Caso Examen de Grado_Dic 2010
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Caso de Estudio para el Examen de Grado de Licenciado en Psicología
Noviembre de 2010
Autor: Olegario Hernández Allel
Contenido
I. TELESERIE “LAS CUERDAS DE LA VIDA”. ...................................................................................................................... 2
a. Capítulo “Guantanamera”. Escenas en Plano Actual. ...................................................................................... 2
b. Capítulo “Yo no soy Horacio”. Escenas en Plano Actual. .................................................................................. 3
c. Capítulo “El mejor pianista de Europa”. Escenas en Plano Pasado. ................................................................. 3
d. Capítulo “La espina”. Escenas en Plano Actual. ............................................................................................... 5
e. Capítulo “Livia”. Escenas en Plano Pasado. ...................................................................................................... 6
f. Capítulo “Stanchi”. Escenas en Planos Actual y Pasado. .................................................................................. 7
g. Capítulo “La maleta”. Escena Plano Pasado. ................................................................................................... 8
h. Capítulo “Las cuerdas de la Academia”. Escenas en Planos Actual y Pasado. ................................................. 9
i. Capítulo “La guitarra”. Escena Plano Actual. ................................................................................................. 11
II. SOBREMESA FUERA DE PLANO. ................................................................................................................................. 12
III. EL FESTIVAL DE LAS PREGUNTAS ........................................................................................................................... 13
a. Pregunta 1...................................................................................................................................................... 13
b. Pregunta 2...................................................................................................................................................... 13
c. Pregunta 3...................................................................................................................................................... 14
d. Pregunta 4...................................................................................................................................................... 14
e. Pregunta 5...................................................................................................................................................... 14
f. Pregunta 6...................................................................................................................................................... 15
g. Pregunta 7...................................................................................................................................................... 15
h. Pregunta 8...................................................................................................................................................... 16
i. Pregunta 9...................................................................................................................................................... 16
j. Pregunta 10.................................................................................................................................................... 17
IV. ANEXO 1 ........................................................................................................................................................ 18
2
I. TELESERIE “LAS CUERDAS DE LA VIDA”.
a. Capítulo “Guantanamera”. Escenas en Plano Actual.
Desde pequeño Jorge quiso ser guitarrista profesional. En un comienzo, cuando hizo sus
primeros pasos con las cuerdas, tocando “Guantanamera” a los 9 ó 10 años, no entendía
muy bien qué significaba exactamente ser “profesional”, ni cuáles eran los alcances, sin
embargo, tenía muy claro o al menos así se lo dictaba su memoria, que nunca imaginó
pasar el resto de su vida sin una guitarra entre sus brazos. Esto no era algo que le había
surgido solo. Toda la familia tenía una gran valoración de la música. Su padre, Miguel, era
un apasionado del Jazz tradicional y un aficionado a la trompeta. Su abuelo tocaba el
acordeón, instrumento que ocupaba un destacado lugar en el living de su casa, y que
recibía los cuidados de una pieza valiosa de museo. Su madre, Estela, aunque no tocaba
ningún instrumento, era el alma de cualquier reunión que pusiera canciones o bailes o
piezas musicales en el centro de atención. Gustaba de cantar, y aplaudía con entusiasmo la
participación de los demás. El hermano mayor de Jorge, Horacio, había tratado de iniciarse
en el piano desde pequeño, pero, por alguna razón o motivo que Jorge no era capaz de
entender ni reconstruir, lo había abandonado. Horacio solía referirse al piano como la
“tortura de mi infancia”, y era común escucharlo despotricar en contra de los profesores y
profesoras que había acumulado a lo largo de los años de niñez y adolescencia, hasta que
se había “librado de ellos” poco antes de los 18 años de edad. No obstante ese
alejamiento, Horacio había mantenido una participación activa en la creación de bandas de
rock en el colegio y en la Universidad, donde oficiaba de baterista sin mayores ambiciones
que pasarlo bien y, como gustaba de fanfarronear, citando a Keith Richards, “a fin de
cuentas, el rock sirve para conseguir chicas”.
Jorge no quería conseguir chicas mediante la guitarra. Jorge quería ser el mejor guitarrista.
Se pasaba hora escuchando a sus ídolos y practicaba hasta el dolor, intentando copiarles
los estilos y robarles los secretos.
Cuando terminó el colegio, con un promedio de notas que no destacaba especialmente,
pero que jamás fue preocupante, salvo períodos excepcionales, con altibajos que fueron
descritos como “parte del desarrollo” por la orientadora del establecimiento, se había
decidido hace mucho tiempo, años, toda su vida, por el estudio de la carrera de
interpretación musical en la Universidad estatal más importante del país, aquella que
formaba y albergaba a los mayores talentos musicales del entorno nacional. Fue a entregar
su postulación con guitarra en mano. “Para qué vas a llevarla, sólo te incomodará”, le
advirtió su madre antes de verlo salir con la guitarra colgada a su espalda. “Me traerá
suerte, mamá”, le había contestado Jorge, “además, desde ahora seremos inseparables”,
agregó mientras cerraba la puerta de la casa. Su madre tuvo un sentimiento ambiguo, que
no supo descifrar, al verlo caminar junto a su guitarra hacia la estación del Metro, se sentía
orgullosa de la pasión de su hijo, pero una vaga preocupación le contaminaba ese
sentimiento de satisfacción.
Tras los trámites de postulación, las entrevistas de rigor y las pruebas de admisión, en las
que tuvo que ejecutar tres piezas musicales ante igual número de jueces, Jorge se retiró a
su casa, a esperar la respuesta de la Universidad. Pasó varios días sentado encima de su
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cama, con la guitarra apoyada en la pared, al otro extremo del cuarto, como si se miraran
en una expectante situación, testigos paradójicamente mudos del destino que le depararía
el correo electrónico o la carta o el llamado telefónico que habría de definir su carrera.
Fue un llamado telefónico. Fue una secretaria o funcionaria de la Escuela de Música la que
lo hizo. Y fue una noticia inesperada. No fue aceptado. Jorge se quedó como atontado en la
pieza, con su mirada clavada en la guitarra: instrumento inmóvil, rígido, seco, inerte, igual
a él.
Estela, parada fuera del cuarto, con los brazos apretados, encerrados en su pecho, lloró en
silencio y temió lo peor.
Fin Capítulo.
b. Capítulo “Yo no soy Horacio”. Escenas en Plano Actual.
