Collado de los Jardines. Nuevas propuestas para la ...te del Cerro del Castillo. 10 AyTM 10.1, 2003...

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9 AyTM 10.1, 2003 * Centro Andaluz de Arqueología Ibérica. Campus Las Lagunillas, s/n. 23071 Jaén Los últimos trabajos realizados en la Zona Arqueológica de Collado de los Jardines se encuadran en el contrato titulado ‘Revisión y Actualización de la documentación de las Zonas Arqueológicas del Parque Natural de Despeña- perros’, promovido por la Delegación Provin- cial de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía de Jaén, y dirigido por el Dr. Luis Gutiérrez Soler, el cual se ha materializado en la Memoria de Licenciatura titulada ‘Micropros- pección e historiografía para una nueva propuesta del proceso histórico de Collado de los Jardines’ de Carmen Rueda Galán. Este artículo pretende plasmar los resulta- dos iniciales obtenidos de dichas intervenciones Collado de los Jardines. Nuevas propuestas para la caracterización de su proceso histórico Carmen Rueda Galán* Luis María Gutiérrez Soler* Juan Pedro Bellón Ruiz* RESUMEN Se presentan los resultados relacionados con la ocu- pación medieval del Collado de los Jardines (Santa Elena, Jaén). Las intervenciones realizadas por Juan Cabré e Ignacio Calvo establecieron una hipótesis sobre el proceso histórico del asentamiento, la cual se ha mantenido hasta nuestros días. La destrucción continuada del sitio y el aislamiento al que estuvo sometido por parte de la propia investigación cientí- fica, centrada en el estudio de los exvotos de bron- ce ibéricos, han sido algunos de los factores que han ocasionado que se mantuviesen los presupuestos establecidos a comienzos del siglo XX. Nuestra propuesta de revisión parte de la ejecución de una microprospección superficial y en el análisis historiográfico del conjunto de investigaciones reali- zadas en el mismo. La misma establece la reducción de la extensión de la ocupación ibérica frente a la documentación de un amplio asentamiento emiral en la cima y ladera sureste del Cerro del Castillo. PALABRAS CLAVE: Microprospección, historio- grafía, asentamiento emiral. ABSTRACT This paper shows the results related to the Middle Age phase at the Collado de los Jardines (Santa Elena, Jaén). Juan Cabré and Ignacio Calvo established a hypothesis about the historical process of this settle- ment that still remain in our days. Some factors have influenced the persistence of their proposal: The on going destruction of the site and the lack of interest to the archaeologist, who always were focused on the study of the Iberian bronze offerings. Our proposal is based on a microsurface survey carried out in the site and the historiographical analysis of ove- rall works published. Both procedures have suppo- sed the reduction of the Iberian ocupation and the location of the Emiral phase at the top and south- east side of the Cerro del Castillo. KEY WORDS: microsurface survey, historiography, Emiral settlement.

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9AyTM 10.1, 2003

* Centro Andaluz de Arqueología Ibérica. Campus Las Lagunillas, s/n. 23071 Jaén

Los últimos trabajos realizados en la ZonaArqueológica de Collado de los Jardines seencuadran en el contrato titulado ‘Revisión yActualización de la documentación de las ZonasArqueológicas del Parque Natural de Despeña-perros’, promovido por la Delegación Provin-cial de la Consejería de Cultura de la Junta deAndalucía de Jaén, y dirigido por el Dr. Luis

Gutiérrez Soler, el cual se ha materializado enla Memoria de Licenciatura titulada ‘Micropros-pección e historiografía para una nueva propuestadel proceso histórico de Collado de los Jardines’de Carmen Rueda Galán.

Este artículo pretende plasmar los resulta-dos iniciales obtenidos de dichas intervenciones

Collado de los Jardines. Nuevaspropuestas para la caracterizaciónde su proceso históricoCarmen Rueda Galán*Luis María Gutiérrez Soler*Juan Pedro Bellón Ruiz*

RESUMEN

Se presentan los resultados relacionados con la ocu-pación medieval del Collado de los Jardines (SantaElena, Jaén). Las intervenciones realizadas por JuanCabré e Ignacio Calvo establecieron una hipótesissobre el proceso histórico del asentamiento, la cualse ha mantenido hasta nuestros días. La destruccióncontinuada del sitio y el aislamiento al que estuvosometido por parte de la propia investigación cientí-fica, centrada en el estudio de los exvotos de bron-ce ibéricos, han sido algunos de los factores que hanocasionado que se mantuviesen los presupuestosestablecidos a comienzos del siglo XX.

Nuestra propuesta de revisión parte de la ejecuciónde una microprospección superficial y en el análisishistoriográfico del conjunto de investigaciones reali-zadas en el mismo. La misma establece la reducciónde la extensión de la ocupación ibérica frente a ladocumentación de un amplio asentamiento emiral enla cima y ladera sureste del Cerro del Castillo.

PALABRAS CLAVE: Microprospección, historio-grafía, asentamiento emiral.

ABSTRACT

This paper shows the results related to the MiddleAge phase at the Collado de los Jardines (Santa Elena,Jaén). Juan Cabré and Ignacio Calvo established ahypothesis about the historical process of this settle-ment that still remain in our days. Some factors haveinfluenced the persistence of their proposal: The ongoing destruction of the site and the lack of interestto the archaeologist, who always were focused on thestudy of the Iberian bronze offerings.

Our proposal is based on a microsurface survey carriedout in the site and the historiographical analysis of ove-rall works published. Both procedures have suppo-sed the reduction of the Iberian ocupation and thelocation of the Emiral phase at the top and south-east side of the Cerro del Castillo.

KEY WORDS: microsurface survey, historiography,Emiral settlement.

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en esta Zona Arqueológica, centrando la expo-sición en el desarrollo de la identificación y docu-mentación de un poblado de época emiral.

La caracterización del mismo, además deotra serie de nuevos presupuestos, manifiestala imperante necesidad de una revisión de estesitio arqueológico desde otra perspectiva, ale-jada de su tradicional configuración desde elpunto de vista monumental (OREJAS, 1998), enrelación con la presencia de un emblemáticosantuario ibérico y, consecuentemente, aisladade la matriz histórica y social que lo ha gene-rado (PARCERO et alii, 1998). Por lo tanto, dentrode los objetivos planteados en el contrato, elestudio no se ha ajustado a la revisión concre-ta del período ibérico, sino que mantuvo comoidea central su análisis diacrónico, es decir, detoda la secuencia histórico-arqueológica repre-sentada en la Zona Arqueológica, ya que, deno hacerlo, supondría continuar con los tradi-cionales errores o distorsiones derivadas de laexclusividad en la observación de esta etapa yde prolongar los postulados originados de lasintervenciones de principios de siglo XX.

