Cientificismo y Ciencia Positiva Hoy

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Cientificismo positivista y Ciencia positiva hoy. Conferencia pronunciada por Carlos A. Marmelada en El Grado (Huesca), en las Jornadas Humanistas de agosto de 2002. 1.- Introducción. Desde el siglo XVII las ciencias experimentales de la Naturaleza han ido gozando progresivamente de una reputación y una aceptación popular que no ha dejado de crecer hasta nuestros días. ¿De dónde le viene la fuerza a ese triunfo popular que ha logrado la ciencia experimental? Su enorme éxito procede, sin duda, de los logros conseguidos a la hora de dominar y transformar la Naturaleza, a través de su aplicación práctica, labor de la que se encarga la técnica, acomodándola al hombre. Este gran éxito, ya perceptible en el siglo XVII, dio lugar bien pronto al surgimiento del mito del progreso indefinido de la ciencia, incondicionalmente propugnado por el racionalismo ilustrado del siglo XVIII. El siglo XIX vio como algunos intelectuales alzaban la ciencia hasta el endiosamiento, al proponerla como la única modalidad válida de conocimiento objetivo. La omnipotencia cognoscitiva de la ciencia lleva a la negación de otras modalidades del conocimiento humano, concretamente la filosofía y la teología. Dos guerras mundiales en el siglo XX y la introducción de la humanidad en la era nuclear, representando por primera vez la posibilidad de que el ser humano acabe con su propia existencia como especie de una forma fulminante, han hecho comprender la necesidad de un uso ético de la ciencia. Dicho de otro modo: no todo lo que es susceptible de ser realizado técnicamente es moralmente bueno para el ser humano. Por otra parte, un desarrollo tecnológico inmoderado comporta unos índices de contaminación y degradación medioambiental que resulta difícil de imaginar que pueda ser sostenible de un modo indefinido. De ahí que uno de los logros de finales del siglo XX haya sido el auge de una sensibilidad ecológica que defienda un crecimiento sostenido del progreso tecnológico y del bienestar de las sociedades humanas. Sir John Eccles, Premio Nobel en Medicina, decía en un libro suyo publicado a mediados de la década de los ochenta, del pasado siglo, 1

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Cientificismo y Ciencia positiva hoy

Cientificismo positivista y Ciencia positiva hoy.

Conferencia pronunciada por Carlos A. Marmelada en El Grado (Huesca), en las Jornadas Humanistas de agosto de 2002.

1.- Introduccin.Desde el siglo XVII las ciencias experimentales de la Naturaleza han ido gozando progresivamente de una reputacin y una aceptacin popular que no ha dejado de crecer hasta nuestros das.

De dnde le viene la fuerza a ese triunfo popular que ha logrado la ciencia experimental? Su enorme xito procede, sin duda, de los logros conseguidos a la hora de dominar y transformar la Naturaleza, a travs de su aplicacin prctica, labor de la que se encarga la tcnica, acomodndola al hombre.

Este gran xito, ya perceptible en el siglo XVII, dio lugar bien pronto al surgimiento del mito del progreso indefinido de la ciencia, incondicionalmente propugnado por el racionalismo ilustrado del siglo XVIII. El siglo XIX vio como algunos intelectuales alzaban la ciencia hasta el endiosamiento, al proponerla como la nica modalidad vlida de conocimiento objetivo. La omnipotencia cognoscitiva de la ciencia lleva a la negacin de otras modalidades del conocimiento humano, concretamente la filosofa y la teologa.

Dos guerras mundiales en el siglo XX y la introduccin de la humanidad en la era nuclear, representando por primera vez la posibilidad de que el ser humano acabe con su propia existencia como especie de una forma fulminante, han hecho comprender la necesidad de un uso tico de la ciencia. Dicho de otro modo: no todo lo que es susceptible de ser realizado tcnicamente es moralmente bueno para el ser humano. Por otra parte, un desarrollo tecnolgico inmoderado comporta unos ndices de contaminacin y degradacin medioambiental que resulta difcil de imaginar que pueda ser sostenible de un modo indefinido. De ah que uno de los logros de finales del siglo XX haya sido el auge de una sensibilidad ecolgica que defienda un crecimiento sostenido del progreso tecnolgico y del bienestar de las sociedades humanas.

