Cilniana Nº 22 y Nª 23

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SUMARIO CILNIANA 3ª ÉPOCA, AÑO XIII – Números 22/23, 2009 - 2010 ISSN 1575-6416 PRESENTACIÓN Francisco de Asís López Serrano DOSSIER: EL SIGLO XX EN MARBELLA Lucía Prieto Borrego (coord.) 7-22 Marbella en la época de Primo de Rivera Miguel Ángel Guillén Ramírez 23-38 Situación social de Marbella tras la Guerra Civil Ana Rubia Osorio 39-56 Los últimos de Sierra Blanca. Resistencia y supervivencia durante la Guerra Civil y el primer franquismo Lucía Prieto Borrego 57-70 La información y la documentación del siglo XX sobre Marbella conservada en el Archivo Histórico Provincial de Málaga. Documentos para la investigación científica y para el ejercicio de derechos ciudadanos Esther Cruces Blanco ESTUDIOS 73-84 Vestigios olvidados de nuestra ciudad ¿Negligencia o indiferencia? Juan Miguel Cervera Añón 85-94 La remodelación del Museo de Arte Precolombino Felipe Orlando: Una nueva propuesta museográfica Victoria Sabino Mendiola Juan Luis Puerto Fernández 95-116 La fiesta de Toros en Marbella durante el Antiguo Régimen Fernando M.ª Álvarez Cantos 117-126 Don Manuel Gutiérrez de la Concha: un general liberal en la España de Isabel II (Córdoba de Tucumán, Argentina: 3 de abril de 1808 - Monte Muro, Navarra: 27 de junio de 1874) Fernando Fernández Bastarreche 127-136 Reflexiones acerca de las escrituras expuestas. El caso concreto de Marbella Francisco Machuca Prieto

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Revista de la Asociación Cilniana para la Defensa y Difusión del Patrimonio Cultural 3ª Época. Año XIII. Nº 22 y Nº 23 2009 y 2010

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S U M A R I OCilniana

3ª ÉPOCA, AÑO XIII – Números 22/23, 2009 - 2010ISSN 1575-6416

PRESENTACIÓNFrancisco de Asís López Serrano

DOSSIER: EL SIGLO XX EN MARBELLALucía Prieto Borrego (coord.)

7-22 Marbella en la época de Primo de Rivera Miguel Ángel Guillén Ramírez

23-38 Situación social de Marbella tras la Guerra Civil Ana Rubia Osorio

39-56 Los últimos de Sierra Blanca. Resistencia y supervivencia durante la Guerra Civil y el primer franquismo Lucía Prieto Borrego

57-70 La información y la documentación del siglo XX sobre Marbella conservada en el Archivo Histórico Provincial de Málaga. Documentos para la investigación científica y para el ejercicio de derechos ciudadanos Esther Cruces Blanco

ESTUDIOS

73-84 Vestigios olvidados de nuestra ciudad ¿Negligencia o indiferencia? Juan Miguel Cervera Añón

85-94 La remodelación del Museo de Arte Precolombino Felipe Orlando: Una nueva propuesta museográfica Victoria Sabino Mendiola Juan Luis Puerto Fernández

95-116 La fiesta de Toros en Marbella durante el Antiguo Régimen Fernando M.ª Álvarez Cantos

117-126 Don Manuel Gutiérrez de la Concha: un general liberal en la España de Isabel II (Córdoba de Tucumán, Argentina: 3 de abril de 1808 - Monte Muro, Navarra: 27 de junio de 1874) Fernando Fernández Bastarreche

127-136 Reflexiones acerca de las escrituras expuestas. El caso concreto de Marbella Francisco Machuca Prieto

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EDICIÓN Asociación Cilniana para la Defensay Difusión del Patrimonio Cultural

Apartado 821 - 29600 Marbellawww.cilniana.org

[email protected]. 639 00 72 90

COORDINACIÓNLucía Prieto Borrego (Universidad de Málaga)

CONSEJO DE REDACCIÓNJosé Luis Casado Bellagarza (Centro de Educación

Permanente de San Pedro Alcántara)Andrés García Baena

(Centro de Educación Permanente de Marbella)Francisco de Asís López Serrano

(Director del Archivo Municipal de Marbella)Antonio Luna Aguilar

(Delegación de Cultura de Marbella)Francisco Javier Moreno Fernández

(Doctor en Historia del Arte)Antonio Rodríguez Feijóo

(IES Sierra Blanca de Marbella)Catalina Urbaneja Ortiz

(Presidenta de la Asociación Cilniana)

CONSEJO ASESOREncarnación Barranquero Texeira

(Universidad de Málaga: Historia Contemporánea)Jesús Bravo Caro

(Universidad de Málaga: Historia Moderna)Bartolomé Mora Serrano

(Universidad de Málaga: Historia Antigua)Antonio Nadal Sánchez

(Universidad de Málaga: Historia Contemporánea)Antonio Parejo Barranco

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(Universidad de Málaga: Historia Contemporánea).

FUNDADORRafael García Conde

DISEÑO Y MAQUETACIÓNPepe Moyano

IMPRESIÓNGraficamar (Marbella)

LIBRERÍAS COLABORADORAS (Marbella)

FM - General López Domínguez, 12AREMAR - Avda. Arias Maldonado

MATA - Enrique del Castillo, 3ALFAQUEQUE - [email protected]

(San Pedro Alcántara)DELTA - Avda. Oriental

Foto Portada:Orificio de entrada del eje de la rueda hidráulica

o “voladera” que movía la “Molienda de Agua” del “Trapiche del Prado”.

Fotografía: Francisco Machuca Márquez, agosto 2009

Depósito Legal: MA-845-97ISSN: 1575-6416

Título clave: CILNIANA

La Asociación Cilniana no se hace responsable de las opiniones contenidas en los artículos firmados.

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Una monarquía, un república, una dicta-dura (vía guerra civil) y una democracia son los cuatro enunciados que definen

el siglo XX español, las cuatro historias de una centuria controvertida hasta el cansancio, pues una de ellas, la dictadura, es la historia de nunca acabar, dicho esto desde un punto de vista histo-riográfico. Contamos con la apertura de archivos, las informaciones de toda naturaleza que se están prodigando en los últimos años y, sobre todo, con-tamos con una generación de historiadores, nove-listas, ensayistas y «personas del común» que, en su mayoría –por desgracia no siempre es así–, han apostado por el conocimiento de ese periodo con el ánimo de lograr un mínimo de justicia histórica y nada más. Con todo ello contamos para progre-sar en un conocimiento que, serenamente, nadie debería de objetar. Las publicaciones sobre el periodo franquista, las que cumplan con las con-diciones de cualquier investigación seria, las que secunden la verdad, porque es así como adquie-ren el rango científico, han de ser acogidas sin recelos casi como un imperativo moral, porque la inmensa mayoría de los españoles de 2010 no son herederos de, ni se sienten vinculados con, ni son responsables de los trágicos años de fratricidio.

Este número doble explora también este siglo XX: la dictadura y las consecuencias de la guerra, y también nos acerca a un periodo tan poco estudiado como es la dictadura de Primo de Rivera en Marbella. Aunque no es sólo de esta centuria de la que se alimentan la trama y el ar-gumento de la presente revista.

En cuanto al siglo XX, comenzamos, como hemos dicho, con un texto de la Marbella de la época de Primo de Rivera; un periodo del que, hasta ahora, disponíamos de una informa-ción raquítica. La escasez se subsanó, en parte, al hallarse, durante las tareas de inventariación

del Archivo Municipal de Marbella, en 1998, las actas capitulares y los acuerdos de comisiones de esta etapa; unos documentos que se localiza-ron encartados en los presupuestos de los años 1923-1930. A partir de ese momento, los histo-riadores pudieron acceder a la fuente de estudio más importante para emprender la investigación del periodo. Y Miguel Ángel Guillén ha acometi-do el estudio del sexenio primoriverista abordán-dolo desde casi todos sus ángulos: la sociedad (población, situación trabajadores, condiciones higiénico-sanitarias) o la economía –sustentada en la agricultura de forma prioritaria y, en menor grado, en la minería y en la pesca, y en la que se contempla ya como potencialidad el protagonis-mo del turismo–. Concluye con un análisis del poder político local, de los nombres que osten-tan ese poder y de su continuidad, en algunos casos, durante la dictadura franquista.

Avanzando en el tiempo, Ana Rubia Oso-rio examina el estado de la ciudad durante la posguerra, aunque su incisión se prolonga algu-nas décadas más. Se centra en la vertiente social y en los efectos de la guerra. El racionamiento y la penuria económica que dan lugar al estra-perlo; las enfermedades derivadas de las malas condiciones higiénico-sanitarias por las que atra-vesaba Marbella; el descenso de la población y su distribución por sectores de ocupación; las condiciones de vida de los represaliados y de los perdedores, con la incautación de sus bienes y la desasistencia por parte de las autoridades; y el miedo. Provista de un considerable aparato crítico y habiendo escrutado la documentación municipal a conciencia, el análisis de la investiga-dora aporta nuevos e imprescindibles datos para la comprensión de ese segmento histórico y, de paso, para el conocimiento global de la historia de nuestra ciudad.

PresentaCiónFrancisco de asís López serrano

Director del Archivo Municipal de Marbella

Cilniana 22/23, 2009 - 2010: 3-4 ISSN 1575-6416

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Y a la guerra y a la posguerra vuelve de nuevo Lucía Prieto Borrego para explorar una de sus cuestiones menos conocidas: los refugiados o maquis de Sierra Blanca, que, como una isla revolucionaria en medio de territorio nacional, se mantuvieron activos, tras muchas vicisitudes, regresos y entregas, hasta la mitad de la década de los 40. Con la información que ha recabado del Archivo del Juzgado Togado Militar de Mála-ga y del Archivo de la Prisión Provincial, la profe-sora Prieto Borrego rubrica un vigoroso artículo en donde pone de manifiesto las acciones de las partidas guerrilleras y de la propia Guardia Civil. El minucioso estudio se acompaña de aspectos particulares, de su forma de vida en la sierra, con nombres y apellidos de los implicados y su desti-no último. Y no sólo de los implicados, también de sus familias y del miedo que recorría muchas de las calles de Marbella, Istán y Ojén.

El dossier del siglo XX concluye con el ar-tículo sobre documentación que nos entrega Es-ther Cruces. El objetivo del trabajo es la guía de fuentes que sobre la Marbella del siglo XX con-tiene el Archivo Histórico Provincial de Málaga, de donde es directora la autora; pero antes de re-pasar las posibilidades investigadoras del fondo, Esther Cruces introduce una serie de reflexiones de extraordinario valor tanto para los estudiosos como para los archiveros, a través de las cuales repasa aspectos de hondo calado. Dentro de la clásica paradoja que define al siglo XX como el de la civilización y la barbarie, España conoce en esta centuria una verdadera explosión documen-tal a la vez que se enfrenta a una destrucción masiva de los documentos. Pone de relieve, ade-más, cómo buena parte de aquella producción se utiliza para actuaciones represivas, para culmi-nar su introducción con unas observaciones que afectan esencialmente al concepto de acceso a los documentos y al concepto de «memoria». No se puede confundir –alega la autora– el derecho de acceso con el supuesto derecho de consultar cualquier documento; y en relación con la llama-da «Ley de la Memoria Histórica», nos propone un recto juicio del verdadero significado del dere-cho al honor, a la intimidad y a la propia imagen. Por último, explica con detalle las fuentes de que dispone el AHPM para uso de los investigadores: documentación notarial, elecciones, hacienda o turismo, entre otras muchas.

Los estudios que publicamos en la segun-da parte exhiben un grado de diversificación más acentuado que en otras ocasiones. Presentamos el análisis de unos restos arqueológicos cerámi-cos, cuyo arco cronológico oscila entre el siglo II a. C. y el XV d. C, que fueron arrojados a los contenedores de la calle Misericordia y que Juan Miguel Cervera Añón rescató, estudió y depositó en el Centro Cultural Cortijo Miraflores. El artícu-lo es el resultado de su estudio.

Victoria Sabino Mendiola y Juan Luis Puer-to Fernández son, por su parte, los autores de la propuesta de remodelación del Museo de Arte Precolombino Felipe Orlando de Benalmádena, en la que se informa sobre los avances en su acce-sibilidad física, educativa y cultural. Para ello, se han diseñado una serie de actuaciones y progra-mas para todas las edades con el fin de conocer no sólo el museo en sí, sino la cultura y tradicio-nes de los pueblos precolombinos. Se cuenta la historia de las remodelaciones, sus colecciones (que abarcan desde el 3200 a. C. hasta el 1500 d. C.), su instalación, sus actuaciones preventi-vas y la previsión de otras actuaciones futuras.

De naturaleza completamente distinta es el original y minucioso trabajo sobre la fiesta de los toros en la Marbella del Antiguo Régimen a cargo de Fernando María Álvarez Cantos, en el que, ayudado de una bibliografía extensa y per-fectamente seleccionada, así como de la consul-ta exhaustiva de la documentación al respecto del Archivo Municipal de Marbella y del Histórico Provincial de Málaga, sienta las bases de poste-riores investigaciones de otras esquinas de la his-toria local, además de aportar bastantes noticias inéditas sobre hechos relativos a nuestro pasado.

Fernando Fernández Bastarreche, posible-mente el máximo especialista en la historia del ejército español del siglo XIX, firma un artículo de evidente interés para la historia de nuestro munici-pio en el que sitúa a Manuel Gutiérrez de la Concha (marqués del Duero) en el contexto de un tiempo marcado tanto por las guerras carlistas –cotejan-do su figura con la de otros generales contempo-ráneos como Narváez, Prim, Serrano, Espartero y O’Donnell– como por los dos pronunciamientos (1841 y 1843) en los que participó. No siendo un espadón strictu sensu, aunque es cierto que lo en-contramos simultaneando cargos políticos con sus responsabilidades militares, pertenece a un ámbito ideológico mucho más centrado que el de Narváez, del cual se aleja para apoyar a O’Donnell, aunque su lealtad se dirigía primordialmente al trono.

La revista termina con un «sorprendente» y novedoso artículo que subscribe un flamante investigador: Francisco Machuca Prieto. Sorpren-dente por lo inaudito de su «batida» en busca de las lápidas, placas o monumentos que en Mar-bella nos proporcionan información muchas ve-ces única; y novedoso por tratarse de un tipo de fuente que, en conjunto, ha sido ignorada hasta ahora en nuestra historiografía local y que Fran-cisco Machuca incorpora para complementar el resto de fuentes tradicionales. Hablamos de una fuente histórica confeccionada, creada o cons-truida en su momento con una intencionalidad determinada (como justificar un acto de gobier-no o resaltar la figura de un gobernante) pero de la que hay que extraer adecuadamente la infor-mación e interpretar su grado de veracidad. n

Francisco de Asís López Serrano Presentación

4 Cilniana 22/23, 2009 - 2010: 3-4

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Dossier:el siglo XXen Marbella

Lucía Prieto Borrego(coord.)

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Marbella en la éPoCaDe PriMo De rivera

RESUMENLa dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) es un periodo histórico que acaba con el sistema político de la Restauración, iniciado en 1875. Las transformaciones que se producen en la década de 1920 y la retirada del apoyo al régimen dictatorial propician la llegada de la Segunda República. En este artículo se ofrece al lector una visión general del municipio de Marbella en esos años del siglo pasado, se analiza la población, las condiciones higiénico-sanitarias, la situación de los trabajadores, las actividades económicas y la política municipal.

PALABRAS CLAVECaciquismo, ideología nacionalcatólica, Unión Patriótica, Beneficencia Municipal, Ramiro Campos Turmo.

ABSTRACTPrimo de Rivera’s dictatorship (1923-1930) is a period of history that puts an end to the political system known as the Restoration, which began in 1875. The changes that took place in the 1920s, as well as the withdrawal of support to the dictatorial regime helped bring about the Second Republic. In this essay, the reader will find an overview of the municipality of Marbella during the period of time mentioned above; aspects examined range from the population to hygienic-sanitary conditions, the workers’ living conditions, economic activities and local politics.

KEY WORDSCaciquismo, National-catholic thinking, Patriotic Union, Municipal Charity, Ramiro Campos Turmo.

Cilniana 22/23, 2009 - 2010: 7-22 ISSN 1575-6416

MigueL ÁngeL guiLLén raMírezProfesor de Geografía e Historia en el IES “Profesor Pablo del Saz” (Marbella)

y miembro del Grupo de Investigación “Historia del Tiempo Presente” de la UMA

1. Significado de la dictadura del general

Primo de rivera

Si se contempla la situación política inter-nacional de los años veinte, el régimen de Primo de Rivera no es una excepción, por

el contrario, se inscribe en la corriente de implan-tación de dictaduras en gran número de países de Europa. Estos regímenes surgen en respuesta al temor que los sectores conservadores tienen de la posibilidad del triunfo de una revolución proletaria que instaure un régimen semejante al de la Unión Soviética. El sistema parlamentario liberal es considerado por tales grupos como dé-bil e inútil; a pesar de su crisis se mantiene en los países con larga tradición democrática como Gran Bretaña y Francia.

La Dictadura se encuentra entre dos ci-clos que han merecido una gran atención de los historiadores, la Restauración y la Segunda Repú-blica Española. Tiene una entidad singular y una gran influencia en los dos siguientes periodos:

la República y el primer decenio de la dictadura de Franco.

Sorprende conocer que es la época menos investigada de la Historia de España del siglo XX. A partir de los años setenta esto empezó a cam-biar y en aquel decenio surgió un intenso debate historiográfico que se ha centrado en dos aspec-tos, su naturaleza en relación con las demás au-tocracias europeas de la época y las causas de su advenimiento. Las grandes obras aparecieron a partir de la década de 1980. En la actualidad los trabajos que se ocupan del periodo superan el medio millar de monografías y artículos.

En septiembre de 1923, a raíz del triunfo del golpe de Estado de Primo de Rivera, finaliza el régimen de la Restauración. No sorprendió a la opinión pública, que esperaba una interven-ción militar. Para una parte de los investigado-res, entre ellos José Luis Gómez-Navarro, es una acción comparable a las sublevaciones liberales del XIX1; otros estudiosos, como Leandro Álva-rez Rey, consideran que el análisis de los hechos

1 GÓMEZ-NAVARRO NAVARRETE, J. L.: El régimen de Primo de Rivera: reyes, dictaduras y dictadores, Madrid, Cátedra, 1991, p. 161.

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Miguel Ángel Guillén Ramírez Marbella en la época de Primo de Rivera

descarta esa comparación2. Eduardo González Calleja resalta que es la primera intervención de las Fuerzas Armadas que, a diferencia de las del siglo XIX, no cedió el poder a un partido sino que el Directorio Militar se dedica a incul-car en la vida de cualquier español los valores y las actitudes militares. Según este historiador el pronunciamiento del 13 de septiembre pue-de explicarse por la conjunción de tres factores principales: la crisis “estructural” del Estado de la Restauración, el crónico intervencionismo de la cúpula militar en la vida política española des-de el siglo XIX y el deterioro del orden público, sobre todo en Barcelona, que corría el riesgo de transformarse en permanente3.

Primo de Rivera llega al poder como re-sultado de una crisis sobre todo política que se inscribe en otra más profunda que surge ante la demanda de la incorporación de las masas a la vida política. El grupo que controla el poder encauza la respuesta a este conflicto con la Dic-tadura.

Los golpistas pretenden instaurar un Esta-do fuerte que garantice el orden público y la paz social, que defienda los intereses de la minoría privilegiada e impulse el desarrollo económico. El movimiento militar es bien recibido por am-plios sectores de la opinión pública y cuenta con el apoyo del Ejército, la Iglesia, la patronal y las altas finanzas; el Rey tiene un papel esencial en el triunfo del golpe, al aceptarlo y de esta ma-nera otorgar legitimidad al nuevo régimen. En las primeras semanas se encarcela a centenares de políticos, dirigentes sindicales y nacionalistas periféricos bajo la acusación de ser enemigos de la patria.

Las autocracias de los veinte se esfuerzan, señala Quiroga, en el proceso de nacionalización de las masas. La dictadura de Primo de Rivera es para él ejemplo de un proceso de construcción de Estado-nación desde el poder político, en el

cual las minorías dirigentes crean un nuevo dis-curso nacionalista para conseguir el apoyo de las masas, a la vez que supone un intento de moder-nizar la estructura del Estado4.

La ideología nacionalcatólica aglomera componentes tradicionales con nuevos postu-lados nacionalistas: elementos del nacionalismo integral francés, el fascismo y la filosofía vitalista con principios de la derecha antiliberal española. Quiroga la califica de “religión política” porque el valor supremo era el culto a la nación, y para tal fin se lleva a cabo un gigantesco programa de adoctrinamiento de las masas.

Este nuevo pensamiento proclama que ha llegado el fin de la democracia, defiende un concepto sagrado de la patria y promete un re-nacimiento nacional mediante la creación de un Estado corporativo autoritario. Para ese plan ha-bía que contar con la actuación de las entidades capaces de adoctrinar a los españoles de todas las edades: escuelas, administraciones públicas (en especial los ayuntamientos), medios de co-municación y el Ejército.

El Régimen no logra su objetivo de con-vertir el pensamiento oficial en el mayoritario, y ello es debido, sobre todo, al fracaso de las polí-ticas de adoctrinamiento y al mal funcionamien-to de los organismos estatales. Además, a pesar de que los hombres del partido oficial copan los ayuntamientos, Primo de Rivera no fusiona por completo a la Unión Patriótica con la burocracia estatal, sino que utiliza a mandos del Ejército en el control de las instituciones.

Frente a la visión pesimista de la Genera-ción del 98, los partidarios del dictador anuncian el resurgimiento de la nación española. España

en el XIX es simbolizada por el icono cristiano de la madre sufridora por la suerte de su hijo: Mater Dolorosa, así se titula la conocida obra de José Álvarez Junco, en la que su autor reflexiona so-bre el nacionalismo español de aquella centuria.

2 ÁLVAREZ REY, L.: Bajo el fuero militar. La Dictadura de Primo de Rivera en sus documentos (1923-1930), Universidad de Sevilla, 2006, p. 17.

3 GONZÁLEZ CALLEJA, E.: La España de Primo de Rivera. La modernización autoritaria 1923-1930, Madrid, Alianza Editorial, 2005, pp.17-62.

4 QUIROGA FERNÁNDEZ DE SOTO, A.: Haciendo españoles. La nacionalización de las masas en la Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2008, pp. 33-4 y 323-6.

Titular aparecido en el periódico La Vanguardia, 15/09/1923. Fuente: http://hemeroteca.lavanguardia.es

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Miguel Ángel Guillén Ramírez Marbella en la época de Primo de Rivera

La personificación de España como figura feme-nina cambia en la época de la Dictadura, ahora se encarna en una bella y alegre joven andaluza; es decir, se adopta la representación de España simbolizada por Andalucía y creada por viajeros románticos extranjeros en el siglo XIX.

La primera medida que adopta Primo de Rivera es la disolución de las Cortes y la inha-bilitación de los políticos del sistema de la Res-tauración. Después disolverá los ayuntamientos y diputaciones, considerados núcleos del caci-quismo y de la corrupción administrativa. Jefes y oficiales militares son nombrados para dirigir las administraciones locales. En 1924 se aprueba el Estatuto Municipal, cuyo objetivo es mejorar la administración local y situarla bajo el control gubernativo.

El Estado maximiza su carácter interven-cionista en el ámbito económico, política que se concreta en la fundación del Consejo de Eco-nomía Nacional, la creación de monopolios y de empresas estatales con poca o ninguna rentabi-lidad. La política de obras públicas es uno de los grandes logros del Régimen. La industria conoce un gran impulso, sobre todo en los sectores bá-sicos, y las exportaciones se multiplican. Sin em-bargo, la agricultura –sector básico en la España de entonces– tiene avances modestos.

El Código de Trabajo lleva el intervencio-nismo estatal al mundo laboral; el primorriveris-mo pretende acabar con la lucha de clases. Esta excesiva ingerencia va alejando a la patronal de la Dictadura; los patrones perciben que los Co-mités Paritarios aceptan más veces las demandas obreras que las empresariales.

Primo de Rivera da con la solución de la “cuestión marroquí” al destinar los recursos económicos y militares necesarios a la vez que actúa en conjunción con Francia. En Marbella, se-gún cálculos aproximados que hemos realizado, en torno al 50% de los jóvenes en edad militar son declarados prófugos en cada llamamiento a quintas, huyen de su obligación a participar en la guerra de Marruecos.

Es importante destacar que la resolución de algunos problemas heredados de la Restaura-ción y que había servido para ver con simpatía el inicio del nuevo régimen, como eran la cuestión de Marruecos o los asuntos de orden público, no conducen al dictador a concluir su mandato y, por tanto, a hacer efectiva su “provisionalidad” expresada en el Manifiesto de 1923. Por el con-trario, la fundación de un partido único, la Unión Patriótica, la reunión de una Asamblea Nacional

Consultiva (1927) y el Proyecto de una nueva Constitución (1929) demuestran la voluntad del general Primo de Rivera de permanecer por lar-go tiempo en el poder.

La Dictadura termina en enero de 1930 debido al creciente alejamiento del Régimen por parte de la Corona, el Ejército, la Iglesia, el gran capital, los terratenientes, el funcionariado y las clases medias urbanas, sectores que en sus inicios habían sido su apoyo. Y esa pérdida de respaldo se origina por las contradicciones, insu-ficiencias y errores del sistema primorriverista. A esto hay que sumar la oposición realizada a Primo por parte de las fuerzas políticas, sindica-tos, intelectuales, asociaciones de estudiantes y profesionales.

El general Berenguer comenzará el perio-do llamado la “Dictablanda”. José Ortega y Gas-set escribió un famoso artículo en el diario El Sol, titulado “El error Berenguer”, en el que señalaba la imposibilidad política de la pretensión del nue-vo Gobierno: volver a la situación constitucional de la España anterior al régimen primorriverista como si la Dictadura no hubiera existido.

Las fuentes para el estudio de la época, como corresponde a un régimen dictatorial, son limitadas. No se cuenta con actas parlamentarias y la prensa es censurada de manera habitual en los temas de mayor interés político. Sin embar-go, señala María Teresa González Calbet, conta-mos con una gran cantidad de literatura política por parte de los más afamados prohombres de la década. En 1930 hubo un volumen extraordina-rio de este tipo de publicaciones5.

2. la Sociedad de marbella en la década de loS veinte6

Marbella es, a finales del primer dece-nio del siglo XXI, un territorio destacado en el ámbito malagueño, andaluz y español. Si se considera el número de habitantes, ocupa el segundo puesto entre los 101 municipios ma-lagueños; el noveno en la lista de los diez mu-nicipios con mayor peso demográfico de Anda-lucía y el lugar 49 entre los 100 más poblados de España.

La población de hecho en el padrón de 2008 era de 130.549 habitantes, el 25% de ellos de origen extranjero. Es reseñable que el primer y principal recurso con el que cuenta un lugar son sus pobladores. Estos se dedican en su in-mensa mayoría al sector terciario y sus condi-ciones generales de vida se pueden calificar de favorables.

5 GONZÁLEZ CALBET, Mª Teresa: La Dictadura de Primo de Rivera. El Directorio Militar, Madrid, Ediciones El Arquero, 1987, pp. 15 y 16.

6 La investigación histórica que a continuación se desarrolla sobre la Marbella de los años veinte del siglo pasado está basada en la consulta de los siguientes fondos del Archivo Municipal de Marbella (AMMb): Actas Capitulares (AA. CC.) de 1923 a 1931 y las de los dos primeros decenios del siglo XX, Libros de Registro de Salida de Documentos (LRSD) 1923-1931 y “Correspondencia Oficial” (CO) entre 1923 y 1931.

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10 Cilniana 22/23, 2009 - 2010: 7-22

Miguel Ángel Guillén Ramírez Marbella en la época de Primo de Rivera

Muy diferente era la realidad social de este municipio en los años de Primo de Rivera; enton-ces albergaba a cerca de 10.000 vecinos, la ma-yoría de los cuales obtenían sus rentas del sector primario, en especial de la agricultura. Los ciuda-danos vivían inmersos en graves problemas socia-les, económicos y sanitarios, característicos de las regiones subdesarrolladas. Superaban a Marbella en población y actividad económica núcleos como Ronda, Antequera, Vélez-Málaga y Estepona.

Las comunicaciones con Málaga eran defi-cientes, la carretera estaba en pésimas condicio-nes. En 1922 se había establecido una línea de autobuses de Automóviles Portillo entre la capital malagueña y La Línea, pasando por Marbella; en el recorrido de 130 kilómetros se empleaban doce horas. Ramiro Campos Turmo, oficial del Ejército que vive en esta época, escribe que Marbella e Istán están comunicadas mediante una senda de montaña que tarda en recorrerse cuatro horas. La línea ferroviaria proyectada entre Málaga y San Fernando (Cádiz) sólo llegaba hasta Fuengirola, y año tras año se demandaba, en vano, junto a otros municipios, la finalización del trazado. Es la época inicial de la expansión del automóvil y en la ciudad esto queda reflejado; por una parte, se instala un surtidor de gasolina frente a la Alameda y, por otra, el Ayuntamiento pretende cobrar un impuesto al combustible que lle-ga al municipio, pero el Estado le recuerda a la institución local que ello no es posible porque es de su competencia exclusiva. Como anécdota, podemos citar que los pocos coches y camionetas de re-parto tenían reservada su zona de aparcamiento; si lo hacían en otro lugar, se originaban problemas;

también ocurría que aquellos automovilistas que recorrían la avenida principal a una veloci-dad que el guardia municipal consideraba supe-rior a 35 kilómetros por hora eran sancionados.

El casco urbano presentaba un tamaño y aspecto de pequeño pueblo; en el censo demo-gráfico el faro era considerado una entidad de población que se hallaba a una distancia de 100 metros del centro.

En 1928 se instalaron los primeros telé-fonos en la población, a la vez que en Málaga, Ronda, Campillos y Archidona7.

El cine, el teatro, el circo, los toros (con más presencia en los días de feria) y las celebra-ciones religiosas eran las actividades que com-plementaban la vida rutinaria de los habitantes de esta tierra malagueña. También se convoca-ban algunas conferencias y mítines políticos.

Las condiciones socioeconómicas de la Marbella de entonces la convertían en un pueblo pobre; hoy las calificaríamos como propias del mundo subdesarrollado. De esta situación de po-breza pueden dar idea algunos hechos:

• Según cálculos aproximados que he- mos realizado, el 35% de sus habitantes estaban acogidos a la Beneficencia Mu- nicipal.• Lasclasestrabajadorasvivíanensuma- yoría en una situación cercana a la indi- gencia.• Ramiro Campos Turmo subraya en su obra Costabella que es el pordiosero el primer personaje que el visitante en- cuentra.

2.1. la Población

Evolución dEmográfica En 1920 la población del término munici-

pal de Marbella es de 9.704 habitantes de hecho; diez años después los habitantes descienden a 9.301. Este decrecimiento demográfico tiene varias causas posibles: una, la de mayor peso, es la emigración motivada por la búsqueda de

empleo (a la capital de la provin-cia o a otros lugares de España y también a América); otra puede estribar en las deficiencias en la realización de los censos.

El término municipal se encuentra dividido a efectos ad-ministrativos en cinco secciones. Los 8.814 habitantes de hecho (8.782 de derecho) del padrón de 1924 pueden repartirse, según los cálculos que hemos realizado, de la siguiente forma:

Las condiciones socioeconómicas de Marbella la

convertían en un pueblo pobre, hoy las calificaríamos como propias del mundo

subdesarrollado

7 CLAVERO BERLANGA, J.: El telégrafo en Málaga (1857-1930), Málaga, Universidad de Málaga, 2000, p. 13.

Carretera de Costabella (Fot. Gaytán).Fuente: CAMPOS TURMO, R.: El jardín de España en Marbella.

Notas para su implantación, Málaga, Imprenta La Moderna, 2.ª ed., 1929

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Miguel Ángel Guillén Ramírez Marbella en la época de Primo de Rivera

A) Marbella ciudad: concentra a 3.073 re- sidentes, resultado de la suma de los vecinos de las secciones primera y se- gunda, más parte de la tercera. B) San Pedro: 1.036 habitantes.C) Los restantes 4.705 pobladores tienen su domicilio en los demás núcleos: El Ángel, La Concepción, Las Chapas, et- cétera8.

El censo de 31 de diciem-bre de 1930 revela la existencia de 1.839 edificios; de ellos, 1.595 de-dicados a vivienda y el resto (244) a otros usos; la mayoría son de una altura (866) y de dos pisos (862); los de tres alturas descienden a 109 y de cuatro pisos sólo existen dos edificios. A estos se añaden 305 “albergues”, de los cuales 120 se destinan de manera principal a vi-vienda y el resto, 125, a otros usos; la suma de edificios y “albergues” hace un total de 2.144 construccio-nes en el término municipal. Sólo un 6% de los 1.839 edificios son de tres o cuatro alturas, es decir, el as-pecto urbano es el de un pueblo; el total de construcciones dedicadas a vivienda en el municipio es de 1.715 y en ellas viven, según el censo de ese año, 9.301 personas, lo que re-sulta una media de 5,4 habitantes por vivienda, cifra que nos aproxima al número de integrantes de una familia. Esta es considerada numerosa a efectos oficiales cuando la conforman los padres y siete o más hijos.

Ramiro Campos Turmo, militar destinado en Marbella, escribe dos pequeñas obras en las que explica sus propuestas para el desarrollo del turismo [Costabella (La Riviera española)] y la crea-ción de una gran zona verde (El jardín de España en Marbella), con las que mejoraría la mala situa-ción socioeconómica del término municipal. En este aspecto comenta lo siguiente:

“Su escasa población atraviesa una ver-dadera crisis debida a la paralización de las fundiciones, fábricas de azúcar, minas y de otra industria muy productiva que en tiem-po hubo: el contrabando [...]. La población irá disminuyendo si no se crea algo que con-tenga la emigración [...] actividades nuevas y más productivas [...] es la organización de una zona invernal o solana de España.”9

Sus escritos forman parte de la campaña de propaganda gubernamental. Los oficiales del Ejército fueron instados a escribir obras “educacionales” como parte de los progra-mas de nacionalización. Así, por ejemplo, una Real Orden del 29 de enero de 1926 lanzó la “Campaña de cultura ciudadana”, en la que el régimen pidió a los oficiales que escribieran

libros y panfletos de alto contenido naciona-lista para distribuirlos dentro y fuera de los cuarteles. Las recompensas monetarias, el re-conocimiento oficial y el prestigio fueron ex-celentes incentivos, ya que floreció el género del adoctrinamiento patriótico en la literatura castrense10.

división socio-profEsional

La población de la ciudad en los años veinte se puede clasificar en grupos de carácter socio-profesional semejantes a los existentes en otros pueblos:

Línea Algeciras-Málaga de Automóviles Portillo, 1927.Fuente: SeRRAnO LIMA, A. (coord.): Imágenes de Marbella VI: El Turismo.

Catálogo de la Exposición, Marbella, Asociación Cilniana, 2002, p. 26

8 AMMb, Caja (C.) 505, “Censos de la Población” de 1920 y de 1930 y “Padrón Municipal de 1924”.9 CAMPOS TURMO, R.: Costabella (La Riviera española). Notas para la implantación de una ruta de turismo, Málaga, Imprenta La

Moderna, 1928, p. 9.10 QUIROGA FERNÁNDEZ DE SOTO, A.: Haciendo…, op. cit., p. 145.

Ramiro Campos Turmo escribe dos pequeñas obras en las que explica sus

propuestas para el desarrollo del turismo y la creación de una gran zona verde,

con las que mejoraría la mala situación socioeconómica del término municipal

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•Unaclasepropietariadegrandesexten- siones de tierra trabajadas por jornale- ros y que garantiza la seguridad de sus pertenencias con la vigilancia encarga- da a guardas jurados que tienen licencia de armas para este cometido.•Ungrupoposeedordeviviendasdeal- quiler y/o de negocios diversos (arma- dores, joyeros-relojeros...).•Empresarios de industrias (licores, vi- nos y otros productos) y de espectácu- los (cines y plaza de toros-teatro).•Profesionales liberales: abogados, mé- dicos, ingenieros.•Comerciantesy transportistasque son dueños de una o varias camionetas.•Artesanos:hojalateros,herreros,alfare- ros, afiladores, ebanistas, albañiles, etc.•Funcionarios municipales (entre ellos médicos, farmacéuticos y veterinarios, jueces…). •Fuerzasdeseguridad(guardiascivilesy carabineros).•Maestros.•Pequeñospropietariosagrarios.•Lageneralidaddelapoblaciónsededi- ca a los trabajos agrarios, mineros y de la pesca. El grueso lo forman la mano de obra con un empleo estable de las compañías agrícolas de San Pedro y El Ángel o bien los que trabajan a jornal. Los mineros son asalariados de una compañía británica. La situación laboral y de vida de los pescadores es de las más precarias. •Existensectoresmarginalesintegrados por parte de la comunidad gitana y un reducido número de pequeños delin- cuentes.

2.2. laS condicioneS higiénico-SanitariaS

La situación higiénico-sanitaria del muni-cipio al comienzo de la dictadura de Primo de Rivera, en especial del casco urbano, presenta graves deficiencias que sitúan en constante ries-go la salud de la población.

Los arroyos que descienden de Sierra Blanca están sin embovedar y son focos de in-fección por el encharcamiento de sus aguas y la acumulación de residuos sólidos y líquidos que arroja el vecindario, lo que facilita la aparición de enfermedades infecto-contagiosas como el paludismo.

Además, los brotes de viruela y tuberculo-sis provocan una gran alarma social; por ejemplo, en 1930 muere una maestra de tuberculosis y sus alumnas faltan en su mayoría por miedo a conta-giarse, temor que siente también la nueva maes-tra, que vive en el edificio escolar con sus hijas.

Hay que recordar que en esta época no existe saneamiento urbano ni abastecimiento de agua sometida a tratamiento de desinfección. Los retretes en mal estado generan filtraciones que se dirigen hacia las calles, circunstancia que es denunciada a la Alcaldía.

Una parte de la carne que se destina al consumo humano no cuenta con las garantías del matadero ni del análisis veterinario porque el sacrificio de animales se realiza de manera ilegal.

Algunos vecinos del estrecho casco an-tiguo de la ciudad realizan prácticas rurales en plena urbe: poseen cerdos a los que atan a esta-cas clavadas en las cercanías de sus viviendas.

A los perros no se les aplica un proto-colo de vacunación sistemático, lo que provoca que sus mordeduras originen primero pánico entre los afectados y sus familiares y, después, se movilicen con rapidez para que en Marbe-lla y Málaga los médicos y veterinarios traten a las personas atacadas, muchas veces niños, y se realice una observación del perro sospecho-so de poseer hidrofobia. El ganado vacuno es afectado por enfermedades como la glosopeda; el caprino, por la fiebre de malta y el porcino, por la peste.

La lectura de las actas capitulares, en es-pecial las de 1922 y 1923, transmiten la gran preocupación que invade a las autoridades, pues son conscientes de que las deficiencias de la higiene y el saneamiento urbanos reseñadas favorecen la aparición y transmisión de enfer-medades infecto-contagiosas. El paludismo o malaria es la afección con mayor incidencia en el municipio, causa la muerte a quince personas en los años veinte, disminuye en las siguientes décadas hasta desaparecer hacia mediados de la centuria. Tiene un carácter endémico a causa de los habituales estancamientos que se originan en los cauces de los cursos bajos de los ríos y arroyos, condiciones propicias para el desarrollo del mosquito anofeles; la picadura de un ejem-plar hembra a una persona origina el inicio de una enfermedad caracterizada por fiebres altas e intermitentes. Los principales focos epidémi-cos surgen en la colonia de San Pedro debido a que se localizan en sus cercanías las desemboca-duras de los ríos Guadalmina, Guadaiza y Verde. Además, como todas las epidemias, se contrae y propaga entre los sectores sociales menos fa-vorecidos, y estos no pueden hacer frente a los gastos del tratamiento antipalúdico. Se procuran limpiar en primavera u otoño los arroyos que atraviesan el término municipal, en especial los de la Represa y Cantarranas, al objeto de dar co-rriente a sus aguas empantanadas, focos de olo-res y de un posible brote de malaria, y se aplican tratamientos que eliminen el desarrollo de ban-das de mosquitos.

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2.3. la Situación de loS trabajadoreS

La situación de vida cercana a la indigencia afecta a un amplio sector de las clases trabajado-ras y se agrava con la alternancia de periódicas se-quías y temporales, característicos del clima medi-terráneo, que deterioran o arruinan los cultivos o imposibilitan la realización de las faenas agrícolas y pesqueras. Una crisis social de este tipo tiene lugar a finales del invierno de 1924 y es originada por el pertinaz temporal de lluvias. La situación se aborda en el pleno del Ayuntamiento del 17 de marzo. La iniciativa para intentar remediar la situación de inactividad laboral y por tanto de fal-ta de ingresos de los obreros ha partido, según el acta capitular, de “los mayores contribuyentes y fuerzas vivas de la población”, y una comisión presidida por el alcalde ha “repartido un socorro en especie a todos los necesitados”. Un antiguo concejal, Miguel Martín Nieto, interviene como vecino para afirmar que se considera representan-te de los obreros y califica lo aprobado como una limosna; esta intervención en el pleno es posible debido a que en los primeros tiempos de la Dicta-dura se aprueba una norma municipal que permi-te, al finalizar un pleno, la participación de los ve-cinos con preguntas o consideraciones. La ayuda para los trabajadores ascendía a 1.228,10 pesetas de auxilios en especie; además, los días 18 y 21, se ofrecieron jornales para la reparación de caminos y otras tareas designadas por el Ayuntamiento. Mi-guel Martín Nieto no era un ciudadano cualquiera, además de antiguo concejal, era presidente de la Sociedad Federación Obrera El Progreso. Las palabras de Martín alarman al alcalde, Diego Jiménez, quien al día siguiente dirige un oficio al capitán de la Guardia Civil informando de lo acontecido en la sesión de la noche ante-rior. La denuncia no se limita al capitán de la Guardia Civil sino que se eleva al delegado gubernativo (figura militar con función política en el territorio de un partido judicial creada en la Dictadura) quien disuelve la sociedad obrera cumpliendo órdenes del gobernador civil. Meses después, Miguel Martín Nieto se marcha a vivir a Málaga11.

El alcalde publica un bando el 11 de fe-brero de 1928 que recoge medidas del Gobierno que intentan poner freno a la llamada “invasión

y detentación de tierras”. El interés municipal es muestra de que en Marbella se han producido casos o hay posibilidad que se promuevan. Las ocupaciones de fincas tienen como objetivo los latifundios, vigilados por guardas jurados que defienden con armas esas propiedades12.

Algunos jornaleros sobreviven el tiempo que pueden, hasta que son expulsados, mediante la explotación ilegal de las tierras de los bienes de propios del Ayuntamiento; en el verano de 1930, un peón guarda municipal denuncia por tres veces a tres vecinos que tras un juicio deben dejar libre el monte y dejarlo a disposición del Concejo13.

A fines de noviembre de ese año, el go-bernador civil envía un telegrama al alcalde para que le informe de cuántos obreros agrícolas es-tán en situación de desempleados; estos se cal-culan en más de trescientos, reflejo del elevado paro agrario de Andalucía14.

Por otro lado, la actividad pesquera a me-diados de 1926 ocupa a 400 familias y se practi-ca con técnicas artesanales en la que participan pequeñas empresas familiares. Los beneficios se distribuyen en partes según lo estipulado por los miembros de las embarcaciones.

En la primavera de 1927 se produce una movilización de protesta por parte de los pes-cadores y dirigida por su Pósito ante la Alcaldía, y el máximo responsable de ella media ante el Gobernador Civil con el objeto de que no se permita la pesca con traíñas por el perjuicio que puede ocasionar a los modestos pescadores que

faenan con los sardinales, bar-cos de mucha menor capaci-dad pesquera; además avisa al gobernador de que teme “una complicada alteración públi-ca”. Es posible que los promo-tores de esta técnica de pesca de la traíña o “arte de la luz”, fueran, como ocurriría tres años después, unos podero-sos personajes o “caciques”: los hermanos Fernández Cano y también Nieto Molina. Tarda un mes en anularse la autori-zación para la pesca con sis-tema de faro y al conocerse la noticia, según relata el respon-sable municipal al gobernador (Marqués de Linares), “se con-

gregó de manera espontánea en manifestación todas las clases que recorrió el pueblo con todo orden, exteriorizando su inmenso júbilo y agra-decimiento por tan justa solución con aclamacio-

11 AMMb, C. 25, pieza (P.) 3, AA. CC., 17 de marzo y 14 de julio de 1924, pp. 23-24 y 31; LRSD 307, n. º de registro 327, 18-marzo-1924; C. 79, CO, 13 y 14-marzo-1925.

12 AMMb, CO, 11-febrero-1928, C. 82, P. 2.13 AMMb, CO, 11-diciembre-1930, C. 84.14 AMMb, CO, 25, 26, 28 y 29 de noviembre de 1930, C. 85.

En la primavera de 1927 se produce

una movilización de protesta por parte de los pescadores y dirigida por su Pósito ante la Alcaldía,

con el objeto de que no se permita la pesca con traíñas por el perjuicio

que puede ocasionar a los modestos pescadores que faenan con los sardinales

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nes de vivas al Gobierno de S. M. y al Marqués de Linares que con tan sincero empeño ha con-seguido llevar la tranquilidad a estos modestos hogares”. En agosto de ese año, el Ayuntamien-to expresa su agradecimiento con la designación del paseo principal de Marbella como Alameda del Marqués de Linares. En la actualidad, la Ala-meda no es conocida de esta manera pero sí exis-te una calle denominada Marqués de Linares15.

Pero el conflicto no acaba; tres años des-pués, en octubre de 1930, la Junta Directiva del Pósito de Pescadores se reúne con el alcalde para exponer, en palabras textuales, “la angustiosa si-tuación que a esta clase de pescadores en general viene creándole el arte de pesca de la traíña en este litoral”. El alcalde, Diego Jiménez, dirige un escrito al gobernador civil en el apoya las deman-das del Pósito. El máximo responsable municipal ha recibido una comunicación extraoficial del ayu-dante de Marina en el que se le informa de que

los pescadores han celebrado una manifestación de protesta y se han llevado las redes del armador Francisco Fernández Cano y que están dispuestos a salir todas las noches para retirar ese arte de pesca. Este conflicto es muestra de una confron-tación de intereses económicos, pero, ante todo, es una lucha social, la que enfrenta a pescadores que obtienen del mar lo necesario para subsistir con los armadores de las traíñas que obtienen ele-vadas capturas. Las traíñas son propiedad de Fran-cisco Fernández Cano, depositario de los fondos municipales, tesorero del Sindicato Agrícola Ca-tólico de Marbella (organización que reúne a los grandes propietarios de tierras). Miguel Martín Nieto, concejal y sindicalista de la sociedad El Pro-greso en un Pleno celebrado dos meses después del inicio de la Dictadura, califica a este poderoso vecino como “cacique”16.

A la Beneficencia Municipal están acogidas en 1925, según cálculo aproximado del alcalde,

más de 700 familias pobres. Si se tiene en cuenta que la población es de 10.000 habitantes y que cada familia puede estar compuesta por una media de cinco miembros, es-tarían acogidos a esta ayuda social unos 3.500 habitantes, es decir, un 35% de la población. Este servicio es insuficiente para cubrir las ne-cesidades, y en los Presupuestos municipales ocupa siempre la ter-cera o cuarta partida en importan-cia; por ejemplo, en los de 1929 se destinan a esta partida 17.075 pesetas, un 15% del total.

2.4. el movimiento aSociativo

El 19 de octubre de 1920 se crea la Sociedad de Recreo Ca-sino de Marbella, con una junta di-rectiva presidida por el capitán de Carabineros Enrique del Castillo.

Al año siguiente, en julio, se funda la Sociedad Amigos de Marbella, que tiene la misma pre-sidencia y cuya junta directiva es muy parecida a la del Casino. Su primera Junta de Gobierno está formada por personas que son o han sido concejales en estos últi-mos años de la Restauración o que lo serán en la dictadura de Primo de Rivera o de Franco; además, están representadas las “fuerzas vivas” de la ciudad17.

15 AMMb, CO, 30-marzo/ 27 y 28 de abril de 1927, C. 82, P. 1; AA. CC., 5-agosto-1927, p.24, C. 25, P. 4.16 AMMb, CO, 15 de octubre de 1930, CO, 21 de mayo de 1931, C. 84; AA. CC., 8 de octubre y 24 de noviembre de 1923.17 ALCALÁ MARÍN, F.: Crónica de Marbella, Marbella, 2006, pp. 520-533.

Fuente: Archivo Histórico Provincial de Málaga, Sección Gobierno Civil,Serie Asociaciones (AHPM-GC-A), C. 6.240

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El espacio asociativo creado por el Casino y la Sociedad Amigos de Marbella va a reunir y aunar a los gru-pos poderosos en lo político, social y económico de la Marbella de los años veinte; el polo opuesto a los sindicatos y partidos obreros, que crearán tam-bién sus asociaciones “recreativas”.

Miembros del Casino y la Socie-dad Amigos de Marbella integran el 8 de enero de 1922 el Consejo Local de Marbella de Los Exploradores de Espa-ña. Si la Sociedad busca una mejora de Marbella, la agrupación de los Explora-dores persigue la “regeneración nacio-nal”, y es equiparable en parte a la de los “Boys Scouts”.

El 24 de marzo de 1926 se considera en el pleno la solicitud del presidente de la Sociedad de Recreo Casino de Marbella sobre la concesión de la parcela que comprende los terre-nos de la zona oeste del paseo de la Alameda para la construcción de una casa domicilio social. Se aprueba por siete votos a favor (el alcalde, Diego Jiménez, y los concejales José Palma, José Roldán, Juan Padilla, Francisco Ro-vira, José Almagro y Bernabé Sánchez) y tres en contra de Francisco Belón, Pedro Montiel y Juan Belón18.

Por otra parte, es difícil seguir las actividades de las asociaciones obre-ras en un régimen político en el que hay falta de libertades. El Gobierno Civil, en un escrito de noviembre de 1930, solici-ta con urgencia a la Alcaldía que le envíe una relación de las sociedades obreras constituidas y domiciliadas en el muni-cipio. La respuesta del consistorio es que no existen organizaciones de ese tipo y por ello no se envía el informe solicitado. La situación legal es así pero la real es diferente: los trabajadores utilizan instituciones culturales para organizar sus reivindicaciones. La inquietud social y política obrera durante la dictadura primorrive-rista cobrará forma en asociaciones creadas tras su caída. La Sociedad Cultural Recreativa se crea en agosto de 1930 y en ella se reúne la oposición antidinástica y es un núcleo de donde surgirán los fundadores del PSOE local. La Agrupación Socialis-ta se constituye a principios de abril de 1931.

3. laS baSeS económicaS

La estructura económica de la ciudad en los años veinte se basa en las actividades prima-rias: la mayor parte de la riqueza se obtiene de

la agricultura. La minería ocupa un bajo porcen-taje de la población activa, aunque su peso en la economía del municipio es significativo: en 1920 la sociedad minera británica The Marbella Iron Ore Company Limited era la segunda empresa de Marbella, tras la Colonia Agrícola de San Pedro.

18 AMMb, C. 25, P. 4, AA. CC., 26-marzo-1926, p. 7.

El Casino y la Sociedad Amigos de Marbella va a reunir y aunar a los

grupos poderosos en lo político, social y económico de la Marbella de los años veinte; el polo opuesto a los sindicatos

y partidos obreros, que crearán también sus asociaciones “recreativas”

Fuente: AHPM-GC-A, C. 6.240

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3.1. la agricultura

La distribución de la tierra se caracteriza por un alto índice de concentración (48%) en cin-co latifundios (colonias de San Pedro y El Ángel, Sierra Blanca, Hacienda de Rosado o San Manuel, Coto Larios o Coto de los Dolores)19.

Marbella es un territorio donde se extien-den dos tipos de explotaciones latifundistas: las de regadío, en su parte occidental (San Pedro y El Ángel), que emplean a un alto número de traba-jadores con un trabajo estable; y las fincas de se-cano en el oriente del municipio, cultivadas por jornaleros y vinculadas a la burguesía de Málaga. Ambas tienen en común que los titulares de las tierras o las sociedades propietarias no residen o tienen su sede en la ciudad.

La Sociedad Agrícola de San Pedro contra-ta a un elevado número de trabajadores, y entre estos existe un gran diferencia en el nivel sala-rial: el de los jóvenes y mujeres, 224 de un total de 777, importan la mitad del que perciben los varones adultos.

3.2. la minería

A partir de 1923 la producción de la mina de hierro de El Peñoncillo decrece y en 1925 la Estadística Minera Española (EME) considera que había sido explotada en su mayor parte y que las labores subterráneas en la misma eran mínimas. Hasta 1930 el hierro magnético extraído en la explotación constituye el mayor aporte a la pro-

ducción de este mineral en la provincia de Má-laga. La Sociedad decidió cerrar la explotación en el verano de 1931. El número de obreros em-pleados en la mina presenta oscilaciones a lo lar-go de los años veinte: 1920 (330 mineros), 1924 (230) y 1931 (300)20.

3.3. otraS actividadeS económicaS

la pEsca

Se ha comentado esta actividad en relación con el conflicto entre los pescadores. Añadimos que en el municipio no existen lonjas ni casas de venta o contratación de pescados; las capturas son vendidas y transportadas por cuenta propia a otras poblaciones. Son quince los transportistas de pescado del municipio, quienes deben pagar un arbitrio en la casilla de la Recaudación antes de hacer el transporte, pero procuran no hacerlo y las autoridades municipales les dan avisos para que efectúen las liquidaciones.

El Turismo poTEncial

Por otro lado, son interesantes las pro-puestas que realiza Campos Turmo en su obra Cos-tabella (La Riviera Española), escrita en el año 1928, para promocionar el turismo. Este oficial militar cifra en seis tipos de servicios los necesarios:

1. Los de fines morales: Iglesia, cárcel, hospital, etc.2. Económicos: puerto, estación de ferro- carril, mercado, etc.

19 PRIETO BORREGO, L.: Marbella. Los años de la utopía. Estudio de una comunidad andaluza (1931-1936), Marbella, 1994, pp. 37-39.20 NADAL SÁNCHEZ, A.: Andalucía ante el advenimiento de la República. Coyuntura política y movimientos huelguisticos en la Málaga

de 1930, Málaga, 1981, pp. 41-44; PRIETO BORREGO, L.: Marbella…, op. cit., pp. 55-56 y AMMb, C. 85, CO, 26-noviembre-1930 y C. 84, 14 de enero de 1931.

Depósito de mineral de preembarque, años 20.Fuente: SeRRAnO LIMA, A. (coord.): Imágenes de Marbella IX: La Minería. Catálogo de la Exposición, Marbella,

Asociación Cilniana, 2003, p. 53

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3. Sociales: policía, bom- beros, beneficencia, etc.4. Culturales5. Higiene: saneamiento, campo de deportes, ar- bolado, policía sanita- ria, alcantarillado, agua, luz, matadero, etc.6. Servicios de comunica- ciones: correo, telégra- fo, teléfonos, etc.

Según él, cuando existan estos servicios y se pueda llegar en automóvil al Juanar y haya co-municaciones con la Serranía de Ronda, será el momento de traer al turista. La mayoría de los ser-vicios señalados eran inexisten-tes o deficientes. Además, Cam-pos Turmo pronostica a Marbella un desarrollo económico turísti-co si se acometen una serie de actuaciones urbanísticas y de imagen:

“Si al mismo tiempo desa-rrolláis el plano del ensanche, el paseo marítimo […] para que surja la nueva población junto al mar, si establecéis una policía sobre las costumbres eliminando de la carretera al pordiosero, primer persona-je que el visitante encuentra, a partir de ese momento la ciudad con la belleza de su posición tendrá un porvenir brillante”.

Este militar elabora una pequeña obra impresa en Málaga en 1929 en la que propone construir El Jardín de España en Marbella. En el proyecto se hace referencia al amor a la natu-raleza, a la necesidad de repoblar los montes, pero sobre todo es un proyecto de exaltación patriótica propio de la época. Cada provincia tendría su árbol representativo, lo mismo suce-dería en cada municipio; los más de 9.000 muni-cipios españoles que existían en la década de los veinte deberían elegir su ejemplar. El algarrobo es la especie que simboliza a las poblaciones de Marbella, Istán y Ojén, y el eucalipto a San Pedro. Además, habría que adoptar el árbol ca-racterístico de España. Esos miles de árboles se plantarían en un jardín-carretera desde Marbella a Istán, bordeando Sierra Blanca, para remontar la Sierra Real. La longitud de la carretera pla-

neada alcanzaría 30 km. y la obra se comple-mentaría con otras actuaciones: “Para la estética del conjunto se proyectarían: plantas, glorie-tas, inscripciones, columnas, estatuas, diversas construcciones, con el objeto de convertir dicho terreno en el lugar más agradable de Europa, por el doble motivo del encanto del clima y la belleza de la obra”21.

Campos Turmo llegaría a ser procurador en las Cortes de 1946 en representación sindical.

4. laS inStitucioneS. el Poder local

En los primeros años veinte la Corpo-ración municipal se forma con 17 concejales, seleccionados entre las distintas categorías de los contribuyentes, y son renovados cada dos años por sorteo. En un pleno se elige por vota-ción al alcalde.

21 CAMPOS TURMO, R.: El jardín…, op. cit.

Proyecto del Jardín de españa.Fuente: CAMPOS TURMO, R.: El jardín…, op. cit.

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Miguel Ángel Guillén Ramírez Marbella en la época de Primo de Rivera

4.1. el ayuntamiento Previo a la dictadura

El origen del Ayuntamiento previo al co-mienzo de la Dictadura es buena muestra de los conflictos personales y políticos entre los hom-bres que están o quieren estar en el poder local. El 6 de abril de 1923 se nombra por Real Orden a Sebastián Martín Fernández alcalde de Mar-bella y se destituye al anterior, Francisco Nieto Molina. Ello genera un enfrentamiento entre los partidarios y los detractores del nuevo dirigente municipal. Se aprueba un voto de censura con-tra el alcalde por seis a favor y cuatro en contra. Se le acusa, según sus detractores, “entre otras violencias contrarias a las leyes vigentes, la de suspender una reunión de la nunca bien alaba-da Sociedad Amigos de Marbella, de cuya reunión tenía conocimiento oficial, y destituir al agente municipal Francisco Guerrero Villarrubia”. De la pugna se deduce que el nombramiento por R. O. del nuevo alcal-de ha generado una división tanto en el Ayuntamiento como en la Sociedad de Amigos de Marbella, organización que agrupa a la clase poderosa de la ciudad, a la que pertenece la mayoría de los implicados en estas disputas, que en gran parte deben de estar generadas por rencillas persona-les22.

4.2. loS ayuntamientoS de la dictadura

Veinte días después del golpe, el tres de octubre, bajo la presidencia de la autoridad mili-tar, el capitán de la Guardia Civil, se reúne el Ple-no municipal para celebrar una sesión extraordi-naria y cumplir lo que dispone el Real Decreto de 30 de septiembre anterior, es decir, la disolución de los ayuntamientos.

Los vocales asociados de la Junta Munici-pal del Distrito pasan a desempeñar los cargos de concejales y se constituye la nueva corporación.

El futuro del proyecto regeneracionista que impulsaba el régimen en sus inicios residía en el cambio del poder político local, y con esa idea Primo de Rivera ordena por R. D. de 30 de septiembre de 1923 la disolución de los 9.254 ayuntamientos de España y su sustitución por las

Juntas de Vocales Asociados. Estas se conforman por sorteo entre las categorías de contribuyen-tes y tienen el cometido de aprobar los presu-puestos en reunión con el Ayuntamiento. La utilización de los miembros de las juntas como autoridades municipales interinas no supone el fin del dominio caciquil: son políticos semejan-tes a los que sustituían23.

El alcalde saliente, Sebastián Martín Fer-nández, ha estado sólo cinco meses en el cargo y pasa a ocupar el puesto de jefe de la Policía Municipal durante la Dictadura y seguirá en la República.

En los siete años y medio que transcurren entre octubre de 1923 y abril de 1931 se suceden en Marbella cuatro ayuntamientos; en la época de Primo de Rivera gobiernan los dos primeros.

El inicial ocupa gran parte de la Dictadu-ra, cerca de cinco años; el segundo tie-ne una duración de poco más de año y medio.

Los apellidos de los concejales du-rante este periodo se repiten con insis-tencia, por ejemplo, Belón, Lima, Otal y

Martín Nieto. En lo referente a su extracción so-cio-profesional, la mayoría de los regidores son pequeños empresarios, maestros y médicos. La fa-milia ejercía un papel fundamental en los distintos niveles de las clientelas partidistas, indica Javier Moreno Luzón, y así no resultaba extraño encon-trar a parientes ocupando a la vez diversos cargos municipales, provinciales y parlamentarios24.

Por otra parte, es importante señalar que, con el triunfo del golpe de Estado, el general Martínez Anido es nombrado para un puesto clave en el Gobierno, se sienta en el Consejo como ministro de la Gobernación; y es que hay que tener presente que el cada vez mayor de-terioro del orden público fue una de las causas del apoyo al golpe. Más tarde, Franco contará con la experiencia acumulada de este general y le asignará la responsabilidad de ser Ministro de Orden Público. Este hecho sirve de ejemplo del continuismo de los dirigentes políticos entre ambas dictaduras; comportamiento político que se aprecia también en la esfera local. Hay casos de concejales que lo siguen siendo en el periodo intermedio, la Segunda República.

22 AMMb, CO de julio de 1921 (no se concreta el día de la fundación de la Asociación Amigos de Marbella en los impresos que envía para dar a conocer su constitución e invitar al alcalde, Rafael Otal Palomares, a inscribirse), C. 76, P. 2; AA. CC., 7-mayo-1923, p. 35, C. 25, P. 2.

23 GONZÁLEZ CALLEJA, E.: La España…, op. cit., pp. 129-131.24 VARELA ORTEGA, José (dir): El poder de la influencia. Geografía del caciquismo en España (1875-1923), Madrid, Marcial Pons y

Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2001, p. 585.

Los apellidos de los concejales durante este periodo se repiten con

insistencia, por ejemplo, Belón, Lima, Otal y Martín Nieto. En lo referente a su extracción socio-profesional, la

mayoría de los regidores son pequeños empresarios, maestros y médicos

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primEr ayunTamiEnTo (3-ocTubrE-1923 / 4-julio-1928)El historial político de algunos responsa-

bles municipales de esta primera corporación prueba que los cambios en la dirección del Esta-do no les afecta a la hora de ocupar los sillones del Ayuntamiento. Javier Moreno Luzón se pre-gunta sobre la continuidad de las elites provin-cianas de la Restauración tras su derrumbe en 1923 y concluye que resulta evidente que tanto la dictadura de Primo de Rivera como los parti-dos del centro republicano y de la derecha ca-tólica de la Segunda República fueron herederos de los poderes caciquiles en algunas regiones25. Cristóbal Luna de la Torre había sido alcalde en-tre el 1 de enero de 1912 y el mismo día del año 1916, después vuelve a la institución local como concejal en julio de 1926.

Diego Jiménez Martín es el primer alcalde que gobierna Marbella tras el triunfo del golpe de Primo de Rivera; ejerce el puesto cerca de cin-co años y presenta su dimisión por razones de salud el 22 de junio de 1928. En la Guerra Civil, enero de 1937, ocupa la presidencia de la Comi-sión Gestora. José Otal Ferrando será gestor en la primera Comisión Gestora de la época franquis-ta, la que se constituye a principios de abril de 1939. Por tanto, el ejemplo de Martínez Anido en la política nacional es generalizable a la local.

En el primer pleno municipal el nuevo al-calde, Diego Jiménez Martín, señala las tres prio-ridades de su mandato26:

1. Reducir los gastos a los indispensables.2. El control de los productos, en especial de primera necesidad, para que sean de calidad y “se adquieran con el peso exacto y mínimo, al precio conveniente”.3. La ley ordena y los ciudadanos tienen “derecho a saber cómo se administran sus intereses (...) todos los meses se fi- jarán al público las cuentas que se pro- duzcan en este Municipio”.

Estos objetivos coinciden a grandes ras-gos con los del recién instaurado régimen para acabar con la corrupción y desorden de las mu-nicipalidades.

Los gobernadores civiles (la Dictadura nombra a generales o coroneles) reciben órde-nes de proceder a una inspección general de los ayuntamientos, sobre todo en sus aspectos eco-nómicos. Se origina una psicosis de persecución a los corruptos en la administración municipal. La prensa de los primeros meses de la Dictadura narra encarcelamientos de concejales y secreta-rios, destituciones y algunos suicidios. Antiguos

responsables de gobiernos locales reintegran a las instituciones municipales 4.178.470 pesetas, ele-vada suma para principios de los años veinte. A pesar de esto, la “lucha anticaciquil” es limitada porque no ataca a los grandes caciques sino sólo a los de segunda fila (concejales, alcaldes, etc.), además es poco intensa, se reduce a multas y des-tituciones y los encarcelamientos son breves.

La figura del Delegado Gubernativo es una creación de la Dictadura. Se trata de un oficial del Ejército que se presenta como clave en el inicio del fin de la corrupción y de control de la tarea regeneradora. A cada partido judicial se destina uno, por ello el 19 de diciembre de 1923 toma posesión el delegado gubernativo de Marbella, el capitán de caballería Adrián González Sagaseta27.

Sus principales cometidos son el control del Ayuntamiento, impartir charlas patrióticas y otras acciones difusoras del nacionalismo entre la población. Más adelante se les pide contribuir a estructurar el partido oficial, la Unión Patrióti-ca. Depende de manera directa del gobernador civil de Málaga, que es también gobernador mili-tar, el general Enrique Cano; a su vez, éste recibe las órdenes del ministro de la Gobernación, el general Martínez Anido.

Según las instrucciones remitidas por el Directorio el 1º de enero de 1924, los delegados gubernativos debían disolver los ayuntamientos constituidos el 1º de octubre de 1923 sobre la base de la Junta Municipal de Vocales Asociados, y sustituirlos por nuevas corporaciones formadas por “personas de alto prestigio social, de solven-cia acreditada y a ser posible con título profesio-nal, o en su defecto, mayores contribuyentes”. Inician una lucha contra algunas redes caciquiles, aunque los pocos delegados que se tomaron en serio esta labor incomodan al poder político y son destituidos. A partir de entonces no se persi-gue al caciquismo en general, sino a los caciques que no son afectos al régimen. Es el comienzo de la adaptación de la mayor parte del caciquismo a la Dictadura y de ésta a aquél, salvo cuando se produce una fuerte discrepancia política.

Alejandro Quiroga advierte el fracaso de la tarea encomendada al Ejército de ser agente nacionalizador de la población, objetivo confia-do a las acciones de los delegados gubernativos y de los oficiales del Servicio Nacional de Edu-cación Física Ciudadana y Premilitar (SNEFCP). La intervención militar en la vida civil resultó contraproducente; la labor de los delegados des-prestigiaba no sólo al primorriverismo sino tam-bién a las Fuerzas Armadas y a la idea nacionalca-tólica de España. En fin, la política militarista de la Dictadura condujo a que las fuerzas políticas

25 VARELA ORTEGA, J. (dir): El poder…, op. cit., pp. 588-9.26 AMMb, C. 25, P. 2, AA. CC., 8-octubre-1923.27 AMMb, C. 25, P. 3, AA. CC., 19-diciembre-1923 y GONZÁLEZ CALLEJA, E.: La España…, op. cit., p. 130.

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contrarias llegasen a un consenso sobre la supre-macía del poder civil sobre el militar28.

En Marbella no se promueve el cambio de dirigentes municipales en abril de 192;, el Ayuntamiento permanece estable entre octubre de 1923 y julio de 1928 al frente de Diego Jimé-nez Martín. La alternativa que se vislumbra como seguida en el Municipio es la del pacto con los caciques o con algún sector de ellos.

En abril de 1924 entra en vigor el Estatuto Municipal, pero el poder municipal permanece en manos de los gobernadores civiles. El Estatuto gira en torno a dos ideas básicas: la autonomía y la necesidad de regenerar la vida pública, acaban-do con las corruptelas administrativas. Los muni-cipios podían dotarse de regímenes especiales de gobierno y mantener una gestión económica y financiera no dependiente de la Administración Central. Modernizó la estructura presupuestaria y fiscal de los municipios y los dotó de mayores recursos ordinarios y extraordinarios29.

En enero de 1927 el gobernador civil transmite a los responsables políticos de la ciu-dad que una R. O. no aprueba la Carta Municipal formulada por la Alcaldía de Marbella en razón a estimarse que los impuestos que se asignan equivaldría a crear una aduana interior. La Cor-poración reforma la Carta, pero un año después sigue sin ser aprobada por no aceptar la Adminis-tración Central la percepción del arbitrio sobre la gasolina, impuesto exclusivo del Estado30.

El alcalde, Diego Jiménez Martín, en un escrito fechado el 20 de junio de 1928 y leído en el pleno del día 22, expone que presenta su dimisión por razones de salud. El Ayuntamien-to por unanimidad acuerda aceptar la renuncia y termina el mandato de cerca de cinco años del primer regidor municipal de la Dictadura.