Este trabajo se ha planteado estructuradoen dos grandes bloques paralelos y comple-mentarios entre sí:

• El estudio historiográfico de todos los tra-bajos realizados con anterioridad en estesitio arqueológico, centrando el análisis enla revisión de las excavaciones de principiosdel siglo XX, llevadas a cabo por IgnacioCalvo y Juan Cabré (CALVO y CABRÉ, 1917,

1918, 1919). Pero también el estudio biblio-gráfico de aspectos fundamentales en eldesarrollo del propósito de la intervención,así es, por ejemplo, el interés por comple-mentar el análisis con el estudio de los cami-nos tradicionales de Sierra Morena, de losexvotos ibéricos de bronce o la localizaciónde lugares como la fortaleza de CastroFerral, ubicada por estos autores en el entor-no de Collado de los Jardines.

• El segundo bloque lo forma el estudioarqueológico, basado en la revisión, median-te prospección arqueológica superficial, delos límites propuestos en las intervencio-nes de Calvo y Cabré, respetados hasta laactualidad 1.

I. LA MICROPROSPECCIÓNDEL CERRO DEL CASTILLO

La Zona Arqueológica de Collado de los Jar-dines se localiza dentro del término municipalde Santa Elena, en la zona más septentrionalde la Provincia de Jaén.

Existen dos características fundamentalesque han determinado de manera clara los tra-bajos de prospección arqueológica: por un lado,su complicada geomorfología, que ha configu-rado un paisaje agreste y escarpado, cuya prin-cipal característica (en el Cerro de los Órga-nos y en el Cerro del Castillo) son los enormesestratos verticales de cuarcita, entre los cualesaparecen rocas más blandas y degradables quehan generado formaciones de enormes cres-tones de roca; en segundo lugar, la presenciade expolios que merman de manera evidentelas posibilidades de estudio en las zonas másafectadas, fundamentalmente, en la cueva yladera del Santuario.

El primer contacto con la zona consistió enla realización de una prospección en extensión,con recogida selectiva de materiales, que per-mitió la identificación de distintas unidades detrabajo (Cerro del Castillo, Necrópolis, San-tuario, Vía Romana y Muralla), que ademásresultó decisiva para la selección de la meto-dología más apropiada para cada unidad deanálisis arqueológico. Esta primera revisión gene-ral del sitio ya evidenció la presencia de unafase medieval temprana, que posteriormente seidentificó como emiral (con una cronología delsiglo IX), concentrada en la cima y ladera sures-te del Cerro del Castillo.

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1. Los límites propuestos coinciden con el recorrido de la identificada como muralla defensiva del oppidum ibérico de Collado de losJardines, así como el santuario y el entorno del mismo (CALVO y CABRÉ, 1919).

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Desde el principio este trabajo estuvo ase-sorado por un equipo de topógrafos que valo-raron el dispositivo técnico más convenientepara este tipo de actuación 2, determinandofinalmente la utilización de un sistema de topo-grafía tradicional para el registro de unidadescomo el Cerro del Castillo, la vía romana y lafortificación, en lugar del sistema basado en GPS,dadas las limitaciones impuestas a la recepciónde datos, vía satélite, por parte del relieve y laabundante vegetación arbórea y arbustiva.

Centrándonos en el Cerro del Castillo, elmétodo de análisis arqueológico de este espa-cio consistió en una microprospección super-ficial con apoyo topográfico, es decir, con elregistro de los restos materiales en coordena-das UTM. Para este fin, el paso inicial fue la rea-lización de una topografía de la zona a detalle(E:1/500) que serviría como base cartográficapara planos temáticos en los que se han refle-jado los diferentes elementos arqueológicosque configuran, de esta forma, los planos demuestreo (Ver Figura 2). Se trata de un méto-do preciso y versátil, teniendo en cuenta lascaracterísticas de la zona, que hacían imposi-ble desarrollar un reticulado del territorio comobase de muestreo, experiencia que ha dadoresultados positivos en asentamientos comoGiribaile (GUTIÉRREZ, 1998) o el Santuario Ibé-rico de El Pajarillo (GUTIÉRREZ et alii, 1998).

El método de trabajo consistió en la ubica-ción de distintas bases topográficas en los pun-tos más altos del Cerro del Castillo, a partirde las cuales se estructuraron y articularon dosequipos de trabajo topográfico y arqueológico.De esta manera se registraron de forma siste-mática el material o conjunto de materiales,los expolios y estructuras conservadas.

Para el registro sistemático se elaboró unaficha tipo que recogía aspectos tales como lafecha, el número de referencia, tipo de mate-rial, adscripción cronológica, relación espacial ono con los expolios existentes, elemento for-mal y un campo final de observaciones. Este

tipo de registro permitiría un tratamiento esta-dístico posterior, además de las consecuenteslecturas en cuanto a la delimitación del pobla-miento de distintas épocas.

La microprospección realizada en el pobla-do del Cerro del Castillo, ha evidenciado, comoresultado principal, la presencia, claramentedefinida y delimitada, de al menos dos grandesetapas, correspondientes a los períodos ibéri-co y medieval, siendo ésta última la que com-prende la mayoría de la extensión del cerro.

Se trataría, por tanto, de un asentamientobastante amplio, con una superficie aproxima-da de 5 has, que se extendería desde la cimahacia la ladera sureste, y del que todavía seconservan restos de casas en los aterraza-mientos que se disponen inmediatamente porencima del santuario ibérico. Estas estructurasresponden a construcciones muy simples, deforma más o menos rectangular que en oca-siones aparecen aisladas y en otras aprovechanlos cortados como paredes posteriores.

II. INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS,COLECCIONISMO Y EXPOLIO

Es necesaria una mirada retrospectiva haciaaquellas intervenciones que se efectuaron enel sitio arqueológico, no con el fin de aportaruna amplia documentación disponible al res-pecto, sino con el de dar nuevos enfoques frutodel propio desarrollo del conocimiento histó-rico-arqueológico.

