Clase N°2: América Latina durante la Guerra Fría: 1947 - 1989

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Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales PLED-CCC 1 Curso: Procesos políticos y estructuras de poder en América Latina Clase Nº2: América Latina durante la Guerra Fría Roitman, Marcos “América Latina: breve introducción del siglo XX a nuestros días. Lección 2. América Latina durante la Guerra Fría: 1947-1989’’ [CLASE]. En: Curso virtual “Procesos políticos y estructuras de poder en América Latina” (Programa Latinoamericano de Educación a Distancia, Centro Cultural de la Cooperación, Agosto 2014). ®De los autores Todos los derechos reservados. Esta publicación puede ser reproducida gráficamente hasta 1.000 palabras, citando la fuente. No puede ser reproducida, ni en todo, ni en parte, registrada en, o transmitida por, un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, por fotocopiadora o cualquier otro, sin permiso previo escrito de la editorial y/o autor, autores, derechohabientes, según el caso. Edición electrónica para Campus Virtual CCC: PABLO DE CARO Campus Virtual: http://www.centrocultural.coop/campus

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Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales PLED-CCC

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Curso: Procesos políticos

y estructuras de poder en América Latina

Clase Nº2: América Latina durante la Guerra Fría

Roitman, Marcos “América Latina: breve introducción del siglo XX a nuestros días.

Lección 2. América Latina durante la Guerra Fría: 1947-1989’’ [CLASE]. En: Curso

virtual “Procesos políticos y estructuras de poder en América Latina” (Programa

Latinoamericano de Educación a Distancia, Centro Cultural de la Cooperación,

Agosto 2014).

®De los autores

Todos los derechos reservados.

Esta publicación puede ser reproducida gráficamente hasta 1.000 palabras, citando la fuente. No puede ser reproducida, ni en todo, ni en parte, registrada

en, o transmitida por, un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, por

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América Latina durante la Guerra Fría: 1947-1989

Prof. Marcos Roitman

1. Dictaduras, cambios políticos y golpes de Estado.

Theotonio do Santos en su obra Socialismo o fascismo: el nuevo carácter de la dependencia y el dilema latinoamericano afirma: “La imagen que de América Latina

se ha formado la mayoría de los científico sociales se arraiga en una situación histórica superada. No se han apreciado en los debidos términos los efectos de los

procesos de industrialización y de urbanización que se intensificaron particularmente en la última década, transformando progresivamente a América Latina, de agraria y campesina, en una región cada vez más industrial y urbana. No

se ha apreciado tampoco en debida forma la importancia de las nuevas clases que emergieron en los últimos años, particularmente la burguesía industrial y el proletariado. Y se ha conservado la imagen de una Latinoamérica agrario -

exportadora, no industrial, dominada por una oligarquía rural en alianza con los intereses externos. Mas grosera todavía es la imagen de los intereses externos. Se les

imagina vinculados en forma exclusiva a la economía agrario-exportadora y opuestos a la industrialización (…) A pesar de que en algunos países esta imagen pueda tener algún sentido, para los países que alcanzaron un grado mayor de

industrialización a partir de los años treinta ella es completamente anacrónica. En estos países de menor desarrollo industrial las cosas no son, sin embargo, muy

diferentes. las fuerzas dinámicas en la mayoría de ellos se ligan a la inversión industrial, sobre todo a partir de la década de los cincuenta, y ahí, más que en otras partes, el capital controla estas inversiones”1.

Dos Santos tiene razón. Los cambios en los años cincuenta afectan a todos los

ordenes: el político, el religioso, el militar, el familiar, el económico y, desde luego, a

1 Dos Santos, Theotonio: El nuevo carácter de la dependencia y el dilema latinoamericano. Ediciones Periferia, Buenos

Aires, 1972, p. 17.

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las esferas de organización del poder social. Las oligarquías, representación del mundo rural primario exportador, entran en crisis en los años treinta. La movilidad

social altera su posición en la estructura social, supone el fin de su hegemonía al interior del bloque dominante. Sin embargo, esta afirmación no deja de ser problemática. El orden oligárquico pudo subsistir otra década mediante la fuerza

militar estirando su dominio y resistiéndose a la modernización de las estructuras políticas. Pero, por otro lado, coadyuvó a los planes de recomposición de las clases

dominantes. Durante el período de los años treinta y hasta el fin de la segunda guerra mundial, América Latina vive una época de alianzas y proyectos de recomposición del bloque dominante. La transición del orden oligárquico se lleva a

cabo sin cuestionar la vía reaccionaria de desarrollo del capitalismo. Así, la modernización política, económica y social del modelo de industrialización o crecimiento hacia dentro no pone en peligro las grandes propiedades terratenientes

ni las fuentes de poder de las oligarquías. El capitalismo se moderniza sin revolución burguesa. El populismo es el resultado de esta recomposición del poder

dominante.

En este período la política abre las puertas al ejercicio ciudadano de los

derechos civiles y las libertades políticas. El sector oligárquico de la clase dominante entrega el poder formal a quienes con un discurso anti-oligárquico mantienen un compromiso con la vieja plutocracia criolla. La búsqueda de un pacto para evitar su

desaparición fue la principal virtud política de la oligarquía terrateniente. Cooptan e integran a baluartes de la burguesía urbana y a los nuevos sectores medios

profesionales. Abogados, funcionarios, ingenieros, educadores, administradores, etc., son incorporados a las tareas de la modernización y ampliación del sector público. Mientras tanto, la oligarquía se retira a sus mansiones y cuarteles de

invierno. En esta mudanza del régimen: “resalta su disposición para acomodarse a nuevas situaciones, cambiando la lucha frontal de un comienzo por la retirada

posterior a líneas más fuertes, susceptibles de cuidar sus intereses primordiales. Para el éxito de esa conducta ha sido decisiva la expresión social de ductilidad, esto es, la aptitud para atraer y recibir elementos que sobresalen en los cuadros ajenos y

que, por supuesto, son asequibles. En Chile ha hecho historia y ha pasado a ser un personaje característico de su constelación política el joven rebelde de pequeña o mediana burguesía, por lo general provinciano, que es progresivamente ‘asimilado’

por la derecha -aunque ello no implique mudanza en su filiación partidaria- El fenómeno, como es evidente, se aceleró y extendió grandemente con los cambios en

el ‘balance de poder’. La vieja oligarquía abrió puertas, consciente que por ese medio podía contrarrestar su debilitamiento y abrirse paso más expedito hacia las oportunidades creadas por la intervención estatal. Los otros, a su vez, siguiendo,

antigua tradición, no vacilaron en trocar influencias o poder por lustre social”2.

Pero esta peculiar forma de acoplamiento de la oligarquía chilena al proceso de modernización se reproduce en la mayoría del continente. Así lo expresa Torres Rivas al remitirse al caso centroamericano: “El crecimiento económico de las

2 Pinto, Aníbal: “Desarrollo económico y relaciones sociales”; en Chile Hoy. Siglo XXI, México, 1974, p. 24.

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sociedades centroamericanas requiere de un nuevo tipo de poder político que, no sin fracturas ni retrocesos, se ha venido constituyendo como reacomodo interno de

intereses internacionales. El temor a la revolución -que en buen lenguaje es incapacidad para resolver las presiones sociales pospuestas- también ha contribuido a consolidar una alianza que seguramente no excluye los conflictos así como un

orden político, que sin ser estable, expresa un compromiso entre la vieja burguesía agrario-exportadora y la nueva burguesía empresarial-financiera y junto a ellos,

dentro de ellos, el sector norteamericano del mercado nacional. En la base de esa suma de intereses contradictorios, pero no antagónicos, aparece la institución armada, cuya misión se ha redefinido para servir de cemento a esa unión mientras

en la estructura administrativa del gobierno, a través del cual el Estado se convierte en estado de clase, aparecen los cuadros medios, convertidos en la ‘inteligencia’ tecnocrática, falsamente neutrales, con un apoliticismo profesional que sólo

apresura o disfraza sus servicios al orden establecido. En resumen, la modernización económica, creada en condiciones de dependencia política, puede

hacerse sin que se alteren las bases del poder. Propiamente, tales condiciones aseguran que el tránsito de la burguesía rural dominante a la burguesía comercial-industrial sea largo y demorado pero, sobre todo, sin contradicciones como una

clase competidora”3.

De otro lado, los años cincuenta son años de debate creativo en la producción

de conocimientos. Desde la sociología, la economía, la ciencia política, la antropología y la historia se recepciona un cuadro teórico y de método que da lugar

al nacimiento de las dos grandes escuelas de pensamiento social en el continente. La sociología neutral-valorativa o científica y la sociología crítica. Este período histórico está marcado por la necesidad de dar respuesta a las estructuras del

subdesarrollo, el colonialismo interno, la dependencia y las relaciones centro-periferia. Explicar el cambio social con nuevas herramientas y categorías de análisis

se convierte en parte de una batalla política por apropiarse de la realidad. Esos años suponen la hegemonía de las doctrinas eurocentricas que se acompañan de una historia económica fundada en las etapas del crecimiento cuyos ciclos se asimilan a

la dinámica del progreso técnico y desarrollo capitalista.

[Esta perspectiva la analizaremos con un módulo dedicado al debate y producción de conocimiento que integraremos en cuatro clases al concluir este primer módulo de historia general de América Latina, tras el descanso vacacional]

El comienzo de la guerra fría supone un punto de inflexión en la historia mundial y en especial para América Latina. La autonomía de las oligárquicas con

escasos vínculos internacionales deja paso a una acción sincronizada y con objetivos estratégicos de medio y largo plazo. La dirección de los cambios comienza a tener un

3 Torres Rivas, Edelberto: “Historia del proceso político” en Centroamérica Hoy. Siglo XXI, México, 2ª Edición, 1976, pp.

117-118.

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eje común al identificar el comunismo internacional como el enemigo en el espacio geopolítico del hemisferio occidental y del mundo libre.