Sir John Eccles, Premio Nobel en Medicina, deca en un libro suyo publicado a mediados de la dcada de los ochenta, del pasado siglo, que las grandes corrientes ideolgicas actuales podan resumirse en cinco grupos: a) el cientificismo, b) el relativismo moral, c) el materialismo, d) el evolucionismo reduccionista, y e) el ambientalismo. La suma de estas cinco clases de ideologas constituye lo que Eccles denomina: filosofa folk, una forma de pensamiento que se caracteriza por ser: divulgativa, popular y acrtica.

Nuestra exposicin se centrar en el anlisis de la ideologa citada en primer lugar.

2.- El cientificismo. Definicin.El cientificismo es aquel horizonte intelectual que pretende hacer pasar por conclusiones de la ciencia experimental elementos propios de una filosofa materialista. El cientificismo es, pues, una manipulacin ideolgica de la ciencia por parte del materialismo, que es siempre una doctrina filosfica y no una conclusin extraible de los mtodos de investigacin cientfica.

Hablando de esta manipulacin cientfica, Mariano Artigas ha declarado que: Si un cientfico utiliza su ciencia arbitrariamente en funcin de sus preferencias ideolgicas, adems de faltar a la honradez, es responsable de engaar a su pblico en temas que tienen una notable importancia vital.

Se impone distinguir entre cientificismo y ciencia positiva experimental. sta se dedica al estudio de la realidad emprica mediante una metodologa consistente en proponer hiptesis interpretativas y explicativas, cuya verdad o validez deben ser confirmadas o refutadas mediante la experimentacin. Las hiptesis comprobadas experimentalmente se consideran verdaderas mientras no surjan anomalas o datos empricos que no puedan explicarse satisfactoriamente; o que, para mantener su validez, precisen de numerosas y complejas hiptesis ad hoc, cuya funcin consistira en preservar o salvar a las hiptesis iniciales que se han visto comprometidas por la observacin de nuevos fenmenos no explicables por el paradigma.

El cientificismo, por su parte, lo que suele hacer es intentar pasar por verdades cientficas (es decir, comprobadas empricamente o deducibles de conclusiones experimentales establecidas empricamente) afirmaciones filosficas asumidas de forma acrtica y enteramente a priorista. El dogmatismo del que hace gala el cientificismo, y con el que procede sistemticamente, supone todo lo contrario de lo que, en teora, representa la racionalidad cientfica: prudencia en la emisin de juicios; humildad epistemolgica, o lo que es lo mismo: reconocimiento de los lmites del saber cientfico; espritu crtico, que impele a no aceptar como tesis firmemente establecidas lo que no pasa de ser hiptesis o conjeturas, por muy sugerentes que puedan ser; y mentalidad analtica y antidogmtica que lleva a una abertura y a un dilogo fecundo con otras disciplinas del saber humano.

