«(CASO HEBERTO PAbILLA» Uníversitat Autón IEAC ION ...adoptar alguna posición. Hemos Intentado...

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TRAS EL'rDISCURSO D,E'CASTR O S·OBRE E (t-S «(CASO HEBERTO PAbILLA» )r~ 1 o Uníversitat Autón hi Jr~elola IEAC ION EN ARCELOtlt ca H Jt IS LOS INTELECTUALES ESPAAOLES A principios de mes; el primer mI- nlstro cubano, Fldel Castro, en su dis- curso de clausura del Congreso Nacio- nel de Educación habló bastante dura- mente en referencia a 108 problemas da ciertos Intelectuales con la revolu- ción. DIJo que los Intelectuales qua ejer- cieron oposición son agentes Interio- res del -neocolontallsrno cultural», y declaró cerradas las puertas de Cuba a los escritores que desde el extran- jero se Irrogaban la facultad de Juz- gar los hechos producidos en Cuba. Se da la circunstancia de que varios Intelectuales se hablan mostrado so- lidarios siempre de la revolución cuba- na.,varios de eltcs hablan visitado Cuba en distintas ocasiones y algunos fue- ron exhortados por las autoridades cu- banas para neutralizar desde sus cen- tros de actividad Ips ataques dirigidos contra Cuba. Al menos esto es lo que hemos podido leer en la Información de prensa que nos han llegado. Ahora salta la noticia de que el es- critor peruano Mario Vargas Llosa, afin- cado en España, ha dirigido un escrito a Ia directora' de la .Casa de las Amé- rtcas-, de la Habana, presentando su renuncia como miembro del Comité de la revista que edita la citada Ins- titución, comité al que pertenece des- de 1965. . Hablamos con Mario Vargas I.:losa: -¿Cuándo fue enviada esta carta de renuncia? -No la envié sino que la entregué aquí en mano, en el Consulado d.e Cuba. El cónsul no conocia el conte- nido, pero prometió hacerla llegar a su destino lo antes posible. La carta tiene párrafos muy duros. Por ejemplo. se pregunta: "¿Tanto le ha Irritado nuestra carta pidiéndole qua esclareciera la sItuación da Ha- berto Padilla? ICómo han samblado lós' tiempos! Recuerdo muy bien la noche que pasamos con él hace cuatro añoll y en la que admitIó de buena gana las observaciones y las criticas que' le hi- cimos un grupo de eS08 "Intelectua- les extranJeros" a los que ahora llama "canallas?». . .De todos modos -afiad e- habia decidido renuncIar al comité desde que lei la confesión' de Heberto Padi- lla y los despachos de prensa latina sobre el acto de la UNEAC. en el que los compañeros Belkls Cuza Male, Pa-' blo Armando Fernández, Manuel Diaz Martines y César López hicieron su autoeríttca. Conozco a todos ellos lo suficiente como para saber que ese lastimoso espectáculo no ha sido es- pontáneo sino prefabricado como los juicios stalinlstas de los años treInta, Obligar a unos compañeros, con mé- todos que repugnan a la dignidad hu- mana, a acusarse de traiciones imagi- narias y a firmar tartas donde la sin- taxis parece policial, es la negación de -lo que me hizo abrazar desde el pri- mer dia la causa de la revolución cu- bana: su decisión de luchar por la lus- ticia sin perdar el respeto a los IndI- viduos. No es éste el ejemplo ,de so- clallsQ10 que quiero para mI p·ais•• Vargas Llosa. finaliza:. ' -No tenía' otra cosa que hacer, me sentia muy directamente aludido. No tenía ningún sentido el que yo con- ·tlnuara ligado al Comité. El asunto de Padilla, es lamentable Y esta carta de ·renuncia es una forma de protestar contra él. Ojo: protesto contra un ha- cho concreto; pero no quisiera que pudiera Interpretarse como un acto de hostilidad hacia la revolución cu- bana. mAS DE VARIA LUZ Con el mismo motivo hemos Inten- tado hablar oon varios de los íntelec- tuales españoles que pudieran sen- ,tlrse también