Carta de La In Depend en CIA

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Primera Junta de Gobierno Autónoma de Quito Junta Autónoma de Gobierno Bandera de la Junta revolucionaria de Quito . Residencia Sala Capitular de San Agustín Creación 10 de agosto de 1809 Precedido por {{{precedido}}} Sucedido por Segunda Junta Autonómica de sexo Se conoce como Primera Junta de Gobierno Autónoma, a la junta de gobierno provisional surgida en Quito (hoy capital de Ecuador ) el 10 de agosto de 1809 . Esta instalación, tuvo lugar después del derrocamiento de Manuel de Uries, primer titular del condado de Ruiz de Castilla , presidente de la Real Audiencia de Quito , donde un grupo de sublevados formaron una junta de gobierno provisional en apoyo al depuesto rey de España , Fernando VII . A este evento se le conoce en el Ecuador como el Primer Grito de Independencia Hispanoamericano y fue el inicio del proceso de emancipación de la región. A los gestores de este hecho se les conoce como los patriotas del 10 de agosto de 1809. Los participantes acabaron siendo encarcelados y luego asesinados por órdenes de Ruiz de Castilla. 1 Esta revolución fue liderada por una élite criolla, descendientes de españoles nacidos en América y se instaló en el poder bajo la administración de quiteños y no de españoles

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Primera Junta de Gobierno Autónoma de Quito

Junta Autónoma de Gobierno

Bandera de la Junta revolucionaria de Quito.

Residencia Sala Capitular de San AgustínCreación 10 de agosto de 1809Precedido por {{{precedido}}}Sucedido por Segunda Junta Autonómica de sexo

Se conoce como Primera Junta de Gobierno Autónoma, a la junta de gobierno provisional surgida en Quito (hoy capital de Ecuador) el 10 de agosto de 1809. Esta instalación, tuvo lugar después del derrocamiento de Manuel de Uries, primer titular del condado de Ruiz de Castilla, presidente de la Real Audiencia de Quito, donde un grupo de sublevados formaron una junta de gobierno provisional en apoyo al depuesto rey de España, Fernando VII.

A este evento se le conoce en el Ecuador como el Primer Grito de Independencia Hispanoamericano y fue el inicio del proceso de emancipación de la región. A los gestores de este hecho se les conoce como los patriotas del 10 de agosto de 1809. Los participantes acabaron siendo encarcelados y luego asesinados por órdenes de Ruiz de Castilla.1

Esta revolución fue liderada por una élite criolla, descendientes de españoles nacidos en América y se instaló en el poder bajo la administración de quiteños y no de españoles peninsulares. Los sucesos de Quito se extendieron desde 1809 a 1812 y tuvieron amplia repercusión en toda la América Latina y fueron el germen de la República del Ecuador.

Contenido

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1 Causas 2 El 10 de agosto de 1809 y los "infraescritos diputados del pueblo" 3 Represión española y caída de la Primera Junta 4 La Segunda Junta y la guerra del Estado de Quito 5 Legado de gloria: Quito, Luz de América 6 Referencias

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[editar] Causas

La ciudad de Quito, como capital de la Real Audiencia, había sido el escenario durante la colonia de revueltas políticas y levantamientos contra los españoles, a quienes se llamaba popularmente como "chapetones". En 1592 los habitantes se levantaron contra el impuesto de las alcabalas. Otro motín por razones similares fue la Revolución de los Estancos de 1765. La población indígena protagonizó también varios motines contra la Corona durante la colonia. La invasión napoleónica de España y la abdicación del rey Carlos IV, quien cedió su trono a su hijo Fernando VII, quien a su vez abdicó a favor del emperador francés Napoleón I, creó caos y confusión en España y sus colonias a partir de 1808. Mientras los Borbones se entregaron a Napoleón luego de la entrevista de Bayona, el pueblo de Madrid se sublevó, y en toda España se formaron Juntas, gobiernos locales populares que decían defender a su país y su rey. La Junta Suprema Central, que gobernaba en nombre de Fernando VII, funcionó a partir de septiembre de 1808 en Aranjuez y Sevilla y declaró en enero de 1809 que las colonias americanas eran parte de la Nación española, dando paso, sin advertirlo, a la posibilidad de que en América se formaran juntas similares. Esta misma Junta, sin embargo, mostraría su preocupación por los nacientes movimientos independentistas y ordenaría su represión con la misma saña que luego lo haría el rey Fernando VII al volver a su país. No obstante, las Juntas de Gobierno de América prenderían la mecha de la independencia en toda la región. Esta coyuntura, el ejemplo de los propios españoles, y la influencia de la Revolución francesa y de la independencia de los Estados Unidos, inspiraron en Quito los planes para formar una Junta Soberana. Las primeras reuniones relacionadas con el Diez de Agosto empezaron en 1808 con la reunión de Navidad efectuada en la Hacienda Chillo Compañía de propiedad de Juan Pío Montúfar, II marqués de Selva Alegre. En ella se discutieron los acontecimientos que estaban sucediendo en España con motivo de la invasión napoleónica, así como la crisis socioeconómica que vivía gran parte de la Audiencia a causa de las reformas borbónicas. Las élites criollas veían afectados sus intereses económicos por el Gobierno colonial, al tiempo que los ideales de la Ilustración y la Revolución francesa, propalados por intelectuales como Eugenio Espejo y José Mejía, se extendieron entre todas las clases sociales. La decadencia del régimen colonial español que era evidente en todo el continente, y la presencia de logias masónicas entre los criollos más ricos y cultos fueron un detonante para intentar una sublevación contra el régimen colonial, disfrazada como una supuesta muestra de lealtad al rey español Fernando VII. Estos temas se discutieron en varias reuniones a las que asistían tanto los nobles locales, que en su mayoría tenían títulos de marqués adquiridos mediante pagos a la Corona, cuanto intelectuales liberales influidos por la Ilustración.

Estas reuniones fueron denunciadas a los españoles, y el Presidente de la Audiencia encarceló a algunos de los asistentes, si bien luego los liberó por falta de pruebas.

Un suceso preliminar ocurrió en la noche y madrugada del 9 al 10 de agosto en casa de Manuela Cañizares, dama noble quiteña comprometida con la causa. Allí se reunió un grupo conformado por nobles criollos, pensadores, militares y grandes terratenientes latifundistas, bajo la égida de Montúfar, Juan de Dios Morales, el capitán Juan de Salinas, Juan Larrea, el obispo Cuero y Caicedo y Manuel Rodríguez de Quiroga. Infundidos por

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sentimientos libertarios inspirados por el precursor Eugenio Espejo, y la fidelidad hacia el rey Fernando VII, quien se encontraba depuesto y prisionero por Napoleón Bonaparte. Éste había colocado en el trono de España a su hermano José Bonaparte, llamado burlescamente Pepe botella, quien técnicamente gobernaba España al momento de la Revolución de Quito pero que en realidad no fue nunca reconocido ni por las Cortes ni por los virreyes coloniales, que más bien acataron las disposiciones de la Junta Suprema Central hasta la restauración borbónica en 1814.

[editar] El 10 de agosto de 1809 y los "infraescritos diputados del pueblo"

En la madrugada del 10 de agosto de 1809 los patriotas sorprendieron a los comandantes españoles de la guarnición de Quito y sitiaron el Palacio Real, actual Palacio de Carondelet, obligando al conde Ruiz de Castilla, quien era el presidente de la Real Audiencia, a capitular. El apoyo de las tropas fue clave para el triunfo de la revuelta, ya que plegaron a ella sin que se produjeran enfrentamientos armados. Se dice que los patriotas escogieron esa fecha por el asalto del 10 de agosto de 1792 al Palacio de Las Tullerías por parte del pueblo de París en el marco de la Revolución francesa, en la que muchos de ellos se inspiraban. Muchos otros aspectos posteriores, como la designación de los diputados y las ideas republicanas que se consolidaron en Quito hasta 1812 muestran claramente el afán de emular a los revolucionarios franceses. El Acta del Diez de Agosto inicia con estas frases: "Nos, los infraescritos, diputados del pueblo..."

