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Científicos y naturalistas: una aportación a la historia de la ciencia española reciente JosÉ Luis MARTÍNEZ SANZ Departamento de Historia Contemporánea. Universidad Complutense. Madrid Los temas de la Historia espaíiola, especialmente los de estos últi- mos siglos, han sido abundantemente estudiados y tratados por los investigadores. Sin embargo, existen algunos en los que aún no se ha entrado profunda y sistemáticamente; en concreto, me refiero al tema de la aportación española a la ciencia. Desde la ya famosa «polémica sobre la ciencia española», que sur- giera a mediados del siglo pasado, han sido muy pocos y esporádicos los estudios de conjunto sobre nuestra Historia de la Ciencia. Aquella polémica fue infructuosa porque se realizó desde posiciones sentimen- tales, de reacción o de controversia, en las que unos criticaban el dog- matismo de la Iglesia católica, que habría impedido en España el avan- ce del espíritu crítico y científico, y otros defendían la tradición espa- ñola con toda su carga de religiosidad, que no habría impedido las realizaciones y hallazgos en el campo científico. En nuestros días ambas posiciones han sido superadas, y varios autores españoles han publicado estudios de conjunto (los pequeños trabajos monográficos son más numerosos) sobre la ciencia española y las instituciones con ella relacionadas 1. No obstante, no existe de hecho una sistematización que recoja las aportaciones dispersas, a excepción de la obra de Vernet Ginés y alguna otra. Son importantes los numerosos escritos de Pedro Lain Entralgo, de José Mt López Piñero, de los hermanos José Luis y Mariano Peset; no obstante, merecen destacarse algunas obras, como la de Juan Vernet Ginés, «Historia de la Ciencia Española», Madrid, 1975; López Piñero, Peset Roig, García Balles- ter, «Bibliografía histórica sobre la ciencia y la técnica en España», Valencia- Granada, 1973; Santiago Ramón y Cajal, «Recuerdos de mi vida», Madrid, 1917; J. Rodríguez Carracido, «Estudios histórico-críticos de la ciencia española», Madrid, 1917. Recientemente, el profesor A. Rumeu de Armas ha publicado un interesante estudio sobre la Escuela de Caminos: «Ciencia y tecnología en la España ilustrada. La Escuela de Caminos y Canales», Madrid, 1980. Cuadernos de Historia Moderna y Contemporánea, vol. 5. Ed. Univ. C~pl. Madrid, 1984

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Científicos y naturalistas: una aportación a lahistoria de la ciencia española reciente

JosÉ Luis MARTÍNEZ SANZ

Departamentode Historia Contemporánea.Universidad Complutense.Madrid

Los temas de la Historia espaíiola,especialmentelos de estos últi-mos siglos, han sido abundantementeestudiadosy tratados por losinvestigadores.Sin embargo,existen algunosen los que aún no se haentradoprofunday sistemáticamente;en concreto,me refiero al temade la aportación españolaa la ciencia.

Desdela ya famosa«polémicasobre la ciencia española»,que sur-giera a mediadosdel siglo pasado,han sido muy pocosy esporádicoslos estudiosde conjunto sobre nuestraHistoria de la Ciencia. Aquellapolémica fue infructuosaporque se realizó desdeposicionessentimen-tales,de reaccióno de controversia,en las que unoscriticaban el dog-matismo de la Iglesiacatólica, quehabríaimpedido en Españael avan-ce del espíritu crítico y científico, y otros defendíanla tradición espa-ñola con toda su carga de religiosidad, que no habría impedido lasrealizacionesy hallazgosen el campo científico.

En nuestros días ambas posiciones han sido superadas,y variosautoresespañoleshan publicado estudios de conjunto (los pequeñostrabajos monográficosson más numerosos)sobre la ciencia españolay las instituciones con ella relacionadas1. No obstante,no existe dehecho una sistematización que recoja las aportacionesdispersas,aexcepciónde la obra de Vernet Ginés y alguna otra.

Son importantes los numerososescritos de Pedro Lain Entralgo, de JoséMt López Piñero, de los hermanosJosé Luis y Mariano Peset; no obstante,merecen destacarsealgunas obras, como la de Juan Vernet Ginés, «Historiade la Ciencia Española»,Madrid, 1975; López Piñero, PesetRoig, GarcíaBalles-ter, «Bibliografía histórica sobre la ciencia y la técnica en España»,Valencia-Granada,1973; SantiagoRamón y Cajal, «Recuerdosde mi vida», Madrid, 1917;J. Rodríguez Carracido, «Estudios histórico-críticos de la ciencia española»,Madrid, 1917. Recientemente,el profesor A. Rumeu de Armas ha publicado uninteresanteestudio sobre la Escuelade Caminos: «Ciencia y tecnologíaen laEspañailustrada. La Escuelade Caminosy Canales»,Madrid, 1980.

Cuadernosde Historia Moderna y Contemporánea,vol. 5. Ed. Univ. C~pl. Madrid, 1984

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Por si fuera poco desoladorel panoramahistoriográfico sobre laciencia española,encontramos,además,un prejuicio invalidante. Eltradicional complejo de inferioridad españolante lo que se hace másallá de nuestrasfronteras es tan profundo y real que nos impide verlo que hay de hecho, o que lo invalida con menospreciode lo quesupone en el panoramadel conjunto mundial. Desde que Unamuno,parodiandoesa falsa desganaespañola,pronunciara aquella críticafrase: «¡Quéinventenellos!», sonmuchoslos historiadores,tanto espa-ñoles como extranjeros,que la han tomado al pie de la letra en loque a historia científica se refiere. Hasta cierto punto es lógico queesto ocurra: no hay un estudio de conjunto hecho por historiadoresespañolesque muestre y cualifique la ciencia española, lo cual lahaceabsolutamentedesconocidaparanosotrosy para los extranjeros.Una clara muestrade ello es el hecho de que en la prestigiosaobrade René Taton2 tan sólo se mencionael nombre de don SantiagoRa-món y Cajal al referirse a España.Y esta postura no es reciente: yaen 1930, eí hispanista alemán Carlos Vossler decía que «cuandolosespañoles,como el cosmógrafo Alonso de Santa Cruz, el botánicoCabanilles.- - y el neurólogoRamón y Cajal se distinguen en susespe-cialidades,no son más que brillantes excepcionesque vienen a con-firmarnos la regla de que el españoltrata mejor con Dios y con sussemejantes>en lugar de confiarse a la Naturaleza, y de que sabemejor pensar,soñary escribir que investigar la callada evolución dela~Naturaleza y~ sus secretos>’a

Por fortuna, la investigaciónprofunda y seria sobre la actividadcientífica españolanos muestrauna situación absolutamentediversa,en la que no tienen cabida los prejuicios ni los complejos,pero quees imprescindible divulgar para ser conocidapor los historiadoresdela ciencia. En este estudio hacemosuna aproximacióna la recienteevolución científica españolaen el campo de la Historia Natural ~,

con todos los ámbitos que ésta abarca,y en el que los naturalistasespañolesocuparon siempre un lugar destacadoentre los restantescientíficos del mundo.

2 René Tatón y otros.- <‘Historia General de las Ciencia>’, Barcelona, 1973,5 tomos.

Carlos Vossler: «Algunos caracteresde la cultura española», E. Aires,1946. La obra constade 4 conferencias,pronunciadasentre 1924 y 1930.

El término «Historia Natural’> equivale al de «Ciencias SIaturales”, siendoéste el más utilizado. La diferenciaestribaen que cl de «Historia Natural” esel más antiguo y de mayor tradición histórica entre los naturalistas,y su ori-gen deriva del título que Plinio el Viejo diera a su obra en el siglo 1; el tér-mino «Ciencias Naturales>’ se origina por traducción directa del alemán, len-gua en que los naturalistasdel siglo xix estudiabanlasmejores investigaciones.Los naturalistas actuales siguen utilizando el primer término, aunque el se-gundo se ha vulgarizado más y alcanzadomayor difusión.

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Sociedadese instituciones científicasen la Españadecimonónica

Aunque los hombres de ciencia llaman «revolución científica» ala acaecidaen estasúltimas décadas,por lo que de ruptura, avancey culminación suponecon todo lo anteriormenteconseguido,los histo-riadores denominamoscon ese concepto a lo que sucedeen los si-glos XVI y xvii en el ámbito científico, y que culmina en el siglo xviii(el «siglo de las luces»), sobre todo en España.Precisamenteen estesiglo cobraron gran impulso las cienciasde la Naturalezapor el inte-rés que hacia ellas demostraraCarlos III, influido por los consejosdel padre Enrique Flórez: de ahí surgieron las famosasexpedicionescientíficas a las posesionesespañolasde América, y la fundacióndel«Gabinete de Historia Natural» en un edificio de la calle de Alcalá(junto con la Real Academia de Bellas Artes)~. Pero lo que conmovióa toda Europa a principios del siglo xix fueron los resultadosck unaexpedición no española:la que entre 1799 y 1804 realizara el barónAlexander von Humboldt acompañadodel botánico Aimé Bonpland,estudiando la flora americanacomo anteriormentelo hicieran JoséCelestino Mutis y José de Caldás.