Horacio estudia Turismo. Últimamente se ha ido convenciendo de instalarse en el sur del
país, armar una empresa en el rubro con algún amigo o compañero, quizá enfocarse en el
turismo aventura. Su padre intenta extraer de Horacio algunos elementos más prácticos
del plan: cuánto capital va a necesitar, cómo es la competencia, qué indicadores conoce en
el tema, cómo influye en clima o los altibajos de la economía. “Papá, sólo tengo una idea
para un plan, no esperes a estas alturas que te informe de proyecciones o que pronostique
el resultado. No seas exagerado, por favor.” El padre sabe que a veces va más allá de lo
requerido por una simple conversación. “OK”, le dice a su hijo, “pero en algún momento
deberás sentarte a hacer números”. “Hacer números…Suenas como si fueses mi jefe.”
Horacio se ríe de las palabras de su padre, pero lo toma tranquilamente. “Viejo, dejemos
esto para más adelante. Por ahora, prefiero soñar y tocar con la banda. Me voy a ensayar”.
La manera de ser de Horacio ha terminado por convencer al resto de la familia y es
envidiada, en cierta forma, por su hermano menor, quien en más de una oportunidad ha
comentado a sus amigos que le gustaría ser menos exigente consigo mismo. “Me gustaría
ser relajado como Horacio, no tener estas ideas fijas, que se me instalan como piedras en
medio de mi cabeza, y que no me las puedo quitar”. Sus amigos no entienden por qué le
parece a Jorge tan difícil tomarse las cosas sin tanta presión. Algunos han llegado a echarle
la culpa a la guitarra. Otros han sugerido que, si se relajara, sería mucho mejor guitarrista.
“Haz como Horacio, sigue su ejemplo, él no se hizo problemas en dejar el piano y cambiarlo
por la batería, y estudiar Turismo, como si nada, sin quejarse un solo minuto”, le han dicho.
“Yo no soy Horacio”, se ha sacudido esa idea Jorge, remarcando la sentencia con un gesto
de la mano, como quien se espanta una mosca de la cara. “Además, yo sé que puedo ser
un buen guitarrista”. “Nadie duda de eso”, le han contestado, “el punto es si podrás
disfrutarlo”.
Fin Capítulo.
c. Capítulo “El mejor pianista de Europa”. Escenas en Plano Pasado.
4
Ser considerado uno de los talentos jóvenes más destacados del círculo vienés de música
académica, a sus tempranos ocho años, casi medio siglo atrás, fue uno de los hitos en la
vida de Bastian von der Mühle. Comenzó sus clases de piano a los cinco años de edad.
Avanzó de nivel en nivel, de profesor a profesor, de recomendación en recomendación,
hasta hallarse de pronto, en plena juventud, en el centro de la Universität für Musik und
Bildende Kunst de la capital austríaca. Estudió piano, violín y guitarra, pero el piano fue su
instrumento medular, y cuyo conocimiento y manejo le generaban aplausos,
reconocimiento y premios, en Europa y, cada cierto tiempo, en el resto del mundo. Había
ganado Dublin, Glasgow, Lyon, Berlin y, obviamente, Viena. Los mejores pianistas de su
época conocían su nombre y comentaban, con cierta ironía, que, además de tocar
extremadamente bien, gozaba de un nombre que “amplificaba la resonancia de su
instrumento”.
En uno de sus viajes adolescentes a un festival italiano había conocido a una atractiva
pianista local, Livia, y se había enamorado completa y velozmente de ella, dejando botadas
incluso las exigencias preparatorias de su intervención en el certamen. No le fue bien en el
festival, y el viaje fue un momento definitorio para su carrera. No lo supo de inmediato,
pero, algunos meses después, cuando Livia le escribió de su embarazo, supo que su futuro
sufriría una alteración. Tenía 19 años. Ella también. Consiguió con la Universität, no sin
dificultad, que le aprobaran una pasantía de seis meses en Bologna. Podría acompañar a
Livia durante los últimos meses de embarazo sin alejarse del estudio. Al poco tiempo de
arribar en Bologna constató que Livia había cambiado sus sentimientos por él, que sus
intereses estaban en otras cosas, en otra gente, que la familia de la chica italiana lo miraba
como un entrometido, que no aprobaban sus actos y que le atribuían una responsabilidad
fatal en el embarazo. De nada sirvieron los intentos de precisar su posición, de
transparentar sus intenciones. El padre de Livia, Donato, un diplomático de carrera,
apareció de pronto con la noticia de su traslado a Sudamérica. Bastian no supo cómo
reaccionar. Su vida se estaba desmoronando ante sus ojos. Casi podía sentir cómo se
apagaba la vitalidad, la energía, la motivación por seguir estudiando, por volver a Viena.
Trató de convencer a Livia que se quedara con él, que quería ver nacer y crecer a su bebé.
Livia no cambió de posición. Se fue con sus padres a Chile.
Bastian sólo pudo averiguar información incompleta e insegura acerca del paradero y
situación de Livia. Tuvo que terminar su pasantía arrastrando las tareas, haciendo enormes
esfuerzos sólo para levantarse e ir a la Universidad. Su aspecto cambió, especialmente su
genio. Irritable, ensimismado y aislado, se convirtió en tema de comentarios ajenos, que
excedieron las fronteras de la Universidad, llegando incluso a Viena. Cuando regresó pudo
enterarse que los profesores sabían que algo le había pasado y su carácter había
empeorado. Bajó de peso, prestó menos atención a su aspecto y la disciplina
acostumbrada en el estudio dejó su lugar a un hábito sobresaltado, ansioso y subjetivo. No
era capaz de retomar el hilo y no sabía si quería hacerlo. Pensaba día y noche en Livia y en
quien ahora sabía era su hijo, Daniele. Su familia inquirió sobre su estado, informándose
rápidamente sobre la situación. Su padre, Friedrich von der Mühle, algo viejo y retirado, se
sacó de encima el polvo del descanso y tomó el toro por las astas. Lo obligó a tomar los
servicios de un psicólogo. Se plantó delante de su hijo con la mayor exigencia. Le dijo que
haría lo que fuese necesario para que su hijo se repusiera, encausara su estado emocional
y volviera sobre los pasos musicales que desde toda su vida habían determinado su destino
como uno de los más grandes pianistas de Europa.
