Charla

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Máximas para una vida serena. - El hombre en el cual el Tao actúa sin impedimento no daña a ningún otro ser con sus actos, y aun así no considera sí mismo "bondadoso," "manso." El hombre en que el Tao actúa sin impedimento no se preocupa por sus propios intereses y no desprecia a aquellos que sí lo hacen. No lucha por ganar dinero y no convierte en virtud la pobreza. Sigue su camino sin apoyarse en los demás y no se enorgullece de andar solo. Mientras que no sigue a la muchedumbre, no se queja de aquellos que lo hacen. El rango y la recompensa no lo atraen; la desgracia y la vergüenza no lo desaniman. No está buscando constantemente ´el bien´ y ´el mal´, decidiendo continuamente ´sí´ o ´no.´ Los antiguos decían, por tanto: "El hombre del Tao permanece en el anonimato. La virtud perfecta no produce nada. 'No-ser' es 'Ser verdadero,' y el más grande entre los hombres es nadie." - Vida activa. Si un experto no tiene algún problema que lo preocupe, no es feliz! ¡Si los enseñanzas de un filósofo nunca son atacadas, languidece! ¡Si los críticos no tienen en quién verter su veneno, se sienten infelices! Toda esta gente es prisionera del mundo de los objetos. El que busca seguidores persigue el poder político. El que busca reputación tiene un cargo. El hombre fuerte busca pesos que levantar. El hombre valiente busca alguna emergencia en la que poder mostrar su bravura. El espadachín desea una batalla en la que pueda blandir su espada. Los hombres maduros prefieren un retiro digno en el cual puedan aparentar ser profundos. Los hombres experimentados en las leyes buscan casos difíciles en los que extender la aplicación de las leyes. Los litúrgicos y los músicos gustan de festivales en los que exhiben sus ceremoniosos talentosos. Los benevolentes, los dedicados, siempre andan a la búsqueda de oportunidades para manifestar su virtud. ¿Dónde estaría el jardinero si ya no hubiera hierbajos? ¿Qué sería de los negocios si no hubiera un mercado de tontos? ¿Dónde estarían las multitudes si no hubiera pretexto para apelotonarse y hacer ruido? ¿Qué sería del trabajo si no hubiera objetos superfluos que hacer? ¡Producid! ¡Obtened resultados! ¡Ganad dinero! ¡Haced amigos! ¡Haced cambios! ¡O moriréis de desesperación! Aquellos que se ven atrapados por la maquinaria del poder no disfrutan más que la actividad y el cambio, ¡el zumbido de la máquina! Siempre que se presenta una ocasión de actuar, se ven compelidos a hacerlo; no pueden remediarlo. Se ven movidos inexorablemente, como la máquina de la que forman parte. ¡Prisioneros en el mundo de los objetos, no tienen más elección que someterse a las exigencias de la materia! Se ven presionados y aplastados por fuerzas externas, la moda, el mercado, los sucesos, la opinión pública. ¡Jamás, en el transcurso de su vida, consiguen recuperar el sano juicio! ¡La vida activa! ¡Qué lástima! - El único objetivo de los maestros iluminados que se dedican a enseñar un camino espiritual es el de clarificar la mente de sus discípulos para que éstos puedan alcanzar su origen. La mente esencial es perfecta y completa, pero nuestras propias ilusiones nos alejan de ella. Si tu habilidad e intuición se han desarrollado lo suficiente, no necesitarás a nadie para comprender el Zen y lo practicarás correctamente dondequiera que te halles. La luz y la serenidad espiritual fluyen de continuo desde el principio de los tiempos. La mente verdadera, pura, espontánea e inefable, no depende de los objetos de los sentidos ni participa del séquito de los diez mil fenómenos. - Si racionalizas te resultará imposible comprender el Zen. Para comprenderlo debes interrumpir toda conceptualización. Hay quienes escuchan esto y dicen que no hay nada más que añadir y que tampoco existe motivo alguno para decir nada sin percatarse de que, cuando hablan así, ya están cayendo en la conceptualización. - Sólo permanecerás tranquilo y pleno de energía cuando alcances un estado que está más allá de la ignorancia y la iluminación. Para lograrlo no debe aferrarte a la ilusión ni a la iluminación. ¿Qué es lo que te confunde las veinticuatro horas del día? Deberías evaluar sinceramente tu situación concreta. - Quienes practican el Zen deben mantener su mente en silencio durante las veinticuatro horas del día. Cuando no tengas nada que hacer, también debes sentarte en silencio manteniendo el cuerpo en calma y la mente completamente alerta. Cuando domines esta práctica, el cuerpo y la mente alcanzarán espontáneamente la paz y la tranquilidad. Sólo entonces podrá decirse que has empezado a comprender el Zen. El objetivo del silencio mental sólo sirve para aquietar la confusión y la dispersión de la mente. Si te aferras al silencio como si se tratara del objetivo final, caerás en la trampa de la iluminación muda del falso Zen. - Cuando seas capaz de permanecer espontáneamente atento, vacío y lúcido, gozarás de una consciencia panorámica que no precisa esfuerzo alguno para percibir y de un discernimiento carente del lastre del pensamiento condicionado. Entonces estarás más allá del Ser y del No ser y trascenderás todo sentimiento concebible. Nadie puede proporcionarte este estado, sólo puedes acceder a él por medio de la experiencia directa. - El bien y el mal se originan en nuestra propia mente. Pero ¿qué es tu mente sino tus acciones y tus pensamientos? ¿De dónde procede tu mente? En el mismo momento en que descubras el origen de tu mente se desvanecerán también todas las dificultades ocasionadas por tus propias acciones. Entonces se desplegarán ante ti, sin necesidad de buscarlas, todo tipo de posibilidades extraordinarias. - Para alcanzar la vacuidad de todas las cosas debes comenzar purificando tu propia mente. Sólo cuando tu mente se torne limpia y transparente se disipará la confusión. Entonces descubrirás la esencia y la función naturales de la mente. La “esencia” de la mente es el origen claro, puro y limpio de tu propi a mente. Su “función” es la extraordinaria capacidad de cambio y adaptación que le permite adentrarse en la pureza y en la corrupción sin sentirse afectada ni identificada con la pureza ni con la corrupción. - La gente ignora su verdadera identidad, se lanza en pos de los objetos y está dispuesta a soportar voluntariamente todo tipo de sufrimientos a cambio de un instante de placer. Cada mañana, medio dormidos todavía, antes incluso de abrir los ojos, su mente ya se halla sumida en la confusión y a merced de los ensueños. De este modo, las semillas del cielo y del infierno se implantan en su mente antes incluso de que puedan llevar a cabo buenas o malas acciones. Buda dijo: “Los sentidos son receptáculos creados por tu p ropia mente. Los objetos son la manifestación de las representaciones subjetivas de las formas concebidas por la mente. Estas manifestaciones, como la corriente de un río, el crecimiento de una planta, la luz de un candil, o el soplo del viento, se hallan sometidas al cambio continuo. La actividad desenfrenada, la atracción por las cosas impuras y la avidez son la causa de los hábitos inútiles e ilusorios que nos hacen girar interminablemente alrededor del mismo punto igual que en una noria”. Si comprendes e sto también entenderás el sentido de la ausencia de una personalidad independiente. Sabrás que el cielo y el infierno no se hallan en el exterior sino que moran en el corazón de las personas medio dormidas que tratan de despertar. Mientras despiertas debes mantenerte alerta y no luchar contra nada de lo que aparezca en tu mente, porque la represión terminará consumiendo toda tu energía. Como dijo el tercer patriarca: “Si pretendes alcanzar el silencio deteniendo el movimiento, no conseguirás más que acrecentarlo”. En el mismo momento en que te des cuenta de que puedes ahorrar energía en medio del frenesí de la vida cotidiana, se abrirá ante ti una fuente ilimitada de poder, alcanzarás la budeidad y serás capaz de transformar el infierno en cielo.