Se formó entonces la Junta Soberana de Quito bajo el liderazgo de Juan Pío Montúfar marqués de Selva Alegre; quienes tomaron posesión de la administración de la Audiencia en la sala capitular de San Agustín, el día 16 de agosto, no sin antes desalojar de su Palacio al gobernador espaoñol.

La junta de gobierno se titulaba suprema y debía mandar a la Provincia de Quito, y a las de Guayaquil y Panamá si voluntariamente querían unirse. Se atribuyó el tratamiento de majestad, pues pretendía representar al rey, dio a su presidente el de alteza serenísima y a sus miembros el de excelencia. A pesar de ello, la Junta trazó los primeros bosquejos de la República ecuatoriana, creando sus primeras instituciones, como el Poder Ejecutivo, el Poder Legislativo, el Poder Judicial y las Fuerzas Armadas. El Diez de Agosto contó con masivo apoyo popular, pues cada uno de los barrios de la capital nombró nueve diputados al congreso, que fueron en su mayoría los propios nobles quiteños, como los marqueses de Solanda, Villa Orellana, y Miraflores y profesionales ilustrados como Manuel Zambrano, Manuel de Larrea y Manuel Matheu, quienes conformaron por primera vez el Poder Legislativo ecuatoriano.

Los diputados de la ciudad reunidos en este congreso nombraron también los primeros ministros del Poder Ejecutivo del Estado ecuatoriano: Juan de Dios Morales para Negocios extranjeros y de la Guerra; Manuel Quiroga para Gracia y Justicia y Juan de Larrea para Hacienda. Como secretario particular de la Junta se nombró a Vicente Alvarez. En el mismo documento se fijaron los sueldos de los nuevos funcionarios: el Presidente seis mil pesos de sueldo anual, dos mil cada vocal-ministro y mil el secretario particular. Los

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diputados reorganizaron la guarnición colonial de Quito creando una falange de tres batallones de infantería bajo el mando del coronel Juan de Salinas y del teniente coronel Juan Pablo Arenas, y decretó un alza salarial del 30% para todos los soldados.

Como una de las principales funciones de la Real Audiencia era la administración de justicia, la Junta la reemplazó con una alta corte, a la que llamaron Senado, compuesta por dos salas: una Civil y otra Criminal, integradas por seis senadores-jueces y presidida por un gobernador (la Civil) y por un regente (la Penal). Ambas salas contaban con fiscales. Por primera vez en la justicia ecuatoriana, la junta ordenó nombrar un protector general de indios, con rango de senador-juez, cargo que recayó en Tomas Arrechaga. Se mantuvo en su cargo al Alguacil Mayor de la Real Audiencia.

Los diputados advertían que los encargos eran prácticamente obligatorios, pues quienes se negaren a participar serían tenidos "por mal patriotas y vasallos y excluidos de todo cargo público". 2

El juramento que hizo la junta y que exigió a cada uno de los empleados y corporaciones del nuevo gobierno fue de obediencia y fidelidad al monarca español Fernando VII.3

Para honrar a quienes dieran servicios distinguidos al nuevo Gobierno, se creó la condecoración de la Orden Nacional de San Lorenzo, vigente en Ecuador hasta la actualidad.

Aunque en horas de la mañana el doctor Antonio Ante se había presentado ya en el Palacio de la Audiencia para informar a Ruiz de Castilla de su destitución, se le dirigió nuevamente un oficio, informándole que se había constituido la Junta y que esta debía funcionar en el Palacio, por lo que le pedían les permita el acceso a la Sala Principal, en donde se realizó una ceremonia de saludo de las corporaciones y se firmó al Acta del Diez de Agosto.4

Ya desde el 10 de agosto, cuando la Junta publicó un Manifiesto al Pueblo 5 , se dejaba claro que, aunque el levantamiento era en nombre del Rey, no es menos cierto que el pueblo estaba cansado de los abusos de los gobernadores y burócratas españoles: "Los dulces y pacíficos preceptos de su Religión Santa, el innato amor a sus Reyes y una larga costumbre los ha conservado sumisos y obedientes, en medio del despotismo subalterno más ignominioso, sin atreverse a registrar sino temblando sus profundas heridas y precisados a manifestar en sus semblantes un contento que no podía estar en sus corazones". En el manifiesto, la Junta denunciaba que antes del Diez de Agosto Ruiz de Castilla ya había detenido "a cinco de sus vecinos más nobles" y que tenía previsto ejecutar a 14 más, solo por el delito de tener "el pensamiento de no sujetarse nunca a Bonaparte y el haber hecho planes para este digno objeto". Al mismo tiempo, los patriotas desconocen la legitimidad del presidente de la Real Audiencia, ya que "la mayor parte de los que le mandan son hechuras del infame Manuel Godoy; la execración del género humano" y le reprochan haber ordenado corridas de toros en honor de los Bonaparte. 6 El manifiesto termina con estas palabras: "Juramos a la faz de todo el mundo la verdad de lo expuesto. Hombres buenos e imparciales, de cualquier Nación que seáis, juzgadnos. No os tememos ni debemos temeros".

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Los patriotas adoptaron como bandera un pendón rojo con un aspa blanca, para indicar su oposición a España, cuya bandera militar 7 era blanca con el aspa roja de San Andrés o aspa de Borgoña. El emblema fue utilizado por los patriotas quiteños que resistieron el contrataque español en 1812 y fue capturada por las tropas realistas de Toribio Montes y Sámano en la Batalla de Ibarra de diciembre de aquel año. 8 Durante buena parte del siglo XX, por un error en la transcripción del parte de la Batalla de Ibarra, se pensó que el pabellón quiteño había sido totalmente rojo, sostenido en un "asta" blanca. Con ocasión de las celebraciones del Bicentenario del Diez de Agosto, se usó la bandera correctamente representada y se aclaró masivamente el error.

Tan pronto se conocieron los sucesos del Diez de Agosto, los gobernadores españoles de Guayaquil y Cuenca respondieron con la brutalidad habitual en la época:

"Particular actuación contrarrevolucionaria tuvieron, en Cuenca, el Gobernador Melchor de Aymerich (quién años después vencería a los quiteños y sería nombrado presidente de la Real Audiencia, para ser finalmente derrotado por Sucre en el Pichincha) y el Obispo Andrés Quintián Ponte, en contraste con el Obispo José Cuero y Caicedo de Quito, y en Guayaquil, el Gobernador Bartolomé Cucalón y Sotomayor, adoptó severas medidas de represalia. Se ordenó a Francisco Baquero, en Bodegas (Babahoyo), que apresara a todos los quiteños que bajaran de la Sierra, como en efecto se hizo, con secuestro y remate de todos sus bienes, que se les condujera a Guayaquil con grilletes y que se les encerrara en mazmorras. Rigor especial se tuvo con los presos enviados por Aymerich desde Cuenca, a los que encerró con cepos y grilletes, al extremo de que uno de ellos, Joaquín Tobar, Interventor de Correos de Cuenca, murió "con los grilletes puestos".9

[editar] Represión española y caída de la Primera Junta

Las autoridades coloniales cercanas a Quito, desde el primer momento, consideraron que la Junta Soberana era una sublevación independentista y se apresuraron a reprimirla a sangre y fuego. A ningún funcionario español de la época convencieron las declaraciones de fidelidad al rey Fernando VII.