El sEgundo ayunTamiEnTo (4-julio-1928 / 26-fEbrEro-1930)

Es elegido alcalde Francisco Nieto Molina por diez votos a favor y una papeleta en blanco. No es la primera vez que ejercía esta función; había presidido la penúltima Corporación antes del inicio de la Dictadura (1-abril-1922/6-abril-1923) y ahora comienza un mandato que finaliza en poco más de año y medio (4-julio-1928/26-fe-brero-1930). Alfredo Palma Morito es nombrado primer teniente de alcalde, su actividad política continúa en la República (presidente de Acción

Nacional de Marbella en 1932) y también en el franquismo, en la Corporación elegida en junio de 1950 será elegido concejal por el Grupo o Ter-cio de Entidades y teniente de alcalde del Distri-to Tercero. Es propietario de la finca El Rosario y de propiedades en el casco urbano de la ciudad, además tenía negocios en Argentina31.

Las dimisiones de cuatro concejales en un plazo de tres semanas arguyendo problemas de salud es un hecho difícil de aceptar como cierto; sin duda son excusas, al menos en parte de ellos, que señalan problemas en el Ayuntamiento que no se perciben en documentos de esas fechas32.

En este periodo político surgen pocas polé-micas o enfrentamientos entre los concejales que estén recogidas en los registros municipales. En una de esas ocasiones se reprochan unos a otros el no cumplimiento de sus obligaciones fiscales con el municipio de ellos o sus familiares: arbitrios sobre el comercio, circulación de vehículos...

Antonio Montero Sánchez trabaja en la Secretaría del Ayuntamiento como escribiente o mecanógrafo; en abril de 1928 había sido nom-brado concejal sustituto y ahora ocupa el puesto de concejal. Durante la República mantendrá un puesto de funcionario municipal como oficial de primera (1934). Será el secretario de la primera Gestora Municipal del franquismo, constituida el 1 de abril de 1939, y formará parte del Ayun-tamiento creado el 6 de febrero de 1949 por el Tercio Representativo de Entidades Económicas, Culturales, Profesionales o vecinos de reconoci-do prestigio y alcalde el 3 de mayo de 1950. Ana María Rubia ha comprobado que en las gestoras y corporaciones de los años cuarenta y primera mitad de la década siguiente ejercen cargos nu-merosas personas que habían estado vinculadas al poder municipal durante la época de Primo de Rivera y/o la República (en partidos de centro-de-recha). Señala María Teresa González Calbet que el estilo de las dictaduras de Franco y Primo es distinto, pero determinadas ideas, instituciones y protagonistas fueron herederos en 1939 de la ex-periencia de Primo de Rivera; en el caso de Mar-bella, esa afirmación general se cumple tanto en la primera como en la segunda corporación muni-cipal; esa continuidad de determinados políticos, algunos ya señalados, en los puestos municipales en esas dos épocas; incluso hay casos, como el de Manuel Marcelo Laureano, que también es conce-jal en el periodo intermedio, el republicano33.

28 QUIROGA FERNÁNDEZ DE SOTO, A.: Haciendo…, op. cit., pp. 195-7.29 GONZÁLEZ CALLEJA, E.: La España…, op. cit., pp. 130-136 y GONZÁLEZ CALBET, M. ª T.: La Dictadura…, op. cit., pp. 224-225.30 AMMb, C. 25, P. 4, AA. CC., 21-febrero-1927, p. 19 y 18-mayo-1928, p. 37.31 AMMb, C. 25, P. 4, AA. CC., 4-julio-1928, p. 39 y 3-agosto-1928, p. 42; PRIETO BORREGO, L.: Marbella…, op. cit., pp. 42-

44 y 89 y RUBIA OSORIO, A. M. ª: “El poder local en Marbella durante el Primer Franquismo (1939-1959)”, Trabajo de la Línea de Investigación del Doctorado, Universidad de Málaga, 2003 (inédito), pp. 87-101.

32 AMMb, AA. CC., 11 de julio y 3 de agosto de 1928, pp. 40-42.33 RUBIA OSORIO, A. M. ª: “El poder…”, op. cit., pp. 83-97; GONZÁLEZ CALBET, M. ª T.: La Dictadura…, op. cit., p. 11 y ÁLVAREZ

REY, L.: Bajo…, op. cit., p. 215.

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Miguel Ángel Guillén Ramírez Marbella en la época de Primo de Rivera

La continuidad también es con respecto al periodo anterior, la Restauración. El gobernador civil nombra concejales a Tomás García Hernán-dez y Rafael Otal Palomares; este último había sido alcalde años antes de la Dictadura, entre el 1 de enero de 1916 y el 1 de abril de 1922, y concejal en el siguiente Ayuntamiento, presidido por Francisco Nieto Molina (1-abril-1922/6-abril-1923). A su vez, Tomás García Hernández tam-bién fue edil en la última corporación municipal señalada. Estos nombramientos pretenden cubrir una parte de las cuatro dimisiones comentadas, pero sigue la presentación de renuncias, como la del concejal Juan Belón Salgado, quien en su escrito de dimisión alega que se acoge al caso primero del artículo 86 del Estatuto Municipal para renunciar a su cargo34.

El 28 de agosto de 1928 el Consejo de Mi-nistros aprueba, entre otras, la Carta Municipal del Ayuntamiento de Marbella35.

En la madrugada del 1 de mayo de 1929 se produce un atentado contra las puertas del Ayuntamiento; un fuego generado por la com-bustión de petróleo y que empezaba a invadir la puerta principal pudo ser sofocado por unos señores que paseaban a la altura de la fachada del edificio y se percataron de lo que sucedía. La Corporación encomienda al Alcalde, utilizan-do los medios que considere convenientes, que indague acerca del autor o autores de ese acto violento. El gobernador civil niega la petición de la municipalidad de dedicar a dos policías a in-vestigar el asunto. El juez de Instrucción abre un sumario sobre este delito. Teniendo en cuenta la fecha del atentado, lo más probable es que se deba a la acción de algunos sindicalistas exalta-dos, aunque no se logra aclarar la autoría36.

Otras dos corporaciones gobiernan el municipio entre abril de 1930 y abril de 1931 y en ambos se nombra alcalde a Francisco Romero Piña, contable de la colonia de San Pedro y pro-pietario de fincas rústicas. Las listas de conceja-les de estos dos últimos consistorios es una rela-ción de personas presentes en ese puesto antes y durante la Dictadura.

5. concluSioneS

La dictadura de Primo de Rivera es un ré-gimen político que responde a la tendencia que tiene lugar en gran parte de los países de Euro-pa de imposición de autocracias que pretenden imponer un Estado fuerte que asegure el orden social establecido y aleje el peligro de revolución

socialista. Además, se produce la crisis “estructu-ral” del sistema político vigente, la Restauración, y las masas aspiran a tener su lugar en el ámbito de la participación política. Obtiene un amplio apoyo social en sus inicios, pero lo va perdiendo a lo largo de los seis años de gobierno. La nueva ideología, el nacionalcatolicismo, declara el fin de la democracia, defiende un concepto sagrado de la patria y promete un renacimiento nacional mediante la creación de un Estado corporativo autoritario. La intervención militar en la vida ci-vil resulta contraproducente, la labor de los de-legados gubernativos desprestigiaba no sólo al primorriverismo sino también a las Fuerzas Ar-madas y a la idea nacionalcatólica de España.

La Marbella de los años veinte es una comunidad con escasa población, en torno a 10.000 personas, que se dedica sobre todo a las actividades del sector primario, en especial a la agricultura, y que tiene unas difíciles condicio-nes de vida. Los empleos son precarios y los sa-larios bajos; más de 700 familias están acogidas a la Beneficencia Municipal, en torno al 35% de los habitantes.

El casco urbano de Marbella presenta un aspecto de pequeño pueblo, sus calles muestran deficientes condiciones higiénico-sanitarias, los arroyos mantienen una parte del año sus aguas estancadas y se convierten en receptores de in-mundicias y todo ello facilita la propagación de enfermedades infecto-contagiosas.

La Unión Patriótica, la organización polí-tica que intenta consolidar el régimen, no echa raíces en el municipio, al igual que ocurre en el resto de España; sólo es una débil agrupación de los que quieren participar en el poder político.

El proclamado “regeneracionismo” de la Dictadura se queda en nada en el poder local; en la composición de las corporaciones de Marbella se repiten parte de los nombres y apellidos de sus concejales a lo largo de la primera mitad del siglo XX. La constitución de los ayuntamientos tiene un hilo conductor que sigue la relación del poder económico y el político en la mayoría de los casos, a ello se suma la integración de pro-fesionales como los maestros. No se forma un nuevo ayuntamiento en 1924, los políticos de la Restauración prosiguen en parte.

El primorriverismo y el franquismo fueron distintos pero determinadas ideas, instituciones y protagonistas de la dictadura de los años vein-te continuaron en la década de los cuarenta con Franco. Esto ocurre a escala nacional y también en Marbella.

34 AMMb, C. 25, P. 4, AA. CC., 19-octubre-1928, pp. 43-44. Artículo 86º. “Podrán excusarse del cargo de Concejal: 1º. Los impedidos físicamente y los mayores de sesenta y cinco años. 2º. Los que hayan sido Senadores, Diputados a Cortes, regionales o provinciales hasta dos años después de haber cesado en el ejercicio de sus cargos”. (Gaceta de Madrid, nº 69, 9 de marzo de 1924, página 1.230)

35 AMMb, C. 25, P. 4, AA. CC., 28-noviembre-1928, p. 44 y C. 25, P. 5, AA. CC., 19-enero-1929, p. 1.36 AMMb, C. 25, P. 5, AA. CC., 13-mayo-1929, p. 11; 6-septiembre-1929.

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Miguel Ángel Guillén Ramírez Marbella en la época de Primo de Rivera

La Marbella de 1931 es una sociedad que presenta numerosos problemas socio-económicos y una marcada diferenciación de clases; los monárquicos han sido desplazados, al igual que en el resto de España, tras las caí-

das de Primo de Rivera y de Alfonso XIII. Sus habitantes se disponen a vivir otra etapa his-tórica, con la ilusión y la esperanza de mejorar su situación sociolaboral unos y con temor al futuro, otros. n

MARBeLLA

el 10 De OCTUBRe

Invitada por el señor delegado gubernativo, de este partido, se reunió en el salón del Ayun-tamiento numerosa concurrencia, en acto de homenaje al ejército por los recientes éxitos logrados en África.

el señor delegado explicó el objeto de lar reunión, disculpándose de ser él militar y delegado del Gobierno, el que invita al acto; parece un autobombo, pelo no hace más, –dice– que recoger el sentir del vecindario, parte de opinión general del país. Se siente complacido de tener un motivo para ver congregados a todos e ir matando la indiferencia, que es el mayor mal de los pueblos.

Toma la palabra el maestro nacional don Juan Padilla, que hace un oratorio ramillete de ha-zañas guerreras de nuestro ejército y entona un himno de alabanza al Directorio militar.

Su elocuencia, bien conocida de todos, es premiada con muchos aplausos.Ante gran expectación se levanta don José Roldán Salcedo, presidente de la U. P.Modestamente declara que carece de dotes oratorias, pero se ve forzado por las circunstan-

cias a decir algo. Con una gran naturalidad, hizo una poética relación de los triunfos espirituales y materiales de nuestra raza, que empieza a resurgir hasta ponerse a la cabeza de la civilización, y dedica, un sentido recuerdo a los caídos en esta triunfante empresa de guerra.

Una atronada salva de aplausos demostró al señor Roldán que supo llegar a los sentimientos de los reunidos.

el ayudante de Marina señor norte, con su reconocida elocuencia, demostró lo que sufre el ejército en esta campaña.

Hace el resumen el delegado gubernativo.Dice que el Directorio desea entregar la gobernación de españa a los hombres civiles, pero

no antes de lo prudente, para no malograr lo hecho; que hay que acabar de moralizar desde la aldea a la capital y que en esta labor es precisa la ayuda de todos los hombres de buena voluntad. en lo que a él se refiere, declara que nada puede sin la colaboración de todos.

Con respecto a la actuación del Directorio lee unas cifras reveladoras del escándalo admi-nistrativo de tiempos pasados. entre 10 pueblos de su distrito tienen el 13 de septiembre, en caja 16.115 pesetas; hoy reúnen 60.133, después de haber satisfecho créditos atrasados por valor de 285.343 pesetas.

es calurosamente aplaudido.Se acuerda telegrafiar al gobernador de la provincia en, la siguiente forma: “Reunidos Sala

Ayuntamiento para homenaje ejército en África y general Primo de Rivera, en nombre autoridades pueblo, ruego respetuosamente V. e. salude con entusiasmo general Primo de Rivera, felicitándole éxitos África y Gobernación y concesión merecidísima de recompensa. Saluda afectuosamente V. e. —Marbella 10 octubre 1925.— el delegado gubernativo; Román González”.

________

También se acuerda telegrafiar al alcalde de Zaragoza para que felicite al batallón del Infan-te.el señor González Sagaseta da a todos las gracias por su asistencia y se ofrece una vez más a este vecindario.

A P É N D I C E D O C U M E N T A LHOMENAjE EN MArbELLA AL EjÉrCITO EN ÁfrICA y AL gENErAL PrIMO DE rIvErA

Fuente: Archivo Díaz de escovar (ADe), La Unión Mercantil, 20 de octubre de 1925

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RESUMENEl presente artículo pretende acercar al lector las características sociales de una población como Marbella, que verá reflejada los problemas de una sociedad de principios de siglo junto con los de una población que acaba de salir de una experiencia tan negativa como fue la Guerra Civil. Del mismo modo, nos acercamos a la situación antagónica en la que se encontrará la sociedad marbellí tras la finalización de la guerra: vencedores y vencidos.

PALABRAS CLAVEPoblación activa, incentivos agrícolas, Causa General, informes de conducta, Asignación Familiar, División Azul.

ABSTRACTThe present article tries to bring over to the reader the social characteristics of a population as Marbella, which will see reflected the problems of a society of beginning of century together with those of a population who has just gone out of an experience as negative as it was the Civil war. In the same way we approach the antagonistic situation in which the society will be “marbellí” after the ending of the war: winning and defeated.

KEY WORDSPopulation activates, incentives agriculturalist, General reason, reports of conduct, Familiar assignment, Blue division.

1. condicioneS generaleS

La situación de la sociedad en Marbella tras la finalización de la contienda civil presen-ta las mismas características que el resto

del país. Una población que ha sufrido penurias de todo tipo, tanto morales como económicas y pérdidas de propiedades, casa, enseres y, lo que era aún peor, las pér-didas de tipo personal, cu-yas cicatrices perdurarán en la sociedad española duran-te las siguientes décadas1.

Los años cuarenta fueron en España una década de prolongada carestía (escasez, hambre, racionamiento,...); la ciudad de Marbella no sería una excepción.

Durante los años posteriores a la guerra, el empleo disminuyó drásticamente; la inflación

fue cada vez mayor; la población se abastecía básicamente a través de las cartillas de raciona-miento, ya que en los mercados escaseaban los productos alimenticios de primera necesidad. El país, desde el final de la guerra y hasta principios

de los años cincuenta, vive en el periodo de autarquía. La política de autoabasteci-miento estuvo dirigida por el poder político2 y perse-guía la erradicación de las importaciones. Con este tipo de política económica se facilitaba la concentra-ción del poder en el dictador

y en su círculo de seguidores, tanto a esca-la nacional como local. Directamente liga-do a esta situación aparece el mercado negro3.

Las clases trabajadoras fueron las que más claramente sufrieron las consecuencias de la implantación de esta política autárquica.

Cilniana 22/23, 2009 - 2010: 23-38 ISSN 1575-6416

situaCión soCial De Marbella tras la guerra Civil

ana rubia osorioProfesora de Secundaria Bachillerato en el IES Río Verde (Marbella)

y miembro del Grupo de Investigación “historia del Tiempo Presente” de la UMA

1 el tema ha sido trabajado por BARRAnQUeRO TeXeIRA, e. y PRIeTO BORReGO, L.: Así sobrevivimos al hambre. Estrategias de supervivencia de las mujeres en la postguerra española, Málaga, CeDMA, 2003.

2 Vid. RICHARDS, M.: Un tiempo de silencio. La guerra civil y la cultura de la represión en la España de Franco, 1936-1945, Barcelona, Crítica, 1999.

3 Vid. NAREDO, J. M.: “La incidencia del estraperlo en la economía de las grandes fincas del sur”, Agricultura y Sociedad, 19, abril-junio 1981, pp. 81-128.

Los años cuarenta fueron en España una década de

prolongada penuria (escasez, hambre, racionamiento,...), la ciudad de Marbella no

sería una excepción

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24 Cilniana 22/23, 2009 - 2010: 23-38

Ana Rubia Osorio Situación social de Marbella tras la Guerra Civil

Los salarios a fi-nales de los cuarenta a penas habían subido la mitad, mientras que el coste de subsistencia ha-bía subido en un 100%4.

Este periodo es-tuvo caracterizado por el racionamiento, instru-mento por medio del cual se garantizaba el sumi-nistro mínimo de alimentos a la población5.

Los productos alimenticios sometidos a racionamiento eran el café, lentejas, arroz, pa-tatas, judías, garbanzos, aceite, azúcar, carnes, tocino, bacalao, huevos y leche condensada6. A partir de 1940, las cartillas de racionamiento pa-san a depender de los ayuntamientos, siendo los alcaldes los encargados de controlar la política de abastecimiento local.

En 1940 se estableció una clasificación de las cartillas de racionamiento según el nivel de ingresos familiares y el nivel de vida de las pobla-ciones españolas. Por Orden de 15 de noviembre de 1940 se fijaban tres tipos de cartillas, según el nivel de vida de los habitantes fueran conside-rado alto, medio y humilde7.

En Marbella, de las 2.113 cartillas censa-das, la mayoría eran de tercera categoría. Sólo nueve personas eran depositarias de la cartilla de primera8.

La estratificación social de Marbella en los años cuarenta puede generalizarse al resto el país: una escasa clase alta de propietarios; no es-taba representada en niveles altos la clase media, formada por funcionarios, profesiones liberales y comerciantes. La mayoría de la población estaría dentro de las denominadas clases populares o bajas, formadas mayoritariamente por jornaleros del campo y pescadores.

El racionamiento se sintió por parte de la población no sólo en el ámbito de la alimenta-ción, sino en aspectos de la vida cotidiana como la luz eléctrica y el consumo de agua.

Uno de los grupos más empobrecidos en estos primeros años de posguerra fueron las

mujeres viudas, a quie-nes la guerra habían convertido en cabeza de familias y buscaban el sustento diariamen-te para ellas y para los hijos, que en la mayor

parte de los casos eran menores de edad y por lo tanto se encontraban en la obligación de alimen-tarlos. Fueron muy numerosas las mujeres que hicieron del estraperlo su forma de vida en estos años9, y muchas también las que requirieron la ayuda de la caridad del Régimen, el Auxilio So-cial, implantado tanto en Marbella como en San Pedro Alcántara10.

Fueron los primeros años de la posguerra, años de escasez, hambre, enfermedades propi-ciadas por la escasa alimentación y las ínfimas condiciones higiénicas de la mayoría de la po-blación. Sólo los grupos más cercanos al poder o instituciones como el Ejército o la Guardia Civil no sufrieron el racionamiento en la misma medi-da que el resto de la población al contar con una serie de beneficios excepcionales en función de su status o de su cercanía a los canales de distri-bución de los recursos.

El Régimen manifestó siempre un interés especial por mostrar ante la población su “sen-sibilidad social”, y en los años cuarenta, a pesar de la escasez y el hambre, con respecto a las pri-meras décadas del siglo en 1930 morían 123,75 niños, en 1940: 113,76. El descenso fue aumen-tando progresivamente en las décadas siguien-tes: 1950: 69,84; 1960: 43,66; en 1970: 28,1211.

La década de los cuarenta, “la década sombría” de miles de españoles, fue para la gran mayoría de la población unos años de continua lucha por conseguir los alimentos básicos para poder subsistir y de sufrimiento de numerosas enfermedades, como consecuencia de la defi-ciente nutrición de la población, cuyos resultados más crueles se dejaban observar en los niños, es-pecialmente en los que aún no habían cumplido su primer año de vida; y en la población anciana.

4 Para el nivel de vida en el franquismo, vid. MOLINERO, C. e YSÀS, P.: “El malestar popular por las condiciones de vida. ¿Un problema político para el régimen franquista?”, Ayer, 52, 2003, pp. 255-280 y ARCO BLAnCO, M. Á. del: Hambre de siglos. Mundo rural y apoyos sociales del primer franquismo en Andalucía Oriental (1936-1951), Granada, 2007.

5 O. 14 de mayo 1939. (Ministerio de Industria y Comercio). RACIONAMIENTO. Normas, BOE de 17 de mayo, en ARANZADI, e.: Repertorio Cronológico de Legislación, Madrid, Archivo Histórico Municipal de Marbella (AHMMb).

6 BARRAnQUeRO TeXeIRA, e y PRIeTO BORReGO, L.: Así sobrevivimos…, op. cit., p. 65.7 Ibídem, p. 68.8 Vid. PRIETO BORREGO, L.: “Racionamiento, Control social y Estraperlo. Marbella: los años del hambre”, Cilniana, 16, pp.

5-18.9 Para un análisis general del fenómeno del estraperlo, vid. PÉREZ GONZÁLEZ, B.: El estraperlo en Cádiz. La estrategia social,

Cádiz, 2004.10 La bibliografía sobre Auxilio Social se ha incrementado en los últimos años tanto en estudios de carácter general como local,

entre los primeros están la tesis doctoral de Mónica Orduña Prada, publicada en 1996 con el título: El auxilio social (1936-1940). La etapa fundacional y los primeros años y las dos obras de CenARRO, Á.: La sonrisa de Falange, Barcelona, 2006; y Los niños de Auxilio social, Madrid, 2009. Entre los de ámbito local, entre los más recientes vid. GIMÉNEZ MUÑOZ, M. C.: “La asistencia social en Sevilla; del Auxilio de Invierno al Auxilio Social (1936-1939)”, Hispania Nova. Revista de Historia Contemporánea, 9 (2009).

11 PAYne, S. G.: El Régimen de Franco, Madrid, 1987, p. 500.

Las clases trabajadoras fueron las que más directamente sufrieron las consecuencias de la implantación

de esta política autárquica

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2. incidencia de laS enfermedadeS Sobre la Población

Nos basaremos para la realización de este apartado en el estudio realizado por el doctor Antonio Maíz Viñals, cotejando observaciones desde principios de siglo hasta el comienzo de la década de los cincuenta.

Dos enfermedades fueron disminuyendo a lo largo del siglo XX, hasta desaparecer casi por completo en Marbella. Se trata de la viruela y el paludismo. La primera en los tres primeros decenios del siglo presentaba una mortalidad del 0,76%; 0,80% y 0,76% respectivamente12, ha-biendo desaparecido totalmente en los últimos decenios.

El paludismo presentaba una elevada mortandad entre los habitantes de Marbella en los primeros años del siglo XX, produciéndo-se un recrudecimiento con los duros años de la posguerra, donde las condiciones de alcan-tarillado e higiene no eran las más adecuadas en la ciudad. Este brote se dio entre los años 1942-43-44 y 4513. Su propagación por el tér-mino municipal fue así mismo debida a las nu-merosas charcas que quedaban a ambos lados de la orilla de los ríos y numerosos arroyos que se encuentran en el término. Estas charcas eran más frecuentes en uno de los ríos más grandes de Marbella, el Río Verde, pero existían también aunque en menor medida en los ríos Real, Gua-daiza y Guadalmina14. Para terminar con la en-fermedad las medidas adoptadas iban dirigidas a tres ámbitos: el enfer-mo palúdico15; el mos-quito propagador de la enfermedad y contra el mismo parásito en el período de incubación de la enfermedad. Espe-cialmente se tenían en cuenta las medidas de profilaxis contra los en-fermos de paludismo. Se controlaba la adminis-tración de quinina a la población y se intentaba la desaparición de los fo-cos de cría del mosquito anofeles mediante obras que desecaran las char-cas o la petrolización de las mismas.

Otras enfermedades como la tuberculosis no eran muy frecuentes y no presentaban eleva-dos porcentajes de mortandad en la población; sin embargo, esto sí ocurría con la hemorragia cerebral.

La fiebre tifoidea era endémica de la zona, dándose todos los años una media de cuarenta enfermos. Había desaparecido casi totalmente en los años sesenta gracias a la implantación obligatoria de la vacuna y a la mejora del abaste-cimiento de aguas16. Como nos indica Matilde Ei-roa San Francisco en su libro Viva Franco. Hambre, Racionamiento, Falangismo. Málaga, 1939-1942, el tifus era una de las enfermedades que asolaba a los encarcelados en la prisión de Málaga durante los primeros años de posguerra. En la provincia de Málaga su población se ve afectada por el ti-fus en la década de los cuarenta y por la fiebre tifoidea en la de los cincuenta.

Otra enfermedad que se daba con cierta frecuencia es el asma bronquial, y ello estaba re-lacionado directamente con los casos de bron-quitis, que eran frecuentes en Marbella, desem-bocando posteriormente en el asma.

En el siguiente cuadro se observan las en-fermedades que mayor influencia han tenido en los índices de mortalidad en la población desde principios del siglo XX, hasta 1950.

Observamos una disminución considera-ble en el número de muertes en enfermedades

CUADrO IMUErTEs POr ENfErMEDADEs

Fuente: Elaboración propia a partir de los datos obtenidos de MAÍZ VIÑALS, A.:Geografía…, op. cit., pp. 79-88.

12 Vid. MAIZ VIÑALS, A.: Geografía Médica de Marbella, Marbella, 1976.13 Ibídem, p. 92.14 Ibídem, p. 93.15 Ibídem, p. 99.16 Vid. JIMÉNEZ LUCENA, I.: El Tifus en la Málaga de la postguerra. Un estudio historicomédico en torno a una enfermedad

colectiva, Málaga, Universidad de Málaga, 1990.

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como la bronquitis capilar, debilidad congénita, hemorragia cerebral, meningitis, neumonía, palu-dismo y vejez, debido a las mejoras en medicina a lo largo del siglo XX, especialmente en la apli-cación de vacunas adecuadas a cada enfermedad.

Se mantiene para las fechas de estudio los datos del cáncer teniendo en cuenta el he-cho de que durante la primera mitad del siglo XX se desconocían los métodos de detección y curación.

Debemos mencionar en contrapartida el aumento de otras enfermedades, como la sífilis y en menor medida la arteriosclerosis.

El índice de mortandad por estaciones del año, ateniéndonos a la primera mitad del si-glo, es como sigue: primavera, el 27,1%; verano, 24,7%; otoño, 22,2%; e invierno, el 25,9%17.

La mortalidad infantil pasará de 168 niños menores de u año en 1901 a 88 en 1940, pero aumentará a 124 al siguiente año, comenzando la dura década de los cuaren-ta, con las consecuen-cias de la guerra civil18. La enfermedad causante del mayor número de muertes entre la población infantil en Marbella fue el catarro intestinal en sus diferentes mani-festaciones19.

Las enfermeda-des aparecen entre la población con una ma-yor recurrencia en unas estaciones que en otras. De este modo, en pri-mavera son frecuentes las congestiones cere-brales como la neumo-nía, bronquitis y colitis; esta última con mayor

incidencia durante el mes de mayo debido al au-mento de la temperatura ambiente, que traerá consigo la aparición de microbios en las aguas.

Durante el verano las enfermedades más frecuentes son el paludismo y las fiebres tifoi-deas y paratifoideas. En invierno aparecerán con mayor frecuencia los procesos pulmonares20.

Las características de la población en Mar-bella son parecidas a las del resto de España du-rante los años del primer franquismo, sufriendo las consecuencias de la guerra civil durante la dé-cada de los cuarenta.

3. la Población en marbella durante

el Primer franquiSmo

El estudio poblacional de Marbella pre-senta idénticas características a la población del resto del país, y siempre con el telón de fondote los efectos de la contienda civil21.

Si observamos el cuadro I, vemos el agra-vado descenso de la población tras la finalización de la contienda. Este descenso se presenta más acusado si comparamos las cifras de población de la ciudad con los años anteriores a la guerra civil.

Se deduce que a medida que transcurren los años la población aumenta, levemente al principio de la década de los cincuenta y con ma-yor envergadura a comienzos de los sesenta. De un 1% de crecimiento anual, pasamos al 2,2%, en 1960, demostrando el aumento del nivel de vida y desarrollo en la sociedad, generalizado para la mayoría del país y no en menor medida para la ciudad de Marbella, donde ya en estos años comienza a despuntar con la industria turística incipiente que atraerá a una población foránea en busca de mejores expectativas de vida22.

Durante el verano las enfermedades

más frecuentes son el paludismo y las fiebres tifoideas y

paratifoideas

17 MAIZ VIÑALS, A.: Geografía…, op. cit., p. 101.18 Ibídem, pp. 102-103.19 Ibídem, p. 104.20 Ibídem, pp. 105-106.21 El estudio de la población en Marbella se ha basado fundamentalmente en una Memoria realizada por Damián LÓPEZ CANO

para el Ayuntamiento de Marbella en 1982, formando parte del Plan General de Marbella. Se obtienen datos de la evolución de la población desde principios del siglo XX, hasta 1975, año del fin del régimen franquista. Utilizaremos los datos que se acomodan al periodo elegido para esta línea de investigación, es decir, desde la finalización de la guerra civil, en 1939, hasta el año 1960, donde la dictadura franquista vislumbra ciertos cambios económicos, políticos y sociales.

22 En el estudio del turismo en Marbella, cabe mencionar los trabajos realizados por Antonio RODRÍGUEZ FEIJÓO en diferentes artículos de la revista Cilniana: “Aproximación a los orígenes del turismo en Marbella”, Cilniana, 7, enero-marzo 1989, pp. 2-11; “El Patrimonio de Marbella: entre el ocio y el negocio”, Cilniana, 12, Época III, 1999, pp. 2-7; POSAC MON, C.: “El impacto del Turismo en la arqueología de la Costa del Sol”, Cilniana, 7, 1989, pp. 18-20; QUIRÓS HERNÁNDEZ, M.: “La transformación de la población de Marbella por el turismo: Aproximación a un análisis demográfico comparativo (1950–1987)”, Cilniana, 7, 1989, pp. 21-30; OLIVA ESPALLARDO, J.: “El impacto del Turismo en el espacio geográfico de la Costa del Sol: el caso de Marbella”, Cilniana, 7, 1989, pp. 31-37 y FERRE BUENO, E. y RUIZ SINAGOGA, D.: “Algunos aspectos del impacto del Turismo en la costa del Sol Occidental: El caso de Marbella”, Cilniana, 7, 1989, pp. 47-58.

CUADrO IIEvOLUCIóN DE LA PObLACIóN DE MArbELLA, 1940-1960

Fuente: Informe de Población y Demografía. Ayuntamiento de Marbella, 1982

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A principios del siglo XX, la población es ligeramente superior que en 1930. Este escaso au-mento, si exceptuamos el inicio del segundo dece-nio, encontrará su expli-cación especialmente en coyunturas económicas. El aumento de 1910 res-pondería no tanto a un aumento demográfico de la población como a la posible llegada de perso-nas exteriores al municipio de Marbella, quizás atraídos por las posibilidades de trabajo agrícola que ofrecían grandes haciendas del municipio, como la colonia agrícola de San Pedro Alcán-tara23, dedicada principalmente al cultivo de la caña de azúcar, que ofrecía desde la segunda mi-tad del siglo XIX un aumento en el número de habitantes.

Observando detenidamente los cuadros I y II, la población pasa de 9.629 habitantes en 1900, a 12.069 en 1960, con un crecimiento muy débil, que arroja un aumento en estos 60 años de tan sólo 2.440 habitantes, con el considerable descenso que supone la sangría poblacional de la guerra civil y la crisis económica y social de los años de la posguerra.

Las primeras décadas no configuran un ritmo demográfico propio de sociedades prein-dustriales, con altas y bajas significativas; pero finalmente aparece una tendencia regresiva has-ta 1940, llegando a este año con una población de 8.982 habitantes, que significaría tan solo un 93% de la de principios de siglo.

A partir de este último año la población comienza a crecer a un ritmo moderado de un 1% anual.

La década de los años cincuenta se ma-nifiesta con un crecimiento muy superior a los años anteriores, con un 2,2% anual, llegando a 1960 con una población de 12.069 habitantes, que representara un porcentaje del 125% con respecto a la población de 1900. Se observa cómo el aumento de estos últimos años es de-bido a la incipiente industria del turismo, que tímidamente ya empieza a despuntar. Se des-prende de todo ello el importante despegue que Marbella tendrá en los años posteriores, si-tuándose con índices de crecimiento de pobla-ción muy superior a otras zonas de Andalucía y España.

3.1. concEnTración y dispErsión. disTribución Espacial dE la población

La concentración de la población es un hecho que aparece claramente dominante en el municipio. Dos núcleos principales de pobla-ción han destacado a lo largo de todo el siglo XX en el municipio: Marbella ciudad y San Pe-dro Alcántara, con más del 75% de la población del término. El resto de entidades de población varían el número de habitantes a lo largo del si-glo. La dispersión de la población es pues poco significativa.

Hasta 1960, es San Pedro Alcántara el nú-cleo que aparece menos dinámico en la evolución de su población. En la década de los cuarenta la Sociedad “Colonia de San Pedro Alcántara”, es comprada por el Ayuntamiento de Marbella. Con este cambio de propietario se produjo una dismi-nución del efectivo poblacional, que hasta la dé-cada de los sesenta no comenzará a recuperarse, debido en este caso a la llegado del turismo. He-mos de reseñar como muestra de lo expresado el siguiente dato: en 1960, la población de San Pe-dro suponía el 9,5% del total del término, mien-tras que a principios del siglo XX era del 23,1%24. Al mismo tiempo, Marbella ciudad, que había vis-to fluctuar sus índices, aunque en menor medida, alcanza en ese mismo año la mayor participación poblacional del término, con el 60,5%25.

Según observamos en estos datos, la cri-sis demográfica que sufrió el municipio hasta 1950 incidió con mayor intensidad en San Pedro Alcántara; al mismo tiempo el aumento pobla-cional de la década de 1950-60 se produce con menor intensidad en Marbella ciudad.

Mientras estas dos entidades mayores iban arrastrando sus crisis demográficas, las de-más entidades menores se iban consolidando, llegando a 1950 con una evolución muy favora-ble y con un porcentaje de población del 37,1%26 del total del término municipal.

CUADrO IIILA PObLACIóN DE MArbELLA DE 1900 A 1930

Fuente: Ibídem, cuadro II

23 Vid. CASADO BELLAGARZA, J. L.: “Los colonos de San Pedro Alcántara en 1861. El inicio del poblamiento”, Cilniana, 9, 1997, pp. 7-14; CASADO BELLAGARZA, J. L.: “Azúcar y especulación. El caso de ‘La Colonia de San Pedro Alcántara”, en A. PAREJO BARRANCO y A. SÁNCHEZ PICÓN (eds.): Economía Andaluza e Historia Industrial. Estudios en Homenaje a Jordi Nadal, Almería, 1 y 2 de octubre de 1998, Universidad de Almería, 1999, pp. 311-335 y PRIETO BORREGO, L. y CASADO BELLAGARZA, J. L.: La Granja Modelo de San Pedro Alcántara. Un Proyecto de Innovación Agraria. “Rosa Verde”, Marbella, 1994.

24 Memoria de Población y Demografía. F. 1.512, Ayuntamiento de Marbella, Marbella, 1982.25 Ibídem.26 Ibídem.

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Los datos anteriormente expuestos son fácilmente observables en los cuadros III, IV y V.

El comportamiento poblacional de Mar-bella ciudad se mantiene estable a lo largo de los sesenta años, con escasa variaciones en los porcentajes.

San Pedro Alcántara es la entidad con mayor disminución del porcentaje de población. La actividad principal de sus habitantes desde

principios de siglo era la agricultura, concreta-mente de caña de azúcar y remolacha azucarera. El régimen de trabajo de sus tierras se hacía en explotación directa, por lo que la masa de jorna-leros que se contrataban en ella era muy amplia.

A partir de la segunda década del siglo XX, el cul-tivo de la caña de azúcar entra en crisis, comen-

zando a plantarse otros culti-vos como viña y frutales. La inestabilidad en la producción de los cultivos en la colonia de San Pedro Alcántara se verá re-flejada en el porcentaje de su población, que disminuirá sus efectivos hasta los inicios de la década de los sesenta con la llegada del turismo, motor del aumento de la población hasta nuestros días.

Observando la evolu-ción de los porcentajes de

“otras entidades”, ésta aumenta a lo largo de los sesenta años. La población es atraída por los incentivos agrícolas que se ofrecen desde princi-pios de siglo, en las numerosas haciendas que la configuran; y ya en 1960, el fenómeno urbanísti-co que lleva consigo la evolución turística de la zona que empieza a despuntar como importante será la principal causa del aumento poblacional.

A mediados de siglo aparecen configura-das nuevas entidades de población que no exis-tían a principios de la centuria: el caserío de las Albarizas, Alicates, Las Chapas. Se escinden la Fábrica Azucarera de San Pedro de la colonia del mismo nombre, que aparece configurando una barriada del término municipal.

En la Hacienda Las Chapas surge un nú-cleo poblacional a penas existente en 1900, así como en los caseríos de Guadaiza27, Guadalmina, Machones y Nagüeles.

3.2. la población acTiva

Se ha realizado el estudio de la po-blación activa de Marbella por sectores a partir del estudio de población y demogra-fía hecho por el Ayuntamiento de Marbella en 1982 y éste a su vez se ha apoyado en los datos del censo de 1960. Hemos consi-derado oportuno exponer los datos de este año, ya que constituye el final cronológico de nuestros años de trabajo para la presente investigación. Se ha desglosado la población activa en hombres y mujeres con sus respec-tivos porcentajes.

Observamos en una población de 12.069 habitantes en 1960 un equilibrio en la población masculina por sectores laborales.

Predominio del sector primario a comienzos de los sesenta, pero seguido muy de cerca por los hombres que trabajan en el sector secundario y algo más alejado en el porcentaje la población masculina dedicada al sector terciario.

CUADrO IvPArTICIPACIóN DE LAs ENTIDADEs EN LA PObLACIóN DEL TÉrMINO

Fuente: Nomenclátor de las ciudades...,1900–1960. Memoria de Población y Demografía, Folio (F.) 1.545, Ayuntamiento de Marbella. Marbella 1982

CUADrO vENTIDADEs DE PObLACIóN EN 1900

FUenTe: Ibídem, F. 1.547

CUADrO vIENTIDADEs DE PObLACIóN EN 1950

Fuente: Ibídem, F. 1.549

27 Vid. CASADO BELLAGARZA, J. L. y PRIETO BORREGO, L.: “El Trapiche de Guadaiza”, Rosa Verde, 3, 1994, pp. 23-29.

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En el primario la mayoría de la población sigue trabajando en la agricultura, por las dife-rentes haciendas y huertas presentes a lo largo de todo el término municipal. No debemos ol-vidar la pesca, que agrupa a un sector laboral de la población muy inferior al agrícola, pero no por ello menos importante para la vida cotidiana de los habi-tantes de Marbella a co-mienzos de la década de los sesenta.

El sector secunda-rio estaría representado principalmente por la construcción, íntimamen-te ligada al turismo28, que comienza a despuntar fuerte precisamente en 1960 en Marbella29.

Si atendemos a los datos de la población femenina, cabe destacar la escasa participación de la mujer en el mundo laboral. Son muy débi-les los porcentajes de los sectores primarios y secundarios con un 1% y 2,1% respectivamente, especialmente si lo comparamos con los mismos porcentajes en hombres: 99% y 97,9% respectiva-mente. Tan sólo merece cierta atención la parti-cipación de la mujer en el sector terciario, con un 21,2%; lejos, sin embargo, del 78,8% de los hombres que trabajan en este sector. Den-tro del sector servicios, la mujer se dedi-cará especialmente a la enseñanza, sanidad y servicio doméstico, siguiendo las pautas de la población del resto del territorio na-cional durante la dictadura franquista y especialmente durante el primer franquis-mo, aunque nos encontremos ya al final de este período y en los albores de una nueva etapa de desarrollismo, en la que sin em-bargo poco cambiará el panorama laboral de la mujer española hasta bien entrada la década de los setenta. La mujer, siguiendo las directrices del franquismo, cuidará esen-cialmente de la familia y el hogar, no siendo encajado positivamente por la sociedad el hecho de que la mujer trabajase fuera del hogar, y quedando reducida su actividad al

calificativo de “sus labores” en todos los padro-nes que se realizan durante el franquismo y en cualquier documento donde sea necesario refle-jar la actividad desempeñada por la mujer30:

“El modelo de española que difunde el franquismo es el tradicional: la mujer casada, honesta, de mediana cultura, sin inquietudes políticas y que trabaja en sus labores”31.

Debemos incidir en el hecho de que en los padrones municipales, en un porcentaje impor-tante de ocasiones con la mención “sus labores”, no se hace justicia a la realidad, ya que numerosas mujeres trabajaban en tareas agrícolas ayudando a sus maridos o en actividades comerciales con sus esposos que no eran reconocidas como tales

Fuente: Ibídem, F. 1.589

CUADrO vIIEsTrUCTUrA DE LA PObLACIóN ACTIvA POr sECTOrEs, MArbELLA 1960

CUADrO vIIIDIsTrIbUCIóN DE LA PObLACIóN ACTIvA POr sECTOrEs,

1960 (PArTICIPACIóN EN %)

Fuente: Ibídem, F. 1.595

28 Vid. RODRÍGUEZ FEIJOO, A: “Aproximación…”, op. cit.29 Vid. PAReJO BARRAnCO, A. y AURIOLeS MARTÍn, J. (coords.): La economía de la provincia de Málaga, Almería,

2007.30 Para el trabajo de la mujer en el franquismo, si bien centrado más bien en las últimas décadas vid., BABIAnO, J. (ed.): Del

Hogar a la huelga. Trabajo, género y movimiento obrero durante el franquismo, Madrid, 2007. Para la provincia de Málaga vid. BARRANQUERO TEXEIRA, E.: “El trabajo de la mujer y la nueva sociedad: Málaga (1937-1939)”, en M. ORTEGA y M. ª J. MATILLA (eds.): El trabajo de las mujeres, siglos XVI-XX: Actas de las Sextas Jornadas de Investigación Interdisciplinaria, junio 1987, Madrid, Madrid, Universidad Autónoma, 1987, pp. 451-465; BRAVO LARA, M. ª D.: “Las Faeneras: aproximación al trabajo de las mujeres en el Franquismo”, en L. PRIeTO BORReGO (coord.): Guerra y franquismo en la provincia de Málaga. Nuevas líneas de investigación, Málaga, 2005, pp.145-160. Para Marbella, vid. MATA LARA A. M. ª: “Construcción social de una imagen. Realidad de la mujer. Marbella, 1940-1970”, Cilniana, 13, 1999, pp. 86-90.

31 SÁNCHEZ LÓPEZ, R.: “Una ciudad murciana en el franquismo. Huellas de los años cincuenta en Cieza”, en F. CHACÓn JIMÉNEZ: Historia de Cieza. Volumen V. Cieza en el siglo XX. Pasado y Presente, Murcia, 1995, p. 172. Para una aproximación a los modelos femeninos durante el franquismo, entre otro vid. DUEÑAS CEPEDA, M. ª J.: “Adoctrinamiento educativo para una sociedad patriarcal”, en P. COLMenAReS: Historia y Memoria de la guerra civil y primer franquismo en Castilla y León, Valladolid, 2009 y “Modelos de Mujer en el franquismo”, en C. DE LA ROSA CUBO [et alii]: La voz del olvido: Mujeres en la Historia, Valladolid, 2003.

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Ana Rubia Osorio Situación social de Marbella tras la Guerra Civil

por la burocracia franquista, o incluso el trabajo de numerosas mujeres viudas en la agricultura, el comercio o el sector servicios, que no veían la luz como actividad ocupacional reconocida a todos los efectos sociales y económicos.

En los datos del cuadro VIII, observamos un equilibrio en la población activa de Marbella en 1960, frente al predominio del sector prima-rio en las primeras décadas del siglo XX.

Por sectores, observamos un predominio del sector primario con el 39,1%, seguido del sec-tor terciario, con el 31%. Lo sigue el sector se-cundario, con el 29,9%, donde destaca especial-mente la construcción, con un 21% de efectivos laborales. Ello es deducible del aumento del tu-rismo en Marbella, que requiere la construcción de nuevos hoteles, villas residenciales y mejora de las infraestructuras para el buen desarrollo turístico.

En el lado opuesto nos encontramos con un mínimo porcentaje residual en 1960 que tra-baja en la minería: el 1,2%.

En el sector terciario es destacable el 15,9% dedicado a “otros servicios”, que abarca-ría desde el comercio, el servicio doméstico de numerosas mujeres en casa de hacendados y fa-milias burguesas, la enseñanza, la sanidad, hasta las tiendas, como carnicerías y panaderías.

Hemos de tener en cuenta en este estudio poblacional, los elementos inactivos, atendiendo a la misma fecha que los datos anteriores.

La población inactiva representa el 64,4% de la población total. Aparece un mayor porcen-taje de población inactiva dependiente (con el 94,4 %) de la coyuntura social y económica para

su supervivencia, frente a la minoría indepen-diente (5,6%) que obtiene sus propios ingresos, como es el caso de los rentistas, o por medio de subvenciones más o menos logradas por parte del Estado franquista, como es el caso de los ju-bilados y pensionistas.

En la estructura de población activa por sectores los datos representados corresponden a un total de población para el año 1960 de 12.069 habitantes32, con un número de personas activas de 4.302, correspondiente al 35,6% de la pobla-ción. Desglosándola por sectores observamos la siguiente correspondencia:

Se trata de valores porcentuales referidos al total de personas activas.

El sector primario abarca el mayor núme-ro de personas activas, mientras que el secun-dario y terciario presenta porcentajes parecidos. El terciario conocerá un elevado aumento en las décadas posteriores.

4. conSecuenciaS SocialeS, PolíticaS y económicaS

en loS doS bandoS traS la guerra civil

Los años inmediatamente posteriores a la finalización de la Guerra Civil conocieron una feroz represión que no se agotó en la violencia o desaparición física. La represión económica impulsó la incautación de los bienes de las per-sonas represaliadas33. Estos bienes eran custo-diados por los alcaldes; en Marbella la entrega también se realizará a personas adictas a la cau-sa del Movimiento Nacional previo inventario y con la presencia del alcalde Rafael Benítez Arias y el comandante de la Guardia Civil de San Pedro Alcántara34.

Los ayuntamientos de toda España se convirtieron en emisores de los llamados Infor-mes de Conducta, tanto a petición del Gobierno

32 Memoria de Población y Demografía, F. 1.589, Ayuntamiento de Marbella, Marbella 1982.33 Ley de 9/02/39 de Responsabilidades Políticas. Un estudio sobre la Comisión Provincial de Incautaciones de Bienes de Málaga

fue realizado por BARRAnQUeRO TeXeIRA, e.: Málaga entre la guerra y la Posguerra. El Franquismo, Málaga, 1994, pp. 159-163; También, MORALES MUÑOZ, M.: “Entre el cielo y la tierra: La represión franquista en Málaga”, Baética, 30, pp. 431-445. Hemos de destacar el proyecto que el mismo autor coordina junto con Fernando Arcas sobre la incautación de bienes en la provincia de Málaga y en el que participan Miguel Ángel Melero Vargas, Pilar Morales Fernández y Miguel Tello Ruiz. Para la Málaga del primer franquismo vid. también CERON TORREBLANCA, C. M.: “La Paz de Franco”. La Posguerra en Málaga: desde los oscuros años 40 a los grises años 50, Málaga, 2007, y eIROA SAn FRAnCISCO, M.: Viva Franco. Hambre, Racionamiento, Falangismo. Málaga, 1939-1942, Málaga, 1995, pp. 215-218.

34 AHMMb; “Correspondencia Oficial”, C. 109, P. 1.

CUADrO IXCLAsIfICACIóN DE LA PObLACIóN INACTIvA, 1960

(PArTICIPACIóN EN %)

Fuente: Ibídem, F. 1.611

CUADrO XPObLACIóN ACTIvA POr sECTOrEs, 1960

Fuente: Memoria de Población y Demografía, F. 1.589, Ayuntamiento de Marbella, Marbella 1982

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Cilniana 22/23, 2009 - 2010: 23-38 31

Ana Rubia Osorio Situación social de Marbella tras la Guerra Civil

Civil como de los Juzgados Militares35. Estos in-formes se realizaban de todos aquellas personas de las que se tenía información de que habían podido estar cercanos a la República, bien ideo-lógicamente, bien teniendo algún puesto en las

administraciones públicas o en algún partido político o sindicato. Se pedían para formar par-te de la Guardia Civil e incluso ser guarda fo-restal. En las empresas privadas se precisaba un buen “Informe de Conducta político-social, mo-

35 Vid. PRIETO BORREGO, L.: “Fuentes municipales en el Ayuntamiento de Marbella para el estudio de la represión franquista (1937-1942)”, en Actas del V Encuentro de Investigadores del Franquismo, Albacete 13-15 noviembre 2003, Universidad de Castilla-La Mancha, Cd-Rom, 2003 y MORALES MUÑOZ, M.: “Entre el cielo…”, op. cit.

Petición de Informes sobre la conducta y antecedentes políticos sociales.Fuente: AHMMb, C. 122, “Correspondencia de Oficio”

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ral e ideológica”. El presidente de la Comisión Gestora pedía cualquier tipo de información de una persona en concreto, desde su fecha de na-cimiento, familia, trabajos realizados durante la República, ideología política, si había estado in-volucrado en delitos de sangre y, sobre todo, si se le suponía alguna vinculación con la violencia política. La información era obtenida de diver-sas fuentes, especialmente de la que propor-cionaban los vecinos y conocidos de la ciudad –convertidos muchas veces por intereses indivi-duales en delatores–, de la que obraba en los ar-chivos de la Guardia Civil o de la que elaboraba el alcalde, en base a los informes de la Oficina de Investigación de la organización falangista.

Igualmente, cuando los presos eran tras-ladados desde campos de concentración u otras prisiones a las de Málaga, se requerían los perti-nentes informes por parte del gobernador civil.

Desde la máxima autoridad provincial se abordará la protección de los familiares afecta-dos por la represión durante la etapa republicana de la guerra cuando estos hubieran sido trabaja-dores de la administración local. En Marbella se emitió la información expresada en el cuadro XI sobre el personal municipal que fue asesinado en el verano de 1936.

Otro de los colectivos protegidos por el Régimen fue el de los excombatientes “del Movi-miento Nacional” heridos y mutilados de guerra que pasaron a llamarse Caballeros Mutilados. La administración pública en cualquiera de sus esca-lafones habría de convertirse en un espacio privi-legiado donde los heridos de guerra –qué duda cabe, del bando vencedor– desarrollaron una actividad para la que no siempre estaban prepa-

rados. La protección a este colectivo se extendía a través de la administración local a la atención médica y farmacéutica36. Una protección y una cobertura que a lo largos de la siguiente década se extenderá, también, al menos en Marbella37 a otros grupos, incluso a los más afectados por la represión franquista. Un mecanismo al que no es ajeno la búsqueda del consenso o la integración de los sectores con mayor posibilidad de opo-nerse al régimen38.

El Gobierno Civil pedirá a la Comisión Ges-tora, presidida por Enrique Belón Lima, a finales de 1942 un “Informe sobre los asuntos de impor-tancia ocurridos en Marbella sobre la actuación del Ayuntamiento y hechos más destacados” des-de el 16 de febrero de 1936, cuando se producen las últimas elecciones de la República al 17 de enero de 1937, fecha de entrada de las tropas franquistas en la ciudad. El objetivo de dicha pe-tición será obtener la información necesaria para ser incluida en el macro proceso que se conoce con el nombre de “Causa General”. El caso de Marbella será llevado por el fiscal Instructor De-legado de la Causa General de Málaga-Cádiz39.

La informaciones elaboradas40 contienen un minucioso relato de la actuación de los car-gos políticos municipales desde las elecciones

de febrero de 1936 hasta el 17 de enero de 1937, fecha de la entrada de las tropas del coronel Bor-bón en la ciudad, sobre todo de su participación en la violencia desatada contra los derechistas, entre los que se cita al farmacéutico Juan Lavig-ne Gutiérrez41, Eugenio Lima Chacón, Francisco Ric Sánchez o Francisco Chinchilla Domínguez, así como contra sus bienes particulares, los de la Iglesia o el casino42.

36 AHMMb, C. 121, P. 1, “Correspondencia Oficial”.37 en investigaciones posteriores determinaremos el carácter de esa protección y su intencionalidad política.38 Para los apoyos y el consenso en torno al régimen de Franco, vid. ANDERSON, P. y ARCO BLANCO, M. Á. del: “Construyendo

el franquismo, violencia y represión en el campo andaluz de posguerra”, en Ayeres en discusión. Temas claves de Historia Contemporánea hoy, IX Congreso de la AHC, Cd-Rom.

39 Vid. PRIETO BORREGO, L.: “El Terror rojo en la Causa General de Casares”, Baética, 22, 2000, pp. 525-545.40 Dichos informes son elaborados a partir de los datos que el presidente de la Comisión Gestora, enrique Belón Lima, envía al

fiscal instructor delegado de la Causa General de Málaga-Cádiz el 23 de diciembre de 1942. AHMMb, C. 119, P. 1, “Correspondencia de Oficio”.

41 Juan Lavigne Gutiérrez fue nombrado farmacéutico titular de Marbella en virtud de concurso en la sesión ordinaria del Ayuntamiento celebrada el 7/03/1928, posesionándose en dicho cargo el 1/04/1928. AHMMb, C.127, P. 1, “Correspondencia de Oficio”.

42 PRIeTO BORReGO, L.: La Guerra Civil en Marbella. Represión y Revolución en un pueblo de la costa, Málaga, 1998, pp. 69-81.

CUADrO XIfUNCIONArIOs AsEsINADOs POr LOs rEPUbLICANOs DUrANTE LA gUErrA CIvIL

Fuente: Elaboración propia en base a los datos obtenidos del AHMMb, C. 115, “Correspondencia Oficial”

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Uno de los informes más descriptivos es el de José Ruiz Martín, “Malaspatas”, último al-calde de la República, perteneciente al partido socialista: “extremista peligroso, usa toda cla-ses de armas, acusado de haber participado en el asesinato de un sacerdote, saqueos, expolios e incautaciones”. Fue líder ugetista y junto con Fernando Sánchez constituyeron la representa-ción de la UGT en el Comité Político del Frente Popular en septiembre de 193643. En el informe enviado al fiscal de la Causa General se afirma que el 17 de enero con la entrada de las tropas “nacionales” huye presumiblemente a Francia llevándose el dinero existente en la caja munici-pal que ascendía a once mil pesetas44.

Entre los dirigentes republicanos, anar-quistas y socialistas que aparecen en el informe se encuentra, junto al mencionado, su hermano Juan; Manuel y Juan Sánchez Carrasco, “Medio-culo”; José Añón Delgado, Miguel Martín Nieto, Francisco Romero Añón, Salvador Ávila Delgado, Antonio Muñoz Osorio, Esteban Guerrero Gil, Antonio López Gómez, Félix y Gabriel Rovira Guillén, José Serrano del Río, Manuel Jiménez Carrasco, Salvador Rodríguez Ruiz y uno conoci-do por “Boquera”. Francisco Rodríguez Santiago, jornalero, con el único cargo político de votar al Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936 fue condenado a 20 años de reclusión, al ser acusado de adueñarse de la finca de Francis-co Ric Sánchez45.

Algunas de las personas mencionadas en el Informe habían sido ya juzgadas y condenadas; algunas se encontraban en el exilio, otras, como los hermanos Rovira Guillén, fueron absueltas; Antonio Muñoz Osorio había sido muerto por la Guardia Civil en la sierra y Francisco Romero Añón fusilado en la cárcel de Málaga46. Todos fueron encausados en 1942.

En todos los informes aparece la califica-ción genérica de “extremista peligroso”, como por ejemplo los que afectaban a varios militantes de la CNT-FAI, acusados de tomar parte en los sa-queos y detenciones de ciudadanos simpatizan-tes con la ideología derechista como Juan Belón Lima47, Antonio Mescua Soto48, Benito Otal Fe-rrando49 y en el intento de detención de Francis-co Cantos Gallardo50. Todos ellos represaliados por su militancia conservadora durante la gue-rra. Luego, tuvieron un protagonismo destacado en la vida política y social en los años posteriores del primer franquismo.

A partir de 1942 comienzan a salir presos de las cárceles franquistas con libertad condicio-nal una vez comprobados los informes de con-ducta de cada uno de ellos51. El procedimiento a seguir era siempre el mismo: el jefe de prisiones donde se encontraba el detenido enviaba una carta al presidente de la Comisión Gestora de donde era originario el prisionero pidiendo un informe positivo o negativo para la libertad con-dicional de los mismos. Aquéllos enviaban sus in-formes atendiendo a la actividad política e ideo-lógica del preso durante la República y grado de peligrosidad. Si existía algún impedimento, des-aparecería el derecho a la libertad condicional u obtendría la residencia fuera de su localidad de origen a más de 250 km de la misma.

Los resultados de los informes podían ser positivos donde se especificaba “sin inconvenien-te a su libertad condicional”; negativos, aludien-do el alto grado de peligrosidad. En ocasiones, a pesar de ser liberados de prisión, volvían a ser encarcelados por orden del propio presidente de la Comisión Gestora, como ocurrió en Marbella con Esteban Guerrero Gil “El Inglesito”, dirigente del Partido Socialista de Marbella desde la pro-clamación de la República, secretario del Comité

43 PRIeTO BORReGO, L.: La Guerra Civil…, op.cit., p 48.44 AHMMb, C. 119, P. 1, “Correspondencia Oficial”.45 Ibídem.46 Vid. PRIETO BORREGO, L.: “La represión política de posguerra. El proceso contra Francisco Romero Añón, alcalde de

Marbella”, en F de A. LÓPEZ SERRANO y J. L. CASADO BELLAGARZA (coords.): Estudios en homenaje a Antonio Serrano Lima. Marbella, 2007, pp. 133-147.

47 Juan Belón Lima fue maestro nacional y miembro de la Comisión de Censura para la proyección de películas durante el Primer Franquismo. Hermano del que fue Presidente de la Comisión Gestora de Marbella del 15/02/ 1940 al 22/06/1946, enrique Belón Lima.

48 Antonio Mescua Soto fue gestor de la Comisión Gestora presidida por enrique Belón Lima y vigilante de Arbitrios.49 Benito Otal Ferrando pertenece a la familia propietaria y administradora del Teatro Principal de Marbella donde se proyectaban

las películas durante los años del primer franquismo50 Francisco Cantos Gallardo fue alcalde de Marbella en tres ocasiones durante el franquismo: del 01/10/1946 al 03/05/1950; del

01/09/1953 al 23/09/1959 y del 13/10/1966 al 17/04/1978. AHMMb, Actas Capitulares (AA. CC.), 1946-1978.51 Ley 4 de junio de 1940. (Jefatura del estado). Normas, BOE 6 junio 1940. LIBeRTAD COnDICIOnAL. Concesión a condenados

en jurisdicción castrense a penas inferiores a seis años y un día. Artículo 4º: A los efectos del concepto sobre los interesados, han de serles favorables los informes que emita el Alcalde de su residencia y los de los del Jefe de la Guardia Civil y de Falange Española y Tradicionalista de las J.O.N.S., sobre la conveniencia de conceder los beneficios de esta ley. Decreto 1 de abril de 1941. (Presidencia). Normas, BOE 1 abril 1941. LIBeRTAD COnDICIOnAL. Sentencia dos por el delito de Rebelión, hasta el máximo de doce años. Artículo 2º: Los que por aplicación de los preceptos de la presente ley obtengan la libertad expresada, quedarán desterrados durante el tiempo que les reste de la mitad de la condena, a más de 250 kilómetros de distancia del núcleo de población en que hubieran cometido el delito o que constituyese su residencia habitual. ARANZADI, E.: Repertorio cronológico…, op. cit., 1940 y 1941. AHMMb. el tema de la libertad condicional es tratado por eGIDO LeÓn, Mª. A.: El perdón de Franco. La represión de las mujeres en el Madrid de la posguerra, Madrid, 2009.

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Antifascista de Enlace, que había sido concejal del Ayuntamiento desde 1932. Es un caso donde se evidencian los límites que el “perdón de Fran-co” tenía en los pueblos, lo que explica que mu-chos, tras ser indultados, no volvieran a sus luga-res de origen o, incluso, se “echaran a la Sierra”.

El propio alcalde volvió a encarcelar y a enviar a la prisión de Málaga a Esteban Guerrero, no sin antes cursar carta al gobernador civil mostrando su extrañeza sobre la liberación del mismo y con-siderándolo un “elemento peligroso” y que por tanto no podía estar en libertad y mucho menos volver a vivir en Marbella.

En ocasiones, el informe era positivo pero no en su totalidad, ya que no mostraba incon-venientes a la liberación del preso pero con la salvedad de que viviera a una distancia de la ciu-dad que en la mayoría de los casos era a más de 250 km.

Se piden al Ayuntamiento de Marbella informes para la obtención de la libertad condi-

cional de los siguientes presos originarios de la ciudad y que se encontraban en diferentes cárce-les españolas (véase cuadro XII).

Las resoluciones denegadas o las que eran positivas pero con la salvedad de que debían fijar su residencia a más de 250 km de donde eran originarios corresponden a personas que tuvie-ron un mayor protagonismo en la vida política de Marbella durante la República, como es el caso de José Romero Añón52 o Esteban Guerrero Gil.

Los reclusos que obtenían la libertad con-dicional debían seguir una serie de instrucciones que estaban en conocimiento de los presidentes de las comisiones gestoras de cada localidad53:

•El prisionero irá directamente al lugar que se le haya asignado, donde perma- necería hasta que se le concediese la li bertad definitiva, en el caso de que ob- servara buena conducta.•Nopuedesalirdellugarasignadosinau- torización del jefe de la prisión de la que procede. Si se ausentase sin permi- so le sería revocado el beneficio conce- dido, con el efecto de su reingreso en prisión. Si tuviese necesidad de cambiar de residencia, lo solicitaría al jefe de pri- siones y esperaría a que su solicitud se resuelva favorablemente para evitar la revocación de la gracia que disfruta.•Enelmomentodesu llegadaalpunto de destino, se presentará al director o jefe de prisión, y si no la hubiese en la

Las resoluciones denegadas o las que eran positivas pero con la salvedad de que debían fijar su residencia a más de 250 km de donde eran originarios corresponden a personas que tuvieron

un mayor protagonismo en la vida política de Marbella durante la República

52 Hermano del secretario del Partido Comunista y alcalde desde el 11/05/1936 al 07/01/1937, Francisco Romero Añón.53 AHMMb, C. 121, P. 1, “Correspondencia Oficial”.

CUADrO XIIrEsOLUCIóN DE INfOrMEs PArA LA CONsECUCIóN DE LIbErTAD CONDICIONAL

FUENTE: Elaboración propia. AHMMb, C 119. P 1, “Correspondencia Oficial”

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localidad, a la autoridad gubernativa, con la presencia de un documento por tador desde la prisión de origen, para que le sirva de recomendación y garantía.•Quedaobligadoadirigirporcorreo,el primer día de cada mes, un informe re- ferente a su propia persona, escrito por él mismo, presentándolo al director o al jefe de prisión o al jefe del puesto de la Guardia Civil para que lo remita al comandante-jefe de la Agrupación de Prisiones. En dicho informe expresará el jornal o remuneración señalada por su trabajo, así como las economías y aho- rros que haya podido hacer. Si se queda- se sin ocupación, lo debe consignar en el escrito expresando el motivo, con el fin de practicar las gestiones posibles a fin de practicarle otra nueva ocupación si su proceder lo merece.•Deberá ser sincero en sus informes y con todo interés se le recomienda que evite malas compañías y todo lo que pueda conducirle a una vida relajada o a la comisión de nuevos delitos.

El control de la vida de los reclusos con li-bertad condicional era pues exhaustivo, debien-do dar cuenta de sus actividades al organismo que le había concedido la gracia de la libertad condicionada en su vida diaria y que no era otro que el propio Régimen a través de los diferentes jefes de prisiones.

Estos prisioneros, en el momento de su detención en los momentos inmediatos a la finalización de la Guerra Civil, eran primero recluidos en improvisados campos de concen-tración54 y después enviados a las prisiones o arrestos de sus respectivos pueblos y, después de ser juzgados, a las prisiones provinciales. De este modo, los detenidos de Marbella eran en-viados a la Prisión Provincial de Málaga, donde esperaban a ser juzgados por Juzgados Milita-res y de ahí se dirigían a distintas prisiones por el territorio español, dependiendo alguno de ellos del lugar donde eran detenidos fuera de la provincia en su huida, en la mayor parte de los casos a Francia.

Mientras se encontraban cumpliendo su pena en prisión los reclusos realizaban traba-jos por los que sus familiares más directos, es-posas e hijos menores de quince años, recibían una aportación económica mensual, “asignación

familiar”55, dependiendo de la clase de trabajo realizado. El recibo de esta asignación económi-ca por parte de los familiares estaba estrictamen-te regulado por las esferas del Régimen, estable-ciéndose un procedimiento para el cobro de los mismos a partir de 194356:

•El director de la prisión provincial era el conducto oficial por el que la familia recibía dicha asignación. El importe en metálico y los recibos correspondientes eran enviados a los presidentes de las comisiones gestoras, quienes a su vez eran los encargados de entregar a las familias la asignación familiar corres- pondiente, bien a través de un funcio- nario municipal, bien a través del propio ayuntamiento, con la presencia de los familiares en los edificios oficiales para la entrega del importe.

•Unavezsatisfechaslascantidadesalos respectivos beneficiarios, el presidente de la comisión gestora devolverá al di- rector de la prisión provincial corres- pondiente los recibos firmados por los interesados, acompañados por una rela- ción nominal de los mismos con el im- porte de cada uno indicado.•Sedevolverán,asímismo,losrecibosno satisfechos y su importe, consignándo- se en cada uno de ellos los motivos por los que no han podido ser efectivos, acompañado de la relación de los mismos.•La suma a la que ascienda los recibos pagados y los impagados debía ser EXACTAMENTE igual a la que fue remi- tida, quedando las operaciones ultima- das en el plazo de quince días por parte de los ayuntamientos a partir de la fe- cha de recepción de la cantidad global y de sus recibos.•Estos pagos tienen un descuento de

El importe en metálico y los recibos correspondientes eran enviados a los

presidentes de las comisiones gestoras, quienes a su vez eran los encargados

de entregar a las familias la Asignación Familiar correspondiente

54 Para el sistema carcelario del franquismo, vid. MOLIneRO, C. M. SALA y J. SOBReQUeS (eds.): Una inmensa prisión. Los campos de concentración y las prisiones durante la guerra civil y el franquismo, Barcelona, 2003. Sobre la funcionalidad de los Campos de Concentración es recomendable por su interés teórico el artículo de RODRIGO SÁNCHEZ, J.: “¡Vae Victic! La función social de los campos de concentración franquistas”, en C. MIR CURCÓ: La represión bajo el franquismo. Ayer, 43, 2001, pp. 163-188..

55 Para el estudio del sistema redentorista, vid. GÓMEZ BRAVO, G.: La redención de penas, La formación del sistema penitenciario franquista. 1936-1950, Madrid, 2007.

56 AHMMb, C. 121, P. 1, “Correspondencia Oficial”.

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Modelo de Relación de “Asignación Familiar” de los presos originarios de la ciudad que se encontraban en la Prisión Provincial de Málaga en marzo 1944.

Fuente: AHMMb, C. 122, P. 1, “Correspondencia de Oficio”

2% por gastos que el presidente de la comisión gestora recibe ya deducida, entregándola de menos a los interesa- dos; pero en las relaciones que acompa- ñaban los recibos pagados e impagados enviados a la prisión, deberían figu-

rar las mismas cantidades que aparecían en los recibos.

El encargado de controlar el pago y en-vío de estas remuneraciones económicas de los presos era el Ministerio de Justicia, a través de

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la Dirección General de Prisiones y dentro de la misma el Patronato Central para la Redención de las penas por el Trabajo. El importe variaba se-gún el trabajo realizado y el mes57.

Las familias del bando vencedor que habían perdido un hijo en campaña durante la guerra recibían una compensación económica en agradecimiento por la entrega de la vida de sus hijos por la causa del Movimiento Nacional. El importe oscilaba en torno a las 58 pesetas si era un soldado y aumentaba a medida que el falle-cido hubiera ejercido un rango mayor en la es-cala militar, cabo o sargento58. Mientras que las familias de los caídos en el bando republicano no solo no recibían ayuda económica ninguna sino que se procuraba que las viudas y madres de soldados fallecidos no se pusieran luto. Los soldados muertos en los frentes de guerra del bando nacionalista, décadas después de la finalización de la Guerra Civil, dieron nombre a calles del barrio de Miraflores59.