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Zen

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Máximas para una vida serena.

- El hombre en el cual el Tao actúa sin impedimento no daña a ningún otro ser con sus actos, y aun así no considera sí mismo "bondadoso," "manso." El hombre en que el Tao actúa sin impedimento no se preocupa por sus propios intereses y no desprecia a aquellos que sí lo hacen. No lucha por ganar dinero y no convierte en virtud la pobreza. Sigue su camino sin apoyarse en los demás y no se enorgullece de andar solo. Mientras que no sigue a la muchedumbre, no se queja de aquellos que lo hacen. El rango y la recompensa no lo atraen; la desgracia y la vergüenza no lo desaniman. No está buscando constantemente ´el bien´ y ´el mal´, decidiendo continuamente ´sí´ o ´no.´ Los antiguos decían, por tanto: "El hombre del Tao permanece en el anonimato. La virtud perfecta no produce nada. 'No-ser' es 'Ser verdadero,' y el más grande entre los hombres es nadie."

- Vida activa. Si un experto no tiene algún problema que lo preocupe, no es feliz! ¡Si los enseñanzas de un filósofo nunca son atacadas, languidece! ¡Si los críticos no tienen en quién verter su veneno, se sienten infelices! Toda esta gente es prisionera del mundo de los objetos. El que busca seguidores persigue el poder político. El que busca reputación tiene un cargo. El hombre fuerte busca pesos que levantar. El hombre valiente busca alguna emergencia en la que poder mostrar su bravura. El espadachín desea una batalla en la que pueda blandir su espada. Los hombres maduros prefieren un retiro digno en el cual puedan aparentar ser profundos. Los hombres experimentados en las leyes buscan casos difíciles en los que extender la aplicación de las leyes. Los litúrgicos y los músicos gustan de festivales en los que exhiben sus ceremoniosos talentosos. Los benevolentes, los dedicados, siempre andan a la búsqueda de oportunidades para manifestar su virtud. ¿Dónde estaría el jardinero si ya no hubiera hierbajos? ¿Qué sería de los negocios si no hubiera un mercado de tontos? ¿Dónde estarían las multitudes si no hubiera pretexto para apelotonarse y hacer ruido? ¿Qué sería del trabajo si no hubiera objetos superfluos que hacer? ¡Producid! ¡Obtened resultados! ¡Ganad dinero! ¡Haced amigos! ¡Haced cambios! ¡O moriréis de desesperación! Aquellos que se ven atrapados por la maquinaria del poder no disfrutan más que la actividad y el cambio, ¡el zumbido de la máquina! Siempre que se presenta una ocasión de actuar, se ven compelidos a hacerlo; no pueden remediarlo. Se ven movidos inexorablemente, como la máquina de la que forman parte. ¡Prisioneros en el mundo de los objetos, no tienen más elección que someterse a las exigencias de la materia! Se ven presionados y aplastados por fuerzas externas, la moda, el mercado, los sucesos, la opinión pública. ¡Jamás, en el transcurso de su vida, consiguen recuperar el sano juicio! ¡La vida activa! ¡Qué lástima!

- El único objetivo de los maestros iluminados que se dedican a enseñar un camino espiritual es el de clarificar la mente de sus discípulos para que éstos puedan alcanzar su origen. La mente esencial es perfecta y completa, pero nuestras propias ilusiones nos alejan de ella. Si tu habilidad e intuición se han desarrollado lo suficiente, no necesitarás a nadie para comprender el Zen y lo practicarás correctamente dondequiera que te halles. La luz y la serenidad espiritual fluyen de continuo desde el principio de los tiempos. La mente verdadera, pura, espontánea e inefable, no depende de los objetos de los sentidos ni participa del séquito de los diez mil fenómenos.

- Si racionalizas te resultará imposible comprender el Zen. Para comprenderlo debes interrumpir toda conceptualización. Hay quienes escuchan esto y dicen que no hay nada más que añadir y que tampoco existe motivo alguno para decir nada sin percatarse de que, cuando hablan así, ya están cayendo en la conceptualización.

- Sólo permanecerás tranquilo y pleno de energía cuando alcances un estado que está más allá de la ignorancia y la iluminación. Para lograrlo no debe aferrarte a la ilusión ni a la iluminación. ¿Qué es lo que te confunde las veinticuatro horas del día? Deberías evaluar sinceramente tu situación concreta.