La firma del Tratado Interamericano de Asistencia Reciproca, el 2 de

septiembre de 1947, es el aval a las políticas intervencionistas de carácter

hemisférico. Así lo corrobora su artículo 3: “Las altas partes contratantes convienen en que un ataque armado de cualquier estado contra un estado americano será

considerado como un ataque contra todos los estados americanos y en consecuencia cada una de dichas partes contratantes se compromete a ayudar a hacer frente al ataque en ejercicio del derecho inmanente de legitima defensa individual y colectiva

que reconoce el artículo 51 de la Carta de la Naciones Unidas”. Y en 1954 lo ratificará la conferencia de la OEA celebrada en Caracas dando el espaldarazo definitivo a las políticas de guerra fría diseñadas por los Estados Unidos. El

Secretario de Estado Dulles, hermano del director de la CIA, presionó con éxito para obtener una declaración en el sentido de que: “la dominación o control de las

instituciones políticas de cualquier estado americano por el movimiento comunista internacional (...) constituiría una amenaza para la soberanía e independencia de los Estados Unidos” 4. Es necesario recordar que la declaración de Caracas fue

adoptada en el mismo período que se produjo el cambio de estrategia de guerra total y peligro hemisférico, por la guerra limitada y peligro interno, dentro de la política norteamericana. Obviamente, como resultado de la Declaración, América Latina

continuó siendo un continente abierto a toda clase de intervención, militar, económica, política, cubierta o encubierta, sin otro requisito que invocar el peligro

comunista, presente o futuro, real o falso.

Desarrollo y seguridad. Modernización y cambio social dentro del desarrollo

capitalista. Años más tarde, el historiador de economía W.W. Rostow incorpora dichos elementos en un programa para la transición al capitalismo. Su ensayo se

considera el principio de las políticas de lucha contra el socialismo y el anti-imperialismo en América Latina y el Tercer Mundo. Su título es significativo: Las etapas del crecimiento económico: un manifiesto no comunista.

Si la oligarquía tuvo mitos; orden y el progreso, las burguesías

modernizadoras tendrán los suyos; democracia y desarrollo. Pero éstos vendrán acompañados de un corolario; la doctrina de la seguridad nacional. Es Robert McNamara en su libro La esencia de la seguridad quien perfila sus contenidos: “La

seguridad es desarrollo y sin desarrollo no hay seguridad. Un país subdesarrollado y que no se desarrolla, jamas alcanzará nivel alguno de seguridad por la sencilla razón

de que no puede despojar a sus ciudadanos de su naturaleza humana. Efectivamente, si se necesitan condiciones previas a la seguridad deberían ser un mínimo de orden y también de estabilidad. Ahora bien, sin una evolución interna,

por mínima que sea, el orden y la estabilidad son imposibles ya que la naturaleza humana no puede estar frustrada indefinidamente. El hombre reacciona entonces,

4 Tapia Valdés, Jorge: El terrorismo de Estado. La doctrina de la Seguridad Nacional en el Cono Sur. Editorial Nueva

Sociedad, Caracas, 1980, p. 57.

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porque debe hacerlo (…) Al insistir en el hecho de que la seguridad es la hija del desarrollo, no niego que un país en vías de desarrollo pueda ser afectado por una

revuelta interna o una agresión externa o una combinación de las dos cosas. Esto sucede, y para poner remedio a las condiciones que permiten este estado de cosas es preciso que este país tenga una potencia militar que responda a este problema

específico. Pero el poder de las armas no es sino una faceta menor del vasto problema de la seguridad. Una fuerza militar puede ayudar a asegurar el orden y la

ley, pero solamente si éstos reposan ya en una base aceptable dentro de la sociedad de que hablamos y si la población esta dispuesta a colaborar con ella. La ley y el orden constituyen el escudo tras el cual se puede desarrollar un país y por

consiguiente asegurar en gran parte su seguridad (…) El desarrollo es el progreso económico, social y político”5.

Todos los procesos de modernización caen bajo esta dinámica, cualquier reforma no controlada es considerada un ataque a la supervivencia nacional o un

intento de ruptura de la nación. “Existe una absoluta interdependencia entre desarrollo y seguridad, no siendo posible el uno sin la otra; solo la justa ecuación nos posibilitará el instrumento adecuado para enfrentar los momentos de crisis. En

las naciones subdesarrolladas y dependientes que confrontan diariamente una permanente conmoción social, producto de la miseria y el atraso, surgirán las tensiones, la intranquilidad, las perturbaciones y los peligros de guerra que incluso

podrán comprometer a los países más desarrollados”6. Bajo estos postulados se dictarán en 1948 las primeras leyes de ‘defensa de la democracia’ en América

Latina, declarando ilegales a partidos comunistas, anarquistas y socialistas como fue el caso de Chile durante el gobierno de Gabriel González Videla o en Costa Rica, mito de democracia, donde sus clases dominantes con José Figueres y el

partido socialdemócrata creado en 1945 desarrollaron la primera guerra anti-comunista de la región en 1948. En este último caso el objetivo consistía en acabar

con la alianza que desde los años cuarenta configuraron los gobiernos de Calderón y Picado (1940-1948) con el partido comunista y apoyada desde la iglesia por el arzobispo Víctor Sanabria, cuyas reformas ponían en cuestión el poder de la

oligarquía cafetalera. Con el aval de los Estados Unidos se realizó la represión de los militantes de izquierda y se mitificó dicha acción bajo la denominación de guerra civil7.

Igualmente, el 9 de abril 1948 el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán trajo la

guerra fría a Colombia; los conservadores persiguieron a los comunistas y ‘comunista’ se convirtió en un término despectivo como la palabra fascista lo había

5 Comblin, Joseph: El poder militar en América Latina. Ediciones Sigueme, Salamanca, 1978, p. 79.

6 Coronel Alejandro Medina Lois: “La doctrina de la seguridad nacional”; en Cavalla, Antonio: Geopolítica y seguridad

nacional en América. Lecturas. UNAM, México, 1979, p. 130. 7 Véase Schifter, Jacobo: Costa Rica 1948, análisis de documentos confidenciales del Departamento de Estado. San José

Costa Rica. Editorial EDUCA, 1982. Del mismo autor: La fase oculta de la guerra civil en Costa Rica, Educa 1981.

También Roitman, Marcos: “Política y mitos políticos en Costa Rica” en Cultura y política en AméricaLlatina. Zemelman,

Hugo (Coord), Siglo XXI, México, 1990. Pp. 322-342.

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sido para denunciar a los conservadores durante la segunda guerra mundial.8 El Bogotazo, como se conoce la explosión social siguiente al asesinato de Gaitán, se

atribuye al comunismo desde las primeras horas de la explosión. En su mensaje del 16 de abril Mariano Ospina López lo ratifica oficialmente. Los cuadros conservadores en su conjunto toman la misma vía poco después: el 18 de mayo, hacen un llamado

a la ‘formación de un frente anti-comunista’ que reúna las fuerzas del orden que existen en el país, con el fin de defender los principios tutelares de la nacionalidad y

los valores de la civilización cristiana. La acusación, sin embargo, recae menos en el partido comunista que sobre el liberal. En un primer momento, sólo se trata del ala izquierda del liberalismo. Los mismos cuadros conservadores exigen como ‘condición

previa’ y sine qua non par un entendimiento efectivo entre las dos colectividades. La ruptura política con actos concretos entre el liberalismo y los sectores comunistas y cripto comunistas que se disfrazan bajo la etiqueta de este partido9. Más adelante el

General Rojas Pinillas tras un golpe de estado, entre 1953 y 1957, despliega la política anti-comunista de lucha anti-subversiva.

En Venezuela el golpe de Estado que derrocase a Rómulo Gallegos el 24 de

noviembre de 1948 se inscribe en la misma dinámica de guerra fría. El ascenso de

Marcos Pérez Jiménez mantiene en Venezuela un dictador amigo hasta 1958. Ese mismo año de 1948, en Perú mas allá de las vicisitudes del APRA y de su fundador Haya de la Torre, la oligarquía y los militares, junto con las nuevas directrices de la

guerra fría, favorecen un golpe de Estado que lleva al poder al general Manuel Odría (1948-1956) declarando ilegales al partido comunista, el APRA y a las

organizaciones populares anti-imperialistas y anti-oligárquicas. “El nuevo gobierno presidido por Odría puso en práctica todas y cada una de las exigencias oligárquicas. Derogó todas las disposiciones que de alguna manera restringían las

actividades de la oligarquía y del imperialismo. Para crear el necesario ‘clima de confianza’ persiguió descarnadamente a los movimientos anti-oligárquicos, en

especial el Apra y al partido comunista, así como a las organizaciones populares que se habían creado en el corto lapso democrático”10.

Tampoco el régimen del general Juan Domingo Perón durante su presidencia de 1946 a 1955 está exento de los avatares del discurso anticomunista. Sólo que se presenta bajo la construcción del enemigo múltiple, la visión de la tercera posición o

las tres banderas o la comunidad organizada, desarrollada entre los años 1947 y 1955. La doctrina del justicialismo como ‘doctrina nacional’, adoptada por el pueblo

argentino, es la doctrina Peronista o justicialista, que tiene como finalidad suprema alcanzar la felicidad del pueblo y la grandeza de la nación, mediante la justicia social, la independencia económica y la soberanía nacional, armonizando los valores

espirituales y los derechos del individuo con los derechos de la sociedad. Esta visión se sintetiza más adelante en el documento Doctrina de Perón: “Buscamos suprimir

8 Bethell, Leslie, (ed): Historia de América latina . Editorial Crítica, Vol. 16. Los países andinos desde 1930. P. 196.

9Pécaut, Daniel: Orden y violencia: Colombia 1930-1954. Siglo XXI Bogotá, Colombia-CEREC, 1987, Vol II, p. 532.

10 Cotler, Julio: “Perú: estado oligárquico y reformismo militar” en América Latina, Historia de Medio Siglo. González

Casanova, Pablo (Coord). Siglo XXI, México, 1977, 20ª edición, pp. 389-390.