Al fallecer todos en ple-na juventud y no estar casados, el importe económico lo recibía directamente el padre de los fallecidos en el hogar familiar mediante firma del correspon-diente recibo, llevado por un funcionario del ayuntamiento. Aquí se recibían todos los im-portes procedentes de la auto-ridad militar correspondiente a la zona militar donde estaba in-corporado el soldado en cues-

tión. Pero los soldados del ejército “nacional” caí-dos en combate, emparentados con los dirigentes locales, recibirán recompensas que no eran sólo económicas, sino también honoríficas. Así, bajo el mandato del alcalde Enrique Belón Lima, la aveni-da del Faro recibió el nombre –que aún conserva– de su hermano, Antonio Belón Lima60.

Las familias que presentaban hijos com-batiendo voluntariamente en la División Azul recibían por el mismo procedimiento que los an-teriormente mencionados una retribución eco-nómica que variaba según el escalafón que el mi-litar ocupaba en la jerarquía militar. Se observa de todos modos un importe económico mayor que el recibido por los familiares fallecidos en

57 el importe de Asignación Familiar de algunas de las personas encarceladas en la Prisión Provincial de Málaga originarias de Marbella en 1944 variaba: 97.65; 30; 51.90; 44; 88.49; 66; 78; y 52 pesetas según trabajo realizado.

58 Personas fallecidas en campaña cuyas familias reciben compensación económica: Juan Orozco Andrades; Francisco Valenzuela López; Antonio García españa; Ángel Sánchez González; Antonio Domínguez Martín; Miguel Vázquez Madueño; Juan Vázquez Delgado; Antonio núñez Mata; Román Leiva Gallardo; Cristóbal Lara Perelló; Francisco Piña Delgado; Manuel García Rando; Pedro Sánchez Jiménez.

59 es el caso de la calle Piña Delgado, recordando al soldado del Regimiento de Infantería Soria nº 9, Francisco Piña Delgado, hijo de José Piña Otal, perteneciente a la familia Otal de reconocida ideología pro-Régimen durante los primeros años del franquismo. AHMMb, C. 127, P. 1, “Correspondencia de Oficio”.

60 este cambio se produjo en la sesión ordinaria del Ayuntamiento celebrada el 18/12/1943. Junto con la avenida Antonio Belón Lima se procedió al cambio de nombre de calle Tetuán por Vigil de Quiñones y calle La Fuente por Miguel Cano Gutiérrez. AHMMb, C. 24 H, P. 1, AA. CC., sesión ordinaria del 18 de diciembre de 1943. Antonio Belón Lima debido a su militancia en Acción Católica fue detenido junto con otros vecinos de ideología derechista el 21 de julio de 1936. encarcelado en la prisión de Málaga durante un tiempo, fue trasladado al barco-prisión Marqués de Chávarri. Fue puesto en libertad, permaneciendo oculto hasta la entrada de las tropas nacionales en Málaga el 7 de febrero de 1937. Se incorporó al ejército nacional, muriendo en combate en el frente de Córdoba el 19 de septiembre de 1938. ALCALÁ MARÍn, F.: Marbella Segunda República y Guerra Civil. (Crónica de una época difícil), Marbella, 1988, p. 231. el cambio de nombre de calles ya se había realizado con anterioridad el día de la constitución de la primera Comisión Gestora presidida por Diego Jiménez Martín tras la toma de Marbella por las tropas nacionales, hecho ocurrido el 17 de enero de 1937. en sesión plenaria de 18 enero de 1937 se acordó el cambio de nombre a las siguientes calles y plazas: Plaza de la Constitución-Plaza del General Franco; Plaza de la Verdura-Plaza de Fal Conde; Plaza del Puente de Ronda-Plaza de José Antonio Primo de Rivera; Plaza de África-Plaza del Coronel Borbón; Calle de Cánovas del Castillo-Calle del General Queipo de Llano; Calle de Pedraza-Calle del Comandante La Herrán; Calle de Fortaleza-Calle del Teniente Coronel Coco. Todas ellas con nombres de destacados militares del Bando nacional en las campañas militares de la zona sur en la Guerra Civil, exceptuando la Plaza de Fal Conde, jefe del partido Carlista, quien tuvo que exiliarse durante la Guerra Civil a Portugal por sus desavenencias con Franco. Tras volver a españa prohibió el alistamiento de carlistas en la División Azul lo que provocó que las autoridades le confinasen en Ferrerías (Menorca). AHMMb, C. 102, P. 59, “Correspondencia de Oficio”.

Celebración de la misa con motivo de la visita de la Virgen de Fátimaa Marbella, finales de 1949.

FotograFía: Fondo de la Asociación Cilniana (Archivo Bocanegra)

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campaña durante la Guerra Civil, entre las 120 y 250 pesetas al mes61. No hay que olvidar que la famosa unidad que envió Franco a luchar con los alemanes contra la Unión Soviética constituyó una salida para el hambre de muchos españoles. Aunque quizá no fuera este el caso de Guillermo Alcalá López, quien tuvo un destacado protago-nismo en la vida política de la ciudad tras su vuel-ta a Marbella62.

La situación social en los años inmedia-tamente posteriores a la finalización de la con-tienda es la de una extrema polarización entre grupos muy empobrecidos y afectados por las consecuencias de la represión y de la guerra y la de otros grupos emergentes, beneficiarios de la victoria por su papel en la guerra o su cercanía a los nuevos poderes locales, unidos ahora a los grupos tradicionalmente acomodados. Pronto arribaran, junto a estos dos sectores, las nuevas fortunas procedentes del estraperlo; su inclusión

y exclusión en los resortes del poder local serán objeto de posteriores investigaciones, así como el papel que en esta sociedad tenebrosa de mie-do y hambre jugará la Iglesia cuando a finales de la década irrumpa en el panorama local la arro-lladora personalidad de Rodrigo Bocanegra. De aquellos días, inmediatos a la contienda, seguirá persistiendo el miedo como un fiel reflejo de la situación a la que poco a poco se verá encamina-da forzosamente la población que lucha por salir de la miseria, sin olvidar el trato al que fueron sometidas todas aquellas personas que tuvieron alguna actividad política o sindical durante la Re-pública. Está por determinar cómo fue la vida de la siguiente generación, ¿se les negó a los fami-liares de los represaliados “el perdón” o fueron integrados a cambio del olvido? En ambos casos al Régimen no le faltaron instrumentos ni para la represión ni para la socialización en los nuevos valores políticos y religiosos. n

Procesión de la Virgen de Fátima a su paso por las calles de El Barrio, finales de 1949.FotograFía: Fondo de la Asociación Cilniana (Archivo Bocanegra)

61 Los soldados voluntarios en la División Azul originarios de Marbella fueron los siguientes: enrique Cuevas González; José Tomé Carrasco, fallecido en los campos de guerra de Rusia; eugenio Varas Suspérregui, sargento fallecido en campaña en Rusia; Francisco Vázquez Osorio; Miguel Domínguez García; Manuel Romero López; Manuel Carnero Fernández, Manuel García Rando; Guillermo Alcalá López. AHMMb, C. 118, P. 1, “Correspondencia Oficial”.

62 el sargento de la División Azul Guillermo Alcalá López tuvo un destacado protagonismo en la vida política de la ciudad a su regreso de las campañas militares en Rusia. Comienza siendo Auxiliar temporero de Secretaría del Ayuntamiento para pasar pronto a escalar puestos en la actividad política municipal.

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RESUMENA medida que el ejército franquista llevaba a cabo su ofensiva sobre la provincia de Málaga, a su retaguardia que-daron grupos de hombres armados. Desde la caída de Casares, algunos de estos grupos, se asentaran en Sierra Ber-meja. En Sierra Blanca, entre los términos de Istán, Ojén y Marbella, se mantuvieron escondidos y a la defensiva varias partidas de antiguos militantes de la UGT y de la CNT hasta los años cuarenta. Fuertemente combatidos por la Guardia Civil con los métodos propios de la contrainsurgencia, los llamados, huidos o maquis de Sierra Blanca, en muy pocos casos se integrarán en el organizado movimiento guerrillero de posguerra optando por la rendición y la entrega a la espera del perdón. Ello no impidió que sobre ellos, sus familias y sus apoyos, se ejerciera una intensa represión, legitimada en base a unas leyes que entre otros métodos institucionalizan la Ley de fugas.

PALABRAS CLAVEGuerra Civil, huidos, resistencia, Sierra Blanca, franquismo.

ABSTRACTAs Franco’s army was carrying out its offensive on the Malaga province, to his rear they remained groups of armed men. Since the fall of Casares, some of these groups they were settling themselves in Sierra Bermeja. In Sierra Blanca, between the terms of Istan, Ojen and Marbella, remained hidden and defensive several items of former militants of the UGT and the CNT to the forties. Strongly opposed by the Guardia Civil with their own methods of counterinsurgency, which are called, escaped or «maquis» of Sierra Blanca, in rare cases be integrated into the post-war guerrilla movement organized by opting for the surrender and delivery to the expectation of forgiveness. It did not prevent that on them, his families and his supports, there was exercised an intense repression legitimized on the basis of a few laws that between other methods they become institutionalized the Law of escapes.

KEY WORDSCivil war, fled, resistance, Sierra Blanca, Franco’s regime.

Cilniana 22/23, 2009 - 2010: 39-56 ISSN 1575-6416

los últiMos De sierra blanCa. resistenCia y suPervivenCia Durante la guerra Civil y el PriMer franquisMo

Lucía prieto borregoUniversidad de Málaga

La conocida estrategia de Queipo de Llano de alcanzar Málaga antes que las tropas italianas, dejó a la retaguardia de su ejér-

cito algunos puntos interiores en las comarcas occidentales de la provincia. Aquí permanecie-ron grupos armados que una vez, tomada Má-laga no quisieron o no pudieron pasar a la zona republicana y desde enero y febrero de 1937 se quedaron ocultos en Sierra Blanca y en los alre-dedores de pueblos como Ojén, Coín, Guaro y Monda. Más al oeste, en Sierra Bermeja y en las proximidades de Casares quedaron reductos de las columnas que combatieron en la Sierra de Ronda.

Pero la resistencia de una guerrilla organizada en la provincia de Málaga, durante la

etapa de la guerra se dio en Andalucía Oriental, donde actuaría la primera guerrilla antifranquista, subordinada al gobierno republicano, fue el grupo conocido como “Los Niños de la Noche”1. Entre estos guerrilleros estaba el del alcalde de Nerja, Manuel Martín Rico, Joaquín Centurión y los hermanos Rivas. Aquella guerrilla, creada con el objetivo de hostigar la retaguardia enemiga, realizó varios actos de sabotaje entre Nerja y Motril e intentó sublevar a varios pueblos de la costa.

Ya tras la guerra, la zona, sería el punto donde desembarcaron en 1944 los guerrilleros adiestrados en el norte de África por los nor-teamericanos. Entre ellos, el comunista Ramón Vías, jefe de la Agrupación Guerrillera de Málaga

1 Vid. AZUAGA RICO, J. M. ª: La Guerrilla Antifranquista en Nerja, Nerja (Málaga), 1996.

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hasta su detención en 19452. La Guerrilla ma-lagueña que en 1946 estaba liderada por José Muñoz Lozano, “Roberto”, llegó a convertirse en estos años en una de las más organizadas y activas del maquis español. Integrada, después en la Agrupación Guerrillera de Granada, su ma-yor actividad se desarrollo entre los años 1948-1949. Precisamente en unos momentos en los

que se acentuaba la represión sobre la re-sistencia. Entre 1951 y 1953 fue extermina-da, por la delación de su propio jefe a la vez que perdía todo con-tacto con la dirección del Partido Comunis-ta (PC).

En la zona oriental de la pro-vincia de Málaga, la Sierra de Ronda era

un espacio de tradición guerrillera. Allí desde la caída de Ronda actúo la columna anarquista de Pedro López, parte de sus efectivos debieron de formar parte de la posterior partida, dirigida por su hermano, el ex Guardia Civil anarquista, Ber-nabé López Calle, “Comandante Abril”, partida que junto a la de “Manolo El Rubio” integrarían la Agrupación Guerrillera “Fermín Galán”. Hasta la muerte del “Comandante Abril” en 1949, sus efectivos se fueron desplazando hacia la zona de Ronda. En Sierra Bermeja se concentraban

grupos de resistentes en torno a Estepona, Jubri-que y los aislados pueblos del sur de la Sierra de Ronda, entre ellos la partida del “Asturiano”. Con estos grupos contactarían en el verano de 1945 los dirigentes de PC de Málaga para crear en San Pedro Alcántara, Marbella y Estepona, la nueva organización comunista, Unión Nacional, desde la que se impulsarán las distintas agrupaciones guerrilleras. Estos contactos fueron descubiertos y los enlaces detenidos3 frustrando así la orga-nización de unos grupos que quedarían al mar-gen del movimiento guerrillero organizado en la zona oriental de la provincia.

No parece que los grupos que se mantu-vieron en Sierra Blanca llegaran a tener contac-to con las partidas de Sierra Bermeja, ni con las de Ronda. Por el contrario, los grupos que entre 1937 y 1946-1947 operaron en los montes de Is-tán, Ojén y Marbella se interrelacionaron entre sí, moviéndose con bastante libertad entre los tres términos municipales. Asentados, los dos primeros casi en su totalidad por una orografía agreste y montañosa como, igualmente una par-te del de Marbella, ocupada, su zona llana por densos bosques de pinos.

La huída a los montes y el ocultamiento fue un fenómeno que se dio en cuanto en las pri-meras zonas tomadas por los rebeldes se puso de manifiesto la brutalidad de la represión4, pro-longando en la retaguardia de las zonas recién conquistadas a un nivel que en la provincia de Huelva dio lugar a la proclamación del estado de guerra5.

Sierra Blanca vista desde Marbella. FotograFía: Francisco Machuca Márquez

La huída a los montes y el ocultamiento fue un fenómeno que se dio en cuanto en las primeras zonas tomadas por los

rebeldes se puso de manifiesto la brutalidad

de la represión

2 Ramón Vías se fugó de la cárcel de Málaga el día 1 de mayo de 1946 con otros 25 presos, un mes después fue abatido en una Granja. Vid. ROMERO NAVAS, J. A.: La Guerrilla en 1945. Proceso a dos jefes guerrilleros: Ramón Vías y Alfredo Cabello Gómez Acebo, Málaga, 1999.

3 Vid. ROMERO NAVAS, J. A.: “La caída en 1945 de una organización clandestina comunista en Marbella, San Pedro Alcántara, Estepona y otras localidades de la zona occidental de Málaga”, Cilniana, 19, 2006, pp. 59-84.

4 Uno de los primeros estudios de carácter exclusivamente descriptivo y desde el punto de vista de uno de los cuerpos represivos que lucharon contra el maquis es el del teniente coronel de la Guardia Civil Francisco Sánchez Aguado, El maquis en España: su historia, publicado por la editorial San Martín en 1979. En Andalucía en la provincia de Huelva estudiada por Francisco Espinosa casi inmediatamente al triunfo del golpe militar. Vid. ESPINOSA MAESTRE, F.: La guerra civil en Huelva, Huelva, 1996 y, para Cádiz, PÉREZ REGORDAN, M.: El maquis en la provincia de Cádiz, Sevilla, 1992. En Extremadura, el fenómeno es estudiado por CHAVES PALACIOS, J.: Huidos y maquis. La actividad guerrillera en la provincia de Cáceres (1936-1950), Cáceres, 1990. En Galicia, HARTMUT, H.: A guerrilla antifranquista en Galicia, Vigo, 1980. A estos estudios, de ámbito local, añadimos, los de carácter general como el de SERRANO FERNÁNDEZ, S.: Maquis. Historia de la guerrilla antifranquista, Madrid, 2001; el más sintético de MORENO GÓMEZ, F.: “Huidos, guerrilleros, resistentes. La oposición armada a la dictadura”, en J. CASANOVA (coord.): Morir, matar, sobrevivir. La violencia en la dictadura de Franco, Barcelona, 2002, pp. 197-295.

5 Vid. ESPINOSA MAESTRE, F.: La guerra…, op. cit.

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1. loS que Se eScondieron

Tras la caída de la capital y ser cortada la carretera de Almería a la altura de Motril muchas familias regresaron a sus pueblos sin ni siquiera intentar alcanzar la zona republicana, sin duda confiados en que su falta de responsabilidad en la violencia desatada en el verano del 36 sería tenida en cuenta. Los hombres huyeron o se es-condieron cuando comprobaron que no habría piedad. Otros muchos no llegaron a irse y para ellos permanecer armados en las cercanías de sus pueblos fue un desafío a la derrota. Algunos ni siquiera llegaron a estar armados porque no habían combatido. Limitándose su responsabili-dad al desempeño de cargos políticos en los co-mités de gestión.

Los que se ocultaron sin llegar a salir de sus pueblos o propiedades o que regresaron, fueron, después los célebres “topos”. Para otros el anonimato consistió en hacerse invisibles en lugares ajenos al de su origen. Era muy arries-gado y prácticamente imposible sobrevivir sin la documentación que probara la existencia de un pasado incontaminado de la influencia republica-na y nadie que hubiera tenido cargos en las orga-nizaciones obreras podía aspirar a ser avalado.

Era el caso de Fernando Sánchez Guerre-ro que nunca pasó de la capital. El joven socia-lista, uno de los más activos miembros del Co-mité de Enlace permaneció un año “oculto” en las calles malagueñas, alojándose cuando podía en uno de los paradores más transitados, llama-da “La Corona”, un lugar que se convertirá en punto de encuentro de evadidos, ocultos y es-traperlistas, y otras veces en los campos. Cuando lo detuvieron, los guardias hicieron constar que iba bien vestido y afeitado, declaró que sus pa-dres le habían ayudado, después consciente de que podían ser represaliados, alegó que había sobrevivido por la ayuda de amigos y sus padres ignoraban su paradero. Lo que es seguro es que Fernando, acusado de ser uno de los principales autores de los “robos” del “período rojo” pasó desapercibido en Málaga, donde no podía traba-jar por falta de documentación. Es posible que a través de los montes viniera, de vez en cuando a Marbella en busca de la ayuda de sus parientes. Una de las veces, que merodeaba por el Monte de Las Chapas, en el que vivían unos allegados, el frío y el cansancio le animaron a pedir asilo en un cortijo. Quizá no era la primera vez, porque la dueña lo conocía y le dio cama y comida. Unas

horas más tarde, sobre las diez de la noche del 9 de enero de 1938, la Guardia Civil lo sacó del almacén donde dormía y lo detuvo, no llevaba armas. Poco antes, un falangista que custodia-ban, la todavía atestada cárcel, fue avisado por uno de sus hijos de que en su casa se encontraba durmiendo un conocido que había pedido co-mida y refugio, “cuyo sujeto había pertenecido durante el período rojo al comité de Marbella”. Pese a los buenos informes que muchos vecinos presentaron –entre ellos el del muy influyente Juan Lavigne– eximiéndole de responsabilidad en cualquier “delito de sangre”, tras un juicio su-marísimo, a los pocos días fue fusilado6.

En el caso concreto de Marbella y Casa-res, las matanzas fueron tan expeditivas que muy pocos decidieron entregarse, al menos mientras el desenlace de la guerra fue incierto. Esconder o proteger a un huido suponía la detención y el procesamiento de los encubridores, pero en to-dos los pueblos hubo hombres ocultos gracias a la protección de sus familiares y a la complici-dad de los vecinos. No todos los que intentaron hacerse invisibles tuvieron la trágica suerte de Fernando Sánchez Guerrero, delatado por su pa-riente. Un conductor miembro de la Colectividad del Transporte de la CNT, sobre el que pesaban cargos gravísimos de delitos de sangre, vivió prácticamente emparedado en las murallas del Castillo de Marbella hasta septiembre de 1944, entonces fue procesado por Auxilio a la Rebelión Militar, alcanzándole el indulto de 1945 que puso en la calle a quienes con sus misma condena, lle-vaban presos desde 19397.

En Ojén vivió oculto en casa de unos tíos un hombre que salió de Ceuta en 1936. No fue descubierto hasta 1939, después de que una de sus parientes diera a luz a una hija suya, las tres mujeres que lo encubrieron fueron procesadas8. Los escondidos o emboscados, que después se-rían llamados “topos”, fueron un fenómeno co-mún. Sin embargo, la estrecha vigilancia a que eran sometidas las familias de los “desapareci-dos” convierte en excepcional, el muy conocido caso de Manuel Cortés9, no por haberse oculta-do, sino por no haber sido descubierto ni sos-pechada su existencia por los vecinos. La discre-ción, el silencio y el disimulo eran los principales instrumentos para mantener la vida, cuantas me-nos personas conocieran la presencia de los “au-sentes” mayor era la garantía del anonimato. Sin embargo, no era infrecuente que en los pueblos se supiera que había muertos que estaban vivos.

6 Archivo del Juzgado Togado Militar n. º 24 de Málaga (AJTMMA), Caja (C.) 405, “Procedimiento sumarísimo de urgencia n.º 4/1938 del Juzgado Militar n. º 14 de Marbella”.

7 Archivo de la Prisión Provincial de Málaga (APPM), “Fichas de Entrada” y AJTMMA, C. 454. Como contraportada del proceso correspondiente a Manuel Melgar del Valle se ha utilizado una hoja donde aparece la certificación del secretario del Juzgado Militar n. º 2 de Málaga y del Procedimiento abreviado n. º 1.345/44, seguido contra varios vecinos de Marbella.

8 AJTMMA, C. 177, “Procedimiento sumarísimo de urgencia nº 42/1939 del Juzgado Militar n. º 9 de Málaga”.9 Sobre la vida de Manuel Cortés vid. FRASER, R.: Escondido. La Vida de Manuel Cortés, México, 1973.

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En el proceso del “topo” de Marbella, la Guardia Civil, tras interrogar a más de treinta testigos, solicitó al gobernador militar de Málaga que le diera mayor margen de tiempo para instruir las diligencias ante el gran número de personas en-tre parientes y vecinos que parecían conocer al escondite y al escondido10.

2. loS que Se echaron al monte

Pero, más generalizados que los casos de personas que permanecieron solas o escondidas en sus casas, fueron los grupos de hombres que como proscritos, sobrevivían en las sierras, a ve-ces muy cerca de sus pueblos y de sus hogares, viviendo una semiclandestinidad. Vivos para los suyos, “muertos” o “desaparecidos” para los ex-traños, eran el peligro a conjurar en la retaguar-dia. Su captura, en las zonas “pacificadas” quedó en manos de la Guardia Civil, eficazmente auxilia-da por los Servicios de Investigación y Vigilancia de Falange mientras que en los territorios con-quistados el ejército franquista iba aniquilando a quienes se le resistían en los frentes de guerra. Cuando, el último de estos frentes se desmoro-nó, el fenómeno de los huidos cobró una nueva y más amplia dimensión. No quedaba más alter-nativa que la huída o la nueva España de Franco. Cuando tras ser atrapados, los prisioneros de guerra eran devueltos para ser juzgados en sus pueblos, muchos ni quisieron ni se atrevieron a comparecer ante el juez. Saltaron de los trenes en marcha, de los camiones. Escaparon de prisio-nes que custodiadas por voluntarios de Falange, se improvisaron para recibirlos. Otros, que ya se encontraban a salvo y regresaban confiados, avisados por sus familiares del peligro que co-rrían, no llegaron a pisar las calles del pueblo, dirigiéndose directamente a los montes. Fue el caso de Antonio Machuca, uno de los más acti-vos dirigentes de la CNT quien tras enterarse del asesinato de dos hermanos y un cuñado a manos del capitán de la Guardia Civil, Gómez Cantos, se ocultó de inmediato en las faldas de la sierra11. Con él estaban varios compañeros, todos de la CNT y habitantes del Barrio Alto, formaban parte de un grupo que mantenía una fuerte cohesión en base a una militancia antigua y compartida en la organización anarquista. Del grupo, Machuca había pertenecido, al Comité de Investigación y

Vigilancia de Marbella12 y los restantes a las jun-tas directivas del Sindicato Único de Oficios Va-rios de la CNT.

No sólo el miedo a la cárcel o a la muerte de quienes tenían responsabilidades “echó” a los hombres al monte. También se fueron quienes ya estaban legalmente libres de culpa, o nunca la habían tenido; quienes habían sido juzgados y absueltos e incluso quienes ya habían cumplido su condena. Entre los primeros, se encontraba Francisco Magariño Machuca, un viejo militante ugetista, a quien tras hacer la preceptiva presen-tación ante las autoridades no le correspondió responsabilidad alguna y pudo ponerse a tra-bajar en la Colonia de San Pedro Alcántara. Al poco de volver, lo denunció el propietario de la finca de la que había sido arrendatario, obligado a comparecer al Centro de Falange, huyó temien-do las represalias del denunciante13. También al-gunos de los integrantes de las partidas de Ojén que se formaron en los años cuarenta habían sido juzgados con anterioridad. Marcelino Alon-so Rodríguez, apodado “Madrileño”, y Francisco Pérez Gómez, apodado “Mambrú”, ambos en li-bertad condicional, volvieron por segunda vez a la sierra en mayo de 1944 por no poder soportar la presión a que los sometía la Guardia Civil de Ojén. Cazadores furtivos y sobre todo desertores del ejército de Franco, también nutrirán los gru-pos de fugitivos.

En Sierra Bermeja y Sierra Blanca se es-condieron hombres armados desde 1937. Par-ticipaban, sin ser de momento guerrilleros de alguna de las características que definen a esta histórica forma de resistencia: el conocimiento del terreno y de las gentes que los habitaban. La solidaridad de amigos y familiares, vital para la supervivencia era un arma de doble filo al se-guir la Guardia Civil el rastro de los apoyos. Pero los hombres que en estos años sobrevivieron en Sierra Blanca, eran en su mayor parte campesi-nos, acostumbrados sin duda a transitar por las veredas de la sierra, única comunicación posible entre Ojén e Istán. Ello explica la movilidad entre los miembros de las partidas de ambos pueblos, extensible también a la gente de Marbella que se movía con igual presteza en los límites de los montes, que como los Manchones bordeaban Istán, que en las cuevas de Puerto Rico, en las cercanías de las sierras de Ojén.

10 AJTMMA, C. 454. Los datos proceden de una hoja suelta utilizada de contraportada en el sumario del proceso correspondiente a Manuel Melgar del Valle.

11 En febrero de 1937 su hermano, Alonso, su hermana María y su cuñado, José Ramos Ríos, fueron fusilados. 12 AJTMMA, C. 652, “Tribunal Popular de Justicia. Sumario 22/1936 del Juzgado Instructor Especial n.º 3 de Málaga”.13 El dueño de la finca, aprovechando la legislación de 1935 que anulaba algunas de las garantías dadas en el bienio anterior

a los arrendatarios, canceló el contrato de arrendamiento. Durante la guerra, el Comité de Enlace, entregó la finca, previamente incautada, a Francisco Magariño. Su dueño al recuperarla exigió se le pagara los daños y perjuicios cometidos en la propiedad. El aparcero se negó, pues el dueño había recuperado la propiedad con todas las labores agrícolas realizadas y sin daño alguno. Ante las amenazas recibidas y conociendo la influencia del denunciante se escondió en la Sierra durante casi cuatro años sin que en realidad pesara contra él ningún cargo. AJTMMA, C. 53, “Causa n.º 1.294/1942 del Juzgado Militar n.º 20 de Málaga”.

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La capacidad de desplazarse con una rela-tiva libertad fue posible hasta 1942 por que algu-nas de las fuerzas encargadas de su persecución eran soldados de reemplazo poco preparadas para enfrentarlos en este tipo de medio14.

Entre 1937 y 1938 el grupo de Antonio Machuca y José Rueda, “Gorrión”, del que tam-bién formaban parte, Antonio Salas Urda, “Ubi-llo” , y José Sánchez Infante15, se mantiene más o menos asentado en las laderas suroccidenta-les de Sierra Blanca, entre Camoján y Nagüeles, concretamente, refugiados en la Mina de Bue-navista, de donde se desplazan sin dificultad al Cortijo de Camoján y al de las Ánimas, junto al arroyo de Guadalpín. Ambos son puntos de apo-yo para la supervivencia de la gente de la Sierra a los que posiblemente acudan también otros huidos del mismo pueblo, Francisco Magariño Machuca, José Gómez Machuca, “Regordito”, Miguel Sánchez López, “Cañavera” y Joaquín Gil Fernández, “Palmero”16. Este último, más rela-cionado con grupos de Istán y Ojén que con sus paisanos de Marbella, a lo largo de los casi ocho años que permaneció en la Sierra se movió con total libertad entre los Manchones y Puerto Rico. Antonio Muñoz Osorio, del PSOE, concejal del último ayuntamiento de la República, también se mantuvo oculto entre Istán y Marbella desde que huyó en julio de 1937 de un Batallón de Trabaja-dores, hasta febrero de 194117.

En las sierras de Istán hubo junto a gru-pos consolidados, varios hombres que permane-cieron más o menos aislados. En marzo de 1941 se entregaron en el puesto de la Guardia Civil de Istán, Agustín Vidales Morales, Antonio Mer-chán Martín y Juan Macías Ortega, “Hornero”18, antiguo dirigente del PSOE local, no parece que hubieran tenido relación con el grupo más im-portante que operaba en la zona, el liderado por Manuel Granados Domínguez, “Dios”, con quien estaba Joaquín el “Palmero”. Ambos fueron aba-tidos a finales de junio de 1944 en el mismo en-frentamiento con la Guardia Civil en Puerto Rico Alto. Entre este punto, a través de la vereda que muere en las faldas de Juanar se movían hasta el Puerto de Ojén y los Llanos de Puzla, dos grupos de Ojén que no operaron necesariamente juntos.

En marzo de 1937 se escondió en esta zona, Marcelino Alonso Rodríguez, “Madrileño”19, destacado militante anarquista, quien había sido secretario general de la Federación Local de Sin-dicatos Únicos (FLSU) de la CNT-AIT de Málaga en 1933. En la capital residió durante la guerra en compañía de su esposa. Según los informes que

Manuel Granados Domínguez, el “Dios”,en la sierra de Istán.

FotograFía: Cedida por Ascensión Vidales Granados

14 SERRANO, S.: Maquis..., op. cit., p. 35.15 Antonio Machuca, en su biografía inédita y escrita en francés por Raimond Chaumette, incluye también a un hombre llamado

Juan Ruiz, pero no puede ser su amigo y compañero, Juan Ruiz Martín que salió de Marbella en enero de 1937 con las milicias de la CNT.

16 Joaquín el “Palmero”, no se entregó nunca a las autoridades, ni parece que formara parte de un grupo en concreto quizá por que fue uno de los huidos que más tiempo permaneció en la Sierra pudo moverse entre varios grupos en distintos momentos. Francisco Aguado Sánchez, el oficial de la Guardia Civil, autor de un estudio sobre el maquis lo sitúa en 1940 en la partida de Marcelino Alonso de la que formaban parte hombres de Ojén. AGUADO SÁNCHEZ, F.: El maquis…, op. cit., p. 555. Lo que parece seguro es que cuando lo mataron estaba con Manuel Granados Domínguez, “Dios”, natural de Istán. AJTMMA, C. 557, “Causa n. º 1.699/1946 del Juzgado Militar Especial de Atracos n. º 11 de Málaga”.

17 Cuando lo mató la Guardia Civil llevaba una libretilla que decía: “Entré en la sierra el día ocho de febrero de 1938”. AJTMMA, C. 180, “Procedimiento Sumarísimo n. º 731/1941 del Juzgado Militar Especial n. º 5 de Málaga”.

18 AJTMMA, C. 53, “Causa n. º 1.294/1942 del Juzgado Militar n. º 20 de Málaga”.19 Marcelino Alonso Rodríguez. Era de Toro (Zamora). Estaba casado con María Ortiz López que era de Ojén, ambos parece que

regresaron al pueblo tras entregarse Marcelino en marzo de 1941.

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de él elaboró la policía malagueña, Marcelino, en-terado de que un grupo de milicianos anarquis-tas, con Santana Calero a la cabeza, pretendía asesinar a vecinos derechistas de Ojén –algo que había impedido el propio Comité de Enlace– se presentó él mismo en el pueblo, con la intención de evitarlo. Quizá por ello, no fue condenado y después de entregarse en marzo de 1941, quedó en libertad. Volvió a la Sierra en mayo de 1944 en compañía de Francisco Pérez, “Mambrú” y de otros cuatro vecinos de Ojén. Durante estos meses, el grupo del “Madrileño” coincidió con el otro grupo de Ojén, el formado por tres de los integrantes del Comité de Enlace, José Gómez Fernández a quien llamaban “Presidente” por ejercer este cargo en el citado organismo, José Vázquez Guerrero, “Pepito Vázquez”, y Antonio Mairena Lorente, “Roío”, a los cuales se les ha-bría unido, “El Niño de Elvira”. Aguado, atribuye a este grupo varios atracos, entre ellos uno de considerable importancia (30.000 pesetas) en la Colonia del Ángel20.

Al huir, el objetivo prioritario de todos estos hombres había sido el de salvar la vida que por uno u otro motivo pendía de un hilo y después sobrevivir. El fenómeno de los huidos y escondidos en la fase anterior a la constitución de la guerrilla se caracteriza a nivel general por la ausencia de objetivos políticos. Era un compás de espera con la mirada puesta en el final de la guerra o a la expectativa de cruzar las fronteras, entre tanto sus estrategias eran el ocultamiento o la defensa.

La evidencia de la presencia de uno de estos grupos en las proximidades de Marbella quedó al descubierto a raíz de un enfrentamien-to del grupo de Antonio Machuca con la Guardia Civil. En la primavera de 1938 se buscaba afano-samente a los “rojos huidos” tanto por las sierras de Mijas y Alhaurín como por los alrededores de las de Ojén e Istán. En los pueblos existían mu-chos rumores pero quienes eran los de la Sierra y donde se ocultaban sólo lo sabían sus familiares y los “enlaces” que estos utilizaban para llevar-les ropa y comida. El grupo tenía su refugio en la Mina de Buenavista, allí fueron sorprendidos la mañana del 23 de abril por una patrulla de la Guardia Civil a la que un falangista de la unidad de Investigación y Vigilancia enseñó el camino. Frente a los requerimientos de salir de la cue-va y entregarse, huyeron disparando y uno de los guardias fue herido en una muñeca. Menos

suerte tuvo José Sánchez Infante, un disparo le alcanzó en el pecho, mientras sus compañeros se ponían a salvo. El muerto pudo ser identificado porque en la cueva, junto a una cesta de esparto y tres mantas se encontraron varios documentos, entre ellos una cédula personal con su fotogra-fía21. Poco antes, aquella misma mañana y en la Cañada de las Encinas, otra patrulla sorprendió a un hombre que llevaba alimentos en dirección a la mina. Tras ser “interrogado” y confesar que en Buenavista vivían cinco hombres condujo a la patrulla al lugar. Allí acababa de producirse el tiroteo. A los que escaparon, los guardias no lo-graron darle alcance, sólo pudieron ordenar el traslado del herido y dar aviso al juez que habría de levantar el cadáver.

El detenido, un carbonero que siempre vivió en la sierra, era según los informes de los Guardias y de las autoridades locales una persona con cierto retraso mental pero fue utilizado para intentar localizar e identificar a los fugitivos22. A medida que se sucedieron los interrogatorios y posiblemente las palizas fue dando más nombres. Los que en la zona entre Camoján y Nagüeles utilizaban como refugio, la antigua mina de plomo, eran: José Rueda, “Go-rrión”, y Antonio Machuca de la calle Berme-ja; El hijo de la “Margarita” de la calle Lobatas; “Albarquiña”, de la de San Francisco; Antonio Muñoz del Santo Cristo; Francisco Magariño Machuca y el que había resultado muerto, José Sánchez Infante. A otros dos, Joaquín, con la familia en San Pedro, y otro de Coín, Antonio, los identificó con menor precisión. En posterio-res diligencias de careo, añadió otros nombres como cuando afirmó:

“[…] que efectivamente mientras su ca-reado ha estado en las Ánimas ha visto llegar allí a comer y hablar con el mismo a distintos fugitivos de la sierra, entre ellos, el Gorrión, Machuca, el Regordito y un hijo del Bizco “Pantaleón” llamado Juan […]23.

Lázaro, el carbonero, apoyó durante mu-chos meses a Machuca y a su grupo. Una vez a la semana bajaba a vender carbón y en el mismo saco subía el pan y los alimentos, conocía a la perfección los montes del término municipal y era un testigo de excepción del ir y venir de los hombres de la sierra a los que protegió mientras

20 AGUADO SÁNCHEZ, F.: El maquis…, op. cit., pp. 555-556.21 AJTMMA, C. 408, “Procedimiento sumarísimo de urgencia n. º 6/1938 del Juzgado Militar n. º 15 de Marbella”.22 Existe cierta contradicción entre la declaración que consta en el atestado de la Guardia Civil y la que el 7 de mayo hizo ante

el juez. En ambas afirmó que en la zona había cinco “individuos” pero en la primera sólo identificó a tres: “Pepe Sánchez, un tal Magariño, un tal Ovillo, un tal sobrino de la cañavera y el de las Jabalquiñas”. Ante el juez los identificó con más detalles al afirmar, donde vivían y quienes eran sus familiares. En efecto en la sierra con los de Marbella había varios hombres de Coín pero Joaquín, no puede ser otro que Joaquín el “Palmero”.

23 AJTMMA, C. 408, “Procedimiento sumarísimo de urgencia n. º 6/1938 del Juzgado Militar n. º 15 de Marbella”.

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pudo. Sus amigos nunca llegarían a saber que lo obligaron a hablar cre-yendo incluso que con su silencio les había salvado la vida24.

José Sánchez In-fantes, de la CNT25, fue el primero de los hombres abatidos por la Guardia Civil en el término de Marbella. Según Machu-ca su cadáver fue ex-puesto para escarmiento de los apoyos que estos pudieran tener en la población. Los restan-tes miembros del grupo salvaron la vida porque tres de ellos, escondi-dos entre las retamas pudieron esquivar los disparos y Antonio Salas Urda, “Ubillo”, porque se oculto, incrustado en un hueco de la mina. Si cuando el carbonero que fue obligado por los guardias a registrar la cueva, lo vio, calló porque veinticuatro horas después, “Ubillo” se reunió con sus compañeros que ya lo daban por muerto26. Pero la operación de la Mina de Buenavista, privó al grupo de los apoyos vita-les que mantenían en los cortijos de Camoján y las Ánimas y el grupo se desplazó a la zona orien-tal de la Sierra. Un mes después, según el testi-monio de uno de los falangistas, dedicados a la vigilancia de la zona, se le enfrentaron, Joaquín Gil, “Palmero”, Antonio Machuca y José Rueda, “Gorrión”, que en mayo de 1938 vivían en una choza del término de Ojén27 .

La operación de la Mina de Buenavista aca-rreó la detención de los habitantes del Cortijo de las Ánimas y del colono del Cortijo de Camoján. Los primeros estaban bajo sospecha por haber sido encarcelados a consecuencia de la deser-

ción de uno de sus hijos del ejército franquista, automáticamente se les consideró, simpatizantes de los “rojos fugitivos”. El colono de Camoján tenía tres yernos encar-celados y era pariente de Antonio Machuca, En el transcurso de la investigación, negarían reiteradamente cual-quier apoyo a los huidos en abierta contradicción con las afirmaciones del carbonero que había sido detenido en posesión de alimentos que según él les fueron facilitados en el Cortijo de las Ánimas, a la vez que declaraba haber visto en multitud de ocasiones a los bus-cados, comiendo en el huerto de Camoján.

La Guardia Civil sospechaba que la mujer

procesada, era junto al carbonero el medio del que se valían los parientes de los huidos para hacerles llegar los alimentos. Esta sospecha fue alimentada por el informe de un falangista en el que se recogía que la esposa del alcalde vio como un desconocido abordaba a una recovera que subía a los cortijos, la mujer se protegía de la lluvia con un paraguas y al descubrir su rostro, el desconocido huyó al ver que no era la perso-na que esperaba. Las sospechas de los guardias no eran infundadas, según Machuca una granjera que vendía leche le traía a diario alimentos y no-ticias, ellos la esperaban ocultos en algún rincón de su camino, saliendo al paso cuando oían el tintineo de los cántaros28:

“[…] Conocía a una granjera que, cada día, llevaba leche de cabras a Marbella. Yo

José Sánchez InfantesFotograFía: AJTMMA, C. 408, “Procedimiento sumarísimo de urgencia n.º 6/1938 del Juzgado Militar n. º 15 de Marbella”

24 Antonio Machuca, afirma que Lázaro conservó su secreto: “«Nunca he visto a un guerrillero en mi región», afirmó valientemente el hombre. Los franquistas lo dejaron ir. ¡Qué este valiente hombre sea agraciado por haber conservado su secreto!”. CHAUMETTE, R.: Antonio Machuca..., op. cit., p. 52.

25 José Sánchez Infantes, militante de la CNT, fue el contador de la junta directiva del Sindicato Único de Oficios Varios de Marbella en septiembre de 1931. PRIETO BORREGO, L.: Marbella, los años de la utopía. Estudio de una Comunidad Andaluza (1931-1936), Marbella (Málaga), 1994, p. 119.

26 CHAUMETTE, R.: Antonio Machuca..., op. cit., pp. 50-51.27 De tal encuentro sólo existe la declaración del falangista ante la Guardia Civil, testimonio que fue incorporado al proceso de

los enlaces del grupo de Machuca. La zona donde el falangista, práctico, utilizado por las autoridades franquistas para reconocer la sierra, afirmó haber tenido un encuentro con los tres fugitivos fue peinada. Puesto que no existe, prueba alguna de tal encuentro ni hubo testigos, es posible dudar de la veracidad de este testimonio. Resulta raro que un miembro de los Servicios de Falange realizara labores de inspección en solitario y menos aún que al encontrarse con los tres anarquistas que estaban armados esperara, como relató a la Guardia Civil que hombres como Antonio Machuca o Joaquín Gil se entregaran voluntariamente a la sola visión de un uniforme de Falange. Machuca por su parte que debía conocer sobradamente al “Palmero”, con quien también estaba emparentado, no lo incluye en ningún momento entre los miembros de su grupo ni alude al incidente relatado por el falangista.

28 La granjera a la que Antonio Machuca alude puede ser la casera del cortijo de las Ánimas. Esta mujer en su declaración admite que bajaba a diario a Marbella, donde vendía tanto su leche como la de su vecino de Camoján.

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conocía sus horas de paso por un camino próximo a nuestro escondite, además, su aproximación a mí me la indicaba el ruido de los cántaros que se entrechocaban por el balanceo provocado por los andares del bu-rro, vehículo portador infatigable. La gran-jera aflojaba el paso, pero no se paraba, en estilo telegráfico me comunicaba verbal-mente las principales noticias: noticias so-bre el desarrollo del rastreo, las noticias de la guerra, las noticias de nuestras familias. A veces, hasta nos mandaban pan con ella”29.

Los registros ordenados en los dos corti-jos no dieron como resultado pruebas incrimi-natorias pero la presión a que fueron sometidas ambas familias, llevó a una de las hijas del colono de Camoján a entregar voluntariamente un arma que su padre había negado tener. Era de uno de

los yernos encarcelados, pero fue suficiente para enviar a su padre a la cárcel por un delito que era ajeno a la investigación emprendida. En el caso de los colonos de las Ánimas fueron absueltos porque, poco antes de ser detenidos, el marido que acababa de ser puesto en libertad, puso en conocimiento de la Guardia Civil:

“Que un rojo huido fue a su casa a pe-dir pan, contestando este que pasara den-tro y que aquel le dijo que no entraba que le sacara a la calle […] se negó diciendo que había estado en la cárcel y que no que-ría volver”30.

En abril de 1939 la guerra había termina-do y a Sierra Blanca a lo largo de la primavera comenzaron a llegar combatientes que habían eludido las presentaciones o que habían evita-do ser hechos prisioneros31. La Sierra ya no era una solución provisional ni un refugio pasajero. Algunos llevaban escondidos demasiado tiempo y pronto los grupos que se fueron reorganizando se plantearon el propósito de alcanzar el término de San Roque y llegar a nado a la colonia britá-nica32. Dieciséis de estos hombres con sus armas llegaron a Gibraltar, su increíble aventura fue re-cogida en la prensa británica33. Pero hubo otros que prefirieron quedarse. La empresa gibral-

tareña de la que debieron estar in-formados muchos de los hombres que estaban en la sierra, requería además de saber nadar una gran preparación física e implicaba dar la espalda a cual-quier vinculación familiar y emocio-nal. De momento era una despedida definitiva, fácil de asumir por jóve-nes como los que se fueron, solteros y sin compromisos familiares. Otros como Joaquín Gil y algunos huidos de

En abril de 1939 la guerra había terminado y a Sierra Blanca a lo largo de la primavera comenzaron a llegar combatientes que habían eludido las

presentaciones o que habían evitado ser hechos prisioneros

29 CHAUMETTE, R.: Antonio Machuca…, op. cit., p. 55.30 AJTMMA, C. 408, “Procedimiento sumarísimo de urgencia n. º 6/1938 del Juzgado Militar n. º 15 de Marbella”.31 Este fue el caso de Antonio Toro Aguilar y Antonio Ravira Sánchez, que salieron de Madrid el 4 de abril de 1939 y andando

llegaron a Sierra Blanca el día 21 del mismo mes, uniéndose al grupo de Antonio Machuca. CHAUMETTE, R.: (inédita) Antonio Machuca…, op. cit., p. 58.

32 La aventura de los marbelleros que alcanzaron Gibraltar narrada en las ya citadas memorias de Antonio Machuca, son recogidas por Fernando Alcalá Marín, en su obra Marbella. Segunda República y Guerra Civil (Crónica de una época difícil), Marbella, 1988, pp.258-260.

33 MONFERRER CATALÁN, L.: Odisea…, op. cit., p. 71.

CUADrO N.º 1EXCOMbATIENTEs rEPUbLICANOs rEfUgIADOs EN sIErrA bLANCA qUE

ALCANzArON gIbrALTAr A NADO DEsDE LA TUNArA EL 6 DE jULIO DE 1939

Fuente: CHAUMeTTe, R.: (inédita) Antonio Machuca. Marbella. Térmoignage recueilli, Palaiseau, 1973. Mecano-grafiado en francés y MONFERRER CATALÁN, L.: Odisea en Albión. Los republicanos españoles exiliados en Gran Bretaña (1936-1977), Madrid, 2007, p. 71

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Ojén, tenían esposa e hijos y aunque pros-critos, sabían que no estaban solos.

3. la actuación de laS PartidaS: entre la acción y la rePreSión

Pero el final de la guerra supuso un antes y un después para la gente del mon-te, ya no era posible el apoyo del ejército republicano. Unos grupos se desarticulan al entregarse sus miembros, otros, anima-dos por el comienzo de la Segunda Gue-rra Mundial plantean una feroz resisten-cia acentuando el recurso a la violencia y actuaciones propias de la delincuencia común como secuestros y atracos. Los grupos que se quedan en Sierra Blanca no parece que puedan articular ni orga-nizaciones ni actividades de carácter po-lítico pero aunque sus estrategias fueron puramente defensivas y ya no existían las organizaciones de las que habían forma-do parte no eran delincuentes comunes. Tanto los miembros del primitivo grupo de Marbella que permanecía en los mon-tes desde 1937 como los integrantes de las dos partidas de Ojén eran militantes de la CNT. Antonio Machuca Ortiz, José Rueda Duarte, José Gómez Machuca, Mi-guel Sánchez López, Joaquín Gil Fernán-dez, Miguel Criado Zorrilla y Salvador Pé-rez Natera, fueron directivos de la organización anarquista; Antonio Muñoz Osorio, concejal del último ayuntamiento republicano era del PSOE y Francisco Magariño de la UGT. Una de las partidas de Ojén estaba integrada por el presidente de la CNT local que lo fue también del Comité de En-lace, Antonio Gómez Fernández y José Vázquez Guerrero, secretario de Izquierda Republicana (IR). Marcelino Alonso, “Madrileño”, había sido el secretario general de la FLSU malagueña. Los informes de las autori-dades lo consideraban un hombre culto y de influencia entre la mi-litancia anarquista. Eran perseguidos y estaban en la sierra por sus ideas y por sus actividades políticas y las autoridades los consideraban re-volucionarios, cuidando en muchos de los infor-mes elaborados de diferenciarlos de ladrones y rateros.

Entre 1940 y 1941 las acciones llevadas a cabo por los grupos de Marbella, Istán y Ojén son minimizadas por la Guardia Civil34, pequeños hurtos en cortijos y casas de campo habituales cuando sus enlaces no podían proveerlos. En Is-

tán a lo largo de 1940 se habían producido robos de varias cabezas de ganado. Del realizado en el Molino de José Merchán del que fue sustraída una cerda y varias cabras, fue acusado el “Dios”.

Sin embargo, las acciones más especta-culares del maquis de Sierra Blanca tienen lugar en Istán en unos momentos en los que la Guar-dia Civil desarrolla una estrategia conducente al

desmantelamiento de los grupos de resistentes de Sierra Blanca, basada tan-to en un incremento de las operaciones de cap-tura, concebidas como auténticas cacerías como en la persuasión para

conseguir la retirada voluntaria de la sierra.A primeros de febrero en el marco de

una operación en la que participaron efectivos de la Guardia Civil de Marbella y Ojén eran es-trechamente vigilados los bosques de Nagüeles. Es muy posible que la Guardia Civil que llevaba meses recibiendo información de las costumbres de “los rojos fugitivos” conociera el camino que al anochecer del día 9 de febrero tomó Antonio Muñoz Osorio confiado en la densidad del al-cornocal, fue acribillado al no responder al alto.

Dieciséis de estos hombres con sus armas llegaron a Gibraltar,

su increíble aventura fue recogida en la prensa británica

34 AGUADO SÁNCHEZ, F.: El maquis…, op. cit., p. 555-556.

José Rueda Duarte, Antonio Machuca Ortiz y Antonio Toro Aguilarcon otros dos compañeros en el exilio.

FotograFía: Cedida por François Machuca

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Según la versión policial iba armado de pistola y fue rematado cuando ya en el suelo la volvió contra uno de los guardias35, su compañero, apo-dado el “Soldado”, consiguió huir.

Es difícil no relacionar las acciones subsi-guientes de los grupos de Istán con la muerte de Muñoz Osorio que tuvo pronta respuesta. Ape-nas unos días más tarde, en la Loma del Retamar, una pareja de la Guardia Civil correspondien-te al puesto de Istán fue atacada por “sujetos desconocidos”36. El guardia Alberto Prieto Galle-go resultó muerto y su compañero, Antonio Gó-mez Sánchez, malherido37. Apenas un mes más tarde, el 19 de marzo de 1941, cinco hombres armados entraron en un café, situado en pleno centro del pueblo. Era mediodía y la taberna en la que se vendían alimen-tos y bebidas estaba muy concurrida. Veinticinco hombres que se encon-traban presentes fueron inmovilizados y encerrados en una habitación, mientras, los asaltantes se llevaban cuantos pro-ductos y artículos pudieron transportar. Durante unos días el pueblo quedó sin ningún tipo de pro-tección. Tras el ataque al café de José Bernal, la Guardia Civil se declaraba impotente para llevar a cabo ningún tipo de servicios en un término mu-nicipal38 ocupado en su mayor parte por sierras agrestes y, prácticamente, aislado. Algunas de las acciones llevadas a cabo en Istán entre 1940 y 1941 fueron atribuidas al grupo del “Dios”.

La toma del bar de Istán en pleno día ha de estar relacionada con la estrategia desplega-da por la Guardia Civil para conseguir el desman-telamiento de los grupos de la Sierra forzando a cambio de promesas, la entrega voluntaria del mayor número posible de resistentes. En 1941, un bando del capitán general de la 2ª Región Mi-litar instaba a la entrega voluntaria de quienes no hubieran tenido responsabilidades políticas.

Tanto las autoridades locales como la Guardia Civil en los primeros meses de 1941, acentuaron la presión sobre los familiares de los huidos, autorizándolos a ponerse en contacto

con ellos con la consigna de que intentaran con-vencerlos para hacer su presentación voluntaria ante la Guardia Civil. Se les prometía la libertad a los que no tuvieran responsabilidades en la re-presión republicana y con toda probabilidad las autoridades locales se comprometían a fabricar-les informes favorables. No es descartable como ponen de manifiesto algunos de los avales pre-sentados por vecinos solventes de Ojén a favor de los huidos del pueblo e incluso los elaborados por la Guardia Civil que este compromiso se pre-sentara como garantía para la posterior libertad de los proscritos. La realidad después sería otra. Pero de momento la estrategia que implicaba

la acción simultaneada de familiares, amigos, autoridades locales, y el “generoso” olvido de las personas de orden dio resultado, sobre todo cuando algunos de los huidos, bien presenta-dos de forma voluntaria

bien apresados, fueron utilizados como cebo para cercar a los que se sabía que jamás iban a entregarse.

Los informes de la Guardia Civil son explí-citos al aclarar que las presentaciones efectuadas en el cuartel de Marbella, los primeros días de marzo de 1941 se debían a la misión encomenda-da a dos de los miembros del grupo de Antonio Machuca que aún permanecían en la Sierra. El 10 de marzo en Marbella, se entregó con sus armas un vecino de Ojén, apodado “Hogaza”. Pero no parece que los dos comisionados de la Guardia Civil consiguieran que se entregaran todos sus compañeros que como Joaquín el “Palmero” no lo hizo. Salvador Pérez, que se presentó en mar-zo de 1941 fue uno de los utilizados para ob-tener información de los huidos. “Albarquiña” murió en Sierra Blanca el mismo 19 de marzo de 1941, a consecuencia de varios disparos, quizá a manos de la Guardia Civil, descontenta de sus servicios, asesinado, según otras versiones, por sus antiguos compañeros que lo consideraban un traidor39. Junto a él bajaron de la sierra otros cuatro vecinos del Barrio Alto: José González Cis-

En 1941, un bando del capitán general de la 2ª Región Militar instaba a la entrega voluntaria de quienes no hubieran tenido

responsabilidades políticas

35 AJTMMA, C. 180, “Procedimiento Sumarísimo n. º 731/1941 del Juzgado Militar Especial n. º 5 de Málaga”.36 Archivo Histórico Provincial de Málaga (AHPM), Gobierno Civil (GC), C. 12.509, “Orden Público”, 1941-1942.37 Según un informe de la Guardia Civil, el juez municipal de Istán recibiría una carta fechada el 31 de mayo de 1941, donde

Manuel Granados Domínguez y Francisco Guerrero Tineo, les informaban de haber dado muerte al también huido en la Sierra Antonio García Tapia, “Cadena”, por su participación en el ataque a la pareja de la Guardia Civil del Puesto de Istán “de la que resultó un Guardia muerto y otro herido”. AJTMMA, C. 148, “Procedimiento Sumarísimo n. º 2.212/1943 del Juzgado Militar Especial n. º 5 de Málaga”.

38 AHPM-GC, C. 12.509, “Orden Público”, 1941-1942.39 En realidad no hay pruebas documentales que demuestren que Salvador Pérez Natera y el otro comisionado, Antonio Salas

Urda, delataran a sus compañeros. Seguramente se entregaron pues la Guardia Civil no cogía vivo a quien le ofrecía resistencia. Pero pudieron ser obligados como de hecho lo eran los familiares a ponerse en contacto con ellos e intentar convencerlos de que se entregasen y al no conseguirlo pudieron eliminarlo en el marco de las operaciones planteadas en esos días. Por las mismas fechas, se conoce por un informe de la Guardia Civil, la muerte de uno de los miembros de la partida del “Dios”, Antonio García Tapia, “Cadena”, por sus propios compañeros, que se lo comunicaron mediante una carta fechada el 31 de mayo de 1941 al juez municipal de Istán. AJTMMA, C. 180, “Procedimiento Sumarísimo n. º 2.212/1943 del Juzgado Militar Especial n. º 5 de Málaga”

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medo, “Palmero”; Antonio Salas Urda, “Ubillo”, Miguel Criado Zorrilla, “Pincho” y Juan Sánchez Espada, todos de la CNT.

En el caso de los de Ojén, fue el cabo, co-mandante del puesto, quien presionó a los fami-liares para que regresaran los que permanecían “escondidos” desde 1937. La mujer, de Marceli-no, “Madrileño” fue la enviada para convencer a su compañero. Un día antes se había entregado, Antonio Mairena Lorente, “Roío”, que compare-ció ante la Guardia Civil cansado “de llevar una vida tan intranquila”40 y por las gestiones reali-zadas por su familia; Andrés Sánchez Márquez, “Caraviejo”, miembro, como Mairena, del Comi-té de Enlace que se ocultó en abril de 1937, ate-rrado por el fusilamiento en Marbella de algunos vecinos de Ojén y sólo se decidió a entregarse cuando su hermano Pedro le mostró el salvocon-ducto del cabo en el que se le eximía de cual-quier responsabilidad41. Menos implicación polí-tica que los anteriores pero sin duda más miedo había tenido, Miguel Márquez Mata. Su hermano Baltasar ha-bía sido fusilado por Gómez Cantos y su sobrino, menor de edad, encarcelado. Entre abril de 1937 y marzo de 1941 no se atrevió a entrar en Ojén. Se entregó como los anteriores, el 10 de marzo de 194142. Todos aban-donaron las armas que habían conserva-do desde su paso por las columnas milicia-nas. Algunos no se atrevieron a compa-recer con ellas delan-te del cabo y las de-jaron a la entrada del pueblo. Sometidos a un procedimiento judicial, todos tuvieron infor-mes no ya favorables sino benevolentes, tanto de la Guardia Civil como de los vecinos conser-vadores, aunque bien es cierto que algunos les debían la vida. Se les contempló la eximente de la presentación voluntaria y que ninguno de ellos

hubiera participado en hechos violentos, que tanto los dos miembros del Comité de Enlace como Marcelino Alonso habían evitado. Sus cau-sas fueron sobreseídas y quedaron en libertad. Sin embargo, las promesas de perdón fueron una falacia. Sometidos a la continúa humillación de la vigilancia del cabo de la Guardia Civil y a la obligación de comparecer, hasta varias veces diarias al cuartel, algunos volvieron a la Sierra en 1944.

En la segunda semana de marzo de 1941, la campaña del Gobierno Militar de conseguir entregas voluntarias, sumada a la intensificación de la represión seguía dando sus frutos. Acusa-dos de participar en la muerte del Guardia Civil, abatido en febrero en la Loma del Retamar, en el término de Istán, en los primeros días de marzo fueron detenidos José Gómez Machuca, “Regor-dito”, y Miguel Sánchez López, “Cañavera”43. Los dos serían fusilados en la Cárcel de Málaga en septiembre de 194244. El 16 de este mismo mes

se presentó en el puesto de San Pedro Alcántara, Francisco Magariño Machuca “con el fin de que no lo buscaran más, porqué nada había hecho”45. En 1944 los informes realizados por el mando de la Guardia Civil al frente de la operación reconocían que las entregas y las detenciones habían sido el

CUADrO N.º 2HOMbrEs DE LA sIErrA PrEsENTADOs A LA gUArDIA CIvIL EN MArzO DE 1941

Fuente: AJTMMA, C. 147, “Información sumario n. º 743//1943 del Juzgado Militar Especial de Atracos n. º 14”

40AJTMMA, C. 370, “Procedimiento ordinario n. º 1.159/1941 del Juzgado Militar Eventual de Marbella-Estepona”.41 AJTMMA, C. 370, “Procedimiento ordinario n. º 1.167/1941 del Juzgado Militar Eventual de Marbella-Estepona”.42 AJTMMA, C. 140, “Procedimiento ordinario n. º 1.160/1941 del Juzgado Militar Eventual de Marbella-Estepona”.43 Archivo Municipal de Marbella (AMMA), C. 214-H, Pieza (P.) 74 y C. 216-H, P. 50, “Certificados de Conducta”.44 PRIETO BORREGO, L.: La Guerra Civil en Marbella. Revolución y represión en un pueblo de la costa, Málaga, 1998, p. 184.45 Entregó un palo de metro y cuarto de largo, una honda de esparto y un zurrón de piel de cabra, siendo procesado y quedando

definitivamente en libertad al no podérsele probar hechos delictivos alguno, en noviembre de 1942. Dijo haberse presentado al enterarse del Bando publicado por el Capitán General Jefe de la Segunda Región Militar. AJTMMA, C. 53, “Causa n. º 1.294/1942 del Juzgado Militar n. º 20 de Málaga”.

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resultado del dispositivo puesto en marcha a raíz de la actuación de los huidos de Istán46.

La sincronía de las presentaciones realiza-das en Ojén y Marbella demuestra que los hom-bres se habían puesto de acuerdo o al menos se comunicaron entre sí. Pero la toma del puesto de Istán, el mismo día que se les tomaba declaración a los fugitivos de aquel pueblo era la respuesta de los “irredentos” de la sierra a la claudicación de los que acudieron a los cuarteles aunque es cierto que algunos de los que se quedaron tenían acusacio-nes más graves que los que se habían entregado.

4. SecueStradoreS y SecueStradoS. la rePreSión

A partir de 1941, la estrategia de los grupos que se quedaron fue más agresiva asu-miendo la generalizada dialéctica, represión–contrarepresión que es común en las partidas de huidos hasta la fase de eclosión de la guerrilla47. Ahora ya no se limitan a per-manecer a la defensiva y se recurre al secuestro como medio de financiación en unos momentos en los que

resulta difícil la “voluntaria” colaboración de los campesinos y prácticamente imposible la de los familiares. Los hombres de la sierra cada vez más acosados y más desgastados, sobre todo los que permanecen huyendo desde 1937 recurren a una violencia que sin embargo –salvo excepciones– no es indiscriminada. Los secuestros y extorsio-nes económicas de mayor nivel se dirigieron a personas de clara filiación derechista o de las que se sospechaba o se sabía que podían haber colaborado con sus informaciones y denuncias en la elaboración de informes de conducta, en definitiva a enemigos políticos.

En Istán en marzo de 1941 un grupo de personas relacionadas con la fábrica de madera fueron sorprendidas en el Puerto de la Trocha. Dos hombres armados tomaron al hijo del propietario de la citada fábrica a quien enviaron a buscar 6.000 pesetas. Como rehenes de los huidos quedaron los restantes miembros del grupo, entre ellos un in-geniero de caminos y el encargado del cable de la madera. Los hechos serían investigado tres años después cuando Juan Macias Ortega “Hornero” fue acusado de ayudar a los que seguían en la sierra. En abril de 1944 fue secuestrado el también veci-no de Istán, Pedro Morales Ortiz. Fue sorprendi-do cuando trabajaba en el campo y retenido. Los secuestradores se pusieron en contacto con su fa-milia a través de un vecino que estaba trabajando en una parcela próxima. Exigían el pago de 15.000 pesetas. La incapacidad de la familia de afrontar el rescate los obligó a pedir dinero a familiares o re-currir a préstamos privados con intereses. La serie de personas que de una forma u otra estaban en-teradas de las gestiones realizadas para conseguir el dinero y hacerlo llegar a los huidos –pues sabían que eran fugitivos del pueblo quienes lo habían exigido– hizo que el hecho trascendiera. Unos días después de ser entregadas al “Dios” las 15.000 pe-setas por la familia de Pedro Morales, varios miem-bros de la misma eran detenidos y procesados jun-to con el prestamista y los vecinos que habían sido obligados a hacer de mensajeros. Todos fueron encarcelados, mientras el “Dios” permanecía en

paradero desconocido48. En Marbella, un co-

nocido personaje de posi-ción acomodada fue objeto de amenazas mediante car-tas anónimas, en junio de 194349. En referencia al far-

Antonio Mairena LorenteFotograFía: Cedida por Antonio Mairena López

46 AJTMMA, C. 147, “Información sumario n. º 743//1943 del Juzgado Militar Especial de Atracos n. º 14”.47 SERRANO FERNÁNDEZ, S.: Maquis…, op. cit., p. 37. 48 Un año después se declaró el sobreseimiento de la causa. Fueron procesados el padre y el tío de Pedro Morales, los vecinos

que llevaron el mensaje y el prestamista. Todos ellos presentaron ante el juez una versión de los hechos distinta de la prestada ante la Guardia Civil de Istán. En una primera versión dijeron que el amenazado llevó personalmente el dinero al lugar donde los huidos le indicaron y que el prestamista le facilitó 4.000 pesetas para pagar a los secuestradores. En la versión posterior dijeron que a Pedro Morales le mantuvieron retenido mientras les entregaban el dinero, y en un intento de no perjudicar al prestamista declararon que las 4.000 pesetas les había sido prestadas a la familia con anterioridad al secuestro.

49 AJTMMA, C. 139, “Causa n.º 2.529/1943 del Juzgado Militar Especial de Atracos n.º 14 de Málaga”.

En Marbella, un conocido personaje de posición

acomodada fue objeto de amenazas mediante cartas

anónimas, en junio de 1943

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Lucía Prieto Borrego Los últimos de Sierra Blanca...

macéutico Juan Lavigne, existía la creencia en las familias de personas represaliadas que el farma-céutico era uno de los principales denunciantes50.

En Ojén, en junio de 1944, fue secuestra-do Juan Villarrubia cuyas relaciones con el cabo de la Guardia Civil eran conocidas.

Todas estas acciones desencadenaron una serie de investigaciones que dieron lugar a una represión desmedida e indiscrimada focalizada, sobre todo en los familiares y apoyos de los hui-dos pero que cómo en el insólito caso de Juan Lavigne alcanzó a personas no directamente re-lacionadas con las actuaciones de aquellos.

El 24 de junio de 1943 fue cuando el far-macéutico recibió una carta sin firmar en la que se le exigía 25.000 pesetas a cambio de su vida o la de sus hijos. En el largo y complicado proceso que siguió al descubrimiento del intento de se-cuestro no se aclaró quien o quienes podían ser los secuestradores. Pero si es cierto que 17.000 pesetas fueron depositadas en un caserón cerca-no al Pecho de las Cuevas, en un lugar conocido como “El Polvorín viejo” y que el dinero, cuida-dosamente guardado en una caja de lata fue ha-llado por tres niños que buscaban nidos.

Es bastante probable que Lavigne creyera que el dinero le fue exigido por Joaquín el “Pal-mero”, sin que por ello, cuando los hechos fue-ron descubiertos dejara de negar que el anónimo recibido estuviera firmado por Joaquín Gil. Su negativa es explicable puesto que las amenazas no habían sido denunciadas lo que convertía a la víctima en cómplice. Es evidente que el influyen-te don Juan, temía las represalias de los que aún no se habían rendido y que se sabía amenazado. Posiblemente por ello, no sólo pagó parte de la cantidad exigida sino que intentó desvincular las amenazas del secuestro de la gente de la sie-rra, conocidos militantes políticos y presentarse como víctima de delincuentes comunes.

El dinero, depositado en billetes de 1.000, 500 y 100 pesetas era una fortuna que allí mis-mo, los tres chavales se repartieron. Sin duda,

abrumados por la posesión de tal cantidad se apresuraron a comunicarlo a sus madres. Fueron ellas quienes primero tuvieron noticia del hecho y quienes se hicieron cargo del dinero porque dos de los cabezas de familia estaban ausentes mientras el padre de otro de los niños había sido fusilado seis años antes. Las tres mujeres, escon-dieron los billetes, sólo una no lo tocó a la espe-ra que su marido volviera; las otras, hermanas entre si, en una “apurada situación económica” gastaron parte del dinero en artículos de primera necesidad, pero dada la extrema pobreza de sus familias, las compras llamaron la atención de los vecinos de la calle Lobatas. La Guardia Civil supo que unos niños hacían gastos que no estaban en relación con la situación económica de sus pa-dres haciéndolos sospechosos de algún robo51. Dos meses después de que el dinero fuera halla-do, los tres menores fueron interrogados52 y los tres confesaron que junto a los billetes había una nota mecanografiada en la que textualmente se decía: “Joaquín tan solo te mando lo que tengo, Juan Lavigne”. Inmediatamente se relacionó, al aludido Joaquín, con el huido de igual nombre al que los guardias llevaban años persiguiendo. Un delito común, de apropiación de dinero ajeno, paso a la Jurisdicción Militar. En septiembre de 1943, los padres de dos de los niños y la madre de otro, fueron detenidos e interrogados. Igual-mente se le tomó declaración a Lavigne, pero los guardias que se ocuparon del caso, estimaron que el farmacéutico que alegó una enfermedad muy grave53 no tenía porque ser detenido. En su declaración admitió haber recibido un anónimo el que se amenazaba con secuestrar a sus hijos si no entregaba 25.000 pesetas y confesó llevar el dinero en la lata en que fue encontrado, pero negó que la nota que adjuntó con los billetes es-tuviera firmada, ni dirigida a nadie, pues al ser la amenaza anónima desconocía a sus autores. No dio parte ante el temor de que sus hijos su-frieran algún daño. El testimonio de una persona de “solvencia económica y moral” no fue cues-

50 En realidad en el conjunto de los procesos consultados de Marbella las declaraciones de Lavigne no son acusadoras reconociendo, cuando él a su vez fue ayudado, que protegió a personas muy comprometidas como Esteban Guerrero Gil. En otras se inhibe pero de lo que no hay duda es de que era muy temido y que los hijos y esposas de algunos fusilados lo odiaban. En el proceso abierto por el intento de secuestro a su persona él también declaró sentirse enfermo de ansiedad por las amenazas que percibía lo cual pudo llevarlo a equivocarse sobre las autorías de los anónimos.

