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Seguir a Jesús - Lectura Orante del NT 2Confederación Latinoamericana de Religiosos - CLAR

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Presidencia CLAR:Ignacio Antonio Madera, SDS

María de los Dolores Palencia, HSJLÁngel Medina, FMSMaris Bolzan, SDS

Pío González, MSCMaría del Socorro Henao, CTSJ

Dirección:Lucía Weiler, IDP

Colaboradores:Carlos Mesters, OCJosé Mizzotti, SMM

Francisco OrofinoVanildo Zugno, OFM, cap.

José María Arnaiz, SMVera Ivanise Bombonatto, FSP

María del Carmen Bracamontes, OSBMargot Bremer, RSCJ

Jean-Hérick Jasmin, OMIVíctor M. Martínez, SJ

Roberto Tomichá, OFMconv

Lectura Orantedel Nuevo Testamento 2

Nihil Obstat e Imprimatur+Pedro Card. Rubiano Sáenz,

Arzobispo de Bogotá y Primado de ColombiaBogotá, D.C., 15 de enero de 2009

© 2009Confederación Latinoamericana de Religiosos

CLAR

Revisión:Bernardo Montes, FSC

María del Socorro Henao V., CTSJ

Traducción del Portugués: José Mizzoti, SMM

Edición: Oscar Elizalde, FSC

Diseño y Diagramación:Martha Viviana Torres

Departamento de Publicaciones CLAR

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ContenidoPRESENTACIÓN POR EL PRESIDENTE DE LA CLAR

INTRODUCCIÓN

ESQUEMA DE LOS OCHO ENCUENTROS

ENCUENTRO 1: NUEVOS TIEMPOS

ENCUENTRO 2: NUEVA ENSEÑANZA

ENCUENTRO 3: NUEVAS RELACIONES

ENCUENTRO 4: NUEVA LEY

ENCUENTRO 5: NUEVO CULTO

ENCUENTRO 6: NUEVA MISIÓN - NUEVA PROFECÍA

ENCUENTRO 7: NUEVA LECTURA DE LAS ESCRITURAS

ENCUENTRO 8: NUEVO DISCIPULADO

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PadreIgnacio Madera Vargas, SDSPresidente de la CLAR

Renovar la Vida Religiosa es un proceso de “novedad”. Ello conlleva decidirnos a realizar acciones, en todas las dimen-siones de nuestras vidas, que no hemos hecho todavía o no hemos implementado con su-ficiente claridad y entusiasmo evangélicos. Decir que nos estamos “renovando” que nos estamos “revitalizando” es conversar acerca de una aven-tura novedosa. Por ello, es su-gestivo que nuestra Lectura Orante del Nuevo Testamento, en su segunda etapa, esté centrada en la novedad, lo inédito, lo que nos va llenando de dinamismos dis-tintos que van iluminando el presente y proyectando un futuro promisorio, más allá de las dudas e incerti-dumbres que nos provocan tantos asuntos de hoy.

La primera etapa de la Lectura Orante ha sido una llamada a establecer una práctica entusiasta de re-cuperación de uno de los componentes más genui-nos de la tradición de la Vida Religiosa en la Santa Iglesia: la lectio divina. La Palabra orada, va trans-

Presentación

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formando el corazón y llenando la vida de sentidos mayores. El Evangelio, como la regla de vida funda-mental de todo religioso o religiosa, irá generando en cada uno y cada una la capacidad de creatividad que nos lleve a vivir cada día de la existencia, en profundidad y fortaleza.

Somos actores y actrices de un tiempo nuevo, mar-cado por señales inequívocas que nos invitan a ser portadores y portadoras de esperanza; a realizar en la vida cotidiana el sentido mayor de la fe en el porve-nir, a la que nos invita el Papa Benedicto XVI en Spes Salvi. La Vida Religiosa latinoamericana y caribeña, puede construirse cada día como lugar de realización de la presencia anticipada del Reino predicado por Jesús, el Señor.

Nos urge escudriñar lo que Él nos está diciendo a tra-vés de las nuevas tecnologías, de las nuevas formas de comunicación social, del desarrollo de las ciencias biológicas y fisico-químicas, de las propuestas eco-lógicas y de todo lo que construye y preserva la vida humana. Místicos y místicas, profetas y profetisas al servicio de la vida, desde nuestra opción preferencial por los pobres.

Leer el Nuevo Testamento en perspectiva orante para aprender a vivir una nueva relación de autoridad y una experiencia de comunión a imagen de la Trini-

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dad Santísima, para celebrar la vida en la realización cotidiana de ser discípulos y discípulas, misioneros y misioneras de Jesucristo, vida del Padre, que por el Espíritu, sigue conduciendo y señalando caminos de esperanza a nuestros pueblos latinoamericanos y ca-ribeños. Ese es el desafío sugestivo de esta hora para nosotros y nosotras.

Leer el Nuevo Testamento en perspectiva orante, para revitalizar nuestro testimonio de hombres y mujeres de Dios, en un tiempo que reta al testimonio de vidas, que no sólo hablan del amor, sino que lo convierten en la ley fundamental que supera todas las leyes porque realiza la novedad de la acción de Dios en la historia humana. Aparecida ha sido un acontecimiento que ha renovado la esperanza en una reafirmación de lo más genuino de las intuiciones latinoamericanas con re-lación a la acción discipular y misionera. Y la Vida Religiosa, fiel a su tradición de testimonio, aún hasta el martirio, sigue siendo llamada a mantenerse dispo-nible y dispuesta a ser místicamente profética.

Este proceso de Lectura Orante, en sintonía con las llamadas del Sínodo de los Obispos sobre la Palabra de Dios, quiere inspirar y animar la renovada ilusión de estar profundizando cada vez más en la vivencia de la Palabra que da la vida. Así, renovados y renovadas, experimentamos la vitalidad que nos viene del Espíritu del Señor, señalando caminos de liberación y de gra-cia, para nosotros y nosotras y para nuestros pueblos.

Presentación

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IntroducciónLa encarnación de la Palabra de Dios en Jesús comenzó con el sí de María y terminó con el “todo está cumpli-do” de Jesús en la hora de su muerte en la Cruz. Fue un largo proceso. Dice el evangelio de Lucas que Je-sús crecía “en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres” (Lc 2, 52). Sabiduría: crecer en sabiduría implica asimilar los conocimientos, la ex-periencia humana acumulada a lo largo de siglos. Esto se aprende conviviendo con el pueblo en la comunidad natural del barrio, del poblado, de la ciudad. Estatura: crecer en estatura significa nacer pequeño, crecer y lle-gar a ser adulto. Es el proceso de todo ser humano, con sus tristezas y alegrías, descubrimientos y decepciones, amores y frustraciones. Esto se aprende conviviendo en familia con el papá y la mamá, los abuelos y las abue-las, los hermanos y las hermanas, los tíos y las tías, los sobrinos y las sobrinas. Gracia: crecer en gracia es descubrir la presencia de Dios en la vida, su acción en todo lo que acontece, la vocación, su llamado. La Carta a los Hebreos dice que Jesús “aun siendo Hijo, tuvo que aprender a ser obediente a través de sus sufrimientos” (Hb 5, 8).

Jesús fue discípulo y misionero del Padre. Fue obedien-te al Padre en todo, hasta el punto de poder decir: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Jn 14, 9). La

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encarnación de la Palabra de Dios en Jesús de Nazaret inauguró un tiempo nuevo, una nueva era. Su vida y su misión, su pasión, muerte y Resurrección son la Buena Nueva de Dios para nosotros. Lo que él vivió, lo irra-dió llamando y formando a discípulos y discípulas, para que, creciendo con él en humanidad, fueran revelación viva de Dios como Padre y Madre de todos nosotros.

A través de los 8 encuentros de esta segunda etapa, en-focaremos algunos aspectos de esta actividad formado-ra de Jesús, nuestro maestro y hermano. Veremos cómo él fue discípulo del Padre y del pueblo, cómo dejó que Dios se adueñara de su vida y cómo llegó a ser Revela-ción de la Buena Noticia del amor de Dios hacia todos. Como discípulas y discípulos queremos aprender de Je-sús cómo asumir e irradiar la novedad del Reino de Dios que ya comenzó, aquí y ahora, entre nosotros.

Estos son los temas de los encuentros:

1. Nuevos Tiempos: saber leer los signos de los tiempos2. Nueva Enseñanza: hablar con autoridad3. Nuevas Relaciones: vivir en comunidad4. Nueva Ley: practicar la ley más grande: el amor5. Nuevo Culto: celebrar la vida6. Nueva Misión – Nueva Profecía: ser discípulas/os y

misioneras/os de Jesús7. Nueva Lectura de las Escrituras: leer la Palabra de

Dios en el Espíritu8. Nuevo Discipulado: formar para el testimonio

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La Vida Religiosa es un camino de “seguimiento de Cris-to, para dedicarse a Él con un corazón indiviso, y po-nerse, como Él, al servicio de Dios y de la humanidad, asumiendo la forma de vida que Cristo escogió para ve-nir a este mundo: una vida virginal, pobre y obediente” (DA 216).

En el aniversario de los 50 años de la CLAR, recorda-mos a tantas religiosas y religiosos que, en estos más de quinientos años de presencia cristiana en el Conti-nente, han dado testimonio de la presencia del Dios de Jesucristo y de su Reino no sólo con palabras, sino con su propia vida hecha donación. Antonio de Montesinos, Bartolomé de Las Casas, Rosa de Lima, Martín de Po-rres, Adelaida Molinari, Oscar Romero, Dorothy Stang... ¡Tantos y tantas! Siguiendo sus ejemplos, queremos mi-rar a la persona de Jesús y con él aprender la fidelidad profética al Padre y a su Reino: “Queremos recordar el testimonio valiente de nuestros santos y santas, y de quienes, aun sin haber sido canonizados, han vivido con radicalidad el evangelio y han ofrecido su vida por Cris-to, por la Iglesia y por su pueblo” (DA 98).

“En la actualidad de América Latina y El Caribe, la Vida Consagrada está llamada a ser una vida discipular, apa-sionada por Jesús-camino al Padre misericordioso, por lo mismo, de carácter profundamente místico y comunita-rio. Está llamada a ser una vida misionera, apasionada por el anuncio de Jesús-verdad del Padre, por lo mismo, radicalmente profética, capaz de mostrar a la luz de

Introducción

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Cristo las sombras del mundo actual y los senderos de vida nueva, para lo que se requiere un profetismo que aspire hasta la entrega de la vida, en continuidad con la tradición de santidad y martirio de tantas y tantos consagrados a lo largo de la historia del Continente. Y al servicio del mundo, apasionada por Jesús-vida del Padre, que se hace presente en los más pequeños y en los últimos a quienes sirve desde el propio carisma y espiritualidad” (DA 220).

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ESQUEMA DE LOS OCHO ENCUENTROS

ENCUENTRO 1NUEVOS TIEMPOS

Saber leer los signos de los tiempos

Lectura: Marcos 1, 14-20Subsidio: Jesús captaba los signos de los tiempos y daba su respuesta.

ENCUENTRO 2NUEVA ENSEÑANZA

Hablar con autoridad

Lectura: Marcos 1, 21-28Subsidio: La nueva enseñanza, la nueva autoridad.

ENCUENTRO 3NUEVAS RELACIONES

Vivir en comunidad

Lectura: Juan 15, 1-17Subsidio: La comunidad que Jesús desea.

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ENCUENTRO 4NUEVA LEY

Practicar la ley más grande: el amor

Lectura: Marcos 12, 28-34Subsidio: Dos modelos de relación con Dios, de vivencia de la fe, de moral y de orientación de la vida.

ENCUENTRO 5NUEVO CULTO

Celebrar la vida

Lectura: Juan 4, 1-42Subsidio: La re-ligión y el culto a Dios.

ENCUENTRO 6NUEVA MISIÓN - NUEVA

PROFECÍA

Ser discípulas/os y misioneras/os de Jesús

Lectura: Lucas 4, 1-30Subsidio: La nueva profecía: la misión utópica de Jesús - Uto-pía en Lc 3,21 – 4,30.

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ENCUENTRO 7NUEVA LECTURA DE LAS

ESCRITURAS

Leer la Palabra de Dios en el Espíritu

Lectura: Lucas 24, 13-35Subsidio: Nueva lectura de las Escrituras, nueva hermenéutica.

ENCUENTRO 8NUEVO DISCIPULADO

Formar para el testimonio

Lectura: Marcos 14, 3-9Subsidio: Nuevas relaciones de género y de poder.

LOS OCHO ENCUENTROS TENDRÁN UN ESQUEMA COMÚN:

Acogida e invocación al Espíritu Santo. Preparación del ambiente con algunos símbolos

apropiados.

Un clamor de hoy que re-clama una presencia profética

Breve descripción del clamor.1. Comentar: ¿cómo se manifi esta este clamor en medio del pueblo en el lugar donde vivimos?

Esquema de los ocho encuentros

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2. Compartir: ¿cómo los religiosos y las religiosas nos situa-mos frente a este clamor?3. Recordar: ¿conoce alguna religiosa, religioso o comunidad religiosa involucrada con esta causa? Cuente.

Un texto para iluminar, meditar y rezar

Escuchar un texto del Nuevo Testamento que nos ayude a comprender a Jesús como Formador de discípulas y discípu-los. Después de la lectura, un momento de silencio.1. Lo que el texto dice en sí: ¿cómo el texto revela el rostro de Dios?2. Lo que el texto dice para nosotros y nosotras: ¿cómo este texto puede ayudar a la Vida Religiosa en América Latina y el Caribe a vivir y revelar el misterio de Dios?3. Cómo seguir a Jesús: ¿cómo el texto nos ayuda a imitar a Jesús en su experiencia de Dios?

Asumir y celebrar un compromiso delante de Dios

1. Formular un compromiso que profundice nuestro segui-miento de Jesús.2. Hacer peticiones comunitarias.

3. Orar un Salmo.

SUBSIDIO

Informaciones de cómo Jesús vivió su misión, llamó, formó y envió a los/as discípulos/as, misioneros/as.

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Acogida e invocación al Espíritu Santo. Preparación del ambiente con algunos símbolos

apropiados.