Consideramos que dichas intervencionesgeneraron esquemas y teorías sobre la confi-guración del sitio que hasta ahora no han sidosuficientemente cuestionadas, además, a ellotenemos que añadir la enorme carga específi-ca que ha supuesto el convertirse en uno delos asentamientos más emblemáticos de la cul-tura ibérica y, dentro de ese esquema, dicharepresentatividad quedó materializada en dosaspectos divergentes: la destrucción del sitio

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2. Informe de Revisión de las Zonas Arqueológicas del Parque Natural de Despeñaperros. T.M.Santa Elena, Jaén, 2001.

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motivada por la búsqueda de los exvotos depo-sitados en el santuario ibérico, es decir, el sitio,dentro de una matriz positivista, ha generadoun enorme interés por los materiales aporta-dos, hecho que ha determinado su destruccióny la consiguiente imposibilidad de un procesode investigación que cuestionase las teorías frutode las intervenciones previas a la destrucción.

Las primeras noticias que existen sobreCollado de los Jardines vienen acompañadas dela historia particular de esta región de SierraMorena, relacionada con la historia de sus explo-taciones mineras (GUTIÉRREZ et alli, 1998).

Es en la Cueva de los Muñecos de Despe-ñaperros el lugar donde, con motivo de traba-jos de prospección en busca de filones metalí-feros, a principios del siglo XX, se hallaron restosde fundiciones y numerosas figurillas de bron-ce. Muy probablemente fueron estos descu-brimientos los desencadenantes de ese interéspor la creación de una explotación minera, yaque fueron identificados como indicadores deun posible criadero metalífero (LUCAS, 1994).

Es en este contexto, cuando hace presenciaHorace Sandars, ingeniero y arqueólogo inglésde la New Centenillo Mining Company. Realizó unaprimea exploración, consistente en un sondeoa los pies de la cueva (CALVO y CABRÉ, 1917), tra-bajo que quedó materializado en el primer artí-culo, en lengua inglesa, sobre el santuario y lastan famosas figurillas de bronce (RUIZ, 2002),publicado en 1906 y titulado“Pre-Roman Bron-ze Votive Offerings from Despeñaperros, in theSierra Morena, Spain” (SANDARS, 1906).

Después de esta intervención, se conocendos exploraciones puntuales realizadas por Enri-que Mackay y Ernesto Abraham, también inge-nieros de minas (CALVO y CABRÉ, 1917). En lasMemorias de Calvo y Cabré, asimismo, se citala intervención, en 1909, de Eusebio Vasco,quien excavó en el lado izquierdo del peñónsituado junto a la cueva de los ‘muñecos’ (CALVO

y CABRÉ, 1918), sin que se conozca mayor infor-mación al respecto pero que indica el objeti-vo común de las exploraciones: la búsqueda deexvotos de bronce.

Con la promulgación de la Ley de Excava-ciones de 1911 y su Reglamento de 1912, ybajo el amparo de la Junta Superior de Exca-vaciones y Antigüedades, (JSEA en adelante),se le conceden a Juan Cabré, en 1914, los dere-chos de excavación sobre el Collado de losJardines. En 1916, tras la cesión de sus dere-chos al estado, comienzan las intervenciones eneste lugar, dirigidas finalmente por él mismo ypor Ignacio Calvo, trabajos que se prolongaránhasta 1918. La formación de ambos investiga-dores, junto al contexto histórico-político en elque se desarrollan dichas intervenciones, vana marcar de forma decisiva la configuración delesquema histórico-arqueológico de Collado delos Jardines.

La Ley de Excavaciones de 1911 supone,entre otros factores, la institucionalización dela arqueología, pero también la creación de unproyecto político que pretendía la recuperacióny expansión del denominado Espíritu Nacional.Este programa nacionalista tendrá su reflejo enlos trabajos desarrollados en Collado de losJardines y en la propia persona de Juan Cabré,que se erige como el prototipo de arqueólo-go metodológico y empírico, profesionalizadoen el marco institucionalista de principios delsiglo XX (RUIZ, 2002).

A partir de estas excavaciones se definirála historia que acompañará a este sitio arque-ológico, relacionado con el continuado hallaz-go de exvotos de bronce, muy cotizados porel coleccionismo nacional e internacional 3.

Directamente vinculado al devenir de con-tinuos saqueos clandestinos está el intento, enfebrero de 1917, de creación de la SociedadMinera de San Antonio 4 para explotar unsupuesto yacimiento metalífero que coincidía no

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3. Este santuario, al igual que el de la Cueva de la Lobera, se ha visto afectado desde su descubrimiento por acciones clandestinas enbusca de los tan preciados ‘muñecos’. En las Memorias de 1917, se cita por primera vez actuaciones de este tipo, cuando Calvo yCabré denuncian la extracción fraudulenta de exvotos demandados desde el extranjero (Calvo y Cabré, 1917).

4. Sección de Minas. Expediente de Jefatura de Minas (Concesión San Antonio, Santa Elena), Archivo Histórico Provincial de Jaén.

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sólo con los límites del edificio del santuario(siendo el punto central de su demarcación elpozo que se localiza a los pies del abrigo), sinoque incluía el denominado Cerro del Castillo.

A raíz de la aprobación de dicha concesióncomienza toda una trama administrativa y polí-tica en la que participan el Ministerio de Fomen-to, el Ministerio de Instrucción Pública, la Jefa-tura de Agricultura, Minas y Montes y la JSEA.El desarrollo y el resultado de estas accionesconstituyen uno de los primeros éxitos de laaplicación de la Ley de Excavaciones de 1911.

La denuncia de Calvo y Cabré ante la JSEAinició un amplio expediente administrativo queculminó en el reconocimiento, por parte deingenieros de minas, de la inexistencia de cual-quier criadero metalífero, hecho que desvela-ba la auténtica intención de los solicitantes dela demarcación minera: la extracción de loscotizados exvotos ibéricos de bronce. Esto sepuso de manifiesto cuando aún reconociendoel estado el derecho de los demandantes a laconcesión minera impuso una serie de condi-ciones a la misma, que implicaban la propiedadpor parte del Estado de los objetos arqueoló-gicos que pudiesen aparecer. El propietariorenunció a la concesión minera dadas las ‘car-gas’ y limitaciones impuestas por la Jefatura deMinas y la JSEA.