51 El proceso no contiene datos de que ningún vecino realizara ninguna denuncia según la Guardia Civil actuó por la existencia de rumores.

52 En el proceso seguido contra los padres de los niños por ser estos menores de edad no se aclara quien fue el autor del anónimo que recibió Lavigne, Este a lo largo del proceso estuvo o se fingió enfermo de gravedad, sólo admitió que recibió un anónimo y que pago. Es difícil creer que los niños se inventaran que habían visto la nota firmada y dirigida a Joaquín. Las declaraciones de sus madres sobre si sabían leer son confusas. Una de ellas admite que creía que uno de los niños sabía leer un poco lo que explicaría que se enteraran de quien era el dinero y a quien iba dirigido. Lo que no se puede dar por hecho es que fuera Joaquín el “Palmero” quien lo exigió o al menos no el único. En uno de los procesos abiertos en 1945 a un enlace de los grupos de la Partida del “Asturiano” que operaba en Sierra bermeja, este declaró que una vez llevó un anónimo a don Juan Lavigne, farmacéutico de Marbella. Quizá fuera este grupo el que lo extorsiono y él lo atribuyó al huido de Marbella, desconociendo que las partidas de la Sierra de Ronda estaban en contacto con gente de San Pedro Alcántara que bien pudieran conocerlo. Lo que resulta extraño es que los autores del anónimo no hicieran saber a Lavigne que su dinero se había perdido.

53 Juan Lavigne aportó un Certificado Médico Oficial en el cual se decía que “durante la dominación roja” había padecido “una congestión cerebral con hemiplejía (sic) izquierda, producida por ‘Choc’ nervioso que sufrió con motivo de su detención

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tionado aunque desmentía las declaraciones de los tres niños y convertía a sus padres en sospe-chosos de ser los autores del anónimo. De ser ciertas las afirmaciones de don Juan, sólo podían conocer que el dinero lo entregó él, quienes se lo habían pedido.

Es difícil admitir que la Guardia Civil llega-rá a creer que las tres familias podían estar en re-lación con el secuestro. Los padres de los niños eran jornaleros, afiliados durante la República a la CNT como casi todos los trabajadores del Barrio Alto, pero según los informes emitidos no tenían ninguna significación política. Difícilmente po-dían haber planeado un secuestro porque ambos estaban segando en cortijos de la provincia de Cádiz cuando sus hijos en vez de nidos se encon-traron una lata con billetes. La madre del más pequeño de los niños, tenía menos posibilidades aún de ser sospechosa, viuda desde siete años antes y madre de cuatro hijos, hubo de confesar a la Guardia Civil que aquel día se encontraba en la Línea de la Concepción54. Ante la minoría de edad de los niños, los cinco adultos fueron pro-cesados, si bien en el transcurso de las investi-gaciones, el Juez decretó igualmente el procesa-miento de Juan Lavigne55. En septiembre de 1943 los cinco procesados ingresaron en la prisión de Málaga56. Se les acusaba de hurto mientras los niños a lo largo del proceso negaron saber leer. Intentaban en vano proteger a sus padres quie-nes alegaban una y otra vez que desconocían al dueño del dinero que sus hijos no habían roba-do, sólo lo habían encontrado. Eran ciertamente cantidades muy elevadas las que tomaron. Uno de los matrimonios guardó sus 1.800 pesetas en el hueco de la tapia de su patio sin atreverse a tocarlo; las seis mil doscientas pesetas que le co-rrespondió a otro de los niños, era una fortuna de la que sus padres tomaron apenas una parte para visitar a un sobrino enfermo. Fue la mujer viuda la que gastó mayor cantidad de dinero, in-tentando remediar la precariedad de la situación en la que la había sumido la guerra. Era también a los ojos de las autoridades la más sospechosa

de los encausados desde el punto de vista po-lítico. Los informes falangistas, la consideraban sin responsabilidad política, pero al igual que su hermana, izquierdista. La encausada, era además la viuda de un significado anarquista y según, los informadores, ella posiblemente seguía siendo “marxista”. La sentencia de agosto de 1944, les imputa un delito de encubridores, y los condenó al pago de una multa que en caso de no ser paga-da supondría 120 días de prisión subsidiaria. Al farmacéutico que nunca admitió lo que los niños contaron se le consideró víctima y fue absuelto, recuperó el dinero restante. Los procesados jun-to a él no pudieron responder a los pagos más que con la prisión.

Sí, parece más probable que en el se-cuestro de Juan Villarrubia Fernández, vecino de Ojén, el 29 de junio de 1944, intervinieran Manuel Granados Domínguez, “Dios”, y Joaquín Gil Fernández, “Palmero”. Estos fueron denun-ciados y procesados, junto a ellos actuó según la declaración del secuestrado, el huido de Istán, Francisco Guerrero Tineo, apodado “Guerrerillo” y otro de Monda57, apodado “Diairo”58. En este caso el secuestro debió ser rápidamente denun-ciado, porque un día después, el 30 de junio, la Guardia Civil sorprendió al “Palmero” y al “Dios” en Puerto Rico. El primero cayó abatido allí mis-mo, el segundo sobrevivió aunque murió a los pocos días después de que se le infectara la heri-da que sus compañeros no pudieron curar. Pero el dinero no debió ser recuperado porque unos meses más tarde, Marcelino Alonso, el “Madri-leño” fue acusado por un enlace de las partidas de Ojén de arrebatárselo al “Dios” cuando este agonizaba.

El proceso abierto a raíz de esta denun-cia pone de manifiesto el endurecimiento de la acciones contra los huidos de la Sierra en unos momentos en los que se está reorganizando la guerrilla malagueña. Las actuaciones emprendi-das contra los supuestos enlaces o apoyos de-muestran la intencionalidad de erradicar a los grupos a los que ya no se considera simples hos-

por aquellos elementos” enfermedad de “la cual curó al ser liberada esta plaza”. Que además había tenido recaídas posteriores y por ese motivo el “Sr. Lavigne, se encuentra en tal estado de salud, que cualquier impresión recibida, pudiera ser de fatales consecuencias”.

54 Su confesión la dejaba aún más indefensa pues tuvo que admitir ante la Guardia Civil que acababa de llegar de La Línea de la Concepción, lo que era admitir que se dedicaba al estraperlo, único medio de supervivencia de las mujeres que se quedaron a cargo de sus familias tras el fusilamiento de sus maridos.

55 El Juez Militar declaró el procesamiento de Juan Lavigne por las contradicciones encontradas. No pudo entregar el anónimo recibido porque según él lo había perdido y apenas justificó el silencio de los hechos por el miedo. El juez entendió que la Guardia Civil lo protegía.

56 No existe orden de prisión para Juan Lavigne que de nuevo antes el juez presentó justificaciones de su enfermedad.57 En el proceso instruido por el Juzgado Militar n. º 11 de Málaga contra Marcelino Alonso y otros, se incluye una certificación

de la declaración que Juan Villarrubia hizo para la causa n. º 1.016 seguida, en el mismo Juzgado Militar, contra Joaquín Gil Fernández, Francisco Guerrero Tineo y otros Desconocidos, acusados de su secuestro.

58 Los informes de la Guardia Civil dan por “aniquilada” la partida del “Diairo”, que actuaba en la zona de Monda, con la presentación de sus dos últimos miembros, el propio Antonio Escamilla Martín, “Diairo”, y Juan Montes López, “Sargento”, a principios de abril de 1947. AHPM-GC, C. 12.663, “Oficios, informes y partes de correspondencias de los cuerpos de seguridad del Estado, sobre bandoleros, guerrilleros y contrabandistas, 1938-1953”. Otras fuentes identifican al “Diairo” con un vecino de Monda llamado Antonio Escamilla Vidal. AJTMMA, C. 344, “Causa n. º 903/1945 del Juzgado Militar n. º 11 de Málaga”.

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tigadores o marginales del sistema sino guerri-lleros potenciales contra el Régimen.

No es descartable que las acciones em-prendidas en Ojén a principios de 1945 forma-ran parte de una estrategia puesta en marcha por la Guardia Civil con la colaboración del vecino secuestrado para volver a detener e interrogar a Marcelino Alonso. Su cultura, su ascendencia y sus conocidos contactos con la CNT de Málaga, lo hacían sospechoso de incorporarse a la resis-tencia que se estaba organizando. Mientras que por otra parte, quizá el hecho de abandonar por segunda vez la clandestinidad le acarreará la des-confianza de los que aún permanecían escondi-dos. El hecho de que el secuestro de Villarrubia y la muerte del “Palmero” y del “Dios” ocurrieran en el lapsus de tiempo que Marcelino Alonso es-tuvo en la sierra fue utilizado para implicarle en unos hechos que él siempre negó y de los que no se presentaron más pruebas que la acusación que contra él hizo el enlace de las partidas de Ojén59. Por su parte Villarrubia que en otro pro-ceso anterior había identificado sin dudar a sus secuestradores no cita en ningún momento que entre ellos estuviera Marcelino.

Parece evidente que Marcelino y “Pepi-to Vázquez” eran rivales60. Al primero, lo sitúa Francisco Aguado con el grupo del “Palmero”, en 1940, mientras que el segundo formaría parte junto con el “Presidente” de la partida del “Pelle-jero”, en la misma fecha61.

La supuesta implicación de Marcelino en el secuestro fue relatada al Cabo por el propio secuestrado a quien a su vez se la había contado Vázquez. A consecuencia de la denuncia como presumiblemente se pretendía, “Madrileño” y “Mambrú”, ambos en libertad condicional y sus compañeras fueron detenidos. Pero la Guardia Civil no se conformó con aceptar el relato de Vázquez tal y como se lo transmitió Villarrubia. De los subsiguientes interrogatorios resultaron evidentes las relaciones que la partida de huidos –integrada por Antonio Gómez, Antonio Mairena y José Vázquez– mantenía con la gente del pue-blo, incluido el alcalde. Tanto éste como Tomás Morales y Villarrubia habían recibido cartas que hubieron de ser entregadas a la Guardia Civil.

En ellas, escritas en un tono no sólo respetuoso sino cordial e incluso cariñoso queda claro, por una parte que el Alcalde se había entrevistado con los tres en un lugar llamado Cerro Jonete. Allí, a cambio de la protección de la partida se comprometía a procurar que no molestaran a sus familiares y por otra, que los destinatarios de las tres notas les habían prestado “ayuda” en ocasiones anteriores. Ayuda que era agradecida

como si en lugar de proceder de la extorsión o el chantaje les hubiera sido facilitada de forma voluntaria. Sin abandonar el tono respetuoso, las misivas llevaban una amenaza implícita, debían cesar las presiones sobre sus parientes y el alcal-de y Villarrubia debían intentar que el cabo fuera sacado de Ojén62.

La máxima autoridad del pueblo quedó bajo sospecha, pero la Guardia Civil lo conside-raba un hombre más pusilánime que peligroso. Atrapado entre el miedo y el deber no había de-nunciado nunca su encuentro con los tres hom-bres. No era el único. Muchas de las pequeñas propiedades de los campesinos de Ojén estaban en las faldas de la sierra. La partida bajaba hasta los Llanos de Puzla y hasta el Puerto de Ojén, no era difícil encontrarse con ellos. Algunos lo habían hecho y habían callado. Pero la Guardia Civil sabía que el silencio no era sólo por temor,

Despedida y firma de la carta dirigida al alcalde de Ojén.Fuente: AJTMMA, C. 557, “Causa n. º 1.699/1946 del Juzgado Militar

especial de Atracos n. º 11 de Málaga”

59 Miguel Vázquez Guerrero, hermano de José Vázquez, era el principal contacto de la partida en el pueblo. Según él, Marcelino Alonso y “Mambrú” estaban presente cuando murió el “Dios” y, según el atestado instruido por la Guardia Civil, estos se habrían quedado con el dinero de Villarrubia. Hecho que fue negado ante el juez militar cuando el testigo estaba ya procesado. AJTMMA, C. 557, “Causa n. º 1.699/1946 del Juzgado Militar Especial de Atracos n. º 11 de Málaga”.

60 Sus trayectorias políticas eran muy diferentes. El primero tuvo, en el seno de la CNT una relevante significación, al haber sido el secretario general de la Federación Local de Sindicato Únicos de Málaga en septiembre de 1933. Orador brillante, sus escritos fueron recogidos por el diario El Popular (30/08/1933). Su preparación intelectual e influencia eran reconocida en los informes de la Guardia Civil. José Vázquez Guerrero, por su parte, era un campesino, secretario de IR de Ojén desde su fundación que actuó de alcalde accidental en el Ayuntamiento del Frente Popular.

61 La partida de “Marcelino” y “Palmero”, estaba integrada, además, por “Madroño”, “Hogaza”, “Espartero”, “Feo” y “Caraviejo”. Mientras que en la partida del “Pellejero” estaban “Melenas”, “Corchadillo”, “Corteño”, “Pepe Vázquez” y “Presidente”. AGUADO SÁNCHEZ, F.: El maquis…, op. cit., p. 555.

62 Las tres cartas, escritas en una caligrafía impecable están dirigidas a sus “estimados paisanos”. Están firmadas por “Vázquez, Mairena y Gómez”. Posiblemente el autor fuese Vázquez porque en una de ellas, se alude directamente a su hermano Miguel.

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eran vecinos de un pueblo donde casi todos los habitantes estaban emparentados, nadie quería enemistarse con sus familias ni acarrear sobre ellos la ignominia de la denuncia. El proceso puso de manifiesto la estrecha relación que los huidos mantenían con la gente de su pueblo, in-cluidas las autoridades. Un hecho que alertó al juez militar que pidió varias veces la aclaración de unas circunstancias que aún se confundieron más cuando el denunciante inicial se desdijo de las acusaciones efectuadas porqué muchos veci-nos de Ojén quedaron bajo sospecha.

En el proceso emprendido, a diferencia de lo ocurrido en 1937, los informes del alcal-de y de otros vecinos no fueron tan amables. En ellos, se ponía de manifiesto la actuación de los encausados durante la guerra y la República pero el endurecimiento de las valoraciones de los acu-sados pretendían quizá paliar los efectos de la sospecha que había caído sobre quienes habían pagado y ocultado su relación con la gente de la sierra. Junto al principal enlace, Miguel Vázquez, fueron procesados, Marcelino Alonso, “Mambrú” y otros tres hombres, acusados de encubridores. Igualmente fueron procesadas tres mujeres. To-dos fueron encarcelados.

La sentencia les probó cargos no exclusi-vamente relacionados con el proceso sino igual-mente con actuaciones anteriores. Algunos de los encartados había sido juzgados con anteriori-dad, Marcelino y su mujer habían sido absueltos, Francisco Pérez, había cumplido ya cuatro años de una condena inicial de doce y Miguel Vázquez, el enlace que desencadenó el proceso había sido condenado por ayudar a un fugitivo de Monda. Los restantes hombres condenados, no habían te-nido una actuación política destacada pero se les consideró también de dudosa conducta al haber pertenecido algunos a la CNT. También había sido juzgada y absuelta por su actuación en el pueblo la mujer de uno de los huidos. Aunque la sentencia reconoció que la participación de Marcelino Alon-so y Francisco Pérez en el secuestro de Villarrubia no estaba probada, ambos fueron condenados a cuatro años de prisión por el delito de “Encubri-dor de Reberdes”63. Para los restantes encausados las penas oscilaron entre dos y tres años.

Tanto algunas de las personas condena-das en el proceso derivado del secuestro de Juan Lavigne como en el de Juan Villarrubia, tenían una relación totalmente marginal de los hechos. Los padres de los niños de la calle Lobatas per-manecieron un año en prisión, aun después de haber vendido todas sus pertenencias para pagar el dinero que habían consumido. El mismo que Juan Lavigne nunca aclaró quien le pidió. Los ni-ños, culpables sólo de haber ocultado el dinero,

vivieron junto con sus hermanos una situación de total abandono común a las decenas de niños cuyos padres estaban encarcelados y de la que en el caso de Marbella se vivió de forma especial-mente aguda en las calles del Barrio Alto, de don-de procedían casi todos los fugados a la sierra.

Las mujeres de los huidos tuvieran o no relación con los delitos imputados a sus compa-ñeros vivieron continuamente bajo sospecha. In-terrogadas casi a diario por la Guardia Civil, eran estrechamente vigiladas. Las seguían cuando salían a los campos, minuciosamente compro-baban los alimentos que compraban buscando cualquier exceso que pudiera ser derivado para sus familiares ocultos. Cuando el racionamiento dejo fuera de la alimentación oficial a los pros-critos, la cartilla se convirtió en otra forma de control para sus mujeres. Su moral y su com-portamiento eran igualmente observados. En la sentencia de la mujer de uno de los huidos de Ojén no constan más cargos que los de mantener con el fugitivo “relaciones carnales clandestinas e ilícitas”. No era la única, también la compañera del Guerrillero, casada civilmente en Istán tenía que identificarse como soltera “que hacía vida marital”. Aquellas que quedaron embarazadas de sus compañeros “ausentes” tuvieron que so-portar la humillación de tener que inscribir a sus hijos como madres solteras. Otras sin relación alguna con delitos que ni siquiera se les había probado a sus compañeros fueron encarceladas por varios años. La mujer de Marcelino Alonso, el “Madrileño” fue detenida porque autorizada a llevarle café cuando aún se encontraba en el arresto de Ojén un guardia la oyó decir: “si te tienes que morir hazlo como un hombre”. De cualquier forma se la consideraba cómplice de las actividades de su compañero a quien según los informes había acompañado durante la gue-rra vestida de miliciana. Junto a ella fue también encarcelada la novia de “Mambrú”. La mujer de otro de los fugitivos de Ojén debió quedar en una situación dramática a juzgar por las peticio-nes de clemencia que realizó ante el juez. Junto a ella en la prisión tenía a un niño pequeño y los otros dos sobrevivían solos e en las calles del pueblo. En 1947 aún seguían en la cárcel varios de los procesados.

En Istán, la madre y la esposa del “Dios”, así como la compañera del Guerrillero tuvieron que demostrar que eran analfabetas y que por tanto no podían escribir los anónimos enviados desde la sierra. Las mujeres de los huidos vivie-ron entre dos fuegos, las amenazas de las auto-ridades y la represión y la conciencia de que su ayuda y apoyo era vital para la supervivencia de sus hijos o maridos.

63 A Marcelino Alonso se le concede la Libertad Condicional el 30 de junio de 1947. AJTMMA, C. 557, “Causa n. º 1.699/1946 del Juzgado Militar Especial de Atracos n. º 11 de Málaga”.

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5. la vida en la Sierra

Los hombres que decidieron hacer su vida de una forma que de momento parecía provisio-nal a espaldas de un mundo que no aceptaban lo hicieron para sobrevivir y para ellos fue priori-tario establecer mecanismos de seguridad. Uno de ellos fue distribuirse en pequeños grupos. En general vivieron juntos entre dos y cinco hom-bres, casi siempre del mismo pueblo o incluso como en el caso de algunos de los de Marbella, del mismo Barrio y de la misma calle. Grupos que se interrelacionan entre sí en ocasiones conve-nidas o que mantenían contactos periódicos. En realidad, el espacio que abarcaban estos grupos, entre los Manchones y el Puerto de Ojén no era excesivamente amplio y podía ser recorrido con facilidad.

Aunque la sierra se convirtió para los derrotados en un lugar de confinamiento su aislamiento de la vida social y familiar no fue total. Los enlaces fueron su principal apoyo y por tanto objeto de represión. Eran en general, como Lazaro Moya, el enlace de Antonio Ma-chuca, carboneros o gente que tenía su oficio en la sierra: recolectores de palma o leñadores. Unos por la fuerza y otros por solidaridad, los habitantes de las casas de campo cercanas a la sierra eran otro de los asideros. En ellas los hombres pese a tener otros refugios como cue-vas o chozas acudían, sobre todo en invierno a resguardarse de las inclemencias. Estos cortijos eran tanto más utilizados cuanto más alejados estaba el pueblo de la sierra. Para los hombres de Marbella fueron vitales centros de apoyo los cortijos de Puerto Rico, Camoján y las Áni-mas. Los guardianes de los dos últimos fueron represaliados por ayudar a los escondidos. Allí recibían además de las noticias del pueblo, las ropas y los alimentos que desde el Barrio Alto les mandaban sus familiares ocultas en el saco del carbonero o a través de Antonia, la casera de las Ánimas. En Puerto Rico Alto vivía un ca-brero que era hermano de uno de los huidos de Istán y que había ayudado al grupo de Antonio Machuca desde 1937. Este punto de apoyo muy aislado se mantuvo activo, al menos hasta el ve-rano de 194464:

“[…] Al anochecer, evitando los cami-nos demasiado fáciles, descendimos hasta cerca de la finca “Puerto Rico”, de un amigo que se dedicaba a la ganadería de cabras y cerdos. Las cabras estaban pastando en las faldas de la montaña para paliar la falta de tierras de nuestro amigo. Lo encontramos

ordeñando sus cabras en un corral cerca de su vivienda. La familia de nuestro ami-go había sufrido, también, la represión de los franquistas: la hermana de su esposa había sido fusilada; su hermano estaba en la misma situación que nosotros, llevaba meses escondido en otra zona”65.

Pero la presión de la Guardia Civil reducía las solidaridades y fueron también muchos, los campesinos que eran obligados por la presencia de las armas a atender a los huidos. Así los re-cuerda, la hija del guarda de un cortijo, en las laderas de Sierra Blanca66:

“Los rojos estaban en la sierra y mi padre tenía que darle cuenta a la Guardia Civil. Allí estuvo, Joaquín “El Palmero”, en mi casa no estaba escondido pero todas las noches venía a comer, a media noche a las 2 ó las 3, se tenía que levantar mi madre a hacer amasijo para tortilla o bu-ñuelos, porque, llegaban y le decían a mi padre: Mira Antonio que esta noche vamos a comer. Venían, una pila, de los que esta-ban en la sierra, no sólo Joaquín, aunque Joaquín era el jefe (...)”.

En los pueblos situados en plena sierra como Istán y Ojén los apoyos estaban en el in-terior del casco urbano. Los enlaces, casi siem-pre familiares se encontraban con facilidad con los huidos en las afueras del pueblo. Cuando Mairena se entregó declaró que en todo mo-mento fue alimentado por su madre quien personalmente le llevaba la comida. Lo mismo declaró otro entregado en Istán, atendido, este por su esposa. Miguel Vázquez, el principal en-lace de la partida de Ojén, se entrevistaba re-gularmente con su hermano y era quien llevaba sus mensajes al pueblo. Igualmente, Francisco Pérez, “Mambrú”, hizo llegar sus advertencias a Villarrubia a través de su novia. Estos con-tactos facilitaban la alimentación y una mínima “comodidad” a la vida de los proscritos. Ade-más de los alimentos básicos que llegaban a la sierra u obtenían ellos mismos mediante la caza, los hombres se procuraban café, tabaco y en algunos casos bebidas alcohólicas. Cuando, el carbonero Lazaro Moya fue sorprendido lle-vaba para los de Buenavista, café y pan blanco. El enlace de los de Ojén, les facilitaba vino, ta-baco y aguardiente. Pero cuando se estableció el racionamiento el acceso a los alimentos se complicó. A partir de 1940 se generalizan los robos de alimentos y animales. Tomados por la

64 En los procesos de 1944 se alude a la presencia de resistentes aún en el mismo punto. 65 CHAUMETTE, R.: Antonio Machuca…, op. cit., p. 54.66 Citado en BARRANQUERO TEXEIRA, E. y PRIETO BORREGO, L.: Así sobrevivimos al hambre: estrategias de supervivencia de las

mujeres en la posguerra española, Málaga, 2003, p. 77.

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fuerza de las armas, era un tributo que se co-braban casi siempre a vecinos acomodados. No siempre las denuncias se hacían efectivas por-que implicaban admitir la existencia casi siem-pre de alimentos almacenados que excedían los límites del racionamiento legal.

Pese a la benignidad de un clima que per-mitía, a diferencia de los huidos de otras regio-nes, permanecer casi todo el año en los bosques, el invierno obligaba a estos hombres a buscar otros refugios. Hasta los años cuarenta, los testi-monios orales y los mismos atestados de la Guar-dia Civil indican que los hombres bajaban a los pueblos y que mantenían contactos más o me-nos clandestinos con sus familias permanecien-do ocultos durante los días más inclementes, en los pajares o en los corrales. En el monte la vida se hacía en las cuevas, en la de Buenavista los guardias encontraron jergones mantas y algunos ajuares, las chozas de los cabreros y carboneros también eran utilizadas como refugio.

A excepción de uno o dos de los entrega-dos en 1941, todos los hombres estaban arma-dos. Unos habían conservado el armamento de su época de combatientes, otros habían recogi-do armas de las que se tiraron en la retirada. Los que se fueron a Gibraltar llegaron con pistolas, pero los que se quedaron entregaron fusiles y armas de caza.

El aspecto más problemático de la vida en la sierra era la salud. Una enfermedad común sin abrigo o medicinas podía convertirse en mor-tal. Los hombres de Sierra Blanca contaron con el apoyo de un hombre de su confianza. Era el practicante de la Beneficencia Municipal de Mar-

bella, Francisco Ruiz Gallardo, éste que también era dentista, a través del pastor que habitaba en Puerto Rico, arregló la dentadura a varios de los huidos, entre ellos al “Palmero”67. Fue a este practicante a quien acudió, el citado cabrero, apodado “Hornero” para llevarlo al monte a cu-rar al “Dios”, herido en el enfrentamiento en el que murió Joaquin Gil Fernández. Fue él quien facilito a sus compañeros las gasas, algodón, vendas, agua oxigenada y el suero antitetánico e instrucciones de cómo tenían que curar la heri-das que finalmente matarían a Manuel Granados Domínguez68.

A medida que la guerrilla malagueña se reorganizaba, el cerco a los hombres de la Sierra Blanca se fue estrechando. Tras las muer-tes del “Palmero” y del “Dios”, quedaron hasta 1945, los de Ojén. En 1947 varios de los que estaban en la cárcel solicitaron los beneficios del Indulto de 17 de julio. Pero la vuelta a sus pueblos no terminó con el confinamiento, ellos y sus familias siempre serían sospechosos. Aún después de haber sido juzgados, algunos más de una vez, el perdón legal no fue acompañado por el perdón social. El caso más paradigmáti-co fue el de Marcelino Alonso Rodríguez al que ninguna de sus sentencias le probó delito. Dos veces volvió a la sierra tras ser indultado, las dos veces intentó hacer vida corriente en Ojén. Pero el acoso persistió, presionados por la Guardia Civil, sus antiguos compañeros lo acusaron de ser un hombre peligroso. Detenido de nuevo, el 16 de marzo de 1949, a las siete de la mañana, en la mina de “El Peñoncillo” le fue aplicada la Ley de fugas69. n

67 En el proceso trabajado por José Aurelio Romero constan los trabajos que el dentista hizo a varios huidos de la sierra, el hecho de que la información procesal sea la misma a la que accedimos hace años transmitida de forma oral revela hasta que punto los contactos entre amigos y familiares de los huidos existían.

68 ROMERO NAVAS, J. A.: “La caída en 1945 de una organización clandestina comunista en Marbella, San Pedro Alcántara, Estepona y otras localidades de la zona occidental de Málaga”, Cilniana, 19, 2006, pp. 70-71.

69 Muy dudosamente podía haber intentado escapar cuando era trasladado a la Prisión provincial, ya que varios testimonios orales señalan que estaban muy enfermo. AHPM-GC, C. 12.663, “Oficios, informes y partes de correspondencias de los cuerpos de seguridad del Estado, sobre bandoleros, guerrilleros y contrabandistas, 1938-1953”.

Fuente: elaboración propia en base a los datos obtenidos del RCMA, AJTMMA y AHPMA

CUADrO N. º 3LA rEPrEsIóN CONTrA LOs HOMbrEs DE LA sIErrA DE IsTÁN, OjÉN y MArbELLA

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RESUMENLa producción documental en España en el siglo XX experimentó un incremento rápido y enorme, debido tanto a factores generales –que se sucedían en el entorno administrativo semejante– como a motivos derivados de la actividad política, económica y social del país. Es cierto que las tipologías documentales son las de la centuria precedente, pero los documentos son expedidos y producidos con mayor frecuencia tanto por las Administraciones Públicas como por los ciudadanos. Ello implica que el uso posterior de este acervo documental por parte de los investigadores requiera un esfuerzo añadido no sólo de búsqueda sino también de selección de las fuentes documentales, para que los objetivos del proceso de investigación no se vean lastrados por excesos informativos. El siglo XX también es la centuria en la que los archivos de todo tipo sufren tanto los hechos bélicos como los procesos posteriores de purgas, ocultaciones y eliminaciones de pruebas. Igualmente en este Siglo surge un nuevo concepto relacionado con los archivos y sus usuarios: el acceso a los documentos, la posibilidad o no de consulta, y, desde luego, los archivos se verán relacionados con numerosos procesos de análisis de la represión.La ciudad de Marbella y su entorno se ve sumida en estas características relacionadas con la documentación y los archivos, para el estudio de del siglo XX marbellí hay más documentos, pero también muchos archivos y fondos documentales se han visto mermados por los problemas que han afectado a la Historia Contemporánea española.

PALABRAS CLAVEFuentes documentales, investigación, historia local, Administración pública, acceso.

ABSTRACTThe public records production suffered an important and quickly increase during the XX century, by product of general agents –the same that were develop in the public administration environment– and other that provide from policy, eco-nomic and social activities in Spain. It is true that the typologies of the records are the same that were produce in the century before, but these documents are produced more frequently by the Public Administration and by the citizens. By the way this means that the use of this documental heap by researchers demands an effort not only for the search of them also it is necessary an effort to select them, in order that the objectives of the research process don’t be loaded with information excessive. The XX Century is also the period when all kind of archives suffer the damage of wars and the consequences of them: purges, hidings and elimination of evidences. Beside this in the New Century appears a new issue linked to archives and theirs users: the access to the records, the possibility or not of consultation, and, of course, archives will be involved in several analysis of repression process.Marbella, the city and its environment, is submitted in all these processes in relationship with archives and records, for the study of the XX century of Marbella there are more documents, but also many archives and records repositories have been affected by all that problems of the Contemporary History.

KEY WORDSRecords; research; local history; Public Administration; access.

Cilniana 22/23, 2009 - 2010: 57-70 ISSN 1575-6416

1. la Producción documental en el Siglo XX en eSPaña

El siglo XX tal vez pudiera ser alguna vez calificado como la centuria de la produc-ción documental, nunca antes, en ningún

siglo precedente se han producido tantos docu-

mentos, tan variados y con diversos fines. Pero igualmente también ha sido el siglo de la des-trucción masiva de documentos, sin olvidar que esta práctica, la eliminación de pruebas escritas, es tan antigua como la propia existencia del do-cumento1.

1 Vid. BAEZ, F.: Historia universal de la destrucción de libros. De las tablillas sumerias a la guerra de Irak, Barcelona, 2004. También GIMENO BLAY, F. M.: “Quemar libros... ¡qué extraño placer!”, Scripta manent. De las ciencias auxiliares a la historia de la cultura escrita, Granada, 2008, pp. 259-288.

la inforMaCión y la DoCuMentaCión Del siglo XX sobre Marbella ConservaDa en el arChivo

históriCo ProvinCial De Málaga.DoCuMentos Para la investigaCión CientífiCa y Para el

ejerCiCio De DereChos CiuDaDanos

esther cruces bLancoDirectora del Archivo Histórico Provincial de Málaga

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Esther Cruces Blanco La información y la documentación del siglo XX...

Esta “explosión docu-mental” –como ha sido deno-minado este fenómeno por la teoría archivística– ha supues-to, entre otras cuestiones, la aparición de varios tipos de archivos –de gestión u ofici-na, centrales, intermedios e históricos– de manera que esta producción y flujo documental pudiera ser controlado técnica y administrativamente desde el principio y, asimismo, se garantizara que todos los documentos generados tuvieran un final consecuen-te y útil, y con ello la constitución de los postulados de los principios archivísticos de las tres edades de los documentos y del principio de procedencia.

Este aumento también ha implicado que en los archivos y desde los archivos se haya de abordar lo que se denomina la “selección docu-mental”, partiendo de la base de que todos los documentos que se producen no pueden ni deben ser conservados definitivamente, pero siempre su eliminación deberá estar circunscrita a unas pautas técnicas y a unas normas aprobadas por los organismos públicos competentes para ello.

Y para el historiador esta explosión de la producción documental ha supuesto “la apari-ción de nuevas fuentes, de enfoques nuevos de problemas antiguos, de nuevas posiciones “inter-pretativas” acerca de fenómenos conocidos, tie-ne tanta o más importancia para el progreso his-toriográfico que la rotulación de nuevos campos de investigación”2 que, indudablemente, obliga a seleccionar más acertadamente los documentos, conocer mejor los archivos, abordar los trabajos de heurística con un mayor rigor para no per-derse, tal vez, en un bosque demasiado frondoso donde no se encuentre el recurso necesario.

Con estos postulados queremos advertir de lo siguiente:

•Laexistenciademuchadocumentación a veces impide comprender un fenóme- no u hecho concreto.•Laproduccióndemuchainformacióny documentación implica que tanto las administraciones públicas y privadas como los usuarios potenciales de las mismas han de ser selectivos.•La existencia de distintos tipos de ar- chivos obliga al potencial usuario de los documentos custodiados en los mismos a discernir qué desea consultar, con qué finalidad y dónde ha de acudir. No basta, por lo tanto, considerar que todo lo pro- ducido está conservado en un supuesto “archivo histórico”.

Se ha de entender asi-mismo que el XX ha sido un siglo convulso, con el padeci-miento de dos grandes Gue-rras Mundiales y una Guerra Civil para el ámbito espacial que en este ciclo de confe-

rencias nos atañe. Y ello supone dos cuestiones: por un lado que en estos períodos bélicos surgie-ron instituciones especiales y por lo tanto éstas produjeron documentos sólo y exclusivamente dedicados a fines militares, de espionaje o repre-sivos, y, por otro lado, que las acciones bélicas supusieron la desaparición de muchos documen-tos del pasado y del presente de aquel momen-to, en algunas ocasiones de manera fortuita y en otras de forma intencionada.

Estos períodos bélicos se manifiestan también de una forma singular con respecto a la documentación, nos referimos a la incautación de los mismos, al robo de patrimonio documen-tal o a la apropiación de archivos que pudieran inculpar a sus poseedores, a quienes en los do-cumentos estaban mencionados, etc. Estas situa-ciones son bien conocidas para toda Europa y en España aún no se ha indagado suficientemente sobre ello, es decir: cuánto patrimonio docu-mental desapareció, cuántos documentos fue-ron incautados, cuántos documentos han sido recuperados. En España se crearon en 1937 dos organismos relacionados con la documentación: la Oficina de Investigación y Propaganda Antico-munista (OIPA) y una institución especialmente destinada a la incautación de documentos, la De-legación Nacional de Asuntos y años después los documentos recogidos y producidos por ambas se constituyeron en la Sección de Guerra Civil del Archivo Histórico Nacional, luego a la creación de la misma como Archivo General de la Guerra Civil3 y posteriormente se ha integrado en el Cen-tro Documental de la Memoria Histórica4, con el que muchos archiveros estamos en desacuerdo. Asimismo estos fondos son ampliamente conoci-dos por el público en general por las polémicas que la devolución de una parte de los mismos a la Generalitat de Cataluña causaron.

Pero ¿por qué se producen más docu-mentos? Indudablemente por el desarrollo de los Estados, por los niveles cualificados que van alcanzando las administraciones públicas, por el interés científico, por la adopción de mode-los administrativos que abogan por documen-tar todos los hechos producidos o recibidos en cualquiera de los organismos públicos. Por lo tanto la existencia de actuaciones públicas docu-mentadas supone la creación y uso de tipologías

2 ARÓSTEGUI, J.: La investigación histórica: teoría y método, Barcelona, 2001, p. 364.3 Real Decreto 426/1999, de 12 de marzo.4 Real Decreto 697/2007, de 1 de junio.

El siglo XX tal vez pudiera ser alguna vez calificado como la centuria de la producción documental

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documentales claramente delimitadas5, cuestión ésta que ya se aprecia nítidamente desde media-dos del siglo XIX. Pongamos como ejemplo una realidad que afectó a España en las décadas de los años 50 y 60 del siglo XX, y especialmente a Andalucía, el hecho de la emigración. Las di-versas disposiciones sobre el control de los emi-grantes antes y tras su salida y, posteriormente en su retorno, supuso la producción diversa de documentos en un mismo expediente de emi-gración: “Los documentos son fundamentales en los países de origen y de acogida: el pasaporte, el visado, el certificado médico, el certificado de penales, los avales de los ayuntamientos [...] el contrato laboral, los permisos de residencia y de trabajo [...]”6.

De todo ello deviene que en España la organización de la administración pública fue destacable desde mediados del siglo XIX, ello supuso no sólo una racionalidad en su estruc-tura y en las funciones que cada departamento debía acometer, sino la acertada concepción de unos procedimientos administrativos racionales y bien sistematizados como tuvimos oportuni-dad de analizar el pasado año en este mismo foro7. Y como ariete de toda esta reforma de la Administración Pública se ha de recordar la de-nominada “Ley Azcárate”8, tal vez la primera ley de procedimiento administrativo del mundo. En esta norma existe una preocupación por el trata-miento de los expedientes administrativos, pues recoge el pensamiento de Gumersindo Azcára-te quien intentó “dar la categoría de principios generales a una suma de buenas prácticas sobre documentación del actuar administrativo que ya venían anticipándose [...] desde mediados del si-glo XIX”9, lo cual va a tener una clara repercusión en la forma y composición de los expedientes administrativos, en cómo y de qué manera están conservados en los archivos públicos y por ende en cómo los potenciales usuarios de los mismos en la actualidad, historiadores o no, han de saber consultarlos y manejarlos.

Pero en España, a pesar de las dificulta-des de todo tipo que el siglo XX comportó, y con independencia de los cambios continuos de gobierno, se mantuvo un interés, al menos hasta la Guerra Civil, por organizar y estructu-rar los procedimientos administrativos. Desde principios de esta centuria surgieron diversas

normas, semejantes todas ellas, que muestran “su común interés por garantizar el orden y el control de los documentos, reconociéndose así sus implicaciones sobre el funcionamiento de la Administración”10.

Y mucho había de regeneracionismo en todo ello, de ansias de modernización, de al-canzar unos tiempos nuevos, de hallar formas aceptadas por todos y que caminaran hacia una mayor calidad y eficacia en la Administración Pú-blica; y recordemos para ello un Real Decreto del Ministerio de Gobernación, de 17 de agosto de 1902, publicado en la Gaceta de Madrid, sobre la reforma del procedimiento administrativo, y que en la exposición de motivos refleja la importan-cia de un correcto procedimiento pues “abundan leyes sabias y previsoras, pero su espíritu está falseado por la manera de llevarlas a al práctica, siendo general el disgusto y la desconfianza que producen confusión del procedimiento, la lenti-tud de los trámites y la incertidumbre de la reso-lución [...]”11, gracias a lo cual hoy se conservan más y mejores expedientes y documentos en los archivos públicos.

En la posguerra se inicia esta capaci-dad normativa, por ejemplo con el Decreto de 31 de enero de 1947, por el que se aprueba el Reglamento de Procedimiento Administrativo del Ministerio de Gobernación, “es otra norma muy completa e ilustrativa sobre el tratamien-to y régimen de los documentos y expedientes en la década anterior a la Ley de Procedimiento Administrativo”12 y, desde luego, unos años des-pués la aprobación de la Ley de Procedimiento Administrativo de 1958, de la cual ha derivado la producción documental en las oficinas públicas desde el momento de su aplicación hasta la apa-rición de la Ley 30/1992 de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del procedimien-to administrativo común. Por lo tanto todo usua-rio de documentación elaborada en este amplio período debería conocer estos textos legales cuando quisiera abordar un trabajo de investiga-ción con documentación de esta época.

Por todo ello desde hace ya tiempo y aún más en nuestros días ha crecido la función de los archivos ligados a la memoria contemporá-nea, y hoy estas instituciones están ligadas a nuevos productores de documentos y a nuevos usuarios13.

5 BASTIEN, H.: “Le cadre juridique”, en La pratique archivistique française, París, 1993, p. 83.6 ALBA MONTESERÍN, S. y FERNÁNDEZ ASPERILLA, A.: “Migración y archivos. Las llaves de la investigación histórica en la Espa-

ña contemporánea”, RAM Revista de la Asociación de Archiveros de la Comunidad de Madrid, 3, 2008, p. 7.7 CRUCES BLANCO, E.: “Las fuentes documentales para el estudio de marbella en el siglo XIX conservadas en el Archivo Histó-

rico Provincial de Málaga”, Cilniana , 20/21, 2007- 2008, pp. 135-158.8 Ley de Represión de la Usura, de 23 de julio de 1908.9 RIVERO ORTEGA, R.: El expediente administrativo. De los legajos al los soportes electrónicos, Pamplona, 2007, p. 69.10 RIVERO ORTEGA, R.: El expediente…, op. cit., p. 76.11 RIVERO ORTEGA, R.: El expediente…, op. cit., p. 74.12 RIVERO ORTEGA, R.: El expediente…, op. cit., p.77.13 NORA, P.: “Missions et enjeux des archives dans les sociétés contemporaines”, COMMA, 2-3, 2003, p. 47.

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Los diversos gobiernos y los diversos sis-temas políticos existentes en la España del siglo XX son circunstancias que han supuesto, sin lugar a dudas, que la documentación haya sido elaborada de diferentes maneras, en numerosos organismos que tenían variadas competencias y funciones o a veces similares entre sí –la dupli-cidad de funciones en las Administraciones Pú-blicas no es un asunto de la historia del tiempo presente tan sólo–, igualmente los cambios de gobierno y de régimen de gobierno han supues-to que fueran creadas nuevas funciones en el Estado y, por ende, nuevos procedimientos, nue-vos expedientes, nuevas series documentales en los archivos, lo cual redunda –imaginamos que positivamente– en que los historiadores y poten-ciales usuarios de todo este bagaje documental tengan fácilmente donde elegir. Asimismo ello ha de implicar la existencia de diversas perspectivas informativas y nuevas maneras historiográficas que, como exponía J. Casanova, “ni que decir tie-ne que esas innovaciones historiográficas refleja-ban el impacto retardado de cambios fundamen-tales ocurridos en las estructuras políticas, socia-les y económicas y en las actitudes intelectuales durante el siglo XX. Dos guerras mundiales y una revolución, que extendió después su poder a otros países, habían destruido el monopolio po-lítico y social de las élites tradicionales”14.

Y no cabe duda, como en su día expuso Nicolás Cabrillana15, que “la labor cultural de los políticos de la Segunda República habría que buscarla principalmente en la Gaceta de Madrid, en las leyes y decretos que forjaron y publicaron en los años de su normal andadura, en el perío-do 1931-1933” y entre estas disposiciones se en-cuentra el Decreto de creación de los Archivos Históricos Provinciales que tanta importancia tienen hoy para la conservación de toda esta do-cumentación producida a lo largo de los siglos, y muy especialmente, por la cantidad de docu-mentos conservados en los mismos, producidos en los siglos XIX y XX.

Pero ya hemos indicado que junto a esta producción documental enorme, cuyo crecimien-to ha sido exponencial desde principios del siglo XX y muy especialmente desde la II Guerra Mun-dial, también esta centuria ha sido testigo de la destrucción de documentos a gran escala. Esta eliminación de documentos en la Provincia de Málaga y especialmente en Marbella fue expuesta el pasado año en este mismo foro pero de nuevo debemos repetir que no se ha de olvidar que de-bería ser elaborada “una guía de las fuentes docu-mentales que ya no existen, es decir, dar a conocer

aquellos documentos, a veces demandados por los investigadores, ayuntamientos y ciudadanos en general porque serían útiles para atender sus necesidades informativas de todo tipo”16. En mu-chas ocasiones en el Archivo Histórico Provincial de Málaga son atendidas consultas que deman-dan documentos que han desaparecido: unos pe-recieron bajo las llamas de los acontecimientos de mayo de 1931, otros durante la Guerra Civil ya fuera porque los archivos sufrieron los bombar-deos y daños consecuencia de los hechos bélicos, ya fuera porque el Gobierno de la República hizo desaparecer documentos ante la llegada de las tropas de Franco o porque los gobernantes repu-blicanos en su huída se llevaron los documentos de mayor valor informativo o comprometedor. Igualmente las tropas del general Franco trabaja-ron con ahínco en la incautación de documentos y en la destrucción de otros.

Pero estas circunstancias se repitieron en los años de la Transición política, y muchos de los documentos de los diversos organismos del Movimiento Nacional han desaparecido a pesar las diversas órdenes e instrucciones recibidas en los Archivos Estatales que obligaban a la entre-ga de estos documentos en los archivos públicos que correspondieran. Efectivamente estas dis-posiciones se cumplieron siempre que se pudo, pues en muchas ocasiones –y puedo hablar en primera persona– cuando se iniciaban los trámi-tes para las transferencias de estos documentos a los Archivos Históricos Provinciales, los archivos de diversos organismos, instituciones y servicios del Movimiento Nacional habían desaparecido, sin que se diera cuenta de ello, y sin que nadie lo pudiera o quisiera remediar. Hay quien sabe de nuevas piras de documentos elaboradas en las mismas instalaciones de los organismos pú-blicos, hay quien sospecha que otros archivos y documentos están en casas de particulares, otros documentos se destruyeron con la “buena inten-ción” de que los datos que contenían no hicieran mal a nadie, y así una amplia gama de realidades. Barreras que eran insuperables entonces sin Leyes ni normas que auxiliaran la labor del archivero. Y todo ello es desconocido, el público que hoy se acerca a los archivos ignora estas realidades –en la mayor parte de los casos– y sólo piensa que los documentos quieren ser de nuevo ocultados, lo cual es del todo incierto e injusto. En muchos casos quienes hoy reclaman información contri-buyeron, en su momento, a su desaparición y ocultación. Siempre nos queda la esperanza de que con el paso del tiempo muchos archivos y documentos del franquismo aparezcan.

14 CASANOVA, J.: La Historia Social y los historiadores, Barcelona, 1991, pp. 36-37.15 CABRILLANA CIEZAR, N.: “Fondos notariales en los Archivos Históricos Provinciales”, ANABAD XXXII, 1982, pp. 17-25.16 CRUCES BLANCO, E.: “La Guerra Civil y los archivos en la Provincia de Málaga: la destrucción de los símbolos”, en Los años

convulsos. 1931-1945. Documentación del Archivo Histórico Provincial de Málaga. Cádiz, 2006, p. 13.

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Por todo lo antedicho se puede deducir que el mundo de los archivos ha tenido una sa-cudida sin precedentes en los últimos veinte o treinta años, comenzando por una serie de pro-blemas técnicos (conservación de nuevos docu-mentos) y una inflación exponencial de la docu-mentación, así como los problemas derivados de unos derechos y unas obligaciones sobre la consulta17.

2. loS archivoS de la rePreSión. fuenteS documentaleS Para la hiStoria contemPoránea y del tiemPo PreSente

No debemos olvidar en esta exposición sobre la información y la documentación en el si-glo XX que una parte de la misma fue producida y utilizada para la represión. La persecución de movimientos de izquierdas, de partidos políticos y de organizaciones sindicales, la represión de actos y manifestaciones de partidos políticos de todo color y espectro ideológico, los conflictos bélicos ya citados, la repercusión de los mismos tanto en los ámbitos militares como civiles, la apertura de juicios sumarísimos, de tribunales que juzgaran actos de guerra, la depuración de instituciones y de personas, la revisión de los hechos, y un largo etc. ha provocado que con respecto a muchos documentos del siglo XX se vincule el uso de los mismos para aquellos he-chos pero, por el mismo proceso de creación de los documentos, éstos también puedan ser utili-zados para la ayuda de las víctimas. Por ello en-tre las Resoluciones de la Reunión de Delegados de la Reunión del Consejo Internacional de Archivos, cele-brada en Marsella en noviembre de 2002 una de ellas establece lo siguiente: Considerando que hay una creciente demanda por parte de las víc-timas de regímenes opresores y de las necesida-des de los investigadores, se requiere presionar a los gobiernos de los países en transición a la democracia liberalizar el acceso a los archivos.

Por ello, y con la visión puesta en unos archivos creados ex profeso para la custodia de unidades e instituciones represoras, se creó en el seno del Consejo Internacional de Archivos un grupo de trabajo para el estudio de los archivos de los servicios de seguridad del estado de los desaparecidos regímenes represivos y ello supu-so que “la comunidad internacional de archiveros se hacía eco así de la preocupación manifestada por los colectivos defensores de los Derechos Humanos en relación con la pervivencia de tales documentos, esenciales para reconstruir la His-toria Social o para asegurar la perpetuación de la

memoria colectiva; así como por las cuestiones éticas y deontológicas implícitas en la custodia y el tratamiento de tales fondos”18.

En este sentido en España ha sido apro-bada la Ley 52/2007, de 26 de diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se esta-blecen medidas a favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la Guerra Civil y la Dictadura; no obstante esta Ley que para ser cumplida requiere la presentación de docu-mentos que avalen lo solicitado, que acrediten lo ocurrido, que permita la búsqueda de fosas y enterramientos, que facilite la identificación de fallecidos, a pesar de todo ello, la Ley no se acuerda de los archivos de manera que, en gran medida, es de difícil aplicación. A pesar de todo, desde los archivos se entiende que esta Ley está directamente necesitada de estas instituciones, pues los archivos siempre están relacionados, con respecto a este tema, con: la investigación, la memoria colectiva y la depuración de respon-sabilidades y compensación de las víctimas19.

Y no debemos pensar que la documenta-ción empleada para la represión o necesaria para rehabilitar individualidades mermadas, conteni-das, amedrentadas o condenadas existe sólo y exclusivamente en los expedientes producidos por órganos judiciales de jurisdicción especial u ordinaria; en otros muchos documentos pue-den ser apreciadas estas circunstancias como por ejemplo en los de la Organización Sindical pues en 1940, cuando se aprueban la Ley de Uni-dad Sindical y la Ley de Bases de la Organización Sindical, se crea una estructura territorial basada en las delegaciones provinciales, comarcales y locales, y en las delegaciones se agrupaban los empresarios, los técnicos y los trabajadores y en ellas se debía asegurar “la disciplina social de los productores sobre los principios de unidad y cooperación”, expresaba la Ley20 y de ello se de-rivaba un sistema de control de la población, un mecanismo de conocer posiciones personales e ideológicas, pues de ello dependían, entre otras cuestiones, los contratos de trabajo.

De la misma manera debemos recordar que gran parte de la documentación producida y recibida en el Gobierno Civil tenía un elevado componente político, y que “el Gobernador Civil tuvo una actividad protagonista en la política provincial y se convirtió en la figura relevante del franquismo para el mantenimiento del régi-men en las provincias” por lo que los documen-tos reflejan esta situación, siendo especialmente destacable, para el aspecto relacionado con la

17 NORA, P.: “Missions...”, op. cit., p. 47.18 GONZÁLEZ QUINTANA, A.: “Los archivos de la represión: balance y perspectivas”, COMMA, 2004, p. 59.19 GONZÁLEZ QUINTANA, A.: “Los archivos...”, op. cit., p. 59.20 LASO BALLESTEROS, A.: “El papel de la comunidad nacional-sindicalista de Valladolid: El fondo de la Organización Sindical en

el Archivo Histórico Provincial”, en Escritura y documentos. Los Archivos como fuentes de información, León, 2007, p. 195.

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represión, la Sección “Orden Público” pues “bajo este epígrafe se conserva documentación funda-mental para el estudio de la represión y el man-tenimiento del orden durante todo el siglo XX”21.

Tal vez quienes pretendan abordar una investigación con documentos de los primeros años del franquismo se han de plantear la re-flexión de que la información estará allí no don-de aparentemente la materia o función de un organismo o institución de la Administración Pú-blica tuviera su competencia sino en función de otros planteamientos de control político, para ello debemos recordar lo expresado en el Re-glamento de Procedimiento Administrativo del Ministerio de Gobernación, de 31 de enero de 1947 –ya citado– que si bien es otra norma muy completa sobre el tratamiento y régimen de los documentos y expedientes –en la década ante-rior a la Ley de Procedimiento Administrativo– y

en general “mantiene la tradición española en la materia, pero es de resaltar que su primer artícu-lo excluye la aplicación de este reglamento a los expedientes por las faltas de orden público, que se tramitarán según su régimen especial”22.

En cualquier caso la búsqueda de fuentes documentales para el análisis de este aspecto hoy comentado por todos y objeto de noticias de prensa y de artículos de opinión en todo tipo de medios de comunicación habrá de estar sometido a la idea de que indagar sobre el uso público de la historia supone “investigar de qué manera el conocimiento y las representaciones del pasado son inseparables de sus circunstan-cias políticas y sociales”23 y con ello queremos hacer una llamada de atención pues no todo ciu-dadano con derecho a consultar estos archivos y documentos está formado para hacer ese análi-sis, pues hay quien se queda únicamente con el hecho descriptivo, con la información a secas, lo que implica que a veces ésta no aporte todo lo que podría dar de sí o sea mal interpretada.

Los archivos de referencia para la etapa franquista son, en el ámbito de la Administración General del Estado y sus Servicios Centrales: el Archivo General de la Administración, en los fon-dos de los Ministerios de Gobernación, Ministe-rio de Estado/Asuntos Exteriores, Ministerio de Educación, Trabajo, Información y Turismo, Jus-ticia, Secretaria General del Movimiento, Dele-gación Nacional de Sindicatos24, siendo su equi-valente en las provincias, con documentación de esos mismos organismos producida en el ámbito provincial, los Archivos Históricos Provinciales.

Este acervo documental producido, en de-finitiva, recientemente y vinculado a situaciones, hechos y circunstancias para las que ha transcu-rrido un tiempo no muy lejano –a veces ya largo desde su surgimiento– ha supuesto la existencia de documentos y la posibilidad de su consulta; esta circunstancia determina los estudios no ya sólo de la Historia Contemporánea sino, muy especialmente, de la historia inmediata o del tiempo reciente. Sin lugar a dudas la historiogra-fía evoluciona y cambia, y ello es debido, entre otras cuestiones, a la proximidad temporal del historiador con respecto al hecho que estudia, de manera que la investigación histórica “se ha expandido y diversificado enormemente durante los últimos años” y el debate historiográfico se ha hecho más complejo y sofisticado25. Y en este contexto de la historia inmediata y del uso de

Contraportada del libro La documentación del Gobierno Civil conservada en el Archivo Histórico provincial de Málaga

21 DÍAZ SÁNCHEZ, A.: “Por orden del Gobernador”, en La documentación del Gobierno Civil Conservada en el Archivo Histórico Pro-vincial de Málaga, Málaga, 2007, p. 16, pp. 22-23.

22 RIVERO ORTEGA, R.: El expediente…, op. cit., p.77.23 PASAMAR, G.: “El “uso público de la historia”, un dominio entre la urgencia y el desconcierto”, en Usos de la Historia y políticas

de la memoria, Zaragoza, 2004, p. 15.24 ALBA MONTESERÍN, S. y FERNÁNDEZ ASPERILLA, A.: “Migración y archivos. Las llaves de la investigación histórica en la

España contemporánea”, RAM Revista de la Asociación de Archiveros de la Comunidad de Madrid, 3, 2008, p. 8.25 CABRERA ACOSTA, M. A.: “Historia y teoría de la sociedad: del giro culturalista al giro lingüístico”, en Lecturas de la Historia.

Nueve reflexiones sobre la Historia de la Historiografía, Zaragoza, 2001, p. 255.

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documentos con ciertos problemas de acceso se reabre el debate iniciado por Jacques Le Goff y Pierre Nora sobre el papel de los historiadores, sobre el “papel social” de los historiadores, y es también cuando surge la controversia entre la ética y la política sobre el aspecto de la transpa-rencia, sobre el derecho a la información26.

No provocaremos aquí el debate sobre la “historia del tiempo reciente” porque no es ese nuestro cometido, aunque sí han de ser mencio-nadas las fuentes documentales necesarias para abordar esos trabajos de investigación. No obs-tante debemos recordar la contradicción, que sin lugar a dudas provoca confusiones en las consultas efectuadas en los archivos, sobre “[...] una clara renovación metodológica en la medida en que bajo ese equívoco manto terminológico (¿cómo puede haber una Historia del Presente si ambos términos son antitéticos?) se encubre una aspiración encomiable: hacer “una historia con testigos”, sobre la base de los testimonios directos de protagonistas vivos y aún activos”27. Sea como fuere, con la denominación que la his-toriografía considere para la mención del estu-dio e investigación de hechos y acontecimientos cada vez más cercanos al momento en el que son analizados, lo cierto es que la Historia Contem-poránea ha adquirido en la Universidad y en los centros de investigación, e incluso en el gran pú-blico, en los últimos 30 años un desarrollo y la “historia del tiempo presente” ha conducido a los investigadores no sólo a las salas de consulta de los archivos sino también a plantearse aspec-tos relativos a la accesibilidad de las fuentes28.

3. acceSo y memoria

Jacques Le Goff expuso que la memoria ha constituido un hito importante en la lucha por el poder conducida por las fuerzas sociales. Apoderarse de la memoria y del olvido es una de las máximas preocupaciones de las clases, de los grupos, de los individuos que han dominado y dominan las sociedades históricas y si bien éste ha sido un postulado bien comprendido por los historiadores en general y los de la Historia Con-temporánea y de la historia inmediata en parti-cular, hoy en día es una premisa de los países que aspiran a hacer valer un Estado de Derecho, por ello la Recomendación del Consejo de Europa de julio de 2000 expresa que un país no accede plenamente a la democracia sino cuando los ciu-

dadanos disponen de la posibilidad de conocer de manera objetiva los elementos de su historia reciente.

Los archivos han llegado a ser necesarios para la memoria identitaria29, con todos los pros y contras que ello conlleva, pero indudablemen-te la ausencia de documentos siempre agrava el perjuicio ya creado a un individuo. Quizá por ello en la actualidad son muchos los trabajos archi-vísticos, las publicaciones de los archivos y las actividades de los mismos que están avocadas al

conocimiento de estos aspectos, por ejemplo du-rante estos días se celebra en Copenhague y en Malmö unas conferencias sobre Memory, Archives and human rihgts con el propósito de conocer la relevancia y la importancia de los archivos para sustentar los derechos humanos y documentar las violaciones contra los mismos30. Igualmente la VIII Jornada de Archivos de la Provincia de Má-laga, organizadas por el Archivo Histórico Provin-cial de Málaga, celebradas en noviembre de 2008 tuvieron como objetivo Los Archivos y memoria, precisamente para que todos los archivos de la Provincia fueran conscientes de la relevancia de estas instituciones con respecto a la aplicación y cumplimiento de esta Ley. Y todo ello no es fortuito, ni fruto de modas más o menos frívo-las, bien al contrario, responde a una reflexión común entre archiveros, a veces también de los investigadores, pues con todo ello se revisa la concepción de “archivos secretos” por la del ac-ceso a la información, y mediante estas conside-raciones los archivos pueden ser calificados de secretos, no por sí mismos sino por la materia que custodian31.

Si bien todo lo que llevamos expresado es relevante, también lo es que la documenta-ción del siglo XX y en concreto la de los últi-mos cincuenta años es especialmente sensible a cuestiones que también afectan al individuo, pero en este caso para protegerlo frente al mal uso o abuso de información sobre su persona, sus familiares o sus allegados, es en este espa-cio temporal cuando surge el problema de la

26 LAURENT, S. : “L´histoire, au-delà du secret de l´archive”, en Archives “secrètes”, secrets d´archives. Historiens et archivistes face aux archives sensibles, París, 2003, pp. 10-11.

27 MORADIELLOS, E.: “Historia Contemporánea e Historia del tiempo presente: la cuadratura del círculo”, en La persistencia del pasado: Escritos sobre la historia, Cáceres, 2004, p. 132.

28 LAURENT, S. : “L´histoire…”, op. cit., p. 8.29 NORA, P.: “Missions…”, op. cit. 30 [www.lansarkivetkbh.dk].31 LAURENT, S. : “L´histoire…”, op. cit., p. 9.

Los archivos han llegado a ser necesarios para la memoria

identitaria, con todos los pros y contras que ello conlleva

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consulta de los archivos por los historiadores del “tiempo presente”, pues algunos archivos son “sensibles”, otros secretos o prohibidos32. Y esta dificultad de acoplar intereses particula-res y colectivos, normas sobre acceso y normas sobre restricción del mismo están especialmen-te a la orden del día en los Archivos Históricos Provinciales33.

Por lo tanto todo potencial usuario de documentos producidos recientemente o un tanto alejados de nuestro tiempo presente pero con contenidos que afecten a datos personales deberá tener conocimiento de una serie de le-yes, normas y disposiciones que afectan tanto a la documentación como a los usuarios de la misma. Es lo que la Archivística y las normas al efecto califican como “acceso a la informa-ción y a la documentación”. Pero no se debe confundir el derecho de acceso –un derecho constitucional pero no un derecho fundamen-tal– relativo al “derecho a recibir información” de las Administraciones Públicas y el “derecho a informarse”34, con un supuesto derecho –en-tendido así por algunos demandantes de infor-mación de los archivos– a consultar cualquier documento que esté custodiado y conservado en los archivos públicos, sea cual sea su clase. Es decir, se han de tener claros los conceptos sobre la posibilidad de uso de la información y la documentación, pues hay confusiones exten-didas entre los usuarios de los archivos, don-de éstos sólo quieren entender derechos pero nunca obligaciones, por lo que se deberían ex-plicar claramente las diferencias entre el dere-cho de acceso a los documentos y el derecho a ser y estar informado, es decir las diferencias entre el derecho de acceso y otros derechos informativos35. En cualquier caso se deberían evitar confusiones, a veces provocadas por las propias Administraciones Públicas y sobre todo por declaraciones de tenor político o artículos de opinión periodísticos donde por ignorancia o por crear confusión motivada se interpretan de igual forma el derecho a conocer las actua-ciones de la Administración Pública –transpa-rencia– con el derecho a acceder a documentos que son, a su vez, valedores de otros derechos; por ello se debería tener diáfanamente claro que “la derivación del derecho de acceso a los archivos y registros administrativos del princi-

pio de transparencia, que es a su vez especifi-cación, determinación, de la idea de publicidad, cobra especial relevancia en la medida en que de la misma cabe deducir que esa información administrativa a que hemos aludido, que que-da excluida temporalmente del conocimiento general, serlo en función de un título jurídico concreto y específico de entre aquéllos que la propia Constitución recoge” y ello deriva del “derecho a la información administrativa”36.

Las normas sobre acceso son variadas, múltiples y podríamos considerar que hasta con-fusas, por no decir que, igualmente, son difíciles de aplicar y de comprender. Pero ello no exime a los archiveros ni a los archivos, ni desde luego a los usuarios de los mismos de su conocimien-to y cumplimiento. El secreto de y en los archi-vos, criticado por Marc Bloch en 1941, no existe, pues han sido aprobadas muy diversas leyes para los archivos, y hay medios humanos y económi-cos en los archivos –unos más y otros menos, claro está– y el “imperativo de la transparencia” es común en el discurso común administrativo y político, y ello supone “un effort collectif de réflexion sur la situation contemporaine, au con-fluent de deux réalités, l´une concernant les ar-chives, l´autre ayant trait au secret”37.

A todo ello se viene a sumar un nuevo concepto aparecido recientemente en España, aunque ya con una trayectoria en países demo-cráticos: el de la memoria, evidentemente no nos referimos a la Historia, porque la ciencia de Clío siempre ha de estar basada en la memoria como en alguna ocasión ya hemos indicado, sino a ese componente especial que el “vocablo” memoria ha tomado para sí, cuando se vincula a la palabra historia, una categoría determina-da de recuerdo y una manera especial de hacer historia, y es aquel que está vinculado a hechos dolorosos de un pasado reciente, “el vocablo “memoria” ha adquirido una notable diversidad de significados: desde los alusivos a la identidad de colectivos marginados, hasta otros más am-biciosos que apenas se diferencian de los de la “tradición política nacional”; sin olvidar, por su-puesto, aquellos que se refieren al recuerdo au-tobiográfico de los supervivientes de totalitaris-mos o los significados que aluden a los debates provocados por procesos judiciales notorios en los que han sido encausados y condenados an-

32 ROUQUET, F. (dir.): L´exploitation scientifique des archives, París, p. 31.33 GÓMEZ-LLERA GARCÍA NAVA, E.: “El problema del acceso a la documentación en los Archivos históricos”, conferencia pre-

sentada a las I Jornadas sobre acceso a los documentos públicos y oficiales, Madrid, febrero de 2009, organizadas por la Asociación de Archiveros Españoles en la Función Pública. [www.aefp.org.es].

34 FERNÁNDEZ RAMOS, S.: “El acceso a los documentos públicos y oficiales en la legislación española”. conferencia presentada a las I Jornadas sobre acceso a los documentos públicos y oficiales. Madrid, febrero de 2009, organizadas por la Asociación de Archiveros Españoles en la Función Pública. [www.aefp.org.es].

35 FERNÁNDEZ RAMOS, S.: Los concejales y el acceso a la información. El derecho de los concejales de acceso a la documentación local, Granada, 2003, p. 9.

36 POMED SÁNCHEZ, L. A.: El derecho de acceso de los ciudadanos a los archivos y registros, Madrid, 1989, pp. 109-110.37 LAURENT, S. : “L´histoire…”, op. cit., p. 7.

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tiguos verdugos”38. Y en este contexto se ha de insertar la Ley 52/2007, de 26 de diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se es-tablecen medidas a favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la Guerra Civil y la dictadura, conocida como “Ley de Memoria Histórica”.

Los archivos y los documentos en ellos conservados son un elemento básico para el cum-plimiento y comprensión de esta Ley, sin que en ella, como hemos indicado, se citen estas unida-des básicas, ni se hayan concebido recursos eco-nómicos y humanos para poderla llevar a cabo. No obstante, hemos de reiterarlo, “el papel de los archivos en ese intento de construir acervos para la memoria colectiva”, es esencial, de ma-nera que los archivos y los documentos pueden ayudar “a que no se olviden ni la represión ni sus víctimas”; pero también se ha de tener en cuenta que los archivos son el “medio para el ejercicio de los derechos reconocidos a las víctimas de la represión en el proceso de transición política y como instrumentos de información preferente para la depuración de responsabilidades por la violación de los derechos humanos”39.

No obstante esta Ley, pensada para la rehabilitación de las víctimas y sus familiares, para facilitar reconocimientos, compensaciones y demás actuaciones encaminadas a solventar y reparar actuaciones del pasado, muchas de ellas derivadas del derecho al honor, puede ser un perjuicio para las víctimas, precisamente por una inadecuada utilización de los documentos y de los datos en ellos contenidos, siendo necesaria la comprensión del derecho al honor, a la inti-midad y a la propia imagen y el “entendimiento de la relación entre los tres derechos es funda-mental para la correcta determinación de cuán-do se viola cada uno de ellos, pues a menudo la jurisprudencia los confunde”40. Y en relación precisamente con esta Ley y con ese equilibrio necesario del derecho a saber por parte de las víctimas, el derecho a investigar por parte de los historiadores, pero también para que los archi-vos velen por el derecho a la intimidad y el ho-nor, son aprobadas disposiciones como la Instruc-ción de 12 de julio de 2006, de la Secretaría General Técnica, por la que se dictan normas sobre el acceso y la consulta de documentos en los archivos dependien-tes del Ministerio del Interior –norma aplicable a los documentos producidos por este Ministerio y conservados, por ejemplo, en un Archivo Histó-rico Provincial como el de Málaga–, mediante la

cual se ha identificar el usuario de la documenta-ción, el motivo de la consulta y el uso que le será dado a la información obtenida.

Y en relación con todo lo aquí tratado, la documentación del “tiempo presente” que pue-de ser material básico para una investigación histórica, lo es también para el desarrollo y des-envolvimiento de actividades y actuaciones ad-ministrativas. En muchos casos los historiadores olvidan que el documento considerado esencial para una investigación ha sido producido con un fin administrativo, y que éste nunca se pierde ni olvida y, por lo tanto, sigue teniendo en primer lugar y ante todo un uso administrativo por el Organismo o Institución que lo produjo, bien para proseguir con esa actuación bien para pro-teger derechos individuales o colectivos. En este sentido en la actualidad se plantea en España la elaboración y aprobación de una ley de transpa-rencia administrativa tal vez porque “en los úl-timos años han sido muchas las voces que han venido demandando al gobierno la aprobación de una ley que reconozca plenamente el dere-cho de toda persona a acceder en condiciones de igualdad a toda información en poder de las instituciones públicas”, para evitar numerosas irregularidades tales como casos en los que los ayuntamientos rehúsan escritos al alcalde y los devuelven si abrir aunque contengan un recurso41.