- Quienes practican el Zen deben mantener su mente en silencio durante las veinticuatro horas del día. Cuando no tengas nada que hacer, también debes sentarte en silencio manteniendo el cuerpo en calma y la mente completamente alerta. Cuando domines esta práctica, el cuerpo y la mente alcanzarán espontáneamente la paz y la tranquilidad. Sólo entonces podrá decirse que has empezado a comprender el Zen. El objetivo del silencio mental sólo sirve para aquietar la confusión y la dispersión de la mente. Si te aferras al silencio como si se tratara del objetivo final, caerás en la trampa de la iluminación muda del falso Zen.

- Cuando seas capaz de permanecer espontáneamente atento, vacío y lúcido, gozarás de una consciencia panorámica que no precisa esfuerzo alguno para percibir y de un discernimiento carente del lastre del pensamiento condicionado. Entonces estarás más allá del Ser y del No ser y trascenderás todo sentimiento concebible. Nadie puede proporcionarte este estado, sólo puedes acceder a él por medio de la experiencia directa.

- El bien y el mal se originan en nuestra propia mente. Pero ¿qué es tu mente sino tus acciones y tus pensamientos? ¿De dónde procede tu mente? En el mismo momento en que descubras el origen de tu mente se desvanecerán también todas las dificultades ocasionadas por tus propias acciones. Entonces se desplegarán ante ti, sin necesidad de buscarlas, todo tipo de posibilidades extraordinarias.

- Para alcanzar la vacuidad de todas las cosas debes comenzar purificando tu propia mente. Sólo cuando tu mente se torne limpia y transparente se disipará la confusión. Entonces descubrirás la esencia y la función naturales de la mente. La “esencia” de la mente es el origen claro, puro y limpio de tu propia mente. Su “función” es la extraordinaria capacidad de cambio y adaptación que le permite adentrarse en la pureza y en la corrupción sin sentirse afectada ni identificada con la pureza ni con la corrupción.

- La gente ignora su verdadera identidad, se lanza en pos de los objetos y está dispuesta a soportar voluntariamente todo tipo de sufrimientos a cambio de un instante de placer. Cada mañana, medio dormidos todavía, antes incluso de abrir los ojos, su mente ya se halla sumida en la confusión y a merced de los ensueños. De este modo, las semillas del cielo y del infierno se implantan en su mente antes incluso de que puedan llevar a cabo buenas o malas acciones. Buda dijo: “Los sentidos son receptáculos creados por tu propia mente. Los objetos son la manifestación de las representaciones subjetivas de las formas concebidas por la mente. Estas manifestaciones, como la corriente de un río, el crecimiento de una planta, la luz de un candil, o el soplo del viento, se hallan sometidas al cambio continuo. La actividad desenfrenada, la atracción por las cosas impuras y la avidez son la causa de los hábitos inútiles e ilusorios que nos hacen girar interminablemente alrededor del mismo punto igual que en una noria”. Si comprendes esto también entenderás el sentido de la ausencia de una personalidad independiente. Sabrás que el cielo y el infierno no se hallan en el exterior sino que moran en el corazón de las personas medio dormidas que tratan de despertar. Mientras despiertas debes mantenerte alerta y no luchar contra nada de lo que aparezca en tu mente, porque la represión terminará consumiendo toda tu energía. Como dijo el tercer patriarca: “Si pretendes alcanzar el silencio deteniendo el movimiento, no conseguirás más que acrecentarlo”. En el mismo momento en que te des cuenta de que puedes ahorrar energía en medio del frenesí de la vida cotidiana, se abrirá ante ti una fuente ilimitada de poder, alcanzarás la budeidad y serás capaz de transformar el infierno en cielo.

- Quienes alcanzan la iluminación trascienden el sujeto y el objeto. Ésta es la única verdad fundamental. Si trasciendes la diferenciación entre sujeto y objeto, cualquier momento del día se transforma en una ocasión única, y cualquier actividad cotidiana, como mirar, escuchar, comer o beber, se transforma en una oportunidad para alcanzar la iluminación. No es cuestión de una práctica prolongada ni de efectuar grandes esfuerzos. Lo reconozcas o no, así son las cosas. Por eso se dice: “Sólo la experiencia de la iluminación te permitirá comprender lo incomprensible”.

- Trasciende todas las situaciones sin pensar si esto es favorable o aquello adverso. Sólo así alcanzarás finalmente un estado de no acción y de no preocupación. Pero si albergas el más pequeño deseo de alcanzar el estado de no preocupación, lo habrás convertido en una nueva preocupación.

- El menor vestigio de superioridad u orgullo por tu capacidad te conducirá al desastre.

- Pretender estudiar Zen conceptualmente es como tratar de perforar el hielo en busca de fuego o como intentar cavar un agujero para encontrar el cielo. De ese modo sólo conseguirás fatigar tu mente. El entrenamiento no te permitirá comprender el Zen, sino que te alejará de él. Es como añadir polvo al polvo o echarse tierra a los ojos.

- Las personas inteligentes deberían asentar firmemente los pies en el suelo y mantener la espalda bien erguida. De ese modo se transformarán en verdaderos maestros, no se dejarán arrastrar por los sentimientos, superarán toda discriminación entre ellos mismos y los demás, se despojarán de cualquier tipo de interpretación intelectual y descubrirán la ilusoriedad de todas las cosas. Así, cuando llegue el momento de responder a las situaciones concretas, no caerán en tópicos. La sencillez, la calma profunda y el temple del cuerpo y la mente en medio de los quehaceres del mundo son las únicas cosas que te permitirán alcanzar la libertad.

- Si quieres trascender la rueda del nacimiento y la muerte, debes renunciar a tus tesoros más preciados hasta desnudar y purif icar completamente los sentidos. Cuando alcances la sabiduría cesará el giro interminable de la rueda del nacimiento y la muerte. Pero si no practicas, crees que el conocimiento intelectual puede proporcionarte la realización y te limitas a acumular datos, el viento del conocimiento intelectual termina congestionando tu nariz, embotando tu cabeza y llenándote de fiebre y de temblores.

