CENDA Informe Macroeconomico 06

48
 06 CENTRO DE ESTUDIOS PARA EL DESARROLLO ARGENTINO NOTAS D E LA  ECONOMÍA   A RGEN T IN A.  AGOSTO 2009 ISSN 1850-4779

description

informe marcoeconómico de la argentina

Transcript of CENDA Informe Macroeconomico 06

  • 06

    CENTRO DE ESTUDIOS PARA EL DESARROLLO ARGENTINO

    NOTASDE LAECONOMAARGENTINA.

    AGOSTO 2009

    ISSN 1850-4779

  • Este nuevo nmero de Notas de la economa argentina sale a la luz pocas semanas despus de conocido el resultado de las elecciones parlamentarias, an cuando los artculos que lo componen fueron elaborados en su totalidad con anterioridad a las mismas. La movida campaa electoral poco se ha focalizado en el debate de propuestas de polticas, y ms bien, hemos asistido a un desfile de candidatos con discursos cuasi-vacos y desideologizados, muchas veces similares, que apelaban a un superficial sentido comn. Pasado el calor de la campaa, esperamos sea ste un momento pro-picio para que vuelvan al debate pblico y de los especialistas aquellos temas de mayor profundidad, que hacen a definiciones sensibles sobre el rumbo de la economa nacional. A este debate buscamos contribuir a travs de este nuevo informe. Ms an, de cara a los prximos meses, cuando se ponen en juego diversas alternativas en materia de economa y poltica para nuestro pas.

    El contexto econmico actual resulta complejo; incluso ms all del impacto de la crisis internacio-nal. Ya desde 2007 el patrn de crecimiento se enfrent con algunos de sus lmites y, ante ello, la respuesta del gobierno no fue otra que su abandono parcial, dejando que se apreciara la moneda local, y el ocultamiento de la situacin real a travs de la manipulacin de las estadsticas pblicas producidas por el Instituto Nacional de Estadstica y Censos (INDEC). Ello redund en una desace-leracin de la produccin, especialmente de bienes, y una disminucin en el ritmo de creacin de puestos de trabajo. Desde fines del ao pasado, los efectos de la crisis mundial agravaron rpida-mente esta situacin. Las medidas de poltica contracclica implementadas no han tenido un impacto fuerte en la economa local, a la vez que se asemejan llamativamente a las polticas llevadas a cabo en la dcada de 1990.

    En este marco, el primero de los documentos que presentamos refiere a un tema tan difcil como importante: la dilucidacin de las causas de la actual crisis econmica internacional y la discusin de las polticas aplicadas para superarla en los pases centrales. Si bien el tema no podra ser de mayor actualidad, no es para nada simple. El artculo desnuda la vacuidad de la teora neoclsica al res-pecto y propone lneas explicativas alternativas. El segundo de los documentos trata sobre la trayec-toria, descendente, que ha seguido la economa local en los ltimos meses, debido a razones internas a las que se sumaron luego los efectos de la debacle mundial. En particular, el artculo se concentra en la descripcin y la evaluacin de las polticas que el gobierno implement con el fin de sostener el nivel de actividad. El diagnstico, no obstante, no resulta favorable: las medidas de poltica resultan erradas o, cuando menos, claramente insuficientes. Finalmente, el informe cierra con una discusin que ha sido y es central en la Argentina de estos das. El conflicto entre el gobierno y las entidades tradicionales del sector agropecuario puede ser analizado desde mltiples perspectivas. Nos centra-

    ndice

    05

    20

    35

    Presentacin

    02

    La poltica agropecuaria en el centro de la escena.

    Las medidas adoptadas por el gobierno argentino ante la modificacin de las condiciones vigentes en los mercados internacionales.

    La crisis mundial y la teora econmica convencional. Antecedentes y desarrollo de las crisis gemelas.

  • StaffEl Centro de Estudios para el Desarrollo Argentino (CENDA) es un centro de estudios econmicos y socia-les constituido por un grupo de jvenes investigadores con formacin en economa poltica. El CENDA se propone contribuir al desarrollo de la sociedad argentina a travs de la produccin acadmica crtica e independiente, integrando la discusin terica con el anlisis de la economa nacional.

    Consejo de redaccin: Nicols Arceo, Carlos Bianco, Pablo Ceriani, Patricia Charvay, Miguel Giudicatti, Cristian Girard, Mariana Gonzlez (coordinadora), Axel Kicillof, Javier Rodrguez y Carla Seain.

    Diseo Grfico: M. Fernanda Simeone

    ISSN 1850-4779

    [email protected]

    03

    mos, esta vez, en desentraar cul es el verdadero contenido de la disputa, por detrs de las apela-ciones de ambas partes a la importancia de sostener, desarrollar y orientar el sector agropecuario a travs de un plan para la actividad. Asimismo, presentamos una propuesta de objetivos prioritarios para un plan de desarrollo para el sector.

    Como se aprecia, ninguno de los temas que abordamos es sencillo. Tal vez por ello los artculos hayan resultado algo ms extensos que en informes anteriores. A la dificultad propia de estas temticas se agrega el escollo que implica la falta de estadsticas confiables debido a la intervencin del INDEC. Los anuncios recientes del gobierno sobre modificaciones en el Instituto no parecen indicar, sin embargo, una voluntad clara de producir cambios en este sentido.

  • En esta edicin

    La presente edicin de Notas ofrece anlisis y reflexiones sobre tres cuestiones claves para comprender la situacin econmica actual:

    01I La crisis mundial y la teora econmica convencional. Antecedentes y desarrollo de las crisis gemelas.

    La presente crisis econmica mundial es y ser un hito en el desarrollo de la teora econmica. Constituye sin dudas la coronacin de los fracasos de la teora convencional para lidiar con las crisis econmicas en general. En pocas palabras, y contra toda evidencia, para la teora convencional no existen las crisis endgenas, es decir, provocadas por la dinmica normal de funcionamiento del sistema, ya que la idea fundamental que se encuentra en el trasfondo de todas las teoras de inspiracin ortodoxa es que el sistema capitalista, cuando se lo deja en libertad, funciona esencialmente de manera adecuada. En esta lnea, en el presente trabajo se analiza en primer lugar la capacidad explicativa de la teora convencional acerca de la actual crisis global. Como los economistas de la ortodoxia en todas sus vertientes carecen de una teora de la crisis, la explica-cin tericamente fundamentada fue remplazada por una mera descripcin oficial de los hechos, a la que nos referiremos. Esta descripcin, pese a ser completamente sui gneris, se convirti en la base de sustento para las polticas implementadas en los pases centrales. A partir de este diagnstico, en la segunda seccin del presente documento vamos ms all: buscamos proporcionar algunos elementos que, por fuera del discurso convencional, contribuyen a entender la gnesis y los aspectos salientes de la crisis mundial en curso.

    02 I Las medidas adoptadas por el gobierno argentino ante la modificacin de las condiciones vigentes en los mercados internacionales.

    La crisis internacional desatada en el segundo semestre de 2008 condujo a una profunda modificacin en las perspectivas de crecimiento de la inmensa mayora de las economas sudamericanas, tras uno de los perodos de crecimiento econmico ms significativos de las ltimas dcadas. Para el caso argentino, con anterioridad al estallido de la crisis internacional, algunos indicadores econmicos venan evidenciando seales de estan-camiento como resultado de problemas propios del patrn de crecimiento adoptado tras el colapso del rgi-men de convertibilidad. En este marco, sera iluso pensar que Argentina, en tanto pas perifrico, integrado comercialmente al mundo y fuertemente endeudado, pudiese desacoplarse y sortear sin demasiados inconve-nientes la crisis mundial. En el presente artculo se tratar de avanzar sobre aquellos detalles vinculados con la falta de una poltica oficial clara tendiente a garantizar la demanda agregada interna y a sostener la compe-titividad externa de los sectores productores de bienes, y de cmo en esta situacin, si bien se han anunciado una serie de medidas tendientes a enfrentar la nueva coyuntura internacional, buena parte de las mismas no han tenido hasta el momento un impacto real en la economa local.

    03 I La poltica agropecuaria en el centro de la escena.

    En medio de una crisis mundial de fuertes repercusiones, la confrontacin entre el gobierno y las entidades tradicionales del sector agropecuario permanece abierta y lleva ya ms de un ao. Las cuatro entidades agropecuarias supieron encolumnar tras de s a un conjunto diverso de la poblacin y a prcticamente toda la oposicin poltica al gobierno. Tras la no aprobacin de la ley que convalidaba la Resolucin 125/08 se instal la idea de que resulta imperiosa la implementacin de un plan de desarrollo agropecuario. Por su parte, el gobierno ha reconocido tambin la necesidad de un cambio estructural en las polticas aplicadas hacia el sector, aceptando as el pretendido contenido y los trminos del enfrentamiento impuestos por las entidades del campo. En el presente trabajo se revisa en primer lugar, el desempeo del sector agropecuario post devaluacin del peso; luego, se analizan las razones esgrimidas en torno al reciente conflicto y se evidencia que la discusin en torno a un plan de desarrollo en realidad se reduce a un debate sobre la alcuota de las retenciones. Posteriormente, el trabajo se adentra en lo que debera ser un plan de desarrollo agropecuario, para lo cual se describen las principales medidas de poltica hacia el sector aplicadas por el gobierno desde que se desat el conflicto. Por ltimo, se bosqueja un conjunto de objetivos y herramientas que debieran formar parte de un plan de desarrollo sectorial, entendiendo que ste slo puede tener sentido en el marco de una estrategia de desarrollo econmico y social para el pas.

    04

  • LA CRISIS MUNDIAL Y LA TEORA ECONMICA CONVENCIONALAntecedentes y desarrollo de las crisis gemelas

    1 La definicin convencional considera que una declinacin del producto por dos o ms trimestres seguidos es una recesin.

    .

    La c

    risis

    mun

    dial

    y la

    teor

    a e

    con

    mic

    a co

    nven

    cion

    al .

    Nota

    s de

    la e

    cono

    ma

    arg

    entin

    a | E

    dici

    n 0

    6 | A

    gost

    o 20

    09 |

    CEND

    A

    1. Introduccin El desarrollo de la crisis econmica mundial ha mostrado ser sumamente dinmico. Ms precisa-mente: vertiginoso. El tema logr, por su propio peso, monopolizar la atencin de buena parte de los economistas del planeta. Probablemente el hecho de que su epicentro se ubique nada menos que en los EE.UU. contribuy a que ningn experto lograra esta vez hacerse el distrado, apelando al argumento clsico de que este tema no es su especialidad. En rigor, como demostraremos en este artculo, las crisis globales hace tiempo que dejaron de ser especialidad de los economistas oficiales, que ms bien produjeron mil y un argumentos destinados a fundamentar que las crisis de esta envergadura son, lisa y llanamente, un imposible. Sea como fuere, a esta altura, no queda casi ningn big name de la economa sin pronunciarse acerca de sus causas y, por consiguiente, sobre los remedios ms adecuados para enfrentarla. As, el usualmente parsimonioso ritmo del debate cientfico se vio violentamente sacudido por la necesidad de ofrecer explicaciones y sugerir medidas de poltica sobre una crisis de escala planetaria inesperada para la mayora de los analistas. Con todo, pueden sacarse ya algunas con-clusiones sobre el estado del debate.