Con todo lo expuesto se entiende suma-mente necesario que las Administraciones Públi-cas, los archiveros y los usuarios de los archivos comprendan claramente diferenciados unos lími-tes materiales al derecho de acceso en general, derivados del artículo 105b) de la Constitución Española, el mismo que admite el acceso a los registros y archivos administrativos “salvo en lo que afecte a la seguridad y defensa del Estado, la averiguación de los delitos y la intimidad de las personas”42 sin perjuicio de los derechos a es-tar informados, a conocer o los derivados de la transparencia administrativa.

4. numeroSoS temaS de trabajo, diverSaS fuenteS documentaleS. guía de fuenteS Sobre marbella en el Siglo XX conServadaS en el archivo hiStórico

Provincial de málaga

Con respecto a los historiadores “la me-moria es reconocida actualmente como una des-tacada “categoría social”, un enfoque nuevo de la historia política y cultural”43 y estos nuevos en-foques son fruto tanto de la ampliación y diversi-

38 PASAMAR, G.: “El “uso público…”, op. cit., p. 19.39 GONZÁLEZ QUINTANA, A.: “Los archivos…”, op. cit., p. 60.40 BALAGUER CALLEJÓN, M. L.: El derecho fundamental al honor, Madrid, 1992, p. 42.41 FERNÁNDEZ CASADO, N.: “La información como derecho. Zapatero anuncia una ley para garantizar el acceso a la información

pública”, Archivamos, 69, 2008, p. 5.42 FERNÁNDEZ RAMOS, S.: Los concejales…, op. cit., p. 91.43 PASAMAR, G.: “El “uso público…”, op. cit., p. 18.

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dad de fuentes y cantidad de las mismas conser-vadas en los archivos como de preocupaciones metodológicas y modalidades historiográficas.

Y en este sentido los Archivos Históricos Provinciales juegan un destacado papel. Es cierto que las penurias, carencias y esfuerzos sobrea-ñadidos que estas instituciones sufren no han impedido nunca proseguir con las funciones en-comendadas, es más estas funciones se han visto ampliadas, ya lo ponía de manifiesto hace tiem-po M. Ravina: “en los más de sesenta años trans-curridos desde la creación en 1931 de la red de Archivos Históricos Provinciales, éstos han visto profundamente incrementadas sus funciones, pues si en un principio tan sólo eran los recep-tores y custodios de los Protocolos Notariales centenarios de todos los distritos de la provin-cia, a partir de 1969 se convirtieron además en un centro archivístico para la Administración del Estado de su ámbito, haciendo por tanto tareas de archivo administrativo, intermedio e históri-co” y después archivos provinciales para la ad-ministración de la Comunidad Autónoma. “Sin embargo, estas circunstanciales reformas no han podido aminorar, sino en todo caso robustecer, la finalidad de servicio a la investigación histó-rica para la que fueron creados”44, y sobre esta realidad abundaba Juan José Generelo45: “[...] la historia de los Archivos Históricos Provinciales es, con muy pocas excepciones, la historia de cómo una vez creados los centros, se les van aña-diendo funciones y, con ellas, tipos de fondos. A la función de archivos notariales se les une la de archivos históricos de la Administración del Esta-do, más tarde la de intermedios y, por último, la de archivos de administraciones autonómicas”.

Recientemente, durante la rememoración de los 75 años de existencia de los Archivos His-tóricos Provinciales nos preguntábamos:

“¿Permite la situación actual de los Archivos Históricos Provinciales el cum-plimiento de la legislación española no sólo sobre archivos sino también sobre todas aquellas normas del Derecho Ad-ministrativo sobre acceso?. ¿Están los Ar-chivos Históricos Provinciales preparados para asumir las normas europeas sobre el acceso a la documentación histórica y el acceso a la documentación administra-tiva, considerando que esta es la división establecida?”46.

“¿Pueden ser aplicadas las Direc-trices Europeas en los Archivos Históri-cos Provinciales? ¿Y las recomendaciones del Consejo Internacional de Archivos?. Me atrevo afirmar, por la experiencia del ejercicio diario del servicio en un Archivo Histórico Provincial que es muy difícil el cumplimiento de algunas disposiciones y de la totalidad de esas normas, por fal-ta, evidentemente de medios, humanos y materiales”47.

Por tanto debemos recordar aquí esas dos realidades la del permanente ingreso y servicio de nuevos documentos y nuevas responsabili-dades en estos Archivos y la de la precariedad de medios para asumirlas. De este aumento de ingresos de documentos, de gestión de informa-ción y de la ampliación del número y de tipos de usuarios da cuenta un reciente estudio donde se ponen de manifiesto dichas circunstancias48.

Pero también debemos recordar aquí una cuestión que en esa Conmemoración indicába-mos: los documentos de este tiempo aún re-ciente o cuyas consecuencias aún se mantienen, solicitados en un Archivo Histórico Provincial provocan en muchas ocasiones que el archivero tenga que “gestionar el dolor”, la lucha con los recuerdos y con el pasado de muchos ciudada-nos. Este tipo de consulta es la de un usuario que casi siempre mantiene un combate consigo mismo, se decide a ir al Archivo para remover el pasado, por cuestiones sentimentales o muy personales: la búsqueda de familiares –por los motivos que sea– incluso la búsqueda de hijos abandonados, reapertura de casos de violación o estupro, remordimiento y necesidad de res-tituir bienes, y un largo etc. Sin lugar a dudas, esta consulta requiere una dedicación larga y delicada, quien acude al archivero lo hace casi con el mismo efecto de la confesión, busca la comprensión de este funcionario, que ha de actuar con suma delicadeza y, además, valorar las posibilidades de acceso a los documentos. Y este, sin lugar a dudas, es un aspecto descono-cido por quienes acuden a las salas de consulta o demandan información “histórica” para temas de investigación “cruciales” y “fundamentales”, “importantísimos”, empleando algunos de los calificativos que la mayor parte de los historia-dores usan para sus siempre –no me cabe duda– interesantes investigaciones.

44 RAVINA MARTÍN, M.: Catálogo de los documentos genealógicos del Archivo Histórico Provincial de Cádiz, Madrid, 1993.45 GENERELO, J. J.: “Fuentes para la investigación en los Archivos Históricos Provinciales”, en La investigación y las fuentes docu-

mentales de los archivos, Guadalajara, 1996, p. 221.46 CRUZ MUNDET, J. R. y MIKELARENA PEÑA, F.: Información y documentación administrativa, Madrid, 1998, p. 332.47 CRUCES BLANCO, E.: Los Archivos Históricos Provinciales y los usuarios. Pasado, Presente y Futuro, Madrid, Ministerio de Cultura,

10 de octubre de 2006.48 DÍAZ SÁNCHEZ, A.: “El Archivo Histórico Provincial de Málaga”, en Los Archivos y el Patrimonio documental de la Provincia de

Málaga, Málaga, 2009, pp. 29-63.

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Pero partiendo de esas realidades la do-cumentación del siglo XX conservada en los ar-chivos, y en particular en el Archivo Histórico Provincial de Málaga, permite un amplio por no decir casi universal estudio de temas y aspec-tos, algunos nuevos y vinculados con intereses historiográficos recientes como la arqueología industrial unida a la idea de cultura científica, técnica e industrial; la arqueología del trabajo, o los estudios sobre los archivos de empresas49, los estudios sobre el mundo del trabajo y el mo-vimiento obrero50, que para el caso español y con respecto a la documentación conservada en los Archivos Históricos Provinciales no hay que olvidar todos los documentos generados por Organización Sindical, más conocida como “los Sindicatos Verticales”51, cuyos documentos, con respecto a la Provincia de Málaga están en el Ar-chivo Histórico Provincial.

El poder judicial, con todos sus órganos, siempre ha sido una actividad productora de enormes masas documentales, y para el siglo XX esta actividad se ha visto reforzada. Para el caso que nos ocupa el Archivo Histórico Provincial de Málaga conserva no sólo los documentos de los documentos producidos por la justicia ordinaria, también del Partido Judicial de Marbella, sino de todas aquellas jurisdicciones especiales surgidas, sobre todo, tras la Guerra Civil: Juzgado de Vagos y Maleantes (1945-1971), Juzgado de Peligrosi-dad y Rehabilitación Social (1971-1987), Tribunal Tutelar de Menores (1939-1992), Tribunal Regio-nal de Responsabilidades Políticas (1939-1944). Con respecto a la documentación judicial el Ar-chivo Histórico Provincial de Málaga publicó una síntesis sobre la documentación conservada en el mismo, aunque éstas referencias pronto que-dan anticuadas puesto que todos los años son transferidos varios cientos de metros proceden-tes de órganos judiciales52, por ejemplo, para el caso de Marbella la última transferencia de do-cumentación judicial ha sido realizada el 19 de mayo de 1999.

No nos podemos olvidar de la importancia de la documentación notarial para poder abordar cualquier estudio histórico, aunque consideran-

do que con respecto al siglo XX sólo pueden ser consultados aquellos que hayan cumplido cien años; de manera que en las actualidad pueden ser consultados los protocolos notariales hasta el años de 1908 para lo cual también existe un inventario publicado53.

Con carácter general para toda la Provin-cia, el AHPM conserva la documentación de la Junta Electoral Provincial desde 1977 a 1996.

La documentación del Distrito Forestal, ICONA, IRYDA también se conserva en este ar-chivo que aquí tratamos para toda la provincia, desde 1943 hasta 1990.

Con respecto a la actividad englobada dentro de la materia cultural, y con anterioridad a la existencia de un Ministerio o Consejería de Cultura, ya fueron producidos numerosos docu-mentos sobre todo relacionados con la protec-ción e intervención en edificios históricos, exca-vaciones arqueológicas y albergues juveniles.

Procedentes de la Delegación de Educa-ción y Ciencia se conservan los expedientes de maestros que ejercieron en la provincia de Má-laga, desde 1911 a 1984, así como los proyectos de todos los edificios educativos (1952-1984).

Y no cabe duda que en cualquier momen-to de la historia los aspectos económicos son bá-sicos y rigen una gran parte de los acontecimien-tos públicos y privados, pero cuando se atiende a las finanzas del Estado, al régimen tributario, fiscal y económico organizado, regulado y con-trolado por el Ministerio de Hacienda, sus docu-mentos reflejarán ese acontecer, y en el siglo XX español las crisis mundiales más las provocadas por la Guerra Civil y el período de la autarquía hace valer especialmente estos documentos. El Archivo Histórico Provincial de Málaga conserva un enorme volumen documental procedente de la Delegación Provincial del Ministerio de Ha-cienda, parte de la cual está siendo publicada periódicamente, por un lado la muy interesante documentación relativa a Edificios y solares. Regis-tro para actuaciones fiscales y catastrales en Málaga. 1902-193854 y por otro toda la documentación producida por los diversos organismos que den-tro del Ministerio de Hacienda se han ocupado

49 Los archivos de empresas suscitaron un primer interés para los archiveros y los investigadores después de la II Guerra Mun-dial, de hecho en Francia se creó en 1949 una sección específica en los Archivos Nacionales y se creó una Comisión de salvaguarda de los archivos económicos; pero partiendo de estos inicios se fueron ampliando en los años cincuenta apareciendo el concepto de “archivos del trabajo”. BASTIEN, H.: “Le cadre juridique”, en La pratique archivistique française, París, 1993, p. 79

50 CRUCES BLANCO, E.: “Fuentes documentales para la historia del trabajo en los archivos de Andalucía”, Arch-e. Revista Andaluza de Archivos, 2, enero 2010 (monográfico que recoge las aportaciones a las Jornadas sobre los Archivos del Mundo del Trabajo en Anda-lucía, Sevilla, noviembre 2008), pp. 135-158.

51 LASO BALLESTEROS, A.: “El papel…”, op. cit., pp. 191-256.52AQUESOLO VEGAS, J.: “Apuntes sobre la Justicia en España 1931-1945. La documentación conservada en el Archivo Histórico

Provincial de Málaga”, en Los años convulsos. 1931-1945. Documentación del Archivo Histórico Provincial de Málaga, Cádiz, 2006, pp. 53-65; FERNÁNDEZ ESCORIAL, M. y CABANILLAS GARCÍA, M.: “Estudio de series documentales en los fondos judiciales conservados en el Archivo Histórico Provincial de Málaga”, en Los Archivos judiciales en la modernización de la Administración de justicia. Actas, Sevilla, 2007, pp. 413-425.

53 ACUÑA, E.; CRUCES, E. y LOBILLO, D.: Inventario de la documentación notarial conservada en el Archivo Histórico Provincial de Málaga (1496-1905), Sevilla, 2008.

54 FERNÁNDEZ ESCORIAL, M. y CASTILLO MUÑOZ, B.: Málaga, 2009.

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de la elaboración, mantenimiento y tributación del catastro tanto de rústica como de urbana: La documentación catastral en el Archivo Histórico Pro-vincial de Málaga. 1850-198955.

Con respecto a la documentación pro-ducida por los organismos responsables de la industria y el comercio el AHPM conserva los expedientes de ins-talaciones eléctricas de toda la provincia (1959-1986), el regis-tro industrial (1938-2004), el registro de cooperativas (1949-1993) y el registro de patentes (1953-1984).

Para una zona como Marbella es funda-mental la documentación existente procedente de la Delegación Provincial de Información y Tu-rismo (1947-1995) pues en ella se recogen todo tipo de actividades relacionadas con esta indus-tria: campañas de promoción, subvenciones, control de visitantes, etc. por lo que estos expe-dientes poseen un interés especial para la pro-vincia de Málaga en general y muy especialmente para la Costa del Sol y Marbella, de manera que los usuarios también cuentan con la publicación de este fondo documental56.

Pero como anteriormente hemos indica-do el siglo XX español es una centuria convul-sa, donde la Guerra Civil, sus prolegómenos y sus consecuencias a lo largo de una dictadura de cuarenta años han condicionado la produc-ción documental y la vida de los españoles, y por ello la documentación producida por el

Gobierno Civil será sumamente impor-tante para conocer muchos de los acon-tecimientos y hechos de un largo período. El Archivo Histórico Provincial de Málaga ha publicado el inven-

tario y estudios sobre la documentación que conserva de esta Institución: La documentación del Gobierno Civil Conservada en el Archivo Históri-co Provincial de Málaga. 1800-199957. Asimismo sobre ese período violento que antecede a la Guerra Civil y los años posteriores a la misma el Archivo Histórico Provincial de Málaga orga-nizó una exposición, y publicó el estudio co-rrespondiente, denominado Los años convulsos. 1931-1945. Documentación del Archivo Histórico Provincial de Málaga58.

La documentación procedente de la Jefa-tura Provincial de Carreteras es de un enorme vo-

lumen (377 expedien-tes) y entre sus docu-mentos se conservan todos los proyectos de infraestructuras viarias de la provincia desde mediados del siglo XIX hasta 1989. Para esta zona geográfica que nos ocupa son espe-cialmente destacables todos los proyectos relacionados con la N-340 y la Autovía del Sol, así como todo tipo actuaciones en puen-tes, viaductos, mante-nimiento de carreteras y caminos, etc.

Con respecto a proyectos de infraes-tructuras son destaca-bles los conservados en el fondo de la Con-federación Hidrográ-

Para una zona como Marbella es fundamental la documentación

existente procedente de la Delegación Provincial de

Información y Turismo (1947-1995)

Fondeadero de Marbella. Fuente: AHPMA

55 Inventario y varios estudios introductorios, Málaga, 2006.56 CANO RAMÓN, M.; DÍAZ SÁNCHEZ, A. y GALLARDO GÁLVEZ, M. J.: “El fondo de la Delegación Provincial del Ministerio de

Información y Turismo de Málaga”, Tría, 3, 1966, pp. 161-181.57 Málaga, 2007.58 Cádiz, 2006.

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fica del Guadalhorce, con casi 100 proyec-tos relacionados con Marbella que hacen referencia a: el río Verde, el río Guadai-za, el río Real tanto a sus encauzamientos como presas, los pro-yectos de regulación del abastecimiento de agua en esta parte de la Costa del Sol, etc.

Las series docu-mentales producidas por toda la actividad del Instituto Nacional de Estadística tam-bién se conservan en el AHPM desde 1883 hasta 1998, de manera que todo lo encues-tado y analizado por este organismo también queda recogido para Marbella.

Con respecto a las funciones y competen-cias que ha tenido la materia relacionada con el trabajo y el empleo el Archivo conserva los pro-yectos de Escuelas Taller y del Acuerdo de Em-pleo y Promoción Agraria (1998-2004) con expe-dientes relativos a Marbella en ambos casos.

Y desde luego en la actualidad un fondo ampliamente consultado pero sujeto a normas estrictas de acceso es el procedente del Archi-vo del Centro Penitenciario y nos referimos a los expedientes de internos en dicho centro y en las cárceles de partido. Para su consulta el usuario ha de solicitar el acceso según la Instrucción del Ministerio del Interior citada, siendo ágil la con-sulta pues se cuenta con un inventario para ello y una publicación que explica la evolución y con-tendió de este fondo59.

La documentación judicial como la de la Prisión Provincial son ejemplos de los nuevos campos de investigación sobre la historia del si-glo XX, de esa indagación del “uso público” de la

Historia al que antes aludíamos que es amplio y variado y entre sus temas se encuentran los rela-tivos a la historia política y a la historia económi-ca y desde luego los problemas de la “memoria”60. Y junto con los estudios históricos que estos do-cumentos facilitan, estas fuentes documentales

han pasado a ser parte de noticias casi diarias en los medios de comunicación, tanto por ex-pertos como por simples aficionados, de manera que efectivamente, si no se hace un uso público de la historia, desde luego se está haciendo em-pleando las fuentes documentales para ese co-nocimiento público del pasado y también un uso político del mismo, (usages politiques du passé), de manera que la historia más reciente ha pasado a ser elemento de crítica en los debates políticos, en la cuestión de la opinión pública y entre los historiadores61.

El Archivo del Colegio de Arquitectos está conservado en el Archivo Histórico Provincial de Málaga de manera que la enorme actividad cons-

La documentación producida por el Gobierno Civil será sumamente importante para conocer muchos de los acontecimientos y hechos

de un largo período

Fondeadero de Marbella. Fuente: AHPMA

59 FERNÁNDEZ ESCORIAL, M.: “Aproximación a la historia de las prisiones. El caso de Málaga”, en Los años convulsos…, op. cit., pp. 67-77.

60 PASAMAR, G.: “El “uso público…”, op. cit., p. 16.61 PEIRÓ MARTÍN, I.: “La opinión pública y los historiadores: memoria, historiografía y política”, en Usos de la Historia…, op.

cit., p. 147.

La documentación judicial como la de la Prisión Provincial son

ejemplos de los nuevos campos de investigación sobre la historia del siglo XX, de esa indagación del

“uso público” de la Historia

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tructiva de la zona de la Costa del Sol, incluida Mar-bella, está documentada en los proyectos y en los expedientes de dirección de obras (1957-1992).

Así pues cualquier aspecto de la historia social, económica, de las mentalidades, etc. pue-den ser abordados para la Provincia de Málaga con los documentos conservados en su Archivo Histórico Provincial de manera que gracias a to-dos estos documentos textuales, gráficos y fo-tográficos cualquier investigador, pero también cualquier ciudadano sin pretensiones científicas pero con acuciantes necesidades burocráticas, tendrá los elementos informativos suficientes

evitando situaciones de improvisación como las que denuncia J. Aróstegui: la investigación histórica se ha confiado a “la improvisación, a la intuición y al buen sentido del investigador” más que a una preparación rigurosa, pero la investigación histórica requiere un trabajo de-tenido y la “explotación y trascripción de las fuentes junto con la elaboración de un plan, en el curso mismo de la investigación, el diseño o plan primitivos serán con toda probabilidad profundamente modificados y el resultado final seguramente tendrá poco que ver con las pre-sunciones iniciales”62. n

A N E X OAPrOXIMACIóN A UNA gUíA DE fUENTEs

62 ARÓSTEGUI, J.: La investigación…, op. cit., pp. 360-361.

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estuDios

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RESUMENHan sido muchas las construcciones y obras de reforma que se han llevado a cabo en el casco antiguo de Marbella en los últimos años sin la presencia de personal municipal o cualificado a nivel arqueológico. El presente artículo pretende informar sobre la presencia de restos arqueológicos cerámicos, que abarcan una amplia cronología de la historia de nuestra ciudad (desde los siglos II a.C. hasta el XV d.C.) y que, sencillamente, fueron arrojados a un contenedor de escombros salvo una ínfima parte que consiguió salvarse y que aquí se detallan. Después de su estudio, han sido depositados en la Sección Arqueológica del Centro Cultural Cortijo Miraflores, dependiente del Ayuntamiento de Marbella.

PALABRAS CLAVEArqueología, cerámica romana, cerámica medieval.

ABSTRACTThe constructions and works of reform have been many that have had been in centre old of Marbella in the last years, without the qualified presence of municipal personnel. The present article tries to inform on the presence of ceramic archaeological rest, that they include an ample chronology of the history of our city (since 2th century BC to 15th century AC) and that, simply, they were thrown to a rubbish container except for a very small part that was able to be saved and that here they are detailed. After his study have been deposited in the Archaeological Section Cortijo Miraflores Cultural Center, under the Marbella Town Hall.

KEY WORDSArchaeology, roman potery, medieval potery.

Cilniana 22/23, 2009 - 2010: 73-84 ISSN 1575-6416

vestigios olviDaDos De nuestra CiuDaD ¿negligenCia o

inDiferenCia?Juan MigueL cervera añón

Licenciado en Química

1. antecedenteS

A mediados de 1993 se llevó a cabo una obra de construcción anexa a la cara sur de la iglesia de Nuestra Señora de la En-

carnación, concretamente en calle Misericordia, en la que había una zona baldía de huerta o jar-dín y que tendría como destino la ejecución de un edificio para albergar las aulas donde, en un futuro, se impartirían los principios de la cate-quesis.

Para la realización de la cimentación se hi-cieron hoyos, de menos de un metro de profun-didad, cuyos escombros eran arrojados en una cuba situada en la Plaza de Tetuán. La sorpresa fue enorme cuando de entre los escombros “bro-taron” multitud de restos cerámicos, que llama-ban la atención de los obreros por su colorido o,

en algún caso, por contener dibujos o grabados llamativos.

Tras informar a personal municipal de la Delegación de Cultura de la aparición de estos restos cerámicos, me quedé asombrado ante la actitud impasible que denotaban, argumentan-do, mediante simples conjeturas de despacho, que se trataba de material de acarreo que no conllevaba ningún tipo de interés histórico o arqueológico. El desinterés mostrado por la Ad-ministración Local de aquellos momentos era patente.

La cantidad de material que llegó a res-catarse no va más allá a tres bolsas de plástico, perdiéndose una enorme cantidad de restos que, si bien se desconoce si aportaba datos sobre al-gún tipo de estructura asociada, tenía una im-portancia crucial en cuanto al valor histórico y

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fedatario, que consolidaba la presencia humana dentro del casco antiguo de nuestra ciudad con anterioridad a la conquista musulmana, como así lo confirman algunos de los restos que se logra-

ron recoger.

2. conteXto hiStórico y Situación actual

Situada a intramu-ros de la antigua ciudade-la árabe, se supone que en su lugar se hallaba la Mezquita Mayor o Alja-ma en época musulmana, por lo que la ubicación de

la iglesia de Ntra. Sra. de la Encarnación define uno de los enclaves históricos más importantes, y diría que “misterioso”, para futuros estudios en nuestra ciudad.

Si bien la presencia de elementos arqui-tectónicos de época romana, dentro del casco antiguo de Marbella, se limita a unos cuantos sillares, algunos capiteles jónicos, sigillatas que aparecieron en las “obras de remozamiento del edificio del Ayuntamiento”1 y a restos cerámicos hallados en las excavaciones de un solar anexo al lienzo sur de la muralla del Castillo, con mo-tivo de la restauración de dicha zona durante el mandato gilista, la aparición de estas piezas, más allá de la propia muralla del Castillo, avalan la conjetura de la ubicación de un poblado romano dentro del casco histórico de la ciudad, como ya citaba D. Fernando Alcalá: “[...] el casco antiguo de Marbella se levanta sobre el solar que durante época romana ocupaba una localidad [...], cuyo nombre no sabemos, pero pudo ser la Salduba citada por Plinio y Mela”2. Pero este hecho tene-mos que dejarlo relegado a la mera hipótesis de-bido, entre otros motivos, a los pocos sondeos arqueológicos que se han llevado a cabo durante las obras realizadas en el casco antiguo.

3. deScriPción tiPográfica

Dentro de los fragmentos cerámicos que pudieron conservarse, encontramos dos perío-dos históricos bien diferenciados. El primero de ellos hace referencia a época romana, donde nos encontramos con un amplio abanico cronológico que abarca desde tiempos de la republicana has-ta época cristiana y que aportan fragmentos de platos, ánforas y cerámica común.

La segunda época hace mención a la etapa de dominación musulmana, y donde encontramos

piezas de periodo califal, nazarí..., entre las que po-demos distinguir fragmentos de cerámica común, candiles, grandes vasijas y cerámica vidriada.

Se ha constatado también la presencia de fragmentos cerámicos de tradición púnica (s. IV – II a.C.) que no se tratarán en el presente artícu-lo, pero cuya mención es de referencia obligada.

3.1. cerámica romana

a) cErámica campaniEnsE

Es la cerámica de la conquista de Hispa-nia por las legiones romanas y sirve de referen-cia constante para el estudio del fenómeno de integración del mundo romano en la Península, desde la república hasta la etapa de Augusto.

Dentro del grupo de las campanienses, podemos catalogarla como Campaniense Tipo B, las cuales presentan una arcilla de color beige (o marrón claro en procesos de cocción defectuo-sa), dura, depurada pero algo granulosa, con in-clusiones calizas y micáceas, con barniz no muy denso, de color negro o negro castaño, brillante, con iridiscencias, aplicado por inmersión y que no suele cubrir el fondo externo del vaso3.

Figura 1.- Fragmento correspondiente a parte del pie.

Posible plato o fuente de fondo llano y borde rectilíneo, con pie anular molturado que podría corresponder al tipo Lamboglia 5-7.

Pasta de color beige, dura, depurada, con inclusiones calizas y micáceas.

Decorada con barniz de color negro, bri-llante, con iridiscencias.

Utilización reservada a presentar o servir alimentos.

Su cronología puede situarse entre me-diados del siglo II a.C. y finales del I a.C.

1 POSAC MON, C.: Guía Arqueológica de Marbella, Marbella, Delegación de Cultura, 1983, p. 12.2 ALCALÁ MARÍN, F.: Marbella, esa desconocida (Inventario y defensa del patrimonio Histórico de la ciudad), Marbella, Delegación de

Cultura, 1978, p. 15.3 Vid. BELTRÁN LLORIS, M.: Cerámica romana: Tipología y clasificación, 2 vols., Zaragoza, Pórtico, 1978.

La cantidad de material que llegó a

rescatarse no va más allá a tres bolsas de plástico, perdiéndose una enorme cantidad

de restos

Figura 1

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Juan Miguel Cervera Añón Vestigios olvidados de nuestra ciudad ¿Negligencia o indiferencia?

Figura 2.- Dibujo esquemático de una pá-tera del tipo Lamboglia 5-7.

b) lucErnas

Las lucernas se fabricaron mediante mol-des, empleando uno para la parte superior y otro para la inferior, uniendo posteriormente las asas. Eran objetos empleados para la iluminación.

Se distinguen varias partes en una lucer-na: el pico o mechero (mixus), el deposito de combustible (infundibulum), el disco (discum) que es la parte superior de la lucerna, y que se en-cuentra rodeado por la orla (margo) y el asa. El disco suele llevar uno o dos agujeros de alimen-tación, uno para introducir el aceite y otro para la respiración4.

Figura 3.- Fragmento correspondiente al disco de una lucerna.

Lucerna republicana: conserva intacto en su centro el orificio de alimentación y gran parte de la orla, donde se observa el arranque de un asa que ha desaparecido. La arcilla es gris.

De tipología Dressel 1B, se caracteriza por ser de cuerpo bicónico, con una aleta lateral en la parte derecha y pudiendo aparecer o no con asa.

Conserva una pequeña parte del disco pintado con el barniz negro originario y presen-ta decoración geométrica en forma radial en la parte superior.

Su cronología abarca desde finales del si-glo V a.C. hasta inicios del siglo I a.C.

Figura 4.- Dibujo esquemático de una lu-cerna romana del tipo Dressel 1B.

Según Beltrán, su tipología corresponde a una lucerna delfiniforme, nombre que recibe por la presencia de aletas o asitas laterales5. De pas-ta negra y barniz campaniense, posee adornos radiales en el disco, un asa posterior y presencia o no de aletas laterales; son fabricadas en Italia central y del Sur, fechándose a finales del siglo II y I a.C.

c) apliquE dEcoraTivo

Figura 5.- Fragmento de cerámica ana-ranjada, con forma triangular, sobre la que se observan en relieve motivos zoomorfos y fito-morfos.

Alcanzan a distinguirse tres figuras: una central con características vegetales flanqueada por dos siluetas animales, que podrían intuirse como un par de carneros.

Se debe de remarcar, en este caso, la falta de paralelos en la bibliografía consultada.

En cuanto a su cronología, podría ubicar-se en periodos alto imperiales.

Figura 2

Figura 3

Figura 4

4 Vid. ROCA ROUMENS, M. y FERNÁNDEZ GARCÍA, M. ª I.: Introducción al estudio de la cerámica romana. Una breve guía de referencia, Málaga, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Málaga, 2005.

5 Vid. BELTRÁN LLORIS, M.: Cerámica…, op. cit.

Figura 5

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d) ánforas

Como nos cuenta Estrabón, “el olivo, alimento básico en la dieta de los pueblos del Mediterráneo, se cultivaba en época de Augus-to a lo largo de la fachada oriental peninsular”. Aunque no se especifica ni se enumeran las regiones de su cultivo, ni se hacen referencias sobre la producción y el consumo, es de enten-der que los habitantes de la costa mediterránea hispana se dedicaban a la producción de acei-te. La cuestión de la producción local de aceite es un hecho comprobado a través de los indi-cios arqueológicos. Actualmente, se reconocen en estos lugares instalaciones destinadas a la producción de aceite, la mayoría de las cuales muestran una actividad productora comple-mentaria con otros alimentos, ya sea vino o conservas de pescado.

Hablamos de la ánforas, envases que tuvieron como función la de transportar materias primas tales como aceite, vino, frutas y salazones como el apreciado garum, entre otras mercancías, lo que hace de estos recipientes uno de los elementos más importantes para la historia económica del mundo romano.

Figura 6.- Fragmento correspondiente a la boca de un ánfora, que podría pertenecer al tipo Dressel 38 (Beltrán IIA)6.

Se trata de un tipo de ánfora cuyos prin-cipales hallazgos se documentan en la Bética y que estaba destinada al transporte de aceites y salazones.

Su cronología abarca los siglos I y II d.C.

Figura 7.- Dibujo esquemático de un ánfo-ra tipo Dressel 38 (Beltrán IIA).

Figura 8.- Fragmento correspondiente a la boca de un ánfora, que podría pertenecer al tipo Tripolitana II (Dressel 18, II).

Recibe este nombre debido a que se fabri-caban en Tripolitania, actual Trípolis, en el Líba-no, durante los siglos I d.C. y mitad del II d.C., y hasta el siglo IV d.C.

Figura 9.- Dibujo esquemático de un ánfo-ra tipo Tripolitana II (Dressel 18, II)7.

Se supone que en su lugar se hallaba la Mezquita Mayor o

Aljama en época musulmana, por lo que la ubicación de la Iglesia de Ntra. Sra. de la Encarnación

define uno de los enclaves históricos más importantes

Figura 6

6 Ibídem.7 Vid. BELTRÁN LLORIS, M.: Guía de la cerámica romana, Zaragoza, Pórtico, 1990.

Figura 7

Figura 8

Figura 9

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Por último, hay que mencionar la pre-sencia de dos fragmentos que corresponden a sendas terminaciones de ánforas bien diferen-ciadas y que, por motivos obvios, no pueden catalogarse.

3.2. cerámica muSulmana

Al-Andalus fue una civilización que irradió una personalidad propia tanto para Occidente como para Oriente, como así lo atestiguan los ma-jestuosos monumentos arquitectónicos y obras civiles que se conservan en nuestro país.

Situada en tierra de encuentros, de cru-ces culturales y fecundos mestizajes, al-Andalus fue olvidada después de su esplendor, tanto por Europa como por el universo musulmán, como una bella leyenda que no hubiera pertenecido a ninguno de los dos mundos.

Los musulmanes utilizaban pastas natu-rales y pastas modificadas para conseguir carac-terísticas especiales en las cerámicas. Las pastas naturales eran más susceptibles de ser usadas en objetos destinados al servicio de mesa, mientras que las pastas modificadas, que se hacían de ma-nera general añadiéndole desengrasantes como la arena, el cuarzo o la dolomita, o bien mezclan-do arcillas de diferentes variedades, se usaban esencialmente en piezas de fuego para hacer ollas, cazuelas, etcétera, consiguiendo así una mejor adaptación al barniz o esmalte, una mayor resistencia mecánica o térmica y un aumento de la porosidad, entre otras características.

Aditivos como la sal garantizaban una alta porosidad, aumentando así la evaporación y con-secuentemente el poder para enfriar del conte-nedor. Aparecen también grandes vacuolas que parecen tener un origen orgánico, al tiempo que partículas calcáreas, que pueden indicar el uso de arcillas jóvenes, de buena plasticidad natural, procedentes de la orilla de ríos o estanques, es decir, con abundante materia orgánica.

La presencia de este material de origen orgánico y condiciones en las cuales la cocción no consiguió una oxidación total de la pasta, aunque la temperatura fuera la adecuada, da lugar al fenó-meno del corazón negro, por el cual el interior de la pasta se queda de color negro o gris, con motivo de la formación de monóxido de carbono (que posee carácter reductor) durante el proceso de combustión que tiene lugar por la descom-posición de la materia orgánica, entre otros fac-tores.

Entre las técnicas de acabado, los siste-mas más simples se encuentran normalmente sobre cerámica común, donde las superficies no

ofrecen decoración sino alisados o bruñidos. Las técnicas sencillas afectan básicamente al mode-lado, consisten en meandros o bandas realizadas a peine, incisiones, impresiones…

Entre las técnicas decorativas encontra-mos pigmentaciones, engobes, barnices y es-maltes, donde las principales materias coloran-tes son óxidos metálicos: rojo (óxido de hierro: Fe2O3), negro (óxido de manganeso, MnO2), ver-de (óxido de cobre: CuO), azul (óxido de cobal-to: CoO), etcétera; así por ejemplo, el óxido de hierro produce color rojo en cocción oxidante y negro en reductora, mientras que el óxido de cobre, tanto al ser usado como engobe o en for-ma de barniz o cubierta, da verde en oxidación y rojo en reducción.

En cuanto a las cubiertas vítreas, encon-tramos dos grandes grupos según los fundentes usados mayoritariamente. Un grupo presenta mayor cantidad de sales de sodio y potasio (fun-dentes alcalinos) muy usadas en Oriente Próxi-mo, mientras que el otro grupo presentan sales de plomo como fundente principal, de tradición romana. En éstas, para formar el vidrio, es esen-cial el plomo, la sílice y componentes básicos como el bórax o la sal. Algunos pigmentos viran de color en función de la mayor o menor propor-ción de fundentes alcalinos de la cubierta; así, el cobre da color turquesa cuando la proporción de estas sales en el barniz es alta.

Las cubiertas translúcidas se realizaban esencialmente con barniz de plomo, a partir de minerales como la galena (sulfuro de plo-mo: PbS2) y el litargirio o minio (sesquióxido de plomo: Pb3O4). Para conseguir cubiertas opacas simples (verdes, marrones, etcétera), se añadían a la preparación de la cubierta de plomo óxidos metálicos colorantes.

Si al barniz de plomo le añadimos óxido de estaño (SnO2) obtenemos una cubierta blan-ca opaca. Las partículas de estaño se reparten

de forma regular en el vidrio rompiendo la natural translu-cidez del barniz de plomo y creando una superficie blanca por la difusión de cristales de casiterita (SnO2) en la masa vítrea. Las decoraciones con óxidos metálicos sobre estan-nífero generalmente se efec-

tuaban después de la primera cocción y sobre la cubierta cruda, antes de la segunda cochura.

En ocasiones la decoración se aplicaba con una barbotina muy líquida compuesta por la arcilla pigmentada o de otro color, a veces blan-quecina. En ocasiones encontramos engobes de barbotina, de color rojo o negro, que sirven de fondo a motivos pintados en colores contrasta-dos como el blanco. Por otra parte, al engobe se la adicionaba en ocasiones algún fundente en su

Dentro de los fragmentos cerámicos que pudieron

conservarse, encontramos dos períodos históricos bien

diferenciados

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composición, como ceniza vegetal (carbonato de potasio: K2CO3), lo que producía un aumento de la adherencia al cuerpo cerámico.

Dentro del conjunto de los fragmentos cerámicos de estudio en el presente artículo, es importante destacar que nos movemos en una amplia escala de tiempo que podría abarcar des-de el periodo califal hasta el nazarí.

Vamos a hacer una pequeña introducción sobre el proceso de evolución de los tipos cerá-micos más importantes a lo largo de las distintas etapas históricas de la dominación musulmana.

Época dE la conquisTa y dEl EmiraTo (s. viii-iX d.c.)Se conocen muy pocos restos cerámicos

de esta época ya que no está definido por un modelo propio, sino que concurren una mezcla de técnicas y esquemas decorativos autóctonos, romanos, visigodos y bizantinos con influencias norteafricanas y orientales.

Las cerámicas se realizan a mano y a torno lento e irán adoptando cambios, de manera pau-latina, en su funcionalidad y en la decoración.

La integración del vidriado produce un avance importante en las cerámicas, aportando la impermeabilización de las piezas. Por otra par-te, la combinación de óxidos metálicos de cobre, cobalto y manganeso, entre otros, dará lugar a mejoras estéticas aportando coloraciones y re-flejos metálicos que nos proporcionarán piezas más bellas y, por ende, más caras.

El califaTo omEya (s. X-Xi d.c.)La cerámica evolucionará desde los tipos

anteriores produciendo una mayor variedad de formas y decoraciones. En esta época pueden con-siderarse, a grandes rasgos, dos grandes tipos de vajilla: una común, vidriada o no, y otra de lujo.

La cerámica común sin vidriar estará deco-rada por pinturas en blanco, negro o rojo con base a motivos geométricos; mientras que las vidria-das tendrán decoración monocroma o bícroma.

La cerámica de lujo es la conocida como “cerámica verde-manganeso”, definida por una ornamentación a base de dos óxidos colorantes, el de cobre que produce el verde y el de manga-neso que da tonalidades moradas o negruzcas, dispuestos sobre una cubierta blanca8.

los rEinos dE Taifas (s Xi d.c.)Tras la desintegración del califato cordo-

bés, Málaga será gobernada por los Hammudies, una dinastía de origen bereber.

El arte seguirá fuertemente influenciado por las formas califales anteriores, pero difumi-

nado por los contactos con el norte de África y Oriente, creando así un estilo particular.

La cerámica continuará desarrollando el tipo “verde-manganeso” que llegará a alcanzar una elevada complejidad decorativa. Por otra parte, será el auge de la llamada “cerámica de cuerda seca”, que pervivirá en Málaga hasta los nazaríes. Los diseños se trazaban en crudo por medio de una mezcla de aceites y agente colo-rante. Diferentes barnices de colores llenaban los espacios interiores, los cuales, tras una nueva cocción, se vitrificaban perfilados por los trazos oscuros del óxido de manganeso9.

almorávidEs y almohadEs (s. Xi-Xiii d.c.)La debilidad política y militar de los reinos

de Taifas favorecerán las invasiones africanas en la Península, que impondrán el fundamentalismo religioso y cambiarán el arte frente a la riqueza precedente, imponiendo austeridad en los mate-riales, pero no así en la decoración, que vendría caracterizada por el barroquismo y exuberancia ornamental con influjos del norte de África.

Durante la época almorávide se continúa con los esquemas anteriores en la producción cerámica, aunque tiene lugar una degeneración decorativa caracterizada por cerámicas mono-cromas, con vidriados en verde o melado, preva-leciendo el valor funcional sobre el estético. Per-vive la “cuerda seca” aunque con una decoración más esquemática y se produce un aumento de los útiles domésticos, dando lugar a una multi-tud de formas con diversa funcionalidad.

En la dominación almohade, como con-secuencia de su fundamentalismo religioso, se rechaza toda manifestación de opulencia, por lo que la producción cerámica de este periodo se centra en la sencillez y la renovación. Es ca-racterística de esta época la “cerámica con de-coración esgrafiada”, la cual consistía en pasar un punzón sobre una zona pintada con negro de manganeso, sin fundente y por tanto sin vidriar, de modo que vuelva a aparecer el color natural del barro.

Otra forma cerámica de este periodo es la de la llamada “cerámica de falsa cuerda seca”, también conocida como “cuerda seca parcial” o “cerámica de verdugones”, en la que sobre la pieza bizcochada se diseñaban los elementos de-corativos a pincel, con óxido de manganeso. A continuación se rellenaban de pasta vítrea, que no siempre respetaba los límites fijados. La di-ferencia con la “cuerda seca” estriba en que deja grandes zonas sin decorar, dejando a la vista el color natural del barro10.

8 Vid. CANO PIEDRA, C.: La cerámica verde-manganeso de Madinat Al-Zahra, El Legado Andalusí, 1996.9 Vid. PUERTAS TRICAS, R.: “Cerámica de cuerda seca en Málaga. Aspectos tipológicos”, Mainake, IV-V, 1982-1983, pp. 265-280.10 Vid. FERNÁNDEZ SOTELO, E. A.: Ceuta Medieval. Aportación al estudio de las cerámicas (S. X-XV), Ceuta, Trabajos del Museo

Municipal, 1988.

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Época nazarí (s. Xiv-Xv d.c.)Aunque se continúa con la producción

almohade, se intensificarán los modelos estam-pillados y se sigue con la producción de “falsa cuerda seca”, mientras que la “cerámica esgrafia-da” evolucionará a un tipo de pasta bizcochada pintada de manganeso con temas geométricos.

Otro tipo característico de este periodo es la “cerámica de loza dorada”. El dorado se obte-nía mezclando diferentes óxidos metálicos con ci-nabrio (mineral formado por sulfuro de mercurio: HgS). Al calentar la mezcla el mercurio se volatili-zaba y se combinaba con los metales de la mezcla y, tras varias cocciones a diferentes temperaturas y en atmósfera reductora, se obtenía el dorado que aparecería en primera instancia cubierto por un color negruzco que era eliminado al frotar.

Existen varias clasificaciones que ordenan u organizan la cerámica hispanomusulmana. Unas hacen referencia a su utilidad como elementos de cocina, otras según la forma del recipiente las dividen en formas abiertas y formas cerradas y otras las agrupan en cerámica común y cerámica de uso particular que, además, podrían formar subgrupos según estén o no vidriadas o decora-das con diferentes motivos.

Para facilitar la lectura, se van a clasificar estos materiales de una manera sencilla, que va a consistir en reunirlos en grupos; tendremos así el grupo de los candiles, el grupo de los ataifores, el de los alcadafes, jarritos y jarritas, etcétera11.

Dentro de cada uno de estos grupos se definirá, siempre que sea posible, el modo de fa-bricación, tipo de pasta, ornamentación, utilidad y su posible cronología.

A) Grupo de los AtAifores12

Son piezas para el servicio de mesa: pre-sentación de alimentos sólidos, frutos, dulces…, limitado en altura y cuyo diámetro máximo coin-cide con el de la boca.

Figura 10.- Fragmento cerámico de un ataifor que conserva parte del fondo, pared y el borde en buenas condiciones.

Hecho a torno, con pasta depurada y coc-ción oxidante derivando a coloración pajiza.

Presenta ausencia de repie y vidriado ex-terior en melado claro jaspeado.

Decoración interior con adornos geomé-tricos de trazo rectilíneo con motivos triangula-res y circulares.

En cuanto a su cronología, podríamos ubi-carlo entre los siglos IX y X.

Figura 11.- Dibujo esquemático de dos ti-pos de ataifores.

B) Grupo de lAs redomAs13

Se trata de una vasija para contener y es-canciar líquidos, caracterizándose por la diferen-cia de volumen entre su cuerpo amplio, globular o cilíndrico, y el gollete angosto y estilizado. Otra posible función es la de vinagrera o aceitera.

Figura 12.- Fragmento de cuello que con-serva el arranque y parte del asa.

11 Vid. ACIÉN ALMANSA, Manuel et al.: “Evolución de los tipos cerámicos en el S. E. de Al-Andalus”, en Véme Colloque Internacional sur la céramique médiévale en Méditerraneé Occidentale, Rabat, 11-17 noviembre 1991, pp. 125-139.

12 Vid. Ibídem; ROSSELLÓ BORDOY, Guillem: “La cerámica árabe de Mallorca. Avances sobre su tipología y su cronología”, Mayurqa: revista del Departament de Ciències Històriques i Teoria de les Arts, 14, 1975, pp. 215-230 y SUÁREZ PADILLA, José: “Algeciras altomedieval. Secuencia arqueológica al norte del río de la Miel: del siglo IX al siglo X”, Almoraima: revista de estudios campogibraltareños, 33, 2006 (Ejemplar dedicado a: I Jornadas de Arqueología del Campo de Gibraltar. Protección del patrimonio. Tarifa, 23, 24 y 25 de abril de 2004), pp. 359-390.

13 Vid. ACIÉN ALMANSA, M. [et al]: “Evolución…”, op. cit.

Figura 10

Figura 11

Figura 12

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Juan Miguel Cervera Añón Vestigios olvidados de nuestra ciudad ¿Negligencia o indiferencia?

Hecho a torno; coc-ción oxidante que propor-ciona pastas de coloración anaranjada.

Vidriado melado monocromo, tanto al in-terior como al exterior, decorado con líneas o “chorreones” negros de manganeso.

En cuanto a su cro-nología, podríamos ubicar-lo entre los siglos XI y XII.

Figura 13.- Dibujo esquemático de una redoma.

C) Grupo de los JArritos y JArritAs14

Los jarritos son piezas cerradas, de di-mensión mediana, que presentan como dife-rencia fundamental morfológica respecto a la jarrita la presencia de un solo asa, diferencia condicionada por su función como recipiente fundamentalmente escanciador, presentando, a veces, piquera de pellizco en el lugar contrario al asa.

Las jarritas son recipientes contenedores de líquidos, de tamaño medio, que se caracteri-zan por un cuerpo ovoide, cuello desarrollado y dos asas de cinta verticales, que unen el cuello con la mitad superior del vientre.

C-1) Jarritos

Figura 14.- Fragmento de jarrito que con-serva el asa entera y parte del cuerpo.

Está realizado a torno; bizcochado, de pasta pajiza con engobe negro, bien depurada y con desgrasantes finos (micas, cuarzo, es-quistos).

En cuanto a su cronología, podríamos ubi-carlo entre los siglos XI y XII.

Figura 15.- Dibujo es-quemático de un jarrito.

C-2) Jarritas

Figura 16.- Fragmento cerámico correspondiente con parte del cuerpo de una jarrita; con unos 5 cm de longitud.

Hecho a torno; de pas-ta rosada, depurada y paredes finas.

Se trata de una pieza de “cuerda seca parcial”, con decoración geométrica de dientes de sierra.

En cuanto a su cronología, podríamos ubi-carla en el siglo XI.

Figura 17.- Dibujo esquemá-tico de una jarrita similar a la de la Fig. 16.

Figura 18.- Fragmento de cerá-mica perteneciente al cuerpo de una jarrita.

Figura 13

Figura 14

14 Vid. Ibídem; FERNÁNDEZ SOTELO, E.: Ceuta…, op. cit. y ROSSELLÓ BORDOY, G.: “La cerámica…”, op. cit.

Figura 15

Figura 16

Figura 17

Figura 18

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Juan Miguel Cervera Añón Vestigios olvidados de nuestra ciudad ¿Negligencia o indiferencia?

Fabricada a torno; pasta depurada y de coloración pajiza.

Se trata de una pieza con decoración pin-tada, donde se observa campo rayado.

La decoración pintada se realiza a base de manganeso sin fundente y, por lo tanto, sin vi-driar, aplicada unas veces directamente sobre la superficie del recipiente o bien sobre un engobe lechoso previo cuando el barro es rojo.

En cuanto a su cronología, un tanto am-bigua debido a la perduración en el tiempo de este tipo pastas y de-coraciones, po-dríamos ubicarla entre los siglos XIII al XV.

Figura 19.- Dibujo esquemá-tico de jarrita con decoración pintada.

d) Grupo de lAs mArmitAs / ollAs15

Son cacharros de cocina, que en la mayo-ría de los casos conservan todavía las huellas del fuego. Generalmente son ollas para ebulliciones prolongadas y vivas. Se trata de cerámica de uso común, por lo que por lo general no presenta decoración, aunque a partir del siglo XII, en Má-laga, los distintos tipos aparecen siempre recu-biertos interiormente por una capa de vidriado, que actúa como impermeabilizante.

Figura 20.- Fragmento de marmita que conserva el borde y parte del cuerpo.

Modelada a torno, aunque con algunos acabados irregulares; la pasta presenta desgra-santes visibles, de tamaño pequeño-medio, sien-

do frecuente la presencia de esquistos y predo-minante los granos de cuarzo.

Presenta borde vuelto al exterior, con asi-dero para tapadera, ausencia de cuello y cuerpo globular.

Se observa decoración incisa, “a peine”, formando en el labio bandas onduladas y en el cuerpo a bandas horizontales.

En cuanto a su cronología, podríamos ubi-carlo en los siglos IX-X.

Figura 21.- Fragmento de marmita de la que se conserva solamente parte del cuello y del cuerpo.

Hecha a torno; conserva aún restos del tizne en el exterior de toda la pieza.

En cuanto a su cronología, el hecho de no poseer el interior vidriado, puede trasladarla al siglo XII, pero debido a las pocas referencias que nos aporta el fragmento, su datación puede re-sultar algo ambigua e inexacta.

Figura 22.- Dibujo esquemático de dos ti-pos de marmitas/ollas.

e) Grupo de lAs CAzuelAs16

La forma de la cazuela, grande o pequeña, suele ser semejante, con ligeras variaciones en el borde según se utilice con tapadera o no. Están hechas de barro cocido, lo que les proporciona un color rojo ladrillo, moldeadas a torno, con vi-drio melado en el interior y parte del exterior.

Figura 19

15 Vid. ACIÉN ALMANSA, M. [et al]: “Evolución…”, op. cit.; FERNÁNDEZ SOTELO, E.: Ceuta…, op. cit. y SUÁREZ PADILLA, J.: “Algeciras…”, op. cit.

16 Ibídem.

Figura 20

Figura 21

Figura 22

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Poseen paredes curvas, labio exvasado y solero convexo, pueden tener o no un número variable de asas, dando cierto aspecto decorati-vo a la pieza donde va a prevalecer la funcionali-dad por encima de cualquier otra consideración. Tienen un diámetro aproximado de 12 cm y una altura de 4 cm.

Figura 23.- Fragmento correspondiente a media cazuela completa, según plano sagital.

Hecha a torno; pasta de color rojo ladrillo.Presenta borde exvasado, de paredes ba-

jas y curvas.Posee vidrio monocromo melado en el in-

terior y poco en el exterior.En cuanto a su cronología, podríamos ubi-

carlo en los siglos XIV-XV.

Figura 24.- Dibujo esquemáti-co de una cazuela.

f) Grupo de los CAndiles17

Eran objetos de uso común y elemento indispensable en el hogar.

El candil de piquera, que se presentará en un primer momento con cazuela de gran diáme-tro y un asa que se introduce por el gollete, irá evolucionando principalmente disminuyendo el diámetro de la cazoleta y aumentando el tamaño de la piquera, de forma que a partir del siglo XII la cazoleta apenas alcanza más anchura que la piquera.

Figura 25.- Fragmento correspondiente al asa de un candil de piquera.

Pasta bizcochada, de color rosada, con desgrasante fino y variado (esquisto, cal y mica).

En cuanto a su cronología, el asa es un elemento poco identificativo o determinante, pero teniendo en cuenta que a partir del siglo XII empiezan a aparecer los candiles de pie alto y

las cazoletas, podríamos ubicarlo en el siglo XII, como muy tardío.

Figura 26.- Fragmento correspondiente a la piquera de un candil de piquera.

Vidriado monocromo melado.En cuanto a su cronología, teniendo en

cuenta lo expuesto anteriormente, podríamos ubicarlo en el siglo XII, como muy tardío.

Figura 27.- Dibujo esquemático de un can-dil de piquera.

G) Grupo de los AlCAdefes18

Son vasijas de base y boca anchas, con pa-red troncocónica invertida y de variedad en cuan-to a tamaño y remates. Se trata de piezas de uso común. Su función es auxiliar: amasado del pan, higiene personal, para lavar la vajilla o la ropa.

Esta forma perdurará en el mundo cris-tiano llegando hasta nosotros como “lebrillos” o “barreños”.

Figura 23

Figura 24

17 Vid. ACIÉN ALMANSA, M. et al.: “Evolución…”, op. cit. y FERNÁNDEZ SOTELO, E.: Ceuta…, op. cit.18 Vid. ACIÉN ALMANSA, M. et al.: “Evolución…”, op. cit.

Figura 25

Figura 26

Figura 27

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Cilniana 22/23, 2009 - 2010: 73-84 83

Juan Miguel Cervera Añón Vestigios olvidados de nuestra ciudad ¿Negligencia o indiferencia?

Figura 28.- Fragmento correspondiente al cuerpo de un alcadafe.

Modelado a torno; pasta bien depurada.Se observa decoración incisa, “a peine”,

formando meandros desiguales.En cuanto su cronología, no puede darse

ningún dato certero.

Figura 29.- Fragmento de un alcadafe co-rrespondiente al borde y una pequeña parte del cuerpo.

Modelado a torno; pasta clara y bastante desgrasante fino; presenta un borde engrosado con labio de tendencia triangular y paredes incli-nadas al exterior.

Posee vidriado verde en el interior y poco en el exterior.

En cuanto su cronología podríamos atri-buirla al periodo nazarí.

Figura 30.- Dibujo esquemáti-co de dos tipos de alcadafes.

H) VArios

H-1) Tapaderas19

Presentan un conjunto variado pero con el fin común de servir como cubrición de vasi-jas cerradas, principalmente jarros-as, cazuelas y para cubrir la boca de grandes tinajas, evi-tando así que penetraran impurezas en su in-terior.

Suelen aparecer estampilladas, con vidria-do monocromo, generalmente verde, con vidria-do azul y blanco típico nazarí o, simplemente, bizcochadas.

Figura 31.- Fragmentos de tapadera.Modelados a torno; pasta de color ana-

ranjado, bien depurada.

Figura 32.- Dibujo esquemático de una ta-padera.

H-2) Útiles de Marfil o Hueso

Figura 33.- Se trata de un instrumento de hueso o marfil, labrado, con forma de aguja o punzón, por lo que su utilidad puede estar re-lacionada con los oficios textiles, coser, zurcir, etcétera.

En cuanto a su cronología, no puede dar-se ningún dato certero.

Figura 28

Figura 29

19 Ibídem.

Figura 30

Figura 31

Figura 32

Figura 33

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Juan Miguel Cervera Añón Vestigios olvidados de nuestra ciudad ¿Negligencia o indiferencia?

H-2) Pesa de hilar o FusayolaSon elementos ligados a la vida económi-

ca. Se insertan en un contexto de producción y transformación de las plantas textiles.

Figura 34.- Se trata de una fusayola “tone-liforme”, hecha en cerámica y que posee un orifi-cio centrado que la atraviesa longitudinalmente.

H-3) Piezas de gran tamaño20

El elemento característico es la TINAJA, grandes vasijas de cuerpo ovoide y cuello no muy alto, aunque en otros casos aparecen con un reborde entorno a la boca, de formas y volúme-nes variados, que se destinaban principalmente a la contención de líquidos como agua, aceite o vino, y sólidos como el trigo (Figura 35).

Figura 36.- Fragmento perteneciente al cuerpo de una tinaja.

Conserva el arranque del asa y el comien-zo de una carena.

Está hecha a torno; paredes gruesas, pas-ta tosca aunque depurada, con desgrasante fino y variado.

4. concluSión

La falta de interés por preservar el patrimo-

nio histórico de Marbella durante la última década del siglo XX, se traduce una vez más en la pérdida,

ya no de restos cerámi-cos o arqueológicos de suma importancia, sino de gran parte de nuestra entidad y señas histó-ricas como pueblo que deberían servir como referencia para aquellos que nos gobiernan.

Con el presente artículo he querido dar a conocer una parte im-portante de la historia de Marbella que hubie-ra quedado sepultada entre escombros, como tantas otras veces. En él se ha podido observar el patrimonio que subyace oculto en el subsuelo del casco antiguo y que tan-to se afanan por escon-der, aquellos cuyos intereses económicos no son precisamente los de nuestro pueblo.

Al término del presente artículo se habían realizado en el Casco Antiguo varias intervencio-nes arqueológicas, de las cuales esperamos se obtengan valiosas informaciones sobre la histo-ria de nuestra Ciudad.

Valga el presente escrito para realizar una llamada de atención, a quien corresponda en las venideras corporaciones municipales, para que tengan en cuenta estos hechos de negligencia o indeferencia dentro de las actuaciones urba-nísticas que se han cometido en el pasado, para que vigilen las intervenciones, remodelaciones y restauraciones que puedan acometerse en un fu-turo en el casco antiguo de nuestra Ciudad, ins-taurando la presencia de personal cualificado en la materia, como sería la figura de un arqueólogo municipal, que tantas veces se ha demandado y que, como se ha querido dejar patente en este artículo, tanta falta hace. n

La falta de interés por preservar el

patrimonio histórico de Marbella

durante la última década del siglo XX, se traduce

una vez más en la pérdida, ya no de restos cerámicos o arqueológicos de

suma importancia, sino de gran parte de nuestra entidad y señas históricas.

Figura 34

20 Vid. ACIÉN ALMANSA, M. et al.: “Evolución…”, op. cit. y FERNÁNDEZ SOTELO, E.: Ceuta…, op. cit.

Figura 35

Figura 36

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Cilniana 22/23, 2009 - 2010: 85-94 ISSN 1575-6416

la reMoDelaCión Del Museo De arte PreColoMbino feliPe orlanDo: una nueva ProPuesta MuseográfiCa

victoria sabino MendioLaMuseo de Arte Precolombino Felipe Orlando

Juan Luis puerto FernÁndezTécnico en Patrimonio

síLeX, patriMonio histórico artístico y arqueoLógico

RESUMENCreado en 1970, gracias a la generosidad del artista mexicano afincado en Benalmádena Felipe Orlando, este museo se ha caracterizado por la singularidad e importancia de su colección de arte precolombino, sin duda una de las más significativas en este campo.En el presente artículo analizamos la reestructuración y reforma realizada entre los años 2002-2005, con el objetivo de adaptar el edificio a las exigencias museográficas actuales. Con ello, se pretendía una mejora de la “accesibilidad física”: facilitar las visita al público, la eliminación de barreras físicas, ampliación de las salas expositivas, racionalización de accesos y recorridos, modernización de las instalaciones y servicios, etc. Además, desde 2005 se ha venido trabajando en mejorar lo que denominamos “accesibilidad educativa y cultural”, ya que una de las principales líneas de actuación que se desarrolla en todas las áreas de actividades de un museo es la de los programas y talleres educativos.

PALABRAS CLAVEMuseo Municipal de Benalmádena, Felipe Orlando, Arte Precolombino, Mesoámerica, Accesibilidad educativa y cultural.

ABSTRACT Created in 1970, thanks to the generosity of the Mexican artist settled down in Benalmádena Felipe Orlando, this museum has characterized by the singularity and importance of its collection of pre-Columbian art, without a doubt one of most significant in this field.In the present article we analyze the restructuring and reform carried out from 2002-2005, with the aim of adapting the building to the current museum requirements. This is intended to improve the “physical accessibility”: to facilitate them visits to the public, removing physical barriers, expansion of the exhibition rooms, access and route rationalization, modernization of facilities and services, etc. Furthermore, since 2005 we have been working on improving what we call “accessibility of education and culture” as one of the main lines of action that takes place in all areas of activities of a museum is the educational programs and workshops.

KEY WORDSMunicipal museum of Benalmádena, Felipe Orlando, Pre-Columbian Art, Mersoamerica, Educational and cultural accessibility.

1. orígeneS

El Museo de Arte precolombino Felipe Orlando, abre sus puertas como Museo Municipal el 5 de mayo de 1970, creado

gracias a la generosidad del artista mexicano afincado en Benalmádena Felipe Orlando, este museo se ha caracterizado por la singularidad e importancia de su colección de arte precolom-bino, sin duda una de las más significativas en este campo.

Pero para la culminación de este museo, anteriormente se producen una serie de aconte-cimientos en el municipio, como fueron los des-

El Museo de Arte precolombino Felipe Orlando, abre sus puertas como Museo Municipal el 5 de mayo de 1970, creado

gracias a la generosidad del artista mexicano afincado en Benalmádena

Felipe Orlando

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Victoria Sabino Mendiola y Juan Luis Puerto Fernández La remodelación del Museo de Arte Precolombino Felipe Orlando

cubrimientos por parte del Grupo Espeleológico de Málaga (GEMA) de uno de los yacimientos neo-líticos más importantes de la Costa malagueña, como son las cuevas de Los Botijos y la Zorrera entre los años 1965 y 1967, con unos hallazgos materiales líticos y cerámicos de gran interés, cuyos materiales fueron estudiados por Carmen Olaria de Gusi1. Estos restos se depositaron en el Ayuntamiento y formaron una colección que se man-tuvo expuesta en el Edificio Consistorial, creciendo con-siderablemente el interés por la arqueología del mu-nicipio, puesto que anterior-mente se habían producido otros hallazgos fortuitos de restos, en este caso un mo-saico de época romana en la denominada Villa de Torremuelle, encontrado en el año 1951 y cedido a la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo de Málaga por el propietario del terreno. La conciencia de hacer posible el co-nocimiento de la historia del municipio a través de sus restos materiales, suscitó un gran interés en que todos estos hallazgos permanecieran en la localidad, para lo cual era necesaria la creación de un edificio destinado a ello.

En este ambiente de creciente interés por la historia y por lo antiguo, se produjo el encuentro entre el entonces alcalde de Benal-mádena, don Enrique Bolín Pérez-Argemí, y don Felipe Orlando García Murciano, pintor y an-tropólogo de origen mexicano-cubano, posee-dor de una colección de objetos arqueológicos precolombinos procedentes de México. Felipe Orlando ya formaba parte del círculo cultural malagueño desde mediados de los años 60, pero fue cuando llegó a Benalmádena pueblo cuando consideró la posibilidad de establecer una residencia fija en este lugar, por lo que le ofreció al Alcalde del municipio donar su valio-sa colección para un futuro museo. Llegaron a un acuerdo el 20 de diciembre de 1968 en el que Felipe Orlando donaría 137 piezas arqueo-lógicas de origen mexicano al Ayuntamiento de Benalmádena, condicionando su donación al compromiso de dicho Ayuntamiento de crear un Museo que las albergue y nombrar director-conservador vitalicio con carácter honorario (pues lo único que percibiría sería el uso de una de las plantas del museo como su residencia) al Sr. García Murciano.

Se aúnan de esta forma varios intereses, por una parte tener un material con el suficiente interés como para poder crear un museo de re-levancia, y por otra conservar los restos arqueo-

lógicos hallados en las excavaciones que se iban produciendo en el municipio.

La colección del museo se verá ampliada con una posterior donación de Felipe Orlando de 138 piezas precolombinas procedentes de Costa Rica, Santo Domingo y Honduras, quedando una colección de piezas precolombinas de 275 piezas, además de las piezas arqueológicas de la zona.

El edificio ubicado en la calle principal de Benal-mádena pueblo fue proyec-tado por el arquitecto An-tonio Luque Navajas como una casa señorial de tres plantas, en las que la planta alta sería la vivienda de Feli-pe Orlando con una entrada independiente, en la planta baja y principal se ubicaban

el despacho de dirección, las oficinas de admi-nistración y la zona de atención al público, así como los accesos; las piezas de arqueología lo-cal se exponían entre una pequeña sala situada a la izquierda de la entrada y en el recibidor, mientras que las de la colección precolombina se distribuían en dos salas de esta misma planta. Finalmente en la planta semisótano a la que se accedía mediante una escalera, se encontraban varias zonas expositivas de la colección preco-lombina distribuidas entre el descansillo y tres salas, y un pequeño almacén y otra habitación que quedaría como laboratorio en el que se rea-lizaban las reproducciones de algunas de las pie-zas expuestas, además de los aseos.

Durante el proceso de creación del Museo se recibe una Orden Ministerial con fecha de 11 de mayo de 1970 para el depósito inmediato de los objetos arqueológicos procedentes de las ex-cavaciones no autorizadas realizadas en el muni-cipio, en el Museo Arqueológico de Málaga, pues aunque las puertas de Museo Municipal se abrie-ron el 5 de mayo de ese mismo año, no se recibió la autorización del Ministerio para la creación del museo hasta el 8 de octubre de 1970, por lo que los objetos arqueológicos procedentes del municipio se trasladaron al Museo Provincial de Málaga para su clasificación y posteriormente se realizó la solicitud para que se trasladasen al Museo Arqueológico Municipal de Benalmádena una vez hubiera sido debidamente creado.

Finalmente el Museo Municipal de Benal-mádena se consolida como una institución con doble vertiente, por una parte alberga una co-lección de objetos de arqueología precolombina procedentes de la colección donada por Felipe Orlando, que luego se vio incrementada con pos-teriores donaciones, préstamos y compras hasta

El edificio ubicado en la calle principal de Benalmádena pueblo fue proyectado por

el arquitecto Antonio Luque Navajas como una casa señorial de tres plantas

1 Estos primeros estudios fueron presentados bajo el título “La Cueva de los Botijos y de la Zorrera de Benalmádena (Málaga)” en el XIII Congreso Nacional de Arqueología, celebrado en Huelva en 1973.

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Victoria Sabino Mendiola y Juan Luis Puerto Fernández La remodelación del Museo de Arte Precolombino Felipe Orlando

un total de 718 piezas procedentes de México, Nicaragua, Colombia, Ecuador, El Salvador, Perú, Costa Rica, Panamá y la República Dominicana. Por otra parte, es el lugar en el que se recogen los restos materiales procedentes de excavaciones realizadas en el municipio, así como los hallaz-gos fortuitos que se han producido, y que permi-ten a través de su análisis y exposición conocer el pasado de la localidad, esta parte de la colec-ción está formada por 266 piezas, en su mayor parte de época Neolítica y del periodo Romano.

2. remodelación

Tras el fallecimiento de Felipe Orlando en 2001, el Museo cierra sus puertas para acome-ter un proceso de reformas estructurales y espa-ciales destinadas a mejorar las instalaciones del edificio y su accesibilidad. Esta remodelación su-pondrá la total reforma de la institución median-te la incorporación de un nuevo planteamiento expositivo y la introducción de nuevos medios técnicos, con el objetivo de adaptar completa-mente la institución a las exigencias de un mu-seo moderno. En cuanto a la accesibilidad debe-mos mencionar que el uso y disfrute de bienes y servicios por las personas que forman parte de la sociedad pasa obligatoriamente por que éstos sean accesibles a todas ellas, con independencia de su edad, características físicas o posible disca-pacidad permanente o temporal. Por todo ello, y siguiendo el criterio propuesto por la Asociación Profesional de Museólogos de España (APME) en su reunión en junio de 2000, sobre el tema “Hagamos accesibles los museos”, de hacer ac-cesibles los museos suprimiendo barreras arqui-

tectónicas; haciendo comprensible los discursos etc., se acometen las obras de remodelación en-tre el año 2003 y 2005 siguiendo el proyecto del arquitecto Raúl Gantes Rodríguez, quien busca mantener la estética anterior del edificio, pero adaptando su diseño a los nuevos tiempos, y em-pleando en el edificio materiales nobles. De esta manera el edificio queda con la misma altura, aunque se incorpora la planta superior que era la vivienda de Felipe Orlando a la zona expositiva, quedando una amplia sala expositiva, con cuatro lucernarios, que además de incorporar la luz na-tural a la exposición, permiten ordenar el espa-cio. La planta baja quedará con la zona adminis-trativa y dos salas de exposición, y en la planta semisótano se ubicarán otras dos salas de expo-sición, los aseos, el almacén y el laboratorio. El tránsito entre las distintas plantas se realiza me-diante una escalera, y se procede a la instalación de un ascensor para facilitar el recorrido a los discapacitados físicos, de la misma manera que además de la entrada principal, para la que se ha mantenido la escalinata del proyecto anterior, se ubica una entrada lateral que posibilita el acceso al centro de discapacitados, además de actuar de salida de emergencia.

