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Vaticano, 30 de mayo de 2014 Seffor Presidente y seflor Secretario Ejecutivo: Con estas letras, deseo hacer llegar mi saludo a todos los participantes del XIX Congreso lntemacional de la Asociaci6n Internacional de Derecho Penal y del lll Congreso de la Asociacidn Latinoamericana de Derecho Penal y Criminologia, dos impnrlantes tbros que pemiten a profesionales de la justicia penal reunirse. intercanrbiar puntos de vista, compartir preocupaciones, profundizar en temas comunes y atender a problemàticas regionales, con sus particularidades sociales, politicas y econdmicas. .lunto con los mejores cleseos para que sus trabajos obtengan abundantes frutos, les quiero expresar mi agradecimiento personal. y tarnbién el de todos los hombres de buena voluntad, por su sen'icio a la sociedacl y su contribucidn aldesarollo de una justicia que respete la dignidad y los derechos de la persona humana, sin discriminacidn, y tutele debidamente a las minorias. Bien saben Ustedes que el Derecho penal requiere un enfbque multidisciplinar. que trate de integrar 3, armanizu todos los aspectos que confluyen en la realizaciÒn de un acto plenamente humano, libre, consciente y responsable. También la lglesia quisiera decir una palabra como parte de su misidn evangelizadora, y en fidelidad a Cristo, que vino a "anunciar Ia libertad a los cautivos" $,c 4,18). Por eso, me animo a compartir ccn Ustedes algunas ideas que llevo en el alma y qre fonnan parte del tesoro de la Escritura y de la experiencia milenaria del Pueblo de Dios. Desde los primeros tiempos cristianos, los dìscipulos de .Iesùs se han esforzado por hacer frente a la fragilidad del coraz6n lrumano, tantas veces débil. De diversas maneras y con variadas iniciativas, han acexrpaflado y sostenido a quienes sucumben ba.io el pesc del pecado y del mal. A pesar de Ios cambios histdricos. han sido constantes tres elementos: Ia satisfuccion o reparacidn del dafio causado; la contèsi6n, por la que el hombre expresa su conversi6n interior; y la contriciSn para llegar al enouentro con el amor misericordioso y sanador de Dios. 1. L* sati,tfucciòn. El Sefior ha ido enseflandei, poco a poco, a su pueblo que hay una asimetria necesaria entre el delito y la pena, que un ojo o un diente roto no se remedia rompiendo oiro. Se trata de hacer justicia a la victima. no de ajusticiar al agresor.

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Vaticano, 30 de mayo de 2014

Seffor Presidente y seflor Secretario Ejecutivo:

Con estas letras, deseo hacer llegar mi saludo a todos los participantes del XIX Congresolntemacional de la Asociaci6n Internacional de Derecho Penal y del lll Congreso de laAsociacidn Latinoamericana de Derecho Penal y Criminologia, dos impnrlantes tbros que

pemiten a profesionales de la justicia penal reunirse. intercanrbiar puntos de vista, compartirpreocupaciones, profundizar en temas comunes y atender a problemàticas regionales, con sus

particularidades sociales, politicas y econdmicas. .lunto con los mejores cleseos para que sus

trabajos obtengan abundantes frutos, les quiero expresar mi agradecimiento personal. ytarnbién el de todos los hombres de buena voluntad, por su sen'icio a la sociedacl y su

contribucidn aldesarollo de una justicia que respete la dignidad y los derechos de la persona

humana, sin discriminacidn, y tutele debidamente a las minorias.

Bien saben Ustedes que el Derecho penal requiere un enfbque multidisciplinar. que trate de

integrar 3, armanizu todos los aspectos que confluyen en la realizaciÒn de un acto plenamente

humano, libre, consciente y responsable. También la lglesia quisiera decir una palabra comoparte de su misidn evangelizadora, y en fidelidad a Cristo, que vino a "anunciar Ia libertad a

los cautivos" $,c 4,18). Por eso, me animo a compartir ccn Ustedes algunas ideas que llevoen el alma y qre fonnan parte del tesoro de la Escritura y de la experiencia milenaria delPueblo de Dios.