LECTURA ORANTE DEL NT 2 - ENCUENTRO 1

Nuevos Tiempos

Saber leer los signos de los tiempos

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Un clamor de hoy que re-clama una presencia profética

En la segunda mitad del siglo XX, después de dos gue-rras mundiales, muchas cosas han cambiado en el mun-do. Hubo un gran renacimiento de la vida en la Iglesia que resultó en el Concilio Vaticano II. La repercusión de esta renovación en la Vida Religiosa fue enorme. Mu-chas vocaciones, muchas misioneras y misioneros. Des-de España, Francia, Italia, Holanda, Alemania, Irlanda, y desde casi todos los países de Europa salieron religio-sas y religiosos para América Latina. Los noviciados se multiplicaban, a veces con decenas de novicios y novi-cias. Escuelas, comunidades, obras de asistencia a los pobres en todo rincón, hospitales, colegios, etc. Esto fue hace más de 40 años.

Hoy estamos en el comienzo del nuevo milenio. Nueva-mente, muchas cosas cambiaron en el mundo y toda-vía están cambiando. Las dictaduras militares, el em-pobrecimiento aterrador del Continente, las crisis del sistema socialista, los increíbles descubrimientos de las ciencias, la así llamada post-modernidad, el fenómeno de la secularización, las varias ONG en todos los sec-tores y niveles de la sociedad civil, el crecimiento de las religiones en todas partes, el fortalecimiento del sistema neoliberal que privilegia el individualismo y el consumo, todo esto está provocando cambios en todos los niveles. ¡También en la Vida Religiosa!

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Las vocaciones están disminuyendo. El Poder Público y las Organizaciones de la sociedad civil están asumien-do gran parte de la asistencia social que antes estaba en mano de religiosos y religiosas. Los misioneros y las misioneras que vinieron de Europa ya murieron o están muy avanzados en edad. Ya no tenemos grandes novi-ciados. Algunos se agarran a las formas antiguas… Otros buscan nuevas formas. ¡Son los Nuevos Tiempos!

El documento de Aparecida (n. 33) nos invita a leer los signos de los tiempos: “Los pueblos de América Lati-na y de El Caribe viven hoy una realidad marcada por grandes cambios que afectan profundamente sus vidas. Como discípulos/as de Jesucristo nos sentimos interpe-lados a discernir los ‘signos de los tiempos’, a la luz del Espíritu Santo, para ponernos al servicio del Reino, anunciado por Jesús, que vino para que todos tengan vida y ‘para que la tengan en plenitud’ (Jn 10, 10)”.

1. Comentar: ¿cómo se manifiesta esta situación en medio del pueblo, en el lugar donde vivimos?

2. Compartir: ¿cómo nos situamos los/as religiosos/as dentro de esta situación?

3. Recordar: ¿conoce alguna religiosa, religioso o comuni-dad religiosa capaces de discernir los signos de los tiempos de hoy? Cuente.

Encuentro 1

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Un texto para iluminar, meditar y rezar

Lectura: Marcos 1, 14-20

Momento de silencio.

1. Lo que el texto dice en sí: ¿qué revela el texto sobre el modo como Jesús lee los signos de su tiempo?

2. Lo que el texto dice para nosotros y nosotras: ¿de qué ma-nera este texto nos ayuda a leer los signos de nuestro tiempo?

3. Cómo seguir a Jesús: ¿cómo esta Palabra nos ayuda a seguir a Jesús en el discipulado misionero?

Asumir y celebrar un compromiso delante de Dios

1. Formular un compromiso que profundice nuestro segui-miento de Jesús.

2. Presentar peticiones comunitarias.3. Orar el Salmo 146 (145) u otro apropiado.

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SUBSIDIO

Jesús captaba los signos de los tiempos y daba su respuesta

Jesús nace en un tiempo de cambios. Poco más de 50 años antes del nacimiento de Jesús, en el 64 a.C.,

Palestina había sido invadida por el Imperio Romano que impuso al pueblo un tributo pesado. Además, la política territorial de los romanos provocó el regreso de muchos judíos, que estaban esparcidos por el Oriente Medio, hacia las tierras de Galilea y de Judá. Todas estas me-didas hicieron disminuir a la mitad la renta familiar y redoblaron la población de Galilea y de Judá. Resulta-do: desempleo y empobrecimiento generalizado. Esto explica por qué, más o menos diez años después de la invasión romana, comenzaron los levantamientos po-pulares, sobretodo en Galilea. La represión no se hizo esperar y fue muy violenta, tanto por parte de los ro-manos como de la familia de Herodes. Para mucha gen-te todos estos acontecimientos eran una señal de que estaba cercana la llegada de los tiempos mesiánicos. Aparecieron profetas y profetisas populares. Gamaliel enumera alguno de ellos (cfr. Hch 5, 36-37). Juan Bau-tista apareció anunciando la llegada del Reino. Jesús fue uno de los muchos que entraron en el movimiento suscitado por Juan. En seguida, él mismo aparece anun-ciando, como Juan, la llegada del Reino de Dios.

Encuentro 1

Jesús captaba los signos de los tiempos

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1. “Después de que arrestaron a Juan, Jesús volvió a Galilea”

Jesús sabía leer los signos de los tiempos y de ellos sa-caba las conclusiones para su acción evangelizadora. Juan Bautista había sido arrestado por el rey Herodes, sin embargo ¡Jesús no se dejó asustar por su prisión! ¡Al contrario! Vio en ella un llamado de Dios. Dice la Biblia: “Después de que arrestaron a Juan, Jesús volvió a Gali-lea” y comenzó la proclamación de la llegada del Reino. El anuncio de la Buena Nueva de Dios que Jesús hacía al pueblo tenía cuatro puntos fundamentales: (1) El tiem-po se ha cumplido, (2) el Reino de Dios está cerca, (3) cambien de vida, (4) ¡crean en esta Buena Noticia! (cfr. Mc 1, 14-15). Estos cuatro puntos son un resumen de toda la predicación de Jesús. Cada uno de ellos tiene un significado importante y revela cómo captaba Jesús los signos de los tiempos.

2. El tiempo se ha cumplido

Para la mayoría de los judíos el plazo todavía no se ha-bía agotado. Faltaba mucho para la llegada del Reino. Para los fariseos, por ejemplo, el Reino llegaría sólo cuando la observancia de la Ley fuera perfecta. Para los esenios, cuando el país fuera purificado o cuando ellos tuvieran el dominio sobre el país. Jesús piensa de ma-nera diferente. Él tiene otra manera de leer los signos. La prisión de Juan Bautista era para él una señal de que el tiempo ya se acabó. Para los fariseos y los esenios, la llegada del Reino dependía de su esfuerzo. Sólo llegaría

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después de que ellos hubieran realizado su parte, es decir, observar toda la Ley, purificar todo el país. Jesús dice lo contrario: “¡El Reino está cerca!”.

3. El Reino está cerca

Jesús no quiere decir que el Reino estaba llegando sólo en aquel momento, sino que Dios ya ha hecho su par-te y que el Reino ya estaba allí. ¡Independientemente del esfuerzo hecho! Lo que todos esperaban, ya estaba presente en medio del pueblo, y ellos no lo sabían, ni lo percibían (cf. Lc 17, 21). ¡Jesús lo percibió! Pues, él leía la realidad con una mirada diferente. Y es esta pre-sencia escondida del Reino en medio del pueblo, la que Jesús revela y anuncia a los pobres de su tierra. Es esta semilla del Reino que recibirá la lluvia de su palabra y el calor de su amor. La Buena Nueva es Buena Nueva de Dios. Dios es la más grande Buena Noticia para la vida humana. Responde a la aspiración más profunda de nuestro ser.

4. Cambien de vida

Algunos traducen: Hagan penitencia. Otros: Conviér-tanse o, todavía, Arrepiéntanse. El sentido correcto es cambiar la manera de pensar y de vivir. Para poder captar los signos de los tiempos y percibir la presen-cia de Dios en medio de nosotros, la persona tendrá que comenzar a pensar, a vivir y a actuar de mane-ra diferente. Tendría que cambiar de vida y encontrar otra forma de convivencia. Tendría que dejar de lado

Encuentro 1

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el legalismo de la enseñanza de los fariseos y permitir que la nueva experiencia de Dios como Padre y Madre invada su vida y le dé ojos nuevos para leer y entender los acontecimientos.

5. ¡Crean en esta Buena Noticia!

No era fácil aceptar el mensaje. No es fácil comenzar a pensar de una manera diferente con relación a todo lo que aprendimos desde la infancia . Esto es posible sólo a través de un acto de fe. Cuando alguien trae una no-ticia diferente, difícil de aceptar, aceptamos solamen-te si la persona que trae la noticia es una persona de confianza. Allí, tú dirás a los otros: “¡Pueden aceptar! Yo conozco a esta persona. Ella no engaña. Es de con-fianza. ¡Habla la verdad!”. ¡Jesús es de confianza! La Buena Nueva se transmite no como doctrina, sino como testimonio de vida.

6. Juan Bautista quedó con dudas

La gran novedad es que Jesús no comenzó imponiendo normas. No llegó amenazando ni condenando como Juan Bautista (cfr. Mt 3, 7.10.12; Lc 3, 7.9). Llegó hablando de Dios, acogiendo a los pobres y excluidos. Juan quedó con dudas y mandó a preguntar: “¿Eres tú él que ha de venir o tenemos que esperar a otro?” (Mt 11, 3). Je-sús, citando a Isaías (Is 29, 18; 35, 5-6), invita a Juan a consultar las profecías para poder entender mejor los signos de los tiempos: “Vayan y cuenten a Juan lo que oyen y ven: los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos

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quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva; ¡y dichoso aquel que no halle escándalo en mí!” (Mt 11, 4-6).

7. Las autoridades no supieron leer los signos de los tiempos

Los fariseos querían saber el momento en que llegaría el Reino de Dios. Jesús respondió: “El Reino de Dios viene sin dejarse sentir. Y no dirán: ‘Véanlo aquí o allá’ porque el Reino de Dios ya está entre ustedes” (Lc 17, 20-21). Y los criticó diciendo: “¡Conque saben discernir el aspecto del cielo y no pueden discernir las señales de los tiempos!” (Mt 16, 3; cf. Lc 12, 56). Jesús lloró sobre Jerusalén porque sus habitantes no habían sido capaces de comprender el camino de la paz (cf. Lc 19, 41-44; 13, 34-35).

8. Jesús revela la presencia del Reino: ¡Dios está en medio de los pobres!

Sólo los pequeños tienen condiciones para percibir la acción de Dios en la vida. El pueblo reconoce en Jesús la presencia y la acción de Dios. El mismo Jesús lo con-firma cuando reza: “Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie sino

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el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar” (Mt 11, 25-27).

9. No es fácil hacer una lectura liberadora de los acontecimientos

Una lectura errada de la Biblia puede volver ciega a la persona y ella ya no consigue percibir la presencia de Dios en los acontecimientos. Es decir, cuando la Pala-bra de Dios es leída con una mirada fundamentalista, sucede lo que dice el apóstol Pablo: “la letra mata”. Lo que da vida a la letra es el Espíritu (cfr. 2 Co 3, 6-7). Por causa de este tipo de lectura, Jesús tuvo muchos problemas con los fariseos (Jn 7, 14-19; 5, 39; 12, 37-42). Es la vida en comunidad la que abre los ojos para la verdadera lectura de la Escritura. Por eso Pablo afirma que la comunidad siempre será la mejor carta que Dios nos envía (cfr. 2 Co 3, 3).

10. La Comunidad consigue discernir y leer los signos

La comunidad reunida consigue discernir y descubrir la acción y los llamados de Dios en la vida. Ella tiene para esto sus propios criterios. Pedro enumera algunos criterios en la elección de Matías como substituto de Judas (cf. Hch 1, 21-26). En la manera de conducir el Concilio de Jerusalén aparecen otros criterios (cf. Hch 15, 6-21). Hasta hoy, la mejor manera de resolver los problemas que tienen que ver con todos, es reunir a to-dos para llegar a un consenso, conversando y evaluando las diferentes opiniones.

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Acogida creativa e invocación al Espíritu Santo. Preparación del ambiente con algunos símbolos

apropiados.

LECTURA ORANTE DEL NT 2 - ENCUENTRO 2

Nueva Enseñanza

Hablar con autoridad

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Un clamor de hoy que re-clama una presencia profética

Pregunté a las religiosas que daban clase de catecismo en los años 60 y 70: “Hermana, usted sigue haciendo catecismo de la misma manera como lo hacía hace 30 años?”. La respuesta fue tajante: “¡No! ¡No es posi-ble!”. Y una hermana agregó: “El sombrero tiene que ser del tamaño de la persona. La cabeza creció y cam-bió. Tiene que tener sombrero, pero de acuerdo con el tamaño de la cabeza”. Alguien dijo: “Antiguamente, los padres hacían las preguntas y los niños debían saber la respuesta”. Hoy en día, los niños hacen las preguntas y los padres ya no saben las respuestas. Es grande el clamor de los padres, de los jóvenes, de las/os reli-giosas/os, de las catequistas, de los sacerdotes, de los obispos, de tantas personas que ya no encuentran una respuesta para las preguntas de hoy en las enseñanzas del pasado.

La búsqueda es grande y las respuestas son muchas, pero ninguna de ellas defi nitiva y permanente. Después del Vaticano II, hubo un tiempo de muchos avances. Me-dellín, Puebla, Santo Domingo y ahora Aparecida han sido marcos que expresan la búsqueda de la Iglesia en encarnarse en la realidad latinoamericana y caribeña, búsqueda marcada por tensiones y confl ictos. La Vida Religiosa vivió muy intensamente este proceso y sus consecuencias. La teología de la liberación fue cues-tionada. Las comunidades insertas de las religiosas que

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tanto bien hicieron, disminuyeron drásticamente. Hoy un verdadero clamor de muchas religiosas y religiosos en América Latina y El Caribe es querer vislumbrar un camino de una nueva enseñanza dada con autoridad.

El Documento de Aparecida re-enciende una luz de es-peranza en una nueva enseñanza, cuando alerta que “este despertar misionero… requerirá la decidida cola-boración de las Conferencias Episcopales y de cada dió-cesis en particular. Buscará poner a la Iglesia en estado permanente de misión. Llevemos nuestras naves mar adentro, con el soplo potente del Espíritu Santo, sin miedo a las tormentas, seguros de que la Providencia de Dios nos deparará grandes sorpresas” (DA 551).

1. Comentar: ¿cómo se manifi esta el clamor por una nueva enseñanza en medio del pueblo en el lugar donde vivimos?

2. Compartir: ¿cómo participamos los/as religiosos/as de este clamor?

3. Recordar: ¿conoce algún/a religioso/a o comunidad reli-giosa involucrada en una respuesta al clamor por una nue-va enseñanza? Cuente.