    Como ocurre frecuentemente con los diagnsticos de los mdicos quienes, con el propsito de no infundir pnico al paciente, son tanto ms prudentes cuan-to ms severa es su enfermedad, los economistas intentaron en sus primeras declaraciones restringir el fenmeno a sus manifestaciones perifricas ms superficiales e inofensivas. As, la crisis actual fue inicialmente clasificada como un problema exclu-sivamente norteamericano y asociado nicamente a la explosin de la burbuja inmobiliaria. Bajo esta lgica, las restantes economas del planeta, y en especial las economas perifricas, prcticamente no se veran afectadas sino que se encontraban a salvo, desacopladas.

    La crisis, segn esta interpretacin, era el resul-tado inevitable del otorgamiento (irresponsable) de hipotecas de alto riesgo a deudores con baja capacidad de repago (las famosas sub-prime). Las serias dificultades para cubrir las hipotecas y, por tanto, los quebrantos de las compaas hipotecarias

    comenzaron a ser notorios a principios de 2007 para acentuarse a lo largo de 2008. Sin embargo, la crisis pronto super el estrecho crculo del mercado de las viviendas y comenzaron a verse afectados algunos de los ms grandes bancos de inversin norteamericanos (y de otros pases), poniendo as en claro que se tra-taba (como mnimo) de una crisis bancaria y finan-ciera de un alcance mucho ms general. Los ndices burstiles comenzaron su larga cada libre.

    La mayora de los expertos, sorprendidos, asegura-ron entonces que el contagio a la economa real lase a la produccin y el empleo y al resto del mundo sera limitado. Pero la realidad fue sorda a los pronsticos tranquilizadores. Entre noviembre y diciembre de 2008 se anunci que tanto los 27 pa-ses de la eurozona como la economa norteamericana haban entrado oficialmente en recesin.1 Para peor, la tasa de desocupacin en Estados Unidos. alcanz en mayo de 2009 el nivel ms alto de los ltimos 25 aos, llegando al 9,4%, mientras que en Europa as-cenda a 9,2%. En conjunto estos porcentajes hablan de ms de 35 millones de desocupados. Los hechos son elocuentes: la actual crisis es tan profunda como real. E indudablemente es tambin mundial.

    Fue as que los pronsticos iniciales, precavidos y tranquilizadores, tuvieron que rendirse ante la inocul-table evidencia y dieron lugar a una suerte de curiosa competencia de alarmismo. De negar toda similitud con la Gran Depresin, los economistas comenzaron a aceptar que existan preocupantes parecidos.

    05

  • ..

    .

    .. .

    .. .

    . . .

    .. .

    30

    25

    20

    15

    10

    5

    01929 19331930 1931 1932 1934 1935 1936 1937 1938 1939 1940 1941 1942 1943

    1,9

    10,8

    18,0

    21,3

    24,7

    21,4

    16,8

    13,2 13,7

    17,1

    15,514,3

    7,4

    3,1

    1,4

    FUENTE: NATIONAL BUREAU OF ECONOMIC RESEARCH

    2 Para una apasionante descripcin de la Gran Depresin, ver Galbraith, J. K. ([1954] 1993), El crac del 29, Barcelona, Ariel.

    GRFICO N 1 Tasa de desocupacin en Estados Unidos, 1929-1943. En porcentaje sobre la Poblacin Econmicamente Activa

    Enfocadas desde el punto de vista del ritmo en que se desarrolla una crisis de esta envergadura, las com-paraciones con la dcada de 1930 son desesperan-zadoras o, mejor dicho, aterradoras. Si la actual crisis se pone a su altura, sin lugar a dudas, lo realmente duro est todava por venir. Sobran las analogas. Al igual que ahora, el espectacular estallido de la bur-buja inmobiliaria en Florida fue uno de los primeros indicios de la agudsima depresin en ciernes. Pero este primer sntoma ocurri muy tempranamente, en 1926. El famoso jueves negro de la Bolsa de Nueva York se produjo tres aos despus, en octubre de 1929. Al crack burstil que en pocos meses redujo el valor de las acciones a la mitad, sigui luego el pnico bancario, con el cese de operaciones de cerca de 13.000 bancos norteamericanos entre 1929 y 1933.2 Pero lo ms amargo es que, si se acepta la hiptesis del contagio desde la esfera financiera a la real, no puede olvidarse entonces que en los aos treinta, el llamado contagio fue gradual y, como se sabe, tan doloroso como duradero. La tasa de de-socupacin escal paulatinamente y slo en 1932, es decir, seis aos despus del estallido de la burbuja inmobiliaria y tres despus de la crisis burstil, el desempleo lleg al 25%, para instalarse en los dos dgitos casi por una dcada, es decir, hasta la Segun-da Guerra Mundial (Grfico N 1). Lo cierto es que si la crisis actual llegara siquiera a acercarse a su por el momento hermana mayor, el estado de alarma no podra exagerarse.

    Ahora bien: Qu tiene para decir la teora econ-mica convencional acerca de las causas del actual colapso? Es adecuada la metfora del contagio

    desde la esfera financiera a la real? En qu marco terico se inscriben las polticas pblicas en marcha para conjurar la crisis? Qu explicacin alternativa se puede ensayar desde una perspectiva heterodoxa? Para abordar estas preguntas el presente artculo se divide en dos secciones. En la primera, evaluamos la capacidad explicativa de la teora convencional acer-ca de la actual crisis global. Como los economistas de la ortodoxia en todas sus vertientes carecen de una genuina teora de la crisis, la explicacin terica-mente fundamentada fue remplazada por una mera descripcin oficial de los hechos. Esta descripcin se convirti en la base de sustento para las polti-cas implementadas en los pases centrales. En la segunda seccin del trabajo buscamos proporcionar algunos elementos para una explicacin alternativa de la crisis en marcha. Comenzamos con una breve descripcin desde sus inicios para exhibir su rpida metamorfosis: de crisis inmobiliaria a crack burstil, de crisis financiera a crisis bancaria, de crisis banca-ria a profunda depresin. Seguidamente, presenta-mos algunos elementos que, por fuera del discurso convencional, contribuyen a entender la gnesis y los aspectos salientes de la crisis mundial en curso.

    2. La visin ortodoxaLa explicacin ausente: la imposibilidad de la crisis

    Ms all de sus hondas consecuencias econmicas y sociales, la presente crisis ya es un verdadero hito

    La c

    risis

    mun

    dial

    y la

    teor

    a e

    con

    mic

    a co

    nven

    cion

    al .

    Nota

    s de

    la e

    cono

    ma

    arg

    entin

    a | E

    dici

    n 0

    6 | A

    gost

    o 20

    09 |

    CEND

    A

    .

    06

  • en el desarrollo de la teora econmica. Constituye, sin lugar a dudas, la coronacin de los anteriores fracasos de la teora convencional para dar cuenta de la naturaleza de las crisis econmicas en general. La historia moderna de su incapacidad en este terreno comenz con la Gran Depresin de 1930. Entonces, la teora econmica neoclsica, que dominaba la disciplina, ni siquiera contemplaba la posibilidad de una crisis y fue incapaz de ofrecer una explicacin de lo que estaba sucediendo; menos an, de dar con una solucin. Peor todava, hoy todo el mundo acep-ta, incluso muchos de los actuales ortodoxos, que la mayora de las medidas que recomend no hicieron ms que contribuir a la que la crisis fuera todava ms profunda.

    En efecto, el liberalismo econmico del siglo XIX proclamaba la necesidad de apartar al Estado de toda intervencin en los procesos econmicos ya que el mercado se encargara por s mismo de asignar los recursos de la forma ms eficaz posible. Esta pers-pectiva fue luego perfeccionada y desarrollada hasta el hartazgo por los padres fundadores de la escuela neoclsica marginalista (W. Jevons, L. Walras y C. Menger) y sus seguidores. Pero la torre de cristal se desplom una vez que la Gran Depresin hizo paten-te que los mercados no slo podan funcionar mal sino que, peor an, podan generar catstrofes de la envergadura de la ocurrida a partir de 1929.

    Segn el manual de los economistas neoclsicos, el desempleo generado en la Gran Depresin deba ser resuelto por el propio ajuste automtico del merca-do. En pocas palabras, la presencia de trabajadores desocupados implicaba la existencia de un exceso de oferta de trabajo que deba resolverse mediante una cada en su precio. Por consiguiente, para superar la crisis bastaba con sentarse a esperar a que cayera el salario, lo que a su vez llevara a los empresarios a contratar ms trabajadores a un salario real menor. Es decir, para estos economistas no haba que pre-ocuparse por el desempleo porque el mercado se iba a hacer cargo de remediarlo de manera automtica. Pero los aos pasaban y el problema no slo no se resolva sino que se acentuaba (Grfico N 1), por lo que la ortodoxia se ocup prontamente de sealar a un culpable: los sindicatos, que no estaran per-mitiendo que se redujera el salario, trabando as el funcionamiento armonioso del mercado. El Estado, desde esta perspectiva, era un cmplice que, por medio de la legislacin laboral y de sus polticas populistas, ceda a la presin de los trabajadores y sostena tambin una retribucin demasiado eleva-da. Sin embargo, con la profundizacin de la rece-sin el salario cay en forma estrepitosa y las cosas no hicieron ms que empeorar. La Gran Depresin

    fue una demostracin, de una crueldad desproporcio-nada, de que la teora econmica oficial no era capaz de explicar la realidad.

    Dentro del panorama de la ortodoxia hubo que espe-rar hasta 1936, cuando lleg J. M. Keynes otrora un encumbrado discpulo de la escuela neoclsica con su Teora General de la ocupacin, el inters y el dinero. All, en pleno desarrollo de la Gran Depresin, Keynes sostena que las caractersticas de la teora ortodoxa no son las de la sociedad econmica en que hoy vivimos, razn por la que sus enseanzas engaan y son desastrosas si intentamos aplicarlas a los hechos reales.3 Keynes puso patas para arriba la teora neoclsica y desnud lo que la ortodoxia no estaba dispuesta a reconocer: la tendencia endgena del sistema capitalista a generar crisis econmicas de envergadura (con su correlato en materia de desem-pleo). Ya no eran la intervencin daina del Estado, ni la miopa de los sindicatos, ni la mezquindad de los trabajadores los responsables de la crisis sino que la Gran Depresin era, ni ms ni menos, hija legtima de la propia economa de mercado. Se segua de suyo que la solucin no podra provenir del libre mercado.4

    A partir de la particular absorcin por parte de la escuela neoclsica de la crtica lanzada por Keynes, en lo que se conoce como sntesis neoclsico-key-nesiana, incluso entre los economistas ortodoxos se afianz la idea de que el Estado deba hacerse cargo de evitar o moderar las crisis recurriendo a las pol-ticas macroeconmicas disponibles: la poltica fiscal (especialmente) y la poltica monetaria.