- Buda dijo que sólo es posible comprender que el pasado, el presente y el futuro están vacíos cuando la mente deja de aferrarse a los objetos del pasado, no anhela los objetos del futuro y no mora en los objetos del presente. No pienses en los acontecimientos pasados, sean éstos buenos o malos porque, si lo haces, sólo conseguirás entorpecer tu camino. No pienses en los asuntos futuros porque las expectativas te volverán loco. No fijes tu atención en los acontecimientos presentes, sean agradables o desagradables porque, si lo haces, sólo lograrás desasosegar tu mente. Afróntalas situaciones en el mismo momento en que aparecen. Entonces te hallarás espontáneamente en armonía con estos principios.

- Si tu inteligencia y capacidad son correctos, no necesitas escuchar los aforismos y relatos de los antiguos maestros Zen. Permanece atento desde el mismo instante en que te despiertas, aquieta tu mente, vigila cuidadosamente todo cuanto digas y hagas y contempla de dónde proceden todos los fenómenos. Si puedes atravesar atento todas las situaciones, ¿qué necesidad habrá de cambiarlas? Sólo entonces podrás ir más allá del “Zen”, superar toda convención y descubrir un templo de pureza, serenidad y carencia de esfuerzo en medio del bullicio.

- Si renuncias a tu antigua manera de pensar y entender las cosas, podrás abrir tu corazón sin retener nada en tu mente. Entonces experimentarás una fortaleza vacía y diáfana que está más allá de las palabras y los pensamientos, te sumergirás en la fuente primordial, te fundirás con el infinito y alcanzarás espontáneamente la inasible sabiduría innata Ésta se denomina confianza completa e intuición plena. Luego, todavía tendrás que actualizar poderes y actividades insondables, ilimitados e inconmensurables.

- Es imprescindible que te desidentifiques del apego y del rechazo, del ser y del no-ser. Sólo así lograrás la confianza, la tranquilidad, el vacío, el silencio, el sosiego y la paz. Entonces podrás confiar plenamente en la mente verdadera, pura e inefable, y cuando te enfrentes a situaciones comprometidas de la vida cotidiana constatarás que no te ves arrastrado por ellas. Sólo el trabajo sostenido e intenso sobre ti mismo en un estado de vacuidad y libertad completas te permitirá disipar las ilusiones y profundizar tu intuición.

Cuando comprendas la ilimitada plenitud y fluidez de la mente esencial, descubrirás que no depende de los objetos. Sé consciente de ella y evita la superficialidad. La mente esencial es plenamente libre, abierta, pura y transparente. Es tan elevada que nada hay sobre ella, tan amplia que carece de límites. La mente esencial es limpia pura y perfecta. Nada puede corromperla ni modificarla.

- Para practicar el Zen es necesario que te desidentifiques de los pensamientos. Éste es el mejor modo de ahorrar energía. Desapégate del pensamiento emocional y comprenderás que el mundo objetivo no existe. Entonces sabrás como practicar el Zen.

- La iluminación es lo que nos permite alcanzar la Vía. Pero no es nada sencillo pasar directamente de la esclavitud en la que se halla la gente común a la experiencia trascendental de los sabios. Para ello debes tomar una firme determinación. Si quieres ir más allá del nacimiento y la muerte es necesario que tu mente sea dura como el acero, debes aceptar tu verdadera naturaleza original, dejar de considerar a los fenómenos como si fueran externos o internos, dominar todos los obstáculos de tu mente y procurar que tus acciones emerjan desde lo más profundo de tu ser.

- El punto más importante del aprendizaje Zen consiste en profundizar la raíz y robustecer el tronco. Sé consciente de dónde estás y de lo que haces durante las 24 horas del día. Cuando tu mente se libere de los pensamientos y nada la enturbie, te fundirás con el infinito y alcanzarás la vacuidad y el sosiego total. Entonces, tus acciones dejarán de verse interrumpidas por la inseguridad y la duda.

- A esto se le llama dominar la cuestión fundamental. Apenas aparezca la menor interpretación u opinión, en el mismo momento en que desees alcanzar el Zen o convertirte en maestro, habrás caído en el dominio de lo psicológico y lo material. Entonces, te hallarás a merced de los sentidos y las percepciones ordinarias, de las ideas de pérdida y ganancia, de los conceptos de verdadero y falso. Y si estás medio ebrio y medio sobrio, tu conducta será necesariamente inadecuada.

- Dijo un antiguo maestro: “Quienes han alcanzado el Zen se mantienen siempre libres, independientes y sin deseos”. Sosiega tus pensamientos. Hazlo en medio de las perturbaciones. Cuando lo consigas podrás ascender a lo más elevado y abismarte en lo más profundo. Abandona todas tus fantasías, opiniones, interpretaciones y conocimientos mundanos, y renuncia a las racionalizaciones, al egoísmo y a la competitividad. Sé como un árbol muerto, como la fría ceniza. Sólo cuando cesen los sentimientos, depongas toda opinión y tu mente se halle limpia y desnuda, se revelará ante tus ojos la realización Zen. Luego, deberás mantener tu mente pura y

libre de toda contaminación para consolidar esa experiencia. Si albergas la más pequeña duda, no podrás trascender el mundo. Avanza con resolución y alcanzarás la verdadera paz. Cuando no puedas ser calificado como sabio ni como persona ordinaria, serás igual que el pájaro liberado de su jaula.

- En esencia, el Zen no se basa en teorías, sino que apunta directamente a la mente humana. Por más oculta que se encuentre tras la coraza de la inconsciencia, el Zen señala hacia nuestra esencia más profunda. Cuando respondas a las situaciones con la totalidad de tu ser, serás exactamente igual que los sabios de la antigüedad. Esa experiencia se describe como la luz pura original de nuestra verdadera esencia, que permanece libre de los sentidos materiales mientras inspira y expulsa la totalidad del universo. Sólo experimentarás directamente el Zen en tu vida cotidiana cuando te desidentifiques de los pensamientos y los sentimientos, trasciendas los parámetros ordinarios y utilices inteligentemente tu capacidad perceptiva.