A pesar del auge que tuvieron entonceslos estudios de HistoriaNatural, Europa conoceríaun colapso general en su actividad cientí-fica debido a las guerrasnapoleónicasy sus secuelas.Pero esto fueaún más grave en el caso de España>donde el casi total colapso dela actividad científica se vería agravadopor la opresión intelectualdel reinado de FernandoVII y el consiguienteconservadurismoideo-lógico. El reinadode Isabel II, con el retorno de los exiliados liberales,inicia también una liberalización intelectual que culmina en los añosposterioresa 1868; la quietud política de la Restauracióncontribuyósobremaneraa la coronación del proceso científico que se produceen la segundamitad del siglo xix.

Desgraciadamenteparala cienciaespañola,los científicos sehabíanintroducido en la política desde 1808, habiendotenido muchos queemigrar o pasar por la cárcel: su dedicación a la política les restótiempo y energíaspara la investigacióny la docencia.Peró no apro-vecharon su exilio para ampliar sus conocimientos en el extranjero

El «Gabinete de Historia Natural» fue el antecesor del actual «MuseoNacional de ciencias Naturales (fundado en 1815). En el Gabinete,junto concolecionesmineralógicasy zoológicas importantes (saqueadaspor los francesesen 1808) había destacadosproductos de la Naturaleza,y algunascuriosidades.Entre éstasllamabanla atencióndos tumores en forma de cuernos,que habíansido cortados en 1727, «con Ja sierra de amputar», a un caballero murcianode la Orden de Santiago,quien los tenía «en postura natural>’ según los testi-gos de la información que, anteescribano, levantó el corregidor de Madrid yposteriormenteenvió a Floridablanca.El ministro donó al Museo los tumoresdérmicos (posiblementeeran papilomas) junto con la documentación.

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(salvo raras excepciones>como los hermanos Salvador y LaureanoCalderón y Arana): la importación de conocimientos extranjeros aEspañano la realizaron los exiliados, sino los «pensionados»o beca-rios que el Gobierno enviabaa estudiar al extranjero. En aquella di-námicapolitizadora, como señalaVernet, esoscientíficos preparadosa nivel europeoolvidarán suscátedrasy laboratorios para convertirseen ministros, senadores,diputadosy directores generales.

Entre las instituciones más importantesen este ámbito de la cien-cia debemosdestacarla «Academiade CienciasNaturales de Madrid»(1834-1843),muchos de cuyos miembros fundarían la «Real Academiade Ciencias Exactas, Físicas y Naturales» (1847), y las escuelasdeingeniería: despuésde la «Academiadel Real Cuerpo de Ingenieros’>(1803) aparecenla de Ingenieros de Montes en 1834, la de Minas en1835> la de Industrialesen 1850, la de Agrónomosen 1855. En camposafines, en 1856 la «Comisión de EstadísticaGeneral del Reino», en1870 el «Instituto Geográficoy Estadístico»y la «Comisión del Mapa

- Geológico», en 1892 el Cuerpode Geodestasy en nuestro siglo el deIngenieros Geógrafos.

Las sociedadescientíficas de iniciativa privada surgencon ciertoretrasosobreel resto de Europa: la «Sociedadde Antropología» (1864),de corta vida, la «SociedadEspañolade Historia Natural» (1871), el«Ateneo propagador de las Ciencias Naturales» (1872), la «SociedadGeográfica»(1876) y poco despuésla «Sociedadlinneanamatritense»Poraquellasfechascomienzana apareceralgunostratadosde Historiade la Ciencia, cuyos principalesestudiososeran MenéndezPelayo,Fer-nándezde Navarrete>Picatostey Rodríguez,FernándezVallin y Bus-tillo> y aportacionescomo las de RodríguezCarracido,Puig y Larranz,y el propio Santiago Ramón y Cajal. Precisamenteel discurso queen 1866 pronunciara el ministro José Echegarayy Eizaguirre, mate-mático y dramaturgo,originó la mencionadapolémicasobrela cienciaespañola.

Si bien la polémica fue de suyo infructuosa, no es menos ciertoque fue un revulsivo para muchos científicos y naturalistas, impul-sándolesa superarla estrechezdel trabajo personalmediantela crea-ción de sociedadeso corporacionescientíficas que organizasenla in-vestigacióny la publicidad de sus resultados.Con ello surgirá en Es-pañael primer brote de la corriente regeneracionista.

Fundación de la 5. E. H. N.

La «SociedadEspañolade Historia Natural» es la más antigua delas corporacionescientíficas actualmenteexistentesen nuestro país.

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Se funda en 1871, año clave6 dentro de la dinámica social y políticaque tiene como principal manifestación en Europa el tránsito delnacionalismo al imperialismo expansionista,y en el ámbito intelec-tual se inscribe en el periodo de la controversiaentre«fe» y «ciencia»,surgida a raíz de las teorías de Darwin y de los hallazgospaleonto~lógicos.

Las circunstanciasde Españano eranpropicias a intentos de me-jora o cambiosque no fuesenpolíticos (el tema político enfebrecíaanuestroscompatriotastras la «gloriosa» revolución de 1868), pero ungrupo de naturalistas y científicos querían realizar un intento seriode poner a la ciencia española,al menos en el ámbito de la HistoriaNatural, al mismo nivel de prestigio e influencia social que la delresto de Europa. La revolución de septiembrede 1868 y el llamado«sexenio revolucionario’> (1868-1874)pretendían transformar la polí-tica y la Administración de una sociedadharta de corrupción; era unaforma de ‘regenerar España. Otros españolesintentaban lo mismopor un camino distinto: trataban de regenerarEspaña a través de Zaciencia y de la cultura. En aquellosañosse estabagestandoun nuevoespíritu científico en nuestra Patria, que acabaríacristaliando en la«Institución Libre de Enseñanza».La 5. E. II. N. fue un exponentedeeste intento; uno de sus socios más conspicuos, el ilustre geólogoLucas Mallada y Pueyo, escribíaen 1890 (antes del «desastredel 98»y de la generalizacióndel «regeneracionismo»)una obra en este sen-tido titulada «Los males de la Patria».

En el origen de la 5. E. U. SI. hay un doble transfondo que se re-fuerzacon el pasode los años.Por un lado, el patriotismo de aquellosnaturalistas les impulsabaa independizarel progresocientífico espa-ñol del condicionamientoeuropeo,queprescindíade los investigadoresespañolesen sus publicacionesy controversias; y esto era, fundamen-talmente,por desconocimientode los mismos y de sus trabajos: unode los motivos de la fundaciónde la Sociedadera conseguirunapubli-cación españolaque sirviese de vehículo divulgador a la ciencia einvestigación nacionales.Y es que nuestrosnaturalistas,cuando que-

6 La importancia del período estriba políticamente,a nivel europeo, en laguerra franco-prusiana,que permite el surgimiento del II Reich en Alemaniay la desaparicióndel II Imperio en Francia, así como la aparición de la Co-muna parisina; Inglaterra mantienesu «espléndidoaislamiento»,a la vez quese vuelca en su Imperio, mientras que Italia completa con Roma su unifica-ción. A su vez, la Santa Sedeconservasu autoridad, reducida al marco espi-ritual, frente al encono suscitado en diversos sectores por el «Syllabus»(1864) y el dogma de la infalibilidad pontificia. Españaconocíala inestabilidaddesdela Revolución de 1868, y era ahoraregida por Amadeo 1.

En el ámbito científico y naturalista estáen pleno augela discusiónprovo-cadapor la publicación, en 1859, de la obra de Ch. Darwin sobre el origen delas especiespor selecciónnatural, mientras cobran fuerza los hallazgos e in-investigacionessobreantropologíafísica, naciendola Prehistoriacomouna nue-

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rían dar a conocer el resultado de sus trabajos> debían enviar susmanuscritos al extranjero por si alguna revista científica quería pu-blicarlos ~.

Por otro lado, su profundo amor a la ciencia les impelía a contri-buir al progresocientífico y despertaren los demásla afición al estu-dio de las ciencias de la Naturaleza.Todo ello con la mira de engran-decer a Españano sólo al nivel de los conocimientosy abstracciones,sino al de sus aplicacionesprácticas.

Por estos motivos, el grupo de naturalistas (profesoreso merosaficionados) que se reunían los viernes en la casa del entoncescate-drático y prestigioso entomólogoLaureano Pérez Arcas, en una deaquellas animadastertulias del Madrid de otros tiempos, acordaronorganizaruna sociedadcientífica semejantea la que en muchospaísespermitía a los sabios y aficionados comunicarsehallazgos, investiga-cionese hipótesis.De estemodo, y tras dosreunionesprevias,se cons-tituyó la 5. E. H. N. el 15 de marzode 1871, en los localesdel InstitutoIndustrial, de la calle de Atocha, número 14, prestadosa tal efecto8

Los sociosfundadoresfueron: Ignacio Bolívar y Urrutia (1850-1944),entomólogo, luego director del Museo de Ciencias Naturales,especia-lista en Ortopterologia; Miguel Colmeiro y Penido (1816-1901), cate-drático y director del Jardín Botánico, rector de la Universidad Cen-tral de Madrid; Joaquín González Hidalgo (1839-1923),médico, cate-dfático de Malacologíay director del Museo; Marcos Jiménez de laEspada (1831-1898>,catedráticosupernumerariode Mineralogíay Geo-logía, formó parte de la expediciónmarítima de naturalistasenviadaal Pacífico por el ministro de Fomento Vega y Armijo en 1862-65;Francisco de PaulaMartínez y Sáez(1835-1908),catedráticode Zoogra-

va ciencia que se aparta ~Ie la Geología. En 1871, también la polémicaarreciaal publicar Darwin «El origen del hombre».