Un texto para iluminar, meditar y rezar

Lectura: Marcos 1, 21-28

Momento de silencio.

Encuentro 2

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Seguir a Jesús - Lectura Orante del NT 2

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1. Lo que el texto dice en sí: ¿qué nos revela este texto sobre la autoridad de Jesús?

2. Lo que el texto dice para nosotros y nosotras: ¿cómo este texto puede ayudar a la Vida Religiosa en América Latina y El Caribe a hablar con autoridad?

3. Cómo seguir a Jesús: ¿cómo nos ayuda la Palabra de Dios a seguir a Jesús en su modo propio de enseñar con autori-dad?

Asumir y celebrar un compromiso delante de Dios

1. Formular un compromiso que profundice nuestro segui-miento de Jesús.

2. Presentar peticiones comunitarias.3. Orar Salmo 15 (14) u otro apropiado.

SUBSIDIO

La nueva enseñanza, la nueva autoridad

Los jefes de los sacerdotes y los ancianos querían sa-ber con qué autoridad Jesús hacía las cosas (cf. Mt

21,23). Ellos se consideraban los dueños de la verdad y pensaban que nadie podía enseñar nada diferente sin su permiso. Llegaron hasta enviar representantes a Galilea para fi scalizar las actividades de Jesús (cf. Mc 3, 22). También hoy, a veces, los que ejercen el poder quieren controlar todo como si fueran los dueños de todos los

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aspectos de la vida del pueblo. Frente a esto, las perso-nas se inhiben o se rebelan, critican o actúan según les parece mejor. El control rígido y autoritario no resuelve nada, ni muda las convicciones de las personas.

1. Jesús enseña al pueblo

Jesús comenzó a recorrer todos los poblados de Galilea para hablar al pueblo sobre el Reino de Dios que estaba llegando (cf. Mc 1, 14-15). Donde encontraba gente dis-puesta a escucharlo, él hablaba y transmitía la Buena Nueva de Dios, en cualquier lugar: en las sinagogas, los sábados, durante la celebración de la Palabra (Mc 1, 21; 3, 1; 6, 2); en la reuniones informales en las casas de los amigos (Mc 2, 1-2.15; 7, 17; 9, 28; 10, 10); yendo por el camino con los discípulos (Mc 2, 23); en la playa, a orilla del mar, sentado en un barco (Mc 4, 1); en el desierto, donde se refugió y donde la gente lo busca-ba (Mc 1, 45; 6, 32-34); en la montaña, desde donde proclamó las bienaventuranzas (Mt 5, 1); en las plazas de las aldeas y ciudades donde el pueblo llevaba a sus enfermos (Mc 6, 55-56); en el Templo de Jerusalén, con ocasión de las peregrinaciones, diariamente, sin miedo (Mc 14, 49). Enseñar era lo que Jesús más hacía (Mc 2, 13; 4, 1-2; 6, 34). Era su costumbre (Mc 10, 1).

2. Al pueblo le gustaba escucharlo

El pueblo quedaba admirado (cf. Mc 12, 37; 1, 22.27; 11, 18). En la raíz de este gran entusiasmo del pueblo está la persona de Jesús que llama. En Jesús, ¡todo era

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revelación de lo que lo animaba por dentro! No sólo ha-blaba sobre Dios, sino que también lo revelaba. Comu-nicaba algo de lo que él mismo vivía y experimentaba. No se limitaba a anunciar la Buena Nueva del Reino. Era él mismo una muestra, un testimonio vivo del Reino. En él aparecía lo que sucede cuando un ser humano deja que Dios reine, que tome cuenta de su vida. Lo que vale no son las palabras, sino también y sobretodo el testi-monio, el gesto concreto. ¡Es esta la Buena Nueva del Reino que atrae!

3. Jesús aprendió con el Padre y con el pueblo

Jesús no era del clero. Era laico. No había estudiado en la escuela de los escribas en Jerusalén. Una sola vez había estado con ellos, a los doce años, con ocasión de la peregrinación (cf. Lc 2, 46). Jesús no absolutizaba su propio pensamiento. Era humilde (cf. Mt 11, 29) y no imponía sus ideas autoritariamente, sino que aprendía de los pobres y hasta de aquellos que no eran de su raza y de su religión. Sabía escuchar el llamado, la interpe-lación del Padre, en las reacciones de las personas. La reacción de la mujer cananea lo ayudó a descubrir que su misión era también para los paganos (cf. Mt 15, 21-28; Mc 7, 24-30). Su gran preocupación era ser el Siervo de Dios para el pueblo (cf. Mt 12, 15-21), encontrar una palabra de consuelo para quien estaba desanimado (cf. Is 50, 4-6).

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4. Jesús presenta una nueva pedagogía

Jesús tenía una capacidad muy grande para comparar las cosas de Dios con las cosas más simples de la vida. Sus parábolas hablan de sol, vela, luz, trabajo, comi-da, semilla, flores, amor, matrimonio, niños, pajaritos… Esto presupone dos cosas que marcaban la enseñanza de Jesús: estar muy metido en las cosas de la vida del pueblo, y estar muy metido en las cosas de Dios y de su Reino. A partir de la experiencia que las mismas perso-nas tienen de las cosas de la vida, las parábolas las in-ducen a participar en el descubrimiento de la verdad.

5. Jesús enseña con autoridad

El pueblo percibía la diferencia y decía: “Él enseña como quien tiene autoridad y no como los escribas y fariseos” (Mc 1, 22). El primer impacto que la Buena Nueva de Jesús causaba en el pueblo era esto: “¡una enseñanza nueva, expuesta con autoridad! Manda has-ta a los espíritu inmundos y le obedecen” (Mc 1, 27). ¡Hasta parece una ironía! Los escribas, cuando ense-ñaban, repetían las sentencias de doctores y teólogos, pero para el pueblo no tenían autoridad. Jesús, por el contrario, no citaba ni teólogos ni doctores y, para el pueblo, él hablaba con autoridad. El clero de la época sólo tenía poder, ¡pero no tenía autoridad! Por ello, solamente enseñaba la doctrina oficial a partir de los doctores. Jesús hablaba de Dios a partir de la experien-cia de vida de las personas.

Encuentro 2

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6. La confrontación con las autoridades

Jesús expulsó a los vendedores del tempo y a los jefes de los sacerdotes, a los escribas y a los ancianos que quieren saber con qué autoridad hace estas cosas (cf. Mc 11, 27-28). Ellos no preguntan por la verdad ni por el motivo que llevó a Jesús a expulsar a los vendedores. Sólo preguntan por la autoridad. Piensan que Jesús tie-ne que rendirles cuenta. Piensan que tienen el derecho de controlar todo. Jesús no se niega a responder, pero muestra su independencia y libertad. Él también hace una pregunta: “el bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres?” (Mc 11, 29-30). Él mismo había sido bau-tizado por Juan (cf. Mc 1, 9). Los hombres de poder, por el contrario, habían tramado la muerte de Juan (cf. Mc 6, 14-29). Demostraron, de esta manera, que no acepta-ban el mensaje de Juan y que consideraban su bautismo como cosa de hombres y no de Dios. Para no exponerse, responden: ¡No sabemos! Respuesta oportunista, fría e interesada. Su único interés era no perder su estatus, su posición e imagen frente al pueblo. Por causa de su falta total de honestidad, no merecen respuesta de Je-sús: “tampoco yo les digo con qué autoridad hago esto” (Mc 11, 33).

7. Los discípulos siguen la nueva línea

La actitud libre y liberadora de Jesús consigue que los discípulos encuentren coraje para transgredir normas religiosas que poco o nada tienen que ver con la vida:

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arrancan espigas el sábado (Mc 2, 23-24), entran en casa de pecadores (Mc 2, 15), comen sin lavarse las manos (Mc 7, 2) y dejan de insistir en hacer ayuno (Mc 2, 18). Por ello, son envueltos en las tensiones y conflictos de Jesús con las autoridades y son criticados y condenados por los fariseos (Mc 2, 16.18.24). Sin embargo, Jesús los defiende (Mc 2, 19.25-27; 7, 6-13). El mismo Jesús los distingue de los otros y dice claramente: “a ustedes se les ha dado el misterio del Reino de Dios, pero a los que están fuera todo se les presenta en parábolas” (Mc 4, 11), pues “los de fuera” tienen ojos y no ven, tienen oí-dos y no escuchan (Mc 4, 12). Jesús considera a los dis-cípulos y discípulas como sus hermanos y hermanas. Es su nueva familia (Mc 3, 33-35). Ellos reciben formación. Las parábolas narradas al pueblo, Jesús las explica a ellos cuando están solos en casa (Mc 4, 10s.34).

8. La raíz de la autoridad de Jesús

La raíz de la autoridad de Jesús es su experiencia per-sonal de Dios. En la raíz de la autoridad de Jesús está su experiencia personal de Dios: “no hago nada por mi propia cuenta; sino que, lo que el Padre me ha ense-ñado, eso es lo que hablo. Y el que me ha enviado está conmigo: no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada a él” (Jn 8, 28-29; cf. Jn 14, 9). Esta experiencia de Dios se traducía en una profunda cohe-rencia entre lo que Jesús hacía y decía. A los ojos del pueblo, Jesús era considerado “un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo”

Encuentro 2

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(Lc 24, 19). Los escribas, según la expresión de Jesús, “dicen pero no hacen” (Mt 23, 3). Por ello, todos “que-daban asombrados de la enseñanza de Jesús, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas” (Mc 1, 22). Para el pueblo, los escribas tenían poder mas no tenían autoridad.

9. Motivo de la condena

Delante de Pilato, Jesús es acusado de sublevar al pueblo a través de sus enseñanzas (Lc 23, 5). Pues, las instruc-ciones de Jesús abrían los ojos del pueblo. A las personas les gustaba escuchar las enseñanzas de Jesús (Mc 12, 12.17.37). Él mostraba otro camino para estar bien con Dios. Relativizaba las muchas observancias y decía: “si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los cielos” (Mt 5, 20).

10. El Espíritu Santo completará

En la última conversación con sus discípulos, Jesús dijo: “mucho tengo todavía que decirles, pero ahora no pue-den con ello. Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, los guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y les anun-ciará lo que ha de venir” (Jn 16, 12-13; cf. 14, 26). Para Jesús, el Espíritu sólo vendrá para una comunidad oran-te (Lc 11, 13). De hecho, la llegada del Espíritu Santo en el día de Pentecostés aconteció después de nueve días de oración (Hch 1, 14; 2, 1-4; cf. Jn 20, 22-23).

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Acogida creativa e invocación al Espíritu Santo. Preparación del ambiente con algunos símbolos

apropiados.

LECTURA ORANTE DEL NT 2 - ENCUENTRO 3

Nuevas Relaciones

Vivir en comunidad

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Un clamor de hoy que re-clama una presencia profética

Una de las características principales del la nueva cul-tura impulsada por el sistema neoliberal, es el indi-vidualismo exacerbado. Como nos dice el Documento de Aparecida, “el individualismo debilita los vínculos comunitarios y propone una radical transformación del tiempo y del espacio, dando un papel primordial a la imaginación. […] Se deja de lado la preocupación por el bien común para dar paso a la realización inmediata de los deseos de los individuos, a la creación de nuevos y muchas veces arbitrarios derechos individuales, a los problemas de la sexualidad, la familia, las enfermeda-des y la muerte” (DA 44).

Estos cambios han afectado la vida cristiana y, en ella, la Vida Religiosa, que tiene como su valor principal el estar, sentir y ser con el otro y la otra.

Como religiosos y religiosas, no podemos resignarnos al individualismo. Tampoco podemos buscar un regreso al pasado que no tome en consideración estas nuevas realidades culturales. Son realidades que nos desafían a retomar la experiencia de Jesús y de su comunidad de discípulos-misioneros y de discípulas-misioneras. A partir de ella, podemos relanzar nuestra presencia mís-tico-profética en la construcción de nuevas relaciones donde cada persona sea ella misma en la comunión con los otros y las otras. Como dice la sabiduría popular: “yo

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no soy persona, soy un pedazo de persona. La persona es la comunidad. ¡Cuanto más yo vivo en la comunidad, tanto más me hago persona!”.

1. Comentar: ¿cómo se manifi esta el clamor del individua-lismo entre nosotros, en medio del pueblo, en el lugar donde vivimos?

2. Compartir: ¿cómo los/as religiosos/as somos afectados y reaccionamos frente a este clamor?

3. Recordar: ¿conoce alguna experiencia que usted consi-dera místico-profética en la búsqueda revitalizadora de la vida en comunidad? Cuente.

Un texto para iluminar,

meditar y rezar

Escuchemos un texto de la comunidad joánica, que nos ayudará a comprender a Jesús como formador de discí-pulas y discípulos.

Canto de aclamación de la Palabra.

Lectura: Jn 15, 1-17

Momento de silencio.

1. Lo que el texto dice en sí: ¿cómo revela el texto a Jesús formador?

2. Lo que el texto dice para nosotros y nosotras: ¿cómo pue-de ayudar este texto a la Vida Religiosa en América Latina

Encuentro 3

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Seguir a Jesús - Lectura Orante del NT 2

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y el Caribe a vivir el discipulado místico-profético en co-munidades misioneras?

3. Cómo seguir a Jesús: ¿cómo nos ayuda este texto a seguir a Jesús, en la vida en comunidad?

Asumir y celebrar un compromiso delante de Dios

1. Formular un compromiso que profundice nuestro segui-miento comunitario de Jesús.

2. Presentar peticiones comunitarias a Jesús nuestro herma-no y amigo.

3. Orar el Salmo 131 (130) y 133 (132).

SUBSIDIO

La comunidad que Jesús desea

Jesús quiso vivir y trabajar en comunidad. Los cuatro evangelios atestiguan esta opción de Jesús. Signifi -

ca una actitud práctica de superación del individualis-mo. Jesús llama para vivir en comunidad con él y para enviar en misión. Un día, después de una noche entera en oración, “subió al monte y llamó a los que él quiso; y vinieron donde él. Instituyó Doce, para que estu-vieran con él, y para enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios” (Mc 3, 14-15). En la misma llamada hay dos fi nalidades: “estar con él” (comuni-

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dad) y “enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios” (misión).