El cientificismo viene a ser la pseudociencia de quienes piensan que la ciencia lo es todo o que, al menos, es el medio principal de que disponemos para saber todo. El cientificismo vendra a ser la creencia dogmtica de que el modo de conocer llamado ciencia es el nico que merece el ttulo de conocimiento. Juan Luis Arsuaga (Codirector de los yacimientos pleistocnicos de Atapuerca, Burgos; y clebre divulgador cientfico) lo ha expresado con estas palabras: quien quiera verdades absolutas, dogmas incuestionables e inamovibles, debe mirar hacia otro lado, que no es la ciencia. sta slo elabora hiptesis, vacilantes aproximaciones a la verdad, que siempre pueden ser modificadas total o parcialmente por la fuerza de los hechos: pero es lo mejor que el espritu humano es capaz de crear. A este respecto cabe recordar las palabras, ms acertadas, de Francisco Ayala, recogidas en su primer libro de divulgacin cientfica, por otro de los codirectores de dichos yacimientos, Jos Mara Bermdez de Castro, en las que se reconoce que la ciencia es una forma de conocimiento, pero no es la nica forma. El conocimiento deriva de otras fuentes, tales como el sentido comn, la experiencia artstica y religiosa y la reflexin filosfica. Adems, respecto a esas hiptesis de las que nos habla Arsuaga, aplicadas al campo de la paleontologa humana, resulta pertinente recordar las palabras del clebre paleontlogo Stephen Jay Gould, recientemente fallecido, y recogidas por Mariano Artigas quien, hablando de las filogenias, nos recuerda que: Sera conveniente tomar buena nota de una observacin de Gould, que sin duda es seria, pues se refiere a hechos concretos de su especialidad y afecta a las pruebas bsicas del evolucionismo: . Habra, pues que sealar claramente que las lneas y flechas que unen esos extremos son hipotticas, y no presentar las hiptesis como certezas o como la nica explicacin posible.

Las ideas cientificistas se apoyan en una extrapolacin del mtodo de la ciencia experimental. El cientificismo presenta como cientficas unas ideas que van ms all de lo que la ciencia experimental puede afirmar haciendo uso del mtodo de investigacin cientfica. Adems, cataloga como pretensiones cognoscitivas carentes de sentido todas aquellas formas de conocimiento que no se ajusten a los mtodos de anlisis experimental de la naturaleza utilizados por las ciencias empiriomtricas.

El enorme xito social que alcanza la aplicacin prctica de los logros de la investigacin cientfica, lleva a realizar algunas afirmaciones cientficamente injustificadas, y filosficamente discutibles. Por ejemplo: el gran xito social de la ciencia experimental de la Naturaleza, lleva a la afirmacin de que la nica forma de conocimiento objetiva vlida es la propia del conocimiento cientfico; como ste slo estudia entes materiales, se acaba concluyendo que lo nico que existe realmente son las cosas materiales.

Dicho con otras palabras: De la afirmacin no conocemos nada que se site ms all de nuestra experiencia sensible, se pasa fcilmente a la siguiente: no existe nada ms all de los datos de nuestra experiencia sensible. Carlos Cardona tambin lo ha sabido ver con claridad y, adems, lo ha explicado con gran sencillez: Es muy frecuente el paralogismo de empezar por decir , e inferir en seguida que .

Kant se pronunci rotundamente contra este tipo de planteamiento y denunci la falsedad que encerraba el salto injustificado que da. Para Kant la experiencia nunca puede demostrar que una causa no exista por el mero hecho de que sta nunca pueda captarla, lo nica que la experiencia ensea es que no podemos percibirla: Quin puede demostrar la no existencia de una causa por medio de la experiencia dice Kant-, cuando sta no nos ensea otra cosa sino que no percibimos la causa?.

As, al afirmar que la ciencia experimental es el nico modo de conocimiento objetivo vlido, ella se convertir en el criterio de verdad. De este modo, slo podr ser verdadero aquel conocimiento que se ajuste a los parmetros del conocimiento cientfico experimental. Pero al adoptar esta posicin, el cientificismo incurre en una abierta contradiccin, ya que las tesis cientificistas no son la conclusin de ninguna ciencia experimental y, por consiguiente, carecen de validez si se le aplica el criterio de verdad cognoscitiva por l establecido. De este modo, el cientificismo aparece en su verdadera dimensin, o sea, como un postulado injustificable y arbitrario.

3.- Orgenes y desarrollo del cientificismo.No pretendemos hacer un estudio exhaustivo del origen del cientificismo, pero s dar unas pinceladas sobre este tema.