Implicados -más o me- nos dlrectamente- con las declara- ciones de Castro. ~osé Maria Castellet - está' fuara, en Parls; no regresa hasta la próxima se- mana. Carlos Barral, muy ocupado ahora con la organización del premio litera- rio que lleva su nombre, nos dice que está a la espera de Información más concreta antes de tomar una posición: -MI postura personal es, de mo- mento, la abstención. No voy a firmar ahora, no voy a enviar ninguna carta ahora, porque no tendria ningún sen- tido escribir sin poseer información de primera mano. Por su parte. José Agustín Goytlsolo abunda 'en parecida opinión: -Estoy espe~ando la documentación que, muy amablemente, me ha ofreci- do anviar la Embajada cubana, Tan pronto tenga todo ese material podré adoptar alguna posición. Hemos Intentado hablar con Cortá- zar, de quien tenemos noticia que ha enviado también una carta a la Casa de las Américas. Pero en el domicilio parlslén de Cortázar· nadie atiende al teléfono. . La reacción a las palabras de Fldel Castro, aur/que se ha hecho esperar, se está produciendo a escala Interna- clonal. , , Maria-Cruz HERNANDEZ .:¡¡j I~~ I I Ll.8'8' 11\ PI\ I\BRI\S PI\RI\ ENCONTRE a Julia en una cafete- ría elegante de Argüelles, a dos pasos de Princesa. Fue durante un reciente viaje a Madrid. Me apete- cía un aperitivo refrescante y sólo 'entrar la descubrí sentada a una me- sa de la izquierda con el cigarrillo en los labios, el whisky al alcance de .a mano y aparentElmente ernbeu.va en las páginas de una revista de ac- tualidad. Vacilé antes de abordarla. ¿Era «realmente» ella, la Julia que a lo largo de cinco cursos había com- partido con nosotros, sus compañeros, ideales, ilusiones, temores e incons- ciencias? Finalmente me acerqué. Julia le- vantó los ojos, medio ahogó una ex- clamación de sorpresa y nos abraza- mos. Vinieron las preguntas atrope- lladas, más tarde las inevitables idas y venidas del presente al pasado y viceversa, los «¿te acuerdas de ... o cuando ... Pedí un whisky con mu- cho hielo, y Julia repetió con otro whisky a secas. Lucía ojeras que el maquillaje. apenas si lograba ocul- tar, Descubrí los hilillos de las pri- meras sinuosidades marcadas en la frente y en las comisuras de los ojos, Julia rondaría los treinta y un años. Cuando nos perdimos de vista, recién acababa de cumplir los veinte. Esta- ba ahora más esbelta, más elegante y como más segura de sí misma, pe- ro su mirar había perdido frescor y los ojos eran de un mate ceniza. Le pregunté qué hacía en Madrid, qué era de su vida. Julia capeó las pre- guntas devolviéndolas y obligándome a contestarlas. Luego me dijo que venía cada día a esa cafetería a tomarse unas copas cuando cerraba la tienda. Había pues- to una «boutique- en Gran Vía y le iba bien. Recordé que Julia se había casado poco después de acabar la ca- rrera. Me interesé por su marido. y Julia se limitó a encoger los horn- bros y a sorber un. trago largo de whisky. Se hizo el silencio. Me sentí incómodo. Adiviné la proximidad del instante en que Julia se liberaría del fingimiento. «Nos separamos hace ocho años y no he vuelto a saber de él-. dijo. Le temblaron perceptible- mente los labios. -Ahora ya me ves. No soy nada. Trabajo mucho, gano dinero, vivo bien, ceno con amigos, procuro divertirme, bebo lo que me apetece, me esfuerzo en no pensar demasiado, y cuando quiero dormir tengo pastillas en la mesita de noche. Me lo dijo así, creo que con las mismas palabras, con forzada indi- ferencia, sin mirarme. Me dolió. ¿Qué ha sido de ti, Julia? Cuándo te cono- cí eras una chiquilla que habías cur- sado el Bachillerato' en el colegio de- Las Damas Negras, una escuela ele- gante