Tras estas primeras intervenciones oficialesconocemos la aprobación, en 1920, de la soli-citud de Sebastián Izquierdo para intervenir enCollado de los Jardines, sin que sepamos nadaacerca de los resultados obtenidos (ArchivoGral. de la Administración, Sección 3, Caja 1034).

Tendremos que esperar hasta la década delos años 50 para volver a tener noticias sobreintervenciones en Collado de los Jardines. Esta

vez se producen en el marco de la creación dela Sección III del Instituto de Estudios Gien-nenses, presidida por Ramón Espantaleón, y elproyecto de creación del Museo Arqueológi-co Provincial de Jaén. Las excavaciones son rea-lizadas por Rafael Casañas y Pedro del Nido(CASAÑAS y DEL NIDO, 1959).

Enmascarado en la pretensión del mejorconocimiento del sitio, el objetivo final era larecopilación del mayor número posible de exvo-tos para los fondos del futuro Museo 5. En estecaso, al igual que en otras intervenciones comola de Castellones de Ceal, La Guardia o Cas-tellar, es evidente el desinterés teórico por ana-lizar el sitio arqueológico en sí, aspecto queparece relegado a la creación de una colec-ción propia para el citado museo (RUIZ, 2002).En este marco, en Collado de los Jardines, eltrabajo consistió en la realización de seis son-deos, ubicados en puntos concretos en los quese esperaba el hallazgo de exvotos, teniendocomo eje articulador de los mismos la carre-tera de Aldeaquemada 6.

Se abre un gran paréntesis que se prolon-ga hasta 1995, con incoación del Expedientede Inscripción Específica en el Catálogo Gene-ral del Patrimonio Histórico de Andalucía comoZona Arqueológica por parte de la Delega-ción Provincial de la Consejería de Cultura dela Junta de Andalucía, expediente elaboradopor Yolanda Jiménez Morillas. Su catalogacióncomo Zona Arqueológica está justificada y ava-lada no sólo por la importancia de este sitioarqueológico, como uno de los lugares clave parael conocimiento de la Cultura Ibérica, sino porla necesidad de una cobertura legal y adminis-trativa suficiente que cuente con los medios sufi-cientes para la lucha contra los continuos expo-lios y actividades clandestinas que tienen lugaren el mismo.

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5. No hay que olvidar que todos los materiales recogidos durantes las campañas de excavación de 1916, 1917 Y 1918 pasaron a for-mar parte de los fondos del Museo Arqueológico Nacional (PRADOS, 1992).

6. Probablemente no se continuara en el santuario ni en su entorno más próximo por ser la zona más deteriorada por los continuosexpolios y la posibilidad del hallazgo de las ofrendas de bronce es menor. Esto queda puesto de manifiesto cuando señalan que‘en la primera visita que efectuamos al santuario ibérico y a la vista del estado lastimoso en que se encuentra toda la vertiente que des-ciende desde la cueva hasta el barranco...vimos claramente la inutilidad de excavar en aquella zona...’ (CASAÑAS y DEL NIDO,1959:104-105).

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Las coordenadas finales del polígono de pro-tección así como todos los datos administrati-vos se encuentran recogidos en la Base deDatos Arqueos de la Consejería de Cultura dela Junta de Andalucía.

Recientemente (2001-2002) se ha llevadoa cabo una revisión, con el ‘Proyecto de Elabo-ración de Expedientes de Catalogación Genéricade Zonas Arqueológicas de la etapa Protohistó-rica’ 7, de algunos de los sitios protohistóricosrecogidos en esta base de datos y que conte-nía información desfasada. En el caso de Colla-do de los Jardines se llevó a cabo la recogidade nuevos datos relacionados con el parcela-rio catastral de la zona.

III. EL SANTUARIO IBÉRICO DE COLLADO DE LOS JARDINES. LA CREACIÓN DE UNA HIPÓTESISPARA UN SIGLO

Como se ha señalado anteriormente, lostrabajos elaborados por Ignacio Calvo y JuanCabré se configuran como un punto de parti-da imprescindible a la hora abordar cualquiertipo de actuación en la Zona Arqueológica deCollado de los Jardines. Esto es, fundamental-mente, porque se trata de las primeras y úni-cas intervenciones que han afrontado global-mente todo el complejo arqueológico, aún sinobviar los límites e inconvenientes propios deuna excavación de principios de siglo XX esnecesario reconocer en su trabajo la existen-cia de unas detalladas descripciones, así comoel uso sistemático de la fotografía como siste-

ma de apoyo al registro de la excavación, la rea-lización de inventarios, dibujos y los primerosintentos de elaboración de una secuencia basa-da en la estratigrafía.

Tras las excavaciones de Calvo y Cabré seconforma una secuencia histórico-arqueológi-ca que ha permanecido con pocas variacioneshasta nuestros días. Para ellos la primera ocu-pación del sitio arrancaría desde el siglo IV a.n.e.y continuaría, casi ininterrumpidamente, hastala segunda mitad del siglo XVIII.

Sin embargo, no cabe duda, es el períodoibérico-romano el centro del interés de ambosautores 8, hasta el punto de que otras etapashistóricas son meramente citadas sin entrar adesarrollarlas íntegramente. En época ibérica,según los autores, se establecería un gran oppi-dum de unas 27 has 9 con una población esti-mada superior a los 2.000 habitantes, aunqueésta se concentraría en la zona norte, llamadapor los autores ‘acrópolis’ 10. Esta gran ‘ciudad’estaría fortificada por una muralla que rodea-ría sus límites, alternando sus técnicas cons-tructivas 11 con los grandes accidentes geográ-ficos que funcionarían como elementos dedefensa natural, como queda puesto de mani-fiesto en el norte del Cerro del Castillo o elCerro del Corzo.

Se configura, por consiguiente, como una delas ciudades ibéricas más grandes e importan-tes de la Alta Andalucía, siendo el principalpunto de comunicación entre La Mancha yAndalucía. Es esta idea, como punto de comu-nicación estratégico, la que explicaría la exis-

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7. Promovido por la Delegación Provincial de la Consejería de Cultura de Jaén de la Junta de Andalucía y dirigido por Juan Pedro Bellón.