Al mismo tiempo, solo las ciudades más cercanas, como Ibarra, Ambato y Riobamba, se sumaron al movimiento quiteño, mientras que Guayaquil se mantuvo leal al rey y sus autoridades pidieron al virrey del Perú el bloqueo de la costa ecuatoriana para asfixiar a Quito.

Desde Bogotá y Lima, los virreyes españoles despacharon con suma urgencia tropas para sofocar a la Junta Soberana. "El envío de tropas desde el Norte (de Panamá, Bogotá, Popayán, Pasto y Barbacoas) y desde el Sur (de Lima, Guayaquil y Cuenca), el bloqueo de la costa por parte del Virrey del Perú, General José Fernando Abascal y Sousa, Marqués de la Concordia, era esta la difícil situación de Quito, asediada por estas fuerzas, sin sal, sin armas suficientes y sin pertrechos, originaron el debilitamiento de la Junta. 10

Desesperado, Montúfar remitió al puerto de Esmeraldas una carta para que se la entreguen a cualquier buque inglés, pidiendo el apoyo de Gran Bretaña para la Junta Soberana. La

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carta, dirigida "al Gabinete de San James y al augusto monarca de los mares", dice: "pido como Presidente y a nombre de la Junta Suprema Gubernativa, armas y municiones de guerra que necesitamos, principalmente fusiles y sables... Apetece íntimamente esta Suprema Junta la más estrecha unión y alianza con su inmortal nación y la tranquilidad de nuestro comercio con ella".11 Lamentablemente, el apoyo británico a la independencia hispanoamericana se materializaría muchos años después.

Finalmente, aislada y bloqueada, el 13 de octubre de 1809 la Junta devolvió el mando al conde Ruiz de Castilla, negociando con él que no se tomarían represalias y permitiendo el ingreso a la ciudad sin resistir de las tropas coloniales de Lima y Bogotá.

Sin embargo Ruiz de Castilla no respetó ese acuerdo, persiguió y encarceló a los cabecillas del grupo, obligando a los otros miembros a huir y esconderse. Con la ciudad ocupada por el Ejército colonial del comandante Manuel Arredondo, Ruiz de Castilla ordenó a la Audiencia el inicio de procesos penales contra todos los patriotas, que fueron detenidos en su mayoría, al menos lo que no tenían títulos nobiliarios. El obispo de Quito, Cuero y Caicedo, un entusiasta de la independencia, denunció las irregularidades que la Audiencia y sus fiscales cometieron en todos los procesos ante el virrey de Santa Fe, sin éxito. En el proceso se recurrió a la tortura y la falsificación de documentos. El fiscal fue el propio Tomás de Arrechaga, nombrado pocos meses antes Protector de Indios de la Junta. El ex miembro del Senado quiteño pidió la pena de muerte para 72 personas.

El único que no fue encarcelado fue Montúfar, por su calidad de noble criollo, sin embargo ayudó y ocultó a muchos de sus compañeros perseguidos. A la postre, Montúfar fue encarcelado, se le quitaron todos su bienes y se le mandó preso a Cádiz, en España, en donde moriría en 1818. Su hijo Carlos lucharía por la libertad del Ecuador y Colombia hasta 1816, cuando fue capturado y fusilado.

El 2 de agosto de 1810, se produjo un intento de liberar a los prisioneros, por parte de clérigos jesuitas y dominicos y la población que simpatizaba con el movimiento atacó los calabozos aprovechando un cambio de guardia. Se produjo un enfrentamiento entre las dos partes, y pese a que Arredondo y Ruiz de Castilla, habían ordenado a las tropas realistas proteger a los prisioneros hasta el juicio formal, los miembros de la guardia real que fuera sometida durante el asalto un año antes, aún guardaban rencores y odio hacia los prisioneros, por lo que se dirigieron a los calabozos y sin previo aviso asesinaron a los líderes de la Junta y a 300 personas, en su mayoría civiles inocentes. Este hecho se conoce en Ecuador con la Matanza del 2 de agosto de 1810. Luego de la matanza, los soldados se dedicaron a saquear la ciudad.

[editar] La Segunda Junta y la guerra del Estado de Quito

Durante 1811 y 1812, los patriotas quiteños siguieron resistiendo, obligando a la Real Audiencia a trasladarse a Cuenca, única ocasión en que la ciudad de Quito ha dejado de ser capital del territorio ecuatoriano. El 11 de abril de 1811, el comisionado regio Carlos de Montúfar, quien logró de la Junta de Regencia de España el encargo de pacificar a Quito,

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encabezó la declaración de independencia de Quito e instaló una nueva Junta, presidida por Ruiz de Castilla y su propio padre, el marqués. Ruiz de Castilla renunció y fue sustituido por el obispo Cuero y Caicedo, quien firmaba sus decretos de esta manera: "Joseph, por la gracia de Dios, Obispo y por la voluntad de los pueblos Presidente del Estado de Quito". Nuevamente, las ciudades cercanas le declararon la guerra a Quito y despacharon tropas para someterla. Desde Lima llegó un Ejército al mando de Toribio Montes para someter a Quito y Nueva Granada.

El 15 de febrero de 1812 se promulgó la primera Constitución ecuatoriana, la Constitución del Estado de Quito12 , que establecía una República con división de poderes y terminaba con cualquier sospecha sobre las convicciones republicanas de los quiteños. Este fue el primer Estado independiente y soberano proclamado en el territorio del Ecuador y ejerció jurisdicción sobre la Sierra central y norte, así como sobre el litoral de Esmeraldas. En estos nuevos motines, fue linchado por la multitud Manuel Urries, el conde Ruiz de Castilla, quien se había retirado a un convento. También fueron ejecutados sin fórmula de juicio el oidor Fuertes y Amar, uno de los más crueles perseguidores de los quiteños, y los monárquicos quiteños Pedro y Nicolás Calixto. En ese mismo año, los últimos patriotas quiteños del Diez de Agosto fueron derrotados por los españoles. El 7 de noviembre, las fuerzas de Toribio Montes sitiaron la ciudad y los quiteños resistieron en el cerro del Panecillo, ubicado en el centro mismo de Quito. Sin embargo, el español tomó finalmente Quito el 8 de noviembre. Por temor a la barbarie española, buena parte de la población abandonó la capital hacia el norte, buscando refugio en la ciudad de Ibarra. Los restos del Ejército patriota fueron finalmente derrotados en Ibarra el 1 de diciembre de 1812. En el mismo lugar ejecutaron al patriota Francisco Calderón, cuyo hijo Abdón, lucharía por la libertad en la Batalla del Pichincha, en la que tuvo destacada actuación. Su principal líder fue el joven criollo Carlos de Montúfar, hijo del marqués de Selva Alegre, quien fue ejecutado por los españoles en 1816, luego de ser desterrado tras estos acontecimientos, haber logrado huir de la prisión y haberse sumado al Ejército de la Nueva Granada, en donde alcanzó el grado de coronel. Los bienes de su familia, que fue de las más ricas de Quito, fueron confiscados por la Corona y su padre, el marqués de Selva Alegre, enviado preso a Cádiz, España, en donde murió en 1818. Al final el marqués declaró su republicanismo y renunció al título nobiliario que el rey Fernando VI había concedido a su familia el siglo anterior. Al anciano obispo-presidente Cuero y Caicedo se le quitó su dignidad eclesiástica, se le confiscó su biblioteca y bienes y se le remitió preso a Lima, en donde murió. El resto de dirigentes a quienes no ejecutaron fueron enviados desterrados a remotos rincones del Imperio español, como las Filipinas, Ceuta, La Habana, Puerto Rico y la propia España. El Gobierno colonial se reestableció en la ciudad capital, violentamente pacificada por los españoles, al mando del nuevo presidente de la Real Audiencia, el mariscal Melchor de Aymerich, hasta 1822. Finalmente, la Presidencia de Quito consiguió escindirse de la metrópoli en la Batalla de Pichincha del 24 de mayo de 1822, gracias al triunfo de las fuerzas combinadas de la Gran Colombia, el Perú, las Provincias Unidas del Río de la Plata y elementos locales, comandadas por el entonces general Antonio José de Sucre, lugarteniente de Simón Bolívar.