porque tu padre negociaba en chatarra y vuestra posición era ex- celente. Tú habías sido Hija de Ma- ría o algo por el. estilo, pero llegas- te a nosotros sin complejos aparen- tes, eras receptiva, inquieta, pronta al entusiasmo. En muchos aspectos eras distinta de las otras chicas. De un vlaje -a Francia trajiste a Baude- laire junto a Boris Vian, y te su- mergiste en ellos como antes lo ha- bíamos hechos en Carnus y Sartre pasados de mano en mano, a hurta- dillas, mientras los dicutíamos apa- sionadamente bajo las palmeras de la Plaza Letamendi, y nos enfrascá- bamos hablando enfáticamente de la libertad, de la pureza de la mente, de nuestro pasado y .de las inquie- tantes fosquedades del destino, de las trampas de la cotidianidad Y de la necesidad de no cejar en la lucha para zafarnos .de ellas y permane- cer incontaminados. Tú eras la úni- ca chica que pensabas así, y por eso fuiste siempre, para nosotros, sim- plemente Julia. -Si te dijera que llevo años sIn releer a los autores que entonces me «llenaban ..... Es como si hubieran dejado de servirme. Pero. no, tam- poco es eso. Soy yo la que no les sirvo, la que me he alejado de ellos ·y ahora temo volver porque sé que me iban a reprochar ,el que me haya dejado arrastrar por la corriente. Ahora me conformo con leer una y otra vez un solo poema que parece haber sido escrito para mí. Sequra- mente lo conoces. Es de José Agus- tín Goytisolo y se llama "Palabras para Julia». Me lo sé de memoria porque necesito creer en su esperan- za, sentirla como si fuera mía y pen- sar que esa Julia soy yo. ¿Por qué crees que lo. tituló así? ¿Es posible .que conociera a una Julia que nece- sitara de esas palabras? no puedes volver atrás, porque la vida ya te empuja, como un aullido interminable. Fue la vida la que empujó a Ju- lia. La vida despajada de trascen- dencia metafísica. La historia que Julia me contó es vulgar, un calco, con muy ligeras variantes, de tantas historias de renuncia. Julia era el fruto lógicamente inmaduro de dos modos irreconciliables. Por una par- te la familia de adscripción burguesa, conservadora, apegada a las 'tradicio- nes que de tanto repetirse se han va- ciado de significado, pese a lo cual es preciso cumplirlas corno si de un rito se tratara, con su carga de ruti- na, con sus fingimientos, sus tabús ,y sus inhibiciones. Por la otra la Facultad, ce r rada pero : con resquicios suficientes para que la introdujera en los ale- . daños de un vasto universo intelec- tual, que de alguna manera la en- señó a ponerlo todo en solfa, a co- nocer los incentivos del contraste, la sugestión de los ideales, la pasión de la rebeldía, el entusiasmo por la evolución, el ansia de hacer las cosas mejor de como le habían sido ofre- cidas ... La vida es bella, ya verás, como a pesar de los pesares tendrás smiqos, tendrás amor. Julia tuvo amigos. Y creyó alcan- zar el amor. Julia no era escéptica. Todavía no. Se casó por amor 'Con un muchacho de su clase, economista, que habían de suceder a su padre en el negocio. Se instalaron en Tarragona. A los dos años, sin haber tenido hi- jos, Julia llegó a la conclusión de que no podía seguir representando _únicamente» en la escena social el papel de esposa acomodada, señora de hoqar.; directora de servidumbre y anfitriona eficaz. Se sintió pavorosa- mente vacía" El amor en el que había creído, quedó en nostalgia de un sue- ño irrecuper¡¡ble. No quisieron o no pudieron comprenderla. Te sentirás acorralada, te sentirás perdida o sola, tal vez querrás no haber nacido. Marchó dispuesta a ser útil. Las propias dudas la atornl,entaban hasta el enloquecimiento, ¿Donde estaba la verdad de los ideales? ¿Cómo