- Si quieres obtener la comprensión esencial del Zen, lo primero que debes hacer es dejar de buscarla. Cualquier logro alcanzado mediante el esfuerzo cae dentro de la esfera del intelecto. El gran tesoro del Zen siempre ha estado abierto y a la vista y es, además, la fuente de poder de todas tus acciones. Sólo cuando cese el discurrir de la mente compulsiva lograrás el estado que está más allá del nacimiento, alcanzarás la otra orilla y ya no caerás en el sentimentalismo ni te aferrarás a ningún tipo de conceptos. Entonces el Zen se manifestará por doquier en todo su esplendor y mires donde mires, no verás más que los signos de su gran actividad. Todo emana de tu propio corazón. Esto es lo que un anciano denominó recuperar el tesoro familiar.

-Para alcanzar la iluminación no es necesario abandonar la familia, dejar el trabajo, hacerse vegetariano, convertirse en un asceta o retirarse a un lugar solitario. Dahui.

- Renuncia a las frases hechas y a las opiniones intelectuales aprendidas que se clavan en tu piel y se adhieren a tu carne. Yuanwu.

- Sé sencillo. Deja a un lado toda preocupación y artificialidad. Siempre estamos buscándonos obsesivamente en los demás. Éste es un grave error.

- La realización consiste en ser independiente dondequiera que te halles. De ese modo ninguna situación podrá perturbarte y te librarás espontáneamente de todos los hábitos nocivos.

- Para alcanzar la libertad debes conocer tu realidad auténtica, una realidad que carece de forma, apariencia, raíz, fundamento o morada, pero qué, a su vez, está rebosante de vida, responde con total espontaneidad y carece de límites. Por eso, cuando busques la libertad te alejarás de ella y cuanto más la persigas más distante te hallarás.

- Yo sólo le digo a la gente que permanezcan en su estado mental original y que no lo transformen en pensamiento. No pretendo que hagan nada especial ni les doy reglas ni prácticas concretas. Sólo que permanezcan en su hogar y no busquen nada más. Que se sienten, se pongan de pie, duerman, se despierten y lo hagan todo en este estado mental original sin dejar que se transforme en nada más. Eso es todo. Bankei.

- Cuando te tropiezas con alguien en la calle, te empujan sin querer, o llegas a casa y tu pareja, tus hijos o tus hermanos hacen algo que te moleste y tú te lo tomas a pecho, la sangre se te sube a la cabeza de inmediato y caes en la ilusión que supone defender tu posición frente a la de los demás. Entonces, tu mente original se transforma en ira. Hasta ese momento, estabas de forma natural y espontánea en tu estado mental original sin necesidad de cuestionarte si eso es cosa de sabios o de ignorantes. En el momento en que dejas que este estado mental original se transforme en algo más, te conviertes efectivamente en un ignorante que vive en el engaño. Todas las ilusiones se producen de la misma forma. Al darte por aludido y favorecer tu posición frente a la de los demás, transformas tu mente original en ira y caes en una existencia ilusoria que es de tu propia creación. Mejor dejar las cosas tal y como están, que no te importe lo que los demás digan o hagan, ni lo que ocurra. No te preocupes y no tomes partido por tus intereses frente a los de los demás. Permanece como estas y no cambies el estado original de tu mente por ningún otro. Verás que entonces las ilusiones no surgen y vives por siempre en tu estado mental original. No tienes que hacer nada más. ¿Te das cuenta? Siempre has tenido un tesoro inapreciable al alcance de la mano. Bankei.

- Si los demás te critican, provocan, difaman o vilipendian, retrocede y obsérvate. No alimentes la aversión, no te enzarces en disputas ni caigas en la depresión, el enfado o el resentimiento. Ve más allá y actúa como si no hubieras visto ni oído nada. Finalmente la peste de la maldad se desvanecerá sola. Si decides luchar terminarás inevitablemente encadenado.

- Cuando naces en este mundo y recibes la forma humana, quedas expuesto a sufrir todo tipo de enfermedades. Pero si percibes por ti mismo el estado original de tu mente, ya no tendrás que preocuparte por el sufrimiento que normalmente acompaña a la enfermedad, porque la enfermedad y el sufrimiento son cosas distintas. El estado mental original de cada uno es espontáneo y natural, no tiene nada que ver con el dolor, con la felicidad, o con el pensamiento porque es exclusivamente a través de los pensamientos que experimentamos el dolor y la felicidad. Mientras la mente permanezca en su estado original, sin que nos preocupemos ni nos apeguemos a la enfermedad, no experimentaremos sufrimiento alguno. Pero si un pensamiento aparece en el estado original de la mente y comenzamos a preocuparnos por la enfermedad, transformaremos inevitablemente la mente original en sufrimiento. Todos los sufrimientos posibles se originan de esta misma forma.

- Pocos buscadores logran alcanzar el Zen. ¿Cuándo cesarán de una vez los juicios? Mientras utilices conceptos para referirte a lo superior y a lo inferior, no habrás alcanzado todavía la iluminación.

- Un antiguo maestro dijo que el Zen se parecía a la arquería. Es la práctica lo que te permite dar en el blanco. La iluminación llega de manera instantánea, pero el trabajo del Zen es prolongado y continuo. Es como el polluelo escuálido e implume al salir del cascarón, cuyo plumaje va creciendo hasta terminar finalmente permitiéndole emprender el vuelo. Quienes han alcanzado una iluminación clara y penetrante sólo requieren toques muy delicados. Quienes han realizado la vacuidad Zen superan sin la menor dificultad aquel los problemas que agobian a la gente ordinaria. En ese estado cualquier situación se convierte en una puerta abierta hacia la liberación.

- La mente original trata libre y espontáneamente con cualquier cosa que se presente ante ella. Pero si ocurre algo que te haga transformar su estado original en pensamiento, pierdes la libertad y comienzan tus problemas.