En el Nuevo Testamento encontramos varios textos que describen diferentes rostros de comunidades deseadas por Jesús:

1. Como la vid…

En todos los textos constitutivos del discipulado de Je-sús hay una propuesta: llamada gratuita de Dios que pide una respuesta generosa, un compromiso con su proyecto por parte de quien es llamado. Jesús forma comunidad con sus discípulas y discípulos, por ello dice: “permanezcan en mí, como yo en ustedes… no pueden dar fruto… si no permanecen en mí” (Jn 15, 4).

2. Busquen primero el Reino

En el Evangelio de Mateo la propuesta de la nueva co-munidad de discípulos y discípulas aparece en el así llamado Sermón de la Montaña (Mt 5–7). La búsqueda fundamental es la de construir una comunidad en la que todos puedan convivir en igual dignidad delante del Padre. El Reino de Dios es la imagen-símbolo de la nue-va convivencia. Por ella vale la pena renunciar a todo: “Busquen primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se les darán por añadidura” (Mt 6, 33).

Encuentro 3

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3. Imitar a la Trinidad

El mismo Mateo expresa el deseo de Jesús de que este nuevo modo de relacionarse no quede restringido a la comunidad de discípulos y discípulas, sino que llegue a toda la humanidad. En la Ascensión, Jesús se despide de sus discípulos y los envía en misión: “Vayan, pues, y hagan discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo les he mandado. Y he aquí que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28, 18-20).

4. Hermanas y hermanos

Las comunidades seguidoras de Jesús ofrecían un mode-lo alternativo a la sociedad individualista y excluyente de su tiempo. Por ello, a diferencia de los rabinos ju-díos, Jesús escogió también a discípulas para seguirle, llamándolas por su nombre y enviándolas en misión, como María Magdalena, por ejemplo, (Jn 20, 1-18) y las otras mujeres (Lc 8, 2-3). Jesús propone, así, superar la exclusión de género.

5. Comunidad de gente común

Jesús no quería una comunidad pura de personas per-fectas. Por ello llamó y acogió a gente común del pueblo para su seguimiento: “después de esto, Jesús salió y vio a un publicano llamado Leví, sentado en el despacho de impuestos, y le dijo: «Sígueme». El, dejándolo todo, se

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levantó y le siguió” (Lc 5, 27-28). Jesús mismo convivió con personas consideradas pecadores (Lc 5, 29-32) y pe-cadoras (Lc 7, 36-50).

6. Como niños

“Frente a la tentación del poder, Jesús presenta a los discípulos a un niño y, junto con él, una propuesta: con-vertirse y volverse como un niño. La imagen del niño hace referencia a debilidad, confianza absoluta en el pa-dre/madre, humildad, pobreza, carencia. ¡El niño es lo opuesto de la fuerza! Jesús propone algo difícil: delante de la fuerza de este mundo, la comunidad debe reaccio-nar y ser como un niño” (ver: Conferencia Ecuatoriana de Religiosos, Tu Palabra es Vida, vol. 2, p. 164).

7. Ser “servidores” los unos de los otros

En la comunidad de seguimiento de Jesús se cultivan nuevas relaciones de fraternidad y sororidad, de poder-servicio. Quien quisiera ser el primero, escoja ser el último (Mc 10, 43-45). En el lavado de los pies, Jesús se hace ejemplo de amor-poder-servicio y atribuye a este modo de vivir la radicalidad transformadora de las bienaventuranzas: “sabiendo esto, dichosos serán si lo ponen en práctica” (Jn 13, 17). Quien cree y se adhiere a Dios, asume el proyecto del Hijo encarnado y, en la fuerza del Espíritu, debe entregar su vida como Jesús, transformándola en una donación práctica en el amor y en la justicia (cf. 1 Jn 3, 10).

Encuentro 3

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8. Como Jesús nos amó

El único mandamiento, la única ley que debe orientar a la comunidad, es el amor. “Este es el mandamiento mío: que se amen los unos a los otros como yo los he amado” (Jn 15, 12). Este amor es práctico y genera comunida-des nuevas en una relación de justicia y opción por los pobres (cf. Jn 3, 16-17). El llamado de Jesús es como un nuevo comienzo. Por ello, quien es llamado “debe dejar todo y seguir a Jesús” libremente. Debe seguir adelante y no mirar para atrás (cf. Lc 9, 62). El llamado es “un tesoro escondido” (Mt 13, 44), es “la perla preciosa” (Mt 13, 45-46). ¡Es el Reino de Dios que llega! Por causa de él, los discípulos y las discípulas están dispuestos a entregar su propia vida, como Jesús. No como esclavos o empleados, sino como amigos y amigas libres (cf. Jn 15, 12-17).

9. Comunidad testimonio

La comunidad deseada por Jesús pide la superación de relaciones de dominación y servidumbre y se manifiesta en la transparencia, esto es, sin secretos ni tabúes, sino abierta al diálogo y capaz de dar frutos que permane-cen (cf. Jn 15, 16). “Todo árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo produ-cir frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y arrojado al fuego. Así que por sus frutos los reconocerán” (Mt 7, 17-20).

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10. Comunidad inserta y misionera

La comunidad deseada por Jesús está inserta en medio de los pobres, en la realidad concreta de su tiempo. Los fariseos son los “separados” y lo que Jesús propone no es una comunidad “separada”, sino “inserta”. Por eso muchas veces alerta: “cuidado con el fermento de los fariseos” (Mt 16, 6.11-12; Mc 16, 12; Lc 12, 1). Una co-munidad inserta que se hace pobre en medio de los po-bres, cuya mística es el discipulado mutuo, de iguales. En el seguimiento de Jesús, se hace, esencialmente, profética, formadora y misionera.

Encuentro 3

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LECTURA ORANTE DEL NT 2 - ENCUENTRO 4

Nueva Ley

Practicar la ley más grande: el amor

Acogida creativa e invocación al Espíritu Santo. Preparación del ambiente con algunos símbolos

apropiados.

Encuentro 4

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Un clamor de hoy que re-clama una presencia profética

Nuestra sociedad neoliberal no reconoce otra ley que la del “libre mercado”: “en la globalización, la diná-mica del mercado absolutiza con facilidad la efi cacia y la productividad como valores de todas las relaciones humanas… La globalización, tal y como está confi gurada actualmente, no es capaz de interpretar y reaccionar en función de valores objetivos que se encuentran más allá del mercado y que constituyen lo más importante de la vida humana: la verdad, la justicia, el amor y, muy especialmente, la dignidad y los derechos de todos, aún de aquellos que viven al margen del propio mercado” (DA 61). La ley del mercado busca sólo el propio interés y va generando cada vez más pobres, considerados como superfl uos, materia sobrante, prescindibles dentro de la sociedad (cf. DA 65). Es una ley que se impone como la única válida y como la única posible. Rige también el juego de la política que, de esta manera, deja de ser la búsqueda del bien común para convertirse en la conse-cución de los intereses privados de unos cuantos. Logra incluso, muchas veces, contagiar a los mismos pobres que empujados por la necesidad caen en el mismo es-quema y entran en el juego. De esta manera, lo ético, lo bueno, es la búsqueda del propio interés.

Frente a la pregunta: ¿qué es lo “bueno” en la Vida Re-ligiosa?, ¿quién es el “buen” religioso o la “buena” re-ligiosa?, podríamos encontrar muchas respuestas. Pero

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muchas veces tendríamos que aceptar que también se vive en esta perspectiva de la búsqueda del propio in-terés. El buen religioso o la buena religiosa son los que cumplen con la ley, los que guardan las constituciones y las normas establecidas… Y, por detrás de esta obe-diencia a la ley, se esconde muchas veces la búsqueda de la propia perfección y la propia santidad, o el bien de la propia institución: la tranquilidad y la normali-dad cómoda de la propia comunidad o congregación. El centro está puesto en uno mismo y se dejan de lado las necesidades de vida de los más pobres y desposeídos de nuestro pueblo.

Jesús nos plantea una perspectiva diferente. Vivió un descentramiento total y nos pide hacer lo mismo. El centro de su vida y de su proyecto no está en él mismo, sino en los otros. Lo bueno no es la búsqueda de mis propios intereses sino responder a las necesidades del otro, especialmente del que más lo necesita.

1. Comentar: ¿cómo se manifiesta la ley del mercado en nues-tra realidad concreta?

2. Compartir: por lo que podemos percibir a nuestro alrede-dor, ¿la Vida Religiosa está orientada al mantenimiento de la institución o a responder a las necesidades de los más pobres? (cf. DA 366).

3. Recordar: ¿qué pasa cuando una religiosa, un religioso o una comunidad deja de preocuparse tanto por ella misma y comienza a preocuparse más por lo que pasa fuera de ella o fuera de la Iglesia? ¿Conoce alguna experiencia de este tipo? Cuente.

Encuentro 4

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Un texto para iluminar, meditar y rezar

El dinamismo de la vida es el amor que nos desabsoluti-za y teje las relaciones entre las personas, llevándonos a todos hacia encuentros, confrontaciones y confl ictos que generan una sociedad cada vez más justa y más cercana al Reino de Dios.

Lectura: Marcos 12, 28-34: ¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?

Momento de silencio.

1. Lo que el texto dice en sí: ¿qué es lo que más le llamó la atención en este texto?

2. Lo que el texto dice para nosotras y nosotros:¿cómo se-guir a Jesús en esta experiencia de la gratuidad del amor y en ese descentramiento de la vida?¿En qué momentos has descubierto que la experiencia de amar al otro es mejor que la búsqueda de la propia perfec-ción y santifi cación?

3. Cómo seguir a Jesús: ¿cómo puede ayudar esta Palabra a la Vida Religiosa a vivir la propuesta de Jesús: la vivencia del amor que realiza la justicia?

Asumir y celebrar un compromiso delante de Dios

Preparar con mucha libertad y creatividad este momen-to, recordando que “Dios no pide oraciones, sino que

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seamos personas orantes”.

1. Formular un compromiso que profundice nuestro segui-miento de Jesús.

2. Presentar peticiones comunitarias.3. Orar pausadamente el Himno Cristológico de Filipenses

2, 1-11.

SUBSIDIO

Dos modelos de relación con Dios, de vivencia de la fe, de moral

y de orientación de la vida

Jesús resume la esencia y el espíritu de la vida huma-na en un acto único con dos caras inseparables: amar

a Dios con una entrega total y amar al prójimo como a sí mismo. La entrega total de sí a Dios como único absolu-to hace que el ser humano se desabsolutice a sí mismo y deje de ponerse como el centro de toda la realidad. Se abre a la trascendencia que lo hace salir de sí y orienta toda su persona (corazón, alma, entendimiento, fuer-za) hacia fuera de sí. Esta salida de sí y este encuentro con el Dios único le permite también reconocer al otro ser humano que está a su alrededor y entablar con él relaciones de fraternidad y sororidad y ya no de opre-sión o de sumisión.

Encuentro 4

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1. Misericordia y no sacrificio

La pregunta del maestro de la ley presenta una contra-posición (v. 33): por un lado amor a Dios y al prójimo y, por otro, holocaustos y sacrificios. Son dos maneras diferentes y opuestas de entender la relación con Dios y la manera de enfrentar la vida. Es la misma contrapo-sición que encontramos en la parábola del samaritano misericordioso (Lc 10, 23-37). Por un lado el sacerdote, el levita y el maestro de la ley piensan que lo “bue-no”, la manera de alcanzar la vida eterna se basa en el cumplimiento de la ley, en la conservación de la propia pureza, en la asistencia al templo y en la participación en el culto. Por eso, no auxilian al herido del camino. La ley se lo prohíbe, y la desobediencia a esa ley traería como consecuencia la impureza y la incapacidad para la participación en el culto celebrado en el templo. Por otro lado el samaritano que no da mayor importancia a estas cosas sino que vive su relación con Dios en el amor gratuito al herido. Para el samaritano, lo bueno es la práctica de este amor.

2. No basta decir: “Señor, Señor…”

La primera de estas formas de entender lo que es bueno y malo se centra en el propio beneficio y en el propio in-terés. Lo bueno es que uno consiga su propia unión con Dios, su propia vida y su propia felicidad al lado de Dios. La segunda, por el contrario, no está pensando en el propio beneficio sino que se centra solamente en las ne-

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cesidades del otro, sin detenerse en las consecuencias, ganancias o pérdidas, que acarreará para uno mismo.

3. ¿Qué hacen ahí mirando el cielo?

La primera de estas formas de concebir la vida se con-vierte en prácticas legitimadoras de la situación históri-ca de exclusión y muerte de los pobres ya que se desen-tiende de las condiciones reales, trasladando todo a un futuro ahistórico, después de esta vida y fuera de este mundo, adonde uno piensa y quiere llegar.

4. Dios de vivos y no de muertos

La pregunta del maestro de la ley surge como reacción a una discusión anterior (v. 28) que tiene como tema de fondo esta misma contradicción en la manera de en-tender la relación con Dios y, como consecuencia, en la manera de enfrentar las situaciones históricas. Jesús ha estado discutiendo con los saduceos sobre la ley del Levirato (v. 18-27). Una ley que surge para defender la suerte histórica de las viudas. ¿Qué pasa con estas mu-jeres que quedan solas en la vida? ¿Qué protección hay que darles? Alguien debe asumir la responsabilidad de no dejarlas en el abandono. Ahora los saduceos han mo-dificado el planteamiento, mandando todo el problema para después del tiempo y fuera del mundo: ¿de quién de los hermanos será mujer, allá en el cielo, después de la resurrección de los muertos? La situación histórica de la viuda ya no interesa y el planteamiento permite desentendernos de la responsabilidad frente a los des-

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poseídos de la historia. La respuesta de Jesús es muy clara: lo verdaderamente relevante no es lo que pase después de muertos. ¡Dios es Dios de vivos! Lo verda-deramente importante en la relación con Dios es lo que pasa aquí y ahora con los más pobres.

5. El mandamiento más grande

Esta postura radical de Jesús es la que suscita la pre-gunta del maestro de la ley: entonces, ¿qué pasa con la ley? ¿Cuál es el principal mandamiento? ¿Qué es lo bueno y lo malo en la vida? La postura de Jesús exige un replanteamiento de la vida que ya no puede ser orien-tada a que yo alcance a Dios en el cielo a través de la obediencia de la ley. La vida debe ser reorientada para el descubrimiento de Dios presente en los hermanos y hermanas en necesidad. A través de ellos y ellas, me uno a Dios. La nueva respuesta de Jesús confirma la ra-dicalidad de su postura: ¡esta es la lógica del Reino!