8. La explicación del interés centrado en el período ibérico hay que buscarla en la necesidad de legitimación del espíritu nacionalistay por tanto de realzamiento de lo autóctono en oposición a lo extranjero. En esta línea están las constantes críticas realizadas porlos autores a lo largo de sus Memorias de Excavaciones con relación a la demanda de objetos fomentada desde Francia que aca-baría generando multitud de expolios, además de las distintas teorías elaboradas por autores extranjeros, como por ejemplo R. Lan-tier respecto al origen de los exvotos de bronce.

9. El tamaño y caracterización de este poblamiento ha sido mantenidos por autores como Almagro Gorbea (1987), sin embargoGeràrd Nicolini establece el tamaño en 4 has. (NICOLINI, 1969)

10. La utilización de esta terminología es un ejemplo de la influencia de parámetros clasicistas no sólo en cuanto a la descripción deloppidum, sino en cuanto al tratamiento del santuario que es identificado como de planta clásica (CALVO y CABRÉ, 1918).

11. Los autores hablan de la documentación de una muralla en talud, de unos 70 cm. de ancho y reforzada por la excavación del foso,en la zona más débil que sería el collado. También hablan, en la Silleta del Corzo, de una gran muralla de 2 m. de ancho, careadaal exterior y levantada a plomo (CALVO y CABRÉ, 1918).

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tencia del Santuario Ibérico. Otros elementosreforzarían su carácter monumental, como elgran farallón y el abrigo rocoso en torno a losque se dispone, su relación con fuentes de aguay bosques circundantes, identificados como ele-mentos sagrados, enmarcándolo dentro de losesquemas conocidos de santuarios en la anti-güedad (BLÁZQUEZ, 1991). De hecho, Calvo yCabré identifican la primera fase del santuariocon el uso exclusivo del bosque sagrado queactuaría como ‘Templo Natural’.

La siguiente fase del santuario es fechadahacia el siglo IV a.n.e. 12 y continuará hacia elsiglo I d.n.e., momento en que se produce unaampliación de la zona sacra. Hacia el siglo IIId.n.e. el santuario sería destruido de forma vio-lenta, sin embargo, los autores amplían su con-tinuidad hasta época de Teodosio.

Una vía de primer orden, que en un prin-cipio sería identificada con la Via Augustea, esdecir, el principal enlace de Laminium con Cás-tulo, reforzaría su importancia como un sitioestratégico en las comunicaciones de la Anti-güedad. De ese modo se llega a proponer suidentificación con la II Masio Solaria citada enlos Vasos Apolinares.

Para época medieval, sin precisar una fechamás concreta, documentaron, en la cima deldenominado Cerro del Castillo, los restos deuna fortificación además de ‘unas galerías’, quefueron identificadas, utilizando las fuentes escri-tas, con Castro Ferral. El lugar sería ocupadosin interrupción hasta época de Carlos III,momento en que la población se traslada a lasCorrederas.

En resumen, desde el punto de vista his-toriográfico hay que reseñar algunos elemen-tos que nos sirven de partida para el poste-rior debate sobre el tipo de asentamientodocumentado:

• En el desarrollo de las intervenciones reali-zadas a principios del siglo XX, Calvo yCabré documentaron dos estructuras defortificación, una localizada en la cima delCerro del Castillo, identificada por ellos comoCastro Ferral, y, por otro lado, un gran muroperimetral que bordearía el poblado y todala zona del collado, pero entendido esta vezcomo la fortificación del gran oppidum ibé-rico que para los mismos existió en la zona(CALVO y CABRÉ, 1917, 1918 y 1919).

• Los mismos autores hacen referencias con-cretas a determinado tipo de material cerá-mico que podría ser identificado como deépoca emiral. Puede tratarse de ollas trípode,que constituyen en la actualidad uno de losmejores indicadores arqueológicos de la faseemiral del Alto Guadalquivir (CASTILLO, 1998).

• Por otro lado, estos investigadores supieronpercibir diferencias en la distribución de lasestructuras del sitio arqueológico, distin-guiendo un núcleo fortificado en la cima delCerro del Castillo, frente a un hábitat ‘deses-tructurado’, inorgánico, extendido en la lade-ra sureste (CALVO y CABRÉ, 1918). La cima delCerro del Castillo pasó a ser concebidacomo la acrópolis de época romana, encontraposición con las casas de la ladera, lascuales son adscritas a la población indígena,una vez expulsada por los conquistadoresde la cima.

LAS ‘FORTIFICACIONES’

El primer punto quedó descartado, puestoque en la actualidad se conoce la ubicaciónexacta de Castro Ferral, localizado en el Puer-to del Muladar, sobre un cerro al sur de la Peñade Malabrigo, cerca del Arroyo de Navalque-jigo y por tanto muy al oeste de Collado, alotro lado del desfiladero (ESLAVA, 1999). En cuan-to a la cronología de esta fortificación debe-

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12. Geràrd Nicolini (NICOLINI, 1969) retrasa, basándose en el estudio tipológico y formal de los exvotos de Collado de los Jardines,la fecha de fundación del santuario a finales del siglo VII a.n.e., cronología que coincide con la propuesta por Lourdes Prados (PRA-DOS, 1999) quien alude a la posibilidad, estudiando los exvotos en forma de jinete, de que la primera fase de culto se identifiquecon un culto de tipo heroico.

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mos señalar que en una reciente visita pudimosobservar en superficie restos de materiales deépoca almohade y algunos cristianos, ademásde una moneda acuñada en tiempos de Alfon-so VII (1126-1157).

Con respecto a la documentación del muroperimetral, tras realizar este análisis y delimitarel trazado del mismo, se nos abre un gran aba-nico de posibilidades referentes a la funciona-lidad y adscripción cultural del mismo. Nosdecantamos a rechazar la hipótesis que afirmasu constitución como fortificación del oppidumde época ibérica. Para llegar a esta conclusiónnos apoyamos, en primer lugar, en la desesti-mación de la existencia de este gran oppidumen esta zona, además, desde el punto de vistatopográfico, su propia estructuración no res-ponde favorablemente a un elemento defensi-vo, ya que quedan gran cantidad de zonas des-protegidas. Otra posibilidad es que su caráctersea simbólico, es decir, que se trate de un ele-mento de delimitación del espacio sagrado delsantuario (períbolos), sin embargo, tanto en elplano topográfico de Calvo y Cabré (1918),como en el posterior croquis elaborado porGeràrd Nicolini (1969), la propia edificaciónsacra quedaría fuera de los límites marcados porel mismo.

