Charter de pesca en Hawaii

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H awai es uno de esos sitios míticos de pesca donde cualquier pescador que se precie debería ir al menos una vez en la vida. Evidentemente, no es un spot cercano ni barato que esté al alcance de todos, pero pudiendo permitírselo es un lugar donde, sin duda, hay que ir a pescar. En esta ocasión viajamos de la mano de Pascual Durá, campeón del mundo de pesca, con quien hemos estado por todo el planeta en busca de los grandes marlines azules. En Australia, Sudáfrica, Algarve portugués, Madeira, Canarias, Costa Rica y, ahora, Hawai. Texto: Andrés Orts; fotos: Toby Hoogs y Teddy Hoogs

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Charter de pesca en Hawaii

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Hawai es uno de esos sitios míticos de pesca donde cualquier pescador que se precie debería ir al menos una vez en la vida. Evidentemente, no es un spot cercano ni barato que esté al alcance de todos, pero pudiendo permitírselo es un lugar donde, sin duda, hay que ir a pescar. En esta ocasión viajamos de la mano de Pascual Durá, campeón del mundo de pesca, con quien hemos estado por todo el planeta en busca de los grandes marlines azules. En Australia, Sudáfrica, Algarve portugués, Madeira, Canarias, Costa Rica y, ahora, Hawai.

Texto: Andrés Orts; fotos: Toby Hoogs y Teddy Hoogs

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Pascual viajó para celebrar el conocido campeo-nato de pesca del 4 de julio o cam-peonato del día de la Independencia de Estados Unidos. Le acompañaban

su hermano, Manolo, y el inseparable Albert. Nuestro protagonista buscaba obtener un gran ejemplar con el que hacerse con este trofeo y, sabiendo que en otros años se había capturado la pieza mayor en aguas hawaianas decidió pro-bar suerte y, de paso, hacer un precioso viaje.Para llegar a Hawai hay que tomar distintos vue-los. En este caso, se partió de Barcelona a Ámster-dam (dos horas), de allí hasta Los Ángeles (nueve horas) y, por último se tomó un vuelo doméstico de seis horas hasta Kona Island, la Isla Grande o como la llaman los hawaianos, Big Island. En resumen, se salió de Barcelona a las 8.00 h y, con el cambio horario incluido, se llegó a Kona a las 17.00 h del día siguiente.Una vez allí, sorprende el parecido con nuestras islas Canarias, pues son de similar origen, islas volcánicas. La diferencia es la actuación del hom-bre, con una tipología muy concreta de construc-ción de las viviendas que nada tiene que ver con nuestra forma de construir. Se caracterizan las edificaciones por ser todas unifamiliares y de una o dos alturas máximo, ya que se ha respetado mucho el entorno y prácticamente no se ven grandes edificios. El hotel en el que se alojaron los protagonistas estaba a apenas a diez minutos en taxi del aeropuerto y éste a su vez a otros diez del puerto deportivo. La ciudad de Kona es de reducidas dimensiones y vive fundamentalmente del turismo como casi todo Hawai.

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La embarcación a chartear se en-contraba en un puerto deportivo,

donde prácticamente sólo había chár-ters de pesca, el paraíso de los amantes de

los grandes barcos de pesca, con más de 150 “joyas” amarradas todas ellas con un exquisito

gusto y material, con grandes tuna towers y con los tangones reglamentarios. Y es que la pesca de altura es uno de los principales reclamos turísticos.Como en todas las islas volcánicas, la pesca es si-milar, ya que las formaciones montañosas parten de zonas muy profundas de mar y no hace falta separarse mucho de la costa para acceder a veriles de 1000 metros, por lo que permite ahorrarse los grandes madrugones. En apenas una o dos millas nos encontramos en las profundidades idóneas para la pesca, esto es, a partir de 500 metros de profundidad hasta los 2000 metros.Empezaremos a pescar separados de la costa, ya que si no lo hiciéramos, nuestros señuelos serían pasto de los petos y de los gigantes dora-dos, que llegan a dimensiones que en nuestras costas darían miedo.Es costumbre en esta zona que antes de salir, ya que no hace falta prepararse de madru-gada, pasar por un “economato” reservado exclusivamente a pescadores donde hay

de todo para la pesca, así el turista “pica” y compra el señuelo que más le gusta, o

las típicas gorras hawaianas, camisas floreadas o lo que sí es principal, la

comida del día, pues el chárter no la sirve. Es habitual que el

cliente compre lo que desee comer y así, el capitán

lo estiba y sirve cuando deseen.

Paraíso pesquero

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La primera jornada de pesca estuvo relativamente bien, a dos días todavía para el campeonato se salió a probar las muestras y a cono-cer las costumbres de pesca de los hawaianos. El equipo de Pascual Durá obtuvo un picada, un marlín azul que rondaría cerca de los 150 kilos y, como de costumbre, se realizó la captura y suelta regla-mentaria. El resto de la jornada transcurrió entre risas y descanso, pues el mar acompañó en todo momento. De vuelta al puerto, el equipo disfrutó de la fantástica comida hawaiana y de la noche en este hermoso lugar.A la mañana siguiente, ya con ganas de capturas mayores se hicie-ron a la mar, y esta vez hubo algo más de suerte. Siendo la fortuna caprichosa la que ofreció un gran trofeo, ya que entró a una de las muestras uno de los deseados azules. Tras una lucha ansiada, se acercó al barco la abatida pieza, un gran marlín de aproxima-damente unos 450 kilos, lo que suponía que de tener suerte, al día siguiente podrían hacerse con el campeonato más prestigioso del mundo. Se procedió, de nuevo, al captura y suelta. Salvo en el torneo del 4 de julio, el resto del año las grandes capturas se de-vuelven al mar con vida. Con mucho ánimo en la tripulación aquel día fue suficiente y no quisieron seguir pescando con el fin de no agotar la fortuna y además dejar descansar la zona de pesca para el día siguiente.

Buen principio

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Ya el día del campeonato, el am-biente que se vivía en el puerto era magnífico, había multitud de par-ticipantes, todos ávidos por obte-ner el tan ansiado triunfo. Llegada la hora, todos se hicieron al mar y disfrutaron de un hermoso día de pesca. Pasaban las horas y no sonaba nin-guna carraca. El día se hacía eterno, cuando por fin, saltó una de las cañas, pero en seguida se apreció que no era un marlín azul. Se tra-taba de un atún de aleta amarilla que dio una magnifica lucha. Des-pués de casi una hora, subía por la borda un precioso ejemplar de más de 100 kilos. Aunque en otro momento hubiera sido motivo de alegría pesaba cierto aire de tris-teza entre la tripulación pues no era la pieza deseada. El resto del día transcurrió sin más noticia que la ausencia total de capturas en toda la zona. Este ejemplar de aleta amarilla fue la única captura de toda la isla en ese día.Con una gran experiencia a sus espaldas, Pascual nos brinda este viaje maravilloso y nos promete nuevas singladuras para este año en destinos remotos en busca del gran trofeo del 4 de julio. �

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Chárters de pesca en Hawai

Teddy Hoogs [email protected]

Rick [email protected]://pacificboatsales.com/

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