cometario-habitante-terrestre
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velazko1986 -
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− Y estas aves rotas
de la tierra
son las hojas derrumbadas del otoño.
Sobre estas hojas un derrotero de signos enmudecen al lector, aquellos
pájaros que surcan el cielo ahora sobrevuelan estas hojas tratando de
dominar la gravedad del poema en un sinfín de cielos-versos-palabras que
no estigmatizan los temas abordados y por el contrario los devela para
encontrarse desnudos ante el suelo pedestre del poema. He comenzado
citando el poema 2 de la primera parte por el simple hecho de resumir
toda la resonancia significativa que logra este Habitante Terrestre en un
encuentro verbal con el lector que al iniciar la lectura del libro lo atrapa en
un laberinto de recuerdos logrados a través de una cámara fotográfica
verbal hecha metáfora viva. Las 4 partes en que se desglosan el libro I
PRIMER CONOCIMIENTO DE LAS COSAS O CRONICA PEDESTRE / II LAS
COSAS VERDADERAS / III CONTINUIDAD DE LA PIEDRA / IV PRIMER
CONOCIMIENTO DE LAS OTRAS COSAS. Son puertas abiertas, aquellas
puertas quizá de las que nos hablaba el escritor portugués José Saramago,
puertas a las que muchas veces no nos atrevemos a acceder (abrir) por
temor a encontrarnos con lo más terrible de nosotros, sin embargo Ugo
Velazco optó por el camino del develo y conocer la verdad del detrimento
cognoscitivo de las cosas –realidad / virtualidad–. Y a pesar de los tópicos
que el poeta toca como la piedra “símbolo de fuerza inmanente” se siente
la sensación del apagamiento del verso conforme se avanza en la lectura
del libro pero no es más que un artilugio para el trabajo que el poeta
impone al lector en el afán de no dormitarlo y volver agarrarlo y devolverlo
a la realidad para volver a traerlo y así constituir aquella unión sideral del
sueño hecho disección precaria en el oído ajeno. (…) por qué el reloj
detenido me daba miedo / por qué no sabía si odiar o querer a ese
cuchillo / con que mi madre degollaba las gallinas, esta pequeña muestra
resuelve el ensañamiento de la vida con nosotros en la niñez que
soslayadamente le sobrevivimos de milagro. (…) 27 años a veces / no le
sirve de mucho a uno / te echan del empleo te busca la policía –y te
encuentra–, es aquella etapa de la juventud donde nos embarcamos a
tratar de encontrarnos, muchas veces no somos asertivos y quedamos en
el camino varados con lo único que nos pertenece el cuerpo en una fría
maleta. (..) Después de andar / un buen trecho / he pensado –como es
natural– / en la miseria / de mi trajinar. Y no sé por qué / pensé en la piedra
laja / que sostiene a mi casa, aquella piedra es el símbolo de que ahora
somos un cuerpo frío e inerte que deambula, que aparece en cualquier
lado enmudeciendo cuando cae la noche sobre nuestras coronas. Lo que
debe ser estudiado y tomando en cuenta son los poemas expuestos en la
última parte, el Neurólogo Lingüista Artidoro Cáceres expone que los
íconos están cambiando el lenguaje y los están convirtiendo en jeroglíficos
porque ya nadie o casi nadie utiliza el lenguaje de la palabra articulada
para comunicarse y si los íconos, Velazco nos da una clara muestra de ello
formateando su poesía y con un ágil parpadear de dedos (Ctrl+C, Ctrl+V,
Ctrl+P) –acaba la obra por arrojarse al mundo– Jean-Paul Sartre. Podría
extender este comentario articulado por el sendero fósil de los dinosaurios
que todos ya conocemos y que se tumban en la palestra pero, para no
caer en fanatismos apócrifos es mejor que el lector descubra con sus
propias armas este poemario que alumbra la nueva estancia de un tipo
desenmascarado dispuesto a proponer lo que su edad le ha permitido
conocer…
Carlos Mendoza
Juliaca,
(mes de la independencia en off)
Julio, 2015