Claude Meillassoux

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Claude Meillassoux. Antropología de la Esclavitud. Lorena Perdomo. CI 17803284 En su Antropología de la esclavitud, Claude Meillassoux a partir de una serie de textos se traslada al pasado para analizar la problemática social que implicó el desarrollo de la esclavitud como sistema de producción. Hace, entonces, una antropología histórica de las comunidades africanas, en particular las del área sahelo-sudanesa, partiendo de la dinámica económica basada en la esclavitud, la cual se desarrollaría entre los siglos VIII Y XIX, teniendo su ápice en la llamada “edad media”. El punto de enfoque sobre el cual se extiende el autor es la economía. Como buen materialista histórico, busca la relación entre la producción y los modos sociales de organización, pero al mismo tiempo trata de comprender a profundo cómo es que la actividad expoliadora y explotadora de la esclavitud afecto a las sociedades tanto productoras de esclavos, de donde se sustrae la mano de obra, como las extractoras de los mismos, así como las que los comercian y las que los consumen. La gran productividad que presentaba el sistema económico esclavista, lo convirtió en una dinámica rentable para numerosas sociedades africanas que se dedicaron esencialmente a saquear, frecuentemente, comunidades pequeñas y dispersas con el fin de obtener mano de obra que pudiera ser controlada en su máxima expresión. El juego esclavista africano consistía, como comenta el autor en alienar, o en término de éste extranjerizar al esclavo. Extraído de poblados lejanos, los largos viajes, los maltratos y con esto la disolución de sus lazos familiares y culturales, los convierten en objetos productivos maximizados, que debido a las fuertes condiciones de explotación, son incapaces de reproducirse genésicamente,

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Claude Meillassoux. Antropología de la Esclavitud.

Lorena Perdomo. CI 17803284

En su Antropología de la esclavitud, Claude Meillassoux a partir de una serie de textos se traslada al pasado para analizar la problemática social que implicó el desarrollo de la esclavitud como sistema de producción. Hace, entonces, una antropología histórica de las comunidades africanas, en particular las del área sahelo-sudanesa, partiendo de la dinámica económica basada en la esclavitud, la cual se desarrollaría entre los siglos VIII Y XIX, teniendo su ápice en la llamada “edad media”.

El punto de enfoque sobre el cual se extiende el autor es la economía. Como buen materialista histórico, busca la relación entre la producción y los modos sociales de organización, pero al mismo tiempo trata de comprender a profundo cómo es que la actividad expoliadora y explotadora de la esclavitud afecto a las sociedades tanto productoras de esclavos, de donde se sustrae la mano de obra, como las extractoras de los mismos, así como las que los comercian y las que los consumen.

La gran productividad que presentaba el sistema económico esclavista, lo convirtió en una dinámica rentable para numerosas sociedades africanas que se dedicaron esencialmente a saquear, frecuentemente, comunidades pequeñas y dispersas con el fin de obtener mano de obra que pudiera ser controlada en su máxima expresión. El juego esclavista africano consistía, como comenta el autor en alienar, o en término de éste extranjerizar al esclavo. Extraído de poblados lejanos, los largos viajes, los maltratos y con esto la disolución de sus lazos familiares y culturales, los convierten en objetos productivos maximizados, que debido a las fuertes condiciones de explotación, son incapaces de reproducirse genésicamente, haciendo que los costos que pudieran presentar su prole desaparezcan convirtiéndolo en seres muchos más rentables que lo que podrían ser los siervos, quienes se pueden reproducir a cambio de la producción de las tierras del amo y el pago de tributos que lo ligarán a éste por el resto de sus vidas, tanto productivas como improductivas, legándoles a sus descendientes las deudas contraídas para con el amo. La reproducción de la mano de obra esclava se da a través de la extracción o compra de una nueva a partir del plusproducto sustraído al individuo, esto los hace mucho más productivos debido a que no se gasta en su proceso de desarrollo, sino que se obtiene en la edad de mayor productividad. El sistema esclavista no da pie a pérdidas, los individuos que no pueden trabajar a su máxima capacidad son sacados del sistema, bien sea por medio de la manumisión o la inmolación.

El esclavo asimismo, se funda como extranjero y jamás pierde ésta condición. Su extrañeza, es la que facilita a las sociedades saqueadoras sustraerlos de sus comunidades sin ningún remordimiento. Numerosas veces las empresas saqueadoras

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se hicieron a través de banderas ideológicas o religiosas. La ideología de la extorsión multiplicó los entes coercitivos en las pequeñas comunidades que fueron incluidas a la fuerza dentro del sistema a cambio de su propia libertad, obligándolos a saquear pueblos vecinos, para la entrega de individuos como tributo. Las motivaciones religiosas se llevaron en el asta del Islam, quien defendiendo su derecho a terminar con todo lo pagano, destrozaron y saquearon poblados en su guerra santa, a la par de aquellos que decidían convertir al credo del Corán.

Para Meillassoux, el esclavo no tiene opciones, y a los poblados atacados, sólo les queda endurecer inútilmente sus defensas para protegerse de los embates destructores. Pero, queda a la pregunta… ¿Qué tan cierto es que el esclavo sólo sirve dentro de los renglones de su productividad? ¿Qué tan imposible es su adhesión a las nuevas sociedades que los adoptan sin dejarles opción?

Meillassoux, desarrolla la mayor parte de su explicación a partir de documentos extraídos por otros autores y censos oficiales. Habla de la explotación, de los ataques a los poblados, de las aristocracias saqueadoras, de las comunidades mercantiles que compran y venden los esclavos a otras sociedades que los consumieran bien sea como servicios domésticos, o para la producción de bienes. El tema del aparato militar saqueador se desarrolla en diversos niveles, al igual que su competencia con las comunidades mercantiles, quienes serán siempre quiénes tengan el control del sistema, ya que de ellas depende la en mayor parte la distribución del producto esclavo. No obstante, el esclavo es silenciado, son pocos los detalles que da el autor sobre su vida, y avatares, más a allá de las torturas evidenciadas, del sufrimiento de sus pueblos, de su “supuesta imposibilidad para reproducirse” debido a la dinámica coercitiva del sistema, o del hecho de que su condición de extraños sea vista como perpetua, según conclusiones sacadas, no se puede saber nada de los individuos dentro del sistema a parte de los limites que ofrecen los grupos dominantes en sus remanentes. Tal vez, ésto sea debido, como ocurre con muchos temas, a la falta de textos que hablen sobre el otro enmudecido bajo el aparato de poder, o quizás porque el autor se enfoca netamente en comprender el por qué del desarrollo, la importancia y la prolongada práctica del sistema económico esclavista, el hecho es que como casi siempre, la antropología, y en este caso la antropología histórica, queda tambaleante en su explicación de los diversos ángulos de la historia, y analiza sólo un punto de la misma, en este caso, el sistema productivo esclavista a través del juego de la alienización, la extorción, la explotación y la maximización productiva de algunos pueblos más débiles y sus individuos, por otros más fuertes que se enriquecen a costa de éstos.