6. El amor lo resume todo

De esta manera, Jesús presenta una nueva ley centra-da en un solo mandamiento: el mandamiento del amor gratuito. “Yo les doy un mandamiento nuevo: ámense unos a otros. Así como yo los amé, ustedes deben amar-se unos a otros” (Jn 13, 34). Y esta nueva manera de encarar la vida se convierte en el centro de la lógica del Reino que debe distinguir a los discípulos de Je-sús: “si se aman unos a otros, todos reconocerán que son mis discípulos” (Jn 13, 35). El mandamiento nuevo

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supera todos los otros mandamientos ya que presenta una nueva visión de la realidad: Dios y el hombre son inseparables. Solamente se puede amar a Dios amando a los hombres y mujeres con los que vivimos. Este man-damiento nuevo genera una comunidad que ofrece una alternativa real de vida digna y de libertad frente a la opresión y la muerte que amenazan a los más débiles y pobres de la sociedad.

7. Amor solidario

La nueva moral del Reino nos exige el descentramien-to de nosotros mismos impidiéndonos absolutizar nues-tra propia persona, incluso nuestra propia relación con Dios, y santidad. Nos impide querer ser como Dios (cf. Gn 3) y nos lleva a encontrar ese absoluto no en noso-tros mismos ni para nosotros mismos. Lo bueno y lo que nos une a Dios es la respuesta real de amor gratuito a las necesidades de los necesitados (cf. Mt 25, 31-46).

De esta manera Jesús se encadena con la perspectiva profética de vivir tanto la relación con Dios como la orientación de la vida en lo cotidiano. El verdadero cul-to a Dios no está en las prácticas rituales con las que se busca asegurar el favor de Dios para uno mismo, sino en las prácticas de amor solidario con los necesitados (cf. Is 58, 1–12; Jr 7, 1–28).

Encuentro 4

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8. ¡Haz esto y vivirás!

La mística del discipulado camina en esta dirección del amor gratuito. Hacer experiencia de Dios es hacer ex-periencia del amor gratuito y dejar que este amor se convierta en la ley que marca el rumbo de nuestro ac-tuar siendo presencia de este amor gratuito para los demás. Los discípulos y las discípulas de Jesús deben estar concientes de que se encuentran unidos con todos aquellos y aquellas que desean un mundo nuevo. No se pueden sustraer a esta misión. No comprometerse con ella es dejar de ser discípulo del Reino. A través del amor de los discípulos es como los hombres pueden descubrir y experimentar la presencia de Dios (cf. Mt 25, 31-36).

9. Busquen primero el Reino

La ley de Dios no es entonces el cumplimiento minu-cioso de una serie de observancias esclavizantes, sino la vivencia del amor que realiza la justicia para los que sufren la injusticia de la historia. Es la práctica de la justicia y la misericordia la que produce nuevas rela-ciones fraternas y sororales en la Congregación, en la Iglesia y en la sociedad para que todos tengan vida.

10. Consagrados por Dios para el servicio

La Vida Religiosa necesita reorientarse en la línea de este mandamiento fundamental. No existe para la pro-pia santificación, para la búsqueda del propio interés

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que termina legitimando la lógica perversa de una so-ciedad injusta. La Vida Religiosa existe para ser pre-sencia del amor gratuito de Dios. No es estado de per-fección sino camino de seguimiento de Jesús. No nos consagramos a Dios para vivir instalados/as en el cielo, desentendiéndonos de los sufrimientos presentes en los demás. Somos más bien consagrados/as por Dios para el servicio a los hombres y mujeres de la historia.

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LECTURA ORANTE DEL NT 2 - ENCUENTRO 5

Nuevo Culto

Celebrar la vida

Acogida creativa e invocación al Espíritu Santo. Preparación del ambiente con algunos símbolos

apropiados.

Encuentro 5

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Un clamor de hoy que re-clama una presencia profética

En el actual contexto de América Latina, para muchas personas de nuestro pueblo la religión deja de ser un punto de referencia para sus vidas. Este hecho no puede dejar en la indiferencia a ningún religioso ni religiosa. Es cada vez mayor el número de personas que declaran no pertenecer a ninguna iglesia. Hay otro hecho que nos hace pensar: muchos católicos y católicas van a vi-vir su fe cristiana en otras comunidades eclesiales (cfr. DA 100f). Y todavía más cerca de nosotros religiosos y religiosas, está el hecho de hermanos y hermanas que se retiran de la convivencia comunitaria.

Muchas veces el abandono de la Vida Religiosa, de la Iglesia o de la fe, es ocasionado por cuestiones circuns-tanciales: choques culturales, ritualismo religioso, le-galismo, frialdad en las relaciones, autoritarismo, su-perfi cialidad…

Uno de los factores más fuertes que lleva al alejamien-to de las personas de la convivencia comunitaria es la manera de celebrar litúrgicamente. Muchas veces la celebración es fría, vacía, no calienta el corazón. Se reduce a un ritualismo, a un formalismo o a una repe-tición de fórmulas que no alimenta la fe y no lleva al compromiso. Hay también el hecho de celebraciones masivas o televisivas que no crean convivencia, expe-riencia y compromiso comunitario.

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Y, lo más incomodo, muchas veces, es que los que se alejan nos cuestionan porque ellos siguen viviendo va-lores y prácticas que son más coherentes que las de la comunidad que están dejando. Como dice la canción: “a veces quien duda y hace preguntas [y toma otro rum-bo en la vida], es mucho más honesto que yo”. Esto propone un serio cuestionamiento para el sentido pro-fundo de nuestra fe, de nuestra pertenencia eclesial y de la Vida Religiosa que profesamos. El Documento de Aparecida nos hace pensar seriamente sobre la práctica pastoral: “según nuestra experiencia pastoral, muchas veces la gente sincera que sale de nuestra Iglesia no lo hace por lo que los grupos ‘no católicos’ creen, sino fundamentalmente por lo que ellos viven; no por razo-nes doctrinales sino vivenciales; no por motivos estric-tamente dogmáticos, sino pastorales; no por problemas teológicos sino metodológicos de nuestra Iglesia. Espe-ran encontrar respuestas a sus inquietudes. Buscan no sin serios peligros responder a algunas aspiraciones que quizás no han encontrado, como debería ser, en la Igle-sia” (DA 225).

1. Comentar: ¿cómo se manifiesta este clamor entre nosotros, en nuestras comunidades religiosas, y en medio del pueblo, en el lugar donde vivimos?

2. Compartir: ¿cómo celebramos los/as religiosos/as la vida en nuestras comunidades religiosas y con el pueblo?

3. Recordar: ¿conoce alguna experiencia de celebración de la vida en lo cotidiano de la comunidad religiosa? Cuente.

Encuentro 5

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Un texto para iluminar, meditar y rezar

Escuchemos un texto de la comunidad joánica, que nos ayudará a comprender a Jesús y su pedagogía en el diálogo y en el encuentro con sus discípulas y discípulos, ayudán-donos a rescatar el sentido de la experiencia religiosa.

Aclamar la lectura con un canto apropiado.

Lectura: Jn 4, 1-42

Momento de silencio.

1. Lo que el texto dice en sí: ¿en cuántas partes podemos di-vidir el texto? ¿De qué asunto trata cada parte?

2. Lo que el texto dice para nosotros/as: ¿cómo el diálogo entre la Samaritana y Jesús inspira y enriquece nuestras celebraciones comunitarias?

3. Cómo seguir a Jesús: ¿cómo podemos hoy celebrar la vida “en espíritu y verdad”?

Asumir y celebrarun compromiso delante de Dios

1. Formular un compromiso que profundice nuestro segui-miento de Jesús.

2. Presentar peticiones comunitarias. 3. Orar el Salmo 63 (62) y 150.

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SUBSIDIO

La re-ligión y el culto a Dios

Al igual que hoy, el “mercado religioso” en el tiem-po de Jesús ofrecía una abundante variedad de ex-

periencias religiosas.

1. Las muchas religiones y celebraciones del pueblo

Había las religiones tradicionales de los pueblos cerca-nos a Israel: egipcios, asirios, babilonios, persas, grie-gos… Con ellas, el pueblo de Israel siempre tuvo una convivencia al mismo tiempo tentadora y confl ictiva. Eran religiones que hablaban del día a día de las perso-nas, de los antepasados, de la reproducción de los hijos y de los animales, de la fertilidad de la tierra, de la lluvia y del viento, de la protección de las casas, de los campos, de las ciudades… Pero eran, al mismo tiempo, un riesgo para la identidad del pueblo. Adherir a ellas, signifi caba abandonar la propia identidad como pueblo que se fundamentaba en la fe en el Dios-único, Yahvé. En la práctica, adherir a estas religiones signifi caba de-jar de ser judío.

2. El culto imperial

Había también, en el tiempo de Jesús, la religión del Imperio Romano. Era una religión que representaba para el pueblo de Israel una dominación con doble cara. Por un lado, la sumisión económica, política y cultural

Encuentro 5

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impuesta por la fuerza militar romana. Por otro lado, la dominación ideológica concretizada en el culto al em-perador que se presentaba como dios. Jesús es confron-tado con esta religión imperial: “Entonces los fariseos se fueron y celebraron consejo sobre la forma de sor-prenderle en alguna palabra. Y le envían sus discípulos, junto con los herodianos, a decirle: Maestro, sabemos que eres veraz y que enseñas el camino de Dios con franqueza y que no te importa por nadie, porque no miras la condición de las personas. Dinos, pues, qué te parece, ¿es lícito pagar tributo al César o no?” (Mt 22, 15-17). Su respuesta es clara: el Pueblo de Israel perte-nece únicamente a Dios y sólo a él se debe prestar culto y sumisión (v. 21).

3. Las varias formas oficiales de celebrar a Yahvé

En medio del mismo Pueblo de Dios, había diferentes maneras de vivir la fe, es decir, varios “judaísmos” ofi-ciales. Había la religión del templo. Una religión llevada adelante por personas que, para Jesús, no tienen fe en el Dios de la vida (cf. Mt 22, 23-46) y que, en nombre de la religión, explotan al pueblo (cf. Mt 21, 12-13). Había la religión de la sinagoga que se preocupaba más con el cumplimiento de la ley que con la vida de las personas (cf. Lc 14, 1-6). Había la religión de los esenios que buscaba el aislamiento del mundo con el objetivo de mantener la pureza absoluta.

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4. La religiosidad popular

Había también el judaísmo popular, celebrado en las casas, lejos del templo y de las sinagogas, con sus dife-rentes maneras de esperar al “mesías” de Israel y rendir culto a Dios. Esta forma de religión era vivida por per-sonas que, por ser extranjeras (cf. Mt 8, 5-10), mujeres (cf. Mt 15, 21-28), enfermos (cf. Mt 8, 1-4) o endemo-niados (cf. Mc 5, 1-20), son excluidas e impedidas de entrar en los lugares oficiales del culto. Sin embargo, demuestran ser personas de profunda fe. Excluidas de las estructuras religiosas oficiales, esperan su salvación únicamente de Dios y encuentran formas creativas y al-ternativas de celebrar la vida de Dios.

5. Las celebraciones heréticas

Dentro del mismo tronco judaico había la religión de los samaritanos. Aunque adoraban a Yahvé, eran con-siderados por los judíos como herejes, pues se rehusa-ban ir a Jerusalén para rendir culto en el Templo (cf. Jn 4, 21). Para Jesús, los samaritanos viven lo esencial de la fe, que es la protección y defensa de la vida (cf. Lc 10, 25-37).

6. Jesús es contrario al control del culto

Alrededor del mismo Jesús surge un movimiento religio-so. Los discípulos se incomodan y quedan con miedo de perder el control de la situación: “Juan tomó la palabra y dijo: Maestro, hemos visto a uno que expulsaba de-

Encuentro 5

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monios en tu nombre, y tratamos de impedírselo, por-que no viene con nosotros. Pero Jesús le dijo: No se lo impidan, pues el que no está contra ustedes, está por ustedes” (Lc 9, 49-50). Jesús no se propone a sí mismo como referencia religiosa. Lo que importa para él es que las personas sean liberadas de sus demonios y pue-dan alabar a Dios. Es la vida de ellas lo que interesa, estén con él o no los que las liberan. Su religión no es auto-centrada. Para Jesús, lo que importa es el fin del sufrimiento del pobre.

7. Acoger a las personas excluidas

Jesús da siempre la preferencia a los excluidos por el discurso religioso de su época: Jairo, jefe de la Sina-goga, va al encuentro de Jesús, pero su camino es in-terrumpido por la llegada de la mujer que sufre de he-morragia. Jesús le da la precedencia a ella y Jairo debe esperar. La mujer, por sufrir de hemorragia, es excluida de la Sinagoga. Al tocar el manto de Jesús, más que es-perar un milagro y la curación, ella viene a reivindicar su lugar como “hija” de Dios (Mt 5, 21-43). Jesús reco-noce el coraje que tuvo la mujer al romper con la Ley y dice: “Hija, tu fe te ha salvado, vete en paz”. Está puesto un nuevo acceso a Dios: es suficiente la fe en el Dios de la vida para que se dé el verdadero culto.

8. Dialogar con el diferente

La comprensión que Jesús tiene de la religión se ex-presa de manera positiva en su encuentro con la mujer

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samaritana (cf. Jn 4, 1-42). De la pedagogía formati-va del diálogo “entre iguales en la valorización de las diferencias” podemos aprender mucho, tanto de Jesús como de la Samaritana: Jesús se deja “interrogar” por la mujer samaritana y ella se deja “encontrar” en su verdad más profunda (cf. Jn 4, 16-26). Sólo cuando per-demos el miedo de perdernos, revelando lo más profun-do de nuestro ser, de nuestras búsquedas, de nuestra misión, el encuentro se vuelve verdadero, enriquecedor y abierto para la alteridad: el pueblo samaritano, el ecumenismo, el diálogo interreligioso e intercultural.

9. Celebrar el encuentro con Dios en los pequeños

Para Jesús, religiosa no es la persona que proclama su fe con palabras, sino aquella que hace la voluntad de Dios (cf. Mt 21, 28-32). Según el mismo Mateo, el encuentro con Dios siempre se realiza efectivamente en el encuen-tro con el hermano y la hermana necesitados: “todas las veces que hicieron esto a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicieron” (Mt 25, 40).

10. Dios, ¿dónde estás?

Queda para nosotros la pregunta: ¿dónde están los “tem-plos” y las “montañas” de la adoración de Dios hoy? ¿Quiénes son las excluidas y los excluidos de las celebra-ciones religiosas en nuestras comunidades? ¿Cómo cele-bramos la vida y al Dios de la vida en nuestras casas?