rea- lizarlos sola en un medio hostil que absorbe o rechaza sih términos me- dios? ¿Cómo luchar por ellos y por sí misma? Otros ésperarán que resistas, que les ayude tu alegría. Quiso descubrir por sí misma a esos «otros» que precisaban de su ayuda, pero o no los halló, o quie- nes llegaron a ella lo hicieron atraí- dos por algún interés confesado o inconfesable. Trabajó dos años en ca- lidad de traductora de las Naciones Unidas en Ginebra. Después marchó a Colombia, formando parte de una comisión t'écnico-sanitaria que partí- cipaba en el programa de lucha con- tra la mortalidad infantil. Se perdió de 'nuevo en el laberinto de la sin- ceridad en connivencia corí la hipo- cresía y los intereses. Luego creyó en Camilo Torres y admiró al Che, cuando el primero era abatido en la propia Colombia y el otro en las coli- nas bolivianas. Nunca te entregues, ni te apartes, junio al camino, nunca digas; no puedo más y aquí me quedo. Julia dijo no puedo más y se 'en- tregó. Creyó que todo era mentira y que Un hombre solo, una muier, asl tomados, de uno en uno, son C0l110 polvo, no son nada. Todo había fallado, no era nada, y la postrera alternativa la llevaba a entregarse sin condiciones. La Ju- lia entregada' es la que tuve ante mí, desencajada, dolorida por el encuen- tro con el pasado de hace sólo diez años. Ahora, dice, es una mujer in- dependiente, sin prejuicios, alegre con los amigos, ideal para no desentonar en los saraos, que aguanta bien el alcohol y busca en la poesía de José Agustín Goytisolo, el enlqma de esa esperanza que el tiempo ha engullido como el trago que vacía el vaso. -¿Quién crees que será la Julia a quien Goytisolo dedíca sus pala- bras? Claro que en el fondo no me importa. Las leo convencida de que las escribió para mí, sólo que me Ile- garon 'demasiado tarde porque yo ya no estoy en el camino. El sí, lo dice bien claro, pero no yo. O puede que mi camino sea distinto. Es otro, Tú me comprendes, ¿verdad? Ouisiera no tener que hacerlo y poder volver atrás para reencontrar la Julia de entonces junto a todos nosotros de entonces. $ólo que no es posible. Aquella lrnaqen de daquerro- tipo antiguo pertenece al. pasado. Los años, el medio,con sus terrib~es inci- taciones, las leyes no escritas. la de- bilidad de cada uno, la conciencia de la inutilidad, el desgaste del es- fuerzo, todo arrastra a la claudica- ción. Algunos Pocos seguimos todavía en el camino, obstinados, sacando fuerzas del escepticismo, aferrados a la ilusión de las inquietudes; otras se agarran a la rendija para impe- dir que la- puerta se cierre definiti- vamente y sobrevenga la' oscuridad. Por eso entendí lo que Julia quiso decirme. Pero Julia añadió que no deseaba mortlficarse más, y que de- bíamos celebrar el que la casualidad nos hubiera reunido de nuevo. Cena- mos juntos en un restaurante cerca- no a la Casa de Campo y más tarde la acompañé hasta su casa de barrio elegante. Al dyspedirnos, el aire olía a asfalto recién mojado. De regreso al hotel, en plena madrugada. pen- sé que Julia releería una vez más el poema ele José Agustín, y pensé tarn- blén en la Julia o en las Julias a quienes Goytisolo dlrtqía sus palabras Pensé en mucha gente a la vez y reflexioné acerca de la sensación de impotencia que me agarrotaba con- vencido como estaba de que mis pa- labras no servirían de mucho a Ju- lia, porque en determinadas circuns- tancias las palabras se desnudan de sentido práctico. Goytisolo es cons- ciente me ello, cuando termina el poe- ma utilizando el último recurso de su esperanza solidaria. Pero siempre acuérdate de fo que un día yo escrlbi, pensando en tí, pensando en tI, como ahora pienso. Robert SALADRIGAS