    Pero la historia contina. A partir de la dcada de 1940, y con un importante papel de la guerra como generador de gasto pblico, se inicia un perodo de bonanza econmica en EE.UU. y en el mundo, signado por el pleno empleo y un creciente poder de los trabajadores y los sindicatos: se trata de la Edad de oro del capitalismo. Sin embargo, en la dcada de 1960, la economa comenz a desacelerarse mien-tras se agudizaban los conflictos distributivos entre el capital y trabajo; hasta que, por ltimo, despuntaron los primeros brotes inflacionarios, dando paso a un fenmeno conocido como estanflacin, es decir, estancamiento con inflacin.5 Entonces, la ortodoxia atribuy las dificultades de las dcadas de 1960 y 1970 al fracaso de las polticas keynesianas. En este marco, tuvo lugar una contrarrevolucin terica que en el terreno acadmico con un fulminante contagio a la prensa y el sentido comn termin relegando hasta nuestros das al pensamiento keynesiano: la restauracin monetarista.

    3 Keynes, J. M. (2005) Teora General de la ocupacin, el inters y el dinero, Fondo de Cultura Econmica, Buenos Aires, p. 23.4 Para un anlisis exhaustivo sobre la Teora General se recomienda ver Dillard, D. (1948/1981) La teora econmica de John Maynard Keynes. Teora de una economa monetaria, Madrid, Aguilar, o Kicillof, A. (2007), Fundamentos de la Teora General. Las consecuencias tericas de Lord Keynes, Buenos Aires, EUDEBA. 5 Para un anlisis de la Edad del oro de la posguerra y su crisis se recomienda ver: Kicillof, A. y c. Nahn (2009) Crisis mundial y transformacin en la estructura productiva: de la Edad de oro a la transnacionalizacin del capital, Documento de Trabajo, CENDA, de prxima aparicin.

    .

    La c

    risis

    mun

    dial

    y la

    teor

    a e

    con

    mic

    a co

    nven

    cion

    al .

    Nota

    s de

    la e

    cono

    ma

    arg

    entin

    a | E

    dici

    n 0

    6 | A

    gost

    o 20

    09 |

    CEND

    A

    07

  • Bsicamente, los monetaristas liderados por Milton Friedman sostenan que el planteo de Keynes era errado y que lo nico realmente relevante era la cuestin monetaria. En un ambicioso libro escrito junto con Anna Schwartz, Historia monetaria de los Estados Unidos, 1867-1960, publicado en 1965, Friedman sostena que la verdadera causa de la Gran Depresin deba buscarse en la defectuosa poltica monetaria desplegada por el Gobierno a travs de la Reserva Federal (Fed), que no supo detener la fuerte contraccin de la oferta monetaria y, en lugar de pro-veer liquidez al sistema, dej caer a los bancos. En pocas palabras: la crisis de la dcada de 1930 fue una crisis fundamentalmente financiera.

    Para los monetaristas, siguiendo la tradicin neocl-sica previa a Keynes, el mercado librado a su suerte generaba el mejor resultado posible. Pero para que el mercado funcionara de manera eficaz era necesario que la Fed mantuviera la poltica monetaria correc-ta. Esto implicaba que, por una parte, no permitiera (como en los aos treinta) que la cantidad de dinero se desplomara pero que, por otra, tampoco aumen-tara en forma desmedida, colocando a la economa al borde de la inflacin. El otro componente central del pensamiento de Milton Friedman postulaba la absolu-ta inefectividad de la poltica fiscal para impulsar la demanda agregada, ya que operaran los efectos que hoy se conocen como equivalencia ricardiana y crowding out.6 En cambio, para Friedman el mercado librado a su suerte poda generar automticamente pleno empleo, es decir, reducir la desocupacin a una tasa mnima que bautiz tasa natural de de-sempleo, sin la ayuda del gasto pblico que, con su ineficiencia, no haca ms que estorbar en el camino del crecimiento ptimo.

    La culminacin del derrocamiento de los restos key-nesianos que quedaban en el pensamiento ortodoxo fue la autotitulada revolucin de las expectativas racionales de principios de la dcada de 1970.7 Esta escuela directamente negaba la existencia de crisis econmicas, al sostener que las mismas slo podan estar explicadas por catstrofes naturales que hicieran caer la productividad: no haba nada intrnseco al funcionamiento de los mercados que pudiera generar inconvenientes. La expresin extrema de dicha revolucin es el modelo del ciclo real de equilibrio que supone que los mercados estn siem-

    pre en equilibrio, lo que equivale a decir que estn permanentemente en el punto de ptima asignacin de recursos.8 En este contexto, las fluctuaciones en la actividad econmica responden a ajustes de equilibrio por parte de los agentes econmicos ante shocks considerados exgenos (habitualmente, cam-bios en la tecnologa).9 Sin embargo, en la medida en que el desarrollo tecnolgico mantenga un ritmo normal las depresiones no tendran por qu existir. De esta manera, las crisis quedan erradicadas por de-creto de la teora econmica. Pueden tener lugar, en todo caso, cadas en la actividad como consecuencia de disminuciones en la productividad, aunque en la medida en que la productividad creciera acompasa-damente no habra por qu temer ni siquiera al ciclo. En este contexto, la poltica estatal para asegurar el pleno empleo directamente no tiene ningn sentido, ya que el desempleo es, lisa y llanamente, ignorado, borrado de la gama de posibilidades reales.

    Ms an, si los mercados en general tienden segn la economa neoclsica naturalmente al equilibrio esto es especialmente vlido para los mercados financieros que, por su asombrosa flexibilidad y velo-cidad de ajuste, no pueden sino permanecer ms que escasos segundos fuera de su punto ptimo.10 En un sistema con libre movilidad de capitales a escala glo-bal como el actual se supone que los inversores fi-nancieros persiguen las mayores tasas de rendimiento para los activos y que son justamente sus propios mo-vimientos especulativos los que garantizan, de mane-ra automtica, el equilibrio de los mercados. En estas circunstancias si existiera una situacin excepcional y algn activo financiero exhibiera un rendimiento esperado dado el elevado nivel de riesgo mayor al resto, el error se eliminar rpidamente debido a los expeditivos movimientos de los intermediarios. En pocas palabras, por obra y gracia del arbitraje de los especuladores, y de sus rpidos reflejos, la teora ortodoxa declara que los mercados financieros no slo tienden al equilibrio sino que prcticamente viven en l. Esta es la explicacin terica que se encuentra por detrs de las polticas de desregulacin financiera que hicieron furor desde mediados de la dcada de 1970 en el mundo entero.11

    Este apretado recorrido basta para mostrar que la teora econmica oficial fue perfectamente funcional al explosivo esquema de acumulacin que tuvo su

    6 Desde el punto de vista de la equivalencia ricardiana, un aumento en el gasto pblico (o una disminucin de los impuestos) no tiene efecto alguno, pues implica un aumento en la demanda que es contrarrestado por la disminucin en el consumo privado que se produce porque el gasto pblico actual debe ser pagado en el futuro, de manera que el pblico sabe que en el futuro deber pagar ms impuestos y reduce el gasto consecuentemente. El crowding out, por su parte, hace referencia al hecho de que un aumento en el gasto pblico genera una mayor demanda de dinero que hace subir la tasa de inters, suba que, a su vez, hace disminuir la inversin privada.7 El antecedente ms importante es un trabajo de 1961 de J. F. Muth.8 Ver, por ejemplo, Long, J & C. Plosser, C. (1983) Real business cycles, en Journal of Political Economy, Vol 91.9 En particular, esto ha servido para enfatizar que las fluctuaciones no obedecen nunca a fenmenos monetarios (haciendo eco a la denominada neutrali-dad del dinero). Pero lo fundamental del ciclo real de negocios es mostrar que el sistema no genera por s mismo crisis y recesiones sino que se originan por fuera del proceso econmico normal (son exgenas).10 Un trabajo fundacional sobre la perfeccin de los mercados financieros Modigliani, F. y M. Miller (1958). The Cost of Capital, Corporate Finance, and the Theory of Investment. American Economic Review, 48(4), 261-97.11 Es cierto que, al interior de una ortodoxia que se mantuvo esencialmente fiel a la fe basada en el ciclo real de negocios, surgieron algunas corrientes que aceptaban la presencia de ciertas imperfecciones en los mecanismos del mercado (rigideces de algunas variables). Nacieron as los modelos de expectativas racionales y de ajustes ptimos llamados nuevos keynesianos (new-keynesian) que, bien vistos, poco tenan de nuevo y casi nada de keynesia-nos. En particular, su fracaso fue completo para anticipar y comprender la presente crisis.

    .

    La c

    risis

    mun

    dial

    y la

    teor

    a e

    con

    mic

    a co

    nven

    cion

    al .

    Nota

    s de

    la e

    cono

    ma

    arg

    entin

    a | E

    dici

    n 0

    6 | A

    gost

    o 20

    09 |

    CEND

    A

    08

  • versin ms acabada en la economa estadounidense y cuya crisis hoy abarca al mundo entero. La revolu-cin de las expectativas racionales sostiene que los agentes cuentan, justamente, con expectativas racio-nales, lo cual no slo significa que los razonamientos de los agentes son siempre vlidos sino que, ade-ms, tienen la informacin suficiente como para no cometer errores de manera sistemtica y, menos an, en masa. Es decir, para esta escuela los agentes no se equivocan. Por lo tanto, si los bancos de inversin, los bancos comerciales, las aseguradoras y los fondos ms respetados de Wall Street invertan en el abanico de sofisticados activos ofertados en la plaza, enton-ces la inversin no poda ser incorrecta. Simplemente era imposible hasta que dej de serlo.

    La macro desequilibrada y la cacera de los culpables de la crisis

    Aunque los modelos basados en el equilibrio general, en las expectativas racionales y en el ciclo real no proporcionan una explicacin razonable para la actual situacin, algunos economistas ortodoxos entablaron en cambio una discusin ms emprica, que est indudablemente asociada con la actual crisis. Segn todos los manuales y recetarios convencionales, la economa de un pas que incurre sostenidamente en un rojo de sus cuentas pblicas se encuentra en serios problemas. Si a eso se agrega que el saldo del comercio exterior es tambin desfavorable y que, para financiar ambos dficits gemelos, el endeudamien-to crece de manera amenazante, el pronstico pasar de la preocupacin a una seria advertencia: tal situacin es macroeconmicamente insostenible. La controversia se encontraba abierta porque, hasta el crack actual, esa era la situacin, ni ms ni menos que de la economa ms poderosa del planeta. Pero el caso era que la economa norteamericana, a con-tramano de la macroeconoma sana de los modelos tericos, pareca capaz de resistir estos desbalances y no por uno o dos aos, sino durante dcadas, sin exhibir sntomas de agotamiento.

    Como ocurre siempre que se narra una historia cono-ciendo su trgico desenlace, nada es ms fcil que sealar hoy las innumerables premoniciones que se presentaron a lo largo del camino. Sin embargo, lo llamativo es que, con pocas excepciones, los econo-mistas ms encumbrados se haban acostumbrado a sealar que esta anomala no traera graves pro-blemas.12 Lo cierto es que EE.UU. era una genuina bomba de tiempo macroeconmica.