Encuentro 5

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LECTURA ORANTE DEL NT 2 - ENCUENTRO 6

Nueva MisiónNueva Profecía

Ser discípulas/os y misioneras/os de Jesús

Acogida creativa e invocación al Espíritu Santo. Preparación del ambiente con algunos símbolos

apropiados.

Encuentro 6

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Un clamor de hoy que re-clama una presencia profética

“Necesitamos desarrollar la dimensión misionera de la vida en Cristo. La Iglesia necesita una fuerte conmoción que le impida instalarse en la comodidad, el estanca-miento y en la tibieza, al margen del sufrimiento de los pobres del Continente” (DA 362).

En estos últimos años, ha aumentado el sufrimiento de los pobres del Continente, que ya no son sólo “explo-tados” y “excluidos”, sino también “sobrantes” y “des-echables” (cfr. DA 65). De la misma manera, ha aumen-tado la búsqueda de la comodidad, el estancamiento y la tibieza tanto en la Iglesia como en la Vida Religiosa.

“Necesitamos que cada comunidad cristiana se convier-ta en un poderoso centro de irradiación de la vida en Cristo. Esperamos un nuevo Pentecostés que nos libre de la fatiga, la desilusión, la acomodación al ambiente; una venida del Espíritu que renueve nuestra alegría y nuestra esperanza” (DA 362). Esta invitación de Apare-cida resulta urgente también, y sobretodo, para nues-tra Vida Religiosa.

1. Comentar: ¿cómo se manifi esta en medio de nuestro pue-blo este nuevo sufrimiento de sentirse “sobrantes” y “des-echables”? Poner ejemplos concretos.

2. Compartir: ¿cómo nosotros, religiosos y religiosas, nos si-tuamos frente a este nuevo clamor? ¿Hay acomodación, es-

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tancamiento y tibieza? ¿Hay fatiga y desilusión? ¿Por qué?3. Recordar: ¿conoce alguna experiencia signifi cativa de co-

munidades religiosas que, a pesar de todo, se han converti-do en poderoso centro de irradiación de la vida en Cristo, irradiando entusiasmo misionero y profético? Cuente.

Un texto para iluminar, meditar y rezar

Jesús actualiza la profecía de Isaías, a la luz de la nueva realidad que le toca vivir. Nosotros y nosotras hoy ten-dríamos que hacer lo mismo. Prestemos atención: ¿hay proyectos contrapuestos en este texto?

Lectura: Lc 4, 1-30

Momento de silencio.

1. Lo que el texto dice en sí: ¿qué es lo que más llamó mi atención? ¿Por qué?¿Cuál es el proyecto que Jesús rechaza en Lc 4, 1-13?.¿En Lc 4, 16-30 cuál es el proyecto que Jesús asume?

2. Lo que el texto dice para nosotros y nosotras: en nuestra Iglesia y en nuestras Congregaciones, ¿hay diferentes pro-yectos de evangelización? ¿Cuáles son fi eles a la propuesta de Jesús? ¿Por qué?

3. Cómo seguir a Jesús: ¿conocemos a personas o comunida-des que actúan proféticamente como Jesús?

Encuentro 6

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Asumir y celebrar un compromiso delante de Dios

Preparar con mucha libertad y creatividad este momen-to, recordando que “Dios no pide oraciones, sino que seamos personas orantes”.

1. Formular un compromiso que ayude a la comunidad reli-giosa a concretizar un gesto profético en el contexto con-creto donde vive.

2. Presentar peticiones comunitarias.3. Orar pausadamente el Salmo 1: los dos caminos.

SUBSIDIO

La nueva profecía: la misión utópica de Jesús - Utopía en Lc 3, 21–4, 30

El texto del de Lc 3, 21– 4, 30 (que asumimos como un conjunto unitario) nos presenta muchos elementos para rescatar la utopía popular de un mundo más justo y fra-terno. Esta utopía, retomada por Jesús, forma parte del núcleo de su misión. Jesús retoma esta dimensión utópica confrontándola con el contexto histórico que le correspondió vivir. De esta manera, esa utopía se nos entrega también como la misión que los/as seguidores/as de Jesús tendremos que hacer nuestra, desde y fren-te al contexto histórico del momento que vivimos.

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1. Lc 3, 21-23: El bautismo de Jesús - Asumir la utopía del pueblo

El texto comienza con el bautismo de Jesús, que se pre-senta como una toma de conciencia de la propia digni-dad y, por lo mismo, del compromiso de transformación de la situación que impide su realización. Esto se da a partir de la incorporación al movimiento popular.

“Un día en que todo el pueblo se bautizaba, Jesús tam-bién se bautizó; y entonces el cielo se abrió” (3, 21). De una manera muy gráfica se expresa lo que sucede cuan-do Jesús se incorpora a algo que ya está en movimiento en medio de pueblo. Jesús aparece como alguien que es capaz de descubrir a Dios ya presente y realizando su proyecto en medio del pueblo. A partir de la predi-cación de Juan Bautista se ha iniciado todo un movi-miento de conversión y transformación de la realidad presente y que se expresa en el signo del bautismo (3, 1-20). Es un movimiento que surge a partir de las espe-ranzas utópicas del pueblo (3, 15) que encuentran una respuesta en la propuesta de Juan. Jesús dice: “Yo tam-bién” y se adhiere a ese movimiento popular surgido en torno a Juan; ahí el cielo se abre. Se inicia una nueva experiencia de Dios y de sí mismo que traerá grandes consecuencias en la vida de Jesús.

La nueva experiencia de Dios se expresa por el descen-so del Espíritu y la voz (3, 22). Es la toma de concien-cia de la propia dignidad y del propio ser: “Tú eres mi

Encuentro 6

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hijo amado” (Lc 3, 22). La voz se dirige a Jesús, relata su propia experiencia, su toma de conciencia de “ser hijo”. Es una profunda experiencia de Dios y de sí mis-mo que desemboca en la conciencia del compromiso que se debe asumir para defender y realizar esa doble relación y dignidad. Aquí nace la misión: “Jesús tenía cerca de treinta años cuando comenzó su actividad pú-blica” (3, 23).

La propia dignidad, descubierta a partir de una nue-va relación con Dios, debe ser afirmada prácticamente frente a un sistema que, en nombre de otra experiencia de Dios, niega y excluye a los pobres de esa relación y esa dignidad. Este cielo abierto, esta nueva posibilidad nos remite al texto de la muerte de Jesús, cuando el velo del templo se rasga y queda abierto el acceso a Dios que estaba cerrado para el pueblo (Lc 23, 45) y a la crítica que la carta a los Hebreos hace del sistema de exclusión (Hb 9, 8).

2. Lc 3, 23-32: La genealogía – Jesús, realización de vida para toda la humanidad

Inmediatamente después, el texto nos coloca la ge-nealogía de Jesús como hijo de Adán, es decir como la realización de vida para toda la humanidad. Esta expe-riencia de Jesús y la realidad contenida en ella, no son exclusivas de él sino que son la propuesta para todos, que responde a las esperanzas de todos.

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3. Lc 4, 1-13: Las tentaciones de Jesús – El discerni-miento de la misión utópica

El relato continúa con el discernimiento de la misión a partir de la utopía redescubierta y de la realidad exis-tente. Por eso, se manifiesta en primer lugar como crí-tica y rechazo del sistema imperante.

El mismo Espíritu que llevó a Jesús a la toma de con-ciencia, lo guía ahora en el proceso de discernimiento. Lo lleva al desierto, por 40 días (4, 1-2). Lugar y tiem-po nos recuerdan otros momentos de discernimiento y aprendizaje de una nueva manera de vivir. La pregunta que se plantea a partir de la toma de conciencia es: ¿qué debe hacer el hijo de Dios para vivir de acuerdo con ese ser y con esa dignidad?, ¿qué debe hacer el hijo de Dios para realizar lo que al Padre le agrada?

En el centro del episodio aparece la experiencia del hambre, y es frente a esta realidad del hambre donde se presentan las tentaciones: Jesús “sintió hambre. En-tonces el diablo le dijo...” (4, 2-3). Esto significa que la misión también se encuentra relacionada con esta experiencia. Por detrás del problema del hambre está el problema de la vida y la posibilidad de ser hijo o no serlo. Es el problema fundamental y básico que permite o niega la vida y la vida digna. Es la primera y básica utopía para la vida posible. De hecho, las tentaciones comienzan apelando a la nueva conciencia de hijo que Jesús ha retomado: “Si tú eres Hijo de Dios” (4, 3.9).

Encuentro 6

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Las tres tentaciones se presentan, entonces, como respuestas al problema del hambre y nos presentan la respuesta ofrecida por el sistema establecido frente al hambre del pueblo.

La primera tentación presenta la acumulación rápida y fácil de riquezas (4, 3) como camino para solucionar el problema del hambre. ¿Qué hay que hacer para resol-ver el problema del hambre? Acumular riqueza. De he-cho el pan, la riqueza, es necesario. Pero la respuesta de Jesús señala la absolutización que se está haciendo: “sólo” el pan, “sólo” la riqueza (4, 4). Cuando se abso-lutiza y se separa del resto de la vida, lejos de resolver el problema del hambre, lo agrava. Si se trata de acu-mular riquezas, entonces se justifica cualquier acción que lleve a esto: se justifica despedir empleados, se justifica elevar los precios, se justifica congelar sala-rios, porque esto permite acumular riquezas. De hecho, éste era el orden económico establecido a partir del imperio romano y su economía esclavista o a partir del sistema del templo con la acumulación de excedentes por medio del sacrificio. Esto llevaba al pueblo a una situación de hambre y se negaba la utopía de la vida. Va a ser rechazada por Jesús como solución, y se coloca en la línea de otras críticas que hace a este modelo de acumulación (Lc 12, 13-21; 16, 19-31).

La segunda tentación presenta la adoración del pode-roso como la solución al problema del hambre y de la vida (4, 5-7). ¿Qué hacer para resolver el problema del

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hambre? Adorar al poderoso para que nos dé migajas de lo suyo. Satanás se presenta como aquel que tiene poder: “a mí se me ha dado”, un poder absoluto: “pue-do hacer con él lo que quiera”. Por eso exige sumisión y adoración: “arrodíllate ante mí”. El imperio romano había hecho un dios del Emperador y exigía adoración para él (Ap 13). Los sacerdotes del templo al colocarse como únicos mediadores entre Dios y el pueblo habían divinizado su poder y autoridad. Es la sacralización del poder que lo legitima, lo vuelve incuestionable y au-menta su capacidad de dominación. Por eso Jesús lo rechaza (cf. Lc 22, 25) afirmando claramente que no se puede divinizar al poderoso y que la adoración es debida sólo a Dios (cf. 4, 8; 20, 20-26). De esta manera rechaza la pretensión absolutista del poder que mata la vida y niega la utopía.

La tercera tentación se presenta en el templo (4, 9), tiene que ver con un modo de vivir la relación con Dios. Es la religiosidad irresponsable que evade las propias responsabilidades, traspasándolas a Dios. Es la religión que espera todo de los milagros, renunciando a la pro-pia responsabilidad frente a la vida (4, 9-11). ¿Qué hay que hacer para resolver el problema del hambre? Hay que rezar para que Dios haga el milagro, si los sacrifi-cios ofrecidos le agradan... Es la religión que lleva al pueblo al sometimiento, la alienación y la pasividad. Por eso, Jesús rechaza esta dominación advirtiendo que esperar todo del cielo sobre la base de milagros no es fe, sino que es tentar a Dios (4, 12).

Encuentro 6

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Jesús rechaza, así, el sistema vigente construido a par-tir de la acumulación de riqueza, la concentración de poder y la manipulación ideológica que mata la utopía del pueblo y acaba matando la vida misma. El sistema representa “todas las formas de tentación” (4, 13).

4. Lc 4, 14-21: La misión de Jesús – Un modelo al-ternativo a partir de la memoria utópica

En este proceso de discernimiento, Jesús, después de desenmascarar y rechazar el sistema vigente como sis-tema productor de muerte, propone un modelo alter-nativo que encuentra presente en la memoria utópica del mismo pueblo.

Guiado por el mismo Espíritu (4, 14.18) da a conocer su proyecto de misión a partir del texto de Isaías 61, que forma parte de la corriente utópica que, al regreso del exilio, afirma la vida posible para los pobres.

El modelo alternativo y utópico aparece centrado en el hecho de dar buenas noticias a los pobres (4, 18). Hay que tener en cuenta que en una sociedad dividida en clases y construida sobre la base de la explotación y dominación, buenas noticias para los pobres son malas noticias para los ricos. Por eso, las buenas noticias a los pobres son contrarias al proyecto de acumulación: si se acumula, nunca se podrá dar buenas noticias a los pobres, no será posible acumular.

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La liberación de los cautivos (4, 18) es lo opuesto a la adoración de poderosos. De hecho son los cautivos de ese poder endiosado. Mientras más se concentra el poder y se absolutiza, más el pueblo queda cautivo y aprisionado, sin posibilidades. Sólo relativizando y des-concentrando el poder el pueblo deja de ser cautivo.

Lo contrario a una religión que adormece al pueblo y lo lleva a la pasividad, es una relación con Dios y una prácti-ca religiosa que abre los ojos del pueblo (4, 18) y le hace ver la verdad de Dios y del mismo hombre; y, como conse-cuencia, lo lleva a asumir sus propias responsabilidades.

Son dos modelos alternativos, uno que oprime y otro que libera (4, 18). Son opuestos entre sí y exigen radi-calmente el tomar postura frente a ellos, sin posibili-dades de pretendida neutralidad. Ya está planteada la alternativa que Jesús propondrá explícitamente: “no se puede servir a dos señores” (16, 13) y que se pre-sentará también en el momento de su juicio frente al gobernador romano: no se puede ser amigo de Jesús y amigo del Cesar al mismo tiempo; hay que optar (cf. Jn 19, 12).

Jesús recupera de la memoria utópica del pueblo este modelo alternativo que defiende la vida real y concreta frente a un sistema de exclusión y muerte. Lo relee a la luz del nuevo contexto en que se encuentra y lo concentra en la propuesta del “Año de gracia” (4, 19). Es toda la tradición liberadora del jubileo, que hunde

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sus raíces en la práctica liberadora del sábado, el año sabático y el año de gracia, a pesar de las alteraciones que sufrió de parte de los poderosos para restarle fuer-za o aun para manipularlo a su favor, como sucedió al regreso del exilio.