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Por un tiempo, con cada vez más sesiones de psicoterapia en el cuerpo, el plan pareció
funcionar. Sin embargo, Bastian sabía, en su intimidad, que ya no era el mismo. Culpaba a
Livia, culpaba al piano, culpaba a su padre, así mismo. Pasaba todo el tiempo culpando de
su estado a las circunstancias que lo rodeaban.
En mitad de un semestre de arduo trabajo preparando obras de Chopin y Liszt, decidió
abandonar su carrera y viajar a Chile a conocer a Daniele. Friedrich intentó disuadirlo. Su
Psicólogo buscó con varios medios terapéuticos que se creara un espacio más amplio para
la decisión razonada, que evitara la actuación impulsiva. Si´n éxito. Una tarde de abril
despegó su avión de Austrian Airlines con destino a Frankfurt, para enganchar luego con el
Lufthansa que aterrizaría en Pudahuel al día siguiente, muy temprano por la mañana.
Fin Capítulo.
d. Capítulo “La espina”. Escenas en Plano Actual.
� Profesor von der Mühle: Usted quiere estudiar música.
� Jorge: Guitarra.
� Profesor von der Mühle: Para aprender guitarra debe estudiar música.
� Jorge: Cierto.
� Profesor von der Mühle: Entonces, ¿quiere o no quiere estudiar música?
� Jorge: Quiero estudiar guitarra, cueste lo que cueste.
� Profesor von der Mühle: Parece Usted una persona muy determinada.
� Jorge: No veo otro camino para llegar a ser un muy buen guitarrista.
� Profesor von der Mühle: ¿Qué edad tiene Usted?
� Jorge: 18 años.
� Profesor von der Mühle: ¿Sabe Usted que, paga alcanzar esas metas suyas, debe abandonar otros intereses o al menos tenerlos limitados? ¿Le preocupa eso?
� Jorge: Sí, lo sé. No, no me importa.
� Profesor von der Mühle: Suena Usted seguro de sí mismo. ¿En qué basa Usted esa seguridad?
� Jorge: En que soy bueno con la guitarra y en que no tengo otras distracciones.
� Profesor von der Mühle: “Distracciones”, dice Usted. ¿Cuáles serían esas “otras distracciones”?
� Jorge: No tengo una relación de pareja.
� Profesor von der Mühle: Pego podría llegar a tenerla. Usted es joven.
� Jorge: No existe algo que me interese más que la guitarra.
� Profesor von der Mühle: Podría Usted conocer a una chica en la Universidad y enamorase. ¿Cómo afectaría eso su disciplina?
� Jorge: Eso no va a ocurrir.
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� Profesor von der Mühle: No es creíble.
� Jorge: ¿Por qué no es creíble? No entiendo. ¿Qué tiene que ver eso con esta postulación?
� Profesor von der Mühle: Un músico jamás debe distraerse. Un profesor no puede trabajar con alumnos distraídos. Debemos cuidar cada detalle.
� Jorge: Entonces, para estar seguros, en vez de hablar, escúcheme tocar la guitarra. Cualquier espina que tenga clavada por casos como los que describe, podrá sacársela ahora mismo.
� Profesor von der Mühle: Cierto. Adelante.
Fin Capítulo.
e. Capítulo “Livia”. Escenas en Plano Pasado.
Sólo tras haber llegado a Santiago de Chile, tras unas pocas semanas, comprendió que su
tozudez en relación a Bastian, su negativa a escucharlo, su rechazo a toda posibilidad de
enfrentamiento conjunto del embarazo, en fin, su cierre ante cualquier solución de pareja,
había sido más una fórmula de sobrellevar la culpa, de aliarse con su padre, de quedar bien
con él, de arrancar. Y arrancó bien lejos, a un país completamente desconocido, en el cual
imaginaba que tardaría un tiempo en adaptarse. No sabía qué le esperaba. No entendía el
idioma o sólo muy poco. Se sentía extraña con su cuerpo, con sus sentimientos, con su
familia y con el país al que había llegado. “¿Cómo lograré superar esto, cuánto tiempo
tomará?”
Así es que, como una reacción inicial, al poco andar, se desencadenó un proceso nuevo, en
relación a cómo venía sintiéndose durante el último tiempo antes de partir: la nostalgia
por Bologna y por Bastian. Cerraba los ojos y era capaz de imaginar con altísima fidelidad
que escuchaba las espléndidas Sonatas con las que Bastian había logrado conquistarla.
Lágrimas corrían por sus mejillas, tensión se apoderaba de su cuerpo y le robaba horas de
sueño. Cerrar los ojos así le permitía escapar de la ansiedad que la agobiaba.
Donato estaba preocupado. Por primera vez él y su esposa Angela manifestaron su
preocupación por el estado de salud del bebé. Decidieron llevarla a un médico ginecólogo.
Fue en el primer control que se enteraron del sexo del niño. Livia ya había decidido
llamarlo Daniele. Sonaba bien. Daniele Rizzo. Llevaría el apellido de ella y de su padre. No
sería noble, no sería Daniele von der Mühle.
Una noche se despertó agitada. La recuperación de la vigilia sólo empeoró su estado,
bruscamente. Sintió que se le dormían los pies, no lograba entender por qué de pronto
tenía frio. Quería imperiosamente estar con alguien y llamó a su padre, pero la voz no
lograba armarse, su garganta la tenía atrapada. Tenía ganas de llorar, pero no podía y las
ideas se sucedían sin claridad. No eran varias ideas, era una sola: tenía miedo a morirse.
Tenía miedo a que le estuviera dando un ataque al corazón. Se afirmó con mucho esfuerzo
al borde de la cama e intentó caminar apoyada hasta la puerta. Sentía que las piernas no le
respondían. Las ganas de gritar eran feroces, pero no lo podía hacer. Notó que su pecho se
inflaba descontroladamente. Pensó que le había llegado su hora, pues no pudo tomar el
pomo de la puerta y cayó sentada en el suelo, creyendo morir…
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Cuando se recuperó decidió no contarle a sus padres, pero sí consultó a ellos si podían
llevarla nuevamente al ginecólogo. Aunque sabía que quizá era otra la especialidad médica
que necesitaba, no se atrevió a decirlo. Intentó tranquilizar a su padre, que se preocupó
por el interés de ir al médico, “son cosas de mujer, papá”. “Entonces anda con tu madre”,
propuso su padre. Ella aceptó mecánicamente. En su intimidad estaba muy feliz de no
tener que salir sola de la casa.