Nosotros introducimos una tercera idea:la asociación de esta estructura a época emi-ral y a una funcionalidad distinta a las hasta ahoraatribuidas, como podría ser la posibilidad deintegrar un gran redil, con el fin de ‘estabular’el ganado del poblado. Esta hipótesis la apo-yamos en el carácter principalmente aldeanode la comunidad establecida en esa época,que, de forma muy probable explota los recur-sos asociados al saltus, fundamentalmente fores-tales y ganaderos, y posiblemente establezcany delimiten la zona de explotación más inme-diata, hecho que ha quedado constatado enotros poblados de esta misma época en laCampiña como el de las Torrecillas del Mega-tín (CASTILLO, 1998).

Es muy significativo el establecimiento deeste asentamiento en uno de los pasos tradi-cionales más importantes entre la Alta Anda-lucía y la Meseta (CORCHADO, 1963). Por tanto,frente a las funciones netamente locales delpoblado emiral, no hay que descartar la posi-bilidad de que el mismo se ubique en el colla-do con la intención de controlar dicho paso,cerrando, con el muro perimetral citado, unamplio redil que quizás supere las funcioneslocales antes aludidas. En este sentido, existeotro asentamiento, las Tres Hermanas, locali-zado en término municipal de Baños de la Enci-na, próximo al poblado minero de El Centeni-llo, cuyas características son similares, alencontrarse al interior de Sierra Morena peroocupando una posición privilegiada en el entra-mado de caminos que comunican la sierra conla zona manchega (GUTIÉRREZ et alii, 2002:170).

Frente a los husun-refugio descritos porAcién (ACIÉN, 1994) podría comenzar a esta-blecerse una segunda categoría en la tipologíade asentamientos, quizás en un contexto socialnetamente islámico y en un momento avanza-do del periodo emiral, que se ubican en luga-res estratégicamente ubicados y políticamentedestinados al control del territorio.

LOS MATERIALES

El estudio de materiales ha dado como resul-tado la identificación de una etapa ibérica tar-día concentrado en el entorno del santuario yen la cima del Cerro del Castillo, así como laidentificación de un centro de hábitat emiral enla ladera sureste del mismo, una zona inter-pretada por Calvo y Cabré como ibérica (CALVO

y CABRÉ,1918) y, por último, una ocupaciónmoderna, centrada en el entorno del actualcentro de recepción 13.

Sin embargo proponemos, tras los resulta-dos de la microprospección, releer las siguien-tes líneas de las Memorias de Excavaciones de1918: “4ª. En las casas de la población conti-

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13. Esta zona se trata de la que, en las excavaciones de principios de siglo XX, se identificó como una ‘manzana de casas de tiemposde Carlos III’ (CALVO y CABRÉ, 1918:31).

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gua se han encontrado trozos de crisoles, esco-rias de pequeño volumen, pedazos de plomo,unos informes y otros preparados en listonesrayados, y, por último, una especie de trébedescon pies de barro.” (CALVO y CABRÉ, 1918: 49).Muy probablemente esos ‘trébedes’ a los quehace referencia sean las ollas trípode citadasmás arriba, documentadas a lo largo de nues-tra intervención y asociadas a la etapa emiral(CASTILLO, 1998).

Es posible, por tanto, asociar las actividadesmetalúrgicas que indican los materiales y losarqueólogos J. Cabré e I. Calvo a época emi-ral. Con esta idea no se pretende desechartotalmente la hipótesis de que en época ibé-rica existiese un centro de elaboración de exvo-tos en este lugar, sino que se quiere introdu-cir, dado que no se conocen datos más precisosacerca de este tema, la posibilidad de que enépocas posteriores, concretamente en la etapaemiral, se lleven a cabo refundiciones y reuti-lizaciones del metal de los exvotos ibéricos.

Los materiales analizados proceden de dossistemas de trabajo: la prospección extensiva(18% del total de la muestra), que ha propor-cionado un pequeño conjunto cerámico pro-cedente de la primera evaluación de las distintasunidades arqueológicas y, por otro lado, losmateriales de la microprospección del Cerrodel Castillo (82%).

Dada la imposibilidad de la realización deun estudio tipológico, por la escasez de mate-rial cerámico, se creyó conveniente su docu-mentación gráfica y fotográfica, así como otrasreferencias destinadas a sistematizar su regis-tro (Ver Figuras 5 y 6).

La totalidad de los materiales cerámicos per-tenecientes al período emiral (un 62% del totalde la muestra procedente de la prospección enextensión y un 78% derivado de la micro-prospección del Cerro del Castillo) se ajusta alesquema de fabricación y modelado que dife-rencia a este grupo de otros de épocas pos-teriores: su realización a mano-torneta, es decir,modelado por medio de torno intermitenteaprovechando la rotación del mismo movidode forma manual. De este modo, su acabado

suele ser irregular, observándose, entre otrosaspectos, distintos grosores en las paredes dela pieza (CASTILLO, 1998).

Para el estudio de los materiales proce-dentes del Cerro del Castillo se ha utilizadocomo referente el amplio estudio tipológicoelaborado por el Dr. Juan Carlos Castillo cen-trado en la Campiña de Jaén. El manejo deesta tipología como referencia se explica porvarias razones: por ser un análisis de una zonamuy próxima a la que está siendo objeto deestudio y, fundamentalmente, por la presenciade un tipo hasta ahora exclusivo del Alto Gua-dalquivir : la olla trípode, muy representada enla muestra obtenida en el Cerro del Castillo(G19, G35, 666-1, 161). Se trata de un tipo derecipiente globular que está dotada de tresapéndices en su parte inferior con la finalidadde conformar un apoyo adecuado para sercolocadas al fuego (SALVATIERRA et alii, 2001)

Otra característica general destacable deeste conjunto cerámico de tradición indígenaes la homogeneidad de los materiales, en losque predominan los tipos de cocina y de alma-cenaje, de gran tamaño. Sin embargo, a pesarde la escasez de clases, es interesante la varie-dad de formas dentro de un mismo tipo.