5. Lc 4, 22-30: La utopía genera el conflicto y se vive en el conflicto

Por su misma alternatividad, este proyecto utópico ge-nera conflicto. Aceptar y asumir la utopía que se vive al interior del movimiento popular es aceptar la contra-dicción práctica con el orden establecido.

Todavía más cuando Jesús lleva esta utopía hasta el extremo y la plantea en términos universales, que no excluyen a nadie y reconoce a los excluidos como los únicos que pueden construirla (4, 24-27). Por eso, esta primera aparición pública de Jesús, en el evangelio de Lucas, termina en conflicto, persecución e intento de asesinato (4, 29). Ya está planteada la realidad conflic-tiva que marcará toda la actividad de Jesús y que será la marca, también, de las primeras comunidades cris-tianas que se comprometieron con este proyecto.

Sin embargo, “Jesús siguió su camino” (4, 30). No se deja desviar ni por las tentaciones (4, 3), ni por las oposiciones (4, 30). La utopía pide asumir el conflicto y permanecer dentro de él con la máxima fidelidad.

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LECTURA ORANTE DEL NT 2 - ENCUENTRO 7

Nueva Lectura delas Escrituras

Leer la Palabra de Dios en el Espíritu

Acogida creativa e invocación al Espíritu Santo. Preparación del ambiente con algunos símbolos

apropiados.

Encuentro 7

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Un clamor de hoy que re-clama una presencia profética

El uso de la Biblia es hoy un fenómeno muy propio de las iglesias cristianas en América Latina. El papa Be-nedicto XVI lo reconoció públicamente: “Al iniciar la nueva etapa que la Iglesia misionera de América Latina y del Caribe se dispone a emprender, a partir de esta V Conferencia General en Aparecida, es condición in-dispensable el conocimiento profundo de la Palabra de Dios. Por esto, hay que educar al pueblo en la lectura y meditación de la Palabra de Dios: que ella se convierta en su alimento para que, por propia experiencia, vean que las palabras de Jesús son espíritu y vida (cf. Jn 6, 63)” (Discurso Inaugural Aparecida, n. 3).

Antiguamente, los católicos casi no leían la Biblia, pero desde el Concilio Vaticano II creció la lectura orante de la Biblia en las comunidades eclesiales de Base. Poco a poco, el pueblo se fue apropiando de la Biblia y hoy ¡es un patrimonio de todos! También los religiosos y las reli-giosas entraron en esta dinámica haciendo de la Palabra de Dios el alimento espiritual para su vida cotidiana.

Todos los movimientos pastorales usan la Biblia, sin em-bargo no todos la usan de la misma manera. También entre nosotros, religiosos y religiosas, existen maneras diferentes de leer la Biblia. Es difícil llegar a un con-senso. Hay quienes leen todo al pie de la letra y no acepta ninguna interpretación. Piensan que interpretar

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es mezclar ideas humanas con la Palabra de Dios. Unos usan la Biblia como arma para atacar a los que piensan diferente y para probar que sus ideas son las correctas. Pero otros, al contrario, usan la Biblia para iluminar los problemas de la vida y para descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos. Mucha gente se reencantó con la lectura popular de la Biblia.

Para muchos la Palabra de Dios es una fuerza enorme y una ayuda en el día a día de su vida. Los Círculos Bíbli-cos son como un punto de abastecimiento semanal que les da la oportunidad de reforzar la fe, la esperanza y el amor y para compartir con los otros las cosas que viven en la cotidianidad.

Por otro lado, se nota también por parte de algunas per-sonas, incluso en la Vida Religiosa, una cierta resisten-cia frente a la lectura popular de la Biblia, ya que esta conscientiza a las personas haciéndolas más libres.

1. Comentar: ¿de qué manera lee la Biblia nuestro pue-blo? ¿Hay miedos y resistencias con relación a la lec-tura de la Biblia?

2. Compartir: ¿cómo nos situamos los/as religiosos/as frente a esta situación?

3. Recordar: ¿conoce algún religioso/a o comunidad religio-sa que trabaja para que la Biblia llegue a las manos y al corazón de los pobres? Cuente.

Encuentro 7

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Un texto para iluminar, meditar y rezar

Vamos a escuchar el episodio de Emaús. Nos muestra como Jesús usó la Biblia.

Lectura: Lucas 24, 13-35

Momento de silencio.

1. Lo que el texto dice en sí: ¿para qué y cómo usa Jesús la Biblia?

2. Lo que el texto dice para nosotros y nosotras: ¿cómo pue-de ayudar este estilo de Jesús a la Vida Religiosa en Améri-ca Latina y el Caribe a leer la Biblia en el Espíritu?

3. Cómo seguir a Jesús: ¿cómo nos ayuda esta Palabra a vencer el miedo y a retomar con más entusiasmo el segui-miento de Jesús?

Asumir y celebrar un compromiso delante de Dios

1. Formular un compromiso que profundice nuestro segui-miento de Jesús.

2. Presentar peticiones comunitarias.

3. Orar el Salmo 19 (18)

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SUBSIDIO

Nueva lectura de las Escrituras, nueva hermenéutica

La experiencia de Dios como Padre daba a Jesús una mirada nueva que lo ubicaba en contacto directo

con el autor de la Biblia. Una comparación para aclarar lo que acabamos de decir. En una conversación de ami-gos alguien mostró una fotografía en la que se veía a un hombre con rostro severo, con el dedo levantado, casi agrediendo al público. Todos se hicieron la idea de que se trataba de una persona infl exible, exigente, que no permitía intimidad. En aquel momento, llegó un chico, vio la fotografía y exclamó: “¡es mi padre!”. Los otros lo miraron e, indicando la fotografía, comentaron: “padre severo, ¿verdad?”. El reaccionó: “¡no, no lo es! Mi padre es muy cariñoso. Es abogado. La fotografía fue tomada en el tribunal, mientras estaba denunciando el crimen de un latifundista que quería desalojar a una familia pobre que estaba ocupando desde hace varios años un terreno baldío del municipio. Mi padre ganó la causa. ¡Los pobres no fueron desalojados!”. Todos miraron de nuevo la fotografía y dijeron: “¡Qué persona simpáti-ca!”. Como por milagro, la fotografía se había ilumi-nado por dentro y asumió otro aspecto. ¡Aquel rostro, tan severo, adquirió los rasgos de una gran ternura! Las palabras del hijo, lo cambiaron todo, sin cambiar nada. Las palabras y los gestos de Jesús, nacidas de su expe-riencia de hijo, sin mudar ni siquiera una letra o una

Encuentro 7

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coma, iluminaron desde adentro el sentido del Antiguo Testamento (Mt 15, 17-18). El mismo Dios, que parecía tan distante y severo, adquirió los rasgos de un Padre bondadoso de gran ternura. Esta es la nueva lectura de la Escritura, iniciada por Jesús, la nueva hermenéutica que él comunicaba a los discípulos y discípulas.

1. Jesús conocía la Biblia de memoria

Leyendo los evangelios, se percibe que Jesús, aun sin tener nunca una Biblia que fuera únicamente suya, co-nocía la Palabra de Dios de memoria y sabía usarla para iluminar los hechos de la vida. Por ejemplo, en Mateo 12, 1-7, cuando es criticado por los fariseos de estar en contra de lo que enseña la Escritura, Jesús responde inmediatamente evocando tres ejemplos sacados de la Biblia: de David (cf. 1 Sam 21, 2-7), de la legislación sobre el trabajo de los sacerdotes en el templo (cf. Nm 28, 9) y de la acción del profeta Oseas (cf. Os 6, 6). Esto es, cita un libro histórico, un libro legislativo y un libro profético. Jesús invocaba la Biblia para mostrar que los argumentos de los otros no tenían fundamento.

2. Escuchaba la Biblia en la Sinagoga

En aquel tiempo, no había Biblias impresas como las tenemos hoy. En cada comunidad había una sola Biblia, escrita a mano, que reposaba en la sinagoga. Si Jesús conocía tan bien la Biblia, es señal de que él, a lo largo de los 30 años de su vida en Nazaret, tiene que haber participado intensamente de la vida de la comunidad,

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en la que todos los sábados se leían las escrituras (Hch 15, 21). El rabí Aquiba, un santo y sabio judío, martiri-zado a la mitad del siglo II, decía: “El mundo descansa sobre tres columnas: la ley, el culto, el amor”. Es decir, en las reuniones de la comunidad las personas leían la Biblia (ley), rezaban juntos (culto) y buscaban ayudarse mutuamente (amor). Falta todavía mucho para que no-sotros tengamos la misma familiaridad con la Biblia y la misma participación en la comunidad.

3. Rumiaban la Biblia en casa

Y no era sólo en la sinagoga, los sábados, cuando el pueblo escuchaba la Escritura. Llegando a la casa, los padres junto con los hijos rumiaban la palabra para descubrir mejor su sentido. Desde pequeño, Jesús me-ditaba la Biblia en comunidad y en familia. Esta era la costumbre del pueblo. El autor de la segunda carta a Timoteo dice: “desde niño conoces las Escritura” (2 Tm 3, 15) y afirma que la fe de la abuela Loida y de la mamá Eunice ahora está en Timoteo (Tm 1, 5). De la misma manera, podemos afirmar que la fe que estaba en Ana y María era transmitida a Jesús. A partir de ella, Jesús fue iniciado en las Escrituras. Por eso, una mujer del pueblo reconoce: “¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron!” (Lc 11, 27).

4. No todos interpretaban la Biblia de la misma manera

En la sinagoga, eran los escribas los que interpretaban la Escritura para el pueblo y en la casa era rumiada en

Encuentro 7

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el contexto familiar. Al igual que hoy, el modo de inter-pretar del pueblo no siempre coincidía con la interpre-tación de los escribas. Por ejemplo, los escribas leían las Escritura a partir de una visión del “Mesías Glorio-so”. Los pobres, el pueblo, leían los mismos textos de la esperanza mesiánica a partir de la visión del “Mesías Siervo del Pueblo”.

5. La Biblia, luz para mis pasos

Jesús encontraba en la Biblia la luz para orientar su vida y profundizar su misión. En la hora de las tentaciones (cf. Mt 4, 1-11). En el momento de presentarse con su misión al pueblo de su comunidad en Nazaret (cf. Lc 4, 18). En el Bautismo (cf. Lc 3, 22) y en la Transfiguración (cf. Mc 9, 2-8) encontraba en la profecía del Siervo el rumbo de su misión. En la visión de Daniel donde apare-ce el Hijo del Hombre (Dn 7, 13) encontraba el nombre que más le gustaba usar y que definía su misión como humanizadora. La clave principal que los pobres usaban en la lectura de la Biblia era la convicción de que el Mesías es el Siervo. Jesús vivió esta misión.

6. Vivencia comunitaria

Tanto la lectura de la Biblia que hacía Jesús como la de las primeras comunidades cristianas se orientaba por una gran familiaridad, una impresionante libertad y una inconfundible fidelidad. Sienten la Biblia como algo suyo, de la familia. La Biblia expresa lo que ellas son y viven. Y, cuando en la Biblia encuentran afirmaciones

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que ya no combinan con la experiencia que tienen de Dios y de la vida, toman la libertad de explicarlo sim-bólicamente o dicen sencillamente: “antiguamente se dijo, pero yo les digo…” (Mt 5, 21.27.33.38.43). Ellos tomaban esta libertad no para reducir el mensaje al tamaño de su propio pensamiento, sino para ser fieles a la intención más profunda del mensaje: “no he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento” (Mt 5, 17). Su libertad era expresión de su fidelidad. Un resumen de esta actitud frente a la Biblia es el método que Lucas nos ofrece describiendo el camino de Emaús (cf. Lc 24, 13-35). Un camino que consta de tres momentos para alcanzar el objetivo del uso de la Biblia. Veamos…

7. Primer momento: partir de la realidad

Jesús encuentra los dos amigos en una situación de mie-do y de falta de fe. Las fuerzas de la muerte, la cruz, habían matado en ellos la esperanza. Jesús se acerca, camina con ellos, escucha la conversación y pregunta: “¿De qué están hablando?”. El primer momento es este: acercarse a las personas, escuchar la realidad, sentir los problemas, ser capaz de hacer preguntas que ayu-den a las personas a mirar la realidad con una mirada más crítica (Lc 24, 13-24). ¿Cuál es hoy la conversación del pueblo que sufre?

Encuentro 7

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8. Segundo momento: usar la Biblia para iluminar la vida

Jesús usa la Biblia para iluminar el problema y para acla-rar la situación que ellos estaban viviendo y no para dar una charla sobre la Biblia. Recurriendo a Moisés y a los profetas, demuestra que la historia no se había escapa-do de las manos de Dios. Usa la Biblia no como un doctor que ya sabe todo, sino como el compañero que ayuda a los amigos a recordar lo que habían olvidado. El segundo momento es éste: con la ayuda de la Biblia ayudar al otro a descubrir la sabiduría que ya existe en él y trans-formar la cruz, señal de muerte, en señal de vida y de esperanza (Lc 24, 25-27). ¿Cómo hacer esto hoy?

9. Tercer momento: compartir en la comunidad

La Biblia, por sí misma, no abre los ojos. Hace arder el corazón, esto sí. Pero, lo que abre los ojos y permite ver, es la fracción del pan, el gesto comunitario del compar-tir, la celebración de la Cena. En el momento en que lo reconocen, los dos renacen y Jesús desaparece. Resu-citados, los discípulos son capaces de caminar con sus propios pies. El tercer momento es éste: saber crear un ambiente de fe, de fraternidad y sororidad, de celebra-ción y de compartir, donde pueda actuar el Espíritu Santo (Lc 4, 28-32). ¿Cómo leer la Biblia en el Espíritu, hoy?

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10. Resultado: resucitar y volver a Jerusalén

Los dos discípulos recuperan coraje y vuelven a Jerusa-lén, donde seguían activas las fuerzas de muerte que ha-bían matado a Jesús. Sin embargo, ahora todo ha cam-biado. El resultado es éste: ¡coraje, en lugar de miedo! ¡Regreso, en lugar de huida! ¡Alegría, en lugar de triste-za! ¡Fe en lugar de falta de fe! ¡Esperanza en lugar de desesperación! ¡Conciencia crítica en lugar de fatalismo frente al poder! ¡Libertad en lugar de opresión! En una palabra: ¡vida en lugar de muerte! ¡En lugar de la mala noticia de la muerte de Jesús, la Buena Noticia de su Resurrección! ¡Señal del Espíritu de Jesús actuando en ellos (Lc 24, 33-35)! Esta es la nueva hermenéutica.