Fin Capítulo.
f. Capítulo “Stanchi”. Escenas en Planos Actual y Pasado.
“Mio Dio, sto stanchi”, se dice una y otra vez Angela cuando está sola. “Perché obbedisco a
tutti”. Es una mujer que ha vivido toda su vida rodeada de diplomáticos. Su padre había
sido uno de los más destacados abogados del servicio exterior italiano, que hizo carrera
notoriamente y de modo especial en el arduo período de posguerra, levantando a su país.
Era definido por sus amigos como un funcionario muy técnico, respetuoso y con un
profundo amor por su amada tierra, la Emilia Romagna. Él respondía con refinados gestos
de aceptación y con un “E’ vero, e’ vero” que ella recuerda con nostalgia. Su padre estaba
“orgoglioso” de su formación académica. Piero Fendi, gustaba que los demás pensaran que
pertenecía a la famosa familia romana, pero luego aclaraba con una divertida provocación
que él era de los “migliori” Fendi, de los mejores. Su padre se robaba la película y a su
alrededor todo brillaba, todos aplaudían, escuchaban, atendían. Su madre era envidiada
por el mundo diplomático. Estar casada con Piero Fendi debía ser un regalo. Los chicos,
Andrea y Angela tenían una sola misión: obedecer. Una infinita lluvia de protocolos, tareas,
instrucciones, órdenes, horarios, ritos inundaban su vida desde no recuerda cuándo. Creció
en un mundo de reglas que debían darle dignidad y estructura al país entero, si se hubiese
guiado por las palabras de su padre, pero que en su fuero interno le generaban grados
importantes de duda nunca declarada.
Conoció a Donato en una recepción en la que su padre fue homenajeado por el cónsul de
España en Bologna. Su padre se lo presentó como el futuro del servicio. Donato era una
réplica perfecta de su padre: encantador, educado, seductor, lleno de historias, ambicioso,
atractivo. Se sintió inmediatamente cautiva de sus modos y, al poco tiempo ya estaba
comprometida con él. Se casaron en la basílica de San Petronio en Bologna poco antes de
cumplir un año de compromiso. Él eligió el lugar y la fecha. Ella obedeció, porque no supo
oponer ninguna alternativa y porque creyó que la propuesta de Donato era perfecta.
En rigor, nunca dejó de obedecer, a lo largo de toda su vida matrimonial. Todas las
decisiones eran tomadas por él y, con los años, apenas consultadas con ella. Pero a ella no
le importaba. Sólo a su madre o eso quiso hacerle ver en una ocasión, en que se le acercó y
le dijo que tarde o temprano iba a tener que sacar su voz. “Lengua peleada con diente, sin
embargo vive en la boca”, le dijo con su acostumbrado estilo misterioso. “¿A qué te
refieres mamá? ¿Qué quieres decirme?”. Pero a su madre le bastaba con seguir una
conversación silenciosa y aprovechaba la ocasión para acariciarle el pelo a su hija. Angela
se distraía entre la ensoñación de la caricia y el extraño placer del cambio de tema.
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¿Qué la sacó de este trance? ¿Cuándo “despertó” de esta dinámica? ¿Cómo se dio cuenta
que el estilo no le acomodaba más, si es que le había acomodado alguna vez?
No lo sabe o no tiene la certeza, mientras se mira al espejo de su baño de su casa en Lo
Curro, Santiago de Chile, y se dice así misma “Perché obbedisco a tutti”. Y piensa: “Es por
Livia, es mi pobre hija, que la hemos dejado sola”.
Intenta dormir, pero no puede. Las horas pasan y se siente extraña en la nueva situación.
Ha viajado mucho en su vida, ha visitado muchos países, conocido personas de todo el
mundo, pero es la primera vez que se siente así: sin claridad sobre la realidad que la rodea.
Hasta siente afectado su cuerpo. No reconoce la misma familiaridad de sus extremidades,
de su rostro, de sus pensamientos. Su pecho se acelera y aletea sin control. Sus lágrimas
son un rio anestesiado, operado de sus ojos, un cauce salado y sordo.
Por la mañana, cuando se levanta, va directo al cuarto de su hija. La despierta y le dice de
sopetón. “Livia, amorcito, sólo te puedo dar un consejo. Te va a parecer trivial y sin
sentido, pero no lo es. Quiero que tú elijas el nombre del bebé. No dejes que otro se meta
en ese espacio que es tuyo. ¿Me lo prometes?”
Fin Capítulo.
g. Capítulo “La maleta”. Escena Plano Pasado.
Livia ha tomado la decisión de volver a Italia, de volver con Bastian, de tener a su hijo con
él. Las visitas al médico se lo han aclarado. Tenía una piedra en el corazón y unas enormes
ganas de volver a ver a su amor. No sabía por dónde empezar. Cualquier fórmula pasaba
por hablar con su padre y por eso, cada vez que planeaba qué hacer terminaba asustada,
inhibida. Pero se atrevió a hacerlo, a instancias de Angela. Su padre ha reaccionado, según
ella esperaba, cerrándole toda posibilidad de apoyo o autorización. Por la noche, tras
permanecer bajo la almohada, transpirando y maldiciendo, ha decidido escaparse.
Por la mañana del siguiente domingo ya había planificado todo el proceso. En su cabeza,
pues carecía completamente de los medios. Estaba desesperada. No lograba hacerse de
valor para conseguir ayuda económica, no se atrevía a involucrar a gente de la embajada,
que desde su arribo a Chile la había tratado como una princesa. Para mantenerse ocupada,
hizo a escondidas su maleta: un bolso pequeño, con lo necesario para un viaje de un día.
En Bologna vería si podía conseguir lo necesario para el futuro, con sus amigas y amigos.
En tres oportunidades llamó a Italia para hablar con Bastian, pero lo único que supo es que
había vuelto a Viena. Le escribió una carta, pero su padre la descubrió y no pudo enviarla.
Tuvo la idea de involucrar a los padres de Bastian. Sabía que tendrían sentido común y
quizá le ayudaran a concretar una conversación con él, o al menos dejarle un mensaje de
esperanza. No lo logró.
Ella no lo sabía, pero sus llamados y movimientos eran seguidos de cerca por Donato, que
había dado instrucciones al personal de que le informaran de cualquier intento de su hija
por contactarse con un extraño, de cualquier modo.