- Cuando la ira o el deseo aparecen en tu mente como consecuencia de tu costumbre de actuar siempre en tu propio beneficio, cambias por ellas la maravillosa sabiduría de tu estado mental original y te hundes en la ilusión sin fin de la rueda de la existencia. Sin

embargo, cuando esta parcialidad desaparece, tu mente se transforma de nuevo en la mente original y dejas de sufrir. Por eso es tan importante comprender por completo cuál es tu estado mental original. Cuando lo logres, sin haber realizado disciplina religiosa alguna, estarás en la mente original desde ese mismo día. Cuando uno percibe claramente la mente original, todo está hecho. No es necesario hacer nada más. No hay nada comparable a eso. Quedarás liberado de tener que ocuparte de todo, porque todo se ocupará de sí mismo simplemente con que seas como eres. Bankei.

- La única manera de localizar con claridad vuestra mente original es confirmar en vosotros mismos lo que os estoy diciendo. No tenéis que practicar esto o aquello, seguir reglas o preceptos, leer textos filosóficos, ni hacer meditación. Tampoco voy yo a daros la mente original, porque vosotros ya la tenéis. Si me escucháis con atención y percibís con claridad la mente original que ya es vuestra, entonces no habrá nada más que os perturbe. Donde quiera que esteis será un lugar de natural espontaneidad. Entonces, cualquier cosa que queráis hacer, podéis hacerla. Si os apetece rezar, estudiar o meditar, podéis hacerlo. Si sois granjeros o comerciantes y deseáis trabajar en vuestra granja o en vuestro negocio, entonces adelante, hacedlo. Sea lo que sea lo que hagáis, será vuestro estado espontáneo particular. Mi parte en todo esto es simplemente hablaros de ello y tratar de que percibáis la mente original que os dieron a todos vosotros cuando nacisteis. Bankei.

- No había rastro alguno de ilusión en la mente que vuestra madre os dio cuando os trajo a este mundo. No podéis culpar a vuestros padres por ser vosotros personas ignorantes incapaces de alcanzar la iluminación. Los iluminados y los ignorantes comparten la misma única substancia, no hay nada que los diferencie. Es como sacar agua de un río y echarla en recipientes de diferentes formas y tamaños. Cuando el clima se enfría, el agua se congela y se hace sólida. La forma que toma este agua, larga, pequeña, cuadrada o redonda varía de acuerdo con la forma de los recipientes en los que la pusisteis. Pero al final, todo es agua del mismo río. No sabéis que ya sois iluminados vivientes haciendo todo lo que hacéis. Creéis que podéis alcanzar la iluminación acumulando méritos y conocimientos o con prácticas religiosas, pero como eso es totalmente falso, vais por ahí dando patéticos tumbos, saliendo de una oscuridad para entrar en otra. En cuanto a mí, yo no predico enseñanza religiosa alguna. Yo sólo os señalo las falsas creencias que traéis con vosotros. Bankei.

- Lo que llamamos 'pensamiento', no tiene nada que ver con la mente original. El maravilloso poder iluminador que posee la mente original, hace que refleje sin falta todas las cosas que la rodean, convirtiéndose en ellas al transformarse en pensamiento. En el estado mental original todas las cosas quedan resueltas. Y puedo probarlo. Si mientras me escucháis ladra un perro o canta un pájaro o se oye algún otro sonido detrás de vosotros, no tenéis dificultad alguna en saber que se trata de un perro o un pájaro sin siquiera tener que dedicar un sólo pensamiento a escucharlos, porque estáis escuchando por medio de la mente original. Ninguno de vosotros podéis decir que escuchasteis los sonidos porque preparasteis vuestras mentes de antemano para escucharlos. Y si lo hacéis, estaréis faltando a la verdad. No hay pensamiento alguno en vuestras mentes que os preparen para poder escuchar los sonidos y los ruidos que ocurren detrás de vosotros. Sin embargo, sois capaces de oírlos, distinguirlos y no confundir unos con otros sin intentar escucharlos conscientemente, porque estáis escuchando por medio de la mente original. Cuando te estableces en esta mente original, te sitúas en el origen de todas las cosas."

- Tu egoísmo y tu tendencia a defender tu posición frente a la de los demás está en la raíz de todas tus ilusiones. Las ilusiones no se dan cuando no tienes ésta preferencia por ti mismo. Si asistes a una discusión entre varias personas, te es fácil discernir quién tiene la razón y quién no porque no estás involucrado en ella, eres solo un observador y estás al margen, por eso puedes mantener la cabeza fría. Pero qué pasa si tú también te involucras en la disputa? Entonces sin duda empezarás a defender tu posición frente a la de los demás. Al discutir unos con otros, transformáis vuestro estado mental original en ira. Bankei.

- Gracias a la maravillosa capacidad iluminadora de la mente original, todas las cosas que has hecho o experimentado en el pasado se reflejan naturalmente en ella. En cuando te fijas en esas imágenes mientras se reflejan, comienzas inevitablemente a crear ilusiones. Pero los pensamientos ya no existen en el lugar donde esas imágenes se están reflejando, están siendo provocados por tus experiencias pasadas y ocurren cuando las cosas que has visto y oído en el pasado se reflejan en la mente original. Por lo tanto, esos pensamientos originalmente no tienen substancia real. Así que si se reflejan, debes dejar que se reflejen y debes permitir que aparezcan cuando quieran aparecer. No pienses en detenerlos. Si se paran, deja que se paren. No les prestes atención. Déjalos en paz. Entonces las ilusiones no aparecerán. Y como no hay ilusiones cuando no prestas atención a las imágenes reflejadas mientras éstas se reflejan en tu mente, es como si no lo hicieran. Mil pensamientos pueden aparecer y aun así es como si nunca lo hubieran hecho. No te causarán ni el más mínimo problema. Ya no tendrás que acallar los pensamientos de tu mente. Ni un sólo pensamiento más que eliminar. Bankei.

-En el estado mental original, todas las cosas ocupan su lugar y permanecen en completa armonía. Cuando todo lo que haces lo haces en tu estado mental original, el ojo que ve a los demás como realmente son se abre en tí y sabes por tí mismo que todos son ya seres iluminados. Por esta razón, una vez que comienzas a vivir en el estado mental original, ya nunca regresas a los viejos hábitos mentales. Cuando comprendes el valor de la mente original, ya no dejas que se transforme en estados ilusorios nunca más. Pero mientras desconoces su gran valor, continúas creando ilusiones con tus pensamientos a cada cosa insignificante que haces y vives como una persona ignorante.