Ahondando sus races hasta el nominalismo ockhamiano, el cientificismo actual emerge a partir del empirismo radical humeano. Tras pasar por el optimismo ilustrado y el positivismo decimonnico, alcanzar su auge intelectual en el neopositivismo viens del siglo XX, que ve en la ciencia la nica forma de conocimiento objetivo vlido y en la experiencia el nico criterio de significacin cognoscitiva. A caballo de los siglos XIX y XX el marxismo tambin manipular ideolgicamente a la ciencia presentndola como la avaladora incontestable de sus tesis materialistas. Veamos muy brevemente este itinerario intelectual seguido por le cientificismo.

Dado que el conocimiento sensible es respecto a nosotros (quoad nos) el ms evidente, fcilmente nos puede asaltar la tentacin de considerar la contrastacin emprica como el criterio de significacin y el criterio de veracidad, de modo que una proposicin resultar verdadera s y slo s resulta empricamente contrastable, y un trmino lingstico solamente tendr sentido si podemos asignarle un referente emprico. En el Tratado de la Naturaleza Humana, Hume afirma que las ideas del entendimiento no son otra cosa que copias ms o menos dbiles de nuestras impresiones sensoriales, de esta suerte todo lo que conoce nuestro entendimiento de una forma objetiva antes ha estado presente en nuestra sensacin; o lo que es lo mismo, los contenidos de nuestro conocimiento intelectual si tienen validez objetiva slo pueden hacer referencia a cosas de la realidad emprica susceptibles de ser captadas por los sentidos. En su obra: Ensayo sobre el entendimiento humano, Hume tambin presenta el criterio de significacin de una forma netamente empirista, formulndolo en los siguientes trminos: Si albergamos la sospecha de que un trmino filosfico se emplea sin significado o idea alguna (como ocurre con demasiada frecuencia), no tenemos ms que preguntarnos de qu impresin se deriva la supuesta idea, y si es imposible asignarle una, esto servir para confirmar nuestra sospecha.

Aunque Kant no es un empirista radical, sino un idealista trascendental afirma que real es lo que se halla en interdependencia con las condiciones materiales de la experiencia (Krv. B 266), lo que equivale a decir que el criterio de realidad, el criterio para que algo aparezca como real, es que se nos presente dado en la experiencia sensible, es decir, que se nos aparezca ante los sentidos. As, para Kant es real lo que de acuerdo con las reglas empricas, se halla vinculado a una percepcin (Krv. A 376). Esto significa que no podemos conocer la realidad de una cosa sin mediar alguna percepcin por parte nuestra. As Kant insiste en que es real todo cuanto se halla en conexin con una percepcin segn las leyes del progreso emprico (Krv. B 521). Reconocemos explcitamente lo heterodoxa que puede parecer nuestra interpretacin de estos textos kantianos, tan alejada de la clsica visin del idealismo trascendental, al situar en este tema al gran filsofo alemn entre el empirismo humeano y el Neopositivismo lgico, pero en este punto el filsofo de Knisberg se nos presenta como un pensador de fuerte acento emprico.

Ya hemos dicho que el optimismo ilustrado ve en la ciencia la panacea que solucionar todos los problemas de la humanidad gracias a su progreso indefinido. No importa que la ciencia no consiga arreglar algo ahora, en el futuro s lo conseguir. La Ilustracin mantuvo lo que podramos llamar un cientificismo optimista.

El positivismo comtiano se ciment sobre la ley de los tres estadios, que se dan tanto a nivel de la especie humana (filognesis) como a nivel de cada individuo (ontognesis). El primer estadio es el religioso (y abarcara desde los orgenes de la humanidad hasta el nacimiento de la filosofa en Grecia; a nivel de individuo correspondera a su infancia). El segundo estadio es el metafsico (que comprendera desde la filosofa griega hasta el siglo XVII-XVIII; en una persona su equivalente sera la adolescencia). El tercer y ltimo estadio sera el correspondiente al espritu positivo que sera aqul en el que la ciencia habra substituido a la religin y a la metafsica; Augusto Comte en el siglo XIX habra hecho entrar a la humanidad en este estadio, las personas lo alcanzaran individualmente en su madurez. Aunque Comte idolatraba la ciencia, comprendi que la humanidad no poda vivir sin religin, por este motivo invent una: la religin de la humanidad, en donde algunos de los grandes personajes que haba dado la historia eran los santos a venerar, y Clotilde de Vaux, su amante, la gran sacerdotisa de esa religin y el modelo a seguir.

