Clase sobre Kant - Deduc Trasc de las categorías

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UBA HFM 13 II Prof. Marcelo Mendoza Hurtado 1 Historia de la Filosofía Moderna 2013, 2do. cuatrimestre Clase complementaria sobre Kant Tema: La deducción trascendental de las categorías Introducción Esta clase proporciona una guía mínima para la lectura de la deducción trascendental de las categorías según la edición de 1787 (= DT B). Se trata de una guía de lectura, de modo que no sustituye la lectura del texto. Simplemente trata de proponer cierto orden y énfasis mediante algunos esquemas que distribuyen la masa textual de la DT. Además hay que tener en cuenta dos cosas: (1) que es una problemática de enorme complejidad filosófica cuya misma expresión es parte de esa complejidad (esto queda claro por la existencia de dos versiones de la DT, A y B); (2) que ha planteado muchos interrogantes e interpretaciones diferentes. Entonces, en una primera aproximación a su estudio es importante no perderse en sus detalles mínimos, sino en comprender los problemas centrales, fijar claramente las tesis que Kant intenta probar y tener en claro las líneas maestras que articulan la prueba. No por eso conviene simplificar en exceso a fin de presentar una guía, pues considero que simplificar mucho hace aun más difícil comprender el tema. Recomendamos además, sea para profundizar o aclarar puntos oscuros, recurrir a la bibliografía secundaria indicada ya durante las clases presenciales o a la que se señala aquí al final. Todas las traducciones de la Crítica de la razón pura corresponden a la traducción del Prof. Dr. Mario Caimi, según la edición que se indica en la bibliografía al final. Comenzaré recordando la ubicación de DT dentro de la Crítica de la razón pura (= KrV) y la problemática previa relativa a la deducción metafísica de las categorías, según expliqué en las dos últimas clases del curso. Analítica de los conceptos de la KrV La DT forma parte de la “analítica de los conceptos”, libro primero de la “analítica trascendental” la cual junto con la “dialéctica trascendental” integran la “lógica trascendental” de la KrV. Así como la “estética trascendental” se proponía investigar si hay elementos a priori relativos a la sensibilidad (el espacio y el tiempo como formas de nuestra intuición sensible), la “analítica de los conceptos” se propone “descomponer la facultad misma del entendimiento para investigar la posibilidad de los conceptos a priori”. Justamente sus dos grandes capítulos abordan en conjunto la tarea de determinar qué son esos conceptos a priori, cuántos son, cuáles son y qué validez objetiva pueden tener. Mientras que el primer capítulo (la deducción metafísica) está dedicado a hallar las categorías, DT se focaliza sobre la problemática de la validez objetiva de las categorías: si los conceptos puros del entendimiento tienen su origen a priori, si esos conceptos no están tomados de los objetos, ¿tienen alguna validez para los objetos, i.e. se refieren a objetos y, en tal caso, cómo pueden hacerlo?

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Historia de la Filosofía Moderna 2013, 2do. cuatrimestre

Clase complementaria sobre Kant

Tema: La deducción trascendental de las categorías

Introducción Esta clase proporciona una guía mínima para la lectura de la deducción trascendental de las categorías según la edición de 1787 (= DT B). Se trata de una guía de lectura, de modo que no sustituye la lectura del texto. Simplemente trata de proponer cierto orden y énfasis mediante algunos esquemas que distribuyen la masa textual de la DT. Además hay que tener en cuenta dos cosas: (1) que es una problemática de enorme complejidad filosófica cuya misma expresión es parte de esa complejidad (esto queda claro por la existencia de dos versiones de la DT, A y B); (2) que ha planteado muchos interrogantes e interpretaciones diferentes. Entonces, en una primera aproximación a su estudio es importante no perderse en sus detalles mínimos, sino en comprender los problemas centrales, fijar claramente las tesis que Kant intenta probar y tener en claro las líneas maestras que articulan la prueba. No por eso conviene simplificar en exceso a fin de presentar una guía, pues considero que simplificar mucho hace aun más difícil comprender el tema. Recomendamos además, sea para profundizar o aclarar puntos oscuros, recurrir a la bibliografía secundaria indicada ya durante las clases presenciales o a la que se señala aquí al final. Todas las traducciones de la Crítica de la razón pura corresponden a la traducción del Prof. Dr. Mario Caimi, según la edición que se indica en la bibliografía al final. Comenzaré recordando la ubicación de DT dentro de la Crítica de la razón pura (= KrV) y la problemática previa relativa a la deducción metafísica de las categorías, según expliqué en las dos últimas clases del curso. Analítica de los conceptos de la KrV La DT forma parte de la “analítica de los conceptos”, libro primero de la “analítica trascendental” la cual junto con la “dialéctica trascendental” integran la “lógica trascendental” de la KrV. Así como la “estética trascendental” se proponía investigar si hay elementos a priori relativos a la sensibilidad (el espacio y el tiempo como formas de nuestra intuición sensible), la “analítica de los conceptos” se propone “descomponer la facultad misma del entendimiento para investigar la posibilidad de los conceptos a priori ”. Justamente sus dos grandes capítulos abordan en conjunto la tarea de determinar qué son esos conceptos a priori, cuántos son, cuáles son y qué validez objetiva pueden tener. Mientras que el primer capítulo (la deducción metafísica) está dedicado a hallar las categorías, DT se focaliza sobre la problemática de la validez objetiva de las categorías: si los conceptos puros del entendimiento tienen su origen a priori , si esos conceptos no están tomados de los objetos, ¿tienen alguna validez para los objetos, i.e. se refieren a objetos y, en tal caso, cómo pueden hacerlo?

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Resumamos en un cuadro: KrV Doctrina trascendental (= T) de los elementos

1. Estética T 2. Lógica T

1. Analítica T 1. Analítica de los conceptos

1. Cap. 1: “Hilo conductor para el descubrimiento de todos los conceptos puros del entendimiento” (= deducción metafísica de las categorías)

2. Cap. 2: “Deducción de los conceptos puros del entendimiento” (= DT de las categorías)

2. Analítica de los principios 2. Dialéctica T

Deducción metafísica de las categorías (= DM) Con respecto al título , la “deducción metafísica” de las categorías, así llamada recién en el §26 (DT B), se llama propiamente “el hilo conductor para el descubrimiento de todos los conceptos puros del entendimiento”. Dos observaciones:

1. “hilo conductor para descubrir” : A pesar de que Kant hable de una “deducción metafísica”, es importante tener en claro que no se trata de una “deducción” (1) ni en el sentido de una argumentación exclusivamente deductiva en el sentido lógico-formal (contrapuesta a una inductiva); (2) ni en el sentido que el mismo Kant le da al término ‘deducción’ al llamar a la DT una “deducción” (cfr. §13); (3) ni porque proporcionase una prueba o una justificación por completo independiente de la DT. Más bien, se propone una “forma de acceder”, de “descubrir” (entdecken) o de “poner ante la vista del lector” los conceptos puros del entendimiento, mediante un examen comparativo breve y esquemático de los distintos usos del entendimiento, valiéndose de manera anticipatoria de piezas doctrinales que se explicarán con detalle recién en DT (A y B), particularmente de las nociones de “síntesis” y de “unidad de la síntesis”. Por esta razón, es un texto sumamente complejo y oscuro, sin tener idea alguna de DT. Esto no impide, sin embargo, que el “hilo conductor” propuesto tenga un diseño claro, según veremos.

2. “todos los conceptos puros del entendimiento”: esto debe ser enfatizado, ya que es una preocupación explícita de Kant poner ante la vista del lector una vía que, aunque anticipatoria y provisoria, permita hallar la totalidad de los conceptos puros del entendimiento a partir de un principio que determine el rol que estos conceptos desempeñan en el uso del entendimiento. Este principio, que consiste en la caracterización del entendimiento como una facultad de juzgar, permite establecer una correlación sistemática entre tipos de juicios y los conceptos puros del entendimiento.