    Lo llamativo dentro de este debate es que autori-dades como Daniel Griswold, del conservadorsimo CATO Institute, se empeaban en restarle dramatis-mo al problema de los abultadsimos dficits norte-americanos ya que el crecimiento econmico produce naturalmente dficits externos y una economa que crece rpidamente acta como una aspiradora de inversiones externas. El dficit se transformaba, antes que en un peligro, en un sntoma del xito. En todo caso, nada malo ocurra y nada haba que hacer menos an implementar polticas pblicas ya que los agentes racionales perfectamente informados se encargaran de realizar el ajuste ptimo en el momento preciso. Por otra parte, mientras la deuda la emitiera el propio gobierno norteamericano y los excedentes se reinvirtieran en EE.UU., nada haba que temer porque la espiral ascendente se retroali-mentara. Del otro lado, algunos economistas oficiales pero heterodoxos como Paul Krugman no dejaban de advertir los peligros de estos desbalances pero, paradjicamente, eran ellos, los ms tolerantes con la accin del gobierno, los que se encontraban en la incmoda posicin de recomendar como solucin una poltica contractiva.13

    Una posicin interesante, y sin duda influyente, es la que mantuvo el actual presidente de la Reserva Federal Ben Bernanke quien, en pocas palabras, se ocup de culpar a China por estos desequilibrios. Al revs que para Griswold la dificultad no estaba en la atraccin de inversiones que generaba EE.UU. sino en los excesos de las economas perifricas. El argumento era que los pases emergentes en general, y China en particular, estaban incurriendo en un ex-ceso de ahorro que, por as decir, forzaba a EE.UU. a gastar. Si la enfermedad se originaba fronteras afuera, el remedio tambin deba provenir de all: era necesaria la apreciacin de la moneda de China y el incremento del consumo interno de ese pas.14

    De manera que los economistas estaban al tanto de los gigantescos desbalances de la economa nor-teamericana y la gran mayora sostena que tarde o temprano se realizara un ajuste hacia el equilibrio, pero tal ajuste tomara la forma de una variacin del tipo de cambio, es decir, de una devaluacin del dlar con respecto a las dems monedas. Algunos afirmaban que la modificacin sera lenta y suave (soft-landing) y otros que sera cruenta y abrupta (hard-landing). Lo que casi nadie esperaba es que la solucin tomara la forma de una violenta crisis que en lugar de modificar el tipo de cambio (un precio) produjo desempleo y recesin (es decir, afect las cantidades).

    12 Acaso haya ocurrido un fenmeno del mismo tipo durante la vigencia del rgimen de convertibilidad en Argentina. Al principio, no faltaron los analistas que criticaron el esquema y vaticinaron su pronto derrumbe. Sin embargo, con el correr del tiempo, la convertibilidad pareca resistir prcticamente cualquier embate. De modo que la mayora de los agoreros se fueron acallando, hasta el punto que a una dcada del establecimiento del uno a uno quedaban pocos expertos que sealaran los problemas estructurales del esquema. Todo se hizo ms claro cuando lleg el estallido en 2001.13 Algo parecido sucedi en la Argentina de los ltimos tiempos, cuando economistas presuntamente heterodoxos pero muy sensibles a los procesos inflacionarios comenzaron a reclamar al gobierno que enfriase la economa para evitar la inflacin, lo que los converta en voceros de las perspectivas ms ortodoxas. 14 Sobre el debate mencionado, seguimos a Perelstein, J. (2009) Macroeconomic Imbalances in the United States and Their Impact on the International Financial System, The Levy Economics Institute of Bard College, Working Paper N 54.

    .

    La c

    risis

    mun

    dial

    y la

    teor

    a e

    con

    mic

    a co

    nven

    cion

    al .

    Nota

    s de

    la e

    cono

    ma

    arg

    entin

    a | E

    dici

    n 0

    6 | A

    gost

    o 20

    09 |

    CEND

    A

    09

  • Pero, cul es, pues, la explicacin adoptada mayori-tariamente en los cuarteles ortodoxos para esta crisis? Como ocurri ms de una vez en la historia de la ma-croeconoma, la imperiosa necesidad de actuar ante un hecho inesperado funcion como acicate para dinamizar las estancadas discusiones acadmicas. Acaso porque los modelos producidos y difundidos a pasto por la ortodoxia durante los ltimos treinta aos resultan por completo inoperantes, hubo que ensayar nuevos recursos. Rpidamente, entonces, se cons-truy una explicacin cannica de la crisis que, si bien es completamente ajena a la teora, parece convincente porque se basa casi exclusivamente en la descripcin de los hechos, condimentados luego con un suave aroma de causalidad. Y fue este discurso oficial sobre las causas de la crisis, ajeno a la teora pero fiel a los hechos, el que se emple como una justificacin para las medidas adoptadas en lo inmediato que estuvieron todava en manos de la administracin de Bush. El gobierno de Obama, pese a las duras crticas a las polticas aplicadas por su antecesor y a algunas respuestas rpidas ante la negra y cambiante coyuntura, parece estar muy con-dicionado a la hora de efectuar un cambio significati-vo en el enfoque anti-crisis.

    Uno de los portavoces ms calificados de esta versin es el respetado economista Jeffrey Sachs.15 En po-cas lneas, segn este autor, la crisis se produjo como resultado tanto de las polticas monetarias laxas que llev adelante la Reserva Federal desde mediados de la dcada de 1990 como de la falta de regulacin en los mercados financieros. Concretamente, el autor apunta su dedo acusador contra Alan Greenspan, el Presidente de la Fed que impuls una poltica de dinero fcil, incentivando el crdito al mantener la tasa de inters en niveles muy bajos. Gracias a la abundancia del crdito, reza esta narracin, los precios de las viviendas y de las acciones crecieron artificialmente, haciendo que los norteamericanos se sintieran mucho ms ricos de lo que realmente eran. Se infl as la gigantesca burbuja inmobiliaria y de consumo que fatalmente estall.

    Hay una serie de puntos que vale la pena destacar dentro de esta sencilla explicacin apta para todo pblico. En primer trmino, la responsabilidad recae sobre la poltica monetaria y (des)regulatoria de los mercados financieros, es decir, la crisis se convierte en una responsabilidad del Estado. A esta narracin suele agregrsele algn componente moral que critica la voraz codicia de los banqueros e, incluso, puede incluir una pequea reprimenda para los ciudadanos norteamericanos de a pie que cayeron presa de esta ilusin y se montaron gustosos en la ola de con-sumo, entregndose alegremente al disfrute de la pla-

    ta dulce generada por el crdito tan abundante como barato. En sntesis, las causas de la crisis, segn esta explicacin, deben buscarse en la poltica monetaria expansiva, la falta de regulacin, la avaricia de los financistas y la ambicin (cmplice) del ciudada-no comn. Del mismo modo, las compaas areas rpidamente atribuyen cualquier accidente fatal a un error humano, para enfatizar que la mquina fun-ciona correctamente y que la causa de la tragedia se encuentra en la impericia o la irresponsabilidad del piloto. Aqu, de lo que se trata es de demostrar que el sistema econmico opera adecuadamente y que la crisis fue causada por individuos torpes o irrespon-sables. El hecho extrao es que todos se equivocaron mucho y al mismo tiempo: se trat, en fin, de un gigantesco error en las expectativas. Como se ve, el mecanismo de mercado es infalible cuando se lo deja en libertad, pero puede atascarse cuando aparecen desviaciones humanas que lo malogran.

    Sin embargo, el punto crucial de la cuestin es que, desde esta perspectiva, tanto la causa de la crisis como, por consiguiente, su remedio, se ubican en la esfera monetaria y financiera. Es por eso que Sachs adverta que:

    El desafo para los que hacen la poltica est en restablecer suficiente confianza para que las compaas obtengan crdito a corto plazo y puedan pagar salarios y financiar sus inven-tarios. El prximo desafo ser restaurar el capital bancario, as los bancos comerciales pueden nuevamente otorgar prstamos para las inversiones a largo plazo.16

    Aunque seala un culpable y ofrece una solucin, hay numerosos interrogantes que la teora ortodoxa de la (ausencia de) crisis no puede resolver, como tampoco puede hacerlo esta explicacin sui generis, fundada en el sentido comn y en la superficie de los hechos. En primer lugar, como se expuso, para la teora orto-doxa, los ciclos estn provocados por shocks exge-nos como un cambio tecnolgico imprevisto o hasta un episodio climtico. Ahora bien, en el caso de esta crisis, con epicentro en los EE.UU., no parece fcil identificar al choque que vino desde afuera, como s lo era con las economas latinoamericanas.17 Por su parte, esta narracin ad hoc que reposa en los excesos del Estado y la avaricia desenfrenada de los banqueros tambin fracasa cuando se la enfrenta al hecho de que los financistas siempre, por definicin, se comportan especulativamente uno que no lo sea dudosamente pueda mantener su puesto y a que el Estado, por su parte, siempre se ve tentado de facilitar el crdito. Y, sin embargo, las crisis ocurren slo en determinado momento, lugar y circunstancia.

    15 Un economista an recordado, entre otras cosas, por haber defendido las terapias de shock para enfrentar los procesos inflacionarios en los pases perifricos, actuando como asesor de los gobiernos de Bolivia, Venezuela, Argentina y algunos pases de Europa del Este, Asia y frica. Es decir, un adalid del ajuste de principios de la dcada de 1990.16 Sachs, J. (2008) Boom, Bust, and Recovery in the World Economy, Proyect Syndicate.17 Uno de los fundadores de la escuela neoclsica, W. Jevons, es famoso entre otras cosas por su teora de las crisis basada en las manchas solares! (Com-mercial Crisis and Sun-Spots de 1879). Cuando las economas eran fundamentalmente agrcolas esta teora era an plausible, pero lo grave es que tal idea sea la secreta fuente de inspiracin de muchas de las explicaciones ortodoxas actuales.

    .

    La c

    risis

    mun

    dial

    y la

    teor

    a e

    con

    mic

    a co

    nven

    cion

    al .

    Nota

    s de

    la e

    cono

    ma

    arg

    entin

    a | E

    dici

    n 0

    6 | A

    gost

    o 20

    09 |

    CEND

    A

    10

  • Pero no puede pedirse lo imposible: que la economa convencional acepte que el propio sistema de merca-do engendra crisis por su funcionamiento normal y no por azar o por un desmanejo del gobierno.

    Las polticas ortodoxas aplicadas ante la crisis

    Qu hacer? Frente a la realidad inocultable del co-lapso, las autoridades econmicas de la primera eco-noma del mundo recurrieron, como poda esperarse, a las recomendaciones anquilosadas en los recetarios que tenan a mano. La decepcin debe haber sido fuerte ya que la palabra crisis fue borrada del glosario de la teora oficial hace ms de tres dcadas, excep-tuando unas escuetas referencias histricas a la Gran Depresin y la crisis del petrleo, utilizadas como ejemplos de lo que nunca podra volver a ocurrir, ya que los economistas oficiales haban aprendido la leccin y su esplndida teora les permitira evitarlo. Peor an, la etapa de prosperidad vivida por la econo-ma global en los ltimos tiempos haba alejado ms todava la mera idea de la posibilidad de una crisis.