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TRAS EL'rDISCURSO D,E'CASTR O S·OBRE E (t-S

«(CASO HEBERTO PAbILLA» )r~ 1 oUníversitat Autón hi Jr~elola

IEAC ION EN ARCELOtltcaH Jt IS

LOS INTELECTUALESESPAAOLES

A principios de mes; el primer mI-nlstro cubano, Fldel Castro, en su dis-curso de clausura del Congreso Nacio-nel de Educación habló bastante dura-mente en referencia a 108 problemasda ciertos Intelectuales con la revolu-ción.DIJo que los Intelectuales qua ejer-

cieron oposición son agentes Interio-res del -neocolontallsrno cultural», ydeclaró cerradas las puertas de Cubaa los escritores que desde el extran-jero se Irrogaban la facultad de Juz-gar los hechos producidos en Cuba.Se da la circunstancia de que variosIntelectuales se hablan mostrado so-lidarios siempre de la revolución cuba-na., varios de eltcs hablan visitado Cubaen distintas ocasiones y algunos fue-ron exhortados por las autoridades cu-banas para neutralizar desde sus cen-tros de actividad Ips ataques dirigidoscontra Cuba. Al menos esto es lo quehemos podido leer en la Informaciónde prensa que nos han llegado.Ahora salta la noticia de que el es-

critor peruano Mario Vargas Llosa, afin-cado en España, ha dirigido un escritoa Ia directora' de la .Casa de las Amé-rtcas-, de la Habana, presentando surenuncia como miembro del Comitéde la revista que edita la citada Ins-titución, comité al que pertenece des-de 1965.. Hablamos con Mario Vargas I.:losa:-¿Cuándo fue enviada esta carta de

renuncia?-No la envié sino que la entregué

aquí en mano, en el Consulado d.eCuba. El cónsul no conocia el conte-nido, pero prometió hacerla llegar a sudestino lo antes posible.La carta tiene párrafos muy duros.

Por ejemplo. se pregunta: "¿Tanto leha Irritado nuestra carta pidiéndole

qua esclareciera la sItuación da Ha-berto Padilla? ICómo han samblado lós'tiempos! Recuerdo muy bien la nocheque pasamos con él hace cuatro añolly en la que admitIó de buena gana lasobservaciones y las criticas que' le hi-cimos un grupo de eS08 "Intelectua-les extranJeros" a los que ahora llama"canallas?». ..De todos modos -afiad e- habia

decidido renuncIar al comité desdeque lei la confesión' de Heberto Padi-lla y los despachos de prensa latinasobre el acto de la UNEAC. en el quelos compañeros Belkls Cuza Male, Pa-'blo Armando Fernández, Manuel DiazMartines y César López hicieron suautoeríttca. Conozco a todos ellos losuficiente como para saber que eselastimoso espectáculo no ha sido es-pontáneo sino prefabricado como losjuicios stalinlstas de los años treInta,Obligar a unos compañeros, con mé-todos que repugnan a la dignidad hu-mana, a acusarse de traiciones imagi-narias y a firmar tartas donde la sin-taxis parece policial, es la negación de-lo que me hizo abrazar desde el pri-mer dia la causa de la revolución cu-bana: su decisión de luchar por la lus-ticia sin perdar el respeto a los IndI-viduos. No es éste el ejemplo ,de so-clallsQ10 que quiero para mI p·ais••Vargas Llosa. finaliza:. '-No tenía' otra cosa que hacer, me

sentia muy directamente aludido. Notenía ningún sentido el que yo con-·tlnuara ligado al Comité. El asunto dePadilla, es lamentable Y esta carta de·renuncia es una forma de protestarcontra él. Ojo: protesto contra un ha-cho concreto; pero no quisiera quepudiera Interpretarse como un actode hostilidad hacia la revolución cu-bana.

mAS DE VARIA LUZ

Con el mismo motivo hemos Inten-tado hablar oon varios de los íntelec-tuales españoles que pudieran sen-,tlrse también Implicados -más o me-nos dlrectamente- con las declara-ciones de Castro.~osé Maria Castellet -está' fuara, en