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Con respecto a su diseño, la DM, que consta textualmente de tres secciones, puede verse en su conjunto como una argumentación en dos pasos: Paso 1 (Secciones 1 y 2, llamada esta última ‘§9’): trata del uso lógico, general, del entendimiento, i.e. una temática que para Kant corresponde a la “lógica general” (cfr. la “introducción” a la “lógica trascendental”). Este paso consiste en dos movimientos: primero, llegar a la caracterización del entendimiento como una facultad únicamente de juzgar y, segundo, identificar las funciones lógicas del entendimiento, i.e. las funciones judicativas, mediante la presentación de una clasificación de los juicios, i.e. de los productos o resultados de esas funciones judicativas del entendimiento. Esta clasificación de los juicios, si bien corresponde a la lógica general, está realizada con una “intención trascendental”, i.e. en vista del propósito que este paso desempeña dentro del conjunto de la DM como parte de una lógica trascendental. Lo propiamente lógico general de este primer paso consiste en que, en el uso meramente lógico del entendimiento, no se atiende al contenido de los conceptos involucrados en los juicios. Justamente prescindir de ese “contenido” es para Kant prescindir de la pieza clave para el uso, no ya lógico general del entendimiento, sino para un uso que podríamos llamar “cognitivo” o “epistémico”, pues ese contenido del que se prescinde consiste justamente en la referencia a un objeto. Paso 2 (Sección 3, formada por los §§10-12): trata de todo el uso cognitivo del entendimiento y consiste en tres movimientos. El primero de ellos consiste en una caracterización del uso cognitivo del entendimiento que muestra que ese uso requiere de algo que Kant llama “conceptos puros”. En este sentido, los conceptos puros son introducidos desde el punto de vista del papel que desempeñan en todo uso cognitivo del entendimiento. El segundo movimiento consiste en proponer una vía para hallar esos conceptos puros a través de una relación con el Paso 1 bajo la afirmación de que, en última instancia, se trata de uno y el mismo entendimiento, como facultad de juzgar, en la variedad de sus usos lógico y cognitivo. El tercer movimiento consiste en presentar esos conceptos puros, que llamará “categorías”, y en hacer aclaraciones: (1) breve comparación crítica con la concepción aristotélica de las categorías, (2) precisiones sobre la tabla de las categorías y (3) distinciones respecto de otro tipo de conceptos con los que las categorías podrían confundirse, a saber, los conceptos derivados de los conceptos elementales y primitivos (las categorías), por un lado, y los conceptos que, en la tradición filosófica, se han llamado “trascendentales”, por el otro. Breve esquema de la DM que indica la distribución textual de la argumentación:

1. Paso 1 (Secciones 1 y 2) Movimiento 1: Sección 1 Movimiento 2: Sección 2 (= §9)

2. Paso 2 (Sección 3)

Movimiento 1: §10.1-5 (los números luego del punto indican el número de párrafo dentro del §) Movimiento 2: §10.6-7

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Movimiento 3: §10.7-11, §11 y §12 (§10.7-11: tabla, comparación crítica con Aristóteles; §11: algunas precisiones sobre las categorías; §12: diferencia entre categorías y “trascendentales”)

La deducción trascendental de las categorías La deducción trascendental (= DT) de las categorías intenta probar la validez objetiva de las categorías, i.e. su necesaria aplicación a los objetos de la experiencia. Se trata de un capítulo que consta, en la segunda edición de la KrV, de un texto que Kant organiza casi en su totalidad distribuyéndolo en un conjunto de parágrafos que van desde el 13 hasta el 27. Mientras que los §§13 y 14 tienen funciones “introductorias”, la argumentación propiamente dicha está en los §§15-27. Además, según expresa indicación de Kant (§21), la prueba se articula en dos grandes partes. A modo de cuadro, la organización textual del capítulo 2 es, aproximadamente (porque cuando se entra en el detalle de la segunda parte de DT cabría hacer algunas precisiones con respecto a este cuadro), la siguiente:

1. Introducción a la DT 1. Noción de ‘deducción’ y planteo del problema de una DT de los conceptos

puros del entendimiento; necesidad de una DT de los conceptos puros y su dificultad (§13)

2. El principio que guía a DT en la solución del problema (§14)

2. Deducción trascendental 1. Parte I (§§15-20) 2. Articulación de la DT en dos partes (§21) 3. Parte II (§§22-26) 4. Resultado de DT (§27) 5. Breve concepto de la DT (texto muy breve con el que finaliza el capítulo y

que no lleva número de parágrafo, KrV B 168-169) DT de los conceptos puros del entendimiento: su concepto, su necesidad, su dificultad y el principio que la guía en su argumentación Por un lado, el §13 presenta las nociones de “deducción” y, particularmente, de “deducción trascendental” a diferencia de la noción de “deducción empírica” (criticando a Locke); y por el otro, insiste en la necesidad a la vez que en la dificultad especial de una DT de los conceptos puros, si se los compara con las formas de la intuición. (1) Kant introduce la noción de “deducción trascendental” de la mano de una distinción jurídica entre quid iuris (cuestión relativa al derecho con que se posee algo) y quid facti (cuestión relativa al hecho de la posesión), para contrastarla con una “deducción empírica” (también usa para referirse a esta noción las expresiones “derivación empírica” y “derivación fisiológica”). La DT se ocupa, así, del quid iuris, del problema de la legitimidad de la aplicación de los conceptos puros, del problema de

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su validez objetiva. Kant critica a Locke, porque para las intuiciones puras y los conceptos puros no tiene ningún sentido dar una “deducción empírica”. (2) A continuación Kant intenta mostrar, tanto la necesidad de una DT para las categorías (…), como la dificultad , dado que no parece obvio que se pueda dar una respuesta análoga a la que se presentó en la exposición trascendental del espacio y el tiempo: a primera vista parece que “la intuición no necesita de ningún modo de las funciones del pensar”. Justamente toda la primera parte de DT B apuntará a probar esa conexión entre intuición y funciones del pensar. En efecto, la conclusión de la primera parte dice: “Por consiguiente, lo múltiple en una intuición dada está también necesariamente sometido a las categorías” (§20). El “también” se refiere a que lo múltiple de la intuición no sólo está bajo las condiciones formales del espacio y el tiempo. Todo el parágrafo apela a semejanzas y diferencias entre intuiciones puras y conceptos puros, a la vez que insiste en la inderivabilidad a partir de la experiencia del concepto de causa (tomado a manera de ejemplo), si no se ha de alterar ilegítimamente la semántica que guía nuestra comprensión de la causalidad (crítica a Hume). El §14, (1) se refiere al principio que guía la DT y, en su versión de la segunda edición, (2) hace una crítica a Locke y a Hume por sus “derivaciones empíricas” de los conceptos puros y las consecuencias, extravagantes e inconsistentes del planteo del primero, o escépticas y consistentes del planteo del segundo. Pero ambos están refutados por el hecho de la existencia de conocimientos puros (matemática y física puras). Finalmente, (3) Kant presenta una “definición” de las categorías. El texto que se refiere al principio que guía la argumentación de DT tiene una estrecha semejanza con, al menos otros dos textos (con los que recomiendo compararlos): (1) el texto del Prólogo B (KrV B xvi y ss.) donde se presenta la llamada “revolución copernicana” y (2) el §27 donde Kant cierra la DT. Se trata de textos que giran en torno a las dos hipótesis rivales para explicar el conocimiento a priori: la hipótesis realista trascendental, por un lado, y la hipótesis idealista trascendental, por el otro. O el conocimiento se rige por los objetos o los objetos en cuanto objetos del conocimiento se rigen por nuestro conocimiento. Justamente el principio que guía a la DT en la solución del problema es la puesta en práctica de la revolución copernicana, pero ahora en lo que se refiere a los conceptos, pues respecto de la intuición ya se lo había hecho en la “estética trascendental”. Dice Kant:

Ahora se plantea la cuestión de si no precederán a priori también conceptos, como condiciones sólo bajo las cuales algo es, aunque no intuido, sin embargo pensado, en general, como objeto; pues entonces todo conocimiento empírico de los objetos es necesariamente conforme a tales conceptos, porque sin presuponerlos a ellos nada es posible como objeto de la experiencia. […] la validez objetiva de las categorías, como conceptos a priori, se basará en que sólo por medio de ellas es posible la experiencia (por lo que toca a la forma del pensar). Pero entonces ellas se refieren necesariamente y a priori a objetos de la experiencia, porque sólo por medio de ellas puede, en general, ser pensado cualquier objeto de la experiencia. La deducción trasc. de todos los conceptos a priori tiene, pues, un principio al cual tiene que dirigirse toda la investigación, a saber, éste: que ellos deben ser

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conocidos como condiciones a priori de la posibilidad de la experiencia […]. (KrV B125-126)

Justamente en conexión con el principio que guía DT y, según lo ya expuesto en DM, Kant da, antes de ingresar en la prueba, la siguiente definición de las categorías: “conceptos de un objeto en general, mediante los cuales la intuición de éste es considerada como determinada respecto de una de las funciones lógicas [requeridas] para los juicios” (KrV B128). Adviértase que no es una definición del significado específico de cada categoría, sino de la noción general de categoría en términos del papel que desempeñan en el uso cognitivo de un entendimiento caracterizado por sus funciones lógicas judicativas. La articulación de la DT en dos partes Hay al menos dos textos de la DT que explícitamente se refieren a la articulación de toda la argumentación: el §21 y el §26.1. En líneas generales, la distinción tiene que ver con la distinción entre sensibilidad y entendimiento, distinción que hace posible realizar la abstracción de la forma particular en que nos son dados los objetos, es decir, el espacio y del tiempo como formas de la intuición. Pero esta abstracción no implica que se pueda prescindir del hecho de que nuestro entendimiento sólo piensa y no intuye y, por lo tanto, del hecho de que siempre requiere de un múltiple dado por una vía no pensante, i.e. sensiblemente. Entonces, mientras que la primera parte de DT no toma en cuenta el carácter temporal y espacial del múltiple intuitivo dado, la segunda parte toma en cuenta este factor ya que busca sacar una conclusión referida a los objetos de la experiencia humana. Esta operación abstractiva en la articulación de la prueba contrasta con la DT A (1781), ya que en esta última Kant parte del carácter temporal del múltiple intuitivo dado. Si clasificáramos distintos tipos de intuición, podría obtenerse el siguiente cuadro:

Intuición 1. no sensible (= intuición intelectual o entendimiento intuitivo) 2. sensible

1. no humana (condicionada tal vez por formas de la intuición distintas del espacio o el tiempo)

2. humana (condicionada por el espacio y el tiempo como formas de la intuición sensible específicamente humana)

Tanto la intuición no sensible como la sensible no humana son lugares lógicos, casilleros hipotéticos en la clasificación, sin que conozcamos instancias, pero que sirven para precisar, tanto la particularidad propia de la intuición humana (sensible y condicionada formalmente por el espacio y el tiempo), como la particularidad propia del entendimiento humano (sólo pensante, no intuitivo). En varios parágrafos de la DT B (§§ 16.3; 17.5; 21.2), Kant establece el contraste entre un entendimiento pensante y no intuitivo, como el humano, y un entendimiento no pensante e intuitivo, “divino”, justamente para remarcar y hacer accesible al lector la radical novedad de su concepción: el pensamiento es esencialmente y ante todo sintético

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con respecto a un múltiple que le tiene que ser dado por otra vía. Un entendimiento divino no piensa. Si le atribuyéramos pensamiento no sabríamos de qué estamos hablando. Al final del §21, declara explícitamente aquello que podríamos llamar los facta de nuestro aparato cognitivo: “Pero de la peculiaridad de nuestro entendimiento, de producir a priori unidad de la apercepción sólo por medio de las categorías, y sólo por medio de estas precisa especie y de este preciso número de ellas, no se puede dar ulterior fundamento, tal como [no se puede darlo] de por qué tenemos precisamente estas funciones para juzgar y no otras, ni de por qué el tiempo y el espacio son las únicas formas de nuestras intuición posible.” (KrV B145-146). Se ha discutido bastante por qué Kant distingue la argumentación en dos partes, cuando en una primer lectura parece que el propósito de la segunda parte podría resolverse simple y trivialmente aplicando el resultado de la primera parte al caso de la intuición humana, cuyas formas son el espacio y el tiempo: si todo múltiple dado en una intuición está necesariamente bajo las categorías, entonces también todo múltiple condicionado por el espacio o el tiempo como formas de la intuición sensible humana. Se han dado distintas interpretaciones, pero no voy a entrar en el asunto. Pueden consultar cualquiera de los textos de la bibliografía secundaria indicada al final. Independientemente de las interpretaciones, es claro que, al distinguir entre ambas partes, Kant subraya la distinción entre sensibilidad y entendimiento, en el sentido de que es posible elaborar un concepto del entendimiento finito aislado de la condición temporal de nuestra experiencia. Esto permite distinguir con precisión entre “meramente pensar” (cuestión que no debe ser minimizada ya que involucra nada menos que toda la complejidad de la primera parte de la DT porque no es para nada obvia la noción de pensar) y “conocer”. Pero la distinción entre sensibilidad y entendimiento permite a la vez indicar el origen de cierta ilusión relativa a un supuesto uso cognitivo de nuestro entendimiento no restringido a las condiciones de nuestra sensibilidad. Justamente, la segunda parte de DT comenzará enfatizando la restricción de todo uso cognitivo de las categorías a su uso empírico (el que depende de nuestra particular sensibilidad). Llegará a decir que ni siquiera la matemática pura podría ser considerada como conocimiento si no fuera porque presupone “que hay cosas que sólo pueden sernos exhibidas en la forma de aquella intuición sensible pura” (KrV B147), es decir, porque presupone que hay cosas sensibles (fenómenos). En resumen, mientras que la primera parte de la DT insiste en que la sensibilidad por sí sola no es conocimiento de ningún tipo, la segunda parte insiste en que sólo es conocimiento aquel uso de las categorías que se refiere a los objetos empíricos. De este modo, la distinción en dos partes permite articular con precisión sensibilidad y entendimiento humanos en lo que se refiere a explicar el conocimiento humano. Justamente toda la DT B trabaja sobre los vínculos necesarios entre sensibilidad y entendimiento, que sin embargo son distintos. El §26, en su primer párrafo, antes de presentar la argumentación propiamente dicha de la segunda parte de DT, presenta de manera conjunta la articulación de DT en dos partes, además de incluir a la deducción metafísica:

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1. La DM muestra “el origen a priori de las categorías, en general, mediante su completa concordancia con las funciones universales lógicas del pensar”.

2. La DT en su primera parte expone “la posibilidad de ellas [las categorías] como conocimientos a priori de objetos de una intuición en general (§§20, 21)

3. La DT en su segunda parte explica “la posibilidad de conocer a priori, por medio de las categorías, los objetos que puedan alguna vez presentarse a nuestros sentidos; [y de conocerlos a priori] no según la forma de la intuición de ellos, sino según leyes de su enlace; así, pues [explica la posibilidad] de prescribirle a la naturaleza, por así decirlo, la ley, y de hacerla posible incluso a ella misma.” (resaltados de IK)

Como puede observarse, en esta formulación de la tarea de la segunda parte de DT, al parecer hay mucho más que aquello que simplemente se indicó hasta ahora, nada menos que explicar la prescripción de leyes a la naturaleza y de hacerla posible.