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la lucha de clases, suplantándola por un acuerdo justo entre obreros y patronos, al amparo de la justicia que emane del estado”11. Esta visión anti-comunista de Perón

queda plasmada con claridad en el discurso del 1 del 5 de 1948: “Los descamisados han anulado el empeño de los comunistas y socialistas por infiltrarse en sus masas y sabotear, con huelgas y maniobras inconfesables, las conquistas del pueblo (...) Si

las masas obreras que me apoyan han vencido a aquellos otros elementos en todos los terrenos, es porque su fe es superior a todo el espíritu del mal que domina a las

fuerzas rojas ocupadas en lanzar el veneno del caos sobre los pueblos”12. Con el golpe de Estado y la caída de Perón en 1955, el breve tiempo de los gobiernos civiles son continuados por los militares de la doctrina de la seguridad nacional. En 1966

el general Juan Carlos Onganía depondrá por la vía de un golpe militar al presidente Illía, luego vendrán Livingston en 1970 y Lanusse 1971, tras un breve interregno con el triunfo de Cámpora en 1973 y el regreso de Perón de su exilio en la España

franquista. Otro golpe militar devolverá Argentina a las dictaduras militares. El general Videla reinaugurará el ciclo.

Pero será en Guatemala donde un plan piloto acabará con la experiencia

reformista y democrática que, desde el fin de la dictadura de Ubico, llevan a cabo los

gobiernos de Juan José Arévalo (1945-1951) y Jacobo Arbenz (1951-1954). Es a partir del gobierno de Arbenz cuando comienza la guerra sucia y los Estados Unidos deciden poner en práctica las acciones para acabar con las reformas fuera de los

marcos admisibles de la seguridad y el desarrollo en tiempos de guerra fría y lucha anti-comunista. “A pesar de la naturaleza claramente capitalista de la ‘Revolución’,

los intereses estadounidenses llegaron a considerarla, cada vez más una ‘amenaza’ (…) En primer lugar, la ‘revolución’ emprendió la tarea de regular, y más adelante de expropiar con indemnización algunas propiedades estadounidenses (…) En segundo

lugar, los inversionistas privados estadounidenses y el gobierno de Estados Unidos se inquietaron por la creciente radicalización de la ‘revolución’ guatemalteca bajo

Arbenz. Desde el principio, y a todo lo largo de esos diez años, no había duda que la ‘revolución’ era controlada y dirigida principalmente por la burguesía nacional y la pequeña burguesía de Guatemala. Sin embargo, la base de la ‘revolución’ fue una

alianza entre esa burguesía y ciertos sectores de la clase obrera y el campesinado. Sobre todo después de que el gobierno de Arbenz promulgó una reforma agraria de gran alcance en 1952 (…) En este sentido, Estado Unidos llegó a percibir en

Guatemala no sólo una amenaza a intereses estadounidenses específicos sino también una amenaza general para el orden capitalista internacional. Para empeorar

las cosas, la ‘revolución’ guatemalteca se daba en un momento en que Estados Unidos. estaba en lo más acentuado de la paranoia macartista de la Guerra fría, y en que los intereses privados estadounidenses se estaban expandiendo rápidamente

en el extranjero y, por consiguiente, eran muy susceptibles acerca de cualquier amenaza de expropiación. Estos hechos crearon una situación o contexto ante el

11

Buchrucker,Cristián: Nacionalismo y Peronismo. La Argentina en la crisis ideológica mundial 1927-1955. Editorial

Sudamericana. 1987. Citas de Juan Domingo Perón, pp. 330-331. 12

Sigal, Silvia y Verón, Eliseo: “Perón: discurso político e ideología” en Argentina Hoy. Rouquié, Alain.(Comp), Siglo

XXI. México, 20ª edición, 1982 , p. 188.

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cual Estados Unidos respondió mediante la intervención de 1954”13. Apoyado y financiado por los Estados Unidos, tropas mercenarias al mando del coronel Carlos

Castillo Armas, Coronel guatemalteco exiliado en Honduras, despegan desde Tegucigalpa y bombardean Ciudad de Guatemala, Puerto Barrios y Puerto San José. Los acontecimiento se precipitan y el 3 de julio, Castillo Armas entra en Ciudad de

Guatemala en el avión propiedad de la embajada norteamericana. El 8 de julio era ya designado presidente.14 Resulta curioso que un periodista de la época señalara

proféticamente: “Guatemala fue escogida como un plan piloto y una advertencia. La derrota del gobierno de Arbenz, junto con quienes lo apoyaban, ha dado un ejemplo de la estrategia de guerra fría de Washington en el hemisferio occidental. Como tal,

debe ser estudiado con detenimiento por los demás Estados americanos”15.

Los golpes militares y los gobiernos anti-comunistas no fueron una excepción.

Si Guatemala había sido un plan estratégico de intervención, dos años antes, las nacionalizaciones procedentes de la revolución nacionalista de Bolivia, no

despertaron los mismos sentimientos de rechazo en la oligarquía boliviana ni en los Estados Unidos. Ello se podía entender perfectamente. El ejemplo de Costa Rica en 1948 sirve como referente. La propuesta de José Figueres y la socialdemocracia

configuran una alianza anticomunista y anti-reformista. La revolución boliviana de 1952 tomaba el mismo camino al deshacerse de sus sectores populares, obreros y socialistas. Entre 1953 y 1956 el proceso se diluyó hasta estar absolutamente

controlado por sus dirigentes más conservadores y anti-comunistas. Sus proclamas no eran un peligro. El Movimiento Nacionalista Revolucionario pudo reprimir,

expulsar y reconstruir el poder político desde un anti-comunismo propio de guerra fría. “Como es clásico en este tipo de revoluciones, el nuevo poder desarma a las masas que le han dado el poder. La reorganización del ejercito es la forma que

adquiere ahora el desarme de las masas, la situación de un aparato represivo por el otro. La fase semi-bonapartista, que cumple con el doble papel de suprimir la crisis

económica que provienen como secuela supérstite de la crisis revolucionaria de 1952 y de iniciar la acumulación de la nueva burguesía, se asienta en la alianza entre la burocracia civil (el MNR) y la burocracia militar. De hecho ya se trata de una

dictadura tanto sobre las masas, que han perdido la actividad del 52 o están mediadas, como sobre los sectores reaccionarios, que todavía proponían la restauración del status anterior a 1952 (…) La reorganización del ejercito es una de

las condiciones del reconocimiento por parte del imperialismo. Puesto que su propia existencia y la totalidad de su equipamiento provinieron de los Estados Unidos, es

un ejercito que se organiza en los términos de aquellos que existen bajo control neocolonial norteamericano y así ocurrirá aun en aspectos de tanta inferencia local como lo que se llama su doctrina militar”16. Tras los primeros años, Paz Estensoro y

13

Jonas Bodenheimer, Susanne: Guatemala: plan piloto para el continente. Editorial Educa. San José Costa Rica. 1981 ,

pp. 36-37. 14

Véase Selser, Gregorio: El guatemalazo. La primera guerra sucia. Ediciones Iguazú. Buenos Aires, 1961. 15

Jonas Bodenheimer, Susanne: Ibídem, Op.cit. pp. 126-127. 16

Zabaleta Mercado, René: Clases sociales y conocimiento. Editorial los Amigos del Libro, La paz, Bolivia, 1988, pp. 46-

47.

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Siles Suazo, se desprenden de los sectores populares, del movimiento obrero y su dirigente mas carismático: Lechín. El General René Barrientos a comienzos de los

años sesenta instaura un golpe de estado con beneplácito del MNR y la embajada de los Estados Unidos. Poco tiempo tardará otro general, Alfredo Ovando, en sucederle. También se reivindicara, al menos doctrinariamente del MNR. La guerra contra-

insurgente en plena acción del Che es el clímax de la doctrina de la seguridad nacional. La revolución del 52 será un ejemplo de lucha anti-guerrillera y anti-

comunista. Paraguay no está fuera de esta dinámica. Si retrocedemos en su historia, la

guerra del Chaco con Bolivia (julio de 1932 y junio de 1935) marca las décadas siguientes y culmina con el golpe de Estado de Alfredo Stroessner en 1954. Una síntesis de estas dos décadas hasta el stronato es un ir y venir de golpes militares. A

la revolución del 19 de febrero de 1936 encabezada por el coronel Rafael Franco, con proyectos de reforma agraria y derechos laborales y sindicales, le continua la

contrarrevolución militar conservadora con el exilio y muerte de comunistas, febreristas y la instauración del régimen tiránico del coronel Paredes en 1937 y la instauración de una constitución neo-fascista en 1940 con el dictador Estagarribia a

la cabaza, muerto a un mes de promulgar la constitución. Su desaparición posibilita el surgimiento de Morínigo como un dictador sin partido cuya única base real de

apoyo eran las fuerzas armadas. Sus colaboradores principales fueron tres oficiales partidarios del fascismo que se llamaban asimismos el frente de Guerra y a quienes se negaban a someterse a su régimen les quedaban dos opciones: el exilio o uno de

los muchos campos de concentración del chaco. Pero en 1946, la atmósfera política cambia con la derrota del eje en la segunda guerra mundial. Ya no era fácil para los

regímenes pro-fascistas como el de Morínigo ignorar las reformas. Si quería mantenerse en el poder debía buscar apoyos en otros sectores.17 Un intento de modernización era necesario. Sin embargo, “ la falsa maniobra democratizadora de

Morínigo incluía la convocatoria de una asamblea constituyente, que fue cancelada en cuanto se recibieron las primeras señales de la nueva estrategia de guerra fría auspiciada por el imperialismo. Sensible a los cambios de la política exterior

norteamericana, el dictador eliminó a los febreristas de su gabinete, reimplantó el estado de sitio y entronizó el terror (enero de 1947)”18. Tras los escarceos de una

guerra civil cuyo eje de represión fueron los comandos ‘desclazos’ anticomunistas de milicias regulares acaba en agosto de 1948. Entre 1950 y 1953, el presidente Federico Chaves, del partido colorado buscó autonomía a las políticas diseñadas por

los Estados Unidos en tiempos de guerra fría, liberando a los presos políticos y aumentando el marco de libertades políticas incluido comunistas, socialistas y movimiento obrero y campesino en general. Ademas de cuestionar, desde posiciones

nacionalistas, las políticas del fondo monetario internacional en el año de 1952. Sin embargo, “se debe señalar el momento que vivía la región como parte de

un reordenamiento global de las relaciones geoestratégicas entre los bloques

17

Lewis, Paul: Paraguay bajo Stroessner. Editorial F.C.E. México, 1986, p. 55. 18

Díaz de Arce, Omar: “El Paraguay Contemporáneo” en América latina: Historia de Medio Siglo. González Casanova,

Pablo (Comp). Siglo XXI, México, 1977, Vol I, p. 358.