En 1898, Franciscode Paula Martínez y Sáez, socio fundador, recordabaaquellos motivos: «•.. bien puededecirse que, entre otras causas,por no haberentoncespublicación españolaperiódica en que dar a conocer sus observacio-nes como naturalista..- nació la idea de la constitución de esta Corporacióny de sus Anales...».

8 La Sociedadnació y se desenvolvió con demasiadacarencia de mediosmateriales: ni siquiera tenía sedesocial propia, y sus reunionesse celebrabanen locales prestadospor otras Instituciones. Estos locales fueron, ademásdelmencionadoInstituto Industrial, el salón de sesionesde la Academia de Me-dicina (en la calle de Cedaceros),entre 1873 y 1885; el Museo Nacional de Cien-cias Naturales,cuandoaún estabaen la calle de Alcalá, número 13, entre 1885y 1895, hastasu trasladoal Palacio de Museos y Bibliotecas, dc la calle de Re-coletos (hoy, Biblioteca Nacional), donde permaneciódesde 1896 a 1898; deallí pasóal Museo del doctorVelasco, en Atocha (hoy, Museo Etnográfico).En1907, una R. Orden le concedióun local en el Museo, entoncesdefinitivamenteubicado en el llamado Palacio del Hipódromo, en dondepermanecióhasta 1971,en que se trasladó a su actual emplazamiento: los bajos de la Facultad deCienciasBiológicas de la Univ. Complutensede Madrid. Hoy, la reorganizaciónde los espaciosen estaFacultadla ha despojadode su sede,desorganizandosusvaliosísimosfondos,y amenazandosuexistenciamisma.

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fía de Vertebradosy jefe de Osteozoologíadel Museo, era un ento-mólogo aficionado; Patricio M.G Paz y Membiela (1808-1874),capitánde navío, malacólogoespecialistaen Conquiliología, habíadirigido laexpediciónde naturalistasal Pacífico; Laureano Pérez Arcas (1824-1894), catedrático de Zoología, poseedor de extraordinariascoleccio-nes de peces,coleópterosy conchas,que donaríaa sumuerteal Museode Ciencias Naturales; JoséSolanoy Eulate (1841-1912)>marquésdelSocorro y condedel Carpio, catedráticode Zoología; Serafín de Uha-gón (1845-1904),banquero y agente de Cambio y Bolsa, aficionado ala Entomologia e importante publicista español sobre maláquidos;Juan Vilanova y Piera (1822-1893),catedrático de Zoología y de Pa-leontología, descubridor del Calcolítico (período del bronce puro) yel mejor prehistoriador español del momento, único defensor firmede la autenticidad de las pinturas rupestres de Altamira; BernardoZapater y Marconeil (1824-1908), sacerdoteturolense, cuyos trabajossobre Albarracín hicieron famosaesta comarcaen toda Europa,atra-yendgran cantidadde naturalistasextranjeros;Pedro Gonzálezde Ve-lasco (t 1882), médico y creadordel Museo de Anatomía, luego deAntropología, que llevó su nombre, y que diera origen a varias leyen-das en el Madrid de su tiempo; Rafael Martínez Molina (t 1888), cate-drático de Medicina y reputadocirujano; SandaliaPereday Martínez(t 1887), médico y catedráticode Historia Natural.

Estos 14 socios fundadoresfueron los que firmaron la «Circular»que la nacientesociedaddirigió a los naturalistasespañoles,invitán-doles a asociarsepara lograr los objetivos que se habíantrazado:

— Reunir en una corporación a los científicos o aficionados queen Españase dedicasena la Historia Natural.

— Promover en toda Españatanto el estudio científico como laaficón popular a la Historia Natural.

— Contribuir al adelantode estaciencia,dandoa conocerlos pro-ductos naturales del país, y editando los trabajos de los na-turalistas españolasen un periódico científico (un tomo anual):los Anales de la 5. E. H. N.

Precisamenteesta publicación de la sociedadtendría una impor-tancia decisiva para el desarrollo de la ciencia de la NaturalezaenEspaña: al divulgar en ella sus trabajos e investigaciones,los natura-listas españoles(fueran o no socios)no sólo dejaban de mendigarunlugar en publicacionesextranjeras,sino que sus páginasdarían aco-gida con el tiempo a los trabajos y comunicacionesde científicos deotras naciones.Poco imaginabanaquellos 14 hombres lo que en e]futuro sería y supondríala Sociedadque acababande constituir.

A partir de aquellasfechas,muchosinvestigadoresespañolesveían

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por primera vez editadosen su nación los resultadosde sus trabajos,con los que un nuevo aliento recorrió los ámbitos universitarios ynaturalistasde España.En aquellos años de enfrentamientos,revuel-tas e insurrecciones>mientras que los políticos escribían inflamadosartículos en los periódicos o vociferaban por las calles, otros espa-ñoles se lanzabandecididosa potenciarel espíritu científico. Vilanovay Piera diría en 1879: «Ciertamente,hay que declararcon noble fran-queza que nos han aventajado en el cultivo de muchos ramos delsaber algunas nacionesmejor organizadasen ciertos conceptos,ymenos sujetasque la nuestra, por su fortuna, a transtornos y con-mociones políticas; pero, por esta misma razón, debemos ser algomás celososde nuestrahonra científica, defendiendode injustos ata-ques a aquellos de nuestros antepasadosque contribuyeron con susesfuerzosal movimiento intelectual del mundo.»

Funcionamiento, grupos, seccionesy publicaciones

Conforme establecíael Reglamento inicial de la 5. E. II. SI,, lossocios se reuníanuna vez al mes (el primer miércolesno festivo), bajola presidencia de su junta Directiva, compuestapor un presidente,un viceprescirente,un secretario y un tesorero, fundamentalmente.En aquellasreuniones,los que concluíanun trabajo de campo, o unexperimento de laboratorio, participabana los demás del fruto desus investigaciones.

Al poco de hacersepública la mencionada«Circular», se apresura-ron a ingresar en la nacienteSociedaddecenasde naturalistas; y nosólo éstos,sino otros intelectualesque alentabanel desarrollode todacorporacióncientífica que impulsara a los españoleshacia la investi-gación y el estudio: éstefue el caso de FranciscoGiner de los Ríos,catedráticode Derecho y posteriormentefundador de la InstituciónLibre de Enseñanza,que se inscribió como socio desde1872 a 1879.

El segundokeglamentode la 5. E. H. N, aparecidoen 1901, diver-sificaba a los socios en vados grupos,segúnfuera su actividad o fun-ción en el seno de la misma: socios fundadores,numerarios,vitalicios,agregados,protectores,correspondientesextranjeros y honorarios~.

Desdesu fundación, los socioscomponíanun variado mosaico,según

Los socios fundadores eran los 14 mencionadosen el epígrafe anterior,así como otros 12 simpatizantesque se comprometierona correr con los gastosdel volumen número 1 de los Anales de la 5. E. II. N. Los socios numerariosformabanla mayoría,cotizando60 realesanualesde cuota: recibían los Analesy podían comunicar sus investigacionesy participar con voz y voto en losasuntos de la Sociedad.Los socios vitalicios eran los que habíandonado unaimportante cantidad a la Sociedad,y recibían sus publicaciones anualessinotra cotización. Los socios agregados eran, generalmente,meros aficionados oestudiantesuniversitarios, y recibían sólo una parte de las publicaciones.So-cios Protectores eran aquellos que favoreciesena la Sociedadcon donativos

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suformación y estudios,sus cargos,empleos,etc. Los másnumerososprocedíande las Facultadesde Ciencias, Medicina y Farmacia;perotambién había un importante número de hombresde leyes, que sededicabana esta afición con una profunidad de conocimientosmásallá del mero coleccionismo:así, el mencionadobanqueroUhagón,experto publicista en maláquidos,o el mismo Cánovasdel Castillo,investigadorde meteoritos.Los clérigosy miltares formarontambiénotro grupo nutrido, si bien los primeros solían ingresarpor su dedi-cacióna la docencia.

Los 26 socios iniciales se convirtieron al año siguiente (1872) en240 de toda España.No faltaban entre ellos los extranjeros:en 1873eran 19, fundamentalmenteeuropeose hispanoamericanos,que se con-vertirían en 39 en 1877. En el lapso de cincuentaaños (de 1871 a 1921)han pasadopor la Sociedadun total de 2.097naturalistas,de los que1875 eranespañolesy 222 extranjeros;entreéstos,los másnumerososfueron los franceses,quizápor razonesde vecindadgeográfica,segui-dos por los alemanes,ingleses, italianos, portuguesesy estadouni-denses.