    Sin embargo, cuando el recurso de la negacin ya no pudo ser empleado, las autoridades econmicas comenzaron a aceptar pblicamente la situacin. Cul fue su discurso? Apelaron, en primer lugar, a una tajante separacin del proceso econmico en dos esferas: la esfera real que comprende la produc-cin, el empleo, el comercio y la esfera monetaria o financiera en la que operan el dinero, las accio-nes, el crdito.

    La administracin republicana reaccion ante el crack inmobiliario y burstil que afect el patrimonio de los bancos aplicando a rajatabla la recomendacin de Milton Friedman, que sintetizamos ms arriba. Es por eso que llama la atencin que se haya soste-nido equivocadamente que Bush, al nacionalizar algunas compaas financieras quebradas, se haba convertido al keynesianismo o incluso al socialis-mo.18 Si la crisis se expande debido a la falta de liquidez, el antdoto consiste en inundar el mercado con efectivo lquido. Si hay ms dinero reza el dog-ma no hay ms crisis. En el Grfico N 2 se observa el incremento explosivo de la base monetaria norte-

    FUENTE: BANCO DE LA RESERVA FEDERAL DE SAINT LOUIS

    GRFICO N 2 Base monetaria ajustada de Estados Unidos, 2007-2008. En miles de millones de dlares (promedio

    diario ajustado estacionalmente)

    may

    -09

    2.000

    1.800

    1.600

    1.400

    1.200

    1.000

    800

    sep

    -07

    oct-

    07

    nov-

    07

    dic

    -07

    ene-

    08

    feb

    -08

    mar

    - 08

    abr-

    08

    may

    -08

    jun-

    08

    jul-

    08

    ago-

    08

    sep

    -08

    oct-

    08

    ene-

    09

    feb

    -09

    mar

    -09

    abr-

    09

    nov-

    08

    dic

    -08

    En resumen, buena parte de las medidas inicialmente implementadas, como los espectaculares rescates, se basan en este razonamiento: el diagnstico mo-netarista es que la crisis es una consecuencia de los desarreglos monetarios por lo que el remedio debe ser tambin monetario. Es por eso que toda la artillera se dirigi al salvataje del sector financiero absorbiendo los activos incobrables e incrementando la liquidez del sistema. El resultado esperado de estas polticas era, adems, que se produjera una reduccin de la tasa de inters y que los prstamos privados pusieran nuevamente en marcha a la economa de mercado. De hecho, la Reserva Federal redujo la tasa de inters de prstamos bancarios hasta llegar a un nfimo 1,5%, y

    lo mismo hicieron otros bancos centrales del mundo. Estas medidas implican, indudablemente, una muy costosa intervencin por parte del Estado. Sin em-bargo, ofrecen una moraleja: no toda intervencin del gobierno es, por definicin, keynesiana.

    Lo extraordinario del caso es que si bien los bancos fueron rescatados y sus malos negocios transferidos al Estado, ni esta espectacular inyeccin de efectivo ni las diminutas tasas de inters sirvieron para reactivar el crdito y la produccin. Al revs: rpidamente la crisis se traslad a la esfera real (contagio es la palabra que utilizan los que separan al sector produc-tivo del financiero).

    18 N. Roubini de la Universidad de Nueva York, conocido como Dr. Doom por haber anticipado la catstrofe de las subprime, public en septiembre de 2008 un artculo titulado Camaradas Bush, Paulson y Bernanke, bienvenidos a URASS (Unin de repblicas socialistas de Amrica).

    .

    La c

    risis

    mun

    dial

    y la

    teor

    a e

    con

    mic

    a co

    nven

    cion

    al .

    Nota

    s de

    la e

    cono

    ma

    arg

    entin

    a | E

    dici

    n 0

    6 | A

    gost

    o 20

    09 |

    CEND

    A

    11

  • 3. Elementos para una visin alter-nativa de la crisis global

    Como expusimos, para la teora convencional no exis-ten las crisis endgenas, es decir, provocadas por la dinmica normal de funcionamiento del sistema. Ms an, tampoco existen las crisis sistmicas es decir, crisis de tal envergadura que el funcionamiento de la totalidad del sistema capitalista se vea afectado.

    Acaso esta ausencia de explicaciones en el saber convencional sea la que llev a muchos observado-res y analistas a acudir a algunos tericos que se encuentran hace tiempo fuera del panten de la ortodoxia en la bsqueda de respuestas ms convin-centes para la crisis actual. No es raro, por tanto, que los diarios reporten un crecimiento de las ventas de la Teora General de Keynes y hasta del mil veces maldecido El Capital de Marx. A contramano del mainstream, y con fuertes diferencias entre s, estos dos autores ofrecen una explicacin terica de algo que hasta hace pocos meses era poco menos que una hereja para el pensamiento econmico convencional: la idea de que el sistema capitalista en su propio mo-vimiento engendra inevitablemente crisis y que, en el caso de Keynes, el Estado no es parte del problema sino, por el contrario, artfice de la solucin. En esta seccin presentamos algunos elementos que ayudan a comprender, desde un marco terico alternativo al ortodoxo, tanto las causas como el probable el desen-lace de la crisis global. En primer trmino, realizamos un relato ordenado de la sucesin de acontecimien-tos que desemboc en la aceptacin hoy universal de la gravedad de la crisis y, posteriormente, exponemos ciertas claves que contribuyen a la dilucidacin, des-de un ngulo distinto al convencional, de la naturale-za de la crisis actual.

    El desarrollo de la crisis: de las hipotecas a los bancos, de los bancos a la industria

    La imagen de que la crisis se fue contagiando de una esfera a otra y de una regin a la vecina se apoya en la mera observacin de los acontecimientos. A contramano de lo que todo el mundo sabe, los econo-mistas, perplejos, parecen creer que antes y des-pus, coincide siempre con el par causa-conse-cuencia. Pero en economa la secuencia temporal no siempre coincide con la secuencia causal, del mismo modo que, por recurrir a un ejemplo algo macabro, si un enfermo cardaco sufre de fatiga y luego experi-menta un ataque al corazn, esto no quiere decir que la fatiga es la causa del infarto simplemente porque ocurri con anterioridad. Es por eso que la descrip-cin de los hechos no puede nunca sustituir a su causalidad terica. Examinemos primero los hechos.

    Entre 2004 y 2006, la tasa de inters de referencia en EE.UU. se elev del 1% al 5%, quintuplicndose. Algunos deudores hipotecarios comenzaron a expe-rimentar dificultades para cubrir los pagos de sus deudas, por lo que los incumplimientos alcanzaron niveles elevados y preocupantes. Ya entonces comen-z a salir a la superficie la conexin ntima entre las inocentes hipotecas destinadas a la compra de in-muebles y el suculento festn financiero que se haba alimentado con sus pagos.

    Si bien los instrumentos financieros implicados son muy sofisticados y forman una verdadera ensalada de siglas (ABS, CDO, CDS), es posible ensayar una explicacin sencilla de la trama del negocio. Los bancos e instituciones que otorgaban estas hipote-cas de cobro dudoso haban encontrado una forma sumamente ingeniosa de potenciar sus ganancias: en lugar de esperar pasivamente a que los deudores pagaran o no pudieran hacerlo, armaron grupos o paquetes que incluan numerosas hipotecas bajo la forma de ttulos que daban derecho a cobrar el flujo de fondos que lograra recaudarse, creando as los llamados ttulos respaldados por activos (en ingls ABS, Assets Backed Securities).19 La institucin que otorgaba el crdito hipotecario consegua trasladar as el riesgo de cesacin de pagos (default) al comprador del ttulo y, al mismo tiempo, haca su negocio con su colocacin en el mercado. El que compraba el t-tulo, por su parte, reciba el pago mensual proporcio-nal del conjunto de las hipotecas. La receta pareca infalible porque, por un lado, el riesgo se reduca sustancialmente, ya que si algn pagador individual caa en default y era incapaz de pagar su hipoteca, el flujo de fondos no se vea sustancialmente afecta-do (esto era considerado una reduccin del riesgo). En segundo lugar, porque se crearon instrumentos financieros especialmente diseados para asegurar a quienes adquiran estos ttulos riesgosos (llamados CDS, por Credit Default Swaps). De este modo, entra-ba al negocio una compaa aseguradora que cobraba mensualmente una prima, obligndose a responder si el ttulo caa en cesacin de pagos. Durante las ltimas dcadas la aparicin de estos instrumentos fue festejada como una gran innovacin en la tecno-loga financiera, una suerte de piedra filosofal que si bien no era capaz de trocar al vulgar metal en oro tena, en cambio, la capacidad de reducir casi a cero los riesgos convirtiendo a millones de deudas posiblemente incobrables en ttulos apetecibles. Al mismo tiempo, los precios de las viviendas escalaban por los aires, ya que el sistema bancario estaba vido de otorgar hipotecas a quien as lo pidiera, prctica-mente a sola firma, haciendo que sus poseedores se sintieran cada vez ms ricos, por lo que eran tentados para que tomaran una segunda hipoteca usando como garanta a esa riqueza cada del cielo. Estos activos ofrecan, claro est, un rendimiento que rebasaba largamente al de los ttulos y bonos conven-

    La c

    risis

    mun

    dial

    y la

    teor

    a e

    con

    mic

    a co

    nven

    cion

    al .

    Nota

    s de

    la e

    cono

    ma

    arg

    entin

    a | E

    dici

    n 0

    6 | A

    gost

    o 20

    09 |

    CEND

    A

    19 Las famosas obligaciones de deuda colateralizadas o CDO (Collateralized Debt Obligations) son una clase, entre muchas, de ABS. En rigor, muchos otros activos, adems de hipotecas, podan incluirse en un mismo paquete con el propsito de diversificar los riesgos. Incluso las deudas con las tarjetas de crdito fueron empaquetadas de este modo.

    .

    12

  • cionales. De manera que su crecimiento fue expo-nencial, ya que se volvan muy tentadores para los grandes inversores globales, como las compaas de seguros, los grandes fondos de pensin, los bancos de inversin y los bancos comerciales, entre otros. Se desat as una verdadera fiebre especulativa, monta-da como un castillo de naipes sobre el presunto pago de las hipotecas originales. Algunas estimaciones aseguran que el mercado formado por estos ttulos superaba el milln y medio de millones de dlares (un trilln americano).