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resultantes de la segunda guerra mundial. Son fundamentales los movimientos y tensiones propios de la guerra fría porque dan el marco general donde operarán con

comodidad los regímenes fuertes, tanto civiles como militares de la región. La política exterior norteamericana liderada por John Foster Dulles tuvo un peso decisivo en la implantación y consolidación de regímenes de este corte, y en el caso

paraguayo se nota claramente. Ya en 1953 el Departamento de Defensa Norteamericano invitó al entonces comandante en jefe de las fuerzas armadas,

general Alfredo Stroessner, a visitar unidades militares de los Estados Unidos (…) En resumen (…) el logro de los objetivos golpistas consiguieron la neutralización de posibles factores adversos y contaron con el apoyo de la política exterior

norteamericana que estaba desarrollando su propia estrategia de defensa para un potencial conflicto convencional con la Unión Soviética”19. Así, Alfredo Stroessner, gracias al partido colorado, da el golpe militar el 4 de mayo de 1954 y es investido

presidente en septiembre. Y en menos de un año, octubre de 1955, promulga la ‘ley de defensa de la democracia’ que permitía a la policía efectuar registros domiciliarios

y detener a comunistas sin tener una orden judicial, a la vez que se reservaba para el gobierno la decisión de quién era ‘comunista’. El congreso también amplió indefinidamente el estado de sitio, lo cual permitió al ejecutivo suspender el hábeas

corpus, impedir que se celebraran mítines políticos y censurar la prensa20. Stroessner se mantendrá en el poder hasta los años ochenta.

Esta política de seguridad y desarrollo tuvo continuidad en Ecuador durante los primeros años de guerra fría hasta 1960. Aunque con rasgos específicos. La

estabilidad permitió la modernización por la vía institucional del orden social. Sin embargo, sus gobiernos caen en la dimensión civil propia del anticomunismo. Galo Plaza 1948-1952, Velasco Ibarra 1952-1956 y Camilo Ponce 1956-1960, tres

gobiernos de tendencias enfrentadas pueden existir sin grandes problemas: “por esa fechas los terratenientes serranos se han ‘modernizado’ adoptando comportamientos

capitalistas en sus explotaciones agrícolas (Galo Plaza fue precisamente uno de ellos) y, lo que es más importante aún, la capitalización de la renta de la tierra, transferida a los sectores comercial financiero e industrial, había desarrollado ya

una verdadera burguesía serrana cuyos intereses económicos, sociales y políticos concordaban, obviamente, con los de la burguesía del resto del país. El ‘regionalismo’ comenzó, pues, a perder sentido. De otra parte, la ‘clase media’ se

incorpora en estos años al sistema (…) La clase media de los años cincuenta, compuesta por burócratas relativamente bien instalados y prósperos profesionales

liberales y comerciantes, poco tenía que ver con la clase media incipiente y marginada de los años veinte. Ademas Galo Plazo fue muy hábil con este grupo social. Comprendió que aún los que se decían socialistas eran ahora gente

aburguesada con cuyo apoyo se debía mas bien contar, y los llamó a colaborar con su gobierno (…) El antiguo elemento ‘perturbador’ convirtióse así en factor de

19

Lezcano, Carlos María: “El régimen militar de Alfredo Stroessner. Fuerzas Armadas y política en Paraguay 1954-1989”

en Revista Síntesis, Nº 10, Madrid, Enero-Abril, 1990, p. 170. 20

Lewis, Paul: “Paraguay, 1930-1990” en Historia de América Latina, Vol 15, El cono sur desde 1930. Editorial Crítica,

Barcelona, 2002, p. 206.

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estabilidad momentánea del sistema: devenida clientela liberal, la clase media, permitió resolver a la gran burguesía la paradoja consistente en que, pese a ser la

clase económicamente más poderosa del país, durante largo tiempo no dispuso de tanto poder ideológico como los terratenientes tradicionales”21. Sin embargo, en 1960 y tras el triunfo por cuarta vez de Velazco Ibarra, el golpe de Estado se hace

carne. La crisis económica y el triunfo de la revolución cubana cambian el escenario de la guerra fría en América latina. Los golpes de estados cobran otra dimensión.

El producido en Ecuador es el primero orientado bajo esta perspectiva.

Destituido por el ejercito el 7 de noviembre de 1961 asume provisionalmente su

vicepresidente Carlos Julio Arosemena quien durante un breve espacio de tiempo mantiene posiciones nacionalistas cuyo efecto, en las nuevas circunstancias, supone ser identificado como un peligro y estar bajo la influencia nefasta del comunismo

internacional. “El clero se encargó de encabezar la cruzada, organizando manifestaciones gigantescas, especies de procesiones destinadas, dizque, a

desagraviar a Dios por las ofensas del comunismo y pedir el rompimiento de las relaciones con Cuba (...) Arosemena rompió relaciones con Cuba en abril de 1962, pero no fue suficiente. La escalada continuó el 11 de julio de 1963, los militares

asumieron directamente el poder. En realidad este golpe no fue sino una de las tantas medidas ‘contrainsurreccionales’ acordadas por el pentágono y los monopolios en defensa de los intereses imperiales. Como la estrategia comprendía,

además de las medidas específicamente represivas, ciertas acciones de carácter económico y social, se imprimió a la nueva dictadura no solo una orientación anti-

comunista sino también una tónica reformista conforme a los planes de la ‘Alianza para el progreso’. Por ello, al mismo tiempo que se encarcelaba, desterraba o torturaba a los hombres de izquierda y clausuraba universidades y sindicatos, la

junta militar de gobierno anunció una serie de reformas estructurales que, paras marcar el tono de esta tragicomedia, empezó por la nacionalización de las altas

cumbres andinas”22. Una Junta militar asumió el poder entre 1963 y 1966, desde entonces se da

una continuidad de gobiernos de fuerzas armadas restauradoras de la paz y el orden. Tal y como reza su proclama del 11 de noviembre de 1963: “Les digo que estamos en el poder en virtud de un imperativo superior de Seguridad Nacional que

obligó a las Fuerzas Armadas a salirse de sus específicas funciones para salvar al país del deshonor, del Comunismo y del caos (...) La junta Militar inspirada en el

sentido democrático que constituye el fundamento de nuestra nacionalidad, se propone erradicar completamente el comunismo, salvando así al país de la confusión y el desorden”23. Con estos principios gobernaron Ecuador hasta el triunfo

de Roldós-Hurtado en 1979, momento de retorno a la institucionalidad civil. Roldós

21

Cueva, Agustín: El proceso de dominación política en el Ecuador. Editorial Planeta, Quito, 1997, pp. 62-63. 22

Ibídem, p. 68. 23

Astudillo Romero, Jaime: Mito y realidad de la seguridad nacional en el Ecuador. Editorial Fondo de Cultura

Ecuatoriana. Cuenca, Ecuador, 198, p. 61.

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progresista y anti-imperialista morirá en extrañas circunstancias el 24 de mayo de 1981 en accidente de aviación.24

Brasil muestra un proceso singular desde los años veinte hasta el golpe de

estado de 1964, condicionado por la figura de Getulio Vargas. Para unos dictador,

para otros populista, algunos lo tildarán de bonapartista, fascista, nacionalista o anti-imperialista. Todos adjetivos utilizados para describir su forma de ejercer el

poder entre 1930 y 1945 y, posteriormente, al ser elegido en las urnas entre 1950 hasta su suicidio el 24 de agosto de 1954. Si durante el estado Nuevo, de 1937 a 1945, Vargas, según Vania Bambirra y Theotonio do Santos: “representa en la

práctica una dictadura bonapartista que trataba de presentarse como un ‘estado amalgama’ de los intereses de todas las clases (excluido el campesinado), pero que representaba en la práctica la imposición sobre el conjunto de la sociedad de los

intereses de la burguesía industrial. [Y] la organización de tipo corporativo bajo la cual Vargas articuló la representación frente al Estado de las distintas clases, estaba

inspirada en los moldes nazifascistas vigentes de la época, que sin duda despertaban la admiración del dictador criollo. [Y] concedió a la clase obrera una legislación laboral y una previsión social. Creando, también, un nuevo sindicalismo

amarillo a través del cual pasó a ejercer el control estatal sobre el movimiento obrero. [Y] El varguismo creó por lo tanto la tradición política del populismo en Brasil”25. Un golpe de Estado, el 29 de octubre de 1945, acaba con su dictadura

abriendo un espacio de articulación democrática que se deja en manos del presidente del supremo poder federal con participación de partidos políticos y

convocatoria de elecciones para 1946. Sin embargo, Vargas controla el proceso. “El propio presidente decretó los

cambios con la enmienda constitucional número 9, la cual anuló la constitución autoritaria de 1934, permitió los partidos políticos y ordenó las elecciones para la

constituyente y primera magistratura. Terminó la censura de la prensa y se amnistió a los presos políticos”26. Vargas creará dos partidos que tendrán mas opciones de triunfo, frente una oposición sin demasiada fuerza real. Su antiguo Ministro de

Guerra, General Enrico Gaspar Dutra, simpatizante nazi, es el encargado de crear el Partido Social Democrático, y el propio Getulio Vargas dirige el partido trabalhista brasileño, junto a una de sus hijas. “La persistencia del mismo esquema de poder se

expresa, por ejemplo, en el hecho de que el sistema de partido se basaba en dos agrupaciones creadas por el propio Vargas al término del régimen dictatorial,

agrupaciones que no serían mas que la traducción del compromiso social en que se apoyaba la dictadura, en términos de nuevo lenguaje político. El Partido Social

24

Para Ecuador consúltense: Ayala Mora, Enrique: Resumen de la Historia del Ecuador. Corporación editora Nacional.