- La mente de los adeptos Zen permanece tan tensa como la cuerda de un arco y se alza como una espada dispuesta a cortarla confusión dondequiera que aparezca. Es indiferente a la posición y la riqueza, a la fama y a la excentricidad, a los deseos mundanos y los diversos altibajos de esta vida, y no puede ser atrapada por la reputación, el lucro, los juicios sobre lo correcto o lo incorrecto y los demás estados del ser.

-Una vez que seas capaz de ver a los demás como realmente son, habrás realizado por completo la doctrina budista. Estés donde estés tendrás la comprensión completa y sin importar quien seas, serás el verdadero sucesor de mi enseñanza. Bankei.

- Deja en paz tus pensamientos y no busques nada fuera de tí. Presta atención a las cosas tal como aparezcan. Atiende sólo a lo que surja en el presente. Despreocúpate de todo lo demás.

- La gente se confunde porque juzga las cosas según sus apariencias y porque la codicia les encierra en círculos viciosos que enturbian su percepción y les hunde en la ignorancia. Este hábito inveterado se repite continuamente e impide el logro de la liberación.

- ¿Cuándo dejarás de luchar? Antes de lo que crees la primavera se tornará otoño, caerán las hojas, emigrarán los gansos y todo se cubrirá de fría escarcha. Si tienes ropa y calzado, ¿qué más necesitas?

- Quienes comprenden el Zen superan las elucubraciones mentales, dejan de sustentar opiniones personales y olvidan tanto la visión como la acción. Estos adeptos permanecen enteramente libres y pasan inadvertidos para los demás, sean amigos o enemigos. Caminan sobre el fondo del océano más profundo de modo impecable, actuando con independencia y normalidad, sin diferenciarse en nada del resto de los mortales. Aunque han alcanzado este estado y han liberado sus mentes no son conscientes de ello. Conceden gran importancia a las cosas más insignificantes y alejan de inmediato todo tipo de obstáculo. Cuando alcanzas la esfera de lo absoluto no existe nada a lo que aferrarte. Apenas te identificas con algo pierdes la visión correcta.

- Desde la más remota antigüedad los sabios se han lanzado al abismo de la vida y de la muerte y se han arrojado a la pira de la ignorancia para ayudar a los demás. ¿Y tú? ¿Cuán profundamente te has adentrado? Si comprendes eso el fuego no podrá quemarte y el agua no te cubrirá. En caso contrario, mal podrás ayudarte a ti mismo y, en consecuencia, menos todavía podrás ayudar a los demás.

- Atiende a la palabra viva del Zen y no a su letra muerta. Cuando comprendas lo que se esconde tras las palabras, jamás lo olvidarás. Si sólo comprendes la letra muerta, estarás perdido.

- Deberías distinguir por ti mismo lo sagrado de lo profano y lo correcto de lo incorrecto sin dejarte influir por las opiniones ajenas. ¿Cuánta gente ha sido manipulada por buscar sutilezas? ¿Cuántos persiguen como idiotas las sensaciones materiales?

- Pocos creen que la esencia de la mente sea Buda. La mayor parte de las personas no toman esto en serio y parecen disfrutar de la caverna de la ignorancia. Es por ello por lo que permanecen atrapados en la ilusión, la ansiedad, el resentimiento y otras aflicciones.

- Cuando te afiances en el Zen, las distracciones mundanas dejarán de afectarte y tu mente alcanzará la serenidad. Entonces entrarás en la esfera de la iluminación y, aunque te halles en plena actividad, trascenderás el mundo cotidiano.

- Si un hombre está cruzando un río, y un bote vacío choca con su esquife, por muy mal genio que tenga no se enfadará demasiado. Pero si ve en el bote a un hombre, le gritará que se aparte. Si sus gritos no son escuchados, volverá a gritar, una y otra vez, y empezará a maldecir. Y todo porque hay alguien en el bote. No obstante, si el bote estuviera vacío, no estaría gritando, ni estaría tan irritado. Si uno puede vaciar el propio bote, que cruza el río del mundo, nadie se le opondrá. Nadie intentará hacerle daño. El árbol derecho es el primero en ser talado. El arroyo de aguas claras es el primero en ser agotado. Si deseas engrandecer tu sabiduría y avergonzar al ignorante, cultivar tu carácter y ser más brillante que los demás, ¡una luz brillará en torno a ti como si te hubieras tragado ambos el Sol y la Luna! No podrás evitar las calamidades. Un hombre sabio ha dicho: "Aquel que está orgulloso consigo mismo ha realizado un trabajo carente de valor. El éxito es el principio del fracaso. La fama es la causa de la desgracia." ¿Quién puede liberarse del éxito y de la fama, descender y perderse entre las masas de los hombres? Fluirá como el Tao, libre, sin ser visto. Se moverá con la propia Vida sin nombre, sin hogar. Él es simple, sin distinciones. ¡Según todas las apariencias, es un tonto! Sus pasos no dejan huella. No tiene poder alguno. No logra nada, carece de reputación. Ya que no juzga a nadie, nadie lo juzga. Así es el hombre perfecto: su bote está vacío.

- La no-acción del hombre sabio no es inacción. No es nada estudiado. No se ve alterada por nada. El sabio está quieto porque no se ve movido, no porque quiere estar tranquilo. El agua quieta es como el cristal. Puedes mirarte en ella y ver la barba de tu mentón. Es un nivel perfecto; podría usarlo el carpintero. Si el agua es tan clara, tan nivelada, ¿cuánto más lo será el espíritu del hombre? El corazón del hombre sabio es sereno. Es el espejo del Cielo y la Tierra, el cristal de todo. Vaciedad, quietud, tranquilidad, insipidez. Silencio, no-acción: éste es el nivel del Cielo y la Tierra. Esto es el Tao perfecto. Los hombres sabios encuentran aquí su lugar de reposo. En reposo, están vacíos. Del vacío viene lo no condicionado. De esto, lo condicionado, las cosas individuales. De modo que, del vacío del sabio, surge la quietud; De la quietud, la acción. De la acción, el logro. De su quietud viene su no-acción, que es también acción. Y es, por tanto, su logro. Porque la quietud es el goce. El goce está libre de preocupación, fructífero durante largos años. El gozo vuelve despreocupadas todas las cosas porque el vacío, la quietud, la tranquilidad, la insipidez, el silencio y la no-acción son la raíz de todas las cosas.

- Los sabios no pueden transmitir la experiencia denominada “cambio de piel”, una experiencia que transciende la consciencia subjetiva y pone fin a todas las maquinaciones mentales. Este estado sólo puede alcanzarse mediante la profunda experiencia interna dela iluminación espontánea. Sólo la luz primordial disipa la confusión, y la iluminación auténtica refleja el infinito transcendiendo cualquier opinión subjetiva sobre lo que es y lo que no es. - Las personas avanzadas están en paz y no tienen deseos; están en calma y no tienen preocupaciones. Hacen del cielo su baldaquín y de la tierra su carruaje; de las cuatro estaciones hacen sus caballos y convierten a la oscuridad y a la luz en sus conductores. Viajan por donde no hay camino, vagan por donde no hay abatimiento, parten sin atravesar ninguna puerta. Con el cielo como baldaquín, nada queda sin cubrir; con la tierra como carruaje, nada queda sin llevar. Con las cuatro estaciones como caballos, nada queda sin emplear; con la oscuridad y la luz como conductores, nada queda sin ser incluido. Por ello, son rápidos sin vacilaciones, viajan sin cansarse. No perturbados sus cuerpos, sus intelectos no quedan disminuidos, y ven al mundo entero con claridad. Esto es mantenerse en la esencia del Camino y observar la tierra sin ataduras. Por ello, los asuntos del mundo no son planeados, sino promovidos según su propia naturaleza. No puede hacerse nada para facilitar los cambios de las miríadas de seres, excepto captar lo esencial y regresar a ello. En consecuencia, los sabios cultivan los cimientos internos y no se adornan externamente con cosas superficiales. Activan su espíritu vital y dejan en reposo sus opiniones aprendidas. Por ello, son abiertos y sin argucias, aunque no hay nada que no hagan; no tienen leyes, pero no hay desorden. No tener argucias significa no actuar antes que los demás. No tener leyes significa no cambiar la naturaleza. Que no hay desgobierno significa que avanzan mediante la afirmación recíproca de los seres. - El tallador de madera. Khing, el maestro tallador, hizo un soporte de campana con maderas preciosas. Cuando lo hubo terminado,

todos aquellos que lo veían quedaban asombrados. Decían que tenía que ser trabajo de los espíritus. El Príncipe de Lu preguntó al maestro tallador: "¿Cuál es tu secreto?" Khing replicó: "Yo no soy más que un trabajador: carezco de secretos. Sólo hay esto: Cuando empecé a pensar en el trabajo que usted ordenó, conservé mi espíritu, no lo malgasté en minucias que no tuvieran nada que ver con él. Ayuné para dejar sereno mi corazón. Después de tres días de ayuno, me había olvidado de las ganancias y el éxito. A los cinco días, había olvidado los halagos y las críticas. Al cabo de siete días, había olvidado mi cuerpo con todas sus extremidades. A estas alturas, todo pensamiento acerca de su Alteza y la corte se habían desvanecido. Todo aquello que pudiera distraerme de mi trabajo había desaparecido. Estaba concentrado en el único pensamiento del soporte para la campana. Después fui al bosque para ver los árboles en su propio estado natural. Cuando ante mis ojos apareció el árbol adecuado, también apareció sobre él el soporte, claramente, más allá de toda duda. Todo lo que tuve que hacer fue alargar la mano y empezar. Si no me hubiera encontrado con este árbol en particular, no hubiera habido soporte para la campana. ¿Qué pasó? Mi ser concentrado se encontró con el potencial oculto en la madera. De este encuentro vital surgió el trabajo, que usted atribuye a los espíritus."

- El árbol inútil. Hui tse le dijo a Chuang: "Tengo un árbol grande, de los que llaman árboles apestosos. El tronco está tan retorcido,

tan lleno de nudos, que nadie podría obtener una tabla derecha de su madera. Las ramas están tan retorcidas que no se pueden cortar en forma alguna que tenga sentido. Ahí está junto al camino. Ni un solo carpintero se dignaría siquiera mirarlo. Iguales son tus enseñanzas, grandes e inútiles." Chuang Tse replicó: "¿Has observado alguna vez al gato salvaje? Agazapado, vigilando a su presa, salta en ésta y aquella dirección, arriba y abajo, y finalmente aterriza en la trampa. Pero ¿has visto al yak? Enorme como una nube de tormenta, firme en su poderío. ¿Qué es grande? Desde luego. ¡No puede cazar ratones! Igual ocurre con tu gran árbol. ¿Inútil? Entonces plántalo en las tierras áridas. En solitario. Pasea apaciblemente por debajo, descansa bajo su sombra; ningún hacha ni decreto preparan su fin. Nadie lo cortará jamás. ¿Inútil? ¡Eres tú el que debería preocuparse!" - Cuando el zapato se adapta. Ch'ui, el diseñador. era capaz de trazar círculos más perfectos a mano alzada que con un compás.

Sus dedos hacían brotar formas espontáneas de la nada. Su mente estaba, mientras tanto, libre y sin preocupaciones acerca de lo que estaba haciendo. No le era necesario aplicarse, pero su mente era perfectamente simple y desconocía obstáculo alguno. Al igual que, cuando el zapato se adapta, se olvida el pie; cuando el cinturón se adapta, se olvida el estómago; cuando el corazón está bien, el pro y el contra se olvidan. Sin inclinaciones, sin compulsiones, sin necesidades, sin inclinaciones: entonces los asuntos de uno están ocupados se. Uno se convierte en un hombre libre. Tomárselo todo con calma es correcto, Empieza correctamente, y estarás en calma. Continúa con calma, y estarás en lo correcto. ¡La manera correcta de tomárselo todo con calma es olvidarse del camino correcto y olvidarse de que seguirlo es fácil!