Parte I de la DT Articulación general de la prueba El objetivo de la Parte I consiste en justificar la siguiente proposición: “lo múltiple en una intuición dada está también necesariamente sometido a las categorías.” (§20) Simplificando de una manera extrema a fin de visualizar claramente la línea argumentativa de la prueba, la estrategia probatoria consiste en los siguientes pasos:

1. Mostrar que todas mis representaciones (incluido lo múltiple de la intuición dada) tienen una referencia necesaria a la conciencia de sí (= apercepción).

2. Mostrar que, entre las condiciones propias de la conciencia de sí, está el juicio y, por lo tanto, las categorías.

3. Sacar la conclusión de que todas mis representaciones tienen una referencia necesaria a las categorías.

Para decir lo mismo, pero con un simple esquema:

1. lo múltiple de la intuición → la conciencia de sí 2. conciencia de sí ↔ juicio ↔ categorías 3. por lo tanto, lo múltiple de la intuición → las categorías

‘→’: está necesariamente bajo ‘↔’: está necesariamente coimplicado con; no defino aquí “complicación”, pero puede cubrir distintos tipos de relaciones. Esta versión simplificada, sigue la ruta de Kant en el §20, donde presenta concisamente la prueba remitiendo a los resultados alcanzados en los parágrafos anteriores (§§15-19). La prueba consta de cinco elementos: dos premisas, una conclusión inicial, una tercera premisa y la conclusión definitiva. La transcribo a continuación señalando estas particiones. Los énfasis en itálicas corresponden a Kant; los subrayados y las negritas los introduje yo para remarcar los vínculos que se busca establecer:

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1. Premisa 1: “Lo múltiple dado en una intuición sensible está necesariamente

bajo la originaria unidad sintética de la apercepción, porque sólo por medio de ésta es posible la unidad de la intuición (§17).”

2. Premisa 2: “Pero aquella acción del entendimiento por la cual lo múltiple de representaciones dadas (sean intuiciones o conceptos) es llevado bajo una apercepción en general, es la función lógica de los juicios (§19).”

3. Conclusión 1: “Por consiguiente, todo múltiple, en la medida en que es dado en una [única] intuición empírica, está determinado con respecto a una de las funciones lógicas para juzgar, aquéllas, a saber, por medio de las cuales es llevado a una conciencia en general.”

4. Premisa 3: “Ahora bien, las categorías no son nada más que precisamente esas funciones para juzgar, en la medida en que lo múltiple de una intuición dada está determinado con respecto a ellas (§13).” (§10 o §14)

5. Conclusión 2: “Por consiguiente, lo múltiple en una intuición dada está también necesariamente sometido a las categorías.”

Como puede observarse, a diferencia de mi versión inicial simplificada, Kant emplea dos nociones claves: (1) la unidad sintética y originaria de la apercepción y (2) la función lógica de los juicios. La primera es la gran novedad de la deducción trascendental y es introducida en el importantísimo §16. La segunda se había introducido ya anteriormente en la deducción metafísica, justamente para llegar a la noción de categoría que aquí se presenta en la premisa 3. En esta premisa figuran las referencias a tres §§ distintos: Kant indica el §13, pero en el §13 de DT B no se encuentra ninguna caracterización de las categorías, por eso los intérpretes remiten a otros dos lugares donde se había dado esa caracterización: o bien el §10.6-7, o bien el final del §14, donde Kant da una definición de las categorías. Ahora bien, en esta versión compacta del argumento que se presenta en el §20, está tácito un elemento que desempeña un papel también central para establecer la coimplicación entre conciencia de sí y juicio, a saber, la noción de objeto. En efecto, en esta primera parte de la DT hay dos definiciones claves: la de objeto (§17) y la de juicio (§19). Se trata propiamente de re-determinaciones conceptuales que resultan de la intervención kantiana –en la línea de la revolución copernicana- sobre nociones dadas con anterioridad a su concepción de la KrV. Ambas definiciones permiten elaborar la conexión de las nociones de objeto y de juicio con la unidad sintética de la apercepción, cuya unidad será determinada como objetiva. Resultará así que la unidad sintética de la apercepción pura será la fuente de la “objetividad” y, en tal sentido, se llamará a esa unidad trascendental por ser una pieza clave en la explicación de la posibilidad del conocimiento a priori. En el §18, Kant se detiene sobre esta noción de unidad objetiva de la apercepción, para diferenciarla de aquello que llama “unidad subjetiva”. En el §19, presenta una definición de juicio que incluye como elemento la unidad objetiva de la apercepción. Si ahora complejizamos nuestro primer esquema de la prueba incorporando los elementos señalados, nos queda así:

1. lo múltiple de la intuición → la conciencia de sí (= apercepción)

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2. apercepción ↔ [unidad sintética, originaria y trascendental de la apercepción pura] ↔ [unidad objetiva de la apercepción, en conexión con: (1) la redefinición de objeto y (2) la redefinición de juicio] ↔ funciones lógicas de los juicios ↔ categorías

3. por lo tanto, lo múltiple de la intuición → las categorías Hasta aquí tenemos, entonces, todos los elementos que articulan la prueba y sus relaciones mutuas, excepto la noción de enlace (Verbindung), que es desde donde Kant parte en el §15. Hay discusiones sobre si esta noción y la necesidad de un enlace, como acto de la espontaneidad representativa, con respecto a lo múltiple dado en la intuición, se justifican en este parágrafo, o si no se justifican en la DT B (así Torretti), o si en realidad no son más que un preámbulo para el §16 donde estaría el verdadero punto de partida de DT B (así Allison). Me inclino por esto último, por eso me focalizaré con detalle en este texto decisivo. La apercepción y el principio de la unidad sintética de la apercepción Podría decirse sin exageración que la puerta que permite la entrada a la comprensión de la primera parte de la deducción es la noción de conciencia de sí (= apercepción), pues la prueba puede verse en gran medida como una explicitación de las condiciones de la unidad de la apercepción. Sin embargo, comprender la noción de la apercepción tal como Kant la presenta en el §16 no es sencillo, pues es un texto muy conciso. Primero, intentaré explicar de manera general por dónde va el asunto y, luego, me referiré a cada uno de los tres párrafos que forman el parágrafo. El §16 se refiere a la conciencia de sí (= autoconciencia = apercepción = yo pienso, expresiones todas éstas que de manera general pueden darse por equivalentes), a fin de establecer como principio supremo de todo uso del entendimiento y, por lo tanto, de todo conocimiento humano, la unidad de la conciencia de sí y, en consecuencia, todas las condiciones implicadas en esa unidad, porque -dicho fácilmente- en la noción misma de un “yo pienso” (de “pensamiento” incluso cabe decir) está excluida toda auto-captación inmediata de sí mismo como algo simple, de manera que, si no es simple, involucra un conjunto de condiciones. En efecto, Kant se focaliza sobre la unidad de la conciencia de sí, porque no es algo que esté dado, ni a posteriori ni a priori, sino que es un acto de la espontaneidad representativa. No está dado a posteriori, porque lo dado a posteriori es siempre un múltiple intuitivo. Ya Hume había insistido en que no hay ninguna impresión simple del “yo” (cfr. Tratado 1.4.6). Pero tampoco está dado a priori, en el sentido de que pudiera captarme intelectualmente como existente y simple, a la manera del autoconocimiento del sujeto cartesiano, porque esto supondría que nuestro entendimiento no piensa, sino que intuye. El “yo pienso”, la conciencia de sí o apercepción, no es un conocimiento de mi existencia personal, porque la única forma de saber realmente algo de mí mismo como individuo existente es a través de intuirme bajo la forma del sentido interno, i.e. sensiblemente (cuestión ésta la del autoconocimiento de mí mismo que Kant abordará en la segunda parte de DT en los §§24 y 25 bajo el rótulo de la “paradoja del sentido interno”). Justamente, esto será un elemento crucial para aquello que Kant quiere mostrar: si la unidad de la apercepción no está