[editar] Legado de gloria: Quito, Luz de América

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Los sucesos del Diez de Agosto y la posterior matanza ordenada por Ruiz de Castilla al año siguiente tuvieron amplia repercusión en la América Hispana, en donde los movimientos libertarios estaban ya extendidos. Los otros gobernadores españoles de la región tomaron medidas para detener la expansión de la noticia de lo ocurrido en Quito.

El capitán general de Venezuela, Vicente Emparán prohibió con pena de muerte la circulación de impresos procedentes de Quito. Los patriotas caraqueños sin embargo, lo destituyeron y expulsaron del país en 1810.

El Santo Oficio de la Inquisición con sede en Santa Fe de Bogotá, promulgó un decreto el 24 de diciembre de 1809, excomulgando a quienes tuviesen o leyesen proclamas, cartas o papeles de Quito, lo que pone en evidencia el temor que ocasionó en la capital de la Nueva Granada la noticia de la Revolución de Quito. La precaución, en todo caso, fue inútil, pues los bogotanos también se sublevaron contra las autoridades coloniales el 20 de julio de 1810, encabezados por criollos que siguieron con interés los sucesos quiteños.

Algunos de los patriotas que vivieron el Diez de Agosto participaron en la formación de la Junta de Santiago de Chile,como fue el caso de Camilo Henríquez, el 18 de septiembre de 1810. El pueblo chileno reconoció tiempo después el aporte, colocando en el faro de Valparaíso un placa en la que reconoce a Quito como "luz de América".

En Turicato, Michoacán, México, un grupo de vecinos se reunió para “platicar y conocer las cosas de Quito”. Ese pueblo contribuyó luego con la revuelta del cura Miguel Hidalgo y Costilla, prócer de la independencia de México.

No solo la Junta Soberana, sino la posterior matanza del 2 de agosto de 1810, tuvieron repercusión continental. Así, "el 22 de Octubre de 1810, en Caracas, cuando llegaron las noticias, se produjo un motín, al mando de José Félix Ribas, pidiendo la expulsión de los españoles. Se celebraron solemnes honras fúnebres por los patriotas quiteños fallecidos, y los poetas Sata y Bussy, García de Sena y Vicente Salías les dedicaron sentidos versos; los ritos fúnebres fueron oficiados en la iglesia de Altamira, y se costearon por suscripción popular; en un catafalco se puso esta leyenda: "Para apiadar al Altísimo irritado por los crímenes cometidos en Quito contra la inocencia americana ofrecen este holocausto el gobierno y el pueblo de Caracas";"13

En Bogotá, Francisco José de Caldas protestó por los hechos en su periódico “Diario Político”. Caldas conocía bien el Ecuador pues lo había recorrido en varias expediciones científicas.

Para el bogotano Miguel Pombo Quito fue "el pueblo que primero levantó su cabeza para reclamar su libertad". "Los cuarteles fueron abiertos para recibir voluntarios y pronto se llenaron de jóvenes que querían vengar la matanza de Quito. La Suprema Junta Gubernativa dirigió una exhortación patriótica al pueblo de Bogotá, expresó su solidaridad al Cabildo de Quito y amenazó con represalias al Conde Ruiz de Castilla. Fueron varios los periódicos de la época que se refirieron a esta tragedia."14

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Una de las justificaciones de la "guerra a muerte" declarada por Bolívar contra España en Valencia el 20 de septiembre de 1813 15 , fue la criminal matanza de civiles desarmados en Quito ordenada por Ruiz de Castilla: "En los muros sangrientos de Quito fue donde España, la primera, despedazó los derechos de la naturaleza y de las naciones. Desde aquel momento del año 1810, en que corrió sangre de los Quiroga, Salinas, etc., nos armaron con la espada de las represalias para vengar aquéllas sobre todos los españoles...". Para el Libertador, la criminal represión que se dio en Quito, fue el preludio de las atrocidades que en toda la Nueva Granada y Venezuela cometerían los comandantes coloniales españoles, como Toribio Montes y José Tomás Boves, a los que Bolívar respondería con la declaratoria de "guerra a muerte", que implicaba la ejecución de civiles españoles como represalia: "españoles y canarios, contad con la muerte aún si sois indiferentes", declaró Bolívar.

En contraste con otros procesos independentistas en otras ciudades ecuatorianas, en donde prácticamente no hubo derramamiento de sangre y se contó con el respaldo de fuerzas militares de los otros países de la región, ya para entonces fuertemente armadas, disciplinadas y preparadas y con apoyo de la Gran Bretaña, el Diez de Agosto y la guerra del Estado de Quito produjeron enormes pérdidas materiales y humanas para las principales ciudades de la Sierra ecuatoriana que se enfrentaron solas a las tropas de los virreyes de Lima y Bogotá. La política española de exterminar a los patriotas quiteños privó al Ecuador de sus élites más preparadas, por lo que al proclamarse la República en 1830, el país quedó en manos del militar extranjero Juan José Flores y varios de sus compatriotas.

Recién en la siguiente generación, aparecerán figuras nacionales propias como García Moreno y Alfaro, sin olvidar al patricio guayaquileño Vicente Rocafuerte, quien salió por los fueros de la ecuatorianidad frente al militarismo extranjero conocido también como "Dominación Floreana".

Durante el siglo XIX, la República del Ecuador recordó el Diez de Agosto como su fecha fundacional. El presidente Gabriel García Moreno estableció en el Código Militar promulgado en su segunda administración hacia 1870 que cada aniversario "del primer grito de independencia que se dio en la capital de la República" se debía disparar una salva de cañón en honor de los próceres desde la cima del Panecillo.

Al adoptarse el Himno Nacional escrito por Juan León Mera en 1865, se oficializó la estrofa que recuerda el Diez y el Dos de Agosto:

Los primeros, los hijos del suelo/ Que, soberbio, el Pichincha decora/ Te aclamaron por siempre Señora/ y vertieron su sangre por ti/ Dios miró y aceptó el holocausto/ y esa sangre fue germen fecundo/ de otros héroes que atónito el mundo/ vio en tu torno a millares surgir.

En 1909, en el primer centenario del Diez de Agosto, el presidente Eloy Alfaro ordenó construir un monumento a los Héroes del Diez de Agosto, en el centro de la Plaza de la Independencia.

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La columna conmemorativa está rematada con una estatua de la libertad, a cuyos pies un león derrotado por un cóndor entre cadenas rotas representa a la Patria liberada de la dominación colonial. El monumento destaca también el Acta del Diez de Agosto y los nombres de los próceres en relieves de bronce.

Los presidentes ecuatorianos desde el siglo XIX juraron su cargo el diez de agosto, que es el día nacional que celebran las embajadas ecuatorianas en el exterior, además de la fecha de graduación de los oficiales del Ejército.

Con ocasión del Bicentenario del 10 de agosto, el Gobierno del presidente Rafael Correa organizó varios eventos conmemorativos, como una gran parada militar y un concierto de música popular. Estos eventos, sin embargo, no tuvieron repercusión nacional y fueron totalmente ignorados en Guayaquil.

