CJ 186, Cambio de Epoca ¿Cambio de rumbo? - O Mateos & Jesús Sanz

36

description

Aportaciones y propuestas desde los cambios sociales

Transcript of CJ 186, Cambio de Epoca ¿Cambio de rumbo? - O Mateos & Jesús Sanz

  • CAMBIO DE POCA CAMBIO DE RUMBO?

    APORTACIONES Y PROPUESTAS DESDE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES

    Oscar MateosJess Sanz

    1. INTRODUCCIN ...............................................................................................................2. POCA DE CAMbIOS O CAMbIO DE POCA? ..........................................................3. ALgO NUEVO EST ACONTECIENDO: LOS MOVIMIENTOS SOCIALES ANTE EL CAMbIO DE POCA .......................................

    4. S SE PUEDE!: APORTACIONES Y PROPUESTASPARA UN NUEVO RUMbO SOCIAL .....................................................................................

    5. CONCLUSIONES ...............................................................................................................NOTAS ....................................................................................................................................CUESTIONES PARA LA REfLExIN ...................................................................................

    13

    5

    3

    29

    17

    27

    32

  • Edita Cristianisme i Justcia, Roger de Llria, 13 - 08010 Barcelona Tel. 93 317 23 38 - [email protected] - www.cristianismeijusticia.netImprime: Ediciones Rondas S.L. - Depsito Legal: B-24.647-2013 ISBN: 978-84-9730-324-8 - ISSN: 2014-6509 - ISSN (ed. virtual): 2014-6574 Impreso en papel y cartulina ecolgicos - Noviembre de 2013

    Dibujo de la portada: Roger TorresRevisin y correccin del texto: Pilar de la HerranMaquetacin: Pilar Rubio Tugas

    La Fundacin Llus Espinal le comunica que sus datos estn registrados en un fichero de nombre BDGACIJ, titularidad de laFundacin Llus Espinal. Solo se usan para la gestin del servicio que le ofrecemos, y para mantenerlo informado de nuestrasactividades. Puede ejercitar sus derechos de acceso, rectificacin, cancelacin y oposicin dirigindose por escrito a c/ Roger deLlria 13, Barcelona.

    Oscar Mateos es responsable del rea social de Cristianisme i Justcia. Profesor de laFacultad de Educacin Social y Trabajo Social Pere Tarrs (Universitat Ramon Llull).

    Jess Sanz es profesor de Antropologa Social en la Universidad Complutense de Madridy activista en diversas iniciativas relacionadas con el consumo responsable y la soberanaalimentaria. Miembro del equipo de Cristianisme i Justcia.

    Con la colaboracin del Ajuntament de Barcelona

  • 3

    1. INTRODUCCIN

    El mundo que hemos tenido bajo nuestros pies en las ltimas dcadasparece estar desmoronndose a marchas forzadas.

    Esto no es una exageracin si se tomanen consideracin algunos aspectos queconfiguran nuestra realidad social, geo-poltica, econmica o cultural actual:

    El aparente declive de Occidente,especialmente de Europa, y el apo-geo de los llamados pases emergen -tes (los bRICS: brasil, Rusia, In dia,China y Sudfrica) dan cuenta de unnuevo orden multipolar. Las protestas que recorren desdeTnez hasta brasil, pasando por lospases del sur de Europa (principal-mente Espaa, grecia, Portugal eItalia), por Egipto, por Turqua, porMxico o Chile e incluso por EEUU,indican un malestar global e inter-conectado.

    Las formas de organizacin e inte-rrelacin de todas estas protestas po-nen de relieve la existencia de lo quealgunos han denominado como mo -vimientos sociales en red1 y el granpotencial de Internet. Las recetas de austeridad im-puestas por determinados organis-mos internacionales a algunos paseseuropeos estn resquebrajando se-riamente los pilares del Estado delbienestar y de los principales dere-chos sociales que parecan indiscu-tibles hasta hace tan slo unos aos. Y, por citar un ejemplo ms, la so-berana nacional que antao ostenta-ban los Estados-nacin, e incluso elsentido ltimo de democracia, son

  • aspectos puestos claramente en en-tredicho si se tienen en cuenta la in-fluencia y el poder que tienen sobrenuestras vidas los mercados finan-cieros y, en definitiva, los interesesprivados de una reducida oligarquade individuos y de empresas. Todas estas enormes transformacio-

    nes, algunas de las cuales se han idoaderezando a fuego lento durante losltimos aos, indican lo que hoy da esya un lugar comn: no estamos en unamera poca de cambios sino en un cam-bio de poca. O como matiza el ca te -dr tico de Ciencia Poltica, Joan Subi -rats, en una situacin de transicin o deinterregno entre dos pocas, en el quese constatan discontinuidades significa-tivas entre lo que hacamos y vivamosy lo que estamos haciendo y viviendo,si bien no se vislumbran todava conclaridad los escenarios de futuro.2

    Este cuaderno pretende centrarse entodas estas transformaciones que estnaconteciendo, partiendo de un doble ob -jetivo. Por un lado, entender algunas delas caractersticas de la coyuntura ac - tual, as como de las causas que subya-cen en todos estos cambios. Por otro,aproximarnos a los movimientos socia-les actuales en este cambio de poca,analizando sus rasgos definitorios y al -gunas de las herramientas de transfor -macin que utilizan. Tal y como destaca

    el socilogo Manuel Castells, analizarlos movimientos sociales es fundamen-tal mxime en una coyuntura como laactual al haberse constituido histrica-mente en palancas del cambio social.

    Para ello, el siguiente texto se sub-divide en tres apartados. En el primerose analiza el contexto actual, argumen-tando que lo que en el fondo podraestar sucediendo tiene que ver con laruptura de los dos contratos socialesque han regido nuestras vidas en lasltimas dcadas: el llamado consensokeynesiano (contrato fctico entre elcapitalismo industrial y el trabajo tras laSegunda guerra Mundial); y, aterrizan-do en la realidad espaola, analizare-mos la crisis de la llamada cultura de la Transicin. El segundo apartado ana-liza someramente la genealoga, lascaractersticas y las novedades de losnuevos movimientos sociales. Si biennos centraremos en el papel del 15-M,tambin se har referencia a otras expe-riencias sociales que han germinado endiferentes pases del mundo, poniendode manifiesto algunas interconexionesexistentes entre estos movimientos y elpapel fundamental que Internet y lasredes sociales juegan en todos ellos.finalmente, el ltimo apartado analizaalgunas de las propuestas que estnsiendo objeto de discusin y de debateen los movimientos sociales.

    4

  • Partiendo de esta definicin genrica,podemos establecer que nuestras vidas,al menos en las ltimas dcadas, han venido condicionadas por dos contratossociales que se retroalimentan y que explicaremos a continuacin: a nivel internacional, el contrato social de pos-guerra refirindonos al contexto pos -terior a la Segunda guerra Mundial entre capitalismo industrial y trabajo; ya nivel estatal, el contrato social resul-tante de la llamada Transicin espaolafundamentado en una Constitucin ga-rante de determinados derechos polti-cos y sociales.

    2.1. El fin del consenso keynesiano

    El contexto de posguerra a partir de1945 favoreci en Europa una de laspocas de mayor bonanza y prosperi-

    dad socioeconmica de nuestra histo-ria. El pacto tcito entre capitalismoindustrial y trabajo, o lo que tambin seha denominado como consenso keyne-siano, germin en los llamados Estadosdel bienestar que tenan como objetivola intervencin de los poderes polticosen la economa en aras de compensarlos daos colaterales de la economa delibre mercado: desigualdad, polariza-cin social, pobreza, etc.

    En este sentido, el Estado se con-verta de facto en un contrapoder quemediante un sistema fiscal de tipo re -dis tributivo o el despliegue de polticassociales y de pleno empleo, avanzabahacia la aspiracin histrica de la equi-dad social y hacia un modelo polticobasado en derechos sociales considera-dos universales. Esto era posible, entreotras cosas, gracias al clima excepcio-nal que exista tras la Segunda guerra

    5

    2. POCA DE CAMBIOS O CAMBIO DE POCA?

    En Ciencia Poltica entendemos por contrato social el acuerdo real ohipottico alcanzado por los miembros de un grupo en el interior de unasociedad.

    Uno no puede ponerse del lado de quienes hacen la historia,

    sino al servicio de quienes la padecen.ALbERT CAMUS

  • Mundial; a la creciente organizacindel movi miento obrero (partidos y sin-dicatos), que desde finales del siglo xIxhaba sido capaz de contraponer el rela-to de los derechos laborales y socialesal del crecimiento econmico, y al mie -do al comunismo de muchos gobiernos.

    Todos estos factores propiciaronque, entre 1945 y 1975, la mayora depases occidentales, y con grandes dife-rencias entre el modelo europeo y elamericano, alcanzaran cotas de bienes-tar social y de seguridad social nuncaconocidas. De hecho, en pases comofrancia, esta etapa recibi el calificati-vo de Les Trente Glorieuses.3 Comoseala el historiador Josep fontana, locierto es que la mayora de estadoseuropeos presenciaron una notable pazsocial y la consolidacin de una demo-cracia de clase media fundamentada enun contrato social no escrito entre eltrabajo, los negocios y el go bierno yen la adquisicin gradual de derechossociales.4 Sin embargo, en Es pa a, y enel conjunto del Sur de Euro pa, las cosasno fueron as, ya que todos estos pasesafrontaron dictaduras que ralentizaronenormemente el despliegue del Estadodel bienestar.5

    2.1.1. De los Treinta gloriosos a la Gran divergenciaEste ciclo virtuoso de crecimientoeconmico y desarrollo social empezsu declive con la crisis del petrleo deprincipios de los setenta. La mayora de pases occidentales empezaron desdeentonces a experimentar fuertes recor-tes en el gasto social, privatizacin ymercantilizacin de importantes secto-res hasta entonces pblicos (energa,

    sanidad) y un gran proceso de desre-gulacin de mbitos como el financie-ro. Este hecho fue especialmente inten-so, en un principio, en EEUU y ReinoUnido, y despus se acab trasladandoal conjunto de pases europeos.

    Las consecuencias sociales de estanueva situacin fueron extraordinarias.En EEUU, por ejemplo, las desigualda-des socioeconmicas se incrementaronenormemente. Si en los aos setenta el1% de la poblacin estadounidense acu -mulaba el 9% de la riqueza total, en2012 ese 1% concentraba ya el 24% dela riqueza.6 Este hecho ha sido catalo-gado por Paul Krugman como La grandivergencia, refirindose al paulatinoenriquecimiento de una minora, en con -traposicin al proceso de convergenciasocial y econmica que EEUU habalogrado con el New Deal en la dcadade los treinta y cuarenta y Europa tras laSegunda guerra Mundial.7 Dicho pro-ceso ha llevado actualmente a EEUU aser uno de los pases del mundo conmayor ndice de desigualdad socioeco-nmica, con niveles equiparables a pa-ses del continente africano, traducin-dose en una grave fractura social.