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simplemente dada, tiene que resultar de un acto de la espontaneidad, pero de un acto de espontaneidad tal que siempre requiere de un múltiple que esté intuitivamente dado. En consecuencia, esa unidad tendrá que ser una unidad sintética en relación con un múltiple intuitivo dado. Esto que estoy diciendo se ve en la frase que usa Kant: “la unidad de la apercepción de un múltiple dado en la intuición”. En una primera lectura, resulta extraña esta frase porque suponemos que la unidad del sujeto podría estar constituida previamente a la síntesis del múltiple. La frase indica con suma claridad que se trata de la apercepción de un múltiple dado, i.e. que no se puede hablar de la unidad de la apercepción sin la referencia al múltiple y, como no está dada, la referencia del múltiple al sujeto es el resultado de una síntesis sometida a las condiciones que hacen posible la unidad de la conciencia de sí. Entonces, la unidad de la conciencia de sí no es algo que pueda pensarse conceptualmente como “completo” sin una síntesis del múltiple y, a su vez, el múltiple tendrá que estar sometido a las condiciones de esa unidad para poder ser considerado como “mi representación”. El enunciado “mis representaciones tienen una referencia necesaria a mi auto-conciencia” es un enunciado analítico, pues simplemente explica el sentido del término ‘mis’ que califica a “mis representaciones”: que sean mías quiere decir que yo, uno y el mismo, me apercibo de ellas. Pero a Kant le interesa mostrar qué está implicado en esta referencia necesaria a la conciencia de sí (al sujeto pensante), por tratarse no de cualquier entendimiento, sino de uno que no intuye, sino que sólo piensa. Y por eso, al adentrarse en la explicitación de lo implicado, nos dirá que, si bien el enunciado es analítico, “declara necesaria una síntesis del múltiple dado en una intuición”. La unidad de la conciencia de sí, de un entendimiento sólo pensante, es necesariamente sintética con respecto a un múltiple intuitivo dado sensiblemente. Se constituyen a la vez la unidad de la conciencia de sí y la unidad de la intuición de un múltiple. Entonces, las condiciones de la unidad de la conciencia de sí serán condiciones necesarias para cualquier representación en cuanto mía. Kant hace un análisis de la noción de entendimiento finito (entendimiento pensante) y muestra que incluye, ante todo, la necesidad de una síntesis. Hasta aquí traté de explicar la propuesta medular del §16, usando algunos de sus elementos sin seguir exactamente el orden de exposición de Kant. Ahora, recorreré el texto en el orden en que lo presenta Kant. Como dije, es un texto difícil. Recomiendo no perderse en los detalles y poder verbalizar el nudo de lo que Kant quiere mostrar.

Párrafo 1: tiene dos grandes partes. Parte I

1. Se formula el principio de la necesaria referencia de todas las representaciones de un sujeto al sujeto de esas representaciones como “yo pienso mis representaciones”. La formulación que recibe ese principio, a saber, “El yo pienso debe poder acompañar a todas mis representaciones”, no afirma que la conciencia de sí acompañe de hecho a todas sus representaciones, sino que debe poder acompañarlas, i.e. afirma la necesidad de una posibilidad, la cual además condiciona a todas sus representaciones. Entonces, afirma la necesidad de la posibilidad de la referencia de toda multiplicidad a representar, con respecto a un sujeto idéntico.

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2. Inmediatamente se hacen dos cosas claves: (1) se saca la conclusión de que todo múltiple de una intuición también tiene que tener esta referencia y (2) se señala que la conciencia de sí a la que necesariamente tienen que poder referirse sus representaciones es un acto de la espontaneidad. Esto último es decisivo, pues quiere decir que la conciencia de sí no está dada, sino que resulta de la espontaneidad de la facultad representativa.

3. A continuación se caracteriza a la apercepción como (1) pura, o sea, no se trata de la apercepción empírica; y (2) originaria : es una y la misma en toda conciencia, y no derivada.

Parte II

1. Se introduce la noción de unidad de la apercepción y se la caracteriza como trascendental.

2. Para justificar esto se introduce la cuestión de las condiciones requeridas para una universal conciencia de sí (o, como dirá en el párrafo siguiente: “la integral identidad de la apercepción”). Estas condiciones justamente serán fuente de conocimiento a priori, pues se mostrará en el §17 que incluyen nada menos que la condición de objetividad. Aquí en §16.1, se formulan esas condiciones, bajo el rótulo “enlace originario” , del siguiente modo: “como representaciones mías (aunque yo no sea consciente de ellas como tales) deben ser adecuadas necesariamente a aquella condición sólo bajo la cual ellas pueden coexistir en una universal conciencia de sí mismo”. Es una frase difícil, pero el punto es que todas mis representaciones para estar referidas al sujeto idéntico deben estar sometidas a las condiciones que hacen posible a ese sujeto idéntico. ¿Cuáles son esas condiciones? El párrafo que sigue avanzará en esa dirección.

Párrafo 2: tiene dos grandes partes. Parte I

1. Se explicita que la identidad integral de la apercepción de un múltiple dado en la intuición contiene una síntesis y requiere de la conciencia de esa síntesis.

2. Trata de justificarlo de tal modo que llega a afirmar: (1) que la unidad analítica de la apercepción sólo es posible bajo la presuposición de una unidad sintética; y (2) que la unidad sintética de lo múltiple de las intuiciones es el fundamento de la identidad de la apercepción misma.

Parte II

1. Aquí Kant retoma, de algún modo, lo dicho en el §15 sobre la noción de enlace y propone una caracterización del entendimiento. Recuérdese que, en la DM (KrV B92-94), Kant ya había dado caracterizaciones del entendimiento, tales como la facultad de pensar, la facultad de los conceptos o la facultad de juzgar. Pero ahora lo hace en conexión con el principio de la unidad sintética de la apercepción: el entendimiento no es nada más que la facultad de enlazar a priori y de llevar bajo la unidad de la apercepción lo múltiple de representaciones dadas. Dos cosas. Por un lado, este “llevar bajo la unidad de la apercepción” no debe entenderse como si la unidad de la apercepción fuese previa al acto de síntesis: la unidad de la apercepción es sintética porque resulta de una síntesis y

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la conciencia de ella. Por otro lado, préstese atención a la fórmula resaltada en negritas, pues Kant la retomará en el §19 al definir la noción de juicio.

2. Luego de esta caracterización del entendimiento, se puede afirmar que el principio de la unidad sintética de la apercepción es el principio supremo de todo el conocimiento humano. Este párrafo contiene una nota de Kant, muy difícil realmente. La menciona aquí porque, hacia el final, también se afirma esta “función suprema” de la unidad sintética de la apercepción. En efecto, se dice que esa unidad es “el punto más elevado al cual se debe sujetar todo uso del entendimiento, y aun toda la lógica y, tras ella, la filosofía trascendental; esta facultad es, en verdad, el entendimiento mismo” (KrV B134, nota)

Párrafo 3: tiene dos partes Parte I

1. el principio de la unidad necesaria de la apercepción es un enunciado analítico (idéntico), pero que declara necesaria una síntesis. En §17.4-5 donde vuelve sobre este asunto.