En 2010 se descubrió también que el original del Acta está en posesión de un coleccionista privado en la ciudad de Bogotá, sin que el Estado ecuatoriano haya hecho ningún esfuerzo por recuperarla.

ACTA DE LA INDEPENDENCIA DE QUITO (1809)  Imagen del Acta de la Independencia

Nota ampliatoria de la presente Declaración

El 10 de Agosto de 1809 se considera como el de inicio de la independencia de lo que hoy es Ecuador. En Quito, cuando los criollos se revelaron contra el presidente Ruiz de Castilla, declararon insubsistente el gobierno de la Audiencia, y crearon una Junta de Gobierno. Los diputados barriales que participaron en los sucesos del 10 de Agosto de 1809, suscribieron una acta en la que confirmaban la rebelión y organizaban de manera diferente la administración. En este documento se insinúa también una invitación a otras ciudades para aliarse voluntariamente con el fin de conformar un Gobierno Supremo Interino que represente a Fernando VII, mientras se recupere su libertad.

Nos, los infrascritos diputados del pueblo, atendidas las presentes críticas circunstancias de la nación, declaramos solemnemente haber cesado en sus funciones los magistrados actuales de esta capital y sus provincias; en su virtud, los del barrio del centro o Catedral, elegimos y nombramos por representantes de el a los Marqueses de Selva Alegre y Solanda, y lo firmamos. Manuel de Angulo, Antonio Pineda, Manuel Cevallos, Joaquín de la Barrera, Vicente Paredes, Juan Ante y Valencia. Los del barrio de San Sabastián elegimos y nombramos por representante de él a don Manuel Zambrano, y lo firmamos, Nicolás Vélez, Francisco Romero, Juan Pino, Lorenzo Romero, Manuel Romero, Miguel Donoso.

Los del barrio de San Roque elegimos y nombramos por representante de él al Marqués de Villa Orellana, y lo firmamos. José Rivadeneira, Ramón Puente, Antonio Bustamante, José Alvarez, Diego Mideros.

Los del barrio de San Blas elegimos y nombramos por representante de él a don Manuel de Larrea y lo firmamos. Juan Coello, Gregorio Flor de la Bastida, José Ponce, Mariano Villalobos, José Bosmediano, Juan Unigarro y Bonilla. Los del barrio de Santa

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Bárbara elegimos y nombramos representante de él al Marqués de Miraflores y lo firmamos. Ramón Maldonado, Luis Vargas, Cristóbal Garcés, Toribio Ortega, Tadeo Antonio Arellano, Antonio de Sierra. Los del barrio de San Marcos elegimos y nombramos por represente de él a don Manuel Matheu y lo firmamos. Francisco Javier Ascázubi, José Padilla, Nicolás Vélez, Nicolás Jiménez, Francisco Villalobos, Juan Barreto. Declaramos que los antedichos individuos unidos con los representantes de los Cabildos de las provincias sujetas actualmente a esta gobernación y las que se unan voluntariamente a ella en lo sucesivo, como son Guayaquil, Popayán, Pasto, Barbacoas y Panamá que ahora dependen de los Virreinatos de Lima y Santa Fe, las cuales se procurará atraer, compondrán una Junta Suprema que gobernará interinamente a nombre y como representante de nuestro legítimo soberano, el señor don Fernando Séptimo, y mientras su Majestad recupere la Península o viniere a imperar en América, elegimos y nombramos por Ministros o Secretarios de Estado a don Juan de Dios Morales, don Manuel Quiroga y don Juan de Larrea, al primero para el despacho de los Negocios extranjeros y de la Guerra, el segundo para el de Gracia y Justicia y el tercero para el de Hacienda; los cuales como tales serán individuos natos de la Junta Suprema. Esta tendrá un Secretario Particular con voto y nombramos de tal a don Vicente Alvarez.

Elegimos y nombramos por Presidente de ella al Marqués de Selva Alegre. La Junta como representante del Monaca tendrá el tratamiento de Majestad; su Presidente el de Alteza Serenísima; y sus Vocales el de Excelencia, menos el Secretario Particular a quien se le dará el de Señoría. El Presidente tendrá por ahora y mientras se organizan las rentas del estado seis mil pesos de sueldo anual, dos mil cada vocal y mil el Secretario Particular. Prestará juramento solemne de obediencia y fidelidad al Rey en la Catedral inmediatamente y lo hará prestar a todos los cuerpos constituidos así eclesiásticos como seculares. Sostendrá la pureza de la religión, los derechos del Rey, y los de la patria y hará guerra mortal a todos sus enemigos, principalmente franceses, valiéndose de cuantos medios y arbitrios honestos le sugiriesen el valor y la prudencia para lograr el triunfo. Al efecto y siendo absolutamente necesario una fuerza militar competente para mantener el Reino en respeto, se levantará prontamente una falange compuesta de tres batallones de infantería sobre el pie de ordenanza y montada la primera compañía de granaderos; quedando por consiguiente reformadas las dos de infantería y el piquete de dragones actuales. El jefe de la falange será Coronel y nombramos tal a Don Juan Salinas, a quien la Junta hará reconocer inmediatamente. Nombramos de Auditor General de Guerra, con honores de Teniente Coronel, tratamiento de Señoría y mil quinientos pesos de sueldo a don Juan Pablo Arenas y la Junta le hará reconocer. El Coronel hará las propuestas de los oficiales, los nombrará la Junta, expedirá sus patentes y las dará gratis el Secretario de la Guerra. Para que la falange sirva gustosa y no le falte lo necesario, se aumentará la tercera parte sobre el sueldo actual desde soldado arriba. Para la más pronta y recta administración de justicia, creamos un Senado de ella compuesto de dos Salas Civil y Criminal con tratamiento de Alteza. Tendrá a su cabeza un Gobernador con dos mil pesos de sueldo y tratamiento de Usía Ilustrísima. La sala de lo Criminal un Regente subordinado al Gobernador, con dos mil pesos de sueldo y tratamiento de Señoría; los demás Ministros con el mismo tratamiento y mil quinientos pesos de sueldo; agregándose un Protector General de Indios con honores y sueldo de Senador. El Alguacil Mayor con tratamiento y sus antiguos emolumentos. Elegimos y nombramos tales en la forma siguiente: Sala de lo Civil, Gobernador don José Javier Ascázubi, Decano, don Pedro Jacinto Escobar, don José Salvador, don Ignacio Tenorio, don Bernardo de León, Fiscal, don Mariano Merizalde. Sala de lo Criminal, Regente don Felipe Fuertes Amar, Decano, don Luis Quijano, Senadores, don José del Corral, don Víctor de San Miguel, don Salvador Murgueitio, Fiscal, don Francisco Xavier de Salazar. Protector General, don Tomás Arechaga, Alguacil Mayor, don Antonio Solano de la Sala. Si alguno de los sujetos nombrados por esta soberana diputación renunciare el encargo sin justa y legítima

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causa, la Junta le admitirá la renuncia, si lo tuviere por conveniente, pero se le advertirá antes que será reputado como tal mal patriota y vasallo y excluido para siempre de todo empleo público. El que disputare la legitimidad de la Junta Suprema constituida por esta acta tendrá toda libertad bajo la salvaguardia de las leyes de presentar por escrito sus fundamentos y una vez que se declaren fútiles, ratificada que sea la autoridad que le es conferida, se le intimará a prestar obediencia, lo que no haciendo se le tendrá y tratará como reo de estado.