Quito, 1997, p. 98 y ss. Del mismo autor: José María Velasco Ibarra Una antología de sus textos. Editorial F.C.E. México,

2000. También Salvador Lara, Jorge: Breve historia contemporánea del Ecuador. F.C.E.. México, p. 471 y ss: Quintero

López, Rafael: El mito del populismo. Editorial Abya Yala. Quito, 1997. (Esta obra solo toca el período oligárquico 1985-

1934, pero es un excelente trabajo sobre el período. Destacable la polémica que suscitó con Agustín Cueva) 25

Bambirra, Vania y Do Santos, Theotonio: “Brasil: nacionalismo, populismo y dictadura. 50 años de crisis social” en

González Casanova, Pablo: América latina, historia de medio siglo. Vol I. Siglo XXI, México. 1977. p. 145. 26

Iglesias, Francisco: Breve historia contemporánea del Brasil. Editorial F.C.E. México. 1999, p. 109.

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Democrático debería dar expresión a los sectores conservadores vinculados con la actividad agraria y, en efecto, mantener por muchos años un control ‘de la clientela’

de varias áreas rurales del país; el Partido Trabalhista Brasileiro fue mucho menos efectivo en relación a sus propias finalidades de movilización popular, habiendo funcionado sobre todo como máquina personal de su fundador. El tercer gran

partido la Unión Democrática Nacional se formará durante la campaña de derrocamiento de la dictadura, apoyandose, aunque no exclusivamente, en grupos

urbanos de clase media. Este último partido mantuvo durante casi todo el período democrático una linea política de oposición al sistema PSD-PTB y al populismo en general, y se caracterizaría rápidamente, como un partido de derecha”27.

Dutra triunfa y toma posesión el 31 de enero. La oligarquía y la burguesía funden sus propuestas. El partido comunista es declarado fuera de la ley en 1947. Dutra, constituido en fuerte aliado de los Estados Unidos en 1948, crea la academia

superior de Guerra cuyos programas se inspiran en el National War College, siendo la base ideológica y política de la doctrina de la seguridad nacional y del golpe

militar de 1964. “En razón de su carácter esquemático, la doctrina del Poder Nacional es llevada inexorablemente a exagerar la no- viabilidad de Brasil como proyecto nacional y a deslizarse hacia la concepción de la ‘seguridad ampliada’, que

en este caso encubre la ideología del satelitismo. Brasil pasa a ser considerado como dato de un problema mas amplio; el de la estructura de poder a escala mundial. Solamente en esquema así ampliado permitiría ‘explicar’ la realidad brasileña y

definir los límites de su viabilidad como proyecto nacional. Como la seguridad ampliada trasciende el cuadro de esa misma realidad, está perfectamente claro que

ya no será posible definir los objetivos nacionales brasileños sin subordinarlos a priori a los requisitos de ese esquema de seguridad. La seguridad ya no es un medio para preservar la nacionalidad sino un fin al cual ésta se subordina La nación como

realidad existencial pasa a segundo plano”28.

El período de guerra fría en Brasil es la síntesis del proceso de unión entre la oligarquía y la burguesía desarrollista. “Si observamos el proceso brasileño desde una perspectiva amplia el rasgo más significativo del período que se inicia en 1930

es el esfuerzo en la búsqueda de un compromiso entre la democracia formal y un control suficientemente extenso del poder por la oligarquía de base latifundista. El régimen federal, que prevaleció en las diversas constituciones promulgadas u

otorgadas entre 1934 y 1966, permitió siempre que el control del parlamento permaneciese en manos de los grupos oligárquicos (…) A partir de los años

cincuenta, cuando se acelera el proceso de industrialización, se hace evidente el dislocamiento del eje central de la política brasileña. El conflicto tradicional entre los grupos oligárquicos, que pretendían monopolizar el estado para su propio uso, y los

grupos medios, que esperaban la democracia formal, el instrumento para la modernización de la sociedad brasileña, desaparece como fuerza social capaz de

alimentar el proceso político (...) En la medida en que los movimientos de masas

27

Weffort, Francisco: “El populismo en la política brasileña” en Brasil Hoy. VV.AA. Siglo XXI, México 40ª edición, 1975,

p. 81. Consultese Limoeiro Cardoso, Miriam: La ideología dominante. Siglo XXI, México, 1975. 28

Furtado, Celso: “Brasil: de la república oligárquica al estado militar” en Brasil Hoy, Op. cit. p. 17.

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iban ganando autonomía, se modificaba el contenido y la forma del proceso político, pasando a un primer plano la problemática de las reformas. La propia resistencia

que la oligarquía ofrecía en el parlamento creaba las condiciones para la politización y la movilización de las masas se intensificasen. De esta forma, la presión en el sentido de la modernización institucional se ejercía por los propios canales de la

política. Estaba así abierta la puerta al reformismo institucional. Fue el temor de que esa puerta se ampliase demasiado rápidamente lo que llevó el pánico a la clase

dirigente, que apeló a las fuerzas armadas a fin de que éstas desempeñasen ahora el papel de gendarme del status quo social, cuya preservación pasará a exigir la eliminación de la democracia formal” 29.

Todos los gobiernos desde el triunfo electoral de Vargas; el temporal de su

vicepresidente Filho sometido al ruido de sables, el de Juscelino Kubitschek entre

1956 a 1961, el efímero de Janio Quadros del 31 de enero de 1961 al 25 de agosto que renuncia, y el de Joao Goulart entre 7 de septiembre de 1961 y el 31 de marzo

de 1964 que provoca el golpe de estado del 1 de abril de 1964, inaugurando la dictaduras militares de la seguridad nacional en Brasil hasta 1985, donde le suceden los generales Castelo Branco (1964-66), Costa e Silva (1967-69), Garrastazú

Médici (1969-1974), Ernesto Geisel (1974-1979) y Batista Figueiredo (1979-1985), caen bajo la dinámica de modernización con autoritarismo.

En Centroamérica, Honduras, país con economía de enclave, muestra los límites de las políticas democráticas en tiempos de guerra fría. La relación entre

modernización, seguridad y poder aclara el papel de la compañías bananeras, la oligarquía y las fuerzas armadas en el proceso de cambio social. Los golpes de Estado no dan pie a un proyecto de reformas democráticas. Vale la pena examinarlo.

Tras la dictadura de Tiburcio Carias (1933- 1948) se abre esta etapa de

modernización que será encabezada por los viejos colaboradores del dictador, cuya máxima no olvidemos fue ‘encierro, destierro y entierro’ y su poder le permitirá una relación de privilegio con la UFCO por medio de concesiones para construir vías

férreas, explotar maderas preciosas, minerales, canalizar ríos y lagos, y cualquier riqueza mineral del país. El poderío del imperio bananero hizo girar la política interna en función de sus intereses inmediatos, controlando el país y anulando

cualquier proyecto nacional. Así lo señala un personero de los Estados Unidos de la época: “La United controla el gobierno hondureño en una extensión sin precedentes

e increíble. Es seguro que no hay importante funcionario del gobierno de su zona en la Costa Norte que no éste bajo las obligaciones de la compañía de una u otra manera. No solamente están los funcionarios bajo la influencia, sino que a través de

un gran número de personas que están en sus plantillas, o bajo su dominio en otras formas, mantiene un efectivo control sobre los medios de acción así como sobre las

29

Furtado, Celso: Ibídem, p. 13 y ss. Véase: Ianni, Octavio: El colapso del populismo en Brasil. UNAM, México, 1974, p.

57 y ss.

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fuentes de información”30. El poder del Estado se fortalece gracias a la acción represiva de la dictadura cairista. A la exclusión de la oposición y la

desnacionalización, la política se utiliza para confirmar la fuerza del caudillo como ‘salvador de la patria’. Sin oposición real y un parlamento formado sólo por miembros del Partido Nacional se redacta la constitución de 1936 en tiempo récord:

35 días. Para evitar los malos entendidos que mantendrían a Carías en el poder, Plutarco Muñoz, ponente parlamentario señala: “Solamente el General don Tiburcio

Carias Andino es el ciudadano capacitado que, alejado de todos los vicios mundanales y portando una honradez mácula, puede conducir nuestro pueblo por el sendero de la paz y del engrandecimiento nacional. Se ha hablado aquí de

pecados sin explicar si son pecados capitales o veniales pero hago constar que si votando por esta reforma llego a cometer alguno de tal índole, Dios me perdonará, porque hasta el mismo Dios es continuista porque no ha tenido alternabilidad en el

poder” 31.

Con tan magistral argumento se modificaron los artículos que impedían su continuidad. Ya en 1949, las bananeras y el propio proceso de modernización necesita un nuevo orden en Honduras. La dictadura llega a su término. Pero las

posibilidades de cambio democrático se vuelven a postergar. La ilegalización, inclusive del partido liberal, y la represión generalizada de las clases populares no facilitan, más bien avalan la continuidad de una opción oligárquica de compromiso.

El control de cargos en manos del partido nacional copa la administración e impide un protagonismo de los sectores medios incapaces de modificar la estructura de

poder. Las reformas se quedan en un maquillaje al interior del anti-comunismo de guerra fría. Los cambios fueron impulsados por el ministro de guerra de Carias, Juan Manuel Galvez (1948-1954). En el breve interregno de Julio Lozano (1954-

1956) y el gobierno liberal de Ramón Villeda Morales (1957-1963) se impulsa un proyecto que trata de modificar en parte el orden impuesto por el Partido Nacional y

escuchar las demandas sociales y políticas de las clases medias y los sectores populares cuyas luchas emprendidas en la gran protesta bananera de 1954 dan carta de ciudadanía al movimiento obrero y campesino hondureño. No por otro

motivo, ademas de cierto nacionalismo, fue impulsado el golpe de Estado del Coronel Oswaldo López Arellano (3 de octubre de 1963) que acaba con el proyecto reformista. Golpe que, como los anteriormente descritos, se inscribe en el marco de

la doctrina de la seguridad nacional. Las fuerzas armadas hondureñas, salvo entre 1970 y 72, gobernarán Honduras hasta los años ochenta del siglo XX, siempre con

el discurso ideológico del anticomunismo expresado por los propios gobernantes de la era modernizadora. Su legitimidad para hacerlo se encuentra en la ley orgánica de 1954 donde: “el ejercito es una institución nacional, de carácter permanente,

destinada a sostener la independencia e integridad de la patria y a mantener el orden público del país”, y que se complementa con el convenio de ayuda militar

30

Posas, Mario y Del Cid, Rafael: La construcción del sector público y del estado nacional en Honduras. 1876-1979.