Desde los primeros tiempos cristianos, los dìscipulos de .Iesùs se han esforzado por hacerfrente a la fragilidad del coraz6n lrumano, tantas veces débil. De diversas maneras y convariadas iniciativas, han acexrpaflado y sostenido a quienes sucumben ba.io el pesc del pecado

y del mal. A pesar de Ios cambios histdricos. han sido constantes tres elementos: Iasatisfuccion o reparacidn del dafio causado; la contèsi6n, por la que el hombre expresa su

conversi6n interior; y la contriciSn para llegar al enouentro con el amor misericordioso ysanador de Dios.

1. L* sati,tfucciòn. El Sefior ha ido enseflandei, poco a poco, a su pueblo que hay una asimetrianecesaria entre el delito y la pena, que un ojo o un diente roto no se remedia rompiendo oiro.Se trata de hacer justicia a la victima. no de ajusticiar al agresor.

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LJn rnodelo biblico de satistràccidn puede ser el Buen Samaritano. Sin pensar en perseguir al

culpable para que asuma las consecuencias de su acto. atiende a quien ha quedado al costado

del carnino rnalherido y se hace cargo de sus necesidades (cf. Lc l$.25-37).

En nuestras sociedades tendemos a pensar que los clelitos se resuelven cuando se atrapa v

condena al delincuente. pasando de largo ante los dafios cometidos o sin prestar sufìciente

atencitin a la situacidn en que quedan las victimas. Pero seria un error identifìcar la reparaciÒn

s6lo con el castigo. confundir la .iusticia con la venganza. lo que sÒlo contribuiria a

incrementar la violencia. aunqlre esté institr"rcionalizada. I-a experiencia nos dice que el

aumento y endurecimiento de las penas con frecuencia no resuelve los problemas sociales" ni

logra disminuir los indices de delincuencia. Y" ademàs. se pueden g€nerar graves problen"ras

para las sociedades, como son las c6rceles superpobladas o los presos detenidos sin

condena... En cuàntas ocasiones se ha visto al reo expiar su pena objetivamente, cumpliendo

la condena pero sin cambiar interiormente ni restablecerse de las heridas de su corazon.

A este respecto, los rnedios rJe comunicacion, en su legitimo ejercicio de la libertad de prensa.

.juegan un papel nru3, irnportante y tienen una gran responsabilidad: de ellos depende informar

rectamente 3, no contribuir a crear alarrna o pànico social cuando se dan noticias de hechos

delictivos. Est6n en jLrego la viday la dignidad de las personas. que no pueden convertirse en

casos pr-lblicitarios, a menudo insillso morbosos" condenando a los presuntos cr"rlpables al

descrédito socialantes de ser.iuzgados o {brzanclo a las victimas, con fìnes sensacionalistas, a

revivir pùblic,amente el dolnr sufrido.

2. tr,a con/bsién es la actitud de quien reconoce y lamenta su e,ulpa. Si al delincuente no se le

ayuda suficientemente. no se le olrece una opor1unidad para que pueda conveftirse" termina

siendo victima del sistema. Es necesario hacer justicia. pero la verdadera justicia no se

contenta con castigar simplemente al cr-rlpable. l{ay qLre a\/anzar y hacer 1o posible por

coregir, mejorar y educar al h*mbre para que madure en hdas sus vertientes. de tlodo que no

se desaliente, haga frente al dafro causado y logre replantear su vida sin quedar aplastado por

el peso de sus miserias.

Un modelo biblico de con{bsiÒn es el buen ladrrin, al que Jesùs promete el paraiso porque fue

capaz de reconocer su {alta; ''l-o nuestro es justo. pues recibimos Ia paga de nuestros delitos:

éste en cambio no ha cornetido ningitn crimen" (Lc 23,41).

T'odos somos pecadores; Cristo es el ùnico justo. Tarnbién nosatros comel"nos el riesgo de

dejarnos llevar en alg(rn momento por el pecado, el rnal, la lentaci6n. En todas ias persottas

convive Ia capacidad de hacer mucho hien con la posibilidad de eausar tanto mal. aunque uno

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lo quiera evitar (cf. Rm 7.18-19). Y tenemos que preguntarnos por qué algunos caen y otrosno, siendo de su misma condici6n.

No pocas veces ia delincuencia hunde sus rafces en las desigualdades econdmicas y sociales.

en las redes de la corrupciÒn y en el crimen organizado, que buscan complices entre lcls màs

poderosos v victimas entre los m6s vulnerables, Para prevenir este flagelo. no basta tenerle3"es.iustas. es neeesario construir personas responsatrles y capaces de ponerlas en pr6ctica.