Dado y firmado en el Palacio Real de Quito, a diez de Agosto de mil ochocientos nueve, Manuel de Angulo, Antonio Pineda, Manuel Cevallos, Joaquín de la Barrera, Vicente Paredes, Juan Ante y Valencia, Nicolás Vélez, Francisco Romero, Juan Pino, Lorenzo Romero, Manuel Romero, Miguel Donoso, José Rivadeneira, Ramón Puente, Antonio Bustamante, José Alvarez, Juan Coello, Gregorio Flor de la Bastida, José Ponce, Mariano Villalobos, Diego Mideros, Vicente Melo, José Ponce, José Bosmediano, Juan Unigarro y Bonilla, Ramón Maldonado, Luis Vargas, Cristóbal Garcés, Toribio Ortega, Tadeo Antonio Arellano, Antonio de Sierra, Francisco Javier de Ascázubi, José Padilla, Nicolás Jiménez, Francisco Villalobos, Juan Barreto.

Manuel Rodríguez de Quiroga fue tío de mi bisabuela paterna, Zoila Zumárraga Fabara. Para mí, ser familiar de uno de los ministros de la Junta Cívica de Quito es un legado que sobrepasa los libros de historia, es un hecho que ha marcado el principio de vida de mi familia. Digo esto, porque el prócer Rodríguez de Quiroga es reconocido por su audacia para lograr aspiraciones justas.

De niño no sabía la importancia que tenía el ser descendiente de un prócer independentista, pero desde mi adolescencia empecé a entender el papel histórico de Manuel Rodríguez de Quiroga en el proceso del Primer Grito de Independencia.

Además, es preciso destacar el papel de mi abuela, que logró realizar una transmisión oral de nuestra historia familiar.

Recuerdo que en los encuentros familiares, entre bromas y discursos serios, captábamos pasajes de la historia que resultaban mucho más divertidos que las clases que daban en la escuela o en el colegio respecto al 10 de Agosto.

Ahora, entre mis hermanos tratamos de mantener vivo este legado con nuestros hijos y esperamos que ellos a futuro hagan lo mismo con los suyos.

Más allá de las herencias de linajes sociales o económicas, creo que hay que destacar el valor histórico de lo ocurrido para el Ecuador: la libertad de la patria y la de sus ciudadanos.�

Hoja de vida de Manuel Rodríguez de Quiroga

Nació en la hoy Bolivia y vino a Quito muy pequeño. Llegó desde el Cuzco, con su padre nombrado Fiscal asignado a la plaza de Quito. Integró como ministro la Junta Soberana de Quito. En el Museo Mena Caamaño de Quito está su réplica en cera, en la matanza del 2 de Agosto.

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En 1985 supe que venía de un prócer de Quito

Mi quinta abuela fue Manuela Tinajero Morales, hija del próce� r Juan de Dios Morales y Josefa Tinajero Checa. Supe que era descendiente hace 22 años, cuando llegaron a mis manos unos documentos del genealogista Fernando Jurado Noboa, que tenía indicios del apellido.

Al saber que, en efecto, existía esta importante relación, publiqué un libro en 1995, denominado Los Serranos de Quito. � �

Mi investigación tardó 10 años, pero finalmente sirvió para que los familiares del prócer conozcan su historia y el origen del apellido. Actualmente lo siguen pidiendo.

Para mí, significa un gran honor descender de un prócer, que además murió martirizado el 2 de Agosto de 1810.

No creo que lo heroico se lleve en la sangre, se podría llevar más en la tradición, porque se trata de familias donde la historia tiene valor y, por lo tanto, nos interesa conocer quiénes fueron nuestros antepasados y qué ocurrió políticamente. Eso me motivó a investigar.

Mi interés por la historia nació desde la infancia y luego surgió en mí una afición por la genealogía, más si se termina llegando a personajes clave como Juan de Dios Morales. Se trató de un hombre muy imbuido en su ideología, porque creía en el republicanismo.�

Hoja de vida de Juan de Dios Morales

Nació el 13 de abril de 1767, en el pueblo de Río Negro, actual Colombia. Estudió jurisprudencia en la U. de Bartolomé, donde se graduó con honores a los 22 años.El 10 de Agosto de 1809 fue designado uno de los secretarios de la Junta de Gobierno.

Mi casa siempre sintió el ambiente político

Soy descendiente, en la quinta generación, de Anto� nio Ante López de la Flor. Mi bisabuelo Amable Enríquez Ante fue hijo de Isabel Ante Olais, hija del prócer Antonio Ante y de J. Enríquez Ladrón de Guevara.

Así, desde pequeño supe quiénes eran mis antepasados. Mi familia ha sido tradicionalmente política y republicana. Incluso, mi tío fue Camilo Ponce Enríquez, ex presidente de la República, y en nuestra casa siempre reinó ese ambiente de saber histórico.

Ser pariente de un prócer implica una vinculación íntima con la historia y con el desarrollo del país. En mi caso, aplico este pensamiento a través de mi profesión: el derecho.

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Creo firmemente que no se debe concebir a la profesión desde un punto mercantilista, sino en defensa del ciudadano, con remuneración razonable.

Yo sí me considero un transmisor de la historia de mis antepasados, más que a título de vanidad, para cultivar sus valores, porque los héroes del 10 de Agosto de 1809 sí dieron ejemplo de patriotismo, desinterés y sacrificio.

Una de las cosas que más admiro de Antonio Ante es su espíritu republicano, porque pese a que no era una persona acaudalada y no pertenecía a los estratos de la nobleza, luchó hasta morir.

La herencia que nos dejó Ante es la tradición de ser de una familia que tiene la obligación de servir a la patria.�

Hoja de vida de Antonio Ante López de la Flor

Nació en Urcuquí , provincia de Imbabura, en 1771. Murió en Otavalo en 1836.Fue uno de los pocos patriotas de 1809 que alcanzó a ver la patria libre.Fue abogado de profesión. Llegó a ser uno de los diputados del primer Congreso Constituyente del Estado, en 1830.

Para llegar bien alto, los apellidos no bastan

Soy descendiente de los próceres de la Independencia por dos lados. Ya que mis bisabuelas eran �Ascázubi y Salinas. Ellas eran nietas de los próceres: Manuel de Ascázubi y del general Juan de Salinas.

Estoy orgulloso de mis antepasados, pero sobre todo siento un patriotismo y un amor al Ecuador que lo he tenido por ascendencia.

Por eso, he dedicado 15 años de mi vida al servicio público. Y este servicio lo arrastro no por el dicho nobleza obliga, sino porque creo que el progreso no es causa de la nobleza, sino de la � �educación.

Ser familiar de los próceres es un gran impulso, pero los descendientes que han llegado alto es porque se educaron. Hay varios herederos de próceres que prácticamente piden caridad, porque no quisieron estudiar.

En mi caso tuve una educación muy prolija por parte de mis padres, quienes me permitieron conocer qué hicieron mis antepasados por el Ecuador.

Todavía recuerdo cuando tenía 10 años y mi abuela me obligo a aprender de memoria los

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nombres de los próceres que están en la placa de la Plaza Grande y ahora, a mis 70 años, ya los he olvidado.

Finalmente, no creo que se debería rescatar las virtudes de un solo prócer, porque todos se iluminaron con las ideas de libertad que venían desde Europa. Fueron idealistas, porque lo que ellos hicieron fue casi un suicidio.�

Hoja de vida del Gral. Juan de Salinas

Nació en Sangolquí, el 26 de noviembre de 1755. Realizó sus estudios en la Universidad de Santo Tomás de Aquino. Su inclinación por la carrera de las armas lo llevó a optar por ser cadete del Ejército de la Real Audiencia de Quito, en 1777. Su hidalguía militar lo convirtió en prócer.