    Esta aventura especulativa de la economa norteame-ricana tuvo, por supuesto, sus implicancias a escala global. Montados sobre una cadena interminable de instrumentos financieros, los norteamericanos sos-

    tenan sus elevados niveles de consumo a partir del crdito que le daba el resto del mundo. Este modelo basado en diversas formas de crdito se sostuvo du-rante 30 aos, lo cual gener un cuantioso dficit de cuenta corriente y, tambin, un elevado dficit fiscal (Grfico N 3). As fue que la economa norteamerica-na se transform en una mquina de gastar a crdito mientras, paradjicamente, ciertos pases perifricos, especialmente China, financiaban a la gran potencia y acumulaban como reservas dlares y ttulos del Tesoro norteamericano. En efecto, China guardaba en 2008 el 22% de las reservas mundiales de dlares y posea tambin US$ 420.000 millones en deuda nor-teamericana, terreno en el que era superado slo por Japn, con US$ 612.000 millones.20

    La c

    risis

    mun

    dial

    y la

    teor

    a e

    con

    mic

    a co

    nven

    cion

    al .

    Nota

    s de

    la e

    cono

    ma

    arg

    entin

    a | E

    dici

    n 0

    6 | A

    gost

    o 20

    09 |

    CEND

    A

    20 Mah-Hui Lim, M. (2008) Old Wine in a New Bottle: Subprime Mortgage Crisis. Causes and Consequences, Working Paper N532, The Levy Economics Institute.

    .

    FUENTE: FONDO MONETARIO INTERNACIONAL, WORLD ECONOMIC OUTLOOK

    GRFICO N 3 Supervit comercial y supervit fiscal de EEUU, 1980-2007. En porcentaje del PIB

    -7%

    -6%

    -5%

    -4%

    -3%

    -2%

    -1%

    0%

    1%

    2%

    3%

    1980 1981 1982 1983 1984 1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007

    Supervit comercialSupervit fiscal

    0.0

    -1,1

    -2,8

    -2,4 -2,4

    -3,3 -3,2

    -3,8-3,6

    -2,6 -2,5

    -3,8

    -4,3-4,3 -4,4

    -4,8

    -4,4

    -5,5-5,6-5,2

    -5,8

    -4,9-4,8

    -5,0 -4,9

    -6,5 -6,6

    -5,3

    -4,2

    -3,6-3,6

    -3,1-3,2-3,4

    -2,4-2,2

    -4,8

    -3,0

    -2,2

    -1,8

    -1,4 -1,3

    -1,7

    1,6

    -1,7-1,5 -1,6

    0.0 0.0 0.0-0.0 -0.0 -0.0 -0.00.0

    Las necesidades de crdito de los norteamericanos eran cada vez mayores, ya que adems de pedir financiamiento para consumir era necesario pedir para pagar los vencimientos de los crditos anterior-mente contrados. Y para incrementar el volumen de crdito era necesario ofrecer bonos con rendimientos ms altos. Sin embargo, estos crditos no estaban basados en la compra de activos productivos cuya rentabilidad pudiera pagar una tasa mayor. Estaban basados en activos que suponan la promesa de pago de los consumidores. Como se hace para aumentar el rendimiento de los crditos para consumo, que de-beran tener una rentabilidad ms o menos uniforme? La solucin es sencilla, simplemente hay que aumen-tar el riesgo. Efectivamente, el nuevo crdito se bas en los instrumentos de alto rendimiento que ofrecan prestarle dinero a gente insolvente. Como tenan alto riesgo de incobrabilidad pagaban una tasa muy alta.

    De esa manera se forjaron activos rentables pero con alto riesgo, supuestamente asegurados contra la probabilidad de cesacin de pagos.

    Cuando estall la burbuja? Cuando empez a funcio-nar la ley de los grandes nmeros. En un determina-do momento, como por arte de magia, ocurri lo que hasta entonces se consideraba estadsticamente imposible. Ocurre que si un deudor inmobiliario nor-teamericano perda su trabajo o por cualquier motivo dejaba de pagar sus cuotas, el sistema no se vea afectado porque sus (desconocidos) compaeros de paquete no tenan por qu sufrir el mismo infortu-nio. Pero la catstrofe ocurri porque, por un lado, los niveles salariales norteamericanos quedaron re-lativamente estancados (Grfico N 4) mientras que, por el otro, la tasa de inters se redujo acusadamente en dos oportunidades, a principios de la dcada de

    13

  • 21 Leves incrementos en la tasa de inters implican variaciones considerables en el monto de las cuotas: una hipoteca tpica de US$ 300.000 con un pago de US$ 2.000 mensuales, por ejemplo, experimenta un incremento de aproximadamente US$180 mensuales cuando la tasa sube slo un punto porcentual.22 Mayer, C. J., Pence, K. M. & Sherlund, S. M. (2008), The Rise in Mortgage Defaults, Washington, D.C., Federal Reserve Board.

    .FUENTE: U.S. BOARD OF GOVERNORS OF THE FEDERAL RESERVE SYSTEM

    GRFICO N 5 Tasa de inters efectiva de los Fondos Federales de Estados Unidos, 1980-2008. En porcentaje

    16

    14

    12

    10

    8

    6

    4

    2

    18

    0

    1980

    1981

    1982

    1983

    1984

    1985

    1978

    6

    1987

    1988

    1989

    1990

    1991

    2000

    2001

    2002

    2003

    2004

    2005

    2006

    2008

    2007

    1992

    1994

    1995

    1996

    1997

    1998

    1999

    1993

    1990 y luego nuevamente a principios de la siguien-te, alimentando la mencionada burbuja de endeuda-miento hipotecario barato (Grfico N 5). Para dar un ejemplo de la magnitud del fenmeno, entre 2003 y 2008 se otorgaron cerca de 10 millones de prsta-mos hipotecarios de alto riesgo. El problema no est en que la tasa de inters haya cado tanto, sino en que luego, de sbito, volvi a crecer empinadamente. Y el resultado del aumento de la tasa de inters no fue micro sino macro y, a la postre, fatal, porque el cambio de las condiciones del crdito no afect a un pagador en particular sino que elev de manera

    simultnea las cuotas de todos los crditos otorgados. La cuerda esta vez se tens demasiado.21

    En rigor, los problemas serios comenzaron a surgir a mediados de 2005, cuando la tasa de incumpli-mientos creci hasta llegar al 6% para adquirir ms adelante, en 2008, cuando la explosin era inocul-table, el rango de catstrofe crediticia en la tasa de defaults alcanz un categrico 21%.22 Sus efectos se estudian en la prxima seccin.

    FUENTE: BLOOMBERG

    GRFICO N 4 Ingreso horario promedio del sector privado, 1964-2008. En dlares constantes (ndice 2003=100)

    100

    115

    105

    100

    95

    00

    1964

    1966

    1968

    1970

    1972

    1974

    1976

    1978

    1980

    1982

    1984

    1986

    1988

    1990

    1996

    1998

    2000

    2002

    2004

    2006

    2008

    1992

    1994

    La c

    risis

    mun

    dial

    y la

    teor

    a e

    con

    mic

    a co

    nven

    cion

    al .

    Nota

    s de

    la e

    cono

    ma

    arg

    entin

    a | E

    dici

    n 0

    6 | A

    gost

    o 20

    09 |

    CEND

    A

    14

  • La otra cara de la crisis hipotecaria: sala-rios estancados, tasas de inters fluctuan-tes y rentabilidad empresaria moderada

    El cctel de ingresos salariales congelados con costos financieros crecientes result explosivo. Lo imposible ocurri: millones de deudores comenzaron a atravesar dificultades de manera simultnea. Los incumpli-mientos, por su parte, contribuyeron a derrumbar el precio de las viviendas y as, quien, por ejemplo, haba comprado una propiedad tomando un crdito, encontr de pronto que su precio de mercado haba cado en picada, mientras la cuota segua crecien-do. Esto tuvo tres efectos inmediatos: de un da al otro se volvi ms pobre, porque sus propiedades se desvalorizaban; por lo mismo, la hipoteca que estaba pagando superaba el precio real de mercado de la vivienda; y, por ltimo, si no poda pagar ms el crdito entraba en peligro de desalojo. La fiesta haba terminado, y de la peor manera.

    La catstrofe inmobiliaria se esparci por el mundo financiero. En primer lugar, las compaas especiali-zadas en hipotecas empezaron a sufrir prdidas por la falta de pago y porque, claro est, el negocio se detuvo en seco (como en el caso de las compaas de crdito Northern Rock, Fannie Mae y Freddie Mac). Adems, con los nuevos instrumentos como correa de transmisin, los incumplimientos masivos significaron tambin el derrumbe del valor de los ttulos basados en los pagos, que se encontraban colocados en las carteras de muchos inversores (entre ellos, los bancos de inversin como JPMorgan Chase y Bear Stearns). Se deba, pues, recurrir a las aseguradoras para que cubrieran el quebranto slo que, claro est, estaban lejos de poder responder por la quiebra del sistema completo, como muestra la cada de la asegurado-ra ms grande del mundo, AIG. Como resultado se sucedieron los desalojos por falta de pago, el derrum-be del mercado inmobiliario y, luego, la quiebra de bancos de inversin y compaas de seguro. Dado el alto nivel de difusin global de los activos txicos no tard en tener lugar la corrida mundial que an se est desarrollando. El corolario fue que todo el sistema crediticio y bancario norteamericano, pero tambin global, qued al borde de la bancarrota. Por supuesto que, visto en perspectiva, el sistema era congnitamente explosivo, tal como haban advertido algunos pocos expertos, aunque sin prever completa-mente las consecuencias de la cada.

    El contagio al sector real pese al optimismo de algunos analistas resultaba, a esta altura, inevitable. Con el sector bancario en problemas, los crditos necesarios para mantener el giro de los negocios co-menzaron a reducirse drsticamente. Por otra parte, todos los propietarios de ttulos y de bienes sufrieron una enorme prdida de ingresos y de riqueza, lo que resinti rpidamente el nivel de consumo. Al mismo tiempo, la incertidumbre afect todos los planes de largo plazo, en especial, los proyectos de inversin. La crisis financiera mostraba su contracara produc-tiva. Y como la expansin de Estados Unidos estaba basada en su infernal dficit con el resto del mundo la crisis norteamericana se transform rpidamente en crisis mundial, por los dos lados del balance de pagos: por el lado del balance comercial, debido a la reduccin de las importaciones generada por la cada en el consumo, y por el lado de las inversiones del resto del mundo en los EE.UU., que empezaron a producir prdidas.

    Hacia una explicacin alternativa de la crisis Para cualquier intento de comprender el proceso en curso es aconsejable alejarse de la perspectiva orto-doxa para adoptar un enfoque centrado en la esfera productiva, por una parte, y que tenga una perspec-tiva histrica, por otro lado. Vale decir, que tome en cuenta las profundas transformaciones que lenta, pero inexorablemente, modificaron la estructura productiva mundial durante los ltimos 30 aos. No es difcil descubrir as que por virulentas que sean las actuales manifestaciones de la crisis, su perodo de incubacin ha sido largo y sus causas mucho ms profundas. A continuacin se esbozar este proceso de manera esquemtica.