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Y así, con la misma piedra en el corazón y los desvelos y temores, pasaron las semanas y los
meses. Cuando tenía ocho meses de embarazo comenzaron los problemas. Los médicos
pensaron en un comienzo que estaba en un proceso de nacimiento prematura, pero no le
dieron importancia, luego, al ver su estado general, creyeron que se trataba de
desnutrición, que no había seguido las instrucciones como debía, que en casa había
demasiadas preocupaciones y que ella no debía haberlas tenido. Otros sugirieron que
podía tratarse de una infección. Hicieron exámenes, estudios, reuniones. Había
contradicciones. No podían entender cómo el estado de Livia había empeorado tanto.
El parto fue complicado desde un inicio. Terribles dolores y pérdidas de conocimiento
durante las horas previas. Y lo pero durante el alumbramiento. El bebé nació y murió casi al
mismo momento.
Un silencio pesado invadió la sala. Livia lo supo inmediatamente, al ver las miradas de sus
doctores, que evitaban la suya pero se buscaban entre ellas con sedienta necesidad.
No quiso hablar con su padre durante todo el trayecto a casa, varios días después. No
planeaba hacerlo nunca más. Aceptó la tierna intención de su madre al tomarle la mano.
Entró en su pieza y se sentó, con la mirada perdida en la maleta que había preparado
tantos meses antes, con el deseo de irse con su hijo a Italia y encontrar juntos a Bastian. La
maleta estaba intacta, pero ya no era un objeto que despertaba esperanza. Era un
monumento al recuerdo de lo que siempre relacionaría con un camino que no tomó y que
debiera, así estaría escrito en su corazón el resto de su vida, haber salvado la vida de
Daniele.
Fin Capítulo.
h. Capítulo “Las cuerdas de la Academia”. Escenas en Planos Actual y Pasado.
Las habilidades musicales de Bastian fueron inmediatamente reconocidas y valoradas en
Chile, apenas puso un pie en el país. Ayudó su estampa extranjera y dominio artístico,
destacándose e instalándolo prontamente como un referente y excepcional profesor en la
principal Universidad. La general simpatía y lástima por que desarrollaron los miembros de
la Facultad por su historia personal fue un factor en el proceso de asimilación.
Especialmente intensa había sido la reacción de todos al enterarse que había abandonado
su carrera europea por seguir a su hijo a Chile, para enterarse que había muerto al nacer.
Terrible también la coincidencia de llegar a Chile con un solo día de desfase, a 24 horas del
suceso. Según decían, sólo vio una vez a su amada, una semana después del entierro, al
que no logró llegar a tiempo. Desde ahí en adelante, el carácter de Bastian cambió
definitivamente, acentuándose lo ya anunciado durante los meses previos, en Viena: su
energía, ambición, alegría y encanto dejaron espacio a un amargo pianista hiperpragmático
que decidió quedarse a vivir en Chile el resto de su vida.
Con el correr de los años logró, a pesar de su íntimo deseo, integrar el Consejo Superior de
la Universidad, situación que le impidió poder concentrarse en la música y en la enseñanza
de ésta. Las tareas de control, de manejo de presupuestos y de gestión, propias de las
definiciones de cargo de cambio de siglo, le caían y perseguían intrusivamente. Los
10
desafíos que el Rector le ponía en esta etapa de su vida atentaban en contra de su
entrenada capacidad de planificación. Las responsabilidades implicaban hacerse cargo de
múltiples demandas del departamento de control de calidad académica.
José Maldonado, ingeniero y Director General de Calidad Académica, le había entregado
un último informe que era necesario analizar. “Necesitamos soluciones ante los graves
problemas que tenemos Bastian”, le decía el experto en números y normas de calidad, y
activo dirigente político en la Asociación de Funcionarios. “Primero que nada necesitamos
tener un sistema de gestión docente apropiado y luego necesitamos evaluar la calidad de
los profesores. Para ello contamos con un sistema de evaluación del desempeño, diseñado
y operando, pero lo único que encontramos son resultados sobresalientes. Los alumnos
evalúan extremadamente bien a todos, todos, los profesores… ¿Cómo va a ser posible que
saquen iguales resultados profesores carismáticos con doctorados que profesores
auxiliares novatos y sin mayores grados académicos?”, preguntaba retóricamente
Maldonado.
La evaluación1 consistía en una encuesta que se aplicaba la última semana de clases, previo
al examen final. Era una suerte de rito que se realizaba desde hacía muchos años en la
universidad a iniciativa de un Rector carismático y longevo, cuya fotografía con corbata de
humita, pelo cano y puro en mano, adornaba las salas de reuniones de la Facultad de Artes
y de la Escuela de Música.
La unidad Calidad Académica de José Maldonado, con una precisión lograda luego de 25
años de práctica, aplicaba la encuesta a más del 99% de los cursos y a más del 60% de los
alumnos. Los datos se sistematizaban dentro de dos semanas, en las que los funcionarios
digitaban día y noche, y dentro de un mes entregaban los gráficos, con óptimos resultados,
pero sospechosamente perfectos. Los comentarios libres eran muy interesantes, pero era
tan alto el número y la diversidad de ideas que resultaba imposible llegar a ordenar y
sintetizar un informe. Durante años habían presentado resúmenes, pero no se había hecho
nada a partir de esa información y, finalmente, José había decidido dejar de presentar la
información.
Maldonado creía que necesitaban hacer más cosas. La evaluación del desempeño era algo
importante, sin embargo sentía que faltaban herramientas, procesos o sistemas. También
perseguía a Bastian pidiéndole ayuda para solucionar otros graves problemas que
amenazaban el cumplimiento de sus metas de gestión y ensombrecían sus proyecciones
políticas de calidad en la Universidad. El índice de ausentismo y de rotación del personal
administrativo en la Universidad era otro problema. La última visita de pares evaluadores
del sistema de acreditación universitaria había sido algo crítica respecto del manejo de los
RRHH. Consideraban altísima la tasa de rotación. El comentario en el informe dictaminaba:
“altos índices de rotación acarrean costos financieros que la institución puede solventar,
sin embargo, también pueden denotar pérdida de capital humano y de conocimiento
difícilmente sustituible”. “¿Te das cuenta?”, le decía José a Bastián, “detectaron un feroz
talón de Aquiles, no generamos identidad ni espíritu de cuerpo ahora, no pagamos bien, no
motivamos a nuestros trabajadores. Antes, trabajar acá era un premio para cualquiera,
había cargos que se habían traspasado de padre a hijo y familias completas trabajando en
1 Ver Anexo 1
11
distintas áreas”. A Bastián no le importaba en lo más mínimo la rotación de personal
administrativo, se decía a sí mismo que el verdadero capital de la Universidad eran sus
docentes.