Parls; no regresa hasta la próxima se-mana.Carlos Barral, muy ocupado ahora

con la organización del premio litera-rio que lleva su nombre, nos dice queestá a la espera de Información másconcreta antes de tomar una posición:-MI postura personal es, de mo-

mento, la abstención. No voy a firmarahora, no voy a enviar ninguna cartaahora, porque no tendria ningún sen-tido escribir sin poseer información deprimera mano.Por su parte. José Agustín Goytlsolo

abunda 'en parecida opinión:-Estoy espe~ando la documentación

que, muy amablemente, me ha ofreci-do anviar la Embajada cubana, Tanpronto tenga todo ese material podréadoptar alguna posición.Hemos Intentado hablar con Cortá-

zar, de quien tenemos noticia que haenviado también una carta a la Casade las Américas. Pero en el domicilioparlslén de Cortázar· nadie atiende alteléfono.. La reacción a las palabras de FldelCastro, aur/que se ha hecho esperar,se está produciendo a escala Interna-clonal. ,, Maria-Cruz HERNANDEZ

.:¡¡j I~~

I t¡I Ll.8'8'

11\PI\ I\BRI\S PI\RI\ENCONTRE a Julia en una cafete-

ría elegante de Argüelles, a dospasos de Princesa. Fue durante unreciente viaje a Madrid. Me apete-cía un aperitivo refrescante y sólo'entrar la descubrí sentada a una me-sa de la izquierda con el cigarrillo enlos labios, el whisky al alcance de.a mano y aparentElmente ernbeu.vaen las páginas de una revista de ac-tualidad. Vacilé antes de abordarla.¿Era «realmente» ella, la Julia que alo largo de cinco cursos había com-partido con nosotros, sus compañeros,ideales, ilusiones, temores e incons-ciencias?

Finalmente me acerqué. Julia le-vantó los ojos, medio ahogó una ex-clamación de sorpresa y nos abraza-mos. Vinieron las preguntas atrope-lladas, más tarde las inevitables idasy venidas del presente al pasado yviceversa, los «¿te acuerdas de ... ocuando ... ?» Pedí un whisky con mu-cho hielo, y Julia repetió con otrowhisky a secas. Lucía ojeras que elmaquillaje. apenas si lograba ocul-tar, Descubrí los hilillos de las pri-meras sinuosidades marcadas en lafrente y en las comisuras de los ojos,Julia rondaría los treinta y un años.Cuando nos perdimos de vista, reciénacababa de cumplir los veinte. Esta-ba ahora más esbelta, más elegantey como más segura de sí misma, pe-ro su mirar había perdido frescor ylos ojos eran de un mate ceniza. Lepregunté qué hacía en Madrid, quéera de su vida. Julia capeó las pre-guntas devolviéndolas y obligándomea contestarlas.

Luego me dijo que venía cada díaa esa cafetería a tomarse unas copascuando cerraba la tienda. Había pues-to una «boutique- en Gran Vía y leiba bien. Recordé que Julia se habíacasado poco después de acabar la ca-rrera. Me interesé por su marido.y Julia se limitó a encoger los horn-bros y a sorber un. trago largo dewhisky. Se hizo el silencio. Me sentíincómodo. Adiviné la proximidad delinstante en que Julia se liberaría delfingimiento. «Nos separamos haceocho años y no he vuelto a saber deél-. dijo. Le temblaron perceptible-mente los labios.-Ahora ya me ves. No soy nada.

Trabajo mucho, gano dinero, vivo bien,ceno con amigos, procuro divertirme,bebo lo que me apetece, me esfuerzoen no pensar demasiado, y cuandoquiero dormir tengo pastillas en lamesita de noche.