    Si insistimos en EEUU es porquerepresenta el eptome del proceso deruptura del contrato social, pero tam-bin porque Europa, si bien a muchadistancia todava de las cifras estadouni-denses, parece dirigirse hacia esta reali-dad. En todo caso, los niveles de recor-te del gasto social, de privatizacin desectores como la sanidad o el incremen -to exponencial de las desigualdadessociales, tambin experimentaron unpunto de inflexin desde finales de lossetenta en Europa, ha bindose acelera-

    6

  • do este proceso desde el inicio de la cri-sis con la puesta en prctica de las lla-madas polticas de austeridad.

    2.1.2. Capitalismo de casinoExisten al menos cuatro causas queayudan a explicar este giro poltico,social y econmico que tuvo lugar apartir de los aos setenta y que llegahasta la actualidad. Un primer factortiene que ver con el contexto de globa-lizacin y la mutacin sufrida por el sis-tema capitalista, que, favorecido por elproceso de desregulacin, ha pasado deser un capitalismo mayoritariamenteindustrial (de fbrica) a un capitalismofinanciero, o capitalismo de casino, enel que el 93% de la economa son finan-zas y juego especulativo. La concep-cin del capital de que las ganancias enla economa real son limitadas ha hechoque se avance en el proceso de finan-ciarizacin y mercantilizacin. Asimis -mo, como seala David Harvey, se haproducido un proceso de acumulacinpor desposesin caracterizado por lamercantilizacin y privatizacin de bie -nes y servicios que, por su carcter p -blico o comunal, estaban anteriormentecerrados al mercado.8

    Un aspecto central en este nuevomarco es, sin duda, el papel del Estado-nacin, el cual se ha ba erigido en elactor regulador clave en el contratosocial de posguerra. En el contexto deglobalizacin, el Estado-nacin ha sidoincapaz de controlar y regular la activi-dad financiera promovida por los mer-cados. As, mientras la poltica siguejugndose en el obsoleto mapa de losEs tados-nacin, la economa tiene lugaren el mapa de las transacciones finan -

    cieras internacionales: dos mapas, porlo tanto, incoherentes e incompatiblesentre s. El socilogo Zygmunt baumanha sintetizado este proceso indicandoque lo que se ha producido es, en defini -tiva, un divorcio entre poder y poltica:

    Hoy tenemos un poder que se haquitado de encima a la poltica y unapoltica despojada de poder. El po -der ya es global; la poltica siguesiendo lastimosamente local. Los es -tados nacionales territoriales son dis -tritos policiales de la ley y el orden,as como basureros y plantas localesde remocin y reciclaje de la basuraque ocasionan los problemas y ries-gos generados en el nivel global.9

    2.1.3. Refeudalizacin de las relaciones laboralesUn segundo factor, relacionado con elprimero, tiene que ver con las transfor-maciones experimentadas en el m bitodel trabajo y con la demografa de mu -chos de los pases occidentales. Por unaparte, la globalizacin ha incentivadoenormemente los procesos de deslocali-zacin industrial, aumentando los nive-les de paro y alejando el horizonte delpleno empleo que auguraba el modelodel Estado del bienestar. Segn el falle-cido Andr gorz, lo que estamos pre-senciando es una refeudalizacin de lasrelaciones laborales en los pases occi-dentales, donde la mano de obra se estprecarizando de nuevo con el nico ob -jetivo de volver a competir con la manode obra barata de los pases de la peri-feria. Los pases occidentales espe-cialmente los de la semiperiferia, comoEspaa estn dualizando sus merca-

    7

  • dos laborales entre una masa de preca-rios o outsiders y una minora de insi-ders con ciertas perspectivas de estabi -lidad laboral.10 O en palabras del filso -fo Slavoj Zizek, hoy nos encontramosante una masa de personas dispuestas adejarse explotar,11 que adems han per-dido su identidad de clase (debido a losmltiples tipos de contrato y a las con-diciones posfordistas del trabajo en lasque el trabajador ya no se socializa entorno a la fbrica) y no confieren al sin-dicato el papel de intermediador clsi-co. Paradjicamente, y si comparamosesta situacin con la que tiene lugar enlos pases emergentes, asistimos a uncierto proceso global de igualacin ala baja de los salarios, del poder ad -quisitivo y de las condiciones sociales.

    finalmente, estas transformacionesinternas tambin deben incorporar aldebate el factor demogrfico. Hasta cier -to punto se podra argumentar que losEstados del bienestar han muerto dexito, si se tiene en cuenta el aumentoen la esperanza de vida experimentadopor estas sociedades y el encarecimien-to que este hecho ha supuesto.

    2.1.4. Hegemona del pensamientoneoliberalUn tercer factor es el teorizado porautoras como Susan george en El pen-samiento secuestrado12 o Naomi Kleinen La doctrina del shock13: el pensa-miento socialdemcrata que auspici elpacto social de posguerra se ha vistoideolgicamente derrotado en los lti-mos treinta aos por un pensamiento detipo neoliberal o ultraliberal. Para Su -san george esta derrota no ha sido ca -

    sual sino parte de un programa organi-zado, orientado a cuestionar el papeldel Estado y que fue impulsado, desdefinales de los setenta, en el plano polti-co, por dirigentes como Ronald Reaganen EEUU o Margaret Thatcher en Rei -no Unido; en el plano meditico, por unoligopolio de empresas de comunica-cin al servicio de los intereses de susprincipales accionistas y, en el planoacadmico, por una serie de universida-des encargadas de legitimar las grandesdecisiones econmicas. La hegemonacultural del neoliberalismo, que tienemuy poco que ver con las ideas primi-genias del liberalismo promulgado porAdam Smith, ha sido rotunda y ha crea -do un nuevo sentido comn en el que lapropia socialdemocracia se ha vistoatrapada.

    2.1.5. Sociedad del hiperconsumoEl cuarto y ltimo factor es de tipo cul-tural y est relacionado con el individuoresultante de la sociedad del hipercon-sumo, si utilizamos la terminologa delsocilogo francs gilles Lipovetsky.14Para dicho autor, la sociedad posmo-derna se caracteriza por un hedonismodesenfrenado o por una mercantiliza-cin cultural que responden a la exis-tencia de una segunda revolucin indi-vidualista. Este neoindividualismo hasido el caldo de cultivo de un procesode atomizacin social que se ha idogestando en todos estos aos y que,adems, est relacionado con el procesode financiarizacin del consumo que seha producido en las clases trabajadorasante la progresiva disminucin de lossalarios reales y por el deseo de alcan-zar un nivel de vida acorde con una

    8

  • clase media generalizada. Estos indivi-duos, seala bauman, han transitado de su condicin de ciudadanos a la deconsumidores, desactivando y domes -ticando el papel crucial que el movi-miento obrero haba tenido en el apun-talamiento de los derechos sociales enlos ltimos decenios.

    La interaccin de todos estos proce-sos ha contribuido a las graves fisurasdel contrato social de posguerra. En fren -te, se ha consolidado un modelo de eco-noma financiarizada, que aspira a auto-regularse detestando todo tipo de contra -poder y caracterizada por la generacinimponente de desigualdades sociales.

    2.2. La realidad espaola: ante la fractura social y la crisis de la cultura de la Transicin

    Es obvio que los aspectos ms de tipoglobal y regional que acabamos de ana-lizar han afectado durante todo estetiempo a la realidad espaola. No obs-tante, como indicbamos al inicio, Es -paa, por sus circunstancias polticas ysociales, lleg tarde al ciclo virtuosode crecimiento econmico y desarrollosocial. Si bien la poca del desarrollis moespaol ya supuso un primer proceso decrecimiento econmico, los pilares delEstado social quedaron configuradoscon la Constitucin espaola y los pac-tos previos y posteriores que se produje-ron en el contexto de la Transicin.

    2.2.1. La fractura social ya ha empezadoDurante los treinta aos que siguieron ala Constitucin, Espaa fue desplegan-

    do un conjunto de polticas sociales eincrementando el gasto social. Este pro-ceso no fue lineal. La crisis de princi-pios de los noventa, por ejemplo, supu-so un notable freno a lo iniciado unadcada antes. No obstante, si compara-mos el conjunto de la UE con la reali-dad espaola, se observara que desdelos ochenta se inici un lento pero cons-tante proceso de convergencia social,tambin gracias a los fondos de ayudadestinados por las instituciones europe-as. Sea como fuere, la crisis iniciadaoficialmente en septiembre de 2008 havapuleado todo este proceso y ha hun-dido la economa y la sociedad espao-la en un abismo impensable unos aosantes, en plena burbuja inmobiliaria.Todos los informes, tanto nacionalescomo internacionales, apuntan en unamisma direccin:

    Espaa ha incrementado dramti-camente los ndices de pobreza, queya afectan a una de cada cinco per-sonas, siendo el ndice de pobrezainfantil (20%) uno de los ms eleva-dos de Europa. Casi un tercio de la poblacin seencuentra en riesgo de exclusinsocial, mientras que las desigualda-des de renta se han disparado, hastael punto de que la diferencia entrelas rentas ms y menos elevadas hanaumentado un 30% desde 2006, he -cho que ha convertido a Espaa enel pas de la UE con mayor desi -gualdad de renta, por detrs inclusode Rumana, segn la OCDE.15

    Se est produciendo un cierto pro-ceso de descomposicin de la clasemedia, que ha visto caer en picado

    9

  • su poder adquisitivo, sus niveles sa -lariales y sus condiciones de vida.Este proceso de desclasamiento hallevado a la cola de la asistenciasocial a miles de personas que nun -ca lo haban hecho, reconfigurando,por lo tanto, el rostro de la pobrezay de la exclusin en Espaa. Se est consolidando la figura deltrabajador pobre, es de cir, personasque an teniendo un empleo no tie-nen ingresos suficientes para satisfa-cer las necesidades bsicas y rozan laexclusin social. La tasa de pobrezalaboral ha pasado del 10,7% en 2007al 12,7% en 2012.16 Igualmen te, seest produciendo un aumento signifi-cativo del denominado precariado,es decir, personas con formacin cua-lificada que, sin embargo, viven enuna temporalidad y eventualidadconstante y no deseada.17

    Tal y como la fundacin foessa hasealado, de 2003 a 2011, la pobreza seha hecho ms extensa, ms intensa yms crnica.18 Desde la propia OCDE,pero tambin desde organizacionescomo Critas, se ha alertado de queestas cifras no hacen sino postrarnoshacia una fractura so cial de graves con-secuencias: una so cie dad de ricos ypobres, con una clase media alarmante-mente depauperada, con un ascensorsocial que slo funciona en direccindescendente y sin un sector pblicocapaz de compensar las crecientes desi -gualdades sociales. En este sentido, losprocesos de privatizacin de la sanidad,el aumento de tasas universitarias ojudiciales o bien la agresiva reformalaboral solo certifican la defuncin de

    la supuesta igualdad de oportunidadesque la Constitucin de bera garantizar.Nos adentramos, as, en una sociedadcada vez menos basada en la cohesinsocial y mucho ms cercana al modelode vida estadounidense en el que, recor-demos, impera un cierto darwinismosocial ya que el american dream y ala vista estn los ndices de desigualdadsocial interna no funciona para todos.