El entusiasmode los naturalistas,el interés social de algunosdesus trabajos10 y la afición existenteen aquellosambientes,inmersosen la polémica del evolucionismo,consiguieronuno de los objetivosde la sociedad:despertarla afición popular a la Historia Natural ypromoverel estudio de la Naturaleza.Por eso, a partir de 1885 seempiezan a crear en algunas provincias españolasSeccionesde la5. E. H. N., dotadascon su correspondienteJunta Directiva, y cuyostrabajos y actasse remitían a Madrid para ser publicadosen losAnales de la sociedad.Así aparecenla de Barcelonaen 1886; Sevilla,en 1888; Zaragoza,en 1898; Granada,en 1907; Santandery Santiagode Compostela,en 1909, y Valencia,en 1913: siete núcleosde inves-

de notorio valor fundasenpremios o concursos,o realizasenserviciosde granvalía; entre éstos, destacaronAlfonso XIII, el rey Carlos de Portugal, el prín-cipe Alberto 1 de Mónaco, el ministro Allendesalazary varios nobles espaíio-les y extranjeros. Eran socios correspondientesextranjeros los naturalistasmás eminentes del momento en todo el mundo, estandoalgunosmuy vincu-lados a la Sociedad,a la que donabanalgún ejemplar de sus libros y artícu-los. Los socios honorarios eran elegidosentre los científicos que hubiesenpres-tado servicios eminentesa las ciencia de la Naturaleza; entre ellos destacabanSir Archibald Geikie, Van Thiegen, Engler, E. Poulton y 3% Lubbock, A. Gau-dry, W. Tschermack,5. Scudder,W. Holland, Henri de Saussure,y entre losespañoles,Santiago Ramón y Cajal.

10 Conviene recordar la importancia que para muchos sectoresespañolestenían las plagasagrícolasy forestales,dentro de la «economíadual» señaladapor Nicolás SánchezAlbornoz. Por esta causa, la contribución de la Sociedadal estudio y solución de estos problemastuvo muy buena acogidapor los po-derespúblicos, así como las asociacionesde ganaderosy agricultores. Precisa-mente, en la décadade 1871-1880 (en la que apareció la Sociedad) encontra-mos en sus fondos documentalesbastantesestudios y notas relativas a lasplagasde langosta,y de filoxera desde 1878, así como cartasy oficios diversosde algunas «Juntas Provinciales para la extinción de la langosta».

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tigación y trabajo> y, a la vez, de propagaciónde las cienciasde laNaturalezaen España.

La publicación de los hallazgosy logros de los naturalistasespa-ñoles fue un objetivo prioritario de la 5. E. 1-1. N. Por ello, la vida dela sociedadse plasmabaen sus publicaciones.Desde1871 se editabanlos Anales de la 5. E. H. N. en un tomo anual; en él ocupabanlapartemás extensalas «Memorias»(trabajosde mayor interés cientí-fico), que estabanseguidaspor las «Actas»de las sesionescelebradas,tanto en Madrid como en las seccionesprovinciales, en las que seincluían las noticias y comunicacionesde menor entidad. Despuésdetreinta años,la Sociedadlas separa:en 1901, el Boletín de la S.E.HJV.publica las actasy notas de las sesiones,y las Memoriasde la &E.H.N.se editan aparte.La sociedadpublicó tambiénalgunosvolúmenesex-traordinarios con motivo de su 502 aniversario> del 752 y del cente-nario. Posteriormente,entre 1926 y 1935, editará pequeñostomosanualesde Conferenciasy ReseñasCientíficas,y recogeríanentre 1932y 1935 la Revista Españolade Biología al extinguirsela SociedadEs-pañola de Biología, que la habíafundado,y en la que escribieronin-teresantesartículoslos mejoresespecialistasespañoles,incluidos San-tiago Ramóny Cajal, SeveroOchoa y Pío del Río Hortega.

A lo largo de todasestaspublicacionesse ve el adelantocientíficomundial, tanto en aparatosy tecnologíacientífica, como en teoríasyplanteamientos;de todo ello recibía puntualmentenoticia la Socie-dad a través de los socios que asistían a los Congresosespecializa-dos que se celebraban~enEuropa, así como de los socioscorrespon-dientesextranjeros.Las páginasde las publicacionesde la Sociedadson el exponentede lo que ocurre en el mundo científico internacio-nal y español,y quea través de ellas llega a todoslos rinconesde Es-paña e Hispanoamerica:desde el laboratorio universitario hasta elaula de Historia Natural de los colegios e institutos, desde el espe-cialista prestigiosohastael aficionado a la recolecciónde plantas oinsectos.Españaestuvosiempre,en este ámbito, al mismo nivel cien-tífico y de conocimientos que el resto de Europa gracias a la5. E. H. N.

Investigaciones,trabajos y labores de la 5. E. H. N.

En sus añosiniciales, la Sociedaddedicógranpartede su esfuerzoa tareasde taxonomía,esto es,de clasificacióny descripciónde ani-males,plantasy rocas,según se fueron descubriendo.Estalabor po-dría parecerpoco importantecientíficamente,pero conviene matizarlas aparienciasen su contextoobjetivo y sincrónico. El hombredelsiglo xix creía> con cierta ingenuidadoptimista, en el progreso: sólo

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podría dominar o controlar la Naturalezasi la conocíabien, y el me-jor conocimientoera el conocimientocientífico; además,olvidandosistemaspasados,quehabíanmultiplicado los nombressin necesidado realizadodescripcionesengañosaso imprecisas,el suecoCarlos Lin-neoya habíasentadolas primeras reglas de sistemáticay taxonomíaentre 1735 (en que aparecesu «Speciesplantarum’>) y 1758 (año dela 1O.a edición de «SystemaNaturae»): desde ese momento los ha-llazgos y descripcionesde los elementospertenecientesa los tres rei~nos de la Naturalezafueron estudiadosy organizadoscientífica y sis-temáticmente.A esto hay que añadir que la aventuradel barón deHumboldt a principios del siglo XIX habíadespertadola curiosidadde los científicos y la admiraciónde los aficonadospor las noticiasde nuevos elementosnaturalesde flora y fauna por él descubiertosen el Nuevo Mundo. De ahí que,entrelos naturalistasde la épocafue-se aúnmuy importanteel descubrimiento,clasificacióny descripciónde nuevasespecies.

El hecho de que la Sociedaddedicasesus añosinicialesa estatareala sitúa en la misma línea que las corporacioneseuropeasde su mis-ma índole, sin que ello supongaminusvalorarsu actividad.De la im-portanciade esta labor mencionaremosel hecho curioso de que to-davíaen 1907 llegaba al Museo de CienciasNaturalesde Madrid unejemplardisecadode okapi, un singularungulado del centro de Afri-ca recientementedescubierto,y queCabreraLatorre calificaba como«el primer acontecimientozoológico de importancia en el siglo ac-tual»11: ¡en pleno siglo xx aparecíauna especiezoológica descono-cida!

Sin embargo,incluso en esosdifíciles años iniciales hubo impor-tantes aportacionesde socios de la 5. E. H. SI. que mostrarona losextranjerosel nivel de la cienciaespañola.El casomásdestacadofueel de JoaquínMY Castellarnauy Lleopart, ingeniero de Montes y es-pecialistaen micrografía, cuyostrabajosen el banco de interferenciay difracción de la Academiade Artillería de Segoviale llevaron a pu-blicar su apoyo decidido a la teoría de Ernst Abbe: este especialistanegabala fidelidad exacta de la imagen que mostrabanlos micros-copios debido a las característicasópticas de sus lentes; habíadadocuentade su teoría en la Royal Microscopical Society de Londresen1877, que la habíarechazado.En 1885, cuandoaúnse mostrabanreti-centesalgunos sabios europeosa la teoría de Abbe, Castellarnauladefendíaen la Sociedad,analizandolas aportacionesanterioresal temay explicando sus experimentospersonalesen favor de la «teoríaAb-be» realizadosen Segovia.

“ Los datosrelativos al okapi, así como una ilustración en color del mismo(cosa no usual entonces)pueden ser consultadasen el Boletín de ta Real So-ciedad Españolade Historia Natural de 1907, págs. 133 y ss.

174 JoséLuis Martínez Sanz

Ese mismo año, una Comisión de socios compuestapor el ban-quero Serafínde Uhagón (presidentede la 5. E. fi. N. aquel año), elsenadorcanovistaAntonio M.~ Fabié,el futuro jefe de GobiernoMa-nuel Allendesalazar,el catedráticoLaureanoPérezArcas y el polifa-cético y turbulentogeólogo Antonio Machadoy Núñez (abuelode losfamosospoetas), conseguíandel Gobierno la presenciade dos natu-ralista de la Sociedaden la expediciónque la fragatade guerra«Blan-ca» iba a realizaralrededordel globo: esa expedición>que duró entre1886 y 1887, quería emular a aquéllasque tanta gloria dieron a Es-pañaen el siglo xviii. Susresultadoscientíficos fueron expuestosenlas publicacionesde la Sociedady en una conferenciaen el Ateneo deMadrid por Odón de Buen y del Cos y TomásErice y Murúa, prota-gonistasde aquellaaventuranaturalista.