“Acá en Chile hay un temor al cambio enorme, la situación ha cambiado, llegaron las
Universidades privadas y tenemos que ajustarnos”, respondía el músico todo acelerado,
descuidando los logros fonéticos de una adaptación lingüística imperfecta.
“De acuerdo Bastian, dijo José, ¿cómo podemos generar un cambio desde adentro? ¿Por
qué vamos a sufrir el cambio en vez de generarlo nosotros mismos? He pensado en pedir
asesoría a unos consultores que nos han ayudado a definir las estrategias publicitarias”.
“¿Qué van a hacer?, preguntó inexpresivo el austríaco, sabes que no tenemos dinego paga
nada. Con gusto promovería el aumento de los sueldos, ya lo hemos hablado y estudiado
detenidamente”.
“Puede que no todo sea dinero Bastián, dijo Maldonado, la misma corrección del sistema
de evaluación del desempeño puede salir barata y quizás pueda incidir en mejoras en la
actitud de los profesores hacia el personal administrativo. Cambiar el sistema de bonos,
dar algunos beneficios en capacitación…. Algo podemos hacer para cambiar para bien y
para revertir el descascaramiento de la pintura de los pasillos. ¡No se nos vaya a
descascarar el mate un día!”, rió José.
“Miga, estoy de acuerdo, la música es gratis y eleva el espíritu hasta las nubes. Veamos
qué nos proponen. Me entusiasmaste, José.
Fin Capítulo.
i. Capítulo “La guitarra”. Escena Plano Actual.
Apenas escuchó que había sido rechazado en la Universidad sintió que su cuerpo
literalmente se endureció y enfrió. No pudo coordinar el habla y apenas fue capaz de
sentarse en la cama. Lo único que veía era su guitarra, descansando cómodamente sobre
su atril especial. Estaba seguro que tenía pena. Y rabia. Mucha rabia. No sabía por qué, si
había tocado bien. “Debe haber sido la entrevista”, pensó. “Fui demasiado soberbio, como
siempre”. Un líquido viscoso corría por su labio inferior. Era sangre. Se había mordido y ni
siquiera se había dado cuenta. Los pensamientos se desperezaban y se empezaban a
agolpar uno encima del otro. Notaba cambios en la temperatura corporal. “Soy un imbécil,
lo eché a perder”, pensó primero. “No soy tan buen guitarrista como creí”, fue lo siguiente.
Miró la guitarra y algo cambió dentro de él. Se paró y se fue sobre ella, dispuesto a
destrozar las cuerdas y sus sueños contra la pared. Tomó el instrumento del mango, como
si fuera un bate de béisbol o una raqueta de tenis, con ambas manos, y lo apretó fuerte. En
el momento preciso en que iba a lanzarlo una mano más fuerte que él lo detuvo por detrás
y se lo impidió. Era su madre. Ella sí estaba llorando. Le quitó la guitarra y la puso sobre la
cama en un solo movimiento, y sin que Jorge pudiese darse cuenta, un segundo después,
estaba en los brazos de su madre llorando con estremecimientos, su cara bañada en una
mezcla de sangre y mocos. Entre suspiros e hipos pudo al fin sacar la voz. Era una
pregunta: “¿Qué voy hacer ahora mamá?, soy una mierda”. “Tranquilo, hijo, no es cierto,
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eres un músico maravilloso. Algo no debe estar bien y lo vamos a averiguar, yo te voy a
ayudar. Ahora, toma tu guitarra y ponla nuevamente en su lugar”. Jorge tomó la guitarra e
hizo lo que le pidió su madre. Luego se sentó en la cama nuevamente. Su madre se sentó a
su lado y le tomó la mano. Le acarició los dedos y le dijo “estos dedos no están
equivocados”, y mirando hacia el aparato de teléfono agregó: “…pero los de ellos sí”.
Fin Temporada.
II. SOBREMESA FUERA DE PLANO.
Los amigos, tras ver los 8 primeros capítulos de “Las cuerdas de la Vida” han quedado
mudos. Andrés, el dueño de casa, había oído hablar al profesor de “Teorías y Sistemas
Psicológicos” de esta serie de bajo presupuesto, filmada en Austria por unos estudiantes
de teatro, que se había convertido en una obra de culto, y cuyos capítulos sólo estaban
disponibles en torrent. Él los había bajado todos y había compilado la serie para poder ver
la primera temporada de una vez, con sus amigos. El profesor le había dicho que “un buen
psicólogo debe saber leer bien una obra así, entender las dinámicas de los personajes, sus
relaciones y motivos, sus sentimientos y emociones, sus cosmovisiones y teorías sobre los
eventos que les ocurren, etc. Yo voy a tocar el tema de la serie en clases el próximo mes.
Quiero hacer con los alumnos un seminario”. Quería quedar bien con el profesor, pues
ambicionaba ser su ayudante en el año próximo.
Por eso se atrevió a invitar a tres amigos mayores, de último año, compañeros de escuela,
a quienes había conocido jugando en el equipo de fútbol. Según sabía, eran los mejores
alumnos de su generación, los sedujo con cervezas y pizzas, pero, al poco andar de los
capítulos, notó que éstos estaban contentos de haberse ido ese viernes a pasar la tarde en
el departamento de Andrés, sin necesidad de mayor incentivo que ver una buena película.
Carlos, René, Sebastián y Andrés se habían vuelto muy cercanos entre sí, pero a la hora de
manifestar sus posiciones como futuros psicólogos eran muy distintos, cada cual. Tenían
siempre una opinión propia y era raro que pensasen igual sobre cualquier tópico de la
Psicología. De hecho, se declaraban seguidores de corrientes distintas. Carlos era un
extremo empirista y biologicista, y defendía todo aquello que pudiese explicarse
científicamente, con material de estudios actualizados. Sólo leía revistas. René había
seguido una corriente sistémica, que gustaba del análisis holístico, pero también era afín a
la psicología social y comunitaria. Siempre terminaba diciendo, como si fuera un chiste
personal, que todo estaba interrelacionado. No faltaba ocasión en la que recordaba que las
posturas individualistas adolecían de un “reduccionismo escandaloso”. Sebastián era un
humanista, hablaba del desarrollo humano y de la espiritualidad, cuando se le daba la
oportunidad. Para él, las personas eran buenas de nacimiento y, si se daban las
condiciones, podían llegar a niveles altísimos de desarrollo. Andrés amaba el Psicoanálisis.