    2.2.2. Economa del ladrillo, crditofcil y fraude fiscal Cabe preguntarse por las causas de estaderiva. Ms all de la explicacin obviadel desempleo (27% de la poblacin y57% de desempleo juvenil), existen almenos dos causas principales. La pri-mera tiene que ver con el modelo decrecimiento en el que se ha basado laeconoma espaola en las ltimas dosdcadas. La economa del ladrilloimpulsada por los dos grandes partidosen el gobierno (Partido Popular y Par -tidos Socialista Obrero Espaol) entre1994 y 2008 gener un aumento espec-tacular del valor del patrimonio de lasfamilias que creci el triple en tan slodiez aos, gracias a la continua alza delos precios de la vivienda (se gn laOCDE, en 2009, el precio de la vivien-da espaola se encontraba sobrevalora-do en un 41%).19 Esto se debi esen-cialmente a la existencia de un sistemade crdito fcil, incentivado por lasentidades financieras, as como a unclima poltico y social en el que la com-pra y venta de viviendas se interpretcomo la mejor de las inversiones defuturo. Paradjicamente, durante estasupuesta etapa de bonanza, el salario

    10

  • real, esto es, lo que verdaderamentecuesta vivir, de la mayora de ciudada-nos se estanc e incluso presenci unacierta tendencia a la baja.20 Pocos secto-res sociales, y mucho menos polticos,criticaron con contundencia la fragili-dad econmica y los graves problemasticos y medio am bientales de todo estemodelo.

    Tras los dos primeros aos de crisis(2008-2010) se inici entonces, oficial-mente un 12 de mayo de 2010, la erade la austeridad. El incremento de ladeuda pblica una parte importante dela cual era deuda privada nacionalizadatras el rescate a los bancos21 alarm,entre otros, al gobierno alemn y a lasinstituciones europeas que obligaron apases como grecia, Portugal, Italia oEspaa a recortar drsticamente elgasto pblico para aminorar la cantidadde la deuda, muchas veces con decisio-nes antidemocrticas que no tenan encuenta las decisiones de gobiernos oparlamentos supuestamente soberanos.Tras ms de tres aos de polticas deausteridad el resultado ha sido el incre-mento de la brecha social y el empeora-miento de la depresin econmica.

    La segunda causa que explica la de -funcin del pacto social en Espaa es unreflejo de las problemticas que hemosdetallado en el anlisis del plano global:el modelo social espaol ha tendido afinanciarse mediante las rentas del tra-bajo, como consecuencia de la habili-dad y capacidad de las grandes rentasdel capital de evadir gravmenes. Unestudio del Sindicato de Tcnicos deHacienda (gESTHA) cifraba reciente-mente el fraude fiscal en Espaa en un23% anual. Esto quiere decir, que al

    fisco espaol se le escapan unos 80.000millones de euros anuales, de los cualesla mayor parte corresponde a impuestosque evaden las principales compaasdel bex 35.22 Si tenemos en cuenta quelos recortes sociales han supuesto desdemayo de 2010 unos cuantos miles demi llones de euros, son obvios los bene-ficios sociales que podran derivarse deun mayor control del gran fraude fiscalsi existiera una mayor voluntad y, sobretodo, una capacidad poltica para hacer-lo.

    2.2.3. Crisis institucional, crisis dela cultura de la Transicin?Llama la atencin que uno de los pri-meros gritos coreados por miles y milesde jvenes en las plazas de toda Espaaen aquellos das de mayo de 2011 fuerael de No nos representan. En los de -bates, reflexiones, artculos e iniciativassociales que se han multiplicado desdeentonces ha imperado una profunda cr-tica a la llamada partitocracia espao-la, haciendo especial referencia a losdos grandes partidos (PP y PSOE) quehan gobernado el grueso de las institu-ciones desde el inicio de la democracia.Asimismo, los datos del CIS indicanque este grito colectivo no es anecdti-co: en los ltimos aos, y alentado porlos casos de corrupcin, la clase polti-ca y los partidos polticos han sido lasinstituciones peor valoradas por la ciu-dadana encuestada, adems de situarsetambin entre los principales problemasdel pas. El bipartidismo, que las asam-bleas del 15-M representaron con elacrnimo PPSOE para criticar las nfi-mas diferencias que separaban a dospartidos tericamente opuestos en el

    11

  • espectro ideolgico, ha cado tambin aniveles histricos.23 La creciente desa -feccin poltica e institucional es gravee indica un desgaste extraordinario delos partidos que hasta ahora han guiadolas instituciones democrticas.

    Pero ms all de la realidad coyun-tural existe otra de tipo ms estructural.El 15-M vino a envejecer, repentina einesperadamente, a los partidos polti-cos. El reclamo de una nueva manerade hacer poltica no parece haber sidoentendida por muchos de los principa-les partidos. Se produce, de este modo,una tensin entre vieja y nueva po -ltica, donde lo ms preocupante es latozudez de la primera por negar o porno escuchar las demandas de regenera-cin de la segunda. Todo este proceso,que tiene un fuerte componente genera-cional, ha sido caracterizado por algu-nos autores como la crisis de la cul tu rade la Transicin o como una crisis dergimen.24 Dicha crisis apuntara al

    cuestionamiento y deslegitimacin deun relato poltico construido en el quese hablaba de una transicin modli-ca basada en el pacto entre diferentesagentes sociales y polticos.

    El 15-M se ha erigido en una expre-sin ciudadana que ha cuestionado losfundamentos de este relato, poniendoen entredicho la manera de hacer polti-ca o el rumbo de las instituciones pol-ticas. Este hecho conlleva, por lo tanto,una urgente revisin de lo existentepara que pueda ser repensado, recons-truido y legitimado por una generacinque no se siente parte de las narrativasque conforman el modelo actual. Esteejercicio es urgente, no slo por la frac-tura social que hemos detallado en elapartado anterior, sino porque las nue-vas coordenadas polticas deben dotar-se de nuevos consensos que sean ade-ms elaborados de una manera nueva,contando con la participacin de todos,desde abajo.

    12

  • Con esta idea burawoy quiere sealarque en los dos ltimos siglos se han pro-ducido tres grandes momentos (sigloxIx, primera mitad del siglo xx y la eta-pa iniciada desde los aos setenta) en losque determinadas cuestiones de la vidacomo el trabajo, la tierra, el conocimien -to o la salud han pasado a convertirse enmercanca, suponiendo un intenso pro-ceso de desposesin de bienes comuneshacia intereses privados. Para el soci-logo, estos procesos tambin se han ca-racterizado, al menos en las dos prime-ras etapas, por generar una reaccinsocial que ha intentado contrarrestar es-te proceso de acumulacin: mientras enla primera ola de mercantilizacin el pa-pel del movimiento obrero habra sidoclave, en la segunda ola las regulacio nesestatales fueron el aspecto determinante.En este sentido, el autor se pregunta silos movimientos sociales actuales pue-

    den ser la reaccin a esta tercera ola demercantilizacin.

    Teniendo presente la pregunta que seformula burawoy, lo que es obvio esque los movimientos sociales que hansurgido en este nuevo ciclo de protestaspresentan muchas novedades tanto en elcontenido como en la forma en que es-tas movilizaciones se producen. SegnCastells, nos encontramos ante lo quedenomina como movimientos socialesen red, si se tienen en cuenta su carc-ter tanto local como global y su manerade estar interconectados.26

    3.1. Una red global de movimientos sociales?

    La revuelta en Tnez a finales de 2010(precedida por las protestas en Islandia)inici una etapa histrica de moviliza-

    13

    3. ALGO NUEVO EST ACONTECIENDO: LOS MOVIMIENTOS SOCIALES ANTE EL CAMBIO DE POCA

    A travs de un anlisis historiogrfico y reflexionando sobre el trabajode Karl Polanyi La gran transformacin, el socilogo Michael Burawoyconsidera que la situacin actual se inserta en lo que denomina comouna tercera ola de mercantilizacin.25

    Dos aos despus de 1848 pareca que todo habafracasado. Pero a largo plazo no haba fracasado.Un buen nmero de medidas liberales fueron im -plementadas. fue, por lo tanto, un fracaso inme-diato, pero a la larga fue un xito, si bien no ya

    en la forma de una revolucin.ERIC HObSbAwM

  • ciones sociales a nivel global. A la ca-da de ben Al (enero 2011) se han idosumando importantes movilizacionessociales en Egipto (por doble partida),Marruecos, Yemen, grecia, Espaa,Italia, Portugal, EEUU, Chile, Mxico,Turqua o brasil. Dentro de todos estoscontextos existen diferencias obvias,pero a la vez numerosas similitudes tan-to en el contenido de las protestas comoen las formas de movilizacin. Destaca -mos a continuacin algunas caracters-ticas que nos parecen significativas.

    En primer lugar, todos estos movi-mientos han presentado una especifi -cidad local o estatal (es obvio que nopueden compararse las caractersticashistricas o socioculturales de, por ejem -plo, Tnez y EEUU), si bien existe unacierta lgica transestatal y global al com -parar todas las protestas. Para algunosautores parece existir un patrn similaren el tipo de personas que protestan: per-sonas pertenecientes especialmente a unentorno urbano, movidas por el deterio-ro de las condiciones de vida, por unacreciente frustracin ante la falta deoportunidades y que han puesto en en-tredicho la legitimidad del poder polti-co y de las instituciones. Es ms, en ge-neral ha predominado claramente unperfil de jvenes de clase media, quehan catalizado el malestar generalizadode la sociedad en cuestin.

    Segundo, Internet y las redes socia-les han sido las herramientas clave enlas movilizaciones, pero no, como a ve-ces se confunde, la causa de stas. Lasredes sociales como Twitter o Facebookhan servido como instrumentos de am-plificacin y dinamizacin de las pro-testas, de coordinacin, comunicacin y

    capacidad auto-organizativa, as comode contagio de las emociones y del es -ta do de nimo de un lugar a otro. En todos estos contextos se ha producidouna complementariedad entre las redesy la pre sencia en las calles, destacandola ocu pacin del espacio pblico comogora de reflexin, de debate, de reivin-dicacin y de resistencia. Un hecho sig-nificativo es que el 15 de octubre de2011 una red global de movimientosmo vi lizara a millones de personas en951 ciudades de 82 pases del mundobajo un mismo lema: Uni dos por uncambio global.