2. Kant explica esto comparando nuestro entendimiento, que sólo piensa, con un entendimiento que intuyese. El principio de la unidad de la apercepción no afirma ninguna existencia de un yo particular, porque la representación “yo pienso” no es una intuición. Simplemente afirma la identidad del sujeto pensante respecto de sus representaciones. Pero como “pensar” es siempre sintético, por eso Kant dice que, si se analiza ese principio, se encontrará incluida la condición de una síntesis.

Parte II La última frase del §16 concluye volviendo a formular el principio de la unidad sintética de la apercepción, pero a diferencia de la formulación con que se abre el §, ahora explicita lo implicado en el principio, tal como lo desarrolló. Se trata de una formulación que resume el análisis de la noción de la conciencia de sí. Dice:

Soy, pues, consciente del yo idéntico con respecto a lo múltiple de las representaciones que me son dadas en una intuición, porque las llamo a todas ellas mis representaciones, que constituyen una. Esto es lo mismo que decir que soy consciente de una síntesis a priori necesaria de ellas, que se llama unidad sintética originaria de la apercepción, a la cual están sometidas todas las representaciones que me son dadas, pero a la cual éstas deben además, ser sometidas mediante una síntesis. (KrV B135-136).

Objeto, unidad objetiva de la apercepción y juicio El propósito central del §17 consiste en establecer una relación entre la unidad sintética de la apercepción pura y el objeto, a través de una re-determinación de la noción de objeto que sigue los lineamientos de la revolución copernicana. Aquí se supone que Kant nos explicará qué quiere decir que un objeto “se rija por” nuestro conocimiento, para usar la formulación del Prólogo B.

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Este parágrafo está integrado por 5 párrafos, cuyos núcleos temáticos son los siguientes: 1. El primer párrafo resume lo visto antes. 2. Los párrafos 2 y 3 presentan la cuestión del objeto. 3. Los párrafos 4 y 5 retoman lo dicho en §16.3 sobre el carácter analítico del

principio de la unidad sintética de la apercepción junto con la explicación kantiana que compara entre un entendimiento pensante y un entendimiento no pensante.

Nos interesan ahora los párrafos 2 y 3, sobre el objeto. En ellos se realizan dos movimientos decisivos: primero, Kant presenta su definición de objeto y, luego, presenta las tesis que vinculan el objeto así definido con la unidad sintética de la apercepción.

Movimiento 1: la definición de objeto Kant comienza con una caracterización del entendimiento como facultad de los conocimientos y, luego, señala que los conocimientos (tomada la expresión ‘conocimientos’ en el sentido amplio en que la usa Kant como representaciones cognitivas) consisten en la referencia determinada de representaciones dadas a un objeto. E inmediatamente a continuación da la definición de objeto:

“Objeto […] es aquello en cuyo concepto está reunido lo múltiple de una intuición dada.” (KrV B137)

Lo primero que hay que decir ante esta definición es que Kant no la explica y que, respecto de su justificación en el marco de la DT en la versión de la segunda edición, o está ausente o hay que hacer mucha exégesis para señalar exactamente dónde está. Lamentablemente esto es así, a pesar de la enorme importancia que tiene para el conjunto de la prueba. Como es de imaginar, se trata entonces de una cuestión muy controvertida, tanto en lo que se refiere al sentido de lo que estaría diciendo, como en lo que se refiere a la justificación que habría que darle. Es cierto que Kant, en la versión de la DT de la primera edición, plantea la problemática de la reforma de la noción de objeto de manera por completo explícita y dedica varias páginas al tema (KrV A104-110). También es cierto que Kant autoriza a usar los textos de la primera edición de la Crítica que fueron eliminados en la segunda, para aclarar la segunda edición (KrV xlii). Recomendamos, por lo tanto, leer estos pasajes, que comienzan con el texto siguiente:

Y aquí es, entonces, necesario explicar qué se quiere decir con la expresión “un objeto de las representaciones”. Más arriba hemos dicho que los fenómenos mismos no son nada más que representaciones sensibles, que en sí deben ser considerados precisamente como tales, y no deben ser considerados como objetos (fuera de la facultad representativa). ¿Qué se entiende, entonces, cuando se habla de un objeto que corresponde al conocimiento, y que por tanto es diferente de él? Es fácil comprender que ese objeto deber ser pensado sólo como algo en general = X, porque fuera de nuestro conocimiento no tenemos nada que pudiéramos poner frente a ese conocimiento como algo que le correspondiese.

Ante todo, la problemática sobre la cual gira la cuestión tiene que relacionarse con la problemática de la verdad que Kant había indicado en la “introducción” a la “lógica

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trascendental”. En efecto, allí decía que concedía la definición nominal de verdad como correspondencia de un conocimiento con su objeto. Aquí vemos que el objeto es aquello que hace verdadero un juicio (conocimientos). Según expliqué en un teórico presencial, Kant usa aquí en parte la terminología leibniziana al hablar de una definición nominal. Para Leibniz, una definición es nominal, no porque sea una descripción de un uso lingüístico de un término tal como se encuentra en un diccionario de un lenguaje natural, sino porque no se ha dado una prueba de la posibilidad lógica de aquello que se define. Podría darse el caso de que se definiera un cierto objeto, pero éste fuera lógicamente imposible, aun cuando esto no fuera evidente. Sin embargo, Kant no tiene en mente la posibilidad lógica, la mera ausencia de contradicción, cuando llama nominal a la definición de verdad, sino que se refiere a la explicación de la posibilidad real de esa referencia a un objeto. La definición de verdad habla de una correspondencia, pero entonces previamente hay que explicar la referencia a objeto de las representaciones para, luego, en todo caso, poder determinar la verdad o la falsedad. Si aquello que está dado son representaciones y no el “objeto”, ¿cómo llegan las representaciones a referirse a “objetos”? Ahora bien, ¿qué quiere decir la definición de objeto del §17 y qué implicaciones tiene? La definición propone determinar al múltiple intuitivo dado, a partir de un concepto que funciona como regla de síntesis, i.e. que proporciona unidad sintética. Esto quiere decir que lo múltiple no tiene, de por sí, referencia alguna a un “objeto” y que esta referencia se constituye al sintetizarlo según una unidad de la síntesis. Como puede observarse, la definición nos está diciendo o –dicho más prudentemente- nos está comenzando a decir cómo habría que entender la declaración copernicana de que los objetos se rigen por nuestros conceptos. Por lo pronto, “regirse por” querría decir algo así como que lo múltiple dado en la intuición sólo mediante una síntesis guiada por conceptos obtiene la referencia a un objeto. W. Carl dice que esta definición de objeto se puede descomponer en las tres siguientes cláusulas (Carl 1998.196)

1. Un objeto es algo a lo que se refiere un múltiple de representaciones dadas. 2. Un objeto es pensado como instancia de un concepto. 3. Este concepto determina una síntesis de las representaciones dadas que están

referidas al objeto. Aceptar esta definición de objeto tiene, al menos, dos implicaciones:

1. Kant nos está diciendo que el objeto del pensar (y del conocer, en su uso amplio del término) es algo estructuralmente vinculado con un concepto y, por lo tanto, si la deducción metafísica funcionó bien, con un juicio.

2. Pero la definición de objeto del §17 no se refiere a ningún objeto en particular, sino a todo objeto o, dicho de otra manera, a un objeto en general. Esto quiere decir que el concepto del que habla la definición no es cualquier concepto, sino un concepto del objeto en general. Otra vez, si la DM funcionó bien, las funciones lógicas nos darán esos conceptos que, como categorías, harían posible pensar un objeto en general.

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Ambas implicaciones de la definición de objeto, leídas a partir de los resultados de DM, no casualmente nos llevan hacia la noción de juicio, pero según se verá, la noción de juicio empleada en DM resulta aún insuficiente, para justificar la conexión entre la nueva definición de objeto y la noción de juicio tal como será redefinida en el §19. Justamente para esto se requiere del segundo movimiento clave del §17, i.e. explicitar el vínculo entre el objeto y la unidad sintética de la apercepción.