Editorial EDUCA, San José, Costa Rica, p. 109. 31

Citado por Guatama, Fonseca: Cuatro ensayos sobre la realidad política de Honduras. Universidad Nacional Autónoma

de Honduras, 1984, p. 80.

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firmado con los Estados Unidos del 24 de mayo de 1954 donde: “el entrenamiento de militares hondureños en escuelas norteamericanas, particularmente en la zona del

canal de Panamá, adquiere creciente importancia (…) Entre 1954 y 1969, 391 oficiales y 689 soldados fueron entrenados a través de programas de asistencia militar norteamericanos”32

Fue el discurso de guerra fría y este deber de intervenir de las fuerzas

armadas lo que facilita la imposición de Villeda Morales en 1956 para evitar el aumento de las luchas sociales del proletariado en las empresas bananeras: “Las fuerzas armadas, no pueden seguir siendo un fenómeno pasajero en la vida

institucional del país (...) De ahora y para siempre asumen la función irrevocable, histórica y meritísima de guardián permanente de las instituciones patrias”33. Sin embargo, la paradoja fue que años más tarde, en 1963, el coronel Oswaldo Arellano

para justificar el Golpe de Estado que acaba con el propio Villeda Morales sentencia: “La actividad contra la democracia desarrollada en forma sistemática por medio de

la amplia e incontrolada difusión de propaganda comunista; la permanente amenaza de frustrar los ideales de consolidación de la familia hondureña que siempre han querido convertir en realidad las fuerzas armadas; la existencia de guerrillas rojas

en vastos sectores del territorio, etc., era indicativo que el país se encaminaba hacia una segura agresión de las fuerzas comunistas con el consiguiente peligro para la democracia representativa”34. La modernización en Honduras se acotó dentro de

una sociedad cuyas estructuras de poder están ligadas a una economía de enclave, donde las fuerzas armadas jugaron durante todo el período de guerra fría un papel

protagónico. El limite de las reformas se supeditó al espacio de la lucha anti-comunista en una región donde el triunfo de la revolución sandinista en Nicaragua en 1979, cambio el ritmo de los acontecimientos en la región y en América Latina.

Hasta ese momento la paz intra-oligárquica y de las fuerzas armadas permitían un control férreo de la sociedad hondureña por vía de la militarización de la sociedad.

El Salvador es otra experiencia donde se demuestra el vínculo entre

modernización, seguridad, desarrollo y lucha anticomunista. Tras la caída del

dictador Maximiliano Hernández Martínez en 1944, poco antes del fin de segunda guerra, el proceso de cambios está lleno de golpes de Estado y de crisis política donde los cambios se frenan cuando se cuestionan las estructuras de poder y las

formas de dominación. Al igual que en Honduras, el proceso liderado por Arturo Romero en 1944 es efímero. La pronta reacción de los grandes terratenientes

agrupados en el partido agrario, más tarde partido de conciliación nacional y que gobierna el país desde 1961 hasta 1979 por vía de las fuerzas armadas, imponen al coronel Aguirre Salinas 1948 y al general Salvador Castañeda Castro. Gobierno

derrocado por el coronel Óscar Osorio (1950-1956), cuya política de modernización no cambió sustancialmente el poder político. El coronel José María Lemus (1956-

1960) da continuidad al poder militar que se expresará a través de juntas, en el

32

Véase Salomon, Leticia: Militarismo y reformismo en Honduras. Editorial Guaymuras. Tegucigalpa, 1982. 33

Ibídem, p. 33. 34

Ibídem, p. 43.

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mejor de los casos compartida con el poder civil, asumiendo él mismo tinte anti-comunista como sucede en Honduras y Guatemala.35

El triunfo de la revolución cubana y el temor al cambio social de similares

características consolida el poder de las fuerzas armadas. El anti-comunismo

permaneció resueltamente en el centro de un sistema que sustituyó la estrecha autocracia de Martínez por un estilo más dinámico de dominación basado en la

creencia de que “la única manera verdaderamente eficiente de alcanzar el equilibrio social y económico y evitar los males de doctrinas peligrosas consiste en promover amplias doctrinas transformativas dentro de las estructuras de cooperación entre el

gobierno, los capitalistas y los trabajadores”. Transformismo era una palabra que se usaba mucho en América Central en aquel tiempo, pero aunque la Constitución de 1950 incluía estipulaciones favorables a la reforma agraria y la función social de

toda la propiedad, los oficiales salvadoreños desistieron de llevar aquélla práctica y pusieron ésta en práctica sólo con gran prudencia en las ciudades. El nuevo

régimen solo podía calificarse de antioligárquico en la medida que confirmaba la exclusión de civiles del poder político que decretaba Martínez y ajustaba los términos de dicha exclusión para dar cabida a algunas corrientes estatistas y

desarrollistas. Esto apaciguó plenamente a Washington, al mismo tiempo que la prohibición absoluta de organización popular en el campo y el severo control de los sindicatos urbanos, mediante la cooptación y también la coacción directa,

garantizaban que el sistema fuera sólo marginalmente distinto de sus predecesores para la masa de la ciudadanía36.

La siguiente opción de cambio democrático se presentó con las elecciones de

1972 posterior a la guerra de los cien días con Honduras. La experiencia de la

coalición Unión Nacional Opositora formada por el partido Demócrata Cristiano, el Movimiento Nacional Revolucionario y el Partido Unión Democrática Nacionalista,

cuyo candidato Napoleón Duarte, sólo podrá conocer que gana en las urnas. Otro golpe de Estado da al traste con las expectativas de cambio político. El coronel Arturo Molina con el apoyo del Consejo de Defensa Centroamericano (CONDECA)

asume el mando. La noción de seguridad, desarrollo y modernización anti-comunista se impone en toda América Latina. La guerra fría sitúa los límites de las reformas donde los procesos no suponen una contradicción con los principios de

seguridad hemisférica diseñada por las clases dominantes de América Latina y no entran en contradicción con sus proyectos de dominación política. La revolución

cubana se transforma en una propuesta a combatir. Nicaragua se mantuvo sometida a una dictadura familiar y no varió después

de la segunda guerra mundial, a pesar del ajusticiamiento del primer Somoza en 1956. Su régimen cae dentro de un esquema de control donde el proceso radica en

la intervención de los Estados Unidos en el período del orden oligárquico. La

35

Véase Pérez Brignoli, Héctor: Historia General de Centroamérica. Vol 5. FLACSO, Comunidad Europea. Quinto

Centenario. Madrid, 1993. Gordon, Sara: Crisis Política y Guerra en El Salvador. Editorial Siglo XXI, México, 1989. 36

Dunkerley, James; en Historia de América de Bethell, Leslie. Op. cit, Vol 14, p. 97.

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decisión de constituir una guardia nacional y no unas fuerzas armadas, además de mantener un régimen apoyado en una red de familias terratenientes, empresarios

ganaderos y comerciantes, cafetaleros, azucareros, algodoneros, ademas del poder financiero e industrial, permite la estabilidad política entre el tirano y los grupos de poder que se distribuyen el espacio de control político liberal-conservador. Grupos

ligados a los grupos financieros Banamérica y Banic respectivamente37. En esta lógica no hay grandes divergencias. Con la izquierda reprimida, torturada, en las

cárceles y en el exilio, las reformas quedan incorporadas a los planes del marco institucional del proyecto compartido de una dominación dinástica anti-comunista de seguridad nacional y guerra fría en el marco de control hemisférico y regional.

Empresarios, burguesía y sectores medios integrados al aparto estatal se unen en la dinámica de compartir el proyecto mientras no se rompa el pacto entre dichos sectores.

En 1974 se produce una crisis entre la tiranía y los grupos modernizadores

consecuencia directa de la repartición de beneficios y ayuda internacional del terremoto de 1972. Es la creación de la Unión Democrática de Liberación por Pedro Joaquín Chamorro que acaba con los acuerdos liberales conservadores. Pero el

Frente Sandinista de Liberación Nacional venia recomponiendo sus estructuras y poniendo en cuestión el orden político de la dinastía de los Somoza. Pero no será hasta el 19 de julio de 1979 cuando caiga el orden somocista como consecuencia de

la insurrección popular. Pero eso es materia de otro módulo.

Hubo países donde las dictaduras de los años treinta se mantuvieron como fue el caso de Rafael Leónidas Trujillo hasta su asesinato en 1961. El cambio político fue seguido de un proceso de cambios que van desde el intento de

continuismo con hombre de confianza hasta las elecciones celebradas en 1962 cuyo resultado es el triunfo de Juan Bosch candidato del Partido Revolucionario

Dominicano, fundado en el exilio en 1939, vivido en Cuba. A dos años del triunfo de la revolución cubana, sus reformas y sus proyectos de cambio social fueron vistas como un peligro. “Bosch fue acusado de comunista o procomunista por los grandes

comerciantes e industriales (…) finalmente fue derrocado por una alianza de los militares trujillistas y los antiguos miembros del anterior gobierno de transición, el Consejo de Estado, que representaban los intereses de los grandes comerciantes, los

grandes terratenientes, los profesionales y los grandes industriales. Su gobierno duró apenas siete meses” 38.

Las causas fueron la promulgación de la constitución de 1963 con un régimen democrático de partidos, una reforma agraria, una transformación de la estructura de propiedad de limitación latifundista y prohibición de propiedades de tierras por

37

Véanse: Wheelock, Jaime: Imperialismo y dictadura. Crisis de una formación social. Siglo XXI, México 5ª edición.

1980. Lozano, Lucrecia: De Sandino al triunfo de la revolución, Siglo XXI, México, 1985. López, Núñez, Chamorro,

Serres: La caída del somocismo y la lucha Sandinista en Nicaragua. Editorial EDUCA, San José Costa Rica, 1980.