Con respecto al primer grupo, es clara lapresencia de tipos definidos como el Tipo I dela Clasificación Tipológica Formal referente a vasi-jas cerradas, que se corresponde con ollas glo-bulares a mano-torneta, de labio redondeadoy de reducidas dimensiones. Otro tipo muyrepresentado es la olla de labio exvasado yredondeado, con cuerpo globular, dentro delcual encontramos distintas variantes. Asimismoestá presente la olla de reducido tamaño delabio exvasado con acabado en arista.

Un tipo significativo es la tinaja, con distin-tas variables. Dentro de este grupo se handocumentado dos piezas de labio plano, cuyavariación reside en el tratamiento exterior delborde de la pieza, que en un caso se presen-ta de forma redondeada y en el otro con aca-bado plano, formando, tanto al exterior comoal interior del recipiente, un ángulo recto. Otravariante es la tinaja de labio redondeado. Tam-

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bién han sido documentadas orzas con labioexvasado y redondeado.

Por último quedaría hablar de las decora-ciones, muy poco representativas y de trestipos. Los dos primeros caracterizados por inci-siones que responden a un esquema de ban-das y trazos cortos e inclinados de forma para-lela. Por último una pieza de decoración impresade cordones.

IV. EL POBLADO EMIRAL DELCOLLADO DE LOS JARDINES

Recordemos la visión tradicional del sitioarqueológico de Collado de los Jardines: unsantuario asociado a un gran oppidum que seextendía desde el Cerro del Castillo hasta elPeñón de Corzo, fortificado y con dos necró-polis vinculadas al mismo (una intramuros y laotra fuera del límite de la muralla). En épocaromana sería conquistado, sufriendo nuevasmodificaciones en la estructura del asentamientode época ibérica. Para ésta etapa los autoresubican aquí a la Masio II Solaria citada en lasfuentes clásicas, asociada a la identificada comoVía Augustea, que también pasaría por el mismocollado. Para época medieval, sin precisar fechas,Calvo y Cabré aluden a la localización en la cimadel Cerro del Castillo, de la fortificación deCastro Ferral. Según estas teorías existiría unproceso de continuidad histórica hasta tiemposde Carlos III, trasladándose más tarde su pobla-ción al núcleo de las Correderas.

En cuanto a la disposición del poblamiento,analizando las Memorias de las excavaciones,Calvo y Cabré observaron una serie de dife-rencias en la distribución y estructura del asen-tamiento, como hemos citado más arriba.

Asocian estas diferencias a modificacionesdentro del propio poblado ibérico tras la con-quista romana (CALVO y CABRÉ, 1918). Conci-ben un poblado romano en la cima del cerro(acrópolis) frente a otro indígena, desorganizadoe inorgánico, ubicado en la ladera sureste, unavez desplazados por los conquistadores. Contoda seguridad esa diferencia radica en la con-fusión entre el sitio ibérico y el emiral, cuya cul-

tura material no ha sido reconocida y siste-matizada arqueológicamente hasta finales delsiglo XX.

Una vez analizados elementos aislados lle-garía el momento de conjugar los distintos datosaportados por los recientes estudios historio-gráficos y de prospección arqueológica, par-tiendo de la sistematización realizada por el Dr.Juan Carlos Castillo (CASTILLO, 1998) centrada enel análisis de tipos de asentamiento en la Cam-piña Giennense, quien se ha basado en el esta-blecimiento de dos tipos de análisis destinadosa establecer la clasificación de los mismos:

• Multivariante: aspectos como las caracte-rísticas físicas, económicas y estratégicascuantificables.

• Funcional: las características no cuantitati-vas más relevantes de los asentamientos.

En la tipología de asentamientos realizadapor el Dr. Castillo, se ha establecido una cate-goría, cuyas características responden al esque-ma que hemos podido documentar en el Colla-do de los Jardines. Los asentamientos queofrecen los criterios análogos más elevados sonLas Torrecillas II, Cerro Peñaflor o Cerro Mor-tero (CASTILLO, 1998).

Los mismos han sido definidos como Husun-refugio, es decir, lugares emplazados a gran altu-ra, los cuales suelen carecer de fortificación ynormalmente localizados en zonas agrestes yescarpadas, además de enmarcarse en un con-texto socio-político muy determinado (ACIÉN,

1994). Es el caso del poblado del Cerro delCastillo cuya ubicación en un punto elevado yla escarpada y accidentada orografía de la zona,le proporcionan su defensa natural. Además, sucima posee un amplio control visual de todoel valle del Río Despeñaperros (Ver Figura 4).Únicamente podría cuestionarse su ‘aislamien-to’ o su carácter de ‘refugio’ al encontrarsecontrolando uno de los pasos tradicionales deSierra Morena.

Son asentamientos de nueva creación, en losque suele existir un fuerte componente de tra-dición indígena, ya que este tipo de sitios se ha

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relacionado con procesos de reestructuraciónde anteriores ocupaciones de época ibero-romana (CASTILLO, 1998). Se constituyen comocomunidades aldeanas, cuyas actividades prin-cipales son la explotación forestal y ganaderay, muy marginalmente, la agricultura de irriga-ción (Torrecillas II).

Pueden ser claramente identificados arque-ológicamente con el análisis de los materialescerámicos. Como sucede en el Cerro del Cas-tillo, al igual que en las Torrecillas II o CerroMortero, los materiales se caracterizan por con-formarse como un grupo homogéneo, entre losque escasea el torno y las piezas decoradas, encontraposición al desarrollo de la torneta. Conrespecto a las formas y los tipos, como se haseñalado anteriormente, predominan los gran-des recipientes de cocina o almacenamiento, conmuy escasa variedad de formas, pero conmuchas variantes dentro de una misma clase.

El Cerro del Castillo de Collado de los Jar-dines presenta todo este repertorio de carac-terísticas que lo definen como un centro emi-ral, de carácter aldeano y muy posiblementededicado a la explotación ganadera y forestaldel entorno (Saltus), hecho que puede estar rela-cionado con la presencia de un muro de deli-mitación, cuya funcionalidad podría residir enla demarcación de un gran espacio de explo-tación y estabulación abierta perteneciente aesta comunidad.