Una sociedad que se rige sotramente por las reglas del mercado y orea falsas expectativas ynecesidades superfluas, descarta a los que no estàn a la altura e impide que los ientos. Ios

débiles o los menos dotados se abran carnino en la vida (cf . Etungelii Guu{ium,2A9).

3. La corutriciÒn es el pdrtico del arrepentirniento. es esa senda privilegiada que tleva al

corazdn de Dios" que nos acoge ,y nos ofrece otra oportunidad, siempre que nos abramos a laverdad de la penitencia y nos dejemos transformar por su rnisericordia. De ella nos habla laEscritura Santa cuando refìere la actitr.rd del Buen Pastor, que deia a las noventa y nueve

ove"jas que no requieren de sus cr-ridados v sale a buscar a la qr:e anda erante y perdida {.ct. .lnl0"l-15; {,c 15,4-7), o Ia del Padre br-reno. que recibe a su lrijo menor sin recrirninaciones ycon el perdrin lcf. Lc 15. I l-32). También es significativo el episodio de la mu.jer adùltera, ala qtre Jes(ls le dice: "Vete y en adelante no peques mas" {.In B,l lb). Aludiendo, asimismo, al

Padre comfrn, que hace salir el sol sobre malos y buenos, y llover sobre.justos e injustos (cf.

MI 5.45\" Jesùs invita a sus discipulos a ser misericordiosos. a hacer el bien a quien les hace

tnal, a rezar por los enemigos, a poner la otra mejilla. a no guardar rencor...

l,a actitud de Dios, que primerea al honrbre pecador ofreciéndole su perddn, se presenta asf

conlo una -iusticia superior, al mismo tiempo ecuànime y conrpasiva. sin que haya

contradiccirin L'ntre estos dos aspectos. El perddn, en efecto" no elirnina ni disminul,e la

exigencia de la rectificraciòn, propia de la justicia, ni prescinde de 1a necesidad de conversidnpersonal. sino que va màs al16. buscando restaurar las relaciones y reintegrar a las personas en

la sociedad. Aqui me parece que se halla el gran reto. que entre todos debemos afrontar, para

que las medi<las que se adopten cofitra el mal ilo se contenten con reprimir, disuadir y aislar a

ios que lo caus&ron, sino que les ayuden a recapacitar. a transitar por las sendas del lrien. a ser

personasi auténticas que lejos de sus miserias se vuelvan ellas misrnas misericordiosas. Por

eso, la lglesia plantea una justicia qus sea humanizadora, genuinaments reconciliadora, una

iusticia que lleve al delincuente, a través de un camino educativo y de estbrzada penitencia. a

su rehabilitaciÒn y total reinsercidn en la comunidad.

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Qué irnportante y hermoso seria acoger este desafio, para que no cayera en el olvido. Qué

bueno que se dieran los pasos necesarios para que el perddn no se quedara ùnicamente en la

esfera privada. sino que alcanzara una verdadera dimensidn politica e institucional y asi crear

unas relaciones de convivencia armoniosa. Cuànto bien se obtendria si hubiera un cambio de

mentalidad para evitar sufrimientos inùtiles, sobre todo entre los màs indetbnsos.

Queridos amigos" vayan adelante en este sentido, pues entiendo que aqui radica la diferencia

entre una sociedad incluyente y otra excluyente" que no pone en el centro a la persona humana

y prescinde de los restos que ya no Ie sirven.

Me despido encomendéndok:s al Sefior.les*s, que en los dias de su vida tefl:ena, fue apresado

y condenado injustarnente a muerte. y se identific6 con todos los encarcelados, culpables o no

("Estuve preso y me visita,ron", Mf 25,36). El descendi6 también a esas oscuridades creadas

por el mal y el pecado del hombre para llevar alli la luz de una -iusticia que dignifica y

enaltece, para anunciar la Buena Nueva de la salvaci6n y de la conversi6n. É1. que fue

despo.iado inicuamente de todo, Ies conceda el don de la sabiduria, para que sus diélogos y

consideraciones se veail recompensadas con el acierto.

l,es ruego que recen por mi, pues lo necesito bastante.

Cordialmente"

l+* b,4,