Los acabados del edificio se harán en ma-teriales nobles como se ha comentado anterior-mente, instalando una tarima flotante de madera de iroco con anchas juntas, el acero en los roda-piés y pasamanos de las escaleras interiores y de acceso al edificio, mármol en los baños, el uso del cristal en los dos grandes ventanales de la fachada, los lucernarios y en las escaleras junto con el blanco roto de las paredes y de la piedra blanca en la fachada, ayudarán a crear una atmós-

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Victoria Sabino Mendiola y Juan Luis Puerto Fernández La remodelación del Museo de Arte Precolombino Felipe Orlando

fera de gran amplitud y luminosidad. La calidad de la materia de los suelos es fundamental para el recorrido que tiene que efectuar el especta-dor, por eso se optó por la tarima flotante. Ésta destaca por su grado de flexibilidad para no mo-lestar al público y en su capacidad de resistencia, además de que es acogedora psicológicamente. El aprovechamiento de la luz natural a través de los lucernarios y fachada es deseable por varias razones: “proporciona una buena reproducción cromática, es gratuita, da una buena modelación, y produce un efecto psicológico en la persona”2. En cuanto a la instalación necesaria para el con-trol adecuado de la luz natural, se decantó por la inclusión de una serie de láminas de vinilo sobre lucernarios, así como persianas y cortinaje para

los ventanales. Con ello evitamos los típicos in-convenientes de la luz natural: incidencia de los rayos ultravioleta, deslumbramiento, reflexión, penumbra, etc.

Además de la acometida arquitectónica, se procede a encargar a especialistas la creación del discurso que llevará cada una de las colec-ciones, de manera que doña Paz Cabello Carro, en este momento directora del Museo de Amé-rica de Madrid se encargará de la realización del guión museológico de la Colección Precolombi-

na, y el arqueólogo don Gonzalo Pineda de las Infantas Beato acometerá la realización del de la Colección de Arqueología Local.

Paralelamente a la creación de estos dis-cursos, y en estrecha colaboración con los mis-mos, será la empresa Macua García & Ramos la que se encargue de diseño del proyeccto museo-gráfico del museo, creando también una imagen corporativa del mismo, que sirva para su promo-ción cultural y como seña identificatoria.

3. laS coleccioneS

3.1. inTroducción

“Para que un museo pueda desarrollar sus funciones y obtener el máximo rendimiento, se hace preciso contar con una serie de ámbitos es-pecíficos, relacionados entre sí y al mismo tiem-po independientes, para que dichas funciones no entren en colisión”3. De esta forma, la distribu-ción espacial, debe estar supeditada al programa y al funcionamiento general de la institución.

La transición del mundo exterior al museo se realiza a través del vestíbulo, de donde par-ten las distintas comunicaciones horizontales y verticales. Este es un aspecto singular, ya que en este espacio se produce el primer contacto del público con el museo, por lo que debe convertir en el lugar de adaptación del visitante. Este es-pacio es de medianas dimensiones y en el se ubi-can el control de acceso a las salas expositivas, guardarropas, pequeño expositor de ventas, etc.

3.2. colEcción prEcolombina

Las colecciones se desvinculan totalmen-te una de otra, ocupando plantas y espacios to-talmente diferenciados, siendo la Colección Pre-colombina la que cobrará una mayor importancia por el mayor número y calidad de sus piezas, así como por lo excepcional de la colección, pues en Andalucía es el único museo existente de estas características, y en el resto de España también son muy pocos los museos que nos encontramos con colecciones de arqueología precolombina. Siguiendo el guión museológico de doña Paz

2 ZUBIAUR CAREÑO, F. J.: Curso de museología, Gijón, 2004, p. 138.3 ZUBIAUR CAREÑO, F. J.: Curso…, op. cit., p. 91.

Las colecciones se desvinculan totalmente una de otra, ocupando

plantas y espacios totalmente diferenciados, siendo la Colección Precolombina la que cobrará una

mayor importancia

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Victoria Sabino Mendiola y Juan Luis Puerto Fernández La remodelación del Museo de Arte Precolombino Felipe Orlando

Cabello, la colección se subdivide en tres áreas principales: Mesoamérica o el antiguo México, Andes Centrales o Antiguo Perú, y el Área Inter-media conformada por la Baja Centroamérica y los Nades del Norte. Se corresponderían con los dos principales núcleos de civilización america-nos, México y Perú, y la zona que queda entre ambos territorios, cuyas poblaciones no crean ciudades propiamente dichas pero sí que se for-man pequeños centros de población más o me-nos desarrollados que reciben influencia de uno u otro núcleo según su cercanía y los contactos comerciales establecidos.

Estas salas, o “áreas de exposición perma-nente” como las denomina Herreman, no solo ha-cen referencia a los objetos en sí expuestos, sino a toda la información complementaria (auxiliar) que los acompaña (planos, textos, gráficos, etc).

En la planta baja nos encontramos con las salas I-II dedicadas a Mesoamérica, son las piezas provenientes del Antiguo México y se confirman en su mayor parte por la donación fundacional de Felipe Orlando. Las piezas se distribu-yen atendiendo a su antigüedad, desde el Periodo Preclásico (1500 a.C. al 500 d.C.) al Postclásico Tardío, entre el 900 y 1500 d.C., a las regiones a las que perte-necen, ya sea México Central, Occidente de México o la zona del Golfo Mexicano, y también responde a temas monográ-ficos, tales como las mujeres bonitas o prettie ladyes, que son exvotos femeninos de la fertilidad; instrumentos musicales formados por silbatos, vasijas con patas sonajas, vasijas silbadoras y flautas; otra parte dedicada a dioses, rituales y creen-cias, con figuras de personificaciones de algunos de sus dioses como Xipe Totec, o Huehueteotl, escenas de sacrificios, figuras sonrientes, o cu-chillos de obsidiana para el ritual del sacrificio;

asimismo también nos encontramos con una parte dedicada a aque-llos objetos que nos

pueden dar una idea de su incipiente industria textil, como son una muestra de fusayolas o pesas de telar más o me-nos decoradas.

En la planta pri-mera se dedican las Salas

III-IV al Área Inter-media, en la que la Baja Centroaméri-ca parece repre-sentada por una serie de piezas de Nicaragua y Costa Rica, sien-

do lo más significativo la rica decoración de las vasijas Cho-rotegas y Nicaraos destacando las vasijas trípodes cuyas patas sonajas están formadas por cabezas humanas, o de anima-les como delfines y dragones, y otras vasijas con formas y diseños del jaguar o el coco-drilo. Los Andes del Norte com-prenden la zona de Colombia y Ecuador, es aquí donde nos encontramos con algunas de las piezas más antiguas de la colección, una serie de figu-rillas femeninas esquemáticas de la Cultura Valdivia (Ecuador) que datan del 3200 al 1800 a.C.

Los Andes Centrales se distribuyen entre las Salas V-VI comprendiendo la zona del antiguo Perú (ac-tuales Perú, Bolivia y norte de Chile) y está re-

presentada por sus principales cultu-ras: Moche, Lam-bayeque y Chimú en el costa Norte, y Nasca, Wari, Ica-Chincha en la costa sur, y Chancay en la

costa central. Existe también en esta zona una división temáti-ca, puesto que hay elementos del ves-tido, así como de la industria textil, armas, de labranza y cultivo, y de rituales y creencias; aunque lo más caracterís-tico son los restos textiles de rica decoración, y las vasi-jas de Nasca, ricamente decora-das, con amplia temática, como las cabezas cortadas o personajes poderosos con tocados de plumas y narigueras de jaguar.

3.3. colEcción arquEológica

La planta Semisótano consta de dos salas, la primera es para exposiciones temporales, aun-que en una parte de la sala nos encontramos con varios cepos de ancla de época romana, y dos esculturas y un busto del siglo XIX provenientes

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Victoria Sabino Mendiola y Juan Luis Puerto Fernández La remodelación del Museo de Arte Precolombino Felipe Orlando

de un barco hundido en las costas de Benalmá-dena. Al fondo nos encontramos con la sala de-dicada a la Colección Arqueológica. El guión que siguen las piezas responde a una presentación cronológica de la historia de la ciudad, en la que se habla del yacimiento localizado, así como el material encontrado en el mismo. Las tres zonas fundamentales son La Prehistoria, dedicadas al Paleolítico con una fotografía y explicación de la Cueva del Toro, y al Neolítico con los restos líti-cos y cerámicos de las Cuevas de los Botijos y la Zorrera; la época Prerromana, de la que apenas se conservan restos materiales, representada por una serie de monedas y un panel explicativo del Cerro de la Era; y la época Romana, de la que nos encontramos los restos más abundantes, en su mayor parte proveniente de las excavaciones realizadas en los últimos años en la Villa y Fac-toría de salazones de Torremuelle, de la Villa Al-toimperial de Benalmándena, conocida común-mente como Benalroma y de la Factoría de aceite

de oliva de Los Molinillos.

4. inStalación muSeográfica

La instalación Museográfica por la empre-sa Macua García & Ramos, siguiendo las directri-ces de los guiones museológicos de cada una de las colecciones planteó varios tipos de vitrinas. La vitrina es un elemento necesario para la pre-sentación adecuada de los objetos expuestos, así como para su conservación y seguridad; además permiten una mejor visión de las piezas conte-nidas en ella, encierran y protegen los objetos expuestos y se presentan a una altura adecuada para la visión. Ofrecen una triple protección: di-ficultan el robo de piezas; evitan la entrada de polvo e insectos y ofrecen condiciones ambien-tales constantes que pueden mejorar a través de la introducción de material higroscópico.

En cuanto al tipo de vitrina empleadas en nuestro museo unas son corridas y adosadas a la pared, con una fina estructura en metal y cristal, con patas tubulares de acero, y fondo y base en madera lacada en tonos blancos neutros (Pantone Warm gray 6). El siguiente tipo son unas vitrinas exentas corridas, con una gran base de madera

lacada con el pantone anteriormente citado, sobre la que se apoya un gran esquele-

to formado por paneles acristalados y acero, éstas son las que se colocan en la planta primera del edificio, dispues-tas debajo de cada uno de los lucer-narios, contribuyendo así a repartir los espacios de esta planta. Otras son las

vitrinas exentas para piezas singulares, formadas por una estructura de cristal y

acero, dentro de la cual se coloca un plinto más o menos alto según el tipo de pieza que vaya a

albergar. Por último se han realizado dos vi-trinas empotradas, con tres o dos puertas

practicables en el frente, realizadas en carpintería metálica y con puertas de

vidrio transparente. Los materiales y el diseño de todas estas vitrinas contribuyen a aligerar el espacio, fomentando un recorrido de las salas sosegado, sin estridencias y con sensaciones espaciales de amplitud y serenidad. Es decir, en la elección de los ma-teriales, se ha integrado tanto un rol eminentemente técnico como el estético.

Para la distribución de las piezas dentro de vitrinas se

han creado una serie de plintos o peanas de madera lacada, de

distinta altura, forma y tamaño, y con una gama de colores suaves en su

mayoría, de tonos blanco roto, grisáceos, y para añadir alguna nota de color o resaltar

algunas piezas, con tonos más oscuros, como el

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Victoria Sabino Mendiola y Juan Luis Puerto Fernández La remodelación del Museo de Arte Precolombino Felipe Orlando

marrón o el rojizo, contribuyen a restar uniformi-dad a la exposición y a resaltar formas y colores, y las piezas importantes. Asimismo también se em-plean espejos y otros elementos de sujeción y ex-posición de piezas creados en el momento y para piezas específicas, con metacrilato moldeado.

Acompañan a las piezas una serie de ele-mentos que facilitan el recorrido y la explica-ción de la exposición, son los textos y paneles explicativos, mapas, dibujos, fotografías y carte-las. Respecto a este material informativo, se ha introducido una nota de color para diferenciar cada una de las áreas, que también aparece seña-

lado en el plano del edificio, de manera que para Mesoamérica se ha elegido el verde, para los An-des Centrales el rojizo, para el Área Intermedia el azul, y para la Arqueología Local el anaranjado.

De esta manera acompaña a cada una de las áreas un primer panel introductorio, de grandes dimensiones, realizado en madera laca-da del color que corresponda, sobre el que van impresas las explicaciones y mapa del espacio a explicar. Un segundo nivel lo cumplen los textos de sala, son unos carteles de tamaño menor, de madera lacada en un tono neutro, sobre el que van impresas en el color que le corresponda las

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Victoria Sabino Mendiola y Juan Luis Puerto Fernández La remodelación del Museo de Arte Precolombino Felipe Orlando

explicaciones de un pequeño grupo de piezas se-gún responda a un tema o un área cronológica, estos paneles explicativos se ubican dentro de vitrinas o en la pared. Las cartelas son pequeños paneles en las que nos encontramos con el me-nor grado de información, realizadas también en tono neutro y con la grafía en color según el área, acompaña a cada una de las piezas detallando de qué se trata, la numeración que le correspon-de dentro del inventario del museo, su periodo cronológico, y su procedencia, en algunos casos aportan también información sobre el donante o prestatario de la misma.

Las fotografías y dibujos se realizan en pa-neles y se suelen disponer dentro de las vitrinas, aunque en algún caso nos lo encontramos en la pared más próxima a la vitrina en la que se en-cuentra la pieza o piezas sobre la que ofrece la información.

5. iluminación

“Los elementos materiales que integran la luz son tan complejos que, aun con perma-nentes análisis científicos, todavía no se han encontrado resultados válidos para todos los elementos que de ella dependen”4. Su natura-leza se manifiesta en tres formas: natural, ar-tificial y combinada. La luz natural evidencia su máxima eficacia –siempre que no afecte a la conservación de las obras– al presentarse en condiciones semejantes a las que fueron crea-das las piezas (eficacia sicológica), pero, al ser viva y cambiante, ofrece un reparto desigual en el transcurso del día, lo que exige un dispositi-vo que la tamice o dosifique adecuadamente, como ya comentamos al principio. La luz arti-ficial, inerte, monótona y constante, presenta una distribución homogénea sobre los objetos, sin embargo siempre será una luz obtenida de forma artificial. Por tanto la luz, va ser la respon-sable, en buena medida, de que la visita al mu-seo posibilite la contemplación y se haga con el deleite reclamado. La iluminación no debe ser relegada al capítulo de “instalaciones diversas” en el plan de adecuación museográfica de un espacio. Requiere un proyecto específico den-tro del programa museográfico que se apoye en tres criterios esenciales: la conservación de las obras, el respeto y realce del espacio arquitec-tónico y la comodidad visual del observador.

Para conseguir un efecto adecuado de luminosidad, se han utilizado varios tipos de lu-minarias, ya respondan a una zona de distribu-ción, para una iluminación general, o a la zona expositiva para la iluminación de las piezas. En las zonas de oficina, así como en los espacios

de distribución se han instalado una serie de luces de bajo consumo, downligth, que posi-bilita una uniformidad luminosa, así como una iluminación suficiente, tanto como para los tra-bajos realizados en edificio, como para el reco-rrido de los visitantes. Ya en las salas, buscando una iluminación efectiva y adecuada de las pie-zas, se han instalado unos carriles electrifica-dos trifásicos en el techo sobre las vitrinas, en los que van conectados focos de varios tipos, son los más utilizados los proyectores halóge-nos Pollux de Erco con transformadores para poder regularlos, giratorios y orientables, con lámparas dicroicas con reflectores de luz fría, para iluminar con detalle las piezas. Casi todas las luces se disponen exteriores a las vitrinas, aunque en el caso de las dos vitrinas empotra-das, se ha instalado un tubo de luz fluorescente regulable, con reactancia electrónica y con un regulador en cada vitrina sobre el techo de vi-drio opal.

Los bañadores de pared, también con lámpara halógena y filtro UV, se ubican para dar una uniformidad en la iluminación, pues en estas salas no se busca una iluminación teatral, sino un equilibrio luminoso que permita poder observar las piezas con todo detalle, por encima de desta-car unas sobre otras.

6. conServación Preventiva

A nuestro juicio, “las técnicas o el proceso de preservación y conservación de las coleccio-nes de un museo comienzan cuando éstas entran en la institución y se las somete no sólo a los diversos estudios y actuaciones museológicas, sino sobre todo cuando entran en contacto físico con las instalaciones museográficas –salas per-manentes, temporales, laboratorios, etc.– y con las particulares condiciones ambientales”5.

Las medidas de conservación (humedad relativa, iluminación y temperatura) deberán quedar fijadas al realizar la exposición perma-nente, siendo muy importante vigilar que se mantengan constantes y sin oscilaciones. Por ello una parte muy importante de la museografía consiste en integrar los elementos que permitan un óptimo estado de conservación de las piezas, así como los elementos de medición adecuados. En la colección nos encontramos con que la ma-yor parte de las piezas son objetos de cerámica policromada, cuya adecuación es bastante senci-lla, aunque se debe vigilar que la humedad rela-tiva (HR) no sea muy alta, puesto que ésta podría favorecer la aparición de sales que pueden des-truirlas, pero en general los parámetros óptimos para la conservación son una HR entre el 50 y 60,

4 LEÓN, A.: El museo. Teoría, praxis y utopía, Madrid, 1990. p. 247.5 ALONSO FERNÁNDEZ, L.: Museología y museografía, Barcelona, 2006, p. 179.

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Victoria Sabino Mendiola y Juan Luis Puerto Fernández La remodelación del Museo de Arte Precolombino Felipe Orlando

una temperatura entre 19 y 21 grados, y hasta 50 luxes.

Existen en la colección otros materiales más sensibles, como son los metales, maderas y textiles, que determinan el que se adecuen aún más estos parámetros, por ejemplo los textiles deben tener una iluminación muy baja, puesto que se deterioran con facilidad, y la humedad también algo más baja, entorno a un 40-50, de forma similar hay que tratar a las maderas; los metales en cambio soportan la luz, pero no la humedad, por lo que se debe mantener en torno al 30-40, y vigilar si se activan puntos de corrosión.

Para conseguir mantener la temperatura, el edificio cuenta con una serie de máquinas de aire frío y calor, que permiten controlar en cada una de las plantas la tempe-ratura adecuada. Respecto a la humedad, que en este caso presenta un problema de ex-ceso, se controla instalando en trampillas en las vitrinas adosadas en pared, en las exentas en peanas especiales, y en las empotradas con alojamiento en la base de la vitrina, de bolsitas de art-sorb, que es un material que absorbe el exceso de humedad. En el caso de los textiles, éstos van sujetos a so-portes con tejidos neutros, desadificados, y que a su vez van sobre un papel o una cartulina de este mismo material absorbente de humedad. En casos en los que la humedad relativa aumen-ta, se instalan temporalmente deshumidificado-res que recogen el exceso de humedad.

Caso aparte supone el control de la temperatura y humedad, para lo que se han instalado dentro de las vitrinas dos tipos de medidores, unos pequeños termohigrómetros con medición de HR mediante dial y banda hi-grométrica, y temperatura con dial, similares a agujas de reloj que marcan la temperatura y la humedad; y otro tipo formado por tiras medi-doras de cartón, que se colorean para marcar el grado de temperatura y humedad. Al no encon-trar este tipo de medidores suficientes para una adecuada conservación de la colección, recien-temente se ha adquirido un data logger, un me-didor electrónico que permite realizar lecturas periódicas de estos parámetros y descargarlas mediante un software en un ordenador, y así obtener un mayor control.

Respecto al control de la iluminación, como se ha indicado con anterioridad, al realizar la instalación de la exposición se instalaron unas luminarias que permiten graduar la intensidad de la luz, manteniéndose en casi todas las piezas una iluminación de hasta 50 luxes, que en las vi-

trinas que contienen elementos susceptibles de ser perjudicados por ésta, como son los textiles y la madera, se baja hasta 30 luxes. También inci-de en el control de la iluminación los lucernarios de la planta primera, a los que se les ha adosado un vinilo protector que no permita pasar luz en exceso y que impida las radiaciones de infrarro-jos y ultravioletas. Igualmente la parte superior de todas las vitrinas, sobre las que incide direc-tamente la luz de las luminarias, está protegida con un vidrio opal que tamiza la luz, y con filtro de radiaciones UV.

7. actividadeS y ProyectoS

Hasta aquí se ha hecho referencia a todas aquellas reformas arquitectónicas que se han

realizado en el edificio que facilitan una mejor compren-sión de la colección y una ma-yor accesibilidad a ella, pero además, desde 2005 se ha ve-nido trabajando en mejorar lo que denominamos “accesibi-lidad educativa y cultural”, ya

que una de las principales líneas de actuación que se desarrolla en todas las áreas de activida-des de un museo es la de las actividades y los programas y talleres educativos, para hacer mas comprensible el significado del contenido del museo y del discurso de las colecciones expues-tas. Esta propuesta educativa se plantea, “[...] como una vía de doble dirección, un soporte para la intercomunicación, un puente. Precisa-mente la enseñanza nos permite levantar ese puente entre la sociedad y el patrimonio, sal-vando el gran abismo que, en ocasiones, separa ambas realidades”6.

Para ello, se han realizado una serie de actuaciones que han buscado la introducción compre nsiva del público en las formas artís-ticas y culturales precolombinas, por una par-te se han creado unas audioguías, tanto para adultos como para niños, en las que el visitan-te puede realizar una visita a la colección, reci-biendo los contenidos de la exposición según sus necesidades e inquietudes, buscando que éstas realicen una labor contextualizadora, y que a través de explicaciones y elementos so-noros tales como música o sonidos de ambien-tación, consigan introducir al visitante en estas culturas.

Además se ha editado un catálogo de la Colección Precolombina, redactado por doña Paz Cabello, quien ha estudiado profundamente la colección para el guión museológico y con esta publicación ofrece profundizar más en los cono-cimientos de las culturas precolombinas.

6 FONTAL MERILLAS, O.: La educación patrimonial, Gijón, 2003, p 115.

Se ha editado un catálogo de la Colección Precolombina, redactado

por doña Paz Cabello

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Victoria Sabino Mendiola y Juan Luis Puerto Fernández La remodelación del Museo de Arte Precolombino Felipe Orlando

Este museo es un museo local, y como tal busca una rai-gambre en los ciudadanos del municipio, para ello poco a poco va diseñando una serie de acti-vidades, que supongan la parti-cipación continuada de los tres grandes segmentos de público que podemos distinguir: infantil, juvenil-adulto y adulto-tercera edad. Para el mu-seo son muy importantes cada uno de estos co-lectivos, así como en la gran mayoría de museos ofrecen actividades y programas dirigidos exclu-sivamente para el público más joven, a través de gabinetes pedagógicos y actividades dirigidas a los niños en edad escolar, en este centro se cen-tra el interés en los tres.

Para el público más joven se ha desarrolla-do una actividad principal, que se pone en mar-cha todos los años durante los meses de marzo a junio en colaboración con la Delegación de Edu-cación del Ayuntamiento de Benalmádena dentro del programa educativo Conoce tu Museo, esta actividad “Descubriendo el antiguo México”, se dedica al conocimiento de esta área geográfica y cultural. La actividad cuenta con un recorrido escenificado por un indígena mexica, que lleva como apoyo una serie de cajas sorpresas que ayudarán a conocer el uso de los objetos con los que nos encontramos expuestos, y se com-plementa con juegos. Además los escolares tam-bién participan de otras actividades realizadas a lo largo del año, que suponen la presentación de distintas tradiciones de estos pueblos que se mantienen en la actualidad, de esta manera se exhibe un Altar de Muertos mexicano en la fecha más cercana al Día de los Difuntos, y se celebran las Posadas en Navidad, otra tradición de origen mexicano. Los escolares visitan el museo en es-tas dos fechas para conocer estas tradiciones y realizar actividades en torno a ellas.

Para el público juvenil y para los adultos, realizamos una vez al año en torno al mes de mayo, unas Jornadas de Misterios de América Precolombina, que suponen reunir en las instala-ciones del museo especialistas y periodistas que a través de conferencias y proyecciones, posibi-litarán descubrir estas culturas a través de los enigmas que les han acompañado a lo largo de la historia.

Además periódicamente se realizan en el museo exposiciones de pequeña envergadura, que sirven para conocer más detalladamente al-gunos de los aspectos de estas culturas, tanto su tradiciones como hemos señalado antes con la instalación de un Altar de Muertos Mexicano o un Nacimiento Mexicano en Navidad, o de sus

manufacturas, como los Amates que son realizados con una pasta de raíz de morera y se recortan con figuras de dioses, o son pin-tados con escenas costumbristas de alegres colorido.

Los más mayores encuen-tran en el Museo su espacio en torno a las tres festividades más

importantes que se celebran en casi todas par-tes del mundo, el Día de los Difuntos, la Semana Santa y la Navidad, pues las exposiciones que se instalan con este motivo sirven como pretexto para realizar una reunión, en la que serán los más mayores quienes conocerán las tradiciones latinoamericanas en estas fechas y a su vez sean ellos quienes cuenten cómo se han vivido estas fiestas tradicionalmente en cada uno de sus lu-gares de origen, de esta manera se mantiene una interesante tertulia, que además quedará gra-bada para que el museo cuente con un archivo documental de las mismas. Este encuentro se acompaña de una degustación de los dulces tí-picos que se toman en cada una de estas fechas tan señaladas, lo que sirve también de incentivo para que faciliten recetas tradicionales de estas fiestas.

Otras actividades celebradas en el mu-seo han sido la de realizar varios conciertos, de música coral celebrando el Día Internacio-nal de los Museos, y también música mariachi mexicana en Navidades, y un concierto de Mú-sica Andina con componente ecuatorianos en Semana Santa.

Las actividades que se realizan se enca-minan no únicamente a conocer el pasado de la localidad, sino que buscan presentar costum-bres, historia y tradiciones Americanas, como un complemento a la exposición.

8. concluSión

Con este artículo lo que pretendemos es ofrecer el nuevo enfoque que se le ha dado al museo de Arte Precolombino Felipe Orlando tras su remodelación, adaptándolo a las corrientes museográficas actuales y a las nuevas deman-das de la sociedad. El museo ha dado un giro hacia “su territorio”, tomando conciencia de su responsabilidad en la tutela, recuperación y análisis del patrimonio cultural que alberga. “A través del museo contribuimos a la conservación del pasado, al mismo tiempo que descubrimos, estudiamos, preservamos y exaltamos sus valo-res universales para devolverlos a la comunidad mediante actividades provechosas para todos los sectores de la población”7. n

Este museo es un museo local, y como tal busca una raigambre en los ciudadanos del

municipio

7 PUERTO FERNÁNDEZ, J. L.: “Memoria de actuación del modulo de Museografía del TE S. Marcos. Un ejemplo de difusión del patrimonio a través de los programas de Escuelas Taller, Casas de Oficio y Talleres de Empleo”, Rayya, 4, 2007, p. 265.

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la fiesta De torosen Marbella Durante el

antiguo régiMen

RESUMENEstá fuera de toda duda que la Fiesta de Toros ha sido y es el espectáculo popular español por antonomasia. En el convencimiento de la innegable influencia que las celebraciones de corridas de toros han tenido en la idiosincrasia de nuestros pueblos, intentamos a través de este artículo hacer una breve exposición de cómo pudieron ser estas funciones en la Marbella del Antiguo Régimen, comprobando que la trayectoria aquí seguida varía poco de la que se produjo en todo el reino.

PALABRAS CLAVEAntiguo Régimen, obligados de la carne, vacada, ordenanzas municipales, capea, plaza Pública.

ABSTRACTThere is no doubt that the «Fiesta de Toros» has been and is the most popular Spanish festival by far. It is absolutely undeniable the influence of the celebrations that bullfighting has had in the idiosyncrasy of our villages, we will try to make a short explanation through this article of how these actions might have been in the Marbella of the times of the Ancient Regime. In accordance with the development followed here, the festival varies very little from what happened in the whole Kingdom.

KEY WORDSAncient Regime, suppliers of the meat, herd of cows, municipal ordinances, amateur bullfight, Public square.

Fernando María ÁLvarez cantosInvestigador de la historia de Marbella

1. a modo de Prólogo

Aun cuando el objeto principal del presen-te trabajo no es otro que el hacer una bre-ve historia sobre lo que pudo ser la Fiesta

de Toros en Marbella a lo largo del Antiguo Régi-men, no nos resignamos a dejar de enunciar las distintas formas de tauromaquia que se practica-ban de forma generalizada con anterioridad a la Reconquista, para desde ahí tratar de intuir razo-nadamente las que pudieron celebrarse específi-camente en esta tierra. No existe, que sepamos, ninguna publicación sobre este particular y de-bemos advertir al lector de que buena parte de las deducciones que expondremos en este apar-tado, relativas a las circunstancias específicas de Marbella, serán más el producto de nuestro razonamiento que de unos hechos constatables.

Es fácil comprender, dado lo relativamente pequeña que fue esta ciudad, la penuria de festejos, tanto en número como en calidad, que se celebra-ron en Marbella a lo largo de ese período. Ello ex-

plicaría, junto con la pérdida de registros escritos, la escasez de fuentes documentales conservadas. No obstante, hemos encontrado algunos datos y documentos antiguos que, junto a otros relativos a diferentes zonas de España, pueden darnos una ligera idea de lo que pudo ser la Fiesta de Toros en Marbella durante el periodo que nos ocupa.

También hemos creído oportuno dedicar otro apartado al análisis de lo que pudo ser en Marbella la cría de ganado vacuno, labor ésta liga-da de manera imprescindible a la propia existencia de la Fiesta. Anotaremos conclusiones que serán el producto de nuestras investigaciones y análisis estadísticos. Y veremos cómo este término muni-cipal, que pudo llegar a ser una importante zona ganadera, devino en una comarca cuyo censo de bóvidos careció de toda transcendencia.

2. deSde la PrehiStoria haSta la reconquiSta

De forma muy amplia podríamos definir “la lidia” como toda operación o trabajo que

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Fernando María Álvarez Cantos La Fiesta de Toros en Marbella durante el Antiguo Régimen

el hombre realiza con aquellos bóvidos que, al sentirse acosados, reaccionan acometiendo y corneando, atacando y no huyendo. En este sig-nificado, y sólo en éste, deberemos de aceptar que la primera forma de lidia no fue otra que la brega efectuada por el hombre primitivo en la práctica cinegética con el toro salvaje o uro1. Este humano antiguo, por necesidad vital, tuvo que aprender las diversas reacciones de los ani-males ante los distintos estímulos, así como sus costumbres y querencias para poder aplicar es-tos conocimientos prácticos en su propio benefi-cio a la hora de ejecutar su caza.

Este gesto de utilizar el conocimiento para anticiparse a los previsibles movimientos del toro constituye el principio fundamental de todo tipo de lidia o tauromaquia: el aprovecha-miento por parte del hombre del conocimiento de las normas de conductas del toro para conse-guir en cada momento superar con su habilidad y técnica la fuerza superior del animal y hacer con él lo que se pretende, hasta lo sumo de crear arte. Con el tiempo, el hombre encontrará en sus provocaciones al animal y en las correspon-dientes, y casi siempre previsibles, reacciones del mismo, un desafío que al mismo tiempo le acarrea una diversión; entonces se produce el nacimiento del “juego con el toro”, de la lidia propiamente dicha.

Hay suficientes pruebas de la presencia del hombre primitivo en distintas zonas de Mar-bella. En una de ellas, nos ha quedado represen-tada en una pintura roja la figura de un toro2. Esta pintura nos demuestra, cosa lógica por otra parte, pues Marbella no iba a ser una excepción en la península, la existencia de bóvidos en esta zona. Admitiendo por tanto la coexistencia en Marbella del hombre primitivo con el toro, de-beremos de aceptar que aquel cazaría a éste y que, por tanto, aquí se dio lo que acabamos de definir como primera manifestación de lo que, en sentido amplio, entendemos por lidia, y que no fue otra que la caza.

Con el tiempo, el hombre se hizo más se-dentario y tornó su dependencia vital de la caza hacia la cosecha agrícola, completando ésta con la sucesiva domesticación de distintos animales, incluidos los bóvidos. Para conseguirlo, tuvo que acortar la distancia de actuación y continuar ampliando y aplicando sus conocimientos sobre el toro; es decir, siguió “lidiando” o “bregando” para capturar al toro, ya fuera con fines domés-ticos, ya fuera con fines rituales-religiosos. Así lo explica Ramón Grande del Brío:

“El toro empezaría a ser considerado como animal inmolatorio cuando ya la hu-manidad comenzase a alternar la primiti-va actividad cazadora y recolectora con la nueva actividad agrícola, que, en muchos lugares, gozaría enseguida de preponde-rancia sobre la anterior. […] El valor del sacrificio como factor de potenciación de las fuerzas genésicas de la naturaleza tam-bién fue reconocido por el hombre neolíti-co bajo el rito del sacrificio del toro, hasta el punto de elevarlo a la máxima categoría religiosa.”3

En los albores de lo que consideramos Historia, en torno al Mediterráneo se fueron acrisolando una serie de pueblos y culturas de cuya mutua influencia y sucesión a lo largo de los siglos surgió lo que sería la Civilización Occiden-tal. Dentro de las manifestaciones culturales que de forma ininterrumpida se fueron transmitien-do de generación a generación se encuentran los juegos taurinos.

Fue en Creta, en la que se desarrolló la que ha venido en llamarse “Civilización Mi-noica”, donde nos aparece por primera vez la evidencia de estos juegos. En sus frescos y en otras manifestaciones artísticas, esa civiliza-ción nos ha dejado constancia de cierta forma de juegos lúdicos-religiosos que sus habitantes realizaban con toros. Los estudiosos no se po-nen de acuerdo sobre si estos juegos tenían un carácter puramente ritual, antes del sacrificio del animal a los dioses, o si se trataba de ejer-cicios con una finalidad lúdica, o si eran ambas cosas a la vez.

Estos mismos juegos se transmitieron a la sociedad griega, que los acogió y practicó. Fue precisamente en la zona del Egeo donde la otro-ra necesidad cinegética del hombre primitivo se convirtió definitivamente en puro rito, ya fuera, como hemos dicho, de carácter religioso, ya fue-ra de carácter deportivo y como demostración de habilidad y valor.

Con los romanos se dio un paso adelante en la evolución de los juegos taurinos, evolución que afectó tanto al lugar de su ejecución como a la forma en que la realizaban. Así, el escenario pasó a los circos y el juego, aun cuando pudo ha-ber conservado en muchos casos la parte ritual egea, se transformó en espectáculo de masas, a las que divertía y apasionaba, por lo que pode-mos considerarlo como un claro antecedente del devenir de la Fiesta.

1 ABAD OJUEL, A. y OLIVA, E. L.: Los Toros, Barcelona, Argos, 1966, p. 29. Parece que la acepción de la palabra uro la introdujo Julio César en su libro La Guerra de las Galias al latinizar, probablemente por facilidad fonética, la expresión celta “auroch”, que significa “toro salvaje”.

2 PEREZ-MALUMBRES LANDA, A.: “El patrimonio arqueológico en Marbella. Algunas reflexiones”, en I Jornadas Patrimonio Histórico Local, Marbella 1999, Marbella, Asociación Cilniana, 2000, p. 17.

3 GRANDE DEL BRÍO, R.: El culto al toro. Ritos y símbolos de la tauromaquia, Madrid, Ediciones Tutor, 1999, pp. 95 y 96.

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Fernando María Álvarez Cantos La Fiesta de Toros en Marbella durante el Antiguo Régimen

En lo que a Marbella se refiere, no nos consta la existencia de asentamientos helenos en el litoral de esta ciudad, por lo que presumi-blemente en nuestra zona no llegarían a practi-carse los rituales y juegos taurinos de la cultura greco-minoica. Por otra parte, a pesar de la cons-tatada y evidente romanización de esta costa, no parece probable que aquí se dieran las ma-nifestaciones taurinas romanas. La presencia de los habitantes del Lacio en estos territorios, en cuanto a su número, no fue lo suficientemente importante como para hacernos pensar que lle-garan a celebrarse espectáculos circenses, entre otras razones por la inexistencia de un recinto apropiado.

Con la caída del Imperio y la ocupación bárbara, tanto desde el nuevo poder dominan-te como desde la Iglesia, se impuso la abolición de todas las manifestaciones públicas de origen romano, entre ellas el circo. En este sentido, y para hacernos una idea del nuevo talante y de su segura repercusión, baste con citar las manifes-taciones al respecto de San Isidoro de Sevilla:

“Estos espectáculos y esta exhibición de vanidades no sólo están sometidas por los vicios de los hombres, sino que se es-tablecieron por mandato del demonio; por tanto, nada debe haber en común en el cristiano con las locuras circenses, con la impudicia del teatro, con la crueldad del anfiteatro, con lo bárbaro de la arena, con la lujuria de los juegos. Niega a Dios el que asiste a estas cosas y se hace prevaricador de su fe el que de nuevo apetece aquello a que renunció en el santo bautismo, a saber: al demonio, a sus pompas y a sus obras.”4

Este mensaje de animadversión hacia todo tipo de festejos que desde la Iglesia se intenta-ba imponer al pueblo, se vio además favorecido por una de las principales consecuencias socia-les que produjo la invasión bárbara: el paulatino empobrecimiento de la población, que hace que ésta se convierta más rural en detrimento de las grandes ciudades, lo que conllevaba, por pura ló-gica numérica, a la decadencia de la celebración de esos espectáculos.

Si la época visigoda se caracteriza por el oscurantismo y la ausencia de testimonios en todos los órdenes fundamentales de la historia, no iba a ser menos en lo relativo a los festejos taurinos. No existen documentos que demues-tren la existencia de tales celebraciones. Y lo que parece una reprimenda del rey Sisebuto (612-

621) al obispo de Barcelona “por su afición a las fiestas de toros”5, se trata, al decir de José M. ª de Cossio, de un error de transcripción de la pa-labra latina “faurorum” por “taurorum”. Sin em-bargo, el propio De Cossio acepta la posibilidad de que en esas fechas se celebraran algún tipo de festejo taurino pues, argumenta, en el texto anteriormente descrito de San Isidoro se habla de los espectáculos circenses de origen romano en presente, es decir, como si en esa época se dieran tales espectáculos y, por ende, dado que entre aquellos se incluían los taurinos, supone la subsistencia de éstos6.

Deberíamos, por tanto, aceptar que tam-poco en la Marbella visigoda se celebraron es-pectáculos taurinos: no parece razonable que aquí fueran a imponerse unas costumbres roma-nas justo en el momento de la desaparición ge-neralizada de las mismas.

Con el Islam y su rápida expansión asisti-mos a la división de la península ibérica en dos desiguales zonas. En cada una de ellas, y en lo que a los festejos taurinos se refiere, se obser-varán igualmente desiguales desarrollos. En la diminuta región asturiana, refugio de los cris-tianos, no sólo se gesta el embrión de la futura Reconquista, sino que también, a lo largo de los varios siglos de guerras contra el Islán, se genera el nacimiento de nuevas fórmulas de juegos tau-rinos que aún hasta nuestros días no han dejado de incrementarse.

Por el contrario, en la extensa zona mu-sulmana no debió de darse manifestación taurina alguna. Actualmente no existe ningún autor que defienda la teoría, considerada hoy como pura leyenda, del origen árabe de la Fiesta de Toros, principalmente porque este pueblo no podía traer algo que desconocía. Sin embargo, sí parece cierto que fueran los musulmanes de al-Ándalus los causantes indirectos del nacimiento de una nueva forma de fiesta de toros, la que practica-ron primera y especialmente los caballeros, cuan-do, para ejercitarse en el manejo del caballo con fines guerreros y cinegéticos, lanceaban toros7.

Actualmente no existe ningún autor que defienda la teoría, considerada hoy

como pura leyenda, del origen árabe de la Fiesta de Toros, principalmente porque estos no podían traer algo que

desconocían

4 LÓPEZ IZQUIERDO, F.: Historia del toro de lidia, Madrid, Agualarga, 1996, p. 48.5 CLARAMUNT, F.: Historia ilustrada de la tauromaquia, Vol. I, Madrid, Espasa Calpe, 1989, p. 74.6 COSSIO, J. M. ª de: Los Toros, Vol. III, Madrid, Espasa Calpe, 1989, pp. 812 y 813.7 ALAMEDA, J.: El hilo del toreo, Madrid, Espasa Calpe, 2002, p. 23.

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No obstante, hay autores que defienden la posibilidad de que en la zona fronteriza, debido al largo periodo de contacto con los cristianos, los árabes aprendieran y ejecutaran el lanceo de toros, lo que quedaría avalado por las referen-cias que sobre ello se dan en el Romancero. De hecho, en la ciudad de Granada, durante el reina-do de Muhammad V (1354-1391), se celebraron combates de fieras consistentes en el enfrenta-miento de un toro con varios perros entrenados para que mordieran las orejas del bóvido. Al final del espectáculo, “salen jinetes que pican al toro y le dan muerte”, interviniendo en esta última faena el propio Muhammad V8.

Es de suponer, visto todo lo anterior, que Marbella estuvo también durante la ocupación árabe sin ningún tipo de celebración taurina. Aun-que quizá en la última etapa islamita del Reino de Granada, dada la cercanía de nuestra ciudad con la frontera cristiana, pudiera pensarse en la posibili-dad, más como excepción que como regla, de que algún militar árabe se atreviera a lancear toros.

La única cita que nos ha quedado sobre la existencia de festejos taurinos en la Alta Edad Media está inserta en las “Generales” de Alfonso X el Sabio y se refiere al organizado por Alfonso II el Casto durante las cortes que en el año 815 se celebraron: “E mientras que duraron aquellas cor-tes lidiaban cada día toros e bofordaban de cada día e facían grandes alegrías”. El problema de esta cita, según José M.ª de Cossio, estriba en que la “General” fue escrita cuatro siglos más tarde de la fecha a que se refiere la acción que describe, sin que exista ningún otro soporte documental que acredite su veracidad, lo que da pie a De Cossio para interpretar que el rey sabio se limitó a extra-polar la costumbre del siglo XIII al siglo IX9.

Con el avance de los cristianos, se iba pro-duciendo en las zonas reconquistadas un impa-rable proceso de generalización de las corridas de toros, donde todas las ciudades y villas adqui-rieron la costumbre de celebrar al santo patrón con dichos festejos. Es decir, que el Reino de Gra-nada fue el último lugar de la península Ibérica en adoptar las costumbres taurinas10.

3. SigloS Xv y Xvi.laS PrimeraS corridaS en marbella

Por lo expuesto en el párrafo anterior, po-demos afirmar que la primera vez que se corrie-

ron toros en Marbella tuvo que ser, como muy pronto, en el año 1485, y que a partir de ahí, y sucesivamente cada año, debió de festejarse al santo patrón con esta fiesta popular, establecién-dose una costumbre que se ha mantenido, con alguna excepción, hasta nuestros días.

Una de las primeras tareas que tuvie-ron que acometer los nuevos pobladores fue sin duda la de instaurar un nuevo modelo de ciudad, para lo cual fue imprescindible la crea-ción del Concejo11. Y entre las prioridades de éste, figuró la de asegurar el abastecimiento de alimentos a la población. Para solventar el problema del abasto, la mayoría de estas insti-tuciones optaron por la figura del “obligado”12. Los obligados eran personas entendidas y con capacidad económica suficiente (o respaldadas por fiadores), que en pública subasta se hacían con la exclusiva obligación (de aquí lo de “obli-gados”) del suministro y la venta de algunos de los productos básicos, normalmente alimenti-cios, para el consumo de los habitantes de la ciudad, lo que descargaba, lógicamente, las pre-ocupaciones del Concejo.

Según parece, no era fácil encontrar un “obligado” con la solvencia suficiente, lo que se deduce de las muchas facilidades que en las or-denanzas se ofrecían a estos abastecedores13. Tal fue así que, a cambio de la exclusiva, no se les solicitaba más prestación, ni siquiera económica, que la de asegurar el abastecimiento y, en el caso de la carne, la donación de algún que otro animal como carnero, cabrito o ternero, dependiendo de la época, para alimentar a los enfermos; y uno o varios toros, según las ciudades, para ser corri-dos normalmente en las fiestas patronales14.

8 RODRÍGUEZ LÓPEZ, J.: “Juegos de guerra y acoso de fieras en al-Ándalus y reinos cristianos peninsulares ibéricos”, Universidad de Granada, en http://www.cafyd.com/HistDeporte/htm/pdf/6-2.pdf, p. 2.

9 COSSIO, J. M. ª de: Los toros, op. cit., Tomo I, p. 639.10 LÓPEZ IZQUIERDO, F.: Historia…, op. cit., p. 49. 11 CASTRO, T. de: El Abastecimiento Alimentario en el Reino de Granada. (1482-1510), Edición on-line de la autora, Parte I, 2. Los

Concejos.12 Ibídem, Parte I, 1.3 El Obligado.13 Ibídem, Parte III, La Carne / 1 – 2.2 Los Abastecedores.14 Ibídem, Parte III, La Carne / 2 - 2.1 El consumo estacional.

A los abastecedores de carne, a cambio de la exclusiva, no se les solicitaba más prestación, ni siquiera económica, que la de asegurar el abastecimiento y uno o varios toros, según

las ciudades, para ser corridos normalmente en las fiestas

patronales

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No tenemos documentado que, al prin-cipio de su conquista, se celebraran corridas en Marbella; aunque, dada la unanimidad de todos los municipios vecinos a la hora de imponer a los “obligados” la donación de toros para las corridas, podemos considerarlo un hecho. Sí que tenemos constancia de que, al menos desde 1517, también en Marbella existió esta obligación contractual por parte de los abastecedores de carnes:

“Y que dará dos toros para quando la cibdad se los demandare apercibiéndole la cibdad ocho días antes e que sean de qua-tro años arriba y que se pesen después de corridos en la carneçería a precio de siete maravedís la libra.”15

Queda meridianamente descrito que el primer destino de los toros requeridos a los obli-gados no era otro que el ser corridos.

Por otro lado, tomando como referencia las ciudades de Ronda y Málaga, en las que al menos desde 1496 se imponía a los carniceros en sus contratos la obligación de regalar toros a la ciudad16, tenemos la convicción de que eso mismo debió de ocurrir en Marbella, lo que acer-caría más las primeras celebraciones de festejos taurinos al día de su reconquista.

Otra prueba de celebración de corridas en Marbella la encontramos en las más antiguas “Cuentas de Propios” que se conservan en este Ayuntamiento, y que corresponden a las que se hicieron en 157817, relativas a los gastos de 1577. En ellas se detallan dos partidas, cuyas transcrip-ciones18son:

“Toros: Más se le reciben en cuenta por el dicho Juan de Paz19 cuatro ducados que dio en pago a García de Valderrama escribano del concejo de esta ciudad de los que se gastó en comprar dos toros que se corrieron el día de San Juan del año de setenta y siete y se le mandaron librar por-que esta ciudad tiene provisión y licencia de Su Majestad para poder gastar en se-mejantes fiestas tres mil maravedíes de los propios y por cuenta se le mandaron dar los dichos cuatro ducados por libranza de primero de Abril del dicho año, con carta de pago ………..…....……1.496.- marav.”

“Toros: Recíbansele más en cuenta dos ducados que dio a Salvador Pérez de Vargas por la quiebra y pérdida que hubo en un toro que el dicho dio por mandato de esta ciudad para correr el día de San Bernabé del año setenta y siete y se le mandaron librar de los tres mil marave-díes de que esta ciudad tiene licencia para gastar por cédula de Su Majestad en se-mejantes fiestas, nuestra libranza de diez y seis de Abril del dicho año con carta de pago…..……….…………… 748.- marav.”

De ambos apuntes contables podemos deducir que el Ayuntamiento tenía licencia Real para dedicar de los fondos de los Propios 3.000 maravedíes anuales en la compra de toros para ser corridos en las festividades indicadas. La con-secuencia de esta licencia la seguirá utilizando el Concejo hasta entrado el s. XX.

En el segundo de los asientos contables se nos muestra documentalmente, por primera vez según nos consta, la celebración de corridas de toros en honor de San Bernabé. También nos permite aseverar casi con toda seguridad que en esa fecha aún seguía existiendo la figura del “obligado de la carne”, con el compromiso de dar toros a la ciudad para ser corridos. ¿Cómo si no se podría explicar el “dio por mandato de esta ciudad” del tal Salvador Pérez de Vargas? Nuestra interpretación es que este Salvador era el “obligado de carnes”, ya que sólo a los de este oficio se les podía imponer, por medio de cláu-sula contractual en la concesión del abasto de dicho alimento, la donación de toros. En este caso, dado que un toro había sufrido quiebra, el Concejo tuvo que pagar un sustituto, lo que hizo del sobrante de la licencia de disposición de los fondos de los Propios.

Por la forma indeterminada de expresar la quiebra del toro (“un toro”), deducimos que en esta fecha de 1578 aún seguía imponiéndose al obligado la donación mínima de dos toros ya comentada para 1517; pues de tratarse sólo de uno, se habría escrito “el toro”.

Para Bartolomé Bennassar, este sistema de “obligados” se generalizó por toda España, incluso en muchas pequeñas localidades; sólo dejaría de usarse a partir de la grave crisis econó-mica de 162020. Sin embargo, tenemos constan-

15 AGS, CR, leg. 57.11, f. 14v – Esta referencia, probablemente el testimonio más antiguo que sobre la celebración de corridas en Marbella exista, nos ha sido facilitada por la doctora Catalina Urbaneja Ortiz, a la que agradecemos su siempre inigualable amabilidad y disposición.

16 AMG, leg. 779 / l, doc. 3 y 5. Datos cedidos también por Catalina Urbaneja.17 AMMb, Caja (C.) 1045-H / 1, “Cuentas de Propios”.18 Estas transcripciones corresponden, en primer lugar, al investigador malagueño Juan Manuel García Manzano (q.e.p.d.).

Posteriormente fue Catalina Urbaneja quien nos las revisó y completó.19 Este Juan de Paz era el Mayordomo de Propios en el citado año, a quien correspondía detallar todas las cuentas de dichos

Propios.20 BENNASSAR, B.: La España del Siglo de Oro, Barcelona, Crítica, 2001, p. 126-127.

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cia documental de que en Marbella en 1779 aún se seguía usando la fórmula del obligado para cubrir el abasto de la ciudad, aunque desconoce-mos si su utilización fue de forma continuada a lo largo de los tres siglos o, por el contrario, fue retomada a partir de una fecha. En dicho año se formalizaron cuatro escrituras de obligación de la ciudad contra distintos obligados: el del abas-to del aceite al por menor, el del jabón, el de las carnes de vacas y machos (entendemos que ca-brío) y el de la nieve21. Pero es más, el 16 de abril de 1792, encontramos una nueva obligación por parte de Francisco Prieto y Salvador Periáñez a favor de los Propios de esta ciudad y el abasto de carnes de ella22. En lo referente a este trabajo, la diferencia principal entre los contratos de es-tos tardíos abastecedores de carne y los prime-ros del s. XVI estriba precisamente en la cláusula de donación de toros, la cual en el s. XVIII había desaparecido.

Hay otra consecuencia que podemos ex-traer de la celebración de corridas en la festivi-dad de San Bernabé, que es la confirmación de que dicho santo, desde el principio, fue el patrón del la ciudad. Este hecho, cuestionado, no sin ra-zón, por algún autor23, consideramos que queda zanjado con la anotación citada24.

Sin embargo, nos queda la duda de por qué el Ayuntamiento pagaba los toros que se co-rrían en San Juan si lo normal era, como hemos apuntado, que este tipo de celebraciones fueran por cuenta de la propia hermandad del santo. Hemos encontrado una posible explicación de esto: en el año 1567, el papa Pío V, en su bula “De salutis gregis dominici”, prohibió los festejos tau-rinos en todo el mundo cristiano. Poco después, en 1572, el rey Felipe II mandó una cédula a los concejos de las ciudades y villas castellanas soli-citando de éstas el fomento y refundación de las antiguas cofradías de caballeros, con el fin de que estos, al efectuar sus acostumbradas celebracio-nes de los “juegos de la guerra” (torneos, justas y cañas) estuvieran adiestrados y preparados ante una posible situación de defensa del reino. Los concejos se apresuraron a exponer al Rey su total

acuerdo con la misiva, siendo frecuente que en la respuesta utilizaran, excusándose en un mejor cumplimiento de la misma, la solicitud de que se autorizaran los festejos taurinos, ya que des-de que estos no se celebraban había disminuido considerablemente el número de caballeros que poseían caballos, lo que se subsanaría con la in-clusión de las corridas de toros entre las cele-braciones de estas cofradías a su santo patrón. Además, en sus respuestas, los concejos dejaban claro que los caballeros no querían asumir la fi-nanciación de los festejos, proponiendo que ésta fuera con cargo a los Propios de la ciudad25. En 1575, el nuevo papa Gregorio XIII, en su Exponis nobis super, y a petición de Felipe II, levantó la prohibición taurina, aunque sólo a los legos.

No nos ha sido posible comprobar si Mar-bella fue destinataria de la real cédula26. Es pro-bable que sí, y que en esta ciudad se fundara una cofradía de caballeros bajo la advocación de San Juan, lo que explicaría que Felipe II autorizara las corridas de toros en honor de dicho santo con cargo a los Propios, eximiendo a sus cofrades del coste de los animales.

Otra prueba de la celebración de corridas de toros en Marbella en el siglo XVI, la encontra-mos en la exposición que Andrés García Baena hace en su libro Marbella Andalusí y fortificaciones anexas27, cuando describe los comentarios que sobre dicha ciudad hace a su vez Pedro de Me-dina en la edición de 1595 de su libro Primera y segunda parte de las grandezas y cosas notables de España:

“Marbella es ciudad muy antigua […] es ciudad muy fuerte, y bien cerrada con tan fuertes murallas que se huelgan los moços corriendo por cima de ellas toros y vacas enlazadas”.

En nuestra opinión, lo de correr toros en-cima de las murallas nos parece un tanto exage-rado, no constándonos que se dé esta modalidad en ningún otro lugar. Sin embargo, no ocurre lo mismo con lo de enlazar a los toros, que sí fue

21 AHPM, leg. P 4917, fols. 937 al 939v (22-03-1779 y 03-04-1779) y el día 12-05-1779, fol. 949 y 949v.22 AHPM, leg. P 4920, fol. 626.23 CABRILLANA, N.: Marbella en el siglo de Oro, Granada, 1989, p. 190. “Ninguna vez aparece citado San Bernabé, ni hay nadie

en la localidad que lleve el nombre, contra la costumbre de la época, lo cual nos hace dudar del patronazgo que se le atribuye”.

Coincidimos con Cabrillana en lo relativo al escaso número de marbellíes que a lo largo de los siglos han tomado el nombre de Bernabé y también en lo concerniente a las poquísimas veces que es nombrado en todos los documentos antiguos. Francamente no encontramos una explicación a este hecho constatado.

24 Hemos encontrado abundantes citas en las que se afirma que cada año, en todos los pueblos, después de su reconquista se celebraban corridas de toros en honor del Santo Patrón. De todos ellos, tomamos sólo dos ejemplos: BENNASSAR, B.: Historia de la Tauromaquia, Real Maestranza de Caballería de Ronda, 2000, p. 32 y CASTRO, T. de: El Abastecimiento…, op. cit., que expresa con total nitidez este hecho.

25 MARTÍN RODRÍGUEZ, J. L.: “Cofradías de Caballeros en la Castilla del quinientos. El caso de Ávila”, Espacio, Tiempo y Forma. Serie IV: Historia Moderna, 7, 1994, pp. 409-434.

26 El autor del artículo al que hacemos referencia en el apartado anterior se basa en un expediente del AGS, Sección Diversos de Castilla, leg. 25, pieza (él la llama folio) 1 que ocupa 714 págs. El importante número de páginas nos ha hecho desistir de la posibilidad de solicitar fotocopia del expediente al archivo.

27 GARCÍA BAENA, A.: Marbella Andalusí y fortificaciones anexas, Málaga, Arguval, 2004, p. 80.

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una variedad muy frecuente28 y que, de ser cier-ta esa afirmación, nos daría una pista de cómo pudieron ser algunas de las primitivas fiestas de toros en Marbella. Otra cuestión sería saber qué tipo de corridas se celebraban aquí. Para ello, veamos brevemente cuáles fueron los festejos que por esas fechas se daban en España, y que fundamentalmente eran de dos tipos:

“Corridas Caballerescas”. Tienen su origen en la Edad Media, probablemente hacia finales del siglo XIII, en el reinado de Alfonso X, y como consecuencia del adiestramiento de los nobles caballeros para la guerra. En ellas no podían inter-venir más que caballeros guerreros que lanceaban desde el caballo a los toros, a modo de como se lanceaba en las batallas y en los torneos.29 Estos caballeros eran ayudados por sus criados y lacayos, que debían hacerlo siempre a pie. De entre estas corridas caballerescas, sin duda, las más importantes son las llamadas “reales”, que, como su nombre indica, eran orga-nizadas por mandato regio para festejar algún suceso relacionado con la corona (boda, nacimiento, coronación, etc., de la realeza) o de la nación en general (victoria militar, etc.), en las que la asistencia de los monarcas, aún siendo bastante frecuente en las celebradas en las ciudades en que en esos momentos eran estantes, no era condición necesaria para ser consideradas como reales. Se celebraban en las plazas mayores, con la concurrencia de la noble-za y el pueblo. El protocolo, la etiqueta y el ordenamiento preestablecidos eran el distintivo de estas corridas. Sin embargo, cuando eran organizadas por el ayunta-miento, las cofradías de nobles (anteceso-ras de las Reales Maestranza de Caballería) o alguna entidad benéfica (hospital, casa de misericordia, etc.) para celebrar algún evento religioso o recaudar fondos, aún con asistencia de la monarquía, perdían su condición de reales. En Madrid las llama-ban “corridas de la villa”30 y en el resto de España eran, simplemente, caballerescas. Tuvieron su máximo auge cuando disfruta-

ron del apoyo real, y por ende de la noble-za, durante los siglos XVI y XVII, comen-zando su declive en el XVIII,31 a partir de la llegada de los Borbones, siendo Felipe V el primero en desistir de darles el apoyo real que hasta entonces habían brindado sus antecesores, lo que trajo consigo la re-tirada paulatina de los nobles.

“Corridas populares”. Solían celebrarse por motivos diversos, principalmente en honor de un santo, bien por su patronaz-go, bien por la devoción que hacia él había en la ciudad o pueblo. Contrariamente a las caballerescas, eran siempre a pie, y la anarquía, el desorden y la violencia bru-tal, muchas veces cruel, eran dueños de todo el festejo, siendo su única finalidad la diversión y el jolgorio popular. Aquí, como en tantas otras facetas, cada pueblo quería ser diferente al vecino, por lo que existen a lo largo de toda España infinidad de variedades que solían nombrarse como “juegos de toros”, y siendo la más común el correr los toros hasta la plaza donde se celebraba el festejo que, en la mayoría de los casos, derivará con el tiempo hacia lo que se conoce como “capea”32.

Para que nos hagamos una idea más exac-ta de lo que se entiende por capea, hemos recu-rrido a la definición que de ella hace José M.ª de Cossio:

“El lidiar reses vacunas tumultuaria y anárquicamente, en plazas públicas dis-puestas provisionalmente para la función, fue sin duda la forma primitiva del espectá-culo taurino. No debemos dudar que cuan-do textos venerables medievales hablan de ‘correr toros’, se refieren a espectáculos de este tipo. Es seguro que en ellos, y pro-miscuamente, actuaban nobles y plebeyos, aficionados y profesionales, gentes, en fin, sin más denominador común que su deseo de medirse con los toros.”33

Era frecuente, sobre todo en las grandes ciudades, que los festejos fueran mixtos, de ma-

28 Esta suerte de jugar con toros enlazados existe hoy en día aunque bajo la denominación de “toros ensogados” (los toros enlazados, en la actualidad, es una suerte campera practicada en los rodeos americanos) y que, a pesar de su progresiva prohibición en algunas comunidades debido a su crueldad y violencia, se sigue practicando en todas las regiones de España con distintos nombres. Así, por ejemplo, en Cataluña, en Tarragona, se la conoce como “bous capllaçats”, en Valencia como “bous ensogats”, en Vascongadas “sokamuturra”, en Castilla-León “toros enmaromados”, en Madrid y en Andalucía están prohibidos, sin embargo, en esta última existen doce pueblos con licencia. Datos de la web: http://galeon.hispavista.com/ayudaanimales/fiestas/torosensogados.htm.

29 MENA CABEZAS, I. R.: “Caballeros, toros y toreros en el siglo XVI: un texto de Don Luis Zapata de Chaves”, Revista de Estudios Taurinos, 8, 1998, p. 160.

30 COSSIO, J. M.ª de: Los toros…, op. cit., Tomo I, p. 648.31 MENA CABEZAS, I. R.: “Caballeros…”, op. cit., p. 161.32 BENNASSAR, B.: La España…, op. cit., pp. 32 y 33.33 COSSIO, J. M. ª de: Los toros…, op. cit., Tomo I, p. 679.

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nera que el día que había festejo, en primer lugar se efectuaba el popular, normalmente por la ma-ñana, y por la tarde el caballeresco34. Pero lo que hubo siempre fue una clara división entre ambas formas de celebración:

“Ahora el pueblo tendrá un toro propio donde cebar su torpeza y desaliño. Des-pués, una vez concluido el villano espec-táculo y, despejado el espacio festivo de aquel infamante contagio, los caballeros actuarán en una arena socialmente inma-culada, es decir, ocupada por su única y exclusiva presencia”35.

Lo que sí parece claro es que las moda-lidades tienen una idea común: su concepción como espectáculo. La presencia de público y el carácter festivo de ambas, independientemente de la formalidad dispar de cada una, son su pun-to de encuentro. Y es a partir de este concepto del espectáculo como se fraguará la futura socie-dad taurómaca36.

¿Y en Marbella? ¿Cuál de estas dos moda-lidades se practicaba? ¿O se dieron ambas? Casi con toda seguridad, parece que fue la “corrida popular” o “capea” la que a lo largo de cuatro siglos ha marcado la regularidad de los festejos celebrados37, aunque tenemos indicios suficien-tes para creer que también, al menos en ciertas ocasiones, se pudieron haber organizado corri-das caballerescas; lo veremos más adelante.

En cuanto a la variedad descrita por Pedro de Medina de correr toros enlazados, ya fuera encima o no de las murallas, pudo ser una mo-dalidad que puntualmente, y sólo en la época a que se refiere, pudo haberse dado. Aún hoy, con independencia de la generalizada de toros enso-gados, se celebran en muchos pueblos de España diferentes juegos populares taurinos tales como el Toro de la Vega, de Tordesillas; el Toro de San Marcos, en Beas de Segura; el Toro Embolado, en Valencia; el Toro del Alba, en Paterna de la Rivera; el Bous a la Mar, en Castellón; etcétera.

4. el Siglo Xvii

Una exageración extrema en el arte, en los gustos, en los espectáculos públicos y, en ge-neral, en todas las facetas culturales de la vida, podría servirnos como definición escueta de la

filosofía y del pensamiento barroco. También en lo taurino se aprecia durante el s. XVII la misma tendencia barroca que en el resto de manifesta-ciones. Así, a lo largo de la centuria, los festejos taurinos caballerescos adquieren una espectacu-laridad sublime; el ornato, la armonía, la aparien-cia social de sus personajes y las demostraciones de valor ante el toro, especialmente cuando se pretende agasajar a una dama, son algunas de las características intrínsecas a este tipo de ce-lebración.

La afición taurina en España fue creciendo significativamente (exageradamente diríamos) hasta el punto de convertirse en “la diversión por excelencia en la España moderna”38, gracias, sobre todo, al fuerte apoyo dado por los reyes Felipe III y IV, grandes aficionados que, con sus continuas asistencias a las corridas, arrastraron a la nobleza y ésta, a su vez, a la alta burguesía, a compartir sus regios gustos taurinos. La plebe no necesitaba de esa fuerza de arrastre. El pue-blo, con tal de apartarse de sus cotidianas pe-numbras, siempre estuvo dispuesto para “el pan y el circo”.

El entusiasmo de la Corte se contagió por todo el reino. No había un solo rincón en la península donde dejaran de celebrarse los eventos en honor de la Corona (nacimientos, bautizos, bodas y entronizaciones), de aconte-cimientos militares nacionales (batallas y gestas coetáneas o conmemoraciones de las pasadas) o de todos los hechos religiosos relevantes, principalmente las canonizaciones de santos. Llegándose al colmo de la contradicción cuan-do en 1654 se celebró la de Santo Tomás de Villanueva, arzobispo de Valencia y “acérrimo enemigo de las corridas”39, con varios festejos taurinos.

En el plano local, en las ciudades peque-ñas y en los pueblos, fueron las hermandades, juntas de administración de hospitales40 u otras entidades benéficas las que solicitaban la corres-pondiente licencia para la celebración de corri-das, ya fuera con miras recaudatorias, ya con la finalidad únicamente lúdica41 de festejar al titu-lar de la hermandad.

Nos ha quedado constancia de que en Marbella, como en el resto de España, también se organizaron corridas por parte de las herman-dades. Se puede comprobar en una escritura pú-blica otorgada en esta ciudad el 10 de Septiem-

34 AMIGO VÁZQUEZ, L.: “Fiestas de toros en el Valladolid del XVII. Un teatro del honor para las élites de poder urbanas”, Studia Historia. Historia Moderna, 26, 2004, p. 284.

35 GARCÍA-BAQUERO, A.; ROMERO DE SOLÍS, P. y VÁZQUEZ PARLADÉ, I.: Sevilla y la Fiesta de Toros, Sevilla, 1994, p. 44.36 BENNASSAR, B.: La España…, op. cit., p. 38.37 AMMb, AA. CC., C. 19-H / 1, fol. 11, sesión del 25-05-1901, “Las tres capeas de vacas según costumbre”.38 AMIGO VÁZQUEZ, L.: “Fiestas…”, op. cit., p. 283.39 BENNASSAR, B.: La España…, op. cit., p. 28.40 GARRIDO, F. y GARRIDO, A.: II Centenario de la Plaza de Toros de la Real Maestranza de Caballería de Ronda: 1785-1985, Ronda,

1988, p. 25.41 BENNASSAR, B.: La España…, op. cit. (Citado en A. GUILLAUME-ALONSO, op. cit., p. 36).

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bre de 165242. En ella, el escribano Cristóbal de Acevedo, compareció ante el también escribano García Pastor para comprometerse a donar un toro a la hermandad que bajo la advocación de Nuestra Señora del Pópulo formaban los escriba-nos de este número. Aunque es un dato aislado, nos puede servir como exponente de que, al me-nos hacia la mitad del siglo, en Marbella, como en todo el reino, hubo una afición importante a las corridas de toros. Por lo curioso del texto y por los datos que de él se extraen hemos decidi-do incluir su transcripción parcial.

<La cofradía de Ntra. Sra. del Pópulo contra Cristóbal Acevedo>

“Sepan cuantos esta escritura vieren cómo yo Cristóbal Acevedo, escribano pú-blico del número de esta ciudad de Marbe-lla, vecino de ella, otorgo y digo que por cuanto Francisco Martínez Cordero, difun-to, escribano público y del cabildo que fue de su número, por su testamento, bajo de cuyas disposiciones murió, dejó de limosna un toro para que se lidiara en la fiesta que los escribanos de este número hacen a Ntra. Sra. del Pópulo en cinco de Agosto de cada año. Y asintiendo con esta voluntad, D. Mi-guel Cordero, su hijo, lo entregó en la fies-ta que se hizo este presente año, el que se pesó en la carnicería de esta ciudad y pro-cedieron de él trescientos reales poco más o menos y cuya cantidad entró en poder de mí el dicho otorgante y que he gastado en dichos gastos tocantes a la dicha fiesta. Y porque siempre así, por la memoria del di-cho Francisco Martínez Cordero, me obligo a que cada y cuando que haya fiesta de Ntra. Sra. del Pópulo, por una vez y por los dichos trescientos reales, y no más, daré un toro, de los mejores de mi rebaño, para que se lidie en la dicha fiesta. Y lo que de él procediere se compren uno o dos utreros en conformi-dad con lo dispuesto por el dicho Francisco Cordero. Y porque desde luego me doy por entregados en los dichos trescientos reales sobre que renuncio a la excepción de las pe-cuarias y leyes de la entrega como en ella se contiene. Y si así no lo cumpliere, por la Jus-ticia Real de esta ciudad, como patrona de esta fiesta, se me pueda ejecutar y apremiar con todo rigor. Y para que así lo cumpliere mi persona y bienes...”

La escritura es bastante clara. No sólo nos informa de la existencia de festejos taurinos que

se celebraban todos los años el cinco de agosto en conmemoración de una festividad religiosa, sino que también nos delata el hecho de que los escribanos de Marbella formaban hermandad bajo la advocación de Ntra. Sra. del Pópulo. Ade-más, la donación testamentaria, como limosna, de un toro para festejar a un santo, que se dice dispuso el notario Martínez Cordero, es otro he-cho bastante frecuente en el seiscientos español, llegando a ser verdadera legión los mandamien-tos testamentarios de celebración de corridas por el alma del testado; eran las llamadas “corri-das funerarias”43.

No estamos seguros de cómo interpretar la frase “por la Justicia Real de esta ciudad, como patrona de esta fiesta”. Dudamos sobre si lo que se quiere decir es que la Justicia Real (al igual que hoy en día lo es el Ministerio del Interior a través de las Fuerzas de Seguridad) era la respon-sable del orden y cumplimiento del festejo o que el gremio formante no era sólo el de los dichos fedatarios públicos, sino que a su vez los jueces eran cofrades de la misma y ejercían también como patrones del festejo.