No había caso. Todo era una dinámica intrapsíquica, pulsiones, mecanismos de defensa y
relaciones objetales. Andrés sospechaba que el profesor de “Teorías y Sistemas” tenía esa
misma afinidad o formación. Como quería darle una buena impresión acerca de su lectura
de la serie al profesor, calculó que invitando a amigos de tan diversa manera de mirar,
podría aumentar la precisión conceptual de su propia mirada de la obra. Así que los invitó,
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vieron la serie y luego, tras abrir nuevas botellas y paquetes de papas fritas, lanzó sobre la
mesa su propuesta.
� Andrés: Amigos, les propongo un juego.
� Todos: ¿Un jueeeego? Shhhh…! Weeena…
� Andrés: No, en serio. En relación a la serie.
� Carlos: ¿A ver? Cuenta.
� Andrés: Miren. Quiero ser ayudante del profe de Teorías y Sistemas. Quiero participar en un seminario sobre esta serie que hará en clases el próximo mes y necesito destacarme, porque quiero ser su ayudante. Ustedes saben, necesito trabajar y me gustaría empezar en ayudantías de Teorías y Sistemas.
� René: Cabros, ¿no les dije que Andresito es de los nuestros?
� Todos: Eeeehhhhh….
� Andrés: En serio, escúchenme, y se me ha ocurrido que intercambiar opiniones con Ustedes, que sé piensan distinto sobre la Psicología y que son súper capaces, además, quizás me podrían ayudar.
� Sebastián: ¿Y cuál es el juego que nos propones?
� Andrés: Si no les molesta, y tienen un poco de tiempo, me gustaría plantearles un festival de preguntas para que Ustedes se luzcan, para escuchar qué piensan cada uno de ustedes sobre las posibles respuestas o soluciones de lo que tengo en mente.
� Todos (mirándose y riendo): Dale, dispara.
III. EL FESTIVAL DE LAS PREGUNTAS
a. Pregunta 1
� Andrés: Imaginen que el profesor de “Teorías y Sistemas” se plantea un seminario en el que hay que hacer un trabajo de investigación sobre la serie “Las cuerdas de la vida”. No se me ocurre cómo habría que plantearlo.
� Carlos: No entiendo cuál es tu duda.
� Andrés: Es que no sé, ¿habría que seguir el esquema de una investigación, con hipótesis y todo?
� Carlos: Por cierto, hay que …
b. Pregunta 2
� Andrés: Se me ocurre que el rechazo en la admisión de Jorge a la Universidad, por parte del profesor, tiene que ver con rollos de él. Pero no se me ocurre cómo plantear cuáles son los elementos que hay que tomar en cuenta para analizar esto, digamos, aparte de lo del hijo, que es como evidente, pero hacerlo desde distintas teorías o posturas psicológicas.
� René: De partida no puedes hablar de “rollos”. Si hay algo que le carga a los profesores de Teorías y Sistemas es el uso informal del vocabulario conceptual. Ahora bien, cada teoría tiene sus propios conceptos y maneja
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constructos que explican lo intrapsíquico y lo relacional. Todo está interrelacionado, en todo caso.
� Andrés: …pero qué es lo relevante en el caso del profesor y en lo que le pasa en la entrevista.
� René: Ah, bueno…lo relevante es …
c. Pregunta 3
� Andrés: Siguiendo con el tema del rechazo. Me gustaría entender, fenomenológicamente, qué es lo que le pasa a Jorge y a su mamá. Es una escena fuerte, linda. Me impresiona esto que haya sido tomada como inicio y como término de la temporada, como si lo demás estuviera abarcado por lo que les ocurre a ellos dos.
� Sebastián: Interesante lo que planteas.
� Andrés; ¿Por qué? ¿Es verdad lo que digo?
� Sebastián: No existe una sola “verdad”.
� Andrés: OK, cierto, pero, para efectos didácticos, puedo suponer que el director de la serie quiso decirnos algo al interrumpir la serie en el capítulo a) y retomarla al final, en el último capítulo. Y entremedio, tras esa interrupción en que la madre “teme lo peor”, que no es otra cosa que el miedo al suicidio de su hijo, creo, todo lo que ocurre, los flashbacks, los racconto, las historias secundarias, parecieran relleno.
� Sebastián: Las vivencias de las personas son un mundo de inmensidad. No pueden jerarquizarse ni compiten unas con otras. Si quieres analizar la vivencia de otro fenomenológicamente, como planteas, debes aprehenderla siguiendo ese método.
� Andrés: ¿Me puedes recordar cómo se hace, qué se toma en cuenta?
� Sebastián: Claro, la vivencia…
d. Pregunta 4
� Andrés: Me impresiona el tema del viaje a Chile. Pareciera que a Livia y a su mamá les es difícil adaptarse. Lo de Livia es evidente, con el desenlace tan terrible. Al padre, en cambio, no. Quizá se deba a procesos distintos.
� René: Son procesos sociales y culturales que toman tiempo y se viven de manera personal.
� Andrés: ¿Qué procesos son?
� René: Eso podrías deducirlo sólo, ya estás en tercero, ¿no?
� Andrés: Sí, pero tú sabes más, tienes mejor perspectiva.
� René: Bueno, te ayudo. Cuando una persona se inserta en una nueva cultura…
e. Pregunta 5
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� Andrés: Hay una escena que me pareció muy misteriosa o críptica. Es cuando Angela le pide a su hija que le prometa que sea ella quien elija el nombre al bebé.
� Todos: Ah…, interesante cuestión.
� Andrés: ¿Ven? Yo sabía que ahí había algo.
� Todos: Pero ¿cuál es tu intuición?
� Andrés: No sé, algo con el estilo familiar, algo con el espacio de intimidad, con la individuación. Pareciera que la elección del nombre del hijo no es un gesto trivial.
� René: Bueno, a ti te gusta el psicoanálisis ¿no?
� Andrés: ¿El psicoanálisis habla de esas cosas? Pero a mí no me han pasado mucho psicoanálisis.