El Neopositivismo lgico es en este punto, como en tantos otros, heredero de esta tradicin, as lo testifica Carl Gustav Hempel cuando define el criterio de significacin emprica tal como era concebido por el crculo de Viena: El principio fundamental del empirismo moderno es la idea de que todo conocimiento no analtico se basa en la experiencia. Llamamos a esa tesis el principio del empirismo. El empirismo lgico contemporneo le ha aadido la mxima segn la cual una oracin constituye una afirmacin cognoscitivamente significativa y puede, por tanto, decirse que es verdadera o falsa nicamente si es, bien 1) analtica o contradictoria, o bien 2) capaz, por lo menos en principio, de ser confirmada por la experiencia.

Presa de su impotencia, la superacin del radicalismo neopositivista conllev el hundimiento intelectual del cientificismo. Sin embargo ste an pervive, y de una forma muy extendida, en el acervo acrtico del actual imaginario colectivo popular. Es decir, la mentalidad del hombre occidental es, por defecto, cientificista, puesto que est convencido que muchas de las verdades que le proponen los textos divulgativos o los medios de comunicacin masiva son verdades que la ciencia ha establecido slidamente mediante sus mtodos de investigacin emprica.

Hoy en da el mbito propio de expansin de la ideologa cientificista es el campo de la divulgacin cientfica. Cuando el estudioso ahonda en el trabajo de los grandes investigadores puede sorprenderse al descubrir que las certezas son menos numerosas de lo que se suele decir; y las incertidumbres, como no podra ser de otro modo, son ms de lo que inicialmente se supona. Pese a los grandes avances tecnolgicos y los descubrimientos realmente espectaculares que se han realizado a lo largo del siglo XX y principios del XXI, todava no sabemos cmo se origin el Universo, cmo apareci la vida o cmo surgi el hombre, por citar slo tres de las grandes cuestiones que, en no pocas ocasiones, suelen ser presentadas por los textos divulgativos y los mass media como casi resueltas; cuando, en realidad, an nos queda mucho por saber en esos campos. Es precisamente en el terreno de la cosmologa y de la paleontologa humana donde pueden hallarse uno de los ltimos reductos en los que an sobrevive lo que podramos denominar: cientificismo acadmico.

4.- Un ejemplo prctico de cientificismo en la ciencia positiva.En paleoantropologa son muchos los autores que sostienen una concepcin puramente materialista del hombre, considerando inaceptable conceder cualquier validez a elementos metafsicos inscritos en una antropologa filosfica y/o religiosa, por el simple hecho de que tales elementos, el alma humana por ejemplo, no son susceptibles de ser analizados con los mtodos propios de la ciencia experimental, ya que no dejan una huella en el registro fsil o no pueden ser objeto de estudio de la biologa molecular. Esto equivale a afirmar que slo la ciencia positiva experimental representa una forma de conocimiento objetivamente vlida. Esta afirmacin se basa, como ya dijimos anteriormente, en la defensa de un prejuicio epistemolgico y ontolgico consistente en creer que slo el conocimiento experimental de las ciencias de la Naturaleza tiene validez objetiva porque realmente slo existen los objetos materiales, que nicamente son susceptibles de ser conocidos de una forma emprica. En rigor, este conjunto de afirmaciones trasciende totalmente el mbito de la ciencia; constituyendo, en realidad, una serie de tesis filosficas cuya veracidad no puede demostrarse ni refutarse con los mtodos de la ciencia experimental.