Hay un dato en esta escritura que pare-ce indicar el estilo caballeresco de estas corridas que organizaban los escribanos. En todos los do-cumentos anteriores a éste en los que se hacía mención a los festejos taurinos celebrados en Marbella, se utilizó la palabra “correr” para de-finir la acción que se realizaba ante el toro. Sin embargo, en éste se utiliza la de “lidiar” (“daré un toro, de los mejores de mi rebaño, para que se lidie en la dicha fiesta”). En tauromaquia, es-tas dos palabras tienen un significado muy dis-tinto. El “correr toros” es un hecho colectivo, anárquico y que suele terminar con el festejo en sí, ya sea capea o corrida, dependiendo del lu-gar. El concepto “lidiar toros”, por el contrario, se refiere a una tarea generalmente de carácter individual, en la que un protagonista se enfrenta al animal realizando una serie de suertes norma-lizadas que se ejecutan según unos cánones es-tablecidos y dentro de un orden que finaliza con la muerte del toro. En su significado taurino más estricto (no en el amplio, del que hemos hablado al principio de este trabajo) la forma de lidia que se practicaba en 1652 era la que los caballeros hacían desde el caballo y que, en esa fecha, po-día ser la tradicional de lancear toros o la nueva que ya se imponía de rejonearlos44.

No hemos encontrado ningún otro do-cumento del s. XVII marbellí relacionado tan claramente con su tauromaquia. Además, no se conservan ni las Cuentas de Propios ni las Ac-tas Capitulares del Ayuntamiento, fuentes que

42 El hallazgo de esta escritura se lo debemos a Vicente Murillo Utor. Desde aquí hacemos público nuestro agradecimiento.43 GARCÍA-BAQUERO, A.; ROMERO DE SOLÍS, P. y VÁZQUEZ PARLADÉ, I.: Sevilla…, op. cit., p. 18.44 La suerte de lancear se practicó con anterioridad al siglo XVII y la de rejonear a partir del XVII.

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casi con toda seguridad nos habrían permitido la extracción de algún dato al respecto. Sí que nos han quedado algunas escrituras de arrenda-miento, que comentaremos en otro apartado, en las que hay constancia de la celebración de estos festejos durante el siglo que nos ocupa.

En nuestra opinión, basada principalmen-te en la comparación con el resto de ciudades de España y en que la Marbella cristiana estuvo desde sus orígenes dotada de una guarnición permanente de militares, es muy probable que algunas de las corridas que a lo largo del s. XVII se celebraron en esta ciudad no tuvieran el ca-rácter normal de populares o capeas, sino que fueran de la forma caballeresca, en la que los caballeros militares (Domínguez , Arias Maldona-do, Marmolejo, Godoy, etcétera) se atrevieran a lancear o rejonear toros.

5. Siglo Xviii

La instauración de la dinastía borbónica en nuestro país trajo consigo, entre otros resul-tados, la transformación de buena parte de las estructuras del Estado. La mentalidad francesa se dejó sentir en todos los estamentos de la na-ción y las corridas de toros también se vieron influenciadas por los nuevos gustos, para nada taurinos, de Felipe V.

De la misma forma que la gran afición taurina de los Austrias supuso el principal aliento y sostén para la prolife-ración de las corridas caballerescas, la abu-lia taurina del primer rey Borbón español trajo como conse-cuencia la desapa-rición paulatina de

aquéllas. Los nobles, siempre dispuestos al ha-lago de los caprichos regios, fueron poco a poco abandonando la que otrora fuera su gran diver-sión, orientando sus nuevas preferencias hacia temas y costumbres importadas del país vecino.

Sin embargo, no todos los nobles optaron por el abandono; tal era el arraigo que algunos sentían hacia lo taurino, que no pocos de estos privilegiados españoles decidieron dejar España y trasladarse a Portugal, donde a la sazón reina-ba Joao V el Magnánimo (1706-1750), gran im-pulsor de la Fiesta de Toros en el país vecino,

para poder seguir practicando y disfrutando con su afición45.

Y lo que pudo haber terminado con la Fies-ta, no fue sino el principio de la gran revolución, entendida como cambio, de la tauromaquia. El alejamiento de las clases altas por el gusto tauri-no produjo un vacío en el panorama festivo del pueblo. Pero éste, siempre ansioso y ávido de di-versión, fue rellenando silenciosa y lentamente esta carencia con otra Fiesta de Toros, en este caso ejecutada a pie por gente plebeya, que no hizo sino sacar a la luz, hasta su aceptación ge-neralizada y definitiva, lo que ya se daba furtiva-mente en el matadero de San Bernardo de Sevilla desde al menos el siglo XVI46:

“Coincidiendo con el cambio dinástico y el inicio de la nueva centuria tiene lugar en el siglo XVIII el nacimiento, consolida-ción y desarrollo de un nuevo espectácu-lo parateatral: la fiesta de toros tal como la conocemos en la actualidad. Aunque proveniente de la Fiesta Real del periodo barroco, en la que la nobleza quebraba rejones y alanceaba toros, los cambios realizados durante la Ilustración son de tal magnitud que podemos afirmar que nos encontramos ante dos espectáculos total-mente diferentes; aunque reminiscencias del primero llegarán, más o menos modi-ficadas, hasta nuestros días. […] un grupo de hombres, tan aguerridos como poco numeroso, se lanza a los ruedos. Provie-nen de los más bajos estratos sociales del campo y la ciudad.”47

Esta nueva forma fue adquiriendo una mayor expansión a raíz de que el toro fue muer-to a estoque por el torero, de poder a poder, cara a cara, tomando definitivamente cuerpo y forma de espectáculo de masas, hecho que se produjo hacia 1730-174048.

¿Llegó todo esto a influir en las corridas-capeas que se celebraban en Marbella? Probable-mente, en aquel tiempo, no. De hecho, al igual que no tenemos constancia de la celebración de corridas caballerescas en esta ciudad, tampoco la tenemos de la celebración de corridas moder-nas hasta principios del s. XX; por lo que, presu-miblemente, aquí se siguieron dando los festejos taurinos populares o capeas de siempre, sin que los marbelleros pudieran disfrutar en sus feste-jos de la presencia de las emergentes figuras po-pulares: los matadores de toros.

No tenemos constancia de la celebración de

corridas caballerescas en esta ciudad, tampoco

la tenemos de la celebración de corridas

modernas hasta principios del s. XX

45 HENRIQUES, J.: “Historia del toreo a caballo en Portugal”, Capítulo I, Los Orígenes, 6 Toros 6, 552, 25-01-2005, p. 27.46 TORO BUIZA, L.: “Sevilla en la historia del toreo”, 6 Toros 6, 550, 11-01-2005, p. 22. 47 SÁNCHEZ ÁLVAREZ-INSÚA, A.: “Toros y Sociedad en el siglo XVIII. Génesis y desarrollo de un espectáculo convertido en seña

de identidad nacional”, Arbor, 182 (722), 2006, p. 905.48 Ibídem.

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Fernando María Álvarez Cantos La Fiesta de Toros en Marbella durante el Antiguo Régimen

Hemos observado que con la reinstaura-ción de los festejos taurinos en Marbella, de la que no tenemos constancia hasta la segunda mi-tad del XVIII, se produjo un importante cambio en lo referente a la edad de los animales utili-zados. Vemos cómo en todas las citas relativas a esta ciudad que hasta ahora hemos insertado, los bóvidos son nombrados como “toros”; es más, al abastecedor de carnes se le obligaba a que los por él donados debían de superar los cuatro años49. Sin embargo, en esta nueva etapa siempre, a excepción de la primera de las citas que hemos encontrado, aparecen como novillos; e incluso, ya en el s. XX, como erales50. No será hasta los años sesenta de dicho siglo, coincidien-do con la construcción de las actuales plazas de toros, cuando vuelven a lidiarse cuatreños en esta ciudad.

Si en la escritura ya comentada de la her-mandad de Nuestra Señora del Pópulo podría entreverse la posibilidad de que los festejos organizados por esta cofradía pudieran ser de forma caballeresca, existe otro documento del s. XVIII marbellí que nos relata la celebración de festejos taurinos en esta ciudad, con la pe-culiaridad de que, de la descripción que se hace de tales festejos, podría deducirse la posibili-dad de que éstos pudieran haber alcanzado el rango de “corrida real”, lo cual sería claramente anacrónico.

Nos referimos al cuaderno que se editó sobre las fiestas que con motivo de la procla-mación del rey Carlos IV se celebraron en Mar-bella durante los días 11, 12, 13, 14 y 15 de febrero de 179051. Sobre lo acontecido el día 12 se dice: “La tarde de este día se corrieron novillos con alegría general en la plaza mayor, a que asistió la ciudad en sus balcones, teniendo convidados al Clero, Cuerpos Militares, Ministe-rio de Marina y personas de distinción”. Sobre el día 13 sólo se dice: “El trece continuaron las corridas de novillos, por mañana y tarde, […]” ¿Llegaron a ser corridas reales? La condición de celebrarse por un evento real es clara, como lo es la asistencia de caballeros, con sus sirvientes y lacayos; quedando descrito así: “A las tres de la tarde se congregó la ciudad en el Consistorio, y diputó los comisarios de fiestas para que con maceros y clarines pasasen a caballo a conducir al Alférez Mayor52 desde sus casas a las Capi-

tulares. Presentándose con efecto en la plaza de ellas sobre un brioso caballo con tocados de seda […]. Iba servido de cuatro volantes y seis lacayos […]”. También se describe el or-nato suntuoso de la plaza y la asistencia a ella de todo el estamento social de la ciudad (clero, cuerpo militar, marina, personas distinguidas y el pueblo llano). Sin embargo, sólo le falta, para que efectivamente consideremos que se trata-ron de corridas reales, que en el documento se explicitara si en las citadas corridas intervinie-ron los caballeros de la ciudad para rejonear los novillos, cosa que no se dice y que, casi con toda seguridad, no llegó a ocurrir, pues, en esas fechas habían desaparecido las celebraciones de corridas caballerescas.

Durante los siglos anteriores, los caba-lleros y los nobles habían sido los verdaderos artífices de la Fiesta, sin embargo, como ya he-mos comentado, el protagonismo de estos des-aparece de la escena taurina a comienzos del s. XVIII. Aunque pronto retomarían el timón, poniéndose al frente de las Reales Maestranzas de Caballerías y volviendo a demostrar su pa-sión por los toros al apoyar la celebración de las nuevas corridas a pie, hasta el extremo de ser los promotores de las construcciones de plazas fijas (dedicadas exclusivamente a la organiza-ción de estos festejos) con las que se abando-naría paulatinamente la celebración de corridas en las plazas mayores.

Estas antiguas organizaciones de caba-lleros, que con tanta eficacia habían ayudado a la defensa de la Monarquía, se convirtieron durante el siglo de la Ilustración en sociedades a través de las cuales sus miembros adquirían cierto prestigio social, relegándose el sentido guerrero para las que fueron creadas, aunque sí continuaron fomentando y perfeccionando el arte de la doma y la equitación, más en un sentido elitista de demostración de un estatus social que en el de la práctica guerrera para la que fueron creadas.

Precisamente, el devenir fastuoso de las Reales Maestranzas pudo haber sido el principal motivo de la creación en Marbella, a partir del s. XVIII, de una importante nómina de caballeros maestrantes, pertenecientes todos a la Real de Ronda. Veamos en el cuadro siguiente53 quiénes fueron estos caballeros maestrantes:

49 La edad mínima de un toro es de cuatro años. Con tres se le llama novillo, con dos, sin llegar a tres recibe el nombre de utrero, con más de uno y menos de dos se le conoce como eral y a los más pequeños añojo y becerro.

50 AMMb, C. 20 H / 7, AA. CC., fol. 7, sesión del 10-05-1915. “[…] con la única condición de que tanto las reses de la capea como las de muerte han de ser erales, y los toreros profesionales […]”

51 Documento que se conserva en el Archivo Díaz Escobar de Málaga, C. 109. 52 En otra parte del documento se dice que se trata de D. Miguel de Chinchilla Varona Ponce de León y Villavicencio, caballero

maestrante de la Real de Caballería de Ronda.53 Datos facilitados por Francisco Rosales Martín, archivero de la Real Maestranza de Caballería de Ronda.

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Es extraña la ausencia en esta relación de maestrantes del mayorazgo Tomás Domínguez y Vargas. No se explica el por qué de su falta. Tenemos sobrada constancia de su pertenencia a la sociedad maestrante rondeña, lo que queda patente en casi todas las escrituras que otorgó desde al menos 1773, en las que a continuación de su nombre, como era costumbre, aparecen sus títulos, y entre estos el de “Caballero de la Real Maestranza de Caballería de Ronda”54 .

Si tenemos presente, como ya se ha di-cho, el importante vínculo que existió entre los maestrantes y el “mundo del toro”, debemos de aceptar que estos caballeros marbellíes debieron influir en un posible incremento del número de corridas celebradas en la ciudad, lo que conlleva-ría, lógicamente, un aumento de vecinos aficio-nados a la Fiesta.

Pero la Fiesta de Toros es como un ente vivo que no ha parado de crecer y de modificarse desde sus orígenes. Al referirse a la evolución de la corrida, dice Araceli Guillaume-Alonso55:

“Espectáculo fuertemente ritualizado pero en modo alguno estático, la corrida de toros es el resultante de cinco siglos de depuración de las formas, de afianzamien-to del concepto sacrificial del toro –que no estaba inscrito en los orígenes– y de adaptación a los cambios sociales y menta-les de su país fundacional que es España.”

¿Se puede afirmar que en Marbella hubo tal evolución durante los cinco siglos de existen-cia de corridas de toros? En lo referente a la que probablemente fuera la primera innovación de cierta relevancia que se produjo en la tauroma-quia después de su implantación en Marbella, es decir, la desaparición de la lanza en beneficio del rejón, es difícil ofrecer una opinión mínimamen-te fundada si admitimos, como queda dicho, que no está claro ni tan siquiera que aquí se celebra-sen corridas caballerescas.

En lo tocante al otro cambio, sin duda el más importante de cuantos ha sufrido la tauro-maquia, o sea, el toreo a pie, deberíamos ajustar-nos a la constancia documental que poseemos, la cual nos indica que no fue hasta 1908, año de la construcción de la primera plaza de toros56 de esta ciudad, cuando se celebraron auténticas novilladas modernas estoqueadas por un profe-sional ayudado de su correspondiente cuadrilla. Sin embargo, existe un indicio que nos abre la posibilidad de que en el palenque de la plaza del Ayuntamiento también pudieron haberse ce-lebrado este tipo de novilladas modernas57. Sea

CUADrO N.º 1CAbALLErOs MAEsTrANTEs DE MArbELLA

Si tenemos presente el importante vínculo que existió entre los maestrantes y el

“mundo del toro”, debemos de aceptar que estos caballeros marbellíes debieron influir en un posible incremento del número de

corridas celebradas en la ciudad

54 AHPM, leg. P 4924, fol. 743. Hemos tomado como ejemplo, entre otras muchas, la escritura de testamento de D. Tomás Domínguez y Vargas (06-03-1804): “[…] como nos Dn. Thomás Domínguez y Vargas, Caballero Profeso que soy de la Real Distinguida Orden Española de Carlos 3º; Alférez Mayor del Santo Oficio de la Inquisición de este Reyno de Granada, por mar y tierra, en esta ciudad; Individuo de la Iltre. Real Maestranza de Cavallería de la ciudad de Ronda; y Regidor Perpetuo, el más preeminente que soy de esta ciudad de Marvella […]”

55 GUILLAUME-ALONSO, A.: “De Ginebra a El Puerto de Santa María o la universalidad de la corrida de toros”, 6 Toros 6, 579, 2-08-2005, p. 12.

56 AMMb, , C. 20H / 2, AA. CC., fol. 9 y 9v, sesión del 20-05-1908. Esta plaza fue fabricada de madera en los Llanos de San Luis, donde posteriormente se edificó la de mampostería conocida como la de Otal, siendo el novillero Antonio Ruiz (Ponce) el profesional que figura en el primer cartel de toros de Marbella (AMMb, C. 450 H / 32) que se conserva y al que le cupo el honor de matar las tres novilladas (de uno y de dos novillos) que se celebraron en esta primera plaza durante la feria

57 Hemos visto en las actas capitulares de los primeros años del s. XX cómo, al referirse a los festejos de la feria, los nombran como de “novillos de muerte”, lo que sería un claro indicio sobre la posible celebración de corridas modernas en la plaza del ayuntamiento.

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como fuere, lo más probable es que la nueva tau-romaquia tardara muchos años en hacerse reali-dad en Marbella, de forma que, por ejemplo, en 1845 aún no se celebraban en la feria más que las acostumbradas capeas58.

6. el eScenario. la hiStoria a travéS de un teStigo:el meSón de la Plaza

Hasta aquí hemos hablado siempre de la fiesta en sí; del cómo, del cuándo y del por qué de los distintos festejos. Hablemos ahora del lu-gar o, mejor, lugares en que a lo largo del tiempo pudieron celebrarse las corridas en Marbella.

Una primera referencia sobre el particu-lar la encontrábamos antes al comentar la cita referida a la improbable forma de correr toros encima de las murallas, aun en el caso de que estos estuvieran ensogados. Particularmente, y con las lógicas reservas, creemos que se trata de una exageración y que, por tanto, debemos descartar las murallas como primitivo escenario taurino marbellí.

Si consideramos que en los pueblos de España se acostumbraba, por lo general, a correr los toros por las calles hasta la plaza principal, en la que se concluía la fiesta59 con la celebración de una capea, debemos aceptar que en Marbella debió ocurrir lo mismo y que fue en dicha plaza donde se celebraban todos los festejos taurinos.

Esta suposición nos viene avalada por el hecho de que, según parece, la plaza pública y el edifi-cio del ayuntamiento se construyeron en 149360, lo que nos induciría a pensar que ya desde los inicios de la fiesta, y hasta 1908, se han celebra-do allí los festejos.

Analizando la distribución del callejero marbellí en el entorno de su Plaza Mayor, no ve-mos por cuáles de estas calles pudieron correr los mozos a los toros del festejo. La costumbre en estas celebraciones era que los toros pasaran la noche anterior a la corrida pastando en los eji-dos extramuros de la ciudad, desde donde eran conducidos o corridos por las calles, normalmen-te de madrugada, tal y como hoy se sigue ha-ciendo en Pamplona y otros muchos sitios, hasta los provisionales corrales. Teniendo en cuenta la situación antigua de los ejidos de Marbella (ac-tuales zonas del edificio Berrocal y de la Alame-da), difícilmente se pudieron correr toros, dada la sinuosa estrechez de sus calles, desde estos lugares hasta la plaza. Por tanto, a nuestro en-tender, los toros debieron de ser conducidos por pastores con cabestros, también de madrugada, aunque sin ser corridos, hasta los corrales, don-de permanecerían a la espera de la celebración del festejo.

La escasez de sitios apropiados dentro de las plazas desde donde visualizar bien el espec-táculo produjo en toda España bastantes proble-

58 AMMb, C. 9 H / 8, AA. CC., s/f, sesión del 22-05-1845: “Y la Corporación acordó se den dos capeas de novillos, uno en el día del patrono y el otro en el de San Antonio…”

59 Aún sigue siendo hoy en día una costumbre en muchos pueblos, si bien sólo las celebradas en Pamplona y en San Sebastián de los Reyes llegan a ser conocidas por el gran público.

60 MORENO FERNÁNDEZ, F. J.: El centro histórico de Marbella: Arquitectura y Urbanismo, Universidad de Málaga, Ayuntamiento de Marbella y Cilniana, 2004, p. 189.

Suelta de vaquillas en la plaza de la Constitución a finales del s. XIX.Fuente: SeRRAnO LIMA, A. (coord.): Imágenes de Marbella III: El Casco Antiguo. Catálogo de la Exposición,

Asociación Cilniana, 1998, p. 29

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mas y disputas por la consecución de una buena ubicación. El Conde de las Navas lo expresó así:

“Arrobas y arrobas de papeles hemos visto, conteniendo peticiones, pleitos, procesos y alegatos para hacer constar el derecho de una persona o familia a tener ventana (cuando las corridas se celebra-ban en la plaza pública) en las fiestas de los toros, en tenerla en piso más bajo, o poder disponer de dos. Y no son menos frecuentes y curiosas las cuestiones de eti-queta que se promovían en tales fiestas, hasta por el decorado de los asientos de la plaza.”61

Desde el siglo XVI, y hasta al menos el XIX, ha existido en la plaza pública de Marbella un “testigo” que, de alguna forma, nos ha dejado constancia de las distintas etapas por las que ha transcurrido la historia de la tauromaquia marbe-llí. Se trata del que era conocido como Mesón de la Plaza62. Su privilegiada ubicación en la esqui-na norte que forman la actual calle del General Chinchilla con la plaza, hizo de sus balcones pla-ceros un lugar apreciado, cotizado y disputado para la observación de los espectáculos, civiles y religiosos, que se celebraban o que transitaban por la plaza. Este mesón perteneció a la familia Bazán, pasando más tarde su propiedad, al igual que el resto de sus bienes, al hospital de la En-carnación o de Bazán.

Por las escrituras de arrendamiento63 del mesón, otorgadas periódicamente por los admi-nistradores del hospital, podemos comprobar cómo la afición taurina marbellí siguió, en tér-minos generales, las pautas seguidas en el res-to de España. Así, a través de la imposición, o no, de cierta cláusula en estos contratos públi-cos, podemos apreciar cómo hubo épocas en las que, coincidiendo con una mayor demanda hacia estos espectáculos por parte de las clases altas de la sociedad española, los balcones quedaban excluidos del arrendamiento, reservándose para el disfrute de los propios administradores. En otras etapas, en las que decayó casi totalmente el gusto por estos festejos, ni siquiera se hace mención a los balcones en el contrato. Por últi-

mo, coincidiendo con la institucionalización en España de personas, o entidades, que de forma profesional organizaban los festejos con fines lu-crativos64 (el afán de lucro fue muy antiguo en la Fiesta, si bien, en los siglos anteriores sólo eran los hospitales, las casas de misericordia o algunas hermandades las que conseguían licencia para organizar festejos que le depararan beneficios), también los balcones del mesón se nos aparecen como instrumentos capaces de producir para sus propietarios algunos reales, fruto del alquiler de los mismos durante los festejos.

Hemos encontrado tres escrituras de arrendamiento del mesón que nos confirman que en Marbella también existió la pasión que los festejos taurinos despertaban en los españo-les del s. XVII. La primera es de 1648. En ella que-da patente quiénes debían de ser los agraciados que dispondrían de tan privilegiada ubicación para disfrutar de las fiestas:

“[…] y es condición que han de quedar re-servadas del arrendamiento dos ventanas, la última y segunda comenzando desde el arca del agua65 de esta ciudad en los días que ubiere (sic) fiestas de toros u otro re-gocixo. La una para los Administradores del hospital y la otra para el capellán.”66

En 1669, los administradores seguían re-servándose su inmejorable puesto en las venta-nas. En el arrendamiento otorgado en dicho año vemos cómo no queda explicitada la celebración de corridas; pero estamos seguros de que con la expresión “qualesquiera fiestas” se refieren prin-cipalmente a los festejos taurinos, dado que por esas fechas, como hemos analizado al hablar del s. XVII, la afición taurina española alcanzó cotas memorables:

“Es condición que las dos ventanas que en dicho mesón están mirando a la plaza frente a la alcantarilla del agua an de que-dar para los Administradores y a los que adelante se dieren para los días del Cor-pus, semana Santa y qualesquiera fiestas que se hicieren en esta ciudad sin poder pedir por dichas bentanas cosa alguna”67

61 GUALBERTO LÓPEZ, J. (Conde de las Navas): El espectáculo más nacional, Madrid, Rivadeneyra, 1899, p. 590. Citado en MOREIRO, J. M. ª: Historia, cultura y memoria del arte de torear, Madrid, Alianza, 1994, p. 94.

62 El nombre de Posada de la Corona que parece dieron los viajeros románticos a este mesón (ALCALÁ MARÍN, F.: Crónica de Marbella, Marbella, 2006, pp. 402-403 y CARRASCOSA TINOCO, Ó. y BERNAL GUTIÉRREZ, J.: Marbella vista por los viajeros románticos, Málaga, Arguval, 2009, pp. 138-139) no lo hemos visto en ninguno de los muchos documentos por nosotros estudiados. En todos y cada uno de ellos se le nombra desde siempre como Mesón de la Plaza.

63 De haberse conservado un mayor número de protocolos notariales, habríamos tenido en estas escrituras de arrendamiento una fuente documental que nos hubiera permitido una cronología taurina de Marbella mucho más completa.

64 SHUBERT, A.: A las cinco de la tarde. Una historia social del toreo, Turner, Madrid, 2002, pág. 2765 Desconocemos qué pudo haber sido el arca del agua, aunque nos figuramos su relación con la alcantarilla del agua que se

nombra en la escritura que a continuación queda también parcialmente trascrita. 66 AMMb, C. 372 H / 31, , s/f “Fondo Bazán”.67 AHPM, leg. P 4905 / 2, fol. 320 y 320v (5-10-1669).

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68 AHPM, leg. P4912, cuaderno 3º de 1702, fol. 756. (12-06-1702)69 AHPM, leg. P4913, cuaderno 1º de 1723. fol. 26. (4-01-1723)70 AMMb, C. 394 H / 6, “Libro de cuentas del hospital de la Encarnación”, fol 463, 1785: “Ytt. son cargo ciento ochenta y siete

rs. que rentaron las ventanas del Mesón en las Fiestas de Toros…187-”71 AMMb, “Cuentas de Propios y Arbitrios”, C. 1046 H / 3, s/f, Gastos extraordinarios contabilizados en 1781, referentes al año

1780.72 AMMb, C. 1046 H / 8, “Cuentas de Propios y Arbitrios”: “D. Antonio Mª. Jiménez – Por el remate de las ventanas del Mesón

de la Plaza, que se remataron en el referido año pasado de 1783 […]”.73 AHPM, Leg. P 4918, s/f74 Es muy probable que esta posada de Josef de Tapia fuera en realidad el mesón propiedad del hospital que, en esta fecha,

aún estuviera arrendado por dicho Sr. Tapia. Todo apunta a que coincidiendo aproximadamente con el inicio del s. XIX, en Marbella cambió la costumbre de utilizarse la palabra mesón por la de posada. Así, aún hoy se sigue llamando de forma antonomástica al que fuera mesón de la Puerta del Mar (también propiedad del hospital de Bazán) como La Posada. En este mismo sentido, según nos ha declarado Juan Duarte Cuevas, que hasta su reciente fallecimiento ha sido el propietario del inmueble donde estuvo ubicado el mesón de la plaza, que en este edificio estuvo la posada de la plaza.

75 AMMb, C. 99 H / 3, libro 2º, “Juicios de Conciliación”, fol. 85v y 86.

La tercera escritura que de esta etapa hemos encontrado está datada en 1702. En ella ocurre lo contrario que en la anterior, de forma que la fiesta que se especifica es la de toros, que-dando indeterminadas las otras. También aquí los arrendadores del hospital no se andan con divagaciones y hacen su reserva de ventanas en la primera cláusula del contrato, casi enfatizando que era la más importante:

“Primeramente, es condición que las ventanas de dicho mesón que caen a la plaza no se incluyan en este arrendamien-to, porque quedan para que la parte de dicho Hospital pueda usar de ellas para la celebridad de las fiestas de toros y otras cualesquiera que se ofrezcan en la dicha plaza, sin que en estos casos pueda usar de ellas el dicho Francisco Ubalde para arrendarlas o darlas a persona alguna.”68

Se ha comentado en este trabajo cómo la llegada de los Borbones produjo el enfriamien-to gradual de la afición taurina de los caballeros y nobles, lo que provocó una fuerte caída en la organización de eventos taurinos. Este descenso en la organización de festejos ha quedado tam-bién reflejado en los arrendamientos del mesón, como podemos comprobar en el contrato de al-quiler concedido en 1723, en el que para nada se incluye la cláusula de reserva de las ventanas69.

Sin embargo, al igual que el resto de Espa-ña, pasado un tiempo, Marbella volvió a celebrar sus festejos taurinos. Y las ventanas del mesón, a partir del último tercio del s. XVIII, tuvieron nuevamente su protagonismo, aunque en esta nueva etapa cambió la mentalidad festiva de los administradores, tornando el interés otrora de-mostrado por el uso particular de las ventanas por otro interés crematístico, en beneficio del hospital, y basado en la renta producida por el al-quiler de aquéllas durante los días de festejos70. Incluso, en algún momento, el nosocomio utilizó dicha renta para ayudar a resarcir la deuda que tuvo que contraer con el Ayuntamiento al verse obligado a acometer unas obras de acondiciona-

miento del edificio para poder alojar a la tropa transeúnte71, siendo la propia institución munici-pal la que subastaba las ventanas para cobrarse lo prestado72.

Como administrador del hospital, el vi-cario y juez eclesiástico de Marbella Josef Mar-tín y Cantos otorgó el 16 de abril de 1795 un nuevo contrato de arrendamiento del mesón a favor de Josef de Tapia. Y aunque en él se omitió la condición contractual sobre las ven-tanas73, ello no fue óbice para que se siguieran arrendando.

En lo referente a la afirmación del Conde de las Navas sobre los muchos pleitos que pro-dujeron las disputas por los derechos de uso de las ventanas para las funciones taurinas, también nos ha quedado constancia de estos percances en Marbella. Así, el día 4 de junio de 1822, como consecuencia de la demanda interpuesta por Isabel Mesa, vecina de esta ciudad, contra Bea-triz Rodríguez, empleada de la posada de Josef de Tapia74, se celebró un juicio de conciliación (preciosa, romántica e ingenua invención de los liberales del Trienio) en el que la demandante de-nunció el engaño sufrido de la demandada en el alquiler de una ventana de la posada del dicho Josef de Tapia, que por el precio de treinta reales habían ajustado para el disfrute de la misma du-rante todos los festejos taurinos75.

7. la ganadería vacuna

Considerando la indispensable dualidad de protagonistas en todo festejo taurino, el hombre y el toro, hemos creído oportuno dedi-car este último apartado a hacer un breve aná-lisis, visto desde un prisma taurino, de lo que pudo ser la ganadería vacuna en Marbella des-de su reconquista a los musulmanes hasta el s. XVIII. Comprobaremos cómo lo que fue una im-portante base de la economía local devino en un simple complemento de la actividad agrícola y alimentaria.

En primer lugar, queremos dejar bien cla-ro que no tenemos constancia de la existencia en esta ciudad de ningún tipo de ganadería específi-

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Fernando María Álvarez Cantos La Fiesta de Toros en Marbella durante el Antiguo Régimen

ca de reses de lidia76, por lo que todas las reseñas sobre vacadas que en este capítulo hagamos se referirán exclusivamente a las de ganado manso, únicas que aquí han existido.

En el mundo islámico, la explotación de los pastos se realizaba de forma comunal, es de-cir, libre para todos los musulmanes, sin ninguna restricción territorial de carácter administrativo. En 1485, cuando llegan los cristianos a Marbella, éste era el régimen existente en los pastos y bal-díos de la comarca77.

Los Reyes Católicos respetaron al principio todas las instituciones ganaderas de los nazaríes; eso sí, imponiendo a los propietarios mudéjares de ganados fuertes gravámenes. Precisamente a través de las relaciones de tipo fiscal que sobre ellos mandaron hacer, podemos conocer la impor-tancia de esta primitiva ganadería marbellí, que, en el obispado de Málaga y después de la de Ronda, fue la que poseyó un mayor número de cabezas de ganado, tanto cabrío como vacuno, amén de ser la única en la que aparecen censadas ovejas78.

Las grandes posibilidades ganaderas que Marbella tuvo después de su reconquista son achacables no sólo al buen clima y a la gran ex-tensión de su término en proporción a su insigni-ficante población, sino, y sobre todo, a la cédula firmada en Sevilla el 8 de marzo de 1491 por los Reyes Católicos por la que concedieron el disfrute de “comunidad de pastos” a todas las tierras com-prendidas en las jurisdicciones de Marbella y la villa de Casares. Esto significaba la libertad com-pleta para el tránsito, los pastos, los abrevaderos, etcétera del ganado de los vecinos de ambos tér-minos y lugares y villas de su jurisdicción79.

Esta extensa comunidad de pastos entre los términos de Casares y Marbella aún se ve-ría incrementada, probablemente sólo durante algunos meses predeterminados del año, con buena parte del sur de la Serranía de Ronda en su linde con el actual término de Benahavís, lo que se desprende del convenio firmado entre las

ciudades de Ronda y Marbella el 14 de Agosto de 1544 por el que se efectuaba el deslinde de sus términos para el aprovechamiento común de las “yervas y aguas” en beneficio del ganado80.

Toda esta infraestructura ganadera que poseyó Marbella trajo como consecuencia el que sus habitantes se inclinaran por el fomento y de-sarrollo de la cría de ganado en detrimento de las explotaciones agrícolas81. La importante ga-nadería que en 1573 declaró poseer el alcaide Alonso de Bazán, compuesta, sin contar sus ras-tras, por 929 cabezas82, sería un claro indicio de lo anteriormente comentado.

Una nueva prueba de la importancia ga-nadera de Marbella durante el siglo XVI la extrae también Cabrillana de los protocolos notariales, de sus escrituras de compra-venta de ganado, en las que aparecen distintas “castas” de vacunos. Lógicamente, el hecho de que existieran estas “castas” o nombres de ganaderos implicaba la subsistencia de las correspondientes ganaderías. Para hacer el anterior razonamiento, se basa Cabrillana en una escritura de compraventa de 1571 en la que se pagaron 37 ducados por cuatro reses vacunas, “una de la casta de Menora, otra de la de García Nieto, otra de la de Martín de Pe-ralta y otra de la del alcaide Alonso de Bazán”83.

En estas escrituras a que se refiere Ca-brillana queda ratificado lo que los aficionados tenemos por verdadero: que las palabras utiliza-das en la ganadería de bravos provienen, como no podía ser de otra manera, dado el origen de estas explotaciones, de las utilizadas en las anti-guas de mansos. Veamos dos ejemplos, del 31 de julio de 1559 y del 3 de junio de 1561, en los que se aprecia tal circunstancia:

“Isabel Ximénez, viuda de Gonzalo García, dona a sus nietos dos vacas, una bermeja retinta, otra con una becerra bra-gada y tres eralas, una rubia, otra bermeja y otra mohína.”

76 Para el lector no aficionado, aclararle que el toro de lidia es el resultante de las sucesivas selecciones que a lo largo de los siglos se han hecho en las ganaderías, particularmente a partir del s. XVIII cuando se inicia el proceso de creación de ganaderías específicas de toros para los festejos taurinos.

77 RAMOS IBASETA, J. R.: Política ganadera de los Reyes Católicos en el obispado de Málaga, Málaga, Diputación Provincial, 1988, p. 11.

78 Ibídem, pp. 10, 25 y 38.79 CABRILLANA CIÉZAR, N.: Marbella…, op. cit., p. 111.80 AHMMb, C. 110 / 3. Certificado hecho en 1805 por el Escribano Mayor del Cabildo de Ronda D. Rafael Granados sobre una

escritura de convenio otorgada el 22-03-1788 entre las ciudades de Ronda y Marbella para los pastos del ganado de los vecinos de ambas ciudades. Aquí se incluye el dato del convenio de 1544.

81 URBANEJA ORTIZ, C.: Marbella y su tierra en el tránsito de la época musulmana a la cristiana, Universidad de Málaga, Ayuntamiento de Marbella y Cilniana, Málaga, 2008, p. 474.

82 Ibídem, p. 112. 83 CABRILLANA CIÉZAR, N.: Documentos Notariales de Marbella (1536-1573), Sevilla, 1990, doc. 568. Opinamos que el significado

de la palabra “casta” en el siglo XVI, tal como se utiliza en estas escrituras de compra-venta, tiene un sentido más de expresar el nombre de la ganadería de procedencia, incluso el lugar de esta procedencia, que el de la “casta” (encaste) en el sentido de diversidad específica de cada ganadería con que la utilizamos hoy. Entendemos que en la escritura se está detallando los nombres de los ganaderos propietarios y no lo que hoy entendemos por distintos encastes. No es probable que en esa fecha hubiera en Marbella tantos encastes en el sentido actual del término. Lo lógico sería que hubiera varias ganaderías, y que todas ellas tuvieran el mismo o parecido encaste.

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“Alonso Abolía, cristiano nuevo, veci-no de Istán, se obliga a pagar a Juan de Pina, vecino de Marbella, 16 ducados de oro por un novillo bermejo rebalbo84 que le vendió, de su hierro y señal, en dicha cantidad. Se lo pagará el día de San Miguel de 1562 y 1563. Ahora le dará una gallina o dos reales y medio”85

Otro detalle interesante que observamos en las mencionadas escrituras transcritas por Cabrillana es el hecho de que ya en la segunda mitad del s. XVI , al igual que ocurre hoy con la ganadería de bravos, los propietarios vendedo-res poseían “hierro” y “señal” propios86, lo que podría tener su explicación en la circunstancia ya comentada de que estas ganaderías pastaban libremente en los pastos comunales y en las de-hesas boyales del concejo y, lógicamente, para evitar posibles conflictos, tenían que estar bien identificadas87.

Sin embargo, y pese a lo abundante del terreno, desde el mismo inicio de la Comunidad de Pastos, los ganaderos tuvieron no pocos pro-blemas derivados de la venta, el 24 de agosto de 1491, de la villa de Casares a D. Rodrigo Ponce de León, Duque de Cádiz, para la liquidación de deudas contraídas con los reyes durante la gue-rra. Aunque la comunidad siguió entre ambas ur-bes, D. Rodrigo y sus descendientes no pararon de poner trabas a la libre circulación de ganado por los terrenos de su propiedad, lo que desenca-denó un sinfín de pleitos entre ambas partes en la Real Chancillería de Granada, siempre manipu-lados por las influencias de los Ponce de León88.

El continuo aumento demográfico de Mar-bella y la repoblación de Estepona trajeron con-sigo un lógico incremento de huertas, arboledas, viñedos, etcétera, y todo ello en detrimento de los espacios baldíos del comunal. Este hecho, para Cabrillana89, no supuso una quiebra importante en la ganadería, pues seguía habiendo espacio más que suficiente para pastos. Sin embargo, sí trajo consigo enfrentamientos entre agricultores y ganaderos. Veamos un claro ejemplo de ello.

En 1700, los campesinos marbelleros, hartos del continuo abuso que sobre los pastos comunales ejercían los grandes ganaderos de la ciudad, decidieron interponer demanda contra ellos y contra los representantes de la ley, para lo cual otorgaron un poder el 18 de abril de 1700, cuya exposición de motivos transcribimos:

“[…] para que se querellen contra la jus-ticia de esta ciudad como de D. Carlos de Chinchilla y Ventimilla y de D. Luis de Go-doy y Espinosa90, vecinos de esta ciudad, porque los susodichos, con la mano de la autoridad, de poderosos y validos de las justicias y a su imitación otros, teniendo como tenemos señalada por los Reyes Ca-tólicos, desde que esta tierra ganaron a los moros, una dehesa para que el ganado paste en ella y no otro alguno, que es des-de la Loma de Río Verde hasta la Loma de los Arquillos y para en la Boca del Chopo, los susodichos con sus ganados así de la-nar como vacas de cría están apostados en ella sin que prevalezca la yerva ni pueda entrarla a pastar nuestro ganado de arada de que se ha seguido el decaimiento y des-trucción nuestra y de nuestros ganados, sin poder mantener ni conservar nuestras labores, tal que de este decaimiento se ha seguido que muchos, por nuestros cortos medios, cultivamos las tierras con vacas por no poder comprar bueyes porque con lo que se compra uno, por no poder hacer yuntas, se compran dos vacas y con ellas se hace yuntas porque muchos se conservan en esta forma por no poder más y con el motivo de entrar a pastar dichas vacas de arada dicha dehesa, los referidos y demás criadores de ganado vacuno y de lana se han introducido a pastarla con el supuesto de que pastando las nuestras vacas de ara-da la deben pastar sus vacas cerriles con que crían, sin atender a que el privilegio y concepción de la dehesa para el dicho ganado de arada, así bueyes como vacas,

84 El término “rebalbo” es en realidad “rebarbo”. Ignoramos si se trata de un error de transcripción o que en esa época se expresaba así. Actualmente este vocablo no se recoge en el DRAE; sin embargo, José Mª. de Cossio sí lo acepta en su “Vocabulario Taurino Autorizado” dentro del Tomo I de su mencionada obra Los Toros, p. 105, dándole el significado de “bociblanco”. Hemos encontrado otra cita referente a este término que nos confirma que se debió de utilizar antiguamente en la ganadería , así, en la corrida que el 20-04-1862 se celebró en Madrid con toros de la ganadería de Miura y en la que el toro Jocinero hirió de muerte al diestro José Rodríguez “Pepete”, también fue encunado el torero Cayetano Sanz por el toro de la misma camada llamado “Rebarbo”, según se detalla en el libro Datos para escribir la historia de las ganaderías bravas de un autor anónimo que se autodenomina “Un aficionado”, editada en Madrid en 1876 , p. 39.

85 CABRILLANA CIÉZAR, N.: Documentos…, op. cit., docs. 162 y 360.86 Ibídem, docs. 181, 359, 360, 382, 504 y 568. 87 Ibídem, docs. 183 y 232. Ambos documentos son escrituras de arrendamientos temporales del ganado y en ellas se dice que

los animales deberán ser devueltos, a la “Boyada del Concejo” de donde fueron tomados. 88 CABRILLANA CIEZAR, N.: Marbella…, op. cit., pp. 112-114 y URBANEJA ORTIZ, C.: Marbella…, op. cit., pp. 473 y 474.89 CABRILLANA CIEZAR, N.: Marbella…, op. cit., p. 115. 90 D. Luis de Godoy fue el suegro del mayorazgo Tomás Domínguez de Calatrava por el matrimonio de éste con Catalina Luisa

de Godoy y Pedrosa, hija de aquel.

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porque trabajan y cultivan la tierra para sembrarla y ha llegado restado por la cau-sa de no guardarse la dehesa para el dicho ganado, que el poco que tenemos es pre-ciso tener un guarda con él cada labrador fuera de dicha dehesa, que no tuviéramos si se guardara, pues se pudiera conservar Boyada del Concejo además del decaimien-to que tiene el dicho ganado que muchas veces por débil y flaco no pueden hacer la sementera y los granos que se ocasionan en los trigos y mieses [...]” 91.

Resulta interesante el contenido de esta escritura. De ella, amén de la confirmación de las disputas entre ganaderos y agricultores, po-

demos entresacar varios datos y conclusiones relacionados con el tema pecuario.

En primer lugar, la descripción, aunque muy escueta, de las lindes de lo que fue la dehe-sa boyal de Marbella, la cual estuvo ubicada en la “mesopotamia” de los ríos Verde y Guadaiza92. Para Catalina Urbaneja, esta dehesa se mantuvo durante todo el s. XVI93. La presente escritura no sólo confirma tal aseveración sino que la amplia, como poco, en un siglo.

En segundo lugar, en ella vemos claros in-dicios de que en Marbella, a comienzos del siglo XVIII, aún existían algunos ganaderos de vacuno de cierta entidad, pues, aunque no se nos indica el número de cabezas que componían las vaca-das de tan prepotentes y abusones criadores94,

CUADrO N.º 2LOs 26 gANADErOs MÁs IMPOrTANTEs DE MArbELLA EN 1752 (MÁs DE 100 CAbEzAs)

Fuente: elaboración propia en base a los datos obtenidos del AHPG, ensenada, libro 1384, fols. 65 al 76

91 AHPM, leg. P 4912, Cuaderno 3º de 1700, fol. 159.92 URBANEJA ORTIZ, C.: Marbella…, op. cit., p. 112. Catalina Urbaneja, además, nos ha ampliado la información de su libro

asegurándonos esta ubicación interfluvial, así como que la dehesa fue la misma que tuvieron los musulmanes en época nazarí.93 Ibídem.94 A este número se podría haber llegado, al menos en el momento de su otorgamiento, por los testamentos de dichos ganaderos,

pero, muy a pesar nuestro, en los protocolos de Marbella que actualmente se conservan en el Archivo Histórico Provincial de Málaga, no existe el de D. Carlos de Chinchilla y aunque sí existe uno de D. Luis de Godoy y Espino otorgado como “cerrado” el 21-12-1701

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Fernando María Álvarez Cantos La Fiesta de Toros en Marbella durante el Antiguo Régimen

el hecho de que fueran denunciados porque su ganado producían el agotamiento de los pastos de la citada dehesa nos ratificaría en la importan-cia de sus manadas.

En la escritura también se nos dice que el ganado de los demandados era cerril, es decir, que era un ganado bronco y sin domar, lo que lo hacía propicio para que entre sus componentes se pudieran escoger los destinados a la celebra-ción de festejos taurinos.

Por otra parte, y como nueva confirma-ción de que a comienzos del s. XVIII aún exis-tían en Marbella criadores de vacuno de cierta importancia, veamos el potencial ganadero que declaran en sus testamentos, otorgados en 1704, Francisco Gil de Quiñones y Francisco Fernández Caracuel:

“Trescientas reses vacunas de hierro, bueyes y vacas, dos cobras de yeguas que son catorce cabezas, cuatro o cinco potros tusones, cincuenta puercos más o menos, setenta y dos ovejas que tengo dadas en arrendamiento […]”95

“[…] quinientas cabezas de ganado de lana, cien reses vacunas, bueyes y vacas, tres machos castellanos, uno de ellos muleto.”96

De ambos testamentos vislumbra-mos cómo estos ganaderos marbelleros de principios del siglo XVIII lo eran de más de una especie animal a la vez. Esta tendencia a la pluralidad quedará también reflejada entre los principales ganaderos en las respuestas que sobre la ganadería se dieron en las Generales del Catastro de Ensenada, donde entre los 26 ganaderos que declaran poseer más de 100 cabezas (he-mos considerado esta cifra por entenderla mí-nimamente importante), un buen porcentaje de ellos criaban más de una especie; los restantes debemos considerarlos como específicos de una sola especie, pues, aunque declaran poseer otras más, el ínfimo número de sus componentes nos impide considerarlas como actividad singular-mente ganadera97.

Precisamente es en estas Respuestas don-de se puede ratificar cómo la ganadería de vacu-no marbellera, otrora relativamente importante y que, junto con las de otras especies, fue ele-gida a expensas de la agricultura para tener una

mayor participación en el sostén económico de la ciudad, en 1752 era mayoritariamente un sim-ple complemento para la actividad agraria, ha-biendo desaparecido prácticamente las grandes vacadas que parece que existieron en los siglos anteriores.

Así, de los 337 vecinos que hicieron su declaración por posesión de animales (incluimos también a los apicultores), ya hemos visto que sólo 26 tenían más de 100 cabezas. De los 321 restantes que poseían menos de 100, la gran ma-yoría (el 78,5% de estos 321, que supone el 66,6% del total de 337) sólo disfrutaba de la tenencia de cinco o menos unidades, de los cuales 119 (el 35,3% del total y el 37,1% de los 321) sólo de-claró una cabeza (mayoritariamente un jumento, seguido de un cerdo, una vaca o una colmena).

Centrándonos en la ganadería vacuna, di-remos que fueron 109 vecinos los que poseían ganado de esta especie, la mayoría de ellos en tan modesta cantidad que no debemos conside-rarlos más que como una demostración palpa-ble de su única utilidad en la pequeña economía agraria.

A la vista del cuadro anterior, y si conside-ramos la mencionada cifra de 100 cabezas para determinar el límite inferior de una ganadería de cierta envergadura, resulta que hay seis ganade-ros que cumplen dicho requisito, de los que sólo uno poseía más de 200.

El censo vacuno declarado por los vecinos en el Catastro alcanza la cifra de 1918 cabezas. Di-cho número y su distribución nos confirman el des-censo de esta actividad pecuaria en el cómputo de la economía local, hasta el punto de que la canti-dad que en su día declaró poseer el alcaide Alonso de Bazán casi iguala a la mitad de todo este censo. En el cuadro siguiente se constata lo dicho:

y abierto después de su fallecimiento a petición de su hija en Enero de 1702, en él no se detallan sus bienes por haberlo hecho, según declara, en otro anterior, al que se remite, el cual tampoco se conserva.

95 AHPM, leg. P 4912, Cuaderno 2º de 1704, fol. 1060, (19-06-1704).96 AHPM, leg. P-4912, Cuaderno 2º de 1704, fol. 1089, (19-12-1704).97 AHPG, Ensenada, libro 1384, fols. 65 al 76. Toda la información dada en este trabajo sobre las respuestas nº 18,19 y 20,

dedicadas a la ganadería en el Catastro de Ensenada de Marbella, han sido extraídas de estadísticas y análisis realizados por el autor del presente artículo.

CUADrO N. º 3gANADErOs DE vACUNO EN CUANTO AL Nº DE sUs CAbEzAs

Fuente: Ibídem

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Fernando María Álvarez Cantos La Fiesta de Toros en Marbella durante el Antiguo Régimen

Estos datos, en los que se aprecia por un lado que sólo había 22 toros (probablemen-te sementales) repartidos entre nueve ganade-ros, y por otro la ausencia total de novillos, nos confirmarían la imposibilidad de ganaderías de bravo.

Aunque para algunos autores durante el s. XVII ya existieron bastantes ganaderías de vacu-nos dedicadas exclusivamente a la cría del toro bravo98 con finalidad taurina, para la mayoría de ellos debe discernirse entre dicho bravo y el de lidia, cuyas ganaderías específicas no tienen su erección hasta la segunda mitad del s. XVIII, justo con la invención y aplicación de “la tienta” como método selectivo. Hasta entonces, todo el ganado que se utilizaba en las corridas era esco-gido entre el vacuno de las manadas del lugar, que estaban dedicadas a la cría de ejemplares con la triple finalidad de carne, tracción y bra-vura. Esta opinión generalizada queda bastante patente en el siguiente párrafo:

“Muchos datos históricos nos demues-tran que siglos antes de que existieran en nuestro país ganaderías vacunas reconoci-das, dedicadas exclusivamente a cultivar y explotar el factor bravura con destino a la fiesta de los toros, había en muy distintos lugares de la Península numerosas “can-teras” de bravura entre el ganado vacuno que se criaba en libertad. De estas “cante-ras” más o menos cultivadas para el doble o triple fin carne-bravura-trabajo sacaban los aficionados los numerosos ejemplares

que lidiaban y mataban como festejo fun-damental para celebrar no sólo ferias, fies-tas y acontecimientos nacionales o locales, sino también bodas, bautizos, cánticos de primeras misas etc., etc., según puede leerse en documentos del siglo XVII.”99

En Marbella, donde nunca existieron ga-naderías específicas para la cría de toros desti-nados a servir en los festejos taurinos, lógica-mente tuvo que ser este último método el que se utilizara a la hora de escoger el ganado. Por tanto, como bien se explicita en la ya analiza-da escritura de la Hermandad de Ntra. Sra. del Pópulo [“(...) daré un toro, de los mejores de mi rebaño (…)”100], los toros utilizados en las fiesta populares marbellíes se entresacaban de las vacadas de la ciudad. Estas vacadas estaban compuestas tanto por ganado manso como por el bravío o cerril, llegándose a utilizar en las corridas unos y otros, ya que para que sirvieran en el festejo bastaba con que embistieran101. Es más, así debió de ser siempre hasta los prime-ros años del s. XX102, en que sólo a partir de la construcción en 1908 de su primera plaza de toros vemos el primer cartel taurino de esta ciudad en el que se anuncia el origen de los ani-males mediante la típica fórmula de “acreditada ganadería”:

“PRIMERA CORRIDA DE RESES BRAVAS con UN NOVILLO-TORO DE MUERTE de acreditada ganadería […]”103.

Pero, ¿quiénes eran los responsables de elegir de entre toda la manada a los animales que debían de ser utilizados en las corridas?; ¿qué criterios se seguían para dicha elección? Durante siglos, y al menos desde el XIV al XVII, las autori-dades del concejo delegaron en los carniceros y obligados de la carne para este cometido104. Es-tos señores tenían un mayor conocimiento sobre las reses, ya que parte de su trabajo consistía en patearse toda la dehesa boyal para escoger y com-prar los animales que con posterioridad sacrifica-ban para la venta de carnes. En esta tarea, acom-pañados por los boyeros y vaqueros como verda-deros conocedores del ganado, señalarían a los

CUADrO N. º 4rEPArTO DE LAs vArIEDADEs

DEL gANADO vACUNO

Fuente: Ibídem

98 SÁNCHEZ ÁLVAREZ-INSÚA, A.: “Toros …”, op. cit., pp. 899 y 906. 99 GILPÉREZ, L. y FRAILE, M.: El toro bravo. Origen y evolución del toro y del toreo, Sevilla, 1962, p. 55 (Citado por LÓPEZ IZQUIERDO,

F.: Historia…, op. cit., pp. 54 y 58). 100 Nos llama la atención la utilización de la palabra rebaño. De tener en la escritura la misma acepción que actualmente tiene

en el DRAE, nos confirmaría que en este término municipal, a mediados del s. XVII, existió al menos una gran ganadería de reses vacunas, lo que apoyaría todo lo comentado sobre las grandes posibilidades ganaderas que tuvo Marbella.

101 OYOLA FABIÁN, A.: Toros y Bueyes, la tradición ganadera y taurina de la dehesa, Badajoz, Diputación de Badajoz, 2008, p. 66.102 AMMb, C. 19 H / 1, AA. CC., fol. 46v, sesiones del 24 y 26-05-1902. El alcalde expuso el problema existente a la hora de

buscar ganado para los festejos en honor de San Bernabé ya que la mayoría de éste se encontraba infectado por la glosopeda, por lo que en la extraordinaria sesión siguiente se propuso la búsqueda entre el existente en la sierra de Benahavís.

103 AMMb, C. 450 H / 32.104 GILPÉREZ, L. y FRAILE, M.: El toro…, op. cit.; LÓPEZ IZQUIERDO, F.: Historia…, op. cit., p. 59 y ABAD OJUEL, A. y OLIVA, E.:

Los Toros…, op. cit., pp. 32 y 33.

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toros que por su comportamiento y reata dentro de la manada se les presuponían más bravos105.

Hemos comentado en este trabajo cómo los concejos locales, desde los Reyes Católicos, imponían a los “obligados” de la carne la dona-ción de un número variable de animales según la ciudad, entre los que se incluían algunos to-ros para ser corridos. Esta imposición debió de ser una norma generalizada en todo el reino, pues lo mismo se hacía en Salamanca106 como en Málaga. Así, la obligación en esta última ciu-dad fue de “[…] cuatro toros buenos e tales que sean a contentamiento de la cibdad de quinque-ño arriba para correr en un día del año qual la cibdad quisiere”107. Mientras que en la de Ronda el compromiso fue, al igual que en Marbella, de sólo “[…] dos toros madrigados a la cibdad para quando se los pidieren e que dellos faga la cib-dad lo que quisiere” 108.

Al analizar cuál pudo ser el primitivo método selectivo utilizado por los obligados en la selección de los animales que debían ser corridos, nos vamos a basar en dos testimonios de aquella época. En primer lugar el de Gabriel Alonso Herrera, de 1513:

“Si el señor de las vacas procura tener un buen toro castizo, habrá de él buena sucesión y linaje que en las reses más se parescen por la mayor parte a los padres que a las madres, y de los buenos toros salen buenos bueyes […]”109

En segundo lugar, el que hacia 1679-1680 nos dejó la francesa Condesa d’Aulnoy al comen-tar un viaje por España:

“Para las fiestas de los toros se pre-fieren los hijos o los hermanos de los que ocasionaron la mayor carnicería en las fies-tas precedentes […] Cuando el abuelo o bisabuelo de la fiera mató a tales o cuales hombres se confía con razón en que la prole no se muestre menos encarnizada […]”110

Por tanto, parece claro que el criterio que siguieron los obligados de la carne a la hora de elegir al toro que iba a ser corrido en los festejos no fue otro que el comportamiento de sus ances-tros111. Pero, si el toro moría al final del festejo, ¿cómo se aseguraba su descendencia?, ¿cómo llegaron a crearse las “canteras” de bravos que

Borrador del cartel anunciador de las corridas de toros incluidas en la Feria y Fiestas de Marbella del

año 1910 (rehecho sobre el del año 1909).Fuente: AMMb, C. 450 H / 32

105 GILPÉREZ, L. y FRAILE, M.: El toro…, op. cit. (Citado por LÓPEZ IZQUIERDO, F.: Historia…, op. cit., p. 59).106 ABAD OJUEL, A. y OLIVA, E.: Los Toros…, op. cit., p. 33. Según un documento de 1555 sobre el abasto de carnes a Vitigudino,

se obligaba al carnicero “a dar toros buenos para correr y matar a contento del concejo”.107 AMG, Leg. 779 / 1, doc. 5, Málaga, 15-03-1496108 AMG, Leg. 779 / 1, doc. 3, Ronda, 13-03-1496.109 HERRERA, G. A. de: “Obra de Agricultura”, Alcalá de Henares, 1513, Madrid, Biblioteca de Autores Españoles, 1970 (Citado

por LÓPEZ IZQUIERDO, F.: Historia…, op. cit., p. 50).110 LÓPEZ IZQUIERDO, F.: Historia…, op. cit., p. 56.111 Este método de selección sigue estando totalmente vigente en nuestros días, lo que queda patente cuando al indultarse

un toro en una corrida es imprescindible el consentimiento del ganadero, el cual dará o no su visto bueno dependiendo de las posibilidades que para semental vea en él.

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Fernando María Álvarez Cantos La Fiesta de Toros en Marbella durante el Antiguo Régimen

existieron entre los mansos y de las que se ex-traían los toros para las corridas?

No hemos encontrado ningún trabajo en el que se exponga alguna hipótesis que sirva de respuesta a estas dos cuestiones. Por nues-tra parte, a continuación, vamos a permitirnos el formular una teoría que pudiera ser novedosa por cuanto que imputa a los concejos municipa-les la responsabilidad de que los toros corridos dejaran descendencia y, por tanto, a partir de di-cha descendencia, de la creación del germen de las canteras de bravos.

Afirma Francisco López Izquierdo112 que ya desde la antigüedad el geógrafo gaditano del siglo I d.c. Pomponio Mela consideraba conve-niente que los toros no cubriesen a las vacas has-ta la edad de cuatro años, consejo éste que sigue siendo válido y practicado en nuestros días.

Hemos visto cómo, en las ordenanzas municipales que regulaban la contratación de los obligados de la carne, se hace hincapié en la edad de los toros que debían de ser regala-dos a la ciudad. Recordemos que en Marbella se exigía que fueran de cuatro o más años; en Má-laga, aparte de buenos, debían de ser cinqueños (“quinqueños”); mientras que en Ronda se daba un paso más y la exigencia pasaba por la pater-nidad del toro (“madrigados”). Si partimos de lo anteriormente comentado sobre la que ha sido norma ganadera a lo largo de los siglos respecto a la edad mínima que deben tener los toros para cubrir a las vacas, podemos crear una correspon-dencia biunívoca entre la edad y la paternidad. Así, los toros a partir de cuatro años, normal-mente, debían de ser padres; y los toros que eran padres debían de tener cuatro o más años.

Según el razonamiento anterior, con las imposiciones contractuales por parte de los ayuntamientos a los obligados sobre la edad o la paternidad del toro, lo que se estaba consiguien-do es que todos estos toros dejaran descenden-cia antes de morir.

Desconocemos la verdadera intención del legislador al incluir en las ordenanzas tal impo-sición. No podemos aseverar que lo hiciera pen-sando únicamente en preservar la descendencia de los posibles toros buenos, ni tampoco que su finalidad exclusiva fuera la de asegurarse la edad mínima de los animales. Sea como fuere, el resul-tado real es que, voluntaria o involuntariamente, desde los ayuntamientos, a través de sus orde-nanzas, se impuso que los toros que iban a ser corridos en las fiestas tuvieran ya descendientes. Los descendientes de los toros corridos que ha-bían demostrado mayor bravura, configurarían, sin duda, las primeras “canteras” o núcleos em-brionarios del futuro toro de lidia. n

Voluntaria o involuntariamente, desde los ayuntamientos, a través

de sus ordenanzas, se impuso que los descendientes de los toros corridos que habían demostrado

mayor bravura, configurarían, sin duda, las primeras “canteras” o núcleos embrionarios del futuro

toro de lidia

112 LÓPEZ IZQUIERDO, F.: Historia…, op. cit., p. 50.

Plaza de Toros de Otal.FotograFía: Serrano Lima, a. (coord.): Imágenes de Marbella IX: “La Minería”, Catálogo de la Exposición de Fotografías de la

Asociación “Cilniana”, 2004, p. 37

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Cilniana 22/23, 2009 - 2010: 117-126 ISSN 1575-6416

Venir a hablar de Manuel Gutiérrez de la Concha, marqués del Duero, a San Pedro Alcántara, no deja de ser un atrevimien-

to. Sobre todo cuando entre nosotros hay perso-nas que han hablado de él más allá de lo que mis conocimientos me permiten.

Estudios como los publicados por José Luis Casado Bellagarza o Secundino José Gutié-

Don Manuel gutiérrez De la ConCha: un general liberal en

la esPaña De isabel ii(CóRdOBA dE TUCUMáN, ARgENTINA: 3 dE ABRIL dE 1808 - MONTE MURO, NAVARRA: 27 dE jUNIO dE 1874)1

Fernando FernÁndez bastarrecheProfesor titular de Historia Contemporánea

Universidad de Granada

RESUMENEl artículo enmarca la figura del general Manuel Gutiérrez de la Concha, primer marqués del Duero, en la Historia de España del siglo XIX. Proporciona diversas claves sobre su vida militar y política, desde los ascensos fulgurantes en la primera guerra carlista hasta el levantamiento del cerco de Bilbao y el intento de restauración borbónica en la tercera guerra, frustrado por su muerte en el campo de batalla en junio de 1874.El autor compara la biografía del marqués del Duero con las de los grandes espadones de la época: Espartero, Nárvaez, O´Donnell, Serrano y Prim, y de la relación con ellos surge su participación en el Partido Moderado y en la Unión Liberal, que le hace presidir el Senado durante seis legislaturas consecutivas. Basándose en sus intervenciones parlamentarias reflexiona sobre su responsabilidad a la hora de estudiar los asuntos públicos, y de su conocimiento en áreas que excedían lo puramente militar.

PALABRAS CLAVEMarqués del Duero, guerra carlista, ejército isabelino, Partido Moderado, Unión Liberal.

ABSTRACTThe article frames the figure of general Manuel Gutiérrez de la Concha, first Marquis of the Duero, in the history of nineteenth-century Spain. Provides several clues to its military and political life, from dazzling promotion in the First Carlist War to the lifting of the siege of Bilbao and the Bourbon restoration attempt in the third war, frustrated by his death on the battlefield in June 1874.The author compares the biography of the Marquis of the Duero with those of the great swords of the time: Espartero, Narvaez, O’Donnell, Serrano and Prim, and the relationship with them comes their participation in the Moderate Party and the Liberal Union , which makes preside over the Senate for six consecutive terms. Based on their parliamentary interventions reflect on their responsibility when discussing public affairs, and their knowledge in areas that went beyond purely military

KEY WORDSMarquis of the Duero, Carlist War, military Elizabethan, Moderate Party, Liberal Union.

rrez Álvarez, en nuestros días2; aproximaciones más alejadas en el tiempo como la del profesor Seco Serrano, o contemporáneas de su muerte, como la debida a la pluma de Vega Inclán, Castro y López, y Astorga en su Relación histórica de la última campaña del marqués del Duero, que prolo-gara un gran estudioso de las campañas carlistas como fue Gómez de Arteche, no son sin embar-

1 Este artículo corresponde a la conferencia pronunciada en San Pedro Alcántara el 11 de diciembre de 2008, como parte de las Jornadas sobre la historia local de San Pedro Alcántara, organizada por la Delegación de Cultura del Ayuntamiento de Marbella.

2 CASADO BELLAGARZA, J. L.: “Apuntes biográficos de Manuel Gutiérrez de la Concha e Irigoyen, primer marqués del Duero”, en Un militar español del XIX. El Marqués del Duero, San Pedro Alcántara, Hermandad de San Pedro de Alcántara, 2008, pp. 11-22. También El Marqués del Duero y Cataluña, San Pedro Alcántara, Hermandad de San Pedro de Alcántara, 2007; GAY ARMENTEROS, J.:

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go suficientes para responder a la necesidad de un estudio biográfico que recupere de manera adecuada la figura que hoy nos ocupa.

La suerte del marqués del Duero no es exclusiva. Tenemos grandes carencias en lo refe-rente al conocimiento de estas figuras militares que compaginaron la carrera militar con la acti-vidad política y, en ocasiones, con la económica, ofreciendo un perfil de hombre público extrema-damente complejo, cuyo conocimiento resulta necesario si queremos entender cómo nacimos a un sistema constitucional del que somos deu-dores.

Por supuesto, no pretendo suplir esa ca-rencia. Hay personas más adecuadas para cubrir este objetivo. Mi intención hoy, en estos breves minutos, no va más allá de esforzarme por con-tribuir al rescate de la memoria del marqués del Duero, situándolo en la época y las circunstancias que marcaron una etapa tan decisiva en nuestra historia como la que transcurrió a lo largo de los tres primeros cuartos del siglo XIX. Con ello, si lo logro, podremos entenderlo mejor y hacer un balance más ajustado a la realidad de su signifi-cado.

1. antecedenteS haSta la Primera guerra carliSta

Manuel Gutiérrez de la Concha pertenece a una generación de militares que desempeña-ron un papel protagonista en la historia española del siglo XIX, con unas características que res-ponden a dos acontecimientos fundamentales: la primera guerra carlista y el establecimiento de un sistema de monarquía constitucional, repre-sentada en los años en que se desarrolla su vida por la figura de Isabel II.

Por supuesto, existen otra serie de carac-terísticas que podríamos llamar menores, que contribuyen a perfilar aún más la personalidad de los miembros de esta generación de genera-les que definirán con su protagonismo la historia política de los años centrales del siglo.

Concha nace precisamente en 1808, cuan-do el conflicto contra el francés está a punto de iniciarse. En 1809 nace O’Donnell, en 1810 Se-rrano y, ya en 1814, Prim. Tres de los grandes espadones que marcarán de manera particular la segunda mitad del reinado de Isabel II.

Anteriores eran Espartero, nacido en 1793 y el único de los grandes espadones que partici-pa en la Guerra de la Independencia; Luis Fer-nández de Córdoba –nacido en 1798– cuya tem-

prana muerte dejará abierto el camino a Narváez que, nacido en 1799, fue demasiado joven para luchar frente al invasor francés, aunque sí lo hará contra los Cien Mil Hijos de San Luis, jugándose carrera y vida en defensa del constitucionalismo y redimiéndose del ostracismo al que le condenó el absolutismo fernandino a través de la primera guerra carlista.

Posteriores a la generación de Concha serían los artífices del retorno a la dinastía bor-bónica que Serrano y Prim habían expulsado del trono en 1868: Pavía y Rodríguez de Albur-querque, nacido en 1827, y Martínez Campos, en 1831. Son generales, espadones, cuya inter-vención en política seguirá unas directrices que marcan una diferencia fundamental en el carác-ter del protagonismo militar que nos conducirá a los golpes de Estado de septiembre de 1923 y julio de 1936, con unas características netamen-te diferentes a lo que fue el intervencionismo de nuestros espadones.

La generación de Concha crece y prospe-ra, cuando no muere, en los largos años de la guerra civil de 1833 a 1840. Son militares que,

Manuel de la Concha, 1849, de Luis Legrand y Julio Donon

“El Marqués y su tiempo”, en Un militar…, op. cit., pp. 23-36; GUTIÉRREZ ÁLVAREZ, S. J.: “Los agobios económicos del marqués del Duero y el final de una gran propiedad”, Cuadernos de Historia Contemporánea, 14, 1992, pp. 9-29; SECO SERRANO, C.: “El marqués del Duero y sus estudios de táctica militar”, Prólogo a la obra de Concha PROYECTO DE TÁCTICA DE LAS TRES ARMAS, reeditada por el Ministerio de Defensa en 1989. También “Milicia y política: el marqués del Duero. Apuntes para su biografía”, Boletín de la Real Academia de la Historia, CLXXXIX, mayo-agosto 1992, pp. 203-250; GÓMEZ DE ARTECHE, J.: “Introducción” a la obra de VEGA INCLÁN, M. de la; CASTRO Y LÓPEZ, J. y ASTORGA, M.: Relación histórica de la última campaña del marqués del Duero. Homenaje de honor militar que tributan a la memoria de tan esclarecido caudillo, Madrid, Imprenta y Litografía del Depósito de la Guerra, 1874.

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procedentes en gran parte de familias militares y ligadas a la nobleza, ingresan por lo común a edades muy tempranas en la profesión militar. Doce años tenía Manuel Gutiérrez de la Concha cuando ingresa como cadete de la Guardia Real; diez O’Donnell, como subteniente por real gra-cia; 12 Serrano. Narváez había ingresado a los 15 como cadete de las Guardias Valonas. Espartero, uno de los pocos entre ellos procedentes de fa-milia humilde, ajena al mundo de las armas y de la nobleza, a los 16 como soldado distinguido voluntario para luchar contra el francés, al igual que lo haría años más tarde Prim, con 19, para luchar contra los carlistas.