Me lo dijo así, creo que con lasmismas palabras, con forzada indi-ferencia, sin mirarme. Me dolió. ¿Quéha sido de ti, Julia? Cuándo te cono-cí eras una chiquilla que habías cur-sado el Bachillerato' en el colegio de-Las Damas Negras, una escuela ele-gante porque tu padre negociaba enchatarra y vuestra posición era ex-celente. Tú habías sido Hija de Ma-ría o algo por el. estilo, pero llegas-te a nosotros sin complejos aparen-tes, eras receptiva, inquieta, prontaal entusiasmo. En muchos aspectoseras distinta de las otras chicas. Deun vlaje -a Francia trajiste a Baude-laire junto a Boris Vian, y te su-mergiste en ellos como antes lo ha-bíamos hechos en Carnus y Sartrepasados de mano en mano, a hurta-dillas, mientras los dicutíamos apa-sionadamente bajo las palmeras dela Plaza Letamendi, y nos enfrascá-bamos hablando enfáticamente de lalibertad, de la pureza de la mente,de nuestro pasado y .de las inquie-tantes fosquedades del destino, de lastrampas de la cotidianidad Y de lanecesidad de no cejar en la luchapara zafarnos .de ellas y permane-cer incontaminados. Tú eras la úni-ca chica que pensabas así, y por esofuiste siempre, para nosotros, sim-plemente Julia.-Si te dijera que llevo años sIn

releer a los autores que entonces me

«llenaban ..... Es como si hubierandejado de servirme. Pero. no, tam-poco es eso. Soy yo la que no lessirvo, la que me he alejado de ellos· y ahora temo volver porque sé queme iban a reprochar ,el que me hayadejado arrastrar por la corriente.Ahora me conformo con leer una yotra vez un solo poema que parecehaber sido escrito para mí. Sequra-mente lo conoces. Es de José Agus-tín Goytisolo y se llama "Palabraspara Julia». Me lo sé de memoriaporque necesito creer en su esperan-za, sentirla como si fuera mía y pen-sar que esa Julia soy yo. ¿Por quécrees que lo. tituló así? ¿Es posible. que conociera a una Julia que nece-sitara de esas palabras?

Tú no puedes volver atrás,porque la vida ya te empuja,como un aullido interminable.

Fue la vida la que empujó a Ju-lia. La vida despajada de trascen-dencia metafísica. La historia queJulia me contó es vulgar, un calco,con muy ligeras variantes, de tantashistorias de renuncia. Julia era elfruto lógicamente inmaduro de dosmodos irreconciliables. Por una par-te la familia de adscripción burguesa,conservadora, apegada a las 'tradicio-nes que de tanto repetirse se han va-ciado de significado, pese a lo cuales preciso cumplirlas corno si de unrito se tratara, con su carga de ruti-na, con sus fingimientos, sustabús ,y sus inhibiciones. Porla otra la Facultad, ce r r a d apero : con resquicios suficientespara que la introdujera en los ale-

. daños de un vasto universo intelec-tual, que de alguna manera la en-señó a ponerlo todo en solfa, a co-nocer los incentivos del contraste,la sugestión de los ideales, la pasiónde la rebeldía, el entusiasmo por laevolución, el ansia de hacer las cosasmejor de como le habían sido ofre-cidas ...

La vida es bella, ya verás,como a pesar de los pesarestendrás smiqos, tendrás amor.

Julia tuvo amigos. Y creyó alcan-zar el amor. Julia no era escéptica.Todavía no. Se casó por amor 'Con unmuchacho de su clase, economista,que habían de suceder a su padre enel negocio. Se instalaron en Tarragona.A los dos años, sin haber tenido hi-jos, Julia llegó a la conclusión deque no podía seguir representando_únicamente» en la escena social elpapel de esposa acomodada, señora dehoqar.; directora de servidumbre yanfitriona eficaz. Se sintió pavorosa-mente vacía" El amor en el que habíacreído, quedó en nostalgia de un sue-ño irrecuper¡¡ble. No quisieron o nopudieron comprenderla.

Te sentirás acorralada,te sentirás perdida o sola,tal vez querrás no haber nacido.

Marchó dispuesta a ser útil. Laspropias dudas la atornl,entaban hastael enloquecimiento, ¿Donde estaba laverdad de los ideales? ¿Cómo rea-lizarlos sola en un medio hostil queabsorbe o rechaza sih términos me-dios? ¿Cómo luchar por ellos y porsí misma?