Roitman, Rosenmann Marcos: Génesis y desarrollo de la revolución sandinista. Editorial Nuevo rumbo, Madrid, 1985. 38

Moya, Frank: “La República Dominicana 1930-1990” en Historia de América Latina de Bethell, Leslie, Op.cit, Vol 13,

p. 246.

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extranjeros. “El artículo 23 condena los latifundios particulares, sea cual fuere la forma en que éstos se originaron, y señala, ademas, que la ley fijaría la extensión

máxima de la tierra que se podría poseer o tener en propiedad; el artículo 25 prohíbe a los extranjeros ser propietarios de tierras en el país. Ambos apuntaban a golpear la oligarquía terrateniente y a los grandes consorcios norteamericanos. Por esta

razón, los intereses de ambos se unirían en los planes golpistas consumados en septiembre de 1963”39. Sustituido por un triunvirato en plena política de la alianza

para el progreso el 25 de septiembre de 1963 ,se recompone el poder trujillista, dos años de luchas sociales culminan con el levantamiento cívico-militar que el 24 de abril de 1965 busca el retorno de la constitución de 1963 y el gobierno de Juan

Bosch. La caída del triunvirato y los enfrentamientos entre militares anti-constitucionales y las fuerzas democráticas y reformistas, dirigidas por el coronel Caamaño, aseguraban el triunfo de éste último y el regreso del presidente Juan

Bosch.

Sin embargo, el 28 de abril el presidente de los Estados Unidos decide el envío de 42.000 marines para evitar otra Cuba, ello cambia el rumbo de los acontecimientos. Así culminaba el proceso de cambios.40 Tras un supuesto acuerdo

entre ambos bandos daría un retorno a la normalidad institucional, sin embargo el resultado fue bien diferente: “Casi ocho años vivió la República Dominicana sometida al régimen de terror impuesto por las fuerzas de choque anticomunista

organizadas por el gobierno de Balaguer en 1966 para liquidar los remanentes de la revuelta constitucionalista. Para hacer menos visible la labor de las fuerzas armadas

regulares en la labor de limpieza anticomunista iniciada en 1966, Balaguer organizó una agrupación paramilitar llamada ‘La Banda’(...) mas de cuatro mil dominicanos perdieron la vida en actos terroristas durante esos años”. Ademas recordemos que

Balaguer se hizo reelegir en 1970 después de otra campaña de terror. República Dominicana es otro ejemplo de los límites de las políticas reformistas y de las

alianzas entre oligarquía y burguesías desarrollistas de corte anti-democrático y anti-comunistas.

En Uruguay y México las alianzas políticas en tiempos de guerra fría presuponen una dinámica donde los golpes de estado están excluidos, pero ello crea una falsa apariencia. La guerra sucia y los mecanismos sobre los cuales se articula

el proceso de cambio social mantienen lógicas donde los cambios políticos se incorporan a las políticas de Estado. La institucionalización del orden no impide la

represión sobre la clase obrera o el movimiento obrero. Sin embargo, la dinámica de participación en el proceso de toma de decisiones con un Estado abierto a la negociación y el reconocimiento de actores políticos y sindicales acaba por legitimar

un orden social donde las relaciones sociales han facilitado la integración hasta límites no excluyentes de los sectores populares. La ciudadanía inclusiva facilita la

39

Mariñez, Pablo: Resistencia Campesina. Imperialismo y Reforma agraria en República Dominicana (1899-1979).

Ediciones Cepae. República Dominicana, 1984, p. 113. 40

Véase: Cuello, José; Cassá, Roberto y Silié, Rubén: “50 años de historia dominicana”; en González Casanova, Pablo.

América Latina Historia de Medio Siglo. Op.cit- Vol 2. P. 467 y ss.

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legitimidad de un orden con espacios de compatibilidad funcional. En los módulos de la historia social, política y económica veremos como esto cambia y se articula de

manera contradictoria. Por el momento sirva de contrapunto para lo señalado. En Uruguay cuando la alianza blanco-colorado se ve afectada por la

incorporación de nuevos actores políticos (el Frente Amplio), será el propio presidente Bordaberry quien llame a los militares en 1973. En Chile el 11 de

septiembre de 1973, las fuerzas armadas en complicidad con la burguesía deciden romper la legalidad al no controlar el proceso político de cambios impulsados por la Unidad Popular y el gobierno de Salvador Allende. La guerra fría está en pleno auge.

Los cambios en la estructura social y de poder requieren ser analizados bajo los procesos de la revolución cubana. Ello lo haremos en la última parte del presente curso. A continuación, para quienes estén interesados en profunidzar en los temas

esbozados hasta aquí, ponemos a vuestra disposición referencias de los textos más importantes para comprender los períodos analizados.

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BIBLIOGRAFIA COMENTADA LECCIÓN SEGUNDA

ROMERO, José Luis: Latinoamérica. Las ciudades y las Ideas. siglo XXI, México, 5ª Edición, 2001.

Texto único en su temática, construye un relato donde se junta la evolución de las ideas políticas y sociales con la constitución de las clases sociales y la formación de

las ciudades. ¿Cuales es el papel de las ciudades en el proceso histórico latinoamericano?. Desarrollado magistralmente. El autor recorre el problema desde la expansión europea, el ciclo de las fundaciones, las ciudades hidalgas indias, las

ciudades criollas, patricias, burguesas y las ciudades masificadas.

COMBLIM, Joseph: El poder Militar en América Latina. Ediciones Sígueme, Salamanca. 1978.

Constituye el esfuerzo más completo de síntesis teórica que puso en orden los

aspectos teórico políticos de la doctrina de la seguridad nacional de los regímenes militares emergentes en los años sesenta y setenta en América Latina. Desde una perspectiva geopolítica se exponen los conceptos básicos y los objetivos estratégicos

de seguridad y desarrollo en Estados Unidos y América Latina. Se analizan y reinterpretan a la luz de la doctrina los casos de Brasil, Perú, Chile, Argentina, Uruguay, Ecuador y Bolivia, con especial referencia.

SOLER, Ricaurte: Idea y Cuestión Nacional latinoamericanas. De la independencia a la emergencia del imperialismo. Siglo XXI, México, 1980.

Estudio que presenta las luchas por construir la nación y los enfrentamientos entre las oligarquías emergentes liberales y conservadoras, las potencias extranjeras y el

pensamiento antiimperialista del siglo XIX, cuya dimensión se proyecta en el siglo XX, a través del nacionalismo latinoamericano, anti-oligárquico. La unión entre proyecto nacional, democracia radical y anti-imperialismo subyace como propuesta

de síntesis del autor en la lucha liberadora de nuestra América.

PIERRE-CHARLES, Gérard: El Caribe Contemporáneo. Siglo XXI, México, 1981.

Escrito en los años 80, sigue siendo la obra magna que reconstruye las tres formas de colonización y desarrollo histórico de los tres caribes: español, anglófono y

francófono. Además del enclave holandés, sin dejar de lado Puerto Rico. Todo ello tomando como eje central la Segunda Guerra mundial. Tiene especial interés el capítulo dedicado a Cuba y el protagonismo de los Estados Unidos en la región.

Insuperable por su claridad expositiva, documentación y rigor histórico, es de obligada lectura en la historiografía latinoamericana.

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ZAVALETA MERCADO, René: El poder dual en AméricaLlatina. Siglo XXI, México,

Colección Mínima, 1978. Trabajo escrito a la luz de las experiencias de la Revolución Boliviana de 1952 y el

triunfo electoral de la Unidad Popular de Chile de 1970. Supone un estudio profundo de las características que asumen dos proyectos políticos diferentes: el

MNR en 1952 y el de la Unidad popular en Chile en 1970, una vez enfrentados a la necesidad de transformar el Estado desde dentro. Trabajo destacable por ser los primeros estudios comparados de procesos revolucionaros.

CAVALLA ROJAS, Antonio (Comp): Geopolítica y seguridad Nacional en América. Ediciones Lecturas Universitarias, UNAM, México Nº 1, 31. Constituye la antología más completa para quienes deseen estudiar de primera

mano documentos, autores y doctrinas concernientes a geopolítica, sistema interamericano de defensa y doctrina de la seguridad nacional. En esta compilación

se encuentra el TIAR, textos de Augusto Pinochet, el catálogo de la escuela de las Américas, el reporte contingente del cuartel general de Fuerte Gulick de los estudiantes entre 1970 y 1975 y la orientación de la seguridad nacional de la

academia de guerra de Brasil. Ademas de artículos de destacados científico-sociales. Imprescindible para estudiosos de las fuerzas armadas y poder militar.

BENÍTEZ ZENTENO, Raúl (Coords) : Las clases sociales en América Latina. Siglo XXI, México, 1973, y Clases sociales y crisis política en América Latina, Siglo XXI,

México, 1977. Correspondiente al seminario realizado en Oaxaca fue editado en dos volúmenes.

Recoge por primera vez un debate sobre las clases sociales en América Latina con la participación de académicos de la región y europeos. Los problemas tratados van desde un acercamiento teórico al análisis del carácter local o nacional de las clases

sociales en América latina y la especificidad de la lucha de clases. La relevancia y calidad de sus ponentes, Florestán Fernandes, Aníbal Quijano, Octavio Ianni, Enzo

Faletto, Sergio Bagú, Agustín Cueva, Fernando Enrique Cardoso, Orlando Fals Borda, Francois Bourricaud, Edelberto Torres Rivas, Francisco Weffort, Raúl Benítez Zenteno, Alain Touraine, Rodolfo Stavenhagen y Jorge Graciarena, entre otros, le

otorgan una calidad única al texto y las discusiones.

JOHNSON, John: La transformación política de América Latina. Surgimiento de los sectores medios. Librería Hachete, Buenos Aires, 1961.