Todos ellos, salvo Espartero que comba-te en la Guerra de la Independencia y Prim que no se incorpora hasta la primera Guerra carlista, hacen sus primeras armas en los años del trienio liberal y de la década absolutista. De esta manera se ven inmersos en las pugnas entre defensores y enemigos de las fórmulas políticas definidas por el absolutismo y el liberalismo. Y aunque su protagonismo es escaso, sí tenemos elemen-tos suficientes como para aceptar su inclinación hacia las tesis liberales, quizá no de manera tan evidente como fue el caso de Narváez enfrentán-dose en 1822 a sus propios compañeros de las Guardias reales, pero sí con la suficiente eviden-cia como para sufrir la inevitable persecución po-lítica, como sería el caso del propio Concha.

2. la guerra carliSta y la definición Política

Y es en 1833, con edades que oscilan en-tre los 40 años de Espartero y los 19 de Prim –Concha tiene 25–, cuando la guerra carlista se convierte en el vehículo de una brillante carrera militar, indispensable para la posterior política.

La guerra los convierte en héroes. Todos ellos reciben heridas, condecoraciones y ascen-sos. Concha será al término de la guerra maris-cal de campo, con apenas 32 años. Se habrá dis-tinguido en numerosas acciones militares que, entre otras cosas, le harán merecedor de tres laureadas de San Fernando, y se habrá labrado –como sus compañeros– fama de valiente en un mundo en el que la valentía se demostraba día a día, y en el que las condiciones de vida eran extremadamente duras.

En esta España en guerra, no puede re-sultarnos extraño que los incipientes partidos políticos, que conspiraban unos contra otros en la corte de la Reina Gobernadora, fijaran sus ojos en los hombres más destacados del frente de batalla, intentando atraerlos a sus filas, de-ficientes de apoyo social. Un caudillo victorio-so era, inevitablemente, el héroe popular que podía arrastrar tras de sí a una población que,

desde la guerra del francés, no se había visto –de manera más o menos directa– libre de una situación de guerra.

Los generales de nuestra generación –los Concha, O’Donnell, Fernández de Córdoba, etc.– no fueron, sin embargo, protagonistas políticos de primera fila en estos años iniciales de la mo-narquía constitucional. Las grandes figuras, en las que las opciones moderada y progresista del liberalismo pusieron sus ojos, eran los hombres de la generación anterior: Espartero (1793), Luis Fernández de Córdoba (1798) o, en sustitución de éste tras su temprana muerte, Ramón María Narváez (1799). La generación de Manuel Gutié-rrez de la Concha desarrollará su carrera política a la sombra de las dos grandes y contradictorias figuras, símbolos del progresismo en el caso de Espartero, y del moderantismo en el de Narváez. Solo pasados bastantes años, y con gran esfuer-zo, la generación nacida en los años de la Guerra de la Independencia, alcanzará la primera fila del protagonismo político.

No es el momento de debatir sobre el porqué de las filiaciones políticas de Espartero y Narváez. Pero podemos, si no afirmar de manera categórica, sí al menos hacer conjeturas fiables acerca de la definición política de Manuel Gutié-rrez de la Concha.

Por supuesto, estamos en condiciones de afirmar su inclinación hacia el liberalismo de ma-nera evidente, sin las sombras que arrojan dudas acerca del oportunismo de otros espadones.

Pero, aceptada la opción liberal frente a la absolutista, ¿qué lleva a Concha a situarse al lado del moderantismo representado por Luis Fernández de Córdoba primero, y por Narváez después?

Aquí entramos de lleno en el terreno de las conjeturas, a la espera de que un estudio bio-gráfico nos permita disponer de conclusiones demostrables. El profesor Gay Armenteros argu-mentaba la antipatía de Concha hacia Espartero con Ayacucho al fondo3. Los antecedentes fami-liares de los Concha –su padre Juan Gutiérrez de la Concha y Mazón, brigadier de marina y gober-nador intendente de la provincia de Tucumán, había sido fusilado en Argentina en 1810– y la relación que se establecía entre Espartero y los ayacuchos, no parecen, en mi opinión, argumen-to de peso. Mi hipótesis se orientaría hacia las simpatías/antipatías personales y profesionales en el marco de un escenario en el que la riva-lidad Espartero/Fernández de Córdoba primero, Espartero/Narváez después, se transfirió del te-rreno militar al campo de la política.

Esto no quiere decir que Concha fuera por definición liberal moderado. De hecho, su trayectoria posterior nos lo mostrará mucho más

3 GAY ARMENTEROS, J.: “El Marqués…”, op. cit., p. 30.

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inclinado hacia las posturas centristas represen-tadas por O’Donnell y su Unión Liberal. Pero de-bemos tener en cuenta que, en estos momentos de la guerra carlista, la aproximación a las ten-dencias progresistas o moderadas obedecía más a enfrentamientos personales que a la definición de una ideología concreta.

3. loS PronunciamientoS de 1841 y 1843

Lo cierto es que en 1841 encontraremos a Manuel Gutiérrez de la Concha junto a Narváez, O’Donnell y el desventurado Diego de León, asu-miendo un papel protagonista en el intento de derrocar a Espartero de la Regencia.

En torno a María Cristina se organizó una trama conspirativa en la que estaban presentes generales como Diego de León, Concha, Borso de Carminati y por descontado, O’Donnell y el implacable Narváez. El proyecto de un primer le-vantamiento se ramificó pronto por toda España, dando lugar a un pronunciamiento en septiembre de 1841 que terminó en fracaso. Narváez desde Gibraltar, pasando a Andalucía, debía aprovechar la popularidad conquistada en las tierras del Sur por su actuación contra las partidas; Borso di Carminati trabajaría para levantar Zaragoza; O’Donnell, que había conseguido su cuartel para Pamplona, junto con Montes de Oca en Vitoria, esperaban arrastrar a los simpatizantes del car-lismo, que se suponía harían causa común con-tra su vencedor; sin tener en cuenta que Cabrera primero, y don Carlos después, habían dado la consigna de no implicarse en el pronunciamien-to. Desde Bourges, donde residía la Corte car-lista, no se deseaba la caída de Espartero, cuya política en lo referente a la Iglesia se esperaba provocara una reacción que favorecería el forta-lecimiento de la causa del carlismo.

Y en Madrid, Diego de León, Pezuela y Concha preparaban simultáneamente el gran golpe de efecto: asaltar el Palacio real, donde contaban con la colaboración del comandante Marchesi, responsable de la guardia exterior, y secuestrar a las infantas. La consigna era suble-varse a toda costa contando con que, afianzada la sublevación en el Norte –que constituiría su base territorial– y devuelto el poder a María Cris-tina –de nuevo tutora de sus hijas–, Espartero se enfrentaría a la tesitura de resucitar la guerra civil o resignar la Regencia.

Sin embargo, la decidida oposición que mostró el coronel Domingo Dulce, comandante de los alabarderos de Palacio, frustró el intento de rapto, a la vez que la descoordinación entre los implicados hacía fracasar los levantamientos en las ciudades.

Viendo fracasados sus intentos Pezuela, Concha y León, optan por la huida. El primero, herido y muerto su caballo, se salva gracias a la actitud del coronel que mandaba a los soldados de la Guardia Real que le perseguían. Sabiendo que se encontraba oculto en las cercanías, se dirige a sus hombres en estos términos: “Los soldados de España no son perros de caza. Nos han mandado que recorramos la carretera hasta Villalba; lo que pase fuera de la carretera no nos interesa. ¡A caballo todo el mundo!” Así, Pezuela pudo llegar hasta el deshabitado monasterio de El Escorial, donde el fraile que ejercía de guar-dián le dio cobijo4.

Concha consiguió igualmente escapar de sus perseguidores. Pero no le cupo la misma suerte a Diego de León, que se entregó, conven-cido de que Espartero no daría la orden de fu-silarlo, pese a que las fuerzas enviadas para su captura le instaron a escapar.

O’Donnell consiguió alcanzar la fron-tera, no así Borso, cuyo fracaso al menos par-cialmente, atribuye Baroja en Juan Van Halen, el oficial aventurero, a su deficiente conocimiento del castellano que le hizo perder toda autori-dad cuando arengó a los soldados diciéndoles: “¡Higos míos: esos empapamientos de acuas serán mañana chorreones de la nostra gloria!”. La misma suerte corrió Montes de Oca, que fue hecho prisionero. Narváez regresó a París, renunciando a levantar Andalucía. La procla-mación de María Cristina como Regente, efec-tuada por el general convenido Urbiztondo en Vergara, el 7 de octubre, quedó reducida a una pantomima.

El frustrado golpe coincide con la estan-cia de Serrano en Málaga donde se encontraba enfermo; pese a ello se traslada a Madrid al esta-llar la revuelta, poniéndose bajo las órdenes de Espartero, que le confió la primera división del Ejército del Norte.

Este primer aviso, al que Espartero perma-neció sorprendentemente ajeno reaccionando con una inusitada lentitud, tendría en su desenlace fi-nal perniciosas secuelas para la popularidad del Re-gente, ya que sometidos a los tribunales militares los implicados, fueron condenados a muerte, que-dando en manos de Espartero conceder un indulto que se daba por descontado si se tenía en cuenta que todos los generales condenados habían sido heroicos combatientes en la pasada guerra civil. No obstante, y pese a las reiteradas peticiones de indulgencia que se le hicieron, Espartero se mos-tró tan inflexible como en ocasiones similares lo había sido durante la guerra, negando el indulto. Las sentencias fueron ejecutadas y los conspirado-res convertidos en héroes de la libertad en la lucha

4 ROZALEJO, Marqués de.: Cheste o todo un siglo. 1809-1906, Madrid, Espasa Calpe, 1936, p. 90.

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contra el dictador, que así era como empezaba a ser visto Espartero por sectores cada vez más am-plios de la clase política y militar. Entre todos los ejecutados adquirió especial relevancia la figura de Diego de León, “la primera lanza del reino”, cuyo valor ante el pelotón de fusilamiento no fue menor al mostrado en el campo de batalla, convirtiéndose en una de las figuras más relevantes del imaginario romántico de la época. No cabe sin embargo, inter-pretar como un gesto románticamente desespera-do ante el fracaso del pronunciamiento el asalto a Palacio por parte de Diego de León, cuando en rea-lidad se trataba de la pieza fundamental de toda la conspiración cuidadosamente preparada5.

El pronunciamiento de 1841 tiene sin em-bargo una componente sentimental irrefutable: una Reina desterrada, una inocente hija huérfana retenida, y una defensa del Trono en la que se de-rrochan valor y heroísmo, elementos todos que llevó a calificarlo de “conspiración romántica” y que jugó mucho en la pérdida de popularidad del Regente al que se le asignaba el papel de villano, encerrado en su palacio y rodeado de una corte de aduladores6.

Y nuevamente lo encontramos en 1843, cuando alcanza el éxito que marcará el inicio del reinado de Isabel II.

Efectivamente, los conspiradores no se habían desanimado tras el fracaso de 1841. O’Donnell y Narváez, parece que a propuesta de este último, acordaron constituir una sociedad secreta, al estilo de las de masones y comuneros tan en boga en estos tiempos, con el objeto de preparar la revolución política que debía terminar con la Regencia esparterista.

El Consejo Supremo de la “Orden Militar Española”, que así se denominó esta sociedad se-creta, se constituyó a principios de 1842, siendo sus miembros, Narváez, Fernando Fernández de Córdoba, Pezuela, Benavides y Escosura, que ac-tuaba como secretario. En Madrid se estableció una sucursal entre cuyos componentes figuraban Fulgosio y Aspiroz, que contaban con el apoyo de El Heraldo, redactado por Zaragoza y Sartorius. A la Orden no le faltaron medios de financiación, provenientes en buena medida de la fortuna de María Cristina, aunque también de otras fuentes, entre ellas del marqués de Viluma; y nutrió sus fi-las con numeroso afiliados, entre los que se con-taban muchos jefes y oficiales descontentos con la política de Espartero, así como con políticos, entre ellos Donoso Cortés. La presidencia recayó en O’Donnell que aunque más joven, era supe-rior a Narváez en graduación, y éste prefería que las cosas fueran así, confiando en el ascendiente que tenía sobre el joven general.

Hay que admirar el golpe de vista y la astucia de Narváez. Sabe que los progresistas confían en beneficiarse de la fuerza militar que apoya a los moderados, responsables del pro-nunciamiento militar. Igualmente sabe que Se-rrano en Barcelona y Prim en Reus, han tomado la iniciativa para imponer su opción, confiados en que él, alma del pronunciamiento, desembar-cando en Cádiz tendrá pocas posibilidades de ganarles la mano. Pero Narváez, que intuye la maniobra, pretende entrar por la frontera cata-lana. Prim difiere el apoyo que le reclama, con lo que sus intenciones quedan claramente al descubierto.

Sin embargo Narváez no abandona –siem-pre tuvo fama de testadura–. Se traslada a Marse-lla, alquila un vapor, “Le Rubis”, y el 27 de junio desembarca en Valencia, donde el levantamiento ya había triunfado. Mientras Concha sigue cami-no para ponerse al frente del levantamiento en Andalucía, Narváez toma el mando en Valencia. El Gobierno provisional no tuvo más remedio que asumir los hechos y el 30 le nombra Capitán General de Valencia.

Manuel de la Concha.Grabado de la editorial Felipe González Rojas, Madrid

5 BUXÓ DE ABAIGAR, J. (Marqués de Castell-Florite): Domingo Dulce, general isabelino. Vida y época, Barcelona, Planeta, 1962, pp. 144-146.

6 FERNÁNDEZ BASTARRECHE, F.: Los espadones románticos, Madrid, Síntesis, 2007, pp. 226-229.

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4. manuel gutiérrez de la concha en la Política

del reinado de iSabel ii

Hasta aquí podríamos concluir que el mo-derantismo sería la opción política de Manuel Gutiérrez de la Concha. Pero esto no sería cier-to. A comienzos de los años cuarenta no cabían muchas más posibilidades. La rivalidad entre Es-partero y Narváez trascendía de lo militar a lo político. No era probable que cualquier otra vía alternativa pudiera tener posibilidades de éxito. Como Concha, O’Donnell, Serrano, incluso el mismo Prim –que acabaría siendo el líder de los progresistas, cuyo símbolo era Espartero–, cons-piraban contra éste. Pero eso no significará que en el futuro permanezcan aliados con Narváez de manera incondicional.

La historia de los años siguientes, el cuar-to de siglo que permanece Isabel II en el trono, sirven para poner de manifiesto algunas cuestio-nes claves para entender la figura de Concha.

Ante todo, y revisando su vida tras el triun-fo del pronunciamiento que en 1843 puso fin a la Regencia de Espartero, una primera conclusión parece evidente. Si Manuel Gutiérrez de la Concha fue un espadón, lo fue en el sentido estricto que a este término da el Diccionario de la Real Acade-mia: personaje de elevada jerarquía en la milicia.

Según esta definición tan generalista, es-padones serian todos los generales. Pero en una acepción más ajustada, que no contempla la Real Academia, entendemos por espadón a ese perso-naje que une, a su elevada jerarquía, el poder y la influencia que le permiten afrontar la aventura de imponer una solución política como alterna-tiva a la existente. Poder e influencia ya es algo que no puede atribuirse a todos los generales, ni siquiera a una minoría amplia. Fueron contados los que realmente alcanzaron esa posición en una sociedad nacida entre guerras. Y ellos, ter-minadas éstas, serán los protagonistas en la nue-va etapa de nuestra historia. De su mano se pro-ducirá la transición política del antiguo al nuevo régimen, de su mano reinará Isabel II, como de su mano le vendrá a la infortunada reina la pérdi-da del trono; aunque luego se lo devolvieran a la dinastía en la persona de su hijo Alfonso.

De entre todos ellos destacan de manera particular cinco: Espartero, Narváez, O’Donnell, Serrano y Prim. Podríamos hablar de otros, qué duda cabe. Luis Fernández de Córdoba por ejem-plo, con quien Pabón pensaba que el “régimen de los generales” tuvo su inicio. O el fusilado Diego de León, cuya trágica ejecución se prestaría ma-ravillosamente a la estampa del militar como fi-gura romántica, el mismo halo de tragedia que podría tener la imagen de un Zumalacárregui7.

Pero los que pervivieron, los que llegaron al poder, los que incluso renunciaron a él en oca-siones, fueron los cinco mencionados.

Y con ello estoy afirmando que, si bien Concha hubiera podido, no tenemos constancia de que haya querido ser un espadón en el senti-do político del término.

Cierto que lo encontramos simultaneando cargos políticos con sus responsabilidades mili-tares. Lo vemos ocupando un escaño en el Con-greso en las legislaturas de 1843 y de 1844-1845. Y desde 1845 es senador, siendo poco después, y como muestra de la confianza que su prestigio militar le había granjeado en la Corte, designado para ponerse al frente de las fuerzas de interven-ción en Portugal en 1847.

Pero esto es algo normal, que deriva del sistema establecido por la Constitución de 1845 a través del cual Narváez –y este será un mérito personal–, busca la manera de alejar a los gene-rales del pronunciamiento mediante una políti-ca que pretendió vincularlos institucionalmente con la Constitución.

Esto se hizo en parte a través del Senado, en el que tenían cabida los generales más repre-sentativos normalmente como senadores vitalicios designados por la Reina, al margen de su opción política. Excepto Prim –que no reuniría los requisi-tos para ser designado senador hasta 1858 aunque sí será diputado–, el resto de nuestros espadones serán senadores vitalicios; incluso Espartero, de-signado en 1847. La lista de capitanes y tenientes generales es numerosa. Junto a Narváez, Serrano y O’Donnell, encontramos a muchos otros, más o menos conocidos: los Concha (Manuel y José), Pavía y Lacy, Alaix, Infante, el anciano Castaños, Cleonard, Fernando Fernández de Córdoba, Rodil, etc. Indudablemente, la integración de generales como Alaix o el propio Espartero, podía ser un medio de evitar que, desde el exilio, se dedicaran a la conspiración. La experiencia y el sentido co-mún estaban detrás de esta disposición.

Esto forma parte del sistema aunque, por supuesto, no garantiza la permanencia al lado de Narváez. De hecho, éste se había convertido en 1850 en un gobernante autoritario, que prefería gobernar mediante decretos, marginando al Par-lamento, y mostrando escasa paciencia con las contrariedades:

“[…] contestaba a ellas con actos de vio-lencia y de arrogancia que labraban cada día su impopularidad en los altos círcu-los de la política y en la opinión del país. […] A los que le hacían la oposición en las Cortes, mirábalos como a enemigos personales […]”8

7 FERNÁNDEZ BASTARRECHE, F.: Los espadones…, op. cit., pp. 11-12.8 FERNÁNDEZ DE CÓRDOBA, F.: Mis memorias íntimas, Madrid, Atlas. B.A.E, 1966, p. 249.

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Este comportamiento hizo que muchos de sus antiguos partidarios, colaboradores suyos en el pronunciamiento de 1843, fueran distan-ciándose, especialmente O’Donnell, que buscaba una alternativa política capaz de convertirle en líder de una formación política capaz de conver-tirse en alternativa a la moderada. Y junto a él, políticos y generales entre los que se contaban los dos hermanos Concha, Manuel y José.

No tendrá nada de particular, por lo tanto, que cuando O’Donnell se lance a la aventura de organizar su propio partido, buscando un hueco entre las dos grandes figuras que lideran a mo-derados y progresistas, Manuel Gutiérrez de la Concha se sume al proyecto, e incluso se benefi-cie de él. A ello contribuye el alejamiento tempo-ral de Narváez, que abre el proceso de crisis que pondrá fin a la década moderada.

La especulación en torno a las concesiones ferroviarias se convirtió en el caballo de batalla utilizado para derribar a Sartorius. El camino ha-cia la crisis quedó abierto en la sesión del Senado del nueve de diciembre. Manuel Gutiérrez de la Concha, con su discurso en la Cámara Alta, fue una de las voces que denunciaron las irregulari-dades cometidas, la sombra de cuya corrupción llegaba hasta la familia real. Sometida a votación la política de estas concesiones, el Gobierno fue derrotado por 105 votos contra 69. Al día siguien-te Sartorius optó por clausurar las Cortes. Esta medida, más las represalias adoptadas durante el mes de enero del nuevo año hacia los senadores opuestos a su gestión, entre ellos varios gene-rales, precipitará su caída. Al producirse el pro-nunciamiento que encabezará O’Donnell, Concha –confinado en Tenerife– regresará a la península para unirse al golpe que derribaría al Gobierno.

De esta forma, cuando la Unión Liberal entre en liza, en sus fi-las veremos políticos tan significados como Corti-na, Ríos Rosas, Cánovas del Castillo o Alonso Martínez, y generales como Serrano o el mayor de los Concha, quien por estos años se beneficiará del proceso desamorti-zador desarrollado en 1855, incrementando de esa manera su influencia política9.

El marqués del Duero se contará entre los que ayuden a subir al poder a O’Donnell tras la renuncia de Espartero en pleno Bienio Progre-sista, en el momento en que el líder progresista decide retirarse de la política activa a la plácida vida de sus tierras riojanas.

Esto ocurre en un momento delicado, porque muy posiblemente los militares fieles a Espartero estarían dispuestos a levantarse en armas contra esta maniobra política, que signi-ficaba entregar la revolución a sectores ajenos al progresismo. Pero Espartero no quiso encabezar la revuelta. Y ante su postura, la única salida era sumarse a O’Donnell antes que permitir que las fuerzas radicales capitalizaran la revolución y la condujeran a unos extremos que el Ejército no estaba dispuesto a asumir.

La resistencia se manifestó en las calles a través de la Milicia Nacional, y en el Congreso, donde un elevado número de diputados se cons-tituyeron en sesión permanente. Los milicianos se apostaron en las proximidades del Congreso dispuestos a defenderlo mientras esperaban en vano que Espartero llegara para capitanear la re-sistencia.

Las fuerzas gubernamentales dirigidas por O’Donnell, Concha y Serrano –entonces Capitán General de Madrid–, despejaron calles y plazas a cañonazos. La misma suerte corrió el Congreso, donde los diputados fueron desalojados por la artillería a las órdenes de Serrano que con esta acción se hizo merecedor del ascenso a capitán general, al tiempo que dejaba patente su militan-cia unionista y el abandono del progresismo que con anterioridad había profesado. En Barcelona, como en las demás capitales en las que la resis-tencia se había alzado, se impusieron igualmen-te las armas del Gobierno.

No deja de ser curioso, sin embargo, el hecho de que la presencia del mayor de los Con-cha en los años de gobierno de O’Donnell, nunca llegue a adquirir la importancia política que le hubiera podido hacer merecedor de la conside-ración de “espadón”. Incluso su hermano José

sería Ministro años más tarde, concretamente de la cartera de Ultramar, y cuando llegue la revolu-ción que en 1868 ponga fin al reinado de Isabel II, será el último Presidente del Consejo de Ministros y el hombre que, tras la batalla de Alcolea, pacte el traspaso de poderes a un general tan versátil

como Serrano, salido de las filas de la Unión Li-beral de O’Donnell y, tras la muerte de éste, líder de los unionistas.

Otra cosa es que, dentro de lo que era la línea de funcionamiento político marcada por la Constitución de 1845, y en virtud de su afinidad con O’Donnell, Concha presidiera por seis veces,

9 MARTINEZ GALLEGO, F. A.: Conservar progresando: la Unión Liberal (1856-1868), Valencia, Centro Francisco Tomás y Valiente, 2001, p. 23.

Manuel Gutiérrez de la Concha fue una de las voces que

denunciaron las irregularidades cometidas en las concesiones

ferroviarias, la sombra de cuya corrupción llegaba hasta la

familia real

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Fernando Fernández Bastarreche Don Manuel Gutiérrez de la Concha...

y en legislaturas consecu-tivas –desde la decimoter-cera a la decimoctava– la Cámara Alta.

Pero no hay más. Hasta donde sabemos, no tenemos constancia de que pretendiera hacer valer su autoridad o su prestigio para satisfacer mayores ambiciones políticas.

5. ¿moderantiSmo o fidelidad a la reina?

Incluso, en los años finales del reinado de Isabel II, cuando podríamos considerarle más volcado hacia el moderantismo, su conducta puede ser interpretada desde una perspectiva bien diferente.

Porque a Concha lo vemos reprimiendo el levantamiento de los sargentos del cuartel de

San Gil, que tan duramente castigaría posteriormente O’Donnell, junto a Serrano o al propio Narváez. Pero también nos lo encontra-mos al lado de la Reina cuando, tras el exilio y la muerte de O’Donnell, y el fallecimiento de Narváez en abril de 1868, decida permanecer fiel al trono, ya inevitablemente entregado

en brazos de la reacción más conservadora, y de-fender hasta dónde fue posible, junto y bajo las órdenes de su hermano José –accidental Presi-dente del Gobierno– a una Isabel II que posible-mente no mereciera esa entrega. Delegados los poderes en Manuel, capitán general de Castilla la Nueva, será el marqués del Duero quien negocie y ceda el poder a los revolucionarios el 29 de septiembre.

Féretro del marqués del Duero.Fuente: Portada de La Ilustración Española y Americana, 8 de julio de 1874

Manuel Gutiérrez de la Concha fue una de las

voces que denunciaron las irregularidades cometidas en las concesiones ferroviarias,

la sombra de cuya corrupción llegaba hasta la familia real

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Fernando Fernández Bastarreche Don Manuel Gutiérrez de la Concha...

Esta fidelidad hacia la Reina es común a espadones como Narváez o el propio O’Donnell que, incluso cuando ya estaba plenamente con-vencido de la inutilidad de sus esfuerzos por rescatar al trono de las fuerzas de la reacción, prefiere marchar al exilio antes que pronunciarse contra su reina, como harían Serrano y Prim.

Esto no es óbice para que, instaurada la frágil normalidad revolucionaria, Manuel Gutié-rrez de la Concha se mantenga próximo a los espadones triunfantes, aunque no participe del poder de forma directa, aunque sí lo veremos presentándose a las elecciones al Senado, y re-sultando elegido por la provincia de Málaga, du-rante el reinado de Amadeo de Saboya.

Precisamente será, como representante del Gobierno, el comisionado que se desplace al puerto de Cartagena para recibir oficialmente al nuevo monarca, lo que significaba la aceptación evidente de la nueva normalidad que pretendía instaurarse mediante el cambio de dinastía.

No fue una tarea agradable, ya que las circunstancias resultaron totalmente adversas. Concha acude a Cartagena porque Prim ha sido herido en el atentado de la calle del Turco. Y es quien, tras los saludos de rigor, debe comunicar al joven príncipe que acaba de recibir un tele-grama en el que se daba cuenta de la muerte del hombre fuerte de la revolución que, de esta ma-nera, quedaba huérfana y condenada al fracaso.

Será Manuel Gutiérrez de la Concha quien tras el fracaso de la república federal, marche al Norte, a luchar nuevamente contra los carlistas, convirtiéndose en la esperanza de victoria fren-te a ellos. Entra con Serrano en Bilbao, liberado del cerco carlista y, nombrado General en jefe del Ejército del Norte, continúa la campaña mientras el duque de la Torre vuelve a Madrid10.

Todo parece indicar que en estos momen-tos, el marqués del Duero tuviera ya tomada su decisión y, quizá por primera vez en su carrera militar, estuviera dispuesto a utilizar su prestigio –notablemente fortalecido por la campaña del Norte–, para poner fin a un período de despropósi-tos, buscando la ansiada “vuelta a la normalidad”, a través de la restauración de los Borbones en la figura de Alfonso XII, en connivencia con Cánovas del Castillo. No es probable, sin embargo, que estuviera pensando en un pronunciamiento, fórmula

que muchos generales consideraban que debía ser evitada si se quería encontrar una alternativa po-lítica estable, rompiendo con la tradición anterior.

De cualquier forma, nos inclinamos a pen-sar que el marqués del Duero habría optado por una nueva línea de intervención. La protagoniza-da por los generales de la generación siguiente –Pavía y Martínez Campos–, evitando convertirse en líderes de los partidos políticos y buscando, a un nivel mucho más institucional y general que el de los anteriores pronunciamientos, una solu-ción para las desgracias de la Patria.

No pudo ser. Galdós nos lo cuenta:

“Llegó el General donde estábamos Tordesillas y yo, ocultos a la vista de los demás asistentes por un matorral espeso. Con voz displicente dijo a su ordenanza:

-Ricardo, el caballo. Éstas fueron las últimas palabras que

pronunció en el mundo de los vivos… En el momento de cruzar la pierna derecha por la grupa del caballo, una bala, que lo mismo pudo venir del cielo que del mismo infierno, le atravesó el corazón. Con débil gemido expiró el primer soldado español de aquellos maldecidos tiempos”11.

Sus restos descansan en el Panteón de Hombres Ilustres de la Basílica de Atocha.

6. una refleXión final a modo de ePílogo

En las líneas anteriores he obviado aspec-tos importantes de la personalidad de Manuel Gutiérrez de la Concha intencionadamente. En parte, lo digo al principio, porque hay quien pue-de hacerlo con más conocimiento. Pero también porque, como reza el título, se trataba de hablar del marqués del Duero desde la perspectiva del general liberal, centrándome en su figura militar.

Durante muchos años, y quizá aún nos que-de un resabio de ello, al hablar de la España de los generales la referencia a los “espadones” implicaba un cierto matiz despectivo. Como si habláramos

de militares que gobernaban España a golpe de sable, sin más recurso que la autoridad cuartelera. Posiblemente ello se deba en parte a la imagen que la literatura nos ha lega-do. Los Galdós, Baroja o Valle

10 La campaña queda narrada en la obra Relación histórica de la última campaña del marqués del Duero. Homenaje de honor militar que tributan a la memoria de tan esclarecido caudillo, de la que son autores Miguel de la Vega Inclán, jefe del Estado Mayor General del Ejército del Norte, José Castro López, coronel encargado de la sección topográfica de dicho Ejército, y Manuel Astorga, ayudante de campo del general Concha. En el transcurso de estos días, al pasar por Logroño, visita a Espartero, ya octogenario. No deja de ser llamativo el hecho de que Manuel tenga este gesto de deferencia con el anciano general, tanto tiempo enemigo político, y que pocos años después, a raíz de la muerte de Jacinta en junio de 1878, su hermano José, casado con la hermanastra de la princesa de Vergara, fuera tan poco escrupuloso en los asuntos relacionados con la herencia de su mujer.

11 PÉREZ GALDÓS, B.: “De Cartago a Sagunto”, en Episodios Nacionales, Madrid, Urbión/Hernando, 1976, p. 46.

El marqués del Duero será quien negocie y ceda el

poder a los revolucionarios el 29 de septiembre de 1868

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Fernando Fernández Bastarreche Don Manuel Gutiérrez de la Concha...

Inclán, cada cual en su esti-lo y con sus antipatías per-sonales, han contribuido a ello en buena medida. Pero también, en buena medida, hayamos hecho extensivas a esta época, que se cierra con la restauración de los Borbones en 1874, las carac-terísticas que han presidido el intervencionismo militar en la España del siglo XX.

Y este es un gran-dísimo error. Entre otras cosas porque, con sus vir-tudes y sus defectos, los espadones del periodo

central del siglo XIX, eran también políticos. Y algunos de ellos con una talla que nada tenían que envidiar a la de muchos líderes del ámbito civil. Pertenecían a un partido y utilizaban su prestigio personal para llevarlo al poder, aplican-do una fórmula que nos puede parecer desafor-tunada desde nuestra perspectiva actual, pero que –y esto no podemos dejar de tenerlo en cuenta– formaba parte de un sistema político en proceso de maduración, deudor de las carencias propias de un país en guerra permanente duran-te los cuarentas primeros años del siglo, y con un escaso desarrollo social y económico.

Ha sido fácil denostar a estos persona-jes. Espartero nos ha sido presentado como un hombre ignorante, pero lo que hoy sabemos de su vida doméstica y de los fondos de su biblio-teca personal, desdice esta imagen. Y Narváez, aún por rescatar del desconocimiento, tiene en su haber como, demostró Pabón y nos recordó Seco Serrano, un bagaje de realizaciones que por sí solo debería bastar para poner en duda la ima-gen con la que ha pasado a la posteridad.

En términos generales, algo así ocurre con todos ellos. Los conocemos por sus hechos militares, pero los condenamos por su actividad política. Y obviamos algo que, conforme nos va-mos aproximando a sus figuras, va siendo cada vez más evidente.

Es el caso de Manuel Gutiérrez de la Con-cha. En estas líneas hemos hablado algo acerca de su figura como militar; podríamos hablar mu-cho más sin duda.

Pero no podemos olvidar que, aunque no fuera una figura de primera fila en la polí-tica, tiene una trayectoria que nos lo presenta como un hombre con conocimientos que exce-dían con mucho a lo puramente militar. Que era de los pocos hombres públicos que se tomaban la molestia de estudiar los asuntos que habían de debatirse en las Cortes, y que sus interven-ciones ponían de manifiesto que sabía de qué hablaba.

Y que, junto a todo ello, y como quienes se han aproximado con cariño a su figura ya han puesto de manifiesto, fue un hombre de empre-sa en muchos aspectos adelantado a su tiempo, demostrando poseer unas dotes que por sí solas le hubieran hecho destacar al margen de su tra-yectoria militar12.

En el caso del marqués del Duero, como ocurrió con Espartero y quizá algún día ocurra con Narváez o con O’Donnell, el estudio biográfico es un requisito indispensable para comprender, no ya al personaje, que ya de por sí resulta apasionan-te, sino un periodo especial de nuestra historia reciente sobre el que se han es-crito muchos lugares comunes, pero que está necesitado de mucha investigación todavía.

El mejor epílogo a la figura de Manuel Gutiérrez de la Concha, uno de los genera-les que colaboró a que Espa-ña tuviera un sistema político constitucional, sería un estudio biográfico que abordara su per-sonalidad desde todos los pun-tos de vista, y lo rescatara –a él y a su época– de un olvido o, lo que es peor, de un conocimiento deficiente. n

12 Remito en este sentido a los estudios de Casado Bellagarza y Gutiérrez Álvarez, citados en la primera nota de este texto.

escultura del marqués del Duero, de Santiago de Santiago, 1995, San Pedro Alcántara.

FotograFía: Jose L. Casado, 2004

Sus conocimientos excedían con mucho

a lo puramente militar.

Era de los pocos hombres públicos que se tomaba la

molestia de estudiar los asuntos que

se debatían en las Cortes

Fue uno de los generales que colaboró

a que España tuviera un sistema político

constitucional

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1. laS eScrituraS eXPueStaS: conSideracioneS PreviaS

La escritura, desde que aparece en la se-gunda mitad del IV milenio a.C., ha sido un elemento vivo y en constante cambio.

Muestra de ello, entre otras cosas, son los nu-merosos soportes en los que ha sido deposi-tada a lo largo del tiempo, tales como libros, paredes, cartas, epígrafes o utensi-lios2. Desde su nacimiento hasta nuestros días, cuando por fin ha logrado su demo-cratización y extensión so-cial, a la escritura se le ha

venido dando, de parte de las élites políticas, administrativas y culturales, unos usos y signifi-cados concretos. El presente artículo, justamen-te, centra su interés en uno de los productos gráficos más genuinos del poder público: las es-crituras expuestas, tan susceptibles de ser ana-lizadas mediante el método paleográfico3 como

cualquier otra categoría textual, pues aportan una rica información acerca del pasado, sobre la cual difícil-mente tendríamos constan-cia si no hubiera sido plas-mada en muros y materiales pétreos.

RESUMENEl presente artículo pretende resaltar la importancia que las “escrituras expuestas” (lápidas, placas, monumentos, mosaicos, etcétera) han tenido y tienen aún en las sociedades humanas. No debe olvidarse que gracias a estos documentos gráficos se conocen hechos históricos de los que no tendríamos constancia alguna si no fuese por los datos que se recogen en ellos. Siguiendo una metodología clasificatoria, se aborda el caso concreto de Marbella y su memoria epigráfica.

PALABRAS CLAVEEscrituras expuestas, epigrafía, memoria histórica, espacios públicos y privados.

ABSTRACTThis article aims to stand out the importance that the “public writings” (tombstones, plaques, monuments, mosaics, etc.) have had and still have within the human societies. We must not forget that thanks to these graphical documents we have known about historical facts which we would not have any information if was not for the data collected on them. Following a qualifying methodology, we will approach to the specific case of Marbella and its epigraphic memory.

KEY WORDSPublic writings, epigraphy, historical memory, public and private places.

refleXiones aCerCa De las esCrituras eXPuestas.

el Caso ConCreto De Marbella1

Francisco Machuca prietoLicenciado en Historia

1 El presente artículo se ha realizado bajo el asesoramiento de la profesora Alicia Marchant Rivera, miembro del Departamento de Ciencias y Técnicas Historiográficas, Historia Antigua y Prehistoria de la Universidad de Málaga, a quien agradecemos sus consejos y orientaciones. Los fallos u omisiones que hubieren se deben exclusivamente al autor. También agradecemos a Antonio Luna Aguilar que nos haya facilitado la ubicación de algunas de las escrituras expuestas incluidas en este artículo.

2 PETRUCCI, A.: La ciencia de la escritura. Primera lección de Paleografía, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2002, pp. 17-18.

3 Esta afirmación sólo tiene sentido si se engloba dentro de la propuesta de Jean Mallon sobre lo que tiene que ser la Paleografía, que “debe ocuparse de los monumentos gráficos de todo tipo y naturaleza y, en cada uno de los casos, de modo total”. Citado en PETRUCCI, A.: La ciencia…, op. cit., p. 7-8. Este prestigioso paleógrafo francés del siglo XX reivindicaba la necesidad de que la disciplina

La escritura, desde que aparece en la segunda mitad

del IV milenio a.C., ha sido un elemento vivo y en

constante cambio

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Francisco Machuca Prieto Reflexiones acerca de las escrituras expuestas...

A decir verdad, sobre las pareces siempre se ha escrito4. Es importante te-ner en cuenta que hasta este momento, los muros habían sido un espacio escriturario reservado exclusivamente a los poderes públicos y, en todo caso, a la publicidad, lo que nos lleva a afirmar que el ámbito urbano, la calle propiamente dicha, se presta al uso de la escritura como no lo hace nin-gún otro. Pero ¿qué se entiende por “escrituras expuestas”? Según el palógrafo italiano Armando Petrucci5 dicho término hace referencia a todas las escrituras concebidas para ser usadas en espacios abiertos o, incluso, en espacios cerrados, con el fin de permitir una lectura plural de un texto so-bre una superficie manifiestamente perceptible. Es decir, a diferencia de un libro, destinado a la lectura individual, las potenciales posibilidades de exposición que presenta el ámbito urbano permi-ten un contacto masivo y más relevante entre lo allí escrito y la sociedad, razón por la cual las es-crituras expuestas, debido a la enome influencia que ejercen en la mentalidad de los individuos, han sido desde antiguo usadas como sostén de ideologías políticas y religiosas. No debe pasarse por alto, de igual modo, que cada espacio gráfico urbano tiene un responsable encargado de deter-minar su utilización, el dominus, así denominado por Petrucci. Al referirnos a las escrituras que es-tán expuestas en las paredes de nuestras ciudades el máximo propietario de los espacios gráficos casi siempre será el poder públicamente consti-tuido (municipal, estatal, eclesiástico, etc.).

Aunque en las ciudades existen lugares que se prestan más que otros a acoger textos, las experiencias antiguas y modernas6 nos muestran que todo en ellas puede volverse espacio de escri-tura. Tanto en el pasado como en nuestros días, han sido más que numerosos los espacios escritu-rarios que han surgido espontáneamente, en los cuales el orden de lo escrito ha venido determi-

nado por múltiples factores, como las circunstancias en que se desarrolla el acto de escribir, las características materiales de la superficie elegida o, simplemente, las urgencias del escribiente. Un ejemplo recurrente de lo que aquí estamos diciendo son los graffiti, que utilizan

el espacio gráfico de un dominus sin su autoriza-ción7. Esta libertad de escribir dónde y cómo una quiera contrasta con los productos gráficos que emanan de los poderes públicos, realizados con particular esmero y solemnidad. Asimismo, como ya he apuntado, dado que los espacios gráficos de ámbito público tienen como dominus al poder constituido, es frecuente que sea éste quien de-termine la función y uso social que han de tener las escrituras expuestas en la sociedad.

Indudablemente, el poder usa en su benefi-cio la escritura, produciendo múltiples y variados testimonios gráficos, destinados, entre otras co-sas, a propagar su imagen y perpetuar en el tiem-po la memoria de sí. De esta manera, teniendo en cuenta lo anterior y sin olvidar que las institucio-nes públicas son dueñas del espacio donde se va a colocar la escritura expuesta, cobra sentido la afirmación de Eduardo Gil García, según el cual dichos documentos gráficos sirven en su mayoría para perpetuar las obras hechas por el dominus, quedando relegados a un segundo plano los pro-pios personajes homenajeados o las construccio-nes inauguradas y restauradas8. De hecho, todos los productos que parten de la iniciativa del do-minus, por lo general, van a estar dotados de una marca distintiva, que puede ser su nombre o un emblema, cuya finalidad principal es hacer identi-ficable su aportación. Todos los espacios gráficos contemplados hasta ahora, asimismo, pertenecen exclusivamente a la esfera de lo público, pero ello no significa que en las ciudades no podamos en-contrar escrituras expuestas en espacios privados, que tienen por dominus un particular9.

paleográfica se configurara más bien como “historia de la cultura escrita” y no se ocupe tan sólo de las características formales de la escritura, sino también de sus usos sociales. Consecuentemente, los problemas que plantean las escrituras expuestas, al igual que los de cualquier otro testimonio escrito, pueden ser resumidos en seis preguntas: ¿de qué trata?, ¿cuándo fue escrito?, ¿dónde se ubica?, ¿con qué técnicas y sobre qué materiales fue realizado?, ¿quién lo hizo? y, sobre todo, ¿para qué fue escrito el texto?

4 Son sobradamente conocidos por todos los graffiti de Pompeya, los carteles devocionales de los centros de peregrinación del Medievo, los letreros que en los siglos XVI y XVII se colgaban en las puertas de las viviendas repletos de injurias contra los enemigos personales y, por último, las proclamas pintadas por los obreros en los muros de las fábricas desde las primera décadas del siglo XIX.

5 Las siguientes líneas han sido extractadas a partir de PETRUCCI, A.: Alfabetismo, escritura y sociedad, Barcelona, Gedisa, 1999, pp. 60-61.

6 Véase nota n. º 3.7 MARCHANT RIVERA, A. (coord.): “Reflexiones acerca de las escrituras expuestas en espacios públicos y privados en Málaga”,

Isla de Arriarán, XX, 2002, p. 138.8 GIL GARCÍA, E.: “Reflexiones acerca de escrituras expuestas en espacios públicos y privados”, Signo: revista de historia de la

cultura escrita, 2, 1995, p. 187.9 A pesar de estar hablando de espacios privados, las escrituras expuestas contenidas en ellos continuarán siendo consideradas como

tal mientras sigan permitiendo una lectura de masas y el texto sea visible a cierta distancia, tal y como ocurre en los espacios públicos. En efecto, no es infrecuente encontrar carteles e inscripciones en el interior de portales, en patios exteriores o en jardines de casas.

Desde el Bajo Medievo, pocas han sido las ciudades

de Europa cuyas calles, plazas y edificios no se

poblaron de escritos de toda clase y función

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Francisco Machuca Prieto Reflexiones acerca de las escrituras expuestas...

2. claSificación de laS eScrituraS eXPueStaS

Como vemos, la importancia de las es-crituras expuestas sigue siendo considerable en nuestra sociedad10. Desde el Bajo Medievo11, po-cas han sido las ciudades de Europa cuyas calles, plazas y edificios no se poblaron de escritos de toda clase y función. Son tantas las escrituras ex-puestas que existen en nuestro entorno, que se ha hecho necesario la elaboración de una clasifi-cación previa para su estudio. Así, para la realiza-ción del presente trabajo me he decantado por adoptar la tipología clasificatoria que propone el ya mencionado Eduardo Gil García12:

1.- Placas, inscripciones, monolitos y ba-jorrelieves que recuerdan la estancia o el naci-miento de un personaje ilustre en la ciudad. En este apartado el dominus suele ser municipal o, en todo caso, particular. 2.- Aquellas que nos recuerdan la fecha de la inauguración/restauración de un monumento o algún acontecimiento destacado, ya sea de ca-rácter local, nacional o internacional. El dominus sí es aquí más variado, puesto que no sólo puede ser local, sino también provincial, estatal, ecle-siástico, etc.

3.- Mosaicos, placas y monolitos levanta-dos en honor de un personaje ilustre. De nuevo, el dominus predominante vuelve a ser el poder municipal, aunque estamos ante programas grá-ficos abiertos a la colaboración ciudadana.

4.- Placas, estatuas e inscripciones que re-cuerdan a personas que hicieron un bien social reconocido por la comunidad. Los domini más frecuentes vuelven a ser el poder local y los par-ticulares privados.

5.- Las placas expuestas en honor de los caídos. Su dominus suele ser con frecuencia es-tatal, aunque se instaure en las paredes de otro, pero igualmente puede ser local y eclesiástico.

6.- Inscripciones de dominio público, como son las referencias a edificios, carteles de calles, letreros orientativos, etcétera, con nom-

bres que recuerdan a tradiciones o actuaciones políticas... Lógicamente, hablamos de textos ubi-cados en espacios gráficos que tiene como domi-nus al poder constituido.

3. aProXimación a laS eScrituraS eXPueStaS en eSPacioS PúblicoS y PrivadoS en marbella

En comparación con el formidable pa-trimonio epigráfico que hay presente en otras ciudades de Andalucía o de la propia provincia de Málaga, las escrituras expuestas de época his-tórica en Marbella son escasas, perteneciendo la mayoría de las aquí mostradas a la segunda mitad del siglo XX y a esta primera década del XXI. Como es lógico, las causas de este “vacío epigráfico”13 son múltiples, pero entre ellas es ne-cesario destacar que la propia ciudad de Marbella no ha adquirido un papel más o menos relevante en el devenir histórico de Andalucía hasta hace relativamente poco. Precisamente, muchos de los ejemplos contenidos en este trabajo están estre-chamente relacionados con el fenómeno turísti-co, que surge hacia la década de 1950. Así las co-sas, conforme a la clasificación ya reflejada arriba, los grupos de escrituras expuestas de Marbella que han podido ser sistematizados son estos:

1º. Inscripciones que nos recuerdan la es-tancia o nacimiento de un personaje en un deter-minado lugar de nuestra ciudad:

Calle Nueva, placa alusiva a Rogelio Vigil de Quiñones14:

10 MARCHANT RIVERA, A. (coord.): “Reflexiones…”, op cit., p. 138.11 En el mundo clásico, como sabemos, el uso público de la escritura fue algo normal, pero una situación inversa se dio a

partir de la Alta Edad Media, época en la que se olvidó por completo la faceta inventiva de la escritura, mientras que la de carácter solemne fue usada sólo en el ámbito privado. Esta situación se dio en una sociedad desalfabetizada, en la que escribir era una actividad reservada eminentemente a los eclesiásticos, razón por la que no hubo visos de cambio hasta el siglo XIII.

12 GIL GARCÍA, E.: “Reflexiones…”, op. cit., pp. 172 y 173.13 Definición empleada para el caso concreto de Gran Canaria. Véase RAMÍREZ SÁNCHEZ, M.: “Escritura expuesta y poder en

Gran Canaria: resultados preliminares”, en F. MORALES PADRÓN (ed.): Actas del XVI Coloquio de Historia Canario-Americana, Cabildo insular de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, 2006, p. 1.174.

14 Médico militar de profesión, Vigil de Quiñones fue uno de los Últimos de Filipinas. Tras su regreso a España, estuvo destinado en las Canarias y el norte de África hasta su retiro en 1926. Sobre el personaje, véase, entre otros, BELAÚSTEGUI FERNÁNDEZ, A.: Rogelio Vigil de Quiñones y otros médicos militares ejemplares. La lucha contra el olvido II, Madrid, Ministerio de Defensa, 2007.

FotograFía: el autor

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Francisco Machuca Prieto Reflexiones acerca de las escrituras expuestas...

En esta casa nació, el día1 de enero de 1862,D. Rogelio Vigil de Quiñones y Alfaro,héroe de Baler (Filipinas).

Marbella, 11 de diciembre de 2001

Plazuela de San Berbabé, actual sede de Sevillana-Endesa, inscripción en honor de Felipe IV y su estancia en Marbella15:

EL REY NUESTRO SEÑOR DONFELIPE CUARTO POSO ENESTA CASA EN TREINTA

DE MARZO DE 1624GOBERNANDO

ESTA CIUDAD DON MELCHOR DOMÍNGUEZ INFANTES WASCONCELOS 16

2º. Inscripciones que mencionan la fecha de inauguración o restauración de algún edificio, así como algún acontecimiento de especial interés:

Plaza de los Naranjos, actual edificio del Ayuntamiento de Marbella, tres placas con la fecha de su construcción y remodelaciones siguientes:

ESTA OBRA LA MANDÓ HAZER LACIUDAD DE MARVELLA SIENDO

CORREGIDOR EL ILUSTRE DON JUANDE PISSA OSSORIO. AÑO DE 1568

MARBELLA MANDÓ HAZER ESTEBALCÓN PARA QUE JUSTICIA Y REGI-

MIENTO BEAN LAS FIESTASDE SU OBLIGACIÓN SIENDO

SU CORREGIDOR Y CAPITANGE

DON TOMÁS MESSÍA DE ACEBEDO CABALLERODE LA ORDEN DE CALATRAVA. AÑO 1623

ESTA OBRA SE HYZO CON EL CAUDAL

DE PROPYOS REYNANDO NU- ESTRO MONARCA D.

CARLOS 3º. AÑO DE 1779

Plaza del Ayuntamiento, esquina con calle Panadería, pareja de inscripciones que conme-moran la traída de agua a Marbella durante el reinado de Felipe IV:

REINANDO LA CATÓLICA MAJESTADFELIPE IIII MARBELLA MANDO HAZER

ESTA OBRA DEL AGUA Y LA TRAJOA LAS FUENTES DE ESTA CIUDADSIENDO CORREGIDOR DE ELLA

CON LA DE RONDA Y SU CAPITANAGEDON TOMÁS MESÍA DE AZEBEDO

CABALLERO DE LA ORDEN DE CALATRABA. ACABÓSE AÑO

DE 1632

15 Cuando el palacete donde esta inscripción se encontraba fue vendido a principios del siglo XX, la placa fue llevada por la familia Domínguez al Hospital de Santo Tomás, en Málaga, donde todavía se encuentra en perfecto estado de conservación. Visto en ROMERO, a.: “El cortijo de Miraflores. Los moradores en su historia”, Cilniana, 8, 1996, pp. 42-51.

16 Como criterio utilizado para la transcripción de los epígrafes, se ha optado por presentar de forma actualizada la ortografía del documento transcrito, debido al interés por facilitar su consulta y lectura. Esta actualización se refiere fundamentalmente a los signos de acentuación y puntuación y al uso de las mayúsculas y minúsculas. Se han respetados algunos rasgos propios de la época, igual que en el texto original: “y” en lugar de “i” o viceversa, la “b” y la “v”, así como la “c” y la “z”. Los nombres propios y apellidos se han actualizados a fin de facilitar su identificación.

FotograFía: el autor

FotograFía: el autor

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Francisco Machuca Prieto Reflexiones acerca de las escrituras expuestas...

Y SU ALCALDE MAIOR EL LICENCIADO DON FERNANDOSUÁREZ DE SAN MARTÍN ABOGADO EN LOS

REALES CONSEJOS. Y DIPUTADOS LOSCABALLEROS REGIDORES MELCHOR

DOMÍNGUEZ DON LORENZO SÁNCHEZ ALDERETEEL LICENCIADO DON ÁLVARO MARTÍNEZ CORDERO Y DON

DIEGO LAÍNEZ DE SOTOMOR SARGENTO MAYOR

Plaza de la Iglesia, fachada norte de la Iglesia de la Encarnación, epígrafe sobre su cons-trucción en el siglo XVII:

CORDOBA QUEM GENUIT MALACAE DATAETHERE PRAESUL

CONSTRUXIT SUPER HOC LUDOVICUS OPUS. ANNO MDCXVIII 17

Cortijo Miraflores, dos placas, una a cada lado de la puerta principal:

YO. D. TOMÁS DOMÍNGUEZ Y GODOYSUCEDO A PEDRO EN ESTE PRADO

I A ESTA CASA I HAZIENDA, GOBERNADORADE FRANCISCOS, MIS ARMAS Y BLASÓN DOI

AÑO DE 1706

CON EL SER, EL PRADO Y CA-SA POR FRANCISCO DIOS ME

DIO, Y IO PARA CONSERVARLO LO DOI A SU PROTE-CCIÓN. AÑO DE 1706

Plaza de África, farola con dos inscripcio-nes que conmemoran la llegada de luz eléctrica a las calles de Marbella a finales del siglo XIX:

MUY ILUSTREAYUNTAMIENTODE MARBELLA

1886

SE CONSTRUYÓSIENDO ALCALDE

PRESIDENTED. AMADOR BELOM PELLISO

Plaza de los Naranjos, lateral de la Capilla de Santiago, placa que recuerda su fundación y alude a su restauración:

Fundada por SS. MM. los Reyes Católicos Isabel y Fernando el día 11 de Junio de 1.485, recibiendo su

Erección Canónica mediante la Bula«Dum ad illam fidei costatiam» dictada por S. S. El

Papa Inocencio VIII el día 4 de Agosto del mismo año.Restaurada en 1.998 siendo Alcalde de Marbella el

Ilmo. Sr. D. Jesús Gil y Gil y albergando en la actuali-dad a la Muy Antigua y Excelentísima

Hermandad y Cofradía de Nazarenos del Stmo. Cristo del Amor, María Stma. de la Caridad y San Juan Evan-

gelista, bajo el mandato del Hermano Mayor de la misma D. Antonio Belón Cantos.

Iglesia de la Campana, en Nueva Andalucía:

PARROQUÍA DE LA VIRGEN MADRELA BENDIJO

EL OBISPO DE LA DIÓCESISMONSEÑOR BUXARRAIS VENTURA

PADRINOS DE BENDICIÓND. RAFAEL GARCIA NAVARRA

DÑA BRUNILDA NUÑEZ DE GARCIA N.23 MARZO 1975

Calle Málaga, mural que rememora la ren-dición musulmana:

FotograFía: el autor

17 Traducción libre: “Luis, que Córdoba engendró, obispo dado a Málaga por el Cielo construyó encima de este lugar esta obra. Año 1618”. El prelado referido es Luis Fernández de Córdoba Portocarrero que ocupó la sede episcopal malagueña entre los años 1615 y 1623.

FotograFía: el autor

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Francisco Machuca Prieto Reflexiones acerca de las escrituras expuestas...

EN ESTE LUGAREL 11 DE JUNIO DE 1485

SEGÚN LA TRADICIÓN, EL REYDON FERNANDO EL CATÓLICO RECIBE DEL

ALCAIDE MUSULMÁN DE MARBELLALAS LLAVES DE LA CIUDAD,

HUMILLÁNDOSE ANTE EL ALTÍSIMO EN SEÑAL DE AGRADECIMIENTO, DESDE ENTONCES RECIBE EL NOMBRE DE

CRUZ DEL HUMILLADERO

Entrada de la Delegación de Cultura, ba-samento de la Cruz del Mentidero18 con dos ins-cripciones y un grafito de 1905, con las iniciales de cuatro personas. La primera de las inscripcio-nes, en mal estado de conservación, fue realizada en 1602; la segunda, precedida de una fórmula latina, nos indica cuando fue trasladada al lugar donde permaneció hasta su demolición19:

EL LICENCIADOÁLVARO MARTÍNEZCORDERO ALCAL-

DE MAYORLA MUDO A SU

COSTA1643

Plaza arbolada en la confluencia de las ca-lles Padre Enrique Cantos y Padre Juan Romerro, en un pilar de ladrillo:

Don FRANCISCO EROLA MUÑOZMaestro-impresor,

fundó la primera imprenta de Marbellaen esta plaza en 1960 y plantó esta palmera

así como los treinta y cuatro árbolesJacarandas que la circundan

Marbella 7 de Julio de 2004

Instituto Río Verde, en el interior del edificio:

EL ILMO. SR. DELEGADO PROVINCIALDE EDUCACIÓN Y CIENCIA EN MÁLAGA,

D. JUAN PANIAGUA DÍAZ, INAUGURÓEL I.B. «RÍO VERDE» DE MARBELLA

EL DÍA 25 DE ABRIL DE 1991.

Colegio Bocanegra, en el recibidor de la entrada:

FUNDACIÓN DIOCESANA DE ENSEÑANZA“SANTA MARÍA DE LA VICTORIA”

COLEGIO MONSEÑOR RODRIGO BOCANEGRAERA DIRECTOR DE ESTE CENTRO ESCOLAR,

D. FRANCISCO MOYANOCUANDO FUERON BENDECIDAS E INAGURADAS POR

MONS. D. ANTONIO DORADO SOTOOBISPO DE MÁLAGA Y PRESIDENTE DE LA FUNDACIÓN,LAS OBRAS DE AMPLIACIÓN Y REFORMA REALIZADAS

EN EL MISMO SEGÚN LOS REQUISITOS DEL NUEVO SISTEMA EDUCATIVO.

Málaga, 18 de Septiembre de 1998

Iglesia de la Divina Pastora, en la entrada:

LOS PUEBLOS DE ANDALUCÍA TIERRADE MARIA SANTÍSIMA,DEDICAN ESTOS DOCEMURALES A LA VIRGEN.

HAN SIDO REALIZA-DOS POR EL GRUPO‘AIRA 3’ DE ALCALÁDE GUADARIA PORINICIATIVA DEL PÁ-

RROCO DE ESTA IGLESIAD. JUAN ANAYA PEÑA

MARBELLA 1983AÑO MARIANO

GRUPO AIRA EL PÁRROCO firmas firma

18 Los mentideros, que proliferaron en las ciudades y villas castellanas a partir del siglo XVII, eran sitios de reunión y lugares donde la población se congregaba a conversar.

19 La Cruz del Mentidero estuvo ubicada hasta principios del siglo XX en “los llanos de El Fuerte”, al este de La Alameda. Visto en ALCALÁ MARÍN, F.: Marbella, esa desconocida, Marbella, Delegación de Cultura, 1978, pp. 87-88.

FotograFía: el autor

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Francisco Machuca Prieto Reflexiones acerca de las escrituras expuestas...

3º. Inscripciones mediante las cuales se rinde honor a diversos personajes:

Plaza de la Iglesia, glorificación del patrón

de la ciudad:

SAN BERNABÉPATRÓN DE MARBELLA

ALCALDE PERPETUO DE LA CIUDAD11 DE JUNIO DE 2007

Pinar Vigil de Quiñones, placa en honor del personaje homónimo:

ROGELIO VIGIL DE QUIÑONES y AlfaroHéroe de Baler (Filipinas)

Marbella 1-1-1862Cádiz 7-2-1934

Explanada de la Plaza de Toros, inscrip-ción ubicada en el pedestal de la estatua en ho-nor al torero Manolo González20:

MARBELLAA

MANOLO GONZÁLEZ22 DE ABRIL DE 2000

Avenida Ramón y Cajal, placa conmemo-rativa situada en el pedestal de la estatua titula-da La bella del Mar:

HOMENAJE A TODOS LOS QUE CON SUESFUERZO HAN CONVERTIDO A MARBELLA

EN LA JOYA DEL MEDITERRÁNEO.M.I. AYUNTAMIENTO DE MARBELLA

Plaza de la Victoria, busto dedicado al aristócrata y promotor turístico Jaime de Mora y Aragón:

DON JAIMEDE MORAY ARAGÓN

Avenida de Don Jaime de Mora y Aragón, estutua en honor a dicho personaje:

DON JAIME

DE MORA Y ARAGÓN1925 – 1995

San Pedro Alcántara, detrás de la Plaza de la Iglesia, dos placas de homenaje en la estatua del Marqués del Duero, fundador de la colonia agrícola que luego ha dado origen a dicha po-blación:

EL PUEBLO DE SAN PEDRO ALCÁNTARARINDE HOMENAJE A SU FUNDADOR

EXCMO. D. MANUEL GUTIÉRREZDE LA CONCHA, MARQUÉS DEL DUERO

MAYO 1.995

AL MARQUÉS DEL DUERO, D. MANUELGUTIÉRREZ DE LA CONCHA E IROGOYEN:

EN CONMEMORACIÓN DEL BICENTENARIO DE SU NACIMIENTO

SAN PEDRO ALCÁNTARA 3/4/2008

San Pedro Alcántara, Plaza de la Iglesia, epígrafe en la fachada de la misma que alude al nacimiento del santo patrón:

1499-1999EN CONMEMORACIÓN DEL

V CENTENARIO DEL NACIMIENTODE SAN PEDRO DE ALCÁNTARA

Iglesia de la Encarnación, interior del edi-ficio, epígrafe situado junto a la imagen de la Vir-gen del Carmen:

EN MEMORIA DEDON FRANCISCO GAMBERO LEÓN

(1919-1977)QUIEN EL 19 DE JULIO DE 1936, SALVÓ DE

SU DESTRUCCIÓN LA IMAGEN DE LA VIRGENDEL CARMEN QUE SE VENERA EN ESTE ALTAR.LA HERMANDAD DE LA VIRGEN DEL CARMENY LA COFRADÍA DE PESCADORES, PRESIDIDAS

POR DON MANUEL DE HARO Y HARO, LE DEDICANESTE RECUERDO, SIENDO PÁRROCO EL REV.

P. DON FRANCISCO ECHAMENDIMARBELLA 16 DE JULIO 1999.

Capilla de San Juan de Dios, interior del edificio:

20 Popular matador de toros y ganadero sevillano, fallecido en 1987.

FotograFía: el autor

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Francisco Machuca Prieto Reflexiones acerca de las escrituras expuestas...

EN MEMORIA DEJOSÉ MANUEL

VALLÉS FERNÁNDEZFUNDADOR DE ESTA COFRADÍA

Y HERMANO MAYORDESDE 1968 A 1992

D. E. P.29-6-97

4º. Inscripciones en recuerdo de personajes

que están reconocidos socialmente por su labor y trabajo, sin residir necesariamente en la ciudad:

Plaza de los Naranjos, inscripción ubica-da en el pedestal del busto en honor al jefe del Estado:

A S. M. EL REY D. JUAN CARLOS IGARANTE DE LAS LIBERTADES

CONSTITUCIONALES DEL PUEBLO ESPAÑOLM. I. AYUNTAMIENTO DE MARBELLA

1983

Plaza de la Iglesia, en la fachada norte:

M. I. Ayuntamiento de Marbellaa

Dña. Maruja Espada Andradecuidadora de nuestros mayoresMarbella, septiembre de 2006

Comisión Gestora

Plaza de la Iglesia, en la fachada norte, muy cerca de la anterior inscripción:

El pueblo de MarbellaReconoce la labor del Sacerdote

D. Juan Anaya Peña1.969-2.005

Avenida Severo Ochoa, plaza del hotel Fuerte Miramar:

PLAZAD. JOSÉ LUQUE MANZANO

PROMOTOR TURÍSTICO DE MARBELLA

NACIDO EN ESTEPA AÑO 1916

Jardines en la confluencia de la calle Mála-ga y la avenida Severo Ochoa, busto dedicado al periodista Víctor de la Serna:

MARBELLAA

VÍCTORDE LA SERNA

Paseo de Alemania, en la entrada princi-pal del Colegio Alemán:

Don Juan Hoffmann•8.September1916†22.Oktober1998

Generalkonsul der Bundesrepublik DeutschlandCónsul general de l República Federal Alemana

Gründer dieser SchuleFundador de este Colegio

“Caminante, no hay camino, se hace camino al andar”“Wanderer, es gibt keinen Weg der Web muss beimWandern geschaffen werden”

(Antonio Machado, “Caminos”)

5º. Placas en recuerdo de los caídos en la Guerra Civil:

Iglesia de la Encarnación, interior del

templo:

D. JOSÉ VERA MEDIALDEAD. ENRIQUE CANTOS GALLARDO

D. JOAQUÍN BELÓN RAMOSD. JUAN ROMERO MORALES

Fueron inmolados por Dios y porla Patria en 1936.

Las Juventudes Católicas de Marbellaruegan una oración por su alma.

Plaza de la Iglesia, dos placas en recuer-

do de los muertos del bando nacional junto a la puerta principal del templo:

CAÍDOS POR DIOS Y POR ESPAÑA

(lista de veintidós nombres)

PRESENTES

HÉROES CAÍDOSEN LOS FRENTE DE COMBATE

(lista de treinta y un nombres)

PRESENTES

Cementerio municipal, junto a la puerta principal: FotograFía: el autor

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Cilniana 22/23, 2009 - 2010: 127-136 135

Francisco Machuca Prieto Reflexiones acerca de las escrituras expuestas...

A LOS QUE DIERON SU VIDAEN DEFENSA DE LA LIBERTAD

10 DE ABRIL DE 1983

Cementerio municipal, en una de las es-quinas exteriores:

(lista de ciento diecinueve nombres)

En recuerdo de todas aquellas personas de Marbella y la comarca cuyas vidas fueron

arrebatadas por el franquismo y el fascismo europeo, para que hoy, más que nunca, en este

mundo aún repleto de violencia y sufrimiento, podamos seguir construyendo una sociedad plural y en convivencia basada en los valores republicanos

de Igualdad, Fraternidad y Solidaridad quenos ayuden a hacer de este mundo un mundo mejor.

6º. Inscripciones orientativas e informati-

vas de calles, plazas, barriadas, lugares de inte-rés, monumentos, edificios públicos, etc. Algu-nos ejemplos son:

Plaza de los Naranjos, placa orientativa:

PLAZADE LOS

NARANJOS

Calle Virgen de los Dolores, placa orien-tativa:

VIRGEN DE LOS

DOLORES

Plazuela de San Bernabé, placa orientativa:

PLAZUELA DE

SAN BERNABÉ

Ermita del Santo Cristo, placa orientativa:

HERMITA DEL SANTO

CRISTO

Poliderportivo municipal Paco Catos, pa-nel informativo sobre las instalaciones:

FotograFía: el autor

FotograFía: el autor

FotograFía: el autor

FotograFía: el autor

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136 Cilniana 22/23, 2009 - 2010: 127-136

Francisco Machuca Prieto Reflexiones acerca de las escrituras expuestas...

POLIDEPORTIVO MUNICIPAL

PACO CANTOS

Barriada de la Plaza de Toros, monolito orientativo:

BARRIADAPLZ DETOROS

Calle Viento, señal indicativa sobre el Mu-seo del Grabado:

MUSEO DEL GRABADO

Monumento a la Libertad de Expresión, Avenida del Mar:

LA LIBERTAD NO MUERE,NACE Y DUERME CADA DÍA.

SORIANO

NO HAY LUGAR TAN ESTRECHODONDE NO SE PUEDE ELEVAREL PENSAMIENTO AL CIELO

SÉNECA Plaza de la Iglesia, fachada norte del templo:

Pueblos que rezaron en MarbellaTemplo de Dios

suecos belgas alemanes holandeses españoles ingleses franceses filipinos noruegos finlandeses

GRIEGOS ÁRABES HEBREO ROMANOS TEMPLVM

Arco de hormigón en la salida del núcleo urbano de Marbella, sobre la carretera N-340, di-rección a Málaga:

MARBELLA

4. concluSioneS

Puede observarse, llegados a este pun-to, que las escrituras expuestas han venido sir-viendo a las instituciones públicas de Marbella y a los diferentes dominus privados para perpe-tuar su obra, como muestran las placas conme-morativas de actos oficiales, nuevas construc-ciones y restauraciones que aquí hemos pre-

sentado. No debe pasarse por alto, sin embargo, el hecho de que muchas de las inscripciones diseminadas por nuestro térmi-no municipal permanecen ocul-tas y semi-escondidas, en mal estado e incluso sucias, salvo quizás el grupo de epígrafes de la plaza de los Naranjos. Asimis-mo, aunque existen importantes inscripciones del siglo XVII, casi todas encuadradas en el reinado de Felipe IV (1621-1665), las es-crituras expuestas de Marbella son relativamente escasas hasta mediados del siglo XX, cuando el turismo se convierte en el principal motor económico de la ciudad. Así, son habituales las placas que aluden a personalida-des directamente relacionadas con tal fenómeno, como Jaime

de Mora, José Luque Manzano y el periodista Víctor de la Serna. En el núcleo poblacional de

San Pedro Alcántara, por su parte, destacan las inscripciones en honor a Manuel Gutiérrez de la Concha, marqués del Duero, fundador de la colonia agrícola en 1857. En otro orden de co-sas, finalmente, debe tenerse presente que las escrituras expuestas contenidas en el presente artículo sirven para apoyar, a pesar de que no siempre se tiene en cuenta, las investigaciones sobre acontecimientos histórico-sociales ocu-rridos en nuestra localidad. n

FotograFía: el autor

Las escrituras expuestas de Marbella son relativamente escasas hasta mediados del

siglo XX, cuando el turismo se convierte en el principal motor

económico de la ciudad