    Tercero, las movilizaciones han ad-quirido una forma de organizacin muyhorizontal, descentralizada, distribuiday rizomtica. Esta forma de organizarsese caracteriza por la interrelacin e in-fluencia mutua de los diferentes ndu-los (individuos) que configuran esta redglobal. Asimismo, los individuos seconvierten en autocomunicadores demasas, al difundir mediante tuits, pu-blicaciones en Facebook o vdeos enYoutube determinadas informaciones oideas que pueden adquirir un carcterviral y de mucho impacto.27 Cabe desta-car como en la Plaza del Sol de Madrid,en la Plaza Taksim de Estambul o en lascalles de Sao Paulo fueron las imgenesvirales de represin policial las que am-plificaron y dieron una enorme fuerza alas movilizaciones posteriores.

    Un cuarto y ltimo aspecto, es la ca-pacidad de estos movimientos de cons-truir un contrasentido comn que tratade contrarrestar la informacin y elsentido comn hegemnico, elabora-do por los poderes polticos o mediti-cos, cuya mxima expresin, en el caso

    14

  • espaol, se encuentra en expresionescomo no hay alternativa o hemos vi-vido por encima de nuestras posibili -dades. As, los originales lemas de laspancartas en las plazas o las ideas queacaban circulando por las redes socialeshan tenido un fuerte componente sim-blico capaz de influir en el imaginariocolectivo.

    En definitiva, estos movimientos sociales en red son la expresin de unainsatisfaccin con el status quo perotambin significan la demanda de unamayor y mejor democracia y un deseode emancipacin social. Son el sntomade un proceso de creciente politizaciny empoderamiento social ante una rea-lidad global cada vez ms antidemocr-tica en la que actores tradicionales co-mo los partidos han perdido potestadante los mercados financieros y legiti-midad ante sus sociedades. Por otro la-do, ante el pragmatismo que a menudose exige a estos movimientos, es impor-tante entender todos estos procesos to-dava incipientes como un aprenderhaciendo, en el que el propio procesose convierte en el mensaje a interpretar.Lo fundamental es ser conscientes deque los movimientos sociales han sidohistricamente cruciales en la anticipa-cin de nuevos valores, convirtindoseen ocasiones en las palancas de los gran-des cambios sociales.28

    3.2. Dormamos, despertamos:algunos apuntes sobre el 15-M

    Aterrizando en la realidad espaola, laprincipal reaccin social en el contextode crisis ha sido el llamado 15-M. Msall de la interpretacin que se haga de

    este complejo movimiento social, lo queparece estar claro es que el 15-M estsiendo sobre todo un fenmeno repo-litizador. Con esto nos referimos a lagran capacidad social que ha tenido dedespertar conciencias que estaban dor-midas y de invitar a toda una nueva ge-neracin joven y no tan joven de ciu-dadanos, a participar activamente en losasuntos pblicos. Dormamos, desper-tamos rezaba un cartel de la Puerta delSol de Madrid. Esta frase sintetiza el le-targo en el que vivamos como ciuda-danos en medio de una burbuja inmobi-liaria y en una deriva consumista quesolo hemos sabido comprender, criticary cuestionar a posteriori.29 Un letargoque ha facilitado la paulatina coloniza-cin de la poltica por parte de los inte-reses privados. Si el 15-M ha hecho al-go es devolver a la sociedad nuevosdebates, obligarnos a pensar y a posicio-narnos, entender las fracturas y los pro-blemas actuales, as como dibujar entretodos posibles alternativas de futuro.

    Es importante entender que el 15-Mno es un sujeto poltico homogneo, convoz propia, sino ms bien un espacio de entrada y de salida en que muchosciudadanos han participado. Algunasiniciativas como las Plataformas deAfectados por las Hipotecas (PAH) o lasdiferentes mareas en defensa de los ser-vicios pblicos han sido amplificadaspor el 15-M. A su vez, numerosas ini-ciativas de creacin de tejido social li-gadas al mundo asociativo, la economasocial o el consumo responsable se hanvisto fortalecidas por este movimiento,a la vez que algunos viejos partidos sehan visto obligados aunque no lo re-conozcan a un ejercicio de introspec-

    15

  • cin y de revisin de sus prcticas y dis-cursos. El 15-M es un movimiento, porlo tanto, de fondo, que ya no est en lasplazas sino en pequeas asambleas debarrios, en centenares de iniciativas ciu-dadanas y, en definitiva, en la manera depensar de muchas personas. El 15-M esun movimiento intergeneracional, sibien los ms jvenes son los que lo hanabanderado. Son jvenes que formanparte del precariado y para los que elascensor social que el relato oficialofreca (estudiar una carrera universita-ria, conseguir un buen trabajo, lograrbienestar y estabilidad laboral y social),simplemente, se ha truncado.

    Muchas de las caractersticas a lasque hemos aludido analizando los mo-vimientos sociales en otros contextospueden encontrarse tambin en el 15-M.Destaca, en este sentido, su forma deproceder. Entre otros aspectos puedensealarse el carcter no-violento, des-centralizado y autogestionado, donde haimperado la lgica del hazlo t mismoa la hora de organizar asambleas y mo-vilizaciones; o bien su horizontalidad, yautorepresentatividad, rechazando lautilizacin de etiquetas identificativas ola visibilizacin de lderes concretos.

    Otro rasgo constitutivo interesantees la agenda que el 15-M ha ido cons-truyendo. La novedad reside no tanto ensus demandas concretas sino en la for-ma en que sta se ha ido configurando.Dicha agenda se caracteriza por buscaruna salida de la crisis hacia un modo devida construido colectivamente, en elque todo el mundo puede hacer aporta-ciones y en el que los consensos, que enmuchos casos responden a demandastradicionales, son generados y construi-

    dos nuevamente desde abajo, como sifueran un documento wiki, abierto a laparticipacin, opinin, sabidura y sub-jetividad de cada uno de sus participan-tes. Como algunos han dicho, el con-junto de iniciativas y acciones surgidasa raz del 15-M se han convertido en unaescuela de aprendizaje poltico en la queconfluyen nuevas y viejas maneras dehacer, de entender la poltica y la socie-dad, o de convocar y organizarse.

    Por ltimo, un elemento fundamen-tal para entender el origen y el futuro delmovimiento 15-M es su dimensin vir-tual. En este trabajo colectivo ya no sloimporta la presencia fsica como tradi-cionalmente ni tampoco los indicadoreshabituales para medir el xito o fracasode una convocatoria determinada (n-mero de manifestantes, etc.). Las callesy las plazas han sido un lugar impor-tante de visualizacin y reivindicacin,pero la red ha sido clave en la articula-cin y como espacio de participacinpoltica, desde el cual miles de personashan seguido por streaming las accionesconvocadas por los diferentes colecti-vos. Todo esto ha demostrado que la in-tensidad del intercambio y la comuni-cacin presencial no tienen por qu ir endetrimento de la digital y viceversa. Aslas cosas, Internet se presenta como unespacio de discusin y articulacin po-ltica clave para las transformacionessociales y polticas que estn teniendolugar. Pero su centralidad tambin resideen la ruptura, seguramente irreversible,de un doble monopolio: el de la formade hacer poltica, a travs de los parti-dos polticos y de las instituciones; y elde la forma de comunicar, mediante losmedios de comunicacin de masas.

    16

  • Con este marco de fondo, este ltimoapartado tiene como objetivo apuntar algunas de las principales aportacionesy propuestas que se estn realizandodesde los movimientos sociales en elcontexto espaol pero con una miradainequvocamente global. Hemos agru-pado estas propuestas en cinco grandesejes: 1) aquellas que tratan de hacerfrente a la crisis de la representatividad;2) las que buscan hacer frente a la deu-da y el dficit fiscal; 3) algunas pro-puestas para abordar la preocupantemercantilizacin de la vida cotidianaque se est produciendo; 4) las que es-

    tn relacionadas con el mundo del tra-bajo, y 5) aquellas centradas en la crisisecolgica y de los cuidados.

    Somos conscientes de que dentro deestos ejes no estn todas las propuestasque son objeto de debate y que por ra-zones de espacio no podemos profundi-zar en las ideas aqu recogidas. Al igualque somos conscientes que ante el som-bro panorama actual algunas de estaspropuestas pueden ser vistas como po-co menos que irrealizables. Sin embar-go, las siguientes pginas pueden servirpara dibujar una panormica general delas demandas y debates existentes en los

    17

    4. S SE PUEDE!: APORTACIONES Y PROPUESTAS PARA UN NUEVO RUMBO SOCIAL

    Hasta el momento hemos subrayado dos tesis principales: 1) el esce-nario actual es en gran parte el resultado del resquebrajamiento de doscontratos sociales que han regulado nuestras vidas en las ltimasdcadas y en el que cabe destacar muy especialmente un desplaza-miento del poder de lo poltico hacia lo financiero; 2) en un contexto dedeterioro socioeconmico y de crisis institucional, los movimientossociales actuales, tanto a nivel global como en la realidad espaola, sehan erigido en un actor clave, caracterizndose por su funcionamientoen red y por su demanda de mayor democracia y justicia social.

    Yo no puedo decir que otro mundo es posible(aunque esa frase se repita mucho), sino que otro mundo es SEgURO.

    JOS LUIS SAMPEDRO

  • movimientos sociales, y mostrar quehay otras alternativas a las polticas im-perantes y explorar una posible hoja deruta que aliente un cambio de rumbo.

    4.1. Frente a la crisis de la representatividad y la democraciade baja intensidad: la apuestapor la participacin ciudadana yla democracia radicalLa crisis financiera, adems de las terri-bles consecuencias que est generandosobre la poblacin, est contribuyendoa socavar los mismos cimientos de lademocracia. Como ya se ha sealado,existe una creciente asimetra entre unapoltica todava circunscrita al mbitodel Estado-nacin y un sistema econ-mico globalizado que a su vez se ha con-vertido en una amenaza a la soberanade los estados, constituyendo de factouna mercadocracia.

    De la misma forma, estamos asis -tien do a una creciente diferenciacinentre los espacios de representacin dela ciudadana (por ejemplo, el Parla -men to) y los lugares donde verdadera-mente se toman las decisiones (berln,frank furt, etc.), as como a un vacia-miento creciente de la capacidad de laciudadana para influir en la polticams all de su participacin electoral.Todo ello hace que la crisis est gene-rando una gran desafeccin social y estahondando en la crisis de la democraciarepresentativa, aumentando la distanciaexistente entre gobernantes y electoresy entre la ciudadana y los partidos po-lticos. E incluso, cabe preguntarse si esposible la existencia de la misma de-mocracia cuando apenas hay instru-

    mentos de control sobre el capitalismofinanciero y cuando los estados a su vezcada vez tienen menos control sobre laeconoma.

    Ante esta contradiccin entre un ca-pitalismo en extensin y una democra-cia que cada vez se reduce ms al planoprocedimental es decir, ganar eleccio-nes, cada vez ms voces reclaman pro-fundizar en la democracia en todas lasdimensiones que afectan a la vida coti-diana pasando de una democracia tute-lada, restringida y de baja intensidada una democracia de alta intensidad30.Una democracia que vaya ms all delas instituciones, que pueda ser aplicadaa muchos planos de la vida si la enten-demos como el reconocimiento de losderechos sociales, y que asuma que ha-blar de poltica es referirse a la capaci-dad de dar respuesta a los problemas co-lectivos. En esta reclamacin por unademocracia ms amplia o real queponga en el centro a la ciudadana y losproblemas colectivos, cada vez existenms propuestas que reivindican msparticipacin en la gestin de los asun-tos comunes y otra forma de entender lopoltico.

    Siguiendo a ngel Calle31 podemoscontraponer a la democracia representa-tiva la democracia participativa y la de-mocracia radical. La democracia parti-cipativa sera aquella que se basa enprocedimientos institucionales y gestio-nada desde arriba y que complemen-ta sus formas de decisin con aportacio-nes desde abajo. Algunas propuestasque se relacionan con este modelo sonlos referndums revocatorios de manda -to, las iniciativas legislativas populares,los ejercicios de rendicin de cuentas,

    18

  • los consejos deliberativos, los presu-puestos participativos o las iniciativasque buscan una mayor transparencia enla accin poltica.32

    Como complemento a sta, segnCalle, se encontrara la democracia ra-dical que englobara aquellas propues-tas que se realizan desde abajo, deforma deliberativa, basndose en la ho-rizontalidad y que buscan la satisfaccinconjunta de necesidades. As, diversasiniciativas basadas en el asamblearismoy la democracia directa, algunas accio-nes que se basan en el uso de las nuevastecnologas encuadradas en la denomi-nada tecnopoltica, o incluso los dife-rentes proyectos constituyentes quebuscan reformular el contrato socialdesde abajo, pueden ser vistos comoespacios y expresiones de experimenta-cin de esta democracia radical.

    En todo caso, y ms all de esta dis-tincin, parece urgente la creacin deformas de innovacin poltica que ex-tiendan desde las instituciones la parti-cipacin ciudadana a todos los niveles,a la vez que, como se viene insistiendodesde los movimientos sociales, se hacenecesario que los ciudadanos se rea pro -pien de aquellos asuntos de carcter colectivo que afectan a su vida cotidia-na.

    4.2. Frente a la deuda y el dficitfiscal: la apuesta por las auditorasciudadanas de la deuda y una fiscalidad justa

    La crisis financiera se ha visto acompa-ada de discursos que la interpretabancomo una suerte de fenmeno inevita-ble y que habra tenido lugar, entre otras

    cosas, porque se haba vivido por en-cima de nuestras posibilidades. Este ti-po de afirmaciones estn especialmentepresentes cuando se defiende la ortodo-xia presupuestaria a la vez que, frecuen -temente, y en nombre de la competitivi-dad y la eficiencia, se afirma que nohay alternativa a los recortes en el gas-to social. frente a esta visin, queremosdetenernos en las propuestas que desdediferentes instancias se vienen realizan-do sobre dos mbitos econmicos: ladeuda y la fiscalidad.

    Para entender las propuestas que serealizan sobre la deuda, es preciso re-cordar, en primer lugar y como se sealen el primer apartado, que la composi-cin de esta es fundamentalmente pri-vada. Por tanto, no parece ser cierto queel sector pblico sea el principal res-ponsable de la deuda total, como a ve-ces se ha sealado.33 Ms bien ha sido labanca y las grandes corporaciones quie-nes se han endeudado excesivamentedurante los aos de bonanza econmi-ca. Por otro lado, hay que tener en cuen-ta que el Estado se ha endeudado a cos-ta de los contribuyentes para ayudar a labanca privada, que as est consiguien-do reconvertir su deuda privada en deu-da pblica a travs de diferentes meca-nismos y avales.34 Adems, la recientereforma de la Constitucin seala en suartculo 135.3 que el pago de los cr-ditos para satisfacer los intereses y el ca-pital de la deuda pblica gozarn deprioridad absoluta sobre cualquier otrapartida de gasto (en sanidad, educacino pensiones, por ejemplo), con lo quecon este cambio se blinda al capital fi-nanciero de un posible impago por par-te del Estado.

    19

  • Ante esta situacin, dentro de losmovimientos sociales cada vez se plan-tea con ms fuerza la opcin de no pa-gar la deuda o, siguiendo la experienciade pases como Ecuador,35 solicitar la realizacin de una auditora ciudada-na36 sobre todas las deudas (pblica ypri vada) que se encargase de determinarresponsabilidades, debatir sobre la legi-timidad de la deuda y fijar las condicio-nes de su pago.37

    En lo que se refiere a la fiscalidad,cada vez existen ms voces que ven ne-cesaria encaminar sta hacia un modeloms justo y progresivo, tal y como pro-pone la Plataforma por una fiscalidadJusta,38 as como la necesidad de lucharcontra el fraude fiscal, los parasos fis-cales y la especulacin financiera. Unamirada a esta materia permite constatarque existe un trato muy desigual entreel trato que se da a las rentas del traba-jo y a las del gran capital. As, mientrasla clase media y baja ha experimentadouna subida de impuestos a raz de la re-cesin, se ha producido un manteni-miento de figuras como las Sociedadesde Inversin de Capital Variable (las SI-CAV) en las que el gran capital solo tri-buta al 1%. En cuanto al fraude fiscal ysu procedencia, existen numerosos da-tos que ponen de relieve la necesidad deregular y acabar con esta realidad. Uninforme reciente sealaba que el 94% delas empresas del Ibex-35 eluda im-puestos en parasos fiscales,39 a la vezque organizaciones como Oxfam esti-maban que un total de 14 billones de d-lares se escondan en parasos fiscales,lo que supona una prdida de ingresosfiscales de 120.000 millones de dlaresanuales.40 La bsqueda de una fiscalidad

    progresiva, por lo tanto, debe ir ineludi-blemente acompaada de la lucha con-tra los parasos fiscales.

    Conviene tener en mente estas cues-tiones cuando desde diferentes instan-cias se habla de la inevitabilidad de re-ducir el gasto social o cuando se afirmaque slo tendremos el estado de bienes -tar que podamos permitirnos41. Y es quela fiscalidad y los recortes en gasto socialson las dos caras de un mismo debate:el debate sobre en quin recae el costede la crisis tanto a la hora de contribuira las arcas del estado, como a la hora dever quin sale perjudicado por los re-cortes. Y en ambos casos, los ms per-judicados, estn siendo los ms dbiles.

    finalmente, frente a la lucha contrala especulacin financiera, una de laspropuestas ms conocidas es la recla-macin de la Tasa Tobin o, segn otrasorganizaciones, Tasa Robin Hood.Esta tasa, reivindicada en los ltimosaos por organizaciones como ATTAC,pretende frenar la especulacin que se produce en los mercados bancariosimponiendo un gravamen a las transac-ciones financieras y destinando lo re-caudado a fines sociales o al control delas crisis finan cieras.

    4.3. Frente a la mercantilizacinde la vida cotidiana: los bienescomunes y la soberana alimentariaDentro de las propuestas que tratan dehacer frente a la mercantilizacin de losdiversos dominios de la vida cotidianay a todo aquello que es fundamental pa-ra la reproduccin social encontramos laapuesta por los bienes comunes y la so-berana alimentaria.

    20

  • Con la gestin de los bienes comu-nes o procomn42 se alude a aquellos sis-temas sociales y jurdicos que facilitanla gestin compartida y la administra-cin de un bien de acceso universal y quepertenece o es de usufructo gestionadode forma colectiva. Ms all de su rgi-men de propiedad, el bien comn debeser entendido sobre todo en trminos re-lacionales. As, un recurso es un biencomn, mientras la gente se siente vin-culada a l tanto por poder hacer uso desu patrimonio como por estar interesadoen su conservacin y/o ampliacin, conlo que al llamar comn a un recursocompartido se destaca que sobre estosbienes descansa una idea de inalienabi-lidad. As, se considera que estos recur-sos pertenecen a la gente por lo que seacepta que su conservacin a largo pla-zo es ms importante que su maximiza-cin a precio de mercado.

    Si se hace un repaso histrico, sepuede ver que la principal forma de ges-tin que se ha producido de forma comunal ha estado relacionada con lagestin de algunos recursos naturales(aguas, ros, pastos, bosques, etc.)43 yque estas formas de gestin, tan exten-didas antes de la emergencia del capita-lismo,44 han pervivido en algunos casoshasta la actualidad. Sin embargo, el de-bate sobre estos bienes ha vuelto a ad-quirir gran fuerza recientemente por dosrazones. A nivel terico, Elinor Ostrom,premio Nobel de Economa en 2009,45mostr a partir del anlisis de numero-sos casos de manejo de recursos colec-tivos, cmo se pueden crear institucio-nes de gestin colectiva que permitan elaprovechamiento sostenible de estosbienes de forma duradera si se parte al

    menos de dos principios: el compromi-so de las partes involucradas y su capa-cidad de supervisin sobre las institu-ciones. De ah que la gestin de losbienes comunes sea vista en ocasionescomo una expresin de la democraciaradical ya mencionada anteriormente.

    Pero junto a esta vertiente terica, hasido Internet quien ha permitido que losbienes comunes adquieran una nuevasignificacin al convertirse en un campode experimentacin para la innovacincooperativa, la creacin cultural colec-tiva y la generacin de conocimientocompartido. Internet, adems, ha pro -ducido una experiencia generalizada deabundancia de los bienes inmaterialesque contradice el presupuesto neoliberalde la escasez generalizada y de la aso-ciacin de los mecanismos del mercadocomo mejor garanta de eficiencia. bastapensar en ejemplos como los diferentessistemas operativos libres, la wikipediao las licencias creative commons paramostrar cmo las lgicas basadas en lacooperacin entre usuarios pueden serms efectivas que otras formas guiadaspor criterios mercantiles.

    De la misma forma, cada vez exis-ten ms prcticas de innovacin socialgeneradas en el entorno de los movi-mientos sociales que en mayor o menormedida se inspiran en esta nocin delcomn y su racionalidad como sucedecon iniciativas como las monedas socia -les y complementarias, los huertos co-munitarios, las tiendas de ropa a costecero o las redes de reutilizacin de ob-jetos y de consumo colaborativo. O tam-bin de algunos equipamientos e infra -es tructuras como los centros socialesautogestionados, el cohousing o las coo -

    21

  • perativas de vivienda en derechos deuso.46

    En definitiva, los bienes comunesson un interesante campo de innovacinque buscan primar cubrir las necesida-des sobre el consumo, y priorizar el va-lor del uso del bien frente a su posiblevalor de intercambio en el mercado. Loque hace que desde algunas instanciasse vea en stos una estrategia interesan-te para frenar el proceso de mercantili-zacin de la vida cotidiana, cubrir lasnecesidades bsicas de la poblacin apartir de las relaciones comunitarias yconectar experiencias de resistencia a laprivatizacin y escasez artificialmenteimpuesta por el neoliberalismo.

    Junto a los bienes comunes, otra propuesta para frenar el proceso de de-pendencia del mercado en un sector es-tratgico como la alimentacin es la soberana alimentaria. La soberanaalimentaria puede ser definida como elderecho de los individuos, pueblos y co-munidades a definir sus polticas y es-trategias agrcolas y alimentarias para laproduccin y distribucin sostenible dealimentos. bajo esa idea general, esteconcepto se convierte en un paraguasque abarca a todos los aspectos vincu-lados a la alimentacin al considerar queun sector como ste no puede dependerde los caprichos del mercado interna-cional sino que debe ser una cuestin deseguridad e independencia para los pue-blos.

    Desde la soberana alimentaria seapuesta por la produccin y el consumolocal frente a las importaciones; las ex-plotaciones campesinas y familiares; seintenta asegurar precios justos para loscampesinos a travs de alianzas entre

    productores y consumidores; se buscagarantizar el acceso a la tierra, al agua,a los bosques y otros recursos producti-vos; y se favorece la inversin pblicapara fomentar la actividad productivafamiliar y comunitaria.47 De igual for-ma, muchas iniciativas ligadas a la ali-mentacin han encontrado un anclajeterico en este paradigma como las ca-da vez ms numerosas cooperativas deproductores y consumidores agroecol-gicos, las tiendas de consumo responsa-ble, las redes de intercambio de semillasautctonas, o las universidades y escue-las rurales que buscan revitalizar sabe-res autctonos.48

    De este modo, desde esta perspecti-va se considera que son los pueblos y nolos mercados los que deben tomar lasdecisiones relacionadas con la polticaalimentaria y deben ser stos los que de-cidan qu y cmo producir. Para ello, seapuesta por la agricultura campesina co-mo la mejor garanta para la produccinde alimentos equilibrada, la sostenibili-dad ambiental y la gestin armoniosadel territorio rural.

    4.4. Repensar el trabajo: repartir el salario y el empleo, la renta bsica y el reconocimientode los trabajos invisibilizados

    Actualmente, tenemos una capacidadproductiva mucho mayor que la que hapodido existir en cualquier poca hist-rica debido a los avances tecnolgicos yal enorme aumento de la productividad.Y, sin embargo, esta situacin no se hatraducido en una mejora sustantiva delas condiciones laborales existentes, nien una progresiva reduccin de los

    22

  • tiempos dedicados al trabajo asalariado.Ms bien todo lo contrario. Esto es de-bido nuevamente a la hegemona cultu-ral de una manera de entender la pro-ductividad y la economa en el contextode globalizacin. En este contexto, sehace fundamental repartir el empleo y lariqueza y repensar las relaciones que sedan dentro del mundo laboral, ms auncuando contamos con una tasa de de -sempleo escandalosa.

    En este sentido, vale la pena recogeralgunas de las propuestas que se estnplanteando desde los movimientos so-ciales dentro de este mbito.

    4.4.1. Una revisin profunda de las relaciones salariales En la actualidad el salario mnimo inter -profesional espaol asciende a 645 almes, lejos de los 1425 que presenta elsalario mnimo francs.49 Un dato, ade-ms, que adquiere otro significado si secontrasta con las diferencias salarialesexistentes en el interior de las empresas.Segn un estudio de la federacinEuro pea de Empleadores,50 Espaa erael cuarto pas europeo con mayor bre-cha salarial, solo por detrs de Ruma na,Ucrania y Rusia.51 Se hace necesaria,por lo tanto, una revisin al alza del salario mnimo, as como el estableci-miento de horquillas salariales msequitativas en el interior de las empre-sas siguiendo el ejemplo de Suiza don-de la iniciativa 1:12 (una ley que limitela brecha salarial a un mximo de 12 ve-ces entre el salario mayor y el menordentro de la misma empresa) ha sido re-cientemente aprobada en referndumpor una amplia mayora.52

    4.4.2. Reparto del empleo a travs de la reduccin de la jornada laboralCon unas tasas de desempleo tan eleva-das como las actuales, una medida dejusticia razonable pasara por el repartodel empleo a travs de la reduccin dela jornada laboral.53 Pues bien, en esta l-nea de reparto del empleo, desde la NewEconomics Foundation se apuntaba laposibilidad de establecer una jornadasemanal de 21 horas54 con el fin de fa-vorecer la justicia social, liberar tiempopara la realizacin de actividades crea-tivas y relacionadas con el mbito de loscuidados y al mismo tiempo reducir elconsumo de recursos naturales.

    4.4.3. Una apuesta decidida por el cooperativismo y la economa social Las cooperativas cuentan con una ma-yor democracia interna y participacinde los trabajadores en las decisiones queafectan a la empresa, se rigen por prin-cipios de democracia interna y transpa-rencia y cuentan con menor brecha salarial (que rara vez llega a una pro-porcin de 5 a 1). Adems, este tipo deempresas han destruido mucho menosempleo que otras empresas convencio-nales en el marco de la crisis, con lo quese ha evidenciado su mayor capacidadde adaptacin y flexibilidad ante circuns -tancias adversas. Por ello, no es ut picopensar que estas empresas tienen ungran potencial en la construccin de otraeconoma. Ms an si se desarrollan si-nergias entre stas y se crean espaciosde intercambio basados en lgicas decooperacin como est sucediendo enlos mercados sociales desarrollados endiferentes ciudades.55

    23

  • 4.4.4. Establecimiento de una rentabsica de ciudadanaOtra propuesta que est generando cadavez ms eco es el establecimiento deuna renta bsica de ciudadana. La ren-ta bsica puede ser definida como elreconocimiento como derecho de todociudadano a percibir una cantidad pe-ridica que cubra, al menos, las necesi-dades vitales sin que por ello deba con-traprestacin alguna. Segn DanielRavents, el establecimiento de estamedida en una situacin de crisis per-mitira afrontar de forma menos angus-tiosa la prdida involuntaria del empleoy la situacin de gran inseguridad eco-nmica y vital que genera, adems deayudar a mitigar la pobreza y a ser unelemento de proteccin para no caer enella. Adems, esta iniciativa facilitarala autoocupacin y, entre otras cosas, sera un estabilizador del consumo fun-damental para sostener la demanda entiempos de crisis, especialmente entrelos grupos ms vulnerables.56 Para ello,se apuesta por financiar esta prestacina travs de la integracin de la polticafiscal y social, lo que supondra, a suvez, una considerable redistribucin dela riqueza. En Catalua, varios colecti-vos han puesto en marcha una IniciativaLegislativa Popular (ILP) para solicitar-la.57

    4.4.5. Reconocimiento de todo el trabajo: remunerado y no remuneradofinalmente, se hace necesario el reco-nocimiento de todo el trabajo tanto re-munerado como no remunerado, reco-nociendo el valor social y la riqueza quegeneran muchos trabajos que se dan

    ms all de la esfera mercantilizada. Enel marco capitalista normalmente seequipara el concepto de valor al de pre-cio y, consecuentemente, desde esta vi-sin solo tiene valor econmico aquelloque puede expresarse en trminos mo-netarios. Sin embargo, esta mirada nocontempla la gran cantidad de relacio-nes y formas de trabajo que se dan en elmbito de lo no mercantilizado y quesostienen de forma invisible el sistema,entre las que destaca especialmente eldenominado trabajo de cuidados.58Un trabajo que, como han destacado nu-merosas personas desde la perspectivafeminista, ha sido atribuido histrica-mente a las mujeres, se ha asociado a laesfera de lo privado y lo gratuito, y hasido infravalorado e incluso invisibili-zado socialmente. Por todo ello, parauna accin transformadora de la reali-dad es imprescindible visibilizar todo eltrabajo no asalariado que es til social-mente, reorganizar el sistema de cuida-dos de forma que stos adquieran un ca-rcter central en la organizacin socialy se reconozca una mayor corresponsa-bilidad sobre el mismo. Ms an si setiene en cuenta que cuando se habla delreparto de los cuidados se est aludien-do a la forma en la que las sociedadesreparten y organizan el sostenimiento dela vida humana.59

    4.5. Crisis ecolgica, crtica productivista y algunas alternativasfinalmente, a todas las vertientes de lacrisis econmica que ya se han seala-do, hay que aadir la creciente presinque se est ejerciendo sobre el controlde los recursos naturales. Podemos con-

    24

  • siderar que la crisis econmica y la cri-sis ecolgica y climtica estn ntima-mente entrelazadas y tienen numerosospuntos en comn lo que nos lleva a se-alar una serie de cuestiones.60

    En primer lugar, y como se ha sea-lado,61 dentro del capitalismo y del pen-samiento econmico mainstream, seequipara frecuentemente el concepto devalor al de precio. Al realizarse esta ope-racin, y por no poder expresarse en tr-minos monetarios, se invisibilizan mul-titud de procesos ambientales que sonfundamentales para el sostenimiento dela vida humana, a la vez que tambin sehacen invisibles todos aquellos efectosexternos negativos del crecimiento eco-nmico sobre el medio ambiente que setraducen en la destruccin de los recur-sos naturales y en la degradacin delmedio.62 De la misma forma, dentro deesta lgica, la produccin no se liga a lasatisfaccin de necesidades humanas si-no a incrementar agregados monetariosque produzcan beneficios a corto plazosin tener en consideracin los elemen-tos de destruccin que pueden llevaraparejados.

    As, se parte de una falsa premisa: elcrecimiento sin lmites es posible. Y conello surge un conflicto entre los lmitesmateriales y humanos de la tierra y sucarcter de sistema cerrado y de rege-neracin constante de ciclos no mer-cantilizables que presenta, y las preten-siones de un sistema econmico quenecesita extraer materiales, fabricar co-sas, consumir energa y generar resi-duos inevitablemente para crecer. Deah que cada vez ms voces critiquen elproductivismo y el crecimiento ilimita-do porque, adems, crea la sensacin de

    que todo se puede fabricar infinitamen-te mientras el deterioro ecolgico se ha-ce cada vez ms patente.

    frente a esta visin una de las no-ciones que mayor debate han generadodentro de los movimientos sociales es ladel decrecimiento. Ms que un paradig-ma definido o una teora econmica, eldecrecimiento es una nocin provoca-dora que cuestiona la lgica producti-vista del sistema y propone un cambiocultural: romper con la idea de que mses siempre mejor al considerar que la fe-licidad de las personas no depende de sumayor renta y consumo. Desde esta co-rriente, se considera que las sociedadesenriquecidas deben reorientar de formaprogresiva el modelo productivo haciala sobriedad y la adecuacin con los l-mites ecolgicos del planeta, a la vezque se invita a la participacin y crea-cin de iniciativas comunitarias quepromuevan este cambio. En este senti-do, desde el decrecimiento se apuestapor centralizar y movilizar los recursoscolectivos en aquellas iniciativas quecubran necesidades sociales (como lamovilidad sostenible o los cuidados); sebusca favorecer la economa real y lo-cal; apostar por la creacin de empleoen sectores como las energas renova-bles, la economa social o la agriculturaecolgica, y en decrecer en el consumode energas fsiles.

    Por ltimo, otras iniciativas que hansurgido ante este escenario de crisis eco-lgica son el movimiento en transi-cin que busca hacer frente al desafodel cambio climtico y la crisis del pe-trleo63 o la denominada Economa delbien comn que busca establecer indi-cadores relacionados con la sostenibili-

    25

  • dad o la justicia social para premiar openalizar a las empresas que cumplancon stos. Tambin en pases comoEcuador o bolivia encontramos el con-cepto del buen Vivir64, que inspirada

    en la cosmovisin de los pueblos andi-nos originarios busca romper con el pa-radigma desarrollista y establecer otromarco de relaciones entre el ser huma-no y la naturaleza.

    26

  • Dentro de este nuevo ciclo, es impor-tante subrayar el papel que pueden tenerlos movimientos sociales en red, loscuales comparten formas de organiza-cin y movilizacin, ms horizontales ycolectivas, as como el contenido de unaparte de sus reivindicaciones: democra-cia y justicia social. En un contexto enel que otros actores sociales y polticoscomo los partidos padecen un profundodescrdito social, el papel de estos mo-vimientos sociales puede ser fundamen-tal por varios motivos.

    En primer lugar, porque es necesarioy urgente construir contrapoderes al

    mbito financiero en un momento en elque la poltica est claramente secues-trada por los intereses privados. La sin-cronizacin de todas estas protestas yformas de concienciacin y moviliza-cin social pueden ser cruciales en laconfiguracin de un nuevo rumbo parala poltica, la economa y el conjunto dela sociedad.

    En segundo lugar, porque creemosque la crisis econmica es el sntoma deuna crisis mucho ms profunda: una cri-sis de civilizacin provocada por la l-gica de acumulacin capitalista en laque el conflicto, a diferencia de otros

    27

    5. CONCLUSIONES

    Como hemos visto a lo largo de estas pginas, nos encontramos en uncambio de poca que est dando lugar a importantes transformacionessociales, polticas, econmicas y culturales. Al mismo tiempo, la ruptu-ra de los consensos existentes, la prdida de derechos sociales y labo-rales y la acentuacin del proceso de polarizacin social est haciendoque aumente el malestar social y que estemos asistiendo a un nuevociclo de protestas no slo a nivel estatal sino tambin a nivel global.

    I via fora! Que tot est per fer i tot s posible.(Adelante! Que todo est por hacer

    y todo es posible.)MIQUEL MART I POL

  • momentos histricos, no se expresa yasolo entre el capital y el trabajo asala-riado, sino entre los procesos de acu-mulacin del capital y los procesos dereproduccin de la vida social entendi-dos de una forma amplia. As, aspectoscomo el deterioro de las condiciones la-borales; la mercantilizacin y los recor-tes en sanidad, educacin o pensiones;los desahucios; o algunos conflictosecolgicos surgidos por la privatizaciny explotacin de bienes comunes comoel agua, las costas o los bosques, puedenser vistos como expresiones palpablesde estas dos lgicas contrapuestas.

    Por otro lado, en medio del debatesobre la necesidad de que los movi-mientos sociales opten por vas prag-mticas (convertirse en partidos polti-cos, presentarse a elecciones, etc.),creemos que una profunda transforma-cin social vendr ms de la ciudadanaorganizada y de los procesos de empo-deramiento colectivo, que de la toma delpoder institucional (sin minusvalorar laimportancia que el marco institucionalpuede tener para abrir nuevos procesosde cambio). O dicho en otras palabras:las apuestas emancipadoras deben sur-

    gir sobre todo desde una ciudadana quede forma colectiva lidere un cambiodesde abajo y construya un contrapo-der que cuestione en lo cotidiano y enpequeas prcticas la hegemona neoli-beral imperante.

    finalmente, tampoco parece que seaposible pensar una alternativa si no setiene en cuenta tanto la gravedad de lacrisis ecolgica y su interrelacin con loeconmico, como las demandas de msdemocracia, mayor horizontalidad yms participacin que se realizan desdela sociedad civil.

    As pues, frente a los que proclamanque no hay alternativa al sistema ca-pitalista actual, el presente cuaderno hatratado de recoger algunas de las pro-puestas que se manejan desde los movi-mientos sociales. Muchas de estas pro-puestas plantean un cambio profundo deparadigma y la superacin del modeloeconmico y productivo actual. La exis-tencia y puesta en prctica de muchas deellas pone de relieve no slo que otromundo es posible sino, verdaderamen-te, que otro mundo es necesario y ya es-t siendo posible, por lo que es impor-tante continuar ayudndolo a nacer.

    28

  • 1. M. CASTELLS, Redes de indignacin y esperanza,barcelona, Alianza Editorial, 2013.

    2. J. SUbIRATS, Nuevos movimientos socialespara una Europa en crisis?, xI Premio fran -cisco Javier de Landaburu Universitas, 2013.EURObASK, a: eurobask.org.

    3. T. JUDT, Algo va mal, Madrid, Taurus, 2010, p. 53.4. J. fONTANA, El futuro es un pas extrao, barce -

    lona, Pasado & Presente, 2013, p. 12.5. Por otra parte, un debate sosegado sobre el Estado

    del bienestar europeo nos permitira ver loslmites y las contradicciones de dicho modelopara entender que, lejos de ser una arcadia defelicidad, nuestro modelo de desarrollo social,segn las voces ms crticas, estaba vinculado alas condiciones de miseria que padecan lospases del hemisferio Sur.

    6. J. STIgLITZ, El precio de la desigualdad, Madrid,Taurus, 2012, p. 50.

    7. P. KRUgMAN, Despus de Bush: el fin de los neo -cons y la hora de los demcratas, barcelona,Editorial Crtica, 2008.

    8. D. HARVEY, El nuevo imperialismo. Madrid,Akal, 2004.

    9. Z. bAUMAN, Daos colaterales. Desigualdadessociales en la era global, Madrid, fondo deCultura Econmica, 2011, p. 35-36.

    10. A. gORZ, Miserias del presente, riqueza de loposible, buenos Aires, Paids, 1998.

    11. En A. ORTEgA, El regreso de la lucha de cla-ses, El Pas, 21-IV-2012.

    12. S. gEORgE, El pensamiento secuestrado. Cmola derecha laica y la religiosa se han apodera-do de Estados Unidos, barcelona, Icaria, 2007.

    13. N. KLEIN, La doctrina del shock. El auge del ca -pi talismo del desastre, Madrid, Estado y socie -dad, 2007.

    14. g. LIPOVETSKY, La era del vaco, barcelona,Anagrama, 2013.

    15. Vase, entre otras muchas: VVAA, Desi gual dady ruptura de la cohesin social, DossieresEconomistas sin Fron teras, nm. 9, 2013.

    16. A. REQUENA, Ms desiguales que nunca, Msdesiguales, Eldiario.es, Cuaderno 2, 2013, p. 30.

    17. g. STANDINg, El precariado. Una nueva clasesocial, barcelona, Pasado & Presente, 2012.

    18. Critas, 24-II-2012.19. I. LPEZ y E. RODRgUEZ, Fin de ciclo. Finan cia -

    rizacin, territorio y sociedad de propietariosen la onda larga del capitalismo hispano (1959-2010), Madrid, Traficantes de sueos, 2010.

    20. O. MATEOS y g. PREZ-ALCAL, Desigualdad yderechos sociales. Anlisis y perspectivas,Madrid, fundacin fOESSA, 2013, p. 66.

    21. En relacin a la composicin, segn datos delbanco de Espaa y del fMI, en el ao 2011 el57,3% de la deuda espaola corresponda agrandes empresas y bancos, un 20,6% corres-ponda a familias (que se reparta de forma de -si gual dado que al 10% ms rico le correspon-dera el 64,7% de la deuda), y slo el 19,1% delvolumen total de esta deuda pertenece al sectorpblico. Desde el inicio de la crisis hasta iniciosde 2013 el Estado haba comprometido ayudaspara bancos y cajas por ms de 180.000 millo-nes de euros (que suponen el 18,5% del PIb)para deshacerse de activos txicos de sus balan-ces, pagar parte de sus deudas y efectuar res-tructuraciones para ganar competitividad.

    22. Vanse informes a: gESTHA o fiscalitat Justa.23. A principios de mayo de 2013, la estimacin de

    voto acumulada entre ambos partidos apenassuperaba el 60%, cifra histrica si se tiene encuenta que entre los dos han representadohabitualmente en torno al 70 y el 80% del votoestimado. Ms llamativa es si cabe la cifra deabstencin, que superaba en dicha encuesta el50%. J. PREZ ROYO, Desconfianza y miedo,El Pas, 25-V-2013.

    24. g. MARTNEZ, CT o la cultura de la transicin,barcelona, Debolsillo, 2012.

    25. M. bURAwOY, A new sociology for new socialmovements, 2013.

    26. CASTELLS, Redes de..., p. 212.27. CASTELLS, Redes de..., p. 24.28. CASTELLS, Redes de..., p. 209.29. Uno de los libros de moda que critica la cegue-

    ra en la que buena parte de la sociedad espa-

    29

    NOTAS

    http://www.idhe.cnrs.fr/IMG/pdf/Social_Movements-Forum.pdfhttp://www.idhe.cnrs.fr/IMG/pdf/Social_Movements-Forum.pdfhttp://www.fiscalitatjusta.cat/http://www.gestha.es/http://www.foessa.es/publicaciones_download.aspx?Id=4556http://www.foessa.es/publicaciones_download.aspx?Id=4556http://www.caritas.es/noticias_tags_noticiaInfo.aspx?Id=5534http://www.ecosfron.org/wp-content/uploads/DOSSIERES-EsF-9-DESIGUALDAD.pdfhttp://www.ecosfron.org/wp-content/uploads/DOSSIERES-EsF-9-DESIGUALDAD.pdfhttp://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/02/20/vidayartes/1329766843_742941.htmlhttp://eurobask.org//ficherosFTP/LIBROS/UNIVERSITAS_2012.pdf
  • ola viva instalada es el del escritor AntonioMUOZ MOLINA, Todo lo que era slido, bar -ce lona, Seix barral, 2013.

    30. Las expresiones democracia de baja intensi-dad y democracia de alta intensidad perte-necen a boaventura de Sousa Santos.

    31. A. CALLE, Democracia radical. Entre vnculosy utopas, barcelona, Icaria, 2011.

    32. Una sugerente lista de algunas de estas pro-puestas as como un anlisis de las ventajas einconvenientes que presentan se puede encon-trar aqu: publico.es.

    33. La composicin de la deuda espaola se puedeobservar en: eduardogarzon.net.

    34. El volumen de estas ayudas unido a otros facto-res (intereses de la deuda y el desplome de losingresos fiscales) explica que el volumen to talde deuda pblica haya pasado de ser el 36% delPIb en 2007 a suponer el 84% en 2012. Aunas, este volumen de deuda no es sig nifi ca ti va -men te mayor al de otras economas.

    35. En auditoriadeuda.org.ec encontramos msinformacin de esta experiencia as co mo de lasconclusiones a las que lleg la audi tora sobre ladeuda que se realiz en este pas.

    36. Ms informacin sobre esta iniciativa en lapgina de la Plataforma Auditora Ciudadanade la Deuda.

    37. Para conocer ms sobre la nocin de deuda ile-gtima y de deuda odiosa, sobre el origen de es -tos conceptos y sobre la experiencia de al gu nospases en torno a la deuda se recomienda ver eldocumental Deudocracia. Tambin la entradade wi kipedia so bre deuda odiosa realiza unacompleta revisin de este concepto a lo largode la historia.

    38. Ms informacin: fiscalitatjusta.cat.39. Datos procedentes del Observatorio de RSC.

    Por otro lado, Tax Justice Network calcula en550000 millones de euros el dinero procedentede Espaa que se encuentra en parasos fiscales.

    40. www.elperiodico.com.41. Declaraciones de Mariano Rajoy efectuadas en

    junio de 2011.42. Para introducirse en la nocin de bienes comu-

    nes recomendamos: David bollier (2008), ellibro de Joan Subirats citado en un epgrafeanterior y el monogrfico dedicado a esta tem-tica de la revista Documentacin Social, n 165.

    43. Se puede recordar aqu la copla que hace aos elNuevo Mester de Juglara cantaba en su roman-ce de Los Comuneros: Comn ha de ser elviento / comn ha de ser la tierra / que vuelvacomn al pueblo / lo que del pueblo saliera.

    44. El enclosure o cerramiento de las tierras comu-nales que se da en Inglaterra en el s. xVIII, fueel fenmeno que oblig a migrar a las ciudadesa buena parte de la poblacin rural que no erapropietaria al perder as el control so bre susmedios de produccin en lo que Marx identificcomo la acumulacin originaria. buena partede esta poblacin cons tituy la mano de obraque, trabajando en condiciones pauprrimas,est en el origen de la revolucin industrial.

    45. E. OSTROM, El gobierno de los bienes comunes.La evolucin de las instituciones de accin co -lectiva, Mxico, Siglo xxI, 2011.

    46. Una completsima lista de iniciativas que van enesta direccin y que en mayor o menor medidase basan en este paradigma puede encontrarseen: viveroiniciativasciudadanas.net. La cantidadde iniciativas que recoge esta pgina, da unaidea de la potencia que encierra el paradigmadel procomn y las posibilidades que se abrengracias a internet.

    47. Una explicacin ms amplia de la soberana ali-mentaria y su sentido se puede encontrar en:Lleg la hora de la soberana alimentaria. Undidctico documento sobre cmo promover lasoberana alimentaria en diez principios se pue -de encontrar en: Consumir soberana alimenta-ria: diez principios.

    48. Mucha ms informacin puede encontrarse enlos diferentes nmeros de la revista SoberanaAlimentaria.

    49. Datos procedentes de Eurostat. Una compara-cin de los salarios mnimos de diferentes pa-ses puede encontrarse en salariominimo.es.

    50. Noticia publicada en: vozpopuli.com.51. As, un empleado medio de una gran compaa

    espaola deba trabajar hasta ocho das en2012 para igualar la cifra obtenida por su con-sejero delegado en una hora (594 de media).

    52. Se puede ver la noticia en: eldiario.es.53. La jornada laboral de 8 horas es una reivindica -

    cin que se obtuvo a inicios del s. xx y que ape -nas se ha modificado desde entonces. Esta si -tua cin contrasta con el enorme aumento de la

    30

    http://www.eldiario.es/economia/Suiza-aplastante-limitar-salarios-directivos_0_107089525.htmlhttp://vozpopuli.com/actualidad/26727-brecha-salarial-en-espana-un-ceo-gana-en-una-hora-lo-que-un-asalariado-medio-en-ocho-diashttp://www.salariominimo.es/http://www.soberaniaalimentaria.infohttp://www.soberaniaalimentaria.infohttp://www.cristianismeijusticia.net/sites/www.cristianismeijusticia.net/files/pap237.pdfhttp://www.cristianismeijusticia.net/sites/www.cristianismeijusticia.net/files/pap237.pdfhttp://www.cristianismeijusticia.net/sites/www.cristianismeijusticia.net/files/pap207.pdfhttp://viveroiniciativasciudadanas.net/http://www.elperiodico.com/es/noticias/crisis-economica/oxfam-estima-billones-euros-dinero-colocado-paraisos-fiscales-2396912http://www.fiscalitatjusta.cat/http://www.youtube.com/watch?v=CU8CQhQZ2IUhttp://auditoriaciudadana.nethttp://auditoriaciudadana.nethttp://www.auditoriadeuda.org.ec/http://eduardogarzon.net/esquema-de-la-deuda-espanola-quien-ha-vivido-por-encima-de-sus-posibilidades/http://www.publico.es/espana/380220/21-ideas-inspiradas-en-el-15-m
  • productividad que se ha dado durante todo estetiempo y que ha favorecido el proceso de acu-mulacin. Recordemos el lema de las reivindi-caciones de inicios de siglo del movimientoobrero: 8 horas de trabajo, 8 horas de des can soy 8 horas de sueo.

    54. La propuesta est desarrollada en NEw ECO NO -MICS fOUNDATION, 21 horas. Una semana labo-ral ms corta para prosperar en el siglo XXI,barcelona, Icaria, 2012.

    55. Se puede encontrar ms informacin de estainiciativa en: konsumoresponsable.coop.

    56. Seguimos aqu las principales ideas propuestasen RAVENTS, Por qu urge una renta bsicaen plena crisis, Alternativas econmicas, n 3,2013, p. 40-41. Por razones de espacio apenasse presenta la propuesta, si bien en redrentaba-sica.org se puede encontrar numerosa in -formacin sobre esta.

    57. Ver: rendagarantidaciutadana.net.58. Entendemos por trabajo de cuidados el con-

    junto de actividades que se deben llevar a cabopara proseguir, reparar y mantenernos. Dentrode esta categora se incluiran aspectos tan am -plios como la alimentacin, la higiene, la edu-cacin, la socializacin o los afectos entreotros.

    59. Dentro de la abundante literatura que en los lti-mos aos se ha dado sobre esta cuestin, desta-camos: CARRASCO, bORDERAS Y TORNS (EDS.),El trabajo de cuidados. Historia, teora y pol-ticas, Madrid, La Catarata, 2011. O el mono-grfico que la Revista de Economa Crticadedic a la economa del cuidado.

    60. Para rastrear y profundizar en el vnculo entrembas crisis, recomendamos el interesantsi-mo libro: J. M. NAREDO, Races econmicas

    del deterioro ecolgico y social. Ms all delos dogmas, Madrid, Siglo xxI, 2006.

    61. De ah que desde el ecofeminismo se establez-can paralelismos y sinergias entre las razonesque explican la subordinacin de las mujeresrespecto a los hombres en el patriarcado y ladominacin a la que el ser humano somete a lanaturaleza. Desde esta perspectiva se consideraque ambas formas de dominacin estn origi-nadas por la lgica de acumulacin existente enel modo de produccin capitalista y la forma enla que se invisibiliza y no valora un conjunto deprocesos sociales fundamentales para la repro-duccin de la vida social.

    62. Para entender esta idea solo tenemos que teneren cuenta los elementos que se suman y no sesuman dentro de un indicador como el PIb quesupuestamente mide la riqueza de un pas.Dentro de este indicador, un mayor uso deltransporte pblico suma menos que la produc-cin automovilstica, o la salud no es sumadaen ste mientras que el negocio farmacutico s.

    63. El movimiento en transicin es un movimientoque busca organizar los recursos comunitariosen beneficio de la colectividad para dar res-puesta a nivel local al desafo que supone ladependencia de los combustibles fsiles y lacreciente escasez existente de los mismos.

    64. Sumak Kaway (traducido como buen vivir) esuna nocin presente en diferentes etnias delrea andina que promueve relaciones ms sus-tentables con la naturaleza y que pretende seruna alternativa al modelo desarrollista delvivir mejor. Se puede encontrar ms infor-macin en A. ACOSTA, El Buen Vivir. SumakKaway, una oportunidad para imaginar otrosmundos, barcelona, Icaria, 2013.

    31

    http://revistaeconomiacritica.org/n5http://www.rendagarantidaciutadana.net/index.php/es/pagina-de-iniciohttp://www.redrentabasica.org/http://www.redrentabasica.org/http://www.konsumoresponsable.coop/blog/mercadosocialmadrid
  • CUESTIONES PARA LA REFLEXIN

    1. El cuaderno realiza un anlisis del contexto actual caracterizado por la rupturade dos contratos sociales. Ests de acuerdo con esta lectura que se hace dela realidad? Ests de acuerdo con la afirmacin que ms que en una pocade cambios estamos en un cambio de poca? Qu cambios crees que se hanproducido a partir de la emergencia de movimientos sociales como el 15-M?Cules crees que han sido los principales logros de los movimientos socia-les? Y sus limitaciones?Qu vnculos existen entre la poltica ms institucional y los movimientossociales?

    2. En el cuaderno se apuntan algunas propuestas y alternativas a la situacin im -pe rante. Qu viabilidad crees que tienen estas propuestas en el contextoactual? Qu ejes entre los presentados te parecen ms relevantes? Quotras propuestas que no son citadas en el cuaderno destacaras en la conse-cucin de ese otro mundo posible?Qu crees que puede jugar un papel predominante para favorecer un cambiosocial: el trabajo realizado desde abajo por los movimientos sociales y otrosactores o los cambios que se puedan dar a nivel institucional?

    3. Algunas cuestiones en clave evanglica: Cmo crees que pueden situarse loscristianos ante este cambio de poca que se est viviendo? Cul crees quepuede ser su papel? Qu relaciones ves entre fe y compromiso sociopoltico? Y de forma ms concreta, Qu puede aportar la espiritualidad cristiana al tra-bajo que se realiza desde los movimientos sociales? Qu crees que puedenaprender los cristianos del trabajo que se hace desde diferentes movimientossociales relacionados con la justicia social, el ecologismo o el feminismo?

    32