Mayor interés dentro de la Historia científica olvidadade Españatuvo la comunicaciónque presentóManuel Cazurro y Ruiz en octu-bre de 1886, notificando a la Sociedadque el farmacéuticode Huete(Cuenca), señor Arias, había descubiertoque el insecto Sphexpalu-dosa destruíalos huevo~ o crías de la langostaStauronotusmaroc-canus.La importanciade esta noticia no radicabaen su interés eco-nómico,en cuanto queera un medio eficaz y natural de combatir lasplagasde langosta(y de otro tipo) quepor entoncesasolabanlos cam-pos españoles,sino porque esemismo año Jules E. Planchony Char-les W. Riley descubríanen EstadosUnidos que la cochinilla austra-liana Novius cardinalis se alimentabade la exótica cochinilla Iceryapurchas-i, destructorade los naranjos de California: con ellos apa-rece en la Historia Naturalel conceptode «lucha biológica’>, decisivoen el campode Parasitología.Desgraciadamente>la mejor difusión deesta última noticia hizo que los investigadoresamericanospasasenala Historia de la Ciencia, mientras que el oscuro farmacéuticodeCuencacayó en el olvido y nadie hubieraconocido su investigaciónde no ser por la Sociedad.

La Ictiología (estudio de los peces) recibió en 1890 un decididoimpulso por partedel Estadocon la inauguraciónde la EstacióndeBiología Marina en Santander.Fue creadaa imagen de la prestigiosaEstaciónque en Nápoles fundara,en 1874, el zoólogo alemánAntonDohrn, y a la que el Estadosolía enviar como «pensionados»(beca-rios> que diríamos hoy) a biólogos universitariosy a oficiales de laMarina; entreellos destacaronlos sociosManuel Cazurro y JoséRio-ja, luego catedráticos,y JoaquínAnglada, despuéscapitán de navio.La dirección de la Estaciónsantanderinafue encomendadaa AugustoGonzálezLinares, socio de la 5. E. fi. N. y miembro de la primerageneraciónde la Institución Libre de Enseñanza,cuyasdoctrinasdar-winistas había levantado viva polémica en la Universidad de San-tiago de Compostela,y originado el decreto de Orovio de 1875 que

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es conocido como el de la «segundacuestión universitaria’>12 Porcierto, que en esta ocasiónfueron los naturalistas,y miembros de lasociedad,GonzálezLinaresy LaureanoCalderóny Arana los dos pri-meros catedráticosuniversitariosque se negarona cumplir la ordendel ministro, y quefueron separadosde sus cátedras;posteriormentelo serían Giner de los Ríos, Azcárate,etc. Muchos de ellos unieronsus esfuerzosy reaccionaroncreandoen 1876 la Institución Libre deEnseñanza.

Por lo mismo, la ola de terremotosqueazotó Españaen aquellosprimeros años,y singularmenteel de Andalucía de 1884, impulsó losestudiosde Sismologíay desencadenóuna serie de peticionesal Go-bierno para la instalación de sismógrafosen determinadaszonasdeEspaña,lo cual se iría consiguiendopoco a poco. A la vez se hacíanpúblicos para todos los socios la metodologíao procedimientosdeestudioque algunos de ellos utilizaban en sus investigaciones,bienporquelos aprendieranen el extranjero(en Congresoso como «pen-sUmados»),bien porque los descubrieranellos; en este sentido, sepresentóen 1897 ante la sociedadel procidimiento micrográfico deErnesto Caballero,que ahorrabainfinito tiempo a los investigadoresy era totalmenteseguro y eficaz: sólo el alemán Mdller, y por unprocedimientosecreto,había logrado hastaentoncesobtenerprepa-racionessistemáticasde seresmicroscópicos.

En 1898, el ‘entomólogo Manuel Martínez de la Escalerarealizaunaexpedición al Asia Menor y a Persia,recogiendo20.000 ejempla-resy 2.300especies(de ellas, 1.700 eran de coleópteros).Siguiendolacostumbrevigente en aquel tiempo, se enviabanmuestrasa los me-jores especialistasmundiales para comunicarsemutuamenteinvesti-gacionesy resultados:los ontofaginos recogidospor el entomólogoespañolfueron estudiadospor fi. d’Orbigny, y los tentredínidospor elalemánF. W. Konov. Estaexpedición,por los lugaresvisitadosy losejemplarescolectados,ponía a la 5. E. fi. N. en la misma línea deinvestigaciónque las más prestigiosascorporacionescientíficas eu-ropeas,cuyos exploradoresrecorrían el Africa ignota y Asia, apor-tando a la ciencia datos geográficos y naturalistashasta entoncesdesconocidos.

Ya en añosposteriores,la asistenciade sociosa los Congresosin-ternacionalessignificaba que todos los miembros de la S. E. U. SI.,hastael farmacéuticoo aficionadodel pueblomásremoto de España,estabaninformados al día de las últimas investigacioneso metodolo-

‘~ Esta circunstanciaestá reflejada en la obra de otro socio de la RSEHN,el químico JoséRodríguez Carracido, titulada Estudioshistórico-críticos de laCiencia Española (Madrid, 1917), y más asequibleen el artículo de Caro Ba-roja, «El miedo al mono, o la cuestión universitaria de 1875», publicado enel núm. 3 (1976), de Historia 16.

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gias en Historia Natural. Tal costumbrela había iniciado el insigneJuan de \Tilanova y Piera, el socio fundador más prestigiosoen Eu-ropa, y~ había sido continuadapor todos los socios que salían denuestras fronteras a reuniones internacionales.A ellos se debe eltratar, juntamentecon los naturalistashispanoamericanos,de hacerdel españoluno de los idiomas oficiales de los Congresosinternacio-nales> lo cual costabaaún trabajo por el prejuicio europeoante loespañol:el buenhacerde la Sociedady el crecienteprestigio de susmiembros lo acabaríanconsiguiendo.

La Antropometríaprimero, y despuésla Antropología —con lallegada del siglo xx se desgajaríande ella la Etnologíay la Etnogra-fía 13, conoceríanun rápido y abundantedesarrolloen las publica-ciones de la Sociedad.En ellas destacaronlos estudios de Antón yFerrándiz,Quiroga y Rodríguez,Odón de Buen, SalvadorCalderón yArana, Luis de Hoyos Sainz, Telesforo de Aranzadiy Unamuno,y Vi-lanova y Piera, en la primera etapa.Posteriormente,FedericoAragóny Escacena,Franciscc?de las Barrasde Aragón,FedericoOlóriz, Ismaeldel Pan, Paul Wernert, Frankowski, el 1’. Agustín Bareiro, NorbertoFont y Sagué,RafaelBlanco y Justé,así como artículosde Obermaiery el abateBreuil, llenan las páginasde la sociedaddestinadasaestostemas.En Paleontologíadestacanlos trabajos de Salvador Calderóny Arana, Antonio Machadoy Núñez,Luis Vidal y Carreras,y el P. Car-ballo> queseguíanla sendaquetrazaraVilanova.

La Histología y la Parasitologíaocuparon destacadosJugaresenla labor de la Sociedad.En este sentidohabríaque recordarlos tra-bajos de SantiagoRamóny Cajal ~ Gustavo Pittaluga, Pío del RíoHortega, Carlos RodríguezLópez-Neira y otros muchos.

“ La Etnografía se define como «la ciencia que estudia la distribución delhombre, y de sus artes y costumbres’> (O. Lienhardt) o como «la observa-ción y análisis de los grupos humanos consideradoscomo entidades indivi-duales’> (C. Lévi-Strauss).La Etnología, a su vez, como ‘<el estudio comparadode la cultura y de la investigaciónde los problemasteóricos que brotan delanálisis de las costumbreshumanas’> (Herkovits).

SantiagoRamón y Cajal, que ingresó en la Sociedaden 1892, siendo cate-drático de Medicina de la Universidad central de Madrid, leía en la sesión dejunio de ese mismo año un trabajo sobre la retina de algunospeces; mesesdespuésexponíasus «Observacionesanatómicassobre la cortezacerebral y elasta de Ammón”, temas ya entoncesestudiados simultáneamentepor Colgiy por Schaffer, y cuyos resultados constituirían su triunfo científico defi-nitivo.

Presidentede la Sociedaden 1897, fue elegido «Socio Honorario» en 1901,cuando ya había ingresadoen las RR. Academias de Medicina y de Ciencias(1896) y había sido designadoconsejerode Instrucción Pública (1900). Precisa-mente en 1900 había recibido en «Premio de Moscú», que le otorgara el Con-areso Internacional de Medicina de París; posteriormentesería galardonadrcon la Medalla de Helmholtz (1905) y con el Premio Nobel (1906), lo cual llenóde orgullo y de confianza en el trabajo científico, que entoncesse realizabaen España, a todos los investigadoresde nuestra Patria, que, dentro o fuerade la Sociedad,trabajabancalladamentepor elevar el nivel científico español.