    Empecemos por el principio. Con el fin de la Segunda Guerra Mundial se inicia un prolongado perodo de bonanza econmica en EE.UU. y en el mundo al que se conoce como Edad de oro del capitalismo que, a grandes rasgos, estuvo signado por el pleno empleo, la expansin del Estado de Bienestar y, como contra-partida de esto, por una permanente mejora en las condiciones de vida de los trabajadores y un creciente poder de los mismos y sus organizaciones sindica-les.23 En el transcurso de la dcada de 1960, no obstante, el ciclo de crecimiento sostenido empez a exhibir seales de agotamiento.24 Desde el punto de vista macroeconmico, tal agotamiento se present a

    23 Segn demuestra Brenner, R. (1998), The economics of global turbulence, NLR, N229, Londres, esta etapa dorada se reflej en el elevado nivel de las tasas anuales de crecimiento de la produccin (4,5%), de la productividad del trabajo (3,6%) y del stock bruto de capital (4,5%) en el sector privado de los pases del G7 entre 1950 y 1973. Se registr adems un indudable progreso de las condiciones de vida de los trabajadores, especialmente en los pases centrales, sintetizado en el persistente ascenso del salario real (que creci a una tasa del 2,7%, 5,7% y 6,3% anual en EE.UU., Alemania y Japn respec-tivamente entre 1950 y 1973). 24 Recin a principios de la dcada de 1970 estas tensiones desembocaron en una crisis abierta, conocida como la crisis del petrleo. Desde entonces la economa mundial exhibi tasas positivas aunque menores de crecimiento econmico, crisis recurrentes y un descenso en la tasa de incremento de la produccin, la productividad del trabajo y el stock bruto de capital (stas fueron del 2,2% 1,3% y 4,3% respectivamente en las principales economas del planeta entre 1973 y 1993). El salario real tambin creci a tasas ms acotadas que en la fase anterior: al 0,2%, 1,9% y 2,7% anual en EE.UU., Alemania y Japn respectivamente (Brenner, 1998).

    .

    La c

    risis

    mun

    dial

    y la

    teor

    a e

    con

    mic

    a co

    nven

    cion

    al .

    Nota

    s de

    la e

    cono

    ma

    arg

    entin

    a | E

    dici

    n 0

    6 | A

    gost

    o 20

    09 |

    CEND

    A

    15

  • travs de un fenmeno novedoso: la llamada estanfla-cin. Pero lo cierto es que, detrs de la estanflacin, se ocultaba un problema an ms profundo y defini-torio: una sustancial reduccin de la tasa de ganancia obtenida por las empresas.25

    Esta dcada signific, para la teora convencional, el comienzo del fin de la era keynesiana.26 A partir de entonces el problema que quitaba el sueo tanto a los economistas tericos como a los hacedores de poltica no fue el desempleo sino la inflacin. As como en la crisis de los aos treinta los sindicatos eran sealados como los responsables de la desocupacin, ahora, tanto la inflacin como la cada de las ganancias fueron asociadas por la ortodoxia con los incrementos desmedidos en los salarios. Tambin se llevaba su porcin de culpa el Estado, por la emisin y el abultado presupuesto. En este contexto en los pases centrales irrumpieron los gobiernos conservadores cuyos exponentes paradigmticos fueron Margaret Thatcher y Ronald Reagan cuyo objetivo explcito era terminar con el poder de los trabajadores y reducir el gasto pblico a travs del desmantelamiento de las prestaciones del Estado de Bienestar.

    A partir de entonces se inicia un largo ciclo de re-composicin de la rentabilidad sobre una doble base. Por un lado, la cadena de montaje clsica del perodo fordista comienza a ser complementada, primero, y reemplazada, despus, por la difusin de la electrni-ca y por su culminacin, la robotizacin de la produc-cin. De este modo se expulsa masivamente mano de obra de bajo grado de calificacin. No obstante, las nuevas tecnologas que implican la utilizacin intensi-va de recursos cientficos altamente calificados no se imponen de manera generalizada sino que junto con esta tendencia a la mecanizacin completa de los pro-cesos se presenta tambin una tendencia opuesta en apariencia pero con el mismo resultado en trminos de rentabilidad: una porcin de la fabricacin de los productos, en lugar de avanzar en la tecnificacin, se simplifica y sigue sometida a la cadena de montaje, slo que se relocaliza mundialmente con ayuda de las nuevas tecnologas del transporte y la comunica-cin en regiones y pases donde puede encontrarse mano de obra de bajos salarios.

    Es que a un nivel ms profundo, en el capitalismo, la cada de la ganancia es un sntoma del agotamiento de las tecnologas imperantes, pero su recomposicin exige reemplazarlas por otras nuevas, lo que significa una extraordinaria destruccin de capital. La econo-ma mundial atraves entonces un doloroso perodo de transformacin estructural.

    Como resultado de este doble movimiento, durante las ltimas dcadas se instaura paulatinamen te, a escala planetaria, una nueva divisin internacional del trabajo. De un lado, los pases ms desarrollados

    conservan dentro de sus fronteras las porciones del proceso productivo ms exigentes en trminos de calificacin y, por tanto, que absorben poco empleo pero con elevadas retribuciones. Junto a estos pro-cesos industriales complejos se desarrollan tambin extendidas redes de prestacin de servicios, arrojando la apariencia de que haba desaparecido el trabajo industrial tradicional o que la produccin se haba desmaterializado. Por otro lado, regiones enteras en particular en Asia, pero tambin en Latinoamri-ca cuyas poblaciones anteriormente se dedicaban a actividades tradicionales de base agraria y campesina se convierten en enormes factoras, en muchos casos en condiciones de explotacin cuasi feudales.

    La nueva divisin internacional del trabajo tiene como condicin, adems, la aplicacin de nuevas polticas econmicas. As, junto con las polticas conservadoras se implement a partir de la dcada de 1970 la libe-ralizacin de la cuenta capital que permita jurdica y prcticamente el enorme movimiento internacional de capitales implcito en la reestructuracin y relo-calizacin de la produccin. Hay que recordar que el sistema de Bretton Woods instaurado al trmino de la Segunda Guerra limitaba la movilidad de capitales. La inspiracin de Bretton Woods, fuertemente keynesia-na, era que la demanda agregada interna de los pases deba ser controlada por la poltica fiscal y monetaria y, para que ello fuera posible, haba que restringir el movimiento internacional de capitales. Una vez que tales restricciones fueron levantadas, para atraer as flujos de riqueza del exterior y evitar violentos drenajes de divisas los pases se vieron forzados a implementar frecuentemente polticas de ajuste fiscal y contracciones monetarias con el propsito de elevar las tasas de inters.

    La llamada globalizacin no es otra cosa que la contrapartida de la relocalizacin de la produccin fuera de las fronteras de los pases ms desarrollados. Para conectar financieramente a las empresas que fragmentaron los procesos en diversos pases deba liberarse el movimiento internacional de capitales y, a la vez, liberalizar e intensificar el comercio internacio-nal. Si una empresa planea trasladar su produccin a la periferia necesita libertad en el movimiento de ca-pitales para poder invertir fuera de sus fronteras y lue-go para repatriar sus ganancias. Tambin es necesaria libertad comercial para poder producir en el exterior y luego importar los productos para ser vendidos en la economa local. Como se ve, esta estrategia de las propias empresas transnacionales de las economas centrales es lo que explica el creciente y sostenido dficit de cuenta corriente de los Estados Unidos y no la negativa a consumir por parte de China. De manera que la nueva etapa que se abre a partir de la dcada de 1970 contrasta en dos aspectos claves con la llamada Edad de oro. En primer lugar, los tra-bajadores de los pases centrales en lugar de benefi-

    25 Ver Marglin, S. A. (1991) Lessons of the Gold Age, en Marglin, S. A. y J. B. Schor (eds.) The Golden Age of Capitalism, Oxford, Clarendon Press.26 Si bien el keynesianismo predicado por la economa oficial era en realidad una versin mixta que inclua algunos pocos elementos del pensamiento de Keynes dentro de un marco netamente marginalista, conformando una escuela a la que se conoci como sntesis neoclsica.

    .

    La c

    risis

    mun

    dial

    y la

    teor

    a e

    con

    mic

    a co

    nven

    cion

    al .

    Nota

    s de

    la e

    cono

    ma

    arg

    entin

    a | E

    dici

    n 0

    6 | A

    gost

    o 20

    09 |

    CEND

    A

    16

  • ciarse con un incremento permanente de sus salarios reales y, por tanto, de su calidad de vida (etapa 1947-1973), entran en una meseta salarial que se extiende, con leves oscilaciones, hasta el presente (Grfico N 4). En segundo lugar, se inicia un largo perodo de relativo estancamiento de la rentabilidad. Segn Brenner las elevadas tasas netas de ganancia media de la fase 1950-1973 (17,6% anual en los pases del G7) cedieron paso a niveles de 13,3% anual, un 24% por debajo de la rentabilidad vigente en la fase previa. Esto no quiere decir, como bien seala E. Arceo, que la rentabilidad se haya reducido sistemticamente, sino que se trata de ciclos breves de incremento y cada posterior, manteniendo siempre niveles menos atractivos que los de la segunda posguerra.27 Proba-blemente, la principal explicacin de la elevada fi-nancierizacin de la economa durante esta etapa se encuentre en esta relativa debilidad de las ganancias industriales, lo que siempre empuja a los capitales hacia los circuitos especulativos. Es decir que las su-cesivas burbujas que finalmente desembocaron en el festn de las hipotecas, los hedge funds y el mundo de las finanzas que hoy llega aparatosamente a su fin son un resultado de la ausencia de una elevada ren-tabilidad asociada a la inversin genuina en proyectos productivos. Y esto significa tambin, a nivel concep-tual, que la esfera real y la esfera financiera, lejos de estar separadas como pretenden muchas presuntas explicaciones de la crisis, son en realidad dos caras de una misma moneda. Es por eso que la ausencia de regulacin para los negocios crediticios junto con la codicia de los banqueros no deben tomarse como una desviacin de un sistema virtuoso sino que son un componente ineludible del capitalismo y, como tales, funcionan, en los buenos tiempos, como una palanca que potencia la acumulacin pero, cuando sobrevienen las dificultades, la misma especulacin condesa y acelera el camino hacia la ruina.

    Las bruscas oscilaciones de la tasa de inters (Grfico N 5), caprichosas en apariencia, por su parte, res-ponden tambin a este patrn espasmdico que adop-t el crecimiento durante esta ltima fase. En primer lugar, la Reserva Federal no hizo ms que responder a la coyuntura empleando una simple regla considerada infalible: en momentos de recesin reduca la tasa de inters y en momentos de expansin e incremento de los precios la impulsaba hacia arriba.28 Lo cierto es que la tasa de inters no es otra cosa que una porcin de la tasa de ganancia y los movimientos de la primera estn atados a la suerte de la segunda, aunque de una forma sumamente compleja. Una elevada tasa de inters, por ejemplo, puede responder tanto a las condiciones del auge, cuando la ganancia se eleva, como a la escasez de crdito en a la poca de crisis. Por consiguiente, como sealaba Keynes en

    su Teora General, cuando la rentabilidad se deprime profundamente, no hay reduccin de la tasa de inte-rs que alcance para forzar una reactivacin. Es que la genuina causa de la crisis debe buscarse, emplean-do el lenguaje usual, en la esfera real y no en la monetaria.