1808 El Rey Carlos IV abdica a favor de su hijo . El Emperador de Francia, Napoleón Bonaparte, consigue que Fernando VII abdique en su padre y este en Napoleón, quien da la corona de España a su hermano José Bonaparte"1

Fernando VIIJosé Bonaparte

José Mejía Defendiendo la Dignidad de España

"... fui a ocupar mi puesto en una puerta, la cual no desamparé de día ni de noche hasta que se rindió la villa por capitulación, que fue el 4 de septiembre" José Mejía Lequerica

Don José Mejía comunica a su esposa Manuela Espejo " Si perecemos en algún combate tendrás tú el envidiable honor de que a tú esposo le haya caído una muerte gloriosa; y si salgo con vida y honra. como lo espero de Dios, tendrás en tu compañía un hombre que habrá mostrado no estar por demás en el mundo"

Don José Mejía Es que los valores supremos en esos momentos eran el HONOR y la GLORIA. Por ellos se vivía y por ellos se moría. Valores eternos para ser

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inculcados a las generaciones.

Los sucesos en la metrópoli eran verdaderamente dramáticos, los nacionalismos fuertemente arraigados hicieron reaccionar al pueblo español. Los quiteños no lo eran menos, sólo así se justifica la voluntad de defender la causa del pueblo español. Juan de Dios Morales y Manuel Rodríguez de Quiroga y otros comenzaron un trabajo de asumir sus responsabilidades y es así que en el 25 de diciembre de 1908, se reunieron en la hacienda del Marqués de Selva Alegre , Pío Montúfar. La propuesta organizar la Primera Junta Soberna de Gobierno de Quito. El movimiento fue ampliando sus bases entre lo más graneado de la sociedad, tenemos la presencia de Antonio Ante, Javier Ascázubí, Juan Larrea, Juan Pablo Arenas Luis Saa, Cáp. Juan Pablo Salinas, párroco Miguel Riofrío.

Si la decisión de la mujer esta dispuesta, los hombres por la naturaleza de su actitud mental no podían ya retroceder. La Historia reconoce a Manuela Cañizares su parte. La historia recoge la férrea voluntad de triunfar con estas palabras

“¡Cobardes...hombres nacidos para la servidumbre!

-¿ De qué tenéis miedo...?

-¿ No hay tiempo que perder...!

Manuela

Cañizares

Siguiendo el llamado de la herencia española . el Dr. Antonio ante acude a la residencia del Conde Ruiz de Castilla para informarle su nueva condición; ex gobernante de la Audiencia, mediante una comunicación.

Oficio de la Junta Suprema, formada en Quito el 10 de Agosto de 1809, alConde Ruiz de Castilla:

Excelentísimo Señor:

El pueblo de esta Capital ha declarado formalmente, por Acta de hoy, haber cesado legítimamente los actuales Magistrados en sus funciones, constituyendo una Junta Suprema que gobierne este Reino, a nombre y como representativa de nuestro legítimo Soberano el Sr. Fernando VII, mientras S. M. recupere la Península, o tenemos la dicha de que venga a reinar en América, nombrando Presidente de ella, con tratamiento de Alteza Serenísima al Sr. Marqués de Selva Alegre, y debiendo esta Suprema Junta ejercer sus funciones en el Real Palacio, espera le deje usted expedita de pronto a lo menos la sala principal, donde debe recibir el homenaje que han de hacer a S. M. los Cuerpos constituidos.Dios guarde a Vuestro Merced muchos años.

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Cuartel de Quito, Agosto 10 de 1809.- El Marqués de Solanda. El Marqués de Villa Orellana. Manuel Mateu y Herrera. Manuel Larrea. Juan de Dios Morales. Manuel Rodríguez de Quiroga

Don Manuel Urriez, Conde Ruiz de Castilla deja su cargo y asume don Juan Pío Montúfar, Marqués de Selva Alegre. Quien jura: Lealtad absoluta al amado soberano don Fernando VII.

La Junta Suprema de Quito se instaló el día 11 de Agosto. El juramento de los principales dignatarios fue realizada el 16 de Agosto de 1809 en la Sala Capitular. Juraron lealtad al Rey.

Juan de Dios Morales Manuel R. de Quiroga. Juan Pío Montúfar

Proclama

Pueblos del Continente americano: Favoreced nuestros santos designios. Reunid vuestros esfuerzos al espíritu que nos inspira y nos inflama. Seamos uno. Seamos felices y dichosos y conspiremos con el único objeto de morir por Dios, por el Rey y por la Patria. Esa es nuestra divisa. Esa sea también la gloriosa herencia que dejaremos a nuestra posteridad."

Manuel R. de Quiroga.

Ministro de Gracia y Justicia

4 de septiembre de 1809

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Es el hecho de haber participado en un evento histórico cuya repercusión fue grande y clave para elevar la conciencia y preparar a las mentalidades sobre las nuevas responsabilidades. Todavía duele el asesinato de quienes cumpliendo su deberes para con la soberanía fueron asesinados el 2 de Agosto de 1810.

La lección del 10 de Agosto y el fausto acontecimiento del 2 de Agosto 1810, fue dejar claramente establecido que la senda de estos pueblos era triunfar. Y el camino, la guerra por la independencia y salir glorioso de ella.

Si hoy nosotros buscamos también alcanzar la honra y la gloria y no acometemos en la empresa recordemos nuevamente la frase atribuida a Manuela Cañizares a los Próceres del 10 de Agosto: “¡ Cobardes...hombres nacidos para la servidumbre! ¿De qué tenéis miedo...? ¿ No hay tiempo que perder...!

Independencia - Presentation Transcript

1. R E V O L U C I O N 10 DE AGOSTO DE 1809

2. INTRODUCCIONLlegamos a la innovación de los próceres de nuestra Patria, que murieron y se sacrificaron con el fin de romper las cadenas de la opresión que ataban a nuestro país, para entregarnos el don inefable de laLIBERTAD, la cual tenemos y debemos defenderla con patriotismo y perseverancia. Las sombras y las encrucijadas rompieron los héroes que fueron masacrados cobardemente, esa estela de libertad bajo la égida sincera de democracia nos alumbra en las noches oscuras de comprensión y artera traición. Es que el presente se nutre de sustancias perdurables del pasado, los valores éticos y humanos se fortifican más cuando en el camino se presentan luchas verdaderas, a fin de que prevalezcan la verdad y la justicia, el derecho y la razón, por eso la historia es una lección permanente de vitales reminiscencias del pasado y presente, arborizando lo que nos vendrá en el futuro.El 10 de Agosto de 1809 fue una jornada relevante de la historia del Ecuador.

3. OBJETIVOS

o Recordar las gestas heroicas y sacrificadas, de los próceres del 10 de Agosto que lucharon para darnos libertad y ejemplos edificantes de vida.

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o Conocer los hechos y fundamentos de los próceres de Quito, que hicieron posible esta fecha magna en el calendario nacional.

o Realizar investigaciones en el campo de la Historia del Ecuador, en extensión y profundidad.

o Recordar que el 10 de Agosto de 1809, se constituye en la redención para los pueblos de América.

4. Revolución de QuitoSE DESARROLLO EN DOS ETAPAS:

o LA PRIMERA:

Entre Diciembre de 1808 y Octubre de 1809

o LA SEGUNDA:

Entre Agosto de 1810 y Diciembre de 1812

5. PRIMERA ETAPA DE LA REVOLUCIÓN (1808-1809)

6. “Primer Grito de Independencia Hispanoamericana”La resolución tomada por unos cuantos patriotas de ser libres y conseguir la libertad de suPatriaestuvo alentada por ese hombre extraordinario, sociólogo, humanista que dio brillantez al mundo intelectual del siglo XVIII, Eugenio Espejo; con su influencia incitó a dar este paso decisivo para el futuro de América Hispana. Un núcleo de antiguos amigos de Eugenio de Santa Cruz y Espejo, que no esperaban más que una oportunidad para conspirar, se pusieron a organizar el movimiento separatista. Estructurarían una Junta de Gobierno, como en España: invocarían los derechos de Fernando VII, y se revelarían contra Napoleón, en defensa de la Patria y de la Religión. Pero la administración tendría que transformarse totalmente: la Junta asumiría poderes absolutos; y se nacionalizarían los servicios públicos.