Científicosy naturalistas:una aportación.- - 177

Sin embargo, las páginasmás importantesde su historia las es-cribió la Sociedaden los temasde Prehistoriay de exploraciónde Ma-rruecos.Fue precisamenteen sus sesionesdondese dirimió (con razo-nes, prejuicios y problemáticasque se recogíanen otros ambientes,científicos o no) la cuestiónde la autenticidadde las pinturasde lacueva de Altamira: JuanVilanova y Piera, geólogo y paleontólogo,elcientífico españolmás prestigiosoentre los europeosde estasdisci-plinas, vio desatarsela incomprensióny el fanatismocontra él pordefenderla autenticidadde las pinturas15 El magisterio del francésCartailhaceraaceptadoen nuestranación,y los prejuiciosespañolesdetipo anticlerical hicieron queAltamira se quedarasin defensores.Unoa uno fueron abandonandola idea, y en las tormentosassesionesde1886, Vilanova constatabaque su autoridadno era seguidaen la pro-pia España,e incluso en el seno de la misma sociedad:frente a él,único defensorconvencido, se encontrabael recelo, la desconfianzay un cierto papanatismopor el prestigiode los extranjeros.Su pres-tigio personalsufrió entoncesun durisimo golpe: asumuerte,en 1893,la nota necrológicaque la Sociedadhace de los socios más ilustresque han fallecido, recordabasus méritos y trabajos.- - silenciandoelsupuestoerror de Altamira. Pocosañosmástarde,los descubrimientosde nuevaspinturas rupestresen Franciaconvencierona Cartailhac,a Breuil y otros, de su autenticidad.Pero, curiosamente,y despuésde visitar Altamira, sólo Cartailhac reconociósu equivocaciónen sufamoso artículo de 1902 «La grotte d’Altamira: mea culpa d’un scép-tique».

Uno de los descubrimientosde Vilanova, que expusieracon prue-bastanto en las sesionesde la 5. E. fi. SI., como en el IX CongresoInternacional de Antropología y ArqueologíaPrehistóricasde Lisboa(1880), fue unánimementeadmitido por todos: la existenciadel «Cal-colítico’> o «Eneolitico”, período del cobre puro, intermedio entre laEdad de Piedray la Edad de los Metales.La Prehistoria,ya entoncesdesgajadadefinitivamentede su tronco inicial (quehabríasido la Geo-logía y luego la Paleontología)tuvo importantescultivadores en laSociedad;a lo largo de sus sesionespresentaronestudios sobre loshallazgosquese iban produciendoHermilio Alcalde del Rio, JoséJoa-quín Landerer,RodríguezFerrer, Salvadory Arana, Manuel Cazurro,Feliciano Candauy Pizarro, Patricio Borobio, NorbertoFont y Sagué,Daniel Jiménez de Cisneros,Carlos Cañal y Migolla, el Marqués de

‘> Esos enfrentamientosconceptualese ideológicos han sido estudiados,conel transfondo de los prejuicios que sustentan,por V. Palacio Atard en su tra-bajo «Guerrade ideas en la Espata de ayer» (en Ensayosde H.~ Contemporá-nea, Madrid, 1970). El tema de Altamira y sus disputas enfrentadaspuede versecon la conocidaobra del Marqués de Lozoya, «Historia de Espata”, Barcelona,1979, vol. 1, pág. 25; también en 3. L. Martínez Sanz, «Medio siglo de cienciaespañola: la 5. E. II. N», Madrid, 1982, cap. 15.

N

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Cerralbo, el sacerdoteaustríacoHugo Obermaier (quien seríael pri-mer catedrático de Prehistoriade la Complutense)y su compañerode investigacionesel abate francés Henry Breuil, Eduardo Hernán-dez Pacheco,Juan Cabré, el salesianoJesúsM.~ Carballo García-Ta-boada, Ismael del Pan, Paul Wernert y PedroRuiz de Azúa. TambiéncolaboraronCartailhacy Pedro BoschGimpera, que no eran socios.

Los viajes a Marruecos tenían un estricto carácternaturalista yetnográfico,no exento de un cierto espíritu colonialista. Ya en lassesionesde 1886 se encuentranreferenciasa los viajes de Iradier, yde Ossorioy Zavala, a Río Muni, por encargode la SociedadEspañolade Africanistas y Colonistas,que Ossorio expuso ante sus consocios;Quiroga y Rodríguezharíalo mismo con la expediciónen la quetomóparte, al lado de Cerveray de Rizo, hacia Rio de Oro. Aquelloshom-bres no podíansustraersus sentimientoshacia lo que se respirabaen la Europadel momento:el imperialismocolonialista.Esto se acen-tuabaen la 5. E. fi. N. por el hecho de quemuchossociospertenecían,a la vez, a la SociedadCeográfica de Madrid ~, cuya influencia en esesentidoes bien conocida.

No obstante,sus estudios científicos servíande contrapuntoa lapropagandacolonialista engañosa:en 1894, Salvador Calderónseña-laba que«las lagunasde mercurio del Rif, de quenos hablabaEl Im-parcial de hace unos meses,y que tanto llamaron la atención de al-gunos lectores,son unapura fantasía».Varios socioshabíanestudia-do la Naturalezade algunaszonas del norte de Africa, como Odónde Buen> el infatigable viajero Martínez de la Escaleray Luis Sorelay Fajardo.

Seria 1905 el año en que la Sociedad se trace el objetivo deinvestigarMarruecos,con la seguridadque les dabael acuerdofranco-españolde 1904. Así, con el apoyodel Rey Alfonso XIII, se constituyóla Comisión del Noroestede Africa, presidida por los socios de ho-nor don Manuel Allendesalazary Salazar, los Duques de Alba, deLuna, de Medinaceli, el Marquésde SantaCruz y el de Urquijo, y donSantiagoRamóny Cajal; los vocaleseran Ignacio Bolívar y Urrutia,Manuel Antón Ferrándiz, Luis Bahía Urrutia, Salvador Calderón yArana, Blas Lázaro e Ibiza, Carlos de Mazarredo.Emilio Riberay Gó-mez, JoséRodríguezMourelo y Manuel Martínez de la Escalera.Enjulio de 1905 salieron los expedicionarios:Lucas FernándezNavarro,CésarSobradoMaestro,Angel CabreraLatorre, Martínez de la Esca-lera y el preparadorGarcíaCallejo; a su vuelta, tras hacerel balance

16 La SociedadGeográfica, que tanta importancia tuvo en el espíritu delcolonialismo español en el N. de Africa, ha sido bastante estudiaday citadaen numerosostrabajos; una de las últimas investigacionesha sido realizadapor mi compañerade Departamento,la profesora Elena HernándezSandoica,en su tesis doctoral.

Cientíjicos y naturalistas: una aportación... 179

científico de sus recolecciones,los materiales fueron expuestosenuna galería del Museo de CienciasNaturales de Madrid. Otra expe-dición similar se realizaríaal año siguiente,y los naturalistasde lasociedadrecorrieronMarruecoshastapoco antesde iniciarse las ope-racionesde Melilla en 1909.

Pero en 1913 se realizó la más destacadade sus expediciones:Fer-nándezNavarro estudiabala geología,Dantín Cerecedala botánica,CabreraLatorre la zoología y C. Bernaldo de Quirós (del Institutode ReformasSociales)la etnografíay antropología,mientrasqueMar-tínez de la Escalerarecolectabalos insectosy otros invertebrados.Los resultadosde esta expediciónse recogieronen un libro queeditóla Sociedad,en el que se exponíanlos datos científicosy se entreveíanotras noticias de índole política. En efecto, los naturalistas de la5. E. fi. N. fueron los últimos europeosque recorrieronla zona enpaz, pues apenasentraronen Tángerestallabala rebeldíade las ká-bilas de Anjera contraEspaña.La política y los sucesosmarroquíesimpidieron repetir los estudioshasta 1919; en 1921, el botánicoCar-los Pau informabaa la Sociedadhaciendoun retrato exactode la si-tuación, al margende sus trabajos.A los pocos días, Abd-el-Krim serebelaba, y el 21 de julio amanecíaensangrentadocon el desastrede Annual y el hundimientode la obra españolaen el norte de Ma-rruecos.

Toda esta actividad africana de la Sociedadteníaque enfrentarlaen algún momentocon otra corporaciónqueveía en el norte de Afri-ca el objetivo de sus trabajos: la SociedadGeográficade Madrid. Dehecho,el enfrentamientofue tan sólo dialécticoy conceptual:con mo-tivo de la expediciónde 1913, el libro editadopor la sociedadcon losresultadosde la misma se titulaba «Yebalay el bajo Lucus’>. La So-ciedadGeográficaachacóa los naturalistasde la 5. E. fi. N. la im-precisión geográficadel titulo, ya que la zonaexploradano debíade-nominarseYEBALA, sino GARE. Los expedicionariosse defendíanseñalandorazonesgeográficas,el testimonio de los indígenas,el delos notablesmorosy el de los militares y diplomáticosespañolesallídestacados.La SociedadGeográficaarreció sus críticas sin dar subrazo a torcer, hastaqueCabreraLatorre, conun aire de malicia pun-tillosa, mostró que en el propio Boletín de la Sociedad Geográficase habíanutilizado los mismostérminos que aplicaba correctamentela 5. E. fi. It: el célebreJoaquínGatelí, en 1878, y Cristóbal Benítez,en 1866; señalabaCabreraque <‘las afirmacionesde estosviajeros es-pañolesdebieranhaber sido tenidasen cuenta,antesde aprobaruninforme contrario a ellas, por el mismo centro que las publicó enotro tiempo»~ Ante este <cgaffe”, la SociedadGeográficano volvió

“ Boletín de la Real SociedadEspañolade Historia Natural, 1914, págs. 249,353, 408.

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a intentar nuevosroces: sus socios comunesconsiguieronentre am-bas un respetomutuo, que en ocasionesllegó a la cooperación.