Movimiento 2: las tesis que vinculan el objeto y la unidad sintética de la apercepción

Hay dos enunciados que establecen las tesis claves:

1. “la unidad de la conciencia es lo único que constituye la referencia de las representaciones a un objeto, y por tanto, la validez objetiva de ellas, y en consecuencia, [es lo único que hace] que ellas lleguen a ser conocimientos; y sobre ella, en consecuencia, reposa la posibilidad misma del entendimiento.” (KrV B137, §17.2; énfasis en negritas MMH)

2. “La unidad sintética de la conciencia es, entonces, una condición objetiva de todo conocimiento; no [una condición] que meramente yo requiera, para conocer un objeto; sino [una condición] a la cual debe estar sometida toda intuición, para llegar a ser objeto para mí; porque de otra manera, y sin esta síntesis, el múltiple no se uniría en una conciencia.” (KrV B138, §17.3; énfasis en itálicas de IK; énfasis en negritas MMH)

Por lo pronto, estos enunciados sostienen que la unidad sintética de la apercepción es una condición necesaria (1) para conocer un objeto y (2) dada la definición constitutivista del objeto, para que una intuición llegue a ser objeto “para mí” (es decir, objeto de conocimiento, no una cosa en sí misma fuera de toda vinculación cognitiva conmigo). Esta tesis se sigue claramente del §16, donde se estableció que la unidad sintética de la apercepción es la condición suprema de todo uso del entendimiento. Pero los enunciados sostienen también que la unidad sintética de la apercepción es una condición suficiente para (1) y para (2). Ésta es la tesis más interesante, pero a la vez problemática. Es la tesis más interesante, porque estaría señalando que establecer la referencia al objeto formaría parte de las condiciones mismas de la unidad sintética de la apercepción, es decir, que tanto la identidad integral del sujeto en general como el objeto en general se constituirían a la vez. Pero es una tesis problemática, ya que no es fácil entender cómo se justifica a partir del §16. Justamente por ello hay discusiones sobre el punto. Mientras que a intérpretes como H. Allison (1983, pp. 236 y ss.) o W. Carl (1998, pp. 197, 198, 201) les resulta dudosa, intérpretes como Torretti (1967) o Caimi (2007) no creen que haya un non sequitur. Independientemente de esta discusión, el planteo de Kant sugiere que, si se ha de ensayar la revolución copernicana, entonces toda la fuente de la validez objetiva debe provenir del principio de la unidad sintética de la apercepción, ya que es el único fundamento para toda necesidad que no sea simplemente lógico-formal. Además ya el §16 estableció lazos muy estrechos entre la unidad sintética de la apercepción y el

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entendimiento, de modo que no es fácil ver en el §17 un non sequitur. Tal vez, el problema esté en el mismo §16, pues a veces no queda claro que todas las condiciones exigidas para el principio de la unidad sintética de la apercepción puedan obtenerse meramente por análisis a partir de la noción de “entendimiento pensante”. No está demás señalar aquí que Kant mismo al final del §21 afirma que, “de la peculiaridad de nuestro entendimiento, de producir a priori unidad de la apercepción sólo por medio de categorías, y sólo por medio de esta precisa especie y de este preciso número de ellas, no se puede dar ulterior fundamento” (KrV B145-146). Independientemente del problema de la especie y del número de las categorías, también sería contingente la estructuración de la unidad sintética de la apercepción mediante conceptos puros del entendimiento. Unidad objetiva y unidad subjetiva Llegados a este punto, Kant señala los resultados del §17 al comienzo del §18 y para precisarlos distingue entre la unidad objetiva de la apercepción trascendental y la unidad subjetiva de la conciencia:

“La unidad trascendental de la apercepción es aquélla por la cual todo el múltiple dado en una intuición es reunido en un concepto de objeto. Por eso se llama objetiva, y debe ser distinguida de la unidad subjetiva de la conciencia.”

Juicio Y finalmente llega, en el §19, a la nueva definición de juicio: “un juicio no es nada más que la manera de llevar a la unidad objetiva de la apercepción conocimientos dados.” Recuérdese que la DM había dado la caracterización del entendimiento como facultad de juzgar y que el §16 lo había caracterizado como la facultad de enlazar a priori y de llevar bajo la unidad de la apercepción lo múltiple de representaciones dadas. Como puede observarse, es esta última fórmula sólo faltaba explicitar la condición objetiva atribuida a la unidad de la apercepción, para llegar a la definición de juicio.

Parte II de DT Como ya se señaló antes al explicar la articulación de la DT en dos partes, la segunda parte avanzar desde la validez objetiva de las categorías para un múltiple de la intuición en general (haciendo abstracción de nuestras particulares formas de la intuición, a saber, el espacio y el tiempo), hacia la validez de las categorías para todo objeto de la experiencia, i.e. con respecto a los múltiples intuitivos empíricamente dados. Desde el punto de vista del texto, no todos los parágrafos que van desde el §22 hasta el §26 se refieren estrictamente a la segunda parte de DT. Algunos de ellos se refieren a una temática que no consideraremos en este primer estudio la DT, a saber, la paradoja del sentido interno. Se trata de una cuestión a la que ya hice referencia al explicar el

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§16 para señalar que cada uno de nosotros se conoce a sí mismo, en cuanto existente y en cuanto a sus particularidades reales, sólo de manera empírica, i.e. particularmente bajo la forma del sentido interno y, por lo tanto, sólo como fenómeno. No es posible un conocimiento de sí mismo como cosa en sí. En parte, Kant ya había señalado algo en la “estética trascendental” (cfr. Observación II del §8). Ahora, en el marco de la DT, retoma la cuestión en parte del parágrafo §24.4-6 y en el §25. Como dije, no entraremos en este tema: lo aclaro para que concentren su atención en aquellos textos que propiamente se refieren a las líneas centrales de la argumentación. Quienes quieran profundizar sobre el tema, recomiendo el libro de la Prof. Claudia Jáuregui, cuyos datos incluimos en la bibliografía presentada al final de este escrito. Entonces, en lo que se refiere propiamente a la segunda parte de DT, cabe organizar el movimiento argumentativo del siguiente modo: DT B II

1. Paso 1: Restricción del uso cognitivo (Gebrauch zum Erkenntnisse) de las categorías a su uso empírico (Erfahrungsgebrauch) (= aplicación a objetos de los sentidos) (§§22-23)

2. Paso 2: Relación entre las categorías y las formas de la intuición (particularmente la forma del sentido interno, el tiempo), mediante la síntesis trascendental de la imaginación productiva (§24, sólo los tres primeros párrafos del parágrafo)

3. Paso 3: Relación entre las categorías y los objetos de los sentidos, mediante la síntesis de la aprehensión (§26).

Kant considera que la prueba en sentido estricto se presenta en el §26.2-3, claro que recurriendo a los pasos anteriores. Los títulos de los §§22, 24 y 26 indican con claridad de qué se trata (el §23 no lleva título):

1. §22: “La categoría no tiene otro uso para el conocimiento de las cosas, que su aplicación a objetos de la experiencia”.

2. §24 “De la aplicación de las categorías a objetos de los sentidos en general”: los objetos de los sentidos en general podemos abarcarlos desde sus condiciones formales de intuición, particularmente el tiempo, por eso aquí trata de la relación entre el entendimiento y la forma del sentido interno.

3. §26: “Deducción trascendental del uso empírico universalmente posible de los conceptos puros del entendimiento”.

Préstese atención a que el Paso 1 difiere del Paso 3: el Paso 1 sostiene que cualquier uso cognitivo que se quiera hacer de las categorías no podría prescindir, en última instancia, de los fenómenos. Pero este paso no dice que todo fenómeno en cuanto objeto empírico está necesariamente bajo las categorías. Justamente de esto último se ocupa el Paso 3 y, por eso, parte de la percepción misma para mostrar que las categorías son condiciones incluso de ella.