Otros ésperarán que resistas,que les ayude tu alegría.

Quiso descubrir por sí misma aesos «otros» que precisaban de suayuda, pero o no los halló, o quie-nes llegaron a ella lo hicieron atraí-dos por algún interés confesado oinconfesable. Trabajó dos años en ca-lidad de traductora de las NacionesUnidas en Ginebra. Después marchó

a Colombia, formando parte de unacomisión t'écnico-sanitaria que partí-cipaba en el programa de lucha con-tra la mortalidad infantil. Se perdióde 'nuevo en el laberinto de la sin-ceridad en connivencia corí la hipo-cresía y los intereses. Luego creyóen Camilo Torres y admiró al Che,cuando el primero era abatido en lapropia Colombia y el otro en las coli-nas bolivianas.

Nunca te entregues, ni te apartes,junio al camino, nunca digas;no puedo más y aquí me quedo.

Julia dijo no puedo más y se 'en-tregó. Creyó que todo era mentira yque

Un hombre solo, una muier,asl tomados, de uno en uno,son C0l110 polvo, no son nada.

Todo había fallado, no era nada,y la postrera alternativa la llevabaa entregarse sin condiciones. La Ju-lia entregada' es la que tuve ante mí,desencajada, dolorida por el encuen-tro con el pasado de hace sólo diezaños. Ahora, dice, es una mujer in-dependiente, sin prejuicios, alegre conlos amigos, ideal para no desentonaren los saraos, que aguanta bien elalcohol y busca en la poesía de JoséAgustín Goytisolo, el enlqma de esaesperanza que el tiempo ha engullidocomo el trago que vacía el vaso.-¿Quién crees que será la Julia

a quien Goytisolo dedíca sus pala-bras? Claro que en el fondo no meimporta. Las leo convencida de quelas escribió para mí, sólo que me Ile-garon 'demasiado tarde porque yo yano estoy en el camino. El sí, lo dicebien claro, pero no yo. O puede quemi camino sea distinto. Es otro, Túme comprendes, ¿verdad?Ouisiera no tener que hacerlo y

poder volver atrás para reencontrarla Julia de entonces junto a todosnosotros de entonces. $ólo que no esposible. Aquella lrnaqen de daquerro-tipo antiguo pertenece al. pasado. Losaños, el medio,con sus terrib~es inci-taciones, las leyes no escritas. la de-bilidad de cada uno, la concienciade la inutilidad, el desgaste del es-fuerzo, todo arrastra a la claudica-ción. Algunos Pocos seguimos todavíaen el camino, obstinados, sacandofuerzas del escepticismo, aferrados ala ilusión de las inquietudes; otrasse agarran a la rendija para impe-dir que la- puerta se cierre definiti-vamente y sobrevenga la' oscuridad.Por eso entendí lo que Julia quisodecirme. Pero Julia añadió que nodeseaba mortlficarse más, y que de-bíamos celebrar el que la casualidadnos hubiera reunido de nuevo. Cena-mos juntos en un restaurante cerca-no a la Casa de Campo y más tardela acompañé hasta su casa de barrioelegante. Al dyspedirnos, el aire olíaa asfalto recién mojado. De regresoal hotel, en plena madrugada. pen-sé que Julia releería una vez más elpoema ele José Agustín, y pensé tarn-blén en la Julia o en las Julias aquienes Goytisolo dlrtqía sus palabrasPensé en mucha gente a la vez yreflexioné acerca de la sensación deimpotencia que me agarrotaba con-vencido como estaba de que mis pa-labras no servirían de mucho a Ju-lia, porque en determinadas circuns-tancias las palabras se desnudan desentido práctico. Goytisolo es cons-ciente me ello, cuando termina el poe-ma utilizando el último recurso de suesperanza solidaria.

Pero tú siempre acuérdatede fo que un día yo escrlbi,pensando en tí, pensando en tI,como ahora pienso.

Robert SALADRIGAS