En realidad la paleontologa humana tiene sus propias limitaciones. En efecto: En el campo de la evolucin humana persisten abiertas todava cuestiones fundamentales: cuntas especies de primeros homnidos hubo exactamente, cules de ellas fabricaron instrumentos y cmo caminaban. Todava no sabemos cul es el origen del hombre anatmicamente moderno (nosotros); ni cuando surgi la conciencia humana moderna (la nuestra); tampoco conocemos exactamente cmo surgi el gnero Homo, ni a partir de qu gnero, ni de qu especie de homnido evolucion. Lo mismo nos sucede con los otros gneros de homnidos: Australopithecus, Paranthropus, Ardipithecus, Orrorin y Sahelanthropus; es ms, algunos autores dudan que los ardipitecos sean homnidos, otros dudan que lo sea Orrorin y, finalmente, otros dudan lo mismo de Sahelanthropus (un supuesto homnido de siete millones de aos de antigedad). Otra fuente de conflicto entre los paleoantroplogos se deriva del hecho de que no conocemos con exactitud cules son las relaciones filogenticas entre los distintos gneros y especies de homnidos, algo que provoca una serie de continuos enfrentamientos entre los investigadores a la hora de establecer las filogenias del rbol evolutivo de los humanos.

En este contexto, no son pocas las veces que se utiliza el concepto de evolucin para negar el de creacin. Cuando en realidad aqul presupone a ste. La nocin de evolucin no solamente no se opone a la de creacin sino que la implica; de tal suerte es as que no existe una evolucin creadora en cuyo seno emergiera la conducta humana moderna desde la pura materialidad, sino que la creacin es evolutiva. Es decir: la creacin es dinmica, de tal modo que se despliega en un proceso evolutivo. Antonio Fernndez Raada ha observado acertadamente que: La doctrina cristiana no implica la creacin separada de las especies, sino que su idea central, la verdaderamente importante, es que todo debe su existencia a un Dios trascendente al orden natural, y esto no se ve afectado por la teora de Darwin. Al fin y al cabo, por qu no puede ser la evolucin la forma elegida por Dios para crear el mundo?. En efecto, por qu la creacin no puede ser un proceso continuado que se despliega en el tiempo?.

Verdaderamente se contraponen los conceptos de evolucin y creacin?. Carlos Javier Alonso, muy acertadamente, opina que no. Si consideramos que: La realidad es que la evolucin como hecho cientfico y la creacin divina se encuentran en dos planos diferentes: no existe la alternativa evolucincreacin, como si se tratara de dos posturas entre las que hubiera que elegir. Se puede admitir la existencia de la evolucin y, al mismo tiempo, de la creacin divina. Si el hecho de la evolucin es un problema que ha de abordarse mediante los conocimientos cientficos experimentales, la necesidad de la creacin divina responde a razonamientos metafsicos (...) El hecho de la creacin, as entendido, no choca con la posibilidad de que unos seres surgieran a partir de otros (...) Podra haber una evolucin dentro de la realidad creada, de tal manera que, quien sostenga el evolucionismo, no tiene motivo alguno para negar la creacin. Dicha creacin es necesaria, tanto si hubiera evolucin como sino, pues se requiere para dar razn de lo que existe, mientras que la evolucin slo se refiere a transformaciones entre seres ya existentes. En este sentido, la evolucin presupone la creacin (...) Aunque pueda resultar paradjico, es el evolucionista radical el que viola las exigencias del rigor del mtodo cientfico, pues se ve forzado a admitir unas hiptesis que no pertenecen al mbito cientfico, y deber admitirlas aunque no puedan probarse.

En definitiva, en el campo de la evolucin humana: Aunque algunas divulgaciones presenten la evolucin humana como una cuestin bien conocida, los juicios de los especialistas son muy diferentes y mucho ms prudentes (...) La impresin de que en este terreno, todo est claro, es falsa, por ms que se afirme frecuentemente.