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Paso 1 El argumento que restringe todo uso cognitivo de las categorías (Gebrauch zum Erkenntnisse) a su uso empírico (a su aplicación a objetos de experiencia posible) es el siguiente (§22):

1. Pensar un objeto ≠ conocer un objeto, pues para conocer un objeto se requiere de (1) el concepto con el cual se piensa un objeto y (2) la intuición que da el objeto. Considerar el pensamiento de un objeto sin intuición es considerarlo sólo según la forma.

2. Toda intuición posible para nosotros es sensible, de modo que el pensamiento de un objeto en general será conocimiento sólo si la categoría es referida a objetos de los sentidos.

3. La intuición sensible es (1) intuición pura o (2) intuición empírica. 4. La determinación de la intuición pura (i.e. la aplicación de las categorías a la

intuición pura) sólo puede dar conocimiento, si presupone que hay cosas que no se pueden exponer para nosotros más que bajo esas formas de la intuición, i.e. sólo si hay percepciones (= representaciones acompañadas por sensación).

5. Por consiguiente, las categorías, aun cuando se apliquen a intuiciones puras (como por ejemplo en la matemática), sólo dan conocimiento en cuanto esa aplicación puede además ser aplicada a intuiciones empíricas.

6. El único uso cognitivo de las categorías se refiere a la posibilidad del conocimiento empírico, es decir, que ellas sólo pueden dar conocimiento de cosas en cuanto objetos de experiencia posible.

En el §23, Kant insiste en que, si bien las categorías están libres de la limitación espacio-temporal y, por eso, se extienden a objetos de la intuición sensible en general, esta “extensión ulterior” no nos sirve de nada en cuanto al conocimiento: consideradas en relación con la intuición sensible en general, las categorías son sólo “vacíos conceptos de objetos”, meras formas de pensamiento sin ninguna realidad objetiva (objektive Realität). Sólo nuestra intuición sensible (finita) y empírica (espacio-temporal como único modo de darse a través de sensaciones objetos) puede proporcionarles sentido (Sinn) y significado (Bedeutung). Paso 2 El Paso 1 concluyó que la realidad objetiva de las categorías depende de nuestra intuición sensible y empírica; pero no explicó cómo obtienen esa realidad objetiva. El Paso 2, entonces, dejando ciertas complicaciones de lado, proporciona una explicación de cómo se conectan, en términos generales, el entendimiento y la sensibilidad. Pero esto implica ante todo explicar cómo se conectan el entendimiento y la forma del sentido interno, pues éste es el que abarca -como condición- a toda la sensibilidad humana. Las categorías obtienen realidad objetiva en cuanto se aplican a las formas de la intuición sensible a priori (particularmente, la forma del sentido interno). Para esta explicación, Kant introduce la noción de imaginación (= “facultad de representar en la intuición un objeto aun sin la presencia de él”), la cual, de acuerdo con

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el papel que desempeña en la explicación, es determinada como imaginación productiva y trascendental, a partir de dos distinciones centrales:

1. Síntesis intelectual (del entendimiento) / síntesis figurativa (de la imaginación): ambas son a priori y trascendentales.

1. Síntesis figurativa (synthesis speciosa) = síntesis de lo múltiple de la intuición sensible.

2. Síntesis intelectual (synthesis intellectualis) = síntesis meramente pensada en la categoría con respecto a lo múltiple de una intuición en general.

2. Imaginación reproductiva (empírica) / imaginación productiva (trascendental)

1. Imaginación productiva: la imaginación trascendental es productiva, porque aun perteneciendo a la sensibilidad (toda nuestra intuición es sensible), es una facultad de determinar a priori la sensibilidad: su síntesis es un ejercicio de la espontaneidad, determinante conforme a las categorías. Por eso dice Kant que es (1) un efecto del entendimiento sobre la sensibilidad, (2) la primera aplicación del mismo a objetos de la intuición posible para nosotros y (3) el fundamento de todas las demás aplicaciones.

2. Imaginación reproductiva: su síntesis está exclusivamente sometida a leyes empíricas (= leyes de la asociación) y es objeto de la psicología y no de la filosofía trascendental.

Paso 3 Este paso está en el §26. Este parágrafo, formado por 7 párrafos, es complejo en el sentido de que tiene cuatro unidades temáticas. A continuación describo brevemente cada una de estas unidades temáticas y, luego, presento una reconstrucción comentada de la prueba. Unidades temáticas del §26

1. El primer párrafo se refiere a la articulación de DT en dos partes; ya lo comentamos al explicar más arriba la problemática de la articulación.

2. Los párrafos 2 y 3 contienen la prueba. 3. En los párrafos 4 y 5, Kant presenta dos ejemplos, uno referido a la percepción

de un objeto en el espacio en relación con la categoría de cantidad (la intuición empírica de una casa) y, el otro, a la percepción de un objeto en el tiempo en relación con la categoría de causa (la percepción del agua que se hiela). No entraré en los ejemplos, pero hay discusiones sobre ellos.

4. Finalmente, a manera de corolario de la prueba, los párrafos 6 y 7 se refieren a la noción de naturaleza en sentido formal (natura formaliter spectata = la naturaleza en general, en el sentido de la conformidad de los fenómenos, en el espacio y en el tiempo, a leyes a priori) y en sentido material (natura materialiter spectata = el conjunto de todos los fenómenos), cuestión ya se había anticipado en el primer párrafo al señalar que el entendimiento prescribe a priori leyes a la naturaleza y la hace posible. Aquí, Kant plantea como un enigma la prescripción a priori de la ley a la naturaleza y da la solución en términos de que la prescripción es posible porque, a la vez, hace posible a la

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legalidad de una naturaleza que son fenómenos y no cosa en sí. Finalmente, Kant restringe el alcance del conocimiento a priori del entendimiento a las leyes generales formales: las leyes particulares materiales sólo pueden conocerse empíricamente.

Prueba: DT del uso empírico universalmente posible de las categorías 1. La percepción (= la conciencia empírica de una intuición empírica como

fenómeno) requiere de una composición de lo múltiple en una intuición empírica (= síntesis de la aprehensión de lo múltiple del fenómeno).

2. Toda síntesis de la aprehensión debe conformarse al espacio y el tiempo (como formas de la intuición sensible) y, por lo tanto, también a las condiciones de todo lo que haya de poder ser representado determinadamente en el espacio y el en tiempo. Ahora bien, hecha esta conexión entre la percepción y las condiciones de toda representación determinada en el espacio y en el tiempo, la prueba continua mediante la explicitación de esas condiciones.

3. Espacio y tiempo son representados a priori, no sólo como formas de la intuición, sino como intuiciones que (1) contienen un múltiple y, por consiguiente, (2) son representados con la determinación de la unidad sintética de ese múltiple en ellos.

4. Esta unidad sintética no puede ser otra que la unidad del enlace de lo múltiple de una dada intuición en general, en una conciencia originaria, de acuerdo con las categorías, sólo que aplicada a nuestra intuición sensible. A continuación, Kant saca tres conclusiones; mientras que la primera es muy directa y se refiere a la percepción, las otras dos no son tan directas, porque se refieren a la experiencia y a los objetos de la experiencia, para lo cual Kant introduce una caracterización de la noción de experiencia.

5. En consecuencia,

1. toda síntesis de la aprehensión, por medio de la cual es posible la percepción, está bajo las categorías;

2. las categorías son (1) condiciones de la posibilidad de la experiencia (= conocimiento por medio de percepciones conectadas) y, por tanto, (2) tienen validez a priori también con respecto a todos objetos de la experiencia.

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