Otra actividad muy posiblemente desarro-llada en la línea de aprovechamiento de losrecursos del entorno, es la refundición de exvo-tos, con el objetivo de reutilizar el metal. Esto,como hemos señalado anteriormente, quedapuesto de manifiesto por el hallazgo, en la Cam-paña de 1917, de restos de escorias y exvo-tos mal fundidos entre el derrumbe de unacasa emiral, junto a lo que hemos interpreta-do como ollas trípodes.

Más particularmente, centrándonos en lasestructuras habitacionales, tenemos como refe-rencia el plano topográfico realizado en 1917,un elemento aún útil para trabajar sobre estetema, ya que lamentablemente no contamos conotro tipo de documentación en la que se deli-

miten los trazados de las casas, en ese tiempoidentificadas como ibéricas. Actualmente se estátrabajando en la idea de realizar un plano conbase topográfica en el que plasmar las unida-des que aún se conservan, que, grosso modo,no suponen ni la tercera parte de las docu-mentadas a principios del siglo XX.

Quizás el ejemplo más adecuado para rea-lizar este tipo de análisis comparativo es el deCerro de Peñaflor (SALVATIERRA et alii, 2001), nosólo por el hecho de haberse documentado unaserie de estructuras domésticas comparables alas existentes en Collado de los Jardines, sinoporque parece corresponder, desde el puntode vista del análisis territorial a un asentamientodel tipo del Cerro del Castillo. La organizacióngeneral de este asentamiento responde a casasde gran tamaño estructuradas en torno a unpatio, claramente reconocible en el conjuntode la unidad, a partir del cual se ordenan dedos a cuatro habitaciones. Su ordenación esvariable, no respondiendo al esquema clásicode patio central.

Algunos de los muros sirven de mediane-rías con casas vecinas, además, en casi todoslos casos, las casas parecen agruparse en man-zanas o barrios (SALVATIERRA et alii, 2001).

Si hacemos un zoom al plano topográfico deCalvo y Cabré (Ver Figura 3), en Collado delos Jardines se puede obtener una lectura, aun-que sea parcial, de la estructuración de las uni-dades domésticas, observando cómo, al igualque en Peñaflor, las casas se ordenan en tornoa lo que podría ser el patio y se agrupan con-formando grandes unidades, que en ocasionescomparten muros.

Este poblado se ajustaría a la topografía delterreno, estructurándose mediante distintasterrazas en su ladera sureste. A este respectopodemos aludir al conjunto de muros de ate-rrazamiento, identificados por Calvo y Cabrécomo muros semicirculares de defensa del cami-no principal de entrada al oppidum ibérico(CALVO Y CABRÉ, 1918).

Hay una clara en la morfología de algunasde las estructuras, ya que, además de las men-

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cionadas, existen otro tipo de unidades que seconstruyen utilizando como apoyo los enor-mes crestones verticales de cuarcita (que aveces superan los 3 metros) y de las que actual-mente quedan algunos vestigios en la parte altadel Cerro del Castillo.

Este tipo de centros sufrieron cambios desuma importancia, durante y después de la fitna,con el triunfo del proceso de islamización (CAS-

TILLO, 1998). Esto conduce al planteamiento deuna serie de interrogantes relativos a su conti-nuidad o abandono durante el período califal.

El registro de materiales de la micropros-pección del Cerro del Castillo nos muestra algu-na cerámica, muy escasa, de época islámica, sinembargo no existen suficientes indicadores quenos permitan establecer la posterior configura-ción del asentamiento, si bien parece claro queéste se reduce, en un momento no determi-nado, a la cima del Cerro del Castillo. Quizássu reocupación y su contexto socio – políticoposteriores estén más relacionados con el con-trol fronterizo de la zona, contribuyendo a crearun sistema de control de los pasos tradiciona-les de Sierra Morena desde época almohade.

Incluso se podría introducir una tercera hipó-tesis, relativa a que la primera fase del castilloo atalaya, documentada muy someramente aprincipios de siglo y confundida con CastroFerral, corresponda a época emiral, al momen-to en el que existe una necesidad de defensay encastillamiento debido al avance de la fitna.

Aún quedaría por intentar definir si el núcleoemiral documentado en el Cerro del Castilloapareciese citado en algunas de las fuentes islá-micas. En ese sentido son varias las posibles loca-lizaciones. La primera de ellas reincide en Cas-tro Ferral, que ha sido identificado el Hisn el‘Iqáb’ de las crónicas árabes (ESLAVA, 1999); sinembargo, no hemos identificado ningún indicadora este respecto en el entorno de este sitio,por lo que podría cuestionarse dicha asociación.También, según fuentes islámicas, en el entor-no del Castillo de Las Navas de Tolosa, se ubi-carían el castillo de los collados o de las águi-las (Hins aloqbán) o el Hisn Salim según ‘Abdal-Wahid’ (ESLAVA, 1999).

Habría que analizar este tema más deteni-damente , sin embargo, consideramos que exis-ten suficientes indicadores que demuestran laexistencia de un extenso asentamiento emiralen el Cerro del Castillo que además incorpo-ra todas las características citadas para consi-derarlo como un Hins de época emiral. Pre-tendemos, por otro lado, iniciar una revisión delpoblamiento islámico de la zona de Sierra More-na, ya que existen multitud de elementos queponen de manifiesto su temprana ocupación.

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Fig. 1. Plano de situación en la provincia de Jaén. Localización a escala 1:100.000

Hoja 10-17 (Santa Cruz de Mudela) Escala 1/100.000. Mapa militar de España. Servicio Geográfico del Ejército. Edición 1992

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Fig

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Fig. 3. Plano de comparación entrelas estructuras del hábitat del Cerro

del Castillo y Peñaflor

Fig. 4. Gráfico de visibilidaddel Cerro del Castillo

CASTRO FERRAL

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Fig. 5. Materiales cerámicos del Cerro del Castillo

634

G31

630

G27

529

G5

638G33

596 G23

126 G14

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Fig. 6. Materiales cerámicos del Cerro del Castillo

G35

666-1

161

G29

G2

G21

650-1 G30

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Lam. 1. Vista general de la Cueva-Santuario del Collado de los Jardines

Lam. 2. Vista general de la Cueva-Santuario del Collado de los Jardines

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Lam. 3. Detalle de las estructuras en la cima del Cerro del Castillo

Lam. 4. Vista general de las estructuras en la ladera del Cerro del Castillo

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Lam. 5. Detalle del muro delimitador identificado como muralla del oppidum ibérico