5.- Conclusin.La superacin del cientificismo se logra mediante un conocimiento adecuado del alcance y los lmites del proceder metodolgico de la ciencia positiva. Y, sobre todo, a travs del reconocimiento de la existencia de diversas formas de conocimiento humano; todas ellas con una validez objetiva adecuada a sus mtodos de investigacin propios; y a sus correspondientes objetos de estudio. Se requiere, tambin, que se dejen de lado los prejuicios ideolgicos subjetivos, tan propios de nuestra naturaleza humana, pero tan ajenos al saber cientfico en s. Las interferencias de tales prejuicios en la buena marcha de la tarea propia de la ciencia lo nico que hacen es entorpecer el conocimiento de la verdad, algo a lo que, cada una de las formas de conocimiento humano (las ciencias positivas, la filosofa y la teologa) a su manera, contribuyen de forma decisiva. Hecho que reconocen los propios cientficos, como es el caso de Jean Chaline, al manifestar que: en la actualidad, las relaciones entre la filosofa, la religin y la ciencia se han ido aclarando parcialmente. Se admite hoy la existencia de dos niveles de conocimiento: el conocimiento del cmo, que es exclusivo de la ciencia, y el conocimiento del porqu, que concierne a la filosofa y la religin. Estos mbitos son tan diferentes en sus objetivos y sus mtodos que ambos enfoques son independientes y que bajo ningn pretexto deben inmiscuirse uno en el otro... Enfoques que en realidad son complementarios y deberan converger hacia una verdad nica.

Despus de unas palabras tan atinadas como stas, a nosotros no nos queda nada ms que aadir.

Carlos A. Marmelada.

Artigas, Mariano: Las fronteras del evolucionismo; Ed. Palabra, Madrid, 1992, pp. 152.

Arsuaga, Juan Luis: El collar del neandertal. En busca de los primeros pensadores; Ed. Temas de Hoy, Madrid, 1999, p. 40.

Ayala, Francisco: El azar y la seleccin natural; citado por Bermdez de Castro, J. M.: El chico de la Gran Dolina. En los orgenes de lo humano; Ed. Crtica, Madrid, 2002, p. 67.

Artigas, Mariano op. cit., pp. 95-96.

Secretariado para los no creyentes: Fe y atesmo en el mundo; Ed. BAC; Madrid, 1990, p. 31.

Cardona, Carlos: Metafsica del Bien y del Mal; Ed. EUNSA, Pamplona, 1987, p. 195.

Kant, Immanuel: Fundamentacin de la metafsica de las costumbres; Ed. Aguilar, Buenos Aires, 1973, p. 98.

Hume, David: Ensayo sobre el entendimiento humano; Alianza Editorial, Madrid, p. 37.

Hempel, Carl Gustav: Problemas y cambios en el criterio empirista de significado; en Alfred Jules Ayer: El positivismo lgico; Ed. FCE, Mxico, 1981, p. 115.

Tattersall, Ian: De frica una ... y otra vez?; Investigacin y Ciencia, Junio de 1997, p. 20.

Fernndez Raada, Antonio: Los cientficos y Dios; Ediciones Nobel, Oviedo, 1994, p. 131.

Alonso, Carlos Javier: Tras la evolucin. Panorama histrico de las Teoras Evolucionistas; Eunsa, Pamplona, 2001, pp. 240-241. Para este tema cf. tambin: Ferrer Arellano, Joaqun & Barrio Maestre, Jos Mara: Evolucin o Creacin? Respuesta a un falso dilema. Metafsica de la creacin y ciencias de la evolucin; Ediciones Eunate, pgs. 298.

Artigas, Mariano: Las fronteras del evolucionismo; Ed. Palabra, Madrid, 1992, pp. 57-63.

Chaline, Jean: Un milln de generaciones. Hacia los orgenes de la humanidad; Ediciones Pennsula, Barcelona, 2002, p. 211-212.

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