Autor estadounidense que formuló a fines de los años cincuenta la primera gran

teoría sobre los sectores medios y su papel integrador en América Latina. Precedido

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de un prólogo de Sergio Bagú, los argumentos de Johnson otorgan un mayor peso a dichos sectores a la hora de modernizar la estructura social de las sociedades

latinoamericanas. La Urbanización, la educación, la industrialización, el nacionalismo, el intervencionismo estatal y su participación en los partidos políticos son los rasgos de estos nuevos actores. El estudio de los casos de Uruguay, Chile,

Argentina, México y Brasil completan la obra. Es ya un clásico sobre los sectores medios.

LAMBERT, Jacques: América Latina. Estructuras sociales e instituciones políticas. Ediciones Ariel, Madrid, 1978.

La inclusión de esta obra del académico francés está justificada por su propuesta de

clasificación de ser sociedades duales. Categoría que en los años sesenta logró un sitio preferente en los estudios de la estructura social y de poder en América Latina. Escrita en 1964 y actualizada en 1978 supone la presentación acaba de sus tesis

dualistas. América Latina se divide en sociedades arcaicas y modernas que impiden el desarrollo, fomentan el caudillismo, las ideologías atrasadas, las formas políticas oligárquicas y caciquiles, con instituciones corruptas. De lectura obligada para

entender las visiones eurocentricas de América Latina.

MEDINA ECHAVARRÍA, José: Consideraciones sociológicas sobre el desarrollo económico en América Latina. Editorial EDUCA, San José, Costa Rica 20ª edición, 1980.

Libro escrito en 1963, durante su etapa como director del Instituto Latinoamericano de Planeación Económica y Social (ILPES). Constituye un esfuerzo de síntesis donde

se exponen los problemas básicos de una propuesta de desarrollo donde se pasa revista a la responsabilidad de construir una sociedad donde la racionalidad

política, como proceso de cambio social, sea una decisión fundada en la libertad y la democracia, capaz de generar una nueva estructura de poder que supere la desigualdad y las formas de dominación oligárquicas. Complemento a las

propuestas de industrialización y modernización de CEPAL.

O’DONNELL, Guillermo: Modernización y Autoritarismo. Editorial Paidos, Buenos Aires, 1972.

Punto de partida que reinterpreta los procesos de modernización en Sudamérica bajo la hipótesis de ser el autoritarismo político, y no la democracia, el concomitante

más probable de los niveles más altos de modernización en el contexto Sudamericano de los años setenta. Dicho proceso se daría bajo la creación de regímenes burocrático-autoritarios, categoría que enmarca su propuesta de análisis,

desde la cual estudia los casos de Argentina y Brasil. De importancia capital en el análisis de las formas del estado en América Latina.

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GONZÁLEZ CASANOVA, Pablo: Imperialismo y liberación. Introducción a la historia contemporánea de América Latina. Siglo XXI, México, 8ª Edición, 1979.

Presenta un relato donde se combinan la dominación imperialista y las luchas de liberación que han transformado y configurado las experiencias democráticas de América Latina. Presentado en etapas que van desde 1880 a 1905; 1905 a 1920;

1920 a 1935; 1935 a 1959 y de 1959 hasta nuestros días, muestra los puntos de inflexión que dan como resultado el ejemplo y legado de los pueblos latinoamericanos en su construcción del socialismo. Una historia contemporánea de

América Latina que cruza los dos procesos más destacados la resistencia y la dominación imperialista.

STAVENHAGEN, Rodolfo: Las clases sociales en las sociedades agrarias. Siglo XXI,

México, 3ª edición, 1971.

Trabajo escrito en 1969 que abrió una perspectiva sociológica para comprender la estructura social que se configura al interior de los países agrarios y, especialmente, donde subsisten relaciones interétnicas y de clases mediatizadas por las formas de

tenencia de la tierra y las relaciones de producción latifundistas. Son los primeros estudios de la categoría de colonialismo interno. Texto básico para comprender las

sociedades campesinas en Mesoamérica. BAMBIRRA, Vania: El capitalismo dependiente latinoamericano. Siglo XXI, México,

12ª Edición.

Estudio tardío, integrado en la teoría de la dependencia desde una perspectiva tipológica-histórica donde se explican las diferencias entre una industrialización apoyada en el sector primario exportador o bien como resultado de la integración

monopólica. Bajo la denominación de países tipo A y B, desarrolla una síntesis de las contradicciones del capitalismo dependiente. Texto obligado en los anales del pensamiento social latinoamericano.

ZEA, Leopoldo: Dialéctica de la conciencia americana. Alianza Editorial Mexicana, 1976.

Es la construcción desde el ser latinoamericano en su pugna dialéctica amo-esclavo, la dialéctica de la dominación. Y al mismo tiempo de la construcción de la

conciencia de la liberación que en América Latina supone la lucha anti-imperialista que se desarrolla históricamente en Cuba en 1898, continua en México en 1910, sigue en el nacionalismo y el anti-imperialismo, la revolución guatemalteca, cubana

o chilena. Respuesta, dirá Zea, de lo que Martí llamo ‘Nuestra América’. Texto imprescindible para comprender el devenir de la filosofía latinoamericana..

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VILAS, Carlos: Perfiles de la Revolución Sandinista. Ediciones Casa de las Américas,

La Habana, Cuba, 1884. Estudio completo sobre la revolución sandinista. Por la manera de abordar la

historia de la revolución, un ensayo de método difícil de superar. Desde la caracterización del proceso hasta las formas de lucha y los objetivos y actores.

Dividido en siete capítulos va desgranando los aspectos de revolución social y liberación nacional, del tipo de capitalismo, del carácter de la vanguardia y la insurrección, de la unidad nacional y la economía mixta, de la clase obrera en la

revolución popular, de la democracia popular y la lucha ideológica y la sociedad en revolución. Premio casa de las américas en 1984.

RIBEIRO, Darcy: Las Américas y la civilización. Editorial Ayacucho, Caracas, 1992.

Obra clásica que presenta una reinterpretación de la colonización de quien fuese

uno de los antropólogos brasileños más importantes de América Latina. Bajo una crítica a la idea de progreso y de cuestionar la civilización occidental en sus ciclos históricos, propone una tipología de comprensión histórica de asentamiento de los

pueblos latinoamericanos. Su clasificación de pueblos testimonio, pueblos nuevos y pueblos trasplantados supuso un original punto de partida para el estudio de las estructuras sociales y de poder en América Latina. Su obra termina con una

reflexión crítica sobre civilización y desarrollo. Un clásico de la cultura latinoamericana.

GONZÁLEZ CASANOVA, Pablo (Comps): América Latina, Historia de Medio Siglo.

Siglo XXI, México, 1980.

Obra dividida en dos volúmenes. El primero se centra en los países de América del Sur incorporando Venezuela y Colombia. El período que cubre es de 1930 hasta 1975 aproximadamente en la mayoría de los países. Los ensayos han sido realizados

por destacados especialistas. Rene Zavaleta Mercado, Marcos Kaplan, Vania Bambirra y Theotonio Do Santos, Antonio García, Agustín Cueva, Julio Cotler,

Maza Zavala, Omar Díaz de Arce, por citar algunos. El segundo volumen está dedicado a México, Centroamérica y el Caribe. Los autores responden asímismo a los mismos criterios de rigor académico. Julio le Riverend, Mario Salazar Valiente,

Edelberto Torres Rivas, Gérard Pierre Charles, Guillermo Molina Chocano, Ricardo Pozas Horcasitas y Julio Labastida, Ricaurte Soler, Manuel Maldonado-Denis o Roberto Cassá, entre otros. Obra de obliga referencia en la historia contemporánea

de América Latina.

TORRES RIVAS, Edelberto: Interpretación del desarrollo social centroamericano. Editorial EDUCA, San José Costa Rica, 7ª Edición, 1981.

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Obra escrita en 1969 significó el primer esfuerzo de integración conceptual para explicar el desarrollo histórico de Centroamérica. Desde una visión global que se

inicia en el período de la anarquía va desgranando las diferentes etapas constitutivas del proceso de configuración del capitalismo centroamericano y de las formaciones sociales que culminan en las sociedades de postguerra hasta el

proyecto de integración del mercado común centroamericano de los años sesenta. Estudio definitivo sobre el desarrollo y formación del Estado y la sociedad

centroamericana hasta los años sesenta, pudiéndose por el método de análisis incorporarse como un clásico de la teoría de la dependencia para Centroamérica.

HALPERIN DONGHI, Tulio: Historia contemporánea de América latina. Alianza Editorial, Madrid, 13ª Edición, 2001.

Constituye el primer gran esfuerzo de conjunto por presentar una historia desde el orden colonial hasta nuestros días. Dividida en tres grandes apartados del orden

colonial al neocolonial donde se estudia el período correspondiente a la colonia y se pasa al estudio de la madurez de dicho orden que constituye la segunda parte y que ocupa hasta la década de los años treinta del siglo XX. La tercera parte y última

que el autor denomina el agotamiento del orden neocolonial es una síntesis que mantiene la estructura original hasta los años sesenta, incorporando un capítulo

general hasta fines del siglo XX. Una obra de consulta necesaria. CARDOSO, Fernando Henrique: Ideologías de la burguesía industrial en sociedades dependientes (Argentina y Brasil), Siglo XXI, México 5ª, 1976.

Estudio de las formas de poder y comportamiento político de las burguesías en función de las situaciones históricas de dependencia. Un enfoque que permite establecer con claridad los aspectos sobre el cual se construyen las relaciones de

clase y se orientan los procesos de toma de decisiones en sociedades dependientes con control nacional de la producción. Un estudio concreto donde se desarrolla el

concepto de dependencia como situación expresado en su obra con Enzo Faletto: Dependencia y desarrollo en América Latina.

GONZÁLEZ CASANOVA, Pablo (Coord): El Estado en América latina. Teoría y práctica. Siglo XXI, México, 1990. Obra colectiva donde se expone la relación entre Estado y la sociedad y se privilegian los aspectos que han dado lugar a la configuración de las principales

articulaciones políticas. Los regímenes y las formas de dominación emergentes durante los últimos cincuenta años del siglo XX. Se analiza desde el estado de

seguridad nacional, el carácter de los regímenes políticos, el estado periférico capitalista, la crisis de la deuda y el proyecto democrático, el estado y la cuestión nacional, además de los diferentes casos nacionales. Una obra de consulta obligada.