Con todo, los estudiosafricanos de la 5. E. H. N. fueron trascen-dentalesen el orden científico, pero no sirvieron a los interesescolo-nalesde los diversosgobierno españolesque los subvencionaron;sinembargo,el descubrimientogeológico de aplicación prácticamás im-portante fue el realizadoen 1945 por el joven socio Manuel Alía Me-dina al encontrarun gran yacimiento de fosfatos sedimentariosenel Saharaespañol(el antiguo Río de Oro), que permitieronunarenta-ble explotacióndesde1962, en que se constituyóFos-Bu-Cráa,5. A., yque tanta importancia tendría en la aceleradacesión del SaharaaMaruecosen 1975.

Prestigio e influencia de la Sociedad

Ya vimos antesqueel nacimientode la Sociedaddebeserinscritoen un espíritu regenerador(anterior al «regeneracionismo»);éste semantuvoa lo largo de su existencia,y por ello muchosde sus miem-brosperteneceríantambiéna la Institución Libre de Enseñanza.Unamuestrade esa constanciason las palabrasde Lucas FernándezNa-varro en 1914: «. - - y se hablade unapolítica hidráulica como de unapolítica pedagógica,queen verdadde aguay Pedagogíaestamosbiennecesitados;aguacon que lavarnos,quitar la roña de nuestrasciu-dadesy regar nuestroscamposmenguados;pedagogíacon que lim-piar nuestro intelecto, raer de nuestrasociedadla roña de los ata-vismos y preocupaciones,y fecundar nuestro campo espiritual, quemás semejapaís yermo que tierra cultivada.- - »

Con ese objetivo algunos sociospretendierondesde 1907 realizarun Congresode naturalistasen Zaragoza,que impulsaseaún más elestudiode la Naturalezaen Espña.Pero la mayoría de los sociospre-firió que el Congresotuvieseun caráctertodavíamás amplio. Por ello,reuniéndosela Sociedaden el Ateneo con representantesde los cen-tros docentesde Madrid, así como corporacionescientíficas y socie-dadesculturalesen ella establecidas,se organizó la Asociación Espa-ñola para el Progreso de las Ciencias; que se constituiría en febrerode 1908, eligiendocomo primer presidentea don SegismundoMoret,quien antañohabíaintentadocrearuna asociaciónsimilar. Estaaso-ciación convocóel CongresoGeneralCientífico, que se celebróen oc-tubre de eseaño, y seria clausuradobrillantementepor Alfonso XIIIy la ReinaVictoria.

La influencia de la sociedaden la organizaciónde los planes deestudio,en los tres niveles de docencia>fue decisiva para el desarro-

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lío científico de nuestropaís. La 5. E. fi. SI. presentó,en 1886, unaexposición o instancia al Gobierno que estabasuscrita por la casitotalidad de los socios y por numerososprofesoresuniversitariosyprofesionalescualiifcados,proponiendolas basesa tener en cuentaparael desarrollode las CienciasNaturalesen España,así como parala reformade los métodosde enseñanzaen nuestropaís,ya que eranmás teóricos que prácticos, y más descriptivos que investigadores.Aquello no surtió efecto inmediato, pues suponíafuertes inversionesestatales>y el eradiopúblico no lo permitía.

Cuandoel 1900 se creó el Ministerio de Instrucción Pública y Be-lías Artes y las buenasdisposicionesde GarcíaAlix (su primer titular)lo permitieron, se inició un debateen la Sociedadsobrela enseñanzade la Historia Naturaly otrasciencias,en las escuelasde E. Primariay Secundaria: fruto de ello fue una exposiciónal Conde de Romano-nes, quien por el R. Decretode 17 de agostode 1901 incluía estasen-señanzasen las EscuelasNormalesde maestrosy maestras,así comoen escuelase institutos. También la E. Universitaria fue debatidaenla sociedad:el R. Decretode 4 de agostode 1900 reformabalas Facul-tades de Ciencias,sus asignaturasy enseñanzas,y establecíala obli-gatoriedadde los trabajos de laboratorio. Por cierto, que esas refor-mas habíansido inspiradaspor la Sociedad,como el ministro GarcíaAlix reconocíaen el preámbulodel Decreto: eranel resultadodel es-crito de 1886.

No es, pues,de extrañarque,cuandoen 1907 se creó la JuntaparaAmpliación de Estudiose InvestigadoresCientíficos,nombresde ilus-tres miembros de la Sociedadaparezcanen su senoí6 Idéntica in-fluencia se dejó sentir en la creación,en 1900, del Laboratoriode In-vestigacionesBiológicas (cuya dirección se encomendóa SantiagoRa-món y Cajal), en la del Instituto Oceanográficoen 1914, el Labora-torio de Hidrobiología en 1917, la Comisión Españolade Investiga-ciones Paleontológicasy Preistóricasen 1912, las Estacionesde Bio-logía Marina de Santander(1890), Mallorca (1906) y Málaga (1914).

El alto prestigio científico de la Sociedadle mereció serapoyadacon algunasslubvencionesdel Estadoen algunosmomntos,y decidi-damentedesde 1903: un R. Decreto de 3 de julio de dicho año lanombrada REAL SocmnAu y le asignabauna cantidad anual en lospresupuestosgeneralesde Estadoen conceptode subvención.

Esteprestigio quedabapatentepor las relacionesde la Sociedadcon otras corporacionescientíficas extranjeras.Conviene recordarelespíritu elitista del hombredel siglo xix: cada uno se movía entresu

‘> En 1907, los miembros de la R. Sociedadpresentesen la Junta para laAmpliación de Estudios eran cuatro: Ramón y Cajal, Simarro, Bolívar y Ro-dríguez Carracido.

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clase,entre los semejantesa él. Del mismo modo, las sociedadesycorporacionescientíficas no admitían una relación de igual a igualcon otras de menor entidado interés,y sólo intercambiabansus pu-blicacionescon las de su misma categoría;era un círculo en el tjuecostabaentrar,y en el queno bastabala inercia paramantenerse:senecesitabasuperarsecontinuamente,al mismo ritmo que llevabantodos los demás.

El intercambio de publicaciones(igual que el de ejemplaresdelas especiesrecolectadas)era costumbreentre naturalistas,y, en ge-neral,entrecientíficoso corporacionesde rango similar. El elenco desociedadesy organismoscientíficos que mantuvieron este tipo derelacióncon la Sociedadnos muestraa las corporacionesmás doctas,seriasy relevantesde Europa y América.A los pocosaños de consti-tuirse, en 1874, intercambiabacon la SociedadZoológica de Londres,la Entomológica de Francia, la Linneana de Normandía, la Imperialde Naturalistas de Moscú, a desde 1876 con la célebreSmithsonianInstitution de Washington.Un año después,se inician sus relacionescon sociedadesalemanas,de Austria-Hungría,de EstadosUnidos, eincluso la Universidadde Cristianía (Noruega).Los intercambiosdepublicacionesque en 1873 se hacíancon cuatro sociedades,en 1921se se realizabancon 202 corporacionescientíficas; en algunasde es-tas publicacionesextranjerasescribíanalgunos socios comunicandosus trabajos,y otras solicitabana la 5. E. fi. N. permiso pararepro-ducir traducidosalgunosartículoso «memorias»publicadasaquí. Enlos difíciles momentosde la Gran Guerra,los naturalistasextranjerossolicitabanpublicaren las «Memorias»de la Sociedad:tal era el pre-dicamentode que gozabanen el extranjero.

Buena prueba de ello es que, a los pocos años de su fundación,concurrió la Sociedadcon sus publicacionesa la Exposición Univer-sal de Filadelfia de 1876, donde fue premiadacon un diploma. EnEspañatambiénfue reconocidasu labor: la ExposiciónUniversal deBarcelona(188) y la Exposición Nacional de Valencia (1910) le otor-garon sus Medallas de Oro y los Diplomas de Honor. Por eso, Ricar-do García Mercet, secretariode la R. 5. E. H. N. en 1920, podíadecir en su memoria anual: «A nuestraSociedadle cabela honra dehaber poderosamentecontribuido a que esa opinión (se refiere aldesconocimientode la investigaciónespañola)se vaya desvaneciendoo se haya desvanecido;ha sido, sin duda, la nuestra la Corporacióncientífica españolacuyas publicacionesse han extendido más fuerade España.»Ciertamente,había otras corporacionesespañolasqueeran conocidasy apreciadasen el extranjero, pero hastala primeradécada del siglo xx los nombres de los científicos españolessólocirculabanpor el mundomediante las publicacionesde la Sociedad.

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Miembros de la Real SociedadEspañola de Historia Natural

En el espíritu regeneradory regeneracionistacon quenace la So-ciedadno habíalugar a banderíaso enfrentamientosde grupos: sólopretendíanimpulsar la ciencia.Por estemotivo, en su seno convivíanlos socios como en una verdadera«repúblicacientífica» platónica.Una elocuenteanécdota>entre las muchasque se dieron en ese sen-tido, es la quenarrabaen 1911 el salesianoP. JesúsM? Carballo: enuna excursióngeológicaa los Picos de Europa le acompañaronloshermanosBolívar y Pieltain (hijos del colaboradorde Giner e ilus-tre miembro de la Institución Libre de Enseñanza,Ignacio Bolívar yUrrutia), Eduardo Hernández-Pacheco,Aranda, el P. Saturio Gonzá-lez (monje benedictino de Silos)> las señorasFlórez (amigos suyospertenecientestambién a la 1. L. E.) y otros. No importabanideolo-gías personales:ante la ciencia habíahermandadsin prejuicios.