7. ¡Cobardes…..hombres nacidos para la servidumbre! ¿De qué tenéis miedo…? ¡No hay tiempo que perder!

8. El 10 de Agosto de 1809 se considera el inicio de la independencia de lo que hoy es Ecuador.Los patriotas constituidos en asamblea procedieron a la organización de una nueva Junta Soberana de Gobierno, resultó elegido presidente de ella el Marqués de Selva Alegre don Juan Pío Montufar y Vicepresidente el obispo Dr. José Cuero y Caicedo; Secretarios de Estado: en los Despachos de lo Interior, Dr. Juan de Dios Morales; de Gracia y Justicia, Dr.

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Manuel Quiroga; de Hacienda, Don Juan Larrea.El levantamiento contribuyó para derrocar al poder español. Quito escogido por muchos políticos y estadistas, pero el valor de los quiteños demostrado en tal ocasión alcanzó el imponderable título de Quito “LUZ DE AMÉRICA”.

9. ACTA DE INDEPENDENCIA DE QUITO (1809)La Revolución en realidad significaba: la autonomía gubernativa, “sin los españoles europeos”.La insurrección del 10 de agosto de 1809 fue un movimiento revolucionario de esencia político- jurídico emancipadora. Quito sembró la semilla, y América siguió su ejemplo.

10. FACTORES CONTRARREVOLUCIONARIOS

o Inconexión inicial del movimiento con las fuerzas populares; pues si éstas no hostilizaron inmediatamente al nuevo gobierno, tampoco se le manifestaron entusiastas.

o Carencia de un caudillo o jefe militar que habría asumido los poderes necesarios para guiar virilmente la tormenta revolucionaria.

o Ojeriza provincialista y disidencias dentro de la propia Presidencia de Quito.

o Aislamiento inmenso que para Quito se produjo, por la formidable acción bloqueadora de las provincias y Virreinatos limítrofes.

11. SEGUNDA ETAPA DE LA REVOLUCIÓN (1810-1812)

12. Después de la disolución de la Junta Soberana de QuitoNada quedo en el olvido.El mismo día 4 de Diciembre, en el que se emprendió en el encarcelamiento y persecución de los próceres, hizo promulgar otro bando, para advertir que se aplicaría la pena de muerte a todo aquel que, conociendo el paradero de alguno de los insurgentes, no lo denunciara. Así, las declaraciones y entregas no tardaron mucho.

13. EL 2 DE AGOSTO DE 1810El 2 de Agosto de 1810, se inicia la reacción violenta de las masas populares de Quito, aún desarmadas y rodeadas de batallones extranjeros como estaban. De repente tocaron a rebatos las campanas de la catedral, señal inconfundible de la insurrección, pues que esas campanas habían convocado más de una vez al pueblo de Quito, a través de tres siglos, para sus grandes protestas colectivas contra los abusos de la ley o de los representantes del Rey.Con celeridad increíble y armados solamente de palos y cuchillos, rindieron las guardias y llegaron hasta los presos.“Algunos de estos prisioneros fueron fusilados durante el ataque por los centinelas que los vigilaban, y un gran número, asesinados por un zambo joven, cocinero de los soldados,

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que entró a las celdas, y los mató a hachazos. Así murieron los principales patriotas que en ese día de triste y eterna recordación vertieron su sangre por la LIBERTAD DE LA PATRIA.

14. Patriotas muertos fueron:Juan Salinas, Manuel Quiroga, Francisco Javier Ascázubi, Pedro Montufar, Juan de Dios Morales, José Riofrío, Juan de Larrea, Anastasio Oleas, J. Tobar, Manuel Cajías, Juan Pablo Arenas, Mariano Castillo, Antonio Arenas, Nicolás Aguilera. La Suprema Junta decretó tres días de duelo, como demostración de dolor, por la irreparable pérdida de los próceres, cuyos nombres están grabados en una placa de bronce en el monumento a la Libertad en la Plaza de la Independencia de Quito.

15. PARTICIPACIÓN FEMENINA EN LA INDEPENDENCIAEntre las mujeres que hicieron frente a la soldadesca española se cuentan las dos hijas y una esclava negra de Manuel Rodríguez Quiroga, quienes hasta el último momento suplicaron piedad por la vida del prócer, lo que parece que enfureció más al teniente a cargo de su ejecución. Se destaca también el nombre de María de la Vega, esposa de Juan Salinas, que luego de la muerte de su esposo fuera arrastrada y ahorcada en la Plaza Grande. Aparece altiva la figura de Rosa Zárate.

16. ROSA ZÁRATEAristócrata de alta alcurnia.Se casó con Nicolás Peña, lo que le coloca en una posición privilegiada de comodidad económica; pese a su posición social, se involucró de lleno en la causa de la independencia, dejando a un lado la tranquilidad de su hogar y la paz de la familia.La muerte infame de su esposo y de los otros héroes aumentó su motivación para seguir con la causa de la libertad.

17. LA LUCHA CON LOS VIRREINATOSPara calmar a los pueblos y mantenerlos leales a Fernando VII se envió un comisionado Regio que fue, por extraña coincidencia, don Carlos Montufar, hijo del Marqués de Selva Alegre, adalid de los primeros afanes revolucionarios.Se concibió y se levantó una nueva bandera, símbolo de un nuevo pueblo libre: totalmente roja, y el asta blanca. Esta fue la primera bandera del Ecuador Independiente. Carlos Montufar tomó la dirección de Cuenca y Guayaquil; se enfrentó con las tropas peruanas de Arredondo en Alausí, y las puso en precipitada fuga. Los derrotados dejaron en el campo preciosos elementos de guerra de que carecían los patriotas: fusiles, municiones, caballos y hasta víveres.Carlos Montúfar fue destituido y reemplazado, en la dirección de la guerra, por un partidario violentísimo del Marqués de Villa Orellana: por el cubano don Francisco Calderón. Los montufaristas y sus jefes comenzaron a ser hostilizados y perseguidos en seguida.

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18. FIN DE LA REVOLUCIÓN DE QUITONadie pensó en rendirse sin lucha.Se recurrió a toda clase de armas y hasta los indios de Guanujo, en la provincia de Bolívar, dirigidos por el cura del lugar, fabricaban con vertiginosa presteza, lanzas y flechas de chonta para los patriotas. Y los niños de las escuelas preparaban las piedras que servirían para balas de cañón. Los soldados y sus oficiales no ganaban ni un céntimo; y los 80.000 mil pesos que para esta campaña diera en préstamo un magnate de Quito don José Guillermo Valdivieso, solamente se invertía en la compra de alimentos.

19. CONCLUSIONES

o Los próceres sufrieron no únicamente desesperanzas y desconsuelos, sino la maldición de la impotencia, de los fracasos, de la persecución y de la muerte.

o Juzgar a los próceres del 10 de Agosto de 1809, como ilustres patriotas amantes de la Patria y de la Libertad.

o El estallido auroral de Quito marcó el proceso de liberación de todo el territorio americano.

20. RECOMENDACIONES

o Recordar con fervor y civismo tan magno acontecimiento, en el cual nuestros héroes entregaron sus vidas al no permitir la opresión y lograr nuestra libertad.

o A las futuras generaciones tener como ejemplo la lucha y persistencia de los héroes del 10 de Agosto de 1809, para alcanzar sus metas propuestas.