    En la dcada de 1990 este esquema de acumulacin llega a su apogeo. Veamos sus facetas macroecon-micas en los Estados Unidos. Durante los noventa presenciamos en EE.UU. un ciclo expansivo que dur cerca de 10 aos. En la cresta de la ola, los econo-mistas predicaban que las depresiones eran cosa del pasado. Por supuesto que haba crisis en el mundo, pero slo en el mundo subdesarrollado y como resul-tado de la corrupcin, la mala implementacin de las polticas de austeridad y apertura, y as de seguido. Ahora la pregunta es, cmo logr EE.UU. librarse del ciclo en esos aos? La caracterstica tpica que se observaba en los ciclos econmicos de la Edad de oro era que la fase expansiva tena su fin cuando se llegaba al pleno empleo y, a partir de aquel momento, se iniciaban procesos inflacionarios, acompaados por aumentos salariales. Pero a partir de los noventa, EE.UU. haba logrado crecer sin que se produjera in-flacin. La razn es que esta economa haba logrado evitar el crecimiento de los salarios, empobreciendo a los trabajadores norteamericanos, situacin que se sostena mediante la continua apreciacin del dlar y la desnacionalizacin del trabajo de las empresas norteamericanas, que mudaron sus plantas a algunos pases de Amrica Latina y a Asia.

    Ahora bien, si los trabajadores estaban relativamente empobrecidos y no podan consumir, cmo se explica el crecimiento del consumo en el pas? Es decir, si los trabajadores no consuman deba haberse registrado una baja en el consumo que ceteris paribus gene-rara una recesin, es decir, deba ponerse en marcha la fase contractiva del ciclo. Pero la economa segua creciendo, entonces, de dnde provena la demanda? La respuesta es: del crdito. La economa norteameri-cana gastaba a partir del crdito que le daba el resto del mundo. De la mano de la nueva divisin mundial del trabajo se produjo una marcada divisin inter-nacional del consumo y del estndar de vida. Como contrapartida, el modelo gener crecientes dficits de cuenta corriente, claramente insostenibles.

    El Grfico N 6 muestra el comportamiento del crdito obtenido por las familias norteamericanas, en una perspectiva de largo plazo. Se exhibe tanto el aumen-to explosivo en el ltimo ciclo como su errtico com-portamiento que fue formando las sucesivas burbujas de consumo.

    27 Ver Arceo, E. (2009) El fin de un peculiar ciclo de expansin de la economa norteamericana. La crisis mundial y sus consecuencias, Documentos para el debate, IEC, CONADU, CTA. 28 Este procedimiento adoptado casi universalmente por los bancos centrales de los pases ms desarrollados (y tambin por algunos de la periferia) se conoci con el nombre genrico de metas de inflacin. En rigor, la Reserva Federal aplicaba una versin ms sofisticada denominada Regla de Taylor (por J. Taylor que la propuso originalmente) que no slo tiene en cuenta las desviaciones de los precios con respecto a un objetivo sino tambin de las del producto con respecto al producto potencial. Irnicamente, pese a sus numerosos festejantes, cay ahora en desgracia, ya que la elevacin deliberada de la tasa de inters contribuy, sin dudas, a precipitar la crisis hipotecaria (ver Arestis, P., Entrevista en Carta Capital, 18/04/2008, http://www.ppge.ufrgs.br/akb/clipping/2.pdf).

    .

    La c

    risis

    mun

    dial

    y la

    teor

    a e

    con

    mic

    a co

    nven

    cion

    al .

    Nota

    s de

    la e

    cono

    ma

    arg

    entin

    a | E

    dici

    n 0

    6 | A

    gost

    o 20

    09 |

    CEND

    A

    17

  • FUENTE: BANCO DE LA RESERVA FEDERALNota: Los instrumentos crediticios incluyen hipotecas in-mobiliarias, crdito para el consumo, prstamos bancarios y otros.

    GRFICO N 6 Estados Unidos: Incremento neto de los pasivos en instrumentos crediticios de los hogares y las organizaciones sin fines de lucro, 1946-2008. En miles de millones de dlares de 2008

    La pregunta es por qu se fractur el esquema, si es cierto que el dficit de cuenta corriente fue siempre insostenible?; por qu se produjo el derrumbe sbito que estamos viviendo? Dado que EE.UU. imprime el dinero mundial, no podra esta situacin haberse prolongado indefinidamente? Lo cierto es que duran-te todo el perodo las estadsticas muestran que la rentabilidad de las empresas no consigue sostenerse a niveles elevados durante un tiempo prolongado. Es como si el esquema de expansin necesitara dar un salto tecnolgico ms violento, destruyendo as una parte del capital obsoleto. Pero, en lugar de hacerlo, la crisis logr posponerse una y otra vez a travs de la expansin del crdito. Se observa entonces una suce-sin de burbujas en las que el financiamiento pasa de una falsa promesa hacia la siguiente, sin lograr un crecimiento sostenible de la rentabilidad.

    En un primer momento el flujo de financiamiento se dirigi a las empresas basadas en las nuevas tecno-logas informticas y de comunicacin, que crecieron en base a la capitalizacin y a la escalada del precio de sus acciones sin que hubiera una contrapartida de mayores ventas. Se trataba de inversiones en tecnologa cuyos frutos por el lado del cash flow de las empresas se veran en el futuro. Mientras tanto, los inversores ganaban con la revaluacin de sus acciones. Las promesas incumplidas en trminos de beneficios reales por parte de estas empresas hizo que estallara la burbuja de las punto com a fines de los noventa.

    De este modo, a partir del ao 2001 las promesas de las empresas tecnolgicas para justificar los flujos de crdito a la economa norteamericana dejaron de ser crebles. Sin embargo, an haba espacio para seguir financiando el consumo norteamericano sin que la demanda agregada sufriera disminuciones. Como se mencion, los trabajadores norteamericanos

    estaban relativamente empobrecidos es decir, creca la riqueza pero no el salario; el nuevo rol del crdito pas a ser el de funcionar como impulsor, no ya del gasto en inversin en las empresas de tecnologa sino, directamente, del consumo.

    Es decir, al no encontrar oportunidades de inversin rentables, el capital sostuvo su magra rentabilidad a crdito, asumiendo riesgos cada vez mayores. Los mayores riesgos se generaban invirtiendo en prsta-mos con una mayor probabilidad de caer en cesa-cin de pagos. En la medida en que estos riesgos se difundan, la incobrabilidad de los proyectos se tornaba una realidad que obligaba a una revaluacin a la baja de todos los activos y que revelaba la situa-cin de quebranto de las compaas involucradas. La masividad de estos negocios, por un lado, hace imposible cualquier esquema de aseguramiento y, por otra parte, revela hasta qu punto estaban agotadas las posibilidades de obtener ganancias reales para la economa en su conjunto.

    Dicho en otros trminos la crisis es una manifesta-cin del fracaso de la aventura de la llamada Nueva Economa perpetrada por las economas centrales para evitar la fase contractiva del ciclo econmico. Pero este ciclo, como actualmente se nos revela de manera catastrfica, es inevitable para una economa de mercado, cuya ley de movimiento est comandada por la tasa de ganancia.

    Es por eso que las lecturas ms lcidas caracterizan a esta crisis como de sobreproduccin, ya que la superposicin de las nuevas tecnologas con otras ms atrasadas, basadas en la extendida explotacin de los trabajadores menos calificados no hizo ms que elevar sin pausa el volumen de la produccin mundial. El crdito que funcion como un combustible alimen-tando la demanda parece ahora haber colapsado.

    La c

    risis

    mun

    dial

    y la

    teor

    a e

    con

    mic

    a co

    nven

    cion

    al .

    Nota

    s de

    la e

    cono

    ma

    arg

    entin

    a | E

    dici

    n 0

    6 | A

    gost

    o 20

    09 |

    CEND

    A

    18

    1.200

    1.000

    800

    600

    400

    200

    1.400

    0

    1946

    1948

    1950

    1952

    1954

    1956

    1958

    1960

    1962

    1964

    1966

    1968

    1970

    1972

    1974

    1976

    1978

    1988

    1990

    1992

    1996

    1998

    2000

    2002

    2004

    2006

    2008

    1982

    1980

    1984

    1986

    199

    4

  • Probablemente estemos presenciando entonces el traumtico fin de una etapa.29

    4. Comentarios finales

    Qu queda de ahora en ms? Claramente algunos economistas estn retomando las ideas keynesianas y reconociendo que el gasto pblico es lo nico que sacar a las economas centrales de la crisis. Esto significa fogonear la inversin y recomponer el poder adquisitivo de la clase trabajadora. Sin embargo, ya surgen las voces de advertencia y descontento por parte los sectores ms ortodoxos que afirman que el gasto pblico es inflacionario, es decir, que recompo-ner los ingresos de los trabajadores los vuelve indo-mesticables, lo que perjudicar en el largo plazo la capacidad de generar ganancias para las empresas.

    A esta altura de la cuestin, queda en claro que las medidas iniciales, restringidas al rescate de los ban-cos y a la emisin monetaria, no lograron su objetivo. Mientras algunos gigantescos conglomerados, como

    recientemente General Motors, caen en la bancarrota y millones de trabajadores quedan en la calle, los economistas ortodoxos siguen viviendo en la fantasa de sus modelos matemticos de perfecta raciona-lidad. Hasta los prudentes gobiernos de los pases centrales, no obstante, comienzan a percibir que las medidas a tomar deben ser mucho ms osadas, tal como sostuvo el ahora reivindicado Keynes durante la Gran Depresin. Deduca entonces que, para sacar a la economa de la recesin, era necesario aplicar un generalizado programa de inversin pblica desoyen-do los consabidos consejos de la prudencia fiscal y financiera: En conclusin, afirmo que el deber de ordenar el volumen actual de inversin no puede dejarse con garantas de seguridad en manos de los particulares (ob. cit. p. 268).

    En cuanto a las predicciones sobre el futuro, caben unas pocas palabras: no hace falta entregarse a la especulacin para pronosticar si la crisis ser en el futuro realmente profunda, basta con mirar alrededor para reconocer que, a esta altura, ya lo es.

    29 Aqu, la referencia principal es la obra de Marx. Ver, entre otros, Itoh, M. (1980) Value and Crisis. Essays of marxian economics in Japan., Nueva York, Monthly Review Press y Clarke, S. (1994) Marxs Theory of Crisis, Nueva York, St. Martins Press.

    .

    La c

    risis

    mun

    dial

    y la

    teor

    a e

    con

    mic

    a co

    nven

    cion

    al .

    Nota

    s de

    la e

    cono

    ma

    arg

    entin

    a | E

    dici

    n 0

    6 | A

    gost

    o 20

    09 |

    CEND

    A

    19

  • Las

    med

    idas

    ado

    ptad

    as p

    or e

    l gob

    iern

    o ar

    gent

    ino

    ante

    la m

    odifi

    caci

    n d

    e la

    s co

    ndic

    ione

    s vi

    gent

    es e

    n lo

    s m

    erc