Encuentro 7

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LECTURA ORANTE DEL NT 2 - ENCUENTRO 8

Nuevo Discipulado

Formar para el testimonio

Acogida creativa e invocación al Espíritu Santo. Preparación del ambiente con algunos símbolos

apropiados.

Encuentro 8

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Un clamor de hoy que re-clama una presencia profética

En las primeras comunidades, de acuerdo con el ejem-plo dado por Jesús, las mujeres ejercían funciones im-portantes en los ministerios. Había diconisas (cf. Rm 16, 1), apóstolas (cf. Rm 16, 7), compañeras y colabo-radoras (cf. Rm 16,3.7). Las comunidades se reunían en las casas del pueblo. Por ello son llamadas iglesias domésticas. En casi todas las iglesias mencionadas por Pablo, aparece el nombre de una mujer, en cuya casa la comunidad se reunía: en la casa del matrimonio de Pris-cila y Aquila en Roma (cf. Rm 16, 5), en Corinto (cf. Hch 18, 1-2) y en Éfeso (cf. 1 Co 16, 19); de Filemón y Apia en Colosas (cf. Fm 2); de Lidia en Filipos (cf. Hch 16, 15); de Ninfas en Laodicea (cf. Col 4, 15); de Filólogo y Julia, de Andrónico y Junia y de Nereo y su hermana en Roma (cf. Rm 16, 7-15). Este reconocimiento de la mujer era consecuencia del ejemplo dado por Jesús. Estas iglesias domésticas daban testimonio de que, por el bautismo, todos y todas somos iguales delante de Dios (cf. Ga 3, 28).

En nuestra Iglesia muchas cosas han cambiado, sin em-bargo todavía falta mucho para que ella sea como Jesús quería. En efecto, “las mujeres constituyen en general, la mayoría de nuestras comunidades, son las primeras transmisoras de la fe y colaboradoras de los pastores, quienes deben atenderlas, valorarlas y respetarlas.” (DA 455).

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El Documento de Aparecida nos llama a reflexionar so-bre la situación de la mujer en la sociedad y en la Igle-sia: “Lamentamos que innumerables mujeres de toda condición no sean valoradas en su dignidad, queden con frecuencia solas y abandonadas, no se les reconozca su-ficientemente su abnegado sacrificio e incluso heroica generosidad en el cuidado y educación de los hijos, ni en la transmisión de la fe en la familia. Tampoco se valora ni promueve adecuadamente su indispensable y peculiar participación en la construcción de una vida social más humana y en la edificación de la Iglesia. A la vez, su urgente dignificación y participación pretende ser distorsionada por corrientes ideológicas marcadas por la impronta cultural de la sociedades del consumo y el espectáculo que son capaces de someter a las muje-res a nuevas esclavitudes” (DA 453).

Por esto, conforme a los obispos, “es necesario en Amé-rica Latina y el Caribe superar una mentalidad machista que ignora la novedad del cristianismo, donde se reco-noce y proclama la ‘igual dignidad y responsabilidad de la mujer respecto al hombre’ (DA 453).

“En esta hora de América Latina y el Caribe urge escu-char el clamor tantas veces silenciados de mujeres que son sometidas a muchas formas de exclusión y de vio-lencia en todas sus formas y en todas las etapas de sus vidas. Entre ellas, las mujeres pobres, indígenas y afro-americanas han sufrido una doble marginación. Urge que todas las mujeres puedan participar plenamente

Encuentro 8

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en la vida eclesial, familiar, cultural, social y económi-ca, creando espacios y estructuras que favorezcan una mayor inclusión” (DA 454).

1. Comentar: ¿cómo se manifi esta esta situación entre noso-tros, en medio del pueblo donde vivimos?

2. Compartir: ¿cómo nos situamos los/as religiosos/as frente a esta situación?

3. Recordar: ¿conoce algún religioso/a o comunidad religio-sa comprometidos en esta renovación de la vida comunita-ria? Cuente.

Un texto para iluminar, meditar y rezar

El texto que vamos a meditar narra el gesto de una mujer que Jesús quiso fuera recordada en todo lugar donde fuera anunciado el Evangelio.

Lectura: Marcos 14, 3-9

Momento de silencio.

1. Lo que el texto dice en sí: ¿por qué la mujer ungió a Jesús y por qué Jesús valoriza tanto este gesto?

2. Lo que el texto dice para nosotros y nosotras: ¿cómo el gesto de la mujer puede ayudar a la Vida Religiosa en Amé-rica Latina y el Caribe para construir nuevas comunidades en el discipulado misionero?

3. Cómo seguir a Jesús: ¿qué testimonio podemos dar hoy en memoria de esta mujer?

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Asumir y celebrar un compromiso delante de Dios

1. Formular un compromiso que profundice nuestro segui-miento de Jesús

2. Presentar peticiones comunitarias.

3. Orar el Salmo 103 (102).

SUBSIDIO

Nuevas relaciones de género y de poder

1. La Buena Nueva es formar comunidad

Jesús llama a discípulos y discípulas para seguirlo, estar con él e ir en misión (cf. Mc 1, 16-20; 3, 13-15). Los discípulos son la obsesión de Jesús. La primera cosa que Jesús hace es llamar y enviar a discípulos y discípulas (cf. Mc 1, 16-20) y la última que hace es llamar a dis-cípulos (cf. Mc 16, 7.15). Ellos lo dejan todo y siguen a Jesús. Parece que no les cuesta nada. Dejan la familia. Dejan los barcos y las redes (cf. Mc 1, 16-20). Leví dejó la recolección de impuestos, fuente de su riqueza (cf. Mc 2, 13-14). Lo que sucede es que seguir a Jesús supo-ne ruptura, y esto no es fácil. Ellos comienzan a formar un grupo, una comunidad itinerante. La comunidad de Jesús es muestra alternativa de convivencia, semilla del Reino (cf. Mc 3, 13-15. 34-35).

Encuentro 8

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2. La llamada es gratuita

Acoger la llamada exige compromiso. Es el momento de entrar en la nueva familia de Jesús, en la comuni-dad (cf. Mc 3, 31-35). Jesús no esconde las exigencias. Quien quiere seguirle tiene que saber lo que está ha-ciendo: tiene que cambiar de vida y creer en la Buena Nueva (cf. Mc 1, 15), tiene que estar dispuesto o dis-puesta a abandonar todo. De otra manera, “no puede ser mi discípulo” (Lc 14, 33). El peso no cae en la renun-cia, sino en el amor que da sentido a la renuncia. Es por amor a Jesús (cf. Lc 9, 24) y al Evangelio (cf. Mc 8, 35) por lo que el discípulo o la discípula debe renunciar a sí mismo/a, cargar su cruz, todos los días, y seguirlo (cf. Mc 8, 34-35; Mc 10, 37-39; 16, 24-26; 19, 27-29).

3. Seguir a Jesús

Era la expresión que los primeros cristianos usaban para indicar su relación con Jesús y entre ellos mismos en la comunidad. Significaba tres cosas: (1) Imitar el ejemplo del Maestro: Jesús era el modelo para imitar. La convivencia diaria con Jesús en la comunidad per-mitía una confrontación constante. En esta “escuela de Jesús” se enseñaba una sola materia: ¡el Reino! Y el Reino se reconocía en la vida y en la práctica de Jesús. (2) Participar del destino del Maestro. Quien se-guía a Jesús debía comprometerse con él y “perseverar conmigo en las tentaciones” (Lc 22, 28), inclusive en la persecución (cf. Jn 15, 20; Mt 10, 24-25). Debía estar

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dispuesto incluso a morir con él (cf. Jn 11, 16). (3) Te-ner la vida de Jesús dentro de sí. Después de la Pascua, aumentó una tercera dimensión: identificarse con Jesús resucitado, vivo en la comunidad. “No vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí” (Ga 2, 20). Participar de su muerte y resurrección (cf. Flp 3, 8-11).

4. Las mujeres son parte de la comunidad alrededor de Jesús

Jesús permitía que un grupo de mujeres lo “siguiera” (cf. Lc 8, 2-3; 23, 49; Mc 15, 41). La expresión seguir a Jesús tiene aquí el mismo sentido que tiene cuando es aplicada a los hombres (cf. Lc 8, 1-2). Ellas eran discí-pulas de Jesús. Había un grupo de mujeres que seguían a Jesús, desde Galilea hasta Jerusalén. El evangelio de Marcos define las actitudes de estas mujeres con tres palabras: seguir, servir, subir hasta Jerusalén (cf. Mc 15, 41). Los primeros cristianos no llegaron a elaborar una lista de estas discípulas que seguían a Jesús como lo hacían los doce discípulos. Sin embargo, en las páginas del Evangelio de Lucas, aparecen los nombres de siete discípulas: María Magdalena, Juana mujer de Cuza, Su-sana (Lc 8, 3), Marta y María (Lc 10, 38), María la madre de Santiago (Lc 24, 10) y Ana, profetisa (Lc 2, 36) de 84 años de edad. El número 84 es 12 veces 7. ¡La edad per-fecta! La tradición eclesiástica posterior no valoró este dato con el mismo peso con que valoró el seguimiento de Jesús por parte de los hombres.

Encuentro 8

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5. Jesús renueva la relación hombre-mujer

Jesús quita el privilegio del hombre frente a la mujer y propone un nuevo tipo de relación entre los dos. Por un lado, no permite el matrimonio en el que el hombre puede repudiar a la mujer (cf. Mt 19, 3-9). Por otro lado, no permite el celibato de quien se rehúsa al ma-trimonio para no vivir en pie de igualdad con la mujer (cf. Mt 19, 10-12).

6. Jesús acoge la resistencia de las mujeres frente a su exclusión

En el Antiguo Testamento, en la medida en que crecía la marginación, crecían también la resistencia y la valora-ción de la mujer. Esta doble tendencia alcanza su punto más alto en el Nuevo Testamento. En la época del Nuevo Testamento, la mujer vivía marginada. No participaba en la sinagoga. En la vida pública, no podía ser testigo. Al mismo tiempo, la resistencia de la mujer frente a su exclusión iba creciendo y encontró eco y acogida en Jesús. Por ejemplo, la mujer prostituta tiene el coraje de desafiar las normas de la sociedad y de la religión al entrar en la casa del fariseo para encontrarse con Je-sús. Censurada por el fariseo, es acogida por Jesús (cf. Lc 7, 36-50). La mujer encorvada busca la sanación en un día sábado. Criticada por el dirigente de la sinagoga, es acogida por Jesús como hija de Abraham (cf. Lc 13, 10-17). La mujer considerada impura por causa del flujo de sangre tiene el coraje de mezclarse con la multitud y de pensar exactamente lo contrario que la ley exigía.

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Es acogida sin censura y sanada (cf. Mc 5, 25-34). La samaritana, menospreciada como hereje, es la primera persona que recibe el secreto de que Jesús es el Mesías (cf. Jn 4, 26). La mujer extranjera sabe argumentar hasta el punto de conseguir cambiar la opinión de Jesús y ser atendida por él (cf. Mc 7, 24-30). Las madres con hijos enfrentan a los discípulos y son acogidas y bende-cidas por Jesús (cf. Mt 19, 13-15; Mc 10, 13-16).

7. Las mujeres son testigos de la muerte, del entierro y de la resurrección de Jesús

Las mujeres desafiaron el poder y permanecieron cerca de la cruz de Jesús (cf. Mt 27, 55-56.61). Ellas dan tes-timonio de la muerte de Jesús. Dan testimonio también del lugar donde Jesús fue enterrado. Y fueron las prime-ras en experimentar la presencia de Jesús resucitado. Son ellas las que reciben la incumbencia de transmitir la Buena Nueva de la Resurrección a los hombres (cf. Mt 28, 9-10; Jn 20, 17). María Magdalena, considerada poseída, pero curada por Jesús (Lc 8, 2), recibió la or-den de transmitir la Buena Nueva de la resurrección a los apóstoles (cf. Jn 20, 16-18). La tradición posterior olvidó este dato y eliminó a las mujeres de la lista de los testigos oficiales de la resurrección (cf. 1 Co 15, 2-50). ¡Qué lástima!...

8. En memoria de ella

En aquel tiempo, los que eran condenados a la muerte de cruz no podían ser enterrados. Quedaban colgados

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en la cruz hasta que se cayeran a pedazos y fueran co-midos por los perros. En la víspera de la muerte de Je-sús, la mujer acoge el misterio del mesías crucificado. Ella unge a Jesús antes de su muerte, ya que no era posible ungirlo después de la muerte en cruz. Pedro no fue capaz de comprender al mesías crucificado (cf. Mc 8, 31-33). Por eso, Jesús elogia a la mujer y acoge su gesto: “Ella ha hecho lo que ha podido. Se ha antici-pado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura. Yo les aseguro: dondequiera que se proclame la Buena Nueva, en el mundo entero, se hablará también de lo que ésta ha hecho y será recordada” (Mc 14, 8-9).

9. Marta, ejemplo de poder-servicio

A Jesús le gustaba hospedarse en la casa de sus amigos en Betania. Betania significa “casa de la pobreza”. La casa de Marta, María y Lázaro era símbolo de la comu-nidad joánica. La comunidad era coordinada por una mujer, llamada Marta, que significa Señora. Es Marta quien dirige la palabra a Jesús. Es ella quien hace la misma profesión de fe que, en los otros evangelios, es hecha por Pedro (cf. Jn 11, 10-27).

10. María e Isabel: mujeres embarazadas solidarias

La cosa más común que se puede imaginar es el en-cuentro de dos mujeres embarazadas que conversan so-bre sus hijos que están por nacer. Fue lo que aconteció entre María e Isabel (cf. Lc 1, 39-45). Y fue en este encuentro tan común y tan humano en el que las dos

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experimentaron la presencia de Dios. María, la más jo-ven, viajó más de 100 kilómetros para poder ponerse al servicio de Isabel, su pariente, que, por estar más avan-zada en edad, estaba teniendo un embarazo riesgoso. En este gesto María concretiza lo que acababa de decir al ángel: “He aquí la sierva del Señor” (Lc 1, 38). ¡Qué linda es la solidaridad entre mujeres embarazadas!

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Esta obra se realizó con el apoyo de FASTENOPFER (Acción Cuaresmal de Católicos en Suiza)

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