� René: No importa, mira, se puede averiguar y yo te voy a orientar. El estilo familiar, las dinámicas transgeneracionales y el tema del nombre son cuestiones muy relevantes en todo lo que tiene que ver con desarrollo y …
f. Pregunta 6
� Andrés: Una de las cosas más llamativas de la serie es el tema de la música. La relación de Jorge y Bastian con sus instrumentos, el valor que tienen en sus vidas, incluso más allá de ellos mismos, para sus familiares, para sus entornos. ¿Qué es eso? ¿Vocación?
� Sebastián: Los proyectos de vida dan significado. La música debe ser un proyecto posible.
� Andrés: ¿Y eso se puede explicar desde distintas teorías?
� Sebastián: Desde la humanista existencial, seguro.
� Andrés: ¿Y desde las otras?
� Carlos: El aprendizaje, las cogniciones, son constructos que perfectamente aplican.
� René: El contexto familiar, la cultura, también.
� Andrés: ¿Entonces?
� Todos: La música…
g. Pregunta 7
� Andrés: Siempre me ha intrigado el tema de los perfiles psicológicos.
� Carlos: Pero eso no tiene que ver con Teorías y Sistemas.
� René: Eso depende.
� Carlos: ¿De qué depende?
� René: Si Teorías y Sistemas tiene utilidad para algo, aparte de la cultura general que obviamente te entrega, me refiero a la cultura general psicológica y epistemológica, debe ser posible de aplicar a la práctica clínica. Finalmente, las teorías son conceptos de hombre y de sus posibilidades. Si
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haces un perfil psicológico, éste debe tener sus raíces en un concepto de hombre.
� Carlos: ¿Y qué conceptos de hombre podrían estar detrás de un perfil, digamos, por ejemplo, de Donato?
� René: Claramente hay temas de crianza, de formación, sociales, de carácter…
� Andrés: ¿Y cómo se estructura un perfil psicológico tomando en cuenta distintas posturas teóricas?
� René: Se estructura…
h. Pregunta 8
� Andrés: En cuanto al estilo parental, o debería decir, maternal, de Estela. Pienso que lo que la madre piensa y hace es ideal. Es una persona que hace lo que se espera de ella ¿no creen?
� René: Los estilos de relación son muy relevantes en la crianza.
� Andrés: Aún así, ella piensa que su hijo podría cometer suicidio.
� Carlos: Es un pensamiento normal.
� Andrés: ¿Normal? ¡Cómo va a ser normal que una madre piense que a la primera frustración su hijo vaya a cometer suicidio!
� Carlos: Visto así, claro, tienes razón. El suicidio es un tema de peso en Psicología. De hecho, …
i. Pregunta 9
� Andrés: Ahora pónganse en la situación ficticia que el profesor nos pide hacer un diagnóstico clínico, no digo que usando el DSM IV o el CIE 10, pero en ese nivel, un diagnóstico psiquiátrico…
� Carlos: Me encanta eso, siempre me gustó.
� Sebastián: Es que eres un cuadrado. El DSM IV seguramente te seduce como si fuera poesía.
� Carlos: Más que eso. Pienso que el trabajo de haber operacionalizado, en acuerdos técnicos globales, la sintomatología mental, sin perder de vista los distintos niveles de análisis, los cinco ejes, es una genialidad que sólo pudo materializarse gracias a la acumulación de evidencia.
� Andrés: Pero ¿no es una mirada estrecha del ser humano?
� Carlos: “¿Estrecha?, pero por qué le ponen tanto. ¿O acaso el psicoanálisis o la psicología existencial, al no ser “estrechas” sí son capaces de definir mejor los fenómenos psicológicos o psiquiátricos? Piensen en lo que le ocurre, a nivel de sensaciones, conductas verbales y no verbales, etc. a varios de estos personajes y descríbanme, sólo usando conceptos de las teorías que Ustedes quieran, pero sin mencionar la semiología psiquiátrica ni las categorías y criterios diagnósticos que ahora critican, qué les pasa, qué “tienen”, y luego contéstenme una pregunta: ¿Qué harían Ustedes como psicólogos sin disponer de un diagnóstico consensuado?”
� Andrés: Desde el Psicoanálisis, por ejemplo, Livia…
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j. Pregunta 10
� Andrés: Lo bueno de esta serie es que toca tantas áreas de la Psicología. Uno de los capítulos que me pareció más novedoso es el de “Las cuerdas de la academia”, en el que el señor Maldonado y Bastian viejo discuten sobre los alumnos.
� René: Ah, pero eso parece que tiene que ver con temas sistémicos.
� Carlos: Organizacionales.
� Sebastián: Educacionales.
� Andrés: …Bueno, en qué quedamos…
� René: Todo está interrelacionado.
� Todos: ¡Ja, ja, ja, ja!
� René: Fuera de bromas, parece que ese capítulo aborda temas como los que mencionamos. Es el típico mundo de los consultores: la calidad, las mejoras, las evaluaciones, el clima, etc., y lo que ocurre ahí es…
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IV. ANEXO 1
EVALUACIÓN DE DESEMPEÑO DOCENTE
ENCUESTA ALUMNOS
Nombre de la asignatura:_________________________________________________ Sigla:
______________
Carrera: ____________________________________ Facultad:
______________________________________
Periodo: ________________________ Fecha: _________________________
Nombre del Docente _____________________________________________
Sección:____________________
I.- GUÍA
Con el fin de conocer el desempeño docente de los académicos de la Universidad, le solicitamos
responder la siguiente encuesta.
II.- ANTECEDENTES GENERALES
a. Sexo: (1) Femenino (2) Masculino
b. Año en el que ingresó a la carrera __________
c. Edad: ________
d. Realiza Ud. esta asignatura por primera vez: (1) Si (2) No
e. Su asistencia a esta asignatura ha sido: (1) Baja (2) Regular (3) Alta
III.- CUESTIONARIO DE EVALUACIÓN DOCENTE
Marque con una X en el casillero correspondiente a cada afirmación
1: Muy Deficiente 2: Deficiente 3: Regularmente 4: Bueno 5: Muy Bueno
MD D R B MB
Puntualidad y cumplimiento de horarios y de entrega de pruebas
Preparación de clases
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Contenidos enseñados se relacionan directamente con el programa de la
asignatura
Respuesta oportuna a preguntas y dudas
Muestra interés por la materia y por enseñar
Muestra mucha claridad y no comete errores
Manejo de la información y conocimiento
Espíritu y compromiso con los valores Universitarios
Uso de metodología y ejercicios apropiados
Integra la información y los ejercicios
Devolución de pruebas corregidas y retroalimentación
Comentario libre: