un
enlace clandestinamente. “No somos hackers. Si no lo conseguimos de forma amistosa, lo
denunciamos y vamos a juicio”, dice.
No obstante, algunas situaciones requieren un tratamiento especial
en el que no funcionan ni los requerimientos amistosos ni las
citaciones judiciales. “Hay personas que publican datos, fotos
comprometidas o informaciones falsas de exparejas o de otras
personas por venganza. En esos casos, cualquier petición puede ser
contraproducente (el llamado efecto Streisand), por lo que usamos
otras vías. Por ejemplo, si son fotos o insultos publicados en blogs o
redes sociales, solicitamos a esas plataformas que los elimine, y suelen hacerlo”, dice
Samuel Parra, otro socio de Eprivacidad.
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