Por otro lado, en los más de cien años que lleva trabajandola So-ciedad, han pasadopor ella varias generacionesde científicos, detodos los ramosy disciplinas de la Historia Natural. En Españaco-nocemosbien las generacionesde los literatos e intelectualesde losúltimos cien años, pero los naturalistasy científicos sólo son cono-cidos por sus discípulos;y éstos,como aquellos,cooperabana la la-bor de tantos espíritus inquietos a los que «les dolía España».Estaidea de unir escritoresy científicos en un mismo espíritu generacio-nal no es nueva: ya la señaló Marañónhaceaños,y en nuestrosdíasha sido recogidapor Vicéns Vives, Laín Entralgoy PalacioAtard.

En la primera generaciónde socios, en el ámbito de la GEOLOGíA,destacanlas figuras de JaimeAlmera, E. Alvarez Ardanuy, F. Botellay de Hornos, los hermanosCalderóny Arana, JoséMacpherson,Anto-nio Machadoy Núñez, Manuel Fernándezde Castro, LucasMallada yPueyo, F. Naranjo y Garza, Domingo Orueta, F. Quirogay Rodríguez,JoséJ. Landerer.En el de la BOTÁNICA, Ricardo Codorniú, AntonioCipriano Costa,Máximo Lagunay Villanueva> Blas Lázaroe Ibiza, Mi-guel Colmeiro y Penido,JoséPardo y Satrón,y RamónMasferreryArquimbau. En la ZooLogíA destacaronIgnacio Bolívar, EduardoBoscáy Casanoves,Miguel Cuní y Martorelí, JoséGogorzay Gonzá-lez, JoaquínGonzález Hidalgo> Marcos Jiménezde la Espada,Fran-cisco de PaulaMartínez y Sáez, Patricio Paz y Membiela, M. Marto-relí y Peña,LaureanoPérezArcas, Felipe Poey, Bernardo ZapateryMarconelí, Rafael GarcíaAlvarez. En otros ámbitos destacaronJuanVilanova y Piera, Pedro González de Velasco, Manuel Antón Ferrán-cUz, losé RodríguezCarracido, Quintín Chiarlone, etc.

Estafue la generaciónquerompió la inercia, iniciandoun procesode recuperacióncientífica para España,y todo ello con mediosmuymodestos>con cierto localismo, y con algún retrasoen metasy mé-

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todos de investigación.Pero esta «generación»de la Restauraciónesla generaciónde la ruptura con la vieja mentalidad.

La segundageneraciónde naturalistasque publican en los Analessus estudios tienen la presencia,en GEOLOGÍA, de Lucas FernándezNavarro, Federico Chaves y Pérez del Pulgar, Eduardo Hernández-Pachecoy Esteban,etc. En BOTÁNICA descuellanJoaquín M.a Cas-tellarnau y Lleopat, Romualdo GonzálezFragoso,Carlos Pau, E. Re-yes Prósper,Marcelo Rivas Mateos, Antonio CasaresGil y el jesuitaP. BaltasarMerino; en ZOOLOGÍA, Odón de Buen y del Cos, RamónTurrón, JoséM? Dusmet y Alonso, JoséM? Fuente,A. CabreraLa-torre, R. GarcíaMercet, el P. Longinos Navas. En las diversasramasde la ANTROPOLOGÍA, cuyo despegueinician, se imponen TelesforoAranzadiy Unamuno,Luis de Hoyos y Sainz,el antesentomólogoFran-cisco de las Baras de Aragón, y, sobretodo, FedericoOlóriz. En ME-DIcINA, Luis Simarro y SantiagoRamón y Cajal llenan con sus fi-gurasesteámbito.

Lain Entralgo define a estos hombrescomo la primera «genera-ción de sabios»de la Españacontemporánea,a los quetodavíano seha hecho justicia. Como decía Marañón, es «la otra generacióndel98», en la que se adscribenno sólo los hombresde letras, sino los dela ciencia, desdeHinojosa (en H. del Derecho)hastaRibera (en Ara-bismo), pasandopor Ramóny Cajal.

La tercera generaciónes la de los que iniciaban entoncessu vidacientífica,y han sido los maestrosde la actual generaciónde natura-listas (la cuarta). Entre los GEóLOGOs destacanJ. Dantín Cereceda,P. Ferrandoy Mas, J. Gómezde Llerena y Pou, JoséRoyo Gómez,M. San Miguel de la Cámara entre los BOTÁNICOS, Arturo Caballe-ro, Luis Ceballos, L. Crespíy Jaume,Pío Font y Quer y el agustinoP. Luis MY Unamuno; en los zoóLoGos, Salustio Alvarado Fernán-dez, CándidoBolívar y Pieltain, Emilio FernándezGaliano, JoséFer-nándezNonídez, 1. Gil Collado, A. Gil Lletget, Luis LozanoRey, Enri-queRioja Lo Bianco, GustavoPittaluga,E. Rodríguezy López Neyray Antonio Zulueta. En MEDICINA destacan,sobre todo, los discípu-los y colaboradoresde Cajal: Domingo Sánchezy Sánchez,NicolásAchúcarro,Pío del Río fiortega,FranciscoTello, Augusto Pi y Súñer;en ANTROPOLOGÍA Y ETNOLOGÍA, el Marqués de Cerralbo, Juan Ca-bré y Aguiló, el clérigo vasco Miguel Barandiarány el salesianoJe-sús M! Carballo.

Esta tercerageneraciónson los hombresde francaaperturamen-tal a Europa,que organizane instalan la ciencia y la investigaciónespañolaen el nivel de los más destacadospaíseseuropeos:ellos for-man los equiposde trabajo, las escuelasde investigadores,queempie-zan a difundirse por España.Gran partede ellos han completadosuformaciónfuera de nuestrasfronteras,y estánvinculadoscon la Junta

Científicosy naturalistas: una aportación... 185

parala Ampliación de Estudios.Ellos hansido los maestrosde la ge-neraciónque hoy ocupa los puestosde responsabilidadde nuestrasFacultadesde Ciencias,y que,próximos a la jubilación, ven apareceren sus aulas y laboratorios a la que ya es la quinta generacióndenaturalistas.

Además,y en orden a su vertiente social, la Sociedadse mostrócomo una corporaciónabiertay avanzadacon respectoa los usosdesu época.Así, entre sus sociosfundadoresfiguraron la marquesaviu-da de CasaLoring y la condesade Oñate. En 1873 ingresó como so-cia la señoritaMaría del CarmenPaz y Tamarit; no obstante,traslargos años,ingresaríaBeatriz de Beatty en 1910; al año siguientelaseguíandos alumnasde Magisterio, y en 1913 se inscribía CatalinaVives y Pieras,la primera licenciadauniversitariaque ingresabaenla Sociedad.En 1920 la presenciafemeninaen la R. 5. E. H. N. culmi-naba con MercedesCebriány Villegas, cuñada de Besteiro, que fueelegidacomo bibliotecariade la Sociedad:con ello llegabauna mujera formar parte de la JuntaDirectiva.

Epílogo

Muchasvecesse ha exageradola diferencia radical de la cienciaespañolacon la del resto de los paisesavanzados.Por el contrario,estaSociedades el exponentede que,en el campo de la Historia Na-tural, Españaha estado y está al mismo nivel de estudio, investiga-ción, técnicasy conocimientosque el resto de Europa y los paisescultos; el problemano está en los hombres,no reside en su capaci-dad o aptitud, en su nivel o en su esfuerzo,sino en los medios:entodos los estudiosde laboratorio y experimentaciónse necesitaunsofisticadametodología,con aparatoscomplejosy costosos;allí don-de los hay, el naturalistasigue su labor callada de investigación.

Por otro lado, un estudio exhaustivode esta sociedady de susmiembrospermite inferir que la ciencia españolanecesitauna mayordivulgación para ser conocidaen Esuaña,y fuera de ella, para quesu nivel sea apreciadoen su justo valor y se acabenlos prejuiciosante lo realizadoen nuestropaísy por nuestrosinvestigadores.

Precisamente,para rescatardel olvido esta labor sólo conocidapor los especialistas>hice mi tesisdoctoral~ sobrelos cincuentapri-merosaños de existenciade la Real SociedadEspañolade HistoriaNatural, siguiendoesa línea metodológicaque tiene carácterinter-disciplinar: todaactividad humana,y más la que ayudaal hombrea

‘> «Medio siglo de ciencia española:la “Real SociedadEspañolade Historianatural’, 1871-1921», Madrid, 1982.

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conocer científicamentela Naturalezay ocuparsu verdaderopuestoen ella, forma partede la Historia. En ésta,hastahacepoco, se aten-día casi exclusivamentea los aspectospolíticos o económicos,olvi-dandolas mentalidadesde los hombresque los viven y ejecutan,y laevolución de sus hallazgosen los camposde la ciencia. En nuestrosdías los historiadoresamplían sus investigacioneshacia camposnue-vos, queexplican o reflejan las actitudesy circunstanciasya conoci-das, pero mostrandosus causasy vicisitudes.